La profesora Laura Bravo junto a Celeste Robles, Raúl Reyes, Marvin Rodríguez, Pamela Padilla, Asdrey Irizarry, María T. Rivera, Jamilette Lugo, Zulmari Quintana, Saúl Curbero, Daniel Irizarri ó "Daniel Irizarry", estudiantes universitarios del RUM estuvieron a la disposición de ofrecer un taller acerca de la apreciación del arte contemporáneo a nuestr@s muchach@s del CUA. Que con mucho agradecimiento y entusiasmo recibieron el mismo. í Queremos agradecerles grandemente a la profesora Bravo y el grupo de estudiantes voluntarios por su esfuerzo y dedicación y a su vez compartir con ustedes sus impresiones.
La profesora Laura Bravo junto a Celeste Robles, Raúl Reyes, Marvin Rodríguez, Pamela Padilla, Asdrey Irizarry, María T. Rivera, Jamilette Lugo, Zulmari Quintana, Saúl Curbero, Daniel Irizarri ó "Daniel Irizarry", estudiantes universitarios del RUM estuvieron a la disposición de ofrecer un taller acerca de la apreciación del arte contemporáneo a nuestr@s muchach@s del CUA. Que con mucho agradecimiento y entusiasmo recibieron el mismo. í Queremos agradecerles grandemente a la profesora Bravo y el grupo de estudiantes voluntarios por su esfuerzo y dedicación y a su vez compartir con ustedes sus impresiones.
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La profesora Laura Bravo junto a Celeste Robles, Raúl Reyes, Marvin Rodríguez, Pamela Padilla, Asdrey Irizarry, María T. Rivera, Jamilette Lugo, Zulmari Quintana, Saúl Curbero, Daniel Irizarri ó "Daniel Irizarry", estudiantes universitarios del RUM estuvieron a la disposición de ofrecer un taller acerca de la apreciación del arte contemporáneo a nuestr@s muchach@s del CUA. Que con mucho agradecimiento y entusiasmo recibieron el mismo. í Queremos agradecerles grandemente a la profesora Bravo y el grupo de estudiantes voluntarios por su esfuerzo y dedicación y a su vez compartir con ustedes sus impresiones.
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Muchos de ellos no saben aún a qué se dedicarán en un futuro
próximo, pero la docencia acaba de asomarse como una firme candidata entre sus aspiraciones. De aprender a mirar y a analizar la creación artística, una decena de estudiantes de Teoría del Arte y de Artes Plásticas de la UPRM han protagonizado un giro de ciento ochenta grados en sus salones de estudio habituales y, por unas horas, han experimentado el reto de ser maestros. Algunos ya habían puesto en práctica anteriormente sus destrezas en la enseñanza, pero ninguno de ellos lo había llevado a cabo con unos jóvenes desfavorecidos económica y socialmente, todos habitantes de residenciales públicos del municipio de Mayagüez. En colaboración con las prácticas e investigaciones del CUA, el Centro Universitario para el Acceso del mismo recinto, que se dedica a estudiar la conexión entre la desigualdad socioeconómica y la desigualdad de oportunidades educativas en Puerto Rico, los talleres de apreciación del arte contemporáneo han encendido no sólo el interés y la emoción por aprender de unos alumnos de escuela intermedia y superior de exiguo presupuesto, sino también el entusiasmo y el compromiso de unos profesionales del arte en ciernes, que se han chocado de frente con la escasez de medios y de oferta educativa de un grupo de muchachos de doce a dieciséis años que ahora están comenzando a estructurar su futura vida. El reto que este proyecto ha despertado en los estudiantes universitarios parte de diferentes enfoques. Desde el comienzo, la responsabilidad y el compromiso de compartir el conocimiento y la formación que han ido forjado en un entorno académico de primer orden ha sido clave en sus acciones. Celeste Robles, estudiante de Teoría del Arte en el RUM, indica así esta importante inquietud: “A través de mi vida académica he aprendido lo importante que es la educación para un pueblo. Es por esto que la presencia universitaria en las escuelas es indispensable, ya que se estimula a futuras generaciones a instruirse, a conocer y a investigar. Una sociedad educada es una que progresa, sobrepasa las barreras, mejora, evoluciona, es libre”. Raúl Reyes, graduando del mismo programa, señala la necesidad de que exista una conexión real entre los distintos niveles de la educación pública, desde el escolar al universitario. La mayoría de los participantes en el proyecto, señala este mismo estudiante, están conscientes de los problemas educativos del país, entre los que se encuentra especialmente la deserción escolar en sus estratos más elementales. Proyectos como el CUA, continúa Reyes, son los encargados de facilitar la transición entre estos niveles y de preparar a los estudiantes en áreas que en el salón de clase no se desarrollan como debieran, como sucede con las artes, y de practicar cierta equidad entre diferentes materias académicas (ciencias y artes), así como entre los distintos estratos económicos de los estudiantes. La ausencia de un currículo sólido en la enseñanza de las artes visuales en las escuelas puertorriqueñas se ha conformado como uno de los problemas de mayor gravedad en la conciencia de estos jóvenes universitarios. Algunos de los participantes en el taller, como Marvin Rodríguez –estudiante de Artes Plásticas que cuenta con una extensa experiencia como maestro escolar-, se declaran plenamente convencidos de la necesidad de la teoría y la práctica de las artes en la formación de estos estudiantes de escuela: “El arte es una parte esencial del desarrollo del razonamiento y permite un espacio para explorar el sentir individual. El arte como disciplina no debe ausentarse de las escuelas públicas. No se le puede llamar completa a una educación que no incluya las artes en su currículo”. La estudiante de Teoría del Arte, Pamela Padilla, analiza así el propósito de estos talleres en dicho cometido: “Los talleres de arte son agentes reformadores de cambio y son totalmente necesarios para la formación de un niño. Los niños de escuela, ya sean de escasos o de altos recursos, deben aprender a expresarse a través de diferentes actividades creativas que envuelvan los medios plásticos. De esta manera ocurrirá un cambio significativo, a mayor o menor escala, en su personalidad. Estos talleres son una herramienta para transformar y, obviamente, para educar”. Otra de las estudiantes participantes, Asdrey Irizarry, recién graduada de Teoría del Arte del RUM, recalca esta problemática: “Muchos de los estudiantes de nuestras escuelas públicas no tienen la oportunidad de desarrollar experiencias estéticas y artísticas como las que nosotros, estudiantes del Recinto, les estamos proveyendo. Estos estudiantes se dedican en su mayoría a tomar los cursos básicos que las escuelas les ofrecen y en muchos casos prefieren hacer cursos vocacionales que les faciliten una destreza práctica para el futuro que tomar cursos de arte. En el vocabulario de estos niños encontramos frases como: “¡para qué me sirve el arte!” o “¡yo no sé pintar!”. Estos cursos que ofrecemos son los que ayudan a abrir más perspectivas artísticas en su formación”. Así, para este grupo de universitarios, algunos de los cuales comenzaron sus estudios en una disciplina distinta de la que ahora se estarán graduando, el contacto con la creación artística en el periodo adolescente es crucial tanto para la formación intelectual de los escolares como para extenderles la oportunidad de conocer una latente vocación y un fructífero camino para ganarse la vida. María T. Rivera, reciente graduada en Artes Plásticas, lo explica así: “Los maestros deberían promover el arte y aconsejar su estudio, porque estamos ya cansados de los estudiantes que aspiran a ser doctores o ingenieros al momento de entrar a la universidad. Necesitamos más artistas. Y aunque muchos de estos muchachos no conocían muy bien de lo que se tratan las artes, algunos me dieron a entender que tenían mucha curiosidad sobre qué se trataba ser un estudiante de arte y creo que, durante este taller, les dimos quizás ese empujón que ellos necesitaban para poder animarse a continuar sus estudios, ya sea en esta o en otra materia. Definitivamente, dejo en ellos la esperanza de que no sólo continúen sus estudios en la universidad, sino de que también me los pueda encontrar en el futuro siendo los artistas más importantes de Puerto Rico”. Jamilette Lugo, estudiante de Artes Plásticas, cuya participación fue igual de entusiasta, manifiesta la importancia de este punto en un estadio más amplio: “Con los talleres se les enseña también respecto y admiración por la creación artística y por el patrimonio de su cultura. Exponiéndolos al proceso creativo, se contribuye a fomentar el respeto por todo artista plástico de igual manera por cualquier otro profesional. Si en todas las escuelas de enseñanza preuniversitaria enseñaran esta materia, seguramente los estudiantes y los niños de Puerto Rico tendrían una educación más firme e integral”. Por su parte, la opinión de Zulmari Quintana, también estudiante de Artes Plásticas, incide en otro aspecto importante del proyecto: “Si los chicos recibieran educación artística antes de llegar a la universidad podrían notar que viven diariamente en una jungla llena de arte y sería mucho más fácil para los que quisieran seguir ese camino, pues muchas veces no es hasta segundo año en “ingeniería tal” que toman un curso de dibujo básico y descubren que esos estudios no es realmente lo que les movía. Además, con cursos en la plástica los chicos aprenden y el hecho de crear algo los motiva o, como ellos mismos dirían, se “enfiebran”, y al ver que realmente son capaces de crear algo, olvidan el ambiente desfavorecido donde muchos viven, lo cual les brinda una dosis de autoestima y les motiva a continuar trabajando en la universidad”. En efecto, las dificultades en las que la mayoría de estos jóvenes de residenciales públicos desarrollan sus estudios les merma la aspiración de conocer en profundidad qué y cómo son la teoría del arte y las artes plásticas, mucho más aún la consideración de que ambas son opciones reales para su futuro profesional. Éste es, precisamente, uno de los pilares que motivan estos talleres y a sus ejecutantes. Sobre esta desconfianza de los escolares en sus propias facultades para llevar a cabo estudios graduados, menos aún en el Colegio, Saúl Cubero, estudiante de Artes Plásticas, realiza este señalamiento: “La trascendencia de la universidad se ha reflejado en su capacidad para sembrar en estos jóvenes una semilla de seguridad y de confianza en que el futuro de cada uno de ellos está más seguro al estudiar. Este tipo de trabajo impacta positivamente, a nivel emocional, a cada uno de los chicos que participan, puesto que se trabaja también con su autoestima y con sus habilidades artísticas personales”. Hasta tal punto se llevó a cabo por ellos la determinación de inspirarles el reto de los estudios universitarios que el mismo núcleo teórico y práctico de los talleres, los comics y sus personajes, se convirtió, espontáneamente, en una metáfora de este mismo propósito. Marvin Rodríguez, quien junto a Daniel Irizarri –un estudiante del programa de Artes Plásticas que se dedica profesionalmente al comic- fue parte esencial en el desarrollo de los talleres, lo explica con estas palabras: “Más allá de proveer una introducción básica a la industria del cómic y al mundo de los superhéroes, los participantes tuvieron la oportunidad de hacer su propia tirilla con sus vivencias. Este ejercicio creó el espacio para que ellos exploraran su creatividad y destacaran ideas importantes en sus vidas”. María T. Rivera tuvo la misma experiencias con los muchachos que crearon un comicbook en su grupo de trabajo: “Colaborar con estos niños fue algo muy especial para mí. Fue la primera vez que pude compartir los conocimientos que tengo de arte y notar lo interesados que estaban en algo completamente nuevo para ellos. En el primer taller tuve la oportunidad de compartir con una muchacha que tenía muchas aspiraciones y una de ellas era poder entrar al Colegio. Mientras se encontraba imaginando y dibujando conmigo un comic con su propia historia, iba relatándome todos los sacrificios que tenía que hacer. Me transmitía mucha fe y esperanza de poder ser alguien en el futuro. Cada vez que le mostraba o le explicaba algo me reflejaban un interés estupendo hasta el punto de sentirme, irónicamente, como la heroína de su comic. Las preguntas iban y venían, me preguntaron sobre el Colegio, sobre si me gustaba lo que estaba estudiando, que si era difícil. Al momento de despedirme, ellos dejaron de almorzar, se levantaron de sus asientos, me dieron un beso en la mejilla, me regalaron el comic que hicieron y me dijeron “gracias, missy”. Por poco lloro”. Con el testimonio de esta joven graduada queda asimismo patente cómo el proyecto de estos talleres crea también un lazo emocional entre los estudiantes de ambos niveles educativos, especialmente al comprobar el interés voraz por aprender, por mejorar y por aprovechar las oportunidades que ahora se les abrían a un espacio casi desconocido anteriormente. La experiencia de estar prendiendo una llama intelectual y de motivar a la superación educativa se convirtió para ellos en una recompensa de tal calibre que, como se indicaba al principio, despertó (o avivó, según el caso) la vocación de ser docente. Saúl Cubero lo declara así: “La satisfacción que uno obtiene luego de que esos niñitos mostraran sus creaciones con orgullo, de verlos sonreír, disfrutar y mirar con esperanza, es indescriptible. Me gustaría que las oportunidades de poder repetir esta experiencia y otras similares continuara en la comunidad. Este taller ha sembrado en mí la satisfacción por servir y las ganas de seguir trabajando para nuestros niños y jóvenes, protagonistas del futuro”. Asdrey Irizarry expresa esta misma pasión: “Esta oportunidad de convertirnos en guías educativos es lo que más me llena como persona; el poder saber que las palabras que estoy expresando pueden cambiar la vida de alguno de esos niños que están sentados frente a mí”. Con mayor o menor grado de consciencia, estos jóvenes universitarios, que pronto serán profesionales del mundo del arte, experimentaron también una transformación en su propio futuro. Celeste Robles lo confirma con estas palabras: “El trabajo comunitario con las escuelas mayagüezanas de escasos recursos fue de gran impacto para los estudiantes que asistieron a los talleres, como también para nosotros que los ofrecimos. El deseo de transmitirle a los pequeños lo significativo que son los estudios universitarios trascendió barreras, ya que de una manera muy positiva se lograron marcar muchas vidas. Si el arte es un reflejo de la sociedad, entonces sabemos que hemos sido parte de la formación de ciudadanos con más conciencia, aprecio y amor por su cultura. El servir como recurso para estos niños me hizo entender lo vulnerables que son estas vidas y con el ímpetu que hay que trabajar con ellos y para ellos, mostrándole un camino lleno de nuevos retos. El futuro de una nación depende de su educación, es por esto que es tan importante que hagamos todo lo que esté a nuestro alcance para ayudar a los que están en el camino, trabajando juntos”. Daniel Irizarry, del mismo modo, incide en la urgencia de atender la necesidad de explorar y de expresarse propias de los jóvenes en edad escolar, a fin de que puedan obtener una educación integral, humana: “Lo más que me gustó fueron sus preguntas honestas, basadas en una curiosidad genuina por los comics. Sin una oferta de cursos de arte en las escuelas públicas, no va a haber nadie que les pueda contestar esas curiosidades. Sin maestros que les apoyen y les motiven, sus sueños y sus aspiraciones van a quedar encajonados bajo la represión de la sociedad. Ellos necesitan a alguien que les diga que está bien expresarse a través de las artes. Por eso es que tiene que seguir este proyecto, porque sin unos pocos valientes dispuestos a presentar el mundo de las artes a los jóvenes, que son el futuro del país, no tenemos esperanza de salir del presente que tenemos”. Las declaraciones y los testimonios de este grupo de estudiantes de la UPRM dejan poco más que añadir. Su firme creencia en la necesidad de una educación de calidad accesible a todos los estratos sociales y su apuesta por el valor que estos estudiantes escolares representan para el futuro de su país les convierte, asimismo, en agentes de nuevas acciones educativas, que deberán contar con un papel determinante en la construcción de una sociedad de mayor riqueza cultural. Sin ánimo de cerrar de forma solemne, ni mucho menos sentenciosa, quizás las palabras, cuerdas y serenas, de un noble poeta uruguayo sirvan con mayor acierto para dar fin a estas memorias: “Si los responsables del mundo son todos venerablemente adultos, y el mundo está como está, ¿no será que debemos prestar más atención a los jóvenes?”.
Laura Bravo, Ph.D.
Profesora de Teoría del Arte Departamento de Humanidades Universidad de Puerto Rico – Recinto Universitario de Mayagüez.
Política de Segundos Bachilleratos, Segundas Concentraciones, Concentraciones Menores y Certificaciones Profesionales en La Universidad de Puerto Rico
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