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LA INFATUACIÓN MAOISTA por Julius Evola

Un fenómeno curioso. que merece ser examinado, es la sugestión que ha ejercido el


“maoísmo” en algunos ambientes europeos, incluso en grupos no marxistas. En Italia se
pueden incluso mencionar algunos ambientes que reivindican una experiencia “legionaria” y
una orientación “fascista", aun oponiéndose al Movimiento Social al que consideran como no
"revolucionario", aburguesado, burocratizado, limitado por el atlantismo. En estos ambientes
se habla de Mao como de un ejemplo.

Un fenómeno tal nos ha inducido a repasar el famoso librito de Mao-Tse-tung para tratar de
ver claro y descubrir qué es lo que puede justificar tales sugestiones. El resultado ha sido
negativo. Entre otras cosas, no se trata ni siquiera de una especie de breviario escrito con una
cierta sistematicidad, sino un conjunto heteróclito de fragmentos de discursos y
de diferentes escritos comprendidos en un largo período de tiempo. No se puede hablar en
absoluto de una verdadera y específica doctrina maoísta. ¿Qué es lo que se puede pensar
cuando desde la primera página del librito se leen frases categóricas como la siguiente: “El
fundamento teórico sobre el cual se basa todo nuestro pensamiento es
el marxismo-leninismo"? Bastaría esto para poner a un lado el nuevo evangelio en donde, por
los demás, los habituales y desgastados slogans de la subversión mundial “lucha contra el
imperialismo y sus lacayos”, “liberación del pueblo de sus explotadores”, etc., se hallan a cada
paso.

Encontrándose así las cosas, si es que existen contrastes entre rusos soviéticos y comunistas
chinos, así como divergencias y tensiones, debe pensarse que se trata más bien de pugnas de
familia, de cuestiones internas del comunismo (aparte de móviles realistas muy prosaicos
como ser los vastos territorios de Rusia asiática, muy apetecidos por una
China superpoblada), las cuales no nos tendrían que interesar para nada, a no ser por la
esperanza de que los dos “socios”es terminen peleándose verdaderamente.

Lo que puede ejercer una sugestión es por lo tanto un puro mito del maoísmo, del cual
emanan formulaciones ideológicas precisas, con interpretaciones irreflexivas y sobre todo con
el relieve dado a la llamada “revolucióncultural”. Examinemos pues los principales
componentes de tal mito.

El "nacionalismo" es considerado como base de la doctrina maoísta


por algunos ambientes "filo-chinos" antes mencionados. Pero, aparte del hecho de que el
nacionalismo se había ya afirmado como la “herejía"de Tito y parece que se esté abriendo
camino también entre los otros satélites de la URSS, se deja a un lado el punto esencial, es
decir que el maoísmo se trata, inequívocamente, de un nacionalismo comunista; en el mismo
la base es la concepción colectivista de masa, casi de horda, de la nación, no distinta en el
fondo de la concepción jacobina. Cuando Mao quiere combatir el proceso de concreción de
rígidas estructuras burocráticas de partido para alcanzar un vínculo directo con el
“pueblo",cuando habla de un "ejércitohecho uno con el pueblo" retornando a la bien conocida
fórmula de la "movilización tolal", manifiesta, más o menos, el mismo espíritu, o pathos, de
masa de la Revolución Francesa y de las “levées des enfants de la Patrie”, mientras que
el binomio masa-jefe (el “culto de la personalidad"combatido en la Rusia post-staliniana,
ha resurgidopotenciado en la persona de Mao, ídolo de las masas chinasfanatizadas)
reproduce uno de los aspectos más problemáticos de los totalitarismos dictatoriales.
Comunismo más nacionalismo es justo lo opuesto a laconcepción superior, articulada y
aristocrática, de la nación.

Pero si es una fórmula de tal tipo la que atrae a los grupos “filo-chinos" que querrían no ser
marxistas, no se ve por qué ellos no se remiten más bien a la doctrina del nacionalsocialismo
de ayer, en donde aquel binomio estaba ya presente en la
formula: "FüIn-er-VoIk-sgemeinshafi" (= guía+comunidad nacional). Decimos "a la doctrina",
porque en la práctica en el Tercer Reich siempre hicieron sentir su fuerza rectificadora
elementos diferentes derivados del prusianismo y de la tradición del Segundo Reich. Y también
allí se habría hallado muchísimo del"voluntarismo", otro elemento que definiría al maoísmo.
No habría habido necesidad de esperar a Mao para la "concepción activa de la guerra” como
"medio para afirmar y hacer triunfar la propia verdad", como si antes del advenimiento de los
objetores de conciencia, de un hipócrita pacifismo y del crepúsculo del espíritu guerrero, y del
honor militar, se hubiese pensado distinto en todas la grandes naciones occidentales. Pero
habría que ver las cosas más de cerca y escuchar lo que dice el gran Mao textualmente: "Noso-
tros luchamos contra las guerras injustas que obstaculizan el progreso, pero nosotros no
estamos en contra de las guerras justas, es decir en contra de las guerras progresistas". No es
necesario aclarar lo que signifique el "progreso" en tal contexto, es decir facilitar el
advenimiento en cada país del marxismo y del comunismo. Por lo demás no se ve qué impida
que también nosotros no sostengamos la “concepción activa de la guerra", de nuestra "guerra
justa”, el que es hasta las últimas consecuencias contra la subversión mundial, dejando que los
demás se desahoguen denunciando al “imperialismo",exaltando al “heroico
Vietcong, al generoso castrismo y así sucesivamente: todas estupideces buenas sólo para
cerebros que han padecido un "lavado" que les ha privado de cualquier capacidad de
discernimiento.

He aquí otros elementos del mito maoista. El maoísmo consideraría al hombre como el artífice
de la historia, se encuadraría en contra de la tecnocracia en la cual convergen tanto la URSS
como los EEUU. La "revolución cultural” sería positivamente nihilista, apuntaría a una
renovación que parte del punto cero. Todas éstas no son sino palabras. En primer lugar no es
al hombre que Mao se dirige propiamente, sino al "pueblo": "el pueblo, sólo el pueblo es la
fuerza motriz, el creador de la historiauniversal" . El desprecio por la persona, por el sujeto, en
el maoísmo no es menos violento que en la primera ideología soviética. Se sabe que en China
Roja la esfera privada, la educación familiar, toda forma de vida en sí, los afectos y el mismo
sexo (si es que no es reducido a su mínima expresión y a sus formas más primitivas) son
puestos en el ostracismo. La integración (es decir la desintegración) del sujeto en lo
"colectivo" fanatizado es la palabra de orden. La famosa revolución cultural es, propiamente,
una revolución anticultural. La cultura en el sentido occidental y tradicional (pero también
china tradicional: se recuerde el ideal confuciano del jen, que se podría bien traducir
conhumanitas, y del kiu-tseun, u "hombre integral", opuesto alsiaojen, u "hombre vulgar”), es
decir corno una formación de sí que no sea una función colectiva, es rechazada.

Mao ha declarado que como punto de apoyo ha tomado la indigencia, la pobreza de las
grandes masas, que es, dice, un factor positivo “porque la pobreza genera el deseo del cambio,
el deseo de acción, el deseo de revolución"; es decir, se tiene como "una hoja de papel en
blanco" en donde es posible escribir todo. También esto es banal, y nadie querrá confundir
esta situación con un “punto cero"en sentido espiritual y positivo. Puede impactar al ingenuo
lo que es propio de la faz inicial, activista, eufórica que elmaoísmo como movimiento
revolucionario ha podido presentar, aunque en una no mayor medida de cualquier otro. Pero
tal aspecto no constituye una solución positiva, no puede ser eternizada. Lo interesante no es
el punto de partida, sino el fin, la dirección, el terminus ad quem. Ahora bien, son
innumerables como precisas las declaraciones de Mao, el cual en la "construcción del
socialismo" indica tal fin. Así pues, lejos de poder visualizar una revolución regeneradora, que
contemplase sólo al "hombre", y que partiese del punto cero anticultural, encontramos un
movimiento sobre el cual desde el principio grava una pesada hipoteca, justamente la del
marxismo. Ningún juego de magia puede cambiar esta situación de hecho, y corresponde
luego a Mao decirnos cómo él concilie la idea de que el hombre (lo hemos ya visto: el sea el
sujeto activo de la historia. determinante de la misma economía) con eldogma básico del
marxismo, el materialismo histórico, exactamente lo opuesto.

Quien se sienta atraído por una revolución que parta verdaderamente de un punto cero, de un
nihilismo respecto de todos los valores de la sociedad y de la cultura burguesa, demuestra ser
un despistado si no conoce a otros en quienes inspirarse, fuera del gran Mao. ¡Cuando
másválidos puntos de referencia podría ofrecerle, por ejemplo, las ideas sobre el "realismo
heroico", formuladas por fuera de toda instrumentalización y desviación marxista.
porErnst Jünger ya en el período posterior a la Gran Guerra!

En cuanto al otro elemento del mito de los “filo-chinos” a la postura antitecnocrática que se
querría valorizar partiendo en forma aproximada de los conocidos análisis de Marcuse sobre
las formas industriales más avanzadas, se trata de una ilusión. ¿Acaso Mao no tiende a
industrializar a su País hasta asegurarse la bomba atómica y a imaginar todos lo medios
necesarios para su “guerra justa” en el mundo, siguiendo la misma ruta por la cual Rusia
comunista se ha encontrado fatalmente obligada a crear estructuras tecnológicas y
tecnocráticas burguesas avanzadas? Aparte de una fanatización que no podrá ser mantenida
como un estado permanente, haría falta saber si Mao, pudiese asegurar a la masa de sus
secuaces y de su pueblo, la superación de sus miserables condiciones de vida e imitar las
condiciones de vida propias de una “civilización del bienestar”, se produciría en China, un
repudio de la “pútrida felicidad de las sociedades imperialistas”. Y si,herméticamente una
especie de ascetismo pudiese ser suscitado en toda una nación por valores del nivel de los que
son propios del marxismo. La única conclusión a recabar es que nos hallaríamos frente a un
grado casi inimaginable, pero peligrosísimo, de regresión y de bastardización de unaporción de
la humanidad. La completa incapacidad de concebir verdaderos valores en contra de los de
la“civilización del bienestar" y de la “sociedad del consumo”es, por lo demás, la característica
de todos los llamados movimientos de “protesta” de nuestros días.

Sería fácil proseguir con observaciones de este tipo. Pero las desarrolladas hasta aquí indican
que la infatuación filo-china se basa en límites que, para quien sabe pensar hasta el fondo y
para quien se remite justamente allibrito-evangelio de Mao, parecen privadas de fundamento.
Aquellos que, aún no siendo marxistas o comunistas, estáninfatuados de maoísmo,
Demuestran, en verdad, algo muy distinto de una madurez intelectual, la naturaleza de su
"contestación total” y de sus ostentosas vocaciones revolucionarias es más que sospechosa, si
ellos no saben tomar sino tales puntos de referencia.

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