You are on page 1of 4

o.

-
(1) ~
~
~

() ~"

_. ~
1--'
es
~
~,

~~
r:FJ
""':
() ~"
o
~~
M'
r:FJ o ~

8 o
1--'
.g"
o.- -,
~
~~
~
_.
(1), (JQ
~
M
~
.....
s: ()
O
r:FJ
~l
~
2;
COLECCIÓN HUMANIDADES MÉDICAS, N.2 2

Antología de clásicos médicos


l.ª edición, Madrid, Triacastela, 1998

A María Luz y a nuestros estudiantes


de la Facultad de Medicina de Valencia
desde 1957 hasta 1998

© J. M.ª López Piñero, 1998

© Cubierta: María Gómez


© Maquetación: Juan Burriel

© EDITORIAL TRIACASTELA
el Antonio Palomino, 8, 50 2 Izq.
28015 - Madrid
Teléfono y fax: 91-5441266

ISBN: 84-921418--6-7
Depósito legal: M-350448-1998

Impreso en: Artes Gráficas Palermo, SoL.


C."o de Hormigueras, 175, nave 11
28031 Madrid
124
ANTOLOGíA DE CLÁSICOS MÉDICOS EUROPA MEDIEVAL 125

Yde Galeno, tanto de medicina teórica como práctica. Para favorecer


la salud, disponemos también que no se permita ejercer a ningún ciru-
jano si no presenta documentos de maestros que enseñen medicina,
FEDERICO JI DE SICILIA que testimonien que ha estudiado al menos un año la parte de la medi-
(1212-1250) cina relativa a las cuestiones quirúrgicas, y, sobre todo, que ha apren-
dido en las escuelas anatomía humana y que tiene buena preparación
Reglamentación de la titulación médica*
en esta parte de la medicina, sin la cual no se pueden realizar opera-
ciones con provecho para el enfermo ni curar las heridas.
Teniendo en cuenta la gran pérdida y el daño irreparable que puede
venir de la impericia de los médicos, disponemos que, en adelante, nin-
gún aspirante al título de médico se atreva a ejercer o a curar a no ser
que, tras haber sido aprobado por un tribunal público de maestros de GIOVANNI BOCCACIO
Salemo, se presente con documentos testimoniales de rectitud y de sufi- (1313-1375)*
cientes conocimientos, tanto de los maestros como de nuestras autorida-
des, ante nuestra presencia o, si estarnos ausentes del Reino, ante la pre-
La «pesteonegra» de 1348
sencia del que permanezca en el Reino en nuestra representación, y con-
siga de Nos o de él licencia para ejercer la medicina. Los que se atrevan Al cumplirse mil trescientos cuarenta y ocho años de la fructífera
a ejercer desde ahora en contra de este edicto de Nuestra Serenidad incu- Encarnación del Hijo de Dios. la mortífera pestilencia llegó a la egre-
rrirán en la pena de confiscación de bienes y un año de cárcel. gia ciudad de Florencia, la más noble de las italianas Había comen-
oo'

zado antes en las partes de Oriente, aniquilando una innumerable can-


tidad de vidas, y se había extendido hacia Occidente de un lugar a otro,
Reglamentación de la enseñanza médica**
sin detenerse en ninguno. En ella de nada servían la prudencia ni la
previsión humanas; aunque la ciudad fue limpiada de muchas inmun-
Como no se puede saber medicina si no se tienen antes algunos dicias por encargados de esta tarea, se prohibió entrar a cualquier
conocimientos de lógica, disponemos que nadie estudie medicina si enfermo, se dieron muchos consejos para la conservación de la salud e
previamente no ha cursado al menos tres años de lógica. Después de incluso las personas devotas hicieron humildes súplicas a Dios, no una
este trienio comience, si lo desea, a estudiar medicina. y del mismo vez sino muchas, en procesiones y de otras formas, en la primavera de
modo, que estudie cirugía, que es una parte de la medicina, a conti- dicho año comenzó a manifestar sus dolorosos efectos de forma horri-
nuación del período indicado ... Transcurridos cinco años [de estudio]. ble y sorprendente ...
no ejercerá la profesión sin haber practicado antes durante todo un año Al principio, a los hombres y mujeres les aparecían en la ingle o
bajo el consejo de un médico experto. Durante el quinquenio citado, bajo el sobaco ciertas hinchazones, algunas de las cuales crecían más
los maestros explicarán en las escuelas textos originales de Hipócrates o menos como una manzana corriente y otras, como un huevo, que la
gente llamaba «bubones»29. En breve tiempo, dicho bubón mortífero
*Constitutiones regni Siciliae 1231. &l. por J. L. A. Huillard-Bréholles, Historia
diplomatica Friderici II .... 7 vols.• Paris. H. Plon, 1851-1861. Trad. casI. por 1. M.
López Piñero.
*Decameron. Ed. por E. Ceva Valla, 2 vols.• Milano, Rizzoli. 1950. Trad. casI. por
**Novae Constitutiones regni Siciliae [1240]. Ed. por J. L. A. Huillard-Bréholles,
Historia diplomatica Friderici II .... 7 vols.• Paris, H. Plon, 1851-1861. Trad. casI. por
J. M. López Piñero.
J. M. López Piñero. 29 Boccaccio utiliza el vocablo popular «gavOccioli», equivalente al castellano

"bubones».
127
126 ANTOLOGÍA DE CLÁSICOS MÉDICOS EUROPA MEDIEVAL

ciente según su apetito y, sin recluirse, paseaban llevando en las manos


comenzó a extenderse desde esas dos partes del cuerpo y a aparecer en
flores, hierbas aromáticas y diversas especias, que olían a menudo, cre-
cualquiera otra sin distinción; después la cualidad de la enfermedad
yendo que era óptimo confortar el cerebro con dichos aromas, ya que
comenzó a transformarse en numerosas manchas negras o lívidas, que
el aire apestaba, penetrado del hedor de los cadáveres, la enfermedad
aparecían en los brazos, las piernas y en el resto del cuerpo, siendo
y las medicinas. Algunos tenían sentimientos más crueles, como si ello
algunas grandes y difusas y otras, pequeñas y espesas. El bubón había
fuera más seguro, afirmando que ninguna medicina era mejor contra la
sido al principio y continuaba siendo indicio ciertísimo de muerte futu·
pestilencia que huir de ella y, por esta razón, no preocupándose sino de
ra, que sufrían todos los que lo tenían. Para la curación de esta enfer·
sí mismos, muchos hombres y mujeres abandonaron la ciudad, sus
medad no parecía servir o hacer provecho ni el consejo del médico ni
casas, lugares y parientes .., Era tan grande el espanto que esta tribula-
la virtud de ninguna medicina ...
ción había producido en el pecho de los hombres y mujeres, que un
Esta pestilencia adquirió mayor fuerza porque de los enfermos que
hermano abandonaba al otro, el tío al sobrino, la hermana al hermano,
la padecían pasaba a los sanos al estar juntos, de forma semejante a lo
a menudo la esposa al marido y, lo peor y casi increíble, los padres y
que hace el fuego con las cosas secas o grasientas cuando se acercan
madres rehuían visitar y atender a los hijos, como si no fueran suyos ..,
mucho. Más tarde empeoró todavía más, ya que no solamente hablar o
¿Qué más puede decirse sino que fue tanta y tal la crueldad del
tratar con enfermos transmitía a los sanos la enfermedad y, por lo gene· l
cielo y qüizá en parte la de los hombres, que desde marzo hasta el
ral, la misma muerte, sino que incluso tocar las ropas o cualquier otra
julio siguiente, por la gravedad de la mortífera enfermedad y por estar'
cosa que hubieran tocado o utilizado parecía trasmitirla .,.
muchos enfermos mal asistidos o abandonados a causa del miedo que'
De estos sucesos y de otros parecidos o más graves procedían los
tenían los sanos, se tiene por cierto que murieron más de cien mili
diversos miedos e imaginaciones de los que quedaban vivos, casi todos
seres humanos dentro del recinto amurallado de la ciudad d
los cuales tenían un objetivo bastante cruel, que era esquivar a los
Florencia, donde antes del mortífero mal no se hubiera pensado qu
enfermos y huir de ellos y de sus cosas, creyendo que así cada cual
conseguía conservar la propia salud. Había algunos que pensaban que vivían tantos?
vivir moderadamente y evitar todo lo superfluo era muy importante
para resistir tan fatal trastorno; se reunían y vivían separados de los
demás, recluidos y escondidos en casas donde no había enfermos y,
para vivir mejor, consumían de forma muy moderada alimentos deli·
cados y buenos vinos, huían de la lujuria, no hablaban con nadie, ni
querían recibir noticia alguna del exterior sobre la muerte y los enfer-
mos, entreteniéndose con músicas o diversiones a su alcance. Otros,
por el contrario, afirmaban que la más segura medicina para tanto mal
consistía en beber mucho, andar cantando y solazándose, satisfacer los
apetitos todo lo posible en cualquier cosa y reírse y burlarse de lo que
pasaba; y tal como lo decían lo ponían en práctica en cuanto les era
factible, merodeando de día y de noche de una taberna a otra, bebien·
do sin prudencia ni medida y, todavía más, haciendo en casas ajenas
solamente aquello que les apetecía o les causaba placer '" Muchos
otros seguían una vía media entre las dos citadas, no encerrándose en
sus viviendas como los primeros, ni excediéndose en la bebida y otros
desenfrenos como los segundos, sino usando las cosas de modo sufí·

You might also like