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Supernova

Explosión estelar que puede manifestarse


de forma muy notable, incluso a simple
vista

Remanente de la supernova de Kepler, SN 1604.

Una supernova (del latín nova, «nueva») es


una explosión estelar que puede
manifestarse de forma muy notable,
incluso a simple vista, en lugares de la
esfera celeste donde antes no se había
detectado nada en particular. Por esta
razón, a eventos de esta naturaleza se los
llamó inicialmente stellae novae («estrellas
nuevas») o simplemente novae. Con el
tiempo se hizo la distinción entre
fenómenos aparentemente similares pero
de luminosidad intrínseca muy diferente;
los menos luminosos continuaron
llamándose novae (novas), en tanto que el
término supernova fue acuñado por Walter
Baade y Fritz Zwicky en 1931 para
denominar a los más luminosos
agregándoles el prefijo «super-».
El término más arcaico fue utilizado desde
la antigüedad para indicar la explosión de
una estrella enana blanca en sus capas
externas, las cuales producen una
luminosidad que puede aumentar 100 000
veces su brillo original. Esta luminosidad
dura unos pocos días y, en ocasiones,
puede ser observada a simple vista desde
la Tierra. Al ver un nuevo resplandor en el
cielo, los seres humanos creían que había
aparecido una nueva estrella. Al año
siguiente de la muerte de Fritz Zwicky, en
agosto de 1975, apareció una nova que
pudo ser observada a simple vista desde
la Tierra, durante algunos días. Esta nova
surgió de la explosión de una gigante
roja.[1]

Las supernovas producen destellos de luz


intensísimos que pueden durar desde
varias semanas a varios meses. Se
caracterizan por un rápido aumento de la
intensidad luminosa hasta alcanzar una
magnitud absoluta mayor que el resto de
la galaxia. Posteriormente su brillo
decrece de forma más o menos suave
hasta desaparecer completamente.

Se han propuesto varios escenarios para


su origen. Pueden ser estrellas masivas
que ya no pueden desarrollar reacciones
termonucleares en su núcleo, y que son
incapaces de sostenerse por la presión de
degeneración de los electrones, lo que las
lleva a contraerse repentinamente
(colapsar) y generar, en el proceso, una
fuerte emisión de energía. Otro proceso
más violento aún, capaz de generar
destellos incluso mucho más intensos,
puede suceder cuando una enana blanca
miembro de un sistema binario cerrado,
recibe suficiente masa de su compañera
como para superar el límite de
Chandrasekhar y proceder a la fusión
instantánea de todo su núcleo: esto
dispara una explosión termonuclear que
expulsa casi todo, si no todo, el material
que la formaba.

La explosión de supernova provoca la


expulsión de las capas externas de la
estrella por medio de poderosas ondas de
choque, enriqueciendo el espacio que la
rodea con elementos pesados. Los restos
eventualmente componen nubes de polvo
y gas. Cuando el frente de onda de la
explosión alcanza otras nubes de gas y
polvo cercanas, las comprime y puede
desencadenar la formación de nuevas
nebulosas solares que originan, después
de cierto tiempo, nuevos sistemas
estelares (quizá con planetas, al estar las
nebulosas enriquecidas con los elementos
procedentes de la explosión).

Estos residuos estelares en expansión se


denominan remanentes y pueden tener o
no un objeto compacto en su interior.
Dicho remanente terminará por diluirse en
el medio interestelar al cabo de millones
de años. Un ejemplo es RCW 86.

Las supernovas pueden liberar varias


veces 1044 J de energía. Esto ha resultado
en la adopción del foe (1044 J) como
unidad estándar de energía en el estudio
de supernovas.
El 20 de septiembre de 2016, un
astrónomo aficionado llamado Víctor
Buso, se convirtió en la primera persona
en la historia en fotografiar el nacimiento
de una supernova a 86 millones de años
luz, en la galaxia espiral NGC 613, al
explotar la estrella bautizada SN 2016gkg.
[2]

Clasificación

Imagen del telescopio espacial Hubble mostrando la


g p p
supernova 1994D abajo a la izquierda y la galaxia NGC
4526

La clasificación de las supernovas tiene


razones históricas, y nació de los primeros
intentos, por parte de los astrónomos, de
comprenderlas; es así como se empezó
agrupándolas de acuerdo a las líneas de
absorción de diferentes elementos
químicos que aparecen en sus espectros.

La primera clave para la división es la


presencia o ausencia de hidrógeno. Si el
espectro de una supernova no contiene
una línea de hidrógeno es clasificada
como tipo I; de lo contrario, se la clasifica
como tipo II.

Dentro de estos dos grupos principales


hay también subdivisiones de acuerdo a la
presencia de otras líneas.

Índice

Tipo I
Sin líneas de Balmer del hidrógeno
Tipo Ia
Línea Si II a 615,0 nm
Tipo Ib
Línea He I a 587,6 nm
Tipo Ic
Sin líneas del helio
Tipo II
Con líneas de Balmer del hidrógeno
Tipo II-P
Meseta
Tipo II-L
Decrecimiento lineal

Tipo Ia

Las supernovas de tipo Ia son, por mucho, las más


potentes de todas, pudiendo emitir un brillo varias
veces superior al de la galaxia que las acoge.
(Recreación artística).
Las supernovas de tipo Ia carecen de helio
y presentan, en cambio, una línea de silicio
en el espectro. La teoría más aceptada
con respecto a este tipo de supernovas
sugiere que son el resultado de la
relativamente rápida acreción de masa por
parte de una enana blanca de carbono-
oxígeno desde una estrella compañera,
generalmente una gigante roja. Esto puede
suceder en sistemas estelares binarios
muy cercanos. Ambas estrellas tienen la
misma edad y los modelos indican que
casi siempre tendrán una masa
semejante. Pero normalmente siempre
hay una más masiva que la otra y unas
ligeras diferencias en este aspecto hacen
que la más masiva evolucione (abandone
la secuencia principal) antes que la
estrella de menor masa. Una estrella con
menos de 8-9 masas solares evoluciona,
al final de su vida, en una enana blanca.
Por esto es corriente que, en sus etapas
finales, un sistema binario esté constituido
por una enana blanca y una gigante roja
con sus capas exteriores muy expandidas
(ver:Evolución estelar:gigantes rojas).

Esta envoltura, básicamente de hidrógeno


y helio, está poco cohesionada
gravitatoriamente, por lo que es capturada
fácilmente por la enana blanca. Alrededor
de cada estrella hay un perímetro de
influencia, delimitado por una superficie
equipotencial llamada lóbulo de Roche, en
el que predomina su fuerza de gravedad.
Si parte de la envoltura de la gigante roja,
que siempre está tendiendo a aumentar de
volumen, invade el lóbulo de la enana
blanca, será atraída por ésta.

El material tiene que depositarse con la


suficiente rapidez para que no se encienda
la capa superficial de hidrógeno (si esto
ocurre, el fenómeno se conoce como
nova). Si el ritmo de acreción es el
adecuado, la masa de la enana blanca
pronto alcanza el límite de Chandrasekhar,
momento en el cual los electrones
degenerados ya no son capaces de
sostener el objeto. El aumento de presión
resulta en el colapso de la estrella, cuyas
temperaturas se disparan hasta llegar a
iniciar la fusión del carbono en su núcleo.
Esta ignición alcanza toda la estrella,
empezando en su centro y extendiéndose
rápidamente hasta las capas más
externas. Dado que tienen muy poco
hidrógeno en su superficie, éste se ioniza
rápidamente, volviéndose transparente e
indetectable cuando se leen los espectros
de estos destellos luminosos. La manera
en que propaga la energía de la explosión
en el interior de la enana es aún objeto de
debate entre los científicos. Si bien se
supone que la fuente principal de energía
está en el centro, se desconoce si existen
otros puntos simultáneos de ignición que
generen ondas de choque convergentes
que potencien el rendimiento de la
explosión. Las turbulencias generadas por
la inestabilidad de Rayleigh-Taylor parecen
ser causa de una rápida propagación del
frente de ignición en todo el volumen de la
estrella. Se desconoce cómo dicha
ignición hace su transición de deflagración
subsónica a detonación supersónica.

Durante la detonación se quema, en


cuestión de segundos, una cantidad de
carbono que a una estrella normal le
llevaría siglos. Esta enorme energía libera
una poderosa onda de choque que
destruye la estrella, expulsando toda su
masa a velocidades de alrededor de los
10.000 km/s. La energía liberada en la
explosión también causa un aumento
extremo en la luminosidad, por lo que
estas supernovas llegan a ser las más
luminosas de todas, emitiendo alrededor
de 1044 J (1 foe). Normalmente no quedan
rastros de la estrella que originó el
cataclismo, sino sólo restos de gas y
polvo sobrecalentados en rápida
expansión. La desaparición, por
consiguiente, del campo gravitatorio de la
enana blanca, produce un cambio en la
trayectoria de la estrella vecina, si ésta
pudo sobrevivir a la detonación. Al no
verse sometida a la fuerza de atracción de
la estrella destruida, la otra saldrá
disparada en la dirección que seguía en el
momento del estallido, como si de una
«onda» se tratase. Estas estrellas fugitivas
se pueden en principio detectar ya que
deberían tener velocidades mucho
mayores que las de su entorno.

Vale la pena recalcar nuevamente que el


mecanismo que produce las supernovas
de tipo Ia es, en cierto modo, similar al de
las novas, pero en éstas la enana blanca
acreta materia más lentamente,
encendiéndose su superficie antes de que
la masa total alcance el límite de
Chandrasekhar. Este fenómeno en general
no causa el colapso de la enana blanca,
por lo que puede reiterarse, lo que no es el
caso de las supernovas.

La supernovas de tipo Ia son fenómenos


muy raros ya que requieren unos
requisitos muy estrictos para su
formación. En primer lugar, sólo se
producirían en sistemas binarios
compuestos por estrellas de masa
intermedia y baja. Estos sistemas en
principio son bastante corrientes, pero aún
hay más restricciones. La suma de las
masas de ambas estrellas ha de ser
mayor que la masa de Chandrasekhar
(1,44 MSol). Han de estar lo
suficientemente cerca como para que sus
lóbulos de Roche puedan ser invadidos
por la envoltura de la gigante roja en
expansión. De ser posible, la envoltura de
la gigante debería engullir a la enana
blanca, lo cual garantizaría una absorción
rápida del material y su frenado debido a
la fricción con el gas estelar. Esto cerraría
aún más la binaria, lo cual aumentaría el
ritmo de la acreción. Si la absorción fuese
demasiado lenta y pausada, ocurriría el
mencionado fenómeno de nova periódica.
También puede existir una supernova tipo
Ia generada por la fusión de dos enanas
blancas del mismo sistema binario. Puede
ocurrir que ninguna de las dos logre por sí
sola acretar la suficiente masa como para
generar una supernova, pero juntas, en
cambio, pueden superar la masa de
Chandrasekhar. Dos enanas blancas en
rotación emiten ondas gravitatorias y, con
el tiempo, sus órbitas se acercan y
aceleran, lo cual a su vez acelera la
emisión de ondas y retroalimenta el
proceso. Puede llegar un momento en el
que una de las dos enanas (la menos
masiva), se disgregue y forme un toro
(forma de «dónut») alrededor de la otra
estrella. Después, el material del disco
empieza a caer sobre la superficie. El
ritmo no debe ser ni muy lento ni muy
rápido tampoco, ya que en cualquiera de
los casos se produciría la quema
prematura del carbono en la superficie.

Curva de luz de una supernova de tipo Ia. Su máximo


de emisión es el mayor entre todos los tipos de
supernova. Se aprecia perfectamente la fase de
emisión del níquel diferenciada de la del cobalto.
Cuanto más rápido decrece la luz menor es el máximo.
Este hecho permite la utilización de estos objetos
como candelas estándar de precisión.
Las supernovas de tipo Ia poseen una
curva de luz característica. Cerca del
momento de luminosidad máxima, el
espectro contiene líneas de elementos de
masa intermedia que van desde el oxígeno
hasta el calcio (presentes en las capas
externas de la estrella). Meses después de
la explosión, estos elementos se han
hecho totalmente transparentes y la luz
que domina es la que proviene de los
elementos más pesados procedentes del
núcleo. En el máximo de emisión se
concentra la luz emitida por el níquel-56.
Éste va decayendo por radiactividad a
cobalto-56, también radiactivo. En un
momento dado, la emisión de luz es
dominada por el cobalto, cuyos fotones de
alta energía suavizan la curva de
decrecimiento del brillo. La luminosidad
termina con la conversión de todo el
cobalto a hierro-56, el cual emitirá las
líneas más tardías producto de su estado
ionizado.

A diferencia de otros tipos de supernovas,


las supernovas de tipo Ia se encuentran en
todo tipo de galaxias, incluyendo las
elípticas. Asimismo, tampoco muestran
ninguna preferencia por regiones de
formación estelar. Esto es así porque los
sucesos que desembocan en una
supernova Ia pueden durar mucho tiempo
en términos estelares, sobre todo la
aproximación de los dos cuerpos. Además
no se originan a partir de estrellas muy
masivas, por lo que no tienen por qué
ubicarse en zonas de formación estelar
reciente (donde se encuentran las
gigantes azules), de modo que pueden
acontecer en las regiones más viejas de
las galaxias. Esta particularidad permite
encontrarlas mirando cualquier parte del
cielo, con una distribución homogénea
con probabilidad constante allí donde
haya galaxias.
Dada la similitud en las formas y en la
magnitud de las curvas de luz de todas las
supernovas de tipo Ia observadas hasta la
fecha, es que son utilizadas como medida
estándar de luminosidad en astronomía
extragaláctica, lo que en términos
astrofísicos se llama una candela
estándar; en este caso, se pueden calibrar
con una décima de magnitud. Las ventajas
con respecto a las demás candelas
estándar, como las cefeidas clásicas, es
que su alta luminosidad permite
detectarlas en galaxias muy lejanas,
ayudando a inferir distancias de objetos
que, de otra manera, sería imposible
calcular. La razón de la similitud de las
curvas de luminosidad es aún cuestión de
debate, pero parece estar relacionada, en
parte, con el hecho de que las condiciones
iniciales en que se generan estos
fenómenos sean casi idénticas. Estas
propiedades tan favorables han
revolucionado la cosmología, permitiendo
desvelar la expansión acelerada del
universo gracias a su utilización
estadística.

En la Vía Láctea, el candidato más


conocido para este tipo de supernova es
IK Pegasi (HR 8210), localizado a una
distancia de tan sólo 150 años luz. Este
sistema binario está formado por una
estrella de secuencia principal y una
enana blanca, separadas únicamente por
31 millones de km. La enana tiene una
masa estimada en 1,15 veces la masa
solar.[3] Se piensa que pasaran varios
billones de años antes de que la enana
blanca llegue a la masa crítica necesaria
para convertirse en una supernova de tipo
Ia.[4][5]

Tipos Ib e Ic

Los espectros de las supernovas de tipos


Ib y Ic no muestran la línea del silicio
presente en los espectros de las Ia; se
cree que se trata de estrellas al final de su
vida (como las tipo II), pero que perdieron
todo su hidrógeno en etapas anteriores,
por lo que las líneas de este elemento no
aparecen en sus espectros. En particular,
se piensa que las supernovas de tipo Ib
resultan del colapso de una estrella de
Wolf-Rayet que ha expulsado toda su
envoltura de hidrógeno por medio de los
intensos vientos propios de estas
estrellas. Se conocen también varias de
estas supernovas en sistemas binarios: en
este caso, la estrella compañera puede
ayudar a desligar gravitatoriamente el gas
de la envoltura de la otra estrella, la que no
necesita ser tan masiva como una Wolf-
Rayet aislada. En casos extremos, cuando
no sólo escapa el hidrógeno sino también
el helio, puede quedar expuesto el núcleo
de carbono, y éste sería el escenario de
una supernova Ic. El proceso de la
explosión de estas supernovas es
esencialmente el mismo que el de las
supernovas de colapso gravitatorio típicas,
las tipo II.

Tipo II

Las supernovas de tipo II son el resultado


de la imposibilidad de producir energía
una vez que la estrella ha alcanzado el
equilibrio estadístico nuclear con un
núcleo denso de hierro y níquel. Estos
elementos ya no pueden fusionarse para
dar más energía, sino que requieren
energía para fusionarse en elementos más
pesados. La barrera de potencial de sus
núcleos es demasiado fuerte para que la
fusión sea rentable por lo que ese núcleo
estelar inerte deja de sostenerse a sí
mismo y a las capas que están por encima
de él. La desestabilización definitiva de la
estrella ocurre cuando la masa del núcleo
de hierro alcanza el límite de
Chandrasekhar, lo que normalmente toma
apenas unos días. Es en ese momento
cuando su peso vence a la presión que
aportan los electrones degenerados del
núcleo y éste colapsa. El núcleo llega a
calentarse hasta los 3.000 millones de
grados, momento en el que la estrella
emite fotones de tan alta energía que
hasta son capaces de desintegrar los
átomos de hierro en partículas alfa y
neutrones en un proceso llamado
fotodesintegración; estas partículas son, a
su vez, destruidas por otros fotones,
generándose así una avalancha de
neutrones en el centro de la estrella.

Estas reacciones son endotérmicas, por lo


que no ayudan a sostener el núcleo
compacto y éste sigue colapsando,
emitiendo más y más neutrones cada vez.
De hecho provocan un enfriamiento del
núcleo, lo que se traduce en una menor
presión y, por tanto, en una aceleración del
proceso. Los propios átomos de hierro
captan parte del inmenso flujo de
neutrones, transformándose en elementos
más pesados por medio del fenómeno
llamado captura de neutrones, o proceso-r.

El núcleo se contrae tan rápido que deja


un espacio de baja densidad casi vacío
entre él y el resto de la estrella. La
envoltura, por su parte, empieza a caer
sobre el núcleo frenándose por un aluvión
de fotones de frecuencia extrema, que
fotodesintegran las capas más interiores
de dicha envoltura. Esta destrucción de
núcleos no sólo transmite momento sino
que también produce un flujo de neutrones
y protones que serán capturados por las
capas siguientes para formar elementos
más pesados. Simultáneamente, las
densidades enormes que se alcanzan en
la «sopa» de núcleos pesados y electrones
en que se ha convertido el núcleo
supercompactado, posibilitan una nueva
reacción. Los electrones del núcleo estelar
empiezan a caer sobre los núcleos
atómicos reaccionando con los protones
para formar neutrones en un proceso
llamado captura de electrones por lo que,
poco a poco, el núcleo se va convirtiendo
en una masa de neutrones hiperdensa
llamada neutronium. Los procesos de
fotodesintegración y de captura de
electrones aceleran aún más el
hundimiento de la estrella, ya que,
además, ahora también la presión de
degeneración pierde fuerza rápidamente.

Pero la captura de electrones no sólo


resulta en la producción de neutrones sino
también en la de neutrinos. La captura se
produce a tal ritmo que se genera un flujo
explosivo de neutrinos que es arrastrado
por el colapso, hasta que su abundancia
creciente los hace degenerar y, bloquear
así, la captura de nuevos electrones. Por
breves instantes los electrones ni siquiera
pueden seguir combinándose con los
protones ya que no hay lugar en el espacio
de fases donde colocar a los neutrinos
que resultarían, dado que éstos están ya
degenerados. Pero esto no tarda en
resolverse ya que, a consecuencia de este
taponamiento, se produce un escape de
los neutrinos del núcleo llevándose gran
cantidad de energía, lo que reactiva las
capturas y realimenta a los frentes de
onda de neutrinos que se expanden con
gran rapidez. La emisión de neutrinos
durará unos 10 segundos.
Las capas externas de material que caen
hacia el núcleo se encuentran de camino
con el frente de choque de la avalancha de
neutrinos, también llamado neutrinosfera.
A través de un proceso que no ha sido
develado por completo aún, parte de la
energía liberada en la explosión de
neutrinos es transferida a las capas
externas de la estrella. Se cree que, como
se puede ver en la fórmula siguiente, los
neutrinos son capaces de generar fotones
mediante un proceso inverso al de
generación de fotoneutrinos
(ver:Neutrinos térmicos).
Cuando la onda de choque alcanza la
superficie de la estrella varias horas más
tarde, ocurre un incremento enorme de su
luminosidad. Si la masa del núcleo
colapsante es lo suficientemente pequeña,
entre 1,5 y 2,5 masas solares, los propios
neutrones podrán frenar el colapso; si no,
seguirá contrayéndose hasta concentrarse
toda la materia en una singularidad,
formando así un agujero negro. Esta
frontera entre estrella de neutrones y
agujero negro no está bien definida debido
a la falta de entendimiento de los
procesos del colapso de una supernova.
En el caso de las supernovas que generan
estrellas de neutrones, las capas externas
apenas si llegan a chocar con la superficie
del núcleo compacto. Es posible que ni la
alcancen y antes hayan sido barridas por
el flujo de neutrinos. En las que acaban en
agujeros negros, inicialmente sí se forma
una estrella de neutrones pero la cubierta
posee tanta masa y empuje que gran parte
de ésta cae sobre la estrella de neutrones
haciendo que supere la masa máxima de
unas 2,5 masas solares, aunque este
límite tampoco se conoce con exactitud.
Curvas de luz de las SNII-P y SNII-L. Las primeras
tienen una fase de «meseta» durante la cual el gas
ionizado se enfría al expandirse, recombinándose
hasta volverse transparente. Este proceso compensa
el decrecimiento de luz y mantiene la luminosidad
hasta que se hace neutro, momento en el cual vuelve a
decrecer. En el segundo caso, apenas hay capas
externas, las que probablemente se perdieron por
interacción con alguna estrella vecina. Se observa
también que tiene un pico notablemente menos
acentuado que las SNIa.

La energía desarrollada por una supernova


de tipo II típica es de unos 1046 J (unos
100 foes) emitidos en los 10 segundos de
flujo explosivo de neutrinos. De toda esta
energía, tan sólo un foe es absorbido por
el material, reemitiéndose en forma de
energía cinética del material en expansión.
Entre 0,01 y 1 foes se emiten en forma de
energía luminosa. Esta última es la
energía detectable ópticamente. Las
supernovas con mejor rendimiento son las
que dejan estrellas de neutrones como
remanentes ya que, en este caso, el
porcentaje de masa expulsado es
máximo. En el caso de las que dejan un
agujero negro, la expansión será menos
eficiente porque gran parte de la energía
de la explosión quedará atrapada en él. En
cualquier caso, las supernovas de colapso
difícilmente se acercarán al foe completo
que liberan las supernovas tipo Ia.

La cuestión de cómo las supernovas


logran emitir toda esa energía aún no se
entiende bien. De hecho, los modelos
realizados por ordenador no dan explosión
alguna o, si la dan, ésta es muy marginal.
Se ha especulado sobre toda una serie de
factores que podrían influir en la potencia
de la explosión, o que incluso podrían ser
cruciales para que ésta se produjera. En
primer lugar puede estar la fuerza
centrífuga, que es máxima en el plano
ecuatorial y que, sin duda, tiene una
contribución positiva ayudando a que el
material escape. Con la compresión de la
estrella dicha fuerza debería acentuarse al
conservarse el momento angular de la
estrella. Por otra parte están los campos
magnéticos que también deberían
contribuir con su presión magnética. Estos
dos aspectos se omiten en los modelos
porque ni tienen simetría esférica ni se
pueden fijar debidamente al desconocerse
sus magnitudes, que por otra parte deben
ser diferentes para cada estrella.

Las supernovas de tipo II pueden dividirse


en los subtipos II-P y II-L. Los tipos II-P
alcanzan una meseta en su curva de luz
mientras que los tipos II-L poseen un
decrecimiento lineal en su curva. La causa
de esto se cree que es por diferencias en
la envoltura de las estrellas. Las
supernovas de tipo II-P poseen una gran
envoltura de hidrógeno que atrapa la
energía liberada en forma de rayos
gamma y la liberan en frecuencias más
bajas, mientras que las de tipo II-L, se cree,
poseen envolturas mucho menores,
convirtiendo menor cantidad de energía de
rayos gamma en luz visible.

Las masas de las estrellas que dan lugar a


supernovas están entre alrededor de las
10 masas solares hasta las 40 o 50. Más
allá de este límite superior (que tampoco
se conoce con exactitud), los momentos
finales de la estrella son implosiones
completas en las que nada escapa al
agujero negro que se forma, rápida y
directamente, engulliéndolo todo antes de
que un solo rayo de luz pueda salir. Estas
estrellas literalmente se desvanecen al
morir.

Se ha especulado que algunas estrellas


excepcionalmente masivas podrían
producir hipernovas al extinguirse. El
escenario propuesto para semejante
fenómeno dice que, tras la transformación
repentina del núcleo en agujero negro, de
sus polos brotarán dos jets de plasma
relativista. Estas intensas emisiones se
producirían en la banda de frecuencias de
los rayos gamma y podrían ser una
explicación plausible para las enigmáticas
explosiones de rayos gamma.

La primera fase de la supernova es un


colapso rápido del núcleo incapaz de
sostenerse. Esto conlleva una fuerte
emisión de fotones y neutrones que son
absorbidos por las capas interiores
frenando así su colapso. Simultáneamente
un frente de choque de neutrinos se genera
durante la neutronización del núcleo
compacto. Finalmente, la neutrinosfera
choca contra la cubierta y transmite su
momento expulsando las capas y
produciendo la explosión de supernova

Remanentes de supernova
Los restos o el remanente de supernova
es una estructura nebulosa formada a
partir de la explosión. Este remanente está
rodeado por una onda de choque
expansiva que barre todo a su alrededor y
choca durante su paso. La estrella ya sin
energía alguna en su núcleo implosiona
según su gravedad ocasionando alguna de
las dos rutas posibles para una supernova:
Una estrella de neutrones o un agujero
negro. Pero no todo se destruye en una
explosión de supernova, sino que el núcleo
de la estrella permanece. Este núcleo, rico
en hierro, proseguirá su hundimiento. El
hundimiento se detendrá o, por el
contrario, continuará indefinidamente
dependiendo de la masa del núcleo tras la
explosión.

Los descubrimientos de supernovas son


notificados a la UAI (Unión Astronómica
Internacional), la cual distribuye una
circular con el nombre recientemente
asignado. El nombre se forma por el año
del descubrimiento y la designación de
una o dos letras. Las primeras 26
supernovas del año llevan letras de la A a
la Z (vg. Supernova 1987A); las siguientes
llevan aa, ab, etc.

La estrella de neutrones

También llamados Púlsares, se forman


cuando el hundimiento del núcleo se
detiene a consecuencia de los neutrones,
que se desplazan sin rumbo debido a las
altas temperaturas ocasionando que la
materia se encuentre disgregada en
protones, neutrones y electrones. Las
estrellas de neutrones o púlsares tienen
un campo magnético muy grande, con lo
que se induce a la emisión progresiva de
radiación electromagnética en forma de
pulsos, los cuales se mueven a intervalos
periódicos de acuerdo con el período de
rotación.

Agujeros negros

Por otro lado, cuando el núcleo que se


mantiene durante la explosión de
supernova tiene una masa que sobrepasa
el límite de la misma, es decir, la masa de
unos tres soles, su hundimiento es
inevitable. Esto conlleva a que la densidad
de la estrella sea increíblemente alta,
provocando que colapse, a partir de esto
se forman los agujeros negros. Entre más
densidad de luz exista, más grande será el
agujero negro, tan grande que cualquier
cosa que esté cerca de ellos será atrapada
debido a su intensa fuerza gravitatoria.

Asimetría

El pulsar en la Nebulosa del Cangrejo está viajando a


375 km/s relativo a la nebulosa.[6]
Un quebradero de cabezas de larga data
acerca de las supernovas de Tipo II es por
qué el objeto compacto que queda
después de la explosión adquiere una gran
velocidad lejos del epicentro;[7] se observa
que los púlsar, y por lo tanto las estrellas
de neutrones, tienen altas velocidades.
Presumiblemente lo mismo sucede con
los agujeros negros, a pesar de que son
mucho más difíciles de observar
aisladamente. El impulso inicial puede ser
sustancial, imprimiéndole a un objeto de
más de una masa solar la velocidad de
500  km/s o aún mayor. Esto indica una
asimetría en la explosión, pero el
mecanismo por el que el impulso se
transfiere al objeto compacto sigue siendo
desconocido.

Una posible explicación de la asimetría en


la explosión es una convección a gran
escala por encima del núcleo. La
convección puede crear variaciones en las
abundancias de elementos locales, dando
lugar a una combustión nuclear irregular
durante el colapso, rebote y la
consiguiente explosión. [8]

Otra posible explicación es que la


acumulación de gas en la estrella de
neutrones central puede crear un disco
que expulsa chorros altamente
direccionales propulsando materia a muy
alta velocidad fuera de la estrella y
provocando choques transversales que
desbaratan por completo la estrella. Estos
chorros podrían desempeñar un papel
crucial en la explosión de la supernova
resultante. [9][10] (Actualmente se favorece
a un modelo similar para explicar las
grandes ráfagas de rayos gamma.)

A través de la observación, también se han


confirmado estas asimetrías iniciales en
las explosiones de las supernovas Tipo Ia.
Este resultado puede significar que la
luminosidad inicial de este tipo de
supernova depende del ángulo de
observación. Sin embargo, la explosión se
hace más simétrica con el paso del
tiempo. Los primeros indicios de
asimetrías son detectables mediante la
medición de la polarización de la luz
emitida. [11]

Supernovas destacadas

Imagen en Rayos X de la supernova SN 1006, tomada


por ASCA, un satélite de la NASA para el estudio de los
rayos cósmicos.
A continuación se muestra una lista de las
más importantes supernovas vistas desde
la Tierra en tiempos históricos. Las fechas
que se dan señalan el momento en que
fueron observadas. En realidad, las
explosiones ocurrieron mucho antes, pues
su luz ha tardado cientos o miles de años
en llegar hasta la Tierra.

185 – SN 185 – referencias en China y


posiblemente en Roma. Análisis de
datos tomados en rayos X por el
observatorio Chandra sugieren que los
restos de la supernova RCW 86
corresponden con este evento histórico.
1006 – SN 1006 – Supernova muy
brillante; referencias encontradas en
Egipto, Iraq, Italia, Suiza, China, Japón y,
posiblemente, Francia y Siria.
1054 – SN 1054 – Fue la que originó la
actual Nebulosa del Cangrejo, se tiene
referencia de ella por los astrónomos
chinos y, seguramente, por los nativos
americanos.
1181 – SN 1181 – Dan noticia de ella
los astrónomos chinos y japoneses. La
supernova estalla en Casiopea y deja
como remanente a la estrella de
neutrones 3C 58 la cual es candidata a
ser estrella extraña.
1572 – SN 1572 – Supernova en
Casiopea, observada por Tycho Brahe y
Jerónimo Muñoz, descrita en el libro del
primero De Nova Stella donde se usa por
primera vez el término "nova".
1604 – SN 1604 – Supernova en
Ophiuchus, observada por Johannes
Kepler; es la última supernova vista en
la Vía Láctea.
1885 – S Andromedae en la Galaxia de
Andrómeda, descubierta por Ernst
Hartwig.
1987 – Supernova 1987A en la Gran
Nube de Magallanes, observada unas
horas después de su explosión, fue la
primera oportunidad de poner a prueba
a través de las observaciones directas
las teorías modernas sobre la formación
de las supernovas.
– Cassiopeia A – Supernova en
Casiopea, no observada en la Tierra,
pero se estima que explotó hace unos
300 años. Es el remanente más
luminoso en la banda de radio.
2005 - 2005ap - Esta supernova de tipo
II es por el momento la más brillante
jamás observada. Llegó a ser hasta
ocho veces más brillante que la vía
láctea. Esto la hace superar en casi dos
veces a SN 2006gy.
2006 – SN 2006gy en el núcleo de la
galaxia NGC 1260, es la segunda más
grande que se ha podido observar hasta
la fecha, cinco veces más luminosa que
las supernovas observadas
anteriormente, su resplandor fue de
50.000 millones de veces la del Sol. Se
originó por la explosión de una estrella
de 150 masas solares.

Galileo usó la supernova 1604 como una


prueba contra el dogma aristotélico
imperante en esa época, de que el cielo
era inmutable.

Las supernovas dejan un remanente


estelar tras de sí; el estudio de estos
objetos ayuda mucho a ampliar los
conocimientos sobre los mecanismos que
las producen.

El papel de las supernovas en


la evolución estelar
Las supernovas contribuyen a enriquecer
el medio interestelar con metales (para los
astrónomos, «metal» es todo elemento
más pesado que el helio). Así, tras cada
generación de estrellas (y,
consecuentemente, de supernovas), la
proporción de elementos pesados del
medio interestelar aumenta. Mayores
abundancias en metales tienen
importantes efectos sobre la evolución
estelar. Además, sólo los sistemas
estelares con metalicidad lo
suficientemente alta pueden llegar a
desarrollar planetas. Una mayor
metalicidad conlleva pues una mayor
probabilidad de formación de planetas,
pero también contribuye a formar estrellas
de menor masa. Esto es debido a que el
gas acretado por la protoestrella es más
sensible a los efectos del viento estelar
cuanto más elementos pesados posea,
pues éstos absorben mejor los fotones.

Alex Filippenko y sus colaboradores


postulan que las mayores supernovas
(como la SN 2005ap y la SN 2006gy)
habrían sido producidas por estrellas muy
masivas (de 100 o más masas solares, en
los casos citados 150 masas solares), y
que estrellas de esas características
habrían constituido la primera generación
de estrellas en el universo; al estallar
como gigantescas supernovas habrían
difundido en el universo los elementos
químicos a partir de los cuales se
generaron las nuevas estrellas (y astros en
general). Tales elementos químicos serían
en definitiva los que constituyen a cada
ente material conocido, y por supuesto,
incluidos todos los seres vivos.
Véase también
Hipernova
Erupción de rayos gamma
Expansión acelerada del universo
Lista de restos de supernova

Referencias
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of type II supernovae (en inglés). ApJ
342, L79-L82.

Enlaces externos
En español

Las Supernovas en AstroMía


Las supernovas. Windows to the
Universe.
Imágenes de supernovas
Supernova: cuando las estrellas
explotan
Novas y supernovas

En inglés

Las supernovas producen rayos


cósmicos
Lista de supernovas recientes
El proyecto SNEWS (SuperNova Early
Warning System) utiliza detectores de
neutrinos para construir una red que,
según se espera, proveerá noticias de
avanzada ante una explosión de
supernova.
Un artículo de revisión en SNEWS
Un artículo técnico de revisión sobre
supernovas Tipo Ia.
Un artículo de Science sobre el
mecanismo de la explosión de las
supernova Tipo Ia.
Otra buena revisión de eventos
relacionados con supernovas.
Un artículo sobre la conexión entre
supernovas y neutrinos (en inglés).
Obtenido de
«https://es.wikipedia.org/w/index.php?
title=Supernova&oldid=112194715»

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