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UN PRIISTA EN NYC
El rumor, mil veces esparcido por el ex del New York Times, Samuel Dillon, de
que Manlio Fabio Beltrones tenía -siendo gobernador de Sonora- nexos con el
cártel de Amado Carrillo Fuentes. El señalamiento periodístico de Dillon en
1997 fusionado con la profunda animadversión del gobierno de Ernesto Zedillo
hacia Beltrones, logró minar la imagen del que fuera el hombre más cercano a
Fernando Gutiérrez Barrios.
Más allá del mensaje encriptado en el viaje de Manlio Fabio Beltrones, está la
necesidad de cumplir con la regla no escrita de todo aspirante presidencial
mexicano que conozca de geopolítica: hacerse visible en Washington, y garantizar
que el vecino país no vete –por todos los medios- su nombre entre los posibles
sucesores de Felipe Calderón. Basta recordar los cables confidenciales de la
Embajada Norteamericana en tiempos de Tony Garza, revelando una extrema
preocupación por la posibilidad de que Andrés Manuel López Obrador ganara
la Presidencia.
Sin duda, el caso de Julio César Godoy expone una situación donde todos
pierden. El diputado federal ha sido exhibido por tener vínculos criminales de una
manera de la que difícilmente podrá recuperarse, al menos en términos de imagen.
Además, la respuesta de Godoy Toscano ha profundizado aún más las dudas a
su alrededor. Por otra parte, el PRD ha quedado como el cómplice que lo ayudó a
conseguir inmunidad, el partido que encubrió a un criminal para que pudiera
acceder a un cargo público antes de ser juzgado debidamente. De igual forma, la
imagen de la PGR ha sido dañada tanto por el fracaso que tuvo en el
“michoacanazo”, como por hacer públicas evidencias que son parte de un caso de
gran relevancia. Un caso a todas luces fallido para el gobierno federal y la clase
política en su conjunto.
El día del rescate Chile acaparó los reflectores. Cuando iniciaron las labores había
más satélites para seguir el evento en vivo que los que tuvo el partido inaugural
del Mundial de futbol en Sudáfrica. La historia alcanzó magnitudes inesperadas.
Más de 20 horas que fueron seguidas por los ojos del mundo. Una historia que
conmovió y dio impulso a la nación chilena. La salida del primer minero gracias a
un gran trabajo de ingeniería y de los rescatistas que se expusieron para salvar a
sus connacionales, consolidó las esperanzas de muchos.
Para México, el rescate de los mineros chilenos abrió una vieja herida. La explosión
de 2006 en la mina de Pasta de Conchos, en Coahuila, donde 63 mineros
quedaron atrapados y no pudieron ser rescatados volvió a la mente de los
mexicanos. A pesar de que las particularidades técnicas alejan a ambos casos, las
comparaciones no pudieron evitarse. En realidad, además de la suerte que
acompañó a Chile en este caso, fue el excelente manejo de la comunicación lo que
permitió que la tragedia fuera superada. En México esto no ocurrió. El gobierno y
Grupo México no mostraron preocupación e interés en los mineros sepultados.
Las condiciones de la mina pudieron hacer inviable el rescate, pero el gobierno no
supo comunicar esto a la gente. El fracaso en este caso sigue doliendo.
Sin duda, Chile sale de la crisis triunfante. La historia de los 33 mineros rescatados
quedará para la posteridad. Las imágenes que recorrieron el mundo de los mineros
con sus familias, la bandera chilena y el Presidente a su lado, lo dijeron todo. “Lo
que comenzó como tragedia terminó en milagro” repetía una y otra vez
Sebastián Piñera. Un milagro que conmovió al mundo entero y colocó a la
nación chilena como un caso de éxito.