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lo dijo: Eusebio
«Casi niños habíamos visto llegar a La Habana a muchos rebeldes de la Sierra, y
Leal
sentíamos la irresistible atracción por los héroes noveles, que no podían llevar
Spengler
barbas ni grandes bigotes, como sus también jóvenes mentores».
enero 2019
viernes 4
Milicianos
eusebio leal spengler monedas que, regalo de mayores, iban La camisa azul de los herreros y los besados por las muchachas en los
a parar a la hucha. trabajadores de los talleres y fábricas, parques.
En el Memorial de Amé- Luego, de cuando en cuando, el pantalón verde olivo con grandes Tomados de las manos, brazo con
rica Latina erigido por el alguien nos acompañaba a ver en los bolsillos, como el de los combatien- brazo, en cerradas formaciones llega-
arquitecto Oscar Niemeyer escaparates de Al Bon Marché, en la tes del Ejército Rebelde, las boinas mos aquel día, como un río humano,
en la ciudad brasileña de calle de Reina, los míticos soldaditos, negras como aquellas que llevaron a donde convergen las calles de 23 y
Sao Paulo, entre tantas carísimos y casi inalcanzables. Los una vez los soldados del ejército 12, acompañando a las víctimas de la
cosas bellas de las artes populares había con los uniformes de los ejér- republicano español, fueron nuestro explosión del navío francés La Coubre.
latinoamericanas, vi varias alcancías citos enfrentados en la guerra civil uniforme. La multitud escuchó lívida las palabras
hechas de barro o de yeso, iluminadas norteamericana, indios pieles rojas Adiós juegos de muchachos. A las de Fidel, y electrizada levantó los puños
con vivísimos colores; entre ellas los con sus vistosos penachos de plumas, calles con los universitarios –cuya mi- y las armas al oír las que se quedaron
rechonchos cochinitos que eran parte soldados de la Legión Extranjera fran- licia llevaba un bello traje–, junto a los grabadas para siempre en nuestra me-
inseparable de nuestro mundo infan- cesa, además de todos los aditamentos empleados de los comercios y oficinas moria: «Patria o Muerte. Venceremos».
til, llevados ahora a la jerarquía de imaginables: cañones, tambores, ca- públicas, a aprender el manejo de las Volvimos a ese lugar en otras opor-
piezas de museo. rritos, sin que faltase la diligencia, ni verdaderas armas de fuego: el fusil r-2, tunidades, mas difícilmente alguna
Eran de verdad muy bellas estas los legendarios e implacables coloni- la metralleta checa, el fal que porta- emoción pueda sobreponerse a la de
cajitas para monedas que, de acuerdo zadores del oeste, con todos los cuales ban los batallones más preparados. Era aquella jornada. A la mañana siguien-
con nuestras posibilidades, se llena- podían formarse batallas increíbles; un orgullo vestir ese uniforme, símbolo te, en las paredes de los edificios, en
ban con centavos de cobre, níckeles pero, ¡oh, realidad!, entre ellos y los de una definición de campos e ideas. las pizarras de las escuelas, en el metal
o medios, o realitos de plata, la más fiñes que calculábamos en secreto el «Se metió a miliciano», decían los de los ómnibus, en improvisadas ban-
atractiva de las antiguas monedas valor de cada uno, estaba el grueso timoratos de los atrevidos voluntarios, derolas y estandartes, el lema aparecía
cubanas, que tenían un valor nominal cristal de la vidriera. y bajo agua, sol y sereno, marchaban en por doquier y animaba la decisión
de diez centavos. Mi última alcancía se quebró para aquella prueba indispensable de 62 ki- de todo un pueblo. Bebiendo en las
Muchas alcancías vi romper y des- uniformes y fusiles de soldados de lómetros, partiendo al anochecer desde fuentes de un no tan lejano pasado,
tinar los frutos del ahorro para armas verdad. Los niños nos habíamos el Campo de Armada. nuestro grito se unía al de los liberta-
y aviones en defensa de la Revolución transformado en adolescentes y fue Tales fueron aquellos días... dores del siglo precedente: «Patria y
victoriosa: pesadas monedas de a 40 o precisamente en esa edad tan ventu- Casi niños habíamos visto llegar Libertad», firmaban y arengaban los
50 centavos, y los pesos, que se ha- rosa y tan bella de la vida, cuando nos a La Habana a muchos rebeldes de jefes y generales antes de lanzarse a
cían sonar contra el suelo en señal de sorprendió la Revolución. ¡A la mili- la Sierra, y sentíamos la irresistible las cerradas cargas de caballería.
autenticidad. cia! fue el grito de toda una genera- atracción por los héroes noveles, que Nadie puede dudar que de entonces
Atrás en el tiempo, entre los tantos ción, y llevamos nuestras pesetas a las no podían llevar barbas ni grandes acá se levantaron las murallas de una
sueños realizados o perdidos, estaba el urnas preparadas para recibir el óbolo bigotes, como sus también jóvenes nueva Esparta en el Caribe americano.
de hacer una colección de soldaditos del pueblo, llamado a armarse por la mentores. Los encontrábamos en
de plomo y para ello reuníamos las salvación de la Patria. los barrios, visitando las escuelas, (Crónica tomada del libro Fiñes).