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ERRORES DE UN DOCENTE UNIVERSITARIO A LA HORA DE

ENSEÑAR

Muchos profesores universitarios comienzan su carrera docente sin tener experiencia. Esto
hace que con frecuencia se cometan una larga lista de errores muy comunes, asegura el
profesor universitario Richard M. Felder, de la Universidad Estadual de Carolina del Norte
en un artículo publicado en el sitio web de la universidad. Es que la docencia en el ámbito
universitario es quizás la única profesión calificada para la cual no se requiere ni se
proporciona preparación previa. Uno obtiene su título de doctorado, se une a la facultad e
inmediatamente después se encuentra dando clases, asegura el profesor.

A partir de su experiencia asesorando a docentes que atraviesan por esta situación en la que
se ven obligados a aprender a partir de las equivocaciones que cometen a medida que
acumulan horas de clase, el profesor norteamericano elaboró una lista con los errores más
frecuentes a la hora de enseñar. Algunos de los puntos que mencionaremos a continuación
pueden justificarse, por lo tanto, no se trata de evitarlos sino intentar que no se conviertan en
hábitos.

1. Cuando realizamos una pregunta en clase, inmediatamente buscamos que algún


estudiante se ofrezca para dar una respuesta

Cuando realizamos una pregunta esperando que alguien la conteste, generalmente sucede lo
siguiente: los estudiantes evitan el contacto visual, siempre son los mismos alumnos quienes
se ofrecen para contestarla o tu mismo respondés la pregunta. Muy pocos se molestan en
pensar una respuesta sabiendo que eventualmente otro la contestará.

2. Hacer preguntas a estudiantes de forma sorpresiva

Parás una lectura en la mitad y le preguntás a un estudiante: "Juan, ¿qué sigue ahora?".
Algunos se sentirán incómodos y varios probablemente tengan dificultad para pensar en una
buena respuesta bajo presión. Si como docente tenés la costumbre de hacer preguntas de
forma sorpresiva, lo que sucederá es que los alumnos se sentirán intimidados y lejos de seguir
la lectura estarán cruzando los dedos para que no digas su nombre. Una estrategia mejor
sería realizar una pregunta y dar un margen de tiempo para que elaboren una respuesta.
Puede ser en grupo o de forma individual. Una vez que el tiempo se acabó preguntale
directamente a algún alumno cuál es la conclusión a la que llegó. Si la respuesta que da no
está completa o no es correcta, entonces sí preguntá a la clase para ver quién se ofrece a dar
contestar. De esta manera, evitarás que los estudiantes se sientan intimidados y obtendrás
mejor calidad de respuestas.

3. Transformar una clase en la presentación de un PowerPoint

Se volvió algo muy común que los docentes abran un archivo PowerPoint con los apuntes de
la clase y vayan hablando a medida que pasan las diapositivas. Este tipo de clases son una
pérdida de tiempo, tanto para el estudiante como para el profesor, asegura Felder. Se
convierten en clases aburridas donde los alumnos no tienen nada que los incentive a
participar. Si los alumnos no tienen una copia en papel de las diapositivas les costará seguirte;
y si tienen una copia la leerán más rápido que vos. Convertir una clase en la exposición de
un PowerPoint es un ejemplo del error que veremos en el siguiente punto.

4. No brindamos las instrucciones suficientes

Como vimos en el punto anterior, dictar una clase únicamente mediante la exposición de un
PowerPoint es muy poco efectiva y casi no contribuyen al aprendizaje. Pero lo mismo pasa
si la lectura no ofrece nada visual, como pueden ser diagramas, videos o fotos; algo para lo
que es de gran utilidad el PowerPoint. Por eso, una manera efectiva de lograr que el objetivo
de la clase se cumpla es a través de un mix compuesto por: videos, discusiones, experiencias,
tareas individuales y en grupo. Cuanto más variado sea ese mix más efectivo será el
aprendizaje.

5. Promover trabajos en grupo sin dar una responsabilidad individual

Toda persona que realizó alguna vez un trabajo en grupo sabe cómo es la dinámica. En un
grupo de cinco personas solo dos trabajan mientras que el resto apenas se esfuerza por
comprender lo que sus compañeros de equipo hicieron. Esto es muy injusto para los más
trabajaron ya que todos obtienen la misma calificación. El problema es que además de generar
conflicto entre los estudiantes, no enseña a los alumnos cómo se trabaja en equipo y las
enormes virtudes que esta dinámica de trabajo ofrece para conseguir un objetivo. La mejor
manera de lograr que los trabajos en grupo sean efectivos es a través del aprendizaje
colaborativo. Para ello, es importante que cada integrante del equipo tenga una
responsabilidad individual que los obligue a comprometerse en el trabajo.

6. Nos equivocamos a la hora de establecer las relevancias

Los estudiantes aprenden mejor cuando identifican de manera clara y precisa cuáles son los
aspectos relevantes del curso y cómo se relaciona con sus intereses y objetivos personales.
No basta con decirle "esto es muy importante que lo sepas y en un par de años te vas a dar
cuenta por qué". Si lo que querés es motivar a tu alumnos, lo mejor es que antes de cada tema
establezcas una relación entre el contenido de la clase y la importancia que tiene para su
futuro. Una vez que logres transmitir la importancia de la materia, plantea ejercicios de
resolución de problemas en contextos que formen parte de la vida cotidiana.

7. Realizar pruebas demasiado extensas

Según explica Felder, los profesores de ingeniería suelen plantear exámenes muy largos.
Estas pruebas generalmente incluyen problemas que insumen demasiado tiempo. Habrá
quienes lleguen a terminar el examen en tiempo y forma y que casi no cometan errores, pero
aquellos que no lograron resolver los ejercicios o no tuvieron suficiente tiempo para hacerlo
obtendrán una calificación deficiente. Muchas veces, luego de atravesar varias experiencias
frustrantes de este tipo, algunos jóvenes terminan cambiando de carrera. Cuando se consulta
a los docentes de ingeniería sobre esta problemática lo que suelen decir es que se debe a que
son alumnos perezosos o incompetentes y que no tienen las competencias necesarias para ser
ingenieros. Sin embargo, para Richard Felder esta apreciación es errónea. Nunca nadie
demostró que un estudiante que resuelve un examen en 20 minutos tendrá un mejor
desempeñó como ingeniero que uno que necesitó el doble de tiempo. De hecho, aquellos
alumnos que son más metódicos y cuidadosos, pero más lentos, probablemente se conviertan
en mejores ingenieros que aquellos que son rápidos pero más descuidados.

Si querés evaluar el potencial de un estudiante para convertirse en un profesional exitoso,


evaluá sus conocimientos y habilidades en la materia que enseñás, no la velocidad para
resolver problemas.
8. Quedar atrapados en una rutina

Muchos docentes que dictan el mismo curso en varias oportunidades se sienten conformes
con su manera de impartirlo y no realizan modificaciones, excepto por algunas
actualizaciones puntuales. Sucede que frecuentemente sus clases se convierten en algo
mecánicas y aburridas para los alumnos, y con el correr del tiempo, se vuelven anticuados.
Sin embargo, ocurre que se presentan oportunidades que permiten realizar mejoras en los
programas, desde nuevas ideas para dictar sus clases, recursos o cambios en la economía que
obligan a realizar ciertos ajustes. Esto no quiere decir que se deban realizar revisiones más
exhaustivas de los cursos, sino que los docentes deberían estar atentos a posibles
oportunidades de mejora que puedan presentarse adaptarse a sus cursos. Para ello, es
recomendable asistir a conferencias, leer artículos educativos relacionados con la disciplina
o revisar la nueva bibliografía disponible cada determinado tiempo.

9. Enseñar sin objetivos de aprendizaje claros

En el enfoque tradicional de la enseñanza, los cursos se preparan diseñando lecturas y trabajos


que contemplen el programa de estudios. Esto muchas veces lleva a los docentes a pensar por
primera vez qué quieren que los alumnos incorporen del curso que se imparte, sea cuando
planifican el examen. Para ese momento, quizás sea demasiado tarde. Después de todo, no
sería ético evaluar a los estudiantes en habilidades que no se vieron en clase. Por eso, una
manera de evitar esto es plantearse al principio del curso objetivos acerca de qué deberían ser
capaces de resolver los estudiantes en caso de haber incorporado lo que el profesor eneñó y
aprovechar esa lista de objetivos para planificar las clases y los exámenes.

10. Ser irrespetuosos con los estudiantes

Incluso si realmente considerás que respetás a tus estudiantes puede suceder que los
estudiantes no tengan la misma percepción que vos. Para evitar que esto pase: no realices
comentarios sarcásticos en clase sobre las habilidades o inteligencia de un alumno o grupo;
nunca menosprecies una pregunta o respuesta; no des la impresión de estar parado frente a la
clase solo porque es tu trabajo; procurá no cancelar las clases; mostrate dispuesto cuando los
alumnos recurran a ti los horarios de consulta fuera de clase.
Si los estudiantes sienten que no sos respetuoso con ellos, probablemente la clase se convierta
en una mala experiencia para ambos.

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