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CAPÍTULO 14
1. El poder de la comunicación
Gran parte de lo que quiero decirles en este capítulo se resume en dos ideas aparente-
mente simples :
Ambas ideas nos introducen en el núcleo duro del libro porque, en último término, este
un libro sobre el poder de la comunicación. Así que ha llegado el momento de desarrollar-
las, para ello nada mejor que partir de las dos primeras citas que encabezan el presente ca-
pítulo .
terapéutico superior al de los propios médicos : «Voy a darte una prueba convincente, me ha
sucedido ya muchas veces que acompañando a mi hermano y a otros médicos a casa de uno
de esos enfermos que no quieren tomar la medicina o confiarse al médico para una operación
o cauterización, cuando el médico no podía convencerle, yo lo conseguía sin otro auxilio que
el de la retórica» (González Bedoya, 1990) .
El poder de la comunicación es tan fuerte que no sólo puede curar sino también matar .
No es una exageración : la palabra hiere, la palabra mata . Si alguien tiene alguna duda, que
pruebe a gritar «¡Fuego!» en un teatro o en una discoteca abarrotada de público . Lo más pro-
bable es que al día siguiente salga en la crónica de sucesos . Hablando de sucesos, cuando nos
llegan las imágenes duras de un fusilamiento en alguna parte revuelta del mundo, cabe pre-
guntarse quién es el que mata, si la bala carente de voluntad que sale del fusil, el soldado que
aprieta el gatillo, el militar que da la orden de fusilamiento, el tribunal que senteñció, - o -la so-
ciedad que se concede unas leyes en las que tiene cabida la muerte legal . Solemos decir que
fue la bala quien lo mató, pero ¿no estaremos confundidos?
Cuando algo -ten este caso la palabra- tiene el poder de curar y de matar no puede ex-
trañarnos que alcance una dimensión mítica. Por ello no está demás recordar que en diferen-
tes cosmogonías se vincula la palabra/el verbo/el logos con la creación del Universo y la vida,
y que en culturas animistas dar nombre a un objeto, a una ciudad o a un ser era un acto sa-
grado, una forma iniciática de insuflar vida en la realidad que había que preservar en secreto
para que otros no se la apropiasen .
Pero a pesar de tantos siglos de público reconocimiento, la realidad cotidiana --desde la
estresante frialdad del trato hospitalario a la desmotivante carencia de comunicación interna
en las empresas, pasando por las declaraciones fuera de tono a que nos tiene acostumbrados
la clase política-, hace patente, con la fuerza de los hechos, que la comunicación es todavía
un factor no suficientemente profesionalizado, un poder todavía no dominado en muchos ám-
bitos de la gestión social, política y económica . 3
En mi opinión esta situación se debe, en gran parte, a una errónea concepción de la co-
municación por parte de nuestros gestores . Y muy especialmente al hecho de disociar la
comunicación de la acción y no entender que la interacción simbólica forma parte de su ges-
tión y que no es algo añadido a posteriori. Pero no nos equivoquemos, esos gerentes, empre-
sarios, y políticos, ya intuyen o conocen el poder de la comunicación -por eso tienen un jefe
de prensa o un gabinete de comunicación propio más una firma consultora de apoyo-, lo
malo es que piensan que ese poder sirve para borrar o desfacer los entuertos que previamen-
te ellos han cometido en su gestión y no para mejorar esa gestión . «Llama a tus amigos pe-
riodistas y que no hablen más de ese asunto» es la frase largamente repetida que mejor retra-
ta esta situación . Cuando eso no funciona y la queja popular es ya un clamor, acuden a la se-
gunda frase «Lo hemos hecho bien pero lo hemos explicado mal» (disociación comunicación-
acción), sin darse cuenta de que la realidad de los ciudadanos es justamente la que perciben
y no la que ellos tienen en su cabeza . Me temo que estamos viviendo un momento de deso-
rientación en tomo al poder de la comunicación . Dicho esto, no sería justo cargar toda la cul-
pa sobre los actores sociales, con olvido de que precisamente esas concepciones secuenciales
y fragmentarias de la comunicación que manejan nuestros gestores han sido suministradas por
los propios teóricos de la información, la comunicación y la economía de la primera mitad el
siglo xx, tal y como hemos visto en los capítulos precedentes . Por eso, cuando digo que tie-
nen una concepción errónea, quiero decir inadecuada para la acción social, económica y po-
lítica, pero no necesariamente acientífica . Afortunadamente, las Ciencias de la Comunicación
han sabido hacer el tránsito desde un paradigma cibemético-informacional a otro más huma-
no y pragmático, donde tiene cabida la interacción social y la cultura . Y es de esperar que ese
cambio se acabe reflejando en los comportamientos de los operadores .
fincente, me h:a Cuando pensamos en la comunicación como una forma de acción, tal y como hemos pro-
s a casa de unrn pugnado en el capítulo precedente, es evidente que ya no estamos tratando de un mero pro-
i una operación ceso aséptico de «transmisión de informaciones y de significados» para adaptamos mejor a
)tro auxilio que nuestro entorno (Wright, 1959), ni tampoco nos estamos refiriendo a un mero «proceso de so-
cialización» (Aranguren, 1986) por importantes que estos procesos sean---' sino que esta-
también matar mos hablando de acciones de mutua influencia entre seres humanos' de las que derivan :
puna duda, que
;o . Lo más pro a) Cambios político-económicos que se desean provocar de acuerdo con los objetivos
;os, cuando nos empresariales/institucionales/políticos : conseguir una cuota de mercado ; ganar unas eleccio-
indo, cabe pre nes, cambiar una ley ; concienciar a la población contra el exceso de velocidad en carretera ;
el soldado que evitar que se maten más ballenas, etc . ; pero al mismo tiempo,
itenció,'o la lo- b) Situaciones sociaies eh las que unos actores adquieren posiciones'dominahtes, mien-
emos decir que tras que otros jugadores se ven relegados a papeles política, social o económicamente menos
favorecidos .
ir no puede ex- Desde este enfoque pragmático, Luckmann nos recuerda que «la comunicación como
que en diferen- toda acción crea poder y se opone al poder» . Poder de hacer ver a los demás nuestro punto
verso y la vida, de vista para transformar la sociedad, pero también poder del hombre individual y en equipo
era un acto sa- para mejorar su posición relativa dentro del grupo .
:rvar en secreto
El uso social del poder de la comunicación suele provocar dos reacciones, ambas en mi
opinión equivocadas . Una de rechazo, considerándolo una manipulación de los grupos fácti-
cos . Una idea peyorativa de la persuasión que llega a nosotros desde Platón y que se refleja
en la frase popular «Nos quieren comer el coco» . La otra reacción es de hipocresía . En la me-
dida en que los políticos no suelen admitir que buscan el poder, se ha convertido en regla ge-
neral encubrir el poder de la comunicación y sus objetivos persuasivos bajo eufemismos ta-
les como «influencia social», «sensibilización social», «relaciones humanas», «relaciones pú-
blicas», «psicología gerencial», «aptitudes para el liderazgo», «principios de conducta
humana», «oficinas/servicios de información», etc . (Bernays, 1965 ; Lerbinger 1979).
Pero nada implica que la influencia y el poder de la comunicación tengan necesariamente
efectos negativos, sino que constituyen una parte sustantiva del juego de la vida . Ya hemos
dicho, de la mano de Buchanan (véase cap . 6), que la explicación de nuestros intercambios
(incluidos los simbólicos) no radica tanto en el egoísmo (que todos tenemos y carece de sen-
tido negar) como en la diferencia (relacional) . Renunciar a una cierta visión idealista y asép-
tica del ser humano y aceptar esta premisa nos puede ayudar a comprender mejor las situa-
ciones en que estamos inmersos, a interpretar con más claridad los mensajes que recibimos
de nuestro entorno y a anticipar las intenciones y estrategias de nuestros interlocutores . En-
tiendo que ya va siendo hora de que asumamos el hecho de que los seres humanos nos in-
fluimos y manipulamos6 recíprocamente de acuerdo a intereses que, a veces, pueden ser al-
truistas, pero que en una mayoría de los casos son individual o colectivamente egoístas .
Pero asumir no significa descuidar . Esa capacidad de provocar actuaciones de los demás,
desencadenando procesos que unas veces controlamos, 7 pero que en otras ocasiones se esca-
pan de nuestras manos generando errores que se suelen pagar caros,8 hace que los actores so-
ciales traten de evitarlos o minimizarlos . Lo que nos lleva a la segunda de las ideas con las
que iniciábamos este capítulo, la comunicación como todo poder debe ser administrado
con criterios estratégicos, del mismo modo que también hay que someterlo a unas reglas de
juego .
Cuando decimos que la comunicación representa un poder que hay que administrar, no
estamos incurriendo en una afirmación gratuita ni voluntarista . Los negocios, el marketing y
la política son procesos de intercambio que difícilmente podrían culminarse sin la ayuda de
la comunicación (piense el lector por un momento en esa eventual posibilidad) . Por ello no
veo razón alguna para incluir otras fuerzas en el mix de factores que la dirección de una or-
ganización ha de administrar con criterios estratégicos -tal y como propone el management
contemporáneo- y no hacer lo mismo con la fuerza de la comunicación .
Hablar de la administración del poder de la comunicación nos lleva indefectiblemente a
la comunicación estratégica . Si queremos canalizar la fuerza de la comunicación para llevar-
la a nuestro terreno, si queremos «domar» ese poder y que no nos salga el tiro por la culata
(efecto boomerang), no tenemos otra opción que gestionarlo con arreglo a ciertos criterios .
Todos sabemos por nuestra experiencia personal que la eficacia de cualquier comunicación,
hasta la de la más simple sugerencia, depende de cómo, cuándo y de qué forma la plantee-
mos . Si trasladamos esta reflexión al mundo organizacional, basta ver las cifras que se ma-
Cuando pensamos en la comunicación como una forma de acción, tal y como henos pro-
pugnado en el capítulo precedente, es evidente que ya no estamos tratando de un mero pro-
ceso aséptico de «transmisión de informaciones y de significados» para adaptarnos mejor a
nuestro entorno (Wright, 1959), ni tampoco nos estamos refiriendo a un mero «proceso de so-
cialización» (Aranguren, 1986) -por importantes que estos procesos sean-' sino que esta-
mos hablando de acciones de mutua influencia entre seres humanos' de las que derivan :
Esta lectura sociopolítica de la comunicación humana nos indica que más allá de las fun-
ciones informativas que la comunicación cumple, su función más destacable -pero no siem-
pre la más destacada- es el poder que aporta a quien sabe hacer un uso inteligente de ella .
La relación de recíproca influencia y de poder en que consiste la comunicación puede reves-
tir en la vida social múltiples formas y procesos de :
Todos esos poderes y ventajas se subsumen en uno que es la causa de todos los demás :
El poder de creación y coparticipación de valores (poder axiológico y cultural) . Una idea que
no nos cansamos de repetir : la comunicación no es neutral y, si ejerce el poder de la influen-
cia y tiene la capacidad de modificar nuestra percepción de la realidad y del conflicto y de
movilizar a la acción, es porque en la comunicación emergen, se configuran y coparticipan
las jerarquías de valores que mueven el mundo .
Pero además de estas manifestaciones de poder, la comunicación se beneficia de otras
ventajas :
- La comunicación es una forma de acción puede sustituir a los actos propios coacti-
vos, con el consiguiente ahorro de tiempo y energía (es mejor dialogar que imponer por la
fuerza) .
alejan para entender lo caro que puede salir un error . Eso hace que cuando hablamos de la co-
nnunicación pública, la espontaneidad que suele imperar en la esfera privada ceda su lugar a
L,I profesionalización, a la gestión y al control .
Estamos entrando así en el tema principal de nuestro estudio, la comunicación y sus es-
trategias, y a él vamos a dedicar los próximos capítulos . Pero antes debo advertir al lector que
11t comunicación estratégica ha sido estudiada desde múltiples enfoques, desde la retórica has-
Como el lector puede apreciar, tenemos sobre la mesa muchos interrogantes . Se po-
dría pensar que si cambiásemos del plano profesional al académico el problema se aclararía,
pero desafortunadamente no es así, basta revisar la literatura al uso para comprobar que la
mayoría de los textos incurren en evidentes tautologías o en anacrónicas referencias al para-
digma militar de la estrategia a la hora de precisar y acotar el sentido de la comunicación es-
tratégica . Por mucho que me duela como estudioso que he dedicado largos años de mi vida a
esta cuestión, no me queda más remedio que reconocer que nos encontrarnos ante una cate-
goría comunicativa que está reclamando a gritos fuertes dosis de rigor .
¿De qué juego hablamos? Evidentemente de un juego estratégico. Lo primero que tene-
mos que tener en cuenta es que, aunque todas las comunicaciones se producen en usos y con-
textos, y responden a la noción de juego social (Huizinga) y de juego de lenguaje (Wittgens-
tein), no todas las comunicaciones, en cambio, tienen los rasgos que definen un juego estra-
tégico (Von Neumann). Rasgos que nos vamos a tomar la molestia de recordar .
Por otra parte, y en la medida en que esta obra trata sobre la heterocomunicación, des-
cartamos también aquí la posibilidad de juego unipersonal (soliloquio, intracomunicación)
que dejamos para el estudio de otras disciplinas . Estamos hablando, pues, de una situación de
juego estratégico en la que intervienen al menos dos actores sociales, a los que llamaremos
comunicadores/interlocutores, que se encuentran jugando un partida.
Como ya se ha dicho al utilizar el término partida, aspiramos a superar la noción estática
del juego como situación y también la idea del juego como confrontación, pues en una parti-
da se puede ganar/perder (la lucha por el mercado de desodorantes ; ganar las elecciones mu-
nicipales), cooperar (salir a cenar con la pareja que nos gusta, llegar a una alianza estratégica
con un operador importante de telefonía móvil en el cono Sur, cerrar un convenio sindical), pa-
sar el rato y divertirse (sorprendemos a nuestra pareja con un fin de semana romántico en
Amsterdam), o todo al mismo tiempo (divertimos mientras ganamos en un juego de mercado
a través de la cooperación) . Nuestra aproximación enfatiza también el hecho de que :
- Son jugadores todos aquellos que con sus actuación puedan afectar el resultado del
juego .
- Los jugadores no son seres aislados diseñando estrategias en sus torres de marfil, ro-
deados de probetas echando humo, sino hombres relacionales, hombres-interactuando-con-
otros-hombres en la arena de la vida real . Precisamente una de esas formas de interacción es
la comunicación.
B) Que tienen que tomar decisiones ante la incertidumbre que generan los otros jugadores
Para que un juego de comunicación sea estratégico, es preciso que las personas que to-
man las decisiones tengan en cuenta la participación de otras personas (jugadores) o fuerzas
(la naturaleza) que forman parte de la partida y que pueden, con su comportamiento, afectar
positiva o negativamente al resultado ambicionado . Como muy bien señala Habermas (1987) :
«La acción teleológica se amplía y se convierte en estratégica cuando en el cálculo que el
agente hace de su éxito interviene la expectativa de decisiones de al menos otro agente que
también actúa con vista a la realización de sus propios propósitos .» Dado que los jugadores
son libres para adoptar las decisiones que más les convengan, la estrategia de comunicación
se convierte en una acto esencialmente de coordinación . Estas dos palabras libertad y coor-
dinación son fundamentales en nuestro discurso .
El enfoque decisorio nos recuerda que la comunicación estratégica, como toda conducta
estratégica, es fruto de la libertad del hombre como hacedor de su propio destino . La libertad
consiste precisamente en la posibilidad de hacer elecciones conscientes entre diferentes alter-
nativas de acción, siempre dentro de nuestro conjunto de oportunidades . Esta última salvedad
es importante, porque la libertad de elegir, que depende de nosotros mismos y que es la que
nos hace libres, no siempre está acompañada de la libertad de actuar, que puede depender de
las limitaciones de nuestros recursos (de conocimiento, económicos, temporales, etc .), pero
sobre todo de las constricciones ajenas . En la esfera de lo privado la libertad de información
y de expresión difícilmente podía ser restringida (salvo en el Big Brother orwelliano), pero en
el ámbito de lo público, ha sido una de las victorias más arduas de la sociedad moderna . Pero
esa gran victoria no debe hacemos olvidar que a pesar de todo la libertad de comunicación
no deja ser hoy en día un espacio amenazado y acotado . Amenazado porque cuando surge
aquí o allá algún nuevo dictador que quiere ejercer un poder sin restricciones, lo primero que
hace es controlar las telecomunicaciones y anular la libertad de expresión . Y acotado por las
reglas sociales y por la propia autocensura de los comunicadores : es el mundo de lo social y
políticamente correcto. Pues bien, en ese espacio abierto (pero acotado) de libertad es donde
se desarrollan las interacciones comunicativas .
Pero la libertad de elegir conlleva la posibilidad del error . Desde la perspectiva estraté-
gica, los actos comunicativos (como los sanitarios o los judiciales) son considerados espe-
cialmente como actos problemáticos . Un mal diagnóstico traerá consigo una terapia equivo-
cada que puede acabar con la vida del paciente ; la elección de una mala defensa puede ence-
rrar por años a un inocente . En el caso de la comunicación, un error nos puede hacer perder
unas elecciones, provocar pánico en la Bolsa, o simplemente, a través de su publicidad, con-
vertimos en los tontos más famosos del planeta . Desde este enfoque decisorio el acto comu-
nicativo adquiere así una dimensión política (como acto contingente sometido al riesgo del
error) ; una dimensión dialógica (abierto a la intemalizar la respuesta que provoque) y, final-
mente, una dimensión dialéctica (dispuesto a someterse al examen y a la crítica) .
Este enfoque sitúa la comunicación estratégica en el dominio de la teoría de la decisión
y dentro de ella en las decisiones ante la incertidumbre «estructurada» . Por su parte, la nue-
va teoría estratégica, más hermenéutica y cultural, pone el énfasis en la capacidad del hom-
bre para extraer significación y reducir mediante sus interpretaciones la incertidumbre . Todo
ello hace que, a la hora de tomar sus decisiones comunicativas, el emisor tenga que tener en
cuenta no sólo su percepción del juego, sino también la percepción del juego de los restantes
jugadores . No sólo su conveniencia (y lo que le gustaría decir), sino también los intereses
(contrapuestos o coincidentes) de los demás jugadores . No sólo sus fuerzas y debilidades, sino
también las ajenas . Como ya nos advirtió Von Neumann, la incertidumbre radica en los de-
más jugadores .
Imaginémonos que debemos decidirnos ahora por una campaña de publicidad para el
próximo otoño y que la agencia de publicidad nos ha presentado dos opciones : una campaña
comparativa contra el líder del mercado y una campaña de imagen . Vamos a tener que elegir
la campaña sin conocer :
1. Las decisiones que van a tomar los otros jugadores (en este caso las campañas que
van a difundir nuestros competidores) .
2. La reacción que van a tener los restantes jugadores ante nuestras decisiones (en el
caso de que optemos por la campaña comparativa : posibles demandas judiciales por compe-
tencia desleal ; contracampañas agresivas; aportación de otros estudios que invaliden nuestras
bases y pruebas de comparación, etc .) .
Pero sería ingenuo pensar que en una partida influyen únicamente los jugadores . Nues-
tra propia experiencia nos enseña que hay otras circunstancias que pueden tener una seria in-
cidencia en el resultado final . Me refiero al propio escenario en que celebramos la partida
(ciertos temas no nos gusta tratarlos en el despacho de nuestro interlocutor y preferimos un
terrenos neutral como pueda ser un restaurante) ; al público (decir ciertas cosas delante de ter-
ceros puede ser una torpeza) ; a los propios antecedentes (la enésima vez que le pedimos el
aumento de sueldo a nuestro jefe corremos el riesgo de enervarlo) ; a los recursos (económi-
cos, intelectuales, prestigio) de quien habla (le pueden dar o quitar credibilidad), pero sobre
todo al contexto (una misma frase va a tener lecturas distintas en función del contexto) en el
que se produce la situación de comunicación .
Para contextualizar hay que interpretar y relativizar las comunicaciones evaluando los
factores situacionales y culturales del momento, pero también los factores dinámicos, las ten-
dencias económicas, políticas, sociales y tecnológicas del entorno (varias campañas de publi-
cidad tuvieron que ser retiradas en España porque determinados cambios del contexto las con-
EL PODE ROE LA COMUNICACIÓN : LA COMUNICACIÓN ESTRÁTÉGICA
de su objetivo entra en conflicto con la de otra persona en busca de su propio objetivo (dos
candidatos a unas elecciones) ; o bien b) que perciba que actuando conjuntamente con esa otra
persona puede alcanzar mejor sus metas (una alianza) . Cuando se da una de estas dos cir-
cunstancias es cuando los jugadores utilizan la comunicación estratégica para manejar de
forma coordinada sus significadoslresultados . En el supuesto a, persuadiendo al otro para que
redefina su objetivo, modifique los medios para lograrlo (si te incorporas a mi equipo serás
vicepresidente con seguridad), y en el supuesto b pactando un resultado aceptable para ambas
(por ejemplo casarse, comprar/vender a un precio satisfactorio, etc .) .
La comunicación estratégica es, pues, una forma de actuación en la que debe participar
toda persona que se arriesga a entrar en relación con los demás . La acción de persuadir y de
influir en los demás es necesaria por el hecho de que todos tendemos a diferir/concordar de
los demás en nuestros objetivos y en los medios con que los conseguimos (Rearduii, 19881) .
Es importante tener en cuenta que la intencionalidad/finalidad originaria que provoca el acto
comunicativo será determinante en todo el proceso, ya que la estrategia se adecuará a ella ; di-
cho en otras palabras, la estrategia comunicativa se establece al servicio de dicha intenciona-
lidad, y a partir de ella se ordenan los diferentes elementos que intervienen en la confección
del discurso (Berrio, 1983).
E) Optando entre varias alternativas de acción : algo más que cuatro decisiones
comportamiento coordinado que haga más viable su objetivo y que él se encargará de pre-
sentar a los demás jugadores como la mejor o la menos mala para todos ellos . Más que de
identificar mensajes que produzcan efectos, el nuevo paradigma trata de buscar cursos com-
patibles y saber presentarlos a través de nuestro discurso . Cómo comunicar y persuadir a los
demás para que ese curso de acción compatible realmente se produzca constituirá la esencia
de la estrategia de comunicación .
Si deseo comprar una finca colindante con la mía, que es un proindiviso de cinco her-
manos, y conociendo las reticencias para vender de algunos de ellos, he de elegir la mejor ma-
nera de hacerles ver a cada uno de ellos por separado que, dado los problemas económicos
de los otros hermanos, la compraventa no sólo es buena para mí, sino también para él, pues
es la manera más segura de que cobre su parte antes de que recaigan sobre la propiedad em-
bargos y se termine e r manos de los suba steroS udici les .
Tengo la sensación de que el modelo publicitario --en el que se suele elegir una cam-
paña para, al menos, un año- ha generalizado la impresión de que elegir una estrategia es
adoptar una única decisión, con claro olvido de que la vida es una partida iterativa, y que mu-
chas veces más importante que el primer movimiento es no metemos en espacios que después
restrinjan nuestra movilidad y capacidad de maniobras . La sabiduría popular ha recogido esta
idea con diferentes expresiones : «no meterse en la boca del lobo», «en camisas de once va-
ras», etc . Por otra parte, más que un mensaje único, como recomiendan los cánones publici-
tarios, lo normal es que una organización tenga que transmitir a la sociedad una serie -ideal-
mente corta- de mensajes que pueden y deben expresarse de forma plural y que vamos a lla-
mar mensajes fuerza . Una idea sobre la que volveremos .
La creatividad no es un requisito de la comunicación estratégica, pero si lo es de su efi-
cacia. Para que la comunicación estratégica sea eficaz, ha de ser heurística y creativa, pues en
caso contrario seríamos fácilmente predecibles para nuestros oponentes . Todo ello exige ca-
pacidad para detectar las discontinuidades sociales y establecer nuevas conexiones entre va-
riables aparentemente dispersas, es decir, capacidad de síntesis . Precisamente por eso estamos
en contra de los guetos creativos al estilo publicitario . La creatividad debe inundar todo el
proceso estratégico y no sólo la codificación de los mensajes . Por otra parte, en ocasiones es
más importante la naturalidad que la brillantez, y el tono que las palabras . Piense el lector si
acaso tanto power point, cañones, láser, y demás tecnología no estarán haciendo muy frías las
presentaciones de empresa, y si no sería más «próximo y convincente» volver a las «viejas»
y hoy casi olvidadas transparencias .
Pensar en términos de elección entre diferentes «medios» de comunicación (radio, TV, etc .)
se nos queda igualmente corto . En todo caso, hoy en día tendríamos que hablar de mezcla de
sistemas comunicativos (publicidad, relaciones públicas, patrocinio, Internet, mailings etc .) .
Lo que quiero decir es que en cada caso tendremos que encontrar la mezcla más adecuada de
sistemas comunicativos (communication mix), para abordar el problema específico con que
nos enfrentamos . La experiencia demuestra que la realidad social, política y económica está
caracterizada por la necesidad de combinar comunicaciones directas, interpersonales e indivi-
dualizadas, conjuntamente con comunicaciones indirectas/mediáticas (masivas a veces) a pú-
blicos objetivos más amplios . Y que, en la mayoría de las ocasiones, la elección del mix de
sistemas de comunicación es determinante en la estrategia .
La elección de una u otra estrategia de comunicación es en último término una cuestión
de coste/eficacia, como tuve la oportunidad de oír en Barcelona a Abraham Moles (1981) en
un seminario en el que ambos participábamos sobre la comunicación financiera. Aunque sus
ejemplo se referían al mundo de la banca, permítame el lector que actualice y amplíe un poco
el contexto. Supongamos, por ejemplo, que nos llegan noticias de que peligra el acuerdo so-
de su objetivo entra en conflicto con la de otra persona en busca de su propio objetivo (dos
candidatos a unas elecciones) ; o bien b) que perciba que actuando conjuntamente con esa otra
persona puede alcanzar mejor sus metas (una alianza) . Cuando se da una de estas dos cir-
cunstancias es cuando los jugadores utilizan la comunicación estratégica para manejar de
forma coordinada sus significadoslresultados . En el supuesto a, persuadiendo al otro para que
redefina su objetivo, modifique los medios para lograrlo (si te incorporas a mi equipo serás
vicepresidente con seguridad), y en el supuesto b pactando un resultado aceptable para ambas
(por ejemplo casarse, comprar/vender a un precio satisfactorio, etc .) .
La comunicación estratégica es, pues, una forma de actuación en la que debe participar
toda persona que se arriesga a entrar en relación con los demás . La acción de persuadir y de
influir en los demás es necesaria por el hecho de que todos tendemos a diferir/concordar de
los demás en nuestros objetivos y en los medios ion que-1w uxuseguiutos (Reaidoii,-198801) .
Es importante tener en cuenta que la intencionalidad/finalidad originaria que provoca el acto
comunicativo será determinante en todo el proceso, ya que la estrategia se adecuará a ella ; di-
cho en otras palabras, la estrategia comunicativa se establece al servicio de dicha intenciona-
lidad, y a partir de ella se ordenan los diferentes elementos que intervienen en la confección
del discurso (Berrio, 1983).
E) Optando entre varias alternativas de acción : algo más que cuatro decisiones
comportamiento coordinado que haga más viable su objetivo y que él se encargará de pre-
sentar a los demás jugadores como la mejor o la menos mala para todos ellos . Más que de
identificar mensajes que produzcan efectos, el nuevo paradigma trata de buscar cursos com-
patibles y saber presentarlos a través de nuestro discurso . Cómo comunicar y persuadir a los
demás para que ese curso de acción compatible realmente se produzca constituirá la esencia
de la estrategia de comunicación .
Si deseo comprar una finca colindante con la mía, que es un proindiviso de cinco her-
manos, y conociendo las reticencias para vender de algunos de ellos, he de elegir la mejor ma-
nera de hacerles ver a cada uno de ellos por separado que, dado los problemas económicos
de los otros hermanos, la compraventa no sólo es buena para mí, sino también para él, pues
es la manera más segura de que cobre su parte antes de que recaigan sobre la propiedad em-
bargos y se termine en manos de los subasteros judiciales .
Tengo la sensación de que el modelo publicitario -en el que se suele elegir una cam-
paña para, al menos, un año- ha generalizado la impresión de que elegir una estrategia es
adoptar una única decisión, con claro olvido de que la vida es una partida iterativa, y que mu-
chas veces más importante que el primer movimiento es no metemos en espacios que después
restrinjan nuestra movilidad y capacidad de maniobras . La sabiduría popular ha recogido esta
idea con diferentes expresiones : «no meterse en la boca del lobo», «en camisas de once va-
ras», etc. Por otra parte, más que un mensaje único, como recomiendan los cánones publici-
tarios, lo normal es que una organización tenga que transmitir a la sociedad una serie -ideal-
mente corta- de mensajes que pueden y deben expresarse de forma plural y que vamos a lla-
mar mensajes fuerza . Una idea sobre la que volveremos .
La creatividad no es un requisito de la comunicación estratégica, pero si lo es de su efi-
cacia . Para que la comunicación estratégica sea eficaz, ha de ser heurística y creativa, pues en
caso contrario seríamos fácilmente predecibles para nuestros oponentes . Todo ello exige ca-
pacidad para detectar las discontinuidades sociales y establecer nuevas conexiones entre va-
riables aparentemente dispersas, es decir, capacidad de síntesis . Precisamente por eso estamos
en contra de los guetos creativos al estilo publicitario . La creatividad debe inundar todo el
proceso estratégico y no sólo la codificación de los mensajes . Por otra parte, en ocasiones es
más importante la naturalidad que la brillantez, y el tono que las palabras . Piense el lector si
acaso tanto power point, cañones, láser, y demás tecnología no estarán haciendo muy frías las
presentaciones de empresa, y si no sería más «próximo y convincente» volver a las «viejas»
y hoy casi olvidadas transparencias .
Pensar en términos de elección entre diferentes «medios» de comunicación (radio, TV, etc .)
se nos queda igualmente corto . En todo caso, hoy en día tendríamos que hablar de mezcla de
sistemas comunicativos (publicidad, relaciones públicas, patrocinio, Internet, mailings etc .) .
Lo que quiero decir es que en cada caso tendremos que encontrar la mezcla más adecuada de
sistemas comunicativos (communication mix), para abordar el problema específico con que
nos enfrentamos . La experiencia demuestra que la realidad social, política y económica está
caracterizada por la necesidad de combinar comunicaciones directas, interpersonales e indivi-
dualizadas, conjuntamente con comunicaciones indirectas/mediáticas (masivas a veces) a pú-
blicos objetivos más amplios . Y que, en la mayoría de las ocasiones, la elección del mix de
sistemas de comunicación es determinante en la estrategia .
La elección de una u otra estrategia de comunicación es en último término una cuestión
de coste/eficacia, como tuve la oportunidad de oír en Barcelona a Abraham Moles (1981) en
un seminario en el que ambos participábamos sobre la comunicación financiera. Aunque sus
ejemplo se referían al mundo de la banca, permítame el lector que actualice y amplíe un poco
el contexto . Supongamos, por ejemplo, que nos llegan noticias de que peligra el acuerdo so-
460 ESTRATEGIAS DE COMUNICACIÓN
bre telefonía móvil en el cono Sur que nuestra empresa tiene entre manos . Para aclarar dife-
rencias y cerrar el acuerdo debemos decidimos entre :
- Coger un avión a Buenos Aires y celebrar una reunión personal (es un sistema con
un coste alto pero tiene las ventajas de la cordialidad y del feedback en tiempo real que per-
mite la comunicación interpersonal) .
- Tomar el aparato telefónico, marcar y tratar el tema por teléfono (en este segundo su-
puesto vamos a ahorramos tiempo y dinero, pero, entre otras cosas, perderemos riqueza co-
municativa ; tendremos la oportunidad de responder en tiempo real a sus palabras, pero no ve-
remos la cara de nuestro interlocutor y no sabremos cómo reacciona a nuestras palabras, lo
que a su vez nos dificultará reaccionar correctamente a nosotros mismos) .
- Aciarar :as cosas poi escrito (e-maii, fax o carta) . Un sistema, todavía más barato que
el teléfono, y más controlable -puedo redactar el texto tantas veces como sea necesario has-
ta que me parezca correcto-, pero que no me permite reaccionar a las respuestas de nuestro
interlocutor en tiempo real, ni ver sus reacciones a mis palabras .
Todo indica que sentamos cara a cara con nuestros interlocutores puede ser el camino
más corto y el sistema mejor coste/eficacia (aunque sea el de precio más elevado) para llegar
aclarar las diferencias o malentendidos y cerrar el contrato . Y ese sería el que elegiríamos .
Siempre hay una alternativa mejor, pero no siempre es la más adecuada para nosotros (ya
sea porque no queramos asumir ese riesgo, porque consideremos que no tenemos la capaci-
dad para ejecutarla o porque entendamos que no va con nuestros valores personales/ empre-
sariales/políticos) . Siempre que sea posible, trataremos de objetivar nuestras conclusiones me-
diante las oportunas investigaciones . En comunicación existe un repertorio muy variado de
técnicas de investigación cualitativas y cuantitativas, pre y post suficientemente conocidas . Se
trata de analizar cuál es la alternativa que más nos conviene entre las que consideremos po-
sibles para nosotros en un contexto dado y teniendo en cuenta las acciones/reacciones de los
otros jugadores y sus posibles cursos de acción . Pero sobre todo tendremos que establecer
prioridades acordes con unos criterios, y a partir de ello valorar las opciones . El problema es
que lo que a veces más nos conviene no es necesariamente lo más adecuado . El mundo está
lleno de triunfadores que terminaron fracasando porque no supieron poner tope a sus ambi-
ciones . Por eso siempre es conveniente someter cualquier alternativa a los criterios clásicos
de coherencia, oportunidad, ventaja, viabilidad y consistencia .
Como resultado del anterior análisis, el comunicador toma una decisión, previa a la ac-
ción, y elige un curso de acción (estrategia) por considerar que es el que mejor va a respon-
der a sus objetivos . Dado que la acción comunicativa exige menos energía y es menos coac-
tiva que otro tipo de conductas, los jugadores suelen acudir a ella para resolver sus proble-
mas. Pero eso no nos debe llevar a pensar que la comunicación sea una panacea y que todo
se arregla con una campaña de comunicación . Si un producto, por ejemplo, un friegasuelos,
fracasa en el mercado porque su aroma no gusta a las amas de casa, ¿qué es más operativo,
cambiar el aroma, o insistir en la publicidad sobre su gran poder limpiador? Sin duda, lo pri-
mero, la actuación física para mejorar el producto es prioritaria, pero no es menos cierto que
poco nos serviría realizar ese cambio en,el producto dotándole de un olor adecuado, si sus
Isumidores potenciales no llegan a enterarse de dicha mejora .
En cada caso habrá qué considerar qué papel puede jugar la comunicación en la resolu-
n de un conflicto o en el aprovechamiento de una oportunidad, y determinar su peso rela-
o en el mix de factores . Pero con carácter general se puede decir que la situación de juego
ade a desembocar en la aplicación de estrategias comunicativas :
La comunicación tiene que ejecutarse para que se convierta en verdadera acción comu-
cativa y cumpla su papel . Además, tiene que ejecutarse brillantemente . Los expertos en ma-
zgement suelen decir que «es mejor hacer mal la cosa correcta que bien la cosa incorrecta» .
on esta frase quieren enfatizar que de poco vale el esfuerzo que muchas veces se pone en la
¡ecución de la comunicación, cuando lo que nos ha faltado es la suficiente reflexión o el aná-
sis necesario para elegir la alternativa correcta . Y no les falta razón; los médicos saben muy
¡en que aplicar un buen tratamiento a un mal diagnóstico o al enfermo equivocado puede
cabar con la vida del paciente . Por su parte, el mundo de la comunicación -especialmente
i publicitaria- está plagado de bellísimas realizaciones que al carecer de una buen estrate-
ia apenas contribuyen a los objetivos de sus emisores .
Pero eso no quiere decir que podamos detenernos en el plano conceptual de la estrategia,
Ii que los comunicadores y especialmente los consultores de comunicación e imagen poda-
nos dormir contentos sobre nuestros consejos e informes . La estrategia nace para la acción .
( de poco vale la mejor de las estrategias si termina en el cajón del despacho de algún di-
ector general . Por otra parte, los consultores no deberíamos olvidar que muchas veces por
mestros consejos percibimos cantidades superiores al precio de algunos automóviles, y que
nientras un coche es algo tangible y útil per se, la utilidad de nuestros consejos depende
siempre de su puesta en práctica . Por todo ello, una vez que estemos seguros de que nuestra
;strategia es la adecuada, debemos poner todo nuestro esfuerzo en ejecutarla tan brillante-
mente como se merece . Es lo que desde mi actividad empresarial en el Instituto de la Comu-
nicación Pública, primero, y en Consultores QuantumLeap, después, he denominado estrate-
gias en acción .
En todo caso, la comunicación estratégica no se agota en su ejecución : el comunicador
debe monotorizar su acción comunicativa y someterla a evaluación . Se trata de medir los re-
sultados reales que se han producido . Si los resultados fuesen iguales a nuestros objetivos, ha-
bríamos sido plenamente eficaces . Pero lo normal es que se produzcan desviaciones . A partir
de su conocimiento (feedback), y sólo a partir de él, podemos identificar los errores cometi-
dos, aprender de ellos y así corregir o aminorar dichas desviaciones en futuras comunicacio-
nes. Sólo mediante la incorporación del feedback negativo podemos acercamos cada vez más
a nuestros objetivos. La vida es un juego iterativo, y por ello la comunicación no debe ser en-
tendida como una partida única, sino más bien como una sucesión de jugadas en el espacio-
tiempo .
CONCLUSIONES
Ahora que ya conocemos los supuestos y los rasgos que la caracterizan, podemos con-
cluir que esa forma de interacción simbólica que denominamos comunicación merece el cali-
ficativo de estratégica cuando el emisor la decide y preelabora conscientemente de antemano,
de cara al logro de unos objetivos asignados, teniendo en cuenta el contexto de la partida y
las tendencias políticas, económicas, socioculturales y tecnológicas, y, sobre todo, las posi-
bles decisiones/ieaccioiies dG aquellos públicos-receptores que con sus curso; de acción pue-
dan favorecer o perjudicar el logro de dichos objetivos (antagonistas, competidores, emplea-
dos, aliados, compradores, usuarios, etc .) .
En otras palabras, la comunicación estratégica es una forma de acción social que se ca-
racteriza porque se produce en una situación de juego estratégico en la que los jugadores ha-
cen uso de la interacción simbólica para resolver sus problemas o maximizar sus oportunida-
des . Lo que nos introduce en su utilidad .
a) Necesita disponer de una teoría o un modelo subyacente en base al cual pueda cons-
truir hipótesis sobre el resultado de sus acciones . Y ya hemos visto que sobre comunicación
hay muchas teorías, tal vez demasiadas . Lo que hace más complicada esa tarea.
b) Ha de renunciar a la espontaneidad del discurso para estructurarlo de acuerdo con
las intenciones y objetivos del emisor (puede ser un tercero, por ejemplo, un anunciante) y
sus consecuencias previsibles . Para obtener unos resultados dados a través de la comunica-
ción (objetivos comunicativos), el comunicador no puede expresar alegremente lo que piensa
en ese momento, ni lo que a lo mejor le gustaría decir, sino que tiene que tener la capacidad
de comunicar aquel mensaje concreto (contenido, expresión, medio) que recibido e interpre-
tado por sus interlocutores (públicos relevantes ; públicos objetivos) se supone les va a ayudar
a tomar decisiones en la dirección que nosotros deseamos .
tteptor y prever qué sentido le va a dar a nuestra comunicación en función de sus intenciones
j' de la red de relaciones en que está inmerso, y no tanto qué efectos pueden producir nues-
tms mensajes a los otros jugadores/interlocutores . Las estrategias de comunicación en este
nuevo modelo --con el que nos identificamos- aspiran a ofrecerle a los otros jugadores/in-
terlocutores elementos que les faciliten aquella toma de decisiones que les conduzca al curso
tic acción más acorde con nuestras perspectivas . Se trata, por lo tanto, de encauzar cursos de
acción . Es esa posibilidad interpretativa del receptor la que el emisor ha de tener presente
como una expectativa que oriente y dirija su actuación impulsándole a actuar ahora de una
determinada forma para lograr un determinado comportamiento ajeno después" (fig . 14 .1) .
• - Anticipación - Resultados
Control objetivos
FiG . 14 .1 . La comunicación estratégica . Encauzar los cursos de acción de los otros jugadores .
a) Pensar que se puede controlar la sociedad . Lo que sería una utopía además de una
necedad. En un sistema abierto podemos controlar nuestros actos pero nunca los procesos so-
ciales . Lo más que podemos hacer es liderarlos . Y en ese punto la comunicación es especial-
mente válida .
b) Que se interprete la comunicación estratégica de una forma meramente instrumental
como la administración de una herramienta eficaz . Entiendo que este enfoque, con ser co-
rrecto, es limitado y falto de visión . Lo que realmente debemos tratar de administrar median-
te la comunicación estratégica es el futuro. Eso es lo que está en juego : nuestro futuro . Y
nuestras comunicaciones pueden incidir en él . Esta perspectiva da paso a una segunda res-
puesta, entiendo que más completa, sobre para qué sirve la comunicación estratégica :
La comunicación estratégica sirve al hombre de acción para alcanzar sus metas en so-
ciedad, ayudándole por medio de la interacción simbólica a que los resultados finales de sus
actividades, sean éstas económicas, políticas o sociales, estén lo más cercanos posible a sus
objetivos . Implica administrar la herramienta (controlando y organizando anticipativamente el
poder de la comunicación), pero sobre todo gestionar el futuro (actuando ahora) para así lo-
grar, por medio de la comunicación, una mejor coordinación con los otros jugadores y de esta
forma un tránsito más satisfactorio entre el estado pasado y el estado futuro (fig . 14 .2) .
Comunicación estratégica
1
Mi reacción presente al futuro
1
En términos de qué debo hacer
ahora para que lo que vaya a ocu-
rrir mañana esté lo más próximo
posible a mis objetivos
1
Comunicación Administrar la
herramienta
1
Anticipación Administrar el
futuro
tánea y una comunicación estratégica, y que al mismo tiempo nos hablen de cómo en la vida
pública profesional podemos y debemos controlar el poder de nuestras comunicaciones :
- El primer ejemplo lo suelo utilizar en clase para establecer la diferencia entre el men-
saje-en-el-emisor, o mensaje a nivel intencional (lo que quiero decir), y el mensaje-en-el-re-
ceptor (lo que los otros realmente entienden), es decir, ese mismo mensaje una vez recibido
e interpretado por un individuo o una audiencia y para explicar cómo el primero debe estruc-
turarse y codificarse en función del segundo .
«Imaginémonos -digo- que como profesor tengo la prerrogativa de fumar en clase
(sic) . Imaginémonos también que acabo de echar a la papelera la colilla de mi último ciga-
rrillo pensando que estaba apagada, pero como no era así, ha prendido fuego a unos papeles
y se ha iniciado un incendio . Vosotros todavía no os habéis apercibido de ello . Mi objetivo es
desalojar la clase con calma y sin empujones ¿Qué debo decir?»
Siempre hay un alumno despistado que dice lo primero que le viene a la cabeza y apunta
como respuesta correcta: «Gritar ¡Fuego!» Esa respuesta evidentemente incorrecta es, en el
fondo, la que estoy esperando para recordarles que mi intención es desalojar pacíficamente la
clase, más que decir literalmente la realidad que estoy viendo . Y que si grito «¡Fuego!» lo más
normal es que cunda la alarma y todos se agolpen hacia las puertas. En ese momento suelo es-
cenificar un golpe de efecto . Me levanto, voy hacia la puerta del aula y demuestro que dicha
puerta, como la mayoría de las puertas españolas, abren al revés, es decir, que la hoja abre para
dentro y no como debiera ser por motivos de seguridad- para fuera, hacia el pasillo .
Esto es lo que puede ocurrir en una discoteca o en otro local público . Cuando alguien
grita ¡Fuego!, lo único que se consigue es que el público se alarme, corra atropelladamente
hacia las puertas y que se empujen los unos a los otros contra la hoja de la puerta impidien-
do que esta pueda ser abierta . El resto ya forma parte de la crónica de sucesos .
Evidentemente la sinceridad de mi grito de «¡Fuego!» hubiese sido una torpeza . Dicho
en términos estratégicos, hubiese sido la peor alternativa . Imaginemos ahora que, en vez de
gritar, me armo de serenidad y a media voz y en tono tranquilo digo sencillamente : «Fuego».
En este caso, es muy probable que nadie se hubiese alarmado, y que, en cambio, algún alum-
no de la primera fila hubiese interpretado que quería un mechero y . . . me hubiese encendido
el pitillo que supuestamente tendría entre los dedos . Y es que una misma palabra o frase emi-
tida con distintas tonalidades transmite al receptor mensajes distintos .
¿Qué habría que decir entonces para lograr el objetivo de un desalojo ordenado'? Sin
duda habría muchas fórmulas, una de ellas podría ser : «La clase ha terminado, pues necesi-
tan este aula para un examen que debería comenzar ya, por favor dejen el aula libre .» En fin,
cualquier cosa menos lo primero que nos ha venido en mente a todos : gritar «¡Fuego!» .
- El tercer ejemplo viene a ilustrar el mismo supuesto comunicativo, pero esta vez apo-
yándose en un caso real : la amenaza de una bomba de ETA en el Corte Inglés de la madrile-
ña calle de Goya.
Como todos sabemos, unos grandes almacenes son como un laberinto intencionalmente
diseñado por la empresa para aumentar la circulación interior y así generar una mayor expo-
sición del público circulante a los lineales y materiales allí exhibidos . Por eso siempre tengo
que pedir ayuda y preguntar por las salidas . Eso, que es bueno para la venta, puede ser peli-
groso en el caso de una evacuación urgente . Por ello el Corte Inglés había dispuesto planes
de emergencia que permitiesen el desalojo rápido del centro . En este caso se había estableci-
do una palabra de código que, caso de ser emitida por megafonía, significaba para los em-
pleados (y sólo a ellos) la orden de desalojo inmediato, cerrar las cajas y peinar la planta en
dirección a la salida dirigiéndose a los compradores personalmente y en tono tranquilo . El de-
salojo fue un éxito y se efectuó en muy poco tiempo sin altercados, pasando a constituir un
caso perfecto digno ser citado . Las únicas víctimas -de heridas- fueron los artificieros que
intentaron desactivar la bomba, que finalmente estaba en un coche estacionado en el parking
de la Plaza de Felipe II al que se accede directamente desde el Corte Inglés .
rena de la fábrica comenzó a sonar y los habitantes de la ciudad la interpretaron como una se-
ñal pidiendo ayuda y no como una señal indicando que deberían evacuar la ciudad . Del mis-
mo modo como en muchos pueblos españoles cuando suena la campana a rebato los lugare-
ños se concentran en la plaza para ver en qué pueden ayudar, los habitantes de Bhopal se di-
rigieron masivamente hacia la fábrica, con lo que murieron atrapados en una trágica ratonera
comunicativa . Este ejemplo ilustra no sólo el poder mortal de una mala codificación, sino
también la importancia para el comunicador de tener en cuenta la cultura de cada pueblo y la
necesidad de establecer planes de concienciación y de crisis entre las poblaciones próximas a
instalaciones o plantas de materias potencialmente peligrosas .
1.' Los negocios, la política y el marketing son procesos de intercambio y una parte
de esos intercambios son simbólicos, es decir, comunicativos
Puede ser la idea más repetida a lo largo del libro . Espero que el lector no me odie por
ello, pero lo cierto es que es clave para nuestro enfoque . Además, forma parte de un juego
cualitativo que nos ha tocado vivir . Estamos en una sociedad mediática, que aspira a ser dia-
logante y en la que cada día que pasa sustituimos un poco más la interacción física por la in-
teracción simbólica . Piense el lector en qué intercambios (internos y externos) de su organi-
zación (empresa, universidad, hospital, etc .) está presente la comunicación (mejor piense en
cuáles no está presente) . Piense también en si esos procesos se desenvuelven de forma es-
pontánea y natural o si están profesionalizados y gestionados .
mucha más garantía, y su imagen estará mucho más protegida ante una eventual crisis si ac-
túa con estrategia que si se empecina con sus silencios y sus ruidos en dejar que sean otros
los que configuren la percepción que periodistas, consumidores y Administraciones públicas
se van a terminar formando de ella . La realidad es que las organizaciones sólo tienen una sa-
lida : comunicarse bien . En un sistema abierto, no comunicarse, además de ser una mala op-
ción, es imposible .
Me gustaría que el lector lne dijese cuántos procesos de intercambio de su organización
deja que funcionen por sí solos y fuera de su control .
se mueven ellas también de forma acorde, o mejor de forma anticipada, un día se quedarían
fuera de la partida .
3 .° En sistemas abiertos la sociedad exige muevas demandas a las empresas . Una parte
de esas demandas son de comunicación . Nuevas demandas exigen nuevos sistemas
Nuevos públicos
Hoy en día, el consumidor no es ya el único que requiere la atención de las empresas .
Asistimos a un protagonismo creciente de los grupos sociales organizados : ecologistas, aso-
ciaciones de vecinos, sindicatos, padres de familias, etc ., que pueden ser decisivos para la
buena marcha de una empresa y que plantean nuevas demandas a las organizaciones . Sin ol-
vidar el papel activo de los públicos más próximos (intermedios e internos) : accionistas, pro-
veedores, entidades de financiación, los recursos humanos, etc . que reclaman una atención
que no se les ha otorgado hasta ahora . Y todo ello bajo la mirada atenta de los medios de co-
municación . En este contexto, la empresa ya no puede autosecuestrarse y, si lo hace, correrá
un grave riesgo de indefensión ante una crisis . ¿Quien está libre de un accidente, de una huel-
ga, o de que un demente envenene sus productos? Les guste o no a algunos dirigentes, su or-
ganización está inmersa en un gran diálogo con muchos públicos . Y algunos de estos públi-
cos surgen de hoy para mañana . El que se trate de un diálogo de sordos o de un diálogo cons-
tructivo entre ambas partes depende de cómo se maneje (fig . 14 .3) .
Nuevas demandas
Los empresarios habían puesto hasta hace poco su esfuerzo en colocar en el mercado
buenos productos/servicios a precios razonables . Creían que esa era su responsabilidad, y es-
taban satisfechos de sí mismos cuando la cumplían, pero la sociedad ha ido cambiando sus
exigencias en otras direcciones que reclaman un mayor compromiso societario por parte de
empresarios y directivos . Esas nuevas demandas se pueden sintetizar en tres :
- Responsabilidad social .
- Responsabilidad medioambiental .
- Diálogo simétrico.
Partidos
Líderes
políticos de opinión
Periodistas y otros
intermediadores Público en
sociales general/ciudadanos
Cámaras
legislativas Competencia
Administración Accionistas
Central
* * 10 Empleados
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Directivos
Ay mientos
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Bancos
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Ecologistas Consumidores
Fábricas Proveedores
Asociaciones
• Consumidores
• Padres de familia
Mientras escribo estas líneas, el accidente del submarino ruso Kursk, en aguas del Bálti-
co, está haciendo pasar al presidente Puttin uno de sus peores momentos . Sin duda, por haber
cometido muchos errores propios de un sistema cerrado (secretismo, no pedir ayuda interna-
cional a tiempo, no interrumpir sus vacaciones, etc .), pero el más grave ha sido el de haber cre-
ído -con una ingenuidad impropia de un presidente- que la crisis era una crisis militar y no
social . Se equivocó, dio un tratamiento a la crisis propio de un sistema cerrado, pero la socie-
dad rusa se siente ya una sociedad abierta que espera explicaciones . No se trataba de dar ór-
denes, sino de establecer un diálogo transparente desde el principio . La opinión pública puede
entender que una tecnología sea secreta, pero no que tengan que enterarse del nombre de sus
muertos por los periódicos . Como en su día lo hiciera la sociedad inglesa con ocasión de la
muerte de Lady Di, la sufrida sociedad rusa fue también por delante de sus supuestos líderes .
Y cómo no :
Lo cierto es que la fuerza de una estrategia de comunicación se nos quedaría corta si pen-
sásemos sólo en los sistemas convencionales . Toda la interacción simbólica que genere una
organización debe entrar en la «olla» de una estrategia de comunicación si queremos «hacer
un buen guiso» .
Con esta provocadora frase me suelo dirigir a mis alumnos para hacerles ver que el día
en que sólo fuéramos a los restaurantes a comer y no a hacer negocios, estar con los ami-
gos o pasar un rato agradable con nuestra pareja, muchos establecimientos del ramo ten-
drían que cerrar . De hecho, en la última crisis económica cerraron más de un centenar de
restaurantes sólo en Madrid .
Dado que la funcionalidad de comer no es la única razón por la que vamos a los res-
taurantes, sus gestores deberían tener en cuenta a la hora de concebir sus empresas y di-
señar sus instalaciones otros criterios distintos de los tradicionales . Ya no se trata de deco-
rar, sino de crear ambientes . El profesional que necesitamos no es tanto un decorador o un
arquitecto como un comunicador . O un equipo que integre a todos ellos .
Cuando elegimos un restaurante para una comida de negocios, ¿cuál es el criterio cia-
ve? : El estatus, sí, desde luego, pero sobre todo el silencio ; necesitamos un lugar donde po-
damos hablar discretamente sin necesidad de elevar la voz sobre el ruido circundante . No se
pueden hacer negocios a gritos . Y sobre todo un lugar donde nuestra conversación no sea
oída desde la mesa contigua . La confidencialidad es fundamental . En Madrid ese restauran-
te sería Las cuatro estaciones, que, consciente de ello, ha utilizado placas de corcho en el
techo para absorber el sonido .
Cuándo elegimos un restaurante para ir a cenar con nuestra pareja, ¿cuál es el criterio
clave? : La intimidad, pero en qué se traduce esa idea . Sin duda, en un juego de luces cáli-
das e indirectas . La luz de neón está reñida con Cupido .
Cuándo elegimos un restaurante para ir con los amigos ¿cuál es el criterio clave? : El
precio, sí somos jóvenes, será sin duda un factor discriminante, pero no basta con que sea
un sitio accesible, tiene que ser además divertido . Algunas cadenas como «Sí, Señor» han
sabido identificar ese nicho de diversion . Sonido, luz, tüversión, son conceptos comunicativos
que hay que saber seleccionar y mezclar para tener éxito . Si alguien se creía que sólo con
un buen chef era suficiente para triunfar, debe reconsiderarlo .
Sobre cómo manejar de forma simple una cuestión compleja tiene mucho que decir la
teoría estratégica . La idea clave es que es más fácil y eficaz adoptar una sola decisión mar-
co que una serie de decisiones consecutivas . Recuerdo que, para transmitir esta idea en su
momento, acudí a la metáfora de comparar la estrategia con un container lleno de cajas
-tácticas-, éstas, a su vez, llenas de decisiones, y comenté que el éxito del transporte por
container se debe precisamente a que simplifica el manejo de un proceso complejo . Si
aceptamos, y debemos hacerlo, que la comunicación es un campo de actuación complejo y
elusivo, necesitaremos, más que en ningún otro ámbito, la ayuda de una buena estrategia .
La estrategia de comunicación, como toda estrategia, vertebra las acciones singulares y aco-
ta los territorios de actuación indicando el camino que se desea recorrer y desautorizando
otros campos de actividades (Hax, 1994) . Además, permite coordinar equipos, concentrar
esfuerzos, rentabilizar inversiones y obtener sinergías . La estrategia de las comunicaciones
públicas contribuye de esta forma a una mayor competitividad y eficiencia en la gestión de
las propias empresas, instituciones y productos . No hay ninguna explicación milagrosa, las
razones son las mismas que han impulsado el pensamiento y la práctica estratégicos en el
mundo del management y del marketing, sólo que esta vez referidas a la comunicación. Y
no debemos olvidar que ambos, management y marketing, se autocalifican hoy en día de
estratégicos .