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Harry Potter y el Guerrero de la Luz

Capítulo 1: Salida de King Cross

Un chico de 15 años se encontraba en la estación del tren empujando un carrito de equipaje con su
baúl y su lechuza dentro. Mientras caminaba, llevando su equipaje, iba pensando en todo lo que le
sucedió en su quinto curso en el colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, recordaba los castigos
sufridos con la profesora Umbrigde, la peor profesora de Defensa contra las Artes Oscuras que
habían tenido desde Gilderoy Lockhart.

Por otra parte pensaba en lo que pasó en el Ministerio de Magia en el Departamento de Misterios, no
podía olvidar que por hacerle caso a un tonto sueño y por su estúpida manía, tal y como se lo dijo
Snape, de querer hacerse el héroe cayo en la trampa que le preparo Voldemort provocando que su
padrino Sirius Black al irlo a rescatar cruzara ese maldito velo para no regresar después de eso.
Odiaba que su profesor de pociones tuviera la razón, pero por su complejo de salvador, una vez más,
puso en riesgo a sus amigos y provoco que su padrino saliera de su escondite en el número 12 de
Grimmauld Place para irlo a salvar junto con la orden del fénix de las manos de los mortífagos.

Sentía enormes ganas de vengarse de Bellatrix Lestrange, sino hubiese sido por ella Sirius estaría
vivo, a su lado, y no tendría esa fuerte opresión en el pecho y ese sentimiento de culpabilidad por su
muerte. Por supuesto Bellatrix y él no tenían toda la culpa, claro que no, también estaba Dumbledore
ese mago al que admiro tanto y por el que sintió un gran respeto en un tiempo, aquel mago lo había
decepcionado muchísimo, no solo lo ignoro y trato de lo peor durante todo el año sino que también le
había ocultado una parte muy importante de su pasado, que si la hubiese conocido desde antes se
hubiera preparado mejor y tomado mas en serio sus clases de Oclumancia aunque se las impartiera
su detestable profesor de pociones, en consecuencia lo que sucedió en el Departamento de Misterios
no hubiese sucedido.

Harry Potter o como lo conocen en el mundo mágico el-niño-que-vivió, no solo se sentía culpable por
la muerte de su padrino, también se sentía traicionado por el mundo mágico, ese mundo al cual salvo
hace casi 16 años, ahora que había anunciado junto con Albus Dumbledore el regreso de Voldemort a
ambos los tildaron de locos, paranoicos y enfermos mentales, claro que ahora les creían después de
los sucesos en el Ministerio de Magia pero eso no quitaba el hecho que antes no creyeron ni
confiaron en él, después de todo lo que el hizo y sigue haciendo por el mundo mágico no solo hace
16 años, también durante sus tres primeros años en Hogwarts al evitar el regreso Voldemort poniendo
en riego su vida y la de sus amigos y en los dos cursos pasados luchando contra Voldemort,
nuevamente, para mantener la paz en el Mundo Mágico.

A parte de todo esto estaba el hecho de que su vida amorosa era un completo desastre, Cho Chang
la chica de la que estuvo enamorado desde tercer curso le formo un espectáculo el día de San
Valentín, vivía llorando delante de él y recordándole una y otra vez la muerte de Cedric Diggory junto
con los sucesos en el cementerio el día del regreso Voldemort, luego lo abandono en uno de los
peores momentos de su vida cuando estaba tan afectado por la muerte de Sirius, para encima de
todo empezar un noviazgo con Michael Corner, nunca le perdonaría a Cho todo lo que le hizo, en
especial el pésimo trato y la cruel indiferencia que tuvo con él aun después de todo el apoyo que le
dio cuando sufría por muerte de Cedric.

Harry Potter perdió ese año la alegría y el brillo, característico en él, de juventud traviesa que siempre
tuvo en sus hermosos ojos, color esmeralda, desde que entro a Hogwarts en primer curso, deseba
con todas sus fuerzas poder vivir una vida normal y poder disfrutar de una familia como todo el
mundo, pero la oportunidad de tener todo esto la perdió el día que Voldemort mato a sus padres y
trato de matarlo a él convirtiéndose en: el-niño-que-vivió... Harry salio de sus pensamientos al
escuchar una voz conocida para él:

- Mete el baúl y al pajarraco en el maletero del coche - refunfuño Tío Vernón, Harry solo se limito a
asentir con la cabeza mientras colocaba su baúl y la jaula de Hedwig en el auto.

- De prisa muchacho que no tengo todo el día y calla a esa maldita lechuza – le grito tío Vernón, Harry
volvió a asentir y entro en el auto.

Una vez dentro del auto, Tío Vernón lo puso en marcha para llevarlo a pasar las vacaciones de
verano, otro año más, en su prisión en Privet Drive. A medida que entraban a la autopista Harry veía
pasar frente a él casas y edificios a gran velocidad, mientras contemplaba el paisaje iba cayendo
irremediablemente en los brazos de Morfeo, hacían días que no dormía bien, los párpados le
pesaban demasiado, poco a poco iba quedándose dormido, hasta que finalmente se sumió en un
profundo sueño.

Harry se encontraba en un enorme jardín con verdes pastos y unos pocos árboles que servían de
sombra y protección contra el radiante sol. El jardín era hermoso, irradiaba un dulce olor a rosas que
le fascinaba, emprendió la marcha para recorrer el magnifico jardín, llevaba avanzados unos cuantos
metros cuando noto debajo de un frondoso árbol la figura distorsionada de una persona, luego de
pensárselo unos segundos decidió acercarse para ver mejor quien se encontraba debajo de aquel
imponente árbol, a medida que se acercaba a la figura esta se iba haciendo cada vez mas y mas
clara. Cuando estuvo lo suficientemente cerca vio que se trataba de una mujer de cabellos rojos
dormida a la sombra de un roble de espaldas a Harry, por lo que le era imposible verle el rostro y
saber de quien se trataba. Se acerco un poco mas a aquella mujer, se quedo parado un momento
mientras contemplaba como dormía dulce y placidamente, finalmente decidió aproximarse y saber a
quien pertenecían aquellos hermosos cabellos rojos, llevo su mano derecha hasta la chica para
apartar algunos cabellos rojizos que caían naturalmente sobre su rostro. Comenzó a apartárselos con
delicadeza, noto que estos no eran solamente hermosos también muy suaves y sedosos, poco a
poco los fue removiendo con mucho cuidado de no despertarla. Ya casi terminaba su labor,
empezaba a distinguir el rostro de la chica... pero de pronto la vista se le nublo y empezó a alejarse
rápidamente de la joven al tiempo que una voz chillona y escandalosa lo hacia despertarse
estrepitosamente, esa voz no era otra que la de su Tío Vernón:

- ¡¡Quítese del Camino!! - exclamo Tío Vernón a la vez que frenaba el auto violentamente. Harry daba
por muerto al pobre hombre, cerro los ojos por la impresión pasaron unos instantes y nada sucedía,
espero un poco mas y no pasaba absolutamente nada. Decidió abrir los ojos lentamente, cuando por
fin los abrió por lo completo se dio cuenta que su tío alcanzo a frenar el auto justo a tiempo.

El hombre que estaba frente al auto llevaba una capucha negra que le cubría todo el cuerpo y parte
de su rostro, llevaba un cinturón de cuero negro en el que tenia guardado en el lado derecho una...
¿varita?, Harry se sobresalto al ver lo que ese hombre portaba en el cinturón y pensó que si ese
hombre llevaba una significaba, sin lugar a dudas, que era un mago, pero la pregunta era ¿Que hacia
un mago frente al auto de Tío Vernón?, podía ser un miembro de la Orden del Fénix o tal vez... no, no
podía ser... a menos que... y si fuese un mortífago? Harry deseo con todas sus fuerzas estar
equivocado, eso seria lo peor que le podría pasar en esos momentos. Salió repentinamente de sus
pensamientos al ver que el hombre se movía en dirección al lado del auto en donde él se encontraba,
al llegar hasta la puerta del auto saco el hombre su varita del cinturón le apunto con ella y dijo:

- Potter baja del auto - musito el hombre con una voz fría.

- ¿Quién es usted y que quiere de mi? ¿Acaso cree que voy a irme con usted sin luchar? – pregunto
Harry con voz firme.
- Mi identidad no es algo que te deba importar en este momento Potter, pero claro ahora resulta que
no te vas a ir sin luchar, eres igual de engreído que tu padre y por supuesto no podía faltar el estúpido
complejo de héroe que ambos tienen. – repuso el encapuchado

¿Cómo conoce a mi padre? ¿Cómo se atreve a hablar así de él? – pregunto Harry elevando el tono
de voz, la ira invadía cada centímetro de su cuerpo al escuchar como ese hombre hablaba de su
padre. Mientras, buscaba su varita en sus pantalones.

Vuelvo y te repito, eso a ti no te importa, ahora sal inmediatamente – el encapuchado comenzaba a


exasperarse.

No voy a ir con usted a ningún lado hasta que no me diga quien es y espero que eso le quede claro –
con cada palabra que Harry pronunciaba elevaba mas el todo de voz y desafiaba con la mirada al
encapuchado, no encontraba su varita por ningún lado, demonios escogí el peor momento para no
tener mi varita conmigo.

Con que esas tenemos, muchachito insolente veamos que piensas después de esto – el hombre
encapuchado levanto su varita – petrificus totalus – un rayo de color púrpura salió de la varita del
hombre y le dio de lleno en el pecho a Harry, no podía moverse el hechizo lo inmovilizo
completamente, deseaba en ese momento tener su varita en el bolsillo para poder enfrentarse al
hombre del igual a igual, pero esta se encontraba probablemente entre su equipaje en el maletero del
auto.

Alohomora – pronuncio el hechizo con la varita en alto, la puerta del auto se abrió inmediatamente,
volvió a levantar la varita en dirección a Harry – windgardium leviosa – y saco el cuerpo inmovilizado
de Harry del auto. Tío Vernón veía la escena horrorizado.

¿A...a...donde...se...lo llevan? - pregunto Tío Vernón con voz temblorosa.

Eso a ti no te importa asqueroso muggle – repuso el encapuchado – Desmaius – un rayo color rojo
salió de la varita del encapuchado y le dio en la cabeza a Tío Vernón este se desmayo de inmediato
por el hechizo golpeando su enorme cabeza contra el volante del auto.

Luego el hombre camino llevando el cuerpo de Harry, suspendido en el aire, hasta la parte trasera del
auto y alzando su varita en dirección al maletero dijo:

Alohomora- el maletero del auto se abrió instantáneamente dejando ver el baúl de Harry y a una muy
alterada Hedwig, levanto su varita apuntando al baúl – windgardium leviosa – luego de esto tomo la
jaula de Hedwig con una mano mientras que con la otra mantenía la varita en alto y controlaba así el
cuerpo de Harry junto con su baúl, que se mantenían flotando en el aire.

Camino de forma silenciosa hacia la explanada a un lado de la carretera, busco en el suelo algún
objeto abandonado y logro encontrar una lata bastante oxidada le apunto -Maid Traslar – un rayo
color verde mar salió de la varita dándole a la lata y haciéndola brillar de un color verde por unos
instantes, volviendo a tomar segundos después su aspecto original. Después de esto se volteo hacia
donde estaban Harry y el baúl, apunto al baúl – Finite Incantatem- el baúl callo al suelo abruptamente,
después puso la jaula de Hedwig en el suelo, junto al baúl, y con un movimiento de varita hizo
desaparecer el baúl y la jaula.

Seguido de esto tomo fuertemente, con su mano derecha, la camisa de Harry y con su mano
izquierda tomo la lata oxidada que estaba en el suelo y súbitamente vio una gran cantidad de
imágenes que pasaban a gran velocidad por delante de él, sentía como lo jalaban por ombligo y se
movía rápidamente, de pronto tal y como comenzó se detuvo lo que provoco que cayera
violentamente al suelo. Se levanto del suelo desempolvándose la capucha negra.

Detesto viajar por este método tan ordinario, estúpido Potter – susurro para si mismo

Finite Incantatem – pronunció apuntándole con la varita a Harry, simultáneamente el cuerpo de Harry
caía estrepitosamente al suelo.

Harry se levanto con dificultad, se sentía mareado se había golpeado fuertemente la cabeza, logro
recuperarse un poco y tomar nuevamente conciencia de si mismo, aun estaba bastante desorientado
cuando noto que ya no estaban en la autopista junto al auto de Tío Vernón, alzo la vista con dificultad
debido al golpe que se dio contra el suelo y descubrió que a cierta distancia de él se encontraba una
enorme casa de dos pisos, se vio delante de un oxidado portón unido a una cerca color negro, de
unos dos metros de alto, que bordeaba la casa y resguardaba un enorme jardín con árboles de
tamaño inimaginable y otros pocos con un tamaño mas prudente que daba la impresión de que en un
tiempo fueron pequeños arbustos, volvió a posar su vista en la casa y advirtió que los cristales de las
ventanas de la casa estaban rotos permitiendo que el viento entrara a través de ellos moviendo las
rasgadas cortinas dándole a la casa un aspecto lúgubre y derruido, las paredes estaban enmohecidas
provocando que estas en un tiempo color blanco tuvieran ahora un color verde pantano, aun con su
aspecto deplorable la casa seguía manteniendo un porte señorial poniendo al descubierto que tiempo
atrás perteneció probablemente a una de las familias mas adineradas de la región.

Todavía contemplaba la colosal casa cuando sintió la presencia de otra persona dándose cuenta que
no estaba solo, giro la cabeza sobre su hombro izquierdo y vio a un hombre vestido con una capucha
negra cubriéndole el cuerpo y parte de la cabeza, en el rostro tenia una máscara de... ¿mortífago? sí,
definitivamente era una de las mascaras que los mortífagos utilizan para esconder su identidad y
mostrarse inexpresivos ante cualquier situación, Harry lo identifico como el mismo encapuchado al
que momentos atrás tío Vernón casi atropella, aquel hombre que lo inmovilizo y que probablemente lo
trajo hasta las puertas de esa mansión, lo que significaba que sus sospechas eran ciertas un
mortífago lo secuestro y lo trajo hasta ese lugar, pero algunas preguntas rondaban por su cabeza ¿En
donde se encontraba? ¿Quién es ese mortífago? y la mas importante ¿Cómo lograron secuestrarlo
sin que nadie se diera cuenta? Después de todo se supone que Dumbledore le tiene puesta una
guardia personal especialmente para vigilarlo. Súbitamente el mortífago comenzó a hablar sacando a
Harry de sus pensamientos.

Camina Potter – le ordeno el mortífago, pero Harry permaneció inmóvil en sitio, pensaba en quien
podía ser aquel hombre y que haría él a las puertas de aquella mansión.

¡¡Te he dicho que camines!! – exclamo enfurecido el mortífago, Harry siguió inmóvil en su sitio,
aquella voz empezó a hacérsele conocida, demasiado conocida para su gusto.

¡¡Chiquillo insolente!! – grito violentamente el mortífago, esa voz se parecía mucho a la de una
persona a quien él odiaba con todas sus fuerzas, no solo era su voz también su manera de hablar y
comportarse eran idénticas.

Le voy a hacer la misma pregunta que le hice hace un rato ¿Quién demonios es usted? – pregunto
Harry con voz fría y calmada, tenia que sacarse esa duda de la cabeza a cualquier precio.

Potter estas colmando mi paciencia y te puedo asegurar que no pasan cosas buenas cuando mi
paciencia se acaba - repuso el mortífago en un tono mas calmado.

Al que se le esta acabando la paciencia es a mí, y le aseguro que es a ti al que no le gustara saber
que pasa cuando mi paciencia se acaba – musitó Harry en tono altanero y desafiante.
Potter nunca vas a cambiar, siempre serás un estúpido engreído con complejo de héroe, sino fuera
por Dumbl... – el mortífago se callo inmediatamente, acababa de cometer un grave error, Potter podía
ser engreído y tener complejo de salvador pero no era ningún ignorante, atando cabos descubriría de
inmediato su identidad.

¿¿Ha dicho usted Dumbledore?? ¿Cómo conoce usted a Dumbledore?, ¡¡Espere un momento!! Usted
es... no, no puede ser – Harry dejo de hablar en ese momento, no podía ser verdad simplemente no
podía... no podía ser cierto y si lo fuese eso significaría que esa persona había traicionado a la orden
y la confianza de Albus Dumbledore, eso representaría que el viejo loco se volvía a equivocar una vez
mas y que el siempre tuvo razón en desconfiar de Snape.

Vaya Potter me sorprendes pensé que eras mas estúpido – musito el mortífago.

¿Pro...fesor? ¿Sna...pe? – pregunto Harry con voz temblorosa, sus sospechas eran ciertas Snape
traiciono a la Orden y a Dumbledore.

Si Potter soy yo, ¿A quien esperabas al Ministro de Magia? – repuso Snape en tono burlón.

¿Pe...?¿Pero porque lo ha hecho? ¿A dónde me ha traído? ¿Qué demonios hago en este lugar? – el
miedo se le notaba en cada palabra que pronunciaba.

Ya lo veras Potter, ahora que estas esperando ¡MUEVETE! – le ordeno Snape, mientras abría uno de
los portones de la casa.

Harry no tuvo más remedio que comenzar a caminar lentamente por un camino de piedra que
cruzaba el inmenso jardín hacia aquella casa que le producía escalofríos. No podía escapar,
enfrentarse a Snape sin su varita seria un suicidio, comenzó a sentir que lo observaban, movía la
cabeza de un lado a otro sin éxito en su misión de encontrar quienes lo espiaban, exploraba con la
mirada todos los rincones del inmenso jardín de la casa, pasando la vista por las copas de los
inmensos árboles y entre los desproporcionados arbustos, pero todos sus intentos fueron en vano.

Se dio por vencido en su inútil búsqueda y continuo su camino hacia la casa cruzando el jardín,
finalmente después de una larga caminata llegaron a una escalinata de mármol con pasamanos a los
lados de esta, empezaron a avanzar por los escalones de mármol blanco hasta llegar al umbral de la
siniestra casa, al llegar ahí se encontraron con dos grandes puertas color caoba que marcaban la
entrada a la ostentosa y lúgubre casa. Harry levanto la vista, recorrió cada centímetro del umbral y
noto algo en la pared al lado derecho de las puertas, ese algo le hizo helar la sangre, bajo la cabeza
un momento para meditar, no... no puede ser, no podía creer que la casa le perteneciera a esa... a
esa persona que el odiaba tanto, a esa persona que tanto daño le a hecho, a esa persona que
provoco que su vida fuera tan infeliz y miserable, que provoco que él no tuviera una vida normal y que
le hizo que pasar su niñez en el infierno de Privet Drive, alzo la cabeza con temor y cerró los ojos, no
se atrevía a ver de nuevo a quien le pertenecía la casa, pero tenia que hacerlo tenía que comprobar
que no era una ilusión que no estaba soñando, abrió los ojos con temor de que lo que vio la primera
vez fuera real, cuando logro abrir los ojos totalmente pudo ver una vez mas en una placa color bronce
en letras color negro el nombre de la familia a la cual pertenecía la casa: “Mansión...”.

Capítulo 2: La Mansión Ryddle

“Mansión Ryddle” decía claramente en aquella placa. Al parecer Snape lo trajo a la boca del lobo,
Voldemort debía encontrarse en ese lugar esperando ansioso para acabar con él. Noto como Snape
abría una de las puertas de la casa y le indicaba que entrara.
Penetro en el cavernoso vestíbulo, la oscuridad era casi total pero aun así se podían distinguir las
siluetas de los muebles y las esquinas de las paredes. Snape apresuro el paso para quedar frente a
él y guiarlo a través de los pasillos de la casa, mientras percibía un olor a decrepitud y aguzaba el
oído para captar cualquier sonido de voces o pasos que provinieran de algún lugar de la casa.

Atravesó el vestíbulo y llego a la sala, un poco mas iluminada gracias a las amplias ventanas
divididas por parteluces, Snape lo guió hasta una escalera, dudo un momento no sabia que se
encontraría en el piso superior, finalmente comenzó a subir por la escalera, los escalones crujían a
casa paso que daba.

En el rellano, Harry torció a la derecha siguiendo a Snape y vio un largo corredor, en el final de este
había una puerta entornada, una luz titilante brilla a través del resquicio, proyectando sobre el negro
suelo una línea dorada. Harry continúo avanzando siguiendo a un Severus Snape que caminaba con
paso seguro hacia la puerta que estaba al final del corredor.

Al llegar a ella Snape tomo el pomo, lo giro y abrió la puerta dando paso a una habitación parecida a
la sala común de Slytherin pero mucho más pequeña. En el centro de la habitación había una butaca
de espaldas a Harry en la que se podía distinguir una figura sentada en ella. Al fondo había una
chimenea encendida, la lumbre era la única fuente de luz en la habitación y proyectaba sobre las
paredes sombras de diferentes tamaños pertenecientes a unos 30 hombres vestidos con capuchas
negras y máscaras en sus rostros, estos estaban arrodillados y con cabeza gacha ante la figura del
centro. Mientras Harry observaba la habitación una voz comenzó a hablar.

Muy bien Severus – la voz hizo una pausa – Cumpliste con tu misión a la perfección. Me has
demostrado ser un mortífago leal – un silencio irrumpió en la sala por unos momentos, la voz continuo
– Si te soy sincero por un momento pensé que eras un traidor pero esta noche me demostraste lo
contrario, y sabes bien Severus que el Lord Oscuro sabe recompensar muy bien la lealtad de sus
seguidores.

Claro Traidor jamás debimos haber vuelto a confiar en ti asqueroso mortífago – pensó Harry

Solo cumplía mi deber como fiel vasallo suyo milord – repuso seriamente Snape, mientras inclinaba la
cabeza.

Perfecto, ahora pasen tú y el joven Potter – susurro la voz, Snape entro con Harry a la habitación y se
quedo de pie junto a el – ¿Qué esperas para alejarte del muchacho y unirte al grupo? – pregunto la
voz.

De inmediato milord – contesto Snape arrodillándose junto al resto de los mortífagos

Anda e inclínate frente a tu amo rata traidora.

Colagusano... - le llamo una fría voz desde la butaca.

Harry sintió que la ira lo invadía, quería abalanzarse sobre Peter y vengarse de el, con un gran
esfuerzo logro controlarse.

Si... milord...- respondió Colagusano atemorizado.

¿Dónde está tu buena educación? – Colagusano permaneció inmóvil - ¿Que estas esperando inútil?
ofrécele una silla a Potter – le ordeno la voz.
¿Educación? – Harry rió para sus adentros – ¿Qué clase de educación puede tener una sabandija
como esa?

Cla... ro... de inmediato... perdone mi estupidez milord – y siguiendo las ordenes de su amo hizo
aparecer con un movimiento de su varita una cómoda silla junto a Harry.

Perfecto Colagusano – dijo la fría voz – Ahora toma asiento Potter, ponte cómodo – continúo la voz
con serenidad.

Oh!... Gracias Voldemort – hubo un estremecimiento en la sala – ¡Que amable eres! – dijo con ironía
en su voz, Harry tomo asiento cruzo una pierna y entrelazo sus manos – Bueno Tom – se escucho un
murmullo general - ¿Te puedo llamar Tom verdad?... en realidad eso no importa... como te decía Tom
al parecer tu también estas perdiendo tus modales – hizo una pausa antes de continuar – Todavía
estoy esperando que me des la cara – musitó Harry manteniendo un semblante serio.

Potter, Potter – dijo la fría voz con gran suavidad - Veo que no has perdido tu arrogancia de siempre,
no te preocupes mis modales siguen intactos y si deseabas con tantas ansias ver mi rostro lo
hubieses dicho antes...

Dicho esto la butaca que estaba en el centro de la sala empezó a girar sobre si misma para que Harry
se encontrara frente a frente con lo que estaba sentado en ella. La butaca termino de girar, y Harry
poso sus ojos sobre la figura sentada en ella. Allí sentado se encontraba Lord Voldemort vestido con
una túnica negra y con el rostro descubierto mirándolo con sus atemorizantes ojos color rojo
amoratado, a la vez que tenía los largos dedos de sus blancas manos entrelazados.

Sus miradas se cruzaron por unos momentos ninguno quería ser el primero en bajar la mirada para
no mostrar debilidad, se quedaron contemplándose uno al otro por un tiempo, los ojos verdes del
chico de 16 años se mantenían firmes ante los escudriñantes ojos rojos del Señor Oscuro, finalmente
Harry no pudo mas y dirigió su mirada hacia los mortífagos que estaban en la sala, estos continuaban
arrodillados alrededor de él y de Voldemort... Harry pensó que este era el momento oportuno para
que las preguntas que le rondaban en el cabeza encontraran respuesta, se decidió a hablar pero
Voldemort se le adelanto:

¿Te gusta como esta decorado el lugar Harry?... Veo que no dejas de mirar la decoración de la sala –
musito Voldemort soltando una tenebrosa carcajada.

La verdad Tom, me estas haciendo perder el tiempo ¿Que tal si vamos directo al grano de una vez
por todas? – respondió Harry calmadamente.

¿Por qué la prisa Harry? ¿Tienes algún otro compromiso que atender? – le dijo Voldemort
burlonamente, los mortífagos rompieron a carcajadas - ¡Silencio! – les ordeno, estos se callaron
inmediatamente.

Me parece más prudente Tom, salir de los asuntos importantes lo antes posible, así que te
agradecería que dejaras de tenerme miedo y que le ordenaras a la asquerosa rata de Snape que me
diera mi varita – explico Harry calmadamente.

Ya veo Harry, al parecer has entendido mal, si te he traído aquí no es para que luchemos – Voldemort
hizo una pausa y lo miro. Harry estaba impactado al parecer Voldemort lo mataría a sangre fría, la
verdad no era algo que lo sorprendiese después de todo esa era su naturaleza. - Veras Harry estas
aquí para unirte a mi – concluyo Voldemort

Harry se quedo de piedra, no podía creer lo que acaba de escuchar, Voldemort no pretendía matarlo
sino todo lo contrario quería que se uniera a él, eso era inconcebible el jamás se uniría a Voldemort
¡Nunca! Primero muerto antes que ser un vasallo de Voldemort.

Quiero que te bien claro – dijo Harry con voz potente, reincorporándose en su silla - ¡Jamás! óyeme
bien ¡Jamás! me uniré a ti ¡Primero Muerto! Antes que convertirme en tu vasallo – concluyo Harry.

Al parecer no me he explicado bien, yo no te he preguntado si quieres unirte a mi o no – explico


Voldemort.

¿A no?, así que es mas bien una orden, ¿Me equivoco? – pregunto Harry

Exactamente eso es lo que es, una orden – respondió Voldemort

Hay algo que no comprendo, ¿Qué te hace pensar a ti que yo voy a obedecer una orden tuya Tom? –
pregunto Harry, con una sonrisa dibujada en el rostro.

Mi querido Harry creo que no has formulado bien tu pregunta, en realidad deberías preguntarte quien
me hace pensar eso – dijo Voldemort con voz suave.

¡Eres un Maldito! – La sonrisa se desdibujó del rostros de Harry dando paso a una expresión llena de
odio – Como te atrevas a tocarle aunque sea un pelo a esa persona lo vas a pagar muy caro – le
amenazo Harry.

Harry, Harry no estas en posición de hacer amenazas – su voz denotaba crueldad – Solo tienes dos
caminos: Te unes a mí o ella muere – respondió Voldemort.

¿Ella? A quien demonios se refería Voldemort. Sería ¿Hermione? tenia que ser, ella es la única mujer
a la que Voldemort sabe que el le tiene aprecio, después de todo ella es su mejor amiga.

A que te refieres con que ella muere – dijo dudoso – Ella ¿Quién? – pregunto.

Veo que te ha empezado a interesar el tema – soltando una carcajada – No te dejare con la duda
mucho tiempo, no te preocupes sabrás quien es ella a su debido tiempo – explico Voldemort.

Dejemos los juegos para después – dijo elevando el tono de voz - Quiero saber quien es ella ¡Ahora!
– ordeno Harry, había perdido la paciencia por completo Voldemort se estaba metiendo con las
personas a las que el quiere, eso no lo iba a permitir nunca, sobre su cadáver Voldemort le haría
daño a sus amigos.

No tientes tu suerte y la de la chica – dijo la fría voz con aspereza – Lucius, Colagusano ¡Traigan a la
Chica! – les dijo Voldemort

Los dos mortífagos se levantaron y caminaron hacia la salida abrieron la puerta, salieron, y la
cerraron detrás de ellos. Harry seguía pensando en que hacer no quería unirse a Voldemort pero sino
lo hacia la chica correría peligro de muerte, él no podría cargar con el peso de otra muerte sobre su
conciencia eso seria demasiado.

Hay algo que no entiendo Tom – se detuvo para elegir correctamente sus palabras - ¿Por qué no
quieres matarme? ¿Qué te hizo cambiar de parecer? – pregunto con firmeza, a la vez que se revolvía
su desordenado cabello color azabache y miraba con recelo a Voldemort.

Estas confundiendo las cosas Harry mi plan original es acabar contigo siempre lo ha sido y siempre lo
será hasta que lo ejecute, esto es solo una pequeña pausa, una tregua momentánea entre tu y yo.
Cuando llegue el momento acabare lo que comencé hace 16 años – le respondió Voldemort.

Esto me llena de tanta alegría – dijo Harry sarcásticamente – ya estaba empezando a pensar que te
habías ablandado – rió burlonamente Harry – pero Tom aun no respondes mi otra pregunta,
permíteme reformularla antes que la respondas – dijo dándose aires de grandeza - ¿Por qué la
tregua, el cese al fuego o como lo quieras llamar? – pregunto Potter.

Me doy cuenta que no pierdes el sentido del humor, te aseguro que cuando veas a tu amiguita se te
va a borrar esa estúpida sonrisa de la cara – dijo burlonamente, todos los mortífagos empezaron a
reír ante las palabras de su líder – La tregua no es mas que una forma de quitarte del camino un
obstáculo menos por decirlo de alguna forma – hizo una pausa en ese momento, miro a la puerta por
donde habían salido Lucius y Colagusano estos aun no regresaban – Además de que con esto
consigo debilitar al Ministerio de Magia y a la Comunidad Mágica al desprestigiar a dos de sus mas
grandes iconos Harry “Cara Partida” Potter y Albus “Amante de los Sangre Sucia” Dumbledore –
explico Voldemort, los mortífagos soltaron estruendosas carcajadas que resonaban en las paredes de
la estancia.

Y yo que pensaba que era algo peor – susurro con ironía para si mismo.

Así que Voldemort quería que el se uniera a su grupo de vasallos para eliminarlo del camino, evitar un
obstáculo. Una pregunta surgió en su mente: ¿No seria mas practico matarme? Piensa Harry, piensa
– se decía a si mismo- recuerda que se trata de Voldemort, debe tener algo planeado que no ha
mencionado, todavía, pero que puede ser tan importante como para detener su plan de eliminarme.
Medito unos minutos más y creyó prudente romper el silencio y satisfacer su sed de conocimiento.

- Veamos si te entendí Tom – hizo una pausa para escoger bien sus palabras- según lo que me has
dicho la razón por la cual quieres que me una a ti es desprestigiarme a mi y al viejo loco, ¿cierto? –
continuo sin esperar una respuesta – Tu explicación es bastante convincente pero hay algo que no
me cuadra. Veras si soy un obstáculo lo mas sencillo sería eliminarme ¿no?, en vez de eso me dices
que me una a tus mortífagos, la verdad no me explico el porque de esto – concluyo Harry,
La verdad era que quería saber las respuestas a sus preguntas, pero su mente estaba mas ocupada
en mantener distraído a Voldemort para poder pensar en la forma de escapar de aquel lugar junto con
la chica.

Te imaginaba mas estúpido – una sonrisa macabra se dibujaba en su rostro sin labios – parece que al
famoso Harry Potter no se le escapa nada – hizo una pequeña pausa – Como ya has de suponer mi
querido Potter, si te vas a unir al lado oscuro no es por piedad a tu vida, por supuesto que al unirte a
mi yo consigo beneficiarme no solo desprestigiándote a ti y al viejo loco, también consigo otros
beneficios...

¿Qué beneficios? – inquirió Harry interrumpiéndolo.

Paciencia Potter paciencia, la respuesta a tu pregunta llegara pronto – respondió con tono frío – Hace
16 años – continuo diciendo – intente eliminarte a ti y a tus padres, pero algo salió mal cuando me
disponía a acabar contigo no solo no tome en cuenta el sacrificio de tu estúpida madre, a decir verdad
no creía que una sangre sucia llegara a ser tan astuta...

¡Deja de darle vueltas al asunto Tom! – le grito interrumpiendo una vez mas – Termina de...

¡Silencio! – bramo Voldemort – Nadie interrumpe a Lord Voldemort tan altanera e insolentemente
como has hecho tu – elevaba su frió tono de voz a cada palabra que pronunciaba, los mortífagos se
movían incómodos en su sitio ante la actitud iracunda de su maestro – Has tentado tu suerte
demasiadas veces Harry – le dijo con áspera voz – Es mejor que sepas cual es tu lugar o la chica
sufrirá las consecuencias de tus insolencias.

Harry se aferró fuertemente a la silla, la ira invadía todo su ser, era algo incontrolable sentía enormes
ganas de abalanzarse contra voldemort torturarlo y hacerlo sufrir. Harry cálmate – se dijo – tienes que
calmarte no puedes perder la calma necesitas las respuestas para tus preguntas, debes tragarte tu
orgullo y tu ira, tienes que velar por el bienestar de la chica.

Veo que has comprendido cual es tu lugar – le dijo – pero... Por tu actitud mereces un castigo –
explico su fría voz con suavidad.

Voldemort se levanto de su silla y avanzo lentamente hacia el. Levanto su varita.

-¡Crucio!

La maldición le dio de lleno en el pecho. Los huesos le ardían, la cabeza parecía que se le iba a partir
por la cicatriz, los ojos le daban vueltas como locos era un dolor insoportable. Deseo que terminara...
perder el conocimiento...

El dolor ceso. Su cuerpo cayó desde la silla al suelo de la habitación, sin fuerzas, miro aquellos
brillantes ojos rojos. Las carcajadas de los mortífagos resonaban en la habitación.

Ese es tu lugar en el suelo, a mis pies, a los pies de Lord Voldemort – le dijo

El dolor en el cuerpo era insoportable no podía ponerse de pie, le dolía la cicatriz como nunca antes
le había dolido. Sin importar que le hiciera Voldemort, Harry Potter no iba a rendirse, no bajaría la
cabeza ante ese maldito, nunca...

Levanto la cabeza y trato de poner de pie. Las piernas le flaqueaban. Le era imposible erguirse pero
al menos estaría de pie, siempre de pie ¡Jamás de rodillas! Le lanzo una mirada desafiante y llena de
odio a Voldemort.

Oh!... Creo que no ha sido suficiente ¿cierto Harry?...

No espero respuesta, empezó a lanzarle la maldición cruciatus sin parar. Voldemort lo torturaba con
crueldad, sin el mínimo ápice de misericordia.

Harry se retorcía en el suelo, el dolor era intenso y devastador. El que Voldemort le lanzara todas
esas maldiciones cruciatus en seguidilla le hizo olvidar donde estaba, sentía que miles de agujas se
le clavaban en las terminales nerviosas, como si cientos de cuchillos candentes le atravesaran cada
centímetro de su piel, la cabeza le iba a estallar del dolor.

La lluvia de cruciatus termino pero no así el dolor aun cuando ya no recibía la maldición imperdonable
seguía retorciéndose y gritando de dolor. Grito más fuerte de lo que había gritado en su vida. Los
mortífagos reían sin cesar soltando ruidosas carcajadas.

El dolor empezó a ceder, se dio la vuelta y con dificultad volvió a ponerse de pie, temblaba
incontrolablemente. Sus piernas lo traicionaron haciendo que cayera al suelo, golpeándose
fuertemente el rostro.

Duele ¿verdad, Harry? – dijo Voldemort, dilatando de emoción las alargadas rendijas de la nariz – No
querrás que lo vuelva a repetir ¿verdad que no?

Harry no respondió. A pesar del dolor a lo que no estaba dispuesto era a doblegarse. No iba a
implorarle a Voldemort... No iba a mostrar debilidad...

Te he preguntado si quieres que lo repita – dijo Voldemort, con voz suave - ¡Respóndeme! ¡Imperio!

Harry sintió que su mente quedaba libre de todo pensamiento... Era una bendición, no pensar, era
como flotar, soñar, no sentir dolor... Di: No mas dolor por favor, Piedad

No lo haré – dijo otra voz mas fuerte que la primera en su cabeza – nunca lo diré...

Di: ¡No más dolor por favor, Piedad!... Solamente dilo... - dijo la primera voz

¡NO LO HARÉ! – estas palabras brotaron de la boca de Harry, retumbando por toda la habitación.

Así que ¿No lo harás? – dijo Voldemort con voz grave, los mortífagos no rieron esta vez - ¿No lo
dirás? Harry, la obediencia es una virtud que me gustaría enseñarte durante tu estancia aquí... Tal vez
otra dosis de dolor te haga cambiar de opinión ¿No crees, Harry?

Harry se preparo para recibir la maldición cruciatus otra vez, espero en suelo una nueva dosis de
dolor pero nada paso... De repente se oyeron pasos fuera de la habitación, se detuvieron y la puerta
se abrió repentinamente. Al cabo de unos segundos se escucho la voz de Voldemort.

Lucius, Colagusano tardaron bastante – les dijo Voldemort – Se han perdido buena parte de la lección
de obediencia que le estoy impartiendo al Señor Potter.

-Lo sentimos mi señor – dijeron al unísono los dos mortífagos con un dejo de desilusión en su voz –
La chica nos dio bastantes problemas.

Pero no se desilusionen mis queridos mortífagos... la función acaba de empezar – dijo Voldemort
soltando una carcajada – Muy bien ¿La chica esta despierta? – pregunto.

Si señor, esta despierta aunque algo aturdida – respondieron a la vez.

Perfecto no podemos permitir que la señorita se pierda de un buen espectáculo – dijo Voldemort con
voz suave.

¡La chica!, pensó harry sobreponiéndose al dolor, ¿Quién será? Tengo que averiguarlo, se dijo.
Olvidándose completamente del dolor logro apoyarse sobre sus rodillas y codos. Espero un poco y
levanto los codos del suelo, quedando solamente apoyado sobre sus rodillas. Hizo un último esfuerzo
y se puso de pie temblando, sin erguirse y manteniéndose cabizbajo.

Levanto la cabeza, manteniendo la mirada en el suelo, la giro sobre su hombro derecho para ver a las
personas que se encontraban en el umbral de la puerta. Alzo la vista y pudo ver a los dos mortífagos
agarrando por los brazos a la chica. Calculaba que la chica tendría unos 15 años, tal vez su misma
edad. Noto que no podía ver con claridad, se llevo una mano al rostro y no pudo encontrar sus gafas
en el, por el dolor no se había dado cuenta cuando se le cayeron. Se inclino un poco y busco con sus
manos las gafas en el suelo, tanteo alrededor suyo y finalmente las encontró. Volvió a enderezarse lo
más que pudo y se coloco las gafas, levanto la mirada y ahora si pudo ver con claridad, a pesar de
que sus gafas estaban rotas.

Busco el umbral de la puerta y se encontró con la chica de nuevo, efectivamente esta parecía tener
unos 15 años. Estaba vestida con unos jeans azules y un suéter blanco ceñido al cuerpo, se le hacia
muy conocido ese atuendo. ¿Quién podía ser? Esa, incuestionablemente, no era Hermione ella no
acostumbraba a vestir así. Además su tez no es tan blanca, no tiene pecas en el rostro y
definitivamente no tiene el cabello color...

Capítulo 3: El Sueño

Harry callo de rodillas al suelo, escondiendo su cara entre sus manos. ¡No puede ser! – se dijo,
conteniendo las lagrimas - ¿Por qué ella? ¿Por qué de entre todos tenia que ser ella? ¡Maldición!
¡Maldito seas Voldemort! Alzo la vista y dirigió su mirada al umbral de la puerta. Una chica de
Cabellos rojos, tez blanca, pecas y ojos azules era sostenida por Lucius y Colagusano, estos la
agarraban por sus brazos.

Harry se sintió desfallecer un Weasley, Ginny Weasley había sido secuestrada por Voldemort para
obligarlo a unirse a los mortífagos. Observo que Ginny sollozaba en silencio, las lágrimas le salían
incontrolablemente de los ojos. Al ver esto Harry sintió una punzada en el corazón, no le gustaba ver
a una mujer llorar y mucho menos a Ginny... su Ginny. Voldemort era el culpable de eso, por su culpa
ella estaba llorando, ese desgraciado lo pagaría.

¡Crucio! – grito Voldemort.

La maldición lo tomo desprevenido dándole de lleno en el pecho. El dolor que antes había
desaparecido, volvió a azotarle con violencia. Cayo de bruces al suelo retorciéndose del dolor. Grito
hasta quedarse sin voz. No sentía sus brazos y piernas, era demasiado sufrimiento mucho mas del
que podría soportar una persona normal, pero el no era una persona común el era Harry Potter y,
Harry Potter jamás bajaba la cabeza, preferiría morir siendo torturado antes de pedir clemencia.

Voldemort dejo de torturarlo, pero el dolor no cesaba, parecía que siguieran aplicándole la maldición
imperdonable. Sentía frió, mucho frió iba perdiendo conocimiento de la realidad, supo en ese
momento que se desmayaría. Sabia que desmayarse seria mostrar debilidad y eso no lo podía
permitir. Trato de reincorporarse apoyándose en sus codos y rodillas. Percibió nuevamente un frió
intenso, se llevo una mano al percho, sentía una fuerte opresión en el. No podía respirar, se ahogaba,
tosió con fuerza escupiendo sangre por la boca y tomando grandes bocanadas de aire. Tenía el sabor
amargo de la sangre en su boca, seguía escupiendo sangre aunque en menor cantidad que al
principio. Harry escucho una dulce voz que suplicaba, la reconoció de inmediato como la voz de
Ginny.

No le hagan mas daño por favor... ¡Se los suplico! – dijo entre sollozos – se los ruego, no lo torturen
mas, pueden hacer lo que quieran conmigo pero no lo hagan sufrir mas... perdónenlo, por favor
¡Tengan piedad de él! – exclamo rompiendo a llorar a lagrima viva.

Espero que hayas aprendido Harry que a Lord Voldemort se le obedece y respeta – dijo con una
sonrisa burlona – Hoy me siento dadivoso así que como regalo de bienvenida daré por terminada tu
lección de obediencia.

Ginny lo había salvado, por sus suplicas Voldemort dejaría de torturarlo. Estaba sumamente
agradecido con ella, por fin la larga sesión de dolor terminaría. Se dio cuenta que Ginny continuaba
llorando ahora de rodillas en el suelo, mientras Lucius y Colagusano la flanqueaban por ambos lados.

Harry sentía todo el cuerpo adolorido, la piel le quemaba, tenia los huesos de piernas y brazos
desechos, el solo mover sus extremidades le producía un dolor desgarrador. Volvió a toser
escupiendo un poco de sangre que todavía estaba ahogándole.

Supongo Harry que debes querer descansar después de esta ardua jornada de clases – susurro
Voldemort. Los mortífagos permanecían estáticos en su sitio, riéndose descontroladamente, se
burlaban y mofaban de la situación en la que se encontraba el famoso Harry Potter.

Harry no sentía ni odio, ni ira, la verdad era que no sentía nada que no fuera dolor en su cuerpo y
cicatriz. Quería descansar, dormir por días y quizás no despertar. Escucho una voz lejana que llamo a
Snape.

Severus – le llamo la fría voz de Voldemort ayuda al joven Potter a llegar a sus aposentos.

Si su señoría – respondió Snape levantándose de su sitio entre los mortífagos – de inmediato.

Severus Snape hacia donde se encontraba Harry. Trato de tomarlo por un brazo para levantarlo pero
al hacerlo un grito ensordecedor irrumpió en la sala. Con solo haber hecho contacto con el brazo de
Harry este empezó a gritar de dolor. Al ver que no podía llevarlo cargado saco su varita.

¡Levicorp! – exclamo lanzándole el hecho a Harry.

Harry sintió que su cuerpo se levitaba del suelo, pesaba tanto como una pluma. Se mantenía a unos
treinta centímetros del suelo. Seguía acostado flotando en el aire, cuando empezó a sentir que
avanzaban. Abrió un poco los ojos y vio que se dirigía a la salida de la habitación, vio a Ginny junto a
Lucius y a Colagusano apartarse de la puerta y colocarse a un de la salida.

¿Qué hacemos con la chica? – pregunto Lucius con desprecio en su voz.

Llévenla al cuarto de Potter – respondió Voldemort.

Los dos mortífagos salieron de la sala, siguieron a Severus Snape y al cuerpo flotante de Harry a
través del pasillo. Harry se percató que se habían detenido cuando escuchó abrirse una puerta. Entro
flotando a una habitación tan grande como la que compartía con sus compañeros en Hogwarts. A la
izquierda había una enorme cama con pedestales y una cortina alrededor de esta. A mano derecha
había unos sillones colocados describiendo una circunferencia. Al fondo dos grandes ventanas con
cortinas, dejaban entrar la tenue luz de la luna llena. Descubrió que a los pies de la cama estaban su
baúl y la jaula de Hedwig.

¡Finite Incantatem! – dijo Snape. Harry callo al suelo violentamente, golpeándose su adolorido cuerpo,
produciéndole un dolor insoportable que provoco que soltara un grito ensordecer.

Severus, ¿nos vamos? – pregunto Lucius, mientras el y Colagusano dejaban a la Srta. Weasley en el
suelo de la habitación.

Adelántense ustedes – en su cara se dibujo una expresión de desagrado – Aun tengo que hablar con
Potter sobre un asunto que me encargo el Señor Tenebroso – respondió con dejo de desprecio en su
voz.

Bien, Severus – repuso el Sr. Malfoy – Vamos sabandija – dijo dirigiéndose a Colagusano. Dicho esto
salieron de la habitación, dejando aun hastiado Snape, una desesperada Ginny y a un adolorido
Harry dentro de esta.

Veamos Potter – en su rostro apareció una mueca de repugnancia – Esto solo lo voy a decir una vez,
por lo tanto espero que prestes atención – hizo una pausa para tomar aire – Veras tendrás que
comunicarle al Señor Oscuro tan pronto te recuperes que has decidido – explico Snape y continuo
diciendo – Viendo el estado en que te dejo el Señor Tenebroso – realizo un movimiento con la varita y
apareció un caldero humeante, con un liquido color verdoso dentro – Weasley, Potter se tiene que
tomar esta poción cada doce horas por una semana, sino se recupera antes – musito Snape. Luego
de esto se aproximo a la salida pero una voz la detuvo.

¿Por qué nos traiciono? – pregunto Harry con dificultad, su voz denotaba decepción - ¡Dumbledore
confió en usted! – exclamo con tristeza.

Potter – dijo sin voltearse, su rostro denotaba tristeza como pocas veces en su vida – Severus Snape
jamás traicionaría a Albus Dumbledore – respondió- El-que-no-debe-ser-nombrado quiso mandar a
Lestrange, Rockwood y Malfoy a secuestrarte, pero en los planes de estos estaba asesinarte. Por esa
razón yo, aun cuando deseo verte muerto, decidí pedirle al Señor Oscuro que me de dejara ir a mi,
diciéndole que yo solo podría con el joven Potter. Después de una larga platica tratando de
convencerlo finalmente acepto – miro la marca tenebrosa en su brazo derecho y continuo – Hubiese
avisado a la orden de haber tenido el tiempo, pero entere pocas horas del ataque antes del ataque –
vio la expresión de asombro en el demacrado rostro de Potter y le dijo – Ni te preguntes porque te
salve, la respuesta a eso es mas que obvia. Mi lealtad esta con Dumbledore y tu, lastimosamente,
eres demasiado importante para el, si de mi hubiera dependido estarías muerto en este momento –
concluyo Snape y con esto salió de la habitación cerrando la puerta detrás de el.

Harry trato de levantarse pero no tenia las fuerzas necesarias, estaba sumamente cansado y
adolorido.

¡Harry! – exclamo Ginny acercándose a el – Lo siento Harry, perdóname esto es mi culpa. Si tan solo
hubiera sido más precavida no estarías así. Dejaste que te torturaran por salvarme a mi – dijo Ginny
mientras una gran cantidad de lagrimas resbalaban por sus mejillas.

No Ginny, no vuelvas a repetir eso - dijo suavemente – Tu no tienes la culpa de nada. Los culpables
somos Tom y yo, en especial Harry Potter, por mi culpa han mandado a secuestrarte y estas en esta
horrible situación – susurro, ya casi no le quedaban energías.

¡Oh Harry!... mira como estas, ese monstruo casi te mata – exclamo Ginny rompiendo a llorar sobre el
pecho de Harry, este hizo una mueca de dolor cuando ella se recostó sobre el.

Ginny – le llamo débilmente, esta levanto la cabeza y lo miro. Tenia los ojos rojos de llorar – Por favor
no llores – le suplico – se me parte el corazón cuando te veo llorando – le explico, mientras le
limpiaba delicadamente con sus manos las lagrimas.

Esta bien Harry, ya no voy a seguir llorando – estremeciéndose al sentir el contacto de las manos de
Harry. Lo miro a los ojos y esbozo una dulce sonrisa.

Te ves mucho más bonita cuando sonríes – susurro. Ginny lo abrazo no podía creer que le dijera
bonita. Harry sintió el cálido cuerpo de Ginny sobre el. Provocándole un agradable sentimiento. Ella lo
estrecho aun mas fuerte, quería sentir su cuerpo junto al suyo, noto que la respiración de Harry era
entrecortada. Levanto la cabeza y vio que su rostro denotaba dolor por lo que ella estaba haciendo.

Lo siento tanto – se le aguaron los ojos – No quería lastimarte.

No te preocupes– trato de sonreírle – No me has lastimado – le dijo y trato inútilmente de levantarse


nuevamente.

Ven Harry yo te ayudo – le dijo Ginny. Esta lo ayudo a levantarse y con mucho trabajo consiguió que
el llegara a la cama, correr la cortina y recostarse en ella. Lo arropo con el cobertor, le acomodo una
almohada bajo la cabeza y se sentó a su lado.

Harry sentía un gran cansancio, le agradaba que Ginny le desordenara el cabello como lo estaba
haciendo. Creía esta viendo a un ángel delante de él haciéndole cariños, mientras el sueño
comenzaba a dominarlo. Verdaderamente Ginevra Weasley era hermosa. ¿Cómo no me di cuenta
antes? – se pregunto – Ya dejo de ser una niña y se ha convertido en toda una mujer, pensó. Los
párpados le pesaban, le era difícil mantenerlos abiertos. Fue cayendo poco a poco en un profundo
sueño, continuaba observando a Ginny, mientras ella le sonría tiernamente. Después de mucho
batallar el cansancio logro vencerlo y se sumergió en un profundo sueño.

Caminaba a través de un largo pasillo de piedra, percibía una extraña sensación de calidez a pesar
de que este estaba oscuro y las paredes frías. Al final del pasillo se podía distinguir una luz muy
intensa, Harry pensó que se trataba del sol. Atravesó el pasillo para llegar a la salida.

Cuando lo recorrió finalmente se dio cuenta que la luz que distinguió con anterioridad no provenía del
sol como el pensó. Se encontraba de pie a la entrada de una enorme habitación completamente
blanca, cuyas paredes emanaban luz blanca. La sala era inmensa, habían cuatro columnas que se
perdían en el infinito sosteniendo un techo que el no podía visualizar. Descubrió que entre estas
columnas había una pequeña salita con dos sillones y un lago sofá iguales de blancos que la
estancia.

Harry camino y entro a la sala, noto que a su mano derecha había una puerta color dorado y que a su
mano izquierda otra igual pero de color rojo. Sin previo aviso la puerta a su derecha se abrió dando
paso a tres personas a las que Harry no pudo identificar. Al parecer eran dos hombres y una mujer,
estos se dirigían a la salita que vio Harry antes. La mujer tenia el cabello color rojo, uno de los
hombres la abrazaba, este tenia el cabello revuelto y de un color negro azabache. El otro hombre
tenía el cabello color negro un poco mas largo que del primero cayéndole elegantemente sobre los
hombros.

Harry se encamino hacia la salita para preguntarles a aquellas personas que era ese lugar. Cuando
se acerco mas, hasta el punto de casi estar en la salita los pudo identificar finalmente. Su corazón dio
brincos de alegría, las lagrimas resbalaban incontrolablemente por sus mejillas sin que el pudiera o
quisiera hacer algo por evitarlo.

En el largo sofá estaban sus padres, Lily y James Potter y en uno de los sillones estaba su padrino,
Sirius Black. No podía creerlo estaba con las que mas amaba en el mundo, corrió muy deprisa hacia
ellos para llegar a donde se encontraban sus seres queridos.

Mamá... - dijo en un susurro mientras abrazaba a Lily Potter y rompía a llorar en su regazo – Te he
extrañado tanto... - dijo ente sollozos. Su madre le acariciaba cariñosamente la cabeza tratando de
calmarlo, mientras James y Sirius miraban con aprensión la tierna escena.

Cuando finalmente logro calmarse se separo de ella y corrió a abrazar a su padre, llorando igual que
con su madre.

Papa me has hecho mucha falta... - susurro – Te he extrañado muchísimo... - dijo mientras
continuaba llorando. Se separo de su padre aun con las lágrimas en los ojos y dirigió su mirada hacia
donde se encontraba su padrino de pie.

Lo siento Sirius... Perdóname – le dijo abrazándolo – Por mi culpa estas... estas...

Estoy muerto – termino Sirius la frase – Y no es tu culpa el que yo haya muerto, que eso te quede
claro Harry – concluyo Sirius.

Pero... pero... - trato de contradecirlo Harry.


Pero nada – dijo Sirius interrumpiéndolo – No quiero que te culpes por mi muerte. Fallecí luchando y
en batalla, tal y como quería. – Afirmo - ¡Harry tu estas vivo y tienes que seguir adelante con tu vida!
No puedes vivir pensando que lo que le pasa a los demás es tu culpa siempre – le reprimo su
padrino.

Si hijo, Canuto tiene razón – le dijo su madre – tienes que vivir, amar, reír, llorar y hacer muchas otras
cosas que aun te quedan por hacer.

Harry – lo llamo su padre – Hay otro asunto que nos preocupa.

¿Cuál papa? – pregunto incrédulo.

Estas culpando al profesor Dumbledore injustamente, el hizo lo que creyó correcto por tu bienestar,
quiso ayudarte y protegerte pero nadie es perfecto y las personas nos equivocamos – dijo su madre.

El viejo loco como lo has llamado – Harry lo miro extrañado como su padre sabía eso – te quiero
como a un hijo. Además nosotros le debemos mucho por como ha cuidado de ti todo este tiempo –
replico James.

De acuerdo papá, mamá – les respondió sin estar muy convencido.

Harry tomo asiento a la vez que sus padres y su padrino hacían lo mismo. Estaba tan feliz por verlos
que no quería recordar que tan solo era un sueño y que tarde o temprano despertaría.

Hijo mío, no tenemos mucho tiempo – interrumpió su momento de regocijo su madre.

Hemos venido ha hablarte de lo que ha pasado con Voldemort – continuo su padre.

A aconsejarte sobre la decisión que debes tomar – termino Sirius.

Yo... yo... yo tengo que salvarla Sirius – le respondió – Mamá, papá no puedo permitir que Voldemort
le haga daño – dijo mirando a sus padres – Nunca me perdonaría si por mi culpa algo le pasara.

Entonces ya has tomado una decisión, ¿cierto? – pregunto su padre.

Si, no se si ustedes estarán de acuerdo con ella pero la decisión que he tomado es irrefutable –miro a
su padre – Me uniré a Voldemort con tal de salvarla – concluyo con firme voz.

A mi entender no hay nada mas que hablar Harry – dijo su padre seriamente.

Aunque no nos agrade del todo tú decisión tenemos que reconocer que tu nobleza es de admirar –
comento Sirius.

James, Sirius no sean tan duros con el – les dio un regaño con la mirada, estos bajaron la cabeza
ante la mirada asesina que les lanzo Lily – estamos muy orgullosos de ti – repuso su madre - No
esperábamos menos de ti hijo.

Harry se sintió feliz sus padres y su padrino estaban orgullosos de el, aunque no del todo de acuerdo
con su decisión de unirse a los mortífagos para poder salvar a Voldemort.

De todas formas Harry, eso era exactamente lo que veníamos a aconsejarte – repuso Sirius mirando
de reojo a Lily.
Harry, acompáñame tenemos que hablar un momento a solas – dijo james mientras miraba a su
esposa quien le asentía devolviéndole una cálida mirada. – Canuto tu también vienes – agrego
mirando a Sirius.

James se alejo con Harry y Sirius a un lugar un poco apartado de la salita. Lily los observo
preocupada por la repuesta que pudiera darle su hijo a lo que su esposo estaba apunto de
preguntarle a su pequeño niño. Cornamenta puso sus manos sobre los hombros de su hijo y lo miro a
los ojos.

Hijo mío – susurro, Harry lo miro consternado – necesito que me respondas con sinceridad a lo que te
voy a preguntar – miro a su hijo y vio que este asentía – Olvidándonos de lo que esta sucediendo en
este momento con Voldemort ¿Serias tu capaz de unirte a el voluntariamente? – Harry lo miro
extrañado – Te lo pondré mas sencillo ¿Te unirías a Voldemort si supieses que hipotéticamente
hablando eres capaz de cosas de las que ningún otro mago ha sido capaz? ¿Odias lo suficiente a
Voldemort como para que jamás se te pasase esta idea por la cabeza? ¿Crees que tú que nada de lo
que te pudiese ocurrir en el futuro, una traición, una decepción, etc. seria lo suficientemente fuerte
como para hacerte irte al lado oscuro? – pregunto con mucho interés y casi sin articular las palabras
su padre.

Harry lo medito detenidamente. Las respuestas a esas preguntas eran muy obvias, el jamás se uniría
voluntariamente al asesino de sus padres, a uno de los culpables de la muerte de su padrino y al
principal causante de que su vida sea tan miserable.

Escúchame bien papá – tomo un poco de aire – Yo Harry James Potter Evans jamás me uniría a
Voldemort voluntariamente, lo odio con todo mi ser por ser el causante de su muerte y de todas mis
desgracias. Sin importar lo que pueda pasar en un futuro yo siempre seguiré siendo Harry Potter
férreo enemigo de Lord Voldemort.

Tus palabras nos tranquilizan hijo – repuso su padre ante la respuesta de su hijo, aunque no
esperaba que este le dijera algo distinto a eso, tenia que escucharlo de sus labios con sus propios
oídos.

Bueno Harry, Cornamenta y yo queremos preguntarte algo – le dijo su padrino.

Si mira hijo nosotros... esto... ¿Qué significa esta niña Ginny para ti? – pregunto su padre – Porque
por lo visto estas dispuesto a hacer lo que sea por ella.

Por favor Cornamenta no seas tan serio con el muchacho, veamos Harry ¿Te gusta Ginny? –
pregunto ahora Sirius con una sonrisa picara en su rostro.

Harry reflexiono un momento ¿Le gustaba Ginny? o mas que eso ¿Podía decir que la amaba? A
estas preguntas se le agrego ¿Estoy dispuesto a hacer lo que sea por ella? Ginny es la hermana de
Ron, a la que nunca presto atención a pesar de que estuvo enamorada de el desde siempre. Recordó
la sensación que tuvo cuando vio a Ginny llorando en la habitación donde Voldemort lo había
torturado.

Le vino a la mente la desesperación que sintió cuando se dio cuenta que ella era la mujer a la que el
infeliz de Voldemort había secuestrado para manipularlo y con pesar se acordó que hubiese preferido
que en vez de Ginny fuese Hermione la secuestrada. Pronto las preguntas se fueron contestando por
si solas. ¿La amaba? ¿Estoy dispuesto a hacer cualquier cosa por ella?– se pegunto – y las
repuestas a sus preguntas le vinieron casi inmediatamente a la cabeza.

Si sirius me gusta y mucho – le respondió – Ella lo es todo para mí en este momento papá. Estoy
dispuesto a lo que sea por ella, daría mi vida si fuese necesario.

Entonces ¿La amas? – volvió a preguntar James un poco ansioso por la respuesta de su hijo.

No lo se papá – respondió Harry mirándolo por unos segundos mientas pensaba en lo que le
pregunto su padre – Si odiar verla sufrir y llorar, si desear que nada malo le pase, si querer que fuese
tu mejor amiga la secuestrada por Voldemort en vez de ella – Sirius lo miro incrédulo, Harry prefirió
ignorarlo y continuo – si estar dispuesto a unirme a mi peor enemigo, al asesino de mis padre y si ser
capaz de morir por ella es amar, entonces papá la amo con todo mi corazón y no me arrepiento de
eso. Lo único que lamento es que haya que tenido que pasar esto para que yo me diese cuenta
finalmente.

¡Muy bien! Harry te has enamorado, estoy muy feliz por ti – exclamo James – Lastima que te hayas
dado cuentas de esta manera.

¡Excelente! – dijo Sirius dándole la mano y sonriéndole picaramente – Es una chica muy linda. Al
parecer los Potter tienen cierta predilección por las pelirrojas.

¿Es pelirroja? – pregunto James asombrado - ¿Cómo Lily?

Si papa – respondió Harry sonrojándose un poco – Igual que mamá.

Vamos Cornamenta estas avergonzando al muchacho – Sirius regaño a su amigo – La chica se llama
Ginny Weasley, ya sabes la hija de Arthur y Molly.

Ah! Ya recuerdo – miro a su hijo y le dijo – Espero que la cuides mucho y que la hagas muy feliz.

Eso, papá, solo el tiempo lo dirá, aun así te prometo que haré todo lo posible porque no sufra y sea
muy feliz – espeto Harry con una amplia sonrisa.

Repentinamente le vino a la mente un horrible pensamiento y decidió comentárselo a su padre y a su


padrino.

Papá y que tal si Voldemort le hace daño a Ginny cuando se entere que la amo – comentó Harry
afligido – Pienso que lo mejor es que me aleje de ella – concluyo tristemente.

Ni de broma Harry – dijeron canuto y cornamenta al unísono.

Ni se te ocurra Harry James Potter Evans – dijo su madre uniéndose a la conversación - Si la amas
debes luchar por ella, alejándote solo conseguirás hacerla sufrir y estoy segura cariño que eso es lo
que menos quieres para ella ¿No, Harry? – termino guiñándole un ojo.

Analizo la situación, si se alejaba de Ginny la haría sufrir y el quería todo menos eso para ella. Al
contrario la quería siempre con el para protegerla, abrazarla besarla y decirle cuanto la amaba. El
problema en todo esto esta en que cabía la posibilidad que ella no le correspondiera, después de
todo el había sido un imbécil todo este tiempo al no darse cuenta antes que Ginny era tan especial
para él.

Mama... ¿Y si no me corresponde? – pregunto con voz temblorosa.

Vamos Harry eres un Potter – dijo su padre tratando de animarlo.

Y los Potter nunca se rinden – agrego Sirius.


James, Sirius eso es ser machista – les lanzo una mirada de reproche, pero ellos se hicieron los
desentendidos – Te voy a dar un consejo hijo, siempre existe la posibilidad de enamorarla ¿no crees?
Míranos a tu padre y a mi, yo no siempre estuve enamorada de él pero su perseverancia lo llevo a
ganarse mi corazón – le guiño un ojo a su esposo – Si la amas como dices entonces lucha por su
amor.

-Es cierto el era un Potter y nunca se rendiría, si Ginny no le correspondía la enamoraría, después de
todo el era un conquistador, lo llevaba en la sangre. Tampoco le daría el gusto a Voldemort de
separarlos, lucharía para mantenerla a su lado y protegerla siempre.

De acuerdo – contesto Harry – No permitiré que Voldemort nos separe, no voy a dejar que me aleje
de su lado y mucho menos que le haga daño.

Sabia decisión – musito su madre – Les propongo que volvamos a la salita, todavía queda un asunto
pendiente.

Caminaron hacia la salita. Sirius se sentó en una de los sillones, y esta vez Harry se acomodo junto
con sus padres en el largo sofá.

No sabemos cuando sucederá exactamente – dijo Lily.

Lo cierto es que pasara – continuo James.

Y se te serán revelados una gran cantidad de secretos – concluyo Sirius.

¿Qué es lo que pasará? ¿De que rayos están hablando? – pregunto Harry confundido.

Tendrás otro sueño como este – respondió su madre tratando de ocultar su tristeza, cosa que le fue
imposible y unas cuantas lágrimas salían de sus ojos.

Con ustedes de nuevo ¿verdad? – repuso Harry muy emocionado. Los volvería a ver, podría charlar
con ellos, pedirles consejo. Una gran alegría invadió su ser.

No hijo, esta es probablemente la primera y última vez que nos volvamos a ver en sueños – le
respondió tristemente James, mientras Lily rompía a llorar, el rostro de Harry se ensombrecía y Sirius
se afligía al escuchar las palabras de su amigo. – Lo siento hijo – continuo James, intentando
inútilmente consolar a su esposa – Así es como debe ser, esta ha sido una ocasión especial, solo se
nos ha concedido este permiso para poder verte y aconsejarte con respecto al asunto con
Voldemort... - dudo en si debía continuar o no – Aunque este se justifica porque de ti depende mucho
el futuro del mundo mágico.

Tranquilo papá, debí imaginarme algo así – musito intentando animarse, sin embargo realmente
estaba destrozado por dentro, no volvería a ver a sus padres ni a su padrino.

De verdad lo lamentamos mucho Harry – quiso consolarlo Sirius – Lastimosamente no depende de


nosotros.

¿Quién vendrá a visitarme? – pregunto Harry, queriendo zanjar aquel tema que lo entristecía tanto.

No podemos decírtelo, por mas que queramos – respondió su madre, mucho mas calmada.

No problema – diciendo esto se levanto de su sitio y comenzó a caminar en círculos alrededor de la


salita.

La puerta dorada se abrió y poso su mirada sobre ella, sin embargo no vio que nadie saliera de ella.
Al no ver a nadie Harry se imagino que era el momento de la despedida. Se acerco lentamente a su
madre y la abrazó con fuerza.

Te voy a extrañar muchísimo mamá – dijo llorando. Su madre no podía articular palabra lloraba sin
poder hacer nada para detener el llanto – Te quiero mamita.

Se separo muy despacio de su madre, se aproximo a su padre y le aplico la misma dosis que a Lily.

Lucha hijo, lucha, no te rindas – le dijo, algunas lagrimas resbalaban por sus mejillas – Recuerda
siempre que eres un Potter, nunca bajes la cabeza, se fuerte y valiente ante la adversidad. Nunca
olvides lo mucho que tu madre y yo te queremos. Estaremos siempre a tu lado en espíritu.

Lo se papá, lo se – dijo aun llorando – Me vas a hacer mucha falta. Te quiero mucho papá – lo abrazo
aun mas fuerte.

Ya más calmado soltó a su padre y fue hacia donde se encontraba Sirius de pie, lo miro por unos
segundos y también lo abrazó.

Prométeme que harás feliz a Ginny – su ahijado asintió conforme por sus palabras y Sirius continuo
hablando - yo se que ella todavía te quiere Harry por eso no te preocupes – dijo devolviéndole el
abrazo a su ahijado.

Eres un gran hombre Sirius, te juro que probare tu inocencia aunque sea lo último que haga en mi
vida. Recuerda siempre que te quiero mucho – se aparto de su padrino y volteo a ver a sus padres –
Les juro que vengare su muerte, Voldemort será derrotado por Harry Potter en honor al sacrificio de
sus padres.

Estamos seguros de eso – dijo su padre dirigiéndose a la puerta.

Si Harry tu eres capaz de hacerlo, solo tienes que confiar en ti – agrego su padrino quien también se
encamino a la puerta.

Mi niño, dale las gracias a Molly de nuestra parte por acogerte como a un hijo – su madre lo abrazo –
Cuídate mucho hijo, te quiero con todo el corazón recuérdalo siempre – susurro Lily sollozando, le dio
un beso en la frente y fue al encuentro de esposo que estaba al pie de la puerta.

Adiós Harry – dijeron los tres al unísono.

-¡Se fuerte hijo! – dijo James mientras cruzaba el umbral.

¡Hazla Muy Feliz! – exclamo Sirius desapareciendo al cruzar la puerta.

¡Recuérdanos siempre hijo, Te queremos mucho! – le dijo su madre antes de desaparecer del mismo
modo en que lo hicieron Sirius y James.

Tres de las personas a las que Harry más amaba en el mundo, desaparecieron detrás de aquella
puerta dorada que se encontraba en esa extraña sala color blanco. Los extrañaría muchísimo, pero lo
cierto es que por lo menos tuvo la oportunidad de hablar con ellos por última vez y recibir sus valiosos
consejos. Se quito el sentimiento de culpa que lo atormentaba desde el día de la muerte de Sirius.
Además ya no sentía tanto resentimiento por Dumbledore como antes, aunque el sentimiento de
decepción no desaparecía todavía.

Camino al largo sofá de la salita y se recostó en el. Cerro los ojos, dormitando, la palabra cansado no
definiría con exactitud lo que sentía en esos momentos. Recibió muchas alegrías, tristezas y
sobresaltos de un solo golpe. Todavía tenía en la cabeza una gran cantidad de preguntas e
información que debía analizar. La fatiga mental no lo dejaba pensar con claridad así que decidió
dejar todo eso para cuando estuviese descansado y recuperado físicamente de las torturas que le
propino Voldemort en el mundo real. La imagen de aquella estancia se empezó a distorsionar poco a
poco, supo en ese instante que retornaría a su sueño normal. La estancia cada vez era menos clara,
hasta que todo se volvió completamente oscuro y perdió todo contacto con aquel lugar, retornando al
descanso que abandono al comenzar a soñar con aquella extraña sala.

Capítulo 4: La Huida.

En una habitación circular con extraños objetos en estanterías pegadas a las paredes, junto con
algunos retratos de ocupantes anteriores de aquel despacho. Un gran escritorio estaba en el centro
de la habitación, detrás de este se encontraba sentado un anciano de cabello y barbas blancas tan
largas que le llegaban casi hasta la cintura. Tiene puesta unas gafas de media luna. Sus largos dedos
de las manos estaban entrelazados sobre su regazo. Inconfundiblemente se trataba de Albus
Dumbledore, director del colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, su rostro mostraba preocupación y
mantenía un semblante serio.

Tocaron la puerta del despacho y el profesor Dumbledore ni se movió. La persona del otro lado al no
escuchar respuesta a los pocos segundos la abrió. Un hombre de cabello castaño grisáceo, ojos
azules, rostro demacrado y ropas rasgadas entro al despacho. El hombre se acerco al escritorio, este
aparentaba mas edad de la que en realidad tenia.

Siéntate Remus – hablo Dumbledore – Ponte cómodo – indicándole una de las sillas delante de su
escritorio.

Gracias profesor – contesto amablemente Lupin con algo de preocupación en su voz - ¿Qué han
sabido Albus? ¿Aún no aparece Snape? - pregunto apretando los puños.

No Remus, no hemos logrado averiguar nada y Severus todavía no aparece – respondió preocupado
pero tranquilamente Albus.

Eso es imposible – replico – Es como si se los hubiera tragado la tierra y ¿Todavía no saben nada de
Ginny?

Desafortunadamente tampoco hemos podido encontrar a la Srta. Weasley – respondió un poco mas
alterado, estaba enojado consigo mismo, se sentía impotente ante la situación – Estoy casi seguro
que su desaparición tan repentina se relaciona con la de Harry – explico Albus Dumbledore pensativo.
¿Cómo pudo permitir que secuestraran al joven Potter sin darse cuenta de nada? El chico no estaba
muerto de eso estaba seguro, pero le preocupaba que no estuviera del todo bien y lo que fueran a
hacer con el después.

Es tan extraño profesor, si viera a los Weasley están destrozados con la de desaparición de Ginny –
hablo Lupin interrumpiendo los pensamiento de Dumbledore – Un momento estaba y al otro había
desaparecido.

Si verdaderamente que es muy extraño Remus, lo que no me explico es como no los encontramos,
tenemos a toda la orden en su búsqueda y seguimos sin señales de su posible paradero – dijo el
profesor Dumbledore con voz de abatimiento.

Ya ha pasado casi un mes desde que desaparecieron, pero me parece que fue ayer cuando vi a
Harry por última vez – se quedo pensando por un segundo y se percato de algo – Profesor, ese
mismo día fue la ultima vez que hablamos con Snape, después de eso no lo hemos vuelto a ver.
Deberíamos considerar la posibilidad de que el sea el culpable de esto ¿No cree?

-Es cierto Remus pero no podemos ser subjetivos, no tenemos ninguna prueba de que haya sido
Severus – espeto Dumbledore. La verdad el no creía que Severus fuese capaz de traicionarlo ni a el
no a la Orden. En realidad el que estaba siendo subjetivo era él, pensó.

Por cierto profesor, el Ministerio sigue sin saber anda ¿me equivoco? – pregunto Lupin.

A pesar de que he intentado mantener al ministerio al margen de esto, se me esta haciendo bastante
difícil y creo que pronto tendré que informales sobre la desaparición de los dos jóvenes – repuso
Dumbledore – Creo que han llegado los demás invitados a esta reunión – le comento a Lupin.

¿Mando a llamar a la Orden? – pregunto Lupin incrédulo.

Así es Remus, solo a algunos miembros, Alastor cree tener una muy buena teoría sobre la
desaparición de los dos muchachos – respondió el profesor Dumbledore. Escucharon un murmullo
tras la puerta de la oficina del director y de inmediato tocaron la puerta. Sin esperar respuesta del
interior el grupo de personas entraron al despacho.

Buenas Noches Albus – saludo cortésmente Alastor Moody observando la habitación con suspicacia –
¿Que tal Remus? – Lupin solo movió la cabeza en señal de saludo.

Dumbledore – dijo saludándolo con un movimiento de cabeza el señor Weasley que venia abrazado
con su esposa – Un gusto el volver a verte Remus.

El gusto es mío Arthur – le dijo Lupin estrechándole la mano – Molly como has estado – la aludida
permaneció en silencio mirando el suelo. – Ya veo, veras que pronto aparecerá.

Eso espero Remus – repuso tristemente Molly Weasley.

Tomen asiento por favor – dijo Dumbledore y con un movimiento de varita hizo aparecer dos cómodas
sillas más. Los cuatro adultos asintieron y se sentaron. Seguido de esto el director saco una bolsa de
caramelos de su túnica - ¿Caramelos de Limón? –Los cuatro negaron su ofrecimiento, este tomo uno
y se lo metió a la boca – Veamos Alastor ¿Qué era aquello tan importante que querías contarnos?

Veras Albus, creo que a los muchachos los han hecho inmarcables – respondió con su tosca voz –
Debido a eso, a pesar de nuestros continuos intentos por encontrarlos no hemos podido encontrarlos.

¡Maldición! Y hasta ahora es que se nos viene a ocurrir esa posibilidad – se enfureció Remus Lupin
como pocas veces en su vida – La verdad es que se nota que queremos encontrarlos – dijo
irónicamente – Esto es algo inaudito, un mes ¡Un mes Señores! Y esto es lo único que se nos ocurre.

Cálmate Remus – trato de tranquilizarlo el Señor Weasley – Todos estamos igual de preocupados que
tu por los muchachos – al escuchar esto su esposa empezó a llorar en silencio.

Lo siento Arthur, Molly – se disculpo Lupin. Dumbledore y Moody miraban la escena en silencio – Es
tan frustrante el no saber nada de ellos – trato de justificarse. En ese momento la puerta del
despacho se abrió abruptamente dando paso a tres personas.
Trate de detenerlos... - explico Tonks el porque de aquella interrupción.

La joven chica llevaba esta vez el cabello negro y largo hasta media espalda, en rizos. Frente a ella
estaban dos chicos de 16 años. Uno de ellos tenía el pelo rojo, ojos azules y vestía suéter y jeans
negros junto con unas zapatillas. La otra tenía el pelo largo color castaño, lo llevaba amarrado en una
cola, tenia los ojos color avellana y vestía una blusa azul oscuro, pantalones negros y unas sandalias.
A ambos se les notaba a leguas que una inmensa tristeza lo embargaba.

¿Están Bien? – Pregunto Lupin exaltado - ¿Qué hacen aquí?

Discúlpenos profesor... pero exigimos saber cualquier información acerca de nuestros amigos... - se
justifico Hermione.

Calma, Remus, calma – lo tranquilizo Dumbledore – Ellos tienen derecho a saber.

Si, si, si tiene razón profesor – miro a los chicos – lo siento muchachos... es que con lo que pasado
últimamente...

Lo entendemos profesor Lupin – dijo Hermione. Ron permanecía cabizbajo y en silencio – No tiene
porque disculparse.

Bien, ahora díganme ¿Qué los trae por aquí? – pregunto Dumbledore.

Vera profesor – trato de explicar Ron que hablaba por primera vez desde que entro al despacho.

Déjame a mi – le dijo Hermione interrumpiéndolo - Mire profesor venimos porque queremos saber que
han averiguado sobre... usted sabe a lo que me refiero.

Como le he dicho antes a los aquí presentes Srta. Granger, Sr. Weasley no sabemos en este
momento cual podría ser su paradero – explico el profesor Dumbledore.

¿Usted cree que... que... estén... muer... tos? – pregunto afligida Hermione. Ron permanecía
tristemente preocupado por su mejor amigo y su pequeña hermana.

Lo que yo crea no es importante, lo importante es lo que ustedes crean en esta situación. Si lo que
quieren saber es mi opinión al respecto, entonces con mucho gusto se las daré: No, no creo que
estén muertos están a salvo... por ahora – le respondió Albus Dumbledore. En estos momentos Molly
Weasley lloraba incontrolablemente, su esposo Arthur Weasley intentaba consolarla inútilmente.

Molly creo que lo mejor es que vayas a descansar – recomendó Moody – Arthur nos hacer el favor de
llevarla a la enfermería para que descanse – le pedio el ex-auror. Arthur Weasley tomo a su esposa y
se encamino hacia la puerta.

¡Profesor Dumbledore! ¡La Chimenea! – grito Ron, su madre que ya estaba por salir de la habitación
detuvo su caminar y voltio a ver que había exaltado tanto a su hijo. Los demás presentes también
voltearon a ver hacia la chimenea del despacho.

El fuego de la chimenea comenzó a crepitar mucha fuerza, las llamas se fueron tornando de distintas
tonalidades de verde, lentamente las llamas fueron dejando atrás su color naranja natural para pasar
a teñirse completamente de verde. El fuego crepito con mayor furia que antes y se torno
completamente de un color verde intenso, se escucho un estruendoso ruido que resonó por todo el
despacho, al tiempo que dos individuos vestidos de negro caían con violencia al suelo.
Todos los ahí presente miraban con recelo a los dos individuos, se preguntaban quienes podrían ser y
que intenciones tendrían. Remus Lupin camino raudo y veloz hacia las dos figuras para comprobar la
identidad y el estado de estas. Uno de los dos bultos negros se levantó con mucha dificultad antes de
que el profesor Lupin llegara hasta ellos.

¿A que has venido? – pregunto Lupin reacio. El individuo que antes se había levantado cayó de
rodillas al suelo, llevándose una mano a su hombro derecho que sangraba abundantemente.
Sosteniéndose aun su hombro el hombre señalo al otro bulto que aun yacía inconsciente en suelo del
despacho.

Arthur Weasley dejo a su esposa en una de las sillas del despacho, se acerco al bulto que señalaba
el misterioso hombre. Al llegar a este se arrodillo para quedar a su altura, lo volteo boca arriba y lo
abrazo con fuerza, mientras gruesas lágrimas resbalaban por sus mejillas. Todos en la habitación se
le quedaron vieron extrañados por su actitud.

Mi pequeña...- fue lo único que alcanzo a decir el Sr. Weasley y siguió abrazando a su pequeña niña.
De inmediato todos los presentes comprendieron quien era aquella extraña figura – Molly... es Ginny,
Molly ven rápido – dijo a su esposa. Al escuchar estas palabras la Sra. Weasley se levanto
rápidamente de su asiento y corrió a abrazar a su pequeña niña, soltando al igual que su esposo una
gran cantidad de lágrimas.

- Hija mía... - susurro la Sra. Weasley llamando a Ginny pero esta no contesto - ¿Qué le pasa Arthur?
¿Por qué esta así? ¿Por qué no me responde? – pregunto desesperada. Ron se acerco a su
hermanita y comprobó su estado. Una inmensa alegría recorría por ver que su hermana se
encontraba bien, pero tenía que mantenerse fuerte para ayudar a su madre en todo lo que pudiera.
Mamá... Ginny esta inconsciente – repuso Ron poniéndole una mano a su madre en el hombre – Hay
que llevarla a la enfermería para que Madame Pomfrey.

Vamos Molly – le dijo su esposo cuando vio que su esposa no soltaba a su hija – Allá podrás cuidarla
mejor – su esposa asintió y se levanto dejando cuidadosamente a su hija en el suelo nuevamente –
Tonks, ¿Nos harías el favor de llevar a Ginny a la enfermería? – Pregunto – Aun quedan algunos
asuntos por atender aquí.

Ron, Hermione – les llamo Dumbledore quien había permanecido en silencio, observando con mucha
atención al bulto negro que seguía sosteniéndose el brazo derecho – Acompañen a Tonks y a Molly a
llevar a la Srta. Weasley a la enfermería – los chicos iban a protestar pero Lupin les lanzo una mirada
que interpretaron como: Váyanse es lo Mejor.

Salieron de la habitación dejando a Remus Lupin, Alastor Moody, Arthur Weasley, Albus Dumbledore
y a una persona todavía sin identificar. Moody y Lupin se acercaron al desconocido y lo ayudaron a
ponerse de pie, lo llevaron a una de las sillas frente al escritorio del director y lo dejaron ahí sentado.
El Sr. Weasley miraba con recelo a aquella figura, se imaginaba quien podía ser.

Alastor – le llamo Dumbledore - ¿Crees que tendrás un poco de Veritaserum contigo? – pregunto
cortésmente.

Me parece que si – respondió buscando en sus pantalones - Aquí esta, la encontré Albus – dijo con
su ronca voz enseñándole un pequeña botella con un líquido blanquecino dentro.

- Perfecto – musito el director – Lupin ¿Nos harías el favor? – pregunto volteando a ver al licántropo.
De acuerdo profesor – asintió el hombre lobo. Tomo la botellita de las manos de Ojoloco Moody y se
acerco a la extraña figura - ¿Tres gotas profesor? – el director movió la cabeza en señal afirmativa. Le
inclino la cabeza hacia atrás al hombre desconocido, abrió su boca y le dio tres gotas del suero de la
verdad.

Muchas gracias Remus – agradeció al licántropo y volteo a ver al hombre frente a su escritorio - Me
gustaría que nos explicaras que ha pasado – le dijo Dumbledore. - ¿Cómo lograron escapar?

Él nos ayudo – respondió con voz casi inaudible – Se le enfrento y nos dio el tiempo para escapar.

Ya veo – dijo Dumbledore preocupado - ¿Y que paso con él?

No lo se – repuso con tosca voz – No alcance a ver que paso con él, hubo una gran explosión,
muchos cuerpos volaron alrededor mío y de la chica. – explico con mucha dificultad. El hombre había
perdido mucha sangre.

¿A Ginny que le paso? ¿Por qué esta en ese estado? – pregunto ansioso Arthur.

¿Esperabas que saliera ilesa de una batalla a muerte? – dijo irónicamente el desconocido – Un
hechizo la alcanzo antes de escapar. Después de eso hubo una explosión diferente a la anterior,
escuche un grito y entre a la chimenea para escapar de ahí con la chica por la red Flu – replico
hastiado ya de tantas preguntas.

¿Una explosión diferente? – pregunto confundido Lupin.

Si diferente, la primera fue bastante débil aunque logro herir a muchos, pero la segunda fue muy
poderosa a esta la acompaño un destello de luz blanca que ilumino la habitación y varios gritos de
dolor antes de que yo lograra escapar con la chica – explico el individuo extraño.

Creo que ya es tiempo de que te quites la capucha, querido amigo – le dijo Dumbledore. El
desconocido llevo una mano a la capucha que le cubría la cabeza y la quito lentamente. Cuando
descubrió totalmente su rostro, los presentes apreciaron aun hombre con nariz ganchuda, pelo
grasiento y una expresión de asco en su rostro. – Bienvenido Severus – dijo cordialmente
Dumbledore – Nos debes muchas explicaciones – repuso el director.

Maldito... - susurro Lupin - ¿Dónde te habías metido? – espeto enfurecido al comprobar que sus
sospechas eran ciertas. – ¡Fuiste tu Desgraciado! – le grito abalanzándose sobre. El señor Weasley
llego justo a tiempo para detenerlos antes de que alcanzara a golpear a Severus Snape.

Cálmate Remus – trato de tranquilizarlo Arthur – No vas a conseguir nada golpeándolo – Lupin lo miro
incrédulo, ¿Cómo podía estar tan tranquilo? Por culpa de ese imbécil su hija estaba en ese estado. El
Sr. Weasley al ver su cara le dijo – No creas que eres el único que quiere golpearlo, pero estoy
seguro que quieres respuestas al igual que todos los que estamos en esta habitación.

Fuiste tú quien secuestro a Potter ese día – observo Moody, rompiendo el silencio que había
mantenido desde que comenzara el interrogatorio.

Sí, fui yo – repuso Severus Snape, Lupin le lanzo una mirada llena de odio.

¿Por qué lo hiciste? – pregunto para nada asombrado el director.

Lo hice porque el señor Oscuro planeaba mandar a Malfoy, Lestrange y Rockwood a secuestrarlo,
pero en los planes de estos estaba matarlo. Debido a esto decidí convencer al Señor Tenebroso que
me dejara a mí. – respondió entrecortadamente el profesor de pociones.
¿Por qué no le avisaste a la orden?... – Arthur Weasley no entendía que tenia que ver su pequeña
niña en todo esto.

No hubo tiempo – lo corto Snape.

¿En que se relacionaba la Srta. Weasley con todo esto? – inquirió Albus Dumbledore.

La chica era necesaria para los planes del Lord Oscuro, sin ella Potter no hubiese aceptado – explico
Severus Snape. Estaba más pálido que de costumbre, perdía cada vez mas sangre.

¿Qué planes tenia Voldemort para Harry? – pregunto Albus Dumbledore. El Señor Weasley se
estremeció al escuchar este nombre y Lupin cada vez estaba mas furioso - ¿Qué era lo que tenia que
aceptar?

El pretendía que Potter se uniera a él – respondió con voz casi inaudible.

¿Qué razones tenia él para querer eso? – Albus Dumbledore se imaginaba cuales podrían ser pero
prefería escucharlas de la boca de Severus.

Las razones concretas nunca nos las dijo, simplemente dijo que el sacaría muchos beneficios de su
alianza con Potter – explico el ex-mortífago.

Eso significa que Harry se unió a Voldemort – repuso el director. Lupin cambio su mirada de odio por
una llena de inmensa tristeza – Si no lo hubiese hecho Ginny y quizás mucha gente mas estarían
ahora mismo muertos – concluyo su explicación el director, bastante triste por comprobar que su
teoría era cierta.

Así es profesor Dumbledore – confirmo Severus Snape – Potter se unió al Señor Oscuro.

¡Eso es imposible! – gritó Lupin, totalmente fuera de control - ¡Harry jamás se uniría a ese demente!

Calma Remus por favor tranquilízate – Dumbledore trato de hacerlo entrar en razón – No tenia otra
opción, el nunca hubiera permitido que Voldemort le hiciera daño a las personas que el mas quiere –
Remus Lupin cayo pesadamente en una de las sillas del despacho, el hijo de uno de sus mejores
amigos se había unido a Voldemort y él no pudo hacer nada por evitarlo.

¿Y como fue que escaparon? – preguntó Arthur - ¿Por qué Harry no escapo con ustedes?

Potter decidió enfrentársele al Señor Tenebroso y así darnos tiempo para que yo lograra salir con la
pelirroja de ahí – respondió lentamente, articulando bien cada palabra – Lo cierto es que no se
porque se arriesgo tanto por ella, pero dado que tiene ese estúpido complejo por de héroe, es
bastante comprensible el porque lo hizo – agrego sarcásticamente el profesor de pociones.

-¿Se le enfrento el solo? – pregunto asombrado el Sr. Weasley - ¡Cómo se le ocurrió semejante
locura! Enfrentarse el solo al que no debe ser nombrado ¡Por Merlín! – exclamo sumamente
preocupado por la situación que debe estar pasando Harry en estos momentos.

Subestiman demasiado al chico – replico Moody – Deberían tenerle mas confianza, después de todo
se ha enfrentado a mas peligros que muchos magos que se jactan de ser los mas experimentados.

-Concuerdo contigo Alastor – lo apoyo Albus Dumbledore – Harry es mas poderoso de lo que muchos
creen, además no creo que Voldemort lo haya tenido casi un mes con él sin enseñarle nada – miro
directamente a los ojos del individuo que se encontraba frente a él - ¿Me equivoco severus?
Esta en lo cierto señor director, Potter recibió un intenso entrenamiento en las distintas ramas de la
Magia Oscura – afirmo bruscamente – Además he de reconocer que se volvió bastante poderoso
durante el mes de entrenamiento – esto ultimo lo dijo entre dientes, como si no lo quisiera decir, pero
el efecto del Veritaserum era demasiado fuerte.

¿Potter mas poderoso dices? – inquirió Alastor Moody.

Si y mucho, a pesar de que los entrenamientos eran muy intensos eso no justifica que su poder
creciera tan rápido – explico Snape – Lo mas extraño es que al Señor Tenebroso no parecía
sorprenderle.

Muy interesante Severus, verdaderamente que esto es muy interesante – musito Albus Dumbledore -
¿Qué paso exactamente cuando se enfrentaron? – pregunto muy interesado. El profesor Lupin
seguía sentado en su silla con la mirada perdida.

Pues, el Señor Oscuro se sorprendió bastante cuando Potter lo desafió a luchar – dijo pausadamente
– El duelo fue bastante parejo, hasta que los vasallos del Lord buscaron a tu hija, Weasley. Al traerla y
amenazar a Potter con matarla si no desistía en su lucha se escucho la primera explosión. Fui hasta
la chica la chica pero Lestrange se dio cuenta de lo que pretendía hacer y ahí fue cuando se escucho
la segunda explosión a la vez que la niña era golpeada por un hechizo, después de eso la tome y
escape con ella por la chimenea – concluyo su relato Severus Snape.

Entonces Harry debe estar allá todavía – dijo tranquilamente Albus Dumbledore.

¡Tenemos que ayudarlo! - ¡Vamos hay que ir a donde esta él! – exclamo Lupin, nadie se movió de si
sitio.

No seas estúpido – espeto Snape – El señor oscuro no es idiota, no podrás entrar a su cuartel a
menos que el lo quiera así.

¡Lo van a matar Dumbledore! – Remus Lupin estaba al borde del llanto - ¡Les he fallado Dumbledore!
¡Les falle a Lily, Sirius y James!

Remus, no hay nada que podamos hacer por él, para esta hora ya debe de estar muerto – dijo
tristemente Arthur – Seria inútil e imprudente que fuéramos a buscarlo. Si hiciéramos eso no
estaríamos apreciando el sacrificio que ha hecho por nosotros.

Harry no puede estar muerto – susurro Lupin - ¡Eso es imposible! – exclamo abatido por la noticia.
Apretó los puños con furia, estaba al borde del llanto, las lágrimas luchaban por salir de sus ojos.

Remus, Arthur – les llamo la atención Dumbledore – Tenemos que ser realistas, no sabemos si esta
vivo o si esta muerto – musito el director – el hecho es que hasta que no veamos su cuerpo inerte y
sin vida no estaremos seguros de nada – hizo una pausa breve y continuo – Ahora creo que lo mejor
es ir a ver en que estado se encuentra la Srta. Weasley y que llevemos a Severus a la enfermería
para que Madame Pomfrey pueda atenderlo. Ha sido suficiente por una noche, mañana ya habrá
tiempo para pensar y organizarnos mejor para encontrar a Harry vivo o... muerto – con esto dio por
terminado el interrogatorio el viejo director, con un semblante serio y preocupado.

La situación no pintaba nada bien, todo apuntaba a que Harry Potter estaba muerto, pero mientras
existiera un halo de esperanza de que estuviera vivo, todos los ahí presentes a excepción de Snape
se aferrarían fuertemente a él.
A cientos de miles de kilómetros de ese lugar entre los escombros de los que parecía ser una sala de
estar, se encontraba el cuerpo de un adolescente de unos de 16 años con el pelo color negro
azabache y una cicatriz en forma de rayo en la frente. El chico parecía estar inconsciente y sumergido
en un sueño muy tranquilo. La pregunta era ¿El joven estaba realmente dormido o él ya había
cruzado el umbral que separa a lo vivos de los muertos?

Capítulo 5: Dolorosos Recuerdos

La suave brisa de la noche rozaba delicadamente sus mejillas, parecía que dormía... y efectivamente
era así, estaba sumergido en un sueño del que solo podría despertar si lograba encontrar la fuerza y
la voluntad necesarias para hacerlo; mantenía entre sueños una lucha entre la vida y la muerte. Entre
los escombros de lo que en un tiempo fue la sala de estar de la majestuosa Mansión Ryddle, un joven
de 16 años descansaba inconsciente después de una ardua batalla de la que al parecer había salido
victorioso.

La sala estaba completamente destruida, la parte de lo los pisos superiores a esta junto con el techo
volaron en mil pedazos permitiendo que la luz de la luna penetrara en la estancia alumbrando
tenuemente cada rincón de esta. Las estanterías, libros y muebles se quemaron completamente, por
el estado de las paredes y de la alfombra que recubrió el piso durante un largo tiempo se diría que
ese daño lo había ocasionado algo parecido a una explosión.

Esparcidos por el suelo se encontraban los cuerpos de hombres vestidos con largas túnicas y capas
negras, algunos muertos y otros vivos pero inconscientes. Nadie hubiese imaginado un mes atrás que
aquel chico llamado Harry Potter se enfrentaría, a su señor y maestro Lord Voldemort. El joven Potter
parecía estar domado completamente por la manipulación de Voldemort. Este ultimo se había
equivocado, Potter incremento su poder, mas rápido de lo que el esperaba, y al percatarse de esta
situación aprovecho la primera oportunidad que tuvo para liberar a su pequeña Ginny, que ahora lo
odiaba.

Harry Potter, inconsciente en estos momentos, comenzó a hablar entre sueños. Mientras luchaba por
mantenerse con vida soñaba con los recuerdos de los hechos ocurridos en el último mes y con la
batalla que ocurrió horas antes en ese mismo lugar. Estos recuerdos parecían una pesadilla, de la
cual nunca iba a despertar, que le robaban a cada minuto las pocas energías que le quedaban y lo
acercaban irremediablemente a una muerte segura.

Un mes antes

Una joven de cabellos rojos ayudaba a un joven de cabello revuelto color negro azabache a
reincorporar en la cama por la que había descansado poco más de tres días. La chica se levanto de
la cama y se dirigió a un caldero humeante que se encontraba sobre un escritorio en el otro extremo
de la habitación, sirvió un poco del contenido en un vaso y volvió a sentarse en la cama junto al joven.
El chico miró reacio el vaso con aquel líquido verdoso de aspecto asqueroso y con un sabor igual o
peor a como lucia, la muchacha se dio cuenta de la mirada de rechazo de este.

Vamos Harry, sabes que debes tomártelo – espeto ginny – ya pronto no tendrás que hacerlo mas,
casi te recuperas por completo – dijo con un tono alegre tratando de animarlo y a la vez convencerlo.

Esta bien pequeña – dijo Harry. Cogió el vaso y conteniendo la respiración se tomo el contenido de un
solo sorbo – Sabe Horrible – hizo una mueca de asco – Snape debe haberle puesto este sabor a
propósito.

Por lo menos estas mejor – repuso Ginny – mucho mejor a como estabas al principio, a pesar de que
solo han trascurrido tres días.

Ella tenia razón en algo – pensó Harry - estaba mucho mejor a como lo dejo Voldemort. Tengo que
reconocer – se dijo – que Snape realmente es bueno en la rama de pociones aunque no deja de ser
un pedante como Profesor.

En una lúgubre y oscura habitación un hombre con piel blanca y cetrina, ojos rojos, boca sin labios y
en vez de una nariz, dos rendijas en su lugar; se encontraba de pie vestido con una larga túnica
negra. Dicho hombre estaba rodeado por algunas docenas de hombres vestidos con largas túnicas
color negro, estos observaban atentamente al que solían llamar maestro, amo, milord mientras
escuchaban sus palabras.

... Potter será mi protegido mientras me sea útil. Si alguien se atreve a tocarlo lo pagara con su vida –
explico Lord Voldemort.

Milord – dijo uno de sus hombres acercándosele - ¿El joven Potter se va a volver uno de nosotros? –
pregunto.

Eso es correcto, Harry se unirá a mis mortífagos y será entrenado en las ramas de la Magia Negra –
contesto Voldemort – Severus, ve a ver al joven Potter y dile que quiero su decisión de inmediato – le
ordeno el Señor Tenebroso.

Dos jóvenes estaban sentados mirando con preocupación el fuego de la chimenea que tenían en
frente, pensando en donde se podrían encontrar dos de las personas mas importantes para ellos,
tratando de imaginarse que estaban en buen estado y apartando cualquier pensamiento que
involucrara la muerte de ambos. Un pelirrojo se acerco a una chica de cabellos castaños de cuyos
ojos color café salían una gran cantidad de lágrimas, la abrazo estrechándola entre sus brazos con
fuerza.

Tranquila Hermione... - trato de consolarla – Ya veras que están bien, el profesor Dumbledore no
dejara que les pase nada – dijo dándole un beso en la frente y mirándola a los ojos.

Y si... si... están... - quiso decir la chica.

Ni lo menciones, ellos están bien Hermione. Te prometo que los encontraremos... vivos – Ron no
tenia ni idea de cómo iba a conseguir lo que le había prometido a Hermione, pero sabia que la
cumpliría de alguna forma.

Gracias Ron – dicho esto ella lo abrazo con fuerza buscando protección en los brazos del pelirrojo.

En una habitación continua se encontraba dirigiendo una reunión el que era considerado una de los
magos más poderosos del siglo. Albus Dumbledore preguntaba sobre la situación actual de uno de
los objetivos principales que se había fijado la Orden del Fénix desde hace ya tiempo: La búsqueda
del Sr. Potter y la Srta. Weasley. Un hombre de cabellos rojos intentaba consolar a su esposa que no
paraba de llorar por la desaparición de su hija menor. Los miembros de la orden estaban disgustados
con ellos mismos, habían permitido que secuestraran a los dos muchachos en sus propias narices.

-... es como si se los hubiera tragado la tierra señor – explico tristemente Tonks, llevaba el cabello
largo hasta media espalda y en rizos. Molly Weasley continúo llorando aun más fuerte después de
escuchar las palabras de la joven aurora.

Albus, no podemos dirigir todos nuestras fuerzas a la búsqueda de estos dos muchachos hay cosas
que también son importantes, además tenemos que ser realistas lo mas probable es que haya sido El
Señor Tenebroso y si es así lo mas probable es que este los hay asesinado – explico Ojoloco Moody.

Es muy probable que tengas razón Alastor pero te todas formas no podemos rendirnos,
continuaremos la búsqueda con todas nuestras fuerzas dirigidas a ella hasta que los encontremos
vivos o... muertos – repuso seriamente Albus Dumbledore.

La habitación se encontraba en penumbras, Harry Potter dormía placidamente recuperándose física y


mentalmente de las heridas recibidas durante las torturas que recibió de Lord Voldemort. La joven
Weasley velaba su sueño, una vez mas, colocándole paños de agua fría en la frente pera bajarle la
fiebre y aliviarle el dolor de cabeza. Ya casi amanecía y pronto llegaría la hora de tomar la poción que
Harry tanto detestaba.

Ginny lo miraba embelesada, que guapo se ve mientras duerme, pensó para si. El lo esta arriesgando
todo por mi, su vida, su felicidad, su salud ¿Por qué lo hace? Yo no soy tan importante para él como
Ron y Hermione. Los rayos del sol pasaron a través de la ventana acercándose peligrosamente a
Harry, en cualquier momento despertaría. Quizás él se haya enamorado de mí, pensó. No, no, no
estas loca Ginevra – se dijo – Harry jamás se enamoraría de ti, recuerda que esta enamorado de
Cho. Varios rayos de luz llegaron al rostro del moreno, haciendo que este abriera lentamente los ojos.
Ginny una vez vigilo mi sueño, pensó Harry.

Buenos días pequeña – le saludo mientras se llevaba una mano a la cicatriz, esta empezaba a dolerle
demasiado – Volviste a quedarte despierta ¿Verdad? – le pregunto mirándola severamente – Te dijo
que no era necesario que lo hicieras, tu también necesitas descansar.

Harry si lo hago es porque quiero hacerlo y nada de lo que digas impedirá que te cuide mientras te
recuperas – repuso Ginny sonrojándose levemente. Pretendía continuar hablando cuando la puerta
se abrió repentinamente dejando ver en el umbral de la puerta a su profesor de pociones.

Potter ha llegado la hora, el Señor Oscuro exige una respuesta – explico Severus Snape. Ginny miro
extrañada a Harry ¿De que respuesta hablaba Snape?, se pregunto. – Te esperare afuera – Snape
azoto la puerta detrás de él saliendo de la habitación. Harry se levanto con dificultad de la cama.
Ginny estaba estática, seguía preguntándose lo mismo una y otra vez.

¿Qué es lo que quiere Voldemort de ti Harry? – inquirió finalmente la pelirroja. Harry la miro ceñudo,
se quito la camisa de su pijama y se coloco un suéter azul bastante holgado encima de su dorso
desnudo. Ginny se sonrojo, todavía no se acostumbraba a que Harry se cambiara de ropa delante de
ella. Se volteo mientras el chico se cambiaba su pantalón de pijama por unos jeans. Ella lógicamente
no se cambiaba frente a él y dormía, las pocas veces que lo hacia, en una cama que él había
conjurado para ella junto a la de este.

Voldemort quiere que me haga mortífago – contesto con simpleza el moreno. La chica se llevo una
mano a la boca tratando de ahogar un grito que soltó al escuchar las palabras del joven Potter.

Pero tu no lo vas a hacer ¿cierto, Harry? – pregunto muy segura de la respuesta el muchacho de ojos
color verde esmeralda.

Te equivocas pequeña – dijo negando con la cabeza – Si lo voy a hacer – afirmo sin vacilar. Ginny
palideció, una hoja de papel tendría más color que ella en esos momentos.

¿Por qué... nos... trai... traicionas? – pregunto con la voz quebrada. Dos pequeñas lágrimas surcaban
sus mejillas ahora sin vida y sin color. Harry esbozo una dulce sonrisa tratando de imprimirle
confianza.
Es bastante simple Ginny – contesto lo mas tranquilamente que pudo – Pero la respuesta a tu
pregunta te la daré cuando lo considere prudente - dicho esto se aproximo a la puerta, mientras Ginny
lo miraba incrédula por las palabras que el moreno acaba de dirigirle.

Abrió la puerta y cerrándola tras de el se encontró con Severus Snape. Sin dirigirse ninguno de los
dos ni media palabra se encaminó a la misma sala donde Harry, hacia ya casi una semana, había
sido torturado por Voldemort. Recorrieron el largo pasillo y llegaron a la puerta de la habitación, la
abrieron y se encontraron con Voldemort de pie dándole instrucciones a algunos de sus mortífagos.

¿Y bien Harry? – pregunto directamente la fría voz de Voldemort, levanto su varita y le apunto a
Harry.

De acuerdo Tom – respondió el joven moreno – Me uniré a ti, si la dejas en paz.

Sabia decisión joven Potter – repuso Voldemort bajando su varita – Empezaras tu entrenamiento de
inmediato, no tenemos que perder mas tiempo te necesito listo para cuando comiences tu sexto curso
en Hogwarts.

Harry se sorprendió al escuchar que Voldemort quería entrenarlo, pero pensó que en un futuro si la
situación diera un giro le seria de mucha utilidad haber sido entrenado.

No hay problema – musito el muchacho – Comenzare el entrenamiento cuando lo dispongas Tom –


hizo una pausa soltando un suspiro – Supongo que será en Magia Negra ¿cierto?

Así es Harry – confirmo Lord Voldemort con seriedad – Severus te dará pociones, Karkarov se
encargara de tu entrenamiento físico, Rockwood te enseñara Transformaciones oscuras, Bellatrix te
dará clases de etiqueta y finalmente tendrás el honor de que Lord Voldemort te de lecciones de Magia
Negra y Artes Oscuras. Recibirás estas clases todos los días hasta que tu entrenamiento haya
finalizado, entonces serás marcado como uno de los míos y tendrás tu respectiva iniciación. – explico
Voldemort. A Harry no le gustaba mucho la idea de tener clases con Bellatrix Lestrange pero por
Ginny tendría que aguantársela – Como Lord Voldemort es bondadoso, compartirás tu habitación con
la chica para que tengas un poco de diversión por las noches del entrenamiento.

Eres un mal nacido, pensó Harry, como se atreve Voldemort a pensar que Ginny era un mero objeto
sexual; el jamás se atrevería a propasarse con Ginny y menos de esa manera. Harry se disponía a
salir de la habitación con Severus Snape para su primera clase, cuando la voz de Voldemort lo detuvo

Una ultima cosa, te referirás a mi como señor o maestro y no me llamaras por mi nombre ¿Te quedo
claro? – Harry asintió - Ahora retírate a tu primera clase de pociones.

En los días siguientes de entrenamiento todo transcurrió con bastante normalidad. Empezó a mejorar
en pociones sorprendiéndose él mismo y al propio Severus Snape. Las clases con Bellatrix eran
interesantes aunque le costaba mucho concentrarse, el odio hacia ella se lo impedía. Karkarov resulto
ser muy exigente los entrenamientos físicos eran sumamente agotadores.

Rockwood era muy buen profesor de Transformaciones Oscuras, aunque no tanto como McGonagall.
Por ultimo las clases con Voldemort eran las peores, su “maestro” le instruía en el arte de las
maldiciones imperdonables: Imperios, Cruciatus y Avada Kedavra. Cuando no hacia algo bien o no
podía conjurar una maldición era torturado hasta que lo hiciera correctamente.

Llegaba muy tarde en la noche cuando Ginny ya estaba dormida y se iba muy temprano por las
mañanas cuando ella todavía dormía, por lo que no compartía casi nada de tiempo con ella. Ginny
aun seguía sin saber porque Harry se había unido a los mortífagos. Él decidió que no era de
caballeros ni seria justo para ella que al saberlo comenzara a atormentarse sabiendo que se uniría a
Voldemort solo por el bienestar de ella.

Además así Voldemort no trataría de manipularlo tanto con ella al notar cierto distanciamiento entre
ellos, evitando así que Ginny pudiera sufrir más de lo que ya lo había hecho. Claro que al no saber la
verdadera razón le hizo pensar que Harry los había traicionado. Esto provocó en ella actitudes de
rechazo, indiferencia, repugnancia e inclusive odio hacia el joven moreno. A él le dolía inmensamente
como Ginny lo trataba. Intento de que aquellas hirientes actitudes le fueran indiferentes, cosa
imposible para él porque Ginny es la mujer a la que ama aunque esta no le corresponda.

La segunda semana fue mucho mas intensa que la primera, aprendió a sobrellevar mejor las clases
de etiqueta con Bellatrix. En estas aprendía muchas cosas desconocidas para el como las normas de
elegancia y caballerosidad de la alta sociedad. Las lecciones de entrenamiento físico al igual que la
de transformaciones oscuras se volvieron aun más agotadoras que antes. En la primera Rockwood le
exigía que diera su máximo siempre, los entrenamientos con el eran peores que con Oliver Word. En
la segunda luego de que Rockwood repasara con él lo que le enseño McGonagall, aprendería a
camuflarse, desvanecerse, transformarse en objetos inertes y volverse inmarcable.

Las clases de pociones eran interesantes, para nada parecidas a las que recibía en Hogwarts. Esa
semana, después del repaso de todo lo aprendido en Hogwarts que le dio Snape al igual que como lo
hizo Rockwood, comenzarían con las pociones explosivas, venenos de animales mágicos y sus
respectivos antídotos, pociones de control físico y mental y pociones transformadoras. Preparaba las
pociones con una precisión increíble a pesar de lo complicadas que estas eran.

Las clases con Voldemort seguían siendo iguales solo que ahora recibía menos torturas que antes
debido a que los hechizos le salían con mayor facilidad y mucho mas fuertes que antes. Las lecciones
que recibía de Artes Oscuras y Magia Negra consistían en la creación de escudos y la destrucción de
estos, maldiciones de tortura, maldiciones asesinas, maldiciones de control mental en masa y
conjuros y maldiciones de ataque.

Colagusano, muy a su pesar, se convirtió en su profesor de Oclumancia y Legeremancia, tenía que


aceptar que aunque lo odiara era un excelente profesor de estas dos ramas de la Magia. Practico
todo lo que aprendió con Snape en Oclumancia, tomándose muy en serio estas clases después de lo
sucedido con Sirius, y aprendiendo a utilizar la Legeremancia.

Harry y Ginny mantenían conversaciones efímeras cuando ella lograba mantenerse el suficiente
tiempo despierta hasta que el llegara de sus entrenamientos, pero el tema que le interesaba tocar a
Ginny nunca llego ya que Harry caía profundamente dormido a los pocos minutos de ingresar a la
habitación. El chico sabia de lo que ella quería hablarle pero prefería obviar el tema, mientras pudiera
hacerlo. Se le informo a Harry que al comenzar su tercera semana de entrenamiento participaría por
primera vez en una de las reuniones de los mortífagos.

El tiempo pasó muy rápido y llego la tercera semana. Las clases se volvieron mucho más fáciles que
antes, solo seguían costándole las lecciones que le impartía Voldemort en las que seguía practicando
los mismos hechizos y maldiciones. Con la diferencia que empezó a practicarla contra seres vivos y
no contra objetos sin vida como en un principio y que verían algunos otros conjuros, hechizos y
maldiciones diferentes pertenecientes a la Magia Negra y a las Artes Oscuras.

Colagusano le enseño que la Oclumancia se dividía en tres partes: bloquear la mente, proyectar
falsas imágenes y entrar a la mente del atacante. Harry logro dominar las dos primeras bastante
rápido, pero, la última le estaba costando bastante. En el área de Legeremancia que se dividía en dos
partes: Leer la mente lanzando el hechizo corriente y hacerlo sin necesidad del hechizo, no había
tenido muchos progresos tal vez a eso se debía su deficiencia en la tercera parte de la Oclumancia.
Severus Snape seguía sorprendiéndose cada vez más de la destreza con la que Harry Potter
realizaba las pociones, nunca antes había visto al joven potter tan aplicado ni tan diestro en sus
clases en Hogwarts. Esa semana verían en clase pociones asesinas, pociones mentales y pociones
torturadoras. Estas son en pociones lo que serian las maldiciones imperdonables en las Artes
Oscuras.

Transformaciones Oscuras paso a ser una clase de conocimientos aleatorios por orden de su “señor”
Lord Voldemort. En ella aprendería en la semana aparición, levitación, meditación, muerte fingida
entre otras cosas. A los exigentes entrenamientos físicos de Karkarov ya se había acostumbrado y los
realizaba con bastante facilidad; estos se convirtieron para él en una rutina. La clase de etiqueta con
Bellatrix le estaba sirviendo bastante para mejorar sus modales, su porte y su comportamiento de
muchacho revoltoso hasta convertirlo en un joven y elegante caballero.

La reunión de los mortífagos finalmente llego, se iba a realizar terminando la semana y no a


comienzos de esta como se le dijo en un principio. El joven Potter se levanto muy temprano, aunque
no tenia clases ese día por la reunión debía cumplir con su rutina de ejercicio de matutino. Se vistió
con su ropa de ejercicio y dejo ir a Hedwig de cacería antes de salir de la habitación tratando de no
hacer ruido y despertar a Ginny. Salió a correr por el jardín de la casa, al sentir la dulce brisa matutina
se dio cuenta por primera vez desde que estaba en ese lugar lo mucho que extrañaba volar en su
Saeta de Fuego y sentir esa sensación de libertad que tanto le gustaba. Recordó con odio que por
culpa de Dolores Umbrigde no pudo continuar jugando en el equipo de Gryffindor y no contribuyo en
su victoria en la copa. Le vinieron una gran cantidad de pensamientos y recuerdos del año anterior
que aparto con rapidez y se enfoco exclusivamente en continuar con su rutina.

Luego de hacer ejercicio se fue a las cocinas, como todas las mañanas, a desayunar y se encontró
con Zarthor uno de los 10 elfos domésticos que Voldemort tenia a su servicio. Zarthor era muy
simpático, le recordaba mucho a Dobby. Se hizo muy amigo de este y de una elfina doméstica
llamada Leony. Estos le alegraban mucho el día al menos por las mañanas ya que las tardes con las
clases, los malhumores de Ginny los pocos minutos que hablaban por las noches se convirtieron en
un infierno para él.

Una enorme tristeza le azoraba, extrañaba mucho a sus dos mejores amigos, Ron y Hermione, en
especial el conversar y pasar tiempo con ellos. Había dejado su vida atrás para unirse a su peor
enemigo y ayudarlo a destruir la comunidad mágica por la que sus padres y su padrino se
sacrificaron. Todo esto lo hacia por la mujer que ama, Ginny. Lo que mas le dolía era la indiferencia
con que ella lo trataba, parecía que Ginny lo odiaba. Él sabía que tenia que sacarla de ese lugar a
toda costa, lo cierto es que todavía no se le ocurría nada para poder llevar a cabo ese cometido.

Se despidió de Zarthor y se encamino a su habitación para darse una ducha, miro su reloj la mañana
ya estaba muy avanzada eran poco mas de las 9. Paro su caminar de forma abrupta frente a las
escaleras, para esta hora Ginny según lo que le dijo Leony ella estaría despierta y lo que menos
quería en ese momento era un encuentro desagradable con ella; no se creía capaz de aguantarle
más groserías a ella. Soltó un largo suspiro y emprendió nuevamente su camino a sus aposentos
subiendo por la escalera. Atravesó el largo pasillo y llego a la puerta de su habitación, suspiro una vez
más, contuvo la respiración, y la abrió sigilosamente para no despertar a Ginny en caso de que
estuviera dormida todavía.

Respiro con tranquilidad que ella aún estaba dormida, se acerco silenciosamente a la cama de Ginny
y observo por unos minutos que le parecieron escasos segundos como su amada dormía
dulcemente. Se aparto de la cama de la joven y fue a su baúl. Saco un suéter y un pantalón negro y
sus botas también negras. Bellatrix tiene muy buen gusto, pensó, la verdad es que la ropa con que
renovó mi guardarropa es bastante elegante, según ella nunca debo perder la elegancia. Saco sus
implementos para bañarse y se dirigió al baño de la habitación.

El baño era inmenso, muy parecido al de prefectos en Hogwarts con la excepción de que la tina era
un poco mas pequeña, todo estaba recubierto de mármol blanco y alrededor de la tina habían
docenas de grifos de plata con una serpiente en color verde tallada en ellos. Abrió la llave del agua y
espero hasta que se llenara la bañera, regulo la temperatura y luego cerró la llave. Se desvistió
dejando una bata de baño y su varita a un costado de la tina. Vertió el contenido de algunos envases
que contenían geles de baño y se sumergió en el agua perfumada. Relajo su cuerpo recostando su
cabeza en la orilla de la tina, cerró los ojos y disfruto por largos minutos del baño. Cuando creyó que
ya había estado el suficiente tiempo en el agua salió de la tina, se coloco la bata de baño y tomo su
varita.

Camino hasta donde estaban sus ropas, quito la bata y se vio en el espejo. Estaba muy cambiado, los
ejercicios que realizaba con Karkarov mejoraron su físico provocando que su musculatura
sobresaliera y se contorneara dándole un aspecto atlético, grosor y fortaleza, totalmente diferente al
aspecto de debilucho delgado con el que llego a la majestuosa Mansión Ryddle.

Movió la cabeza de un lado a otro sacudiendo su pelo aún mojado, este estaba mucho mas largo que
cuando llego, esto resaltaba su brillante color negro azabache y lo hacia ver mucho mas apuesto y
elegante. Sus ojos seguían sin recuperar su brillo de antaño y denotaban una profunda tristeza y un
dolor inmenso por la situación en la que se encontraba. Continuaba utilizando anteojos a pesar de los
férreos intentos de su profesora de etiqueta en curar su ceguera con todo de tipo de hechizos y
pociones.

Se coloco los pantalones y las botas color negro, tomo un cepillo y trato inútilmente de peinarse su
rebelde cabello. Salió del cuarto de baño y vio a Hedwig afuera de la ventana con una zarigüeya
muerta en el pico, esperando para poder entrar a la habitación. Se acerco a la ventana y la abrió, la
lechuza ululo agradecida por el gesto de su dueño y se dirigió a su jaula a tomar un poco de agua y
dejar su desayuno dentro de esta. Termino de secarse el dorso y se coloco el suéter negro que saco
de su baúl con anterioridad y se coloco sus anteojos. El suéter le quedaba un poco justo pero no le
dio importancia a eso y metió su varita en una funda en su cinturón. Tomo su capa color negro de la
silla del escritorio, se la puso y se dirigió a la puerta de la habitación. Abrió la puerta y se disponía a
salir cuando una fría e inescrutable voz lo llamo desde dentro de la habitación.

¿Y tus entrenamientos? – pregunto Ginny un poco sonrojada, estaba despierta desde que Harry salió
del baño medio desnudo. Harry volvió a entrar a la habitación cerrando la puerta.

Hoy no tengo entrenamientos – dijo el moreno cortante – Tengo una reunión, muy importante a la que
tengo que asistir.

¿Una reunión con tus asquerosos amigos? – pregunto con su voz fría y llena de sarcasmo Ginny
Weasley.

Si Ginevra, tengo mi primera reunión con mis asquerosos amigos – dijo tajantemente el joven Potter,
le dolía enormemente las palabras y el tono de voz que Ginny utilizaba para hablarle y aunque tenia
una inmensas ganas de reclamarle su trato para con él, no podía perder la compostura con ella
porque se trataba de una dama y de la mujer a la que amaba.

Espero que te sea muy provechosa – repuso irónicamente Ginevra Weasley y se acostó nuevamente
en su cama cubriéndose con la manta, mientras dos gruesas lagrimas recorrían sus sonrojadas
mejillas.

Bien – musito Harry con dolor en su voz – Gracias Ginevra – al decir esto abrió la puerta nuevamente
y salió de la habitación cerrándola detrás de él mas fuerte de lo debido.

Camino lentamente, con las manos en los bolsillos de su pantalón, recorriendo el pasillo que
conectaba con la sala de reuniones. Miro su reloj, eran casi la 1 de la tarde. La reunión comenzaría a
la 1 en punto, tenia que apresurar el paso si quería llegar a tiempo y no recibir un castigo por su
tardanza. Arribo a su destino justo de tiempo, agarro el pomo de la puerta y entro a la sala de
reuniones. En esta había una inmensa mesa rectangular con Voldemort a la cabeza, a la derecha de
este estaba Lucius Malfoy, seguido Rockwood, Snape, Bellatrix, Karkarov, Colagusano y muchos
otros mortífagos de los que Harry desconocía el nombre.

Pasa Harry, siéntate llegas a tiempo la reunión va a dar comienzo – dijo la fría voz de Voldemort
señalando un asiento vació a su izquierda.

Gracias “Maestro” – musito Harry Potter tomando asiento a la mano izquierda de Lord Voldemort.

Muy bien ahora que estamos todos – comenzó Voldemort poniéndose de pie y extendiendo los
brazos – Quiero presentarles a mi discípulo Harry Potter – señalo a Harry - Al que todos llaman la
caída de Lord Voldemort – hubo un estremecimiento – No solo ha sido el que ha provocado mi
regreso hace ya dos años, sino que se ha unido a los míos y me ha jurado lealtad – los mortífagos
comenzaron a murmurar cosas que Harry no lograba comprender - ¡Silencio! – bramo Voldemort –
Muy pronto será marcado con la insignia que nos distingue, pero ya puede ser considerado como uno
de nosotros por eso esta aquí – un silencio sepulcral invadió la sala, pero fue roto a los segundos por
el propio Voldemort – Ahora que comience la reunión – ordeno sentándose en su silla. Uno de los
mortífagos se levanto, tenía el pelo castaño y los ojos color café, se aliso la túnica y comenzó con
miedo lo que parecía ser un reporte.

Mi señor, los reclutamientos de mortífagos en aquí en Inglaterra, en Bulgaria, Rusia, Alemania,


Bélgica, Noruega y Suiza han sido todo un éxito – puntualizo el mortífago con voz firme – Tenemos
informantes en los ministerios de estos países, solo en Alemania nos costara un poco ya que el
ministerio inglés ha estado advirtiéndoles sobre su regreso Mi Lord. A pesar de eso estoy convencido
que para el otro mes estaremos listos para conformar la orden – finalizo el mortífago. ¿De que Orden
estaban hablando?, se pregunto Harry Potter.

Excelente Berbatov, estoy satisfecho con tu labor frente a la organización de la Orden de la Serpiente;
serás debidamente recompensado – lo felicito Lord Voldemort. ¿Orden de la Serpiente? ¿De que
demonios hablaba Voldemort?, se pregunto Harry una vez mas – Ahora veamos el otro asunto que
nos interesa, ¡Aldemar! – llamo el Señor Tenebroso. Un mortífago de cabello claro y ojos claros se
levanto de su sitio, se veía un tanto nervioso sabia que lo que diría a su amo lo iba a molestar.

Si mi lord – respondió Aldemar vacilante – Vera el idiota del Ministro de Magia ha reconocido
públicamente su regreso mi lord, pero, sigue sin tomar las medidas necesarias por lo que no
representa un problema mayor. En cambio Albus Dumbledore, nos esta dando bastantes problemas
al frente de la organización a la que hace llamar la Orden del Fénix. Ha logrado frustrar varios de
nuestros ataques y... - vacilo por un segundo – Capturar a varios de los nuestros – finalizo con temor
a la reacción de su Señor. A Harry el corazón le dio un brinco, al menos el viejo loco esta haciendo
algo bien, pensó.

Aldemar me has decepcionado, te creía capaz de mantener a raya el amante de los sangre sucia;
serás debidamente castigado por tu errores – Aldemar abrió la boca para poder justificarse y fue
interrumpido por Voldemort - ¡Siéntate! Y haz silencio – bramo disgustado – Bien ahora pasemos a
otro asunto – miro a los hombres que tenia a su derecha – Lucius, Bella, Karkarov, Berbatov, Severus
y Rockwood – los llamo el Señor Oscuro.
A sus ordenes mi lord – respondieron los seis mortífagos al llamado de su Señor, poniéndose de pie
inmediatamente.

En vista de los excelentes resultados conseguidos por nuestro querido Berbatov, ha llegado el
momento de que la Orden de la Serpiente comience operaciones para que ya el otro mes estemos en
pleno funcionamiento. Como ustedes son mis más fieles mortífagos, servirán como mis delegados al
frente de la Orden de la Serpiente en los distintos países del extranjero.

Los vítores de los demás mortífagos no se hicieron esperar, todos se pararon a aplaudir por el
nombramiento de sus compañeros, incluso Harry tuvo que levantarse y aplaudir disimuladamente
para ocultar su descontento ante lo que acaba de escuchar. Voldemort se volvía cada más poderoso,
ya no solo tenía adeptos en Inglaterra ahora también en otros países de la Comunidad Mágica.
Poseía un ejercito de mortífagos y había creado una organización a nivel internacional llamada la
Orden de la Serpiente. La Orden del Fénix no tenía posibilidad alguna de vencer a la organización de
Voldemort. El viejo loco subestimo a Voldemort y ahora la comunidad mágica lo pagaría con sangre,
pensó Harry Potter.

Calma mis queridos mortífagos – dijo Voldemort de pie y moviendo las manos las manos en señal de
que tomaran asiento – Lucius tu como mi mano derecha te encargaras de la organización en Rusia.
Karkarov tu lo harás en Bulgaria, espero una gran responsabilidad tuya en este puesto – el aludido
solo asintió y Voldemort continuo – Bella, mi querida Bella tu estarás al frente de la Orden en Suiza.
Rockwood dices ser el mas leal mis mortífagos espero que lo demuestres dirigiendo correctamente la
orden en Noruega – miro a Berbatov y continuo – Berbatov por tu demostración de responsabilidad
tendrás a tu mando a la organización en Alemania y Bélgica, se que es una tarea difícil pero has
demostrado ser capaz de realizarla – Berbatov asintió ante las palabras de su amo y bajo la cabeza
en señal de agradecimiento por tal grado de confianza – Finalmente Severus Snape tu te quedaras al
frente de la base central de la Orden de la Serpiente aquí en Inglaterra, te doy esta responsabilidad
por la lealtad que me demostraste cuando secuestraste al joven Potter. Partirán a sus puestos dentro
de dos días – todos asintieron ante las palabras de su amo y señor – En cuanto a las clases que
recibía el joven Potter, por los progresos que me han reportado las continuara de ahora en adelante
en soledad. Mantendrá únicamente las clases conmigo y Colagusano

Muchas Gracias por el voto de confianza mi señor – agradeció Severus Snape el nombramiento que
le hizo Voldemort – Es un verdadero honor para mí.

- Bien, como no hay ningún otro asunto que tratar doy por terminada esta reunión, mis delegados me
acompañaran unos minutos mas para tratar asuntos que solo les concierne a ellos – miro a sus
subordinados en el extranjero y estos se mantuvieron en sus sitios – Pueden retirarse a sus labores.
Harry salió de la habitación arrastrando los pies, la reunión había demorado cerca de 6 horas, un
terrible cansancio le azotaba. Como ya era la hora de la cena se dirigió a las cocinas a pedirle a
Leony o Zarthor algo para cenar. Algo arribar a su destino se encontró con Leony solitaria en las
cocinas. Se aproximo a ella por detrás y poso una mano sobre el hombro de la pequeña elfina
domestica haciendo que esta se sobresaltara.

Hola Leony, siento haberte asustado – la saludo con una enorme sonrisa, le alegraba mucho
encontrarse con sus amigos elfos.

¡Harry Potter señor! – exclamo la elfina – ¡Oh no!... no se preocupe el señor no ha asustado a Leony.

Te he dicho que me digas Harry solamente Leony – le reprocho Harry.

Lo siento señor pero Leony no puede llamarle de ese modo... Leony ya se lo ha dicho varias veces,
espero que el señor no se moleste por eso – repuso la elfina doméstica.
Tranquila Leony, porque mejor no te ocupas de mi estomago ¡Muero de Hambre! – exclamo mientras
se sobaba el estómago con su mano derecha.

Discúlpeme Harry Potter... señor... Leony ha sido una elfina domestica mala, muy mala – dijo mientras
se disponía a golpearse con una enorme olla cuando Harry la detuvo.

Te he dicho miles de veces que no tienes porque golpearte, así que mejor dejemos la parte de los
golpes a un lado y pasemos a lo interesante ¡La Comida! - dijo Harry mientras colocaba la olla en su
lugar.

De inmediato Harry Potter, señor – dicho esto Leony fue a prepararle la cena a Harry.

Muchas Gracias Leony – dijo sentándose en una de las sillas del desayuno y subiendo las piernas y
cruzándolas sobre la mesa. Comenzó a balancearse únicamente sobre las dos patas traseras de la
silla cuando le pregunto por Ginny - ¿Has hablado últimamente con Ginny, Leony? ¿Te ha dicho algo
de mí? – pregunto con curiosidad el moreno.

Lo siento Señor, Leony no ha tenido mucho tiempo para hablar con la Señora, el amo ha mantenido a
Leony muy ocupada – dijo con los ojos vidriosos la elfina domestica.

No hay problema, Leony, comprendo perfectamente – repuso desilusionado, esperaba tener noticias
sobre lo que hacia o pensaba Ginny mientras en él entrenaba. Estaba muy agradecido con Zarthor y
Leony, les pidió que le hicieran compañía a Ginny para que no se sintiera tan sola y ellos cada vez
que podían lo hacían con mucho gusto. Además así estaba al tanto de ella cada cierto tiempo y la
mantenía vigilada para que nada malo le pasara - ¿Dónde esta Zarthor? – pregunto el chico de ojos
verdes.

Señor, Zarthor fue enviado por el amo a realizar un encargo especial – respondió con avidez,
mientras seguía en su labor de prepararle la cena. Harry quiso preguntarle de que encargo especial
se trataba pero prefirió no hacerlo ya que provocaría haría caer a Leony en la cuenta de que había
hablado de más al decirle eso, lo que significaría que esta debería castigarse por su imprudencia.

Imagino que los demás elfos domésticos estarán haciendo otras labores en la casa – comento Harry,
tratando de sacar tema de conversación.

Así es, Harry Potter señor, deben estar sirviéndole la cena al amo – contesto al comentario de Harry
sirviendo la cena en los platos y llevándola a la mesa – Por favor señor seria tan amable – le dijo
señalando sus pies sobre la mesa.

Oh! si, por supuesto, discúlpame Leony – se justifico bajando rápidamente los pies de la mesa. La
elfina domestica coloco los platos frente a él y se retiro a limpiar las cocinas. Harry comió con avidez
la exquisita cena que Leony le preparo, después paso al postre que consistía en un suflé de
chocolate sabrosísimo. Al terminar estaba que reventaba, comió hasta hartarse.

¿Al Señor le gusto la cena? – pregunto con voz risueña, retorciendo con fuerza un pequeño trapo con
el que estaba limpiando.

Estuvo deliciosa – dijo Harry sobándose la barriga y suspirando de satisfacción – Te luciste Leony, te
ha quedado estupenda la cena. Ahora voy a salir a dar un paseo por el jardín para hacer mejor la
digestión – musito guiñándole un ojo y lanzándole una gran sonrisa.

A Leony le alegra que al señor le haya gustado la cena – dijo llena de alegría – ¡Tenga cuidado en los
jardines señor! – exclamo Leony a la vez que Harry cruzaba el umbral de la puerta trasera de la casa
que daba a los jardines.

Caminaba con paso lento atravesando el lúgubre jardín. Pensaba, siguiendo su camino, en lo que
escucho en la reunión. La comunidad estaba en peligro inminente y el inepto Ministro de Magia no
hace nada para detener a Voldemort. El viejo loco sigue de inútil como siempre, confiando en que
Voldemort seguirá siendo siempre un manso cordero. Ahora resulta que Voldemort tiene un ejército
de hombres listo para apoderarse de toda la Comunidad Mágica Europea o por lo menos los puntos
más importantes de esta.

Vio una banca bastante deteriorada que daba hacia la mansión. Se sentó en ella y miro la ventana de
su habitación en la mansión y vio que la luz de la habitación estaba encendida. Logro ver a través de
la ventana, abierta, la silueta de la pelirroja dueña de su corazón. Tengo que sacarla de este horrible
lugar – se dijo – No seas idiota Potter ¿Cómo demonios planeas sacarla de aquí? Ni siquiera puedes
ir al baño sin que Voldemort o uno de sus repugnantes vasallos lo sepa. Si serás imbécil Potter la
mayoría de sus vasallos mas fieles se van al extranjero ¿Cómo se supone que te va a tener vigilado
todo el tiempo? Harry se golpeo la frente con la palma de su mano y recordó las palabras de
Voldemort en la reunión: “Partirán a sus puestos dentro de dos días”, “Por los progresos que me han
reportado las continuara de ahora en adelante en soledad”. Tendría la oportunidad perfecta para
poder burlar a Voldemort, el problema es que la única salida que veía era muy arriesgada.

Para poder salvar a Ginny de ese infierno llamado Mansión Ryddle, no le quedaba de otra; el
enfrentamiento con Voldemort era inminente. Tendría que poner en práctica todos los conocimientos
adquiridos durante los entrenamientos y correría un gran riesgo de perder la vida en ese
enfrentamiento. Lo pensó detenidamente y decidió que lo arriesgaría todo por ella, daría su vida si
fuese necesario con tal de asegurarse de que Ginevra Weasley estaba a salvo y fuera del alcance de
Voldemort. Al menos así ella podría ser feliz con otro hombre aunque ese hombre no era él, después
de todo ella no tenía nada que ver con que Voldemort quisiera manipularlo y asesinarlo. Ella era
totalmente inocente y tenia porque sufrir por culpa suya.

Ahora tocaba planear que demonios haría. Parece que las clases con Colagusano te están afectando
Potter – se dijo – Es muy simple, tienes que conseguir que Ginny te odie mas de lo que ya lo hace
para que no tenga ningún motivo para quedarse contigo, te enfrentas a Voldemort y creas la
distracción necesaria para que ella pueda escapar. Solo quedaba por solucionar un asunto como
lograría que Ginny escapara, la solución a esto llego a su cabeza y aunque no le gustara para nada la
idea tendría que tragarse su orgullo y hablar con esa persona para pedirle ayuda, lastimosamente era
la única en la que podía confiar en esos momentos.

Miro hacia la ventana de su habitación, la luz estaba apagada. Ginny debe estar dormida, pensó. Vio
su reloj, eran casi las 12 estuvo inmerso en sus pensamientos mucho tiempo. Tengo que hablar con
él antes de irme a dormir – se dijo – Debe estas en sus habitaciones, no creo que este dormido
todavía. Emprendió su camino de regreso a la imponente mansión, levanto su vista al cielo y
contemplo con admiración la hermosa luna llena que alumbraba tenuemente el cielo y los
descuidados jardines. Le vino a la mente la imagen de Remus Lupin, a el también lo extrañaba
mucho. Era el único recuerdo de la juventud, aparte de Snape, que le quedaba de su padre. Sin
menospreciar el hecho de que él licántropo se había convertido en un tío para el y después de la
muerte de Sirius era lo mas cercano a un familiar que tenia vivo. Le tenia un gran aprecio a Lupin,
había aprendido a quererlo muchísimo.

Sin darse cuenta llego a la puerta de las cocinas de la casa, entro y se encamino a los aposentos de
la persona con la que le urgía hablar. Pasó por la puerta de su habitación y siguió de largo hasta
llegar a la que bloqueaba la entrada a los aposentos de aquella persona. Toco la puerta y no recibió
respuesta, volvió a tocar y una voz desde adentro de la habitación lo invito a pasar.
Abrió la puerta y se encontró con una habitación parecida a la suya pero con los muebles
acomodados de diferente forma. Detrás de un escritorio, a la mano izquierda de Harry, sentado
estaba Severus Snape. El chico de ojos verdes se acerco al escritorio con paso decidido, a cada paso
que daba pisoteaba su orgullo una y otra vez. Después de recorrer la distancia del umbral de la
puerta al escritorio, que le pareció una barbaridad de lo nervioso que estaba, se aclaro la garganta y
se dispuso a hablar.

Profesor Snape – dijo Harry calmadamente – He venido para pedirle que me ayude con un asunto
muy importante para mí.

¿De que se trata exactamente Potter? – pregunto sorprendido el profesor de pociones. No creía que
Harry Potter estuviera bajando la cabeza para pedirle ayuda. Tenia que reconocer que la sensación
de verlo a su merced le era muy gratificante.

Vera profesor...- Harry tranquila y pausadamente le explico a su profesor de pociones lo que tenía
planeado hacer para sacar a Ginny de ese lugar. Severus Snape escuchaba atentamente las
palabras del chico pelinegro, bastante asombrado de que tuviera la valentía para hacer lo había
planeado -... Como sacara en conclusión profesor Snape necesito su ayuda para llevar el plan acabo
– finalizo su explicación rogando que no tuviera que humillarse mas de lo que ya lo había hecho para
poder conseguir la ayuda de mortífago.

¿Estas seguro de querer hacer eso por esa mocosa? – Pregunto con saña en su voz – Lo mas
seguro es que pierdas tu vida en el intento, sin mencionar lo peligroso que el ayudarte en esto resulta
para mi – sentencio Severus Snape – Por lo que comprenderás...

Lo se profesor, pero por ella estoy dispuesto a todo – dijo firmemente interrumpiéndolo. Entrelazo sus
manos y bajo la cabeza – Por favor... se lo suplico... ayúdeme – dijo casi en un susurro. El poco
orgullo que le quedaba se esfumo completamente de su ser.

Esta bien – dijo cortante Quejicus. Aunque le agradaba enormemente el ver como el hijo de James
Potter se humillaba ante él, no pudo evitar que Harry le recordara a lo que el sentía por cierta pelirroja
durante sus años de estudio en Hogwarts. – Si logras crear la distracción me encargare de que
Weasley escape. ¡Ahora sal inmediatamente de mi habitación! – le ordeno su profesor de pociones.
Harry respiro aliviado, le costo su orgullo pero logro conseguir la ayuda de Snape. Camino a la
puerta, la abrió y cuando se disponía a salir se voltio.

Gracias profesor – dijo rápidamente antes de salir al corredor para dirigirse a su habitación.

Se fue directamente a su habitación. Entro sigilosamente a la misma tratando de hacer el menor ruido
posible para no despertar a Ginny. Se quito su capa, el suéter y las botas que llevaba puestas. Se
quedo con sus pantalones y su varita, como siempre, en su cinturón. Corrió la colcha que recubría la
cama y se acostó en ella. Retiro sus anteojos y los coloco sobre la mesita de noche al lado de su
cama. Se abrazo a una almohada y cerro sus ojos. Comenzaba a caer en los brazos de Morfeo
cuando sintió que alguien se acercaba a su cama. Se levanto velozmente, sacando su varita y
apuntando al ser que se aproximaba a él.

Hasta que te dignas a aparecer – dijo una fría voz perteneciente a una persona entre las sombras de
la habitación. Harry bajo la varita al reconocer a quien pertenecía aquella voz.

Lo siento Ginevra no era mi intención asustarte – se disculpo acostándose de nuevo y preparándose


para tratar de conciliar el sueño, pero la hiriente voz lo llamo otra vez.
No estoy dispuesta a seguir con esta situación – dijo toscamente Ginny – Quiero saber
inmediatamente por qué te uniste a los mortífagos y que demonios hago yo aquí. – le ordeno
bruscamente la Srta. Weasley una respuesta. Harry frunció el entrecejo, se levanto de la cama y se
aproximo a ella. Este era el momento perfecto para poner en marcha su plan, ella quería una
explicación y Harry se la iba a dar, aunque esta no fuera la razón verdadera por la que el hacia eso
desde un principio.

Creí que ya lo habías averiguado – dijo burlonamente Harry – Ya que no lo has hecho te lo diré.
Simplemente decidí unirme a Voldemort porque me canse de pelear contra él, me di cuenta de cual
era el bando más fuerte y el que realmente merece ganar. Además mi “maestro” me ofrece Poder,
mucho Poder cosa que el viejo loco ni la Orden del fénix ni nadie puede ofrecerme cuando en este
mundo el poder lo es todo – explico con tranquilidad, pronunciando con lentitud cada palabra. Ginny
palideció notablemente – Y para que no te sigas pregunta porque estas aquí te lo diré de una buena
vez. Mi “señor” considero prudente el que yo tuviera una diversión, una distracción por lo duro de mis
entrenamientos así que te trajo a ti aquí, pero, yo no soy ningún depravado sexual y sería incapaz de
utilizarte como a un objeto porque ante todo tu eres una dama y yo soy un caballero.

Entonces... por... por... por qué te torturo cuando llegamos a este lugar – replico con la voz quebrada
Ginevra Weasley.

Es muy fácil, porque merecía un castigo por todos los problemas que le he causado – repuso
calmadamente Harry Potter. Su plan estaba dando resultado.

¡Eres un maldito traidor! – le grito Ginny Weasley - ¡Te odio Harry Potter! ¡Te Odio! ¡No me vuelvas a
dirigir la palabra el resto de tu miserable vida! ¡No Quiero volver a verte nunca mas en mi vida! –
continuo gritando enardecida. Rompió a llorar amargamente y corrió a refugiarse bajo las sabanas de
su cama.

Harry estaba de piedra. Jamás pensó que Ginny, “su” Ginny le diría esas horribles palabras “Te odio
Harry” su corazón en ese instante se convirtió en añicos, el mundo entero se le vino abajo. Sabia que
le dio motivos para eso, pero, lo que hacia era por su bien sino lograba que se enojara con él no
conseguiría llevar a cabo su plan y su humillación con Snape no serviría de nada. Un par de lágrimas
saltaron de sus dos ojos y comenzaron a resbalar por sus mejillas, se apresuro a limpiarlas con el
dorso de su mano.

Ahora si me disculpas me voy a dormir – dijo Harry y se fue a su cama. Se acurruco bajo las mantas y
volvió a abrazar una almohada con la diferencia que ahora no solo la abrazaba sino que la utilizaba
para hogar el llanto provocado por la enorme tristeza que lo embargaba.

Dos días después

Despertó abriendo los ojos lentamente. El día de poner en marcha su plan llego mas pronto de lo que
él hubiese querido. Durante sus ratos libres practico con gran ahínco todo lo que aprendió en sus
entrenamientos. En las clases con Colagusano logro dominar ambas partes de la Legeremancia,
aunque la segunda seguía costándole un poco. En cambio la Oclumancia la ponía en práctica con
facilidad y realizaba de forma excelente cualquiera de sus tres partes. Con Voldemort los hechizos y
maldiciones se le hicieron bastante sencillos, lo único era que al realizarlos consumía mucha de su
energía al no estar acostumbrado a realizar conjuros de tanto poder.

Giro su vista ha la cama de Ginny. Sigue dormida, pensó, aprovechare el momento. Se levanto
hábilmente de su cama y fue directo al escritorio a su escritorio. Tomo su pluma de águila y un trozo
de pergamino, mojo la pluma en el tintero y comenzó a escribir. Realizaba trazos finos, cuidando
mucho su caligrafía, trataba que aquello que escribía quedara perfecto. Termino su labor, firmó la
nota, la doblo y la metió en un sobre. Escribió cuidadosamente el nombre de la persona a la que iba
dirigida y dejo el sobre a un lado. Cogió dos trozos de pergamino más y empezó a escribir
nuevamente. Al finalizar repitió el mismo procedimiento que con la nota anterior. Metiendo cada trozo
de pergamino en sobres separados.

Agarro los dos de los tres sobres y fue directo a la jaula de Hedwig, los amarro a su pata y la dejo
salir por la ventana diciendo: “Entrégaselos cuando llegue el momento”. La lechuza ululo asintiendo y
emprendió el vuelo hacia su destino. Fue a su baúl y saco su ropa para irse a bañar, tomo una camisa
manga larga negra, pantalones, botas y cinturón todo color negro. Agarro una bata de baño y fue a
bañarse. Al cabo de una hora salió refrescado de la tina y se vistió inmediatamente. Se coloco sus
lentes en el rostro y su varita en la funda de su cinturón. Metió el sobre con la nota que no mando con
Hedwig en el bolsillo de su pantalón. Salió del baño y fue a la habitación. Tomo su capa y su abrigo
largo ambos color negro y se los puso.

Miro hacia la cama de Ginny. Ahí estaba, el amor de su vida... la mujer de su vida, por la que lo
arriesgaba todo... por la que moriría si la situación lo requiriese. El recuerdo del sueño que tuvo en el
auto de tío Vernón regreso vagamente a su memoria al ver como el cabello rojizo de Ginny caía
naturalmente sobre su rostro. Es ella – se dijo – tiene que ser ella, Ginevra Weasley es la mujer de
mis sueños... No me cabe la menor duda de eso. Se acerco a la cama de ella y se arrodillo a su lado.
Le aparto delicadamente el par de mechones de cabello rojizo que caían sobre su hermoso rostro y le
dio un dulce beso en la mejilla “Adiós pequeña... Te amo”. Fue lo último que le dijo a la menor de los
Weasley antes de salir de la habitación.

Encamino su marcha a las cocinas para ver a Leony y Zarthor. Cuando llego encontró a Leony
sirviendo el desayuno mientras Zarthor limpiaba las cocinas. Se sentó en una de las sillas del
desayuno. Un resplandor de luz blanca ilumino la cocina por unos segundos seguido de un estruendo
hizo que los dos elfos domésticos se sobresaltaran. Vio por las ventanas de la cocina que se
avecinaba una gran tormenta para ese día. Leony fue hacia él y le coloco un plato con su desayuno
en la mesa.

Buenos Días Leony, Zarthor – les saludo mirándolos a los dos. Comenzó a comer lentamente su
desayuno.

Buenos días Harry Potter, señor – correspondieron el saludo ambos elfos domésticos.

Zarthor hay un asunto del que quería hablarte – dijo tomando un poco de jugo de calabaza. – Me
gustaría que tu y Leony abandonaran este lugar hoy mismo.

- ¿El... señor esta... bien? – Pregunto Zarthor – Leo... Leony y Zarthor no podemos irnos de aquí...
Harry Potter... señor... usted lo sabe...
Ningún vinculo mágico los obliga a estar aquí – replico interrumpiéndolo – Solo están al servicio de
Lord Voldemort por sus amenazas – continuo diciendo tomando otro sorbo de su jugo – Partirán lo
mas pronto posible a Hogwarts con esta nota – les dijo sacando un sobre del bolsillo de su pantalón y
entregándoselo un sobre a Zarthor – Por mi cuenta corre que nada les pase.

Pero... Harry Potter... señor... noso... nosotros... no... - trato de decir Zarthor. Leony permanecía en
una esquina de la cocina callada, retorciendo un trapo entre sus manos.

Pero nada Zarthor. Se irán y eso es todo – espeto Harry Potter terminando su desayuno – Muchas
Gracias Leony como siempre estuvo delicioso – dijo mirando a Leony – Ahora prométanme que se
irán – musito el moreno.

Señor... le... re... repito que... – quiso objetar Zarthor nuevamente.


Se lo prometemos Harry Potter, señor – dijo Leony mirando severamente a Zarthor quien bajo la
cabeza – Leony y Zarthor se irán lo mas pronto posible a Hogwarts.

Muy bien. Ahora si me disculpan me voy, tengo asuntos que atender – se acerco a los dos elfos
domésticos y los abrazo – Gracias por todo – susurro el joven Potter.

Salió de las cocinas con destino a la sala de reuniones. Camino una vez más por el largo pasillo para
llegar a la puerta que permitía la entrada a la sala que tan malos recuerdos le traía. Torturas,
reuniones, malas noticias, entrenamientos... de todo lo que se podía imaginar había pasado en ese
lugar. Ahora se enfrentaría a su peor enemigo en esa sala que probablemente sería su tumba.
Suspiro, tomo el pomo de la puerta y entro en la habitación. Lo que descubrió dentro de ella lo
sorprendió. Un par de docenas de mortífagos junto con los que el creía en el extranjero estaban
sentados con su señor discutiendo sobre algo muy acaloradamente. Todos voltearon a verlo cuando
se percataron de su presencia.

¿Qué haces aquí Harry? – pregunto bruscamente Lord Voldemort. – Estamos ocupados con algo
importante.

Lo siento Tom pero me temo que no podrás continuar con tu reunión – respondió Harry Potter. ¿Qué
demonios estoy haciendo?, se pregunto, Si antes corría peligro de morir, ahora estoy cometiendo
suicidio.

Creí que te había dejado claro que te referirías a mí como señor o maestro – espeto el Señor Oscuro
poniéndose de pie.

Lo que te voy a decir Tom Ryddle solo lo voy a repetir una sola – musito Harry calmadamente. –
Dejaras a Ginny en libertad.

¿Te has vuelto loco Potter? – replico Voldemort soltando una estruendosa carcajada. Harry
desenfundo su varita. El Señor tenebroso dejo de reír ante lo que hizo el joven de ojos verdes.

Veo que se te ha borrado esa estúpida sonrisa del rostro – dijo Harry volteando a ver a Snape. Este lo
miro incrédulo por lo que estaba haciendo, a pesar de eso asintió.

No cometas una estupidez Harry de la que te puedas arrepentir después – repuso Voldemort sacando
el también su varita – Baja tu varita, discúlpate, sal de la habitación y olvidare este pequeño incidente.

Tom, Tom el no tomarme en serio es un grave error que te puede costar muy caro – dijo empezando a
mover su varita haciéndola describir pequeños círculos en el aire – Veamos ¿Dónde será? ¿Podría
ser aquí? - pregunto apuntando a un sitio a unos 10 metros de él.

Harry te vas a arrepentir, baja la varita aprovecha la misericordia que te estoy ofreciendo – musito
Voldemort con su fría voz. Los mortífagos de pusieron de pie preparados para la batalla – No solo te
superamos en numero Harry, sabes bien que no podrás nunca contra mi.

¡Vaya! Que sorpresa no me había dado cuenta que me superaban en numero, bueno lo tomare como
un reto – exclamo mientras seguía moviendo su varita - ¡Aquí! ¡Implosión! – grito apuntando su varita
a la mesa de reuniones.

¡Protegdar! – exclamo Voldemort sacando su varita rápidamente. El hechizo de Harry se anulo por
completo.
Vaya, vaya Tom – dijo Harry Potter cruzando los brazos – Ya empezaba a pensar que te estabas
haciendo viejo. ¡Cataclism! – lanzo el hechizo apuntando directamente a Voldemort.

¡Shild! – trato de protegerse Voldemort pero el hechizo era muy poderoso y rompió el escudo que
había conjurado. El hechizo le dio de lleno en el pecho haciendo que se estrellara contra un librero.
Todos los mortífagos sacaron sus varitas y le apuntaron a Harry.

Sigues subestimándome Tom – dijo Harry mirando a su enemigo levantarse del piso. Paso su mirada
a las decenas de mortífagos que le apuntaban – Dile a tus estúpidos vasallos que bajen sus varitas,
sabes bien que contra mi de nada les servirá – le advirtió el moreno al Señor Oscuro. Lo cierto es que
a Harry se le habían subido los humos a la cabeza. Solo a ti se te ocurre decir eso, pensó, Enfrentarte
a tantos mortífagos tu solo ¿Acaso estas loco?

No seas idiota Harry ¡Atáquenlo! – ordeno Voldemort a sus mortífagos. Decenas de rayos de distintos
colores salieron de las varitas de los mortífagos.

¡Burstprotec! – exclamo Harry un poco inseguro de poder protegerse de todas esas maldiciones, a
pesar de lo poderoso del escudo. Una enorme cúpula que irradiaba una intensa luz blanca envolvió a
Harry y empezó a absorber la enorme cantidad de maldiciones que se estrellaban contra ella. Los
mortífagos miraban asombrados y a la vez aterrorizados la escena. Finalmente la cúpula se disolvió.
Harry estaba intacto ninguna maldición lo toco.

Aprendiste demasiado bien Harry, pero aun no eres lo suficientemente fuerte para vencer a Lord
Voldemort ¡Nunca lo serás! – espeto el Señor Tenebroso - ¡Folterung! – La maldición de tortura
sorprendió a Harry quien no pudo hacer nada por protegerse. Una niebla negra cubrió a chico y a los
pocos segundos desapareció, mostrando a Harry en el suelo de rodillas y con varios cortes bastante
profundos en el pecho, brazos y en el rostro de los cuales emanaba sangre de forma lenta y continuo.

¿Crees que con ese despojo de maldición lograras doblegarme? ¿Lograras que un Potter te ruegue
misericordia? – pregunto Harry Potter alzando la vista y lanzándole una mirada desafiante.

Has tentado tu suerte por ultima vez – musito Voldemort – Retaste a Lord Voldemort y pagaras cara
tu osadía – continuo al tiempo que en su rostro se le dibujaba una sonrisa - ¡Traigan a la Chica! –
ordeno a sus mortífagos. Tres de ellos salieron de la habitación, en busca de Ginevra Weasley –
Llego la hora de que sea ejecutada.

No te atrevas a tocarla ¡Maldito! – espeto Harry Potter lleno de odio. Se puso de pie como pudo y
levanto su varita apuntando a Voldemort.

¿Y como piensas detenerme? – Pregunto Lord Voldemort divertido - ¿Con algún ridículo hechizo?

No con un ridículo hechizo sino con una ridícula maldición ¡Intensi...! – Harry no pudo terminar de
pronunciar la maldición de tortura. La puerta de la sala se abrió y se vio en el umbral de la puerta a
Ginny sujeta por los tres mortífagos, gritando cualquier cantidad de improperios.

¡Suéltenme Desgraciados! ¡No me toques estúpido! – gritaba fuera de control la menor de los
Weasley.

¡Silencius! – exclamo Voldemort. Ginevra Weasley se quedo sin voz en ese instante. – Ahora Harry
desiste en la estúpida cruzada sin sentido que has emprendido contra mi o ella morirá.

a mirada pérdida. Sus heridas cada vez sangraban más. – Parece que no me he explicado bien.
¡Iontius! – exclamo Voldemort apuntando a Ginny. La maldición de ataque se dirigía directamente a
ella. De la nada Harry surgió frente a ella y con un rápido movimiento de varita invoco un escudo que
repelió la maldición. Ginny miraba incrédula al moreno por lo que acaba de hacer.

Te dije Voldemort que no la tocaras, pero, haciendo caso omiso a mis palabras la has atacado – dijo
mirando directamente a Voldemort. Ginny no entendía nada de lo que estaba pasando. Harry miro a
Snape dándole a entender que el momento había llegado, a lo que su profesor solo asintió – Tendrás
que pagar cara tu insolencia ¡Atomic Implosión!

El hechizo dio entre las filas de los mortífagos amontonados. Un gran resplandor de luz blanca cubrió
toda la habitación, mientras se escuchaba el sonido de una explosión y los cuerpos de varios
mortífagos volaban por toda el salón. Severus Snape aprovecho el momento de despiste provocado
por su alumno y se dirigió directamente a hacia la chica Weasley. La tomo fuertemente entre sus
brazos y se dirigió a la chimenea, ella estaba estática no sabia como reaccionar ante aquella
situación. Desafortunadamente para ellos Bellatrix Lestrange se dio cuenta de lo que sucedía antes
de que ellos lograran llegar a su ruta de escape y les bloqueo el paso.

Vaya, vaya Severus; traidor una vez traidor por siempre – dijo Lestrange soltando una risita estúpida.

Sal de mi camino Bellatrix, no hagas algo de lo que te arrepentirás después – repuso Severus Snape,
sujetando a Ginny del brazo con firmeza.

Tus amenazas me son indiferentes Severus – replico con tono burlesco Bellatrix Lestrange - ¡Crucio!
– exclamo apuntando a la chica. Ginny empezó a retorcerse del dolor en el suelo a la vez que
Bellatrix disfrutaba alegremente del momento. Harry al darse cuenta dirigió su mirada hacia la horrible
escena.

Primero los padres de Neville, luego Sirius y ahora le haces daño a Ginny. Esto te va a costar la vida
Bellatrix – susurro Harry Potter, levantando su varita - ¡Supreme Kedavra! – La maldición asesina le
dio directamente a Bellatrix quien comenzó a revolcarse de dolor en el suelo – Tendrás una muerte
lenta y dolorosa, lo tienes merecido por todas las personas a las que has hecho sufrir – dijo con voz
casi inaudible. Miro a Snape quien tomaba a Ginny en brazos. Tengo que crear otra distracción -
¡Voldemort Maldito! ¿Dónde te has metido? – Comenzó a vociferar por toda la habitación - ¡Sal
cobarde! ¿Acaso me tienes miedo? – pregunto con una sonrisa dibujada en el rostro. Voldemort
apareció a unos 10 metros justo enfrente de el

Igual de arrogante que siempre – dijo Lord Voldemort – Nunca cambiaras, a pesar de todo te
concederé tu mas grande anhelo ¡Morirás esta noche a manos del mago más grande de todos los
tiempos! – exclamo orgulloso de sus palabras el Señor Oscuro.

Tu problema Tom es que siempre te confías, crees que siempre tienes todo controlado – replico
tranquila y pausadamente – Ese error lo pagaras esta noche, de eso me encargare yo ¡Lionic Burst! –
un enorme chorro de luz dorada salió de su varita formando una gran esfera de luz del mismo color
que se iba a impactar directamente contra Voldemort. Volteo a ver hacia la chimenea y descubrió
satisfecho como Snape y Ginny desaparecían entre las llamas verdes características de los viajes por
la red flu.

Los pocos mortífagos que quedaban de pie se pusieron delante de su señor para protegerlo del
ataque. Todos ellos salieron despedidos en todas direcciones por el poder del hechizo. A pesar del
intento de los mortífagos por evitar que el hechizo le diera a su maestro este fue inútil. La esfera de
luz impacto contra Lord Voldemort, al momento del contacto la esfera estallo en pedazos soltando un
estruendo, todo a su alrededor empezó a arder en llamas. El Señor Tenebroso salió despedido por los
aires golpeándose contra el techo que se desintegro por completo.
¡Avada Intrusión! – grito Tom Ryddle antes de desaparecer de la sala de reuniones. ¡Maldición! Estoy
demasiado cansado por el hechizo que realice para esquivar la maldición, ya he perdido mucha
sangre, pensó. Efectivamente la maldición le dio en un brazo haciéndolo caer inconsciente al suelo, a
pesar de sus intentos por tratar de evitarla.

El suelo de la habitación comenzó a resquebrajarse, la cantidad de impactos que había recibido


sumado a lo viejo que se encontraba y al fuego que invadía la habitación provocaron que este
cediera. Todo lo que se encontraba en la sala cayo en el piso inferior. Harry se golpeo fuertemente la
cabeza haciéndose una herida de considerable tamaño en la sien. El fuego siguió extendiéndose
quemando todo a su paso hasta que tan repentino como surgió así mismo desapareció, después de
dejar una terrible destrucción a su paso.

Tiempo presente

La secuencia de recuerdos sobre su experiencia en aquella mansión se repetía una y otra vez, sin
descanso. De pronto todo se detuvo y las imágenes se transformaron en un remolino de colores que
cada vez se hacia mas pequeño, hasta que desapareció del todo y la mente de Harry quedo en
penumbras. Sin previo aviso una intensa luz blanca lo ilumino todo cegándolo, la luz poco a poco iba
bajando de intensidad.

Todo volvió a la normalidad con la diferencia que ahora se encontraba en un lugar diferente pero ya
conocido para él. Miro sus ropas. Llevaba puesto una camisa manga larga, pantalones, zapatos y
cinturón todos del mismo color, blanco. Se encontraba en una habitación muy conocida ya por él.
Hacia un mes ya desde lo sucedido en ese lugar, pero el lo recordaba con toda claridad. En el centro
de la habitación blanca se erigían cuatro columnas blancas con la diferencia que ahora solo habían
dos pequeños sillones, de las paredes emanaba la luz blanca que iluminaba todo en aquella extraña
sala.

Las dos puertas roja y dorada, a su izquierda y derecha respectivamente, seguían en el mismo lugar
que la última vez. Una vez más, al igual que la vez anterior, la puerta dorada se abrió. Un hombre alto
con cabello castaño, ojos cafés, vestiduras blancas como las suyas con la excepción de que en el
bolsillo derecho de la camisa había impreso un león color dorado; entro en la habitación. Harry tenía
la impresión de haberlo visto antes en algún lugar.

El joven Potter se encamino al encuentro de aquel hombre. Caminaba tratando de recordar donde
había visto ese rostro antes. Al llegar a donde se encontraba aquel hombre hizo una reverencia y se
le acerco para estrecharle la mano. Extendió su mano. El hombre tomo la mano de Harry y la
estrecho con fuerza, mientras bajaba un poco el cuerpo imitando la reverencia que Harry Potter le
hizo segundos atrás.

Buenas estimado Caballero – saludo elegantemente Harry – Mi nombre es Harry James Potter, pero
todos me llaman Harry

Es un gusto el poder conocer finalmente al famoso Harry Potter – observo el extraño hombre.

El gusto es mío, pero ¿Cómo es que conoce usted de mí? Señor ¿...? – pregunto Harry esperando
una presentación mas adecuada por parte de aquel extraño caballero.

Oh! Disculpa mi falta de educación debí presentarme antes – se excuso el hombre de ojos café.

No tiene porque pedir disculpas con que se presente basta y sobra – repuso el joven ojos verdes.
¿Cómo no me di cuenta antes? ¡Ya se de quien se trata!, pensó, ¿Pero porque demonios esta aquí
en esta sala conmigo? Esto es muy desconcertante.

¡Claro!, Mi nombre es G...

Capítulo 6: Un destino, Un adiós

Harry Potter esperaba escuchar el nombre de aquel hombre y confirmar sus sospechas. Hermione
había hablado muchas veces de aquel hombre y del importante papel que jugó en la historia de su
colegio. Si resultaba tener razón estaría enfrente de uno de los pocos magos que habían sido
discípulos del mismo Merlín en persona, además de haber sido uno de los magos mas poderosos en
la historia de la Comunidad Mágica.

Mi nombre es Godric Gryffindor, Uno de los 4 fundadores del Colegio Hogwarts de Magia y
Hechicería y jefe-fundador de la casa de los leones – dijo el hombre de cabellos dorados esbozando
una cálida sonrisa.

Mucho gusto en conocerlo Sr. Gryffindor – dijo Harry cortésmente haciendo una reverencia. El
hombre de cabellos dorados resulto ser quien él imaginaba. Tal y como el supuso la insignia del león
significaba que pertenecía a la casa de los leones, Gryffindor. Recordaba haber visto su retrato unas
cientos de veces en su sala común, pero nunca le había prestado mucha atención.

El gusto es mío joven Potter – repuso Godric Gryffindor – Es un placer conocer por fin a mi... - se
cayo repentinamente. Todavía no era el momento correcto para decírselo – Sentémonos Sr. Potter. –
le invito a sentarse Godric señalando con su mano derecha los sillones que se encontraban a unos
cuantos metros de ellos.

Harry se quedo extrañado ante la actitud del fundador de la casa de los leones, sin embargo acepto
su invitación y se dirigió a los sillones blancos entre las cuatro columnas. Se sentó en el cómodo
sillón, Godric lo hizo justamente frente a él. ¿Qué demonios hago aquí? – Se pregunto – Hace unos
minutos luchaba por no morir debido a la maldición que me lanzo Voldemort y minutos después me
encuentro en esta extraña habitación. Decidió que por era el momento de saber que lugar era ese.

Sr. Gryffindor me preguntaba si usted podría responderme ¿Qué lugar es este? – pregunto lo mas
cortes que pudo. Movía los dedos de las manos, entrelazados, cada dos segundos del nerviosismo
que sentía.

- Godric, Harry llámame simplemente Godric y, si, si puedo responderte que lugar es este. – Se aclaro
la garganta y comenzó su explicación – Esta habitación es una estancia intermedia entre el mundo de
los vivos y los muertos. Lo que significa que puede ser visitada por ambos sin distinción.
¿Cómo llegue yo a este lugar si hace un par de minutos estaba luchando por mantenerme con vida?
– pregunto el moreno muy confundido.

Lo se esa batalla es tu deber ganarla, todavía no ha llegado el momento que dejes el mundo de los
vivos y emprendes la travesía. – Respondió pausadamente Godric Gryffindor – Aquí en el otro mundo
se le conoce al sueño como el hermano menor de la muerte, la única forma que las personas vivas
visiten este lugar es a través del sueño.

Eso significa que todos los seres humanos podemos visitar este lugar y encontrarnos con nuestros
seres queridos perdidos ¿cierto? – pregunto el joven Potter muy emocionado por las palabras de
Godric.
No es tan sencillo Harry, se necesitan una serie de permisos especiales tanto para que a vivos como
a muertos se les permita visitar este lugar. Son muy raras las veces que se conceden – contesto con
voz apagada el fundador. Harry se desilusiono mucho en ese momento, tal y como se lo dijeron sus
padres no los volvería a ver – A ti se te han concedido dos por la situación especial en que se
encuentra el mundo de los vivos y porque hay cierta información sobre tu presente, pasado y futuro
que aun debes conocer.

¿Información? ¿Qué información? – pregunto rápidamente Harry Potter. – Algo mas que no me ha
dicho Dumbledore ¿verdad? – Godric se limito a asentir - ¡Lo sabia! Como siempre sigue pensando
que yo soy todavía un niño – exclamo colérico Harry.

Calma joven Potter la ira no te llevara a nada – trato de tranquilizarlo el Sr. Gryffindor – Albus
Dumbledore a cometidos varios errores porque ha dejado que su subjetividad se interponga en su
misión – explico calmadamente.

¿Varios Errores? Demasiados diría yo – aclaro el joven ojos verdes.

Bueno el caso es que para eso estoy yo aquí, vengo a corregir esos errores – continuo ignorando el
comentario del muchacho – Ha llegado el momento de que sepas toda la verdad antes de que sea
demasiado tarde. El poder de Lord Voldemort crece cada día más. No podemos permitir que se
apodere de tu mundo. Es tu deber detenerlo – explicaba articulando bien cada palabra. Harry lo
miraba tranquilo, el ya sabia todo eso por lo poco que le habían dicho y por lo que experimento el
mes que estuvo con Voldemort.

Eso no es nada extraño Godric, desde que nací he estoy destinado a detenerlo; ese es mi destino –
repuso Harry revolviéndose su ya alborotado cabello.

Te equivocas Harry, tu lucha contra Voldemort no es tu destino sino el de él. Es el Señor Oscuro el
destinado a luchar contra ti – comento Godric. ¿De que demonios hablaba?, pensó, Si la profecía
dice que es su destino enfrentarse a Voldemort. Gryffindor vio la cara que puso Harry y continuo su
explicación – Voldemort es el heredero de Slytherin y tu Harry Potter eres mi heredero, eres el
heredero de Gryffindor – concluyo Godric. Harry tenia antes cara de confundido, pero esta no es nada
comparada a la cara de ignorante que tenia en esos instantes.

¡Eso no puede ser! – Exclamo iracundo Harry Potter – Yo no puedo ser su heredero, eso significaría
que mi padre también lo era y...

Nuevamente te equivocas – lo interrumpió su ancestro – Cada uno de los fundadores eligió su


manera particular de marcar su descendencia. Salazar decidió marcar su sangre y que su
descendencia contuviera la esencia esta todo el tiempo. Helga y Rowena optaron por pasar su
herencia de igual forma que yo. Decidimos que marcaríamos también nuestra sangre pero que
nuestra herencia solo se manifestaría cuando llegara el momento correcto.

¿Cómo sabrían cual era el momento? – pregunto ansioso Harry.

No lo sabríamos – contesto Godric – Nosotros no pero nuestra herencia si. Nuestros poderes tendrían
la capacidad de prever cual era el momento correcto y en que generación deberían manifestarse.

Entonces si es mi destino enfrentarme a Voldemort – espeto Harry con una sonrisa de triunfo en su
rostro – Hermione me dijo que leyó una vez en un libro que Gryffindor y Slytherin se enfrentaron en
una batalla a muerte de la que usted salió vencedor. Desde entonces todos sus descendientes están
destinados a combatir.
Siempre precipitado en tus afirmaciones – replico Gryffindor muy confiado – Es cierto que estas
destinado por ser mi descendiente a luchar contra él. Sin embargo, mi sangre no fue marcada con
una sola herencia.

¿No? ¿Quién mas marco nuestra sangre? – pregunto Potter disgustado consigo mismo por su
ignorancia.

Todavía no es momento de que lo sepas – contesto Godric. Harry quiso objetar pero prefirió
mantenerse callado ya que se trataba de Godric Gryffindor, su antepasado, y al menos ya sabía parte
de su pasado – Lo sabrás mas adelante. Solo mantén siempre presente que debido a eso es el
destino de todo ser que amenace a la comunidad el enfrentarse contigo.

¿Eso significa que tendré que volver otra vez a esta sala? – volvió a preguntar Potter.

No, no volverás a esta sala a menos surja algo importante que debas saber. Tendrás el honor de
recibir la visita de alguien muy importante de nuestro mundo en el tuyo – respondió Godric Gryffindor
– Él te revelara cual es tu verdadero destino. Yo solo he venido a darte a conocer lo se me es
permitido.

Me parece perfecto. ¿Algo más de lo que deba... pueda enterarme? – pregunto con dejo de ironía en
su voz Harry Potter.

Si, todavía no termino – repuso poniéndose de pie y caminando alrededor de los dos sillones – En tu
batalla contra Voldemort no estarás solo.

¿Cómo que no voy a estar solo? – pregunto el moreno poniéndose de pie él también.

Siéntate Harry – dijo colocando una mano en el hombro derecho del muchacho. El joven puso
resistencia pero finalmente accedió a volver a sentarse – Ya te dije que Rowena y Helga hicieron lo
mismo que hice yo con mi descendencia. Sus herederos te acompañaran en esta lucha...

¿Cuándo los conoceré? – replico Harry con fría voz interrumpiéndolo.

Lo antes posible – contesto Godric – Te reunirás con ellos y desarrollaran juntos sus poderes. Tú eres
el más poderoso de los tres, por lo tanto serás el líder del grupo así como yo lo fui mientras estuve
vivo.

¿Ellos van a Hogwarts? – pregunto el moreno. Si ellos iban a Hogwarts entonces él debía conocerlos.

No ellos no van a Hogwarts, ambos reciben si no me equivoco clases particulares por magos tutores
en sus respectivas casas – comento Gryffindor.

Ellos ya saben lo de su herencia ¿cierto? – musito el heredero de Gryffindor.

Si heredero mío, para estos momentos ya lo deben saber. Helga y Rowena ya se los deben de haber
informado – respondió el ancestro de Harry.

Eso significa que ellos irán a Hogwarts y serán seleccionados en sus casas, Hufflepuff y Ravenclaw –
observo Harry Potter rascándose la barbilla.

Si y no – replico Godric Gryffindor metiendo las manos en los bolsillos de su pantalón – Tu y los
demás irán a Hogwarts cuando hayan terminado de aprender a utilizar sus poderes. Posees una
ventaja sobre los demás ya que has aprendido durante este mes Magia Negra.
¿Cuánto tiempo nos llevara hacer eso? – pregunto Harry desilusionado y triste. Al parecer pasaría
mucho tiempo antes de volver a ver a Ron y Hermione, los extrañaba muchísimo. Viendo el lado
positivo, Ginny lo odiaba así que al menos no tendría que aguantar su fría mirada. Tal vez, con mucha
suerte, en ese tiempo lograría olvidarla.

El tiempo por el que se vayan solo lo dirá su capacidad de aprendizaje, por lo que no puedo decirte
con exactitud cuando regresaran – repuso Godric volviéndose a sentar frente a Harry.

¿Cuándo nos iremos y a donde? – pregunto el moreno muy interesado por saber en donde se iría a
vivir por un tiempo indefinido.

Los otros dos herederos se irán tan pronto terminen de recibir la noticia – respondió Gryffindor
pausadamente – En cambio tú, Harry, partirás tan pronto concluyas tu lucha contra el demonio Avada
y arregles unos asuntos pendientes que tienes con respecto a tu herencia en Gringotts. Si no estoy
tan desorientado en el tiempo de tu mundo, mañana es tu cumpleaños ¿no? – Harry asintió ante la
pregunta y Godric continuo – En ese caso mañana mismo deberás presentarte en el banco de
Magos.

Librarme del demonio Avada es pan comido, Voldemort me subestimo al lanzarme ese hechizo –
musito cruzando una pierna y entrelazando las manos – Hay dos cosas que no me han quedado
claras. La primera es ¿A dónde tengo que ir y como voy a llegar allí? La segunda es que yo pensaba
que mi ya había recibido la herencia de mis padres.

¿Acaso pensaste Harry que yo era pobre mientras viví? Eres el heredero no solo de mis poderes sino
también de mi fortuna. Además Sirius Black tuvo la amabilidad de heredarte a ti la fortuna Black – dijo
sonriendo ante la cara de incrédulo que puso su heredero – En cuanto a Voldemort, él comete los
mismos errores de Salazar subestima mucho a la gente. Él sabia de tus poderes por eso quiso
entrenarte y utilizarte para su beneficio, lo que ignoraba y todavía continua haciéndolo es que tú eres
el heredero de Godric Gryffindor.

La verdad no me interesa mucho el dinero y ahora parece que voy a se más rico que toda Inglaterra
junta. No se que voy a hacer con tanto dinero – dijo entornando los ojos y llevándose una mano a la
cabeza – Sigues sin decirme a donde tengo que ir y como se supone que voy a llegar.

Confío en que le darás un buen uso – repuso guiándole un ojo y continuo hablando – Lo olvidaba,
gracias por recordármelo, iras a Suecia a las afueras de la ciudad de Estocolmo. A una especie de
villa que recibe el nombre de: Morada de los Valientes.

¿Suecia? ¿Cómo se supone que voy a llegar yo a Suecia? – pregunto Harry asombrado por saber el
lugar a donde tenía que dirigirse.

Harry, Harry sabes aparecerte ¿no es cierto? – contra preguntó Godric Gryffindor. Harry hizo un gesto
de afirmación con la cabeza – Entonces aparécete en ese lugar, es bastante simple ¿no crees?

Godric estamos hablando de una aparición intercontinental, además ni siquiera se con exactitud
donde queda la villa – replico el moreno contento por fin le ganaría una discusión a su antepasado.

¡Por Merlín! Harry Potter eres mi heredero una aparición intercontinental para ti es cosa fácil,
subestimas muchos tus poderes – espeto con voz de desaprobación el fundador de la casa de los
leones – En cuanto a lo de la ubicación, solo debes enfocarte en el nombre del Castillo y eso es todo.
Solo enfocarme, parece bastante sencillo ¿Cualquiera puede aparecerse en el castillo? – pregunto
Harry Potter con sarcasmo en su voz. A este tipo lo afecto la muerte, se le ha zafado un tornillo,
pensó.

Pues no, así como en Hogwarts, en un principio los cuatro fundadores, sus herederos y una que otra
persona especial podían aparecerse en ese Castillo y en el Colegio; sin embargo luego de la traición
de Salazar decidimos eliminarlo a él ya sus herederos de esa lista de privilegiados – respondió el Sr.
Gryffindor muy calmado.

Muy interesante Godric, eso significa que puedo aparecerme en Hogwarts cuando yo quiera; esa
información me será de mucha utilidad – comento el joven Potter pensativo. Parece que en realidad
no se le zafo un tornillo, se dijo, al menos no del todo.

Te lo digo no solo para tu conocimiento general, tendrás que hablar con Albus Dumbledore antes de
que tu y los otros regresen de Suecia – mientras Godric decía esto la mirada de Harry se llenaba de
rencor y apretaba los puños tratando de dilatar la cólera que lo invadía – Es tu deber hacerlo. Tiene
que estar informado acerca de lo que has hecho durante el tiempo en que te vayas, para que te
vuelva a admitir en el colegio y prepare todo lo de la selección de los otros dos herederos.

Esta bien, Esta bien – dijo Harry Potter a regañadientes. Tenía los dedos morados y los nudillos
blancos de la presión con la que apretaba los puños – Solo lo haré porque no me queda de otra,
aunque preferiría poder evitar esta situación.

Muchas veces, querido heredero, no se consigue todo lo que uno quiere en la vida, en innumerables
ocasiones tenemos que enfrentarnos a situaciones desagradables y en algunas otras luchar contra
estas para conseguir lo que queremos – puntualizo Godric Gryffindor – Cada vez que enfrentas o
superas estos difíciles momentos, tu carácter se va fortaleciendo. Recuerda lo que una vez un sabio
dijo: “Lo que no nos mata, nos hace más fuertes”

Bueno, Godric de todas formas algún día iba a tener que hablar con él así que cuanto antes mejor –
repuso Harry dejando lentamente de apretar sus puños. Maldición Potter si vas a ver a Dumbledore lo
más probable es que te encuentres con Ginevra, se dijo, Sabes bien lo que significaría eso,
nuevamente tendrías soportar que te asesinara con la mirada cientos de veces; aunque ve el lado
positivo podrás ver a Ron, Hermione y Lupin. Oh! Lupin lo olvidaba ¡Demonios! Debe de estar muy
preocupado por mi, tendré que esperar para poder hablar con él. La voz de su ancestro lo saco de su
charla consigo mismo.

Harry ha llegado el momento de la despedida – dijo Godric poniéndose de pie y acercándose a Harry
– Fue un verdadero placer el conocerte.

Lo mismo digo Godric, me alegra el poder conocer por fin parte de mi pasado y lo que me depara el
futuro – musito Harry Potter extendiendo su mano – Y por supuesto el haberlo conocido a usted.

Verdaderamente que estoy muy orgulloso de que mi heredero sea un joven tan valiente y aguerrido
como tu – dijo Gryffindor estrechándole la mano – Sin lugar a dudas eres un digno Gryffindor.

Gracias Sr. Gryffindor viniendo de usted es mucho mas que un cumplido – repuso el moreno un poco
sonrojado por el comentario de su ancestro – Le agradecería que me salude a mis padres y a Sirius,
si los llega a ver, dígales que los quiero mucho, por favor.

Claro que sí Harry, lo haré con mucho gusto – acepto amablemente el Godric Gryffindor – Estoy
seguro que se alegraran mucho de recibir noticias tuyas.
Muchas Gracias – agradeció el joven Potter viendo como su antepasado se acercaba a la puerta
dorada por la que había llegado, la abría y desaparecía. – ¿Cómo se supone que salga de aquí?

La respuesta a su pregunta llego sin que el se lo esperara. Todo a su alrededor comenzó a girar
repentinamente conformando un remolino de luz blanca que poco a poco se hacía mas intensa. La
luz lo envolvió por completo por unos minutos. Harry se encontraba totalmente desorientado no sabía
que hacer en ese momento. Lentamente la luz fue bajando su intensidad, hasta que desapareció por
completo y la sustituyo una terrible oscuridad. Inútilmente el joven Potter intentaba forzar su vista para
poder distinguir alguna imagen en aquella inmensa oscuridad.

Después de mucho tratar, logro divisar a lo lejos una figura contorneada por un aura brillante de luz
verde. Voldemort, Voldemort, se dijo, No puedo creer que me lo hayas puesto tan sencillo. El extraño
individuo se dirigía directamente hacia él. Harry decidió ir a su encuentro también. Cuando estuvo lo
suficientemente cerca reconoció de inmediato de quien se trataba. La lucha sería bastante fácil se
encontraban en su mente, por lo tanto el tenía la ventaja. Lo importante era no dejarse manipular por
sus emociones, debía mantenerse sereno y tranquilo, lo ultimo que tenía que hacer en esas
circunstancias era perder la calma. Vació su mente de cualquier pensamiento que Voldemort pudiese
utilizar en su contra para debilitarlo. Detuvo si andar, se encontraba a escasos metros de su
contrincante. Frente a él se encontraba la figura de Tom Ryddle a la edad de 17 años.

Harry Potter – susurro Tom acortando la distancia – Es un verdadero placer el volver a verte.

Te aseguro Tom, que el placer es mío – dijo Harry en un tono de voz mas elevado.

Tan insolente como siempre – espeto el joven Ryddle – Veamos si lo eres después de lo que
siguiente – Chasqueó los dedos pero nada sucedió. Comenzó a chasquearlos repetidas veces pero
seguía sin suceder nada. Su rostro palideció, frunció el entrecejo y le lanzo una mirada llena de odio a
Potter.

Querido Tom al parecer has olvidado que estas en mi mente, lo que significa que el control lo tengo
yo – explico el moreno con una sonrisa de triunfo en su rostro – Ahorrémonos las palabrerías y
pasemos a lo importante. Voldemort se que me estas escuchando donde quiera que este cobarde. –
Suspiro y continuó hablando – Sal de mi mente, déjame en paz y olvidare el pequeño descuido que
cometiste al mandar a tu propio recuerdo aquí.

No seas idiota Potter, Lord Voldemort no comete errores – dijo una voz retumbando por todo el lugar
– El Señor Oscuro es casi un dios. Morirás hoy de eso me encargare yo. ¿Acaso crees que me he
olvidado de la chica? Oh! empiezo a sentir algo ¿Qué será? Eso es ¡Debilidad! – la fría voz seguía
escuchándose por todo el lugar. De pronto esta fue sustituida por una casi igual con la diferencia que
sus palabras eran hirientes, llenas de un profundo dolor: “¡Te Odio Harry Potter!” “¡No me vuelvas a
dirigir la palabra el resto de tu miserable vida!” “¡No Quiero volver a verte nunca mas en mi vida!”
Estas palabras se escuchaban sin parar una y otra vez.

Harry callo de rodillas fijando su vista en el suelo, mientras Tom Ryddle reía a carcajadas. Esas
horribles palabras lo debilitaban tanto, su mente cedía poco a poco ante los ataques mentales de
Voldemort. Perdía su fuerza, su entereza mental, no resistiría mucho tiempo. Las carcajadas cada vez
eran más estruendosas. Un par de lágrimas resbalan por sus mejillas. Pronto ya no solo eran dos,
una gran cantidad de lágrimas saltaban de sus ojos y emprendían su travesía a través de su rostro.

Toda la resistencia que tenía se derrumbo. El dolor en su corazón era demasiado grande. Alzo la vista
y vio detrás de la figura de Tom Ryddle una luz blanca, parecido al umbral de una puerta. Escucho
que varias voces lo llamaban, mientras una dulce melodía lo envolvía. Noto que la puerta, ahora
abierta, que bloqueaba el paso por el umbral con anterioridad poseía un color dorado muy familiar
para él. Una voz en su cabeza le hablo sacándolo de su ensimismamiento. Potter no seas idiota ¡Por
Merlín!, se dijo, ¿Vas a echarte a morir por ella? Reacciona, ella no es la única persona en este
mundo. Hay muchas otras que si te quieren y te aprecian. Piensa en Ron, Hermione, Remus, Molly.
No dejes que el sacrificio de tus padres y tu padrino sea en vano. Harry por ellos debes levantarte y
luchar. Escúchame a mí que soy tu voz interna, tu yo interior y no a un estúpido recuerdo.

Tomo fuerzas de la nada y se levanto. Miro directamente a los ojos de Tom Ryddle. El volumen de la
voz de Ginny fue bajando poco a poco hasta desaparecer por completo. Los hermosos ojos color
verde esmeralda del moreno despedían un intenso odio. Cerró su mente completamente y la vació de
cualquier pensamiento. Aplico todos los conocimientos adquiridos en la clase de Oclumancia. El joven
Ryddle lo miraba atónito no se creía que Potter había logrado reponerse de su tortura mental. El
umbral de luz blanca, las voces que lo llamaban y la dulce melodía también desaparecieron. Todo el
lugar se quedo en un silencio verdaderamente aterrador.

Voldemort, te dije claramente que cometiste un error – rompió Harry Potter el silencio que reinaba. Su
voz era fría y despiadada - Gravísimo error diría yo.

Por favor, Potter, no me hagas reír... - volvió a escucharse la voz de Voldemort tratando de burlarse
del comentario de Harry.

Tal vez tú no lo recuerdas pero lastimosamente para ti yo sí – dijo seriamente el pelinegro – La


Oclumancia tiene tres partes ¿no? – Continuo si esperar respuesta – La tercera parte es entrar a la
mente del atacante ¿cierto? – Sus preguntas más bien eran para el aire y no para Voldemort ya que
seguía hablando sin esperar palabra – Por lo general cuando se invoca el Avada Intrusión se deja que
el demonio Avada se encargue de la tortura mental y de la muerte del que recibió la maldición – a
medida que hablaba una sonrisa se dibujaba en su rostro – Por supuesto que como tu eres Lord
Voldemort tenias que terminar el trabajo tu mismo, no podías dejar que el demonio me matara ¡Claro
que no! Así que dejaste un recuerdo tuyo para encargarte tu mismo de mi ejecución. – el rostro del
joven Ryddle reflejaba asombro y temor al mismo tiempo – Oh! parece que lo has recordado – dijo
soltando una risa maquiavélica – Olvidaste que estudie por un mes Oclumancia y Legeremancia y,
que la maldición Avada Intrusión puede ser revertida con los conocimientos necesarios de esas dos
ramas de la Magia – Tom Ryddle estaba totalmente aterrorizado – Claro que para eso es necesario
que un estúpido como tu deje su recuerdo en la mente del individuo maldito y...

Aprendiste demasiado Potter, pero sabes bien que yo no tengo ningún recuerdo que me afecte para
que puedes realizar la tortura mental – dijo la voz de Voldemort interrumpiéndolo

Lo se Tom, eso es obvio porque tu no tienes corazón ni sentimientos, tu estas lleno de un inmenso y
asqueroso odio – comento Harry Potter – Aunque nada pierdo con intentar ¿no crees? Además las
torturas mentales no solo se realizan con malos recuerdos y aunque tú no tengas buenos recuerdos,
te aseguro que tengo una gran imaginación para crearte unas hermosas imágenes llenas de mucho
cariño y amor – Ryddle tenia una expresión de asco reflejada en rostro - ¿Qué tal si mejor te largas
de mi mente? Dejamos esto por la paz... al menos por el momento.

Vivirás Potter, solo porque Lord Voldemort es misericordioso – repuso toscamente el Señor Oscuro –
Prefiero terminar contigo en persona y con mis propias manos. Nos veremos pronto Harry Potter.

Si, si, si te creo Tom, te creo – dijo burlonamente el heredero de Gryffindor. El recuerdo de Tom
Ryddle se comenzó a desvanecer lentamente hasta que se convirtió en una niebla que fue disuelta
por una leve brisa que soplo repentinamente.

Harry se sentó en el suelo y respiro aliviado. Cerro lo ojos y se concentro. Enfoco la imagen del salón
de la Mansión Ryddle. Se aferró a esta firmemente, centraba todas sus energías en el recuerdo de
aquel hermoso salón. Tenía que querer volver a él, ansiarlo, desear con todas sus fuerzas regresar.
Sentía que empezaba a tener conciencia de su cuerpo nuevamente. Su mente volvía a su cuerpo.
Cuando presiente que ha vuelto al mundo terrenal por completo, abre los ojos lentamente. Su vista
estaba nublada, llevo su mano al rostro y no pudo palpar sus gafas, en algún momento de la batalla
las debe haber perdido. Se levanto con dificultad, le dolían las heridas provocadas por la maldición de
tortura que le lanzo Voldemort durante su duelo. Sus finas vestiduras estaban rasgadas, busco su
varita en la funda de su cinturón y se llevo una gran sorpresa al no encontrarla.

Busco su varita entre los escombros de la sala de estar, diviso su abrigo largo. Camino hacia el y
reviso los bolsillos ahí encontró su varita. Levanto la vista al horizonte y se percato que ya estaba por
amanecer. Pronto comenzaría un nuevo día y al mismo tiempo él emprendería un nuevo camino en
su vida. Los primeros rayos del sol se asomaban a lo lejos, pintando el cielo con irregulares
pincelazos de diferentes tonalidades de amarillo, naranja y rojo. La imagen era, sin lugar a dudas,
muy hermosa.

Suspiro con amargura, tomo su varita y apuntándose así mismo susurro “Universus Scalpere
Inmendo”. Hizo una mueca de dolor mientras las heridas de su cuerpo y rostro se cerraban con
lentitud. El silencio del lugar fue roto por unos gritos. Harry alzo su varita y apunto en dirección al
lugar de donde provenían. Se fue acercando con sigilo, mientras sus heridas continuaban en fase de
curación. Al llegar al lugar vio la horrible escena de Bellatrix moviéndose, ya sin energías, en el suelo.
Esta emitía pequeños quejidos, ya casi se había quedado sin voz.

Su muerte esta cerca, pensó, Tal vez podría acabarla ya, aunque la verdad no se merece ningún tipo
de piedad de mi parte. Ella nunca la tuvo con nadie. Bellatrix seguía lanzando pequeños gritos cada
vez menos audibles. Tengo que reconocer que ha resistido bastante, no creí que fuera durar tanto.
Quizás si la dejo con vida... ¡No! tiene que sufrir igual o más de lo que hizo sufrir a todas las personas
a las que torturo y asesino. Lo tiene merecido por lo que me ha hecho a mi, matando a Sirius, y al
pobre de Neville, torturando hasta la locura a sus padres.

Se alejo del lugar. La mañana estaba fría, cogió su abrigo y se lo puso sobre su cuerpo con las
heridas ya totalmente curadas. Recorrió los escombros de la sala en la búsqueda de una persona en
especial, pero, por más que buscaba todos sus intentos eran en vano. Colagusano ¿Dónde estas
maldito? Ya te debes de haber ido cobarde, como siempre huyéndole al peligro, pensó, Parece que la
inocencia de Sirius tendrá que esperar un poco más. Tarde o temprano te pudrirás en Azkaban eso te
lo garantizó, Peter.

El viento soplo suavemente haciendo que su abrigo ondeara en dirección de este. La dulce brisa rozo
su rostro dándole una sensación gratificante. Pensó en Ginny y en Snape confiaba en que este ultimo
no lo había traicionado y que no tuvieron ningún problema en llegar a Hogwarts a salvo. Hoy era su
cumpleaños por lo que debía ir a Gringotts a arreglar el papeleo de su herencia, tenía que alistar
todas sus cosas para el viaje. Le esperaba un largo y agotador día. Miro su reloj, eran casi las 8 de la
mañana. Había llegado el momento de partir a cumplir con sus obligaciones. “Accio gafas” “Accio
baúl”. Sus gafas volaron a sus manos, milagrosamente no estaban quebradas, se las coloco en el
rostro. Su baúl voló por lo aires y se detuvo a sus pies. Agarro el manubrio de su baúl y concentro su
mente en el lugar al que iría, deseo con todas sus fuerzas ir a ese lugar y en un abrir y cerrar de ojos
desapareció de la sala de estar de la Mansión Ryddle rumbo a su destino.

Una joven de cabellos rojizos descansaba recostada en una cama con sabanas blancas rodeada por
una cortina. Al parecer se encontraba en una enfermería. A su lado en un sillón reclinable se
encontraba una mujer mayor con el cabello del mismo color que la muchacha, esta estaba despierta
velando el sueño de su hija menor. Ginny Weasley despertó abruptamente con la frente sudada,
levantándose de la cama y sentándose en ella. Su madre se sobresalto ante lo que hizo su hija.
¡Cariño! Por fin despiertas – dijo Molly parándose a abrazar a Ginny – Me tenías muy preocupada.

¿Dónde estoy? ¿Mamá? – pregunto totalmente desorientada. De pronto todos los sucesos de la
noche anterior vinieron a su mente.

Si Ginny querida, soy yo – respondió soltando a su hija menor - ¿Te pasa algo Ginevra? – contra
pregunto su madre. La joven miraba a todos lados, solo logro encontrar a su profesor de pociones
acostado a unas cuantas camas de ella.

¿Dónde esta Harry Mamá...? – replico mientras seguía buscando al moreno. Dos gruesas lágrimas
resbalaron por su mejilla derecha.

Harry... el no volvió con ustedes anoche, cariño – respondió la Sra. Weasley muy preocupada – No
sabemos que ha pasado con él.

El nos traicionó... – puntualizo toscamente limpiándose con las lágrimas con el dorso de su mano. –
Se paso al lado oscuro y...

La puerta de la enfermería se abrió y dio paso a Albus Dumbledore, Arthur y Ron Weasley y
Hermione Granger. Todas esas personas habían pasado la noche en vela fuera de la enfermería, por
orden de Madame Pomfrey, esperando la recuperación de la menor de los Weasley. El profesor
Dumbledore les contó a los dos jóvenes de 16 años con exactitud lo que hizo Harry durante aquel y
mes y lo que planeo para liberar a Ginny. Además de advertirles sobre la problema situación en la que
se debía encontrar el joven Potter.

Todos se acercaron a la cama de Ginny que seguía sin entender el comportamiento de Harry la noche
anterior. Su padre la abrazo, ella no correspondió el abrazo. ¿Por qué me salvo cuando Voldemort me
ataco?, se pregunto, él nos traiciono no hay razón para que me protegiera. Y el profesor Snape me
trajo hasta aquí, se dijo, esto es muy desconcertante. Salió de sus pensamientos al ser llamada por la
voz de su hermano mayor.

Tierra llamando a Ginny – dijo Ron chasqueando los dedos frente a su rostro. - ¿Sigues ahí?

Ah? Si Ron sigo aquí – respondió con la mirada pérdida y aparto la mano de su hermano de enfrente
de su rostro – Deja de estar haciendo tonterías.

Discúlpame por preocuparme por ti hermanita, pero pareciera que estuvieras en otro mundo – espeto
el chico pelirrojo. Hermione seguía callada, muy preocupada por no saber en la situación en la que se
encontraba su mejor amigo.

Srta. Weasley es un gusto ver que se encuentra bien – dijo el profesor Dumbledore esbozando una
sonrisa.

Hola profesor es bueno verlo – saludo la joven desanimada. Los recuerdos seguían atormentándola.
Tenía que decirle a Dumbledore lo que paso con Harry para que estuviera preparado - ¡Profesor
Dumbledore! ¡Harry! Harry nos... él nos... traiciono – susurro mientras se le aguaban los ojos.

¿Quién nos traiciono Srta. Weasley? ¿De que esta hablando? – pregunto Dumbledore incrédulo.

Harry, señor director el mismo me lo dijo. Decidió irse al lado oscuro y... - trato de seguir hablando
pero la mano de Ron en su boca se lo impidió. Ella la aparto rápidamente - ¿Qué tratas de hacer
Ronald...?
¡Cállate! ¡No estés diciendo tonterías! – bramo Ron con lágrimas en los ojos – Harry jamás nos
traicionaría. Solo en tu mente inmadura cabría la posibilidad de esa idea – continuo diciendo
enfurecido el pelirrojo – Nunca pensé que llegaras a desconfiar de Harry de esa forma, yo creía que
tu le tenias un poco de aprecio. Tu... eres... eres...

Basta Sr. Weasley, la Srta. Weasley no tiene idea de lo que usted esta hablando – le interrumpió
Albus Dumbledore antes de que dijera algo de lo que se pudiera arrepentir después – Parece que
Harry no le dijo toda la verdad.

¿De que verdad hablan? – pregunto muy preocupada, Harry le había ocultado algo. Miro a su
alrededor, nadie le respondía - ¡Respóndanme! ¿Qué es lo que Harry no me dijo? ¡Quiero saberlo
ahora!

Creo que lo mejor es que descanses mas tarde hablaras con el profesor Dumbledore sobre eso
Ginny, cariño – dijo maternalmente la Sra. Weasley tratando de tranquilizarla. La empujo con
suavidad y la obligo a recostarse de nuevo en la cama. Madame Pomfrey salió de su despacho con
una taza humeante.

Srta. Weasley bébase esto – dijo la enfermera acercándole la taza a sus manos. Ginny la tomo reacia
– Es una poción para dormir sin soñar. No quiero que quede ni una gota de esta en la taza – le
advirtió Madame Pomfrey. La chica se bebió todo el líquido sin dejar nada. – Muy Bien ahora
recuéstese y descanse.

Tan pronto despierte la esperare en mi despacho – dijo guiñándole un ojo. Miro a todos lo que se
encontraban allí – Ahora que tal si dejamos a la Srta. Ginevra descansando y salimos a tomar un
poco de aire fresco. – Todos los presentes, menos Molly que se quedaría cuidando a su hija,
asintieron y, se dirigieron fuera de la enfermería. Una vez salieron de aquel lugar. Arthur Weasley se
decidió a hablar.

Albus crees que Remus y los miembros lo lograran encontrar en ese lugar – pregunto muy afligido el
Sr. Weasley.

- Eso espero, Arthur... Eso espero – respondió serio y preocupado el director del colegio, mientras
Ron bajaba la cabeza y Hermione sollozaba. Estaban muy preocupados por su amigo.

Remus Lupin caminaba, con recelo y la varita en alto, a través de los descuidados jardines de la
Mansión Ryddle. Detrás de él venían Ojoloco Moody, Tonks, Kingsley, Bill y Charlie Weasley y
algunos otros integrantes de la Orden del Fénix. Visualizaron la sala destruida a lo lejos y se
dirigieron a ella. Al llegar descubrieron que todo estaba destruido y desbastado. Buscaron el cuerpo
de Harry por los escombros sin éxito. Se separaron en dos grupos para revisar la sala y la casa,
encabezados por Lupin y Kingsley respectivamente.

Creo que llegamos tarde Remus – se lamento Bill – De verdad lo siento mucho... el era para mi, como
un hermano mas.

Si Remus, lo lamentamos mucho pero ya no hay nada que podamos hacer – trato de amedrentar su
dolor Charlie. Lupin seguía de pie con la mirada pérdida.

Vamos Remus ¡Tienes que seguir adelante! – dijo Tonks acercándosele para abrazarlo.
Tú no lo entiendes Tonks – susurro, mientras la chica lo abrazaba. Las lágrimas salían
incontrolablemente de sus ojos – Nunca comprenderás lo que es fallarle a tus mejores amigos,
cuando estos están muertos y confiaban ciegamente en ti.

Remus yo... - trato de encontrar las palabras adecuadas la joven aurora para apaciguar el dolor del
licántropo.

Tenemos que llevar los cuerpos de los mortífagos vivos y muertos Tonks – la interrumpió Moody.

¡Por supuesto! Vamos de inmediato – repuso Tonks abrazando a Lupin y soltándolo para cumplir con
su labor. El segundo grupo apareció en la sala. Kingsley se dirigía a hablar con Lupin luego de la
revisión que su grupo había hecho de la casa.

Lo siento Lupin pero no hemos encontrado nada – informo tristemente el auror – Lo perdimos –
concluyo apesadumbrado.

El licántropo callo de rodillas al suelo y escondió su rostro en entre sus manos. Comenzó a llorar
amargamente, sin querer o poder hacer nada por evitarlo. Se sentía muy culpable por la desaparición
de Harry, les había fallado a sus amigos. Perdió a Sirius a finales de curso y ahora Harry también se
le iba. Nunca en la vida, Remus Lupin, se había sentido tan solitario como en esos momentos.

Estaba sumamente decepcionado y molesto consigo mismo por haber permitido que todo esto
pasara. Tenía la sensación de que podía haber hecho mucho más de lo hizo por encontrar al hijo de
James y Lily Potter... a tiempo. No quería ni imaginar lo que Harry sufrió en ese mes que estuvo con
Voldemort. Y lo horribles que debieron ser sus entrenamientos. Pero algo dentro de su corazón le
decía que no estaba muerto, que en alguna parte Harry Potter seguía vivo. No sabía con certeza si
esa sanción era verdadera. Lo cierto es que el nunca aceptaría su muerte hasta no ver su cuerpo
inerte y sin vida, mientras no lo viera jamás perdería la esperanza de encontrarlo... vivo.

Harry Potter se encontraba frente al imponente edificio, tan blanco como la nieve, de la sucursal de
Gringotts en el Callejón Diagon. Suspiro y subió por las blancas escalinatas de piedra, manteniendo
su baúl en el aire. Llego a las puertas que bloqueaban la entrada al banco de magos, las atravesó y
vio la misma inscripción, al igual que seis años atrás cuando entro por primera vez, advirtiendo a los
que se les ocurriese la brillante idea de intentar robar el banco. Caminaba por el vestíbulo, veía una
gran cantidad de gente parada formando fila frente a las ventanillas de los gnomos cajeros.

Un gnomo con aspecto gruñón se le acerco y sin mediar palabra, le indico que lo siguiera. Se
encamino por la ruta que le indicaba el pequeño gnomo. Salió del vestíbulo y entro por una puerta, al
fondo de la estancia, a una amplia oficina. En las paredes colgaban inmensos retratos de gnomos
muy ancianos. Harry supuso que se encontraba en la oficina del director del banco y que aquellos
eran retratos de los directores anteriores.

Al fondo de la habitación había un gran ventanal desde el que se podía ver el callejón Diagon. En el
centro del despecho había un inmenso escritorio y detrás de este un pequeño gnomo con barbas y
cabellos largos y blancos. Este a diferencia de los demás gnomos tenía un semblante serio sin llegar
a ser amargado, incluso se podía llegar percibir que irradiaba paz y tranquilidad. El individuo que lo
guió hasta aquel lugar salió cerrando la puerta. Dejando a Harry y al viejo gnomo solos.

Buenos Días Señor Potter – dijo el director del banco sacando a Harry de sus pensamientos – Soy el
director de esta sucursal del Banco para Magos, Gringotts

Buenos Días para usted también señor – correspondió el saludo, Harry Potter, haciendo una
reverencia.
Siéntese Sr. Potter – dijo indicándole una de las dos sillas delante del escritorio. Harry asintió, coloco
su baúl junto a la puerta y se sentó. – Me alegra que haya venido usted tan temprano, así podremos
resolver el asunto de su herencia con la mayor brevedad posible.

Es mejor salir de estas cosas lo antes posible ¿no cree usted? – musito el moreno rascándose la
barbilla – Disculpe señor pero ¿Podría decirme usted su nombre?

Claro que si, mi nombre es Matheus Oliveos, Sr. Potter, y comparto su filosofía – repuso abriendo un
cajón de su escritorio y sacando gran mazo de papeles – Bueno pasemos a lo que realmente nos
interesa ¿De cual de las tres herencias quiere saber que ha heredado en primera instancia? –
pregunto el Sr. Oliveos. Harry se quedo pensativo por unos instantes, revolviéndose su negro cabello.

Creo que la herencia Potter, puesto que no sabía que había heredado algo más, aparte de la cámara
de mis padres. – respondió el joven entrelazando sus manos. – Luego la herencia Black y por último
el legado que he recibido como Gryffindor. – concluyo mirando fijamente a los ojos de Matheus. El
director abrió el mazo de papeles en la primera página.

Testamento Potter. La herencia Potter consiste en: Contenido de las cámaras de Gringotts: 015, 050-
065, 084-090 y 745. Acciones en distintas compañías muggles, cuyo valor se estima cerca de los 782
millones de galeones. Algunas propiedades tales como: Casas de verano en Irlanda y Portugal,
Mansiones en Londres y Francia. – recito el contenido de la primera hoja de aquel mazo. Harry
escuchaba sorprendido todo a lo que tenía derecho por ser un Potter.

¿Tanto dinero? – pregunto incrédulo. El Sr. Oliveos se limito a asentir y continuó la lectura de las
demás herencias

Herencia Black. Esta consiste en: Contenido de las cámaras de Gringotts: 024, 030-035 y 183-190.
Acciones en distintas compañías mágicas: Nimbus, Olivanders, Pociones, S.A., Artículos de Magia
Negra Corp., entre otras. El valor aproximado de estas es de cerca de los 813 millones de galeones.
Propiedades tales como: Casas de verano en Miami, España, Bélgica y Alemania; Mansiones en
Nueva York, Inglaterra, Suiza e Italia. – puntualizo Matheus Oliveos antes de pasar a la última lectura.
El joven Potter esta asombrado con lo que le dejo Sirius, sabía que la familia Black era rica pero no
tanto. – Por último tenemos la herencia Gryffindor. Las posesiones de los Gryffindor son: Contenido
de la Cámara de Seguridad #002 y Cámara Regular 010 en Gringotts. Propiedades como: Castillo en
Alemania; Mansiones en Suecia, Inglaterra, Noruega y Rusia; Casas de Verano en Dinamarca,
Holanda y Escocia. – finalizo el director del banco cerrando el mazo de hojas.

Imagino que eso es todo ¿no? – musito el joven Potter recuperando la compostura.

Si joven eso es todo – reafirmo el Sr. Oliveos – A partir de este momento todo esto pasa a nombre del
Sr. Harry James Potter Evans. Las propiedades, acciones y las cámaras. El banco ya se ha
encargado de todo. Además le informo que el valor total de su fortuna, posesiones y propiedades es
de aproximadamente 6.5 billones de galeones.

Puedo hacerle una pregunta Sr. Oliveos – pregunto Harry Potter, el director del banco asintió - ¿Lo de
mi herencia se hará público? ¿Sabrán que la he reclamado?

Si Harry Potter, esta información es de conocimiento público – afirmo el Matheus Oliveos – Saldrá
publicado mañana en el profeta, claro que no será nada detallado. Solo se dirá que usted a heredado
la fortunas Potter, Gryffindor, y Black; y que además las ha venido a reclamar el día de hoy ¿Eso
representa algún inconveniente para usted?
No, no ninguno señor. Lo que sí es que me gustaría hacerle mención de cierto asunto, del cual me ha
surgido una duda – dijo Harry Potter - ¿Puedo confiar en que mantendrá total discreción en cuanto a
eso?

Usted dirá Sr. Potter, si desea no haré mención de lo que usted me informe – repuso el director de
Gringotts – Es su derecho como cliente nuestro, mientras no viole ninguna de nuestras normas.

Me alegra escuchar eso Sr. Oliveos – dijo el moreno – Vera debido a ciertas circunstancias se
requiere mi presencia en Suecia, por lo que hoy mismo parto para la ciudad de Estocolmo – cruzo
una pierna, se acomodo en su silla y continuo – Y quisiera saber que tengo hacer para tener acceso a
mis cámaras haya. El problema es que no quiero que sea de conocimiento de toda la comunidad
mágica inglesa sepa a donde me he marchado.

Oh! Eso no es ningún problema Sr. Potter solo tengo que habilitar las cámaras que ha heredado para
que tengan conexión internacional, así podrá tener acceso a ellas desde cualquier lugar del extranjero
donde allá una sucursal de nuestro banco – explico el viejo gnomo – Tomara un par de horas, pero
para cuando usted este allá estará listo. Se lo garantizo. Además de mi boca no saldrá a donde se ha
ido de viaje, tiene mi palabra.

Muchas gracias, sabia que podía confiar en usted – agradeció el joven de ojos verdes – Disculpe que
lo moleste, pero, quisiera que hiciera otro favor para mí.

No es ninguna molestia, si esta en mis manos gustoso lo haré Sr. Potter – dijo Matheus Oliveos.

Usted conoce a la familia Weasley y sabe cual es su bóveda ¿cierto? - pregunto el moreno, el director
asintió – Me gustaría hacerles una transferencia de dinero. Digamos que... 5 millones de galeones de
alguna de mis cámaras de dinero, no importa cual. ¿Cree que podrá hacerlo?

Bueno Sr. Potter le mentiría si le dijese que no es un asunto complicado – respondió el director
pasando la mano derecha por sus largas barbas. – Aun así, por tratarse de usted haré una excepción
– saco una de una gaveta de su una pequeña libreta y la puso, junto con una pluma de águila muy
bella, frente a Harry – Solo necesito el nombre de la familia, la cantidad de dinero y su firma.

Muy bien – repuso Harry Potter escribiendo lo que le indico el Sr. Oliveos – Aquí tiene – dijo
devolviéndole la libreta y la pluma – ¿Cree que pueda avisarles? No quiero que piensen que hay un
error en su bóveda cuando vengan a retirar algún dinero.

No hay ningún problema, les avisare a los Sres. Weasley del deposito efectuado en su bóveda de su
parte, Sr. Potter – con una mano abrió la gaveta de su escritorio una vez mas y saco un cuaderno de
grueso considerable – Tenga, esto es un informe detallado de su fortuna.

Gracias Sr. Oliveos – dijo tomando el cuaderno - Bueno Sr. Oliveos ha sido un verdadero placer el
haberlo conocido, muchas gracias por sus atenciones – se levanto de la silla y extendió su mano.

El gusto fue mío - se despidió estrechándole la mano - Esperamos verlo pronto por aquí ¡Que tenga
un buen viaje!

Se dio la vuelta camino hasta la puerta cogió su baúl y salió del despacho del director del banco. Una
vez fuera de Gringotts y ya sin ningún asunto pendiente, decidió hacer una última visita antes de
emprender el camino hacia su destino. Miro su reloj, eran casi las 2 de la tarde. Según lo que le dijo
Godric no tendría problema en hacerlo puesto que el era su heredero. Espero que no me haya
mentido, se dijo, porque soy capaz de irlo a buscar al otro mundo para darle una buena paliza. Se
concentro en el lugar al que quería ir, enfoco todas sus energías en llegar ahí... después de unos
segundos de concentración, desapareció.

El niño que vivió se encontraba en un pasillo de piedra, en el castillo del colegio Hogwarts de Magia y
Hechicería. Doblo por una esquina y atravesó el largo pasillo iluminado por la cálida luz del sol. A
medida que caminaba pasaba su mano derecha por las paredes del corredor. Llego al frente de las
dos puertas que bloqueaban la entrada a la enfermería del colegio. Tomo una gran bocanada de aire,
contuvo la respiración, cogió el pomo de la puerta y se disponía a abrirla cuando escucho una
discusión dentro de la habitación. Pego su oído izquierdo a la puerta para escuchar mejor las voces
de las personas que estaban dentro de la enfermería.

-... Te digo que tienes que escuchar lo que te tiene que decir el profesor Dumbledore – decía un joven
de cabello corto y rojo como el fuego, parado junto a una de las camas de la enfermería. – No puedes
tener una idea equivocada de lo que sucedió.

Vuelvo y te repito Ronald Weasley que para mi él nos traiciono y eso es todo, lo escuche de sus
propios labios cuando me lo dijo – la que hablaba ahora era la chica que estaba acostada en la cama.
Esta tenía los cabellos del mismo color que el chico pero largos hasta media espalda.

Pero es que tú no entiendes Ginny, él no hizo eso, jamás lo haría y... - Ron se callo mientras un par
de lágrimas salían de sus ojos, tomo aire y continuo – Lupin y algunos miembros de la orden fueron al
cuartel de el que no debe ser nombrado. Y no lograron... no... no pudieron... - trato de explicarle Ron
Weasley con voz quebradiza.

¡Cállate! – Bramo furiosa la menor de los Weasley interrumpiendo a su hermano – Te he dicho que no
quiero saber nada ¡No quiero que vuelvas a mencionar el nombre de Harry Potter en mi presencia!
¡Para mi él dejo de existir el día que nos traiciono! ¡Lo odio con todo mí ser! – Ron negaba
furiosamente con la cabeza. La Sra. Weasley miraba la escena un poco apartada, lanzándole miradas
de desapruebo a su hija y de ternura y comprensión a su hijo. Harry apretaba los puños con fuerza,
las palabras de Ginny lo herían profundamente.

¡No seas obstinada! ¡Tienes que saberlo! Esto no se puede quedar... - su madre poso su mano en el
hombro izquierdo del chico haciendo que este se calara. Él se voltio a verla y descubrió que en su
rostro se dibujaba tierna sonrisa, que a la vez proyectaba la inmensa tristeza de su madre.

Déjala Ron, es su decisión y tiene derecho a que se le sea respetada – susurro Molly Weasley
mirando a su hija a los ojos. Ginny no puedo soportar la mirada de su madre mucho tiempo, por lo
que fijo su vista en el techo de la habitación. – Puede que después te arrepientas de esto Ginevra –
espeto su madre, ella solo negó con la cabeza el comentario de su madre.

Al otro lado de la puerta de la enfermería, Harry Potter había escuchado la conversación mantenida
entre los dos hermanos Weasley. Despego su oreja de la puerta y recostó su espalda contra esta. Las
lágrimas no paraban de salir de sus ojos. Ni siquiera quiere escuchar lo que paso en realidad, se dijo,
Al menos los demás lo saben. Piensan que estoy muerto, tal vez es lo mejor para todos. De todos
modos no tardaran en enterarse que no es así. Lo más prudente es que me vaya ya mismo de aquí.

Escucho que alguien se aproximaba. Se separo de la puerta y tomo su baúl. Reunió todas sus
energías preparándose para la aparición intercontinental. Concentro sus pensamientos en el nombre
del lugar al que iba: Morada de los Valientes. Repetía el nombre constantemente en su cabeza. Los
pasos se escuchaban cada vez más cerca. Ya casi lo lograba. Visualizaba dos lugares al mismo
tiempo, el pasillo en Hogwarts y la villa en Suecia; era como su estuviera viendo un espejismo. Casi
se había desvanecido por completo. Sintió que alguien dentro de la enfermería tomaba el pomo de la
puerta y comenzaba a abrirla. Centro todas sus energías y desapareció del pasillo al tiempo que
Ronald Weasley salía al pasillo. Hermione Granger y Remus Lupin aparecieron doblando la esquina y
se encontraron cara a cara con Ron. Harry Potter ya se encontraba rumbo a su nueva vida, a su
nuevo hogar, a conocer a sus compañeros en armas y, preparado para emprender el largo recorrido a
través del camino que lo llevaría a cumplir con su destino.

Capítulo 7: La Morada de los Valientes

El cielo se encontraba recubierto por hermosos tonos ocres que anunciaban el inminente final del día.
Los hermosos rayos del sol eran opacados por las tonalidades grises del frío invierno que comenzaba
a azotar, en esa época del año aquella del continente europeo. Pequeños copos de nieve caían sobre
sus hombros tiñendo su negra capa y recubriéndola del hermosos y brillante color blanco de la nieve.
En su cabeza seguían resonando las palabras que había oído de los labios de Ginevra Weasley.

Caminaba despacio, arrastrando su baúl y perdido en sus pensamientos. Tenía las ropas desgarradas
por la batalla con Voldemort, sus fuerzas lo abandonaban y eran sustituidas por un terrible cansancio.
Aparto de su mente los dolorosos pensamientos que lo agobiaban y se dispuso a enfrentar lo que
deparaba el destino de una vez por todas. Llego a la entrada de una hermosa villa de estilo muy
antiguo. Unas hermosas puertas, en forma de arco, color caoba bloqueaban la entrada. Muros de
cinco metros de altura, calculaba Harry, resguardaban el interior de posibles invasores o enemigos en
otra época. Encima de las dos puertas había una enorme placa de oro. En ella gravada con letras
color rojizo decía claramente: Villa: Morada de los Valientes.

Soltó su baúl y levanto su mano derecha. Se disponía a tocar cuando las puertas se abrieron
repentinamente. Harry tomo su baúl y entro, mientras las puertas se cerraban detrás de él. Al entrar
descubrió el hermoso lugar que se escondía del exterior. Harry no lograba distinguir el final. La villa
era inmensa se trataba de un hermoso jardín con árboles, flores y un pequeño lago en el centro del
lugar. Los copos de nieve que caían le daban un aire de paz y tranquilidad al sitio. La hermosa
naturaleza era interrumpida por algunas pequeñas casitas, parecidas a una cabaña, esparcidas por
todo el lugar. Al fondo se encontraba lo que parecía la casa principal de dos pisos, que comparada a
las pequeñas casas esta era en tamaño tres veces una estas.

Emprendió su rumbo hacia la casa principal. Atravesó el jardín, bordeo el lago, paso por un par de
cabañas y llego a la entrada de la casa. Se preparaba para tocar la puerta de madera, pero una vez
más se le adelantaron y la puerta se abrió. Entro y cruzo el pequeño vestíbulo. Frente se encontraban
las escaleras que lo llevarían al segundo piso. Un corredor a su derecha lo llevarían al comedor y
muy probablemente las cocinas. A su izquierda una puerta corrediza no permitía el acceso a lo que
Harry supuso que sería la sala. A través de la rendija de la puerta se podía ver el reflejo titilante del
fuego de la chimenea. Decidió aproximarse a la puerta. Desenfundo su varita con su mano derecha y
dejando su baúl a un lado descorrió la puerta.

Una joven de cabellos castaños enmarañados corría desesperadamente. En la desesperación no vio


un pequeño escalón en el piso de piedra y tropezó, traía algo parecido a una carta bajo el brazo.
Algunas lágrimas se deslizaron por su rostro debido al dolor que le provoco la caída. Tenía una
horrible herida en la pierna derecha. Se levanto olvidándose del dolor, levanto la carta y continúo
corriendo. Llego a la puerta de la enfermería y la abrió rápidamente. La enfermera al verla entrar noto
la herida en su pierna.

Ignorando la expresión de horror de Madame Pomfrey, fue hasta la cama de un chico de cabello corto
y pelirrojo. Alrededor de la cama de este estaban varios miembros de la orden discutiendo algún
asunto. Entre los que se encontraban ahí estaban: Albus Dumbledore, Minerva McGonagall; Arthur,
Molly, Charlie y Bill Weasley, Remus Lupin y Severus Snape que estaba unas cuantas camas lejos de
la de Ronald Weasley. Se sorprendió mucho al no ver a Ginny en su cama de siempre, la busco por
toda la enfermería con la vista pero no la encontró por ningún lado. Sacudió su cabeza y retomo con
paso vacilante, mientras las lágrimas resbalaban por sus mejillas. Ya no lloraba por el dolor de la
herida, ahora lo hacía de felicidad al recordar quien era el remitente de aquellas cartas.

Ron Weasley al verla en ese estado se levanto rápidamente de la cama y fue a su encuentro. Le
limpio las lágrimas del rostro y la abrazo con fuerza tratando de reconfortarla. Hermione Granger
sollozaba sobre el pecho del joven empapándole la camiseta con sus lágrimas. Se separo de él y
esbozo una triste sonrisa. Ron se extraño de la actitud de la joven. La chica extendió el brazo con una
de las cartas en su mano, Ron la tomo, volteo el sobre y su rostro se ilumino notablemente al ver de
quien era la carta. Hermione guardo la otra carta en el bolsillo de sus jeans.

Es... de Ha... Harry – alcanzo a decir el pelirrojo en un susurro contemplando el sobre y sosteniéndolo
con temor. Le aterraba leer el contenido de la carta por lo que podía significar aquello.
Inconcientemente tomo la mano de Hermione y se llevo a la cama. Juntos se sentaron en ella. Los
miembros de la orden los rodearon bastante interesados por saber quien era el autor de aquella carta
y porque había provocado esa reacción en la Srta. Granger.

¿De quien es esa carta Sr. Weasley? – pregunto calmadamente la profesora McGonagall. Ron
permaneció callado al igual que Hermione – !Por Merlín! ¡Respóndanme! – exclamo la subdirectora al
ver que ambos permanecían en silencio.

Tranquila Minerva – dijo Dumbledore poniendo una mano en su hombro – Poppy serías tan amable
de atender la herida de la Srta. Granger, mientras nos narran el contenido de aquella carta.

No hay ningún problema Albus – respondió la enfermera, tomo unos cuantos implementos de algunos
estantes y se aproximo a donde estaba Hermione.

Muy bien – musito Albus Dumbledore al ver a Madame Pomfrey curar la herida de la chica – Ahora de
que se trata la carta muchachos.

Es de Harry profesor y viene dirigida a Hermione y a mi – puntualizo el pelirrojo, viendo como su


amiga gesticulaba algunas muecas de dolor por la curación de su herida. Todos los presentes se
conmocionaron al escuchar las palabras del joven Weasley.

Tengan la bondad de abrirla y leerla – dijo firmemente Remus Lupin rompiendo el silencio incomodo
que se mantuvo por algunos minutos luego de la noticia del joven.

Esta bien – repuso Ron. Tomo la carta con sus dos manos y rasgo el sello que la mantenía cerrada.
Saco el papel pergamino y con temor lo desdoblo. Levanto su mano y la dirigió al rostro de Hermione
indicándole que leyera la carta con él. Luego de unos segundos comenzó la lectura en voz alta:

Queridos Ron y Hermione:

Hola! Muchachos, es un verdadero gusto estar hablando con ustedes aunque sea por una tonta carta.
Lamento mucho todo lo que ha pasado pero no pude hacer nada para evitar que sucediera, imagino
que deben de haber sufrido mucho durante este mes que estuve en poder de Lord Voldemort y que a
ti Hermione, Ron te debe haber apoyado incondicionalmente como un buen amigo. No tienen idea de
lo mal que lo he pasado, los he extrañado tanto amigos míos, ustedes son una de las cosas más
valiosas que he tenido en toda mi miserable vida y todo este tiempo me han hecho muchísima falta.
He extrañado sus conversaciones conmigo, los regaños de Hermione y las bromas y jugarretas entre
Ron y yo.
Siento mucho como los trate durante el quinto curso en especial en el verano, fui bastante injusto
cuando ustedes no tenían la culpa de que el viejo loco quisiera ocultarme las cosas. Durante este
tiempo que he estado con Voldemort he descubierto muchas cosas, entre ellas un plan que pretende
llevar a cabo, pero eso se los explicara con más detalles Severus Snape. Además adjunta a esta
carta, mande algunos pergaminos con toda la información que he logrado recopilar en este tiempo.

El día que salí de King Cross, Severus Snape me secuestro y me llevo al cuartel general de
Voldemort. Ahí Voldemort me dijo que quería que me uniera a él, que él sacaría grandes beneficios de
esa unión y por lo tanto por ahora no me mataría. Yo me negué rotundamente, pero el ya contaba con
eso. Me manipulo con Ginny, me dijo que si no me unía a él ella lo pagaría. Después de torturarme
por un tiempo que me pareció una eternidad. Mando a que me llevaran a mis aposentos. No se como
logre sobrevivir, Hermione, Ron; solo se que me mantuve con vida bajo los cuidados de Ginny y
tomando una horrible poción que Snape preparo para mi.

A los días logre reponerme y Voldemort mandó a llamarme para que le diera mi decisión. No pude
negarme, no tenía alternativa, era: Unirme a él o Dejar que Ginevra muriera. Obviamente tampoco
tuve el valor de decirle a Ginny que me estaba sacrificando por ella, no hubiera sido justo y hubiese
sido un acto bajo echarle en cara que mi traición era debido a ella. Lastimosamente para no lo vio así,
cada día que pasaba se volvía mas fría conmigo. Voldemort me dijo que recibiría entrenamiento en
Magia Negra y Artes Oscuras.

Los entrenamientos fueron duros, llenos de dolor y de torturas. Voldemort quiso enseñarme muchas
cosas en poco tiempo y para ello empleo los más espantosos métodos. Al final lo consiguió, logro
enseñarme todo lo que quiso y ese fue su más grande equivocación queridos amigos. Me subestimo
y ese es un error que no se debe cometer. La vida en este lugar era un verdadero infierno y con dolor
les digo que Ginny no lo hacía más llevadero. Me odiaba, si muchachos, me odiaba, Ginny Weasley
me detestaba. Ella no podía soportar que yo fuera a sus ojos un traidor y la verdad no la culpo. Lo
único que lograba alegrar mi día eran los encuentros matutinos y vespertinos que tenía, luego de mi
entrenamiento físico en las mañanas y mis clases de pociones en las tardes, con dos elfos
domésticos que conocí llamados Leony y Zarthor.

Les pedí que por favor cuidaran que a Ginny no le pasara nada malo mientras yo no estuviera con
ella, cosa que era muy entrada la noche para mi suerte. Yo sabía por lo que me contaron mis amigos
elfos que Ginny sufría mucho, lloraba casi todos los días. Le decía a Leony que extrañaba mucho a
su familia y su vida fuera de ese horrible lugar. Cuando me entere de esto supe que era el momento
de actuar, tenía que sacar a Ginevra Weasley de la Mansión Ryddle.

Tome la estúpida decisión de enfrentarme a Voldemort y liberar a Ginny con la ayuda de Snape. Y así
llegamos al día de hoy amigos míos. Hoy me enfrentare con Voldemort aprovechando los errores y
descuidos que ha tenido al subestimarme. Anoche fue la peor noche de mi vida. Como parte de mi
plan le dije a Ginny que si había traicionado a la orden. Se preguntaran porque lo hice ¿cierto? La
verdad es bastante sencillo si no le decía eso no iba a aceptar que Snape se la llevara dejando que
yo me enfrentara solo a Voldemort. Lo cierto es que nunca espere por parte de ella la reacción que
tuvo, aunque debí habérmela esperado. Me dijo de sus propios labios que me odiaba y que no quería
volver a verme en su vida. Fue muy duro sobrellevar esa situación.

Les he escrito esta carta horas antes de que vaya al encuentro con Voldemort. Solo quiero que sepan
la verdad de todo lo que paso y que al menos ustedes me crean. Haré todo lo posible para salir vivo
de esta, no esta dentro de mis planes morir, pero si el destino me juega una mala pasada al menos
me he podido despedir de ustedes. Agradecería que si Hedwig luego de entregar las cartas no me
encuentra la cuiden por mí. El sobre con la carta que va dirigida a Ginny me gustaría que se lo dieran
cuando ella este lista para leerlo, ¡Solo cuando este preparada! No antes. Una última cosa antes de
despedirme, esto va para toda la familia Weasley en especial para ti Ron: Ginevra Weasley es lo que
mas amo en este mundo, ella es mi vida y si muero por salvarla, significa que he muerto feliz. Lo se
Hermione, imagino lo que estarás pensando “Que idota fuiste Harry, debiste darte cuenta antes” ni
siquiera tienes que decírmelo, se que fui un idiota. Al menos me di cuenta y eso es suficiente para mí.

Jamás tendrán idea de cuanto los quiero amigos, todo lo que me ha pasado me ha hecho valorar
mucho mas nuestra amistad y darme cuenta de lo importante que han sido y serán siempre para mí.
Siempre recuérdenme con alegría y no se preocupen demasiado. Ron cuida mucho a Hermione no
permitas que nada la dañe y te aconsejo que no cometas el mismo error que he cometido yo, abre tu
corazón y acéptalo no hay nada mas bonito que eso. Hermione continua como siempre en tus
estudios, pero trata de vivir mas tu vida, para ti también va lo mismo que le dije a tu querido Ron.
Prometo que haré hasta lo imposible por volver a verlos así sea en sus sueños. Espero que esto no
sea un adiós sino un hasta luego,

Los quiere con todo el corazón,

Harry James Potter Evans.

La carta estaba empapada por las lágrimas silenciosas de Ron y Hermione. Las demás personas que
se encontraban en la habitación estaban afectadas por lo que acaban de escuchar. El joven Potter
era realmente una persona de admirar. Sacrificarse por una joven y ser tan noble de no decirle nada a
ella con tal de no herirla, eran cualidades muy escasas en la actualidad. La puerta de la enfermería se
abrió y con paso vacilante entro Ginny Weasley. La chica noto la actitud que tenían todos y vio a su
hermano y a Hermione llorando mientras sostenían una carta entre sus manos. A su mente vino de
inmediato la respuesta, solo uno cosa pondría a todo el mundo en ese estado de ánimo.

Esa carta es de Potter ¿cierto? – pregunto con brusquedad. Los aludidos solo asintieron. – ¿Esta
muerto?

No lo sabemos – contesto en un susurro Charlie Weasley – La carta fue escrita horas antes del
enfrentamiento.

Ya veo – dijo la pelirroja dándose la vuelta y dirigiéndose a la salida de nuevo. No le interesaba en lo


absoluto tener noticias del asqueroso traidor, no podía creer que todavía seguían viéndolo como un
salvador después de todo lo que hizo.

¡Espera Ginny! – exclamo Hermione metiendo una mano en sus jeans. Ron agarro la mano de la
chica antes de que pudiera sacar la carta que iba dirigida a su hermana.

¿Que? – se volteo diciendo Ginny antes de salir de la habitación. Estaba hastiada de la actitud que
tenían todos, quería salir corriendo de allí.

Nada importante querida hermana – replico Ron lanzándole una mirada desafiante. La chica le
devolvió el gesto y salió de la enfermería azotando la puerta. El pelirrojo volteo a ver a Hermione y
noto la expresión de incrédula que tenía en la cara – Aun no es tiempo de que lea la carta – repuso
guiñándole un ojo – Lo mas probable es que con tan solo verla la rompa en pedacitos, ya sabes como
esta de ánimo con respecto a este tema – explico el joven Weasley.

Hermione sollozo y Ron la abrazo estrechándola fuertemente contra él. Pasaba su mano por la
sedosa cabellera de su mejor amiga, tratando de consolarla. Él se sentía igual o peor por lo que
acababa de leer pero sabía que tenía que ser fuerte para poder reconfortar a la chica entre sus
brazos. Recordó con pesar las palabras de su amigo en la carta “No cometas el mismo error que he
cometido yo”. En ese momento se prometió a si mismo y a Harry donde quiera que estuviese que no
se negaría mas sus verdaderos sentimientos. Lo único que le atemorizaba era que Hermione no le
correspondiera y que si el le revelaba que la amaba la amistad no volvería a ser como antes.

Descorrió la puerta de la estancia, Harry Potter se encontró frente a una acogedora sala. Al fondo
estaba la chimenea encendida y frente a esta alrededor de una mesa para café habían cuatro
cómodas butacas con los escudos de las casas de Hogwarts en sus respaldares.

Harry Potter – hablo una voz desde una de las butacas. Harry no podía ver con exactitud a quien
pertenecía la voz. – Heredero de Gryffindor, por fin llegas.

Has tardado bastante – dijo otra voz más femenina que la primera – Tenemos algunas horas de
estarte esperando.

Lo siento mucho – se disculpo Harry haciendo una reverencia – Tenía asuntos importantes que
atender en Londres antes de partir.

Me lo imagino – dijo la primera voz. El individuo de puso de pie y se aproximo a Harry – Mi nombre
Jasón McGray, heredero de Hufflepuff. – dijo el joven extendiendo su mano. Su cabello era castaño,
ojos azules y del mismo alto que Harry. Vestía ropa muggle. Traía puesto un suéter azul y unos
pantalones negros. Su varita estaba en el osillo trasero de tu pantalón.

Mucho gusto Jasón – respondió el saludo estrechando su mano – Harry Potter, heredero de
Gryffindor, ¿y esta hermosa dama es? – dijo mirando a la figura que se acaba de poner de pie y se
acercaba a él.

Mi nombre es Jennifer Anderson y soy la Heredera de Ravenclaw- dijo la joven. Tenía un hermoso
cabello negro azulado que caía sensualmente sobre sus hombros hasta llegar a media espalda, sus
ojos eran de un destellante color avellana. Al igual que Jasón también traía ropa muggle. Vestía una
camisa blanca ceñida al cuerpo y una falda negra que llegaba un poco más arriba de rodillas.

Es un placer Srta. Anderson – dijo soltando la mano de Jasón y tomando caballerosamente la mano
de la joven, dándole un delicado beso en el dorso de esta. – Soy Harry Potter pero puede llamarme
Harry.

Por fin llegas Harry – dijo Jennifer un poco sonrojada por la acción del joven Potter – Ya íbamos a
abrir el sobre sin que estuvieras presente.

Oh! vamos Jennifer tampoco es para tanto – repuso Jasón saliendo en defensa de Harry – Al menos
no llego con días de tardanza ¿no crees? – Jennifer solo asintió.

Disculpen mi ignorancia pero ¿De que sobre hablan? – pregunto incrédulo Harry Potter.

Mejor sentémonos primero – dijo Jasón indicándole que ocupara su lugar frente a la chimenea
mientras Jennifer y él hacían lo mismo.

Hablamos de esto – explico Jasón tomando un sobre que estaba encima de la mesa para café.
Extendió el brazo para dárselo a Harry, el cual lo cogió y leyó lo que decía en el: “Instrucciones de la
Misión” y un poco mas abajo podía leer “Harry James Potter Evans, Heredero de Godric Gryffindor”.
¿Misión? ¿Qué Misión? Godric no le dijo nada de esto solo hablo de un entrenamiento. - ¿Qué estas
esperando para abrirlo? – pregunto Jasón impaciente.

Tranquilo Jasón solo perdí la noción del tiempo – dijo Harry para disculparse. Tomo el sobre con
ambas manos, lo abrió y saco la nota que esta dentro. Se dispuso a leerla en voz alta.
Estimados Sr. Potter, Sr. McGray y Srta. Anderson:

En primer lugar es nuestro deber felicitarles por haber llegado a salvo a la villa y por su reciente
descubrimiento acerca de su herencia y el papel importante que jugaran en la guerra que se avecina
de forma inminente. En segundo lugar es mi deber informarles que el lugar donde ustedes se
encuentran reunidos fue antes un centro de reuniones de sus respectivos ancestros cuando fueron
muy jóvenes. En ese entonces el colegio Hogwarts de magia y hechicería no era más que la ilusión
de cuatro poderosos magos.

En este lugar se encuentra una gran biblioteca con muchos libros especializados en diferentes áreas
de la magia, ninguno de estos libros los encontraran en otro lugar del mundo ya que se tratan de
ejemplares únicos. Lo que aprendan de estos libros les será de utilidad para complementar sus
conocimientos de la magia y por supuesto incrementar y liberar los poderes de su herencia.

El tiempo por el que permanecerán en este lugar será de 6 meses, deberán regresar al colegio
Hogwarts de Magia y Hechicería a más tardar el 31 de enero para retomar sus clases. Los tres
cursarán lo que queda del 6to curso. Al regresar a Inglaterra recibirán instrucciones periódicas de lo
que deberán hacer hasta que salgan del colegio. Después de graduarse los tres actuaran como una
sociedad independiente que tomara sus propias decisiones.

El jefe del grupo es el Sr. Potter por ser el heredero de Gryffindor, a la hora de tomar decisiones él
siempre tendrá la última palabra. Procuren aprender mucho de él ya que posee la gran ventaja de
estar entrenado en Magia Negra, Artes Oscuras y en la defensa contra estas últimas, aunque deberá
mejorar mucho en Magia Blanca al igual que ustedes. La casa principal no posee habitación por lo
que cada uno de ustedes deberá escoger una de las cabañas de la villa para vivir durante este
tiempo.

Además de sus entrenamientos tendrán la misión de detener los planes de Tom Ryddle hasta donde
les sea posible en Europa continental. El Sr. Potter sabe con mayor exactitud los planes de la
organización que el heredero de Slytherin hace llamar “La Orden de la Serpiente”. No se les pide un
milagro tan solo hagan su mejor esfuerzo. La conexión que Ryddle y Potter mantienen les será de
mucha utilidad para esto, a parte de que recibirán noticias cada cierto tiempo sobre las actividades
más importantes de dicha organización.

Sabemos que lograran derrotar a la amenaza que representa Lord Voldemort para la comunidad
mágica, como nosotros lo hicimos con Salazar Slytherin hace ya más de 1000 años. Utilicen sus
conocimientos solo para el bien, apóyense unos a otros y manténganse siempre unidos; no dejen que
la discordia, el odio y la envidia irrumpan en sus corazones como nos paso a nosotros en el pasado.
Solo nos queda desearles suerte y decirles lo orgullosos que estamos de que ustedes sean nuestros
herederos,

Atentamente,

Godric Gryffindor, Rowena Ravenclaw y Helga Hufflepuff.

Los tres herederos se mantuvieron en silencio analizando con cautela las palabras de la carta que
acababan de escuchar. La cosa no iba a ser tan fácil como pensaron, tendrían que entrenar
arduamente y además frustrar los planes de Lord Voldemort. La escena no era la más alentadora, en
realidad las cosas no pintaban nada bien. Harry sentía que una gran responsabilidad caía sobre sus
hombros, que sumada a la que tenía anteriormente por lo de la profecía se convertía en algo casi
insoportable.
Creo que lo mejor es que vayamos a dormir muchachos – propuso Harry, revolviéndose su ya
revuelta cabellera – Mañana ya veremos como organizaremos con nuestras obligaciones.

Si es lo más sensato que podemos hacer – dijo Jasón poniéndose de pie. - ¿Tu qué dices Jennifer?

Me parece que lo mas acertado sería comenzáramos a organizar todo inmediatamente sin perder el
tiempo – repuso Jennifer ante la propuesta de sus compañeros en armas – No debemos desperdiciar
nuestro valioso tiempo, ya llagara el momento para dormir.

Se nota que eres la heredera de Ravenclaw – dijo Jasón irónicamente. Harry permanecía callado
meditando las palabras de Jennifer.- Por mi no hay problema que opinas tu Harry.

La Srta. Anderson tiene razón no podemos perder el tiempo, creo que tendrá que pasar un tiempo
mas para que podamos dormir – apoyo Harry las palabras de la heredera de Ravenclaw.

Bien Jenny ¿Cómo nos organizaremos? – musito Jasón sentándose nuevamente en su cómoda
butaca – Pienso que podemos dividir el trabajo entre todos ¿no creen?

Es bastante sencillo, tome nota de lo que voy a decir Srta., por favor – explico Harry tomando la
palabra – Lo primero es organizar la comida ¿Alguno de ustedes sabe cocinar? – pregunto mirando a
sus dos compañeros. Jasón levanto la mano – Excelente tu te encargaras de las comidas y la Srta.
Anderson y yo nos encargaremos de limpiar después ¿Les parece? – ambos asintieron conformes. –
Perfecto, ahora lo siguiente es lo de los entrenamientos. Yo realizaba entrenamientos físicos todas las
mañanas y las tardes mientras estuve prisionero con Voldemort - Jasón y Jenny abrieron los ojos
considerablemente por las palabras de su amigo – Es una larga historia, luego se las cuento. Lo que
propongo es que si alguno de ustedes dos quiere me pueden acompañar mientras entreno, pienso
que nos beneficiaría enormemente estar en buena condición física ¿Están de acuerdo? – los chicos
miraban asombrado la capacidad de liderazgo de Harry, volvieron a asentir ante su propuesta –
Estupendo, también esta el asunto de los entrenamientos mágicos luego del desayuno yo los ayudare
dentro de mis posibilidades con los conocimientos que poseo, luego del almuerzo cada uno de
nosotros se dedicara a aprender lo que considere necesario ayudado con los libros de la biblioteca y
por último después de la cena nos reuniremos aquí a charlar, conversar sobre nosotros y de cualquier
tema importante que surja con respecto a nuestra misión de destruir la Orden de la Serpiente ¿Qué
les parece? – los jóvenes estaban mudos por las palabras de Harry Potter, en menos tiempo del que
se habían imaginado organizo casi todo su itinerario – Ah! Una cosa mas Srta. Anderson ¿Cree que
podría hacernos unos horarios con lo que he dicho por escrito?

No hay problema Harry con mucho gusto los haré – repuso saliendo de su asombro. – Los tendré
listos para mañana.

Excelente chicos creo que ahora si nos podemos ir a dormir ¿no creen? – Pregunto poniéndose de
pie y desperezándose – A sido un viaje bastante pesado para poder llegar hasta aquí. Además de que
todavía tenemos que escoger nuestras cabañas.

Tienes razón Harry aun hay que escoger el lugar donde vamos a dormir – respondió Jasón
levantándose de su sitio también – ¿Vienes Jenny?

Si pero quiero escoger primero de cabaña – repuso levantándose y caminando hasta la entrada. –
Después de todo soy la única dama.

Pero eso no es... - trato de apelar Jasón a las palabras de la chica, pero sintió un terrible dolor en las
costillas.
Así es Srta. Anderson nosotros somos unos caballeros y por lo tanto tu escogerás tu cabaña primero
– espeto golpeando con su codo el costado el cuerpo de Jasón.

¡Genial! Pues que estamos esperando vamos – exclamo abriendo la puerta, se disponía a tomar su
baúl cuando Harry la detuvo.

No esperaras que deje que cargues ese pesado baúl usted sola ¿verdad, Srta. Anderson? – pregunto
quitándole su equipaje y cargándolo él.

Gracias Harry, eres muy amable – dijo Jennifer notablemente sonrojado por la actitud del moreno.
Abrió la puerta y salió al exterior de la casa principal.

Oh! Sr. Potter – exclamo Jasón irónicamente fingiendo una voz femenina - ¿No va a llevar usted mi
equipaje también? – dicho esto el heredero de Hufflepuff salió muy deprisa de la casa antes de que
Harry le pudiera lanzar un hechizo.

Verdaderamente que es un payaso – susurro el chico de ojos color verde esmeralda, soltando una
pequeña risa como hacía ya mucho tiempo no pasaba.

Harry Potter tomo su baúl y el de Jennifer y abandono la acogedora casa principal. La luna alumbraba
tenuemente los jardines de la preciosa villa. Continuaba nevando y el suelo estaba recubierto por una
hermosa alfombra blanca. Caminaron hasta llegar a una cabaña que se encontraba bajo dos
inmensos árboles que no habían perdido sus hojas pero que estas estaban recubiertas por una fina
capa de nieve. Jennifer entro a la cabaña y los muchachos entraron detrás de ella. Era un lugar muy
acogedor, había una cama a mano izquierda, una pequeña salita en el centro, al fondo una chimenea
y a la derecha un escritorio. Junto a la puerta había un par de ventanas. Para Harry era muy parecida
a la cabaña de Hagrid. El moreno dejo el baúl de ella a un costado de la cama.

Muchas Gracias Harry – agradeció la joven un poco sonrojada y sin mirar al pelinegro a los ojos –
Que descanses.

Buenas Noches Srta. Anderson – se despidió tomando la mano de la chica y besándole el dorso –
Fue un placer el conocerte. – soltó su mano y salió de la cabaña.

Buenas Noches para ti también Jenny – dijo Jasón haciéndose el ofendido, se dirigió a la puerta y
antes de salir le dijo – Ya puedes cerrar la boca porque se te esta saliendo la baba – cerro la puerta
rápidamente. Jennifer quedo conmocionada por lo caballeroso que era Harry y se dispuso a dormir un
poco intranquila.

Jasón escogió una de las cabañas cercanas a la casa principal junto a lo que en la primavera parecía
ser un hermoso jardín de flores, pero que ahora en invierno no era más que flores petrificadas por el
frío y la nieve. Harry prefirió la cabaña junto al hermoso lago que en esta época del año estaba
congelado. Por cosas del destino su cabaña y la de Jennifer estaban bastante cerca al contrario de la
de Jasón que estaba bastante alejada a la de ellos dos.

Todas las casas eran exactamente igual con la cama, mesa, chimenea y ventanas en el mismo lugar.
Harry puso su baúl al pie de la cama, se acerco a la chimenea desenfundo su varita y susurro
“Incendio” la chimenea se prendió al instante inundando la habitación de un ambiente cálido y
acogedor. Se desprendió de sus ropas rasgadas y dañadas por la batalla con Voldemort, abrió su
baúl y saco su pijama. Se coloco solamente el pantalón y puso la camisa sobre el baúl. Miró las
cicatrices en su pecho que le provoco la maldición Folterung el día de la batalla con Voldemort, sabía
que estas desaparecerían pero que tardarían algún tiempo en hacerlo. Aparto el cobertor de su cama,
se acostó en ella y se volvió a cubrir. Despejo su mente de todo pensamiento, la cerro ante la
posibilidad de un ataque mientras dormía. Una vez puesta en práctica la oclumancia se dejo llevar por
los brazos de Morfeo, el dios del sueño.

Capítulo 8: Los Herederos

Un chico de cabello negro revuelto y ojos verdes esmeralda, sacaba algo de ropa de su baúl.
Selecciono un suéter azul marino, manga larga por el frío, y unos pantalones negros. Tomo una toalla,
una bata de baño y su varita de entre la ropa de ejercicio que se había quitado. Ya casi amanecía, los
rayos del sol amenazaban con entrar a través de la ventana de la cabaña. Estaba bastante sudado
por el arduo ejercicio que había realizado antes del amanecer. Su condición física mejoro
considerablemente desde que, hace ya poco más de un mes, comenzó a hacerlos como una rutina.
Entro al cuarto de baño por la puerta junto a su cama.

El baño era pequeño, tenía una regadera, el inodoro y un lavamanos con un espejo encima. Se dio un
rápido baño con agua caliente, desfrutando de la agradable sensación que esta le proporcionaba.
Seco su cuerpo y cabello con la toalla y se coloco la bata de baño. Se acerco al espejo y miro el
reflejo de su rostro, este le devolvió una triste y sombría mirada. Sacudió su cabello para terminar de
secarlo y unas cuantas gotitas de agua cayeron sobre el espejo. Agarro la ropa que trajo al baño, se
quito la bata y se puso sus calzoncillos, los pantalones negros y su cinturón con la funda de su varita
en el. Metió la varita en la funda y salió del cuarto de baño. Paso una mano por su desordenado
cabello, puso la toalla alrededor de su cuello y se sentó en la cama. Cogió sus botas y unos
calcetines y se los puso. De pronto tocaron la puerta de la cabaña.

Pase, esta abierto - atino a decir Harry poniendo una mano inconscientemente sobre su varita. La
puerta se abrió y por ella entro Jennifer.

Oh! - Exclamo ella sonrojándose al ver a Harry con el dorso descubierto. La joven traía puesta un
pijama de dos piezas. Un pantalón largo y una camisa de tiras ambos color rosa. Encima una bata de
dormir blanca - Lo... sien... siento... Ha... Harry - balbuceo ella totalmente apenada, al tiempo que se
volteaba de inmediato

No hay problema Srta. Anderson - dijo poniéndose de pie y colocándose el suéter - ¿Qué la trae por
aquí?

Emmm... esto... - tartamudeaba tratando de recordar el motivo de su visita. Harry la miraba divertido
por la actitud de la chica. - ¡Ya lo recuerdo! - Exclamo ella emocionada - Jasón me pidió que te viniera
a buscar.

¿Te dijo que quería? - pregunto un poco impaciente. Jennifer se quedo callada observándolo directo a
los ojos - Srta. Anderson ¿Esta bien?

Si, si, si... esto... - otra vez se le había olvidado, después de un par de segundos volvió a recordarlo -
Me dijo que te dijera que el desayuno esta listo.

Bien, dile que enseguida voy - repuso dirigiéndose a su baúl. Jenny abrió la puerta y se disponía a
salir - Una cosa más - ella se volvió rápidamente - Muchas gracias Srta. Anderson.

De nada Harry - respondió ella luego de unos segundos. Salió y cerró la puerta tras ella.

Convoco un cesto para la ropa sucio y echo su ropa de ejercicio y la ropa rasgada del día anterior.
Miro su abrigo y su capa sobre la silla del escritorio. Estos estaban igual de dañados que su ropa, los
agarro y los echo también en el cesto. Abrió su baúl y saco un nuevo juego de abrigo y capa
igualmente negros como los anteriores y un par de guantes negros. Tomo un frasco de colonia y se
echo un poco encima. Se puso la capa, el abrigo y los guantes y salió de la cabaña.

Caminaba lentamente cruzando el jardín. Ya había amanecido. Miro su reloj de pulsera y vio que eran
casi las 8 de la mañana. Llego a la puerta de la casa principal y entro. Colgó su abrigo y su capa en el
armario del vestíbulo y metió los guantes en uno de los bolsillos del abrigo. Se dirigió con paso
presuroso al comedor. Al entrar descubrió una mesa para 4 en el centro la habitación las sillas, al
igual que las de la sala, tenían en sus respaldares los escudos de los fundadores. Al fondo unos
ventanales por donde se colaba la cálida luz del sol. A la derecha una estantería con una hermosa
vajilla de porcelana y a la izquierda una puerta movediza que comunicaba con la cocina. En la mesa
encontró sentada a Jennifer, la saludo con un gesto de la mano y se sentó en su lugar. Otra vez la
chica se le quedo viendo directo a los ojos. Esa actitud comenzaba a incomodarlo. A los pocos
minutos de estar allí, Jasón irrumpió en el comedor con tres platos repletos de comida y una jarra de
jugo de naranja, flotando en el aire. Este vestía un pijama de cuadros azul oscuro y una bata de
dormir rojo vino.

Vaya, vaya - dijo Jasón con una sonrisa pícara - ¿Qué hacían los dos aquí solitos?

Nada interesante Jasón - respondió Jenny, haciendo el intento de ponerse de pie, pero alguien la
detuvo.

Déjelo Srta. Anderson, yo me encargo - dijo Harry poniéndose el de pie. Jennifer lo miro incrédula -
Usted quédese sentada.

Esta bien, gracias Harry - dijo ella apenada y sentadote nuevamente. El moreno coloco un plato frente
a ella, sirvió un poco de jugo de naranja en un vaso y se lo dio. - Gracias, no tenías que molestarte.

No es ninguna molestia - respondió sentándose y comenzando a comer. Jasón miraba la escena


tratando de contener la risa.

¡Qué caballeroso eres Harry Potter! - dijo Jasón fingiendo voz femenina - ¿No vas a servirme mi
desayuno también?

Calla Jasón - replico Harry mirándolo con reproche - No digas tonterías.

Oh! disculpe su señoría, olvidaba que mi nombre no es Jennifer - musito Jasón tratando de reprimir
una carcajada.

No seas idiota - espeto Harry, mirando de reojo a Jennifer quien continuaba comiendo su desayuno
despreocupada.

Bueno, bueno y cuando vamos a hacer ejercicio - pregunto metiéndose un buen pedazo de pan en la
boca.

Corrección mi querido Jasón - dijo Harry, tomando un sorbo de su jugo - La pregunta correcta es
¿Cuándo van a hacer ejercicio?

¿Y tu no vas a hacer o que? - contra pregunto dejando caer su tenedor sobre el plato.

No, yo ya lo hice temprano en la mañana - replico despreocupadamente - Antes de que amaneciera.


¡¿QUE?! - exclamaron los otros dos herederos ante las palabras del chico de cabello negro
azabache.

Si muchachos, tendrán que levantarse temprano para poder entrenar su físico - repuso ante la
exaltación de sus dos compañeros. Los dos lo miraron con cara de pocos amigos.

Después de esto el desayuno transcurrió con normalidad. Cuando terminaron Jasón fue a cambiarse.
Harry recogió la mesa y fue a la cocina, detrás de él entro Jennifer. El chico saco la varita y comenzó
a levitar las ollas y los platos hasta el fregadero. La muchacha hacia lo propio limpiando la cocina con
algunos hechizos. Termino de poner los trastos en fregadero y vio que Jenny casi finalizaba su labor.

¡Fregotego! - exclamo Harry con la varita en alto. Los trastos se levitaron unos centímetros y
comenzaron a asearse. Luego se colocaban en el escurridor.

Muy inteligente - dijo Jennifer mirando los trastos - No pensé que llegara el día en que un hombre
recordara ese hechizo.

Es un hechizo muy útil para situaciones como esta, Srta. Anderson - observo Harry pasando una
mano por su barbilla.

¿Puedo hacerte una pregunta, Harry? - pregunto Jennifer un poco insegura de la reacción del
moreno.

Ya has hecho una ¿no crees? - Musito seriamente, pero al ver el rostro afligido de la chica cambio su
expresión por una más amigable. - Tranquila Srta. Usted puede hacerme las preguntas que quiera.

¿Por qué no me tuteas? - Pregunto viendo al chico fijamente a los ojos, noto que este no entendía la
pregunta - Me refiero a que ¿Por qué no me llamas por mi nombre? ¿Acaso es que te caigo mal o
algo así?

Ah! No como crees, tu me caes excelente - respondió Harry observándola detenidamente.

Entonces es porque soy fea ¿cierto? - repuso la chica con los ojos aguados y mirando al suelo.

No, no, no, tampoco es eso - musito mientras se le acercaba y levantaba la barbilla de la joven con su
mano - Tu eres una chica muy linda - a Jenny se le iluminaron los ojos y esbozo una pequeña sonrisa
por el comentario del muchacho - Lo que pasa es que tu no me habías dicho que querías que te
llamara por tu nombre.

Oh! Bueno, espero entonces que de ahora en adelante me llamas por mi nombre - espeto Jennifer
guiñándole un ojo.

Tenlo por seguro... Jenny - dijo Harry regalándole una seductora sonrisa. - Creo que lo mejor es que
vayas a cambiarte tenemos que empezar con los entrenamientos. Dile a Jasón que los espero en la
biblioteca.

De acuerdo Harry - repuso Jennifer poniéndose de puntillas y dándole un beso en la mejilla a Harry. -
Nos vemos - tan pronto dijo esto salió disparada de la cocina.

Harry no alcanzo a decirle nada. Sonreía mientras pasaba una mano por el lugar donde la chica lo
había besado. Tenía que reconocer que Jennifer era muy bonita. Si tan solo Ginny fuera tan cariñosa
como ella. ¡Demonios Potter! Olvídate de ella de una vez por todas, se dijo, ella no te quiere y no lo
hará nunca. Escuchaste perfectamente que te odia. Conteniendo las lágrimas finalizo el hechizo que
limpiaba los trastos y salió de la cocina dirigiéndose a la biblioteca, para comenzar el entrenamiento
con sus compañeros.

El Nº 12 de Grimmauld Place había cambiado mucho desde el verano anterior. Los continuos
esfuerzos de los Weasley y de algunos miembros de la orden del fénix por quitarle ese aire tenebroso
y lúgubre al lugar finalmente habían dado resultados. En la cocina de la casa de los Black sentados
en la mesa esperando el desayuno estaban: Remus Lupin, Hermione Granger, Los Gemelos Weasley
y Ron Weasley quien parecía no haber despertado todavía. La Sra. Weasley casi terminaba cuando
una lechuza blanca como la nieve irrumpió en la tranquilidad del recinto y se poso frente al Hermione.
Haciendo que Ron se sobresaltara.

¿Tiene carta Hermione? - pregunto el peligroso mirándola con suspicacia.

No Ron tan solo es El Profeta - contesto un poco molesta por la actitud de su amigo. Pago a la
lechuza y cogió el periódico.

Tranquila Hermione... - dijo Fred uniéndose a la conversación

Tú eres la única dueña del corazón de nuestro querido hermano Ronnie - agrego George. Hermione
ignoro el comentario y comenzó a leer el diario. Ron en cambio se puso igual de rojo que su cabello.

Detesto que hablen de mí como si no estuviera presente - espeto Ron apretando los puños.

Dejen de molestar a su hermano - los regaño Molly Weasley - No tiene nada de malo que le guste
una chica

¡Mamá! Por favor - exclamó mirando significativamente a su madre - Hermione solamente es mi mejor
amiga y además...

¡Por Merlín! - dijo Hermione interrumpiendo al pelirrojo y poniéndose muy pálida.

¿Qué pasa Herm? ¿Estás bien? - pregunto atropelladamente Ronald al ver el estado de su amiga.
Los gemelos miraban la escena divertidos por la actitud de su hermano. Su madre los miro
severamente por su actitud.

Es... herencia... Gringotts... Vivo... - alcanzó a decir la chica respondiendo a la pregunta. Una
pequeña lágrima resbalaba por su mejilla. Al ver esto Ron se levanto de su sitio y hacia Hermione.
Lupin que pareció entender algo de lo que quiso decir la joven también se levanto.

Hermione ¿Qué es? ¿Qué te puso en este estado? - pregunto muy preocupado. La chica solo pudo
señalar en el periódico aquello que la había puesto en ese estado. El pelirrojo al igual que Remus
acercó su cabeza y comenzó a leer.

Léelo en voz alta Ronald Weasley no seas mal educado - espeto Molly Weasley a su hijo menor. Los
gemelos se partían de la risa.

Esta bien, esta bien - dijo a regañadientes - Veamos... el artículo dice lo siguiente:

HARRY POTTER HEREDA LA FORTUNA POTTER –BLACK

Harry Potter, mejor conocido como: el niño que vivió. Se aproximo ayer 31 de julio, día de su
cumpleaños, a las oficinas del Banco de Magos Gringotts, con el fin de reclamar su herencia a la
edad de 16 años tal y como lo estipula la ley Mágica. Nuestras fuentes nos informan que el joven
Potter heredado la fortuna de los Potter, a la cual tenía derecho por su vínculo sanguíneo y por ser el
único descendiente de esta familia que se encuentra con vida. Lo mas extraño de todo es que no
solamente a heredado la fortuna de los Potter, también a su nombre a ha sido traspasada la enorme
fortuna de los Black. Esto nos hace suponer a todos que el único Black sangre pura vivo, el ex
convicto Sirius Black, ha muerto. Como todos sabemos el Sr. Black fue nombrado hace 16 años
padrino de Harry Potter, antes de traicionar a sus mejores amigos James y Lily Potter provocando su
muerte.

Por otra parte, Harry Potter, según nuestras fuentes más confiables se ha hecho acreedor a una de
las fortunas más antiguas de la comunidad mágica, lamentablemente no hemos podido dar con el
nombre de la persona a quién perteneció esta en el pasado. Concluimos que no es del interés del
banco de magos que este nombre se haga publico, al haberse convertido en uno de los secretos
mejor guardados de esta entidad. Para conocimiento de nuestros lectores hemos decidido hacer la
observación de que el Sr. Potter ha pasado a ocupar el 3er lugar en la lista de las personas más ricas
y poderosas de la Comunidad Mágica Mundial. Se estima que su fortuna asciende a los 6.5 billones
de galeones, una suma bastante considerable por cierto.

A los editores de El Profeta no nos extrañaría para nada que la fama que ya poseía el joven Potter, se
incremente a límites insospechados con la publicación de los números de su cuenta bancaria y en
consecuencia que su club de admiradoras crezca. Como nota curiosa hacemos la observación que,
desde que finalizara su 5to curso en Hogwarts no hemos sabido nada de él. La pregunta que todos
nos hacemos es ¿Dónde esta Harry Potter?, nuestros informantes nos comunicaron que después de
que saliera del banco le perdieron la pista. Hay quienes dicen que el niño que vivió se encuentra en el
extranjero, paradero desconocido. Por supuesto estos rumores son infundados. Al parecer las
admiradoras de Harry Potter deberán conformarse solo con enviarle cartas a través de las lechuzas.
Se despide de ustedes,

Steven Thompson

Editor en Jefe de El Profeta

Esto... es... - trato de decir Ron, pero la voz se le quebraba. Se le aguaron los ojos de felicidad.
Hermione se levanto de su sitio y lo abrazo.

¡Lo sabía! - Exclamo Lupin lleno de júbilo - Estaba seguro que no él no podía estar muerto, siempre lo
supe.

Es simplemente... - dijo George tratando de buscar la palabra correcta.

...maravilloso - termino Fred ayudando a su hermano.

¡Cuando Dumbledore se entere! - dijo al borde del llanto la Sra. Weasley.

¿A que se debe tanta alegría? - pregunto Ginevra Weasley irrumpiendo en la cocina.

¡Ginny! - Grito Hermione separándose de Ron y corriendo a abrazar a su amiga - ¡Es Harry! ¡Ginny!
Harry esta... el esta...

¿Muerto? - pregunto interrumpiendo y tratando de respirar por el fuerte abrazo que le estaba dando
Hermione.

¡No! ¡Él esta vivo! ¡Vivo! - exclamo muy feliz la chica de pelo castaño.
Ah! Que bien... Me alegro - dijo tratando de sonar convincente. Se separo de su amiga y se sentó en
el comedor.

Sí, ya lo creo - espeto Ron mirando fríamente a su hermana - Te alegra mucho ¿verdad?

¡Basta, Ronald! - corto la Sra. Weasley bastante contrariada - Ginny te dijo que le alegraba y eso es
todo - Los demás tuvieron que contener sus expresiones de júbilo por la noticia, debido a la presencia
de Ginny.

Remus Lupin tomo el periódico y comenzó a leerlo. La Sra. Weasley sirvió la comida y todos
comenzaron a desayudar tranquilamente. Casi habían finalizado cuando nuevamente una lechuza
entro a la cocina y se poso sobre el hombro de la señora Weasley. Esta cogió la carta y noto que esta
traía el sello del Gringotts. Se preocupo bastante ya que por lo general estas cartas nunca les traían
buenas noticias a su familia, probablemente era una nota informándoles que debían desalojar su
casa. Eso sería lo peor que podía pasarles. Los pelirrojos vieron la característica expresión que su
madre ponía en su rostro cada vez que había problemas.

¿De quién es la carta mamá? - se aventuro a preguntar Ginny.

Es de Gringotts, hija - susurro su madre visiblemente preocupada. - No se que podrán querer, se


supone que estamos al día con todo.

Tranquila Molly - dijo Lupin levantándose para abrazarla. Ron y los gemelos sabían que esa carta
solo significaba problemas. Hermione no presto atención a la escena de ese momento, estaba muy
interesada en un artículo en la contraportada de El Profeta - Seguro que no es nada malo.

Tienes razón, Remus - dijo tratando de reponerse del susto - Lo mejor es que la abra de inmediato -
trato de abrir el sobre pero sus manos temblaban tanto que le era imposible.

Ven mama, déjame a mí - musito Ron quitándole el sobre de las manos a su madre. Lo abrió y
empezó a leerlo en voz alta.

¡Por Merlín! ¡Ronald Weasley! - exclamo desesperado su madre - ¿Cómo se te ocurre leerla en voz
alta?

¡Ay! Mamá ¡Por favor! - dijo su hijo desesperado - Estamos en confianza.

Es cierto Molly - apoyo Remus Lupin al pelirrojo.

Esta bien - acepto Molly Weasley no muy convencida - Léela de una vez por todas.

Bueno, aquí va - repuso Ron mientras era observado atentamente por los Weasley, Lupin y ahora
también por Hermione.

GRINGOTTS BANCO DE MAGOS

Director: Matheus Oliveos


(Gnomo de Primera Clase,
Doctor en Economía Mágica)

Queridos Sres. Weasley:


Por medio de la presente se les informa que a su bóveda en el banco se le ha hecho un depósito de 5
millones de galeones que, menos la cuota de transferencia por galeón en su cuenta ha quedado un
superávit neto de 4 millones 854 mil 148 galeones. Es nuestro deber comunicarle que dicha cantidad
de dinero ha sido transferida de la cámara 010, la cual pertenece al Sr. Harry James Potter Evans. Es
de conocimiento de sus acreedores el incremento de dinero que presenta su cuenta de banco, por lo
que nos están presionando para que hagamos efectivos los pagos de sus deudas con las respectivas
empresas. Les invitamos a que tan pronto puedan se aproximen a su sucursal más cercana para
poner en orden los tramites de dinero en su cuenta.

Atentamente,

Theodore Thiverius
Director General de Transferencias

Todos los presentes se quedaron paralizados, jamás se habrían esperado algo así. Sabían de sobra
que Harry era desprendido y noble, pero tampoco esperaron tanto de él. Hermione trato de ahogar
inútilmente un grito, al igual que la Sra. Weasley. Ron se quedo boquiabierto, los gemelos se miraban
incrédulos entre sí. Lupin mantenía un semblante serio y pensativo. Ginny se mantuvo inexpresiva.

Esto es increíble - murmuro Fred con la mirada perdida.

Querrás que es estupendo - corrigió George la frase de su hermano.

Mas bien es fabuloso - agrego Ron agarrando fuertemente la carta.

Es algo insólito - continúo Hermione la lista de adjetivos.

En realidad es Inesperado - los interrumpió Ginny, saliendo de su asombro - La verdad no podemos


aceptarlo ¿cierto, mamá?

¡¿TE HAS VUELTO LOCA?! - exclamo Ron totalmente sorprendido por la actitud de su hermana.
Estaba al tanto del resentimiento de Ginny a todo lo que tuviera el nombre de Harry Potter por algún
lado. Lo que no podía aceptar es que ella fuera tan cabeza dura como para hacer esa afirmación.

Creo que tu hermana tiene razón, Ronald - musito no muy segura de sus palabras Molly Weasley -
Ese dinero es de Harry y... bueno no podemos aceptarlo.

Pero mamá - quiso protestar Fred.

Harry quiso regalarnos ese dinero - agrego George.

Además él ya tiene bastante - aseguro Ron, señalando el periódico - ¿Acaso no leíste el artículo de El
Profeta? - su madre lo miro incrédula por sus palabras - ¡Es la 3ra persona más rica de la Comunidad
Mágica Mundial! - a pesar de lo que decía Ron su madre no cambiaba su expresión - ¡Por Merlín!
Mamá, recapacita ¡Tiene una fortuna de 6.5 billones de galeones! No creo que 5 míseros millones le
hagan falta.

Ronnie tiene razón, mamá - afirmo Fred mientras su hermano George asentía, aprobando sus
palabras - Si Harry lo hice es porque nos tiene aprecio, porque nos quiere como si fuéramos su
familia.

No vas a dejar que estos - espeto Ginny señalando a sus tres hermanos - Te logren mani...
Además se sentiría muy mal, si le rechazamos esta muestra de afecto - terció Ron interrumpiendo a
su hermana.

Creo que deberías aceptarlo, Molly - añadió Lupin manteniendo su semblante serio - Sabes bien que,
Harry no lo hace por lástima. Lo hace porque los quiere.

Bueno, bueno - musito por fin la Sra. Weasley, mirando a sus hijos - Creo que nos quedaremos con el
dinero.

¡EXCELENTE! - exclamaron los gemelos y Ron a la vez, felices de haber podido convencer a su
madre de que aceptara. Ellos sabían que, el sí de su madre significaba la aprobación de su padre.

De todos modos tengo que consultarlo con su padre, ya que los dos tendremos que ir al banco lo
antes posible - concluyo Molly Weasley, recogiendo la mesa con la ayuda de Remus Lupin. Ginny
tenía una expresión de pocos amigos en el rostro

Hermione quedo muy interesada en un artículo que había en El Profeta, por lo que decidió guardar el
periódico con la impresión de que en un futuro podría serle útil. Luego de terminar de desayunar se
fueron a sus habitaciones a ducharse y a cambiarse, para luego disfrutar del resto del día. Los
gemelos se irían a trabajar en los preparativos para la inauguración de su tienda en el Callejón
Diagon. Hermione, como siempre, adelantaría los deberes del colegio y Ron se dedicaría a perder su
tiempo. Ginny ayudaría a su madre a preparar el almuerzo y a mantener la casa en orden, dándole un
par de retoques a la limpieza.

En las manos tenía un libro de un grueso considerable. Estuvo toda la tarde buscando uno lo
suficientemente atractivo para que pudiera llegar a llamarle la atención. El libro se titulaba “Magia sin
Varita. Historia, Principios y Aplicación”. Llevaba un buen rato leyéndolo, a medida que pasaba las
páginas el libro se tornaba mas y más interesante. Interrumpió su lectura un momento al recordar los
sucesos del entrenamiento matutino con sus compañeros. Jennifer tenía una gran habilidad para
realizar hechizos y encantamientos, pero en cuanto a maldiciones se refiere era... simplemente
pésima.

En cambio, Jasón, era todo lo contrario se le facilitaban enormemente las maldiciones, trabajaba muy
duro para conseguir que le salieran bien. Pero tal y como él había dicho, los encantamientos y
hechizos no eran su especialidad. Prefería las transformaciones, a cualquier otra cosa. Para él, las
transformaciones eran exclusivas para mentes “perseverantes”. Así pues, cada uno de los herederos
tenía afinidad para una rama de la magia en específico.

Harry prefería Defensa contra las Artes Oscuras y, muy a su pesar, pociones. En el tiempo que estuvo
con Voldemort le tomo un gran aprecio a esta materia, descubrió lo interesante y útiles que puede
llegar a ser. Sin mencionar que son necesarias para entrar en la Academia de Auror. Sin embargo,
algo lo inquietaba bastante. Hace algún tiempo comenzó a sentir una gran afinidad por todo lo
relacionado a las Artes Oscuras y la Magia Negra. Sin saber porque, estas le provocaban un inmenso
placer al hacerlo sentirse... poderoso.

El sol ya casi se había ocultado, y unas cuantas estrellas surcaban el firmamento. El cielo se teñía de
tonalidades ocres, vaticinando la caída de la luz y surgimiento de la oscuridad. La hora de la cena se
acercaba y Jasón no parecía dar señales de vida. Levanto la mirada y vio como sus sospechas eran
ciertas. Hufflepuff leía un libro titulado “Transformaciones útiles, para ocasiones peligrosas”.
Ravenclaw leía, muy concentrada “Encantamientos convertidos en Maldiciones”. Noto por primera
vez desde que llegara a este lugar que la soledad que lo invadía durante su estancia con Voldemort
había desaparecido.
Después de mucho tiempo se había echo la idea, de que estaba solo en la pelea contra el Señor
Tenebroso. Pero ahora resulta que no solo es el heredero de Gryffindor, sino que también los
herederos de los otros dos fundadores de Hogwarts están aquí para ayudarlo. No podía negar lo
mucho que lo reconfortaba eso. Harry Potter sabía perfectamente que, Ron y Hermione nunca lo
hubieran abandonado en la lucha; sin embargo él no hubiese sido capaz de consentir, que ellos
arriesgaran su vida por él y la estúpida profecía.

Salió de sus pensamientos al ver como Jasón se levantaba de su sitio en la mesa, se desperezaba y
salía por la puerta de la biblioteca. Harry observo a su alrededor. El lugar era enorme, incluso tal vez,
más grande que la biblioteca de Hogwarts. Al entrar se encontraban con estanterías de libros por
doquier. En el centro de la habitación había una inmensa mesa redonda con cuatro sillas alrededor y
los escudos de los fundadores grabados. En el fondo había una chimenea con cuatro cómodas
butacas alrededor de una mesita para café. Parecida a la colocación de la sala de estar del piso
inferior. A la derecha y a la izquierda más estanterías y mas estanterías. Miro a Jennifer y bajo su
mirada para continuar con su lectura.

“En el pasado, los magos y brujas invocaban magia sin necesidad de una varita, solo con el poder del
pensamiento. Con el paso del tiempo se crearon nuevos y más complicados conjuros. Esto en un
principio no resulto ser un problema, debido a que existían pocas personas mágicas en el mundo.
Luego en el año 640 a.C., momento en el cual nos percatamos de que los magos corríamos un gran
peligro de extinguirnos, comienzan los cruces entre magos y muggles. En consecuencia el equilibrio
mágico sufrió una tremenda variación por el aumento del número de personas mágicas. Sumándole a
este hecho que los conjuros para el año 500 a.C., con los grandes avances que sufrió la aritmancia,
se dividieron en categorías como hoy en la actualidad las conocemos: Maldiciones, Hechizos y
Encantamientos. Todo esto provoco que fuese imposible para las personas de la comunidad mágica
internacional, utilizar magia sin necesidad de un instrumento que canalizara la energía...”.

“...especialistas en la materia concluyeron que para canalizar este tipo de energía se necesitaban
objetos que fueran mágicos por si solos. Las únicas cosas conocidas hasta el momento que poseían
magia por si sola, eran las partes del cuerpo de los animales mágicos. Se experimento con varias
partes antes de dar aceptar que se necesitaba mucho más que eso para canalizar magia. Probaron
con cuernos de unicornio, garras de hipogrifo, patas de acromantula, uñas de banshee, colmillo de
basilisco, entre otras cosas. El problema de todo radicaba en que estas no funcionaban
correctamente con todos lo magos, la mayoría de las veces ocurrían cosas catastróficas”.

“...finalmente en el año 382 a.C., Stuart Ollivander, en un golpe de suerte o en una demostración de
su tremendo ingenio, quizás ambos; invento la varita mágica. Ollivander descubrió que las partes de
animales actúan como una especie de núcleo mágico en la varita, en este núcleo se concentra la
magia de un mago cuando empuña su varita. En cambio la estructura alargada y resistente hecha de
madera, redirige o canaliza el poder del núcleo a lugares, objetos e incluso personas con gran
precisión. Cada mago / bruja reacciona diferente con cada varita dependiendo de las características y
magnitud de su poder. Debido a esto, surgió la necesidad de crear una gran variedad de varitas; de
diferente tamaño, flexibilidad, material y núcleo mágico (Para mayor detalle refiérase al libro: Historia
y Evolución de la varita mágica)”.
No cabía duda que la tienda del Sr. Ollivander fabricaba las mejores varitas. Después de todo, fueron
sus antepasados de muchos siglos atrás los que inventaron las varitas en un principio. Paso unas
cuantas páginas ojeándolas por en encima, buscando sobre la teoría del uso de la magia sin varita.
Casi a la mitad del libro encontró lo que buscaba. Acomodo sus anteojos en su rostro y comenzó a
leer.

“...sin embargo, aunque la mayoría de los magos tenían la necesidad de utilizar varitas, existían
algunos magos que mantenían la habilidad de poder utilizar su maga sin intermediario. Escasos en su
especie, estos poco a poco fueron extinguiéndose y dejaron de verse de forma natural. El último
mago conocido que de forma natural podía manejar su energía mágica por si mismo, fue el gran
Merlín. Incluso el príncipe de los encantamientos, Merlín, entrado en edad avanzada tuvo que
seleccionar una varita para él. Es una verdadera lástima que por cosas de la evolución o del destino,
esta clase de magos, al igual que los magos elementales, se haya extinto irremediablemente (Para
mayor detalle acerca de los magos elementales refiérase a: Los Elementos y la Magia. El arte
perdido)”.

“Existe la posibilidad de entrenar la mente y el cuerpo para poder canalizar la energía mágica
correctamente y descartar el uso de una varita. Lamentablemente esto solamente se limita a magos
extremadamente poderosos. Desde Merlín, pocos han sido los capaces de entrenarse para este
complicado arte y tener éxito. Y aquellos que lo han conseguido, solo lo han hecho de forma parcial.
Algunos de estos magos son: Godric Gryffindor, conocido por controlar maldiciones y hechizos sin
varita. Rowena Ravenclaw, conocida por controlar hechizos y encantamientos sin varita. Helga
Hufflepuff conocida por realizar transformaciones sin varita. Salazar Slytherin, conocido por controlar
maldiciones y magia negra sin varita (Nota: La Magia Negra no es considerada un conjuro, es una
categoría en que se divide la magia. Hacemos mención de ella para recalcar que Salazar Slytherin,
dominaba todos los conjuros de esta categoría de la magia sin necesidad de una varita). Griselda
Marchbanks, conocida por realizar hechizos sin varita. Albus Dumbledore, conocido por realizar
encantamientos sin varita. Lord Voldemort, conocido por dominar parcialmente maldiciones y magia
negra sin varita...”.

“Se dice que los herederos de los fundadores del colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, también
poseen la habilidad al igual que sus ancestros de poder controlar parcialmente el arte de la Magia sin
varita. La única prueba palpable de que esta información es verídica la tenemos en el terrible mago
Lord Voldemort, al cual hace algunos años le fue atribuido el título de heredero de Slytherin. Desde la
muerte de los otros tres fundadores del colegio Hogwarts no se han conocido jamás a algún heredero
de estos tres magos. Una verdadera lastima...”

El ya sabía que Voldemort podía dominar parcialmente la magia sin varita, eso no era nada nuevo
para él. Lo que si le sorprendió bastante fue descubrir que Albus Dumbledore también podía. Marcó la
página donde término de leer, cerro el libro y lo dejo sobre la mesa. Recostó su cuerpo sobre el
respaldar de la silla y se estiro. Bostezo, cerrando los ojos y descansando su vista. Quito los anteojos
de su cara y los puso encima del libro. Froto sus ojos y volvió a bostezar. Mañana terminaría de leer y
comenzaría a practicar magia sin utilizar una varita. Sabía que le iba a costar un buen tiempo el poder
dominarla, pero confiaba en que su poder fuese el necesario para llegar a dominarla. Además pronto
tendrían que organizar sus misiones de espionaje, para poder preparar los pocos ataques que
realizarían; solo en situaciones extremas.

Le inquietaba el no saber como demonios iban a conseguir esa información. Durante su


entrenamiento en la mansión descubrió cosas muy interesantes sobre su conexión con Tom Ryddle.
Una de estas es que Voldemort al haber sido el causante de la conexión, no puede cerrarle
completamente su mente, en cambio él sí. El problema radica en que Voldemort no era idiota y,
aunque Harry puede entrar a su mente siempre que quiera; pocas serían las veces que tomara al
Señor Oscuro desprevenido. Lo que significaría que él, al entrar a la mente de su enemigo dejaría
totalmente desprotegida la suya. Determino que solo utilizaría este recurso en caso de que fuera
extremadamente necesario. Trataría de evitarlo siempre que pudiera, buscando distintas alternativas.

Escucho los gritos de Jasón llamándolos a cenar: “¡Chicos! ¡Bajen a Comer! ¡La cena esta lista! Se
paro de su silla, se puso los anteojos y cargo el pesado libro bajo su brazo. Le hizo una seña a
Jennifer para que dejara de leer y bajara a cenar. Al ver que esta no tenía la menor intención de dejar
su lectura, se acerco a ella y le cerró el libro. La tomo del brazo con delicadeza y la llevo directamente
al comedor. La cena transcurrió con normalidad. Solo interrumpida por alguna que otra payasada de
Jasón. Harry comía en silencio y Jennifer discutía continuamente con Jasón por su comportamiento.
Las peleas de esos dos, aunque en menor escala, le recordaban mucho a Ron y Hermione. Harry al
ver que Jenny se veía cansada le dijo que limpiaría el solo. Luego de recoger la mesa y limpiar el
desastre que su compañero había dejado en la cocina, preparo café y se unió a sus compañeros en
la sala, colocando su libro en la mesita; frente a la chimenea. Observaba sentado, bebiendo su café,
como Jenny y Jasón discutían sobre que era más importante: un encantamiento o una
transformación. Para Harry la discusión era realmente estúpida puesto que ninguno de los dos era tan
importante, a su parecer, como una maldición o una contra maldición. Finalmente después de un
tiempo la conversación entre ellos dos concluyo y paso a una más amena entre los tres.

...tienes amigos en la escuela ¿no? - pregunto Jenny con mucha curiosidad.

Pues sí - respondió sorbiendo un poco de café - Están, Ron mi mejor amigo y Hermione que es como
si fuera...

¿Tu novia? - Interrumpió Jenny rápidamente - ¿Ella es novia tuya?

Vaya Harry eres todo un cazador - musito Jasón pícaramente.

No, en realidad no me lo he imaginado nunca - replico Harry firmemente - Sería casi un... - puso cara
de asco - Incesto, ella y Ron son como los hermanos que nunca tuve.

Ah! Bueno, lo siento no quise ser descortés - dijo la chica aliviada por la respuesta del moreno.

No te preocupes - dijo él haciendo un gesto con la mano - Imagino que tu tendrás novio, una chica tan
linda como tu debe tener muchos pretendientes.

Pues la verdad... no - respondió la joven sonrojándose - Todavía no he tenido novio.

Bueno Harry parece que tendrás tu oportunidad - terció Jasón mirando significativamente al moreno.

Deja de decir estupideces - espeto Jennifer enojándose y poniéndose muy roja. El Hufflepuff se
disponía a responderle.

¿Y tu Jasón? Alguna chica en especial ocupada tu corazón - cortó Harry la reacción del chico,
evitando otra discusión.

Tampoco, todavía no encuentro a la indicada - contesto el chico calmándose un poco.

Ya llegara, Jasón - dijo el joven Potter dándole unas palmaditas en el hombro a su amigo.

Y cuéntanos, Harry - intervino Jenny en la escena melodramática de los dos chicos - ¿Cómo han sido
estos 5 años en Hogwarts? Una experiencia única, supongo.

No dudes en que ha sido única, jamás me lo hubiese podido haber imaginado - respondió el pelinegro
con la mirada pérdida - Tengo recuerdos maravillosos, pero también algunos otros que preferiría
nunca haber tenido.

Creo que lo mejor es que nos cuentes todo lo que ha pasado - propuso Jasón emocionado - Tenemos
que conocer todo sobre el resurgimiento del patán de Voldemort.

No tienes porque hacerlo sino quieres, Harry - añadió Jennifer al ver la mirada de tristeza que puso el
chico.
Me va a costar un poco relatarles todo lo que ha sucedido - musito el joven Potter con semblante
serio - Pero tarde o temprano tenía que decírselos - se quedo callados por unos segundos haciendo
memoria, Jasón lo miraba expectante y Jenny un poco preocupada. Coloco su taza de café en la
mesita, al lado del libro que saco de la biblioteca. Sabía que esa conversación llegaría tarde o
temprano.

Suspiro y empezó el relato de su primer año en Hogwarts, desde que Hagrid lo visito para entregarle
la carta del colegio. Les contó sobre la singularidad de su varita, como conoció a sus dos mejores
amigos en el expreso de Hogwarts, su capa invisible y hablo sobre el equipo de Quidditch. Siguió por
todo el año escolar desde lo detestable que son Draco Malfoy y Severus Snape, el cobarde profesor
Quirrell y la aventura de Hagrid de criar un dragón, hasta llegar a lo sucedido con Voldemort y la
piedra filosofal.

Luego continúo relatando lo sucedido en su segundo año, como Ron y los gemelos lo rescataron del
infierno de los Dursley y las desventuras que les hizo pasar el elfo doméstico, Dobby. En esta parte
Jasón se rió como un loco. Narro los sucesos del diario, la poción multijugos, Hermione petrificada, el
secuestro de la hermana de su amigo, la lucha contra el basilisco, lo de la espada de Gryffindor y de
cómo salvo a Ginny.

Llego el momento del relato de su tercer año. Les contó sobre el autobús Nocturno, el escape de
Sirius de Azkaban, su Saeta de Fuego, la casa de los gritos, la victoria contra Slytherin para llevarse
la copa de Quidditch y acerca de todo lo que les enseño el profesor Lupin, mencionando lo
relacionado al encantamiento patronum. Menciono el mapa del merodeador, la licantropía de Remus
y lo que escucho en el bar de las Tres Escobas.

Hablo sobre su padre y madre, en especial de la traición que recibieron por parte de Peter, la
injusticia cometida con su padrino Sirius Black y de cómo se esclarecieron las cosas. En este
momento a Harry se le quebró notablemente la voz. Finalizo el curso contándoles acerca de cómo
viajo atrás en el tiempo con Hermione, se salvo a si mismo del ataque de un centenar de dementores,
libero a su padrino de las manos del Ministerio y del escape de este con el hipogrifo de Hagrid.

Al llegar al cuarto curso, era muy de noche pero a pesar de esto continuo la historia. Narro lo
sucedido en los mundiales de Quidditch, el ataque de los mortífagos, el torneo de los tres magos y las
conversaciones furtivas que mantenía con su padrino. Además de lo sucedido en las tres pruebas y la
ayuda que le proporciono ojoloco moody sin el darse cuenta. La voz volvía a quebrársele y sus dos
compañeros estaban bastante intranquilos.

Les dijo sobre la muerte de Cedric en el cementerio, la lucha que tuvo contra Voldemort luego de su
renacimiento. Lo sucedido con el priori incantatem, el recuerdo de sus padres, lo huida del
cementerio, la desenmascarada del falso Moody que resulto ser Barty Crouch Jr., y el beso del
dementor que recibió este último. Termino con la campaña de desprestigio que el Ministerio de Magia
y El Profeta comenzaron contra él y Dumbledore, al negarse a aceptar el regreso del Señor
Tenebroso.

Para este punto los jóvenes lo miraban muy preocupados, Jasón estaba bastante alterado por el
relato y Jennifer al borde del llanto. Comenzó, así, el relato de su quinto curso con su traslado a
Grimmauld Place y su conocimiento sobre la Orden del Fénix. Las calamidades que paso limpiando la
casa, los continuos gritos de la Sra. Black, el silencio permanente que mantenían para con él, sin
sumar la depresión en la que se encontraba desde los hechos del cementerio, por supuesto el
encierro al que estaba sometido su padrino y el nombramiento de Hermione y Ron como prefectos.
Además del extraño trato que comenzó a recibir por parte del director.
Continuó con el catastrófico inicio del año escolar. Hablo sobre la detestable profesora de Defensa
contra la Artes Oscuras, los castigos que recibía, las reuniones del Ejército de Dumbledore, las
constantes visiones que tenía, la expulsión de por vida del equipo de Quidditch, las horribles clases
de Oclumancia. Relato lo que vio en su sueño cuando atacaron al Sr. Weasley, el beso que le dio Cho
Chang y el como descubrió que su padre por un tiempo había sido un cretino. Narro la huida de
Dumbledore luego de que se descubriera lo del ED por la traición de Marieta, la amiga de Cho. Siguió
contando su experiencia en los TIMOS y la victoria en la copa de Quidditch a pesar de todo. También
la persecución del ministerio contra Hagrid, el desastre de los gemelos, la visión de Voldemort
torturando a Sirius y el engaño de Kreacher.

Contó lo que sucedió en la batalla en el departamento de misterios, la lucha contra los mortífagos, la
llegada de la Orden del Fénix, la profecía rota y la valentía de Neville. Un par de lágrimas resbalaron
por sus mejillas, había llegado a la parte más difícil del relato; tomo una gran bocanada de aire.
Continuo con el asesinato de Sirius Black por parte de su prima Bellatrix Lestrange, la maldición
cruciatus que él le lanzo a ella, la aparición de Dumbledore en el Ministerio, la lucha entre el viejo
director y Voldemort y la posesión que le hizo este último para que el viejo loco lo matara. Luego paso
a decirles todo lo que Dumbledore le oculto, desde como fue que logro salvarse hasta lo de la
profecía y el destino que lo unía a luchar contra Voldemort, obviando el hecho de que él es el
heredero de Gryffindor. Agrego, que el ministerio reconoció públicamente el regreso del Señor
Tenebroso.

Jasón caminaba desesperadamente alrededor de las butacas y Jennifer lloraba silenciosamente. Los
jóvenes creyeron que el relato terminaría ahí, pero se equivocaron. Harry no se detuvo siguió su
relato sin dudar ni un instante. Lloraba sin contenerse, como hacía tiempo que no lo hacía. Les hablo
sobre el mes de entrenamiento. Contó sobre el secuestro y la lección de obediencia que recibió, el
porque decidió aceptar las condiciones que Voldemort le impuso, el sueño con sus padres y la actitud
que tomo Ginny hacia él. Narro lo sucedido en sus entrenamientos, las horribles torturas que recibía y
los maltratos físicos que le propinaban todas las tardes para “disciplinarlo”. Describió con detalle la
humillación que tuvo que pasar al pedirle ayuda a Snape, su plan para sacar a Ginny de ahí, las
últimas palabras que esta le dirigió en ese lugar y el enfrentamiento con Voldemort. Finalizo el relato
narrando el sueño con Godric, la lucha mental contra Tom Ryddle, la visita a Gringotts y lo que
escucho a través de la puerta de la enfermería antes de llegar a la Morada de los Valientes.

Yo... lo siento... Harry -dijo Jasón pesadamente, parando su caminar - No pensé que hubieses pasado
por todo eso. No quise recordarte todas estas cosas.

No te lamentes Jasón, tu no lo sabias - repuso Harry fríamente con lágrimas en los ojos. Jennifer lo
miraba enternecida

- Lamento mucho lo de tu padrino - musito el muchacho de cabellos castaños - ¿De verdad mataste a
su prima?
¡Sí! - Exclamo el moreno con firmeza. Jenny estaba callada observando la escena - Se lo tenía
merecido la muy maldita. Sigo pensando que debí hacerla sufrir mucho más.

Eh... bueno... si tú crees que era lo más correcto - balbuceo Jasón ante la respuesta de su
compañero.

¡No se trata de lo que yo considero correcto! - Bramo el joven Potter apretando los puños y
poniéndose de pie - ¡Era un asunto de aplicar justicia!

Esta... bien - afirmo Hufflepuff tembloroso por la actitud de Gryffindor - Digamos que... se lo tenía
merecido.
Así es - apoyo mirándolo desafiante - Ahora si me disculpan - poso su mirada sobre Jennifer, la cual
tenía la vista fija en el suelo - Tengo que buscar un sitio para llorar - dicho esto salió de la sale. Tomo
su abrigo, su capa y sus guantes. Se los puso y salió de la casa.

No debimos hacer que nos contara - susurro Jennifer una vez Harry salió, Jasón la miro incrédulo -
Esta totalmente destrozado

Si, en especial por lo de su padrino y la esa niña... ¿Como es que se llama? - pregunto Jasón
rascándose la barbilla - ¿Juani? ¿Gully?

No, la idota esa se llama Ginny - replico Jenny un tanto enfadada.

Si, si, ese es su nombre - musito el chico volviéndose a sentar. Noto que Jenny se ponía de pie y se
alejaba de las butacas - ¿Adonde crees que vas?

Voy a buscar a Harry - respondió la chica, vio la sonrisa de depravado que se le dibujo en la cara a
Jasón - No seas imbécil, no puedo permitir que se quede en ese estado.

Te creo, te creo - repuso Jasón mirándose las uñas con gesto despreocupado - Cualquier cosa me
avisas.

De acuerdo - aprobó la Jennifer Anderson antes dirigirse fuera de la habitación - ¡Buenas Noches! -
exclamo al salir de la casa.

Un chico de cabello revuelto color negro azabache, entro a su cabaña y azoto la puerta al cerrarla. Se
despojo de su abrigo, capa y guantes y los lanzo junto con sus gafas sobre el escritorio. Lleno de ira y
dolor, se quito sus botas y las aventó en una esquina de la cabaña. No podía respirar, se quito el
suéter y se derrumbo en su cama. Escondió su entre sus manos desahogando todos los dolorosos
sentimientos que le oprimían el pecho y le impedían respirar con normalidad. Extrañaba a su padrino,
Sirius Black se había convertido en un padre para él. Echaba de menos a sus dos mejores amigos,
deseaba con todas sus fuerzas que estuvieran en ese lugar para consolarlo y darle palabras de
apoyo. Le dolía inmensamente tener que haberse tenido que separar de ellos. Pero le dolía todavía
más que la persona a la que él amaba lo tratara de ese modo y lo peor era que ni siquiera quería
conocer la verdad acerca de todo. De nada había servido todo su sacrificio, todo lo que dejo a un lado
con tal de que ella estuviera bien; totalmente en vano. La puerta de la cabaña se abrió. Harry levanto
la vista y pudo distinguir la figura femenina de Jennifer. Le extraño mucho verla ahí. Ella entro sin
vacilar a la cabaña y se sentó junto a él en la cama.

¿Qué haces aquí? - pregunto el chico muy confundido.

¿Qué tu crees? - contra pregunto ella sonriéndole tiernamente - Vengo a ver como estas.

Estoy bien, gracias - dijo rápidamente el moreno.

Si, como no - murmuro Jenny burlonamente - No tiene nada de malo llorar.

Yo no estaba llorando, yo no tengo sentimientos - sentenció él ante la palabras de la chica - Mis


sentimientos murieron el día que...

Deja de estar diciendo tonterías. Ven aquí y deja de hacerte el hombrecito - musito Jennifer
abrazándolo. Harry no pudo contenerse más y comenzó a llorar desconsoladamente sobre el hombro
de Jenny.
La sensación que le provocaba estar abrazado a la joven, desahogándose, llorando como nunca lo
había hecho delante de nadie; era maravillosa. Lloro en silencio por largo rato mientras ella le pasaba
una mano por el cabello y la otra recorría su espalda. Ella susurraba palabras al oído para
reconfortarlo. Cuando por fin pudo parar el llanto se separo un poco de ella y la miro directamente a
sus hermosos ojos color avellana. Su mirada era tan profunda que sentía perderse en ella, se
extraviaba en un mar de nuevas sensaciones. Acaricio la mejilla de Jenny, la chica se estremeció al
contacto. Recorrió con la mirada cada centímetro de su bello rostro. Detuvo su exploración unos
segundos para observar con detenimiento los carnosos labios de la chica de un tono rosa pálido.
Respiro el dulce aroma a vainilla que despedía la joven, ese olor... simplemente lo embriagaba. Noto
el rubor en sus mejillas y lo sensual que hacía que esta se viera. Ella volvía a estremecerse al sentir
su penetrante mirada verde esmeralda posarse una vez mas en su ojos.
- Gracias, Jenny - susurro Harry con delicadeza.
No tienes nada que agradecer - musito ella sin dejar de verlo a los ojos.

Claro que sí, tontita - dijo el moreno dulcemente - Tengo que agradecerte por ser tan linda y especial
conmigo.

Lo hago con gusto, Harry - repuso rompiendo el contacto visual y abrazándolo.

Se esta haciendo tarde - murmuro el joven al oído de la chica - Creo que lo mejor es que te
acompañe a tu cabaña.

Emmm... esto... ¿Puedo hacerte una pregunta? - dijo Jenny separándose de él.

Por supuesto que sí - respondió apartándole un mechón de cabello que caí sobre su rostro y
llevándolo detrás de su oreja.

Bueno... yo quería saber... - dudo por unos segundos, un pequeño rubor coloreo sus mejillas - Si
podía quedarme a dormir contigo, en tu cabaña. Solamente dormir.

La verdad es que... - trato de dar una respuesta, pero no lograba procesar la pregunta correctamente
- No te entiendo ¿Por qué quieres dormir conmigo aquí? En la misma cama ¿no?

Si en la misma cama, Harry - respondió con su rostro de un color rojo fuerte - Lo que pasa es que me
da miedo dormir sola, además de que paso mucho frío - lo miro a los ojos y le dijo - Pero si te molesta
o te incomoda, prefiero irme a mi cabaña - se levanto de la cama y se fue a la salida de la cabaña.
Harry la miro ceñudo, no le molestaba en absoluto que ella quisiera eso, solo que le extrañaba esa
actitud en una mujer.

¿Qué lado de la cama prefieres? ¿Contra la pared o hacia afuera? - pregunto esbozando una sonrisa.

Prefiero dormir contra la pared - contesto volteándose y devolviéndole el gesto.

Perfecto, no hay ningún problema - agrego el moreno y sin más abrió su baúl y saco el pantalón de su
pijama - ¿Te importa que duerma sin camisa? - ella solo movió su cabeza de un lado al otro en signo
negativo - Bien, porque detesto tener que usar la camisa de mi pijama.

¿Crees que tengas algo que me prestes para dormir? - interrogo tímidamente. Harry la observo por
unos segundos pensativos - Es que tendría que ir a buscar una a mi cabaña y...

Tranquila, te puedo prestar una de mis caminas manga larga - interrumpió la explicación, revolvió el
interior de su baúl - La mayoría son color negro, pero también tengo unas cuantas azul oscuro, rojo
vino y marrón. ¿Cuál prefieres? - la chica iba a responder, pero él la interrumpió - Lo mejor es que tu
escojas el color, yo voy al baño a cambiarme ¿Te parece? - la chica asintió y fue directo al baúl.

Harry entro al baño se cambio su pantalón de vestir por el de pijama. Saco la varita de la funda de su
cinturón y arrojo el pantalón en el cesto de ropa sucia. Respiro profundo, agarro el pomo de la puerta
y salió del baño. En la habitación se encontró con una angelical visión. Jenny llevaba puesta una
camisa negra de seda que le cubría hasta medio muslo. Tenía su hermoso cabello negro azulado
suelto sobre sus hombros. Los ojos color avellana le brillaban intensamente. Estaba realmente
hermosa. Se obligo a dejar de mirarla y fue a encender la chimenea, levanto su varita y susurro:
"Incendio".

Bueno, Jenny, todo listo - irrumpió el silencio yendo hacia la cama - Las damas primero - invito a esta
a entrar en la cama, descorriendo las sabanas.

Gracias, Harry - musito la chica - Siempre tan caballeroso.

Jenny se metió en la cama y se cubrió con las frazadas. Luego Harry se acomodo a su lado y se tapo
al igual que ella. Puso sus manos detrás de su cabeza y fijo la vista en el techo de la cabaña. Ella
estaba de lado mirando hacia la pared. El moreno jamás pensó que llegaría a dormir a sus 16 años,
con una chica como Jennifer. Cuando esta se lo propuso pensó que era una broma, pero al vele el
rostro lleno de vergüenza y sonrojado; se dio cuenta enseguida que lo decía muy en serio. De su
interior brotó el deseo de abrazarla y acurrucarla entre sus brazos. De pronto Jenny se voltea y se
queda mirándolo fijamente.

Harry... ¿Estás despierto? - susurro ella en un hilo de voz. El joven soltó un quejido haciéndole saber
que aún no se dormía. La chica se quedo callada sin hacer otro comentario.

¿Qué pasa, Jenny? - pregunto girando la cabeza para ver su rostro.

Tu... la amas todavía, ¿cierto? - murmuro con lágrimas en los ojos. La pregunta lo tomo
desprevenido, poniéndose serio de inmediato.

Yo... yo... quiz... pue... - balbuceo cosas sin sentido, sin saber que responder.

No hay problema, no tienes porque responderme - repuso soltando un par de lágrimas al ver la
reacción del chico.

Si tengo que responderte - replico el chico un poco tosco. Acerco su mano al rostro de la chica y
limpio delicadamente las lágrimas de sus mejillas con su pulgar. - No me gusta que las mujeres lloren,
mucho menos si el causante soy yo - continuo hablando cambiando su tono tosco por uno más dulce
y cálido - ¿Quieres que sea sincero contigo? - pregunto calmadamente, la chica asintió de forma
positiva - Bien, si lo quieres así entonces seré completamente honesto contigo - suspiro, frunciendo el
entrecejo. Cerro los ojos y relajo su expresión. Al abrirlos se encontró con la mirada expectante de la
chica. - La verdad no lo sé. Creí amarla y conocerla, pero parece que me equivoque. Sin siquiera
saber si mi amor era correspondido me arriesgue por ella, porque cuando se ama realmente las
cosas se hacen sin esperar nada a cambio...

Pero su actitud no es justificable... - interrumpió la joven de cabellos negros.

Déjame terminar, por favor - susurro, poniendo un dedo sobre sus labios - Yo no quería su gratitud, ni
mucho menos que me amara por obligación. Pero no esperaba era que me odiara, que su orgullo
fuera mas grande que su razón, que pesara más su juicio que el de los demás y que no escuchara
explicación de nadie. Sabía que corría el riesgo que luego que le mintiera sobre el motivo de mi
traición me detestara. Pero lo que no logro comprender, lo que mi corazón no puede entender es
como puede ser tan obstinada, tan cerrada de mente... que a pesar de los intentos de Ron por
explicarle la verdad ella no quiera que se le diga nada. - su voz se entrecortaba. Un par de lágrimas
amenazan con salir de sus ojos - Prefiere mantener una imagen falsa de mí, prevalece su deseo de
odiarme que el de conocer la verdad. No quiero ni saber que le habrá pasado a la carta que le envié,
imagino que la habrá roto en pedacitos o tirado dentro de la chimenea; quien sabe que habra hecho
lo mas seguro es que nada bueno. Lo mejor que puede haber pasado es que Ron no se la haya
entregado... - cayo por unos minutos, eligiendo cuidadosamente las palabras que iba a utilizar - En el
poco tiempo que llevo aquí he conseguido apartarla de mis pensamientos, recordándola solo en
algunas situaciones. El amor por ella que antes crecía con cada día que pasaba, el cariño que creí
que no tendría límites y que jamás disminuiría; comenzó un descenso en picada desde el momento
que puse pie en Suecia. Tu me preguntas si la sigo amando... la respuesta a eso es: La sigo
queriendo, pero no amando. El cariño persiste, pero el amor incondicional no.

¿Estas seguro de lo que me dices? - pregunto Jenny inmediatamente, tratando de ocultar la felicidad
que la invadía.

Totalmente seguro - respondió firmemente - Ella se encargo que romperme el corazón con sus
actitudes. Quizás algunas las haya provocado yo con mi silencio durante el mes en la Mansión
Ryddle. Pero después de escapar de allí, ella sin mi ayuda termino de lastimar y destrozar mi
corazón. Ahora lo único que deseo es olvidarme de lo que alguna vez sentí por ella.

Si lo mejor para ti es que la olvides, cuentas con todo mi apoyo - dijo sonriente la joven.

Gracias, Jen - agradeció acariciando la mejilla de la chica con el dorso de su mano. Una vez más el
deseo de abrazarla lo invadió Pensó en reprimirlo, pero decidió darle rienda suelta - Jenny... ¿Me...
dejarías abrazarte?

¡Claro! - exclamo mientras se acercándose hacia él - Creí que nunca me lo pedirías.

Me dio un poco de pena hacerlo antes - repuso él hablando con franqueza mientras se sonrojaba.
Jenny se levanto ligeramente de la cama, Harry paso su brazo alrededor de sus hombros y la atrajo
hacia el. Ella se acurruco contra su pecho y puso su brazo sobre el dorso desnudo del muchacho.

No tienes porque tenerme pena - musito Jenny bostezando - Buenas Noches, Harry.

Buenas Noches, Jenny - dijo el moreno revolviéndose el cabello con su mano libre - Que descanses.

Igual tu - respondió la chica con los ojos cerrados y una pequeña sonrisa en el rostro.

Tenerla tan cerca de él lo extasiaba. Sentir la calidez de la piel de ella contra la suya era maravilloso.
El dulce aroma a vainilla que despedía llegaba nuevamente a su nariz. No había manera de describir
lo que sentía al tenerla abrazado junto a él, acurrucada en su pecho protegiéndola como una niña
pequeña. Acariciaba su brazo constantemente para asegurarse que no se trataba de un sueño. Miro a
la chica. Descubrió que se había dormido. Su rostro irradiaba una pícara inocencia y un aire angelical
que comenzaba a fascinarle. La manera en que su cabello caí sobre su rostro angelical, lo volvía
loco. Acerco su cara a la de ella y le dio un beso en la frente. La joven se movió y coloco su pierna
sobre las de él, abrazándolo todavía mas. Se estremeció con el solo contacto. La contemplo un rato
más hasta que el sueño lo comenzó a vencer. Cerro los ojos y respiro su aroma una vez más antes
de caer en un profundo, pero tranquilo sueño.

Capítulo 9: Conociendo al Enemigo


La noche era fría, nevaba sin parar desde que llegaron a aquel lugar. El cielo estaba totalmente
cubierto por nubes de tormenta. Un gélido viento les azotaba directo en el rostro disminuyendo su
visibilidad. Caminaba a través de un oscuro callejón con una mano cubriendo su rostro tratando de
ver por donde iba. Llevaba su varita en alto intentando iluminar la calle, pero ni siquiera el Lumus
Máxima lo conseguía. La tormenta arremetía contra él cada vez mas fuerte, le costaba muchísimo
mantener su caminar.

Recordó, con pesar, que en estos momentos podría recostado en su butaca frente a la chimenea
bebiendo una tasa de buen café Francés. Pero en vez de eso estaba caminando a través de una
tormenta, en el medio de la nada, para lograr conseguir información acerca de su querido enemigo, el
Señor Oscuro. Irónico, verdaderamente irónico. Hace algunos meses atrás había escapado de él, en
una batalla que casi le cuesta la vida, y ahora andaba tras de él. A su mente vinieron los gratos
recuerdos de los meses que había pasado junto con sus dos amigos, Jasón y Jennifer. Excelentes
personas, una vez se les conoce adecuadamente.

Sintió que toma alguien brazo derecho con el que sostenía la varita, giro su rostro y se encontró con
la tímida sonrisa de su amiga. Una sonrisa se le dibujo en el rostro al chico, al sentir la calidez del
cuerpo de Jenny junto al suyo. Volteo a ver a su izquierda y vio como Jasón caminaba bastante cerca
de ellos. Arduos días de entrenamiento y amenas conversaciones durante las noches había
compartido con ambos jóvenes. Por alguna extraña razón, a pesar de que Jasón y el eran bastante
unidos, en especial durante las lecciones de magia, mantenía un estrecha relación con Jenny. Sus
conversaciones hasta entrada la madrugada sobre cualquier tema le encantaban, incluso descubrió
que a ella le fascinaba el Quidditch, cosa rara en las mujeres. La chica era… maravillosa.

Algunas veces cuando se hacía muy tarde para regresar a su cabaña o simplemente ella se lo pedía,
decidían dormir juntos ya fuese en la cabaña de él o en la de ella; se había vuelto una costumbre que
disfrutaban ambos. Tenía que reconocer que le gustaba tanto, que él de un tiempo para acá él
también comenzó a pedírselo. Jasón todavía no sabía nada de los encuentros nocturnos de los
chicos. Harry prefería mantenerlo así, no quería tener que soportar muchos más comentarios acerca
de Jenny y él de los que ya recibía. Claro que estaba seguro que el joven castaño se lo debía
imaginar, era un payaso pero no un tonto. Bajo esa mata de pelo y dura cabeza algo de cerebro tenía.

La tormenta parecía empezar a ceder, el viento se calmaba y cada vez caía menos nieve. Pero el
joven moreno no se percataba de esto al estar sumergido en sus pensamientos. Extrañaba a sus dos
mejores amigos como nunca, Jasón y Jenny nuca llenarían ese vacío; lo que Hermione y Ron
representaban para él era inigualable. Continuaba caminando con Jennifer de su brazo. Sintió una
punzada en el corazón al recordar con pesar que, aún después de tanto tiempo, no lograba sacar a
cierta pelirroja de su corazón. Seguía queriéndola, el cariño por ella permanecía inexpugnable en su
corazón. Todos sus intentos sacarla de sus pensamientos habían sido en vano.

Estaba muy satisfecho por sus progresos en los entrenamientos. Las dificultades que representaban
para él la magia sin varita eran cosa del pasado. Le tomo un largo tiempo hacerlo, dos largos meses
de arduo trabajo. Pero ahora podía sacar pecho de ser el primer mago desde el gran Merlín en
conseguir dominar todo tipo de conjuro sin la necesidad de una varita. Obviamente todavía no se
adaptaba completamente al desgaste físico que ciertas maldiciones le provocaban, aun así con el
tiempo lo lograría. Esto no hubiera podido lograrlo sin la ayuda del viejo Frank. Este llego a las
semanas de ellos ya estar allí, dio la excusa de haberse demorado por haber estado consiguiendo
información acerca del Señor Oscuro. Frank era un buen hombre tipo, pero le faltaban uno o dos
tornillos. Harry calculaba que sería un poco más joven que Dumbledore. El viejo ayudo también a los
otros dos herederos con esto pero ellos no lograron dominarla a la perfección, bueno algo es algo.
Según Frank el estaba allí para: “Ayudarlos dentro de mis limitadas posibilidades”. ¿Limitadas?, se
pregunto el moreno incrédulo, definitivamente esta loco. Sus posibilidades no eran para nada
reducidas, el hombre era un mago lleno de conocimientos y hasta cierto punto poderoso. Después de
algún tiempo de estar con la Magia sin varita, se dedico exclusivamente a la Animagia. Jasón prefirió
algo menos complicado y eligió perfeccionarse en el arte del duelo. Y por supuesto como toda una
Ravenclaw, Jennifer selecciono: Pociones, Transformaciones, Hechizos, Encantamientos y
perfeccionarse, con la ayuda de Harry, en maldiciones.

La tormenta cedió completamente, dejo de caer nieve y de soplar la gélida ventisca. A su mente
regreso la cordura ante el cambio repentino en el clima. Tenía que retomar su misión, él es el líder y
por lo tanto debía mantener el control. Recordaba perfectamente cuando Frank les informo sobre su
“Salida Especial”, al según él “hermoso” San Petersburgo, en la frontera del imponente imperio Ruso.
Si nos ha hecho venir acá por el gusto, se dijo, le daré una buena paliza cuando regrese. Esperaba
que su misión tuviera éxito. Porque si lo que decía Frank era cierto, habían encontrado la manzana
de la discordia entre las filas de los mortífagos de Voldemort. Además tenían que descubrir que
demonios estaba tramando Ryddle. Semanas atrás se reportaron, en varias ciudades de Europa, la
muerte de varios cientos de muggles y magos sangre sucia.

Siguió caminando con paso seguro mientras buscaba el lugar en especial donde se reuniría con un
informante. Este le diría, en teoría, donde estaba el cuartel de los mortífagos en ese lugar. Harry
suponía que, a partir de lo que había dicho Voldemort en su primera reunión como mortífago, este era
comandado por Lucius Malfoy. Entraron por un callejón a su derecha, aun más oscuro que el anterior,
y continuaron la travesía hasta llegar a una taberna cuyo letrero de bienvenida decía: “Bar: Sin
Esperanza de Vida”. Lindo nombre tiene este lugar. Los tres chicos llevaban largas túnicas negras
con capuchas encima de sus abrigos y su ropa corriente. Harry los miro a ambos y los tres pusieron
la capucha sobre su cabeza, cubriendo parcialmente su rostro y dejando únicamente visible de la
nariz hacia abajo.

El moreno toco la deteriorada puerta de madera y una escotilla en esta se abrió al instante, dejando
ver un enorme ojo azul que los examinaba a los tres cuidadosamente. Se produjo un silencio
sepulcral en todo el callejón. Harry seguía sin decir nada y el hombre sin abrir la puerta. De pronto el
ojo dejo de moverse y permaneció mirando fijamente al moreno. Los chicos lo flanqueaban por
ambos lados, Jenny a su derecha muy cerca de él y Jasón a su izquierda recostado a la pared junto a
la puerta cruzado de brazos. Luego de unos minutos la escotilla se cerró y el contacto visual se
rompió. Un par de segundos después la puerta se abrió. El primero en entrar al lugar fue Harry,
seguido de Jenny y por ultimo Jasón.

La taberna era un lugar lúgubre y tétrico, con poca iluminación, algunas antorchas en las esquinas del
salón lo alumbraban tenuemente. El ambiente se sentía pesado y en el lugar se percibía un aura
maligna. A la derecha había tres de mesas cuadradas bastante desgatadas, con cuatro sillas
alrededor. Solo una estaba siendo ocupada por dos hombres que hablaban por lo bajo. En la barra
del bar, a su izquierda, en el último de 8 asientos había un hombre con una túnica negra al igual que
ellos pero con la cabeza descubierta. Harry camino hacia él y se sentó a su lado mientras los otros
dos jóvenes se mantenían de pie junto a la puerta. El cantinero, hombre que les abrió la puerta por
alguna razón, miraba al moreno con desconfianza. Siguió cada uno de los pasos del chico desde
atrás de la barra, limpiando un vaso con un desgastado trapo.

Los castigadores estamos aquí – susurro Harry cerca del hombre, de manera que solo el lo
escuchara – Nuestra gente dice que usted posee, cierta información que podría llegar a interesarnos
– El hombre permaneció en silencio, volteo a ver al pelinegro directamente a los ojos. Era una visión
realmente terrorífica, el individuo tenía el cabello tan blanco como la nieve y los ojos sin pupilas,
parecían dos canicas blancas dentro de los orbítales oculares; el hombre muy probablemente era
ciego.
Así es señor – siseo arrastrando las palabras – Información muy valiosa para cualquiera en estos
tiempos – continuo diciendo el individuo sin apartar su vista de la cara del moreno – Por supuesto que
todo tiene su precio, este humilde servidor tiene que mantenerse – agrego bebiendo un sorbo de su
bebida.

Solo diga el precio – dijo sin ningún tapujo el joven Potter – Se le pagara lo que sea necesario ¿Cuál
es el precio?

Digamos que… unos 5000 galeones – musito el hombre con mucha seguridad – Sabe, es muy difícil
conseguir este tipo de información.

Eso lo se estimado señor – aseguro Harry metiendo una mano en uno de los bolsillos de su túnica y
sacando un pequeño saco amarrado con una cinta negra – Tenga, 5000 galeones y otros 2000 por su
silencio. – dijo entregándole el saquito al hombre por debajo de la barra.

Excelente – susurro el hombre sin dejar de mirarlo. Deslizo encima de la barra un pedazo de
pergamino hasta ponerlo frente a Harry – Ha sido un placer hacer negocios con usted. Dígale a su
amigo que cuando necesite información o algún otro trabajito, no dude en contactarme.

Perfecto señor – repuso el moreno tomando el pergamino y guardándolo dentro de su túnica – Y


recuerde esto nunca paso - Se levanto inmediatamente y se dirigió a la salida, saldría de ese lugar sin
problemas. El cantinero seguía observándolo. Abrió la puerta y se disponía a salir con sus dos
acompañantes cuando una voz irrumpió el lugar.

¡¿Quién demonios te crees que eres?! – pregunto el cantinero alzando la voz considerablemente. Los
dos hombres sentados en la mesa se pusieron de pie y sacaron sus varitas. – Nadie entra en mi bar y
hace negocios sin pedirme permiso, mucho menos si estos involucran a mi amo y señor. Él se va
enterar de esto

Harry permanecía en silencio todavía con la vista hacia la calle y el pomo de la puerta en la mano. El
cantinero seguía gritando barbaridades. El joven solo miro de reojo a sus compañeros, estos
asintieron y salieron del lugar cerrando la puerta. El chico se dio la vuelta y encaro a los tres hombres.
El informante continuaba sentado bebiendo su trago calmamente. Los dos hombres se unieron al
cantinero detrás de la barra con sus varitas en alto. El moreno saco la varita de su túnica y les
apunto.

Mi señor se enterara de esto – espeto el cantinero orgulloso de sus palabras – Le demostrare lo leal
que somos sus mortífagos. De esta no sales vivo, pedazo de imbécil. Solo a un estúpido se le
ocurriría enfrentar al Señor Oscuro, pagaras…

Te equivocas – hablo Harry interrumpiéndolo – Podían haberse quedado callados, haberte dejado
llevar por lo que te ordene que hicieras cuando abriste la puerta.– hizo una pequeña pausa y continuo
alzando el tono de voz cada vez más – Pero como buenos mortífagos que son no pudieron
contenerse. Esa estupidez les costara la vida esta noche.

¿Tu y cuantos mas? – pregunto el cantinero soltando una carcajada que fue acompañada por las
risas de los otros dos individuos. Harry bajo su capucha con sus dos manos, descubriendo su rostro.
La risa que retumbaba por el lugar ceso instantáneamente. – Tu… - fue lo único que alcanzo a decir
el hombre.

¿Dónde esta su prepotencia ahora? – Pregunto Harry con una sonrisa burlona en su rostro – Ha
llegado el momento de que paguen por su estupidez – Los tres mortífagos temblaban de miedo ante
la mirada fría y calculadora que tenía el chico - ¡Saluden a la Muerte! ¡Battuere Mors! – Un rayo de luz
negro salió de la varita del joven potter, este se dividió en tres y le dio a cada uno de los mortífagos,
los cuales gritaron espantados al recibir la maldición asesina.

Detrás de la barra los tres cuerpos de los mortífagos se encontraban como si hubieran pasado por el
asador. Los huesos de las extremidades estaban cubiertos por una delgada capa de carne humana.
Las huesudas manos alrededor del cuello, denotaban que antes de morir sufrieron asfixia. Los ojos
desorbitados, lo que parecía ser su nariz en una extraña posición y lo abierta que se encontraban las
bocas daban a entender el terrible sufrimiento y la desesperación que sufrieron antes de fallecer. En
el brazo derecho sobre la escasa piel que quedaba en este, se podía ver todavía con toda claridad la
marca tenebrosa. A pesar de estar muertos sus piernas se contraían en un movimiento rítmico pero
aterrador. Parecía mentira que en cuestión de segundos hubiera pasado todo eso. La escena era de
lo más cruenta y asquerosa. Pocas personas lograrían no tener pesadillas luego de ver una imagen
tan horrible como esa.

Fue un placer hacer negociosos con usted - repuso Harry luego del ataque. Giro sobre sus talones y
se dirigió a la salida. – Nos volveremos a ver – dicho esto abrió la puerta y salió de la tenebrosa
taberna.

El gusto fue todo mió Sr. Potter – susurro el hombre. Tomo un último sorbo de su bebida, coloco la
capucha de su túnica sobre su cabeza y en un instante desapareció.

Una vez Harry estuvo afuera sus dos compañeros se le acercaron cautelosamente. El moreno tenía
la mirada pérdida. Meditaba sobre lo que acababa de ocurrir adentro en el bar con los tres mortífagos.
Asimilaba el hecho de que los acababa de liquidar. Lo peor de todo era que no había sido una muerte
rápida e indolora. Fue rápida pero extremadamente dolorosa, él nunca lo había experimentado
aunque se imaginaba como sería enfrentarse a la muerte en persona. Solo los magos más poderosos
eran capaces de invocarla. Sintió que en el nacía un sentimiento de satisfacción por haber finalizado
la patética vida de un trío de escorias humanas, simples seres con ninguna función productiva para la
humanidad.

Saco el pedazo de pergamino de su túnica y sus sospechas sobre el escondite de los mortífagos
fueron comprobadas. Él pensaba que el cuartel tenía que estar bajo el encantamiento fidelius y que el
guardián secreto sería el jefe de aquel cuartel. En el papel estaba escrito, según Harry, la dirección
del lugar en puño y letra del guardián. Se lo mostró a sus dos compañeros, los tres memorizaron la
imagen del pergamino con la dirección. Potter guardo la dirección en su túnica nuevamente. El lugar
quedaba a unas cuantas calles de ahí, por lo que llegarían con facilidad. Emprendieron la marcha
para completar su misión lo antes posible. Los chicos cerraron los ojos y se concentraron en la
dirección del cuartel de los mortífagos. Les costaba enfocarse, el lugar estaba protegido por fuertes
barreras mágicas. Después de un gran esfuerzo desaparecieron del oscuro callejón, dejándolo tan
desolado como en un principio.

Un pelirrojo estaba sentado frente al fuego de la chimenea de su sala común, en una de las butacas
que compartió tiempo atrás con su mejor amigo. Llevaba ya casi 4 meses sin ver a Harry Potter. Las
clases habían comenzado hacía un tiempo ya y no eran lo mismo sin él. A pesar de ya no cursar
Adivinación, extrañaba hacer con su amigo la jocosa tarea. Finales de Octubre y ni una sola noticia
de su amigo. Sabía que estaba vivo de eso no tenía la menor duda, pero quería, deseaba, necesitaba
saber algo de él. Una carta, un vociferador o lo que fuera. Finalizaba el mes de Octubre y ya se había
jugado un partido de la temporada de Quidditch. Gryffindor en un agónico partido logro ganarle a
Hufflepuff. Su amigo hubiera estado encantado con su nombramiento como capitán, pero al no
encontrarse presente lo nombraron a él en vez de a Harry como capitán.
La muy orgullosa de su hermana, seguía sin querer saber la verdad. Y ante esa actitud el no estaba
dispuesto a entregarle la carta que con tanto amor su amigo le escribió, para que terminara
rompiéndola o quien sabe que sin siquiera leerla. Quería mucho a su hermanita, pero no podía
aceptar que se comportara de esa manera tan inapropiada y menos con su mejor amigo. Lamentaba
tanto las ocasiones que se puso celoso de él. En especial la vez en cuarto año cuando no le creyó.
Levanto su mirada y se encontró con a su mejor amiga, Hermione, dormida sobre una pila de libros y
pergaminos. A su lado estaba su obstinada hermana haciendo los deberes con la ayuda de su nuevo
novio… Dean Thomas. Desde que comenzó el curso eran pareja, lo había descubierto de una
manera poco agradable.

Flash Back

Seguía con paso rápido a través de los pasillos de piedra del colegio Hogwarts de Magia y hechicería
a su mejor amiga. La chica de cabellos castaños revueltos lo jalaba por el brazo llevándolo
directamente a su sala común. En el camino le iba recitando una vez más la importancia que tienen
los estudios en estos tiempos de guerra. Al llegar al retrato de la Dama Gorda, la prefecta dijo la
contraseña y entro velozmente a la sala común de la torre Gryffindor. El lugar estaba vacío, la gente
todavía no regresaba de la cena. Atravesaron la sala, se sentaron en una de las mesas junto a la
chimenea y sacaron sus libros y pergaminos. Hermione noto dos bolsas con libros a unas cuantas
butacas de ellos. Sabía perfectamente a quienes pertenecían.

El pelirrojo se disponía a comenzar a hacer sus deberes, por orden de Hermione, cuando recordó que
no tenía su libro de Pociones a mano; lo había dejado en su habitación en el receso del almuerzo. Se
levanto de su asiento y camino hacia las escaleras del cuarto de los chicos. Antes de pisar el primer
escalón una mano lo agarro por la muñeca deteniéndolo. Volvió a ver quien lo retenía y se sorprendió
al descubrir que se trataba de una joven de cabellos castaños. El chico miro expectante a su amiga,
esperando a que esta recuperara el aliento y le dijera que pasaba.

¿Qué pasa? – Pregunto Ronald Weasley a su amiga quien ya empezaba a respirar más
calmadamente - ¿Por qué me detienes?

¿Para que vas a subir por esa escalera? – contra pregunto Hermione. Al parecer ella era la única que
se había dado cuentas de lo que le esperaba a Ron allá arriba – Tenemos que hacer los deberes
antes de que se haga más tarde.

Eso ya lo se, no te has cansado de repetírmelo durante toda la cena – espeto Ron un poco molesto –
Por eso mismo voy a subir a buscar mi libro de pociones a mi habitación - Soltó su brazo del de su
amiga y subió las escaleras encaminándose a su habitación. Llego a la puerta, tomo el pomo y antes
de abrirla de nuevo lo detuvieron.

Yo te presto el mió, Ron – dijo rápidamente la chica – No me molesta para nada hacerlo.

¡No! – la corto el pelirrojo. Sentía que por alguna extraña razón debía entrar a su habitación en esos
momentos. En especial luego de que su amiga se ofreciera a prestarle un libro como si fuera
cualquier cosa – Buscare mi libro y así terminaremos mucho mas temprano.

Pero… - trato de decir la muchacha.

Demasiado tarde. Ron abrió la puerta y se encontró con una escena que para él, lo traumaría el resto
de su vida. Su hermana estaba acostada en la cama de su amigo Dean Thomas besuqueándose con
un chico descaradamente. La sangre se le subió a la cabeza, su rostro completo y sus orejas se
tornaron de un color rojo fortísimo. Avanzo con paso decidido hasta al lugar donde se encontraba su
hermana, quien para su desgracia no se había dado cuenta de la presencia de su hermano. Cuando
estuvo lo suficientemente cerca, se preparo para gritarle a su hermana por estarse comportando
como una cualquiera y al chico por irrespetar la cama de su… Un momento, se dijo, el imbécil que
esta en la cama besándose descaradamente con mi hermana es…

¡¿Qué carajo esta pasando aquí?! – grito furioso Ronald Weasley. Su hermana y su compañero se
separaron rápidamente al tiempo que se levantaban de la cama. Hermione veía la escena unos pasos
atrás del pelirrojo - Se puede saber que haces ¡¡Tú!! – Exclamo señalando a Dean Thomas –
Besuqueándote con mi hermanita – dijo remarcando la última palabra. – Y ¡Tu! – volvió a decir pero
esta vez señalando a Ginny – Podrías explicarme porque te estas comportando como una cualquiera.

Yo no… - quiso justificarse Ginevra Weasley.

Tu te callas – espeto severamente el pelirrojo. Hermione miraba con lastima a la chica – Ahora
Thomas contéstame lo que te pregunte.

Yo… tu… novios… Ginny… besándonos… lo siento – balbuceo nerviosamente el aludido.

Déjame ver si entendí algo de este revoltijo – replico Ron acercándose peligrosamente al chico – Tu y
mi hermanita son novios – Dean asintió. Ron se acercaba cada vez más y el chico retrocedía
asustado. – Y tú creíste que podrías aprovecharte de ella, porque es un año menor que tú – Thomas
negó furiosamente ante aquel argumento, retrocedió mas todavía chocando contra una pared del
dormitorio. Hacía señas desesperadas con las manos tratando de hacerle comprender a Ronald que
estaba equivocado – Pues te digo que nadie se aprovecha de mi hermanita y mucho menos es su
novio sin pedirle permiso a su hermano mayor ¿captas?

Ron estaba iracundo, totalmente fuera de sí. Acorto la distancia que los separaba y se abalanzo sobre
el haciendo que cayera al piso. Comenzó a golpearlo violentamente en el rostro. Le molestaba que se
quisieran aprovechar de su hermanita, pero le dolía todavía más que Ginny se burlara de los
sentimientos de su mejor amigo. A pesar de que ella los desconocía, eso no quitaba el hecho de que
los estaba irrespetando y el como buen amigo los defendería hasta el final. Ginny y Hermione lo
separaron como pudieron para que dejara de golpear al novio de la pelirroja. Dean Thomas tenía
ambos ojos morados, la nariz fracturada y el labio inferior partido. Ginevra se aproximo a su novio y al
verlo en ese estado le dirigió una mirada de reproche a su hermano por lo que había hecho.

Eso, Thomas, es para que la próxima vez lo pienses dos veces antes de querer sobrepasarte con mi
hermana – musito Ron reprimiendo su enojo. Se acerco a su cama y tomo el libro de pociones que
vino a buscar – Vamos Hermione – dijo un poco mas calmado tomando la mano de la chica y saliendo
del cuarto.

Fin del Flash Back

Después de eso Ginny dejo de hablarle un par de semanas. Se tuvo que disculpar con ella porque
Hermione lo regaño por su comportamiento “infantil”. Según ella su hermana tenía todo el derecho de
tener novio sin tener que pedirle permiso a él. Dean, tuvo que pasar dos días en la enfermería. Por
suerte para Ron, cuando le preguntaron que había pasado el solo atino a contestar que se había
caído de la escoba. Extrañamente luego de ese día, Ginny, empezó a llegar constantemente tarde a
la torre Gryffindor, eso sin mencionar que Thomas llegaba varias noches a la semana muy entrada la
noche. Quería proteger a su hermana de ese abusador de menores, pero todos sus intentos eran en
vano. Llego a tal punto de desesperación de querer entregarle la carta sin importarle las
consecuencias, pero al final no se atrevió a arriesgarse a hacerlo.

Varios sucesos extraños coincidieron con la desaparición de su mejor amigo, Harry Potter. Una gran
ola de asesinatos se extendió no solo por toda Inglaterra sino también por toda Europa peninsular.
Muchos alumnos, la mayoría muggles, no regresaron al colegio probablemente asustados por su
desaparición y el peligro que representa el que no debe ser nombrado para ellos. Lo mas extraño es
que algunos magos de familia pura no habían regresado a clases tampoco. La única explicación
lógica sería que los transfirieron de escuela. Dumbledore cada vez estaba más preocupado y Snape
dejo de ser espía para la orden, el Innombrable se dio cuenta de la jugada que le estaba haciendo la
Orden del Fénix y mando a matar al profesor de pociones, sin éxito hasta el momento. Vio que
Hermione movía la cabeza entre los pergaminos. Lo que le hizo recordar con amargura, lo sucedido
con su amiga. La perdí amigo, se dijo, No seguí tu consejo y creo que la he perdido para siempre. Lo
siento mucho debí hacerte caso. Se cartea todos los días con Viktor. La verdad no se si ya serán
novios pero no me extrañaría para nada que lo fueran.

Suspiró levantándose de su asiento. Se acerco a la castaña y la movió lentamente tratando de


despertarla para que se fuera a su habitación, casi eran las 12 de la noche. Al hacer esto la chica
hablo entre sueños haciendo que el pelirrojo se petrificara: “Viktor”. La chica murmuro algunas
palabras más que Ron no pudo entender y finalmente dijo: “… te quiero”. Ronald Weasley quedo
hecho piedra ante aquella confesión. Su corazón se partió en pedacitos en ese momento no sabía
como reaccionar, no tenia ni idea de que hacer en esa situación. Su mundo se derrumbo
completamente en el momento en que escucho aquellas tres palabras. Dio media vuelta y camino
lenta y pesadamente hacia su habitación, bajo la atenta mirada de su hermana que lo veía con
compasión. Tenía la vista nublada, las lágrimas luchaban por salir de sus ojos. Atravesó toda la sala
común y subió los escalones que conducen a las habitaciones de los chicos de 6to año. Al llegar
entro y encontró la habitación totalmente vacía. Se recostó boca abajo en su cama y ahogo su llanto
con la almohada.

Lloraba amargamente recordando la cantidad de oportunidades que tuvo para declarársele y nunca lo
hizo. Su estupidez, nervios e incluso inmadurez lo llevaron a perder a la mujer de su vida. Todo
porque no demostró el valor Gryffindor que se supone lo acompaña en todo momento. Sabía
perfectamente que había sido un cobarde al no hacerlo, manteniendo en pie siempre la excusa que si
lo hacía podía perder a una gran amiga e incluso nunca más poder compartir ningún momento
especial con ella. En estos instantes era cuando mas extrañaba las conversaciones con su mejor
amigo, Harry Potter, estas eran las circunstancias cuando mas lo necesitaba. Ahora que se acercaba
navidad lo único que deseaba era recibir alguna nota de Harry para él. Algún mensaje de aliento
diciéndole que volvería.

Frente a ellos se erigía el cuartel principal de los mortífagos en Rusia. Les costo llegar hasta ahí pero
con un gran esfuerzo y un par de galeones lo habían conseguido. Un edificio de un solo piso era el
flagrante escondite de la porquería humana de aquel país. Se miraron entre sí y sacaron sus varitas.
Estaban listos para enfrentarse a la cantidad mortífagos que se encontraran dentro. Cubrieron sus
rostros con las capuchas de sus túnicas. Se acercaron a las puertas con Harry a la cabeza. Este
último alzo la varita y susurro “¡Bombarda!”. La puerta voló en pedazos causando un gran estruendo.
Una sirena comenzó a sonar casi de una vez.

El moreno entro corriendo a la casa seguido de sus compañeros llegaron al vestíbulo. El camino se
dividía en dos, uno llevaba a las cocinas y otro a la sala. El joven Potter les indico que tomaran el de
la derecha que los llevaría a la cocina. Él tomo el de la izquierda. Atravesó un largo pasillo y llego a
una puerta que le impedía la entrada al salón de la casa. La sirena seguía sonando. Le extrañaba que
aún los mortífagos no hubiesen salido a atacarlos. Abrió la puerta y encontró el salón vacío. Solo
había un par de sillones, lámparas y algunas butacas. Lo reviso meticulosamente, pero ni sombra de
los asquerosos mortífagos. Se disponía a salir del lugar cuando de pronto alza su varita y le apunta a
uno de los sillones de la habitación.

Demasiado predecible – susurro Harry Potter manteniendo la calma. Cualquiera diría que estaba
loco, le apuntaba a un sillón y encima de todo le hablaba – Diles al par de estúpidos que están
transformados que eso no les servirá conmigo.- A pesar de sus palabras nada pasaba, los muebles
seguían inmóviles – Creo que hable bastante claro ¿verdad? – Pregunto en un susurro - No te
gustaría que me pusiera violento ¿cierto?

Repentinamente los muebles comenzaron a temblar y tornarse de un color negro como la noche. Los
sillones, algunas lámparas y sillas que se encontraban en la estancia tomaron formas humanas.
Cerca de 35 mortífagos rodeaban al joven de ojos verde esmeralda. Todos le apuntaban con sus
varitas. Harry permanecía quieto apuntándole al mortífago que antes había estado convertido en
sillón. Una pequeña sonrisa se le dibujo en el rostro, era una risa cínica y a la vez de triunfo.
Verdaderamente que los mortífagos son muy pero muy idiotas, se dijo.

Así que el gran Harry Potter se ha tomado la molestia de venir a visitarme – dijo desafiante el
mortífago que estaba siendo apuntado por la varita del moreno.

Vaya, vaya, Rodolphus Lestrange – musito Harry hablando específicamente con el hombre al que le
apuntaba. Rodolphus era un hombre de pelo castaño canoso, ojos grises y rostro demacrado por sus
años en Azkaban – Es una verdadera sorpresa encontrarte aquí. Supongo que era de esperarse que
tú la remplazaras, luego de que muriera tan trágicamente – esto último lo dijo con mucha ironía. El
hombre lo miro con un odio infinito en su mirada. – Claro que imagine que fuera en Suiza, lugar
donde fue asignada en un principio.

Por favor, Potter ¿De verdad creíste que el Señor Oscuro iba a dejar las cosas tal y como estaban?-
pregunto con una sonrisa de triunfo en el rostro el mortífago – El nunca hubiera permitido que tu
supieras a donde iba a colocar a sus delegados alrededor del mundo.

Él no pero un imbécil como tu sí – afirmo mirando a su alrededor, tenía que saber si lo que buscaban
estaba allí. Los mortífagos continuaban con sus varitas en alto esperando órdenes de su líder - ¿Qué
estas esperando para decirles a estos idiotas que bajen sus varitas?

¿Y por qué debería hacer yo eso? ¿No crees que te estas volviendo loco? – Pregunto con
superioridad Rodolphus – No te quieras pasar de listo conmigo Potter. Te superamos en número, de
aquí no sales vivo.

Me parecen realmente estupendas tus palabras – repuso el moreno aplaudiendo efusivamente – ¿Se
te ha olvidado lo que paso en la mansión Ryddle? Me parece que tendré que recordártelo – dijo
dejando de aplaudir y apuntando su varita nuevamente hacia Rodolphus Lestrange.

Muchacho insolente has cavado tu propia tumba, morirás a manos mías y el Señor Tenebroso me
llenara de Gloria y poder por eso – espeto Lestrange mirando a sus mortífagos para que se
prepararan para atacar a joven Potter - ¡Atáquenlo! ¡Ahora!

Se escucharan varios gritos de diferentes hechizos provenientes de las varitas de los mortífagos.
Harry Potter permanecía inmóvil, las maldiciones se dirigían rápidamente hacia él. Todo sucedió
como en cámara lenta. De pronto deja de apuntar a Rodolphus, se apunta con su varita el mismo y
susurra “¡Burstprotec!”. Una cúpula dorada rodeo al chico. Todas las maldiciones impactaron en el
escudo produciendo estruendosas explosiones. La atmósfera se lleno de humo y polvo. No podían
ver que había sucedido con el chico, si estaba muerto, herido o quizás totalmente intacto. El polvo se
fue disipando poco a poco, develando la mirada de unos intensos ojos color verde esmeralda que
miraba a todos los presentes con extremo odio.

Te dije claramente – siseo el joven apretando los puños – Que les ordenaras que bajaran sus varitas
– hizo una pausa y le apunto a Lestrange – Por lo visto ustedes no aprecian su vida – volvió haber un
instante de silencio – Nadie saldrá con vida de esta habitación, solo tu Rodolphus tu utilidad te
salvara la vida… por ahora ¡Incarcerus! ¡Anti-Desaparición! – Gruesas cuerdas salieron de la varita
del pelinegro y ataron fuertemente al mortífago, haciéndolo caer al suelo – Ahora es su turno de pagar
su osadía - Guardo su varita en la túnica y continuo hablando – Pero tranquilos, Harry Potter es un
ser bondadoso. Tendrán una muerte rápida y sin dolor – Los mortífagos lo miraban aterrorizados.
Ellos ya sabían lo que sucedió en la mansión Ryddle y quien había sido el culpable de tal hazaña. El
joven Potter levanto sus brazos a los lados de su cuerpo. Los mortífagos alzaron sus varitas, también
se disponían a lanzar maldiciones. Luces de varios colores iluminaron las puntas de las varitas de los
mortífagos. - ¡Grex Kedavra! – susurro el chico con voz queda.

De las manos de Harry Potter salieron varios rayos de una segadora luz verde, que ilumino el cuarto
imposibilitando ver que lo que pasaba. En la sala irrumpieron al tiempo que la luz desaparecía dos
encapuchados negros. Miraron la desesperanzadora escena. Los mortífagos iban cayendo uno a uno
al suelo, al parecer desmayándose. Se desvanecían lentamente. Una vez en el suelo solo se veía la
expresión de horror y desesperación en sus rostros. La habitación estaba en silencio, solo el repicar
de las varitas al caer al suelo rompía la paz y quietud del lugar en esos momentos. En el centro de
todo un chico de cabello negro azabache y ojos verde esmeralda, se mantenía de pie con semblante
serio. Los dos encapuchados negros se acercaron a él y pusieron una mano sobre sus hombros.

¿Encontraron más mortífagos en la casa? – pregunto el moreno a los dos encapuchados. Estos
asintieron con la cabeza - ¿Qué hicieron con ellos?

Simplemente los eliminamos – contesto una voz masculina – No eran demasiados, alrededor de unas
cuantas docena cuando mucho – uno de los dos encapuchados se acerco al cuerpo de un hombre
que estaba atado y tirado en el suelo - ¿Qué vamos a hacer con este?

Nos lo llevaremos, Jasón – explico el moreno recuperando su semblante mas relajado – Jenny
haznos un favor y consíguete un traslador.

¿Y adonde se supone que lo llevaremos? – interrogo la chica buscando entre los escombros algo que
pudiese servir para tal función. Se sentía un poco mal por haber matado a los mortífagos, pero sabía
que nadie debía saber quien había irrumpido en el cuartel general en Rusia. Por lo que no les quedo
más remedio que hacerlo. – No me digas que lo vamos a llevar a…

Si Jenny, lo llevaremos a la casa principal de la villa – interrumpió Jasón levantando a Lestrange del
suelo – Sabes bien que tenemos que sacarle la información que nos interesa. Además ya empiezo a
extrañar la calidez de la casa

Pero… y si divulga la ubicación de nuestro escondite… - replico la chica tomando del suelo un jarrón
de plata medio derretido por las explosiones de la batalla. – Lo tengo, esto nos servirá ¡Maid Traslar!
– El objeto brillo de un color verde por unos instantes y volvió a la normalidad. – Listo chicos,
podemos irnos cuando quieran.

No te preocupes, Lestrange no vivirá lo suficiente como para poder decirle a Voldemort la ubicación
de la villa – aclaro Harry Potter acercándose a la muchacha – Perfecto, Jasón trae a la basura esa
hasta aquí. No aguanto las ganas de llegar ya y de tomarme un café bien calientito con…

Oh! ¡Por Merlín! Aquí vamos de nuevo – exclamo Jennifer llevándose una mano a la cabeza. Harry
empezó a enumerar cualquier cantidad de dulces con los cuales acompañar su café. Jasón reía por lo
bajo y arrastraba al mortífago hasta la chica. - ¡¿Nos podemos ir ya?! – espeto la muchacha
desesperada por el comportamiento del joven Potter.

Por supuesto mi querida Jennifer – repuso Harry saliendo de su trance. Saco su varita de la túnica y
toco el jarrón. Con la otra mano lo agarro – Coloquen sus manos encima del jarrón. Jasón hazme el
favor de sostener fuertemente a Lestrange no queremos perderlo después de todo lo que nos ha
costado capturarlo. – Los jóvenes asintieron, ambos pusieron sus manos sobre el jarrón. El chico de
pelos castaños agarro al mortífago por una de las sogas. – Excelente, entonces larguémonos de aquí
¡Active!

Sin previó aviso todo a su alrededor empezó a girar. Frente a sus ojos pasaban miles de imágenes a
gran velocidad. Sentía como lo jalaban por el ombligo obligándolo a moverse a gran velocidad. El
lugar donde tenía la mano posada en el jarrón comenzaba a escocerle. Le estaba quemando. Estos
son algunos de los contratiempos que se tienen cuando se viajan largas distancias en traslador.
Después de algunos minutos que parecieron una eternidad, todo se detuvo abruptamente provocando
que cayeran al suelo y el jarrón de plata chocara contra el suelo ruidosa y estrepitosamente. Se
encontraban en la sala de estar de la casa principal, en la villa llamada: La Morada de los Valientes.

¿Dónde estará Frank? – pregunto Harry incorporándose. Se despojo de su túnica, abrigo y guantes
lanzándolos sobre un sillón. Quedo únicamente con su ropa muggle que consistía en unos pantalones
negros, botas y una camisa de seda rojo vino manga larga - ¡¡Frank donde demonios estas!! – grito el
moreno, pero no obtuvo respuesta

Ese viejo loco debe haber ido a un bar o quien sabe donde, alguno de esos lugares raros donde se
mete – explico Jasón quitándose también su túnica y abrigo. El chico de pelo castaño vestía unos
jeans azul oscuro, sus botas y un suéter negro manda larga – Seguro que mañana llega borracho y
con unos cuantos galeones menos.

No deberían juzgarlo de esa manera – espeto Jennifer repitiendo el mismo procedimiento que los
chicos. Ella vestía unos jeans a la cadera, botas y una camisa blanca manga tres cuartos que se
ceñía a su contorneado cuerpo. – Gracias a él y sus escapadas nocturnas tenemos tanta información
sobre los movimientos de Voldemort.

Sí, eso es cierto, pero debería aprender a controlarse con el alcohol – replico Harry caminando hasta
el mortífago que miraba incrédulo la escena – Tienes la suerte de no haberlo visto las veces que ha
llegado así, en especial aquellas cuando toma Whisky de Fuego en las tabernas de Alemania.

Bueno, bueno, tienen razón ¿contentos? – musito Jennifer a regañadientes. Miro al mortífago y dijo -
¿Qué vamos a hacer con este? – Pregunto señalándolo – Necesitamos la información pero no creo
que nos la vaya a dar fácilmente.

Te apoyo totalmente, Jen – aseguro Jasón jalando al mortífago haciendo que se pusiera de pie – Pero
creo que Harry tiene una magnífica idea de que podemos hacer con el para que suelte la lengua –
Jennifer poso su mirada sobre el pelinegro quien tenía una mano en su barbilla y gesto pensativo.

Lo llevaremos a las mazmorras – anuncio el moreno dirigiéndose a la salida de la habitación – Vamos


Jasón, llevémoslo allí – dijo deteniéndose en la salida. El chico de ojos azules llevo al mortífago fuera
de la sala directamente a las mazmorras que se encontraban en el sótano de la casa. Jenny se
disponía a salir detrás de él pero Harry la detuvo – Espera Jen – la chica lo miro extrañada. El chico
suspiro tenía que enfrentarla, debía hacerle frente al suceso de hace un par de días atrás – Quiero…
que sepas… que lo que paso hace dos noches…

¿Qué cosa, Harry? – corto la chica interrumpiendo los argumentos del joven. Ella sabía
perfectamente a que se refería pero quería escucharlo de su propia boca.

Tu sabes que… yo no he podido olvidarla… todavía – contesto el moreno pesadamente – Ella sigue
ocupando parte de mis pensamientos y… por mas que lo he intentado… tu sabes que lo he hecho
Jen… pero aún así…
Lo se, Harry, lo se, aunque me duela aceptarlo – volvió a interrumpirlo Jennifer con los ojos vidriosos
– Pero… ¿Pensaste en ella cuando sucedió? Desearías que eso nunca hubiera pasado… se que
piensas que fue un error… pero tu sabes que yo…

No, Jennifer, no pensé en ella cuando sucedió – espeto el moreno elevando el tono de voz – Yo…
deseaba que ocurriera Jen… no me arrepiento de lo que paso… - agrego el joven Potter. Una lágrima
rodó por el rostro de la chica – Sabes que no me gusta verte llorando – dijo acercándose a ella.
Limpió delicadamente su rostro y le dedico una dulce sonrisa.

Entonces… ¿Por qué me dices que no has podido… olvidarla…? – pregunto la chica de ojos color
avellana.

Simplemente porque te quiero mucho, Jenny – susurro el moreno con voz melodiosa – Y sabes que
no quiero hacerte daño, por eso prefiero dejarte las cosas bien claras – añadió con dolor en su alma.
No entendía como no lograba sacar a Ginny Weasley de su corazón.

¿De verdad me quieres, Harry? – Interrogo Jennifer mordiéndose nerviosamente el labio inferior – Tu
sabes que yo a ti te quiero mucho y no me gusta que sufras por ella y… yo entendería si tu no quieres
que se repita porque…

No pudo terminar lo que iba a decir porque Harry interrumpió sus palabras al poner sus labios sobre
los de ella y las manos en sus mejillas. Sentir la calidez de los labios de la joven sobre los de él le
provocaba sensaciones inexplicables. Desde el beso que se dieron hacía dos noches, ansiaba con
desesperación volver a probar el dulce sabor de su boca. Fantaseaba que aquel momento volviera
repetirse. Besaba su boca lentamente disfrutando del momento. Saboreaba sus labios degustando la
calidez y simplicidad del tierno beso. Cada minuto, cada instante que pasaba junto a ella desde ese
día, deseaba con todas sus fuerzas besar su boca.

Quería, a través de ese beso, poder demostrarle lo mucho que la quería, que daría lo que fuera por
poder sacarse a la pelirroja de su corazón. Coloco sus manos en la cintura de la chica y la atrajo
hacia él. Ella paso sus manos alrededor del cuello del chico. El beso se hizo más profundo y
apasionado. Subía una mano por su espalda y jugaba con sus cabellos, abrazándola y estrechándola
contra él. Deseaba poder amarla con locura y pasión, corresponderle como era debido. Intentaba
transmitirle lo mucho que significaba para él, trataba de decirle mediante el lenguaje de los besos
todo lo que ella representaba. La chica jugaba con sus cabellos, ninguno de los dos podía romper
aquel beso; querían mantenerlo para siempre.

Finalmente con mucho esfuerzo Harry logro separar sus labios de los de ella. La miro con amor y le
sonrió tiernamente. Jennifer lo miraba embobada, perdida en sus hermosos ojos color verde
esmeralda. Aquellos que lucían opacos y sin vida desde que recordaba. Esos ojos de los que
empezaba a enamorarse. No se creía que el moreno la había vuelto a besar. Pensaba que él estaba
enojado con ella por lo que sucedió y que nunca más querría que sucediera. El ojiverde aun la
mantenía agarrada de la cintura, acerco su rostro al de la chica nuevamente y le dio un suave beso
en la mejilla. Aproximo su boca a su oído y le dio un pequeño beso en el lóbulo.

Me gustaría que volviera a repetirse – susurro al oído de la joven haciendo que esta se estremeciera
– Pero temo hacerte daño… tengo miedo de no poder corresponderte como te mereces… me
aterroriza la idea de que sufras por mi culpa… - separo su rostro del de ella y la miro fijamente a sus
ojos color avellana – Lo mejor Jenny, es que sigamos siendo solo amigos – sugirió el moreno
sensatamente – Hasta que yo no logre aclarar totalmente lo que aun siento por Ginny, esto no volverá
a repetirse – sentencio el chico severamente – Es lo mejor para los dos.
Creo… que tienes razón… Harry – repuso entrecortadamente Jennifer – Pero no quiero que nuestra
relación se vea afectada por esto ¿de acuerdo? Quiero que todo vuelva a ser como antes – Harry la
miro dubitativo, no sabía que responderle. Eso significaba que sus encuentros nocturnos continuarían
agregando también el hecho de que dormían varias noches a la semana juntos. Al ver la expresión en
el rostro del moreno la chica añadió –Prométemelo Harry James Potter Evans, prométeme que nada
cambiara.

Te lo prometo Jennifer Elizabeth Anderson Varney – musito el moreno firmemente –Nada entre
nosotros dos cambiara, todo seguirá como si nada hubiese pasado.

¡Gracias, Harry-boy! – exclamo la joven lanzándose a sus brazos y dándole un fuerte abrazo.

Sabes que detesto que me digan así – replico Harry visiblemente molesto – Además ya se nos ha
hecho tarde, Jasón debe estarnos esperando. Me dan escalofríos con solo pensar lo que se estará
imaginando que estamos haciendo.

Esta bien, vamos antes de que se le ocurra subir a buscarnos – repuso la chica separándose de el y
saliendo de la sala para dirigirse a las mazmorras.

Harry la siguió y bajo las escaleras que conducían al sótano de la casa. Luego de las escaleras
recorrieron unos cuantos metros de camino cuesta abajo y llegaron a una puerta de hierro con
rendijas que impedían la entrada al lugar. La abrieron y entraron a la mazmorra de la casa. Al fondo
del calabozo, en la pared y en suelo, había dos pares de cadenas con grilletes. En el centro de la
habitación se encontraba Lestrange en amarrado a una silla. A la izquierda al final algunos
instrumentos de tortura. Y algunos estantes con pociones en el costado derecho. El sitio tenía poca
iluminación, unas cuantas antorchas lo alumbraban tenuemente. Jasón estaba junto a Rodolphus
frente a Harry y Jennifer.

¿Te dio algún tipo de problemas? – pregunto Harry seriamente, mientras escudriñaba con la mirada al
mortífago. El Hufflepuff negó con la cabeza – Bien ¿Lo haces tú o lo hago yo?

Creo que yo puedo manejarlo – contesto Jasón quitándole la mordaza al mortífago – Jenny tráeme un
poco de Veritaserum de los anaqueles. Creo que vamos a necesitarlo. – Jennifer fue a las estanterías
en busca del suero de la verdad.

¡No les diré nada! – Grito con locura Rodolphus Lestrange - ¡¡Jamás traicionare a mi Señor!! ¡Malditos
chiquillos insolentes! ¡Creen que pueden jugar a ser adultos! – Los jóvenes observaban al mortífago
gritar fuera de sí - ¡Tendrán una muerte horrible a manos de mi señor cuando se entere de esto! –
Jasón camino hasta ponerse frente a él - ¡Partida de debiluchos! ¡Nunca podrán comparase con el
Se…!

¡Silencio! – Exclamo Jasón golpeando con su puño el pómulo derecho del mortífago – Hablaras
solamente cuando yo o alguno de mis compañeros te lo indiquemos ¿Te quedo claro? – El mortífago
no contesto solo lo miro con odio. Un hilillo de sangre se deslizaba por la mejilla del hombre – ¿Que
no me escuchaste? – Volvió a golpearlo furiosamente – Cuando pregunte algo me vas a responder
¿Entendido?

S-Si – contesto el mortífago entre dientes. Un estúpido mocoso lo estaba golpeando insolentemente y
el sin poder hacer nada.

Ya nos vamos entendiendo – musito Jasón tomando una botellita que contenía un líquido blanquecino
– Tu cooperación es esencial para que conserves tu integridad física – abrió el frasquito y lleno un
gotero con el líquido – Abre la boca – le ordeno acercándole el gotero. El mortífago cerro la boca con
convicción – Te dije que la abrieras no que la cerraras – observo el castaño – Bueno ya que tu lo
prefieres así, tendremos que recurrir a las buenas maneras – Tomo el frasquito con veritaserum y
devolvió el liquido del gotero – Guárdalo Jenny, al parecer nuestro invitado no lo va a necesitar – le
entrego el envase a la chica – ¿Harry nos harías el honor?

Por supuesto – dijo el moreno saliendo de las sombras y aproximándose al mortífago – Ahora
Rodolphus el mecanismo es el siguiente: Jasón te hará unas cuantas preguntas. Dependiendo de lo
que contestes asimismo será el premio que recibas. Si contestas mal recibirás un castigo y si
contestas bien quedaras exonerado del castigo de esa pregunta ¿comprendiste?

Si, he comprendido – respondió Lestrange desafiante – No lograran sacarme nada, nunca les diré
nada. Yo soy uno de los mortífagos más fieles a nuestro señor…

Bueno, Bueno que yo recuerde nadie ha pedido tu opinión en este asunto – le interrumpió Jasón, miro
a Jenny y esta asintió cogiendo una libreta y una pluma – Bien comencemos ¿Por qué comandabas
tu el cuartel en Rusia?

No lo se – respondió firmemente

Mala respuesta… - observo Jasón – Harry por favor…

Por supuesto – el moreno alzo su mano dispuesto a lanzarle una maldición – Al ser la primera
pregunta tienes una segunda oportunidad. ¡Responde lo que se te pregunto! – ordeno el joven Potter.

¿Y que si no lo hago? – contra preguntó Rodolphus – ¿También vas a golpearme? No me hagas reír.

Lestrange, Lestrange de esta forma no vamos a avanzar a ningún lado – repuso el ojiverde - ¡Crucio!
– Rodolphus comenzó a revolcarse del dolor en su silla gritando por la maldición que le lanzo el chico.
A los pocos minutos la maldición ceso.

No… les voy… a decir… nada… - murmuro Lestrange con voz entrecortada.

¿No? Tranquilo tenemos todo el día especialmente para ti. No hay prisa ¡Folterung! – Exclamo el
pelinegro con la palma de su mano abierta. Una niebla negra cubrió al mortífago. No podía verse que
le estaba sucediendo, solo se escuchaban los gritos desgarradores que lanzaba. Luego de un tiempo
la niebla se disipo, quedando Rodolphus Lestrange con profundas heridas en diversas partes del
cuerpo, de estas emanaba sangre lenta y continuamente – ¿Tengo que seguir o vas a responder a lo
que se te pregunto?

El… innombrable… me asigno aquel cuartel a mí luego de la muerte… de mi esposa, Bellatrix –


respondió con voz queda.

Muy bien así me gusta – repuso Jasón sacando un papel de sus pantalones y leyéndolo – Ahora
¿Cómo están distribuidos los demás mortífagos lideres? ¿Qué cuartel les asigno Voldemort?

Karkarov… se mantuvo en Bulgaria le era más útil a nuestro señor de ese modo – susurro
pesadamente – Rockwood fue trasladado a Suiza. Berbatov fue trasladado a… Londres luego de la
traición de Severus. Un mortífago relativamente joven pero de la plena confianza de nuestro señor fue
asignado en Noruega su nombre es… Aldemar…

La cooperación es la base de todo mi querido Rodolphus. Espero que estés tomando nota de esto
Jenny – dijo Jasón tranquilamente – Ahora dime ¿Qué jefatura le toco a Lucius Malfoy?
Alemania y… Bélgica fue traslado ahí en vez de Berbatov - Rodolphus cada vez perdía más sangre
por sus heridas y se le dificultaba mantenerse consiente.

¡No me mientas! – Exclamo Harry Potter mirándolo amenazadoramente – No me estas diciendo la


verdad puedo sentirlo. Me desagrada que traten de pasarse de listos conmigo ¡Battuere Torture!

La piel del hombre empezó a calentarse rápidamente. Por sus poros emanaba vapor de agua, claro
indicio que se estaba deshidratando. Solo se escuchaban los gritos ensordecedores que lanzaba el
mortífago. El eco de las palabras desesperadas de aquel hombre retumbaba por toda la mazmorra
repitiéndose una y otra vez, sin cesar. La temperatura de su cuerpo continuaba creciendo hasta que
llego a un punto constante.

Contéstame con la verdad o prolongare tu dolor por mucho más tiempo – sentenció fríamente el
chico, en sus ojos difícilmente podía distinguirse un halo de piedad o misericordia por Rodolphus
Lestrange.

Yo… Lucius… esta en… Londres y… Berbatov… mantiene su puesto… en Alemania y Bélgica – dijo
jadeante el mortífago. Sudaba copiosamente cada gota de agua en su cuerpo.

Bien… - dijo Jasón no muy seguro de sus palabras - ¿Qué hay de la nueva base? ¿Dónde esta
ubicada y quien la controla?

Italia… Berbatov… - fue lo único que pudo decir. Respiraba con dificultad debido a su temperatura
corporal.

Esta bien… sigue tomando nota Jennifer – le ordeno el chico de cabellos castaños al ver que no
había escrito lo que dijo el mortífago - ¿Cual es el asunto con el hijo de Malfoy?

Nadie… lo sabe con certeza… - Harry lo miro con severidad y apretó el puño provocándole dolor a
Lestrange. Este ahogo un grito de dolor – Lucius… le ordeno… que se uniera a los nuestros…

¿Y que paso se unió? – pregunto ansioso Jasón.

No… Narcisa… se interpuso… - dijo con voz casi inaudible – Manipulo al muchacho… y le metió
ideas tontas… en la cabeza…

¿Qué paso con el hijo de Malfoy y Narcisa? – continuo el interrogatorio el Hufflepuff.

Draco esta… en la escuela y… Narcisa… en su casa… - el mortífago levanto la vista y descubrió que
el joven Potter se disponía a proporcionarle otra dosis de dolor – ¡No! – Exclamo vagamente - No…
por favor… no más… el hijo de Lucius… esta prisionero y la Sra. Malfoy esta en… el hospital San
Mungo.

¿Por qué esta Narcisa Malfoy en San Mungo? ¿Esta Enferma? – interrogo Jasón.

Esta… loca… - corrigió Lestrange en un hilo de voz – Fue… torturada por Lucius… y nuestro señor…
hasta la locura… - Jennifer ahogo un grito por el comentario. Jasón ponía los ojos como platos y
Harry negaba con la cabeza.

¿Dónde tienen prisionero al joven Draco Malfoy?

En los calabozos de la… Mansión de la familia…


Harry… - le llamo Jasón – ¿Dice la verdad? – El moreno asintió, por lo que Hufflepuff continuó –
Háblame acerca de los pactos que tiene Voldemort con las criaturas malditas.

Eh… - Lestrange dudo por un segundo, el dolor que al que lo tenía sometido la maldición de tortura
no lo dejaba pensar con claridad. El calor obstruía su lucidez – Nuestro señor… pretende que las
comunidades… de vampiros, banshees y hombres lobo se les unan…

¿Y los gigantes se les unieron? – interrumpió el chico de ojos azules. Jennifer tomaba nota prestando
atención a cada palabra dicha por el mortífago.

Sí… solo un clan se nos resiste… pero dentro de poco caerá…

Voldemort pretende que los vampiros y hombres lobo se unan a su causa ¿Cómo pretende lograr
eso? Ningún otro mago oscuro ha logrado controlar a las criaturas malditas ¿Qué le hace pensar a tu
señor que él si podrá hacerlo?

El señor tenebroso… esta seguro de poder lograrlo… - repuso el hombre al borde de perder el
conocimiento.

¿Cómo planea hacerlo?

No lo se… - empezó a sentir que la intensidad del dolor aumentaba - ¡Espera! – grito tomando
grandes bocanadas de aire – El no nos a dicho exactamente que es… solo nos informo que es algo
muy valioso que se guarda en el Ministerio de Magia Inglés… en el Departamento de Misterios…

Cuéntame acerca del reclutamiento de nuevos mortífagos – espeto Jasón mirándolo duramente.

Los jóvenes recién graduados… de las escuelas mágicas europeas… se unen a nosotros
rápidamente… todos están seguros que esta guerra la ganara nuestro señor… - musito mientras una
cínica sonrisa de triunfo se le dibujaba en el rostro - Pocos son los que osan…entrar a la academia de
aurores…

¿De cuantos efectivos dispone y que pretende hacer con ellos? – escudriño el interrogador.

Algunos miles de mortífagos… muchos jóvenes en entrenamiento… todavía –respondió pesadamente


pero orgulloso de sus palabras – Y… mi señor… quiere controlar como prioridad el Ministerio Inglés…
luego los Ministerios más importantes de Europa… como lo son… Alemania, Rusia y Bulgaria… los
demás se rendirán ante nosotros por si solos…

Entonces para que tantos cuarteles ¿Cuál es la finalidad de tener bases en tantos países?

Algunos por fines económicos como el de Suiza… pero la mayoría son… para reclutamiento…

Harry ¿Estas de acuerdo con lo que dice? – pregunto Hufflepuff. Gryffindor asintió conforme -
Perfecto… Creo que eso lo abarca todo. Confió en que lo tengas todo anotado Jenny, lo discutiremos
con Frank tan pronto llegue.

Claro que lo he anotado todo – aseguro la chica quitando un mechón de cabello de su cara y
pasándolo detrás de su oreja – He escrito cada palabra que ha dicho este individuo.

Bien, entonces… - dijo Jasón mirando a Harry – Ahora que hacemos con él – señalo al mortífago sin
dejar de mirar al moreno – ¿Lo eliminamos?
No – dijo tajantemente Harry – Más adelante nos puede ser de utilidad. Lo mantendremos prisionero
aquí en las mazmorras, hasta que ya no nos sirva – Sus compañeros asintieron y salieron del lugar.
Lestrange termino por perder el conocimiento.

El joven Potter camino hasta la silla, desato al mortífago y lo arrastro por toda la mazmorra hasta
llegar a las cadenas que habían al fondo. Amarro sus piernas y brazos con los grilletes de las
cadenas y anulo los efectos de la maldición. Lestrange continuaba inconsciente. Harry salió de las
mazmorras encaminado a los jardines de la villa, necesitaba despejar su mente y mediar acerca de
todo lo que había sucedido. Tenía que poner sus pensamientos en orden. Llego al vestíbulo, se puso
su abrigo y guantes y fue directamente a los jardines. Una vez ahí camino hasta llegar a las orillas del
lago, cerca de su cabaña. Encontró un pequeño banco un poco derruido y se sentó en él.

Levanto la vista dirigiéndola a la inmensidad del firmamento. El cielo se teñía de tonos ocres
confundidos con las grisáceas nubes, vaticinando el fin del día y la tormenta nocturna. Estaba
confundido, en especial en lo que se refería a Jennifer y Ginevra. No sabía a quien querer, a quien
amar, a cual de las dos debía entregarle todo su amor. Su razón le decía que Jenny merecía ser
correspondida, que ella si apreciaba y valoraba sus sentimientos. Había intentado todo para olvidar a
la pelirroja. Pero a pesar de sus férreos intentos no lograba sacar a Ginny de su corazón. Quería
mucho a Jen, significaba mucho para él. No era justo para ninguno de los dos mantener una relación
en la que Harry no pudiese entregarle completamente su corazón a la chica. ¡Maldición Potter!, se
dijo, Jennifer te quiere, lo ha demostrado con creces y tu en vez de valorarla como se merece sigues
pensando en la tonta pelirroja que te odia. Verdaderamente ¿Quién te entiende?, se pregunto, dices
querer ser feliz y haces todo lo posible para no serlo.

Sumergido en sus pensamientos meditaba sobre lo acontecido en San Petersburgo. ¿Qué era el?
¿Un asesino o un ajusticiador? Mato alrededor de 40 mortífagos sin piedad alguna, sin tener siquiera
un ápice de misericordia con ellos. Es cierto que esos seres inmundos lo único que hacían era
perjudicar a la humanidad con sus degenerados ideales, pero eso no quita el hecho de que sean
personas. Tal vez debió apresarlos y entregárselos a las autoridades, hubiera sido lo más correcto a
los ojos de la comunidad mágica. La idea le paso por la mente un par de veces antes de realizar la
misión. Después de echarle cabeza algún tiempo decidió que lo mejor era eliminarlos a todos ya que
muertos representarían un problema y un obstáculo menos en su lucha contra Lord Voldemort. En
cambio vivos serían un peligro por la posibilidad latente de que escapasen de prisión para volver con
su amo y señor.

Soltó un largo suspiro. Se levanto del banco dirigiéndose a su cabaña. El no se consideraba un


asesino simplemente el encargado de ejecutar a aquellos que quebrantasen la justicia. Su destino es
vencer a Voldemort por consiguiente quien se interpusiera en su camino lo pagaría con sangre,
perdería su vida. Entro en la cabaña encaminándose directo a su cama para poder descansar un rato.
Utilizo una gran cantidad de energía mágica para poder utilizar maldiciones de tortura y asesinas sin
varita. El cansancio hacía estragos en él provocándole la pérdida del conocimiento
momentáneamente. Se dejo vencer por el agotamiento cayendo en un profundo y revitalizador sueño.

Capítulo 10: Reuniones y Entrenamientos

En un amplio salón, de antigua apariencia, había una enorme mesa redonda con algunas extrañas
inscripciones en los bordes. El lugar se encontraba en completo silencio. Alrededor de la mesa estaban
sentadas una gran cantidad de personas muy ancianas. Solo unos pocos resaltaban por no tener el cabello
completamente encanecido. La mesa estaba repleta, únicamente habían dos puestos vacíos entre un hombre
de cabellos largos, barbas plateadas, ojos azules ocultos por unas gafas de media luna y una mujer de porte
elegante con el cabello a la altura de los hombros y los ojos café.
El hombre de ojos azules y gafas de media luna, mejor conocido en la Comunidad Mágica Mundial como
Albus Dumbledore, se puso de pie. Algunos murmullos empezaron a murmurar rompiendo el incomodo
silencio que reinaba en el salón segundos atrás. El director de Hogwarts, también Jefe de la Confederación
Internacional de Magos, levanto los brazos pidiendo silencio antes de comenzar a hablar. Una vez acalladas
las voces de los representantes y ministros de cada país perteneciente a la confederación, el viejo mago se
aclaro la garganta y comenzó a hablar.

- Los he reunido a todos ustedes el día de hoy – dijo Dumbledore imprimiéndole seguridad a sus palabras –
Para tocar varios puntos importantes que requieren nuestra atención en estos momentos. Por esa razón les
ruego que cualquier pregunta que tengan me la hagan saber para que obtenga su respectiva respuesta.

- Queremos escucharlo de tu boca Albus – dijo la mujer contigua a él – Francia y el mundo entero necesitan
estar seguro que lo que se rumorea es totalmente cierto.

- Me temo Madame Francis – musito Albus pesadamente – Que lo que se dice es verdad – hizo una breve
pausa antes de continuar – Lord Voldemort ha regresado mucho mas fuerte y con mayor influencia que la
última vez.

- ¡Maldición! – Exclamo un mago de cabello rojizo canoso poniéndose de pie y golpeando con sus puños la
mesa - ¡Esto no puede ser! ¡No lo puedo… no lo quiero creer!

- Pues tendrás que hacerlo Steven – repuso Dumbledore calmadamente – Esta es la cruel y dura realidad. No
nos queda de otra más que afrontarla y tratar por todos los medios de salir victoriosos de la inminente
guerra que ha comenzado.

- Pero… ¿Qué podemos hacer Albus? – Pregunto Steven volviéndose a sentar – Suiza... yo no puedo permitir
que reine el caos en mi país.

- Nadie de los aquí presentes quiere que el país al cual dirigen caiga en las manos del Señor Oscuro –
comento un mago sentado justamente enfrente de Dumbledore. Este tenía el pelo completamente blanco, un
bigote y los ojos color verde – Albus siempre tuvo razón cuando nos dijo que él no murió aquella noche en
casa de los Potter.

- Por cierto Dumbledore – musito tranquilamente uno de los magos con el cabello rubio platinado y un
extraño acento - ¿Dónde esta el chico Potter? Imagino que a pesar de lo que dice los periódicos él se
encuentra sano y salvo en Hogwarts.

- Con pesar tengo que contradecirte, Alfred – respondió Dumbledore cayendo pesadamente sobre su silla.
Los demás miembros lo miraban atónitos por la información revelada – Harry Potter en estos momentos
esta… en paradero desconocido para nosotros.

- ¿El chico esta muerto, Albus? – interrogo Alfred muy preocupado – Porque si a muerto, con él murieron
todas nuestras esperanzas de poder vencer a Lord Voldemort.

- No, Alfred aunque no conocemos en donde se encuentra en estos momentos, sabemos que aún sigue con
vida – contesto el director acariciando su larga barba – Lo único que espero es que cuando regrese no sea
demasiado tarde.

- Pasando a otro tema – musito un hombre de cabellos negros, ojos azules y una espesa barba – Me
gustaría, Alfred, que nos aclararas que fue lo que paso exactamente en Rusia hace cuatro semanas.

- En realidad, Gilbert, no lo sabemos a ciencia cierta – repuso el ministro de Rusia luego de unos segundos
en silencio – Verás, el departamento de logística de nuestro ministerio tenía una idea de donde se
encontraba el centro de mando de los demás cuarteles de mortífagos, que están esparcidos por toda Rusia.
Este se encontraba en algún lugar de San Petersburgo – medito por un momento las palabras que iba a
utilizar - Pero lamentablemente no contábamos con la localización exacta de este…
- Entonces ¿Cómo explicas lo de la masacre? – Inquirió Gilbert interrumpiendo a su colega – Al parecer tu
ministerio esta perdiendo el control de las cosas…

- Sabes perfectamente que Rusia tiene igual o más control que Suecia sobre su territorio – replico
toscamente el ministro de Rusia – Ignorare tu absurdo comentario y continuare mi explicación – aclaro un
poco su garganta y continuo hablando – Como les decía anteriormente, nosotros desconocíamos la
localización del lugar. Inesperadamente hace cuatro semanas recibimos la alerta por el uso de las
maldiciones imperdonables cerca del lugar donde suponíamos que estaba el cuartel. En un principio
pensamos que se trataba de algunos mortífagos aterrorizando a los muggles, pero… al llegar al lugar…- hizo
una breve pausa eligiendo con cautela las palabras que utilizaría - …Lo que encontramos supero
enormemente nuestras expectativas…

- ¿A que te refieres con eso Alfred? – pregunto Albus Dumbledore pasando una mano por su larga y
platinada barba.

- Me refiero a que, no solo encontramos el cuartel principal de los mortífagos en mi país; también los
encontramos a todos muertos… ni uno solo sobrevivió… - respondió el ministro ruso visiblemente alterado –
Fue… una masacre total… cerca de 100 mortífagos se encontraban en la base cuando fue atacada. Creemos
que existe la posibilidad que el jefe principal no haya muerto en el ataque, pero a estas alturas dudo que
siga con vida.

- ¿Qué les hace pensar eso? – Inquirió el ministro sueco – Nos acabas de decir que nadie sobrevivió al
ataque.

- Eso cierto que eso dije, pero en los cuarteles no encontramos al jefe principal de los mortífagos en nuestro
país – repuso Alfred con inseguridad – Si mal no recuerdo nuestros informantes nos dijeron que se llamaba:
Rodolphus Lestrange.

- Eso quiere decir que solo hay dos posibilidades – explico Albus Dumbledore con la mirada perdida – La
primera: Rodolphus Lestrange escapo a tiempo y por eso no encontraron su cuerpo. La segunda: Los que
atacaron los cuarteles lo tomaron prisionero. A mi aparecer la segunda posibilidad es la más lógica. No creo
que se hubieran tomado la molestia de atacar únicamente para exterminar a los mortífagos en su totalidad…

- Buscaban información – interrumpió el ministro alemán poniéndose de pie - ¿Quién lo hizo Alfred? ¿Quiénes
atacaron los cuarteles de los mortífagos? Y no me refiero a cualquier cuartel, hablamos de la base principal
donde se encuentra la elite de los mortífagos en tu país ¿Quiénes poseen el suficiente poder para lograr tal
objetivo?

- Bueno, Steven… - musito el ministro ruso jugando con sus manos, el nerviosismo se le notaba a flor de piel
– Luego de exhaustivas investigaciones, llegamos a la conclusión de que el numero de personas que
atacaron aquella noche fueron: tres magos no mayores de 20 años…

Después de tal declaración por parte del cabecilla de la comunidad mágica rusa, la sala de reuniones se
sumió en un aterrador silencio. Los ministros de los distintos países reflexionaban cuidadosamente cada una
de las palabras mencionadas por Alfred Nemerov. Finalmente el silencio fue roto por uno de los miembros de
la Confederación Mágica Internacional.

- Me parece, Alfred, que estas delirando – aclaro Gilbert luego de unos minutos en silencio - ¿Cómo es
posible que tres magos de… digamos unos 19 años, logren lo que docenas de aurores mejor capacitados que
ellos no han podido hacer? Creo que a todos en esta sala nos gustaría una mejor explicación de los hechos.

- Si eso es lo que quieren se las daré – repuso Alfred saliendo de su ensimismamiento y adquiriendo un porte
autoritario. Se puso de pie y se aclaro la garganta – Los tres jóvenes irrumpieron en el cuartel a las 04:25,
en primera instancia sabemos que dos de ellos no son oriundos de nuestro país puesto que utilizaron magia
con varita…

- Todos utilizamos magia con varita, Alfred es una redundancia que lo reafirmes – corrigió Madame Francis.
- Te equivocas mi querida Francis, a la luz de los hechos esto nos una redundancia… - espeto Alfred alzando
levemente la voz. Dumbledore seguía cuidadosamente cada detalle de la conversación – Como dije antes dos
de ellos utilizaron magia con varita, pero su rastro de magia no fue concordante con ninguno de los registros
de los magos mayores de edad de Rusia. Esto nos plantea dos alternativas: Los magos no son rusos y no
están registrados como magos legales en nuestro país. Estos dos magos son menores de edad, no
pertenecientes a nuestro país puesto que las alarmas de uso indebido de la magia no sonaron.

- ¿Y que me dices del otro joven? – pregunto Albus Dumbledore interviniendo en la conversación – Si mis
suposiciones son correctas, este uso magia sin varita ¿cierto?

- Así es, Albus – contesto el ministro Ruso continuando con su explicación – El tercer joven no utilizo varita.
A pesar de esto luego de una profunda investigación encontramos su rastro de magia, esta demás decir que
el poder de este joven es superior al de los otros dos. El desconocido utilizo si mal no recuerdo, una
maldición de magia negra, un hechizo anti desaparición, un encantamiento encarcelador y un escudo
protector clase 5

- ¡Esto es inaudito! – Exclamo furioso Steven - Pretendes que creamos que un chiquillo no mayor de 20 años
realizo todos esos conjuros ¡Por favor! ¡Oh! Y eso no es todo encima nos dices que los hizo ¡Sin varita! ¿Por
quien me tomas Alfred?

- Tranquilízate Steven – pidió Albus Dumbledore calmadamente – Yo creo en la palabra de Alfred no tiene
ningún motivo para mentirnos. Continua por favor querido amigo

- Gracias, Albus – agradeció su intervención el ministro ruso – Después del asesinato crearon un traslador
inrrastreable y desaparecieron del lugar a las 05:10.

- Agradecemos tu explicación tan explicita de los hechos, Alfred – dijo Albus poniéndose de pie. El ministro
ruso hizo una reverencia y se sentó – Ahora, lo mejor es que lleguemos a un acuerdo con respecto a lo que
la comunidad mágica internacional va a hacer para enfrentar a Lord Voldemort.

- ¿Qué sugieres que hagamos, Albus? – Inquirió Madame Francis visiblemente preocupada - ¿Cómo
enfrentamos al más grande de todos los magos oscuros que ha habido en nuestra historia?

- Debemos unirnos – espeto Dumbledore duramente – Unidos tendremos oportunidad de hacerle frente.
Separados estaremos perdidos.

- Te recuerdo Dumbledore – dijo Gilbert poniéndose de pie también – Que la última vez tú propusiste lo
mismo, aceptamos tu postura y la guerra duro casi 15 años. Y déjame decirte que no íbamos precisamente
directo a la victoria. Sino todo lo contrario, un par de años más y… no quiero ni imaginar que hubiese
sucedido si el joven Potter no lo hubiera derrotado.

- Permíteme asegurarte, Gilbert – replico Albus Dumbledore pesadamente – Que sino nos hubiéramos unido
en ese entonces la guerra no hubiera durado ni un lustro y tu lo sabes perfectamente bien.

- Inglaterra puede contar con el apoyo de Francia una vez más, Albus Dumbledore – dijo Madame Francis,
ministra francesa.

- A pesar de la información que oculto el ministerio inglés sobre el regreso del innombrable durante el último
año. Puedes contar también con el apoyo de Rusia – musito el ministro ruso, Alfred Nemerov.

Sucesivamente países como: Albania, Suiza, Portugal, Italia, España, Noruega, Irlanda, entre otros
aceptaron la proposición de unión del director del colegio Hogwarts de Magia y Hechicería y además Jefe de
la Confederación internacional de Magia. Solo Alemania, Suecia y Bulgaria abstuvieron su decisión de unirse
o no a Inglaterra en la lucha contra Lord Voldemort. Al cabo de unos minutos el ministro búlgaro, que se
mantuvo en silencio durante toda la reunión hablo finalmente.

- Bulgaria, es un país sumamente poderoso en la actualidad – comenzó su intervención el ministro – Por lo


tanto veo totalmente innecesario que nos unamos a Inglaterra en esta lucha que se avecina, cuando mi país
por si solo puede defenderse sin ayuda. Sumándole a esto el hecho de que el ministerio inglés es el principal
causante de esta situación, al haber engañado descaradamente a la comunidad mágica internacional – se
puso de pie y tomo su capa del respaldar. Se la coloco sobre los hombros – Bulgaria no puede confiar mas en
Inglaterra, ni siquiera los ingleses confían en su ministerio. Ha sido un placer compartir con ustedes esta no
tan agradable reunión, pero Bulgaria y su ministerio han decidido trabajar por su cuenta. – Dirigió su
caminar a la salida de la sala de reuniones, abrió la puerta y antes de salir dijo – Que pasen Buenas Tardes
caballeros.

- Lamento haber escuchado eso, Bulgarov – musito Albus Dumbledore. Miro a los ministros ruso y alemán
respectivamente - ¿Qué hay de Alemania, Michael? Seria de gran ayuda que tu país nos apoyara. Al igual
que Suecia, Gilbert. Ambos son igual de importantes.

- Antes de dar mi decisión final quiero que respondas a estas dos pregunta Albus Dumbledore ¿Dónde esta
Cornelius Fudge en estos momentos? Y ¿Dónde esta el representante de la Inglaterra en la Confederación
Mágica Internacional o para sus efectos el Director del Departamento de Cooperación Mágica Internacional
del Ministerio Ingles? – interrogo el ministro alemán, Michael Borensen.

- Respondiendo a la primera pregunta: Lamentablemente Cornelius Fudge no aguanto la presión y dimitió de


su cargo hace dos semanas atrás. Las elecciones para un nuevo ministro tardaran meses. Como van las
cosas probablemente para marzo del otro año tengamos a alguien nombrado en el cargo – hizo una breve
pausa, miro directamente a los ojos del ministro alemán y prosiguió hablando – La respuesta a tu segunda
pregunta es aun más sencilla: El Director del Departamento de Cooperación Mágica de nuestro ministerio
renuncio hace una semana luego de la dimisión del ministro y a la falta de este último todavía no se ha
nombrado a nadie.

- Ya veo – murmuro con voz casi inaudible Michael – En vista de los últimos acontecimientos Alemania se
unirá a Inglaterra. Tu siempre nos hablaste con la verdad Dumbledore, fue Fudge el que nos mintió
descaradamente por lo tanto mi país confiara en ti una vez mas Albus Dumbledore.

- Me alegra escuchar eso, Michael. El apoyo que Alemania le puede brindar a la causa es sumamente
importante – dirigió su mirada al ministro de magia Sueco - ¿Qué me dices tu Gilbert?

- Por primera vez en mucho tiempo concuerdo con Michael – contesto pesadamente Gilbert Sverenson –
Puedes contar con el apoyo de Suecia para lo que sea necesario. Sin Fudge en el poder mi país puede volver
a confiar de nuevo en Inglaterra.

- Perfecto, dentro de un par de días más convocare otra reunión para que establezcamos los parámetros de
cooperación entre los distintos país – detuvo su hablar por unos instantes mientas se acomodaba sus gafas
de media luna – Me llena de gozo el desarrollo de esta reunión, en especial el hecho de que una vez más nos
hayamos unido para hacerle frente a Lord Voldemort. Les deseo un buen viaje a todos. ¡Hasta pronto
caballeros… y damas! – al decir esto ultimo le guiño un ojo con picardía a la ministra francesa y desapareció
del lugar. De igual modo todos los presentes en la sala desaparecieron con ¡plop!

---

El sol se alzaba imponente en el firmamento. Los rayos solares iluminaban completamente el enorme jardín.
Era un hermoso día para caminar. Una densa capa de nieve recubría el suelo dificultándole el avance a
cualquiera que quisiera atravesarlo. Junto a una enorme casa, parecida al edificio madre de una villa, tres
personas permanecían expectantes a las indicaciones de una cuarta que les miraba paternalmente.

Esta última persona era un hombre bastante mayor con abundante barba, ni muy larga ni muy corta, y unos
cuantos cabellos que caían desde la cabeza hasta la nuca. Físicamente el hombre no era muy alto, mas bien
rebegido. Apoyaba su mano derecha sobre un bastón de madera. Su rostro reflejaba picardía y seriedad.
Hablaba pausadamente enfatizando mucho, algunas veces demasiado, en aquellas palabras que consideraba
de suma importancia. Vestía una túnica desgastada chocolate oscuro con parches en los codos y en las
muñecas. La gente lo conocía formalmente como: Franklin Smithson. Pero sus amigos lo llamaban, Frank.
Frente a él dos de los tres jóvenes, un chico y una chica, parecían estar prestando atención a sus palabras.
La jovencita vestía unos pantalones negros ceñidos al cuerpo, botas y una blusa blanca. Sostenía firmemente
su varita con la mano derecha. El otro joven que prestaba atención vestía unos jeans azules, botas y un
suéter verde con el emblema de su equipo de Quidditch favorito. Este último sostenía su varita flojamente
con la mano izquierda. En cambio un joven con sus largos cabellos color negro azabache, en épocas
anteriores muy revueltos, ahora amarrados en una coleta; tenía la mirada perdida. Su rostro era gélido e
inexpresivo, una fina y elegante barba le recubría el rostro dándole un aire de madurez y seriedad.

Sus hermosos ojos verde esmeralda que en antaño brillaron con locura y reflejaron alegría, felicidad e incluso
a veces tristeza y soledad, ahora eran totalmente opacos e inexpresivos. A través de ellos era totalmente
imposible adivinar que estaba pensando o sintiendo el joven, si es que aun poseía sentimientos. Llevaba
puestos unos pantalones negros, unas botas, una camisa de seda rojo vino y como siempre en su costado
derecho tenía la varita en la funda de su cinturón. Además curiosamente llevaba una espada plateada y
brillante, con la empuñadura llena de fulgurantes rubíes del tamaño de huevos, colgando del cinturón.
Finalmente después de estar un rato perdido en sus pensamientos, se decidió a prestarle atención a las
palabras de su mentor.

-...deben recordar lo importante que es que consigan su objetivo. Tienen que lograr a toda costa rescatarlo.
No olviden que lo primordial es sacarlo de ese lugar con vida ¿Les quedo claro? – dos de los jóvenes
asintieron - ¿Qué me dices tú, Harry? ¿Estas de acuerdo con lo que he dicho?

- Sabes que estoy a favor de tu plan, Frank – contesto toscamente el moreno – Y también sabes que pienso
que es muy arriesgado que Jasón y Jennifer vayan conmigo. El Ministerio de Magia sabrá inmediatamente
cuando ellos utilicen su varita.

- Si eso lo se, Harry – espeto Frank fastidiándose un poco – Pero también se, que tu conoces un hechizo de
magia negra muy efectivo para que los inútiles del ministerio no detecten cuando tus compañeros utilicen su
varita ¿me equivoco?

- Si, Frank, es cierto – repuso con voz neutral el ojiverde – De todas formas eso no quita que la misión siga
siendo peligrosa para ellos dos, aun así somos un equipo y como equipo trabajaremos juntos.

- ¿Cuándo partiremos, Frank? – Inquirió Jennifer tratando de calmar sus nervios – Creo que para cuando
terminemos nuestra labor aquí ya…

- Si, concuerdo contigo Jennifer – interrumpió abruptamente Frank, eligió sus palabras con cautela y
prosiguió – En vista de los excelentes resultados que han tenido en los entrenamientos y en las misiones,
creo que esta de mas que continúen aquí, por lo que luego de ejecutar su misión deberán regresar a
Hogwarts.

- Todo esta perfecto Frank, pero te repito la misma pregunta que te hizo Jennifer – dijo Jasón un poco
molesto - ¿Cuando partiremos a Londres?

- El 5 de diciembre, en otras palabras: mañana mismo – respondió tristemente Frank. Harry lo miraba
inexpresivo – No crean que porque se van se libraran de mi tan fácilmente, seguiremos en contacto. Aunque
estén en Hogwarts las misiones continuaran. Quiero que formen el grupo que sugirió Harry. Todo será más
fácil si poseen mayor cooperación. No olviden que únicamente deben pertenecer al grupo personas de su
entera confianza. No queremos traidores en nuestras filas.

- Nunca trataríamos de sacarte de nuestras vidas, Franklin – el nombrado hizo una mueca ante la mención
de su verdadero nombre – Eres como familia para nosotros tres. Jamás podríamos olvidar todo lo que hemos
pasado contigo durante nuestra estancia en la villa – dijo Jasón divertido por la expresión de vergüenza que
tenía Frank en el rostro.

- Bien, bien ya que todo ha sido aclarado podemos seguir con el entrenamiento del día – musito Frank
cansinamente - ¿Preparados para un duelo? ¿Qué les parece un dos contra uno?
- Estas loco – replico Jennifer alterada - ¿A quienes pretendes enfrentar? Harry y yo contra Jasón. La verdad
el pobre no tiene oportunidad.

- ¡Oh, no! No tienes tanta suerte, niña – dijo Frank con una sonrisa maliciosa – El duelo será Jasón y tu
contra el gran Harry Potter – los rostros de Jenny y Jasón se ensombrecieron por unos segundos, para luego
tomar un semblante desafiante – Veo que les ha parecido fantástica la idea. Pónganse en posición ¡Ahora!

Harry se coloco espalda contra espalda a sus dos compañeros. Luego de que Frank diera la orden comenzó a
caminar diez pasos, se le dificultaba un poco avanzar por la capa de nieve que recubría el suelo. Una vez
recorrida la distancia reglamentaria. Espero el siguiente mandato. Este llego casi inmediatamente. Frank
volvió a gritar pero el no voltio. Permaneció inmóvil en su lugar. Seguía mirando el infinito. Escucho a sus
dos compañeros gritar sus conjuros. No sabía ciencia cierta que le habían lanzado y la verdad tampoco le
interesaba mucho averiguar de que se trataba.

Presentía como dos rayos de magia se acercaban cada vez más a él. El primer rayo estaba prácticamente
encima de él, cuando con un movimiento fluido y una rapidez increíble esquivo el primer rayo dando un paso
hacia atrás con la pierna izquierda y girando su pierna derecha, viendo pasar un rayo azul frente a sus ojos.
Una cegadora luz blanca, le previno de la proximidad del segundo hechizo. Tomando impulso realizo una
voltereta hacia atrás, arqueando su espalda, el rayo blanco paso justo debajo de esta rozando levemente la
tela de su lujosa camisa. Cayó sobre sus manos y se impulso con estas para quedar nuevamente de pie.

- ¿Eso es todo lo que pueden hacer? – una sonrisa burlona se dibujo en su rostro. Rasco su velluda barbilla
con su mano izquierda – Esperaba más de ustedes. Pero por lo que veo están por debajo de mis
expectativas.

- ¡Expelliarmus! – exclamo potentemente Jennifer

- ¡Implosión! – conjuro el chico Hufflepuff

Giro sobre si mismo encarando ambos rayos, que se acercaban rápida y peligrosamente a él. Levanto su
mano izquierda “¡Nullus Incantatem!”. Ambos rayos fueron neutralizados estallando sonoramente muy cerca
de él. Rodó por él suelo hacia su izquierda, alzo su mano derecha “¡Grex Cruciatus!”. Dos maldiciones color
rojo salieron de la palma de su mano, dirigiéndose directamente a los dos jóvenes. Intentaron conjurar
escudos protectores, pero era demasiado tarde para querer hacer algo, las maldiciones les dieron de lleno en
el pecho. Inmediatamente después cayeron al suelo, comenzando a retorcerse del dolor, soltando gritos
desgarradores por el lugar. Frank miraba expectante la escena, esperando ver cual sería el siguiente
movimiento del moreno.

- ¡Sin Piedad, Harry! – Grito el anciano incitando al moreno – El Señor Oscuro o los mortífagos no tendrán
ninguno tipo de consideración con ellos por ser tus amigos.

Miro gélidamente a sus dos compañeros retorcerse en el suelo, sin mostrar ningún tipo de sentimiento que
reflejara compasión en su rostro o en sus ojos. Poco a poco fue cerrando la palma de su mano de derecha. A
medida que su mano se cerraba hasta convertirse en un puño, el dolor que les proporcionaba a los dos
jóvenes iba en aumento de manera desmesurada. Una vez su mano se cerro completamente formando un
puño, el dolor se mantuvo constante.

- ¿Qué están esperando para ponerse de pie? – inquirió fríamente el moreno. Frank lo miraba complacido -
¡Vamos! ¡Ustedes no son simples magos! – exclamo enérgicamente. Apretó su puño con fuerza aumentando
el dolor todavía más - ¡Son los herederos de Ravenclaw y Hufflepuff! ¡Demuéstrenme que lo son!

Para los dos chicos lo que el heredero de Gryffindor pudiera decirles era totalmente inútil. El dolor que los
invadía no tenía límite. Les resultaba simplemente imposible no gritar y retorcerse por el efecto de la
maldición. Levantarse y seguir luchando no era una opción asequible para ellos. Sabían perfectamente en
que lío se estaban metiendo al osar batirse a duelo con Harry. El joven dominaba perfectamente cualquier
hechizo, encantamiento, transformación, poción y maldición existente.
Sus conocimientos sobre Magia Negra y Blanca eran verdaderamente extensos. En especial en Magia Negra y
Artes Oscuras, en las cuales había profundizado en los dos últimos meses, luego de que al comienzo del
entrenamiento alcanzara a dominar perfectamente la Magia Blanca en un corto período de tiempo. Todo eso
sin contar la increíble agilidad que tenía y sus rápidos e inigualables reflejos. Poseía una condición física
envidiable, en consecuencia de los ininterrumpidos entrenamientos físicos que realizaba antes del amanecer.
A pesar de eso, en su interior sentían que debían luchar que no podían rendirse tan fácilmente. No serían
derrotados una vez más por él, sin que al menos recibiera un conjuro de su parte.

- Me han decepcionado enormemente, Jasón y Jennifer – dijo pesadamente Harry Potter. Él sabía que tenía
que provocarlos para que sacaran su potencial, únicamente hiriéndoles el orgullo mantendría con ellos un
duelo de verdad. – Pensé que después de la última vez habían aprendido la lección. ¡Son un par de inútiles!
¡No merecen la herencia que se les ha dejado! ¡Son indignos de ella! – De pronto noto un brillo malicioso en
los ojos de sus amigos. Sonrió complacido, había acertado. Les dio la espalda a ambos y comenzó a
liberarlos de la maldición de tortura, abriendo su mano derecha.

- Tu… crees… que eres superior a nosotros ¿verdad? – susurro Jasón con voz temblorosa, mientras se ponía
de pie sobreponiéndose al dolor. Jennifer hacia lo mismo con la única diferenta que esta permanecía en
silencio - ¡Pues no lo eres! – grito iracundo. Frank sonría divertido, mirando la escena – ¡Te aseguro que
Gryffindor va a conocer la ira de Hufflepuff y Ravenclaw!

- Palabras, palabras y mas palabras es lo único que escucho de ti – le censuro Harry liberándolos
completamente de la maldición - Hablas mucho y haces poco. Deberías aprender a ser menos impulsivo, tal
y como lo es Jennifer. Ella si sabe ocupar su lugar en la… ¡Inferioridad!

- ¡Incendium Aquila!

Un látigo de fuego salió de la varita de Jennifer, formando al cabo de unos segundos una enorme águila de
fuego. El animal se dirigía a gran velocidad a Harry. Este la veía inexpresivo, esperando el momento indicado
para repelerla. Inesperadamente dejo de sentir la presencia mágica de Jasón delante de él. El águila estaba
apunto de envestirlo. Abruptamente alguien lo tomo de la cintura, agarrándolo firmemente para que no
pudiera escapar. Siente la punta de la varita de aquel individuo en la base de su espalda y le escucha
murmurar un conjuro “¡Aqua Tempestas!”. Un torbellino de agua golpeo violentamente su espalda
impulsándolo hacia delante, para enfrentarse directamente con el águila de fuego. Volteo a ver de quien se
trataba y vio a Jasón sonriéndole descaradamente. Sin poder hacer nada por evitarlo el animal de fuego lo
absorbió.

Momentos después salió disparado, atravesando al animal seguido de un torbellino de agua y cayendo
abruptamente al suelo. Aunque la nieve amortiguo su caída, se levanto con cierta dificultad. Tenía
quemaduras por todo el cuerpo, sin contar que su ropa estaba desecha. Su cabello, antes recogido en una
coleta, ahora caía descuidadamente sobre rostro y hombros. Sus dos amigos lo miraban expectantes que iba
a hacer. Hacía mucho tiempo desde la última vez que habían logrado si quiera tocarlo con sus hechizos y
mucho menos llegar a herirlo como lo acababan de hacer. Harry Potter iracundo por la osadía de sus dos
compañeros levanto sus brazos dirigiéndolos a Jennifer y a Jasón.

- ¡Lionic Burst! – dos enormes chorros de luz dorada salieron de sus manos formando dos grandes esferas
del mismo color que se iban a impactar cada una directamente en Jennifer y Jasón. A pesar de sus intentos
por esquivarlas, las esferas de luz impactaron en ellos. Al instante del impacto las esferas estallaron
estruendosamente. Los cuerpos de sus amigos salieron despedidos por los aires unos cuantos metros más
atrás de su posición original. Después de esto cayo de rodillas al suelo, jadeando por el esfuerzo realizado.

- Lograron herirte, Harry – dijo tranquilamente Frank acercándosele – Tienes que reconocer que lo hicieron
bastante bien – llego junto a él y le tendió una mano para ayudarlo a levantarse – Lograron que te
esforzaras mas de lo que pensabas.

- Si… mucho más de lo que yo hubiera querido – corroboro el moreno con neutralidad – Trabajaron como
equipo y eso es lo importante – continuo hablando, mientras en su rostro se dibujaba una triste sonrisa –
Además necesitaba enfrentarme dignamente a duelo. Quería probarme a mi mismo lo poderoso que soy –
concluyo arrogantemente.
- No te lo creas mucho, Harry – lo reprendió el anciano severamente por sus palabras – Ante todo debe
prevalecer en ti la humildad. Por cierto si eres tan poderoso… ¿Cómo explicas las heridas que tienes? Y
déjame decirte que no se ven nada bien, además que…

- Si, si, si ya lo se, Franklin – interrumpió bruscamente el moreno. Se puso de pie – Esto… - señalo las
múltiples quemaduras que tenía – Son simples descuidos que se curan con facilidad. Pero gracias de todos
modos por robarme mi momento de gloria.

- Descuida Harry ha sido todo un placer – musito Franklin comenzando a caminar hacia los cuerpos de los
otros dos herederos. Harry permaneció de pie, inmóvil, mirando su pelo - ¿Qué tal si dejas de ser tan
vanidoso un segundo y me ayudas a ver el estado de tus compañeros?

- Ya voy, Frank no te desesperes – respondió Harry tranquilamente acercándose a su mentor. Al llegar a él,
vio el cuerpo de Jennifer a sus pies inconciente. Unos cuantos metros más a su izquierda diviso el cuerpo de
heredero de Hufflepuff.

- Encárgate de ella, Harry – dijo su mentor. Volteo a su izquierda y continuo hablando – Yo veré que tal esta
el bueno para nada de tu amigo – comenzó a caminar en dirección a Jasón, pero de repente se giro mirando
al moreno nuevamente – Una ultima cosa, haznos un favor a los dos y cúrate esas heridas – al ver las
intenciones del ojiverde de replicar, añadió – Ya se que a ti no te importa estar en ese estado, pero te
aseguro que a la señorita que esta en el suelo en estos momentos si le importa… - realizo una pausa
momentánea antes de decir - …y mucho – dicho esto se alejo rápidamente del pelinegro, dejándolo solo con
la chica.

Ignorando el último comentario del anciano, flexiono sus rodillas para quedar a la altura de la morena.
Pasando un brazo por debajo de la cabeza y otro por la parte posterior de sus rodillas, la levanto del suelo
con gran maestría. La atrajo contra él en un gesto de protección y cariño. Al hacer esto dejo escapar una
pequeña mueca de dolor que se esfumo rápidamente de su rostro. Giro sobre sus talones y emprendió su
caminar con dirección a su cabaña para curar las heridas de la chica. Miro su rostro y noto una profunda
herida en su mejilla izquierda que sangraba copiosamente. Además de eso debía tener un par de huesos
rotos en consecuencia de la maldición cruciatus que le lanzo y algunas cuantas hemorragias internas por el
último hechizo que utilizo.

Atravesó el jardín, bordeando el lago que continuaba congelado desde su llegada, hasta llegar a la puerta de
su cabaña. Con un poco de dificultad la abrió y pasó al interior de su acogedora morada. Caminando
cansadamente llego hasta la cama y deposito el cuerpo de la chica sobre esta. Apunto con sus manos
directamente a la chimenea y susurro “¡Incendio!”. La chimenea rugió levemente al tiempo que se llenaba de
vivaces llamaradas que inundaban el lugar con su calidez. Retiro, sin ningún cuidado, la chamuscada camisa
de su cuerpo, dejando su dorso desnudo. Se arrodillo en el suelo junto a la cama y observo detenidamente a
la chica. Tomo una gran bocanada de aire y suspiro. Los estudios y prácticas que había realizado durante su
estancia con Voldemort y ahora en la Morada de los valientes sobre magia curativa le estaban siendo muy
útiles… a veces demasiado.

Al cabo de unos minutos, poso su mano izquierda en la frente de la chica y la derecha sobre el pecho de él,
justo encima de su corazón. Cerró los ojos, despejo su mente de todo pensamiento y se concentro. Una aura
de luz celeste pálido rodeo a la heredera de Ravenclaw. Centro su poder mágico en su mano izquierda,
dirigiendo un gran flujo de energía hacia la chica. Poco a poco era visible como la herida del rostro de la
joven desaparecía, sin dejar ningún tipo de cicatriz. Jennifer frunció el entrecejo por instantes y en su rostro
se dibujo una in disimulable mueca de dolor. Abruptamente, tan rápido como comenzó el proceso de
curación, todo término. Acerco su rostro, instintivamente, al de ella y beso su frente con delicadeza.

Retiro la espada de su cinturón colocándola en el suelo y desenfundo su varita. Se apunto a si mismo con ella
y dijo con voz clara y potente “¡Universus Cremare – realizo una floritura con la varita y añadió - Fascia
Inmendo!”. Hizo una mueca de dolor mientras las ampollas y quemaduras que tenía, a causa del ataque del
ave de fuego, desaparecían lentamente. Una vez terminado el proceso, guardó su varita en la funda y se
levanto. Fue a su baúl, saco una camiseta blanca y se cubrí el dorso con ella. Hurgó un poco el contenido del
baúl y cogió un caldero de tamaño normal junto con algunos ingredientes. Camino hasta la chimenea y con
el movimiento de su mano regulo el tamaño de las llamas. Colocó caldero sobre el fuego. Desenfundo su
varita, pronuncio un par de palabras y el caldero se lleno hasta la mitad de agua. Mientras el agua se
calentaba, él se aproximo a la mesa y sentándose en una silla comenzó a cortar los ingredientes con el
movimiento de su varita, para luego distribuirlos por toda la superficie.

Cuando termino su labor, hizo un movimiento con la mano y uno a uno los ingredientes levitaban desde la
mesa hasta el caldero con agua hirviendo y se depositaban en él. Luego con otro movimiento de su mano el
agua empezó a girar lentamente dentro del caldero. Se levanto y arrastro la silla donde estaba sentado hasta
colocarla junto a la cama. Volvió a tomar asiento y viendo el rostro de la joven se sumergió en sus
pensamientos. Había llegado el momento de hablar con Dumbledore. Tendría que hacerle frente al director
después de poco más de medio año sin verle. Lo cierto es que poco le preocupaba ese asunto, desde hace un
tiempo ya tenía planeado que hablaría con el viejo loco.

Por otra parte volvería a ver a Ron y Hermione, después de tanto. Esperaba que Ron hubiera recibido su
carta y estuviera preparándolo todo, ya que luego de ejecutar la misión que tenían programada volverían a
Hogwarts para terminar el sexto curso. Lo positivo de todo esto sería que dispondrían, casi de inmediato, de
las vacaciones de navidad; por lo que tendrían el tiempo suficiente para realizar los preparativos pertinentes
para la conformación del grupo. Una triste sonrisa se dibujo en su rostro al recordar lo que verdaderamente
le preocupaba sobre su vuelta a Londres: Ginevra Weasley. A pesar de todo lo que había sucedido, seguía
preguntándose si Ron le entrego o no la carta que él le escribió a ella.

Su vida sentimental, si se le puede llamar así, era un completo desastre. Desde hace algún tiempo siente
que ha logrado olvidar a Ginny, pero no será hasta que la vuelva a ver que estará completamente seguro de
ello. La relación con Jennifer continuaba siendo únicamente de amigos y por el momento quería mantenerlo
así. Su principal prioridad en estos momentos era: detener al Señor Oscuro y volverse mucho más poderoso.
Ansiaba tener poder más que ninguna otra cosa. Durante su estancia en la Mansión Ryddle encontró la forma
perfecta de obtenerlo: la Magia Negra y las Artes Oscuras. La Magia Blanca también le proporcionaba poder,
pero no había punto de comparación con el poder que le ofrecía el lado oscuro de la magia.

- Hola, Harry… - murmuro tímidamente Jennifer entreabriendo sus ojos. La voz lo saco de su
ensimismamiento - ¿Interrumpo? – no obtuvo respuesta por parte del moreno. Este se quedo viendo fija y
fríamente a un punto en el infinito, sin ningún tipo de expresión en los ojos o el rostro – Si quieres me vuelvo
a dormir…

- Me alegra que estés bien – dijo Harry con indiferencia. Jen se le quedo viendo un poco extrañada – No es
necesario que vuelvas a quedar inconciente. Solo estaba contemplándote.

- ¿Te pasa algo, Harry? – Pregunto la joven con un dejo de preocupación - ¿Por qué no me miras a los ojos?
– volvió a inquirir. Él seguía con la mirada perdida – ¡Vamos, Harry! Muéstrame esos hermosos ojos verde
esmeralda que tanto me gustan.

- Así que… Te gustan mis ojos… - susurro mientras que con su mano derecha se rascaba su mejilla derecha,
produciendo un extraño ruido por el rose de sus dedos con su barba. Finalmente luego de unos segundos
accedió a la petición de la chica y la miro a los ojos. Su verde mirada se conecto con la mirada avellana de
ella. Sin poder evitarlo una tierna sonrisa se le dibujo en el rostro.

- Tu sabes que tus ojos me encantan, Harry – corroboro la joven sonrojándose levemente – ¿En que
pensabas? Espero que no sea nada de que preocuparse…

- No, para nada Jen – respondió el chico pasando su mano derecha por la frente de ella – Solo eran cosas sin
importancia, simples banalidades – aseguro el pelinegro – Pero olvidémonos de mi y dime… ¿Qué tal estas
tu? ¿Cómo te sientes?

- Bueno… para haber recibido un Cruciatus del gran Harry Potter y un hechizo de magia blanca tan poderoso
como el Lionic Burst – puntualizo seriamente, para luego esbozar una linda sonrisa – Me encuentro de
maravilla. Imagino que tu tendrás mucho que ver en ello ¿cierto?

- Correcto, Srta. Anderson – afirmo el chico poniéndose de pie y caminando hacia la chimenea. Al llegar al
cardero convoco una taza y un cucharón – Un poco de magia curativa nunca esta de más ¿no crees? – la
chica asintió. Pero de pronto se puso muy seria. Harry lo noto y mientras servía el espeso líquido verdoso en
la taza, le pregunto - ¿Qué pasa? ¿Por qué esa cara?

- ¿Cuánto poder mágico perdiste por curarme? – inquirió Jenny muy seria y preocupada. Harry la miraba con
una mezcla de asombro e ignorancia – No me mires así, James. Se lo que pasa cada vez que utilizas magia
curativa. No soy la heredera de Ravenclaw por el gusto.

- Detesto, como no tienes idea que lo sepas… - murmuro entre dientes. Termino de servir la poción y regreso
junto a la cama de su amiga. La ayudo a incorporarse un poco y le acerco la taza humeante - Tómatela
toda… te hará bien… - la morena bebió todo el contenido de la taza, realizando una mueca de asco mientras
lo hacía. Luego de terminar le entrego la taza al chico. El se alejo un poco y puso la taza en la mesa, después
de esto volvió a sentarse en la silla junto a la cama.

- Y bien, Harry… - musito Jennifer esperando una respuesta adecuada para la pregunta que realizo con
anterioridad. El joven Potter la miro inexpresivamente. Al ver que el no se iba a dignar en responderle,
decidió añadir – James… estoy esperando que me respondas lo que te pregunte…

- Sabes perfectamente que detesto los interrogatorios, Anderson… - espeto duramente el pelinegro. Dudo
por unos segundos hasta que finalmente se decidió a responder a la pregunta de su compañera – La verdad,
no utilice demasiado. Use lo estrictamente necesario para sanar las heridas de mayor urgencia, el resto del
trabajo lo hizo la poción.

- Algo me dice que no me estas diciendo toda la verdad – replico la joven con voz queda – Me sentía bien…
demasiado bien, diría yo. Te digo, y se que tengo razón, que utilizaste mas poder del que me estas
rebelando. En fin… ¿Cuánto tardaras en recuperarlo?

- Un par de semanas como mucho – respondió el ojiverde sin darle importancia – Hazme el favor de no
preocuparte mas por eso, tampoco es que me haga mucha falta… al menos no todavía.

- ¿Qué utilizaste para curarte a ti mismo? – Pregunto la morena con curiosidad – Espero que no haya sido un
hechizo…

- Precisamente es ese que te estas imaginando – interrumpió con brusquedad el chico. Detestaba tener que
dar explicaciones, aunque él sabía que ella se las pedía porque se preocupaba por él igualmente las
detestaba – Fue bastante efectivo diría yo, el proceso de curación duro mucho menos que…

- ¡¿Proceso de Curación?! ¡¿A eso lo llamas proceso de curación?! – Exclamo Jennifer visiblemente alterada -
¡Por Merlín, Harry! ¿Por quien me tomas? Se, perfectamente bien, que ese hechizo necesita por lo menos
una semana para curar heridas como las tuyas. Y también se, que las heridas desaparecen
independientemente estén curadas o no… – El chico no pudo evitar sonreír con descaro, provocando que la
ira en la chica aumentara – No le encuentro el chiste a esto, Potter.

- Es que… - comenzó a decir al tiempo que su sonrisa pasaba a ser seductora, lo que hizo que la chica se
sonrojara bastante - …me fascina cuando te preocupas tanto por mí. Solo tú sabes hacerlo de esa forma…
tan especial.

- Si, lo se… yo… también… te quiero, James… - balbuceo Jen en un intento de decir algo coherente. Suspiro
sonoramente, tratando de ordenar sus ideas en la cabeza. Le encantaba y a la vez odiaba el efecto que tenía
Harry en ella cada vez que tomaba esa actitud – No… no trates de desviar mi atención, Potter. Estábamos
hablando de algo muy serio.

- Esta bien, esta bien – repuso Harry, resignado a tener que responder a sus preguntas – Simplemente
evalué la situación y concluí que tus heridas eran mas importantes que las mías. Además que, como sabrás
al igual que yo, realizar simultáneamente dos curaciones de esa magnitud e incluso por separado
consecutivamente es una locura. Seria prácticamente un suicidio, inclusive para un mago como yo. Y, ni
siquiera teniendo la posibilidad lo haría. No solo por no poseer ni los conocimientos, ni la experiencia
necesaria. Sino también porque perdería demasiado poder mágico y tardaría demasiado tiempo en
recuperarlo.
- ¿Qué quieres decir con eso de: “Ni la experiencia, ni los conocimientos necesarios”? – Pregunto la chica con
gran interés por el rumbo que estaba tomando la conversación – No puedo creer que el gran Harry Potter
deje de hacer algo por falta de teoría y practica…

- Lo que quiero decir con eso de: “Ni la experiencia, ni los conocimientos necesarios” como lo llamas tú, es
que no pretendo cometer un acto de irresponsabilidad que los prive de mi gran poder por un largo período de
tiempo – sus ojos volvían a ser inexpresivos y su rostro tomo un semblante gélido y arrogante – Sería muy
egoísta de mi parte quitarles el privilegio de observar mi poder en todo su esplendor. Claro que a eso le
puedes sumar el hecho que, no he leído todavía el libro titulado: “Curaciones Mágicas que no se deben pero
pueden realizarse” de tu querida autora: Judith Robinsón.

- No se... que decir… la arrogancia que irradias me ha dejado sin palabras – repuso Jennifer fingiendo
sorpresa – Definitivamente eres un caso perdido. No hay quien pueda contigo y tu ego súper desarrollado.

- Ey! Mi ego no ha hecho nada en tu contra – dijo Harry haciéndose el ofendido. Miro su reloj y se dio cuenta
que había pasado mucho tiempo ya desde que finalizo el duelo. La hora de la cena se acercaba rápidamente
– Bueno, bueno no quiero seguir ofendiendo tu orgullo Ravenclaw. Por lo que mejor dejemos el tema hasta
aquí.

- Como quieras, me da lo mismo… - musito la chica tratando de parecer indiferente – Y, cambiando el tema…
¿Cómo te sientes con respecto a… - dudo si debía continuar o no –…el regreso a Londres?

- La verdad, no entiendo tu pregunta… - respondió luego de meditarlo unos segundos. Se levanto de su sitio,
dirigiéndose directamente al escritorio que tenía en la cabaña. Tomo unos rollos de pergamino en los que
había hecho algunos apuntes y empezó a ojearlos.

- Yo se que entiendes perfectamente mi pregunta, James – replico Jennifer un poco molesta – Me refiero
específicamente a lo de tu… tu sabes. Además esta el hecho de que volverás a ver a tus amigos después de
tanto tiempo y, claro esta, que también te reencontraras con la… niña esa, Ginny.

- En cuanto a lo de mi padrino, llevo diciéndote desde hace mucho tiempo que eso esta ya lo he superado.
Te digo con seguridad que la vuelta a ese sitio no me va a afectar para nada – dijo el moreno con
indiferencia mientras ojeaba con gran interés los pergaminos. Esto le estaba empezando a molestar a
Jennifer - En lo que respecta a mis amigos, estoy muy feliz porque pronto los veré de nuevo. Tú, más que
nadie, sabes lo mucho que los he extrañado. Y en lo referente a Ginevra, también te he dicho que ella ya no
me interesa en lo absoluto – concluyo con firmeza. Ella lo miro extrañada por esas palabras, pero la
seguridad con la que el chico las dijo, hizo que no le quedara la menor duda de que lo que le decía era
verdad.

- Bien, entonces creo que no habrá ningún problema – comento ella después un unos minutos de silencio en
los que Harry no dejaba de ver los pergaminos del escritorio – Por cierto, Harry… ¿Qué tienes escrito en esos
rollos para que los mires con ese interés?

- Nada en especial, solo unos cuantos apuntes sobre mi transformación en animago - contesto Harry como si
fuese la cosa mas normal del mundo – Todavía hay un par de cosas que no domino a la perfección. Reviso
mis apuntes, para saber en que estoy fallando.

- Pero, si tú dominas tú forma animaga a la perfección – indicó ella totalmente desconcertada – No veo razón
para que estés revisando la teoría.

- Es cierto, Jen – confirmo pensativo el ojiverde, deteniendo su vista en uno de los pergaminos – El problema
no es la transformación de humano a animal o de animal a humano. La cuestión es que no logro que las
propiedades mágicas de mi forma animaga, me sean útiles también cuando soy humano.

- Oh! Disculpe mi ignorancia su magnificencia, Harry Potter, señor – se disculpo la joven fervientemente –
Encima de que eres el primer mago después de Merlín, que logra transformarse en un animal mágico.
Pretendes también tener sus propiedades…
- Merlín logro hacerlo ¿no? - la corto con rudeza el chico. Jennifer se limito a asentir – Bien, si él lo logro
entonces yo puedo hacerlo también. Para mí nada es imposible, recuerda que: ¡El cielo es el límite!

- Como digas, James – murmuro Jennifer entre dientes. Harry continuaba leyendo el mismo rollo de
pergamino desde hacia mas de 10 minutos. Al parecer había encontrado lo que buscaba - ¿Qué va a pasar
con Lestrange? Ya mañana nos vamos y…

- Frank se encargara de él – contesto rápidamente, para introducirse nuevamente en su lectura. Se sentó en


la silla frente al escritorio - ¡Lo encontré! – exclamo poniéndose de pie y alzando el puño en señal de victoria.
Ella lo miro con cara de: “¿Que rayos te pasa?” – Tengo que ir a la casa principal, Jenny – añadió al verle la
cara. Camino apresuradamente hacia ella, le dio un efímero beso en la frente y tomando su abrigo y guantes
de encima del baúl se dispuso a irse de la cabaña.

- ¡Espera, Harry! – grito ella desde la cama, justo antes de que el cerrara la puerta detrás de él. Poniéndose
el abrigo y los guantes se acerco a la cama mirándola expectante. Jenny no decía nada, simplemente
permanecía en silencio.

- ¿Qué pasa? ¿Te sientes bien? – inquirió con impaciencia el chico al tiempo que se arreglaba el cuello del
abrigo y terminaba de colocarse los guantes.

- Este… me preguntaba si tu… - balbuceo Jenny en busca de un intento de respuesta. La desesperación de


Harry crecía con cada balbuceo de Jennifer. Cuando logro poner en orden sus ideas, lo que dijo no era lo que
quería decir en un principio – Me preguntaba si ibas a tardar mucho, para esperarte o si preferías que me
fuera a mi cabaña.

- Lo mejor es que vayas a tu cabaña y descanses – ordeno Harry sin dejar margen a contradicciones – No
tengo la menor idea de cuanto voy a tardar. ¡Hasta Mañana! – se despidió saliendo de la cabaña y
encaminándose a la casa principal.

Su caminar fue seguido por la triste mirada de Jennifer. Recordaba con pesar al Harry Potter cariñoso,
comprensivo, tierno, bromista, valiente; calido, expresivo, caballeroso, cortés y humilde que conoció el
primer día en la villa. Añoraba a ese chico del que se había enamorado, del cual en la actualidad no quedan
más que pequeños pincelazos que salían a relucir de vez en cuando. Aparto su vista de la ventana y se
recostó en la cama nuevamente. Busco con la mano la almohada que él utilizaba para dormir y colocándosela
en el rostro respiro el masculino aroma de su colonia. Una lágrima saltó de su ojo y descendió por su mejilla.

Lo quería con locura, lo amaba con todo su corazón y deseaba con toda su alma que él volviera a ser el
mismo de antes. La caballerosidad, la cortesía y la buena educación seguían patentes en él desde el primer
día que le conoció. Pero cambiaría todo eso por un poco cariño, de ternura, por una alguna palabra de amor,
un beso, un abrazo, una caricia o… un te quiero. Lloraba copiosamente mientras rememoraba en su mente el
último beso, la última caricia y el último te quiero que recibiera de su parte. Desde aquel día, cuando
capturaron a Rodolphus Lestrange, él había cambiado radicalmente. Se centro en los entrenamientos de
lleno, casi no tenían tiempo para conversar. Su único alivio era por las noches, cuando dormía abrazada a él,
respirando su aroma y sintiéndose protegida en sus fuertes brazos. Seco sus lágrimas con el dorso de su
mano y trato de tranquilizarse.

Una triste sonrisa se dibujo en su rostro al recordar que sus encuentros nocturnos terminarían al regresar a
Londres, específicamente a Hogwarts. Se levanto de la cama y con pesar se dirigió a la salida. A unos pocos
metros de la puerta se volteo y miro la cabaña. Seria la última vez que vería aquella morada en la que tuvo
tantos hermosos recuerdos, en donde le sucedieron las mejores cosas de su vida. Recibió el primer beso que
Harry le daría frente a la chimenea y el primer te quiero en aquella cama. Extrañaría aquel lugar y siempre lo
recordaría con gran cariño sin importar lo que pasase. Volvió a encarar la puerta desprendiéndose de sus
pensamientos y se encamino a salir de la cabaña.

Caminaba a paso veloz hacia la casa principal, tenía que poner práctica rápidamente lo que había
descubierto. De pronto y sin saber porque se detuvo. Algo dentro de él se estremeció y una extraña calidez
lo invadió. Su rostro tensado e inexpresivo, se suavizo. Apretó con fuerza el rollo de pergamino que llevaba
en la mano. Dio media vuelta para encarar su cabaña al otro lado del lago. Inesperadamente comenzó a
caminar en aquella dirección, soltando el pergamino que ardió convirtiéndose en cenizas al contacto con el
suelo. Tenía que verla, en su corazón un sentimiento de necesidad crecía pasos agigantados. Mañana partiría
a Londres y su relación con ella tendría que cambiar completamente. Pero él no lo permitiría, las cosas
seguirían siendo como siempre. Él estaba diferente, algo dentro de él estaba cambiando. Ese caparazón de
hierro que había logrado forjar alrededor de sus sentimientos en los últimos meses, se estaba desmoronando
sin que el pudiera hacer algo por evitarlo.

Paso de caminar a correr, bordeando el congelado lago. Cada vez más se acercaba a ella, por cada paso que
daba la distancia que los separaba se hacía más pequeña. Tanto tiempo protegiendo sus sentimientos, para
nada. El sentir lo volvía débil, por lo que para ser poderoso debía dejar de sentir. Lo había hecho, por meses
consiguió volverse gélido, frío, arrogante e inexpresivo. Pero en estos momentos eso no importaba, si sentir
era debilidad; él quería ser débil… extremadamente débil. Trato con indiferencia y crueldad a la única mujer
que lo ha querido verdaderamente. Ella le dio su apoyo, cariño, amistad y lo más importante su amor.
Siempre que él la necesito estuvo allí para darle una caricia, un abrazo, una palabra de consuelo y hasta… un
beso. Llego a la puerta de la cabaña y sin detenerse la abrió abruptamente. Vio como ella se sobresaltaba al
verlo entrar de aquella forma y parecía extrañada por su presencia allí. Ella iba a irse justo como él se lo
había ordenado. Logro llegar a tiempo para detenerla antes de que se marchara.

Miró los hermosos ojos de la joven, perdiéndose por instantes en el color almendrado de estos. Noto, con
pesar, que sus ojos estaban rojos e hinchados y sus mejillas bañadas en lagrimas. Había estado llorando por
su culpa. La única que lo quería sufría por sus estupideces, por la tontería de creer que ocultando sus
sentimientos todo seria mejor y por la estúpida idea de que ella siempre estaría a su lado sin importar como
el la tratara. La quería, tenía que conocerlo. No podía seguir negándose a si mismo, que esa mujer formaba
era parte importante en su vida. Salió de su estupor y sin romper el contacto visual, camino lentamente en
dirección a ella. Jennifer lo miraba sin entender que estaba pasando. Cuando estuvo a escasos centímetros
de ella, se detuvo. Tomo las manos de ella entre las suyas y llevándoselas a la boca, las beso tiernamente.
Acerco su rostro al de la chica hasta que su frente choco con la de ella, haciendo que sus bocas quedaran
extremadamente cerca. Soltó las manos de ella y con las suyas la rodeo por la cintura apegándola más a él.
Jennifer, saliendo de su asombro, pasó sus brazos alrededor del cuello del chico.

- ¿Por qué has vuelto? – Susurro Jenny con un dejo de tristeza en su voz. Harry no decía nada, solo la
miraba directamente a los ojos cosa que la ponía nerviosa. Por primera vez en mucho tiempo sus ojos no
eran fríos e inexpresivos. Rehuyendo de su mirada, continuo – Creí que ibas a… entrenar – dudo por un
segundo si deba continuar – Yo… no debería estar aquí, yo lo…

- Decidí volver, simplemente porque necesitaba hacerlo – corto el moreno, tomándola de la barbilla,
obligándola a mirarlo a los ojos. Pero por alguna extraña razón ella no podía sostenerle la mirada – No tienes
que irte si no quieres, Jenny…

- Harry… ¿Por… por qué… me haces… me haces esto? – Pregunto ella con la voz quebrada y los ojos llenos de
lágrimas. Él la miraba sin entender a que se refería - ¿Sabes cuanto tiempo he esperado? ¿Tienes idea de
cuanto he añorado que llegar el momento en que me tuvieras en tus brazos, tal y como lo estas haciendo
ahora? ¡Me estas haciendo daño Harry Potter! – exclamo Jenny rompiendo a llorar. Harry la abrazo
fuertemente, tratando de reconfortarla.

- Lo siento mucho, Jen – musito el ojiverde con pesar, dejando de abrazarla luego de unos minutos. Su
mirada dejaba ver la inmensa tristeza que le provocaba verla llorar – Tienes toda la razón, te estoy haciendo
daño – continuo diciendo él, totalmente abrumado. ¡Estúpido, Potter!, se decía, no solo la lastimas a ella,
sino que también te debilitas a ti mismo con tu estúpidos sentimientos. – Lo… lo mejor es que me….

- No, no, Harry… tú no entiendes… – interrumpió la chica al suponer lo que Harry le iba a decir. El joven
intentaba hacer contacto visual desesperadamente pero ella seguía evitando sus ojos – El problema no eres
tu… – decía mientras una gran cantidad de lágrimas rodaban por sus mejillas – El problema… soy yo… -
concluyo rompiendo a llorar y esquivando a Harry paso rápidamente por su lado en dirección a la salida.
Haciendo gala de sus rápidos reflejos, Harry logro tomarla del brazo antes de que saliera por el umbral de la
puerta. Hizo que ella volteara para quedar frente a él.

- ¿Por qué eres tu el problema? – pregunto Harry con el desafió y la dureza marcados en su tono de voz. Ella
permanecía con la cabeza gacha, en silencio. Él se estaba cansando de esa situación, desde hacia un rato se
había percatado que ella evitaba verle a los ojos – Mírame a los ojos y contéstame, Jennifer – ordeno el
moreno calmadamente.

La jovencita alzo la cabeza y se obligo a mirar los ojos verde esmeralda del joven Potter, que si bien ya no
eran inexpresivos seguían opacos y denotando un profunda tristeza. Jen permanecía en silencio, mientras
Harry permanecía impasible, escudriñándole la mirada. De pronto el joven noto un brillo fugaz en los ojos de
ella que no le gusto para nada. Tenía días que notaba continuamente eso en la mirada de Jen y sumándole
que ella no le miraba a la cara, a menos que fuera estrictamente necesario, era un hecho que ella estaba
ocultándole algo. Pero el no quería aceptarlo, no quería aceptar que la joven estuviera ocultándole algo de la
magnitud que percibía en su mirada

- Sigo esperando tu respuesta – añadió el ojiverde, rompiendo el silencio. La muchacha respiro


profundamente, buscando una buena explicación que dar por su falta de discreción.

- Y-Yo… lo que pasa es que… que... yo no estoy muy segura de lo que siento… - callo por un segundo. Otra
vez aquel brillo en su mirada. Le iba a doler inmensamente lo que se disponía a decir, pero no le quedaba de
otra - …tu sabes… lo que siento… por ti.

- No se, si lo que me dices es la verdad acerca de tus sentimientos, precisamente porque son tus
sentimientos y no puedo saber la veracidad de estos – aclaro Harry Potter fríamente, antes de continuar
diciendo – Pero… de lo que si se estoy seguro es que ese no es el verdadero motivo por el cual me dijiste
eso.

- ¿Me has leído la mente? ¡¿Te has metido en mis recuerdos?! – exclamo Jenny con un gesto que era la
mezcla entre la indignación y el asombro. De nuevo huía de su mirada. El agacho la cabeza y negó lo dicho
por ella, moviendo la cabeza lentamente de un lado a otro. Volvió a alzar la vista, pero esta vez sin mirarla a
los ojos. Simplemente veía un punto en el infinito. Jennifer dio un respingo al ver la expresión en su rostro,
la mascara impenetrable había vuelto.

- Yo respeto la privacidad de los recuerdos de mis amigos y aunque te conozco lo suficiente como para saber
cuando me estas mintiendo… - respondió el moreno totalmente inexpresivo – Con solo ver tu mirada me di
cuenta que me mentías, tu sabes perfectamente bien que me doy cuenta cuando me mienten… cuando me
mientes… - el hizo una pausa y a ella le pareció ver un atisbo momentáneo de tristeza en sus ojos – Además,
tu misma me los acabas de confirmar – concluyo Harry dándole la espalda y caminando a su baúl. Ella abrió
los ojos como platos al darse cuenta de lo que acaba de hacer.

- Harry… de verdad que lo siento… - trato Jennifer en vano de disculparse. Él sacaba su capa de viaje, una
camisa azul de seda y su espada del baúl – Yo… no quería mentirte… pero entiéndeme…

- Si no querías hablarme de eso, lo único que tenías que hacer era decírmelo – la corto él con brusquedad
mientras se colocaba la camisa. Desenfundo su varita y con un movimiento sus pantalones negros quedaron
libres de cualquier rastro de suciedad, producto del duelo que sostuvieron en la tarde de aquel día.

- ¡Pero es que es una tontería! – Exclamo la heredera de Ravenclaw tratando inútilmente de justificarse - ¡No
tienes que ponerte así conmigo con por esa tontería! ¡Es una simple mentira! – grito ella en un intento
desesperado de captar su atención aunque fuera enfureciéndolo.

- Me alegra que lo admitas – dijo Harry en un tono de voz que denotaba todo menos alegría, mas bien
neutralidad. Se coloco el abrigo y la capa sobre sus hombros al tiempo que continuaba hablando – Tus
palabras me dicen que es una tontería, pero tus ojos me dicen lo contrario – agrego el Gryffindor con total
tranquilidad. Apunto al baúl con su varita, después de haberlo cerrado “¡Reducto!” El baúl del chico se
encogió hasta quedar del tamaño de una cajetilla de cigarros. Solo en ese momento Jenny se percato de lo
que estaba haciendo el joven.

- ¿Qué crees que estas haciendo? ¿A dónde se supone que vas? – interrogo Jen rápidamente al ver lo que su
compañero estaba haciendo. El simplemente ignoro sus preguntas, continuando con su labor. Levanto la
cajetilla del suelo y la metió en el bolsillo de su camisa. Tomo la espada de encima de la y la coloco en el
cinturón, en el costado izquierdo específicamente. Guardo su varita, como siempre, en la funda que llevaba
en el cinturón en su costado derecho.

- Adonde quiera que voy, no es de tu incumbencia – hablo Harry con fiereza. Jenny no sabía si estar dolida o
enojado por como él se estaba comportando con ella – Encuéntrenme a las afueras de aquel lugar a la hora
que hemos acordado.

- Pero… pero… ¿Y Frank? ¿Y Jasón? ¿Y por qué te vas así? No puedes irte así como así sin decir nada -
censuro ella lo más cortésmente que pudo. Harry comenzó a acercarse a ella a paso lento.

- Ellos y tu lo entenderán, simplemente dile a Frank que no me gustan las despedidas y que además tengo
asuntos pendientes antes de la misión. Infórmale, también, que lo veremos en la primera reunión que
tengamos en Londres, una vez el grupo se haya formando – sentenció el moreno sin dejar margen para una
apelación. Pasmada por las palabras que acababa de escuchar permaneció inmóvil mientras en pasaba a su
lado con dirección a la puerta - Nos veremos, Jennifer – se despidió el joven Potter cerrando la puerta detrás
de él.

- Harry… perdóname… - susurro la Ravenclaw al tiempo que una solitaria surcaba su suave mejilla. El
corazón se le encogió mientras el estomago se le retorcía. Momentos atrás había tenido su oportunidad y la
perdió por no saber controlar sus emociones. Lamento no haber aprendido del todo bien en sus clases de
Oclumancia a ocultar recuerdos o sentimientos específicos. Pero lamentaba aún más lo que había hecho
semanas atrás y mantenía en ella ese sentimiento de culpabilidad que la carcomía por dentro.

Capítulo 11: El Viejo Grupo

Recorría ausentemente los pasillos de piedra. En su andar pensaba en todo lo que le había sucedido los
últimos meses. Suspiro totalmente abatido, al recordar a su mejor amigo. Lo extrañaba más que nunca, en
especial ahora que Hermione se había distanciado tanto de él. Ella continuaba carteándose constantemente
con Víktor Krum. Se había hecho muy amiga de su hermana pequeña y cada vez se sentía mas excluido. El
noviazgo de su hermana con Dean Thomas iba viento en popa. Al parecer ella en realidad se sentía a atraída
por el roba cunas ese. Él por más que había tratado de buscarle un fallo a esa relación seguía sin
encontrarlo. Tal vez debía darle la carta a Ginny, desde hacia algún tiempo no se mostraba demasiado
agresiva con el tema: Potter, tal y como ella lo llamaba. Pero cuando el se llenaba de confianza para dársela
su hermana adoptaba actitudes o hacia comentarios que provocaban el sentimiento de desconfianza en él.

Este era el último día del semestre y mañana comenzarían las vacaciones de navidad. Toda su familia iría a
Grimmauld Place a pasar las vacaciones navideñas, excepto él y su hermana. En navidad se llevaría acabo un
Baile de Navidad, al que podían asistir los estudiantes de 5to curso en adelante. Hermione probablemente
también se quedaría e iría, o por lo menos eso esperaba él. Los alumnos que se irían a pasar las vacaciones
con sus familias, por precaución, serían trasportados el día de hoy a la media noche a la estación King Cross
utilizando trasladores proporcionados por el Ministerio. Perdido en sus pensamientos, llego hasta las puertas
del Gran Comedor y dudando un segundo las atravesó. Al entrar lo descubrió repleto. Volteo a ver a la mesa
de los profesores y se sorprendió al ver el puesto del profesor de Pociones, desocupado. Corrió su mirada y
descubrió como de costumbre, desde que empezara el año, que el puesto del profesor de Defensa contra las
Artes Oscuras continuaba vació. Realmente las cosas estaban sumamente mal este año. Dumbledore no
encontró alguien lo suficientemente loco para que aceptara el puesto. Una pequeña sonrisa se dibujo en su
rostro al recordar como se puso Hermione cuando les informaron que por el momento solamente recibirían
de vez en cuando conferencias sobre la materia, por parte algunos Aurores del Ministerio.

La sonrisa se le ensancho en el momento en que a la mente le vinieron los recuerdos de las continuas
ausencias de Snape en sus clases, según él por encargos del director. Pero eso no era todo el profesor de
pociones tuvo que aceptar a todos los alumnos en sus clases hasta principios del próximo semestre cuando
les darían por fin los resultados de los TIMOS. Su mejor amiga casi se vuelve loca cuando le dijeron eso.
Rememoro con jocosidad sus palabras “¡Están jugando con nuestro futuro profesional!”. Definitivamente ella
era una chica especial. Camino entre las mesas hasta encontrar un lugar vacío al lado de Dean y justo
enfrente de Hermione y su hermana. Ellos hablaban animadamente sobre… quien sabe que. Tampoco le
interesaba mucho descubrirlo. Comenzó a servirse un poco de comida, la verdad no tenía mucha hambre aun
así sabia que tenía que comer. Salió de su ensimismamiento al escuchar a Hermione hablando sobre su
querido Víktor:

- ¿Cómo van las cosas con Víktor, Hermione? – pregunto su hermana descaradamente con la intención de
molestarlo.

- Bueno… creo que bien… hace unos días me escribió y… - tartamudeo la castaña ante la penetrante mirada
que le propinaba el pelirrojo. Ron trato de ignorar la conversación metiéndose un trozo de carne en la boca y
haciéndose el despistado

- ¿Y Qué? ¿Qué te ha dicho? – Continúo con su interrogatorio Ginebra Weasley, intentando disimular su
visible interés.

- Este… me invito a pasar las vacaciones de navidad en Bulgaria… – respondió rápidamente su mejor amiga.
Ron casi se atraganta con su sumo de calabaza al escuchar esto. La mirada de Ginny se ensombreció e
inmediatamente se arrepintió de haber iniciado esa conversación.

- Pero… imagino que le habrás dicho que no ¿cierto? – siguió con la conversación la pelirroja luego de salir de
su estupor.

- Aun no le respondo, pero creo que unas vacaciones por allá no me caerían nada mal… - corto su hablar al
notar que Ron se estaba poniendo rojo - ¿Te pasa algo Ron? – inquirió ella.

- No, nada de que preocuparse – contesto el rápidamente, intentando controlar su temperamento – Así que
unas vacaciones en Bulgaria ¿no? – Ella asintió al tiempo que él sentía como su corazón se rompía en
pedazos – Imagino que vas a ir ¿me equivoco?

- Todavía lo estoy pensando, Ron… Si decido ir, Víktor pasaría por mi a la estación hoy en la madrugada -
replico Hermione acaloradamente. Ginny miraba tristemente a su hermano. La menor de los Weasley conocía
los sentimientos de su hermano hacia su amiga – Se esta quedando en Londres por unos días. Tengo hasta
después de la cena para responderle… ¿Tu crees que debería ir? – esta pregunta lo tomo por sorpresa. Se
sorprendió a si mismo buscando con la mirada algo de apoyo de su mejor amigo. Sus ojos de aguaron al
recordar su ausencia y tomando una gran bocanada de aire le respondió:

- La decisión es tuya, Hermy, no mía. Si tú quieres ir…, entonces ve sin pensarlo dos veces… – dijo Ronald
tratando de ser lo mas maduro posible. A quien quería engañar el no era maduro, simplemente estaba
resignado a que su Hermione tuviera una relación con el idiota de Krum. Se levanto de su asiento – He
perdido el apetito. Los veo en la sala común – añadió disculpándose y tan a solo unos cuantos metros de la
mesa Gryffindor, detuvo su caminar al ver que un… ¿fénix? Se posaba en el respaldar de la silla de Neville,
justamente delante de él y con una carta en el pico:

- ¡Oh por Merlín! – exclamo Hermione ante la majestuosa presencia del ave. Posado en frente del pelirrojo
había un hermoso fénix con un brillante pelaje negro azabache y algunos destellos rojo fuego en las alas y la
cola que lo hacían verse aun más majestuoso, los ojos de un verde esmeralda precioso, las garras y el pico
de un gris casi plateado. El chico solo lo contemplaba y por alguna razón le recordaba mucho a alguien.

- ¿Para mi? – le preguntó el joven Weasley tomando el sobre que tenía una gran R estampada encima. El ave
solo se limito a asentir. Acaricio con delicadeza el suave pelaje de la magnifica ave y esta canto una breve
nota en agradecimiento.

- ¿De quien es la carta, Ron? – inquirió Ginny exasperada por la parcimonia de su hermano. El solo
contemplaba el sobre tratando de descifrar quien podía haberle enviado una carta con un fénix. Alzo la vista
unos segundos y se sonrojo débilmente al ver las miradas de la mayoría de los alumnos que se encontraban
en el gran comedor posadas sobre él. Desvió su mirada a la mesa de lo profesores, específicamente hacia el
profesor Dumbledore. Este movió su cabeza afirmativamente y vio un pequeño brillo de excitación en su
mirada. Definitivamente este viejo esta loco, se dijo.
- ¡Vamos, Ron! Ábrelo y veamos de quien es – le incito Dean Thomas visiblemente emocionado por la
aparición del fénix. Pero sin motivo aparente las manos le temblaban cuando intentaba abrir el sobre. El
majestuoso animal alzo el vuelo y aterrizo frente a su mejor amiga.

- Ron, se puede saber que estas esperando para ver quien te envía esa nota – espeto Hermione mientras le
daba unos trozos de pan al ave. Ante esto logro decidirse finalmente a abrir la carta.

- Esta bien, esta bien… - musito el pelirrojo exasperado. Abrió el sobre y al hacerlo un moneda cayo al suelo
de dentro de este - ¿Un galeón? – dijo mas bien para sí, recogiéndolo del suelo. Lo mordió para ver si era
real – Parece ser autentico

- Préstamelo un segundo, Ron – dijo la castaña antes de que él lo guardara en el bolsillo de su túnica. Se lo
entrego y la joven palideció instantáneamente al reconocerlo – ¿Trae alguna nota?

- Si, ¿Por qué? – respondió Ronald, sin entender muy bien que pasaba. Ella palideció todavía más.

- Por… porque este es el galeón que usábamos para el… tu sabes… el grupo – tartamudeo la chica después
de recuperarse de la impresión. Ginny hizo una mueca al comprender a que se referían y continuó comiendo.

- ¡¿Cómo?! – Exclamo el Weasley totalmente alterado. – Eso no puede ser… significaría que esta carta es
de… - se callo abruptamente al ver que todos continuaban viéndolo interesadamente – Bueno, bueno se
acabo el espectáculo aquí no ha pasado nada… sigan almorzando la comida esta muy buena – dijo el
espantando la mirada de la gente. Se separo de la mesa y camino hacia la salida. El fénix levanto el vuelo y
se poso sobre sus hombros.

- ¿A dónde crees que vas Ronald Weasley? – pregunto Hermione acercándosele a paso rápido. Él la miro sin
comprender.

- Bueno pues… iba a leer la carta… - dijo Ron en un intento por decir algo coherente

- ¿Y la ibas a leer sin mi? – volvió a preguntar. Ron solo asintió - Recuerda que él también es mi amigo,
Ronald. Yo también lo extraño.

- Si, como no – murmuro entre dientes el pelirrojo de forma burlona mientras apretaba el sobre entre sus
manos.

- ¿Qué dijiste? No alcance a escucharte… – replico Hermione con dejo de reproche en su voz

- Dije que primero la leeré yo y después te diré que es lo que ha dicho – repuso Ron diciendo la primera
excusa que se le ocurrió.

- No lo creo, Ronald Weasley – renegó Hermione tomándolo del brazo y sacándolo a rastras del Gran
Comedor. Una vez fuera, se alejaron del lugar y caminaron por los pasillos hasta llegar a un corredor
desierto. Se sentaron en el piso recostándose a la pared y ella lo miro expectante a que abriera el sobre y
desvelara el contenido de la carta - ¿Qué estas esperando?

- Bien, pero no esperes que la lea en voz alta para ti, será mejor que te acerques y la leas por ti misma –
dijo Ron molesto por la irritante actitud de su amiga. Hermione se acerco a él hasta quedar hombro con
hombro. La cercanía y el contacto físico provocaron que las orejas del chico enrojecieran significativamente.
Respirando sonoramente, tomo el sobre con ambas manos y saco la carta. Al desplegarla observo con alegría
la pulcra y mejorada caligrafía de su mejor amigo. La carta decía así:

Querido Ron:

¡Hola, Amigo! Como podrás deducir, estoy vivo. Si hermano, logre salvar el pellejo en la batalla contra
Voldemort. Me costo bastante pero una vez mas la suerte estuvo de mi lado y la asquerosa serpiente no
pudo conmigo. Discúlpame por no haberte escrito antes, pero no tenía ningún medio fiable con el cual
enviarte una carta. El fénix que te ha llevado la carta es mío. Su nombre es Vesper, lo tengo desde hace un
par de semanas atrás, pero tuve que esperar cierto tiempo para poder mandarlo con un mensaje. Te
preguntaras ¿Por qué tengo yo un fénix? Bueno es una larga historia que ya te contare. Ahora te estarás
haciendo otra pregunta ¿Cuándo te lo voy a contar? Pues compañero prepárate para lo que te voy a decir… A
partir de mañana podrás contar con mi detestable presencia…

- Esto tiene que ser una broma… - susurro Ron sin poder creerse lo que estaba leyendo en esos momentos.
Tímidas lágrimas amenazaban con rodar por sus mejillas en cualquier momento. Hermione se acerco a su
brazo izquierdo, mientras Vesper cantaba una dulce melodía.

- No, Ron, no es una broma. Harry va a volver… - le contradijo Hermione al borde del llanto. Abrazándose al
brazo del pelirrojo.

…Ahora te estarás haciendo otra pregunta ¿Dónde demonios me había metido? Bueno hermano la verdad,
aunque confié en Vesper, es mejor que te lo diga en persona a ti y a Hermione. Hola Hermione! Imagino y
creo no equivocarme, al asegurar que también estas leyendo esto. Perfecto necesito que los dos me hagan
un favor. Verán, necesito que reúnan al viejo grupo… no a lo que solía llamarse ED o Ejército de
Dumbledore, sino aquél que fue conmigo al Departamento de Misterios sin importarles su vida y algunas
personas más. Me refiero específicamente a: Ernie Macmillan, Hannah Abbott, Susan Bones, Anthony
Goldstein, Padma Patil, Luna Lovegood, Colin Creevey, Dennis Creevey, Ginny Weasley, Neville Longbottom,
Dean Thomas, Seamus Finnegan, Parvati Patil, Lavander Brown y por supuesto, ustedes dos .Por eso
precisamente les mande el galeón, para que puedan convocarlos. Se que muchos de los miembros quizás
hayan perdidos los suyos, pero… creo que eso tiene solución con la vieja lista que Hermione tiene de los
integrantes. La verdad no se que tal estarán las clases de DCAO, de todos modos eso no tiene relevancia.
Espero que puedan realizar esta tarea para mí, quiero que convenzan a la mayor cantidad para que pasen
las vacaciones de navidad en el castillo. Sino me equivoco empiezan mañana ¿no? Tengo fe en que
conseguirán hacerlo. Bueno pero cambiemos el tema. Espero, Ron, que hayas resuelto el asunto pendiente
que tenías con Hermione. Recuerda los errores que cometí yo, querido amigo, aprende de mis estupideces y
líbrate de un sufrimiento seguro.

Ahora pasando a otros temas menos importantes… ¿Qué tal esta Ginny? Seguro estar bien ¿me equivoco?
Tan bella, amable y cariñosa como siempre ¿Sigue siendo aquella frágil mujer, esa niña inquieta y curiosa de
la que me enamore? Ya me contarán cuando nos veamos. Yo quiero decirte algo, Ron, antes de que lo sepas
de otra boca ¿esta bien? Mira, recuerdas lo que te dije en mi carta sobre tu hermana ¿cierto? Espero que sí.
Yo les confesé que la amaba… pero ocurrió algo que… me ha hecho dudar considerablemente sobre mis
sentimientos hacia ella…

- ¡¿Cómo que dudar de sus sentimientos hacia mi hermana?! ¡Harry, se esta volviendo loco! Mi familia tiene
puestas todas sus esperanzas en el para que Ginny se olvide del imbécil de Dean – exclamo Ron con
indignación mientras se rascaba un lado de la cabeza.

- La verdad, Ron, eso es lo que menos me preocupa ¿Qué asunto pendiente tienes tu conmigo? – interrogo
Hermione con mucha curiosidad.

- Nada, nada, te digo que a Harry se le ha safado un tornillo – contesto con rapidez el pelirrojo sumamente
nervioso – Me… mejor sigamos leyendo:

...Él día de que Ginny escapo con Snape de los cuarteles de Voldemort, horas mas tarde yo me aparecí en
Hogwarts (Ya se Hermione que nadie puede hacerlo, pero curiosamente algo me habilita para poder hacerlo)
para despedirme de ustedes, decirles a donde iba y porque tenía que irme. Fui a ala enfermería imaginando
que allí estarían. Al llegar allí escuche una discusión dentro de la sala y en vez de entrar decidí quedarme
escuchando detrás de la puerta. Tu, Ron, peleabas con tu hermana porque ella no quería escuchar razones
sobre mis verdaderos motivos y ella dijo cosas horribles que… prefiero no recordar yo… no pude soportarlo
y… como un cobarde me desaparecí del castillo y me fui directamente a donde tenía que ir. Lo se, lo se fui
injusto con ustedes dos, aun así no pude soportar el peso de las palabras que escuche de la boca de Ginny y
tuve que salir huyendo. En fin… existe otro motivo. En concreto se trata de una chica, su nombre es Jennifer.
Yo sufría mucho por Ginny y ella estuvo conmigo consolándome y ayudándome a sobrellevar las cosas.
Algunas veces nos hemos besado y casi a diario dormimos juntos (Solo DORMIR, Hermione, solamente eso).
El problema esta en que ella me ama, pero yo no…
- ¡Ginny me va a escuchar! – exclamo Ron colérico por lo que acaba de leer – Esa niña y sus estupideces,
por su maldita culpa no supimos nada de Harry y…

- ¡Basta ya, Ronald! – Interrumpió Hermione totalmente indignada por la actitud de su amigo – Ella no sabía
que Harry estaba detrás de la puerta escuchando su discusión.

- Si, si, ya lo se. Aunque eso no quita el hecho, que por sus actitudes nos perjudico a todos y… lo peor de
todo ¡Lo mando a los brazos de otra mujer! – defendió Ron fervientemente su punto de vista.

- Dime algo, Ron… ¿Cómo se supone que Ginny iba a mandar a Harry a los brazos de otra? ¿Acaso ella sabía
lo que él sentía por ella? – cuestiono Hermione harta de la discusión

- Entonces porque se supone que Harry besa y duerme con la mujer esa todo los días, si él dice que no la
ama ¿eh? ¡Ginny lo obligo a hacer eso! – replico Ron bastante molesto por lo que estaba leyendo. Hermione
rodó los ojos y le dijo:

- Lo que pasa, Ron, es que Harry se sentía solo ¿entiendes? – se detuvo un segundo esperando respuesta. El
pelirrojo asintió – Bien, entonces surge esta chica… - busco el nombre en el pergamino – Jennifer, lo
consuela y lo ayuda a superar las cosas que lo agobian. Ahora, Harry, esta en una disyuntiva porque el no la
ama, pero ella a él sí ¿captas? – Ron vuelve a mover la cabeza positivamente – Ahora el no sabe que hacer,
porque no esta seguro de lo que siente por Ginny. Si yo fuera Harry, tampoco lo estaría después de todo lo
que ha pasado. Pero a mi me parece que él esta confundiendo gratitud y amistad con amor y deseo.

- Bueno, bueno, yo nada mas espero que Harry no salga ahora con que no ama a Ginny. Y, ya basta de
palabrería – sentencio Ron un poco mas calmado por la explicación de SU Hermione – Veamos que más dice:

…Yo la quiero, estoy completamente seguro de eso, de lo que no estoy seguro es si la quiero como amiga o
como mujer. Ya estoy empezando a divagar demasiado. Jennifer no sabe nada de esto, ella piensa que me
he olvidado completamente de Ginny. Tal vez se lo pueda ocultar a ella, pero ustedes son mis mejores
amigos y tienen derecho a saberlo. Tengo la esperanza de que cuando vuelva a ver a Ginevra logre aclarar
de una vez por todas mis sentimientos. Bien, y hablando de mis sentimientos relacionados con Ginny. Hay
algo que me preocupa y a la vez me intriga ¿Ya le entregaron la carta a Ginny? En caso tal no lo hayan
hecho, te pido Ron que hagas lo siguiente: Si ella esta con Dean, Michael, Colin o algún otro… deshazte de
esa carta, quémala, bótala o haz lo que te plazca pero por ningún motivo le des esa carta a Ginevra
Weasley. Si por otro lado ella esta sola, tampoco se la des. No quiero despertar en ella ningún sentimiento
de culpabilidad por lo sucedido, una vez yo haya regresado le diré la verdad a mi modo ¿Te queda claro? Eso
espero.. Cuiden a Vesper por mí, se que les agradara su compañía. Por cierto ¿Qué ha sido de Hedwig?
Imagino que no me habrá encontrado y la estarán cuidando por mí ¿no? Espero que sea así. Bien, amigos
míos, no tienen idea de cuanto los he extrañado y las ansias que tengo de volverlos a ver,

Los quiere y extraña,

Harry James Potter

Unos minutos de silencio le siguieron a la finalización de la lectura de la carta. Hermione por alguna extraña
razón permanecía meditando sobre algo y Ron parecía estar haciendo lo mismo. Repentinamente Ron se
puso de pie y le tendió la mano a Hermione para ayudarla a levantarse. La chica acepto la ayuda y luego de
ponerse de pie se encaminaron hacia la sala común.

- Definitivamente esta loco si cree que no le voy a dar la carta a Ginny – rompió el silencio el joven Weasley
del retrato de la Dama Gorda. Hermione permanecía en silencio – Podrá ser mi hermana, pero no se merece
ese tipo de contemplaciones para con ella.

- Ron… Recuerda que Harry te lo pidió… es su decisión – advirtió la castaña con severidad. Pronunció la
contraseña y entraron a la sala – Si él no quiere que se la des no debes hacerlo.
- Mira, Hermione – replico Ron cansado de que siempre le llevara la contraria – Le voy dar la carta mi
hermana y ni tu ni nadie me lo van a impedir ¿entendiste? Si ella quiere destruirla cuando se la de, puede
hacerlo si le da la gana. Yo cumplí con dársela

- Sigo estando en desacuerdo con tu idea – le recordó Hermione mientras se acercaban a una de las mesas
de estudio al fondo de la sala, en donde estaban Ginny y Dean sentados haciendo deberes. La sala común
estaba casi vacía. La mayoría de la gente continuaba en el gran comedor - ¿Qué tal Gin?

- Deberes de Transformaciones – gruño la chica sin levantar la cabeza, concentrada en lo que hacía. Vesper
voló del hombro de Ron hasta posarse frente a la chica. Ella levanto la cabeza – Bonito fénix… Es el mismo
que les trajo la nota ¿no? – los jóvenes asintieron. Levanto la mano con cautela y le acaricio el lomo – Por
cierto ¿de quien es?

- ¿Qué cosa la carta o el fénix? – pregunto su hermano pidiendo mayor especificidad en el asunto.

- La carta es de Harry – respondió Hermione ignorando la pregunta del pelirrojo – Y el fénix también, su
nombre es Vesper.

- ¿Harry les escribió? ¿Cómo esta? – se apresuro a interrogar Dean Thomas mientras ayudaba a Ginny con
su tarea.

- Bien, Dean, perfectamente – contesto escuetamente Ronald – Por cierto Ginevra… - rebusco en uno de los
bolsillos de su túnica y saco un sobre algo arrugado y desgastado por el tiempo - …toma esto es para ti –
dijo entregándole el sobre a su hermana. Hermione solo se llevo una mano a la cabeza y la movió
negativamente

- Esto es increíble… ¿Llevas la carta contigo? – musito Hermione incrédula por lo que acababa de ver.

- Siempre, Hermione. Nunca se sabe cuando se puede presentar la oportunidad perfecta para dársela –
expuso Ron con suficiencia su punto de vista.

- Y… ¿Se puede saber que es esto? – inquirió Ginny con desconfianza, tomando el sobre que le ofrecía su
hermano. Lo observo por el anverso y el reverso y lo único que pudo observar fue una G en el anverso del
mismo.

- Pues, es una carta de lo que tu llamas “El tema Potter” – explico Ronald ironizando las últimas palabras.
Hermione continuaba negando, ahora con mas euforia.

- ¿La trajo Vesper? – volvió a preguntar, mirando el sobre incrédula. Ron negó con la cabeza – Así que el
idiota ese se atreve a escribirme… Si no la trajo su fénix entonces ¿Quién?

- Hedwig – atino a decir Hermione interviniendo en la conversación – ¿Recuerdas el día que recibimos la
primera carta de Harry? – La pelirrojo asintió ante la pregunta – Bueno, ese día él nos pidió que te
entregáramos esta carta, cuando nosotros consideráramos que estabas lista para leerla…

- Y según ustedes dos – dijo Ginny irónicamente, señalándolos a ambos. Dean permanecía callado
escuchando atentamente la discusión – Ya estoy preparada ¿no?

- La verdad no – expuso Hermione sinceramente – Para mi no lo estas y no lo estarás nunca. Pero tu


testarudo hermano se rehusó a seguir mi consejo y ha decidido entregarte la carta.

- No soy ningún testarudo, simplemente ella tiene que saber tal y como es – terció el molesto por la actitud
de la castaña.

- Así que para ti Hermione yo no estoy preparada para leer esta carta. Imagino que tu si eres lo
suficientemente madura…
- Aquí no se trata si tu eres mas madura que yo o viceversa – corto Hermione el intento de pelea de la
pelirrojo – El asunto aquí es que tu nunca quisiste saber lo que en realidad paso con Harry y ni Ron ni yo
quisimos entregarte la carta por miedo a que la destruyeras y nadie supiera su contenido ¿entiendes?

- Yo se lo que paso con Potter nadie tiene que explicármelo y mucho menos él – replico Ginevra no muy
segura de sus palabras – El nos traiciono y no hay…

- ¡Es suficiente, Ginny! ¡Ya estoy cansado de tu actitud! – Espeto duramente Ronald Weasley golpeando con
los puños la mesa y poniéndose de pie. Lo que provoco que Vesper emprendiera el vuelo y aterrizara en la
repisa de la chimenea. Mientras tanto Dean se escabullía escaleras arriba, para evitar una confrontación el
hermano de su novia.

- ¡No eres mas que una niña mimada!

- ¡¿Niña mimada, dices?! ¡Yo no soy ninguna niña mimada! ¡Y no tengo porque escuchar ninguna explicación
sobre lo que paso con Harry! ¡Lo tengo todo claro desde el primer momento! – replico Ginny fervientemente,
poniéndose de pie al igual que su hermano.

- ¡No tienes claro nada! ¡¿Me oyes?! ¡Nada! – grito Ron fuera de sí. Hermione miraba la escena con cautela,
sabía que algo así iba a pasar, lo había visto venir hacían meses - ¡Tu crees que todo gira alrededor tuyo y tu
mundo color de rosa! ¡¿No es así?! ¡La verdad, no se que vio Harry en ti! ¡¡Me tienes harto con esa estúpida
necedad tuya, de querer refugiarte en una mentira!! – concluyó el pelirrojo tratando de controlar su
respiración y temperamento. Ginny lo miraba horrorizada por sus palabras. ¿Qué demonios quería decir su
hermano con eso de: “No se que vio Harry en ti”? Definitivamente Ron estaba loco.

- Ron, cálmate por favor – pidió Hermione jalándolo del brazo, obligándolo a que se sentara – No es ni el
lugar ni el momento para discutir este tipo de cosas.

- No, Hermione – replico mas calmado. Rebusco en los bolsillos de su túnica y saco otro sobre mas – No se
que te habrá puesto Harry en ese carta, pero anticipando la nobleza de mi mejor amigo. Aquí esta la carta
que nos envió hace unos meses – hablo a su hermano poniéndole el sobre en la mesa frente a ella.

- ¿Llevas las cartas contigo a todos lados? – pregunto Hermione asombrada por el descubrimiento
involuntario.

- Si, así es, me recuerdan que nuestro amigo esta vivo y todos los sacrificios que ha hecho por nosotros –
recalco Ron con seguridad. Volvió a mirar a su hermana que estaba pasmada por la discusión – La verdad no
me importa que vayas a hacer con esas cartas – aclaro mordazmente lanzándole una mirada desafiante a su
hermana – Lo único que me importa es que mi mejor amigo va a volver y que yo he cumplido con entregarte
la verdad. Es tu decisión si te atreves a conocerla o no.

- Tu, no eres nadie para decirme todas esas cosas – se defendió Ginny con cierta inseguridad – Yo hago lo
que me de…

- Mira, niña, no estoy para jugar contigo: Dime que yo te digo – puntualizo Ronald tranquilamente – Haz lo
que quieras, eres mi hermana y te quiero. Pero tu actitud me decepciona enormemente. Es tiempo de que
madures – sentencio el pelirrojo ahora volteando a ver a su mejor amiga – Tu y yo tenemos cosas que
hablar – informo tomándola del brazo y arrastrándola hasta las escaleras que conducen a los dormitorios de
las chicas.

- ¿Qué se supone que haces, Ron? – interrogo mientras era arrastrada escaleras arriba, hacia su habitación –
Sabes que no puedes subir a nuestras habitaciones – advirtió la chica con sus aires de grandeza.

- Puedo subir, mientras una chica este en la escalera. Además los nuevos privilegios que nos han dado como
prefectos me lo permiten – corrigió la afirmación de la jovencita, provocando el enfado de esta.

- ¡No puedes aprovecharte de tu posición! ¡Eso es indebido! – le regaño ella mientras entraban a su
habitación. Al darse cuenta de donde estaban le pregunto – ¿Se puede saber para que me has traído a aquí?
- ¿Dónde esta la lista de los miembros del antiguo ED? – contra pregunto el pelirrojo, sentándose en una de
las camas de la habitación. La habitación de las chicas era igual a la de ellos solo que esta estaba mucho mas
ordenada y, por su decoración a simple vista uno se podía percatar que ningún hombre habitaba en ese
lugar.

- Esta en mi baúl ¿Para que me has traído aquí? – volvió a pronunciar la misma pregunta una vez más. Le
estaba exasperando su silencio.

- Búscala, la necesito – ordeno Ron con tranquilidad. Ella ni se movió ante aquel mandato y él añadió – Lo
haría yo, pero pueden haber cosas en tu baúl que preferirías que yo no viera – Después de escuchar esto,
ella se sonrojo débilmente y avanzo hasta la cama que había frente a Ron. A los pies de esta se encontraba
su baúl. Rebusco un poco dentro y finalmente saco un rollo de pergamino que le entrego – Gracias, Hermy –
agradeció el pelirrojo haciendo de salir de la habitación. Su amiga se lo impidió agarrándolo del brazo.

- Me gustaría que me dijeras para que me trajiste aquí ¿Solo para que te diera la lista de los integrantes del
ED? – acuso Hermione amenazadoramente.

- Este… no… verás… - balbuceo Ron en un intento desesperado por encontrar alguna excusa para su
verdadero motivo – Ah! ¿Tienes alguna idea de porque Harry puede aparecerse en Hogwarts?

- Si, después de pensarlo un poco y atar un par de cabos – empezó ella su explicación, volteándose a
rebuscar nuevamente en su baúl – Recordé que si hay personas que se pueden aparecer en Hogwarts.

- Aja, ¿Y esas personas son? – la incito a continuar el joven pelirrojo. Hermione saco la cabeza del baúl con
un rollo de papel entre las manos.

- Los fundadores de Hogwarts y sus herederos – informo Hermione como si fuera lo más normal del mundo.
Ron la miraba como si le estuviera diciendo que Snape le otorgo puntos a Gryffindor en una de sus clases –
Toma, lee el articulo debajo del de Harry – dijo entregándole el rollo de papel. Ron lo tomo y extendió el
periódico para ver lo siguiente:

LAS HERENCIAS GRYFFINDOR, RAVENCLAW Y HUFFLEPUFF HAN SIDO RECLAMADAS

Es de conocimiento de este prestigioso diario que en días anteriores las fortunas de los tres fundadores del
colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, que aun no habían sido traspasadas a nadie, finalmente han sido
reclamadas por sus respectivos herederos. En la actualidad solo se conocía hasta el momento un heredero
vivo de uno de los cuatro fundadores del prestigioso colegio. Este mago es el heredero de Salazar Slytherin y
es conocido por la Comunidad Mágica como: el que no debe ser nombrado. Todos sabemos que los
herederos de los fundadores no solo heredan sus fortunas sino también sus poderes. Esto nos hace pensar
que si estos tres magos nos apoyaran en la lucha contra el heredero de Slytherin, tenemos más
oportunidades de vencerle. Verdaderamente no podemos negar que serían de gran ayuda. No hemos podido
obtener los nombres de estos tres magos, a pesar de nuestros continuos intentos por hacerlo. Esperemos
conocer pronto la identidad de estos magos y, que nos apoyen en la cruenta guerra que se avecina. Se
despide de ustedes,

Christopher Johnson

Reportero de El Profeta

- Vaya… - reacciono el pelirrojo dejando salir un silbido de su boca – Harry heredero de uno de los
fundadores. Gryffindor imagino…

- Así es, y también creo que todo este tiempo ha estado con los otros dos herederos, desarrollando sus
poderes – agrego Hermione muy segura de sus palabras

- ¿Sabes lo que significaría eso, Hermione? – pregunto el joven Weasley muy emocionado. La chica negó con
la cabeza - ¡Merlín, Hermy! ¡Tenemos oportunidad de ganar esta guerra!
- No lo se, Ron. Si yo fuera tu no estaría tan seguro – le contradijo ella pensativa, con esa mueca de
resignación, que tanto le gustaba al pelirrojo, que ella ponía cada vez que no conocía la verdad sobre algo –
En fin… así que… me trajiste a que solo para eso ¿no? O hay algún otro motivo… - dejo la pregunta en el
aire, esperando una respuesta de su amigo. Por alguna razón, algo en su interior le decía que no estaban allí
solamente para hablar de Harry.

- No…, Hermione, no fue solo para eso – acepto Ron suspirando abatido. Se sentó nuevamente en la cama.
Hubiera preferido evitar el tema hasta que fuera necesario hablar con ella. Pero hace tiempo decidió que con
ella las cosas serían de frente – Ahora que Harry va a volver… ¿Te quedas o te vas para Bulgaria a pasar las
vacaciones con Víktor Krum?

- Yo… la verdad… no lo se – respondió sinceramente la castaña evitando la mirada de incredulidad que le


lanzaba el pelirrojo – Es que… ya le dije que iría y… no sería justo con él…

- No sería justo…, no sería justo – se repitió así mismo las palabras de Hermione, tratando de asimilarlas. De
pronto recordó algo y se lo hizo saber – En el Gran Comedor me dijiste que todavía no le dabas una
respuesta… Y ahora resulta que ya le dijiste que irías… ¿En que momento sucedió eso que no me di cuenta?

- Bu-bueno… allá te… te mentí… - aclaro Hermione nerviosamente por la reacción que pudiera tener su celoso
amigo. Se preparo mentalmente para la pelea que veía venir. Inesperadamente lo que sucedió ella nunca se
lo hubiera esperado.

- ¿Me mentiste? – repitió nuevamente para el mismo aquellas palabras. Sus ojos se llenaron de lágrimas. No
solo había perdido la oportunidad de tener a Hermione como mujer, sino que ahora también la estaba
perdiendo como amiga, estaba perdiendo su confianza y todo por sus malditas actitudes. Y claro esta, por él
imbécil de Víktor Krum – Comprendo, no te preocupes Hermione, lo entiendo perfectamente – repuso
esbozando una triste sonrisa – Yo… espero que la pases bien en Bulgaria, con… Krum – añadió con voz
entrecortada. Se puso de pie caminando hacia la puerta. Si no salía rápidamente de allí, rompería a llorar
como un niño pequeño. Hermione le miraba sorprendida por su reacción. Se hubiera esperado todo menos
eso de él.

- ¿No estas molesto conmigo? – interrogo avanzando hacia él. Ron solo negó con la cabeza, si hablaba sabía
que la voz se le quebraría – Entonces… ¿Por qué te vas?

- Lo siento, tengo cosas que hacer y favores que cumplir – se disculpo rápidamente tratando de recobrar la
compostura – No creo que te vea antes de la media noche, ya sabes con lo del ED y eso. Además necesito
acostarme temprano, los gemelos vendrán a buscarme mañana temprano para ir a comprar mi túnica de
gala para el baile.

- Entonces, no nos veremos mas hasta después de navidad – reconoció Hermione un poco preocupada por el
aspecto de su amigo – Será la primera navidad desde que entramos a Hogwarts que pasaremos separados.
Seguro me la pasare bien, con Víktor y su familia – dijo ella un poco mas segura de hablar con Ron acerca
del tema Krum – Dile a Harry que me hubiera gustado estar para su regreso. Dale saludos de mi parte, por
favor.

- S-si… le daré tu… mensaje…– alcanzo a decir con la voz quebrada. Dos lágrimas que saltaron de sus ojos
fueron enjugadas rápidamente con el dorso de su mano – Adiós, Hermione. Q-que... la pases… bien y… –
llego hasta la puerta y le dirigió un última mirada - …Feliz Navidad – le deseo antes de salir de la habitación
cerrando la puerta tras él.

Lágrimas silenciosas se deslizaban por sus mejillas mientras descendía por las escaleras. Quizás para su
amiga aquella despedida, no signifique más que una formalidad. En cambio para él, es el adiós a la mujer
que mas quiere en este mundo. Antes de bajar el último escalón se detuvo en seco. Su corazón albergaba la
esperanza de que la chica de sus sueños, bajara corriendo las escaleras para detenerlo, plantarle en un beso
en la boca y decirle lo mucho que lo amaba. A los pocos segundos, suspiro abatido cayendo de lleno en la
triste y fría realidad: Había perdido a Hermione Granger.
Bajo el último escalón y emprendió la marcha hacia la salida de la sala común. Consultando su reloj,
descubrió aliviado que aún faltaban unas horas para el toque de queda. Llego al cuadro y antes de salir
dirigió una última mirada a la sala, viendo a su hermana sentada en un de los sillones frente a la chimenea.
Apretaba dos sobres entre sus manos, sumergida en sus pensamientos y probablemente luchando
interiormente contra su obstinado orgullo. Vesper parecía dormitar sobre la repisa de la chimenea. Cruzo el
cuadro y se sobresalto al sentir unas garras posarse suavemente sobre su hombro derecho. Miro por encima
de hombro y descubrió al fénix sobre este. Retomo el pensamiento de su hermana y concluyo que lo mas
seguro es que ella no fuera a la reunión, por lo que tendría que hablar con ella mas tarde.

Mientras caminaba trataba de explicarse para que su amigo quería que se les pidieran específicamente a
esos miembros del ED, que se quedaran en Navidad en el colegio. La verdad no iba a ser nada difícil
conseguirlo. La noticia del baile, facilitaría mucho las cosas. Ahora el verdadero problema seria convocar
específicamente a los miembros que señalo su amigo. Para llevar a cabo esta tarea tendría que hablar
personalmente con cada uno de ellos. Si tan solo Hermione estuviera con él, todo seria más fácil. Seguro que
ella hallaría la forma de hacer que solo algunos galeones se calentaran, después de todo ella es la creadora.
Sus ojos se aguaron peligrosamente, ante el recuerdo de su amigo y tuvo que agitar la cabeza para alejar
esos pensamientos dolorosos.

Saco la carta del bolsillo de su túnica para verificar los nombres. Tres Hufflepuff: Ernie Macmillan, Hannah
Abbott (Ambos Prefectos) y Susan Bones. Tres Ravenclaw: Anthony Goldstein, Padma Patil (Ambos
Prefectos) y Luna Lovegood. Ocho Gryffindor: Neville Longbottom, Dean Thomas, Seamus Finnegan, Parvati
Patil, Lavander Brown, Colin Creevey, Ginny Weasley (Ambos Prefectos) y Dennis Creevey. Bien, ahora
tendría que hablar personalmente con cada uno de ellos. Primero iría a la Sala de los Menesteres para
prepararla y luego hablaría con cada uno de lo miembros del ED pertenecientes a otras casas, mencionados
en la lista. Les hará saber del motivo de la reunión, advirtiéndoles de mantener absoluta discreción en el
asunto y les diría que lo esperaran en la sala hasta que él llegara. Por último hablaría con sus compañeros de
casa y los llevaría al salón de reuniones. Una vez todos juntos trataría de convencerlos para quedarse en el
castillo, poniendo a prueba su lealtad para con su amigo. Era un plan perfecto…, bueno casi perfecto, lo sería
si Hermione lo estuviera ayudando, pensó amargamente.

Capítulo 12: La Mansión Malfoy y la Verdad al descubierto

En un corredor y paredes de piedra sólida, sin ventanas o cualquier otra salida que indicara si era de día o de
noche, apareció sin previo aviso un hombre vestido elegantemente con un abrigo largo y su capa sobre sus
hombros. Algunas antorchas, esparcidas por todo el corredor, alumbraban tenuemente el lugar. El silencio
sepulcral que se había instalado hacía mucho tiempo, fue roto por el resonar de las pisadas de esa persona.
Encaminándose hacía el final del corredor, donde se encontraba una puerta de metal con una rejilla a modo
de ventana. La falta de luminosidad impedía ver su rostro, pero aquel hombre despedía un enorme poder a
la vez que mantenía un porte altivo y a la vez elegante. Al llegar a la puerta asomo su vista dentro de la
celda y diviso en el fondo un bulto que al parecer era una persona.

Encogida en una esquina de sus cuatros paredes, abrazando sus rodillas con su brazos y con la vista perdida
en el infinito. Su túnica rasgada y sucia. A pesar del estado deplorable en que se encontraba y algunas
heridas como: cortes algo profundos en el rostro, brazos y piernas. Su túnica color verde palta estaba rasada
y en mal estaba. El cabello, rubio platinado, del sujeto se encontraba más largo y revuelto cayéndole sobre el
rostro ocultando parcialmente sus ojos. Debajo de sus ojos se podían observar algunas bolsas por el
insomnio y la piel casi pegada a los huesos de su rostro, demostraban el estado de desnutrición en el que se
encontraba. El hombre que veía a través de la rejilla sonreía para sus adentros, una sensación de
satisfacción recorrió su ser al contemplar esa escena. Hubiera preferido mantenerse un rato mas como
observador de aquella enternecedora vista, pero el tiempo apremiaba. Finalmente se decidió hablar
rompiendo el silencio una vez más:

- Un placer volver a verte – dijo con alegría fingida mientras contemplaba cada uno de los movimientos del
bulto, el cual levanto rápidamente la cabeza hacia la rejilla con una extraña expresión en el rostro. Sus fríos
ojos grises buscaron la mirada de su locutor, pero la penumbra le imposibilito encontrar los ojos del hombre.
Al parecer estaba muy confundido de que recibiera visitas, todavía no llegaba el momento de la tortura
matutina.
- Un poco temprano para venir ¿no crees? – musito con la voz ronca, debido al poco uso que le había dado
últimamente – Supuestamente aun falta algún tiempo para la sesión de la mañana… - un silencio invadió el
lugar nuevamente siendo roto casi de inmediato por el preso - …Aunque no me extraña que la adelanten, con
eso de que el cara rajada va a venir a… ¿rescatarme? ¡Por favor! El muy idiota cree que puede confiar en
cualquiera… ¡Ja! Si yo fuera él, no confiaría ni en mi sombra.

- Con que “cara rajada” ¿eh? – dijo socarronamente el hombre – Malfoy, Malfoy me parece que deberías
controlar esa bocaza que tienes. Te puedes arrepentir más delante de tus palabras – el joven Malfoy lo miro
un poco sorprendido. Un brillo especial se deposito en sus ojos, desapareciendo tan rápido como surgió –
Tranquilo, huroncito. Tu sesión matinal se suspenderá indefinidamente.

- Potter... – siseo con un deje de desprecio en su voz – Te creía más imbécil. Parece que al dejar de
relacionarte con el pobretón y la sangre sucia te han hecho bien.

- Puede que si… puede que no, Malfoy – comento con jovialidad el joven Potter – En todo caso, como has
dicho pocas personas gozan de mi confianza a plenitud – Draco Malfoy se disponía a objetarle tal comentario,
siendo interrumpido por Harry - Pero… me he dado cuenta que alguno de ellos no ha sabido apreciar mi… -
guardo silencio un segundo y dijo - …buena voluntad, por así decirlo.

- Has cambiado, Potter – observo mientras una maliciosa sonrisa se dibujaba en su demacrado rostro –
Ahora me gustaría ver como vas a lograr sacarme de esta celda. Me han dicho que eres poderoso, pero no
creo que lo suficiente como para romper los hechizos que protegen la puerta.

- Me subestimas, Malfoy – espeto haciéndose el ofendido. Se separo un poco de la puerta y cerrando los ojos
concentro su energía. Fuertes hechizos de magia negra protegían la entrada a la celda personal del joven
Malfoy. Sus labios comenzaron a moverse saliendo de ellos, a modo de susurro, palabras ininteligibles para
un mago normal. La rapidez con que movía sus labios aumentaba a pasos agigantados, cuando
abruptamente se detiene y realiza un complicado movimiento con su. Un “clic” y leve movimiento de la
puerta indico que esta se había abierto – Espero que hayas comprendido, huroncito,… – comenzó a decir al
cabo que abría la puerta e ingresaba al lugar, encontrando a un mas que sorprendido Draco Malfoy - …que
en el futuro no deberás subestimarme.

- Eres una caja de sorpresas – sentencio el joven rubio observando por primera vez desde que iniciaran la
conversación, el rostro de su interlocutor. Si antes estaba sorprendido ahora estaba anonadado. En la
persona que tenía enfrente no quedaba casi ningún rastro de aquel niño que conoció en el pasado. Las
facciones de su rostro mucho mas adultas que antes, la barba finamente cortada que recubría su rostro, su
cabello largo recogido en una coleta y sus ojos verdes inexpresivos, libres de cualquier tipo de emoción;
reflejaban la madurez que había adquirido en el poco tiempo en el que no se habían visto – Tal parece que
por fin puedes justificar la arrogancia que te ha caracterizado siempre.

- Y tu, nunca dejaras de ser el mismo imbécil de siempre – agrego avanzando hacia posando sus verdes ojos
sobre los grises de uno de sus mayores enemigos en otras épocas. Observo con detenimiento la habitación
en la que se encontraba. En esta solo estaban las cuatro paredes y el suelo de piedra caliza, aspecto mohoso
y húmedo – Tenía entendido que los Malfoy vivían de mejor manera, incluso los asquerosos muggles con los
que vivía me trataban mejor que a ti – un cínica sonrisa se dibujo en su rostro. Le extendió una mano para
ayudarlo a levantarse del suelo. Malfoy hizo una mueca desdeñosa y tomo la mano que le ofrecía el moreno.

- No trates de hacerte el gracioso, bastardo – escupió desdeñosamente el Slytherin, sacudiéndose la túnica


imperiosamente - ¿Cómo se supone que vamos a salir de aquí? Imagino que el gran Harry Potter lo tendrá
todo planeado.

- Calma, calma primero tu y yo tenemos que aclarar un par de asuntos – respondió el joven Potter
desenfundando su varita. Haciendo una floritura conjuro dos vasos con un líquido ambarino dentro - ¿Te
apetece un trago? – le ofreció al rubio uno de los vasos con la bebida alcohólica.

- Ahora tomas Whiskey de Fuego, Potter, verdaderamente interesante – comento tomando el vaso y
sorbiendo su contenido – Tienes buen gusto… – añadió saboreando la bebida - …yo diría que la cosecha esta
entre el 400 y 500 d. de C. Amarga y a la vez dulce. No es muy jugoso ni tampoco demasiado seco, esta en
el punto justo.
- Es del 456 d. de C. para ser exactos – corrigió el moreno tomando todo el contenido de su vaso de un solo
golpe – Y, si, es una excelente cosecha de las mejores a mi parecer. En fin no es de bebidas alcohólicas de lo
que quiero hablar.

- Bien, tu dirás cara rajada – le incito a continuar el rubio platinado tomando lo último que quedaba en su
vaso – Solo te advierto que tiempo es algo que no nos sobra.

- Primero, quiero saber porque Narcisa Malfoy esta en San Mungo – comenzó el ojiverde su lista de
preguntas. Una sombra recorrió los ojos de Draco ante la mención del nombre de su madre – Segundo, por
qué se supone que estas preso en tu propia casa. Y tercero, si eres idiota de nacimiento o lo aprendiste en el
camino – finalizo con una sonrisa maliciosa en el rostro.

- Gracioso, Potter, muy gracioso. Sigues con el mismo humor negro de siempre – replico sarcásticamente
colocando el vaso en el suelo - Esperaba que tu mismo contestaras a esas preguntas, según dicen eres un
estupendo Legeremante.

- Oh Malfoy! No te equivoques, leerte la mente no sería problema. Pero esto significaría perderme el
espectáculo de ver como tu me las respondes – explico Harry con prepotencia desbordante al tiempo que
miraba penetrantemente a los ojos grises del rubio. Un escalofrío recorrió la espalda de este último
instándolo a romper el contacto visual.

- Vaya, vaya te han enseñado bastante bien el arte de la arrogancia – dijo Draco visiblemente sorprendido.
Harry permaneció callado esperando una respuesta a sus preguntas – De verdad quieres saber ¿no? Esta
bien. Mi madre esta en el hospital porque aquel que se hace llamar mi padre y la asquerosa serpiente a la
que sirve, la torturaron hasta perder la razón – Permaneció callado unos segundos y continuo - ¿El motivo?
Querer preservar el orgullo Black y la dignidad de su hijo, impidiendo que yo me uniera a los mortífagos.

- Aja y que tiene que ver el orgullo Black con que tu te unas o no a los mortífagos, que yo sepa tu familia
esta de acuerdo con los ideales de Voldemort – replico pacientemente el heredero de Gryffindor.

-Tiene que ver mucho mas de lo que tu crees, Potter – explico con aires de grandeza el joven Malfoy – A
pesar de todo, nunca envidie que fueras un bastardo ¿sabes? Mas bien trate de guiarte al camino de la
verdad cuando te conocí ¿Recuerdas? Aquel día en el callejón Diagon y luego en el Expreso de Hogwarts.

- ¿Cómo olvidarlo? – ironizo Harry volteando a ver el corredor por el que había llegado a la celda – Ese día
rechace tu amistad, cuando insultaste a la sangre sucia y al pobretón. Probablemente las cosas hubieran sido
diferentes si hubieras sido un poco más simpático…

- Tal vez…, en fin no es tiempo de ponernos sentimentales – corto el rubio también viendo el corredor – Mi
madre fue la que me educo y me enseño todo lo que se, ella me enseño que un Malfoy-Black no hace el
trabajo de nadie y mucho menos hace cosas que no desea hacer. Yo creo en la superioridad de la sangre, en
que la riqueza es poder y que los sangre sucia no merecen ser magos. Pero de allí a matarlos por el simple
hecho de existir o recibir ordenes de un despojo de ser humano solo para que este consiga un poder que no
va a compartir conmigo, hay un trecho bastante largo. Lo que quiere decir que ser mortífago no era una de
mis más grandes aspiraciones en la vida.

- En otras palabras, Malfoy, lo único que obtengo yo por sacarte de aquí es salvar tu pellejo y la continuidad
de tu linaje – expreso con frialdad el moreno volviendo a mirarlo directamente a los ojos – Ahora dime ¿Por
qué demonios debería yo ayudarte a escapar?

- Mira, hijo de sangre sucia, si me sacas de aquí te ofrezco mi lealtad… - empezó el rubio platinado pero fue
interrumpido.

- No se suponía que un Malfoy-Black no recibía órdenes de nadie ¿eh? ¿Qué garantía puedo tener yo que vas
a cumplir tu palabra? – acoto sarcásticamente el ojiverde.
- Simple, Potter, si tu me salvas entre tu y yo se establecería una deuda de magos, una deuda de hombres y
tendrías mi palabra como garantía. Además la guerra contra el Señor Oscuro y mi padre se ha vuelto algo… -
dudo unos mientras una mirada de odio se instalaba en sus ojos - …personal – mascullo entre dientes.

- Comprendo, parece que el que atacaran a tu mamacita y la dejaran loca influyo bastante en esa decisión –
musito Potter sonriendo cínicamente – La verdad me parecen suficientes garantías, pero… - se agacho y
subiendo un poco su pantalón, de su tobillo desenfundo una pequeña daga - …firmemos un pacto de sangre
– finalizo pasando la daga por la palma de su mano provocando un pequeño corte. Luego se la extendió.

- Me parece bien – acepto Draco Malfoy tomando la daga y realizando el mismo procedimiento – Mi lealtad
por tu ayuda.- expreso extendiendo su mano.

- Tu lealtad por mi ayuda – repitió Harry tomando la mano que le ofrecía el rubio. Estrecharon sus manos
firmemente y entre sus manos resplandeció débilmente una luz roja. Se soltaron y Draco le devolvió la daga
a Harry, este volvió a guardarla – El pacto esta hecho, ahora larguemos de… - corto la frase frunciendo el
entrecejo - …aquí. No te muevas, huroncito – advirtió el moreno.

- ¿Qué pasa, Potter? – pregunto confundido el Slytherin sin perder su aplomo. Harry no respondió solo cerro
los ojos - ¿Qué crees que haces? No es momento para juegos…

- Creo que tu comité matutino viene en camino – explico el ojiverde relajo su expresión y abrió los ojos – Se
han detenido en la celda del corredor continuo a este – añadió provocando la preocupación en el joven
Malfoy, cosa que no paso desapercibida.

- ¿A la celda continua dices? – inquirió esperando confirmación, Harry asintió y Malfoy se puso mas blanco de
lo que ya es – Potter… necesito un favor extra – informo con voz fría y firme – Tenemos que ir a esa celda y
sacar a Parkinson de aquí.

- ¿Parkinson? ¿Pansy Parkinson? – repitió incrédulo Harry Potter. Draco asintió – Y que motivos puedo tener
yo para hacer eso, Malfoy, o mejor dicho que motivos tienes tu para pedirme eso.

- Te lo pido como un favor, Potter, y mis motivos no son de tu incumbencia – aclaro cortantemente Draco
Malfoy – Se lo debo a ella.

- Solo por esta vez cumpliré tu petición, asquerosa serpiente – acepto el joven Potter no muy convencido de
lo que iba a hacer – Pero que no se te haga costumbre – le advirtió saliendo de la celda seguido por el rubio.

- Tranquilo no acostumbro a pedir caridad – aclaro Draco tratando de igualar la velocidad con que caminaba
el moreno – Esta es una ocasión especial.

- Noto cierta sensibilidad en ti, Draco Malfoy – se burlo el Gryffindor mientras se movía rápidamente por los
corredores – Parece que empiezas a ablandarte ¿Quién lo diría?

- Basta de estupideces, en ningún momento me he ablando – aseguro con firmeza en su voz el rubio
platinado – Simplemente tengo una deuda que saldar con Parkinson. Y como ya te he dicho antes, un Malfoy
siempre salda sus deudas.

- Si, si como digas. Recuerda que soy un Legeremante. Se perfectamente que hizo esa estúpida por ti –
expuso haciendo una mueca de asco – Lo cierto es que nunca pensé que los Slytherin llegaran a tener
sentimientos tan fuertes como el amor hacia otras personas – suspiro, negando lentamente con la cabeza –
En fin…, al parecer Pansy es el vivo ejemplo de que es posible. La pregunta es: ¿El sentimiento es recíproco?

- Por supuesto que no, un Malfoy no puede permitirse tener ese tipo de sentimientos – negó rotundamente
Draco cualquier tipo de insinuación que involucrara corresponderle a Pansy Parkinson.

Doblaron en una esquina y se encontraron con un corredor con una puerta de de hierro, muy similar a la
celda en la que estaba él. La única diferencia era que la puerta de la celda estaba abierta y algunas figuras
con capuchas negras se distinguían dentro de esta. Voces y destellos luminosos provenientes de la habitación
interrumpían el silencio y la tenebrosidad del lugar. Harry le hizo una seña para que dejara de caminar. De
pronto un destello brillante destello verde no solo ilumino la celda sino también el corredor. Al desaparecer la
luz vieron que los encapuchados salían dejando la puerta abierta sin inmutarse. Cada vez mas se acercaban
mas a donde se encontraban ellos, al parecer no se habían percatado de su presencia. Eran tan solo 2
mortífagos y se pudo escuchar claramente como Harry decía en un susurro “Hora de divertirse”.

- ¿Qué tal estimados amigos? – les saludo el moreno con una reverencia luego de colocarse frente a ellos.
Inmediatamente ambos mortífagos se pudieron en guardia sacando sus varitas – Caballeros, si yo fuera
ustedes guardaría eso y seguiría mi camino sin inmutarme

- ¿Quién se supone que eres y que mierda haces aquí? – pregunto uno de los dos hombres, apuntándolo
amenazadoramente con su varita.

- Soy su peor pesadilla – respondió tranquilamente mientras una sonrisa burlona se dibujaba en su rostro –
Aunque también pueden llamarme Harry Potter – añadió sonriendo ampliamente. La expresión de horror que
se formo en el rostro de los dos mortífagos, que llevaban su rostro descubierto, fue indescriptible. Draco
apenas podía creerse lo que estaba viendo. A leguas se podía percibir el miedo que despedían al darse
cuenta a quien tenían enfrente.

- ¿Cre… Crees que podrás con nosotros… dos? – balbuceo el mortífago, que se había mantenido en silencio,
utilizando el poco valor que aun le quedaba.

- Por supuesto que no creo que pueda con ustedes, grandes y poderosos mortífagos – se mofo de ellos
descaradamente – Estoy completamente seguro de ello – con un movimiento de su mano una ráfaga de
viento golpeo a los dos hombres tirándolos al suelo. Dos rayos de color distinto, provenientes del piso,
pasaron muy cerca de su rostro – Veo que les gusta divertirse, lastima que no tengo mucho tiempo para eso
– apunto con su dedo índice y corazón a los hombre en el suelo. Pequeños puntos de luz verde se formaron
en el extremo de estos – Adiós… ¡Grex Kedravra! – dos rayos de luz verde impactaron en los mortífagos
provocando su muerte instantánea – Ahora si vayamos a buscar a tu amada, Malfoy

- Ahora te dedicas a asesinar personas – musito el Slytherin siguiéndolo hacia la puerta de la celda – Has
pasado de salvador del mundo a asesino a sangre fría. Bien cambio de oficio – opino sarcásticamente el
rubio.

- Algo no me huele bien – comento Harry ignorando el estúpido comentario de su acompañante – Los dos
idiotas de hace un momento dejaron la puerta abierta – señalo cruzando el umbral que le permitía la entrada
a la celda – Y ahora veo porque – concluyo viendo a una mujer de cabellos dorados, buenas curvas y túnicas
desgastadas y rasgadas, moviéndose violentamente en el piso. El rostro no se le podía ver ya que su melena
lo cubría mientras continuaba moviéndose y gimiendo de dolor de forma casi inaudible

Draco paso rápidamente por al lado del moreno y se acerco al cuerpo convulsionante de Pansy Parkinson. La
abrazo contra si tratando de obligarla a que dejara de convulsionar, pero sus intentos fueron inútiles. Los
gemidos se iban apagando cada vez mas y los intentos del joven por ayudarla cada vez se volvían mas
desesperados. Harry se recostó contra una prenda cruzándose de brazos al tiempo que observaba la escena
sin siquiera inmutarse por hacer nada. Jamás espero ver a Draco Malfoy el chico arrogante, pedante,
desesperante, odioso, hiriente, prepotente, frío, malcriado, racista y quien sabe cuantas cosas más, en tal
estado de desesperación. Peor que eso, nunca en su vida se hubiera imaginado ver a Draco Malfoy
enamorado y mucho menos de Pansy Parkinson. La chica no se veía nada mal, la verdad era muy guapa,
pero él siempre pensó que ella era solo un juego para Malfoy. En efecto así fue, al menos en un principio.
Todo eso cambio después de la tortura de su madre y todos los sacrificios que la estúpida de Parkinson hizo
por él. Verdaderamente que la Legeremancia era de máxima importancia en los tiempos de ahora.

- Patético, realmente patético… - murmuro Harry negando muy despacio con la cabeza – Es inútil, Malfoy,
morirá de todas formas – le informo con voz potente – Será mejor que nos vayamos.

- No, no, no puede ser – replico Draco testarudamente, en un susurro, apretando aun mas el cuerpo de
Pansy contra él. Las convulsiones y gemidos disminuían su intensidad poco a poco – Ya esta dejando de
sufrir ¿lo ves, Potter? Ella se va a reponer, tan solo fue una tortura.
- No seas idiota, sabes perfectamente que no esta dejando de sufrir – le contradijo el moreno acercándose a
donde estaba el chico – Cada vez sufre más, lo que pasa es que ya no tiene energías suficientes para
quejarse. No hay nada que puedas hacer, vamos y salva tu pellejo – Draco Malfoy dejo delicadamente el
cuerpo de Pansy en el suelo y se acerco lentamente hacia el ojiverde. Su rostro se contorsionaba en una
mueca de dolor bastante desagradable y sus fríos ojos luchaban por no dejar escapar las lágrimas que se
acumulaban rápidamente dentro de ellos. Tomo a Harry por las solapas de su abrigo negro y comenzó a
zarandearlo - ¡¿Qué crees que estas haciendo! ¡Suéltame, imbécil! – exclamo apartándolo de él.

- ¡Tienes que ayudarla, Potter! – le pidió a la desesperada volviendo a zarandearlo - ¡Tienes que hacerlo! ¡No
puedes dejarla morir!

- ¡Te he dicho que no! – Bramo visiblemente molesto mientras se soltaba nuevamente y se sacudía
violentamente el abrigo – Morirá y es mi última palabra.

- ¿Qué te han hecho, Potter? ¿Dónde quedo tu compasión? ¿Dónde quedo tu estúpido complejo de héroe? –
Pregunto arrastrando las palabras mientras caía de rodillas derrotado al suelo – Yo…, Potter, yo… - dos
gruesas lágrimas salieron limpiamente de sus ojos mojando el suelo – te lo… suplico… sálvala.

- ¿Tu? ¿Suplicando? No creí vivir para ver esto – replico sarcásticamente soltando una cruel carcajada –
Ponte de pie, Malfoy – le ordeno agarrándolo de la túnica y levantándolo – No ensucies mas tu honor. Sin
importar lo que hagas o digas, Parkinson morirá hoy.

- Eres un maldito – mascullo entre dientes dándosela vuelta y encarando el cuerpo ya casi sin vida de la
joven – Igual o peor que el Señor Oscuro – indico arrodillándose junto a Pansy y abrazándola con ¿cariño?

- Como quieras, vendré de nuevo cuando quieras escapar – advirtió encaminándose a la salida de la celda.
Casi llegaba cuando escucho unas palabras que jamás pensó que llegaría a escuchar. Se detuvo para
escuchar detenidamente.

- Lo siento tanto, Pansy. Fui un idiota… - se escucho un sollozo y algunas palabras mas – Si tuviera un poco
mas de tiempo para enmendar mis errores… - otro sollozo - ¡Eres una estúpida, Parkinson! – Grito devastado
– No tenías que ponerte en contra de tu familia solo por mí… ¡Maldito sea el amor! – un sollozo más sonoro
que los anteriores – Yo… no te quería ¿sabes? Solo… eras un juego para mi… como lo han sido todas las
mujeres en mi vida… - abrazo aun mas fuerte a la chica – Pero… todo lo que pasamos en estos meses, todos
los sacrificios que hiciste por mi… - ya para este punto Malfoy, pisoteando su orgullo, lloraba
desconsoladamente – No solo lograron demostrarme que me amabas por se yo, por ser simplemente Draco,
sino que también… lograste que me enamorara perdidamente de ti… Me demostraste no solo con palabras,
también con acciones que el amor no siempre era una perdida de tiempo - sentencio con pesar en su alma -
¿Cuántas veces me dijiste que me amabas y yo solo te rechazaba? ¿Cuántas veces me demostraste que me
querías y lo único que hice yo fue mofarme de ti? Nunca te lo dije pero… ¡Demonios, Parkinson! Te amo, te
amo y me odio a mi mismo por eso.

Las últimas palabras resonaban en su mente una y otra vez. Draco Malfoy había aprendido a amar. Y ahora
estaba a punto de perder a la persona que tenía en su poder todo su amor y cariño. Su gélido corazón se
removió incomodo ante aquellos pensamientos. Siempre había pensado que nadie merecía sufrir lo que el
había sufrido con las pérdidas de sus padres y su padrino, por esa razón y unas cuantas más era que luchaba
contra Voldemort y no a su favor. A pesar de que todo este tiempo estuvo trabajando para desaparecer su
lado humano completamente de su cuerpo, todavía una pequeña parte de la vulnerabilidad humana quedaba
en lo más recóndito de su interior. Sabia que lo mas probable es que la Slytherin muriera a causa de la
maldición y el desperdiciara inútilmente su energía, aun así su conciencia le pedía a gritos que ayudara a la
joven. Suspiro cerrando los ojos por un momento. Los abrió bruscamente y una expresión de decisión se
formo en su rostro. Había tomado una decisión, una decisión que tendría grandes repercusiones en el futuro.

- Apártate de ella, Malfoy – ordeno sin dar margen para replicaciones, dándose la vuelta y acercándose a la
muchacha para luego arrodillarse junto a ella. Draco se levanto colocándola cuidadosamente sobre el suelo –
No te garantizo nada... lo mas seguro es que muera…, sin embrago lo intentare.

- No preguntaré porque lo haces, me basta con que la ayudes – sentenció el rubio notoriamente nervioso. Se
limpio apresuradamente las lágrimas de su rostro - ¿Qué le ocurre?
- Eso es lo que trato de averiguar – respondió con frialdad mientras ponía su mano izquierda en el pecho de
la chica, justo sobre el corazón – Es extraño…, sumamente extraño. Parece ser que fue atacada por una
mutación de las imperdonables.

- ¿Por ese par de idiotas? – ironizo el joven Malfoy recuperando parte de su aplomo. Jugaba nerviosamente
con sus manos y dirigía miradas fugaces al cuerpo de la chica – No lo creo.

- Opino lo mismo, de todos modos eso es lo que menos debería importante ahora mismo – le regaño Potter
colocando su mano derecha en el abdomen de la joven – Le queda poco tiempo de vida, cada segundo que
pasa la acerca a la muerte – suspiro y dudo en lo que iba a decir – Es poco lo que puedo hacer, Malfoy.
Necesito mas tiempo, mis libros, mis implementos de pociones… en fin una gran cantidad de cosas que ahora
mismo no tengo.

- Pero… pero ¡Debe haber algo que puedas hacer, Potter! – Exclamo perdiendo la paciencia – He escuchado
grandes cosas tuyas de boca del Señor Tenebroso, sus estúpidos mortífagos y además…

- Poseo el don de la Magia Curativa – lo corto rápidamente Harry – Muchos lo consideran como algo
milagroso, pero también posee sus limitaciones. No revive a los muertos, no cura todo tipo de heridas y,
además representa un grandísimo gasto de energía para quien la utiliza – una triste sonrisa se iba dibujando
en su rostro a medida que hablaba – Claro que también posee sus beneficios.

- Basta de juegos, Potter. Parkinson esta muriendo y tu solo sabes darle vueltas al asunto – le espeto
duramente Draco Malfoy con un deje resentimiento en la voz – ¿Puedes o no hacer algo por ella?

- Malfoy, Malfoy, Malfoy, ya te lo he dicho antes. Necesito algo que no tenemos en este momento… - replico
toscamente Harry Potter – Pero… Tal y como te he dicho antes… – un gemido de dolor por parte de Pansy los
saco de su conversación por un momento - …la magia curativa también posee sus beneficios – aún con sus
manos sobre el corazón y el abdomen de la chica, cerró fuertemente los ojos. Una luz blanca proveniente de
las manos del joven, irrumpieron la tenebrosa oscuridad de la celda. Los casi inaudibles gemidos y los
imperceptibles retorcijones de dolor fueron desapareciendo lentamente. Cuando todo síntoma palpable de
que la joven estuviera sufriendo el efecto de una maldición hubo desaparecido, la luz desapareció y el joven
abrió los ojos retirando sus manos del cuerpo de ella – Y uno de esos beneficios es otorgarnos lo que
necesitamos en este caso: Tiempo.

- Entonces… ¿vivirá? – pregunto con un deje de alegría en su voz. Y por primera vez desde que se conocían
sus ojos, siempre fríos e inexpresivos, denotaron júbilo y un gran cúmulo de emociones.

- No te equivoques, Malfoy, no te he dicho eso. Todavía falta mucho por hacer – le contradijo el moreno con
expresión sería, para cambiarla por una media sonrisa casi de inmediato. Al notar que la seriedad había
vuelto al rostro del joven Malfoy añadió – Tranquilidad y sosiego, huroncito, con la ayuda de Severus y los
cuidados necesarios… sobrevivirá. Lo único que he hecho ha sido aplacar el dolor y las consecuencias de la
maldición. Por supuesto que también un poco de energía vital para que resista por mas tiempo.

- Potter… no se porque los has hecho, el trato solo nos involucraba a ti y a mi… - comenzó a decir con mucha
solemnidad – Estas palabras solo las han escuchado Salir de mi boca dos personas, mi madre y Parkinson.
Mas vale que prestes atención porque no pienso repetirlas – dudo un poco y extendiendo su mano dijo –
Muchas Gracias.

- Jamás pensé que escucharía esas dos palabras de ti, Draco Malfoy – aclaro Potter con un poco de ironía.
Estrecho su mano y le dijo – Pansy es una chica fuerte, pocos hubieran resistido tanto como ella, has elegido
bien. Aunque tengo el presentimiento que no solo sus ganas de vivir la hicieron luchar tanto… ¿Tu que crees?

- No tengo la menor idea de que estas hablando, y espero que lo que escuchaste en esta habitación quede
entre nosotros – le amenazo mordazmente el rubio platinado. Se agacho y le acaricio dulcemente la mejilla a
Pansy. La alzo en brazos haciendo uso de sus últimas energías – Larguémonos de aquí antes de que
tengamos mas problemas.
- ¿Tienes miedo, Malfoy? – pregunto con una sonrisa socarrona en el rostro. Salió de la celda sin esperar
respuesta. Con paso rápido comenzó a atravesar el pasillo.

- Ya quisieras – respondió con el mismo tono de voz que usara Potter. Caminaba detrás de él tratando de
mantenerle el paso - ¿Cómo saldremos de aquí?

- Definitivamente no será de la misma forma como entre – reflexiono el ojiverde pasándose una mano por la
barbilla mientras seguían su caminar – No creo que la animagia se tu fuerte ¿o si? – no espero respuesta y
disminuyendo la velocidad de la caminata, continuo hablando – De todos modos con Pansy en ese estado
debemos ser rápidos y cuidadosos.

- En otras palabras no tienes la menor idea de cómo vamos a salir de aquí – concluyo Draco bajando la
velocidad también – Espero que no se te ocurra la brillante idea de querer salir por la puerta principal.

- Eso sería una completa estupidez, aunque un poco de diversión no me vendría mal ¿sabes? – Pareció
perderse en sus pensamientos un momento – Bueno eso no viene al caso, había pensado en algo mejor que
eso. Nos apareceremos en Hogwarts.

- ¿En Hogwarts? Creí que allí era… - empezó a replicar Malfoy pero fue interrumpido rápidamente.

- Sí, si, si, imposible aparecerse – completo la frase Harry Potter observando detenidamente el corredor en
donde estaban - Gozo de ciertos privilegios de los que carecen otras personas, que me permiten aparecerme
en el colegio.

- Bien al menos ser el consentido de Dumbledore tienes su ventajas, solo quiero que me digas una cosa…
¿Por qué si vamos a aparecernos, seguimos caminando como idiotas? – inquirió el joven Malfoy cínicamente

- Simple, busco un punto donde el escudo anti desaparición de la mansión sea lo suficientemente vulnerable
para aparecernos – contesto Harry restándole importancia al asunto – Por lo que veo el que puso el escudo
fue alguien con suficiente cerebro y poder como para hacerlo casi infranqueable… casi… - repitió mirando un
punto casi a la mitad del pasillo. Camino hasta el lugar y le indico al chico que se acercara – Ven, Malfoy,
párate junto a mi y sujeta bien a Parkinson. Será un viaje bastante movido.

- Esto tengo que verlo –murmuro Draco mas bien para si mismo. Se coloco donde le indico el moreno y
espero a que sucediera lo que tuviera que pasar – Ah! Y que no se te haga costumbre estarme dando
ordenes.

- Tranquilo, rubiecito, mi intención no es tenerte como mi elfo domestico personal – se burlo el heredero de
Gryffindor tomando del brazo a su nuevo aliado – Hasta la vista Mansión Malfoy, Hogwarts aquí vamos –
estas fueron las últimas palabras que se escucharon en aquel corredor de las mazmorras de la Mansión
Malfoy. Un resplandor de luz blanca los envolvió y al desaparecer este, también se habían ido los únicos tres
ocupantes de aquel pasillo.

La tranquilidad de las aguas era interrumpida por una tímida y gélida brisa que mecía el vital líquido en
dirección a un enorme e imponente Castillo, que se erigía ante el lago a poca distancia. Los jardines se
encontraban en total calma, ni un alma rondaba por aquellos lugares. El castillo se encontraba apagado y sin
vitalidad, debido a que esas horas los alumnos del colegio estaban gozando de sus últimas horas de sueño
antes de levantarse para tomar el desayuno en el Gran Comedor. Pronto amanecería, la Luna nueva ya había
desaparecido y el cielo se teñía de tonalidades amarillentas y rojas fulgurantes, mientras se veía claramente
al Sol asomarse por el horizonte vaticinando el comienzo de un nuevo día. Este año el invierno se había
retrasado considerablemente y todavía ni un copo de nieve había caído de las nubes.

A las orillas del lago, con sus aguas cada vez más cristalinas por el efecto de la luz, una chica contemplaba
de pie el hermoso espectáculo que le regalaba, sin pedir nada a cambio, la naturaleza. Sus cabellos rojos
como el fuego, largos hasta la cintura, se movían a un compás relajante por el efecto del viento. Tenía la
mirada pérdida, concentrándose únicamente en el amanecer, tratando de no pensar en nada. Entre sus
manos arrugaba un par de sobres y por mas que lo intentaba le era imposible sacar de sus pensamientos a
esa persona que por meses mereció su odio y resentimiento.

Por alguna extraña razón las palabras de su hermano hondaron demasiado profundo en su interior “La
verdad, no se que vio Harry en ti” por mas que le daba vueltas al asunto no dejaba de llegar a la misma
conclusión. Si lo que su hermano decía era cierto, Potter se había enamorado de ella o por lo menos le
gustaba. Pero había algo que todavía le preocupaba mas “Me tienes harto con esa estúpida necedad tuya, de
querer refugiarte en una mentira” esa frase resonaba una y otra vez en su cabeza. Lo cierto es que muchas
veces le dijeron que ella estaba equivocada sobre lo que pensaba sobre el asunto Potter, aun así ella estaba
convencida de que él los había traicionado y que su familia estaba siendo engañada.

Ahora era diferente, por razones desconocidas esta vez las palabras de Ronald Weasley hicieron su efecto,
demasiado para su gusto. La curiosidad la mataba, quería leer las cartas. Pero su orgullo y el miedo de lo
que podía descubrir en su contenido le aterraban mas que nada en este momento. Si de algo estaba segura
es que su odio por Potter no cambiaría. Él jugo con su corazón, cuando aún ella albergaba pequeñas
esperanzas de que él le correspondiera su amor. Ahora ella estaba con Dean, tal vez no lo amaba, pero lo
quería lo suficiente como para ser su novia. Además es un gran chico y lo más importante no es un traidor
como el imbécil de Potter. No tenía nada de que preocuparse, ella estaba segura de sus sentimientos por
Dean sin contar que lo que alguna vez sintió por Potter se fue al olvido el día que se entero de su traición.
Con energías renovadas y gran decisión marcada en su rostro, abrió el sobre que iba dirigido a su hermano y
Hermione.

Saco la carta y comenzó a leerla. A medida que leía una sonrisa burlona se instalaba con mayor acopio en su
rostro. El primer párrafo solo le confirmo lo cínico y descarado que era al decirle a los que el llamaba “sus
mejores amigos” que los había extrañado y pasado sumamente ese mes. Segundo párrafo, pura palabrería y
disculpas inútiles por comportamientos que el hizo adrede. Utiliza la vieja técnica del traidor espía,
mandando información que dice ser para ayudar a la Orden del fénix. Su sonrisa se ensancho todavía mas
pasando de ser burlona a irónica.

Finalmente llego el tercer párrafo y lo que leyó no le gusto para nada. El principio lo conocía perfectamente
bien. Snape secuestro a Potter y el Señor Oscuro le pidió que se uniera a él. Lo que siguió a continuación de
eso provoco una revolución estridente en su interior “Me manipulo con Ginny, me dijo que si no me unía a él
ella lo pagaría”. Esto no podía ser, tenía que ser un error. Continuo leyendo pero lo que seguía la traumatizo
todavía mas “No pude negarme, no tenía alternativa, era: Unirme a él o Dejar que Ginevra muriera”. Sus
castaños ojos, enmarcados por ojeras producto de las pocas horas de sueño, se fueron llenando lentamente
de lágrimas.

Quinto párrafo, sexto, séptimo ya había perdido la cuenta de cuanto había leído hasta que llego a la peor
parte. Leyó y releyó esa línea, no podía creer que era verdad lo que decía “Tome la estúpida decisión de
enfrentarme a Voldemort y liberar a Ginny con la ayuda de Snape”. Una gruesa lágrima salto de sus ojos y
rodó por su mejilla para después caer sobre el pergamino, mojándolo. Aquella gota de agua salada solo fue
el preludio para mar de lágrimas que se desencadenaría luego de leer “Ginevra Weasley es lo que mas amo
en este mundo, ella es mi vida y si muero por salvarla, significa que he muerto feliz”. Sin poder hacer nada
por evitarlo rompió en llanto cayendo de rodillas sobre la grama. Arrugo con fuerza la carta deseando jamás
haberla leído, siquiera haberla visto. El dolor que sentía la desgarraba por dentro. Sentía que muy pronto
caería en abismo sin fondo del que nunca lograría salir. Sin recuperarse del todo por el golpe de información
que acaba de recibir tomo el otro sobre y rompiendo el sello lo abrió y saco el pergamino del interior. Con las
manos temblorosas lo desenrolló y leyó:

Ginevra Weasley:

Me gustaría empezar esta carta de muchas formas, pero creo que la mejor es pidiéndote disculpas por todo
el daño que te he causado. Siento tanto que hayas tenido que pasar este horrible mes en la Mansión Ryddle
en mi desagradable compañía. Ten por seguro que si de mi hubiera dependido, jamás habrías pasado por
esto. Lamentablemente este asunto estaba fuera de mis manos, no pude hacer nada para evitarlo. A pesar
de que todos creen que siempre he poseído un poder sobrenatural que me hace invencible o quizás inmortal,
hasta hace solo un mes era un simple mago con los mismos poderes y habilidades que cualquier otro. En
cambio ahora todo es diferente. Lo mas probable es que si poseía aquel poder que todos pensaban, sin
desarrollar claro esta.
Lord Voldemort se encargo de sacar gran parte de mi potencial verdadero como mago, y eso es algo que le
agradeceré siempre. ¿Por qué le voy a agradecer eso al mago que me ha causado tantas desgracias? Por la
sencilla razón que me va a permitir hacer lo que tengo planeado. Tengo la firme esperanza de que para
cuando recibas esta carta estés en el calor de tu hogar, recibiendo un cálido y cariñoso abrazo de tu familia.
De esos abrazos que te indican que todo va estar bien, que nada malo te sucederá, porque allí están los
miembros de tu familia dispuestos a dar su vida por protegerte, de esos abrazos que yo nunca he recibido.

Imagino lo preocupada que debió estar tu madre, la Sra. Weasley. Esa mujer que aunque no sale al campo
de batalla a luchar contra el Señor Oscuro, realiza la labor más importante de todas: Nos cuida y nos da todo
su amor. Esa mujer a la que he llegado a considerar como mi segunda madre. No pretendo que comprendas
las razones por las cuales hago esto, el solo hecho de saber que con tu regreso haré que tu madre sonría de
nuevo es suficiente para mí. Como me gustaría tener una familia como la tuya donde, a pesar de no tener
lujos y grande comodidades, se apoyan y se quieren mutuamente. Daría todos los galeones que poseo y
mucho más con tal de pasar un solo minuto con mis padres y padrino vivos a mi lado.

Pero… ¿Sabes una cosa? El día que llegue a la Mansión Ryddle, soñé con ellos. Fue el sueño más hermoso
que he tenido en mi vida. Por fin pude conocerlos y ver sus rostros con mis propios ojos, sin intermediarios,
sin fotografías, ellos y yo frente a frente. Ese sueño fue lo que me impulso a unirme al Señor Tenebroso, a
someterme a su voluntad. Recuerdo que muchas veces quisiste que te dijera mis motivos y cuando
finalmente te los dije… ¿Qué conseguí? Tu odio y repulsión. No te martirices por eso, me merecía eso y
mucho más. Debí decirte la verdad de frente, sin preludios, sin darle vueltas al asunto y sobretodo sin
mentiras. Dicen que el amor vuelve a las personas irracionales, las hace pensar con el corazón y no con la
cabeza. Y lo más importante para mí y mi corazón en ese momento era tu seguridad, nada más.

Yo sabía que ibas a reaccionar así, o por lo menos lo intuía. Aun así guardaba la ínfima esperanza que sin
importar lo que te dijera, brincarías a mis brazos diciendo que tú me amabas y que por favor no los
traicionara… en fin estupideces mías, cosas que jamás iban a pasar. La realidad fue otra y esa parte de la
historia la conoces perfectamente bien. Tú y yo nos peleamos y yo ahora me encuentro escribiendo esta
carta y algunas otras, mientras tú duermes tranquilamente en tu cama. En este preciso momento sonríes
entre sueños y yo me quedo como tonto admirando tanta belleza. Tu pelo cae descuidadamente sobre tu
rostro dándote un aire infantil, casi angelical. ¿Tienes idea de lo hermosa que eres? Espero que si, porque
para mi no existen palabras para explicarte lo bella que eres para mi. Muchas noches te he contemplado
mientras duermes, vigilando tu sueño y perdiéndome en tu reflejo. He deseado como nada en el mundo
poder apresar tus labios entre los míos al tiempo que te abrazo y nos quedamos así para toda la eternidad.

Deseos estúpidos que tiene un hombre enamorado de una mujer. Porque eso es lo que estoy de ti, Ginevra,
perdidamente enamorado. Caí en la trampa del amor que tendiste hace tanto tiempo ya, que quizás ni tu
misma recuerdes haberla puesto. Tranquila es de suponer que mi amor no iba a ser correspondido después
de lo idiota que fui. Debí darme cuenta antes de lo importante que eras para mí, hace mucho tiempo dejaste
de ser la hermana pequeña de mi mejor amigo. No supe ver las señales que tan insistentemente me
mostraban la verdad frente a mis ojos. Primero tu noviazgo con Michael Corner, en donde los celos llegaron
a mi rápidamente y yo decidí ignorarlos ocultándome tras mi atracción por Cho Chang. Luego, en el tren, le
anunciaste a tu hermano y a todo el compartimiento, que empezabas una relación con Dean Thomas. Una
vez mas el destino jugo en mi contra y esta vez no fue Cho la que me sirvió de refugio, sino la muerte de
Sirius. Para mi suerte o desgracia, depende de cómo lo veas, llego por fin una situación de la cual no podía
escapar: El Señor Oscuro te secuestro.

Es imposible transcribir la enorme cantidad de sentimientos que me invadieron en ese momento. Me maldije
interiormente por haberme permitido amarte con tal intensidad que Lord Voldemort se percato de este
sentimiento, incluso antes que yo. Te he estado observando todos estos años detenidamente, sin siquiera
darme cuenta que lo hacia. No creas que solo me enamore de tu belleza. Me enamoraste con tu especial
forma de ser, con esa picardía propia de la edad, tu jovialidad y esas enormes ganas de vivir que tienes
desde que te conozco. Tal vez para ti no sea verdad, pero para mi eres una gran chica que esta próxima a
convertirse en una maravillosa mujer, que hará en el futuro, a un hombre inmensamente feliz. Eres
comprensiva, gran amiga, cariñosa, tierna, posees un encantamiento moco murciélagos poderoso, eres
inteligente, audaz, valiente y lo mas importante te gusta el Quidditch. Es una lastima que nunca te
permitiera que compartieras esas grandiosas cualidades conmigo.

Parece que estoy condenado, irremediablemente, a una vida llena de sufrimientos. Por lo que veo a este
mundo solo vine a ser el arma que los librara de la oscuridad. Definitivamente dentro de lo que esta escrito
en mi destino, no se me esta permitido amar. Todas las personas a las que quiero corren peligro estando a
mi lado. Desde mis padres y sirius, hasta Hermione, tu y la familia Weasley. Estoy cansado ya de sufrir, de
ver como la gente que quiero muere, y yo sin poder hacer nada para evitarlo. Eso cambiara hoy, Ginny, por
fin después de mucho entrenar estoy preparado para darte una oportunidad mas, otra oportunidad para que
seas feliz. No me gustan las despedidas, y la verdad desearía que esta no fuera una. Pero… ¿Por qué
escondernos de la realidad? Esto es una despedida, solo espero que sea un hasta luego y no un adiós para
siempre. Se feliz, Ginevra, vive y se feliz, porque si se que tu lo eres yo también lo seré donde quiera que
este. Jamás olvides que un muchacho de cabellos negros, ojos verdes y gafas, te amo con locura pero al
final termino aceptando tu amistad, y busco, incansablemente, tu perdón por sus errores. Por siempre tuyo,

Te ama,

Harry James Potter Evans

Capitulo 13: El Regreso y la Confrontación

Aparecieron frente a la puerta de la enfermería. Entraron en ella y atravesando la sala de espera, compuesta
por algunas sillas pegadas a la pared, llegaron al lugar donde estaban las camas. Al instante en que pusieron
un pie en la zona, una mujer vestida de blanco se acerco rápidamente a ellos. Era Madame Pomfrey.
Rápidamente le indico a Malfoy que acostara a Parkinson en una de las camas de la enfermería. El rubio
platinado no dudo ni un segundo en hacerlo. Harry fue directamente al armario que había en la enfermería y
abriéndolo empezó a rebuscar dentro de el. Sacó varios frascos que contenían distintas pociones y se los
entrego a Poppy que se acercaba con todas las intenciones de regañarlo.

.- Madame Pomfrey, creo que esto es lo que iba a buscar aquí dentro ¿no? – Pregunto el joven Potter
señalando el armario de pociones medicinales – Le he ahorrado el trabajo – añadió poniendo una de sus
mejores sonrisas.

.- Así parece joven – afirmo lo enfermera dirigiéndose a la cama de Pansy - ¿Es usted de casualidad
medimago, joven?

.- ¡Oh! No, no, no, para nada. Todavía no me gradúo del colegio – contesto Harry colocándose junto a Draco
que miraba el cuerpo de Parkinson con inmensa tristeza – Solo tengo algunos conocimientos en medimagia.

.- Muy interesante…. ¿Es usted alumno en Hogwarts? La verdad nunca lo había visto por aquí – dijo Madame
Pomfrey revisando minuciosamente el cuerpo de la rubia. Le levanto la cabeza y le dio a beber una de las
pociones.

.- De hecho si, y puedo asegurarle que he estado mas veces de las que hubiese deseado – explico el moreno
volteando a ver al rubio que parecía estar en un trance – Malfoy, ve y busca al profesor Snape. Dile que
Harry Potter lo busca.

.- Potter…, espero que no se te haya olvidado que hablamos acerca de darme ordenes – advirtió el rubio
mientras salía velozmente del lugar tropezándose con alguien al salir.

.- Madame Pomfrey ¿esta usted bien? – inquirió el ojiverde un poco preocupado por el estado de salud de la
enfermera del colegio, al ver que se había quedado paralizada.

.- ¡Por las barbas de Merlín, muchacho! - lo miro de arriba a abajo - ¡Mírate, estas tan cambiado! – Exclamo
Madame Pomfrey abalanzándose sobre él, envolviéndolo en tremendo abrazo – No sabes lo preocupados que
nos tenías. Llegue a pensar que había perdido a mi paciente favorito.

.- No se deshará de mi tan fácilmente – indico el joven Potter con una sonrisa, devolviéndole el fraternal
abrazo a la señora - ¿Cómo ha estado todo por aquí, alguna novedad?
.- Nunca cambiara ¿verdad, señor Potter? Siempre preocupándose por todos excepto por usted mismo… - le
regaño la enfermera con una sonrisa, liberándolo del abrazo. Luego señalo a Pansy y le dijo – No se lo que le
pasa a la joven, parece estar en coma ¿Es amiga suya?

.- ¿Qué le puedo decir? Eso es parte de mi encanto natural – bromeo el moreno sentándose en la cama junto
a la de Pansy – Bueno Parkinson no es precisamente mi amiga… en fin, ella recibió una mutación de alguna
de las imperdonables ¿Cuál? No tengo la menor idea.

.- ¡Oh por Merlín! Pobre muchacha… - guardo silencio un momento para luego decir - Debo suponer que el
que salio por esa puerta fue Draco Malfoy – el joven asintió – Espero, señor Potter, que no le haya dado
falsas esperanzas al señor Malfoy con respecto a la salud de la señorita Parkinson.

.- Eh… Si, le explique, lo mas directamente posible, lo que podría pasarle - musito el chico con cautela – Aun
así, creo y espero que con la ayuda del profesor Snape podamos revertir la maldición y… después ya
veremos que pasa.

.- Pero… eso es prácticamente… - comenzó a decir la enfermera siendo interrumpida rápidamente por el
chico.

.- ¿Imposible? Puede que así sea pero nada se pierde con intentar ¿no cree? – contra pregunto el joven
intentando ganar una batalla de opiniones en la que por años de experiencia claramente estaba en
desventaja – Por cierto, tiene a una paciente aguardando en la sala de espera desde hace algún tiempo.
Parece estar bastante alterada.

.- ¿Cómo lo sabe? – Pregunto la enfermera encaminándose al lugar, él solo se encogió de hombros - ¿Tiene
mucho tiempo de estar ahí?

.- Malfoy se topo con ella cuando salía – respondió el moreno siguiendo a Madame Pomfrey. Su caminar no
duro mucho porque a pocos metros de llegar a la sala de espera distinguió sentada sobre una de las sillas
una cabellera roja, signo inequívoco de que la paciente era Weasley. Más específicamente la única Weasley
en generaciones. Ginevra Weasley.

Maldita sea. Lo que me faltaba – murmuro para si mismo Harry Potter. Se cubría el rostro con las manos,
entre las cuales se podía distinguir algunos pergaminos arrugados. Inmediatamente Harry reconoció esos
pergaminos, eran sus cartas. Y Ginny estaba llorando, una vez mas, por su culpa – Maldito Ron – volvió a
susurrar por lo bajo. Madame Pomfrey se acerco y arrodillándose frente a ella la abrazo. La joven se aferro
fuertemente a ella como si su vida dependiera de ella mientras las lágrimas descendían sin control por sus
mejillas. Un escalofrío recorrió todo su cuerpo sobresaltándolo. Contrario a lo que pensó que pasaría cuando
la volviera a ver, tal y como había pasado hacía algunos instantes en la Mansión Malfoy, su corazón se
conmovió por la escena y acelero incontrolablemente sus latidos al descubrir que volvía a verla después de
tanto tiempo.

.- Señor Potter… ¿Qué hace allí parado? Muévase y tráigame una Poción Tranquilizadora para la… – la
enfermera no había terminado de decir “Señor Potter” cuando la pelirroja ya había roto el abrazo y miraba
fijamente al ojiverde - …señorita Weasley – completo la mujer por la repentina calma de la chica. Sus ojos de
un hermoso color avellana lo miraban expectantes, con un brillo que no había visto nunca en su mirada. Tal
vez eran sus cabellos rojizos revueltos, o sus ojos enrojecidos, o el camisón y la bata que llevaba puesto, o
simplemente el hecho de no haberla visto en tanto tiempo, pero, en ese instante cuando era penetrado por
su mirada, Ginny Weasley le pareció la mujer más hermosa que jamás había visto en su vida. Y por primera
vez desde hace mucho tiempo, demasiado quizás, sus ojos comenzaron a brillar como en antaño. Su mirada
se torno cálida y llena de vida. El rostro se le relajo y se le dibujo la sonrisa mas sincera que jamás había
tenido. Ginny se levanto de su asiento y… salió corriendo de la enfermería.

Harry no lo dudo ni un segundo antes de salir detrás de la pelirroja. Corría por los pasillos sin ver rastros de
ella. Sus pisadas hacían eco en los cavernosos corredores. No entendía nada de lo que había pasado, lo único
que lograba comprender era que Ginny había leído las cartas hoy y que por eso se encontraba en ese estado.
De pronto, luego de doblar por un corredor a la derecha, logro distinguir a lo lejos una mancha roja. Hizo lo
más inteligente que se le ocurrió en ese momento y desapareció. Apareció nuevamente frente a la joven
logrando alcanzarla. No hace falta decir la mirada de asombro que tenía la joven Weasley por lo que acababa
de ver. El moreno la tomo por un brazo y desaparecieron. Aparecieron en el vestíbulo del castillo. Al parecer
la pelirroja había recuperado la compostura porque lo miraba con resentimiento. Se quedaron callados un
rato contemplándose y penetrándose con la mirada mutuamente en silencio, hasta que la pelirroja decidió
romper el silencio.

.- ¿Por qué lo hiciste? – Pregunto con voz casi inaudible la joven pelirroja - ¿Por qué me hiciste esto? – Harry
la miro sin comprender muy bien a que se refería - ¿Por qué me mentiste? - insistió una vez mas - ¿Por qué
no me dijiste la verdad de por qué te uniste a Voldemort?

Atando cabos, Harry finalmente lo comprendió todo. Ginny acababa de enterarse de todo mediante las cartas
que el imbécil su de mejor amigo le entrego. A su mente vinieron las palabras de ella aquella noche en la
enfermería “Te he dicho que no quiero saber nada ¡No quiero que vuelvas a mencionar el nombre de Harry
Potter en mi presencia!" "¡Para mi él dejo de existir el día que nos traiciono!" "¡Lo odio con todo mí ser!” Esto
solo podía significar una cosa Ginny en todo este tiempo no quiso saber la verdad. Sonrió internamente al
percatarse que de todos modos Ron al final logro que ella se enterara.

.- Yo lo siento, de verdad que lo siento – contesto Harry con toda la seguridad que pudo reunir en ese
momento – No se me ocurrió nada mas en ese momento, yo…

.- ¡Tu me mentiste! – Espeto Ginny saliendo de sus casillas – Criticaste tanto a los que te ocultaban las cosas
y eres exactamente igual a ellos.

.- Lo se y no es algo de lo que me sienta especialmente orgulloso – admitió el moreno con tranquilidad – Se


que lo que hice estuvo mal, no debí mentirte y que te quede claro que no te culpo por la actitud que
tomaste. Más bien te comprendo.

.- ¿Me comprendes? - repitió incrédula - ¿Dices que me comprendes? – Interrogo a gritos Ginny Weasley –
Oh no, no, no tu definitivamente no me comprendes. Crees que porque me hayas escrito estas… estas…
estas cosas… – dijo al tiempo que agitaba las cartas frente a su rostro –… ¿Voy a caer rendida a tus pies? El
gran Harry Potter espera que yo olvide todo y me hecho a sus brazos ¿no?

.- Mira, Ginny… – comenzó Harry Potter con una voz tan fría que hizo que hizo que Ginny temblara
involuntariamente. Sus bellas esmeraldas volvieron a dejar de brillar aunque su mirada no volvía a ser gélida
como antes, mas bien reflejaban tristeza y dolor – Se que me equivoque, se que lo que hice estuvo mal, muy
mal, y se que he hecho cosas de las que me voy a arrepentir toda la vida. Aun así nunca en todo este tiempo
espere que cuando regresara cayeras “rendida” a mis pies. Es más, ni siquiera esperaba un “Hola” de tu
parte porque se que no me lo merezco. Pero esta bien, Ginny, simplemente esta bien. Desde hace mucho
tiempo tengo asimilado que en mi destino no se me esta permitido querer a nadie, mucho menos
enamorarme o amar a una mujer.

.- Pues no esta bien, Harry Potter, nada bien… ¿Lo que dice aquí es cierto? – pregunto Ginny refiriéndose a lo
que decían las cartas. El moreno asintió mirándola fijamente a los ojos – ¿Tienes idea de cuanto espere para
que por lo menos te dieras cuenta de que existía? – replico la pelirroja comenzando a llorar - ¿Tienes idea de
todo lo que sufrí pensando que no era lo suficientemente buena para que Harry Potter se fijara en mi? Y
cuando finalmente lo hace, me miente y me hace odiarlo quizás más que al mismo Voldemort. No es justo
¡No tienes derecho a hacerme esto, Harry Potter!

.- ¿Crees que no se que sufriste por mi estupidez? - inquirió el moreno dolido - ¿Cómo puedes pensar que
esperaba que, después de todo el daño que te había hecho, me amaras como si nada hubiera pasado? Claro
que desee, egoístamente, que eso fuese así. No te lo voy a negar. Pero jamás espere que pasara en realidad.
Sabía que mis posibilidades eran nulas y se que, en la actualidad, todavía lo siguen siendo – espeto el
moreno con el corazón latiéndole a mil por hora. La pelirroja se había quedado sin palabras, sin embargo
continuaba llorando – Como ya te lo he dicho, lo siento mucho, Ginny, no sabes cuanto lo siento…

.- ¡Deja ya de disculparte! – Exclamo Ginevra Weasley bastante alterada, luego de recuperar el habla – Deja
de disculparte que haces que me sienta miserable, y aquí el que se debe sentir miserable eres tú
.- ¿Yo soy el que debo sentirme miserable? – repitió el moreno creyendo haber escuchado mal – ¡Esto es el
colmo! Trate, Ginny, trate de entenderte… de ponerme en tu lugar, de pensar como tu, de sentirme como tu.
Pero esto ya es demasiado.

.- ¡Ay, por favor! Deja de hacerte la víctima, siempre has creído que el mundo gira alrededor tuyo. Pues mas
vale que me escuches bien porque… - decía la pelirroja antes de ser interrumpida brutalmente por el chico.

.- ¡No, escúchame tú a mi Ginevra! – corto Harry Potter totalmente iracundo, levantando considerablemente
el tono de voz. Ginny retrocedió un par de pasos asustada y todavía llorando – No trates de echarme la culpa
de tus actitudes a mí. Tú fuiste la que no quiso saber la verdad cuando tu hermano te ofreció la oportunidad
de saberla – Ginny como respuesta agacho la cabezo y sollozo fuertemente - Yo se que tuve gran parte de la
culpa, porque a pesar de poder decirte la verdad no lo hice y decidí mentirte. Pero… ¿Te has preguntado por
qué te mentí? – La Weasley negó con la cabeza sollozando constantemente – Te mentí porque sabía que
sufrías todo los días mientras estuviste en la Mansión Ryddle, atrapada y por mi culpa. Porque, aunque no
pareciera, sabía todo lo que pasaba contigo mientras estaba en los entrenamientos y se, que no fueron pocas
las veces que intentaron violarte o aprovecharse de ti. Porque sabía que existía la posibilidad de que no te
quisieras ir, si no podía regresar yo también contigo. Pero en cambio piensas que lo hice simplemente porque
soy Harry Potter, el niño con complejo de héroe, el niño que cree que todo gira a su alrededor, el niño que
cree que el mundo le debe algo… - se callo unos instantes al tiempo que baja la cabeza y negaba lentamente
moviéndola de un lado al otro – Parece que me equivoque al pensar que sin mi no ibas a quererte ir de la
Mansión – concluyo con una triste sonrisa.

.- Yo… - consiguió murmurar Ginevra antes de ser interrumpida por una voz y unos pasos cercanos a ellos.
Harry miro rápidamente al lugar de donde provenía la voz, sin llegar reconocerla del todo. Ginny empezó a
limpiarse las lágrimas rápidamente tratando de calmarse, ella si sabía de quien se trataba.

.- ¡Ginny! Te he estado buscando por todos lados. Creí que saldríamos a pasear – interrumpió un chico de
piel morena de la misma altura que Harry. Venía bajando aceleradamente por las escaleras del vestíbulo, al
llegar al rellano le paso un brazo por lo hombros a Ginny y le dio un tierno beso en los labios que fue
debidamente correspondido. Después de que Harry lograra recomponerse de la impresión por lo que acababa
de ver y que su corazón volviera a latir después de haberse detenido momentáneamente, pudo reconocer al
joven como su antiguo compañero de cuarto, Dean Thomas - ¿Y tú eres? – interrogo mirando a Harry. Luego
miro a Ginny y vio como esta se trataba de limpiarse desesperadamente las lágrimas del rostro – ¿Por qué
estas llorando? - pregunto muy preocupado - ¿Ginny? - volvió a llamarla al ver que no respondía. Miro a
Harry y frunció el entrecejo - ¿Qué te hizo este imbécil?

.- Yo que tu cuidaría mejor mi lenguaje – advirtió Harry mirando amenazadoramente a Dean – Es de mala
educación insultar a las personas que ni siquiera reconoces.

.- Te voy a enseñar educación pedazo de cabrón… - susurro Dean lleno de rabia. Lo que paso a continuación
fue verdaderamente trágico para el novio de Ginny. Dean intento pegarle en el rostro al ojiverde, sin
conseguirlo al ser esquivado con gran maestría. Una vez más volvió a intentarlo, pero esta vez no solo no
consiguió pegarle sino que termino en el suelo con tremendo puñetazo en la cara que le rompió la nariz por
segunda vez en el año. Ginny corrió hasta su novio y lo ayudo a ponerse de pie. El joven Potter sonrió
tristemente ante la escena. Definitivamente sus posibilidades con Ginny eran, son y siempre serán nulas. Su
vida romántica era una verdadera mierda.

.- Harry Potter para servirte cuando quieras, Dean – dijo el moreno haciendo una reverencia. Luego se volteo
para ver a Ginny – Me gustaría seguir con nuestra conversación, pero lo mejor será hacerlo en otro
momento… Por cierto, si ves a Ron dile que me busque que estoy en el castillo… Hasta Pronto – termino el
chico guiñándole un ojo y desapareciendo del lugar inmediatamente después.

.- Adiós, Harry – se despidió la pelirroja mientras veía como el chico desaparecía bajo su atenta mirada. Una
solitaria lagrima cayo de sus ojos y rodó lentamente por su mejilla.

Mientras tanto, del otro lado del mundo…


En la Morada de los Valiente, más específicamente en la casa principal, se llevaba a cabo una fuerte
discusión entre los otros dos herederos. Parados uno frente al otro en el centro del salón, con el equipaje ya
hecho en la salida del mismo. Jennifer parecía estar terriblemente alterada mientras Jasón la miraba hastiado
al considerar la discusión totalmente inútil. Por enésima vez el chico trataba de aclararle porque Frank se
había ido sin despedirse.

.- Vuelvo y te repito – comenzó a decir Jasón cansinamente – Harry le dijo anoche que se fuera. Así que esta
mañana, luego de hacerse cargo de Lestrange, se marchó. Y si te soy sincero no creo que volvamos a verlo.

.- Lo que todavía no entiendo es… ¿Por qué Harry le pidió que se fuera? – inquirió una vez mas la Ravenclaw
visiblemente alterada.

.- Eso que te lo explique Harry, ni yo mismo entendí porque lo hizo – respondió el Hufflepuff dejándose caer
en el sillón con su escudo.

.- ¿Y que hay de la misión? - el castaño se encogió de hombros - ¿Estas seguro que te dijo que nos
encontráramos en Hogwarts? – pregunto Jennifer sin terminar de creérselo. Al parecer Harry antes de irse
hablo con Frank y Jasón y les dijo todo lo que a ella no le había dicho en la cabaña.

.- Que si, Jennifer, que si y me dejo esto – saco de uno de los bolsillos de su pantalón un trozo de pergamino
viejo y se lo enseño – Para que lo localicemos en el castillo.

.- ¿El Mapa del Merodeador? – Jasón se limito a asentir. La jovencita se dejo caer en su butaca y suspiro
dolorosamente – Lo arruine todo, McGray – el joven se acomodo mejor en su butaca. Jenny solo lo llamaba
por su apellido cuando el tema de conversación era sobre algo serio, muy pero muy serio, en otras palabras
Harry.

.- Veamos Anderson ¿Qué fue lo que paso? – musito Jasón reclinándose hacia el frente para una mejor
audición.

.- No confía en mi… yo… creo que ya lo sabe – confeso tristemente la heredera de Ravenclaw. Jasón abrió los
ojos bastante sorprendido por lo que acababa de escuchar – Anoche intento besarme por primera vez en
meses, o al menos eso creo yo, me recordó tanto al Harry que desapareció hace tanto tiempo y yo…

.- ¿Y tu que? – la insto a seguir Jasón luego de que ella guardara silencio por unos instantes.

.- Yo estaba muy triste y vulnerable, y mis barreras mentales cayeron… y no podía sostenerle la mirada y…
yo me puse a llorar y él pensó que era por su culpa que estaba así y yo de estúpida le dije que la del
problema era yo y no él – relato entrecortadamente Jennifer con los ojos humedecidos. Jasón hizo un gesto
con la mano alentándola a que continuara y la joven así lo hizo – Luego, obviamente, el quiso saber porque
yo era el problema…, me obligo a mirarlo a los ojos y estoy segura que vio que le escondía algo muy
importante.

.- ¿Qué le respondiste cuando te pregunto porque eras el problema? – cuestiono McGray con voz seria y
neutral.

.- Le dije que… - un sollozo mal reprimido escapo de su garganta - …que no estaba segura de lo que sentía
por él – Jasón alzo una ceja incrédulo y comenzó a negar con la cabeza – Lo se, lo se fue lo mas estúpido
que se me pudo ocurrir y… como era de esperarse se dio cuenta que le mentía – para este punto Jennifer
comenzó a llorar amargamente.

.- Tienes razón en una cosa. Harry no confía en ti, pero no del todo. Todavía le falta averiguar la razón por la
cual debe desconfiar de ti – explico el heredero de Hufflepuff – Aunque conociéndolo como lo conozco, no
debe faltar mucho para que lo descubra todo.

.- ¿Tú crees? – el chico asintió – Oh! Jasón, me va a odiar… cuando se entere me va a odiar. Aun sigo sin
comprender como es que sigues hablándome – repuso la joven conteniendo un poco el llanto.
.- Créeme que ni yo mismo lo se – dijo Jasón sinceramente – Y siendo sincero contigo, otra vez, desearía no
haberme enterado nunca – Guardaron silencio por unos minutos hasta que ella decidió romperlo.

.- Estoy preocupada por él – admitió Jennifer poniéndose de pie y secándose las lágrimas – Si le llega a
pasar algo no me lo perdonaría.

.- Tranquila Jenny, el inútil tiene mas vidas que un gato – bromeo el castaño tratando de aligerar el
ambiente de tensión que había en la habitación. Jasón se levanto y se acerco a la salida del salón y sacando
su varita encogió su equipaje y el de Jennifer.

.- Eso espero, McGray, eso espero – murmuro ella con melancolía recogiendo su mini equipaje del suelo y
guardándolo en uno de los bolsillos de su jeans.

.- ¡Arriba ese animo! El inútil te quiere demasiado como para no poder perdonarte esto – intento animarla
mientras le pasaba un brazo por encima de los hombros a la chica, logrando que esbozara una pequeña
sonrisa – Así me gusta. Ahora larguémonos de aquí y vayamos a reunirnos con tu amado – añadió con una
sonrisa burlona haciendo que la sonrisa de la chica se agrandara y ganándose un golpe en el brazo antes de
desaparecer del lugar.

Capítulo 14: Amistades verdaderas

Apareció en la enfermería, por segunda vez en el día, sobresaltando a la enfermera y a dos nuevos
individuos que no estaban cuando el se fue persiguiendo a Ginny. Draco Malfoy desde la cama de Pansy, lo
miraba entre molesto y aliviado. Junto al rubio una persona que tenía mucho tiempo sin ver lo miraba sin
expresión en el rostro. Vestido con, sus ya clásicas, túnicas negras y el pelo grasiento como siempre;
Severus Snape se veía mas pálido y demacrado que nunca. Su profesor de Pociones se le acerco
amenazadoramente y se detuvo a poco menos de un metro de distancia. Sorpresivamente le extendió la
mano y un atisbo de sonrisa, que mas bien pareció una mueca, se asomo en su rostro.

.- ¿No se cansa de llamar la atención, Potter? – pregunto Snape a modo de saludo, con su ya singular modo
de hablar arrastrando las palabras.

.- Eso es lo que me hace único, Snape – respondió Harry fríamente estrechando su mano – Imagino que ya
estará al tanto de la situación del señor Malfoy.

.- Si, ya estoy enterado su la último acto estupidez – confirmo Snape haciendo una mueca de desagrado –
Draco a tenido la bondad decirme que logro usted solo hacer lo que la Orden del fénix tiene meses tratando
de hacer.

.- Entonces también sabrá acerca de la delicada situación que tenemos aquí – musito Potter aproximándose
a la cama de Pansy - Una imperdonable modificada no es una tontería.

.- Tal y como le estaba diciendo al señor Malfoy ya Madame Pomfrey antes de que usted hiciera su aparición
triunfal, tengo que hacer mucho trabajo antes de que podamos pensar en la recuperación de la señorita
Parkinson – explico el profesor colocándole una mano al rubio en el hombro en señal de apoyo.

.- Perfecto, en ese caso Malfoy y yo nos vamos para que usted y Madame Pomfrey puedan trabajar en paz –
dijo el moreno encaminándose a la salida y haciéndole una seña al Slytherin para que lo siguiera. Malfoy iba
a protestar pero Snape le indico que no lo hiciera.

Salieron de la enfermería y caminaron en silencio, sin rumbo aparente, por un largo tiempo. Harry diviso un
baño-vestidor para hombres al final del corredor por el que avanzaban, y se dirigió inmediatamente hacia
allí. El baño, apenas se entraba, tenía 5 regaderas y 8 retretes a la mano izquierda; 5 lavamanos, cada uno
con un espejo encima, a la mano derecha y finalmente al fondo un espejo que cubría toda la pared. Cuando
entraron, Harry saco del bolsillo de su abrigo tres objetos del tamaño de una cajetilla de cigarrillos. Uno se lo
entrego a Malfoy quien lo miro interrogante y los otros dos los coloco en el suelo. Desenfundo su varita y
haciendo una floritura hizo que se agrandaran convirtiéndose en dos baúles.

.- ¿Mi baúl? – pregunto Draco Malfoy un poco sorprendido al reconocer uno de los baúles como el suyo.
Harry asintió. Lo abrió y comprobó que efectivamente se traba de su baúl - ¿Cómo lo conseguiste?

.- No fue muy difícil, estaba en tu cuarto junto con el de Parkinson. Lo difícil fue encontrar tu habitación, que
curiosamente ahora la usan como bodega – contesto el joven Potter despojándose de su capa y abrigo,
abriendo su baúl también. Saco una camisa manga larga verde botella y unos jeans, además de ropa
interior.

.- Debo suponer que esto – le enseño la cajetilla de forma burlesca – es el baúl de Pansy.

.- Así es. Yo me voy a dar un baño y te recomiendo que tu… – dijo Potter ahora señalándolo él
burlonamente. Dejo su espada sobre el baúl y con otra floritura de la varita cerro la puerta mágicamente - …
hagas lo mismo. Por tu olor puedo adivinar que tienes semanas sin bañarte.

.- Gracioso, muy gracioso Potter – espeto Malfoy sarcásticamente mientras veía al moreno entrar en una de
las regaderas. Resignado y en un intento por recuperar algo de su dignidad robada, saco algo de ropa del
baúl y se metió a la regadera junto a la del moreno.

.- Cuéntame, Malfoy, que vas a hacer ahora que no vas a tener a tus dos gorilas detrás de ti – musito Harry
tranquilamente mientras se terminaba de desvestir y abría la regadera – Lo digo porque no creo que, en
estos momentos, seas el mas popular en Slytherin.

.- Creo que me las podré arreglar sin esos dos – se limito a decir el rubio ya debajo de la regadera. Su dorso
desnudo, en contra de lo que cualquiera pensaría después de meses de tortura, no presentaba ni una ola
cicatriz visible.

.- Yo que tu me preocuparía mas por Parkinson que por ti – repuso Harry después de estar un rato en
silencio – Las Slytherin no la van a recibir con un camino de rosas y mucho menos cuando se enteren que
tiene una relación sentimental contigo.

.- Escúchame bien, Potter – espeto Draco Malfoy amenazadoramente, enjuagándose el cabello – Te lo dije
antes y te lo repito ahora. Nadie, óyeme bien, nadie debe enterarse de lo que Pansy y yo tenemos ¿me
entiendes?

.- Tranquilo, huroncito, es tu decisión y yo la respeto – replico Harry burlonamente al tiempo que terminaba
de bañarse. Cerró la llave de agua y tomando su toalla comenzó a secarse – Pero no creo que ella este muy
de acuerdo con eso.

.- De eso me encargo yo cuando ella despierte. Y hablando de Pansy ¿Crees que el profesor Snape puede
ayudarla el solo? – inquirió el rubio platinado ligeramente preocupado.

.- Severus Snape es realmente bueno en esto de curar síntomas por maldiciones – reconoció el moreno
poniéndose la ropa interior y los pantalones – Pero pongo en duda que sea capaz de hacer esto solo.

.- Tú dijiste en las mazmorras que… - comenzó a decir Malfoy antes de ser interrumpido por el ojiverde.

.- Se lo que dije, por eso aunque Snape sea demasiado orgulloso como para aceptar trabajar conmigo
hombro con hombro… - salió de la regadera y se aproximo a uno de los lavamanos - …le daré una pequeña
ayudita aunque el no quiera.

.- Bien, sabes lo que pienso acerca de tus ayuditas – recordó el joven Malfoy con voz neutral – Si son útiles,
son bien recibidas.
.- No te equivoques Malfoy. Si esa es tu forma de darme las gracias, no tienes por que molestarte en
dármelas – dijo el moreno haciendo una floritura con la varita y haciendo parecer navaja y crema de afeitar
– No lo hago por ti, no lo hago por Parkinson. De hecho ni yo mismo se porque lo hago.

.- Lo se, cara rajada, lo se – afirmo Draco fríamente. Salió de la regadera ya. Llevaba puesto un pantalón
negro y una camisa gris claro sin abrochar - ¿Vas a afeitarte la esa asquerosa barba? – pregunto cínicamente
el rubio al ver al joven Potter untarse una espuma blanca en el rostro y retirarla con una navaja.

.- No entiendo porque preguntas lo obvio – fue lo único que dijo Harry sin detener sus movimientos. Varias
pasadas por el cuello, luego enjuagaba la navaja; otras pocas por las mejillas, de nuevo enjuagaba la
navaja; un par bajo la nariz, enjuaga la navaja; una que otra pasada por la barbilla y por último, con
delicadeza, unas pasadas por el área aledaña a la oreja. Una vez termino se enjuago la cara e hizo
desaparecer la crema y la navaja con su varita. Tomo su toalla y se seco el rostro. Luego cogió su varita una
vez más y susurrando algunas palabras, comenzó a cortarse el pelo mientras se miraba en el espejo. Cuando
finalizo el pelo le quedo lo suficientemente largo como para cubrirle las orejas hasta la mitad y una parte de
la frente, y por supuesto volvió a estar tan revuelto como antes.

.- Vaya, vaya un cambio de imagen Potter – siseo el joven Malfoy abrochándose la camisa y metiéndosela
por dentro del pantalón. Se acerco al espejo del fondo y luego de alisarse un poco la ropa saco un peine y
comenzó a arreglarse el cabello - ¿Aburrido de tener el cabello tan largo?

.- Ni si, ni no – contesto Harry encogiendo los hombros. Agarro su varita y la coloco en la funda de su
cinturón. El mismo procedimiento realizo con su espada. Se coloco la camisa y dejándosela por fuera se
remango las mangas hasta la altura de los codos. Se puso las medias y los zapatillas. Rebusco entre la ropa
que se quitó sus gafas, al encontrarlas se las puso. Echo la ropa sucia en el baúl, luego lo cerró y encogió –
Una pregunta, huroncito ¿Cuándo te ponías esa porquería en la cabeza lo hacías por decisión propia o porque
querías parecerte mas al profesor Snape?

.- Cierra la boca – gruño el joven Malfoy frunciendo el entrecejo – Algunos si tenemos un tipo de cabello
decente, a diferencia de esa porquería que tienes en la cabeza. El mismo tipo de cabello que tu padre ¿no? –
replico con una sonrisa cínica en el rostro. Harry solo alzo una ceja incrédulo, recogiendo la pequeña cajetilla
de cigarrillos y poniéndola en uno de los bolsillos de su pantalón – No me extraña de ese traidor a la sangre.

.- Juegas con fuego, Malfoy – susurro Potter amenazadoramente, adquiriendo una expresión fría – No te
conviene querer jugar con Dios y con el diablo a la misma vez – continuo diciendo. Abrió la puerta con un
movimiento de su mano – Nos vemos en el Gran Comedor, a menos que prefieras ir a ver a tu amada –
termino con una sonrisa triunfante en la cara, para después salir de los baños.

.- Estúpido Potter – escupió el rubio al tiempo que una sonrisa de satisfacción se formaba en su delgado
rostro. Definitivamente, tal y como el profesor Snape se lo comento hace un rato en la enfermería, Potter
debió estar en Slytherin y no con los estúpidos de Gryffindor. Busco su varita en el baúl y la encontró.
Lástima que los cambios de casa no están permitidos. Encogió su equipaje y lo guardo entre sus ropas. Esta
“amistad” entre él y el cara rajada no iba a ser tan mala después de todo. Después salió del baño
encaminándose al Gran Comedor para comer una buena comida, como no lo hacía desde hace bastante
tiempo.

Entro sin vacilar al Gran Comedor. Pudo asumir que las vacaciones habían comenzado, al ver a los alumnos
vestidos con ropa casual y las mesas de las cuatro casas medio vacías; aun así con mas gente de lo
acostumbrado, cosa que le extraño. Al pasar su vista detenidamente por cada rincón del lugar dedujo que
solo los alumnos de los cursos más altos se habían quedado, tal vez al viejo loco se había ocurrido alguna
actividad para las fiestas, quien sabe. Su entrada pudo haber pasado desapercibida si tan solo un hermoso
fénix no hubiese emprendido el vuelo desde la mesa de Gryffindor hasta posarse sobre sus hombros,
haciendo que todos voltearan a verlo. Enseguida reconoció al fénix como el suyo, ese pelaje negro con
destellos rojos solo lo había visto Vesper.

Camino tranquilamente hacia la mesa de su casa, su caminar era seguido por todos especialmente el género
femenino. Desvió su mirada un segundo hacia la mesa de los profesores y descubrió que el viejo lo miraba
penetrantemente desde su asiento. Sin prestarle atención continua su andar hasta llegar a la mesa, donde
fue abordado por un joven de su misma estatura. Sonrió feliz por primera vez en mucho tiempo, al reconocer
de quien se trataba. Lo miro directamente a sus ojos azules, tan profundos como el mar, y vio su rostro serio
y pensativo. Como queriendo convencerse que lo que estaba viendo era de verdad.

.- Nunca mas, escúchame bien, nunca mas vuelvas a hacernos esto, Harry James Potter – gruño Ronald
Weasley con voz ronca y repentinamente lo abrazo fuertemente. En ese momento Vesper emprendió el vuelo
rumbo a la salida. Todos en el comedor se quedaron con la boca abierta al escuchar las palabras, y ver el
gesto del joven Weasley les confirmo que estas eran verdaderas.

.- Te prometo, Ron, que la próxima vez que me vaya tú te vienes conmigo – prometió Harry Potter
correspondiendo el abrazo. Los murmullos y comentarios no se hicieron esperar. En cada rincón del gran
comedor se escuchaba por parte de las chicas cosas como: “¡Qué guapo esta!” “¡Como ha cambiado!”
“¿Tendrá novia?” “¡Me encanta esa pinta de rebelde que tiene!” “¿Crees que tenga oportunidad con él?”
“¡Que sexy se ve!” “¿Tendrá pareja para el baile?”. Y un sin fin de cosas más, mientras los varones lo
miraban algunos con recelo, otros con respeto y unos pocos amigablemente.

.- Te tomare la palabra – musito Ron rompiendo el abrazo y observando detenidamente a su amigo – Me


alegra que regresaras.

.- A mi también, hermano – recorrió la mesa con la mirada y logro ver a sus compañeros mirarlo sonriente.
Diviso a Ginny, con el rostro encendido, sentada junto a Dean quien tenía una venda en la nariz. Pero no
encontró a Hermione por ningún lado. Volteo a ver a su amigo y le pregunto – Por cierto… ¿Dónde esta
Hermione? – Noto como el rostro del pelirrojo se ensombreció y decidió que lo mejor era no preguntar –
Hablamos de eso después ¿de acuerdo? Ahora desayunemos.

.- Cuéntame… ¿Qué has estado haciendo todo este tiempo? Estas muy cambiado, mira como te están
mirando las mujeres – el moreno se encogió de hombros mientras se quitaba la espada del cinto y sentaba
junto a una chica de quinto año que no conocía. La joven, una pelinegra de ojos azules, se sonrojo
furiosamente – Bueno al menos así me quitas un peso de encima. Si vieras como se ponía Her… mejor
olvídalo.

.- No quiero ni imaginarme como se ponía Hermione con todas esas chicas encima de ti – musito su mejor
amigo con una sonrisa burlona en el rostro. Se sirvió algunos panecillos, huevos, tocino y jugo de calabaza –
Por mi parte yo no he estado haciendo mucho, viajes por aquí viajes por all?, ya mas tarde te contare con
mas detalle.

.- Te encontraste con mi hermana ¿no? – susurro Ron por lo bajo sirviéndose lo mismo que Harry solo que
en doble ración. Sus hábitos alimenticios volvían a ser los de antes - ¿Qué tal ha sido? Hablaron de... bueno
ya sabes…

.- Si, y no fue algo muy bonito que digamos – informo Harry sin dejar ver como se sentía realmente por
aquel encuentro – Le entregaste la carta cuando te dije que no lo hicieras – Ron bajo la mirada apenado y
sus orejas enrojecieron – No te preocupes por eso, creo que fue mejor que se la entregaras.

.- ¿Y no hablaron de nada en especial? – pregunto el pelirrojo muy interesado en el tema. Se metió un gran
trozo de pan en la boca y miro expectante a su amigo.

.- Bueno hablamos de… - Y así comenzó una larga conversación sobre lo sucedido entre el y Ginny desde que
se vieron en la enfermería hasta la charla que tuvieron en el vestíbulo. Varias porciones de desayuno fueron
engullidas por los dos amigos mientras hablaban y eran observados atentamente por todos en el Gran
Comedor - …Y cuando ella iba a responderme apareció Dean en escena. Se quiso pasar de listo y tuvo que
ponerlo en su lugar, lo que le costo una fractura de nariz – el moreno sonrió con complicidad. Ron lo miro
con asombro para luego devolverle la sonrisa.

.- Ya van dos fracturas en el año – murmuro Ron para si mismo mirando como Dean en ese preciso
momento le daba un beso a Ginny, cosa que le hizo perder la sonrisa.

.- ¿Y como va el Quidditch? Sino me equivoco ya deben haber jugado el primer partido de la temporada ¿no?
– quiso saber Harry sirviéndose mas comida en el plato y dándole muerte inmediatamente.
.- Casi no la contamos en ese partido. Jugamos contra Hufflepuff, no atrapamos la snitch y ganamos
únicamente por 10 puntos. 350-340 – respondió el ojiazul muy molesto por lo que había pasado en aquel
entonces – Como tú no estabas Ginny se quedo con el puesto de buscadora – le dijo un poco apenado, pero
al ver que Harry le sonría se tranquilizo – Los golpeadores son los hermanos Creevey, y los cazadores: la
chica de quinto que esta sentada a tu lado, Natalie McCornnick – Harry la miro y ella le sonrió tímidamente,
él le devolvió el gesto – No se que le pasa siempre se la esta hablando; también están un chico de séptimo,
Anthony Vermouth y Neville Longbottom.

.- ¿Neville? Estas de broma… - replico Harry sin terminar de creérselo. Instintivamente lo busco en la mesa y
lo encontró platicando con una chica que el no reconocía. La verdad era que se veía más delgado y más
seguro de sí mismo. El muchacho se percato que lo miraban y lo saludo con la mano y una sonrisa. Harry
asintió a modo de saludo.

.- Lo se, yo todavía no termino de creérmelo – le dio la razón Ron comiéndose el último trozo de tocino de su
plato – Pero en su primer partido el fue el que anoto el punto con el que ganamos, de hecho el y Natalie
anotaron casi todos. Ese Anthony es un inútil, lastima que no había mucho de donde escoger…

.- Estoy repleto – dijo Harry apartando su plato y suspirando de satisfacción – No me había dado cuenta de
que extrañaba tanto la comida de Hogwarts.

.- Tienes toda la razón. Tenía mucho tiempo sin comer tanto – apoyo el pelirrojo robándose la barriga. Su
amigo lo miro extrañado ante sus palabras - No me mires así. Es la verdad.

.- Te creo, Ron, te creo – musito el moreno poniéndose de pie, colocándose la espada en el cinturón y
encaminándose a la salida – Vamos, Ron, muévete – le apuro su amigo. Ron se levanto lo más rápido que
pudo de su lugar y lo siguió. Ginny, quien había seguido la conversación a lo lejos, quiso seguirlos pero Dean
en ese momento le pidió que salieran a los terrenos por un rato.

.- Señor Potter – les llamo la profesora McGonagall interceptándolos – El director quiere hablar con usted y el
señor Malfoy después de la cena.

.- Me parece bien, profesora – acepto Harry con un asentimiento de cabeza – Dígale al viejo que Malfoy yo
estaremos allí puntuales.

.- Mas respeto para el director, Potter – le advirtió la jefa de su casa lanzándole una mirada amenazadora –
Me alegra que haya vuelto, nos veremos.

.- De acuerdo profesora, nos vemos – se despidió Potter con una sonrisa en el rostro. La profesora siguió su
camino y se perdió de vista por los pasillos.

.- ¿Malfoy volvió? – pregunto Ron incrédulo reanudando su andar. Sus orejas y su rostro enrojecieron
notablemente – Y yo que planeaba tener unas tranquilas vacaciones.

.- Si, verás Ron, lo que pasa es que… - Por segunda vez en el día se sumergió en un nuevo relato acerca de
lo que había hecho para rescatar a Malfoy. La mirada del pelirrojo se ensombreció al escuchar la parte de los
asesinatos, a pesar de eso no dijo nada. Si se tratase de otra persona, ni siquiera si inmutaría en contestar
esas preguntas. Pero en este caso estábamos hablando de Ron, y Ron es importante y goza de su de entera
confianza. Ron es su mejor amigo. Tardo un buen rato en contarle el como y el por qué del rescate de
Malfoy. A decir verdad ni el mismo lo tenía claro. Caminaron por los pasillos hablando, perdiendo la noción
del tiempo. Al terminar el tema Malfoy, decidió contarle sus andanzas y peripecias a lo largo de estos meses,
incluyendo el tema de las misiones. La mirada de su amigo se ensombreció todavía más en ese punto, y una
vez mas lo dejo pasar. Después de esto continuaron su andar en un silencio interrumpido, únicamente, por el
sonido de sus pisadas - ¿Te pasa algo Ron?

.- Es que... – dudo un momento si debía continuar o no - …no puedo creer que hayas matado a toda esa
gente, digo eran mortífagos pero por encima de todo eran personas. Supongo que tú habrás matado a
Bellatrix ¿no? – el moreno lo miro con una cara de: ¿Cómo lo sabes? – En el profeta salió, hace unos meses,
una lista con los nombres de los mortífagos muertos por causas desconocidas.
.- Esos a quienes tu llamas personas dejaron de tener ese tipo de consideraciones el día que decidieron
entregarle su alma a Voldemort – Ron tembló ante la mención de ese nombre – Y prefiero matarlos ahora, a
que en un futuro descubra que mataron a alguien a quien aprecio – Unos minutos de silencio invadieron su
caminar una vez mas.

.- Tengo miedo, Harry – reconoció el pelirrojo cabizbajo. Harry pudo comprenderlo perfectamente. Hasta
unos meses atrás él había tenido miedo, mucho miedo de lo que pudiera depararles el destino a él y a sus
amigos – Todos tenemos miedo, amigo. Este tiempo que tú has estado uera, las cosas más horribles que te
puedas imaginar han estado ocurriendo. Asesinatos y desapariciones todos los días y a toda hora. El mundo
dejo de ser un lugar seguro, Hogwarts dejo de ser un lugar seguro. Cada día se vive con la incertidumbre de
no saber a quien no veremos mas el día de mañana – negó lentamente con la cabeza. Harry lo escuchaba
atentamente – El profesor Dumbledore ha hecho lo posible por mantener calmados los ánimos y ha
inventado un baile el día de navidad. Con eso ha logrado que la gente se anime – ahora Harry era el que
negaba con la cabeza y a la vez sonreía complacido al darse cuenta cuanto había madurado su amigo
durante su ausencia.

.- Típico del viejo. Cree que con eso va a lograr solucionar todo – espeto Harry molesto por la actitud del
líder de la Orden del Fénix – Pero esta noche me va a escuchar. Va a oír un par de verdades salir de mi boca,
le guste o no.

.- No estoy muy seguro que eso sea buena idea. Puedes buscarte muchos problemas – le advirtió Ronald
Weasley cautelosamente. Sabía que el tema Dumbledore era algo muy delicado. Harry solo se encogió de
hombros y le dijo:

.- Cuando hablas así te pareces demasiado a Hermione. Te esta afectando el pasar tanto tiempo con ella –
señalo el moreno con una sonrisa socarrona en el rostro que borro inmediatamente al ver el rostro de su
amigo. Las orejas y el rostro habían enrojeció por el comentario, pero estaba triste y cabizbajo. Sin darse
cuenta llegaron al vestíbulo del castillo y sin pensarlo dos veces cruzaron las puertas rumbo a los jardines.
Caminaron sin sentido hasta llegar a las orillas del lago. Nubes grises se extendían por el firmamento
privándoles de los cálidos rayos del sol. El ambiente estaba frío y una gélida corriente de viento golpeaba el
rostro constantemente – Sería mejor si me dijeras por qué te pones así cada vez que menciono a Hermione –
silencio es lo único que se escuchaba. La vista de ambos se perdía en las profundidades de las aguas
cristalinas del lago - ¿Dónde esta Hermione, Ron?

.- En Bulgaria – se limito a decir Ron con los músculos de su rostro tensados al máximo. Harry se revolvió el
cabello y volteo a mirarlo incomodo por la respuesta que acababa de recibir, preguntándose si para su amigo
Bulgaria era lo mismo que decir Víktor Krum – Se fue ayer en la noche. Y antes de que me preguntes porque
se fue, solo te digo que ella y Víktor están saliendo.

.- Lo siento mucho, amigo – musito el moreno colocándole una mano en el hombro intentando reconfortarlo.
Aparto la mirada de su amigo, devolviéndola a las aguas del lago. Sabía que si Hermione se había ido ayer
en la noche, tuvo que haber leído la carta que él les mando. Decidió que no haría comentarios acerca de la
actitud de su amiga. Pero lo cierto es que a él también dolía darse cuenta cuales eran las prioridades de su
mejor amiga. – Lamento tener que decirte esto, pero te lo dije Ron.

.- Se que lo arruine, se que debí decirle mis sentimientos y se que fui inmaduro e injusto con ella por mucho
tiempo. Pero… ¿Qué razones tenía yo para decírselo? – Harry lo miro extrañado por esas palabras – Te
explico. Cuando tu desapareciste, eso a Hermione le afecto muchísimo y yo trate de reconfortarla,
apoyándola en todo lo que podía.

.- En otras palabras: fuiste su paño de lágrimas – aclaro Harry sin despegar la mirada de las aguas del lago.
Ron asintió. El moreno se cruzó de brazos imaginándose como se debió sentir su amigo en esa situación - ¿Y
eso que tiene que ver con lo otro?

.- Mucho, Harry, mas de lo que tu te imaginas – advirtió el pelirrojo con la mirada pérdida y el rostro
tensándosele constantemente, como si estuvieras recordando cosas que preferiría olvidar – Resulta que
nuestra amiga pensó que yo había madurado, y empezó a contarme acerca de Krum. Todo el santo día
hablando de Krum, que si Krum esto, que si Krum aquello… en fin, después de esto empezaron a llegar
cartas constantemente para Hermione de su querido Vicky. Y ahora que me pongo a pensar creo que las
estuvo recibiendo desde antes, solo que tenía miedo de mi reacción. Bien, entramos al colegio y yo pensé
que todo se normalizaría cuando en realidad se puso. Al ser uno de los campeones del Torneo de los Tres
Magos, tuvo la suficiente confianza con Dumbledore como para pedirle que lo dejara visitar a Hermione y el
director acepto encantado – Harry alzó sus cejas sorprendido, el viejo loco metía la pata una y otra vez – Y
así comenzó mi suplicio. Yo todavía pensaba que eran solo amigos y que Víktor solo estaba encima de ella.
Ese fue mi primer error – Su amigo lo miro interrogante – Si, porque aun después de escuchar a Hermione
decir hablando entre sueños “Víktor… Te quiero” – dijo imitando una voz chillona - Fui donde el búlgaro y le
deje en claro que Hermione no quería nada con él, y ahí esta el error, el imbécil me restregó en la cara que
ella y él eran novios – una solitaria lágrima cayeron de su ojo izquierdo y no hizo ni el amago por limpiarla.

.- Ese me la paga – mascullo Harry entre dientes mientras seguía escuchando el relato de su amigo, viéndolo
derrumbarse sin él poder hacer nada por evitarlo - ¿Qué paso después?

.- Pues nada del otro mundo. Hermione se entero, me regaño hasta la saciedad y me hizo saber lo mucho
que se había decepcionado de mí. Ah! Y por supuesto me quito el habla – ironizo el joven Weasley que
demostraba menos dolor del que realmente sentía y eso su mejor amigo lo sabía perfectamente. Unas
cuantas lágrimas mas salieron de sus ojos y rodaron por sus mejillas – Se distanció de mí bastante. Solo
hablaba con Ginny o Víktor cuando venía de visita. Con el tiempo volvió a hablarme pero no era lo mismo. Le
pedí perdón y le invente la mejor excusa que se me ocurrió: Un ataque irracional de hermano sobre
protector. Luego de que me hizo jurar que no se volvería a repetir, fuimos mejorando de a poco hasta que
llegamos al punto en que estamos ahora. Amigos que se cuentan algunas cosas. Todavía mantiene cierto
recelo hacia mí cuando habla sobre Víktor, pero al final se termino convenciendo que he madurado. Ella lo
llama madurez, yo prefiero decirle resignación – suspiro abatido al tiempo que se limpiaba las lágrimas –
Ahora dime… ¿Qué derecho tenía yo de interponerme en su felicidad?

.- Tenías todo el derecho, porque tus sentimientos también son importantes – replico su amigo sumamente
serio. Lo tomo del brazo y lo giro para mirarlo a los ojos – Pero no era lo correcto o por lo menos no era lo
que ti pensabas que debías hacer. ¿Quieres que te diga por qué? – Su amigo lo miro expectante – Porque tu
la amas, Ron – explico señalándolo con el dedo – Y para ti la felicidad de Hermione esta por encima a la tuya
– termino su explicación el moreno regalándole un sonrisa llena de comprensión. Le pasó el brazo izquierdo
por los hombros y con el derecho le señalo el firmamento, antes gris claro, ahora prácticamente negro y
totalmente cubierto por las nubes – Mira el cielo Ron, es igual a nosotros. Cuando salimos el sol estaba
escondido detrás del cielo y este no lo sabía. Solo se dio cuenta que el Sol estaba ahí cuando este lo
abandono dejándolo en la oscuridad. Lo mismo ocurre con nosotros. Tu sol es Hermione y el mío digamos
que es Ginny. Todo este tiempo estuvieron alumbrándonos en secreto, escondidas detrás de nosotros. Y
cuando finalmente nos damos cuenta que estaban allí ya dejaron de alumbrarnos. Irónico ¿no crees? –
comento Harry con una sonrisa sarcástica en el rostro. Ron en cambio tenía una sonrisa triste y
desalentadora – Pero… ¿Sabes cual es la diferencia que existe entre el cielo y nosotros? – su amigo negó con
la cabeza dando a entender que el no la sabía – El cielo sabe que su sol regresara, tarde o temprano, pero
siempre regresara. En cambio para nosotros, una vez que se ha ido nuestro Sol, no sabemos si algún día
volverá. Transformándonos en personas tan frías y solitarias como el cielo en una noche sin luna y estrellas –
al decir su sonrisa pasó a ser tan triste y deprimente como la de su mejor amigo, el pelirrojo. Prácticamente
en eso se había transformado él en los últimos meses – Hay algo con lo que solía reconfortarme cuando
antes me sentía como tú. Pensaba que existía la posibilidad que Ginny no era en realidad mi Sol, y si al final
terminaba siéndolo siempre podría tener a la Luna como premio de consolación – al hablar de la luna
irremediablemente se acordó Jenny y sonrió internamente – La tendríamos de compañera inseparable
durante las frías y solitarias noches; y quizás algún día esa luna se convertiría en mi verdadero y único Sol.

Capítulo 15: Un Enemigo Más

Silencio. Silencio era lo único que había esa tarde en el despacho del director del Colegio Hogwarts de Magia
y Hechicería, que para la ocasión había sido agrandado mágicamente. Un silencio que asfixiaba y sofocaba a
todos y cada uno de los miembros de la afamada Orden del fénix. Un silencio que todos querían romper.
Todos a excepción de tres personas que permanecían, a simple vista, imperturbables. Fuertes
encantamientos anti desaparición y anti trasladores enmarcaba el lugar. Todos estaban sentados en una gran
mesa redonda y únicamente quedaba un puesto libre, entre un hombre sin un pedazo de la nariz y una
mujer de pelo castaño oscuro. La silla quedaba, premeditadamente, paralela a la salida del despacho; lo que
significaba que la persona que se sentara allí quedaría de espaldas a la única vía escape.
Un muchacho de pelo negro azabache muy revuelto y ojos verdes como esmeraldas, irrumpió en el apacible
silencio que reinaba en el lugar antes de que el llegara. Había intentado aparecerse en el despacho pero los
hechizos que tenía se lo impidieron, a pesar de poder atravesarlos no valía la pena el gasto de energía, así
que decidió aparecerse fuera y luego entrar. En cuanto entro percibió el intento de Remus Lupin por ponerse
de pie, intento que fue contenido por Dumbledore quien estaba a la derecha del licántropo. Localizo a Jasón
sentado a la derecha del director, seguido por Jennifer y por último Malfoy. Se sentó tranquilamente en su
silla, entre Moody y Tonks. El Sr. Weasley, sentado junto a Malfoy, abrazaba a su esposa quien había echado
a llorar tan pronto lo vio entrar por la puerta. Los demás miembros eran poco conocidos por el. Solo logro
reconocer a Mundungus sentado a la zurda de Lupin. Curiosamente su silla quedaba frente a frente con la del
director, y parecía que la mesa entera lo estuviese juzgando. Miro al director a los ojos, lanzándole una
gélida mirada y sonrió para sus adentros al notar como esto hacia que el viejo se revolviera en su sitio.
Finalmente Albus Dumbledore se decidió a hablar y luego de pasarse la mano por la barba un par de veces
dijo:

.- Creo que hablo por todos al decirte que estamos muy felices que hayas vuelto a nosotros sano y salvo –
un asentimiento general aprobó lo dicho por el viejo – Tu y los jóvenes junto a mi nos deben muchas
explicaciones a la Orden del Fénix, pero antes hay un par de puntos que tenemos que arreglar – se aclaro la
garganta y prosiguió - En primer lugar esta el hecho de que los 4 deben retomar el curso de clases lo más
pronto posible, los jefes de sus respectivas casas se encargaran de eso. Seguido esta el punto de tu
seguridad – Harry se acomodo mejor en su asiento, venía lo bueno – No podrás salir del castillo y para tu
mayor protección, siempre te acompañara una escolta, no queremos correr el mismo riesgo que en las
vacaciones - dejo que asimilarán sus palabras y prosiguió - Quedando aclarados esos dos puntos, pasemos el
siguiente. Entre todos decidimos que tu y estos muchachos están la capacidad de saber algunas cosas
relevantes que ocurran mientras están en la escuela, por lo que les ofrecemos a cada uno un lugar especial
en la Orden del Fénix – Una ceja levantada fue la única respuesta de Harry, definitivamente el viejo
mejoraba su estupidez día a día - ¿Qué me dice usted señor Malfoy?

.- Le digo que se vaya a la mierda, Dumbledore, mi lealtad ya esta vendida – fue todo lo que se digno a decir
el heredero de los Malfoy para después cruzarse de brazos y demostrar gran indeferencia. Esa contestación
molesto a la mayoría de los ahí presentes. Al director no le importo mucho esta respuesta, ya que
verdaderamente el que le interesaba era el moreno frente a él.

.- ¿Qué dices tu Harry? – pregunto el anciano director, mirándolo directamente a los ojos con un brillo de
expectación plasmado en la mirada – Es lo que deseas desde el año pasado ¿no? A Sirius le hubiese gustado
que aceptaras unirte a la Orden, siempre lo estuvo proponiendo ¿Qué piensas de lo que te digo?

.- Pensé que tenías más cerebro, Dumbledore – espeto el moreno duramente – Por un momento llegue a
creer que habías aprendido la lección, ahora me doy cuenta que no estas ni cerca de aprenderla. Te digo
desde ya, viejo, que lo mejor es que te olvides de esa estúpida idea de ponerme una escolta – advirtió
mientras se ponía de pie – Por mi parte yo no pienso volver a las clases – noto el amago del director en
tomar la palabra, pero con movimiento de su mano le indico que callara – No te molestes en contradecirme,
es mi decisión y no hay nada que puedas hacer para evitarlo. Ellos… – indico señalando a Malfoy y los
herederos –…decidirán por su cuenta.

.- ¡En ese caso no puedo permitirte que te quedes en Hogwarts, y en todo caso no podrás evitar que se
ponga una escolta! – sentenció Dumbledore perdiendo la calma que siempre lo había caracterizado y
golpeando con el puño la mesa – Como no pretendes seguir en Hogwarts entonces iras a vivir a Grimmauld
Place. Lo que supone que aceptas unirte a la Orden del Fénix.

.- Vuelves a equivocarte – indico Harry apoyando los codos en el respaldar de su silla vacía – No voy a
unirme a este patético grupo que no tiene la menor idea de cómo pelear esta guerra. No pretendo perder mi
tiempo con un grupo de personas que no creen que pueden ganarle a Lord Voldemort – hubo un
estremecimiento general ante la mención del nombre – Peor aún, que temen pronunciar su nombre.
¿Ustedes realmente se creen capaces de ganarle al ejército del Señor Oscuro? – Pregunto dirigiéndose a los
demás miembros de la mesa – No me hagan reír. Matar a Voldemort no será suficiente y eso ya deberías
saberlo Dumbledore. ¿Acaso creías que esas estúpidas alianzas internacionales nos salvarían el pellejo? –
Interrogo ahora dirigiéndose al director - Aunque Voldemort muera eso no significa que su ejercito de
mortífagos vaya a desaparecer mágicamente – ironizo el chico mirando duramente a todos los presentes allí
– Surgirá otro líder y los guiara. Les aseguro que será así.
.- Principales candidatos: mi propio padre y, el nuevo consentido del Señor Oscuro, Aldemar – intervino el
joven Malfoy con su forma característica de hablar arrastrando las palabras – Para su información, par de
imbéciles, el Señor Tenebroso ni siquiera los considera una amenaza. Son simples estorbos para él.

.- Además Dumbledore, a mi tu no puedes decirme que hacer o que no hacer en mi colegio – señalo Harry
mordazmente, con voz amenazadora – Porque podrías dejar de ser director en menos de lo que se dice
Quidditch – respiro profundamente y agrego - Solo te lo voy a decir una vez más. Yo hago con mi vida lo que
me de la gana, y si llego a ver alguno de estos estúpidos siguiéndome – miro a todos y cada uno de los
miembros que estaban presentes – Lo pagarán caro.

.- Me parece que no es justo que hables así de la Orden del Fénix, Harry. Tus padres y Sirius pertenecieron a
ella por si no lo recuerdas – replico Dumbledore muy alterado. Los miembros de la Orden miraban al joven
Potter desaprobadoramente. Estaban dolidos con sus palabras y su actitud – No puedes ganar esta guerra
solo y lo sabes. Tus amigos, Jasón y Jenny, parecen no estar de acuerdo con lo que dices.

.- Mire Dumbledore, el chantaje emocional ya no funciona conmigo. Como ya le dije antes, cada uno decide
que quiere hacer, yo no obligo a nadie. Solo por si no te habías dado cuenta. La orden de antes y la de ahora
son completamente distintas. – repuso Harry Potter con absoluta calma. Albus Dumbledore se veía
desesperado por volver a retomar el control que tenía antes sobre Harry – Le digo una cosa más. Los quiero
a usted y a su grupo de niños exploradores fuera de la casa de mi padrino a más tardar mañana. Eso incluye
la ruptura del hechizo fidelio que tiene.

El alboroto que causo esas palabras no se hizo esperar. Los miembros de la orden del Fénix a gritos instaban
a Dumbledore a que pusiera en su lugar, al chiquillo insolente en que se había convertido el moreno.
Poniéndose de pie, el anciano director, llamo a todos a mantener la calma. Luego de varios intentos
consiguió restaurar el orden en su despacho. Se acomodo sus gafas y lanzándole una mirada desafiante al
chico, se decidió a contraatacar.

.- No tienes ningún derecho ni a amenazarnos ni mucho menos a echarnos de la casa y lo sabes – espeto
Dumbledore sumamente enfadado – Sirius Black como muestra de su grandeza nos cedió esa casa como
cuartel general. Estoy seguro que lo menos quieres en este momento es ir en contra de la voluntad de tu
padrino, no es algo que a él le gustaría que hicieras.

.- No te lo estoy preguntando. Te lo digo de nuevo, solo por si no me escuchaste bien – musito Harry con
una cínica sonrisa en su rostro. Draco Malfoy lo veía con satisfacción mientras que los otros dos herederos se
mantenían en silencio y en sus rostros se notaba la preocupación que les embargaba– Quiero el Nº 12 de
Grimmauld Place completamente vacío como tarde mañana. Cosas no muy buenas pasaran si incumples esa
orden. Y esto puedes considerarlo una amenaza.

.- Te desconozco, Harry – musito Remus Lupin interviniendo en la conversación - ¿En que te has convertido?
Tus padres no querrían que te comportaras de esta manera tan despreciable. Eres tan… tan… tan Slytherin.
No puedes permitir que lo que el-no-debe-ser-nombrado te trasmitió aquella noche tome el control de ti.

.- Remus te tengo un gran aprecio por ser el último amigo de mis padres que queda vivo – le dijo
amablemente. Dumbledore se sorprendió de aquel trato para con el licántropo – Pero te recomiendo que no
tientes tu suerte. Mis padres se sacrificaron por mí para darme una vida que vivir. No para que fuera
controlado ni manipulado por nadie. Y tú no tienes ninguna autoridad moral para decirme lo que tengo que
hacer. Te desapareciste por 13 años y no te dignaste a venir a ver al hijo de uno de tus mejores amigos – el
rostro de su ex profesor palideció notablemente - De todos modos esta conversación no es acerca de tus
errores. He tratado de comprender tu dolor y lo egoísta de tus acciones, después de meditarlo mucho tiempo
lo he conseguido – hizo una pequeña pausa – Como veo que esta conversación es totalmente absurda e
innecesaria, me disculparan pero tengo muchas cosas que hacer – se despidió girándose hacia la puerta.

.- ¡Harry! Esto no termina aquí espero que estés preparado para lo que te va a caer encima– amenazo Albus
Dumbledore haciendo que el heredero de Gryffindor se detuviera sin voltearse – Tengo a la Orden del Fénix y
al Ministerio de Magia de mi parte, sin contar el apoyo de la mayoría de los ministerios extranjeros. Estas en
desventaja y lo sabes.
.- ¿Me estas declarando la guerra Dumbledore? – pregunto Harry Potter sin despegar la vista de la puerta,
con la voz susurrante y fría como un témpano de hielo – Juegas con fuego, viejo.

.- Si no estas conmigo estas en mi contra – indico el anciano director con toda su tranquilidad de siempre –
Como te he dicho antes tengo el apoyo de mucha gente. Tú no podrás contra mí, acepta lo que te propongo
y evitaremos un conflicto.

.- ¿Te das cuenta, viejo, de que le estas declarando la guerra a un simple chico de 16 años? – volvió a
preguntar con el mismo tono de voz. Se volteo y miro a todos con el rostro endurecido y sus ojos
centelleantes de furia. Un escalofrío casi imperceptible recorrió la espina dorsal de los otros dos herederos –
Una guerra que nunca vas a poder ganarme, ya que al igual que yo conoces cierta información que a muchos
de los aquí presentes les encantaría conocer – todos miraron desconcertados al viejo director - Además, me
amenazas con personas que han vivido por mucho tiempo con miedo a la guerra. Gente que tiene miedo de
morir, gente que no cree verdaderamente en la razón por que les has dado para luchar en esta guerra.

.- No te atrevas a decir eso Harry, estas personas han arriesgado sus vidas muchas veces por salvar la tuya
y la de muchos magos ingleses – regaño el director comenzando a exaltarse de nuevo – Todos los aquí
presentes aquí me son leales a mi y a la causa.

.- ¿Leales? Por esta vez voy a creerte, viejo. Y como se que todos lo que están aquí son verdaderamente
leales al enfermo que tengo delante de mi – dijo irónicamente el moreno señalando al Albus Dumbledore – Ni
siquiera me voy a inmutar en preguntarles si lo que dice el anciano es verdad o no.

.- Harry, por favor hazle caso a Dumbledore. No cometas una tontería, quédate de nuestro lado y no te
conviertas en enemigo mas para la orden del fénix – pidió el Sr. Weasley desesperadamente al ver que la
situación estaba por llegar a un punto sin retorno – Molly y yo solo queremos lo mejor para ti y seríamos
incapaces de pedirte algo que te hiciera daño.

.- Lo siento, Sr. y Sra. Weasley, pero no puedo hacer eso. Debo pelear por lo que creo que es correcto y
lamentablemente lo que Dumbledore piensa que es correcto no concuerda con mi criterio – miró fríamente a
su antiguo director y continuo – Ustedes y sus hijos son muy importantes para mi y se que son de las pocas
personas en esta Orden que realmente creen en la causa. Su familia esta llena de gente valiente que esta
dispuesta a morir por sus principios, por un mundo más seguro, por un futuro mejor. Y eso, Sr. Weasley, lo
respeto como no tiene idea. Si algún día necesita algo no dude en pedírmelo. Tenga por seguro que por
usted y su familia siempre haré hasta lo imposible – término mirando calidamente a los patriarcas de la
familia Weasley.

.- Se razonable, Harry. Estas solo, completamente solo. No podrás ganarme jamás si no tienes el apoyo de
alguien – trato de hacerlo entrar en razón el director solo consiguiendo se ignorado una vez más.

.- Harry no esta solo – sentencio una voz femenina, uniéndose a la conversación por primera vez – Y no
estará solo mientras alguno de nosotros tres este vivo.

Si Harry se sorprendió al sentir como le tomaban la mano izquierda entrelazando los dedos de su mano con
los de la otra persona, lo disimulo bastante bien. Volteo a su izquierda y se vio reflejado en los determinados
ojos avellana de Jenny. Sintió una mano en cada uno de sus hombros y encontró a su derecha a Jasón y
justo detrás de él a Draco Malfoy mirándolo con suficiencia. El director del colegio se asombro notablemente
al ver esto. Al parecer contaba con que los otros dos herederos lo terminarían apoyando a él.

.- Creo que esto tira abajo tu estúpida teoría acerca de mi inminente derrota por estar solo – se mofo Harry
con naturalidad al tiempo que una sonrisa burlona se formaba en su rostro – Ya te lo dije Dumbledore, yo
hago lo que me de la gana y no puedes hacer anda para evitarlo – Apretó la mano de Jennifer y la guió
detrás de él hacia la salida – Si querías guerra ten por seguro que te la voy a dar y puedes apostar a que
puedo ser peor que el mismo Voldemort.

.- Si sales por esa puerta te vas a arrepentir toda tu vida Harry – amenazo el viejo director poniéndose de
pie y desenfundando su varita – Te lo advierto. No te va a gustar tenerme como tu enemigo ¡Estas
condenándonos a todos a perder esta Guerra!
.- En eso te equivocas. Tu nos estas condenando con tus estúpidas ideas – hizo un rápido movimiento con su
mano derecha tirando la varita de Dumbledore al suelo – Jamás vuelvas a levantar tu varita en mi contra,
porque te prometo será la última vez que lo hagas.

.- ¡No puedes alejarnos de tu vida así nada más! – exclamo Albus Dumbledore todavía asombrado por la
forma en que lo habían desarmado mientras veía como la única esperanza que tenían de ganar esta guerra,
cruzaba el umbral de la puerta de su despacho.

.- Entonces te recomiendo que te sientes y observes como lo hago – musito el heredero de Gryffindor antes
de salir del despacha de la mano de Jennifer y seguido por Malfoy y Jasón.

---

Bajaron por las escaleras movedizas y atravesaron la entrada de la gárgola. Eran más de la media noche
cuando salieron del despacho del director del colegio. Estúpido Dumbledore, si creyó que volvería a ser su
marioneta esta totalmente equivocado. Con el tiempo logro aplacar el odio y la furia que despertaban en él
los recuerdos de los incidentes ocurridos en el Departamento de Misterios. Pero lo que nunca se iría era el
rencor y el resentimiento que sentía cada vez que veía al vejete que tenía Hogwarts por director. Su ausente
caminar fue detenido abruptamente cuando fue jalado por su brazo.

.- ¿Quieres decirme que rayos te pasa? – Pregunto Jennifer enojadísima, echando chispas por los ojos -
¿Estas loco? Porque no encuentro otra explicación razonable ¿Cómo se te ocurre declararle la guerra a Albus
Dumbledore?

Ya lo dije allá adentro, Anderson – respondió tranquilamente Harry desprendiendo violentamente su brazo de
las manos de su compañera – Si tienes miedo te puedes largar. Lo mismo va para ustedes dos – dijo
refiriéndose a los otros dos jóvenes – No quiero estorbos a mi lado.

.- Sin dramas por favor, Potter – pidió Malfoy cínicamente con una sonrisa que mas bien parecía una mueca
– Tienes mas que claro que gozas de mi lealtad.

.- Sabes que estoy contigo hasta la muerte, Harry – declaro Jasón sin mostrarse afectado por las palabras
del moreno – Y también sabes que Jennifer te seguirá al mismo infierno si es necesario.

.- Bien, entonces vamos a la torre de los herederos a descansar – ordeno el ojiverde reemprendiendo la
marcha y siendo retenido una vez mas, esta vez sin ser agarrado de su brazo.

.- ¡Ah no! Esto no se queda así ¿Quieres explicarme como es eso de que no vas a continuar las clases? En la
carta que nos dejaron decía claramente lo debíamos hacer – espeto Jennifer tratando de mantener la
compostura. Harry retrocedió peligrosamente sobre sus pasos, encarando a la chica.

.- ¿Quién te crees que eres? Porque que yo sepa no eres mi madre – Inquirió con voz amenazadora el joven
Potter – Escúchame bien porque solo te lo voy a decir una vez – la miro fríamente unos instantes. Jenny
retrocedió unos pasos asustada – No te metas en mi vida ¿entendido? – aclaro remarcando cada palabra y
acercando su rostro al de ella – No eres nadie, NADIE ¿me oyes? NADIE para decirme que es lo que debo o
no hacer – grito lleno de furia sus rostros estaban a un palmo de distancia y Jen lo miraba con lágrimas en
los ojos – Nunca, NUNCA mas vuelvas a darme orden… - la bofetada que Harry recibió en su mejilla derecha
en ese momento fue tan fuerte que termino volteándole la cara. Jasón negó con la cabeza ante la escena y
Malfoy sonrió burlonamente.

.- Discúlpeme su omnipotencia Potter por ser lo suficientemente “estúpida” en interesarme en ti – se disculpo


fingidamente. Harry volteo a verla fijando su mirada en ella, ni siquiera se molesto en tocarse el área
agredida que de por si ya empezaba a ponerse colorada. Jennifer tenía el rostro endurecido de la rabia, pero
sus ojos y las lágrimas que rodaban por sus mejillas delataban la enorme tristeza y decepción que la
embargaban. – Ten por seguro que jamás, JAMAS me voy a volver a meter en tus asuntos – dicho esto salió
corriendo del lugar mientras lloraba amargamente.
.- Te pasaste, Harry – dijo Jasón con seriedad, reprochándole su actitud con la mirada – Ella no tiene la culpa
de nada. Solo trataba de ayudar.

.- Yo no le pedí que lo hiciera – contradijo el moreno encogiéndose de hombros y restándole importancia al


asunto. Por dentro en una pequeña parte de su inconsciente sabía que no había hecho lo correcto – Nadie le
dijo que se entrometiera en mi vida. Precisamente porque es mi vida y no la suya.

.- Lo hizo porque se preocupa por ti, porque a diferencia de muchos tu realmente le importantes – Jasón se
acerco a él poniéndole una mano en el hombro haciendo que Harry lo mirara – Lo hizo porque te ama, Harry.
Y si tú no puedes comprender eso, entonces no te mereces que ella te quiera. Deberías ser más considerado
con ella.

.- Hace mucho que deje de creer en el amor, Jasón - recordó Harry creyendo fuertemente en la veracidad de
estas palabras. Malfoy, sorprendentemente, lo miro desaprobadoramente - Tal vez me sobrepase un poco –
reconoció sin bajar la mirada y sintiendo por primera vez en mucho tiempo un nudo en el estomago.
Reconocía esa sensación perfectamente. La tenía cuando sabía que no había obrado de la mejor forma.
Recibió una mirada incrédula por parte de Jasón indicándole que ese tal vez no era suficiente – Esta bien,
esta bien metí la pata ¿contento? Pero no me pidas que la ame también, porque sabes que no puedo hacerlo.

.- Lo se, no te pido eso. Lo único que te pido es que vayas donde la señorita: Que caballeroso Harry. Y le
pidas disculpas. – dijo fingiendo una voz chillona. Harry rodó los ojos, su amigo no perdería nunca su sentido
del humor – El hecho de que no la ames no significa que debes tratarla así, porque que yo sepa es tu amiga
¿o no?

.- Siempre le he dejado bien claro que es exactamente lo que siento por ella, si quiere malinterpretarlo eso
es cosa suya – replico duramente el moreno - En lo que si tienes razón es que le debo una disculpa, Jessy –
acepto Harry guiñándole un ojo. Jasón frunció el entrecejo bastante molesto. Detestaba ese sobrenombre. Le
parecía tan… tan… femenino – Te encargo al huroncito. Muéstrale las habitaciones de Slytherin, a menos que
prefiera ir a visitar a su noviecitaParkinson.

.- Púdrete, bastardo – escupió Draco Malfoy con desdén mirando rabioso al heredero de los Potter – Creí
haberte dejado claro que…

.- Si, si, si… Ya me se esa canción, querido huroncito – interrumpió el heredero de Gryffindor perdiéndose
por la penumbra de los corredores en que lo llevarían hacia la torre de los herederos. Alcanzó a escuchar
como Jasón se burlaba del rubio y este enfadado lo mandaba muy, muy lejos.

---

Curiosamente la entrada a la torre de los herederos estaba localizada detrás del tapiz de Barnabás el
Chiflado. Entrar era un poco mas complicado, solo un heredero podía abrir la entrada. Pronuncio la
contraseña y el tapiz desapareció mostrando una pequeña escalinata ascendente alumbrada tenuemente por
unas cuantas antorchas. Subió las escaleras y entro en lo que parecía ser una sala común totalmente en
penumbras. Por la oscuridad no alcanzo a apreciar la decoración y busco con la mirada la entrada a las
habitaciones. Justo enfrente de en la otra pared logro ver la estatua de un Tejón que simbolizaba la entrada
a las habitaciones de Hufflepuff. Así mismo vio en la pared de la derecha la estatua de una Serpiente
enmarcando la entrada a las habitaciones de Slytherin. En la pared contraria vio la estatua, simbolizada por
un gran León, que lo conduciría a sus habitaciones.

Y, en la pared a sus espaldas, finalmente visualizo la estatua del Águila que lo conduciría a las habitaciones
su amiga. Respiro profundamente y se aproximo a la entrada estatua del águila. “Godric Gryffindor” susurro
y el águila se movió dejándole espacio para que pasara. En seguida ingreso a una pequeña sala de estar que
ignoro por completo y continuó avanzando, según había leído todas las habitaciones eran casi iguales. Sin
detenerse abrió la puerta al fondo de la estancia y entro a las habitaciones. El cuarto estaba a oscuras, solo
era iluminado por la tenue luz de la chimenea. A través de inmensos ventanales que había en el fondo, se
distinguía el cielo cubierto completamente por las nubes ocultando así a la luna. Inmediatamente se encontró
con la cama, a su izquierda, y un bulto bajo las sabanas sobre ella.
.- Jennifer – la llamo con voz ronca, sin embargo, no recibió respuesta alguna. Por un momento llego a
pensar que estaba dormida, pero un par de sollozos ahogados, sin éxito, le indicaron lo contrario – Se que no
estas dormida – seguía sin respuesta - Te agradecería que me contestaras – Silencio fue lo único que recibió
– Bien, como tu quieras. Solo venía a decirte que… - suspiro - …Siento haberte dicho esas cosas. No voy a
decirte que no era mi intención porque la verdad es que si la era. Lo que no era mi intención era decírtelas a
ti precisamente, sino a un par de personas que en realidad si se lo merecían Pero como se ha hecho
costumbre tu siempre terminas pagando mis platos rotos – sonrió nostálgicamente – Sinceramente espero
que me perdones. Aún así comprenderé si no quieres estar en mi desagradable presencia nunca más –
seguía sin respuesta – Creo que eso es todo, Srta. Anderson – añadió poniéndose de pie y aproximándose a
la salida.

.- Quédate por favor – pidió una voz llorosa desde la cama. Volteo y la vio con los ojos rojos y su negra
cabellera revuelta – Y prefiero que me digas Jenny.

.- No creo que sea lo mas correcto, Jenny – contradijo Harry manteniéndose estático en su lugar. Ella se
levanto de la cama y camino hacia él. El chico se ruborizó imperceptiblemente al notar que ella llevaba
puesta la misma camisa de seda negra que uso la primera noche que durmieron juntos. Una vez estuvieron
frente a frente, sorpresivamente, ella no abrazo con vehemencia.

.- Me hiciste mucho daño – sollozo Jennifer aferrándose a pecho. El la estrecho entre sus brazos sintiendo un
increíble vacío en el estómago.

.- Lo se, pequeña – afirmo él depositándole un beso en la cabeza y acariciándole el cabello – Pero no puedo
prometer que no lo voy hacer más. Sabes que no me gusta prometer cosas que no se si voy a poder cumplir.

.- Me basta con que trates de no hacerlo – susurro Jennifer mucho mas calmada y aspirando profundamente
el masculino aroma de su hombre. Se mantuvieron en esta posición por un par de minutos hasta que ella
habló – Duerme conmigo esta noche – pidió una vez más mientras se separaba un poco para mirarlo a los
ojos. Él pareció dudarlo unos segundos y quizás en otras condiciones se hubiese negado, pero la pasión y el
amor que le trasmitieron los ojos de Jennifer fueron lo suficientemente fuertes para doblegar su voluntad.

.- Esta bien, preciosa – accedió el joven Potter separándose del todo al tiempo que ella sonreía complacida.
Camino ausentemente hasta el ventanal, desde donde se lograban ver perfectamente los terrenos del
Colegio Hogwarts. Una sonrisa vacía se dibujo en su rostro al ver que empezaba a nevar. Pequeños copos de
nieve eran descargados de las grises nubes, encontrándose por primera vez en mucho tiempo con su amigo
el pasto. Sintió como unos brazos lo rodeaban por la cintura y una cabeza se recostaba sobre su espalda.
Abrazo los brazos de Jennifer contra sí y se deleito con su aroma.

.- Tengo sueño – susurro la joven Anderson reprimiendo un gran bostezo – Vamos a la cama – insto ella
separándose de él y yendo directamente a la enorme cama.

A medida que se desabrochaba la camisa trataba de comprender por qué Jennifer era tan persistente.
¿Cuántas veces no le había gritado y hecho desplantes peores que el de hace un rato? Se termino de sacar la
camisa ¿Cuántas veces no la trato con desprecio e indeferencia? Se sentó en la cama y se quito los zapatos,
junto con el pantalón quedando en pantaloncillos ¿Cuántas veces no había intenta hacerla entrar en razón en
cuanto a sus sentimientos por ella? Sin embrago, a diferencia de Ginny, ella seguía firme y entregándole
todo el amor que él nunca recibió de la pelirroja.

Un amor al que, inexplicablemente, no podía corresponder. Tal vez porque, como se lo dijo a Jasón, hace
mucho tiempo que dejó de creer en el amor o porque simplemente uno no elige de quien se enamora. Se
recostó en el lado derecho de la cama y se metió debajo de las sabanas bajo la atenta mirada de la chica. Se
quito las gafas y las puso sobre su mesita de noche. Jennifer se arrimo más a él y lo abrazo, pasando un
brazo sobre su pecho y una pierna sobre las suyas. Él la rodio con sus brazo y la acurruco contra él. De
pronto sintió una fría mano acariciándole la mejilla derecha. No necesito mucho esfuerzo para saber a quien
pertenecía esa mano.

.- Sintió haberte golpeado – se disculpo Jenny mirándolo fijamente notando que él tenía la mirada pérdida.
Siempre tenía esa mirada cuando estaba pensando en algo muy importante.
.- No te preocupes. Me lo merecía – aseguro el joven Potter restándole importancia al tiempo que su mirada
se ensombrecía. La joven no pudo evitar entristecerse ante esto, todavía esperaba ver el día en que notara la
alegría pura reflejada en los ojos de su amado. Y más aun, anhelaba que la causante de esa alegría fuese
ella.

.- Te amo – dijo Jenny aquellas palabras que pueden decir tan poco y a la vez demasiado con tal solo
pronunciarla, esas palabras que son capaz de curar un corazón herido, esas palabras que serían capaces de
revivir un corazón que ha muerto, esas palabras que consiguieron captar la atención del joven Potter
haciendo que este girara la cabeza para verla.

.- Lo se – fue lo único que contesto Harry. Jenny no se decepcionó con esta respuesta. Más bien, aunque
parezca extraño, se alegro ya que hacía tiempo que por esas palabras de amor no recibía a cambio ni
siquiera una mirada – Y sabes que no me gusta que me lo di…

.- Shhhhh…– le interrumpió callándolo al poner su dedo índice sobre sus labios. Se incorporo, se sentó sobre
su vientre poniendo una pierna a cada lado de su cuerpo y se recostó sobre el fornido dorso del joven – No
digas nada, solo… abrázame – Decir que esta acción no incomodo al joven, sería mentir descaradamente. A
pesar de esto le obedeció y la abrazó con fuerza. No porque ella se lo hubiera pedido, sino porque realmente
quería hacerlo. Y así, sin mas, como si fuesen dos amantes que llevaban mucho tiempo sin verse se
durmieron profundamente.

Capítulo 16: Linajes Mágicos

Una semana había pasado desde que tuviese la discusión Dumbledore. Prácticamente no había salido de la
torre de los herederos, mas específicamente de la biblioteca de esta, buscando el remedio para curar a
Parkinson. Severus Snape logró prolongar mediante una poción de su invención, que incluía la sangre de
Malfoy como principal componente, para prolongar su vida por un tiempo más. Por otra parte el joven
Malfoy, dormía en las habitaciones del heredero de Slytherin. Harry, mediante un hechizo, adapto la estatua
de la serpiente para que se abriera al escuchar el nombre del rubio y le permitiera a este entrar a las
habitaciones. Se vio en la penosa necesidad de hacer esto, luego de que la primera noche la estatua no lo
dejara pasar y Harry al levantarse a la mañana siguiente lo encontrara durmiendo en uno de los sillones de
la sala.

Podría decirse que el huroncito y él tenían relación que iba un poco más allá de la lealtad. ¿Amigos? Jamás.
Por lo menos ninguno de los dos lo reconocería ni en su lecho de muerte. Ambos más bien decían que se
trataba de un respeto mutuo. Lo cierto es que Malfoy estaba agradecido por lo que hacía Harry por… ¿Qué
demonios era Pansy para él? Una buena interrogante que se resolvería cuando Potter o Snape encuentren la
forma de curarla. Y el moreno, pues había comprendido que ser Slytherin no era tan malo. Después de todo,
el estuvo a punto de quedar en esa casa. Además en los últimos meses, tenía que reconocer, que se había
estado portando mas como un Slytherin que como un Gryffindor; al menos con la mayoría de las personas o
en la mayoría situaciones. Pero… ¿Qué tan malo podía ser aquello? La verdad, el heredero de Gryffindor,
sabía que esta personalidad tenía sus ventajas y desventajas.

En cuanto a lo que se refería a su mejor amigo, Ronald Weasley, eran pocas las veces que lo había en los
últimos días. Por lo que escucho estaba de mejor ánimo desde que él volviera. El pelirrojo seguía dolido por
lo ocurrido con Hermione y se refugiaba de ese dolor con las prácticas de Quidditch. Como todo el equipo, y
gran parte del colegio, se quedo para las navidades decidieron no perder la forma y continuar entrenando.
Hacia ya tanto tiempo que no volaba, que Harry no recordaba cuando fue la última vez que se había
montado sobre una escoba. La amistad entre ambos chicos, moreno y pelirrojo, seguía intacta. Pero el
distanciamiento entre los dos, era inevitable. Lastimosamente existían cosas y personas nuevas en la vida de
Harry que reclamaban su atención inmediata. Tal vez, cuando atendieran el asunto del Viejo Grupo las cosas
cambiarían para mejor.

a Ginny Weasley, no había vuelto a verla desde el día que regreso. Según tenía entendido, su noviazgo con
Dean Thomas continuaba en pie. Sorprendentemente, para Harry, esto no era algo que le robaba la calma.
Aunque tampoco podía de decir que el asunto le era indiferente. En cambio las cosas con Jenny estaban, en
teoría, como siempre. Harry seguía desconfiando de ella, pero decidió que hasta no saber toda la historia
completa no la juzgaría. Historia que si todo salía bien, esperaba conocer muy pronto. Por alguna extraña
razón, las veces que ella salió de la torre, nunca quiso ir con él a la enfermería a llevarle lo que había
investigado al profesor Snape. Curiosamente, la única vez que la joven fue a la enfermería, al escuchar el
nombre del profesor de Pociones salió rápidamente del lugar. Llevaba varios días durmiendo con ella en las
habitaciones de Ravenclaw, por petición de la joven. De hecho, a la fecha, todavía no conocía las
habitaciones de Gryffindor.

Por fin después de una enorme tardanza, la nieve volvía a cubrir los campos con su característica tonalidad
blanquecina. Teñidos de blanco, como todo lo demás, se encontraban los terrenos del castillo. Así lo noto
Harry Potter, quien observaba el amanecer a través del enorme ventanal que había en la habitación.
Acababa de salir de la ducha por lo que el cabello, a medio secar, goteaba sobre el suéter negro manga larga
que se puso. Acomodo su varita en la funda del cinturón de sus jeans. La espada se quedaría guardada en el
baúl.

Saco un pedazo de pergamino algo arrugado del bolsillo de sus jeans. La tinta estaba descorrida y había
algunas manchas de sangre seca en los bordes. La carta era de Frank y la había recibido hacían tres días
mas o menos. Llego con una de las plumas de Vesper que el mismo le facilito. Esperaba que su mentor
hubiese podido conseguir la información que tanto ansiaba conocer. Pero por sobre todas las cosas esperaba
que no hubiese cometido alguna estupidez para conseguirla. La información era importante, pero no tan
importante como la vida del viejo Franklin. Desdoblo la carta la releyó una vez más.

Un pueblo mágico es un bonito lugar. Pero sus afueras lo son más. Cuando el sol se asome por el horizonte,
la tan temida Casa de Los Gritos dejara ese lúgubre aspecto que tiene todas las noches, especialmente en
las noches donde la Luna llena ilumina el firmamento.

Era oficial. Franklin estaba loco. A pesar de saber que las plumas de Vesper son completamente confiables,
seguía escribiendo los mensajes en calve. Suspiro resignado, su amigo nunca cambiaría. Si no se
equivocaba, tenía que estar en las afueras de Hogsmeade, cerca de las casa de los gritos, al amanecer luego
de la primera noche de Luna llena. Miro de nuevo por el ventanal y observo como el Sol casi había terminado
de salir. Tomo su abrigo y su capa de dentro del baúl. Se los coloco y echando una última mirada a la
habitación, especialmente a la cama donde se notaba un bulto bajo las sabanas, desapareció sin dejar rastro.

---

Se encontraban en las mazmorras del colegio. El aspecto frío y lúgubre que caracterizaban el lugar, se
acentuaban más aún por la tenue iluminación que había en el despacho del profesor de Pociones. Detrás de
su escritorio, Severus Snape, leía atentamente un grueso libro; muy probablemente de la materia que
impartía. Draco Malfoy detrás del escritorio conversaba amenamente con el jefe de su casa, mientras vigilaba
de cerca un humeante caldero que estaba frente a él y sobre el escritorio. La oficina del profesor de Pociones
no era muy acogedora que digamos. Se componía únicamente por el escritorio mencionado con anterioridad,
un librero detrás del asiento del profesor, una estantería llena de ingredientes a su izquierda y la puerta a la
que Draco Malfoy le daba la espalda. Ninguna ventana y ningún tipo de ventilación, más que la puerta del
despacho que en estos momentos se encontraba abierta.

.- 5 gotas de jugo de Mandrágora – leyó Severus Snape con su típico tono de voz, interrumpiendo la charla
que mantenían hasta el momento – Creo que tengo un poco en la estantería – Draco se levanto y abrió el
armario de los ingredientes – Me parece que esta detrás de la cera de Trol – añadió para luego devolver su
vista al libro.

.- Aquí lo tengo – informo Malfoy volviendo a su lugar con un frasco que contenía un líquido de color
verdoso. Lo destapo y hecho la cantidad justa que le indico su profesor dentro del caldero – Te lo digo,
Severus, esa chica es extraña. Casi ni la he visto desde que Potter tuvo la discusión con el vejete.

.- Me hubiera gustado verle la cara al anciano – dijo Snape con una mueca en el rostro que debería ser una
sonrisa – Es una pena que Potter allá quedado en Gryffindor. Sería un buen Slytherin.

.- Así es. Aunque en los últimos tiempos, yo no veo mucho de Gryffindor en él; a pesar de ser el heredero de
ese amante de los sangre sucia – opino Draco Malfoy arrastrando las palabras y una mueca de disgusto en el
rostro. Consulto su reloj y regulo el fuego que ardía bajo el caldero con un toque de varita. Hubo algunos
minutos de silencio luego de ese comentario, en los que ambos seguían cada uno con sus respectivas
labores.

.- ¿Dices que la chica se llama Jennifer? – pregunto Snape buscando atentamente con la mirada en el libro.
Levanto la cabeza un momento para ver como Malfoy asentía - ¿Sabes como se apellida?

.- Anderson, si mal no recuerdo – respondió escuetamente el rubio platinado, mirando cansinamente a su


profesor de Pociones. Tenía varias noches que no dormía bien, ni lo suficiente por estar pendiente del estado
de salud de Parkinson.

.- No recuerdo haber escuchado ese nombre, ni ese apellido – musito Severus Snape pasando varias páginas
del libro – Revuelve la poción tres veces en contra de las manecillas del reloj y 7 a favor.

.- Lo se, Severus. Yo tampoco conozco ese nombre, pero no puedo evitar que su voz se me haga familiar. Tal
vez no su rostro. En cambio su voz estoy seguro de haberla escuchado en algún lado – aseguro el heredero
de los Malfoy poniéndose de pie y con un cucharón de madera, que había junto al caldero, revolvió
lentamente el espeso líquido incoloro que contenía el mismo.

.- Intentare averiguar mas sobre ese asunto, Draco – repuso Snape al cabo de unos minutos de silencio –
Sabes que ahora mis fuentes de información están mas limitadas, pero haré todo lo posible – hizo una
pequeña pausa antes de continuar hablando – Lo que me extraña es este repentino interés en la vida
amorosa de Potter.

.- No se equivoque, señor – acoto Draco Malfoy con gélido tono de voz, dejando el cucharón a un lado y
volviendo a sentarse - La vida amorosa del cara rajada me tiene sin cuidado. Me interesa, mas bien, saber
que papel pinta ella en este cuadro.

.- Comprendo – musito Snape tranquilamente y con una sonrisa maquiavélica en el rostro – Te interesa
saber que tanto puede perjudicar tu batalla personal contra tu padre. La pregunta que deberías hacerte mí
querido Draco es¿Realmente puede ella hacer eso?

---

Justo debajo de un frondoso árbol, de los tantos que rodeaban a la Casa de los Gritos, se encontraba Harry
Potter de pie; observando reprobadoramente a un anciano que estaba sentado y recostado contra el tronco
del árbol. Vestido con una túnica marrón, teñida en su mayor parte de un color rojo sangre, y una horrible
herida que le surcaba toda la mejilla izquierda. De esa herida quedaría una bonita cicatriz que se sumaría a
su colección actual cicatrices en su rostro. El viejo Franklin bebía de su petaca, solo el sabe que extraña
sustancia, mientras observaba como el sol terminaba de alzarse en el firmamento. Una sonrisa de
satisfacción surcaba la cara de su mentor, provocando que Harry frunciera el entrecejo.

.- Supongo que por esa estúpida sonrisa en tu rostro conseguiste lo que te pedí – asumió el joven Potter
viendo detalladamente los alrededores. Este comentario solo hizo que la sonrisa se agrandara todavía más –
Cuéntame, Frank, que tienes para mí… ¿Será acaso otro rumor de tus informantes? – ironizo el chico.

.- Algo mejor que eso, chico – revolvió entre sus túnicas, sacando un viejo y arrugado pergamino que le
recordó a Harry el mapa del merodeador – Toma – dijo pasándole el pergamino. El joven lo tomo entre sus
manos y leyó: “LMH” en letras color bronce, en todo el centro del pergamino. Lo pensó durante unos
segundos y las piezas terminaron encajando – Supongo que ya sabrás de que se trata.

.- Pensaba que los Linajes de Mágicos de Hogwarts habían desaparecido – medito Harry viendo con
detenimiento el pergamino - ¿Dónde lo encontraste? O mejor dicho ¿De donde lo sacaste?

.- Como sabrás, originalmente fueron creados 4 pergaminos con el linaje de Hogwarts inscritos en ellos. Uno
por cada fundador – el moreno asintió – El de Slytherin nunca llego a manos de su descendencia por obra de
los otros fundadores, siendo destruido posteriormente o al menos eso es lo que se cree. El de Hufflepuff no
sobrevivió la reforma mágica del año 1658 – el ojiverde volvió a asentir – Solo quedaban después de eso, el
de Gryffindor y el de Ravenclaw…
.- Conozco la historia. El linaje mágico que pertenecía a mi familia, mi padre lo destruyo antes de morir para
que no cayera en manos de Voldemort – interrumpió Harry a su mentor, agregando su parte de la historia al
relato – Así que debo suponer que este es el de Ravenclaw. Pero todavía no comprendo que tiene que ver
con lo que te pedí que averiguaras.

.- Oh! Mucho mas de lo que te imaginas – exclamo Frank adquiriendo una seriedad inesperada – ¿Recuerdas
lo que nos dijo sobre su familia? – el viejo interpreto su silencio como un si – Pues, resulta que todos están
muertos. Encontré sus cadáveres en la Mansión donde vivían, que ahora resulta ser un cuartel para
mortífagos aquí en Inglaterra.

.- ¿Inglaterra? Ella dijo que vivían en Alemania – reflexiono el joven Potter con expresión meditabunda –
Bien, y donde encaja esto – agitó el pergamino frente a sus ojos – En toda esta historia.

.- Encontré el pergamino entre los escombros del sótano de la casa. Me costo un pequeño encuentro con un
par de idiotas – sonrió ante el recuero – Pero valió la pena. Lo malo es que…

.- Solo los herederos podemos leerlo – completo la frase el ojiverde. Él ya conocía la historia completa de los
Linajes que habían dejado los fundadores, no en vano había pasado horas y horas consumiendo libros en la
biblioteca de la villa.

.- Lamentablemente – confesó Franklin Smith notablemente cansado. Se puso de pie con cierta dificultad y
se aproximo al chico – Tengo mis teorías acerca de lo que me pediste que buscara, pero están basadas en
solo rumores. Lo que muestre este pergamino reafirmara o negara la información que poseo.

.- Bien, veremos que pasa – se aclaro la garganta y dijo con voz potente – ¡Herencia Gryffindor! –
Inmediatamente después se fueron dibujando, sobre el pergamino y con un suave contorneo, palabras
incompresibles que poco a poco tomaron sentido. Al finalizar el proceso se podía leer claramente:
Descendiente: James Potter, hijo de William Potter; Heredero: Harry Potter, hijo de James Potter. Volvió a
aclarase la garganta y pronunció - ¡Herencia Hufflepuff! – El mismo proceso ocurrió y cuando termino se
pudo leer: Descendiente: Emily McGray, hija de Steven Doyle; Heredero: Jasón McGray, hijo de Emily
McGray. Y por última vez hizo lo mismo y dijo - ¡Herencia Ravenclaw! – El dibujar de las palabras se demoro
mas tiempo y Harry tuvo que repetir la exclamación dos veces más antes de que ambos, heredero y mentor,
pudieran leer: Descendiente:…, hijo de…; Heredero:…

.- Lo sabía – murmuro Franklin inmediatamente después de leer el pergamino. Harry estaba impasible, eso
solo podía significar una cosa. Y ese algo no le agradaba en lo mas mínimo. Sentía la ira correr por sus
venas, pero aun así su rostro se mantuvo inexpresivo.

.- Puedo asumir que esto reafirma tus teorías, Frank – repuso el moreno con una clama sorprendente que no
hizo nada mas que preocupar al anciano – Lo que significaría que tuve la razón de querer ir solo a la Mansión
Malfoy y mucho antes de lo que habíamos acordado.

.- Puede que tengas razón. Después de todo solo Jasón y yo sabíamos lo que ibas a hacer, aunque sabes que
esas no son pruebas suficientes. Ni siquiera el pergamino lo es – aclaro el viejo hombre con una mano en la
barbilla – Todavía quedan muchas preguntas sin respuestas.

.- Lo se, Frank y ten por seguro que encontrare todas las respuestas que necesito – sentenció el joven Potter
con seriamente, para luego dibujar una irónica sonrisa en el su rostro – Debo reconocer que sabe muy bien
Oclumancia. Si no la hubiera sorprendido ese día con las defensas bajas, jamás me hubiera percatado de lo
que estaba pasando.

.- ¿Crees que sea una mortífaga? – pregunto el anciano hombre como quien no quiere la cosa. Harry lo miro
incrédulo por sus palabras – Lo digo porque, a pesar de todo, me es difícil encontrar bajo aquella dulzura y
esos aires de ternura que irradia, una basura mortífaga. Además, el hecho de que en el pergamino no salga
su nombre, no significa que ella no es la heredera de Ravenclaw. Puede haber sido manipulado por alguien.

.- A mi también se me dificulta. Todavía hasta hace unos días me profesaba su amor eterno – ironizo el
joven viendo las nubes en el cielo – Noto que tratas de decirme que Voldemort puede estar detrás de esto.
Por otra parte, si ella no es la heredera entonces como es que su nombre apareció en la carta que nos
dejaron los fundadores. Y súmale a eso que los poderes que tiene, que obviamente son de Ravenclaw.

.- Averiguare todo lo que pueda con respecto a eso – intervino Frank en el monologo del chico, viendo como
tenía la mirada pérdida en el infinito – Tienes que reconocer que es una gran actriz porque, si nuestra teoría
es cierta, eso significaría que logro engañarnos a todos. Incluso a mí.

.- No eres infalible, Franklin –el aludido hizo una mueca de disgusto ante la mención de su hombre – Yo
tampoco me di cuenta y se supone que soy el omnipotente Potter. Pero si te soy sincero, empecé a
sospechar en nuestra misión en Rusia. Me pareció que los mortífagos nos hubiesen estado esperando. Sin
embargo, le reste importancia al asunto.

.- Ni lo menciones. Aunque mis sospechas de que algo raro estaba pasando surgieron, semanas atrás, en tu
última misión ¿recuerdas? – Harry asintió y se pregunto ¿Cómo olvidar esa misión? – Casi te matan y yo no
entendí porque. Era imposible que los descubrieran, sin embargo paso lo inesperado y eso pudo haberte
costado la vida. Jamás me lo hubiera perdonado.

Harry no sabía que fue exactamente lo que paso en esa misión. Pero todo parecía indicar, que Jennifer lo
traiciono aquella noche; precisamente eso fue lo que vio en sus ojos la última noche que estuvieron en la
villa. Un cúmulo de sentimientos en los que resaltaban remordimiento, culpabilidad, arrepentimiento y
angustia fue lo que le reflejaron los ojos de la chica esa noche. En principio descarto que la joven hubiese
tenido la culpa de los sucesos de en esa misión, al menos no voluntariamente. Sin embargo, lo que logro
percibir en su mirada y la información que acababan de descubrir no hacían más que confirmar la traición de
la que se supone es la heredera de Ravenclaw. Los recuerdos de su última misión agolparon la mente del
heredero de Gryffindor obligándolo a recordar.

Flash Back

Nieve y mas nieve, eso era lo único que veía en cada uno de los lugares que visitaba en sus misiones. El
Ministerio Alemán. Esa era la locación en donde se encontraba en esos momentos. Todavía no acaba de
entender como era que un tipo Berbatov había logrado conseguir un puesto en el Ministerio Alemán, y mucho
menos tan importante como lo era el Jefe de Cooperación Mágica Internacional. Apoyados contra una pared
estaba Jennifer y él. Jasón tuvo que quedarse en Suecia porque otros asuntos requerían su atención.
Reanudaron su andar y atravesaron rápidamente un pasillo a su derecha, deteniéndose frente a un letrero
que decía “Departamento de Cooperación Mágica”.

Entraron a las oficinas, en penumbras, y se dirigieron directamente a donde sabían que se encontraban las
oficinas del mortífago. Miro a la joven que caminaba apresuradamente junto a él. Percibía un extraño
nerviosismo, poco característico, en ella. Llegaron a las puertas de la oficina principal. Se suponía que tendría
que estar sola. De todos modos Harry decidió aplicar un hechizo rastreador sobre la oficina, en busca de un
sistema de alarmas o algún individuo que estuviera dentro. Desenfundo su varita y cuando se disponía a
realizarlo, inesperadamente Jennifer lo interrumpió y le dijo que ella lo haría. El la miro extrañado pero
termino por asentir. Luego de unos segundos ella asintió en señal de que todo estaba bien.

.- Entrare yo primero – le informo señalando la puerta del despacho – Cubre mis espaldas – la joven asintió
y dándole la espalda al chico apunto su varita en dirección al resto de las oficinas.

Respiro profundamente y abrió las puertas de par en par encontrando la oficina vacía. En otro momento se
hubiese detenido a observar el lujoso despacho, pero se concentro en buscar su objetivo: el archivador. No
había puesto ni un pie en el lugar cuando un ensordecedor sonido irrumpió el apacible silencio que había en
todo el Ministerio Alemán. Las alarmas se habían sido activadas. Enseguida volteo a ver donde debería estar
Jennifer, quedándose extrañado al no encontrarla. Busco con la mirada por todos lados sin éxito. Maldita sea,
se dijo, estas cosas solo me pasan a mí. “Revisen las oficinas” Escucho a una voz decir. Ya estaban encima
de él. Desenfundo su varita y espero pacientemente mirando en dirección a la puerta.

.- ¡Aquí esta! – grito un hombre encapuchado y con una mascara, al llegar al umbral de la puerta. Harry
arrugo el entrecejo ¿Qué demonios estaba pasando aquí? Era su imaginación o ese es un… ¿mortífago? –
Quédate quieto Potter, un movimiento en falso y lo pagaras caro…
.- Bien… - dijo el moreno encogiéndose de hombros y apretando fuertemente su varita – Me complace ver lo
corrupto que esta el Ministerio Alemán – lanzo el comentario al aire. Varios encapuchados aparecieron detrás
del primero y alzaron sus varitas apuntándole. Uno de los mortífagos dio una especie de orden y las alarmas
dejaron de sonar.

.- Deja tu varita en el suelo, Potter – ordeno el primer mortífago con firmeza. Harry sonrió burlonamente y
se mantuvo estático - ¿Cuál es la risa?

.- Ninguna, simplemente que me sorprende ver que Voldemort tenga tantos partidarios – respondió el joven
Potter restándole importancia al asunto. Estaba bastante preocupado por Jennifer ¿Dónde se había metido?
Levanto su varita y apunto al que parecía ser el jefe – Que te parece si mejor ustedes bajan sus varitas y me
dejan salir de aquí por la paz.

.- Trate de que esto fuera por las buenas, pero… ¡Ataquen! – bramo el mortífago con voz potente. La
habitación se ilumino por un montón de luces de colores. En un acto reflejo rodó por el suelo a su izquierda,
evitando todos los rayos a excepción de uno que le hizo una horrible herida en la pierna de derecha.
Reprimió un grito de dolor, tomándose la parte afectada.

.- Estúpidos mortífagos… - murmuro el chico en voz casi inaudible mientras se arrodillaba - ¿Eso es todo lo
que tienen? No me hagan reír – Se puso de pie y alzo su varita – Esto – señalo su herida – Lo van a pagar
caro - Un haz de luz se empezó a formar en su varita - ¡Lionic Burst! – Un débil rayo de luz dorada salió de
su varita golpeando en el pecho al mortífago jefe, quien solo retrocedió un par de pasos. - ¿Qué mierda…?

.- ¿Qué paso, Potter¿Perdiste tu magia? – pregunto el mortífago con voz burlona para después soltar una
estruendosa carcajada. Ahora si que estaba en problemas. Miro a todos lados buscando una salida. Pared,
pared, ventanal y pared – Parece bebe Potter, que hoy te llego tu hora… ¡Crucio!

Dolor. El característico síntoma de la maldición de tortura favorita de los mortífagos. Cayó de rodillas en el
suelo, apretando los dientes en busca de contener los gemidos de dolor que luchaban por salir de su
garganta. Sostuvo fuertemente su varita. No sabía porque rayos no había funcionado su hechizo. Maldita
sea. ¿Cómo saldría vivo de esta? El mortífago detuvo el hechizo y comenzó a vanagloriarse a si mismo. Cada
vez le sorprendía más el enorme ego que podían tener esos idiotas. Como pudo se pudo de pie una vez mas,
apoyándose en la pared a su izquierda. Empezó a retroceder sobre sus pasos, había visto una vía de escape.
Era peligrosa, prácticamente un suicidio Pero… ¿En su vida que no era peligroso? Todo esto lo hacía sin
perder de vista a su atacante y los mortífagos que se reían burlonamente de él.

.- Pobre del bebe, Potter ¿Te duele todo tu cuerpecito? – se mofo descaradamente el mortífago de él. Harry
negó lentamente con la cabeza - ¿De verdad creíste poder entrar en mi oficina sin que yo me diera cuenta? –
el joven alzo la vista. El imbécil le había revelado su identidad. Se trataba de Berbatov - Te creía más
inteligente… que decepción…

.- Te recomiendo que te bajes de esa nube… - interrumpió Harry el monologo del mortífago. Le dio la espalda
y quedo mirando hacia el ventanal. Estaba a unos pocos metros de su salvación o una muerte segura. De lo
único que estaba seguro era que Berbatov no tendría el placer de matarlo. Sonrió maquiavélicamente, tal y
como sonría cada vez que iba a hacer una locura – Nos vemos después Berbatov… - Alzo la varita y murmuro
apuntando hacia el cristal “¡Evanesco!”

.- ¿A dónde crees que vas? De aquí, vivo no sales – sentenció Berbatov enfurecido por lo que estaba
pasando. Veía como el joven Potter corría con dificultad hacia el ventanal con todas las intenciones de… -
¡Crucio¡Atrápenlo no dejen que escape!

Otra vez el maldito dolor. Aminoro su marcha pero no la detuvo. Ya estaba bastante acostumbrado a esa
maldición, podría decirse que era un poco inmune. Al tiempo que llegaba al borde volteo a ver a Berbatov
con la varita en alto y a los demás mortífagos corriendo detrás de él. Le guiño un ojo a su torturador y
manteniendo la sonrisa anterior, salto del edificio todavía percibiendo como el dolor invadía cada centímetro
de su ser. Extendió los brazos y se coloco en posición vertical, mirando hacia abajo y sintiendo como se
precipitaba rápidamente hacia el suelo. El aire pasaba a gran velocidad por todo su cuerpo llegando a hacerle
daño. El dolor de la maldición desapareció y supuso que ya estaba fuera del alcance de Berbatov. Pensó en
convertirse en su animal, pero su magia ya había fallado una vez por lo que podía fallar dos y tres veces.
Decidió utilizar su último recurso: Vesper.

Se despojo de su túnica negra, quedando únicamente con unos pantalones negros y su dorso totalmente
descubierto. Abarcando su hombro derecho y parte del omoplato se podía apreciar un hermoso tatuaje de un
fénix exactamente igual a Vesper. De pronto, el dibujo comenzó a cobrar vida y desprenderse del cuerpo de
su dueño. Un fénix con un brillante pelaje negro azabache y algunos destellos rojo fuego en las alas y la cola
que lo hacían verse aun más majestuoso, los ojos de un verde esmeralda precioso, las garras y el pico de un
gris casi plateado; irrumpió con su cántico en el silencio de la noche. Vesper había aparecido. Harry sonrió
complacido y pocos segundos antes de que su rostro se diera contra el duro y frío concreto, las garras de su
fénix lo agarraron por los brazos levantándolo por los aires. Un leve mareo invadió su cuerpo, por el
repentino cambio de dirección y no tardo mucho en desmayarse.

Fin del Flash Back

Todavía, hasta el sol de hoy, no sabía porque su magia fallo. Aunque después de los últimos hechos
comenzaba a tener sus sospechas. Vesper lo llevaría, con mucho esfuerzo, de vuelta a Suecia utilizando el
tipo de aparición especial que poseen los fénix. Allá pasaría poco más de una semana en cama,
recuperándose de sus heridas. Jennifer, sorpresivamente se encontraba allá, la explicación que dio del
porque de su desaparición no fue muy… convincente que digamos. Según ella los mortífagos la apresaron sin
que Harry se diera cuenta, ya que cuando el moreno inicio su escape los mortífagos la descuidaron a ella
logrando escabullirse y escapar del Ministerio de Magia Alemán, para luego aparecerse en la villa en Suecia.

.- Lo recuerdo perfectamente, Frank – aseguro Harry pasándose una mano por el cabello y revolviéndolo más
de lo que ya estaba – Las explicaciones que dio nuestra querida Jennifer no fueron las mejores del mundo,
aun así le creímos.

.- Estas haciendo conclusiones muy aceleradamente, Harry – advirtió Franklin Smith con severidad. Saco su
varita y haciendo un complicado movimiento hizo aparecer un reluciente bastón de madera, que utilizo para
apoyarse – De todos modos no tenías ningún motivo para desconfiar de ella en ese momento. Y una vez más
te repito, que ella efectivamente puede ser la heredera de Ravenclaw.

.- Tengo mis dudas con respecto a eso – confeso el moreno apartando la mirada del cielo y fijándola sobre su
mentor – Y te puedo decir, mas bien, te puedo asegurar que Voldemort esta involucrado en todo esto. No
podía faltar que Tom Ryddle tuviera que ver en todo lo malo que sucede a mí alrededor.

.- Lo se, muchacho, lo se – admitió el viejo Frank en tono de resignación – Es tiempo de que me vayas –
agrego colocando una mano sobre el hombro derecho del moreno. El joven asintió – Nos mantendremos en
contacto. Habla con Jasón sobre esto lo más pronto que puedes.

.- Lo haré – aseguro el joven Potter viendo como el viejo Frank se alejaba de él unos pasos – Franklin – le
llamo haciendo que se detuviera – Cuídate, amigo. Procura no hacer ninguna estupidez – el anciano asintió y
sonrió desdeñosamente. Harry también sonrió pero se trataba de una sonrisa triste y cargada de malos
recuerdos.

Justo cuando todo parecía empezar a ir mejor, las cosas se complicaban. No tenían la certeza de que Jenny
fuera una mortífaga, es mas, ni siquiera lo parecía. Nunca en todo el tiempo que llevaban durmiendo juntos,
había visto la marca tenebrosa en su brazo. Incluso parecía ser que ella era la legítima heredera de Rowena
Ravenclaw. Entonces… ¿Por qué en el Linaje de Hogwarts el espacio de los herederos de Ravenclaw había
permanecido en blanco? Eso solo podía ocurrir por dos motivos: El heredero y sus padres habían sido
asesinados o El pergamino había sido modificado por alguna de las personas que tenían acceso a él, en otras
palabras alguno de los herederos. Lo que significaría que la sombra del Señor Oscuro, una vez más, volaba
sobre sus cabezas. Y a eso se le debe agregar la mentira acerca de sus padres y su verdadera residencia
que, ahora resultaba ser un cuartel para mortífagos. Definitivamente Jennifer Anderson era todo un misterio.

---
Ginny Molly Weasley recorría solitariamente las calles del pueblo mágico de Hogsmeade, atravesando la
blanca nieve y observando las empañadas vitrinas de las tiendas. La navidad se podía percibir en el aire. Las
características coronas adornaban las puertas de todos los negocios, así como también diferentes
decoraciones y adornos tanto en el exterior como en el interior de todas las tiendas. Su novio Dean Thomas
y ella habían decido ir a esa salida al pueblo mágico, cada uno por su lado, para así poder hacer las compras
navideñas con tranquilidad. Abrigada con un abrigo marrón que resaltaba su rojo cabello, vistiendo unos
abultados pantalones azules y una chaqueta negra de su equipo favorito de Quidditch que decía en letras
doradas los: “Puddlemere United”; decidió entrar al bar Las Tres Escobas, en busca de algo con que
calentarse. El lugar estaba aborrajado, al parecer todos habían tenido la misma idea que ella. Pidió una taza
de chocolate en la barra mientras que con la mirada buscaba un lugar en donde sentarse.

A pesar de que el lugar estaba a reventar, todas las mesas llenas y todos los sitios ocupados; en una esquina
había una mesa, muy apartada del resto, en la que estaba una sola persona sentada dándole la espalda a la
pared y mirando todo el local con cuidadosamente. Se quedo un poco extrañada por esto, pero le resto
importancia y luego de recibir lo que ordeno se aproximo a la mesa. Lamento haber tenido la estúpida idea
de querer sentarse allí, inmediatamente después de reconocer de quien se trataba. La mesa era redonda y
tenía cuatro sillas alrededor. Una era ocupada por el individuo, otra a la derecha del joven por su abrigo y
capa y las otras dos estaban vacías. El muchacho clavo su mirada en ella, que al verse descubierta no le
quedo mas remedio que quedarse.

.- ¿Puedo sentarme? – pregunto con cautela la pelirroja señalando la silla a la izquierda. El chico se puso de
pie y la ayudo a quitarse el abrigo, colocando en la silla frente a él. Después, caballerosamente, descorrió la
silla vacía junto a la suya y la invito a sentarse en ella – Gracias – susurro Ginny sonrojándose débilmente.

.- Es un placer – dijo el joven con el rostro serio, quitándole importancia al asunto. Tomo de un solo trago lo
que quedaba en su vaso. Cogió su varita y haciendo una floritura empezó a salir un líquido ambarino de la
punta de esta. Se sirvió el vaso hasta un poco mas de la mitad y detuvo la operación - ¿Cómo esta Ron?

.- Bien…, ya sabes… emocionado con lo del equipo de Quidditch – respondió la joven Weasley apartando la
vista de las orbes esmeraldas que la observaban atentamente. De un solo golpe volvió a vaciar en su boca el
contenido del vaso, como si de agua se tratara - ¿Qué estas tomando?

.- Whisky de Fuego – contesto con simpleza el joven de cabellos negro azabache. Ginny Weasley se
sorprendió por la respuesta ¿Desde cuando Harry Potter bebía Whisky de Fuego? – Desde hace un rato que
estoy aquí, bebiéndome unos tragos… - pareció perderse en sus pensamientos unos instantes - ¿Dónde esta
Dean?

.- No lo se… debe estar haciendo sus compras de navidad – repuso nerviosamente Ginny al cabo de unos
instantes. Bebió un sorbo de su chocolate. Se sentía muy mal luego de su conversación el día en que él
regreso. Las palabras de Harry habían calado hondo en ella, mostrándole muchas verdades que quiso negar
durante mucho tiempo. Estuvo meditando estos últimos días lo que le diría cuando se lo encontrara de
nuevo, lo que no esperaba que sucediera tan inesperadamente – Harry… - el mencionado volteo a verla. La
joven respiro profundamente, el momento había llegado Sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas
nublando su visión – Con respecto a lo del otro día… - se mantuvo en silencio unos segundos - Yo… lo siento
mucho… – El moreno alzó ambas cejas sorprendido mientras su corazón comenzaba a latir aceleradamente –
La verdad es que se que me equivoque… - suspiro resignada – Tu tenías razón. Debí escuchar a mi hermano
cuando quiso decirme la verdad.

.- Eso ahora no tiene importancia, Ginny – indico Harry suavizando su expresión y Ginny pudo percibir un
amago sonrisa en el rostro del chico – De todos modos, mis sentimientos no era correspondidos – se encogió
de hombros – Y aunque lo hubiesen sido, yo me encargue de arruinar lo nuestro incluso antes de que
empezara.

.- ¿Qué no lo entiendes todavía? – Interrogo desesperadamente la joven pelirroja derramando un par de


lágrimas – Tus sentimientos si eran correspondidos… - su garganta dejo escapar un pequeño sollozo – Yo…
yo te amaba… - añadió en un hilo de voz. El chico sonrió tristemente ¿Qué no hubiera dado el por escuchar
esas palabras en aquel entonces? Se reclino sobre la mesa y cariñosamente con su dedo pulgar limpió las
lágrimas que cubrían el rostro de la joven.
.- Es bueno saberlo, pero mejor hubiera sido saberlo en aquel entonces – explico Harry Potter con un tono de
voz cariñoso y poco característico en él – Quizás así las cosas habrían sido muy distintas a como lo son
ahora.

.- Si, hubieran sido muy distintas si tu me hubieses dicho la verdad – Harry se limito a asentir – Fuiste
injusto conmigo, Harry. Decidiste por mí, en vez de preguntarme lo que yo opinaba al respecto. Muchas
cosas se habrían evitado con tal solo una pequeña explicación – señalo Ginny mordazmente, recuperando la
compostura – Yo en ningún momento te pedí que me sacaras de allí… Fue una desconsideración de tu parte
hacer eso… – Harry en este momento, en vez de enojarse, se hecho a reír a carcajadas como hacia mucho
tiempo no lo hacia. Ginny frunció el entrecejo molesta.

.- Primero me dices: “lo siento” y luego me recriminas, nuevamente, lo que sucedió ¿Es esta tu idea de una
disculpa? – repuso Harry Potter entre risas. Quizás era el Whisky lo que lo estaba haciendo reír, tal vez la
buena compañía o que simplemente prefería sonreírle a la adversidad que deprimirse y echarse a morir – A
lo que tu llamas desconsideración, yo le llamo estar enamorado…, y prefiero decirle amor – Ginny bajo la
cabeza apenada, a lo que Harry añadió – Pero igualmente tienes razón en una cosa, fui injusto contigo. Se
que debí decirte la verdad.

.- Me gustaría que empezáramos de cero – murmuro Ginevra Weasley con voz casi inaudible y expectante a
lo que pudiera responderle el joven a su lado. Del rostro de Harry desapareció la sonrisa, lo que preocupo a
la chica – Pero… por sobre todas las cosas me gustaría que me perdonaras – dijo al tiempo que sonría
tímidamente. Harry Potter medito muy bien lo que iba a decir. Sonrió internamente. Desde que la vio entrar
al bar, supo que ella se sentaría con él. Hubiese sido lindo ver este lado sensible en Ginny cuando aún seguía
enamorado de ella... ¿Qué acaso ya no lo estaba, se pregunto. No, ya no lo estaba, se respondió. Seguía
teniendo fuertes sentimientos por ella, pero no era lo mismo que antes.

.- ¿Crees que tengo algo que perdonarte? – La pelirroja lo miro sin terminar de creerse esas palabras - No
hay nada que perdonar, Ginny. Y si alguna vez lo hubo, todas esas cosas quedaron en el pasado. Hubo algún
tiempo donde lo único que hacia era auto compadecerme a mi mismo. Pero al final comprendí que si tu eras
feliz odiándome, entonces me gustaba que me odiaras – repuso Harry Potter segundos después de la
petición hecha por la pelirroja. Se puso de pie y dijo– Mi nombre es Harry Potter - extendía su mano y sonrió
sinceramente - ¿y el tuyo?

.- Ginny Weasley – le dijo la chica sonriendo y poniéndose de pie también. Miro la mano que le ofrecían.
Pensó en abrazarlo en ese momento, pero decidió tomarla y estrecharla – Mucho gusto en conocerte.

.- El gusto es mío, Ginny – cogió los abrigos de ambos y se coloco el suyo junto con la capa – ¿Ya hiciste tus
compras navideñas? – Ginny negó lentamente con la cabeza y una sonrisa en el rostro – Yo tampoco¿Qué te
parece si las hacemos juntos? – propuso Harry guiñándole un ojo a la chica.

.- Me parece una estupenda idea – aprobó la joven Weasley sonrojándose por la acción del chico – Y, Harry…
- el chico la miro con un extraño brillo en sus ojos verde esmeralda – Yo jamás te hubiese dejado solo en la
Mansión Ryddle.

.- Lo se, Ginny. Lo se – dijo Harry Potter asintiendo y sonriendo complacido mientras le ayudaba a ponerse el
abrigo. Juntos salieron de las Tres Escobas, dejando olvidados una taza de chocolate ahora frío y un vaso de
vidrio que alguna vez contuvo Whisky de Fuego.

Pasaron toda la tarde recorriendo el pueblo. Al anochecer ya habían echo casi todas sus compras. Las luces
navideñas de todos los locales se encendieron en ese momento, iluminado las calles y personas que
deambulaban por doquier. Vitrinas empañadas por el vaho que despedían las personas al acercarse, risas y
villancicos eran lo que llenaban la atmósfera del pueblo mágico llamado: Hogsmeade. Entraron a la tienda de
Quidditch, la única que les faltaba por visitar. Se acerco a las estanterías junto a ella. Vio la nueva edición de
Quidditch A Través de los Tiempos e hizo una nota mental de comprarlo después.

.- Que linda escoba – murmuro Ginny mas para ella que para él. La joven miraba una reluciente escoba
suspendida en el aire, frente a ella - ¿Qué se siente volar en ella? – pregunto volteándolo a ver. Harry arrugo
el rostro y la miro dubitativo – Todavía la tienes ¿no?
.- No. Ya no la tengo – contradijo el joven moreno bastante turbado. Él no tenía esa escoba porque se la
había dado a ella – Ginny… ¿Qué escobas usas para jugar en el equipo?

.- Ah. Una de las de la escuela – respondió ella mirando con un brillo extasiado la escoba. Harry volvió a
arrugar el rostro - ¿Qué hiciste con tu escoba?

.- Pues… Cuando abriste el sobre con la carta que te mande¿Qué encontraste? – indago el ojiverde ignorando
la pregunta de la joven. Ella lo miro entre apenada y extrañada por lo que le dijo. Se acercaron a los
implementos para Quidditch y se mantuvieron un momento en silencio.

.- Un pergamino escrito con tu letra – susurro la pelirroja evitando su mirada. Ella misma se preguntaba
porque ese cambio de actitud para con él. Y la única respuesta que obtenía no le gustaba para nada. No
quería volver a caer en el mismo círculo vicioso de siempre. Harry Potter comprendió que ella no reviso el
sobre completamente.

.- Cuando llegues a tu habitación, busca el sobre y revisa dentro de él. Te llevaras una pequeña sorpresa – le
dijo el joven Potter dando el tema por zanjado. Ella asintió y siguieron caminado por el local, observando
todos los artículos y haciendo notas mentales sobre cosas que comprarían después de navidad.

Capitulo 17: Oportunidades, Conspiraciones y Misterios

Recién el sol comenzaba a asomarse por el horizonte. Todavía era muy temprano. El cielo se aclaraba, de a
poco, mientras transcurría el tiempo. Claro que las condiciones climáticas y la falta de luz, no lograron
intimidar a dos jóvenes que corrían libremente por los terrenos de un enorme e imponente castillo. Uno de
ellos le llevaba algo de ventaja al otro y se movía con gran velocidad y mucha agilidad entre la nieve. El otro
a duras penas podía seguir corriendo.

.- ¡Vamos Ron! – gritaba un joven de cabello negros azabaches, corriendo por la explanada. Detrás de él un
chico pelirrojo de su misma edad trataba de darle alcance. La nieve les cubría hasta los tobillos,
dificultándoles el movimiento.

.- Es… espera, Harry – logro articular el joven pelirrojo. Se agarraba con fuerza el costado. El aire le faltaba.
No era lo mismo correr en verano que en invierno. La nieve lo dificultaba todo. Desde el movimiento hasta la
cantidad de aire que necesitaban sus pulmones – De… detente, tengo flato.

.- ¡Oh vamos, Ron¡No seas chica! – exclamo Harry acercándose a su amigo. Se le veía menos agitado. Él ya
estaba acostumbrado a eso y mucho más. La nieve era un inconveniente menor para él, a la hora de
madrugar para hacer ejercicio - ¿Ya estas cansado?

.- Me rindo – declaro con voz entrecortada el joven Weasley, echándose en el suelo. Se recostó sobre la
nieve, extendiendo los brazos. Harry se limito a sonreír y hacer lo mismo que su amigo recostándose a su
lado – Me alegra que hayas ido a despertarme, para compartir un tiempo como amigos. Ha pasado mucho
desde la última vez que lo hicimos

.- A mi también me alegra – apoyo Harry con sus ojos fijos en el cielo. Todavía se podían ver unas cuentas
estrellas. Levanto una ceja sarcásticamente. Cuando lo fue a despertar su amigo casi lo asesina por
interrumpir su sueño rejuvenecedor.

.- A propósito, Harry. ¿De donde sacaste a Vesper? –pregunto mirando también las estrellas. La nieve
humedecía su ropa y el frío le entumecía el cuerpo. A pesar de esto, estaba cómodo tirado sobre la nieve –
Es extraño que tengas un fénix.

.- Es una larga historia, Ron – respondió el moreno un poco ausente. En el firmamento se podía distinguir un
punto rojo que brillaba con más intensidad de la común. Harry lo identifico de inmediato. Se trataba de
Marte, el planeta que desde tiempos inmemoriales había sido relacionado con la guerra. Según los astros, el
destino no les deparaba cosas muy buenas – En otra ocasión te la contare.
.- Esta bien – acepto el pelirrojo medio adormilado. Si algo había aprendido en este tiempo, era que si Harry
no quería hablar de algo, nadie ni nada podrían obligarlo a hacer lo contrario. Permanecieron unos minutos
en silencio, hasta que Ron decidió romperlo con dos simples palabras – La extraño – Harry volteo a verlo
extrañado. Al ver la expresión en su rostro comprendió de inmediato a que se refería su amigo.

.- ¿Te gustaría verla? – fue todo lo que dijo ante la confesión del joven Weasley. Ron asintió no muy
convencido. Harry sonrió y se puso de pie con algo de dificultad, tenía los músculos entumecidos por el frío –
Bien, entonces prepárate.

.- No te entiendo – repuso Ron con cara de confusión. Se puso de pie con la ayuda de su amigo,
tambaleándose un poco al momento de hacerlo - ¿Prepararme para que?

.- Ron… - susurro Harry con voz amenazante – No hagas preguntas idiotas. Mañana, vamos a ir a Bulgaria.
Visitaremos a Hermione – Ron iba a replicar pero el moreno lo corto rápidamente – Repito. Nada de
preguntas idiotas. Yo me encargo de todo. Considéralo mi regalo de navidad adelantado – añadió guiñándole
un ojo y emprendiendo el camino de regreso al Castillo. Ron lo siguió muy sorprendido por la proposición, y a
la vez sonriendo como estúpido ante la idea de volver a ver a Hermione.

Caminaron largo rato hasta la entrada del castillo. Harry iba sumergido en sus pensamientos. Tendría que
mandarle una pluma de Fénix a Frank, o inclusive al mismo Vesper, para que le consiguiera la dirección de la
casa de Víktor Krum. El viaje lo libraría de tres problemas: Su conversación pendiente con Hermione,
Algunos ingredientes que necesitaban para las pociones y el regalo de navidad de Ron.

.- Mi hermana me contó que se reconciliaron – dijo Ronald como quien no quiere la cosa, con una sonrisa
picara en el rostro. Harry lo miro incrédulo - Ey, no me mires así. Ella misma me contó. Si vieras como llego
a la Sala Común anoche. Con una sonrisa que no se le borro durante toda nuestra conversación. Parecía que
venia volando sobre una nube.

.- Solo hablamos, Ron. Y decidimos empezar de cero – Ron lo miro suspicazmente – Nada paso entre
nosotros. Ella tiene novio y dentro de todo Dean es nuestro compañero. Además como les dije a ti a
Hermione en la carta: No estoy tan seguro de lo que siento por Ginny – termino diciendo seriamente y sin
dar lugar a replicas.

.- Hablando de esa carta – busco algo dentro del bolsillo de su jeans. Saco una pequeña moneda de oro y se
la lanzo – Convoque la reunión y todos los que mencionaste en la carta se quedaron en el colegio. Les dije
que tuvieran el galeón con ellos encima para cuando tú convocaras la reunión.

.- Gracias, Ron – agradeció Potter observando el galeón detenidamente. Había algo diferente en la moneda y
Ron noto el desconcierto de su amigo.

.- Olvidaba decirte. Con la ayuda de algunos Ravenclaw, mejoramos el mecanismo de los galeones – Harry
hizo un gesto con la mano instándolo a continuar – Bien, les agregamos un hechizo de voz. Puedes dejar
mensajes para cada miembro en específico o, simplemente, un mensaje general. Lo que representa una gran
mejoría ¿no? Además, solo el dueño del galeón puede escuchar el mensaje.

.- Perfecto, esto me será de gran utilidad – dijo el ojiverde guardándose el galeón en el bolsillo. Palmeo un
par de veces el hombro de su amigo – Me parece que Fred y George, te dejaron algo de su capacidad
inventiva.

Ron enrojeció hasta las orejas y se preparaba a replicar cuando la Dama Gorda les pregunto la contraseña,
interrumpiendo la conversación que mantenían. El prefecto de Gryffindor dio la contraseña y el retrato se
abrió. Se dieron un fraternal abrazo de despedida.

.- Hasta aquí llego yo – dijo Harry al separarse de su amigo – Recuerda nuestro viaje mañana. Te paso a
buscar a la habitación a la misma hora de hoy – percibió una mueca de espanto en la cara de su amigo – Sin
replicas, Ron. El que quiere ver a Hermione eres tú. Ahora si me disculpas, me voy a dar una ducha y luego
a desayunar.
.- ¡Oye, Harry! – Exclamo Ronald al verlo voltearse y empezar a alejarse del lugar - ¿Cuándo vas a convocar
la reunión del viejo grupo?

.- Todavía no lo se. Cuando llegue el momento lo sabrás – se detuvo un momento para meditar sus palabras
– Tal vez ni siquiera los convoque…, solo lo haré si la situación lo amerita. Nos vemos amigo mío.

Ron lo vio perderse por la oscuridad de los pasillos. A ciencia cierta no sabia que significaban esas palabras.
Pero si se detenía a analizar con cautela lo que dijo, podía concluir que, irremediablemente, estaban
relacionadas con la inminente guerra que se acercaba. Claro que, Ron, estaba equivocado en algo. La guerra
no estaba cerca. Ellos ya estaban librando una guerra silenciosa con el Señor Oscuro.

---

Tomaba su desayuno apaciblemente en el Gran Comedor. Recién ahora se percataba de lo mucho que había
extrañado la comida de los elfos domésticos. Como todos los días, era el primero en levantarse al e ir a
desayunar. No le apetecía encontrarse con un tumulto de gente que le preguntara, hasta el cansancio, donde
había estado todo este tiempo. Desierto, a excepción de él, la soledad invadía el comedor, inundándolo de un
silencio tranquilizador.

.- No entiendo como puedes madrugar todos los condenados días… - dijo Draco Malfoy con una mueca de
disgusto. Se sentó frente a él, en la mesa de Gryffindor.

.- No se si te habrás percatado que estas sentado en la mesa de los asquerosos Gryffindor – cometo Harry
con una sonrisa burlona en el rostro. El rostro del rubio se contrajo un poco.

.- Tu también estas sentado aquí – replico sonriendo maliciosamente. Harry negó con la cabeza y le devolvió
la sonrisa.

.- Tienes razón, pero me da pereza cambiarme a la de Slytherin – señalo encogiendo los hombros como
restándole importancia al asunto - ¿Hablaste con Snape del asunto?

.- Malfoy casi se ahoga con el sumo por el cambio tan abrupto en la conversación. Tosió varias veces antes
de responder con voz ahogada.

.- Si - dijo recuperando el habla - No estaba muy de acuerdo al principio, pero… – sonrió con suficiencia –,
Un par de artimañas Slytherin’s sumadas al encanto Malfoy-Black, fueron suficientes para convencerlo.

Harry arqueo una ceja sarcástico, pero prefirió no hacer ningún comentario de lo que acaba de escuchar.
Siguió en su labor. Todos los días era lo mismo. Se levantaba de madrugada; se ejercitaba; se ducha y
cambiaba; y por último bajaba a desayunar. Desaprecia justo cuando entraban los primeros alumnos, se
esfumaba tan rápidamente que no le veían ni la sombra. Luego se iba a trabajar a la torre, en la poción para
Parkinson. Ahora, después de lo que le dijo Malfoy, trabajaría en conjunto con Snape. No es que fuera de su
más grato agrado, pero las circunstancias lo requerían. La chica no mejoraba y dentro de poco finalizaría la
extensión de vida que le obsequio Harry. Malfoy, aunque no lo demostrara, estaba con los nervios de punta.

.- Por otra parte. Harry Potter estaba hecho un lío desde los sucesos en la tarde de ayer. Maldita sea, se
dijo¿Por qué tenia ella que complicarlo todo? Si era sincero con el mismo..., no podía terminar de creer que
Jennifer, esa chica dulce y alegre que conocía fuese aliada de Voldemort. Le importaba una mierda que ella
hubiese sido una mortífaga o no. Lo que si le importaría es que lo siguiera siendo. Porque eso representaría
que ella los traiciona, los engaña y les miente. Cosas que Harry odiaba profundamente. Y vaya que el chico
tenía razones para despreciar aquellas cualidades. Precisamente esas fueron las cosas que empujaron a
Pettigrew a revelar la ubicación de sus padres.

.- Te vienen a hacer compañía – dijo Malfoy señalando sugestivamente con la cabeza hacia la salida del Gran
Comedor. Azares del destino, pero casualmente venía entrando la dueña de sus pensamientos en ese
momentos. Con el pelo amarrado en una coleta, unos jeans y una blusa azul marino; Jennifer se aproximaba
con paso ligero hacia ellos.
.- ¿Donde estuviste todo el día de ayer? – pregunto Jenny con tono de reproche, inmediatamente después de
sentarse al lado de Harry – Me quede esperándote hasta tarde, y nada que aparecías

.- ¿Niñera nueva, Potter? – inquirió el joven Malfoy mofándose de la situación. Jenny se sonrojo un poco,
pero mantuvo su semblante reprochador.

Harry suspiro abatido. Sabía que esa pregunta llegaría. Trato de evitar el interrogatorio, levantándose mas
temprano de lo normal. Pero al parecer de esta no se salvaría tan fácilmente.

.- En Hogsmeade, Jenny – respondió Harry con calma – Sabes que no me gustan los interrogatorios. Siento
haber hecho que te desvelaras. Se me paso el tiempo y tenía cosas muy importantes que hacer.

.- Esta bien… - acepto conforme con las respuestas recibidas. Malfoy miraba la escena divertido - ¿Y con
quien fuiste al pueblo? Esperaba que hubiéramos podido ir juntos, creo que te mencione una vez que no lo
conocía. Además de que, ninguno de los dos, hemos hecho nuestras compras navideñas.

.- Fui… - comenzó dubitativo su respuesta. Podía ser sincero con ella y decirle que fue con Ginny, pero eso la
heriría. A parte que lo llevaría a dar una serie de explicaciones que no quería dar. Y… ¿Cuáles eran las
posibilidades de que se enterar de la verdad? - …solo. Ya hice mis compras de navidad, Jenny. Saldremos en
otra ocasión.

Cuando Jenny se disponía contestar, entro una tercera persona al Gran Comedor. Definitivamente el joven
Potter no estaba en sus mejores días. Ginny Weasley entro como una bala, abalanzándosele encima tan
pronto lo reconoció. Lo abrazó efusivamente, cortando un poco la respiración del joven. Momentos después,
se separaron. Ginny bastante acalorada y avergonzada. Harry perplejo y maldiciendo internamente su
suerte. Dirigió una rápida mirada a Jenny y la vio crispada de furia. Incluso Malfoy estaba asombrado por tal
despliegue de afecto… ¿No que Potter y Weasley se odiaban a muerte?

.- Muchas gracias, por la escoba, Harry - susurro Ginny tímidamente, regalándole una encantadora sonrisa –
Ayer en Hogsmeade no te entendí que me quisiste decir – continuo hablando muy emocionada – Cuando
llegue a mi cuarto revise el sobre y me encontré con… ¡Tu Saeta de Fuego!

.- No hay porque dar las gracias Ginny – aseguro Harry restándole importancia al asunto – Eso era tu regalo
de cumpleaños. Claro que llego un poco tarde, en fin…

.- Si, si, si, leí la nota y no sabes lo mucho que me sorprendió – explico la joven Weasley con un brillo de
alegría en sus ojos – No sabía que supieras la fecha de mi cumpleaños…

.- Hay muchas cosas de mí que no sabes… - dijo Harry con tono misterioso. Ginny se dispuso a sentarse. Al
hacerlo se dio cuenta de la presencia de los otros dos individuos – Me parece que ya conoces a Malfoy y que
Malfoy te conoce a ti – añadió al ver el duelo de miradas entre la Gryffindor y el Slytherin

.- Imposible no recordar a la pobretona – siseo Draco Malfoy con ironía y una sonrisa maquiavélica en el
rostro. Ginny simplemente paso de él. Ella no era ninguna pobretona. Además su atención la había captado
una mujer de cabellos negros, muy bonita, sentada al lado de Harry.

.- Y…, ella es Jennifer – dijo algo preocupado por las miradas que se estaban dirigiendo -, Una amiga mía.

El rostro de Ginny se tenso. Su hermano le había hablado de ella. Esa era la arpía que estaba enamorada de
Harry. La pelirroja de pie y la morena sentada, se dieron un fuerte apretón de manos. Jenny frunció el
entrecejo. Se le encogió el corazón al caer en la cuenta que esa Ginny, era precisamente de la misma
pelirroja de la que Harry había estado o esta enamorado. ¡Se habían reconciliado! Y por si fuera poco… ¡Le
regalo la escoba que su padrino le regalo! Frunció el entrecejo todavía mas ¡Estuvo con ella en Hogsmeade!
Sus ojos se llenaron de lágrimas y se paro bruscamente de la mesa.

.- ¿Jenny? – pregunto con firmeza al ver la reacción de su amiga. La joven volteo a verlo con los ojos
arrasados en lágrimas.
.- No me hables y no te me acerques – susurro la pelinegra con voz amenazante. Harry se mantuvo
impasible. Tal vez a otros lograría intimidarlos con ese tono voz, pero a él no – Mejor háblale a Ginevra –
finalizo dándosela vuelta y saliendo disparada del Gran Comedor.

.- Ahora si que la hiciste buena, Potter – repuso Draco Malfoy luego del espectáculo. Su voz era neutral.
Prefería no interferir en los asuntos del cara rajada. Después de todo le debía el favor que le hizo al traer a
Pansy. Ginny sonría satisfecha de lo que acaba de pasar.

El golpe seco, de unos puños contra la mesa Gryffindor, los sobresalto. Harry Potter, con el rostro neutral y
la mirada fría, era el causante. Sabía que la había cagado, y en grande. Se maldijo internamente por haberle
mentido. Se levanto de un salto. Miro a Malfoy, quien sorprendentemente le dio su aprobación. El rostro de
la pelirroja perdió su sonrisa al comprender que iba a hacer Harry. El heredero de Gryffindor salió del Gran
Comedor, siguiendo los pasos de su amiga.

No tenía ni la menor idea de porque la seguía. De hecho todavía tenia que hablar con Jasón sobre su
encuentro con Frank. Además ¿Qué diablos le importaba a él que Jennifer se enojara? Lo pensó
detenidamente. Si le importaba, y mucho. Busco en el vestíbulo y en los corredores aledaños, sin encontrar
nada. Se detuvo un momento ¿Por qué diablos estaba caminando si el podía aparecerse? Suspirando
cansado, se desapareció.

---

Finalmente, en la torre de astronomía, la encontró. El sol se alzaba frente a sus ojos. Eran cerca de las 8 de
la mañana. El cielo teñido con matices grisáceos y amarillentos, mostraban el despertar de un nuevo día y
auguraban una próxima tormenta. Ella estaba sentada contra una de las paredes de la torre. Tenía la vista
pérdida mientras lágrimas caían, de sus ojos, limpiamente hasta su blusa. Se sentó junto a ella.
Permanecieron en silencio unos instantes, contemplando el espectáculo que les regalaba la naturaleza; un
espectáculo que les era permitido contemplar uno vez al día y que muchos se daban el lujo de no apreciar.

Se sentía estúpido allí. Era una tontería lo que había pasado, pero Jennifer lo convirtió en un asunto serio. Él
sabía que ella era muy celosa y sobre protectora con todo lo que se refería a él. Y tenía que admitir que eso
le gustaba; le gustaba sentirse querido aunque el no le correspondiera ¿O si? Claro que después de los
sucesos de ayer, comenzaba a poner en duda que Anderson realmente lo quisiera o le importara como dice.
Recordó la tarde del día anterior y no pudo evitar preguntarse como habría sido pasarla con la mujer que
tenía a su lado.

Tenía que reconocer que ni él mismo se explicaba como había terminado perdonando a Ginny o saliendo con
ella de compras ¿Quién lo habría imaginado? Hace unos días ella lo odiaba a muerte y ayer termino
pidiéndole perdón de una manera sutil. ¿Por qué había perdonado a Ginny? La respuesta a eso es simple. Si
le perdono la vida a Pettigrew, el causante de la muerte de sus padres, porque no debió perdonar a Ginny. Si
algo aprendió en todo este tiempo, es que la vida es una y hay que vivirla. Él, especialmente, estaba en
constante peligro de muerte. Por lo que no desaprovecharía ni un solo segundo de felicidad que la vida se
dignara a regarle. A los ojos del mundo podía parecer cruel y despiadado, pero bajo esa cubierta dura,
estaba atrapado un niño que rogaba por el cariño y el amor de las personas que le rodeaban.

.- Harry… - la dulce voz de Jennifer lo saco abruptamente de sus pensamientos. Volteo a verla.
Encontrándose con un rostro bañado en lágrimas, los ojos enrojecidos y el cabello revuelto – La perdonaste
¿verdad? – Harry se limito a asentir. Una lágrima rodó solitariamente por la mejilla de la chica. El silencio
volvió a invadirlos. Después de unos minutos la joven agrego – Supongo que ahora van a ser novios…

.- Te equivocas – negó Harry Potter rotundamente. Jennifer se sorprendió ante esto, aun así lo disimulo
bastante bien – Ella y yo, solo tratamos de recuperar una amistad que nunca existió entre nosotros – sonrió
tristemente. Jenny no terminaba de creérselo – Yo te dije, cuando estábamos en la villa, que yo ya no estaba
enamorado de ella. Sabes muy bien que yo no miento con cosas tan importantes como esa.

.- Me mentiste hace un rato – le reprocho ella mirándolo con una inmensa tristeza en los ojos – No tienes
idea de cuanto me dolió eso.
.- Lo hice porque no quería hacerte daño, sabía que te pondrías así – explico Harry con un tono de voz
tranquilizador al tiempo que se pasaba una mano por el pelo revolviéndolo más – Además de que Ginny
tienen novio, vuelvo y te digo que solo somos amigos. Así como tú y yo.

Jennifer lo contemplo unos segundos, mirándolo directamente a los ojos. No pudo evitar alegrarse, al darse
cuenta que los ojos de su Harry seguían tan fríos y vacíos como siempre. Sin brillo e inexpresivos. Eso solo
podía significar una cosa: Perdonar a Ginny Weasley no había sido un hecho trascendental para él. Suspiro
tratando de contener el mar de emociones que pugnaban por salir de ella. Debía aprovechar la oportunidad.
Su momento era ahora o nunca.

.- Ese es precisamente el problema, James – repuso Jenny al cabo de unos instantes. Harry se puso a la
defensiva. Cada vez que ella lo llamaba James… cosas no muy buenas le pasaban en los momentos
siguientes – Yo no puedo seguir con esto de ser solo tu amiga, simplemente no puedo.

.- Creí que ya te había dejado claro ese punto – siseo Harry con voz fría sin inmutarse. Jenny negó
fehacientemente– Yo no te amo y no es justo para ti que yo te hago esto. Solo voy a ocasionarte un daño.

.- ¡Yo te amo, maldita sea! - exclamo perdiendo el control de sus emociones. La tormenta se había desatado
- ¿No puedes entender eso? Merlín, Harry. Lo único que quiero que me des es una oportunidad. Es todo lo
que te pido – el se mantuvo callado e inmóvil. No cedería ante sus peticiones

.- Te he dicho que no, Anderson – se negó el moreno una vez más. Pero algo dentro de él se desbocaba a
gritos pidiéndole que le diera aunque fuera una oportunidad, se la merecía. Esa voz fue ignorada - Ese
sentimiento que tu llamas amor, solo entorpece nuestra lucha contra el Señor Oscuro y, ahora, Dumbledore.

.- Por favor, James – de nuevo ese nombre – Déjame demostrarte lo mucho que te amo, déjame amarte con
toda la fuerza de mi corazón – pidió con lágrimas en los ojos – Todo el tiempo ha sido lo mismo. Yo
esperando por ti todo este tiempo y tu sin siquiera determinarme. ¡Lo único que te interesa es el maldito
poder¡Esas malditas artes oscuras! – Grito entre sollozos. Sabia que había puesto el dedo en la yaga, pero
ahora no se echaría para atrás - ¿Qué han hecho contigo, Harry¿Dónde estas¿Dónde esta mi Harry dulce y
cariñoso?

.- Jennifer… - susurro lacónicamente el joven Potter. Ahora era él el que tenía la mirada perdida en el
firmamento. ¿Poder¿Era eso lo que el quería¿Amaba las Artes Oscuras? Hacía mucho tiempo que no pensaba
en eso. Precisamente habían sido las artes oscuras las que le robaron su vida, sus padres, su padrino y su
felicidad. Por primera vez en mucho tiempo no tenía una respuesta concreta para alguna pregunta.

.- Y-yo lo siento mucho, Harry – trato de disculparse al verlo en ese estado de ausencia. Se dio cuenta que
con sus palabras había llegado demasiado lejos. Jamás lo había visto así – No fue mi intención decirte esas
cosas – dijo un poco mas calmada – Solo quiero una oportunidad.

.- Lo se – afirmo el moreno que continuaba ausente, sumido en sus pensamientos. Podía darle una
oportunidad, pero… ¿Y si resultaba que en realidad ella era una traidora? La miro a los ojos, encontrándose
con una mirada llena de ternura, amor y suplica. ¿Realmente ella lo amaba tanto como decía¿Cómo diablos
podía el saber eso? Él, toda su vida, conoció el desprecio y el maltrato por parte de sus tíos. Lo mas cercano
que tuvo a una familia eran los Weasley’s y sabía que jamás podrían reemplazar a sus padres. ¿Qué diablos
sabía el del amor?

.- Harry… ¿Por qué no lo entiendes? – pregunto Jenny angustiada. Se sostuvieron la mirada. El viento mecía
los cabellos de ambos, ya revueltos, revolviéndolos aun más – Dame una oportunidad. Es todo lo que te pido
– respiro profundamente. Harry desvió la mirada. Sentía la adrenalina pura recorrer sus venas – Si lo
nuestro no funciona… lo aceptare – dijo lacónicamente – Lo que no puedo aceptar es que… no nos corramos
la chance de ver si esto tiene futuro.

.- Lo que tenemos ahora no es precisamente una relación de amistad, Jennifer – señalo el moreno con su
vista en el horizonte. Una mueca de frustración se dibujo en el rostro de la heredera de Ravenclaw. Si tan
solo no hubiese mantenido aquella conversación con Frank, lo mas seguro es que ya le habría concedido la
oportunidad que ella le estaba pidiendo.
.- Si, lo acepto no somos lo que se dice amigos en toda la regla pero… ¿Qué se supone que somos¿Novios? –
Harry se quedo en blanco – Tenemos una relación donde: no puedo besarte, no puedo abrazarte cuando
quiero, no puedo decirte te amo, no puedo hacerte cariñitos y donde… - se ruborizo un poco –…no podemos
hacer el amor

.- Yo… – Harry alzo una ceja suspicazmente y también se ruborizo un poco. Jenny no pudo reprimir una
pequeña sonrisa al notar esto. Estaba cediendo - No lo se Jen – siguió de testarudo el joven Potter.

.- Mira Harry – tomo la mano derecha del ojiverde con ambas manos – Siente todo el amor que tengo
reservado para ti – Antes de que Harry se percatara de lo que significaban estas palabras, ella había
colocado la mano derecha de él sobre su corazón, justo encima del ceno izquierdo. El rostro del heredero de
Gryffindor se tenso. Noto como Jenny cerraba los ojos y relajaba el rostro. Repentinamente un escalofrío lo
recorrió de pies a cabeza y a continuación una catarata de sentimientos, que no le pertenecían, le invadieron,
obligándolo a cerrar los ojos. Todo se oscureció.

- Si yo no te amara tanto, tu no podrías estar aquí – dijo un dulce voz que Harry reconoció como la de
Jennifer. Si, el lo sabía perfectamente. Todos los herederos de Ravenclaw tenían la extraña habilidad de
transportar a la persona que amaban a, por así decirlo, lo más profundo de su “corazón”. Un lugar donde los
sentimientos no podían esconderse ni reprimirse. Era, algo así, como desnudarse el alma.

- No me gusto que hicieras eso – indico el joven Potter con un deje de enfado en la voz. No podían verse
físicamente, únicamente se podían comunicar por el pensamiento. Estaban en un lugar donde el espacio y el
tiempo no existían, sin embrago, Harry podía percibir una inmensa calidez a su alrededor.

- Tenía que hacerlo, mi amor – fue la simple respuesta que recibió de su “amiga”. Ella soltó una risita y le
pregunto - ¿Por qué reprimes tus sentimientos?

- Precisamente porque son míos – replico Harry que se había puesto a la defensiva. Todo eso de demostrarle
su amor era muy bonito, pero la conexión que se establecía era en dos vías. El podía sentir el amor que ella
le tenía y, asimismo, ella podría sentir lo que el sentía. Claro que él, un especialista en ocultar sus
sentimientos y pensamientos, se estaba reprimiendo para que ella no detectara nada – Y no me digas amor.

- ¿A que le temes? Solo puedes resistirte porque eres el heredero de Godric – subrayo la joven sin perder su
tono dulce. En ese momento Harry cayó en cuenta de algo muy importante. Ella no puede estar utilizando
este poder sin ser la heredera de Ravenclaw. Sintió una inmensa paz recorrerlo por dentro al darse cuenta
que eso hacía menos improbable que Jenny lo estuviera… los estuviera traicionando.

- Salgamos de aquí, Jenny – ordeno Harry sin margen a cuestionamientos. No escucho respuesta más que el
silencio – Creo que ya has demostrado tu punto.

Abrió los ojos. Tardo algunos segundos en poder aclarar su vista, y acostumbrarla de nuevo a la claridad.
Frente a él, Jennifer lo miraba directamente a los ojos. Ella dio un paso adelante, haciendo que quedaron
bastante juntos. Se percato, un poco abochornado, que su mano seguía sobre el pecho de la joven. La aparto
rápidamente, provocando una sonrisa por parte de ella. Lo abrazo pasando sus brazos alrededor del cuello,
acercándose todavía más. Él le sacaba casi una cabeza en altura, aun así eso no parecía un impedimento
para que ella no pudiera tenerlo bajo control. Poso su cabeza en el espacio entre el cuello y el hombro,
aspirando el aquel aroma masculino que tanto había extraño. Harry no pudo evitar estremecerse.

.- Te amo – le susurro con voz sensual en el oído. Deposito un beso en el cuello provocando otro
estremecimiento.

Harry recordó el incidente de meses atrás en la Villa, específicamente el día que capturaron a Lestrange.
Recordó que le había dicho que entre ellos no existiría nada hasta que el no aclarara sus sentimientos hacia
Ginny, entonces…. ¿Por qué simplemente no se daban la oportunidad de quererse? Paso sus manos alrededor
de la cintura de ella, sorprendiéndola por esta acción. Era poco probable que fuera una mortífaga, y aunque
lo fuera esa mujer realmente lo amaba. En el caso que fuera una traidora ya se vería después. De lo único
que tenía certeza en esos instantes, era que la mujer que estaba entre sus brazos merecía su oportunidad.
Él se prometió hace mucho tiempo que viviría su vida intensamente. No sabía en que momento podría caer
asesinado por la varita enemiga y prefería haber vivido intensamente. Tal y como se acostumbra a hacer en
tiempos de guerra. Bajo la cabeza hasta su oído. El dulce aroma a vainilla que despedía lo embriago. Le
mordisqueo cariñosamente el lóbulo, provocando que ahora ella fuera la que se estremeciera, y le susurro:

.- Intentémoslo – fue lo único que salió de sus labios antes de separarse un poco y comenzar a acercar su
rostro al de Jenny. Su corazón latía rápidamente. Volvería aprobar esos dulces y deliciosos labios, que tenía
tanto tiempo sin acariciar con los suyos. Jenny solo sonreía embobada, mirándolo a los ojos y perdiéndose en
ese mar verde lleno de sentimientos ocultos para ella. Parecía que el corazón se les fuese a salir del pecho de
la emoción que sentía. Cerraron los ojos y sus labios se rozaron finalmente, provocándoles una descarga
eléctrica a ambos. De un tímido roce pasaron a un beso propiamente dicho. Se abrazaron mas todavía,
profundizando el beso. Harry percibió el sabor salado de las lágrimas confundido con el sabor propio de la
boca de Jenny. No sabía exactamente de que se trataba pero le encantaba.

Jugueteaban con sus labios, en un juego de pasión y deseo reprimido. Jenny, extasiada por lo que ocurría, se
aventuro a introducir su lengua en el juego. Sus lenguas jugueteaban entre ellas. Se besaban con
desesperación, como si nunca más fuesen a verse. Poco a poco el beso fue bajando de intensidad hasta
llegar al punto de partida: tímidos roces, llenos de ternura y amor. Rompieron el contacto de sus labios, sin
dejar de abrazarse. Harry apoyo su frente sobre la de ella. Jenny le sonrió y él, inesperadamente, le devolvió
la sonrisa. Le dio un tímido beso sobre la punta de su varicita y la abrazo con fuertemente como si temiese
que todo fuese un sueño. Jennifer no podía dejar de sonreír, no terminaba de creerse lo había pasado. Sin
dejar de sonreír, como solo una mujer enamorada lo sabe hacer, se aferro a la espalda de él devolviéndole el
abrazo.

---

Despacho del director de Hogwarts. Todo lo que alguna vez adorno aquel despacho había desaparecido. Solo
amueblaban la oficina: El perchero del Fénix y la misma mesa que utilizaron el día de la discusión con Harry.
La Orden en pleno estaba reunida, discutiendo un tema de suma importancia si querían triunfar en la
presente guerra: El Nuevo Ministro de Magia. Para este puesto solo podían tenerse tres postulantes y dos de
ellos pertenecían a la Orden del Fénix. Percy Weasley, quien se había arrepentido de sus actos e implorado
perdón; y un miembro relativamente nuevo Edward Brown, de él no se tiene mucha información aun así
poseía lo esencial para pertenecer a la Orden: La confianza de Dumbledore. Ambos candidatos estaban uno
junto al otro.

.- …Pido su apoyo como un voto de confianza para demostrarle mi valía tanto a la Orden del Fénix como a la
Comunidad Mágica Inglesa – decía la voz de Edward Brown. tomo un poco de agua – Mis extensos estudios
en leyes mágicas, mi participación en la Confederación internacional de Magos, mi carrera política en notable
ascenso, así como también un historial limpio; es el amplio currículo que me respalda y me hace el candidato
idóneo para ser Ministro de Magia. Lo que no tengo en edad, lo tengo en experiencia y popularidad – se
aclaro la garganta y extendió los brazos hacia el frente - ¡Con su ayuda estoy seguro de poder ganar¡Juntos
podemos derrotar al Señor Tenebroso!

Aplausos discretos siguieron a la última exclamación. Brown sonrió al mas puro estilo de Gilderoy Lockhart y
se sentó complacido por su discurso. Al mismo tiempo Percy Weasley se levanto de su asiento. El chico
parecía intranquilo, algo muy extraño en el tercer varón del matrimonio Weasley. Esto hizo que los miembros
de la orden se plantearan dos teorías: Percy realmente estaba nervioso o era un actor de primera clase.
Bebió un poco de agua y le sonrió nerviosamente a los miembros de la Orden.

.- Yo… - respiro profundamente y adquirió su antigua postura aristocrática. A Arthur Weasley le recordó a
Narcisa Malfoy el día de los Mundiales de Quidditch – Ustedes me conocen a mi, incluso mejor que yo mismo.
No hay nada que yo pueda decirles aquí que ustedes ya no sepan sobre mi, por lo que no voy a aburrirlos
con largos discursos – los presentes sonrieron – Solo les diré que quiero la oportunidad de ser Ministro de
Magia, no solo por mi experiencia y capacidades ya sabidas, también porque quiero la oportunidad de
demostrar lo que valgo y lo arrepentido que estoy por mis acciones el año pasado – la gente comenzó a
cabecear en señal de aprobación – Soy un Weasley, y como miembro de esa familia iré siempre con la
verdad por delante. No les garantizo que venceremos al Señor Oscuro. Lo que si les puedo asegurar es
que¡Le daremos batalla al maldito! – el despecha entero se lleno de aplausos y vítores a favor del varón
Weasley. Su discurso había sido corto y sincero, dicho con el corazón. Percy sonrió, los tenía en el bolsillo.
Severus Snape escuchaba en silencio las idioteces que hablaban los estúpidos Gryffindor’s y Ravenclaw’s en
la mesa. Personalmente él no se fiaba de ninguno de los dos para ser Ministro de Magia. Eran mentes
jóvenes y corrompibles por el lado oscuro. El otro candidato, posible mortífago según Dumbledore, era
Joseph Thompson. Prominente mago con una larga tradición política en su familia. El problema: Durante sus
años en Hogwarts mostró cierta predilección por el lado oscuro. Resoplo cansado de estar allí sentado. El ya
no era mas un miembro de la Orden. Renunció a su cargo cuando fue descubierto como espía por culpa de la
incompetencia del viejo. Porque él, aunque le pesara, no culpaba a Potter. No le apetecía andar por la calle
haciendo misiones con el cartel de: Mas buscado por el Señor Oscuro. Esa no era, precisamente, la mejor
tarjeta de presentación.

.- Profesor Dumbledore – le llamo cansado de tanta palabrería. Tenía muchas cosas que hacer para que lo
estuvieran haciendo perder el tiempo. Entre ellas: Curar a Parkinson – Si mi presencia no es requerida yo me
retiro.

.- Si me disculpa, profesor Snape, le digo que no puede retirarse – tomo la palabra Edward Brown con la
típica actitud de Ravenclaw prepotente. Cabello rojizo y ojos color miel, los rasgos físicos mas distintivos del
muchacho.

.- Esa insolencia te puede costar caro, Brown – siseo peligrosamente el profesor de Pociones. El joven
muchacho retrocedió lo más que pudo en su asiento ante la mirada que le lanzó Snape.

.- Caballeros, por favor – pidió Dumbledore poniéndose de pie. Se le veía demacrado y cansado. Su
encuentro con Harry Potter fue peor de lo que jamás se había imaginado. No solo tenía que lidiar con
Voldemort, también con un Harry Potter rebelde –. Estamos aquí para llegar a un consenso sobre quien será
el candidato principal para el puesto de Ministro. Solo podemos apoyar totalmente a uno de los dos, y tu
Severus estas aquí porque tu opinión también es importante.

.- Bien, entonces le doy mi opinión – replico el profesor Snape poniéndose de pie él también. Todos lo
miraron asombrados, entre ellos Arthur Weasley que nunca había visto a Severus Snape desafiar a
Dumbledore – A mi me da igual a quien escojan. De por sí, cualquiera que llegue al poder será controlado
por quien logre comprarlo primero. Ya seas tu, Dumbledore – dijo señalándolo – O en su defecto el Señor
Tenebroso.

.- ¡No te atrevas a hablar de mi hijo de esa forma, asqueroso mortífago! – brinco Mollet Weasley cuando el
profesor termino su monologo. Arthur logro detener a su esposa antes de que Snape la matara con la
mirada.

.- Lo siento, Severus. Pero no puedo estar de acuerdo contigo en ese aspecto – repuso Dumbledore luego de
unos segundos. Tomo asiento y acarició su larga barba pensativo – Estos jóvenes han demostrado su coraje
al aceptar la gran responsabilidad que se ese puesto conlleva.

.- Profesor Dumbledore, con todo respeto, señor. No solo se trata de responsabilidad, también hablamos de
poder. Mucho poder – volteo a ver a Percy – Weasley ya ha demostrado que es una rata de alcantarilla,
capaz de hacer cualquier cosa por conseguirlo. Incluso despreciar a su propia familia – hizo una pausa al ver
las intenciones que tenía Molly ahogarlo. Percy Weasley solo bajo la mirada apenado – En cuanto a Brown… -
el aludido lo miro fijamente.

.- Severus… - le intento parar el director de Hogwarts inútilmente. No quería perder a una mente brillante
como Severus Snape. Pero se estaba extralimitando con sus comentarios. No era ni el lugar ni el momento
para hacerlos.

.- …No tiene antecedentes. La verdad no se que es peor, las raterías de Weasley o el record limpio de Brown.
Al menos con Weasley sabemos a que atenernos. En cambio, Brown es una cajita de sorpresas – negó
lentamente con la cabeza – Me fió mas de Thompson. Con él tengo la certeza que si hace algo en perjuicio
del mundo mágico, será silencioso y discreto. No puede darse el lujo de manchar el prestigioso apellido de su
familia - sentenció Snape con una seguridad increíble. Uno de los dos candidatos pelirrojos, sonrió
complacido. Definitivamente Severus Snape era un hombre con una inteligencia increíble. Todo un Slytherin.
Una mueca se dibujo en su rostro. Lastima que se había cruzado al lado equivocado, hubiera conseguido
grandes cosas al lado de su señor. Aunque tal vez…, por lo que había podido apreciar la relación entre el y el
viejo no era la mejor. Probablemente podrían recuperarle. Ya se encargaría de ese asunto mas adelante.

.- Si esa es tu opinión, Severus. Debo pedirte que te retires – dijo Dumbledore con pesar. Se le veía abatido.
Acababa de perder a un gran hombre – No puedo permitir que insultes a los candidatos aquí presentes. Creí
que podía contar con tu apoyo.

.- Pues creyó mal, director. Le debo mucho, eso sí – reconoció ante el montón de personas a su alrededor –
Pero no pretendo apoyarlo en esta locura, señor. Usted pidió mi opinión y yo solo se la di – se acerco a la
puerta del despacho y tomo el pomo entre sus manos – Esta cometiendo muchos errores. Errores que a largo
plazo nos van a pasar factura – abrió la puerta y antes de salir le dijo – Ya perdió a Potter… ¿Quién mas debe
revelársele para que entre en razón? – salió dando un portazo y su capa ondeando detrás de él.

---

Estaba irritado. Todo lo que intentaba terminaba fallando. Malditas pociones, malditas Artes Oscuras y
malditos mortífagos. Parkinson moriría sino hacían algo pronto. Ni siquiera ese hombre al que respetaba
tanto por la extensa cantidad de conocimientos en pociones que tenía, había logrado sacarla del estado de
coma en el que se encontraba. Malfoy era capaz de cometer una locura si algo llegaba a pasarle a esa mujer,
y por alguna extraña razón, a él tampoco le apetecía mucho dejar morir a la Slytherin. Sacudió la cabeza
intentando apartar esos pensamientos. Miro a su alrededor. Se encontraba en un pequeño cuartito lleno de
cajas y documentos. En ese momento, un joven de su edad registraba incasablemente el lugar.

Tuvo un pequeño altercado con su, ahora, novia. Primero por su escapada mañana a Bulgaria. Segundo por
lo que estaban haciendo en estos momentos. Le habían dicho que tenían que hacer cosas de chicos y que por
esa razón ella no podía acompañarlos. En estos momentos estaban en “El Ojo del Dragón” que era como se
le conocía al sótano del Ministerio de Magia. Lugar donde se encontraban los Archivos más importantes de la
historia de Londres Mágico. ¿Cómo lograron entrar? Fue fácil. La seguridad en el Ministerio es un asco y ellos
son lo que se dice “Magos Experimentados”. Al Llegar se habían encontrado con una imponente sala, 10
veces más grande que la biblioteca del Castillo.

Sin detenerse a mirar mucho buscaron lo que realmente les interesaba. Finalmente, después de un rato,
encontraron una pequeña puerta con una placa chueca que rezaba: “Archivos de Hogwarts”. No tuvieron
ningún obstáculo para entrar al cuartito en el que parecía que nadie hubiera entrado en cientos de años. En
el tiempo, o debería decir horas, que habían estado allí, le hablo a Jasón sobre sus sospechas y teorías;
sumándole ahora la información suministrada por Frank y muy sutilmente el relato sobre los poderes que
solo poseen los Ravenclaw’s. No le interesaba en lo mas mínimo que su amigo comenzara a bromear acerca
de su nueva relación con Jennifer. Tal y como se esperaba no hubo reacción por parte de Jasón. Además en
sus ojos no solo descubrió la sorpresa por las noticias dadas, sino también encontró conocimiento de algo
prohibido. Algo que Harry no podía o no debía saber.

.- Esto es una porqueriza – mascullo Jasón entre dientes, logrando que Harry sonriera burlonamente. Se
levanto de la silla en la que había estado sentado todo este tiempo – Y tú de vago que no me ayudas para
nada. Todavía no entiendo porque estamos aquí.

.- Ya te lo dije – dijo el moreno cansado de tanto interrogatorio por parte de su compañero – Tenemos que
comprobar que el nombre de Jennifer aparezca en los archivos. Sino sale aquí es porque existen verdaderos
motivos para sospechar de ella.

.- Si mal no recuerdo – comenzó McGray en actitud pensadora. Se llevo una mano a la barbilla y con el dedo
índice empezó a darse golpecitos, como si estuviera intentado recordar algo importante – Tu me dijiste que
ella había usado el poder único de Ravenclaw contigo – frunció en entrecejo – Claro que, si mi memoria no
me falla, ese poder tiene que ver con el amor verdadero ¿no?

.- Eh… - pareció dudar de la respuesta que daría. Revolvió su cabello, tal y como hacia cada vez que perdía
la calma levemente – Si, Jasón, así es – suspiro abatido – Para que no digas después que no te tomamos en
cuenta…, le di una oportunidad.
.- ¿Qué! – grito el joven Hufflepuff con los ojos desorbitados. Harry se hubiera esperado cualquier reacción
por su parte menos esa – No puedo creerlo. Tú – lo señalo – y “Que caballeroso, Harry” – imito con voz
femenina - ¿Son pareja? – el moreno solo asintió. Jasón se puso repentinamente serio. Pocas veces se le
veía en ese estado – No estoy de acuerdo.

.- No recuerdo haberte pedido tu opinión al respecto – señalo Harry Potter sarcásticamente y con una ceja
levantada – Aunque viéndolo desde otro punto de vista… ¿No eras tu el que vivía diciéndome que le diera
una oportunidad?

.- Si, si, si, lo hacía – Jasón no tuvo mas remedio que reconocerlo. Se comenzó a pasear de un lado al otro
del pequeño cuarto con las manos en la espalda. Parecía muy preocupado – Eso te lo decía antes de
entrarme de las últimas noticias – se mantuvo callado unos segundos – Tengo un mal presentimiento.

Como toda respuesta Harry saco de su chamarra un pequeño pero grueso sobre, que parecía contener
documentos muy importantes. Jasón se sorprendió un poco aun así logro sonreírle. Eso era un pacto que
tenían los tres. Si consideraban que estaban en un grave peligro, cargarían consigo los documentos u objetos
importantes. No podían permitir que la información se perdiera. Por lo tanto, y como siempre salían en
pareja, en caso de que a uno le pasara algo, le entregaría el sobre a su compañero con sus secretos mas
valiosos. Y si Harry lo llevaba encima, definitivamente era porque estaba seguro que podía tener, en
cualquier momento, un accidente. Jasón iba a reanudar su búsqueda pero Harry lo detuvo.

.- La caja que esta en ese rincón – señalo al fondo del cuartito, justo en la esquina derecha – Eso es lo que
buscamos – McGray le lanzo una mirada asesina, a lo que Harry se encogió de hombros y sonrió – Era
divertido verte buscar como loco.

.- Payaso – susurro lo suficientemente alto como para que Harry lo escuchara. Abrió la caja. Harry se le
acerco por la espalda para ver el contenido - ¿Qué se supone que es esto? Solo veo garabatos.

.- Son árboles genealógicos – explico Harry haciendo una mueca de desagrado por el poco conocimiento de
su amigo sobre esas cosas. Tomo los dos pergaminos del tamaño de una hoja de papel muggle – Gryffindor
y Hufflepuff – murmuro en voz casi inaudible. Se esperaba encontrar solo esos dos. Le extendió a su amigo
el de su casa.

.- Por ese tono debo suponer que te esperabas algo así – musito Jasón algo intranquilo mientras tomaba el
pergamino que le extendían. Tenía la esperanza que con esa visita todo se solucionara – Tu amigo Diggory
aparece aquí.

.- Acá los Longbottom’s y los Weasley’s – apunto el ojiverde con voz queda. Ya no miraba el pergamino, sino
dentro de la caja. Allí había tres trozos muy pequeños de pergamino. Retiro uno en donde logro reconocer la
palabra “Ravenclaw”. Inmediatamente después apareció otro trozo exactamente igual al que había retirado.

.- Es un sistema de protección de datos – atino a decir Jasón al lograr salir de su estupor. Harry cabeceo
afirmativamente y tomo los que decían “Gryffindor y Hufflepuff” Ocurrió lo mismo que la vez anterior, dos
trozos iguales se materializaron. Frunció el entrecejo un poco extrañado por esto. Introdujo lentamente el
pergamino con el árbol genealógico de Gryffindor dentro de la caja. A medida que lo hacía el pequeño trozo
de pergamino también lo hacía. Entonces comprendió todo.

.- Alguien ha estado aquí antes que nosotros – dijo Harry con ira contenida. Termino de depositar el
pergamino en la caja. Dos de los tres trozos de pergamino que tenía en su otra mano, desaparecieron –
Pero, al parecer el imbécil no contaba con el sistema de protección de la caja – le hizo un gesto a Jasón
indicándole que depositara el pergamino en la caja y la sellara – Lo que no me explico es como lo hizo. Solo
nosotros podemos abrir eso.

.- No creo que haya sido Jennifer, Harry – replico Jasón como adivinando los pensamientos de su amigo –
Aunque tal vez… - se retorció las manos nerviosamente –, sus padres. Ellos también tienen la sangre
Ravenclaw.
.- Eso no explica porque se llevaron el pergamino – espeto el moreno audazmente ante el comentario hecho.
Se revolvió el cabello aun mas – Además ellos llevan la sangre, pero desde que Jennifer naciera ellos
perdieron sus privilegios para acceder a estos documentos – miro el trozo de pergamino que le quedaba.
Parecía que estuviera cifrado o algo así. Rezaba lo siguiente:

Ravenclaw: CB/RV

Nac.: 1980

Doc.: A8/L810/R2336

.- Quien sabe…, tal vez usaron conjuros para evadir las protecciones – Harry lo miro duramente -, o Magia
Negra – ante eso se gano toda la atención de su compañero –. Mira, Harry. Yo no soy el más indicado para
decirte esto, pero… - suspiro -, creo que ha llegado la hora decirte la verdad sobre la familia de Jennifer…

.- ¿Verdad¿Qué verdad? – pregunto inmediatamente el joven Potter. Por fin sabría que era lo que Jenny le
ocultaba. Lo que había leído en sus ojos hace unas semanas – No me irás a decir que sus padres son dos
Trol…

.- …Te dejo claro, desde ya, que Jenny no es como esa gente – continuo El Hufflepuff interrumpiendo e
ignorando el comentario. Harry lo miro extrañado – Por eso a ella no le gusta hablar de ellos. Tu que has
estado con ella nunca has visto la marca – el rostro del ojiverde se tenso al atar cabos – Si, Harry. Es
precisamente lo que te imaginas – tomo un gran bocado de aire y soltó la bomba – Los Anderson’s son
mortífagos.

---

Paredes de aspecto mohoso y descuidado; suelo de madera putrefacta y la tenue luz de las antorchas era el
paisaje que enmarcaba un pequeño bar a las afueras de: Edimburgo, Escocia. Únicamente tres personas
ocupaban aquel lugar de deplorable aspecto. Dos hombres sentados en la única mesa del local y el cantinero,
detrás de la barra, que llevaba limpiando el mismo vaso desde hacía más de media hora. Ambos hombres,
vestidos con túnicas negras y capuchas cubriendo sus rostros, bebían una botella del mejor Brandy mientras
conversaban.

.- ¿Cómo va las cosas? – pregunto uno de los dos con voz tranquila. El aludido sonrió maquiavélicamente
mientras tomaba un trago de la bebida. Siempre ponía esa sonrisa cuando las cosas salían mejor de lo
esperado.

.- Mi señor estará muy complacido – respondió el hombre con notable excitación en su tono de voz. Sabía
que sería recompensado enormemente por sus acciones – El mocoso ha aumentado la desconfianza en su
hija, señor.

.- Mi pequeña se enojara bastante conmigo – reconoció pero igualmente sonrió. Se pasó una mano por la
barbilla, pensativo, antes de hablar – Pero…, estará feliz de saber que nuestro señor la ha seleccionado para
que sea la esposa del mocoso.

.- Se ha enamorado de él, señor – le informo con voz temblorosa, sabía de la posible reacción del otro
hombre ante este comentario. Sin embargo, lo que sucedería a continuación lo dejo totalmente
desconcertado.

.- El amor… - suspiro soñadoramente para luego soltar una sonora carcajada –, Mi niña esta creciendo…,
nuestro señor se esperaba algo como esto – al otro hombre se le desencajo la mandíbula totalmente
sorprendido -. Realmente es lo mejor que pudo haber pasado. El estúpido chiquillo no podrá desconfiar de la
veracidad de sus sentimientos.

.- Es un hueso duro de roer, señor – explico sirviéndose un poco mas de Brandy. Sonrió de medio lado,
burlonamente – Se ha resistido a los encantos de su niña todo este tiempo – ante la mirada de advertencia
del hombre agrego – Aunque si le soy sincero, no dudo que tarde mucho en caer. Esa joven puede ser
verdaderamente persuasiva. Es la única que consigue que el haga cosas que para los demás son imposibles.
Como por ejemplo: sonreír.

.- No podía esperar menos de ella – repuso el hombre complacido y con un deje de orgullo en su voz –
Después de todo…, ella lleva mi sangre y la de su encantadora madre; la sangre de dos sangre pura muy
poderosos. Es bella, tiene una gran personalidad y es poderosa. Su madre le enseño bien. ¿Qué más se
puede pedir?

.- ¿No le preocupa que su sangre se mezcle? Después de todo, el chico es un mestizo. Su familia sería
marcada por la impureza – inquirió con timidez el hombre, temiendo una vez mas la reacción del señor.

.- Error. Si se casa con mi hija, la sangre de su padre sangre pura prevalecerá y la de la sucia de su madre
desaparecerá de él – el otro iba a replicar pero él no le dio tiempo – Además lo importante esta en el linaje
de la sangre su padre, obviamente. ¿Le han estado dando las pociones?

.- Ha sido difícil – reconoció removiéndose incomodo en su asiento. Un poco mas de Brandy para calmar sus
sentidos. Prácticamente se había bebido solo la botella – Aun así las toma desde hace meses – un gesto
pidiendo especificidad le hizo corregirse – Dos para ser exactos. Justo después de la masacre en Rusia – hizo
una pequeña pausa para ingerir mas alcohol – El imbécil de Berbatov casi arruina los panes de nuestro señor
cuando prácticamente lo mata en Alemania. Solo tenia que capturarlo. A su hija ese error le costo caro.

.- Lo se. De igual forma mi pequeña se las supo apañar muy bien – replico el otro hombre tomando su
primer trago en varios minutos – Lo atraparemos la próxima vez. Aprovecharemos el mínimo error en sus
movimientos.

.- Es muy poderoso, señor – le advirtió el mortífago con voz queda. La botella de Brandy estallo y vio la
mirada amenazante en los ojos del otro hombre – Lo digo en serio. Magia sin varita, Artes Oscuras, Animagia
y un sin fin de cosas mas. Ese chico es un peligro. En especial con la magia negra. Cuando la utiliza… - se
estremeció de solo recordarlo -, es como ver a nuestro señor hacerlo.

.- Precisamente nuestro señor quería eso – el otro se desconcertó -, si eres estúpido. Una vez corrompido
por las artes oscuras no hay vuelta atrás. Tú y yo lo sabemos perfectamente. El Lord no lo logro en los
meses de entrenamiento pero el lo hizo solito después. Bueno…, tuvo un poco de ayuda – sonrió
maliciosamente.

.- Tenemos una oportunidad de atraparlo – señalo el otro obviando tanto el último comentario como el último
gesto del señor. Estas palabras provocaron que el hombre se reclinara para escucharlo mejor – Va ir a
buscar a una amiga mañana – le paso un pedazo de pergamino escrito con algunos datos.

.- Perfecto. Asegúrate de darle la poción – ordeno el señor después de unos segundos. El Señor Tenebroso
llevaba mucho tiempo esperando el momento de volver a tener al mocoso en su poder. Si se lo llevaban
ahora sería un perfecto regalo de navidad - ¿Fuentes de información?

.- Su hija y un pajarito – fueron las únicas palabras que salieron de su boca. El otro sabia, obviamente, quien
era su hija. Lo de pajarito se atribuía, lógicamente, a uno de sus informantes que él hombre nunca revelaba
– El chico tendrá la poción en su organismo, eso no es problema.

.- ¿Neutralizara al maldito Fénix? – el hombre negó con la cabeza. Su rostro se tenso – No importa. Nuestro
señor nos recompensara bien si tenemos éxito – hubo un pequeño silencio - ¿Qué hay del viejo y la Orden
del pajarito? Ahora que el mocoso volvió no creo que le deje solo.

.- De eso se encargo el chico. Le dejo muy claro lo que pensaba de él y su estúpida orden – dijo entre risas
burlonas. Pidió otra botella al cantinero que con un movimiento de varita la hizo aparecer – Y antes de que
preguntas mis fuentes, le digo que de esto me informo fue su hija.

.- Sabía que ella no me defraudaría. Una digna heredera de la familia – musito con aire soñador tomando un
trago directo de la botella – Y pensar que próximamente será la esposa de la mano derecha de nuestro señor
- suspiro muy, pero muy satisfecho con los informes recibidos. Agradecía al Lord el haber confiado esta
misión a su familia – Larguémonos de aquí o empezaran la fiesta sin nosotros.

.- Todavía nos queda algo de tiempo, la diferencia de horario nos da algo de ventaja – indico poniéndose de
pie y se encamino, cojeando, a la salida seguido por el otro hombre - ¿Nos vamos en traslador, señor Var…?

.- ¡No digas mi nombre idiota! – exclamo el hombre por lo bajo, interrumpiendo la metida de pata de su
acompañante. No le extrañaba que cojeara, sino que lo hacia más de lo normal. Vio un vendaje en la mano
derecha de su acompañante - ¿Y esas heridas?

.- Durante la masacre en la mansión de la heredera – explico el hombre haciendo una mueca de fastidio –
Nos dieron algunos problemas los malditos. Estúpidos Ravenclaw’s – escupió el hombre desdeñosamente –
Después nos divertimos con las mansiones de toda la manzana – el hombre pareció perderse sus recuerdos,
saliendo abruptamente al recordar algo importante - ¿Qué hacemos con el cantinero y los dos Aurores que
están en la bodega?

.- Mátalos a todos – ordeno el hombre que después pareció pensárselo mejor y le dijo – Tortúralos, y
después quémalos… - sonrió sádicamente –…vivos – el hombre asintió.

Salió a un callejón a oscuras, con destino Francia. Su señor estaba por arreglar cuentas con los maricas
franceses. Los estúpidos esos podían llegar a ser bastante útiles. Gritos desgarradores se escuchaban
provenientes del local mientras el olor a carne asada comenzaba a llegar a su sentido del olfato. Sonrió
desquiciadamente. Se habría encargado el mismo de esos sangre sucia, pero no quería mancharse las
manos; al menos no todavía. Ya llegaría su momento. Mañana, si todo salía según lo planeado, el mocoso
caería en su poder y el Lord completaría lo que inicio durante el mes de entrenamiento del chico. Sonriendo,
se desapareció con un plop.

Capitulo 18: Reina come torre, jaque al rey

Noche anterior. Lyon, Francia.

– Mi señor… – dijo un hombre vestido con túnica y capa negras, haciendo una inclinación de cabeza. En el
rostro una máscara blanca protegía su identidad –. Todo está listo. Sus órdenes fueron seguidas al pie de la
letra.

– Excelente, Berbatov – dijo el hombre frente a Berbatov admirando el edificio a unos metros de distancia –.
Como siempre serás bien recompensado.

Era de noche, madrugada más bien. El clima frío y templado por la inminente tormenta de nieve que se
avecinaba, que mas tarde diluiría la espesa sangre que iba a ser derramada. El edificio del ministerio francés,
a diferencia de la mayoría de los ministerios de otros países, no se encontraba en la capital de la nación.
Sino, en la floreciente ciudad de Lyon. El edificio, ubicado en a calle Rapport 85, de construcción inspirada en
la arquitectura francesa del siglo IX. Junto a la edificación, un pequeño bosquecillo que hacía las veces de
comedor y lugar de esparcimiento, era usado para albergar una fuerza de cientos de hombres; dispuestos a
satisfacer sus ambiciones y las de su señor. El elegante edificio, como ningún otro en la ciudad, pronto iba a
ser reducido a escombros. Repleto de trabajadores, que bajo morirían bajo el yugo del hombre que se
disfrutaba su poder en los límite del ministerio. Lord Voldemort.

Trabajadores que serían destajados con una brutalidad nunca antes vista, o asados en hogueras como en
tiempos de antaño. Familias enteras iban a ser destrozadas esa noche. Mujeres que divertirían a los
hombres, victimas de violentas violaciones carnales; y niños que servirían como juguetes de entrenamiento
para los mortífagos novatos. Teniendo como único testigo de todo esto a la noche, que utilizando la nieve
como lágrimas lloraría a sus hijos caídos. Y con el viento como voz, susurrando de forma ahogada, suplicaría
por el fin de una guerra que empezaba a cobrar sus primeras victimas. Noche triste, para el mundo mágico.
Lord Voldemort sonrió desde el interior de la capucha, con los ojos brillándole de gozo y maldad. Satisfecho
con sus planes y las acciones de sus mortífagos. Mirándose interiormente, de forma aprobadora por haber
delegado responsabilidades a personas más competentes como Berbatov. O Aldemar que había estado
reivindicando sus errores del pasado. Batallas menores, masacres debiera ser el termino correcto, habían
sido llevadas a cabo a lo largo de estos meses. Con Harry Potter haciendo lo posible por menguar solo lo que
Voldemort le permitía. El Señor Oscuro controlando todos y cada unos sus movimientos. Por lo que Harry
Potter, estuvo viviendo, todo este tiempo, en una ‘libertad’ surrealista. Con dos de las personas en las que
más confía, traicionándolo. Y lo único que había salido mal, era el escape del joven Malfoy. Porque Potter no
siguió el plan inicial, siendo, demasiado, Gryffindor. Por supuesto, el culpable había sido severamente
castigado.

La macabra sonrisa se acentuó todavía mas, cuando remembró las buenas nuevas que William Varney le
había traído horas antes. Las hipotéticas relaciones de alianza, y la posible protección del chico bajo el manto
del amante de los sangre sucia; fue destruida por el mismo Harry Potter con su arrogancia y el viejo loco con
su inmadurez senil. Ahora que Harry Potter había regresado del entrenamiento que él, Lord Voldemort, le
había permitido hacer y las fichas estaban colocadas en los puntos exactos y necesarios, la verdadera guerra
iba a comenzar. La Orden de la Serpiente haría su gloriosa aparición, por primera vez, tomando la cabeza
uno de los pilares del mundo mágico más fuertes: El Ministerio Francés.

Finalmente la señal que, sus hombres y él, habían estado esperando hizo su aparición. Casi pudo sentir la
maldad y tensión en el ambiente cuando el primer trabajador, en este caso mujer, salió por las pesadas
puertas laterales labradas en roble; en busca de algo de aire fresco. Con un susurro tan penetrante y filoso
como las estalactitas en una cueva, el silencio de la noche fue roto y la orden de ataque dada por el
mortífago Berbatov.

La mujer gimió, con el miedo en estado puro corriéndole por las venas. Decenas y decenas, que pronto se
convirtieron en centenas, de mortífagos ingresaron al ministerio por las puertas abiertas. Los gemidos de la
mujer fueron los primeros en escucharse, esa tormentosa noche. Dos mortífagos la torturaban sin un ápice
de consideración, mientras un tercero rasgaba la túnica del ministerio y tomaba una afilada daga, listo para
iniciar la mejor parte. Justo cuando la daga perforo la cavidad peritoneal, un grito desgarró el silencio de la
noche, y el primer copo de nieve fue liberado.

En algún lugar del espacio aéreo búlgaro…

Las turbinas del avión Boeing 767 iniciaron el proceso de retroceso, desacelerando conforme el aparato
descendía. Dentro, Ronald Weasley devoraba la bolsita de maní que daba la aerolínea como cortesía. A su
lado, Harry Potter mantenía la vista fija en la ventanilla, con el ceño ligeramente fruncido. Preocupado por
ninguna razón aparente, se había despertado esa mañana con una extraña sensación en la boca del
estómago y un mal presentimiento martillando su cabeza. Un sonido mecánico les indico a los pasajeros que
las compuertas que guardaban las ruedas, habían sido abiertas. Harry más pálido que de costumbre, observó
con una sonrisa como Ron terminaba con aperitivo. El avión tembló cuando las gomas de las ruedas hicieron
contacto con la pista de aterrizaje. Entonces, el piloto invirtió las turbinas completamente hasta que el avión
se detuvo. Harry quiso levantarse, sentándose casi de inmediato al invadirle una repentina debilidad. Una
azafata tomó el micrófono y les anunció, en inglés:

– Bienvenidos a la ciudad de Varna, Bulgaria – hizo una breve pausa mientras consultaba algo, para después
continuar –: La hora local es: 10:38 a.m. British Airways les desea una placentera estadía. Gracias por
preferirnos.

– Vamos Ron. Hora de irnos – anunció Harry, poniéndose de pie a pesar de sentirse mareado.

– ¿Ya llegamos? – preguntó Ron, desconfiado. – Este trasto tarda bastante. No entiendo porque no nos
aparecimos.

– Querías ver a Hermione, ¿o no? – replico Harry, perdiendo la paciencia con rapidez. Especialmente porque
estaba sintiéndose increíblemente débil.
Ron asintió bastante cohibido por la actitud de su amigo, antes de levantarse su asiento.

– Entonces había que venir en avión para mayor seguridad – dijo Harry, hoscamente. Abrió el
compartimiento sobre sus cabezas, donde tenía guardado un bolso de mano y volvió a dirigirse a su amigo –:
Ahora, ¡Avanza! No tenemos todo el día.

Lo empujó por todo el pasillo hasta la salida, sacando fuerzas de donde no había. La azafata junto a la
escotilla se dio cuenta, inmediatamente, del deplorable aspecto de Harry; cosa que Ron no parecía notar.

– ¿Se encuentra usted bien, señor? – preguntó la joven mujer, con la preocupación saltando a simple vista.

Harry la miró agradecido y dirigiéndole una amistosa y cálida sonrisa contesto:

– Perfectamente bien, señorita – dijo de manera cortés. Y antes que la joven pudiera decir algo más, añadió
–: No simpatizo mucho con estos aparatos.

La azafata quedo complacida con la respuesta y les dio paso para que por fin salieran del avión, pensando en
que una vez Harry saliera se sentiría mucho mejor; algo bastante lejos de la realidad.

En cuanto abandonaron la “snitch súper desarrollada” el estado de salud de Potter empeoró, y aun así ningún
signo de dolor se reflejo en su rostro. Pero esto, no evitó que tuviera que apoyarse de una de las paredes del
pasillo que los conducirían a la estafeta de control de emigrantes. Ron, sorprendido, rápidamente se acercó a
su compañero y le preguntó con voz nerviosa:

– ¿Qué pasa, Harry? ¿Te sientes mal?

– No te preocupes, Ron – respondió Harry, con la respiración un tanto acelerada –. Probablemente es algo
que comí.

El rostro de Ron se relajó visiblemente, obviamente tomando esa respuesta como una verdad absoluta. Tal
vez lo que lo empujó a esto fue su ferviente deseo que todo estuviera bien para poder visitar a Hermione sin
ninguna complicación, deseo un tanto egoísta a los ojos de la sociedad.

Una vez Harry estuvo lo suficientemente recuperado, se aproximó a Ron y lo tomó del brazo firmemente. La
acción provocó que su amigo lo mirara en busca de una explicación.

– ¿Qué estas haciendo, Harry? – preguntó Ron tratando de zafar su brazo del firme agarre, sin tener mucho
éxito.

– Estate quieto, Ron – dijo Harry, sin dar lugar a ningún tipo de replicación. Era una orden, un pedido.

Harry Potter miró a todos lados cerciorándose que nadie estuviera cerca o viéndolos. La única persona
relativamente cerca era la azafata de la puerta, y ésta estaba lo bastante entretenida en otros asuntos con el
capitán del avión como para prestarles atención. Harry cerró los ojos en busca de concentración. Luego de
unos segundos, desesperantes para Ron, desaparecieron del pasillo con un: plop.

Torre de los herederos. Castillo Hogwarts, Escocia.

Jennifer Anderson despertó sobresaltada, en su habitación en la torre de los herederos. Miró a ambos lados
buscando a su novio, Harry Potter, pero no lo encontró. Frunció el entrecejo, un poco molesta,
preguntándose donde podría estar. Un constante picoteo, en los ventanales de la habitación, le hizo caer en
cuenta que la había despertado en realidad. Con solo una camisa de seda azul cubriendo su vertiginoso
cuerpo, quitó las sabanas de en cima suyo y se aproximó al causante del molesto ruido. Sus contorneadas y
descubiertas piernas, hicieron el recorrido hasta el ventanal; donde una cortina de lino blanco la protegía de
los desafiantes rayos del sol, que luchaban por colarse en la habitación.
Jenny descorrió un poco las cortinas y abrió ligeramente el ventanal. Entrecerró los parpados un poco cuando
la luz del sol la cegó por instantes. Al reabrirlos se encontró con una lechuza negra de imponente y elegante
porte, postrada a sus pies. La lechuza extendió la pata dejando a la vista un sobre cuidadosamente atado.
Jennifer se puso en cuclillas momentáneamente para desatarlo y tan pronto como lo hizo, la lechuza
emprendió el vuelo. Intrigada por el halo misterioso que envolvía la situación, regreso a la comodidad de su
cama y tomó asiento.

Rasgó el sobre y sacó una breve carta escrita en pergamino que había dentro. La sangre abandonó su rostro
con rapidez impactante, al reconocer la letra de la persona que le había escrito. Y conforme iba leyendo la
carta un sudor frío, gélido más bien, comenzó a formársele en la frente. El labio inferior le temblaba con
descontrol mientras leía las últimas líneas y en sus ojos agolparon lágrimas de miedo, desesperanza y…
culpa. Las lágrimas corriendo libremente por sus mejillas y una horrible sensación de rabia e impotencia la
llenaron por dentro, preguntándose por qué Frank no les dijo nada del ataque a Francia. Rompió la carta en
pedazos y los pedazos volaron libremente por toda la habitación. En uno de ellos se podía leer claramente, lo
siguiente:

…la hora ha llegado,

Esta preparada,

Tu padre,

William Varney.

– ¿Jenny? – le llamó alguien desde la puerta, con preocupación en la voz.

Ella volteó a ver de inmediato. Era Jasón. Éste se alarmó cuando vio su rostro bañado en lágrimas, y corrió
hacia ella. Jenny buscó consuelo en los brazos de su amigo… su confidente y Jasón se lo dio envolviéndola
entre sus brazos.

– ¡Por Merlín, mujer! ¡Estas temblando! – exclamo Jasón estrechándola fuertemente, haciendo lo posible por
calmar el temblor que recorría el cuerpo de su amiga.

Cuando el temblor remitió lo suficiente y los descontrolados sollozos bajaron su intensidad, Jasón se animo a
preguntar que pasaba.

– ¿Qué esta pasando Jennifer? – preguntó, mas bien exigió, Jasón con un tono de voz extrañamente
calmado.

– Es… es… H-Harry – logró articular ella, gimoteando débilmente.

– ¿Qué pasa con él?

De pronto, Jenny abrió los ojos como platos, dándose cuenta que la carta de su padre le insinuaba algo más.
Algo que, si quitaba sus sentimientos de por medio, era igual de terrible a lo que le pudiera pasar a Harry. Se
liberó del abrazó abruptamente, tomando al heredero de Hufflepuff por sorpresa. Jenny corrió hacia el
ventanal y, con brusquedad, descorrió las cortinas completamente.

– ¡Oh Merlín! ¡Oh Merlín! – chilló Jennifer tan agudamente como sus cuerdas vocales se lo permitieron.

Jasón no perdió el tiempo y con un par de zancadas consiguió ponerse al lado de su amiga, solo para
quedarse mudo con la escena que tenía lugar en los límites de Hogwarts.

– Merlín… – fue todo lo que salió de su boca, en forma de susurro.

---
Enfermería. Castillo Hogwarts, Escocia.

Contemplaba el cuerpo de la mujer que jamás pensó que poder llegar a amar, con un manto de melancolía
cubriendo el tono grisáceo de sus ojos. Pensaba en todo el tiempo perdido, los insultos, los malos tratos y la
inmensa cantidad de desprecios que Pansy Parkinson había recibido de su parte; y sin embargo, ella siguió
ahí con él. Protegiéndolo, cuidándolo, sacrificándose y… amándolo. Finalmente cuando sentimientos sus
salieron a flote, el cruel destino, aliado con la despiadada vida, quería quitarla de su lado.

Suspiró tratando de mantener su sufrimiento enmascarado, tal y como siempre lo había hecho. Recordó, con
un deje de ironía, que la única razón por la que Pansy no había dejado este mundo para ir a uno
probablemente mucho mejor; se la debía a la persona que alguna consideró su enemigo y al que ahora le
debía lealtad incondicional. Una media sonrisa se le dibujo en el rostro ante el esto último.

Las puertas de la enfermería se abrieron de par en par y Draco Malfoy, al girar la cabeza, pudo contemplar la
tenebrosa figura de su profesor de pociones, en el umbral. Severus Snape sonreía satisfecho y hasta un
tanto arrogante, y Draco no pasó este hecho por alto mientras intentaba recordar cuando fue la última vez
que lo había visto sonreír de esa manera. Snape camino directamente hacia él y la joven Parkinson,
sosteniendo entre sus manos un vial que contenía una sustancia rosada chillón. Malfoy abrió los ojos
desmesuradamente al caer en la cuenta, que eso probablemente era la cura a todos sus problemas.

– No cantes victoria antes de tiempo, Draco – le advirtió Snape, pidiéndole calma con la mirada que le lanzó
–. Anoche acorde con Potter, que lo mejor era tratar que Pansy recuperara el conocimiento.

– ¿Para qué? – fueron las dos rápidas palabras que saltaron de la boca de Malfoy, con una desesperación
impropia de un miembro de esa familia. Segundos después, se dio cuenta de lo estúpido que había sido
preguntar eso.

– Por el simple hecho de que despierta, nos puede decir que maldición la atacó – se molestó en responder
Snape, fríamente.

El laureado profesor de pociones se inclinó sobre el cuerpo de su alumna y le levantó la cabeza, tomándola
del cuello. Con la otra mano le acercó el vial a los labios. Luego, echó la cabeza de la chica un poco hacia
atrás, siempre manteniéndola suspendida en el aire, y le vació el contenido del vial dentro de boca. Le
masajeó la garganta obligándola a tragar. Después, volvió a recostarle la cabeza en la mullida almohada y
retrocedió un par de pasos, para observar mejor cualquier cambio. Sin embargo, nada pasó.

Los minutos corrían con una rapidez impresionante, pero continuaba sin pasar nada. Y Draco, sin poder
hacer nada para evitarlo, se comenzó a desesperar; pensando lo peor. Justo cuando estaba a punto de caer
en la desesperación absoluta, los párpados de Pansy se abrieron lenta y pesadamente; como despertando de
un profundo letargo. Y de hecho, así era. Cuando los ojos de la rubia lograron enfocarse y acostumbrarse a la
luz, se posaron inmediatamente en la figura junto ella. Pansy no pudo reprimir una pequeña sonrisa, al darse
cuenta quien era y como la miraba.

– Pansy, yo…

Pero Draco no pudo continuar la oración, porque una tremenda explosión sacudió Hogwarts; provocando que
los cimientos más profundos del colegio se estremecieran. Draco, Pansy e incluso Snape, entraron en pánico;
producto del miedo a lo desconocido. El Señor Oscuro nunca atacaba de día, a menos que…

Propiedad de los Krum. Varna, Bulgaria.

– ¿Cómo voy a competir con todo esto? – preguntó Ron tratando de ignorar la elegante fuente de cristal que
se erigía a su izquierda.

– Me sorprende lo mucho que conoces a Hermione – dijo Harry, sarcástico mientras que en su interior crecía
la sensación de que algo malo iba a pasar.
Apretó el paso, marcando sus huellas en el camino de gravilla que los guiaba a la entrada principal de la
Mansión Krum. ‘Definitivamente, algo estaba mal’ pensó Harry en ese instante, sintiendo con mayor fiereza
como se debilitaba cada vez más. De todos modos, Harry trató de alejar ese pensamiento de su cabeza, en
un idílico intento de ser optimista.

Era un día sombrío, sin sol, y los árboles que se alzaban sobre el camino lo ensombrecían aún más; sin hojas
y cubiertos de nieve, acentuaban el ambiente lúgubre. Subieron la pequeña escalinata que los condujo
directamente a la puerta que protegía la entrada a la casa. Ron no perdió el tiempo y aporreó la imponente
puerta hecha de cedro. No hubo respuesta. Sin siquiera hacer un segundo intento, el pelirrojo lo volteó a ver
y con decepción le dijo:

– Creo que no hay…

La pesada puerta crujió al abrirse, interrumpiendo lo que Ron quiso decir. Hermione Granger, de carne y
hueso, se materializo ante ellos. Harry quedo impactado en cuanto la vio. Era impresionante lo mucho que su
mejor amiga había cambiado y, a pesar de eso, seguía siendo la misma. Él pensó, que probablemente sería
el largo período de tiempo en que no pudo verla.

– ¿Ron? – preguntó Hermione, desconcertada. Hubiera esperado a cualquier persona menos a él ese lugar. –
¿Qué haces aquí?

Ron se puso sumamente nervioso por la pregunta, y sus orejas y rostro tomaron un color rojo carmín
bastante más fuerte de lo normal.

– Pues verás… lo que ocurrió fue que… bueno, tu sabes – balbuceó Ron, sin saber que era lo que debía decir,
o hacer, en una circunstancia como esa.

– No se Ron, no se – le contradijo Hermione, perdiendo un poco la paciencia. Se giró hacia Harry y le


preguntó –: ¿Y tú eres…?

Harry le dedico una resplandeciente sonrisa, que casi no se noto por lo pálido de su piel, y un leve sonrojo se
adueñó de las mejillas de su mejor amiga. No todos los días un chico, tan guapo y galante, te sonreía de esa
manera tan encantadora; aunque ese chico parecía bastante enfermo. Ron frunció el entrecejo por esto.

– Un amigo de Ron – contesto Harry manteniendo la sonrisa. Le tomó la mano cortésmente y le plantó un
delicado beso en el dorso de esta –. Y creo que tuyo también – añadió momentos después, ensanchando la
sonrisa, con algo de esfuerzo, al ver como el sonrojo tomaba posesión de todo el rostro de Hermione.

Ron estaba furioso, se suponía que la visita era para que aclarara las cosas con Hermione; no para que Harry
coqueteara con ella descaradamente. Dio un paso hacia ella y con un manotazo hizo que Harry soltara la
mano de su Hermione. Ella, por otra parte, volteo a verlo enojada por tal atrevimiento.

– ¿Qué demonios haces, Ron? – preguntó Hermione, con los ojos brillándole peligrosamente por el enfado –.
Esas no son maneras de tratar a la gente.

Harry observó divertido como su amigo hacia intentos inútiles por explicar su ataque de celos repentino.
Sabía perfectamente que su acción había estado de más y que con eso haría reaccionar a Ron. Sonrió de
medio lado, esa era la idea.

– Yo… – Ron suspiró abatido –, lo siento.

Hermione pareció satisfecha con la disculpa y tomó aire antes de retomar el tema que mas le interesaba,
¿Quién era ese apuesto chico?

– Bien – dijo Hermione, complacida –. Ahora dime quién es tu amigo.


– Mírale bien los ojos – dijo Ron, escuetamente. Nada esta saliendo como lo había planeado. Las cosas no
podían ir peor, ¿o sí?

La mejor amiga de ambos, miró a Harry ‘el chico enfermo’ directamente a los ojos y entonces lo supo. Abrió
los ojos desmesuradamente y Harry sonrió débilmente una vez más, dándose cuenta que su amiga lo había
reconocido.

– ¡Harry! – chilló Hermione, con la voz ahogada de la emoción y lanzándose precipitadamente a sus brazos.

Lo abrazó con todas sus fuerzas, temiendo que si lo soltaba Harry se desvanecería. Él la rodeó por la cintura,
devolviéndole alegremente el abrazó. Ron miró la escena con los ojos inyectados de sangre por el coraje que
le invadía y considerando que tal vez hubiese sido mejor quedarse en Inglaterra. Que equivocado estaba.

– No sabes lo mucho que te extrañe – murmuró Hermione sollozando y apretando mas el abrazó.

– Yo también te extrañe, Hermione – susurró Harry, estrechándola tan firmemente entre sus brazos, como
su creciente debilidad le permitió.

Enfermería. Castillo Hogwarts, Escocia.

– ¡Nos atacan profesor! – gritó una chica de cabello rubio, entrando a la enfermería a trompicones.

Draco Malfoy giró a verla rápidamente, y se sorprendió de ver a la que alguna vez llamó ‘Lunática Lovegood’
anunciándoles el inminente ataque. Con su cabello rubio despampanante hasta la cintura y en sus azules
ojos una mirada desafiante, camino con determinación hasta ellos. Los miró con los brazos en jarra,
esperando una reacción de su parte. Pansy y Draco, estaban en un estado de ‘shock’ demasiado profundo
para responder. Por eso, Snape se hizo cargo de todo.

– ¿Cuál es la situación, Srta. Lovegood? – inquirió Snape con el todo de voz de siempre, frío y desinteresado.

– Creo que eso salta a simple vista, señor – dijo una voz desde la puerta, con evidente sarcasmo.

Snape quedó silenciado por la mirada cargada de valor y confianza, que tenía Neville Longbottom en sus ojos
cafés. Mirada que le recordaba expresamente a Frank Longbottom, el Auror. Snape carraspeó recuperando el
habla y la compostura.

– ¿Con cuantos efectivos contamos, Longbottom? – preguntó Severus Snape lanzándole una mirada
amenazadora, previniendo a Neville de volver a hablarle en ese tono impertinente.

– El Ejército de Dumbledore esta listo para entrar en acción, señor – respondió Neville de inmediato, con un
tono de voz que rayaba en lo diplomático.

Al escuchar el nombre del director del colegio, Snape recordó con preocupación que Dumbledore actualmente
no se encontraba en el colegio. Además, existía la imperiosa necesidad de contactar a la Orden del Fénix
para tener los refuerzos necesarios; un grupo de mocosos inexpertos no era suficiente para detener al
ejército del Señor Oscuro. Sin contar el hecho que tenía una alumna gravemente enferma en la enfermería,
que debía proteger en pos de la sanidad mental de su ahijado.

Otra explosión acompañada por un estremecimiento de la estructura del castillo, fue suficiente para sacarlo
de sus cavilaciones y asumir el mando.

– Lovegood, tu te quedas aquí y cuidas a Parkinson… – empezó Snape con voz potente y neutral –, con tu
vida si es necesario.
Luna asintió y sonrió ante la mueca de desagrado que hizo la Slytherin, obviamente no le agradaba mucho la
idea. Snape giró hacia Longbottom y lo examino durante unos segundos, antes de decidir que él sería lo
suficientemente apto como para dirigir los mocosos en la batalla.

– Longbottom, reúne a tu grupo y llévalos a las puertas del castillo – ordenó Severus, con una voz que no
dejaba lugar a replicas –. No resistiremos un ataque frontal, por lo que debemos retenerlos fuera del castillo
lo más que podamos. Asegúrate de reforzar bien las puertas del castillo.

Neville también asintió y salió corriendo de la enfermería, preparándose mentalmente para lo peor. Entonces,
Snape dirigió toda su atención a Draco. Sabía que Draco quería quedarse a cuidar de Pansy, pero en estos
momentos los servicios de un mago experimentado como él eran necesarios.

– Draco, se que…

– No te preocupes por mi, Severus – le interrumpió Malfoy adquiriendo su mirada fría y arrogante de siempre
–. Haré lo tenga que hacer.

– Bien, entonces necesito que busques a los compañeros de Potter – continúo Snape con su serie de órdenes
–. Informales de la situación y encuéntrenme los tres fuera del despacho del director.

Draco también asintió y se encamino a la salida, no sin antes dirigirle una mirada cargada de emociones a
Pansy. Ella le sonrió cansada, alentándolo a seguir su camino. Nuevamente otra explosión sacudió el colegio
y el rostro de Severus Snape adquirió un matiz de preocupación, poco característico en él. Mal día había
escogido la Confederación Internacional de Magos para hacer una reunión. Ahora entendía porque Voldemort
había atacado tan brutalmente Francia. Era parte de su plan y, a la vez, una pequeña diversión.

– Profesor, creo que debería irse – dijo la voz de Luna Lovegood, tentativamente y sacándolo de sus
cavilaciones.

– Sí, y una cosa más Lovegood – dijo Snape, con voz menos fría de lo normal –. No se cuanto vayan a durar
las barreras del colegio, en especial si el Señor Tenebroso esta allá afuera. Pero si algo llega a ocurrir, usted
y Parkinson vayan a mi despacho y utilicen la chimenea para huir de aquí, ¿entendido?

Snape no esperó respuesta y dio media vuelta para salir de la enfermería y perderse en la maraña de
pasillos, con su túnica susurrando contra el aire. Cargando el peso de la escuela sobre sus hombros,
debiendo llamar a una menguada Orden por el ataque francés y reunir a todos los profesores. Maldito
Dumbledore.

Casa de los Krum. Varna, Bulgaria.

Hermione se separo de él y, al contrario de Ron, se pregunto inmediatamente por su aspecto enfermo,


preocupándose ahora porque sabía que se trataba de Harry. El rostro de Harry, en cambio, se enserio
visiblemente y el moreno giro su cabeza hacia la vereda de gravilla por donde él y Ron habían venido. No
encontró a nadie, aparentemente.

– Maldita sea – mascullo Harry entre dientes. Hurgó

– Harry, ¿Qué…? – comenzó a decir Hermione.

Sin embargo, Harry sabiendo que ser precavido nunca estaba de más, hurgó los bolsillos de su abrigo negro
y saco una pluma de fénix negra y un trozo de pergamino ya escrito. Enrollo el pergamino alrededor de la
pluma, bajo la atenta mira de sus mejores amigos, y con un ligero golpecito de su mano, desapareció con un
ruido semejante al de una pequeña explosión.
Y, tomando mas precauciones de las necesarias, Harry, le hizo caso a lo que decía la nota que le había
envidado Frank con la dirección de los Krum. Chasqueó los dedos y balanceó la muñeca en un movimiento
circular. Vésper se materializo a la altura de su cabeza. Ron y Hermione no hicieron nada más que
asombrarse.

– Anda con Frank, viejo amigo – le habló Harry a la mitológica ave, acariciándole cariñosamente la cabecita.
Vésper dejó escapar un alegre sonido –. Dile que estamos en peligro – añadió con otra caricia. El Fénix volvió
a cantar, en un asentimiento y se desmaterializó.

Entonces, por el rabillo del ojo, Harry los vio. Eran mortífagos, muchos mortífagos. De pronto el rellano se
iluminó por un resplandor verde y las dos palabras más temidas por cualquier mago, fueron pronunciadas:

– ¡Avada Kedavra!

Ron abrió los ojos como platos, Hermione ahogó un grito y Harry tuvo una reacción más… cuerda. El
resplandor de luz de la maldición prohibida se hizo mas intenso y todo lo que paso a continuación, sucedió en
menos de un segundo. Harry abrazó a Hermione contra su cuerpo y girando un poco se coloco de espaldas a
la maldición, esperando recibir el impacto.

Torre de los herederos. Castillo Hogwarts, Escocia

Draco Malfoy derribo la puerta de la habitación Ravenclaw, con un movimiento de varita y la encantación
‘Bombarda’. Frunció el ceño al ver a los supuestos ‘defensores’ del colegio, consolándose el uno al otro por la
desgracia inminente. Bueno, más bien McGray parecía hacer el patético intento de confortar a Anderson.
Entró al cuarto con paso impetuoso, haciendo su camino hasta la cama, llamando la atención de los dos
herederos; que por alguna extraña razón no escucharon la explosión de la puerta.

– ¿Se puede saber que están haciendo par de idiotas? – espetó Malfoy, con su característica forma de hablar
arrastrando las palabras.

– Hola huroncito, ¿Qué haces aquí? – pregunto Jasón, irónicamente. Se separó de Jenny y se puso de pie.

– No seas imbécil, McGray – dijo Malfoy con veneno en la voz y lanzándole una gélida mirada –. La escuela
esta siendo atacada y ustedes están aquí, romanceando.

Jenny se levantó también y le dirigió una mirada que podía pasar por ‘intimidante’. Draco sonrió
maliciosamente en su interior, conforme admiraba las largas piernas de la chica. Potter era un bastardo con
suerte. Jenny se sonrojó al percatarse de la mirada y rápidamente quiso disculparse:

– Nosotros no estábamos…

– Anderson, no hay tiempo para excusas estúpidas – la cortó Malfoy de raíz, evitando que empezara un
monólogo sin fin –. Snape nos espera afuera del despacho del director.

Draco había emprendido el camino hacia la salida, cuando una pequeña explosión lo hizo detenerse. Miró a
Anderson y McGray en busca de una explicación, encontrándola en las manos del Hufflepuff: Una pluma de
Fénix. Él sabía perfectamente como funcionaban. Se utilizaban para mandar mensajes importantes y eran
difíciles de conseguir. Por lo que, Malfoy, pudo concluir que tenía que ser de Potter. Pero McGray se había
quedado estático con la pluma entre las manos, sin hacer nada. Suspiró enojado, este par de inútiles
parecían no funcionar sin Potter guiándolos.

– Hazle un favor a la humanidad, McGray, y lee el maldito pergamino de una buena vez – ordenó Malfoy,
socarronamente.
Jasón pareció salir finalmente de su estupor y leyó la nota con avidez. Jennifer parecía estar a punto de
colapsarse de la desesperación. Luego, Draco vio que McGray llevaba a Anderson a un rincón de la
habitación. La cara de Anderson se transfiguro en todas las muecas de horror y desesperanza que Malfoy
alguna vez había visto. Entonces, Anderson silencio al Hufflepuff con un beso en la mejilla y le empezó a
decir algo que, desde la distancia, se veía realmente importante.

La cara de McGray también se transfiguró una sola vez, toma una mueca entre la decepción y el enojo. Le
dio el trozo de pergamino a Anderson y, desenfundando su varita, invocó un grueso sobre de papel Manila
que guardó en su abrigo. Anderson lloraba inconsolablemente, al tiempo que McGray se separaba algunos
pasos de ella y miraba a Draco directamente a los ojos. Con un asentimiento de cabeza y sin saber
exactamente porque, Malfoy le deseo suerte en la tarea que iba a emprender; teniendo el presentimiento de
que no volvería a ver al imbécil de McGray. Después, McGray desapareció con un movimiento de varita y un
suave: plop.

Malfoy no perdió el tiempo y apresuró a la ‘llorona’ Anderson.

– Muévete, Anderson – dijo Malfoy, con voz fría y retomando sus pasos hacia el despacho del director –. No
tenemos todo el día.

– Toma – le dijo Jenny caminando tranquilamente a su lado y pasándole el trozo de pergamino. Ya vestida
con túnica y capa negras. Solo le falta la máscara, hubiera pensado cualquiera.

Por segunda vez en poco tiempo, Malfoy frunció el entrecejo. Aceptó la nota con algo de recelo. ¿Cómo era
que ‘llorona’ Anderson se había recuperado tan rápido de su ataque de ‘llanto’, se preguntó Malfoy, mientras
recorría los pasillos del colegio teniendo las constantes explosiones como banda sonora. Finalmente, decidió
leer aquello que había puesto a Anderson en ese estado de ánimo y hecho que McGray partiera. La nota
rezaba lo siguiente:

Estoy bajo ataque.

Malfoy no se permitió hacer ningún tipo de gesto ante esas palabras. Sin embargo, si se permitió pensar en
lo que significaban. El Señor Tenebroso había planeado un doble ataque, y el idiota de Dumbledore le había
dado la oportunidad perfecta con su estúpido baile de Navidad. Después de todo, ¿Qué era más importante?
¿La vida de Harry? ¿O la vida de los estudiantes en el colegio? Cada quien tendría su propio punto de vista, y
eso lo hacía interesante.

A lo lejos diviso la siniestra figura de Severus Snape, y a medida que se acercaba más y mas a la gárgola
que protegía la entrada; una sensación de peligro inminente crecía en su interior. Le sorprendió ver a su
maestro de pociones solo, decepcionándose al creer que algún refuerzo también los estaría esperando.
Especialmente ahora que McGray se había marchado.

– ¿Dónde esta McGray? – fue la primera cosa que preguntó Severus Snape cuando Malfoy llego a su altura.

Malfoy le entregó el trozo de pergamino y susurró algo que sonó a ‘Potter’. Snape la ojeó por encima y
asintió comprensivamente. Incluso, Malfoy pudo notar un ligero palidecer en la, de por sí, blanca piel de su
profesor.

– ¿Y Anderson? – preguntó Snape, impaciente –. Lo que queda de orden llegara en cualquier momento, no
ha tiempo que perder.

– Esta… – se dio cuenta que no estaba a su lado, por lo que dio media vuelta y se encontró con ella justo
detrás de él –…aquí – terminó la frase apartándose para que Snape pudiera verla.

Craso error. Los negros y abismales ojos de Snape, se agrandaron mucho más cuando coincidieron los de la
heredera de Ravenclaw. Las pupilas dilatadas y una, no muy común, boca ligeramente abierta, delataban el
estado de aturdimiento en el que Snape estuvo por varios segundos. Los sonidos de las explosiones haciendo
eco gravemente en su cerebro, mientras terminaba de atar cabos y una escalofriante conclusión tenía lugar
en su cabeza. Potter estuvo viviendo con el enemigo.
– ¿Elizabeth? – pronunció Severus Snape, con la incredulidad marcada vehementemente en su tono de voz.
– ¿Elizabeth Varney?

Jennifer, o debería decir Elizabeth, sonrió de medio lado al tiempo que el sonido de las explosiones cesaba;
sumiéndolos en un intranquilo silencio. Y, como si el cese al fuego fuese una señal, Elizabeth desapareció con
un movimiento de su mano. El rostro de Snape volvió a tomar su forma natural casi de inmediato y posó una
mano sobre el hombro de su ahijado.

– ¿Qué no era Anderson? – preguntó Malfoy, arrastrando las palabras. Pero también ligeramente confundido.
Si Anderson en realidad era Varney entonces…

– Es justo lo que estas pensando, Draco – le confirmó Snape como adivinándole el pensamiento –. Los
Varney son tan o más mortífagos que los Malfoy. Potter ha sido engañado de la manera más idiota.

Malfoy maldijo al ‘par de idiotas’ por hacerle perder el tiempo. Y también maldijo a Potter por ser tan imbécil,
¿Por qué tenía que ser tan estúpidamente Gryffindor? Confiar demasiado en la gente era generalmente
peligroso. La traición de la noviecita de Potter, era el claro ejemplo de esto.

– Vamos Draco – le apresuró Snape ya a un par de metros de él –. Las barreras han sido traspasadas. Puedo
sentirlo.

– ¿Cómo es eso? – replicó Malfoy siseando y frunciendo un poco el ceño. Aceleró la marcha para alcanzarlo y
añadió –: Las explosiones dejaron de escucharse.

– Es precisamente por eso que estoy preocupado – dijo Snape, con voz neutra y sin molestarse en mirarlo.

Hubo un breve silencio, en el que Malfoy pensó que Snape no le diría nada más hasta que llegaran a su
destino, pero se equivocó. Poco después, Snape volvió a hablar:

– Los demás profesores están custodiando las entradas de las salas comunes – dijo y prosiguió con lo
siguiente –: Nosotros debemos encargarnos de que Longbottom, no sea demasiado… Longbottom – terminó
con una sonrisa sarcástica en el rostro.

Malfoy asintió, devolviéndole la sonrisa, y le siguió. Iba a ser divertido ver a Longbottom, tratando de
mantener el liderazgo y auto-confianza necesarios, para sacar adelante una situación como esta.

Propiedad de los Krum. Varna, Bulgaria.

Harry nunca llegó a sentir el impacto de la maldición en su cuerpo, y el alivio lo embargó cuando miró a su
lado y vio que Ron estaba vivo, con los ojos abiertos como platos por el susto, pero al fin y al cabo vivo. Giro
sobre si mismo para ver que había impedido que la maldición le diera, sintiendo que el remordimiento le
invadía al ver el cuerpo de un joven unos tres años mayor que él, tirado en el suelo. Era Víktor Krum. Esos
sentimientos desaparecieron de su ya-acostumbrado-a-las-perdidas corazón, sin dejar rastro alguno más que
el de la venganza.

Separó el cuerpo tembloroso de Hermione, le lanzó a Ron una mirada severa y susurró un “Cuídala Ron”.
Weasley comprendió al instante, y se acerco a Hermione para abrazarla y protegerla. Olvidándose de ellos,
Harry encaró al centenar de mortífagos que se habían instalado en los terrenos de la familia Krum. A pesar
de la debilidad que acusaba su cuerpo, Harry sonrió retorcidamente mientras camina hacia ellos. Estaba
seguro de poder enseñarles una lección. Harry desenfundó varita, no creyéndose capaz de hacer magia sin
ella. Detuvo su caminar a unos cuantos metros del vasto muro humano.

– Buenas tardes, mis queridos mortífagos – saludó Harry con una expresión de piedra en el rostro que, unida
a su palidez, le daba una cierta semejanza al Señor Oscuro en su juventud –. Que alegría verlos aquí hoy.
Varios mortífagos temblaron de pies a cabeza, ante sus palabras libres de emoción. Novatos, pensó Harry.
Pero la mayoría se mantuvo plantada en su posición, aguardando el primer movimiento del ‘niño-que-vivió’.
Harry tuvo que reconocer, irónicamente, que Voldemort lo tenía en alta estima si había mandado tal legión
de mortífagos a matarlos. Eso, o quería un trabajo bien hecho y sin errores.

En la distancia, Hermione trataba de librarse del agarre de un Ron mucho más fuerte que ella. Viendo,
desesperada, como Harry se iba a enfrentar solo a ese montón de mortífagos, y sin siquiera notar el cuerpo
que yacía en el suelo, frente a ella.

– Por ordenes del Señor Tenebroso – dijo uno de los mortífago de la línea frontal, dando un paso hacia Harry
–, queda usted bajo arresto. El Señor Tenebroso no tolerara ninguna resistencia y la única condición para su
arresto es mantenerlo con vida. Así que, haznos un favor a todos Potter y entrégate por las buenas.

Harry enarcó una ceja, sarcástico. Un importantísimo debate se llevaba acabo en su interior, ¿Quién era mas
imbécil? ¿Voldemort? ¿O sus vasallos?

– Creo que será por las buenas, mi muy buen amigo – dijo Harry con voz calmada. El mortífago sonrió
satisfecho por haber conseguido el arresto sin ninguna baja. Y extrañamente, sonrió todavía más cuando vio
que Harry levantaba la varita con un movimiento fluido, les apuntaba y gritaba –: ¡Implosión!

Un hilillo de humo fue todo lo que salió de la varita, dejando a Harry maldiciéndose por dentro.

– Hasta la vista, Potter – volvió a hablar el mismo mortífago con la misma sonrisa satisfecha de antes.

Lo siguiente que vio Harry fue una turbe de mortífagos apuntándole, y rayos de todos los colores imaginables
dirigiéndose hacia él. Su cuerpo entumecido le impidió moverse con rapidez, y cerró los ojos preparándose
para lo peor. Al parecer la arrogancia adquirida los últimos tiempos, lo había llevad a su fin. Sonrió. Los
terrenos de la familia Krum, resplandecieron cuando las maldiciones hicieron contacto. Desde la casa, se
escuchó un chillido ensordecedor:

– ¡¡Harry!

FINAL DEL CAPITULO 18

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