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Por
orden
alfabético.
Francisco
Cabrera
es
Director
de
investigación
en
CREFAL
y
Soledad
Rodriguez
es
Asistente
de
Investigación.
Correo
de
contacto:
soledad.rodriguez@crefal.org
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Esta obra, publicada en 1972, fue encargada por la Dirección General de la UNESCO, a Edgar Faure,
entonces presidente de la Comisión Internacional para el Desarrollo de la Educación. La finalidad fue analizar
la realidad educativa mundial y ofrecer propuestas sobre las directrices y orientaciones que debía seguir la
política educativa en adelante. Este fue el primer Informe con estas características, del que se desprendieron
otros dos: La Educación Encierra un Tesoro, de Jaques Delors en 1994 y Replantear la educación. ¿Hacia un
bien común mundial? de Irina Bokova en 2015. En ellos se puede apreciar la evolución del proyecto
educativo mundial.
convicciones, sus ideologías, su visión del mundo, sus hábitos y sus costumbres, en
modelos o reglas válidas para todos los tiempos, todos los tipos de civilización y todas las
formas de existencia” (Faure,1973:226).
Esta nueva conceptualización de la EPJA quedó plasmada en las Recomendaciones de la
Conferencia General de la UNESCO en Nairobi (1976), donde se acordó que ésta
designaría “la totalidad de los procesos organizados de educación, fueran cuales fueran
sus contenidos, niveles o métodos” (UNESCO,1976:2). A diferencia de años pasados, en
los que la educación de adultos encontraba su finalidad en la alfabetización y la
capacitación para el trabajo, la Conferencia significó un punto de inflexión al posicionarla
como un sub-conjunto de la educación permanente, con objetivos que abordaban no solo la
adquisición de competencias técnicas y profesionales sino la “evolución de las actitudes o
comportamientos en la doble perspectiva de un enriquecimiento integral del hombre, y una
participación en un desarrollo socioeconómico y cultural equilibrado e independiente”
(UNESCO,1976:2)
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Dentro del Informe Faure es posible observar, específicamente en el apartado VI: Trascendencias, la
utilización de principios de la dialéctica hegeliana y la deconstrucción derridiana para la propuesta del
proyecto identitario.
ALV. De esta forma, la educación de adultos se definió como: “el conjunto de procesos de
aprendizaje, formal o no, gracias al cual las personas cuyo entorno social considera
adultos, desarrollan sus capacidades, enriquecen sus conocimientos y mejoran sus
competencias técnicas o profesionales, o las reorientan a fin de atender sus propias
necesidades y las de la sociedad.” (UNESCO, 1997).
La prevalencia de los conjuntos de aprendizaje y la inclusión de la reorientación de las
necesidades individuales y sociales, llevó a requerir de mayores complementariedades del
aprender a ser, planteado en el informe de Faure. Es así como el ALV, que encuentra su
sustento conceptual en el nuevo Informe Delors de 1996, propuso agregar tres pilares más
al proyecto de educación a lo largo de la vida: el aprender a conocer, aprender a hacer y el
aprender a vivir juntos, como una forma de hacer frente a los desafíos del nuevo milenio.
Los cuatro pilares fueron definidos por Delors como complementarios entre sí e
indispensables de toda política educativa integral. De tal forma, el desarrollo del aprender a
conocer en los individuos, posibilitaría la obtención autónoma de conocimientos generales
y la profundización en materias específicas; el aprender a hacer permitiría la adquisición
de competencias más allá de las necesarias para incorporarse al campo laboral, que se
tradujeran en un valor agregado para hacer frente a situaciones itinerantes, de diferente
naturaleza; el aprender a ser, desarrollaría una personalidad más autónoma, juiciosa y
crítica de su realidad social; y el aprender a vivir juntos, facilitaría también una mejor
integración de las personas al mundo globalizado, a través de la tolerancia y la empatía
(Delors, 1996).
Si bien la educación por competencias orientada al mercado laboral, se empezó a gestar
años atrás con la aparición de la Teoría del Capital Humano4, la incorporación del
aprender a conocer y el aprender hacer en el proyecto de la UNESCO, se entiende como
un esfuerzo por transitar de un modelo de educación por competencias meramente
instrumentalista, hacia uno en el que se integran habilidades sociales --no cognitivas--
como la resiliencia, el auto control, o la autoconciencia para poder conocerse y gobernarse
a sí mismo. Estos elementos se integran y se consideran ahora centrales para la
participación en una sociedad cada vez más interdependiente económica y socialmente,
donde los valores mundiales y locales están entrelazados y en la que la concepción del
individuo y el ser social se encuentra constantemente desafiada.
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La teoría del capital humano desarrollada en los años sesenta por Schultz (1961), propone una relación
positiva entre educación y desarrollo económico. Concibe a la educación como una inversión que genera
utilidad en el futuro, puesto que convierte al individuo en un factor económico altamente productivo a través
de la adquisición de habilidades, destrezas y conocimientos que le permiten desempeñarse de manera eficiente
en el campo laboral (Villalobos, 2009).
Es así que, desde las últimas décadas del siglo pasado, la reforma de los sistemas
educativos se comenzó a perfilar como una de las necesidades más apremiantes de las
sociedades post-industriales. La apuesta por una educación permanente que posibilitara el
aprendizaje a lo largo de la vida se pensó desde sus inicios como aquella que involucrara
“todas las dimensiones de la vida, todas las ramas del saber y todos los conocimientos
prácticos que pudieran adquirirse por todos los medios (formal, no formal e informal)”
(UNESCO,1976:2). Y más recientemente, se extendió hasta las últimas concepciones de un
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Deberá entenderse por educación formal aquella en la que el proceso de enseñanza-aprendizaje se desarrolla
en el marco de un proyecto pedagógico y didáctico, de forma sistematizada y estructurada y, por lo regular,
dentro de instituciones dedicadas exclusivamente a este proceso y que han delimitado previamente el espacio
y el tiempo de la práctica. Por su parte, se entiende por educación no formal aquella que tiene objetivos bien
delimitados, casi siempre instructivos, pero que escapa del espacio y tiempo tradicionalmente establecido para
la educación. Esta modalidad puede localizarse mayoritariamente en las fábricas y empresas, como parte del
entrenamiento para el trabajo, instituciones de salud o sociales. La educación informal sin embargo, es toda
aquella en la que el aprendizaje es producto de las experiencias de la vida cotidiana, por lo que puede
transmitirse prácticamente en cualquier momento y por cualquier medio. En la actualidad las tecnologías de la
información están ocupando un papel preponderante en el reconocimiento de este tipo de educación.
proyecto de aprendizaje que sorteara por conducto del individuo, los retos del devenir de la
humanidad.
A pesar de la tendencia del desplazamiento del proyecto educativo global hacia una visión
economicista, impulsado a través del modelo de competencias, la necesidad de una nueva
identidad permanece como un tema continuo en las conferencias y encuentros
internacionales. Así quedó asentado en la última CONFINTEA (2009), de la que surge el
Marco de Belém, donde el aprendizaje y educación de adultos se inclina por:
El mismo Informe Bokova, mas reciente y adecuado a las realidades actuales, donde la
incertidumbre de la modernidad se asimila y diagnostica ya más controlada6, aún mantiene
la demanda de una configuración de “nuevo hombre”, a través de la educación humanista,
entendida como aquella que apuesta por “la dignidad, la capacidad y el bienestar de la
persona humana en relación con los demás y con la naturaleza […] y promueve así valores
como el respeto a la vida y a la dignidad humana, la igualdad de derechos y la justicia social,
la diversidad cultural y social, y el sentido sentimiento de la solidaridad humana y la
responsabilidad compartida de un futuro común” (UNESCO,2015:38)
En suma, la EPJA tiene frente a sí desafíos de escala mundial. Se asume que en ella
descansan los esfuerzos para la redefinición constante de un sentido humano libre, crítico y
productivo. Las demandas de una sociedad cada vez más compleja, en donde la información
y el conocimiento escapan de las aulas, desafian el epacio y la temporalidad de la educación
y el aprendizaje. Se requiere entonces que las reformas de los sistemas de formación sean
una constante, en una dirección que integre lo humanístico y lo formativo, que den paso a la
función plena en todos los ámbitos de la vida social y del trabajo productivo, enmarcados en
el aprendizaje a lo largo de toda la vida.
Sin embargo, aun existe un espacio para repensar y discutir algunos de los postulados aquí
presentados, pues sin duda, el paradigma de educación a lo largo de la vida enfatiza
6
Esto
se
puede
explicar
desde
la
teoría
del
neo-‐institucionalismo
sociológico,
la
cual
sostiene
que
las
conductas
se
institucionalizan
al
estabilizarse
en
el
tiempo
(Fontaine,
2015:
109).
De
esta
forma,
la
dinámica
de
la
transformación
continua
y
aparentemente
inestable
de
las
sociedades
post-‐industriales,
se
empieza
a
erigir
como
una
nueva
rutinización
de
la
acción
social.
la adquisición de conocimientos de manera autónoma, donde los individuos son los agentes
de su propia educación y los responsables de adaptarse a su cambiante entorno. Estos
postulados, si bien sugieren un aprendizaje útil para enfrentar un contexto de transformación
continua, pueden perder pertinencia en espacios donde la educación más fundamental es
todavía una tarea pendiente y donde la capacidad de aprendizaje autónomo y las facilidades
para aprender a ser, hacer o conocer y a vivir juntos, se ven limitadas desde el inicio de la
vida.7 Esto es más relevante para la región de América Latina y El Caribe, donde aun se
requieren atender las circunstancias más básicas que mantienen al alfabetismo funcional
como una necesidad apremiante, que si bien parece de otro tiempo, es todavía un lastre en
los contextos más desaventajados.
Bibliografía:
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Roces, México: FCE.
Herbert, Marcuse (1993). El hombre unidimensional: Ensayo sobre la ideología de la
sociedad industrial avanzada, Argentina: Planeta-Agostini.
7
Basta
con
revisar
las
investigaciónes
que
hacen
referencia
a
la
importancia
del
contexto
en
el
desarrollo
infantil
temprano
y
cómo
éste
puede
limitar
los
éxitos
académicos
y
sociales
futuros
(vea,
por
ejemplo
a
Irwing,
Siddiqi
and
Hertzman,
2007).
Lundgren, U. (2013). PISA como instrumento político. La historia detrás de la creación del
programa PISA, En Profesorado. Revista de currículum y formación del profesorado, 17
(2), 15-29.
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En Ágora Digital. N° 1, 1577-9831.
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