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INTRODUCCIÓN

Educar es un proceso costoso. Muchos padres y educadores admiten sentirse cansados y


absorbidos y eso no significa que lo estén haciendo mal o que sean unos malos padres. Los niños
demandan mucha atención, necesitan miles de cuidados, avanzan a un ritmo asombroso... Y no
siempre sabemos qué hacer en cada momento.

La sociedad en la que vivimos tampoco nos lo pone demasiado fácil (quizá nunca lo ha sido).
Son muchas las obligaciones y las dificultades, y el ritmo actual es demasiado rápido. Todo son
prisas, hay demasiadas cosas que hacer y los cambios son tan frenéticos que apenas nos da
tiempo a acostumbrarnos. Quizá por eso nos volvemos impacientes y pretendemos que los niños
hagan las cosas a la primera, incluido obedecer.

Pero es que todo lleva su tiempo. El niño se encuentra ante un sinfín de posibilidades de
crecimiento y aunque nace con un temperamento propio lo cierto es que el ambiente en que se
desenvuelva será determinante a la hora de configurar su personalidad. Los niños aprenden
durante sus primeros años de vida muchas cosas. En un par de años son capaces de desplazarse,
de hablar, de interactuar con los demás... y cada vez con menos ayuda de los adultos. Y es que
educar es, fundamentalmente, guiar hacia la autonomía.

Los educadores son responsables de ayudar a los niños a que aprendan a desenvolverse por sí
mismos y que lo hagan en un contexto de respeto hacia los demás y las cosas que los rodean. En
ese proceso hacia la autonomía contamos con una ventaja indiscutible: los niños quieren. Ellos
desean hacer las cosas solos y se sienten felices cuando realizan tareas que hasta ese momento
les parecían imposibles. Se van a sentir muy contentos al escuchar sus primeras palabras, al dar
sus primeros pasos, al lavarse solos el pelo, al hacer un recado fuera de casa... Si el entorno está
atento a estos cambios le hará ver lo importantes que son, y el niño irá creciendo con confianza
en sí mismo. Porque también es un objetivo que se sientan a gusto, que sean capaces de disfrutar
de la vida y de todo lo que hagan. Los niños no vienen con manual de instrucciones, pero
podemos irlo creando.

A partir de la experiencia de muchas familias y de los estudios que en Psicología y Pedagogía


se han realizado podemos establecer una serie de claves y estrategias que contribuyen a que la
tarea de educar sea un poco más sencilla.

Cada niño, cada persona, es un ser único e irrepetible y por ello tiene derecho a vivir en un
ambiente seguro en el que reciba todo cuanto necesita para ser feliz. Y no hablamos sólo de
comida o de una casa, sino también de afecto, de elementos que estimulen su inteligencia, de
normas que le permitan regular su comportamiento... La perfección no existe y menos cuando
hablamos de personas. Parte de lo que el educador es y de lo que hace para intentar aprender un
poco más sobre cómo mejorar la relación que mantiene con el niño.
A) EDUCADORES REFERENTES
1. FIGURAS DE REFERENCIA Y MODELO FAMILIAR

El desarrollo evolutivo de los niños requiere de unos ingredientes básicos para que al transitar
por etapas cruciales de la vida consiga proporcionarles la percepción de sensaciones de bienestar.

¿Qué elementos son cruciales para que la evolución del niño pueda desarrollarse
adecuadamente y se traduzca en calidad de vida para ellos? Y ¿Qué consideraciones especiales
debemos tener en cuenta cuando estamos frente a una población infanto-juvenil que ha estado
expuesta a situaciones o contextos que han provocado la desprotección infantil?

Las múltiples respuestas a estas cuestiones ponen de manifiesto la importancia de Personas y


Contextos que provean al niño de una base de seguridad a través de la cual se le garantice la
satisfacción de sus necesidades básicas y que le permita explorar su entorno con la garantía de
seguridad y protección.

Por ejemplo, los niños que han estado expuestos a alguna modalidad de maltrato tienen que
afrontar las tareas evolutivas sin la garantía de esta base de seguridad y frecuentemente han
aprendido que el mundo es un lugar impredecible donde ellos poseen escasos recursos y
habilidades de control, un lugar inseguro… por lo que no es de extrañar que la falta de confianza
en sí mismos para afrontar un mundo desconfiado sea el resultado de estos aprendizajes.

Es determinante dotar al niño de personas de confianza que les ayuden a explorar la vida de
forma confiada. Estas personas vinculares o de referencia que irán apareciendo en el escenario de
la vida a lo largo del desarrollo y con las cuales se adherirán con una mayor o menor afinidad van
a jugar un papel esencial en el desarrollo del niño, sobre todo en momentos donde la
vulnerabilidad del niño es mayor. De aquí saldrán esquemas aprendidos, esenciales y profundos
que tenderán a arraigarse y que le informarán acerca de lo que puede esperar de los demás, de lo
que puede esperar de él mismo, y lo que puede esperar del mundo y de su futuro.

A cualquier edad se puede aprender a confiar, la infancia marca pero no enmarca; a cualquier
edad se le puede dar una base de seguridad que lo haga capaz de enfrentarse al mundo, pero es
importante que existan esas personas que lo cuiden, supervisen e indiquen los límites y con las
que establezca lazos afectivos de unión que perduren en el tiempo. Estas personas son figuras de
referencia.

La intimidad de un hogar es un espacio único y el lugar privilegiado donde los niños pueden
convivir. Asistimos actualmente a múltiples formas de agrupamiento familiar pero lo importante
es saber que se deben dar prácticas que favorezcan el crecimiento y bienestar de los que allí
conviven. Aunque la familia es el núcleo principal del desarrollo del niño no es la el único lugar
donde encontramos estas figuras de referencia; el niño puede encontrarlos en su barrio, en el
colegio, etc.
Estas figuras de referencia son modelos de actuación para que los niños puedan aprender,
son los que les deben dotar de una base de seguridad desde la cual puedan explorar el mundo sin
pesimismo.

Es importante favorecer vínculos de apego seguro y estable con los niños que permitan el
desarrollo positivo e independiente.

El contexto más favorecedor del ajuste afectivo de un niño es la intimidad del hogar y la
familia. La familia saludable es un importante factor protector que favorece el desarrollo
evolutivo y garantiza la estabilidad socio – afectiva de la infancia.

Las figuras de referencia, todas ellas, pueden ser consideradas EDUCADORES DE REFERENCIA,
los familiares y los no familiares, ya que todos ellos son responsables del desarrollo y educación
del niño, son modelos de referencia en su vida.

2. COMO PROMOVER EL AJUSTE SOCIOEMOCIONAL EN NIÑOS. COMPETENCIAS A


DESARROLLAR.

Como hemos apuntado, las figuras de referencia son esenciales en el desarrollo del niño, y
como tales, es importante que tengan en cuenta los factores esenciales en los que deben incidir
en la educación del niño, y asimismo saber cómo intervenir para desarrollarlos; Los factores, a
nivel general, que son esenciales para la promoción del ajuste socioemocional infanto-juvenil son:

 AUTONOMÍA FUNCIONAL
Las figuras de referencia deben promocionar la capacidad del niño para autodirigirse,
enseñándole a que tome las decisiones más adecuadas y despliegue las destrezas más válidas, en
función de los momentos evolutivos por los que vaya atravesando, y ante la presencia de crisis
con las que se pueda encontrar, y favoreciendo la menor dependencia posible de la presencia de
las figuras referenciales.

 PERCEPCIÓN CORRECTA DE LA REALIDAD


Deben ser capaces de enseñarle a interpretar los acontecimientos vitales con el menor
número de distorsiones cognitivas posibles, realizando atribuciones correctas sobre la causalidad
de los acontecimientos; intentado que tenga una adaptación eficaz y dé una respuesta
competente a las demandas del entorno.
Debe estimularle habilidades y destrezas flexibles en su repertorio conductual para afrontar
situaciones y generar respuestas que favorezcan su adaptación a ambientes cambiantes.

 RELACIONES INTERPERSONALES ADECUADAS


Garantizar que el niño disponga de competencias y recursos sociales y que su relación con los
mismos favorezca la proximidad y aceptación de los grupos y personas con las que se relaciona.

 PERCEPCIÓN DE AUTO-EFICACIA
Que el niño, ante las exigencias ambientales o personales, estime que dispone de los recursos
personales para enfrentarse, con cierta garantía de éxito, a tales exigencias.
 BUEN AUTOCONCEPTO
Que realice evaluaciones ajustadas y adecuadas de sus aspectos físicos, escolares, sociales,
familiares y personales para que pueda desarrollar una autoestima saludable.

 ESTRATEGIAS ADECUADAS DE AFRONTAMIENTO DEL ESTRÉS


Que utilice estrategias de afrontamiento del estrés, mediante estilos de afrontamiento
dirigidos a metas, donde pueda operativizar el problema y definir un objetivo a alcanzar, así como
las posibles alternativas de respuesta disponibles, analizando sus ventajas e inconvenientes de
utilizar una u otra para acercarse de esta forma a la consecución de una meta. Asimismo
minimizar el uso de estrategias autoreferentes, que centran la atención para la resolución de los
estados emocionales en detrimento del afrontamiento directo de los problemas.

3. DECÁLOGO DE LAS BUENAS FORMAS. PRINCIPIOS BÁSICOS DEL EDUCADOR.

A. SINGULARIDAD: cada persona es única y particular, y requiere de acciones específicas


e individualizadas para su intervención educativa.
B. CONTEXTOS: el problema de un niño no está tanto en su mente como en el contexto
donde éste de desarrolla. Por lo que el “problema” es el resultado de la interacción
del niño con su entorno.
C. VÍNCULOS Y FIGURAS DE REFERENCIA: las personas de referencia del niño se vinculan
de una manera estable, promoviendo la tríada del apoyo seguro (ser incondicionales,
estar disponibles y ayudar al niño a resolver sus problemas). Esto se consigue gracias
al afecto, la sintonía emocional y la proximidad con el niño.
D. ESTILO DISCIPLINARIO: ser amable y cariñoso, pero firme, consistente y coherente con
las normas y límites.
E. AUTODETERMINACIÓN: la participación del niño y la consideración de sus valores,
preferencias y elecciones es fundamental en el afrontamiento de posibles situaciones
problemáticas.
F. CALIDAD DE VIDA: supone fomentar su autoconfianza, el apoyo para el afrontamiento
de situaciones nuevas y la persistencia ante situaciones difíciles.
G. PLAN DE APOYO AL COMPORTAMIENTO POSITIVO: está demostrado, por la
experiencia educativa, que el principio “mano dura” ante la presencia de problemas
especiales de comportamiento, no supone la solución del mismo. Dotar al niño de
comportamientos y habilidades alternativas , el refuerzo de sus fortalezas y logros es
un camino que obtiene mayores resultados y más estables.
H. APOYO ESPECIAL: en una situación problemática, debemos evaluar y prestar apoyos
especiales.
I. TRABAJO EN EQUIPO: todas las figuras que intervengan en la educación del niño
funcionan como una Unidad Educativa y trabajarán coordinadamente para llegar a
compromisos y acuerdos consensuados sobre cómo desarrollar el plan de apoyo ante
la situación que se afronte.
J. AUTOCUIDADO: promoverán su propio cuidado, ya que la salud emocional del niño
depende, en parte, de la suya.
B) ESTRATEGIAS PARA LOS
EDUCADORES
1. DISCIPLINA ASERTIVA. ESTILO INDUCTOR DE APOYO

Que los educadores adquieran estilos disciplinarios que favorezcan el dialogo, la


responsabilidad y la enseñanza de normas y límites, y sepan organizar un entorno donde sus
normas estén claramente especificadas y éstas sean pocas, claras y útiles es fundamental porque
esto da lugar a un entorno saludable donde las personas que conviven en él ganan: seguridad,
confianza, control, predicción y el desarrollo de hábitos del comportamiento que facilitan la
realización de tareas y rutinas.

Un entorno saludable es un ambiente presidido por normas y límites, máxime cuando éste es
un espacio para la convivencia. El establecerlos y buscarlos es lo que se denomina disciplina. Hay
contextos donde la palabra disciplina se interpreta con connotaciones negativas de dureza, rigidez
y autoritarismo, pero la existencia de normas y límites no debe conllevar una interpretación
negativa de la palabra disciplina.
La disciplina es el proceso educativo – formativo del individuo para que pueda lograr un
adecuado auto-control y seguir normas de comportamiento apropiado para su propio beneficio y
de quienes le rodean en el medio social en que se desenvuelva.
El problema no es la disciplina, sino el estilo disciplinario que se utilice para conseguir que el
niño adquiera y cumpla compromisos.
Existen estilos donde se presenta como una persona afectiva, se habla y se dialoga mucho
pero el grado de exigencia en el cumplimiento de la norma, límite y responsabilidad es mínimo,
por lo que pierde valor el diálogo y la palabra (el niño conoce qué tiene que hacer y el porqué
pero el hacerlo o no dependerá de su capricho). Esta disciplina así entendida es permisiva y a
corto y a largo plazo traerá consecuencias negativas (niños sin referentes, inmaduros, sin hábitos
de trabajo y esfuerzo, con dificultad para asumir responsabilidades...).
Otros estilos, los autoritarios, donde hay poco afecto, dialogan y razonan poco pero exigen
rígidamente su cumplimiento, e incluso le imponen al niño un nivel de responsabilidad sobre sus
acciones para lo que estos aún no están preparados, trayendo así, tanto a corto como a largo
plazo, consecuencias negativas (generan sentimientos de culpabilidad, baja autoestima, pobre
interiorización de valores…)
En el estilo negligente, el educador apenas se preocupa por el hecho educativo y menos aún
por el tema de la disciplina. Existe un estilo de comunicación errático (o se habla mucho o no se
habla; o se exige mucho o no se exige nada). El niño se desconcierta porque no conoce cómo se
presentará el educador y no se le dan oportunidades para que interiorice las normas y
responsabilidades, por lo que los hábitos de conducta estarán en entredicho.

El estilo inductor de apoyo es aquél donde se articula el diálogo y la comunicación y el apoyo


a las dificultades del niño con un cierto grado de exigencias en el cumplimiento de las normas y
límites. Se busca potenciar la autonomía del niño y las relaciones se basan en el afecto, el respeto
mutuo y la cooperación. Los niños desarrollarán el sentido de responsabilidad, tendrán niveles
más altos de autocontrol y autoestima, se sentirán confiados en sus posibilidades; serán
interactivos, hábiles en las relaciones con los iguales, independientes y cariñosos; aprenderán
actitudes de cooperación, de toma de decisiones y respeto de las reglas.
Del estilo educativo que utilicemos dependerá el desarrollo del niño, porque como referentes,
los educadores con su forma de actuar con el niño, van a favorecer un desarrollo positivo del niño
o lo contrario, van a perjudicar el desarrollo positivo del niño. Entre los estilos vistos es el inductor
de apoyo el estilo que nos llevará a ayudar al niño en su evolución y desarrollo de forma positiva.

2. REGULACIÓN DE LOS CONFLICTOS

Tradicionalmente la cultura ha transmitido e inculcado una visión negativa de los conflictos,


proponiendo como primera medida, ante su presencia, la evitación y negación de los mismos
como recurso habitual y sistemático de solución. Este planteamiento ante el conflicto, si bien en
ocasiones es un buen recurso, en muchas otras, dista de ser la solución mejor para resolver las
diferencias que pueden aparecer entre las partes de un conflicto.
Otro planteamiento bastante habitual dentro de este enfoque tradicional ante el conflicto ha
sido la confrontación abierta (litigio) entre las partes donde se busca un vencedor y un perdedor,
uno que tiene la razón y otro que no la tiene. Este enfoque escala habitualmente hacia la
agresividad y el deterioro de las relaciones personales entre las partes.
Convivir (vivir con) implica la interacción frecuente personas a las que nos unen unos vínculos,
ya sean laborales, familiares, sociales, etc.; en escenario de convivencia, las diferencias y
semejanzas en cuanto a intereses, preferencias, opiniones es lo habitual, lo normal, lo esperable;
el conflicto está servido, por ello necesitamos recursos y estrategias que nos faciliten llegar a
acuerdos entre las partes en conflicto, haciendo uso de recursos diferentes a la imposición, el
abuso, la sumisión, aceptación sin condiciones, etc.
Los niños tienen una poderosa capacidad de aprendizaje en estos periodos evolutivos; son
momentos ideales para transmitirles valores, actitudes, habilidades y conocimientos. La
negociación es un procedimiento para la regulación y solución de conflictos en el que las partes
en confrontación buscan acuerdos consensuados por ambos, donde la piedra angular para llegar
al acuerdo es ceder de un lado y del otro. Ceden ambos y los dos ganan. Los educadores deben
esforzarse por practicar la negociación una y otra vez, ante los posibles conflictos que surjan con
otros educadores y los niños. Será esta enseñanza uno de los mejores regalos que le pueden
hacer al niño porque estarán poniendo las bases de cooperación, el acuerdo mutuo, el respeto
por el otro, la aceptación de las diferencias, la asertividad y la corresponsabilidad. Valores y
recursos de primer orden para la vida social y el bienestar personal.
La regulación de conflictos es favorecida por:
- Prevención: para evitar una discusión es bueno adelantarse a la situación que la puede
causar.
- Deben resolverse previamente los conflictos entre los todos los educadores en relación a
las normas y criterios a utilizar con los niños.
- Se debe fijar una lista de prioridades que deje satisfechos a ambos. Soluciones
negociadas.
- Nunca se debe discutir delante de los niños y menos si el tema a tratar es sobre ellos.
- Se deben mantener las mismas normas para todos los educadores en relación a la
educación de los niños.
- Cuidar las formas.
- Las normas deben ser pocas, claras y fundamentales.

Las posturas ante un conflicto pueden ser varias, en función del interés de las partes en los
ganar los objetivos o el interés en mantener la relación.

Escalada agresiva del conflicto:


1º Discusión: las personas intercambian problemas y se responsabilizan de ellos, se escuchan,
se respetan mutuamente e intercambian opiniones.
2º Polarización de opiniones: las diferencias sobre problemas específicos se convierten en
acusaciones contra la persona (mi verdad contra la tuya), la otra persona se convierte en el
problema (ya no se ataca al problema sino a la persona), las defensas de un lado causan defensas
del otro (defensa o contra-ataque), dejan de escucharse, la comunicación deja de funcionar; cada
parte piensa en lo que va a decir a la otra a continuación cuando no se habla, en vez de escuchar.
3º Segregación (secuestro emocional): la comunicación empieza a ser menos exacta y directa;
el problema original pierde su importancia (descentralización del objetivo), hay cada vez más
confusión e incapacidad de tratar la situación; Aumenta la involucración emocional (las
percepciones son más importantes que el problema en cuestión: secuestro emocional).
4º Destrucción: empieza la dinámica de “ojo por ojo”; las personas responden a la última
ocurrencia, aumenta la desconfianza, es cada vez más difícil encontrar terreno neutral (suicidio
del conflicto o acto violento).

¿Cómo evitar la escalada agresiva? ¿Qué hacer ante un conflicto? La respuesta a esta
pregunta está en la Negociación.
Pasos de la negociación:
1º- Definir los objetivos de ambas partes.
2º Clarificar los intereses.
3º Determinar los aspectos en los que se puede ceder y en qué medida.
El método para resolver los problemas:
Método Todos Ganan=> yo cedo – tú cedes
Yo gano – tú ganas

3. USO Y ABUSO DEL CASTIGO

Existen comportamientos puntuales como la conducta Agresiva y la conducta Destructiva que


no debemos dejar que se den, siendo importante conseguir un cambio.
El castigo como técnica de cambio de comportamiento, para eliminar conductas puede ser
eficaz, siempre y cuando se sepa hacer bien o sea fácil de aplicar.
El Castigo es la consecuencia negativa que se obtiene al llevar a cabo determinados
comportamientos.
Siempre que podamos sustituirlo por otra técnica con la que obtengamos nuestro objetivo,
estaremos consiguiendo más.
El uso abusivo del castigo nos puede ocasionar diferentes consecuencias:
- Alivio inmediato: el uso excesivo del castigo va en perjuicio del uso de otras técnicas más
enriquecedoras.
- Alto grado de resistencia en los niños.
- Asociación de la persona que castiga con la prohibición ( por lo que en ausencia del
educador que castiga repetirá el comportamiento).
- Que los niños imiten al educador utilizando el castigo para conseguir lo que quieren de
otros niños o adultos.

El educador debe ser consciente de que existen 2 tipos de castigos:


 Castigo Positivo: la consecuencia negativa que sigue a la acción hace que obtenga algo
que considera malo.
 Castigo Negativo: la consecuencia negativa que sigue a la acción hace que pierda algo que
considera bueno.

¿Cómo utilizar el castigo?

1º El castigo ha de impartirse de forma inmediata al acto que deseamos eliminar (para evitar
castigar otras conductas posteriores).

2º Para que desaparezca un comportamiento es necesario que siempre que se presente, se


castigue (no hacerlo de forma intermitente).

3º Elegir bien cómo se va a castigar (que el castigo tenga verdadero poder para ser una
consecuencia negativa para la persona a quien va dirigido, no todo castigo es igual de eficaz para
todas las personas).

4º Que la naturaleza, grado y duración del castigo se correspondan con la conducta que
queremos eliminar y con la edad del niño. Hay que evitar castigos excesivos o desajustados para
los niños porque más que ayudarnos a corregir su conducta provocará problemas graves.

5º Es fundamental saber qué conducta queremos castigar, y estando bien definida, expresar a
quien va a ser castigado qué es lo que queremos que cambie de su comportamiento.

6º Para que un castigo sea verdaderamente eficaz es aconsejable dar una alternativa distinta
al comportamiento que queremos eliminar, así facilitamos evitar el castigo tendiendo a realizar
un comportamiento nuevo que consideramos más adecuado (refuerzo negativo).

7º No realizar amenazas que no vayamos a cumplir porque perderemos la credibilidad y


anularemos toda posible eficacia del castigo.

8º No permitir que el estado de ánimo del educador sea el termómetro que determine si se
castigará un acto o no, o el grado de castigo que se imponga.

Es importante evitar caer en el error, en la educación de los niños, de que el educador se


deje llevar por emociones. El ser consecuente con la conducta de los niños de un día a otro, así
como de un educador a otro es fundamental para lograr un aprendizaje adecuado.

El castigo es una forma de modificar la conducta de los niños que conlleva muchos
inconvenientes y no es nada fácil de impartir, con lo cual siempre es conveniente sustituirlo por
otras técnicas con las que consigamos mejores resultados. Establecer límites y consecuencias de
forma consensuada y pactada con los niños facilita a que el niño entienda y acepte las decisiones
que se tomen con respecto a su conducta, evitando que el estado de ánimo del educador sea el
que determine la consecuencia ante la acción concreta y la consiguiente sorpresa e
incomprensión por parte del niño. De esta manera al niño se le hace protagonista de su proceso
educativo, logrando una adecuada implicación y mejores resultados en la tarea del educador por
lograr un comportamiento social e individual adecuado.

ASPECTOS A PROMOVER:

- Consecuencias naturales y lógicas antes de imponer un castigo.


- Todo acto tiene una consecuencia, sea positiva o negativa.
- La consecuencia debe producirse de forma inmediata al acto.
- Para eliminar un comportamiento siempre que se presente debe tener una consecuencia.
- El castigo debe ser eficaz (debe ser una consecuencia negativa para la persona a la que va
destinado).
- Definir claramente cuál es el comportamiento a eliminar y las consecuencias que produce
ese comportamiento.
- Intentar siempre una alternativa distinta al comportamiento que queremos eliminar.
- Enseñar a los niños a resolver los problemas utilizando el diálogo.
- El educador debe respetar, como adulto, las normas de convivencia que se pide a los
niños que cumplan.
- Respeto entre todos los educadores.
- Invitar a los niños a dialogar, escuchándoles y valorando lo que cuenten.
- Formular las normas en positivo.
- Utilizar el refuerzo positivo como consecuencia a comportamientos adecuados.
- Las consecuencias deben ser apropiadas a la edad y congruentes para que se puedan
cumplir eficazmente.
- Coordinar con todos los educadores las acciones a desarrollar con el niño.

ASPECTOS A EVITAR:

- Utilizar sólo el castigo como la única técnica para modificar una conducta inadecuada.
- Que los niños aprendan a tener un alto grado de resistencia al castigo.
- Que los niños asocien a la persona que les castiga con la prohibición.
- Evitar castigos que por su naturaleza, grado y duración son excesivos o desajustados.
- Hacer amenazas que no se vayan a cumplir.
- Permitir que el estado de ánimo sea el termómetro que determine si se castiga o no.
- Combatir un acto violento con otro igualmente violento.
- Ser jueces de los actos de los niños y enojarnos por sus conductas.
- Rechazar al niño por portarse mal.
- Realizar expresiones violentas e intolerantes en la relación con los demás delante de los
niños.
- Descalificar las reglas, sin razonar, que se les exige cumplir a los niños en otros ámbitos.

El consensuar las normas ayuda a mejorar la autoestima y el autocontrol del niño. De esta
manera todos los educadores que intervienen en el desarrollo del niño se sentirán responsables
de la aplicación de las normas y asumirán las consecuencias tanto de su cumplimiento como de su
transgresión.
Las consecuencias son un proceso de aprendizaje, donde el adulto, como educador, acepta
al niño pero no su conducta, respeta al niño y es comprensivo, deja que el niño decida y no se
convierte en su juez.

Hay que exigir a los niños utilizando argumentos lógicos y directos que ayuden a éste a
reflexionar sobre las consecuencias de su comportamiento y sobre cómo su conducta afecta a los
demás.

QUÉ ES LO QUE LOS EDUCADORES NO PUEDEN HACER:

- Cualquier tipo de castigos físicos exagerados o amenazas a los niños.


- Agresiones verbales y/o humillaciones.
- Hablar despectivamente a los niños de otros educadores.
- Insultar a los niños.
- Privar a los niños de comida, vestimenta básica, horas de sueño, higiene personal y el
derecho a tener su propia imagen.
- Privarle de tratamientos médicos necesarios.

Las causas de comportamientos negativos en los niños son múltiples y diversas: el


desconocimiento de la actitud correcta, una sociedad de bienestar donde la frustración resulta
cada vez más inaceptable, presencia de estilos disciplinarios permisivos (o muy tolerantes) o muy
autoritarios, estilos parentales impulsivos – explosivos, desestructuración familiar, falta de
referentes, abundancia de modelos de observación (que los niños imitan en medios de
comunicación y otros agentes educativos), etc. Por este motivo es importante prestar atención al
niño y tratarlo como un ser único, intentando comprender el porqué de sus conductas, siendo
empáticos y siendo conscientes de que todos los referentes influyen de una manera u otra en el
niño.

4. CONSEJOS PARA EL EDUCADOR


- Estar en colaboración y coordinación con todos los educadores de referencia del niño.
- No marcar metas muy altas y lejanas, que sean asequibles y próximas.
- Las comparaciones son odiosas.
- Potenciar los aspectos positivos y corregir poco a poco los negativos.
- Dialogar, no discutir.
- Motivar mejor que obligar.
- Actuar siempre de la misma manera (no despistarlos con actuaciones dispares en
situaciones similares).
- Valorar su trabajo y esfuerzo más que los resultados.
- El educador es el modelo en el que se fijarán, actúa en consecuencia para evitar que
busquen otro modelo.
- Buscar ayuda en otros educadores cuando sea necesario.
- Cuidarse para cuida y así promover el bienestar de los niños.

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