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IMITACIÓN
DE LA SANTÍSIMA VÍRGEN.
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LA IMITACIÓN
DE LA SANTÍSIMA VIRGEN
SOBRE EL MODELO
DE LA IMITACIÓN DE yESU-CHRISTO.

Unius vita , omnium disciplina.


S. Ambros. de Virg. lib. a.

TRADUCIDA DEL FRANCÉS

POR
DON LEONCIO DEL OLMO,

MADRID:
EN LA IMPRENTA DE D. BENITO CANO,
AÑO MDCCXCII.
.ll AJ
EL TRADUCTOR.

o
su i como no hay cosa mas freqüerí-
te entre los Christianos que manifestar
ser devotos de la Virgen , Madre de
Dios , su devocion fuese verdadera , y
segun el espíritu de la Iglesia , pudie
ra ciertamente gloriarse aquella Señora
al ver un copioso número de almas pía-
dosas , que al paso que la daban honor
en cierto modo consagrándose á su ser
vicio , no se habia malogrado en ellas
el fruto precioso de la sagrada Pasion
y muerte de «u Hijo ; pero la lástima
es , que tenernos sobrados fundamentos
para creer que la devocion que se man
tiene á .esta Reyna de los Angeles por
la mayor parte de los fieles no es sino
superficial y aparente.
Muchos hay que viven persuadidos
á que con solo rezar el Rosario todos
los días en su honor , llevar algun Es
capulario , ó alistarse en alguna de las
muchas Congregaciones que se han eri
gido en obsequio de esta Señora , tie
nen ya un justo título para apellidarse
sus devotos ; pero éste , entre otros va
rios que se advierten en esta materia,
es un error grosero y digno de la ma
yor compasion. No , es necesario confe
sarlo , mientras no acompañen á sus
prácticas de• devocion una conducta re
gular y christiana , el cumplimiento de
las principales obligaciones de su esta
do , y una pureza de costumbres tal
qual se nos manda en el .Evangelio , es-
; tos
VII
tos tales no son verdaderos devotos de
María y mientras no trabajen en morti
ficar su carne , sujetar sus pasiones , ex
tirpar sus vicios y malos deseos , como
encarga el Apóstol : en una palabra : si
no procuran, arreglar su conducta á la
de aquella Señora , é imitar en quanto
les sea posible sus virtudes , su devo
cion será totalmente infructuosa , y su
confianza vana y temeraria. El que quie
ra seguirme , dice Jesu-Christo , niégue
se á sí mismo : Si pretendes entrar en la
vida eterna., -observa los mandamientos : Y
como dice el Apóstol : El Reyno de los
Cielos padece fuerza , y solo los que se
violentan y crucifican con Jesu-Christo son
los que le arrebatan.
Para que nuestra devocion con la
Madre de Dios sea sólida y verdadera,
«4 y
VHI
y podamos contar con la protección de
esta Señora , es necesario , además de
h> dicho , el. que abriguemos en nuestro
corazon otras devociones , sin las que
qualquiera que pudieramos tener con la
Santísima Virgen , seria condenada por
ella misma. La primera y mas princi
pal de todas es la que debemos al mis
mo Dios , á aquel Ser supremo , Señor
de todas las cosas , Criador del Cíelo
y de la tierra , omnipotente y eterno,
que lo crió todo de la nada , y cuya
providencia infinita conserva y mantie
ne todas la's cosas. Este es aquel Señor
á quien estamos obligados á amar de
todo nuestro corazon , con toda nues
tra alma , con todas nuestras poten
cias y sentidos, y el único que por su
infinita bondad y misericordia puede
sal
IX
salvarnos : sin esta devocion , que es
entre todas la mas esencial , ¿cómo po
drá ser agradable la que tributemos
á la Santísima Virgen , quando sabe
mos que esta misma Señora se recono
cía por indigna de ser su esclava 2
Debemos tambien saber , como ver
dad de fe , que Jesu-Christo es Hijo
del mismo Dios , igual en todo á su
Padre , Dios y hombre juntamente , que
tomó carne en el casto seno de una Vir
gen , que vivió entre los hombres pura
servirles de exemplo y de modelo, y que
por ultimo fue muerto ignominiosamen
te en una Cruz , solo por redimirnos y
librarnos del infierno : tampoco pode
mos ignorar que Jesu-Christp es el Au
tor de la gracia , el conducto inmedia
to por donde Dios , su Padre ? nos co-
• .• mu*
munica todas aquellas gracias y favores
de que somos dignos ; y en una palabra,
que es el único mediador entre Dios y
los hombres. Pues siendo esto infalible)
¿ cómo podernos dispensar de profesar
á este Señor la devocion mas tierna ?
¿ por quántos títulos no debemos serle
reconocidos ? Y de otro lado : ¿ quién
mejor que María Santísima puede co
nocer esta gratitud y buena correspon
dencia que debe haber de parte de los
hombres ? ¿ Y es posible que pueda lle
gar á tanto la locura de muchos Chris-
tianos que vivan persuadidos á que pue
den fundar una confianza sólida y ver
dadera en la Madre , quando al mismo
tiempo no tratan sino dé ultrajar al Hi
jo ? Es necesario despreocuparse en es
te asunto , no creer á todo espíritu , ni
di-
Úexarse llevar de todos vientos ; toda de
vocion que no esté apoyada sobre estos
principios es preciso condenarla , y ven
ga de donde quiera.
Yo sé bien que habrá muchos Chris-
rianos que me opondrán no pocos exem-(
píos de pecadores , que habiendo vivi
do una vida criminal •, por esta ó la
otra devocion con la Santísima Virgen,
experimentaron á la hora de la muerte
una especial proteccion de aquella Se
ñora ; pero prescindiendo de la verdad
de estos hechos, sujetos por su naturaleza
á mil equivocaciones , y del miserable
abuso <jue puede haberse hecho en esta
parte de la piedad christiana : lo cier
to es , que Jesu-Christo en diferentes
lugares de su Evangelio , que es y
debe ser la regla de vivir del Christia-
no.
xn
no , nos manifiesta , que segun la vi
da , así será la muerte , y que nos
presenta muy pocos exemplos que pue
dan inspirarnos otra confianza : el del
Buen Ladron es bien sabido de todos,
y especialmente de los falsos devotos;
pero nótese , como dice S. Agustin, que
es uno , para que ninguno desespere , y
sole para que ninguno confie ; fuera de
que éste , y qualquiera otro raro exem-
plar que pueda presentarse , se debe
considerar como un prodigio de la infi
nita misericordia del Señor , con cuyo
favor ninguno debe ordinariamente con
tar , sino procurar observar la ley , y
obrar su salvacion con temor y temblor , co
rno nos encarga el Apóstol.
Ninguno crea por esto que lo que
hemos dicho hasta aquí va dirigido á
re-
ZIU

retraer á los fieles de ia devocion con


Ja Virgen , Madre de Dios , no por
cierto : quisieramos únicamente que ar
reglasen su devocion en esta parte , y
que no esperasen á desengañarse en un
tiempo en que quizá no habrá remedio;
persuadiéndose de buena fe, que aquella
misma Señora condenará qualquier exce
so que pueda haber en la que se la tri*-
bute , ó que ceda en perjuicio del sumo
respeto , honor y veneracion profunda
que debemos ante todas cosas á aquel Ser
ñor supremo ,- Criador del Cielo y. de
2a tierra.,, ya. Jesu-Christo , su Hijo
único , que nos redimió á . costa de su
preciosa sangre: por lo .que- hace á lo
demas , ¿quién será capaz de reprobar
Ja devocion con la Santísima Virgen ?
i por quántas y quán grandes conside
ra-
.raciones na merece esta Señora todos
•nuestros obsequios 2 La misma Iglesia
recomienda eficazmente á los Christia-r
nos esta devocion , y procura inspirar^
les una verdadera y sólida confianza
,en ella : la? llama Madre y- Abogada de
-los pecadores , consoladora de los afligi
dos, y lo es efectivamente. Debemos, pues,
-todos los Christianos esforzarnos quanto
«sté de nuestra parte á mantener á esta
poderosa y eficaz Protectora la devocion
mas tierna; pero no una devocion esteril,
que consista tínicamente J en exterioridad
y apariencia , sino que esté fundada en
la imitacion de sus admirables virtudes.
Este fue el principal objeto que se
propuso el Autor de la Imitacion de la
Santísima Virgen sobre el modelo de la
Imitacion de Jesu-Cbristo , que es el libro
que
XT

que damos al público : nos propone en


aquella Reyna de los Angeles los exem-
plos de virtud mas excelentes , para que
los imitemos en quanto esté de nuestra
parte , y nos aprovechemos de los con
sejos y lecciones admirables que para el
arreglo de nuestra conducta nos ofrece
en bocár-flé- aquella Jiriisma Señora. El
-Autor está muy lejos de creer que su.
;obra pueda compararse con el modelo
que se propuso , por ser éste verdadé
ramente inimitable , sirviéndole de úni
ca satisfaccion el haber trabajado en
obsequio de la Santísima Virgen , y de
sus verdaderos devotos. El Traductor,
animado de los mismos sentimientos , ha
procurado quanto le ha sido posible el
no defraudar á la pureza , expresion y
sencillez que encierra el original.
.• »
- - Si
• , -m : O¿-lJ.^ ÍL ¿•'A ...
..... ....... •• -yuA ¿el - u E.'/S.H :,;. • .,
:••;-: r,r r . .-'.'Wbox* ¿t.r.i L-:.-:iv •;.J,; .
': : '. y^::^ o Un; u y as 2o;i;>!i¡. - ••
i••" * t,

3 . i-''SI algún» , desease ; mayor ¡ áusteiccion -sobre


;Iqs caractéres dft¡ Jatryei;dade''a1deypJ,cÍ5n., vea al
Padre . Sefier.i de, |a Compañía, de (Jesus en su
Devoto d^ María } y sobre todo al insigne Luis
'Antonio ivjurátori en 'su excelenté" otíríta -de fa
¿Devocion arreglAda del Cbriftioifi. 'i
-:nú áf' ülobtibivire r oídr••irnini •Jir.wi'. .
? •-i .

... '. •'':,..-, eca .-..• ¿ t -JÍJ o:. . rrilr'r.


S . .. .- •ii 4 .'. y >: ':.;.;f oi.,." .:••. '}

tA
: LA IMITACIÓN
DE LA SANTÍSIMA VÍRGEN
SOBRE EL MODELO

VE LA IMITACIÓN DE JESU-CHRISTO.

LIBRO PRIMERO.
«N EL QUE SE CONSIDERAN LA VIDA T VIRTUDES
'j)E LA SANTiSIMA VIRGEN, DESDE SU INMACULADA
CONCEPCIÓN HASTA EL NACIMIENTO DE SU
DIVINO HIJO EN BELEM.

CAPíTULo PRIMERO.

De la imitacion de las virtudes de ¡a Santísima

\Jjienaventurados (i) los que no se


apartan de los caminos que yo les he seña
lado ! ¡ Dichoso aquel que escucha lo que
yo le digo for medio de los exeniflos de
virtud que le he dado\
La Iglesia , poniendo estas palabras en los
labios de María , nos exhorta á estudiar la
conducta que esta Reyna de los Santos ob
servó sobre la tierra, y á ¡mkar lo que nos
otros admiramos en ella.
¡Di-
(i) Prov. 8. v. 3i. 34.
a
¡Dichoso en efecto el que imita á María;
pues imitándola , imita á Jesus, Rey y pri
mer modelo de todas las virtudes!
La vida de esta Virgen es una leccion
universal. En ella se aprende como es nece*-
sario conducirse en la prosperidad y en la
adversidad, en la súplica y en el trabajo, en
los honores y en las humillaciones.
Nosotros no arribarémos jamas á la per
feccion que daba á todas sus acciones ; pero
aquel será mas perfecto que ménos se separe
de ella.
O vosotros los que haceis profesion de
servir á María, ¿quereis conformaros con este
modelo excelente? Pues imitad en quanto es
té de vuestra parte , la vivacidad de su fe,
la prontitud de su obediencia , la profundi
dad de su humildad, las atenciones de su fide
lidad , la pureza de sus intenciones y la ge
nerosidad de su amor.
¿Quién de vosotros , ayudado del socorro
divino, el que precisamente se debe implo
rar , no podrá proponerse seguir, á exemplo
suyo, la práctica de estas diferentes virtudes?
Sin está imitacion vuestro amor para con
ella es bien tibio» y no debeis esperar prue
bas muy señaladas de su proteccion.
Es verdad que todos los dias rezais algu
nas oraciones en su honor ; que llevais por
otra parte alguna señal exterior de vuestra
devocion í y que sois individuo de alguna de
es
. . 3
estas congregaciones qne se la han consagra
do mas particularmente. Todo esto no hay
duda que la obligará á pedir para vosotros
gracias de salud.
Pero si con todo esto , vuestra devocion
no se extiende jamas hasta la imitacion de
sus virtudes, vuestra devocion no os salvará.
Los Filisteos poseyéron el Arca del Se
ñor, y además la enriqueciéron con sus do
nes ; y sin embargo no fué para ellos un re
curso de bendiciones, porque no dexáron de
amar sus ídolos.
¡O Reyna de las virtudes! ¿no será jus
to , si se os ama , que se haga por Vos á lo
ménos lo que se hace por los amigos que se
pretenden tener en este mundo? Se procura
revestirse de su propio carácter , y tomar sus
mismas inclinaciones.
De esta conformidad nace la unión de los
corazones, y no hay de ninguna manera amis
tad en donde no hay semejanza.
Vuestro corazon tan humilde, tan casto,
tan sometido á las órdenes de Dios y tan ar
diente por sus intereses, ¿uniría acaso sus afec
tos á un corazon voluptuoso y soberbio que
se halla sin resignacion en lü voluntad de Dios,
y sin zelo por su gloria ?
Si vosotros me amais, nos decis, Señora, aun
con mas justo título que el Apóstol: sed (i)
mis
(i) i. Cor. 4. i<5.
A 2
4
mis imitadores como yo lo Jie sido de Jesus¿
Si sois mis hijos , revestios del espíritu de
vuestra. Madre.
El espíritu de los hijos de María debe ser
como el de su Madre, un espíritu de caridad,
un espíritu de paz, un espíritu de mortifica-
^cion , y un espíritu de temor y amor de Dios.
¡ O Virgen Santa ! yo pondré en adelante
sobre todas las cosas mi devocion ácia Vos,
en imitar vuestras virtudes.
Este es el mas perfecto homenage que os
puedo prestar : esta es la mas grande señal de
amor que os puedo dar.
CAPÍTULO II.
De la estimacion que debemos hacer de la
gracia santificante.
Laría ha sido exenta del pecado ori
ginal desde el primer instante de su ser: es
decir, que fué concebida en gracia y amis
tad de Dios.
Nosotros somos todos , quando entramos
en este mundo , las tristes víctimas de la có
lera .de un Dios ; pero solo María prevenida
de su amor ha entrado en él como 'la obra
principal de Su gracia.
No quiso Dios que el templo en que de-
Kia h,iShar tuviese alguna mancha. El honor
'••1 Hijo pedia que ía Madre no fu«se, ni
aun
»nn por un momento, esclava del demonio.
¿Pero qué estimacion no hizo María de
este favor tan señalado ? Esta gracia fué á sus
ojos lo que la sabiduría á los ojos de Salo
mon: la fuente de todos los bienes.
Dios la había (i) foseido desde elprin-
cifio de sus caminos, Y esto fué lo que la
Santa Virgen aprecio mas que todas las co
ronas de la tierra.
Es verdad que Dios la favorecio con otras
muchas prerogadvas; pero ésta la fué mas pre
ciosa que todas las demas , porque la hacia
mas agradable á Dios.
Toda su vida fué un testimonio continuo
de su reconocimiento ácia Dios por este tan
particular beneficio , que no le ha sido comun
con ninguna otra pura criatura.
¡Alma christianaJ tú recibiste en el bau
tismo la gracia santificante que recibio Ma
ría en el primer instante de su Concepcion.
Por esta gracia adquiriste el derecho de
llamar á Dios tu Padre, y á Jesu-Christo tn
Hermano: tú fuiste constituida heredera de
Dios (2), y coheredera de Jesu-Christo: el
reyno misino de los Cielos te fué destinado.
¿Concibes bien toda la excelencia de es
tos privilegios gloriosos? ¿Pero concibes tam
bien , como es debido, toda la obligacion que
te imponen?
¡Ay
(i) Prov. 8. ao. (a) Rom. 8. 17.
J A3
6
¡Ay de mí! Que, para confusion y ver-*
güenza del christianismo , son bien pocos los
Christianos que lo reflexionan,, y pocos los
que por la santidad de sus acciones , traba
jan en sostener la dignidad de su elevacion!
¡Quán pocos son los que se toman el tra
bajo de conservar esta vestidura de inocencia,
símbolo del candor , de la pureza y de la
piedad de los hijos de Dios!
Se procura conseguir una gloria falsa de
las ventajas del mundo , y por el mas ex
traño trastorno de ideas , se da el último lu
gar á una gracia que, propiamente hablando,
sola ella debería merecer toda nuestra esti
macion.
Se precian los hombres de no degenerar
de un nacimiento que se tiene por ilustre en
el mundo , y por tener una vida del todo
brutal y segun la carne , no se teme de nin
guna manera degenerar de un nacimiento del
todo espiritual y divino.
Se hace vanagloria de una independencia
quimérica , y por una alianza monstruosa coa
el demonio ninguno se avergüenza de volver
á entrar baxo de su imperio , vestir su librea
y reducirse á la misma servidumbre en que
se htbia tenido la desgracia de nacer.
Se corre con ansia tras los bienes y pose
siones de la tierra , y se descuida y aun se
desprecia en alguna manera la herencia eter
na de los bienes del Cielo.
¡Al-
7
j Almas ingratas ! desgraciadas víctimas del .
pecado, qualesquiera que seais. Ah! no en
durezcais (i) á lo ménos vuestros corazo
nes á la voz divina que os llama !
Un segundo bautismo os queda todavía
para recobrar la gracia de la adopcion que
habeis perdido, que es el de la penitencia.
Jlecurrid á él con sinceridad y confian
za. Vuestro Padre celestial ninguna otra cosa
desea con tanto ardor como volveros su amis
tad. Pero acudid á él prontamente , porque
quizá bien presto no tendréis tiempo para
poderlo hacer.
Virgen pura y sin mancha , rogad por
nosotros para que dexemos de ser pecado
res r para que no volvamos á serlo mas , para
que seamos constantes en la resolucion en
que estamos de reparar las pérdidas inestima
bles que hemos hecho como pecadores.
Vuestra proteccion nos conseguirá la gra
cia de restablecernos perfectamente en la
amistad" de Dios, y por este medio podrémos
bendeciros, despues de vuestro Hijo Jesus,
como á la fuente de nuestra salud.
(i) Psalm. 94. 8.

A4 CA
CAPÍTULO III. ••- ;

Del cuidado que debemos tener de conservarF


l¿ gracia santificante.
ía , concebida en gracia de Dios¿
sin ninguna mancha de pecado , y sin ningu-•
na inclinacion al pecado, no- tenia motivo
para temer alguna caida e;i la culpa. .- .-.2.
Pero sin embargo qualquiera hubiera dií.
cho , examinando su conducta, que tenia tan>
to que temer ó mas que nosostros. : ••>
Velaba sin cesar sobre su corazon , co
mo si las criaturas hubiesen podido obtener
sus afectos.
Velaba sobre todas sus palabras, como si hu
biese tenido causa para desconfiar de sus labios.
No obstante haber sido concebida con to
dos los privilegios de la inocencia, quiso te
ner siempre una vida penitente.
Pero nosotros , por mas que estemos ro
deados de enemigos lisonjeros y engañosos,
.que no procuran sino la ocasion de apro
vecharse de. nuestra flaqueza natural, ni te
memos ni velamos sobre nosotros mismos.
Confesamos que somos la flaqueza misma,
y sin embargo nos exponemos freqüentemen-
te á las ocasiones que han hecho caer aun á los
mas fuesíes.
¿Quien duda que la flaqueza , quando es
presuntuosa , merece perder su apoyo?
Lie-
9
• - Llevamos (i) el tesoro de la gracia en un
vaso bien frágil que se puede romper quan-
do ménos lo pensemos.
¿Quántos enemigos buscan la ocasion de
robarnos este tesoro ? los hay dentro de nos
otros , fuera de nosotros y al rededor de nos
otros.
Dentro de nosotros se hallan las pasio
nes que jamas estan bien domadas. Fuera de
nosotros , los espíritus de las tinieblas , y al
• rededor de nosotros un mundo perverso.
Semejantes á una candela mal apagada,
pueden siempre volverse á encender nuestras
pasiones , y causar nuevos incendios.
Aunque hubiesemos sido arrebatados co
mo San Pablo, hasta el tercer cíela, debe-
liamos siempre temer el ser precipitados en
lo mas profundo de los abismos con el Án
gel rebelde. ••• .; ..-.
En vano se presume estar seguro sobre
la sinceridad de sus sentimientos y el fervor
de sus resoluciones. Una ocasion desgraciada
basta para perdernos.
Una mirada robó á David la amistad de
Dios:, una Dálila puede perder á un Sanson.
Se han visto arruinadas las colunas de los
mas santos desiertos , despues de haber com
batido por espacio de muchos años contra
las tempestades mas violenta». : ••
-/t En
(i) a. Cor. 4. 7. ...-. . i. •••• ríl
IO
En el camino de la virtud , nn dia no se
parece al otro > y por falta de fidelidad , pue
de muy bien una alma , despues de haber si
do el objeto de los favores de Dios , llegar
á serlo de su reprobacion. '
El que contando sobre sus resoluciones
pasadas , no vela bastante sobre sí mismo , no
tardará mucho tiempo en faltar á ellas.
Quaudose pretende. caminar sobre un mar
borrascoso y lleno ¡Se ¡escollos , sin tomar pri
mero todas las precauciones debidas, sede- -
be esperar, padecer bien presto el mas triste
naufragio..., -i . -• -.tiv -•. • • ' • ;
Duro es , yó lo confieso, el pasar la vir
da en velar continuamente sobre sus inclina
ciones para combatirlas ; pero ninguno ha lle
gado á ser santo sin vigilancia y sin combates.
i O Dios mio! penetrad (i) mi carne con
vuestro temor. El temor me servirá para ha
berme vigilante , y mi" vigilancia me alcan
zará la oiclia de .salir victorioso de todos mis
combates.. .•'••., .:•'.-.
Haced que yo comprehenda perfectamente
que esta gracia que nós hace vuestros amigos,
y vuestros hijos , es el solo bien que mera-
.-ce mis cuidados , y el único, cuya pérdida
merece mis sentimientos.
• :Qué. dichoso seria yo si no hubiese jamas
perdido este precioso tesoro! Me hubiera liber-
i -. ta-
(i) Psalm. 118. no. .7 .'. - • »
It
taclo de muchos pesares en esta vida , y hn-
biera conseguido muchas riquezas para la
otra.
Dichoso yo , é infinitamente dichoso , sí
soy fiel á la resolucion en que estoy de pa
decer ántes todos los males, que exponerme
otra vez á perderles
Si yo sé conservar este tesoro, Vos, Se
ñor , habitaréis dentro de mi alma , la po
seeréis con vuestra presencia , la iluminaréis
con vuestra sabiduría , la sostendréis con vues
tro poder, la daréis pruebas continuas de vues
tra ternura , y Vos mismo seréis su recom
pensa en el tiempo y en la eternidad» !• /
• • ' -

CAPÍTULO IV.
J)fl cuidado que debemos tener de crecer
en ¿rada y perfeccion. ' ?

SIERVO. V os , Virgen Santa , recibis


teis la plenitud de la gracia desde el primer
instante de vuestra concepcion ; pero no os
contentasteis con gozar en paz de un bien tan
grande , sino que toda vuestra vida pusisteis
particular cuidado en hacerle fructificar.
De aquí fué, el que, como la gracia ha
ce comunmente progresos en donde advierte
estos cuidados de parte del sugeto , Vos os
enriquecisteis cada dia mas. Erais una tierra
bien
II
bien cultivada en- la qoe el menor grano áa-
ba ciento por uno.
Aunque nacisteis con la santidad , sin em
bargo esta era en Vos sobrenatural; pero la
hicisteis como natural por vuestro trabajo •j'
cuidado, , • ' i
María (i) ha echado ramas como la pal-
taa;.las ha extendido por todas partes; pe
rofuéron ramas de honor y gracia.
M-A RiA. Si quieres, hijo mio , -hacer cre
ceri en tí esta gracia que te hace amigo de
Daos, hijo de Dios, templo del Espíritu San
ia.,; .hermano y coheredero de Jesus ; huye
del mundo , ama la oracion , freqüenta los
Sacramentos , y dedícate á la práctica de las
virtudes propias efe tu estado. >
El medio sobre todo de aumentar la gra
cia santificante y habitual es el de ser fiel á
los movimientos de. la gracia actual.
Escucha la voz que te habla interiormen
te , y dexate conducir de sus impresiones.
Qcaoto mas se escucha esta voz , mas ins
truye, y segun se van haciendo progresos, en
seña los medios de hacerlos nuevos y mas
grandes.
• Muchos , despues de haber andado algun
tiempo por los caminos de la virtud , descan-
íañ contentos de la jornada que han hecho;
pero la gracia jamas dice: ya es bastante.
Otros
(i) Eccl. 24. 14. i£>.
Otroí se imaginan qne hacen demasiado,
-*s
ion no hacerse malos ; pero esto no basta de
ninguna manera. El que es bueno debe tra
bajar todos los dias en hacerse mejor.
¿Quántos Christianos quedarán pasmados el
dia del juicio al verse cargados de deudas á
favor de la justicia de Dios por no haberse
aprovechado de los medios que tuviéron pa
ra llegar. á ser grandes santos?
En el camino de la virtud el no adelan
tar es volver atras , el no ganar es perder.
Quando se fixau límites al servicio de Dios,
tambien Dios los pone á sus beneficios.
Quanto ménos andes reparando con él,
será contigo mas liberal y magnífico aun des
de esta vida. . ..,.
Por pocas que sean las riquezas qne tú
tengas en este mundo, siempre serán bastan
tes ; pero- bienes de la gracia jamas tendrás
demasiados. • '.
Será castigado aquel siervo que despre
cia hacer valer los bienes que su señor le ha
confiado.
Despierta pnes, hijo mio, del adormeci
miento en que estás, porque puede llegar á
ser letárgico y mortal. Trabaja en reparar el
tiempo que has perdido. o
No vuelvas á decir que te contentarás con
tener el último lugar en la casa (i) de tu
Pa-
(i) Joann. 14. a, • •••::
Padre celestial. Hablar de este modo es ex
ponerse á no tener ninguno.
SIERVO. ¡O María , poderosa y eficaz Pro
tectora! ayudadme á santificar una vida que
Dios me ha dado con el fin de que sea to
da consagrada á servirle y amarle.
Ayudadme á merecer una gloria á la que
no puedo llegar con el socorro de la gracia,
sino mediante mis buenas obras, y cuya gran
deza será proporcionada á la extension del fer
vor que habré tenido al tiempo de practi
carlas.
CAPITULO V.
De la necesidad que tenemos de dedicar
nos á Dios con tiempo.

E, Iscucha (i), hija mía, con atencion


lo que voy á decirte : olvida tu fueblo y la
casa de tu fadre , y fixarás el corazon del
Rey que has sabido mover. Este es tu Dios.
María escuchó en efecto con tiempo la
voz divina que la llamaba al retiro , y dexó
desde sus mas tiernos años la casa de su pa
dre para consagrarse á Dios en su templo.
Ninguna cosa fué capuz de detenerla ; ni
la ternura de su edad , ni la ñaqueza de su
cuerpo, ni el afecto de sus parientes.
To-
(i) Psalm. 44. 12. •
I?
Todo lo que puede diferir el sacrificio de
nn corazon que no busca sino á Dios , y que
no ama sino á él, aflige á este corazon por
que dilata su dicha.
Retirada María en el templo , se dedi
có allí á cumplir lo mas perfectamente que le
fué posible las funcionas de que estaba en
cargada , segun su edad y sus tuerzas. El
tiempo que no empleaba en esto, le ocu
paba en orar y meditar. Por est ? medio se
preparó á tantas y tan especiales gracias co
mo Dios tenia designio de hacerla.
; O Hija (i) del Rey de los Cielos F quán
nobles y gloriosos son vuestros primeros
fasosl
Vuestro exemplo será seguido : fueron
innumerables las vírgenes (2) que á imita
cion vuestra se consagraron con alegría en
el Templo del Rey de los Reyes.
Este ofrecimiento que hiciéron á Dios de
su juventud, de su corazon, de su libertad
y de ellas mismas, será un perfecto homena-
ge hecho á la Magestad de Dios. Homenage
que será para ellas una fuente de bendiciones
de que las colmará durante el curso de su
vida.
¡ O, y quánto se engañan los que no
miran á la juventud como el tiempo de abra
zar la virtud!
Ma-
(r) Cantic. 7. i. (a) Psalm. 44. i<5.

María y los Santos han experimentado
bien quán •ventajoso es al hombre (i) ha-*
ber llevado desde la juventud el yugo del
Señor.
¿Es acaso tratar á Dios como quien es
el no destinarle sino los miserables restos de
ona vida que nos ha sido concedida solo para
emplearla toda en su servicio?
¿Qué sacrificio es el que se hace á Dios,
quando para dedicarse á servirle , se ha es
perado un tiempo en el que ya faltan las
fuerzas y los recursos del mundo?- .
Mucho hay que temer que no se sufra
con paciencia el yugo del Señor , quando no
se resuelve llevarle sino despues de verse
fatigado del yugo del mundo.
Se dice comunmente que se dedicará uno
á Dios quando la edad sea mas avanzada;
g pero llegará esta edad que se espera ? Y
aun quando se llegue á ella , ¿ se hará la
reforma con la facilidad que se cree?
La experiencia hace ver que una edad
mas adelantada hace al hombre mas instrui
do; pero no mas sabio ni virtuoso.
Señor (2), Señor , abridnos , decjan las
vírgenes insensatas ; pero llegáron demasia
do tarde , y llamáron inútilmente á la puerta.
.- • ¡ Dichoso el que se prepara desde la pri
mera edad para ir á presentarse, delante del
So-
(i) Jhren. 3. 27. (a) Matth. ag. u.
Soberano Juez • que hará dar cuenta de todas
las edades!
Aquel que no da á Dios el principio de
su vida , debe temer que Dios para castigarle,
no permita el que vea bien presto su fin.
¡O Dios mio! ¡Quánto tiempo he pasado
sin amaros ¡Debería estar verdaderamente in
consolable : si me consuelo fácilmente en este
punto, ¿cómo podré decir que al fin ya he
comen/ajo á amaros?
¡ O , si estuviera yo aun en los prime
ros dias de mi infancia ! El espíritu y el co
razon , pensamientos y afectos , todo lo que
hay en mí seria para vos.
Os doy gracias , Señor, por la gran m¡7
Sericordia de que habeis usado conmigo, con
servándome la vida en un tiempo en que
yo la pasaba en ofenderos. f
Ayudado del socorro de vuestra gracia
que imploro , os serviré hasta mi último sus
piro con tanta mas fidelidad quanto he co
menzado mas tarde.
CAPÍTULO VI.
Como es necesario dedicarse á Dios entera
mente y para siembre.

SIERVo, \\Jp Virgen fervorosa ! No Bola


mente os dedicasteis á Dios
Br en los primeroc
- , >
anos
años de vnestra juventud ; sino qne ann os
entregasteis á. él toda, y sin la menor reserva.
Le sacrificasteis enteramente vnestra li
bertad para no tener otra voluntad que la
suya.
No quisisteis tener otra satisfaccion ert
este mundo que la de agradarle , ni otro gus
to que el de privaros por su amor de todo
placer.
Siempre fué uniforme vuestra conducta?
caminasteis con tantemente por los caminos
que Dios os habii trazado, é hicisteis en ellos
todos los dias nuevos progresos.
Vuestro exemplo condena mis inconstan
cias en el servicio de Dios, y la ninguna
atencion qne he tenido con él.
Mi conducta me cubre de vergüenza,
porque habiendo sido Dios siempre el mismo
conmigo, en todo tiempo exigia de mí el
mismo sacrificio y la misma fidelidad.
MARTA. ¿Porqué, hijo mio, por qué ta
has detenido despues de haber comenzado tan
bien ? ¿ Por ventura Dios no es hoy un Señor
tan grande y tan amable como lo era en otro
tiempo?
; No tienes siempre con él las mismas re
laciones Í j Dependes ménos de él en un
tiempo que en otro ? ¿ La obligacion de ser
enteramente para él no es igual en todos los
tiempos ?
A medida que adelantas en edad , los be-
nc-
.
Señeros de Dios se aumentan, y con ellos
debe crecer tu reconocimiento , y por con-
•iguiente tu fidelidad.
Dios solo ha formado tu corazon, y no
fe ha formado sino para él solo. El , pues,
debe ser su único dueño.
Este Señor no te ha dicho préstame tu
corazon , sino dame tu corazon , y fiel á su
Voz, tó Se le habias consagrado. ¿Pues qué
derecho has tenido para quitársele?
Es hacer demasiado honor al mundo, el
darle algun lugar en tus afectos. Y es hacer
.á Dios el ultrage mas grande , oponerle un
contrario semejante.
Dices que tfr mirarías como el hombre
jnas desdichado si no fueses del número dé
los amigos de Dios : ¡ pero qué amigo es á
los ojos de un Dios zeloso , un amigo tan
flaco y tan cobarde como tú!
Dios no cree que sea darte demasiado el
darse tcdo á tí ; j pues por qué no serás tú
todo para él ? Entrégale todas las cosas á
este Señor , y lo encontrarás todo en él.
El mundo y todo lo que es del mundo
no es nada en la estimacion de aquel para
quien Dios es todo.
SIERVo. ¡ O Virgen Santa ! pues que soy
tan flaco y miserable , necesito sin duda de
una gracia poderosa y eficaz para aprove
charme de vuestras instrucciones, y caminar
sobre vuestros pasos.
Ba Pe-
20
Pedid para mí , yo os lo suplico , Madre
mia , al mismo tiempo que me animais coa
el exemplo de vuestro fervor , pedid para
mí los auxilios que me son necesarios.
¡Ay de mí! despues de tantas incons
tancias ¿infidelidades, ¿ me atreveré yo aun
á presentar á Jesus mi corazon ? Pero sí , que
no exercita su cólera contra un corazon con
trito y humillado, ni contra vuestra mediacion.
¡O Madre de misericordia\ dignáos de
hacer las paces entre mí y el Señor : haced
que este Dios Salvador se digne , á vuestras
instancias , de llenar de tal suerte mi cora
zon de sus gracias , que no admita, en el ser
vicio de un Señor tan bueno , ni division , ni
otras atenciones , y que no suspire sino por él.

..
CAPÍTULO
...
VIL
De las ventajas y dulzuras de la soledad.

SIERVO. v os , Virgen Santa , debisteis


pasar en el templo los dias bien tranquilos y
serenos.
Allí gozabais en paz y á vuestro place?
de las comunicaciones de Dios, y le prepa-
raSais dentro de Vos misma un templo mu
cho mas glorioso y mas digno de él.
El pensamiento de la presencia de Dios
ocupaba allí sin cesar vuestro espíritu , y es
ta
21
tabaís continuamente en la contemplacion de
sus grandezas y de sus perfecciones.
El amado estaba allí todo fara Vos , y
Vos estabais toda fara él. Todo quanto el
mundo podia presentaros mas rico y mas her
moso, no era nada á vuestros ojos.
M-.RIA.. Hijo mio, una alma qne está en
Ja soled id apartada del mundo y de sus ob
jetos , pasa en efecto dias felices.
No se ocupa en otra cosa sino en solo
Dios , como si él solo estuviesé con ella so
bre la tierra.
Sa espíritu está allí siempre recogido para
escuchar la vóz de su Dios , y ninguna cosa
es capaz de interrumpir la, voz de su cora-'
zon qne se dexa entender continuamente.
Encuentra en estas cortas palabras , que
dice muchas veces poseída del mas tierno
amor ; en estas palabras. . . . Vos sois (i) el
Dios dé mi corazon.., encuentra , digo , to
da su gloria , toda su riqueza y todo su placer.
Sentada , como la Esposa Sagrada (i) A
la sombra dé su ar.•:ido, mira con compa
sion las fatigas que se toman los hombres
por llegar á ser grandes y opulentos , y no
comprehende cómo se puede amar Otra' cosa
que lo -que ella ama.
Todo' lo que pasa sobre la tierra la muevé
poco. .Aquel á quien ella ama, es siempre lo
que
(i) P«'t*i. 72. a<5. (a) Cautic. a* 3.
que ha sido, y será siempre lo que es: taa
santo y tan amable. En este pensamiento en
cuentra un motivo de alegría siempre nuevo.
Quando Dios quiere dar á una alma sus
lecciones divinas , y hablarla (i) al cora"
zon , la conduce á la soledad.
Pídele , hijo mio , este gusto del retiro*
este espíritu de recogimiento que tenían los
Santos. D¿sea vivir léjos del mundo, y no
te presentas en él sino por necesidad.
Quando la necesidad te obligue á presen
tarte , ¡mita á la paloma que se vió obligada
á salir del arca ; pero volvió á ella inmedia
tamente , porque no encontró ningun parage
én donde poder reposar.
Si no huyes del mundo con cuidado , pres
to toncarás sus gustos; y una vez que lle
gues á gustar de las cosas, del mundo , ya
no gustarás mas de las de Dios.
La Esposa de los cánticos buscó á su Ama
do en medio de las calles de Jerusalen , y no
le halló.
Confiesa sencillamente que nunca has sa->
lido de las conversaciones del mundo , sin
ser mas responsable á los ojos de Dios , que
no lo eras quando entraste en ellas.
Es , pues , necesario amar el retiro para
poder presentarte al público con mas seguri
dad. En el retiro es en donde se aprende,
có-
(i) Os. 3. 14. .
33
«orno es necesario hablar qnando se está en
medio del mundo.
La vida retirada es uno de los medios mas
poderosos para conservar la inocencia., Nin
gun* cosa debilita ramo la virtud del hom
bre como la freqüente compañía de lo$
hombres, ,
¿ Se puede respirar un ayre tan pestilente
como el d l mundo , sin experimentar su con
tagio? Retírate , hijo rnio , muchas veces á la
soledad para respirar ayre mas puro.
Los Santos solitarios han confesado , que
jamas se habian hallado mas bien dispuestos
para conversar familiarmente con Dios, que
despues que se habian separado de los nego
cios y compañías del mundo.
Hijo mio , las delicias de Dios consisten
en estar contigo : coloca tú las tuyas en es
tar con él ; y en ninguna parte lo encon
trarás mejor que en la soledad.
Aquí es en donde le descubrirás mucho
mas libremente que en otra parte , tus mas ín
timos pensamientos , y en donde podrás mas
fácilmente decirle tus sentimientos con toda
la libertad de una confianza llena de respeto.
Aquí es en donde aquel Señor hará nacer
con mas facilidad en tu espíritu aquellos
pensamientos que suavizarán tus cenas , cal
marán tus temores , disiparán tus dud s, y te
mostrarán camino seguro para conducirte en
todas las f-osas con sabiduría.
B4 Y
«4
Y aquí es finalmente en donde hará en
tender á tu corazon una voz secreta , que
es propia para él ; y en donde su corazon usa
rá de Mi lenguage que no es entendido sino
de sus amigos , y que imprime en una alma
verdades , cuyo conocimiento es un puro efe»
to de su amor.
CAPÍTULO VIII.
De la eleccion, de Estado.

liria, que había buscado y habia ama


do á solo Dios desJe sus mas tiernos años,
merecio todas las bendiciones del cielo, que
la preparaba un estado qual era necesario pa
ra que se cumpliesen los designios que Dios
tenía sobre ella.
Para ser feliz en un estado , es necesario
un concurso de cosas y de circunstancias,
que la providencia proporciona ordinariamente
á Us almas fieles que consultan á Dios so
bre su eleccion.
¿ Uní jó'.'en puede esperar que Dios se las
proporcione quando se ha dexadn llevar de
la impresion funesta de sus pasiones?
La providencia hizo coger á M^ría en su
jnntri nonio con S.ri Joscph , el fruto precioso
de hs virtudes qne habia practicado fielmente.
Si no se hubiere consultado sino al mundo
pa-
para dar á María un esposo , sin duda se hu
,
biera hecho eleccion de un hombre rico y
distinguido por sus talentos.
No se hubiera puesto mucho cuidado en
¿scoger á un hombre virtuoso , á un hombre
que hubiese vivido desdo su infancia en el te
mor de Dios. No es éste el uso del mundo.
Miras de interes y consideraciones pura-
"^nente humanas , son el principio de la ma
yor parte de los matrimonios. Los bienes de
Fortuna los hacen concluir mas presto que los
bienes de la gracia.
Esta es la causa de muchos matrimonios
desgraciados , en los que dos esposos se cau-.
san mutuamente su suplicio.
Dios lo permite asi para vengarse desde
esta vida , porque no se le ha consultado de
ninguna manera en un negocio que necesa
riamente debe salir mal , si no es él el que
lo dirige.
Lo permite tambien en castigo del poco
cuidado que se ha tenido en los años de la
juventud de hacerse digno de su proteccion,
por la práctica y exercicio de las virtudes.
La eleccion de los Padres de Mam, 6 mas
bien la eleccion de Dios , se laxó pues so
bre Joseph , hombre justo , el hombre mas
virtuoso que hubo sobre la tierra , y el es
poso mas digno de esta Virgen. '
Jamas hubo matrimonio mas dichoso ; ja
mas hubo corazones mas contentos de verse
u ni-
SO
«nidos el uno ?1 otro, g Qué pesares hubie
ra > podido turbar la paz de sus almas ? Ma
ría y Joseph se hallaban en el estado en que
Dios quería.
Muchos se encuentran descontentos con
su estado , sufren mucho en él ; y freqüen-
temente hacen paJecer tambien á otros ; y;
esto consiste en que han entrado en un es
tado en el que Dios no los quería,
Estas palabras dul Profeta hablan con ellos:
Desdichados de vosotros (i) hijos deserto—
res de mi providencia , que habeis formad»
designios sin consultarme.
La gracia de la vocacion es una gracia
importante que encierra otras infinitas $ y si
ésta no se logra por falta de fidelidad , no
se deben esperar las domas.
El que se aparta del órden de esta pro
videncia especial , que prepara las gracias de
eleccion á aquel que está dispuesto á confor
marse con la voluntad de Dios , cae en el ór
den de una providencia comun , que no pro
porciona sino gracias comunes , con las qua-
les es verdad que uno sé podrá salvar ; pe
ro hay mucho que temer que no se salve,
•ó á l'> ménos qu¿ se salve con dificultad. .
Consultad , pues , y pedid al Señor voso
tros , los que deliberais sobre la eleccion de
nn estado. Decidle con el Profeta : Haced-
mt
(i) Isaías. 30. i.
27
tote conocer (i) , Señor , ti camino que vot
quereis que yo siga.
Vivid al mismo tiempo de tal suerte , que
no vea el Señor en vosotros un sugeto indigno
de sus cuidados.
Si la volunrad de Dios no os es conocida
claramente , consultad á aquellos que' tienen
en este mundo su lugar : el Señor les ilusni-
nará sobre lo que debeis hacer.
Jesus que derribó á Saulo en el camino
de Damasco , no le explicó de ninguna ma
nera los designios que tenia sobre él : pero
le envió á Ananías para saberlos.
No consulteis á vuestros parientes, sino
en quanto lo exija vuestro deber ; porque
siempre hay que temer que no os den so
bre este punto consejos conformes á las ma
ximas del mundo. Las gentes (2) que el hom
bre tiene dentro de su casa , serán sus ene
migos.
En fin consultad de alguna manera la muer
te ; es decir : que abrazeis aquel partido que
quisierais haber tenido en la última hora de
vuestra vida.
(i) Psalm. 143. 10. (a) Matth. 10. 36.
CAPÍTULO
De la pureza y de la estimacion que de
bemos hacer de esta, virtud.
el Ángel propuso á María que
llegaría á ser la Madre de Dios ,• no la ex
plicó de ningun modo si esta augusta pre-
rogativa podía componerse con el voto de
virginidad que tenia hecho. Y por lo mismo
Mam suspendió su consentimiento.
Mejor queria exceder en mérito á todas
las criaturas por la virginidad , que aventa
jarlas en dignidad.
Pero no , no os turbeis (i) María , de
ningun modo. Esta misma pureza , de la qual
Vos sois tan zelosa, hará descender dentro
de vuestro seno á este Dios que no quiere na
cer sino de una Virgen.
María no dió en efeoto su consentimiento,
hasta despues que compréhendió por las pa
labras del Ángel , que haciéndose Madre de
Dios , no tenia nada que temer de su pureza.
¡O virtud preciosa! ¡quán amada POS de
bes ser , y quán digna de nuestra estimacion!
pues que tú eres la que nos hís 'dado al Re
dentor , y la tras perfecta de todas las puras
cruturas , te juzgo digna de preferencia á la
maternidad divina.

(i) Lue. i. 30.
Tá eres la que mereciste el favor de Je*
SUS al Discípulo amado. \ Dichosas las almas
que han tenido este precioso adorno sobre la
tierra ! pues que tendrán en la eternidad la
singular ventaja de estar (i] cerca del cordero,
El Príncipe de los Apóstoles , tuvo ver
daderamente grandes privilegios; pero no per
mitió Jesus sino al Discípulo que era Virgen
el reposar sobre su seno durante la cena.
Jesus dió á Pedro el cuidado de su Igle-r
tía ; pero á Juan dió el cuidado de su Madre.
Por la pureza, representamos sobre la tier
ra la vida de los bienaventurados en el cielo.
La práctica de esta virtud , nos hace ad
quirir un mérito que no tienen los Angeles.
Las almas mas castas , son las que parti
cipan mas de la union que el Verbo encar
nado se dignó contraer con los hombres.
O vosotros los que mirais el vicio contra
rio á esta virtud como digno de perdonarse
á la flaqueza natural ; tened entendido que
sin embargo hay pocos vicios que Dios haya
perdonado ménos , y que haya mas severa
mente castigado. ,
Este vicio aparta el espíritu de Dios , que
no habita (2) de ninguna manera en el hom*
bre carnal.
Este vicio hace caer en una especie de
ceguera. Fué necesario un Profeta para ouq
Da-
(i) Apoc. 14. 4. (a) Gen. 6". 3.

David adúltero comprehendiese la grandeza
de su crimen , y para que pensase en ha
cer penitencia.
Este vicio hace á los hombres insensibles.
Salomon , que fué un prodigio de sabiduría
por espacio de tantos años , llegó á ser idó
latra al fin de sus dias , porque se hizo des
honesto. >
Nuestros cuerpos (i) son el temflo del Es*
fíritu Santo. La impureza en un Christiano
es una desolacion (2) abominable en un lu
gar santo.
\ O Jesus ! Esposo de las vírgenes , qué
escogisteis á una para Madre , inspiradme urt
amor tierno á la pureza , un grande horror,
y aun el mas grande , al vicio que le es con
trario. '
La virtud de la pureza es superior á la*
fuerzas de la naturaleza. No puedo (3) vivir
en continencia sin una gracia particular.
Yo os pido Señor esta gracia por aquella
pureza que hizo á María tan agradable á vues
tros ojos , y que la consiguió el honor de
haberos tenido por hijo.
Os la pido por el amor que os han teni
do tantas vírgenes que fuéron poseidas en
este mundo de los encantos del divino Esposov
Haced que el mas grande de todos mis
pía-'
(i) i. Cor. 6. ly. (a) Matth» 44. 13.
(3) Sap. 8. ai.
3*
placeres consista en vencer todos los que vues
tra ley condena.
Despertad en mí el temor de las llamas
eternas que preparais á los deshonestos.
Apagad en mí el gusto de los placeres sen
suales , y dadme el de las delicias del cielo.
Libradme de estas tentaciones importunas
que me siguen hasta en los exercicios de la
piedad christiana.
O ya que las permitais , haced , ¡ ó Salva
dor mio ! que por la mas grande fidelidad en
combatirlas , me aproveche de estas ocasiones,
para daros pruebas de mi amor.
CAPÍTULO X.
De las precauciones que es necesario tomar
para conservar la pureza»

Laría por la gracia que recibió en <n


concepcion fué inaccesible á las impresiones
del vicio , y sin embargo se turbó á la vista
del Ángel que se le aparecio baxo de forma
humana.
La saluda este Ángel , y ella inmediata
mente (i) examina dentro de sí misma lo
que quiere decir esta salutacion.
Se halla con él sola y sin testigos , y esto
bas
tí) Lúe. i. ao.
basta para que -se apodere de ella nn santo
temor.
Vos daréis (i) al mundo un Hijo , la
dice el Ángel , y le pondréis el nombre de
Jesus. Nuevo motivo de turbacion para María.
No duda de ninguna manera que lo que
este Ángel la anuncia no puede suceder; por
que nada es imposible á Dios , y se infor
ma solamente de qué modo se cumplirá este
misterio.
¡ O qué discrecion en la pregunta que
hace ! ¡ qué prudencia ! no udice precisamente
sino lo que es necesario.
Por esta 'conducta se puede fácilmente re
conocer una alma que hade de la pureza su
principal tesoro.
Su pudor , á manera qne una flor deli
cada , se rezela del viento mas pequeño ; una
mirada , una sola palabra la llama U atencion.
Una Virgen que conoce todo el precio
de esta virtud , teme aun las mas remotas
ocasiones de perderla. ,
Las palabras lisonjeras , ofrecimientos ex
presivos, y aun las conversaciones que pa
recen mas inocentes , todo la es sospechoso
y la hace aumentar la vigilancia y la atencion,
Pero si son necesarias tantas precauciones
para conservar la pureza en toda su integri
dad ; ¿ se podrá decir que hay sobre la tierra
mu-
(i) Lue. i. 37.
.muchas almas castas ?
Bastaría para conservar esta virtud que se
aplicase tanto cuidado como se pone en sal
var las apariencias. I •:-••-
¿ A quántas personas no han servido de
ocasiones para caer la ociosidad , la vida de
licada , las lecturas peligrosas , y las conver
saciones demasiado libres?
Muchas vírgenes Christianas tratan fre-
qüentumeate y sin temor , con :personas que
no son Angeles.
Ellas dicen que velan para precaverse , y
yo las diré que tambien el demonio vela para
perderlas.
Una Virgen sobre todo que ama las aja-
ban/as , no setá mucho tiempo indiferente
para aquel que se las da.
En materia de pureza se debe temer to
do por la misma razon que no se teme bas
tante.
•¿.. Se procuran disimular Jos peligros que se
aman, y la prueba de que se aman está en
que se procuran ocultar.
. Todos somos formados de un mismo bar
ro: ¿pues por qué no puede ser de nosotros
lo que ha sido de otros muchos que han visto
la triste experiencia de su flaqueza?
Aunque sea necesario contar con el so
corro de la gracia, no es permitido por esto
exponerse al peligro, porque estos auxilios
no estan asegurados sino para aquellos que
•' C se
34
se hallan en la tentacion sin haberla buscado.
Quando hubiereis conseguido por espa
cio de muchos años, repetidas victorias so
bre el enemigo de h pureza, no os juzgueis
por esto invencible, ni dexeis de desconfiar
aun de vos mismo. .
Sed fiel en evitar las ocasiones diarias que
se os presentan de todas partes, y que el de
monio multiplica continuamente. Entonces
Dios os dará gracias de fortaleza en aquellas
ocasiones que no se pueden prever , y en don
de es necesaria una gran virtud para triunfar.
¡O Virgen, Madre de Dios! alcanzadme
esta desconfianza de mí mismo , esta pru
dencia en mis pasps, y esta mortificacion de
mis sentidos de que tanto necesito para con
servarme en la castidad.
No puedo lisonjearme de ser, como yo
lo deseo , del número de los que os aman,
porque no he amado particularmente una vir
tud que ha sido 'iuno de los principios da
Vuestra gloria.- ¿n
Madre furísima , y castísima Reyna de
las Vírgenes, alcanzadme la gracia de vivir
en «na pureza tan exacta, que siempre ha
lleis en mí esta señal , por la que reconoceis
vuestros hijos mas queridos.

CA-
CAPÍTULO XI.
-'I- J)e la verdadera grandeza*

Lay -una diferencia infinita entre las ,


distinciones del mundo , y entre aquellas cu
yo fundamento es la gracia.
Riquezas inmensas , soberbios palacios,
¿riadas sin número, anuncian la grandeza de
los Reyes. El desprecio del mundo, el hor
ror al pecado y el amor de Dios es lo qpe
anuncia la grandeza del justo.
La verdadera gloria, y el verdadero mé
rito del hombre, consiste en temer á (i)
Dios , i "'en observar sus mandamientos.
El Ángel que fué enviado á María por
el Señor, la dixo: Yo os saludo, pues ^ue
sois llena de gracia, y el Señor está con
Vos. {Podía- él acaso nacer de -esta Virgen
un elogio mas glorioso?
Aquel seria digno sin duda de todas las
alabanzas de los hombres y de los Angeles,
á quien se le pudiese dectf: Vos habeis ha
llado gracia delante de Dios, y sois agra
dable á sus ojos.
En aquel mismo tiempo en que el Ángel
fiié enviado á María , se hallaban Augusto y
Heredes sobre el trono. Se les prodigaba los
nom-
(i) Eccles. xa. 13.
C2
36
nombres de grandes, poderosos y magnáni
mos. ¿Pero qué eran ellos delante de Dios,
justo y único Juez de la verdadera grandeza?
Una jóven oculta en las soledades de Na-
zareth , era infinitamente mas digna que ello*
de todos los mas grandes elogios.
Xa sólida grandeza no se mide por las va
nas ideas del mundo, sino por las ideas de
Dios, que es el solo grande, y delante de
quien ningupa cosa lo es , fino con repecto
á 4l. .i-..-..-
¿ Qué son todos los heroes que han admi
rado al universo en comparacion de los gran
des hombres que ha formado la religion por
la virtud? ,
Mucho (i) mas glorioso es domar las
pasiones que sujetar los fueblos ; y cuesta
mucho ménos ganar victorias sobre los otros,
que el vencerse á sí mismo.
Un verdadero Christiano no debe ser mi-i
rado como uno de estos heroes que deben
únicamente su heroísmo á una ocasion: estos
son heroes de un solo dia, y un Christiano
lo es de toda la vida.
Su gloria consiste en vencer todos lot
obstáculos que se le oponen , así como su
fin es el de poseer á Dios y reposar en él.
¿Puede haber por otra parte honor mas
grande que el de servir á Dios, y el de peri-
W-
(i) Prov. itf. ¿3.
37
fenecerle como cosa propia? Servir á este
Señor es reynar.
La escritura , hablando de Abraham , de
Moyses, de David, los hombres mas grandes
que ha habido sobre la tierra, los llama sier
vos de Dios> Este solo título comprehende
todos los demas, ó por mejor decir, todos
]os demas no son nada en comparacion suya.
La qualidad de siervo de Dios es tanto
mas elevada sobre la de Rey y Soberano,
quanto Dios es superior á los Soberanos y
Reyes del mundo.
í O Rey inmortal, Dueño Soberano del
universo! yo soy hecho para Vos, y para
Vos solo. ¿ Quién habrá que os conozca, y
no os rinda sus homenages? ¿ Quién os po
drá conocer, y no estimar infinitamente la
condicion de aquellos que es sirven? ¡ ':
¡ Qué gloria para el hombre , siendo criatu
ra tan miserable como es en sí misma t po
der tener el honor de serviros y de amaros!
Haced , Señor, por vuestra gracia , qne
yo comprehenda bien, que' una persona que
en la obscuridad de una vida privada , como
era la de la Virgen , cuida de hacor vuestra
voluntad y de serviros fielmente , hace 'Una
cosa mas grande y más gloriosa , qne' todo
qwanto el mundo ciego é insensato mira co
mo glorioso y grande. .. .
Y concededmc tambien la gracia, de qne
la nobleza, la gloria y el honor que & anexo
C 4
á vuestro servicio, me inspire en todos mis
empleos, en todas mis acciones, una grañr-
deza de alma , una generosidad , y una cons
tancia digna del Señor á quien sirvo.
CAPÍTULO XII.
Como las gracias de Dios son para los
humildes.

MARiA. Ju.ja.ijo mío, quiero manifestarte


un secreto para que alcances de Dios gran
des beneficios; y es: el de que te juzgues
siempre indigno de ellos.
Dios da (i) sus gracias á los humildes-,
En un corazon lleno de sí mismo no encuen
tra Dios lugar para colocar sus favores.
SIERVo. ¡ O Reyna de los Santos ! Vos
nos disteis sobre este punto exemplos que nos
deben servir de un gran fondo de instruccion*
No es necesario sino considerar el modo
con que os portasteis en la visita que os hizo
el Ángel de parte del Señor , para ver los
sentimientos de humildad que teníais de Vos
misma. :
,. . El Ángel os anunció que estabais para ser
Madre de Dios , -y Vos no podiais compre-
hender como Dios se habia dignado fizar su
elec-
(i) Jacob. 4. 6. .... i i
eleccion sobre Vos pan nna dignidad taa
eminente.
La idea de una elevacion tan superior á
la naturaleza, os hacia en alevina manera sos
pechosa la visita de este Angeí.
Y en el instante misma en que el Ser Su
premo vino á encerrarse en vuestro seno, no
pensasteis sino en abismaros dentro de vuestra
nada.
De tantos títulos inseparables de la digni*
dad con que estabais honrada , retuvisteis
únicamente la-qualidad de siervo, del Señor.
¡O nueva Eva ! ¡Quán diferente habeis si
do de la primera ! Su orgullo la hizo perder
sus privilegios , y vuestra humildad- ha sido
la causa de : los vuestros.
El Torios-Poderoso , para obrar en vos
mariavillas , tuvo en consideracion
no las ventajas naturales 6 el esplendor dd
nacimiento , sirio los 'sentimientos de humil
dad que teniais de -vuestra 'baxeza.
Era nattíffai qae un J)5os que debía hu
millarse hasta el exceso haciéndose hombre,
tuviese infinitas complacencias en la humildad.
Convenia' que eligiese por Madre aquella
que por su profunda humildad , merecía me
jor que otra alguna la mas aita de todas las
dignidades.' '
Fuisteis agradable á Dio? por vuestra vir
ginidad , y le concebísteis por vuestra hu
mildad*
C4

MARiA; Hijo mío, á los ojos de Sms,
ann mas que a los de los hombres , el que
tiene mas mérito es aquel que cree no tener
ninguno, aunque tenga muchos.
2 Qué es loque Dios mira (1} con com-
fLicencia en el cielo y en la tierra ? las
almas humildes.
i Sobre quién pondré 'yo les ojos (z) , di*
ee el mismo Dios , sino sobre elfobre', sobre,
aquel que es humilde de corazon*
Dios se aparta de los que se elevan , y
se acerca á los que se ,abaten. i
El orgullo es la causa de ^ue tantos
Christianos se hallen desnudos de los bienes
de la gracia.
Si procurasen conocerse á sí mismos , este
conocimiento producirla en ellos la humildad,
y ésta remediaría su indigencia por las gra
cias que les atraería.
Procura , hijo mi© , estar vacío de tí
mismo, y Dios te llenará de sus dones: hazte
tico , confesando que de tu propio fondo no
eres sino miseria. .-••:•. ¡t
Si eres humilde, Dios se .servirá de tí
para su gloria ; porque el cuidado. de ésta la
confia, á los que no quieren y ni usurparla ni
dividirla con éj. . , •: , ;
Qnando recibes de Dios algun faror, pien
sa coa humildad y reconocimiento , que es
-• ' i , n««
(i) Psalm. na. 5. (a) Isaías. 66. «..
41
necesario tíne Dios se» un gran Señor , pues
que así gratifica al menor de sos siervos.
No te atribuyas nada , ni de los bienes
que posees , ni del bien que haces.
Aun quando correspondas á la gracia con
guanta fidelidad es posible * acuérdate de
que no eres fiel , sino con el socorro de la
misma gracia y y que Dios , recompensando
tu fidelidad , corona sus propíos dones.
Procura tener siempre presentes estas tres
cosas : Dros es todas las cosas , y yo no soy
nada : Dios lo posee todo , y yo no soy
sino miseria y corrupcion : Dios lo puede
todo , y yo no puedo nada sin su auxilio.
Entónces -, aunque no seas nada , ni po«-
ieas nada , ni puedas nada por tí mismo,
serás , no obstante , alguna cosa á los ojos de
Dios , y se complacerá en concederte sus fa
vores, y en sacarte victorioso de tus enemigos.
CAPÍTULO XIH.
Contn la verdadera gloria se halla princi*
palmente en la humildad christiana.

Jos. términos en que el Ángel se expli


co quando habló á María , no se conforma
ban -de ninguna manera en el espíritu de esta
Virgen con hs ideas que tenia de sí misma.
Su alma fué penetrada de un santo te
mor*
mor , y llegó á sospechar , si acaso lo que
pasaba delante de su vista seria una ilusk>n ,
de los sentidos , ó algun lazo qué la prepa-
jaba el espíritu tentador. *
El Ángel la decia: que era bendita en
tre todas las irtugeres : y María que se juz*
gaba la última de todas , no podia compre-
hender cómo se hacia de ella un elogio se
mejante.
Este Ángel ía anunciaba tambien : que
de tal modo habla hallado gracia delante
del Señor , que si prestaba su consentimiento,
Jiegaria á ser su Madre.
Y en vista de un grado de elevacion co
mo el que se la prepara, María se humilla,
y se cree ser bastante dichosa con tener 1*
qUalidad de su sierva.
¡O vosotros los que no respirais ni de
seais otra cosa que la gloria , María os en
seña en dónde la hallaréis!
La gloria sólida y verdadera consiste en
hacerse pequeño. Así lo juzga el mismo
Dios; y escrito está : que aquel (i) que e»
el mas pequeño entre -voí-táros , es el mas
grande.
Esta grandeza es no solamente sólida , sino
segura. Ninguno os ia disputará , ni es fa
intentará robar.
•Haciéndoos el mas pequeño , llegaréis á
«e/
(i) Lúe. 9. 48.
43
ser el mas grande , porqne luego que lle
gueis á estar convencido de que por vos
mismo nada sois , ni nada podeis , este mis
mo convencimiento , humillándoos , os ele
vará á Dios , á quien reconoceréis por Au
tor Soberano de todo bien.
Entónces podréis contar sobre el poder de
Dios con una confianza tanto mas firme, quan-
to este Señor "se complace en fortalecer á los
flacos.
La humildad por otra parte os librará de
las baxezas, á que nos reducen la ambicion
y el orgullo. ¿Puede haber alma mas vil que
la de un hombre dominado por la pasion de
engrandecerse , y que quiere absolutamente
ser Aplaudido?
Esta misma humildad os hará independien
te del respeto humano, y de las vanas ideas
de los hombres , á quienes diréis con el Após
tol : foco me imforta (i) que vosotros me
juzgueis. Yo no tengo rigurosamente sino un
Juez , y este Juez es Dios.
Os hará mirar con indiferencia los hono
res de este mundo , porque en medio de su
esplendor descubriréis la ilusion y la vanidad.
Os excitará , no á igualaros con el pró
ximo , sino á honrarle , y á mirarle sin envi
dia superior á vosotros , ó por su graduacion,
ó por la estimacion que se le tributa.
La
(i) i. Cor. 4. 3. ..:, . '.'•-••
44
La humildad parece que tiene alguna co
sa de baxo para aquel que juzga de todo por
los sentidos, y no se mueve sirio por los bie
nes sensibles ; pero sin embargo es una de las
virtudes mas propias para formar corazones no
bles y grandes.
Entre todas las virtudes » la humildad es
la que denota mas solidez en el entendimien
to y mas firmeza en el alma.
Pero sobre todo os dará la humildad los
fitas bellos rasgos de semejanza con Jesus,
Hombre DioS) principio de la verdadera gran
deza y de la verdadera gloria.
Jamas el hombre es mas grande ni mas
glorioso que quando se propone imitar este
divino modelo , y nunca estamos mas cerca
de él que quando sorhOs humildes , y que
siendo abatidos , amamos la humillacion.
Jesus era humilde y amaba la humilla
cion > porque sabia quánto glorificaba en esto
á su Padre.
En efecto en el tiempo de sus humilla
ciones fué quando el Padre celestial declaró,
que Jesns era cI objeto de sus complacencias',
y quando cantáron los Angeles: gloria á Diot
ex lo mas alto de los Cielos.
Si eres humilde como Jesns, Dios será
glorificado. ¿Y qué cosa puede haber mas glo
riosa que procurar la gloria de Dios?
; . ¡O Reyna del Cielo! en quien se veri
ficó de un modo admirable aquel oráculo:
Qtial-
Qualquitra (i) que se humille , terá, exal
tado, y que habeis sido'» tanto mas exaltada,'
quanto habeis sido mas humilde , alcanzadme
la gracia q.ue necesito para destruir este fondo
d.e orgullo que domina en mí.
¡ Ay de mí! yo no he sido hasta este dia'
humilde sino en la apariencia , y no he con-'
trahecho esta humildad sino para gatiar la es
timacion del mundo., que.aun siendo tan per-»
V«rso como es, desprecia á los soberbios.
-. Alcaazadme una ; humildad sincera que,
ir.anteniéndome en el convencimiento de mi
flaqueza , me haga , á imitacion vuestra , di
rigirlo todo á Dios ; esperarlo todo de Dios;
depesder de Dios en todo, y hacerme de
es.te modo digno de. la estimacion de Dios
mismo , que es la causa única de la grande
za y del honor. - -— j
CAPÍTULO XIV.
Quf una alma humilde procfira ocultar &
los ojos de los hombres lo que es en la
t' ...",.• presencia de DÍOSÍ. .-•••/ .

<l Ángel que el Señor envio á María,


la dió los mas grandes elogios , y la anuncio
que llegaría á ser l¿. Madre del Hijo de Dios;
pero ninguno llegó á saber de la boca do
María lo que este Ángel la había dicho.
(i) Lue. 1 8. 14.
• No se la vió de ninguna manera querer
distinguirse ni obrar %n lo exterior como Ma
dre del Mesías; se conduxo en todo como
si hubiese sido una muger regular.
Aunque fué grande el cariño que tuvo 4
su esposo Joseph ; y por freqüentes que fue
ron las conferencias que tenian entre los dos,
jamas le habla ni una sola palabra de'Jio que
la habia anunciado -el Ángel. • '•
Quando fue despues á visitar á sn prima
Santa Isabel, la hallo ya instruida en el Mis
terio ; pero María no se aprovechó de esta
ocasion favorable para mstruirla mas.
• Dexaba únicamente 'á Dios el cuidado d$
manifestar, quando lo juzgara mas- á propó
sito, los secretos que la eran tan gloriosos', •
• Toda la aplicacion de su espíritu consistía
en mantenerse constantemente en la humildad.
Así es pomo se debe ocultar á los ojos
de los ho'mbres, lo que uno es en la pre
sencia de Dios , y los beneficios que se ro-j
ciben de su .liberalidad.
Una virtud oculta está siempre segura,
y solo á Dios toca el manifestarla. -'.«'
Quando se saca al ^público este tesoro,
está expuesto á perderse. Los colores mas fe- :
nos suelen perder de su viveza solo conque,
les dé el ayre.
Marta dixo á su hermana: Aquí (i) ts- -

(i) Joann. u. a8. •; •• : '
47
td el Señor , y él os llama ; pero se lo di-
xo en voz baxa. •.
Los hombres (i) ciegos y sensuales no
estiman ó na conciben quán superior es á los
sentidos todo lo que ts del espíritu de Dios.
Hablarles de esto , es exponer á sus burlas
las cosas mas santas.
. El espíritu de Dios se comunica en secre
to , y quiere que todo sea reservado entre
él y el alma favorecida.
Un hombre (2) solo escogido entre mil
puede, y aun debe conocer vuestras rique
zas espirituales para que os enseñe el medio
de aprovecharos de ellas : este es el que en
este mundo hace las veces de Dios para con
duciros por los caminos de la salud , y de
la perfeccion.
Por lo que toca á los demas hombres,
habeis de procurar ser delante de ellos en lo
exterior lo que son los hombres de bien y de
virtud ; sed humilde , modesto , afable , de un
humor siempre igual ; pero qoe el interior
les sea siempre cerrado.
El que os tengan por un hombre poco ver
sado en la espiritualidad , y distinto del que
sois , es una dicha que pone á cubierto las
gracias que Dios os hace.
Dios quiere que se ande con fervor por
«us caminos ; pero es un gran beneficio el ca-
mi-
(l) i. Cor. a. 14. (a) Eccles. 7. ap.
48
minar por éllos sin que nadie lo entienda.
Algunas almas se han perdido despues de
haber recibido de Dios favores muy singula
res , por haber hecho demasiada conversacion
sobre ellos , haber tenido una vana, compla
cencia , y haberlos hecho admirar. á quien no
debia saberlos.
Si hubieran tenido la disposicion interior
de la Santa Virgen , el espíritu de humildad
que lleva siempre consigo, la luz divina, les
hubiera dado• una sabia desconfianza, y les hu
biera descubierto Jas astucias del espíritu del ¡
orgullo. ..: - •
. ,f£s necesario tener mucha precaucion para
no dexarse engañaren la vida espiritual ; pe-
'rq sobré todo en los caminos extraordinarios.,
Un licor exquisito y celestial puede lie-,
gar á convertirse en veneno por falta de pre
caucion.
Siempre se ha notado que una alma ver
daderamente interior sufre mucho , y tiene
necesidad de toda su resignacion en la volun
tad de Dios, quando permite que se haga púV
blka alguna de las particulares gracias con que
lafayorece. . : •
; CAPÍTULO XV. ,
De la prudencia de la fe,
JLpice el Evangelio que María reflexio
naba quando el Ángel la jjciu la embaxada
da
49
3e parte del Señor. Estas reflexiones nacían
de su humildad y juntamente de su fe.
Esta Virgen prudentísima sabia que el
Ángel de las tinieblas se transforma algunas
veces en Ángel de luz , y que el espíritu
del error imita tambien la voz del espíritu
de la verdad.
Por esta razon preguntó al Ángel , y es
peró la respuesta , para ver si se conformaba
con lo que los Profetas habian dicho del Mesías
y con los principios de su religion.
Luego que el Ángel la respondio , ya no
necesitó mas de orra regla para conducirse,
que la palabra de este Ángel , jorque reco
nocio la voz de Dios en ella.
Hay una prudencia que guia y dirige la
sumision á la fe , léjos de serla contraria.
La .prudencia hace abrir inmediatamente
tos ojos para asegurarse de la revelacion y la
Sumision los hace cerrar para creer ciegamente.
Es necesario no creer '(i) á toda suerte
de espíritus: yo no quiero' creer de todo
quanto se me puede decir en materia de re
ligion , sino aquello que es conforme con lo
que Dios ha dicho , ó por sí mismo ó por el
órgano de su Iglesia, tyte es la coluna (2) y
el apoyo de la -verctaa.' '• •
Dios nos ha dado los medios dé corioc'er
lo que ha revelado ; y una vez que la reve-'
la-
(i) i. Joan. 4. i. (i) i.Timoth. 3. 15.
. es cierta, condenarla (i) aunque fuese
lacion
á un Ángel que quisiera enseñarme lo con
trario de lo que ella me enseña.
Creo todo lo que me enseña la religion,
porque nada me dicta que Dios no haya di
cho. ¿ Y qué cosa puede haber mas cierta que
la que ha dicho el que es la misma verdad?
Es además imposible el que yo 'me en
gañe , así como lo es el que me engañe Dios,
ó que se engañe á sí mismo.
Es una insigne locura creer una cosa , co
mo dicha por el mismo Dios, sin justos mo
tivos ; es una locura de Paganos , y aun de
muchos queVe glorian de Christianos.
PS.TO creer una cosa como palabra de Dios
con justos y razonables motivos , no puede
ménos de ser ésta una prueba de la mas alta
sabiduría.
, Creer con una fe firme las verdades que
¿ios ha revelado , es participar de la infali
bilidad del mismo -.Dios.
El exámen en materia de religion hecho
con el mismo espíritu con que le .hizo María
Santísima, produce el efecto de hacerse mas
constante en la fe... -.
\ Pero quántas personas hay que hacen este
examen , solo con el designio de mantener
los errores en que viven , y no para apren
der lo que deben creer y lo que deben seguir!
Sa
(i) Galat. i. ,8.
.- Su intencion no es la de buscar la verdad
para seguirla , sino la de ver si pueden en
contrar' razones para dudar de la verdad que
no pueden sufrir.
No buscan de ninguna manen reglas cier
tas para conocer lo que deben creer, y có
mo deben vivir: el fin de sus investigaciones
es el de vivir sin remordimiento en el delito.
Un sistema de irreligion es del gusto de
muchas personas á quienes la íe les sirve de
un tormento continuo.
No se duda comunmente, ni se tiene por
sospechosa la fe, sino quando comienza á ser
molesta.
La santidad de sus máximas, y no lo in
comprehensible de sus misterios, es lo que
incomoda á los incrédulos.
Es necesario , ó renunciar á las pasiones,
ó sufrir continuamente temores y remordi
mientos. No hay cosa mas comun que de
terminarse á no creer, ó á lo ménos á for
mar dudas sobre todo , ménos sobre el des
orden lastimoso en que se vive.
CAPÍTULO XVI. •
De la sumision ala fe.
/negó que María se aseguró de que
í>ios era eí que la habia hablado por minis
terio del Ángel, creyó firmemente que se
D 2 obra
obraría todo lo -qtie Se la acababa de anun
ciar ; y lo creyó de tal suerte, que de nin
guna manera procuró comprehender el mis
terio.
Ni pidió coma Achaz que se la mani
festase una señal en prueba de que sucede
ría lo que se la habia revelado; ni dudó co
mo Zacarías; y así no fué en aquella ocasion
quando dixo María: Acórno podrá, hacerse estol
¿ Cómo este Hijo, de quien voy á ser Ma
dre, obrará la redencion ?¿Quál será el esta
blecimiento de su Reyno ? Ninguna de estas
reflexiones oyó el Ángel de María: ninguna
de estas preguntas y curiosidades que son
propias de una alma ñaca. Lo que hizo fué
cautivar inmediatamente su entendimiento
baxo el yugo de la fe.
Humíllate tú , ó alma mia , á imitacion
suya , sometiendo tu razon á las verdades que
son superiores á tus luces.
No procures comprehender los misterios
que la fe te propone. Si tú los comprehen-
dieras, dexariande ser misterios* Debe ser bas
tante para tí saber que son verdaderos.
No podrás méfibs de quedar plenamente
convencido de su verdad , si consideras la
fe que te los enseña con todos los caractéres
que han obligado al universo á recibirla.
Estos misterios es verdad que son incom--
prehensibles , yo lo confieso ; pero tambien
jo es que la fe perdería su mérito, si la ra
zon
5-3
zon humana pudiera coínprehenderlos ó ex
plicarlos. Bienaventurados (i) aquellos que
no vieron y crej eran.
Desde los astros hasta la flor mas peque
ña , todo es para tí misterio en la naturaleza.
¿No puedes comprehender estos misterios
naturales , y quisieras comprehender los mis
terios de Dios? i
¿No se ven sino imperfectamente las co
sas de la tierra, y se quieren ver coa toda
claridad las cosas de Dios?
Es necesario no medir las cortas luces del
entendimiento humano con el poder y las
obras de un ser incomprehensible é infinito.
¿Seria Dios lo que es si nosotros fuese
mos capaces de comprehender todo el fon
do de su ser?
Creer lo que los ojos no ven ni la razon
concibe, es rendir un perfecto homenage á
la soberana verdad.
No quiero yo, ó Dios mio! juzgar de las
cosas por mis luces, sino por las vuestras que
la fe me comunica.
No solamente el sacrificio del corazon es
lo que pedis de mí , sino tambien el del en»
rendimiento, el qual se hace por la fe.
Espero subir al Cielo en donde todo me
será descubierto ; pero ni aun allí corriprehen-
deré jamas enteramente ni vuestras perfec-
cio-
(i) Joann. 20. 20.
T4
clones, ni vuestras operaciones , porque Vo«
seréis siempre infinito, y yo seré siempre li
mitado.
.,,. Yo creo (i) , 'Señor; fero fortaleced mi
foca fe' aumentad (2) en mí la fe. • • • i
Estoy seguro de que Vos no podréis ne-i
garme el don de la fe, que es la fuente de
todos los dones , si os le pido como debo.
Os" ruego que me :le concedais por la in
tercesion de e*ta Virgen, que por la sumi
sion y mérito de su fe , vió cumplirse en
etía (3) lo que se la habia anunciado de
•vuestra parte. .
-,: Dadme una fe: viva y universal que sea
sin ninguna duda, y que lo abrace todo. Du
dar, es lo mismo que no creer: exceptuar un
solo artículo es desecharlos todos.
. • Dadme una fe. animada por la caridad que
me haga vivir de ,una manera conforme á ka
verdades que me enseña la fe. •
• .• Ko os pido , Señor , el qce me concedais
la gracia de hacer los milagros que la fe ha
hecho obrará vuestros Santos, sino únicamen
te aquella fe que 'les ha hecho santos.

(i) Marc. o. 23. (4) Lúe. 17. ¿.


,<3) Lúe. -i.4.

CA
55
CAPITULO XVII.
De los -vivos deseos que debe tener una
ahna de recibir á Jesus por la
comunion.
MARTA. JoLijo mío, el misterio que aca
bas de considerar puede suministrarte ma
chas reflexiones , en las que tú no pensarías.
SIERVO. D:gnáos , pues, de instruirme, ¡ó
Reyna del Cielo 1 (i) Hablad, que -vuestro
siervo os escucha.
MARiA. Antes que yo recibiese la visita
del Ángel, habia convidado muchas veces á
ios Cielos , á exemplo de los justas de Israel,
Á que se convirtiesen en un dulce rocío , é
hiciesen descender sobre la tierra al Justo
por excelencia.
Pero jamas me hubiera atrevido á pen
sar que seria yo aquella Virgen que habia de
dar al mundo su Salvador.
Quando llegué áí saber con toda seguridad
que sin embargo habia sido yo elegida para
ser su Madre, humillándome á vista de una
dignidad tan alta y tan sublime; ¡de qué re
ligiosas sentimientos no fui yo penetrada ¡ ó,
hijo mio! ¡qué alegría no concebi en consi
derar que habia de poseer á mi Dios dentro
de mi propio seno!
• El
(i) i. Reg. 3. 9.
D4
El mismo Dios, que se dignó de unirsd
tan íntimamente á mí por su encarnacion, de
sea, hijo mio-, tuiir.'c contigo por medio de
la comunion. ¡ Pero quán poco vivos son tus
deseos de recibirle!
No escuches de ninguna minera los pre
textos que te sugieren tu indolencia, y ona
falsa humildad para separarte de aquella sa
grada mesa. ,
Tú pretendes disculparte con el respeto
y el temor ; pero el temor y el respeto de
ben estar subordinados al amor , y deben ser
vir únicamente para hacer al amor mas solíci
to y atento.
El apartarse de la comunion por un res
peto aparente es privar á Jesus de la satis»
faccion que quiere tener de vivir contigo.
El, mismo te da pruebas de esto quan-
do dice que tiene colocadas todas sus de
licias (i) en vivir entre los hijos de los hom~
tres.
Dirás que tus faltas son demasiado repe
tidas para llegarte con freqüencia al Santo do
los Santos: pero, hijo mio, por fragil que una
alma sea , si hace todos sus esfuerzos para
corregirse , Jesus viene á ella siempre con
place/.
Tambien dirás que te apartas de la sagra
da comunion , porque te sientes indigno de
ella,
(i) Prov. 8. 31.
?7
ella. Antes bien deberlas decir • yo quiero
en quanto esté de mi parte hacerme digno de
comulgar , para ser participante de las gra
cias que Jesus concede á las almas piadosas
que se unen á él por la comunion. •
No , hijo mio , tus comuniones no son ra
ras por otro motivo , sino porque huyes del
trabajo y de la fatiga. .-;
Temes aquella. vida fervorosa que se exi
giría de tí para permitirte comulgar con fre-
qüencia.
jTe quejas de las flaquezas y enferme
dades de tu alma? Pues aprovéchate del re
medio eficaz que te se ofrece en este Pan
de vida.
Jesus ,en su Evangelio llama á su divino
banquete , á los flacos y á los enfermos , á
ios pobres y á los ciegos.
Este mismo Señor conoce tus miserias,
te presenta en su Sacramento un remedio sa
ludable y el mas propio para aliviarte y for
talecerte. . . •
Es verdad que seria mejor que tuvieses
ana santidad perfecta para comulgar ; pero
Jesus no te la pide tan grande.
Si esta fuese necesaria, quán pocos se
rian admitidos á su sagrada mesa , á pesar de
todos sus convites. , ,-
jSi se exigiese una santidad semejante , se
ria pedir por disposicion á la comunion > lo
que debe ser su fruto.
Con
' Confiesa Sinceramente tu indignidad quari-
do te llegues á-la comunion: lleva principal
mente una •gran -pureza de corazon, ó á Ib
ménos una resoludon fuerte y eficaz de tra
bajar en adquirirla , y tu comunion; será fruc-
tubía.
Ten presente que tina comunion bien he
cha produce siempre algun efecto en el alma:
Si por tu vigilancia y fidelidad llegases
á ponerte en aquef estado ¿n que es preciso
que estes para que puedas participar freqüen-
tt-menre del Sacramento , estarás ya sin da-
ct* bien adelantado «n el camino de la per
feccion. :'-.-•'••-
Una alma á quien se la dilata el gozar
de la presencia de Jesus en el Ciclo, pone
sus delicias en gozarle por la comunion tan
to como la • sea-. . posible.
. .'
CAPITULO XVIII.
I>e los sentimiéntos que debe tener una, al"
m* quando posee á Jesus por I*
comunion.
. .ijo mio, quando hayas reci
bido á Jesus cñ: aquella sagrada mesa, y va
reposa spbre tu corazon , imita los sentimien-
3«s que me animabao quando yo le lleva
ba dentro de mi seno.
. ¡ O María! ningua entendimíea
59
to humano puede concebirlos, ni hay lengua
que pueda explicarlos : solo Dios conocio quá-
Jes fuéron entónces los sentimientos y extre
mos de vuestra alma.
: La fe , la humildad , el zelo , el recono
cimiento , el amor, todas las virtudes repar
tiéron entre sí los instantes en aquellos nue
ve meses que el Verbo de Dios estuvo en
vuestras castas entrañas.
MARiA. Si llegareis á conocer bien , hi
jo mio, el precio de la gracia que Jesus te
concede quando se da á tí en su Sacramen
to, y los sentimientos de que está penetra
do en favor tuyo, ¿dexarias tú de tener , en
quanto te fuese posible, los mismos sentimien
tos por él?
j-La criatura es visitada por «1 Criador!
jUn pobre por el Rey de la gloria! ¡Una al
ma afligida por su consolador celestial! ¡Uri
hombre, que no es sino pecado ,poí£a<juel
qué es la misma santidad] íf
Humíllate profundamente delante de él:
exalta sus bondades, que son infinitamente su
periores á quanto puedes concebir.
Detesta tus ingratitudes pasadas: implo
ra su socorro para en adelante, y prométele
una fidelidad eterna.
Entrégate á los excesos de la alegría mas
pura ; y convida á los Angeles y á los San
tos á que rindan á Jesus, si es posible, las
acciones de gracias que le son debidas por
el
6o
el don magnífico qne te hace.
Desea que un Dios tan amable y tat,-
bueno sea amado y glorificado en la tierra
como .lo es en el Cielo. •t
Abre tu corazon á todos los fuegos de su
amor , y desea ser consumido en él. • ,
Ofrécele , en reconocimiento de sus be
neficios, y para suplir de algun modo á tu
flaqueza , los sentimientos de todas las almas
santas que le reciben en el mismo Sacramen
to con devocion y con amor.
Y ofrécele especialmente todos los senti
mientos de que estuvo penetrada mi alma,
y que me dispensó por su infinita bondad,
quando por la encarnacion se unió tan inti
mamente conmigo. ' f
Piensa ea aquellas virtudes , cuyos gran
des exemplo's te da Jesus en la Eucaristía par
ticularmente en su humildad , y pídele la gra
cia de imitarla.
En este Sacramento no solamente su Divi
nidad , sino tambien su humanidad está ocul
ta. Ninguna cosa se manifiesta de Jesus sino
á los ojos de tu fe. Pídele la gracia de amar
Ja vida oculta y abatida , de huir las honras
y aplausos mundanos , y de practicar todas
tus acciones, sin el designio de ser visto y
estimado.
En este Sacramento admirable Jesus es
el objeto del desprecio de muchos hombres,
y de la indiferencia de muchos corazones, que
no
no son nada para este Señor , mucho para el
mundo , y todo para sí mismos. Pídele la gra
cia de sufrir con paciencia Us injurias y con
tradicciones.
Ve aquí , hijo mio , los sentimientos que
deben ocuparte quando te llegues á la comu
nion , y aun por espacio de todo aquel día
en que hayas tenido la dicha de recibir á Jesus-.
CAPÍTULO XIX.
JD<? las sequedades que padecen algunas
almas en sus exercicios de piedad , y
ciahnente al tiempo de la
comunion.
SIERVO. \jP Virgen, que sois para con Je-
sos mi recurso y mi consejo ; yo os doy gra--
cias por las instrucciones que os dignais co
municarme.
Pero Virgen Santa , me sucede freqüen-
temente que al tiempo de la comunion , á
pesar de los esfuerzos que yo hago para entrar
en los sentimientos que inspira el recibir el
cuerpo y sangre del Señor , advierto que ten-*
go flaco mi espíritu y mi corazon frio. '• I
Quisiera yo entónces participar de aque
llos tiernos sentimientos de amor , de aque¿
lias dulzuras sensibles qne debisteis experimen
tar quando llevabais á Jesus en vuestro seno,
y de las que participan al tiempo de la co
munion las almas piadosas.
MA-
02
MARiA. Quando experimentes , hijo- mioj
esa sequedad que dices en la comunion , hu
míllate, reconociendo que mereces aquel es
tado por tus infidelidades : súfrele cou paeien-t
cia en expiacion de tus faltas ; pero de nin
guna manera te desalientes por eso.
Si tienes algun motivo p.ira creer que es
te estado de privacion de fervor pueda ser
en castigo de tus culpas , procura corregirte:
pero si fuere solamente una prueba que Dios
quiere hacer contigo , haz de modo que ten
gas algun mérito por medio de tu resignacion.
El fruto de una comunion bien hecha no
consiste precisamente en experimentar un gus
to sensible en la misma comunion , sino que
¡está mas principalmente en la fidelidad en el
cumplimiento de sus obligaciones.
Un corazon puede estar sinceramente con
sagrado á Dios , y sin embargo no encontrar
ningun gusto en las cosas de Dios.
Muchas almas que dirigen sus pases con
fervor por el camino de la perfeccion , han
experimentado la misma ande z y sequedad, así
en la oracion como quando se llegaban á aque
lla sagrada mesa.
Los gustos sensibles no son de ninguna
juanera necesarios á la virtud , ántes bien se
pudiera temer muchas veces que una alma no
se apegase demasiado a ellos¿
Él Divino Esposo no ignora lo que con
viene á sus esposas. Da á L& unas dulzuras
y
y consuelos , qne no da á las otras por cier
tos motivos que se deben adorar mas bien que
procurar comprehenderlos.
Si por una parte una alma descuidada no
debe esperar ninguna cosa de la liberalidad
de Jesus , tambien por otra una alma fiel y
fervorosa debe complacerse de tener ocasiones
de hacer ver á Jesus, que ella le sirve mas
por él mismo , que por los dones que de él
recibe.
Nunca creas que Dios te ha desechado
porque sientes disgusto en su servicio : haz en
tónces fielmente por agradarle , lo mismo que
barias si experimentases gusto en servirle.
Has de ir á tu Dios , hijo mio , mas por
la fe que por los sentidos. Procura agradarle
en todo , y cree que si lo consigues , encon
traste la dicha á que han aspirado y conse
guido los Santos. ; .
El estado de sequedad es muy propio pa
ra santificarte, si sabes aprovecharte de él, cor
respondiendo á los designios de Dios.
Las ideas de Dios quando te mantiene en
este estado , son de reducirte á que no te
busques á tí mismo , sino á que hagas consis
tir tu dicha y tu mérito en agradarle y servirle.
SIERVO. Indigno como soy de todo con
suelo , yo me someto, ó Virgen Santa , así en
este punto como en todos los demas , á la
voluntad de mi Divino Maestro.
Si se digna ponerme en el número de aque
lla
64
lias almas , á las qnales concede estos gustos
sensibles ; que sea bendito para siempre , y
que lo sea tambien si me los rehusa.
No pido á Jesus otro consuelo que el
de serle siempre fiel.
Me juzgo infinitamente dichoso , sacrifi
cando todas las satisfacciones de mi cor.izon,
á las del corazon de Jesus , mi Dios , y ha
ciendo mi deber, sin experimentar otro gusto
que el que se tiene en pensar que se hace
solo por agradarle.
CAPÍTULO XX.
Del fruto que se debe sacar de la comu
nion fara la conducta de la vida.
SIERVO. v os fuisteis santa, ¡ó Madre del
amor mas puro ! desde el primer instante de
vuestro ser ; pero desde la encarnacion del
Verbo en vuestras castas entrañas , ¿ qué nue
ve* progresos no hicisteis en la santidad?
La presencia de Jesus por espacio de nue-
-ve meses causó en Vos tales impresiones, que.
os duráron toda la vida.
Erpensamiento de este favor tan señala
do que Dios os habia hecho , os mantuvo
siempre hasta el último suspiro en una soli-
fcitud santa , buscando los medios , y apro
vechándoos de Lis ocasiones de manifestarlo
vuestro reconocimiento.
£• MARTA. Mí exemplo, hijo mk>, te sirve
de confusion. Pero tú recibes en la Sagrada
Eucaristía al Dios de toda santidad , y ya
deberlas ser un santo.
Una sola comunion bastaría para llenarte
de todo el fervor de los Santos , y tus co
muniones te dexan siempre con toda tu fia-?
queza.
Til usas siempre de alguna cautela y re
serva con Jesus , guando este Señor no la
usa en las bondades que tiene por tí. »
Su presencia , es verdad ¿ que te inspir?
quando le recibes grandes sentimientos de vir
tud : le haces entónces .muchas promesas^
pero promesas y sentimientos todo se desva
nece bien presto.
No obrarías así con un grande de la tierra
que te hubiera honrado con su visita. ;
Quando el hombre es sensible á los.ber
neficios de un amigo. ¡ Ah quán pronto está
para manifestarle su reconocimiento ! No sor
siega su amor hasta encontrar los me.di.os de
executarlo.
Pero tú , hijo mio , dexas pjsar aquellas
ocasiones de virtud , de las quales se aprove
chaban los Santos, despues de la comunion
para hacer conocer á Jesus quán sensibles
eran á la gracia que acababan de recibir.
Este Señor te pide-, principalmente la• vi
gilancia sobre todos tus afectos , de suefte
que no tengas ni uno solo: que no sajara 'al.
E S¡
66
Si velases con cuidado sobre tí mismo
despues de haber comulgado , conservarlas
dentro de tu alma aquella misma devocion
que experimentabas al tiempo de recibir el
sagrado cuerpo y sangre de Jesu-Christo.
Esta vigilancia que debes tener siempre
despues de cada comunion , es la mejor dis
posicion que puedes llevar quando vayas nue
vamente á recibir el cuerpo del Señor.
SIERVO. O Virgen , modelo de toda vir
tud , yo me avergüenzo á vuestros pies de
mi cobardía y mi ingratitud.
Rogad á Jesus que no venga jamas á mi
corazon , sino para gobernar todos sus mo
vimientos , dirigiéndolos enteramente ácia éli
Haced, Madre mia, que me arranque este
corazon que yo llevo tan indigno de aquel
Señor : que crie en mí un corazon nuevo , y
que me dé uno semejante al vuestro ; es de
cir : un corazon ardiente , liberal , tierno,
constante para él , así como lo es el suyo
para nosotros.
CAPÍTULO XXI.
De la caridad faro, con el fróximo,

SIERVO. \\Jp Virgen fervorosa! No sin


designio dexasteis vuestra soledad de Naza-
reth para presentaros al público. El espíritu
de
«7
íe caridad fué el que »$ obligó á ello.
¡Dichosas las colinas por donde dirigisteis
vuestros pasos! ¡Montañas de Judea, dad sal
tos de alegría!
¡O Madre digna del Dios de la caridad!
Apénas ej Ángel os da á entender el estado
en que se h. lia vuestra santa parieiita Isa
bel , quando Vos, os apresurais por ir á v ¡sitarla.
Marchasteis á toda prisa , dice el Evan
gelio , y fué, porque las inspiraciones del Es
píritu Santo piden prontitud -en la exocucion.
Las montañas que ts. necesario atravesar
no os detienen de ningun modo , porque la
caridad llena, sus deberes, c.pn. valor y gene
rosidad,
Dexais por algun tiempo las dulzuras de
vuestro retiro , porque sabíais, bien que la ca
ridad tiene: ciertos derechos , á los quales de
ben ceder los gustos de la. piedad.
Vuestra caridad no es u.na caridad pasa-
gera , sino que permanéceis cerca de tres me
ses en casa dé Isabel para favoreceda coa
vuestras atenciones y cuidados,
¿Qué efectos de santidad tan adrrirables
tío produxo esta visita de caridad ? Isabel fué
llena del Fspíritu Santo: Juan Bautista fué
santificado en el seno de .su madre-
Isabel y su esposo vivían en la práctica
de las virtudes; pero aprendiéron do vuestros
exemplosá practicarlas aun rna? perfectairente.
MARiA. Si amas á Dios, hijo mio , no po-
E2 drá
«8
drus ménos de amar á tn próximo por el qtiai
fcaxó de los Cielos > se hizo hombre , y dió
su vida en una cruz.
Tu caridad no debe quedarse solo en sen
timientos , sino que debe ser real y efectiva.
] Quintos afligidos tienen necesidad de ser con
solados por tus palabras ! ¡ Quántos infelices
l' tienen tambien de ser aliviados por tus
servicios!
Dios ha permitido que hubiera muchos
miserables sobre la tierra para que ellos se
hiciesen santos por su paciencia , y tú , exer-
ciendo con ellos la caridad.
Sé pronto en favorecer quando puedes
hacerlo prontamente , porque las dilaciones
hacen siempre perder alguna cosa de su mé
rito á la caridad.
Procura hacer que tu caridad sea liberal»
y dala toda la extension que te sea posible. •
No ser generoso en los servicios que se
Jiacen al próximo, mas bien es eludir los de
beres de la caridad , que cumplirlos.
Quando no puedas servir á tu próximo
por tí mismo , interésate por él con los de
mas -. solicita para él á lo ménos las bondade*
de Dios.
No has de mirar al hombre en tu próxi
mo sino á Dios. De este modo , quien quiera
que sea el que te pida socorro , no podrás me
nos de dársele, porque nada quisieras rehusar
al mismo Dioy. ...
¿ i Si
69
Sí no Se hiciera bien á los hombres sino
á proporcion de su mérito y buenas calida
des, se les haria muy rara vez.
Ama , hijo mio , las obras de caridad por
mas que te cuesten. No te detengas en exer-
citar tu caridad , -aunque sea á costa de tu
amor propio.
El mismo Dios te ensena por su exemplo
á hacer bien á todos los hombres , aun á los
mas ingratos.
Dad, dice Jesus , y. se os dará (i]. Dad
algunas riquezas temporales, y Dios os dará
en recompensa las eternas.
No niegues al próximo tus consejos para
que se determine en sus incertidumbres , y
Dios por sus inspiraciones te ayudará á salir
de tus dudas.
Alivia á los afligidos con palabras de con
suelo , y el Dios de todo consuelo por las
palabras de sn gracia te sostendrá en medio
de tus aflicciones.

CAPITULO XXII.
De las grandezas de Dios.
E•
scuchenios , ¡ó alma mía ! escuchemos
á María que , arrebatada santamente de júbi
lo y contento , celebra l¿is grandezas de su
Dios. En-
(i) t-uc. 6. 38. ,
E3
Entremos en los mismos sentimientos de
que i.ila está penetrada. Juntemos nuestras
alabanzas i las suy<;S.
Glorifiquemos con ella al Señor , á este
Dios 1 oáopoderoso, que obra, quando quierei
las mas grandes maravillas , y cuyo nombre
infinitamente santo , merece los homenageS
de toda la tierra.
f¿ue extiende el poder de su brazo fara
destruir los designios de los soberbios : que
abate a los grandes del mundo para ensal
zar los humildes: y que despoja d los ricos
de sus tesoros para colmar de bienes d los
que estan necesitados*
¿ A quién en efecto pertenece propiamen
te la gloria y la alabanza, sino á Vos, ¡ó
Dios .mol
La grandeza de los hombres es limitada)
es prestada , es frágil , depende de nuestras
ideas , y muchas veces es falsa y quimérica.
Pero vuestra grandeza, ¡ó Dios mio(i)!
no conoce límites. Vos la teneis de Vos so
lo ; y qualquiera otra grandeza está obliga
da á rendirla vasallage.
La grandeza de ¡os Reyes se acaba con
su vida. Él ruido de su caída (2) es bien
fronto seguido de un olvido eterno»
Pero Vos, Señor, Vos subsistís eterna
mente. Vuestra gloria no puede ser limitada
ni
(i) Psalm. 144. 3. (4) J?salm. o. 7.

-%
«i por los confines del universo, ni por los
del tiempo,
¿De qué podrían gloriarse vuestras cria
turas? De Vos solo tienen todo su poder y
sus riquezas : ninguna cosa pueden sin Vos:
y Vos lo podeis todo sin .ellas.
Ninguno hay sino Vos que sea grande por
sí mismo. No necesitais de poder ageno pa
ra la execucion de vuestra voluntad. Que
rer y hacer es para Vos una misma cosa.
Sin salir de Vos mismo hallais dentro de
Vos , pero sin límites , y sin la menor im
perfeccion , quantas perfecciones pueden te
ner todos los seres visibles é invisibles.
Solo Vos poseeis esencialmente y en pro
piedad todas las perfecciones posibles , por
que solo Vos poseeis el ser en toda su plenitud.
Los grandes de este mundo merecen
nuestros respetos , solo porque son imagen de
vuestra grandeza, y porque os habeis dig
nado confiarles una porcion de vuestro po
der. Fuera de esto , ¿ qué son ellos delante
de Vos ? folvo , y ceniza como los demas
hombres.
Todas las grandezas del mundo se eclip
san y desaparecen delante de Vos. No hay
verdadera grandeza sino aquella que no pue
de recibir ni aumento ni diminucion.
¡O Señor \ \Dios de las virtudes (i)!
\
i) Psalm. 88. 9.
E4
es semejante ¿Vos? íolo Vos mere
ceis las adoraciones del Cielo y de la tierra,
porque solo Vos sois el Dios grande , el
Dios siempre grande , el Dios grande en to
do y por todas partes.
Grande en todas vuestras obras , en lo mas
pequeño como en lo mas maravilloso , en la
flor de los campos como en las estrellas del
firmamento.
Grande en sabiduría, en poder , en justi
cia y en bondad. ¿Pues quién podrá jamas,
¡ó gran Dios! hablar de vuestras grandezas
de una manera digna de Vos?
Confieso , Señor , mi insuficiencia. Con
fesion que os es gloriosa ; porque es ren
dir homenage á vuestra infinita graniiez .i
reconocer y confesar que es supeiior á to
da alabanza y á toda expresion.

CAPITULO XXIII.
I
D¿ las misericordias de Dios»

SIERVO. p^uiínto deseo , ó" María , oí


ros celebrar las misericordias del Señor, del
mismo modo que se han celebrado sus gran
dezas! Haced, Madre mia, que yo conciba
una alta ¡Jea de ellas.
. . Si. recorro con Vos la serie de todos los
hombres degeneracion en generacion, no reo
á
i
73
4 ningnno de aquellos que han temido al Se
ñor, sobre quienes no hayan sido exercita-
das sus misericordias.
Si hiere á los pecadores en medio de su
cólera : si les hace experimentar los mas ter
ribles castigos , no es sino despues de haber
los llamado y procurado atraer por sus be-
neiicios.
Las ingratitudes e infidelidades de su Pue
blo no han podido agotar la fuente de sus
bondades. El Señor leí ha abierto el seno de
su misericordia con una ternura paternal. -
Había prometido á Abraham y á su pos-
terid.id que les enviaría un Libertador; y án
tes de faltar á su promesa ha buscado en sus
Padres los motivos de hacer á sus hijos las
graciis, de que estos eran indignos.
Ya apareció este Libertador , y los hom
bres no han podido ménos de conocer el amor
que les ha tenido.
Ha extendido su liberal mano sobre to
dos los desdichados. Hasta los mismos pe
cadores, léjos de ser excluidos de sus bene
ficies , han sido el principal objeto de su zelo.
Con sentimiento , y aun con el mas vi
vo sentimiento de su corazon , se vió este
Señor abandonado de tantos ingratos que han
preterido una libertad falsa á la venta¡a pre
ciosa de ser del número de sus siervos y de
sus amigos.
Para colmo de los testimonios de su in
74
ag« cable caridad , faé clavado en tina crn?,
en donde ha derramado hasta la última gota
de su sangre.
Los hombres le han visto en esta triste
situacion, le consideran frecuentemente en ella,
y sin embargo su corazon no se mueve. Aun
no ha despedido aquel Señor el rayo que de
berla destruirlos y aniquilarlos , porque su
misericordia y la voz de su sangre claman
incesantemente en su favor.
Yo mismo soy, ¡ó Virgen Santa! una
prueba maravillosa de su paciencia en espe
rar á un pecador y de su facilidad en re
cibirle.
Yo soy aquella oveja descarriada que ha
sido restituida á su aprisco por este Pastor Di
vino. El mismo se ha dignado llevarme so
bre sus hombros , temiendo que yo me fa
tigase demasiado en el camino.
¿Cómo olvidaré yo- jamas aquel día en que
«ste Padre lleno de ternura , viendo volver á
él á su hijo pródigo , me abrazó , me bañó
con sus lagrimas, y me estrechó sobre su co
razon?
¡O , y quán bueno es este Dios ! á vis
ta de un corazon sinceramente contrito y
humillado , se olvida de que es Juez para
acordarse solamente de que es Padre.
O Virgen , Madre del Dios de las mi
sericordias , que habeis intercedido para mi
conversion, alcanzadme la gracia de la perseve
rancia. Bien
. que
Bien sabeis , Señora , la poca constancia
he tenido durante mi vida en mis mejores de
seos. Conservad , pues , fortaleced , perfeccio
nad por vuestra proteccion estos nuevos de
seos de santidad que la gracia hace nacer
en mi.
Vuestra caridad conmigo no será menor
que la confianza que yo tengo en Vos. ¿Aca
so el enemigo de mi salvacion baria mas para
perderme que Vos para salvarme?
Dignáos, pues, ¡ó la mas amable y com
pasiva de todas las madres! de alcanzar á vues
tro hijo los mas vivos sentimientos de lo pa
sado , la mas exacta fidelida*d en lo presente,
y una firme constancia para en adelante: y
de este modo cantaré en los Cielos por to
da una eternidad las misericordias del Se-
ñor y vuestras bondades.
CAPÍTULO XXIV.
Del reconocimiento que debemos manifestar
á Dios por sus beneficios.

\J> Dios infinitamente bueno , que me


habeis concedido tantas gracias temporales y
espirituales desde que vivo sobre la tierra,
yo os ofrezco en reconocimiento todos los
sentimientos de gratitud que tuvo María por
vuestros beneficios durante toda su vida ; pe
ro
7&
ro especialmente qtlando entró en la casa de
Zacarías y de Isabel.
Isabel daba á María las alabanzas mas bien
merecidas ; pero María quiso que Isabel olvi
dase aquella de quien habla recibido los be
neficios, y que no pensase sino en el bien-
-hechor.
Deseaba que todas las criaturas , ¡ó Dios
mio ! se uniesen á ella para bendeciros por los
dones que la habiais hecho.
No se tenia por dichosa sino porque el
Todopoderoso se habia dignado poner los ojos
en la baxeza de su siervo. ; para hacer ver
<juán grande sois y quán misericordioso.
\ Ay de mí ! Señor , bien léjos de ver
en mí iguales sentimientos , . despues de ha
berme dado tantas señales de vuestro amor,
no mirais en mí sino un ingrato.
Recibo de Vos los bienes , y doy á los
hombres las gracias por ellos. Me salen bien mis
proyectos , y no atribuyo el suceso sino á mi
iadustria.
Pero sobretodo, jqué soy yo, ni qué
puedo yo por mí mismo quando se trata de
mi.salvacion? y sin embargo yo no procu
ro agradeceros los auxilios que me dais con
tinuamente para salir bien de este grande ne
gocio.
Si hay alguna cosa en mí que sea agra
dable á vuestros ojos , solo de Vos la tengo,
v íin Vos yo no pudiera conservarla.
Es
- r Es verdad que yo coopero libremente á
77
vuestra gracia'; pero esta cooperacion misma.
es para mí un nuevo motivo de reconoci
miento ; pues gue ni quiero ni hago ningu
na cosa onena sino con vuestro socorro.
Bien veis, Señor, la miseria y la flaqueza
extremada de mi alma : si vuestra gracia me
abandona ¿en qué vendré yo á parar? ¿á qué
deplorables extravíos no me arrastrarán nííi
malns inclinaciones? .
Yo no veo en mí seguridad , sino en el
convencimiento de mi flaqueza y en la gra
titud que debo manifestar por las gracias con
que vuestra misericordia la sostiene.
No permitais, ¡ ó Dios mio! que la infi
delidad me haga indigno de vuestros benefi
cios , y que la ingratitud me los haga olvidar.
La inclinacion dominaste de vuestro cor
razon , es la de hacer bien ; pero la ingrati
tud , es tambien entre todos los vicios , e-1 qué
detiene mas el curso de vuestras misericordias.
Mil veces he merecido no experimentar
mas sus saludables efectos ; pero vos habeis
querido triunfar de mi corazon á fuerza de
beneficios.
¡ O gran Dios ! ya no opongo mas resis
tencia. Yo serc en adelante todo para vos.
Como no vivo sino por vos , tampoco quiera
vivir sino para vos.
Pero haced por vuestra gracia que así co
mo m¡* necesidades y vuestros beneficios .son
con-

continuos , de la misma manera pase mi vida
continuamente en implorar vuestras bondades,
y en daros gracias por ellas,
CAPÍTULO XXV,
T)e las visitas,

E. 1 exemplo de María : en la visita que


hizo á su prima Isabel , debería ser la regla
de nuestra conducta en el comercio de 1*
vida civil.
Por mas que María esté revestida de la
qualidad de Madre de Dios , esta Virgen hu
milde no espera de ninguna manera á que
Isabel la prevenga , condenando así la falsa
delicadeza de tantas personas zelosas de su
autoridad que disputan sin cesar sobre su pri
macía
¿ Pero qué motivo fué el que obligó á
María á hacer esta visita ? no pudo ser otro
que el de la religion.
La curiosidad , la vanidad y el amor pro
pio son los motivos.de la mayor parte de
las visitas que se hacen en el mundo ; pero
ninguna de estas razones contribuyó á la que
hizo la mas fiel de todas las vírgenes , sino
que únicamente la practicó por motivos muy
santos.
Las almas virtuosas. aun ert las mismas
visitas que lucen , y que el mundo no mira
íino como deberes de buena crianza , ',bran
sic'n-
.79
siempre por cierto movimiento de virtud.
La piedad , la caridad y la gloria de Dios
dirigen los pasos de María. Va á una casa
en donde se ama y se sirve á Dios. Va'
á felicitar á su paricnta por las gracias que
Dios la ha hecho , de las que ya estaba ins
truida por el Ángel. , .• :
Va á hacerla una visita con la mira de
serla útil , y de estrechar mas y mas los vín
culos de una union santa.
La piedad no se opone de ninguna ma-,
ñera á que cumplamos con las obligaciones
de la vida civil , ántes bien nos hace santi
ficar su cumplimiento por medio de ciertas
consideraciones christianas.
Como esta virtud procura siempre conver
tirlo todo en provecho suyo ; corta, en quanto
la es posible, todo comercio inútil , toda vi
sita de puro cumplimiento.
Las visitas que desean las personas piadosas,
son aquellas que las proporcionan medios de
edificarse , edificando á los demas,
Qualquiera otra visita les desagrada , por
que la virtud no se halla bien sino cerca de
la virtud : les sirve tambien de molestia y fa
tiga , y aun les da mucho que sufrir por en
contrarse como fuera de su elemento.
Los Santos hacen servir á la gloria de
Dios , á la edificacion del próximo y á su pro
pia perfeccion , aun las acciones que parecen
mas indiferentes.
Si
8o
Si se les imitase en esto , 'y -se practicasen
las visitas con el mismo espíritu , g qué fru
tes no pudieran sacarse de este comercio ci
vil que constituye una parte de los deberes
de la sociedad?
• • Se gustarían en ellas mil- dulzuras inocen
tes , desconocidas de las personas del siglo.
Se animarían mutuamente los hombres á la
virtud. hi -• . .;
No se saldría con aquel vacío que dexan
en el corazon las visitas enojosas del mundo,
sino con aquella alegría inocente que es como
el patrimonio de las almas santas.
Tened, pues , almas christianas , tened
siempre á la vista- el modelo que acabo de
trazaros. No salgais como María , sino rara
vez de vuestra soledad , ni os junteis sino con
personas virtuosas.
No busqueis como ella sino los medios
<Je glorificar á Dios y de edificar al próximo,
y sacad el provecho que podais del comer
cio , que por necesidad teneis que hacer coa
los demas hombres.

CAPITULO XXVI.
—• - De las conversaciones. • •>*

figurarme en mi espíritu qué es


toy en casa de Isabel , al tiempo que María
la
8i
la visita. ¡ Qué lecciones de humildad , de mo
destia , de discrecion , y de caridad no re
cibo allí! í
Isabel reconoce á María por la Madre
tíe su Dios : la colma de alabanzas y de ben
diciones. Exalta sus grandezas , la felicita poi
sus prerogativas.
Pero María , léjos de engreirse por su dig
nidad , dirige á Dios el incienso que se la
da , y toma ocasion de aquí para glorificar
al Señor.
Conoce lis grandes maravillas que ha
obrado en ella el Todo-poderoso ; ptro ella
todo lo dirige á su mayor gloria ; y siendo
como es la Madre de Dios , jamas se olvida
de que es su Esclava.
Humildad sincera , y que no tiene
nada de aquella falsa modestia , baxo la qual
no se oculta muchas veces sino un secreto
orgullo.
¿ Quántos hay en efecto , que no despre
cian l,is alabanzas que se les da , sino por
atraerse mas ? haciendo servir así por un ras
go delicado de su amor propio , la misma
modestia á su vanidad.
María é Isabel no tratan sino de Dios , de
sus grandezas , y de sus misericordias : estan
enteramente poseidas de su amor , y ponen
todas sus delicias en contar las maravillas
de su sabiduría, de su poder , y de su bon
dad.
F Quan-
82
Quando los dones de Dios son el únicO
objeto de nuestra alegría , es Dios, por conr
siguiente el único objeto de nuestras gratitu-r
des y nuestras alabanzas.
La boca habla (i) comunmente de aque~
lio mismo de que el corazon está lleno. Vos
otros no hablais sino del inundo, y de sus
vanidades , señal demasiado cierta de que no
amais sino al mundo , y de que vuestro co
razon está aprisionado por sus falsos deleytes.
Ellos son del mundo (2), decía el Dis
cípulo amado , y por eso no hablan sino
del mundo , y el mundo los escucha ; sifue
sen de Dios (3) , hablarían de Dios , ó.á
lo ménos no dirían ninguna cosa que no fue
se segun Dios.
Acordaos, pues, de que 'daréis cuenta
en el juicio de Dios de una sola, falabrct
ociosa. ¡Qué justo motivo de temor para vos
otros !
¡O y quán pocas conversaciones. hay, aun
entre personas que hacen profesion de piedad,
en donde no se aumente la cuenta , que será
necesario dar á Dios], , ,,
¿De qué se trata en ellas mas comunmente?
Pe vanidades de mundo, de novedades, de co
sas de ninguna importancia. Estas son las con
versaciones que pasan por las mas inocentes. •
No
(i) Matth. ia. 34. (a) i. Joan. 4. g.
(3) Joan. 6. .. ....i
v No, parece sino que no se puede con
versar sin hablar• de los defectos del proxirr
OTO : la conversacion viene á ser molesta , si
no se mezcla en ella algun rasgo de crítica
ó de malignidad. -< • .
i , ; ¡ Ay. de. .vosótras., lenguas maldicientes!
que siempre agudas como las de la serpien
te , poneis toda vuestra diversion en herir la
íeputacion del, próximo. •.
Y desdichados igualmente aquellos que se
complacea en escucharlas.; el que presta li
bremente sus oídos á la maledicencia, se ha
ce cómplice en elía. -i. .. t
H.J- Mirad como una obligacion de concien
cia el no decir jamas mal de nadie. Si. no
podeis impedir el que los demas murmuren,
hacedles conocer á lo ménos por vuestro si
lencio , que no tomais ninguna parte en sus
proposiciones maldicientes. .
Concebid un horror santo á toda con
versacion contraria á la honestidad ; y guar
daos bien de aprobar, ni aun con cierta son-r
risa , como hacen algunos , un lenguage que
el mundo Hama galantería ; pero que es fre-
güentemente; el lenguage de la pasion.
Poned especialmente toda vuestra gloria
en pasar por un hombre , delante de quien
ninguno se atreve á zaherir la religion ni la
piedad. Reprehended .al impio con una liber
tad santa ; y si no hallareis otro medio de
detener la impiedad sobre sus labios , mani-
F2 fes -
84
festadle á lo ménos por una señal clara y
evidente quál es vuestro modo de pensar.
Sed verdadero en vuestras relaciones , mo
desto y reservado en vuestras palabras, afa
ble con todo el mundo , y no os negueis
á una alegría inocente , pues que la virtud
os la permite , y aun algunas veces os la
manda.
Por lo mismo que estais mas expuestos á
pecar por la lengua , es necesario que ten
gais mayor precaucion para no incurrir en
aquellas faltas , cuya principal causa es ella
misma.
Si acostumbrais á conversar á solas con
Dios en vuestra casa , os presentaréis despues
con ménos peligro entre Jos hombres, quan-
do os sea preciso estar delante de ellos.
Quando tengais que presentaros entre otras
gentes, rogad ántes al Señor que ponga (i)
una guarda de circunspeccion en vuestros
labios ; y pensad durante la conversacion,
que Dios está presente , y os escucha. Ha
blad á este Señor interiormente alguna vez
por medio de algun afecto del corazon.
Quando se haya acabado la conversacion,
pedios cuenta á vos mismo de lo que ha pasa
do en ella , para dar gracias á Dios si no habeis
cometido ninguna falta , ó para corregiros si
habeis incurrido en ella.
De
(i) Psalm. 141. 3.
De este modo llegaréis á adquirir aque
lla discrecion y prudente cautela en vuestras
palabras , tan recomendada por los Maestros
de la vida espiritual , y que miran justamen
te corno punto de grande perfeccion.
CAPÍTULO XXVII.
De la verdadera amistad.
SIERVO. C/ n amigo fiel es un rico te
soro (i) , dice la Escritura : su hallazgo es
tá prometido t'nicamente á los que temen
á Dios.
El Cielo os hizo hallar , ó María , este
precioso tesoro en vuestra prima Isabel , y á
ésta la gratificó el Señor , dándola á Vos por
amiga suya.
Nos ofreceis así la una como la otra el
modelo mas perfecto de la amistad , y de una
amistad santa , libre de todo aquello que sue
le corromper las amistades humanas.
Una dichosa uniformidad de sentimientos,
pero de sentimientos religiosos , os hacia unir
mas estrechamente la una á la otra : la gra
cia y la virtud era lo que Vos estimabais en
Isabel ; y esto mismo era lo que vuestra pri
ma estimaba recíprocamente en Vos.
Teníais entre las dos freqüentes conver-
sa-
(i) Eccli. 6". 14. 6. 16.
86
saeiones con mutuas confianzas : os dabais con
sejos : os servíais la una á la otra como á.
porfía ; pero todas las pruebas da vuestra
amistad iban dirigidas á un misino interes,
qual era el de la mayor gloria de Dios.
Bien conocía Isabel que su corazon , des
de que .se habia unido al vuestro , concebia
acia Dios aun mas vivos sentimientos que
ántes.
Y Vos , Virgen santa , hacíais tantos pro
gresos en la virtud en casa, de vuestra pri
ma , como si estuvieseis en vuestra soledad
de Nazareth.
Contentas con vuestra union , os sepa--
rasteis sin dexar de amaros. La virtud que
une dos corazones no puede estar sujeta á
la inconstancia.
MARiA. Nunca , hijo mio , te lisonjees de
que gustas de las dulzuras inocentes de la
amistad , si no has procurado buscarlas en
una amistad virtuosa.
No hay cosa mas comun qne engañarse
en la eleccion de los amigosi Es necesario
no dar su confianza sino á aquellos cuya fi--
delidad se conoce , y sobre cuya religion se
puede contar. • ' ^
Encentrarás muchos de estos amigos co
munes y ordinarios , que te darán ciertas se
ñales exteriores de amistad ; pero no esperes
otra cosa de ellos.
Serán tus amigos miéntras puedan sacar
al-
algun provecho de la prosperidad en que es
tes ; pero si ésta te llega á faltar , dexarán
de serlo.
Procurarán corregirte aquellos vicios, cfl-
ya infamia pueda recaer tambien sobre ellos;
en quanto á aquellos que el ichristianismo
condena , pero que no se reparan entre las
gentes de mundo , serán los primeros que te
exciten á ellos.
Mira lo que es un amigo verdadero: ayu
da en las necesidades : consuela en los tra
bajos : aconseja en las dudas : conduce en
los negocios : dirige en los desórdenes ; y ex
cita por medio de sus palabras , y de sus
exemplos al cumplimiento de sus obliga
ciones.
Pero es muy raro hallar un amigo seme
jante , porque tambien lo es el consultar á
la virtud en la eleccion de los amigos.
Ama la virtud , y ella te hará encontrar
un amigo que sea digno de tí , y como sue
le decirse , otro tú mismo.
Hay muchas amistades que parecen á la
primera vista sinceras , y muy finas ; y se ve
que se acaban luego porque no se habian uni
do sino vicios.
Haz de tu amistad , en quanto puedas,
un comercio de edificacion , para que dan
do á tus amigos el buen exemplo , le reci
bas mutuamente de ellos.
Condesciende con ellos en quanto te per-
F 4 mi-
88
mita la conciencia ; pero nunca pases mas
adelante.
No les pidas ninguna cosa que no sea jus
ta y razonable , y sobretodo no uses con
ellos de la adulacion con la mira de que ha
gan contigo lo mismo.
CAPÍTULO XXVIII.
De la confianza en Dios , y como debemos
abandonarnos d su providencia.
confianza en Dios es uno de los
mas grandes homenages que podemos hacer
á sus perfecciones. Quanto mayor y mas ge
nerosa sea de nuestra parte , tanto mas nos
honra.
Por medio de esta confianza le recono
cemos por el ser supremo que puede todo
lo que quiere , y cuya voluntad iguala á su
poder.
Es uno de los medios mas eficaces para
alcanzar del Cielo muchas gracias y señala
dos favoies.
María nos ha dado mas de un ejemplo
de esta virtud. El que nos dexó , remitien
do á Dios el cuidado de su reputacion , es
por cierto bien notable.
El Esposo que la dió el Señor para guar
dia de su virginidad , concibe nna sospe
cha contra ella , que es en perjuicio de su
ho-
honor, y piensa en informarse secretamente.
María no manifiesta por eso ninguna in
quietud ; sino que llena de confianza en DioS)
espera con humildad el i instante de su pro
videncia. i • •
Llega en efecto este momento. Joseph es
iluminado desde lo alto : se desvanecen sus
rezelos ; y lleno de veneracion por la vir
tud de su Esposa , ya no duda estrecharse
inviolablemente con ella.
En esto se ve claramente quán provecho
so es confiar en Dios , y poner en sus ma
nos todos nuestros intereses.
Todo está prometido á la confianza : el
rocío del Cielo , la feracidad de la tierra, las
estaciones benignas , y los bienes de la eter
nidad. , . .- ,
El que se: apoyare ('\.sabre un brazo de
carne , sera semejante- al arbolillo que cre^-
ce en el desierto. Se hallará seco dentro de
muy poco tiempo. •, .,- • •'..-..
Pero el .que pone su confianza en el Se
ñor , y le considera como su único apoyo,
se fareterá, tí uno de aquellos pLítanos her
mosos (2) , que crecen sobre el borde de las
aguas. Sus hojas , al abrigo de todo viento:
que las abrase , conservarán su verdor , y
el árbol no cesará de dar fruto* -
No hay cosa que no nos mueva á la
con-
(i) Jerem. 17. g. (a) Jurera, 17. 8.
confianza. La bondad de Dios , su poder,'
sus pronresas , su fidelidad , el conocimiento
tiene de nuestras necesidades , nuestra
propia ñaque za , y; la experiencia que todos
los días nos está manifestando la insuficien
cia de los hombres , y aun su propia perfidia.
• Recurrid , pues , -con confianza á su pro
videncia en todos -vuestros trabajos , quales-
quier*-que sean. Os quejais de que vuestro.
Dios no os da socorro en vuestras afliccio
nes ; perc no dudeis de que este Señor solo
espera para dárosle -el que vuestra confianza
os lleve á sus pies^á pedirle.
Sabe mejor que ninguno la triste situa
cion en que os hallais ; pero si vuestra con
fianza Ro le dice nada , se .conduce.con vos>
otros como si no la supiera.
•Á. O? entregais- á- lá turbacion y al desalien -
tti•'j curtía si no -hubiera Dio* (i) en Israel.
?L {-Ay de mí ! ífréqltentemente los hombres
se arrebatan , se acongojan , se agitan , mién
tras que un soló acto- de confianza restituiría
el -sosiego y la paz á sus almas.;
* -En' todos; vuestras peligros > en vuestras
iJudas •, y en vuestras• mayores angustias, to-
rtiád vuestras medidas , buscad los medios,
pedid consejo; pero que sea siempre Dios
ante todas cosas Vuestro primar recurso.
- tos 'hombres no"tienen poder , ni luces,
ni
(i) 4. Reg. i. itf.-.
9*
ni voluntad para 'ayudaros y socorreros, si
no porque lo tienen de Dios.
. Siempre que nuestra confianza en Dios no
sea presuntuosa y temeraria , no puede ser
excesiva.
. Tanto . como' el hombre es flaco por sí
mismo, otro tanto mas poderoso viene á ser
por el Dios en quien se confia.
Los accidentes que os 'han quitado la sa
lud . no han enflaquecido el poder de aquel
que es el único que os la puede restituir.
La muerte, es verdad 'que-' os ha robado
una persona que era vuestro apoyo ; pero no
habeis perdido: al que la gobernaba en todo'
lo que hacü por vuestros intereses.
Si queremos reflexionar' seriamente sobre
esto , veremos que el socorro de Dios no
nos falta , sino quando por nuestra descon
fianza nos hemos hecho indignos ^de él.

CAPÍTULO XXIX.
,v:. . ', . : '.,.••
Df la obediencia.

M aria y Joseplí
' ' » -sin embnrgo de que
eran de la familia d'e David , va-iv de Na-
zareth á Belen para hacerse inscribir allí, se
gun el edicto- de Augusto , que, con el fin
de conocer la extension de":&n poder , ha
bía mandado hicer un empadronamiento ge
neral en todas las partes de su itiiper¡c<.
No
92
No se detienen á examinar si el Prínci
pe habla sido dirigido en el edicto por mi
ras de interes ó de vanidad. La órden ha
sido publicada : ha llegado á su noticia ; y
se someten á ella.
Si Augusto conociera á María , la diria,
como Asuero á Esther , que aquella ley (i)
no había sido hecha para ella: pero la ley
la comprehende como á los demas , y la
obedece lo mismo , y aun mejor que los
otros , porque lo hace con humildad , con
paciencia . y sin murmuracion.
María no ve en la órden del Príncipe si
no la voluntad de Dios i la mira como una
disposicion de la providencia , á la qual se
somete ciegamente.
La obiidiencia no sabe formar discursos,
porque es en todo muy sencilla. Ninguna
cosa hay mas opuesta al espíritu de sumi
sion , que la prudencia de la carue , que
quiere verlo y examinarlo todo.
¿ En qué vendría á parar la subordina
cion , si las órdenes de los que tienen de
recho para mandar , se hubiesen de sujetar
al exámen de los que deben obedecer?
Si el Señor temporal que os manda al
guna cosa , no merece por sí mismo vuestra
obediencia ; el soberano Señor á quien re
presenta , la merece.
El
(i) Esth, 15. 13. :-
93
El que os manda , es verdad que puede
engañarse ; pero siempre que no se os man
de ninguna cosa contraria á la ley de Dios,
Ja obediencia que vosotros le prestais por
consideracion á aquel á quien representa, no
puede estar sujeta á error, y os servirá siem
pre de un gran mérito delante de Dios.
Es doctrina de los Santos , que vale mas
hacer cosas pequeñas por obediencia , que ha
cerlas grandes por su propia voluntad.
La sabiduría mundana insulta á la humil
de simplicidad de los corazones obedientes;
pero esto consiste en que ella no ve nada (i)
en las cosas de Dios.
¿ De qué consideracion deberán ser los
juicios de los hombres , para quien toma el
Evangelio por regla de los suyos?
No toda obediencia es meritoria. Aque
lla que prestais por consideracion á las bue
nas qualidades que puede tener aquel que os
manda , es una obediencia puramente natu
ral ; y por lo mismo no debeis esperar re
compensa sino de parte de los hombres.
Aun en aquella que se dirige á Dios se
hallan freqüentemente muchos defectos é im
perfecciones , que la roban una gran parte
de su mérito y de su precio.
No obedecer prontamente y con alegría
sino ea aquello que lisonjea sus propias ¡n-
clj-
(i) i. Cor. a. 14.
94
clinaciones , mas es hacer SB voluntad, quef
la de otro , es ménos obedecer que satisfa
cerse. : ; . ; . •- -•
El hombre verdaderamente obediente ni
dilata la execucion de lo qu§ se -le manda,
ni murmura contra la autpridad de los qué
gobiernan. i.
Los libros santos nos -enseñan : que sea
mos sometidos á nuestros señores con toda
suerte de respeto, no solamente (i) á los
que son bueno¿..y., moderados , sino tambien
aun á aquellos que no son de una condi
cion benigna. : ¡^
Se haria la obediencia ménqs. penosa , .si
ser pensase ménos en el hombre á quien se
obedece , que en Dios por , quien se debe
obedecer. . •
La victoria está prometida, (2), segun
el testimonio del Espíritu Santo., al hom
bre obediente. ... -,:.,•.
La voluntad propia es un manantial de
extravíos y desórdenes. La obediencia nos la
santifica , y por este medio• nos ahorramos
muchos disgustos y arrepentimientos, y me
recemos la aprobacion de Dios. ;;,-,•

(i) i. Petr. a. .18. (2) Prov.,ai. •z8.

LA
-
- :
LA< IMITACIÓN
'-'U',.- . I: .• I -. . •. -;

DE LA SANTÍSIMA VIRGEN
SOBRE EL -MODELO
•* "- ' -' -- " -f
DE LA ' íMíTAtUON i)E ••yESU-CHRISTo.

LIBRO SEGUNDO.
. . ..-. : -íj : ! • , , .. .,
EN El. QU» SE. CONSIDERAN LA VIDA Y VIRTUDES
DE LA SANTiSIMA VIRGEN, DliSDB EX NACIMIENTO
BE SU HIJO EN BELEM HASTA EL TIEMPO EN <¿l:fc
SE LE VIO DAR LA VIDA SOBRE EL CALVARIO
POR ¿A. SALVACIÓN DE- EOS HOMBRES. . ' l('
T'| | . '•',.- ' . ' : J •

CAPíTULO TRÍMERO;' •• I•*•


• -• ;- .•'s¿.-. •-. • : /,,.;. y y . , ,,,,
' ' ' 'De "la dicha de 7oj fobres.

SIERVo. ¡\_/' Virgen Sania! considero He


no de admiraoion y plxcer . acuella perfecta
paz que rebosaba dentrp da ..vuestra alma ea
el establo de Bcícm , cu dpnde disteis al
mundo á Jesus. , • ,\\. \, ',,,.. ¡
> . Se os niega la posada: (en Bektti quando
la llegais á pedir ^ lo; que. ;es-para Vos iip
gran motivo d« sendrnient^; pero no por
eso se altera. .1» pa?. de'' ywettra íilma. ... 7,
« .. La Reyna de los Cielos s'e ve llena de
alegría , roílead'a do pobres psítcrts. La Wa-
dcr
96
dre del Señor de las estaciones -'se encuen
tra gustosa en un establo , expuesta á las in~
jurias del tiempo mas riguroso,
¡ O Virgen Soberana ! os hallais mil veces
mas contenta en este establo en el misera
ble estado en que os veis , que lo estaban
los ricos de Belem en medio de la opulen
cia en que vivían.
MARiA. Apreade de aquí, hijo mio, el
poco caso que se debe hacer de los bienes
de la tierra , y quánto debes estimar tu es
tado , si te llegas á ver privado de ellos.
En efecto ," ¿ cómo podrán tenerse los po
bres por infelices , quando piensen que Je
sus quiso que su Madre fuese pobre : quan
do él mismo no- tuvo en su nacimiento si
no un pobre , y muy pobre pesebre: quan
do no tuvo (i) durante su vida, sobre que
reclinar su cabeza , y no tuvo en su muer
te otro lecho que una cruzí
Sus Apóstoles no fueron escogidos entre
los sabios y poderosos , sino de entre los
pobres é ignorantes.
A los pobres (sé á, quienes mas particu
larmente vino á anunciar su Evangelio ; y
ha llegado á tanto el amor que ha tenido
por ellos , que no ha dudado en asegurar,
que mirará como un beneficio (2) hecho Á
él mismo el que se haga en favor delpobre.
' • - .:.', ' LOS
(i) Lue. j), 85, '• . £a) Matul. 25,40. ;
97
Los ricos desprecian á los pobres; pero
el mismo Dios que ha dicho : ¡ Ay de vos
otros (') ricos I llanta á los fobres (2) á su
convite.
Elena-venturados los pobres de íspíri-
iu (3)-, dice Jesus , porque de tilos es el
Reyno de los Ciclos \ Palabras que se entien
den de aquellos pobres que aman su po
breza , así como hablan tambien de aque
llos ricos que no tienen apego á sus riquezas.
Deberían , pues , los pobres considerar
su situacion , no por lo que ofrece de baxo
y abatido á los ojos del mundo , sino por
lo que tiene de grande y gloriosa , que es
por donde nos la representa el Evangelio. .
Ningun pobre habría , si hubiese fe , y
se consultase seriamente , que quisiera cam
biar su estado por el de los ricos y felices
del siglo.
Hijo mio , el que vive en la .abundan-
«ia se apega á los bienes de la tierra, se ol
vida del Cielo , padece vivas tentaciones , y
cae freqüentemente : apetecer riquezas es lo
mismo que desear lo mas perjudicial para la
salvacion.
En. vano se procuran juntar en esta vi
da grandes bienes , pues quando viene la
muerte todo se dexa. •
La
, (i) Lue. 6. 24. (í) Lúe. 14. ai.
(3) Match. $. 3. •-• v •>
G
La virtud es el único bien qne queda en
aquella hora, y es cierto que el estado de
indigencia provee de muchas ocasiones de
practicar la virtud.
El rico , de quien nos habla el Evange
lio , fue sepultado en los infiernos t mién
tras que Lázaro , á quien habia despreciado,
fué conducido despues de su muerte (i) por
mana de los Angeles al Seno de Abraham.
SIERVO. Me acabais , ó Virgen Santa,
de manifestar como la pobreza se debe pre
ferir á todos los bienes de la tierra. Haced,
pues , que yo coloque en adelante mis afec
tos en los bienes del Cielo , y que conciba
un santo desprecio por los de la tierra.
CAPÍTULO II.
De la pobreza voluntaria»

no tuvisteis que sufrir , ó Vir


gen Madre de Dios , en vuestra pobreza !
pero ni formabais quejas por ello , ni los
hombres procuraban aliviaros.
j Por qué , pues , no representasteis á
Jesus el rig«r de vuestro estado? ¿La Ma
dre de Dios tenia mas que hablar , y nada
«e le hubiera rehusado?
To-
(i) LiKvjfi. aa.
99
'«' Todos los Angeles hubieran venido in
mediatamente á vuestro socorro , y hubie
ran tenido á mucho honor el procuraros to
dos los auxilios necesarios.
MARiA» Hijo mio , ninguno hay mas ri
co que aquel que posee á Jesus. Una alma,
euyo único bien es Dios , mira siempre con
ojos indiferentes los bienes de este mundo,
y consiente voluntariamente en ser pobre.
Yo veia á Jesus , Rey de los Cielos,
y Señor del mundo , que siendo rico for sí
mismo (i) , se había hecho fobre para enri
quecer á los hombres con su pobreza , y yo
ponia toda mi gloria en imitarle.
¡Dichosos aquellos pobres voluntarios, que
imitando á este divino modelo se despojan
de los bienes de este mundo para no pen
sar sino en adquirir las riquezas de su amor,
y los bienes del Cielo !
Bienaventurados si , haciéndose semejan
tes á Jesus , sufren voluntariamente los efec
tos de la pobreza , y apartan enteramente
su corazon aun de aquellas cosas , cuyo uso
les es permitido.
Pero hay muchos que han abrazado este
estado de perfeccion , y sin embargo estan
muy distantes de la perfeccion que pide.
Se ve freqüentemente que el corazon se
aficiona aun á aquellos cortos bienes que se
Cí) 2. Cor. 8. p. •*••
Gi
IOO
disfrutan ; ¿ pues qué seria si se poseyesenmai
grandes? . -,
¿í>e podrá decir con verdad que se ha he
cho pobre por Jesus quien sin teeer los em
barazos de las riquezas , desea tener sus co
modidades í
Jesus , naciendo en Belen , viviendo en
Nazareth , y muriendo sobre el Calvario, es
el único modelo que han pretendido copiar
.todos los que se han hecho pobres volunta-'
riameníe por su amor.
Este es el modelo que todo Christiano
debe procurar seguir , apartando de su espí
ritu y de su corazon todas las riquezas del
mundo-.
El Espíritu Santo no dice á todos que
renuncien á las riquezas , porque no puede
exigirse de todos este grado de perfeccion.
Pero sí dice á todos que no aftguen (i) á
ellas su corazon.
Dios no puede establecer su Reyno den
tro de un corazon que está entregado á los
bienes perecederos de la tierra.
Jesus quando vino al mundo no eligio
para sí una suerte dichosa , segun los hom
bres , sino que desprecio las riquezas : for
zoso es, pues, que •- ellas sean dignas det
desprecio.
Los bieaes de la tierra son falsos , y son
per-
(i) Ps. 61. u.
roí
perjudiciales , excepto para los que compran
con dios los bienes de la eternidad.
CAPITULO III.
•-•••• "De la caridad con los pobres.

• MARÍA. -Ouma , hijo mio, á los po


bres , y no deres perder las ocasiones que
tengas de aliviarles sus males.
De este modo manifestarás ser digno hi
jo de Dios , que en sus libros santos se nom-
"bra expresamente el Procurador del pobre;
•y que no aconseja simplemente la limosna,
sino que la manda á todos aquellos que es-
•ten en disposicion de hacerla.
SIERVO. Las instrucciones que me dais,
ó María augusta , se encuentran aquí con
firmadas con vuestro exemplo. Uno de vues
tros mas grandes siervos (i) nos dice, que
repartisteis entre los pobres ios ricos pre
sentes que hicieron al Salvador recien na
cido los Reyes que fueron á adorarle.
Parecía natural que os hubieseis aprove
chado de ellos para socorrer la extrema ne
cesidad que padecíais en Beletn ; pero aquel
estado os era muy querido por la semejan
za que os daba con vuestro Divino Hijo.
Le
(r) S. Bonav. Vit. Christ. medit. cap. p.
IOI
Le preferisteis á todas las conveniencias
que hubierais podido tener , y no quisisteis
salir de la obscuridad é indigencia en que
el Cielo os habia hecho nacer , aunque des
cendiente de la sangre de David.
Ejemplo admirable de desprendimiento,
y de caridad juntamente , pues que hicis
teis servir . para el socorro de los pobres aque
llo mismo que hubiera podido aliviar vues
tra pobreza.
MARiA. Hijo mio, el mejor uso que se
puede hacer de las riquezas es el de socor
rer á los pobres con ellas.
Si tienes muchos bienes , acuérdate do
que quando la providencia te los ha dado,
te ha constituido como su ecónomo ó adminis
trador para que los repartas entre los pobres
necesitados.
No imites aquellos ricos avarientos que
tienen siempre las entrañas cerradas á las ne
cesidades de sus hermanos , y que quieren
mas verlos morir de miseria , que despren
derse de alguna cosa para socorrerlos.
Estos no piensan sino en atesorar para
la vida presente ; pero vendrá aquel momen
to terrible en que , pasando del tiempo a
.la eternidad, desperiarán (i) como de un
sueño/ profundo , y se encontrarán con las
manos vacías.
Haz
(i) Psalm. 7$. 6,
Haz como estos ricos piadosas y carita
tivos , que se constituyen los padres de los
pobres , y no temen empobrecerse multi
plicando sus limosnas.
¿ Qué bendiciones no reciben ellos sobre
la tierra ? ¿ Pero qnánto mas preciosas las
recibirán despues en el Cielo?
El Señor les restituye freqüentemente con
osnra , aun en e;,te mundo , lo que la cari
dad les ha hecho derramar en el seno del
necesitado ; y además todo lo que tienen que
esperar en la eternidad corresponderá á to
da la extension de sus promesas.
Si hubieren cerrado los divinos taberná
culos por sus pecados , la limosna se los
puede abrir, y fodrán for este medio (i)
redimir sus iniquidades.
Mira , hijo mio , como una obligacion,
de la qual no te puedes dispensar el alivio
de los necesitados. No escuches de ninguna
manera á la codicia , que jamas cree tener
bastante para sí.
Te es permitido el ser económico , pe
ro nunca seas ni duro , ni avariento. La
economía mas laudable es aquella que tiene
por objeto el alivio del próximo.
Nunca te juzgues dispensado de la obli
gacion de hacer limosna , á ménos que tú
no
(i) Dan. 4. 24.
G4
104
no soit pobre. Hazla , pues (i) , segun tus
medios-
Si tienes mucho (2) , da mucho ; y si
tienes foso , pártelo voluntariamente coy
el pobre. • ..
-Está cierto , hijo mio , de que todos los
que hayan exercitado las obras de misericor
dia, tendrán confianza en el tribunal del Días
de, las misericordias..

CAPITULO IV.
De la necesidad y ventajas de la medí
tocino.
SIERVo. 'Cuéntame ¡ó gruta de Be-
lem ! todo lo que oyó y entendio María
quando los pastores viniéron á adorar á Je~
sus en el pesebre.
O si no decidnos Vos , ó Virgen , Ma
dre da un Dios , en qué os ocupabais en
tónces.
MARiA. Hijo mio , el espectáculo de nn
Dios infante , alojado en un pesebre , y en
vuelto en pobres pañales , era para mí un
fcindo inagotable de reflexiones.
No podia cansarme de meditar este gran
misterio. Todo lo .que veta y entendía (3)
se
(i) To.b. 4. 8. (*) Ibid. (3) Lúe. a. 19,
iof
se^gra!fáb-a"<ierttro'de'mialma , y me de-
Ttaba las impresiones mas vivas.
- '. Admiraba yo , aun mas que los pastores,
Ja maravilla que acababa de obrarse. Todas
las potencias de mi alma estaban ocupadas
•<le este grande objeto.
- Por una parte salían continuamente de
mi corazon mil tiernos afectos , y por otra
no cesaba de dar alabanzas y bendiciones al
Dios Todo-poderoso. '-•.
Si quieres, hijo mio, moverte á vista
•de los grandes objetos de la Fe , es necesa
rio que te ocupes seriamente eQ ellos , y que
les medites con atencion.
- - La fe :de un grande, número de Christia-
nos no está enferma , sino porque no pro
curan mantenerla y fortalecerla coa la : me
ditacion. •'"•J '
El olvido de las verdades eterna* es la
causa de quantos crímenes y desórdenes se
'cometen sobre la tierra.
Meditando freqüentemente sobre las per
fecciones de Dios , y reflexionando á me
nudo sobre la nada de las cosas mundanas,
se han desprendido los Santos de las criatu
ras , y han puesto todos sus afecto* en el
Criador.
Con este santo ejercicio aprendían á no
estimar sino lo que es grande y digno de
aprecio á los ojos de Dios : se inflamaba su
corazoa , y salían de él llamas celestiales,
que
io6
que iban dirigidas al ínlsmo seno de Dios.
No dexes pasar ningtm dia sin alimentar
á tu alma con alguna de estas verdades. Así
es como se aprende la ciencia de los Santos.
No te disculpes , como hacen otros mu
chos , conque no tienes tiempo para meditar:
la voluntad es la que te falta , y no e) tiempo.
En esta vida no tienes , hablando pro
piamente , sino un solo negocio , que es el
de tu salvacion. Le mirarás ciertamente cor
ino de muy poca importancia , si no te
persuades de que no se debe dexar pasar un
dia sin pcns :r en él.
Todos los <lias hallas tiempo para refle
xionar seriamente sobre tus intereses tempo
rales y pasajeras.
_. ¿$U96 qu,é intereses puede haber que te
toquen de mas cerca , ni que sean para tí
de ñas cotiseqüencia que los de la eternidad ?
..' /No te excuses de ninguna manera con que
o sa bes meditar. Eres Capaz de reflexionar,
sobre mil objetos de pura-curiosidad , ¿y quan-
do se trata d¿ pensar en los grandes objetos
de la fe y de la eternidad pretextas no sa--
ber hacerlo?
Solo mirando con la indiferencia mas cri
minal las cosas de Dios y las de tn salva
cion puedes despreciar «ste medio poderoso
de santificarte.
Hijo mio , si quieres tener siempre tu vi
da bien arreglada , tómate cada dia un poco
de
107
<3c tiempo para examinar delante de Dios si
te portas con él como .debes.
Si deseas no hallarte sorprehendido á labo
ra de la muerte , aprende á todas las horas
á morir bien.
Un quarto de hora que te ocupes todos
los dias en meditar al pie de los altares , ó
de un Crucifixo sobre las grandezas de Dios,
sobre sus misericordias , sus amenazas , y
sobre sus promesas , te hará adquirir una
ciencia infinitamente superior á la de aque
llos sabios ^ en cuyas obras se aprende todo
ménos la ciencia de salvarse.
¿De qué sirve al hombre haber adorna
do su entendimiento de todos los conoci
mientos útiles y honrosos , segun el mundo,
si no tiene los que tuviéron los Santos , y
que les hiciéron ser Santos ?
El deseo de ser virtuoso no «s bastante pa
ra llegar á serlo : es pues necesario estudiar
los medios , y tomar las medidas conve
nientes.
Pedid continuamente á Jesus la gracia
de vencer vuestra tibieza en un exercicio,
del qual no procura el demonio retirarte si
no porque sabe que es de una grande im
portancia el practicarle.
No solamente conseguirás por este me
dio las mas grandes ventajas en tu propia
conducta , sino tambien para la de aquellas
per
f>crs'-)nas que están mas particularmente con
fiadas a tu cuidado. • i;. •• ; ?;• ¡
'::.:- " :;,{::,:. '^-¿ v .\-' ->n. ü J;-h ,
u.. CA P tíE-JU L O -Vi• i-'

t¿» observancia- de la. ley de Dios*

La ría concibió -por obra del' Espirita


;;( llegó á ser Jtiadre sin dexar' de ser
i el nacimiento de su Hip no' sirvió
<S; pbra. hacerla mas pura ; y por lo mis
ino la ley de la Purificacion no debia enten
derse con ella. ..
• : N.o obstante , por mas qne no fuese
,co.mprehendida en la ley qniso observarla:
i^ Ja observa con tanta regularidad y exac
titud , que no omite la menor circunstancia.
El escemplo .de Jesus , <que hahia queri
do sujetarse á la ley de la Circuncision , no
•la permite usar de. su privilegio.
Por otra parte la ley no exceptúa á na
die ; y así María la obedece sia dilacion y
sin tardanza.
Parecía qne presentando á sn Hijo en el
templo , segun la ley , le confundía entre
los demas hijos de los hombres.
Pero la ley dice , que las madres ofre-
ciart á Dios en el templo sus hijos primo
génitos, y esto, basta. El Padre Celestial
manifestará , quando lo juzgue á propósito,
la
jo9
fe gloria de Jesus. Marra no :prensa sino en
obedecer.
Exempk) bien capaz do confundir nues
tra cobardía , quando se trata de obtídecer
á la ley de Dios , y de los vanos pretex
tos que buscamos y alegamos par» dispen
sarnos de una pronta y exacta obediencia.
Es cosa bien extraña que se rehuse al Ser
supremo la sumision que se exige de aque
llos que tiene baxo su dependencia.
Sieado , como no eres , otra cosa que
polvo y ceniza , ¿te atreverás á decir ''\ mas
grande de todos los Señores , al mismo Dios>
que no puedes obedecer : que su ley exi
ge demasiado de tu flaqueza? ¡.O qué atre
vimiento! ¡qué temeridad í
¡ O vergüenza ! te parece muy pesado el
yugo del Señor , sin embargo de que él mis
mo nos asegura que es suave y ligero ; y
se prefiere' á él el del mundo , siendo , co
mo es , éste tan pesado y tan cruel.
Se da al mundo para obedecerle lo mas
precioso que los hombres tienen : la ñor de
los años , la vivacidad del entendimiento , la
ternura del corazon , y la actividad de - las
fuerzas y de los talentos. Pero al Señor se
le destina un tiempo para mas adelante , en
que dicen que se obedecerá á su voluntad.
- . Es decir : que se reservan para Dios las
heces de los - anos , las. sobras, de los se ni i -
-. .- ,. ' raien
IIO
mientes : en una palabra : todo aquello de
que el mundo no hará ya caso.
Se ve todos los dias que por agradar al
mundo se sujetan ciegamente á sus capri
chos , á sus diversiones galantes ; y quando
se trata de agradar á Dios , á este Señor tan
amable , por medio' de una ciega obediencia
á sus lejes , se tiene por muy dura la su
jecion , ó á lo ménos se procuran buscar
razones para sacudir el yugo.
Si os' consultais á vosotros mismos , y si
escuchais al mundo ántes que os determineis
á rendir á Dios la obediencia que se te de
be ^ estad seguros de que no le obedece
réis , ó de que lo haréis con limitacion , por
que la ley de Dios es opuesta á vuestras in
clinaciones y á las leyes del mundo.
No debe consultarse á la carne ni á la
sangre en lo que interesa á la ley de Dios:
la naturaleza nos excita siempre á la rela-
xacion , y el mundo á la inobediencia.
¡ O Señor soberano I que sois el único
que teneis derecho para querer , sin que os
podamos pedir cuenta de vuestra voluntad,
abrid mi corazon (i) á. -vuestra ley.
Vuestras palabras son la misma justi
cia (2) y equidad : haced que caygan so
bre mi corazon. (3) coma un dulce rocío.
Vues-
(i) Machab. a. 1/4. (3) Psalm. n8. 149.
la) Deut. 34. a. '
III
Vuestro Profeta nos dice en «no de sus
Cánticos (i) : que una paz abundante es el
patrimonio cíelos que aman y observan vues
tra ley : que ésta es la que comunica la sa
biduría á los humildes : la que conduce á la
verdadera felicidad : la que destierra la tris
teza d-j los corazones ; y la que disipa las
tinieblas del entendimiento.
Que es mas digno de estimacion que el
oro y las piedras preciosas , y que excede
en suavidad á la dulzura de la miel.
Yo me empeño , Señor , de nuevo en
no separarme jamas de su cumplimiento. Dig
naos , pues , de afirmarme en mi resolucion.
Me propongo observar vuestra ley has
ta el último instante de mi vida r será pa
ra mí como una rica herencia , que quiero
conservar con el mayor cuidado ; y desde
hoy en adelante será siempre para mí el ob
jeto de mi alegría.
CAPÍTULO VI.
Del buen exemplo.
V/bserva María la ley de la- Purifica
cion para no dar motivo de escándalo á los
Judios que ignoraban quién era esta Virgen.
La. observa tambien para dar á su espo
so
' (i) Psalm. 1 1 8. et seg;.
112
so Joseph el exemplo de nna obediencia cie^
ga y generosa , como asimismo á los cierna*
á quienes Dios instruye gomo á él del Mis
terio.
No omitas , pues , una accion , aunque
no estás obligado á practicarla , si su orni-?
sion puede escandalizar.
Es necesario dexar algunas veces las dul-»
zuras de la contemplacion ; y hacerlo aun
con cierta libertad , porque esto es dexar
á Dios por Dios.
El .que ama á Dios procura ganar cora
zones para él ; pero el mejor medio de ga
narlos es el de enseñar á los otros con el buen
exemplo cómo se le ha de amar. •
Las exhortaciones á la virtud no hay du
da que la dan mucha estimacion^ pero quan*
do se junta la práctica ;i la exhortacion , se
la persuade mucho mejor : el exemplo de
los Santos ha sido causa de que lo sean
otros muchos.
Las acciones de virtud que practicaban
los Apóstoles y . los primeros fieles no eran
ménos poderosas sobre. muchos espíritus que
sus discursos y sus milagros.
¡ O y quán pocos Ghristianos se encuen
tran en el dia que sean por su buen exenv*
pío el buen olor de Jesu-Christo\ ' • •„
No parece que se freqiienran los hom
bres sino para contribuir mutuamente á su
reprobacion por el mal exeinplo. que .se (dpn.
Si
: "Si quieres condenarte , condénate tú so
lo, y no hagas perecer contigo á un her
mano tuyo Jiaco y miserable (i) por quien
ha muerto Jesu-Chrifro.
; Qué delito no es el robar á tu progimo
los bienes de la tierra ! ¿ Pues quán grande
no lo será robarle los bienes de la eternidad?
esto es propiamente ser el emisario y el ins
trumento de los demonios.
Todos debemos dar buen exemplo , y es
pecialmente aquellos que tienen alguna au
toridad ó mando sobre los demas, porque es
tos comunmente se conforman con su con
ducta.
A los grandes comprehende tambien muy
particularmente esta obligacion. Si no respetan
las leyes de Dios y de su Iglesia , tienen
bien presto imitadores ; porque se mira en
tónces como glorioso el seguir tales modelos.
¿Serán acaso mas grandes que María, que
como Madre de Dios tenia todos los títulos
de grandeza que puede tener despues de
Dios una pura criatura ?
Aprendan , pues , de esta Virgen , Ma
dre de un Dios , á servirse de la alta digni
dad en que estan , para maycr honra y glo
ria de Dios , que es quien les ha colocado cu
'illa.
i ¿Es por ventura la grandeza algun título
,. .- i . que
(i) i. Cor. 8. ii. .
que da derecho para ser menos Chfistíano?
La nviyor elevacion , si se aprecia como
debe, no es otra cosa que una obligacion
mas grande. •. '• 'v.v,; \••\.

CAPÍTULO VII. ^ 'i


•• ' . . . • i : • ' ' '•.

Del amor y precio de las humillaciones..-' '

é prueba tan grande de humildadí


« Dios mio , nos da vuestra Sania Madre,
observando la ley de la Purificacion ! Ley
que no habia sido hecha sino para las madres
ordinarias.
La gloria de aquella virginidad de la qual
era tan zelosa, quando la anuncio el Ángel el
Misterio de vuestra Encarnacion , fué de al
guna manera obscurecida por esta ceremonia
religiosa.
Pero no ignoraba que vendría el tiempo
en que os vcria en el mayor abatimiento , y
lleno de oprobrios, y se tiene por muy dicho
sa de poder seros en esto semejante.
Quanto mas Vos la habiais distinguido en
tre Lis demas mugeres , mas se complacía en
Confundirse , y en ocultar sus prerogativas.
Una alma que no busca ni desea , como
Miría , sino agradar á Dios , hace poco caso
de la estimacion de los hombres , y es poco
sensible á sus obsequios. .; ...... .• .: •./
Pre-
- -Prefiére , como se explica un Profeta , el
abatimiento de la casa de su Dios á toda
/a pompa y resplandor que rodea á los hijos
del siglo.
. La virtud se encuentra mas segura en un
estado humilde y abatido , que en el seno de
los honores y de las distinciones.
Si está obscura y oculta á los ojos de los
hombres , por eso es mucho mas brillante á
los ojos de Dios.
- La verdadera virtud no pretende otra co
sa que atraerse las atenciones de Dios. Aun
que sea poco conocida, y aun despreciada, na
da importa , entonces es quando se juzga
mas dichosa.
La providencia que vela sobre los justos,
los conduce muchas veces por el camino de
las humillaciones al termino del mérito y de
la gloria.
- El amor propio es verdad que sufre quan
do se ve humillado , pero entónces es la hu
millacion mas saludable.
Los Santos daban á Dios muchas gracias
por los oprobrios que padecían , como por un
particular beneficio..
Si yo no tengo, los mismos sentimientos
es porque aun soy un hombre todo terreno
y carnal , y porque no busco á Dios.
-; 'Muchos Santos ha habido que pedian á
Dios grandes humillaciones : tan grande era
el deseo que tenian de su perfeccion.
Ha Si
Si no me siento con el mismo valor , de
bo á lo ménos recibir con sumision las qoe
él me envía para mi bien , sin que yo se
las pida.
Quizá glorificaré á Dios mas por una hu
millacion sufrida con toda la resignacion que
debo tener á su voluntad , que por los do
nes mas sublimes.
El Hijo de Dios se ha humillado hasta
anonadarse , como dice el Apóstol : y ve
aquí el modelo que todos los hombres de
ben imitar.
Tener horror á las humillaciones , es tener
lo igualmente á la semejanza que debemos
tener con Jesu-Christo.
Si Dios me las multiplica es porque quie
re perfeccionar en mí la imagen de su Hijo.
Se debe recibir una humillacion con el
mismo placer y reconocimiento que se ten-
dria , si se recibiese un pedazo de la verda
dera cruz en que murió Jesu-ChristO»
CAPITULO VIII.
Cómo debemos hacer á Dios los Sacrificios
que tíos fide.

SIERVO. JLJa ofrenda que las madres ha


cían a Dios en su templo de sus hijos pri
mogénitos , les era poco costosa. Pero la que
Vos,
Y
Vos , ó Virgen Santa , Iii cisteis de Jesus os
sirvió de un verdadero sacrificio.
Sabiais que debia algun dia dar su vida
por la salud de los hombres , y por esto le
ofreceis ya entónces como víctima.
Baxo de esta qualidad fué propiamente
como Vos le ofrecisteis , así como él se ofre
ció á sí mismo á su Eterno Padre.
Este Sacrificio fué como el primer mo
mento de todo quanto tuvisteis que sufrir has
ta el último suspiro de la vida de Jesus.
Vuestra alma comenzó entonces á ser
traspasada con aquel cuchillo de dolor (i) , de
que habla Simeon , teniendo á Jesus entre
sus brazos.
Las madres de la tierra no hay duda que
aman á sus hijos ; pero no consagran á ellos
todos sus afectos. ¿ Quántos no reservan pa
ra la vanidad ? quantos para ellas mismas;
pero Vos , Madre mía , amabais á Jesus , le
amabais de todo vuestro corazon , y no ama
bais otra cosa que á él.
Era vuestro Hijo único , y comenzabais
entónces á gustar la dulzura de ser Madre, y
Madre de un tal Hijo.
Pero sin embargo llega el dia de ir á ofre
cerle á su Padre (2) , y vais sin la menor
detencion.
\ O digna hija de Abraham , y heredera
de
!¿) Lue. a. 36. (a) Lue. a. «a.
H3
n8
de su Fe! Sofocais dentro de vuestro cora
zon todos los sentimientos naturales , para
no escuchar sino á la voz de Dios que os pi
de el sacrificio de lo que teneis de mas que
rido en el mundo. >
MARTA. Hijo mio , sé firme y generoso,
así como yo lo fui , quando Dios te pide al
guna cosa , de qualquiera naturaleza que sea.
¡ Ay de mí ! el Señor quiso que le sacri
ficase lo mas querido que yo tenia , y tari
justamente amaba ; ¿pero qué sacrificio es el
que exige de tí , sino de aquello mismo que
tú debieras aborrecer?
Si amas á Dios , la generosidad debe ser
el principal carácter de tu amor. Un cora
zon estrecho y limitado no sabe lo que es
amar.
¿Será por. ventura amor no querer em
prender nada por Dios , y desanimarse á vis
ta de las dificultades que hay que vencer?
El amor verdadero se señala en el dolor y
en los combates. La delicadeza no se com
padece bien con los sentimientos que debe
tener el que profesa ser discípulo de Jesus1.
¿ Quieres nacer sacrificios agradables al
Señor ? pues hazlos prontamente y sin exa
minar lo que te cuesta el hacerlos.
El mundo exige de sus seguidores los
sacrificios mas duros ; pero no obstante , bas
ta que él los pida para hacérselos pronta y en
teramente.- Y Dios será el único Señor á quien
na-
"9.
nada se -le ha de sacrificar , sin examinar pri^-
mero si pide demasiado.
i O hijo mio ! cree que ama poco á su
Dios el que pone límites á los testimonios de
amor que le debe dar. r
¿ Quién osará presentar al mundo , sin
embargo de que no sé gobierna sino por ca
pricho , y que no ama sino por interes , un
corazon tal como el que la mayor parte de
los Christianos se atreven á ofrecer á Dios?
Un- hijo que no hace sino aquello precisa
mente que su padre le ordena , y una esposa
que no cuida de agradar á su esposo , sino
en aquello que nada absolutamente le cues
ta , ¿ dan acaso alguna prueba de una amis
tad sincera , ni puede decirse con verdad que
estos aman ?
Dios es infinitamente bueno con todas
sus criaturas ; pero tambien es al mismo tiem
po nn DioS zeloso.
No se le sirve como él quiere ni como
merece , si no se hace con un corazon some
tido enteramente (i) Á su voluntad.
Avergüénzate de ser tan cobarde en su
servicio. Y cúbrete dü confusion al ver lo
poco que haces por él , despues que este
Dios ha hecho tanto por tí.
Te parece muchas veces que sus precep
tos son difíciles de executar ; ¡ pero ah! Hijo

(o
i H4
122
Muchos Mártires perdiéron la vida, ha4
biéndoles cortado la cabeza , otros han sido
expuestos á las bestias , y algunos han pe
recido ó por el agua ó por el fuego ; pero
sus tormentos de ordinario han sido de corta
duracion , y los vuestros continuáron por es
pacio de treinta y tres años.
Poseida siempre de mas valor y fortaleza
que todos los Mártires juntos , mirabais del
modo mas heroyco los nuevos tormentos que
Dios os preparaba , y especialmente aquellos
que debiais padecer algun dia en el calvario. •
Pero yo , Virgen Santa , soy la misma
flaqueza y cobardia á vista de los tormentos
de que estoy amenazado. : -
Se renovaba continuamente vuestro do
lor pensando en los tormentos que Jesus ha-
bia de padecer , y renovabais tambien sin
cesar el primer sacrificio que habiais hecho
de él en el Templo.
Vuestra Alma se hallaba como anegada
en h tristeza mas profunda , pero no por eso
se alteraba su paz de ningun modo. Que-,
riais Vos con la sumision mas perfecta todo
lo que Dios queria.
Y yo me estremezco quando considero
las nuevas cruces que me destina. Qoanto
rms apetezco la paz y el sosiego , mas ad
vierto que mi espíritu se rezela , y mi cora
zon se queja. •
MARiA. No dudes , Hijo mio , de que
Píos
Dios no permitirá (i) que seas tentado ni
afligido sobre tus propias fuerzas : siempré
te proporcionará el socorro á la tentacion. .
Escucha á su gracia que ya te habla : cor
responde á sus movimientos : quando Dios
prepara á una alma muchos trabajos , le pro
porciona tambien los medios de sobrelle
varlos.
Las cruces son uno de los presentes mas
ricos que Dios puede hacer á sus criaturas,
y el recibirlas con humildad es el sacrificio
mas agradable que se puede hacer al Criador.
Es verdad que son grandes las que te
prepara ; pero lo es tambien que Dios tiene
sobre tí grandes designios de santificacion. ¿ Y
te atreverás tú á impedir el que los designios
de Dios se executen ?
Tu turbacion y tus quejas no te libra
rán de estas cruces. Por mas que hagas , se
rá indispensable llevarlas. ¿ Pues quál es el
partido mas prudente que deberás seguir ?
Será , Hijo mio , el de someterte á todo
lo que Dios ordena. El Señor , dirás (2) , es
dueño absoluto de todo , pues que obre en
mí como lo juzgue mas a propósito.
Verás de este modo que Dios movido de
tu sumision , y fiel á sus promesas , te hace
mas ligeras que lo que tú esperabas aquellas
cruces que de léjos te parecían de tanto peso.
Te
(i) i. Cor. 10. 13. (i) a. Cor. i. g.
I24
Te hará el Señor tan llevaderos tus tra
bajos, que te obligará á decir (i) : Que quan-
to mas participamos de los sufrimientos de
Jesu-Christo , tenemos mas parte en los
consuelos que nos en-oia.
SIERVo. Os doy gracias , ó María au
gusta, por las lecciones que me dais. Advier
to que ellas van animando mi flaqueza.
¡ Ah ! Vos sois la que me alcanzais una
fuerza nueva que siento dentro de mi alma
para ir con valor delante de estas cruces que
tanto me llenaban de temor.
Bendito sea (2) el Señor mi Dios , que
por las instrucciones de su Divina Madre,
frepara mis manos para el combate , y me
enseña á sostener una guerra, en donde sin
su socorro no podría ménos de perecer.
CAPITULO X.
Cómo se debe fortar una alma, y de los sen
timientos que deben ocuparla quando Dios.
observa con ella una conducta que la
es incomprehensible.
L!ZO Dios saber á María por su Es
poso Joseph , el que ya habia sido instruido
por ministerio de un Ángel , que era nece
sario librar al Niño Jesus del furor de He-
ro-
(i) i. Reg. 3. 1 8. (i) Psalra. 143, i.
rodes , y ponerse en camino para Egipto.
¿Pero acaso Dios no tenia en su poder in
finito algun recurso para mudar el corazon
de este Príncipe ? < No parecía indigno de un
Dios el huir de un hombre flaco y mise
rable ? •»
¿ No podía Dios renovar en favor de Je
sus el prodigio de las plagas con que afligió á
los Egipcios para salvar á su pueblo ?
¡ Ah ! María no trata de ninguna manera
de comprehender los designios de Dios en ia
conducta que observa con ella.
La voluntad de Dios debe igualmente ser
obedecida quando se comprehenden las razo
nes de lo que se manda , que quando no se
comprehenden.
¿Hallará María con que mantenerse duran
te un viage tan largo en medio de los desier
tos , y en aquella tierra extrangera adonde
se la envía ? No intenta examinarlo de nin
gun modo.
El mismo Dios que la ha hecho intimar la
órden de salir es bastante poderoso para pro
porcionarla medios de subsistir , por mas que
no se prevean. :
¿ Permanecerá siempre María en Egiptoi
No se informa de esto. Volverá quando Dios
la dé á entender que es tiempo de volver.
Dios podrá comunicarla órdenes aun mas
incomprehensibles que éstas ; pero no por eso
se alterará la paz de su alma.
• . Do
tío
¿De qué pnede inquietarse una alma, quán-r
do sabe que Dios la conduce? ¿Puede haber
mas segura proteccion que la de la Providen
cia ?
- Vos , Señor , me mandais caminar por
unas sendas que me son desconocidas ; pero
Vos Ib mandais , y esto basta : vuestra vo
luntad me sirve de luz y de razon.
Yo no sé á donde voy ; pero estoy segu
ro de que si me dexo gobernar por una guia
tan sabia como Vos , no me perderé en el
camino. i
Caminaré con seguridad aun en medio de
las tinieblas de la noche , porque estoy cierto
de que Vos no me habeis de abandonar.
¿ De qué me servirán mis cortas luces en
un camino que Vos mismo me habeis abierto,
y qae me mandais seguir con una obedien
cia ciega i Si Vos , Señor , hablais , á mí no:
jne toca otra cosa que obrar sin escucharme
á mí mismo. "
: 'Los hombres se abandonan enteramente á
la conducta de otro si le tienen por pruden
te é instruido : ¿ cómo podré yo ¡ ó sabiduría
eterna! runer algun motivo de desconfianza
qu&ndo Vos sois el qus me dirigís?
Vuestra prudencia se complace muchas
veces en llegar á los fines por unos medios
que parecen enteramente contrarios.
Así, Dios mio , por admirables que sean
vuestros designios sobre mí , yo me conten-
: to
to con adorarlos. Obrad , Señor , por mas que
yo no comprehenda los motivos. j
Vuestra conducta por sernos oculta , no
nos es ménos adorable. Vuestras obras lle
van el carácter de una sabiduría suprema, aun
que el hombre sea incapaz de comprehender
sus secretos.
Yo quiero , pues , manifestar á vuestras ór
denes , aunque no alcance sus motivos , la
misma, sumision que tengo á las verdades que
me habeis revelado.
- ' Aunque yo no conciba estas verdades,
son lo mismo para mí que si las viese clara
mente , porque Vos sois , Señor , el que ha
beis hablado.
CAPÍTULO XI.
Del cuidado que tiene la Providencia -de
los justos, ,, . A \\
. • »' '••.;/. •'!.

SIHRVO. ¡ <LJ* Virgen obediente ! con


sidero con el mayor placer y alegría aque-t
lia igualdad de alma que conservais ;quando os
veis en la necesidad de salir para ir á triplo.
Estais firmemente persuadida de que Dios,
á cuya conducta os abandonais , velará so
bre Vos en el camino , y que no os desam
parará quando hayais llegado al término que
os ha señalado.
Y
• i Y en efecto: ¿como no había de tener
aquel Señor puestos sus ojos sobre Vos y so
bre el sagrado depósito de que estabais en
cargada ?
' No, no teneis por que temer ni las embos
cadas de la noche (i), ni los mortales tiros
que pudieran despedir de dio, contra Vos
manos enemigas.
El Señor (2) ha encargado á los Ange
les -vuestra custodia , y tienen órden de se-*
güiros fielmente todos vuestros pasos. . -.u:
Les hi mandado apartar de Vos todo pe
ligro , y que os lleven , si es necesario , entre
sus manos. ' ,
Qué importa que la tierra adonde vais
sea infestada de serpientes venenosas , y de
animales feroces , si Vos caminais , sin ex
perimentar ningun daño , tabre el aspid y el
basilisco , y foneis el fie sobre el dragonfy
el leon.
MARiA. El Señor , hijo mio , ha prome
tido en muchos lugares de sus libros santos
proteger á todos los que pongan en él su
confianza. ' '¡
Jamas te turbes á vista de las órdenes que
Dios te da , por difíciles de executarse que
parezcan : espera en él, y te ayudará.
Aunque te parezca que la obediencia á su
voluntad te debe exponer á la mayor in
di-
(i) Psalm. 90. 6. (i) Ibid. 40. .
«r • , no -te.-acongojes
•digeneía .- • por esto, déxa-
lo (i) todo ¿su cuidado , que su providencia
hará que nada te falte.
Shjjiensai que te'vas á ver expuesto á la
burla de los malos , á sns insultos y persecuij
cíones.; ,nó te desanimes de ningun modo:
Dios será tu protector (2) en medio cíe tus
. •.
La confianza que tienen en él Jos Justos
es para ellos un seguro fiador de su proteccion.
-Aunque parece abandonarlos alguna vez , ¿es
kace' f¿r. fin (Challar la calma.
los habitantes de Bethulia no esperaban
ninguna cosa del Dios de sus Padres , y este
Señor tenia entónces puestos sobre ellos los
»;os de su providencia mas que nunca.
*' |fil «asto Joseph no estaba olvidado , y s¡n
embargo se hallaba en una prision obscura gi
miendo entre sus cadenas. .Pero luego se la
vio salir d€ repente para ser colocado en la
cumbre de los honores , y tener parte en la
au-tííndad. soberana.
•WffltodAd que no siempre la Providencia
libra á los justos de todo temor y peligro , ni
provee siempre á sus necesidades como desean.
m-icte la manera que piden.' • ::•/::
',, :^ffro la 'conducta del Señor no es me'noi
admirable guando les saca de la i
!7l.WDÍMfl4263tf. 30. (a) Ibid.Ao.
54. 33. •• .
IJO
ó les venga de las injusticias que padecen , qnc
quando parece que no hace caso y les dexa
ter sus victimas. ., . •••.,
! Dios tiene cuidado de darles gracia y la
paciencia necesaria en sus trabajos , y. por este
medio les hace mas favor que si les colmase
de prosperidades. ,\ •. •.• .1 *,«».-.
¿ Quáutos Christianos hay que padecen
muchas necesidades , y sin embargo se hallan
tan contentos en su estado que parece que
nada les falta ? Bendicen estos á la Providen
cia , y no cambiarían su suerte por la de los
felices del siglo. ; ' •. u-iJ.
Recurre, pues, al Señor en todas tus ne
cesidades , y descansa en él. Los socorros que
recibirás , aunque no sean siempre palpables
y sensibles , no por eso serán ménos en Id
realidad, ni de ménos consuelo* •j/ . ,.--JIT:J

CAPÍTULO
Que se puede servir á Dios en qualqtáet
estado y situacion en que nos coloque.

MARiA. ¿ JLor qué, hijo mío , formas


tantas quejas sobre el estado y situacion en
que te hallas? Sin duda que no sabes servir al
Señor como debe ser servido.
El Cielo está poblado de Santos que han
llegado á serlo viviendo en un estado igual al
tu-
gi
tuyo , y en nna situacion en todo semejante.
fo encontré á Dios en el Egipto , adon
de me fué necesario 4r á habitar, .así como le
tabia hallado en la Judea , y así procuré ser
virle allí de la mítíñía 'manera.
Siempre 'que se conserve la gracia y la
amistad de Dios , eií;qéalquier parte se debe
estar contento, «wa h
Parecía que á mí me debia ser muy sen-
sibleyígualmehte-queá'mi esposo Joseph el
dexar la tierra "tá\J¿raeí ; y sin embargo no
manifestamos nín'gun sentimiemd por ; esto.
Quándo volvimos á Na'zareth no tuvimos
otro placer que aquel.se tiene quando se hace
la voluntad de-Dios, que era en todo nuestra
antea regla.
Siempre , hijo mío , que no busques el
nacer tu propia voluntad , sino la de tu Padre
Celestial, entonces no desearás otro estado
ni otra situacion que aquella en que te habrá
puesto.
Dios ha señalado á cada uno el camino
que debe seguir para llegar á ser santo , y se-
na abusar de sus altos designios pretender san
tificarse siguiendo otro camino.
Ninguno puede llegar á ser Santo sin los
tocorros de la gracia ; pero Dios comunica á
cada uno esta gracia segun la' medida qoe le
es necesaria, teniendo en consideracion el gé
nero de vida á que le Uama, y los exercicios
a que le destina.
la El
El que se ha retirado á la soledad, no de
be echar ménos el mundo que ha dexado , ni
el que vive en medio del siglo debe decir que
no puede salvarse en -él ; el estado mas seguro
Sra el uno y para el ot'rp es -aquel en que
¡os les quiere. . - -- ;: .
En qualquiera situacion, en que uno se en
cuentre , su salvacion consiste siempre «n-cor»
responder fielmente á la gracia. ••. i-y:
El Bautista se santifico en las riberas del
Jordan , en donde Dios queria que estuviese,
y así él no pensó salir de allí. El género de
vida de los Apóstoles que seguían á Jesus y
oian su doctrina, no le pareció de ninguna '
manera mas propio para llegar á ser santo. .
No , hijo mio , el estado en que te hallas
no sirve de impedimento á tu santificacion.
El lugar, ni el empleo no son los que han de
santificar al hombre, sino al contrario, el hom
bre es el que debe santificarlos. ^ • r i in
Se pone muchas veces la atencion en .. oq
estado diferente de aquel en qne se vive, mas
por inconstancia que por amor al bien*:
; Qué ganarlas tú en mudar de estado ?
¿ Te parece que llegarías á estar mejor ? Pues
cree que te engañas , porque aunque mu
des de lugar ó de condicion, siempre se con
serva el mismo genio y las mismas inclina
ciones, u' .
A qualquier parte que uno vaya lleva sus
vicios consigo ; y así , hijo mio , el que. nece
si-
i-f-3
sita mudarse no es tu estado ni tu empleo,
sino tú mismo.
Santifica las ocupaciones de tu estado , di
rigiéndolas á Dios , y no te quéjarás de que
ellas te disipan.
Las muchas ocupaciones que trae consigo
el gobierno de un Reyno dilatado, no impidió
á David el dedicarse á la oración , ni el can
tar (i) siete -veces al día las alabanzas del
Señor.
Bien léjos de que la multitud de ocupa-i
cíones sirviese á los Santos de impedimento
para llegar á serlo , su misma santidad era la
que les hacia capaces de cumplir bien con sus
obligaciones.
La santidad no consiste en servir á Dios en
donde el hombre quiere y como quiere , sino
en servirle en donde y cómo es su voluntad.
Mas glorificarás al Señor sobre un lecho de
dolores , si su voluntad te pone allí , que sí
te consumieras á fuerza -de trabajos ganando al
mas para el Cielo. • • -•'
CAPÍÍULÓ kílí.
Del fervor que se debe tener eit el servicio
de Dios.
SIERVO. ¡ \JI Virgen Santa ! en todas las
circunstancias de vuestra vida , de que tengo
co-
(i) Psalm. 1 18. 164.
13
134
conocimiento , me dais grandes exemplos de la
piedad mns fervorosa.
Este fervor era el que os llevaba todos
loj anís (i) 4 Jerttsalím al tiempo en que se
solemnizaba la Pasffta. ' .. • . .. -,
Aunque la obligacion de asistir á esta gran
de solemnidad no se entendiese (2) sino con
Joseph , vuestro esposo , nunca dcxabais de
acompañarle,
¿ Cómo podia un amor tan generoso co
mo el vuestro ceñirse á no hacer por Dios si
no lo que era de una obligacion estrecha é
indispensable ?
¡ Ay de mí ! ¡ y qué alma tan ingrata es la
mía ! pues yo no he obrado de otro modo con,
mi Dios. •
A pesar de todos sus beneficios jamas he
tenido para ¿l sino un corazon limitado , y
ha sido necesario que me mandase como Se
ñor abspluto para que yo le obedeciese y
prestase mis obsequios,
MARiA. Un corazon, hijo mio, que ama
S. Dios , nada desprecia de quanto puede agra
darle.
No conoces todo lo que merece el Señor
á quien sirves , si eres económico en servirle.
Considera lo que hacen por el mundo los
que se declaran partidarios suyos , y aprende
de ellos lo que deberías hacer por Dios.
, Mi-
(i) Lúe. a. 41. (a) Exód. 13. Irfr. ig. 17,
Mira el ardor con qne le sirven , sin per
donar ni penas ni fatigas en su servicio : se
condenan á mil servidumbres por agradarle.
Pero á tí te sirve de una violencia gran
de el agradar á Dios y. dar á este Señor so
berano pruebas de tu amor : el pedirte aten
ciones para él es lo mismo , á tu parecer , que
intentar sujetarte demasiado.
¿ No es vergonzoso para tí el que haya ne
cesidad de proponerte el exempjo de los mun
danos , y de enviarte 3. su escueta para que
aprendas de ellos cómo debes servir á Dios?
No seas , hijo mio , ménos generoso que
los hijos del siglo , ni sufras que el mundo se
glorie de ser servido por los suyos con mas
zelo que Ib es el Dios de los Christianos,
por aquellos que hacen profesion de ser sus
discípulos.
Ño seas mas en adelante del número de
aquellos Christianos que creen tener mucha
piedad , contentándose con hacer exactamen
te lo que les manda la ley de Dios so pena
de castigarlos.
¿No dan estos motivo para pensar que
mirarían con indiferencia la gracia de Dios si
pudieren perderla impunemente ? A lo ménos
no hay duda que temen á Dios mas que le
aman. . . .. .
Teme , hijo mío , á este Dios terrible en
sus castigos; pero teme sobre todo el no amar
bastante á este Dios tan bueno y tan amable.
14 Un
Un amigo por xjuien no hicieses -sino aqne-
'• lk> que h amistad;exís;e necesariamente de tí,
;' ¿te tendría por un amigo fino !
»- Todo amor es generoso, y no se limita pre-
".«samente á lo qu«;¡debe hacer por obligacion.
Quando se ama, se procuran aprovechar todas
las ocasiones de .-igradar.
Si am.iris á Dios con un amor fervoroso,
quisieras siempre servirle mas y mas , y jamas
tus servicios igualarían á tu voluntad.
Amale , pues , eficazmente , y este mismo
amor dulcificará tus penas. Derrama Dios en
las almas íervorosas una uncion que las hace
hallar delicias en lo que mas las repugna.
SIERVO. ¡O Madre la mas tierna ! alcan
zad á vuestro hijo este fervor de que me
hablais , y del que me habeis dado tan gran
des exemplos.
Sí , Madre mía : la menor dificultad me
detiene : me dexo vencer de la primera ten
tacion de enojo y de disgusto: el respeto hu
mano me embaraza muchas veces, y rne impi-.
de executar lo que la gracia me inspira.
Bien veis la necesidad que tengo de que
me animeis. ¡ Ah! ¡ oxalá que vuestras instruc»
clones saludables enciendan en mi corazon este
amor fervoroso, con el qual merece ser servido
el Dios de la caridad ! -., :... .
* - -• .e; ; -' ' :tí-:, :•
• • '•,. • -. ,...• ,
•....*. •4. ú.' J» .rf.U'.J ',.

CA
137
.5 c APi-g-ULO- xi'-V;^

De la de¡gracia que padect el que fierde
T- .•;| '
enia Jesús cerca de doce años quando • ' ".
acompañaba á sus Padres María y Joseph que '
iban á Jerusalen , segun costumbre , á la so
lemnidad de la Pascua.
Concluida ya la celebridad , saliéron de
Jerusalen María y Joseph para volverse á Na-
zareth ; pero Jesus se quedó en la Ciudad sia
noticia de sus Padres. Ya habian andado una
jornada del camino quando echaron ménos á
su querido Hijo.
i Qué sentimiento no debio causar esta
ausencia á unos Padres que tanto le querian ?
Pero sobre todo , ¿ quán sensible no debió ser
para María esta pérdida ?
; O Salvador mi© ! no os perdio María por
falta suya. Vos fuisteis el que os robasteis á
su vista por los intereses de vuestro Padre
Celestial.
Pero yo que os he perdido tantas vece»
por mis iniquidades, que os he obligado á quo
os separeis de mí; ¿puedo yo sentir digna
mente la desgracia de esta pérdida y de esta
separacion?
María no perdió sino la presencia corporal
de Jesus , conservando toda su amistad ; pero
yo he perdido lo mas amable que podia tener
en el mundo , que es la gracia y la amistad
de Jesus. ¡
£1 mundo y , sus placeres , á quienes he
amado mas que á Jesus , ¿ podrán ser bastan
tes para repararme esta pérdida ?
¡ Dichosos aquellos de quienes nunca se
ha separado Jesus , y que le han poseído siem-
Ere ! j Solamente estos saben y pueden decir
) que es el Paraíso de la tierra !
¡ Estar con Jesus ! ¡ó dulce compañía! ¡ó
loavísimas conversaciones ! ¡ ó amistad tierna !
I ó alegría divina ,'
Pero verse apartado de Jesus ¡ ó espanto
sa soledad ! ¡ ó noche obscura ! ¡ ó extrema
miseria! r ó infierno anticipado!
¡ Ah ! quien ha perdido á Jesns , daría por
volverle á hallar, si conociera su desgracia , to
das las riquezas , los honores y los' placeres de
la vida.
Se siente una pérdida temporal hasta el
extremo de estar un hombre inconsolable;
¡ y no' se llora la pérdida que se hace de todo
un Dios! ¡forzoso es que los hombres sean in
sensibles , pues que no puede haber mayor
pérdida para un Christiano !
No , no hay ningun hombre que dexe de
sentir la pérdida de los bienes de este mundo:
solo á Vos, ó Dios mío, bien soberano é infi
nito , es á quien los hombres pierden sin sen
timiento. ¡ O y qué poco que os conocen !
Una esposa , si no está desnuda de senti
mien-
mieritoy, ¿podrá permanecer tranquila quan-
do acaba de perder á un tierno esposo?
Un hijo, á ménos de no estar d.snaturali-
zado , ¿ podrá hallarse sin dolor quando ha
perdido al mejor de los padres?
¡ O Padre de las misericordias \ restituid
vuestra amistad á vuestro hijo. Divino esposo
de las almas, volved á la mia vui.stro amor.
Dexáos mover de las lágrimas que cor
ren de mis ojos , que si son copiosas y abun
dantes, es porque conozco el precio de todo lo
, que he perdido.
Me tengo horror á mí mismo quando
pienso que he merecido perderos : sí , Padre
mio ; os he perdido despues de haberme Vos
dado á conocer por medio de unas señales bien
claras , el amor que me teníais , y que os com
placíais en verme cerca de Vos.
¡ O y quán pequeño es mi corazon para
detestar dignamente mi ingratitud ! No , los
corazones de todos los hombres juntos no se
rian bastantes para concebir contra mis ini
quidades un aborrecimiento tan grande que
igualase á las desgracias que he tenido de
cometerlas. , ,
Como yo soy , Señor , eí mas ingrato de
todos los hombres , esta es la causa por qué
imploro vuestra mas grande misericordia , para
que me supla el arrepentimiento que quisiera
tener, y que me falta,
Quisiera que mi pesar fuese tan grande co
mo
140
mo la misma fe que me ilumina , la qnal me
enseña el horror infinito que debo tener al
pecado , y el amor sin límites que os debo
tener.
Siento toda la indignidad de mi conducta,
y no la sentiría tanto si Vos, Dios mio , usareis
de ménos bondad conmigo.
¡ Ay de mí! toda nú ingratitud no ha po
dido cansar vuestra paciencia. Me habeis es
perado con una condescendencia que no pue
do admirar demasiado , ni podré reconocer
bastante.
En el estado miserable en que estoy en
vuestra presencia ¿ qué otro motivo de espe
ranza puedo tener sin vuestra bondad misma?
¡O Jesus, Salvador mio! restituidme á vues
tra amistad , y hacedme conocer por este me
dio quán grande es vuestro poder.
• Bien sé que he merecido los golpes mas
crueles de vuestra justicia. ¡ Ah ! castigad á
este rebelde ; pero restituidle el lugar que te
nia en vuestro corazon.
Quitadme, Señor, quitadme todo lo que
puede aficionarme al mundo , los bienes de
fortuna , el honor , la reputacion , la estima
cion y amistad de los hombres ; pero no per
mitais jamas que tenga otra vez la desgracia de
perderos.
Concededme la gracia de que repare en
adelante por mi fidelidad en amaros el tiempo
que he vivido separado de Vos,
Pig-
Dignáos , pues , ó Jesus , de admitirme
cerca de Vos. Vuestro corazon es siempre el
mismo : dispuesto siempre á recibirnos á pesar
de nuestros desórdenes. - i-^ •, >
•••A. Vos me refugio , ó Dios mio. No quie
ro salir mas de Vos, sino vivir con Vos por
todaí una eternidad. ^b ,;d ' <j
,Ofc.r.-:yq
s^^CAPITÜLO XV. oí.:
Del ardor con que debe bú&ear,•á..%e$ut
-iltqile*ihit-Un¡do la> -desgracia de perderle.

JLdfuego que María advirtió la falta de


Jesus , ño perdonó la menor diligencia hasta
yolveíle-á hallar : le busca entre sus parien
tes y conocidos, y ninguno le da razon: mar-
cha-inmédiatamente á Jerusalcn , en donde tu-
VOi -la dicha de encontrarle. , • : .- . ¡ •; -.
í'¿ JL» alegría -que •esperimentó at Ver á su
amado-- hijo 'recompensó la inquietud que la
habia causado su ausencia.
f Ó.: alma mia 1 tá:-hás perdido á Jesns:
imita el ardor de esta tierna Madre , y dé-
Xalo todo á ¿xemplo suyo por volverle hallar.
Haz que tus lágrimas y arrepentimiento
pregunten por él á todas las'criaturas, al Cielo
y á la tierra, á la• luz del día y á las tinie
blas de la noche.
.'veces-seibuísa á- Jesus, y ño se le
ha
halla , porque no se le busca como se debe.
En vista de la indiferencia con que se le has- •
ca , no parece sino que servirla de sentimieáto
el encontrarle. ? n: . :i¡i -j
- -,\ r/Es necesario que la prontitud en buscarle
y:, la 'alegría .de volverle á hallar sean -una
prueba del dolor y sentimiento de * haberle
perdido.
Pero ¿ én dónde hallarás tú á Jesus ? ¿será
acaso en medio del mundo? Jesus es su enemi
go declarado. •-.>. ••» • «n •n¿v••5^,;ViQL
lisonjees de que la. .canne'y?lrv6aa-
gre te ayudarán á encontrarle. María no ¡e
halló (i) , ni entre tus parientes , ni~sentre
sus -conocidost ! ;. • .'..-. , ";*>iiiUL
Consulta los QrácalQSj del Evangdáo: pre
gunta á los Santos y á tos Ministrds Sel Señor*
-y : ellos te dirán en dónde se halla. -;<¿ v *
•'. Eapontrar^s á. Jesuseen donde''.María/, la
encontró : en el Tenif.ÍQx en la Casa.de <Dra*
cion , eptfe los exé/siGios de reIigioK4 en
compañí* de sus Ministros y de sus sierwübEau:
Le encontrarás..qn. U soledad!, y éspecíal4
mente ^n. la, soledad del corazoa , esOdpcir,
en el silencio y recogimiento de las pasiones.
. Allí es adonde quiere (2) .el Señar que
vayas faro, escuchar su voz , y oir lasi/tf-
labras de vida que saldrán de su. boca. •, :•?
_::Allí• es. en donde ¿el han buscado y le
.-. i fcl .iJDUS-
. 44t. (a) Oseas. a.
buscan . tpdos tos : que quieren sinceramente
«cercarse ¿él:,, ó porque se han separado del
Señor por los desórdenes de una vida crimi
nal , ó porque le han perdido de vista por ti
bieza y una disipacion voluntaria.' -A •• :.•...!
r.• "dEJuando , le hayas encontrado. , ¡ ó alma
mía! ¿de qué paz tan dulce no gastarás en
tónces ?¿ se puede gozar de- alguna: dicha no
estando cerca de Jesasi? i S-inr/ z».. .-.n
Quien ha perdido á Jesus y le; ¡vuelve á
encontrar , bien presto conoce por experien
cia » que un tesoro tan grande merece bien
la 'pena^debuscárseii i su -:¡' ••••
-3| J 'p "\' ¡íír's ) i 0•,'t- i vii" ? •!. : ," > l.V-.,
-
? ?. . > ,1" TJ8 sb .. ••. ;

conducta?que Ttfebe obstniar una alma


d¿apite& de haber vuelta •hallar á Jesus.

SIERVO. v os , ¡ó María. ! habeis vuelto


hallar- á Jesus: le Ifevabíá Nazareth en vues
tra compañía: ¡o y qué dicha la vuestra ! Los
mismos Angeles os la envidian.. .. • ••
•• ¿Con qué maternal, cuidado no vais á
velar "sobre este precioso^ deposito? ¿Qué
nuevas atenciones no poneis sobre su vida y
su persona ? • ,¿ :í :. ; n -': í w -
-.-.- MAR'A. En efecto , hijo mío , es una fe
licidad grande haber vuelto -hallar á Jesus,
despues de haberle perdido , y ninguna cosa

144
se debe .omitir -pár^ asegura* sn pbs«tem:
SIERVO,. 'Dignáos ^.^i-ítTíreen Santai-v^d*
enseñarme Vos misma. Jo ¿íjue deba h«6«i
para no verme privado otra vez de este So
berano bien. ;: •' i'".^i¿::::b ¡ ••••, •. Lssicí
r^ iMi^i^^Hfo ¡mio , exémina- con atencion.
y cuidado la causa ¡ que podrá haber habido
para que Jesus ise.haya:. apartado de tí!; y có
mo has venido á perder, su gracia ya tenerlo
por enemigo. v ; • ; . i. oblkinq -• i ..¿p
¿No; £Si irerdad queocomenEaste por i.deí-
cuidaiteiea suiservicio } y-poríhacerreipnlpa-
ble por medio de una inrinidad
cias y descuidos que fuéron causa de que Je
sus se resfrñ£e>> digárriosIoTisi ¡^eá l¿ comuni
cacion de sus gracias ?
s Pites .has dtsniabeí\'^irei:%stds negligencias
repetidas soo. las que :forruati.«l- maro tdexii-
vision que se pone entre Jesus y el hombre
quando éste llega á ser por-erirdesgracia e&-
clavo -dé Ikculpa.-.. •', -,;.,«:, v .i-.v,7Hi3 .
~'-: g-No .has. abrigado voltintariamente--derlbó
<Je;tí mismo.- aliguna pasion dañosa , ert vez «ie
reprimirla quando experimentabas aquellos
primeros fuegos que encendía en tu corazon ?
T,, .Quando 'Dios te ha- pedido el sacrificio 'di
algunas ¡pasiones y afectos demasiado huma»
nos, ¿no te has negado á hacersele? :•-. ••-, '--i
• r Pues ten 'entendido , hijo mio, que por
haber negado á Jesus este sacrificio que te
pedia , te hiciste indigno de aquella previ--
den
-Hí
dencia especial que sirve CQOJO de una salva
guardia , é impide muchas veces el que las al
mas den en un extravío deplorable.
Si reconoces que alguna de estas cosas v o
qualquiera. otra han sido la causa de que Je
sus se apartase de tí, recurre al principio del
mal , porque ti no cortas la causa, ño cesará
el efecto. . , ,..T .i
Vela ma& particularmente sobre tí mismo:
guarda tu corazon (i) con todo el cuidado
posible , y no. te separes jamas de su re-'
Cinto. ...•.,:-. , . .
Es necesario conseivar siempre el corazon
sin dividir sus afectos , y de este modo se
conserva tambien aun la misma vida del alma.
Sé fiel en las cosas pequeñas y de corta
consideracion, para que así no llegues á ser in
fiel en cosas mayores : el poco cuidada que
se pone en evitar las faltas ligeras ( 2 )
conduce insensiblemente a cometer faltas
graves. .:. •..,,:.
Jesus no quiere de ninguna manera un
corazon dividido. El le ha hecho todo para
sí, y; quiere poseerle todo entero.
Éstas faltas pequeñas . que te perdonas,
hijo mio , tan fácilmente , y que otros mu
chos hacen lo mismo ., van insensiblemente
apartando al hombre de Jesus , y á Jesus
del hombre. " :
E?
(i) Prov. 4. -*3 (a) Eccli. p. n.
K
146
Es verdad que por ellas no se pierde la
amistad de Dios ; pero disponen para esto.
El Señor mira estas faltas leves co'no seña
les de frialdad en su servicio , y por esta
razon va disminuyendo el número de sus gra-*
cias.
La fidelidad mantiene aquel dulce co-.
mercio que se forma entre el corazon de
Jesus , y el corazon del justo.
Haz con Jesus lo que tú quisieras que
hiciera Jesus contigo. ¿Quieres que derrame
sobre tí todas las riquezas de su amor? pues
haz tú con él lo mismo , y entrégale tu co
razon sin reserva.
Usar de economías para con Dios es ma
nifestar un corazon bien mezquino. Los afec
tos que se reservan para otro objeto le cau
san una especie de zelos.
Se oyen con gusto hasta las palabras mas
indiferentes , quando vienen de una persona
á quien se ama : ¿ pues por qué no se han
de recibir con la misma disposicion de amor
y fidelidad las inspiraciones de Jesus , ó ya
quando te sugiere por su gracia los medios
de evitar el pecado , ó quando te excita á
que crezcas en la virtud?
SIERVO. ¡O Virgen Santa! que conocis
teis tan perfectamente lo que es amor y fi
delidad , yo espero que ayudado de la gra
cia de Jesus , que Vos os dignaréis pedir
para mi , ^ aprovecharé de vuestras ins
trucciones. -
'47
Pero permitid , Señora , que yo os ma
nifieste uno de mis temores. Siendo como
soy tan flaco y miserable, ¡ay de mí! ¿ten
dré yo la desgracia de perder otra vez á Je
sus , y de perderle para siempre?
MARiA. Hijo mio , es muy convenien
te que estés poseído de este temor , y si no
lo estuvieras , yo misma procuraría inspi
rartele.
Este temor santo no debe sin embargo
estar acompañado de ninguna inquietud ni
turbacion ; ántes bien por el contrario , se
debe templar por medio de la confianza.
Haz quanto esté de tu parte por perse
verar en el amor de Jesus , y espera de su
bondad la gracia de la perseverancia.
SIERVO. ¡O Madre piadosa! ¡qué incer-
tidumbre tan cruel la de una alma que na
da teme tanto como el no perseverar, y que
la dexa Dios ignorar si perseverará!
MARiA. Esta incertidumbre, hijo mio, es
indispensable á todos los que estan en esta
vida : Dios lo ha querido así para que no die
sen los hombres en el escollo de la presuncion.
Esta misma ••incertidumbre debe mante
nerte en la humildad . inspirarte una santa
desconfianza de tí mismo , y hacerte obrar
tu salvacion con temor y temblor.
Solo en el Cielo se puede estar libre de
todo sobresalto , y gozar de la dichosa se
guridad
b de estar siempre
F K con
a Jesus. CA•
CAPÍTULO XVII.
Como el alma fiel no debe desanimarse
quando experimenta sequedades y arideces^
ni guando la parece que Jesus
se ausenta.
o ios observa alguna vez una conducta
con los justos , que les turba y les inquieta:
para probar su fidelidad , aparta de ellos por
algun tiempo su presencia sensible.
Así fué como obró Jesus con su santa
Madre. Habia previsto la pena que la cau
saría su ausencia , y sin embargo se aparta
de ella por algun tiempo , y se queda en
Jerusalem sin noticia suya.
• O alma christiana ! si quisiese aquel Dios
de amor probarte de esta misma suerte , na
te turbes (i) por eso; ármate de valor, y
espera con faciendo, su vuelta.
Aunque siempre esté cerca de tí para dar
te socorro quando se le pidas , es convenien
te el hacer algunas veces que se aparta de
tí , para que de este modo conozcas quán-
ta seria tu desgracia si llegases á perderle de)
todo.
Quando favorece á una alma con sus con-
iue-
t
(i) Pttlm.aff. 14,
snelos , es para sostenerla efl medio de sus
penas ; y si permite despues que sea entre
gada á la sequedad y á la desolacion, es pa
ra que no se ensoberbezca á vista de las bon
dades que usa con ella.
Todos sus amigos ó la mayor parte han
experimentado esta alternativa de alegría y
de tristeza , de devocion y de disgusto , de
•paz y de tentacion.
Quando parecía que se apartaba Jesus,
y que los abandonaba , digámoslo así, á ellos
mismos, experimentaban entónces toda su fla
queza; pero no se desanimaban por esto, por
que sabian , que aunque la presencia de Je
sus no sea siempre sensible , no por eso de-
bemos tener menos seguridad de sus auxilios.
Sabian que Dios ha previsto todos los
males que padecemos , y por consiguiente
•que nos ha proporcionado los medios de apro
vecharnos de ellos.
Quando te sostiene su gracia con dulzu
ras y consuelos , caminas en su servicio con
placer y con facilidad ; pero no pienses por
esto que es entónces quando estás mas ade
lantado.
Entónces se podrá decir que has hecho
muertos progresos en la virtud , quando , ha
biéndote Dios probado por alguno de sus ca
minos , y especialmente por la sequedad en
•tus exercicios , has llevado con paciencia, hu
mildad y sumision aquel estado de abando
IfO
no y desamparo en que parecía haberte de
jado Dios.
Esta situacion es triste á la verdad , por
que siempre se rezela mas que sea castigo,
que prueba del amor que le tenemos.
Sin embargo , j ó alma christiana ! quan-
do te veas en este estado , léjos de perder
la confianza , espera siempre , y espera fir
memente que presto volverás á ver á tu Ama
do , que le verás tan amable como ántes,
y que la prueba que quiere hacer de tí no
será larga , así como no lo fué la de María.
Imita entónces aquel ardor que tuvo esta
Divina Madre por encontrar á su Hijo. Bús
cale como ella con un deseo eficaz , y con
una impaciencia santa por volverle á hallar.
Pero no murmures de ninguna manera,
hijo mio , porque Jesus nada te debe ; ó sí
formas contra él alguna queja , que sea queja
de amor.
¿Por qué , Hijo mío , decía María á Je
sus ( i ) , por qué habeis obrado así con
nosotros^. ¡Qué sentimiento tan cruel no nos
atormentaba por haberos perdido!
Dile tú de la misma manera i ¡ O Jesus
mío! ¿por qué habeis puesto ttii corazon á
una prueba tan terrible? Bien sabeis Vos,
Señor , quánto siento en vuestra ausencia.
¿He cometido alguna infidelidad contra
Vos,
(i) Lue. a. 48;
Vos, que os haya obligado á separaros de***,
mí?
Si mi conducta os ha ofendido , y ha si
do causa de esta separacion , perdonadme,,
Señor , que yo pondré en adelante mas cui
dado en evitar qnanto pueda desagradaros.
Pero , ¡ ó Dios mio ! qualquiera que sea
el motivo que teneis para proceder conmigo
de esta suerte , yo me someto enteramente á
vuestra voluntad; probadme, Señor , de la ma
nera que mas os agrade , y por todo el tiempo
que querais , pues consiento gustosamente en
ello , con tal que yo conserve siempre vues
tro amor dentro de mi corazon.
CAPÍTULO XVIII.
De la vida retirada.
i; «
SIERVO. JL0ignaos , ¡ ó Virgen Santa! de
explicarme el misterio de aquella vida obs
cura y retirada que observabais en Nazareth:
porque no hay duda que si todos os hubie
sen conocido , podriais haber atraído á Jesus
muchos corazones y alabanzas.
. MARiA. Hijo mio, yo ponía toda mi glo
ria en imitar al mismo Jesus , que quería ser
por mucho tiempo sobre la tierra (i) un Dios
oculto.
Ha-
(i) Isaías. 4$. i«;... t
K4
, Habia venido á este mundo para ense
ñar á los hombres por su doctrina á huir de
la pompa , y -a ser humildes ; y por la vi
da retirada que observó en Nazareth > les
dio primero el exemplo , antes de pasar á
instruirles.
El Padre celestial quería ser glorificado
por la vida obscura de Jesus , y Jesus pre
firió esta obscuridad por agradarle , á todas
las maravillas que pudiera haber obrado.
De este modo nos dió á entender que
la perfeccion y el mérito de la mayor par
te de los hombres no consiste en hacer por
Dios cosas grandes , sino en ocuparse , pues
que ésta -és su voluntad , en el trabajo de
manos , y en otros empleos viles y abati
dos segun el mundo.
Quiso tambien desengañar á los hombres
de la falsa idea que tienen formada de la
santidad , pénsando de ordinario que no pue
dé manifestarsé sino por grandes y públicas
virtudes.
PerO sobretodo quiso condenar por su vi
da oculta el anhelo que tienen la mayor par
te .de los hombres por presentarse al públi
co , y aquel deseo de que estan poseidos de
ser estimados y aplaudidos.
Desea , hijo mío , estar oculto , ignora
do y aun olvidado de los hombres. Siempre
que llegues á conseguir la aprobacion de Dios,
¿qué importa que no tengas la del mundo?
El
' El mundo pasa , y todas las cosas con él.
Yo poseia á Jesus en Nazareth-, tenia su
amor, y él tenia el mio : ¿pues qué otra
cosa me faltaba para ser dichosa?
Un pequeño rincon de tierra en donde
vivieses enteramente desconocido de los hom
bres , sin otros bienes que un Crucifixo , le
deberías preferir á todos los palacios de ios
Reyes.
Allí es en donde encontrarías una fuen
te de lágrimas de compuncion , para lavar
siempre mas y mas tus iniquidades.
Allí es en donde uniéndote mas familiar
mente con Jesus, hallarías dentro de su amor
algunos vislumbres de las delicias del Cielo.
Una vida oculta te parece triste , por
que no has gustado jamas de sus dulzuras.
Si hubieras comenzado á experimentarlas,
encontrarías que los honores y placeres del
mundo no son sino vanidad , y mas vanos
aun los que los buscan.
Es verdad que en una vida semejante
hay qne sufrir de ordinario las Chocarrerías
de los mundanos , que se admiran de que
un hombre desprecie sus diversiones; ¿pero
qué importa , si estas burlas te sirven de un
gran provecho , porque te estrechan aun de
una manera mas fuerte con JestJS , que es el
único objeto de tu amor?
Hay pocos hombres , hijo mío , que vi
van, en paz ; pocos que se^tn «ígirifuates e
in-
interiores , porque son raros los que desean
apartarse de la multitud para viv r solos con
Dios.
Es verdad que hay algunos que hacen pro
fesion de ser virtuosos , y sin embargo no
se encuentra en ellos un* piedad sólida, por
que estan como derramados exteriorrnente,
y no desean sino presentarse á los demas
hombres.
La espiritualidad de estos está solo en las
palabras , y consiste en que se habla .de la
virtud mas fácilmente que se pone en prác
tica.
La gracia no permanece largo tiempo en
una alma disipada , ó que procura atraerse
otras atenciones que las de su Esposo ce
lestial.
Pide á Jesus aquellas vivas luces que co
municó á sus Santos , y que les hiciéron co
nocer la dicha de una vida oculta en Dios
(i) con Jesu-Christo.
CAPÍTULO XIX.
De la vida interior.
Á María es á quien conviene particu
larmente aquel testimonio del Espíritu San
to:
(i) i. Colos. 3. z.
to : Toda la gloria de la hija de Sion (i)
está en su interior.
Lo que nosotros sabemos de sus accio
nes exteriores no es nada , en comparacion
de lo que pasaba dentro de sí misma.
Figúrate á esta Virgen Madre en su casa
de Nazareth : penetra hasta su interior , y
examínale con el mayor cuidado.
¿Pero quién podrá decir quáles eran sus
afectos , sus sentimientos y sus deseos? ¿quién
será capaz de explicar lo que pasaba en este
augusto santuario?
Vos solo, ¡ó Dios mio! ocupabais to
das las potencias de su alma. Vos solo erais
el principio y fin de todas sus acciones.
Estabais siempre presente á su entendi
miento : os veía en todas las criaturas , y
ninguna cosa podia distraerla de Vos , por
que Vos erais el todo para ella en todas
las cosas.
Sus juicios eran gobernados por las má
ximas de vuestra eterna sabidur'a , sus pasos
dirigidos por vuestro espíritu , y sus ocu
paciones animadas de vuestro amor.
Distante de todo comercio profano , se
consagraba María enteramente á Dios y á sus
obligaciones domésticas con toda la libertad
de una alma desprendida de todas las ideas
y consideraciones mundanas.
No
(i) Psalm. 44. 14.
No obstante el imperio que tenía , en vir
tud de ona gracia especial , sobre todos los
movimientos de sn corazon , tomaba las pre
cauciones mas escrupulosas para cerrar las
puertas de su alma á qualquier otro objeto
xjue no fuese el de su Dios.
Se hubiera reprehendido un afecto, una in
tencion , y un deseo que no hubiese sido
dirigido á Dios , y á su mayor gloria.
En este precioso modelo se re en lo que
consiste la vida interior : está principalmen
te en velar sobre sí mismo y sobre su co
razon , para que sean dirigidos á Dios to
dos sus afectos , y sobre su entendimiento,
para que todo contribuya á elevar á Dios sus
pensamientos.
Esta vigilancia es como una vista siem
pre atenta , que distingue lo que viene de
í« naturaleza para reprimirlo, y lo que vie
ne de la gracia para corresponder á ello.
. Por este medio se adquiere la gracia y
ia fuerza necesaria para obrar sin sujetarse á
motivos puramente naturales , y sin ella se
incurre freqüentemente en muchas faltas , y
se padecen grandes pérdidas.
Teniendo siempre este cuidado , se pue
den practicar freqüentes y grandes actos de
virtud, sin necesidad de hacer ninguna -cosa
extraordinaria.
¡Quántos solitarios y vírgenes santas ha
brán llegado á conseguir. -mayor gloria entre
los
157
los Bienaventurados por solo el mérito de
una vida interior!
Nunca llegarás á gustar esta faz y esta
alegría (i) que tiene del Espíritu Santo,
si no eres un hombre interior.
Este sabe poseerse ásí mismo : vela con
tinuamente sobre sí , para libertarse de aque
llas inclinaciones que aprisionan á la ai.ma y
la cautivan , y conserva la paz de su co
razon en todos los acontecimientos capaces
de alterar á una paciencia ordinaria.
Pero el hombre exterior por el contra
rio , se agita y se apresura por mil objetos
frivolos , indignos de sus cuidados ; y pier
de de esta suerte su tranquilidad y reposo.
El hombre interior no reconoce otra sa
biduría sino aquella que viene de Dios. Sa-.
bíduría que , descubriéndole la nada de las
cosas terrenas ,. eleva sus ideas y sus pensa
mientos hasta la contemplacion de las cosas
celestiales.
El hombre exterior no consulta sino á la,
prudencia de la carne ; y todo lo que no
es conforme á esto , lo mira como falta de
luces , y aun alguna vez lo gradua de lo
cura.
El uno vela continuamente contra la ilu
sion y engaño de los sentidos ; y el otro
juzga y se conduce en todo por los senti
dos,
(i) Rom, 14. -",-
dos , dirigiéndolo todo á ellos.
Pon tus delicias en pensar siempre en Dios,
en buscar á Dios en todas las cosas , en di
rigirlo todo á Dios ; y de este modo ten
drás dentro de tí el Reyno de Dios.
Si lo practicas así , serás aquel verda
dero adorador , de quien dice Jesus (i) : que
adora á Dios en espíritu y en verdad.
¿ Por qué te parece que la mayor par
te de los hombres se quejan continuamente,
y estan siempre sin tranquilidad ni reposo?
porque llevan una vida exterior , y no se ocu-
pan sino de las cosas de la tierra.
Hay muchas personas que , segun su mo
do de vivir , manifiestan estar siempre con
Dios , y sin embargo no son lo que pare
cen , porque su corazon está dividido entre
una multitud de afectos inútiles , y su en
tendimiento distraido por unanimidad de va
nos pensamientos. J
Una persona verdaderamente interior tie
ne siempre fixo el pensamiento en Dios, y
á él solo dirige toda su atencion y su co
razon : qualquiera otra cosa , por lisonjera y
halagüeña que sea , no le mueve de ningu
na manera.
Es necesario arreglar el exterior por el
interior , y no hacer como la mayor parte
de los hombres , que comunmente arreglan
7
(i) Joann. 4. aj.
'59
y muchas veces pervienten el interior como
el exterior.
Acostúmbrate á -vivir dentro de tí mis
mo, entregándote á las cosas del mundo so
lo lo que sea preciso , y de la manera que
Dios te manda,
Quando te ocupas por tu propio estado
en cosas de la tierra , sigue el atractivo de
la gracia , que te llama dentro de tí mismo
para que examines tus intenciones y afectos.
No creas que la vida interior no sea pro
pia sino de ciertos estados , y de cierto tiem
po , porque es compatible con qualesquiera
ocupaciones , y aun con los cuidados mas
embarazosos, '
Puede practicarse del mismo modo así en
la próspera fortuna como en la adversa, en
la enfermedad como en la salud , en la vi
da activa coma en la de quietud y reposo;
y finalmente enV los tiempos de tentacion y
borrasca , como*n los de paz y serenidad.
No hay ninguna situacion de la vida en
que no se pueda entrar dentro de sí mismo
para examinar lo que pasa.
Pero sobretodo dedicate á los exercfcios
de la vida interior si Dios te llama á las fun
ciones del santuario y de zelo. Si desprecias
este medio de llegar á la perfeccinn , esta
rás como derramado exteriormente, y no pro
curarás buscar á Dios , sino á tí mismo.
Además de esto , Dios no se servirá de

i6o
tí para que contribuyas al adelantamiento de
las almas en la virtud : porque con dificul
tad se enseña bien á practicar á los otros lo
que no hacemos nosotros mismos.
C A P í T U L O XX.
Del silencio.
SIERVo. JnL Vos me dirijo, ¡óReyna
de las virtudes! para que me enseñeis á guar
dar silencio , y á no hablar sino quando sea
conveniente.
Os exercitasteis en esta virtud de una ma
nera tan perfecta , que ninguno podrá en
señarme mejor que Vos l°s medios de prac
ticarla yo mismo.
El Evangelista nos refiere algunas de vues
tras palabras ; y yo veo que Vos no ha
blasteis jamas sino por algun motivo de virtud.
¡ Qué amor á la pureza', qué humildad,
qué sumision en las palabras que dixisteis al
Ángel que os vino 4 saludar en nombre de
la adorable Trinidad! ¡
Hablais en casa de Isabel , para dar gra
cias á Dios por sus favores. Quando encon-,
trasteis á vuestro Hijo Jesus despues de ha
berle perdido , hablais tambien , para mani
festarle vuestra maternal ternura ; y en las
bodas de Caná hicisteis lo mismo, para so-,
correr las necesidades agenos , pero que la
ca-
v 161
caridad os las hacia mirar como propias.
Por otra parte se advierte , que guardas
teis un profundo silencio en muchas ocasio
nes , que al parecer pedian el que hubieseis
manifestado vuestros sentimientos á las per
sonas que os acompañaban.
Testigo de las maravillas que se obra
ron en el nacimiento de Jesus : oíais la re
lacion que hacían los primeros que fuéron
á adorarle. Nada de quanto decían se os es-
eapaba ; pero lo recogíais todo , como nota
el Evangelista (i) , con un religioso silencio.
Quando presentasteis al Niño Dios en el
Templo , -guardasteis un silencio de admira
cion , que no ha podido ménos de referir el
Evangelista , porque debia servir para nues
tra instruccion.
Subisteis con Jesus al Calvario : perma
neceis allí al pie de su cruz : recibis los úl
timos suspiros de vuestro amado Hijo; pero
en este tiempo observáis un perfecto silen
cio de paciencia y resignacion en la volun
tad de Dios.
MARiA. Mi silencio te habla , hijo mio:
todas las almas piadosas entienden bien este
Jenguage.
El -que yo guardé en todas aquellas cir
cunstancias en que, ó la gloria de Dios, ó
la caridad del próximo no exigían que yo
ba-
(i) Lnc: o. ip.
1-4
1 6a
hablase , me era inspirado por aquel espí
ritu de recogimiento y de reíiro que me ha-
bia propuesto observar. La gracia era el prin
cipio en que se fundaba.
Esto mismo da á entender , que para
ser un hombre recogido é interior , es ne
cesario que hable poco , que lo haga con
reflexion , y siempre despues de haber consul
tado al Espíritu Santo , el qual le dictará en
el fondo del corazon lo que debe hablar.
Desear hablar mucho es prueba de un
corazon , y de un espíritu disipado , y esta
disipacion es ya por decentado un gran mal.
Los sentimientos de piedad se evaporan
fácilmente en las conversaciones ; pero el
silencio los conserva y los fortifica.
Encontrarás pocas personas que se arre
pientan de haber callado , y muchas por el
contrario de haber hablado quando debieran
callar.
El sabio no habla (i) sino quando es
tiempo de hablar : esto es , quando obra
ría mal , ó seria fuera de proposito el callar.
El que no sabe guardar su lengua es se
mejante (2) auna Ciudad abierta por to
das fartes , que por lo mismo está ex
puesta á las sorpresas y acometimientos dul
enemigo.
Es imposible que dexe de cometerse al-
fua
(J) Eccles. ao. 3. (a) Prov. 25. a!.
gun fecaao (i)r en las conversaciones di-
iatadas. ••-¡•"•
El que habla ménos , aquel será siempre
el mas prudente.
Se ha reconocido por ana experiencia
constante/ que en donde hay mas silencio
hay mas inocencia.
Observa"; bien esta máxima -. siempre es
mas ventajoso el callar , quando no hay ne
cesidad de hablar.
Es utí arte maravilloso el de saber car
-llar ó hablar á tiempo , y ninguno puedfe
Ser muy experimentado en las demas artes,
guando no está bien instruido en éste. La
gracia es la única que le enseña á practicar
«sta virtud mejor que todas fas lecciones de
ios hombres.
Hijo mio- , quanto ménos hables á las
criaturas , mas hablará Dios á tu corazon.
Mira todas las cosas que son ordinaria
mente el objeto de las conversaciones del
mundo , corno un impedimento á las san
tas comunicaciones que DidS quiere tener
contigo. •< • '
' Sobre'todo habla poco á los hombres de
tus aflicciones y trabajos , porque no toman
en ellos todo el interes que tú piensas. Re
preséntaselos á Dios que siempre está pron
to á consolarte. •• . ,• ,*» ,, -

(i) Prw: 10; ip.


i64
Jamas refieras tus penas qtíando es el pró.
ximo el que te las ha causado , porque dé
ordinario tendrás mucho que reprehenderte,
por haberte excedido en la relacion. .
CAPÍTULO XXI. ., ;,
. • 'I
? . . De ¡a union del alma con Dios,
'- •. . S: . • . • . .j -.1
eais para siempre bendito ¡ ó
Dios de amor y de caridad ! por las comuni
caciones íntimas que os dignasteis conservar
con esta Virgen , á la qual elegisteis para Ma
dre de nuestro Salvador., ••. ; , .
Y Vos ¡<5 Virgen Santa! recibid las
justas alabanzas que mereceis por haber corr
respondido fielmente á las gracias de vues
tro Dios. » '•-,
No puedo cansarme de admirar vuestras
excelentes virtudes ; pero lo que excita mi
admiracion mas particularmente es aquella
estrecha y continua union que supisteis con
servar con Dios. : )_j
Vuestro corazon , vacío de todo afecto
á las criaturas, era como un Cielo interior
y místico , en donde deseaba habitar el Se
ñor , y en dojide Vo-s gpzabais en paz de
su presencia. ,yí ,.,., ... . VJ-
-. t(El sueño no interrumpía este dulce co
mercio , y Vos podiais oleciibícomp Ja $s-
po-
1 65
posa de loi Cantáfes"yo duertftb (i) , pero
mi corazon vela.
¡O! si me fuera Concedido el vivir uni
do de esta suerte «on mi Dios , y no de
pender de la tierra sino por la union indis
pensable dé mi cuerpo. '-'•• ' • '•
' MARiA. Hijo mio , fué ana gracia muy
particular qu€ Dios me hizo el que jamás'
perdiese su presencia.
Si aspiras á conseguir el mismo favor,
Comienza por desprenderte de todo afecto
terreno , y sepárate de todo lo 'que no es
da 'DioS.
' Es verdad que te costará dificultad en
los principios ; pero tambien lo es, que lo
que te se dará en recompensa de tus esfuer-
aos' y sacrificios , nunca puede comprarse
deftiasiado caro.': : : ' '- 'v '
' Haz que 'todas las cosas que te rodean,
te sirvan para '; levantar la consideracion 'á
Dios. Por todas partes encontrarás mil ob
jetos que den motivo de alabarle y glori
ficarle. '••'-I '
• Los Cielos que giran tan magestuosamen-
te sobre tú cabeza , te anuncian la gloria
tíiie te espera ': la brillantez de los astros
es una imágen de su resplandor , y la vas
ta extensioa de los mares te pinta su in- .•
mensidad. '
Tor
(i) Cant. g. a. • •
1 66
Todos los seres derramados en la natu
raleza te- hablan de sus perfecciones , y to
do , hasta la menor flor de los campos , es
como un libro Abierto ¿.tus pjos quetere-
coerda al Criador. . -'• r,-n,;i .,:
Sin salir de tí mismo podrás hallar á tu
Dios-, 'porque -JH tienes vida, ni existencia,
fli movimiento sino por él y. para él.
El es el que ilumina tu entendimiento,
y mueve, .ttt voluntad (i). El que llama á
las puertas . de tu corazon para pedirtele dé
la manera mas .tierna y afectuosa. -j
Este Dios de toda bondad es el que cuif
da de tu conservacion , y el que manda á
la naturaleza que te provea .sin cesar de to-í
do lo necesario. .-•• - ', .—.'
No es , pues , necesario ir muy léjos para
.encontrar á tu Dios. Entra dentro de tí mis
mo , y mira eon atencion su santa presen
cia. £l mismo Señor te la hará sensible de
mil modos diferentes, ' .•. £
Unas veces comunicándote vivas luces é
ilustraciones repentinas : otras por ciertos ,to-:
ques secretos que te dará en ;el Corazon,
inspirándote varios sentimientos de piedad, i
y algunas veces por las quejas amorosas que .
te dará de fus infidelidades.. •, . . ,
Guárdate de poner obstáculos álasdife-r,-
rentes operaciones de la gracia , ó por al-
gu-
(i) Prov. 23. a5. „ . ,
1 67
gnna ligereza de entendimiento , ó por al
gun discurso voluntario.
Dedicate á los exercicios que puedan lle
varte *nafr á Dios ; pero cuida de practicar
los con verdadero espíritu de religion.
En las acciones ordinarias y ocupacio'nes
de tu ' estado procura conformarte con las
ideas de la providencia , y considera que
ella misma es la que te ha señalado aquella
tarea ú obligacion diaria... •
No bagas ninguna cosa con precipitacion,
porque aun en las cosas santas no puede mé
nos de perjudicar al espíritu interior , por
cuyo medio se 'forma la union con Dios.
Nunca íe <lextís arrastrar de los movi
mientos de la naturaleza , ni porque ten
gas alegría • ni sentimiento. A Dios es á quien
ñas de manifestar lu corazon , y no á las
criaturas.-- - •. i \:
' Comunica -con el Señor todo lo que te
entristece 6 cansa regocijo , mirándole como
á' padre , ó Acorno á un amigo' fiel , en cu
yo seno puedes depositar con confian
za el motivo de tus penas ó de tus satis
facciones.
Y sobre todo ten presente , que por me
die de esta confianza es como se gana su
corazon , y se adelanta en aquella santa
union , que es para una alma christiana el
mas duke embeleso ,dc la vida.
L4
i68
CAPÍTULO XXÍÍ.Í
De las obligaciones de su etíade* .;.

B
'ios no nos pide sino rara;v«z;el
le demos á conocer nuestro amor con aor,
ciones grandes y maravillosas , porque este,
amor consiste mas particularmente en una
constante fidelidad en el cumplimiento de
las mas pequeñas obligaciones;- de uíiuestro;
estado. • \ -;¡. ü •:h;- •;:• •-•TI
Por esta fidelidad adquirió.. María unos
méritos que la eleváron sobre -ios, mismos
Angeles. n '.i ah . .:i; -tí
Treinta años permaneciQ'-'pcuUa;en Na-
zareth con el Salvador, y en todo este tiem- ;
po no se ocupó en otra cosa que en cuidas
de su livino Hijo , en merecer siempre mas
y. mas la confianza de su esposo- 4 ;y-en pro- 3
veer á su familia de lo necesario , segun sus
fuerzas. , ' .'" » --
Aprende de sn exempJo quál debe ser; ta-t
aplicacion en el cumplimiento de tus obli-. ,
gaciones si quieres llegar á la Santidad.
Hay muchos que viven engañados , cre
yendo que el medio de llegar á str Santos
consiste en dedicarse á unos exerckios age
nos de las obligaciones de sn estado , des
preciando estas, sin cuyo cumplimiento no
puc-
169
puede ser agradable lo demás í los ojos de
Dios. • "¡
<•> La perfeccion mas grande de todas con
siste en amar su estado, y en cumplir con
SBS obligaciones por humilde que sea , siem
pre y quando esté en el «arden- de la pro
videncia. . •(-. V . .:, i. ' '"i ' >
Un artesano que gana su vida con el su
dor de su frente , y un padre de familias
que vive sin ambicion en medio de la obs--
caridad- de una pobre fortuna , no obran-
jnénos su salvacion que los que se hallan en;
grandes empleos , ó se exereitan en los mi
nisterios mas santos, y. mochas veces la'
obran aqnellos con ménos peligro. -'f
El mejor estado para nosotros no es aquel
qoe nos parece; el mas perfecto , sino aquel
en que Dios nos ha colocado. •• '
• t: Es una ilusión el querer 'llegar á ser San
tó , no de la manera que Dios ; quiere , *frf '
no segun nuestra -propia voluntad. Las cosas:
ñor se hacen con perfeccion , si no se practi*
can porque Dios quiere , y como quiere.
; El mérito de nuestras acciones: depende
mocho ménos de la naturaleza de las cosas-
que hacemos , que del espíritu que las ani
ma , y de la conformidad que tienen con
1* Voluntad de Dios. '.- •
Dios quiere de nosotros ana' continuacion-'
de" acciones pequeñas, y nosotros nos em^ •
peñamos en hacerlas grandes. De esto suceda
.-, -:-¡ -- '. mii-
muchas veces el que no se practican biea
ni las unas ni las otras.
- -Marta, Marta (i)», andas demasiado
solicita , y te engañas , queriendo hacer
mas di lo que Dios te manda. Conténtate
con hacer bien lo que te pide , y practí
calo con el mismo fervor que si hicieses
una cosa • grande.
¿ Qué cosas grandes hacia aquella mugeiy
cuyo elogio ha consagrado el Espíritu San
to ? Se dice, de ella que hilaba, y se ocu
paba en el cuidado de su casa. •••• "-
JS1 .estar en la Iglesia, liacer oracion , y:
•visitar los enfermos son obras excelentes;
pero si te dedicas á estos exercicios , mién
tras debieras cumplir con las obligaciones pro
pias de tu estado , . se podrá.decir que haces
la voluntad de Dios? *.', >,•¡i ¡3
- Es necesario orar , y orar ifreqüentemen-
te , y aun ^.siempre , si es posible ; pero. si.
por la oracion -abandonas tus obligaciones do-,
mésticas , cree que tu oracion no será agra--
dable á •Dios. . ..;, >•-••;•• • rit''
- ¡Quántas obras dexarán de, ser .meritorias,
solo porque no nos proponemos hacer la vo
luntad de Dios , sino lo que nosotros quer .
remos \ • .> ';¡ .,. ' u- ' • . • ;:;
¡ Pero qué tesoro de grandes méritos na ;
se adquiere en el exercicio de una vida co
mun y ordiaaria , quando tocio se encuentra
mar-
(i) Lue. 10. 41.
171
marcado- con' ebsello de' la voluntad divina:!:
Hay muchas personas que parece que no.
adquieren- grandes méritos v >'' si° embargo
entrarán en .el iReyno; del.Suñor , í causa
de la fidelidad y exactitud en el cumplimien*
tt> de las, obligaciones de su estado. • ••: i?:.
El Sencr , de quien habla el Evangelio,
no dixo'á, su siervo entr.(t en lo, alegría de
tu Señor (i) , porque has .obrado cosas gran-,'
des , sino forque has sidofiel en focas cosas,

C A P í T U L.'ai XXIII.
%)e la necesidad de santificar el trabajo
y las demas ocupaciones del día.

MARiA. Jí-Jas obligaciones de tu estado,


hijo mio , .te causan muchos cuidados y des--
velos ; pero- quando te ¡dedicas á su cum-
e' ¡miento no piensas ni un solo momento en
JOS.. : -iir-r . ,:,.¡.
SIERVo. ,¡O Virgen-, siempre fiel y vi
gilante ! dignaos de enseñarme cómo podré
yo á vuestro exemplo unirme á Dics du
rante el trabajo , y en. el exercicio de las
funciones de mi estado.
MARiA. Hijo mio , el trabajo de manos,
y otras ocupaciones aun mas penosas y de
mayor fatiga no son capaces de suspender
. CA
(i) Matth. a8. ar.
énr un hombre espiritual é ínteriof -sn u
aan Dios. . •- ¿t: -
c • Uha alma- acostumbrada al t. recogimien
to interior tiene una facilidad maravillosa en
dirigir; 8n pensamiento á Dios aun en aque
llas ocupaciones mas implicadas , y que al
florécer deberíandedistraerla.
VsiL•a ipureza -•
intencion conique anima
tedas sus acciones , y el sacrificio que ha-
cei.5die .ellas "áí--Dios.. la hacen evitar aquella
disposicion en que incurren freqüentementa
las almas ménos atentas. - - i
El espiritu.de fe y de religion lo enno-
tffece trtdo , todo-to suaviza y lo consagra;
y toda lo que se hace con este mismo es
píritu es una accion agradable á Dios , y que
mira como digna de sus recompensas.
¿ :Hiaz á lo méntís• por Dios lo que execu-
tan' los hombres por el mundo, "ó por al--
gair interes temporal. 'Ocúpate en el desem
paño de las obligaciones de tu estado ; pe
ro has de procurar hacerlo siempre con una
JiMJencion •Santa y christiana , y de este mo-
d»: trabajarás á un tiempo para esta vida y
para la otra. 1
::r¡Si te dediías al trabajo únicamente por
gusto , por humor , por obligacion , por
cewambre ' ó por qualquier otro motivo pu-
rarhürtte humano- ¿ como no es Dios el prin-
ctpin -que- -te Uiacc- ol>r;ir , pasarás las horas
esteras sin dirigirle ni un solo afecto.
Nun*
Nunca te disculpes coa que no sabes ha
cer dos cosas. á un tiempo , porque un cor
razon en un solo momento puede decir á Su
Dios todo lo que quiere. /
Quando Marta trabajaba para Jesus , fear
biaba con él sin distraerse de su trabajo. ;
¿ En medio de tus ocupaciones no te
sueles entretener con los que estan á tu l.i~
,do ? ¿ pues por qué no te entretienes tam
bien con tu Dios que está presente á todo
lo que haces? :.,,•;!
Su conversacion , bien al contrario de
las de los hombres , no (i) tiene ningun*
cosa que desagrade ni disguste , y tiene
ademá$ la ventaja de , que pueden gustarse
sus dulzuras en toda suerte de trabajos y
ocupaciones. I J -I 1 '
Se puede llegar á ser un gran Santo , no
haciendo sino cosas comunes y ordintítias;
pero es necesario no practicarlas como se prac
tican comunmente.
': La máyor parte de los hombres se ocu
pan ó por obligacion ó por necesidad ; pe-
10 son muy pocos los que lo hacen porque
Dios lo manda , y con la intencion- de agra
darle : en esto es en lo que ménos se piensa»
Pero tu , hijo mio , quando estes en me
dio de tu trabajo di freqüentemente al Se
ñor , que pones toda tu alegría en hacer
;; S1Í
(i) Sap. 8- lo-.
su voluntad , y que por agradarle y ann qnan-
do tu trabajo fuese mucho mas penoso , le
desempeñarías con la misma aplicacion.
Ofrécele tus trabajos , para que se .digne
unirlos á todos los que padeció Jesus para
salvarte.
Si de tu ocupacion sacas el fruto que
te propusiste , bendice al Señor , que es á
quien se lo debes , y si no te sucede así,
sufre humildemente aquella mortificacion que
Dios permite para probar tu paciencia.
Por esta union con Dios en todas tus
acciones , serán elevadas aun las mas peque
ñas y que parezcan mas viles , hasta hacer
te merecer un nuevo grada de gloria en el
Cielo.
CAPÍTULO XXIV.
Del amor que debemos tener á Jesus.

SIERVo. \\J Madre Santa de Jesus í


quando vivíais en Nazareth con vuestro Hi«
jo los hombres no le conocían , y aun le
despreciaban y abandonaban ; pero tenia el
consuelo de ser amado tierna y sincera
mente de su Madre.
Conociendo su Divinidad y sus perfec
ciones infinitas , le amabais mas que todos
los Angeles y los Santos le han amado , le
aman , y le amarán jamas.
Vues-
.; ; Vuestro amor era mucho más excelen
te que el de todas las otras madres. Ama
tais en él á un Hijo Dios y hombre jun
tamente.
De aquí nacia aquel ardiente deseo que
teníais de veríe amado de todas las criatu
ras racionales tanto como Vos le amabais.
Es propio del amor el buscar los me
dios de comunicarse , y desear que pasen
sus llamas á todos , los corazones.
Seria necesario conocer á Jesus como
Vos le conocíais , para amarle de una ma
nera tan perfecta como Vos le amabais.
Para hablar dignamente de este amor
seria preciso poder leer dentro de vuestro
corazon todo lo que sentíais, por el tierno
objeto á quien amabais.
Abridnos Vos misma este corazon que
tan tiernamente os ama. Descubridnos teda
su pureza , su ternura , su vivacidad , y to
da la generosidad de los sentimientos de que
fué animado.
MARiA. Hijo mío , yo no hubiera sido
digna de ser la Madre de Jesus , si el amor
que le tenia no hubiera excedido al de to
das las criaturas humanas inteligentes.
Grecia todos los dias en este amor , por
que no habia dia en que no descubrie
se nuevas perfecciones en este Divino Hijo.
No gustaba de otra dulzura ni felicidad
que la de amar á Jesus : éste era mi sosten
to , mi vida , mi reposó , i mi alegría , y to»
das mis delicias. ... -.1
Tenia en Nazaretfi una vid» pobre-y obs-
cura ; pero «ra bien recompensada con eí
tesoro que poseia en la persona de Jesus.
Con solo este bien me juzgaba yo mas rica
que no lo eran los mas poderosos Reyes
del mundo.
¡ Felices una y mil veces los corazones
que se alimentan del amor de Jesus, y que
no suspiran sino por él !
Solo el amor de Jesus llena y satisface
el corazon. Ninguna cosa puede agradar mu
cho tiempo sin este amor.
¿Qué cosí mas agradable puede gustar
en el mundo el que no sabe quán amable
es Jesus ? •
Quanto mas se le ama , mas se sienta
el placer de amar al que es verdadera é in
finitamente digno de ser amado.
- Por grandes que puedan ser las miserias
que padezcas en esta vida , ninguna puede
igualar á la de no amarle.
El que no ama á Jesus no ha procura
do sabef lo que es Jesus , ni quán digno
es de ser amado.
Jesus reune en sí todas las perfecciones
naturales ; pero de una manera tan emi
nente , que son como la obra maestra de
las manos del Criador.
Reune tambien todas las perfecciones de
Ja
la gracia, de tal suerte que de su plenitud
dimanan las demas gracias que se conceden
á todos los hombres.
Y reune finalmente en sí todas las per
fecciones de la divinidad que habita en él
substancialmente.
Es Jesus tan poderoso como Dios t tan
hermoso , tan sabio y tan santo como el
mismo Dios¿
SIERVO. ¡Áh! Quarido Jesus no fuese
infinitamente amable en sí mismo y por sí
mismo lo seria por haberme amado infini
tamente ¿qué tormentos tan crueles no pa
deció solo para darme pruebas de su amor ?
MARiA. Añade , hijo mio , á esa con
sideracion el que todos los tormentos que su
frió no pudiéron agotar el deseo ardiente que
tenia de padecer por tí. £1 amor no tiene lí
mites , y entre todos los amores el mas ar
diente y eficaz que se pueda conocer es el
de Jesus.
Jesus hubiera hecho por salvarte aun mas
de lo que hizo , si hubiera podido dar al
guna cosa que fuera mas que sí mismo.
¡ O hijo mío ! si encuentras alguna cosa
que sea mas digna de tus afectos que Jesus,
desde luego consiente este Señor en que se
los des ; pero si los merece él solo con.
preferencia á todos los demas ; ¿osarás tú re
husárselos ?
SIBRVO. ¡Ah! Haced fc Virgen Santa,
M que
que desaparezca delante de mi vista todo lo
que es del mundo. No quiero amar , ni amo
otra cosa que á Jesus.
MARiA. Quien conoce á Jesns , despre
cia en efecto todo lo demas. De nada sirve
. el mundo á quien ha gustado las dulzuras de
su amor.
SIERVo. Yo pnedo , sí quiero , tener á
Jesus por amigo ; y si no cuido de pr cu
rarme una dicha tan grande , mereceré con
razon ser infeliz.
MARiA» Sí , hijo mío í coloca tn amor
en un objeto de cuya eleccion nunca ten
gas motivo de arrepentirte ; que no esté su
jeto á vicisitudes ni mudanzas , y que léjos
de que te le pueda robar la muerte, sea por
el contrario en este momento tu posesion
eterna.
Solo Jestts' es el amigo fiel y constante,
que jamas falta á sus amigos , aun quanda
los demas les abandonen.
Una sola palabra de este amigo es ca
paz de consobí al corazon mas atormenta
do. Los amigos del mundo no ton sino con
soladores (i) importunos.
¡Qué angustia podrás experimentar, ni
qué enemigo podrá causarte el menor daño,
si tic-nes el amor de Jesus dentro de tu co
razon?
Si
(i) Job i<5. a,
Si Jesus reyna en tu corazon , y ha co
locado en él su trono, eres el hombre mas
neo , mas poderoso y mas feliz: que hay y
puede haber sobre la tierra.
El amor de Jesus es uo bien tan gran
de , que el que le posee no echa ménos
ninguno de los bienes del mundo. ¿No ten
drá por ventura Jesus con que satisfacer á
un corazon que le ama?
SIERVO. ¡O Jesus mio! ¡ó Dios mio!
yo os pido , por el aihor que os tuvo vues
tra Santa Madre , que me concedais la gra
cia de amaros de tal suerte , que no ame
a ninguna cosa mas que á Vos , ni tanto
como á Vos, ni nada sino por vuestro amor.
Bien sé que no puedo amaros tanto co
mo mereceis ; pero ayudado de vuestra gra
cia , deseo amaros tanto como me es posi
ble , y de este modo os amaré tanto como
debo.
Encended dentro de mi corazon todo
aquel amor con que quereis que yo os ame:
quisiera , Señor , ser abrasado con este fue
go divino hasta ser consumido en él.
Conocer .quán digno es Jesus de ser amado,
y no poder amarle tanto como merece , es
un martirio cruel, que solo puede experi
mentar algun alivio con el deseo siempre
nuevo de un amor mas ardiente.
>• '
Ma • CA-
CAPÍTULO XXV.
la necesidad de estudiar á
y de imitarle.

MARiA. JOl ¡jo mío: ¿eres tú acaso del


número de aquellos Christianos que hablan
mucho ; pero que es muy poco lo que po
nen por obra ? Hay ciertos momentos de
fervor , en que se manifiestan bellos sen
timientos ; pero la conducta que se observa
despues suele no corresponder á ellos.
Se le dice freqüentemente á Dios que se
le ama , y aun parece que se siente así, por
que en aquel instante en que la gracia ha
ce impresion , se derraman algunas lágrimas;
pero esto no es prueba de ua verdadero y
'sincero amor.
El testimonio que Jesus espera de tu
amor es el de que te conformes á los exem-
plos de virtud que te ha dado.
SIBRVO. ¡O Madre mía , modelo per
fecto de virtud ! solo en esto .os ocupasteis
en todo aquel tiempo que estuvisteis con
Jesus en Nazareth.
Vemos en el /Evangelio que (i) escu»
' cfiabais con atencion todas las palabras
de
(i) Lue. a. 51.
de Jesus i que observabais con enidado to
das sus acciones , que las meditabais, y pro
curabais conservar en la memoria.
MAKIA. Sí , hijo mio , estudiar á Jesus
era mi principal ocupacion , y ini único cui
dado el de 'imitarle ' procura tú hacer lo
mismo , meditando continuamente á Jesus,
y conformándote con él. . ',••• •••
Dirige á esté Señor todos tus cuidados,
y no dud.,-s de que no hay otra verdade
ra ciencia sino la de Jesus: reconócele, pues,
en todas las cosas por tu único Maestro.
Jesus es un Rey que merece todos tus
homenages ; y el que principalmente quiere
de tí es el de que imites sus virtudes.
Confróntate muchas veces con este gran
modelo , ánt^s que seas examinado por él
en el Tribunal de Dios.
El amor que Jesus tenia por tí fué el
que le obligó á darte tantos exemplos de hu
mildad , de paciencia y resignacion. Imíta
los tú por su amor , y no los pierdas ja
mas de vista.
Proponte en quanto esté de tu parte ser
en todo y por todo una copia fiel.
Si vas á orar , represéntate su recogi
miento al tiempo de la oracion : si te di-
riges-ál templo, haz que sea siempre á imi
tacion suya , con un espíritu de religion y
"de sacrificio.
Si conversas con los hombres , procura
M3 ha-
hacerlo con "aquella modestia y dulzura con
que lo hacia jesus.
No murmures en tus aflicciones , y vuel
ve el bien por el mal , si quieres imitar á
Jesus dulce y humilde de corazon ; huye los
honores dél mundo , y désea ser olvidado y
abatido,
Jesus no procuró complacerse (i) 4 sí
mismo ; sino que la gloria de Dios , y el
culplitttiento de su voluntad fuéron siempre
el principio y fin de sus acciones.
No hiy .ningun estado de su vida mor
tal que no nos pueda• servir de exemplo.
Así su vida, oculta y retirada como su vida
exterior suministran á sus verdaderos dis
cípulos un fondo inagotable de instrucciones.
Jesus es el camino , la verdad (2) , y
la vida. Solo en sus exemplos encontrarás
el camino que debes seguir , la verdad que
debes escuchar , y los medios de conservar
la vida de tu alma.
En qualesquiera circunstancias en que te
halles , examina qué fué lo que dixo ó hizo
Jesus en aquel caso, y confórmate con aquel
perfecto modelo que te propone en sus pa
labras y en sus acciones.
Pues que sabes quáles fueron sus,.,, incli
naciones , sus 'deseos , y sus sentimientos;
examina quáles son los íuyos ; compáralos
unos
(i) Rom. ig. 3. (») Joan. 14. 6".
.
unos con otros , y reforma lo que sea ne
cesario ; teniendo siempre presenre que esta
reforma que debe producir U semej.nza con
Jesus , no es negocio de solo uq dia. '
El modelo que te propones imitar es tan
perfecto , que ¡amas se podrá copiar como
es en sí ; pero debes emplear todos los dias
de tu vida en imitar algunos rasgos del ori
ginal.
Pero como para conseguir esta dicha es
indispensable la gracia de Jesus, será tam
bien preciso que no dexts pasar, ningun dia
sin implorar este auxilio.
CAPÍTULO XXVI.
De la dnha de una familia virtuota.
Oeria pn espectáculo bien digno de
atraer las Atenciones del Cielo, el de aque
lla tanta familia que habitaba en Nazareth,
quando viyia allí Jesus con María y Joseph.
¡ Qué union y qué paz no reynaria en
aquella casa , siendo como era la morada de
las virtudes , y habiendo sido desterrado de
ella el desorden de las pasipnes!
Miéntras que Jesus crecía en edad y en
sabiduría á los ojos de Dios y de los hom
bres , tenia María puestos los ojos continua
mente sobre él para formarse sobre este pre
cioso modelo.
184
Joseph no estaba ménos solícito en apro
vecharse de los exemplos de la Madre y del
Hijo.
Todo entre ellos se dirigía á Dios, todo
se hacia allí por Dios. La presencia sóla de
Jesus llenaba los corazones de alegría , y
los encendía en su amor con sus santas con
versaciones.
La sumision y obediencia de Jesus , ar-i
rebatando de admiracion á María y Joseph,
les inspiraba un santo anonadamiento delan
te de Dios.
¡ O Dios de santidad ! Allí sí que erais
realmente adorado en espíritu y en verdad.
¡Qué agradables no os serian los homenages
que recibiais de aquellos humildes corazones!
•No se puede pintar la imagen de esta
dichosa familia sin envidiarla. ¡Oxalá que to-
da$ las familias Christianas se formasen en
esta escuela tan excelente! . .
¡ A.h ! Si el amor de Dios reynase en
tre ellas así como reynaba baxo el humilda
techo que cubría á Jesus , María y Joseph;
entónces sí que se verla al mismo tiempo
reynar entre ellas el órden , la paz , y la-
buena correspondencia.
• El esppso y la esposa gustarían las dul-
raras inocentes de la union conyugal. Los
hijos serian educados en el santo temor de
ÍJios : y los domesticos no recibirían sino
exemplos de virtud,
: No
• No se conocerían aquellos tristes efec
tos que producen de costumbre los zelos y
Jas disensiones ; y no se verian estos escán-•
dalos tan frecuentes que se advierten en nues
tros dias.
Léjos de hacer servir la prosperidad á urí
fausto soberbio y ruinoso, experimentarían los
pobres sus dulces y abundantes efectos. Se
la santificada , así rindiendo á Dios por ella
las gracias que le son debidas , como por
medio de una moderacion christiana. •
Una prudente economía seria el tesoro
mas rico que se poseyese , y sa conocería
entónces su valor. Los ahorros vergonzosos
do la avaricia no serian ménos desterrados que
las profusiones del luxo.
La adversidad no excitaría quejas ni mur
muraciones, contra la providencia. Se bende^
cjria á Dios del mismo modo en la pobro
za ó en la mediocridad, que en la abundan*
cía y en la elevacion.
La cabeza de la familia exerceria su au->
toridad sin imperio y sin altanería. La es
posa , siguiendo las intenciones del esposo,
velaría con cuidado sobre sus domésticos; y
el uno y el otro tendrían el consuelo do
ver crecer delante de sus ojos á unos hijos
dóciles,, que recibirían desde sus mas tiernos
años las impresiones de la virtud.
¡Qué bien no resultarla entonces á la sor
cíedád christiana! ¡qué simplicidad de eos*
tuin-
1 86
tnmbras tan amable! iqfé candor y qó¿ ino
cencia! ¡qué union y qué caridad! ¡qué edi
ficacion, y qué frutos tan maravillosos de san
tidad!
¡ En qué tranquilidad no se pasarían en
tónces los dias ¡ Y quando fuere necesario pa
gar el tributo indispensable 4 la muerte, se
haría tanto mas voluntariamente el sacrificio
de la vida , quanto se tendru la satisfaccion
de haber vivüo segun la justicia , y en el
amor de su Píos, , ...
CAPÍTULO XXVIIi
. De l# eficacia de la oracion-
la celebridad de las bodas de Cana,
á que asistió María con Jesus y sus Discí
pulos , llegó á faltar el vino ; pero cono
ciendo María el sonrojo y la -confusion que.
iban á padecer los novios por esta falta, lle
na de confianza en el poder de su Hijo , le
hace presente la necesidad.
Dios ha ligido siempre sus gracias á la
oracion ; y pronto siempre á repartirlas, nos
convida á qus le pidamos ; pero quiere que
sea con confianza.
El defecto de esta confianza es ordina
riamente li senil de una fa enferma, y esta
es la causa de tantas súplicas estériles y siá
ningun fruto.
Pa-
i87
. Para ofrecerle el tributo de nuestros la
bios no es necesario buscar momentos favo
rables. Dios está siempre dispuesto á escu
charnos , y nos dice continuamente; Pedid,
y recibiréis. Aquel que pide, recibe.
Siendo como somos siervos de un Dios
tan bueno , que á ninguno desecha ni des
pide , y que es bastante poderoso para en-
yiquecer á quantos se lleguen á él ¡cómo 'so
mos nosotros tan poco solícitos en pedirle sus
gracias , ó para nosotros mismos , ó para los
otros , á exemplo de María !
La oracion de María fué corta : porque
PíoS , bien al contrario de los hombres, no
exige de nosotros discursos pulidos, estudia
dos , ni meditados largo tiempo. Para tratar
con. él no es necesario usar de pensamientos
delicados ni eloqüentes,
Una súplica hecha con candor y sencillez,
en la qual nos limitamos á pedir á Dios lo
que sabemos que es de su glori.a y de su
.santificacion , óque á lo ménos no tiene nin-
•guna cosa que sea contraria ni á la una ni
á la otra , es ciertamente la que le agrada,
y le hace propicio, ,
Las palabras de los labios no son las que
obtienen sus favores sino los sentimientos del
corazon»
Algunos suspiros del corazon de la Ma
dre de Samuel le obtuviéron no solamente
un hijo que pedia , sino al mismo tiempo
un
i88
un Profeta y un Juez de Israel,. Ana (i)
rogab..i dentro de su corazon.
Jesus respondió á Maria de una mane
ra que al parecer no la daba ninguna espe
ranza ; pero no por esto dexó de pedir ni
de esperar , y al fin obtuvo lo que deseaba.
Es muy raro el que pide con perseve
rancia, que no consiga lo que desea. La im
portunidad desagrada á los hombres , y les
fatiga ; pero no sucede así con Dios ; es ne-
cesarlo no dexar d« pedirle , pues que este
Señor jamas dexa de escucharnos. i •
Algunas veces , por fervorosa que sea tu
oracion , te parecerá que te dice Dios como
á María , que aun no ha llegado la horq (2);
pero si tu confianza es siempre firme , esta
hora llegará.
El que presume prefixar á Dios cierto
tiempo para que le conceda lo que le pide,
se hace indigno de su bondad.
Es verdad que muchas veces no obstan
te que pedimos á Dios con reiteradas ins
tancias ? no nos concede lo que le pedimos;
pero entónces nos suele otorgar otra cosa,
que es -aun mas necesaria que la que se le
pedia.
San Pablo pidió á Dios que le librase de
nna tentacion , y no se lo concedió \ pero
porque le pidió y rogó , 1$ dispensó otra gra
cia,
(i) .Reg..i. 13. (4) Josm. a. 4.
i §9
cía , con cuyo auxilio consiguio grandes mé
ritos : y de este modo no le quedó duda
al Apóstol de que Dios le había escuchado
en su oracion»
Hace muchos años , pongo por exemplo,
que estás pidiendo á Dios que te libre de
una enfermedad corporal que padeces, y sin
embargo siempre estás enfermo ; pero la gran
paciencia con que la sufres es el fruto da
tu oracion , y por lo mismo debes estar se
guro de que Dios te oyó.
Aquello que muchas veces pedimos á Dios
porque nos parece un bien , seria para nos
otros un gran mal si se nos concediese , y
por esta razon nos lo rehusa Dios por el mu
cho amor que nos tiene.
Es necesario hacer . mucho mas caso de
aquellas gracias que se dirigen á nuestra sa
lad y santificacion, que de las gracias tem
porales. Estas las concede Dios á sus mayo
res enemigos, y aquellas las tiene reservadas
para sus escogidos,
CAPÍTULO XXVIII.
Como la virtud no es incompatible con la
buena crianza.
liaJa caridad fué el único motivo que
obligó á María igualmente que á su Hijo á
asistir á la celebridad de las bodas de Cana.
Hu-
19°
Hubiera sido de mas satisfaccion para Ma
ría el quedarse en su casa de Nazareth , y
gustar allí tranquilamente de las dulzuras de
la contemplacion ; pero no quiso contristar
á los novios que la habian convidado.
La virtud no es incompatible con la bue
na crianza ; antes bien por el contrario quie
re que Se observe todo lo que ésta pide, y
aun es la única que puede hacer el que se
practique santamente.
Pero para imitar en todo á María es ne
cesario figurarte el modo con que se portó
en aquella ocasion. ¡Qué discrecion en sus
palabras! ¡qué modestia en sus miradas!
La sabiduría de su conducta puede ser
vir de regla á la decencia y cautela que se
ha de guardar aun en medio de los place
res mas honestos é inocentes.
Es preciso hacer una grande diferencia
entre las leyes de la sociedad y las del mun
do. La virtud no conoce á éstas sino para
combatirlas ; pero observa las otras quanto
puede , porque en nada son contrarias á la
ley de -¡Dios.
Negarse indistintamente á toda diversion
y recreo , seria hacer, un agravio á la pie
dad , y aun acreditar aquella falsa preocu
pacion de que la virtud hace á los hombres
salvages.
No : la verdadera piedad á ninguno haca
salvage : qualquiera puede muy bien confor
mar
lot
inarse con las leyes de !a urbanidad, sla
dexar de ser piadoso.
La verdadera piedad , así por el fin que
se propone , como por el motivo que la ha
ce etwr , sabe ennoblecer aun las acciones
^ue son mas. indiferentes en sí mismas.
Lo que sí es necesario, es no entregar
se demasiado á las diversiones , por inocen
tes que sean , sino cuidar siempre de sí mismo.
Para no incurrir en una gran donacion
en aquellas diversiones á que nos obliga á
asistir la buena crianza, será muy conve
niente traer á la memoria de quando en quan-
do la presencia de Dios.
Gobernaos siempre con la misma modes
tia y compostura que tendríais si Jesus y
Mana estuviesen presentes.
Manifestad, á exemplo del Ángel de To.
bias , que tomais parte en las alegrías de les
demas , siempre y quando no se haga nin
guna cosa que ofenda á la piedad ; pero al
mismo tiempo es necesario tomar un alimen
to invisible (i) , que llene á vuestra alma
de delicias.
Dirigid vuestros pensamientos al Cielo; y
pensad siempre en aquellos placeres inefa
bles de que gozan los santos : placeres con
los quales se les recompensa la indiferencia
eon que miráron los de la tierra,
(i) Tob. ia. ip.
Levantad vuestro espíritu y vuestro corazon
al Señor , protestándole que todas las ale
grías del mundo no serán jamas bantantes
á que olvideis los puros placeres que se gus
tan en su servicio» *
Decidle que con el socorro de su gra
cia sacrificaréis voluntariamente todo quanto
os pueda ser mas agradable en esta vida por
un solo grado de aumento en su amor* .,
CAPÍTULO XXIX.
Quán dulce cosa es oír la voz de Jesus , y de
la eficacia con que una alma debe escuchar
sus instrucciones,
jLJespnes de haber disfrutado María de
la presencia de Jesus , y de la dulzura de
sus conversaciones por espacio de los trein -
ta años que permaneció con él en Nazaretb,
parecía que ninguna otra cosa mas tenia que
hacer que repasar en el silencio de su reti
ro aquellas lecciones divinas que habia re
cibido de él , sin que fuese necesario seguit-
le á los diferentes lugares adonde fue duran
te su vida evangélica. ^
Sin embargo S. Juan nos dice, que (i)
permanecio algunos días en Cafharnaum par»
aprovecharse sin duda de sus instrucciones.
r toí
•• '. x
(i) i. Joan, a, i*.
'Los demas Evangelistas nos rriánifiesian
tambien que en otra ocasion , .np 'pudiendo
acercarse á Jesus (i) á causa de la multitud
que le 'fodeabá- , 1-deíeosa de oir su doctrina,
se valio del pretexto de que quería verle y
hablarle. ' '
" -Ninguno otro conocia mejor que esta San
ta Madre el precio de sus divinas lecciones^
ni gustaba mas de las delicias de su conver
sacion. -':11, .'•••.•
Y en efecto:- ¡qué cosa mas dulce para
qoien sabe distinguir la voz de Jesus , que
óir las palabras de vida que. salen de su boca!
Una alma que ha comenzado á gustar de
Jesus , no puede1 vivir sin él. En mil ocasio-
ies ha oído ya su' voz , y mil veces mas de
sea volverla á oir. /
'"'Todo lugar le desagrada , si no encuentra
allí á su amado ; toda voz la cansa y la mo
lesta , si no es'él el que la habla.
¡ O! ¡ y quá:n; molestos le parecen los
discursos de k»s hombres ! Ve que no se ocu
pan sino de cosas vanas (2) : y solo las pa
labras de Jesus son para esta alma (3) , -pa
labras de espíritu y de vida.
Desde el mismo instante en que comienza
á oir su voz, destierra todos los demas pen-*
famientos para aplicar toda su atencion á es-
-'."' ••• te
~'fi) Match. ia. 46. Marc. 3. 31. Lue. 8. a.o.
(a) Psalm. 118. 85. (3) -Joan. 6. '64. .
N,
te lenguage divino qne le agrada macho mas
que quanto puede oír de maravilloso sobre
la tierra. ^
No hay ninguna cosa que oiga con mas
alegría , que retenga con mas fidelidad , ni
que medite con mas aplicacion ; porque nada
hay que fructifique en ella con mas abun
dancia. .:• .,. ,,'
Si se queda dormida , despierta como la
Esposa de los Cánticos , al menor ruido de la
voz de su Esposo. ¡ Ah I dice aquella Esposa
querida : mi Esposo viene (i) , la voz de mi
amado ha llegado á mis oídos. Sí, Jesus es
el que me habla , no hay duda : no puede
equivocar su voz el que le ama.
El mundo , la vanidad y sus. placeres usan
de un lenguage diferente que no se oye si
no con disgusto , y no se conoce sino para
tenerle horror. ;;••
Los ojos de la Magdalena no reconocié->
ron á Jesus despues que resucitó ; pero apé
nas le oyó hablar , quando conoció dentro dft
su corazon que Jesus era el que la hablaba.
¡ O Jesus! ¡ó Salvador mio ! apartad du mí
toda voz extraña que no sirve sino para dis^
traerme de vuestra divina palabra. Ño quie
ro escuchar otra voz que la vuestra, . {;
Vanos entretenimientos , objetos frivolos,
que tantas veces me habeis servido de ¡mpe-
•(i). Cant.a. 8. i di-
,
«tomento para oír la voz de Jesus : yo no os
conozco mas , dexadme á solas con él.
Sjlo por tener la dicha de oíros , os se
guiré , Divino Maestro (i) , á qualquiera
parte adonde fuereis. Si no escucho vues-"
tra voz en Nazareth , la iré á oir á Caphar-
nautn ó á Jerusalem.
En qualquiera parte en que yo esté , allí
puedo gozar de esta dicha. Hablad , Señor,
hablad sin cesar á mi alma (2) , que yo
escucharé con el mayor cuidado lo que el
Señor me diga en el fondo de mi corazon.
Dichoso aquel (3) á quien os dignais
instruir en la ciencia de vuestra ley , pues
que él encontrará con qne suavizar sus pe
nas en el tiempo de la afliccion.
" : 'Vuestros Ministros me hablan muchas ve--'
ees de- parte vuestra , y muchos libros que
leo con placer me hablan tambien de Vos;
pero si vuestra voz no se hace entender al
uáismo" tiempo, ¿qué impresion hará todo lo
demas en mi corazon ?
Todo lo que me dicen , no hay duda
que es bastante para moverme ; pero si vues
tra gracia no se junta á sus palabras , ni la
verdad se grabará en mi entendimiento , ni
quedará movido mi corazon.
Hacedme , pues , oir vuestra voz (4) , ó
cc-
'(i) Matth. 8. 19. (a) Psalm. 84. 8.
(3) Psalm. 93. \i. (41 Cant. a. 14:
i' - N 2
196
celestial Esposo de mi alma ! para que yo oí
haga oír la mia ; hablad á mi corazon , pa
ra que el mio hable al vuestro.
M.is me enseña vuestra voz en un mo
mento , que quanto se puede aprender en
muchos años eu la escuela de los sabios del
siglo.
Vuestra divina voz ha sido la que , des
pues de haber instruido á muchos que pare
cían simples á los ojos del mundo, les ense
ñó á hablar de un modo admirable de vues
tro divino amor , y de la manera mas subli
mo de vuestros mas grandes misterios. •

CAPITULO XXX.,
Que no se ha de buscar la gloria de este
mundo , ni la estimacion de los
hombres.
SIERVo. V os , ¡ó Madre dichosa ! os
complacíais sin duda al ver el honor que se
hacia á vuestro Hijo en el tiempo de su pre
dicacion ; pero únicamente por él , y en nin
guna mañera por Vos misma.
Jamas se vió que ios valieseis para ningu
na cosa de l 1 circunstancia de haberos Dios
elegido para dar al mundo .aquel que , por
el resplandor de sus maravillas , y sublimidad
de su doctrina , excitaba la admiracion de los
pueblos.
Bien
197
Bien diferente de las demas madres que
se congratulan abiertamente por el iré'ito de
sus hijos , y quieren participar con ellos de
su gloria ; si Vos seguíais á Jesus á diversos
lugares, era solamente para recibir sus ins
trucciones , y alimentar vuestra alma , y no
para recoger la gloria que pudieran hacer re
caer sobre Vos las bendiciones y alabanzas
que se le daban.
Conservasteis siempre la humildad de vues
tros sentimientos aun en aquellas ocasiones
mas propias para seducir el corazon humano.
De este modo condenabais el afan con
que se busca la g'oria de este mundo , y el
amor á la estimacion de los hombres : infe
liz veneno que infesta todas nuestras obras.
MAR'A. Es verdad , Hijo mio, que me
diante la gracia del Señor, me preservé siem
pre de tocto aquello que llamas con razon un
veneno infeliz.
Solo á Dios pertenece la gloria. ¿ De qué
puede gloriarse una criatura quando nada tie
ne que no sea por Dics?
El Señor me habia ya distinguido bastan
te escogiéndome por Madre del Mesías: ¿ Pues
á qué fin buscaría yo las distinciones del mun
do ?
Quien no busca sino á Dios , no ve nin
guna cosa grande ni maravillosa sino en Dios.
X-os vanos honores de este mundo , y todo
lo que estiman mas los hombres , no son sino
N 3 unos
unos objetos frivolos, y de ningun momento
delante de su vista. -i
Consulta , hijo mio , á la fe que profer
sas , consulta al mismo tiempo á la razon , y
no desearás tanto los honores ni las alabanzas.
Variando entónces de objeto tu ambicion,
desearás únicamente la gloria que tiene Dios
reservada para sus escogidos.
Si los hombres te olvidan , y te miran co
mo á una persona con quien no se puede coa
tar , no te entristezcas por esto , ántes bien
regocíjate , porque no hay camino que con
duzca con mas seguridad al ensalzamiento de
una alma en el Cielo , que el de la humilla
cion que se padece con un verdadero espí
ritu de religion. i , • : .. •
Dexa , pues , á los partidarios del mun
do todos estos títulos y vanas distinciones
deque hacen tanto caso , y reserva para tí
una gloria mas sólida y verdadera. .r
Pide freqüentemente á Dios, á exemplo
de David, que no te dexe poner los ojos (i)
sobre la vanidad de las cosas de la tierra..
\ Quántos no se han perdido por su des
gracia por haber mirado al mundo como á sa
ídolo ! No aumentos el número de los insen
satos , que aun le tributan diariamente ado-
raciones.
SIERVO. Yo me aprovecharé , ó Virgen
San-
(i) Psalm. 1 1 8. 37.
Stmta , de vuestro exemplo y cie vuestras
lecciones. No quiero ni deseo otra gloria qué
la que es consiguiente á la imitacion de vues»
tras virtudes.
-:. yJ^ero como mi corazon es flaco, jó Vir
gen poderosa ! y fácil en volverse atras , yo
imploro vuestra átistencia. Alcanzadme, pues,
aquella firmeza de alma de que necesito pa
ra, elevarme sobre el desprecio del mundo y
sus pérfidas caricias. 1 . '*
-;t
-fe-iri: CAPITULO XXXI.
Dt la necesidad que tenemos de sufrir al
•'• ' próximo con esfíritu de caridad
,': • ' y dulzura. •«

SIERVo. ¡ \J> Virgen , que excedeis en


dulzura á todas las puras criaturas i Vos me
enseñais bien por la conducta que observas
teis con tantos ingratos á quienes enseñaba
Jesus su doctrina; celestial , y en cuyo favor
obraba los mas grandes prodigios , como de
bo yo sufrir los defectos de mi próximo.
Si alguna vez se daban á Jesus bendicio
nes y alabanzas, j quántas veces no tuvo qtie
sufrir las contradicciones mas violentas ?
La envidia se habia dedicado á suscitara
Je enemigos que destruían su doctrina , tra
taban sus «milagros ;de prestigios , y le pin
taban á él mismo con los colores mas odiosos.
N4 ¿ Quán-
2OO
¿Quárftas veces no fuisteis. testigo de es<*
tos excesos ? Pero Vos y ¡ 6 Vífgen Santa ¡ á
¿xemplo Je vuestro Divino Hijo , no temais
for sus enemigos sino sentimientos y pens-a-*
vtientos di faz (i). Tentais .horror al ffeca-
do, pero amabais al pecador. !t¿;-.- '- .-,; i:-j¿
,• Mftviíla. únicamente de' la ofensa de¡ 'Dios»
no explitíab.tis de. ninguna manora vuestras
quejas' cortóla 'Sitos hombres insensibles j ¡án*
tes bien os dignabais interceder por ellos;cer»
ca de vuestro Hijo.
¡ Aíí fá ^ní I obsewatfaü" con ellos la mis
ma conducta que la que practicais hace tan-
'9S0S- años. ciinri)is;o. ... .>. v/.vV^.'uu'-.» t\ ^(X
Yo soy > Señora , fl , sierro mas infiel y
mas ingrato , y . Vos me sufrís con bondad,
y me alcanzais siempre de'"|)¡os nuevos fa
vores. • :;••-:' :V \ .•" ¡ .'• :•:•?,
Madre del Dios de la Paz,, obtenedmela
gracia de que yo. (2) no ofenda más eí na*
die con mis malas falabras, i: : (• '•'.':
, i O Vos , cuyo solo nombre hace nacer
eni el alma. sentimientos de suavidad y dul
zura ! pedid para mí esta virtud , y aquel
espíritu de paz que nos hace dignos del tí
tulo glorioso (3) de hijos de Dios.
MARiA. Yo intercederé por tí , Hijo mío,
pero es preciso que correspondas por tu par
ta
(i) Jcrern. 09. ii.' (i) Eccll. 18. ig. •
. (3) Mach. 5. 45. : u -0 c. •;..•¡ .
\ f.
*e á ,l*8i gracias que te. -consiga. La' gracra no
cíbira las diticnitades ; lo que sí hace, es, xyu-
dar á. vencerlas. . •i í ¡/;
-•oB.ien' séi que: el- próximo te .servirá anu-
ebaj.vs¿ei niór'cai-ga rppr;$u humor incons-.
tante , por sus raras ideas , y modos extraor
dinario*¡: pero la gtapiarí si, 'tú coirespoindes
fielmeflterÁ ella , te ayudará- á vencer tcdai
estas repugnancias, y, tendrás al mismo itieni*
po.BJBthDinérJto.r:; asbauy en -•• •. íof-j-j^iíi
i' Las ocasiones de hacer actos heroycos de
virtud no se presentaban todos los dias á los
Santos ;; pororSí las de sufrir con paciencia 'loi
dífectosotíe .su:próxuno:tpy de este modo her*
moseaban cada dia mas su corona. .•-•[ -^l .<• *
-. "íLa¡p?kla'del Christianp.es una ,vida'dé sa-
crificiésjílyífid tpróximQiípDc,:iíi»s::diefeo<os pre*
sen ta todos ¡os dias oc.-ísion de multiplicar
los. :.': , at'líO^TlOi Zí.[ in Oiu^ífl '" '• T'-'[ 'JU't'
No hay hombre (i) <^Wí* na.fetjue en 'man
chas ocasiones', 'y por¡lo,hJismo todos deben
aprovechar los medios ide -expiar. sus 'pecaidosí
y el mas poderoso de- todos es el de 'sufrir
al próximo con espíritu/de penitencia.. ,,.::»
Además , hijo mio, de que no hay hom
bre que no tenga defectos , y que aquel que
tenga ménos será el mas perfecto.
Encontrarás defectos en tus hermanos , y
estos los hallarán en tí : procura no ser del
nú-
íi), Jacob. 3. 3.
«Amero de aquellas personal qne creen n9
-tener ninguno , porque éste es el mayor de
todos. .r-'w-•-' :• -i.',
-u :iPues que tus hermanos te toleran tal co
mo tú eres , súfrelos tú también tales como
•ellos son. ¡' '•• .?•-, • " üí ioq . :•1• -
?r-:.ií*ara disimular las faltas de tu ; próximo
basta que apliques • aquella paciencia de que
necésitas para sufrirte á tí mismo en aquellos
defectos que no puedes ménos de reconocer
«h ík. /"."- : 20- .í --3Di.r! í:•'v ¡?£3O zc.J
?ol Hace mucho tiempo que trabajasien cor*
regirte , y tu trabajo ha sido hasta ahora ea
vano.
tos de ¿.Pues cómo ;•j•quieres
los otros? ••••:; -••corregir.-, los
a,r, defec*
, ,1
-'? Por mas quejas y murmuraciones que for
mes sobrenlos ¡disguste» que te han,- hecho su*
frir algunas.personas 3. -puedes estar- seguro de
que por este medio ni las corregirás , ni re
mediarás nada; " vi\• ('} "••-»»» • ^ •"•-
i-• 'El único partido qne debes tomar es el d«
pedir , á Jesus .su ayoda para apróvecharte de
aquellas ocasiones de probarte á tí mismo , y
afirmarte mas en la virtud. >

CA-
cA,pri;Ui•o xxx u.
,De la resignacion que se debe tener en la
voluntad ae Dios aun en aquellas cosas
que fatecen contrarias á los intereses . .
!:.; .;•? ; •/ •'-df'K'fu ¿loriat- • ,,.,,.-
•J" *'•?.'•• • •';: ;:•oi ¡t-' v•¿r '.-T, -Jü ¡ '••••.- . i'

SIERVO. ¡ \¿,ué motivo de dolor no ss-


.fria para Vos ,«>L Virgen,, piadosa., ,pl ver el
-poco fruto que sacaban los JudÁos.de las prer
.dicaciones de,Jesqs! : ¡¡; 1;.3luzni » . -
-ir. üSu dqqtriaa Teelestial , soste.n¡áa; eon las
.mas grandés nj.arávHlas no. ercubastaote á con
vertir una multifrid de espíritus; :
^ee viviart conteníps eq su
-.3C.Semejanteí á,-«ptos'; enfer,
Ja mano dei;,<jBe leí 'quiereicijraí ^
:ban estos incrédulos lst•salud'qDe,seleK, ofrecía..
. i ' i Quáles serian entónces vuestrois. ,senti-
.mientos , ó Madre ¡tierna? Llorabais nía cegueT
ra -y obstinacion -de aquellos •bQnxfejre¿, perver
sos; pero llorabais en paz ,ry .&& ««sabais de
.j?*dir al Cielo su cOnversiossí i.|, •>[, ?, , ; ,• • ¡;
u_ ,.MAÍIIA¿ Ninguno, Hijo «¿oí; Deseaba mas
.que yo el que Jesus fuese conocido. El z^r
lo,que tenia por.su gloria me, hacia sentir más
vivamente el endurecimiento de los Judíos:
.¿pero porque debia yo perder la paz de mi
alma?
Yo sabia qíie se sirve Dios muchas veces
l. : • • de
de los -malos para la evecneíori áe sns desig
nios , y cjue sabe sacar el bien del mal. Lo
-que hacia era ador.ir aq'ueila sabiduría infihlti
que permite algunas
iniquidad. • ••.••• " veces el triunfo da la
SIERVO. Esta-p.iciencia ,--jó Virgen Santa!
me servirá de modelo en todos los sucesos de
mi vida . y especialmenteíitfeaquellos en que
-vea que quiere vacilar mí fe/ , r•
MARiA» Sí, hijo mío, quándo- vieres al cri
men qu¿e»mioj orgulloso ebn-ta -cabeza er
guida á insultar al indctttttá,,-'ño te dexes
••arrebatar'áé-tes movimierie&s de tía zelo amar
go que Sei iírrraiy llena de i indignacion ,
7que la fteligioh te lo prívhibe•."-" - ":¡J
¿ P^rqwé- no has de' sufritf-tá lo•qtfe is^-
fíe el mis«)K> Dios ?'^ Noí-poár-ra * acaso impe-
-dir lo que» á^lí'te s¡ry« 'dé Wotiíiro de eíclíft*-
<laloi Pufeír :qa^nHo no 'te háoey forzoso^-eb
que t&ñ£X designios en permitirlo, yá la
Criatura ninguna otra coss'té'tia sino adorarlos^
Nada-• saeede en este mundo sin que Dios
Ib permita'. -Tanto el mal como ei bien sir
á las ideas de la Pro videncia- ;'-j estas ideas ríd
-Son conocidas de los hombres. Dia vendrá en
-Que se -conozca- toda su''fQSticia y sabidarí*;.
' Es Vtírdiad qne no debes ser insensible á
los maleSitle la Rteligion : justo es que te afli
jas por eljos', y aun te es permitido el que
jarte amorosamente á Dios.
Pero escandalizarte haita el punto de lle
gar
gar á sufrir en la fe , ó en la paz de tu co
razon , .cito no es un verdadero zé\o , sino
un abuso y un exceso reprehensible.
,': Una virtud no destruye á la otra. La,
sumision del entendimiento á todo lo que
Dios permite , se puede muy bien compo
ner con. un verdadero zdo por la gloria de
Dios. •• . , . .
Hay males que piden tus lágrimas y tus-
gemidos ; pero lágrimas derramadas á los pies
«el Señor , y gemidos exhalados en su seno.
Comunícale tus penas : suplícale que pon
ga fin á lo que te aflige , y di le con una li
bertad santa , de la qual no se ofenderá.
Levantaos (i) , Señor. ¿ Por qué haceis
del dormido ? ¿ Por qué aparta's de nosotros
vuestra vista? ¿ Por qué nos olvidais en nues
tras aflicciones?
Mirad, Señor , que se os declara la guer
ra : que se ultraja vuestro santo nombre : que
se blasfema de vuestra Religion ;. y que so
pretenden destruir vuestras obras. ;
- Vengad vuestra causa, .y no permitais
mas tiempo que prevalezca la iniquidad , pues
que se interesa en elfo vuestra gloria. . ,
De este modo cumplirás , hijo mio, con
lo que exige de tí el zelo por la gloria de
Dios y de la Religion , y esperarás en paz
que el Señor te venga á consolar.
CA-
(i) Psalm. 34. ag.
oo6 T » \ **' » r

t CAPITULO XXXIII.
J)e las señales de la verdadera santidati.
o. ' '• -- )

- <U na muger exclamó en una ocasion en


presencia del Salvador de esta suerte : [ Di-.
choso el -vientre (i) que os llevó , y los pe
chos que mamasteis1.
. Mas bien debes decir , respondió Jesus:
¡Dichosos los que escuchan la palabra de Dios,
y la ponen por obra!
Jesus dió á entender en estas palabras que.
la dignidad de Madre de Dios no fué la que
distinguió mas á María , sino su constante fi
delidad en todos los deberes de la Religion:
y que su principal mérito no estuvo en la
prerogativa de su maternidad que recibió de
Dios , y de Dios solo , sino en su santidad •
que tambien la tuvo de Dios ; pero median
te su correspondencia y sus buenas obras.
• Lo que Dios hace por nosotros no es pre
cisamente lo que nos hace dignos de las re
compensas que nos tiene prometidas , sino lo
que nosotros hacemos por Dios , correspon
diendo á los auxilios que nos comunica.
El Buen siervo , de quien habla el Evan
gelio , no hizo consistir su mérito en haber
re-
(i) Lue. ii. 17. .- • . . .* •
recibido cinco talentos , sino en haber sabido•
aprovecharse de ellos. .u-
- Vosotros os gloriais , y con razon , por
que os hallais revestidos de la qualidad da
hijos de Dios , que recibisteis en el Bautismoj.
pero deberíais reflexionar que esta qualidad
por sí sola no os dará ningun lugar entre los
Santos , miéntras no sepais mantenerla , por
medio de la santidad de vuestra vida. ..v:í
Entre los Santos hay muchos que han te
nido raptos y éxtasis ; pero no es esta la ra-.
zon por qué les debeis envidiar su suerte; sino
Eorque han sido constantemente fieles á la vo-,
mtad de Dios , y en esto es en lo que vos
otros debeis procurar imitarlos. .«;. •;. ^,;
Los que abrazan una profesion santa , no
deben descansar sobre la santidad de su pro
fesion , sino sobre su vigilancia y exactitud en
cumplir las obligaciones que le impone.
Judas , segun las apariencias, hizo mila
gros ; y sin embargo fué un réprobo. De San
Juan Bautista no se lee que los haya hecho,
y no obstante le da el Hijo de Dios en el
Evangelio los mas grandes elogios.
Bien puede uno llegar á ser alguna cosa
en la estimacion de los hombres sin la santi
dad de la vida ; pero delante de Dios ningu
na cosa tiene precio sino el ser Santo.
Ninguno puede llegar á conseguirlo sino
practicando obras santas ; y este exercicio es
el que debe ser para nosotros , así como lo
i • fu»í
ao8
filé para María , el fundamento de nuestra
gloria. J••::.r.-: ...
- 'Es necesario qiie os persuadais que Dios
no ha ligado vuestra salvacion á los dones;
extraordinarios de la naturaleza ó de la gra
cia , sino que en cierto modo os ha hecho
Dueños de ella, haciéndola depender de vos
otros , correspondiendo á sus divinos auxi
lios.
Aquel , ¡ ó Dios mio ! será digno de en
trar (i) en vuestro Tabernáculo eterno , que
camine en la. inocencia , y cumpla todos sus
dtbertí.
(i) Psalm. 14. a.

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:) ' ..-.•: n ...

LA
209
LA IMITACIÓN
DE LA SANTÍSIMA VÍRGEN
SOBRE EL MODELO • '

' DE LA IMITACIÓN DE yESU-CHRISTo.

LIBRO TERCERO.
«N EL QUE SE CONSIDERAN LA VIDA Y VIRTUDES
DE LA SANTiSIMA VIRGEN , DESDE EL TIEMPO BIT
QUE VIO Á SU DIVINO HIJO DAR SU SANGRE Y SU
VIDA EN EL CALVARIO , HASTA EL DiA DE SU
GLORIOSA ASUNCIÓN.

CAPÍTULo PRIMERo.

El que ama á Jesus debe subir al Calvario,


y padecer allí con él.

MARiA. Jú a sube Jesns al Calvario.


Ven , hijo mio , ven , pues que este Señor
te llama para que subas con él. Si es cierto
que le amas , no dexarás de seguirle.
I ¿ El amor que tenemos á Jesus seria digno
de él si le desamparasemos en medio de sus
dolores , y quando todos los demas hombres
le desprecian y ultrajan ?
• Es verdad que no podemos darle nin-
O gua
219
gun socorro ; pero á lo ménos tomarémos
parte en sus sufrimientos , mezclando nuestras
lágrimas con sa sangre , y le darémos el con
suelo de que vea que estamos prontos á su*
frir por su amor todo quanto nos ordene.
SIERVo. Pero, íó Virgen generosa! ¿es po
sible que no hay otro medio de dar á en
tender á Jesus nuestro amor que sufriendo y
padeciendo por él ? ¿ No pudieramos manifes
tarle este amor en la tranquilidad y el reposo?
MARiA. Hijo mio , en la tranquilidad y
el reposo es fácil dar á Jesus pruebas de que
le amamos ; pero no puede juzgarse bien de
la- solidez de este amor sino en medio de
la tempestad.
Jesus ha dicho : que el que no lleve su
cruz (i) , y le siga, no sabrá ser su dis
cípulo.
Debes , pues, considerar como dias felices,
aquellos en que hayas tenido ocasion de pa
decer alguna cosa por su amor.
Muchos Christianos no aman á su Divi
no Bienhechor , sino á causa de sus benefi
cios , pareciéndose en esto á los amigos del
mundo, que no aman sino por interes.
Dicen estos que aman á Jesus de todo su,
corazon, y sin embargo no fueden velar (2),
72; una sola hora con él en el Jardin de su
agonía.
Pro-
14. 37. (a) Matth. 26. 40.
Protestan que le seguirían por todas par
tes aunque sea necesario ir á morir con él ; pe
ro inmediatamente el terror de los sufrimien
tos debilita en ellos el amor , y no siguen á
Jesus sino á lo léjos.
Pero tú, hijo mio, si amas á Jesus , no
podrás ménos de amar su Cruz; y si le amas
de todo tu corazon, abrazarás lleno de júbi
lo y contento las ocasiones que te se propor
cionen de padecer y sufrir.
Aquel á quien no es necesario violentar
como á Simon Cirineo para que lleve la Cruz
de Jesus , y que participa voluntariamente de
la amargura de la hiel que le fué presenta
da en el Calvario , aquel es el que verdade
ramente ama á Jesus.
En el fuego de la tribulacion (i) es en
donde se frueba el oro del amor. Aquí es
en donde se purifica y se perfecciona.
Jesus vivio en medio de lágrimas ; pues
2 cómo puedes tú esperar ni resolverte á vi
vir entre delicias?
Un verdadero Christiano es nn hombre
formado (2) sobre el modelo de Jesus : sufrien
do, agonizando y aun muerto en la Cruz.
Encuentras á Jesus digno de ser amado,
quando piensas en tantos y tan crueles tor
mentos como ha padecido por tu amor ; ¡ pe
ro ah! ¿quánto no debes tú amar aquello
- , mis-
(i) Eccli. a. j. (a) Philip. 3. XA.
Oa
mismo que sirve de objeto tan digno á tos
afectos , y aquellos mismos tormentos de que
Jesus te hace participante solo porque te ama?
Los hombres rescatados por la Cruz , de
ben mirarla como á su herencia y toda su
gloria.
Jesus no ha entrado en su gloria sino
por el camino del sufrimiento (i). Ni hay ni
ha habido otro para mí ni para los Santos : con
que no hay remedio : es indispensable que»
siga el mismo camino , quien desee llegar
al mismo ñn. .,
SIERVO. ¡O Virgen, Madre de un Dios!
Si vos padecisteis tantos tormentos , y lle
gasteis á concebir tanta estimacion por el su
frimiento, fué porque amabais á Dios mas que
todos los Mártires y Santos juntamente.
Ayudadme con vuestra intercesion á ven
cer mi delicadeza , mi sensibilidad y el hor
ror natural que tengo á la Cruz , para que
mi entendimiento, mi corazon y todo lo quo
hay en m'í puedan manifestar á mi Dios que
yo le amo*
Vos fuisteis la Virgen mas Santa ; y sin
embargo fuisteis la mas afligida. Consiento,
pues , con gusto en participar de vuestros sufri
mientos con tal que participe de vuestro amor.
Haced , Madre Soberana , que yo ame y
ponga todas mis delicias en la Cruz de. Jesus;
pa-
. (i) Lu«. 34. i<5.
para qne en la hora de mi muerte, Jesus Cru
cificado sea toda mi fortaleza y mi consuelo.
MARiA. jCómo podrías en efecto abrazar
con condanza á un CrUcifixo á la hora de la
muerte, si hubieras vivido (i) como enemi
go de la Cruz? I
En la hora de la muerte no solo no se
siente haber estado muchas veces sobre la Cruz,
sino que es entonces quando quisieran los
hombres no haberse separado de ella jamas,
porque tendrían la ventaja de ser semejantes
á Jesus Crucificado en aquello mismo en que
quiere que sean conformes con él.
Sí, hijo mío, si hallándote expuesto á los
desprecios y malos tratamientos del mundo,
y á las persecuciones mas sangrientas , te veo
padecer con sumision , paciencia y constan
cia , entónces será quando mire en tí una
imágen admirable de Jesus.
Entonces sí que te amaría , hijo mio , mu
cho mas que te amo, porque quanto mas
te parezcas á Jesus , serás un hijo mas dig
no de tu Madre.
SIERVO. ¡O Madre mía! el motivo que
me animará en adelante , y me servirá de con
suelo en todos mis sufrimientos, será el de pen
sar que yo llevo mi Cruz con Jesus y por
Jesus; pero al mismo tiempo ¡qué ventaja
para mí la de considerar que mi estado y mis
die-
(i) Philip. 3. 1 8.
214
disposiciones me atraerán de una manera es
pecial vuestra proteccion y vuestro amor!
CAPÍTULO II.
J)e la conformidad que debemos tener en
la voluntad de Dios quando estamos
en la afliccion.

SIERVO. J.TJL vos recurro ¡ó Madre con


coladora de los afligidos ! en medio de la tris
te situacion en que me hallo. • : '
Dignáos de manifestarme aquellos .senti
mientos de que debo estar mas particularmen
te penetrado en los males que estoy sufrien
do y á vista de los que me amenazan.
MARiA. Debes ocuparte , hijo mio , de
una total y perfecta conformidad en la volun
tad de Dios que lo ordena y gobierna todo
para tu mayor gloria, y para tu salud.
Quando ves que te se acerca una aflic
cion , que la padeces continuamente , que te
se aumenta ; y que quando esperabas algun
alivio , adviertes que hay otra que te ame
naza: di y repite muchas veces al Señor: ¡O
Dios mio! hágase en todo vuestra voluntad.
El pensamiento de esta voluntad Divina
me fortaleció y consoló en el Templo de Je-
rusale;n quando me anunció Simeon que Je-
*us seria entregado á la contradiccion de kw
hom-
hombres , y que mi alma seria traspasada con
un cuchillo de dolor.
. Me animó y consoló tambien en el Cal
vario quando vi á Jesus clavado en la Cruz,
dar el último suspiro en medio de los mas
crueles tormentos.
. Como el amor que tenia á Jesus era sin
límites , lo fué tambien mi dolor; pero mi re
signacion no fué ménos grande que mi dolor
y mi amor.
Destierra, pues, de tu entendimiento, aun
quando padezcas los mayores trabajos , qual-
quiera otra reflexion que la que se encierra
«n estas cortas palabras : Dios lo quiere.
Las demas consideraciones no servirán sino
para exasperar tu dolor , y hacerte sentir mas
el peso de tu desgracia.
¿ Pues qué , hijo mio , sabiendo que es
Dios quien te envía la afliccion , osarías tú
decir que no la quieres?
Si un hombre , que se dirige por princi
pios de sabiduría, no puede querer sino lo
que sea bueno : ¿ qué deberás tú pensar de
un Dios que es sabio infinitamente?
. Dios, á la verdad, no quiere el pecado
de aquellos que contribuyen á tu afliccion;
pero quiere que ceda en gloria suya la pa
ciencia con que tú debes sufrirla.
Permite el pecado de tus enemigos , y quie-.
re que sus conseqüencias sirvan á tu santi
ficacion.
O4 Da-
2l6
David no miraba en Semei á nn hombre
que le ultrajaba , sino á un Dios justo que
se servia de aquel vil instrumento para hu
millarle , y hacerle expiar S"S culpas.
El mismo Jesus , hablando á sus Apósto
les del Cáliz de su Pasion, no les dixo ni una
palabra de la ingratitud de los Judíos que se
le preparaban , sino de la voluntad de su Pa
dre que lo habia ordenado así.
En el Jardín de las olivas dixo á Pedro,
que no habia aun comprehendido bien que un
Christiano que padece , que se ve oprimido
y perseguido , no debe valerse de otras armas
que las de la paciencia y resignacion: \pues-
qué\ le dixo (i) , \no beberé yo. el Cáliz que
me ha dado mi Padrel
Esto no es decir que no puedas pedir á
Dios que te libre de los males que te afli
gen , sino que si Dios no obstante quiere que
Debas de su Cáliz, deberás entónces decir:
Padre mio (2) hágase todo , no como y9
quiero , sino como vos quereis.
No mireis , Señor , á la extrema repugnan
cia que tengo á padecer y sufrir, sino en
quanto sea conforme á vuestra gloria, y á la
execucion de vuestros designios.
Pero si adviertes que léjos de disminuirse
tus aflicciones , se aumentan cada día mas , en
tónces dirás de esta suerte: sí (3), Padre
mio,
(i) Joan. 18. ii. (j) Matth. *9. 39.
(3) Matth, u. 16,
mio , me someto humildemente á estos nuevos,
trabajos , pues que es conforme Á vuestra
voluntad que yo los padezca.
¿Vos lo quereis: pues yo tambien lo quie
ro. ¿Vos sois, Dios mio, el que lo ordenais
así? pues consiento en ello. Si es necesario
padecer , padeceré ; y aun si fuese necesario
morir, moriré con gusto.
¡Oxaláque el rigor de los golpes que me
envieis, ó que permitais que me vengan por
otra parte , apresuren aquel feliz moménto en
que iré á gozar de las dulzuras eternas da
vuestra presencia y de vuestro, amor. :r
CAPÍTULO III. :.i
:

De la paciencia.
no tendría que sufrir la Ma
dre del Verbo Encarnado, quando vió á este
Divino Hijo hecho un hombre de dolores,
entregado á las potestades de las tinieblas,
arrastrado de tribunal en tribunal , tratado
como seductor , é insultado por una solda
desca insolente?
¿Quando le vió azotado cruelmente , co
ronado de espinas , reputado por mas crimi
nal que Barrabás, condenado á muerte, car
gado con el instrumento de su suplicio , y ago-
viado baxo de su peso?
¿Qnando oyó los golpes de los martillos
que remachaban los clavos en los pies y ma
nos de este Hijo querido; quando le vió le-t
vantar en la Cruz , colocado entre dos malva
dos , insultado por sus enemigos que triun
faban de su muerte , y no tenian que pre
sentarle sino vino mezclado con hiel para apla
car su sed? ¡
Y en fin, ¿quando le vio dar en la Cruz
el último suspiro , y fué testigo ella misma de
la lanzada con que un atrevido ministro le
abrio el costado para asegurarse de su muerte?
~ • En medio de estos crueles tormentos ma
nifestó. María la paciencia mas heroyca. No
se la oyó formar ni la queja mas pequeña.
Imitó María en el Calvario el silencio que
habia observado Jesus en la casa del gran
Sacerdote. Rodeado de falsos acusadores no
decía (i) ni una palabra, porque conocía
que hubiera hablado inútilmente en su defen
sa , y deseaba por otra parte que tuviese efec
to el decreto de muerte , al qual se habia con
sagrado voluntariamente por nuestro amor.
¡Alma afligida! he aquí el modelo que de
bes imitar. Si necesitas hablar alguna cosa quan
do estas en el sufrimiento, habla , pero con dul
zura , y con espíritu de paz. Si no son oidas
tus quejas , sufre y calla, y no opongas á
la injusticia sino la paciencia.
¿Pero qué paciencia? Una paciencia chris-
tia^
(i) Matth. 16. 63. ..... . -
219
tíana qne sea hija de un espíritu de religion,
y no una paciencia humana , tal como la que
inspira muchas veces la política ó el tempe
ramento.
Los que se humillan baxo la mano de Dios,
qne adoran su justicia y misericordia en los
trabajos que les envía, y que hacen de la
paciencia de Jesus y de María el modelo
de la suya, estos sí que padecen como con
viene á un verdadero Christianp.
Llevar la cruz con impaciencia , es ha
cerla mucho mas pesada, y es añadir la iniqui
dad á la pena. . ':
El camino de la cruz es el camino del
Cielo. Todos los Santos le han seguido , y,
los Justos que estan ( i.) sobre la tierra ca
minan tambien por él; padecen muchas tri
bulaciones , porque Dios prepara á su pacien
cia una preciosa Corona.
¡ Ah! ¡ Desgraciados de aquellos Christianos
que hacen servir para su perdicion , lo que
debería servir á su salud ! Semejantes en esto
á aquel criminal que murio al lado del Sal
vador en el Calvario, blasfemando sobre su
cruz, y que desde el Calvario mismo baxó
á los infiernos.
Si en las aflicciones que padecemos , no
nos rebelamos contra Dios, á lo ménos mur
muramos de los. trabajos que nos envía, y
en-
í1) ps- 33- so-
120
sntónces mereceríamos ciertamente que Dio»
para nuestro castigo apartase de nosotros esto
medio poderoso de santificarnos.
Muchas veces importunamos al Cielo para
que nos libre de nuestra Cruz, y(i) no sa
bemos lo que pedimos. Esta cruz es para nos
otros una fuente copiosa de méritos.
¿ En dónde se han visto jamas frutos mal
abundantes de santidad y de excelentes vir
tudes que á la sombra de la Cruz y en el
Calvario? • .
La paciencia nos hace adquirir allí mas mé
rito en pocos dias, que conseguiríamos en mu
chos años en ana vida consagrada á los exer-
cicios de una piedad tranquila.
¿Quántas veces sucede que el amor pro
pio se engrie en las acciones de piedad ? pero
en una vida de aflicciones se merece tanto
mas , qnanto la naturaleza tiene allí muy poc»
parte , y todo está dedicado á Dios.
No deseemos de ninguna manera una cruz
mas bien que otra. Ni digamos : yo quisie
ra ésta mejor que aquella , porque la lleva
ría con mas paciencia.
¡O alma christiana! qualquiera otra cruz que
la que llevas no seria la que te conviene. Dioi
sabe mejor lo que necesitas que tú misma:
y si quedase á tu arbitrio escoger tu Cruz,
te encañarlas en la eleccion^
Lai
(i) Matth. ao. 24. ....
V Las cruces que Dios nos hace llevar son
la medida de nuestras necesidades, de nues-t
tras fuerzas , y de los designios que tiene
cobre nosotros.
CAPÍTULO IV.
Como Dios reserva mucJias veces los mat
grandes sufrimientos para los que le son
mas fieles en su servicio.

o era bastante ¡ó Dios mio! el qu«


María hubiese llevado en su espíritu por es
pacio de treinta y tres años la imágen de los
tormentos que su hijo debia padecer? ¡era
aun necesario que ella misma fuese testigo de
su muerte?
Vos no exigisteis que Sara asistiese al Sa
crificio que Abrahan debia hacer por órden
vuestra de su hijo Isaac. .; . • •. - ,
Pero ya lo entiendo, Señor: era preciso
que María , que debia ser algun dia la Rey-
na de los Santos , entrase mas íntimamente
que todos ellos en esta sociedad (i) de su
frimientos, de que habla el Apóstol, y que vos
habeis establecido entre Jesus y los predes
tinados.
No debo admirarme al ver aumentarse las
aflic-
(i) Philip. 3. 10.
221
aflicciones de ranchos justos , con su fidelidad
en vuestro servicio.
Debo mirar los grandes sufrimientos que
padecen algunas veces, como otras tantas gra
cias particulares que les haceis , y como una
prueba evidente de la estimacion que os me
recen.
Recompensais le que hacen por agrada
ros con aflicciones que les hacen siempre mas
semejantes al divino modelo que les presenta
el Calvario.
Las personas á quienes mas amabais , y
que os amaban con el mas tierno amor, se
hallaron en el Calvario al pie de la Cruz.
Es una felicidad muy grande el ser re
putado por digno de participar de los sufri
mientos de Jesus, de una manera particular.
Todo discípulo ( i ) que quiera ser per
fecto , debe ser como su Maestro. Jesus, nues
tro Maestro, cuya perfeccion debemos pro
curar imitar , ha pasado por las mas grandes
tribulaciones.
Pocas almas hay de una virtud eminen
te , que no hayan sido fuertemente probadas.
Comenzaron por ser virtuosas , y vos las
proporcionasteis despues alguna grande adver
sidad , para que llegisen á ser perfectas.
Porque habeis sido agradable á Dios,
decia el Ángel á Tobías, ha sido necesario
que
(i) Lue. 6. 40.
i
que la adversidad os probase.
Es mucho mas generoso el amor que se
manifiesta quando se exercita la virtud pa
deciendo y sufriendo por Dios , que quan
do se practican otras diferentes obras de piedad.
Es verdad, Dios mio, que sirve á una
alma de mucho consuelo el poder decir con
San Pedro: \bien sabeis, Señor, que yo os
antol Pero no se sabe perfectamente lo que
es amaros , si no se aprende primero á pade
cer por vos.
Esto no es decir que las afrentas mas
atroces , las cárceles , y las enfermedades lar
gas y crueles , han de ser precisamente la
herencia de vuestros Santos miéntras esten en
este mundo ; porque vos sabeis prépararles
otras cruces , que aunque no sean de tanto
terror en la apariencia , no son ménos efica
ces para perfeccionarlos, y aun para hacerlos
morir sobre ellas mismas.
¿Quién sabe á quántos y quán violentos
combates no tienen que entregarse las almas
que quereis puriricar , y que llamais á una san
tidad eminente?
¿Quántas veces parece en lo exterior que
gozan de una profunda paz, y sostienen den
tro de sí mismas la guerra mas cruel?
Si vos , Señor , no armais á los alemen-
tos y á la malicia de los hombres contra vues
tros siervos , peimitis que el infierno se des
encadene contra ellos.
Pe-
Pero todo esto es para sn mayor santi
ficacion: quanto mas tienen que combatir y
vencer , t:mto mas se acrisola y perfecciona
su virtud. '
Se fortalece y aumenta su fe , ¡ ó- Sobera
no Señor ! adorando vuestra voluntad con
una sumision siempre mas perfecta , y reco
nociendo en Vos á un Padre sabio que cas
tiga á sus /lijos (i) porque los ama. • .
Su esperanza se hace siempre mas viva,
porque conociendo vuestra bondad infinita,
se aseguran de que léjos de abandonarlos al
furor de sus enemigos , vendríais Vos á su
socorro , y se animan al combate con el pen
samiento de que las aflicciones que se pade
cen en este mundo (2) producen un peso
eterno de gloria.
Su caridad es mucho mas ardiente ; por
que , separándose cada dia mas de las criatu
ras , no viven sino para aquel que es el Dios
de su corazon (3) , y su herencia para
siempre.
Entónces es quando sn fidelidad os honra
mas particularmente. En el seno de la ale
gría y del consuelo no se sirve muchas veces
sino por interes ; pero en la afliccion , quando
el i oraron está poseido de amargura , y sin
embargo permanece el alma fiel , se prueba
la
(O Hebr. 12. 6. (a) a. Cor. 4. 17.
(3; P*. 71. 16.
•225
la firmeza y constancia del amor.
¡O Dios mio ! quintas veces he dicho en
mis aflicciones que parecía que no me amabais;
pero • en 'adelante solo drré : demos gra
cias á Dios , pues que esta adversidad que
me envia;es'un presente de su amor. : •
Sus siervos fieles , Sus -amigos y sus San
tos hah: -padecido penas mucho mas grandes
que lacinias •> porque eran mucho mas dignos
que yo de sus atenciones y de sus gracias. ;
• ' Suframos , pues , con h paciencia y re-
signackyri de ;lr>si-Santos , para obtener la gra»
(.10. de padecer aun mas.
-G:AiPITULQ V.

Como ana alma no debe turbarse ¿í vista


de la repugnancia que siente al padecer
y sufrir.- •

SIERVO. JnL Vos me dirígo ¡ó Virgen


Santa! en medio de la turbacion que me cau
sa la vista de la Cruz. Siento der.tro do mí
mismo una repugnancia extremada al sufri-^
miento, y esta disposicion me llena de temor;
*• MARiA. Hijo m'o , la repugnancia natu-
íal no te hace de ninguna manera culpable á
los ojos de Dios ; antes bien te servirá de un
nuevo mérito si permaneces siempre fiel y
cometido á so voluntad.
P Quan-
220
Quando se dice que los Santos amaban
los sufrimientos , no quiere decirse que los
amasen naturalmente.
En la añiccion , el hombre sufre y pa
dece ; pero el Christiano se alegra y se rego
cija : la naturaleza resiste , pero el Christiano
triunfa de la naturaleza»
¿Piensas tá que no fué extremada mi sen
sibilidad en elCalvario?Si qualquiera madre es
sensible á los males que padece un hijo su
yo , ¿ quánto no debió sufrir la Madre de
Jesus quando le vió abrumado á fuerza da
tormentos y de oprobrios? ; ,--. ..... - -,
Seria necesario amar á Jesus tanto como
yo le amé , para: llegar á comprehender quál
seria entónces el exceso de mi dolor.
£1 mismo Jesus en el jardín de las olivas
dexó obrar sobre su corazon el temor de los
tormentos y de la muerte.
No quiso que su divinidad , que daba un
precio infinito á sus tormentos , le quitase el
sentimiento. '
Hijo mio , siempre que en tus aflicciones
quieras sinceramente lo que Dios quiere , no
te turbes por ninguna cosa que pase dentro
de tí mismo.
Si alguna vez te dexas llevar de la viva
cidad natural , tampoco te desanimes por
eso , porque seria añadir á la impaciencia una
nueva falta.
£1 turbarse porque nnp no es tan perfec
to
227
to como quisiera , nace comunmente de va
nidad y orgullo. Tú eres ñaco, y Dios conoce
tu flaqueza : eres un hombre, y no un Ángel.
El hombre no puede pasar su vida sin
incurrir á lo ménos en algunas faltas ligeras,
aunque no hay ninguna en particular que no
pueda y deba evitarse.
Tú no has sido concebido en la inocen
cia como yo , ni por consiguiente libre de
toda propension al mal , ni de las demas fla
quezas propias de la humanidad.
Quando te se escapa alguna murmura
cion , pide inmediatamente perdon á Dios
por ella. Prométele cuidar mas de tí mismo
en adelante : implora el socorro de su gracia,
y sosiégate ofreciendo aumentar la vigilancia
con que debes vivir.
Una falta , qualquiera que sea , no puede
repararse mejor que por la humillacion y
vergüenza de haberla cometido.
Quando estés en el Cielo , hijo mio , en
compañía de los Santos , gozarás de la impe
cabilidad.
SIERVo. ¡O Reyna de los Santos , quán-
do llegará este momento dichoso J ¡quándo
me veré libre del temor de ofender á mi
Dios ! temor cruel para un corazon que le
ama.
Venid á lo ménos, Madre de gracia y de
misericordia, venid al socorro de vuestro sier
vo. Haced que vuestra poderosa proteccion
Pa me
•128
me sirva de escudo contra los enemigos
de mi salud. . ...
.
CAPITULO VI.
Que á vista de Jesus, crucificado debe pa-
decer una almq, con
y constancia. ,..- . oi¡

L. a tierra
. » .se
., .estremece
,.. en la
muerte de Jest.s , el sol ,se -.eclipsa , las pie
dras se dan unas con otras , y toda la natura
leza se conmueve ; pero aun hay btro obje
to que me arrebata mas que todas estas ma
ravillas.
Vos sois ¡ó María! ¡ó Madre virtuosa! que
permaneceis en pie cerca de la Cruz reno
vando en cada instante el sacrificio que ha
ceis al Eterno Padre de vuestro querido -Hi
jo Jesus.
¿Cómo pudisteis sufrir un espectáculo .se
mejante? ¿De dónde os vino aquella firmeza
y constancia? Dignaos , pues , de manifestár
selo á una alma á quien abate la adversidad
por poco considerable que sea.. -i
MARiA. Hijo mio , yo tenia delante de
mis ojos el exemplo mas poderoso , á Jesus
crucificado , que no proferia sino palabras da
ptz , que sufría con la mas perfecta resigna
cion á la voluntad de su Padre , y que le pe.
dia
229
dh por los méritos de sn Sanare la salud ds
Jos mismos que le crucificaban.
Tenia los ojos puestos sobre este divino
modelo , penetraba hasta lo mas íntimo de
sn corazon , y procuraba revestirme de los
mismos sentimientos.
Viéndole sacrificar tan generosamente su
vida por los hombres , en medio de Jos mas
terribles tormentos ,,iprenc1í á' hacer yo mis
ma á Dios con generosidad el sacrificio de
lo que mas amaba en este mundo , que era
el mismo Jesus.
Al pie del Calvario encontrarás , como
yo, hijo .mio , el alivio 'de tos penas, la.
fuerza en tu abatimiento, y una resignacion
valerosa en los sacrificios que Dios te pida.
Quando te encuentras en medio de una
afliccion, vas á mendigar consuelos de los hom
bres , pero no tardas mucho tiempo en co
nocer que no hay allí la compasion que tú
buscas. ' ' • -' -':;¡
Por mas que quieras excitarlos á qus se
compadezcan de "tí , acabarán por fastidiarse
de la relación de'tws penas , y se enojarán de
tu misma presencia.
Si entónces entras dentro de ti mismo y
consultas á tus propias reflexiones , sentirás
aumentarse tus penas , y que muchas veces
aquellos mismos esfuerzos que haces para ar
rancar la saeta que te hiere y molesta , no
sirven sino para penetrarla mas. -
* P3 Aíí,
Así, , hijo mio , lo que debes hacer en es
tos tiempos de combate es armarte de Jesus
crucificado , y recurrir á él como á tu único
apoyo miéntras dure la borrasca y la tem
pestad.
Por muy abatido que esté tu ánimo en
contrarás en él la fuerza suficiente , y por
profunda que sea la amargura de tu corazon,
hallarás allí todo tu consuelo.
Si lo que padeces viene de parte de los
hombres, allí verás pendiente de la Cruz al mas
ultrajado de todos los padres , al mas despre
ciado de todos los señores , al amigo mas
abandonado y al justo mas perseguido.
Si te viene de parte del infierno , repara
á Jesns entregado á todo su furor.
¿Ya vista de esto te atreverás á quejarte
de que el Cielo te trata con demasiado .ri
gor , si consideras el que el Eterno Padre ha
exercido con su Hijo amado?
Es verdad que Dios te envía en castiga
de tus culpas algunas penas temporales ; ¿ pe
ro qué tienen que ver éstas si las comparas
con las que ha padecido Jesus por librarte de
las eternas?
Yo he sido rescatado , dirás considerando
á un Cruciñxo , por los tormentos excesivos
de un Dios. ¡Ah, justo es que una alma redi
mida de esta suerte , tenga por el sufrimiento
alguna semejanza con el Redentor!
Hijo mio , te pareces poco á Jesus en tas
Tir-
231
virtudes , y por lo mismo Jesus crucificado
te dice que debe servirte de mucho consue
lo el serle semejante á lo ménos sufriendo y
padeciendo por su amor. .
Recurre , pues , á él en todos tus males,
en todas tas angustias y en todas tus tenta
ciones.
Bésale entonces con amor , báñale con.
tus lágrimas y estréchale tiernamente sobre
tu corazon.
Figúrate que estás en el Calvario , y que
te es permitido abrazar los pies de tu Dios
que padece y muere por tu amor.
Manifiéstale tus penas , juntándolas á las
suyas , y pídele que te las alivie.
Ruega á este Salvador misericordioso que
te haga oir desde su Cruz alguna palabra de
consuelo que te ayude á sufrir el rigor de la
que tú llevas.
Díle <jue no le dexarás ni un instante
hasta -que «o haya restituido á tu alma la
paz y el sosiego , y que no la haya fortaleci
do por la uncion de su gracia.
Si eres fiel á este santo exercicio , serán
enxugadas . tos' lágrimas , te se restituirá la
paz , el valor sucederá a la flaqueza , la cruz
no te será mas amarga , y aun su amargura
se trocará en dulzura y suavidad.
Pero si aun te quedase alguna cosa que
sufrir , padecerás á lo ménos con los senti
mientos de paciencia , resignacion y amor,
P4
que hacían decir al Apóstol (i) : me regocijo
en los oprobrios , en las miserias -,- en las
ferseciuionfs y en las grandes trabajot
qlte padezco for Jfsu-^hristo. , .
.,:„'•."' . CAPITULO vii.
De los sentimientos que debemos tener fu
ra con nuestros enemigos»

M '
jLV.Ji.mz
,- -•
no podia tener otros mayores
enemigos que los Judíos y Fariseos que ha-
bian conspirado coiura su Hijo,' y le habian
hecho condenar á niuerte.
Pero uniendo pus-sentirnientqs cpn los de
Jesus .que amaban 4. sus enemigos -, hasta dae
la vida por su, salad , decia sinceramente á su
exemplo : perdonadles , Diosmio, ,,\
Miraba á ; «stos, enemigos impjapables de
Jesus, que se apjaudian del suceso de su crí-
mea , oia las maldiciones de. que le carga
ban, y las blasfemias que vomitaban contra él.
, Qualquiera otr^.oiadre que;, k , tjc. Jesus
hubiera solicitado rcootra estps,ijnpío8 y sa
crilegos las vengj\izpsi;dsrCÍ£lp-:; pero María
i«stíuida en la .escuela del Dios .ae l¿i paz,
estaba ai-.imada:d« vio ^spíritu diferente.
Jesus pendiente .de la C*u* no :cesa.ba de
. Pe*
O) a. Cor. ia,;t9, , :.ij¡-jlj:.e: -JL ?, -. •.«
Vi
pedir al Cielo misericordia en favor de sus
perseguidores y autores de su muerte , y Ma
ría al pie de la Cruz ofrecia por ellos la sangre
de la víctima adorable que sacriíicaban.
j Ay de mí ! Si los J udíos hubiesen podi
do leer en los corazones de Jesus y de Ma
ría los sentimientos de caridad y ternura que
uno y otro tenían por ellos , ¿hubiera sido
necesario otra cosa para que cediesen en sus
criminales y perversas disposiciones?
En estos dos corazones tan penetrados de
amor por los mismos que les llenan de amar
gura , esen donde se debe aprender el espír tu
4e caridad y de paz con que debemos amar
á nuestros enemigos como nos manda el
Evangelio.
Jesus y María han puesto toda su gloria
en perdonar las ofensas : ¿ y podrémos decir
que se engañáron en el juicio que hablan tor-
mado de la verdadera gloria? ¿ó deberémos
tener á ménos el imitar estos modelos tan glo
riosós?
Por grandes y ' de qualquiera naturaleza
que sean las ofensas que se nos. hagan , ¿igua
larán jamas á los ultrages que se hiciéron, al
Salvador y á su santa Madrp ?
. María era despues de Je,sus el objeto mas
amado de las complacencias divinas. J.a ofen
sa contra Jesus era infinita , y la; que se ha
cia 4 María era la mas atroz quie, ;Sq podía
concebir despues de la de, su Hijo, ... .
Sin
2 34
Sin embargo ¿con qué amor no derrama
Jesus su propia sangre , y la ofrece á su Pa
dre como en precio de la gracia que pide por
sus mismos verdugos? ¿Con qué candad no>
ruega María al Eterno Padre que escuche las
súplicas y la voz de la sangre de su Hijo?
El odio y la rabia mas cruel ¿no debian
espirar al pie de esta Cruz en donde vemos
á Jesus y María interesarse de una manera
tan admirable por los mismos que la han le
vantado ?
Esta misma Cruz , precioso instrumento
de nuestra salud , solicita nuestra condena
cion si nos atrevemos á acercarnos á «lia con
la venganza en el corazon.
¡O Diosmio! El amor de los «nemigoi
no puede ser sino efecto de una gracia pode
rosa que os pido por los méritos de Jesus y
por la intercesion de María , cuyos corazones
eran tan dulces para con los mas ingratos , y
tan caritativos con sus mas crueles persegui
dores.
^Corazon adorable de Jesus! ¡corazon ama
ble de María ! ¡ ó corazones tan buenos con
todos aquellos que han sido causa de vuestros
dolores mas profundos! haeed pasar á mi co
razon toda la generosidad de vuestros senti
mientos. •
jAh! si llego á sentir alguna vez los mo
vimientos de la 'venganza , juntaré inmediata
mente mi corazon á estos corazones sagrados.
No
' ¡ No le separaré jamas hasta que no haya
recibido las impresiones de aquella bondad,
caridad y dulzura de que estan llenos.
CAPITULO VIII.
"De las disposiciones que debemos tener
quando vemos padecer á nuestros pa-
y amigos.

"ios nos aflige algunas veces en las per


sonas de nuestros parientes y amigos , y el
cariño que les tenemos nos hace sentir viva
mente los males que padecen.
¿Qué afliccion no es para una madre el
ver á un hijo suyo á quien ama , tendido
sobre un lecho de dolores ; y para un amigo
el ser testigo de los males aguaos que padece
su amigo , sin arbitrio para remediarle?
- Afliccion legítima , y que no puede con
denarse siempre y quando sea subordinada á
la voluntad de Dios ; pero que llega á ser
criminal quando no se conforma con ésta,
y se prornmpe en quejas contra la provi
dencia.
¿Quién debio ser mas afligido que María
al tiempo de la pasion de su Hijo , y de un
Hijo de quien habia recibido tantas pruebas
del amor mas tierno y eficaz?
¡ Quántas veces no le dixo María en su
co
•236
corazon: Hijo mio , mi amado Hijo (t) f
j ah;¡ ; quién pudiera padecer y. morir en tti
lugar? . :••• .i:.:..
Si las hijas de Sion , viendo pasar á' Jesús
cargado con el instrumento •de su pasion , no
pudiéron ménos de derramar copiosas lágri—
trias ; §en que océano de amargura no deb.'ó
estar anegado el corazon de María quando le
vió clavado en aquel sangriento leño en que
debia espirar?
4 Ah, si hubiera podido á lo ménos daf al
gun alivio alas males de su Hijo, o soste
nerle la cabeza inclinada baxo el peso del do
lor,, ó templarle la sed de que se queja! ».
Pero no , léjos de poder esperar que algu
no de los que estaban presentes se moviese á
compasion y le diese algun socorro, no oye
por tojas partes sino bocas blasfemas qne in
sultan al mismo poder de Jesus y á su divi
nidad. :r.-.v.
Muchas veces se encuentra cierta satis
faccion en padecer por aquello mismo que se
estima; ¿pero qué cruel no es el ver sufrir á
lo que se ama, sin poderle dar ningun alivio?
. ¿ Qué hará , pues , María en una situacion
tan dolorosa? ¿permanecerá al pie de la Cruz
á vist.i de un• éspectáculo de tanto horror? jó
se retirará para evitar el dolor de ver espirar
á Jesus en medio de los tormentos?
Bien
i.,<') 3. Reg. 18. 33. .:' VJ7 .¡c: .
-r Bien diferente de la madre de Ismael
•"tomó el partido de abandonar á su hijo pof
no verle rrrorir ,• permanece 'María constante
al pie de la Cruz , sometiír'doke etv-pa-2-á
las órdenes del Eterno Padre ., y ofrcciíifni'
dole los .tormentos de Jesus --por la salud del
mundo. • . •:-':iiab
- ¡ Se mantiene firme allí María , porqné allí
es donde- Dios quiere esté ¡-y sá estará iíStJk
la consumacion del sacritido; •';•' -, •*•:-• • ul
Su fe , su, sumision y so amor á i©ios hau
cen de QÜauna segunda victíma^ue. es ágra1-
dable al CieloJy-y^Ta acepta bn uhicn'det-íío-
locaosto que se le oftxrce en la persona del
Redentor de los .hombres. • :' ?:;•: - ."(.-r-'t
Aprended de aquí vosotros i, quálesquier-á
que seais., i ó Padre tierno ! JD amigo fiel-! hi
jo ó esposo que estais al punto de perder Id
que os S'H-KO -de mas consuela.eri este mundo!
aprended átriuntar de vuestro dolor.»-.; -•• a i:*
Tencd.-. presente que quanto mayor sea el
sacrificio que hagais en este inundo, tanto mas
podreis ganar paira ti Cielo/.;j;! !¡s -.
La religion no condena vuestras lágrimas
ni vuestra sensibilidad ; pero si escuchais su
voz , ella misma os enseñará á moderarlas y
santificarlas. -vi . •
Esta misma Religion os prohibe entrega
ros á aquella tristeza mortal que se niega á
todo consuelo , y os manifiesta el cumpli
miento que se hace de la voluntad Dios , co
mo
mo el motivo más propio y eficaz para con-*
solaros.
Desahogad al principio vuestro corazon
con llantos , con suspiros y gemidos ; pero
despues volved inmediatamente á Dios , ado
rad sus designios y someteos á ellos humil
demente.
Buscad , pues , que el Señor os lo permi
te , buscad los medios de aliviar los males de
la persona á quien amais : tambien os es per
mitido el pedirle su curacion , pero con hu
mildad , y poniéndolo todo entre sus manos.
Señor, le podréis decir : bien conoceis (i)
quanto espero de vuestra bondad. Vos sois
testigo de mis lágrimas. Mi corazon está en
tregado á las mas grandes tribulaciones.
Señor (2) y Dios mio , en Vos pongo
tod'f mi confianza. Espero que oiréis la su
plica que os hago de que restituyais la salud
á esta persona por la qual os pido.
- Sin embargo , ¡ó Dios mio! aquí me te
neis pronto (3) a quanto dispusiereis de mí.
No tengo ni quiero otra voluntad que U
vuestra.

(i) Ps. 31. 9. 10. (a) Ibid. itf.


(3) P*. 30. 10. i a.

CA
CAPÍTULO IX.
Del esfíritu con que debemos sufrir la per-
. dida de aquellas personas á quienes
tiernamente amamos*
. • -i - . • /

esus habia, muerto. ¡O qué largo y


perezoso es para María el tiempo que me
dia entre la muerte de su Hijo y su glo
riosa Resurreccion! 'j
Habia muerto Jesus , y María habia per
dido el Hijo mas amable y el mas amado.
La tristeza de David en la muerte de
Absalon , y los gemidos de Raquel lloran
do á sus hijos , no nos pintan sino fríamen
te el dolor de María guando no vió mas á
Jesus , ni oyó aquellas dulces palabras que
salían de su boca.
Pero esta tierna Madre , la mas santa
y mas religiosa que hubo jamas , no obs
tante que perdió á Jesus , nada perdió de
su virtud.
Su fe constante en la Resurreccion futu
ra y pronta de su Hijo , y su resignacion
á lo que Dios habia ordenado para su glo
ria , y para la salud del mundo , fuéron to
do su apoyo y su consueto.
¡O vosotros, á quienes Dios aflige, ro
bándoos lo que mas temeis perder , Madre
des
240
desconsolada por la pérdida de un Hijo í
quien amabais tiernamente ! Esposa llena de
lágrimas que os veis condenada ántes de tiem
po á una triste viudez ! no perdais de vis^-
ta el modelo que teneis aijuí delante- de vues
tros ojos. •'
Vuestras lágrimas son justas. Tambien
lloró Joseph sobre la sepultura de su pa
dre Jacob , y Agustín eiv la muerte de Md-
nica su madre.
Pero aprended de María á ofrecer á Dios
el sacrificio de vuostro dolor , y el espíri
tu deLa paciencia
muerte escon que que
verdad• debeis llevarle.
acaba de rom
per de una manera irrevocable los vínculos
que os unian en este mundo á la persona-
que llorais ; ¿ pero acaso no teneis alguna
esperanza de volveros á reunir? ¿Vosotros
mismos habsis de estar siempre en cite,
mundo ?
¿La fe' que profesais no os enseña que
los verdaderos fieles se verán unidos en él
seno de Dios de una manera infinitimente
mas perfecta que lo estuviéron sobre lar
tierra ? ' ;-
- Todos hemos de resucitar algun dh : dul
ce y preciosa esperanza, U qual proponía
el Apóstol á los primeros Chrkmnos -,coino
un motivo capaz de enyugar sus ligrimas,
y de hacerles sufrir en paz la pérdida de
sos hermanos.
N*
741
-. No os abandoneis ¿ la tristeza , Lomo
hacen aquellos hombres (i) que no tienen
esperanza.
Llorad sí , como Christiano Heno de fe,
que despues de haber satisfecho á la ternu
ra natural , vuelve á recobrar su imperio so
bre sí mismo.
Solo la religion santa y divina que pro
fesamos es la que puede proveernos de mo
tivos de verdadero consuelo.
Por otra parte esta persona á quien
amabais , y que os -ha robado la muerte,
¿hacia toda vuestra felicidad en la tierra ?
¿La amabais acaso mas que á Dios que
ha permitido vuestra separacion por justos
motivos que debes adorar ?
Por mucho amor que tuvieseis á la per
sona que habeis perdido , aun es mucho mas
el que debeis tener á la voluntad de Dios.
Vuestro amor no era bien ordenado : sjn
duda que la amabais mas de lo justo. Vues
tras lágrimas , que os son tan amargas , y
no cesan de correr , son una prueba de ello.
Puede ser que esta persona os sirviese
de un grande obstáculo á vuestra perfeccion y
á vuestra salud , y Dios , separándola de vos
otros , ha usado de una grande misericordia.
Aprovecháos de esta afliccion para no
aficionaros demasiado á ningun objeto terre
no,
(i) i. Thessal. 4. 13.
Q
no. Amad únicamente á aquel, cuyos años (i)
na se acaban jamas.
Si amais alguno con Dios , amadle por
que -Dios os lo permite, y porque •quiere
que le ameis ; pero que sea de modo que
no defraudeis á Dios de ninguna manera del
amor que le debeis tener : el medio mas
seguro es el de amar á Dios en él.
Quando se ama así , siempre está uno dis
puesto , á posar de la repugnancia y sensi
bilidad natural , á separarse quando Dios lo
disponga del objeto á quien se ama.
Es verdad que el día del sacrificio el co
razon gime y vierte copiosas lágrimas ; pe
ro sin embargo el corazon no desea lo que
Dios quiere , y et pensamiento de que es
la voluntad de Dios la que se cumple , mo
dera las lágrimas y los gemidos.

(i) Heb. i. 13.

.• CA-
CAPÍTULO X,
De la necesidad que tenemos de afirmar
nos en la fe y en la esperanza quando
nos hallamos en circunstancias que pa-
recen contrarias a estas -virtudes.

JT
L/os Apóstoles habian reconocido á
Jesus por Hijo de Dios -vivo ; pero al tiem
po de su Pasion, infieles á la confesion de
su fe, la disimularon (i), y huyeron.
No lo hizo así María ; porque siguio á
Jesus al Calvario , en donde le reconocio
por su Redentor con la firme esperanza de
que resucitaría, pues que así lo habia pro
metido. • • i: l
Despues de la muerte de Jesus , los
Discípulos , dos á lo ménos , de quienes ha
cia S. Lucas (2) , apenas tenían esperan
za de que se cumpliese lo que Jesus ha
bia predicho.
Pero María sin padecer la menor duda
en esta parte , perseveró en creer y en es
perar firmemente que Jesus , á quien habia
visto morir cubierto de oprobrios ', resucira-í
na lleno de gloria , y sometería el mundo
a su Evangelio. :•
EV
(i) MattB. a6. Stf. (4) Lue. 14. «i. '"
Esta fe de María , apoyada constante
mente en el principio de qne no puede fal
tar lo que una vez ha dicho Dios , por ser
la misma verdad , debe ser la regla de la
nuestra.
Si los impíos , de que el mundo está
lleno , no nos dan ocasion de declararnos
abiertamente por la fe que profesamos , el
enemigo de nuestra salud buscará á lo me'-
nns medios de hacernos vacilar , sugiriéndo
nos dudas sobre las verdades reveladas.
Firmes y constantes en la fe (i) , le de-
tem)s resistir coa valor , sin pararnos á exi-
niinar sus sugestiones , y entónces (2) hui
rá lejos de nosotros.
Desechad inmediatamente en presencia
del Dios de la verdad qualquiera duda que
ocurra á vuestro entendimiento ; y por me
dio de esta reprobacion pronta , generosa
y sincera , se aumentará y fortalecerá cu
vosotros la fe. / •
Quando padezcais grandes trabajos , será
especialmente quando el demonio procurará
gfuscar y llenar de obscuridades vuestro en
tendimiento , excitándoos á que dudeis de
la justicia , de la sabiduría , del poder , y
de la bond ui del Dios que 95 aflige.
Acordaos entónces de lo' que Dios tiene
dicho en sus libros santos , de la necesidad
de
(i) i. Petr. g. p, (a) Jacob. 4. 7.
de los sufrimientos , de la gloria que les se
guirá , y de sus soberanos designios , quandó
envia aflicciones á los hombres , ann á aque
llos que le sirven con mas fidelidad. ••
Diars no fitede mudarse.- Lo qoe una
vez ha dicho , siempre permanece cierto y
verdadero ; y su palabra es tan inmutable
como él mismo.
Del mismo modo , en qualqnier estado
je tentacion , de dolor 6 de amargura , de
sequedad 6 desolacion en que os halleis,
proponéos siempre por regla la esperanza
generosa y constante de María.
Procurad que vuestra alma , léjos de ce
der y dexarse abatir , se sostenga por me
dio de esta virtud , que tiene por fundamen
to la fidelidad de Dios en sus promesas.
"Esperad (i) aun contra la misma es-
peranza , como hizo en otro tiempo Abra-
ham , convencido plenamente de que todo I»
que Dios (2) ha prometido, lo puede hacer.
Este Dios es vuestro Criador , y tiene
declarado que jamas abandonará la obra de
fus manos , y que siempre tendrá en ella
puestos los ojos.
Es el Soberano Señor de toda la natu
raleza ; por consiguiente no hay ninguna co
sa que le sea imposible , ni apn difícil.
El
(i) Rom. 4. iS. (a) Ibid. ai.
El Señor es el apoyo de sus siervos (i);
y no hay ninguno que fueda dudar , á po
ta, reflexion que haga , sobre las fromesas
de su alianza. . ,v :
Por triste y dolorosa que pueda ser Vues
tra situacion , vuestra esperanza no puede
estar mas bien fundada que sobre una pro
videncia , una bondad , y un poder infinito.
¿ Quántas veces os ha asegurado .por boca
de sus Profetas y de sus Apostoles , que
oye , que sostiene , protege , consuela y sal
va á todo el que espera eu él ?
Implorad , pues , sus auxilios con con
fianza , no dudando de ningun modo de que
su misericordia os sacará de la triste situa
cion en que estais , ó que si os mantiene
en ella , os protegerá hasta el fin , y será
para su mayor gloria y vuestra salud.
Dios permite algunas veces que nos ha
llemos en grandes tribulaciones , para que
conozcamos mejor lo que puede una viva
esperanza en él , y para manifestarnos el pa
ternal amor que nos tiene.
Una virtud probada fuertemente se ha
ce mucho mas lugar en el corazon de Dios,
que una devocion tierna.
(i) Psalm. 44. 15.

CA-
«47
CAPÍTULO XI.
.' 5 ; »'i • •' '- '

Que Dios envía el consuelo despues de I*


tribulacion ; pero que sin embargo es me
nester acostumbrarse á. .padecer i
jin ¿L -\ ••..•'
SIERVo. J\egocijáos ;ó Reyna del Cíe
lo ! porque ei H'jo que -habeis merecido
llevar en vuestro seno , y cuya muerte os
ha costado tantas lágrimas , ha resucitado
ya , como lo había promettdo*
Gozad en paz de las comunicaciones in
timas que tendrá con Vos hasta el dia de
su Ascension al Cielo. ..:
Justo es que participeis mas que mngurt
otro del beneficio de la Resurreccion , pues
que participasteiS'.mas que .«tro alguno de sus •
oprobrios.
]Qué alegría, para Vos , y qué consue
lo tan inefable el verle^ en iodo el resplan
dor y gloria de su Divinidad!
?;.,.ya se.!«nxugíton vuestras lágrimas : yt
está cerrada aquella profunda llaga que te-
Quicen vuestro corazon; ya cesaron vues
tros sufrimientosi . ,
MARiA. Hijo mio , Djos (i) ttta con
suss amigas
amigas fri.. l# tribulacion, para rortin-
carlos
rlos con la nncio
con la nncioa de su gracia ; y par*
dac
(i) Psalm. 90, i ¿.
Q4-
darles quañdb sea de su agrado el consuelo
á los dolores que padecen.
Así lo experimentó el Rey Profeta: Diost
dixo , ha derramado (i) el consuelo den
tro de mi aima d proporcion de lat aflic
ciones que me ha enviado.
Si el Señor, dice en otra parte , aban
dona (2) algunas veces el justo á la tem-
festad , al fin le hace volver á hallar la
calma.
SIERVO. Bien conoceis , Virgen Santa,
los males que padezco hace tanto tiempo;
pero yo me veo siempre sin consuelo.
MARiA. Hijo mio , aunque muchas ve
ces no se experimente un consuelo sensible,
no por eso puede decirse que uno está des
tituido de todo consuelo.
¿No es por ventura un bien salido y
verdadero el pensar que la tribulacion te ha
ce semejante á jesus , y; «e , coloca en el
eíiiiino del Cie'lo ? .• .-3,:-. :
Dios tiene sus designios quando dexa pa
decer á sus siervos sin hacerlos gustar estos
consuelos que tú dices. •"•-•; : i. . o :J-i
Hay muchos Santos que han pasado por
desiertos bien áridos sin tener ai una sola
gota de este rocío. -•-. » -:¡I .*••
Los amigos de Jesus no deben parecer-
*e á ios del muudo , qoe no quieren to-
mar-
(j) Psalm. P3. 10. (4)
M9
marse ningún trabajo por sos amigos si rio
esperan alguna recompensa.
Descansa en todo sobre la Providencia
y está seguro de que quando el consuelo te
sea necesario ó útil , no te faltará.
La gracia de Jesus es la que te sostiene
en tus trabajos , y con esta ¿rada (i) tie
nes bastante.
Los Santos , á quienes Jesus ha dexado
padecer sin experimentar estos consuelos -sen
sibles , hallaban todo su consuelo en no te
ner ninguno , porque sabian que de esta suer
te se hacia su amor mucho mas puro y ge
neroso. T; ..
. Espera aljjun tiempo mas , y verás lle-4
gar el dia en que tengan efecto las prome-,
sas que tiene hechas Jesas/á'los que padecen.
En el Cielo te tiene preparados bienes
y dulzuras con abundancia. ••.-. •. /
| Pero por otra parte í, .hijo mio , un pe
cador como tú se atreve á pedir consuelo ?
El único que debe tener un pecador ar
repentido es el.de pensar que , padecierído
sin consuelo , satisface mejor á la justicia
de Dios los pecados que;ha cometido. . •-•;«:.
; v - ;.-. , ' . , . .-
(i) a. Cor. 13. p. '•'{

CA-
CAPITULO XII.
Que debemoí dirigir al Cielo nuestros
afectos.
/espues que desasteis la tierra ¡ó Sal
vador mio ! los pensamientos de vuestra san-*
ta Madre , sus miradas , sus afectos y sus
piros se dirigian. sin cesar al Cielo.
•íi -i JBnvidiaba la dicha de los Angeles y d«
Jos Santos que gozaban de Ja presencia de
su amado , y les. pedia que le dixesen que
moría de amor en su ¿usencia.
¿Qué podia presentarla el mundo que
la agradase? Q uand o se llega amar á Jesus,
no se desea otra cosa que á él. ••-
El que juntaren la tierra su tesoro de
vuestra graciaiy de suestra amistad , no pue
de padecer mayor.^angustia que la.de versa
privado da ruostra .presencia y de vuestros
divinos favores*. I ;.•/.., - ,-.,-,.- ¡ •-:' -j
Esperando cada dia í la muerte , que
es la única que puede poner fin á mis pe—
ms , os enviaré continuamente ¡ó Jesui
mio ! los suspiros de mi corazon qne.os de
sea , que os llama , y que os hallará siem
pre tarde. ; .f
¡Quién me diera tener alas(i) como la

(i) Psalrn. ¿4. 7.


fafoma'! entonces sí qne me remontaría , y¡
me Jria á descansar con Vos. ,
j Se me dilatará por mucho tiempo esta
dicha ? ¿Tardará mucho tiempo en decirme
el Esposo de mi alma : He aquí (i) que
•vengo á poner fin á tus miserias,? - ,r,it
¡ Ah ! La Esposa dice : Venid (2) . Sff-r
ñor : sus gemidos y suspiros repiten, sin ce
sar : Así sea. Venid , Señor , Jesus.
Mi corazon (3) os habla : mis ojos 04
Buscan por todas partes : suspiro sin ce-•^ .
•Sar por •vitísíru vista. . . ..,
Conozco dentro de mí mismo que soy
hecho para •alguna' cesa gr.inde, :. ando co
mo arrastrando en esta vida. ¡O Jesus! sf:
yo soy hecho para vos , para poseeros eter
namente. • ,: r. •
¡Riqueza Inagotable! todo falta en don
de vos faltais. ¡Luz eterna! todo está lleaqi
de tinieblas en donde Vos no ( estais.
Quando poseyese todos los bienes que
hay en este mundo , no dexaria ,por eso
de ser pobre y miserable, sino puedo de
cir con verdad : Jesus es todas mis cosas»
Sí, Jesus ti todo fara mí. Expresion
qne lo abraza y comprehende todo : pala
bra que no es bien conocida sino de aquel
que
(i) Ápoc. aa. 14. (a) Ibid. t. 17. so.
(3; Psalm. 40. 13.
que ama á Jcsos sobre todas las cosas.
Léjos , pues , de mi corazon todo otr»
amor que el que se funda sobre vuestra
gracia.
¡O gracia de mi Jesus ! encendedme con
tinuamente en el fuego sagrado de vuestro
amor : haced que este fuego divino me abra
le' y me consuma.
Si no puedo veros tan presto como
yo quisiera ¡ó Salvador miof me desquita
ré á io ménos amándoos miéntras esté en
esta vida.
X Mi amor , que me da la justa esperan
za de poseeros algun dia , será todo mi con
suelo , miéntras dure mí destierro.
CAPITULO XIII.
De lo que debemos hacer para que des
cienda sobre nosotros el Espíritu Santo.

¿abia prometido Jesus á sus Discípu


los que les enviaría el Espíritu Santo.'
María para recibirle se retiró al Cenáculo
con los Apóstoles , con los parientes d«
Jesus , y aquellas santas mugeres que le ha
bían seguido en sus viages.
En el silencio del retiro , y con «1 exer-
cieio de la oracion se depusiéron á recibir
el &píritn
, • Juntos todos en un mismo lugar , y
unidos de corazon y de voluntad , formaban
los mas ardientes deseos de que descendiese
sobre ellos.
Disposiciones excelentes para recibir al
Dios de amor y de la caridad , que desea co
municarse á 'as almas fervorosas que le bus
can léjos del ruido y del tumulto, y que
le dirigen sus votos ardientes y sinceros.
¡ O y con qué ardor deseaba María la
venida de este Divino Espíritu , disponién
dose para recibirle por medio del fervor do
sus oraciones , por la pureza de sus deseos,
y la eticada de su amor !
Los demas que la acompañaban y espe
raban lo mismo que ella , debian sentirse
animados poderosamente por la presencia y
«xemplo de esta Virgen.. .
María era ya entónces llena de gra
cia ; pero el Espíritu Santo , que queria en
riquecer siempre mas y mas á su Esposa con
•us dones , la preparó con todas las dispo
siciones necesarias.
Por abundantes que sean en una alma
las influencias del Espíritu Santo , puede
siempre estarlas recibiendo de nuevo.
Quando una alma es fiel , recibe de Dios
muchas gracias ; pero si persevera en su fi
delidad » la tiene Dios reservadas muchas
mas. El tesoro de los dones del que es To,r
do-poderoso
r nunca se agota. Qual-
Qualquiera que conociese como Maríx
la excelencia de sus dones , no vería cosa
digna de éstimacion sobre la tierra. Estos
dones serian el solo objeto de sus deseos.
j Ah ! ¿Qué se podrá pensar de la in
diferencia de la mayor parte de los Chris-
tianos , y del poco ardor con que desean
lo que hay mas digno de su ambicion?
¿ Y son acaso igualmente indiferentes por
los favores de este mundo? ¡ Ay de mí!
¿quántos malos ratos no se dan para con
seguirlos? no hay medio de que no se valgan.
Miran como un oprobrio ei carecer de
bienes de fortuna , y no se Avergüenzan de
sus necesidades espirituales.
Hacedme conocer las mias ¡ó Divino Es
píritu ! Autor de toda gracia , y de todo don
ferfecto i Vos solo podeis comunicarme ri
quezas verdaderas.
Reconozco lleno de confusion y ver
güenza que mi resistencia á vuestras inspi
raciones me hace enteramente indigno de
vuestros beneficios.
Pero ¡ ó Dios mio ! la súplica que os ha
go para que me los concedais en adelante,
la junto á la que os hacia María en el Ce
náculo : de este modo mi oracion os será
agradable , y os hará propicio.
Imploro á esta misma Virgen , tan po
derosa cerca de Vos , y la suplico que in
terponga su intercesion en mi favor.
Dignáos , pues , ¡ ó Virgen poderosa ! Es
posa del Espíritu Santo; dignáos de pedir
por mí el espíritu de sabiduría , para qu»
naciéndome gustar los bienes del Cielo, me
haga insípidos los de la tierra , y los vahos
honores de este mundo.
El espíritu de inteligencia y de luz, pa
ra que me ilumine en esta region de tinie
blas , y me haga conocer los caminos de Dios,
instruyéndome en las verdades eternas.
El espíritu de discernimiento y de con
sejo , para que me hsga descubrir y evitar
los lazos que me puedan armar los enemigos
de mi salud y de mi perfeccion.
El espíritu de fortaleza y de valor , pa
ra que me eleve sobre mi flaqueza, me ha
ga vencer mis pasiones , resistir al torreme
del mal excmplo , despreciar el respeto hu
mano , hollar las pompas del mundo, y afir
marme contra la inconstancia de mi propio
corazon.
El espíritu de piedad y de temor , pa
ra que me dirija , y me anime en el ser
vicio del Señor , en la observancia de su ley,
y en el culto que le debo dar como á mi
Criador , mi Padre , mi Salvador y mi Juez.

CA
CAPÍTULO XIV.
Que cada uno segun su estado debe tener
zelo por la gloria de Dios , y salvacion de^
las almas.

SIERTO. ivJ8.ucho gusto tengo, ¡ 6 Vir


gen santa ! en consideraros en medio de aquel
pequeño rebaño de fieles fervorosos , que por
el cuidado y predicacion de los Apóstoles
se formó despues de la Ascension de Jesus,
y de la venida del Espíritu Santo.
Tenían en Vos la Madre mas tierna y
mas zelosa. ¿ Quién es capaz de explicar quáa
útil fuisteis ;í la Iglesia recien-nacida de Je-
rusalen ?
Quando los Apóstoles se separáron de
Vos para ir á conquistar el universo , vues
tros votos y oraciones les acompañaban por
todas partes , y les ayudaban á sostenerse
en sus trabajos , y á vencer todos los obs
táculos que encontraban.
Para mantener la fe y la virtud de aque
llos fieles con quienes vivíais , se aplicaba
especialmente vuestro zelo á ganarles su con
fianza : ¿ y cómo no habiais de conseguirla
inmediatamente de todos aquellos que te
nían la dicha de atreverse á Vos?
No podían admirar bastante el afecto que
la Madre de Jesus le profesaba , la libertad
y
y facilidad con que permitía que la tratasen,
y las atenciones que tenia por ellos.
Si la eminencia de vuestra dignidad, ¡ó
dulce Madre! si vuestras virtudes , y las lu
ces infusas de q:ue Dios os habia llenado , os
concillaban el respeto de todos, vuestra bon
dad ganaba todos los corazones.
Una sola mirada que echaseis sobre una
persona afligida , debia bastar para suavizar
todos sus males-.
Vuestras palabras , abrasadas con un fue
go divino , y revestidas de la fuerza del Al
tísimo , ablandaban á los mas insensibles, da
ban nuevo calor á" los mas tibios , animaban
á los mas cobardes , é inflamaban á los fer
vorosos.
¿ A quántos enfermos no es probable que
procurasteis la salud del cuerpo y la del alma?
Si vuestro zelo tuvo mucho que llorar
por las persecuciones que padecían en Jeru-
salen los Christianos , tambien le servia de
mucho consuelo el ver los progresos que ha
cían los Apóstoles en las naciones adonde
habian ido á predicar el Evangelio , y espe
cialmente los que hacia San Juan delante de
vuestra vista en la Ciudad de Epheso , adon
de tuvisteis necesidad de refugiaros ]5or espa
cio de algunos años.
Para poder comprehender bien la alegría
que concebuis en esto , no es necesario si
no considerar el interes particular que to-
R ma
inabais en todo lo que miraba á la mayor
extension del Reyno de Dios.
¡O Reyna delos Apóstoles! alcanzadme
una chispa de aquel sagrado fuego que os
abrasaba por la gloría de Jesus , y la gracia
de que consiga hacerle glorificar y amar.
MARiA. ¡O , hijo mio , y quánto me
agrada el ver en tí este deseo ! El zelo por
la gloria de Dios es inseparable de un ver
dadero Christiano , así como la calidad que
es un efecto suyo.
Hay muchos que piensan que no es pro
pio sino de hombres apostólicos ; pero cier
tamente que se engañan , porque conviene
á .todos estados y á todas condiciones.
No hay ningun estado en que no se
pueda y aun se deba exercitar este zelo poc
el buen exemplo , por consejos dados á tiem
po , por palabras de consuelo á los afligidos,
y sobretodo por la oracion.
La conversion de un pecador es mu
chas veces efecto de las lágrimas que derra
ma en la soledad una alma fervorosa y des
conocida del mundo.
En ciertos momentos de fervor quisieras
estar en medio de los idólatras , y trabajar
en su conversion. ¡Deseos santos; pero ne
cesariamente ineficaces ! Vas á buscar léjos
de tí lo que puede decirse que tienes den
tro de tu propia casa.
Socorrer á los pobres y enfermos , ins
truir
trnir á los ignorantes , educar á tus hijoi ea
la piedad ' mantener á tus domésticos en su
deber , y edificar al pueblo en que vives
con tu buen exemplo , este, este es el cam
po en que el Padre de familias quiere que
trabajes para su gloria.
¿ Se puede mirar con indiferencia la sa
lud del próximo, si se considera que Jesus
ha dado por él su sangre y su vida?
Muchos Christianos serán castigados por
haber despreciado el bien que podian haber
hecho , y por los pecados agenos que po
dian haber evitado , y no lo hiciéron.
Si amas á Dios , hijo mió , es necesa
rio que te persuadas que nunca le manifes
tarás mejor tu amor , que haciéndole ben
decir y amar.
Ya que Dios tiene tan pocos que le sir
van fielmente, dale á lo ménos el placer, no
solo de que sea glorificado en tí , sino tam
bien el de que vea que te aprovechas de
todos los medios que te permite tu estado
para que le glorifiquen los demas.

Ra CA
a6o
CAPÍTULO XV.
En dónde ha de buscar una alma chris-
tiana su consuelo en los trabajos que pa-
dece por la virtud , y en la pena que I»
cansa la duracion de su des
tierro.

SIERVo. <^£uál seria, ¡ó santa Madre


de Dios ! vuestro consuelo en las persecu
ciones que padecía la Iglesia en sus princi
pios , de las que participabais Vos mas que
ningun otro?
MARiA. Hijo mio , yo hallaba todo mi
consuelo , así como los demas fieles perse-,
guidos , en la memoria de los tormentos de
Jesus , que la gloria de su Resurreccion y
de su Ascension no me hiciéron jamas per
der de vista.
Visitaba los Santos Lugares en donde se
liabiau obrado los misterios de la Redencion,
y especialmente el Calvario , en donde re-'
flexíonaba sobre las virtudes y beneficios de
Jesus , y sobre la insensibilidad é ingratitud
de los hombres , que le habian hecho mo
rir afrentosamente en una cruz.
Quando la Madre de Jesus pensaba en
el modo cruel con que los hombres le ha
bían tratado , ¿ cómo era posible que tuvie
se
201
se ni aun. desease tener ana vida apacible y
tranquila ?
Piensa tú lo mismo , hijo mio , y medi
ta muchas veces la conducta que el mun
do ha observado con tu Salvador. En este
pensamiento encontrarás todo tu consuelo, y
el alivio de las penas que te haga sufrir el
inundo , solo porque eres fiel á tu Dios.
¿ En qué camino tan penoso y difícil , en
donde todo era desprecios , ultrages y per
secuciones , no se empeñó Jesus, solo por
que te amaba , sin que jamas se apartase de
él? Quando el Señor te dice que vayas en
pos de él > te advierte que tendrás mucho
que padecer por su amor.
Hay mucho que temer qne no sea ver
dadera aquella virtud , que no sufre de par
te del mundo ninguna contradiccion ni des
gracia.
Los' siervos de Dios son tanto mas ama
dos en el Cielo , quanto mas aborrecidos en
el mundo.
¡Qué paciencia , y qué consuelo no ins
piran estas palabras ! : el discípulo ( i ) no /
fuede ser sobre su Maestro : si soy per
seguido en este mundo , tambien fué per
seguido Jesus.
Es verdad que padezco ; pero como Je
sus , y con Jesus : él es mi modelo : él se
ta
(i) Joann. ig. ao.
R3
202 ••
rá mí fortuna y toda mi recompensa. •.
•SIERVO. ¡ O Reyna de los Bienaventu
rados! Estaba reservado para Vos otro gé
nero de tormentos , que no padeció ningun
Santo. ¡ A qué estado de debilidad y flaque
za no os reducía aquella santa impaciencia
que teníais por reuniros en el Cielo con vues
tro Hijo! ;
Jesus reynaba en la gloria , y su Madre
permanecía aun en el destierro! Era para Vos
una muerte continua el HO morir , y el es
tar separada del único y tierno objeto de
vuestro amor.
Pero la dicha que teniais de recibir todos
los dias á Jesus dentro de Vos misma por me-
dio de la comunion , os servia de un recur
so abundante de consuelos,
S^n Lucas nos dice : Que los fieles (i)
asistían frecuentemente a comulgar en la
fraccion del pan ; y por lo mismo no po
demos dudar , que , siendo mucho mayor y
mas excesivo el amor que teniais á Jesus,
recibiríais todos los dias $u Cuerpo y Sangre
adorable, '?
MARiA. En efecto, hijo mio, de mis
comuniones era de donde yo sacaba cada di*
nuevas fuerzas para sobrellevar la duracion
y tristeza de mi destierro.
¡ O dulces momentos , en que yo po
seía
(i) Act. a. ga.
... 203
seia <3e nuevo dentro de mi seno aquel que
habia llevado durante nueve meses , y con
quien habia ' tenido la dicha de vivir por es
pacio de tantos años!
Entónces era quando con un ardor siem
pre mas vivo pedia á este amado de mi
alma , que me hiciera ver (i) la morada
de su descanso y de sus triunfos.
Le suplicaba que apresurase aquel mo
mento., en que poseyéndole sin nubes ni
otra cosa que embarazase mi vista . goza
ría por una eternidad de su admirable pre
sencia.
Adoraba la voluntad de Dios , y prefe
ría su cumplimiento á todos mis deseos ; pe
ro la comunion era toda mi fuerza y mi con
suelo .en los continuos combates que tenia
que padecer.
Si experimentaba sin cesar dentro de mi
alma las mas vivas ansias por el Ciclo; tam
bien era necesario que mi sumision trabaja
se en moderarlas , y contuviese lo impetuo
so de mis extremos.
¡ Ah , hijo mio ! no merece ,el nombre de
amor el de aquel que se halla bien en au
sencia del objeto amado ! ¿ Cómo es posible
que ame verdaderamente á Dios aquel que
dice todos los dias que venga á él su Rey-
110,

(r) Cant. i. 17.


R4
264
no , y qne sin embargo nada desea menos
que su venida?
El Christiano que ama á Jesnt de todo
su corazon es aquel que á pesar del horror
natural que tiene á la muerte , darla de bue
na gana lo mas precioso que hay en este
mundo por ir á unirse con Jesus en el Cielo.
Distante de su Dios , vierte lágrimas y
desfallece de sentimiento. No estará conten
to (i) sino quando sea testigo de su gloria.
¡Ah! exclama con el Profeta en conti
nuos extremos de su amor : ¿ quando ( 2 )
llegará el momento , en que despues de
mi destierro pareceré delante de mi Dios?
jQuán penosa es esta dilacion para un
"verdadero Christiano ! Es ciertamente la prue
ba mas dura que puede padecer; y no en
contrará el alivio de sus penas sino en su
resignacion , y en recibir el Cuerpo y San
gre del Señor lo mas freqüentemente que le
permita aquel que tiene en este mundo el
lugar de Dios , y conoce sus disposiciones.
Habla y visita á su amado , que baxo
do aquel sagrado velo está presente real y
verdaderamente como en el Ciclo. Los dos
corazones se unen y se estrechan de la ma
nera mas tierna.
Ya llegará el día en que se levanta

(i) Psahn. 16. 17. (s) .Psalm. 41.3.
/vi este velo , y se dexará ver Jesut ( x )
como es en sí.
CAPÍTULO XVI.
De la preparacion para, la muerte.

Jl oda la vida de la Santísima Virgen


fué una preparacion continua para morir.
¿Quántos méritos no adquirió en una vi
da de mas de sesenta años , ocupada úni
camente en el ejercicio ( del divino amor?
El amor que tenia á Dios recibia cada
instante nuevos aumentos , y se halló tan
perfecta á la hora de su muerte , que mas
bien puede asegurarse que murio de un rap
to excesivo de amor , que por decadencia
de la naturaleza.
Imitad , pues , á esta Virgen , consagran
do á Dios todos los momentos de una vida
que no se os ha concedido para juntar ri
quezas en este mundo , para ser honrado,
estimado y aplaudido en ¿l , sino para ser
virle , y merecer la corona de la inmorta
lidad.
Quando poseyeseis todas las riquezas de
este mundo , y reynaseis sobre todos los
pueblos del universo ; ¿ qué tendríais á la
hora
(i) i. Joann. 3. a.
206
hora de la muerte ? Todo lo habríais de de-»
xar forzosamente ; ninguna cosa de éstas oy
ha de acompañar.
En aquella hora no se poseen otros bie
nes que lo que se ha hecho por Dios en el
curso de la vida.
Aprended á ser prudentes á costa de tan
tos Christiancs , que no piensan en la muer
te sino al fin de su vida , y que mueren
con el gran sentimiento de no haber dedi
cado sino algunos dias , ó quizá algunas ho
ras , al negocio importante de su salvacion,
quando es necesario trabajar en él toda la
vtda.
El número de los insensatos (i) es in
finito -, y la mayor parte de los nombres
son semejantes á aquel que no pensase en
preparar las cosas necesarias para un viage,
sino á la hora misma de partir ; ó á un reo
que ultrajase y llenase de oprobrios á su Juez,
quando éste iba á juzgar su causa; ó á aquel
Analmente qpe formase proyectos de diver
sion , quando debia esperar por momentos
ser conducido -al cadalso.
Pasad la vida pensando siempre que se
ha de acabar ; y de esta suerte no la ten
dréis tanto amor. No perdais jamas de vis
ta la eternidad que viene despues , y vivi
réis de una manera christiana.
Hay
(i) Eccles. i. jg.
a 67
Hay muchos qne no quieren pensar en
la muerte , porque la temen : pero el me
dio de no tener motivo de temerla es el de
pensar en ella con frecuencia , y prepararse
continuamente.
Una vida santa dulcifica el pensamiento
de la muerte , y éste contribuye mucho pa
ra vivir santamente.
Guardaos de que no os entristezca á la
hora de la muerte , lo que en el día os sir
ve de tanto regocijo. Si quereis tener con
suelo al tiempo de morir , poned en la vir
tud los placeres de vuestra vida.
Si os fuera preciso morir hoy ó maña
na , ¿ estaríais en disposicion de presentaros
4 vuestro Soberano Juez i ¿ Qué penitencia
es la que habeis hecho ? ¿ 1U¿ méritos habeis
procurado adquirir?
Aprovechaos de los dias que os quedan.
Es verdad que no está en vuestra mano el
hacer volver el tiempo que ya pasó; pero
le podeis reparar , y Dios no os dilata la
rida sino para esto.
¿Viviréis aun mucho tiempo, ó moriréis
dentro de algunos dias ? Vosotros lo igno
rais ; pero debeis tener por cierto y seguro,
porque así lo dice el Señor , que os arre-
batará. la muerte en la hora que ménos
lo fenseis.
Si podemos morir á todas las horas , co
mo no hay duda , es necesario que estemos
siem-
siempre dispuestos , penetrándonos bien del
pensamiento de que la muerte es el momen
to decisivo de una eternidad.
Suplicad á la Reyna del Cielo que dé
gracias á Dios por el tierhpo que aun os ha
dexado para prepararos ; y pedidla tambien
que os consiga la gracia de que useis de
él santamente.
Para conseguir esto , el medio mejor es
el de hacer todas vuestras acciones . como
si cada una fuese la última de vuestra vida.
Para morir santamente es necesario mo
rir en la fe , en la esperanza , y en la ca
ridad : haced freqüentemente estos actos du
rante vuestra vida , y prepararos con ello*
muchas veces para la que
muerte.
- •Tened entendido á la hora de la
muerte no se saben hacer actos de virtud,
quando no se han exercitado en la vida.

CAPÍTULO XVII.
i i.
De la dulzura de la muerte de lot
; Justos.
SIERVO. O>eria necesario comprehender,
jó María ! el amor que os tenia Jesus , para
podt-r formar alguna idea de las delicias in
efables de que llenó á vuestra alma en la ho
ra de la muerte.
; Seria menester saber quánto amabais Vos
á
269
á Jesos , para venir en conocimiento de ios
santos y vivos extremos de vuestra alma,
quando veiais acercarse aquel momento feliz
que debia reuniros al único objeto de vues-.
tro amor.
Exhalasteis el ultimo aliento de vuestra
vida con tanta paz y sosiego , como si os
hubieseis entregado al mas dulce y apacible
SUeño. .,.,., , • .j:;! ,' • t
¿ Qué rezelo podia tener á la hora de su
muerte una Virgen que no había sido ¡amas
sino para Dios , .y que no habia estimado si-
co las cosas de Dios ?
¿Una Virgen que no habia puesto su fe
licidad sino en Dios , ni habia tenido otra
ambicion que la de agradarle? ' ' • : , •
MARiA. Si quieres , hijo mio , participar,
de las delicias, y dulzuras de mi muerte en,
el dia que silgas de ene mundo , no pongas
la felicidad en los biqnes de la tierra. • r
Haced , Señor , que yo muera (t) con-,
la muerte ci¿ los judos. Esta es la snplic»
que hacen todos los Christianos ; pero hay,
muy pocos., por su desgracia', que miren
los bienes de este mundo con aquella in-t
diferencia y aun desprecio con queí los -mirr
raban los justos. .- ,,u ,.i¡ •„
La mayor parte de los hombres , aun- ,
que criados para el Cielo, 'no ..piensan sino
..,.'• ' ii.-i" • . eíi i
(i) Núrn» 13, 10. ..¡/ ( t;^J
27°
en la tierra : ¿ pues qué esperanza pneden
tener de ir al Cielo despues de su muerte?
Jesus no hace participantes de su felici
dad sino á aquellos que dorante su vida co
locáron su felicidad en amarle.
¿Qué estado puede haber de mayor con
suelo que el de un justo , que al ti u de una
carrera llena de tentaciones y de sufrimien
tos , goza dei testimonio de una conciencia
apacible?
Quando el pecador no mirara á Jesus al
tiempo de su muerte sino como á un Juez
inexorable , se le representara el justo como
á un padre lleno de bondad.
Es verdad que éste le ha ofendido du
rante su vida , y quizá gravemente y mu
chas veces ; pero no ha esperado á la hora
de su muerte para hacer penitencia.
Por otra parte el sacrificio qne hace ge
nerosamente de su vida , mediante el qual
se une en espíritu al sacrificio de la cruz , le
sirve de un poderoso motivo de esperar en
la misericordia de su Dios.
Desde el dia que se consagró enteramen
te á él , ha combatido con valor y constan
cia por la fidelidad con que debia servirle;
jpues por qué no ha de esperar la corona
de la justicia?
¡Qué cosa tan dulce no será para tí,
hijo mio , el poder "decir , á exemplo de Je
sus , quando vieres acercarse la muerte : es
ver-
271
verdad que dexo al' mundo (i) , pero me
-soy d mi Padre\ Voy á tomar posesion
de la herencia que me tiene preparada.
¡ O Padre mio ! os he glorificado ( 2 )
quanto he fadido en la tierra. He desem
peñado el negocio que me dexasteis encar
gado : pues glorificedme ahora Vos. Dignáos
hacerme participar de la gloria que me te
neis prometida.
Quando se ha tenido siempre la lámpa
ra encendida , no se teme de ninguna ma
nera oir decir : He aquí al Esposo que (3)
•yiene , salgárnosle al encuentro. 'j
Jamas hubiera yo pensado , decía una
alma santa , que hubiese tanta dulzura en
la muerte.
En esta hora es quando Jesus da á co
nocer mas particularmente á los que le aman,
quán digno es en efecto de ser amado. . ;j
. . Quando Dios ha sido por espacio de Já.
.vida el único objeto de los afectos de un co
razon , no permite ordinariamente que este
corazon obre de otro modo á ,1a hora de la
muerte. ¿
, Antes bien por el contrario, le hace á im
pulsos de su gracia semejante á, una antor-.
cha, que al tiempo mismo dp apagarse arroja
una luz mas viva,
vu
(i) Joan. 16. a8. (i) Joan, 17. 4. g.
(3) Matth. 15. 6.
Vive , pues , amando sinceramente á Dios
si quieres tenerle el mismo amor á la hora de
tu muerte. .,
SIERVO. La gracia mas preciosa , ¡ ó Ma
dre mia! que puedo desear y obtener de la
bondad de Dios, es la de morir con unos
sentimientos en todo conformes á los vuestros.
¡Morir de amor , despues de haber vivido
en el amor, del amor, y para el amor! ¡O
quánto desea este género de muerta el co
razon de un justo!
Esta muerte seria el cúmulo de todos mis
deseos. ¿ Pero acaso será concedida esta gra
cia á un pecador como yo 2
Os suplico, ¡ó Virgen Santa! el que á lo
ménos me alcanceis de Jesus la de partici
par de alguna manera de esta muerte de amor.
¡Morir amando á Jesus , de tal sucrrc que
el último aliento de la vida sea un suspiro
de amor! ¡O y qué dicha tan superior á quan-
tas pueden lisonjear al corazon humano!
¡O Jesus mio, Salvador mio, y Dios mio!
Concededme este insigne favor. Yo os le pido,
Señor , por el amor infinito con que me ama
vuestro corazon adorable , y por el excesivo
amor con que os amó el corazon de vues
tra Santa Madre. '

CA-
CAPÍTULO XVIII.
De los santos deseos de la muerte.

SIERVO. Ji odo el tiempo que perma-


necisteis en este 'mundo despues de la Ascen
sion de Jesus, no fué para vos, ó Virgen
Santa ! sino un tiempo de lágrimas.
Os consumíais poco á poco en las mas
puras llamas del divino amor; pero de una
manera mas lenta y perezosa que lo que vos
deseabais.
¡ Ay de mí ! Estoy demasiado apegado
á la tierra para poder representarme bien
aquel estado de santa impaciencia en que es
tuvisteis hasta el último instante de vuestra
vida.
Si apénas puedo llegar á conocer la in
quietud de David , quando vía que se le di
lataba su destierro, ni la del Apóstol quan
do deseaba tan eficazmente la disolucion de
su cuerpo : ¿cómo podré yo formar idea de
la vuestra? - ; :
Si mi corazon estuviese penetrado de estas
llamas de amor que os abrasaban ; ¡ó y quán
vil y despreciable me parecería la tierra? ¡en
qué' ardientes suspiros no prorumpiria yo,
quando mirase al Cielo!
¿Un corazon que está lleno de amor por
S Je-
274
Jesus , qué pnede desear en la tierra sino la
posesion del mismo Jesus?
Quando me presentasen todos los bienes
de este mund,o para que de este modo fue
se yo el mas feliz de todos los hombres, ¿no
debería yo siempre decir : mejor es (i) paro,
mí morir y estar con Jesu-Christo ?
¿Qué son todos los bienes de esta vida
para el que conoce y ama á Jesus? Jesus
es su soberano bien , y encierra en sí solo
todos los demas bienes.
¡Estar con Jesus! ¡Con este Padre tan
bueno , con este Amigo tan tierno , con es
te Señor tan liberal , y con este Salvador
tan amable!
¡Estar con Jesus! ¡gozar de su presencia,
amarle de todo corazon, y amarle para siem
pre! ¡O Reyna del Cielo! ¿El mundo y
la tierra pueden ofrecerme bienes que sean
comparables á éste?
¡ Ah ! ¡ Oxalá que se presente quanto an
tes á mi vista aquella feliz morada en don
de habita! Solo Jesus puede satisfacerme ple
namente. : .
Es verdad que si por una parte deseo la
muerte para raqnifm? £ él, me remití por
otra de parecer en el Tribunal de mi Juez.
Pero yo espero en la misericordia de mi
Re-
(l) Philip, i. 33.
Redentor , y espero tambien en vuestra inter
cesion, ¡O tierna Madre! t
MARiA. Sí, hijo mio, espera, y espe
ra firmemente. Si Jesys es un Juez inexora
ble, tambien es un Salvador lleno de bondad.
Procura conservar siempre el temor de
sus juicip$; pero que sea de modo que el
amor y la esperanza sean en ti superiores
al teu.or.
T,eme; pero .1111:1 aun nías. De ninguna
manera podrás manifestar mejor á Jesus tu
amor , que deseando verle qivnto antes en
medio de sus triunfos , y dc\ar una (ierra en
donde es tan fácil apartarse de l» fidelidad
que se le debe.
Si estás bien penetrado de estos senti
mientos , no dudes , hijo in jo , que Dios te de-
ígndcrá contra tus enemigos al tiempo de
morir.
Yo misma implorar^ sus auxilios para tí,
porque en todo tiempo tengo cuidado de mis
hijos , y sobre todo en la hora de su muerte.
.CAPÍTULO XIX,
Del amor 4? £i<",

SIBRVo Vos, j,« Virgen Madre ! fuis


teis víctima del divino amor.'.Este amor di
vino consumió en ftn A ímpu^o de ,$uslla
S2
mas la víctima que él se preparaba hacia tan
tos siglos.
Una alma tan generosa para Dios, tan so
metida á su voluntad , tan fiel y tan santa,
no podia ménos de ser separada así de su
cuerpo.
Léjos de sorprehenderme al veros morir
de amor, me causa mucha maravilla el que
la viveza y continuacion de los extren. os
de vuestro amor no os quitasen mucho án
tes la vida.
Despues de haber salido pura y sin man
cha de las manos del Criador , inmediatamen
te que le conocisteis, elegisteis su di vi no amor
por vuestro único fin , y no vivio ni se ali
mentó jamas vuestro corazon sino del mis
mo ardor de las llamas que le penetraban.
Durante el curso de vuestra vida no tu
visteis otro objeto que este amor. Pensamien
tos , sentimientos , palabras , acciones , te
mor, esperanza, alegría, tristeza, todo iba
dirigido á ¿l.
Quanto mas se conocen las grandezas f
las perfecciones infinitas de Dios, se le ama
mas, y se le encuentra cada vez mas digno
de ser amado; y 3 quién entre las puras criatu
ras conoció jamas mejor á Dios que vos!
¡Corazones de los Santos! vosotros estu
visteis sin duda penetrados de este amor: pe
ro el corazon de María , puede asegurarse de
algun modo, que tuvo en sí toda Ja pleni
tud
277
tnd del amor. ¡ Serafines ! excesivo es vues
tro amor ; pero á vista de este horno en
cendido, no es sino una pequeña chispa.
¡O Madre del mas bello amor (i) , se
ria necesario haber amado y amar coitio vos
para poder decir y explicar quanto amabais!
¡Vos morís de amor! ¡y nosotros, ni vi
vimos ni trabajamos en procurarnos á lo mé
nos la dicha de morir amando!
MARiA. ¿Quál es, hijo mio, tu ocupa
cion en este mundo , si no es aquella para
la qual solo has nacido? Dios te ha criado
para que le ames.
¡ O locura insigne de los hombres que
entregan su corazon á otro amor que aquel
que puede por sí solo hacer su felicidad tem
poral y eterna!
Sacude, hijo mio, esa flaqueza vergon
zosa que te detiene en los caminos del di
vino amor. Apénas puede decirse que has
dado hasta, ahora algun paso por ellos.
¿Temes los sacrificios que debes hacer?
pues ten entendido que no se ama de nin
gun modo aquello que no cnesta. El amor
que no se declara sino quando nada hay que
sufrir por el objeto amado, es amor muy
sospechoso.
Ama con esfuerzo y con valor, y está
pronto á perder todos los bienes de este mun
do
(i) Ecclí. 54. 24,
278
do antes que la gracia de Dios , y á pade
cer todos los males ántes que cometer cc'n-
ira él la menor ofensa.
Si una vez tti vdtaritad se dexá- encan
tar del amor divino , ninguna c'osa te pare
cerá imposible, porque el amo'r esfritft* (i)
como la misma fríUefte, y nO cándce difi
cultadas.
Vicios tienes dentro de tí mismo qae cor
regir , y sentidos que domar; pues áríia, y
verás que ti amor hace esta obra , y dentro
de poco tiempo.
No ames sino lo que Dios arrti , y si
amas á otro objeto con Dios, ámale como
él quiere quu se te ame; Dios solo es el que
debe agradar en to'do.
El verdadero amor mira con indiferencia
todo lo que no es Dios: no busca sino á
á él , y lo ve en todas las cosas:
Serás dichoso , hijo mio , baxrj dfel im
perio de este amor: quanto más vivaí en éf,
mas desearás vivir. Es verdad que tendrás
que sufrir en sus cadenas; pero sin embar.-
go sufrirás con gusto y quisieras ser Su eSelav'oi
Haz que este amor sea tu únitío tesor'o,
y hallarás que en las mas granáis ríecesidá*
des de esta vida él solo suple por todos loa
bienes.
En la muerte es donde se conoce espe
cial-
(O Canr. 8. 6.
279
cialmente , qué dichoso es aquel que se de-
xa conducir por sus impresiones.
La muerte , este tiempo de turbacion y
de angustias para el comun de los hümbtes,
es para un Christiano poseido de este amor,
tiempo de consuelos y de la mas dulce paz.
Entrégate , pues , al amor divino: aban
dónate á su conducta , haz que él sea tri
elemento, y el único que te haga oblar: rié
hagas ninguna cosa , sino por autor.
SIERVo. Yo siento nacer en mí qéa-ñetó
os escucho, ¡ó Virgen augusta! üfí Vtóltefl*
to deseo de no tener en adelanté otro' due
ño que el divino amor.
¡ Ah! pues que mi-corazon está aun á tierá-f
po de contentar á mi Dios , y qMie solí) mi
corazon es el que puede agradarle; y» no tt§
irías para mí ni para las críátUras. : ée fó &&f
4 Dios gustoso y sé le consagro ertteYittíiítne»
Este deseo es un efecto dp su gracia cíuc
vos me habeis alcanzado; porque sin él , y
sin sus auxilios yo no pudiera .amarle.
Sin esta gracia ni pudiera amarle coiro
es necesario , ni perseverar en est'e' iftiéf. fAW
rogad continuamente, Madre mii, para que
jamas se aparte de mí este amor.
Estoy sin embargo lleno dé temor porque
¿oriozco rHr mctfstarteiá ; pero vos qtie la co-
tinteís , y qtte rfie !á echais eri ca'rS íá&
julírámetrce , digriárttf de stír pot vifóstfá ^r'o-
teccion mi apoyo y mi fortaleza.
84 Sí,
280
Sí, desapareced , objetos viles y perece
deros de este mundo; vosotros sois la muer
te de mi corazon. Este corazon quiere por
fia vivir ; ¿y seria vivir , ¡ó Dios mio! el \-f-¡
vir sin vuestro amor?
3 Qué importa que las criaturas se quejen
de que las abandono? ellas mismas han sido
las que , baxo el pretexto de servirlas , me
han robado mi verdadera dicha. Las perse
guiré por mis desprecios , hasta que ya no
traten mas de interrumpirme en el cxercicio
de mi amor.
¡O Virgen! modelo perfecto de amor: mi
corazon va á ser como un nuevo cielo , en
el que , imitando la vida que tuvisteis en
la tierra , y la que teneis ahora con los San
tos , amaré únicamente á mi Dios con la firme
esperanza de morir en sa amor, y de amar*
le eternamente.

CAPÍTULO XX.

Que la gloria del Cielo nos estáprometida


baxo el título de recompensa.

SIERVO. JÍ. a estais, ¡ó Virgen Santa!


en posesion de la gloria que el Soberano Re-
munerador preparaba á vuestras virtudes y á
vuestros méritos.
¿O quándo podré yo , testigo de esta glq-
ria , contemplarla con los Angeles y los San
tos , . y admirar su resplandor?
¿Quándo me será permitido , uniéndome
á sus conciertos que arrebatan y embelesan,
celebrar vuestros méritos , y tributaros las
alabanzas que os son debidas?
El alto grado á que estais elevada en el
Cielo, no es un puro favor que Jesus ha
querido hacer á su Madre ; es era debido
en cierto modo en recompensa de todo quan-
to habiais hecho por corresponder á la elec
cion y á los designios de Dios.
No , vos no estaríais colocada allí , si la
maternidad divina hubiese sido en vos un tí
tulo estéril , y si no hubieseis tenido la se
mejanza mas perfecta con vuestro Divino
Hijo , por medio de una imitacion fiel de sus
virtudes.
La santidad de vuestra vida ha sido vues
tro principal mérito á los ojos del Dios de
toda santidad.
MARiA. Hijo mio, ninguno entra en el
Cíelo sin haberse santificado primero en la
tierra.
No es á la dignidad, ni á las riquezas,
ni á los talentos á los que Dios concede la
entrada en la morada de la bienaventuran.-
za, sino al uso santo que se hace de estas
cosas y á los méritos que se han adquiri
do durante la vida.
Dios
282
Dios no conoqf (i) accepcion de ferso-
ttas. A cada uno dará (2) segun sus obr -j.
Las almas mas elevadas 6a el Reyno de
los Cielos han sido en la tierra las mas vir
tuosas y las mas perfectas.
Dioá juzga de una manera muy diferen
te que los hombres. Estos se pagan freqüen-
teinentc de exterioridades y apariencias ; y
aquel es «n justo apreciador del mérito y
de la virtud.
Te tiene preparadas grandes recompen
sas; pero quiere que las merezcas: á este fin
te envia todas las gracias y auxilios necesa
rios, y si tú usas de ellos santamente, ten
drán efecto sus promesas.
Es verdad que coronará en tí sus pro
pios dones ; pero :¡1 mismo tiempo recom
pensará tus virtudes y buenas obras.
Este Señor lleva una cuenta fiel de todo
lo que se hace por él , y no habrá ni un
solo Vaso de agua dado en su nombre que
no tenga su recompensa.
3 De quánto consuelo no te debe servir,
hijo mio , el trabajar para un Señor tan bue
no, tan liberal y tan magnírico?
El mundo á quien se procura agradar tan
to , recompensa mal á los que le sirven ; pe
to tú , tú podrás decir : yo bien sé (3) de
quien
(i) Ephes. 6. 9. (a) Rom. a. o".
(3) ». Tira. i. u.
quien me fio, y eitoy ie¿¡tfo de tjrte el dé-
fosito de mis mérííos no perecerá ende las
thário^ del Señor á quien sirvo.
Espero He su miseric'ofdla arfa cdroha eter*
fta, qiíe seta tirito mafc respiahdeciefite, ^üáti-
to mi fidelidad en agradarle haya sidd inái
exacta y m£s cotistáíue.
Examínate ahora á tí trtismo, y hrira qlié
es lo que hnccs para rtierécef el jirertiio qoe
te está prometido.
¿En dónde estiñ tus Victorias? ¿Q8áíeS
son tus fínenas obí.iS? jQná Viftiides prac
tica*? Es decií: ¿Qtié méritos tienes que pre
sentar en el Tribunal de Dios?
SIERVo. [Ay de mí! no puedo pensar
sin la mayor confusion en lo poco que he he
cho hasta aquí para merecer las recompen
sas del Cielo.
MARiA. No te desanimes por eso, hijo
mio. Aun está en tu mano el poderlas al
canzar. La gracia te había Ella te insta; pues
procura ser fiel á su voz.
Ruega , llora , trabaja , sufre , sacrifica y"
marcha por el camino de los Santos, y lle
garás corno ellos al término de la felicidad.
SIERVO. Ya salgo finalmente, baxo vues
tra proteccion , del estado de inaccion en
que he vivido hasta el presente. Procuraré
con vuestra ayuda reparar , lo mas fervorosa
mente que me sea posible , los años estéri
les que tengo que llorar.
Vi-
384
Vigilancia, lágrimas, humildad, mortifi
cacion y paciencia en sufrir las tribulacio
nes: todo esto será bien recompens do solo
con algunos momentos de aquella felicidad
que gozan los Santos con su Dios por toda
una eternidad.
Pero sobre todo, el Señor á, quien ten
go que servir , ¡ quánto no merece por sí mis
mo el que yo haga por agradarle!
¡Ah! sí, yo quiero servirle: haré Cuan
to esté de mi parte por darle gusto, aun
mas por quien es en sí mismo , que por los
bienes infinitos que tiene preparados á mi
fidelidad.

LA
LA IMITACIÓN
DE LA SANTÍSIMA VIRGEN
SOBRE EL MODELO
&S IA IMITACIÓN DE yESU-CHRISTO.

LIBRO QUARTO.
BN DONDE SE TRATA DE LOS SENTIMIENTOS DE
RESPETO, ESTIMACIÓN, ZELO, AMOR , TERNURA TC
CONFIANZA DE QUE DEBEMOS ESTAR PENETRA
DOS Á FAVOR DE LA SANTÍSIMA VIRGEN. . .

CAPÍTULO PRIMERO.

De las grandezas de la Madre de Dios.

SIERVO. JL or grandes^que sean los sen


timientos que tenemos de vos, ¡6 Virgen
Santa ! jamas podrán igualar á vuestras grande
zas, porque éstas serán siempre superiores á to
das las ideas que nosotros podrémos concebir.
Para hablar dignamente de Vos, seria ne
cesario comprehender lo mas grande que hay
cerca de Dios , lo mas admirable que hay
en la grasia , en perfecciones , en poder y
en gloria.
De Vos ha nacido Jesus. El Evange
lio
286
lio que nos manifiesta esta verdad , no se ex
tiendo mas sobre vuestras alabanzas , y es
porque esta sola expresion basta para íun-
<j u- sólidamente todos ios elogios que se os
pacden dar.
Vuestra dignidad de Madre de Dios no
es nada ménos que una especie de afinidad
con ej Soberano Ser. El efecto de la mater
nidad divina es acercarse quanto es posible
á la Divinidad.
Esta dignidad os hizo contraer con Dios
una alianza singular , en virtud de la qual sois
HiJ4 del Padre , Madre del Hijo, Esposa del
Espíritu Santo de una manera tan admirable,
que no es propia ni conviene sino á Vos.
En virtud de esta alianza sois verdade
ramente Reyna del Universo , Reyna de los
Cielos.
Decir que Jesus ha nacido de María , es
decir que María no tiene otro que sea su
perior á ella sino Dios.
¡O Virgen Madre! Aun aquellos Ange--
les que sean superiores á k•$ demas en gra
cia y en perfeccion no podran ajénos de es
tar en el órden de vuestros siéryps : tanta es
la distancia que hay entré Vos y ellps!
Yo juzgo de vuestra grandeza por ía de
vuestro hijo, la qual resalta necesariamente.
sobre vos mjsma. Por la excelencia del fíijo
se viene en conocimiento de la Madre.
Compreheado fácilmente que la augusta
qua-
qualidad de Madre de Jesus es la causa de
todas las gracias de que Dios quiso colma
ros, y de todos los privilegios y preroga-
tivas coa que se complació en distinguiros.
Que teneis baxo de esta qualidad una
especie de dominio sobre todos los tesoros
de las gracias de Jesus y un poder absoluto
de intercesion para con él.
Entiendo tambien que ciertas leyes ge
nerales, que no son otra cosa que castigos
del primer pecado, no han debido comprehen-
der á la Madre de Dios, Madre tan ama
ble , tan amada y elegida expresamente des
de ab eterno para serlo.
Y que habiendo dado á Dios esta vida
que cooperó en quanto estuvo de su parte
á que él mismo nos redimiese , mereceis
llevar justamente el título de medianera de
nuestra salud , sin perjuicio de la qualidad de
solo y único medianero que en sentido pro
pio no conviene sino á vuestro hijo.
i Pero cpmprfheoder toda la elevacion de
vuestra digqidad! ¡Ahí es todo tan grande en
la Madrp de un Dios , que los mismos Sera
fines se contentan con admirarlo.
Vos misma dixisteis en presencia de vues
tra Santa parienta Isabel todo lo que Dios
habia hecno por v os en escas sojas palabras:
£1 T(/<ta focroso ha QÍ?rq4o en t$i favor
¿ranales maravillas.
Y la Iglesia , á pesar del anjpr qué es pro-
fe
fesa, y del zelo que tiene por vuestra glo
ria , se ve obligada á confesar que , quando
considera que habeis llevado en vuestro seno
á aquel que los Cielos no pueden contener^
no sabe de qué expresiones usar para publi
car vuestras grandezas.
¡O Madre admirable de mi Dios I me sien
to penetrado en vuestra presencia , hasta eri
lo mas íntimo de mi alma , de la admiracion
mas dulce y mas profunda.
A vista de vuestras grandezas , y de vues
tra elevacion , esíoy poseído de un santo te
mor , y de un respeto que me tiene como
anonadado á vuestros pies.
CAPITULO II.
De los rasgos de semejanza que hay entre
Jesus y María.

SIERVO. ^¿uando considero, ¡<5 Divina


María! vuestro nacimiento, vuestra vida,
vuestra muerte y vuestra gloria en el Cielo,
encuentro entre Jesus y Vos unos rasgos de
semejanza que me arrebatan.
Vos fuisteis unida á vuestro Hijo en los"
decretos eternos de la Providencia. Dios me
ha poseído (i) desde el principio de sus ca-*
«i/-.
(O Sap. e¿
289
minos , dice la Sabiduría eterna en el texto
sagrado. Yo he sido especialmente predesti
nada desde la eternidad. Quando Dios echa-
6a los fundamentos del universo , tambien
entré yo en sus miras y en sus designios. Ex
presiones que son propias de Jesus ; pero que
la Iglesia os aplica.
j Quántas promesas, oráculos, figuras y
símbolos hay en la antigua ley , que anun
ciando á Jesus, os anuncian tambien á Vos?
Jesus fué impecable por su naturaleza , y
Vos , libertada por la gracia del pecado ori
ginal , fuisteis exenta de todo pecado actual,
aun el mas leve.
El Verbo de Dios encerrado en vuestras
castas entrañas , se puede decir de algun mo
do que no hizo por espacio de nueve meses
sino una misma cosa con Vos. \
Despues le alimentasteis con vuestra pro
pia substancia , que se convertía en la suya.
En su vida oculta pasó treinta años con
Vos , viviendo en una misma habitacion , dis
frutando de la misma fortuna , ocupado en
los mismos exercicios, y teniendo los mis
mos sentimientos.
En el tiempo de su vida evangélica par
ticipasteis de sus trabajos quanto os fué po
sible , y en su muerte tuvisteis tambien parte
en sus oprobrios é ignominias.
Jesus fué el mas humilde , el mas dulce,
el mas caritativo y el mas paciente de to-
T dos
290
dos los hombres ; y Vos fuisteis la mas pa
ciente , la mas caritativa , la mas dulce y la
mas humilde de todas las mugeres.
i En Jesns se hallaban unidas todas las per
fecciones divinas é increadas ; y en Vos resi
dían todas las perfecciones creadas de una
manera tan excelente , que todas las de los
Angeles y los Santos desaparecían delante do
las vuestras.
Jesus os hizo de tal modo semejante á él
por medio de las virtudes mas eminentes , que
hizo de Vos una imágen viva de sí mismo.
Así como fué incorruptible en el sepulcro,
lo fuisteis vos tambien. El resucitó por su
propia virtud , y Vos fuisteis resucitada poc
un privilegio especial que se os concedió.
Estais en el Cielo en cuerpo y alma co
mo él. Jesus está sentado á la diestra de su
Padre , y Vos estais despues de él. Jesus es
todopoderoso por sí mismo , y Vos lo sois
por vuestro Hijo, que os ha constituido la dis-
perfsadora de sus tesoros. El es el Señor del
Cielo y de la tierra , y Vos sois la Reyna
de los Angeles y de los hombres.
En todas partes en donde Jesus es ado
rado , se os honra tambien á Vos. Ningun
corazon hay consagrado á su amor , que no
os sea enteramente devoto. Ningun Templo
ergido á su gloria , en -que no se halle al
gun monumento levantado á la vuestra.
£1 dulce nombre de María es inseparable
del
del dulce nombre de Jesus en la boca y en
el corazon- de loS 'verdaderos fieles.
La Iglesia une freqüentemente en sus
santos oíicios vuestras alabanzas á las que
da á Jesus. Celebra los misterios de vues
tra vida, así como celebra los de la vida de
Jesus.
Jesus es el Rey de los siglos , el Autor
de la gracia , nuestro Abogado cerca del
Padre , el Dios de las misericordias , el
Dios de todo consuelo , y la luz del mundo.
Y nosotros os llamamos con la Iglesia : Rey-
na del mundo , Reyna del Cielo , Abogada
nuestra , Madre de la gracia , Madre de
misericordia , consoladora de los afligidost
y estrella que conduce en el tiempo de la
tempestad al puerto de salud.
\ Gracias eternas sean dadas á Jesus por
que os ha concedido todos los favores y prir
vilegios que convenia á un tal Hijo el conce
der á una tal Madre !
¡Ah! Virgen Santa, si las consideraciones
que acabo de hacer en vuestra presencia os
son gloriosas , no son ménos dulces para mi
corazon , y para todos los que os aman.

TÍ CA-
CAPÍTULO III.
De la gloria de María en el Cíela»

SIERVo. JlA.eynad ¡ ó Virgen Santal


reynad pira siempre en los Cielos sobre los
Patriarcas , á quienes excedisteis en fidelidad,
y sobre los Profetas y Apóstoles, cuyo zelo
íué muy inferior al vuestro.
Reynad sobre los Mártires, á quienes ven
cisteis en la constancia , y sobre las Vírgenes,
pues que fuisteis mas pura que todss ellas.
Reynad tambien sobre todos los Justos,
rrque vuestra humildad fué muy superior á
suya , y sobre todos los Angeles y Sera
fines , á quienes excedisteis en la obediencia
y en el amor.
Yo os admiro y respeto sobre aquel tro
no admirable en que estais colocada , y en
donde por vuestro poder para con Dios sois
el asilo de los pecadores , el apoyo de los jus
tos , la esperanza de los afligidos , y el re
medio de los pueblos.
Bendigo al Señor por esta gloría inmen
sa á que os ha elevado , y porque quiso que
vuestro mismo Cuerpo participase de ella án
tes del día de la resurreccion general.
Justo era que este Cuerpo tan casto , en
el que el mismo Dios se había dignado hacer
se
293
fce hombre , fuese exento de la corrupcion del
sepulcro.
¿ Pero quién podrá jamas llegar á compre-
hender esta gloria? Si los ojos (i) no kan
visto , ni los oídos oído : si el corazon del
hombre no ha fadido hasta ahora formar
idea de lo que Dios tiene preparado á los
que le aman , ¿cómo es posible que nosotros
lleguemos á comprehender lo que Dios os
tenia preparado , habiéndole amado Vos mas
que todos los Angeles y Santos ?
La gloria de que gozais es no solamente
proporcionada á la grandeza de vuestra dig
nidad , sino tambien á la grandeza de vues
tro mérito.
Para juzgar de lo sumo de esta gloria , bas
taría considerar que á la que Dios ha glorifi
cado ha sido á su propia Madre.
. Pero así como en los Santos la medida da
SO gloria se toma de la de su mérito , del
mismo modo en Vos la sublimidad de vues
tra elevacion se debe tomar especialmente
de la grandeza de vuestras virtudes.
Vos formais en el Cielo un órden y «na
clase separada , siempre á la verdad infinita
mente debaxo de Dios ; pero siempre muy
superior á todo lo que no es Dios.
Convenia que aquella á quien habia dado
Dios el poder de mandarle asimismo , tuvie
se
(i) i. Cor. 2. $.
294
se el derecho de mandar á los Angeles y í
los Santos.
¡ Ah ! ¡ con qué prontitud , y como á por
fía no os rinden todos obediencia , y los ho
nores que os deben !
Arrebatados al ver el imperio que teneis so
bre ellos , os sirven con un afecto de corazon
digno de las complacencias de todo un Dios.
Bendicen á Dios sin cesar por los singu
lares privilegios y gracias que os ha conce
dido, y por las extraordinarias prerogativas
de gloria con que os honra.
¿Qué aclamaciones de júbilo y alegría en
las bendiciones que os dan á Vos misma ?
¿ Qué ternura en los sentimientos que les
animan, y de que estan penetrados en vues
tro favor ?
¡ O y quánto desean todos que seais co
nocida en la tierra tan perfectamente como
en el Cielo, para que siendo vuestros los co
razones- de todos los hombres , seais honra
da por todas partes !
¡ O amable Reyna de la Celestial Sion !
I tendré yo la dicha de cantar con los Santos
las alabanzas de vuestro Hijo y las vuestras?
r. participaré algun dia de las delicias inefables
de que gozais en el Cielo ?
MARiA. Hijo mio , el medio de animar
te y sostenerte en los combates á que ne
cesitarás entregarte para vencer los obstácu
los que se opongan á tu dicha , es el de pen
sar
Sar muchas veces en estos bienes eternos que
Dios tiene preparados á m valor y á tu cons
tancia.
Piensa freqiientemente en qoe se trata de
tina gloria que satisface infinitamente todos
los desprecios , y de un tesoro que hace ol
vidar todas las miserias de este mundo.
De un descanso que premia infinitamen
te todos los trabajos , y de Un consuelo que
recompensa todos los sufrimientos.
Como no hay ninguno sino Dios que sea
grande , tampoco hay ningun otro que pueda
dar grandes y verdaderas recompensas. En el
infierno castiga como Dios, y en el Ciclo re
compensa como Dios.
¡O, hijo mio! si llegas á lograr la dicha
de saür bien en el negocio de tu salud , ve
rás á Dios , le poseerás, y le amarás , y nun
ca dexarás de verle, poseerle, y amarle , por
que Dios , que es siempre el mismo con res
pecto á sí , es siempre nuevo para los bien
aventurados.
En aquelU deliciosa morada de los Cie
los todo es placer sin dolor , alegría sin an
gustia , descanso sin inquietud , paz sin te-.
• mor , y go7O sin sobresalto.
Allí no reyna ninguna otra voluntad ni
otros afectos sino los de Dios. Dios es todo
en todas las cosas. Todo se halla en él. Allí
todos son ricos, poderosos y felices con Dios
y como Dios.
T4 si
Si deseas llegar á conseguir esta felicidad)
trabaja , hijo mio , trabaja continuamente. No
digas jamas : tanto tiempo hace que estoy su
friendo ; he ganado tantas victorias ; jy to
davía no he hecho bastante? Aquel solo (i)
será salvo que persevere hasta elfin.
SIERVo. O Virgen, que sois para con Je-
íuí toda mi esperanza y mi vida , alcanzad-
me la constancia en el servicio de Dios , y ha
cedme ver á vuestro Hijo Jefus despues df
este Destierro,
Si la uncion sola de su gracia es un go
zo anticipado del Cielo , y hace sentir á una
alma quán digno es de ser amado , ¿ qué será
el ver y poseer al mismo Dios ?
CAPÍTULO IV.
De la dicha de San Juan , á quien Jesus
dio á María por Madre : dicha de que
. participan todos los Christianos,

SIERVO. ¡ \JP Madre de mi Salvador! ¡qué


dicha tan grande la de San Juan quando Je
sus estando al punto de morir le eligio para
que Vos le tuvieseis en lugar del mismo Je
sús á quien perdiais!
San Juan fué desde aquel momento vues
tro
<i) Matth. 10. ai.
297
tro Hijo , y Vos fuisteis su madre. ¡ Ah! con
jnsta razon se le llama en -el Evangelio : el
Discípulo (i) amado de Jesus.
El amor que siempre tuvo á Jesus , y su
constancia en seguirle con Vos hasta el Cal
vario , le mereciéron este favor insigne.
¿ Podía dexarle su Divino Maestro , des
pues de su muerte , herencia mas preciosa?
I pero con qué gratitud y reconocimiento no
la recibió él ?
Ninguna cosa omitió para corresponder á
la gracia que Dios le habia hecho. ¿ Qué res
peto tan profundo en presencia de su Ma
dre? ¿ qué sumision á su voluntad ? ¿ y qué
solicitud tan continua en agradarla?
Pero de vuestra parte , ¿ qué pruebas de
bondad, y qué testimonios de ternura no le
disteis en todas ocasiones ? experimentaba en
cada momento quán dichoso era en estar
siempre á vuestro lado.
¡ O Discípulo amado de Jesus ! ¡ dichoso
Hijo de la mas amable y mas santa de todas
las Madres ! sufriría todas las adversidades por
gozar de vuestra dicha , padecería las mas
grandes humillaciones por tener vuestra glo
ria , y perderla todas las coronas del mundo
por un tesoro semejante.
MARiA. El Discípulo amado no fué solo
el que se me dió por Hijo en la muerte de Je
sus,
(i) Joann. jp. a5.
298
sus , sino que qnando éste" hablando con
aquel , le dixo ; He aquí d tu Madre ; y
quando el Señor me dixo á mí : Aquí teneis
á vuesto Hijo. El discípulo te representaba á
4í y á todos los demas Christianos.
Yo , hijo mio , tengo penetrado mi ov
razon en favor tuyo de todos los sentimien
tos de amor que una verdadera madre pue
de tener por un hijo á quien ama tierna
mente.
Procura corresponder como el Discípulo
amado á esta qualidad de hijo , aficionándote
á mí para siempre , y esfuérzate sobretodo
á merecer toda la ternura de tu madre por
u,na inocencia y una santidad de vida que
me hagan honor.
'. SIERVO. ¡O Madre mia ! consiento en
«que mi mano derecha me .quede inútil (i)
si yo llegase A olvidaros jamas : y quiero
que mi lengua se pegue á mi paladar si na
os tuviere siempre presente á mi entendi
miento, '.
¡ Qué dicha para mí al considerar que la
misma Madre de Jesus se digna ser tambien
la mía , quando me debería tener por muy
feliz con que se dignase recibirme en el nú
mero de sus siervos !
Pero pues que quereis tomar , por un efec-
• to de vuestra bondad , y por el mucho amor
que
(i) Psalm. 136". 6. 7. .'•
que me tenéis , el nombre de Madre , yo le
recibo gustoso , y usaré con la mas grande
satisfaccion de mi alma , y el reconocimiento
mas vivo del nombre de vuestro hijo.
¡ Ser hijo de Maria ! ¡ Ah ! yo prefiero es-
íte nombre glorioso á todos los títulos de ho
nor , aun á aquellos que se buscan con la ma
yor diligencia entre los hombres.
i Vos sois mi Madre! ¡qué inestimables
•ventajas no me producirá esta adopcion tan
•dichosa! hasta el mismo infierno me temerá.
Es verdad que he sido ingrato largo tier»-
-po para con mi Dios ; que soy digno del
mayor castigo , y confieso que no mereaeo
"ni el perdon, ni su gracia; pero sin embar
go yo espero en sn misericordia quando coií-
sidero que Vos sois mi Madre.
Ya me habeis manifestado que lo sois o!>,
-teniéndome la gracia de mi conversion , que
'me parece haber sido verdadera : llenad, pues,
el calmo de vuestro amor , alcanzándome la
gracia de la perseverancia.
Tened conmigo todas aquellas bondades de
•tma madre que conserva siempre á favor de
•su hijo sus sentimientos de ternura , aun quan>
do él no los merezca.
¡ O Madre mia ! proporcionaos á Vos mis
ma el consuelo de ver siempre en adelante
en mí un hijo , que por su amor á Jesus y
á Vos no se hace indigno de los sentimientos
que teneis por
r él, CA-
3 oo
-f CAPITULO V.
i
Del amor que debemos tener á María*

la. estimacion que Dios hace de nná


JLta
cosa es la única regla que debemos tener para
apreciarla segun su justo valor. Sus afectos
deben ser la regla invariable de los nuestros.
Para comprehender lo que debemos pen
sar de María , y hasta qué punto debemos
amarla , seria necesario considerar la estima
cion que Dios ha hecho de ella , y las repe
tidas pruebas de amor que la ha dado.
; La multitud de mis esposas (i) , nos
dice el Espíritu Santo , es innumerable ; fe—
ro no hay sino una sola entre todas que
^sté llena de todas las perfecciones.
Esta Esposa amada de Dios de una ma
nera tan particular , es la que despues de
Dios debe reynar en nuestros corazones .ya
la que se deben dirigir todos nuestros senti
mientos.
El amor que Dios la tuvo llegó hasta con
cederla todos los privilegios que pudieran
distinguirla entre todas las demas , y el que
nosotros debemos tenerla la debe distinguir
de todo lo que puede merecer despues de
Dios nuestros afectos,
Dios
(i) Cantlc. <5. 7.
3°T
Dios la ha amado hasta darla el primer.
lagar despues de él en la tierra y en el Cie4
lo ; y nosotros , despues de Dios , no debe
mos tener ni en el Cielo ni en la tierra otro
objeto mas digno de los homenages de nues
tro respeto y de nuestro amor.
No habido ningun justo que no la haya
dado en su corazon el primer lugar despues
de Jesns.
Los Santos Padres nos dicen que en vano
se lisonjeará ninguno de amar al Hijo , si no
ama juntamente á su Madre, porque estos dos
Amores no pueden separarse. I
Ellos mismos nos hacen mirar el amor que
tenemos á María como una de las pruebas mas
seguras que se pueden tener de predestina
cion , y como uno de los dones mas precio
sos de la gracia. ».
Pero aun quando nada de esto hubiera,
el amor que María nos está manifestando con
tinuamente , ¿ no nos persuade sin cesar el
amor que nosotros debemos tenerla ?
Esta misma Madre indaga nuestras necesi
dades : siente nuestras aflicciones : previene
nuestras súplicas : suple nuestros defectos ; y
olvida nuestras ingratitudes. ¿Pues por qué no
sotros no la hemos de corresponder manifes
tándola mutuamente un amor tierno y eficaz}
Aprovechemos con cuidado las ocasiones
de agradarla , y hagamos que nada nos parez
ca pequeño quando se trate de su servicio.
To
J02
T>do es grande en efecto , en todo lo que
íiira al servicio de la Madre de Dios , de la
Soberana del mundo.
Asistamos con prontitud á todo lo que
pertenece , á su culto y á quanto pueda coa
tribuir á hacerla honrar y amar.
, Ofrezcámola cada día con exactitud y
puntualidad el tributo de nuestros labios y
los homenages de nuestros corazones, y pon-,
gamos nuestra gloria en ser del número de
sus siervos declarados.
' Levantemos nuestro entendimiento y nues
tro corazon ácia su Trono , ó para admirar
sus grandezas y perfecciones , ó para implo
rar su proteccion.
- Exercitemos las limosnas , ayunos y de
mas obras de caridad y mortificacion con áni
mo de honrarla, imitando sus virtudes.
Freqüentemos los Sacramentos en los
días de sus fiestas para celebrarlas mas san
tamente , y hagamos alguna vez , si nos fue
se posible , ofrecer el Sacrificio del Altar en
accion de gracias por los dones y preroga-
tivas con que Dios se dignó enriquecerla. .
Visitemos muchas veces los Templos eri
gidos á Dios en honor suyo ; respetemos sus
imágenes y las personas y lugares que la estant
especialmente consagrados. . .,
Asistamos lo mas freqüentemente que nos
Sea posible á los exercicios públicos de su
culto , á los discursos que traten de sus vir-
tu-
3°3
tudes , de sus prerogativas y de la devocion
que debe tenerla todo buen christiano. •
Estos son los medios con los qnales el
que sea hijo verdadero de María debe ma
nifestarla su amor , y procurar atraerse siemr
pre mas el de su Madre.
¡O Poderosa protectora y Madre tierna
de los hombres! ¡ó María! bien conoceis la
sinceridad de la resolucion que formo de ser
fiel á estos santos exercicios.
Doy gracias al Señor por los sentimien
tos de amor que me inspira ácia Vos, con lo
que me da una prueba segura del amor que
me tiene.
La fidelidad con que me propongo ser*
viros excederá á la de todos vuestros sier-
vos , y aun á la de aquellos hijos que os
sirven con mas fervor. •*
¡ Oxalá que mi fidelidad pudiera competir
hasta con la de los mismos Angeles ! pero
esta dicha está reservada para el Cielo.
CAPITULO VI.
Del zelo que debe tener un hijo de María
for los intereses y gloria de su Madre.

MARiA. JOLijo mio , yo soy tu Madre, y


te estoy d.unio repetidas pruebas de ello en
los beneficios que aiciinzas ce i/ius.
Tu
SP4
-.:• Tú eres mi hijo , y baxo de este concep
to me rindes homenages , me llamas á tu so
corro en las penas y tribulaciones que pade
ces , y esperas en el poder que tengo cerca da
Jesus.
Pero advierto que entre todos los medios
de manifestarme tu amor , hay uno de que
haces poco caso.
SIERVO. Dignáos , pues , de dármele á co-
nccer ¡ó Madre mia! Ninguna cosa descomas
que llenar todos mis deberes para con Vos.
MARiA. Es , hijo mío , el que no procuras
bastante el que se me dé el honor y la glo
ria que se me debe. Parece que muchas ve
ces te cuesta demasiado trabajo el tomar mi
defensa contra mis enemigos.
El zelo que yo tengo por tí es el que tií
debes imitar en defender mis intereses , y en
hacer glorificar , honrar y amar á tu Madre.
No es bastante el que aie des tu corazon
despues de Jesus , si no aprovechas las oca
siones que te se presentan para ganarma
otros.
M¡ta, hijo mio , los esfuerzos que ha he
cho y hace diariamente la heregía para des
terrar , ó á Jo ménos debilitar mi culto. A tí
te corresponde el reparar estos ultrages en
quanto esté de tu parte.
SIERVO. En efecto ¡ó Virgen Santa! siem
pre el infíen/o se ha desatado contra Vos. El
nombre de María . este nombre tan venera
bit
ble y tan dulce para todos fieles , le ha sido
siempre odioso.
Vos sois aquella muger (i) de quien de»
cía el Señor al principio del mundo que de
bió, quebrantar algun día la cabeza de la, • •
serfíente ; y esta es la causa del odio impla
cable que os tienen los demonios.
Como no desean sino perder á todos los
hombres , quisieran que ninguno recurriese á
Vos, y borrar , si les fuese posible, la alta idea
qne tenemos de vuestra misericordia y pode
rosa intercesion para con nuestro Redentor.
Es infinitamente glorioso para María el
que sean solo los Hereges los que se levan
ten contra ella , y el no tener otros enemi
gos que los de Jesus.
i.' María es aquella Torre de David (í)
de donde fcnden mil escudos : las armas de
los enemigos, de quienes ha triunfado , la ser
virán siempre de trofeos.
Dios por otra parte suscitará siempre de» ..
fensores zelosos de su gloria , porque las fuer-
tai del infierno no podrán jamas prevale
cer contra ella. • J
--- ¿Qué acciones de gracias no debo yo
:dar á Dios por haberme hecho nacer en el
•seno de la verdadera Iglesia , en donde tengo
la dicha de conoceros y amaros ? »
Pero Madre mía , si es verdad que yo os
amo,
(i) Genes. 3. í$< (i) Caflt. 4. 4.
;•/,> V
•306
amo , no hay duda que debo defender vues
tros intereses y aprovecharme de las ocasio
nes de procurar vuestra gloria.
Me ocuparé , pues , en adelante en au-
mentar quanto me sea posible el número de
vuestros siervos.
Aconsejaré , quando la ocasion se me pre
sente , á mis parientes , amigos y conocidos
los exercicios de devocion en honor vuestro,
y tendré la mayor satisfaccion en ocuparme
•con ellos en vuestros soberanos misterios.
Si no pudiere con .mis palabras encender
el fuego de vuestro amor en los corazones
-tibios y enfermos , procuraré hacerlo á lo mé
nos con mi exemplo.
Pero sobre todo no consentiré jamas que
se os ultrage en mi presencia. ¡ Ah! quien no
os conoce, no merece ser conocido. No quie
ro tener amigo que no os ame.
¡O Dios mio! derramad vuestra gracia en
el corazon de todos los hombres , para que
«oneciendo y amando á Jesus su Redentor,
aprendan de este modo á conocer y amar á
su soberana Madre.
i ¿Es posible que ha de haber hombres que
carezcan de sentimientos por aquella que ha
sido desde la eternidad el objeto de las com-
placcncias del mismo Dios?

CA-
CAPÍTULO VII.
Del poder que tiene-con Dios la Santísima
Virgen en favor de los hombres.

Laría es la Hija querida del Eterno


Padre , la Madre del Hijo , y la Esposa del
Espíritu Santo. Penetrad bien el sentido de
estas palabras , y concebiréis una idea tan
grande de su poder , á la qual nada se la pue
de añadir.
Siendo como es la Hija•• inmaculada 'jet
Padre celestial , y la mas perfecta , de todas
Jas criaturas , ¿qué poder no tendrá sobre
su corazon? .:•
El mismo es el que la ha dado en el Cie
lo un poder que iguala á la plenitud de gra
cia con que la enriqueció en otro tiempo
sobre la tierra.
-•:• Madre de un Dios hecho hombre tan real
y verdaderamente como son madres nuestras
las mugeres que nos han dado á la luz del
mundo , ¿y no seria escuchada de su Hijo?
• Todo lo que puede el Hijo por sí mismo,
puede la Madre mediante su intercesion. Esre
es el lenguage de los Santos Padres. '
Dudar si María tiene bastante poder con
•Dios para alcanzar las gracias que nos son ne
cesarias , es dudar si el Hijo honra á su Madre.
Va Sa-
So8
Salomon decía á Bethsabee , que erajus
to escucharla favorablemente (r) ,forqut
era su madre. ¿ Y no deberá esperar María
quando pida por sus hijos una respuesta se
mejante de un tribunal en donde tiene dere
chos mil veces mas santos y mas señalados?
Qiundo rogamos á Dios por la intercesion
de los Santos , el amor que les tiene , y la
conñanza con que les pedimos , suelen como
obligarle muchas veces á que nos oiga favo
rablemente ; pero quando le suplicamos po
niendo á María por intercesora , su misma
dignidad de Madre de Dios es la que habla
por nosotros.
Quien piense que el mismo Dios quiso
estarla sometido en la tierra , ¿se presumirá
que ahora que rey na con él en el Cielo, tiene
ménos atenciones con ella? ,
£1 Señor la ha dado una como inspeccion
general sobre todos sus bienes, y se complace
en comunicárnoslos por su medio.
Si una esposa tiernamente amada no pue
de ménos de ser atendida de su esposo ; ¿co
mo AI -i ría , siendo la Esposa del Espíritu San
to , no podrá aplacar á este Divino Esposo
en nuestro favor , y conseguir de él grandes
favores?
Dios por otra parte la ha constituido Rey-
na del Cielo y de la tierra ; con que es consi-
euien-
(*) 3- Reg. a. ao.
guíente que la haya comunicado un poder
conforme en todo á esta qualidad.
Una Reyna tendría sin duda este título
en vano , si no pudiese socorrer á los mise
rables , y hacer algunos dichosos.
Dios que por mtercesion de los Santos ha
obrado muchas veces los mas grandes prodi
gios , ¿ seria ménos atento á las súplicas de
aquella que es la Reyna de los Santos?
¡ O Virgen bendita de los Angeles y de
los hombres ! no me queda duda del po
der que teneis para con Dios , y así yo
me pongo enteramente baxo de vuestra pro
teccion.
Proteccion segura que no falta jamas , pro
teccion poderosa que vence todos los incon
venientes , y proteccion universal de la qual
no se excluye á nadie.
Es verdad que soy un hijo criminal que
he cometido mil faltas contra mi Padre , é in
digno de que Dios me escuche ; pero ¡ó Ma
ría ! yo os pongo por mi medianera.
¡ O Madre de mi Dios ! dignáos velar so
bre mi conducta , y dirigir mis pasos en to
do tiempo y por todas partes , porque todo
está rodeado de peligros así temporales como
espirituales.
Os pido principalmente vuestra protec
cion para aquel dia fatal , despues del qual ni
hay mas tiempo ni gracias que esperar , para
este momento crítico y decisivo en que de-
be
3io
be terminar mi carrera y comenzar mi eter
nidad.
No porque yo intente ¡ó Madre de mi
sericordia ! vivir en adelante en una ociosidad
criminal , y descansar sobre la viva esperan
za que tengo en Vos ; no , no es éste el es
píritu de vuestros siervos.
Sino parque ayudado de la gracia de Je
sus , que espero que me habeis de conseguir,
corresponderé ;í vuestros cuidados , y obraré
de acuerdo con Vos , para que de esta suer
te pueda llegar á gozar de aquella felicidad
eterna, á la qual quereis conducir á todos los
que os sirven.
CAPITULO VIII.
Dí los sentimientos de bondad de que está
, fenetrado en favor nuestro el corazon
de la Santísima Virgen.

SIERVO. JuN o es necesario ¡ó Virgen San


ta , y Madre de misericordia I no es necesario
sino que nosotros os manifestemos nuestras
necesidades y miserias para que Vos interce
dais con Jesus para nuísiro alivio.
¿Gomo no os habeis de interesar por nos
otros , si considerais que el mismo Hijo de
Dios tomó en vuestras entrañas una carne se
mejante á la nuestra solo por redimirnos?
'•i Sois
3"
Sois Madre de Jesus , y esto basta pa
ra que no olvideis á los hermanos de Jesus,
miembros y coherederos de Jesus.
En qualquiera situacion en que nos ha
llemos , por triste y desgraciada que sea ,
siempre seréis para nosotros un recurso in
falible , porque vuestra bondad se extiende á
todo.
Los anales de la Iglesia nos presentan innu
merables testimonios de vuestro inmenso po
der , y de vuestra compasion solícita.
Vos sois aquella ciudad de Dios (i) , ce
lebrada por los bienes que nos procurais , y
de la qual se refieren cosas admirables.
\ Ay de mí ! nos quejamos de los males
que padecemos , sin reflexionar que los pa
deceríamos mucho mayores si vuestras con
tinuas súplicas no detuviesen el brazo de la
divina justicia.
No nos venamos muchas veces en tan
triste y miserable situacion como nos vemos
si acudiesemos á implorar vuestro socorro.
Mas no , no pensamos en esto ; sin em
bargo de que la Iglesia nos enseña desde
nuestros mas tiernos años á llamaros el con
suelo de los afligidos y el socorro de lot
Christianos. -,
Vos lo sois en efecto. ¿Qué hombre ha
brá, por mas ingrato que sea , que se atreva
-r á
(i) Psalm. 86. a. . • . .
V4
á decir que os ha invocado algnna vez y no
le habeis oido? •'
Si vuestra intercesion no alcanza siempre
de Dios las gracias que deseamos por motivos
que no debemos procurar saber , á lo ménos
nos consigue siempre la gracia de la pacien
cia , de la constancia y resignacioii en la vo
luntad de Dios.
Dios quando os crió , os destinó para que
fueseis nuestra abogada , nuestro refugio , nues
tro consuelo y nuestra madre , y os dió á
este ñn la mas grande propension á la mise
ricordia.
Miéntras Jesus estuvo encerrado en vues
tro seno , ¿ quién duda que comunicaría á
vuestro corazon todo el carácter del suyo?
Siendo como sois imágen verdadera de
aquel divino moledo , á quien tuvisteis pox
espacio de treinta y tres años delante de
vuestra vista , poneis como él todas vuestras
complacencias en hacer (i) bien y socorrer
á los miserables,
Desde este trono de gloria , en que os ha
colocado el Ser supremo , procurais imitar su
clemencia. Vuestra poderosa intercesion ha
ce que baxen mas freqüentemente sus gra
cias que sus castigos sobre los hombres , aun
sobre los mas ingratos.
i Ah Virgen Santa ! para juzgar yo de la
bon-
(0 Act- jo. 38.
•i /
béridad de vuestro corazon , no tengo maj
que consultar al mio, y considerar los senti
mientos que han grabado en él vuestros be
neficios continuos.
Hay en «I corazon de todos los fieles
unos sentimientos tan grandes de vuestra bon
dad, que son sobre toda expresion y discurso.
CAPITULO IX.
í..; - .. .
De la invocacion de María.

MARiA. JOlijo mio , en qualquiera si


tuacion en que te halles , por triste y deses
perad* que sea , llámame á tu socorro, y yo
intercederé por tí.
'• • Sea lo que quiera lo que desees , como
no sea contrario á la gloria de Dios ni á ta
salvacion , siempre te oiré favorablemente.
No me pidas ninguna cosa sino con un
firme deseo de que se cumpla la voluntad de
Dios. Una súplica hecha de este modo no
queda jamas sin algun fruto.
Hay algunos Christianos que no reparan
en pedirme que yo les consiga lo que saben
muchas veces que no es conforme á la vo
luntad de Dios. ¿ Y deberán estos esperar que
yo les oiga?
Hay otros que no piensan en invocarme
sino quando desean bienes de la tierra , y es
tan
3*4
tan por otra parte en una perfecta indiferen
cia sobre los bienes de la gracia.
Si yo ruego por ellos , no es para alcan
zarles lo que me piden , que las mas veces
les seria dañoso y perjudicial , sino otras co
sas que no piensan en pedirme , y le,s serian
mas útiles.
Pido para ellos aflicciones y trabajos para
que , conociendo por este medio la vanidad
de ias cosas del mundo , les hagan levantar su
corazon al Cielo. ;
Gracias de conversion y de salud , gra
cias para adelantar en la virtud y contraer
grandes méritos ; e$to es lo que es necesario
pedirme ante todas cosas. Siempre oigo favo
rablemente semejantes súplicas.
Ño pido bienes temporales para los que
me invocan , sino quando veo que pueden
contribuir á un bien sólido y verdadero.
El vencimiento de un pleyto y una abun
dante cosecha serian algunas veces cosas muy
funestas para los mismos que ias desean. Por
lo comun el que está en medio de la abun
dancia no piensa en la eternidad. •
• Los enfermos me piden ordinariamente
que les consiga el alivio de sus males; pero
sin embargo yo no pido á Dios sino aquellas
gracias que les son mas necesarias en el estado
en que se hallan. ; ,¡ r
No soy yo de aquellas madres á quienes
ekgael cariño y no les d«xa procurar el ver-
: :i da
¿adero bien de sos hijos. El amor que te tengo,
hijo mio, no, no me hará obrar de otra suerte.
Yo no intercedo con Jesus sino para ob
tener aquello que conozco que te será mas
útil para este mundo y para el oíro.
Baxo de esta inteligencia recurre siempre
con confianza á mi proteccion. Recurre á ella
en todos tus trabajos de qualquiera naturaleza
que sean.
Como estas aflicciones te serán freqüentes,e$
necesario que mi nombre , despues del de Je
sús , esté siempre sobre tus labios , y que le
téngas grabado profundamente en tu corazon.
SIERVO. Mar'a ¡ó nombre sagrado! ¡ ó nom
bre amable ! jamas se pronuncia con confian
za sin que se logre algun provecho.
Feliz el que le repite muchas veces con
amor , que le saluda devotamente , que le
respeta con sinceridad, y que le invoca en to
dos sus trabajos.
Despues del nombre de Jesus, que es nom
bre sobre todo nombre , no hay ninguno mas
venerable , ni mas dulce , ni mas amado de
todos los fieles. ••••• •
A la invocacion de este nombre , el pe
cador se siente lleno de esperanza en la mise
ricordia , el justo aumenta su caridad , el que
está en la tentacion consigue la victoria so
bre sus pasiones, y el afligido se llena de toda
•paz y consuelo. • •
¡ Ah! este sagrado nombre de María será,
des-
despues del de Jesos , mi recurso en mis
aflicciones , mi consejo en mis dudas , mi
fuerza en mis combates y mi guia en todos mis
pasos.
CAPITULO X.
De la confianza que debemos tener en
María , y de la que deben tener los pecado»
res que quieren volverse á Dios y alean-
í zar su ferdon.
SIERVO. JOLijo mío, conozco qne no tie
nes en mí una confianza tan perfecta como de
bieras. Unas veces dilatas el invocarme en tas
necesidades , y otras parece que lo haces con
cierta desconfianza dela voluntad que te tengo.
Yo quisiera que tuvieras en mí aquella
confianza que tiene un hijo en su madre , cu
ya bondad y ternura le'es bien conocida.
Quisiera que recurrieras á mí en todo
tiempo , en todo lugar , y en todas tus ne
cesidades así temporales como espirituales , y
aun en las de tus parientes y amigos.
El no recurrir á mi intercesion sino da
tiempo en tiempo , y como hacen algunos
Christianos , en los dias de mis fiestas , y en
sus mas urgentes necesidades , ¿es acaso tenec
en mí una entera confianza?
; Imita á la Iglesia, hijomjo, que no pide nin
guna cosa á Dios sin valerse de mi intercesion-
No hay ninguna gracia para la <juaj no
' re
S'7
recurra á mí como á aquella por cuyo me
dio se complace el Señor en comunicarlas ;t
•as hijos.
, Su conducta es siempre conforme al espí-
ritu de Dios , y ella debe ser la regla de la
tuya. Es necesario que á su imitacion tengas
en mí una conñanza continua , universal , ar
diente , dulce y amorosa. . f
• •:• Recurre á Dios por medio de Jesus que
«s el solo y único medianero entre Dios y
los hombres ; pero á Jesus has de pedirle po
niendo á su Madre per intercesora , porque
yo soy uno de los caminos mas seguros para
llegar á él , y que te reciba favorablemente.
SIERVO. ¡ O Reyna del Cielo ! reconozco
vuestro poder y vuestra bondad :.pero decid
me , M'adre mía , ¿no es indigno de Vos el
interesaros por un pecador como yo?
j Es posible que una Virgen tan pura, tan
Zelosa por el amor de Dios y tan perfecta
rpueda mirarme con ojos tan propicios ? .- í
MARiA. Hijo mio, ¿no soy yo el refu~
gio de Jos pecadoresl intercedo por todos
aquellos que me invocan con confianza quan-
do quieren volver al servicio de Dios.
Dios , movido del interes que yo tomo en
su reconciliacion, jamas dexa de oir mis ruegos.
Yo misma soy el único recurso que les
queda á muchos pecadores , y el solo medio
que Dios les da para que vuelvan á entrar en
íu amistad. ,::...:...•,
¿A qnántos Christianos no he alcanzado
yo el perdon de sus delitos por grandes que
hayan sido? Me han pedido que les cubriese
con mi proteccion contra la divina justicia,
y yo los he protegido hasta conseguir hacer
la paz con su soberano Juez.
Hay pecadores que estan resueltos á vi
vir en su pecado , y se lisonjean no obstante
de que yo les conseguiré la gracia de no
morir en él. Confianza presuntuosa , y pre
tension que me hace muy poco honor. ¿- i
Otros hay que gimen baxo el peso de
sus cadenas , y hacen esfuerzos para romper
las ; pero conocen su debilidad , y recurren á
mí con confianza : esperan que por mi inter
cesion han de conseguir la gracia de fortaleza
que necesitan y el perdon de sus pecados.
j Ah ! ninguna cosa deseo, mas que el que
vengan á mí estos pecadores , que se acer
quen á mí con confianza , seguros de que no
los arrojaré .de mis pies , sino que los recibiré
con amor.
SIERVO. ¡O Madre de mi Sfñorl (i) en el
momento en que llego á oír vuestra voz , mi
turbacion se disipa , y quedo penetrado d«
la confianza mas viva. •• .
Vos sois para mí como aquella paloma
que se presentó despues del diluvio con ua
ramo de oliva , que es símbolo de la paz. ;r>
Re*
(x) Lue. i. 43. 44. . .,';
Recibid baxo vuestra proteccion saluda
ble á un pecador lleno de confusion , contri
to y arrepentido de los desórdenes de su vi
da , que quisiera borrarlos hasta con su pro
pia sargre.
Álcanzadme la gracia de que llore amar
gamente las culpas que he cometido , y. de
que pierda la vida ántes- que volver á co
meter los pecados , que detesto de todo mi
corazon. • • i•- "--- j. ..-•,. \¿u-.'. ..i
Por el fruto bendito de vuestro vientre
hicisteis la paz entre Dios y los hombres , ha-
cedla tambien entre mí y mi propia concien
cia , entre mí y mi Dios. t- .; »t- ,t
\0 Virgen poderosa \ \ ó Madre llena di
•bondad \ jquántas acciones de gracias no de
bemos rendiros por tantos beneficios como
recibimos diariamente de Dios por vuestra
intercesion? : ... •, ..•(.,,-.•;• -•
¡Oxal.i que todos los corazones os fuesen
consagrados para siempre! ¡ que todas las bo
cas de los hombres no cesasen de publicar y
de celebrar vuestras alabanzas !
Y finalmente , que los Cielos digan sin
cesar á la tierra , amor , gloria á María , y
que la tierra responda incesantemente á los
Cielos , gloria , amor á María , en ¡a eterni
dad (i) y por toda. la eternidad. • 'i

(i) Mich. 4. 5.
-. . . CA-
320 ^
CAPÍTULO XIí ,.7
De la oracion que se llama comunmente la
---,'¡ ¿r. . Salutacion Angélica, ,
- -'• Jiís muy freqüente entre los Christia-
lK>s .invocar ala Santísima Virgen haciéndo
la esta oracion ; ¿pero se reflexiona como se
debe lo gloriosa que es para María , y la
instruccion
• •• * y consuelo que encierra para sus
hijos?- •• ir ?•. ' ••
-tu ¿La meditan ellos alguna vez al pie de los
altares, para rezarla siempre despues con aquai
respeto humilde que inspira , y con la atencion
que pide? ! .
-• Es verdad que vosotros saludais á María
como llena de gracia ; ¿pero habeis compre-
hcndido bien toda la grandeza que en sí en
cierran estas cortas palabras? Pues es lo mismo
que decir , que María tuvo la gracia santifican
te , las gracias actuales , las virtudes sobre
naturales, y todos los dones del Espirita
Santo. .-
Quando pronuncieis aquellas palabras , re
gocijaos al considerar ia plenitud de bienes de
que la colmó el Señor , y suplicadla que os dé
alguna parte en aquel rico tesoro.
Despues la decís: el Señor es contigo. Y
en efecto , Dios estuvo con María de una ma
nera mas particular que lo estuvo con las de
mas criaturas , y aun coa los mismos justos.
Estaba Dios con ella para protegerla, y crino
para dirigir todas las potencias de su alma.
Quando saludeis á María de esta suerte,
concebid dentro de vuestro corazon el mas ar
diente y elicaz deseo de participar algun dia
de la dicha inestimable de esta Virgen.
¡Mi! el que tiene al Señor consigo; ¿qué le
queda que desear? ¿qué tiene mas que esperar,
ni deFel•citaLs
que se puede
tambienafligir?
á María , diciéndolá que
es bendita entre todas las mttger.es ' que es
lo mismo que decir, que Dios la dispensó unos
privilegios , que no ha tenido á bien el conce
der á ninguna otra criatura.
Manitestadla interiormente la grande ale
gría que concebis por el amor excesivo que
Dios la ha tenido , y por las bendiciones que
se le dan en el Cielo y en la tierra.
Luego añadís con Santa Isabel : que es
bendito el fruto de su vientre : porque en
efecto , el Hijo de María es bendito , adora
do y glorificado en todo el universo.
Gozad por un momento del placer que
siente con esto una alma que verdaderamen
te ama á Jesus.
La Iglesia ha hecho que pidamos despues
á la Santísima Virgen el que ruegue por nos
otros pecadores. Con lo que ha querido dar á
entender : que siendo los pecadores por sí
misinos indignos de ser oidos por las grandes
Iniquidades que han cometido costra Dios, se
X TÍ
rá escuchada María , si se resuelve á pedir por
ellos.
Sí, Dios oirá á María, porque es su .Ma
dre. Y e.sta es la razon por qué la Iglesia
quiere que la invoquemos baxo de este títu
lo , que la es tan amado y tan glorioso.
Es lo mismo que si la dixesemos: Santa
María , Vos sois Madre de Dios , el poder
que teneis con vuestro Hijo no conoce lími
tes , y este poder unido á vuestra bondad , es
el fundamento de la esperanza que tengo en
Vos.
Pedis finalmente á la Santísima Virgen,
que niegue por vosotros ahora y en la hora
de vuestra muerte. Los peligros de la salud
son continuos durante la vida, y siempre hay
necesidad de una proteccion poderosa.
Pero en la hora de la muerte , en la qual
vuestros enemigos redoblarán sus esfuerzos pa
ra perderos , es aun mucho mas. necesaria es
ta proteccion.
¡Momento terrible el de la muerte! es ver
dad. Pero un verdadero siervo de María no
muere jamas con la muerte de los réprobos.

CA-
323
F - . "

CAPÍTULO XII.
De la confianza que debemos tener en
María mientras vivimos en esi e
-«.-".• mundo.

—. SIERVO, -ftjp Virgen santa! los enemigos


de mi salud me cercan por todas partes. No
piensan sino en robarme la gracia y la amis
tad de mi Dios : deftndedme de sus embes
tidas, y alcanzadme la victoria.
Vos sois la Hija del Dios de los Exér-
cítos ; y si mis enemigos llegan á conocer
vuestro poder , huirán léjos de mí.
Sois la Madre de aquel que manda á los
•vientos y á las tempestades ; y solo con que
Vos digais una sola palabra en mi favor , me
quedaré en paz.
Sois la Esposa del Espíritu de la luz y de
la fortaleza : pues haced que yo conozca y
ponga por obra los medios de vencer tan ter
ribles enemigos.
ErTfnedto de la turbacion en que estoy,
no me queda otro recurso que arrojarme á
vuestros brazos , así como un hijo se arroja al
seno As su madre quando está poseido de
temor.
Por grande y miserable pecador que sea,
Jesus quiere que me mireis como á hijo vues
tro. Este es el tiempo de manifestar que te-
X i neis
neis por mí verdaderos sentimientos de Madre.
Ésta gracia es la que os pido, no por quien
yo soy , que no merezco seguramente ningu
no de vuestros cuidados , sino por el amor que
tcncis á vuestro Hijo Jesus.
Los pobres acuden á los ricos en sus ne
cesidades ; les piden , y suelen lograr su ali
vio. Y Vos, Madre mía, que sois la So
berana del Cielo y de la tierra , ¿no escu
chareis la súplica de un hijo pobre y mise
rable , que solicita vuestra bondad?
Pero, ¡ó Virgen santa! si pedis por mí
la gracia de que no vuelva á caer en los
lazos que me tienden los enemigos de mi
salud , pedid al mismo tiempo la de que llo
re amargamente mis iniquidades pasadas , y
que alcance el perdon de todas ellas.
Sí , Madre soberana : conseguídmelo to
do de una vez j no solamente el cumpli
miento del deseo que tengo de no servir ja
mas á otro dueño que á Jesus , sino tam
bien un vivo dolor por los pecados que he
cometido contra él miéntras he servido al
mundo su enemigo.
No mireis á lo que soy por mí mismo
y por mis culpas , sino á lo que valgo por
el precio infinito de la Sangre que me ha
redimido. t
Dios quiso que fueseis testigo de la muer
te de Jesus en el Calvario , para que he
redando Vos sus sentimientos á favor de los
pe
pecadores , picUeseis por dios misericordia
Quando -vuestro corazon se aba mas
penetrado al ver los oprobrios y los dolores
¿e Jesus Cruciíicado , entónces, entónces fbé
quando me fuisteis dada por Madre , para
•que este mismo corazon se compadeciese al
gun dia de mis necesidades y miserias.
¿Quántos pecadores estan hoy gozando
de aquella gloria, inmensa , que hubieran pa
decido eternamente en el infierno , si no r.u-
bierais Vos intercedido por ellos? Pues pe
did para mí las mismas gracias de peniten
cia que les alcanzasteis.
Ño se ha oído jamas qne os hayais ne
gado á escuchar la súplica de na pecador,
que reconociendo la multitud y gravedad de
sus ofensas , ha recurrido á Vos para soli
citar su perdon.
: -¡O María! ¡qué gloria tan grande no es
para Vos el hacer Dios que dependa en al-
§una manera de vuestra intercesion el per-
on de tantos criminales!
El que yo deseo alcanzar por vuestra
mediacion, contribuirá, si lo consigo , á vues
tra mayor gloria.
En fin, ¡ó Virgen santa! interceded por
• mí , para que yo persevere en el santo te
mor y amor de Dios. Dignaos de alcanzar-,
jne esta gracia , que las mayores virtode'
no serán bastantes para conseguirme-' -idióso ,
to no tengo que temer siendo "*
x.-
misma dboJtHaa e inconstancia?
Vuestro nombre , el dulce nombre de
María , es un nombre en virtud del qual
se pueden esperar las pruebas mas señaladas
de la amistad de Dios.
¡ Ah 1 Acordaos , Madre mía , sí , yo oí
lo suplico , que si tengo la dicha de morir en
el santo temor y amor de Dios, habrá una
alma mas que le bendecirá , le alabará , y
le amará con Vos en aquella bienaventu
ranza eterna.
CAPÍTULO XIII.
De la confi.mza que debemos tener en María
á la hora de la muerte.
¡O Malre del Redentor! ¡O María! Ya
estoy en los últimos instantes de mi vida:
ahora , ahora es quando necesito mas que nun
ca de vuestra ayuda, •
Me veo como colocado entre el Paraí
so , y el Infierno. ¡Ay de mí! ¿quál será
mi suerte , si no usáis en mi favor del po
der que teneis con vuestro Hijo?
En vuestras manos tiene colocadas las gra
cias m ¡s preciosas , para que las distribuyais
entre los hombres. Derramadlas sohre mí: es
ta es la ocasion en que nr:s necesito de ellas.
Ya comienza á abrirse el Tribunal adon
de voy i dar cuenta de mi viJa : hablad
á mi favor antes de presentarme yo. Espero
que la Madre de mi Juez me alcanzará un
juicio favorable.
Estrella del mar , sed mi guia en me
dio de las tempestades , que me amenazan
un próximo naufragio, y conducidme á puer
to de salud.
Luz celestial , disipad las ñutes -que el
espíritu de las tinieblas procura derramar den
tro de mi alma. Sosegad la turbacion en que
estoy quando pienso en los pecados de mi
vida. Alcanzadme un arrepentimiento vivo, y
eñcaz.
Modelo de toda virtud , conseguidme la
gracia de que permanezca en mí la fe en
todo su vigor , la esperanza en toda su fuer
za , y la caridad en toda su perfeccion.
Os doy gracias por todas las bondades
que habeis exercitado conmigo durante mi
vida , aun en aquellas ocasiones en que mé
nos las merecía. ¿Me negaréis vuestra asis
tencia ahora que mi confianza en Vos se au -
menta á proporcion de la necesidad en que
me veo?
No , Madre tierna , y la mas tierna de
todas las madres : no os apartaréis ni aun por
un instante de un hijo vuestro que se va á mo
rir. Asistidme hasta*6l último suspiro.
Muero .con sumision , pues que Jesus ha
ordenado mi muerte; yá pesar del horror
natural que la tengo , muero gustoso , pues
X4 que
que muero baxo vuestra proteccion.
Contemplaré dentro de poco tiempo , co
mo espero , las grandezas , las perfecciones,
los atractivos , y los triunfos de Jesus , y
admiraré el trono maravilloso de vuestra gloría»
Ya se acerca mi agonía , y mis labios no
podrán implorar vuestra asistencia ; pero mí
corazon siempre os hablará.
Pronunciaré mil veces de lo mas íntimo
de mi alma los nombres sagrados de Jesus
y de María : yo os suplico , ¡ó Jesus mio!
que mireis todos los suspiros y movimien
tos de mi corazon durante mi agonía , co
mo otros tantos actos de amor por Vos y
por vuestra santa Madre.
¡ Ay , Señor! tened piedad de mí. No
me atrevo á decir porque soy (i) vuestro
siervo. ¡ Ay de mí ! Aquí teneis , Señor , un
grande pecador , que no sabe si ha tenido
la dicha de aplacar vuestra justicia ; pero á
lo ménos tened piedad de mí , 'Dios mio,
farque soy hijo ae vuestra Sierva.
Vos me habeis hecho la gracia de que
' yo haya tenido toda mi vida una grande
confianza en María. Os doy gracias porque
siento aumentarse lossentimientosdeesta con
fianza én el momento mas crítico de mi sal
vacion.
¡ O Dios m!o , y Dios de misericordia1.
es-
(i) Píalra. irg. itf.
329
este es un nuevo favor qoe me disoensais,
porque quereis salvarme á ruegos de esta
Virgen , á la qae vuestra Iglesia nos ense
ña á invocar en todo tiempo, y sobretodo
en la hora de nuestra muerte.
CAPÍTULO XIV-
De la devocion con 5. jfoseph , Esfoso de la
Santísima Virgen.
mayor prueba que podemos dar á
la Santísima Virgen del amor que la tene
mos , y prueba que la es sin duda muy apre-
ciable , es la de tomar á sa Santo Esposo
Joseph por objeto principal de nuestra de -
vocion , y consagrarnos á su servicio.
Y en efecto , ¿ qué estimacion no debe
rnos hacer de este Santo? ¿de un hombre
á quien Dios escogio para que fuese Tutor
de la infancia del Verbo Encarnado , tes
tigo y protector de la virginidad de su Madre?
Este Santo veló continuamente en la cus
todia del verdadero Tabernáculo de Israel:
trasladó el Arca de la nueva alianza , segun
las circunstancias de los tiempos ; y tuvo co
mo en depósito el precio de la salud y de
la redencion de los hombres.
¡Qué gloria tan admirable haber tenido
en esta vida una autoridad legítima sobre k
Reyna del Ciclo y de la tierra , y aun so
bre
330
bre el Rey de los siglos , Rey inmortal , ct
quien pertenece toda gloria*.
Para poder formar alguna idea de este
mérito tan excelente , ho es necesario sino
considerar que San Jnseph fué Esposo de
María. Las virtudes d-1 uno hacen venir en
conocimiento de las virtudes del otro. Ma
ría recibió de Dios un Esposo digno de ella.
Pero sobretodo considerad que el Niño
Jesus reposó mil veces sobre su casto seno.
¿Qué impresiones celestiales no recibiría su
corazon de €ste Niño Dios?
Joseph vivía con aquel que es la fuen
te de todas las gracias , y con la que es co
mo el canal por donde se comunican ; ¿ pues
quántas riquezas espirituales no recibiría?
Paciencia , dalzura , humildad , amor del
próximo ' amor de Dios , todas las virtudes
brillar'an en él , y las poseerla en el grado
mas sublime.
¡ O alma christiana , que quieres dedicarte
á los exercicios de una vida devota é inte
rior! si deseas alcanzar las gracias necesarias,
recurre con confianza á la intercesion de un
Santo que los practicó de una manera tan
perfecta.
La Iglesia ha erigido á Dios templos en
su honor : ha .establecido su fiesta ; y convi
da á los fieles con ciertas prácticas de devo
cion, que ella misma autoriza , á que le mi-
icn como á uno de los mas poderosos pro-
tec
tectores que pueden tener para con Dios.
El nombre de Joseph se invoca devota
mente por todos los fieles , y le junun fre-
.qüentemente con los de aquellas personas sa
gradas con quieres tuvo en este mundo la
mas estrecha alianza.
Si en el tiempo en que Jesus y María vi
vían en Nazareth, hubieramos deseado alcan
zar alguna gracia, ¿de qué otro mediador mas
poderoso nos pudieramos haber valido que de
San Joseph ? ¿Pues qué tendrá acaso en el dia
ménos crédito? Id , fues , á Joseph (i) pa
ra que interceda por vosotros. De qualquie-
ra naturaleza que sea la gracia que deseeis,
Dios os la concederá á sus ruegos.
Aun hay mas. De qualquiera condicion
que seais y sea el que quiera vuestro estado,
vuestro estado mismo , y vuestra condicion
os inspirarán motivos de la gran confianza que
debeis tener en él.
Los nobles y los rices deben considerar-
.quando le pidan que San Joseph es deseen,,
diente de Patriarcas y de Reyes.
Los pobres .: que no se ha desdeñado de
su obscuridad , que ha vivido corno ellos
.en la indigencia, y trabajado toda su vida
como un pobre artesano.
Las Vírgenes : que conservó toda su vida
la mas perfecta virginidad : y las personas
ca-
(i) Genes. 41. $$.
33*
casadas, que fué cabeza de la familia mas
•augusta que hubo jamas.
Los Niños : que fué el sustentador de Je
sus, conservador y gobernador de su infancia.
Los Sacerdotes: que tuvo freqüentemea-
te á Jesus entre sus brizos , y que él mis-
«10 ofrecio al Eterno Padre Jas primicias de
la sangre de Jesus en e! dia de su Circuncision.
Las personas religiosas : que santificó la
éoledad de Nazareth por su retiro del mun
do, y por las conversaciones íntimas que te
nia con Jesus y con su santa Madre.
En fin , las almas caritativas y piadosas:
tpe jamas hubo corazon, despues del de Ma
na , que amase á Jesus con mas ardor y ter
nura que el de este Santo.
.. -. Pero sobretodo recurrid ájfoseph si que
reis alcanzar la gracia de una buena muerte.
ia opinion, comu'i de que murio entre los
brazos de Jesus y de María , es causa de la
gran confianza que tienen los fieles de que
,por su intercesion conseguirán tambien ana
muerte tan dichosa y llena de consuelo.
•/•. -Se nota en efecto , que en la horadela
muerte especialmente es quando se cogen los
frutos de la devocion que se ha tenido en la
vida con''este gran
' Santo.
'

••: -
A0
333.
ADVERTENCIA.
Se hallará este libro en la Librería de
Sarco , y en la de la. Viada é Hijos de Al-
vera , Carrera de S. Gerónimo , en donde
se vende tambien la obra del mismo Autor,
intitulada: El Espíritu Consolador, ó Refle
xiones sacadas del Espíritu Santo , muy pro
pias para consolar á las almas afligidas en me
dio de sus tribulaciones : dos tomos en 8.*
E I primero contiene las reflexiones tomadas
del Espíritu Santo, y los sentimientos afec
tuosos de una alma con. su Dios. El Autor
ts admirable en estas dos partes de su obra,
así por la. energía y expresion con que estan
compuestas , como por. la facilidad con que
mueve y se apodera del corazon. El tomo
segundo contiene un Manual en el que. se
froponen excelentes máximas para la con
ducta de la vida civil, y ckrittiana , y las
santas consideraciones de que una alma dí'
íe estar penetrada en sus ocupaciones dia
rias , y en otras diferentes circunstancias, en
que pueda encontrarse ' el Ordinario de la
Aíisa , 4 que se han añadido varias prac
ticas de devocion : el Exercicio para recibid
los Santos Sacramentos de la Penitencia y
de la Comunion , y una Oracion fervorosa
fara renovar de tiempo en tiempo los Votos
que hicimos en el Bautismo. Estos dos tomo)
se venden juntos ó separados,
TA-
334
TABLA
DE LOS CAPÍTULOS
DE ESTA OBRA. i,
. . . .' i
LIBRO PRIMERO.
En el qne se consideran la vida y virtudes de
la Sant'sima Virgen desde su inmaculada Con
cepcion hasta el Nacimiento de su Divino
Hijo en Belem.

Cap. I. I.Je la imitacion dí las virtu


des de la Santísima Virgen. Pág. i.
Cap. II. De la estimacion que debemos
hacer de la gracia santificante. 4.
Cap. III. Del cuidado que debemol tener
. de conservar la gracia santificante. 8.
Cap. IV. Del cuidada que debemos te
ner de crecer en la gracia y perfec
cion. II.
Cap. V. De la necesidad que tenemos
de dedicarnos á Dios con tiempo. 14.
Cap. VI- Coma es necesario dedicarse á
Dios enteramente y para siemfre. 17.
Cap. Vil. De las ventajas y dulzuras
de la soledad* 20.
Cap. VIH. De la eleccion de estado. 24.
Cap. IX. De la punza .y de la estima
cion
3•3-f
don que deísmos hacer de esta virtud. 28.
Cap. X. De ¿as precauciones que es ne
cesario tomar para conservar la pu~
reza.• 31.
Cap. XI. De la verdadera grandeza. 3 j.
Cap. XII. Como las gracias de Dios son •
para los humildes. 38.i
Cap. XIII. Como la verdadera gloria se " -)
halla principalmente en la- humildad
christiana. 41.
Cap. XIV. Que una alma humilde pro
cura ocultar- á los ojos de los fiambres
lo que es. en la presencia de Dios. 45.
Cap. XV. De la prudencia de lafe. 48.
Cap. XVI. De la sumision á lafe. 5 1.
Cap. XVII- De los -vivos deseos, que de
be tener una alma de recibir á Jesus
for la comunion. '• jj.
Cap. XVIII. De los sentimientos que de
be tener una alma quando posee áJe
sus por la comunion. j8.
Cap. XIX. De las sequedades que pade
cen algunas almas en sus exercicios
de piedad, y especialmente al tiempo
de la comunion. 6r.
Cap. XX. Delfruto que se debe sacar
de la comunion para la conducta de
la vida. 64.
Cap. XXI. De la caridad para con el
próximo. 66.
Cap. XXII. De las grandezas de Dios. 69.
v Cap.
Cap. XXIII. De las misericordias de
DiosJ ; -j-i»
Cap. XXIV. Del reconocimiento que de
bemos manifestar Á Dios for sus be
neficios. 75»
Cap. XXV. De las visitas. 78.
Cap. XXVI. De las conversaciones. 8o.
Cap. XXVII. De la verdadera amistad. 85.
Cap. XXVIII. De la confianza en Dios',
y como debemos abandonarnos Á su
providencia. 88.
Cap. XXIX. De la obediencia. 91.
.., LIBRO II.
En el que se consideran la vida y virtudes efe
la Santísima Virgen desde el Nacimiento de.su
hijo en Belein hasta el tiempo en que se le vió
dar la vida en el Calvario por la salvacion
de los hombres.
Cap. I. De la dicha de los pobres. p'.
Cap. II. De la pobreza voluntaria. 98.
Cap. III. De la caridad con los fobres. 101.
Cap. IV. De la. necesidad y ventajas de .
la meditacion. 104.
Cap. V. De la observancia de la ley de
Dios. 1 08.
Cap. VI. Del buen exemplo. ni.
Cap. VII. Del amor y frecio de las hu
millaciones: 114.
Cap.
337
Cap. VHI. Cómo, debemos hacer d Dios
,i los sacrificios que nos fide. • 116.
Cap. IX. De las disposiciones con que
, debemos mirar los males de que esta
mos amenazados. \ 204
Cap. X. Cómo se debe portar una alma,
, y de los sentimientos que deben ocu-
farla quando Dios observa con ella
• ; una conducta que la es incomprehen
sible. * 124.
Gap. XI. Del cuidado que tiene la Pro
videncia de los justos. 12 7.
Cap. XII. Que se puede servir áDios en
qualquier estado en que nos coloque. 130.
Cap. XIII. Delfervor que se debe tener
en el servicio de Dios. 133.
C.ap. XIV. De la desgracia del que
pierde á Jesus. 137.
Cap. XV. Del ardor con que debe bus
car áJesus el que ha tenido la des
gracia de perderle. 14'.
Cap. XVI. De la conducía que debe ob
servar una alma despues de haber
vuelto á hallar á Jesus. 143.
Cap. XVil. Como el alma fiel no debe
desanimarse quando experimenta se-
- quedades y arideces , ni quando la
parece que Jesus se ausenta. 148.
Cap. XVIII. De ¡a vida retirada. 15 r•
Cap. XIX. De la vida interior. 154.
Cap. XX. Del silencio. 160.
Y Cap.
33»
Cap. XXI. De la union de la alma con
Dios. 164.
Cap. XXII. De las obligaciones de su
estado. 168.
Cap. XXIII. De la necesidad de santi
ficar el ¡rabajo y las demas ocufaeto
nes del día. 171.
Cap. XXIV. Del amor que debemos te
ner á Jesus. 174.
Cap. XXV. De la necesidad de estu
diar a Jesus y de imitarle. 180.
Cap. XXVI. De la dicha- de una fami
lia virtuosa. . iüj*
Cap. XXVII. De la eficacia de la ora
cion. 1 86.
Cap. XXVIII. Como la -virtud se com
padece con la buena crianza.
Cap. XXIX. Quart dulce cosa es oír la
voz de Jesus, y de la eficacia con que \
una alma debe escuchar sus instruc
ciones. 192.
Cap. XXX. Que no se ha de buscar la
gloria de este mundo , ni la estima
cion de los hombres. 196.
Cap. XXXI. Dr la necesidad que tene
mos de sufrir al próximo con esfíritu
de caridad y dulzura. 199.
Cap. XXXII., De la resignacion que se
O¿be tener en la voluntad de Dios
aun en aquellas cosas qu.e parecen
••• contrarias alas interesen de su gloria. 203.
J Cap.
339
Cap. XXXIII. De las señales de la i>er-
. dadera santidad. 206.
LIBRO III.
En el que se consideran la vida y virtudes de
la Santísima Virgen desde el tiempo en que
vió á su Divino Hijo dar su sangre y su vida
en el Calvario hasta el dia de su gloriosa
Asuncion.

Cap. I. El que ama á Jetus debe subir


al Calvario , y padecer a llí con él. 2 09.
Cap. II. De la conformidad que debe
mos tener en la -voluntad de Dios
quando estamos en la afliccion. 214.
Cap. III. De la paciencia. 2I7»
Cap. IV. Como Dios reserva muchas ve-
. ees los mas grandes sufrimientos pa
ra los que le son mas fieles en su ser
vicio. ' 221.
Cap. V. Como una alma no debe turbar
se á -vista de la repugnancia que sien
te á padecer y sufrir. 225.
Cap. VI. Que avista de Jesus Crucifi
cado debe padecer una alma ion ca
lor y constancia. -,..-• 228.
Cap. VII, De los, sentimientos que de
bemos tener para con nuestros ene
migos, .• . . 232.
Cap, VIII. De las disposiciones que de
Y3 be-
34°
hemos tener quando vemos padecer á
• • nuestros parientes y amigos. 23$.
Cap. IX. Del espíritu con que debemos
sufrir la pérdida de aquellas perso
nas á quienes tiernamente amamos. 239.
Cap. X. De la necesidad que tenemos
de afirmarnos en la fe y en la espe
ranza quando nos hallamos en cir
cunstancias que parecen contrarias
Ó. estas virtudes. 243.
Cap. XI. Que Dios envía el consuelo
despues de la tribulacion ; pero que
sin embargo es necesario acostum
brarse ápadecer sin él. 247»
Cap. XII. Que debemos dirigir al Cielo
• nuestros afectos. 250.
Cap. XIII. De lo que debemos hacer pa
ra que descienda sobre nosotros el
Espíritu Santo. 2J2.
Cap. XIV. Que cada uno segun su es-
<• tado debe tenef zelo por la gloria de
Dios y salvacion de las almas. a J 6.
Cap. XV. En dónde ha de buscar una
• alma christiana su consuelo en los
trabajos que padece por la virtud, y
en la pena- que la causa la duracion
de su destierro. 260.
Cap. XVI. De la prtparacion fara la
muerte. •• " i 2<íj.
C¿p. XVII. De la dulzura de la mittr-
te de los justos. .... ;.,\ . 268.
Cap.
34*
Cap. XVIII. De los santos deseos de la
muerte. 273.
Cap. XIX. Del amor de Dios. 275.
Cap. XX. Que la gloria del Cielo nos
estáprometida baxo el título de re-
comfensa. 280.
LIBRO IV.
En donde se trata de los sentimientos de res
peto , estimacion , zelo, amor , ternura y con
fianza de que debemos estar penetrados á fa
vor de la Santísima Virgen.
Cap. I. De las grandezas de la Madre
de Dios. 28j.
Cap. II. De los rasgos de semejanza que
hay entre Jesus y María. 288»
Cap. III. De la gloria de María en el
Cielo. *" * 192.
Cap. IV. De la dicha de San Juan , á
quien Jesus dio á María por Madre;
dicha de que participan todos los
Cbristianos, 296.
Cap. V. Del amor que debemos tener á
María. 300»
Cap. VI. Del zelo que debe tener un hi
jo de María por los intereses^ gloria
de su Madre. Tl'íü••- ' J- *4°3*
Cap. Vil. Del poder-.giá -tiene con Dios >>

-:*T
Cap. VIII. De los sentimientos de bon-
. dad de que estápenetrado en favor
nuestro el corazon de la Santísima
Virgen. 310.
Cap. IX. De la invocacion de María. 313.
Cap. X. De la confianza que debemos
tener en María , y de la que deben
tener los pecadores que quieren vol
verse d Dios , y alcanzar su perdon. 316.
Cap. XI. De la oracion que se llama co
munmente la Salutacion Angélica. 320.
Cap. XII. De la confianza que debemos
tener en María mientras vivimos en
este mundo. 323.
Cap. XIII. De la confianza que debe
mos tener en María á la ñora de
muerte.
Cap. XIV- De la devocion con S. Jo
sefh, Esfoso de,, la Santísima Vír&en. 329.

"•*" "

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