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A. BIOGRAFÍA
El Concilio de Trento
La fundación por San Ignacio de Loyola de la Compañía de Jesús
La reforma de la orden carmelita por Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz.
La Inquisición, de la que se sirvió la iglesia católica por mantener la unidad
doctrinal de tipo religioso y político.
Ante este contexto de crisis, se intentan buscar soluciones en todos los ámbitos.
El racionalismo es una corriente de pensamiento que reconoce que la razón se basta para
el conocimiento. Huye, por tanto, de toda creencia infundada o superstición y no
reconoce más evidencia que la aportada por la sola luz de la razón.
A. BIOGRAFÍA:
En 1618 se alista en el ejército del príncipe Mauricio de Nassau, en Holanda. En esta época
conoció al que despertaría en él la inquietud por las cuestiones científicas, el médico Isaac
Beeckman.
En 1619 se traslada a Alemania, donde se incorpora al ejército del duque de Baviera. Ese
mismo año, el 10 de noviembre, descubre su verdadera vocación: la filosofía, y se
apasiona por la cuestión del método, único camino que permitirá recomponer y unificar
no sólo la pluralidad de ciencias, sino la propia sabiduría humana.
Entre 1620 y 1629 se dedica a viajar, iniciándose en una nueva experiencia que «el estudio
de las letras» no le podía ofrecer: aprender del «gran libro del mundo». Vive en París y
finalmente se retira a Holanda, lugar que se convirtió en el refugio de numerosos filósofos
y científicos debido a su tolerancia y donde Descartes vivió con algunas interrupciones
hasta 1649.
En 1649 Descartes es invitado por la reina Cristina de Suecia a Estocolmo con el fin de
instruirla en su filosofía. Al partir deja en la imprenta su obra Las pasiones del alma. Otras
obras: Geometría (1637), Tratado del ser humano (1634). En Suecia, Descartes se
encontraba solo y atareado en algunas cuestiones enojosas, como la elaboración de unos
poemas para un ballet conmemorativo de la Paz de Westfalia. El 11 de febrero de 1650
muere de una neumonía.
Descartes señala cuatro reglas para dirigir la razón «en orden a procurar la verdad». Las
dos primeras conforman lo que se ha dado en llamar la parte analítica del método y las
dos segundas la parte sintética.
a) Evidencia. Aceptar sólo lo que es claro y distinto. Una idea es clara en tanto
que se presenta manifiesta en la inteligencia que la intuye. Una idea es distinta
cuando está separada de otras ideas y, por tanto, no contiene nada que
pertenezca a las demás ideas. A través de la intuición llegamos a la evidencia.
La deducción o inferencia nos permite derivar nuevas ideas a partir de las que ya
conocemos. Es una intuición sucesiva de las naturalezas simples y de las
conexiones que existen entre ellas. Según nuestro autor, la deducción «consiste en
una operación por la cual comprendemos todas las cosas que son consecuencia
necesaria de otras conocidas por nosotros con toda certeza».
Esta duda es universal, porque se someten a la duda todas las certezas existentes, toda
clase de conocimientos, todo lo que tenga una posibilidad mínima de ser falso. También
es metódica, porque no se trata de una posición escéptica, sino de un instrumento para
alcanzar la verdad, la certeza. Es teorética, porque cuestiona los conocimientos y tiene la
pretensión de repensar la teoría filosófica desde sus fundamentos.
a) Notamos que los sentidos nos engañan. Dado que nos engañan a veces, no son
fiables y hasta podríamos sospechar que nos pueden engañar continuamente.
Por tanto, no nos sirven para un conocimiento cierto.
A partir de esa duda universal, aparece la primera verdad y certeza. La base primera de la
filosofía cartesiana es: «pienso, luego soy» (Cogito ergo sum). El cogito no es un
razonamiento, sino una intuición, la intuición del yo como primera realidad y como
realidad pensante. Indica García Morente que el yo es la naturaleza simple que, antes que
ninguna, se presenta a mi conocimiento, y el acto por el cual el espíritu conoce las
naturalezas simples es, como ya hemos dicho, una intuición.
Por otra parte, al poner Descartes el fundamento de su filosofía en el yo, acude a dar
satisfacción a la esencial tendencia del nuevo sentido filosófico que se manifiesta con el
Renacimiento. Se trata de explicar racionalmente el universo, es decir, de explicarlo en
función del hombre, en función del yo. Era, pues, preciso empezar definiendo el hombre,
el yo, y definiéndolo de suerte que en él se hallaran bastantes elementos para edificar un
sistema del mundo. La filosofía moderna entra con Descartes en su fase idealista y
racionalista.
El cogito es, por una parte, la primera existencia o sustancia conocida, la primera
naturaleza simple; por otra parte, es también la primera intuición, el primer acto del
conocer verdadero. Del cogito puede desprenderse el criterio de toda verdad, a saber:
toda intuición de naturaleza simple es verdadera o, en otros términos, toda idea clara y
distinta es verdadera, evidente.
El cogito representa un acto del sujeto (el conocimiento), porque soy yo el que piensa.
Nuestro autor describe el sujeto de la siguiente manera: «Yo soy una sustancia cuya
esencia o naturaleza es pensar, y que para ser no tiene necesidad de ningún lugar, ni
depende de cosa material alguna». La esencia de nuestra mente, por tanto, es pensar.
Descartes logra conseguir la certeza o seguridad subjetiva de los conocimientos. Existe
una equivalencia entre verdad y certeza.
Las ideas para nuestro autor representan una mediación inevitable entre el sujeto
pensante y las cosas. El pensamiento opera siempre sobre las ideas («imágenes de las
cosas», «cuadros») no sobre las cosas mismas.
4. Criterio de certeza
Descartes define la sustancia como «una cosa que existe de tal modo que no necesita
ninguna otra para existir». Este concepto es una de las ideas innatas y representa los
elementos estables y permanentes de la realidad. El sistema de Descartes nos lleva a tres
ideas evidentes que se corresponden con las llamadas tres sustancias:
La segunda de las sustancias es la sustancia infinita o divina: Dios. Para nuestro autor el yo
pensante no es perfecto, pero posee la idea de perfección. Esta idea, que nace con
nosotros (innata), es la idea de un ser perfecto, que es Dios. Es una sustancia increada,
que piensa y que es causa de todos los seres creados. Dios es una sustancia infinita,
eterna, inmutable, independiente, omnisciente, omnipotente. Dios es la garantía de la
veracidad. Todo cuanto hay en nosotros viene de Dios, y por tanto, también nuestras
ideas claras e distintas (evidentes).
Una vez demostrada la existencia de Dios, considera que encontró el camino seguro por el
que, desde la contemplación de Dios, en quien están escondidos todos los tesoros de las
ciencias y de la sabiduría, llegamos al conocimiento de las cosas restantes. En este
contexto, Dios parece ser el nexo entre el mundo de los pensamientos (res cogitans) y el
mundo de las cosas (res extensa).
La tercera de las sustancias está representada por las cosas materiales (res extensa). Esta
sustancia tiene como atributo fundamental el de la extensión, y una triple dimensión:
figura, posición y movimiento.
En una primera parte de su física afirma que la causa del movimiento es doble. Una causa
primera que, en general, lo ha creado e introducido en la materia, y esta causa es Dios.
Una vez introducido el movimiento en la materia, Dios no interviene más, si no es para
continuar manteniendo la materia en su ser; de aquí resulta que la cantidad de
movimiento que existe en el sistema del mundo es invariable y constante. Pero de cada
movimiento en particular hay una causa particular, que no es sino un caso de las leyes del
movimiento. Descartes distingue tres leyes:
c) Ley del choque: en el choque entre dos cuerpos no se pierde movimiento, sino
que su cantidad permanece constante.
Descartes diferencia el alma y el cuerpo, con lo que establece un dualismo. Llega a afirmar
que el cuerpo no es más que una estatua o máquina de tierra que Dios forma
expresamente para hacerla lo más semejante a nosotros posible. Al alma sólo pertenece
el pensar, mientras que el cuerpo, al ser una característica de la extensión, sólo podrá
modificarse por figura y movimiento. El cuerpo se reduce, de esta manera, a una máquina
regida por las leyes de la física, y la vida a un movimiento mecánico, principalmente en los
animales, que carecen de alma y pensamiento.
Secundarias. Las producidas por la acción mecánica de los cuerpos. Son subjetivas
y atribuidas a los sentidos: color, sonido, gusto, sabor, olor, tacto.
Nuestro autor siente la necesidad de superar la radical separación entre el alma y el
cuerpo, y por ello llega a afirmar que el alma está unida a todo el cuerpo, concretando esa
unión en la glándula pineal, que sitúa en el centro del cerebro. En ella se funden las
sensaciones corporales y, a través de ella, el alma recibe los estímulos orgánicos bajo la
forma de representaciones confusas. Considera Descartes que, en esa interacción, es el
alma quien siente, no el cuerpo, aunque las sensaciones, que provienen de los órganos de
los sentidos, sean ideas confusas, maneras confusas de pensar. En consecuencia, es el
alma la que percibe y sufre las pasiones (deseos, tristeza, alegría, admiración, odio), que
Descartes explica en el contexto de su radical mecanicismo.
Estas discusiones reflejan la nueva aceptación de que el cerebro hace el papel de órgano
de la mente. A pesar de que estas teorías de las relaciones entre mente y cerebro —
epifenomenalismo, interaccionismo, monismo de aspecto dual y teoría de la materia
mental— fueron formuladas en el contexto de la ciencia, estaban también orientadas a
soslayar el punto muerto cartesiano.
Otro intento mucho más duradero de responder al punto muerto cartesiano fue el de
Baruch de Spinoza (1632-1677). Aunque ambos coincidían en que el mundo de la
conciencia y el de la extensión estaban cualitativamente separados, Spinoza rechaza el
punto de vista cartesiano de que la conciencia y la extensión son dos sustancias finitas.
Para él son atributos de una única sustancia infinita. Esta sustancia, Dios, es la esencia
universal o naturaleza de todo lo que existe.
El alma, al no estar sujeta al mecanicismo universal que rige la realidad de las sustancias
extensas, incluido el cuerpo, es el fundamento de la libertad humana. En ella existen
acciones, que dependen de la voluntad, y pasiones, que son involuntarias.
Distingue tres tipos de pasiones:
Se trata de no estar dominado por las pasiones y dejarse guiar progresivamente por los
dictados de la razón y las enseñanzas de la experiencia hasta apropiarse de la voluntad y
hacer un uso correcto e íntegro de nuestra libre elección. La razón es la única que puede
valorar, y por tanto inducir a aceptar o a rechazar determinadas emociones. La sabiduría
consistirá en tomar el pensamiento evidente (claro y distinto) como norma no sólo de
pensar, sino también de vivir. Para ello propone una moral por provisión.
Descartes dice que para coronar su moral examinó las profesiones con la intención de
elegir la que considerase mejor y pensó, sin despreciar las demás, que la mejor era la que
él había elegido y que estaba poniendo en práctica, pues la más noble misión del ser
humano es la de cultivar la razón. Para este ejercicio, el individuo tiene que vivir en
sociedad, lo que obliga a acomodarse en cada ocasión al ambiente en el que se mueve, sin
renunciar a unos principios morales mínimos y a una finalidad individual, motor de toda
acción, que posibilite realizar aquello que se juzgue como lo mejor: vivir lo más felizmente
posible. Para cultivar la razón y avanzar en el conocimiento de la verdad (para ser feliz),
establece una «moral por provisión», basada en tres máximas:
a) Conformidad con las leyes y religión del país donde uno habita.
http://departamentos.ieshernanperezdelpulgar.eu/departamentos/filosofia/cecilio/moderna/UD_
04_TEMA_02_Racionalismo_Descartes.pdf
ESTE ES OTRO: DE 2 HOJAS…
RACIONALISMO
• En primer lugar, "racionalismo" es el nombre de una doctrina para la cual el único órgano
adecuado o completo de conocimiento es la razón, de modo que ella es la fuente de todo
conocimiento verdadero. Se habla en tal caso de "racionalismo epistemológico" o "racionalismo
gnoseológico", como opuesto al empirismo, que considera que la única fuente de conocimiento
verdadero es la experiencia.
• El segundo tipo de racionalismo es el "racionalismo metafísico", que afirma que la realidad es, en
último término, de carácter racional. En su acepción más general, este término refiere a todos
aquellos sistemas filosóficos que consideran que la realidad está gobernada por un principio
inteligible, accesible al pensamiento y susceptible de evidencia racional, o bien identificable con el
pensamiento mismo. Según esto podríamos hablar de "racionalismo platónico" (puesto que la
realidad para él se halla ordenada de acuerdo con un modelo ideal, accesible a la razón mediante
la dialéctica, y proporcionado por el mundo inteligible o mundo de las ideas), o de "racionalismo
hegeliano" (la realidad coincide en último extremo con la autorrealización de la razón o Espíritu).
Frente a este racionalismo metafísico se coloca el irracionalismo o el voluntarismo metafísico.
• En tercer lugar hay un racionalismo llamado "racionalismo psicológico", que es la teoría según la
cual la razón, equiparada con el pensar o la facultad pensante, es superior a la emoción y a la
voluntad. Este racionalismo psicológico se suele oponer al voluntarismo psicológico y al
emotivismo, y se identifica a veces con el intelectualismo.
Historia.
Pero se identifica ante todo con la tradición que proviene del filósofo y científico francés del siglo
XVII René Descartes (1596-1650), el cual creía que la geometría representaba el ideal de todas las
ciencias y también de la filosofía. Mantenía que sólo por medio de la razón se podían descubrir
ciertos universales, verdades evidentes en sí, de las que es posible deducir el resto de contenidos
de la filosofía y de las ciencias. Manifestaba que estas verdades evidentes en sí eran innatas, no
derivadas de la experiencia. Este tipo de racionalismo fue desarrollado por otros filósofos
europeos Malebranche (1638-1715), Spinoza (1632-1677) y Leibniz (1646-1716).
Se opusieron a ella los empiristas británicos, como John Locke y David Hume, que creían que todas
las ideas procedían de los sentidos.
La utilidad del método estriba no sólo en escapar del error, sino que persigue una
intención clara: la unificación de las ciencias e incluso la creación de una "Mathesis
Universalis" o ciencia cierta de carácter universal que pudiera utilizar un lenguaje
simbólico matemático con el que analizar y reducir a lo simple (y cierto) toda
proposición compleja de la ciencia, incluida la filosofía y la moral.
5. El mecanicismo
Aunque no fue adoptado por todos los racionalistas (Leibniz, por ejemplo), el
mecanicismo fue el paradigma científico predilecto para la mayoría de ellos. Según éste,
el mundo es concebido como una máquina, despojada de toda finalidad o causalidad
que vaya más allá de la pura eficiencia: todo se explica por choques de materia en el
espacio (lleno) y no existen fuerzas ocultas o acciones "a distancia". El mundo es como
un gigante mecanismo cuantitativamente analizable.
http://concurso.cnice.mec.es/cnice2006/material003/Recursos%20Materiales/Terminos/Raci
onalismo.pdf