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El duelo infantil en niños de 6 a 9 años

15 FEB 2018

Si la muerte de un ser querido afecta a los adultos de forma distinta, a los niños puede afectarles
también de diferentes modos, sobre todo dependiendo de su edad.

A partir de los 6 años, los niños van tomando una idea más clara sobre la muerte. Pero no es hasta
los 10 años cuando la asumen como algo universal que afecta a todos. Es por ello que el duelo
infantil dependerá de la etapa en la que el niño se encuentre.

El hecho de que los niños a estas edades tengan adquirida la habilidad de comprender la muerte y
sus consecuencias, no significa que estén preparados para afrontarla o reaccionar ante ella
racionalmente. El fallecimiento de un ser querido constituye una situación que pone seriamente a
prueba su capacidad para afrontar la pérdida, iniciando un proceso de duelo infantil.

1. Reacciones ante la pérdida de un ser querido

2. Cambios en la conducta infantil durante el proceso de duelo

3. ¿Cómo ayudar en un proceso de duelo infantil?

Reacciones ante la pérdida de un ser querido

Algunas reacciones en los niños de 6 a 9 años ante una pérdida cercana son:

 La negación. Es la respuesta más común, negar que la muerte haya ocurrido. La negación
representa un muro para que no les afecte y pueden reaccionar con agresividad o, por el
contrario, más contentos y juguetones que de costumbre.

 La idealización. Insistir en idealizar a la persona fallecida les permite mantener una relación
imaginaria con la misma.

 La culpabilidad. Si no pueden expresar la tristeza que sienten, pueden llegar a recordar


frases de la persona en vida y llegar a creer que el fallecimiento es fruto de su mala
conducta, por ejemplo.

 El miedo. Normalmente a esas edades los niños pueden sentirse asustados y vulnerables e
intentan ocultar sus sentimientos, sobre todo porque no quieren que sus compañeros de
escuela les vean “diferentes”.

 Se ocupan de los demás. Intentado asumir el papel de la persona fallecida.

Esta serie de reacciones son fruto del proceso de duelo infantil que, al igual que las personas
adultas, los niños también experimentan cuando sufren la pérdida de un ser querido.

Cambios en la conducta infantil durante el proceso de duelo

Además, estas reacciones pueden venir acompañadas de un cambio en su conducta habitual como
por ejemplo:

 Falta de apetito.
 Aparición de dolencias físicas como dolores de cabeza, de barriga, etc.

 Aumento de su sensibilidad y su demanda de atención.

 Falta de energía.

 Retroceso a etapas anteriores como por ejemplo chuparse el dedo u orinarse en la cama.

 Aumento del miedo a la oscuridad o a estar solos, sobre todo en el momento de acostarse.

 Rechazo a ir a la escuela acompañado de un declive de su rendimiento académico.

Como ya hemos comentado en otros artículos, el duelo es un proceso natural y, por lo tanto,
tenemos que dejar que siga su curso, siendo conscientes de que cada persona lo afrontará de una
forma distinta, aunque como adultos tenemos unos recursos que los niños no tienen todavía y por
eso es importante saber cómo podemos ayudarlos en su proceso.

¿Cómo ayudar en un proceso de duelo infantil?

En el caso de los niños, es importante que les prestemos especial atención puesto que por sí mismos
aún no tienen los suficientes mecanismos para gestionar una pérdida.

 Es importante retomar las rutinas diarias lo antes posible, puesto que ayudan a recuperar
la seguridad y el control.

 Reforzar las tutorías con los profesores del colegio, porque en algunos casos la tristeza
puede notarse en su rendimiento académico.

 Aumentar la comunicación con ellos, estando atentos a aquello que nos quieren expresar y
quizás no saben cómo. Ayudarles a que puedan hacerlo es importante.

 Realizar planes al aire libre, hacer deporte y ejercicio físico.

 Explicar anécdotas familiares para transmitir al menor todo el amor del fallecido. También
es importante seguir manteniendo tradiciones, como las fiestas de Navidad.

 Aunque es importante no patologizar un proceso que es natural, en caso de ser necesario,


podemos consultar con un pedagogo o un psicólogo que actúe como apoyo.

El duelo infantil, al igual que el de los adultos, tiene una durada específica para cada caso. Es
importante respetar el tiempo que cada niño necesite para trascurrir el proceso de duelo sin
forzarles ni obligarlos a estar bien. La tristeza es un sentimiento natural y han de poder tener su
espacio para expresarla.

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