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UNIVERSIDAD YMCA

SEDE CAMOHMILA

MAESTRÍA EN EDUCACIÓN

PROBLEMAS ACTUALES DE LA EDUCACIÓN

ENSAYO:
LA ESCUELA, ¿APARATO IDEOLÓGICO DEL
ESTADO O ESPACIO DE TRANSFORMACIÓN?

SALOMÓN ALARCÓN HERNANDEZ


2° CUATRIMESTRE

ASESOR: MAESTRA TERESITA INCLÁN RUBIO

JULIO , 2010
LA ESCUELA, ¿APARATO IDEOLÓGICO DEL
ESTADO O ESPACIO DE TRANSFORMACIÓN?

¿Qué es la escuela? ¿Es una institución en donde se prepara a las nuevas generaciones
para satisfacer las demandas de la futura sociedad? ¿Es una institución que transmite los
valores y conocimientos que la comunidad aprecia como indispensables para la
supervivencia? ¿Es el lugar en donde se pretende realizar la formación de personas críticas,
analíticas y reflexivas que además cuenten con las competencias necesarias para funcionar
en un mundo globalizado, o es como afirma Althusser uno de los aparatos ideológicos del
Estado más determinante, cuya función es someter a los individuos (desde pequeños) a la
ideología y, consecuentemente, al servicio de las clases dominantes para reproducir las
relaciones de producción?
Con la intención de tratar de responder a las interrogantes anteriores, en el presente
ensayo se revisan de manera general el planteamiento que hace Althusser y se contrasta
con la propuesta de que la escuela, a través del maestro, puede ser un espacio de
transformación.

Estado, Aparato de Estado y Aparatos Ideológicos del Estado.

Para comprender mejor porqué Althusser considera a la escuela como a la institución que
más cumple la función de sometimiento del pueblo y reproducción de las relaciones de
producción del capitalismo1, iniciaremos haciendo una breve conceptualización de los
términos Estado, aparato de Estado y aparatos ideológicos del Estado.
En su ensayo, Althusser busca complementar la “teoría marxista de Estado”
ampliando la distinción entre poder de Estado y aparato de Estado, a través de una tesis que
incluye además de estas dos, una realidad más a la que el denomina Aparatos Ideológicos
de Estado.
Desde esta perspectiva se considera al Estado como un ente (aparato) represivo que
permite a las clases dominantes asegurar su dominación. Este lo hace a través de un
aparato especializado, la policía, las prisiones, el ejército, el jefe de estado, el gobierno y la
administración. Es la fuerza de ejecución y de intervención represiva “al servicio de las clases
dominantes” en la lucha de clases librada por la burguesía y sus aliados contra el
proletariado o en palabras más actuales, la supremacía de la clase en el poder contra la
clase trabajadora.
Este aparato se denomina represivo porque “funciona mediante la violencia”, es decir,
busca asegurar por la fuerza (sea o no física) las condiciones políticas de reproducción de
las relaciones de producción que son, en última instancia, relaciones de explotación. El
aparato de Estado no solamente contribuye en gran medida a su propia reproducción
(existen en el Estado capitalista “dinastías” de hombres políticos, “dinastías” de militares,

1
Cabe mencionar que aunque para Althusser los aparatos ideológicos del estado son exclusividad del
capitalismo, considero que de manera general se puede asumir que cualquier tipo de gobierno pone en práctica
deliberada o casualmente los mismos, para imponer su forma de ver la realidad y legitimar las relaciones de
clase y de producción. Observar a Cuba y a Venezuela, por ejemplo, nos da una muestra de que sin importar el
tipo de sistema económico o ideología política, el Estado busca reproducir y legitimar aquellas formas de
producción que les son útiles e indispensables para asegurar su continuidad.
Aunque los filósofos socialistas pudieran argumentar que los aparatos ideológicos del Estado son un invento del
capitalismo, los movimientos revolucionarios a lo largo de la historia los han utilizado para lograr sus fines, y es
algo que se sigue haciendo sin importar el tipo de color de cada gobierno. Pareciera que esto es algo inherente
al ser humano.
“dinastías” de empresarios, etc.) sino también, y sobre todo, asegura mediante la represión
(desde la fuerza física más brutal hasta las más simples ordenanzas y prohibiciones
administrativas, la censura abierta o tácita, etc.) las condiciones políticas de la actuación de
los aparatos ideológicos de Estado.
En contraste, los aparatos ideológicos del Estado los cuales se manifiestan bajo la
forma de instituciones distintas y especializadas tales como: el aparato escolar (el sistema de
las distintas “Escuelas”, públicas y privadas), el aparato religioso (el sistema de las distintas
Iglesias), el aparato familiar, el aparato político (el sistema político del cual forman parte los
distintos partidos), el aparato jurídico, el aparato sindical, el aparato de información (prensa,
radio, T.V., Internet, etc.), el aparato cultural (literatura, artes, deportes, etc) funcionan
masivamente con la ideología como forma predominante, pero utilizan secundariamente, en
situaciones límite, una represión muy atenuada, casi simbólica.
Cabe destacar que aunque el aparato represivo y el aparato ideológico funcionan, el
primero mediante la fuerza, la imposición, y el segundo a través de la ideología ambos se
complementan entre sí ya que, según Althusser, todo aparato de Estado, sea represivo o
ideológico, funciona a la vez mediante la violencia y la ideología. Es decir, (No existen
aparatos puramente represivos ni puramente ideológicos)
Por ejemplo, el ejército y la policía, aunque son instituciones represoras, utilizan
también la ideología, tanto para asegurar su propia cohesión y reproducción, como por los
“valores” que ambos proponen hacia fuera. Así mismo, la escuela, la iglesia y la familia, por
citar algunos, “adiestran” con métodos apropiados (sanciones, exclusiones, selección, etc.)
no sólo a sus oficiantes sino a su grey.
Así mismo, Althusser establece que el aparato (represivo) de Estado pertenece
enteramente al dominio público, mientras que la mayor parte de los aparatos ideológicos de
Estado (en su aparente dispersión) provienen en cambio del dominio privado. El término de
privado no hace referencia a la institución que los materializa sino al funcionamiento. Las
instituciones privadas pueden “funcionar” perfectamente como aparatos ideológicos de
estado. Son privadas las Iglesias, los partidos, los sindicatos, las familias, algunas escuelas,
la mayoría de los diarios, las instituciones culturales, etc. y sólo por citar algunos ejemplos,
en el caso de nuestro país podemos observar fundaciones privadas tales como Teletón,
“Vamos México”, “Gol por la educación” “Redondeo”, etc, que cumplen además de una
función social, una función ideológica.

Finalidad de los Aparatos Ideológicos del Estado


En resumen, según Althusser todos los aparatos ideológicos de Estado, sean cuales fueren,
tienen la misma finalidad: la reproducción de las relaciones de producción o más bien, las
relaciones capitalistas de explotación y cada uno de ellos llega a ese resultado único de la
manera que le es propia. Por ejemplo, el aparato político somete a los individuos a la
ideología política de Estado, la ideología “democrática”, indirecta (parlamentaria) o “directa”
(plebiscitaria o fascista).
El aparato de información influencia a todos los ciudadanos mediante la televisión, la
radio, la prensa y en últimos años la Internet. Por ejemplo en México, un país en el que la
televisión abierta (que es acaparada por las dos grandes televisoras) llega prácticamente a
todo el territorio nacional, se adoctrina al individuo con una programación bastante burda en
su gran mayoría, (telenovelas, caricaturas, espectáculos y deportes) que incluye grandes
dosis de un falso nacionalismo, chovinismo, liberalismo, moralismo, etcétera. Inclusive, los
comerciales de los patrocinadores y aún la propaganda que el mismo gobierno transmite
cotidianamente buscan; o desviar la atención de la gente a situaciones triviales; o influenciar
la manera de pensar de las masas manipulándolas, a través del sentimentalismo y las
emociones, mediante costosos anuncios con cargo al erario. Sólo por citar un ejemplo
bastaría ver, y convendría conocer cuanto gasta el gobierno en los comerciales del
bicentenario que continuamente salen por la televisión.
Lo mismo sucede con el aparato cultural (el rol de los deportes es de primer orden en
el chovinismo), especialmente ahora que estamos en pleno mundial de futbol y se nos dice
que esta vez si se lograrán buenos resultados. Es de resaltarse la gran cantidad de tiempo
aire que se dedica a este evento, por prácticamente todos los medios electrónicos de
comunicación, llegando a tal grado que aún la Secretaría de Educación Pública autorizó el
ver los partidos de la selección en las aulas.
El aparato religioso recordando en los sermones y en otras grandes ceremonias de
nacimiento, casamiento o muerte que el hombre sólo es polvo, salvo que sepa amar a sus
hermanos hasta el punto de ofrecer su otra mejilla a quien le abofeteó la primera. Como se
observa, parece que en efecto, los aparatos ideológicos del Estado cumplen muy bien su
función adoctrinadora para reproducir, con los menos contratiempos posibles, las relaciones
de producción de la clase dominante.
No obstante, de acuerdo a Althusser existe un aparato ideológico del Estado que
ocupa un lugar predominante y que la clase en el poder, escudada por el aparato ideológico
político puso en marcha: la escuela. Esta es el aparato ideológico de Estado que mejor
cumple con su rol ya que toma a su cargo a los niños desde pequeños para inculcarles
habilidades recubiertas por la ideología dominante durante largo tiempo, tema que se aborda
en el apartado siguiente.

La escuela como aparato ideológico dominante del Estado

Antes de entrar de lleno en la afirmación anterior, cabe comentar que antes de que la
escuela fuera el aparato ideológico más importante del Estado, lo fue en su momento la
iglesia, quien en la Edad Media realizaba no sólo las funciones religiosas sino también las
escolares y buena parte de las funciones de información y cultura dentro de la sociedad, hoy
relegadas a muchos aparatos ideológicos de Estado diferentes.
Después de una violenta lucha de clase política e ideológica contra el antiguo aparato
ideológico de Estado dominante, la burguesía pone en marcha un nuevo aparato ideológico
que junto con el aparato de la familia remplaza la pareja Iglesia-Familia por la pareja
Escuela-Familia.
Desde esta perspectiva se puede observar, como menciona Althusser, que la escuela
toma a su cargo a los niños de todas las clases sociales desde el jardín de niños, y desde
ese momento les inculca —con nuevos y viejos métodos, precisamente aquellos en los que
el niño, atrapado entre el aparato de Estado-familia y el aparato de Estado-escuela, es más
vulnerable— “habilidades” recubiertas por la ideología dominante (el idioma, el cálculo, la
historia natural, las ciencias, la literatura) o, más directamente, la ideología dominante en
estado puro (moral, instrucción cívica, filosofía).
Hacia el sexto año, una gran masa de niños cae “en la producción”: son los obreros o
los pequeños campesinos. Otra parte de la juventud escolarizable continúa: bien que mal se
encamina y termina por cubrir puestos de pequeños y medianos cuadros, empleados,
funcionarios pequeños y medianos, pequeño-burgueses de todo tipo.
Una última parte llega a la meta, ya sea para caer en la semidesocupación intelectual,
ya para proporcionar, además de los “intelectuales del trabajador colectivo”, los agentes de la
explotación (capitalistas, empresarios), los agentes de la represión (militares, policías,
políticos, administradores, etc.) y los profesionales de la ideología (sacerdotes de todo tipo, la
mayoría de los cuales son “laicos” convencidos).
Cada grupo está prácticamente provisto de la ideología que conviene al rol que debe
cumplir en la sociedad de clases: rol de explotado (con “conciencia profesional”, “moral”,
“cívica”, “nacional” y apolítica altamente “desarrollada”); rol de agente de la explotación
(saber mandar y hablar a los obreros: las “relaciones humanas”); de agentes de la represión
(saber mandar y hacerse obedecer “sin discutir” o saber manejar la demagogia de la retórica
de los dirigentes políticos), o de profesionales de la ideología que saben tratar a las
conciencias con el respeto, es decir el desprecio, el chantaje, la demagogia convenientes
adaptados a los acentos de la moral, la virtud, la “trascendencia” o la nación.
Por supuesto, muchas de esas virtudes contrastadas (modestia, resignación, sumisión
por una parte, y por otra cinismo, desprecio, altivez, seguridad, grandeza, incluso bien decir y
habilidad) se enseñan también en la familia, la iglesia, el ejército, en los buenos libros, en los
filmes, y hasta en los estadios.
Para Althusser es obvio que los mecanismos que producen este resultado vital para el
régimen capitalista están encubiertos y disimulados por una concepción universal de la
escuela como una institución neutral, desprovista de ideología (puesto que es laica), en el
que los maestros respetuosos de la “conciencia” y la “libertad” de los niños que les son
confiados (con toda confianza) por sus “padres” (que también son libres, es decir,
propietarios de sus hijos), los encaminan hacia la libertad, la moralidad y la responsabilidad
de adultos mediante su propio ejemplo, los conocimientos, la literatura y sus virtudes
“liberadoras”. En otras palabras, la escuela tiene la apariencia de ser, por excelencia, una
institución indispensable y bienhechora en la cual se forma a los ciudadanos del futuro.
Sin embargo, es evidente que ningún aparato ideológico de Estado dispone durante
tantos años de la audiencia obligatoria y, en la mayoría de los casos, “gratuita” por 5 horas
diarias, 5 días de la semana durante aproximadamente 10 meses de cada año, de una
continua formación social capitalista.
En consecuencia, después de tan larga exposición a tal adoctrinamiento se logra
reproducir gran parte de las relaciones de producción de la clase dominante, es decir, las
relaciones de explotados a explotadores y de explotadores a explotados.
El aparato Ideológico del Estado cumplió su cometido.

La escuela como espacio de transformación.

A pesar de los planteamientos anteriores, y aún cuando de manera general se pudiera


aseverar que efectivamente la escuela cumple una función adoctrinadora y de reproducción
de la ideología del Estado, debe considerarse el hecho de que la escuela es también un
espacio de transformación.
Si bien, tal vez muchos de los individuos que egresan de ella cumplirán las funciones
para las cuales el Estado los “capacitó”, parece pasarse por alto el hecho de que el ser
humano es un ser pensante, reflexivo y con la capacidad de transformar su realidad. De
hecho citando al mismo Marx, lo importante no es interpretar al mundo sino transformarlo
(Karl Marx,Tesis sobre Feuerbach).
De la misma manera, se muestra a la escuela como una realidad sin cambios, como si
siempre pasaran las mismas cosas, como a una realidad estática; pero en la práctica esto no
es así. Al ser la escuela un colectivo de individuos que se interrelacionan entre sí (docentes,
directivos, padres de familia, alumnos, etc.) en un espacio geográfico determinado, con una
cultura e ideología propias, ésta se convierte en un espacio dinámico y en continuo cambio,
con un complejo sistema de relaciones sociales, en donde existen resistencias y oposición al
sistema por parte de cualquiera de los actores que la conforman.
Por ello, la escuela más que ser meramente un aparato ideológico del Estado, es
también un espacio en el que a pesar del complicado conjunto de interacciones entre los
sujetos y el currículo, existe un actor cuya función es preponderante para lograr la
transformación: el maestro. A través de él, con él y desde él se canalizan o se proponen
otras acciones frente a las políticas educativas, los programas curriculares, las reformas y
“todo” lo que el sistema educativo del país ordene.
Como actor principal el maestro tiene la oportunidad de separarse de la función que el
Estado le impone, el de adoctrinador ideológico, para convertirse en un agente de
transformación. Lamentablemente, como afirma Althusser, el maestro es parte sin querer, o
a veces conscientes de ello, de este gran aparato ideológico, pareciera que el magisterio en
general se encuentra dormido, enajenado, sumergido en una falsa conciencia que le impide
ver con claridad la magnitud de la influencia que tiene para con los alumnos, y de cómo el o
ella puede afectar de manera positiva a la colectividad escolar que le rodea.
A pesar de que el Estado pudiera utilizar a la escuela y a los maestros como uno de
sus aparatos ideológicos, (motivando a los docentes a poner todo su empeño e ingenio para
cumplir hasta la última instrucción, llámese “Reforma Educativa”, Metodología, Gestión
Escolar, Nueva Escuela, Participación ciudadana, etc.) también es cierto que precisamente
dentro de este espacio áulico y a través del contacto cotidiano, que el profesor forja, enseña,
comparte, ejemplifica, educa y a la vez aprende. Es precisamente ahí, en la escuela, que por
la misma cotidianeidad y contacto íntimo de los unos con los otros que se suceden
continuamente intercambio de saberes, experiencias y vivencias. Es en la escuela en donde
se puede aprender por lo menos a vivir en grupo, ya que la mayor parte de las cosas que se
hacen en la escuela, se hacen en colaboración con otros, al menos en presencia de otros y
este hecho es en sí determinante en la vida de los alumnos.2
Aunque se pueda cuestionar, es innegable que gran parte de lo que suceden el aula
esta bajo el control del maestro, inclusive los planes y programas, la metodología y todas las
imposiciones del Estado, a pesar del aparato administrativo y de las posibles represiones y
sanciones del mismo, se concretan o no a través de las manos del maestro. Por ello, el
maestro debe aprovechar esta gran oportunidad para transformar no solamente su entorno,
sino las mentes de sus alumnos. En otras palabras, es necesario que el docente esté
consciente de su papel y de la importancia del mismo dentro de la sociedad ya que de
acuerdo a la actitud y concepción que adopte frente al sistema educativo, de este mismo
modo será su actuación en la escuela y en la clase.
Ahora bien, para lograr lo anterior es necesario que el docente reflexione y decida de
manera consciente ser un agente de transformación, que la escuela sea un espacio en el que
sus alumnos, lejos de ser adoctrinados se conviertan en individuos pensantes, en personas
capaces de transformar su realidad, porque si esto no se considera así, desde mi particular
punto de vista, si la escuela no es el lugar donde se pueden forjar los hombres y mujeres del
futuro, si la escuela ya no es la transmisora de un acervo cultural que prepara a sus
miembros más jóvenes para afrontar las necesidades futuras, cabría entonces afirmar junto
con Illich, Gillard, Krishnamurti y muchos otros, inclusive con el mismo Althusser, que la
escuela ya no es útil, que la escuela en lugar de ser un centro de formación de futuros
ciudadanos es en realidad (…) ”un taller de esterilización en el que se entregan niños
normales y ella se esfuerza en hacer hombres retrasados” (…) que la escuela no fabrica

2
Cfr. Jackson Philips, La monotonía cotidiana, en: La vida en las aulas, Marova, Madrid, 1975, pp. 15-55, en:
Grupos en la Escuela, UPN, México, 1994.
sino repetidores; que es incapaz de forjar un autor” 3, si esta es nuestra percepción de la
escuela, debe en tal caso, desaparecer.

CONCLUSIONES.

Vito desde la perspectiva de Althusser, en efecto se puede aseverar que el Estado busca
legitimar y reproducir aquellas acciones, que le permitan conservar y reproducir las formas de
producción que garanticen su continuidad sin importar que cada vez se haga más grande la
brecha entre la clase dominante y la clase explotada. Por ejemplo, en un país como el
nuestro con poco más de 72 millones de pobres4 de una población aproximada de 107
millones, es inconcebible que no se busquen políticas sociales que permitan revertir dicha
situación, sino por el contrario, es insultante ver como se tiran a la basura millones de pesos
como sucede con la celebración del bicentenario, que por cierto, las cifras exactas de este
gasto no serán reveladas sino hasta dentro de 12 años debido a motivos de “seguridad
nacional”5.
Así mismo, Althusser considera a la escuela como el aparato ideológico del estado
mas importante por excelencia ya que en ella se adoctrina a la mayoría de la población por
un espacio de 10 años por lo menos, garantizando así la continuidad del sistema y de las
formas de desigualdad social permitiendo a las clases dominantes asegurar su dominación.
No obstante, y a pesar de que la anterior es una verdad innegable, y bastante
lamentable, sería un error caer en una visión reduccionista de la realidad al considerar a la
escuela como una institución estática e inamovible. Por el contrario su gran riqueza estriba
en el hecho de que ésta es un espacio en el que convergen y divergen múltiples actores
generándose resistencias y oposiciones al sistema, y es precisamente a través de esta que
pueden revertirse tales aberraciones. Una sociedad educada y preparada para analizar
críticamente la realidad tendrá la capacidad de cambiarla.
Por ello, resulta necesario concebir a la escuela y su función como un espacio de
transformación en el que el docente, el agente principal en esta intrincada trama de
participantes, asuma una actitud de compromiso que le permita ser un agente transformador,
pues es precisamente a través de él y de lo que hace o deja de hacer en el aula que se
pueden suscitar los cambios y las transformaciones requeridas.
Sin embargo, esto requiere que el maestro replantee su postura y quiera dejar la
apatía y la mediocridad para buscar y generar los espacios en los que sus alumnos se
conviertan en individuos libres, pensantes y genuinamente humanos.
Consecuentemente, y dado que el maestro es un ser pensante también, tiene a su
alcance la posibilidad de cambiar este aparto ideológico del Estado para convertir a la
escuela en un espacio de verdadera transformación.

3
Paciano Fermoso, “Crisis de la Institución Escolar”, en: Teoría de la Educación, Trillas, México, 1981, pp. 435-
451 en: Profesionalización Docente y Escuela Pública en México 1940-1994, UPN, México, 1994, p. 36.
4
Cfr. La cifra de pobres en México, Julio Boltvinik, El siglo de Torreón
www.elsiglodetorreon.com.mxnoticia/1215.la-cifra-de-pobres-en-mexico-asciende-a-mas.html.
5
Cfr. Gastos por festejos del Bicentenario no se darán a conocer hasta dentro de 12 años.
www.notisistema.com/noticias/?p=263657
BIBLIOGRAFÍA

1. Ideología y Aparatos Ideológicos de Estado, Freud y Lacan. Louis Althusser . Paris 1970.

2. Jackson Philips, La monotonía cotidiana, en: La vida en las aulas, Marova, Madrid, 1975, pp. 15-55, en:
Grupos en la Escuela, UPN, México, 1994.

3. Paciano Fermoso, “Crisis de la Institución Escolar”, en: Teoría de la Educación, Trillas, México, 1981,
pp. 435-451 en: Profesionalización Docente y Escuela Pública en México 1940-1994, UPN, México,
1994, p. 36.

4. La cifra de pobres en México, Julio Boltvinik, El siglo de Torreón. México, Julio, 2010.
www.elsiglodetorreon.com.mxnoticia/1215.la-cifra-de-pobres-en-mexico-asciende-a-mas.html.

5. Gastos por festejos del Bicentenario no se darán a conocer hasta dentro de 12 años. México, Mayo
2010. www.notisistema.com/noticias/?p=263657

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