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Luque
(a) «Hace un mes oía las voces de los compañeros y profesores que me decían que
era mala persona. Sabía que eran imaginaciones mías, pero las seguía oyendo. Las oía den
tro de mi cabeza, pero muy claras.»
(b) «Veo una sombra que sale de mi cuerpo y, cuando la veo, me entran ganas de pe
garle. En ese momento la veo real, son sombras negras, que veo casi siempre de noche.
Ahora sé que no son verdad, que es ficción mía, pero cuando las veo creo que son reales.»
(c) «He oído las voces con más frecuencia, aunque estos día de atrás no. Siento las
voces en el vientre. Me dice palabras, 'el grijo', 'la butaca', muchas tonterías. Las oigo
desfiguradas. Yo, para mí, que no es mi voz, pero como las oigo dentro, pues debe serlo.»
Rev. Asoc. Esp. Neuropsiq., vol. XIV, n. o 50, 1994, pp. 391-402.
(8) 392 J. M. Villagrán, R. Luque
ORIGINALES Y REVISIONES
Historia conceptual
embargo, algunos sujetos juzgan erróneamente la cualidad de las PSA y las consi
deran reales, en su esfuerzo por explicar su ocurrencia independientemente de
la voluntad. Esto puede aparentar una transición entre PSA y alucinaciones, pero
no lo es (12, 13, 14).
E. Bleuler, años más tarde, distingue distintos grados entre las alucinacio
nes, que van desde las PSA, alucinaciones percibidas claramente pero considera
das como tales, a las alucinaciones psíquicas, aquellas en que el sujeto no puede
decidir si se trata de representaciones vívidas o «pensamientos sugeridos» (15).
Define a las PSA como «aquellas pseudopercepciones de completa claridad sen
sorial y de localización normal, mas cuyo carácter ilusorio es reconocido» (16).
En un sentido parecido, Gadelius (cit. 17), considera a las PSA -en las que in
cluye las alucinaciones hipnagógicas- como fenómenos intermedios entre imá
genes y alucinaciones, y señala la inexistencia de una clara demarcación entre PSA
y alucinaciones psíquicas. En 1957, Reda y Vela (cit. 17) realizan una importante
contribución al ser los primeros en llevar a cabo una investigación global de las
PSA. Tras revisar la literatura francesa y la alemana, presentan 11 casos que reú
nen las siguientes características generales: se presentan en el espacio interno,
tienen un aspecto formal similar al de las imágenes, aparecen de forma espontá
nea, son independientes de la voluntad, resultan psicológicamente comprensibles
en cuanto a su contenido- ya que se relacionan con componentes afectivos del
sujeto- y no poseen realidad externa, al mismo tiempo que el juicio de realidad
está conservado. Para estos autores, las PSA son fenómenos inespecíficos que tienen
lugar en diferentes cuadros: psicosis involutivas, parálisis general progresiva, psi
cosis depresiva, esquizofrenia, trauma cerebral y estados obsesivos.
Sedman, en una serie de trabajos (7, 17, 18), aporta distintas concepciones
de las PSA. En un primer momento, considera a éstas como integrantes de un
tipo de alucinación, «percibidas a través de los sentidos pero reconocidas por el
paciente como distintas a las percepciones verdaderas» (7). Esta concepción di
fiere de la de Kandisky y Jaspers (17). Sin embargo, un año más tarde (18), Sed
man cambia su concepto y define a las PSA como «formas de representación en
las que la imagen aparece completamente proyectada delante del sujeto». Sigue,
pues, la tradición jaspersiana, y adopta los criterios de éste para distinguir entre
representación y PSA, señalando la comprensibilidad del contenido de esta últi
ma y la existencia de un continuum entre ambos. Existe, sin embargo, una dife
rencia de matiz entre los criterios de Jaspers y Sedman, en particular, en lo referente
a la «visualización» del objeto. Para Jaspers, en las PSA la visualización se reali
za con los ojos de la mente, mientras que para Sedman, es llevada a cabo con
los ojos reales, ya que la proyección del objeto es total (12, 13, 7, 17, 18).
Hare, en su intento de clarificar el significado y la utilidad clínica del térmi
(12) 396 J. M. Villagrán, R. Luque
ORIGINALES Y REVISIONES
no PSA, señala que éstos dependen del concepto de alucinación sustentado (6).
Así, si se acepta un concepto amplio de la misma -por ej., toda percepción exte
roceptiva de objetos ambientales que, de hecho no están- que incluya experien
cias de sujetos sanos o con nivel de conciencia alterado, las PSA serían alucinaciones
reconocidas como tales, concepto que, para Hare, carece de significación diag
nóstica -ya que se aplica a sujetos sanos y enfermos- y utilidad clínica. Este
autor propone un concepto más restringido de alucinación. Define a ésta como
la «experiencia sensorial subjetiva de origen mórbido e interpretada de una mane
ra mórbida», sin conciencia de su naturaleza no empírica. En virtud de esto, las
PSA serían «alucinaciones mórbidas que no son interpretadas mórbidamente por
que son reconocidas por el paciente como no reales». Hare incluye aquí los fenó
menos del tinnitus, las auras epilépticas, los alucinógenos, etc. En este sentido
tendrían cierta utilidad clínica al designar síntomas con mejor pronóstico que las
alucinaciones verdaderas. El mismo Hare, incluso, pone en cuestión la utilidad
clínica de esta definición restrictiva de PSA, ya que depende del insight del pa
ciente, y éste es un proceso gradativo -no sigue la ley del todo o nada-, por
lo que se dificulta la clara delimitación entre PSA y alucinación. Si se obvia ésta
y el psicopatólogo se centra en evaluar los diferentes grados de insight, el con
cepto de PSA resulta prescindible (6).
F. Kraupl Taylor, en un excelente trabajo (19), señala la ambigüedad de la
definición de PSA y la atribuye a la coexistencia de dos tradiciones' conceptuales
distintas e irreductibles. Por un lado, la tradición anglosajona, que define a la
PSA como un tipo de alucinación reconocida como tal por el paciente, que se da
en sanos y enfermos y que no sólo incluye la percepción exteroceptiva, sino tam
bién interoceptiva del objeto. Esta concepción de PSA es la de una pseudoaluci
nación percibida (Taylor, 1981). Por otra parte, existiría una tradición germana,
a partir de las aportaciones de Kandisky y Jaspers, que considera la PSA como
un tipo de representación o imagen, como un fenómeno interno. Se trata de una
concepción de pseudoalucinación imaginada (19). Con algunas excepciones, por
ejemplo, Bleuler (15) y Leonhard (20), la mayoría de los autores en lengua ale
mana -Kandisky (11), Jaspers (12,13,14), Bumke (21, 22), Lange (23), Weit
brecht (24) y Scharfetter (25)- siguen esta última concepción. Por el contrario,
los autores anglosajones no siempre son tan fieles a su tradición. Anderson (cit.
19) fue el primer psiquiatra inglés en seguir la tradición alemana. Sedman, que
al principio sigue la tradición anglosajona, cambia en sus últimos trabajos a la
concepción alemana (7, 17, 18). Fish lleva a cabo un giro similar. Así en sus obras
de 1962 y 1964 sigue, en cierta forma, la tradición inglesa, «PSA como perceptos
alucinados de un tipo especial, reconocidos como diferentes de los perceptos nor
males», mientras que en la de 1967 se adscribe claramente al concepto alemán:
Pseudoalucinación: un análisis crítico 397 (13)
ORIGINALES Y REVISIONES
Análisis crítico
Varias son las cuestiones planteadas en torno al concepto de PSA: ¿se trata
de un trastorno perceptivo o ideativo? ¿es un fenómeno normal o patológico? ¿es
esencial el grado de insight para su definición? ¿lo es la situación espacial de la
fuente sensorial referida?, y, finalmente, ¿tiene aún alguna utilidad clínica?
a) Trastorno perceptivo versus ideativo.-La mayor parte de las concepcio
nes de PSA analizadas usan el modelo clásico de alucinación, atribuido a Ball pe
ro que se remonta a autores como Falret o Esquirol. Para estos autores, la
(14) 398 J. M. Villagrán, R. Luque
ORIGINALES Y REVISIONES
tanto, como parte de un continuum comprensible que va desde las imágenes nor
males a las propias PSA (desde lo normal a lo anormal no psicótico).
Hare (6) realiza, a este respecto, una interesante aportación. Señala que, de
aceptar un concepto amplio de alucinación -que incluya no sólo percepciones
de origen patológico sino también procedentes de sujetos sanos o con nivel de
conciencia alterado-, las PSA habrían de darse, asimismo, en sanos y enfermos,
por lo que carecerían de significación clínica y utilidad diagnóstica. Sin embargo,
en un concepto más restringido de alucinación -sólo atribuible a fenómenos de
origen mórbido con conciencia de realidad alterada-, las PSA sí tendrían utili
dad clínica, al referirse a las «experiencias subjetivas de origen mórbido -con
secuencia de trastornos psicóticos funcionales- e interpretadas de forma no pato
lógica», excluyendo las experiencias subjetivas normales -sueño, estado hipna
gógico- y las de origen mórbido orgánico interpretadas normalmente -tinnitus,
aura epiléptica, fenómenos inducidos por drogas.
c) Insight como criterio diferenciador. - En todas las definiciones de PSA
se señala la existencia de insight, en contraposición a la alucinación, en donde
el insight falta. La conciencia de la irrealidad del fenómeno pseudoalucinatorio
está presente, ya sea éste considerado como representación o como un tipo de
alucinación, como fenómeno normal o patológico. No obstante, a pesar de la con
cordancia, la aplicación de este criterio presenta dificultades. En primer lugar,
en las definiciones de PSA se menciona la inmediatez de la crítica del fenómeno
alucinatorio. Esta es fácil de detectar en los casos en que se da al mismo tiempo
que el fenómeno; y suele expresarse por sintagmas tales como «me parece» o «co
mo si» (ejemplo a). Asimismo, si la crítica no se da o tarda días, semanas o meses
en producirse, espontáneamente o tras alguna intervención terapéutica, tampoco
resulta complicado afirmar que estamos ante una verdadera alucinación. El pro
blema se plantea en aquellos casos en que la crítica tiene lugar transcurridas unas
horas, a veces al día siguiente de producirse el fenómeno: ¿estamos ante una PSA
o una alucinación propiamente dicha? (ejemplo b). Una nueva dificultad se nos
presenta en el mismo concepto de insight o crítica. La conciencia de la irrealidad
del fenómeno alucinatorio no es algo que suela darse según la ley de todo o nada,
sino como un proceso gradativo que oscila entre el insight nulo (O -alucinación-)
al máximo (l -alucinación criticada-), y que se presenta en la clínica en toda
suerte de grados intermedios. A juicio de los autores, solamente la consideración
del fenómeno pseudoperceptivo como un continuum -desde lo normal a lo pato
lógico, desde el sueño a la PSA y alucinación, desde la neurosis a la psicosis-,
podría dar una respuesta satisfactoria a esta cuestión.
d) Espacio interior versus espacio exterior. - La proyección en el espacio
exterior ha sido, tradicionalmente, desde Kandisky y la tradición germana, un rasgo
(16) 400 J. M. Villagrán, R. Luque
ORIGINALES Y REVISIONES
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* José M. a Villagrán Moreno. Psiquiatra. Equipo de Salud Mental de Distrito de Jerez (Cádiz).
Rogelio Luque Luque. Psiquiatra. Facultad de Medicina. Universidad de Córdoba.
Correspondencia: Unidad Docente de Psiquiatría. Facultad de Medicina. Avda. Menéndez Pi
dal, sIn. 14071 Córdoba. Telf. (957) 218297.
** Fecha de recepción: 16-V-1994.