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IMITACIÓN
DE LA SANTÍSIMA VÍRGEN.
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LA IMITACIÓN
DE LA SANTÍSIMA VIRGEN
SOBRE EL MODELO
DE LA IMITACIÓN DE yESU-CHRISTO.
POR
DON LEONCIO DEL OLMO,
MADRID:
EN LA IMPRENTA DE D. BENITO CANO,
AÑO MDCCXCII.
.ll AJ
EL TRADUCTOR.
o
su i como no hay cosa mas freqüerí-
te entre los Christianos que manifestar
ser devotos de la Virgen , Madre de
Dios , su devocion fuese verdadera , y
segun el espíritu de la Iglesia , pudie
ra ciertamente gloriarse aquella Señora
al ver un copioso número de almas pía-
dosas , que al paso que la daban honor
en cierto modo consagrándose á su ser
vicio , no se habia malogrado en ellas
el fruto precioso de la sagrada Pasion
y muerte de «u Hijo ; pero la lástima
es , que tenernos sobrados fundamentos
para creer que la devocion que se man
tiene á .esta Reyna de los Angeles por
la mayor parte de los fieles no es sino
superficial y aparente.
Muchos hay que viven persuadidos
á que con solo rezar el Rosario todos
los días en su honor , llevar algun Es
capulario , ó alistarse en alguna de las
muchas Congregaciones que se han eri
gido en obsequio de esta Señora , tie
nen ya un justo título para apellidarse
sus devotos ; pero éste , entre otros va
rios que se advierten en esta materia,
es un error grosero y digno de la ma
yor compasion. No , es necesario confe
sarlo , mientras no acompañen á sus
prácticas de• devocion una conducta re
gular y christiana , el cumplimiento de
las principales obligaciones de su esta
do , y una pureza de costumbres tal
qual se nos manda en el .Evangelio , es-
; tos
VII
tos tales no son verdaderos devotos de
María y mientras no trabajen en morti
ficar su carne , sujetar sus pasiones , ex
tirpar sus vicios y malos deseos , como
encarga el Apóstol : en una palabra : si
no procuran, arreglar su conducta á la
de aquella Señora , é imitar en quanto
les sea posible sus virtudes , su devo
cion será totalmente infructuosa , y su
confianza vana y temeraria. El que quie
ra seguirme , dice Jesu-Christo , niégue
se á sí mismo : Si pretendes entrar en la
vida eterna., -observa los mandamientos : Y
como dice el Apóstol : El Reyno de los
Cielos padece fuerza , y solo los que se
violentan y crucifican con Jesu-Christo son
los que le arrebatan.
Para que nuestra devocion con la
Madre de Dios sea sólida y verdadera,
«4 y
VHI
y podamos contar con la protección de
esta Señora , es necesario , además de
h> dicho , el. que abriguemos en nuestro
corazon otras devociones , sin las que
qualquiera que pudieramos tener con la
Santísima Virgen , seria condenada por
ella misma. La primera y mas princi
pal de todas es la que debemos al mis
mo Dios , á aquel Ser supremo , Señor
de todas las cosas , Criador del Cíelo
y de la tierra , omnipotente y eterno,
que lo crió todo de la nada , y cuya
providencia infinita conserva y mantie
ne todas la's cosas. Este es aquel Señor
á quien estamos obligados á amar de
todo nuestro corazon , con toda nues
tra alma , con todas nuestras poten
cias y sentidos, y el único que por su
infinita bondad y misericordia puede
sal
IX
salvarnos : sin esta devocion , que es
entre todas la mas esencial , ¿cómo po
drá ser agradable la que tributemos
á la Santísima Virgen , quando sabe
mos que esta misma Señora se recono
cía por indigna de ser su esclava 2
Debemos tambien saber , como ver
dad de fe , que Jesu-Christo es Hijo
del mismo Dios , igual en todo á su
Padre , Dios y hombre juntamente , que
tomó carne en el casto seno de una Vir
gen , que vivió entre los hombres pura
servirles de exemplo y de modelo, y que
por ultimo fue muerto ignominiosamen
te en una Cruz , solo por redimirnos y
librarnos del infierno : tampoco pode
mos ignorar que Jesu-Christp es el Au
tor de la gracia , el conducto inmedia
to por donde Dios , su Padre ? nos co-
• .• mu*
munica todas aquellas gracias y favores
de que somos dignos ; y en una palabra,
que es el único mediador entre Dios y
los hombres. Pues siendo esto infalible)
¿ cómo podernos dispensar de profesar
á este Señor la devocion mas tierna ?
¿ por quántos títulos no debemos serle
reconocidos ? Y de otro lado : ¿ quién
mejor que María Santísima puede co
nocer esta gratitud y buena correspon
dencia que debe haber de parte de los
hombres ? ¿ Y es posible que pueda lle
gar á tanto la locura de muchos Chris-
tianos que vivan persuadidos á que pue
den fundar una confianza sólida y ver
dadera en la Madre , quando al mismo
tiempo no tratan sino dé ultrajar al Hi
jo ? Es necesario despreocuparse en es
te asunto , no creer á todo espíritu , ni
di-
Úexarse llevar de todos vientos ; toda de
vocion que no esté apoyada sobre estos
principios es preciso condenarla , y ven
ga de donde quiera.
Yo sé bien que habrá muchos Chris-
rianos que me opondrán no pocos exem-(
píos de pecadores , que habiendo vivi
do una vida criminal •, por esta ó la
otra devocion con la Santísima Virgen,
experimentaron á la hora de la muerte
una especial proteccion de aquella Se
ñora ; pero prescindiendo de la verdad
de estos hechos, sujetos por su naturaleza
á mil equivocaciones , y del miserable
abuso <jue puede haberse hecho en esta
parte de la piedad christiana : lo cier
to es , que Jesu-Christo en diferentes
lugares de su Evangelio , que es y
debe ser la regla de vivir del Christia-
no.
xn
no , nos manifiesta , que segun la vi
da , así será la muerte , y que nos
presenta muy pocos exemplos que pue
dan inspirarnos otra confianza : el del
Buen Ladron es bien sabido de todos,
y especialmente de los falsos devotos;
pero nótese , como dice S. Agustin, que
es uno , para que ninguno desespere , y
sole para que ninguno confie ; fuera de
que éste , y qualquiera otro raro exem-
plar que pueda presentarse , se debe
considerar como un prodigio de la infi
nita misericordia del Señor , con cuyo
favor ninguno debe ordinariamente con
tar , sino procurar observar la ley , y
obrar su salvacion con temor y temblor , co
rno nos encarga el Apóstol.
Ninguno crea por esto que lo que
hemos dicho hasta aquí va dirigido á
re-
ZIU
tA
: LA IMITACIÓN
DE LA SANTÍSIMA VÍRGEN
SOBRE EL MODELO
VE LA IMITACIÓN DE JESU-CHRISTO.
LIBRO PRIMERO.
«N EL QUE SE CONSIDERAN LA VIDA T VIRTUDES
'j)E LA SANTiSIMA VIRGEN, DESDE SU INMACULADA
CONCEPCIÓN HASTA EL NACIMIENTO DE SU
DIVINO HIJO EN BELEM.
CAPíTULo PRIMERO.
A4 CA
CAPÍTULO III. ••- ;
CAPÍTULO IV.
J)fl cuidado que debemos tener de crecer
en ¿rada y perfeccion. ' ?
..
CAPÍTULO
...
VIL
De las ventajas y dulzuras de la soledad.
CA-
CAPÍTULO XI.
-'I- J)e la verdadera grandeza*
CA
55
CAPITULO XVII.
De los -vivos deseos que debe tener una
ahna de recibir á Jesus por la
comunion.
MARTA. JoLijo mío, el misterio que aca
bas de considerar puede suministrarte ma
chas reflexiones , en las que tú no pensarías.
SIERVO. D:gnáos , pues, de instruirme, ¡ó
Reyna del Cielo 1 (i) Hablad, que -vuestro
siervo os escucha.
MARiA. Antes que yo recibiese la visita
del Ángel, habia convidado muchas veces á
ios Cielos , á exemplo de los justas de Israel,
Á que se convirtiesen en un dulce rocío , é
hiciesen descender sobre la tierra al Justo
por excelencia.
Pero jamas me hubiera atrevido á pen
sar que seria yo aquella Virgen que habia de
dar al mundo su Salvador.
Quando llegué áí saber con toda seguridad
que sin embargo habia sido yo elegida para
ser su Madre, humillándome á vista de una
dignidad tan alta y tan sublime; ¡de qué re
ligiosas sentimientos no fui yo penetrada ¡ ó,
hijo mio! ¡qué alegría no concebi en consi
derar que habia de poseer á mi Dios dentro
de mi propio seno!
• El
(i) i. Reg. 3. 9.
D4
El mismo Dios, que se dignó de unirsd
tan íntimamente á mí por su encarnacion, de
sea, hijo mio-, tuiir.'c contigo por medio de
la comunion. ¡ Pero quán poco vivos son tus
deseos de recibirle!
No escuches de ninguna minera los pre
textos que te sugieren tu indolencia, y ona
falsa humildad para separarte de aquella sa
grada mesa. ,
Tú pretendes disculparte con el respeto
y el temor ; pero el temor y el respeto de
ben estar subordinados al amor , y deben ser
vir únicamente para hacer al amor mas solíci
to y atento.
El apartarse de la comunion por un res
peto aparente es privar á Jesus de la satis»
faccion que quiere tener de vivir contigo.
El, mismo te da pruebas de esto quan-
do dice que tiene colocadas todas sus de
licias (i) en vivir entre los hijos de los hom~
tres.
Dirás que tus faltas son demasiado repe
tidas para llegarte con freqüencia al Santo do
los Santos: pero, hijo mio, por fragil que una
alma sea , si hace todos sus esfuerzos para
corregirse , Jesus viene á ella siempre con
place/.
Tambien dirás que te apartas de la sagra
da comunion , porque te sientes indigno de
ella,
(i) Prov. 8. 31.
?7
ella. Antes bien deberlas decir • yo quiero
en quanto esté de mi parte hacerme digno de
comulgar , para ser participante de las gra
cias que Jesus concede á las almas piadosas
que se unen á él por la comunion. •
No , hijo mio , tus comuniones no son ra
ras por otro motivo , sino porque huyes del
trabajo y de la fatiga. .-;
Temes aquella. vida fervorosa que se exi
giría de tí para permitirte comulgar con fre-
qüencia.
jTe quejas de las flaquezas y enferme
dades de tu alma? Pues aprovéchate del re
medio eficaz que te se ofrece en este Pan
de vida.
Jesus ,en su Evangelio llama á su divino
banquete , á los flacos y á los enfermos , á
ios pobres y á los ciegos.
Este mismo Señor conoce tus miserias,
te presenta en su Sacramento un remedio sa
ludable y el mas propio para aliviarte y for
talecerte. . . •
Es verdad que seria mejor que tuvieses
ana santidad perfecta para comulgar ; pero
Jesus no te la pide tan grande.
Si esta fuese necesaria, quán pocos se
rian admitidos á su sagrada mesa , á pesar de
todos sus convites. , ,-
jSi se exigiese una santidad semejante , se
ria pedir por disposicion á la comunion > lo
que debe ser su fruto.
Con
' Confiesa Sinceramente tu indignidad quari-
do te llegues á-la comunion: lleva principal
mente una •gran -pureza de corazon, ó á Ib
ménos una resoludon fuerte y eficaz de tra
bajar en adquirirla , y tu comunion; será fruc-
tubía.
Ten presente que tina comunion bien he
cha produce siempre algun efecto en el alma:
Si por tu vigilancia y fidelidad llegases
á ponerte en aquef estado ¿n que es preciso
que estes para que puedas participar freqüen-
tt-menre del Sacramento , estarás ya sin da-
ct* bien adelantado «n el camino de la per
feccion. :'-.-•'••-
Una alma á quien se la dilata el gozar
de la presencia de Jesus en el Ciclo, pone
sus delicias en gozarle por la comunion tan
to como la • sea-. . posible.
. .'
CAPITULO XVIII.
I>e los sentimiéntos que debe tener una, al"
m* quando posee á Jesus por I*
comunion.
. .ijo mio, quando hayas reci
bido á Jesus cñ: aquella sagrada mesa, y va
reposa spbre tu corazon , imita los sentimien-
3«s que me animabao quando yo le lleva
ba dentro de mi seno.
. ¡ O María! ningua entendimíea
59
to humano puede concebirlos, ni hay lengua
que pueda explicarlos : solo Dios conocio quá-
Jes fuéron entónces los sentimientos y extre
mos de vuestra alma.
: La fe , la humildad , el zelo , el recono
cimiento , el amor, todas las virtudes repar
tiéron entre sí los instantes en aquellos nue
ve meses que el Verbo de Dios estuvo en
vuestras castas entrañas.
MARiA. Si llegareis á conocer bien , hi
jo mio, el precio de la gracia que Jesus te
concede quando se da á tí en su Sacramen
to, y los sentimientos de que está penetra
do en favor tuyo, ¿dexarias tú de tener , en
quanto te fuese posible, los mismos sentimien
tos por él?
j-La criatura es visitada por «1 Criador!
jUn pobre por el Rey de la gloria! ¡Una al
ma afligida por su consolador celestial! ¡Uri
hombre, que no es sino pecado ,poí£a<juel
qué es la misma santidad] íf
Humíllate profundamente delante de él:
exalta sus bondades, que son infinitamente su
periores á quanto puedes concebir.
Detesta tus ingratitudes pasadas: implo
ra su socorro para en adelante, y prométele
una fidelidad eterna.
Entrégate á los excesos de la alegría mas
pura ; y convida á los Angeles y á los San
tos á que rindan á Jesus, si es posible, las
acciones de gracias que le son debidas por
el
6o
el don magnífico qne te hace.
Desea que un Dios tan amable y tat,-
bueno sea amado y glorificado en la tierra
como .lo es en el Cielo. •t
Abre tu corazon á todos los fuegos de su
amor , y desea ser consumido en él. • ,
Ofrécele , en reconocimiento de sus be
neficios, y para suplir de algun modo á tu
flaqueza , los sentimientos de todas las almas
santas que le reciben en el mismo Sacramen
to con devocion y con amor.
Y ofrécele especialmente todos los senti
mientos de que estuvo penetrada mi alma,
y que me dispensó por su infinita bondad,
quando por la encarnacion se unió tan inti
mamente conmigo. ' f
Piensa ea aquellas virtudes , cuyos gran
des exemplo's te da Jesus en la Eucaristía par
ticularmente en su humildad , y pídele la gra
cia de imitarla.
En este Sacramento no solamente su Divi
nidad , sino tambien su humanidad está ocul
ta. Ninguna cosa se manifiesta de Jesus sino
á los ojos de tu fe. Pídele la gracia de amar
Ja vida oculta y abatida , de huir las honras
y aplausos mundanos , y de practicar todas
tus acciones, sin el designio de ser visto y
estimado.
En este Sacramento admirable Jesus es
el objeto del desprecio de muchos hombres,
y de la indiferencia de muchos corazones, que
no
no son nada para este Señor , mucho para el
mundo , y todo para sí mismos. Pídele la gra
cia de sufrir con paciencia Us injurias y con
tradicciones.
Ve aquí , hijo mio , los sentimientos que
deben ocuparte quando te llegues á la comu
nion , y aun por espacio de todo aquel día
en que hayas tenido la dicha de recibir á Jesus-.
CAPÍTULO XIX.
JD<? las sequedades que padecen algunas
almas en sus exercicios de piedad , y
ciahnente al tiempo de la
comunion.
SIERVO. \jP Virgen, que sois para con Je-
sos mi recurso y mi consejo ; yo os doy gra--
cias por las instrucciones que os dignais co
municarme.
Pero Virgen Santa , me sucede freqüen-
temente que al tiempo de la comunion , á
pesar de los esfuerzos que yo hago para entrar
en los sentimientos que inspira el recibir el
cuerpo y sangre del Señor , advierto que ten-*
go flaco mi espíritu y mi corazon frio. '• I
Quisiera yo entónces participar de aque
llos tiernos sentimientos de amor , de aque¿
lias dulzuras sensibles qne debisteis experimen
tar quando llevabais á Jesus en vuestro seno,
y de las que participan al tiempo de la co
munion las almas piadosas.
MA-
02
MARiA. Quando experimentes , hijo- mioj
esa sequedad que dices en la comunion , hu
míllate, reconociendo que mereces aquel es
tado por tus infidelidades : súfrele cou paeien-t
cia en expiacion de tus faltas ; pero de nin
guna manera te desalientes por eso.
Si tienes algun motivo p.ira creer que es
te estado de privacion de fervor pueda ser
en castigo de tus culpas , procura corregirte:
pero si fuere solamente una prueba que Dios
quiere hacer contigo , haz de modo que ten
gas algun mérito por medio de tu resignacion.
El fruto de una comunion bien hecha no
consiste precisamente en experimentar un gus
to sensible en la misma comunion , sino que
¡está mas principalmente en la fidelidad en el
cumplimiento de sus obligaciones.
Un corazon puede estar sinceramente con
sagrado á Dios , y sin embargo no encontrar
ningun gusto en las cosas de Dios.
Muchas almas que dirigen sus pases con
fervor por el camino de la perfeccion , han
experimentado la misma ande z y sequedad, así
en la oracion como quando se llegaban á aque
lla sagrada mesa.
Los gustos sensibles no son de ninguna
juanera necesarios á la virtud , ántes bien se
pudiera temer muchas veces que una alma no
se apegase demasiado a ellos¿
Él Divino Esposo no ignora lo que con
viene á sus esposas. Da á L& unas dulzuras
y
y consuelos , qne no da á las otras por cier
tos motivos que se deben adorar mas bien que
procurar comprehenderlos.
Si por una parte una alma descuidada no
debe esperar ninguna cosa de la liberalidad
de Jesus , tambien por otra una alma fiel y
fervorosa debe complacerse de tener ocasiones
de hacer ver á Jesus, que ella le sirve mas
por él mismo , que por los dones que de él
recibe.
Nunca creas que Dios te ha desechado
porque sientes disgusto en su servicio : haz en
tónces fielmente por agradarle , lo mismo que
barias si experimentases gusto en servirle.
Has de ir á tu Dios , hijo mio , mas por
la fe que por los sentidos. Procura agradarle
en todo , y cree que si lo consigues , encon
traste la dicha á que han aspirado y conse
guido los Santos. ; .
El estado de sequedad es muy propio pa
ra santificarte, si sabes aprovecharte de él, cor
respondiendo á los designios de Dios.
Las ideas de Dios quando te mantiene en
este estado , son de reducirte á que no te
busques á tí mismo , sino á que hagas consis
tir tu dicha y tu mérito en agradarle y servirle.
SIERVO. Indigno como soy de todo con
suelo , yo me someto, ó Virgen Santa , así en
este punto como en todos los demas , á la
voluntad de mi Divino Maestro.
Si se digna ponerme en el número de aque
lla
64
lias almas , á las qnales concede estos gustos
sensibles ; que sea bendito para siempre , y
que lo sea tambien si me los rehusa.
No pido á Jesus otro consuelo que el
de serle siempre fiel.
Me juzgo infinitamente dichoso , sacrifi
cando todas las satisfacciones de mi cor.izon,
á las del corazon de Jesus , mi Dios , y ha
ciendo mi deber, sin experimentar otro gusto
que el que se tiene en pensar que se hace
solo por agradarle.
CAPÍTULO XX.
Del fruto que se debe sacar de la comu
nion fara la conducta de la vida.
SIERVO. v os fuisteis santa, ¡ó Madre del
amor mas puro ! desde el primer instante de
vuestro ser ; pero desde la encarnacion del
Verbo en vuestras castas entrañas , ¿ qué nue
ve* progresos no hicisteis en la santidad?
La presencia de Jesus por espacio de nue-
-ve meses causó en Vos tales impresiones, que.
os duráron toda la vida.
Erpensamiento de este favor tan señala
do que Dios os habia hecho , os mantuvo
siempre hasta el último suspiro en una soli-
fcitud santa , buscando los medios , y apro
vechándoos de Lis ocasiones de manifestarlo
vuestro reconocimiento.
£• MARTA. Mí exemplo, hijo mk>, te sirve
de confusion. Pero tú recibes en la Sagrada
Eucaristía al Dios de toda santidad , y ya
deberlas ser un santo.
Una sola comunion bastaría para llenarte
de todo el fervor de los Santos , y tus co
muniones te dexan siempre con toda tu fia-?
queza.
Til usas siempre de alguna cautela y re
serva con Jesus , guando este Señor no la
usa en las bondades que tiene por tí. »
Su presencia , es verdad ¿ que te inspir?
quando le recibes grandes sentimientos de vir
tud : le haces entónces .muchas promesas^
pero promesas y sentimientos todo se desva
nece bien presto.
No obrarías así con un grande de la tierra
que te hubiera honrado con su visita. ;
Quando el hombre es sensible á los.ber
neficios de un amigo. ¡ Ah quán pronto está
para manifestarle su reconocimiento ! No sor
siega su amor hasta encontrar los me.di.os de
executarlo.
Pero tú , hijo mio , dexas pjsar aquellas
ocasiones de virtud , de las quales se aprove
chaban los Santos, despues de la comunion
para hacer conocer á Jesus quán sensibles
eran á la gracia que acababan de recibir.
Este Señor te pide-, principalmente la• vi
gilancia sobre todos tus afectos , de suefte
que no tengas ni uno solo: que no sajara 'al.
E S¡
66
Si velases con cuidado sobre tí mismo
despues de haber comulgado , conservarlas
dentro de tu alma aquella misma devocion
que experimentabas al tiempo de recibir el
sagrado cuerpo y sangre de Jesu-Christo.
Esta vigilancia que debes tener siempre
despues de cada comunion , es la mejor dis
posicion que puedes llevar quando vayas nue
vamente á recibir el cuerpo del Señor.
SIERVO. O Virgen , modelo de toda vir
tud , yo me avergüenzo á vuestros pies de
mi cobardía y mi ingratitud.
Rogad á Jesus que no venga jamas á mi
corazon , sino para gobernar todos sus mo
vimientos , dirigiéndolos enteramente ácia éli
Haced, Madre mia, que me arranque este
corazon que yo llevo tan indigno de aquel
Señor : que crie en mí un corazon nuevo , y
que me dé uno semejante al vuestro ; es de
cir : un corazon ardiente , liberal , tierno,
constante para él , así como lo es el suyo
para nosotros.
CAPÍTULO XXI.
De la caridad faro, con el fróximo,
CAPITULO XXII.
De las grandezas de Dios.
E•
scuchenios , ¡ó alma mía ! escuchemos
á María que , arrebatada santamente de júbi
lo y contento , celebra l¿is grandezas de su
Dios. En-
(i) t-uc. 6. 38. ,
E3
Entremos en los mismos sentimientos de
que i.ila está penetrada. Juntemos nuestras
alabanzas i las suy<;S.
Glorifiquemos con ella al Señor , á este
Dios 1 oáopoderoso, que obra, quando quierei
las mas grandes maravillas , y cuyo nombre
infinitamente santo , merece los homenageS
de toda la tierra.
f¿ue extiende el poder de su brazo fara
destruir los designios de los soberbios : que
abate a los grandes del mundo para ensal
zar los humildes: y que despoja d los ricos
de sus tesoros para colmar de bienes d los
que estan necesitados*
¿ A quién en efecto pertenece propiamen
te la gloria y la alabanza, sino á Vos, ¡ó
Dios .mol
La grandeza de los hombres es limitada)
es prestada , es frágil , depende de nuestras
ideas , y muchas veces es falsa y quimérica.
Pero vuestra grandeza, ¡ó Dios mio(i)!
no conoce límites. Vos la teneis de Vos so
lo ; y qualquiera otra grandeza está obliga
da á rendirla vasallage.
La grandeza de ¡os Reyes se acaba con
su vida. Él ruido de su caída (2) es bien
fronto seguido de un olvido eterno»
Pero Vos, Señor, Vos subsistís eterna
mente. Vuestra gloria no puede ser limitada
ni
(i) Psalm. 144. 3. (4) J?salm. o. 7.
7»
-%
«i por los confines del universo, ni por los
del tiempo,
¿De qué podrían gloriarse vuestras cria
turas? De Vos solo tienen todo su poder y
sus riquezas : ninguna cosa pueden sin Vos:
y Vos lo podeis todo sin .ellas.
Ninguno hay sino Vos que sea grande por
sí mismo. No necesitais de poder ageno pa
ra la execucion de vuestra voluntad. Que
rer y hacer es para Vos una misma cosa.
Sin salir de Vos mismo hallais dentro de
Vos , pero sin límites , y sin la menor im
perfeccion , quantas perfecciones pueden te
ner todos los seres visibles é invisibles.
Solo Vos poseeis esencialmente y en pro
piedad todas las perfecciones posibles , por
que solo Vos poseeis el ser en toda su plenitud.
Los grandes de este mundo merecen
nuestros respetos , solo porque son imagen de
vuestra grandeza, y porque os habeis dig
nado confiarles una porcion de vuestro po
der. Fuera de esto , ¿ qué son ellos delante
de Vos ? folvo , y ceniza como los demas
hombres.
Todas las grandezas del mundo se eclip
san y desaparecen delante de Vos. No hay
verdadera grandeza sino aquella que no pue
de recibir ni aumento ni diminucion.
¡O Señor \ \Dios de las virtudes (i)!
\
i) Psalm. 88. 9.
E4
es semejante ¿Vos? íolo Vos mere
ceis las adoraciones del Cielo y de la tierra,
porque solo Vos sois el Dios grande , el
Dios siempre grande , el Dios grande en to
do y por todas partes.
Grande en todas vuestras obras , en lo mas
pequeño como en lo mas maravilloso , en la
flor de los campos como en las estrellas del
firmamento.
Grande en sabiduría, en poder , en justi
cia y en bondad. ¿Pues quién podrá jamas,
¡ó gran Dios! hablar de vuestras grandezas
de una manera digna de Vos?
Confieso , Señor , mi insuficiencia. Con
fesion que os es gloriosa ; porque es ren
dir homenage á vuestra infinita graniiez .i
reconocer y confesar que es supeiior á to
da alabanza y á toda expresion.
CAPITULO XXIII.
I
D¿ las misericordias de Dios»
CAPITULO XXVI.
—• - De las conversaciones. • •>*
CAPÍTULO XXIX.
,v:. . ', . : '.,.••
Df la obediencia.
M aria y Joseplí
' ' » -sin embnrgo de que
eran de la familia d'e David , va-iv de Na-
zareth á Belen para hacerse inscribir allí, se
gun el edicto- de Augusto , que, con el fin
de conocer la extension de":&n poder , ha
bía mandado hicer un empadronamiento ge
neral en todas las partes de su itiiper¡c<.
No
92
No se detienen á examinar si el Prínci
pe habla sido dirigido en el edicto por mi
ras de interes ó de vanidad. La órden ha
sido publicada : ha llegado á su noticia ; y
se someten á ella.
Si Augusto conociera á María , la diria,
como Asuero á Esther , que aquella ley (i)
no había sido hecha para ella: pero la ley
la comprehende como á los demas , y la
obedece lo mismo , y aun mejor que los
otros , porque lo hace con humildad , con
paciencia . y sin murmuracion.
María no ve en la órden del Príncipe si
no la voluntad de Dios i la mira como una
disposicion de la providencia , á la qual se
somete ciegamente.
La obiidiencia no sabe formar discursos,
porque es en todo muy sencilla. Ninguna
cosa hay mas opuesta al espíritu de sumi
sion , que la prudencia de la carue , que
quiere verlo y examinarlo todo.
¿ En qué vendría á parar la subordina
cion , si las órdenes de los que tienen de
recho para mandar , se hubiesen de sujetar
al exámen de los que deben obedecer?
Si el Señor temporal que os manda al
guna cosa , no merece por sí mismo vuestra
obediencia ; el soberano Señor á quien re
presenta , la merece.
El
(i) Esth, 15. 13. :-
93
El que os manda , es verdad que puede
engañarse ; pero siempre que no se os man
de ninguna cosa contraria á la ley de Dios,
Ja obediencia que vosotros le prestais por
consideracion á aquel á quien representa, no
puede estar sujeta á error, y os servirá siem
pre de un gran mérito delante de Dios.
Es doctrina de los Santos , que vale mas
hacer cosas pequeñas por obediencia , que ha
cerlas grandes por su propia voluntad.
La sabiduría mundana insulta á la humil
de simplicidad de los corazones obedientes;
pero esto consiste en que ella no ve nada (i)
en las cosas de Dios.
¿ De qué consideracion deberán ser los
juicios de los hombres , para quien toma el
Evangelio por regla de los suyos?
No toda obediencia es meritoria. Aque
lla que prestais por consideracion á las bue
nas qualidades que puede tener aquel que os
manda , es una obediencia puramente natu
ral ; y por lo mismo no debeis esperar re
compensa sino de parte de los hombres.
Aun en aquella que se dirige á Dios se
hallan freqüentemente muchos defectos é im
perfecciones , que la roban una gran parte
de su mérito y de su precio.
No obedecer prontamente y con alegría
sino ea aquello que lisonjea sus propias ¡n-
clj-
(i) i. Cor. a. 14.
94
clinaciones , mas es hacer SB voluntad, quef
la de otro , es ménos obedecer que satisfa
cerse. : ; . ; . •- -•
El hombre verdaderamente obediente ni
dilata la execucion de lo qu§ se -le manda,
ni murmura contra la autpridad de los qué
gobiernan. i.
Los libros santos nos -enseñan : que sea
mos sometidos á nuestros señores con toda
suerte de respeto, no solamente (i) á los
que son bueno¿..y., moderados , sino tambien
aun á aquellos que no son de una condi
cion benigna. : ¡^
Se haria la obediencia ménqs. penosa , .si
ser pensase ménos en el hombre á quien se
obedece , que en Dios por , quien se debe
obedecer. . •
La victoria está prometida, (2), segun
el testimonio del Espíritu Santo., al hom
bre obediente. ... -,:.,•.
La voluntad propia es un manantial de
extravíos y desórdenes. La obediencia nos la
santifica , y por este medio• nos ahorramos
muchos disgustos y arrepentimientos, y me
recemos la aprobacion de Dios. ;;,-,•
LA
-
- :
LA< IMITACIÓN
'-'U',.- . I: .• I -. . •. -;
DE LA SANTÍSIMA VIRGEN
SOBRE EL -MODELO
•* "- ' -' -- " -f
DE LA ' íMíTAtUON i)E ••yESU-CHRISTo.
LIBRO SEGUNDO.
. . ..-. : -íj : ! • , , .. .,
EN El. QU» SE. CONSIDERAN LA VIDA Y VIRTUDES
DE LA SANTiSIMA VIRGEN, DliSDB EX NACIMIENTO
BE SU HIJO EN BELEM HASTA EL TIEMPO EN <¿l:fc
SE LE VIO DAR LA VIDA SOBRE EL CALVARIO
POR ¿A. SALVACIÓN DE- EOS HOMBRES. . ' l('
T'| | . '•',.- ' . ' : J •
CAPITULO IV.
De la necesidad y ventajas de la medí
tocino.
SIERVo. 'Cuéntame ¡ó gruta de Be-
lem ! todo lo que oyó y entendio María
quando los pastores viniéron á adorar á Je~
sus en el pesebre.
O si no decidnos Vos , ó Virgen , Ma
dre da un Dios , en qué os ocupabais en
tónces.
MARiA. Hijo mio , el espectáculo de nn
Dios infante , alojado en un pesebre , y en
vuelto en pobres pañales , era para mí un
fcindo inagotable de reflexiones.
No podia cansarme de meditar este gran
misterio. Todo lo .que veta y entendía (3)
se
(i) To.b. 4. 8. (*) Ibid. (3) Lúe. a. 19,
iof
se^gra!fáb-a"<ierttro'de'mialma , y me de-
Ttaba las impresiones mas vivas.
- '. Admiraba yo , aun mas que los pastores,
Ja maravilla que acababa de obrarse. Todas
las potencias de mi alma estaban ocupadas
•<le este grande objeto.
- Por una parte salían continuamente de
mi corazon mil tiernos afectos , y por otra
no cesaba de dar alabanzas y bendiciones al
Dios Todo-poderoso. '-•.
Si quieres, hijo mio, moverte á vista
•de los grandes objetos de la Fe , es necesa
rio que te ocupes seriamente eQ ellos , y que
les medites con atencion.
- - La fe :de un grande, número de Christia-
nos no está enferma , sino porque no pro
curan mantenerla y fortalecerla coa la : me
ditacion. •'"•J '
El olvido de las verdades eterna* es la
causa de quantos crímenes y desórdenes se
'cometen sobre la tierra.
Meditando freqüentemente sobre las per
fecciones de Dios , y reflexionando á me
nudo sobre la nada de las cosas mundanas,
se han desprendido los Santos de las criatu
ras , y han puesto todos sus afecto* en el
Criador.
Con este santo ejercicio aprendían á no
estimar sino lo que es grande y digno de
aprecio á los ojos de Dios : se inflamaba su
corazoa , y salían de él llamas celestiales,
que
io6
que iban dirigidas al ínlsmo seno de Dios.
No dexes pasar ningtm dia sin alimentar
á tu alma con alguna de estas verdades. Así
es como se aprende la ciencia de los Santos.
No te disculpes , como hacen otros mu
chos , conque no tienes tiempo para meditar:
la voluntad es la que te falta , y no e) tiempo.
En esta vida no tienes , hablando pro
piamente , sino un solo negocio , que es el
de tu salvacion. Le mirarás ciertamente cor
ino de muy poca importancia , si no te
persuades de que no se debe dexar pasar un
dia sin pcns :r en él.
Todos los <lias hallas tiempo para refle
xionar seriamente sobre tus intereses tempo
rales y pasajeras.
_. ¿$U96 qu,é intereses puede haber que te
toquen de mas cerca , ni que sean para tí
de ñas cotiseqüencia que los de la eternidad ?
..' /No te excuses de ninguna manera con que
o sa bes meditar. Eres Capaz de reflexionar,
sobre mil objetos de pura-curiosidad , ¿y quan-
do se trata d¿ pensar en los grandes objetos
de la fe y de la eternidad pretextas no sa--
ber hacerlo?
Solo mirando con la indiferencia mas cri
minal las cosas de Dios y las de tn salva
cion puedes despreciar «ste medio poderoso
de santificarte.
Hijo mio , si quieres tener siempre tu vi
da bien arreglada , tómate cada dia un poco
de
107
<3c tiempo para examinar delante de Dios si
te portas con él como .debes.
Si deseas no hallarte sorprehendido á labo
ra de la muerte , aprende á todas las horas
á morir bien.
Un quarto de hora que te ocupes todos
los dias en meditar al pie de los altares , ó
de un Crucifixo sobre las grandezas de Dios,
sobre sus misericordias , sus amenazas , y
sobre sus promesas , te hará adquirir una
ciencia infinitamente superior á la de aque
llos sabios ^ en cuyas obras se aprende todo
ménos la ciencia de salvarse.
¿De qué sirve al hombre haber adorna
do su entendimiento de todos los conoci
mientos útiles y honrosos , segun el mundo,
si no tiene los que tuviéron los Santos , y
que les hiciéron ser Santos ?
El deseo de ser virtuoso no «s bastante pa
ra llegar á serlo : es pues necesario estudiar
los medios , y tomar las medidas conve
nientes.
Pedid continuamente á Jesus la gracia
de vencer vuestra tibieza en un exercicio,
del qual no procura el demonio retirarte si
no porque sabe que es de una grande im
portancia el practicarle.
No solamente conseguirás por este me
dio las mas grandes ventajas en tu propia
conducta , sino tambien para la de aquellas
per
f>crs'-)nas que están mas particularmente con
fiadas a tu cuidado. • i;. •• ; ?;• ¡
'::.:- " :;,{::,:. '^-¿ v .\-' ->n. ü J;-h ,
u.. CA P tíE-JU L O -Vi• i-'
(o
i H4
122
Muchos Mártires perdiéron la vida, ha4
biéndoles cortado la cabeza , otros han sido
expuestos á las bestias , y algunos han pe
recido ó por el agua ó por el fuego ; pero
sus tormentos de ordinario han sido de corta
duracion , y los vuestros continuáron por es
pacio de treinta y tres años.
Poseida siempre de mas valor y fortaleza
que todos los Mártires juntos , mirabais del
modo mas heroyco los nuevos tormentos que
Dios os preparaba , y especialmente aquellos
que debiais padecer algun dia en el calvario. •
Pero yo , Virgen Santa , soy la misma
flaqueza y cobardia á vista de los tormentos
de que estoy amenazado. : -
Se renovaba continuamente vuestro do
lor pensando en los tormentos que Jesus ha-
bia de padecer , y renovabais tambien sin
cesar el primer sacrificio que habiais hecho
de él en el Templo.
Vuestra Alma se hallaba como anegada
en h tristeza mas profunda , pero no por eso
se alteraba su paz de ningun modo. Que-,
riais Vos con la sumision mas perfecta todo
lo que Dios queria.
Y yo me estremezco quando considero
las nuevas cruces que me destina. Qoanto
rms apetezco la paz y el sosiego , mas ad
vierto que mi espíritu se rezela , y mi cora
zon se queja. •
MARiA. No dudes , Hijo mio , de que
Píos
Dios no permitirá (i) que seas tentado ni
afligido sobre tus propias fuerzas : siempré
te proporcionará el socorro á la tentacion. .
Escucha á su gracia que ya te habla : cor
responde á sus movimientos : quando Dios
prepara á una alma muchos trabajos , le pro
porciona tambien los medios de sobrelle
varlos.
Las cruces son uno de los presentes mas
ricos que Dios puede hacer á sus criaturas,
y el recibirlas con humildad es el sacrificio
mas agradable que se puede hacer al Criador.
Es verdad que son grandes las que te
prepara ; pero lo es tambien que Dios tiene
sobre tí grandes designios de santificacion. ¿ Y
te atreverás tú á impedir el que los designios
de Dios se executen ?
Tu turbacion y tus quejas no te libra
rán de estas cruces. Por mas que hagas , se
rá indispensable llevarlas. ¿ Pues quál es el
partido mas prudente que deberás seguir ?
Será , Hijo mio , el de someterte á todo
lo que Dios ordena. El Señor , dirás (2) , es
dueño absoluto de todo , pues que obre en
mí como lo juzgue mas a propósito.
Verás de este modo que Dios movido de
tu sumision , y fiel á sus promesas , te hace
mas ligeras que lo que tú esperabas aquellas
cruces que de léjos te parecían de tanto peso.
Te
(i) i. Cor. 10. 13. (i) a. Cor. i. g.
I24
Te hará el Señor tan llevaderos tus tra
bajos, que te obligará á decir (i) : Que quan-
to mas participamos de los sufrimientos de
Jesu-Christo , tenemos mas parte en los
consuelos que nos en-oia.
SIERVo. Os doy gracias , ó María au
gusta, por las lecciones que me dais. Advier
to que ellas van animando mi flaqueza.
¡ Ah ! Vos sois la que me alcanzais una
fuerza nueva que siento dentro de mi alma
para ir con valor delante de estas cruces que
tanto me llenaban de temor.
Bendito sea (2) el Señor mi Dios , que
por las instrucciones de su Divina Madre,
frepara mis manos para el combate , y me
enseña á sostener una guerra, en donde sin
su socorro no podría ménos de perecer.
CAPITULO X.
Cómo se debe fortar una alma, y de los sen
timientos que deben ocuparla quando Dios.
observa con ella una conducta que la
es incomprehensible.
L!ZO Dios saber á María por su Es
poso Joseph , el que ya habia sido instruido
por ministerio de un Ángel , que era nece
sario librar al Niño Jesus del furor de He-
ro-
(i) i. Reg. 3. 1 8. (i) Psalra. 143, i.
rodes , y ponerse en camino para Egipto.
¿Pero acaso Dios no tenia en su poder in
finito algun recurso para mudar el corazon
de este Príncipe ? < No parecía indigno de un
Dios el huir de un hombre flaco y mise
rable ? •»
¿ No podía Dios renovar en favor de Je
sus el prodigio de las plagas con que afligió á
los Egipcios para salvar á su pueblo ?
¡ Ah ! María no trata de ninguna manera
de comprehender los designios de Dios en ia
conducta que observa con ella.
La voluntad de Dios debe igualmente ser
obedecida quando se comprehenden las razo
nes de lo que se manda , que quando no se
comprehenden.
¿Hallará María con que mantenerse duran
te un viage tan largo en medio de los desier
tos , y en aquella tierra extrangera adonde
se la envía ? No intenta examinarlo de nin
gun modo.
El mismo Dios que la ha hecho intimar la
órden de salir es bastante poderoso para pro
porcionarla medios de subsistir , por mas que
no se prevean. :
¿ Permanecerá siempre María en Egiptoi
No se informa de esto. Volverá quando Dios
la dé á entender que es tiempo de volver.
Dios podrá comunicarla órdenes aun mas
incomprehensibles que éstas ; pero no por eso
se alterará la paz de su alma.
• . Do
tío
¿De qué pnede inquietarse una alma, quán-r
do sabe que Dios la conduce? ¿Puede haber
mas segura proteccion que la de la Providen
cia ?
- Vos , Señor , me mandais caminar por
unas sendas que me son desconocidas ; pero
Vos Ib mandais , y esto basta : vuestra vo
luntad me sirve de luz y de razon.
Yo no sé á donde voy ; pero estoy segu
ro de que si me dexo gobernar por una guia
tan sabia como Vos , no me perderé en el
camino. i
Caminaré con seguridad aun en medio de
las tinieblas de la noche , porque estoy cierto
de que Vos no me habeis de abandonar.
¿ De qué me servirán mis cortas luces en
un camino que Vos mismo me habeis abierto,
y qae me mandais seguir con una obedien
cia ciega i Si Vos , Señor , hablais , á mí no:
jne toca otra cosa que obrar sin escucharme
á mí mismo. "
: 'Los hombres se abandonan enteramente á
la conducta de otro si le tienen por pruden
te é instruido : ¿ cómo podré yo ¡ ó sabiduría
eterna! runer algun motivo de desconfianza
qu&ndo Vos sois el qus me dirigís?
Vuestra prudencia se complace muchas
veces en llegar á los fines por unos medios
que parecen enteramente contrarios.
Así, Dios mio , por admirables que sean
vuestros designios sobre mí , yo me conten-
: to
to con adorarlos. Obrad , Señor , por mas que
yo no comprehenda los motivos. j
Vuestra conducta por sernos oculta , no
nos es ménos adorable. Vuestras obras lle
van el carácter de una sabiduría suprema, aun
que el hombre sea incapaz de comprehender
sus secretos.
Yo quiero , pues , manifestar á vuestras ór
denes , aunque no alcance sus motivos , la
misma, sumision que tengo á las verdades que
me habeis revelado.
- ' Aunque yo no conciba estas verdades,
son lo mismo para mí que si las viese clara
mente , porque Vos sois , Señor , el que ha
beis hablado.
CAPÍTULO XI.
Del cuidado que tiene la Providencia -de
los justos, ,, . A \\
. • »' '••.;/. •'!.
CAPÍTULO
Que se puede servir á Dios en qualqtáet
estado y situacion en que nos coloque.
CA
137
.5 c APi-g-ULO- xi'-V;^
•
De la de¡gracia que padect el que fierde
T- .•;| '
enia Jesús cerca de doce años quando • ' ".
acompañaba á sus Padres María y Joseph que '
iban á Jerusalen , segun costumbre , á la so
lemnidad de la Pascua.
Concluida ya la celebridad , saliéron de
Jerusalen María y Joseph para volverse á Na-
zareth ; pero Jesus se quedó en la Ciudad sia
noticia de sus Padres. Ya habian andado una
jornada del camino quando echaron ménos á
su querido Hijo.
i Qué sentimiento no debio causar esta
ausencia á unos Padres que tanto le querian ?
Pero sobre todo , ¿ quán sensible no debió ser
para María esta pérdida ?
; O Salvador mi© ! no os perdio María por
falta suya. Vos fuisteis el que os robasteis á
su vista por los intereses de vuestro Padre
Celestial.
Pero yo que os he perdido tantas vece»
por mis iniquidades, que os he obligado á quo
os separeis de mí; ¿puedo yo sentir digna
mente la desgracia de esta pérdida y de esta
separacion?
María no perdió sino la presencia corporal
de Jesus , conservando toda su amistad ; pero
yo he perdido lo mas amable que podia tener
en el mundo , que es la gracia y la amistad
de Jesus. ¡
£1 mundo y , sus placeres , á quienes he
amado mas que á Jesus , ¿ podrán ser bastan
tes para repararme esta pérdida ?
¡ Dichosos aquellos de quienes nunca se
ha separado Jesus , y que le han poseído siem-
Ere ! j Solamente estos saben y pueden decir
) que es el Paraíso de la tierra !
¡ Estar con Jesus ! ¡ó dulce compañía! ¡ó
loavísimas conversaciones ! ¡ ó amistad tierna !
I ó alegría divina ,'
Pero verse apartado de Jesus ¡ ó espanto
sa soledad ! ¡ ó noche obscura ! ¡ ó extrema
miseria! r ó infierno anticipado!
¡ Ah ! quien ha perdido á Jesns , daría por
volverle á hallar, si conociera su desgracia , to
das las riquezas , los honores y los' placeres de
la vida.
Se siente una pérdida temporal hasta el
extremo de estar un hombre inconsolable;
¡ y no' se llora la pérdida que se hace de todo
un Dios! ¡forzoso es que los hombres sean in
sensibles , pues que no puede haber mayor
pérdida para un Christiano !
No , no hay ningun hombre que dexe de
sentir la pérdida de los bienes de este mundo:
solo á Vos, ó Dios mío, bien soberano é infi
nito , es á quien los hombres pierden sin sen
timiento. ¡ O y qué poco que os conocen !
Una esposa , si no está desnuda de senti
mien-
mieritoy, ¿podrá permanecer tranquila quan-
do acaba de perder á un tierno esposo?
Un hijo, á ménos de no estar d.snaturali-
zado , ¿ podrá hallarse sin dolor quando ha
perdido al mejor de los padres?
¡ O Padre de las misericordias \ restituid
vuestra amistad á vuestro hijo. Divino esposo
de las almas, volved á la mia vui.stro amor.
Dexáos mover de las lágrimas que cor
ren de mis ojos , que si son copiosas y abun
dantes, es porque conozco el precio de todo lo
, que he perdido.
Me tengo horror á mí mismo quando
pienso que he merecido perderos : sí , Padre
mio ; os he perdido despues de haberme Vos
dado á conocer por medio de unas señales bien
claras , el amor que me teníais , y que os com
placíais en verme cerca de Vos.
¡ O y quán pequeño es mi corazon para
detestar dignamente mi ingratitud ! No , los
corazones de todos los hombres juntos no se
rian bastantes para concebir contra mis ini
quidades un aborrecimiento tan grande que
igualase á las desgracias que he tenido de
cometerlas. , ,
Como yo soy , Señor , eí mas ingrato de
todos los hombres , esta es la causa por qué
imploro vuestra mas grande misericordia , para
que me supla el arrepentimiento que quisiera
tener, y que me falta,
Quisiera que mi pesar fuese tan grande co
mo
140
mo la misma fe que me ilumina , la qnal me
enseña el horror infinito que debo tener al
pecado , y el amor sin límites que os debo
tener.
Siento toda la indignidad de mi conducta,
y no la sentiría tanto si Vos, Dios mio , usareis
de ménos bondad conmigo.
¡ Ay de mí! toda nú ingratitud no ha po
dido cansar vuestra paciencia. Me habeis es
perado con una condescendencia que no pue
do admirar demasiado , ni podré reconocer
bastante.
En el estado miserable en que estoy en
vuestra presencia ¿ qué otro motivo de espe
ranza puedo tener sin vuestra bondad misma?
¡O Jesus, Salvador mio! restituidme á vues
tra amistad , y hacedme conocer por este me
dio quán grande es vuestro poder.
• Bien sé que he merecido los golpes mas
crueles de vuestra justicia. ¡ Ah ! castigad á
este rebelde ; pero restituidle el lugar que te
nia en vuestro corazon.
Quitadme, Señor, quitadme todo lo que
puede aficionarme al mundo , los bienes de
fortuna , el honor , la reputacion , la estima
cion y amistad de los hombres ; pero no per
mitais jamas que tenga otra vez la desgracia de
perderos.
Concededme la gracia de que repare en
adelante por mi fidelidad en amaros el tiempo
que he vivido separado de Vos,
Pig-
Dignáos , pues , ó Jesus , de admitirme
cerca de Vos. Vuestro corazon es siempre el
mismo : dispuesto siempre á recibirnos á pesar
de nuestros desórdenes. - i-^ •, >
•••A. Vos me refugio , ó Dios mio. No quie
ro salir mas de Vos, sino vivir con Vos por
todaí una eternidad. ^b ,;d ' <j
,Ofc.r.-:yq
s^^CAPITÜLO XV. oí.:
Del ardor con que debe bú&ear,•á..%e$ut
-iltqile*ihit-Un¡do la> -desgracia de perderle.
B
'ios no nos pide sino rara;v«z;el
le demos á conocer nuestro amor con aor,
ciones grandes y maravillosas , porque este,
amor consiste mas particularmente en una
constante fidelidad en el cumplimiento de
las mas pequeñas obligaciones;- de uíiuestro;
estado. • \ -;¡. ü •:h;- •;:• •-•TI
Por esta fidelidad adquirió.. María unos
méritos que la eleváron sobre -ios, mismos
Angeles. n '.i ah . .:i; -tí
Treinta años permaneciQ'-'pcuUa;en Na-
zareth con el Salvador, y en todo este tiem- ;
po no se ocupó en otra cosa que en cuidas
de su livino Hijo , en merecer siempre mas
y. mas la confianza de su esposo- 4 ;y-en pro- 3
veer á su familia de lo necesario , segun sus
fuerzas. , ' .'" » --
Aprende de sn exempJo quál debe ser; ta-t
aplicacion en el cumplimiento de tus obli-. ,
gaciones si quieres llegar á la Santidad.
Hay muchos que viven engañados , cre
yendo que el medio de llegar á str Santos
consiste en dedicarse á unos exerckios age
nos de las obligaciones de sn estado , des
preciando estas, sin cuyo cumplimiento no
puc-
169
puede ser agradable lo demás í los ojos de
Dios. • "¡
<•> La perfeccion mas grande de todas con
siste en amar su estado, y en cumplir con
SBS obligaciones por humilde que sea , siem
pre y quando esté en el «arden- de la pro
videncia. . •(-. V . .:, i. ' '"i ' >
Un artesano que gana su vida con el su
dor de su frente , y un padre de familias
que vive sin ambicion en medio de la obs--
caridad- de una pobre fortuna , no obran-
jnénos su salvacion que los que se hallan en;
grandes empleos , ó se exereitan en los mi
nisterios mas santos, y. mochas veces la'
obran aqnellos con ménos peligro. -'f
El mejor estado para nosotros no es aquel
qoe nos parece; el mas perfecto , sino aquel
en que Dios nos ha colocado. •• '
• t: Es una ilusión el querer 'llegar á ser San
tó , no de la manera que Dios ; quiere , *frf '
no segun nuestra -propia voluntad. Las cosas:
ñor se hacen con perfeccion , si no se practi*
can porque Dios quiere , y como quiere.
; El mérito de nuestras acciones: depende
mocho ménos de la naturaleza de las cosas-
que hacemos , que del espíritu que las ani
ma , y de la conformidad que tienen con
1* Voluntad de Dios. '.- •
Dios quiere de nosotros ana' continuacion-'
de" acciones pequeñas, y nosotros nos em^ •
peñamos en hacerlas grandes. De esto suceda
.-, -:-¡ -- '. mii-
muchas veces el que no se practican biea
ni las unas ni las otras.
- -Marta, Marta (i)», andas demasiado
solicita , y te engañas , queriendo hacer
mas di lo que Dios te manda. Conténtate
con hacer bien lo que te pide , y practí
calo con el mismo fervor que si hicieses
una cosa • grande.
¿ Qué cosas grandes hacia aquella mugeiy
cuyo elogio ha consagrado el Espíritu San
to ? Se dice, de ella que hilaba, y se ocu
paba en el cuidado de su casa. •••• "-
JS1 .estar en la Iglesia, liacer oracion , y:
•visitar los enfermos son obras excelentes;
pero si te dedicas á estos exercicios , mién
tras debieras cumplir con las obligaciones pro
pias de tu estado , . se podrá.decir que haces
la voluntad de Dios? *.', >,•¡i ¡3
- Es necesario orar , y orar ifreqüentemen-
te , y aun ^.siempre , si es posible ; pero. si.
por la oracion -abandonas tus obligaciones do-,
mésticas , cree que tu oracion no será agra--
dable á •Dios. . ..;, >•-••;•• • rit''
- ¡Quántas obras dexarán de, ser .meritorias,
solo porque no nos proponemos hacer la vo
luntad de Dios , sino lo que nosotros quer .
remos \ • .> ';¡ .,. ' u- ' • . • ;:;
¡ Pero qué tesoro de grandes méritos na ;
se adquiere en el exercicio de una vida co
mun y ordiaaria , quando tocio se encuentra
mar-
(i) Lue. 10. 41.
171
marcado- con' ebsello de' la voluntad divina:!:
Hay muchas personas que parece que no.
adquieren- grandes méritos v >'' si° embargo
entrarán en .el iReyno; del.Suñor , í causa
de la fidelidad y exactitud en el cumplimien*
tt> de las, obligaciones de su estado. • ••: i?:.
El Sencr , de quien habla el Evangelio,
no dixo'á, su siervo entr.(t en lo, alegría de
tu Señor (i) , porque has .obrado cosas gran-,'
des , sino forque has sidofiel en focas cosas,
C A P í T U L.'ai XXIII.
%)e la necesidad de santificar el trabajo
y las demas ocupaciones del día.
CAPITULO XXX.,
Que no se ha de buscar la gloria de este
mundo , ni la estimacion de los
hombres.
SIERVo. V os , ¡ó Madre dichosa ! os
complacíais sin duda al ver el honor que se
hacia á vuestro Hijo en el tiempo de su pre
dicacion ; pero únicamente por él , y en nin
guna mañera por Vos misma.
Jamas se vió que ios valieseis para ningu
na cosa de l 1 circunstancia de haberos Dios
elegido para dar al mundo .aquel que , por
el resplandor de sus maravillas , y sublimidad
de su doctrina , excitaba la admiracion de los
pueblos.
Bien
197
Bien diferente de las demas madres que
se congratulan abiertamente por el iré'ito de
sus hijos , y quieren participar con ellos de
su gloria ; si Vos seguíais á Jesus á diversos
lugares, era solamente para recibir sus ins
trucciones , y alimentar vuestra alma , y no
para recoger la gloria que pudieran hacer re
caer sobre Vos las bendiciones y alabanzas
que se le daban.
Conservasteis siempre la humildad de vues
tros sentimientos aun en aquellas ocasiones
mas propias para seducir el corazon humano.
De este modo condenabais el afan con
que se busca la g'oria de este mundo , y el
amor á la estimacion de los hombres : infe
liz veneno que infesta todas nuestras obras.
MAR'A. Es verdad , Hijo mio, que me
diante la gracia del Señor, me preservé siem
pre de tocto aquello que llamas con razon un
veneno infeliz.
Solo á Dios pertenece la gloria. ¿ De qué
puede gloriarse una criatura quando nada tie
ne que no sea por Dics?
El Señor me habia ya distinguido bastan
te escogiéndome por Madre del Mesías: ¿ Pues
á qué fin buscaría yo las distinciones del mun
do ?
Quien no busca sino á Dios , no ve nin
guna cosa grande ni maravillosa sino en Dios.
X-os vanos honores de este mundo , y todo
lo que estiman mas los hombres , no son sino
N 3 unos
unos objetos frivolos, y de ningun momento
delante de su vista. -i
Consulta , hijo mio , á la fe que profer
sas , consulta al mismo tiempo á la razon , y
no desearás tanto los honores ni las alabanzas.
Variando entónces de objeto tu ambicion,
desearás únicamente la gloria que tiene Dios
reservada para sus escogidos.
Si los hombres te olvidan , y te miran co
mo á una persona con quien no se puede coa
tar , no te entristezcas por esto , ántes bien
regocíjate , porque no hay camino que con
duzca con mas seguridad al ensalzamiento de
una alma en el Cielo , que el de la humilla
cion que se padece con un verdadero espí
ritu de religion. i , • : .. •
Dexa , pues , á los partidarios del mun
do todos estos títulos y vanas distinciones
deque hacen tanto caso , y reserva para tí
una gloria mas sólida y verdadera. .r
Pide freqüentemente á Dios, á exemplo
de David, que no te dexe poner los ojos (i)
sobre la vanidad de las cosas de la tierra..
\ Quántos no se han perdido por su des
gracia por haber mirado al mundo como á sa
ídolo ! No aumentos el número de los insen
satos , que aun le tributan diariamente ado-
raciones.
SIERVO. Yo me aprovecharé , ó Virgen
San-
(i) Psalm. 1 1 8. 37.
Stmta , de vuestro exemplo y cie vuestras
lecciones. No quiero ni deseo otra gloria qué
la que es consiguiente á la imitacion de vues»
tras virtudes.
-:. yJ^ero como mi corazon es flaco, jó Vir
gen poderosa ! y fácil en volverse atras , yo
imploro vuestra átistencia. Alcanzadme, pues,
aquella firmeza de alma de que necesito pa
ra, elevarme sobre el desprecio del mundo y
sus pérfidas caricias. 1 . '*
-;t
-fe-iri: CAPITULO XXXI.
Dt la necesidad que tenemos de sufrir al
•'• ' próximo con esfíritu de caridad
,': • ' y dulzura. •«
CA-
cA,pri;Ui•o xxx u.
,De la resignacion que se debe tener en la
voluntad ae Dios aun en aquellas cosas
que fatecen contrarias á los intereses . .
!:.; .;•? ; •/ •'-df'K'fu ¿loriat- • ,,.,,.-
•J" *'•?.'•• • •';: ;:•oi ¡t-' v•¿r '.-T, -Jü ¡ '••••.- . i'
t CAPITULO XXXIII.
J)e las señales de la verdadera santidati.
o. ' '• -- )
. ',l
"t..: :"n vi
•• i , : ,n ( vi.": •
LA
209
LA IMITACIÓN
DE LA SANTÍSIMA VÍRGEN
SOBRE EL MODELO • '
LIBRO TERCERO.
«N EL QUE SE CONSIDERAN LA VIDA Y VIRTUDES
DE LA SANTiSIMA VIRGEN , DESDE EL TIEMPO BIT
QUE VIO Á SU DIVINO HIJO DAR SU SANGRE Y SU
VIDA EN EL CALVARIO , HASTA EL DiA DE SU
GLORIOSA ASUNCIÓN.
CAPÍTULo PRIMERo.
De la paciencia.
no tendría que sufrir la Ma
dre del Verbo Encarnado, quando vió á este
Divino Hijo hecho un hombre de dolores,
entregado á las potestades de las tinieblas,
arrastrado de tribunal en tribunal , tratado
como seductor , é insultado por una solda
desca insolente?
¿Quando le vió azotado cruelmente , co
ronado de espinas , reputado por mas crimi
nal que Barrabás, condenado á muerte, car
gado con el instrumento de su suplicio , y ago-
viado baxo de su peso?
¿Qnando oyó los golpes de los martillos
que remachaban los clavos en los pies y ma
nos de este Hijo querido; quando le vió le-t
vantar en la Cruz , colocado entre dos malva
dos , insultado por sus enemigos que triun
faban de su muerte , y no tenian que pre
sentarle sino vino mezclado con hiel para apla
car su sed? ¡
Y en fin, ¿quando le vio dar en la Cruz
el último suspiro , y fué testigo ella misma de
la lanzada con que un atrevido ministro le
abrio el costado para asegurarse de su muerte?
~ • En medio de estos crueles tormentos ma
nifestó. María la paciencia mas heroyca. No
se la oyó formar ni la queja mas pequeña.
Imitó María en el Calvario el silencio que
habia observado Jesus en la casa del gran
Sacerdote. Rodeado de falsos acusadores no
decía (i) ni una palabra, porque conocía
que hubiera hablado inútilmente en su defen
sa , y deseaba por otra parte que tuviese efec
to el decreto de muerte , al qual se habia con
sagrado voluntariamente por nuestro amor.
¡Alma afligida! he aquí el modelo que de
bes imitar. Si necesitas hablar alguna cosa quan
do estas en el sufrimiento, habla , pero con dul
zura , y con espíritu de paz. Si no son oidas
tus quejas , sufre y calla, y no opongas á
la injusticia sino la paciencia.
¿Pero qué paciencia? Una paciencia chris-
tia^
(i) Matth. 16. 63. ..... . -
219
tíana qne sea hija de un espíritu de religion,
y no una paciencia humana , tal como la que
inspira muchas veces la política ó el tempe
ramento.
Los que se humillan baxo la mano de Dios,
qne adoran su justicia y misericordia en los
trabajos que les envía, y que hacen de la
paciencia de Jesus y de María el modelo
de la suya, estos sí que padecen como con
viene á un verdadero Christianp.
Llevar la cruz con impaciencia , es ha
cerla mucho mas pesada, y es añadir la iniqui
dad á la pena. . ':
El camino de la cruz es el camino del
Cielo. Todos los Santos le han seguido , y,
los Justos que estan ( i.) sobre la tierra ca
minan tambien por él; padecen muchas tri
bulaciones , porque Dios prepara á su pacien
cia una preciosa Corona.
¡ Ah! ¡ Desgraciados de aquellos Christianos
que hacen servir para su perdicion , lo que
debería servir á su salud ! Semejantes en esto
á aquel criminal que murio al lado del Sal
vador en el Calvario, blasfemando sobre su
cruz, y que desde el Calvario mismo baxó
á los infiernos.
Si en las aflicciones que padecemos , no
nos rebelamos contra Dios, á lo ménos mur
muramos de los. trabajos que nos envía, y
en-
í1) ps- 33- so-
120
sntónces mereceríamos ciertamente que Dio»
para nuestro castigo apartase de nosotros esto
medio poderoso de santificarnos.
Muchas veces importunamos al Cielo para
que nos libre de nuestra Cruz, y(i) no sa
bemos lo que pedimos. Esta cruz es para nos
otros una fuente copiosa de méritos.
¿ En dónde se han visto jamas frutos mal
abundantes de santidad y de excelentes vir
tudes que á la sombra de la Cruz y en el
Calvario? • .
La paciencia nos hace adquirir allí mas mé
rito en pocos dias, que conseguiríamos en mu
chos años en ana vida consagrada á los exer-
cicios de una piedad tranquila.
¿Quántas veces sucede que el amor pro
pio se engrie en las acciones de piedad ? pero
en una vida de aflicciones se merece tanto
mas , qnanto la naturaleza tiene allí muy poc»
parte , y todo está dedicado á Dios.
No deseemos de ninguna manera una cruz
mas bien que otra. Ni digamos : yo quisie
ra ésta mejor que aquella , porque la lleva
ría con mas paciencia.
¡O alma christiana! qualquiera otra cruz que
la que llevas no seria la que te conviene. Dioi
sabe mejor lo que necesitas que tú misma:
y si quedase á tu arbitrio escoger tu Cruz,
te encañarlas en la eleccion^
Lai
(i) Matth. ao. 24. ....
V Las cruces que Dios nos hace llevar son
la medida de nuestras necesidades, de nues-t
tras fuerzas , y de los designios que tiene
cobre nosotros.
CAPÍTULO IV.
Como Dios reserva mucJias veces los mat
grandes sufrimientos para los que le son
mas fieles en su servicio.
L. a tierra
. » .se
., .estremece
,.. en la
muerte de Jest.s , el sol ,se -.eclipsa , las pie
dras se dan unas con otras , y toda la natura
leza se conmueve ; pero aun hay btro obje
to que me arrebata mas que todas estas ma
ravillas.
Vos sois ¡ó María! ¡ó Madre virtuosa! que
permaneceis en pie cerca de la Cruz reno
vando en cada instante el sacrificio que ha
ceis al Eterno Padre de vuestro querido -Hi
jo Jesus.
¿Cómo pudisteis sufrir un espectáculo .se
mejante? ¿De dónde os vino aquella firmeza
y constancia? Dignaos , pues , de manifestár
selo á una alma á quien abate la adversidad
por poco considerable que sea.. -i
MARiA. Hijo mio , yo tenia delante de
mis ojos el exemplo mas poderoso , á Jesus
crucificado , que no proferia sino palabras da
ptz , que sufría con la mas perfecta resigna
cion á la voluntad de su Padre , y que le pe.
dia
229
dh por los méritos de sn Sanare la salud ds
Jos mismos que le crucificaban.
Tenia los ojos puestos sobre este divino
modelo , penetraba hasta lo mas íntimo de
sn corazon , y procuraba revestirme de los
mismos sentimientos.
Viéndole sacrificar tan generosamente su
vida por los hombres , en medio de Jos mas
terribles tormentos ,,iprenc1í á' hacer yo mis
ma á Dios con generosidad el sacrificio de
lo que mas amaba en este mundo , que era
el mismo Jesus.
Al pie del Calvario encontrarás , como
yo, hijo .mio , el alivio 'de tos penas, la.
fuerza en tu abatimiento, y una resignacion
valerosa en los sacrificios que Dios te pida.
Quando te encuentras en medio de una
afliccion, vas á mendigar consuelos de los hom
bres , pero no tardas mucho tiempo en co
nocer que no hay allí la compasion que tú
buscas. ' ' • -' -':;¡
Por mas que quieras excitarlos á qus se
compadezcan de "tí , acabarán por fastidiarse
de la relación de'tws penas , y se enojarán de
tu misma presencia.
Si entónces entras dentro de ti mismo y
consultas á tus propias reflexiones , sentirás
aumentarse tus penas , y que muchas veces
aquellos mismos esfuerzos que haces para ar
rancar la saeta que te hiere y molesta , no
sirven sino para penetrarla mas. -
* P3 Aíí,
Así, , hijo mio , lo que debes hacer en es
tos tiempos de combate es armarte de Jesus
crucificado , y recurrir á él como á tu único
apoyo miéntras dure la borrasca y la tem
pestad.
Por muy abatido que esté tu ánimo en
contrarás en él la fuerza suficiente , y por
profunda que sea la amargura de tu corazon,
hallarás allí todo tu consuelo.
Si lo que padeces viene de parte de los
hombres, allí verás pendiente de la Cruz al mas
ultrajado de todos los padres , al mas despre
ciado de todos los señores , al amigo mas
abandonado y al justo mas perseguido.
Si te viene de parte del infierno , repara
á Jesns entregado á todo su furor.
¿Ya vista de esto te atreverás á quejarte
de que el Cielo te trata con demasiado .ri
gor , si consideras el que el Eterno Padre ha
exercido con su Hijo amado?
Es verdad que Dios te envía en castiga
de tus culpas algunas penas temporales ; ¿ pe
ro qué tienen que ver éstas si las comparas
con las que ha padecido Jesus por librarte de
las eternas?
Yo he sido rescatado , dirás considerando
á un Cruciñxo , por los tormentos excesivos
de un Dios. ¡Ah, justo es que una alma redi
mida de esta suerte , tenga por el sufrimiento
alguna semejanza con el Redentor!
Hijo mio , te pareces poco á Jesus en tas
Tir-
231
virtudes , y por lo mismo Jesus crucificado
te dice que debe servirte de mucho consue
lo el serle semejante á lo ménos sufriendo y
padeciendo por su amor. .
Recurre , pues , á él en todos tus males,
en todas tas angustias y en todas tus tenta
ciones.
Bésale entonces con amor , báñale con.
tus lágrimas y estréchale tiernamente sobre
tu corazon.
Figúrate que estás en el Calvario , y que
te es permitido abrazar los pies de tu Dios
que padece y muere por tu amor.
Manifiéstale tus penas , juntándolas á las
suyas , y pídele que te las alivie.
Ruega á este Salvador misericordioso que
te haga oir desde su Cruz alguna palabra de
consuelo que te ayude á sufrir el rigor de la
que tú llevas.
Díle <jue no le dexarás ni un instante
hasta -que «o haya restituido á tu alma la
paz y el sosiego , y que no la haya fortaleci
do por la uncion de su gracia.
Si eres fiel á este santo exercicio , serán
enxugadas . tos' lágrimas , te se restituirá la
paz , el valor sucederá a la flaqueza , la cruz
no te será mas amarga , y aun su amargura
se trocará en dulzura y suavidad.
Pero si aun te quedase alguna cosa que
sufrir , padecerás á lo ménos con los senti
mientos de paciencia , resignacion y amor,
P4
que hacían decir al Apóstol (i) : me regocijo
en los oprobrios , en las miserias -,- en las
ferseciuionfs y en las grandes trabajot
qlte padezco for Jfsu-^hristo. , .
.,:„'•."' . CAPITULO vii.
De los sentimientos que debemos tener fu
ra con nuestros enemigos»
M '
jLV.Ji.mz
,- -•
no podia tener otros mayores
enemigos que los Judíos y Fariseos que ha-
bian conspirado coiura su Hijo,' y le habian
hecho condenar á niuerte.
Pero uniendo pus-sentirnientqs cpn los de
Jesus .que amaban 4. sus enemigos -, hasta dae
la vida por su, salad , decia sinceramente á su
exemplo : perdonadles , Diosmio, ,,\
Miraba á ; «stos, enemigos impjapables de
Jesus, que se apjaudian del suceso de su crí-
mea , oia las maldiciones de. que le carga
ban, y las blasfemias que vomitaban contra él.
, Qualquiera otr^.oiadre que;, k , tjc. Jesus
hubiera solicitado rcootra estps,ijnpío8 y sa
crilegos las vengj\izpsi;dsrCÍ£lp-:; pero María
i«stíuida en la .escuela del Dios .ae l¿i paz,
estaba ai-.imada:d« vio ^spíritu diferente.
Jesus pendiente .de la C*u* no :cesa.ba de
. Pe*
O) a. Cor. ia,;t9, , :.ij¡-jlj:.e: -JL ?, -. •.«
Vi
pedir al Cielo misericordia en favor de sus
perseguidores y autores de su muerte , y Ma
ría al pie de la Cruz ofrecia por ellos la sangre
de la víctima adorable que sacriíicaban.
j Ay de mí ! Si los J udíos hubiesen podi
do leer en los corazones de Jesus y de Ma
ría los sentimientos de caridad y ternura que
uno y otro tenían por ellos , ¿hubiera sido
necesario otra cosa para que cediesen en sus
criminales y perversas disposiciones?
En estos dos corazones tan penetrados de
amor por los mismos que les llenan de amar
gura , esen donde se debe aprender el espír tu
4e caridad y de paz con que debemos amar
á nuestros enemigos como nos manda el
Evangelio.
Jesus y María han puesto toda su gloria
en perdonar las ofensas : ¿ y podrémos decir
que se engañáron en el juicio que hablan tor-
mado de la verdadera gloria? ¿ó deberémos
tener á ménos el imitar estos modelos tan glo
riosós?
Por grandes y ' de qualquiera naturaleza
que sean las ofensas que se nos. hagan , ¿igua
larán jamas á los ultrages que se hiciéron, al
Salvador y á su santa Madrp ?
. María era despues de Je,sus el objeto mas
amado de las complacencias divinas. J.a ofen
sa contra Jesus era infinita , y la; que se ha
cia 4 María era la mas atroz quie, ;Sq podía
concebir despues de la de, su Hijo, ... .
Sin
2 34
Sin embargo ¿con qué amor no derrama
Jesus su propia sangre , y la ofrece á su Pa
dre como en precio de la gracia que pide por
sus mismos verdugos? ¿Con qué candad no>
ruega María al Eterno Padre que escuche las
súplicas y la voz de la sangre de su Hijo?
El odio y la rabia mas cruel ¿no debian
espirar al pie de esta Cruz en donde vemos
á Jesus y María interesarse de una manera
tan admirable por los mismos que la han le
vantado ?
Esta misma Cruz , precioso instrumento
de nuestra salud , solicita nuestra condena
cion si nos atrevemos á acercarnos á «lia con
la venganza en el corazon.
¡O Diosmio! El amor de los «nemigoi
no puede ser sino efecto de una gracia pode
rosa que os pido por los méritos de Jesus y
por la intercesion de María , cuyos corazones
eran tan dulces para con los mas ingratos , y
tan caritativos con sus mas crueles persegui
dores.
^Corazon adorable de Jesus! ¡corazon ama
ble de María ! ¡ ó corazones tan buenos con
todos aquellos que han sido causa de vuestros
dolores mas profundos! haeed pasar á mi co
razon toda la generosidad de vuestros senti
mientos. •
jAh! si llego á sentir alguna vez los mo
vimientos de la 'venganza , juntaré inmediata
mente mi corazon á estos corazones sagrados.
No
' ¡ No le separaré jamas hasta que no haya
recibido las impresiones de aquella bondad,
caridad y dulzura de que estan llenos.
CAPITULO VIII.
"De las disposiciones que debemos tener
quando vemos padecer á nuestros pa-
y amigos.
CA
CAPÍTULO IX.
Del esfíritu con que debemos sufrir la per-
. dida de aquellas personas á quienes
tiernamente amamos*
. • -i - . • /
.• CA-
CAPÍTULO X,
De la necesidad que tenemos de afirmar
nos en la fe y en la esperanza quando
nos hallamos en circunstancias que pa-
recen contrarias a estas -virtudes.
JT
L/os Apóstoles habian reconocido á
Jesus por Hijo de Dios -vivo ; pero al tiem
po de su Pasion, infieles á la confesion de
su fe, la disimularon (i), y huyeron.
No lo hizo así María ; porque siguio á
Jesus al Calvario , en donde le reconocio
por su Redentor con la firme esperanza de
que resucitaría, pues que así lo habia pro
metido. • • i: l
Despues de la muerte de Jesus , los
Discípulos , dos á lo ménos , de quienes ha
cia S. Lucas (2) , apenas tenían esperan
za de que se cumpliese lo que Jesus ha
bia predicho.
Pero María sin padecer la menor duda
en esta parte , perseveró en creer y en es
perar firmemente que Jesus , á quien habia
visto morir cubierto de oprobrios ', resucira-í
na lleno de gloria , y sometería el mundo
a su Evangelio. :•
EV
(i) MattB. a6. Stf. (4) Lue. 14. «i. '"
Esta fe de María , apoyada constante
mente en el principio de qne no puede fal
tar lo que una vez ha dicho Dios , por ser
la misma verdad , debe ser la regla de la
nuestra.
Si los impíos , de que el mundo está
lleno , no nos dan ocasion de declararnos
abiertamente por la fe que profesamos , el
enemigo de nuestra salud buscará á lo me'-
nns medios de hacernos vacilar , sugiriéndo
nos dudas sobre las verdades reveladas.
Firmes y constantes en la fe (i) , le de-
tem)s resistir coa valor , sin pararnos á exi-
niinar sus sugestiones , y entónces (2) hui
rá lejos de nosotros.
Desechad inmediatamente en presencia
del Dios de la verdad qualquiera duda que
ocurra á vuestro entendimiento ; y por me
dio de esta reprobacion pronta , generosa
y sincera , se aumentará y fortalecerá cu
vosotros la fe. / •
Quando padezcais grandes trabajos , será
especialmente quando el demonio procurará
gfuscar y llenar de obscuridades vuestro en
tendimiento , excitándoos á que dudeis de
la justicia , de la sabiduría , del poder , y
de la bond ui del Dios que 95 aflige.
Acordaos entónces de lo' que Dios tiene
dicho en sus libros santos , de la necesidad
de
(i) i. Petr. g. p, (a) Jacob. 4. 7.
de los sufrimientos , de la gloria que les se
guirá , y de sus soberanos designios , quandó
envia aflicciones á los hombres , ann á aque
llos que le sirven con mas fidelidad. ••
Diars no fitede mudarse.- Lo qoe una
vez ha dicho , siempre permanece cierto y
verdadero ; y su palabra es tan inmutable
como él mismo.
Del mismo modo , en qualqnier estado
je tentacion , de dolor 6 de amargura , de
sequedad 6 desolacion en que os halleis,
proponéos siempre por regla la esperanza
generosa y constante de María.
Procurad que vuestra alma , léjos de ce
der y dexarse abatir , se sostenga por me
dio de esta virtud , que tiene por fundamen
to la fidelidad de Dios en sus promesas.
"Esperad (i) aun contra la misma es-
peranza , como hizo en otro tiempo Abra-
ham , convencido plenamente de que todo I»
que Dios (2) ha prometido, lo puede hacer.
Este Dios es vuestro Criador , y tiene
declarado que jamas abandonará la obra de
fus manos , y que siempre tendrá en ella
puestos los ojos.
Es el Soberano Señor de toda la natu
raleza ; por consiguiente no hay ninguna co
sa que le sea imposible , ni apn difícil.
El
(i) Rom. 4. iS. (a) Ibid. ai.
El Señor es el apoyo de sus siervos (i);
y no hay ninguno que fueda dudar , á po
ta, reflexion que haga , sobre las fromesas
de su alianza. . ,v :
Por triste y dolorosa que pueda ser Vues
tra situacion , vuestra esperanza no puede
estar mas bien fundada que sobre una pro
videncia , una bondad , y un poder infinito.
¿ Quántas veces os ha asegurado .por boca
de sus Profetas y de sus Apostoles , que
oye , que sostiene , protege , consuela y sal
va á todo el que espera eu él ?
Implorad , pues , sus auxilios con con
fianza , no dudando de ningun modo de que
su misericordia os sacará de la triste situa
cion en que estais , ó que si os mantiene
en ella , os protegerá hasta el fin , y será
para su mayor gloria y vuestra salud.
Dios permite algunas veces que nos ha
llemos en grandes tribulaciones , para que
conozcamos mejor lo que puede una viva
esperanza en él , y para manifestarnos el pa
ternal amor que nos tiene.
Una virtud probada fuertemente se ha
ce mucho mas lugar en el corazon de Dios,
que una devocion tierna.
(i) Psalm. 44. 15.
CA-
«47
CAPÍTULO XI.
.' 5 ; »'i • •' '- '
CA-
CAPITULO XII.
Que debemoí dirigir al Cielo nuestros
afectos.
/espues que desasteis la tierra ¡ó Sal
vador mio ! los pensamientos de vuestra san-*
ta Madre , sus miradas , sus afectos y sus
piros se dirigian. sin cesar al Cielo.
•íi -i JBnvidiaba la dicha de los Angeles y d«
Jos Santos que gozaban de Ja presencia de
su amado , y les. pedia que le dixesen que
moría de amor en su ¿usencia.
¿Qué podia presentarla el mundo que
la agradase? Q uand o se llega amar á Jesus,
no se desea otra cosa que á él. ••-
El que juntaren la tierra su tesoro de
vuestra graciaiy de suestra amistad , no pue
de padecer mayor.^angustia que la.de versa
privado da ruostra .presencia y de vuestros
divinos favores*. I ;.•/.., - ,-.,-,.- ¡ •-:' -j
Esperando cada dia í la muerte , que
es la única que puede poner fin á mis pe—
ms , os enviaré continuamente ¡ó Jesui
mio ! los suspiros de mi corazon qne.os de
sea , que os llama , y que os hallará siem
pre tarde. ; .f
¡Quién me diera tener alas(i) como la
CA
CAPÍTULO XIV.
Que cada uno segun su estado debe tener
zelo por la gloria de Dios , y salvacion de^
las almas.
Ra CA
a6o
CAPÍTULO XV.
En dónde ha de buscar una alma chris-
tiana su consuelo en los trabajos que pa-
dece por la virtud , y en la pena que I»
cansa la duracion de su des
tierro.
CAPÍTULO XVII.
i i.
De la dulzura de la muerte de lot
; Justos.
SIERVO. O>eria necesario comprehender,
jó María ! el amor que os tenia Jesus , para
podt-r formar alguna idea de las delicias in
efables de que llenó á vuestra alma en la ho
ra de la muerte.
; Seria menester saber quánto amabais Vos
á
269
á Jesos , para venir en conocimiento de ios
santos y vivos extremos de vuestra alma,
quando veiais acercarse aquel momento feliz
que debia reuniros al único objeto de vues-.
tro amor.
Exhalasteis el ultimo aliento de vuestra
vida con tanta paz y sosiego , como si os
hubieseis entregado al mas dulce y apacible
SUeño. .,.,., , • .j:;! ,' • t
¿ Qué rezelo podia tener á la hora de su
muerte una Virgen que no había sido ¡amas
sino para Dios , .y que no habia estimado si-
co las cosas de Dios ?
¿Una Virgen que no habia puesto su fe
licidad sino en Dios , ni habia tenido otra
ambicion que la de agradarle? ' ' • : , •
MARiA. Si quieres , hijo mio , participar,
de las delicias, y dulzuras de mi muerte en,
el dia que silgas de ene mundo , no pongas
la felicidad en los biqnes de la tierra. • r
Haced , Señor , que yo muera (t) con-,
la muerte ci¿ los judos. Esta es la snplic»
que hacen todos los Christianos ; pero hay,
muy pocos., por su desgracia', que miren
los bienes de este mundo con aquella in-t
diferencia y aun desprecio con queí los -mirr
raban los justos. .- ,,u ,.i¡ •„
La mayor parte de los hombres , aun- ,
que criados para el Cielo, 'no ..piensan sino
..,.'• ' ii.-i" • . eíi i
(i) Núrn» 13, 10. ..¡/ ( t;^J
27°
en la tierra : ¿ pues qué esperanza pneden
tener de ir al Cielo despues de su muerte?
Jesus no hace participantes de su felici
dad sino á aquellos que dorante su vida co
locáron su felicidad en amarle.
¿Qué estado puede haber de mayor con
suelo que el de un justo , que al ti u de una
carrera llena de tentaciones y de sufrimien
tos , goza dei testimonio de una conciencia
apacible?
Quando el pecador no mirara á Jesus al
tiempo de su muerte sino como á un Juez
inexorable , se le representara el justo como
á un padre lleno de bondad.
Es verdad que éste le ha ofendido du
rante su vida , y quizá gravemente y mu
chas veces ; pero no ha esperado á la hora
de su muerte para hacer penitencia.
Por otra parte el sacrificio qne hace ge
nerosamente de su vida , mediante el qual
se une en espíritu al sacrificio de la cruz , le
sirve de un poderoso motivo de esperar en
la misericordia de su Dios.
Desde el dia que se consagró enteramen
te á él , ha combatido con valor y constan
cia por la fidelidad con que debia servirle;
jpues por qué no ha de esperar la corona
de la justicia?
¡Qué cosa tan dulce no será para tí,
hijo mio , el poder "decir , á exemplo de Je
sus , quando vieres acercarse la muerte : es
ver-
271
verdad que dexo al' mundo (i) , pero me
-soy d mi Padre\ Voy á tomar posesion
de la herencia que me tiene preparada.
¡ O Padre mio ! os he glorificado ( 2 )
quanto he fadido en la tierra. He desem
peñado el negocio que me dexasteis encar
gado : pues glorificedme ahora Vos. Dignáos
hacerme participar de la gloria que me te
neis prometida.
Quando se ha tenido siempre la lámpa
ra encendida , no se teme de ninguna ma
nera oir decir : He aquí al Esposo que (3)
•yiene , salgárnosle al encuentro. 'j
Jamas hubiera yo pensado , decía una
alma santa , que hubiese tanta dulzura en
la muerte.
En esta hora es quando Jesus da á co
nocer mas particularmente á los que le aman,
quán digno es en efecto de ser amado. . ;j
. . Quando Dios ha sido por espacio de Já.
.vida el único objeto de los afectos de un co
razon , no permite ordinariamente que este
corazon obre de otro modo á ,1a hora de la
muerte. ¿
, Antes bien por el contrario, le hace á im
pulsos de su gracia semejante á, una antor-.
cha, que al tiempo mismo dp apagarse arroja
una luz mas viva,
vu
(i) Joan. 16. a8. (i) Joan, 17. 4. g.
(3) Matth. 15. 6.
Vive , pues , amando sinceramente á Dios
si quieres tenerle el mismo amor á la hora de
tu muerte. .,
SIERVO. La gracia mas preciosa , ¡ ó Ma
dre mia! que puedo desear y obtener de la
bondad de Dios, es la de morir con unos
sentimientos en todo conformes á los vuestros.
¡Morir de amor , despues de haber vivido
en el amor, del amor, y para el amor! ¡O
quánto desea este género de muerta el co
razon de un justo!
Esta muerte seria el cúmulo de todos mis
deseos. ¿ Pero acaso será concedida esta gra
cia á un pecador como yo 2
Os suplico, ¡ó Virgen Santa! el que á lo
ménos me alcanceis de Jesus la de partici
par de alguna manera de esta muerte de amor.
¡Morir amando á Jesus , de tal sucrrc que
el último aliento de la vida sea un suspiro
de amor! ¡O y qué dicha tan superior á quan-
tas pueden lisonjear al corazon humano!
¡O Jesus mio, Salvador mio, y Dios mio!
Concededme este insigne favor. Yo os le pido,
Señor , por el amor infinito con que me ama
vuestro corazon adorable , y por el excesivo
amor con que os amó el corazon de vues
tra Santa Madre. '
CA-
CAPÍTULO XVIII.
De los santos deseos de la muerte.
CAPÍTULO XX.
LA
LA IMITACIÓN
DE LA SANTÍSIMA VIRGEN
SOBRE EL MODELO
&S IA IMITACIÓN DE yESU-CHRISTO.
LIBRO QUARTO.
BN DONDE SE TRATA DE LOS SENTIMIENTOS DE
RESPETO, ESTIMACIÓN, ZELO, AMOR , TERNURA TC
CONFIANZA DE QUE DEBEMOS ESTAR PENETRA
DOS Á FAVOR DE LA SANTÍSIMA VIRGEN. . .
CAPÍTULO PRIMERO.
TÍ CA-
CAPÍTULO III.
De la gloria de María en el Cíela»
CA-
CAPÍTULO VII.
Del poder que tiene-con Dios la Santísima
Virgen en favor de los hombres.
(i) Mich. 4. 5.
-. . . CA-
320 ^
CAPÍTULO XIí ,.7
De la oracion que se llama comunmente la
---,'¡ ¿r. . Salutacion Angélica, ,
- -'• Jiís muy freqüente entre los Christia-
lK>s .invocar ala Santísima Virgen haciéndo
la esta oracion ; ¿pero se reflexiona como se
debe lo gloriosa que es para María , y la
instruccion
• •• * y consuelo que encierra para sus
hijos?- •• ir ?•. ' ••
-tu ¿La meditan ellos alguna vez al pie de los
altares, para rezarla siempre despues con aquai
respeto humilde que inspira , y con la atencion
que pide? ! .
-• Es verdad que vosotros saludais á María
como llena de gracia ; ¿pero habeis compre-
hcndido bien toda la grandeza que en sí en
cierran estas cortas palabras? Pues es lo mismo
que decir , que María tuvo la gracia santifican
te , las gracias actuales , las virtudes sobre
naturales, y todos los dones del Espirita
Santo. .-
Quando pronuncieis aquellas palabras , re
gocijaos al considerar ia plenitud de bienes de
que la colmó el Señor , y suplicadla que os dé
alguna parte en aquel rico tesoro.
Despues la decís: el Señor es contigo. Y
en efecto , Dios estuvo con María de una ma
nera mas particular que lo estuvo con las de
mas criaturas , y aun coa los mismos justos.
Estaba Dios con ella para protegerla, y crino
para dirigir todas las potencias de su alma.
Quando saludeis á María de esta suerte,
concebid dentro de vuestro corazon el mas ar
diente y elicaz deseo de participar algun dia
de la dicha inestimable de esta Virgen.
¡Mi! el que tiene al Señor consigo; ¿qué le
queda que desear? ¿qué tiene mas que esperar,
ni deFel•citaLs
que se puede
tambienafligir?
á María , diciéndolá que
es bendita entre todas las mttger.es ' que es
lo mismo que decir, que Dios la dispensó unos
privilegios , que no ha tenido á bien el conce
der á ninguna otra criatura.
Manitestadla interiormente la grande ale
gría que concebis por el amor excesivo que
Dios la ha tenido , y por las bendiciones que
se le dan en el Cielo y en la tierra.
Luego añadís con Santa Isabel : que es
bendito el fruto de su vientre : porque en
efecto , el Hijo de María es bendito , adora
do y glorificado en todo el universo.
Gozad por un momento del placer que
siente con esto una alma que verdaderamen
te ama á Jesus.
La Iglesia ha hecho que pidamos despues
á la Santísima Virgen el que ruegue por nos
otros pecadores. Con lo que ha querido dar á
entender : que siendo los pecadores por sí
misinos indignos de ser oidos por las grandes
Iniquidades que han cometido costra Dios, se
X TÍ
rá escuchada María , si se resuelve á pedir por
ellos.
Sí, Dios oirá á María, porque es su .Ma
dre. Y e.sta es la razon por qué la Iglesia
quiere que la invoquemos baxo de este títu
lo , que la es tan amado y tan glorioso.
Es lo mismo que si la dixesemos: Santa
María , Vos sois Madre de Dios , el poder
que teneis con vuestro Hijo no conoce lími
tes , y este poder unido á vuestra bondad , es
el fundamento de la esperanza que tengo en
Vos.
Pedis finalmente á la Santísima Virgen,
que niegue por vosotros ahora y en la hora
de vuestra muerte. Los peligros de la salud
son continuos durante la vida, y siempre hay
necesidad de una proteccion poderosa.
Pero en la hora de la muerte , en la qual
vuestros enemigos redoblarán sus esfuerzos pa
ra perderos , es aun mucho mas. necesaria es
ta proteccion.
¡Momento terrible el de la muerte! es ver
dad. Pero un verdadero siervo de María no
muere jamas con la muerte de los réprobos.
CA-
323
F - . "
CAPÍTULO XII.
De la confianza que debemos tener en
María mientras vivimos en esi e
-«.-".• mundo.
••: -
A0
333.
ADVERTENCIA.
Se hallará este libro en la Librería de
Sarco , y en la de la. Viada é Hijos de Al-
vera , Carrera de S. Gerónimo , en donde
se vende tambien la obra del mismo Autor,
intitulada: El Espíritu Consolador, ó Refle
xiones sacadas del Espíritu Santo , muy pro
pias para consolar á las almas afligidas en me
dio de sus tribulaciones : dos tomos en 8.*
E I primero contiene las reflexiones tomadas
del Espíritu Santo, y los sentimientos afec
tuosos de una alma con. su Dios. El Autor
ts admirable en estas dos partes de su obra,
así por la. energía y expresion con que estan
compuestas , como por. la facilidad con que
mueve y se apodera del corazon. El tomo
segundo contiene un Manual en el que. se
froponen excelentes máximas para la con
ducta de la vida civil, y ckrittiana , y las
santas consideraciones de que una alma dí'
íe estar penetrada en sus ocupaciones dia
rias , y en otras diferentes circunstancias, en
que pueda encontrarse ' el Ordinario de la
Aíisa , 4 que se han añadido varias prac
ticas de devocion : el Exercicio para recibid
los Santos Sacramentos de la Penitencia y
de la Comunion , y una Oracion fervorosa
fara renovar de tiempo en tiempo los Votos
que hicimos en el Bautismo. Estos dos tomo)
se venden juntos ó separados,
TA-
334
TABLA
DE LOS CAPÍTULOS
DE ESTA OBRA. i,
. . . .' i
LIBRO PRIMERO.
En el qne se consideran la vida y virtudes de
la Sant'sima Virgen desde su inmaculada Con
cepcion hasta el Nacimiento de su Divino
Hijo en Belem.
-:*T
Cap. VIII. De los sentimientos de bon-
. dad de que estápenetrado en favor
nuestro el corazon de la Santísima
Virgen. 310.
Cap. IX. De la invocacion de María. 313.
Cap. X. De la confianza que debemos
tener en María , y de la que deben
tener los pecadores que quieren vol
verse d Dios , y alcanzar su perdon. 316.
Cap. XI. De la oracion que se llama co
munmente la Salutacion Angélica. 320.
Cap. XII. De la confianza que debemos
tener en María mientras vivimos en
este mundo. 323.
Cap. XIII. De la confianza que debe
mos tener en María á la ñora de
muerte.
Cap. XIV- De la devocion con S. Jo
sefh, Esfoso de,, la Santísima Vír&en. 329.
"•*" "