En el barroco una de las obsesiones ha sido el concepto
del tiempo. La ciencia y sus hallazgos parece ser que tienen una gran parte de influencia. Junto con el tema de lo pasajero de la vida humana, con un significado más acentuado y el mismo arte que se mueve según parece por el mismo tiempo que lo lleva.
Los pintores holandeses en sus obras intentan dar la
impresión de transitoriedad y de que todo muda al mismo tiempo. Esto lo intentan creando un mundo donde nada es estático, ni fijo, las pincelas son ligeras y sin definición, con lo que quieren trasmitir inconstancia y cambio.
Los artistas en sus obras muestran la importancia que
tiene la temporalidad y la momentaneidad, intentando captar un instante en concreto. Y al mismo tiempo, representando al Tiempo (valga la redundancia) con un paso rápido, con poder para destruir y con su condición de eterno. Al Tiempo se le representa normalmente como un anciano cuyos atributos son las alas, una guadaña y una serpiente mordiéndose la cola.
Las obras de arte tratan de la fugacidad de las cosas
mortales. A veces los pintores intercambian los papeles, por ejemplo haciendo que el Amor desafíe al Tiempo, y este de alguna manera se sienta vencido. Otro tema recurrente es la destrucción que provoca el paso del Tiempo y como va desapareciendo la Belleza. En este caso sería el Tiempo Revelador al mismo tiempo que el Destructor, revelando la imagen de la mortalidad y la decadencia.
En la existencia humana, el Tiempo destructor y la Muerte
son lo mismo. Algunas veces por ello la Muerte se apropia de los atributos del Tiempo. Los artistas utilizaban el tema de la Verdad rescatada de su encubrimiento por su padre Tiempo, esta alegoría fue empleada a veces con fines religiosos. En el siglo XVI la utilizaron tanto los católicos como los protestantes en defensa de su causa. En el siglo XVII es el mismo Rubens quien utiliza esa iconografía, con Calvino y Lutero que han sido víctimas del Tiempo, que lleva en brazos a la Verdad hacia el cielo, tema que plasma en su obra El Triunfo de la Verdad Eucarística sobre la Herejía. Los artistas barrocos vieron en el ciclo de la noche y el día una ilustración del Tiempo como principio cósmico que gobierna el ritmo de la existencia humana. El amanecer y el crepúsculo son los momentos del día que mejor recuerdan el paso del tiempo, por eso fueron los momentos elegidos por algunos pintores para plasmarlos en sus lienzos.
Pero no sólo utilizaron el recurso cíclico del día y la noche
para mostrar el paso del tiempo. Sino también el giro de la rueda de la Fortuna manejada por el Tiempo, que representa el ciclo en que las civilizaciones se elevan de la pobreza por medio del trabajo a un estado de riqueza, de ahí al lujo para volver a su condición original. Otro de los métodos con los que aludían al paso del tiempo era la representación de las estaciones del año en forma de paisaje.