You are on page 1of 5

MODULO II.

EXPERIENCIAS NACIONALES E
INTERNACIONALES DE PEDAGOGÍA PARA LA CONSTRUCCIÓN
DE PAZ

Institución encargada Fundación In-Ju Huellas


Docente Keilyn Julieth Sánchez Espitia

Tema 2. Experiencias nacionales de pedagogía para la construcción de


1
paz
Objetivo general
Comprender el papel que han tenido las iniciativas pedagógicas nacionales en la
construcción de una educación para la paz.

Objetivos específicos
-Identificar experiencias pedagógicas nacionales para el postconflicto y el postacuerdo.
- Reconocer el papel que cumplen las expresiones estéticas y artísticas en la consolidación
de propuestas pedagógicas orientadas a promover escenarios de paz y convivencia pacífica.

Desarrollo temático-conceptual
En Colombia, los saberes y prácticas pedagógicas en ciudadanía, convivencia y paz nos
muestran que las situaciones de conflicto armado y los asuntos relacionados con la
fragilidad, han llevado a priorizar este tipo de formación en el ámbito educativo. Podría
decirse que las emergencias o “pánicos morales” resultado de la exacerbación de los hechos
atroces han llevado a promulgar políticas y a promover estrategias de evaluación y estudios
de orden nacional e internacional acerca de las percepciones y conocimientos de los

1
La información contenida en el presente documento, hace parte del texto Pedagogía de las emociones
para la paz (2015), del cual soy co-autora. Esta publicación es producto de un proceso de investigación
desarrollado entre el IDEP y la Universidad Distrital, con maestros y maestras del distrito capital, en torno al
tema Escuela, conflicto armado y postconflicto.
jóvenes y maestros sobre sus sistemas democráticos (cultura política, pruebas,
lineamientos, estándares, decretos de cátedras, entre otros)

A pesar que se ha situado el tema de la formación ciudadana desde 1800 hasta nuestros
días, la guerra en Colombia ha sido una trayectoria de larga duración que se ha tratado de
solucionar con respuestas armadas y con fallidos esfuerzos de paz, expresados en
Comisiones y en algunos acuerdos. Más recientemente, mediante una propuesta de Cátedra
de Paz (Decreto 1038 de 2015) para la escuela, así como una Estrategia Nacional de
“Pedagogía para la paz y gestión del postconflicto”.

La “Cátedra de Paz”, de carácter obligatorio para los centros de educación preescolar,


básica, media y superior, tiene como propósito aportar en la construcción de conocimientos
y competencias que contribuyan a la consolidación de una paz sostenible. Sin embargo, al
revisar críticamente sus diez temas, se encuentra que no existe un lugar importante para el
fortalecimiento de la sensibilidad moral, lo que justifica la realización de este estudio, en la
medida que permite aportar en la construcción de una pedagogía de la paz, tomando en
consideración las emociones morales y políticas presentes en tramas narrativas de maestros
desde sus territorios.

En el país, se han producido numerosas iniciativas, en diferentes momentos históricos y


bajo gobiernos muy disímiles, para alcanzar un acuerdo de paz con los distintos grupos al
margen de la ley, tanto guerrillas como paramilitares. Dichos procesos se han llevado a
cabo en medio de la guerra y ninguno de ellos se había pensado desde una política
estructural que tuviese un impacto generalizado en toda la población. En este escenario, y a
pesar de lo anterior, en los 60 años de conflicto que hemos vivido se han producido
diversas formas de resistencia social, especialmente a través de expresiones culturales, que
también han sido perseguidas y acalladas en muchos casos. Los conceptos de memoria,
reconciliación, perdón y la centralidad de las víctimas en dichos procesos solo han sido
posibles en los últimos años, dado que la aceptación de que vivimos un conflicto armado
interno no se dio sino hasta hace poco. La siguiente es una síntesis somera de dichos
procesos, de manera que tenga un marco general de lo que la consecución de la paz ha
significado en el país y cómo las experiencias de trabajo se inscriben en momentos
particulares de la búsqueda de la paz en nuestra historia.
En el gobierno de Gustavo Rojas Pinilla, en 1954, se concede formalmente la amnistía y el
indulto para los guerrilleros liberales involucrados en el alzamiento, que aceptaron el
llamado de la dictadura. Así mismo se otorgan beneficios a los militares, paramilitares y
civiles implicados en la violencia. Entre los resultados más importantes de esta experiencia
fue la desarticulación de buena parte de las guerrillas gaitanistas y liberales, y también se
frenó a los pájaros y escuadrones de la muerte que habían promovido el régimen del terror.
Sin embargo, la calma duró tan solo unos meses, dado que el Estado de guerra retornó y la
protesta fue duramente reprimida, y las guerrillas y contraguerrillas se reactivaron en el
Tolima, el Huila, el Cauca, Caldas, Valle y en la región del Carare. Tres años después, en
1957, en la época del Frente Nacional, se da el plebiscito en donde se reafirmó el derecho al
voto de las mujeres y se dio fuerza constituyente al pacto bipartidista de paz. Sin embargo,
las amnistías fueron recibidas con recelo por las guerrillas y especialmente por los grupos
comunistas. El impacto más importante de esta experiencia, además de la agudización del
clima de guerra civil y del enfrentamiento sectario bipartidista fue la creación de las
Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia —FARC—.
Solo hasta 30 años después, en 1984, se vivió otro intento de proceso de paz, en el gobierno
de Belisario Betancur (1982-1986), denominado el Pacto de la Uribe donde se crea una
comisión de paz, firmada el 28 de mayo de dicho año, en el que las partes se
comprometieron a un cese bilateral del fuego y a la búsqueda conjunta de una salida
política al conflicto armado colombiano. Además de lo anterior, se abriría un período de
prueba de un año para que los integrantes de las FARC-EP se organizaran política,
económica y socialmente. Sin embargo, en ese tiempo fueron asesinados más de tres mil
dirigentes del Partido Comunista, políticos de la Unión Patriótica, militantes y amigos de
las organizaciones sindicales, populares y ONG de oposición al régimen bipartidista. Se
agudiza el conflicto y en agosto del mismo año se produce un diálogo con el M-19, el EPL
y el Movimiento de Autodefensa Obrera —ADO—. Este pacto generó tensiones al interior
del Estado y fue aprovechado por las guerrillas para fortalecerse política y militarmente.
Después de un año y tres meses de la firma del pacto, el 6 de noviembre de 1985, el M-19
se toma el Palacio de Justicia. El desenlace del Cese al fuego y diálogo nacional tuvo un
final trágico, dado que el resultado de la toma del Palacio de Justicia y la retoma por parte
del ejército, cuyo resultado fue de 11 personas desaparecidas y 95 muertos, de los cuales 11
eran magistrados.
En 1988, durante el gobierno de Virgilio Barco Vargas (1986–1990) se hace un llamado a
grupos insurgentes para reincorporarse a la vida civil y negociar la paz. El resultado de esto
fue el desarme y el pacto de paz con el M-19, el EPL, el Movimiento Quintín Lame y el
Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT). Este pacto tuvo repercusiones
importantes en el fortalecimiento de la democracia colombiana, pero la guerra continuó
porque no respondió a una política estructural y se agudizaron los enfrentamientos con
grupos como las FARC-EP y el surgimiento y fortalecimiento de los paramilitares. Otro de
los impactos importantes de este proceso fue la construcción de la nueva Constitución, que
actualmente nos rige.
En el gobierno de Andrés Pastrana (1998-2002) se dieron los diálogos del Caguán, que
iniciaron con una conversación entre el entonces presidente y Manuel Marulanda Vélez,
máximo dirigente de las FARC, en la que definieron la “agenda común por el cambio hacia
una nueva Colombia” que incluía temas como el empleo, los derechos humanos, la política
agraria, los recursos naturales, el modelo de desarrollo económico y social, la reforma a la
justicia y al Estado, las relaciones internacionales, entre otros. En 2002 se produjo la
ruptura definitiva de este proceso como consecuencia del secuestro del senador Jorge
Gechem, cuando las FARC desviaron un avión de una aerolínea comercial y lo obligaron a
aterrizar en una carretera nacional para retenerlo. Ese 20 de febrero en la noche, el
presidente decretó el fin de la zona de distensión. La consecuencia de la ruptura de estos
diálogos fue un clima de desconfianza total hacia los procesos de paz en medio de la
guerra, que todavía permanece.
En el primer gobierno de Álvaro Uribe Vélez (2002-2010), más específicamente en el
2005, se llevaron a cabo ocho rondas exploratorias con el ELN buscando una negociación
para lograr la paz. En agosto de 2007, ad portas de firmar el Acuerdo Base, en la octava
ronda se produjeron desacuerdos en la forma de concentrar y verificar a los guerrilleros del
ELN, ya que el grupo insurgente no estaba dispuesto a revelar la identidad ni a concentrarse
en un lugar que suponía desventaja militar. En junio de 2008 se cierra la posibilidad de
continuación de los diálogos, para ver truncada una vez más la posibilidad de la salida
negociada al conflicto armado, al menos con ese grupo.
En ese mismo gobierno, las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC,) grupo paramilitar
que se había fortalecido y perpetrado crímenes en todo el país, envía una carta pública al
recién electo presidente, declarando el cese de hostilidades nacional a partir del 1 de
diciembre de ese mismo año (2002), cumpliendo así con el requisito del gobierno nacional
para el inicio de conversaciones. Este proceso logró la desmovilización de más de 30.000
hombres y mujeres, aunque solo el 2% de ellos se adscribieron a la ley de Justicia y Paz y
hasta el momento, solo dos exparamilitares han sido juzgados en el marco de dicha ley. Es
importante mencionar, que 5 años después de este proceso, se evidenció la reactivación de
esta estructura armada en muchas de las regiones donde hacían presencia. En esa época se
creó la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación, el Fondo para la Reparación de
Víctimas y las Comisiones Regionales para Restitución de Bienes. Es importante señalar
que los beneficios de las leyes en esta época se centraron en los victimarios mucho más que
en las víctimas.
Finalmente, en este momento se adelantan los Diálogos en la Habana con la guerrilla de las
FARC-EP, en cabeza del gobierno Santos (2010-2018). La instalación formal de las mesas
de conversación se dio en Oslo (Noruega) el 8 de octubre de 2012, donde se anunció que
los gobiernos de Cuba y Noruega harían parte del proceso como garantes, mientras que los
de Venezuela y Chile actuarían como acompañantes. El Acuerdo general para la
terminación del conflicto establece seis puntos a negociar, así como las reglas de
funcionamiento del proceso. Actualmente estos diálogos cumplen tres años, en medio de
una polarización importante de la sociedad civil frente al éxito del proceso. Nos
encontramos ad portas de un plebiscito para refrendar los acuerdos por parte de los
ciudadanos, en medio de una fuerte oposición liderada, entre otras, por el Partido del
Centro Democrático, del que el expresidente —hoy senador— Álvaro Uribe es el líder
natural. Es probablemente el proceso que más posibilidades de éxito ha tenido para
terminar el conflicto.
Las experiencias que se presentan a continuación son muy diversas, mostrando así mismo
la amplitud no solo del conflicto, sino de la lógica contextual de los diferentes actores que
han trabajado en la recuperación de la memoria histórica, la denuncia social y las
posibilidades de trabajo en un hipotético escenario de postacuerdo. El teatro, la música, la
pedagogía, la culinaria, el tejido y muchas otras, han sido los medios a través de los cuales
los ciudadanos de este país han logrado hacerle frente a una realidad violenta, que por más
de 60 años ha hecho que se naturalice como parte de nuestro ser colombiano.
Ahora que hemos revisado el contexto de guerra vivido en Colombia, conozcamos
algunas de las experiencias de paz emprendidas en nuestro país. Para ello, te invito a
realizar la lectura del Texto de la Unidad II, en donde encontrarás, además de este
contexto, las iniciativas estéticas y artísticas desarrolladas para promover una
cultura de paz y no repetición.

Bibliografía de base
QUINTERO, SÁNCHEZ & OTROS. Capítulo IV. Aprendiendo de otras experiencias. En:
Pedagogía de las emociones para la paz. Instituto para la Investigación Educativa y el
Desarrollo Pedagógico, IDEP. ISBN: 978-958-8780-54-2. Páginas: 175- 231

Bibliografía complementaria
Améry, J. (2004). Más allá de la culpa y la expiación. Tentativas de superación de una
víctima de la violencia. Valencia: Pre-Textos.
Elias, N. (2012). El proceso de la civilización: Investigaciones sociogenéticas y
psicogenéticas. México D.F.: Fondo de Cultura Económica.
Fontcuberta, J. (2004). La fotografía será narrativa o no será. El Cultural.
IDEP (Instituto Para La Investigación Educativa y El Desarrollo Pedagógico). (2012). De
donde vengo voy: una experiencia sobre arte, pedagogía y desplazamiento en la escuela.
Bogotá.
IDEP. (2012). Memoria, conflicto y escuela. Voces y experiencias de maestros y maestras
en Bogotá. Bogotá: Editorial Jotamar Ltda.
Levi, P. (2006). Trilogía de Auschwitz. Barcelona: El Aleph Editores.
Mathes Cane, Patricia, Ph.D (2003) Trauma: Sanación y transformación. Despertando un
nuevo corazón con prácticas de cuerpo-mente-espíritu. Capacitar Inc.: California, EE.UU.
Montañés, J. S. (1960). Cultura Social (Octava edición ed.). Bogotá: Librería el mensajero.
Ospina, W. (2001). Colombia en el Planeta (Relato de un país que perdió la confianza).
Medellín.
Quintero, M., & Mateus, J. (2014). Sentimientos morales y políticos en la formación
ciudadana en Colombia: atributos y prejuicios. Folio (39), 137-147.
Uribe, M. T. (2010). Las palabras de la guerra: Un estudio sobre las memorias de las
guerras civiles en Colombia. Medellín: La Carreta Editores E.U.

You might also like