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INTRODUCCIÓN A LA
ANTROPOLOGÍA PARA LA
INTERVENCIÓN SOCIAL
ISABEL DE LA CRUZ
(Coordinadora)
Universitat de Valencia
Ma ISABEL JOCILES
Universidad Complutense de Madrid
ANDRÉS PIQUERAS
Universitat Jaume I de Castelló
tirant lo blllanch
Valencia, 2002
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Copyright ® 2002
Todos los derechos reservados. Ni la totalidad ni parte de este libro puede reproducirse
o transmitirse por ningún procedimiento electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia,
grabación magnética, o cualquier almacenamiento de información y sistema de
recuperación sin permiso escrito de los autores y del editor.
Director de la colección:
MANUEL ASENSI PÉREZ
ISABEL DE LA CRUZ
Ma ISABEL JOCILES
ANDRÉS PIQUERAS
ANA MARÍA RIVAS
© TIRANT LO BLANCH
EDITA: TIRANT LO BLANCH
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IMPRIME: GUADA LITOGRAFÍA, S.L. - PMc
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ÍNDICE
INTRODUCCIÓN.
Capítulo 1
LA ANTROPOLOGÍA: NACIMIENTO Y OBJETO DE ESTUDIO
ISABEL DE LA CRUZ
Universidad de Valencia E.G.
- Objeto de estudio
- La Antropología y sus subdisciplinas
- Glosario
- Bibliografía
Capítulo 2
LA CULTURA
ISABEL DE LA CRUZ
Universidad de Valencia E.G.
Capítulo 3
LA IDENTIDAD
ANDRÉS PIQUERAS
Universitad Janme I. Castellón
- Identidades colectivas
- El sentido de la diferencia: la distintividad
- La identidad colectiva posee distintos niveles identificativos y adscriptivos
- Consideraciones finales
- Grupos étnicos y etnicidad
- Identidades nacionales
- Relaciones interétnicas dentro de los actuales marcos estatales. Los conceptos de
mayorías y minorías
- Las distintas interpretaciones étnicas y nacionales
- Raza e identidades raciales
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- Racismo y xenofobia
- Mundialización, culturas e identidades
- Glosario
- Bibliografía
Capítulo 4
CONTEXTO ETNOGRÁFICO Y USO DE LAS TÉCNICAS EN INVESTIGACIÓN EN
ANTROPOLOGÍA
Mª ISABEL JOCILES
Universidad Complutense. Madrid.
- Introducción
- ¿Técnicas cualitativas o perspectiva cualitativa?
- Apuntes sobre la etnografía
- La entrevista y la observación participante en la investigación etnográfica
- Glosario
- Bibliografía
Capítulo 5
SISTEMAS DE PARENTESCO
ISABEL DE LA CRUZ
Universidad de Valencia E.G.
- Símbolos de parentesco
- Terminologías del parentesco y funciones de los términos
- La filiación y sus reglas
- El matrimonio
- Compensación por la novia y la dote
- Tipos de matrimonio
- Pautas de residencia postmarital y tipos de familia
- Glosario
- Bibliografía
Capítulo 6
ANTROPOLOGÍA Y GÉNERO
ISABEL DE LA CRUZ
Universidad de Valencia E.G.
- Glosario
- Bibliografía
Capítulo 7
LA ECONOMÍA
ANDRÉS PIQUERAS
Universitad Janme I. Castellón
- De la reciprocidad al mercado
- Desarrollo y subdesarrollo
- La globalización económica capitalista
- Glosario
- Bibliografía
Capítulo 8
ANTROPOLOGÍA POLÍTICA
ANA Ma RIVAS
Universidad Complutense. Madrid
ANEXO
ISABEL DE LA CRUZ
Universidad de Valencia y
ANDRÉS PIQUERAS
Universitat Jaume I. Castellón
- El evolucionismo
- Difusionismo
- Particularismo histórico
- Cultura y personalidad
- La nueva escuela de cultura y personalidad
- El funcionalismo (o la antropología social británica)
- El estructuralismo
- Marxismo o materialismo histórico
- Marxismo estructural
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INTRODUCCIÓN
En este trabajo hemos pretendido acercar al alumnado de Trabajo Social aquellos
elementos de la Antropología Sociocultural que, sin ánimo de restar importancias al
resto, entendemos más directamente vinculados con el Trabajo Social. No sólo en la
teoría sino en la práctica profesional actual.
En primer lugar, hay que señalar que las interdependencias entre la Antropología
Social y Cultural y el Trabajo Social son un hecho históricamente constatado. No sólo el
trabajo de campo antropológico y la comparación intercultural han sido una adquisición
de permanente valor para el cuerpo teórico-metodológico del Trabajo Social, al nivel del
estudio y la reflexión sobre las realidades a que se ha venido enfrentando, sino que
además ha influido decisivamente en los diseños de intervención profesional que desde
él se han (o están) desarrollando.
La Antropología Social y Cultural es, sin duda, la ciencia social que puede aportar
una visión más global, más general acerca de las realidades sociales. Permite una
aproximación al conocimiento de las sociedades humanas, agrupamientos sociales de
todo tipo e instituciones sociales básicas, así como de los procesos y cambios
estructurales que caracterizan las sociedades contemporáneas, analizando la cultura
como un todo interrelacionado, teniendo en cuenta su historicidad y los factores que
influyen en la continuidad y en el cambio social. La Antropología aporta al Trabajo
Social especialmente los siguientes elementos:
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Por todo ello en este trabajo se ha puesto énfasis en los temas de cultura e
identidades colectivas como elemento fundamental en el conocimiento de los
nacionalismos, de las relaciones multiculturales y los procesos e interacciones que de
ellas se derivan en nuestros barrios y ciudades, de la plasmación de la xenofobia y los
nuevos racismos como elementos distorsionadores, a todos los niveles, de las
relaciones entre los diferentes grupos.
Por otra parte, y teniendo en cuenta que las familias son un campo fundamental del
trabajo social, se ha intentado dar una visión general de lo que significan las relaciones
de parentesco, la multiplicidad de formas que éste adquiere, los diferentes modos de
organización familiar en sociedades y momentos distintos, de tal modo que puedan
ayudar a la comprensión de situaciones y realidades concretas presentes en nuestra
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propia sociedad.
Sería imposible poder analizar y comprender las diferentes realidades sociales sin
dedicarle una muy especial atención a la economía como elemento básico de las
relaciones sociales. En este sentido, además de las aportaciones más clásicas de la
antropología económica, hemos querido dar relevancia a los aspectos de la
mundialización y de la división del mundo entre países enriquecidos y países
empobrecidos, no sólo por ser fundamentales en el análisis y la comprensión de la
realidad social que nos ha tocado vivir, sino también porque el Trabajo Social ha
ampliado su ámbito de acción y son cada vez más las personas, que de un modo u otro
están vinculadas a tareas relacionas con la cooperación internacional al desarrollo y sus
diferentes instituciones.
la vejez u otros de gran valía para la práctica del Trabajo Social pero teniendo en
cuenta por una parte, que aquí se trata de introducir al alumnado en el conocimiento de
la Antropología y por otra, las limitaciones de espacio inherentes a cualquier
publicación, hemos optado por los temas anteriormente citados por parecemos los de
mayor relevancia en este caso, intentando aportar en todo momento la idea de que las
relaciones social y culturalmente construidas pueden, y en muchos caso deben ser
transformadas.
ISABEL DE LA CRUZ
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Capítulo 1
LA ANTROPOLOGÍA: NACIMIENTO Y OBJETO
ISABEL DE LA CRUZ
Así, aunque las otras ciencias sociales tenían conocimiento de estas nuevas
sociedades, ninguna de las ciencias sociales establecidas, en palabras de Kaplan y
Manners (1979) «encontró una razón para dejar la relativa comodidad de las
investigaciones y las especulaciones en casa, por las incomodidades del trabajo de
campo». Sin embargo es necesario decir que algunos de los primeros antropólogos
tampoco realizaron trabajo de campo personalmente sino que se sirvieron de las
aportaciones de esas personas que, como hemos visto anteriormente, aportaron una
cantidad importante de trabajos descriptivos.
Pero la gran diferencia entre los procesos de aculturación que tienen lugar en los
siglos pasados y los que se producen a partir de la segunda mitad del siglo XX, radica
en la diferencia de los «centros de irradiación cultural», que entonces eran múltiples y
hoy sólo es uno: la llamada civilización occidental, la sociedad y la cultura generadas
por el capitalismo de consumo. La independencia formal de las colonias ha
transformado a «los pueblos primitivos» en los países llamados del «Tercer Mundo»,
«Subdesarrollados»..., o cualquiera de los múltiples apelativos que utilizamos para
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Dado el carácter perentorio de los temas que hoy se abordan, se ha hecho evidente
que la Antropología no puede limitarse a elaborar y trasmitir conocimientos sobre la
diversidad sociocultural, sino que debe estar preparada para una crítica ideológica o
sociopolítica, y tomar partido en las situaciones problemáticas resultantes de esa misma
diversidad, en palabras de Alcina «Si el antropólogo al analizar su propia sociedad,
observa injusticias, anacronismos y realidades que, en suma, deben ser modificadas,
lógicamente deberá estar del lado de, o deberá comprometerse con los que no detentan
el poder» (Alcina, 1975). Es en este ámbito dónde debería situarse la necesidad de una
estrecha colaboración, teórica y práctica, entre el Trabajo Social y la Antropología.
relativamente nuevos, lo que provoca una viva reflexión crítica sobre el corpus teórico
de la disciplina que resulta muy enriquecedora para el conjunto de las ciencias sociales.
OBJETO DE ESTUDIO
El nombre de esta ciencia está compuesto por dos palabras: Anthropos, que
traduciremos por Humanidad y Logia estudio y conocimiento de esa Humanidad.
Estamos por lo tanto ante una ciencia que tiene que ver con todo lo específicamente
humano y sus manifestaciones, así como con su capacidad de crear grupos,
instituciones, pueblos, etc.
distintos medios y las costumbres colectivas, entre otros muchos rasgos de las
sociedades humanas. Por tanto la Antropología incidirá fundamentalmente en el
comportamiento institucionalizado de los individuos.
Estas son:
en las culturas humanas, para lo que se sirve, además de todas las especialidades
antes citadas, de dos subdisciplinas de apoyo: la Etnografía y la Etnología.
La Antropología Social. Se entiende hoy como una ciencia que implica un tercer
nivel de complejidad, cual es el análisis teórico de los datos etnográficos y las
clasificaciones etnológicas, con el fin de establecer leyes de alcance general para el
conjunto de culturas desarrolladas por la Humanidad.
GLOSARIO
Antropología social. Ciencia que tiene por objeto el análisis teórico de los datos
etnográficos y las clasificaciones etnológicas, con el fin de establecer leyes de alcance
general para el conjunto de culturas desarrolladas por la Humanidad.
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Evolución. Cambios que han afectado al ser humano y las sociedades en el devenir
histórico.
BIBLIOGRAFIA
Capítulo 2
LA CULTURA
ISABEL DE LA CRUZ
B. La Sociológica, que la entiende como una práctica humana pero incluida dentro
de un campo social concreto: el cultural. Este campo incluye el conocimiento y está
vinculado a la creatividad. Lo que comúnmente se conoce como Cultura: la ciencia, las
artes, etc.
- Técnico: nos da las instrucciones para saber cómo actuar y cómo hacer
las cosas
«La cultura o civilización, en sentido etnográfico amplio, es aquel todo complejo que
incluye el conocimiento, las creencias, el arte, la moral, el derecho, las costumbres y
cualesquiera otros hábitos y capacidades adquiridos por el hombre en cuanto miembro
de la sociedad» (Tylor, 1871, cit. en Kahn, 1975).
«... la mayor parte de las reacciones motoras, los hábitos, las técnicas, ideas y
valores aprendidos y transmitidos —y la conducta que provocan— esto es lo que
constituye la cultura. La cultura es el producto especial y exclusivo del hombre, y es la
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«La cultura incluye todas las manifestaciones de los hábitos sociales de una
comunidad, las reacciones del individuo en la medida en que se ven afectadas por las
costumbres del grupo en que vive, y los productos de las actividades humanas en la
medida en que se ven determinadas por dichas costumbres». (F. Boas 1930, cit. en
Kahn, 1975)
«El término cultura tal como yo lo utilizo, no es esa categoría que todo lo abarca...
Para mí los conceptos de sociedad y cultura son absolutamente distintos. Si se acepta
la sociedad como un agregado de relaciones sociales, entonces la cultura es el
contenido de dichas relaciones. El término sociedad hace hincapié en el factor humano,
en el agregado de individuos y las relaciones entre ellos. El término cultura hace
hincapié en el componente de los recursos acumulados, materiales así como
inmateriales, que las personas heredan, utilizan, transforman, aumentan y transmiten»
(Leach)
«La cultura es tanto pública como individual, está tanto en el mundo como en las
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mentes de los individuos (...). El individuo y la cultura están vinculados porque la vida
social humana es un proceso en el que los individuos hacen suyos los significados de
los mensajes públicos. Por tanto, solas y en grupo, las personas influyen en la cultura
mediante la conversión de sus comprensiones privadas en expresiones públicas».
(D'Andrade 1984)
«... estilo de vida total, socialmente adquirido, de un grupo de personas que incluyen
los modos pautados y recurrentes de pensar, sentir y actuar» (Harris, 1986).
«... la cultura incluye mucho más que refinamiento, gusto, sofisticación, educación y
apreciación de las bellas artes (...) las fuerzas culturales más interesantes y
significativas son las que afectan a las gentes en su vida cotidiana, particularmente
aquellas que influyen en los niños durante su enculturación. La cultura, definida
antropológicamente, abarca características que a veces son vistas como triviales o no
merecedoras de un estudio serio...» (Kottak, 1994).
Esta relación, que puede parecer exhaustiva, no es más que un pequeño reflejo de la
utilización y significado de este término. A través de ellas podemos ver cómo se va
definiendo el concepto de cultura a través del tiempo. Así por ejemplo, vemos que para
Taylor incluye todo y que mantiene esa dicotomía entre cultura y civilización. Leach
hace hincapié en los aspectos materiales de la misma, Marcuse, por su parte, nos
permite visibilizar las dos acepciones más utilizadas del concepto: por una parte la
aplicación del término al ámbito espiritual, a la cultura entendida como arte, ciencia y
también como proceso de aprendizaje en los ámbitos formales. Así decimos que una
persona tiene cultura, o que es muy culta, cuando ha podido acceder a estudios de tipo
universitario o similares. También podemos ver cómo se define desde el poder lo que
se denomina arte y lo que no. De este modo hablamos de arte cuando un tapiz o una
escultura o una cerámica es realizada desde los ámbitos oficiales, desde los circuitos
definidos como artísticos, y hablamos de artesanía cuando estos mismos elementos
son realizados por los pueblos.
se refuerzan mutuamente.
Compartimos aquí la definición de Marvin Harris (que a su vez sigue algunas de las
definiciones clásicas, como la de Tylor), ya que une cultura y sociedad. Porque cultura
no sólo hace referencia a los «estilos de vida» de los miembros de una sociedad, sino
también la estructura grupal de ésta. Ello nos permite analizar los diferentes aspectos
de una cultura y nos dota de instrumentos válidos para poder comparar las diferentes
culturas a través de un patrón universal.
Cuando observamos la cultura de una sociedad lo primero que vemos es que ésta
suele ser muy similar, en muchos de sus aspectos, de una generación a otra. Esto es
debido al proceso de enculturación, «una experiencia de aprendizaje parcialmente
consciente y parcialmente inconsciente a través de la cual la generación de más edad
incita, induce y obliga a la generación más joven a adoptar los modos de pensar y
comportarse tradicionales» (Harris, 1986) Este concepto, a pesar de sus limitaciones,
ocupa un lugar central en la Antropología moderna. La incomprensión del papel que
desempeña en el mantenimiento de las pautas culturales forma el núcleo del
etnocentrismo, es decir, la creencia de que nuestras pautas culturales y reglas sociales
son naturales, buenas, importantes, y las de los extraños raras e irracionales. En otras
palabras, el etnocentrismo es la tendencia a ver la propia cultura como la mejor y a
juzgar el comportamiento y las creencias de los otros, con patrones de nuestra propia
cultura. Así vemos como repugnantes ciertos hábitos alimenticios o incomprensibles
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el sentido moral), igualitarias, respetuosas con los demás y con el medio, etc. etc.
negando la propia historia de muchos pueblos y situando, una vez más a estas culturas
fuera del plano de la igualdad. Antes eran consideradas salvajes, primitivas y estaban
muy por debajo en la escala, y ahora son las mejores, por lo tanto están en otra
dimensión de la cultura occidental. Antes eran consideradas inferiores y ahora
superiores, pero nunca iguales.
Para poder entender las diferentes culturas no basta saber que son adquiridas
mediante la enculturación, que toman algunos rasgos unas de otras, que son modos de
interacción concretos a un medio determinado, que se transforman en el tiempo pero
permanecen. Hemos de saber que cada cultura es particular, específica, pero también
que todas las sociedades humanas tienen mucho en común. Todas tienen dispositivos
culturales para satisfacer las necesidades de subsistencia, de reproducción, la
organización para el intercambio de bienes y trabajo, la vida en los grupos domésticos y
en grandes comunidades, los aspectos creativos, morales, estéticos e intelectuales de
la vida humana. Estos aspectos presentes en todas las culturas es lo que se denomina
el patrón universal, y es lo que nos permite la comparación, procedimiento
antropológico por excelencia, para el conocimiento y la explicación. Son muchos los
antropólogos que han trabajado sobre el patrón universal, pero no hay acuerdo sobre
dónde poner el acento, cuáles son las subdivisiones categóricas y qué prioridad hay
que dar a cada una de ellas.
es similar de una generación a la siguiente. Pero similar no quiere decir idéntica. Las
pautas culturales no siempre se repiten con exactitud y además aparecen pautas
nuevas y desaparecen algunas de las viejas. La cultura es algo vivo, está en
permanente cambio. La enculturación nos explica la continuidad de una cultura pero no
sus cambios.
SÍNTESIS
La cultura, pues, es aprendida, nadie nace sabiendo comer con cuchara o con
palillos. Todos los seres humanos necesitamos comer pero cómo hacerlo, o qué es lo
que se come o no se come dependerá del grupo cultural en el que nazcamos y
realicemos nuestro aprendizaje.
La universalidad del tabú fue cuestionada por el hecho de que en algunos casos, por
ejemplo entre los faraones egipcios y algunos grupos de chamanes, se produjeran
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matrimonios entre parientes a priori afectados por el tabú. Sin embargo podemos decir
que el hecho de que estas uniones se produjeran no afecta a la universalidad, dado que
a estas personas se les atribuía categoría de divinidad por lo cual de algún modo no
estarían sujetos a las normas que afectan a los mortales.
Para Levi Strauss, el tabú del incesto y la exogamia (obligación de casar fuera del
grupo) son las dos caras de una misma moneda, las dos versiones de una misma regla
que se convierte en norma fundamental de la sociedad y que organiza los sistemas de
parentesco. En su aspecto preceptivo, el tabú impide contraer matrimonio con los
parientes; mientras que por la exogamia, entendida como aspecto positivo derivada del
tabú, se establece el intercambio de mujeres entre los diferentes grupos. Con cual se
consigue convertir en aliados a potenciales enemigos. Sin embargo, no hemos de
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olvidar que los límites de la endogamia (casarse dentro del propio grupo) y de la
exogamia son siempre relativos.
GLOSARIO
Exogamia: Regla que obliga a casarse fuera del grupo. Relacionado con el grupo de
parientes es un universal cultural.
Endogamia: Contraer matrimonio dentro del grupo, sea éste local, de clase, de
estatus, etc.
BIBLIOGRAFÍA
Capítulo 3
LA IDENTIDAD
ANDRÉS PIQUERAS
Todo esto conduce a una concepción que hoy es predominante en la Ciencia Social,
que es la de rechazar la esencialidad de la identidad. Es decir, se rebate el hecho de
que la identidad sea algo que les viene dado definitivamente a los individuos o grupos
humanos desde el principio de su existencia.
Aquí vamos a considerar solamente las identidades colectivas, que son las que
interesan a las ciencias sociales, y dentro de ellas veremos algunas de las que más
atención ha prestado la Antropología Social.
IDENTIDADES COLECTIVAS
Esa semejanza se basa por lo común en ciertos rasgos o factores definidos de forma
estereotípica y aceptados como propios por el común de aquellas personas. Lo que
significa que se reconocen como integrantes de una misma colectividad o un nosotros.
A) Dinámicas endógenas
Por eso, el proceso de formación y evolución de toda identidad colectiva está sujeto
a relaciones de poder y dinámicas de tensión o conflicto.
Pero las identidades colectivas de las sociedades se han construido también a partir
de otras divisiones que afectan sustancialmente a la definición dominante que de sí
mismas propagan. Como por ejemplo, la división de género (que es la diferencia de lo
que significa ser mujer y hombre, sus papeles y posibilidades dentro de cada sociedad),
por la cual las mujeres han tenido mucho menos protagonismo social explícito y por
tanto mucho menos que decir o decidir en cuanto a la identidad colectiva.
Por eso hay que tener en cuenta que la identidad colectiva jamás es homogénea,
sino que incluye numerosas y fragmentarias versiones, aunque una de ellas pueda
resultar eventualmente hegemónica o dominante respecto a las demás. Las distintas
identidades componentes de la identidad colectiva conjunta manejarán a la vez los
propios rasgos definitorios, o una determinada prelación de ellos, según su grado de
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En cualquier caso, todas estas dinámicas internas, dan como resultado un conjunto
de rasgos que prevalecen sobre otros para dar forma a la identidad común, y que se
transmiten en forma de autoestereotipo. Gracias a ese proceso sintetizador se facilita el
sentido de mismidad de las personas que se reconocen formando una determinada
sociedad o entidad colectiva cualquiera.
B) Dinámicas exógenas
Hacen referencia a la relación de cada grupo, colectividad, sociedad, etc. (a los que
para sintetizar llamamos endogrupó) con otros grupos, sociedades, etc. (que
llamaremos exogrupos o grupos distintos al de referencia).
Toda identidad endogrupal está sujeta a la relación con exogrupos. De igual manera
que la identidad de una persona se va realizando mediante su interacción con los
demás, la identidad de un determinado colectivo precisa de contrastación por parte de
«los otros» colectivos (o del otro conformado colectivamente).
La mayor parte de los grupos humanos, desde los más pequeños hasta las
sociedades más numerosas, celebran ciertos rituales de identidad, a través de los
cuales pretenden fomentar la cohesión y reforzar el sentimiento del nosotros de sus
miembros. [Algo que Emile Durkheim había explicado en Las formas elementales de la
vida religiosa (1982), diciendo que el principal objetivo que persigue el grupo en el rito
religioso no es la celebración mística, sino la celebración de sí mismo, el ensalzamiento
de la comunidad que une a sus miembros, por encima de las contingencias y de los
mismos individuos. [Ver un análisis de este tipo para una comunidad del País
Valenciano en Piqueras (1993)].
Por eso siempre se ha de considerar hasta qué punto nuestra identidad (nuestro
«orgullo colectivo»), se puede estar nutriendo, de alguna manera, de la degradación de
las otras identidades (o de los otros orgullos). [Ver sobre esto al propio Erikson (1990)].
A partir de esta premisa, podemos sostener que toda identidad grupal arguye o
exhibe un conjunto de rasgos distintivo que son consensuados o incluso naturalizados
por al menos una buena parte de los individuos que la sustentan, al aceptarlos en
mayor o menor grado como comunes a todos ellos y al menos parcialmente diferentes a
los de las demás identidades grupales. Nos situamos así frente al segundo de los
significados fundamentales otorgados a la identidad: el de la distintividad.
Éste, junto con el de mismidad (o reconocimiento del sí mismo a través del tiempo),
componen el sustrato de la identidad, tanto individual como colectiva.
Pero los marcadores que suelen resultar más eficaces son los relacionados con
aquellas supuestas entidades que prevalecen a lo largo del tiempo, como la lengua, la
cultura, la religión, etc.
Según los casos pueden barajarse unos u otros elementos, o bien pueden aducirse
ciertos factores en exclusividad, pero lo que caracteriza realmente a una determinada
identidad colectiva no son unos u otros rasgos, sino una singular combinación
específica, y única, de todos ellos, al menos de todos los aducidos como distinguidores.
Desde este punto de vista, la identidad colectiva cobra materialización en forma de
dispositivo mantenedor de cohesión. Concilia relaciones de diferente tipo entre los
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componentes del grupo y logra una cierta autopresentación coherente frente al mundo
exterior, mediante una versión dominante o hegemónica de todas las posibles
expresiones identitarias que alberga en su seno.
Lo que quiere decir que según los contextos de interacción se esgrimirán unos u
otros criterios: los más distinguidores respecto al grupo interlocutor si lo que se intenta
es diferenciarse del mismo lo más posible; los menos, o los más comunes al
interlocutor, si lo que se pretende es la semejanza o al menos la buena relación con el
mismo. (Ver para una mayor explicación de estas consideraciones, Piqueras, 1996a).
CONSIDERACIONES FINALES
de cualquier otra elaboración cultural, siempre son explicadas también por ese propio
medio. Es decir, nunca son irracionales: tienen una lógica que se puede averiguar.
Cabe repetir, entonces, que la especial tarea y también dificultad para la ciencia
social en general y para la Antropología en particular, estriba en descubrir cuáles son
las relaciones lógicas entre los elementos condicionantes y las configuraciones
subjetivas, esto es, qué condicionamientos sociales e históricos y físicos o ambientales
intervienen y qué clase de mecanismos o entidades y agentes sociales pueden llegar a
potenciar, transmitir o incluso generar una determinada identidad.
Dando un paso más, hay que explicar o responder también al tipo de proyecto o
definición de realidad que contiene toda identidad.
CUADRO SINÓPTICO
Toda identidad es:
conciencia De compartir una serie de rasgos o características, lo que
implica formar alguna especie de «comunidad»
distintiva los rasgos en los que se basa diferencian o «marcan» al grupo
ideológica los marcadores que se aducen auto como en la
heterodistinción son elegidos de acuerdo a dinámicas de
interés y relaciones de poder e interés intra e intergrupales
interactiva con relación al medio sociohistórico, a los exogrupos y a las
propias relaciones endogrupales
diacrónica conlleva dimensión temporal, de relativamente larga duración
procesual es dinámica, dialéctica, inacabada
proyecto es teleológica
instrumento como medio para conseguir objetivos, merced a la cohesión,
afectividad y/o empatía que provoca adscripción; su «realidad»
o existencia se mide por su capacidad de generar vinculación
a, e identificación con sus presupuestos, así como por su poder
de referencia dentro de sus límites de inclusión
construcción no hay nada de esencial en ella, sino que social es fruto de la
intervención de los distintos agentes que integran un
determinado todo social.
Por tanto, toda identidad es fruto de la socialización, sujeta a la permanente
contingencia de contra-construcciones y dependiente, en sus versiones colectivas
más amplias, de fracturas de clase, étnicas, de estatus, poder, género, centralidad-
periferia, etc. Las cuales incidirán con mayor o menor fuerza según el tipo de
identidad de que se trate.
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Hasta tal punto llega su fuerza identificativa y definidora que a la identidad étnica se
la suele ver como una identidad biológica o natural, algo así como si contuviera un
componente esencial preservado a través de las generaciones por encima de las
cambiantes condiciones humanas e históricas.
Para empezar, hay que decir que lo étnico es todavía hoy un concepto
científicamente ambiguo, o cuanto menos poco elaborado por las Ciencias Sociales. Si
por un lado se emplea para apelar a referentes biológicos (íntimamente vinculados a
cuestiones de sangre —descendencia— o de diferencias físicas en general); por otro,
numerosos autores parecen querer compendiar con este término una serie de
atribuciones culturales comunes (entendiendo lo cultural en un sentido evidentemente
42
La identidad étnica, igual que se dijo para las restantes formas de identidad colectiva,
se ha formado a partir de condiciones históricas comunes, pero también según las
contradicciones internas de los propios grupos étnicos y de las formas específicas de
dominación que presentan en su interior, o de su posición en relación a otros grupos
(que también contribuyen a moldear la propia identidad). Los atributos de etnicidad
invocados, o los elementos (marcadores) étnicos, se escogerán, como ya se ha dicho
para el conjunto de las identidades, precisamente entre aquellos que diferencian,
contrastan o establecen la distinción entre colectivos, y que al mismo tiempo alberguen
la potencialidad de cohesionar internamente al propio grupo. Esto vale tanto para la
vertiente física como la cultural de los rasgos aducidos en la etnicidad.
Pues la etnicidad no hay que verla como un don primordial, sino como un proceso de
formación de un tipo específico de identidad, basado, como se ha dicho, en la
conjunción de características físicas y culturales, y que se fundamenta a su vez en
sustratos de índole técnica como pueden ser la organización socioeconómica o la
cultura material, amén de otros como el propio territorio o la lengua común.
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Puede, por tanto, al igual que cualquier otra identidad, ser controlada, negociada,
alineada, manipulada o transformada de algún modo por una variedad de razones
expresivas o instrumentales» (Mickay y Lewins, en G.P. Nielsson, 1989:203).
quiere decir también, que un mismo grupo étnico puede perpetuarse a través de
distintos sistemas socioeconómicos.
Por eso las identificaciones étnicas han perdurado hasta nuestros días, adaptándose
a las cambiantes circunstancias socio-históricas y siendo motivo de no pocas
redefiniciones sociales. En los Estados modernos han venido siendo también fuente de
numerosos conflictos. Esto es así en gran medida gracias a que la etnicidad presenta
una proyección política a la que llamaremos etnicismo. Tal fuerza proyectiva resulta
insoslayable para cualquier estudio social de las relaciones intra e interestatales, al
tener amplias consecuencias en el mundo actual. Podemos definir el etnicismo como la
búsqueda de definición política de las sociedades o grupos humanos en virtud de su
autopercepción étnica, cultural.
En nuestros días eso se traduce a menudo por la búsqueda de una sociedad estatal
propia, o al menos por el intento de consecución de una entidad política con
determinados grados de autonomía dentro de un Estado. Lo que significa a su vez, que
el etnicismo ha adquirido carácter nacional. Por lo que, en ese caso, puede ya
traducirse como nacionalismo.
Mames Guatemala
Tsongas Mozambique
Seras Mozambique
Macondos Mozambique
Chuang China
Po-yi China
Miaos China
IDENTIDADES NACIONALES
Las consideraciones anteriores nos llevan a acercarnos algo más a las identidades
nacionales y a los nacionalismos.
A su vez, será más fácil que éstas se comprendan si atendemos a las dos vías o
tipos de procesos por los que aquí entenderemos que un determinado colectivo o
sociedad humana puede devenir nacional:
Hablamos de nación, en este caso, cuando un grupo étnico presenta una proyección
política en busca de autogobierno, de forma que le permita convertirse en, o concordar
con una formación político-territorial soberana (lo que en nuestro actual Sistema
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Para decirlo en otros términos, la nación puede concebirse como la expresión política
de una autoconciencia y autoidentidad (étnicas), que aspira a dotarse a, o ha obtenido
autogobierno y constituye una entidad política diferenciada, en concordancia con una
asumida especificidad social y territorial. Esa entidad política suele venir expresada en
nuestros por una formación estatal independiente.
En la práctica esto quiere decir que los diferentes Estados pluriétnicos han intentado
mostrar a «su» población como un solo pueblo, con un pasado y un territorio comunes,
incluso un «patrimonio cultural» también común. Es decir, se han aplicado a llevar a
cabo una homogeneización de los grupos étnicos constituyentes, para hacerles ver
compartidores de una misma ascendencia, unos mismos caracteres de distinción y un
mismo territorio.
Por eso a través del tiempo, el éxito de la socialización estatal ha logrado incluso
borrar o al menos diluir en numerosos casos, los orígenes étnicos de los individuos, que
pasan a considerarse a sí mismos sólo como ciudadanos, sin distinciones culturales ni
étnicas de importancia entre sí.
Estos procesos han dado lugar a la gestación de otras identidades de gran arraigo en
la actualidad: las identidades estatales. En muchos casos han logrado convertirse en
las más inclusivas o definidoras de los individuos (dado que frecuentemente es a través
de ellas que realizamos nuestra presentación personal en primera instancia).
Pero el modelo, que fue exportado desde Europa a través de las sucesivas olas de
colonización mundial que ella emprendió, ha sido y es causa también de algunos de los
principales conflictos que se han producido en el último siglo en todo el planeta.
En gran parte de África, por ejemplo, el Estado suele reflejar el dominio de un pueblo
étnico-nacional (el mayoritario el que mejor posición respecto al poder colonial tenía a la
hora de acceder a la independencia tras la descolonización) frente a los demás que lo
integran. Lo que ha hecho cuestionar los propios fundamentos del Estado en no pocas
ocasiones.
Desde cualquiera de estas dos formas de «realizar» la nación, vía étnica o estatal,
ésta se entiende como promovedora de la más amplia definición (e inclusión) de los
individuos hoy en día. Si su construcción no puede entenderse sin una identidad cultural
«dada» (esto es, conseguida), tampoco resulta viable sin una demarcación territorial y
una representación histórica. Pues si el territorio es el continente de la identidad
nacional, en donde ella cobra traducción espacial, no es menos cierto que la Historia,
convertida siempre en «mito histórico» y fundacional, posibilita la identificación con los
predecesores, la continuidad de la identidad nacional en el tiempo, por lo que se
configura también como Historia-ascendencia.
Pero todavía podríamos hablar de una manera de entender la nación que presenta
ciertos matices diferenciales respecto a las dos anteriores.
Pero lo que nos interesa fundamentalmente de este breve análisis de las diferentes
vías nacionales, es que como toda construcción social, la nación es un proceso
dinámico (dialéctico) que en su devenir interactuará con cambiantes circunstancias
tanto macro-estructurales e históricas como micro-sociales y fenomenológicas, y que
está sujeto, por consiguiente, a continuas reconstrucciones, transformaciones o contra-
construcciones, según las distintas maneras de entender las realidades y relaciones
identitarias, o de construirlas según cambiantes intereses.
b) Estatal: opera para que el conjunto de las poblaciones que están dentro de sus
fronteras se identifique como una sola nación. [Si bien, para quienes sólo defienden la
primera posibilidad de realización nacional, o incluso para muchos que se identifican
con la segunda, no se podría hablar aquí en puridad de nacionalismo —salvo en los
raros casos en que Estado y grupo étnico-nacional coincidieran—, sino más bien de
cierta clase de patriotismo estatal].
Desafío de gran relevancia hoy para la Antropología Social, pero cuyo afrontamiento
puede aportar no poca luz al conjunto de la sociedad. Tanto es así, que de hecho ha
pasado a constituir un objeto de estudio de primera importancia en esta disciplina.
Nación
Europa Irlanda (del Norte)
Euskadi
Asia Kurdistán
Timor Oriental
Tíbet
Cachemira
Sri Lanka
Mindanao
Palestina
África Sáhara
Eritrea
Bantú Sudanesa
52
EUROPA Nación
Yugoslavia Serbia
Croacia
Bosnia
Macedonia
Kosovo
Checoslovaquia Chequia
Eslovaquia
URSS Bielorrusia
Estonia
Letonia
Lituania
Ucrania
Armenia
Chechenia
Osetia
Georgia
Kazajstán
Turkmenistán
Tadzhikistán
Uzbekistán
Las sociedades del mundo entero son cada vez más aglomerados de gentes
provenientes de diferentes ámbitos culturales y étnicos, debido tanto a la migración
rural/urbana como a la migración interestatal. Es decir que muchos de nosotros
percibimos de forma creciente nuestro entorno social como un ámbito pluricultural y a
53
También las relaciones entre los diferentes grupos minoritarios pueden revestir ese
mismo carácter conflictivo, puesto que no todos los grupos minoritarios ocupan la
misma posición y por lo tanto no tienen las mismas posibilidades de acceso a los
recursos, al estatus social o al poder.
a pesar de ser más de la mitad de la población del planeta. Otro tipo de minorías muy
especiales que se podrían establecer según estas consideraciones son las clases
sociales, aunque en este caso resulta más complicada la aplicación de tales criterios.
Centrándonos en las relaciones que aquí nos ocupan, las relaciones interétnicas, o
entre mayorías y minorías culturales dentro de los Estados, podemos constatar cómo la
evidencia de pluralidad étnica y cultural, se convierte, generalmente, en un ejercicio
retórico cuando a partir de ella se propone la comunicación mutua. Esto es así porque
más allá de las declaraciones se da casi siempre la existencia de un grupo cultural
mayoritario que determina y define la «normalidad», que sitúa a los demás según la
cercanía o lejanía a esa normalidad, sin aceptar la convivencia real de la multiplicidad,
no sólo la evidencia de la existencia de otros diferentes hacia los cuales se manifiestan
actitudes que por lo general van desde prejuicio y la discriminación al racismo y la
xenofobia.
Podemos decir que prejuicio y discriminación de todo tipo ha sufrido y sufre el pueblo
gitano en todo el territorio español, no en vano ha sido nuestra minoría histórica. A él se
suman ahora otras minorías: africanos, sudamericanos, asiáticos, europeos del Este,
todas aquellas personas provenientes de países empobrecidos, que han pasado en
pocos años de «exóticas» y lejanas para buena parte de la sociedad a ser nuestros
vecinos. Unos vecinos a los que llamamos inmigrantes.
Es éste en realidad un eufemismo que deja fuera a los inmigrantes de los países
enriquecidos [por ejemplo, en España hasta 1995 los residentes extranjeros del «Primer
Mundo» superaban con creces a los del «Tercero», y en la actualidad la proporción es
más o menos de un 49% a un 51% respectivamente. Pero a aquéllos primeros nadie los
«ve» como inmigrantes]. Por lo que esta denominación, la de inmigrantes, se convierte
en una palabra que encierra en sí los conceptos de pobreza, etnia, cultura, etc., con
toda la carga no sólo prejuiciosa y discriminatoria sino xenófoba y racista que se ha
acumulado en ella.
A todo ello ha contribuido el que los Estados modernos (como se dijo) han logrado
entrelazar o concatenar el sentido de nación por ellos propuesto, y el de identidad y
«familia». Es decir, que «los nacionales» serían como una gran familia. Mientras que
los extranjeros son gente ajena a «nosotros» y por tanto sujetos a nuestra xenofobia.
Pero para ello, antes, hemos de considerar las distintas interpretaciones que sobre lo
étnico y lo nacional se han formulado.
56
* Este apartado corresponde casi por entero al texto de Isabel de la Cruz (2000).
Merced a estas transformaciones, por primera vez también los países mediterráneos,
entre ellos España, hasta entonces exportadores netos de mano de obra en gran
escala, se hacen receptores de inmigrantes.
Con todo, en estos países las cifras absolutas y relativas de inmigración son apenas
significativas, especialmente si las comparamos con las de países con larga tradición
de recepción de inmigración, como los de la Europa Central, Australia, o América del
Norte.
Así, por ejemplo, mientras que en Italia, Portugal o España en 1997 el porcentaje de
población inmigrada representaba respectivamente el 1%, el 1% y 0,9%, en
Luxemburgo, Australia o Suiza, era del 34,9%, 21,1% y 19% respectivamente. Y en
países como Bélgica, Francia u Holanda, esos porcentajes llegaban al 8,9%, 6,3% y
4,4% respectivamente.
mundo se produce el gran desplazamiento Sur a Norte y Este a Norte (Norte = países
de la OCDE = «Primer Mundo»).
Aunque además hay movimientos masivos también Sur-Sur (muchas veces a causa
de conflictos armados, catástrofes o persecuciones políticas, pero asimismo como
migraciones meramente económicas); y otros más minoritarios que se dan Norte-Norte,
entre las élites económicas e intelectuales, sobre todo.
Resulta por ello de gran interés explicar el concepto de raza bajo este prisma
construcciónista o histórico, para saber qué procesos esconde, así como para explicar
las identidades que se forman en torno a él.
Dos han sido las principales formas de abordar la trama de las distinciones raciales:
Uno de los ítems que mejor conocen hoy los biólogos es el mecanismo genético
preciso para la herencia de los grupos sanguíneos. Todos los seres humanos tenemos
un genotipo que con combinaciones de dos alelos nos dan las posibilidades de grupos
sanguíneos A, B, AB, O. Pues bien, ninguno de los alelos del genotipo tiene una
distribución que corresponda a las divisiones raciales tradicionalmente hechas. El alelo
O, que tiene la distribución más extensa, está presente en todos los continentes,
teniendo una frecuencia del 70 a 80% de los individuos en Escocia, África central,
Siberia y Australia. Algo parecido ocurre con el alelo A y, en mayor o menor extensión
intercontinental, con el resto de los alelos del genotipo humano (Harris, 1986).
Todo ello desmotivó bastante a científicos naturales tanto como antropólogos físicos
de buscar en razones genéticas las explicaciones raciales. Además, las diferencias
genéticas al no ser visibles, no han podido ser utilizadas cultural y discriminatoriamente
por las distintas poblaciones humanas, que es la razón de peso subyacente a la
construcción del concepto de raza. Así que a la hora de sostener tal concepto se ha
dado una prioridad a los rasgos fenotípicos de los seres humanos.
El problema desde un principio fue determinar cuál o cuáles rasgos deberían ser
considerados primordiales a la hora de establecer las taxonomías raciales. Desde la
altura a la forma craneal, pasando por el color de los ojos, el olor, la forma del cabello o
los rasgos faciales, toda una gama de características han sido ensayadas como
básicamente distinguidoras de los grupos humanos. De todas ellas, por ser la más
61
Y no creamos que fue sólo una cuestión del color de la piel. Lo mismo ha ocurrido
con cualquier intento de utilizar otro rasgo fenotípico. Por ejemplo, respecto a la altura o
complexión corporal, dentro de las poblaciones con un color de piel negro, los
científicos se encontraron desde grupos humanos de 1,40 metros de altura (p.e.
pigmeos mbuti de Ituri), hasta los watusi que alcanzan fácilmente los dos metros,
siendo de una complexión mucho más parecida a la escandinava. Pero claro, clasificar
a los escandinavos y los watusi como una misma raza no les pareció muy prudente a
los defensores de las tesis raciales.
más o menos blanca, pueden ser altas o bajas, tener desde el pelo liso hasta
ensortijado, desde muy rubio hasta muy negro, con todo un amplio abanico de rasgos
faciales.
Por si fuera poco, muchas similitudes o diferencias fenotípicas no tienen una base
genética. Debido a cambios en el entorno que afectan a los individuos en su
crecimiento y desarrollo, la gama de características fenotípicas de una población puede
cambiar sin que se dé ningún cambio genético.
Con ello, en definitiva, podemos concordar que no es posible definir, hoy por hoy,
razas biológicas dentro de la especie humana. La Antropología Social, por su parte, no
reconoce traducción científica al término de raza. Explica, más bien, que fue un
concepto propagado por los europeos para legitimar su expansión colonial y la
explotación y dominación de otros pueblos considerados como inferiores. Con la excusa
primero de evangelizarlos o «humanizarlos», después de «civilizarlos», y hoy de
«desarrollarlos». El concepto de raza les permitía encumbrarse a lo alto de un
pretendido proceso evolutivo y civilizatorio dado al interior de la especie humana.
Es por esto que por lo común los antropólogos y antropólogas prefieren hablar de
razas sociales. Abordaremos su explicación a través de otros dos conceptos que dan
título al siguiente apartado.
RACISMO Y XENOFOBIA
Las razas de las que oímos hablar todos los días son categorías culturales o
sociales, no biológicas. La raza, al igual que la etnicidad es una construcción social, y
muy a menudo ambos términos son utilizados casi indistintamente, especialmente en
63
La xenofobia suele reforzar una versión más aguda del etnocentrismo, la que
promueve la autoconsideración de una población por encima de las demás culturas o
sociedades. Pero es combatible y superable a partir del acercamiento intercultural e
interpersonal.
fronteras (especialmente las que separan a los pobres de los ricos), la incompatibilidad
de las formas de vida y de las tradiciones, el llamado racismo diferencialista o
«igualitario», que amparándose en un pretendido respeto por cada cultura, promueve la
no mezcla de las mismas (asumiendo presupuestos esencialistas sobre ellas), y por
tanto, la separación territorial de las diferentes poblaciones (lo que se traduce por un
frontal rechazo a los inmigrantes pobres en las sociedades enriquecidas). [Subsiste un
sustrato de todo esto también en muchas de las identidades que se esgrimen como
«étnicas» o «nacionales» (ver Piqueras, 1996b)].
Este Sistema presenta unos «centros» dominantes (o sociedades centrales) que son
EE.UU. en primer lugar, y luego los países de la Unión Europea (sobre todo Alemania,
Francia, Gran Bretaña e Italia), más Japón, Canadá y Australia. Como vemos, son
«centros» muy dispersos y separados geográficamente, aunque eso no ha sido
obstáculo para que se identifiquen en general con «Occidente». [Este concepto ha sido
ideado para designar a la vez, en realidad, un grado de riqueza y de «raza»: los blancos
ricos y sapientes frente al resto de la Humanidad (menos «desarrollada»). Sólo Japón
quedaría al margen de esa dicotomía, hecho para el que se han dado dos
«soluciones»: o bien considerar a la sociedad japonesa «blanca honorífica», como hizo
la Sudáfrica del Apartheid, o bien ponerla cada vez más trabas para estar en el «club de
los elegidos», como de hecho se está haciendo].
Pero la situación de esas periferias difiere mucho. Hemos de tener en cuenta que
una buena parte de Europa (la oriental) entra hoy en ellas tras perder la «guerra fría» y
ser invadida por la versión más cruda del capitalismo. Esas periferias están integradas
también por Asia, América Latina y África, con sociedades y situaciones muy diferentes
tanto a nivel intra como intercontinental. Todas tienen en común, sin embargo, su
dependencia respecto a las sociedades «ricas» o centrales.
a) concentración del control de los recursos (cada vez en menos manos). Este es el
proceso de oligopolización del capitalismo: empresas multinacionales que se van
engullendo unas a otras y van acaparando cada vez más recursos y mercado.
Todo esto se verá en el capítulo 7, pero dentro de estos procesos cabe resaltar
algunos importantes para nuestro apartado. Entre ellos están la concentración de los
medios de comunicación, de difusión o publicidad-propaganda y, en general, de
socialización. Esto afecta directamente a la formación de las conciencias, las ideas,
valores, gustos y en general, las subjetividades en todo el mundo.
68
Con los satélites de información y las nuevas tecnologías al alcance de menos países,
agencias y empresas, esa concentración mediática y del conocimiento, no ha hecho
sino aumentar.
Por contra, lo que nos llega es la creciente imposición de unas pocas lenguas
dominantes, con el inglés, a la cabeza (que por eso se ha llamado lengua de la
mundialización). Los referentes de vestir, maneras de hacer las cosas, tipos de comida
y hábitos alimenticios (comida de plástico, prefabricada, comida rápida, etc.) son
también los de unas pocas sociedades dominantes (sobre todo de EE.UU.). Ellas
mismas exportan y moldean gustos que se universalizan, a veces a partir de un solo
producto (como el gusto a refresco de cola que lograron imponer la Coca-Cola y la
Pepsi-Cola; o el dejos pantalones <<vaqueros»). Imponen igualmente los patrones de
estética a seguir: tipo corporal, facciones, altura, peso, color, etc., etc. [Esforzándose el
conjunto de personas de todas las sociedades en amoldarse a esos patrones, en contra
muchas veces de su concreto fenotipo (apariencia externa) que es producto de la
evolución cultural y biológica de muchas generaciones. Por lo que a menudo ponen en
69
Pero también hay que decir que las sociedades reciben y reinterpretan aquellas
interpelaciones que les llegan desde los centros mediáticos de propagación, de distinta
manera. Y también las reelaboran diferentemente, gracias a su diferente poso cultural,
fruto de un distinto pasado cotidiano. [Recordemos que la cultura no es sino lo que
hacemos cada día. Por eso está en permanente mutación].
Al aprender a manejar mejor los procesos y factores que nutren la propia identidad,
las diferentes culturas se permiten una exhibición de la misma con ánimos de
reivindicarse, pero también para extraer el mayor fruto posible de sus formas pasadas
de hacer las cosas. Proliferan de este modo, por doquier, rituales, exaltaciones,
conmemoraciones, revitalizaciones, recuperaciones del pasado, enarbolación de
tradiciones, etc.
Sin embargo, con ello y para ello se produce también una creciente
«mercantilización» de los objetos elaborados en diferentes pasados (cultura material),
de las mismas tradiciones y rituales (cultura simbólica) que fueron propios de diferentes
70
momentos históricos del pasado y que ahora son exhibidos en un solo paquete o
combinación como «auténticos» y «tradicionales». Con lo que se va produciendo una
generalizada folklorización de la cultura, o lo que es lo mismo, la identificación de ésta
con sus aspectos más ritualizados, sin consideración de las relaciones sociales de
producción, que la configuran cada día. [Ver capítulo 7].
De hecho, muchas de los procesos que en los últimos siglos o décadas se han
experimentado como particularismos o localismos, tales como el nacionalismo, el
cuidado de lo comunal, la promoción de los derechos de las culturas originarias, los
esencialismos identitarios, etc., han sido en realidad generados por el paulatino proceso
de la mundialización, el cual tampoco puede entenderse como factor independiente,
ajeno a todo ello, sino conformado a su vez a partir de diferentes proyectos y dinámicas
locales.
Pero ambas visiones son sobre todo eso: espejismos. En realidad, si por un lado
asistimos en todo el mundo a fragmentaciones y divisiones identitarias, por otro en las
relaciones sociales, en las formas de vida relacionadas con la subsistencia, se
evidencia una común aunque dispar penetración de las relaciones y de la lógica
capitalistas (tamizadas éstas, eso sí, por las diferentes herencias culturales y
socioeconómicas de cada sociedad).
Esto quiere decir que las culturas cotidianas se hacen más y más «capitalistas» en
todo el mundo. Todo y que hay que tener en cuenta las diferentes versiones del
capitalismo que afectan a unas u otras sociedades (especialmente si están a un lado u
otro de la línea de centralidad/periferia).
Por eso hay que tener mucho cuidado con las justificaciones racistas y culturalistas
de esas desigualdades, que pretenden solidificarlas: los que están arriba es porque son
mejores y porque su cultura es superior. Así hemos encumbrado nuestras propias
71
GLOSARIO
Grupos étnicos: poblaciones que se atribuyen una etnicidad (han adquirido una
identidad étnica).
Nación: población o sociedad que ha adquirido una identidad nacional, y por tanto se
reclama soberana.
BIBLIOGRAFÍA
BARTH, F. (1976). Los grupos étnicos y sus fronteras. FCE. México D.F.
Capítulo 4
CONTEXTO ETNOGRÁFICO Y USO DE LAS TÉCNICAS DE INVESTIGACIÓN DE
ANTROPOLOGÍA SOCIAL
María Isabel Jociles Rubio
INTRODUCCIÓN
La propuesta que aquí hago trata de contestar a la cuestión de cómo y en qué puede
contribuir la antropología social a mejorar los procesos de intervención social,
entendiendo por «mejorar» la realización de un trabajo más coherente, más pertinente y
más relevante para los individuos y los grupos involucrados, esto es, más significativo
para éstos en sus acciones y resultados. Ahora bien, para comprender cuál es la
propuesta es preciso, en primer lugar, que aclare qué sentido otorgo a esa cuestión y,
en segundo lugar, que explicite cuáles son los presupuestos de los que parto a la hora
de contestarla. Un sentido que no es independiente de la posición desde la cual me la
he planteado, que no es, al menos ahora, la de una antropóloga que se interesa por la
denominada «antropología aplicada» o, como habitualmente se la interpreta, por las
salidas profesionales que los integrantes de su gremio tienen o pudieran tener «fuera
de la academia», sino la de una profesora de Técnicas de Investigación en Antropología
Social que, confrontada desde hace varios años a un alumnado que mayoritariamente
trabaja o aspira a trabajar en otras profesiones (la de trabajador social, entre ellas), se
interroga sobre qué es lo que su disciplina puede aportar a la formación de las
capacidades que se requieren para ejercerlas, es decir, a que estos profesionales
participen competentemente en las diferentes etapas de la intervención social.
Podría objetarse que aquí debería ocuparme únicamente de las aportaciones que
pudieran hacer las técnicas de investigación antropológica y no, como he sugerido, la
antropología social en general. Sin embargo, — en mi opinión — lo que caracteriza la
investigación antropológica no es el que se recurra a unas técnicas sobre otras (la
observación participante, la entrevista en profundidad o, verbigracia, el análisis de
redes), sino los usos que se hace de ellas, la manera en que se las utiliza sean cuales
sean. En otro lugar (Jociles 2.000), he mantenido que los antropólogos, en sus trabajos
empíricos, aplican no sólo las técnicas que han sido desarrolladas en mayor medida
dentro de la propia disciplina (especialmente, las mencionadas hace un momento), sino
que se han apropiado de todas las que han estimado oportunas para abordar sus
76
cuanto a la primera objeción, proponen no elaborar los cuestionarios o los tests hasta
no haber hecho suficiente trabajo de campo como para asegurar su validez, es decir,
hasta después de haber tenido una intensa interacción con los actores sociales,
participando y observándolos en tantos ambientes como sea preciso, de manera que se
pueda no sólo formularlas preguntas a partir de sus marcos de significado, sino obtener
claves culturales y sociales para comprender posteriormente sus respuestas, sus no-
respuestas o la ambigüedad de las mismas. No cabe duda, empero, que aunque se
intente adecuar las preguntas a los significados de los actores sociales, no hay
preguntas «todo terreno», que no se reinterpreten en función de los intereses y modelos
culturales particulares de esos actores. Es necesario, entonces, que el investigador se
interrogue sobre qué preguntas creyeron contestar (o no contestaron) las diferentes
categorías de personas, así como tratar de conocer, mediante las otras fuentes de
información que brinda la etnografía (entrevista, observación participante, etc.), el ethos
de género, edad, profesión, posición social y/o condición socioeconómica desde el cual
las han reinterpretado. Para ilustrar, aunque sea mínimamente, esto último voy a
exponer a continuación una larga cita de Jo que Bourdieu 1 (1990) declara a este
respecto en un artículo titulado «La opinión pública no existe»;
El segundo principio a partir del cual la gente puede producir una opinión
es lo que yo llamo el «ethos de clase».., es decir, un sistema de valores
implícitos que las personas han interiorizado desde la infancia y a partir
del cual engendran respuestas para problemas muy diferentes.. En este
punto debo hacer referencia a una tradición sociológica, muy difundida
sobre todo entre ciertos sociólogos de la política en Estados Unidos, que
hablan muy comúnmente de un conservadurismo y un autoritarismo de
las clases populares. Estas tesis están fundadas en la comparación
internacional de encuestas o elecciones que tienden a mostrar que cada
vez que se interroga a las clases populares, en cualquier país, sobre los
problemas vinculados con las relaciones de autoridad, la libertad
individual, la libertad de prensa, etcétera, éstas dan respuestas más
«autoritarias» que las demás clases; y se saca la conclusión global que
existe un conflicto entre los valores democráticos., y los valores que han
interiorizado las clases populares, que son de tipo autoritario y represivo.
De allí se extrae una especie de visión escatológica: elevemos el nivel de
vida, el nivel de escolaridad, etcétera, y ya que la tendencia hacia la
1
Este científico social francés, recientemente fallecido, aunque ocupaba una cátedra de sociología, realizó sus
primeras investigaciones como etnógrafo en la Cabilia argelina y el sur de Francia. Contrario a las fronteras
académicas establecidas entre sociología y antropología social, sometió a escrutinio las teorías y los modos de
proceder de ambas disciplinas.
79
más tarde— en que se destinan recursos para tales programas, y que ciertos
organismos tienen interés en ponerlos en marcha. Y, ciertamente, el tecnocratismo del
que hablamos constituye, al menos en parte, una interiorización de las condiciones en
que los profesionales de la intervención social ejercen con frecuencia su trabajo, es
decir, dentro de programas en los que las problemáticas y las soluciones han sido
fijadas ya por otras instancias, y al hecho de que la conservación de su puesto de
trabajo y/o trabajar sin dilemas morales dependa de la suspensión (u ocultación, a
veces) de su capacidad de juicio, que es también una suspensión de su capacidad de
teorizar. Ahora bien, —como he señalado— las actitudes congruentes con esta
situación son distintas a las que se necesitan para emprender una investigación
etnográfica, puesto que ésta supone un proceso continuo de «construcción del
objeto de estudio» y, por consiguiente, de crítica y re-teorización de las
problemáticas iniciales, un proceso abierto que debe permitir que éstas y las
«observaciones» se vayan remodelando mutuamente.
Cuestiones de ésta y otra índole (que luego traeré a colación) se hacen tal vez más
claras cuando se sabe cómo se han abordado en investigaciones específicas y, en este
caso, uno de los estudios que —a mi parecer— son más interesantes es el que Nancy
Scheper-Hughes recoge en La muerte sin llanto. Violencia y vida cotidiana en Brasil
(1997), donde da cuenta de su experiencia, primero, como trabajadora comunitaria
especializada en salud materno-filial y, después, como etnógrafa en una barriada —el
Alto do Cruceiro— de ese país latinoamericano singularizada por una muy elevada tasa
de mortalidad infantil. En esta obra, relata cómo va variando las preguntas con que
inicia su investigación: del interés por la mortalidad infantil en sí misma y por emprender
acciones a través de las cuales las madres y la comunidad podrían aminorarla, pasa a
preocuparse —según afirma— por la aparente indiferencia de las mujeres ante las
muertes de sus bebés y la tendencia a atribuir a éstos una aversión a la vida que hacía
que sus muertes parecieran completamente naturales; un cambio que lo es también de
su percepción sobre la forma en que actúan las «causas» que pueden explicar esa
mortalidad infantil, y que le lleva a dudar de la efectividad de las actuaciones que había
emprendido de acuerdo con el programa de salud comunitaria en el que trabajaba:
Los vecinos aprobaban que Nailza (mujer que había perdido a un hijo)
hubiese aprendido a se conformar con las condiciones inalterables de
83
ejemplo, las que guían la negligencia selectiva en el noreste de Brasil) se desestima por
imposible o inconcebible. Decir que algunas mujeres pobres ayudan o inducen a la
muerte de ciertos hijos suyos se considera «culpar a la víctima». Pero la alternativa es
pensar a las mujeres como «víctimas» pasivas de su destino, carentes de poder,
voluntad, agencia y subjetividad.. Tiene que haber una forma de mirar
desapasionadamente el problema de la supervivencia infantil para que podamos decir
que un niño ha muerto por descuido mortal, incluso cometido por su propia madre, sin
por ello culpar a la madre, o sea, sin hacerla personal y moralmente responsable (1997)
Con todo, son las consecuencias metodológicas las que quiero resaltar aquí. Hay
que tener en cuenta que los conceptos de sentimiento y cultura empleados en las
teorías psico-biológicas del «amor materno» implican que las declaraciones de las
mujeres del Alto, en el sentido que no les duele la muerte de sus bebés o de que éstos
no son valiosos para ellas, tengan que ser entendidas como «defensas psicológicas» o
«estratagemas de distanciamiento», en suma, como declaraciones que, en último
extremo, no reflejan la realidad. En cambio, la reconceptualización efectuada por
Scheper-Hughes posibilita tomar esas declaraciones por sus «sentimientos reales», de
suerte que las interpretaciones del investigador no se ven obligadas a «rivalizar» con
las de sus informantes (1997). Por otro lado, ¿no se derivan también consecuencias
prácticas de estas diferentes maneras de concebir la misma realidad?, ¿las teorías
psico biológicas no dan cabida, por ejemplo, a un tratamiento terapéutico de la
«indiferencia de las mujeres», en tanto que esta clase de intervención sería
incongruente con el otro marco teórico, que requiere una transformación radical de las
condiciones materiales de existencia? Acostumbrados a ver en lo teórico lo opuesto a lo
práctico, solemos rechazar la teoría como algo no útil, o adherirnos a ella únicamente
en la medida en que legitima o apoya nuestros planteamientos ideológicos o modos de
hacer, pero con ello caemos atrapados, por no hacerlas conscientes, de las teorías
implícitas en los programas en que participamos. Teorizar no es adherirse a una u otra
corriente de pensamiento de las que se nos presentan en alguna de las clásicas
«Historias de (la Antropología, la Sociología, la Psicología..)», sino un ejercicio que
consiste en re-elaborar los conceptos (que tal vez hemos heredado de esas corrientes
de pensamiento) y las relaciones entre ellos de una manera que nos permita
87
Por otra parte, hay que tener en cuenta que las perspectivas de los actores sociales
no son homogéneas aun en el supuesto de que todos ellos pertenezcan a una misma
sociedad, grupo o colectivo, sino que varían en función de la posición social que
ocupan, que —a su vez— depende de multitud de factores como la edad, el género, la
profesión, el estatus socioeconómico, el conocimiento y la experiencia previa en un
determinado campo de actividad, etc. Es por ello por lo que —desde mi punto de
vista— en la investigación etnográfica no es sostenible que se acuda a informantes-
clave o a pretendidos representantes de cada uno de los subgrupos en que se
considere estructurada la población. Si se trata de seleccionar a individuos para realizar
entrevistas, por ejemplo, es preferible hacer uso de una forma de muestreo como la que
Glasser y Strauss denomina «muestreo teórico» combinada con lo que Bertaux califica
de «principio de saturación»; consiste en determinar de modo teóricamente
fundamentado cuáles son los factores que previsiblemente pueden influir en las
variaciones de las perspectivas de los actores sociales sobre el tema que se está
estudiando, y en diversificar las entrevistas a partir de esos criterios hasta el momento
en que la información se satura, esto es, hasta que no aparecen datos nuevos. Lo cierto
es que, si cada uno habla desde una posición social, no puede mantenerse, para poner
un caso ilustrativo, que un miembro de cada una de las asociaciones de inmigrantes
ecuatorianos existentes en España (sean o no los presidentes de las mismas)
represente la visión que los socios respectivos tienen sobre sus relaciones con la
Administración Pública española o sobre su situación en el país, y menos aún la de los
inmigrantes no asociados (la representatividad política no tiene nada que ver con la
metodológica), aunque sólo sea porque el tener o no un cargo o el pertenecer o no a
una asociación pueden incidir en su experiencia y, por tanto, en su visión. Las
perspectivas de los actores sociales pertenecientes a un mismo grupo o colectivo
suelen compartir bastantes elementos pero también diferenciarse en muchos otros.
Decir, por último, que tomarse en serio las perspectivas de los actores sociales no
significa que el etnógrafo tenga que adoptar como interpretación y/o explicación de la
realidad que investiga aquella contenida en esas perspectivas; entre otros motivos,
porque —como se ha señalado— no existe una sola y, por consiguiente, tampoco una
única interpretación y/o explicación: entonces, ¿por cuál de ellas decantarse?, ¿por la
90
que tiene mayor afinidad con nuestros planteamientos previos?, ¿por la que nos parece
más asimilable?. Si se aspira a crear un conocimiento no simplificador y, por tanto, útil
para la intervención social, lo que se debe hacer es investigar a fondo la variedad de
perspectivas, tratar de discernir cuáles son las condiciones (estructurales e
interaccionales) en que se gestan y cómo se relacionan con las conductas y/o
acontecimientos que se desea hacer inteligibles.
4. Para terminar con este apartado, recordaré que tres de los rasgos fundamentales
de la etnografía son, en primer lugar, la presencia del investigador/a en el campo de
estudio, en segundo lugar, la prolongación en el tiempo de esa presencia y, por último,
la negativa a separar las figuras de trabajador de campo (encargado de
producir/recoger los datos) y de analista de los mismos (que tendría bajo su
responsabilidad analizar, interpretar y/o explicarlos). No hay que pasar por alto que la
inmediatez de la presencia del investigador en el campo supone una transformación de
su rol, puesto que —como afirma Stocking (1993)— es así como puede trocar su papel
de mero «inquisidor» (/preguntador) por el de «participante de algún modo» en la vida
de las gentes; es decir, el etnógrafo no sólo entrevista o mantiene conversaciones
informales con informantes, sino que aspira sobre todo a estar presente en las
situaciones que estudia con el fin de poder observarlas directamente. Por otro lado, es
cierto —como dice esta vez Wolcott (1993)— que «permanecer mucho tiempo haciendo
un trabajo de campo no produce, en y por sí, una mejor etnografía, y no asegura de
ninguna manera que el producto final será etnográfico», como asimismo lo es que
resulta difícil fijar cuál es el periodo en que es necesario «estar allí», pero —como
sugieren Ogbu (1993) o Teresa San Román (1996)— más vale desconfiar de las
investigaciones que duran unos pocos meses o un par de semanas, principalmente
cuando es la primera vez que se entra en contacto con el grupo y/o con el tema
investigado. El tiempo es uno de los requisitos indispensables pero no suficientes: con
sólo él no se hace etnografía, pero sin él no puede hacerse, precisamente porque
constituye, junto con la presencia en el campo y la no-separación de las figuras de
productor y analista de los datos, sus condiciones materiales de posibilidad; esto es,
configura una de las tres condiciones que permiten, por ejemplo, que las categorías
analíticas o las interpretaciones/explicaciones que se van avanzando puedan ser
91
subjetivos» que «hechos objetivos». Hay veces en que, con todo, se recurre a la
entrevista abierta para acceder a estos últimos, siendo aconsejable hacerlo sólo cuando
no se dispone de otros medios, principalmente cuando no cabe utilizar la observación
participante, sea porque se trata de hechos del pasado (al que un observador,
obviamente, no puede retroceder), de comportamientos no públicos o de situaciones
que se desarrollan en varios lugares al mismo tiempo (y nadie dispone del don de la
ubicuidad). Destinar la entrevista abierta para conocer «hechos objetivos» no es más
que sustituir la observación del investigador por las observaciones de los entrevistados,
por lo cual es ilusorio pensar que fuera una técnica más -neutral que la observación
participante. Si, con esta técnica, la descripción está mediada por la memoria, los
intereses, los valores o los presupuestos del etnógrafo; con la entrevista abierta, lo está
por la memoria, los intereses, los valores o los presupuestos de los entrevistados. El
investigador no puede olvidar que los discursos son interpretaciones correspondientes a
personas que ocupan posiciones sociales, y que son producidos en contextos
estructurales e interaccionales específicos; todo lo cual deja su huella no sólo en las
perspectivas desde las cuales hablan, sino asimismo en el tipo de información que
pueden dar, ya que —por ejemplo— esas posiciones condicionan lo que logran saber y
de qué manera (de primera mano, de oídas..), de la misma forma que los contextos
influyen en lo que se dice y no se dice. Dado esto, cuando la entrevista abierta se dirige
a obtener «descripciones objetivas», se recomienda triangular a los entrevistados como
instrumento de control de la veracidad de la información, esto es, hacer varias
entrevistas y escudarse en la idea de que las coincidencias en los datos proporcionados
puede constituir un indicio de que las cosas sucedieron tal como se cuentan. Pero —
como se ha resaltado— la entrevista abierta se emplea primordialmente para recoger
«hechos subjetivos» y, en este caso, las interpretaciones, puntos de vista o
perspectivas de los sujetos sociales ya no son tenidas por «sesgos», «deformaciones»
o «distorsiones» de la información, sino por aquello mismo que se quiere estudiar, por
el propio objeto de estudio.
b) En ocasiones, —como apuntan Bourdieu et alii (1979)— la entrevista es vista
como más neutral porque, también ilusoriamente, se identifica la neutralidad ética o
ideológica con la neutralidad epistemológica. Que las preguntas se intenten hacer
94
interrogatorio policial, de suerte que lo que dicen y cómo lo dicen está ligado
indefectiblemente a estas definiciones de la situación. Siguiendo los estudios del
sociolingüista Labov sobre el dialecto vernáculo del negro norteamericano, recalca
cómo la aplicación de entrevistas a niños y jóvenes de la población negra
norteamericana permitía afirmar la existencia en ellos de «carencias», «déficits» o
«handicaps» verbales, precisamente porque la relación que esta técnica instauraba,
cuando era practicada al modo de los psicólogos escolares, destruía la producción
verbal que se pretendía estudiar. Labov, para poder sustentar su hipótesis de que el
dialecto vernáculo no era una versión degradada o empobrecida del inglés estándar,
sino que podía ser descrito como un sistema lingüístico al mismo título que cualquier
otro, tuvo que procurarse los medios de observar la actualización de ese dialecto en
situaciones «naturales» de habla, que le devolvieran todas sus funciones culturales y
sociales. Passeron, en su polémica con Grignon sobre las técnicas más convenientes
para investigar las prácticas culturales de «las clases populares», defiende a este
respecto que: «Ante una problemática y frente a un objeto determinado lo más prudente
es elegir los instrumentos de trabajo cuyo uso habitual vehicula las posibilidades más
débiles de volatilizar o de sesgar el objeto» (1992); pero para poder hacer tal elección,
antes hay que reflexionar sobre en qué estriba cada «instrumento de trabajo», qué
relación social instituye y, consecuentemente, qué tipo de datos produce y ante qué
«problemáticas» es más adecuado usarlo. Si esta reflexión es imprescindible en lo que
atañe a la entrevista abierta, lo mismo sucede con la observación participante.
La observación participante, stricto sensn, es una técnica de investigación que —
como he mantenido en otro sitio (Jociles 1999)— se caracteriza por la construcción de
material empírico a través de lo que el etnógrafo capta con sus sentidos (vista y oído,
principal aunque no exclusivamente), sin utilizar otros instrumentos mediadores
(llámense cuestionario, test o cámara fotográfica) en sus relaciones con los sujetos o
los escenarios, así como participando en las actividades de los mismos.
La observación etnográfica, que es a la experimentación social lo que la observación
de los animales en su medio natural es a la experimentación en laboratorio, hace notar
el carácter ficticio y forzado de la mayor parte de las situaciones sociales creadas por
un ejercicio rutinario de la sociología que llega a desconocer tanto más la «reacción de
97
acontece, sino que participa activamente en ello, para lo cual ha debido adquirir los
conocimientos técnicos, sociales y/o culturales necesarios; y la participación completa,
en que el etnógrafo, porque es ya miembro del colectivo, actúa y es contemplado por
los demás como un actor social, en cuyo caso —como se insinuó en páginas
precedentes— debe extremar la vigilancia epistemológica.
Uno de los elementos que define la observación participante es —como se ha visto—
el registro sistemático de los datos obtenidos; y los dos instrumentos que suelen
destinarse para ello son las notas de campo y el diario de campo. Algunos autores
distinguen unas de otro en función de la naturaleza de sus contenidos, es decir, —
según aseguran— en las notas se registra la información procedente de la observación
participante, mientras que el diario es un lugar para escribir sobre la conducta y los
sentimientos que el etnógrafo experimenta durante el proceso de la investigación; de
modo que establecen entre estas dos formas de inscripción una relación cuasi
dicotómica: notas/ diario. Aquí, en cambio, —por las razones que luego expondré— voy
a considerar que las notas y el diario de campo son dos momentos diferentes del
mismo proceso de registro (notas/Ediario): las notas contienen el que se realiza durante
las situaciones de observación o, más comúnmente, poco después (dependiendo de
que esas situaciones admitan o no la presencia de «alguien que está allí escribiendo»),
en tanto que el diario de campo constituye el documento que se elabora al final de cada
día a partir de ellas. Así, en el diario también se consignan los datos (las observaciones
efectuadas), pero entrelazados con la narración de las conductas desplegadas por el
investigador para conseguirlos. En él, se hace constar, por ejemplo, cómo ha
transcurrido una determinada acción, pero no sin indicar en qué condiciones se llevó a
cabo la observación, cómo llegó el investigador hasta el espacio donde tuvo lugar, qué
le llevó a ir hasta allí, en pos de qué problemática concreta le interesó hacerlo, etc. El
diario de campo, por tanto, se presenta como un instrumento de registro en el que se
puede combinar diversos tipos de información, siempre y cuando se diferencie
adecuadamente entre la naturaleza de cada uno de ellos, ya sea situándolos en
distintos apartados del diario o mediante el uso de indicadores lingüísticos que lo dejen
claro. En mi opinión, es preferible, incluso más cómodo, manejar un solo documento en
el transcurso del trabajo de campo con todo lo relacionado con la implementación de
99
una técnica, la observación participante, que tener varios abiertos (uno para los
«datos», otro para «la conducta del observador», otro para las interpretaciones
provisionales y primeras inferencias, etc.), cuando probablemente todos ellos, desde
distintos ángulos, se refieren a los mismos acontecimientos, comportamientos,
acciones, espacios... Es más, de no ser así, ¿cómo vincular luego (si no es
incrementando el trabajo, con referencias cruzadas, por ejemplo) una cierta conducta
del investigador con la clase datos producidos, o éstos con los sentimientos
experimentados en algunas circunstancias de observación?, algo sin duda importante si
no se quiere perder de vista que los datos generados durante el trabajo de campo (su
calidad, amplitud..) no son independientes del principal instrumento de investigación: el
propio etnógrafo.
Los tipos de contenidos que se pueden incluir en un diario de campo, como se ha
dicho, son variopintos, y seguramente cambiarán en función de los objetivos de la
investigación, la experiencia previa y la idiosincrasia de cada investigador. Los que
propongo a continuación son los que yo he consignado en mis trabajos, separados por
apartados, y exigen que, en la parte reservada a las observaciones, se deje un gran
espacio en blanco a izquierda o derecha de la página con el fin de que el etnógrafo
pueda ir asignando categorías analíticas a los registros ya efectuados:
Apartado 0: Fecha/lugar o lugares en que se observa.
Apartado 1: Observaciones. En este apartado se registran los datos procedentes de
la observación; por tanto, en él se pasan «a limpio» y se organizan las notas de campo.
Se anotan asimismo las conductas del investigador que le han conducido a acceder a la
información. Entre las acciones que se plasman aquí, están también las «reacciones»
de los actores sociales ante la presencia del etnógrafo, que son igualmente
significativas para conocer cuáles son las prácticas sociales, v.g., de un determinado
colectivo.
Apartado 2. Interpretaciones provisionales. Ideas que el investigador va adelantando,
ya se le hayan ocurrido mientras observa y/o registra, esto es, en un primer contacto
con los datos, o tras realizar los análisis periódicos. Puesto que son provisionales, su
formulación debe ser más interrogativa que asertiva, y es deseable no desligarlas de
interpretaciones alternativas y de las dudas que surjan a este respecto. La etnografía, y
100
con ella la observación participante, —como se subrayó más atrás— es algo abierto,
flexible, pero para que sea efectivamente así, es preciso que se establezcan las
condiciones que faciliten la auto-corrección y, cuando sea necesario, el cambio de
rumbo del proceso de investigación. Lo que supone —entre otros pormenores— que,
desde un comienzo, la producción empírica vaya acompañada de la reflexión teórica,
que el etnógrafo vaya revisando y categorizando cada poco tiempo, en análisis
provisorios (que poco a poco se van refinando), los registros de información.
Apartado 3. Autoanálisis. Se relatan los sentimientos, las preocupaciones., y los otros
estados anímicos que asaltan al etnógrafo durante el proceso de observación y, en
general, de investigación, así como que lo que cree que los está causando. También
suele efectuarse un autoanálisis de carácter más epistemológico, con consideraciones
sobre las posibles prenociones del investigador, los sesgos que pudiera estar
introduciendo, su forma de relacionarse con los sujetos investigados o la posición desde
la que está observando, tratando de apreciar en todo momento de qué manera unas
cosas y otras están incidiendo en cómo construye su objeto de estudio.
Apartado 4. Cobertura. Cada día de registro, hay que preguntarse sobre la
información que se posee y sobre la que falta por conseguir en función de los objetivos
perseguidos que, desde luego, han podido modificarse en ese tiempo con respecto al
proyecto original.
Apartado 5. Problemáticas emergentes. Cuando el etnógrafo observa y/o registra,
puede ir dándose cuenta de problemáticas que, sin estar previstas en la investigación,
van emergiendo en la misma. Hay que explicitar esas problemáticas y decidir
razonadamente sobre si es conveniente o no seguir su rastro o, por el contrario,
dejarlas simplemente apuntadas.
Apartado 6. Prospectiva. Se trata de hacer un plan de trabajo para el día o los días
siguientes, tanto en lo que atañe a lo que falta por cubrir (cobertura) como a las
problemáticas emergentes, es decir, de establecerlas estrategias metodológicas
precisas, apuntar ideas para confeccionar los instrumentos de observación pertinentes,
etc.
Para finalizar, expongo a continuación algunas recomendaciones sobre cómo hacer
los registros en el diario de campo, orientadas sobre todo a la manera de hacerlo dentro
101
GLOSARIO
BIBLIOGRAFÍA
Capítulo 5
SISTEMAS DE PARENTESCO
ISABEL DE LA CRUZ
Para empezar podemos decir que el parentesco engloba entre otras cosas, dos
cuestiones, dos elementos teóricos muy importantes presentes en la anterior definición:
LA AFINIDAD Y LA FILIACIÓN
Se entiende que las personas unidas bien por lazos de afinidad bien por filiación, son
parientes. La afinidad es una relación parental que se obtiene por vía de matrimonio o
contrato de afinidad. Mientras que la filiación hace referencia a lo que nosotros
106
Sea cual sea el sistema de parentesco de que hablemos estará compuesto por: un
sistema de filiación, un sistema terminológico, un sistema matrimonial y otro de
residencia.
Los términos de parentesco son complicados y cada una de las antropologías los ha
usado de modos distintos. Un mito occidental sobre el parentesco es que una persona
se puede reproducir a través de los hijos, cuando en realidad nadie se reproduce,
simplemente transmite cierta dotación genética. Por eso pensar en la organización del
parentesco sólo en función de la reproducción nos lleva a tremendos errores en la
nominación. En todas las sociedades los individuos tienen derechos y deberes, una
serie de relaciones mediante las cuales están incluidos en un sistema de parentesco y
son diferentes en su organización y nominación en las distintas sociedades no siempre
dependiendo de factores biológicos o de sangre.
Dado que en Europa la cuestión de la «sangre» era considerada muy importante, fue
el criterio, un tanto etnocéntrico, con el que se empezaron a estudiar los diferentes
grupos. Por otro lado, la traducción de los términos causó también bastantes
problemas, por ejemplo en la traducción de términos como hermano/na que para
nosotros es el hijo o hija de nuestros mismos padres. Se daba por sentado que en otras
culturas existía esa misma relación, llegándose a pensar que se daban relaciones
incestuosas cuando en realidad no eran tales.
El modo que tenemos de hacer visibles determinadas relaciones son las palabras
que usamos para referirnos a ellas. Así utilizamos diferentes vocablos para designar a
las personas que incluimos en la categoría de parientes. Sabemos que no es lo mismo
referirse a alguien como madre que como tío o prima. Estamos situando a las personas
en un lugar social concreto y las actitudes, comportamientos y valoraciones respecto a
108
ellas serán diferentes. No esperamos lo mismo de nuestra madre que de nuestra tía y
nuestra actitud hacia cada una de ellas es diferente.
En esta cita podemos ver con claridad la importancia de utilizar un nombre u otro
para dirigirnos a las personas. Otro ejemplo claro está en que no sabemos cómo
referirnos a el actual esposo de nuestra madre o la actual esposa de nuestro padre,
desde el momento en que el divorcio es un hecho. No decimos madrastra o padrastro
por la carga negativa que conlleva, pero tampoco tenemos ningún otro término que
defina esa relación y acabamos llamándoles por su nombre de pila, sin saber muy bien
cuál es la relación que nos une, es decir sin definir claramente cuál es su posición en
nuestro grupo de parientes, cuáles son nuestras expectativas, nuestros derechos y
deberes respecto de esa persona.
emplea para referirse o dirigirse a sus parientes, junto con las reglas que rigen la
elección de cada término concreto para aplicarlo a un pariente determinado» (Jociles y
Rivas, 2000). Estos términos serán diferentes en cada caso, y ya hemos visto cómo la
traducción literal ha llevado a muchas confusiones. Para evitar estos problemas la
antropología elaboró una serie de símbolos que nos permiten representar gráficamente
cualquier sistema de parentesco y ver con claridad cuáles son las diferentes relaciones
y posiciones.
Para dibujar un grupo parental partimos del «ego» de referencia, y a partir de ahí se
110
van dibujando las líneas ascendentes, descendentes y colaterales, hasta lograr una
visión general de cada grupo. Según el sistema de parentesco al que se pertenezca
habrá unos individuos u otros. Veremos más adelante los diferentes sistemas de
filiación y quienes quedan incluidos en cada uno de los tipos.
Los criterios utilizados para organizar todos los sistemas de parentesco son la
generación (la misma o diferente), la línea (ascendencia-descendencia o colateralidad)
y el sexo. Existen dos grandes modos de ver el parentesco teniendo en cuenta los
sistemas terminológicos empleados: el descriptivo y el clasificatorio.
Siguiendo la terminología empleada por parte de ego para nombrar a los hermanos,
primos paralelos (hijos de hermanos del mismo sexo) y primos cruzados (hijos de
hermanos de diferente sexo), padres y hermanos de los padres, Murdock en su obra
Estructura Social, realizó una tipología de los términos del parentesco, que refleja, de
alguna manera, la totalidad de los modos de organizar el parentesco por parte de la
humanidad, las terminologías incluidas son, la iroquesa, sudanesa, esquimal, crow-
omaha, y hawaiana
Varios son los tipos de filiación, si bien se parte en todos los casos del sexo del
antepasado como criterio ordenador. Estas son:
Bilateral: trata de forma simétrica la vía paterna y la vía materna., tanto las
generaciones ascendentes como las descendentes y a través de individuos de
ambos sexos. Es la más extendida en Europa
Unilineal: las líneas de filiación se establecen sólo a partir de los varones o sólo a
partir de las mujeres, por lo que tendríamos dos formas:
justo al revés.
Sistema de la doble filiación. Por último, podemos hablar de una forma poco
extendida que consiste en que la filiación de ego se trata matrilinealmente a través de la
madre y patrilinealmente a través del padre. Es como si hubieran dos sistemas: tengo
parientes patrilineales por parte de mi padre y parientes matrilineales por parte de mi
madre. De tal modo que no todos los parientes de mi madre o de mi padre son mis
parientes sino sólo los que vienen marcados por la línea matrilineal o patrilineal en cada
uno de los casos.
Cuando las ausencias empiezan a ser más cortas surge el conflicto entre los varones
y el principio de matrilinealidad. Este se soluciona con la residencia avunculocal
mediante la cual los varones se aseguran el control sobre la descendencia de sus
hermanas (ver tipos de residencia postmarital).
Un linaje está formado por un grupo que tiene un antepasado común, por ejemplo
Abraham. Es un linaje porque el antepasado es real, en el sentido de existencia
históricamente constatada.
EL MATRIMONIO
Uno de los ejemplos más clásicos es el de los nayar, donde una joven puede tener
un marido ritual y los amantes que desee sin que ni uno ni otro tengan derecho alguno
sobre la mujer ni los hijos de ella. Son los llamados «maridos visitantes» que no
comparten residencia habitual con la mujer, la cual tiene derecho a una serie de regalos
al iniciar la relación con el marido visitante y también a recibir los gastos derivados del
parto. Pero no implica ninguna clase de paternidad ni social ni biológica ya que el
hombre no tiene ni obligaciones ni deberes respecto de ese hijo.
Dada la dificultad de definir el matrimonio por los múltiples tipos que existen, Edmund
Leach elaboró una lista de funciones que debe cumplir una unión para ser reconocida
como matrimonio, tratando de englobar los diferentes tipos de uniones que se han dado
y que se están dando cada día en el mundo.
6. Dar a la esposa una parte o el monopolio de los derechos sobre el trabajo del
marido.
7. Dar al marido todos o parte de los derechos sobre los bienes que pertenecen
real o potencialmente a la esposa.
8. Dar a la esposa todos o parte de los derechos sobre los bienes que
pertenecen real o potencialmente al marido.
116
Sin embargo, la lista elaborada por Leach es tan amplia y flexible que podría ser
alargada tanto como cada quien desee y además nos plantea algunos problemas en la
comparación entre diferentes tipos de derechos.
Esta definición puede recoger a los diferentes tipos de matrimonios existentes, pero
también a otro tipo de uniones no consideradas matrimoniales. Por lo que, a lo mejor,
tendríamos que empezar a repensar qué es el matrimonio como institución.
Nosotros estamos acostumbrados a pensar, sobre todo desde que la idea del amor
romántico se consolida como fundamento de las uniones, que el matrimonio es algo
que sólo implica a las personas que deciden unirse, que es algo de carácter privado e
individual Sin embargo en muchas lugares, especialmente en los casos de grupos de
filiación y familias extensas, el matrimonio no es sólo la unión de los cónyuges sino una
unión corporativa de ambos grupos. El grupo extenso no renuncia totalmente a sus
derechos sobre las funciones productivas, reproductivas y sexuales de los cónyuges y
su progenie.
novia y la dote. Ambas instituciones tienen una importancia de primer orden en la vida
de millones de mujeres de todo el planeta.
En el primer caso, la compensación por la novia, el grupo del marido entrega al grupo
de la esposa bienes o artículos con un valor determinado. La cuantía, así como el bien
a entregar varía de unos lugares a otros. Así, por ejemplo en las sociedades ganaderas
de África la medida habitual eran cabezas de ganado vacuno, aunque también se
utilizaban objetos considerados de mucho valor como los útiles de hierro para el trabajo,
también ha sido utilizado el dinero. Los pagos pueden realizarse de golpe o a plazos:
una parte cuando se realiza el acuerdo, otra cuando la mujer va a vivir con el marido y
una tercera al nacimiento del primer hijo. En muchas ocasiones la esterilidad supone la
anulación del acuerdo; la mujer regresa al grupo de sus padres y se devuelve la
compensación de la novia al grupo del marido. Esto, como veremos a continuación,
tiene sus problemas para las mujeres.
Preferimos hablar de compensación por la novia más que del precio de la novia
porque no se trata exactamente de una compra-venta, tal y como entendemos esa
relación en las sociedades de economía de mercado. El grupo que recibe a la mujer no
tiene una propiedad total sobre ella, no la posee como quien posee un objeto por el que
ha pagado, si no fuera bien tratada y bien cuidada el grupo de ella puede reclamarla.
Sin embargo no resulta tan fácil para las mujeres regresar a su grupo de origen. Por
una parte, nos encontramos con la dificultad para cualquier de mujer hacer visible el
maltrato, sea éste del tipo que sea, pero además puede ocurrir que el grupo de ella no
disponga ya de los bienes o del dinero que recibió como compensación y por lo tanto no
pueda devolverlo, por lo que se encontraría en una posición muy difícil respecto al otro
grupo y no acepte el regreso de la mujer, generando una situación de vida realmente
dura para ésta.
Una alternativa frecuente a la compensación por la novia, sobre todo sino se dispone
de bienes suficientes para realizarla, es lo que se conoce como el servicio del
pretendiente. Consiste en que éste trabaja durante meses o años para el grupo de la
mujer antes de llevársela a su propio grupo, es decir paga con trabajo lo que no puede
pagar de otro modo.
118
Tampoco debemos confundir la dote con el ajuar, tan común en nuestra sociedad,
por el que las mujeres cuando se casan aportan sobre todo, ropa de cama y mesa, así
119
TIPOS DE MATRIMONIO
Por otra parte se entiende que dada la división sexual del trabajo existente en estas
sociedades, las mujeres son una fuente de riqueza, en tanto productora y reproductora.
Se ha mantenido que puesto que es necesario pagar compensación por el precio de la
novia, los matrimonios poligínicos quedaban reducidos sólo a los grupos más ricos. Si
120
bien podemos decir que hay que ser rico para tener varias esposas, también podemos
afirmar que cuantas más mujeres se tengan, más posibilidades de enriquecimiento
puesto que se garantiza más mano de obra y mayor capacidad reproductora.
En definitiva podemos decir que es muy difícil establecer una causa común y única
que explique la presencia de un tipo u otro de matrimonio. La variedad de situaciones
es grande y además casi ninguna sociedad es totalmente poliándrica, ni totalmente
políginica, ni tampoco totalmente monogámica. Hemos de tener en cuenta que en
sociedades oficialmente monogámicas podemos encontrar un gran número de uniones
polígamas de facto.
sido el caso, por ejemplo, de las monarquías europeas que imponían matrimonio con
miembros de la realeza y de la endogamia de clase o de estatus de casi cualquier
sociedad.
Matrimonio preferencial: nos dice con quién sería deseable que nos casáramos.
Así por ejemplo, en algunos lugares del norte de África y de la costa de Valencia se
entendía como el matrimonio más adecuado el que se realizaba entre primos paralelos
en unos casos o primos cruzados en otros.
Otro tipo de matrimonio serían los que se forman a partir de instituciones como el
levirato y el sororato. Estos se derivan de la obligación de contraer matrimonio, si una
persona enviuda, con el hermano o la hermana del cónyuge fallecido.
Las reglas que rigen la residencia que debe tener una nueva pareja son muy
importantes porque de ello se deriva la existencia de diferentes tipos de familia. Los
modos de residencia se pueden agrupar en dos: la nueva pareja pasa a residir con una
unidad familiar ya existente, o bien se establece aparte formando una nueva unidad
familiar.
4. Residencia bilocal cuando la nueva pareja puede vivir bien en la unidad familiar
de los padres del marido o bien en la de los padres de la esposa.
En el segundo caso tendríamos una unidad familiar compuesta por una sola unidad
marital y su progenie. Pueden darse los siguientes tipos:
El primer caso es la familia que conocemos como familia nuclear, formada por una
pareja casada y sus hijos e hijas. Algunos autores defienden que este tipo de familia es
universal, si bien esta afirmación es un tanto arriesgada sí que podemos afirmar que es
un tipo de familia muy extendida. Es la familia presente en nuestro entorno cultural.
Según Murdoock, que halló familias nucleares en 250 de las sociedades que estudió,
123
la familia nuclear cumple una serie de funciones básicas de un modo más eficaz que
otros grupos. Estas funciones básicas son: la sexual, la reproductiva, la económica y la
socializadora. Según este punto de vista la familia nuclear garantizaría la relación
heterosexual, la reproducción, la enculturación y el sostén económico y esto es lo que
explicaría su extensión y su pervivencia. Sin embargo sabemos que no todas los
matrimonios, y por lo tanto, no todas las familias, están fundadas en una relación
heterosexual. Además en nuestra cultura la función de enculturación y de socialización
más que en la familia se produce en ámbitos no domésticos como la escuela; en otras
culturas como la masai, los niños son separados en grupos de edad y educados
separadamente del grupo familiar. Por otro lado, cualquiera de las funciones
anteriormente expuestas pueden ser llevadas a cabo en otras instituciones que no son
la familia nuclear.
En el segundo caso, la familia extensa, está formada por varias unidades maritales
junto con los hijos e hijas de cada una de ellas. Este tipo de familia está presente en
numerosas sociedades. Un modo de clasificarla familia extensa es según el tipo de
residencia postmarital. Veamos algunos de estos tipos:
anteriores, a las hijas solteras y a los hijos solteros y a los casados con sus
respectivas esposas e hijos e hijas.
La familia troncal. Es un tipo de familia que sólo incluye una unidad marital
en cada una de las generaciones. Éstas han de ser como mínimo tres: los
padres, los hijos e hijas solteros más un hijo o hija casada con su progenie.
Este tipo de familia ha sido muy común en las comunidades agrarias europeas. En
España ha sido también muy común hasta los años 70 del siglo XX en la zona norte y
nordeste, dónde existían estructuras agrarias minifundistas.
Este tipo de familia está asociado a los dos extremos de la escala social. Bien son
125
mujeres muy ricas que optan por tener hijos y crear una familia sin necesidad de un
compañero que resida permanentemente con ellas, o mujeres muy pobres que en
algunos casos optan por este tipo de familia y en otros se ven obligadas por causas
derivadas de la estructura económica y laboral de sus zonas de origen, y sobre todo por
la forma en que están organizadas las relaciones de género en las distintas sociedades.
GLOSARIO
BIBLIOGRAFÍA
Capítulo 6
ANTROPOLOGÍA Y GÉNERO
ISABEL DE LA CRUZ
La antropología al igual que las otras ciencias ha estado sujeta a una visión
androcéntríca del mundo que durante mucho tiempo impidió ver cuál era la vida de las
mujeres en las diferentes culturas, qué papel desempeñaban, qué hacían o como se
organizaban. Bien es verdad que las mujeres han estado presentes en la literatura
etnográfica clásica, pero siempre vinculadas a temas de «crucial importancia» como el
matrimonio o la familia. Principalmente se hicieron estudios que trataban de ver la forma
en que las diferentes culturas expresan las diferencias entre hombres y mujeres. Pero
se estudiaban los papeles sexuales, supuestamente debidos a una originaria división
del trabajo basada en la diferencia biológica, no en diferencias culturales. No se realizó
prácticamente ningún trabajo de comparación transcultural sobre el tema; excepción
hecha del realizado por Margared Mead en Samoa.
Las antropólogas se plantean desmantelar las estructuras de esos tres niveles del
androcentrismo. Sus estudios tienen a las mujeres como referente central, pretendiendo
investigar y describir qué es lo que realmente hacen, frente a lo que se dice que hacen.
129
A partir de los años 80, las relaciones de género empiezan a configurarse como el
elemento central del análisis, no sólo en la Antropología, sino en todo el ámbito de lo
social, haciendo converger las diferentes perspectivas al relacionar la construcción del
género no con elementos biológicos sino con los culturales e históricos. En palabras de
131
Narotzky: «Lo más interesante de esta perspectiva centrada en el género es que los
procesos que constituyen las categorías de género se perciban como indisolublemente
ligados a los que producen desigualdades entre hombres y mujeres. Esto significa
relacionar dialécticamente las categorías culturales y las relaciones sociales con el fin
de comprender los procesos que generan las diferencias y la identidad de género».
En este momento se está produciendo una revisión del concepto de género, sobre
todo por parte de mujeres de los llamados Países del Sur, que puede aportar nuevos
elementos para el análisis y la comprensión de la situación de las mujeres.
Hemos visto como la Antropología inicia y transforma los estudios sobre las mujeres
con la inclusión de categorías y conceptos nuevos. Es el momento de intentar definir y
clarificar alguno de estas palabras claves. Empezaremos viendo qué significan sexo y
género y cuál es la relación dialéctica entre ambos.
Es una práctica social que involucra mucho más que la biología, engloba todo
el escenario reproductivo que va más allá de los meros aspectos biológicos o
bioquímicos. Así podemos ver cómo define las diferencias sexuales y lo que
es sexualmente correcto e incorrecto, organiza los partos y el cuidado de los
niños y niñas, etc. Si parir es un hecho biológico para el cual sólo las mujeres
están dotadas, la maternidad, esto es, lo qué significa el embarazo, el parto,
cómo ha de ser la relación y el cuidado de los hijos e hijas, etc. es un hecho
social, cultural e históricamente definido. Lo que hoy define a una «buena
madre» no se parece mucho a lo que era hace cien o doscientos años. No se
espera lo mismo, por ejemplo, de una madre en una zona urbana del mundo
occidental que de una campesina de Centroamérica.
Esa asignación estipula una serie de papeles o roles que hemos de cumplir,
prescritos por la cultura en la que hemos nacido. Pero no sólo eso, sino que
marcará nuestro comportamiento, nuestras actitudes y nuestras expectativas.
Es decir, qué es lo que podemos o no llegar a ser en función de nuestra
masculinidad o feminidad, qué es lo que se espera de cada quién, cómo
hemos de comportarnos, etc.
En el sistema actual, debido a la vigencia del patriarcado, que otorga a los miembros
del género masculino superioridad y dominio en todos los órdenes sociales, las mujeres
son consideradas inferiores y sometidas a los varones, están en una posición
subordinada. Podemos afirmar que la definición de ciudadanía con todos los derechos y
posibilidades que conlleva este concepto, le corresponde fundamentalmente al varón,
blanco y rico, definición de la cual quedan excluidos muchos hombres y la totalidad de
las mujeres. Sin embargo, hemos de tener muy presente que el hecho de que no todos
los hombres compartan plenamente la definición social de masculinidad, o el deber ser,
varía para nada la desigualdad y la injusticia generada por el sistema. Como decía una
134
canción de la Bullonera «en esto pobres y ricos van siempre juntos, que el hombre rico
manda en la rica y el pobrecido en la pobrecida».
La desigualdad generada por el sistema está presente en todos los órdenes sociales.
En el simbólico con el minusvalor otorgado a todas las actividades y características
femeninas. En el económico, tanto en el no reconocimiento como trabajo de las tareas
derivadas de la reproducción, como en la diferencia salarial existente entre hombres y
mujeres que desempeñan las mismas tareas o en el acceso a propiedad, etc. Para ver
estos aspectos con más claridad haremos un breve resumen de la situación de las
mujeres en el mundo.
Las mujeres son (somos) algo más del 50% de la población mundial. Aportan casi las
dos terceras partes del total de horas trabajadas en el planeta y producen más de la
mitad de los alimentos del mundo. Sin embargo sólo reciben una décima parte de la
renta mundial y poseen menos del 1% de la propiedad. Las mujeres realizan
prácticamente todo el trabajo doméstico mundial, lo cual sumado al trabajo realizado
fuera del hogar supone que la mayoría de las mujeres trabajan una doble, cuando no
triple, jornada. Así mismo las mujeres prestan más atención de salud que el conjunto de
los servicios de salud. Las mujeres cobran salarios más bajos que los hombres en los
mismos puestos de trabajo y además generalmente realizan las ocupaciones peor
pagadas. Todo ello unido a la discriminación en el acceso a los puestos de trabajo
cuando el desempleo aumenta, tiene como consecuencia que las mujeres,
especialmente las mujeres solas con hijos e hijas a su cargo representen una parte
abrumadora de la población más pobre de la tierra, este fenómeno se conoce como
feminización de la pobreza.
ECONOMÍA Y TRABAJO
Agricultura
Industria y servicios
En las sociedades industriales los puestos de trabajo se crean sin tener en cuenta las
tareas domésticas de las trabajadoras. Esto explicaría, en parte, por qué siendo las
mujeres la mitad de la población sólo constituyen la tercera parte de la fuerza de trabajo
oficial. La proporción de mujeres asalariadas no ha variado mucho en los últimos años,
136
si bien en números reales ha habido un aumento sustancial. Han sido muchas las
mujeres que se han incorporado al trabajo fuera de casa, sin embargo esta
incorporación no se ha producido de una manera uniforme en los diferentes sectores
económicos. Si uno de cada tres puestos de trabajo le corresponde a las mujeres, la
proporción desciende a uno de cada cuatro en el sector industrial, tanto en los Países
del Norte como en los del Sur. Además en muchos casos la incorporación al trabajo
asalariado ha tenido lugar en los sectores no formales de la economía.
La menor retribución salarial tiene que ver, por un lado con la discriminación de las
mujeres en el desempeño de las mismas tareas que los hombres, y con el hecho de
que los trabajos con mayor presencia femenina son considerados femeninos, por lo que
están peor pagados y tienen menos prestigio social. Además, las mujeres tienen más
dificultades para promocionarse y alcanzar puestos de mayor nivel, debido a que deben
compatibilizar sus tareas productivas con las reproductivas, con la consiguiente
imposibilidad de realizar horas extras o asistir a reuniones en horarios no laborales. A
ello hay que añadir la desigualdad en el acceso a la enseñanza como una dificultad
más para acceder a ciertos puestos.
Educación
137
En este campo hay grandes diferencias entre los países del Norte y los del Sur. En el
primer caso la enseñanza primaria es obligatoria y gratuita en la mayoría de las
sociedades lo que hace que la proporción de niños y niñas en la escuela sea
prácticamente la misma. Las diferencias comienzan a hacerse evidentes a medida que
aumentan los niveles educativos, tanto en el número cómo en las especialidades que
se estudian. Así, y aunque cada vez es mayor el número de mujeres en formación
profesional o universitaria, como la enseñanza sigue reproduciendo los estereotipos de
género, la mayor parte de las mujeres que realizan estudios superiores lo hacen en la
rama de Humanidades, Enfermería, etc. menos prestigiadas, mientras que los hombres
son inducidos a estudios de carácter técnico más valoradas social y económicamente.
Salud
La salud es uno de los derechos básicos de las personas, pero también en este
ámbito pueden verse con claridad las diferencias de género y también en unos y otros
países.
Si partimos del hecho de que la falta de agua potable y saneamiento causan el 80%
de las enfermedades a escala mundial y que además, la desnutrición, que hace más
vulnerable a las personas a cualquier enfermedad, afecta a una de cada cuatro
personas, y que éstas se encuentran en su práctica totalidad en los países
empobrecidos, podemos ver ya las grandes diferencias entre un mundo y otro. Por otra
parte la desnutrición afecta más a las mujeres y a las niñas que los a hombres y los
niños porque la distribución de los alimentos no es equitativa, y esto se acentúa cuando
hay escasez de comida, ya que primero comen los hombres adultos, luego los niños y
por último las mujeres y las niñas.
En todo el mundo las mujeres son las encargadas de preparar la comida, limpiar, del
cuidado de enfermos y ancianos etc., lo que las convierte en el primer agente de salud
del planeta, pero la situación es muy diferente para las mujeres de los países
enriquecidos que disponen de agua corriente, ya clorada y desinfectada y de una red de
saneamiento, que para aquellas que tienen que caminar horas para conseguir agua
para cocinar beber y asearse. Lo que obliga además a caminar otras tantas horas para
conseguir la leña con la que poder hacer fuego para hervir esa agua. Esto supone
139
Pero las cifras nos muestran la crudeza de la realidad: cada año mueren
aproximadamente 585.000 mujeres por causas derivadas del embarazo, además unas
70.000 pierden la vida por abortos realizados en malas condiciones sanitarias. Son
millones las mujeres que quieren reducir el número de hijos o espaciar los nacimientos,
sin embargo no pueden hacerlo pues carecen de información y de medios al respecto.
Son millones las mujeres afectadas por enfermedades de transmisión sexual. El caso
más sangrante es del VIH especialmente en África y Centroamérica. Los casos de
maltrato y abusos sexuales no dejan de crecer en todo el mundo aunque no tengamos
cifras fiables.
GÉNERO Y DESARROLLO
Hemos visto cómo las diferencias de género afectan a todas las mujeres en cualquier
lugar, y también cómo aquellas se construyen de modo diferente en lugares diferentes y
140
En este apartado vamos a fijarnos en cuál ha sido el devenir de las políticas dirigidas
a las mujeres en los programas de cooperación al desarrollo, sean éstos
implementados por gobiernos o por Organizaciones No Gubernamentales.
El modo en que se ha enfocado el trabajo con las mujeres ha estado ligado tanto a
las corrientes teóricas sobre el desarrollo que han primado en cada momento (ver cap.
7), como también a los diferentes modos de entender en cada momento cuáles son las
funciones y las necesidades de las mujeres.
En la primera década del desarrollo, propuesta por la ONU en 1960, que tenía como
base el crecimiento económico, las mujeres son invisibilizadas bajo el supuesto de que
lo que beneficia a los hombres se traduce automáticamente en beneficios para todo el
grupo familiar, incluidas las mujeres.
Esta corriente coincide en el tiempo con la crisis económica mundial de los años 80 y
la puesta en marcha de los programas de ajuste estructural auspiciados por el FMI
(Fondo Monetario Internacional). Estos programas consisten en la aplicación de
políticas ultraliberales que conllevan el deterioro cuando no la desaparición de una
buena parte de los servicios que los Estados proveían especialmente los servicios
sociales. En esta situación las mujeres, especialmente las de los sectores más pobres,
se ven abocadas a amortiguar los efectos de los recortes incrementando su trabajo
tanto en el ámbito doméstico, como en los sectores informales de la economía. Pasan,
además, ocuparse de gestionar servicios para toda la comunidad, lo cual conlleva un
aumento de trabajo considerable y una jornada que ya no es doble sino triple.
desarrollo tal y como había sido pensado hasta el momento es imposible. Por primera
vez se unen tres elementos indispensables: desarrollo, paz e igualdad. Se entiende que
el desarrollo no será posible sin paz y sin igualdad. Además se plantea cambiar la
perspectiva respecto a las mujeres. Ya no se trata de integrar a las mujeres en el
desarrollo, sino de construir un nuevo modelo que tenga como objetivo el acceso de las
mujeres al poder, haciendo hincapié en la mejora de su situación y en el incremento de
su autoestima.
La visión de Nairobi y las críticas que desde el feminismo se venían haciendo a las
estrategias desarrolladas, así como el fracaso de las políticas dirigidas a las mujeres,
dieron lugar al nacimiento de la perspectiva GED (Género en el Desarrollo). Esta
perspectiva se centra en el análisis de las diferentes funciones, responsabilidades e
intereses de hombres y mujeres, así como en las relaciones de poder y conflicto
existentes entre ambos. En definitiva se propone «cuestionar las ideas que han
condicionado los análisis y las prácticas del desarrollo hasta ahora y adoptar una
postura política: convertir a las mujeres en ciudadanas plenas y protagonistas del
desarrollo» (Murguialday y otras 2000)
Las presiones ejercidas desde los movimientos de mujeres del Sur hacia los
organismos oficiales de desarrollo en el sentido de que las mujeres contribuyan al
desarrollo mediante procesos de empoderamiento y autonomía, logró que el Programa
de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) planteara que el paradigma del
«desarrollo humano» no tendría sentido si no tuviera en cuenta los problemas de las
mujeres. Así mismo el Comité de Ayuda al Desarrollo (CAD) de la OCDE asumió que el
logro de la equidad entre hombres y mujeres es un objetivo prioritario del desarrollo. A
partir de aquí el resto de Instituciones de desarrollo de los diferentes países, y en el
caso de España también en la cooperación descentralizada, sitúan la perspectiva de
género como elemento prioritario en las acciones de desarrollo.
ESTRATEGIAS Y ENFOQUES
Como hemos visto anteriormente son diferentes los modos en que se han abordado
los debates y las políticas sobre el papel de las mujeres destinatarias de los programas
de cooperación internacional.
1. El enfoque de Bienestar
Es el primer enfoque de las políticas de cooperación con las mujeres del Sur. Se
144
introduce en los años 50 y 60. Su justificación subyacente hacia las mujeres refleja sus
orígenes, que están ligados al modelo residual del bienestar social. Se basa en tres
supuestos:
a) Que las mujeres son receptoras pasivas del desarrollo, más que participantes
en el proceso de desarrollo.
c) Que la crianza de los niños es el papel más efectivo para ellas en todos los
aspectos del desarrollo económico.
Los proyectos basados en este enfoque tuvieron muy buena acogida en el mundo de
la cooperación al desarrollo, dado que como no cuestionan los roles tradicionales son
muy poco perturbadores en términos políticos y sociales.
a) Que al definir a las mujeres como grupo receptor de asistencia social, las
concibe como beneficiarías pasivas del desarrollo obviando su papel
económico.
b) Que no define con claridad quiénes son, en definitiva, los beneficiarios de los
programas: ¿son las niñas y niños, la familia, la comunidad, las propias
mujeres?
145
De aquí nace la corriente MED que resalta el hecho de que las mujeres participan
activamente en el desarrollo y en el progreso económico de sus países a través de sus
roles productivos y reproductivos. Tiene diferentes concreciones que presentamos a
continuación:
Este enfoque ha sido considerado por algunas autoras como el enfoque de equidad.
Sin embargo otras prefieren hablar de igualdad de oportunidades, basándose en que el
concepto de equidad hace referencia a los resultados y no a la posición de partida. Para
lograr la equidad sería necesaria una política de igualdad de oportunidades, que puede
requerir acciones de discriminación positiva.
Se centra en la posición de las mujeres. Se parte del hecho de que éstas han perdido
terreno respecto a los hombres en el proceso de desarrollo, por lo tanto, debe
producirse un proceso de redistribución. Los hombres tienen que compartir de tal
manera que las mujeres de todas las clases salgan ganando y los hombres de todas las
clases perdiendo, a ser necesario mediante políticas de discriminación positiva.
Propone:
enfoque no tuvo tan buena acogida como el de bienestar por parte de los gobiernos y
de las agencias de cooperación. Consideraban que la visión de las mujeres del Norte
no resolvería la situación de las mujeres del Sur.
Este enfoque también recibió algunas críticas, quizás las más importantes sean:
Surge también en los 70. Parte de que la desigualdad económica de las mujeres no
está ligada a la subordinación, sino a la pobreza misma, y que los orígenes de la
pobreza de las mujeres están ligados a la falta de acceso a la propiedad privada de la
tierra y el capital, y a la discriminación sexual en el mercado laboral. Por lo que se
preocupa más que de la reducción de la desigualdad entre hombres y mujeres, de la
reducción de la desigualdad de ingresos.
Esta es la tercera versión de MED, tiene lugar en los años 70-80. Aquí el énfasis se
ha desplazado de las mujeres hacia el desarrollo. Parte del supuesto de que una mayor
participación económica de las mujeres del Sur está automáticamente vinculada a una
mayor equidad. Coincide con el deterioro de la economía mundial, la crisis de la deuda
externa y las políticas de ajuste estructural.
Este enfoque de planificación parte del hecho de que mujeres y hombres juegan
roles diferentes en la sociedad y tienen, por lo tanto, diferentes necesidades, por lo que
148
El Empoderamiento
Esta estrategia consiste en posibilitar que las mujeres accedan al uso y control de los
recursos sociales, tanto materiales como simbólicos, de tal modo que ganen influencia y
puedan participar en la transformación social.
Se desarrolla en los años 80 por las organizaciones de mujeres del Sur. Se propone
que las mujeres logren más poder en todos los ámbitos de la vida, haciendo hincapié en
la importancia de fortalecer las organizaciones de mujeres como un mecanismo para la
participación en los espacios donde se toman las decisiones. Se trataría más que de un
enfoque de las políticas de un objetivo a alcanzar, a través del fortalecimiento y de las
capacidades y el protagonismo de las mujeres.
GLOSARIO
BIBLIOGRAFÍA
PEÑA SAINT MARTÍN, F. (ed) 199. Estrategias femeninas ante la pobreza: El trabajo
domiciliario en la elaboración de prendas de vestir. México INAH.
Capítulo 7
LA ECONOMÍA
ANDRÉS PIQUERAS
DE LA RECIPROCIDAD AL MERCADO
Las diferentes formas de establecer todos esos procesos han dado lugar a lo largo
de la historia de la Humanidad a diversos modos de producción, con sus consiguientes
relaciones sociales que les son características (se las ha llamado «relaciones sociales
de producción»). Éstas explican la manera como se accede a los recursos en cada
sociedad o cómo se detentan los medios de producción de los que dispone, cómo se
organizan los procesos laborales y el trabajo humano dentro de ellos, así como la
circulación, distribución y consumo de los productos de tales procesos.
hombres» adquieren cada vez más riqueza, prestigio y poder, y pueden llegar a
competir entre sí dentro de una misma sociedad, por atraer en torno suyo recursos
humanos. En esta vertiente del intercambio redistributivo tiene lugar ya, de forma clara,
un proceso de explotación del trabajo ajeno.
que la mayor parte de la tierra está bajo usufructo colectivo, generalmente por parte de
colectividades campesinas escasamente estratificadas. Frente a ellas se erige,
prácticamente sin transición ya que la jerarquía social intermedia sería casi inexistente,
una pretendida forma despótica de poder centralizado. Este poder (Estado) está
sustentado por una clase burocrático-militar que extraería una parte más o menos
importante de lo producido por aquellas colectividades campesinas, y que emprendería
obras hidráulicas (no olvidemos que el nacimiento de los primeros Estados se apunta
en torno a los grandes ríos y el aprovechamiento de sus aguas) tanto para justificarse a
sí misma de cara a su población, como para aprovechar y agrandar el excedente, y por
tanto su poderío y base de sustentación. El apelativo de «asiático» se debe, ni más ni
menos, a que en la Europa del siglo XIX, cuando se hacen tales formulaciones, el
símbolo del despotismo y de prácticamente todo lo que significaba opresión y
explotación estaba encarnado por los países asiáticos. No en balde las principales
potencias europeas del momento se encontraban en guerra con algunos de los más
fuertes y hasta entonces autónomos de aquellos países.
Otros modos de producción han sido definidos para ayudarnos a entender distintas
maneras de ensamblar las relaciones sociales de producción y las fuerzas productivas
en diferentes sociedades a lo largo de la Historia, y también por tanto, casi siempre,
para determinar unas u otras formas de explotación del ser humano por el ser humano.
Para entender esto hay que tener en cuenta que el modo de producción capitalista
introduce una diferencia substancial respecto a los anteriores: la separación de los
productores directos de los medios de producción. Al haber sido desposeídos
históricamente de sus medios de producción (y por tanto de sus posibilidades
autónomas de subsistencia), los productores directos no tienen más remedio que
trabajar para otros individuos, —quienes acapararon aquellos medios—, vendiendo su
fuerza de trabajo a un precio «de mercado», que les es en gran medida impuesto.
valor, no contiene en sí mismo valor, pues lo que el salario cubre no es el precio del
trabajo, sino el de la fuerza de trabajo. Por lo tanto, bajo la apariencia de que el
contratador en la relación salarial paga todo el trabajo, se esconde el hecho de que no
paga nada más que una parte del mismo (la necesaria para la reproducción de la fuerza
de trabajo), la restante es la que convierte en plusvalía, encubriendo el proceso de
explotación.
El procedimiento es tal que si un ser humano tiene que trabajar cuatro horas para
garantizar su sustento y las necesidades básicas, al estar asalariado, tendrá que
trabajar más horas para dejar un plusvalor al contratador, que es el incorporado en el
producto (transformado en mercancía) cuando se coloca en el mercado. En esa
relación se reproducen sin necesidad de violencia explícita o directa las propias
relaciones de producción. Dice Marx en su obra El Capital: «El proceso capitalista de
producción, considerado en su interdependencia o como proceso de reproducción, no
sólo produce mercancías, no sólo produce plusvalía, sino que produce y reproduce la
relación capitalista misma: por un lado el capitalista, por otro el asalariado». El salario
otorga de este modo, al trabajo no pagado la apariencia de trabajo pagado y, a la vez,
hace que necesariamente aparezca el beneficio como un producto «legítimo» del
contratador o poseedor de los medios de producción. Pero el beneficio no es más que
una forma y una fracción de la plusvalía, que difumina su propio origen, y motiva el
espejismo de que cada clase social obtiene de la producción y de la circulación de las
mercancías el ingreso «a que tiene derecho».
En definitiva, dos son los elementos en los trabajos de Marx que marcan una
revolución copernicana en la esfera de la ciencia social:
160
DESARROLLO Y SUBDESARROLLO
Este concepto es propio del siglo XX, y viene a sustituir al decimonónico de progreso,
como expresión de las supuestas mejoras de vida que experimentan las distintas
161
Ahora bien, como todo concepto, era preciso que tuviera su reverso. Esto es, había
que definir también qué representaba su carencia, el subdesarrollo. El subdesarrollo
significaba, desde la ideología desarrollista de mediados del siglo XX, insuficiencia de
capital y tecnologías para explotar eficientemente las propias materias primas y utilizar
satisfactoriamente los recursos. La puerta estaba abierta, para que otros, quienes sí
tenían esa capacidad (los «desarrollados») lo hicieran por los demás (es decir,
explotaran y utilizaran sus materias primas y recursos).
Teorías de la modernización
162
Algunas de las asunciones básicas de la ideología desarrollista que goza todavía hoy
de amplia aceptación (o al menos, se sigue propagando desde diferentes esferas de
poder), eran que las cuestiones de desarrollo y subdesarrollo eran lineales (de más o
menos), y que tenían que ver con indicadores estadísticos cuantitativos, del tipo del
PIB, renta per cápita, etc. Se suponía, también, que el crecimiento económico siempre
iría emparejado a una redistribución y consiguiente nivelación social; que no existen
límites naturales a ese crecimiento (que por tanto ha de ser perenne); que el desarrollo,
una vez alcanzado, es permanente e irreversible; y que más tarde o más pronto se
produciría una igualación entre países (con tal de que todos siguieran el mismo modelo
que los ya desarrollados). Amén de todo ello, se sitúa al Estado como sujeto exclusivo
del desarrollo o subdesarrollo. Con esto, se estaban invocando creencias de tipo
evolucionista (siempre se irá hacia mejor siguiendo las mismas etapas), difusionista
(todo parte de unas sociedades para ser imitado por otras) y dualista
(desarrollado/subdesarrollado, bueno/malo, moderno/ tradicional, etc.). Al tiempo que el
desiderátum del desarrollo se hace sinónimo de «occidentalización».
Teoría de la dependencia
1) Comercial. Los países dominantes controlan las redes, las relaciones y las
instituciones comerciales. De ello se valen para mantener tipos de precios y por tanto
flujos de intercambio desigual entre unos países y otros.
3) Financiera. Como quiera que son grupos económicos vinculados a las grandes
potencias los que controlan el sistema financiero internacional, los países dependientes
no pueden controlar sus propias finanzas y dependen de recursos financieros que les
165
llegan de las economías del «Primer Mundo». Además gran parte de su ahorro interno
deben destinarlo al pago de la deuda contraída con aquéllas, con lo que les es
imposible planificar su economía a largo plazo.
De esta forma, la teoría del Sistema Mundial propugnó que los diversos Estados del
mundo no pueden analizarse más como entidades separadas, ni que tampoco existe
una secuencia de estadios por las que forzosamente tengan que pasar todos ellos. El
desarrollo tampoco es una fase estanco, aislada, de ninguna sociedad.
De ahí que para estos teóricos (con Frank y Amin también entre los más destacados)
el «subdesarrollo» de la mayor parte de las sociedades del planeta no es sino el
reverso del «desarrollo» de unas pocas, las antiguas metrópolis colonizadoras
europeas casi siempre (a las que se sumaron EE.UU, Canadá, Japón y Australia,
principalmente). A estas últimas las llamaron sociedades centrales del Sistema,
alrededor de las cuales se podía establecer la racionalidad del mismo, dado que eran
las únicas autocentradas: sus recursos, fuerza de trabajo y tecnología estaban puestas
al servicio de sí mismas, para su propio crecimiento. Mientras que los de las restantes
sociedades estaban supeditados a los requerimientos del desarrollo de las sociedades
centrales; por lo que puede decirse que en general su economía no estaba al servicio
de su propia sociedad, sino orientada a satisfacer aquellos requerimientos (son
economías «extravertidas»). Por eso a estas sociedades (aproximadamente el 80% de
la Humanidad) las denominaron periféricas.
Quiere decir que lo producido por un/a trabajador/a medio/a, en una unidad de
tiempo constante, es cada vez más en las sociedades centrales que en las periféricas.
Esto es debido a la constante incorporación tecnológica renovada en aquellas primeras
sociedades, por contraposición a las últimas, en las que cada persona tendrá que
167
realizar mucho más trabajo (y esfuerzo) para mantener una mínima relación de
equivalencia en la productividad con el paso del tiempo.
• Endeudamiento
Sin embargo, la dinámica descrita tiene muy complejas implicaciones globales, más
allá de la esfera estrictamente económica, en los órdenes social, político, cultural, e
incluso individual. El conjunto de procesos desatados en todos esos órdenes es lo que
da como resultado la mundialización.
Por eso conviene conocer la génesis y desarrollo del proceso de mundialización con
un poco de detalle, teniendo en cuenta que en gran medida es resultado de decisiones
conscientes de grupos dominantes a escala mundial. [Ver cuadro sinóptico 1 para
seguir las fases previas del capitalismo a la mundialización y poder tener un referente
histórico].
Cuadro sinóptico 1
Fases previas al capitalismo monopolista transnacional: capitalismo liberal competitivo y
capitalismo monopolista de Estado
Capitalismo de libre competencia
Extendida mercantilización de los medios de producción, de los bienes producidos y de los
servicios comunitarios.
Mercantilización de la fuerza de trabajo, esto es, de la mayor parte de los seres humanos.
174
Eso quiere decir que para la clase capitalista (que abreviaremos a menudo como el
Capital) la demanda interna (esto es, la capacidad de compra de cada población
«nacional») no se percibe tan necesaria, toda vez que aquélla sueña con un «mercado
mundial». Con lo que se abandona en buena parte la atención por las condiciones de
existencia y reproducción de las respectivas fuerzas de trabajo nacionales.
Esto conduce a su vez a una ruptura por parte capitalista de los «pactos de clase»
(con la clase trabajadora) que habían dado origen al Estado Social en las sociedades
centrales, y a un cierto «populismo redistribuidor» en las periféricas, tras el empuje de
las luchas obreras del siglo XIX y primera parte del XX.
Con el fin del Segundo Mundo (el bloque soviético), termina también el contrapeso
mundial que podría procurar una orientación social en la política de las sociedades
centrales, por lo que aquellos procesos se acentuarán aún más, dando paso a un
capitalismo unilateral, con cada vez menos barreras sociales (y que por lo tanto se hace
cada vez más «salvaje»).
Entre los grandes objetivos de la clase capitalista, en esta nueva fase estarán:
1. Planificados
- En 1971 EE.UU. pone fin al sistema de Btretton Woods, que había regido los
cambios fijos de las monedas internacionales. Con esta decisión se termina
también la convertibilidad del dólar en oro. [EE.UU. tenía un enorme déficit de
su balanza de pagos al tiempo que enormes cantidades de dólares dispersos
por el mundo, sin relación con sus reservas de oro que habían disminuido
drásticamente]. A partir de ese momento, las monedas «flotan» sin control en el
sistema financiero (al perder como consecuencia su paridad fija con el dólar).
Están abiertas a la especulación (que lleva la posibilidad de enormes beneficios
según sus altas o bajas en la cotización). Por eso en adelante la especulación
financiera se abre camino como fuente pingüe de ganancias para el capital
transnacional, pudiendo hacer estallar las tasas de cambio de las monedas
nacionales (sobre todo de las más débiles).
Con objeto de recuperar sus tasas de ganancia, y llevadas por una creciente
competencia entre ellas, las grandes empresas capitalistas deciden jugar cada vez más
en el espacio mundial, rompiendo las barreras nacionales que ya habían saturado. Para
lo cual diseñan estrategias de expansión que se concretan en los siguientes pasos:
e. Las ETNs tienden a integrarse en un mercado cada vez más global: son ya
capaces de dirigir, sus actividades de I+D (inversión más desarrollo), financiar
sus requerimientos de capital y contratar su personal en todo el mundo. Por lo
que las matrices pueden perder parte de su importancia.
f. Las ETNs se erigen en actores clave del nuevo escenario económico global: a
partir de ese momento los Estados deben adaptarse y contribuir a la adaptación
general a ese proceso, predicado como «inexorable».
Todo ello coincide en el tiempo además con un fenómeno que comienza a adquirir
alarmante notoriedad en la década de los 70, y que supone la activación de una
«bomba de relojería» de repercusiones planetarias: el mecanismo de la deuda externa.
[Ver cuadro sinóptico 2).
Cuadro sinóptico 2
El proceso de la deuda
En 1973 tiene lugar la cohesión de los países exportadores de petróleo en tomo al
precio en crudo del mismo, de manera que produce una convulsión en todo el sistema
energético de los países centrales, sobre todo de los europeos y Japón, que adquieren
bruscamente conciencia de su dependencia energética. No obstante, las grandes
sumas de dinero (los «petrodólares») que afluyen como consecuencia de esta situación
a los países exportadores (sobre todo las «petromonarquías») son reinvertidas en la
banca occidental, que de la noche a la mañana se encuentra con un enorme excedente
de liquidez.
Como quiera que las inversiones productivas para la banca tenían su vía truncada dada
la sobreproducción (desacompasamiento entre el nivel de productividad y el de
demanda real), esos petrodólares son invertidos para rentabilizarlos a medio y largo
plazo, en préstamos a los países periféricos, que en breve tiempo disparan su deuda
(4,5 veces sólo entre 1971 y 1980, de 86 a unos 400 millardos de $). Muchas veces
esos préstamos se conceden como «ayuda al desarrollo», canalizados bilateralmente,
de Estado a Estado; aunque por lo general, a diferencia de los «créditos blandos» que
se habían concedido en los años 60, son préstamos privados, hechos a las empresas
locales del Sur, en condiciones más duras. A finales de los 70 la banca privada y los
países acreedores comienzan a reclamar la deuda o bien a subir de forma brusca y
unilateral a niveles en la práctica impagables los intereses de la misma (sobre todo tras
la decisión de EE.UU. de subir los tipos de interés en 1980 para financiar su enorme
déficit público).
180
Para ello los PAE imponen una serie de medidas a los países deudores que pasan
por:
Desregulación económica, que pasa por eliminar lo que para el FMI y el BM son
«rigideces» de la economía: el salario mínimo, el control de los precios de los
productos básicos, la subvención a los propios productos agrícolas e
industriales, la seguridad social y seguro de empleo mínimos, etc. Se busca
también reducir drásticamente los gastos que aquellas instituciones consideran
«improductivos» o «dilapiladores»; educación, sanidad, vivienda, etc.
pago de los intereses de la deuda (por lo que también vuelve a los países
enriquecidos).
Todo esto se hace desde la más estricta planificación: en 1986 el FMI crea el
Servicio de Ajuste Estructural (SAE), en 1987 el Servicio de Refuerzo del Ajuste
Estructural (SRAE). Ya en 1993, tras el derrumbe del bloque soviético, el FMI se atreve
a algo más: da a luz al Servicio para la Transformación Sistémica (STS). El nombre
habla por sí solo (en la era del unilateralismo el Capital se siente todopoderoso para
182
Entre las tremendas consecuencias negativas (pero intencionales) de todo ello para
las sociedades periféricas (que incluyen a más del 80% de la Humanidad), puede
destacarse la sobreexplotación de su fuerza de trabajo y de sus recursos para pagar
unos servicios e intereses acumulados de deudas sobre deudas, de imposible
liquidación [hemos de tener en cuenta que mientras todo se privatiza, la deuda de las
empresas privadas del Sur se nacionaliza, como en el caso argentino, por lo que tiene
que ser pagada por todas las personas del país, que ya nacen con una deuda
contraída, como si del pecado original se tratara]. Recursos de las poblaciones del Sur
que, por tanto, no irán jamás destinados a ellas mismas, sino a incrementar la
«riqueza» del Norte, con la complicidad de las propias clases dominantes protegidas
por los ejércitos de las sociedades del Norte.
Esto quiere decir que flexibilidad laboral, regresión fiscal, eliminación de protecciones
laborales, reducción de prestaciones sociales (en empleo, salud, educación..)
privatizaciones, etc., se multiplican también, aunque con diferente intensidad y alcance
que en el resto del planeta, en las sociedades centrales, para reducir los costos de la
fuerza de trabajo y los gastos sociales del Estado, logrando el objetivo común que se ha
hecho prácticamente «natural»: competir a favor de las ETNs propias. Ligada
directamente a ese objetivo se muestra una meta inexcusable: incrementar la tasa de
explotación de las propias poblaciones.
Cuadro sinóptico 3
Diccionario de términos de la globalización económica más utilizados y
difundidos por la clase capitalista.
Flexibilidad del mercado de trabajo: significa suprimir o reducir las protecciones
laborales (contra despido, por un seguro de desempleo, convenios colectivos,
regulación de jornada laboral, etc.) que fueron conquistadas por las luchas obreras de
los siglos XIX y XX. Imponiendo por el contrario la inflexibilidad de las exigencias
patronales.
Rigideces de la economía: aluden al conjunto de las protecciones laborales, más las
prestaciones sociales (como educación, sanidad, vivienda, etc.) y las medidas para
defender o fomentar la distribución de la renta interna, de las que disponga un país.
Modernización de la economía: quiere decir acabar o reducir drásticamente las
mencionadas «rigideces» de la misma.
Competitividad de un país (de una empresa etc.): hace referencia a su éxito en
haber conseguido «modernizar» la economía, y por tanto eliminar sobre todo los costes
salariales (deteriorando en general las condiciones laborales y de vida de su población
trabajadora -la absoluta mayor parte de la sociedad-). Esto hace que las grandes
empresas locales puedan competir entre sí con menos costos en el espacio global.
Déficit cero: expresión utilizada para dar cuenta de que el objetivo de mayor
«competitividad» de una economía pasa por reducir los gastos del Estado en
cuestiones sociales, de tal manera que, en cualquier caso, la esfera pública de la
economía no pueda albergar ninguna deuda.
Combatir el desempleo: conjunto de medidas destinadas a flexibilizar cada vez más
los mercados de trabajo. Se supone que como consecuencia de la creciente reducción
de costos laborales se vería estimulada la contratación (aunque sea en condiciones
más precarias), pero tal relación parece desmentida por los hechos, dados los
continuos incrementos registrados en las tasas de desempleo. En cualquier caso, la
expresión combatir el desempleo tiene también por objetivo intentar legitimar esas
medidas.
Yacimientos de empleo: expresión utilizada para referirse a las «nuevas» esferas de
la economía donde presumiblemente puede ser más fácil encontrar empleo.
184
Al mismo tiempo, la desregulación de los mercados alcanza ámbito mundial (si bien
con un irrenunciable proteccionismo de los países centrales, que incluso crece en
algunos renglones según se desprotegen las economías periféricas, como luego
veremos).
Así por ejemplo, en la Unión Europea la tasa de desempleo era del 11'3% en julio de
1996; era del 8'5% en Japón, el 9'8% en Canadá y el 5'4% en EE.UU. Países como
Alemania occidental, Francia o Gran Bretaña, pasan de 3'6, 3'9 y 5'9% de desempleo a
finales de los años 70, a 11, 8'9 y 11'6% a finales de los 80 respectivamente. Estas
cifras son tanto más importantes cuanto que esas sociedades habían rozado el pleno
empleo en la edad dorada keynesiana, o de Estado Social (de la Postguerra europea a
los años 70 del siglo XX).
Con ello se refuerzan las condiciones para la huida del Capital al mundo de la
especulación, el mundo de las finanzas: lo que ha dado lugar a un proceso que se
conoce como financiarización de la economía. Esto quiere decir que el dinero se
convierte en auténtico fetiche, en un fin en sí mismo. En vez de estar subordinado a la
producción, o servir de estimulante de la actividad económica y comercial en general,
adquiere vida propia, independiente de los flujos internacionales de bienes e inversión.
Pero con ello, el dinero y en general ese mundo financiero se desligan cada vez más de
la riqueza creada (más escasa, al no haber producción suficiente), con lo que cada vez
se hacen más «irreales» y los riesgos de severas disfunciones bursátiles, o incluso
cortocircuitos generales del sistema aumentan exponencialmente. [En la última década,
los avisos se han venido produciendo de forma regular: México (1994-1995), el sudeste
asiático (1997-1998), Rusia y Brasil (1998-1999), Argentina (desde el año 2000 todavía
no ha parado)].
Al mismo tiempo, la propia competencia tecnológica hace que cueste cada vez más
amortizar las inversiones productivas, dado que la necesidad de reemplazo tecnológico
para competir se hace mucho mayor. Con ello hay un descenso del crecimiento de la
186
C) ¿Auténtica mundialización?
Hay incluso un descenso de integración mundial con respecto a otras épocas, que se
expresa a través de diferentes referencias:
Por si fuera poco, en los primeros años del siglo XXI se vuelven a reforzar
incluso algunas barreras arancelarias, como ha sido el caso, en el primer
trimestre del 2002, de las importaciones de acero por parte de EE.UU., contra
todo lo acordado en la OMC.
Cuadro sinóptico 4
Limitación de la movilidad de la fuerza de trabajo mundial y utilización de la
misma mediante su extranjerización
Las barreras a la movilidad de la fuerza de trabajo están sujetas a aperturas parciales o
temporales según requerimientos de mano de obra de unas u otras sociedades (en la
actualidad sobre todo de las centrales). Esas aperturas están destinadas a cubrir:
1. Empleos de complementariedad con los de la población local (aquellos que en su
mayoría esta última rechaza debido a las pretensiones de promoción y ascenso social y
profesional que imperan en las sociedades centrales). Esta inmigración suele estar
sujeta a limitaciones de temporalidad, de tipo estacional (según ciclos de trabajo
agrícola, sobre todo); y basada en la no cualificación (o empleada para puestos que no
requieren cualificación alguna).
La población que llega bajo estas condiciones está sometida a circunstancias de vida y
laborales extremadamente duras, padeciendo además situaciones de invisibilidad social
o guetización.
2. En menor medida, empleos de competencia con los de la población local. A) Sea
también en los escalones más bajos de la escala socioprofesional (con aquella
población local que no pudo realizar la prometida ascensión social); B) sea en empleos
más cualificados o técnicos, para paliar la falta de profesionales locales para cubrir los
mismos, o para disminuir el costo de su mano de obra (los profesionales inmigrados
realizarán el mismo trabajo por menor salario, presionando a la baja el salario general).
La situación de competencia suele estar reservada por lo general para la inmigración
legalizada y con mayor estabilidad. Esta mano de obra es buscada también para paliar
en parte la escasa tasa de reproducción de las sociedades centrales.
Hemos de tener en cuenta asimismo, a tenor de lo dicho, que la permisividad o «vista
gorda» ante el paso de inmigración ilegalizada, tiene como objetivo aumentar las
posibilidades de explotación de esa fuerza de trabajo (ya que su indefensión es total y
no se atreverá a plantear reivindicaciones laborales), y disminuir en general, por tanto,
el poder de negociación de la población trabajadora local (ya que siempre habrá alguien
que estará dispuesto a aceptar condiciones peores de trabajo). Esto está siendo fuente
de conflictos entre el conjunto de la población trabajadora (que queda dividida a
conveniencia en «nacional» y «extranjera», dificultando su unión frente a los
contratadores).
Pero lo importante, en cualquier caso, es que los ciclos y las formas de producción,
circulación, distribución y consumo se homogenizan en todo el planeta, produciendo
una cultura material o empotrada capitalista cada vez más común a todas las
sociedades humanas, con el consiguiente trastocamiento de necesidades,
subjetividades e identidades. Esta es la auténtica mundialización de nuestros días.
GLOSARIO
BIBLIOGRAFÍA
GALEANO, E. (1985). Las venas abiertas de América Latina. Siglo XXI. Madrid.
TOUSSAINT, E. (2002). La bolsa o la vida. Las finanzas contra los pueblos. Hirugarren
Prentsa. Donostia.
W.AA. (1995). FMI, Banco Mundial y GATT. 50 años bastan: las otras voces del
planeta. Talasa. Madrid.
194
CAPITULO 8
ANTROPOLOGÍA POLÍTICA
ANA MARÍA RIVAS
Durante este período, R. Lowie, fue el único antropólogo que hizo alguna
contribución notable al estudio de la política a partir de su investigación entre los indios
americanos. En su obra The Origin of the State (1927), no sólo rechaza la teoría de la
evolución unilineal propuesta por los evolucionistas, sino que también cuestiona la
dicotomía parentesco versus territorialidad como la fórmula para distinguir sistemas
políticos altamente desarrollados de sistemas pre-políticos más simples. Por el
contrario, Lowie afirmaba que juntamente con la familia y los grupos de parentesco
196
habían existido durante siglos asociaciones tales como los grupos de edad, las
sociedades secretas, los clubes de hombres, las asociaciones militares, que habían
funcionado como instituciones de integración política y órganos de poder, sin llegar a
identificarse con estructura estatal o gubernamental alguna.
Entre las razones de tipo teórico-metodológico hay que señalar la crítica radical que
recibieron los postulados evolucionistas de la escuela americana de F. Boas y de la
escuela británica, cuyos máximos representantes, entonces, eran B. Malinowski y A. R.
Radcliffe-Brown. El primero destacó por ser el pionero en desarrollar y practicar la
estrategia de investigación que diferencia a la antropología de otras disciplinas: el
trabajo de campo y la producción etnográfica de los datos, dejando de lado las
especulaciones teóricas de los evolucionistas en base a la información obtenida de
fuentes secundarias como las crónicas, relatos, diarios e informes de misioneros,
comerciantes, exploradores y funcionarios.
Por último, existían razones de tipo político que favorecieron y promovieron el interés
por el conocimiento de la organización política de los pueblos africanos. Razones que
respondían a las necesidades de las potencias coloniales en la época, sobre todo al
colonialismo consolidado en África en el período de entreguerras, y a una conciencia
moral por la necesidad de racionalizar el colonialismo y la dominación europea. En el
caso británico, el objetivo era fomentar el gobierno indirecto, que consistía en gobernar
a los nativos utilizando sus instituciones locales y tradicionales y así obtener su
consentimiento y obediencia. Para ello, lo mejor era conocer las formas de gobierno
anteriores a la colonización; descubrir los mecanismos de control social en aquellas
sociedades cuyos sistemas políticos no se parecían a los occidentales; misión
encomendada a los antropólogos por ser los que mejor estaban en situación de conocer
estas sociedades.
198
Uno de los primeros problemas con los que se tuvieron que enfrentar la antropología
política y los antropólogos que se autodenominaban políticos fue el de definir y acotar
su campo de estudio del de otras ciencias afines, como la ciencia política y la filosofía
política, disciplinas con una mayor tradición científica y estatus académico.
A esta división en ámbitos diferentes hay que añadir también la distinción entre lo
público y lo privado, uno de los rasgos señalados por los teóricos de la modernidad que
distinguiría a las sociedades modernas de las preindustriales. En las primeras, el
desarrollo de la política pertenecería a la esfera pública, en donde se dirimen los
intereses colectivos, supraindividuales, mientras que otros ámbitos como por ejemplo,
la familia y la religión quedarían reservados a la esfera de lo privado, lo individual.
Como ejemplo que ilustre lo que venimos diciendo hasta aquí, baste recordar el uso
que hacemos de términos como «politización» para referirnos a la actuación de los
jueces o de autoridades religiosas cuando, extralimitándose de lo que se supone son
sus funciones específicas, se pronuncian sobre actuaciones políticas del gobierno, o el
término «judicialización», en el caso contrario, cuando son los representantes del
gobierno y las instituciones políticas los que expresan su opinión sobre sentencias
199
Así pues, ésta fue la principal aportación de los antropólogos al estudio de la política:
demostrar que política no es igual a gobierno ni al estado, sino que incluso en aquellas
200
Ya hemos visto cómo para los primeros antropólogos defensores de los postulados
evolucionistas, principalmente H. Maine (1861) y L.H. Morgan (1877), las sociedades se
dividían entre aquellas que se basaban en el parentesco y las relaciones personales, el
estatus adscrito y los grupos corporativos de parientes y las que se organizaban en
base al criterio de la territorialidad y la propiedad, el estatus adquirido, las relaciones
contractuales fundadas en el interés mutuo y las instituciones judiciales y ejecutivas. Si
bien esta interpretación evolucionista está ya en desuso, el criterio territorial sigue
considerándose como elemento para la localización de lo político y es uno de los tres
elementos que, junto con la población y el poder, configuran el estado de acuerdo a la
mayoría de definiciones de la ciencia política. M. Weber (1922) caracteriza la actividad
política, además de por el legítimo recurso a la fuerza, por el hecho de que se
desarrolle dentro de un territorio cuyas fronteras están exactamente trazadas.
Igualmente A. R. Radcliff-Brown (1940) retiene el marco territorial entre los elementos
201
Un planteamiento similares el que hace M.F. Fried (1964) al proponer tres cualidades
particulares de los fenómenos políticos: 1) la política puede estar contenida en acciones
cuyos medios y fines son extremadamente diversos; 2) la acción política tiene un
atributo de coerción tal que los miembros de una sociedad deben, bajo pena de castigo,
cumplir con las normas y deseos de sus superiores y 3) las sociedades difieren en el
grado de coerción que se permite.
En esta misma línea se sitúa la propuesta conceptual de M.G. Smith (1956, 1960,
1966), para quien la política hace referencia al conjunto de acciones por medio de las
cuales se dirigen y administran los asuntos públicos, diferenciando los actos
administrativos de los políticos. El concepto de política y sistema político abarca un
campo más amplio de actividades de las que tenemos presentes cuando pensamos en
el gobierno y el estado y en ese sentido hay que diferenciar la política de la
administración. En primer lugar, la política se refiere a todo tipo de competición
encaminada a adquirir poder dentro del sistema político y a las estrategias para
mantenerse luego en el poder. Smith concibe el poder como influencia sobre la
formación y adopción de decisiones y, por lo tanto, no establecido en la estructura de
roles de la sociedad. Cualquier persona colocada en cualquier lugar en el sistema
político puede tratar de conseguir el poder en la forma que pueda, y la competencia es
un ingrediente continuo y constante de la vida política. Frente a esto, la acción
administrativa es la dirección de los asuntos públicos por los individuos que han
adquirido un poder legítimo para ocupar determinados cargos. En segundo lugar, la
política comprende también el proceso de discusiones y maniobras que precede a la
toma de decisiones, mientras que la actuación administrativa sería la ejecución de dicha
decisión. Desde este punto de vista, la actividad política puede ser objeto de
investigación independientemente del tipo de sociedad, puesto que lo que caracteriza la
acción política según Smith, es la competencia y la rivalidad, rasgos comunes a todos
los sistemas sin importar cuál sea su escala o grado.
Otros autores como R. Cohén (1979) retoman estos criterios de poder y autoridad
para diferenciar la actividad política, en cuanto un aspecto de las relaciones sociales, de
las actividades no políticas. Así, aquellos aspectos de las relaciones sociales que
pueden ser identificados como políticos están específicamente relacionados con el
205
African Political Systems (1940), obra en la que se sentaban los fundamentos teóricos y
metodológicos para más de una década de investigaciones de lo político en las
sociedades preindustriales. El objetivo del libro era enunciar los principios básicos de
organización política de las sociedades africanas a través del estudio comparado de
sus instituciones políticas. Para ello, se escogieron ocho grupos pertenecientes a
distintas áreas del continente africano, de modo que se pudiese considerar como una
muestra lo suficientemente representativa de las sociedades africanas. Estos grupos
fueron: los zulúes, ngwato y bantúes del África austral; los bemba y banyankole del
África central; los kede y tallensi del África occidental y los nuer del África oriental.
2. El enfoque procesual
3. La teoría de la acción
Los conceptos claves del análisis que utiliza este enfoque teórico son: 1) premios u
objetivos culturalmente definidos y suficientemente valorados por los participantes para
que la lucha tenga sentido; 2) el personal implicado en el conflicto, que incluye a toda
la comunidad política afectada, a la élite política (los que tienen derecho a competir) y a
los equipos políticos que intervienen en la lucha; 3) el liderazgo que incluye a los
individuos apoyados y reconocidos públicamente por un grupo de adeptos, y a los que
toman realmente las decisiones y cuya influencia no tiene por qué manifestarse en
público; 4) la competición que puede ser confrontación cuando se avisa al contrario de
las propias fuerzas y de las intenciones que se tienen y enfrentamiento cuando es en la
212
lucha cuando se miden las fuerzas rivales; 5) los jueces que están para el caso de que
los contendientes quebranten las reglas establecidas.
El resultado de la lucha por el poder puede dar lugar, según Bailey, a tres clases de
cambio en las relaciones de fuerza y las reglas normativas que configuran la estructura
política: el cambio repetitivo, que es el que M Gluckman (1960) denomina rebelión,
situaciones en las que los cambios no son suficientes para transformar las estructuras
ni modificar las reglas normativas, el cambio se produce de una manera controlada e
incluso prevista, es el caso de las elecciones nacionales y la alternancia en el poder por
parte de los partidos políticos occidentales europeos, cuya capacidad de maniobra y de
decisión viene condicionada por las directrices de la política europea; en el cambio
adaptativo, sin embargo, no se puede recuperar el equilibrio inicial, el cambio por
pequeño que sea supone modificar la situación del punto de partida, por ejemplo, la
situación de los aborígenes australianos o las tribus indias norteamericanas que una
vez confinados en las reservas, pese a mantener gran parte de su cultura y valores
tradicionales, su autonomía política desapareció para pasar a una situación de
dependencia; el cambio radical supone una alteración total e irrevocable de las reglas
normativas y de las estructuras vigentes, sería lo que Gluckman (1960) califica de
revolución y los ejemplos serían las revoluciones que han jalonado el curso de la
historia, desde la revolución francesa hasta la revolución rusa, así como los procesos
de independencia de las colonias europeas.
La teoría de la acción, pero sobre todo, la teoría del juego enfatizan el papel del actor
individual y de los grupos que compiten por el poder, en lugar de incidir en las
estructuras y las instituciones políticas. Si el estructural-funcionalismo era criticable por
213
aislar el sistema político del sistema en general y ahogar las iniciativas individuales en
los factores estructurales, la teoría del juego al comparar la lucha política con una
situación competitiva en la que existen unas reglas conocidas por todos, ya sean
explícitas o implícitas, omite algunas cuestiones como las siguientes: ¿quiénes son los
que fijan y determinan las reglas que van a configurar la competencia por el poder?,
¿quiénes pueden competir?, ¿se da por supuesto que todos los actores son iguales a la
hora de participar en la lucha política?, ¿todos los actores gozan de la misma libertad
para tomar decisiones y hacer una opción determinada? ¿por qué unos están
motivados a participar en la competencia por el poder y otros no? Al centrar su interés
en la toma de decisiones y en la motivación de los actores, se puede caer en un
individualismo metodológico que presupone la igualdad y libertad de los actores,
prescindiendo y haciendo abstracción de las diferencias y desigualdades originadas por
variables estructurales, necesarias a la hora de considerar las posibilidades reales de
participar activamente en la lucha por el poder. Si la lucha política es un juego, en todo
juego, siguiendo el símil, hay unos que participan y otros que miran, ¿de qué depende
ocupar un puesto u otro? Es interesante analizar cómo los actores de psicodramas
políticos manipulan símbolos, normas, reglas o costumbres, pero también sería
necesario analizar cómo manipulan los recursos económicos, materiales y cómo se ven
afectados por estos recursos.
y que sólo reconocía la autoridad de los más ancianos de los grupos de parentesco
local.
con los individuos o grupos extraños a aquélla. Algunos ejemplos etnográficos actuales
de bandas son los bosquimanos kung y los pigmeos (África), los esquimales de Canadá
y Alaska y los shosbone de Estados Unidos. Las tribus practican la agricultura extensiva
y el pastoreo, son seminómadas o sedentarias, están organizadas en grupos de
parentesco unilineal y presentan una mayor densidad de población al poseer fuentes de
subsistencia más estables. Ejemplos etnográficos de tribus son los nuer de Sudán, los
yanomamo de Venezuela y los cheyenne de Estados Unidos.
Entre los rasgos estructurales del estado podemos destacar: 1) la división social del
trabajo entre los sectores que realizan el trabajo directo y aquellos para los que se
realiza, que son quienes coordinan y controlan las distintas unidades de producción sin
intervenir en ella. 2) Existencia de un territorio delimitado, en la mayoría de los casos
por fronteras naturales, cuyos pobladores son considerados como súbditos o
ciudadanos del estado; esto se traduce en que el ciudadano ya no está condicionado
por las obligaciones derivadas del parentesco, sino que su lealtad y fidelidad se debe al
estado y no a una familia o grupo de parientes. 3) La integración política dentro de la
sociedad estatal se logra a través de una autoridad centralizada que utiliza medios
públicos como la ley y la fuerza para lograr el consentimiento de los ciudadanos. 4) El
estado posee toda una trama de instituciones formales e informales cuyo objetivo es
mantener y conservar la jerarquía que permite el acceso diferencial a los recursos
estratégicos. Esta estratificación trasciende el sistema de rangos individuales y de linaje
de las jefaturas y supone la clasificación de la población en categorías que se ordenan
jerárquicamente, atribuyendo diferentes privilegios y prerrogativas sociales a cada una
de ellas. Ejemplos etnográficos actuales de estados son los ankole de Uganda, los
jimmade Etiopía, los shilluk de Sudán y los kachari de India.
La distinción que realizaron los antropólogos entre política y Estado, y entre política e
instituciones gubernamentales, como resultado de sus investigaciones en sociedades
sin organización estatal, sigue siendo de gran pertinencia no sólo para analizar lo
político en sociedades preindustriales, sino también en las sociedades occidentales e
industrializadas. Su reflexión en torno al sentido amplio de lo político como un ámbito de
la esfera social que no se agota ni se limita a las instituciones administrativas, ni a las
organizaciones estatales, ni a los políticos profesionales, es de una gran actualidad
ante la simplificación y reduccionismo progresivo que hemos hecho en nuestras
220
sociedades del término político como equivalente a estatal y público. Hay dos términos
muy de moda, últimamente, en los países llamados desarrollados que ponen de
manifiesto esta devaluación del sentido y significado de lo político. Estos términos son
Estado y sociedad civil, conceptos que se usan, tanto en la retórica política como en la
literatura científica y en los medios de comunicación, de manera contrapuesta como si
se tratase de antónimos, recuperando la distinción hegeliana entre sociedad política (el
Estado) y sociedad civil, precisamente, en un momento histórico en el que desde la
ideología neoliberal se ataca frontalmente la existencia de lo que se conoce como
Estado del Bienestar en Europa.
Sin embargo, habría que empezar a cuestionar y desmitificar esta manipulación del
221
lenguaje, negando la mayor que dirían los filósofos, la oposición estado/sociedad civil,
porque siguiendo a M. Weber (1922) el estado forma parte de la sociedad, como el
conjunto de posiciones institucionalizadas de autoridad sobre una población en un
territorio dado, pero no está ni por encima ni al margen de la sociedad; en segundo
lugar, habría que cuestionar la oposición estado/mercado, como una versión
vulgarizada de la dicotomía estado/sociedad civil, porque se pretende con ello que una
parte de la sociedad, como es la esfera de la economía, acabe representando y
subsumiendo al resto de la sociedad.
GLOSARIO
BIBLIOGRAFÍA
BAILEY, F.G. (1969) Strategetns and Spoils: A Social Anthropology ofPolitics. New
York: Schoken Books.
FARON, L.C. (1967) «The Mapuche Reservation as a Political Unit», en R. Cohén and
J. Middleton (eds.) Comparative Political Systems. Austin: university of Texas Press.
GLUCKMAN, M. (1960) Order and Rebellion in Tribal África. Glencoe: Free Press.
LOWIE, R. (1927) The Origin of the State. Nueva York: Harcourt, Brace.
SWARTZ, M.; TURNER, V.; TUDEN, A. (eds.) (1966) Political Anthropology. Chicago:
Aldine.
EL EVOLUCIONISMO
La antropóloga Margaret Mead dijo a mediados del siglo XX, que la evolución es un
concepto que abarca la mayoría de los intereses de la Antropología. Y así es, este
concepto resultará clave para la explicación que los antropólogos dan de muchos otros
temas objeto de su estudio, como luego veremos.
La idea de que las cosas evolucionan para mejorar, como resultado de alguna clase
de proceso cósmico es antiquísima. Pero va a ser en el siglo XVIII cuando los ilustrados
elaboren la idea de la evolución desde términos que han sido defendibles prácticamente
hasta nuestros días.
Desde el punto de vista de los intelectuales de ese siglo no parecía haber duda, por
primera vez, sobre un hecho básico: la unidad psíquica de la especie humana. La
diferencia, pues, entre unas sociedades y otras tenía que deberse al distinto grado de
evolución que habían experimentado. No se les ocurrió que esa evolución pudiera ser
diferente para unos u otros, sino que forzosamente trazaba un único camino para todos.
De esta forma clasificaron a las sociedades en primitivas, salvajes y civilizadas.
En conjunto estaban sentadas las bases para que el surgimiento de una Antropología
académica girara en torno a esos temas, con autores social-evolucionistas al frente de
226
Creían los primeros evolucionistas que este procedimiento podría ser utilizado
retrospectivamente, de manera que a partir de los rasgos culturales de las sociedades
actuales podrían establecerse los de las culturas desaparecidas. Se decía que algunas
de las sociedades de la época tenían que asemejarse por fuerza a las del paleolítico;
otras nos darían pistas más que seguras sobre la fase neolítica, y así sucesivamente.
La idea seguía siendo la de una gradación de menor a mayor perfección en la historia
de la Humanidad, correspondiendo a las sociedades europeas las cotas más altas de la
misma.
viajeros) para realizarlos entre culturas distintas, y cotejarlos con los que ellos mismos
pasaban en las sociedades objeto de su estudio. Se trataba de ver si coincidían las
versiones o referencias sobre cualquier ítem examinado. Estaban poniendo, de esta
manera, los cimientos del procedimiento comparativo estadístico, que sería
ampliamente desarrollado después a partir de los años 30 del siglo XX.
DIFUSIONISMO
«La civilización es una planta con más frecuencia propagada que desarrollada», se
dijo contra las formulaciones evolucionistas.
El difusionismo cobra existencia y mantiene una cierta influencia a principios del siglo
XX. Dio origen en EE.UU. al concepto de áreas culturales, unidades geográficas
relativamente pequeñas basadas en la distribución contigua de elementos culturales.
Su pertinencia se había puesto de moda en la antropología norteamericana a partir de
la extensión de categorías geográficas utilizadas como unidades de exposición para la
ordenación de los materiales de recogida etnográfica.
culturales.
La formación de las diversas culturas habría tenido lugar, según ellos, a partir de
unos pocos núcleos o «círculos culturales», expandiéndose en forma de complejos de
rasgos, más que como elementos aislados. Su transmisión se suponía ligada a las
migraciones de población y la mejora de los medios de transporte. Estos rasgos podían
resultar modificados o perderse en medio del proceso de traslado.
Esta postura dio cuerpo a una posición historicista extrema: la historia tiene mucho
de inexplicable y caprichosa en sí, y nunca se repite. Cualquier intento de
generalización sobre las culturas será más bien vano.
PARTICULARISMO HISTÓRICO
actual.
Había que acercarse a una cultura sin «preferencias teóricas», abiertos a sus
«datos».
CULTURA Y PERSONALIDAD
Una vez aceptado por la antropología ya en el siglo XIX que los procesos mentales
son esencialmente idénticos para todos los seres humanos, muchos de los
antropólogos decimonónicos dedicaron su tiempo a indagar sobre la naturaleza de tales
procesos mentales, buscando por ejemplo los orígenes del animismo y de la religión en
general en los pueblos «primitivos».
Sin embargo, ninguno de ellos disponía de serias elaboraciones sobre los procesos
psicológicos. Con la revolución freudiana en este campo el panorama cambiaría
drásticamente. Su creciente captación de la atención académica en las primeras
décadas del siglo XX, no dejaría de influir a las generaciones de antropólogos que se
habían formado al abrigo del particularismo. Su interés comenzó a centrarse en las
diferentes prácticas de socialización primaria —a las que Freud había apuntado como
determinantes— en cada cultura, y su influencia en la conformación de diferentes
configuraciones de la personalidad, y cómo éstas podían influir a su vez en las
instituciones socioculturales.
factores psicológicos. Según sus principios, además, cada cultura potencia unos pocos
concretos patrones, que caracterizan al común de sus individuos. Los orígenes dispares
de los elementos que constituían cada cultura, y la totalidad que se percibía en
conjunto, sólo pueden ser explicados por las pautas y las configuraciones psicológicas
que la integran. De ahí que interesara no tanto la personalidad individual, sino la
colectiva, y cómo ésta incidía en la conformación de una determinada sociedad.
Se había invertido, por tanto, el orden de la explicación con respecto a los otros
seguidores de Boas (culturalistas), pero no la incidencia en el particularismo: la
preocupación por explicar las diferencias y semejanzas culturales no estaba entre las
prioridades de este enfoque.
Los antropólogos fenomenológicos van a ir un paso más allá que los cognoscitivos al
defender la empatía como forma privilegiada de entendimiento de otras culturas. La
actividad humana pasa a describirse como un texto, y una cultura como el ensamblaje
de textos, que hay que saber interpretar. El o la antropóloga es concebido, por
consiguiente, como un intérprete, aunque tiene también otros «papeles», como
traductor, escriba, etc. Con esta corriente de pensamiento se abandona paulatinamente
la teorización (lo que importa es entender la idiosincrasia de los individuos y grupos
humanos, haciendo interpretaciones sobre ellos sin verificación posible, pues la
verificación es en sí misma una quimera), y la Antropología se aproxima cada vez más
a la Filosofía e incluso a la poesía.
Quizás como en ninguna otra corriente teórica, sus puntos de partida son comunes
con los del resto de la ciencia social:
Se deben explorar los rasgos de las culturas y determinar en qué medida son
funcionales a la misma.
Buscar, además, las formas en que las estructuras y las instituciones de una
sociedad se interrelacionan formando un mismo sistema. Lo importante es su
entrelazamiento actual, y por tanto el análisis sincrónico.
EL ESTRUCTURALISMO
Se trata de una estrategia teórica que tiene sus fundamentos epistemológicos en los
principios de la dialéctica marxiana y cuya explicación del mundo parte del compromiso
de analizar el factor de clase o de explotación y las relaciones de poder presentes en
cualquier formación social; desde el reconocimiento de la importancia del mundo de la
producción respecto a las superestructuras ideológicas y culturales de cualquier
formación social, aunque aceptando la influencia que éstas a su vez pueden ejercer
sobre aquél.
Ahora bien, como son muchas las instancias de una sociedad que pueden participar
en tamaña «función», ninguna de ellas, ninguna unidad social concreta, es entera y
exclusivamente «no económica», sino que todas son en realidad plurifuncionales. De
hecho, el que la economía pueda existir en forma de institución separada constituye
una excepción histórica que sólo cobra cuerpo con el advenimiento del capitalismo.
Según las épocas y los lugares, el sistema económico ha solido «empotrarse» en las
más diversas instituciones (por ejemplo la de parentesco, que frecuentemente ha
organizado las actividades económicas de las sociedades humanas; o también la
misma religión, etc.). Pero como es obvio, tales instituciones no son meramente
«económicas», por lo que es imprescindible tener en cuenta también su aspecto no
económico.
Pero dentro del marxismo antropológico, hay una corriente particular que es
especialmente deudora del pensamiento y la obra de Lévi-Strauss. Esta corriente es
conocida como:
MARXISMO ESTRUCTURAL
Así denominada por erigirse en una estrategia de investigación que concilia aspectos
del estructuralismo levistraussiano y del materialismo histórico. Pretende, de esta
forma, una aproximación a la supraestructura mucho más «independiente» de su
condicionalidad explicativa a partir de la base estructural e infraestructural. Ya que esa
supraestructura, todo «lo ideal» que contiene una sociedad, genera sus propios
mecanismos explicativos-representativos de las realidades materiales, y por tanto, las
condiciona también. A la tarea de descubrir las leyes internas de transformación
dialéctica de las estructuras ocultas que tejen la trama supraestructural de cualquier
cultura, se han aplicado los antropólogos de esta vertiente del marxismo antropológico:
EL MATERIALISMO CULTURAL
Como la Ecología cultural, cree que la infraestructura (la compleja relación entre
hábitat y desarrollo tecnológico de un determinado grupo humano) está en la base de
su conformación cultural, esto es, de sus formas de organización social, económicas,
institucionales, de pensamiento, arte, religión, etc. A diferencia de aquélla, el
materialismo cultural se muestra más interesado por descifrar los rasgos culturales
específicos de una determinada cultura.
cada costumbre, de cada acto humano para el conjunto cultural. Pero hasta hoy se ha
mantenido como una estrategia de investigación sólida, con una amplia integralidad
explicativa (no ya tanto funcional, sino causal) y unas amplias posibilidades de
generalización.
BIBILIOGRAFÍA
HARRIS, M. (197 9). El desarrollo de la teoría antropológica. Una historia de las teorías
de la cultura. Madrid. Siglo XXI.