Professional Documents
Culture Documents
UNIDAD AJUSCO
PROGRAMA EDUCATIVO DE LA LICENCIATURA
EN PSICOLOGÍA EDUCATIVA
TESIS
Presenta:
A TODOS USTEDES,
POR AYUDAR A CONSTRUIRME...
OCTAVIO PAZ
II
AGRADECIMIENTOS
A LA UNIVERSIDAD
PEDAGÓGICA
NACIONAL
Por mi formación
profesional
III
ÍNDICE
Introducción………………………………………..…………………….………....…..........1
Capítulo II La Adolescencia
2.1 Antecedentes………………………..………………………………………......30
2.1.1 Cambios Físicos………………………………………..……………….........…33
2.1.2 Cambios Psicológicos…………………………………......……………..….....34
2.1.3 Cambios Sociales…………………………………………...………………......36
2.1.4 Cambios Emocionales……………………………………………………….....38
3.1 Antecedentes...............................................................................................40
3.1.1 El “Yo”. ........…………………………………………………………………......46
3.1.2 El “Sí Mismo”………………………………………………….………………….48
3.2 El Autoconcepto: Enfoques, Conceptualización, Componentes y
Evolución.…………………………………………………………………………50
3.2.1 Perspectivas Teóricas del Autoconcepto…………..……...………………….50
3.2.1.1 Enfoque Conductista y del Aprendizaje Social……………………………….51
3.2.1.2 Enfoque Cognitivo del Procesamiento de la Información……..……………52
3.2.1.3 Enfoque Fenomenológico………………………………………………...........53
3.2.1.4 Enfoque Psicodinámico………………………………………………...............54
3.2.1.5 Enfoque Humanista……………………………………………………………...55
3.2.2 Conceptualización y Componentes del Autoconcepto……...…………........59
3.2.2.1 El Autoconcepto y la Autoestima……………………….…….………....……..62
3.2.3 Construcción del Autoconcepto……………………………..…….…..............65
3.2.3.1 Los Padres……………………………….…………………...………………….68
3.2.3.2 La Escuela y los “otros significativos”…………………………...…...………..71
3.2.4 Evolución del Autoconcepto……………………………………..…….............75
3.3 Importancia de favorecer el Autoconcepto en los Adolescentes
escolares…..…………………………..………………………………..............79
3.4 Las Habilidades Sociopersonales como favorecedoras del Autoconcepto en
los Adolescentes.........................................................................................81
3.4.1 El aprendizaje y la enseñanza de las Habilidades Sociopersonales….......89
Capitulo IV Método
Tipo de estudio……….….………………..…………………….……………….95
Objetivos…………………………………….……………………………………95
Pregunta de Investigación.. .………………..…………….....…………………96
Hipótesis………………………..………………………………………………...96
Variables……………………………………..…………………………...………96
Escenario…………..……………………………………………………………..97
Sujetos…………………………………………………………………………….98
Técnicas e instrumentos de medición….………………………………..…….98
Procedimiento…………………………………………………………………....99
Resultados…………………………………………………………...….…..….102
Resultados Cuantitativos………………………...………………...……….…102
Resultados Cualitativos………………………………………………………..110
Conclusiones………………………………………..……………………...…..122
Mi experiencia profesional……………………...……………………………..128
Bibliografía……………….. ………………………..……………….………….131
Anexos…..............………………………………..………….……...…………136
V
RESUMEN
El concepto de sí mismo hace referencia a las ideas, conceptos y creencias que se tienen
con respecto de la propia persona, éstas adquieren cierto grado de valoración e implican
determinadas pautas de comportamiento. El autoconcepto incluye aspectos físicos y no
físicos, la persona se forma una representación de su cuerpo y de todos los procesos que
implica, sean estos de índole cognitivo, afectivo, emocional, social, etcétera.
Se trabajó con un grupo experimental y otro control, este último recibió tratamiento
alterno: Programa “Técnicas de Integración”. El número de sujetos fue de 39 en cada
grupo, los alumnos son de ambos sexos y sus edades están comprendidas entre los 13 y
14 años.
VI
“NO RECORDEMOS LOS DÍAS, RECORDEMOS LOS INSTANTES”
¿DESCONOCIDO?
¿Quién eres? ¿Qué haces aquí? ¿Cuál es tu personalidad?, Crees saberlo ¿Cierto?
¿Crees tener la respuesta? Pero... realmente estas seguro de las que tienes. Tengo 13
años y se supone debo divertirme y dedicarme a la escuela, debo ser aquella niña
educada y bien portada, pero antes de ser eso, fuera del mundo, fuera de la sociedad
¿Quién soy?
Tan solo se me revuelve el estómago de pensar en todo lo que tengo que hacer, o fingir
que hago para poder entrar en una sociedad, para que me acepten.
Tener o sentir una autoestima alta, para manejar una sociedad que creo propia, mientras
que los que la tienen baja, tan solo los pisotean como viles gusanos, ¿Por qué? Porque
así está hecha la vida, de puras mentiras piadosas, y lo único que queda es encerrarte en
el mundo que creaste color de rosa. Despierta. Abre los ojos, vive la realidad. ¿Acaso le
tienes miedo a la libertad?, a la libertad que te mereces, nada es para siempre todo tiene
un final, a fin de cuentas, los gusanos se comerán nuestros ojos, los ojos que nunca
abriste para ver la realidad que te rodea a todas horas. Busca el espejo dentro de ti,
busca aquel espejo en dónde solo vez tus sueños realizarse.
Bueno, creo que no tengo ideas, solo sueños que no creo alcanzar, sueños que nadie
sabe que existen. No pretendo llegar a ser una anoréxica y bulímica modelo que solo
tirarán a la basura cuando ya sea vieja, no pretendo casarme con un hombre rico que me
mantenga mientras yo estoy sentada esperando lo que necesito, tan solo pretendo poder
ayudar a las personas a ver la realidad para que no caigan en este sistema. Maldito
sistema. Cuando nos dejarás respirar sin tener que pagar. Aunque mientras sueño,
algunos se pudren en el egoísmo, lo único de lo que estoy segura es que tengo que
manejar mis sentimientos y emociones para que no me destruyan.
Amor, amistad, respeto, generosidad, tan solo falsa palabrería que el sistema hace que
creamos son verdad para poder manejarnos con más facilidad, pero esto es todo, cada
persona de este planeta tiene una realidad propia de este mundo ¿Cuál es la tuya?
VII
Introducción
Es innegable que cada ser humano se relaciona de manera distinta dentro del medio en el
que se encuentra, esto tiene que ver, entre otras cosas, con la personalidad que
desarrolla a partir de las experiencias y aprendizajes que realiza en los diferentes
ambientes en los que participa (familiar, escolar, social, entre otros).
A lo largo de la vida, cada persona, implícita o explícitamente adquiere una serie de ideas,
pensamientos y sentimientos en relación a su propia persona, que indudablemente
influyen en la forma en que se comporta; algunos individuos pueden desenvolverse
dentro de su medio de manera más favorable, mientras que otros se enfrentan a diversos
problemas de interacción social.
En la escuela, el autoconcepto influye en la forma en que los alumnos interactúan con sus
compañeros y profesores, así como en la manera en que enfrentan las tareas escolares,
obteniendo determinados resultados en términos de rendimiento escolar.
Dentro de este ámbito, las investigaciones con respecto al autoconcepto han concluido
que existe una mutua relación entre las variables autoconcepto-rendimiento escolar, esto
significa que quienes poseen un mejor autoconcepto también tienen un mejor rendimiento
escolar, y que quienes tienen un autoconcepto más pobre obtienen un menor rendimiento,
(Marchesi & Martín, 1998; Quintero Carbajal, Alarcón Colín & Mérida Pérez, 1999;
Gimeno, 1976, Veiga, 1995, en Cava & Musitu, 2000).
Ahora bien, dado que el autoconcepto se construye, expresa y reestructura en los distintos
escenarios (familia, escuela, grupos de amigos, comunidad, etcétera), es un elemento
directamente relacionado con los procesos de interacción y de aprendizaje (tanto formal
como informal). De esta forma, su estudio resulta importante en todas y cada una de las
etapas del ciclo vital, dado que este es un constructo que evoluciona a lo largo de la vida y
en cada momento su construcción y desarrollo adopta matices diferentes.
1
La adolescencia es época de transformaciones, pero al mismo tiempo hay una continuidad
a lo largo del ciclo vital, esto es, no se llega a ser adolescente en el vacío, los
adolescentes han tenido multitud de experiencias que los llevan a asumir un concepto de
sí mismos que guía sus acciones; se preguntan quiénes son, buscan respuestas de lo que
pueden y son capaces de hacer. Los adolescentes requieren de espacios en donde se les
permita expresar y reflexionar sobre estas cuestiones, en donde puedan manifestar sus
dudas, inquietudes, inconformidades, conflictos, vivencias, etcétera, pues el análisis y
reflexión que pueda surgir en estos ámbitos, si se trabaja con seriedad y respeto,
evidentemente puede contribuir a su desarrollo en un sentido positivo.
Antes que alumno, el adolescente es persona y es necesario que sea tratado como tal,
pues el ser estudiante es sólo uno de los múltiples roles que tiene: es hijo, es hermano, es
amigo, es novio, es compañero...
La escuela secundaria pretende una formación integral de los alumnos, esto requiere
contemplar y atender las esferas pedagógica, psicológica, social y emocional de los
adolescentes. Sin embargo, muchas veces esto solo esta escrito en papel, pues fuera del
ámbito pedagógico difícilmente se atienden estos aspectos. Las cuestiones emocionales y
psicosociales no siempre son tomadas en cuenta y mucho menos atendidas por los
profesores, pues éstos cumplen su rol de docentes dejando de lado estos ámbitos.
Justamente por eso, en este espacio se presenta una propuesta de intervención que
atiende aspectos concretos de los adolescentes a nivel emocional y psicosocial,
considerando su proceso personal en esta etapa de vida.
Se espera que los datos sirvan como marco de referencia para el diseño, planeación y
puesta en marcha de este u otros programas enfocados a la mejora del autoconcepto, la
autoestima, las habilidades sociales o los procesos interaccionales de los adolescentes.
2
De esta forma, en el capitulo I se exponen los antecedentes de la Orientación Educativa,
tanto a nivel internacional, como nacional. Posteriormente se expone el Concepto, los
Principios y Objetivos de la Orientación Educativa, primero de manera general y después
dentro de las Escuelas Secundarias, en este apartado también se contemplan los
Objetivos y Funciones del Orientador Educativo y se especifican las Estrategias de
Intervención en las esferas psicosocial y emocional de los adolescentes, en relación con
los problemas interaccionales de los alumnos.
Dentro del capitulo II se describen las características de los alumnos que estudian este
nivel educativo. Considerando que la etapa en la que se ubican es la Adolescencia, este
apartado se subdivide en aspectos Físicos, Psicológicos, Emocionales y Sociales, con el
fin de facilitar la comprensión de los elementos esenciales de este periodo.
3
Capítulo I
En este capitulo explicaremos el tipo atención que el Orientador Educativo brinda a los
estudiantes de las escuelas secundarias, puesto que en nuestro país este es uno de los
espacios en los que el Psicólogo Educativo desempeña su labor.
Lo que se pretende es describir los ámbitos de intervención del Orientador Educativo, así
como las actividades que realiza para atender a los alumnos de este nivel educativo,
centrándonos, sobre todo, en el área afectivo psicosocial, ya que es justamente en ésta
donde se evidencian aspectos relacionados con el Autoconcepto y las Habilidades
Sociopersonales de los adolescentes.
Para ello, al inicio del capítulo se presentan los antecedentes de la Orientación Educativa
a nivel internacional y después en México, a continuación se describe el concepto, los
principios y objetivos de esta disciplina en forma general, y después se específica lo
concerniente a las escuelas secundarias, describiendo los objetivos y funciones del
Orientador Educativo dentro de este espacio.
Ahora bien, dado que la adolescencia es la etapa en la que se ubican los escolares de
este nivel educativo, nos parece pertinente dedicar un capitulo especial para describir los
aspectos relacionados a este periodo de la vida, hecho que concretamos en el segundo
capitulo.
1.1.1 Antecedentes
Se dice “entre” y no “dentro” porque sus conceptos y teorías se han derivado de los
Es precisamente por esta situación que la Orientación Educativa todavía no cuenta con un
marco conceptual que le sea propio y que le permita a los profesionistas de esta disciplina
4
hacer uso de un lenguaje común, a pesar de que en los últimos años se han realizado
múltiples y valiosos esfuerzos para lograrlo.
Son numerosos y variados los factores que a principios del siglo XX contribuyeron al
desarrollo de esta disciplina. De acuerdo con Rodríguez (1991), estos se pueden sintetizar
de la siguiente manera:
De esta forma, los inicios de la Orientación Educativa se pueden ubicar en 1908, cuando
el ingeniero norteamericano Frank Parsons fundó la primera oficina de orientación
vocacional en la Boston Civic Service de Massachussets, E. U. A.
El concepto de ‘Orientación Educativa’ fue utilizado por primera vez por T. L. Kelly
proceso que facilita la toma de decisiones en las elecciones académicas. (p. 52)
Así, la Orientación Educativa estaba relacionada con los paradigmas dominantes, las
baterías de pruebas o test psicométricos de inteligencia eran los instrumentos que daban
5
respuesta a las posibilidades académicas y/o laborales a las que tendrían acceso los
individuos.
Años más tarde, se empezó a reconocer, incluso, que el aspecto vocacional debía ser
abordado como un aspecto que forma parte integral de la personalidad, y por lo tanto, que
al brindar una orientación de este tipo se requería hacer la revisión e interpretación del
sujeto como un todo.
Al respecto, Super (1959, en Nava Ortiz, 1993), presentó una propuesta para que el
Orientador Educativo incorporara a su práctica la investigación de los intereses
profesionales a través del uso de test y otros instrumentos psicométricos:
descubrimiento dio origen a las teorías “Del desarrollo Vocacional”´y “Del concepto
6
individuo para autorientarse y expresar por sí mismo sus sentimientos y emociones
integrar los procesos y productos de su reflexión con los cuales arma su proyecto
consejero, se asegura al cliente gradualmente que se lo acepta tal como es, y que
cada nueva faceta de sí mismo que se revele también será aceptada. (p. 437)
De esta forma, el individuo se siente con mayor libertad de expresar las diferentes facetas
de su personalidad, incluyendo las que considera demasiado negativas como para
reconocerlas.
En esta lógica, el mejor punto de vista para comprender las necesidades, intereses y
pautas de conducta de un individuo, es precisamente el marco de referencia de la propia
persona. Así, es importante que el consejero -orientador-, sea capaz de facilitar un
ambiente exento de amenazas que le permita al orientado expresarse de manera libre, sin
que se vea en la necesidad de activar sus defensas, pues esto lo llevaría a ocultar
consciente o inconscientemente las sensaciones o sentimientos que verdaderamente
experimenta.
En este sentido, “Lo importante en este enfoque es la posición que el orientador asume
frente al orientado, la confianza en el sujeto y las condiciones que se requieren para
llevarse a cabo” (Meuly Ruiz, 2000, p. 46).
7
ser lo que realmente se es”; cuando el individuo es transparente, cuando no utiliza
máscaras o fachadas de tinte profesional que eviten la relación persona a persona.
La comprensión empática tiene que ver con la capacidad de percibir los significados y
sentimientos de la persona, tal y como los experimenta en ese momento, es decir, con la
posibilidad de entender su mundo, de verlo desde su marco de referencia, de entenderlo
como si fuera la persona, sin olvidar, que únicamente es ”como si fuera” , para no
“perderse” en el “mundo” del otro.
Es posible dar cuenta, por lo tanto, que la corriente Humanista abre una nueva forma de
ver a la Orientación Educativa, una forma mucho más global y completa. Así, “Bajo este
sentido filosófico se introdujeron las técnicas autogestivas derivadas de la psicología
dinámica de Freud, Maslow, Víctor Frankl y otros” (Nava Ortiz, 1993, p. 45).
De esta forma, la Orientación Educativa deja de estar reducida a las cuestiones escolares,
más aún, a los asuntos relacionados con los intereses vocacionales y aptitudes laborales
y/o profesionales, pues las corrientes clínicas, fenomenológicas y autogestivas rescatan
en sus prácticas valores tales como el respeto, la solidaridad y la libertad, con base en el
reconocimiento de las diferencias individuales, culturales e ideológicas, así como la
capacidad que tiene el ser humano de conducirse, de convivir y de compartir dentro de la
sociedad.
Pichón Riviere, Bohoslavky, Bleger, Ander Egg y A. Bauleo son considerados los
principales precursores de estas corrientes dentro de la Orientación Educativa,
representan aquello que bien podría llamarse “La Escuela Argentina”, cuyos “orígenes se
remontan y vinculan con la psicología dinámica, la pedagogía activa y la pedagogía de la
liberación impulsada en América Latina por educadores como P. Freire, I. Illich, Reimer, H.
Cámara y M. Arceo desde los años 60 s.” (Nava Ortiz, 1993, p. 45).
8
pedagógicas, psicológicas y socioeconómicas durante toda la vida” (Nava Ortiz, 1993, p.
48).
Citando a Riverohl (1990) y Luna (1996), Flores Pacheco (2001) resume la práctica de la
Orientación Educativa nacional en cuatro etapas:
1. Consejería: Apoyo a los alumnos de poco éxito, consejos sobre la vida profesional
a través de un discurso puritano, individualista y meritocrático.
2. Orientación Vocacional: Se da importancia a la orientación vocacional como apoyo
y consejo, utilizando pruebas de aptitudes e intereses.
3. Orientación Educativa Integral: Caracterizada por ser un proceso de apoyo al
individuo en lo psicológico, social, educativo y cultural, donde la orientación
vocacional es solo una parte.
4. Orientación Educativa (en la actualidad): Como un proceso integral de apoyo al
individuo en su desarrollo psicológico, pedagógico, social y cultural, pero cada vez
más en relación con la realidad sociocultural del país.
La Orientación Educativa en nuestro país tiene sus orígenes en el año de 1952, fecha en
que “Luis Herrera y Montes y sus colaboradores lograron que la Secretaría de Educación
Pública (SEP) les autorizara el establecimiento de la primera oficina de Orientación
Educativa y Vocacional en la Escuela Secundaria Anexa a la Escuela Normal Superior de
México” (Nava Ortiz, 1993, p. 37).
Meuly Ruiz hace una revisión del origen y desarrollo de la Orientación Educativa en las
escuelas secundarias y explica que “La secundaria mexicana surge de los cambios
políticos, económicos y socioculturales de nuestro país” (2000, p. 25).
9
“estabilizador”, cuyo objetivo principal fue el desarrollo económico; la educación
secundaria debía responder a las nuevas necesidades que le demandaba el país.
Resulta obvio mencionar que México, al recibir la influencia de los paradigmas dominantes
en las diferentes disciplinas, también incorporó el enfoque dominante de la Orientación
Educativa en esa época, centrado en una visión de tipo psicométrico, un enfoque reducido
a la orientación vocacional.
De acuerdo con Meuly Ruiz (2000), el Servicio de Orientación en las escuelas secundarias
se organizó y sistematizó de 1952 a 1954, pero sería hasta febrero de 1954 cuando se
iniciaría en las escuelas secundarias generales del D. F.; Durante 1952 y 1953 se crearon
y adaptaron los materiales psicotécnicos, estas pruebas eran para aplicación grupal, con
fines de diagnóstico y pronóstico personal.
Desde esta época, hasta 1960, los Orientadores de las escuelas secundarias
prácticamente se dedicaban a la aplicación de estas pruebas, bajo un modelo de
orientación psicopedagógica y social propuesto por Herrera Montes. Justamente en 1960
se modifica el plan de estudios de educación secundaria, en el que se incluye una hora
semanal de Orientación Vocacional para alumnos de tercer grado.
Sin embargo, en el año de 1974 se realizó otra reforma educativa, como resultado de la
misma, el plan de estudios se organizó en dos modalidades: por áreas de aprendizaje y
por asignaturas, lo que se tradujo en una reestructuración del Servicio de Orientación de
las escuelas secundarias.
El nuevo plan de estudios se puso en marcha a partir del ciclo escolar 1975-1976. Meuly
Ruiz (2000), señala:
10
A partir de este año y hasta 1993, las funciones del Servicio de Orientación serían
básicamente de gabinete, es decir, de trabajo individual en la atención de casos
especiales denominados “problema” y, sólo en condiciones excepcionales (como las
descritas anteriormente), se trabajaría en grupo.
1. Aprovechamiento Escolar.
2. Orientación Psicosocial.
3. Orientación Vocacional.
En la década de los noventas México vive una serie de cambios a nivel económico,
político y social, caracterizados por una profunda crisis económica que, entre otras cosas,
dio lugar a la disminución de recursos en las políticas públicas: salud, vivienda y por
supuesto educación, lo que llevó a pensar en la reestructuración de los servicios
educativos.
Resultado del Promode, en 1993 la educación secundaria deja de ser considerada como
media básica y se postula como obligatoria en nivel básico.
En el diagnóstico que se hace para el Promode se dice que “la organización de la escuela
secundaria, ya no corresponde en forma apropiada a las necesidades del estudiante, ni a
las tendencias pedagógicas actuales; tampoco están definidas con claridad las funciones
de los orientadores vocacionales, los trabajadores sociales y los prefectos” (Meuly Ruiz,
2000, p. 39).
Por otra parte, en el año de 1993 se determina que la asignatura de Orientación Educativa
se impartirá a partir del ciclo escolar 1994-1995 en tercer grado, con lo que se evidencia
un resurgimiento de la Orientación Educativa en las escuelas secundarias.
11
No obstante, esto duraría apenas 6 años, ya que en 1999 se establece que esta
asignatura sería sustituida por Formación Cívica y Ética a partir del ciclo escolar 2000-
2001 (la cual incluiría contenidos de Civismo, principalmente), materia que a partir del año
escolar 1999-2000 sería impartida en primer y segundo grado.
Por otra parte, si bien es cierto que la docencia es un buen medio para sistematizar la
práctica orientadora, no es menos cierto que esto requiere una preparación especializada
en cuanto a temática, contenidos, estrategias y procedimientos, mismos que deben ser
dominados por los profesionales de la orientación.
Los orientadores educativos en servicio han tenido que asumir una triple función:
practica orientadora, por desgracia, se está reduciendo hoy más a una función
Sin embargo, pese a que este resurgimiento se vio restringido, se reconoce que la
Orientación Educativa tuvo un importante avance durante los años noventas, pues se
sistematizaron acciones y teorías que llevaron a pensar en un proceso de resurgimiento
de esta disciplina.
12
Es pertinente defender los principios y objetivos de la Orientación Educativa, adaptándolos
a las situaciones contextuales en donde se desarrolla esta práctica, pues es necesario
establecer límites claros en cuanto a los objetivos, funciones y actividades propias de la
orientación, ya que al “dividir” esfuerzos entre trabajo docente y actividades consideradas
propias del orientador, se desvirtúan las finalidades de la orientación. En el siguiente
apartado se describirán tales aspectos.
A la fecha todavía existen posiciones que separan el aspecto vocacional del educativo,
pero cada vez más, los profesionistas de esta área aceptan que hacer esta separación
limita el reconocimiento de las dimensiones que integran a la Orientación Educativa,
puesto que ésta “comprende diferentes áreas o funciones que si bien son susceptibles de
ser diferenciadas, guardan entre sí una estrecha relación. Nos referimos a la orientación
escolar, la orientación vocacional y la profesional” (Jiménez, 1990, en Nava Ortiz, 1993, p.
41).
13
Con esto es posible comprender la influencia ejercida por Rogers en el ámbito de la
Orientación Educativa, pues su importancia reside en el papel activo que se otorga al
individuo en cuanto a la revisión, comprensión y aceptación de sí mismo, de sus propias
aptitudes y capacidades e incluso de sus limitaciones; el Orientador es quien acompaña
durante el proceso, es el encargado de establecer las condiciones necesarias, pero de
ningún modo es quien le dice a la persona lo que debe hacer.
Muchas son las definiciones que a lo largo de casi un siglo se han dado de la
Para Nava Ortiz, “La orientación Educativa es la disciplina que estudia y promueve
durante toda la vida, las capacidades pedagógicas, psicológicas y socioeconómicas del
ser humano, con el propósito de vincular armónicamente su desarrollo personal con el
desarrollo social del país” (1993, p. 48).
14
3. La orientación Educativa como Proceso Permanente: La Orientación Educativa es
una acción que debe acompañar al individuo a lo largo de su desarrollo en todos
los lugares y momentos, sobre todo cuando trata de poner en práctica sus
capacidades personales.
4. La orientación Educativa como Proceso de Vinculación: Tiene como objetivo la
vinculación del individuo con la sociedad, la armonización de las capacidades o
potencialidades del ser humano con su entorno.
5. La orientación Educativa como Proceso Integrador: La Orientación Educativa es un
solo proceso, en ella se integran diferentes modalidades como la orientación
escolar, la vocacional, la profesional, entre otras.
Por otra parte, la Orientación Educativa plantea el desarrollo del individuo en sentido
amplio, es decir, en las diversas áreas de la personalidad (vocacional, profesional, laboral,
etcétera), pero en relación con el desarrollo de las capacidades pedagógicas, psicológicas
y socioeconómicas del ser humano.
Ahora bien, a pesar de que en la actualidad la Orientación Educativa está pugnando por
erigirse como una disciplina independiente, aún existen diferentes enfoques desde los
cuales se orienta la práctica de estos profesionistas. Cada enfoque propone ciertos
principios, Rodríguez (1991), plantea que estos se pueden sintetizar en los siguientes
principios generales:
15
decisiones responsables, enseñando a usar y procesar la información y a clarificar
las propias experiencias.
5. Es cooperativa, nunca aislada ni obligatoria. El orientador es otro colaborador del
sistema educativo, un especialista e incluso un consultor –asesor- de la plantilla
docente. Tarea docente y orientadora se complementan.
6. La orientación es un proceso de ayuda en estadios críticos y momentos clave del
desarrollo pero también continua y progresiva, tratando de asesorar periódica e
intermitentemente.
7. Reconoce la dignidad y la valía de las personas y su derecho a elegir. Incluye a
todos los niños y adultos con su problemática específica y que tengan deseos de
acrecentar su desarrollo escolar y/o laboral.
Ahora bien, de la misma forma en que la diversidad de enfoques plantea una variedad de
principios, cada enfoque también contempla distintos objetivos. Sin embargo, Rodríguez
(1991), señala que estos se pueden resumir en siete tipos generales:
En este sentido, el trabajo del Orientador se encuentra estrechamente relacionado con los
procesos de autoconocimiento y autoaceptación del individuo, los cuales evidentemente
tienen que ver con el autoconcepto, pues expresan las ideas, pensamientos, sentimientos
y comportamientos referidos a la propia persona, a partir de los cuales el individuo
participa de su proceso de autoorientación.
16
Es imposible que el sujeto desligue la percepción que tiene de sí mismo de sus pautas de
actuación en los diferentes contextos, es imposible que tenga un mejor y mayor
conocimiento de sí y que realice una confrontación consigo mismo, sin partir de lo que
piensa, siente y hace con respecto de sí.
Por ello, podemos decir que dentro de las funciones del orientador implícitamente se
encuentra la necesidad de facilitar y promover la reflexión sobre el autoconcepto del
orientado u orientados.
A decir de esta autora, las funciones que tiene la Orientación Educativa dentro del ámbito
Escolar son las siguientes:
1. Función de Ayuda: Esta función intenta reforzar las aptitudes del orientado para
que consiga su adaptación en cualquier contexto (previniendo desajustes o
adoptando medidas correctivas), según la etapa de desarrollo en la que se
encuentre.
2. Función Educativa y Evolutiva: Esta función demanda los esfuerzos de padres,
profesores, orientadores, etcétera; intenta reforzar en los orientados las técnicas
de resolución de problemas y adquisición de confianza en las propias fuerzas y
debilidades, adecuándolas al progreso evolutivo de éstos.
3. Función Asesora y Diagnosticadora: En esta función se realiza el análisis
individualizado de los orientados para conocer su personalidad, la forma en que
opera y estructura, cómo organiza e integra los conocimientos y cómo desarrolla
sus posibilidades.
4. Función Informativa: Esta función se lleva a cabo con el propio orientado, pero
también se extiende a la familia, pues consiste en dar información sobre la
situación personal y del entorno que favorezca al orientado.
17
Como un servicio que propicia en los alumnos la adquisición de información y la
Desde esta perspectiva, es incuestionable que uno de los elementos que debe ser
atendido por los profesionales de la Orientación en las escuelas secundarias se refiere al
autoconcepto o concepto que de sí mismos tienen los adolescentes
18
situación personal y del entorno que favorezca a los adolescentes en todos los
aspectos: pedagógico, psicológico, económico, vocacional, laboral, etcétera.
En este nivel educativo, además de los cambios que experimentan los propios
adolescentes en relación con el aspecto físico, psicológico, emocional, afectivo y social,
también tienen que hacer frente a una nueva forma de organización y trabajo escolar.
Bajo esta lógica, la Guía Programática de Orientación Educativa (SEP, 1992), establece:
19
Lo anterior resulta un tanto contradictorio con los planteamientos que presentan a la
Orientación Educativa en secundaria como un servicio que se ofrece a los escolares que
cursan este nivel educativo a través de un equipo de trabajo integrado por los servicios de
asistencia educativa, los docentes, directivos y padres de familia, ya que la existencia de
los SAE se justifica al subrayar la necesidad e importancia de contar con personal
especializado.
No obstante, resulta evidentemente que este equipo de trabajo -en especial el orientador
educativo- es un elemento clave para coordinar y concretar las actividades que se
propone el Servicio de Orientación en sentido amplio.
• Orientación Educativa.
• Trabajo Social.
• Medicina Escolar.
• Prefectura.
Este equipo de trabajo debe laborar en forma coordinada, tomando en cuenta las
características de los alumnos en términos evolutivos, personales y contextuales, debe,
además, mantener comunicación y coordinar sus acciones con el resto de la comunidad
escolar: directivos, docentes, padres, y obviamente con los propios alumnos.
Según el planteamiento que se hace en esta guía, la labor de los Servicios de Asistencia
Educativa es esencialmente formativa y, en consecuencia, previene problemas de fracaso
escolar, de índole social y de salud, pues se plantea que sólo cuando las necesidades de
los estudiantes no han sido atendidas y satisfechas surgen los problemas de los
escolares.
20
En este sentido, aunque se reconoce que el enfoque es esencialmente preventivo,
también se contempla la atención de los alumnos en la solución de problemas, es decir,
aunque con menor peso, pero se retoma un enfoque que permita remediar o dar solución
a las problemáticas y demandas de los adolescentes en términos escolares, familiares,
personales y sociales en general.
En esta lógica, la atención que brinda a los adolescentes escolares se divide en tres
grandes áreas:
21
• Orientación Pedagógica: Se centra en la atención de las necesidades
académicas de los alumnos, con respecto a los hábitos, técnicas de estudio,
problemas de motivación y bajo rendimiento escolar. En esta área se busca que
los alumnos autodescubran sus habilidades para el aprendizaje, que adopten
actitudes positivas hacia el estudio y que adopten hábitos de estudio y de trabajo.
• Orientación afectivo psicosocial: Se enfoca al autoconocimiento de los
escolares para desarrollar actitudes de confianza y seguridad en sí mismos. Con
ello se pretende que los escolares se expresen de forma asertiva, que busquen la
superación personal utilizando sus propios recursos personales, y que establezcan
relaciones más positivas dentro de su comunidad.
• Orientación vocacional y para el trabajo: Se favorece el autodescubrimiento de
los intereses, aptitudes y habilidades de los escolares, al tiempo que se presenta
información relacionada con las oportunidades de los siguientes niveles educativos
y laborales, para facilitar las futuras elecciones académicas y/o laborales.
Con respecto a conocimientos, los escolares deben recibir información acerca de:
• Solidaridad social.
• Justicia.
• Verdad.
• Estudio y trabajo.
• Crítica y autocrítica.
• Reflexión.
22
Desarrollar habilidades para:
• El aprendizaje.
• Establecer relaciones adecuadas con los padres y con los adultos.
• Afrontar los problemas que la vida les presenta en esta edad y en este nivel
educativo.
• Manejar la información de habilidades educativas y de trabajo.
Sin embargo, por propia experiencia podemos decir que el Orientador Educativo
generalmente centra su trabajo en el área pedagógica, y solo en mínima parte atiende lo
relacionado al ámbito vocacional y afectivo-psicosocial, descuidando aspectos sumamente
importantes en los adolescentes.
Más aún, nos atreveríamos a decir que el trabajo realizado en el ámbito pedagógico es
sumamente restringido, podríamos apuntar que la labor del Orientador consiste
básicamente en realizar estadísticas y gráficas bimestrales de aprobación y reprobación
escolar, elaborar reconocimientos para los estudiantes con más altas calificaciones y
atender alumnos con dificultades de aprendizaje, aprovechamiento y/o reprobación
escolar.
23
general, más bien ha sido considerado “el encargado de la disciplina escolar” (Meuly Ruiz,
2000), el encargado de sancionar los problemas de aprovechamiento y conducta, más que
el profesional que puede ayudar a prevenir este tipo de situaciones.
En este sentido, nos atreveríamos a decir que la labor del Orientador Educativo es
sumamente limitada, especialmente en el área afectivo-psicosocial, ya que se reduce a la
atención de alumnos con problemas de agresividad o excesivo retraimiento.
De esta forma, si bien no puede considerarse que la atención de los adolescentes sea
puramente remedial dentro de las escuelas secundarias, sí lo es en mayor grado, puesto
que sólo en una mínima parte realmente se llevan a cabo actividades para toda la
población enmarcadas en un nivel de atención preventivo, sobre todo en el área afectivo
psicosocial.
Resulta obvio que la escasez de recursos humanos obliga al Orientador a llevar a cabo un
trabajo colectivo, sin embargo, la actividad orientadora es susceptible de ser realizada en
forma grupal, aunque no necesariamente por ello debe ser un trabajo menos
personalizado que el que podría hacerse en forma individual.
La intervención del Orientador Educativo dentro del área afectivo psicosocial debe
propiciar y favorecer el autoconocimiento de los adolescentes para que éstos adquieran
una mayor seguridad y confianza en sí mismos y, en consecuencia, actúen de manera
asertiva y logren relacionarse socialmente de forma más satisfactoria.
Desde la perspectiva de Alonso Tapia (1997), uno de los elementos a considerar en torno
a los cuales gira la Orientación Educativa escolar se refiere a los objetivos generales de la
acción educativa.
Ciertamente, los objetivos de la educación escolar son de diversa índole, por lo que la
intervención del orientador debe adoptar diferentes pautas de acción acordes con cada
uno de ellos.
Uno de los objetivos fundamentales que debe perseguir la educación escolar es que los
estudiantes consigan un desarrollo emocional estable “basado en la valoración positiva de
sí mismo y en la adquisición de estrategias adecuadas para afrontar las dificultades y
tensiones generadas por la experiencia diaria” (Alonso Tapia, 1997, p. 29).
24
Es evidente que este objetivo se encuentra directamente relacionado con el área afectivo
psicosocial, pues en ésta se hace referencia al estado emocional del alumno y a su
influencia en el desenvolvimiento contextual.
Es claro que en esta área lo que se pretende es que los adolescentes establezcan
relaciones sociales más satisfactorias, evitando o solucionando algunos problemas de tipo
emocional y/o psicosocial.
La Guía Programática de Orientación Educativa (SEP, 1992), plantea que para atender a
los alumnos dentro del área afectivo psicosocial se deben llevar a cabo acciones que
fomenten y promuevan: actitudes de respeto y de confianza en sí mismos y en los demás;
de asertividad, de responsabilidad en su actuación y en sus decisiones; hábitos de crítica
y autocrítica; habilidades para el aprendizaje (entre los que se destaca el aprendizaje de sí
mismo), así como habilidades para establecer relaciones adecuadas y para afrontar los
problemas que la vida les presenta.
Sin embargo, como hemos visto, la atención que se brinda a los adolescentes dentro de la
escuela secundaria prácticamente se limita a los alumnos considerados “problema”,
dejando de lado situaciones esenciales que deberían ser atendidas en todos los alumnos.
En realidad, las actividades planteadas para atender esta área pocas veces son
trabajadas, ya no digamos con la totalidad de los estudiantes, muchas veces, ni siquiera
con quienes presentan serios problemas emocionales o de interacción social.
25
Algunos de los principales problemas de los estudiantes adolescentes en el área afectivo
psicosocial tienen que ver con las dificultades de interacción que enfrentan, ya sea entre
los propios estudiantes o entre éstos y los profesores. A continuación describiremos las
formas en que el Orientador Educativo puede atender las situaciones de este tipo, a partir
de los dos principales niveles de atención: preventivo y remedial.
Resulta indiscutible que los problemas afectivos y psicosociales de los alumnos surgen
por múltiples causas, muchas de ellas ajenas a la institución escolar. Ciertamente, estas
dificultades repercuten en el estado y desarrollo emocional de los escolares, lo que se
refleja en las pautas interaccionales que adoptan, hecho que a su vez redunda en los
resultados del rendimiento escolar.
Esto significa que, por un lado se debe trabajar en un sentido positivo el autoconcepto de
los adolescentes, ya que existe una relación entre éste y el desenvolvimiento escolar.
Evidentemente, es necesario que los alumnos realicen un trabajo de autoanálisis,
autorreflexión y autocrítica, para descubrir los procesos que llevan a cabo y entender los
resultados que obtienen a partir de las formas en que enfrentan las tareas escolares y la
manera como se relacionan en el contexto.
Ahora bien, es importante, por otra parte, que el Orientador analice los procesos de
interacción, a fin de proporcionar las ayudas necesarias a los escolares con problemas de
interacción, puesto que no hay alumnos socialmente desadaptados. “Hay “procesos de
interacción” en los que ciertas características del sujeto... interactúan con las situaciones
generadas por el entorno y los modos de actuación de las personas del mismo, los cuales
pueden contribuir a crear o mantener el problema” (Alonso Tapia, 1997, p. 34).
26
En este sentido, es necesario que el Orientador analice los modos de interacción que se
dan en el contexto escolar “con el propósito de identificar qué formas de actuación pueden
ayudar a prevenir tales problemas, por favorecer el desarrollo de la competencia social... o
a superarlos, si ya se han presentado” (Alonso Tapia, 1997, p. 203).
De acuerdo con Alonso Tapia, son tres las estrategias de intervención que el Orientador
Educativo puede utilizar en el ámbito escolar para dar solución a los problemas de
interacción social, estrategias que si bien no son excluyentes, necesariamente abordan de
manera diferente estas cuestiones.
De esta forma, un segundo tipo de intervención que se propone se encuentra “en relación
con el conjunto de los alumnos mediante programas de carácter preventivo realizados
desde los servicios de orientación” (Alonso Tapia, 1997, p. 226).
27
evaluación continua, pues de esta forma se descubrirán las situaciones que deben ser
reforzadas y/o modificadas.
Diremos pues que dentro de la escuela secundaria estos tres tipos de intervención son
susceptibles de ser aplicados, más aún, no son excluyentes, sino que resultan
complementarios para la atención de los adolescentes.
En la lógica anterior, resulta incuestionable que dos elementos clave a ser atendidos por
el Orientador son, por un lado, la mejora o fortalecimiento del autoconcepto de los
escolares, y por otro, el fortalecimiento de la competencia social a partir del desarrollo de
habilidades sociopersonales, ya que, como veremos más adelante, el concepto que los
adolescentes tienen de sí mismos influye en su comportamiento y, en este sentido,
evidentemente se relaciona con su desenvolvimiento dentro del contexto escolar.
28
En el siguiente capítulo expondremos las características de los escolares de este nivel
educativo, para posteriormente describir la implicación e importancia del autoconcepto en
la vida del adolescente, especialmente dentro del contexto escolar, así como la relación
entre este elemento de la personalidad y las habilidades sociopersonales, dadas sus
implicaciones en el desenvolvimiento personal, escolar y social en general.
29
Capítulo II
La Adolescencia
Ciertamente cada persona vive esta etapa de manera muy particular, pues ello depende
del desarrollo previo hasta ese momento, esto implica tomar en consideración que todos y
cada uno de los adolescentes vive el mismo proceso, pero con especificidades distintas.
Esta descripción nos permitirá comprender mejor las situaciones a las que se enfrentan
los escolares de secundaria y entender cómo viven este proceso, y más adelante nos
ayudará a distinguir cuáles son las situaciones que influyen en la construcción,
reestructuración y modificación del autoconcepto en los adolescentes, e identificar las
habilidades sociopersonales que se requieren aprender y/o mejorar para favorecer el
autoconcepto de los adolescentes.
2.1 Antecedentes
yo. Es como el puente entre el mundo infantil y el estado adulto de una persona.
(pp. 25 y 26)
De esta forma, la adolescencia más que una etapa estable, es parte de un proceso de
desarrollo. Erikson (en Knobel, 1988), habla de tres estadios en el proceso evolutivo: niño,
adolescente y adulto. Refiere que “uno no es adulto adulto (ni fue un niño niño, ni se
convirtió en adolescente adolescente)”, sino que este es un proceso continuo que
atraviesa periodos de crisis.
30
En esta misma línea, González Núñez, Romero Aguirre y De Tavira y Noriega
(1986/1998), mencionan:
Si bien es cierto que cada cambio de etapa en la vida es una época de crisis,
problemática, tendrá una adolescencia menos problemática que los que han tenido
(p. 9)
Es evidente, por tanto, que a lo largo del ciclo vital se experimentan diversos momentos
de crisis, pero en este periodo se agudizan debido a las transformaciones físicas,
psicológicas, sociales y emocionales que implican una nueva forma de vida y hacen que
esta etapa, más que ninguna otra resulte fácilmente conflictiva, incluso, autores como Hall
(1964, en González Núñez et al., 1986/1998), han llamado a la adolescencia etapa de “un
nuevo nacimiento”.
La palabra adolescencia proviene del verbo latino adoleceré, que significa “crecer”. No
obstante, debemos entender que la adolescencia va mucho más allá del desarrollo en el
plano físico, pues además implica una serie de transformaciones a nivel psicológico,
emocional y social que contribuyen a la afirmación de la identidad.
Esto significa que en esta época las funciones reproductoras alcanzan su madurez, “pero
no debe suponerse que este hecho baste para caracterizar a la adolescencia. Otros
diversos cambios físicos, mentales y morales se producen simultáneamente, y sus
correlaciones y coordinaciones son importantes para una comprensión adecuada de este
periodo” (Flowler, 1959, pp. 1 y 2).
Cada adolescente enfrentará este periodo según perciba al medio físico y social,
utilizando para ello los propios recursos que está desarrollando (físicos, psicológicos,
cognitivos, etcétera), pero éstos, la mayoría de las veces son difíciles de asimilar y pueden
resultar conflictivos al propio adolescente.
31
Debe decirse que las vivencias que se han tenido con los padres constituyen una
influencia primordial (sean estas experiencias positivas o negativas), pues son los padres
quienes facilitan los primeros modelos de identificación y además son la primera fuente de
información con respecto de sí mismos.
Knobel (1988), explica que durante la adolescencia se presentan una serie de situaciones
consideradas normales en los individuos; esto es lo que él denomina “síndrome de la
adolescencia normal” y lo sintetiza de la forma siguiente:
Ahora bien, no se puede precisar con exactitud la edad cronológica que marca el inicio y
fin de esta etapa de la vida, pues hay tantas versiones de lo que es la adolescencia, como
culturas e individuos que la viven, no obstante, existen algunas aproximaciones
temporales.
Los límites cronológicos son, como media, los años 12-21 para la mujer y los 13-22
32
Pese a ello, esta etapa no debe ser considerada en bloque o en un esquema homogéneo
y regular, pues este periodo tiene distintos niveles de evolución que se diferencian en
grados, cada uno de los cuales presenta rasgos característicos.
González Núñez et al. (1986/1998), nos dicen que Bloss (1962) distingue una serie de
etapas evolutivas, evidentemente cada una de estas etapas es indispensable para la
siguiente, refieren que se puede forzar la clasificación de Bloss para asignar una edad
aproximada a cada etapa, quedando estas como sigue:
Latencia: 7 a 9 años.
Preadolescencia: 9 a 11 años.
Adolescencia temprana: 12 a 15 años.
Adolescencia: 16 a 18 años.
Adolescencia Tardía: 19 a 21 años.
Postadolescencia: 21 a 24 años.
Para comprender mejor cada uno de los aspectos que enmarcan a este periodo de la vida,
presentaremos por separado los cambios físicos, psicológicos, sociales y emocionales
que se dan en esta etapa. Sin embargo, esto solo es a manera explicativa, ya que
generalmente las transformaciones surgen de forma simultánea.
Como hemos dicho ya, el inicio de la adolescencia generalmente está asociado con la
pubertad, el proceso fisiológico que ocurre aproximadamente entre los 9 y los 14 años de
edad en el que los órganos sexuales inician su maduración y dan a los individuos la
posibilidad de procrear.
vista cronológico, se sitúa, como media, en los diez años y medio para las chicas, y
en los 11 años y medio para los chicos. Asimismo, la duración promedio de este
Sin embargo, es de considerar que estos cambios están condicionados, en gran medida,
por factores genéticos, constitucionales y ambientales (zona geográfica, clima, aspectos
nutricionales, entre otros), aunque en última instancia son los factores neuroendocrinos
los responsables de la pubertad.
33
luteinizantes, las cuales actúan sobre los testículos y los ovarios, llevando a cabo la
producción de espermatozoides y hormonas sexuales masculinas en el hombre
(testosterona) y de óvulos y hormonas sexuales femeninas en la mujer (estrógeno y
progesterona).
Estas hormonas dan lugar a los caracteres sexuales secundarios (los primarios son los
órganos genitales con los que se nace). Los cambios secundarios generales, tanto en
hombres como en mujeres son: crecimiento óseo y orgánico en general, aumento del
metabolismo basal, aumento del espesor de la piel, aumento de secreción en las
glándulas sebáceas, engrosamiento de la voz, crecimiento de vello en pubis, axilas,
brazos y piernas.
Los caracteres sexuales secundarios particulares en las mujeres son: aumento de tamaño
en senos, ensanchamiento de caderas, crecimiento de vello púbico y axilar, aparición de
la primera menstruación (menarca). En los varones estos caracteres sexuales secundarios
son: mayor desarrollo del tejido muscular, crecimiento de vello en cara, axilas, brazos,
piernas y pubis, se dan también las primeras eyaculaciones nocturnas.
del propio yo como alguien diferenciado de los demás, y que mantiene un sentido
Hemos dicho que durante este periodo el individuo hace uso de los elementos en
desarrollo, los cuales constituyen herramientas importantes con las que el adolescente
opera en el mundo en esta “nueva vida”. Algunos de los elementos más importantes son
justamente aquellos que se refieren al desarrollo físico y cognitivo.
34
De acuerdo con Inhelder y Piaget (1955, en Palacios, 1990), el estadio de las operaciones
formales se inicia entre 11-12 años de edad y se consolida hacia los 14-15. En esta etapa
el sujeto llega a desligarse de lo real para situarse en lo posible, puesto que se da una
transformación en el pensamiento, es el paso de un pensamiento concreto a un
pensamiento “formal” o "hipotético deductivo”.
Esto indica que en la etapa adolescente se desarrolla un tipo de pensamiento que permite
al individuo cuestionar lo hasta ese entonces aceptado sin ninguna explicación y pensar
en otras posibilidades de “ser” y “hacer” para consigo mismo y para con el resto del
mundo.
no es para él más que una de las tantas posibilidades, y lo que hasta ahora
parecía ante sus ojos como inamovible, comienza a ponerse en tela de juicio. La
35
sexual...Ahora aparece un nuevo fin sexual, a cuya consecución tienden de
consuno todos los instintos parciales, al paso que las zonas erógenas se
Así, en la adolescencia resurge el impulso sexual, este proceso se vive de distinta forma
según el sexo del individuo, puesto que implica la búsqueda del objeto sexual fuera del
ámbito familiar (aunque en estrecha relación con las vivencias entre el sujeto y las figuras
parentales a lo largo de toda su vida).
Dado que los adolescentes van moldeando su personalidad adulta, adoptan modelos de
identificación a través de ciertas personas (algún familiar, profesor, artista, algún
personaje público, entre otros) de quienes imitan actitudes, comportamientos, forma de
vestir, arreglo personal, etcétera.
Los adolescentes son altamente vulnerables a los mensajes de los medios masivos de
comunicación, principalmente de la televisión e internet, canales a través de los cuales
adoptan ciertos estereotipos que generalmente tienen que ver con el ideal de belleza en
relación al cuerpo, que la mayoría de las veces no son compatibles consigo mismos.
36
con la seguridad y el apoyo emocional que puede encontrar en el seno familiar,
En ocasiones, para poder pertenecer a ciertos grupos, los adolescentes pueden “verse
obligados” a conducirse de forma poco asertiva, a realizar conductas inapropiadas o en
perjuicio de su persona, en el caso de que estas fueran un requerimiento para ingresar o
permanecer en un circulo social.
Los adolescentes buscan intensamente identificarse con personas ajenas al hogar, para
romper así las ligas emocionales infantiles con su familia y establecer más adelante
relaciones de tipo adulto.
Cada vez va a ser mayor su necesidad de compartir los aspectos más privados y
afectiva y sexualmente con alguna persona por la que llega a sentirse atraído de
Los adolescentes se encuentran en un gran conflicto, pues ya no son niños pero tampoco
son adultos, se les priva de actividades propiamente infantiles pero al mismo tiempo se les
niega el acceso a situaciones consideradas de adultos, esta situación muchas veces es
utilizada a conveniencia por los padres y por los mismos adolescentes.
se le exige que se comporte a veces como un niño y a veces como un adulto, tiene
37
familia, de la escuela, de la sociedad, y si no se le brinda esta ayuda de manera
10)
Con lo que hemos descrito, y de acuerdo con López Sánchez (1996), podemos decir que:
la adolescencia, parece obvio que una cierta dosis de crisis, conflictos, angustias y
adolescente de llegar a integrar lo que quiere o lo que desea hacer con su nuevo
cuerpo, con su sexualidad, con su mente, con sus relaciones, y un largo etcétera,
Como ya hemos descrito, en este periodo de la vida, las personas, sobre todo del sexo
femenino, comienzan a cuestionarse sí su apariencia física corresponde a los estereotipos
sociales, cuestiones que influyen de manera importante tanto en su autoconcepto como
en su autoestima, ya que, como lo expresa López Sánchez (1996):
desarrollar nuevos sentimientos y actitudes hacia él. Esta forma lógica de prestar
38
una especial atención al propio cuerpo que está cambiando, llega quizás a cobrar
condiciona en gran medida, las actitudes que el adolescente tiene hacia su propio
cuerpo. Estos aspectos tienen tal importancia que pueden condicionar en buena
general, se relacionan con otros con mayor facilidad. Todo lo contrario podemos
decir respecto a aquellos que no se acomodan a tales estereotipos. (pp. 238 y 239)
Finalmente, pues, debe decirse que cada persona vive este proceso de manera diferente
en relación con su propio desarrollo y con el contexto en el que se desenvuelve, esto
conlleva un proceso más satisfactorio para algunos y más conflictivo para otros.
39
Capitulo III
El Autoconcepto
Para ello, primero se presentan los antecedentes que dieron lugar al estudio de este
constructo, posteriormente se describe la manera en que ha sido conceptualizado y
estudiado por las diferentes corrientes teóricas; esto nos permitirá explicitar la postura que
aquí se toma en cuanto al concepto y componentes de este constructo.
3.1 Antecedentes
40
Desde las épocas más remotas, hasta nuestros días, se ha intentado explicar el
significado y el fin del individuo como ser humano, la necesidad de resolver estas
interrogantes responde a un fin último: explicar qué es el hombre, cuál es el fin de su
existencia, por qué se comporta como lo hace y cómo debería hacerlo de forma más
favorable.
Desde la época primitiva los hombres tenían ya la preocupación por ubicarse dentro de
una realidad, pues el saber sus limitaciones y potencialidades podía ser la diferencia entre
la vida y la muerte.
No obstante, es quizá en la época de los filósofos griegos donde surge con más fuerza la
necesidad de conocerse a sí mismo, ya que se acepta que el hombre es un ser genérico
que se ubica en el mundo y por lo tanto se comienza a interrogar cuál es el fin de su
existencia (Quintero Carbajal et al., 1999).
Platón (427-347 a. de c.), hablaba del sujeto como un ser social que integra en su interior
pensamientos e ideas y que posee un elemento inmortal que es el Alma, constituida por
tres elementos: la razón, la voluntad y los sentidos y experiencias.
Para Filolaos (médico discípulo de Pitágoras), existían cuatro órganos vítales en el ser
humano, a saber, el cerebro, el corazón, el ombligo y los órganos genitales; para él el
alma y las sensaciones se encontraban en el corazón, mientras que la mente y la
inteligencia estaba en el cerebro.
Es posible decir que prácticamente “durante casi dos milenios fue el corazón al que se
consideró la sede del alma y el órgano clave de las funciones mentales superiores y de la
mayoría de los comportamientos” (Brailowsky, 1992, p. 22).
41
Esta doctrina cardiocéntrica del alma imperó en Europa casi hasta comienzos del siglo
XVII, fue adoptada por Aristóteles y sus discípulos; Aristóteles fue el primero en hacer una
descripción sistemática de la naturaleza del yo en el siglo III A. C.
En el siglo XVII Descartes (1596-1650) propone que todos los seres vivos tienen en
común ciertas funciones y aspectos del comportamiento, puesto que están dotados de
una “maquinaria”: el cuerpo; sin embargo, reconoce que el ser humano posee un
elemento divino e inmortal que lo diferencia del resto: el alma.
Para el siglo XVII se acepta que las funciones mentales se encuentran situadas en el
tejido nervioso.
Hobbes (1651), aportó su código ético tomando como base el interés en el self; él, junto
con Locke, acentuaba la importancia de las experiencias sensoriales al punto de
considerar a las sensaciones y percepciones el propio self, “el autoconcepto sería
siempre nuestras sensaciones y percepciones actuales” (García Arellano & Quintero
Vargas, 1995, p. 17).
En 1781 Kant introdujo la distinción del autoconcepto como sujeto y objeto. Locke y Hume
lo entendieron como una unidad obtenida por la síntesis.
Ya en el siglo XIX, dentro la psicología fisiológica, “la esencia del autoconcepto aparece
en el sustrato físico de la conciencia” (Musitu, 1982, en Oñate 1989).
En este siglo se inicia la polémica sobre la localización de las funciones; por un lado
están quienes defienden la postura de que las funciones cerebrales se encuentran en
áreas específicas del cerebro (localizacionistas), y, por otro, quienes defienden la posición
de que estas funciones se encuentran distribuidas en el cerebro.
42
De esta forma, se vislumbra la necesidad de los hombres por representarse mentalmente
para poder adoptar determinados comportamientos que hacen diferente al hombre del
resto de los animales.
A este respecto, Allport (1974), nos dice que “El autoconcepto irá tomando el lugar del
alma que se estudiaba en un inicio” (Quintero Carbajal et al., 1999, p. 5).
Rechazadas por los psicólogos las ideas metafísicas de alma, deseo, espíritu, por
El estudio del autoconcepto ha estado en relación directa con los paradigmas dominantes
en Psicología. De acuerdo con Rosemberg (1989, en Muñiz, 1991), el primer estudio
sistemático sobre el autoconcepto aparece hasta después de un lapso de 60 años de que
se presenta el trabajo de James, hecho que da cuenta del predominio del enfoque
Conductista.
Para Rosemberg resulta obvio que el estudio del autoconcepto no fuera siquiera
considerado al tratarse de un fenómeno subjetivo, es decir, no susceptible de ser
observado por ser un fenómeno que da cuenta de procesos internos.
43
De esta forma se presta atención al aspecto subjetivo de los individuos, es decir, se
considera el aspecto fenomenológico de los sujetos, por lo que el estudio del
autoconcepto adquiere importancia y legitimidad en este enfoque de la Psicología. Esto
explica porque L´Ecuyer afirma que es a partir del enfoque fenomenal donde el concepto
de sí mismo ha sido mayormente explorado y desarrollado.
Rosemberg afirma, sin embargo, que desde el ámbito de la Sociología el estudio del
autoconcepto fue posible bajo el marco del Definicionismo social, desde el cual se
considera importante el estudio de las intenciones subjetivas de los sujetos (motivos,
definición de las situaciones, propósitos, percepciones), ya que estas conllevan a las
acciones sociales de los sujetos.
Desde la perspectiva sociológica, por tanto, el estudio del autoconcepto puede ubicarse
aproximadamente en 1902, cuando se da origen a la concepción del sí mismo espejo,
teoría que describe que el autoconcepto es el resultado de la interacción del individuo en
la sociedad, más aún, se considera que el autoconcepto del individuo es producto de la
sociedad y por tanto el sujeto es idéntico a ésta.
Además, también se empieza a hablar de la teoría del rol, la cual resalta la importancia de
las interacciones sociales en la asunción y desempeño de los roles, pues desde este
enfoque el individuo internaliza las actitudes de los otros y se ve a sí mismo como lo ven
los demás, asumiendo el rol que los otros le dan.
Rosenberg, sin embargo, apunta que las primeras publicaciones formales de estos
trabajos no aparecen sino hasta después de los años cincuentas.
Por otra parte, la corriente psicoanalítica del paradigma freudiano inicialmente tampoco
presto mucha atención al estudio del autoconcepto, debido, en gran parte, al peso que
para los seguidores de este enfoque tienen las experiencias infantiles en la explicación de
la conducta psicopatológica, además de considerar que los procesos subconscientes
deben permitir la comprensión de la conducta a partir de los procesos conscientes
(Rosemberg, 1989, en Muñiz, 1991).
De esta forma, no fue sino a partir de los años treintas y cuarentas cuando el
autoconcepto comenzó a ser estudiado desde este enfoque, centrándose en una de las
funciones de los mecanismos de defensa: defender la autoestima.
Esto tuvo lugar gracias al desarrollo de la Psicología del yo. Uno de los principales
iniciadores y exponentes es Hartmann. La psicología del yo “describe a un ser humano
que pugna por adaptarse a la realidad, debiendo para ello encontrar un equilibrio entre sus
impulsos y defensas” (Bleichmar & Leiberman de Bleichmar, 1989/1997, p. 40).
La psicología del yo se inicio en Estados Unidos hacia los años treintas y alcanzó su
esplendor en la década de los sesentas, la intención era hacer una “psicología general” a
partir de los principales postulados psicoanalíticos, es decir, hacer una psicología que no
solo explicase los procesos psicopatológicos, sino que diera cuenta de los fenómenos
mentales en general.
Así pues, en esta “nueva psicología”, “Era necesario incluir como objetos de estudio del
psicoanálisis funciones mentales como la conducta, la inteligencia, el pensamiento, el
conocimiento, etc. Había que encontrar la forma de comprender los procesos concientes y
44
preconcientes a la luz de las concepciones psicoanalíticas” (Bleichmar & Leiberman de
Bleichmar, 1989/1997, p. 42)
De esta forma, ya para los años cuarentas, cincuentas y sesentas los teóricos neo-
freudianos reconocieron en el autoconcepto como un elemento importante de la
personalidad, iniciando el uso de términos como autoimagen y autoestima (Rosemberg,
1989, en Muñiz, 1991).
Este autor teorizo acerca del sí mismo como objeto de actitudes del propio individuo.
Desde su perspectiva, la construcción y desarrollo de una autoimagen positiva,
influenciada por el medio social generará en el individuo actitudes positivas para sí mismo.
Concebimos la autoimagen como una actitud ante un objeto. (El termino actitud es
otras palabras, el sí mismo es un objeto hacia el cual tiene uno una actitud). (p. 17)
Como hemos venido observando, la escuela americana aportó nuevos datos a la teoría
del autoconcepto, mientras que la escuela Psicoanálitica dio una nueva visión de lo que
significa el “yo” dentro de la personalidad. Sin embargo, no es sino a partir de la década
de los sesentas, con los trabajos de Rogers desde un enfoque humanista, que se dirige la
atención del primitivo sí mismo a la noción actual del autoconcepto (González Malpica,
1993).
Rogers también habla del sí mismo desde una perspectiva actitudinal y aunque no
desarrolló un modelo teórico del concepto de sí mismo, es a partir de su teoría
denominada “Terapia Centrada en el Cliente” (en el ámbito de la psicoterapia), como se
han desarrollado infinidad de trabajos relacionados con el autoconcepto.
45
experenciales en general y dentro del concepto de sí mismo en particular. (pp. 40 y
41)
Evidentemente, ello implica una visión y revisión especial desde cada una de las
perspectivas psicológicas, de esto hablaremos en el apartado que corresponde a los
enfoques, por el momento, baste decir que este es un constructo que ha sido objeto de
estudio dada su trascendencia para el individuo, ya que es un elemento que forma parte
de la personalidad como un todo y determina las actuaciones del sujeto en el mundo.
3.1.1 El “Yo”
reivindicaciones del ello como a los imperativos del superyó y a las exigencias de
A pesar que desde sus primeros escritos Freud hace uso de este término, no es sino
hasta 1920 (año en el que expone su segunda tópica con la que explica el funcionamiento
del aparato psíquico), que lo utiliza formalmente para referirse a una de las instancias de
la personalidad, puesto que hasta ese entonces no había una distinción clara entre el yo
como “persona” y el yo como “instancia”.
De acuerdo con Laplanche (1996), la primera tópica de Freud estaba organizada a través
de las instancias inconsciente, preconsciente y consciente:
46
En su forma esquemática, esta segunda teoría hace intervenir tres “instancias” el
Desde la teoría del “yo”, sin embargo, este concepto hace referencia a la parte conciente
del sujeto acerca de sus pensamientos y acciones.
De esta forma, desde que el individuo nace cuenta con ciertas capacidades que a largo
del desarrollo se pondrán al servicio del yo. Entre estas funciones podemos mencionar la
percepción, la memoria, el aprendizaje, la atención, la capacidad de asociación, la
motricidad, entre otras funciones que son consideradas herramientas importantes para la
resolución de conflictos entre el ello y la realidad.
En general, este término ha sido utilizado por la Psicología para explicar todos “los
procesos activos que rigen la acción y que mantienen la adaptación” (Cardenal Hernaez,
1999, pp. 33 y 34), entre los cuales se encuentran el pensamiento, la memoria, los
procesos cognitivos, etcétera.
Así, se puede decir que el “yo” tiene que ver principalmente con los procesos activos y
concientes del sujeto con respecto de sí mismo.
En tanto que el término ha sido utilizado para referirse a los procesos que dirigen la acción
del individuo y, considerando que dicha actuación no se lleva a cabo de forma aislada,
sino dentro de un contexto determinado, la formación del yo evidentemente involucra
procesos internos y externos.
47
2. Yo Social: Es el reconocimiento que la persona obtiene de los demás,
especialmente el afán de agradar y ser admirado por sus semejantes.
3. Yo espiritual: Hace referencia a las facultades psíquicas tales como el
razonamiento, la conciencia moral y religiosa, disponibilidad emocional.
4. Yo puro: Sentido de identidad personal, sentido de adquisición de conciencia.
De acuerdo con James, se puede hacer una distinción entre el Yo y el Mí; el primero hace
referencia al objeto “conocedor”, mientras que el segundo tiene que ver con el objeto
“conocido”.
Bajo esta lógica, la conciencia del yo se inicia a partir del contacto con los demás, cuando
el individuo se percibe a sí mismo diferente de los otros sujetos, Horrocks y Jackson,
(1986, en Quintero Carbajal et al., 1999), explican este proceso:
Es un proceso mediante el cual el organismo infiere y forma conceptos del yo, los
Para Kofka (1954), el yo “es un punto de referencia en toda experiencia temporal puesto
que está igualmente en el momento exacto de unión del pasado y futuro” (en Quintero
Carbajal et al., 1999, p. 9).
sus capacidades físicas, sino también la ropa que vista y su morada, su consorte y
sus hijos, sus antepasados y amigos, su reputación y su trabajo, sus tierras y sus
De esta forma, la interpretación que el sujeto hace de sí mismo tiene que ver con aspectos
físicos y no físicos; el sujeto se forma una representación de su cuerpo y de todos los
procesos que implica, sean estos de índole cognitivo, afectivo, emocional, social, etcétera.
48
El concepto de sí mismo, por lo tanto, está directamente relacionado con el “yo”, pues a
partir de la conciencia que el sujeto adquiere de sí y de todos sus procesos establece una
evaluación y determina su actuación en las más diversas situaciones.
El “sí mismo” tiene que ver, así, con la parte perceptiva del sujeto acerca de su propia
persona y de todo lo que considera propio, es una especie de análisis de todo lo que
engloba su personalidad. Es la revisión que el sujeto hace de su propia personalidad, es
un proceso que se realiza a través de la percepción y que le ayuda a establecer conductas
posteriores.
En este sentido, el “sí mismo” determina, por un lado, todo lo que el individuo piensa, cree
y siente acerca de él, convirtiéndose en objeto de conocimiento, pero por otra parte es
considerado como un proceso, en tanto que rige las conductas del sujeto.
Symonds (1952, en Quintero Carbajal et al., 1999), establece que el sí mismo es la forma
o formas de relación del individuo consigo mismo, de esta forma se caracteriza por cuatro
aspectos:
Para L´Ecuyer, toda esta discusión acerca del “Yo-Ego”, “Sí mismo-Self” tiene su origen
en la historia de la Psicología como ciencia -en relación directa con el contexto
sociocultural (tradición norteamericana y europea)-. Sin embargo, explica que estos
esfuerzos han sido poco útiles, pues se ha tratado de dividir dos realidades que son
interdependientes; él prefiere integrar ambos conceptos y hablar entonces de “El concepto
de sí mismo”, del Autoconcepto.
49
3.2 El Autoconcepto: Enfoques, Conceptualización, Componentes y
Evolución
Si consideramos al “Yo” en términos de actividad del sujeto (lo que hace el organismo), y
nos referimos al “Sí mismo” como la percepción e interpretación que realiza el individuo
acerca de su propia persona, el “Autoconcepto” es entonces la visión del “Yo” a partir del
“Sí mismo”, es decir, la interpretación que realiza el sujeto respecto de sus propios
procesos.
Sin embargo, antes de adoptar una definición del autoconcepto es necesario que
revisemos brevemente la postura de las distintas corrientes o enfoques teóricos, pues
cada uno explica y estudia de manera diferente este elemento de la personalidad, sin
embargo, todas las corrientes coinciden en que este es un constructo que hace referencia
a la relación del sujeto consigo mismo.
Cardenal Hernaez toma como marco de referencia el modelo que propone Millon (1998),
sobre la personalidad y sus trastornos; se trata de un modelo integrador que toma en
cuenta las diferentes teorías de la personalidad y adopta un conjunto de principios que
explican la psicología de las personas.
De acuerdo con Millon, el estudio de la personalidad se puede realizar de una forma más
sistemática y asequible si se retoman los distintos niveles de estudio (entre los más
importantes se encuentran el conductual, fenomenológico, intrapsiquico y biofísico),
puesto que cada uno se centra en un tipo de datos, y “A pesar de que todos estos
distintos niveles de observación o datos son necesarios para tener una perspectiva
completa de la personalidad, ninguno de ellos es suficiente por sí sólo ni es el mejor”
(Cardenal Hernaez, 1999, p. 39).
50
establece en la persona para defenderse de la angustia. Las teorías del
En este sentido, el estudio del autoconcepto se puede llevar a cabo a partir de los datos o
variables en los que se centra cada enfoque, los cuales pueden organizarse desde los
aspectos o conductas observables hasta los más inconscientes, pasando por los datos
que oscilan entre la plena conciencia y los preconscientes, susceptibles de llegar a la
conciencia a través de la introspección, estos últimos de tipo fenomenológico.
De esta forma, aunque son diferentes niveles de análisis a los que se hace referencia, y
en consecuencia se requieren diversos métodos de estudio y comprensión, “El hecho de
que el estudio de los diferentes niveles de profundidad... estén sujetos a múltiples
dificultades metodológicas, no justifica la eliminación e incluso la negación de la existencia
de tal fenómeno en el ámbito de la Psicología” (Cardenal Hernaez, 1999, p. 40).
Para algunos teóricos conductistas “El autoconcepto se define como los tipos de
apreciaciones verbales que hace una persona respecto a sí misma” (Staats & Staats,
1968, 1979, en Oñate, 1989, p. 20).
En tanto que para Skkiner (1977), “...el sí mismo es simplemente una concepción para
representar un sistema de respuestas funcionalmente unificado”, (en Oñate, 1989, p. 19);
respuestas que se traducen en conductas (verbales o no verbales, abiertas o encubiertas).
51
Cameron (1947, en Oñate 1989), denomina a estas conductas autorreacciones y las
define como “patrones adquiridos de comportamiento” que se aprenden y permanecen
como parte del comportamiento del individuo.
Desde esta perspectiva, por tanto, el autoconcepto hace referencia a las capacidades,
destrezas, cualidades que una persona creé poseer en sí misma y que le permiten realizar
ciertas actividades, pero también tiene que ver con las limitaciones, defectos, deficiencias,
que le imposibilitan efectuar otras. “Así, el autoconcepto deficiente reduce la capacidad de
planeación y de ejecución del comportamiento en su nivel más deficiente” (Oñate 1989, p.
20).
Por otra parte, desde la teoría del Aprendizaje Social, Bandura (1969) explica el
autorrefuerzo a partir de dos variables: la autorrecompensa y el autocastigo. Desde esta
perspectiva, el autoconcepto depende de la frecuencia del autorrefuerzo a partir de los
procesos de condicionamiento clásico y operante; “En el primero, el self se puede
comparar a un suceso u objeto que provoca una reacción de emoción placentera. En el
operante el refuerzo de las diferentes manifestaciones o respuestas, constituye el
autoconcepto de cada persona” (Oñate 1989, p. 20).
Aunque la Teoría del Aprendizaje Social le da más peso a la conducta observable de los
individuos, también considera los procesos cognitivos en el proceso de socialización de
los sujetos a través del aprendizaje vicario (aprendizaje por observación).
De esta forma, el autoconcepto alude a las conductas que el individuo realiza, en relación
con las capacidades y limitaciones que dice tener (físicas, cognitivas, emocionales,
sociales, materiales, etcétera), conductas que le han generado determinados resultados
en experiencias previas, y que, en consecuencia, repite u omite, dependiendo de su
efecto.
Kelly (1955), Sarbin (1968), Epstein (1973), Coopersmith (1977), hablan de una
“estructura cognitiva o conjunto de estructuras que organizan, modifican e integran
funciones de la persona” (Oñate, 1989, p. 22).
Oñate (1989), explica que desde la perspectiva cognitivista se asume que cada individuo
es diferente a las otros porque sus estructuras o esquemas cognitivos son distintos,
citando a Markus (1977), refiere que cada persona posee esquemas únicamente de los
aspectos que se consideran importantes para sí mismo.
52
De acuerdo a lo anterior, en este enfoque se considera que el autoconcepto es un
esquema cognitivo o un conjunto de esquemas que contienen múltiples representaciones
(físicas, mentales, espirituales, etcétera), y que se toman como referentes para procesar
los datos provenientes del exterior, sean estos exclusivos del sujeto o en relación con los
otros.
Rogers (1982, en Cardenal Hernaez, 1999), expone tres características esenciales que
permiten la unicidad del sí mismo como autoesquema:
En esta línea teórica se debe señalar el papel activo que se le reconoce al individuo,
puesto que son los autoesquemas los que determinan la selección e interpretación de
toda la información que le llega y, por lo tanto, también son éstos los que determinan y
conducen su actuación en el mundo.
Por lo tanto, desde este enfoque se dice que el individuo procesa la información a partir de
un filtro que toma como referente y que éste le hace conducirse de una forma determinada
consigo mismo y con los otros, filtro que tiene como principal esquema la propia
representación.
L´Ecuyer explica que es a partir del enfoque fenomenal donde el concepto de sí mismo ha
sido mayormente explorado y desarrollado, esto debido a las cuestiones históricas en
relación con su estudio (tradicionalmente considerado como subjetivo).
En este sentido, se presta una especial atención a la función que tiene el Sí Mismo en el
mantenimiento y la motivación de la conducta, pues de acuerdo con esta postura el
autoconcepto es indispensable a la conciencia del propio individuo ya que a partir de este
53
análisis tendrá la posibilidad de organizar y reorganizar sus respuestas a los diferentes
acontecimientos.
adaptará mejor y resultará más eficaz, tanto para él como para el prójimo. (p. 77)
Se puede decir, entonces, que desde esta perspectiva se destaca el papel del
autoconcepto en la continuidad o modificación de ciertos aspectos del propio sujeto a
partir de un conocimiento más profundo con respecto de sí, puesto que se intenta el
conocimiento y reconocimiento de la personalidad en su conjunto, lo que implica ser
consciente de ésta para promover los cambios que el mismo individuo considere
prudentes para sí.
Desde esta perspectiva se retoman algunos conceptos propuestos por Freud en relación
al “yo”, “ello” y “super yo”. De acuerdo con Freud (en Cardenal Hernaez, 1999), el “yo”
tiene varias funciones:
Analizar los datos que provienen del exterior del sujeto, procesándolos, de tal
manera que controla y selecciona las diferentes percepciones que el sujeto tiene
y también de los internos o procedentes del ello. En uno y otro caso, el “yo” sirve
Estas ideas de Freud han sido fuente de análisis y reformulación por algunos teóricos,
quienes atribuyen al sí mismo semejantes funciones del “yo”. Para Lynch (1981, en
Cardenal Hernaez, 1999):
54
información y monitorizando el input sensorial. Este conjunto de normas del sí
mismo opera y funciona de modo similar al “yo” propuesto por Freud (1923). (p. 52)
En este sentido, se identifica, por un lado, el aspecto del sí mismo como referente, y por
otro, el filtro que se hace de la información a partir de éste.
Epstein (1973, 1990, en Cardenal Hernaez, 1999), por su parte, atribuye al sí mismo la
función de facilitar los intentos de satisfacer las necesidades mientras evita la
desaprobación y la ansiedad, en defensa y protección del propio sujeto.
Hartmann explica que las funciones que se desarrollan al servicio del yo (percepción,
memoria, aprendizaje, atención, capacidad de asociación, motricidad, entre otras), son
herramientas importantes en la resolución de conflictos entre el ello y la realidad. Al
referirse a las observaciones realizadas con sus propios pacientes, este teórico nos dice
que “las diferencias en el desarrollo intelectual, motor, etc., influyen en la capacidad del
niño para manejar los conflictos y... estos a su vez, modifican el desarrollo intelectual y
motor” (en Bleichmar & Leiberman de Bleichmar, 1989/1997, p. 45).
Por su parte, Adler (1979, en Oñate, 1989), explica que los sentimientos de inferioridad se
pueden desarrollar en torno a ciertas pautas de conducta en los que el individuo es
realmente inferior, al producirse ciertos efectos que constituyen información referente de la
propia persona.
En este sentido, Rogers es considerado uno de los estudiosos más representativos del
autoconcepto desde este enfoque, ya que este elemento de la personalidad comenzó a
ser mayormente estudiado y explorado a partir de sus trabajos en los años sesentas.
55
Es cierto que Rogers no desarrolló en forma explícita un modelo del concepto de sí
mismo, sin embargo, elaboró una Teoría de la Personalidad, la Conducta y las Relaciones
Humanas, basada, en gran parte, en la noción del concepto de sí mismo; teoría que
construyó a partir de sus propias experiencias en el ámbito clínico, así como de las
aportaciones de autores como Goldstein, Angyal, Maslow, Mowrer y Murphy, Cameron,
Murria y Kluckohn, White, Snygg y Combs, Burrow (L´Ecuyer, 1985).
Rogers nos dice que a medida que la persona descubre y experimenta que otra persona
(terapeuta, orientador, docente) lo escucha y atiende cuando expresa los más diversos
sentimientos: miedo, amor, tristeza, enojo, alegría, y lo acepta sin juzgarlo o enjuiciarlo,
poco a poco se vuelve capaz de escucharse a sí mismo, reconociendo los sentimientos
que experimenta, incluyendo algunos que había negado y/o rechazado.
Para explicar este proceso, Rogers toma como referencia su propia experiencia en el
terreno profesional (los cambios que observaba en sus pacientes), y también en el terreno
personal (los resultados identificados en su propia persona). Rogers (1964/2004), explica:
cambiar, no podemos dejar de ser lo que somos, en tanto no nos aceptemos tal
como somos. Una vez que nos aceptamos, el cambio parece llegar casi sin que se
Por lo tanto, una de las ganancias de aceptarse a sí mismo es justamente que esto la
posibilidad de modificar y/o erradicar los aspectos no favorables de la personalidad; otra
de las ventajas consiste en que esto da la oportunidad de establecer relaciones “reales”,
es decir, de entablar encuentros “verdaderos”, ya que la persona se presenta a sí misma
56
sin fachada alguna, al tiempo que es capaz de “recibir” a las demás personas
aceptándolas tal cual son, aceptando, incluso, los aspectos que resulten poco o nada
agradables.
Es claro porque Rogers ha tenido una enorme influencia entre quienes se dedican a la
Orientación Educativa, así como entre los estudiosos del autoconcepto, pues su enfoque
implica necesariamente que el individuo sea capaz de reconocer los aspectos positivos y
negativos de su persona (en todos los sentidos), que sea consciente del concepto que
tiene de sí y que se acepte como tal, pues de esta forma le será posible modificar lo que
considere pertinente para sentirse mejor consigo mismo, lo que se traducirá en mejores
relaciones en su entorno.
Está integrada por elementos tales como las percepciones de las propias
con los demás y con el ambiente; las cualidades valiosas que se perciben
asociadas con experiencias y objetos; y las metas e ideales que se perciben con
En la lógica de este autor, los contenidos del organismo y del concepto de sí mismo son
los que condicionan la evolución de la personalidad, cuando se produce una oposición
entre ambos se presenta una tensión psicológica importante.
De acuerdo con Rogers, a medida que el individuo tiene determinadas experiencias, éstas
pueden ser simbolizadas, percibidas y organizadas, sí están en relación con el sí mismo;
ignoradas, si no se percibe relación alguna con esta estructura; o bien, no simbolizadas o
simbolizadas en forma distorsionada, si estas experiencias no son compatibles con el sí
mismo.
57
La estructura de sí mismo se construye, entonces, a partir de las valoraciones que se
hacen de las interacciones con el ambiente (algunas experimentadas directamente y otras
introyectadas en forma distorsionada como si se hubiesen experimentado), por lo que de
esta forma surge un concepto de sí basado, en parte, en una simbolización distorsionada.
Este autor explica que la mayoría de las pautas conductuales de las personas están
fundadas en el concepto que tienen de sí mismas, pues “Los únicos canales por los
cuales se pueden satisfacer las necesidades son aquellos coherentes con el concepto
organizado del sí mismo” (Rogers, 1990, p. 430). Desde esta perspectiva, son las
actitudes hacia el sí mismo, las que determinan la actuación del sujeto en su entorno.
Por otra parte, Fitts -al que también se le identifica con la Psicología Humanista-, inició en
1965 uno de los programas de investigación más completos relacionados con el
autoconcepto; su interés esencialmente se sitúa en el área clínica y de asesoramiento
psicológico, esto lo llevó a investigar la relación entre el autoconcepto y la rehabilitación
en el ámbito de la psicoterapia.
En 1965 Fitts decía: “sabemos ahora que la gente con un autoconcepto distorsionado
tiene más dificultades en la vida, y sabemos también que la psicoterapia trata que la gente
desarrolle una autoconciencia más realista, aceptándose tales como son” (en González
Malpica, 1993).
Cabe decir que esta escala fue validada en México con estudiantes universitarios de la
UNAM, por García Arellano y Quintero Vargas, en 1995.
Ahora bien, una vez que hemos descrito la forma en que el autoconepto ha sido
conceptualizado, estudiado y abordado por las principales corrientes teóricas, lo que nos
posibilita verlo desde una perspectiva global, presentaremos la postura que en este
trabajo se retoma en relación con el concepto y dimensiones que integran este constructo.
58
3.2.2 Conceptualización y Componentes del Autoconcepto
De esta forma, el autoconcepto, constituye una estructura más o menos estable que el
individuo va adquiriendo sobre sí mismo y que le conduce a actuar en el mundo de una
forma determinada. Se dice “más o menos estable” y no completamente estable, puesto
que es un elemento que evoluciona a lo largo del ciclo vital y que se encuentra en
constante transformación a partir de las experiencias que el propio individuo vive.
objetos. Suele decirse que una categoría posee tres atributos: el cognitivo, el
59
de la actitud. El atributo conductual designa las acciones efectivas adoptadas como
respuesta a la actitud.
De acuerdo con Rogers (1950, en La Rosa, 1986), los aspectos o dimensiones que se
distinguen en las actitudes hacia el sí mismo son tres:
De esta forma, cuando hablamos del conjunto de ideas, pensamientos y creencias que la
persona tiene respecto de sí, distinguimos una primera dimensión del autoconcepto, se
trata de la dimensión cognitiva.
La segunda dimensión tiene que ver con el aspecto emocional, esto a partir de las
evaluaciones o valoraciones que se hacen de las características personales, la dimensión
evaluativa.
En esta lógica, “El autoconcepto es la actitud valorativa que un individuo tiene hacia sí
mismo, hacia su propia persona. Es la estima, los sentimientos, experiencias o actitudes
que la persona desarrolla hacia su propio yo” (Villa Sánchez & Arizmendi Escribano, 1999,
p. 13).
Es importante destacar que las características que la persona identifica en sí misma son
vistas como cualidades o defectos, potencialidades o limitaciones; de esta forma, algunas
resultan positivas, mientras que otras son vistas como negativas, esto propicia la persona
les asigne cierto grado de estima o valoración en relación al agrado o desagrado que le
causan.
Ahora bien, en tanto que el autoconcepto se refiere a las ideas, pensamientos y creencias
que una persona tiene con respecto de sí, y dado que éstas adquieren necesariamente un
grado de valoración que el propio sujeto les atribuye, para Llanes y Castro (2002):
Sin embargo, esta definición carece del tercer atributo de las actitudes, el atributo
conductual, ya que el autoconcepto, al ser una actitud o conjunto de actitudes
implícitamente nos remite a una dimensión conductual o comportamental, esto es, a las
conductas o comportamientos que se derivan de las ideas, pensamientos, creencias, así
como de sus respectivas evaluaciones.
60
Wells y Marwell (1976, en La Rosa, 1986), explican:
búsqueda de reconocimiento por uno mismo o por los demás. (p. 17)
Burns (1979, 1982, en Villa Sánchez & Arizmendi Escribano, 1999), también considera al
autoconcepto como el conjunto de actitudes que la persona tiene hacía sí misma, y
explica que como actitud, está constituida por tres componentes: cognitivo, afectivo y
conductual:
61
c. Conductual: Es la forma particular de comportarse a partir de las cualidades,
valores y actitudes sobre sí misma.
Burns destaca un aspecto muy importante, puesto que las representaciones que una
persona se hace de sí misma no siempre son reales y objetivas, puede darse el caso de
que el individuo se considere incapaz y actué en consecuencia a ello, pero que esta sea
una idea falsa que únicamente limite su comportamiento.
La cliente que tiene un concepto de sí misma: “No siento que pueda ocupar mi
lugar en la sociedad como todos los demás”, percibe que no ha aprendido a través
de sus tareas escolares, que fracasa cuando intenta hacer cosas, que no
proyectos y que es lo suficientemente normal como para salir adelante). (p. 427)
En este sentido, se reitera que aunque el autoconcepto hace referencia al propio sujeto,
incluye la forma de ver y verse en relación al contexto físico y social y, por lo tanto,
condiciona la forma en que se comporta con los demás, lo que a su vez incide en la
reestructuración del concepto de sí mismo.
El aspecto que tiene que ver con la parte evaluativa que el sujeto realiza acerca de sí
mismo se conoce como autoestima, pues el autoconcepto implica una cuestión más
integral.
62
De acuerdo con Llanes y Castro (2002), el autoconcepto:
individuos, que es una capacidad para hacer frente a los estresores y a las
Rogers (1982), explica que “en el “sí mismo” está siempre presente su parte afectiva y
más emotiva, y que se traduce normalmente en términos de autoestima” (en Cardenal
Hernaez, 1999, p. 55).
Otros teóricos, en cambio, insisten en diferenciar estos constructos (Musito, Román &
Gracia, 1988 en Cava & Musitu, 2000), consideran que:
En esta lógica, el autoconcepto representa “una idea más general, ya que incluye
cualquier tipo de identificación de las características del individuo, mientras que la
autoestima se concreta en la evaluación o valoración que cada uno hace de las
características que en sí mismo percibe”. (Arias Rodríguez & Muñoz Cantero, 1999, p.
547)
Para Coopersmith (1967, en Villa Sánchez & Arizmendi Escribano 1999), la autoestima es:
63
La evaluación que hace el individuo de sí mismo y que tiende a mantenerse;
parte evaluativa, es difícil delimitar dónde acaba uno y dónde empieza el otro. (p.
60)
En esta lógica, asumimos que, la autoestima implica de forma necesaria una valoración “y
expresa el concepto que uno tiene de sí mismo, según unas cualidades subjetivables y
valorativas” (Musitu, Roman & Gracia, en Cava & Mustu, 2000, p. 17), pues la persona se
valora a sí misma de acuerdo a las cualidades que provienen de su experiencia, éstas son
consideradas positivas o negativas.
Un individuo puede tener un autoconcepto positivo o negativo en cada uno de los ámbitos
en los que se desenvuelve, lo que producirá cierto grado de autoestima; así, se puede
hablar de un autoconcepto y autoestima escolar, familiar, social, etcétera. No obstante,
dado que estas dimensiones forman un todo, estructuran el autoconcepto global del
propio individuo, es decir, aunque el autoconcepto de una persona puede ser distinto en
los diferentes escenarios, cada uno de estos ámbitos tiene cierta influencia en la
estructuración y modificación del autoconcepto global, lo que redundará en el
comportamiento del individuo en general.
64
tiene de sí mismo a partir de la cual adquiere cierto grado de confianza para
desenvolverse en cada uno de los escenarios en los que participa a lo largo de su vida,
por tanto, necesariamente es inseparable del autoconcepto.
Para L’ Ecuyer (1985), “la expresión “concepto de sí mismo” debe reservarse para unos
niveles superiores de organización perceptual, los cuales únicamente son capaces de
aparecer durante las etapas ulteriores de desarrollo, es decir, a partir de la pubertad y la
adolescencia” (en Cardenal Hernaez, 1999, p. 76).
Lo anterior no debe indicar que necesariamente exista una separación entre ambos
elementos, sino que existe una forma particular en la aparición de estos. El autoconcepto
y la autoestima están presentes a lo largo de todo el desarrollo, pero la etapa en el que se
encuentre el sujeto determinará su aparición, construcción, evolución y trascendencia en
el desenvolvimiento personal.
Por tal motivo, se considera que el autoconcepto es un elemento que debe ser estudiado
como tal a partir de la etapa adolescente, incluyendo como una de sus dimensiones a la
autoestima, mientras que es preferible que ésta sea abordada por sí misma en etapas
previas del desarrollo, pues hemos visto que en la adolescencia el pensamiento de los
individuos pasa de lo concreto a lo formal lo que posibilita llevar a cabo reflexiones en
términos mucho más elaborados.
Para comprender mejor este proceso, en los siguientes apartados se presentará la forma
de construcción y estructuración del autoconcepto.
Si bien es cierto que el autoconcepto representa lo que el individuo piensa, cree y siente
acerca de sí mismo, también es cierto que este tiene su origen en la interacción con el
mundo físico y social a partir de las diversas experiencias e intercambios y con otras
personas (familiares, vecinos, compañeros de escuela, maestros, amigos, etcétera); por
65
tanto, aunque es una construcción personal, en ella influyen las conductas y mensajes
que múltiples personas le transmiten al sujeto.
De esta forma, la construcción del autoconcepto es de carácter social, pues a partir de las
experiencias que el sujeto tiene en su entorno, adquiere todo tipo de aprendizajes que le
generan sentimientos y emociones, que a su vez le conducen a actuar de forma
determinada.
El autoconcepto, por tanto, es una visión personal que se construye a partir de las
relaciones sociales (lo que el sujeto ve en sí mismo diferente de los demás, cómo piensa
que lo ven los otros, cómo le gustaría ser, etcétera); de esta forma, no es algo estático ni
meramente individual, sino que en él influyen todas las relaciones que el sujeto establece
en el contexto, determinando, al mismo tiempo, la manera de relacionarse en los
diferentes escenarios.
De esta manera, se puede decir que la construcción del autoconcepto tiene una doble
base social, pues por un lado impone modelos y por otro, la opinión que se supone en los
otros acerca de sí mismo cobra especial importancia, al dictar, en gran medida, la
reafirmación o modificación que el individuo realice de ciertos aspectos de su persona.
De acuerdo con Coley, (1988, en Quintero Carbajal et al., 1999) existen tres dimensiones
del autoconcepto:
Es evidente que los comportamientos y actitudes propias son influenciados por los
comportamientos y actitudes de los demás, pero al mismo tiempo influyen en la forma en
la que los demás nos responden, por lo que la conducta y actitudes de las personas con
las que se interactúa constituyen un factor determinante en la construcción y
reestructuración del autoconcepto.
Para Gondra (1981), “La formación del “Concepto del Sí mismo” es una configuración
organizada, y contiene todas aquellas percepciones relativas a uno mismo, las relativas a
su relación con los demás, y los valores y objetivos de la persona” (en Oñate, 1989, p. 35).
Burns (1977, en Quintero Carbajal et al., 1999), por su parte, nos dice que el autoconcepto
se compone por:
66
1. El yo conocido: como soy.
2. El otro yo: como pienso que me ven los demás.
3. El yo ideal: como me gustaría ser.
Oñate (1989, pp. 35 y 36), refiere como factores importantes en la formación del
autoconcepto los siguientes:
1. Autoconcepto: self-concept.
2. Percepción de las respuestas de otros.
3. Respuestas de los otros: actuales, reales.
4. La conducta del sujeto:
Así, de acuerdo con Cardenal Hernaez, (1999), los elementos que determinan la
construcción y reestructuración del autoconcepto se pueden agrupar de la siguiente
manera:
El autoconcepto, por tanto, adquiere una estructura diferente en cada etapa del desarrollo
psicoevolutivo. En este sentido, es eminentemente dinámico, puesto que no se nace con
él, sino que este “se construye y define a lo largo del desarrollo por la influencia de las
personas significativas del medio familiar, escolar y social, y como consecuencia de las
propias experiencias de éxito y fracaso” (Machargo, en Villa Sánchez & Arizmendi
Escribano, 1999, p. 17).
En esta línea de pensamiento, no todas las personas que rodean al individuo tienen la
misma influencia en la formación del autoconcepto, puesto que durante los primeros años
de la vida la información sobre sí mismo se recibe casi exclusivamente de los padres y
familiares próximos, pero a medida que el niño crece aparecen otras personas
significativas como son los profesores, compañeros y amigos.
67
3.2.3.1 Los padres
Es claro que los padres son las primeras personas con las se tiene contacto físico, social y
emocional, por lo tanto, son la primera fuente de información para sus hijos. “De sus
actitudes hacia ellos depende, en gran medida, la autovaloración que crean los niños”
(Villa Sánchez & Arizmendi Escribano, 1999, p. 18).
Así, a partir de la interacción con el medio físico y social, el individuo desde pequeño va
construyendo una representación de sí mismo y del mundo, y, por consiguiente, elabora
una representación de sí mismo en relación con el ambiente, es decir, se asume como un
ser que tiene posibilidades de acción y reacción dentro de su contexto, mismas que le
generan respuestas hacia su propia persona y que, evidentemente, contribuyen a la
formación del concepto de sí mismo.
Obviamente, esta construcción depende, en gran medida, de la información que reciba del
medio. Es en este sentido que los padres y las demás personas que resultan significativas
a la persona constituyen los referentes primordiales.
En términos generales, la primera persona con la que el individuo tiene contacto es con la
madre, la relación física, social y emocional que se tenga con esta figura es esencial para
establecer los primeros sentimientos de aceptación o rechazo del propio individuo con
respecto de sí.
En esta línea, los mensajes provenientes de la madre acerca de las cualidades y/o las
capacidades personales forman parte de la primera y principal fuente de información para
que el individuo se sienta aceptado y digno de respeto, o bien rechazado e indigno de ser
valorado.
A medida que el pequeño va ampliando los canales de comunicación con otras personas,
la información que recibe de éstas respecto de su valía, aprecio, estima, y afecto hacia su
persona, o por el contrario, la no aceptación, desprecio o desvalorización de su persona,
serán el principal marco de referencia para la percepción de sí mismo.
Ciertamente, en un primer momento esto es a nivel más sensitivo que cognitivo, puesto
que, como se ha mencionado, estas elaboraciones no necesariamente se efectúan en
términos plenamente conscientes, sino que se realizan en el terreno subjetivo.
Posteriormente, en tanto que el infante aprende y hace uso del lenguaje verbal (hacia el
año y medio de vida), los mensajes verbales comenzarán a tomar la misma importancia.
68
Cuando los mensajes que se reciben son hablados y pueden ser percibidos por el
pequeño (cuando ya conoce el lenguaje verbal), éstos se incluyen en el cuadro de la
valoración de sí mismo: “Eres un niño bueno”, “Eres un pícaro”, éstas y otras valoraciones
similares de sí mismo y de su conducta, por parte de sus padres u otros, llegan a formar
una parte amplia y significativa del campo perceptual del bebé” (Rogers, 1990, p. 423).
Cada una de estas experiencias son valoradas por el individuo objeto de tales
expresiones, evidentemente algunas le resulten agradables y otras le son insatisfactorias.
Concede un valor positivo a las experiencias que percibe como favorables para la
experiencias que percibe como contrarias a eso mismo (la totalidad de su ser)…
Tiende a buscar las experiencias que percibe como positivas y a evitar las
No obstante, dado que el niño tiene la necesidad de consideración positiva, esto es, la
necesidad de ser apreciado por los demás, y dado que en la niñez esta necesidad
principalmente se satisface a través de los padres, ocurre que el individuo poco a poco va
dejando de “reconocer” las situaciones placenteras a partir de lo que le reporta su
organismo, centrándose en aquellas conductas y/o comportamientos que le proveen la
aceptación de los otros, incluso tiende a modificar o evitar aspectos de su persona si nota
que éstos le dejan desprovisto del afecto de sus padres, es decir, si se da cuenta que le
impiden satisfacer esta necesidad.
69
Los mensajes que se reciben de los otros, por tanto, constituyen el referente de ser o no
apreciado y aceptado, de esta forma, a medida que la persona crece va evaluando cada
una de sus experiencias a partir de la reacción de los otros, y cada vez menos a partir de
lo que su organismo “le dicta”.
por tanto, a sentir una necesidad de cariño… para saber si esa necesidad obtiene
madre, sus gestos y otros signos más o menos ambiguos. Basándose en tales
sentido positivo o negativo... por ello, cada vez que su madre desaprueba una
de su conducta… , sino por la promesa de cariño que lleva consigo. Ahora bien,
actitud, en cierto modo “global”; manifestada por esos individuos. (pp. 243 y 244)
70
En su Teoría de las Relaciones Familiares, Rogers y Kinget (1971), postulan que cuando
se acepta a una persona de forma incondicional, es decir, cuando se le acepta tal cual es,
con todas sus características, sin emitir juicios o evaluaciones de ningún tipo, se posibilita
al propio individuo que se perciba como digno de respeto y se acepte tal cual es, es decir,
que se acepte de manera incondicional a sí mismo.
falta de actitudes cariñosas que sus padres tienen hacia ellos. Coopersmith (1976),
descubre que los jóvenes que poseen una autoestima alta tienen, en comparación
con los de autoestima baja, padres que les aprecian, les aceptan y les consideran
Como podemos observar, los padres y familiares más cercanos son quienes transmiten al
individuo mensajes de lo que se considera valioso y apropiado, son quienes aprueban o
reprueban la conducta del niño y otorgan cierto grado de valor a éste, ya sea de forma
explícita o bien implícitamente; mediante este proceso el sujeto va formándose las
primeras ideas, sentimientos y valoraciones sobre sí mismo.
En este espacio se hablará acerca de la influencia que tienen los “otros significativos”, es
decir, la influencia ejercida por cualquier otra persona ajena al ámbito familiar, sea este
algún profesor, compañero, amigo, etcétera, que resulta importante para el individuo.
En este proceso de socialización, a medida que las personas avanzan con respecto a la
edad, se incorporan a otros grupos sociales; uno de los espacios más importantes lo
constituye el ámbito escolar.
71
Dentro de las instituciones escolares encontramos personas especialmente importantes.
“Tanto los profesores como los compañeros de aula son personas significativas… puesto
que le aportan información relevante sobre su identidad. De hecho… han sidos descritos
como espejos en los que el niño ve reflejada una imagen de sí mismo” (Cava & Musitu,
2000, 20).
De alguna manera la escuela se vuelve sustituta del hogar y los profesores de los padres,
principalmente en los primeros años de la vida (Hurlok, 1982, en Muñiz, 1991), por ello,
los profesores son una fuente sumamente importante en la construcción del concepto que
de sí mismo tiene cada persona, ya que se presentan como modelos en la formación de
los estudiantes, sobre todo en los grados escolares iniciales.
La opinión y actitud de los profesores en relación con cada uno de los estudiantes se
traduce en información que les es enviada implícita o explícitamente, y que es interpretada
por ellos en relación a sí mismos. Así, por ejemplo, se reciben mensajes de sí se es
“buen” o “mal” alumno, “bien” o “mal” portado, “cumplido” o “incumplido”, etcétera.
Así, “Directa o indirectamente, con palabras o con gestos no-verbales… con lo que
hacemos o dejamos de hacer, consciente o inconscientemente, no podemos dejar de
72
comunicar nuestra actitud hacia el alumno, el cual suele percibirla, aunque no siempre sea
capaz de conceptualizarla” (Arias Rodríguez & Muñoz Cantero, 1999, p. 551).
Así, como nos dicen Cava y Musito “El profesor influye en el autoconcepto y el
rendimiento de sus alumnos a través de sus expectativas, actitudes, conductas y estilos
docentes” (Cava & Musitu, 2000, pp. 20 y 21).
Las expectativas son creencias generalizadas acerca de las personas... que nos
específicas para cada uno de sus alumnos, aunque en muchas ocasiones éstas
Para Arias Rodríguez y Muñoz Cantero (1999), la clave del “Efecto Pygmalión” (como ha
sido denominado), es la autoestima. Ambos explican el proceso de la siguiente manera:
73
Las expectativas positivas o negativas del <Pygmalión> emisor se comunican al
No se trata, pues, de que los profesores “engañen” a los escolares haciéndoles creer que
pueden realizar cosas inalcanzables, no se trata de crear falsas expectativas, pues esto
sólo provocaría fracasos y frustraciones a los propios alumnos, se trata más bien de ser
concientes de la ayuda que los docentes pueden dar a los alumnos mostrando una actitud
de interés, de acompañamiento, de apoyo al desarrollo de cada estudiante de acuerdo a
su ritmo o nivel.
Lo importante es pues saber que el trato que los docentes otorgan a sus alumnos influye
en la manera en que éstos se ven a sí mismos y en la forma en que enfrentan las tareas
escolares, afectando de manera positiva o negativa su autoconcepto.
Al tiempo que integran un grupo formal: el grupo- clase, los estudiantes también crean
distintos subgrupos al interior del mismo, esto puede resultar una fuente de seguridad o de
amenaza para el individuo, lo que contribuye a reforzar o modificar el autoconcepto de
cada estudiante.
Si bien, no todas las opiniones del grupo de pares tienen el mismo grado de importancia,
todas constituyen fuentes de información. En este sentido, los mensajes se interpretan de
forma distinta dependiendo de las personas que los envíen.
74
Además, como hemos visto, a medida que los individuos crecen depositan más peso a las
opiniones de sus compañeros, sobre todo en la etapa de la adolescencia, aunque,
ciertamente los docentes no dejan de ser modelos para los propios estudiantes a lo largo
de la trayectoria educativa.
En cada etapa de desarrollo evolutivo los individuos perciben y procesan de forma distinta
las informaciones que reciben con respecto de sí, pues en ello influye el aspecto cognitivo,
afectivo y social. Por ello, es importante conocer la forma en que se construye y
reestructura el autoconcepto a lo largo del desarrollo; en el siguiente apartado se
presentará de manera breve la forma en que esto ocurre, centrándonos en la etapa
adolescente (dadas las características de la presente investigación), por lo que se
subrayan las implicaciones de este momento de la vida en el autoconcepto.
Etapa de 0 a 2 años
De acuerdo con Villa Sánchez y Arizmendi Escribano, “el aspecto dominante en esta
etapa es la emergencia del autoconcepto a través del proceso de diferenciación entre
aquello que es “sí mismo” y lo que es el “otro” (1999, p. 20).
Sin embargo, en esta fase no sólo el aspecto corporal es importante, puesto que las
cuestiones emocionales y afectivas ejercen una enorme influencia en el surgimiento del
autoconcepto a partir de los intercambios verbales y no verbales que las personas
establecen con el niño.
Citando a Lewis y Brooks (1975), Cardenal Hernaez (1999), refiere que ya a los pocos
meses de edad se señala la existencia en el individuo de un “self” existencial y un “self”
categórico”; el primero se refiere a esta noción de existencia separada del otro, mientras
que el segundo implica las categorías mediante las cuales el niño se define a sí mismo
como separado del resto del mundo.
De 2 a 5 años
L’ Ecuyer explica que esta es la etapa en la que se asientan las bases del autoconcepto,
las cuales se forman a partir de las posesiones, el lenguaje, las identificaciones, la
diferenciación de las personas significativas y de sus reacciones para con el niño.
Hacia los 12 a 18 meses de edad el individuo adquiere una nueva forma de comunicación,
se trata del lenguaje verbal. “La aparición del lenguaje marca el comienzo de una nueva
fase de consolidación de sí mismo. Empieza la utilización de los términos “yo” y “mío” lo
75
que indica una conciencia más precisa de sí mismo y una clara diferenciación de los
demás” (Villa Sánchez & Arizmendi Escribano, 1999, p. 21).
Por otra parte, el juego simbólico adquiere un enorme significado, pues a través de éste,
el niño puede asimilar la realidad (aunque de manera deformada), lo que implica un
proceso de identificación con los adultos, pero también un proceso de individuación y de
adquisición de identidad de sí mismo.
En este momento, las personas más importantes en la vida del niño son los padres, por lo
tanto, las reacciones de éstos para con él son sumamente importantes en las
construcciones que haga sobre sí mismo y sobre su autoconcepto.
De acuerdo con Kohlberg (1966, en Cardenal, 1999), hacia la edad de los 2 años el niño
comienza a realizar las distinciones entre los sexos y los roles atribuidos a cada uno, por
lo tanto, ya a partir de esta edad el niño se iniciará en el aprendizaje e identificación del
género sexual al que pertenezca, lo cual influirá en la construcción y desarrollo de su
autoconcepto a partir de las pautas culturales transmitidas, primero por la familia y
posteriormente por la escuela, el grupo de amigos y la sociedad en general.
De 5 a 10/12 años
Generalmente en esta edad los individuos ingresan a nuevo contexto: el ámbito escolar;
esto les da la oportunidad de vivir un sinnúmero de experiencias en relación con sus
compañeros y maestros, quienes servirán como fuente de información y comparación de
sí mismos a partir de sus éxitos y fracasos académicos, del grado de popularidad, entre
otras situaciones.
Adolescencia: 12 a 15 años
Como hemos visto, “La adolescencia implica una serie de cambios biológicos y
psicosociales, que sitúan al sujeto ante una nueva forma de sentir y percibir todo aquello
que le rodea” (López Sánchez, 1996, p. 234), esto hace que este periodo de la vida sea
altamente conflictivo, pero conduce al sujeto a la afirmación de su identidad.
76
En este proceso de afirmación de la identidad los adolescentes tienen la necesidad de
autonomía e independencia, logros que persiguen a través de la diferenciación de sus
padres, buscando, en primera instancia, un sentido de pertenencia con el grupo de pares,
por lo que las opiniones y aceptación o rechazo de éstos tendrán un gran peso.
Los adolescentes adoptan modelos a seguir, la escuela y en particular los profesores se
convierten en figuras de autoridad que pueden ser rechazadas por el adolescente o bien
pueden ser tomados como modelos, dependiendo de cómo los alumnos perciban la
relación con ellos.
Duque Bermudez y Mendoza Rico (2001), citan a Ituarte para explicar que:
desarrollo así como la actitud a veces errónea de algunos adultos que no tienen la
Dadas estas particularidades propias de la etapa, autores como L´Ecuyer (1985) y Brim
(1976), caracterizan a esta época como “un periodo de reformulación y de diferenciación
del autoconcepto” (en Cardenal Hernaez, 1999, p. 74).
vez se hace mayor, lo que facilita que el adolescente cada vez se vuelva más
En esta época se acentúan los cambios físicos, que llevan al adolescente a poner especial
atención en su imagen corporal y a valorar su correspondencia con los estereotipos
sociales, en general, las chicas son más vulnerables a éstos por cuestiones meramente
culturales, lo que muchas veces repercute en su autoconcepto de manera negativa.
77
ya que esto permitirá una mejor adaptación a su nueva forma de vida en relación consigo
mismo y con los demás, especialmente con su grupo de pares, tanto del mismo sexo
como del sexo contrario, pues hemos visto en esta etapa se inician o agudizan las
relaciones de amistad y de noviazgo.
Así pues, a lo largo del ciclo vital ocurren una serie de acontecimientos que hacen que el
ser humano vaya reestructurando el concepto que tiene de sí mismo. Algunos de los
sucesos más importantes que afectan positiva o negativamente el autoconcepto son: el
matrimonio, el acceso al área laboral y/o cambios de trabajo, la maternidad o paternidad,
etcétera.
Villa Sánchez y Arizmendi Escribano nos dicen que se puede hablar de algunas fases del
autoconcepto en estas edades, “los diferentes estudios distinguen un periodo de
focalización externa, hasta, aproximadamente, los 40 años. Esto es, hasta esa edad se
produce un interés fundamental por lo exterior, por la vida social. Entre los 40-45 años se
comienza una concentración progresiva sobre sí mismo, se pasa del interés por lo externo
al interés por lo interno” (1999, p. 23).
De esta forma, hemos podido dar cuenta que el autoconcepto es un elemento dinámico,
es decir, adopta matices diferentes a lo largo del ciclo vital, especialmente durante la
adolescencia, ya que, como hemos visto, durante este momento de la vida el alumno esta
en proceso de afirmación de su identidad, profundiza en la reflexión de sí mismo y
maximiza las relaciones con su grupo –lo que hace que las opiniones de sus iguales
tengan más peso-. Además el adolescente tiene una “nueva” imagen de sí, especialmente
de su cuerpo (a partir de los cambios físicos, psicológicos, sociales y emocionales), por lo
que su autoconcepto evidentemente adopta una estructura diferente.
78
cuenta de la importancia de atender este elemento de la personalidad en los adolescentes
escolares, dadas las repercusiones dentro del contexto escolar, así como sus
implicaciones en el desarrollo psicosocial y emocional.
Los mensajes y ayudas que los alumnos reciben de los “otros” (compañeros y maestros),
activan el autoconcepto de los estudiantes, dando lugar a respuestas específicas de los
alumnos, respuestas que traen consigo consecuencias favorables o desfavorables. “el
significado que cobran dichas consecuencias contribuye, según su naturaleza, a modificar
o reafirmar el autoconcepto, los procesos de pensamiento y las reacciones emocionales
con que los alumnos afrontarán en el futuro las tareas escolares” (Alonso Tapia, 1997, p.
31).
La relación entre el concepto que los alumnos tienen de sí mismos y la manera en que se
conducen dentro del contexto escolar ha sido extensamente estudiada, aunque ésta se ha
centrado en investigar la correlación entre el autoconcepto y el rendimiento escolar.
De acuerdo con el estudio de González -realizado en una escuela secundaria con un total
de 80 alumnos-, “No se puede establecer que el autoconcepto (alto o bajo) se afecte como
consecuencia del rendimiento escolar” (González Malpica, 1993, p. 73).
La autora plantea que no es una relación que se traduzca en términos de causa y efecto y
explica que los resultados de su investigación son un indicativo de la influencia de
múltiples variables que tienen que ver con las características socioculturales de la
población, entre ellas el nivel socioeconómico.
En este sentido, uno de los factores que repercute en el autoconcepto del alumno se
refiere a la valoración social que se da al aprendizaje escolar y, en consecuencia, al
rendimiento académico.
Para González Malpica (1993), en tanto mayor sea el peso que se le da socialmente al
aprendizaje escolar y este sea promovido en la familia de un sujeto, es más probable que
79
se vea afectado el autoconcepto de un estudiante con bajo rendimiento escolar. Refiere,
sin embargo, que el ámbito escolar es sólo uno de los factores que contribuyen a la
construcción y modificación del autoconcepto (dentro de la dimensión social), y por lo
tanto, afirma que se deben considerar las relaciones del alumno con sus familiares, su
grupo de amigos, entre otras, para poder comprender la estructura global del
autoconcepto.
Quintero Carbajal et al. (1999), por otra parte, sí encontraron correlaciones significativas
entre el autoconcepto y el rendimiento escolar de los alumnos, encontrando, además, que
existen correlaciones entre el autoconcepto y el rendimiento escolar, a partir de las
opiniones de padres, maestros y alumnos.
Los resultados de su estudio las llevan a decir que “efectivamente existe una relación
entre las variables autoconcepto-rendimiento escolar que pueden ser de carácter cíclico,
es decir, el autoconcepto influye en el rendimiento al tiempo que este último influye en el
primero, por lo tanto las dos variables se encuentran interactuando gradualmente”
(Quintero Carbajal et al., 1999, p. 83).
De acuerdo con las autoras, los adolescentes que tienen una mejor autoimagen adquieren
mayores logros académicos, lo que les permite relacionarse más favorablemente en los
ámbitos familiar, escolar y social, escenarios que al mismo tiempo han contribuido a la
construcción de un autoconcepto más alto.
Los alumnos de bajo rendimiento académico, por otra parte, han construido un
autoconcepto más pobre, proceso que se ha visto afectado por las percepciones,
expectativas y actitudes de las personas con quienes conviven en los escenarios familiar,
escolar y social, principalmente de padres y maestros.
(p. 335)
En esta misma línea de análisis, Cava y Musitu, citan a Gimeno (1976) y Veiga (1995) y
explican que “se ha constatado que los escolares utilizan los éxitos y fracasos académicos
como índices de autovaloración, y que los niños con un peor rendimiento académico
poseen un peor autoconcepto” (Cava & Musitu, 2000, p.19).
No obstante, señalan que la mayoría de los estudios realizados en esta línea únicamente
son de tipo correlacional y no aclaran cuál es la relación causa-efecto (si el autoconcepto
afecta al rendimiento académico o viceversa).
80
Para estos autores, existe una influencia recíproca, es decir, el éxito escolar ayuda al
mantenimiento y mejora de la autoestima académica y ésta, a su vez, influye en el
rendimiento académico. Sin embargo, reconocen la existencia de otras variables, entre
ellas apuntan la percepción que el alumno tiene acerca de sus propias capacidades
escolares, la cual tiene su origen en sus ejecuciones, en la percepción que de él tienen
sus padres y profesores y en la valoración dentro del contexto escolar (en relación con sus
compañeros de clase).
Sin embargo, creemos más pertinente que el trabajo con los alumnos dentro de la escuela
secundaria se centre en el fortalecimiento o mejora del autoconcepto, pues, como ya se
ha dicho, este elemento tiene repercusiones en todas las áreas de la vida, favoreciendo
no solo la dimensión escolar, sino también la emocional, la familiar y la social en general.
El autoconcepto de los alumnos influye en la forma en que estos se comunican con los
compañeros y profesores, ya que éste se expresa en las múltiples interacciones. En este
sentido, parece razonable pensar que los estudiantes que tienen un alto autoconcepto se
relacionan mejor con sus compañeros y maestros, en tanto que los adolescentes que
poseen un concepto de sí mismos más pobre tienen más dificultades en su relación con
los demás.
81
De esta forma, es evidente que dentro de las escuelas secundarias existen distintas
pautas de interacción entre las y los adolescentes, algunos se desenvuelven con mayor
facilidad, mientras que otros se enfrentan a diversos problemas de interacción.
Los adolescentes que presentan mayores problemas de interacción son aquellos que se
ven rechazados o ignorados por sus compañeros, estos alumnos constituyen un grupo “de
alto riesgo”, puesto que, como explican Cava y Musitu (2000), el estatus social que cada
alumno ocupa dentro de un grupo, entendido este como el grado de aceptación o rechazo
que recibe por parte de sus iguales, supone un importante predictor del desarrollo
socioemocional y cognitivo.
Cava y Musitu comentan, sin embargo, que recientemente las investigaciones han
evidenciado que este conjunto también se constituye por los alumnos sumisos (Rubin, Le
Mare y Lollis, 1990), estos alumnos frecuente son objeto de agresiones y manipulación de
sus compañeros, a pesar de que no son agresivos y tampoco realizan conductas
disruptivas, les resulta difícil integrarse socialmente y son poco asertivos.
Tanto los adolescentes agresivos como los sumisos son considerados menos
competentes socialmente, pues como nos dicen Howell y Morehead (1998), “se reconoce
que el bajo rendimiento académico, la falta de un nivel mínimo de disciplina en el aula, la
pobre autoestima, las conductas emocionales agresivas, las reacciones antisociales o
delincuentes… con mucha frecuencia son el resultado de unos déficit en habilidades
sociales” (en Sanz de Acedo, Sanz de Acedo & Iriarte, 2000, p. 204).
82
Howell y Morehead (1998), exponen, incluso, que “las habilidades sociales no solo
correlacionan con los rasgos de desajuste conductual actual de los individuos, sino que
también lo hacen con su funcionamiento futuro” (en Sanz de Acedo, Sanz de Acedo &
Iriarte, 2000, p. 204).
Una persona puede que a veces no actúe de forma socialmente eficaz... porque no
sepa, esto es, porque no haya adquirido las habilidades adecuadas o porque, aún
posible que otras veces no lo haga porque no quiera, algo que puede deberse a
Así, pueden ser varios los motivos por los que un adolescente no actúe de forma
socialmente habilidosa, aunque es posible pensar que una buena parte de los alumnos no
haya aprendido las habilidades necesarias, ya que estas habilidades representan
conductas aprendidas que se ponen en juego en situaciones interaccionales.
De acuerdo con Michelson (1987), “el término “habilidad” proviene del modelo psicológico
de la Modificación de la Conducta y se emplea para expresar que la “competencia social”
no es un rasgo de personalidad, sino más bien un conjunto de comportamientos
aprendidos y adquiridos” (en Vallés Arándiga & Vallés Tortosa, 1996, p. 28).
De esta forma, Sanz de Acedo, Sanz de Acedo e Iriarte (2000), nos diecen que una
persona es socialmente competente cuando:
83
La competencia social, por tanto, es un constructo que incluye tanto a la conducta
adaptativa, como a las habilidades sociales.
Para Alonso Tapia las habilidades sociales son “una serie de comportamientos
interpersonales verbales y no verbales, más o menos complejos, a través de los cuales las
personas influimos en aquellos con los que interactuamos, obteniendo de ellos
consecuencias favorables y suprimiendo o evitando efectos desfavorables” (Alonso Tapia,
1997, p. 204).
Es importante subrayar que estas habilidades son específicas de la situación, esto es, el
que una determinada conducta sea considerada como socialmente hábil o no, dependerá
de la situación propiamente dicha, así como del contexto, con todo lo que ello implica
(tiempo, espacio, cultura, momento histórico, personas involucradas, etcétera) .
En esta línea de pensamiento, Stack nos dice que en la medida en que una persona
interactúa de forma más satisfactoria con las otras personas, “recibirá cada vez más
feedback social positivo y llegará a calificar de forma más positiva su propio yo” (en Reyes
Melchor, 2002, p. 19).
84
respecta a sí mismo, se forma paulatinamente un autoconcepto y se mejora la
iguales y los adultos modelos de copia de cómo interactuar eficazmente. (p. 25)
Sanz de Acedo, Sanz de Acedo e Iriarte (2000), nos proponen una serie de habilidades
que desde su perspectiva necesitan aprender los escolares tímidos, inmaduros y
agresivos, sujetos de alto riesgo:
Sin embargo, todo adolescente requiere aprender y/o mejorar determinadas habilidades
sociopersonales, ya que es bien sabido que en esta etapa el alumno maximiza las
relaciones con su grupo y “se enfrenta con situaciones nuevas que requieren habilidades
sociales más complejas, incluidos el inicio de la conducta heterosocial y la puesta en
marcha de actividades conversacionales para conocer gente y hacer amigos” (Kelly, en
Reyes Melchor, 2002, p. 17).
85
desenvolverse adecuadamente en el ámbito escolar; así como de observaciones directas
de adolescentes dentro del aula y otros contextos de la vida cotidiana.
86
Sanz de Acedo, Sanz de Acedo e Iriarte (2000), nos proponen, además, dos grupos de
habilidades sociales dentro del ámbito escolar que dicen necesarias en todos los
estudiantes:
Sureda, por su parte, nos presenta una serie de habilidades sociopersonales que
contribuyen a la mejora del autoconcepto adolescente; los resultados de su Programa de
intervención para la mejora de habilidades socio-personales en alumnos de secundaria,
“muestran que los alumnos que han experimentado un programa de intervención
integrado en el currículo, han obtenido una puntuación en autoconcepto significativamente
más positiva tras finalizar la intervención en relación con su puntuación inicial” (Sureda
García, 2001, p.105).
Habilidad para establecer una correcta imagen corporal: Habilidad para reflexionar
sobre las demandas sociales en relación a los estereotipos de belleza; también incluye
la habilidad de reconocer el esquema corporal (con las respectivas cualidades), lo que
permite al adolescente valorarse de una forma más realista.
87
Habilidad para rectificar errores cognitivos: Habilidad de identificar las distorsiones
cognitivas, de nulificar las creencias injustificadadas y erróneas sobre sí mismo y
sobre determinas situaciones o tareas.
Habilidad para defender los derechos personales: Habilidad para que los
adolescentes sean capaces de transmitir a otras personas (padres, maestros,
compañeros o amigos), que no se sienten cómodos ante una determinada situación en
la que no se están respetando sus derechos.
Defender los derechos propios implica, en primer lugar, tener conciencia de cuáles
oportuno la queja o defensa verbal ante la persona que los ha violado. (p. 61)
Habilidad para priorizar sobre metas de aprendizaje: Habilidad para que los
adolescentes asuman que tanto los éxitos, como los fracasos escolares, son el
resultado del grado de esfuerzo y trabajo personal (en lugar de atribuirlo a cuestiones
de tipo externo), por lo que se dar prioridad a las habilidades internas: hábitos y
técnicas de estudio, por ejemplo.
Habilidad para hablar con adultos familiares: Capacidad para expresarse ante los
adultos, especialmente con padres y otros familiares, esto permite establecer mejores
relaciones y crea un clima mucho más agradable y favorecedor para la construcción y
evolución del autoconcepto adolescente.
88
Ahora bien, dado que tales habilidades constituyen conductas concretas susceptibles de
ser aprendidas, evidentemente existen procedimientos para su enseñanza, por ello, en el
siguiente apartado explicaremos cómo se da el aprendizaje de éstas, para posteriormente
pasar a la presentación de las técnicas mediante las cuales se realiza el proceso de
enseñanza.
De acuerdo con Vallés Arándiga y Vallés Tortosa (1996), son tres los modos en los que
estas habilidades se aprenden:
Vallés Arándiga y Vallés Tortosa (1996), citan a Kelly (1987) para decir que los niños y
adolescentes desarrollan conductas socialmente competentes al observar las pautas de
interacción de padres, hermanos, amigos, compañeros, etcétera, de esta manera tienen
un primer acercamiento de las habilidades sociales, aún cuando no hallan participado
directamente de experiencias personales para este tipo de aprendizaje.
En la adolescencia son los iguales quienes constituyen los principales modelos a imitar,
sin embargo, debemos tener presente que los adolescentes son especialmente
vulnerables a los medios de comunicación, canales que ciertamente constituyen modelos
interaccionales.
Esta información puede ser en sentido positivo o negativo, en el primer caso la conducta
se refuerza, en el segundo se debilita. Además, la retroalimentación se puede dar
explícitamente (a partir de la comunicación verbal y/o no verbal enviada por el interlocutor)
o bien, únicamente se manifiesta de forma implícita.
Ahora bien, dado que las habilidades sociopersonales son conductas aprendidas, éstas
son susceptibles de ser enseñadas y mejoradas a lo largo de la vida, lo que significa que
no constituyen elementos inmutables de la personalidad, es decir, no representan
características dadas u omitidas, de una vez y para siempre.
89
De acuerdo con Sureda García (2001), la enseñanza y entrenamiento de habilidades
sociopersonales en adolescentes requiere tomar en cuenta los tres planos en los que
éstas se representan:
A decir de Goldstein et. al., las características más importantes del adiestramiento
psicopedagógico tienen que ver con la utilización combinada de una serie de técnicas
didácticas, de instrucción y audiovisuales que “enseñan a modificar las deficiencias en las
habilidades personales, interpersonales, prosociales y cognoscitivas”, con el objetivo de
“aumentar la capacidad de aprendizaje y, en consecuencia, llevar una vida más efectiva y
satisfactoria” (1986/1989, p. 21).
Técnicas Psicológicas
Con este tipo de técnicas se pretende que los adolescentes adquieran, reproduzcan,
moldeen, o fortalezcan su actitud y/o conducta. Entre estas técnicas se encuentran la
instrucción, el modelado o demostración, el ensayo de conducta, el refuerzo y
retroalimentación, las tareas para casa y la modificación de distorsiones cognitivas.
Estas técnicas pueden ser utilizadas de forma independiente, aunque se obtienen mejores
resultados con la utilización conjunta. Sin embargo, es necesario que sean ajustadas a las
características de los sujetos, para ello se debe considerar la etapa evolutiva y edad en
que se encuentran, así como las características de la población especifica.
90
El modelamiento se puede realizar de tres formas:
Para que esta técnica dé resultado no es suficiente que se presente el modelo a los
adolescentes, sino que las conductas de éste deben ser retenidas y reproducidas.
Además, debe aclararse a los adolescentes que éste es sólo un modo de responder
hábilmente a una situación, pero que de ninguna manera es la única forma válida.
• Ensayo de conducta (Role playing): En esta técnica se pide a los adolescentes que
representen una situación en la que pongan en práctica una determinada habilidad,
de acuerdo a la información previamente recibida con las técnicas de instrucción y
modelado.
Sin embargo, también es importante referir datos sobre los aspectos no habilidosos de
la conducta examinada (a nivel verbal, cognitivo y emocional), pues esto conducirá a
la mejora del propio adolescente, para ello, es importante centrar los comentarios en
los aspectos particulares de la conducta y no de la persona como tal.
• Tareas para casa: Se solicita a los alumnos que pongan en práctica la habilidad o
habilidades trabajadas en las sesiones de trabajo, en situaciones de la vida cotidiana,
con la finalidad de generalizar o transferir los aprendizajes.
91
Sureda García (2001), cita a McKay y Fanning (1991) y a Caballo (1993), para explicar
las siete distorsiones que más afectan la autoestima y la manera de reconocer y
desarrollar técnicas efectivas para afrontar la realidad:
92
4. Favorecer un modo de pensar más realista para hacer frente a las situaciones
consideradas difíciles de enfrentar. Para ello, es necesario invitar a los alumnos
a que identifiquen las situaciones que generan ansiedad y posteriormente a
que analicen los pensamientos irracionales, para substituirlos por otros más
realistas.
Técnicas Pedagógicas
93
• Diálogo facilitador-alumno: Es indiscutible que el facilitador constituye un modelo y
un marco de referencia para lo propios adolescentes, ya que se evidencia como
modelo de las conductas personal y socialmente hábiles, por lo que influye en los
comportamientos de los escolares, puesto que “lo que perciben y cómo lo perciben los
alumnos está influenciando sus pensamientos. Cómo piensan influye en cómo se
sienten. Las emociones afectan los actos. Los actos afectan a cómo perciben el
entorno y qué piensan de sí mismos” (Sureda García, 2001, p. 27).
En esta lógica, es claro que los mensajes que los adolescentes reciben por parte del
coordinador de grupo influyen en la forma de verse a sí mismos y, en consecuencia,
de conducirse dentro y fuera del aula. Por ello, el orientador debe saber escuchar
atenta y respetuosamente a los alumnos, tanto en sus comunicaciones verbales como
no verbales, además de promover un clima de respeto y confianza que brinde
seguridad a los escolares para participar en el grupo.
94
Capítulo IV
Método
Tipo de estudio
Para realizar este estudio se empleó un diseño de investigación con grupo control no
equivalente pre-tes - post-test; este diseño trabaja con dos grupos, uno es el grupo control
y el otro el grupo experimental, “el grupo experimental es el que recibe la variable
independiente o tratamiento. El grupo control puede recibir no tratamiento, un placebo o
un tratamiento alternativo” (Buendía Eisman, Colás Bravo, & Hernández Pina, 2003,
p.102).
Objetivos
General:
Particulares:
95
c) Favorecer la mejora de los niveles de cada una de las dimensiones que integran el
autoconcepto de un grupo de adolescentes que estudia el segundo grado de
educación secundaria.
Pregunta de investigación
¿Mejorarán los niveles de autoconcepto de cada una de las dimensiones que integran
este elemento de la personalidad en un grupo de adolescentes que estudia el segundo
grado de educación secundaria, a partir de la aplicación de un programa de intervención
psicoeducativa enfocado a la enseñanza y mejora de habilidades sociopersonales?
Hipótesis
Variables
Variable dependiente:
96
Dimensiones del Autoconcepto
Variable independiente:
Variable dependiente: Niveles de cada una de las dimensiones del Autoconcepto de los
adolescentes, de acuerdo a los puntajes obtenidos en la prueba de Autoconcepto AF 5.
Escenario
Esta institución es de carácter mixto, el total es de 528 estudiantes entre los 12 y 15 años
de edad, los alumnos están distribuidos en 11 grupos: cuatro de primer año, cuatro de
segundo y tres de tercer grado.
97
para el país fungió en los años 30 como Director de la Escuela Normal de la Ciudad de
México.
Sujetos
Dos grupos de 39 alumnos cada uno, uno constituyó el grupo experimental y el otro el
grupo control, los sujetos se encuentran en edades comprendidas entre los 13 y 14 años;
ambos grupos cursaban el segundo grado de educación secundaria.
La selección de los grupos se hizo considerando que fueran los dos grupos de segundo
grado con más alto índice de reprobación; la asignación del grupo control y grupo
experimental se hizo de manera intencional.
El grupo control, por su parte, estuvo compuesto por 15 hombres y 24 mujeres; 7 hombres
de 13 años y 8 hombres de 14 años; 16 mujeres de 13 y 8 mujeres de 14 años de edad.
Para conocer los niveles de autoconcepto de las y los adolescentes de ambos grupos
antes y después de la intervención se aplicó la prueba de Autoconcepto AF 5, de García y
98
Musitu (2001), esto significa que la prueba fue utilizada como instrumento pre-test, post-
test (anexo 1).
De acuerdo con Abad Arellano y Castillo Mendoza (2003), este instrumento ya ha sido
aplicado, confiabilizado y validado en estudios previos. “Los componentes explican el 51%
de la varianza total y el coeficiente alfa de consistencia interna es 0,815, de acuerdo a los
autores que validaron el instrumento” (p. 72).
Cada ítem se califica con una escala de 99 opciones de respuesta, esto es, con valores de
1 a 99, con esto se espera que las personas respondan con un mayor grado de exactitud,
dada la amplitud de los valores de dichas opciones. Sin embargo, aunque esto puede ser
una ventaja, la desventaja estaría dada por la poca capacidad de discriminación que
puedan tener los sujetos, pero esto se puede compensar por el número de participantes.
Por otra parte, para realizar el análisis de tipo cualitativo se utilizó la técnica de Análisis de
Contenido. “El análisis de contenido es una técnica de investigación destinada a formular,
a partir de ciertos datos, inferencias reproducibles y válidas que puedan aplicarse a su
contexto” (Krippendorff, 1990, p. 28).
Por lo tanto, a lo largo de las sesiones de trabajo en ambos grupos, se fueron registrando
datos a partir de las verbalizaciones y textos escritos de los estudiantes, ya que estos
constituyeron la base para realizar dicho análisis.
Procedimiento
99
3. Se aplicó el instrumento pre-test en ambos grupos.
100
d) Discusión grupal: A partir del punto anterior, el grupo en general establecía
una discusión y reflexión sobre lo más importante o significativo de la
actividad.
101
Capítulo V
Resultados y Conclusiones
Resultados Cuantitativos
Para realizar este análisis inicialmente se obtuvieron las puntuaciones directas de cada
uno de los instrumentos. Posteriormente la puntuación directa se tradujo en términos de
centiles, es decir, se convirtió la puntuación cruda -de 01 a 99-, a centiles -cuyo máximo
valor corresponde a 9.90-.
Para revisar los datos se hizo uso de la estadística paramétrica, en tanto que ésta “hace
un buen número de suposiciones acerca de la naturaleza de la población de la que se
obtuvieron los puntajes. Se llama Parámetrica puesto que los valores de la población son
“parámetros” (García Méndez & Rivera Aragón, 2005, p. 139).
Las pruebas paramétricas se centran en la diferencia existente entre las medias obtenidas
de entre dos o más conjuntos de puntajes y se interesan básicamente en: 1) Estimación
de parámetros; y, 2) Pruebas de hipótesis.
Para ello se utilizó el programa SPSS 10.0 for Windows; primero se hizo el vaciado de
datos tanto del grupo experimental como del grupo control y después se aplicó la prueba
estadística “T de Student”, ya que los resultados se analizaron en cuatro momentos:
1. Comparación de los puntajes del pre-test de los adolescentes del grupo experimental
con los puntajes del pos-test de ese mismo grupo.
2. Resultados del pre-test de los adolescentes del grupo control, comparados con los
puntajes del pos-test del mismo grupo de alumnos.
3. Datos del pre-tes de los alumnos del grupo experimental en relación con los puntajes
pre-test de los adolescentes del grupo control.
4. Puntajes de los cuestionarios pos-test de los adolescentes del grupo experimental,
comparardos con los datos del pos-test de los escolares del grupo control.
102
En el primer y segundo momento se utilizó la prueba T de Student para muestras
pareadas o correlacionadas, puesto que ésta “se aplica cuando la misma muestra es
medida en dos ocasiones o bajo dos situaciones” (García Méndez & Rivera Aragón, 2005,
p. 171).
A esto se agrega una comparación por sexos en cada uno de los grupos (gráficas 3, 4, 5 y
6, con las respectivas tablas: 3 y 4).
TABLA 1
103
GRAFICA 1
COMPARACIÓN ENTRE GRUPOS
70
60
50
40 Gpo. Exp.
Centil
30
20 Gpo. Control
10
0
Acad Soc Emoc Fam Fís
Dimensión
GRÁFICA 2
COMPARACIÓN ENTRE GRUPOS
70
60
50
40
Centil
30 Gpo. Exp.
20
Gpo. Control
10
0
Acad Soc Emoc Fam Fís
Dimensión
104
TABLA 2 “PRUEBA T DE STUDENT PARA MUESTRAS PAREADAS”
* Diferencias estadísticamente significativas entre los resultados del pre- tests – pos- test.
105
GRÁFICA 3
COMPARACIÓN ENTRE GRUPOS MUJERES
Pre-test Mujeres
70
60
50
40
Centil
30
Gpo. Exp.
20
10 Gpo. Control
0
Acad Soc Emoc Fam Fís
Dimensión
MUJERES
En esta gráfica se evidencia que las mujeres del grupo experimental antes de la
intervención únicamente superaban a las adolescentes del grupo control en las
dimensiones académica y emocional.
GRÁFICA 4
COMPARACIÓN ENTRE GRUPOS MUJERES
Post-test Mujeres
80
60
Centil 40
Gpo. Exp.
20
Gpo. Control
0
Acad Soc Emoc Fam Fís
Dimensión
Como se puede apreciar en esta gráfica, después del trabajo con grupos las mujeres del
grupo experimental incrementaron sus puntajes en tres dimensiones: social -en donde
la media se elevó poco menos de tres puntos-, emocional -que aumentó casi cuatro
puntos-, y física -que creció menos de un punto-. Las adolescentes mujeres del grupo
control, por su parte, presentan un incremento en las áreas académica -con poco más de
seis puntos-, y física -con más de cinco puntos-.
106
TABLA 3 “PRUEBA T DE STUDENT PARA MUESTRAS PAREADAS”
MUJERES
107
GRÁFICA 5
COMPARACIÓN ENTRE GRUPOS HOMBRES
Pre-test Hombres
70
60
50
40
Centil
30
Gpo. Exp.
20
10 Gpo. Control
0
Acad Soc Emoc Fam Fís
Dimensión
Claramente se puede ver en este gráfico que antes de la intervención los hombres del
grupo experimental estaban por debajo de la media del grupo control en cuatro de las
dimensiones autoconceptuales: académica, social, emocional y familiar, pues solo
superaban a este grupo en el área física.
GRÁFICA 6
COMPARACIÓN ENTRE GRUPOS HOMBRES
Post-test Hombres
80
60
Centil 40
Gpo. Exp.
20
Gpo. Control
0
Acad Soc Emoc Fam Fís
Dimensión
Como se observa en los resultados del post-test, los varones del grupo experimental
continúan por debajo de la media en todas las dimensiones del autoconcepto, sin
embargo, incrementaron sus puntajes en la dimensión emocional -la cual se elevó
prácticamente más de 10 puntos-. En el grupo control, por su parte, la media aumentó en
cuatro dimensiones: académica y emocional -en ambas aumentó poco más de tres
puntos-, en la familiar -con al menos 6 puntos-, y física -con más de 7 puntos-.
108
TABLA 4 “PRUEBA T DE STUDENT PARA MUESTRAS PAREADAS”
HOMBRES
109
Resultados Cualitativos
A partir de esta revisión, por tanto, pretendemos comprender de mejor manera el impacto
de la intervención en el grupo experimental, así como los resultados obtenidos en el grupo
control, esto a partir de las inferencias producto del análisis de los datos, pues partimos de
un modelo cuya orientación es fundamentalmente empírica, exploratoria, vinculada a
fenómenos reales, misma que pretende comprender el significado de los datos a partir de
un análisis de éstos como entidades simbólicas.
De esta forma, realizamos nuestro examen con base en un proyecto para comparar
métodos de análisis diferentes, en este caso “se aplican dos o más métodos a los mismos
datos o a datos diferentes obtenidos a partir de la misma situación” (Krippendorff, 1990, p.
74). Es en este sentido que los puntajes de autoconcepto de los alumnos constituyeron
los datos para realizar el análisis cuantitativo, en tanto que los textos de los alumnos nos
permiten hacer el análisis cualitativo, pues “entendemos por análisis cualitativo aquel que
opera sobre textos. Por textos entendemos las producciones humanas que expresan las
acciones humanas” (Buendía Eisman et al., 2003, p. 288).
Krippendorff nos dice que un dato es toda aquella unidad de información que ha sido
registrada en un medio duradero. En el grupo experimental consideramos dos tipos de
registro de datos, el primero a partir de los textos escritos por los escolares (producto de
las actividades realizadas) y, el segundo, a partir de las producciones verbales que a
manera de participación los alumnos generaban; el registro del grupo control se realizó a
partir de las producciones verbales que se manejaban en cada una de las sesiones a
manera de conclusión, ya que el programa de trabajo evidentemente es distinto; también
se utilizaron los textos escritos producto del trabajo de los estudiantes.
Las categorías contempladas son los tres componentes del concepto de sí mismo:
cognitivo, afectivo y comportamental, ya que nuestro objetivo es justamente tratar de
comprender en qué medida la intervención favoreció la mejora del autoconcepto de los
estudiantes.
110
CUADRO DE REGISTRO DEL GRUPO EXPERIMENTAL
CATEGORÍA
(Componente del TEXTO INTERPRETACIÓN
Autoconcepto) (Verbal o Escrito)
Cognitivo “No estamos acostumbrados a reflexionar sobre Estas frases dan cuenta de la reflexión que los
nosotros mismos y reconocer nuestras cualidades”. adolescentes realizaron en torno a algunos
aspectos de sí mismos que quizá nunca o pocas
“Creo que ninguna”. veces se habían cuestionado.
“Ninguno”.
“Ninguna”,
“mmm... no...”.
111
“Escuchar a mi compañero decir sus cualidades y Los textos evidencian la relación que los propios
comentarle las mías es importante para saber si lo que adolescentes vislumbran en relación con la
yo pienso de mí es igual que lo que los demás ven en influencia de las “otras personas” en la
mí”. construcción, afirmación, reestructuración y/o
modificación del concepto de sí mismos.
“Los compañeros pueden hacernos ver cualidades que
nosotros no habíamos visto”. Al leerlas, podemos suponer que los adolescentes
realizaron un movimiento importante en
“Algunas cualidades ya las conocía, pero otras no las términos de la reflexión del concepto de sí
había visto”. mismos.
112
“Esta actividad me pareció buena porque sabemos como Esta unidad de registro es una muestra de que
ellos piensan sobre ellos”. implícitamente los alumnos manejaron algunos
aspectos concretos del concepto de sí mismo, en
este caso de las ideas, conceptos o creencias
respecto de sí.
“No pienses en lo que dicen piensa en lo que sientes En estas frases encontramos algunos elementos
y eres”. que pueden ser un indicativo de que los
adolescentes reconocen que el autoconcepto es
“Reflexionar y ver si es verdad”. un elemento de la personalidad que se modifica o
reestructura, que ciertamente tiene un
“Pensar en las autoafirmaciones positivas que componente cognitivo.
nosotros y los demás piensan sería una buena opción”.
“A la mayoría de mis compañeros ya los conocemos Con estas frases podemos suponer que los chicos
pero hubo quienes sí se confundían unos con otros”. realizaron una reflexión con relación a “qué tanto
proyectan las características que dicen tener”, así
“Me gustó porque algunas personas conocen a otras bien, como sobre las coincidencias o discrepancias en
pero algunas no pusieron lo verdadero”. la manera en que se ven a sí mismos y los ven los
otros.
“Es más fácil identificar nuestros defectos que Estas unidades de registro incluyen palabras tales
Afectivo- nuestras cualidades”. como cualidades o defectos, pero ciertamente
Evaluativo adoptan un matiz evaluativo, esto es, hacen
“Es más fácil fijarse en los defectos que en las referencia al grado de valoración o “peso” que
cualidades”. tienen para los escolares, sobre todo ejemplifican
que la balanza tiende a ponerse del lado de los
“Nos fijamos más en los defectos, tanto de nosotros defectos.
mismos como de los demás”.
113
“Tener tu auto-estima más alta que cuando ocurrió todo Los adolescentes expresan, en estas frases, que
porque uno mismo se daña”. el hecho de otorgar un mayor grado de valoración
a sus defectos repercute en su Autoestima,
“Agradecemos que hagan estas actividades y muchas palabra que incluso es mencionada. En este
gracias por ayudarnos más en nuestra Autoestima. sentido, es importante destacar que los escolares
utilizan palabras referidas a esta dimensión del
“Me pareció muy chida y me sentí muy feliz”. Me sirvió autoconcepto.
para saber sí saben quien soy. Se me facilitó escribir
cómo soy”.
“Desde que nacemos nos estereotipan”. En estas frases, los adolescentes implícitamente
hablan de la influencia sociocultural en la
“Los medios de comunicación como la televisión y las construcción del autoconcepto, utilizando, para
revistas son las que muestran los estereotipos de ello, ejemplos concretos.
belleza”. Además, los escolares se expresan en relación a
los efectos de la no correspondencia entre lo que
“Es difícil alcanzar los estereotipos de belleza, la mayoría se considera “adecuado” y lo que en realidad
de nosotras no somos como las modelos que se forma parte de su personalidad, situaciones que
presentan: altas, muy delgadas, etcétera”. por lo demás, dan cuenta del matiz que este
constructo adopta durante la etapa adolescente.
“Aunque a veces digamos las cosas que no nos parecen, En estas frases podemos identificar que los
los demás no nos escuchan”. adolescentes hablan implícitamente sobre las
implicaciones de los intercambios sociales poco
“A veces no decimos lo que pensamos porque los favorables en su autoconcepto, sobre todo en la
demás se enojan con nosotros”. parte afectiva.
Comportamental “Soy distinto en la casa, en la escuela y en la familia, Podemos deducir, con estas frases, que los
me comporto de manera diferente”. adolescentes implícitamente vislumbran y hacen
referencia a la importancia de los diferentes
“Son los lugares en los que estoy más tiempo y por lo ambientes o contextos que intervienen en la
tanto son las personas con las que más convivo”. construcción y desarrollo del concepto de sí
mismos, escenarios en los que mayormente se
“En lo personal me pareció bonita la actividad... y sirvió comunican.
para comunicarnos”.
114
“Reflexionar sobre nuestros defectos y tratar de En estas unidades de registro podemos suponer
mejorar o aprovecharlos como recursos”. que los adolescentes expresan la posibilidad que
tienen de reafirmar y/o modificar algunos aspectos
“Reconocer nuestras cualidades y defectos nos ayuda de sí mismos (sobre todo de su comportamiento),
a reforzar nuestras cualidades y corregir defectos”. justamente a partir de que reflexionan sobre
ciertos aspectos de su personalidad.
“Ke pudimos saber lo que piensan los demás de nosotros
y cambiar nuestros errores”.
“Haciendo las cosas demostrando lo contrario”. Con estas frases es posible dar cuenta que los
escolares vislumbran que tienen la capacidad de
“Demostrando que en verdad son falsas”. aprender y mejorar ciertas pautas de
comportamiento que resultan favorecedoras en
“Con hechos”. situaciones y contextos interaccionales. Asumen
que pueden modificar su comportamiento para
cambiar las ideas, conceptos o creencias, que
ellos mismos o los demás tienen de su persona.
“A veces es muy difícil decir “no” o negarte a ciertas En esta unidad de registro se ejemplifica una de
cosas”. las implicaciones del autoconcepto en el
comportamiento de los adolescentes.
“Las mujeres somos las que más buscamos parecernos En esta frase es clara la reflexión de los
a los estereotipos de belleza, por eso hay enfermedades adolescentes en términos de la influencia
como la bulimia o la anorexia”. sociocultural en el concepto de sí mismos, ligada
a los efectos en el comportamiento producto de la
no correspondencia entre los modelos o
estereotipos que impone el medio y las
características de los propios escolares, sobre
todo mujeres.
HALLAZGOS
A partir de los datos registrados en el cuadro anterior podemos decir que los alumnos realizaron un trabajo en términos de la
movilidad de los tres componentes del autoconcepto: cognitivo, afectivo y comportamental.
115
Para nosotros es evidente que las reflexiones expuestas están intrínsecamente unidas, por lo que podrían ubicarse en las tres
categorías, sin embargo, se sitúan de esta forma para facilitar su comprensión, considerando en todo momento la relación que
guardan entre sí.
Los datos presentados son un indicativo de que se favoreció la reflexión de los escolares en torno de sí mismos, que los
adolescentes asignan un nivel o grado de valoración a algunos elementos de su persona y que les es más fácil identificar en sí
mismos y en los demás los aspectos considerados negativos; también se puede ver que los estudiantes dan cuenta de la posibilidad
que tienen de cambiar o modificar ciertas conductas para obtener resultados diferentes.
En relación al componente cognitivo, algunas frases dan cuenta de la reflexión en relación con algunos aspectos de sí mismos que
quizá pocas veces o nunca se habían preguntado. En este apartado es común identificar palabras tales como reflexionar, pensar,
conocer, reconocer, palabras que aluden, sin duda, a cuestiones personales, esto es, a cualidades y defectos o errores que los
adolescentes refieren a su propia persona, mismos que les permitieron realizar el análisis de este elemento.
En la dimensión afectiva siguen apareciendo frases con palabras tales como cualidades o defectos, pero ciertamente adoptan un
matiz evaluativo, esto es, hacen referencia a la evaluación o peso que tiene para los escolares, sobre todo ejemplifican que la
balanza tiende a ponerse del lado de los defectos y que ello repercute en su Autoestima, palabra que incluso es mencionada en
algunas ocasiones.
En lo que respecta a la dimensión comportamental, son constantes las frases que se refieren a la forma en que los adolescentes
consideran que pueden aprovechar como recurso el darse cuenta de sus errores. Podemos suponer, además, que los chicos
asumen que pueden modificar su comportamiento en los diferentes ámbitos en los que se desenvuelven, hablan de ello utilizando
los siguientes términos haciendo, demostrando, con hechos.
Es posible decir que los adolescentes implícitamente vislumbran y hacen referencia a la influencia de las otras personas en la
construcción del autoconcepto, sobre todo de quienes resultan significativos: compañeros, amigos, maestros y familiares, pues ellos
mismos dan cuenta de que se comportan de manera distinta en la casa, la escuela y grupo de amigos, escenarios en los que
mayormente participan; comparten que las opiniones de las personas con las que conviven les pueden ayudar a identificar aspectos
de sí mismos aún no vistos por ellos y, de esta forma, reforzar sus cualidades o corregir errores o defectos.
Por último, es clara la reflexión de los adolescentes en términos de la influencia sociocultural en el concepto de sí mismos, ligada
a los efectos producto de la no correspondencia entre los modelos o estereotipos que impone el medio y las características de los
propios escolares. En este sentido, fueron las adolescentes mujeres quienes más participaron, externando algunas de las
implicaciones en la personalidad: haciendo mención de enfermedades a las que son más propensas las mujeres: bulimia y
anorexia.
116
CUADRO DE REGISTRO DEL GRUPO CONTROL
CATEGORÍA
(Componente TEXTO INTERPRETACIÓN
del (Verbalizaciones)
Autoconcepto)
Cognitivo Es Importante reconocer las habilidades y capacidades En estas unidades de registro podemos
personales, así como las limitaciones. observar que los adolescentes expresan la
reflexión que realizaron sobre algunos
La actividad permitió reflexionar acerca sí mismos, sobre sus aspectos de sí mismos, subrayando la
capacidades, características, cualidades y aún sus defectos. importancia de este análisis personal para
reafirmar y/o reestructurar algunos
Esta reflexión es útil para darse cuenta de los aspectos elementos de su persona.
positivos y poderlos reforzar y para identificar los aspectos
poco favorables para mejorarlos o eliminarlos.
No todos los compañeros se dan cuenta de sus capacidades o Con estas frases es posible suponer que los
limitaciones, o no desean admitirlo. escolares dan cuenta de que algunas veces
las ideas, conceptos o creencias que se
El escuchar las opiniones de los demás compañeros, puede tienen con respecto a la propia persona
servir para reforzar los aspectos positivos de su persona o son “equivocas” o “rechazadas”. En este
para modificar o eliminar los negativos. sentido, se resalta la importancia de los
“otros” en la construcción, reafirmación y/o
reestructuración del autoconcepto.
Algunas frases aparentemente pueden ser contradictorias pero si Al leer estas frases podemos suponer que
reflexionamos más profundamente, no se contradicen, sino más los adolescentes realizaron una reflexión
bien muestran diferentes posibilidades de ser y estar en importante en el sentido de “verse” a sí
momentos y circunstancias diferentes. mismos y “ver” a los compañeros como
personas totales, es decir, como personas
Cada persona es un ser único en el mundo, con cualidades y integradas (con aspectos positivos y
defectos, con habilidades, capacidades y limitaciones. El negativos). Sobre todo, podríamos pensar
respeto y aceptación de las diferencias es importante para trabajar que dan cuenta de la importancia de
de forma agradable en el grupo. aceptarse y aceptar a los otros.
117
Evaluativo- No todos los alumnos tienen las mismas metas como Esta unidad de registro es un ejemplo de
Afectivo estudiantes. que cada adolescente asigna un valor
diferente a su “ser estudiante”.
La mayoría de los estudiantes que participan mucho están Estas unidades de registro bien podrían
contentos con su nivel de participación. haber sido asignadas al componente
comportamental, pues nos hablan del grado
La mayoría de los alumnos que participan poco o casi nunca de participación de los chicos, sin embargo,
no están satisfechos. se registran en este espacio ya que
justamente muestran las repercusiones
que esto tiene para sí, en términos
afectivos.
No es fácil compartir aspectos de la vida personal con todos los En estas frases es posible observar cierto
compañeros. grado de dificultad para abordar aspectos
personales, pues podríamos pensar que ello
Otros compañeros no se sienten en confianza, o no les gusta supone un hecho “amenazante” para los
platicar sobre cosas más personales. chicos, ya que solo se permiten hablar de
situaciones personales con personas con
Entre amigos es más fácil platicar. las cuales se sienten en confianza.
Comportamen En ocasiones algunos alumnos sienten vergüenza de participar Podemos deducir que con estas frases los
tal en el grupo, ya que si no dan “la respuesta adecuada” sus adolescentes hacen referencia a la
compañeros se burlan de ellos. influencia del contexto escolar -en particular
de los compañeros-, en la construcción y
Otras veces no lo hacen por temor a ser molestados, pues reestructuración del autoconcepto, sobre
quienes más participan son tachados de “sabelotodo”, “matados”, todo, de las implicaciones de esto en su
“barberos”, “nerds”, etcétera. conducta.
El grado de participación es resultado de ciertas habilidades que Con esta frase es posible dar cuenta de que
pueden practicarse en el grupo o en otros espacios. se trabajó haciendo referencia a la
posibilidad de aprender y/o mejorar ciertas
habilidades, con el fin de obtener mejores
resultados en los diferentes contextos (a
partir del propio comportamiento).
118
Se dieron la oportunidad de convivir, entre compañeros y entre Estas frases nos muestran cómo los
amigos de una manera diferente a la que están acostumbrados. escolares perciben que su manera de
“estar” dentro del aula se puede modificar,
La actividad entre compañeros que no son amigos, aún cuando no esto es, que pueden ampliar y/o cambiar
tienen problemas, les permitió ver que pueden acercarse de una sus relaciones a partir de su
manera distinta a la que están acostumbrados. comportamiento, y que ello depende de la
oportunidad que se dé cada uno.
La actividad también les permitió conocer más a sus
compañeros, sobre todo a aquellos con los que se relacionan
poco.
119
Para la realización de una tarea en grupo se requiere la En estas frases encontramos indicios de
participación de todos los integrantes. que los escolares valoran y asumen la
importancia del trabajo y participación de
En ocasiones el objetivo no se cumple, ya que no todos los ponen cada uno de los integrantes del grupo
su máximo esfuerzo y empeño. para la realización de una tarea y el logro de
un objetivo, la importancia del trabajo en
Otras veces, algún o algunos integrantes bloquean el trabajo, lo equipo, la trascendencia de un personaje
que dificulta o impide lograr el objetivo. líder que coordine, y el valor de la toma de
decisiones.
El tipo de liderazgo más productivo es el “Participativo”, ya que el
líder no impone su punto de vista, sino que parte de las ideas,
opiniones y sugerencias de todos los integrantes, quienes
participan activamente en la planeación y desarrollo de la actividad.
HALLAZGOS
Los registros obtenidos a manera de conclusión en cada una de las sesiones del grupo control nos muestran que implícitamente se
trabajó el autoconcepto de los adolescentes a partir del programa “Técnicas de Integración”, obteniendo resultados favorables en
términos de la movilidad de este elemento de la personalidad.
En relación con el componente cognitivo, básicamente encontramos que los adolescentes realizaron reflexiones importantes acerca
sí mismos, lo que se expresa en torno a la importancia de reconocer y admitir las habilidades, capacidades, características,
cualidades y aún defectos y limitaciones personales, con el fin de identificar los aspectos poco favorables, aquellos susceptibles
de ser mejorados y/o eliminados. El escuchar las opiniones de los demás compañeros, dicen los adolescentes, les puede servir para
reforzar los aspectos positivos de su persona y/o para modificar o eliminar los negativos, tarea nada fácil, puesto que ellos mismos
120
reconocen que es difícil compartir aspectos de la vida personal, porque no se sienten en confianza o simplemente porque no les
gusta platicar sobre cosas más personales.
El componente afectivo se identifica en las frases en las que los adolescentes exponen cómo se sienten con su nivel de
participación en el grupo, expresándolo en palabras de satisfacción- insatisfacción. Los escolares expresan que el grado de
participación es resultado de ciertas habilidades que pueden practicarse en el grupo, así como en otros espacios, promoviendo así,
la mejora de éstas, sin embargo reconocen que en ocasiones su nivel de participación es mínimo o incluso nulo, ya que pueden
ser objeto de burlas; esto evidentemente se encuentra relacionado con el componente comportamental del autoconcepto, pues su
nivel de participación en el grupo se ve mermado, sin embargo, los escolares se dan cuenta de que cuando ponen su máximo
esfuerzo y empeño personal, obtienen una satisfacción personal y grupal.
Es importante señalar que los propios escolares descubren y exponen la relación de que cada persona es un ser único en el
mundo, con cualidades y defectos, con habilidades, capacidades y limitaciones y que justamente es la aceptación el y respeto
de esas diferencias el punto clave para lograr un clima grupal agradable que favorezca el trabajo escolar.
A nuestro juicio la dimensión comportamental del concepto de sí mismo fue la que más se trabajó, aunque de manera indirecta, ya
que la intención del programa justamente era favorecer la integración y cohesión grupal y, al hacerlo, se movilizaron las pautas de
conducta de sus integrantes. Esto es evidente en las frases que se registran en este espacio y que en general hacen alusión a que
las actividades les permitieron conocer más a sus compañeros, darse la oportunidad de convivir de una manera diferente,
visualizar que pueden acercarse de una manera distinta y valorar la posibilidad de compartir experiencias en futuros momentos
o empezar a interactuar más con quienes casi no se relacionan.
En este sentido, debemos decir que este programa trabajó de manera implícita con la intención de enseñar, mejorar y promover
habilidades sociales tales como saber escuchar, iniciar y mantener una conversación, dar y seguir instrucciones, participar,
convencer a los demás de los argumentos propios, compartir algo, hacer frente a las presiones del grupo, tomar decisiones, discernir
sobre las causas de un problema, establecer objetivos, determinar las propias habilidades, recoger información, concentrarse en la
tarea, en fin, habilidades básicamente de comunicación. Cabe resaltar que a lo largo de las sesiones justamente se hizo referencia a
la “mutabilidad” de estas habilidades, esto es, a la capacidad de aprender y mejorar ciertas pautas de comportamiento que resultan
favorecedoras en situaciones y contextos interaccionales.
Finalmente, podemos suponer que dichas habilidades se mejoraron al revisar los registros en los que los escolares hacen referencia
a la existencia de pautas de comunicación interpersonales (sus formas particulares de comunicarse), la importancia de
establecer una comunicación clara y directa, la importancia de la participación de los distintos integrantes del grupo para el
desarrollo de una tarea, la importancia del trabajo en equipo, la trascendencia de un personaje líder que coordine el trabajo en
equipo y el valor de la toma de decisiones.
121
CONCLUSIONES
A luz de los datos, podemos decir que efectivamente se presenta una mejora en los
puntajes de los niveles de autoconcepto de los adolescentes a quienes se les aplicó el
programa de intervención, sin embargo, esto únicamente se visualiza en una de las áreas
que integran este constructo: la dimensión emocional.
Estos datos evidentemente están relacionados con el carácter de las variables de estudio,
con las características de la población en donde se llevó a cabo la investigación y con las
limitaciones que lleva consigo todo programa de intervención; esto último en cuanto a los
tiempos y posibilidades reales y subjetivas que posibilitan la transformación de un
elemento histórico, constitutivo de cada persona, como es el concepto de sí mismo.
Debemos tener presente, por tanto, que el concepto de sí mismo es el referente a partir
del cual la persona percibe, y en consecuencia responde a todas las experiencias de las
que participa, por lo que tiende a mantenerse un tanto inalterable, justamente para
proteger la noción del “yo” o de “sí mismo” que la persona ha construido de sí (Rogers &
Kinget, 1971).
En esta línea de pensamiento, es evidente que nuestra intervención, como todo programa
tendiente a la mejora del autoconcepto, constituye solo un apoyo, ya que si se pretende
favorecer o mejorar una estructura de tal naturaleza, ésta requiere ser atendida a lo largo
de todo el ciclo vital, esto es, desde el momento mismo del nacimiento hasta la muerte, o
bien con otro tipo de estrategias mucho más personales y profundas, como puede ser un
proceso terapéutico -en el cual se enfrenten las resistencias, los mecanismos de defensa
122
(si hablamos desde una perspectiva psicoanálitica), o bien, a partir de un ambiente que
posibilite cierta contención del individuo y le brinde la posibilidad de que reflexione con
respecto de sí, sobre sus propias percepciones y las de los otros (desde el enfoque
fenomenológico y humanista)-, lo que puede hacerse desde el ámbito individual y/o
grupal-.
Es por ello que en esta propuesta decidimos darle más peso a esta dimensión que al resto
de las dimensiones (escolar, social, física y familiar), en términos de la cantidad de
sesiones destinadas al trabajo con los adolescentes, aunque ciertamente tales aspectos
se trabajaron conjuntamente, pues es imposible separar o abstraer una dimensión de las
otras.
Ahora bien, al desmenuzar los números relacionados con las áreas académica, social,
física y familiar, que ciertamente tuvieron una baja en el post-test, encontramos que esto
puede deberse a una elaboración “más real” del autoconcepto en estas dimensiones, pues
tal como Rogers lo menciona, en muchas ocasiones las personas hemos crecido con un
concepto un tanto distorsionado de nosotros mismos y cuando se establecen las
condiciones necesarias, es posible que la persona se dé la oportunidad de aceptar
aspectos de sí mismo que hasta entonces había negado, rechazado o incorporado de
forma incorrecta para satisfacer su necesidad de aceptación.
Desde esta óptica, podemos decir que los números a la baja no necesariamente hablan
de un trabajo poco eficaz, por el contrario, dadas las características de la variable
autoconcepto, estos datos pueden hacer referencia a la mejora del concepto de sí
mismos en los adolescentes, en el sentido de tomar conciencia de aspectos de su
123
personalidad sobre los que nunca o pocas veces habían considerado y/o reflexionado, lo
que significa que podrían haber reestructurado el concepto de sí mismos de forma más
“realista”. Tales aseveraciones surgen de los resultados cualitativos obtenidos en ambos
grupos.
Podemos ver que dichos resultados dan cuenta, en cierta forma, de la movilidad del
autoconcepto en los escolares. En algunas sesiones es evidente que las actividades
permitieron a los alumnos reflexionar acerca de cuestiones que quizá nunca se habían
preguntado, cuestiones que por lo demás, son muestra del trabajo en relación al
componente cognitivo del autoconcepto.
Algunos comentarios, evidencian, por ejemplo, la relación que los propios adolescentes
vislumbran en relación con la influencia de las “otras personas” en la construcción,
afirmación, reestructuración y/o modificación del concepto de sí mismos, así como
la importancia de los diferentes ambientes o contextos que intervienen en su construcción
y desarrollo; además de la influencia sociocultural y los efectos de la no
correspondencia entre lo que se considera “adecuado” y lo que en realidad forma parte de
la personalidad de las adolescentes, situaciones que por lo demás dan cuenta del matiz
que este constructo adopta durante la etapa adolescente.
La participación de otros alumnos, por otra parte, nos demuestra que también se trabajó el
componente comportamental del concepto de sí mismo, ya que algunos de los
adolescentes hablan acerca de las implicaciones del autoconcepto en su conducta.
Las reflexiones anteriores también pueden ser aplicables para el grupo control. En este
grupo, los resultados cuantitativos señalan una mejora en los niveles de autoconcepto de
los adolescentes en las dimensiones académica y física, en tanto que la dimensión
emocional se mantuvo en los mismos niveles, al tiempo que se observa una disminución
en las áreas social y familiar.
Creemos que el incremento de los puntajes en el área física da cuenta del trabajo
realizado en este grupo, tendiente a facilitar y promover el acercamiento de los escolares
a través de la comunicación verbal y no verbal, por lo que se realizaron actividades que
124
requerían del trabajo corporal, las cuales, pensamos, tuvieron un impacto favorable en
esta dimensión.
Por otra parte, las técnicas que se trabajaron en este programa implícitamente tenían la
intención de enseñar, mejorar y promover habilidades sociopersonales tales como
saber escuchar, iniciar y mantener una conversación, dar y seguir instrucciones, participar,
convencer a los demás de los argumentos propios, compartir algo, hacer frente a las
presiones del grupo, tomar decisiones, discernir sobre las causas de un problema,
establecer objetivos, determinar las propias habilidades, recoger información,
concentrarse en la tarea, en fin, habilidades relacionadas con la comunicación.
Ahora bien, ya que justamente la comunicación constituye un eje del proceso educativo
(no solo en términos de contenido, sino de relaciones que condicionan el propio proceso);
creemos, por lo tanto, que al trabajar dichos aspectos se favoreció el incremento en el
área académica del autoconcepto.
El impacto del trabajo realizado a lo largo de las sesiones se muestra en algunas de las
reflexiones realizadas durante el trabajo con el grupo, hecho que pudiera hablar de la
posible transferencia para el manejo de los contenidos y de un mejor
desenvolvimiento en el ámbito de las relaciones en las distintas asignaturas, elevando
su autoconcepto en esta dimensión, pues se identifican reflexiones importantes en torno a
aspectos relacionados con el trabajo en equipo, el liderazgo y la toma de decisiones,
reflexiones que, sin embargo, ciertamente no se pueden generalizar, como ya
apuntábamos con anterioridad.
Por otra parte, en algunas sesiones se tocaron aspectos relacionados directamente con el
autoconcepto, esto a partir de la reflexión de los aspectos personales referidos a las
características, habilidades y capacidades personales, en el sentido de reconocer los
aspectos “positivos” y “negativos” de la propia persona, para reforzar los “aciertos” y
modificar los “errores”; también se trabajó sobre el nivel de participación individual dentro
del grupo y el grado de satisfacción personal que esto produce.
Ahora bien, los resultados de la categoría por sexos nos permiten dar cuenta que en
general la intervención favoreció en mayor grado a los hombres de ambos grupos, sobre
todo en el área emocional, quizá esto tenga que ver con cuestiones de tipo sociocultural,
ya que si consideramos que en nuestro país aún se reprime a los hombres en la expresión
de sus sentimientos (en un sentido genérico), el trabajo con ellos tal vez permitió la
movilización del autoconcepto en un sentido positivo.
No obstante, es importante subrayar que la escuela sólo es uno de los ámbitos en los que
los adolescentes se desenvuelven y, por lo tanto, únicamente constituye una de las áreas
que participa en la construcción y reestructuración del autoconcepto -al mismo tiempo que
es un lugar donde encuentra su expresión-, por lo que deben considerarse las relaciones
125
del alumno con sus familiares, su grupo de amigos, entre otros, para poder comprender la
estructura global del autoconcepto
Es por ello que la participación del Orientador Educativo en las escuelas secundarias es
sumamente trascendente. Ciertamente, la atención de los escolares de este nivel
educativo requiere tomar en consideración la etapa de vida en que se ubican, así como
los cambios y transformaciones que enfrentan (no solo a nivel escolar, sino a nivel
personal en general). Sabemos que en este momento de la vida se presentan una serie
de cambios y transformaciones, además de que el autoconcepto adquiere una nueva
estructura, lo que hace necesario enseñar y/o mejorar habilidades sociopersonales en los
adolescentes para enfrentar esta “nueva” forma de vida.
En este sentido es que creemos que nuestro trabajo tiene un valor práctico en sí mismo
(para la comunidad en donde se aplicó la intervención), además de un valor teórico en
sentido amplio, ya que este es un programa a ser considerado por los Orientadores
Educativos y docentes de las escuelas secundarias, a fin de que puedan incidir de manera
favorable en sus alumnos.
126
Como ya hemos apuntado, la movilización del autoconcepto tendiente a la mejora del
mismo es un proceso que implicaría tanto tiempo como cada persona tiene de vida. Esto
significa que para obtener resultados satisfactorios se requiere un tratamiento que rebasa
el diseño y aplicación de un programa de intervención como el nuestro, ya que ello implica
no sólo la atención de los adolescentes durante los tres años de educación secundaria,
más aun, requiere la atención del Orientador Educativo (como campo de la Psicología) a
lo largo de toda la vida.
Sabemos, sin embargo, que las condiciones de nuestro país en el momento actual no
satisfacen tales necesidades, lo ideal sería justamente que el Orientador Educativo no
quedara reducido al ámbito escolar (en secundaria), sino que éste extendiera su labor a
otros centros, principalmente de salud y asistencia. No obstante, sabemos que eso es un
ideal y que tal vez ahora solo podamos proponer que debería empezar por integrarse en
los niveles de educación básica precedentes (preescolar y primaria), para articular un
trabajo en sentido integral.
127
MI EXPERIENCIA PROFESIONAL
La presente investigación sin duda me reportó una serie de ganancias a nivel profesional,
mismas que se desprenden del trabajo realizado en ambos grupos (experimental y
control). En este sentido, aunque me es grato compartir parte del aprendizaje adquirido
durante esta experiencia, lo que a continuación expreso seguramente queda reducido en
mucho, ya que en ocasiones resulta difícil poner en papel situaciones que trascienden del
terreno profesional al personal.
Primeramente quisiera expresar que durante la realización del proyecto conviví con los
estudiantes de una manera diferente, pues si bien, he laborado por más de diez años en
escuelas secundarias dependientes de la Secretaría de Educación Pública, todos estos
años tuve la oportunidad de trabajar en la atención de padres de familia, docentes y
alumnos desde una óptica más personalizada y no de grupo, ya que hasta hace unos
meses me desempeñaba como Trabajadora Social.
En este sentido, una de las principales cosas que aprendí tiene que ver con el hecho de
ser cuidadosa en la planificación y desarrollo de programas encaminados al trabajo con
adolescentes, esto incluye tomar en consideración su edad, nivel de desarrollo físico y
cognitivo, estado emocional, intereses, etcétera, así como las temáticas o los elementos a
trabajar, para planificar actividades pertinentes y destinar los tiempos y recursos
necesarios.
Sin embargo, aprendí también que durante la marcha se requiere de cierta flexibilidad
hacia el trabajo, es decir, que a lo largo de la realización de una propuesta o programa de
trabajo es necesario hacer las reestructuraciones pertinentes, esto significa, en ocasiones,
dar prioridad a las necesidades y demandas de los adolescentes, aún cuando ello
implique no respetar ciertos tiempos o modificar la planeación de las actividades.
La experiencia en ambos grupos me sirvió, además, para reconocer que a veces también
se hace necesario reestructurar las sesiones de trabajo de acuerdo a la dinámica del
grupo, esto es, a partir de las condiciones en las que se observe a los escolares, tomando
en cuenta, principalmente, la disposición que tengan para la realización de las actividades,
el horario y calendario escolar, entre otras situaciones.
Aprendí que para obtener la confianza de los alumnos es necesario realizar un verdadero
encuentro con los chicos, esto es, establecer un vínculo, construir un puente en el que se
les pueda hacer saber que son escuchados en cuanto a sus necesidades e intereses;
pues esto permite crear un clima de trabajo en el que pueden expresar las más diversas
situaciones que les acontecen.
128
En la práctica me di cuenta de que soy capaz de facilitar este encuentro a partir de mi
propia apertura, esto significa que puedo compartir ciertos aspectos de mi propia
experiencia y con ello crear un ambiente seguro para los adolescentes, contexto en el
que se sientan en la libertad y confianza de compartir sus situaciones personales.
En este sentido, para mí fue trascendental el hecho de observar cómo los alumnos
traspolaban lo vivencial a lo cognitivo, es decir, cómo a partir del trabajo corporal y
manual asimilaban determinadas situaciones.
129
Ahora bien, las sugerencias y recomendaciones que se desprenden de este trabajo para
el diseño y desarrollo de un programa de este tipo, son las siguientes:
Ψ Se deben planificar y desarrollar al menos cinco sesiones para trabajar cada una de
las dimensiones e impactar favorablemente de forma cuantitativa en cada una de
estas.
Es importante, en lo que respecta a este punto, dar cuenta de que ciertamente una
de las principales limitaciones de nuestra investigación fue la reducción del número
de sesiones que, a la luz de los datos, refleja que por sí mismas eran ya insuficientes.
Más aún, el trabajo se vio mermado al disminuir a 10 los días de trabajo en ambos
grupos (experimental y control).
Ψ Es necesario planificar sesiones de al menos dos horas clase (100 minutos), ya que
50 minutos resultan insuficientes.
Ψ Quizá funcione dividir a grupos numerosos en dos o más secciones, puesto que fue
sumamente difícil desarrollar las actividades con más de 40 escolares en cada grupo,
ya que en ambos grupos las sesiones de trabajo fluctuaban entre 40 y 45 alumnos,
(aunque solo se obtuvo el resultado de los datos considerando un total de 39
alumnos por grupo, pues algunos de ellos no contestaron el instrumento pre o post-
test y, por ende, tuvieron que ser eliminados para tal efecto).
130
BIBLIOGRAFIA
Abad Arellano, M. & Castillo Mendoza, L. (2003). Programa de intervención para favorecer
Síntesis.
Arias Rodríguez, M. & Muñoz Cantero, J. (1999). Potenciar la autoestima de los alumnos y
Barcelona: GRAO.
Buendía Eisman, L., Colás Bravo, M. & Hernández Pina, F. (2003). Métodos de investigación
131
Castanyer, O. (2002). La asertividad: expresión de una sana autoestima. España: Desclée de
Brouwer.
Paidós.
Darder, P. & Franch, J. (1994). Grupo clase y proyecto educativo de centro. España: ICE-
Horsori.
Duque Bermudez, L. & Mendoza Rico, N. (2001). Propuesta taller para el conocimiento de sí
Freud, S. (1972/2003). Tres ensayos sobre teoría sexual. (4ª Reimpresión). (L. Lopéz
Fuegel, C. (2000). El grupo clase como estructura social en interacción en el aula. Barcelona:
Praxis.
García, F. & Musito, G. (2001). AF 5 Autoconcepto Forma 5. Manual (2ª ed.) Madrid:
132
García Méndez, M. & Rivera Aragón, S. (2005). Aplicación de la estadística a la psicología..
Goldstein, A. P., Sprafkin, R. P., Gershaw, N. J. & Klein, P. (1980/1989). Habilidades sociales
González Núñez, J., Romero Aguirre, J. & De Tavira y Noriega, F. (1986/1998). (2ª ed.).
México: Trillas.
Hernández, V. & Rodríguez, P. (2000). Expresión corporal con adolescentes: Sesiones para
Paidós Educador.
Llanes, J. & Castro, M. (2002). Cómo proteger a los preadolescentes de una vida con riesgos:
133
López Sánchez, F. (1996). Educación sexual de adolescentes y jóvenes. México: Siglo XXI.
español, trad. de la 5ª ed. en ing.). (2002). (M. Chávez M. et al. Trads). México: El
Marchesi, A., Carretero, M. & Palacios, J. (1985). Psicología evolutiva Vol. I: Teoría y Métodos
Madrid: Alianza.
Alianza.
Muñiz Campos, A. (1991). Los padres y el maestro en relación con el autoconcepto del niño.
Nava Ortiz, J. (1993). Conceptos y teorías. En: AMPO (Ed.), La Orientación Educativa en
México: Narcea.
Pasut, M. & Ferreyra, H. (1998). Técnicas grupales: Elementos para el aula flexible.
Quintero Carbajal, A., Alarcón Colín, M. & Mérida Pérez, O. (1999). La influencia del
134
Reyes Melchor, S. (2002). Desarrollo de habilidades sociales en adolescentes de secundaria:
Nacional, México.
México: Paidós.
Sanz de Acedo Lizarraga, M. L., Sanz de Acedo Baquedano, M. T. & Iriarte Iriarte, M. D.
México: Autor.
Vallés Arándiga, A. & Vallés Tortosa, C. (1996). Las habilidades sociales en la escuela.
Madrid: EOS.
México.
Villa Sánchez, A. & Arizmendi Escribano, E. (1999). Desarrollo y evaluación del autoconcepto
135
136
Anexo 1 *⋅
Cuestionario Autoconcepto Forma AF 5
(García & Musitu, 2001)
Instrucciones
A continuación encontrarás una serie de frases. Lee cada una de ellas cuidadosamente y
contesta con un valor entre 1 y 99 según sea tu grado de acuerdo con esa frase. Por
ejemplo, si una frase dice “La música ayuda al bienestar humano” y tú estás de acuerdo,
contestarás con un valor alto, como por ejemplo el 94. Ve como se anotaría en la hoja de
respuestas.
Por el contrario, si tú estás muy poco de acuerdo, elegirás un valor bajo, por ejemplo el 9,
y lo anotarás en la hoja de respuestas de la siguiente manera:
Nota: Se han redactado las frases en masculino para facilitar su lectura. Cada persona
deberá adaptarlas a u su propio sexo.
AF 5
Contesta de 1 a 99 en las casillas correspondientes a cada pregunta
137
Anexo 2
Programa para la enseñanza y mejora de Habilidades Sociopersonales
Esta propuesta toma como referente el trabajo de Sureda García (2001), el cual se fundamenta en un enfoque cognitivo y social
constructivista. Desde la perspectiva cognitivo-constructivista se asume que el autoconcepto se construye a partir de los diversos
intercambios y experiencias con otras personas, pues de esta forma es justamente como se realiza la reestructuración de los
autoesquemas a lo largo de la historia personal de los sujetos.
Así, se adopta la idea de un autoconcepto activo, dinámico, en constante transformación a partir de las experiencias en el medio
físico y social, es decir, producto de las interacciones con padres, familiares, profesores, compañeros, amigos, etcétera. Además,
hacemos nuestra una visión multidimensional del autoconcepto, esto implica considerar que este elemento de la personalidad
repercute en las áreas emocional, escolar, social y familiar del adolescente.
Lo anterior nos lleva a adoptar un modelo integrador, el cual “supone defender la instrucción en habilidades personales y sociales
que prevengan y aseguren un autoconcepto multidimensional positivo”, sin que la intervención implique realizar un programa
orientado a la mejora de la autoimagen” (Sureda García, 2001, p. 45).
La mejora del autoconcepto esta dada, desde este enfoque, a partir de experiencias interpersonales más favorables que se
manifiestan en los diferentes ámbitos (familiar, escolar, social), una vez que las y los adolescentes mejoren sus habilidades
sociopersonales. Las habilidades sociales incluyen habilidades de comunicación y de resolución de conflictos, en tanto que las
habilidades personales comprenden básicamente el autoconocimiento y la autoestima.
El programa consta de 12 sesiones de trabajo; cada sesión contempla objetivos específicos relacionados con las habilidades a
trabajar, pero que responden a una perspectiva sistémica (global).
El trabajo está organizado en torno a las cinco dimensiones consideradas contextos significativos en la formación del autoconcepto
adolescente: emocional, social, académica, familiar y física, mismas que constituyen las áreas de evaluación global del
autoconcepto. Esta forma de organizar la intervención únicamente responde a la sistematización de las sesiones, pues la incidencia
en una dimensión evidentemente repercute en las otras.
El autoconcepto académico se refiere a la percepción que cada adolescente tiene con respecto a la calidad de su desempeño
como estudiante, tal apreciación gira en torno a dos ejes: 1) sentimiento del desempeño de su rol como estudiante a través de sus
profesores y, 2) cualidades específicas valoradas en ese contexto (inteligente, buen estudiante, entre otras). Por tal motivo, en esta
área se trabajan habilidades que favorezcan al alumno en su rendimiento escolar, tales como: organizar y controlar el estudio,
establecer metas personales y profesionales más objetivas y realistas.
138
El autoconcepto social representa la percepción que el adolescente tiene sobre su desempeño en las relaciones sociales, la cual
abarca dos vertientes: 1) la red social que tiene, así como su capacidad de mantenerla y ampliarla, y, 2) cualidades importantes
valoradas en las relaciones interpersonales (amigable, alegre, por ejemplo). Así, las habilidades que se trabajan en esta dimensión
son aquéllas que tienen que ver con la interacción social: defender los derechos personales, solucionar problemas interpersonales y
conversar con los demás.
El autoconcepto emocional involucra la percepción del adolescente sobre su estado emocional, así como de sus respuestas a
situaciones en donde se siente comprometido; esencialmente abarca dos factores: 1) percepción general de su estado emocional
(soy nervioso, soy ansioso, me asusto fácilmente...), y, 2) aplica a situaciones más específicas en donde una persona con cierta
“autoridad” o de un rango superior esta implicada (un profesor, el director, etcétera).
Esta dimensión incluye también una serie de actitudes, rasgos, valores y preferencias con respecto a sí mismo a partir de la
percepción y de los pensamientos referidos a los propios comportamientos. Por lo tanto, para fortalecer esta área se fomentan
habilidades que tienen que ver con la reflexión de sí mismo, el reconocimiento de cualidades y defectos personales, la descripción
de autoafirmaciones positivas, la capacidad de recibir descripciones positivas y rectificar errores cognitivos.
El autoconcepto familiar se refiere a la percepción que el adolescente tiene acerca de su implicación, participación e integración
en el medio familiar, este toma en consideración dos factores: 1) se refiere específicamente las relaciones con los padres respecto al
grado de confianza y afecto, y, 2) abarca a la familia y al hogar con variables tales como la felicidad, el apoyo, al sentimiento de estar
o no implicado en la familia, y ser o no aceptado por los familiares. En este sentido, en esta dimensión se trabajan habilidades que
permitan mejores relaciones familiares y un clima que proporcione seguridad y confianza para la expresión de las inquietudes,
dudas, opiniones y desacuerdos del adolescente.
La dimensión física se refiere a la percepción que el adolescente tiene respecto de su condición física, partiendo de dos
vertientes: 1) práctica deportiva socialmente hablando (habilidad y grado de aceptación de los compañeros), y, 2) aspecto físico
(gustarse a sí mismo). Dado que esta dimensión incluye una serie de actitudes, rasgos, valores y preferencias con respecto a sí
mismo a partir de la percepción de la imagen corporal y de los pensamientos referidos a los propios comportamientos, se trabaja en
estrecha relación con el área emocional, potenciando habilidades que favorecen la reflexión de sí mismo, el reconocimiento de
cualidades y defectos personales, la capacidad de realizar autoafirmaciones positivas, de establecer una correcta imagen corporal y
de rectificar errores cognitivos.
139
Descripción de las sesiones
1 Emocio a) Reconocer y Habilidad para 1. Técnica de Integración “Gente con gente”: Todos en 5 min.
nal expresar las reconocer pareja menos un adolescente, éste va gritando consignas
cualidades y cualidades y a los demás: dice la parte del cuerpo que debe unirse con
defectos personales, defectos la misma parte del cuerpo del compañero (hombro con
con el propósito de personales. hombro, codo con codo, manos con manos, etc.); cuando
favorecer el se dice “gente con gente” todos los adolescentes deben
autoconocimiento y buscar una nueva pareja; el que se queda sin pareja
valorar su dirige.
importancia.
2. Presentación de la actividad “Descubrirse a sí mismo”: 5 min.
El coordinador se presenta a los adolescentes, dice su
nombre y menciona tres cualidades personales de las
que se siente orgulloso y tres defectos de los que se
siente descontento, enfatizando que estas cualidades son
resultado de la formación y del esfuerzo personal.
Después pide a los adolescentes que elaboren una breve
autobiografía en la que enlisten tres cualidades, tres
defectos y tres cosas o actividades que les gusta realizar.
140
5. Discusión grupal. Se comentan las autodescripciones 15 min.
de algunas parejas que participen de forma voluntaria, se
comenta qué tan realistas son y se habla sobre su
importancia e implicaciones.
2 Emocio a) Potenciar el Habilidad para 1. Técnica de Integración “Los siameses”: Los 5 min.
nal autoconocimiento y reflexionar sobre adolescentes se reúnen por parejas, cada pareja decide
la autoaceptación. sí mismo la parte del cuerpo por la que estarán unidos, después
comenzarán a desplazarse por el aula para saludar a los
b) Reforzar la demás compañeros, con las posibilidades que tengan de
imagen positiva de moverse.
sí mismo en los
diferentes contextos 2. Presentación de la actividad “Cómo me veo, cómo me 5 min.
(familia, escuela); ven”. Se pide a cada adolescente que elabore una
y/o en su caso, redacción sobre los aspectos que configuran su persona:
posibilitar los debe incluir tres cosas buenas y tres no tan buenas que
cambios pertinentes. los demás ven él; los aspectos de su personalidad que
gustan a compañeros, profesores y familiares, así como
aquellos que les disgustan; y las tres virtudes principales
y defectos principales que ven en él.
141
en los diferentes contextos (familiar, escolar), para
identificar cómo influye esto en la autopercepción, qué
tan realista es y las implicaciones positivas o negativas.
.
3 Emocio a) Desarrollar la Habilidad para 1. Técnica de Integración “El Lazo”: Se pide a los 5 min.
nal capacidad de expresar y recibir adolescentes que escojan a un compañero para que sea
reconocer y descripciones su pareja, uno ata al otro un lazo imaginario de alguna
expresar positivas. parte del cuerpo (hombro, dedo, pierna, etc.) y jala del
características lazo para moverlo como si fuese una marioneta;
positivas y recibir posteriormente se desata y se lo da a su compañero para
las propias; esto que se inviertan los roles.
permitirá un mayor
autoconocimiento de 2. Presentación de la actividad “Lluvia de palabras 5 min.
las cualidades positivas”. El coordinador pide que se formen equipos de
propias y ajenas. 6 adolescentes procurando que se separen los amigos y
que se distribuyan de forma heterogénea; cada
b) Conocer de qué estudiante debe pensar y escribir una característica
forma los positiva de cada uno de los demás. Se comenta a los
compañeros nos adolescentes que todas las personas tenemos cualidades
perciben. que pueden ser valoradas también por otros individuos.
142
5. Discusión grupal. Se analiza y reflexiona sobre las 20 min.
respuestas de cada subgrupo, resaltando la importancia
de valorar las propias cualidades y las de los demás,
reconociendo que en ocasiones los demás tienen una
percepción de nosotros que puede o no, coincidir con la
propia.
4 Emocio a) Reflexionar Habilidad para 1. Técnica de Integración. “Junto a mi hay un sitio libre”: 5 min.
nal acerca de las reflexionar sobre Se pide a los adolescentes que se sienten en las sillas
cualidades, sí mismo acomodadas en círculo, junto al coordinador debe haber
capacidades y una silla vacía, él es quien comienza la técnica diciendo:
características “junto a mi hay un sitio vacío, quisiera que lo ocupara...
personales. (El nombre de un adolescente), quien tendrá que
sentarse a su lado; el compañero que se encuentra a la
b) Descubrir cómo izquierda de la silla que ahora se ha quedado vacía
nos percibimos a tendrá que repetir la misma frase y así sucesivamente.
nosotros mismos y
cómo nos perciben 2. Presentación de la actividad “¿Identificarán quién 5 min.
los demás; soy?”. El coordinador pide a los adolescentes que
identificar que escriban en una hoja sus cualidades, capacidades y
pueden existir características personales a partir de 5
coincidencias pero autodescripciones, de modo que puedan identificarlos.
también algunas
discrepancias con 3. Realización de la actividad. Una vez que cada 10 min.
respecto a la adolescente ha escrito su autodescripción se doblarán las
descripción que hojas y se depositarán en un buzón.
nosotros mismos
nos hacemos. 4. Puesta en común. Un integrante del grupo debe 20 min.
extraer del buzón una descripción y leerla al grupo, el
resto de los adolescentes tratará de identificar de quién
se trata, al ser identificado, éste tomará otra descripción y
así sucesivamente. Se analizará y reflexionará sobre
algunos puntos de coincidencia y discrepancia en
relación a cómo nos vemos y cómo nos ven, resaltando
143
que nosotros tenemos un concepto de nosotros mismos
que puede coincidir o no con el concepto que los demás
tienen de nosotros.
144
4. Puesta en común. Los adolescentes se reúnen por 10 min.
parejas y comentan lo que han escrito, deben analizar
las respuestas para identificar el tipo de autoafirmaciones
negativas que utilizan y el momento en que lo hacen.
145
estas situaciones y con estas personas?
146
cuestiones:
Antes, durante y después de hacer frente a la situación
¿Te alientas?, ¿Te echas para atrás?, ¿Te reprochas o te
vas felicitando por tu actuación?
147
derechos. específica. Las problemáticas que deben abordar son las
siguientes:
148
la influencia Un aplauso: de forma verbal.
sociocultural de los Dos aplausos: corporalmente.
estereotipos y sus Tres aplausos: a base de mímica.
implicaciones.
2. Presentación de la actividad “La historia habla de la 5 min.
c) Reflexionar sobre estética”. Se entrega material a los adolescentes para
cómo influye esto en que reunidos en equipos de 6 alumnos preparen una
el comportamiento exposición acerca de los diferentes estereotipos de
personal. belleza que han existido a lo largo de la historia.
149
actuación en el en equipos de 6 alumnos. A cada equipo se le presenta
autoconcepto. una situación problemática; los adolescentes deben
discutir, analizar y reflexionar sobre ésta y proponer el
c) Reflexionen sobre tipo de actuación más adecuado para su resolución.
la importancia de
resolver Las situaciones son las siguientes:
racionalmente los 1. Has reprobado un par de asignaturas en el primer
problemas de la vida bimestre, tus padres te sugieren que asistas a cursos
cotidiana, de regularización por la tarde. ¿Qué deberías hacer?
manejando el 2. Un amigo (a) te pide que le ayudes a estudiar para
aspecto socio- un examen de matemáticas que presentarán al
emocional. siguiente día, pero tú has quedado de ir esa noche a
una fiesta a donde tienes muchas ganas de ir, no
quisieras defraudar a tu amigo, ni dejar de ir a la
fiesta. ¿Qué tendrías que hacer?
3. Te han comentado acerca de dos escuelas donde
imparten cursos de inglés; en una acuden la mayoría
de tus amigos (as), en la otra parece que el nivel es
mejor. ¿A cuál acudirías?
4. Sabes que un (a) amigo (a) tuya tiene serios
problemas económicos en su casa pero esta es la
tercera vez que te pide $100 que no vuelves a ver.
Tú guardabas algún dinero para ir a un concierto a
dónde tenías muchas ganas de ir. ¿Tendrías que
prestarle el dinero a tu amigo (a)?
150
4. Puesta en común. Cada uno de los equipos expone al 15 min.
grupo la solución planteada y explica el por qué de esta
decisión.
151
relación familiar y la hijos hacia los padres.
empatía entre los
distintos miembros 4. Puesta en común. En equipos de 6 alumnos se 10 min.
de la familia. comentan las reflexiones individuales y se les pide que
propongan pautas de conducta que favorezcan la
relación familiar y la empatía entre los distintos miembros
de la familia.
152
caso, los alumnos comentarán algunas pautas de 10 min.
actuación para mejorar la situación de David.
153
Anexo 2-a
Si alguien de tu clase se está burlando de ti, es muy normal que te sientas mal. Pero si esta situación hace que te envíes un mensaje
que dice “todo el mundo me odia”; te vas a sentir fatal. Por esta razón, es importante saber cómo prescindir de las autoafirmaciones
que te hacen daño. Una manera de cambiar la idea de que “todo el mundo me odia” es pensar que sólo era una persona la que se
burlaba de ti y que tienes amigos que son amables contigo. Dicho de otro modo, es posible que no le caigas bien a alguien, pero eso
no significa que TODOS te odian; o quizás esa persona no se encontraba de buen humor y no es verdad que te odie. El ser capaz
de destruir las autoafirmaciones requiere práctica. Parece algo superficial al principio y puede no funcionar las primeras veces, pero
debes seguir intentándolo, y, al final, comprobarás que es más y más fácil, y el mensaje acabará por no aparecer en tu mente con
tanta frecuencia (Pope, 1996 en Sureda García, 2001, p. 71).
154
Anexo 2-b
Los derechos asertivos son derechos no escritos, que todos poseemos y que sirven para hacernos respetar, mientras respetamos a
los otros. Morganett, R. (1995, en Sureda García, 2001, p. 75), nos presenta la siguiente tabla:
Derechos Asertivos
155
Anexo 2-c
Asertividad: Es la capacidad de autoafirmar los propios derechos, sin dejarse manipular y sin manipular a los demás (Castanyer,
2002, p. 21).
Comportamiento externo: Expresión de sentimientos tanto positivos como negativos; defensa sin agresión; honestidad; capacidad
de hablar de propios gustos e intereses; capacidad de discrepar abiertamente; capacidad de pedir aclaraciones; de decir “no”; de
saber aceptar errores.
Patrones de pensamiento: Conocen y creen en unos derechos para sí y para los demás.
Sentimientos/emociones: Adecuada autoestima; no se sienten inferiores ni superiores a los demás; satisfacción en las relaciones;
respeto por uno mismo. Sensación de control emocional.
La persona asertiva:
1. Sabe decir “no” o mostrar su postura hacia algo.
o Manifiesta su propia postura ante un tema, petición, demanda.
o Expresa un razonamiento para explicar/justificar su postura, sentimientos, petición.
o Expresa comprensión hacia las posturas, sentimientos, demandas del otro.
156
Anexo 2-d
Modelo de Yeates y Selman (1989, en Sureda García, 2001, p. 84) para el desarrollo de estrategias de negociación interpersonal.
- Definir y clarificar el problema social planteado: realizar un análisis objetivo de las causas que generan el conflicto, intentar
clasificar las necesidades personales y las de l resto de las personas implicadas.
- Recopilar la información relevante para solucionar el problema: concretar las fuentes de información que permiten clarificar la
resolución del problema y la búsqueda de soluciones.
- Generar alternativas de resolución: buscar otras formas de actuación posibles delante del problema, y detallar las ventajas y
los inconvenientes de cada opción para facilitar la elección.
- Seleccionar y aplicar la estrategia de solución más apropiada: después de haber reflexionado sobre las opciones posibles,
seleccionar la que se considere más adecuada.
- Evaluar los resultados, determinando un plan de acción: llevar a cabo la acción elegida y evaluar los resultados.
157
Anexo 2-e
David estudia el segundo año de educación secundaria, va reprobando la mayoría de las materias y pasando de “panzazo” otras.
Dice que lo que en realidad le gustaría es tomar un curso de mecánica automotriz o algo así, porque le gustan mucho los coches y
porque no quiere estudiar: no le gusta estudiar.
Generalmente, sólo estudia cuando llegan las evaluaciones. Entonces sí estudia: se le ve con el libro hasta en los recreos, pero a
pesar de los esfuerzos, se pone muy nervioso en los exámenes y reprueba.
Cuando estudia en casa, suele hacerlo donde más le apetece. Unas veces en la sala, dice que allí está cómodo porque se puede
recostar... Su padre se enfada mucho con él por esto; le obliga a estudiar en la mesa de su habitación y a apagar la radio, porque le
distrae...
La verdad es que David está harto de tantas broncas... Quisiera que le dejaran en paz, y quisiera no reprobar más materias, pero no
sabe que hacer. ¿Podrías ayudarle? (Brunet & Negro, 1993, en Sureda, 2001, p. 92)
158
Anexo 3
Programa “Técnicas de Integración” para el grupo Control
Es bien sabido que el proceso educativo tiene lugar en un contexto eminentemente social, esto implica múltiples y variadas pautas
de interacción. Desde la perspectiva Constructivista, (cuyos planteamientos retoman algunos de los principales postulados de
Vygotsky), la Educación escolar es un proceso global, un proceso complementario de Enseñanza-Aprendizaje, ya que “el
conocimiento se construye gracias a un proceso de interacción entre los alumnos y alumnas, el profesor o profesora y el contenido”.
(Gómez & Coll, 1994, p. 58).
Para el Constructivismo, el conocimiento no es una mera copia de la realidad, no es algo acabado que pueda transmitirse al alumno
por parte del docente, sino que es algo que el propio individuo va construyendo en interacción con su medio físico y social. La idea
fundamental que subyace en la línea de pensamiento constructivista se refiere a la influencia que ejerce el medio sociocultural,
puesto que “cualquier conocimiento se genera en un contexto social y culturalmente organizado”. (Gómez & Coll, 1994, p. 57).
En esta línea, se postula que las personas aprenden a partir de las interacciones con los otros miembros de la comunidad y
posteriormente interiorizan los conocimientos; cada persona construye su conocimiento de manera individual, pero aprende “de” y
“con” los otros. De esta forma, en la escuela tanto el profesor como los demás alumnos son parte importante del proceso educativo,
puesto que constituyen un recurso para potencializar y facilitar el aprendizaje o en caso contrario, para obstaculizarlo y entorpecerlo.
Considerando, pues, que el aprendizaje individual tiene lugar dentro del contexto grupal, es evidente que este depende, en gran
medida, de la comunicación que se ejerce dentro del aula con los compañeros y profesores, comunicación que se expresa a través
de los distintos intercambios, puesto que no solo conduce el proceso del grupo, sino que lo condiciona. Dentro del contexto escolar
y, en particular dentro del aula, estos intercambios se llevan a cabo en diferentes grados y formas, puesto que si bien, todos los
individuos hacemos uso de los dos grandes sistemas de comunicación (verbal y no verbal), este depende de las experiencias
individuales que se han tenido a lo largo del ciclo vital.
Desde esta óptica, las formas de relación y comunicación que se han interiorizado a lo largo de las experiencias individuales, se
manifiestan dentro del grupo y condicionan el proceso de intercambio social. Cada persona posee ciertos “filtros” a través de los
cuales estructura las experiencias personales, “modelos” que ha construido y a partir de los cuales examina la realidad e interactúa
en los medio físico y social; todo individuo posee un marco de referencia distinto, ya que ninguno ha participado de las mismas
experiencias e incluso si estas fuesen iguales, todo individuo las interpreta de manera diferente, por lo tanto, es sumamente
importante prestar atención a los estilos de comunicación de los estudiantes, con el fin de facilitar y promover formas de
organización favorables a todos los integrantes del grupo, además de que esto dice mucho de su autoconcepto y de su personalidad
en general.
159
Ahora bien, los procesos de comunicación que se llevan a cabo dentro del ámbito escolar no se limitan al manejo ciertos contenidos
por parte del maestro y los alumnos, sino que incluyen las formas de organización del trabajo y las relaciones entre todos los
miembros del grupo. A la par que desarrollan la tarea educativa, los miembros del grupo pueden establecer relaciones afectivas u
hostiles, de empatía o de competencia; el tipo de relaciones que se dé entre los integrantes del grupo necesariamente facilita u
obstaculiza la organización del trabajo, lo que indudablemente se refleja en los resultados del proceso de enseñanza-aprendizaje.
Resulta obvio que un manejo adecuado de las relaciones dentro del grupo-clase permitirá un clima favorable de trabajo que se
traducirá en una adecuada organización y, en consecuencia en mejores resultados del proceso de enseñanza-aprendizaje, al tiempo
que se favorece el desarrollo afectivo-emocional de los estudiantes y se contribuye a un desarrollo integral de los mismos. El papel
del docente, del orientador y de todo educador en este proceso es sumamente importante, puesto que es el coordinador del grupo, y
al tiempo que dirige las actividades del mismo, puede favorecer las relaciones entre los propios alumnos.
Este programa pretende trabajar aspectos encaminados a fortalecer la relación entre los miembros del grupo, pues como sabemos,
los procesos de comunicación que se llevan a cabo dentro del mismo influyen de manera importante en las cuestiones psico-
emocionales, así como en los resultados académicos. El programa se compone de 12 sesiones de trabajo; cada sesión contempla
una técnica de integración destinada a cubrir un objetivo particular, mismo que responde a un enfoque integral o global, es decir, que
contribuye al objetivo general.
Ahora bien, es necesario precisar ciertos términos. Algunos autores utilizan como sinónimo técnica y dinámica de grupo, sin
embargo, es importante establecer la diferencia, al menos en un sentido teórico, ya que esto nos facilita el análisis, comprensión e
intervención en el trabajo con grupos.
Para Darder y Franch (1994), el grupo es un conjunto de “elementos individualizables” que se relacionan en un contexto
determinado y producen efectos específicos. En este sentido, el grupo es, ante todo, el proceso de intercambios entre el docente y
los alumnos.
No obstante, el Grupo-Clase posee determinadas características que lo diferencian de otros tipos de grupos. De acuerdo con
Biscarri, este se puede definir como “un peculiar conjunto de sujetos nucleados con el fin de realizar un aprendizaje formal,
regulados por una serie de normas que estipulan las interacciones. Al mismo tiempo, estos miembros participan de un contexto
social informal donde sus relaciones son más espontáneas, al margen de los objetivos y normas institucionales establecidas”
(Fuegel, 2000, p. 73).
En este sentido cada grupo “es una realidad nueva y distinta que la simple suma de sus individuos. Su dinámica (su movimiento, su
fuerza) será distinta a la suma de fuerzas individuales. La interacción de los miembros producirá una fuerte energía y capacidad que
superará a la de los miembros aislados” (Pasut & Ferreira, 1998, p. 27).
160
La dinámica grupal, entonces, se refiere a toda la serie de interacciones e intercambios personales, a todos los procesos que se
generan dentro del grupo a consecuencia del desarrollo de las actividades realizadas, en tanto que al hablar de trabajo con, de o en
el grupo escolar, nos estamos refiriendo a las acciones y actividades que realizan todos los integrantes del mismo para el desarrollo
de una tarea.
Cuando lo que se desea justamente es maximizar u optimizar los resultados de las acciones de los miembros del grupo, justamente
se puede hacer uso de las técnicas grupales, “esto es, instrumentos o procedimientos que harán realidad las potencialidades del
grupo”, ya que las técnicas “son procedimientos y medios que, aplicados a una situación de grupo, mejoran su productividad”. (Pasut
& Ferreira, 1998, p. 27). De esta forma, al hablar de técnica estamos refiriéndonos al procedimiento que se emplea para el logro de
ciertos objetivos, lo que evidentemente genera movimiento o alteraciones de la dinámica grupal.
De esta forma, las Técnicas Grupales son aquellos procedimientos que se utilizan para modificar favorablemente la dinámica del
grupo, esto es, los medios a través de los cuales se aprovechan mejor y de forma más eficaz los recursos de los integrantes del
grupo para lograr la consecución de los objetivos del mismo. De acuerdo con Hernández y Rodríguez (2000), los principales
objetivos de las Técnicas de Integración son: desarrollar el sentido de pertenencia al grupo, promover la cohesión de los miembros y
la unión de estos, así como permitir a cada integrante el sentirse acogido y aceptado por los compañeros.
Así, se espera que a través de este programa se favorezca la cohesión del grupo, a partir de que cada adolescente tome conciencia
de su participación dentro del mismo; así, cada escolar estará en posibilidad de aceptar y respetar a los demás compañeros y podrá
orientar su energía psico-emocional e intelectual al logro del objetivo común del grupo: el aprendizaje.
161
Descripción de las sesiones
Objetivo General Facilitar y promover la comunicación de los adolescentes para desarrollar el sentido de pertenencia al
grupo, promover la cohesión y unión entre los integrantes del mismo.
162
de manera que tendrán que intercambiarlas con otros miembros.
5. Las condiciones son: No se permite hablar, esta prohibido hacer señas o
arrebatar las fichas de sus compañeros y sólo se permite dar fichas a otro
compañero si se cree que ayudarán a formar su figura.
6. Cuando los equipos terminen su trabajo, se les dará un tiempo para que
cada uno realice una evaluación acerca de las actitudes individuales que
ayudaron u obstaculizaron el trabajo en equipo, así como de la forma en
que se organizaron.
7. Finalmente se realiza una plenaria para retroalimentar al grupo en general,
con base en las siguientes interrogantes: ¿Cómo se sintieron durante la
actividad?, ¿Qué problemas enfrentaron y cómo los resolvieron?, ¿Qué
actitudes manifestaron los miembros del equipo?, ¿Cuáles ayudaron y
cuáles obstaculizaron el trabajo?, ¿Qué situaciones identificaron los
observadores que tomaron este papel?, ¿Qué conclusiones pueden
obtenerse de este ejercicio y como pueden aplicarse a la labor educativa?
3 Evidenciar la Enredo. 1. Se pide a tres voluntarios que salgan del salón donde se realizará el
importancia de ejercicio.
establecer una 2. El resto del grupo deberá formar un círculo con los alumnos de pie.
comunicación 3. Se explica que esta será considerada su estructura original.
clara así como 4. Posteriormente se les pedirá tomarse de las manos y sujetarse de la mejor
de seguir forma para no soltarse hasta que se les dé la indicación: deberán cruzar los
instrucciones. brazos y tomarse de la mano de forma alternada.
5. Se explica a los adolescentes que no podrán hablar mientras se realiza el
ejercicio.
6. Se solicita que entren los tres voluntarios que salieron en un inicio y se les
informa que ahora ellos asumirán el papel de asesores o coordinadores del
grupo. Su tarea consiste en llevar a ese grupo a la estructura original,
subrayando que los miembros del grupo no pueden hablar ni soltarse de
las manos.
7. Pasado un tiempo razonable, si los coordinadores no han podido conducir
al grupo a su estructura original, se le pide al grupo que lo hagan sin
soltarse de las manos.
8. Se invita a los integrantes a soltarse y se discute la experiencia, explorando
cuáles fueron los sentimientos y las actitudes experimentadas durante la
163
realización de la tares.
9. Finalmente se discute, en plenaria, la importancia de atender a la
comunicación y de seguir instrucciones.
4 Facilitar la Collage 1. Se forman equipos de seis a ocho alumnos.
comunicación 2. Cada participante deberá tener una cartulina, pegamento, revistas para
en el grupo. recortar y marcadores; utilizará las revistas para recortar imágenes que
pegará en la cartulina tratando de responder a la pregunta ¿Quién soy?
3. Cada uno de los integrantes del equipo interpretará el collage de sus
compañeros y posteriormente cada alumno explicará su collage.
4. En subgrupo comentarán la experiencia y presentarán sus impresiones.
5. Finalmente se abrirá una plenaria, con el fin de reflexionar acerca de la
importancia de la comunicación en el proceso grupal, sobre las
interpretaciones equivocadas a causa de la comunicación insuficiente,
etcétera.
5 Destrucción y Analizar diferentes 1. Se organizan equipos de trabajo de 10 integrantes.
construcción tipos de liderazgo. 2. Se les pide que imaginen la siguiente escena: “Una inmensa catástrofe ha
del mundo. asolado la Tierra. Dentro de 30 minutos, el globo terráqueo será destruido
por completo. De la inmensa multitud de sus habitantes, tan sólo quedan
nueve personas. Una nave espacial que solo cuenta con capacidad para
cinco ocupantes espera transportar a los sobrevivientes a un planeta lejano
y seguro, donde podrán iniciar una nueva vida. La tarea del grupo consiste
en determinar, dentro del tiempo señalado, quiénes ocuparán los lugares y
por qué”.
El grupo está integrado por: Un sacerdote, Un juez, Un policía, Un esposo,
Una esposa embarazada, Una actriz (de cine o de teatro), Un estudiante,
Un agricultor, Una maestra.
3. Desarrollo:
164
en adelante.
4. Finalmente, se discute el ejercicio, realizando comentarios para
retroalimentar al grupo en general.
6 Tú ¿Hablas con Verificar el grado de 1. Se pedirá al grupo que se dividan en cuatro subgrupos de acuerdo a las
nosotros? participación siguientes consignas:
individual en el grupo.
a) El primer subgrupo deberá estar integrado por los adolescentes que
más participan en el grupo.
b) El segundo lo formarán quienes intervienen bastante.
c) El tercero estará integrado por los quienes hablan poco o casi nunca.
d) El cuarto lo conformarán aquellos alumnos que duden en integrarse a
alguno de los otros subgrupos.
a) Líder participativo.
b) Líder bonachón.
c) Líder autoritario.
Cada subgrupo deberá ser coordinado por el líder, quien conducirá la tarea
165
de acuerdo al papel asignado, ésta consiste en dibujar en una hoja de
rotafolio lo siguiente:
166
3. Al quedar frente a frente con su pareja, contestarán preguntas como las
que siguen: ¿Cuál es tu comida favorita?, ¿Qué es lo que más te gusta
escuchar?, ¿Qué es lo que más te gusta y lo que menos te gusta hacer?,
¿Qué es lo que más te agrada y desagrada?, ¿Qué es lo que más te hace
feliz?, ¿Qué cosa te gusta de ti mismo?, ¿Cuál ha sido tu mayor logro?,
¿Qué cosa cambiarías de ti mismo?
4. Se finalizará el ejercicio con algunos comentarios acerca de la actividad:
¿Qué fue lo que te gusto del ejercicio?, ¿Por qué?, ¿Qué no te gustó?,
¿Por qué?, ¿Cómo te sentiste con la experiencia?
10 Yo soy. Propiciar el 1. Los participantes escribirán en una hoja la frase Yo soy... diez veces.
conocimiento mutuo 2. Los alumnos deberán completar las frases de manera individual.
para promover un 3. Voluntariamente se solicitará a algunos adolescentes que lean sus
ambiente de mayor descripciones.
confianza en el grupo. 4. Se realizarán comentarios al respecto.
5. Finalmente, el coordinador destacará la importancia de ser una persona
única en el mundo, de poseer ciertas cualidades y aún ciertas limitaciones,
explicando también que el respeto y la tolerancia a los compañeros invita al
respecto y a la tolerancia de la propia persona.
11 Confianza y Promover un clima de 1. El coordinador repartirá dos tarjetitas a cada uno de los adolescentes.
desconfianza. mayor confianza en el 2. Se solicitará a cada uno de ellos que escriba en una tarjeta el nombre del
grupo a partir de la compañero o compañera al que le tiene más confianza y el por qué.
expresión abierta y 3. Se pedirá, que en la otra tarjeta anote el nombre del adolescente en quien
honesta sobre lo que confié menos, registrando también los motivos.
piensan acerca de sus 4. Después se pedirá a todos los alumnos que depositen las tarjetas en el
compañeros. buzón destinado para ello.
5. Posteriormente se solicitará a algunos chicos que en forma aleatoria tomen
y lean algunas tarjetas y las comenten.
6. Finalmente se harán comentarios generales de manera voluntaria, con
respecto a las siguientes cuestiones:
¿Cómo me he sentido durante el ejercicio?, Qué me ha gustado?, ¿Qué me
ha molestado y me ha puesto triste?, ¿Cómo me siento ahora?, ¿Cuántas
tarjetas he recibido?, ¿Qué mensajes incluían?, ¿He aprendido algo nuevo
acerca de mi mismo?, ¿De qué manera puedo aprovechar estas
observaciones de manera positiva?, ¿He descubierto algo acerca de algún
167
compañero?, ¿Qué puedo hacer para obtener la confianza de algunos
compañeros o para ofrecer la mía?, ¿De qué manera podemos aprovechar
cómo grupo esta información?
12 Escudo Grupal Promover el sentido 1. Se forman equipos de seis adolescentes escolares.
de pertenencia al 2. Se les pide que por equipo dibujen un escudo que los represente como
grupo. grupo, bajo las siguientes consignas:
168