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28/08/2018
ESTETICA
DEFINICION DE ESTÉTICA
El origen etimológico del término estética proviene de la palabra griega Aisthétikos, que
remite al sujeto dotado de sensibilidad o percepción (aisthe significa percepción o
sensibilidad y el sufijo tes refiere al agente o sujeto).
Después de Kant y su indagación estética, ésta se extendió aún más: además de debatir
sobre lo Bello y lo Sublime, se escribieron estéticas sobre lo Feo (Rosenkranz), se
elaboraron teorías sobre lo Grotesco (Víctor Hugo).
A través del estudio de la historia de la estética filosófica europea se busca mostrar que los
problemas que ha enfrentado esta disciplina no han sido siempre los mismos, sino que, al
contrario, han cambiado con el tiempo. Para que esto resulte más claro, nos centraremos
en la manera en que ha sido concebida la filosofía que reflexiona sobre los fenómenos
estéticos y artísticos e, igualmente, en cuáles han sido identificados como sus objetos de
estudio
Universidad Autónoma de México 2007 Colegio de filosofía. Guía de estudios estética.
México DF. Autores: Eduardo Andrés L y Victórico M,.recuperado de:
https://docs.google.com/viewer?a=v&pid=sites&srcid=ZGdlbnAudW5hbS5teHxmaWxvc
29maWF8Z3g6NTU5NWFlZDYzOTVlZDdhZg
Hans G. G. Enero 2010. La actualidad de lo bello. Revista de Investigación N.º 69. Vol.
34 Número especial de Arte.
FILOSOFIA DEL ARTE.
La filosofía se ha preocupado, desde siempre, por esas dos formas que tiene la razón
humana de tratarse con el mundo, y ha buscado una explicación clara, tanto de su
funcionamiento como de los productos resultantes. En este sentido, la época moderna se
ha caracterizado por el especial empeño que su filosofía ha puesto en descubrir el
funcionamiento de la razón, dejando en un segundo plano los productos de ese
funcionamiento. Ahora bien, además de estas dos formas de trato del hombre con el
mundo, además del conocimiento y de la acción, todavía existe una tercera forma de
relación que es imposible reducir a alguna de las otras dos, ya que es de una índole
completamente distinta. Esta tercera forma la descubrimos cuando, ante determinadas
cosas, el hombre permanece en un temple insólito del que no surge ni un conocimiento de
la cosa contemplada ni un deseo por poseerla o alterarla.
La palabra “filosofía” proviene del griego: philía, que significa ‘amor’ o ‘amistad’, y sophía,
‘sabiduría’. Es por ello que la filosofía puede ser definida como ‘amor a la sabiduría’. La
filosofía, por consiguiente, no se presenta como poseedora del Saber Absoluto sino sólo
como una amante de él. Pero, ¿en qué consiste esa Sabiduría que quiere y busca la filosofía?
Por supuesto, esa Sabiduría no puede confundirse con una mera acumulación de
información ni, tampoco, con la especialización científica que parcializa y atomiza el
conocimiento.
La filosofía como amor a la Sabiduría quiere, busca y trata de elaborar un saber que tiende
a ser sistemático, a totalizar una concepción global de la sociedad, del ser humano y todo lo
que existe; desea un saber racional, pues cuestiona, investiga y prueba todo conocimiento,
rompiendo con los mitos y nutriendo a las ciencias; también es un saber crítico e
interpretativo que cuestiona a la realidad dada y al conocimiento establecido, y en ese
sentido, desmitifica las concepciones de la realidad (imágenes del mundo e ideologías *),
generando nuevas interpretaciones y apuntando, en las más sistemáticas, a lo que Debe ser
o a los Valores; es un saber que abre y se ocupa de las interrogaciones ilimitadas y radicales,
ya que su actitud racional y crítica la lleva a romper con las respuestas tradicionales y a
replantear todos los cuestionamientos previos; y es, finalmente, un saber que se apoya en
las ciencias, * pero también las trasciende.
Por supuesto, la filosofía no se limita a abrir estas interrogaciones, sino que igualmente
busca y ofrece sistemas interpretativos que les proporcionan respuestas racionales, esto es,
argumentadas y discutibles, abiertas a rectificaciones, públicas y abiertas a la crítica de
cualquiera. Por eso la filosofía no es monológica sino dialógica y está a disposición de todos
los seres humanos.
Desde muy antiguo se dijo que las cosas que producían ese temple en el hombre eran
«bellas», y se les concedió un estatuto especial- separándolas de las demás cosas. Ahora
bien, recordemos el famoso pasaje de El Batiquete de Platón donde el ascenso desde el
conocimiento de lo singular al conocimiento de lo universal es conducido por la atracción
que siente el hombre por las distintas manifestaciones de la belleza -desde la belleza de las
cosas concretas hasta la Belleza en tanto que Idea-, y nos percataremos que ese temple
anímico especial ya queda explicado «dentro» de la misma teoría del conocimiento, y esto
significa que todavía no se considera la posibilidad de que este temple especial tenga una
esfera de realización propia. Basta citar aquí, en apoyo de nuestras palabras, el tratamiento
que más tarde reciben los artistas en ese Estado ideal, absolutamente justo, que nos
describe Sócrates en La república. Platón no encuentra ninguna vinculación directa entre
el arte y la belleza, por lo que la obra de arte no se considera la máxima manifestación de
la experiencia estética, como más tarde ocurrirá en la época moderna, sino que, dada su
naturaleza mimética, el arte no es más que un artefacto creado por el hombre, artefacto
que, debido a su existencia material, se encuentra todavía más alejado del mundo
verdadero. Esta vinculación o, incluso, este sometimiento de la actitud contemplativa del
hombre a una de las otras dos esferas de la racionalidad citadas, favoreciendo o bien el
conocimiento o bien la acción, perdura hasta el Renacimiento. Es a partir de ese momento
histórico, y: sobre todo, durante el siglo XVIII, que esta peculiar y extraña relación del
hombre con el mundo va a ser analizada con un interés creciente hasta que, al final, su
estudio alcance una cierta autonomía. Finalmente, a mitad de ese siglo, un filósofo
alemán, Baumgarten, recuperando una vieja palabra griega da un nombre definitivo a todo
ese nuevo campo de la reflexión filosófica: es la «Estética», que a partir de entonces aspira
a obtener el rango de ciencia independiente. Existe, sin embargo, un obstáculo difícil de
salvar para conseguir la completa realización de la estética como ciencia, ya que su objeto,
la experiencia estética, parece únicamente dirigido por el instinto o por las pasiones, y,
como sabemos, cualquier ciencia tiene que cumplir, al menos, una condición de manera
inevitable para constituirse como tal: tiene que partir de unos principios evidentísimos,
surgidos de la razón, sobre los cuales ha de poder edificar una explicación general del
objeto que investiga
Freire A. (1992) La estética es la ciencia que estudia la posibilidad del conocimiento en
general
ESTETICA DE KANT
Kant ha definido lo bello como aquello que place universalmente sin concepto, es decir,
sin necesidad de tener un conocimiento previo (un concepto) del objeto. De acuerdo con
este carácter aconceptual de lo bello, ¿debemos aceptar un sólo tipo de belleza? Si bien es
cierto que determinados objetos pueden ser considerados bellos sin presuponer su
concepto, sin la consideración de su fin, como, por ejemplo, los pájaros o las flores, ¿qué
decir de aquellos objetos cuya contemplación —como en el caso de un monumento
histórico— no puede ser separada de cierto concepto del objeto, o sea, de la consideración
del fin que llevó a la construcción de ese monumento? Kant se plantea este problema, y al
resolverlo se ve obligado a aceptar la intervención del concepto, cierta consideración del
fin. Pero, entonces, ¿cuál es el estatuto de lo bello? De acuerdo con el distinto papel del
concepto —nulo en un caso, relativo en otro— ¿no habrá que reconocer dos tipos de
belleza: una según la mera forma, sin concepto, y otra, según su fin, ¿su concepto? Y, al
mismo tiempo que se hace esta distinción ¿no habrá que establecer una jerarquía entre
ambas bellezas, de tal modo que una sea pura, libre, y otra inferior o —como dice Kant—
adherente? He ahí el orden de cuestiones a las que responde, en el texto recopilado, Kant.
Kant había establecido una especie de abismo insalvable entre el mundo de los sentidos y
el del pensamiento, Pero el hombre vive en uno y otro mundo; ¿cómo saltar de los
sentidos y de la materia al plano de la forma y del pensamiento?; ¿cómo salvar ese abismo
o superar la contradicción entre un mundo y otro? Tal es la cuestión que se plantea
Schiller. La respuesta trata de hallarla al afirmar que hay un estado intermedio del hombre,
el estético, en el que se sustrae al imperio de los sentidos y al de la razón. En el estado
estético, el hombre es libre, totalmente libre, ya que no se halla determinado ni material ni
intelectualmente. ¿En qué se distingue el punto de vista estético del teórico y práctico? Es
la cuestión anterior —de Kant y Schiller—, pero planteada por Kainz desde una
perspectiva actual Y, unida estrechamente a 15 ella: ¿cuáles son los rasgos específicos del
comportamiento humano peculiar que llamamos estético? En el texto de Kainz —al
subrayar los rasgos de la contemplación, desinterés y pureza— se trata de fijar lo que
distingue a lo estético de lo teórico y lo práctico y, a la vez, lo que lo califica
específicamente.
El significado moderno del término estética fue establecido en el siglo XVIII, cuando el
filósofo alemán Alexander Baumgarten (1714-1762) publicó
Así pues la estética como disciplina autónoma existe desde el siglo XVIII de la mano de
Alexander G. Baumgarten en cuya tesis doctoral “meditationes de nonnullis and poema
pertinentibus” publicada en 1573 aparece el termino estético. Entre 1750 y 1758 se
publica su Aesthetica poniendo en circulación el termino y dándose a conocer los nuevos
presupuestos de esta disciplina especifica que se ocupara del conocimiento y el estudio
desde una perspectiva filosófica, de los hechos de sensibilidad , ósea de los hechos
materiales susceptibles de experimentarse sensorialmente; distintos por lo tanto de los
hechos del entendimiento –los abstractos y mentales producidos por el intelecto y la razón
confirmándose de este modo la distinción entre un tipo de conocimiento sensible ligado a
la sensación y a la percepción, y un tipo de conocimiento intelectual ligado a la razón. Si
este quedaba como objeto de estudio de la lógica aquel seria el especifico de la estética.
Con esta concepción, Baumgarten rompió con una tradición intelectualista y racionalista
de la Belleza que venía desde los griegos, una tradición que valoró sobre todo a lo Bello
captado por el intelecto o la razón. Después de él, la estética se desplazó de lo bello
sensible natural a lo bello sensible artístico, y de éste al arte: la estética se entendió como
Filosofía del Arte.
La filosofía moderna inicia su andadura en este clima de reflexión sobre el camino que es
preciso seguir para alcanzar un fin. Se problematiza el método, la vía de acceso a la
realidad. El intento de objetivación de esa reflexión metódica —reflexión sobre la
reflexión— va a ser la estética como parte diferenciada de la filosofía.
Con todo más que por la acuñación del término lo destacable es que Baumgarten intento
en un marco de rigidez intelectual regido por la lógica y despreciativo de lo que se captase
por vía sensible y por el sentimiento, encuadrar lo bello dentro del horizonte de lo sensible
concediendo cierta nota de claridad al conocimiento estético. Este conocimiento seguía
siendo considerado inferior al lógico en que tanta percepción “oscura” del conocimiento
intelectual. Algo que condujo a Baumgarten a suponer que también a nivel de lo estético
se daban unas leyes correlativas a las leyes de la lógica, es decir del nivel cognoscitivo
superior, con lo cual, y por primera vez en la historia de la estética, quedaba planteada la
cuestión de unas leyes reguladoras de lo sensible artístico
CONCLUSIONES
Adicionalmente nos engañamos con el significado de las cosas que no queremos ver, con
respecto a la estética, a través de estas imágenes es contemplar e ir mas allá de la
imaginación, pues por la monotonía, el estrés y en general la situación que vivimos no
utilizamos plenamente nuestros sentidos y nos falta ese interés por despertar curiosidad
en cada momento en que vivimos.
La estética la relacionamos mejor con la psicología que con el arte, del que pretende ser
la filosofía, ya que esta busca las cualidades a las que aplica el arte, y de esta manera lo
hace de un punto de vista psicológico para observar la creatividad y la naturaleza del
arte aplicado.