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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DEL

PERÚ
CARRERA PROFESIONAL DE
PSICOLOGÍA

“VIOLENCIA FAMILIAR”

Alumnos : Cabrera Pillaca, Scarlet.

Cornejo Romero, Carol Gabriela.

Valencia Pecho, Diego Ismael.

Docente : Mg. Rubí Raquel Terry Medina

Curso : Aspectos Psicosociales del Maltrato Sexual y

Familiar.

Ciclo : IX

Semestre : 2012-I

Mayo, 2012

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ÍNDICE

1.-ÍNDICE…………………………………………………………………….1

2.- INTRODUCCIÓN………………………………………………………...2

3.- CAPITULO I

1.1. Antecedentes sobre la violencia familiar…………………………… 5

4.- CAPITULO II

2.1. Definición sobre violencia familiar…………………………………..9

5.- CAPITULO III

3.1. Causas de la violencia familiar…………………………………… 13

6.- CAPITULO IV

4.1. Tipos de violencia familiar……………………………………….. 17

7.- CAPITULO V

5.1. Características de la violencia familiar…………………………… 20

8.- CAPITULO VI

6.1. Consecuencias de la violencia familiar…………………………… 27

9.- CAPITULO VII

7.1. Mitos sobre la violencia familiar………………………………….. 33

9.- CONCLUSIONES……………………………………………………... 36

10.- REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS……………………………….. 37

11.- ANEXOS……………………………………………………………… 38

1
INTRODUCCIÓN

Desde hace varios años la violencia familiar en América Latina, en especial en nuestro
país, ha dejado de ser un problema oculto y de poca relevancia. Actualmente, la violencia
familiar es percibida al mismo tiempo como un asunto de naturaleza pública y social y
como una violación de los derechos fundamentales de las víctimas.

La violencia familiar es un fenómeno que ocurre en todos los países, clases sociales y
ámbitos de la sociedad. Incluye no sólo las agresiones físicas, sino también el maltrato
psicológico y sexual.

Es un problema social de grandes dimensiones, cuyas consecuencias ponen en riesgo la


salud integral e incluso la vida de los grupos de personas que son más vulnerables
dependiendo de su edad, sexo y condiciones físicas: mujeres, niñas y niños.

A pesar de su gran impacto en la salud, aún son muy pocos los prestadores de servicios que
deciden actuar frente a la violencia familiar, la cual se expresa en lesiones físicas y
psicológicas que presentan muchas de las mujeres que acuden todos los días a los centros
de salud y comisarias.

Para ellas, las mujeres, dar la cara tampoco es fácil. La ignorancia, la vergüenza, y la
ausencia o ineficacia, muchas veces, de las respuestas institucionales al problema son
algunos de los múltiples obstáculos que perpetúan la violencia como parte de su vida
cotidiana.

En base a esta situación, en el presente trabajo de investigación se realiza una recopilación


acerca de este fenómeno que aqueja a nuestro país: “Violencia Familiar”.

El objetivo general de esta investigación es identificar que es la violencia familiar y cuáles


son sus dimensiones en el Perú, lo que permite conocer la problemática que existe en
nuestro país, contribuyendo en su estudio y a su intervención futura desde un enfoque
integrador.

2
En la primera parte de la monografía se presenta de manera general antecedentes acerca del
tema, violencia familiar; en la segunda y tercera parte se presentan algunas definiciones y
análisis de las causas que trae consigo este problema; en la cuarta parte veremos los tipos
en que se originan la violencia familiar; la quinta y sexta parte describirá las características
y consecuencias de la violencia familiar respectivamente. Finalmente, en el último
capítulo, se presenta un conjunto mínimo de mitos sobre la violencia familiar.

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CAPITULO I:
ANTECEDENTES SOBRE LA
VIOLENCIA FAMILIAR

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1.1. ANTECEDENTES HISTORICOS SOBRE LA VIOLENCIA
FAMILIAR

Entendemos que la Violencia Familia es un fenómeno histórico, que no es nuevo ni


consecuencia de la vida moderna. Tiene mayor visibilidad en el momento actual pero ha
existido durante la historia de la humanidad.

La Violencia Familiar aparece como un problema social, como una preocupación de los
estados gubernamentales, a partir de los movimientos de denuncia realizados por los
grupos feministas así como a partir de estudios e investigaciones académicas que empiezan
a develar la magnitud de este problema. La intervención de los movimientos feministas,
decisiva para lograr una visualización y para llevar a la luz pública lo que se considera
destinado únicamente a la esfera privada. La violencia doméstica es una de las formas
perversas de manejo del poder y se ejecuta sobre todo grupo de menor poder relativo:
niños, mujeres, ancianos, inválidos, personas en situaciones de extrema pobreza,
refugiados, etc.

En la década de los 60, los estudios realizados por Ruth y Henry Kempe acerca de la
realidad de los niños y niñas víctimas de maltrato en su hogar, generan un aporte sustancial
en la visibilidad de estas situaciones

La lucha por los derechos de la mujer, que reconoce sus orígenes en los primeros
movimientos feministas, abre la posibilidad de exponer el tema de la violencia conyugal en
el ámbito público. Este primer movimiento, que adquiere su máxima expresión en la
década de los 70´se configura como avance en Latinoamérica recién en la década de los 80.

En la última década en el Perú hemos sido testigos del incremento de la Violencia


Familiar, una de las formas más comunes de violencia, la cual es infringida por el hombre
en contra de la mujer, ya sea este su esposo o pareja masculina.

Esto contrasta sobremanera con la situación de los hombres, muchos más expuestos a sufrir
agresiones de extraños o conocidos que de personas de su círculo íntimo. El hecho que las
mujeres a menudo tengan vínculos afectivos con el hombre que las maltrata y dependan
económicamente de él, ejerce gran influencia sobre la dinámica del maltrato y las
estrategias para hacerle frente.
5
La Violencia debe entenderse como cualquier acción u omisión que cause daño físico o
psicológico, maltrato sin lesión, inclusive la amenaza o coacción grave y/o reiterada; se
caracteriza por el empleo comúnmente de la fuerza física contra la víctima (violencia
física); el empleo de insultos, humillaciones, descalificaciones, indiferencia,
desautorización, expulsión del hogar, amenazas de muerte o de matarse a sí mismo
(violencia psicológica) y el abuso sexual en su grado extremo; la misma que puede ser
ejercida entre los mismos miembros de la familia (padres, hijos, tíos, abuelos), ex –
cónyuges, convivientes, ex – convivientes, quienes hayan procreado hijos en común, vivan
o no en la misma vivienda.

La Violencia Familiar se produce en todos los países, independientemente del grupo social,
en cualquier familia, rica o pobre, grupo étnico o racial, religioso o cultural; la misma que
puede empezar de forma leve pero empeora a medida que pasa el tiempo, a menos que se
haga algo para detenerla. Aunque las mujeres pueden agredir a sus parejas masculinas, y la
violencia también se da a veces en las parejas de mismo sexo, la violencia en la pareja es
soportada en proporción abrumadora por las mujeres e infringida por los hombres.

Los niños, testigos de violencia en el hogar y “víctimas olvidadas o silenciosas” de la


Violencia, salen tan afectados como aquellos que están siendo abusados; esta violencia
tiene el mismo efecto como las ondas que se forman al caer una piedra en el agua porque
tienden a actuar en forma agresiva con otros niños, tienen dificultad en manejar sus
sentimientos de rabia o tienden a aislarse y quedarse callados.

Las investigaciones sugieren que los niños que observan maltratos en el hogar,
normalmente tienen sentimientos de culpa, se sienten responsables, inseguros y tienen falta
de confianza en sí mismos. Los niños que crecen en familias donde hay violencia familiar
o domestica tienen mayor posibilidad de ser abusivos de mayores y de aceptar el abuso
como parte normal de una relación; los niños tienen más posibilidad de maltratar a sus
esposas cuando son mayores, y las niñas tiene mayor posibilidad de casarse o emparejarse
con personas que las maltratan física o emocionalmente.

Desde hace mucho tiempo, organizaciones en todo el mundo han venido denunciando la
violencia contra la mujer, en particular la infringida por su pareja. Gracias a sus esfuerzos,
la violencia contra la mujer en la relación de pareja se ha convertido en un motivo de
preocupación internacional. Considerada inicialmente como un tema sobre todo de
6
derechos humanos, la violencia que se ejerce en el interior de la familia se ve cada vez más
como un problema importante de salud pública.

7
CAPITULO II
DEFINICIONES SOBRE LA VIOLENCIA
FAMILIAR

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2.1. DEFINICIONES SOBRE VIOLENCIA FAMILIAR

La violencia es un concepto de múltiples dimensiones y connotaciones. De acuerdo al


diccionario de la Real Academia de la Lengua Española violencia es “la aplicación de
medios fuera de lo natural a cosas o personas para vencer su resistencia”. Con esta
conceptualización se ha definido a la violencia como “el uso de una fuerza abierta u oculta,
con el fin de obtener de un individuo o de un grupo lo que no quieren consentir libremente.

Según Jorge Corsi (1994) “la violencia implica una búsqueda de eliminar los obstáculos
que se oponen al propio ejercicio de poder, mediante el control de la relación obtenido a
través del uso de la fuerza. Para que la conducta violenta sea posible tiene que darse una
condición: la existencia de un cierto desequilibrio de poder, que puede estar definido
culturalmente o por el contexto u obtenido mediante maniobras interpersonales de control
de la relación”

La violencia intrafamiliar de acuerdo con Ashley (1986) es toda acción u omisión


protagonizada por los miembros que conforman el grupo familiar (por afinidad, sangre o
afiliación) y que transforma en maltratantes las relaciones entre ellos causando daño físico,
emocional, sexual, económico o social a uno o varios de ellos

La Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer (1993) define la


violencia contra la mujer como: "Todo acto de violencia basado en el género que tiene
como resultado posible o real un daño físico, sexual o psicológico, incluidas las amenazas,
la coerción o la privación arbitraria de la libertad, ya sea que ocurra en la vida pública o en
la vida privada."

Abarca, sin carácter limitativo, "la violencia física, sexual y psicológica en la familia,
incluidos los golpes, el abuso sexual de las niñas en el hogar, la violación por el marido, la
mutilación genital y otras prácticas tradicionales que atentan contra la mujer, la violencia
ejercida por personas distintas del marido y la violencia relacionada con la explotación; la
violencia física, sexual y psicológica al nivel de la comunidad en general, incluidas las
violaciones, los abusos sexuales, el hostigamiento y la intimidación sexual en el trabajo, en
instituciones educacionales y en otros ámbitos, el tráfico de mujeres y la prostitución
forzada; y la violencia física, sexual y psicológica perpetrada o tolerada por el Estado,
donde quiera que ocurra."
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La Convención Interamericana para Prevenir, Castigar y Erradicar la Violencia contra la
Mujer: Belem do Para.(1995), afirma que: “La violencia contra la mujer constituye una
violación de los derechos humanos y las libertades fundamentales y limita total o
parcialmente a la mujer el reconocimiento, goce y ejercicio de tales derechos y libertades”
y define que: “Debe entenderse por violencia contra la mujer cualquier acción o conducta,
basada en su género, que cause muerte, daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico a la
mujer, tanto en el ámbito público como en el privado”.

"Debe entenderse que la violencia contra la mujer incluye la violencia física, sexual o
psicológica: Que tenga lugar dentro de la familia o unidad doméstica o en cualquier otra
relación interpersonal, ya sea que el agresor comparta o haya compartido el mismo
domicilio que la mujer, y que comprende, entre otros, violación, maltrato y abuso sexual.
Que tenga lugar en la comunidad y sea perpetrada por cualquier persona y que comprende,
entre otros, violación, abuso sexual, tortura, trata de personas, prostitución forzada,
secuestro y acoso sexual en el lugar de trabajo, así como en instituciones educativas,
establecimientos de salud o cualquier otro lugar, y que sea perpetrada o tolerada por el
Estado o sus agentes, donde quiera que ocurra".

Según Clemen, Sarquis (2000) sostiene que: “la violencia ha sido definida nominalmente
como “un acto llevado a cabo con la intención de, o percibido como teniendo la intención
de, dañar físicamente a otra persona”. Por su parte violencia conyugal es aquella que se
establece en la relación íntima y estable entre un hombre y una mujer, estén o no
legalmente casados, pudiéndose manifestar de manera física, psicológica y/o sexual a
través de un variado tipo de manifestaciones con distinto grado de frecuencia y severidad.

Las Naciones Unidas definen la violencia contra la mujer como «todo acto de violencia
basado en el género que tiene como resultado posible o real un daño físico, sexual o
psicológico, incluidas las amenazas, la coerción o la privación arbitraria de la libertad, ya
sea que ocurra en la vida pública o en la privada.»

La violencia familiar, por lo tanto, es la acción u omisión que el integrante de un grupo


familiar ejerce contra otro y que produce un daño no accidental en el aspecto físico o
psíquico. La definición comprende tanto la violencia interpersonal como el
comportamiento suicida y los conflictos armados. Cubre también una amplia gama de
actos que van más allá del acto físico para incluir las amenazas e intimidaciones.
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La violencia doméstica o familiar constituye un fenómeno de la vida social presente
contemporáneamente en todas las sociedades a nivel mundial. Entendido como un
fenómeno altamente común en las sociedades actuales, la violencia familiar es sin duda
causada por un sin fin de elementos que contribuyen a su desarrollo. Al mismo tiempo, las
consecuencias o secuelas de este dramático fenómeno pueden ser de distinto alcance y
perjudicar a numerosas personas y normalmente, suele ser ejercida por el padre u hombre
de la familia contra el resto de los miembros. Otro generador común de este tipo de
violencia son ambos padres para con los hijos.

En algunas ocasiones también pueden darse casos de violencia dentro de una familia a
través de parientes secundarios (tales como abuelos, tíos, primos). Raramente los casos de
violencia familiar suceden desde los hijos a los padres ya que la misma siempre supone un
ejercicio de cierto poder y de los roles de jerarquía que pueden existir entre los diferentes
miembros de un grupo familiar.

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CAPITULO III
CAUSAS DE LA VIOLENCIA FAMILIAR

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3.1. CAUSAS DE LA VIOLENCIA FAMILIAR

La violencia familiar puede ser causada por varios factores. Según Herrera (2000) existen
cuatro tipos de causas: Físio-biológicas, psicológicas, psicosociales y las socioculturales.

3.1.1.- FISIO-BIOLÓGICAS:

Se encuentra el hambre y el sexo, el hambre pasa de ser un simple reflejo a convertirse en


un fenómeno social y su satisfacción es uno de los problemas más perjudiciales del país, en
las familias de estrato social bajo, el hambre se ha vuelto otro miembro más de estas, es
así que la mujer al ver la incapacidad del hombre para alimentar a la familia comienza a
hacer reclamos constantes, esto comienza a dañar la armonía de la familia desencadenando
esto en peleas verbales y maltratos físicos entre los padres y de los padres hacia sus hijos,
esto puede llevar a la fragmentación de la familia llevando a la prostitución, alcoholismo y
drogadicción.

El otro factor biológico es el sexo, aquí la violencia en el hogar puede ser desencadenada
por la negación por parte de la mujer a tener relaciones sexuales con su marido, el sexo
puede ser utilizado como una forma para lograr ciertos fines o como una forma de
venganza de la mujer por alguna conducta ofensiva del hombre, la restricción sexual por
parte de la mujer hacia el hombre puede generar que este trate de someterla a la fuerza o
que el hombre suspenda sus deberes como padre.

3.2.1- PSICOLÓGICAS:

Dentro de estas se encuentran los celos, este es un comportamiento posesivo que


manifiesta un ser humano por el otro, los celos pueden ser del hombre hacia la mujer y
viceversa, o de los padres hacia los hijos, lo más común es que los celos sean manifestados
por el hombre como consecuencia del machismo que presenta la sociedad, el hombre
impone su autoridad restringiendo algunos derechos y libertades de la mujer rompiendo
esto la igualdad familiar.

Otro factor que se encuentra dentro de estas causas es la drogadicción, está representada
más que todo por el consumo de alcohol por parte del padre, cuando este consume se
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presentan una serie de transformaciones en la personalidad y de comportamiento violentos,
estos van a afectar directamente a su pareja y a sus hijos, el conflicto también puede ser
generado cuando uno de los hijos cae en las drogas, y el padre por lo común responsabiliza
a la madre por el comportamiento de su hijo; son muy pocos los casos en que la madre es
la alcohólica, esto se presenta más en las madres cabeza de familia.

Por último se encuentra la inmadurez psicológica o emocional la cual se evidencia cuando


las personas contraen matrimonio a muy corta edad, evitando que la persona se desarrolle
física y psicológicamente, generando así una baja capacidad de auto control, un bajo nivel
de tolerancia y la evasión de las responsabilidades las cuales son desencadenantes de los
conflictos de la familia.

3.3.1- CAUSAS PSICOSOCIALES:

Dentro de estas se encuentra la deficiencia de comunicación interpersonal y la falta de


tolerancia en la familia, el primero de ellos plantea como, dentro de las familias no se
presentan buenos canales de comunicación entre los padres, y de estos a los hijos lo cual
genera que no se tengan buenas estrategias de solución de problemas debido a que la
comunicación se basa más en los canales emocional y conductual, y muy pocas veces
emplean el canal cognitivo.

Otro factor que afecta es que en la mayoría de familias las personas no saben decir las
cosas, no saben hacer peticiones, ni hacer solicitudes, por lo cual manejan un lenguaje
agresivo y acusatorio esto da pie a que generen peleas y se pase de la violencia verbal a la
violencia física.

En cuanto a la falta de tolerancia las personas no entienden que cuando se convive con otra
persona se debe comprender y tolerar su comportamiento en las diferentes circunstancias
en que se encuentre ya sean conflictivas o no.

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3.4.1- CAUSAS A NIVEL SOCIOCULTURAL:

Abarca en una primera instancia las diferencias sociales y culturales, sociales es cuando se
unen dos personas de diferente clase social y por ejemplo cuando la mujer de la relación es
de menor clase social esto puede generar conductas de sumisión y de baja autoestima y
sufrir de un sistema patriarcal, y cuando el hombre pertenece a una clase más baja esto le
genera sentimientos de inferioridad, estas dos condiciones no dejan que se desarrolle
armónicamente el ambiente familiar.

Por el lado de la cultura los problemas se presentan cuando no se aceptan las costumbres
de la otra persona, la imposición de las costumbres es una clara forma de violencia. Otro
fenómeno que se presenta en este tipo de causas es el autoritarismo genérico, esto es
cuando alguno de los géneros impone su voluntad sobre el otro, donde se demuestra la
desigualdad de géneros.

La verdadera causa de la violencia intrafamiliar se encuentra en la construcción de género


que se hace socialmente. Desde muy temprano, se configura al hombre como privilegiado,
como poderoso. A la mujer se le configura socialmente como delicada, débil, que necesita
protección. Esta forma diferente de educar a los hijos e hijas, a la larga configura la
personalidad tanto el hombre como de la mujer, formando dos polos opuestos, diferentes,
pero cuya diferencia se encuentra en una construcción social y no en aspectos biológicos o
naturales. De ahí nace la falsa creencia de parte del hombre de su superioridad respecto de
la mujer, y, de la obediencia de ésta hacia él.

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CAPITULO IV
TIPOS DE VIOLENCIA FAMILIAR

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4.1. TIPOS DE VIOLENCIA FAMILIAR.

Siguiendo la definición propuesta por la Declaración sobre la Eliminación de la Violencia


contra la Mujer (1993), los tipos de violencia basada en el género pueden ser agrupados en:
Violencia física, violencia sexual y violencia psicológica.

En algunos casos se habla también de violencia patrimonial o económica, lo cual implica la


restricción del acceso a los recursos financieros o de otro tipo como instrumento de control
y sometimiento.

4.1.1. VIOLENCIA FSICA:

Acciones, comportamientos u omisiones que amenazan o lesionan la integridad física de


una persona, puede consistir en empujones, lanzamiento de objeto, apretones, arañazos,
pellízcones, golpes, halarle el pelo, bofetadas, atacar con arma blancas o arma de fuego
hasta llegar al punto de hospitalizar o causar la muerte.

4.1.2. VIOLENCIA PSICOLÓGICA:

Acción u omisión directa o indirecta cuyo propósito sea controlar o degradar las acciones,
comportamientos, creencias y decisiones de otras personas, por medio de intimidación,
manipulación, amenaza directa o indirecta, humillación o aislamiento o cualquier otra
conducta que produzca un perjuicio en la salud mental, la autodeterminación, el desarrollo
integral y las posibilidades personales.

4.1.3. VIOLENCIA SEXUAL:

Acciones que obligan a una persona a mantener contactos sexuales, físicos o verbales o a
participar en ellos mediante la fuerza, intimidación, coerción, chantaje, soborno,
manipulación, amenaza u otro mecanismo que anule o limite la voluntad personal.

4.1.4. VIOLENCIA PATRIMONAL:

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Son las acciones u omisiones encaminada a la destrucción de objetos o propiedades en el
núcleo familiar de los que depende la existencia de la misma; la negación a cubrir cuotas
alimenticias para las/los hijas/os o gastos básicos para la sobrevivencia, es dirigida contra
los bienes pertenencias de la persona a quien afecte o impida la atención adecuada de las
necesidades de la familia.

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CAPITULO V
CARACTERISTICAS DE LA VIOLENCIA
FAMILIAR

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5.1. CARACTERISTICAS DE LA VIOLENCIA FAMILIAR

5.1.1. CARACTERÍSTICAS DEL AGRESOR:

Según Rojas (1999), los agresores suelen venir de hogares violentos, suelen padecer
trastornos psicológicos y muchos de ellos consumen el alcohol y las drogas lo que produce
que se potencie su agresividad.

Tienen un perfil determinado de inmadurez, dependencia afectiva, inseguridad,


emocionalmente inestables, impaciente e impulsivo.

Así mismo, una investigación de los psicólogos norteamericanos, el Dr. John Gottman y
Dr. Neil Jacobson señala que los hombres agresores caen en dos categorías: pitbull y cobra,
con sus propias características personales:

a) Pit bull:
• Solamente es violento con las personas que ama.
• Celoso y tiene miedo al abandono.
• Priva a pareja de su independencia.
• Suele vigilar y atacar públicamente a su propia pareja.
• Su cuerpo reacciona violentamente durante una discusión.
• Tiene potencial para la rehabilitación.
• No ha sido acusado de ningún crimen.

b) Cobra:
• Agresivo con todo el mundo
• Propenso a amenazar con cuchillos o revólveres
• Se calma internamente, según se vuelve agresivo
• Difícil de tratar en terapia psicológica
• Uno depende emocionalmente de otra persona, pero insiste que su pareja haga lo que él
quiere.
• Posiblemente haya sido acusado de algún crimen
• Abusa de alcohol y drogas.

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En ocasiones la violencia del agresor oculta el miedo o la inseguridad, que sintió de niño
ante un padre abusivo que lo golpeaba con frecuencia, al llegar a ser un adulto prefiere
adoptar la personalidad del padre abusador a sentirse débil y asustado. En otros casos, los
comportamientos ofensivos son la consecuencia de una niñez demasiado permisiva durante
la cual los padres complacieron al niño en todo.

Esto lleva al niño a creerse superior al llegar a ser un adulto y a pensar que él está por
encima de la ley. Es decir, que puede hacer lo que quiera y abusar de quien quiera. Piensa
que se merece un trato especial, mejor que el que se les da a los demás.

5.1.2. CARACTERÍSTICAS DE LA MUJER VÍCTIMA DE


VIOLENCIA.

La violencia se establece progresivamente en la pareja. La mujer se deja maltratar, en


algunos casos, porque se considera la principal responsable del buen funcionamiento del
matrimonio y cree que éste depende de sus propias habilidades para evitar conflictos y
situaciones de violencia o ruptura matrimonial.

La principal razón que demora o impide el abandono de la víctima es el temor a las


represalias, seguida de la dependencia económica y el miedo a perder a sus hijos.

Algunos rasgos de la mujer víctima de violencia son:

• Cree todos los mitos acerca de la violencia doméstica.


• Baja autoestima.
• Se siente culpable por haber sido agredida.
• Se siente fracasada como mujer, esposa y madre.
• Siente temor y pánico.
• Falta de control sobre su vida.
• Sentimientos encontrados: odia ser agredida pero cree que le han pegado por su culpa,
que se lo merecía.
• Se siente incapaz de resolver su situación.
• Cree que nadie le puede ayudar a resolver su problema.
• Se siente responsable por la conducta del agresor.

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• Se aísla socialmente.
• Riesgo de adicciones.
• Acepta el mito de la superioridad masculina.
• Teme al estigma del divorcio

A veces las mujeres no se separan y sufren en silencio por miedo a perder su seguridad
económica y la de sus hijos. Esto sucede sobre todo en la mujer que no tiene instrucción.

Otras veces no se separan debido a las amenazas de más violencia o de muerte, si intentan
separarse. "Si le dices algo a la policía te mato".

Cuando se pregunta a algunas mujeres por qué aguantaron maltrato durante años, la
respuesta más común es ésta: "Por mis hijos; no quería que se criaran sin un padre".

Parece una respuesta válida, pero si la analizamos profundamente descubrimos su


inconsistencia. Sucede que en una situación de violencia los hijos también sufren.
El crecimiento en una atmósfera de miedo, tensión y terror influirá negativamente en su
desarrollo emocional y más tarde se manifestará en el abandono escolar, en el uso de
drogas, en desórdenes psicológicos y en violencia y delincuencia.

En muchos casos influye el factor económico. Soportan cuanta vejación venga con tal de
no perder la seguridad económica para sí y sus hijos. Se trata generalmente de mujeres con
poca preparación académica, conscientes de que sin el marido no podrían vivir
cómodamente.

La mujer repetidamente abusada se destruye psicológicamente. Su yo, su identidad


individual. Eso la incapacita para tomar las decisiones correctas. Cae en la ambivalencia
efectiva ("¡Qué bueno es él cuando no me golpea!"); su autoestima queda por los suelos
hasta creer ella misma que merece tales insultos y golpes.

Cuando una persona cae a ese nivel, su capacidad de decisión queda prácticamente
anulada, porque el principio vital está herido de muerte. Si a una persona así aplastada se le
amenaza con un "Si me denuncias, te mato", se sentirá paralizada.

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Quizás en un último intento de supervivencia reaccione, pero usando las mismas armas que
a ella la han destruido.

Las mujeres que aguantan una relación abusiva indefinidamente acaban perdiendo su salud
física y mental, se enferman, toda la familia termina enferma. Las mujeres en situaciones
abusivas pierden su autoestima. No saben protegerse, ni se dan cuenta del peligro que
corren.

El maltrato continuado genera en la mujer un proceso patológico de adaptación


denominado "Síndrome de la mujer maltratada".

Este síndrome se caracteriza por:

a) Pérdida del control: Consiste en la convicción de que la solución a las agresiones le


son ajenas, la mujer se torna pasiva y espera las directrices de terceras personas.

b) Baja respuesta conductual: La mujer decide no buscar más estrategias para evitar las
agresiones y su respuesta ante los estímulos externos es pasiva. Su aparente indiferencia le
permite auto exigirse y culpabilizarse menos por las agresiones que sufre pero también
limita de capacidad de oponerse a éstas.

c) Identificación con el agresor: La víctima cree merecer las agresiones e incluso


justifica, ante críticas externas, la conducta del agresor. Es habitual el "Síndrome de
Estocolmo", que se da frecuentemente en secuestros y situaciones límite con riesgo vital y
dificulta la intervención externa. Por otra parte, la intermitencia de las agresiones y el paso
constante de la violencia al afecto, refuerza las relaciones de dependencia por parte de la
mujer maltratada, que empeoran cuando la dependencia también es económica.

d) Indefensión aprendida: Tras fracasar en su intento por contener las agresiones, y en un


contexto de baja autoestima reforzado por su incapacidad por acabar con la situación, la
mujer termina asumiendo las agresiones como un castigo merecido.

En ocasiones las mujeres permanecen con su pareja violenta porque creen que las
alternativas que tienen son peores a su situación. Se convencen de que las cosas no están
tan mal y piensan que son ellas las que incitan a la violencia por no haberse quedado
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calladas, se culpan y se censuran. Hay que destacar especialmente el síndrome de
indefensión aprendida, porque en la situación de los malos tratos, éstos nunca vienen por
un motivo concreto. Al ver que no hay manera de evitar los malos tratos se quedan
paralizadas, se inmovilizan. Por eso desde fuera da la impresión de que la mujer no quiere
remediar el problema.

Las mujeres involucradas en estas situaciones, impulsadas por su desvalorización, no


perciben la humillación que implica el esfuerzo de intentar arrancar amor, interés o
cuidados auténticos a quien no puede o no quiere darlos o sentirlos.

Ante los actos de violencia se culpabilizan y sienten que merecen ser castigadas por
cuestionarse los valores ideológicos que sostienen la familia, por no asumir adecuadamente
su papel de madre y esposa. Por eso intentan adaptarse a los requerimientos de su marido
para ser aceptadas y no maltratadas, asumiendo un papel de subordinación, con las falsas
expectativas de que si ella se comporta bien no dará lugar a que su marido la maltrate.

Algunos teóricos han tratado de arrojar luz sobre la ocurrencia de estos vínculos
paradójicos entre víctima y agresor, fundamentalmente apelando a claves afectivas o
emocionales que aparecen en el contexto del entorno traumático. Ames (1983) han descrito
un escenario en el que dos factores, el desequilibrio de poder y la intermitencia en el
tratamiento bueno-malo, generan en la mujer maltratada el desarrollo de un lazo traumático
que la une con el agresor a través de conductas de docilidad, el abuso crea y mantiene en la
pareja una dinámica de dependencia debido a su efecto asimétrico sobre el equilibrio de
poder, siendo el vínculo traumático producido por la alternancia de refuerzos y castigos.

Sin embargo, esta teoría descansa aparentemente sobre la base del condicionamiento
instrumental que, desde nuestra perspectiva, es válido para dar cuenta de algunos aspectos
del repertorio de victimización, pero falla en cubrir el complejo aparato psicológico
asociado con este tipo de vínculos paradójicos.

La incertidumbre asociada a la violencia repetida e intermitente es un elemento clave en el


camino hacia el desarrollo del vínculo, pero no su causa única. Además, la teoría no toma
en consideración que alguna esfera de desequilibrio de poder es en cierta medida inherente
a muchas relaciones humanas: en las parejas traumáticas no parece ser una consecuencia
sino un antecedente al abuso.
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Cuando la individualidad, con sus rasgos, sus proyectos y sus ideas, deja de ser el eje de
nuestra vida para que otra persona ocupe totalmente ese lugar, se produce un desequilibrio
y un vacío interior, la anulación de la personalidad y la gestación de una enorme
dependencia. Todo lo que dice, hace o piensa el otro pasa a ser vital para nuestra
seguridad. La extrema necesidad de aprobación y la esclavización espiritual y hasta física
llevan a un estado de inquietud permanente. Todo se vuelve amenazante para ese amor
dependiente.

En este sentido, el hombre violento también es dependiente de su esposa. Su baja


autoestima le lleva a controlar todo lo que ella hace, pues se siente inseguro de que lo
quiera y lo acepte por él mismo. De ahí que utilice todas las técnicas de abuso emocional
para socavar la autoconfianza de la mujer, haciéndole creer que no puede arreglárselas sola
y que es una inútil.

25
CAPITULO VI
CONSECUENCIAS DE LA VIOLENCIA
FAMILIAR

26
6.1. CONSECUENCIAS DE LA VIOLENCIA FAMILIAR

6.1.1- DEPENDENCIA EMOCIONAL

Las personas que viven en un ambiente de violencia y miedo crónicos, pierden poco a poco
la atención sobre sí mismas y, con el paso del tiempo, no saben lo que sienten, desean o
necesitan. Tienen un profundo vacío afectivo, baja autoestima, vergüenza y pena de sí
mismas.

Aparecen efectos negativos en la salud física y mental; pueden sufrir depresión,


obsesiones, ansiedad, dolores corporales, etc. También asumen la responsabilidad de las
acciones de quien les hace sufrir, lo que les crea culpas y remordimientos. Se refugian en el
trabajo para olvidar sus penas y angustias; por ello, eluden la responsabilidad que tienen de
brindar la atención y el cariño que los hijos merecen.

Por último, el miedo y la ira pueden, incluso, hacerles reaccionar en defensa propia, de
manera violenta e inesperada.

Una persona que es emocionalmente dependiente, no puede liberarse por sí misma de una
vida de tortura y dolor. Necesita de ayuda profesional y espiritual para recuperar su
dignidad, su valor, su confianza.

Si la vida en común se vuelve frustrante, intolerable y peligrosa, se debe que poner un alto
para terminar con el abuso del cual es objeto. Resulta más apremiante, cuando hay hijos
que pueden resultar perjudicados física, psíquica o emocionalmente.

Tal vez la consecuencia más dramática de la violencia contra mujeres y niñas sea la
negación de sus derechos fundamentales.

Los instrumentos internacionales en materia de derechos humanos, como por ejemplo la


Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH), adoptada en 1948, la
Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer
(CEDAW, por sus iniciales en inglés), adoptada en 1979, y la Convención sobre los

27
Derechos del Niño (CDN), adoptada en 1989, afirman el principio de los derechos y
libertades fundamentales para todo ser humano.

Tanto la CEDAW como la CDN se inspiran en una concepción amplia de los derechos
humanos, que va mucho más allá de los derechos civiles y políticos, cubriendo cuestiones
de importancia vital como la sobrevivencia económica, la salud y la educación, que afectan
la calidad de la vida cotidiana de la mayor parte de las mujeres y los niños. Ambas
Convenciones invocan el derecho a la protección contra abusos y omisiones debidos a la
diferencia de género.

6.1.2.- CONSECUENCIAS SOBRE LA SALUD FÍSICAS Y MENTAL

La violencia familiar acarrea consecuencias físicas y psicológicas de vastísimo alcance, a


veces con resultados fatales. Si bien los daños físicos representan solamente una parte de
los efectos negativos para la salud de las mujeres, se trata de una de las formas de violencia
más visibles.

a) Efectos sobre la salud física:

• Heridas (desde laceraciones hasta fracturas y daño de los órganos internos)


• Embarazo no deseado
• Problemas ginecológicos
• Enfermedades de transmisión sexual, con inclusión del VIH/SIDA
• Aborto espontáneo
• Trastornos inflamatorios de la pelvis
• Dolor crónico de la pelvis
• Jaqueca
• Invalidez permanente
• Asma
• Síndrome de irritación intestinal
• Comportamientos autodestructivos (tabaquismo, sexo sin protección)

28
b) Efectos sobre la salud mental:

• Depresión
• Miedo
• Ansiedad

6.1.3.- CONSECUENCIAS DE LA VIOLENCIA BASADA EN EL


GÉNERO

a) Consecuencias sociales: El miedo generado por actos de violencia impide a muchas


mujeres llevar vidas independientes, limita el desarrollo pleno de su potencial y su
contribución en la sociedad. El miedo a la violencia y al hostigamiento ha sido reconocido
como obstáculo constante para la movilidad de la mujer, limitando su acceso a actividades
y recursos básicos.

Además, existe cada vez más evidencia de que los niños y niñas que han sido testigos de
actos de violencia en contra de sus madres presentan mayores problemas psicológicos,
siendo más propensos a desarrollar conductas violentas dentro de sus propias relaciones.

b) Consecuencias económicas: Las perspectivas de crecimiento económico del país se han


visto afectadas por la violencia doméstica, toda vez que las mujeres que han sido víctimas
de ésta perciben ingresos mucho menores que las que no.

Asimismo, la violencia conlleva consecuencias socioeconómicas incluyendo el aumento


del gasto público dirigido a los sistemas judiciales y penitenciarios, a la creación y
mantenimiento de refugios para las víctimas, a la provisión de cuidados médicos y
servicios sociales tales como consejerías, educación y actividades de prevención, y al
entrenamiento de efectivos policiales, trabajadores del sector judicial y del sector salud.

La violencia contra la mujer también produce pérdidas de productividad, ausentismo


laboral, y aumento de la mortalidad y la morbilidad.

29
c) Consecuencias para la Salud de la Mujer: La violencia basada en el género además de
generar lesiones físicas y problemas psicológicos de distinta gravedad, así como secuelas
en el bienestar de la mujer, es causa de muerte.

En un documento publicado por el Banco Interamericano de Desarrollo (“La Violencia en


América Latina y el Caribe: Un Marco de Referencia para la Acción”) se sostiene que la
violencia doméstica y la violencia social son parte de un todo integral, que se entrelazan de
manera estrecha y se refuerzan mutuamente; a medida que crecen los niveles de violencia
en la familia de origen, la probabilidad de que un niño también se involucre en
comportamiento abusivo o violento cuando adulto también aumenta.

Los niños que han presenciado episodios de violencia doméstica o que han sufrido abusos
en carne propia, presentan problemas de salud y de conducta, entre los cuales figuran
diferentes trastornos relacionados con el peso, la alimentación y el sueño. Pueden tener
dificultades en la escuela y suele costarles mucho entablar amistades estrechas y positivas.
Pueden intentar la fuga o incluso manifestar la tendencia al suicidio.

Las consecuencias de la Violencia Familiar según Corsi (1994) “la violencia hacia las
mujeres como problema social” hace mención a los siguientes efectos:

1) En el Trabajo:

 Incremento del ausentismo laboral.


 Disminución del rendimiento laboral.

2) En Educación:

 Aumento del ausentismo escolar.


 Aumento de la deserción escolar.
 Trastornos de conducta y de aprendizaje.
 Violencia en el ámbito escolar.

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3) En la Salud:

 Consecuencias para la salud física (lesiones, embarazos no deseados, cefaleas,


problemas ginecológicos, discapacidad, abortos, fracturas, adicciones, etc.).
 Consecuencias para la salud mental (depresión, ansiedad, disfunciones sexuales,
 trastornos de la conducta alimentaria, trastornos pseudopsicóticos, etc.).
 Consecuencias letales (Suicidio, homicidio).

4) En el aspecto Social:

 Fugas del hogar.


 Embarazo adolescente.
 Niñas en situación de riesgo social (niñas en la calle).
 Prostitución.

5) En la Seguridad:

 Violencia social.
 Violencia Juvenil.
 Conductas antisociales.
 Homicidios y lesiones dentro de la familia.
 Delitos Sexuales.

6) En la Economía:

 Incremento del gasto en los sectores de Salud, Educación, Seguridad, Justicia.


 Disminución de la producción.

31
CAPITULO VII
MITOS SOBRE LA VIOLENCIA FAMILIAR

32
7.1. MITOS SOBRE LA VIOLENCIA FAMILIAR

1. La violencia familiar es un problema de las personas perturbadas o enfermas:

Esta creencia se basa en la información recogida durante las denuncias policiales y los
datos clínicos obtenidos de las entrevistas realizadas con las víctimas del abuso. La
limitación con este tipo de datos es olvidar que, muchas veces, las denunciantes han
atravesado por un ciclo cada vez más intenso de violencia, y con el tiempo la probabilidad
de sufrir daño físico se ha incrementado. Es decir, las peleas y gritos iniciales se
convirtieron en ataques físicos de gravedad, independientemente de la salud mental de la
pareja.

Lamentablemente, los medios de comunicación difunden, de forma irresponsable, estos


casos "sensacionalistas" haciendo con ellos una generalización tendenciosa. Partiendo de
este tipo de datos, algunos investigadores identifican "supuestas" características de la
personalidad relacionadas con el agresor físico: depresión, inmadurez, impulsividad,
autoritarismo, ansiedad y comportamiento antisocial.

2. La violencia familiar es propia de los pobres o familias de estatus social bajos:

Se cree que la violencia en general, y la violencia familiar en particular, es un problema de


las familias pobres, de estrato social bajo y de minorías raciales o étnicas. Esta creencia se
basa en la gran cantidad de informes y denuncias de violencia entre las familias pobres.

En un estudio de Guerrero, el 52.2% de las mujeres entrevistadas en Lima y Callao opinan


que la violencia familiar se produce principalmente en los estratos pobres. Resulta
interesante la visión de las mujeres de los estratos pobres quienes ven con mayor
objetividad la violencia, ubicándola en todos los estratos socioeconómicos y no sólo en el
pobre (Guerrero, 2002).

Aún sin considerar los pocos recursos económicos disponibles en los estratos bajos, las
familias pobres cuentan con un sistema de redes sociales para enfrentar las dificultades.
Uno de los elementos de esta red es la comunicación entre los vecinos sobre los problemas

33
propios de cada familia, por lo que se hace cotidiano y "común" hablar sobre violencia y
problemas en el hogar.

Entonces, no debe extrañar ver frecuentemente un número mayor de denuncias o informes


sobre situaciones violentas en las familias pobres, en comparación con la cantidad de
denuncias de los estratos medio y alto. Resumiendo, los victimarios y víctimas de la
violencia familiar proceden de todos los estratos socioeconómicos y no se puede considerar
a los estratos socioeconómicos como causantes de los ciclos violentos.

3. Los hombres son los únicos que abusan de los niños y las mujeres:

A pesar de ser una afirmación poco rigurosa, es la creencia más difundida de todas. Este
mito se apoya en las denuncias sentadas en las comisarías de mujeres, publicaciones del
PROMUDEH, estudios con enfoque de "género" donde sólo se encuesta a la mujer y se
pregunta sobre violencia contra la mujer, etc.

En el terreno de la evidencia empírica, existen más de 100 estudios, a nivel mundial, donde
se demuestra que las mujeres son tantas o más violentas que los hombres. En cuanto al
abuso infantil, se ha encontrado que las madres y cuidadoras mujeres son las principales
agresoras. (Echeburúa, 1998).

4. Los niños víctimas de violencia, de adultos también serán violento:

Una vez más, esta creencia se basa en la información obtenida de las denuncias policiales.
En ellas se encuentra un gran porcentaje de denunciantes víctimas de maltrato infantil.

Aparentemente, el maltrato infantil "causa" la violencia en la adultez, sin embargo, no se


puede inferir aquello porque los datos de las denuncias policiales no son representativos de
la población. Es decir, existen miles de personas que sufrieron maltrato infantil quienes
actualmente no golpean a sus parejas e hijos.

Los resultados de las encuestas nacionales en Estados Unidos contradicen la hipótesis del
abuso infantil como causa de la violencia. En otras palabras, un niño maltratado no
necesariamente será un adulto violento. Existen factores que protegen al niño de los efectos

34
del maltrato, por ejemplo el alto nivel intelectual, las habilidades interpersonales,
relaciones importantes con personas guías, redes sociales fuera de casa, etc.

5. El abuso de alcohol y drogas es la causa real de la violencia en el hogar:

Según el estudio de Guerrero (2002) el 30.4% de las mujeres entrevistadas en Lima y


Callao opina que los agresores consumen habitualmente alcohol y drogas. Sin embargo, a
pesar de la creencia generalizada, las sustancias psicoactivas no juegan un rol directo en la
violencia, ya que beber y drogarse generalmente se usan como una excusa, socialmente
aceptable, para "perder el control"; En algunas culturas la gente bebe y se vuelve violenta,
en otras se ponen alegres, en otras pasivas, en otras melancólicas, etc. En la mayoría de los
casos el abuso de sustancias es consecuencia de la dinámica familiar violenta y prolongada
y no una causa de ella.

35
CONCLUSIONES

Considerando todos los aspectos y dimensiones que fueron mencionados en el presente


trabajo de investigación nos encontramos alarmados y profundamente indignados de cómo
un aspecto que al inicio pueda parecer inofensivo se convierte en una amenaza que lo
único que ocasiona es un daño irreversible para las personas que están dentro de este
círculo de violencia.

Así mismo, vemos que cuento más grave es el maltrato en sus múltiples manifestaciones,
mayores son sus efectos sobre la salud física y mental de la víctima. Además estos efectos
con el transcurso del tiempo parecen ser acumulados por la victima trayendo consigo
consecuencias severas y diversas que impiden el desarrollo integral de la persona.

Lo más intolerante es que siendo personas racionales no se tenga la suficiente capacidad de


decidir y actuar hacia una mejora individual y por consiguiente colectiva.

También hay que destacar que es importante denunciar cualquier maltrato físico así sea el
más mínimo que parezca. Pues solo así podremos tener una idea más realista de la
situación en nuestro país.

La esperanza se centra en los niños de este país, siendo un pilar fundamental educación, a
través de la fomentación de valores, aunado a la educación recibida por sus padres en
donde se centre la equidad de los géneros, y así empezar a generar el respeto que cada
individuo se merece y pocas veces se ha respetado.

Finalmente la Violencia Familiar en el Perú es un problema importante de Salud Pública y


Social - Cultural, para resolverlo se necesita la participación de muchos sectores que
colaboren en el ámbito comunitario, nacional e internacional.

En cada ámbito, las respuestas deben incluir la potenciación de las mujeres, la atención a
las necesidades de las víctimas y el aumento de sanción a los agresores, es vital que en las
respuestas se involucren a los niños y jóvenes y que la atención se centre en cambiar las
normas sociales que promuevan la violencia. Los adelantos logrados en cada una de estas
áreas serán la clave para lograr la reducción de la violencia familiar.

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REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

Ames C., Rolando. Et al. (1986) Familia y Violencia en el Perú de Hoy. Edit. Comité
Peruano de Bienestar. Lima Perú.

Ashley, Mark. (1986). Problemas Sociales. edit. Barcelona. España.

Clemen, Sarquis. (2000). Introducción al Estudio de la Pareja Humana, Facultad de


Ciencias Sociales. Ediciones Universidad Católica de Chile, Segunda Edición,
Facultad de Ciencias Sociales; Escuela de Psicología.

Corsi, Jorge. (1994). Violencia Familiar. Una Mirada Interdisciplinaria sobre un Grave
Problema Social. Buenos Aires: Ed. Paidós.

ONU, (1993). Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.

Echeburúa, Enrique (1998). Personalidades violentas, Buenos Aires, Editorial Paidós.

Guerrero, Elizabeth (2002) Informe sobre Violencia contra las Mujeres en América Latina
y el Caribe. Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer (UNIFEC).

Herrera, Jorge, (2000) Aspectos Generales de Agresión. Edit Limusa. México.

Rojas, M. (1999) Violencia Familiar. Consultado el 02 de mayo 2012 desde


http://www.monografias.com/trabajos13/mviolfam/mviolfam.shtml

PROMUDEH. (2003) "Legislación Sobre Violencia Familiar". Lima - Perú.

Organización mundial de la Salud (2012). Violencia contra la mujer. Extraído el 02 de


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http://www.monografias.com/trabajos55/violencia-fliar/violencia-fliar2.shtml.

Ulloa, F. (1996). Violencia Familiar y su impacto sobre el niño. Revista Chilena de


Pediatría; 67 (4): 183 -187.
37
ANEXOS

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