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Se denomina inclusión a toda actitud, política o tendencia que busque integrar a las
personas dentro de la sociedad, buscando que estas contribuyan con sus talentos y a la
vez se vean correspondidas con los beneficios que la sociedad pueda ofrecer. La
educación inclusiva se asocia frecuentemente con la participación de los niños con
discapacidad en la escuela común y de otros alumnos etiquetados “con necesidades
educativas especiales”. (Hernández, 2014)
En cuanto a distinciones por nombre se menciona que antes se les solía llamar anormales,
en el siglo XIX deficientes mentales; en el siglo XX deficientes mentales, deficientes
físicos, inadaptados, autistas, superdotados, trastornos de aprendizaje. Y Ahora como
alumnos con necesidades educativas especiales. En la década de los 80 se comienza a
utilizar a nivel educativo un nuevo término que da respuesta a la exclusión vivida por
mucho tiempo por algunas minorías, como las etnias o la población con discapacidad.
(Unesco, 2013)
Ahora bien, hablar de este tipo de escuela con las finalidades que se propone viene a
suponer materializar algunos cambios a diferentes niveles. En primer lugar, se sitúa
políticas educativas coherentes con estos planteamientos y que promuevan la creación de
un enfoque institucional inclusivo, además de vincular una identificación comunitaria de
la educación en la que las ideas de equidad y calidad sean incorporadas como elementos
fundamentales en la trayectoria educativa que desarrolle e irradie la escuela.
Lo importante, o hacia donde se debe caminar, es a alcanzar una cultura inclusiva. Para
ello es preciso llevar a término una mayor identificación del equipo directivo, de los
profesionales docentes, de los alumnos y de los padres con la escuela, considerarla como
propia, como una “casa educativa”. Es por ello que se entiende que la mayor fortaleza va
a residir en el grado de apropiación de esa cultura por parte de toda la comunidad
educativa de forma que todos compartan el proyecto pedagógico a cuyo logro se
comprometen. (Echeita, 2016)
Sin embargo se debe tomar en cuenta además que a pesar de los estudios y documentos
elaborados, especialmente por la UNESCO, existen varios factores que hacen de la
educación inclusiva un mito, debido a que la población es el principal inconveniente, por
su rechazo a aceptar a niños y jóvenes con capacidades diferentes a formar parte de un
mismo entorno que los demás. De algunos de estos factores se mencionan los siguientes:
(Revista educación virtual, 2017)
Las normas sociales son a menudo el mayor obstáculo para la inclusión. Las viejas
actitudes tardan en morir, y muchos todavía resisten el alojamiento de los estudiantes
con discapacidades y problemas de aprendizaje, así como los de las culturas
minoritarias.
Algunas barreras físicas en la estructura de las escuelas, restringen la accesibilidad de
los estudiantes con discapacidades.
Un plan de estudios rígido que no permite la experimentación o el uso de diferentes
métodos de enseñanza puede ser una enorme barrera para la inclusión.
Los maestros que no están capacitados o que no están dispuestos o poco entusiasmo
por trabajar con los estudiantes con capacidades diferentes son un inconveniente para
la inclusión exitosa.
La financiación adecuada es una necesidad para la inclusión y, sin embargo, es raro.
Las escuelas a menudo carecen de instalaciones adecuadas, maestros calificados y
adecuadamente capacitados y otros miembros del personal, materiales educativos y
apoyo general. (ITE, 2015)
Por otro lado también se busca justifica el por qué de la importancia de la educación
inclusiva a través datos proporcionados por la Unesco, ya que en el año 2010 había
alrededor de 1 795 300 personas con discapacidad y en Ecuador según cifras del
Ministerio de Educación 82.833; cifra que representa el 1.6 por cada 100 habitantes. Estas
cifras alertaron a distintos sectores de la sociedad con el ámbito educativo y, en un intento
de reflexionar sobre la realidad de dicho colectivo, se pusieron en marcha planes de acción
para que los niños con discapacidad tuvieran garantizada su escolaridad. Aunque existe
un ordenamiento legislativo integrador, en la práctica existen todavía muchas
contradicciones, actitudes y creencias alejadas de un modelo de paradigma, razón por la
cual se hace necesario conocer acerca de los niveles de inclusión existen en las escuelas
con la intención de concienciar a la comunidad educativa, y especialmente a los docentes,
de la situación real de sus escuelas con la finalidad de generar cambios en las prácticas
organizativas, para que puedan ofrecer una educación de calidad a toda la población.
(Senplades, 2013-2017)
Por otra parte, la necesidad de hacer mención sobre la realidad de la educación inclusiva
en el Ecuador, es con el fin de que cualquier análisis o proyecto parta siempre desde la
realidad en la que se vive, tomando en cuenta la siguiente información.
El Plan Nacional del Buen Vivir reconoce a la diversidad como un valor de la sociedad,
y el derecho de los grupos de atención prioritaria al acceso, permanencia y participación
en la educación. Se requiere brindar protección especial a niñas, niños, adolescentes y
jóvenes, en especial para los que se encuentran en condiciones de discapacidad,
enfermedad crónica o degenerativa, abandono y mendicidad, en convivencia con madres
y padres privados de la libertad, y adolescentes en conflicto con la ley o en rehabilitación
por adicciones. Sin embargo, se requiere para ello de docentes preparados para atender
las necesidades de estas poblaciones y sus familias, de esta manera se eliminen toda forma
de discriminación en todos los niveles y modalidades educativas. (García, 2015)
En esta tabla se puede observar que existe en porcentaje menos del 1% del total de
alumnos matriculados en el sistema educativo nacional, pero en cifra real, representa un
número considerable.
Tabla 2 Estadística de educación especial en el Ecuador
Instituciones educativas Instituciones educativas Porcentaje de
regulares que acogen a niños con instituciones regulares
capacidades especiales
25.461 4.690 18%
Fuente: (Ecuador, Ministerio de Educación, 2014)
A lo que se deduce que apenas 10.755 niños con N.E.E. acceden a educación y cuentan
con educación inclusiva. Y el CONADIS registra 58.165 niños con necesidad de acceder
a una educación inclusiva. (Salas, 2013)
Conclusiones
Una de las principales contribuciones que se puede obtener del análisis y puesta en
práctica de la información obtenida es el compromiso y la cooperación de toda la
comunidad educativa dado que son fundamentales para mejorar la inclusividad en los
centros educativos. Empezando por la dirección y el profesorado, responsables del
funcionamiento del modelo inclusivo, y llegando hasta las familias y otros agentes
sociales que van a participar activamente en el mismo. Gracias a la cooperación de todo
el equipo, los centros lograrían el máximo nivel de desarrollo para cada estudiante en
función de sus capacidades.
Se motiva también a que los centros educativos, especialmente los que cuentan con un
porcentaje elevado de alumnado desfavorecido, aumenten el tiempo de aprendizaje en
horario extraescolar o incluso en periodo vacacional. Las actividades adicionales pueden
realizarse en distintos espacios dentro o fuera del centro. El objetivo es incrementar las
oportunidades de aprendizaje y elevar el rendimiento de todo el alumnado, pero también
lograr la progresiva involucración de otros agentes de la comunidad en la vida del centro.
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