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EL ARTE
DE

HABLAR EN PÚBLICO
EL ARTE
D E

HABLAR EN PÚBLICO
E S T U D I O P S I C O L Ó G I C O D E L O R A D O R

Traducción de la obra de

Maurice A j a m , « LA PAROLE EN PUBLIC »,


J aumentada con estudios especiales sobre oradores ingleses,

españoles y mexicanos

BOORET. POR KL
TARIS — LIBRERÍA É IMPRENTA DE L A VJ' DE CH.

Lic. J E S Ú S U R U E T A

LIBRERÍA DE LA DE CH. BOURET

PARÍS I MÉXICO
23, R a e Visconti, 23 | 1), Ciuco de Mayo, 14

1905
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PREFACIO

DE LA

P R I M E R A E D I C I Ó N F R A N C E S A (1895)

Los lectores á quienes se dirige este libro tienen


oportunidad de conversar con hombres que, por

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„ FONOO
su situación en la política, en el foro ó en el p r o -
fesorado, están obligados á discurrir diariamente.
HUM8ERT0WM08 Si les interrogan hacie'ndoles esta sencilla pre-
LOZANO gunta : « ¿De qué manera habéis aprendido á hablar
en p ú b l i c o ? », pueden observar que muchos de
ellos se encontrarán perplejos para responder.
Esta perplejidad proviene tal vez de un senti-
miento de natural pudor que impide á l o s oradores
revelar sus procedimientos íntimos. A l g o de esto
he encontrado en mis numerosas investigaciones.
Proviene también probablemente de que los ora-
— VI —

dores, cuando han llegado á la perfección de su arte que parece revestir más, en el momento actual,

arte, no se dan y a cuenta exacta de las dificultades ese aspecto desembarazado que se ha querido tra-

del camino recorrido. ducir con la insoportable palabra « fin de siglo »,

L a mayor parte de ellos podría responder con es quizá la elocuencia.

sinceridad : « H e m o s aprendido á hablar conforme L a profesión de orador en público aparece en

á un método semejante al que emplean algunos nuestro tiempo como el único oficio que no nece-

maestros de natación, que comienzan por arrojar á sita de aprendizaje. Preciso es confesar que á todo

sus alumnos en diez pies de agua, á reserva de el mundo le da por hablar. L a carrera del foro ha

extenderles in extremis una percha. » L a primera llegado á ser una especie de camino estrecho en el

vez el principiante se zabulle y traga grandes sor- cual se amontonan y se aplastan innumerables

bos de a g u a ; l u e g o acaba por adquirir sangre fría, jóvenes : ¿qué importa? todos se precipitan en él.

por coordinar sus movimientos y nadar. Las sociedades de conferencias públicas, por otra

De miles de oradores interrogados, muy pocos parte tan dignas de ser alentadas, aumentan de una

confesarán, si quieren hablar sinceramente, que manera continua.

han seguido los consejos de la Escuela. Son c o n - E n fin, nuestras costumbres democráticas han

tados los que leen á C i c e r ó n despue's de la clase de tenido por resultado la producción de una cantidad

retórica y conocen la Institución oratoria de otra considerable de personajes que se ven en la nece-

manera que por dos ó tres versiones latinas, labo- sidad de hablar ante sus conciudadanos reunidos.

riosamente trasladadas antaño á fuerza de diccio- N o hay alcalde que no esté obligado á arengar en

nario. su consejo m u n i c i p a l ; no hay individuo revestido


de funciones públicas, por escasa importancia que
L a verdad es que la antigua retórica ha caído, en
ellas tengan, que no se crea en el deber de pronun-
nuestros días, en un descrédito absoluto. Hace
ciar su oracionceja en un día de comicio agrícola,
mucho tiempo que pasaron de moda las divisiones
j Pero qué d i g o ! ¿Esta necesidad de la palabra
ciceronianas. E l discurso moderno, aun cuando
pública no persigue hasta á los hombres más mo-
sea un sermón, ha perdido la mayor parte de los
destos, en el seno de la vida p r i v a d a ? ¿ Q u i é n de
caracteres que lo distinguían, no sólo en los tiem-
nosotros no está expuesto á esta fatalidad inelu-
pos antiguos, sino también en el siglo ú l t i m o ; y el
dible del « brindis », aun cuando sólo sea en un tiliano, el supremo retórico, después de haber con-
banquete de camaradas de colegio? sagrado doce interminables libros á desarrollar to-
Así pues, queda convenido que todo el mundo das las reglas necesarias para la formación de un
es orador. ¡ Orador, el obrero que, en una reunión orador, acababa por emitir esta confesión algo
pública, toma la palabra para censurar á su man- ingenua:
datario infiel! ¡ Orador, el desgraciado presidente « El buen método, decía dirigiéndose á su público
de una sociedad cualquiera que, en los postres de de jóvenes abogados, consiste en estudiar bien la
la comida corporativa, recita la penosa « improvi- causa y en conocer detalladamente todo lo que á
sación » en cuyo exordio jura, por lo que hay de ella concierne. »
más sagrado, que no había previsto tener que tomar Perogrullo habría confirmado con seguridad
la palabra! esta conclusión del más grande de los retóricos
L o que, de una manera general, forma el v í n c u l o conocidos.
común de todas estas gentes, desde el abogado E n nuestros días, el ilustre Liouville no ha
hasta el politicastro, es que parece que se imaginan estado al abrigo de esta incertidumbre de método
que el discurso público no es susceptible de ningún en lo que al arte oratorio se refiere, puesto que, en
arte especial, que es una cosa que puede eximirse un excelente libro (i) que contiene, por lo demás,
de procedimientos, ó que, á lo menos (hablo aquí lo que se ha escrito de más claro sobre la materia,
de los más ilustrados), una cultura un poco des- ha insertado este aforismo :
arrollada constituye, para el arte de la palabra, una « E n verdad, el mejor método es el que mejor
preparación suficiente. ayuda á litigar bien á quien lo emplea. »
Sobre esto, y desde épocas remotas, se han for- Semejante lenguaje, revestido de cierta bonda-
jado sentencias. Boileau hizo circular sin duda la dosa naturalidad y viniendo de tan alto, ha sido,
más célebre : estoy convencido de ello, la causa de que muchos
Lo que se concibe bien se enuncia claramente. jóvenes oradores hayan buscado por largo tiempo
Reflexión que, entre paréntesis, es de una com-
pleta falsedad.
( i ) Abrégé des regles de la profession d'avocat, p á g . 188.
L o que es menos sabido es que el mismo Q u i n - L i o u v i l l e et M o l l o t .
— X —

y con grandes dificultades los procedimientos más


E n una primera parte examinaré lo que es la
propicios para cultivar su talento.
palabra ordinaria, conforme á la nueva psicología
H a y algo de verdad, sin duda, en la máxima de
experimental. Me esforzaré en demostrar de qué
Liouville, si se la quiere interpretar en el sentido
manera se forma en el organismo, cuál es su meca-
de que cada u n o debe desarrollar su temperamento
nismo y c ó m o llega á proporcionar al hombre los
particular. P e r o , de esto, á decir que un joven que'
elementos más esenciales de su intelecto.
se destina á hablar puede, al azar, emplear los
E n una segunda parte trataré la cuestión tan
procedimientos que encuentre á la mano y que lle-
importante de la palabra interior considerada como
gará pronto á perfeccionarse por la sola rutina,
preparación á la palabra exterior.
hay un abismo.
E n una tercera parte examinaré las relaciones de
L o que precisamente me ha impulsado á escribir
la palabra con las memorias.
este libro, es la c o n v i c c i ó n que tengo de que entre
E n una cuarta parte abordaré el estudio de los
todos los procedimientos aconsejados á los princi-
métodos racionales que deben guiar el aprendizaje
piantes desde el De Oratore, para no remontar
del oficio de orador público.
más lejos, existen algunos que son preferibles á
Por último, practicando la psicología experimen-
otros, que se adaptan mejor á la constitución ner-
tal, estudiaré en oradores conocidos y según los
viosa del orador, que conducen más directamente
resultados de indagaciones personales, los pro-
al objeto y que son más conformes á las conclu-
cedimientos más acreditados de preparación ora-
siones fisiológicas y psicológicas de la ciencia
toria.
actual.
N o tengo la pretensión de creer que hago al
mundo una revelación. Me conformo simplemente
con afirmar que la lectura de este opúsculo podrá
tener alguna utilidad para los laboriosos que saben
que el esfuerzo incesante es la condición de todo
progreso del espíritu. r
E l plan de esta obra es de los más sencillos :
UNA PALABRA DEL TRADUCTOR

T o d o s los q j e han leído el estudio de M . Mau-


rice Ajam, La Parole en Public, están de
acuerdo en calificarlo de excelente.
La crítica científica lo consideró, desde sus
primeras ediciones rápidamente agotadas, de
positiva utilidad p a r a los jóvenes estudiantes que
se dedican á la oratoria.
E s , en efecto, un libro que enseña. Y enseña,
porque es un libro de ciencia y de método. A d e -
m á s , está al alcance de todas las inteligencias
p o r la claridad de su lenguaje y por la sencillez
de su exposición.
M . A j a m ha pedido luz á la ciencia, y la ciencia
se la ha d a d o p r ó d i g a m e n t e . Su libro es la c o n -
denación definitiva de los viejos sistemas de re-
tórica, que con sus declamaciones metafísicas
los que n o tengan facultades no llegarán á ser
han pervertido el gusto literario orientándolo
o r a d o r e s ; pero sí podrán conseguir expresar con
hacia lo ampuloso. A b o r d a los p r o b l e m a s de la
orden y claridad sus ideas. C l a r o es igualmente
fisiología y de la psicología que se relacionan con que los que tengan dotes naturales p o d r á n alcan-
la e x p r e s i ó n oral, y de las conclusiones firmes z a r las grandes alturas de la elocuencia sin n e c e -
de esas ciencias infiere su método de e n s e ñ a n z a . sidad de reglas ni de e n s e ñ a n z a ; pero, salvo la
P e r o nos hace penetrar á la ciencia con tal tino, excepción del genio, el libro de M. Ajam
con tal m e d i d a , alumbrándonos con tal claridad ahorrará trabajo y encauzará excelentemente las
el c a m i n o , que t o d o nos parece fácil, llano, pre- facultades de los que se revelen oradores desde la
ciso, nítido. juventud.
E l principal mérito, á mi juicio, de la obra de
M e he permitido hacer una modificación en el
M . A j a m , consiste en h a b e r demostrado que se
plan de la o b r a , pero respetando cuidadosamente
puede aprender á improvisar. L a oratoria es la
su pensamiento y su índole. H e a g r u p a d o , en una
improvisación. Demuestra plenamente que el
primera parte, todos los capítulos de doctrina,
método gráfico, que consiste en preparar por
incluyendo en ella los que se refieren á la psico-
escrito el discurso y confiarlo luego á la m e m o -
logía de los auditorios, que ocupan el último
ria, es absurdo. E l arte oral es distinto, comple-
lugar en el texto o r i g i n a l ; y en una segunda parte
tamente distinto, del arte escrito. Se oponen
he colocado la ejemplijicación, es decir, los estu-
científicamente. De aquí que sea preciso a b a n -
dios sobre procedimientos oratorios. Además,
donar los antiguos sistemas de enseñanza que
como en el original sólo trató M . A j a m del sis-
sólo tienden á desarrollar la memoria visual, la
tema usado por oradores franceses, he incluido
que m e n o s necesita el orador, y procurar, en
algunas notas relativas á oradores ingleses, ita-
c a m b i o , !a educación de la m e m o r i a motriz, sin
lianos, españoles y mexicanos.
la cual no puede formarse un o r a d o r .
Creo, pues, que el libro cuya traducción
E l libro de M . A j a m es, desde este punto de ofrezco al público, es de innegable utilidad, espe-
vista, u n g u í a inmejorable para el maestro y un cialmente para la juventud de las escuelas.
precioso consejero para el a l u m n o . C l a r o es que Mucho se ha escrito contra el parlamenta-
rismo, e x a g e r a n d o exageraciones de Spencer. L a
elocuencia, la expresión oral del pensamiento, es
LA PALABRA EN PÚBLICO
fruto de la democracia ; y , lejos de amenguarse,
adquirirá todo su esplendor en la era de la justi-
cia s o c i a l . Se t r a n s f o r m a r á , c o m o se ha transfor-
mado ; es todo. Entre nosotros, por razones que
no es del caso exponer a q u í , no existe desde hace
años la tribuna parlamentaria ; sólo nos q u e d a , P R I M E R A PARTE
aunque con pocas libertades, la tribuna judicial.
P e r o tarde ó t e m p r a n o , la vida política del p a í s
renacerá en el V e r b o del progreso.

CAPÍTULO PRIMERO
M é x i c o , i QO5 .
F i s i o - p s i c o l o g í a de la Palabra.
J E S Ú S U R U E T A .

S u m a r i o : Definición fisiológica de la palabra. — Almacena-


miento de palabras. — El sistema nervioso y la palabra. —
El esquema de CHARCOT. — Preponderancia del sentido au-
ditivo. — Oir es hablar. — LAURA BRIDGEMANN. — DE BO-
NALD de acuerdo con KUSSMAUL. — M. STRICKER y M. AL-

FRED BINET. — El capital verbal. — Las localizaciones de


los centros del lenguaje. — El centro de Broca.

\
I

¿ Qué es la palabra?
Los literatos se han complacido en multiplicar
las definiciones del lenguaje, y á este respecto sólo
tenemos la dificultad de la elección. E n el género
pomposo la palabra se convierte en el « signo dis-
rismo, e x a g e r a n d o exageraciones de Spencer. L a
elocuencia, la expresión oral del pensamiento, es
LA PALABRA EN PÚBLICO
fruto de la democracia ; y , lejos de amenguarse,
adquirirá todo su esplendor en la era de la justi-
cia s o c i a l . Se t r a n s f o r m a r á , c o m o se ha transfor-
mado ; es todo. Entre nosotros, por razones que
no es del caso exponer a q u í , no existe desde hace
años la tribuna parlamentaria ; sólo nos q u e d a , P R I M E R A PARTE
aunque con pocas libertades, la tribuna judicial.
P e r o tarde ó t e m p r a n o , la vida política del p a í s
renacerá en el V e r b o del progreso.

CAPÍTULO PRIMERO
México, 1905.
F i s i o - p s i c o l o g í a de la Palabra.
J E S Ú S U R U E T A .

S u m a r i o : Definición fisiológica de la palabra. — Almacena-


miento de palabras. — El sistema nervioso y la palabra. —
El esquema de CHARCOT. — Preponderancia del sentido au-
ditivo. — Oir es hablar. — LAURA BRIDGEMANN. — DE BO-
NALD de acuerdo con KUSSMAUL. — M. STRICKER y M. AL-

FRED BINET. — El capital verbal. — Las localizaciones de


los centros del lenguaje. — El centro de Broca.

\
I

¿ Qué es la palabra?
Los literatos se han complacido en multiplicar
las definiciones del lenguaje, y á este respecto sólo
tenemos la dificultad de la elección. E n el género
pomposo la palabra se convierte en el « signo dis-
tintivo » ó en el « atributo sagrado » de la especie Kussmaul, que sin disputa es uno de los más d o -
humana. E n estilo humorístico se hace constar cumentados (i).
que ha sido dada al hombre para disfrazar su pen- E l único punto en que me creo obligado á insis-
samiento. tir, reclamando la benévola atención de los que
La definición fisiológica es preferible; es más quieran sacar algún fruto de ese trabajo, es la
clara y no puede dar margen á ninguna crítica. La cuestión de la adquisición del lenguaje por el niño.
palabra es la emisión de sonidos con auxilio de Si no quedan muchas cosas nuevas que decir sobre
una corriente de aire que el hombre espira por el el particular, después délas notables observaciones
aparato laringo-bucal (i). de Taine y de Pére$, es sin embargo bueno resu-
De este dato debemos partir para no extraviar- mir las ideas que tienen algún crédito.
nos en el error. T a n t o peor si esta manera de ver Parece evidente que el niño aprende á hablar
contraría á los metafísicos : la verdadera ciencia es por una especie de repercusión mecánica. Me ex-
la que se apoya en nociones positivas. Esta sen- plico por medio de un ejemplo.
cilla definición tiene el mérito, además, de con- U n a de las primeras expresiones del lenguaje
cordar singularmente con la única teoría relativa de que el niño tiene necesidad de servirse es segu-
al origen del lenguaje que ha logrado h o y día con- ramente la que traduce para él la sensación de te-
quistar á los espíritus serios, la que fué enun- ner hambre. Los padres ó la nodriza tienen una
ciada, por vez primera, por el ilustre presidente de tendencia natural á representar esta idea por uha
Brosses, renovada por Darwin y que consiste en sílaba imitativa del movimiento de la boca que se
pretender que el grito emocional, la interjección, prepara á tragar, el sonido « ¡ m a m ! »
fué la fuente del lenguaje en la animalidad. El niño oye esta sílaba « ¡mam ! » y ese sonido^
N o me detendré en discutir de nuevo esta doc- muchas veces repetido, va á almacenarse en un
trina, que tiene no obstante su importancia en una rincón de su pequeño cerebro. Pero no va á alma-
obra como la presente. Consulten mis lectores los cenarse á semejanza de un objeto que se guarda en
estudios especiales, principalmente el del profesor una caja fuerte (perdóneseme esta expresión desti-
nada á hacer comprender claramente mi pensa-
miento). La sílaba indicada va á almacenarse, se-
( I ) V . DE MEYER, p r o f e s o r d e A n a t o m í a en la U n i v e r s i d a d
( I ) A D . KUSSMAUL, Les Troubles de la parole, trad. R u e f f ,
de Z u r i c h , Les Organes de la parole. A l e a n , ed. (Introduc-
páginas 6 y siguientes. Bailliére, ed.
ción).
gún la bella y ene'rgica expresión de un autor, en
el estado de tensión. No reposará tranquilamente resorte. Así se explica la logorrea de la infancia.
en la cabecita del niño, no, ¡ necesita salir de ella ! He aquí por que' el niño gorjea perpetuamente. Y a
Necesita expresarse, exteriorizarse, con el auxilio pueden los metafísicos recrearse y exclamar que la
de la corriente de aire de que antes hablaba. Parece Naturaleza ha colocado al niño en la necesidad de
que esa sílaba está dotada de vida. hablar á tontas y á locas, porque es preciso que se
haga la educación de su mecanismo verbal, cueste
En la lengua psicológica actual, el sonido
lo que cueste, y rápidamente. Esta locuacidad es
« mam », así catalogado en el cerebro, se convierte
un hecho.
en una imagen representativa del sonido, en una
imagen auditiva. N o me agrada mucho esta pala- A h o n d e m o s más esta psicología, un poco vulgar,
bra imagen, que da al espíritu la idea de una ad- lo reconozco, pero que no tengo intención de ofre-
quisición exclusiva del sentido v i s u a l ; pero es ne- cer como pasto á los refinados del « estudio del
cesario aceptarla porque ha sido afortunada. yo. »

Que las imágenes auditivas adquiridas por la


oreja del niño sean registradas como letras escritas
II
en hilera por un aparato telegráfico, ó amontona-
das como hojas de papel que se depositan en
No basta haber asentado el principio de que la
rimero ; que se conserven fosforescentes en el cere-
imagen auditiva tiende naturalmente á expresarse,
bro, como pretende el Dr. Luys (i), ó que pro-
á exteriorizarse, para que sea permitido considerar
voquen, como lo enseña M. Ribot (2), cambios
resuelto el problema del lenguaje. Si la nueva psi-
dinámicos en las celdillas nerviosas, lo que consi-
cología, la psicología experimental, no hubiera
dero bien comprobado es que se impregnan en lo
hecho sino este descubrimiento, sólo habría obte-
que se llama o el espíritu » con una tendencia pro-
nido un resultado m u y mediano.
pia á la revivificación.
Se trata ahora de mostrar el mecanismo de la
El niño no habla sino porque es un maravilloso
ideación. ¿ De qué manera el niño, una vez que ha
fonógrafo que devuelve los sonidos que se le con-
adquirido la palabra, va á servirse de ella útil-
fían, sin que ni siquiera sea necesario oprimir un
mente ?
(1) Dr LUYS, Le Cerveau. Alean, ed. Me esforzaré en condensar aquí, con la mayor
(2} RIBOT, Les Maladies de lamémoire, 1 vol. Alean, ed.
claridad posible, la admirable exposición que el
profesor M. Gilbert Ballet, siguiendo á su maestro Tomemos ahora como ejemplo el trayecto de un
Charcot, ha hecho del trabajo de idear, en su bello sonido á lo largo de las fibras nerviosas. Este so-
libro sobre « le Langage inte'rieur » (i). nido hiere la oreja. Sea el sonido de una cam-
M u y sabido es h o y que todas las sensaciones del pana. Traduzcámoslo por « ¡ding! »
mundo exterior, las que llegan á la periferia de Ese sonido penetra en A , en el pabellón de la
nuestro organismo, son llevadas á nuestro cerebro oreja. Impresiona en seguida las fibras nerviosas
por un sistema de fibras nerviosas bastante análo- que están encargadas de conducirlo á un centro
gas en su funcionamiento, si no en su estructura, cerebral especial, que los autores llaman el centro
á los hilos de un cable telefónico. de receptividad de las imágenes auditivas (B).
De igual modo, las órdenes que nuestro cerebro (Véase la figura 1, página 17).
da á cada instante á nuestros músculos y á nues- De ese centro de receptividad, el sonido, trans-
tros miembros, son llevadas por otras fibras ner- formado en imagen, no pasa inmediatamente á la
viosas que no se confunden con las precedentes y periferia por medio de las fibras motrices. Se va,
que ponen en relación el centro cerebral con la
periferia. este excelente l i b r o . C o n este m o t i v o d e b o h a c e r observar
q u e , si r e c i e n t e s d e s c u b r i m i e n t o s s o b r e el s i s t e m a n e r v i o s o
Las fibras de las sensaciones toman natural- p u e d e n hacer d e s c o n f i a r al lector d e estas e x p r e s i o n e s dema-
mente el nombre de fibras centrípetas ó aferentes, siado sencillas « centro nervioso, fibras centrífugas, fibras
centrípetas », no e x i s t e n , al m e n o s q u e y o sepa, o t r a s m á s
puesto que se dirigen al centro. Son las fibras sen-
p r o p i a s para h a c e r c o m p r e n d e r á los n o i n i c i a d o s la estruc-
sitivas. tura del a p a r a t o s e n s i t i v o - m o t o r .
Las fibras de los movimientos toman el nombre Nota de la 3.« e d i c i ó n . — E n estos m o m e n t o s , l o s d e s c u -
brimientos o p e r a Jos p o r Don R a m ó n y C a j a l s o b r e la es-
de fibras centrífugas ó eferentes, puesto que se
t r u c t u r a d e las c e l d i l l a s n e r v i o s a s no son ya objetados. No
alejan del centro. Son las fibras motrices (2). hay propiamente h a b l a n d o redes n e r v i o s a s . Cada c e l d i l l a
tiene s u s p r o l o n g a c i o n e s e n f o r m a de r a i c i l l a s q u e v a n á c o -
m u n i c a r por el tacto con las r a i c i l l a s d e las c e l d i l l a s p r ó x i -
(1) G . BALLET. Le Langage intérieur. T h è s e d'agre'gation,
m a s . E l fluido vital se t r a s m i t e de una r a í z á la otra á s e m e -
J vol. — Alean, ed.
janza de la e l e c t r i c i d a d e n los e l e m e n t o s d e u n a p i l a . Los
(2) V . HERBERT SPENCER, Principes de psychologie, t o m e I,
e l e m e n t o s de las c e l d i l l a s se c o n t r a e n ó se d i l a t a n . Se a d m i t e
p . 27 y s i g u i e n t e s . A l e a n , e d . — M u c h o a c o n s e j o , á e s t e r e s -
g e n e r a l m e n t e q u e la d i l a t a c i ó n p r o d u c e e n e l o r g a n i s m o u n a
pecto, la l e c t u r a de u n a o b r a escrita e s p e c i a l m e n t e para u s o
r e c r u d e s c e n c i a de e n e r g í a y q u e la c o n t r a c c i ó n d e t e r m i n a el
d e las g e n t e s de m u n d o , p o r el doctor LÉO WARNOTS, p r o f e -
s u e ñ o . — E n r e s u m e n , esta n u e v a teoría n o m o d i f i c a las h i -
sor en la Universidad de Bruselas (París, George Carré, éd.,
pótesis de C h a r c o t .
i v o l . , 1889). He t o m a d o c o m o base los d a t o s fisiológicos de
• con el auxilio de fibras especiales, de fibras de en-
dos entre sí por fibras nerviosas, están también en
lace, de fibras comisurantes, á otro centro que está
correspondencia con la región cerebral en donde
en relación directa con las fibras motrices, y las
van á asociarse las imágenes de los diferentes cen-
manda. Es el centro motor de articulación (D).
tros, es decir, con el centro de ideación (I).
E n esté taller es donde el sonido va á adquirir
E s allí donde el sonido « ding » va á hacer co-
propiedades motrices. Allí se pondrá en comuni-
nocimiento íntimo con la palabra « campana », allí
cación con las fibras que van del centro á la peri-
es donde van á unirse indisolublemente, de tal
feria, y de allí será enviado á los músculos de la
suerte que uno de ellos no podrá ser evocado sin
laringe, de la faringe, de la lengua (i).
el otro.
Pero la adquisición por el niño de la imagen
Desde este momento ya no es imposible com-
« ding », por bien almacenada que esté en las cel-
prender cómo, en el cerebro del niño, va á for-
dillas del centro receptor, no es todavía para él de
marse definitivamente la idea de campana.
una importancia extrema. Después de todo, allí
Y a el sentido del oído le ha llevado, por el pro-
no es sino un sonido apenas diferenciado de los
cedimiento que acabamos de analizar, dos no-
mil ruidos exteriores.
ciones : i . a la noción del ruido de la campana :
L a diferenciación no se hará, para él, de una « ding » ; 2 . a l a n o c i ó n de la palabra que representa
manera más completa hasta el día en que haya oído para el espíritu la idea de campana : « campana ».
la palabra « campana ».
El sentido de la vista le llevará por un procedi-
Este otro sonido viene, á su vez, á registrarse miento idéntico : i.° la noción de la forma de la
en otra porción del cerebro, próxima al centro au- campana; 2." la noción de la palabra escrita« cam-
ditivo común y que se llama el centro especial de pana », signo representativo, visual de la idea de
las imágenes verbales. Sólo comprende las pala- campana. (Véase la parte derecha de la figura i).
bras y nada más que las palabras (C).
E l sentido del tacto le llevará la sensación del
Estos dos centros que están estrechamente uni- metal.
( i ) En u n t r a b a j o r e c i e n t e , M M . Raymond y Artaud han N o hay, en fin, un solo sentido que no sea su-
establecido q u e e l o r i g e n de la h i p o g l o s i s está en e l p i e d é l a ceptible de llevar al cerebro su contribución para
c i r c u n v o l u c i ó n f r o n t a l a s c e n d e n t e (centro d e los m o v i m i e n -
t o s d e los m ú s c u l o s de la l e n g u a ) . (BRISSAUD, Maladies ae
el conocimiento de un objeto.
l'Encéphale, en Traite de Médecine Charcot-Bouchard p i3 El centro señalado antes, al que Charcot ha
t. V . ) ' dado tan justamente el nombre de centro de idea-
ción, es pues aquel en que se reúnen y se combi- Pero el proceso puede ser menos completo.
nan todas las imágenes de un mismo objeto lleva- Puede suceder que deje aparte el centro ideó-
das por las fibras centrípetas. E s la encrucijada á geno I. Tenemos desde entonces las vías acortadas
la que convergen todas nuestras sensaciones, y es A . C . D . E . y a. c. d. e. que, como lo dice m u y
allí en donde, por su reunión, nace la Idea, resul- bien Küssmaul, sirven al lenguaje de imitación de
tante de todas las contribuciones combinadas de los niños ó de los pericos ó á movimientos gráfi-
los diferentes sentidos. cosinconscientes. C u a n d o el centro I no interviene,
E l esquema que doy aquí para ilustrar esta des- no hay conocimiento (i).
cripción del mecanismo cerebral es una reproduc-
ción casi exacta del esquema de que se sirvió
C h a r c o t en sus lecciones de la Salpetriére. III
P o r medio de él nos hemos esforzado, tanto
cuanto es posible, á hacer más evidente todavía Podemos pues, desde ahora, sorprender en lo
esta descomposición tan clara de la palabra en v i v o el mecanismo de la palabra. Es una serie de
cuatro imágenes : auditiva, visual, motri% de arti- actos que se descompone en cuatro fases : audi-
culación y motri^ gráfica. ción ó visión, recepción, coordinación, expresión.
Basta examinar esta figura para ver que tan sólo Es un hecho m u y c o n o c i d o que el niño no ad-
dos sentidos pueden interesar al lenguaje, el oído quiere la palabra sino de una manera extraordina-
en primer lugar, y en segundo término la vista. De riamente penosa. Está obligado á hacer largos
una manera genérica, las palabras oídas y las pa- esfuerzos antes de llegar á pronunciar aun imper-
labras vistas son centralizadas en el cerebro por fectamente la palabra que ha oído. Necesita, en los
dos mecanismos análogos, y expresadas, exterio- comienzos, hacer intervenir de una manera cons-
rizadas, por procedimientos semejantes. tante su atención y su voluntad.

De suerte que, la « marcha » ordinaria de una Después, á la larga, la palabra que primitiva-
palabra oída á lo largo de las fibras nerviosas, mente era un acto voluntario, se convierte en un
será A . C . I. D. E . ; el « proceso » de una palabra
( i ) « C u a n d o u n a excitación n o r e c o r r e s i n o e l h i l o s e n s i -
leída será a. c. I. d. e. (figura i).
tivo p a r a ser i n m e d i a t a m e n t e reflejada s o b r e el h i l o m o t o r . . .
D e b o añadir que se trata del proceso completo, no es p e r c i b i d a . » DEBIKRRE, La Moelle épiniére et l'Encé-
phale, p á g . 397. A l e a n , e d .
con conciencia.
Esta verdad no se ha ocultado, desde hace ya
verdadero reflejo. Se convierte en lo que se ha l l a -
bastante tiempo, á los filósofos de la escuela empí-
mado con justicia un movimiento automático secun -
rica, quienes demuestran superabundantemente
dario, por oposición á los movimientos automáti-
que no existe en el espíritu nada que no le sea
cos primitivos ó actos instintivos (i).
proporcionado por los sentidos. Lo que no ha sido
« E l ejercicio produce dos grandes resultados. N o
claramente expuesto sino por pocos, es la prepon-
sólo enseña á elegir convenientemente los múscu-
derancia absoluta del sentido auditivo.
los que nos conducirán al objeto, sino que al des-
pilfarro inicial y desordenado de nuestras fuerzas Los ejemplos de sordo-mudos que, excepcional-

sustituye un empleo e c o n ó m i c o é intencional de las mente, poseen cierta agudeza de espíritu, no son

energías motrices. La agitación del niño que hace suficientes para probar el valor primordial del sen-

esfuerzos se transforma poco á'poco en aprehensión, tido visual, del mismo m o d o que el ejemplo tan

en m a r c h a ; el castañeteo, el silbo, la balbucencia, trillado de la célebre ciega sordo-muda Laura

se convierten en palabras articuladas (2). » Bridgemann no prueba la superioridad del sen-


tido del tacto (1). Si el tacto, desde el punto de
L o que importa retener de estas consideraciones
vista evolucionista, ha sido el único sentido pri-
generales es la importancia enorme del sentido del
mitivo, es necesario confesar que sus especializa-
oído en lo que se refiere al funcionamiento del
ciones han llegado á ser mucho más importantes
lenguaje hablado. E s necesario evidenciar este
que él en la vida de los organismos.
punto, que, sin el oído, no existe inteligencia nor-
N o hay un solo observador que, en tesis gene-
malmente constituida. E l primero y el más impor-
ral, no reconozca la alta superioridad intelectual
tante bagaje intelectual está compuesto de soni-
y moral de los ciegos comparados con los sordo-
dos, de imágenes acústicas, y esos sonidos, reco-
mudos. L a inferioridad cerebral de los sordo-mu-
gidos en los centros nerviosos, llegan á ser los
dos es de tal manera evidente que algunos pena-
gérmenes de las palabras con que se expresan las
ideas. Fisiológicamente, oir es hablar. (1) LAURA BRIDGEMANN (de B o s t o n , Estados Unidos), q u e á
la e d a d d e d o s a ñ o s cegó y ensordeció, sólo poseía el sentido
del t a c t o ; s u s e n t i d o del o l f a t o estaba t r a s t o r n a d o y carecía
(1) Se e n c o n t r a r á n en el capítulo III a l g u n a s nociones p o r c o m p l e t o del sentido d e l g u s t o ; á p e s a r de esto a l c a n z ó
s o b r e la d i s t i n c i ó n de los m o v i m i e n t o s en primitivos y se- un a l t o g r a d o d e c u l t u r a i n t e l e c t u a l , pudo concebir ideas
cundarios. E s t a d i s t i n c i ó n f u é e s t a b l e c i d a , al p a r e c e r p o r pri- a b s t r a c t a s , y m á s tarde l l e g ó á s e r i n s t i t u t r i z . ( V . KUSSMAUL,
m e r a vez, p o r el s a b i o i n g l é s H a r t l e y . op. cit., p á g . 2 2 . )
(2) KU5SMAUL, op. cit., p. 41.
listas se preguntan todavía si la responsabilidad una escuela de sordo-mudos ni uno solo de los
criminal de esos seres incompletos no debe ser de- alumnos había podido aprender un sonido por la
clarada inexistente. Se logra hacerlos hablar, es vista sola, y concluía que « las imágenes acústicas
cierto. Pero preciso es acordarse del papel enorme verbales por sí mismas provocan los sonidos arti-
que representa, en los seres, la memoria de la es- culados » (1).
pecie. N o es el sordo-mudo quien habla, es el vás- De manera que la imitación mecánica de los so-
tago de una generación que ha hablado. Sólo en nidos es la primera condición del desenvolvi-
este sentido la filosofía actual permite comprender miento del lenguaje y de la inteligencia general en
las ideas innatas. el niño. Oye todo y lo repite todo. Añado que
E l mismo de Bonald ha dicho en alguna oca- tiene una tendencia á repetirlo todo copiando del
sión que el oído era el verdadero sentido de la in- modo más exacto la entonación de las palabras que
teligencia. Decía u n a verdad, intuitivamente. A llegan á sus oídos (2). T o d o s hemos podido obser-
consecuencia de una multitud de experiencias, el var hechos de este género en los adultos.
profesor Kussmaul, vacilando primero respecto M. A l f r e d Binet, en el laboratorio de psicología
del papel exacto del sentido auditivo, se ha visto experimental de la Sorbona, ha demostrado que
forzado, por decirlo así, á retractarse de un error esta tendencia á la repetición perfecta podía verifi-
pasado y á proclamar esto : « E l oído es el único carse aun entre estos últimos (3).
sentido que conduce al hombre á la imitación de Ha establecido, por una serie de experiencias,
la palabra vocal. ¿ Falta el oído ? La vista no basta que cuando unapalabra es repetida inmediatamente
para mover á los m u d o s á la habla, imitando la después de haber sido oída, el que la repite tiene
mímica de los sonidos (i). » una tendencia á reproducir el sonido con la acen-
M. Stricker, muchos años después, se veía in- tuación y las pausas con que lo p r o n u n c i ó el expe-
ducido á confirmar esta doctrina admitiendo que, rimentador. ¿ N o hemos observado y comprobado
en el estado normal, la imagen auditiva se conecta
con una representación oral motriz (2). Citaba,
(1) Ibid., p. 118.
además, una observación de Gude, á saber, que en (2) Esta v e r d a d no es n u e v a . A l h a b l a r de la e d u c a c i ó n del
o r a d o r , Q u i n t i l i a n o l l e g a b a hasta r e c o m e n d a r q u e se d i e r a n
(1) Op. cit., p. 68. á los niños n o d r i z a s de l e n g u a j e p u r o . Ne sit vitiosus sermo
(2) STRICKER, p r o f e s o r e n la U n i v e r s i d a d de V i e n a . Le nutricibus.
Langage etla Musique, p. y 3 . A l e a n , ed. (3) Revue phiiosophique, j u n i o 1894.
que en provincia el Parisiense acaba por adoptar
el acento del terruño ?
L a principal educación del niño es, pues, la edu-
cación oral. E s á la vez la más natural y la más
lógica. Me expondría á l a s protestas de los pedago-
gos que preconizan, por encima de todo, la ense-
ñanza visual para la primera infancia, si no
concediese á la vista, como la concedo tambie'n al
tacto, una parte notable en el desarrollo inicial
del conocimiento. Pero el papel de los otros senti-
dos, en virtud de las leyes mismas asentadas por
la más reciente psicología, no es sino accesorio.
H a y aquí un nuevo camino para la pedagogía, y
Figura r.
no me causaría asombro ver próximamente que
fuera seguido con decisión por los espíritus em-
B. — Centro de recepción de las imágenes auditivas (sonidos).
prendedores. C. — Centro de recepción de las imágenes verbales {palabras oídas).
T e r m i n o diciendo que el bagaje de las palabras 0. — Centro de conservación de las imágenes motrices verbales •
centro motor de articulación; taller de Kussmaul.
oídas primero, de las palabras leídas despue's, es b. — Centro de recepción de las imágenes visuales.
necesario para que el pensamiento se produzca en c. — Centro de recepción de las imágenes verbo-visuales (palabras
escritas).
el hombre de una manera completa. Sin duda, se d. — Centro motor gráfico. Centro de conservación de las imágenes .
puede concebir que la idea exista sin las palabras, que gobiernan los movimientos gráficos.
1. — Centro de ideación ó ideógeno; lugar de asociación de las imá-
puesto que Laura Bridgemann podía pensar con genes que provienen de los diferentes sentidos; encrucijada de Charcot.
imágenes tactiles y muchos grandes escritores A... B ; A... C ; a... b; a... c. — Esquema del trayecto de las fibras
sensitivas ó centrípetas, aferentes á los centros cerebrales.
piensan de preferencia con imágenes visuales no C... D ; C... I; B... C; a... d; c... 1; b... c; etc. — Esquema de las
verbales. Pero, sin las palabras, sustitutos de las fibras de unión (comisurantes) entre los diferentes centros cerebrales.
D... E ; d... e— Esquema del trayecto de las fibras motrices ó centri-
imágenes, no hay, normalmente, cerebro pen- fugas, que van de los centros cerebrales á la periferia del organismo.
sante (i). Hablar es no solamente hacerse corn- A. C. D. E. ; a. c. d. e. — Esquema del trayecto de un movimiento
nervioso inconsciente.
il) Car le mot, qu'on le sache, est un être vivant. C. A. I. D. E. ; a. c. I. d. e. — Esquema del trayecto de un movi-
miento consciente.
C r é é , par q u i ? F o r g é , par q u i ? Jailli de l ' o m b r e ;
prender de los demás, es tambie'n comprenderse
uno mismo. N o insistiré' nunca lo bastante en esta Apéndice sobre la localización de los centros
última consideración. del lenguaje.
E n efecto, una vez que el niño haya desarro-
llado casi completamente sus « facultades » ver- El esquema {figura i) representado antes da una
bales, cuando la palabra se convierta para él en idea bastante clara de las divisiones de la palabra
verdadero reflejo, y gracias al concurso de todos en el espíritu. T i e n e , sin embargo, el defecto de to-
los centros sensoriales y motores del cerebro, bien dos los croquis, no es un trasunto fiel de la verdad.
armonizados, bien coordinados, haya dado fin á lo Para tratar de aproximarnos más á la realidad, re-
que Kussmaul llamaba el despilfarro inicial de las produzco aquí un esquema menos ideal en el cual
palabras, ¿ q u é cosa hará con los tesoros adquiri- procuro localizar, de acuerdo con los trabajos más
dos, cómo los empleará? recientes, los diversos centros nerviosos del len-
guaje.
¿ P o n i é n d o s e en comunicación con los demás?
Seguramente que sí, pero también y sobre todo Me he inspirado en los estudios de los profe-
poniéndose en comunicación consigo mismo. sores Charcot, K u s s m a u l , W a r n o t s , Debierre y
Pensar es hablar interiormente. La cuestión del Brissaud.

lenguaje interior es de tal manera importante en Se sabe que las localizaciones cerebrales son
un tratado de este género, que me veo obligado á cada vez menos objetadas.
consagrarle un capítulo especial. Después de haber despreciado las teorías del c é -
M o n t a n t et d e s c e n d a n t d a n s notre tête s o m b r e ; lebre Gall, la ciencia moderna está obligada á sa-
T r o u v a n t t o u j o u r s le s e n s c o m m e l ' e a u le n i v e a u ; ludarle como uno de sus más gloriosos precur-
F o r m u l e des lueurs flottantes du cerveau.
sores. Bouillaud, Marc Dax y sobre todo Broca,
O u i , v o u s t o u s , c o m p r e n e z q u e les m o t s s o n t d e s c h o s e s !
han determinado, con irrefutables-experiencias,
L e s m o t s h e u r t e n t le f r o n t c o m m e l'eau le r é c i f : que el centro del lenguaje hablado se encuentra en
Ils f o u r m i l l e n t , o u v r a n t d a n s notre e s p r i t p e n s i f el pie de la tercera circunvoluciónfronta l izquierda.
D e s g r i f f e s o u d e s m a i n s ; et q u e l q u e s - u n s d e s a i l e s ;
E s lo que ahora se llama el centro motor de arti-
C o m m e e n un être n o i r e r r e n t d e s étincelles,
R ê v e u r s , tristes, j o y e u x , a m e r s , s i n i s t r e s , d o u x , culación (D, figura i — M A , figura 2).
S o m b r e p e u p l e , l e s m o t s v o n t et v i e n n e n t en n o u s ;
Después se ha localizado el centro auditivo ver-
L e s m o t s s o n t les p a s s a n t s m y s t é r i e u x d e l ' â m e .
(VICTOR HUGO. Contemplations.)
bal (C, figura 1) ó centro de receptividad de las
imágenes auditivas verbales en la primera circun- discusiones patológicas y fisiológicas que han pre-
volución temporal izquierda (AV, figura 2 ) . cedido y establecido esas localizaciones cerebrales.
En fin, Charcot y su escuela han localizado el No me he propuesto tratar esta materia. H a sido
centro visual verbal (C, figura 1) en la segunda desarrollada por Kussmaul {op. cit., p. 172), por
el profesor Warnots [op. cit., p. 121 y siguientes),
y, en fin, de una manera notablemente clara por el
Dr. Paul Blocq {De l'aphasie, 1893).

Me contento con enviar á los que deseen pene-


trar al fondo de esas interesantes cuestiones á las
obras que acabo de citar. En ellas encontrarán
placer y provecho intelectuales.

A V. - Centro auditivo verbal (parte mayor de la primera circunvo-


lución temporal izquierda), centro C de la figura i.
V V. - Centro visual verbal (parte posterior é inferior de la segunda
parietal izquierda), centro c de figura i.
MA. - Centro motor de articulación (centro de Broca), pie de la ter-
cera frontal izquierda. Centro ü de la figura i.
M G. - Centro motor gráfico (pie de la segunda frontal izquierda).
Centro d de la figura i .

circunvolución parietal izquierda (V, V , figura 2)


y el centro motor gráfico (d, figura 1) en el pie de
la segunda circunvolución frontal izquierda (M, G,
figura 2).
N o quiero entrar aquí en la historia de todas las
vación interna no puede, por sisóla, fundar la psico-
logía. H o y día los especialistas admiten que, si el
espíritu puede observar las pasiones, no puede sino
difícilmente observar los fenómenos intelectuales,
puesto que el órgano observado forma una unidad
con el órgano observador (i). Esto es lo que explica
las increíbles divergencias de los metaíísicos del
CAPÍTULO II estudio del & y o ». La antigua psicología estaba con-
denada á la impotencia. N o por esto dejará de re-
El lenguaje interior y sus relaciones con la
conocerse que algunos análisis interiores de los
palabra externa.
escritores de la vieja escuela son verdaderas obras
maestras que nos proporcionan, gracias al método
S u m a r i o : La palabra interior: M. EGGER. — Historia de la comparativo, serios elementos de ciencia psíquica.
cuestión. — Los auditivos. — M. CARO y el visualismo. —
M . STRICKER y los motores. — La teo/ia de CKARCOT. — La Históricamente, aparece que la importante cues-
parte sensorial y la parte motrif. — Opinión de los doctores tión del lenguaje interno, que ha agitado tanto la
BALLET y SAINT-PAUL. — El auditivo-motor-verbal. — El

motor oral es un orador-nato. — NUMA ROUMESTAN. — El


psicología, fué planteada precisamente por un filó-
auditivismo, el visualismo y el temperamento oratorio. sofo en quien dominaban de una manera sistemá-
tica las consideraciones espiritualistas, M. Víctor
Egger (2). N o existe, ó si existe lo ignoro, obra
I especial que refiera los orígenes de esta curiosa
fase de la evolución psicológica. V o y á procurar
presentar su cuadro fiel.
L a nueva psicología, siguiendo á Augusto C o m t e
Hace ya mucho tiempo que la importancia de la
y á su escuela, ha proscrito el me'todo de intros-
palabra en el pensamiento h u m a n o fué puesta de
pección. De esto han deducido los espíritus super-
ficiales que la doctrina positiva había suprimido la
(1) C o m p a r a d LEVV-BRUHL, La Philosophied'AugusteComte,
psicología y que dejaba en el olvido el mundo de
1 v o l . 1902. A l e a n , e d .
la conciencia. E s un error. L a filosofía comtista se (2) V . EGGER, La Parole intérieure, 1 v o l . A l e a n , ed., 1 8 9 1 .
limita á protestar contra el error de Víctor Cousin E g g e r declara q u e r e c h a z a e n é r g i c a m e n t e el me'todo e x p e r i -
m e n t a l en p s i c o l o g í a .
y sus discípulos. Declara que el me'todo de la obser-
relieve. Si algunos pensadores habían calificado nante del lenguaje mental. Corresponde á la cien-
las palabras de miserables fichas, otros, por el con- cia francesa el honor de haber abordado este difícil
trario, las habían bautizado « la moneda de todas problema. M. E g g e r , desde el punto de vista psico-
las relaciones intelectuales ». E n el fondo de las lógico, y Charcot, desde el punto de vista patoló-
cosas, efectivamente, la palabra representa la quinta gico, son los primeros zapadores que comenzaron
esencia de las adquisiciones sucesivas de la huma- á desmontar este vasto terreno.
nidad. Según la expresión de Kussmaul el pensa- He aquí, primeramente, lo que escribía M. Egger
miento no puede adquirir su claridad plena y toda en 1881 (1) :
su precisión antes de que haya encontrado en una « A cada momento, el alma habla interiormente
palabra su expresión exacta. su pensamiento... C u a n d o hablamos en voz alta, la
A s í pues, si es imposible llegar hasta el extremo palabra interior no está ausente; no se calla sino á
de pretender que no se puede pensar sin el auxilio medias y por intervalos 5 cuando recobramos el
de las palabras, es sin embarg(| preciso hacer cons- aliento, cuando señalamos, con silencios cortos,
tar que, en su momento de evolución actual, la los puntos y las corrías de nuestras frases, la oímos.
especie humana piensa con la palabra. ella nos recuerda la |trama de nuestro discurso, nos
El pensamiento no existe verdaderamente sino dicta las palabras que deben seguir; sirve de guía,
en el instante en que el hombre ha adquirido los ó, diremos mejor, d'e apuntador á la palabra exte-
materiales que le permiten hacerse escuchar por sí rior...
mismo. A partir del día en que el vocabulario men- « Sirve de intermediario entre el pensamiento
tal fué creado, todo cerebro hjamano se convirtió que quiere exteriorjzarse y la palabra audible que
en una inmensa fábrica en la cual casi nunca hay va á difundirlo.
reposo. Las celdillas que han almacenado las pala- « Frecuentemente prepara la palabra audible,
bras son otras tantas obreras para quienes el día siempre la repite; frecuentemente traza, sin saberlo
de ocho horas será siempre inaplicable, puesto nosotros, el borrador de nuestros discursos futu-
que es imposible afirmar que « el espíritu » esté un ros, y siempre es un eco, un eco lejano y libre-
solo minuto, de día ó de noche, sin oír, hablar, ó mente modificado de las palabras pasadas, nuestras
ver palabras interiormente. ó ajenas... Está siempre unida por un vínculo nece-

E n realidad, sólo desde hace quince años la filo-


sofía se ha preocupado de esta cuestión tan apasio- (1) V . EGGER, op. cit., p. 1.

t
LA PALABI1A EN PUBLICO
LA P A L A B R A EN PUBLICO 27

sario á la palabra pasada, su primer modelo y su


inteligencias extraordinarias y que todo el mundo
fuente original. »
posee en el espíritu ese personaje íntimo, á veces
Y M. Egger se complacía en citar, como apoyo
fastidioso, pero á veces también inspirador de be-
de su tesis, este pasaje de Rivarol (i) :
llos pensamientos?
« Si en el retiro y en el silencio más absoluto un
Además el distinguido profesor afirmaba sus
hombre medita sobre los asuntos más libres de la
conclusiones con una energía singular, diré casi
materia, oirá siempre, en el fondo de su pecho una
con obstinación. Declaraba firmemente que todos
voz secreta que nombrará los objetos á medida que
los hombres, sin excepción alguna, platicaban de
van pasando en revista. »
ese modo con un personaje interior; y llegaba al
extremo de reprender agriamente al filósofo Bain
que no admitía la misma opinión.
II
El libro de M. Egger causó mucho ruido.
M. Caro hizo un juicio crítico de él, muy benévolo,
Después de un trabajo tan concienzudo como el en el Journal des Savants, juicio que reprodujo la
de M. Egger, parecería que todo se había dicho Fevue politique et littéraire (i). Cosa extraña : á
sobre la materia ; podíase creer que la había ago- pesar de su perspicacia ordinaria, M. Caro, si bien
tado desde luego. P o c o s hombres, en efecto, aun saludaba en la persona del escritor á un psicólogo
de los más eminentes, están dotados del don de de porvenir, no se dió cuenta de toda la importan-
introspección. El examen de la conciencia psicoló- cia del grave problema que acababa de plantearse.
gica, para hablar c o m o los clásicos, es todavía más N o obstante esto, una de las críticas que el ilustre
difícil que el examen de la conciencia moral. Pare- académico dejaba traslucir entre los elogios, merece
cía indicado que se aceptaría con toda confianza la ser retenida.
doctrina de M. E g g e r , tan elegantemente apoyada
Decía en breves términos M. Caro : « Sois de-
en una multitud de bien escogidos ejemplos. ¿ N o
masiado exclusivo. Pretendéis que la palabra inte-
era, además, halagador para todos los hombres, ver
rior se o y e ; sin embargo, esto no es siempre cierto.
proclamar por un sabio autorizado que el demonio
La imagen de un sonido es un e c o ; pero las otras
interior de Sócrates no es la especialidad de algunas
imágenes, las imágenes visuales, no se le asemejan,

( I ) RIVAROL, De l'universalité de la langue française. ( i ) Rev. polit. et litt., 22 j u i i o 18S2.


y éstas son con exceso las más frecuentes en la vida dad... Y sin embargo, me parece que pronuncio el
verso en que pienso (i).
intelectual. »
« A la representación de cada sonido oral se liga
De haber c o m p r e n d i d o la gravedad de la cues-
inseparablemente un sentimiento (más ó menos
tión así planteada, M . C a r o hubiera insistido más.
claro), en los órganos articulatorios. A s í pues,
Su crítica, en el f o n d o , tendía nada menos que á
cuando pienso en palabras, digo que las imágenes
contradecir de la manera más absoluta y sin tér-
auditivas no tienen participación alguna en mi
mino medio p o s i b l e , todas las conclusiones del
pensamiento (2). »
profesor de la F a c u l t a d de letras de Burdeos.
E s fácil darse cuenta, por estas simples citas,
M. E g g e r afirmaba : todos los hombres oyen su
del procedimiento interior con que piensa
pensamiento. M. Stricker. N o usa habitualmente ni imágenes
M. C a r o decía : n o , lo ven. auditivas ni imágenes visuales, se sirve de imá-
Mientras este debate curioso surgía entre dos genes motrices.
filósofos franceses, u n sabio extranjero, M. S. Stric- E n suma, para su organismo, hablar y pensar
ker, profesor de la Universidad de Viena, daba á son una misma cosa. Admite francamente la opi-
l u z una serie de estudios sobre el lenguaje (i), cuyos nión de Bain contra M . Egger. Para él, pensar es
resultados habrían hundido en la estupefacción á retenerse de hablar. N o escucha un personaje inte-
M . Egger y á M . C a r o si los hubiesen conocido rior que le recita las frases que constituyen su
entonces. pensamiento. T a m p o c o ve, escritas en su pensa-
T a m b i é n M . Stricker procuró, por su parte, miento, las palabras que necesita. Tiene el senti-
penetrar los secretos del lenguaje interior. Pero no miento m u y claro de que es él, de que son sus
llegó ni á la c o n c l u s i ó n precisa de M . Egger ni á músculos los que hablan y o b r a n .
la conclusión vaga de M. C a r o . He aquí su teoría: L a superioridad incontestable de M . Stricker
« C u a n d o , dice, tranquilamente sentado, cierro sobre los filósofos franceses consiste en que no
los párpados y los labios y evoco en mi memoria practica el exclusivismo. L a observación interna
algún verso m u y conocido, me parece, si fijo mi que presenta al público, la da francamente como
atención en mis órganos articulatorios, que hablo una observación particular de M. Stricker. No
interiormente. M i s labios están cerrados, es ver-
(1) Op. cit. Introducción.
t í ) P u b l i c a d o s e n f r a n c é s c o n el t í t u l o : Du langage et de la ( 2 ) Op. cit., p. 21-26.

musique, e n i885, A l e a n , e d .
pretende englobar en su caso á la especie humana dable hacer de las ideas del maestro, completándo-
— ni preconizar su mecanismo intelectual como las, hasta donde esto es posible, con la ayuda de
un invariable procedimiento cerebral. los trabajos de sus discípulos.
Teniendo á la vista el esquema de la página 17,
se puede verificar fácilmente este hecho, que,
III
desde el punto de vista del lenguaje, el sistema ce-
rebral se divide en parte sensorial y parte motril.
A Charcot debía corresponder el honor de orde- Desde luego se puede comprender que algunos
nar este caos. hombres tengan el lado sensorial más completo,
Debo á la cortesía de m i lamentado amigo el mejor desarrollado, más finamente organizado que
Dr. Paul Blocq, jefe entonces de los trabajos ana- el lado motor. N o sólo, sino que aun podría admi-
tomo-patológicos en la Salpêtrière, poder precisar tirse en rigor que hay individuos casi exclusiva-
el punto interesante de saber en qué época y de mente sensoriales.
qué manera el ilustre profesor había sacado á luz Estos sensoriales se dividen en dos categorías
su admirable teoría de los procedimientos del es- bien marcadas, por una parte los auditivos y por
píritu humano. otra parte los visuales.
A l estudiar las formas de la afasia, en el curso Sea por disposición nativa, sea por costumbre,
del año de 1883, Charcot fué inducido á criticar las los auditivos no piensan sino con imágenes acústi-
ideas emitidas por los p s i c ó l o g o s sobre el meca- cas. Para simplificar la cuestión, puesto que me
nismo del lenguaje interior. Sus lecciones origi- propongo limitar mi estudio á lo que concierne al
nales fueron publicadas p o r primera vez en ita- lenguaje, diré que piensan con imágenes verbales.
liano, por M . Miliotti ( D i f f e r e n t i forme d'afasia, Éstos están formados conforme al tipo tan bien
Milán, 1884) (i). descrito por M. Egger. S o n verdaderos auditivos,
He aquí el resumen más sencillo que me sea auditivos puros. Oyen á su demonio interior ha-
blar su pensamiento.
(T) V . PAUL BLOCQ, De l'aphasie, 1893. — MARIE, De l'a- Completamente diferentes son los sensoriales
phasie, Revue de médecine, I 8 8 3 . — BERNARD, De l'aphasie.
del otro tipo, los visuales. Estos últimos, cuando
T e s i s , i 8 8 5 . — GILBERT BALLET. Le Langage intérieur, Alean,
é d . , 1886. — DR. G . SAINT-PAUL, Essais sur le langage inté-
piensan con palabras, las ven escritas ante sus
rieur, 1892. ojos. Unas veces esas palabras les aparecen como

.. . . .
trazadas sobre un cuadro de su propia escritura, y lo hablemos en primer lugar á nosotros y que lo
otras les aparecen como caracteres impresos. hagamos sonar dentro de nuestras orejas antes de
M. Caro, según su descripción, formaría parte hacerlo oir á los extraños (1). »
más bien de esta categoría. Pero el escritor que pa- A l lado de los motores de articulación se colo-
rece haber realizado mejor este tipo es segura- can los motores gráficos que constituyen una ca-
mente Charma. Decía : « Pensamos nuestra escri- tegoría poco numerosa. Son las personas á quienes
tura como escribimos nuestro pensamiento (i). » las ideas no vienen bien sino con la pluma en la
mano. La mejor observación que he encontrado
Después de los sensoriales, los motores.
de un motor gráfico se encuentra en la interesante
Á su vez, éstos se subdividen en dos categorías:
obra del Dr. Georges Saint-Paul (2). « ... Cuando
los motores de articulación y los motores grá-
quiero redactar un razonamiento, escribe un pro-
ficos.
fesor de la Universidad de Lille, necesito el papel
Los motores de articulación realizan plenamente
y la pluma, necesito ver mi frase; debo añadir
el tipo Stricker. No pueden pensar sino con la
que cuando me hablo así á mí mismo, veo cada
condición de emplear imágenes musculares. Su
palabra y la pronuncio interiormente con sus le-
pensamiento es una palabra retenida. A cada Íns-
tras. »
tamela palabra interior amenaza en ellos transfor-
marse en palabra externa. Otra vez es Charcot
quien, por bella que sea la definición de Bain, ha
IV
pintado mejor el mecanismo intelectual de los
motores. « Tocan, dice, un piano mudo cuyas te-
Sería un gran error pensar que las categorías
clas funcionan, pero sin hacer vibrar las cuer-
antes descritas se encuentran de una manera tan
das (2). »
sencilla en la realidad. Desgraciadamente para la
El más ilustre de los motores de articulación
ciencia, el cerebro humano no entrega así todos
ha sido seguramente Michel Montaigne, quien es-
sus secretos y la verdad es que los tipos de Char-
cribió esto : « Es necesario que lo que hablamos
cot son antes que nada esquemáticos.

(1) ANTOINE CHARMA, Essai sur le langage, citado e n el cues- (1) C i t a d o en el c u e s t i o n a r i o del D r . L a c a s s a g n e .
t i o n a r i o d e l D r . L a c a s s a g n e e n Archives d'anthropologie cri- (2) DR. G . SAINT-PAUL. Essais sur le langage intérieur,
minelle, i 5 de m a r z o 1892. p. 88, 1 v o l . S t o r c k y M a s s o n , ed.
(2) P . B L O C Q , op. cit.
N o sólo, sino que es imposible afirmar que un ciendo « que esas localizaciones figuran tan sólo el
solo hombre sea únicamente auditivo ó única- lugar por donde pasan los elementos visuales y
mente visual. auditivos que constituyen una parte, la más impor-
E n un cerebro todos los mecanismos del pensa- tante, si se quiere, de esas imágenes, para ir á im-
miento pueden ser empleados : pero es muy raro presionar los otros centros. »
que todos sean usados por el mismo individuo. A Así se debe hablar cuando se quiere precisar las
este respecto, mis observaciones personales me categorías del lenguaje mental. E s preciso decir
permiten hacerme francamente solidario de las sencillamente que las imágenes auditivas consti-
opiniones del Dr. Saint-Paul contra el profesor tuyen el más importante bagaje del auditivo, y así
M . Ballet. Este último proclama que el tipo « in- análogamente respecto de los demás tipos.
diferente » debe ser el más c o m ú n en la humani- Se puede sin embargo afirmar sin temor de en-
dad. C r e o con M . Saint-Paul que, por el contra- gañarse que ciertos « tipos » se asociarán juntos
rio, « realiza una fórmula rara », y que siempre mejor que otros. A s í el motor de articulación y el
hay en un cerebro una tendencia habitual á ser- auditivo se unen muchas veces de tal suerte que se
virse del modo de trabajar mentalmente que pa- podría proclamarlos inseparables. Releed la des-
rezca más cómodo. Espero, después, sacar alguna cripción de Montaigne, citada antes, y decidme si
consecuencia de este principio. en cierto modo no revela el auditivismo. El
Sin embargo, nunca está por demás repetir que Dr. Saint-Paul ha llamado á este tipo « el audi-

en psicología es preciso desconfiar de las fórmulas tivo-motor-verbal » (i). E s fácil de comprender que
haya, en muchos casos, parentesco entre estas dos
simples. L a complexidad y el embrollo son la
categorías si se recuerda lo que se ha dicho en e l
regla en el organismo. Entiéndase bien, de una
capítulo primero.
vez para siempre, que las divisiones y las catego-
rías se establecen solamente para la claridad del E l oído es la condición primordial de la palabra;
espíritu. así pues, el motor de articulación y el auditivo de-
penden del mismo sentido. Los dos ocupan en el
E l Dr. Paul Blocq (i), precisando de acuerdo
esquema (figura i) una misma mitad del cuadro.
con Charcot, los sitios anatómicos de las imáge-
i N o será permitido afirmar que el visual y el
nes, da el ejemplo de la probidad científica di-

(I) P. B L O C Q , op. cit.


(i) Op. cit., p, 62.
36 LA P A L A B R A EN PUBLICO

motor gráfico tienen alguna probabilidad de en-


del lenguaje ? M. Stricker ha podido citar el ejem-
contrarse reunidos en la misma persona? M. Saint-
plo de motores ¡que se enronquecían pensando!
Paul ha presentado doce observaciones por lo
Veremos también, al abordar otra parte de este
menos de u n tipo semejante (i). ¿Verdad que
trabajo, el horror profundo que algunos oradores
puede explicarse esta unión íntima por las consi- han mostrado por la escritura. Casi podría afir-
deraciones que acabo de consagrar al auditivo- marse que existe una oposición absoluta entre
motor > la articulación y el grafismo (i).
N o solamente el motor oral no tiene necesidad
de recurrir á las imágenes visuales para pensar,
sino que muchas veces, en él, el centro motor de
articulación está en un verdadero estado de ere-
¿Será necesario, después de lo expuesto, entrar tismo. Llega al grado de no comprender las pala-
en largas discusiones para establecer que, de todos bras pronunciadas hasta haberlas pronunciado. Sí,
los tipos descritos, el que se encuentra en mejores de algunos de ellos se puede decir que la palabra
condiciones para pasar del lenguaje interior al exterior precede al pensamiento. Realizan, al pie
lenguaje exterior es el motor, y que el menos bien de la letra, el tipo de Numa Roumestan.
dispuesto para la palabra externa es, teóricamente, T e n g o empeño en citar textualmente el pasaje
el visual ? de la novela de Alphonse Daudet, para que se vea
Todos los autores proclaman casi unánimes, hasta qué punto el ilustre escritor posee el genio
con M. E g g e r , que la palabra interior es la prepa- de la observación :
ración directa de la palabra audible. ¿ Qué es lo « Cuando no hablo no pienso, decía N u m a muy
que le falta al motor para expresarse ? Se retiene ingenuamente, y era cierto. L a palabra no le b r o -
ya de h a b l a r , lo hemos d i c h o ; cuando habla, taba por la fuerza del pensamiento, al contrario,
parece estar en su elemento natural, obedece á u n a se anticipaba al pensamiento, despertándolo con
necesidad. ¿ Q u é trabajo puede costar la palabra
exterior á u n hombre para quien la palabra inte- (1) « Una lesión del c e n t r o d e la p a l a b r a no tiene como
rior equivale á una contención de los músculos consecuencia ningún trastorno visual... Las últimas ramifi-
caciones de los nervios visuales terminan en cierta región
de la c o r t e z a c e r e b r a l q u e , e s t o n o es y a d i s c u t i b l e , e s t á f u e r a
(,) Op. cit., p . 84. del c e n t r o d e la p a l a b r a . » STRICKER, op. cit., p . 66.
admitir que cuando un hombre (y sabemos que en
su ruido completamente maquinal. E l mismo
su teoría todos los hombres son fatalmente audi-
N u m a se admiraba, se divertía con estos hallazgos
tivos) está apasionado ó preocupado, pasa fácil-
de palabras, de ideas perdidas en un rincón de su
mente del monólogo interior al monólogo hablado.
memoria y que la palabra encontraba, recogía,
Llama á este fenómeno « una forma viva de la
ligaba en manojos de argumentos. A l hablar se
palabra interior ».
descubría una sensibilidad que ignoraba, se con-
movía con la vibración de su propia voz, con cier- { Qué otra cosa quiere decir esto sino que, para
tas entonaciones que le oprimían el corazón y le él, no hay entre el auditivismo y la motricidad
llenaban los ojos de lágrimas. Estas eran cierta- oral más que una diferencia de excitación?
mente cualidades de orador, pero e'l no lo sabía. » C o n c l u y o , pues, que tanto el motor como el
auditivo, están dotados por la naturaleza, el pri-
Pero no todos los motores orales llegan á esto
mero admirablemente y el segundo suficiente-
que podemos llamar el c o l m o de la motricidad de
mente, para llegar á ser oradores. Solamente en
articulación. E n un gran número de ellos esta
estas dos categorías han debido reclutarse los ora-
motricidad se atenúa hasta llegar á ser normal. E n
dores notables. Veremos bien pronto si la obser-
su caso casi se equiparan el auditivismo y la m o -
vación justifica ó no esta tesis.
tricidad oral. Deben realizar el tipo del auditivo-
E n cuanto á los visuales y sobre todo á los
motor-verbal descrito por el Dr. Saint-Paul.
motores gráficos, su mecanismo intelectual les
N i siquiera creo que el auditivo más puro tenga
veda el arte oratorio. N o me permitiría afirmar
gran dificultad para convertirse en motor oral.
que ningún orador de talento haya sido visual (i),
Me inclino mucho á afirmar que todo motor de
articulación oculta un auditivo. a u d i t i v o , c o m o M. C h a r c o t , M . B a l l e t , M. L a c a s s a g n e , c o m o
todo e l m u n d o . P r o t e s t o c o n t r a los tres t i p o s . . . ¡ e l tipo
E l más obstinado, el más sistemático de los au-
v i s u a l n o existe s i n o e n t r e los p r o f e s i o n a l e s t i p ó g r a f o s , y
ditivos, M . Víctor Egger (i) ha sido obligado á q u i é n sabe 1 E l tipo m o t o r n o e x i s t e s i n o entre los s o r d o -
mudos... »
( I ) V . EGGER, op. cit., p . 104. — No creáis q u e l o s descu- ¿ T e n í a razón para d e c i r q u e M. E g g e r e r a t e s t a r u d o ?
b r i m i e n t o s u l t e r i o r e s de Charcot hayan podido hacer de- (1) N o es q u i z á inútil, c o n el o b j e t o de evitar una con-
sistir á M. E g g e r d e s u teoría. N i la i r o n í a de M. G i l b e r t f u s i ó n , d e c l a r a r u n a v e z m á s q u e sólo se trata a q u í de las
B a l l e t h a t e n i d o el d o n d e c o n v e r t i r l o . H e a q u í la copia imágenes verbales. El n ú m e r o d e l o s v i s u a l e s q u e p i e n s a n
t e x t u a l de u n a carta q u e d i r i g í a e n 1892, n u e v e años d e s p u é s con i m á g e n e s no verbales parece ser bastante c o n s i d e r a b l e .
d e l a s c r í t i c a s d e C h a r c o t , al D r . S a i n t - P a u l : « M . C h a r c o t No p u e d o , s i n e m b a r g o , creer q u e l a s i m á g e n e s n o v e r b a l e s
enseña q u e soy a u d i t i v o . M . B a l l e t lo h a i m p r e s o . S í , soy
porque la historia podría desmentirme varias
veces. D i g o simplemente que el visual y el motor
gráfico están mal equipados para la palabra
pública.
Si el azar de la organización cerebral permite
excepcionalmente que un motor gráfico sea en
cierto grado motor oral, no cabe duda que un
orador distinguido pueda ser el producto de seme- CAPÍTULO III
jante c o n f o r m a c i ó n ; pero el caso se contará segu-
L a p a l a b r a y las memorias.
ramente como una excepción.
Entre los datos que pueden transformar de sin-
S u m a r i o : La memoria es un hecho biológico. — Teoría de
gular m o d o las condiciones de un « cerebro orato-
M . RIBOT. — Movimientos automáticos, primitivos y secun-
rio », hay uno que representa un papel enorme : darios. — Memoria orgánica y memoria psíquica. — La
la memoria. fuerza del adjetivo. — Memorias necesarias al orador. —
Memoria bruta y memoria organizada. — La cerebración
Para que me sea posible continuar este estudio inconsciente. — Inspiración, improvisación. — LACHAUD. —
y terminarlo con conclusiones prácticas, es tiempo La rapidez del pensamiento : MAURY. — Los latentes. —
Conclusión.
ya de que aborde el examen de la memoria en sus
relaciones con la materia que forma el objeto de
este trabajo.
I

puedan representar en e l l o s u n papel tan preponderante


como algunos quieren afirmarlo. Hmile Z o l a , entrevistado
L a teoría de la memoria considerada como una
p o r M. S a i n t - P a u l , d e c l a r a g r a v e m e n t e que cuando piensa en « facultad del alma », como una« entidad »psicoló-
un rayo de sol se siente deslumhrado. B i e n se ve q u e M. Z o l a gica, no es hoy sostenida por nadie.
era del m e d i o d í a . E s e v i d e n t e q u e m i s o b s e r v a c i o n e s respecto
d e l o s v e r b o - v i s u a l e s se aplican á fortiori á los visuales no La memoria no puede ser ya examinada como
v e r b a l e s , p o r q u e es d e p r e s u m i r s e q u e un c e r e b r o en el cual una función que tiene existencia independiente. E s
la imagen inhibe la palabra no será n u n c a el c e r e b r o de un
un hecho biológico, una condición de vida, una
orador.
propiedad inherente á la materia organizada (i).

(I) V . RIBOT, Les Maladies de la mémoire, A l e a n , ed. —


porque la historia podría desmentirme varias
veces. D i g o simplemente que el visual y el motor
gráfico están mal equipados para la palabra
pública.
Si el azar de la organización cerebral permite
excepcionalmente que un motor gráfico sea en
cierto grado motor oral, no cabe duda que un
orador distinguido pueda ser el producto de seme- CAPÍTULO III
jante c o n f o r m a c i ó n ; pero el caso se contará segu-
L a p a l a b r a y las memorias.
ramente como una excepción.
Entre los datos que pueden transformar de sin-
S u m a r i o : La memoria es un hecho biológico. — Teoría de
gular m o d o las condiciones de un « cerebro orato-
M . RIBOT. — Movimientos automáticos, primitivos y secun-
rio », hay uno que representa un papel enorme : darios. — Memoria orgánica y memoria psíquica. — La
la memoria. fuerza del adjetivo. — Memorias necesarias al orador. —
Memoria bruta y memoria organizada. — La cerebración
Para que me sea posible continuar este estudio inconsciente. — Inspiración, improvisación. — LACHAUD. —
y terminarlo con conclusiones prácticas, es tiempo La rapidez ¿el pensamiento : MAURY. — Los latentes. —
Conclusión.
ya de que aborde el examen de la memoria en sus
relaciones con la materia que forma el objeto de
este trabajo.
I

puedan representar en e l l o s u n papel tan preponderante


como algunos quieren afirmarlo. Hmile Z o l a , entrevistado
L a teoría de la memoria considerada como una
p o r M. S a i n t - P a u l , d e c l a r a g r a v e m e n t e que cuando piensa en « facultad del alma », como una« entidad »psicoló-
un rayo de sol se siente deslumhrado. B i e n se ve q u e M. Z o l a gica, no es hoy sostenida por nadie.
era del m e d i o d í a . E s e v i d e n t e q u e m i s o b s e r v a c i o n e s respecto
d e l o s v e r b o - v i s u a l e s se aplican á fortiori á los visuales no La memoria no puede ser ya examinada como
v e r b a l e s , p o r q u e es d e p r e s u m i r s e q u e un c e r e b r o en el cual una función que tiene existencia independiente. E s
la imagen inhibe la palabra no será n u n c a el c e r e b r o de un
un hecho biológico, una condición de vida, una
orador.
propiedad inherente á la materia organizada (i).

(I) V . RIBOT, Les Maladies de la mémoire, A l e a n , ed. —


Se puede llegar hasta decir que la vida y la m e m o - en el cerebro por su repetición en una larga serie
ria son una sola y misma cosa, que n o hay vida en de antepasados. Constituyen la memoria heredi-
donde no hay memoria. taria, la memoria de la especie. E s el legado de las
Persuadámonos de este hecho, que las plantas, generaciones muertas á las generaciones vivas.
creciendo siempre de la misma manera, en cada L a memoria se revela, despue's, en los movi-
especie, reproduciendo constantemente los mismos mientos adquiridos, los cuales, por la práctica
fenómenos, dan prueba de memoria. constante del individuo, llegan á ser automáticos
« E n el reino animal, el tejido muscular nos en el mismo grado que los movimientos primi-
presenta un primer bosquejo de la adquisición de tivos. Ejemplos : la marcha, la natación, el baile...
propiedades nuevas, de su conservación y de su re- Estos son movimientos automáticos que se califi-
producción automática. » U n músculo se fortalece can de secundarios. C o m i e n z a n por no poder eje-
en razón directa de su trabajo... « E l tejido más cutarse sino con el auxilio de la voluntad, en vir-
noble del organismo, el tejido nervioso, presenta tud de esfuerzos continuos y penosos, y acaban
en el más alto grado esta doble propiedad de con- por ser movimientos reflejos ejecutados sin la
servación y de reproducción (i). » participación de la conciencia.
Esta propiedad de conservar, de reproducir, de « La medula espinal ejecuta bien los actos senci-
hacer revivir ciertos estados, que posee la materia llos ó complexos que son i n n a t o s ; pero apenas se
viva, es llamada de un modo general la memoria le pide la ejecución de movimientos nuevos, se
biológica ú orgánica. muestra torpe y necesita de un aprendizaje definido
Examinada en los animales y más especialmente para integrar en sí misma y ejecutar conveniente-
en el hombre, la memoria se revela primero en lo mente esos nuevos movimientos (1). »
que los fisiologistas han l l a m a d o los movimientos L a palabra es, por excelencia, el tipo de un m o -
automáticos primitivos ó innatos, de los cuales el vimiento secundario de los músculos : tiende á lle-
más característico es la respiración. Estos m o v i - gar á ser un reflejo. T o d o s estos hechos entran en
mientos, dicen los evolucionistas, han sido fijados la memoria orgánica, memoria todavía desprovista
de conciencia.
SOLLIER, Les Troubles de la mémoire, p . 21 y siguientes, Pero, de hecho, ¿qué es la conciencia?
Rueff, ed. — K U S S M A U L , op. cit., p. 4 5 . — JÜLIEN PIOGER, La

Vie et la pensée, p. i 6 5 y s i g u i e n t e s , A l e a n , e d . (1) DEBIERRE, La Moelle épini'ere et VEncéphale, op. cit.,


(1) R I B O T , op. cit., p. 4. p. 404.
aplica sino á una cantidad ínfima de procesos inte-
Se ha dicho excelentemente que es un fenómeno
sobreañadido. riores.

Á la l u z de la ciencia actual, el hombre aparece La memoria, en el verdadero sentido de la pala-

como un inmenso agregado de celdillas (¿es Taine bra, es la propiedad que posee cada celdilla de con-
servar, aun sin la voluntad de l o que se llama el
quien lo ha comparado á un polipero ?), que traba-
« y o », los movimientos que le han sido comuni-
jan cada una individualmente, en el intere's del
cados y de reproducirlos. Existe sin la conciencia,
conjunto. Cada celdilla está dotada de memoria.
puesto que, sin conciencia, hay reproducción y
« T o d o órgano es una m e m o r i a ; el ojo es una
conservación. Sin embargo, la intervención de la
memoria de las ondas luminosas, y la oreja es una
conciencia tiene un papel enorme en la memoria ;
memoria de las ondas sonoras... Cada nervio es
la conciencia añade á la memoria una cosa m u y
una memoria que conserva determinado número
importante, la localización del recuerdo en el
de vibraciones prontas á reproducirse; cada mús-
pasado :
culo, cada celdilla nerviosa es una memoria (i). »
« H a y en la memoria (psíquica) un juicio por me-
A h o r a bien, esta inmensa elaboración produce
dio del cual nos damos cuenta de que se trata de
una multitud de resultados cuyo conocimiento
un recuerdo (i). »
completo formaría para el « espíritu » una inextri-
cable mezcolanza, una masa compacta de hechos
imposibles de diferenciar. Nuestro mecanismo in- II
terior está constituido de tal manera que, muy
felizmente para nosotros, no permite á nuestro
Así pues, la memoria, cuando es completa, tiene
« y o » percibir sino una corta porción de la activi-
tres papeles: conserva, reproduce, reconoce.
dad orgánica.
N o podemos hasta hoy darnos cuenta del meca-
« La conciencia, ha escrito M. Ribot, es el estre-
nismo de la memoria sino por medio de hipótesis
cho postigo por el cual nos aparece una pequeñí-
más ó menos confirmadas por los hechos. Según
sima parte de este trabajo. »
unos autores, el recuerdo es simplemente una
En consecuencia, la memoria más completa, la vibración que persiste en el cerebro, algo c o m o
memoria consciente, la memoria psicológica, no se
( I ) B I N E T , I n t r o d u c t i o n a l a psychologie expérimentale, i vol.,
( I ) A.FOUILLÉE, La Survivance et lasélection des idées dans Alean, ed., 1894.
la mémoire e n Revue des Deux Mondes, i5 mayo i885.
una fosforescencia de las imágenes (teoría del T o d o individuo que posea « un centro de imá-
Dr. L u y s ) ; en opinión de otros, el recuerdo es un genes verbales », anatómicamente bien constituido,
verdadero residuo (Taine, Spencer). En fin, la tendrá una excelente memoria verbal, puesto que
teoría más generalmente admitida hoy es la de la memoria es un resultado del estado de salud de
M. Ribot, sostenida tambie'n por Wundt, según la los órganos.
cual la memoria es no una colección de sellos, sino T o d o individuo que posea un buen « centro de
un conjunto de asociaciones dinámicas muy estables imágenes motrices » tendrá una perfecta memoria
y muy prontas á despertarse (i). motriz. T o d o visual tendrá una buena memoria
Seguramente esta última hipótesis es más admi- visual.
sible que las precedentes, porque si se parte de En una palabra, cuando se hace constar que un
este punto de vista que el recuerdo deja un residuo hombre se sirve de preferencip. de uno de los pro-
cualquiera en una celdilla nerviosa, no se puede cedimientos intelectuales que han sido descritos,
explicar cómo, desapareciendo la celdilla, el resi- es que el centro cerebral que usa con más facilidad
duo puede ser conservado. tiene una memoria mejor que los demás.

En lo que á mi materia concierne, ninguna de T e n g o el sentimiento de no estar de acuerdo en


las hipótesis enunciadas sobre el mecanismo del este punto con el Dr. Saint-Paul que quiere dis-
recuerdo puede contrariar mi tesis. Sígase el sis- tinguir cuidadosamente el visualismo y la memoria
tema que se quiera siempre se tendrá que recono- visual. Decir que determinado individuo es visual,
cer, con Maudsley, que toda acción exterior pro- que tiene la costumbre de pensar viendo sus pala-
cura al organismo un « algo » que retiene y que lo bras escritas mentalmente, es concederle la « facul-
predispone á funcionar de nuevo de la misma tad » de la memoria de las palabras vistas, porque
manera. si el centro nervioso de que se sirve no tuviera,
por excelencia, la memoria de las palabras vistas,
Apliquemos ahora estas teorías á los datos que
ese hombre no sería un visual. De igual manera,
poseemos sobre la palabra.
si el centro cerebral especial de un motor no con-
Es fácil darse cuenta de este hecho, que cada
servara admirablemente las huellas-disposiciones de
uno de los centros nerviosos que han sido enume-
las imágenes motrices, no se trataría de un motor.
rados en los capítulos anteriores, tiene su memoria.
No debe sorprendernos, pues, que Charcot y
Ballet confundan el auditivismo con la memoria
(I) R I B O T , op. cit., p. 20.
auditiva de las palabras y e l v i s u a l i s m o con la me- N o es necesario en verdad llegar hasta las hor-
moria visual, porque esta proposición « que un vi- das del interior de Oceanía para que palpable-
sual tiene memoria visual >» constituye un verda- mente se nos revele la omnipotencia del adjetivo.
dero pleonasmo. ¿ Q u é orador no ha notado la facilidad con que los
Las conclusiones de M. Ribot prueban que, en adjetivos se presentan á la memoria, mientras que
cada u n o de los centros cerebrales del lenguaje, el sustantivo, la palabra propia, permanece tan re-
las asociaciones verbales se forman por grupos, y , . belde que el improvisador se quedará cortado si no
en cierto modo, por capas sucesivas (i). encuentra inmediatamente un « poco más ó me-
E s demasiado conocida la famosa ley de regre- nos » muchas veces execrable ?
sión (2) formulada en el axioma : « L o que ha sido Los antiguos decían : el orador debe tener una
adquirido al último se pierde primero », para que buena memoria. H o y decimos : el orador com-
insista en ella. Me limito á recordar que las pala- pleto debe tener á s u disposición, en su organismo,
bras que forman la parte más resistente del bagaje cuatro mecanismos especiales bien constituidos. Si
verbal son las que expresan cualidades, los verbos las cuatro partes en cuestión se encuentran en
los adjetivos. N o hay necesidad de ser un gran buen estado, si están perfectamente sanas, todas
y

letrado en lingüística para saber que la formación ellas tendrán memoria.

de las lenguas ha comenzado siempre por los ad- E s necesario:


jetivos y que aun h o y el adjetivo forma la base de i.° U n buen órgano receptor externo de los soni-
los idiomas salvajes (3). dos (oído);
2. 0 U n buen mecanismo interno de conservación
m « L a asociación de las ideas no es s i n o u n d e s e n v o l v i -
de los sonidos (centro de la memoria verbo-audi-
m i e n t o d e la m e m o r i a s i m p l e . Si u n a i m p r e s i ó n m e n t a l se
p r e s e n t a al espíritu y u x t a p u e s t a á otra, n o solo la m e m o r i a
tiva indemne de toda l e s i ó n ) ;
r e e i s t r a las d o s i m p r e s i o n e s , s i n o q u e reglstra t a m b i é n el 3.° U n buen mecanismo de moción interna (me-
h e c h o m i s m o d e su y u x t a p o s i c i ó n , de m a n e r a q u e , c u a n d o se moria motriz);
r e c u e r d a la u n a , se r e c u e r d a i g u a l m e n t e la o t r a . » DEB^RRE,
4. 0 U n buen órgano del lenguaje.
op. cit., p . 3g3. . .
(2 ) V SOLLIER, op. cit., p. 127 y siguientes. Naturalmente que si nuestro « orador » puede
3 H e a q u í , según M . R i b o l , el o r d e n exacto de la desapa-
unir á todas estas cualidades funcionales una me-
r i c i ó n de los sig»os: i . » e l s u s t a n t i v o ; 2.° el adjetivo y el
moria visual excelente, ésta no le perjudicará en lo
v e r b o ; 3 . ' las i n t e r j e c c i o n e s (el l e n g u a j e e m o c i o n a l ) ; 4 . el
g e s t o [op. cit., P . i 3 z y siguientes).
más m í n i m o .
Así pues, el orador no existe sino con la doble cial, el espíritu se impregna con esfuerzo mental,
se posesiona del pasado interpretándolo, operando
condición de haber impregnado en las celdillas
una selección, escogiendo reflexivamente las im-
nerviosas de su centro auditivo u n a i n m e n s a c o l e c -
presiones.
ción de imágenes verbales, y de tener, además,
Por grande que sea la superioridad de esta se-
una buena innervación verbo-motriz.
gunda memoria sobre la primera, es sin embargo
cierto que, en los más refinados intelectuales, la
111 memoria bruta, inconsciente, tiene muchas veces
un papel enorme. Ella es, en la mayoría de los

E l almacenamiento de impresiones puede ha- casos, la que lleva á la imago-svocación-verbal (i)


una masa de recuerdos cuya yuxtaposición, fusión *
cerse de dos maneras distintas, por la memoria na-
y coordinación forman lo que los antiguos metafí-
tural ó por la memoria artificial, como lo ha de-
sicos llamaron inspiración.
mostrado m u y claramente Ai. Binet (i). Esta doble
acción de la memoria ha sido el objeto de un estu- L a inspiración, en efecto, como extracto ó pro-

dio profundo por parte de M. Dugas (2), quien se ducto de la nada, es una palabra que no tiene sen-
tido. Nada puede crearse en un cerebro, aun
ha servido, para calificar estas dos fases diferentes
cuando sea el de un Berryer; no hay en él sino
de una misma cosa, de las expresiones : Memoria
combinaciones nuevas de imágenes.
bruta y memoria organizada.
La inspiración no es sino la memoria sobreex-
P o r medio de la memoria bruta ó natural el espí-
citada por una atención que concentra todas las
ritu se impregna sin ningún esfuerzo mental. E s
fuerzas del cerebro en un mismo punto.
una memoria puramente pasiva, por decirlo así, es
L a improvisación, en el sentido vulgar de la pa-
la memoria de que daba prueba el mozo de carni-
labra, es también una cosa que debe relegarse en
cería que « recitaba en su delirio trozos de Fedra,
los viejos tratados de psicología. Las gentes que,
tragedia que había visto representar una vez, sin
de buena fe, afirman que han pronunciado discur-
comprender nada de ella ».
sos sin haber nunca pensado antes en lo que iban
Por medio de la memoria organizada ó artifi-
á decir, son víctimas de un engaño, ignoran un
(1) Introduction à la psychologie expérimentale, p. 70.
(2) DUGAS, La Mémoire brute et la mémoire organisée (R--
u ) E s t a expresión es del Dr. S a i n t - P a u l {op. cit.).
vue philosophique, nov. 1894).
procedimiento d e l espíritu c u y a acción ha sido han desarrollado de una manera enorme, con de-
descrita por M. Dugas y otros muchos escritores. trimento quizá de otros centros nerviosos, los cen-
Se trata aquí de lo que se ha llamado « la cerebra- tros de que tenían necesidad.
ción inconsciente », algo análogo á la memoria Veremos después que en algunos cuartos de
bruta. C o n frecuencia nuestro cerebro trabaja sin hora, durante la requisitoria del Ministerio P ú -
que lo sepamos. ¿ Á qué matemático no le ha su- blico, Lachaud preparaba, sin escribir una línea,
cedido dormirse una noche sin lograr resolver un sus más patéticas defensas. A los que conocen la
problema difícil y encontrar prontamente la solu- velocidad vertiginosa del pensamiento, tales resul-
ción al despertar ? L a señorita Paula Lombroso, en tados no parecerán sobrehumanos.
un trabajo sobre « la cerebración inconsciente en el Maury, al describir sus sueños, nos da una idea
arte », nos ha dado la fórmula, un poco extraña tal de lo que puede ser la rapidez del trabajo cere-
vez, de esta elaboración interior. bral:
« E l embrión mental evoluciona y se elabora,
sin esfuerzo de nuestra parte, y , cuando está ma- « Me encontraba acostado en mi recámara, dice,
duro, el menor choque, la ocasión más fortuita y mi madre estaba á mi cabecera. Sueño con el
bastan para hacerlo brotar al exterior. » T e r r o r ; asisto á escenas de asesinato, comparezco
Casi siempre los improvisadores no han sido ante el T r i b u n a l revolucionario, veo á Robes-
sino grandes meditativos dotados de una memoria pierre, á Marat, á Fouquier-Tinville, á todas las
rápida. Son excelentes personas que, debido á una más ruines figuras de esta época terrible; discuto
disposición nativa, han aplicado, sin saberlo, las con ellos; en fin, después de muchos acontecimien-
reglas de la psico-fisiología moderna, á semejanza tos que no recuerdo sino imperfectamente, soy
de M. Jourdain que, también sin saberlo, escribía juzgado, condenado á muerte, conducido en ca-
rreta, en medio de un concurso inmenso, á la
en prosa. Han cultivado sus memorias especiales.
plaza de la Revolución : subo al cadalso..., siento
Dejando aparte las memorias visual y gráfica que
que mi cabeza se separa del t r o n c o ; despierto
constituyen frecuentemente para el orador un
presa de la más viva angustia, y siento en el cuello
bagaje embarazoso, si no inútil, no han usado
la flecha de mi cama que, desprendida súbita-
más que de las partes de su aparato cerebral que
mente, cayó sobre mis vértebras cervicales como
les proporcionaban ventajas directas. Y , en virtud
el cuchillo de una guillotina. Esto había sucedido
de este principio que la función forma el órgano,
atrevo á afirmar, por lo demás, que está concluida
hacía un instante apenas, según lo confirmó mi
la parte más ingrata de mi empresa.
madre (i)... »
Antes de cerrar este capítulo, no es quizá inútil
Así, este inmenso desfile de imágenes motrices,
resumirlo.
visuales, auditivas y táctiles, que bien llenarían un
N o hay una memoria sino memorias. La me-
volumen de 3oo páginas, había durado justamente,
moria no es sino una propiedad vital, una resul-
en el cerebro de Maury, el espacio de un se-
tante natural de la perfecta complexión del orga-
gundo.
nismo que la posee.
E s desde ahora posible comprender por qué los
L a memoria motriz de articulación y la memo-
verdaderos improvisadores son « latentes », dota-
ria auditiva verbal son indispensables al que
dos en realidad de una excelente memoria. N o hay
quiere manejar la palabra.
un abismo, desde el punto de vista psicológico,
T o d o s los oradores hablan con la ayuda de un
como estaríamos inclinados á creer, entre ellos y
capital compuesto de palabras, de fórmulas, de lo-
los que aprenden de memoria sus discursos. La
cuciones más ó menos laboriosamente adquirido,
adquisición en estos últimos es tan sólo más re-
todo él conservado en centros nerviosos espe-
ciente y más artificial. E n otra parte de estos
ciales.
ensayos haremos constar que existe toda una clase
de individuos para los cuales la memoria <c foto- L a inspiración, la improvisación, la imagina-
gráfica » es una imposibilidad, de suerte que, aun ción no son sino memorias ; el dios inspirador de
cuando ellos lo quisieran, no podrían recitar un la elocuencia no es « sino la marea ascendente de
discurso aprendido. En aquellos, la memoria las asociaciones, en la cual todas las ondas nervio-
tiene necesidad de digerir largo tiempo las imá- sas, bajo la atracción de una fuerza común, se
genes para asimilárselas. ¡Afirman gravemente que levantan y se arrastran en la masa palpitante del
no tienen memoria, y sin embargo, son, llegada ¡a cerebro » (i).
ocasión, maravillosos improvisadores!

Debo terminar aquí este resumen, desgraciada-


mente m u y imperfecto, pero que espero hacer más
claro con las observaciones que van á seguir. Me
( i ) ALFRED MAURY, Le Sommeil et les Réves, c a p i t u l o vi,
D i d i e r y C*, e d .
fusión que se ha prolongado hasta nuestros días
entre el arte de escribir y el arte de hablar. L a
retórica, para los antiguos, no era propiamente el
arte de h a b l a r ; era, en primer te'rmino, el arte
de hacer valer el estilo y de adornarlo.
Para el que quiera penetrar, con M. Georges
Perrot, en el estudio de la elocuencia griega (1),
CAPÍTULO IV
esta confusión no presenta nada de sorprendente.

H i s t o r i a de los p r o c e d i m i e n t o s oratorios. E l orador griego no ha practicado sino un solo


!
modo de preparación del discurso, la preparación
escrita. Su prosa es ciertamente la más clara, pero
S u m a r i o : Los oradores griegos según M . GEORGES PERROT.
— Abogados no litigantes. — La preparación ciceroniana. es tambie'n la más trabajada, la más sabia que se
— Los ejercicios de declamación. — El verbo-visualismo de conoce.
HORTENSIUS. — GALBA, motor. — QUINTILIANO, CASSIUS,
A b r i d la Retórica de Aristóteles : no encontra-
APER, PLINIO E L JOVEN. — El grafismo de los latinos. —
Opinión de Eenelón. — Los abogados en el siglo xvu. — réis quizá en ella una sola frase que permita pen-
Las defensas de GAUTIER-LA-GUEULE. — Los predicadores. sar que un solo orador griego haya podido pro-
— Cómo se preparaban los discursos en el siglo xvm. — nunciar una arenga no preparada por escrito. E n
GERBIER y COCHIN. — Influencia de la Revolución. — Un
tratado de retórica en 1776. — Los neo-retóricos. —
verdad, como si en algo no son avaras las retóricas
D E CORMENIN, PAIGNON. — La decadencia del grafismo. antiguas es en materia de distinciones, Aristóteles
tiene mucho cuidado en advertir que no debe con-
fundirse el « estilo escrito » con el « estilo de
1 combate » (2).
Pero siempre se trata de « estilo ». Los griegos
Los antiguos llevaron hasta el exceso el arte de fueron, pues, esencialmente « gráficos ».
la retórica. Se sabe, además, que era muy difícil á sus abo-
E s sin embargo difícil encontrar, en los trata-
(1) GEORGES PERROT, Les Précurseurs de Démosthénes,
dos especiales de la antigüedad, una noción pre- primer volumen de l'Éloquence politique et judiciaire á
cisa de los procedimientos del orador público. Ath'enes, H a c h e t t e y O , ed.

T o d a s las obras didácticas contienen una c o n - (2) ARISTOTE, Rhétorique, l i b r o III, cap. x u , p a r . 1».
gados haber sido otra cosa, puesto que en Athenas no es irrefutable. En efecto, no es dudoso que al-
el abogado no tuvo nunca el derecho de alegar por gunos discursos de oradores latinos, que han lle-
otro (i). Las más magníficas defensas de Lysias y gado hasta nosotros, hayan sido pronunciados por
de Demóstenes fueron escritas, no para ser pro- sus autores sin preparación gráfica. Era usual que
nunciadas por ellos, simples logógrafos, sino para el orador escribiera su discurso despue's de haberlo
ser aprendidas de memoria y pronunciadas por el pronunciado, como lo hizo Cicerón en su Pro Mi-
cliente ante los jueces.
¿Esto quiere decir que los oradores políticos no p r o n t a m e n t e a c o m p a ñ a d a de la e s c r i t u r a , y q u e tan aprisa
c o m o se h u b i e r e p o d i d o h a b l a r , sin p e r d e r u n a sola p a l a -
hayan improvisado nunca nada ? Sería sin duda ir
b r a , se p o d í a c o l e c c i o n a r c u a l q u i e r a a r e n g a . S e dice que
demiasado lejos. E l mismo Aristóteles habla de Tyro, e l l i b e r t o de C i c e r ó n , era m u y b u e n o b r e r o para e s t e
discusiones que pueden presentarse de impro- oficio. P u e d e s v e r q u e P l u t a r c o , e n la v i d a de C a t ó n , m e n -
c i o n a esta invención. E n el tiempo de A u s o n i o , q u e v i v i ó
viso ( 2 ) ; pero" en este caso aconseja al orador que
b a j o el e m p e r a d o r Teodosio, reinaba a ú n esta repentina
haga una elección previa de los argumentos que m a n e r a de e s c r i b i r , c o m o puede a p a r e c e r p o r la a l a b a n z a d e
pueda emplear, lo que nos inclinaría á pensar que c i e r t o e s c r i b a q u e h i z o en estos versos. E p i g r a m . 175 :

Aristóteles no c r e y ó nunca en la verdadera im- Puer notarum prcepetum


Solers minister ainola.
provisación.
Así pues, si h u b o improvisadores en Grecia de- « P o r la d i s p o s i c i ó n d e l d e r e c h o , p u e d e verse t a m b i é n q u e
estas notas e s t a b a n m u y en u s o v i s t o q u e « d e iis qute r a r o
ben haber sido m u y raros. a c c i d u n t lex fieri non debet. » P o r q u e en la ley a L u c i u s ff. d e
He leído en alguna parte que no podía quedar- m i l i , , testa », se dice e x p r e s a m e n t e . . . , etc., e t c . . ¿ Q u i é n no
c o n o c e las tres letras r o m a n a s e n m a t e r i a d e j u i c i o s ? A . , a b -
nos huella de ningún discurso pronunciado en la
s o l v o ; C . , c o n d e m n o ; N. L . , n o n l i q u e t — c u a n d o el negocio
antigüedad sin preparación escrita, puesto que los era d u d o s o .
antiguos no conocían la estenografía (3). La razón « A, N . V. C . , an. u r b e c o n d i t a .
« A . A . A. F . F. según B a i l l y des M o n t a g n e s : A e r e , a r -
g e n t o , a u r o , flavo, f e r u n t o . . .
(1) QuiNTILlANO, lib. II.
« A . F . P. R . A c t u m fide p u b l i c a R u t i l i j .
(2) ARISTÓTELES, l i b r o I I , c a p . x n , p a r i3.
i. C i c e r ó n , inter iocandum, interpretó : yEmilius fecit, plec-
(3) Un lector d e la s e g u n d a e d i c i ó n m e c o m u n i c a cortes-
titur R u t i l i u s .
m e n t e u n a c u r i o s a o b r a i n t i t u l a d a : Les Bigarrures et Tou-
cl.es du seigneur des Accords, v i e j o l i b r o p u b l i c a d o en 1662. « H. B. M . F ; C . Hasres bene m e r e n t e f a c i e n d u m cura-
H e a q u í lo q u e p u e d e l e e r s e e n la p á g i n a 5o6 : « La primera r a v i t , etc., e t c .
y m á s excelente m a n e r a de n o t a s es c u a n d o s e escribía con 1 . . . H e p u e s t o estos pocos p r e c e d e n t e s para la l e c t u r a de las
letras abreviadas, tan repentinamente que la l e n g u a era antiguas tumbas, p o r lo d e m á s h a y l i b r o s e n t e r o s á los
60 LA P A L A B R A EN PUBLICO LA P A L A B R A EN PUBLICO 61

lone. La verdad es que, sea en Grecia, sea en otro medio de llegar á obtener la concisión y la
Roma, la escritura fué siempre considerada, por precisión en los términos. Puedo decir que no
regla general, como el único método de prepara- pierde ninguna ocasión de declararlo. « Se for-
ción de la palabra en público. mará el orador, dice en De Oratore (libro 111,
Es preciso hacer observar que el orador ate- cap. XLIX), por la costumbre de escribir que es muy
niense, por seguro que de sí mismo estuviera, ja- propia para perfeccionarnos en todas las partes de
más se habría atrevido á abordar la tribuna sin la elocución. » En otro lugar (libro II, cap. xxm),
haber cuidado minuciosamente su forma, porque amonesta vivamente á Sulpicius porque persiste en
sabía bien que su auditorio era muy delicado. no adoptar este uso de escribir. « Su abundancia
es semejante á una tierra fértil en la cual crece
Puede afirmarse sin temor de engaño, que las
mucha hierba. Es preciso ramonearla con elstylo. »
arengas que poseemos de oradores griegos, no son
Cicerón, por lo demás, no retrocede ante ninguna
literalmente las mismas que pronunciaron en el
fatiga cuando debe de hablar en público. Trabaja
Pnyx; son obras literarias que, con el pensamiento
tanto sus defensas, les consagra tantas vigilias,
en la posteridad, retocaron mucho sus autores.
que sus amigos le expresan frecuentemente temo-
Cicerón explica abundantemente, siempre que
res por su salud. Escribe y declama. Daba tanta
para ello encuentra pretexto, por qué considera la
importancia á la conservación y cuidado de sus
costumbre de escribir como el método más favo-
cuerdas vocales que declamaba á diario; aun á los
rable para formar un orador. Es que no concibe
sesenta y pico de años hacía ejercicios de declama-
cuales p o d r á s r e c u r r i r c o m o á los m e n c i o n a d o s a n t e s : P r o - ción, la víspera del día en que lo mataron.
b u s , m a g n o , V a l e r i u s , en los códigos o r d i n a r i o s de d e r e c h o ,
y para tener la significación d e l a s m e d a l l a s , S i g o n i u s , el N o es quizá inútil llamar la atención sobre estos
mencionado Folzius y otros.
ejercicios declamatorios, á los cuales los antiguos
« R. R . R . T . S. D . D . R . R. R . F . F . F . F .
« R o m u l o regnante R o m a triumphante Sibylla.
atribuyeron tanto valor. N o nos referimos aquí á
« Delphica d i x i t : R e g n u m Rom® viret ílamma. las declamaciones de escuela, gérmenes de nues-
« Ferro, fame, frigore. tras conferencias de abogados. Se trata de la de-
« Diversas notas de d e r e c h o : Instit. por i n s t i t u t i o n e s ; au-
t h e n t . por authentica.
clamación á solas, « en chambre », operada única-
i S i c e r t . p e t . p o r si c e r t u m p e t a t u r ; D e . p a . p o . p o r d e p a - mente con el objeto de templar y hacer flexible el
tria potestate. » órgano. E l orador antiguo había comprendido
He p r o c u r a d o h a c e r la t r a d u c c i ó n l i t e r a l d e e s t e f r a g m e n t o
cuán interesante era para él conservar siempre dis-
para c o n s e r v a r l e su estilo arcaico.
62 LA P A L A B R A EN PUBLIBO LA P A L A B R A EN PÚBLICO 63

puesto y alerta el centro de su memoria motriz. cerón había citado en De Oratore el ejemplo de
Lo que importa retener sobre todo de estos pro- dos oradores griegos que encontró en Athenas,
cedimientos oratorios usados por Cicerón, es la Carmades y Metrodoro, « que escribían en su es-
preocupación de la preparación escrita. L a llevó píritu con imágenes como se escribe sobre la cera
muy lejos, demasiado lejos, pues llegó á esta con- de las tabletas. » (Lib. II, cap. LXXXVIII.)

clusión falsa, que la palabra en público exige ex- A u n en tiempos anteriores, Galba no empleaba
presiones delicadas y particularmente escogidas : ningún procedimiento de escritura. Es preciso
« Una carta, escribía á uno de sus amigos, no confesar, eso sí, que sus medios eran un poco sin-
puede parecerse á una defensa ó á un discurso po- gulares. La víspera del día en que debía p r o n u n -
lítico. En ella nos servimos de las expresiones dia- ciar una defensa, se encerraba con sus esclavos y
rias y corrientes (i). » les declamaba sus preparaciones. A l día siguiente
Lo que distingue á los oradores latinos de los salía, en un estado de excitación extraordinaria,
antiguos oradores griegos, desde este punto de los ojos centelleantes, vehemente, apasionado, y se
vista, es que, á pesar de la opinión de C i c e r ó n , iba al F o r o acompañado de sus desgraciados se-
cierto número de oradores latinos se mostraba cretarios todavía magullados (¡male mulcatos, dice
poco solícito para la preparación escrita. Aparece el texto) por los golpes que les había distribuido
ciertamente que Hortensius, el rival, si no el maes- durante su laboriosa gestación. Ciertamente Galba
tro de C i c e r ó n , no-participaba de las teorías de era un « motor » 1
su ilustre e'mulo. Verdad es que Hortensius estaba Queda á lo menos comprobado que Cicerón no
dotado de una memoria prodigiosa (2), de una me- pudo soportar nunca la idea de una composición
moria que le permitía componer mentalmente sus hecha sin el stylo. Para e'l, los oradores que no r e -
discursos y leerlos mentalmente cuando los pro- dactaban nada antes de aparecer en público, eran
nunciaba ante los jueces. Pero la meditación le perezosos, negligentes ó (esta última acusación es
bastaba y no recurría á la preparación gráfica. Esta original) gentes que pensaban que su reputación
composición mental no era una novedad, aun en sería más grande si la posteridad no tuviera á la
los tiempos del gran orador latino, porque ya C i - vista sus obras para juzgarlas (i).

(1) A d . f a m . I X , 2 1 . C i t a d o p o r M. G a s t ó n Boissier, Cice-


rón et ses antis. (i) Brutus, cap. x x i v .

(2) B r u l u s , c a p . LXXXVIU.
hasta que venía la noche... H o y , los jueces son
menos pacientes y más violentos que antes, i m p o -
II
nen á los oradores límites y los llaman al orden de
la cuestión (i). »
Después de Cicerón, el método gráfico no parece Los abogados de entonces miraban con cierto
haber sido descuidado por los jóvenes oradores. desprecio á aquellos de sus colegas que practicaban
U n pasaje de Quintiliano nos revela todavía más, aúnlas viejas reglas ciceronianas. E l mismo Pli-
que algunos abogados habían tomado la costumbre nio el Joven, que cultivaba el arte antiguo, no
de llevar su discurso escrito á la audiencia. L a estaba al abrigo de sus críticas; un día fué apostro-
anécdota no deja de ser sabrosa : « E l célebre C a - fado así por un orador de la Nueva Escuela : « T ú ,
sius tenía una ocasión de adversario á un abogado tú te crees en el deber de desarrollar todos los tér-
que leía su defensa en un cuaderno. En un m o - minos medios que forman la causa; yo, á primera
mento dado, exclama, siempre leyendo : « ¿Por qué, vista, descubro el c u e l l o : allí es donde aprieto (2). »
Casius, me miras con mirada tan feroz? — Por Egojugulum premo. E l ilustre Pollión que, igual-
Hércules, interrumpe Casius, yo no te miro; pero, mente, había principiado inspirándose en la letra
puesto que eso está en tu cuaderno, ¡ t o m a ! » Y le de las fórmulas ciceronianas, que escribía todos
lanzó una mirada terrible. » sus alegatos con tanto cuidado que se le tachaba
Sin embargo, de C i c e r ó n á Quintiliano, el arte de demasiado minucioso, acabó por resignarse á
de hablar en público había sufrido lo que llama- métodos más expeditivos : « Defender bien, decía
ríamos hoy una evolución. El período de la época con alguna tristeza, me valió defender muchas
ciceroniana había perdido algo de su amplitud y v e c e s ; defender muchas veces, me valió defender
de su majestad. Se multiplicaron los negocios en menos bien (3). »
el F o r o , y la exigencia de los jueces impacientes Á pesar de todo, Quintiliano persiste en hacerse
no fué pequeña causa de esta reducción de la frase. el apóstol del grafismo. Insiste á cada momento
Se produjo entonces algo semejante á lo que pasó
entre nuestro siglo xvn y la época actual, « Se
(1) C i t a d o p o r M. VÍCTOR CUCHEVAL, Histoire de l'éloquence
toleraban antes, dice A p e r e n el Dialogue des Ora- romaine depuis la mort de Cicéron, t. I.
teurs, las pesadas é interminables arengas; se con- (2) C i t a d o p o r O . DE VALLÉE, L'Éloquence judiciaire au
x v i i ' siécle, p. 2 1 4 .
sideraba como un mérito prolongar un discurso
(3J VÍCTOR C U C H E V A L , op. cit.
sobre la necesidad de la escritura para el candidato jamás sino en su espíritu », y el otro el fogoso
Cassius de quien antes hablamos (i).
á la elocuencia.
Fuera de estas excepciones, todo el mundo escri-
E n el libro X , capítulo i, declara que la elocuen-
bía. En las escuelas de declamación donde se for-
cia no puede tener solidez ni vigor si no se ejercita
maban los jóvenes oradores, desde la edad de trece
con el stylo. Más adelante repite, con Cicerón, que
años, se apelaba siempre á la memoria visual de
« el stylo es el mejor artesano del discurso ». I n -
los escolares, haciéndoles componer por escrito
siste en esta idea, en el capítulo 111, afirmando que
arengas que recitaban después de haberlas apren-
« lo importante para el orador es escribir lo mejor
dido de memoria.
posible ».
Para él, el orador es el hombre que más necesita
escribir, « cui scepius scriberenecesse est ». E n fin,
III
termina con este axioma : « Solamente á fuerza de
escribir se logra hablar con abundancia. »
E l predominio concedido en toda la antigüedad
Verdad es que, aunque tímidamente, con mil
al método gráfico, ha hecho nacer la creencia de
precauciones, habla, en un capítulo especial, de
que los Antiguos no recurrían, para recitar sus
una preparación hecha por simple meditación (co-
obras oratorias, sino á la memoria artificial, y que
gitatio); llega hasta admitir que se puede impro-
pronunciaban sus discursos á semejanza de actores
visar.
que representan su papel en un teatro.
Pero para él, la facultad de improvisar no es
Este es un error que Fenelón ha rechazado con
sino la recompensa obtenida por el orador, hacia
su habitual lucidez, en sus Dialogues sur Vélo-
el fin de su carrera, de los penosos cuidados que ha
quence. Vale la pena de ser citado el pasaje ( 2 ) :
consagrado á la preparación escrita.
« Respecto de Cicerón, vense, en algunos lugares
Sin embargo, Quintiliano no podía desconocer
de sus arengas, cosas necesariamente imprevistas.
notables excepciones á la regla que formulaba é
Pero nos referiremos á él mismo en esta materia.
imponía. Sin contar el caso m u y conocido de Hor-
tensius, citábanse, en su tiempo, á lo menos dos (1) « C a s s i u s , e s c r i b e M o n t a i g n e (lib. I, cap. íx), decía m e j o r
oradores célebres que no habían recurrido nunca á sin h a b e r p e n s a d o en lo q u e iba á d e c i r . Debía m á s á ia f o r -
tuna que á su diligencia. »
los procedimientos gráficos, uno de ellos Portius
(2) Dialogues sur l'éloquence. D. II.
Latro que, á la manera de Carmades, « no escribía
Quiere que el orador tenga mucha memoria. Hasta los platónicos han hecho de los malos demonios,

habla de la memoria artificial como de una inven- han observado que los del último orden son llama-
dos : Huyendo la lu{, y que tienen más artificio y
ción útil : pero todo lo que de ella dice no fija que
son más malignos que los otros : Omniformibus
se deba aprender palabra por palabra de m e m o r i a ;
imaginibus abundant, dice Pórfiro en el libro De
al contrario, parece limitarse á que se distribuyan
Sacri/iciis, prodigiorumque machinis máxime fal-
exactamente en la cabeza todas las partes del dis-
lunt... L a luz que huye (el demonio de impostura)
curso y que se premediten las figuras y principales
es la que nos alumbra —otxr,; 0<p9aX¡/.0(; — más pene-
expresiones que deban emplearse. »
trante que los rayos del sol, los cuales reciben
L a opinión de F e n e l o n es tanto más notable
algunas veces fracción por los obstáculos opuestos
cuanto que todo el siglo xvn estaba lejos de c o m -
de la tierra (1). »
partirla. N o sólo, sino que era hasta una novedad
atrevida para los abogados del Parlamento de Por este solo extracto de una defensa de uno de

París, quienes se hubieran avergonzado de llegar los más famosos abogados de esta época, es fácil

al Palacio sin el manuscrito de sus voluminosas ver que si Racine en sus Plaideurs difamó al F o r o ,
no lo calumnió.
defensas.
Poseo una pequeña obra de retórica, bastante Los discursos del siglo XV11, defensas ó ser-
mones, lejos de parecerse á la improvisación alada,
rara, impresa sin nombre de autor en 1675 (1), en
tienen más bien el aspecto de construcciones ma-
la cual el arte de hablar no está distinguido un
cizas y pesadas, y en todo caso, edificadas laborio-
solo instante del arte de escribir. Y sin embargo,
samente.
el escritor anónimo, que da pruebas de grande in-
Se componía de manera docta, se recitaba con
genio, ha examinado su tema en todos sentidos y
compunción, ó, según el uso más admitido, se
en todas sus lases.
leían pura y simplemente las notas en la au-
E s imposible que otra preparación que la escrita
diencia.
hubiera podido presidir á la confección de las de-
Los oradores sagrados, al decir de Fenelón, re-
fensas de Gautier-la-Gueule, quien, en febrero
citaban como verdaderos actores. E l mismo F e n e -
de 1646, alegando por el conde de C h a b o t , co-
menzaba en estos términos : ( 1 ) C i t a d o p o r M. M U N I E R - J O L A I N , Les Époques de l'Élo-
quence judiciaire en France, 1 v o l . , P e r r i n C * , ed. — V . t a m -
« Señores, entre los seis órdenes diferentes que
bién G A U D R Y , Histoire du barreau de Paris, t o m o II.
(1 )DeCArtde Parler, P a r i s , A n d r é P r a l a r d . . . M. D. C. L X X V .
lón no aplicó ciertamente siempre los principios este momento, el orador adquiere más confianza
que expuso en sus diálogos : sus composiciones en sus propias fuerzas. Desde este momento va á
oratorias son demasiado pulidas para creer que no abrirse un foso de demarcación precisa entre la
las haya recitado de memoria. Se conocen las labo- palabra y la escritura. Se comenzará á comprender
riosas preparaciones de Bourdaloue que dividía, que las cualidades que hacen al escritor no tienen
subdividía y resubdividía sus sermones hasta el nada de común con las que hacen al orador, que
infinito. Tambie'n Massillon, con más arte, cortaba existe algo más que una división de los estilos, que
en cuatro las ideas. Fléchier era un retórico y un la pluma se opone á la palabra y que el estilo ora-
actor de primer orden. Bossuet parece ser el único torio quizá no existe.
que comprendió mejor la composición oratoria : E n la aurora misma del siglo xix se encontra-
« Arrojaba en el papel, dice Le Berquier, el plan rán, sin duda, en el estrado, abogados con el ma-
de sus discursos y esperaba las inspiraciones del nuscrito de su defensa en la mano ; algunos tribu-
púlpito para dar movimiento y vida á sus medita- nales, como el de Burdeos, persistirán mucho
ciones (i). » tiempo en considerar la lectura de los alegatos
como un uso inviolable. Pero bien pronto esta
E l siglo XVIII no trajo un gran cambio en los
costumbre será considerada por los jóvenes ora-
métodos oratorios. Las defensas continuaron siendo
dores como una cosa defectuosa, y los últimos imi-
lecturas en los estrados, y había abogados que soli-
tadores de C o c h i n no serán ya sino los venerables
citaban que se suspendiera la audiencia ocho días
despojos de otra edad.
para pronunciar una réplica. Los más grandes abo-
gados, C o c h i n entre otros, no abandonaron nunca L a Revolución precipitó la ruina de los viejos
esta manera de preparar y de recitar sus obras. métodos que gobernaban el arte de hablar. La elo-
Habrían creído faltar al respeto debido á los ma- cuencia política de esta época borrascosa no per-
gistrados procediendo de manera diversa. mitía las lentas preparaciones de la pluma, y los
abogados educados en la antigua escuela, conver-
Entretanto, con el ilustre Gerbier se inicia una
tidos en hombres políticos, se vieron obligados,
evolución. Ciertamente, la penosa preparación
muy á su pesar, á improvisarse «improvisadores ».
gráfica seguirá siendo la base de los procedimien-
Veremos en el próximo capítulo ejemplos curiosos
tos oratorios. Pero puede decirse que á partir de
del desconcierto que produjo en los cerebros la
subversión de los métodos.
(I) LE BERQUIER, Le Barreau moderne, p . 93.
Sin embargo, sería falso decir que esta transfor- petidas veces en su gabinete, no para repetir fiel-
mación se operó en un instante. E n la última mitad mente lo que ha escrito, sino para defender como
del siglo xvin la influencia de Gerbier se había si se estuviera en el tribunal, preocupándose tan
hecho sentir eficazmente, y un considerable número sólo de conservar el plan y el orden, sin inquietarse
de abogados, mucho antes que Danton, habían co- de los cambios que se hagan en las expresiones,
menzado á defender teniendo á la vista solamente con tal de que presenten las ideas con exactitud y
algunas notas sencillas. Hasta los tratados didácti- claridad. Este método servirá para fijar en el espí-
cos se resentían de este nuevo estado de espíritu. ritu esta a memoria de las cosas », la única que
debe interesar al orador. »
U n abogado del Parlamento, que ha quedado
desconocido, hizo aparecer, en 1776,un compendio H o y estos consejos pueden parecer vulgares : en
« sobre la elocuencia en los tribunales » (impreso el siglo xvni tenían un alcance revolucionario.
por Laporte, librero, calle de Noyers), que con- La precisión de los términos empleados revela,
tiene opiniones muy interesantes. además, á un escritor de gran calor.
E n ese compendio el autor protesta contra el
uso m u y frecuente de leer las composiciones ora-
torias. Prueba que este uso impide que la acción IV
del orador tenga naturalidad :
» Tiene también el inconveniente, escribe, de
esclavizar al orador á lo que ha compuesto y de E n nuestros días, la transformación inaudita que
quitarle la presencia de espíritu y la fuerza necesa- ha sufrido la palabra en público, en todos los géne-
rias para equilibrarse á la impresión que advierte ros, no ha dejado de impresionar á algunos neo-
en el espíritu de los jueces, replicar incontinente, retóricos. E n un libro cuya lectura ha llegado á
ó responder á las interrupciones que puede lanzarle ser insípida, M. de Gormenin, que por el año
su adversario. Por otra parte, es cosa deplorable de 1840 era más conocido con el sobrenombre
aprender de memoria su defensa conforme al sis- feroz de T i m ó n (1), ensayó hacer la psicología del
tema de los predicadores. orador. N o lo logró suficientemente. Divide á los
oradores en tres categorías :
« E l joven orador deberá primero componer com-
pleta su defensa por escrito, después meditarla (1) TIMÓN, Le Livre des orateurs, 1 vol., Pagnerre, ed.,
para penetrarse bien del plan, ejercitarse luego re- P a r í s , 1840.
1.° Los que leen lo que han escrito; originales han sido ahogadas en un estilo tan fasti-
2." Los que recitan lo que han aprendido ; dioso.
3.° Los que improvisan. El inmenso mérito de M. Paignon ha sido el de
Después, define así al improvisdor : « el que proclamar que todo método oratorio basado en la
ignora todo lo que va á decir y no sabe nunca cómo preparación escrita es una añagaza, y que la im-
va á decirlo. » provisación es, no un don del cielo, sino una cos-
Es de toda evidencia que un escritor que hoy tumbre que puede adquirirse en virtud de actos
emprendiera la ingrata tarea de rehacer el Libro de reiterados.
los oradores, comenzaría por suprimir de la lista Así pues, desde 1846, M. Paignon tuvo la saga-
los lectores y los recitadores. cidad de protestar contra el método que, á pesar
E n cuanto á la definición de la improvisación, de sus esfuerzos, continúa estando en boga tanto
tal como la formuló T i m ó n , veremos á poco que en nuestros palacios de justicia como en nuestra
es falsa en más de un punto. U n improvisador que Universidad.
correspondiera exactamente á la fórmula propuesta Ciertamente la preparación gráfica del discurso
por M. de C o r m e n i n , tendría cuando más el talento no ha impedido á grandes oradores conmover á las
de palabra que un corredor en vinos necesita para multitudes y llegar á las alturas de lo s u b l i m e ;
colocar su mercancía. pero dígase cuanto se quiera, constituye para los
De todos los autores que han procurado rejuve- estudiantes de elocuencia el más detestable de los
necer las viejas retóricas, el que me parece que ha procedimientos. N o está ya de acuerdo con las
sido más afortunado, cuyas teorías, en todo caso, necesidades de nuestra época, es un legado de las
se encuentran más cerca de la verdad, es M . E u - viejas edades, mantenido aún por una educación
gène Paignon, autor de un tratado que apareció que tiende, de grado ó de fuerza, á hacer de cada
en 1846 y que ha sido refundido recientemente en uno de nosotros verbo-visuales. Debido á la pre-
la nueva edición de 1888 (1). paración gráfica, muchos jóvenes, en el fondo bien
E l único defecto que me creo en el deber de re- dotados para el ejercicio de la palabra, se han de-
prochar á esta obra, es una fraseología que hace su tenido en la mitad del camino llenos de desaliento.
lectura casi insoportable. Nunca, tal vez, ideas tan Á ella también debe atribuirse en parte el disgusto
que hoy inspira la vieja retórica.
(1) Éloquence et improvisation, p o r EUGÈNE PAIGNON, a n t i -
g u o a b o g a d o de la C o r t e de C a s a c i ó n , P e d o n e - L a u r i e l , e d . ¡Cuántas buenas voluntades han sido aniquila-
das por la lectura de esos tratados en los cuales se
habla del « don oratorio », de « la inspiración Apéndice al Capitulo IV (Nota de la 3.» edición)
divina », de las « cualidades que se adquieren na-
ciendo », del « rayo de la improvisación »! M. Paignon, que fué uno de los huéspedes ama-
¡ Cuántos buenos muchachos han esperado bajo dos del palacio de justicia, en donde ejerció largo
el olmo ese rayo que no los ha h e r i d o ! ¡ C u á n t o s tiempo la profesión de abogado en la Corte de C a -
han perdido su tiempo en escribir y volver á escri- sación, desde 1840, había expuesto empíricamente
bir sus discursos, con el pretexto de que tal cosa muchos de los principios que he desarrollado, —
había dado excelentes resultados á Jules Favre! como lealmente acabo de reconocerlo.
Y de ese sistema ¿ qué ventajas serias han podido Predicó en el desierto y mucho me temo no ser
obtener, si no es en lo que se refiere al « estilo » más afortunado que él. Los presidentes que se
el « estilo », esta bestia negra de la elocuencia mo- suceden en el Palacio persisten en recomendar el
derna ? método de Jules Favre. He aquí cómo todavía se
Sabedlo bien, de una vez para siempre, no hay expresaba á este respecto M. Ployer, en su discurso
cosa que sea más contradictoria al desarrollo ora- de la presidencia (año 1897):
torio que la preparación por escrito. Si grandes « Queréis saber algo más preciso, más práctico,
oradores han llegado á la suprema elocuencia, ha si existen procedimientos, métodos que permitan
sido sin ese método, mejor dicho, á pesar de él. domar las rebeldías de la palabra para conquistar,
H o y día, los recientes datos científicos han ve- con la improvisación, su poder soberano
nido á confirmar los felices hallazgos de M. Pai- « Este método existe, tan sencillo cuanto seguro,
gnon. al alcance de t o d o s ; hasta os parecerá que es de
Posible es trazar el compendio de un método ra- orden casi físico, que es el desarrollo natural de la
cional. Me esforzaré en hacerlo. misma facultad, si os tomáis tan sólo el trabajo de
Y si hay alguien que me reproche no tener para calcular la corta separación que se establece entre
ello la autoridad necesaria, le responderé repitiendo la marcha de una palabra que se retarda y la de
por mi cuenta esta palabra burlesca de Quintiliano, una escritura que se apresura.
« que los que han disertado más sobre el arte ora- « Así pues, en la escritura está el método eterno
torio han sido muchas veces medianos oradores. » empleado tan constantemente, añadiré tan glorio-
samente, que vuestro amor propio de jóvenes ora-
78 LA PALABRA EN PUBLICO

dores puede, os lo aseguro, someterse á él con


docilidad. »
A pesar del innegable prestigio de M . Ployer,
me veo obligado á reconocer que la experiencia de
todos los que han seguido el método racional,
trazado en el capítulo siguiente, es favorable á mi
tesis. Cuento por centenares las cartas que me han CAPÍTULO V
llegado — algunas de ellas provienen de eminen-
cias oratorias — en las cuales se hace constar que P l a n de u n m é t o d o racional.

la pretendida necesidad de la preparación gráfica


es una ilusión. S u m a r i o : Preparación gráfica y preparación mental. — El
camino de los escolares. — El sistema de JULES FAVRE. —
Métodos del verbo-motor, del auditivo, del visual. — La
innervación de las cuerdas vocales. — Las especialidades
cerebrales. — Nuestra educación universitaria, su defecto.
— Opinión de M. J. REINACH. — La premeditación oral. —
-Las notas y las transiciones. — Observación de MONTAIGNE.
— La Información del moderno foro de. Bruselas. —
M . BRUNETIÉRE_X la elocuencia. — Opinión de T H I E R S .

E l método racional de preparación del discurso


debe apoyarse en estas dos proposiciones :
i.° La preparación gráfica somete el cerebro del
orador á una serie de trabajos inútiles; exige un
verdadero despilfarro de fuerzas.
2. 0 L a preparación puramente mental es la más
corta, la más lógica, la más adecuada al objeto que
se trata de alcanzar.
78 LA PALABRA EN PUBLICO

dores puede, os lo aseguro, someterse á él con


docilidad. »
A pesar del innegable prestigio de M . Ployer,
me veo obligado á reconocer que la experiencia de
todos los que han seguido el método racional,
trazado en el capítulo siguiente, es favorable á mi
tesis. Cuento por centenares las cartas que me han CAPÍTULO V
llegado — algunas de ellas provienen de eminen-
cias oratorias — en las cuales se hace constar que P l a n de u n m é t o d o racional.

la pretendida necesidad de la preparación gráfica


es una ilusión. S u m a r i o : Preparación gráfica y preparación mental. — El
camino de los escolares. — El sistema de JULES FAVRE. —
Métodos del verbo-motor, del auditivo, del visual. — La
innervación de las cuerdas vocales. — Las especialidades
cerebrales. — Nuestra educación universitaria, su defecto.
— Opinión de M. J. REINACH. — La premeditación oral. —
-Las notas y las transiciones. — Observación de MONTAIGNE.
— La Información del moderno foro de. Bruselas. —
M . BRUNETIÉRE_X la elocuencia. — Opinión de T H I E R S .

E l método racional de preparación del discurso


debe apoyarse en estas dos proposiciones :
i.° La preparación gráfica somete el cerebro del
orador á una serie de trabajos inútiles; exige un
verdadero despilfarro de fuerzas.
2. 0 L a preparación puramente mental es la más
corta, la más lógica, la más adecuada al objeto que
se trata de alcanzar.
3.° El orador está obligado después de esta doble
Tratemos de hacer un análisis psicológico del
operación, si no quiere perder los beneficios que
trabajo invertido por el orador gráfico :
de ella obtiene, á efectuar una tercera, que consiste
i.° Está obligado á entregarse, en primer lugar,
en cargar su memoria verbo-visual con el lenguaje
á un trabajo de combinación mental, trabajo del
gráfico que ha expresado. El orador se jacta, en
que están dispensados solamente los gráficos puros,
este caso, de no aprender de memoria. Cuando
es decir, los que encuentran las ideas al escribir-
dice esto es sincero, pero el desgraciado ignora
las ; y este tipo, como se sabe, es bastante raro.
que, en realidad, se sirve de su memoria verbo-
Necesita, si es auditivo puro, evocar el demonio
visual bruta. Si su memoria bruta es mala, llega al
interior, hacerse halbar. Es preciso que el pensa-
sistema de Jules Favre, es decir á copiar dos veces,
miento se exprese previamente en lenguaje in-
tres veces y más su discurso. Afirma entonces gra-
terno.
vemente que este sistema le ha proporcionado pala-
2. 0 Por medio de una segunda operación intelec-
bras más exactas, fórmulas más precisas, expre-
tual, el lenguaje interior debe ser traducido exte-
siones más escogidas.
riormente en lenguaje escrito. A h o r a bien, en la
E s perfectamente cierto : puedo añadir que si es
mayoría de las veces, ¿qué es lo que resulta? Esta
« gráfico puro », habrá podido de ese modo engas-
expresión que exterioriza las imágenes gráficas
tar nuevas ideas en su plan primitivo. Pero todo
desahoga simplemente el centro de la memoria mo-
esto tiene por resultado desarrollar en él cualidades
triz gráfica y disminuye la fuerza de tensión de las
de escritor, no cualidades de orador, sobreexci-
imágenes. Puede decirse que la memoria se des-
tando sus centros visuales. Copiar muchas veces es
carga por medio de la escritura. Y e s t o es tan cierto,
aprender de memoria por medio de la memoria
que muchos escritores afirman que leyendo lo que
bruta gráfica, del mismo modo que el niño pere-
acaban de escribir, tienen la sensación de leer algo
zoso que aprende su lección hablándola muchas
nuevo. ¡ Cuántas veces he oído decir, en mis inves-
veces de dientes afuera, la fija en su memoria bruta
tigaciones orales : « Leo mi obra por primera vez
verbo-motriz.
cuando la veo impresa I »
4. 0 Cuando el discurso queda fijado así en las
Desde el punto de vista de la palabra exterior,
memorias visuales, ya sea vagamente, ya de una
no solamente la escritura no sirve de nada, sino
manera precisa, el orador está obligado á estable-
que también se resuelve en un infructuoso gasto
cer una correspondencia entre sus memorias v i -
de energía mental.
suales y su centro motor de articulación, nuevo
que serán m u y dóciles en obedecerlo. Sus e j e r c i -
trabajo frecuentemente penoso. E s este el trabajo
cios declamatorios deberán tender á moderar su
que hacía Cicerón en sus fatigosas declamaciones,
órgano, á articular con lentitud y con claridad.
y el que hacía Demóstenes en su sótano. Cerebral- Deberá aprender á escucharse hablar, hasta en la
mente, esta tarea se divide en dos partes, la pri- conversación ordinaria.
mera consiste en suavizar las fibras nerviosas que
E n él, las múltiples operaciones cerebrales á que
conducen de los centros visuales á los centros mo-
se sujeta el gráfico se reducen á una sola.
tores de articulación, y la segunda comprende el
E l método del auditivo que quiere practicar la
ejercicio de las fibras centrífugas de articulación.
palabra no es tampoco complicado, porque mi con-
E l camino que sigue así el orador para traducir vicción, y a expresada, es que no necesita de mu-
su lenguaje interior en lenguaje externo, puede ser cho un auditivo, aun del tipo más puro, para llegar
llamado muy justamente el camino de los esco- á ser un verbo-motor, si no existe en su sistema
lares. nervioso motor ningún trastorno serio.

Pasemos ahora al trabajo verdaderamente metó- E s preciso acordarse, en efecto, de lo que decía
dico del meditativo, del que merece ser llamado Lichtheim, « que el centro auditivo manda al
« improvisador ». centro de Broca » (i), y de este principio, des-
Este no debe de tener sino un objetivo : hacer arrollado desde los comienzos de este estudio,« que
trabajar su memoria motri\ de articulación. las palabras oídas son almacenadas en el estado de
Si tiene la ventaja de haber nacido motor de arti- tensión. »

culación, su trabajo es de los más fáciles. E n él La educación del auditivo que quiere llegar á
las palabras están sobre todo representadas por las ser orador, debe sobre todo consistir en establecer
imágenes de los movimientos necesarios para pro- buenas relaciones entre el centro de las palabras
nunciarlas. He descrito suficientemente en el oídas y el centro de las imágenes de articulación.
capítulo II la afortunada situación de este « tipo », Para esto, el auditivo debe desterrar rigurosa-

desde el punto de vista del arte oratorio. mente toda intervención de la memoria visual.
Desde el momento en que conozca su materia en
El único defecto de que deberá precaverse es la
sus líneas generales, debe obstinarse en desarro-
extrema volubilidad que casi siempre se resuelve
en farfulla. Tendrá, pues, que clasificar, coor-
dinar, colocar en su cerebro materiales verbales ( i ) C i t a d o por P . B l o c q , op. cit., p. 14.
liarla con la simple meditación, y luego con el
lenguaje en voz alta. La primera condición para antes de haberse hablado á sí mismo su contenido
un no-motor que quiere « hablar » es convertirse aproximativo ? E s preciso enseñarse á articular el
en motor de articulación. E s esta una educación pensamiento: áeste precio se obtiene el éxito.
que hay que hacer, educación relativamente fácil En resumen : el hombre que piensa vive de dos
con mucha buena voluntad. Es necesario adies- capitales : el capital de las palabras oídas y el ca-
trarse. T o d a s las mañanas, aun cuando no sea sino pital de las palabras vistas. El capital que debe
un cuarto de hora, debe improvisarse en alta voz empeñarse en desarrollar el que quiere llegar á ser
sobre un tema cualquiera ; es preciso innervar las orador profesional, es el capital de las palabras
cuerdas vocales, teniendo siempre presente en la oídas. A menos de ser uno de esos prodigios raros
memoria el axioma de Paignon : « Se enseña uno que reúnen todas las superioridades, el individuo
á improvisar por medio de actos repetidos. » que quiere sobresalir en un arte debe particula-

¿ Es acaso tan difícil empeñarse en desarrollar rizar las funciones de su cerebro que permiten el

todos los días, durante un corto lapso de tiempo, ejercicio de ese arte. E s esta una resultante del

el más vulgar d é l o s lugares comunes? En todo principio mismo de la división del trabajo.

caso, no cuesta mucho ensayar dos ó tres meses. M. Saint-Paul, hablando como médico más que
En cuanto al verbo-visual y sobre todo al motor como artista, dice que el hombre normal, el
gráfico puro, el oficio de hablar en público es hombre completo y equilibrado es el indiferente,
para ellos, en verdad, de un difícil aprendizaje. en el cual todos los centros nerviosos están igual-
Los exhorto sin embargo á que no retrocedan ante mente en funciones. Sí, pero este equilibrado será
la tarea que van á emprender. C o m o primera con- probablemente una medianía. M. Gilbert Balley
dición de e'xito deben abandonar los procedimientos había escrito antes que el « tipo » ideal era el que
visuales, y adiestrarse en la molricidad auditiva. estaba mejor armado en la lucha por la vida, por-
Hacerse leer en alta voz, procurar retener algo de que si perdía uno de sus centros le quedaba la su-
esas lecturas y repetirlas con la menor inexactitud plencia de los otros. ¡ Y bien, n o ! Y a sea que nos
posible, recurriendo tan sólo á la memoria audi- coloquemos en el punto de vista del egoísta « com-
tiva. N o escribir nada antes de haber ensayado bate por la existencia », ya sea que nos pongamos
componerlo en alta voz. ¿ Hay algo de penoso en en el punto de vista de una humanidad altruista,
tomar como programa no escribir nunca una carta es preciso proclamar que, sea en un interés per-
sonal, sea para la común utilidad, el hombre debe
Desgraciadamente, entre nosotros la educación
tener una tendencia continua á perfeccionar las
ha permanecido visual. T i e n d e á hacer de todos,
cualidades especiales de su cerebro. — E n esta
en la mayor proporción posible,gráficos. E n nues-
condición reposa el Progreso.
tras clases de retórica el discurso francés no ad-
Es, pues, necesario que, en la educación de la
mite sino el discurso escrito. Las más de las veces
juventud actual, en el momento en que las voca-
las recitaciones se hacen « textualmente ».
ciones se bosquejan, se de', como ya lo habían in-
E s preciso decidirse á enseñará los adolescentes
tentado los antiguos, un lugar especial á todos
á «improvisar ». Esta idea hará tal vez sonreir á
los que tengan como función social la de hablar
los que aman solamente los caminos trillados. ^
en público. N o sólo, sino que sería interesante
que, en determinada medida, los jóvenes llamados N o debe olvidarse, sin embargo, que si la im-
á recibir la educación integral se adiestrasen desde provisación no es un don de la naturaleza en la
el liceo á hablar en público, á menos que á ello no mayoría de los oradores, sino que se enseña y se
se opongan sus disposiciones orgánicas. Esto es lo aprende, no puede aprenderse ya á contar de cierta
que ya han hecho, con m u c h o éxito, los america- edad. M. Joseph Reinach escribía recientemente,
nos y los ingleses (i). después de Cormenin, que no se aprendía á impro-
visar una vez pasados los cuarenta años (i). ¡ A y !
(i) C r e o de m i d e b e r i n s e r t a r a q u í u n f r a g m e n t o d e u n a
creo que es necesario rebajar todavía algo de esa
bella carta q u e m e e n v i ó M. Delvaille, profesor agregado
de filosofía, p o c o t i e m p o d e s p u é s de h a b e r s a l i d o á la v e n t a
cifra. C u a n d o se quieren practicar después de los
la 2.* e d i c i ó n : « Decís q u e n u e s t r a e d u c a c i ó n es s o b r e todo treinta años, aun después de los veinticinco, los
visual y q u e se tiende á h a c e r n o s gráficos. E s t o era cierto
preceptos cuyo resumen he procurado exponer, se
antes, pero y a n o lo e r a en m i t i e m p o . N u e s t r o s p r o f e s o r e s
de « C h a r l e m a g n e » n o s a c o s t u m b r a b a n á h a b l a r , á tratar
encuentran dificultades insuperables. E n todo
a l g u n a p e q u e ñ a m a t e r i a ante n u e s t r o s c a m a r a d a s . Y lo q u e se caso, los estuerzos resultan mucho más penosos
c o m e n z a b a á hacer c u a n d o era y o a l u m n o , procuro ahora
que cuando el cerebro posee todavía la maleabili-
q u e sea u n e j e r c i c i o n o r m a l e n la c l a s e . . . Desde q u e soy p r o -
fesor siempre he hecho hacer este ejercicio. D o y á un
dad de los veinte años. Esta es la idea que expre-
a l u m n o un c a p i t u l o de libro para q u e lo a n a l i c e . L o h a g o saba excelentemente el retórico romano cuando
s u b i r á la c á t e d r a y e x h o r t o á s u s c a m a r a d a s á q u e tomen
notas, c o m o si y o m i s m o d i e r a la l e c c i ó n . D e b o confesar
p a l a b r a si el p r o c e d i m i e n t o n o era el q u e y o q u e r í a , y si,
q u e h e l u c h a d o m u c h o para d e c i d i r l o s á q u e hablen verdade-
p o r lo m i s m o , el e j e r c i c i o n o l l e n a b a s u o b j e t o . »
ramente. A l g u n o s me hacían, primero, simples lecturas,
( I ) J. REINACH, « Le Canciones f r a n ç a i s ,». I n t r o d u c c i ó n ,
c o m o si se tratara de u n a c o m p o s i c i ó n ; o t r o s a p r e n d í a n de
m e m o r i a . Los he acostumbrado á lanzarse, quitándoles la i vol., Delagrave, ed.
decía que « cada uno prefiere atenerse á lo que
critura podía d a r á los discursos una forma precisa
sabe que aprender de nuevo, y que se considera
y firme. Nada impide, en una preparación mental,
siempre como el mejor camino el que ya se ha re-
ceñir el estilo y obtener precisión en las expresio-
corrido una vez » (i).
nes. Es necesario no contentarse con crear imáge-
A s í pues, lo mejor es estudiar el arte de hablar nes fugitivas y decir : « ¡Bah ! ¡ esto se fijará des-
desde la primera juventud. He aquí por qué de- p u é s ! B Importa que cada idea tenga marcados
dico estos ensayos principalmente á los jóvenes. sus contornos. Débese buscar este ideal : que las
palabras del discurso que va á decirse sean pro-
nunciadas en el cerebro de un modo tan perfecto
II
como ante el mismo público. Contentarse con el
« poco más ó menos » en la meditación es un mal
Me permitiré añadir, para que la juventud los método. La fijación de las imágenes que formarán
utilice, algunos consejos, resumiendo con la ener- el discurso será tanto mejor cuanto más tenaz haya
gía de que soy capaz el método que preconizo. sido el esfuerzo para fijarlas. Sobre todo, no espe-
Rechazo enérgicamente en la elaboración del réis nunca que la forma venga por accesión. Ver-
discurso toda preparación escrita. L a premedita- dad es que lo importante es el fondo mismo del
ción verbo-motri^ es, á mi entender, la única que discurso : en las ideas y no en las palabras debe
puede formar un orador. L l a m o principalmente la encontrarse el enlace racional, la cohesión de la
atención sobre los procedimientos que empleaba obra oratoria. A su encadenamiento natural deberá
Francisque Sarcey y que señalaré en el capítulo el orador esta lógica de la « bala de cañón », que
próximo. arrastra las convicciones. Pero la forma tiene un
Importa que esta premeditación sea trabajada precio incalculable, y el que no medita la forma
con el mayor cuidado. Si se hace de una manera al mismo tiempo que el fondo, corre el riesgo de
vaga, poco precisa, no servirá de mucho. El em- quedarse entre las medianías.
pleo de la meditación débil y perezosa ha dado
N o toméis notas sino después de haber medi-
cierta fuerza á las objeciones de los gráficos,
tado. Las notas tienen la grande utilidad de asegu-
cuando éstos han pretendido que solamente la es-
rar las transiciones. Sería mejor, seguramente,
abstenerse de ellas, como hacen los privilegiados.
(i) QUINTILIANO. Pero podría sucederle al imprudente orador lo que
tan graciosamente contaba M. Sarcey en sus re- nen de su parte todas las fortunas, porque son
cuerdos de conferencista : olvidar, por la falta de numerosos los que, antes de ser consagrados como
una señal escrita, la tercera parte de lo que debía perfectos oradores, han impacientado á más de un
decir. L a transición de una idea á la otra ha sido auditorio. T o d o s los que han podido ver en el tra-
siempre señalada por los retóricos como el gran bajo y seguir durante algunos años á jóvenes ora-
e s c o l l o d e l o s candidatos al arte del bien hablar. \ E s dores, mal dotados pero perseverantes y des-
preciso « hipnotizarse » sobre las transiciones ! deñosos de los métodos gráficos, han quedado
Sobre todo, ¡tened audacia! Desgraciado del que estupefactos al tener que comprobar progresos
no la tenga para afrontar el auditorio, muchas sorprendentes (i). E n cuanto á los gráficos, llegan
veces tanto más temible cuanto más tranquilo y c u e n t r o este c o n s e j o q u e dar : afrontarla comezando por
silencioso. E s preciso reconocer, con tristeza si « p l a t i c a r » a n t e a u d i t o r i o s de a m i g o s . Sin e m b a r g o , n u m e -
queréis, que la modestia es una virtud funesta al r o s o s e j e m p l o s establecen q u e este defecto del carácter ha r e -
s i s t i d o á toda c l a s e d e e s f u e r z o s . Se v e n c e n m á s f á c i l m e n t e
orador, lo mismo que la presunción es para él el los d e f e c t o s f í s i c o s q u e los defectos m o r a l e s .
más precioso de los defectos (i). Los audaces tie- ( 0 N o d e b e c r e e r s e q u e , en g e n e r a l , e l a u d i t o r i o esté m a l
d i s p u e s t o p a r a con los o r a d o r e s q u e d e m u e s t r a n i n e x p e r i e n -
( i ) E x t r a c t o d e u n a c a r t a q u e m e h a d i r i g i d o M. Max Nor- c i a . E l p ú b l i c o no detesta en el o r a d o r u n e m b a r a z o q u e le
dau : « No sólo es la e l o c u c i ó n la q u e h a c e al o r a d o r . E n su p r u e b a la m o d e s t i a ó la s i n c e r i d a d del q u e á él se d i r i g e . A l -
é x i t o ó e n s u fracaso e n t r a t o d a v í a o t r o e l e m e n t o , de orden g u n o s c o n f e r e n c i s t a s c o n s i d e r a r á n hasta c o m o u n a h a b i l i d a d
p u r a m e n t e p s i c o l ó g i c o , y q u e n a d a tiene q u e v e r con la m e - las v a c i l a c i o n e s e s t u d i a d a s del e x o r d i o . N u e s t r o admirable
m o r i a especial y con el e s t a d o de los d i v e r s o s c e n t r o s del Anatole France ha e m i t i d o á este r e s p e c t o u n a teoría q u e
l e n g u a j e h a b l a d o ó e s c r i t o . E s t e e l e m e n t o e s la m a y o r ó m e - r e s u m e así :
nor f u e r z a de c a r á c t e r , q u e se t r a d u c e y a p o r la t i m i d e z , y a « C i e r t a m e n t e la t r i b u n a no es para los o r a d o r e s p e n o s o s ;
p o r la c o n f i a n z a en sí m i s m o . éstos hacen c o m p a r t i r á s u s o y e n t e s la fatiga q u e e x p e r i m e n -
« La timidez ejerce una acción inhibitoria sobre los cen- tan ; p o r u n a s i m p a t í a i n v o l u n t a r i a se sufre con s u s s u f r i -
tros del l e n g u a j e q u e les i m p i d e a b s o l u t a m e n t e funcionar, m i e n t o s . P e r o un o r a d o r de p a l a b r a d e m a s i a d o fluida q u e se
sean p s i c o - m o t o r e s , a u d i t i v o s ó v e r b a l e s . E s t a t i m i d e z p u e d e d e r r a m a en c o r r i e n t e u n i f o r m e , n o i n s p i r a en u n a a s a m b l e a
t e n e r c a u s a s m u y d i v e r s a s , c u y o a n á l i s i s d e t a l l a d o seria m u y m á s q u e u n i n t e r é s s u p e r f i c i a l . E s preciso q u e e l q u e h a b l a
interesante (orgullo, cobardía, exceso de f a n t a s í a , instinto parezca b u s c a r y e s c o g e r s u s ideas y s u s p a l a b r a s . Debe ser
s o c i a l d e m a s i a d o d e s a r r o l l a d o , idea e x a g e r a d a de las c o n s e - r á p i d o e n b u s c a r l a s y acertado en e s c o g e r l a s ; m á s a u n , u n a
c u e n c i a s q u e p u e d e tener u n a d e r r o t a o r a t o r i a , etc.). E n t o d o y otra c o s a deben sentirse e n a l g u n a s i n f l e x i o n e s de la v o z y
c a s o , n o d e b e o m i t i r s e este e s t u d i o al h a c e r l a p s i c o - f i s i o l o - en c i e r t a s d e t e n c i o n e s d e la r e c i t a c i ó n . E s necesario, en fin,
g í a del o r a d o r . » q u e el t r a b a j o del p e n s a m i e n t o p e r m a n e z c a s e n s i b l e en m e d i o
de la acción o r a t o r i a . » (ANATOLE FRANCE, La Vie littéraire,
M. N o r d a u tiene s o b r a d a r a z ó n en d e n u n c i a r la i n f l u e n c i a
t o m o I V . C a l m a n n - L é v y , ed.)
de la t i m i d e z e n el arte o r a t o r i o . Á este p r o p ó s i t o , sólo en-
93

para corregir sus entonaciones de voz, su pronun-


al apogeo desde su primer ensayo y no pasan de ciación, su recitación. »
allí, se repiten lamentablemente. En el mismo orden de idea?, aconsejaría con
¡Esmeraos en la d i c c i ó n ! Cuidadla tanto más especial empeño á los principiantes, aunque esta
cuanto más grande sea vuestra facilidad. ¿ Sois opinión se haya vulgarizado, que cuotidianamente
como el locuaz orador borbollón de que habla escuchen hablar á buenos oradores. Los jóvenes
Montaigne, cuyas palabras se precipitan « á seme- tienen una tendencia marcada á desdeñar esta cos-
janza del agua, que por su fuerza de aceleración, tumbre excelente. L a rutina dictaba este precepto
por su violencia y abundancia no puede encontrar á los viejos retóricos. H o y , la ciencia psicológica
salida en un gollete abierto » ( i ) ? Ejercitaos en- más verdadera proclama que « el oído hace al ora-
tonces en articular limpiamente y en evitar los dor ». Llenad, pues, vuestros oídos de bellos pe-
traspiés de las sílabas. Lo mejor para el princi- ríodos sonoros, enriqueced vuestra memoria ver-
piante que hace sus primeras armas, es asegurarse bal con expresiones escogidas, con fórmulas con-
la presencia, á su lado, de un amigo sincero y cisas, y con palabras supernumerarias que darán
adicto que le señale los defectos y le reprima los vida á vuestros futuros discursos. Recordad que el
extravíos. « L o que hace falta á los jóvenes, decía espíritu humano se alimenta de IMITACIÓN, y que el
el consejero M. Beltjens respondiendo á la investi- poder enorme de esta « fuerza social » ha sido
gación del foro de Bruselas (2), es un patrono que puesto de relieve, de un modo sorprendente, por
de cuando en cuando diera una lección de arte ora- el genio de T a r d e (1). Poned el mismo cuidado en
torio, que los autorizara á leer delante de él una seguir á los buenos oradores que en huir de los
memoria deteniéndolos en el momento necesario malos, pues parece que nos impregnamos más
pronto de los defectos de otro que de sus cuali-
dades. ¿A quién no le ha pasado tartamudear des-
(1) MONTAIGNE, l i b . I, c a p . í x . — Respecto de la velocidad
pués de una hora de conversación con un tarta-
d e las p a l a b r a s e n el a r t e o r a t o r i o , v e d u n a r t í c u l o d e M. E g g e r
e n l a Revue philosophique de j u l i o de i8g5. — Un orador, mudo, y de farfullar después de oir á un farfulla(a) ?
M. de Parieu, p r o n u n c i a b a h a s t a 220 p a l a b r a s por m i n u t o . He aquí por qué las grandes ciudades en donde se
M. D é r o u l è d e a l c a n z a e s a s p r o p o r c i o n e s . E l t é r m i n o medio
encuentran los conferencistas disertos, los políticos
o r d i n a r i o de los q u e saben decir bien es de go á i 5 o p a l a b r a s
por minuto.
(1) G TARDE, Les Lois de l'imitation, 1 v o l . , A l e a n , ed.
(2) Enquête sur la plaidoirie. R e s p u e s t a al c u e s t i o n a r i o del
(2) V . G. BALLET, op. cit., p. 25.
C i r c u l o d e e s t u d i o d e l j o v e n f o r o d e B r u s e l a s . V» L a r c i e r , e d .
Bruxelles, 1891.
• ' •

elocuentes y los abogados de talento constituyen ante su sentencia. ¡Sí, todos los géneros del arte de
por excelencia los medios de cultivo del arte ora- hablar se resienten de la mediocridad, no la sopor-
torio. tan tan sólo, la consienten, y puede llegarse á decir
Desconfiad principalmente de todo lo que pueda que de ella v i v e n ! Sí, una de las razones que cier-
recordar, en un discurso, el estilo del escritor. T o - tamente han contribuido en Francia á desacreditar
dos los ornamentos de la antigua retórica son el la elocuencia del foro, ha sido su pretensión de ser
espolio del orador moderno. La palabra en público elocuencia (i).
no puede tener sino un solo objeto lógico : hacer Así pues, procurad ser sencillos en vuestros dis-
penetrar el pensamiento del orador en la inteli- cursos, y no emplear ninguna palabra, ninguna
gencia de los oyentes y hacerlo penetrar al vuelo. expresión que no esté en el lenguaje usual. T o d a la
Persuadámonos, esto es ya un esfuerzo extraordi- obra oratoria debe resumirse en una cualidad sufi-
nario, gigantesco. De una manera general, todo el cientemente difícil de realizar para que sea permi-
empeño del orador debe tender á no salir de las tido no buscar otras : la claridad. Dejadle la pala-
fórmulas que usualmente comprenden sus contem- bra rara al poeta y la palabra profunda al filósofo.
poráneos. Por eso, á pesar de su vanidad por « el ¡ O h ! desconfiad sobre todo de la p r o f u n d i d a d : d e -
estilo », los buenos oradores de los siglos pasados cir de un orador que es « profundo » es dirigirle
no pudieron jamás hacer otra cosa que arrastrarse una terrible injuria. E n fin, en todas las circuns-
remolcados por los escritores. N o fueron nunca, tancias, tened presente en la memoria esta notable
literariamente hablando, sino rezagados, y , diga- observación de Thiers : « He vivido, decía, en las
mos la palabra, medianías. A este precio se hicie- asambleas, y una cosa me ha llamado la atención :
ron oir. La vulgaridad es casi una de las condi- cuando un orador hacía lo que se llama una frase,
ciones de la elocuencia, y esto es lo que seguramente el auditorio sonreía con un desdén indecible y
ha querido poner en claro M. Egger al escribir : cesaba de escuchar (2). »
« Mientras más vulgar es un pensamiento, más U n último consejo : Si creéis que baste haber
fácilmente se expresa. » leído un libro sobre el arte de hablar para llegar
Me ha llamado la atención ver con cuánta obsti-
(1) BRUNETIÉRE, Revue des Deux Mondes, de mayo
nación ha insistido sobre esta inferioridad persis-
d e 1888.
tente del género oratorio el crítico más sagaz de (2) LUDOVIC HALÉVY, Notes et Souvenirs, citado p o r M. AR-
nuestra época. Seamos modesto. Inclinémonos REAT, Mémoire et Imagination, 1 v o l . , A l e a n , ed.
á ser orador, arrojad inmediatamente e'ste al
fuego.
¡ Y ahora, oh jóvenes, ceñios los lomos y buena
suerte !

CAPÍTULO VI

P s i c o l o g í a de los a u d i t o r i o s . (Auditorios
ocasionales.)

L a psicología de la m u l t i t u d . — O p i n i ó n d e MAX NORDAU. —


Clasificación del D r . LE BON. — A u d i t o r i o s o c a s i o n a l e s y
p e r m a n e n t e s . — El o r a d o r es u n c o n d u c t o r . — La igno-
r a n c i a se a c u m u l a . — El p r e s t i g i o d e l o r a d o r . — L a c o n -
q u i s t a del a u d i t o r i o . — Arte o r a t o r i o y arte d r a m á t i c o . —
— U n a frase d e M. DE CUREL. — La v e r s a t i l i d a d del p ú b l i c o
a c c i d e n t a l . — El c h a r l a t a n i s m o o r a t o r i o . — E l g e s t o y la
mímica. — El h i p n o t i s m o y la a c c i ó n . — L a s preocupa-
c i o n e s d e la m u l t i t u d . — El a g u i j ó n .

La psicología de la multitud ha sido, desde hace


diez años, objeto de trabajos tan numerosos que
es difícil dar la bibliografía completa de ellos (i).

(I) SctPio SIGHELE, La Foule criminelle, i v . A l e a n , é d . , 1892.


— G . LE BON, Psychologie des foules, 1 v. Alean, éd., 1896.
— G . TARDE, Les Lois de Vimitation, 1 v. A l e a n , éd., 1 8 9 3 . —
F . SARCEY, La Foule au théâtre, en la Revue politique et litté-
raire, 2« s e m e s t r e 1897. — MAURICE SPRONCK, L I Psychologie
des foules, en la m i s m a R e v u e , a g o s t o 1897. - MAX NORDAU,
Paradoxes sociologiques, 1 v. A l e a n , e d .
á ser orador, arrojad inmediatamente e'ste al
fuego.
¡ Y ahora, oh jóvenes, ceñios los lomos y buena
suerte !

CAPÍTULO VI

P s i c o l o g í a de los a u d i t o r i o s . (Auditorios
ocasionales.)

L a psicología de la m u l t i t u d . — O p i n i ó n d e MAX NORDAU. —


Clasificación del D r . LE BON. — A u d i t o r i o s o c a s i o n a l e s y
p e r m a n e n t e s . — El o r a d o r es u n c o n d u c t o r . — La igno-
r a n c i a se a c u m u l a . — El p r e s t i g i o d e l o r a d o r . — L a c o n -
q u i s t a del a u d i t o r i o . — Arte o r a t o r i o y arte d r a m á t i c o . —
— U n a frase d e M. DE CUREL. — La v e r s a t i l i d a d del p ú b l i c o
a c c i d e n t a l . — El c h a r l a t a n i s m o o r a t o r i o . — E l g e s t o y la
mímica. — El h i p n o t i s m o y la a c c i ó n . — L a s preocupa-
c i o n e s d e la m u l t i t u d . — El a g u i j ó n .

La psicología de la multitud ha sido, desde hace


diez años, objeto de trabajos tan numerosos que
es difícil dar la bibliografía completa de ellos (i).

(I) SctPio SIGHELE, La Foule criminelle, i v . A l e a n , é d . , 1892.


— G . LE BON, Psychologie des foules, 1 v. Alean, éd., 1896.
— G . TARDE, Les Lois de Vimitation, 1 v. A l e a n , éd., 1 8 9 3 . —
F . SARCEY, La Foule au théâtre, en la Revue politique et litté-
raire, 2« s e m e s t r e 1897. — MAURICE SPRONCK, L I Psychologie
des foules, en la m i s m a R e v u e , a g o s t o 1897. - MAX NORDAU,
Paradoxes sociologiques, 1 v. A l e a n , e d .
L o que resulta claramente de las observaciones de cuestiones prácticas del momento..., sus deci-
todos los escritores, es que existe una diferencia siones no diferirán en nada de las de cualquiera
considerable, en la manera de obrar y de reaccio- asamblea. < Y por qué pasa esto? porque cada uno
nar, entre un individuo y un grupo de individuos. de los veinte ó treinta elegidos, además de la p r o -
L a lógica individual y la lógica colectiva no se pia originalidad que hace de él un individuo exce-
parecen. La multitud tiene maneras particulares lente, posee también el patrimonio de cualidades
de sentir, de razonar, de comprender. heredadas de la especie que lo hacen semejante, no
Se admite generalmente que cuando un grupo sólo á su compañero en la asamblea, sino también
de hombres se vuelve multitud, se forma en él una á todos los individuos que caminan en la calle. »
alma nueva y común que corresponde á una media Y Max Nordau concluye : « La esencia humana
de las almas individuales que componen la reu- domina la personalidad individual y el bonete del
nión. El resultado de la amalgama obtenida así es obrero cubre el sombrero del filósofo. »
más bien inferior á lo normal, como inteligencia y M. T a r d e , al hablar del jurado criminal, lo cali-
moralidad. —Sighele hace notar que ya la sabidu- fica de « reunión accidental de medianías de espíritu
ría vulgar había señalado desde hace mucho que se fusionan en una ininteligencia profunda. »
tiempo este hecho que recientemente han com- Si registráramos las viejas memorias descubri-
prendido los psicólogos. Un antiguo refrán latino ríamos más de una humorada de este genero. E l
proclamaba : Senatores boni viri, senatus autem cardenal de Retz, saliendo de una sesión del Par-
mala bestia. « Cada uno de los miembros del lamento, e x c l a m a b a : « N o hay nada más vulgar,
Senado considerado en particular es un excelente más pueblo, que las compañías. »
h o m b r e ; pero el Senado, considerado en su con- Se ve que los sociólogos modernos tienen mu-
junto, es una mala bestia. » N o es necesario escu- chas veces el único mérito de erigir en fórmulas
driñar mucho tiempo las crónicas de nuestras científicas las verdades vulgares inscritas en el
asambleas parlamentarias para convencerse de la código de la sabiduría de las naciones.
triste actualidad de la vieja máxima. i En qué momento un grupo humano se con-
Max Nordau, de quien ya he citado un pasaje vierte en una multitud? es decir, ¿en qué momento
notable, ha escrito : « Reunid veinte ó treinta una reunión cualquiera de individuos se hace sufi-
Goethe, Kant, Hemholtz, Shakespeare, New- cientemente consistente para adquirir una existen-
ton, etc... y someted á su juicio y sufragio las cia psicológica ?
B. — M U L T I T U D E S HOMOGÉNEAS (de común origen).
Se ve desde luego cuál es el interés de la cues-
i .o Sectas (sectas políticas, sectas religiosas, audi-
tión para el orador. Mientras el grupo no forma
un auditorio, no está en el estado científico de torio de un predicador);

m u l t i t u d ; se compone de celdillas no agregadas. 2.° Castas (casta militar, asambleas de sacerdotes,


L a mayor parte de las veces el mismo orador ci- de magistrados, de abogados, e t c . ) ;
menta el agregado. H a y multitudes, en efecto, que 3.° Clases (clase burguesa, público de un comicio
se reúnen con el único objeto de escuchar á un agrícola, etc.).
orador. L a clasificación de M. Le B o n no me satisface
Pero la recíproca no siempre es cierta. H a y mul- completamente. Paréceme que apenas las reunio-
titudes psicológicas que sobrepasan mucho en im- nes accidentales pueden ser llamadas multitudes
portancia á un auditorio, aun cuando éste sea un heterogéne. s. U n jurado, una asamblea parlamen-
meeting al aire libre. Se cita, como un ejemplo taria, no son heterogéneos sino en el principio de
famoso, la multitud agitada de los huelguistas en su formación. He hecho observar, en otro estu-
Germinal de Zola. Las grandes multitudes crimi- dio (i), que los jurados de la sala del crimen son
nales tienen una alma, obedecen á una idea común francamente torpes al comenzar su período. Mien-
que las transporta. E s indudable que los torbellinos tras los jurados no se conocen, no se penetran, no
populares que se esparcieron en París después de redondean sus ángulos, sus decisiones se resienten
la toma de la Bastilla ó en las jornadas de Sep- de falta de cohesión. A l cabo de cuatro ó cinco
tiembre, escapaban por su misma masa á la acción días comienzan á conocer su oficio y establecen su
oratoria. jurisprudencia.
L o mismo, en un parlamento, á pesar de la di-
A l g u n o s escritores se han empeñado en formular
divisiones científicas de la multitud organizada. versidad de los orígenes y de las opiniones, se es-
tablece rápidamente una especie de espíritu de
H e aquí el cuadro trazado por M. Gustave
cuerpo. Este fenómeno es sobre todo perceptible
Le B o n :
en el Senado, tanto, que puede llamarse á éste
A . — MULTITUDES HETEROGÉNEAS (formadas de
elementos diferentes). asamblea homogénea con más justo título que al-

1.° Multitudes anónimas (motín, huelga, etc.); gunas multitudes corporativas.


(i) Archives d'anthropologie criminelle. — Monographie d'un
2.° Multitudes no anónimas (jurados, asambleas
jury d'assises.
parlamentarias, etc.).
Se comprende que la ciencia de la multitud es meno innegable de sugestión. E l conductor hipno-
necesaria para los que tienen la pretensión de con- tiza á los que le siguen, logra conducirlos indife-
ducirla por medio de la palabra. T o d o s los gran- rentemente al heroísmo ó al crimen. El verdadero
des oradores han tenido, á este respecto, conoci- orador debe de ser un conductor. Concíbese, para
mientos empíricos que los antiguos resumían en tal efecto, el poder de los gestos y de todo lo que
esta frase : « C o s t u m b r e s oratorias ». los retóricos antiguos condensaron bajo esta rú-
E s una verdad vulgar que no se habla del brica : « Acciones oratorias ». Cuando Cicerón,
mismo modo ante un tribunal, ante un jurado, en el F o r o , desgarraba la túnica de su veterano
ante un público de conferencia. para exhibir sus cicatrices, obraba como hombre
Se impone, en este punto, una división seria que conoce su oficio.
entre el auditorio heterogéneo ú ocasional y el au- Si observamos nuestros jurados actuales, pode-
ditorio que y o llamaría corporativo ó permanente. mos darnos clara cuenta del poder del abogado
Entiendo por auditorio heteroge'neo el público criminalista sobre un grupo heterogéneo. T o d o s
reunido al azar, como el público de un teatro. saben cuál es la composición ordinaria de un ju-
L l a m o auditorio corporativo el que está com- rado. E n París lo forman comerciantes, en tal
puesto de elementos de origen común, que tiene mayoría, que M. Cruppi (i) ha podido bautizar la
las mismas preocupaciones y las mismas tradi- Corte del crimen del Sena con el nombre de « ju-
ciones. E s por excelencia un T r i b u n a l ó un C o n - risdicción consular ».
sejo de guerra. E n provincia, en la mayor parte de los casos, si
El orador está sometido á reglas que son ide'n- hacemos abstracción de los grandes centros indus-
ticas para todos los públicos. Pero es evidente que triales, el jurado está compuesto de una mayoría
los auditorios heterogéneos deben ser conquista- de cultivadores. N o es mi intención criticar aquí
dos con procedimientos particulares. el modo de reclutamiento del jurado. Si son exac-
C o n mucha razón, M M . Le Bon y T a r d e han tas las leyes de la nueva ciencia, importa muy
señalado, en una multitud, el predominio del con- poco que los jurados sean más ó menos inteli-
ductor. N o hay multitud sin conductor, es decir, gentes. Según la palabra espiritual de Nordau, la
sin un personaje que concentre en él toda la v o - ignorancia se acumula, y ninguno se ha mostrado
luntad de que está animada la multitud y al cual (I) JEAN CRUPPI, La Cour d'assises, I vol., Calmann-Lévy,
obedece como á un jefe. Se produce aquí un fenó- 1898.
más duro que M. Tarde para con la « guardia na- nir de lejos. E n otras regiones, el buen abogado
cional de la magistratura ». Lachaud, bajo la in- del terruño tiene más probabilidades de triunfar
fluencia de viejas preocupaciones, recusaba á todos que el « águila parisiense ». Por regla general los
los jurados cuya fisonomía le parecía muy inteli- éxitos no están en proporción con el talento de
gente. H o y , los abogados nouveau jeu practican los defensores. T a l abogado correcto y frío no
instintivamente los datos de la psicología, casi tiene ninguna influencia sobre su a u d i t o r i o ; tal
nunca recusan. Saben de sobra que el cambio de otro, incorrecto y trivial, transporta con facilidad
los factores no puede modificar el producto. á su jurado y obtiene escandalosas absoluciones.
Cuando los magistrados-ciudadanos llegan por Pero el punto esencial para el práctico de las
primera vez á la sala de la audiencia, están agita- audiencias penales es conocer, entre los doce indi-
dos, inquietos, llenos de desconfianza. Desconfían viduos á quienes debe poner mate, al que va á ser-
de antemano tanto del defensor como del acusador vir de intermediario entre él y el alma del jurado :
público. Y por eso, la primera maniobra del a b o - éste es el conductor del jurado. Porque el jurado,
gado es volve'rselos favorables por mil pequeños lo mismo que las otras multitudes psicológicas, no
servicios, de los cuales el más importante es la re- escapa á la influencia de ese personaje que, apenas
cusación prometida á aquellos cuyos negocios ur- dentro del salón de deliberaciones, volverá á hacer
gentes reclaman en su domicilio. L a afabilidad del valer ya los argumentos del defensor, ya los del
abogado le vale, desde la primera sesión, la sim- ministerio público, y arrastrará á sus colegas en el
patía de los jurados que se quedan y el reconoci- camino de la indulgencia ó de la severidad. E l abo-
miento de los recusados que juzgarán la vez gado debe de hablar con la mirada elevada en los
próxima. ojos de ese hombre (i).
De esta suerte, el orador comienza á adquirir el
( i ) E s t o m e recuerda una anécdota m u y c u r i o s a . Un pro-
prestigio que todo conductor necesita tener. Insis- f e s o r (creo q u e e r a A r a g o ) tenia la c o s t u m b r e de fijar los
tamos sobre esta palabra tan importante en psico- ojos, d u r a n t e s u s c o n f e r e n c i a s , en un i n d i v i d u o q u e le p a r e -
cía m e n o s i n t e l i g e n t e q u e los d e m á s o y e n t e s . « A lo m e n o s ,
logía oratoria. N o se domina á los hombres por
decía, c u a n d o leo en los o j o s d e éste q u e lo i n t e r e s o , estoy
medio de la palabra sino con una condición : apa- s e g u r o de q u e los otros h a n c o m p r e n d i d o . » Lo c ó m i c o del
recerles rodeado de cierta aureola. Cada quien caso es q u e este minus-habens se c o m p l a c í a e n c o n t a r á o t r a s
p e r s o n a s q u e c o n o c í a n la m a n í a d e A r a g o q u e e r a é l el o b -
toma su prestigio de donde puede. En ciertas co-
jeto de u n a atención especial d e parte del Maestro, d é l o c u a l
marcas, para impresionar al jurado es preciso ve- m u c h o se e n o r g u l l e c í a .
En todos los casos, siempre, ante un públicp Pero sin disputa : la mejor manera de aclimatar al
heterogéneo, el orador debe conquistar á sus auditorio es la reputación adquirida.
oyentes. E n esto, toda enseñanza didáctica es per- Desde este punto de vista, el foro, la conferencia
fectamente inútil. T o d o se reduce á una cuestión y el púlpito se aproximan mucho al teatro,
de don natural, de tiempo y de lugar. Francisque M. François de Curel escribió en una ocasión esto :
Sarcey nos ha demostrado que las palabras de « El arte dramático tiene más de un punto de con-
éxito de una pieza no son las mismas para los di- tacto con el arte oratorio. Los dos tienden á c o n -
ferentes públicos que se suceden. Con su gracejo mover las multitudes, á pintar ó á agitar las pa-
habitual, él mismo ha reconocido que, como con- siones y á volver vivas las ideas. » Tenía razón
ferencista, nunca llegó ha explicarse bien sus bue- M . de Curel. U n actor precedido de buena fama
nas fortunas ó « sus fiascos ». Se produce en esto puede permitirse algunos descuidos. U n orador
un « no sé qué » que escapa al análisis. C u a n d o el que ha dado pruebas de lo que vale y que llega ro-
orador se encuentra en presencia de su público, deado de la estimación general, provoca desde
desde las primeras palabras debe establecerse una luego toda la corriente vibratoria de que tiene
corriente de simpatía entre uno y otro. Si no se necesidad para cautivar al público. A u n delante de
forma la corriente ó si el hilo se rompe, se frus- auditorios corporativos, más difíciles de impresio-
trarán los esfuerzos más enérgicos, no impresio- nar, el prestigio es un medio infalible de hacer
narán las mejores palabras, no se formará la con- aceptar las ideas más mediocres y las teorías más
vicción. aventuradas. H e aquí p o r q u é siempre los abogados
de primer orden aconsejan á los principiantes en
E s conocida la anécdota clásica del orador que,
esta penosa profesión, una elección severa en los
encontrándose en presencia de una multitud enfu-
primeros negocios. Una reputación de integridad
recida, la calmó con una arenga en la cual había
doméstica es, en este oficio, más que una virtud,
colocado la palabra que se necesitaba. L o mismo
es un medio de arribar. L a difamación no ha lle-
sucede con el conferencista frente á su público :
gado á ser tan frecuente en la vida pública sino
necesita encontrar la palabra que conviene. La
porque los políticos comprenden instintivamente
actitud, el gesto, la voz, la figura son elementos
la necesidad de demoler el prestigio moral de sus
que concurren á crear la atmósfera necesaria. H a y
adversarios. T o d o lo que puede destruirse de presti-
algunos públicos á los cuales es preciso vio-
gio equivale á una diminución de fuerza persuasiva.
lentar; con otros la timidez da mejores resultados.
L o característico del auditorio ocasional es la en ellos mismos. Hay, á este respecto, una mani-
versatilidad. N o que algunas multitudes perma- festación oratoria que no engaña, el gesto. — Los
nentes, como los Parlamentos, no hayan dado en gestos más ridículos producen su efecto si son sin-
muchas ocasiones ejemplos ruidosos de su fragili- ceros y si llevan incorporada una convicción. N o
dad de opinión. (Bastaría, si fuera necesario, recor- se ha llamado bastante quizá la atención sobre este
dar la sesión histórica que siguió, en la Cámara de punto particular : la comunicación magnética que
Diputados, al famoso asunto de Langson.) Pero se establece entre el orador y el público por me-
los públicos accidentales, no estando unidos por dios puramente físicos. — A l g u n o s oradores pro-
la armadura de preocupaciones comunes y de tra- vocan el interés, el silencio y el aplauso única-
diciones lejanas, son mucho más fáciles de excitar mente por la actitud, el gesto y la mímica. Se diría
que un auditorio homogéneo. Á decir verdad, son que la multitud se deja violentar por medios pura-
los únicos públicos sobre los cuales el orador tiene mente mecánicos que pertenecen más bien al hipno-
una influencia efectiva. Veremos más lejos en qué tismo que al arte oratorio (i).
grado se limita la acción oratoria frente á frente
d é l o s grupos corporativos. Por el momento, haga- ( i ) L u v s , Le Cerveau et ses fonctions, p. 147, A l e a n , e d .

mos constar que el poder sugestivo de la elocuen- COMUNICACIÓN Á OTRO DE L A ACTIVIDAD AUTOMATICA

cia ejerce principalmente su imperio sobre las « L a a c t i v i d a d a u t o m á t i c a cerebral se d e s a r r o l l a á d i s t a n c i a ,


de u n a i n d i v i d u a l i d a d s o b r e otra, por e l i n t e r m e d i a r i o sea de
multitudes casuales ó inorgánicas.
la palabrj, sea d e los escritos, sea de los gestos q u e vienen á
Para que este poder se haga sentir, parece claro s a c u d i r e l sensoñum del i n d i v i d u o s o l i c i t a d o ; — y el m o v i -
m i e n t o , u n a v e z c o m u n i c a d o , se p r o p a g a de u n o s á otros á
que la primera condición resida en la propia con- través de las r e d e c i l l a s d e la cortical de u n a manera continua,
vicción del que habla. Esto es una verdad evidente e n v i r t u d s o l a m e n t e de las f u e r z a s a u t o m á t i c a s de los e l e -
que ha sido repetida por todos los que han tratado mentos nerviosos q u e desprenden sus energías latentes.
« A s í es c ó m o la p a l a b r a h u m a n a , p e r c i b i d a por el q u e la
la materia. Para hacer vibrar es preciso vibrar. N o
e s c u c h a , p r o v o c a en el sensoñum reflexiones involuntarias
debe creerse en el buen éxito cierto de una farsa q u e c a m i n a n á t r a v é s del c e r e b r o y a c a b a n p o r poner en cierto
h á b i l . La multitud es sencilla, ingenua, de menta- modo al unisono al q u e e s c u c h a y al q u e h a b l a . E l arte d e la
p e r s u a s i ó n n o tiene otra r a z ó n de s e r fisiológica q u e hacer
lidad inferior; pero es guiada por un instinto se-
v i b r a r las c u e r d a s s e n s i b l e s de l a s regiones e m o t i v a s del sen-
g u r o . Si los charlatanes logran conmoverla, es que soñum y de n e u t r a l i z a r directa ó i n d i r e c t a m e n t e l a s d i s p o s i -
caen en el lazo de su propia expresión y se animan ciones d e c i d i d a s d e a n t e m a n o . . .

lo bastante para que el fuego sagrado se encienda « ; No es en v i r t u d de poner en m o v i m i e n t o las f u e r z a s


Pero por grandes que puedan ser la elocuencia Para convencer, es preciso adoptar en primera
y la acción del orador, éste no llegará á ningún línea las tendencias, los sentimientos, los instin-
resultado práctico si no tiene en cuenta las preocu- tos, las preocupaciones y los errores del auditorio.
paciones populares. Ninguna idea verdaderamente La filosofía positiva ha establecido sólidamente
nueva tiene probabilidad de ser propagada por la que no podemos reaccionar contra leyes fatales;
palabra p ú b l i c a . Importa primeramente que la sólo nos es permitido modificar en su intensidad
prensa y las conversaciones particulares la infiltren los fenómenos. Esta consideración se aplica per-
y la difundan en la multitud. Es preciso que ma- fectamente a l arte oratorio. E l orador no puede
dure m u c h o antes de poder soportar el debate ante modificar las opiniones sino en una medida res-
un grupo inorgánico. — Nunca se insistirá lo bas- tringida ; y no puede operar esta modificación sino
tante sobre la enormidad del peso con que el pasado con la condición de obrar con mesura y tacto, te-
abruma la mentalidad de nuestros contemporáneos. niendo en cuenta todos los datos psicológicos.
Las nociones más vulgares de biología establecen Esto es lo que explica por qué los más fogosos re-
que no podemos jamás escapar á las leyes de la volucionarios están obligados, cuando se dirigen
herencia. V i v i m o s de un capital de pensamientos á la multitud, á tomar las precauciones más con-
que nos han legado nuestros antepasados. Nos- servadoras y á hacer al pasado concesiones enor-
otros no hemos dado á las palabras su significación mes. Saben suficientemente que de otra manera no
actual. Cada palabra representa una idea ó una serían escuchados.
serie de ideas que han sido creadas, trituradas,
Si el orador es el esclavo de las multitudes, si
limadas y aderezadas por las generaciones prece-
tiene el derecho de reprocharles la coacción que
dentes. E l orador está, pues, aprisionado por un
imponen á su libertad oratoria, les debe por otra
y u g o social que no puede romper. — Desgraciado
parte algún reconocimiento. E s que, para el ora-
de él si contradice alguna preocupación estable-
dor verdadero, no hay elocuencia sin un público
cida : todo su prestigio puede derrumbarse en un
que vibre con él. H a y entre el auditorio y el ora-
segundo.
dor una colaboración permanente, y, preciso es
confesarlo, los fragmentos más bellos de elocuen-
automáticas latentes en los c e r e b r o s humanos como los cia, los que no se encuentran en ninguna antolo-
g r a n d e s o r a d o r e s se a p o d e r a n d e un auditorio atento, lo gía, han sido producidos bajo la influencia de un
s u b y u g a n y s u s c i t a n e n él los a r r a n q u e s i n v o l u n t a r i o s de la
público bien dispuesto. H a y orador que llega lleno
e m o t i v i d a d y del e n t u s i a s m o ? >
de desconfianza en sí mismo á un salón, sin f u e g o ,
sin verba. Habla, el público se calla, escucha con
prudencia. De repente la ola de la elocuencia
acude y sube; la frialdad del principio desaparece ;
las imágenes desbordan, y , á los aplausos de un
auditorio entusiasta, el artista cincela su pensa-
miento en admirables metáforas. — E l auditorio
representa para un Berryer, un Gambetta ó un CAPÍTULO VII

Jaurès el papel del aguijón indispensable.


P s i c o l o g í a de los auditorios. — Auditorios
permanentes.

KI e s p í r i t u c o r p o r a t i v o en el P a r l a m e n t o . — La a r m a d u r a . —
M. P l o y e r y la d e f e n s a l i t e r a r i a . — L a e l o c u e n c i a en los
t r i b u n a l e s de urgencia. — El magistrado escolar. — Psicas-
ténicos y v o l u n t a r i o s . — P s i c o l o g í a del m a g i s t r a d o . — La
f o r m a c i ó n de la c o n v i c c i ó n . — C o n v i c c i ó n y c r e e n c i a . — La
p r e o c u p a c i ó n . — L a m a n e r a d e M. MAGNAUD. — J u r a d o s y
jueces. — E l c o n s e j o j u d i c i a l d e M . MAX LEBADDV. — L a
ley de la i m i t a c i ó n y la j u r i s p r u d e n c i a . — V a i v é n y c e r t i -
d u m b r e . — La f r a s e d e GUIZOT.

E n el capítulo precedente he estudiado las condi-


ciones de existencia del auditorio heterogéneo,
ocasional, casual ó inorgánico.
Quiero ahora dilucidar algunos puntos psicoló-
gicos que serefieren másparticularmente al audito-
rio homogéneo, corporativo ó permanente.
Los tipos más característicos de estos grupos
son un Parlamento y un T r i b u n a l .
E s de advertir que el Parlamento presenta tan-
de desconfianza en sí mismo á un salón, sin f u e g o ,
sin verba. Habla, el público se calla, escucha con
prudencia. De repente la ola de la elocuencia
acude y sube; la frialdad del principio desaparece ;
las imágenes desbordan, y , á los aplausos de un
auditorio entusiasta, el artista cincela su pensa-
miento en admirables metáforas. — E l auditorio
representa para un Berryer, un Gambetta ó un CAPÍTULO VII

Jaurès el papel del aguijón indispensable.


P s i c o l o g í a de los auditorios. — Auditorios
permanentes.

KI e s p í r i t u c o r p o r a t i v o en el P a r l a m e n t o . — La a r m a d u r a . —
M. P l o y e r y la d e f e n s a l i t e r a r i a . — L a e l o c u e n c i a en los
t r i b u n a l e s de urgencia. — El magistrado escolar. — Psicas-
ténicos y v o l u n t a r i o s . — P s i c o l o g í a del m a g i s t r a d o . — La
f o r m a c i ó n de la c o n v i c c i ó n . — C o n v i c c i ó n y c r e e n c i a . — La
p r e o c u p a c i ó n . — L a m a n e r a d e M. MAGNAUD. — J u r a d o s y
jueces. — E l c o n s e j o j u d i c i a l d e M . MAX LEBADDV. — L a
ley de la i m i t a c i ó n y la j u r i s p r u d e n c i a . — V a i v é n y c e r t i -
d u m b r e . — La f r a s e d e GUIZOT.

E n el capítulo precedente he estudiado las condi-


ciones de existencia del auditorio heterogéneo,
ocasional, casual ó inorgánico.
Quiero ahora dilucidar algunos puntos psicoló-
gicos que serefieren másparticularmente al audito-
rio homogéneo, corporativo ó permanente.
Los tipos más característicos de estos grupos
son un Parlamento y un T r i b u n a l .
E s de advertir que el Parlamento presenta tan-
tas semejanzas desde ciertos puntos de vista con Los Tribunales y las Cortes poseen en el más
una multitud inorgánica, que no es muy fácil exa- alto grado esta disciplina y esta armadura. U n a y
minar las leyes particulares que presiden sus evo- otra cosa existen también en públicos no perma-
luciones psíquicas. Á decir verdad, los Parlamentos nentes, como por ejemplo en el público que se reúne
son más bien multitudes corporativas y perma- al pie del púlpito de un predicador. N o es necesa-
nentes que carecen del carácter de la homogenei- rio decir que los procedimientos del orador serán
dad; he dicho ya que se creaban un espíritu de bastante diversos según que tenga bajo su mirada
corporación. á una multitud realmente corporativa ó á una
El hecho es fácil de observar cuando se trata de multitud corporativa desprovista de homogenei-
suprimir una prerrogativa cualquiera de nuestros dad. — Los métodos vulgares y de oropel que
diputados. Ha llegado á ser imposible á los ciu- tienen éxito ante el Jurado ó en las reuniones
dadanos calumniados obtener el derecho de per- electorales, no están m u y fuera de lugar en el Par-
seguir por difamación á un representante del lamento ; pero chocarían profundamente ante una
pueblo, cualquiera que sea el partido á que éste Corte de apelación.
pertenezca, durante el tiempo de sesiones. E l es- E n uno de los capítulos de mis primeras edicio-
píritu de corporación se eriza, se agrupa y se hace nes he estudiado la evolución de la defensa. A l l í
compacto como una bola. E s casi cierto, por otra demostré c ó m o , después de Senté y W a l d e c k -
parte, que una asamblea elegida por escrutinio de Rousseau* la tribuna se había despojado de todos
distritos no consentirá jamás en suprimir de ella los desechos con pretensiones literarias con que
misma un método electoral al cual debe su triunfo vestía sus parlamentos ampulosos. H o y el proceso
cada una de las unidades parlamentarias. E l escru- está juzgado en última instancia ; la gran elocuen-
tinio de lista es contrario al espíritu corporativo y ciajudicial está sepultada,yelpresidente M. Ployer,
no ha de ser fácil que logre vencerlo. en su discurso de presidencia del 20 de noviem-
L o que distingue profundamente á una asamblea bre de 1897, pronunció su oración fúnebre (1). Sé
deliberante de un verdadero grupo corporativo, es que en ella introdujo algunas reservas y algunas
que le falta un conjunto de tradiciones y de ideas lamentaciones; pero no por su forma interroga-
comunes sobre los puntos esenciales. Carece de tiva deja de ser menos clara la condenación.
una disciplina ó de lo que antes he llamado una
armadura. (1) Ga^ette du Palais, 21 n o v i e m b r e 1 8 9 7 .
« ¿ Debo hablaros ahora del estilo y de la exten- ciones. Son, en su mayoría, procuradores ó pa-
sión de nuestras defensas? ¿ D e b o recomendaros santes que, en una lengua vulgar pero concisa y
que os deis por satisfechos con una sencillez sufi- apretada, despachan asuntos algunas veces graves.
cientemente correcta, con una rapidez suficien- El magistrado escucha con atención la demanda y
temente clara, prohibiros toda inspiración litera- la réplica; interroga, hace precisar los puntos du-
ria, prescribiros el sacrificio de los ornamentos dosos y, casi siempre, da su sentencia en el acto.
del lenguaje que ha condenado y desterrado una He aquí cómo conjeturo que ha de ser la justicia
especie de ley suntuaria, por el gusto y las necesi- del porvenir.
dades de nuestra época? » Mientras tanto, estudiemos la psicología parti-
Á pesar de todo lo que se pueda decir, sostengo cular de este auditorio m u y homogéneo que se
(y estoy seguro de tener de mi parte á todos los ma- llama un Tribunal. A q u í estamos en presencia de
gistrados) que la elocuencia judicial, en asuntos gentes que no solamente están unidas por un espí-
civiles, no es ya en Francia un arte l i b e r a l ; se ha ritu de corporación muy acentuado, sino por estu-
convertido en un medio de expeditar los negocios. dios comunes. T o d o es tradición, costumbre, uso.
La justicia contemporánea pide « alijadores » y no U n Palacio de justicia es un Conservatorio.
arengadores. Vivimos en un siglo positivo y los E l grupo judicial está compuesto de hombres
aficionados deben buscar obras de arte fuera del que tienen por oficio escuchar. No creáis que esto
Palacio. Después de todo, ¿ acaso el arte está des- sea una tarea bien cómoda. Descarto las burlas
terrado de una defensa sobria, sin afectación, y fáciles que fueron inspiradas á nuestros padres por
que va recta á su fin? No lo creo. Solamente que el espectáculo de magistrados soñolientos. Nada
es un arte distinto del de Jules Favre. A mayor fatiga tanto como seguir una demostración un poco
abundamiento, desafío á un hombre de gusto y de larga. Se ha formado recientemente en París una
buena fe á que lea de cabo á rabo sin fastidio ni Asociación de médicos y familias que se ha esfor-
fatiga las colecciones de defensas que nos ha le- zado en demostrar á los pedagogos cuán estúpido
gado el siglo xix. y cuán feroz es imponer á los escolares dos horas
de atención sostenida. Desde este punto de vista,
¿Habéis asistido alguna vez á una sesión del T r i -
más de un magistrado es un escolar (i). Escuchar
bunal de urgencia (des référés) del Sena ? Ante un
juez único y abrumado de negocios, los litigantes (I) C o m p á r e s e BINET, Introduction á la psychologie expéri-
impacientes exponen á toda prisa sus reivindica- mentale, p. 45.

Jul
es un arte que se adquiere por una larga cos- instrumento delicado que debe pesar miligramos.
tumbre. T o d o s los abogados saben que es mucho Representaos esto, que en ciertos asuntos, las
más fácil desarrollar cómodamente á su gusto una Cortes de apelación invalidan 3o veces sobre ioo
defensa, complacerse en su elocuencia ante una el juicio de primera instancia. Y los jueces del pri-
Corte de apelación, que ante un Tribunal de pri- mer grado no son imbéciles. Conozco algunos de
mera instancia. Esta última jurisdicción está com- ellos que nunca han querido reconocer su error y
puesta de jueces jóvenes y ardientes que soportan que persisten en pretender, con lenguaje enérgico,
nerviosamente la prolijidad de los alegatos. Nadie, que el galón de oro cosido á la toca del consejero
al contrario, es tan paciente como un viejo magis- no levanta la inteligencia del magistrado. Admita-
trado. Pasad por alto algunas senilidades y reco- mos que esto no sea exacto y que en materia judicial
noceréis que se duerme mucho más en el Tribunal la experiencia de la vejez justifique la supremacía
que en la Corte de apelación, y mucho más en la de las jurisdicciones superiores. Pero no por ello es
Corte de apelación que en la Corte de casación. menos cierto que la gran mayoría de las causas se
presenta ante el juez de tal manera que pueden ser
Una vez escuchada la causa es necesario juzgarla.
razonablemente resueltas en los dos sentidos.
Otra tarea ardua. El vulgo cree que los litigantes
¿Qué participación tendrá el abogado en la reso-
someten todos los días á los magistrados los nego-
lución? Digamos inmediatamente que escasa. Y a
cios más audaces. Nada de eso. Un abogado que
no estamos en presencia de un grupo inorgánico y
presentara habitualmente negocios detestables se
versátil, capaz de ser influenciado con gestos y
desacreditaría muy pronto. Oí decir un día á un
palabras redundantes. Tenemos ante nosotros
juez estas palabras : « Después de todo, prefiero
hombres que, profesionalmente, desconfían de la
que se litigue un negocio perdido de antemano,
elocuencia. Son capaces de apreciar el talento de
porque no hago dar tantas vueltas y revueltas al
los grandes abogados y prefieren ciertamente escu-
entendimiento para juzgarlo. » Esto no pasa de ser
char á las « águilas » que á los rocines. Pero en el
una humorada. Casi todos los procesos son pro-
fondo son trapaceros, están habituados á manejar
cesos, es decir, más ó menos aleatorios, tienen
las cosas á su gusto, meticulosamente. Conocen el
puntos de interrogación y soluciones sutiles. Entre
personal del foro : á aquellos cuyas afirmaciones
la ganancia y la pérdida no hay frecuentemente
son diamantes puros y á aquellos cuyos juramentos
más del espesor de un cabello y la balanza de la
necesitan ser examinados. Consultan las constan-
justicia es como la de la ventanilla del correo, un
cias del expediente y no dejan pasar gran cosa sin Con esta clase de jueces las deliberaciones son
verificación. muy largas, aplazadas de semana en semana.
H a y dos categorías de jueces : por una parte, los T o d o lo contrario pasa con los voluntarios. El
que y o llamaría, con M. Pierre Janet ( i ) , l o s psicas- « voluntario » se forma una opinión rápida. Sobre
ténicos, y por otra, los voluntarios. éste no tiene influencia la palabra del abogado. Si
N o quiero designar aquí sino grupos generales, el « voluntario »está rodeado de psicaste'nicos ó de
porque existe en estos tipos una infinidad de indiferentes, él dictará la decisión. M. Tarde (1),
matices. en sus estudios de Filosofía penal (y M. Tarde fué
Los psicaste'nicos no tienen nunca una opinión magistrado mucho tiempo), afirma que, en todo
formada de una manera definitiva. Están bastante tribunal en donde existe un « voluntario », la jus-
bien representados en la vida por esos personajes ticia se administra por un juez único. Cuando el
de quienes se dice : « Conceden siempre la razón magistrado de este temple (y los hay muy distin-
al último que habla. »¡Entendámonos! Esta es una guidos) preside una jurisdicción pequeña ó grande,
simple comparación, porque en materia judicial la no espera ni la última palabra del defensor ni las
psicasteniaes una cualidad, es una garantía para el conclusiones del ministerio público para redactar
litigante. C o n o c í á un eminente magistrado que, á su decisión. L a extiende inmediatamente por es-
veces, en los negocios difíciles, se formaba una crito, con una letra que los grafólogos calificarán
opinión después de los alegatos, la abandonaba en de alta, clara, angulosa, de abajo á arriba. Los ase-
el curso de la deliberación, y la recobraba en el sores no resisten, no discuten, es una avalancha
momento en que tomaba la pluma para redactar la que pasa. Ceden, por lo demás, de buen grado.
sentencia : « Solamente al escribir, decía, adivino « Nuestra fe, decía Max Müller, no es frecuente-
el error. C u a n d o quiero burilar algunos conside- mente sino la fe en la fe de otro. » Y W i l l i a m
randos, tropiezo con tales dificultades que exclamo James (2) añade en sus Principios de psicología :
interiormente: « ¡ N o , esto n o está bien 1 » Someto « Nuestra voluntad no es muchas veces sino el re-
entonces de nuevo el negocio á mis colegas, y es flejo de la voluntad de otro. »
muy raro que no los haga compartir mi última
opinión. » (1) Y a había escrito, e n s u f a m o s a o b r a citada Ies Lois de
l'imitation, esta frase : a ¿ E s p o s i b l e n e g a r q u e la v o l i c i ó n sea
el m á s c o n t a g i o s o d e los f e n ó m e n o s p s i c o l ó g i c o s ? »
(2) C i t a d o p o r J . JANET, op. cit.
( I ) P . JANET, Revue philosophique, febrero 1897.
Se preguntaba un día á un magistrado de este finalmente no encontraría ninguna que valiese
carácter c ó m o se formaba en él la convicción. « De más ó menos que las otras (i). »
una manera m u y sencilla, respondió. Después de E n el fondo, ¿ qué es la convicción ? E s , se dice,
haber leído las conclusiones, escucho á los aboga- el estado de alma de un hombre que se cree dueño
dos. Mi espíritu se llena de certidumbre á seme- de la verdad. E s preciso retener de la definición
janza de un vaso en el cual se derrama el contenido sobre todo estas palabras : « un hombre que cree. »
de una garrafa. Cuando está lleno, se acabó : nin- L a verdad absoluta sólo existe en matemáticas.

gún poder del mundo podría hacerme variar de Las verdades jurídicas son por su esencia relati-
vas. Aristóteles ha sido el primero en proclamar
opinión. »
que convencer era despertar la creencia. ¿ Cómo
En un estudio admirable de Anatole France se
se determinará esta creencia en el juez?
encuentra un fino análisis de estos dos tipos psico-
Á primera vista, nos inclinamos mucho á pensar
lógicos.
que este punto delicado nos proporcionará un cri-
He aquí primero, según M. France, lo que decía
terium de diferencia entre el auditorio heterogéneo
el excelente Franklin : « C u a n d o estéis perplejo y
y el auditorio homogéneo. E n el jurado sólo debe
no podáis tomar una resolución, coged una hoja
despertarse el sentimiento ; el magistrado de oca-
de papel blanco y divididla en dos columnas. E s -
sión no tiene en cuenta sino la equidad. En el juez
cribid en una de las columnas todas las razones
es preciso apelar al razonamiento más seco, por-
que tenéis para obrar, y en la otra todas las razones
que sólo tiene en cuenta el derecho.
que tenéis para absteneros. L o mismo que en álge-
Pero después, por consideraciones posteriores
bra se suprimen las cantidades semejantes, tachad
venimos en conocimiento de que la psicología del
las razones que se compensan y determinaos de
magistrado es más complexa. Su espíritu no afecta
acuerdo con la razón que subsista. »
el aspecto de una tabla rasa que ofrece á los argu-
Este es el procedimiento del « voluntario » ; oid
mentos de las partes. T o d o juez tiene una concep-
ahora cuál es el embarazo del psicasténico : ción previa, una medida á la cual relaciona lo que
a Serenus no empleará este método que no se ha se somete á su juicio. Lleva á la audiencia sus
hecho para él. Serenus agotaría todos los papiros preocupaciones, sus tradiciones, sus observacio-
y todas las tabletas de cera, usaría sus cañas del
N i l o y su punzón de acero antes de haber apurado
( i ) A . FRANCE, La vie littéraire, t. I, C a l m a n n - L é v y , e d .
las razones que le sugiriera su espíritu sutil, y
nes, todo su bagaje intelectual y moral. Se cree ñera de salir avante. Responde imperturbablemente
que la ley es para e'l una especie de tabla de l o g a - no, contrariando á la evidencia, cuando se trata de
ritmos, un libro de cuentas, una colección de eti- disminuir una responsabilidad ó de absolver á un
quetas, que basta hacer entrar los hechos en los acusado más desgraciado que culpable. ¡ L a men-
principios para que se rinda al silogismo con la tira colectiva es tan fácil! E l juez, atado por su
seguridad de un geómetra que aplica un teorema. grandeza á la orilla, obligado á motivar sus sen-
N o hay tal cosa. N o existe quizá un solo negocio tencias con considerandos, no puede impedirse
civil en que el sentimiento no reclame más de su aplicar la ley. E l jurado tiene cuenta de la socie-
parte legítima. Durante estos últimos años se ha dad, se coloca en el punto de vista del intere's
criticado mucho la manera del presidente Ma- g e n e r a l ; dará fácilmente la absolución á un cri-
gnaud. Pero desde hace cien años, con menos au- minal cuando este' convencido que no es de temerse
dacia en verdad, la misma Corte de casación ninguna reincidencia. Esto es lo que explica su
corrige el Código con la desenvoltura del Buen demasiada benevolencia para con los crímenes pa-
Juez. Ha pasado por alto algunos artículos, ha sionales. El juez no examina otra cosa que al indi-
añadido otros. ¿ N o sabe todo el mundo que en la viduo y la categoría penal en que debe etiquetarlo.
materia de dones manuales ha creado de su propia Pero el juez no es prisionero sino cuando no
cepa, sin hacer caso del legislador, todo un dere- puede escaparse. Siempre que puede romper el
cho pretoriano? corsé' del C ó d i g o para satisfacer la equidad natu-
Así pues, no hay más que una diferencia de ral, no vacila. E n eso está el triunfo del gran abo-
grado, desde el punto de vista de la influencia sen- gado. ¿ Quién no recuerda el soberbio alegato de
timental, entre el jurado y el juez (i). Esta dife- M. Waldeck-Rousseau que hizo retirar el consejo
rencia se acentúa quizá más en los procesos c r i m i - judicial del joven Max Lebaudy? Nunca había sido
nales. El magistrado correccional se ve muchas propuesta una tesis tan atrevida. Proclamar la uti-
veces, aun contra su voluntad, ligado por textos lidad social del pródigo era trastornar completa-
de los cuales no puede escaparse. E n las fórmulas mente los principios sacrosantos de la legislación
brevesdel veredicto, el juradoencuentrasiemprema- napoleónica. A h o r a bien, las costumbres eran fa-
vorables á la aventura, el fruto estaba maduro, no
( i ) M . G u s t a v e L e Bon ha d i c h o , e n s u Psychologie des había que dar sino una ligera sacudida para que
foules : « L o q u e ha e n t r a d o al d o m i n i o d e l s e n t i m i e n t o n o
cayese. Retened esto : la palabra del abogado no
puede ser tocado por la d i s c u s i ó n . »
revoluciona n a d a ; no hace más que tranquilizar paso. C u a n d o el divorcio se consignó en la ley,
los magistrados, imbuidos aún de teología, lo
la conciencia del juez. No crea la convicción, la
decretaban con loable discreción. H o y divorcian
confirma.
á los esposos á más y mejor. L o mismo sucedió
De esta suerte, la influencia del orador sobre un
con la ley de moratorias que ha llegado á ser, en
auditorio restringido y corporativo se reduce á
el momento actual, no un favor sino un derecho.
límites muy estrechos. L a solución del negocio
C r e o que es y a tiempo de resumir. L a convic-
está en germen en el espíritu del oyente. N o se
ción no parte del orador á modo de un rayo de l u z
trata sino de facilitar el alumbramiento. E n jura-
escapado de un f o c o . Existe previamente en el au-
dos, los abogados emplean todos los argumentos
ditorio que la lleva en medio de sus preocupacio-
buenos y m a l o s ; no saben nunca cuál es el que
nes. — H e encontrado en uno de nuestros más es-
producirá efecto y hará saltar el resorte. Pasa un
pirituales moralistas, Achille Fournier (i), el
poco de esto mismo aun ante jurisdicciones ci-
Camfort muy poco conocido del siglo xix, una
viles. Los abogados usan una frase para pintar
máxima que condensa admirablemente mi idea :
esta situación. Dicen : « Litigamos á todo « U n hombre que razona justo es un hombre que
evento. » razona como nosotros. » Este es el fondo de la opi-
P e r o hay un orden de ideas en el cual los ora- nión, consciente ó no, del magistrado. L a convic-
dores judiciales pueden maniobrar con menor in- ción no se opera si no hay tendencias preexisten-
certidumbre. Más que nadie el juez es sensible á tes. — El juez puede encontrarse confundido
las leyes de la imitación. — Por distinguidos que bastante tiempo por las contradicciones que surgen
se les suponga, los magistrados son hombres, y de un negocio. Su alma oscila ; sabe bien que la
revelan su debilidad en la manera con que aceptan verdad será relativa ; pero importa que encuentre
las verdades de jurisprudencia. — Sin duda hay en esa verdad so pena de cometer un delito. Entonces,
este hecho una pereza natural de espíritu. Es muy poco á poco, creará un equilibrio entre sus con-
dulce descansar en las fórmulas ya definidas y cepciones subjetivas, sus observaciones personales
preparadas. En más de una causa el talento del y las impresiones que le llegan del exterior. Helo
abogado consiste en hacer entrar su caso en un aquí persuadido, sin vacilaciones si es voluntario,
caso ya juzgado. C u a n d o se trata de echar por
tierra una doctrina admitida, sólo el primer paso (I) A c h i l l e FOURNIEB, Pensées d'automne, Ollendorfl, ed.,
1900.
es difícil. Pero es preciso que se dé ese primer
y con incesantes mudanzas si es psicaste'nico. — de dar al alegato una certidumbre. » Y para colmo
Despue's, es preciso que tome la pluma y que es- de desgracia, á la larga se convencen de la impo-
criba la verdad judicial. Entonces es curioso verlo tencia de la oratoria. E l arte de la palabra des-
en el trabajo ; mientras más instable es el equili- carga al juez de una parte de su tarea, pero no lo
brio psíquico obtenido, más considerandos acumu- determina. « Es preciso servirse de la palabra, de-
lará. Borda el negocio, le da tono, lo toma á p e - cía hace ya mucho tiempo el ilustre Guizot, sin
chos ; añade argumentos á los argumentos del confiar en ella. »
abogado que hace t r i u n f a r ; está más convencido Esta será mi palabra final.
que la misma parte.
Interrogad á los abogados. Encontraréis algu-
nos que lamentan tal ó cual proceso perdido y que
se admiran de una causa ganada contra toda pre-
visión. E n general, ninguno se queja. Casi todos
reconocen, después, el error cometido, el vacío en
el razonamiento, la fuerza de la objeción, y esto,
en los procesos que se han sostenido más apasio-
nadamente. Para muchos miembros del foro el
juicio es un desembarazo intelectual. El juez no
se rinde jamás : invalidada su sentencia por el su-
perior se levanta todavía y dice : ¡ T e n í a y o razón!

¿ Comprendéis ahora el escepticismo que carac-


teriza á las gentes que han vivido largo tiempo en
los pretorios ? Saben que la verdad jurídica no
existe. Dicen, con M. de Palante ( i ) que, hay sola-
mente « simulacros de verdad, modalidades de
verdad, ángulos de visión ». Murmuran con tris-
teza : « T o d o se litiga, todo flota; no hay manera

( i ) Revue philosophique, agosto de 1900.


— Evitar la preparación de última hora. Dejar
siempre por l o menos una noche de intervalo entre
la preparación y la recitación en público. Dejar
reposar el cerebro las últimas horas que precedan
á la conferencia.
— No abusar de las notas : e'stas no deben pre-
cisar sino las grandes divisiones y los datos.
ALGUNOS CONSEJOS PRÁCTICOS — Fijar bien en el espíritu, por medio de una
asociación de ideas, los nombres propios del dis-
curso y del alegato. Sucede que los más grandes
abogados confunden en el curso de una defensa, el
— Evitar cuidadosamente toda preparación es- nombre de la parte que defienden con el nombre
crita del discurso. de la que atacan, lo que produce una sensación de
— Ejercitarse todas las mañanas, aunque sólo malestar en los oyentes. Basta muchas veces, para

sea diez minutos, en hablar abundantemente sobre retener el nombre de una persona, asociarlo con
cualquiera señal característica de esa persona (co-
un tema cualquiera.
lor del vestido, timbre de la voz, etc.).
— N o escribir nunca su correspondencia antes
de haberse hablado el contenido de ella, sea men- — Para curar la farfulla ó la gran volubilidad,
es necesario escucharse hablar, aun en la conver-
talmente, sea en alta voz. Meditar y hablar antes
sación más familiar. Obligarse á no pronunciar
de escribir algo (i).
nunca una frase sin haberse asegurado antes de su
( i ) Á este respecto, h e a q u í u n a o b s e r v a c i ó n q u e m e ha corrección gramatical.
h e c h o u n o de m i s lectores, y q u e p u b l i c o p o r q u e m e parece
m u y i n t e r e s a n t e . S e s a b e c u á n t o se e m p l e a h o y la « Máquina — U n excelente me'todo para curar la farfulla es
de e s c r i b i r ». La d a c t i l o g r a f í a parece ser p r o p i a p a r a favo- el recomendado por M M . Legouve' y Dupont Ver-
recer m u c h o el a p r e n d i z a j e de la p a l a b r a , p o r q u e o b l i g a al
non : ejercitarse con la mayor frecuencia posible
e s c r i t o r á madurar completamente súfrase antes de confiarla
al papel. Los g r á f i c o s o r d i n a r i o s ven el p e n s a m i e n t o s u r g i r
b a j o la p l u m a . E s t o es l o q u e d e b e e v i t a r s e c u a n d o se q u i e r e q u i s i e r a e s c r i b i r en o t r o i d i o m a . D e s p u é s , poco á p o c o , l o -
hablar correctamente. Cuando un individuo acostumbrado gra poner de a c u e r d o su m e c a n i s m o cerebral con e l n u e v o
á e s c r i b i r con la p l u m a q u i e r e c o m p o n e r c o n la m á q u i n a , sistema g r á f i c o . E s t e n u e v o s i s t e m a es m u y a p r o p i a d o para
t r o p i e z a p r i m e r o con u n a dificultad casi tan g r a n d e c o m o si favorecer el t r a b a j o de la m e d i t a c i ó n o r a t o r i a .

¿^BHUjk^JhflÉL
en articular unas después de otras, aumentando altas corre el riesgo de enronquecerse muy pronto
progresivamente la velocidad, las letras más difí- y de terminar su discurso con la voz apagada.
ciles del alfabeto. De esta suerte, comenzar p o r / , — No os piquéis nunca vivamente en una discu-
t, d; hacer en seguida entrar la e, luego la r, y sión. El que quiere que su opinión encuentre cré-
pronunciar muchas veces f , t, d, e, r , hasta que dito debe enunciarla fría y desapasionadamente.
los músculos de la lengua y de los labios adquie- En primer lugar, la cólera no es higiénica, enron-
ran elasticidad y expedición. ¡ E s t o es grosero, quece; en segundo lugar, el orador demasiado
v u l g a r ! ¡ Sea! pero ensayadlo. apasionado crea una prevención contra él, á lo
— Evitar con el mayor cuidado todo medio menos en ciertos auditorios.
mnemotécnico puramente visual, como por ejem- — T e n e d siempre la vista fijada en los que os es-
plo : la conservación mental de los encabezados de cuchan.
los párrafos. — N u n c a leáis citas; en todo caso, lo menos
— Las repeticiones de las fórmulas oratorias que sea posible.
que ligan las frases son penosas cuando llegan á — E l gesto tiene su importancia ; pero una cien-
ser muy frecuentes en un discurso. He aquí algu- cia demasiado complicada del gesto es insoporta-
nas de ellas : Por decirlo así; si se me permite la ble en un orador. Á éste le basta, en general, obe-
expresión; dejadme deciros; lo repito; es de toda decer á su propia naturaleza.
evidencia; si no temiese, etc., etc. E s imposible — Si se os interrumpe, dejad al interruptor que
desterrarlas. L o que es preciso impedir es que la concluya. Dad más importancia á conservar el hilo
misma fórmula aparezca sempiternamente en los del discurso que á encontrar una réplica inme-
mismos discursos. E l remedio para este mal es ad- diata. U n a buena réplica es casi siempre el pro-
quirir el mayor capital posible de esas locuciones, ducto de una memoria feliz.
para variarlas mejor. E l concurso de un amigo — Si os falta una palabra, no perdáis mucho
presente en el auditorio es indispensable para se- tiempo en buscarla. Vale más una impropiedad,
ñalar al orador la existencia de esas escorias del hasta un barbarismo, que detenerse en la recita-
discurso. ción.
_ Comenzar siempre el discurso lentamente, — Nunca perdáis la ocasión de escuchar á un
con voz clara, pero más bien baja. virtuoso de la palabra ; huid de los farfullas como
— El orador que comienza con notas demasiado de la peste.
S E G U N D A P A R T E

E X A M E N DE ALGUNOS PROCEDIMIENTOS DE ORADORES

Sumario :

Tipos de verbo-motores franceses, ingleses,


italianos, españoles y mexicanos.

CAPÍTULO PRIMERO

Mi r a b e a n .

Dije antes que la Revolución había obligado á


los oradores políticos á improvisar. — Esta obser-
vación es de una verdad patente cuando se la aplica
á Mirabeau. Había comenzado, como todos los
oradores de su e'poca, por ser esencialmente grá-
fico. Desde que se lanzó en la tormenta se vió
obligado á recurrir á la simple meditación. T r a -
bajo le costó apropiarse este me'todo, porque, nos
dice M. Reinach, durante mucho tiempo « este
gigante de la palabra tembló ante la improvisa-
ción, huyendo de ella con frecuencia á riesgo de refiere á l o s procedimientos oratorios del <1 águila»
comprometer batallas decisivas » (i). Pero el día de ía Gironda (1) : « Parecía naturalmente indo-
en que aplicó francamente este sistema, encontró lente y perezoso, aunque un historiador haya sos-
su camino. Sus discursos escritos fueron, en gene- tenido que su aparente somnolencia ocultaba un
ral, débiles ; no los salvaba sino por el arte mara- trabajo constante y consciente de meditación inte-
villoso de su dicción ; el mismo discurso leído por rior. N o trabajaba sino por accesos, cuando la ne-
él en los Jacobinos y por Talleyrand en la Consti- cesidad brutal disipaba sus ensueños, cuando se
tuyente pareció soberbio en el club y mediocre en sentía vivamente impresionado por una injusticia
la asamblea » (2). ó aguijoneado por un peligro. Entonces, las admi-
rables facultades que dormitaban en él entraban
Apenas se hubo despojado de su grafismo, apa-
bruscamente en acción ; su torpeza se sacudía por
reció lo que era por naturaleza, es decir u n verbo-
sí sola ; pensaba febrilmente y rápidamente; hacía
motor en el más alto grado. N o sabe escribir, dice
mucho en poco tiempo. Era esto como una crisis
M . A u l a r d ; con la frente tranquila, la pluma se le
que se desenlazaba en la T r i b u n a .
cae de las manos (3). « Si un impulso apasionado
no lo arrebata, no la toma de nuevo sino para « A b o g a d o en Burdeos, escribía y leía sus alega-
trazar penosamente líneas que no expresan su pen- tos (era el uso). Pero en la T r i b u n a no leyó nunca.
samiento. » Preparaba mucho sus grandes discursos, princi-
Hablaba pausadamente, con mucha lentitud al palmente hablándolos de antemano delante de
principio, animándose por grados. Siempre pre- amigos. »
meditó sus pasajes más brillantes (4). E r a este el sistema que debía dar después á
M. T h i e r s tan buenos resultados; sistema que
Vergnlaud. debe ser singularmente ventajoso para los visuales
que quieran librarse de su visualismo.
Me contento con resumir aquí lo que, en el admi- Llevaba comúnmente á la T r i b u n a un plan
rable estudio de M. A u l a r d sobre Vergniaud, se escrito en el que las divisiones y subdivisiones
(1) REINACH, Condones françaises, Introducción.
estaban bien marcadas y los argumentos distribuí-
(2) lbid. dos en una gradación vigurosa. E n resumen, de-
(3) Les Orateurs de L'Assemblée Constituante, i v o l . , Ha-
chette, e d . (1) AULARD, Les Orateurs de la legislative et de la Conven-
(4) CoRMENiN, Le Livre des Orateurs, p . 198. tion, t. I. 0 , p á g i n a s 291 á 346.
jaba amplio campo á lo imprevisto. Está fuera de « Danton, concluye M. Aulard, fué el orador
duda, por lo demás, que en muchas circunstancias más completo de la Revolución, el más conforme
célebres habló sin la menor preparación escrita, al genio de nuestra raza (1). »
principalmente el i o de abril de 1793 cuando res-
pondió á las acusaciones de Robespierre. Berryer.
U n hecho merece señalarse también : no le agra-
daba escribir, y declaró públicamente, en la sesión Los grandes oradores son siempre los que nos
del 3 de abril de 1793, al ser incriminada su c o - han informado menos sobre sus procedimientos
rrespondencia, que nunca escribía cartas. íntimos de composición, porque casi todos ellos
Muchos oradores célebres han dado muestras de han tenido esta aversión por la escritura de que
este horror por la escritura. tanto he hablado. E n Berryer esta aversión es ca-
racterística. Á pesar de las súplicas de sus amigos,
rehusó siempre escribir sus memorias. Esindudable
Danton.
que no era por simple modestia, pues declaraba
Es el tipo por excelencia del verbo-motor. N o estar dispuesto á dictarlas (2).
quedan de él sino algunos aforismos esculpidos en T o d o s los que le oyeron confiesan, unánime-
bronce. T o d o lo demás se ha perdido. mente, que no es posible figurarse « por las líneas
Sus más implacables enemigos han reconocido, yertas que nos quedan » lo que era su discurso
y muchas veces de un modo ingenuo, su elocuen- hablado. N i n g u n o nos da datos sobre su manera
cia fulminante que sobrepasaba quizá á la de Mira- de preparación. ¿ H a b l a b a la víspera sus discursos
beau. con sus amigos como Vergniaud y Thiers, medi-
Á propósito de Danton principalmente, se puede taba como Ferrére, ó escribía en su espíritu como
lamentar el inevitable destino reservado á todos Hortensius t Nadie lo sabe. T o d o lo que podemos
los oradores. Y a sea que su obra oratoria subsista ó suponer es que era verbo-motor por excelencia, y
desaparezca, no deja el orador de morir por c o m - que, con frecuencia, la palabra verdaderamente
pleto. precedía en él al pensamiento (3). Prueba de ello
Después de todo, puede cifrar su mejor ambi-
(1) Op. tit., p. 223.
ción en vivir solamente por el recuerdo de sus
( 2 ) C H A R L E S DE LACOMBE, La Jeunesse de Berryer.
triunfos. « La escritura congela la palabra. » (3) S e g ú n el t e s t i m o n i o d e M™ e J o u b e r t , t e n í a u n a m e m o r i a
apoderaba de uno de sus visitantes y no lo soltaba
son sus réplicas fulminantes, tanto en los jurados
antes de haber agotado sus fuegos artificiales del
como en las asambleas políticas. Sin embargo, no
día siguiente. De Cormenin manifiesta una sor-
siempre podía dispensarse de premeditación. U n
presa visible en presencia de este diablo de hombre
hecho observado por sus contemporáneos lo esta-
que medita sin esfuerzo y produce sin extenua-
blece : su increíble desigualdad. Había ocasiones
ción. « E l pensamiento, escribe, nace tan pronto
en que sus facultades más personales parecían
en esa cabeza, tan pronto, que se diría que ha sido
abandonarlo. « ¿ E s él el que escuchamos? su pala-
dado á luz antes de haber sido concebido• Su v e r b o
bra es inerte; su lógica, tan viva y tan animada,
vuela como el ala del pájaro mosca (i). »
vacila á cada paso; toma los hechos, los abandona,
los vuelve á tomar, sin decidirse á entrar á la cues-
tión ; una vez en ella, vacila todavía, y se sorprende Lachaud.
él mismo de la sorpresa que inspira (i). »
Tenemos la buena fortuna de poseer una psico-
La incorrección de su estilo es tal, que quizá
logía de Lachaud, escrita por Gambetta. He aquí
habría sido mejor, en interés de su gloria, que
los pasajes más característicos de este artículo,
muchas de sus defensas no se hubieran estenogra-
que prueba que Gambetta habría podido llegar á
fiado. C o m o lo dice uno de sus críticos, su elo-
ser tan buen escritor como elocuente orador... si
cuencia no es para ser mirada con lente.
hubiera tenido tiempo de escribir :
« E l fondo mismo del talento de Lachaud era
Thiers. entrar de lleno á la situación del proceso... Vedle,
allí está, sentado en su puesto. Mientras narra el
T i p o de veibo-motor. L a mayor parte de las
abogado de la l e y . . . , él, con la oreja aguzada, el
veces preparaba sus discursos más importantes sin
ojo tranquilo, solamente la mano llena de fiebre,
escribir una sola línea ; pero antes de aparecer en
trinchando á navajazos una pluma extraviada bajo
la tribuna, ya los había hablado tres ó cuatro
sus dedos, recibe los golpes en mitad del pecho,
veces. E n su salón se dedicaba á esta tarea. Se
y los cuenta ; dentro de un instante los devolverá
con la usura del genio... Su más grande poder va
a u d i t i v a m u y d e s a r r o l l a d a , y b u s c a b a á v i d a m e n t e t o d o s los
g o c e s d e la o r e j a . A m a b a con pasión la m ú s i c a y n o c o m -
p r e n d í a nada de p i n t u r a (citado p o r A r r é a t , op. cit., p . 6 5 ; . (i) Le Livre. des Orateurs, p . 536.
( I ) PINARD, Le Barreau, p. 81.
á estallar bien pronto : su palabra soberana exci- á l a preparación escrita (i). Cuando apareció la
tada por el calor del debate. Porque es allí, en la novela Numa Roumestan se afirmó que Daudet,
audiencia, en donde él crea, inventa, forja y da que había tratado á Gambetta, quiso hacer su cari-
vida á su obra. catura ; y el novelista tuvo que defenderse de esta
« N o lo coarta ningún recuerdo ; no prepara, no acusación.
arregla nada de antemano ; ¡lejos de él las tabletas L a verdad es que el pasaje, citado antes, de la
enceradas ! ¿ N o tiene á su servicio la gran hada, novela de Daudet, puede perfectamente aplicarse á
la inspiración? La composición previa no preocupa Gambetta lo mismo que se aplica á todos los
en manera alguna su espíritu; en él hay sola- verbo-motores. Solamente que, si es dado á mu-
mente premeditación y no preparación; ha pen- chas personas pensar hablando, se ha concedido á
sado, he aquí todo. » m u y raros privilegiados poseer la admirable facul-
Pero es preciso no imaginarse, bajo la fe de tad de asimilación que distinguía á Gambetta.
Gambetta, que la preparación de Lachaud fuese Este hombre de Estado de primer orden estaba
tan rápida así. E n realidad la premeditación del servido por una prodigiosa memoria, y sus discur-
ilustre abogado comenzaba muchos días antes de sos vivían de un capital de hechos de tanta magni-
la audiencia, y no llegaba nunca al jurado sin tud, que sólo la enorme máquina cerebral de Napo-
conocer á fondo su materia. Se puede decir sola- león Primero puede, en este siglo, ser comparada
mente que en ninguna ocasión recurrió á la menor á la suya.
preparación escrita. Se conformaba con algunas Por esto me ha sorprendido mucho ver que, en
notas m u y cortas que le recordaban más bien una obra reciente, en contra del testimonio de
hechos importantes que las divisiones de su m a - todos los contemporáneos, M. Arréat (2) escriba
teria. que Gambetta « dejaba adivinar una corta prepa-
Despreció la escritura de tal manera, que sus
más bellas defensas están perdidas para nosotros. (1) S e ha c o n s e r v a d o el p l a n del f a m o s o d i s c u r s o p r o n u n -
ciado en Grenoble por Gambetta el 27 de Septiembre
d e 1872, d i s c u r s o en q u e e n u m e r a l a s r e f o r m a s q u e deben
hacerse en los d i f e r e n t e s s e r v i c i o s . Ese plan c o m p r e n d e e n s u
Gambetta. totalidad ocho ó nueve palabras espaciadas en u n a h o j a de
papel y q u e c o r r e s p o n d e n á los d i v e r s o s ó r d e n e s de cues-
tiones p o r tratar : g u e r r a , m a r i n a , j u s t i c i a , e t c .
E s indiscutible que tampoco Gambetta recurrió (2) Mémoireset imaginations, p. g5.

Jk^jk
ración para los negocios bajo el brillo de su facul- psicólogo muy distinguido, parecen á lo menos
tad dominante. » M . Arre'at, como otros muchos, sorprendentes.
parece estar influenciado por esta idea, que un E n resumen, dígase lo que se quiera, Gambetta
gran orador puede existir con un bagaje mediocre reunió en su persona el talento de T h i e r s y el ge-
con tal de que tenga oropeles. Nada es más falso. nio de Berryer. De aquél tuvo los procedimientos,
Si los oradores ilustres, los que verdaderamente de éste tuvo la acción.
han persuadido á las multitudes, no han sido
Nota de la tercera edición. — Resulta de infor-
nunca « inventores », « creadores », todos ellos
maciones m u y seguras recogidas de amigos de
han tenido necesidad de una inmensa provisión
Gambetta que los primeros discursos del T r i b u n o
intelectual. Que ios refinados les reprochen, si eso
pronunciados en tiempo del Imperio en el Cuerpo
les place (estas son concesiones que he hecho
legislativo, fueron preparados por escrito. N o va-
desde hace mucho tiempo), sus vulgaridades y sus
cilo nunca en señalar un hecho, aun cuando per-
lugares comunes : sea. Y a lo he dicho y no insis-
judique á mi tesis.
tiré más en ello : esas son cualidades oratorias.
Fué en el momento de la guerra cuando G a m -
Pero nunca consentiré en admitir en su contra el
betta comenzó á improvisar verdaderamente. Sus
reproche de ignorancia ó de « inintelectualismo »,
discursos están todavía más llenos de incorrec-
¡ para emplear un barbarismo á la moda ! Y a
ciones que los de Berryer y sus metáforas no tie-
M. Egger había formulado, en otros términos, la
nen la misma amplitud. Algunas frases, examina-
crítica de M . Arréat (i). ¿ N o se ha atrevido á com-
das de cerca, no quieren decir absolutamente nada.
parar á los oradores con los comediantes y á lla-
— Se sabe que, á pesar de estos defectos, se apode-
marlos « los hombres que meditan poco ? » Y esto,
raba siempre de su auditorio. Su voz era de un
cuando los grandes oradores han sido todos, por
timbre sonoro, rica, poderosa, m u y musical. Hasta
excelencia, grandes meditativos.
el fin de su vida conservó un acento meridional
Semejantes observaciones prueban tan sólo la algo chocante para los oídos parisienses. Su dic-
flaqueza de la vieja psicología de « introspección ». ción era flexible, variada, m e l o d i o s a ; además, y
Viniendo de parte de M . Arréat, que es un neo- sobre todo, tenía frecuentemente vuelos soberbios,
notas de clarín de prodigioso efecto. Recuérdese el
famoso apòstrofe : « Et maintenant, regarde\ á la
(I) E G G E R , op. cit., p. 82. trouée des Vosgesl » Pero c o m o decía Esquino
esta chanza desde el contratiempo que le acaeció
hablando de Demóstenes, para darse cuenta del
en el Circo de Invierno, u n día de desgracia en
entusiasmo que provocaba « era preciso haber oído
que la buena diosa lo dejó resueltamente en el
al monstruo 1 » atolladero. Por eso, con su fina naturalidad,
Cuando Gambetta tomaba la palabra, princi-
M. Sarcey proclama desde luego que no se saca de
piaba casi en voz baja. Acariciaba maquinalmente
una fuente más que el agua que en ella se ha ver-
la tribuna. N o se oía nada. T o d o s gritaban :
tido, y que por mucho que se dé vueltas á la llave
« ¡Chut!¡Chut! », y al cabo de un momento el más
de la improvisación, « si la fuente está vacía n o sale
profundo silencio reinaba en la asamblea. En-
sino viento. »
tonces, Gambetta subía el tono.
Escuchad ahora la manera de prepararse.
« No escribáis nunca una conferencia; llego
F r a n c i s q u e S a r c e y (Conferencista). hasta añadir que no llevéis notas... Recordad que
el público es un monstruo de mil cabezas y que no
He reservado á Sarcey para el fin (pour la bonne
lo domaréis si no tenéis constantemente vuestra
bouche), por dos razones : la primera, porque nos
mirada fija en la suya... No citéis 6 citad de memo-
ha dado uno de los análisis más exactos que pue-
ria.: tanto peor para el autor si resulta truncado...
dan leerse de lo que concierne á la psicología de la
palabra; la segunda, porque los procedimientos Cuando poseáis, á lo menos en globo, todas las

que nos ensena me parecen los más sensatos, los ideas de que se compondrá vuestro discurso, ¡no
más fáciles y los más seguros. N o es una observa- cometáis nunca la imprudencia de sentaros en vues-
ción la que presento, es un modelo que d o y . tro escritorio con una pluma en la mano! Id á
vuestro jardín ó á alguna calle solitaria, ó á la
C o m o Montaigne, M. Sarcey comienza por de-
pieza más grande de vuestra casa. Sólo paseándose
clararnos buenamente que no tiene memoria. Pero no
os engañéis. Esto quiere decir simplemente que no se prepara uno bien. Tenéis en vuestra memoria

puede aprender de memoria. E n el fondo, todos los temas de vuestro desarrollo : picad en el mon-
sabemos que vive de la más increíble acumulación tón, tomad uno de allí. Esforzaos en improvisarlo.
de recuerdos que pueda existir en un cerebro No os preocupéis de las frases mal construidas, ni
humano. — N o esperéis tampoco oirle contar a l - de las palabras impropias, seguid siempre vuestro
gunas frivolidades sobre la inspiración oratoria, c u r s o ; llevad el desenvolvimiento hasta su tér-
j L a Inspiración oratoria! M. Sarcey no cree en mino, y una vez apurado, volved á comenzar el
148 LA PALABRA EN PUBLICO

mismo e j e r c i c i o ; v o l v e d l o á comenzar tres veces,


cuatro veces, diez veces, sin perder la paciencia.
Tendréis primero alguna dificultad : el desarrollo
será corto y flojo; poco á poco, al derredor del
tema principal, vendrán á agruparse ó ideas acce-
sorias ó hechos probantes. Es preciso no aprender
nada de memoria. ¿Para qué os servirá el ejercicio CAPÍTULO II
que os recomiendo ? Para que preparéis un pingüe
y fértil humus de giros y de palabras sobre la mate-
ria que debéis tratar. »
Consejos preciosos son estos. Cada uno de ellos L a R e v o l u c i ó n de Inglaterra, — lo mismo que la
es la confirmación directa de las teorías sobre el Revolución francesa, lo mismo que todas las revo-
lenguaje y sobre la memoria que he expuesto en el luciones, — dió al verbo humano su empuje irre-
principio de este estudio. T e n g o , á lo más, una sistible y su esplendor trágico. La elocuencia par-
reserva que exponer respecto de la fórmula : « N o lamentaria es hija de la pasión política. Nunca
os preocupéis de las frases mal construidas. » D i g o como entonces manifestó el temperamento inglés
por el contrario, y he dado mis razones, que es toda su energía, todo su orgullo y toda su rudeza;
preciso no descuidar nada desde las primeras incu- nunca como entonces ha sido tan vigorosa, tan
baciones de la palabra. Debe evitarse en la prepa- altiva y tan áspera la elocuencia británcia. « Por la
ración mental la flojedad de las expresiones, pene- primera vez, dice T a i n e , desde la ruina de la tri-
trándose de esta idea, que admitida la primera vez buna antigua, encontró la elocuencia el suelo en
la palabra impropia quedará fijada en la memoria, el cual pudo arraigarse y vivir, y se levantó una
inhibiendo en lo sucesivo á la palabra propia. cosecha de oradores igual, por la diversidad de los
talentos, por la energía de las convicciones y por la
Ciertamente, lo reconozco, no se encontrarán de
magnificencia del estilo, á la que antaño cubrió el
primera intención todos los desarrollos del dis-
agora griego y el forum romano. De tiempo atrás,
curso; pero no por eso es menos útil vigilar cons-
parecía que la libertad de discusión, la práctica de
tantemente la construcción gramatical de las frases
los negocios, la importancia de los intereses em-
pensadas y la propiedad de los términos meditados.
peñados y la magnitud de las recompensas ofreci-
148 LA PALABRA EN PUBLICO

mismo e j e r c i c i o ; v o l v e d l o á comenzar tres veces,


cuatro veces, diez veces, sin perder la paciencia.
Tendréis primero alguna dificultad : el desarrollo
será corto y flojo; poco á poco, al derredor del
tema principal, vendrán á agruparse ó ideas acce-
sorias ó hechos probantes. Es preciso no aprender
nada de memoria. ¿Para qué os servirá el ejercicio CAPÍTULO II
que os recomiendo ? Para que preparéis un pingüe
y fértil humus de giros y de palabras sobre la mate-
ria que debéis tratar. »
Consejos preciosos son estos. Cada uno de ellos L a R e v o l u c i ó n de Inglaterra, — lo mismo que la
es la confirmación directa de las teorías sobre el Revolución francesa, lo mismo que todas las revo-
lenguaje y sobre la memoria que he expuesto en el luciones, — dió al verbo humano su empuje irre-
principio de este estudio. T e n g o , á lo más, una sistible y su esplendor trágico. La elocuencia par-
reserva que exponer respecto de la fórmula : « N o lamentaria es hija de la pasión política. Nunca
os preocupéis de las frases mal construidas. » D i g o como entonces manifestó el temperamento inglés
por el contrario, y he dado mis razones, que es toda su energía, todo su orgullo y toda su rudeza;
preciso no descuidar nada desde las primeras incu- nunca como entonces ha sido tan vigorosa, tan
baciones de la palabra. Debe evitarse en la prepa- altiva y tan áspera la elocuencia británcia. « Por la
ración mental la flojedad de las expresiones, pene- primera vez, dice T a i n e , desde la ruina de la tri-
trándose de esta idea, que admitida la primera vez buna antigua, encontró la elocuencia el suelo en
la palabra impropia quedará fijada en la memoria, el cual pudo arraigarse y vivir, y se levantó una
inhibiendo en lo sucesivo á la palabra propia. cosecha de oradores igual, por la diversidad de los
talentos, por la energía de las convicciones y por la
Ciertamente, lo reconozco, no se encontrarán de
magnificencia del estilo, á la que antaño cubrió el
primera intención todos los desarrollos del dis-
agora griego y el forum romano. De tiempo atrás,
curso; pero no por eso es menos útil vigilar cons-
parecía que la libertad de discusión, la práctica de
tantemente la construcción gramatical de las frases
los negocios, la importancia de los intereses em-
pensadas y la propiedad de los términos meditados.
peñados y la magnitud de las recompensas ofreci-
Junius no era u n hombre de tribuna; era un es-
das debiesen p r o v o c a r su crecimiento; pero abor-
critor que escribía como orador, con una elocuen-
taba, cubierta p o r la costra de la pedantería teológica
cia cruel y corrosiva. B u r k e t u v o , e s v e r d a d , magní-
ó restringida p o r las preocupaciones locales, y el
ficos triunfos oratorios : su grandilocuencia
secreto de las sesiones parlamentarias le quitaba la
pasmaba y arrebataba; pero era, ante todo, un
mitad de su f u e i z a al quitarle la plenitud de la
filósofo y un poeta ; su espíritu genial estaba
publicidad. P e r o al fin vino la l u z ; la publicidad
compuesto de inteligencia soberana, de ciencia
primero i n c o m p l e t a y después plena, hace de la
profunda y vasta, de imaginación creadora y de
nación entera el auditorio del Parlamento. E l dis-
corazón humanitario. Fué el hombre más grande
curso se eleva y se ensancha al mismo tiempo que
de su época.
el público se desbasta y se multiplica. E l arte clá-
sico, que a l c a n z ó su perfección, proporciona el
método y los desenvolvimientos. L a cultura mo- El P r i m e r Pitt (lord Chatham).
derna hace entrar en el razonamiento técnico la
libertad de las conversaciones y la amplitud de las T i p o de verbo-motor absoluto. « C u a n d o pare-
ideas generales... Voltaire dudaba « si las arengas ció la primera vez en el Parlamento, era su traza
meditadas que en otro tiempo se pronunciaron en naturalmente agraciada y majestuosa, los rasgos
Atenas y en R o m a son superiores á los discursos de su fisonomía nobles y altivos, sus ojos llenos
no preparados del caballero W i n d h a m , de lord de vida y de animación, y su voz tan flexible y ex-
Carteret» y de sus rivales. En fin el discurso acaba tensa que, hablando bajo, se percibía en todos los
por calar la aridez de las cuestiones especiales y la extremos de la Cámara, y cuando la alzaba, des-
frialdad de la acción acompasada que durante tanto plegando todo su volumen, entonces era como un
tiempo lo comprimieron; despliega irregular y au- órgano, cuyos acordes se percibían á través de las
dazmente su fuerza y su l u j o , y se ve aparecer, en escaleras y antecámaras, y en el recinto de W e s t -
frente de los lindos abates de salón que componen m i n s t e r - H a l l ; cualidades importantísimas todas
en Francia cumplimientos de academia, la varonil estas que Pitt cultivaba con asiduo esmero. Un
elocuencia de Junius, de lord Chatham, de F o x , de observador malévolo dice que su acción era mejor
P i n , de Burke y de Sheridan (i). » y más dramática que la de Garrick, y es positivo
que la movilidad de su fisonomía causaba mara-
( I ) H.TAINE, Histoire de la Littérature anglaise,t. III, p. 322 villa... T o d o s los tonos, desde el acento más apa-
y 323, H a c h e t t e , e d . — L é a s e todo e l c a p í t u l o m .
sionado hasta el aparte más satírico, éranle fami- en cierta ocasión á lord Shelburne, porque cuando
liares, siendo probable que su afán de perfeccionar hablo es necesario qué diga todo cuanto tengo en
las grandes dotes que poseía, diera también por la cabe\a. »
resultado contribuir á desarrollar en él la pasión Así es cómo magistralmente caracteriza lord
que tenía por los efectos teatrales, la cual... fué Macaulay(i) el genio oratorio del famoso Commo-
uno de los vicios de su carácter. ner (tribuno parlamentario).
« Mas no fué única ni principalmente á sus dotes El primer Pitt fué en la tribuna más que un ora-
exteriores á lo que Mr. Pitt debió la influencia que dor, un actor, y actor digno del teatro de Shakes-
logró gozar en la Cámara de los Comunes por es- peare. « La vida pública de Pitt es una obra
pacio de treinta años, sino á sus condiciones de dramática brillante, pero incompleta...; sin unidad
grande orador, condiciones cuya naturaleza y de plan, pero salpicada de magníficas escenas y pa-
extensión es fácil comprender leyendo las relacio- sajes... Lord Chatham era un actor en el despacho
nes de sus contemporáneos y los fragmentos que de S. M., en el Consejo, en el Parlamento y hasta
nos quedan de sus discursos. en la vida privada; porque en ninguna ocasión ni
« Pitt no preparaba nunca sus oraciones; y si al- circunstancia pudo reprimir su voni deponer
gunas veces, en su larga carrera parlamentaria, sus ademanes teatrales. Tanto es así, que muchas
contravino á esta regla, fué para fracasar comple- veces hemos oído decir con referencia á uno de
tamente todas ellas, siendo buena prueba de esta sus parciales más eminentes que se quejaba siem-
verdad su elogio del general Wolfe que pareció á pre de no poder entrar en la cámara de lord Cha-
cuantos le oyeron la peor de sus arengas. Nunca tham sin que todo en ella estuviera dispuesto para
ningún orador supo menos que él aquello que había la representación, antes de que los muebles, las
de hablar, dice un crítico que l o había oído con ropas y las cortinas estuvieran artística y conve-
frecuencia. Pero esta facilidad suya se tornaba en nientemente preparados, antes de que las ventanas
defecto, no siendo por esa causa dueño, sino es- se cerrasen ó se abriesen en la medida y propor-
clavo de su propia palabra; y tanto lo sabía y tan ción necesaria á producir efectos de luz á lo Rem-
poco dueño era de si una ve\ dado el primer im- brandt en la cabeza del aristocrático é ilustre co-
pulso, que no quería tomar parte nunca en las dis- mediante, y que las colchas y las franelas de su
cusiones cuando le preocupaba un secreto de Es-
( I ) MACAULAY, Estudios biográficos, Lord Chatham, traduc-
tado. « Fuerza es que me calle y esté quedo, dijo
ción d e M. J u d e r í a s B e n d e r , M a d r i d , p á g i n a s 20 y s i g u i e n t e s .
cama tomaran pliegues de paños griegos, y que su mismas de su muerte, antes parecen pertenecer al
bastón de cayada estuviera colocado de modo tan género trágico que no á la vida ordinaria de los
elegante como pintan el de BeHsario ó el del rey hombres : orador famoso, gloria de la tribuna i n -
Lear (i). » glesa, gran ministro, colmado de honores, abru-
E n cierta ocasión que se reunió el Parlamento mado de los años y de incurable dolencia, se dirige
para tratar de u n asunto muy grave, los ministros al Senado apoyándose en el brazo del hijo que-
estaban seguros de obtener el triunfo en la d i s c u - rido... ; y allí, en medio del consejo, en la ocasión
sión y en la votación, debido, entre otras cosas, á misma que se esfuerza para reanimar el espíritu
que Pitt se encontraba enfermo y no podría com- decadente de su patria, .cae como herido del rayo,
batirlos. « . . . C o m e n z ó el debate, y ya duraba y muere luego (1). »
cierto tiempo, cuando se o y ó en el patio de la C á -
mara tumulto de voces y aclamaciones incesantes
Fox.
que se a c e r c a b a ; ábrese de repente la puerta del
salón, y entonces todos vieron á Pitt traído en Verbo-motor. Conjeturo que era un auditivo
brazos de sus criados, y rodeado de la multitud que se transformó á fuerza de constante ejercicio
que lo vitoreaba. Cubría su rostro demacrado pa- en verbo-motor,» logrando no sólo rivalizar, sino
lidez mortal, traía la cayada y venía cubierto de vencer á veces en elocuencia al segundo Pitt. Éste
franela : dejáronlo cerca de la barra, sus amigos l o se imponía al Parlamento; era, según la frase de
rodearon á seguida, y con su ayuda pudo llegar T h i e r s , « el más hábil conductor de asambleas de
hasta su escaño. De este modo, habló durante tres los tiempos modernos » ; aquél entusiasmaba y
horas y media contra la paz (2)... » arrastraba por la fuerza comunicativa de su convic-
« Su postrer discurso fué un ataque simultáneo ción. « U n caballero francés mostrábase sorpren-
á la política del Gobierno y á la preconizada por dido de la influencia inmensa que sobre la nación
la oposición ; pero la muerte l o redimió y le resti- inglesa ejercía un hombre como F o x , dado á los
t u y ó el amor de su patria. ¿ N i quién tampoco hu- placeres, y arruinado por el juego y las apuestas
biera podido ver con ánimo sereno y ojos enjutos en las carreras de c a b a l l o s ; lo cual oído de Pitt, le
la caída de aquel coloso ? Hasta las circunstancias dijo por toda contestación : « Se conoce que no

(1) MACAULAY, op. cit., p. 3.

( 2 ) M A C A U L A Y , op. cit., p. 119. (1) Ibid., p. 190.


habéis estado nunca bajo su mágica influencia (i). »
Comenzaba sus discursos con dificultad, no por El Segundo Pitt,
escasez sino por exceso v e r b a l ; le costaba trabajo
la selección de sus primeras expresiones. L u e g o , la Tipo de verbo-motor absoluto, como su padre.
improvisación se encauzaba, amplia y magnífica. El ilustre hijo de lord Chatham comenzó á brillar
Excitado por la pasión del debate, manifestaba en el Parlamento desde los veintiún años. Su pre-
todo su poder tribunicio en la réplica. cocidad fué extraordinaria. Nació orador. « Habíase
« Lenta y gradualmente, como decía Burke, llegó familiarizado, escribe Macaulay, con algunos de
F o x á ser en la discusión el orador más poderoso los mejores autores ingleses, y más principalmente
y brillante que haya existido jamás, y el m i s m o con Shakespeare y Milton, siendo las disputas del
F o x atribuía su éxito á la resolución que f o r m ó , Pandemonio uno de sus pasajes predilectos...; y
siendo aún muy joven, de hablar, bien ó mal, una cuando recitaba el discurso incomparable de Belial,
vez al menos cada día : « Durante cinco legislaturas producía efecto extraordinario en su auditorio por
consecutivas (son sus propias palabras) he hablado la cadencia melodiosa de su método; circunstancia
diariamente, con excepción de una sola vez, y nada que largo tiempo después de su muerte recordaban
siento tanto como no haber hablado ese día... » sus amigos, y á la cual contribuyó m u c h o , aparte
Sería difícil hallar un gran orador que no haya de su aptitud natural, el continuado ejercicio que
dominado su arte á costa del auditorio, ó, mejor hi^o desde la niñez en e^ arte guia'' Ia Era
dicho, que no haya hecho su aprendizaje á costa la suya sonora y clara, y su padre, cuya fama de
de él (2). » orador elocuente vino en cierto modo de su habi-
lidad para emitir los sonidos, aprovechó estas ven-
E l ejemplo de F o x es m u y significativo; deben
tajas del joven W i l l i a m para desarrollarlas en su
imitarlo los que se dedican á la tribuna p ú b l i c a .
provecho... L a educación de Pitt fué la más oca-
Ese ejemplo confirma una vez más la verdad de la
sionada para formar un grande orador parlamen-
palabra de Paignon : « Se aprende á improvisar en
tario, y digan cuanto les plazca los que sostienen
virtud de actos repetidos. » Hablar, hablar, hablar:
y repiten que son contrarios á este fin los estudios
he aquí el único método que puede formar ora-
clásicos que absorben tantos años de trabajo asi-
dores.
duo á los jóvenes, en razón á que les impiden
(1) MACAULAY, op. cit., William Pitt^p. 257. aprender y dominar la lengua patria..., observa-
(2) MACAULAY, op. cit., Lord Chatham, p. 22.
ción es esta que no puede aplicarse al caso de Pitt, portancia, y se consagraba con tanto afán á seguir
porque sus estudios recibieron un impulso espe- su curso como atención científica fija un discípulo
cial, y que, de consiguiente, sólo fueron parte á de Guy-Hospital cuando concurre á una operación
enriquecer su vocabulario inglés y á darle mucha difícil... Á esta época y á estas visitas á W e s t -
práctica y facilidad en el arte de construir las minster se refiere un curioso episodio de su vida
frases de manera elegante y correcta. Porque su que no queremos dejar pasar sin mención especial.
método consistía en leer una ó dos páginas de un E s el caso, que Pitt, cuyo talento nadie conocía
autor g r i e g o ó latino, en apoderarse de su sentido, fuera del círculo de sus parientes y de sus c o m -
y t r a d u c i r l o después en alia vo% en su propio pañeros de Cambridge, se encontró con F o x en la
idioma. A s í lo hizo con su primer maestro W i l s o n , Cámara de los Lores y le fué presentado por un
y así c o n t i n u ó luego con Prettyman, no siendo por amigo de ambos. F o x , pues, que tenía once años
tanto extraño que un joven dotado de clara inteli- más que Pitt y ya era uno de los principales ora-
gencia c o m o él lo fué, y que la ejercitó de tal modo dores de la Cámara y el más temible y poderoso en
durante die\ años consecutivos, lograse adquirir lides parlamentarias que hasta entonces hubiera
sin igual facilidad para expresar sus pensamientos, parecido en Inglaterra, refiere que mientras duró
sin esfuerzo ni trabajo, por medio de palabras bien la discusión, Pitt se volvió á él repetidas veces
escogidas y de períodos elegantes. — De cuanto ha para decirle : « Mr. F o x , me parece que podría
llegado hasta nosotros de la literatura clásica, las contestarse tal cosa », ó « Perfectamente; pero
arengas de los oradores antiguos eran lo que leía creo que también debiera decirse cual otra. » Fox
con más gusto nuestro W i l l i a m Pitt, consistiendo olvidó las críticas parlamentarias de Pitt; pero en
su ocupación favorita en comparar los discursos cambio expresó siempre la sorpresa que hubo de
en pro y en contra de un asunto, analizándolos y causarle la precocidad de juicio de un joven que
fijándose mucho en los argumentos del primer ora- durante toda la sesión parecía exclusivamente
dor que dejaba el segundo sin respuesta, ó refutaba preocupado de las respuestas que pudieran hacerse
ó eludía. Mas no era únicamente leyendo arengas á los oradores de ambos lados de la Cámara (i). »
como estudiaba entonces el arte de la esgrima par-
« E l 26 de 1784 pronunció su primer discurso
lamentaria, pues cuando pasaba temporadas en el
apoyando el plan de reformas económicas pro-
seno de su familia no le faltaban ocasiones de
asistir en Westminster á debates de la mayor im-
( 1 ) M A C A U L A Y , op. cit., p. 240, 241 y 242.
puesto por Burke. F o x se levantó al mismo tiempo; desarrollo, merced á la educación que recibió yá
pero renunció en su obsequio á usar de la palabra, la elevada posición social que ocupó m u y luego y
quedando los oyentes del novel orador sorprendi- en la que pasó la mayor parte de su vida pública.
dos y embelesados de su apostura, digno ademán, — Desde la primera vez que habló en la Cámara
majestuoso estilo, animación, aplomo, acierto y de los Comunes, Pitt se mostró superior á todos
viveza en replicar á los que le habían precedido en sus contemporáneos por la facilidad de su palabra,
el debate, del timbre argentino de su v o z y de los pues podía improvisar una serie de periodos redon-
períodos elegantes y correctos de su improvisa- dos y majestuosos sin pararse á buscar una sola
ción... — Para juzgar de la elocuencia incompa- expresión ni repetirla, con voz clara y pronuncia-
rable de Pitt, ó mejor dicho, para formarnos idea ción correcta y sonora. Había más grandeza en las
de ella, hemos de recurrir y de darnos por satisfe- ideas de Burke y galas más espléndidas; más habi-
chos con lo que nos ha legado la tradición, porque lidad en W i n d h a m ; en Sheridan más ingenio, y
de cuantos oradores han existido el siglo pasado, más destreza en la dialéctica de Fox y más elocuen-
él es, sin duda ninguna, q u i e n más podría quejarse cia también, de esa elocuencia que consiste en
y con mejor derecho de la manera cómo los redac- partes iguales de razón y de pasión mezcladas y
tores de periódicos reprodujeron sus discursos. N i confundidas; pero al decir de cuantos tuvieron la
tampoco esto puede atribuirse á malicia de su parte dicha de oir habitualmente tan grandes oradores,
ni á torpeza, puesto que los críticos contempo- Pitt fué superior á Burke, á W i n d h a m , á Sheri-
ráneos observaron cuán difícil era, si no imposible, dan, y no inferior á F o x . Su declamación era exu-
apoderarse de su palabra ; y para darse cuenta de berante, magnífica y grandiosa; ningún tribuno
su oratoria, no había más medio sino es oirlo, antiguo ni moderno le aventajó nunca en la fuerza
como que le aplicaron c o n insistencia la frase de de los sarcasmos, arma terrible de la cual hacía uso
que se sirvió T á c i t o para describir el destino de contra sus adversarios de una manera despiadada,
un senador cuya retórica se admiraba en el siglo y además reunió en grado superior las dos cuali-
de Augusto : Haterii canorum illud et profluens dades de la oratoria que tan útiles son á los
cum ipso simul extinctum est. No obstante, aun hombres de Estado, porque nadie acertó como él á
quedan abundantes muestras de que la naturaleza ser claro y nebuloso en la medida de la necesidad.
proveyó á Pitt pródigamente de los talentos p r o - Cuando quería ser comprendido, siempre lo alcan-
pios del orador, y de que adquirieron maravilloso zaba, importando poco al efecto que la materia
fuese de s u y o complexa y oscura, pues presentaba
el asunto con admirable lucidez, ya que no siempre
de un modo exacto y concienzudo : cada cosa se
ofrecía colocada en el lugar correspondiente : de-
talles prolijos, fechas, cifras, nada quedaba en
olvido, y los más difíciles é intrincados problemas
económicos expuestos por Pitt se antojaban demos-
traciones evidentes á las inteligencias vulgares. En CAPÍTULO III
cambio, cuando no quería ser explícito — ¿y qué
hombre de Estado, hallándose al frente de los
negocios, quiere serlo siempre? — poseía la facul-
tad maravillosa de no decir nada en un lenguaje
Enrlco Ferrí.
que parecía decir demasiado. A l propio tiempo era
el único que pudiera discutir un presupuesto sin
E l célebre abogado italiano, al consagrar un
valerse de notas, y el único asimismo que, como
estudio á mi obra en la Revue des Revues, se ha
decía W i n d h a m , pudiera sin preparación pronun-
dignado revelarnos, con su brío habitual, su
ciar la tnds evasiva é insignificante de las ora-
propia psicología oratoria. — He aquí una parte
ciones... á saber : un discurso de la Corona (i). »
de ese magnífico fragmento :
« Recuerdo que apenas hube recibido el diploma
. ( I ) M A C A U L A Y , op. cit., páginas 247, 272 y 273.
de doctor en derecho, cuando estaba en Pisa,
en 1878, para hacer mis estudios de perfecciona-
miento con el célebre criminalista clásico Fran-
cesco Carrara, encontré un medio muy ventajoso
para « desatar el frenillo » — como se dice en Ita-
lia, — un ejercicio que no había encontrado en
ningún tratado de elocuencia, pero que respondía
instintivamente á la gloriosa divisa del renaci-
miento científico « provando e reprovando ».
« No pensaba en este tiempo ir á defender en el
fuese de s u y o complexa y oscura, pues presentaba
el asunto con admirable lucidez, ya que no siempre
de un modo exacto y concienzudo : cada cosa se
ofrecía colocada en el lugar correspondiente : de-
talles prolijos, fechas, cifras, nada quedaba en
olvido, y los más difíciles é intrincados problemas
económicos expuestos por Pitt se antojaban demos-
traciones evidentes á las inteligencias vulgares. En CAPÍTULO III
cambio, cuando no quería ser explícito — ¿y qué
hombre de Estado, hallándose al frente de los
negocios, quiere serlo siempre? — poseía la facul-
tad maravillosa de no decir nada en un lenguaje
Enrlco Ferrí.
que parecía decir demasiado. A l propio tiempo era
el único que pudiera discutir un presupuesto sin
E l célebre abogado italiano, al consagrar un
valerse de notas, y el único asimismo que, como
estudio á mi obra en la Revue des Revues, se ha
decía W i n d h a m , pudiera sin preparación pronun-
dignado revelarnos, con su brío habitual, su
ciar la tnds evasiva é insignificante de las ora-
propia psicología oratoria. — He aquí una parte
ciones... á saber : un discurso de la Corona (i). »
de ese magnífico fragmento :
« Recuerdo que apenas hube recibido el diploma
. ( I ) M A C A U L A Y , op. cit., páginas 247, 272 y 273.
de doctor en derecho, cuando estaba en Pisa,
en 1878, para hacer mis estudios de perfecciona-
miento con el célebre criminalista clásico Fran-
cesco Carrara, encontré un medio muy ventajoso
para « desatar el frenillo » — como se dice en Ita-
lia, — un ejercicio que no había encontrado en
ningún tratado de elocuencia, pero que respondía
instintivamente á la gloriosa divisa del renaci-
miento científico « provando e reprovando ».
« No pensaba en este tiempo ir á defender en el
jurado ; pero — puesto que desde entonces quería orgánica que es la base física de toda elocuencia.
Gracias á esa resistencia pude, por ejemplo,
conquistar, á pesar de mi heterodoxia científica,
hablar ocho horas seguidas, en 1886, para de-
una cátedra en la Universidad — para organizar
fender á los campesinos de Mantua acusados de
en mi cerebro la facilidad de la palabra y el orden
excitación á la guerra civil por el solo hecho de
y la claridad de la expresión, tome' la costumbre
que se habían asociado para la defensa de sus
de ir todos los días á las orillas solitarias del Arno,
intereses económicos, y que fueron absueltos en
fuera de la ciudad, para hablar en alta voz y de
medio del entusiasmo febril de la ciudad arrancada
improviso una hora seguida, sobre un argumento
de su budismo artístico, por los jurados de
sacado al azar de entre los pequeños papeles que
Venecia. Pude también, en dos días, hablar once
preparaba y guardaba en la bolsa, antes de salir.
horas en el Tribunal de Lecce, en un proceso
« ¡ Y cuántas vulgaridades, cuántos idiotismos,
ruidoso de pretendida difamación política.
cuántos absurdos, entre alguno que otro resplandor
ideal, declamé yo solo — y esta es quizá la dife- « Estos discursos de ocho y de once horas, que
recuerdo aquí á los colegas que me lean, son ejem-
rencia más señalada con mi vida profesional pos-
plos que deben huirse más que imitarse, y sólo la
terior — sobre la « civilización », la « justicia », el
andamiada y el embrollo de los hechos del negocio
« libre albedrío »>, el « progreso >», el « amor á la
pueden imponer materialmente esa espantosa ex-
patria », la « familia », el « arrebato de las pa-
tensión.
siones », la « defensa legítima », la malesuada
fames, la « culpabilidad moral » 1... « Por lo que á mí respecta, puesto que los ejem-

« E n los primeros días, voz é ideas salían con tra- plos vivos son el medio pedagógico más sugestivo,

bajo, estiradas, separadas, ineficaces; pero pensaba soy un visual-emotivo. Se sabe, en efecto, gracias

que este ejercicio de adestramiento era verdadera- á los trabajos de la escuela de Charcot, que hay

mente precioso, tanto para la laringe como para muchas especies de memorias : memoria de las

los pulmones y el cerebro. imágenes, de las emociones, de las ideas. No

« Después la gimnasia de la enseñanza universi- siendo las imágenes sino sensaciones despertadas,

taria, comenzada desde el año siguiente en T u r í n , el acto de su memoria implica siempre el despertar

en donde yo era al mismo tiempo profesor de de sensaciones y percepciones que son aferentes

derecho criminal y alumno de Lombroso, no ha de la vista, del oído, del tacto ; de manera que hay

hecho sino aumentar más y más la resistencia la memoria visual, la memoria auditiva y la memo-
L A P A L A B R A EN PUBLICO

ria motriz y otros tantos tipos psico-antropológi- accidente de ferrocarril, cuando á los abogados
cos correspondientes. de la C o m p a ñ í a , que acusaban á las familias de
« A d e m á s , las diferentes memorias (imaginación, los muertos y de los heridos de hacer « especula-
emoción, ideación) se ligan y se combinan de ción », respondí en mi defensa que yo no sabía lo
todas maneras, según los individuos y sus grupos que mi dolor paternal habría podido hacer si mi
profesionales y sociales. hijita me hubiese sido devuelta en un montón pal-
« L a imaginación tiene por fundamento la memo- pitante de sangre y de lodo..., entonces veía real-
ria ; pero la memoria no le proporciona sino los mente ese pequeño cuerpo, y el contagio emocio-
materiales; ponerlos en obra depende del tempe- nal debe haber sido muy fuerte. E n ese momento
ramento cerebral hereditario. tuvo que suspenderse la audiencia con motivo de
« A l derredor de ese núcleo de la m e m o r i a — m o - la agitación del público, que se levantó en la sala
triz, auditiva ó visual — se entrelazan, con mayor contra los representantes de la Compañía del
ó menor predominio, la memoria de las emociones ferrocarril. »
y la memoria de las ideas; esto es lo que forma el C r e o útil agregar á esta página de psicología,
tipo psico-antropológico del visual-intelectual, del citada por M. A j a m , algunos párrafos en que el
auditivo-emotivo, etc. mismo Ferri da á conocer pormenorizadamente su
« Así por ejemplo, entre los artistas la memoria método de preparación oratoria. E n el prefacio de
intelectual es con frecuencia m u y débil, mientras su libro Di/ese Penali e Studi di Giurispru-
que una de las tres memorias de las imágenes y la den^a ( i ) — cuya lectura íntegra recomiendo á
memoria emocional son las más de las veces m u y los estudiantes — dice :
desarrolladas. « T e n g o la costumbre de escribir, hasta donde
« M i cerebro es una especie de aparato fotográfico puedo hacerlo, todo lo que pasa en la audiencia :
para las imágenes visuales, porque todas mis pose- lectura de documentos, deposiciones de testigos...,
siones visuales se fijan al derredor de una radiación arengas de adversarios y de colegas, preguntas ó
ó de una emoción y se encienden muy vivamente expresiones incidentales de jurados ó jueces, etc.,
cuando quiero condensar y fijar una radiación ó anotando marginalmente la impresión que, á mi
una emoción en los cerebros del auditorio. Y juicio, haya hecho cada acto en el ánimo de los
cuando hablo, veo cerebralmente esas imágenes.
Así por ejemplo, en el proceso por un terrible ( I ) E . FERRI, Difese Penali. T o r i n o , F r a t e l l i B o c c a , ed.
jurados ó de los jueces, y anotando también las provocadas por el creciente calor del discurso y
respuestas de defensa que se puedan oponer á tal por las interrupciones, mímicas ó habladas, de los
ó cual impresión de cargo... Y , divididas las partes adversarios — esta improvisación es la que nos
principales de la defensa según la índole y el con- hace alcanzar la máxima fuerza sugestiva, porque
tenido de la misma causa, escribo las grandes ó en recoger y rebatir una imprevista objeción de
líneas del discurso y aquellos mínimos detalles de los contrarios ó sobre todo en sorprender en la
hecho que sean esenciales, en pocas y anchas fisonomía de los oyentes la impresión en ellos des-
cuartillas de apuntes sinópticos, en las cuales la pertada, podemos, ya sea pasar volando sobre un
variedad de los lápices de colores, oportunamente argumento que se muestra poco persuasivo, ya sea
dispuesta, favorece y ayuda la memoria de las insistir, con insistencia proteiforme, en el argu-
cosas que deben decirse, una después de la otra. mento que haga más presa en el ánimo de los
jueces porque ha germinado de las raíces mismas
— E n cuanto á la forma, creo que confiarse á la
de la causa debatida. — De todas maneras — sea
improvisación hace más viva, palpitante y efica\ la
en la defensa, sea, y tanto más, en la réplica — es
palabra. E s preciso haber pensado primero en
mejor emplear pocos argumentos buenos y deci-
cada una de las partes de la defensa : en la idea
sivos, que no muchos, entre buenos y débiles;
que formará el exordio, en la que servirá de final,
porque éstos paralizan en el cerebro de los
y en la cadena de los argumentos, los de réplica á
oyentes el efecto de aquéllos, y cuando se dicen
la acusación en primer lugar y los de defensa
cosas desentrañadas de la causa ó que la atañen
l u e g o . — Pero la expresión verbal de estas ideas
por irresistible asociación de ideas y de común
(excepto alguna frase más típica y apropiada al
experiencia, la fuerza sugestiva no está en el nú-
caso), creo que debe dejarse absolutamente á la
mero, sino en la calidad de las cosas dichas. — Re-
improvisación, cuando el cerebro caldeado por el
sumo todos mis recuerdos y todos mis consejos,
propio trabajo despide fulgores más luminosos
diciendo que una defensa penal, para ser pode-
que no las frases fríamente destiladas en el escri-
rosa, debe ser no sólo dicha, sino también vi-
torio, lejos de la atmósfera vibrante del público y
vida, con lampos del cerebro, con palpitaciones
de los jueces. — Y esta improvisación de la forma,
del corazón... »
— que y o comienzo siempre en tono humilde y
con voz natural, para abandonarme después á to-
das las variaciones de intensidad y de rapidez,

ÜlÉi Ttfh
grandes y sostenidos esfuerzos de la palabra ;
acento enérgico ; entonación acre, y , como la de
pocos, apta para esos espantables apóstrofes y
condenaciones, que profieren violentos y solemnes
sus labios, c o m o si ellos entrañaran la encarnación
austerísima de la conciencia pública... Parece en-
fermizo, quizá lo sea, y , sin embargo, podría
CAPÍTULO IV competir con aquel Catón de Utica, obstinado
enemigo de César, que logró, con un discurso de
once horas, impedir, en día memorable, que el
Senado tomase un acuerdo favorable á su r i v a l ;
Tierra fecunda en oradores es España. El idioma pues vésele, tras de largos discursos y ardorosas
castellano es un idioma oratorio, de tribuna. T o d a improvisaciones de tres y cuatro horas, sentarse
la literatura española es elocuente. tan fresco de fuerzas y tan claro de voz, como si
Reproduzco algunos retratos psico-físicos de nada hubiese dicho. M u y pensador, lato y concep-
oradores españoles, que con enérgica brevedad y tuoso en la d o c t r i n a ; á las veces, su prolijidad y
profunda evocación, ha hecho el Dr. Angel exposición, adolecen más bien de académicas que
Pulido en su libro La Emoción Oratoria (i): de parlamentarias; es sólido el encadenamiento de
sus ideas, cuidadosa la trabazón de su lógica, y
obscuros con frecuencia, por demasiado sutiles y
Salmerón.
filosóficos, sus razonamientos. Su frase facunda,
distinguida, y ajustada con severidad al pensa-
« Tiene aspecto de anabaptista : alto, seco, más
miento, decae en ocasiones, por rebuscada, en ex-
que pálido cetrino, buen ejemplar de tipo ario en
travagante y libre. Sin e m b a r g o , nadie le aventaja
sus ramificaciones semíticas; facciones correctas y
en el corte elegante y gallardo de la cláusula, la
varoniles ; expresión adusta ; mirada fuerte y p r o -
cual sale de sus labios, á m e n u d o , tan segura,
funda ; ademán altivo, voz clara y sonora, cuerdas
ática y tersa, que produce en el ánimo de quien le
vocales y aparato respiratorio apropiados para los
escucha ese grato arrobamiento que causa siempre
( I ) D r . A . PULIDO, La Emoción Oratoria, Madrid, 1896, el sentimiento de lo s u b l i m e . Improvisador ex-
p a g s . 159 y s i g u i e n t e s .
traordinario, su ataque es duro, violento y agre- ciendo siempre textos, citas y demostraciones de
sivo, pues emplea frases tan destempladas como una cultura enciclopédica y brillante. Tiene lapa-
nadie osa decirlas. Este lenguaje, su acento, su labra más afluente del Congreso español, y dice
mirada provocadora, y la rudeza de sus ataques, con tanta serenidad, blandura y elegancia, que en-
dichos con voz altisonante y subrayando, levantan canta... Cuando ha terminado, deja en el alma,
recias tempestades, que afronta con una serenidad como Berryer y Lamartine, una risueña y adorable
pasmosa, oponiéndoles u n rostro contraído con sensación de dulzura, perfume y embeleso. Se ha
irónica y hasta mefistofélica sonrisa, fiereza arro- pasado un rato delicioso escuchándole. »
gante, cabeza erguida, y unos ojos negros, lumi-
nosos y m u y abiertos, que clavan su mirada donde
Cánovas.
más braman los truenos, c o m o para gozarse en su
contemplación y aguardar su total desencadena- « Personalidad saliente y poderosa. Talento ex-
miento, á fin de, una vez calmados, recargar sobre traordinario; ilustración vasta y profunda, con es-
lo mismo que tanto hiere y desata. » pecialidad en asuntos de historia; carácter enér-
é
gico y altivo; comprensión fácil y pronta; replica
viva, clara y feli% ; razonador copioso, y diser-
Moret.
tante sereno, elocuente y de prolija dialéctica. Su
« El más espontáneo, facundo y segurísimo en la frase, escogida, segura y majestuosamente dicha ;
improvisación de cuantos conocemos... De él he- su pasión, de exaltaciones comedidas y á veces de
mos oído decir muchas veces á Castelar que las Mu- soberano desdén, se acompaña por lo común de
sas se han esmerado en dotarle de los más h e r m o - un ademán noble y algo amanerado, revelando su
sos atributos que pueden adornar á u n o r a d o r ; y preocupación mental y su inquietud física con un
así es. Se parece á Lamartine. Su presencia es alta, tic característico : no deja quietos los lentes en su
esbelta, graciosa y de u n a belleza verdaderamente nariz, pues los quita y pone con nervioso é incons-
apolínea; su voz, el c a n t o armonioso de una si- ciente ademán, mientras mantiene su cabeza ga-
rena; su imaginación, u n campo lleno de m a r i p o - llardamente ladeada. E s profundo y sentencioso,
sas... Sabe mucho, y de muchas materias. Lo á menudo sofista cuando su posición política le
mismo trata una cuestión sanitaria, que u n a e c o - obliga á defender ciertas tesis ; ha brillado siempre
nómica, que una de d e r e c h o internacional; adu- por sus frases agudas, ingeniosas y temibles, las
la libertad de España debe á su palabra acerada, á
cuales dispara como dardos certeros sobre las per-
su obra, primero demoledora, y creadora después,
sonas y doctrinas contrarias, sin descender jamás
á su espíritu batallador, á su audacia, y aun á esa
de la elevación y cultura de quien cuida mucho lo
gramática parda que la crítica ha encarnado en
que dice, y cómo lo dice. Su estilo es severo, ático,
otro tic especial, digno de ser contrapuesto al de
lleno de vigor y de ún exquisito gusto parlamen-
su turnante en el Poder, Cánovas, antes c i t a d o ;
tario. Cierra y redondea bien sus períodos, escu-
nos referimos al hecho de rascarse la barba, mien-
chados siempre con merecido interés. »
tras con cara socarrona oye lo que se le dice y con-
templa á quien le combate. »
Sagas ta.

« Estatura mediana, magro, hidiosincracia hepá-


Castelar.
tica y color bilioso ; inteligencia clarísima, ima r
ginación pronta, impetuoso, enérgico, de vivo
arrebato, gran tribuno con arranques fáciles de ¿ E r a Castelar un verbo-motor?
exaltado liberalismo. Poco diserto, y aun indife- Está p r o b a d o que no sólo recurría á la prepara-
rente á las galas retóricas; aprecia como nadie el c i ó n gráfica, sino, que la aconsejaba. El Dr. Pulido
espíritu de una Cámara, la esencia de un debate, y dice expresamente á este respecto : « Castelar sos-
lo sintetiza en un apostrofe, en un pensamiento, en tiene que los discursos mejores son los que se lle-
una exclamación de ardiente patriota, con lo cual van aprendidos de memoria y se recitan; y por
arrebata los corazones y provoca una tempestad de • Creerlo así ha recomendado siempre que tal hicie-
aplausos. No estudia las frases, no se aprende de r a n , á los a m i g o s que han buscado su auxilio, y
memoria los párrafos, no apunta á la alta elocuen- seguido- sus c o n s e j o s , en ocasiones de gran com-
cia : habla con naturalidad, con improvisación, lo p r o m i s o . » Sin e m b a r g o , algunas páginas más ade-
que le viene á la mente y lo que oye en su derre- l a n t e / e l autor que citamos precisa así el método
dor, y logra, como nadie, refutar todo un artifi- de Castelar : « Castelar no se ha sabido literal-
cio dialéctico, preparado con grande esmero por mente de m e m o r i a sus discursos : su esqueleto, la
algún adversario difuso y petulante, valiéndose ordenación de sus párrafos, el encadenamiento de
de una frase feliz ó de un chascarrillo graciosa- las ideas, y la riqueza de su expresión lo tenía
mente narrado. Difícil es decir lo muchísimo que aprendido, sí, pero en el acto de pronunciarlo,
excepción hecha de algún párrafo de efecto espe- de libertad mental que se había tomado el gran
cial, todo lo sometía al fraseo de la improvisación, tribuno (i)... »
el cual, como suyo, resultaba m u y hermoso y elo- C o m o se ve, aun cuando Castelar sometiera mu-
cuente. chas partes de sus discursos al a fraseo de la im-
Pudiera citar muchos hechos que así lo p r o - provisación », y por más que las diferencias de
basen, pero bastará con u n o . — E n el famoso forma entre el discurso escrito y el pronunciado
banquete de más de tres mil cubiertos con que le denunciaran una gran « cantidad de libertad men-
obsequiaron los posibilistas de Cataluña, el tal » en el tribuno español, el hecho innegable es
año 1888, pronunció un discurso de grande efecto que su preparación oratoria era esencialmente grá-
político, y por esto muy meditado. Lo escribió, fica. El secretario particular de Castelar, Don
como de costumbre, antes de pronunciarlo, y las Ginés Alberola (2), dice : « Cada párrafo que C a s -
cuartillas auténticas fueron al diario La Publici- telar escribía ó dictaba, corregíalo incontinenti,
dad, órgano del partido, para que publicase la más mas nunca para variar ideas, ni rectificar juicios,
fiel expresión del glorioso jefe. Pero otros órganos ni modificar conceptos, sino para pulirlo y limarlo
de la Prensa local, no queriendo ser aventajados con la delicadeza con que los grandes artistas pulen
por el diario posibilista, enviaron al banquete sus y liman sus obras monumentales. Huía de los aso-
taquígrafos, y publicaron en el día siguiente lo que nantes y consonantes, de las cacofonías, de los re-
tomaron al oído. De este m o d o el público se en- lativos, de los hiatos, de todo cuanto pudiera qui-
contró sorprendido por dos discursos, que pro- tarle ritmo y cadencia á su prosa... » ¿ Q u é otra
t e s t a b a n de ser exactos, y que, sin embargo, dife- cosa es esto sino grafismo puro, ciceroniano?
rían en la locución : la misma arquitectura gene- Conocemos un caso en que Castelar improvisó
ral, párrafos semejantes, ideas iguales, doctrina realmente : nos referimos á su primer discurso cé-
idéntica; pero el detalle de la cláusula era algo dis- lebre, al que dijo en el T e a t r o Real, y que en un mo-
tinto. mento lo llevó á la gloria. Estaba m u y ajeno de ser
La causa estaba en que el discurso de La Pu- consagrado ese día como el primer tribuno español
blicidad era el escrito, pensado y aprendido por e l j o v e n c i t o elocuente apenas salido de las aulas.
el orador, y el de los demás periódicos era el v e r -
daderamente pronunciado; la diferencia de forma ( 1 ) Op. cit., p á g i n a s 1 2 4 y 128.
12) GINÉS ALBEROLA, Semblanza de Castelar, página 148.
que entre uno y otro había, denunciaba la cantidad
He aquí como refiere acto tan memorable el de burla, le incité con toda energía á que nos mar-
Sr. D. Miguel Morayta (i), amigo íntimo de Cas- cháramos. — Castelar no me hizo caso y aun no
telar : acallados el movimiento y murmullos, al pregun-
« E l 25 de septiembre de 1854, llegó E m i l i o tar el presidente : « ¿ Quién ha pedido ahí la pala-
Castelar á Madrid desde Ciempozuelos donde vera- bra ? », c o m o Castelar contestara, « E m i l i o Caste-
neaba, ya bastante entrada la mañana; encontró lar », renováronse las manifestaciones desatentas...
en la calle... á nuestro amigo D . Faustino B a m í s , Castelar se puso en pie, y como no era posible oirle
joven como nosotros y muy demócrata, quien le bien hablando desde su butaca, el público pidió
dijo que en las primeras horas de aquella tarde se que pasara al escenario. — Obedeció, y colocán-
celebraba en el Teatro Real una reunión electoral dose hacia el lado del palco regio, dirigiéndose con
convocada por la Juventud liberal, entonces salida fiera arrogancia al público dijo : « ¿ Queréis saber
á la luz p ú b l i c a ; . . . entramos en el Teatro R e a l , lo que es la democracia? » y como este interrogante
hallándose y a la reunión un tanto avanzada. — E n se contestara convirtiéndose el bullicio en religioso
medio de la agitación producida por el discurso de silencio, añadió : « Pues os lo voy á decir. » —
Fernández y González, Castelar, que sentado junto Extrañó á todos aquel exordio, quizá por contras-
á mí ocupaba una butaca de la izquierda del espec- tar tanta soberbia con la juventud de quien le d e c í a ;
tador, hacia la fila 10 ó 12, gritó : « Pido la pala- Castelar había c u m p l i d o pocos días antes los vein-
bra. » — El timbre de voz de Castelar, mientras no tidós años; mas aun no había concluido su primer
desataba los raudales de su inimitable elocuencia, párrafo, cuando los concurrentes puestos en pie
disonaba bastante, por resultar un tanto atiplado. aplaudían con frenesí... C o n c l u y ó Castelar su ora-
Oir los concurrentes su pido la palabra, y salir de ción ; se le pidió que continuara y siguió improvi-
todas partes gritos semejando burlonamente la voz sando; llegó á un nuevo final y se repitió el mismo
de Castelar, todo fué uno. — Y o , que tanto le que- caso... L o s aplausos, los vivas, las aclamaciones
ría y que le había oído hablar muchas veces en no cesaron... »
Academias escolares y sobre todo en la Capilla de
Bellísimo triunfo es éste que revela todo el poder
S. Isidro, tenía seguridad de que la concurrencia
sugestivo de la palabra improvisada de Castelar.
le aplaudiría, pero molestado por aquella manera
Era, pues, un motor; pero al propio tiempo tenía
desarrollados sus centros visuales y gráficos de un
(1) MORAYTA, Juventud de Castelar, B o u r e t , ed., p á g i n a s 56
á 59.
modo extraordinario. N o puede clasificarse exclu-
sivamente en ninguna de las categorías de tipos
definidos por Charcot. Castelar es una excepción :
en él se juntan dos tipos casi siempre antitéticos :
es un visual-motor.

CAPÍTULO V

Presentaremos, por último, algunos tipos de


oradores mexicanos.
Se encontrará una amplia galería de nuestros
hombres de tribuna, desde predicadores hasta aca-
démicos, en el tomo V de las Obras Completas del
muy erudito escritor D. Francisco Pimentel.
i
Desgraciadamente, su erudición era simple erudi-
ción : no fué un crítico — en el sentido moderno
de la palabra — porque careció de gusto literario.
Sus juicios, aplicados á los discursos impresos,
como obras escritas, son, por eso mismo, falsos.
Nada nos dice, en cambio, de la oratoria de los
oradores. (Y la oratoria es el procedimiento de
preparación, la voz, el ademán, el efecto cau-
sado..., en una palabra, el trabajo de tribuna, no
el de'escritorio.) C o n cuánta razón dice el Sr. Lic.
D. Manuel Sánchez Mármol — éste sí es hombre
sivamente en ninguna de las categorías de tipos
definidos por Charcot. Castelar es una excepción :
en él se juntan dos tipos casi siempre antitéticos :
es un visual-motor.

CAPÍTULO V

Presentaremos, por último, algunos tipos de


oradores mexicanos.
Se encontrará una amplia galería de nuestros
hombres de tribuna, desde predicadores hasta aca-
démicos, en el tomo V de las Obras Completas del
muy erudito escritor D. Francisco Pimentel.
i
Desgraciadamente, su erudición era simple erudi-
ción : no fué un crítico — en el sentido moderno
de la palabra — porque careció de gusto literario.
Sus juicios, aplicados á los discursos impresos,
como obras escritas, son, por eso mismo, falsos.
Nada nos dice, en cambio, de la oratoria de los
oradores. (Y la oratoria es el procedimiento de
preparación, la voz, el ademán, el efecto cau-
sado..., en una palabra, el trabajo de tribuna, no
el de'escritorio.) C o n cuánta razón dice el Sr. Lic.
D. Manuel Sánchez Mármol — éste sí es hombre
de buenas y bellas letras — en su monografía inti- nos cuya palabra ejerce un poder extraordinario,
tulada Las Letras Patrias : porque saben no sólo mover y deleitar al audito-
« De todos los géneros literarios, la oratoria es rio, sino arrastrarlo invenciblemente y alcanzar
el único de que no puede hablarse con acierto por de él cuanto ambicionan. Su fama á este respecto
la simple lectura. Guando aceptamos que D e m ó s - es inmensa, y creemos que hay razón para que así
tenes y Cicerón fueron los más grandes oradores sea (1). »
de la antigüedad, procedemos más por la opinión D . G u i l l e r m o Prieto dice y cuenta á propósito
recibida que por lo que nos enseñan las arengas y de Pedraza :
discursos de esos dos inmortales, tal como la i m - « Su voz era sonora, vibrante, y cuando la esfor-
prenta nos los da h o y á conocer. zaba era aterradora como el trueno. La separación
«Juzgar de un orador sin haberlo visto ni oído en de las aulas del Sr. Pedraza, su lectura de V o l -
la Agora, en el Senado, en los Rostros, en la C o n - taire, de Rousseau y de los enciclopedistas, y su
vención ó en la Asamblea, sería tanto como c o n - alto desdén por los ergotistas y los teólogos, hicie-
sentir á un ciego nato que juzgara de la luz. A s í , ron que éstos se vengaran, pintándolo siempre sin
pues, al traer los nombres de los oradores que la erudición pedantesca é inútil de la é p o c a ; pero
gozan en nuestra historia reputación de tales, en Pedraza tenía profunda instrucción en Historia,
tal ó cual grado de prominencia, nos atenemos á no era extraño á las ciencias, y tenía gusto casti-
lo que ha sancionado el fallo de la tradición, sin gado y selecto en materias literarias.
quitarle ni ponerle (i). » « Generalmente subía á la tribuna con cierta
Palabras de oro. frialdad, frotando el anillo que llevaba en el ín-
dice y era su manía.

Manuel Gómez P e d r a z a . « Gradualmente su voz se esforzaba, le llenaba


su asunto, y, entonces, erguido, impetuoso, domi-
« E n la vida de Pedraza, dice el eminente crítico naba á su auditorio.

D . Francisco Sosa, no es el político sino el ora- « A l estallar el movimiento del 6 de Diciembre, en


dor, el que nos atrae... Orador parlamentario, dió medio de la efervescencia de indignación que llevó
palpitantes pruebas de ser uno de aquellos tribu- hasta el frenesí á las masas, se sorprendió en la

(1) F. SOSA : Biografías de Mexicanos distinguidos,


( I ) SÁNCHEZ MÁRMOL : Las Letras Patrias, pág. 143. pág. 424.
garita de San Lázaro al Sr. D. Antonio de Haro y aquel león reinaba un profundo silencio y parecía
Tamariz, que venía escudado con un salvo-con- pintado el tremendo cuadro que los ojos descu-
ducto, dado por uno de los jefes de la revolución. brían.
« Registraron al Sr. Haro y hallaron que, abu- « Entonces con una excitación más impetuosa,
sando del salvo-conducto, traía en el forro del más vehemente, m u c h o más apasionada que la
paletó blanco que le abrigaba, correspondencia, exaltación que mostraba el pueblo, trazó, como en
libranzas y firmas, para promover en México una desordenado delirio, la biografía de Haro : se re-
contrarrevolución, sacrificando á los hombres del firió al abuso c o m e t i d o ; describió las calamidades
6 de Diciembre. que quería desatar sobre Puebla, que le vió niño,
«Apenas se divulgó la noticia de aquella felonía, que iluminó sus primeros amores y que guardaba
cuando corrió, frenética, la multitud al lugar en las cenizas de sus padres... « ¡ A ese monstruo, en
que se encontraba el r e o ; llega el tropel armado nombre de la patria ultrajada, en nombre de la
de espadas, puñales, fusiles y p i e d r a s ; rodean humanidad vilipendiada, yo le maldigo... y o le
al Sr. Haro, se lanzan sobre él, y en empeñada maldigo! »
lucha le conducen á Palacio, y allí no se encuentra « T e m b l á r o n l a s columnas del edificio...No había
seguridad para Haro sino en la Cámara de D i p u - gentes, eran de piedra aquellas figuras humanas...
tados, que estaba en sesión. E l reo, las guardias, C a y ó sombra horrible después de estas palabras,
y las chusmas frenéticas rompiendo puertas, de- en el alma de los concurrentes.
rribando asientos y bramando furiosa, penetró al « Pero este hombre viene defendido con nuestra
santuario de las leyes. palabra... le protege un salvo-conducto como una
« E l reo se acoge trémulo tras el dosel y se abraza égida... ¿ Q u é es la venganza? Una ostentación
á la silla del Presidente... U n momento más, y cobarde de la fuerza, si son muchos... U n disfraz
hubieran corrido ríos de sangre. de la alevosía, si es uno. »
« Entonces un hombre se levanta de su asiento ; « Hablaba, hablaba el Sr. Pedraza, y , en un mo-
era Pedraza : aparece erguido, pasa su mano por mento de exaltación impetuosa, se levanta, ordena,
los hilos de cabellos que coronaban su cabeza, y manda sublime que Haro salga de su escondite...
•grita, dominando el estrépito de la multitud ra- y le promete, le jura que será respetado... porque
biosa : ¡ Silencio, señores! E n nombre de la patria pertenece á la ley.
y de la humanidad, silencio. A l tercer rugido de « A sus palabras, como maquinalmente, con el
cabello erizado, los ojos vidriosos, como un ca- lastimara la integridad del credo liberal, allí sal-
dáver aparece Haro, y al ademán omnipotente del taba, en aquel punto se encontraba en la pelea, y
orador, se abren las olas de la multitud, y como era de oirle, balbuciente á los comienzos de su dis-
una sombra desaparece el reo... salvando su vida. curso, rastreando á manera de quien busca los
« T a l era Pedraza y tanto el poder de su elo- olvidados arreos, para ir luego subiendo el diapa-
cuencia ( i ) . . . » són, hasta prorrumpir en los admirables ditiram-
bos que su inagotable lirismo le sugería. Y su
Guillermo Prieto. palabra asumía todo su impulso ascendente,
cuando, cerrados los ojos cual si quisiera percibir

Prieto era un improvisador, sin duda. Le faltaba con mayor perspicuidad sus ideas, perdida la per-

lo que pudie'ramos llamar el ritmo oratorio, el cepción del mundo externo, remontábase á las

desenvolvimiento armonioso del discurso. N o era alturas á inspirarse en los divinos arquetipos (1). »

un maestro en el arte de las transiciones, como


Zarco. Era desigual, quebrado, á veces vulga- F r a n c i s c o H e r n á n d e z y Hernández.
rísimo, en ocasiones muy alto y noble. E n sus
momentos de inspiración tenía períodos líricos de T i p o de verbo-motor puro. « Melena de l e ó n ,
asombrosa sugestión. Jamás, á pesar de ser un ojos grandes y lucientes como el acero bruñido,
escritor fecundísimo, recurrió á la preparación tórax de gladiador, voz estentórea como el trueno,
gráfica de sus discursos. Los improvisaba comple- tales eran las condiciones físicas de este orador,
tamente. « Pasado ya el período en que, ora en el que se hizo notar por la presteza de la concepción,
periodismo, en el destierro ó en la tribuna, y hasta la oportunidad de sus réplicas, y el arresto con
en la cárcel misma, luchó sin tregua ni miedo por que abordaba las cuestiones más escabrosas, sin
las libertades públicas y los grandes intereses de que fueran parte á debilitar esas cualidades ni el
la civilización, retirado á su tienda, como el he'roe desaliño é incorrección de lenguaje ni la pobreza
griego, escuchaba el estrépito de los debates sin de conocimientos, que no cuidaba de d i s i m u -
terciar en ellos; mas si á sus oídos llegaba un lar (2). » Hernández y Hernández era de los ora-
aserto, una frase, un concepto que en algún modo dores exclusivamente oradores, tenía el horror de

( 1 ) S Á N C H E Z M Á R M O L : Op. cit., p. 147.


( i ) C i t a d o por el Sr. Sosa. Op. cit., p. 4 2 9 .
(2) SÁNCHEZ MÁRMOL : Op. cit., p. i5i.
alardear de la victoria. N i n g ú n recurso oratorio
la escritura, jamás trazaba en el papel el plan de
érale desconocido, y de todos sabía hacer uso sin
sus arengas. N o meditaba sino momentos antes de
esfuerzo : el frío razonamiento, la paradoja bri-
hablar : cuando tenía que pronunciar un discurso,
llante, la ironía ó la burla, el desdén ó la grave-
aun cuando el debate fuera m u y importante, se
dad, el halago seductor ó la amenaza solemne y
pasaba el día charlando con sus amigos, y ya para
hasta el vaticinio profético. Era su lengua circun-
dirigirse al Parlamento, se separaba de ellos en el
volución de su cerebro, órgano pensador, valga la
trayecto y al llegar á su asiento tenía hecha su ora-
hipérbole, tal así brotaban y fluían y se precipita-
ción (i).
ban los razonamientos de sus labios. Se ejercitó
en las dos formas de la oratoria parlamentaria :
Sebastián L e r d o de T e j a d a . en la de oposición como en la gobiernista, mas
siempre al servicio de los grandes intereses na-
T i p o , igualmente, de verbo-motor puro. E l más cionales (i). »
grande orador mexicano. Dice el Sr. Sánchez Már- La que el Sr. Sánchez Mármol califica de hipér-
mol : « Nuestra oratoria ha tenido su Júpiter to- bole, es una realidad, una realidad comprobada
nante. C u a n d o se erguía en la tribuna, transfigu- por la ciencia. Sí, la lengua de Lerdo de Tejada
rábase ésta en O l i m p o ó en Sinaí. Su v o z de barí- era un órgano pensador, en el sentido de que, en
tono vibraba como fusta ó como hoja damasquina, él, la palabra acompañaba al pensamiento. Lerdo
y eran sus frases relámpagos ofuscadores ó proyec- pensaba h a b l a n d o ; en otros términos, hablaba
tiles mortíferos. Su inteligencia soberana no cono- como por inspiración espontánea. Era un Numa
cía vallas : águila en todas partes, l o mismo se Roumestan de genio.
cernía en los aires para caer sobre su presa, que
miraba al sol cara á cara, sin parpadear. C o n s u - ( i ) Op. cit., p. I 5 2 . ¿ V e r d a d q u e t i e n e m u c h o talento el
Sr. Sánchez Mármol ?
mado esgrimidor de la palabra, nunca dejó de
parar sin responder, y su respuesta fué siempre
certera, mortal. C l a v a b a al adversario, y no era ni
para dispensar una mirada á su víctima ni para

( i ) D e b o este dato al S r . Lic. Renato Hernández y Her-


nández, hijo del ilustre orador.

INDICE

PREFACIO V

UNA PALABRA DEL TRADUCTOR

PRIMERA PARTE

CAPÍTULO I. — F i s i o - p s i c o l o g i a de la p a l a b r a ¡
CAPÍTULO II. — E l l e n g u a j e i n t e r i o r y sus relaciones
con la p a l a b r a e x t e r n a 2 2

CAPÍTULO III. — La p a l a b r a y las m e m o r i a s 4 (

CAPÍTULO I V . — H i s t o r i a de los p r o c e d i m i e n t o s ora-


torios
CAPÍTULO V. — P l a n d e u n m é t o d o r a c i o n a l 79
CAPÍTULO V I . — P s i c o l o g í a de los a u d i t o r i o s . (Audi-
torios o c a s i o n a l e s ) . '.
CAPÍTULO V I L — P s i c o l o g í a de los a u d i t o r i o s . (Audi-
torios p e r m a n e n t e s ) ,,3
A l g u n o s consejos prácticos

SEGUNDA PARTE
EXAMEN DE A L G U N O S PROCEDIMIENTOS DE ORADORES

CAPÍTULO I. O r a d o r e s f r a n c e s e s . — M i r a b e a u . . . . i35
Vergniaud ,35
3 I

Danton '
Berryer 1 ^
Thiers 1 4 0

Lachaud 141

Gambetta
Francisque Sarcey 14 '
CAPÍTULO I I . Oradores ingleses. — El Primer Pitt
(lord C h a t h a m , '4?
Fox
El segundo Pitt lb 7
CAPÍTULO 111. O r a d o r e s i t a l i a n o s . — E n r i c o F e r r i . . 162
CAPÍTULO I V . Oradores e s p a ñ o l e s . — S a l m e r ó n . . . 17O
Moret
Cánovas
Sagasta 1 7 4

Castelar ' • 1 7 3

CAPÍTULO V . Oradores m e x i c a n o s . — M a n u e l G ó m e z
Pedraza
G u i l l e r m o Prieto l 8 b

Francisco Hernández y Hernández 187


Sebastián Lerdo de T e j a d a 188

PARÍS. — L I B R E R Í A É I M P R E N T A DE L A VDA DE C H . BOÜRET.

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