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la carta más corta de

Pablo
19 DICIEMBRE, 2017 | Justin Taylor

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BIBLIA & TEOLOGÍA

Tengo que hacer una confesión que puede sonar un poco extraña: de todas las epístolas del apóstol
Pablo, creo que su carta más corta (la carta a Filemón) es mi favorita.

Me alegra que no sea la única carta de Pablo que tenemos. Pero sería una gran pérdida para la iglesia si
este pequeño libro no hubiese sido preservado en el canon.

En los últimos años he leído la carta innumerables veces, y puedo atestiguar por experiencia que hay
muchos tesoros, piezas únicas de conocimiento, y sabiduría, esperando ser descubiertos.

El trasfondo

El apóstol Pablo, bajo arresto domiciliario en Roma, dictó una carta a su amigo Filemón.

Filemón, un cristiano adinerado que era el anfitrión de una casa-iglesia en Colosas, probablemente se
había convertido a Cristo años antes a través del ministerio de Pablo en Éfeso.

Después de decirle a Filemón lo agradecido que está por él y cómo ora por él, Pablo menciona un
nombre del pasado de Filemón: Onésimo.

Onésimo era un siervo o esclavo incrédulo que había dejado la casa de Filemón. Al leer entre líneas, es
posible que se haya escapado, y puede que le haya robado a Filemón en el proceso.

En la extraña providencia de Dios, Onésimo se cruzó con el apóstol encarcelado a 1,000 millas de
distancia, en Roma. A través de sus conversaciones, Onésimo llegó a confiar en Cristo como Señor y
Salvador, convirtiéndose en un hijo espiritual de Pablo, tal como lo había hecho Filemón años antes.

Ahora un anciano, y dependiente de la ayuda de otros debido a su encarcelamiento, Pablo anhelaba que
Onésimo se quedara con él.

Pero la conveniencia y la comodidad no era la motivación de Pablo. Era el evangelio. Aun cuando enviar
a Onésimo fuera como enviar su propio corazón, Pablo veía la reunión de Filemón y Onésimo como una
oportunidad para que ambos hombres le dieran a la iglesia, y al mundo, una parábola viviente de la
reconciliación y la hermandad en el evangelio.
Pablo veía la reunión de Filemón y Onésimo como una
parábola viviente de la reconciliación y la hermandad en el
evangelio.
El mensajero

Esta no fue la única carta que Pablo escribió mientras estuvo encarcelado. Probablemente escribió a los
Efesios y Colosenses en la misma época.

Y en Colosenses (recuerda que Filemón también vivió en Colosas) obtenemos una pequeña y fascinante
perla. Pablo dice que el mensajero Tíquico “te contará todo sobre mis actividades”. Y tenía un
compañero de viaje: “Onésimo, fiel y amado hermano, que es uno de ustedes” (Col. 4:7, 9).

Entonces, ¿cómo fue que la carta a Filemón, junto con las cartas a los Efesios y Colosenses, viajó miles
de kilómetros de Roma a Asia Menor? A través de los mensajeros Tíquico y Onésimo.

Por esto, podemos imaginar a Onésimo con el pergamino enrollado en su mano sudorosa, golpeando la
puerta de su antiguo amo. Le entrega esta carta de Pablo que explica cómo Onésimo se ha convertido en
cristiano, y suplica que los dos se reconcilien.

Nótese también que no existía la “lectura silenciosa” en el mundo antiguo. Y Pablo dirigió la carta no
solo a Filemón, sino también a Apia (probablemente la esposa de Filemón), Arquipo (probablemente el
hijo de Filemón), y a toda la casa-iglesia.

Es una poderosa escena la que vemos: Filemón leyendo la carta en voz alta en presencia de Onésimo.

La pregunta

Esta es la única carta de Pablo que no menciona su apostolado en el saludo. Él quiere enfatizarle a
Filemón que está escribiendo primero como su amigo, no como superior. En lugar de darle un mandato
directo a su hijo espiritual, prefiere hacer su petición en base al amor. Construyendo una retórica maestra
basada en el amor, Pablo escribe de tal manera que Filemón no se verá forzado a obedecer a
regañadientes, sino que con gozo actuará por su propia voluntad. Pablo enmarca su petición para que sea
una oferta que Filemón quiera aceptar.

Pablo ofrece varios atractivos en el camino. Aquí hay tres:

1. Esto sería ganancia.

Filemón no solo recuperaría a su siervo, también ganaría un hermano amado en el Señor. ¿Quieres ver a
la gente en tu iglesia venir a la fe y expandir tu familia espiritual, Filemón? Bueno, considera esto como
un regalo.

2. No hay nada qué perder.

Si Onésimo le robó algo cuando escapó o está endeudado de alguna forma, Pablo le dice algo así: «Ponlo
en mi cuenta. Me debes tu propia vida, Filemón, pero prometo devolverte todo lo que Onésimo te debe».
Pablo quiere que Filemón reciba a Onésimo como lo recibiría a él mismo.
3. Esto aumentaría el gozo de Pablo.

«Sí, hermano, permíteme disfrutar este beneficio de ti —dice Pablo—. Conforta mi corazón en Cristo. Y
la manera de hacerlo es que mis dos hijos en la fe vivan juntos como hermanos en el Señor».

El apóstol agrega un incentivo más cuando dice: «Probablemente esté pasando por tu vecindario pronto,
así que por favor prepárame alojamiento». («Sin presión, Filemón, respondas lo que respondas a mi
petición»).

Aunque no tenemos registro de la respuesta de Filemón, sabemos que Pablo confiaba en que Filemón
recibiría a Onésimo como hermano en el Señor.

Dos trayectorias, dos recordatorios

La mayoría de nosotros dejamos de leer la carta aquí, pero hay dos recordatorios alentadores y lleno de
lecciones enterrados en el final.

1. El caso de Marcos.

En el cierre, Pablo menciona a “Marcos”. No es un tipo cualquiera llamado Marcos, sino Marcos, quien
escribió uno de los cuatro Evangelios.

Años antes Marcos había ayudado a Pablo y Bernabé (el primo de Marcos) en su primer viaje misionero.
Pero por alguna razón no revelada, abandonó a Pablo durante el viaje (Hch. 13:13).

Más tarde, cuando Bernabé quiso llevar a Marcos a otro viaje, Pablo y Bernabé tuvieron un “desacuerdo
[muy] grande” (Hch. 15:39). Pablo no quería que Marcos fuera con ellos. El daño relacional fue
aparentemente así de profundo.

Nunca se nos dice cómo fue resuelto. Pero gracias a esta breve perla de las cartas de Pablo, sabemos que
se resolvió. Pablo menciona a Marcos como uno de sus amigos y compañeros del evangelio. Pablo ha
hecho lo que desea que Filemón y Onésimo hagan.

El ánimo que encontramos escondido en esta carta es que los cristianos de buena voluntad pueden tener
una separación dolorosa y un conflicto no resuelto. Y sin embargo, el final de la historia aún no se ha
escrito. Tal vez hay antiguos amigos que te lastimaron profundamente y todavía no tienes el tipo de
reconciliación que restaurará las cosas y reconstruirá la confianza. El ejemplo de Pablo y Marcos enseña
que aunque puede tomar años, Dios planifica a largo plazo. Ninguna relación está irrevocablemente más
allá de su restauración.

Dios planifica a largo plazo. Ninguna relación está


irrevocablemente más allá de su restauración.
2. El caso de Demas.

Hay un nombre más que destaca en este cierre: Demas. El compañero de trabajo de Pablo, Demas, como
Marcos, le envía saludos a Filemón.
¿Su nombre te suena familiar? Reaparece en 2 Timoteo, escrita después de la carta a Filemón. En uno de
los versículos más tristes que Pablo escribió, él informa que “Demas me ha abandonado, habiendo
amado este mundo presente” (2 Tim. 4:10).

Demas, que parecía y sonaba como un compañero del evangelio, era en realidad un apóstata disfrazado.
Él estaba con ellos, pero nunca verdaderamente fue uno de ellos (cf. 1 Jn. 2:1). Él era un lobo disfrazado
como oveja (véase Mt. 7:15). Eligió el camino ancho del mundo en lugar del camino angosto de la cruz.

E incluso esto, me parece, extrañamente nos alienta a su manera.

Algunos de nosotros hemos tenido personas cercanas que se alejan del Señor y hacen naufragar su fe.
Puede ser un amigo o un colega, una madre o un padre, un hermano o una hermana, un hijo o una hija.
Puede incluso ser un pastor. Después de que caen, a menudo nos preguntamos: ¿Hay algo que podría
haber hecho de manera diferente? ¿Algo que debería haber visto? ¿Algo que debería haber dicho?

Estoy agradecido de que Pablo no nos diga simplemente que estamos obligados a “vivir en paz con
todos”; agrega dos elementos: “Si es posible, en cuanto de ustedes dependa, estén en paz con todos los
hombres” (Ro. 12:18).

Aún cuando debemos hacer todos los esfuerzos posibles, a veces, sin importar lo que hagamos, las
personas que amamos y en las que confiamos finalmente elegirán alejarse para evitar caminar en la luz.

Al final del día

Al final del día (literalmente), todos nos presentaremos ante el Señor. Hay algunos que nos han
abandonado en este mundo con los que algún día nos reconciliaremos. Y puede haber algunos de pie con
nosotros ahora que nos abandonarán tanto a nosotros como a Dios.

Mientras tanto, nuestro llamado es permitir que la gracia de Cristo reine en nuestras vidas (Flm. 1:25).
Debemos fijar nuestros ojos en Él, el autor y consumador de nuestra fe (He. 12:2). ¿A quién más
podríamos ir?

PUBLICADO ORIGINALMENTE EN THE GOSPEL COALITION. TRADUCIDO


POR FELIPE ORELLANA.

IMAGEN: LIGHTSTOCK.

Justin Taylor es el vicepresidente y editor general de libros en Crossway. También


escribe en su blog Between Two Worlds. Lo puedes seguir en Twitter.

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