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Benemérita Universidad Autónoma de Puebla

Modalidad clásica: filosofía de la mente

“La conciencia y los primeros acercamientos a la pregunta por la voluntad desde la


perspectiva de Patricia Churchland”

Jesús Iván García Aguirre

ivangaag@outlook.com

Resumen

La pregunta por la voluntad ha sido a lo largo de la historia de la filosofía un tema central, ha


marcado incluso pasos epocales que nos permiten ver la realidad de la misma manera, es este el
momento histórico en el que la filosofía acerca a las ciencias duras para estudiar al cerebro,
cambiando el enfoque desde el que se veía a la conciencia y en consecuencia la voluntad. Un
enfoque materialista que nos permite un acercamiento más real a lo que produce el comportamiento
y que en algún momento podría librarnos de la responsabilidad moral que probablemente se le
atañe a un grupo de sujetos dependientes de la estructura fisiológica de su cerebro, e incluso de su
estado de salud, hay que considerar pues la posibilidad de que este órgano puede en ocasiones
dirigir acciones sin la mediación de la conciencia. (Palabras clave: Cerebro, voluntad, conciencia)
LA CONCIENCIA Y LOS PRIMEROS ACERCAMIENTOS A LA PREGUNTA POR LA
VOLUNTAD DESDE LA PERSPECTIVA DE PATRICIA CHURCHLAND

Jesús Iván García Aguirre

Estoy escribiendo un libro sobre magia” explico, y me preguntan, ¿magia de verdad? Por magia
de verdad” la gente se refiere a milagros, actos traumatológicos y poderes sobrenaturales. “No”,
contesto. “Prestidigitación, no magia de verdad”.

La magia de verdad, en otras palabras, se refiere a una magia que no es real, mientras que la
magia que es real, la que realmente puede hacerse, no es magia de verdad.

Lee Siegel

El avance tecnológico de los últimos años ha llevado al ser humano a preguntarse por sus límites,
límites que se superan constantemente y que abren horizontes de estudio que hace no mucho tiempo
parecían relatos de ciencia ficción, inalcanzables y a veces hasta inimaginables, hoy parece que
hemos redirigido e incluso reinventado completamente la pregunta por la conciencia, que si bien a
lo largo de toda la historia ha sido central en el intento de autoconocimiento por parte del hombre
se habla ya de lo mental con rigor meramente científico. Según Gilbert Ryle, la mente no puede
pensarse como un lugar físico, lo mental es el producto de una serie de procesos que no pueden ser
vistos como elementos materiales, incluso si se les quiere agregar una cierta carga metafísica, lo
mental no es nada más y nada menos que una serie de impulsos eléctricos que culminan en
reacciones (inteligentes o inconscientes) que constituyen siempre, una determinada instancia
performativa.

La premisa anterior coloca a lo mental en un espectro estudiable, donde ya es posible acercarse a


la comprensión en términos reales1, a la par de este notable avance epistemológico aparece el
problema de que, si hay en la mente reacciones inconscientes, debe ponerse en duda el grado de
responsabilidad que tiene un individuo, pues si su actuar “consiente” puede ser resultado de una
serie de conexiones eléctricas determinadas, algunos semblantes de la vida en comunidad, y en
general de la percepción y acción de todos los seres humanos, estarían siendo realizadas por una
mente, por un circuito eléctrico y no por un sujeto moral consiente. En base a esto puede plantearse

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Se ha superado la separación dualista de Descartes, lo mental y la representación en el ámbito físico están en el mismo
plano , no hay una escisión total que coloque a lo mental en un instancia fuera del alcance de la comprensión, esto
llevado a últimas instancias nos permitirá abordar a la conciencia en términos mucho más tangibles.
la pregunta acerca de la responsabilidad que acompaña a nuestros actos. Desde Ryle, la voluntad
será negada objetivamente, y se adaptaría en los conceptos de “saber hacer” y “saber cómo”.

Daniel Dennett continua el estudio de lo mental en prácticamente los mismos términos de


Ryle, y logra consolidar una nueva manera de acceder a los problemas de la mente, si bien es cierto
que en términos del desarrollo de un sistema explicativo concreto y completo, los postulados de
Dennett pueden no estar a la altura del modelo sistemático de Descartes, su valor recae en que quita
del camino toda la carga de misterio, toda la metafísica, tiende a poner a la mente en un terreno
planamente explorable y analizable en términos materiales, siguiendo estas relativamente nuevas
propuestas, y si dejamos de lado nuestras limitaciones tecnológicas actuales, podríamos en
principio, ser un cerebro en un tarro2, pues no hay nada en el cerebro que no se pueda replicar.

La probable replicación de las estructuras mentales, en un modelo físico artificial como propone
Churchland, o bien la búsqueda de una representación fiel de la realidad en sentido experiencial
que trabaja Dennett, han sido objetos explotados hasta el cansancio por la ciencia ficción y
resultaban hasta hace poco no más que fantasías inalcanzables, hoy, y gracias a los avances
tecnológicos, pero también gracias al cambio en el enfoque metodológico, el momento en el que el
funcionamiento del cerebro pueda ser explicado está cada vez más cerca.

Analizando el paso que se dio desde la interpretación dualista del ser humano hasta su
consolidación como el mero resultado de un proceso evolutivo, que responde a cuestiones afines a
todos los seres vivos, la risa, la compasión, la confianza, son analizadas desde el punto de vista
neuroquímico y neurofisiológico, ya sea como reacciones que dependen de la concentración de
ciertas sustancias o como aspectos conductuales que dependen de la manera en que cierta pare del
cerebro3 es estimulada, estimulación que da como resultado una determinada reacción al entorno,
en ocasiones esta reacción es totalmente inconsciente y forma parte de un proceso de adaptación
que concluye en un cierto grado de mecanización, lo que dirige el comportamiento hacia un proceso
totalmente inconsciente. El aceptar este tipo de premisas, que obligan a cambiar las definiciones
que tenemos de fenómenos como las alucinaciones o los sueños o incluso los olores, es el primer

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La modificación del abordaje de lo mental de Descartes es sumamente interesante y permite evaluar las posibilidades
de un estudio del cerebro para el que si bien nuestras posibilidades tecnológicas no nos lo permiten, con las condiciones
suficientes sería posible replicar el cerebro, y así simular el completo de la experiencia sensorial e intelectual humana.
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Entiéndase la corteza, el cerebelo, el tallo cerebral con determinadas funciones específicas que pueden o no se
independientes de las otras.
paso en una nueva forma de abordar el estudio de la conciencia y por tanto el papel del ser humano
en el horizonte moral.

***

Dennett parte de una explicación naturalista, (que va más allá de idealismo dualista o determinado
materialismo) según el autor somos un conglomerado de células, que de una manera ordenada se
relacionan y dan paso a la conciencia, las relaciones que se dan entre parte de este grupo de células
es lo que arroja la conciencia. A su vez esta conciencia está ligada a otras conciencias que definen
en última instancia el producto social de nuestra autoconcepción.

La conciencia humana no es un sistema biológico, sino una máquina virtual. Esta máquina
sería el producto de comportamientos aceptados o memes que habrían reprogramado nuestros
cerebros biológicos. Estos comportamientos de naturaleza lingüística, adquiridos a través de
formas de autoestimulación gramatical, actuarían produciendo, repitiendo o reorganizando
enunciados en un soliloquio manifiesto o silencioso, como cuando hablamos de nosotros
mismos, algo que Dennett considera un lenguaje interno. (Velazquez, H., 2014, p. 13)

Coloca en la cima de su resolución sobre la conciencia el hecho de que después de todo el proceso
evolutivo, se han logrado las condiciones que representan el grado de responsabilidad que poseen
los seres humanos respecto a sus acciones, es decir, que es evidente una respuesta y por tanto un
actuar con base en la razón, solo mediante actos que son llevados a cabo con el presupuesto de que
tendrán consecuencias, hemos podido sobrevivir como especie, la respuesta y la comunicación, la
manipulación de los fenómenos en nuestro beneficio, y el poder compartir los aprendizajes que
provengan de estas modificaciones es lo que nos hace libres. La premeditación es el ejemplo de
que actuamos con conciencia, sin embargo una posible refutación (parcial) es enunciada por
Patricia Churchland, sin dejar de lado la base materialista, y es que en el caso específico de algunas
patologías, la conciencia puede ser vista como el resultado de alteraciones en el campo físico, en
cerebros anormales no podríamos hablar de una conciencia total, así como también se puede ver
en Dennett en el sentido conductual la influencia de las ideas que moldean el actuar humano.
Parece como si los acontecimientos que son mis pensamientos consientes y mis experiencias
no pudieran ser acontecimientos cerebrales, sino que deberían ser otra cosa, sin duda algo
causado o producido por mis acontecimientos cerebrales, pero algo que está ahí además de
esos acontecimientos, algo hecho por una sustancia diferente y localizado en un espacio
diferente. Bueno, ¿y por qué no? (Dennett D., 1995 p. 38-39)

Una visión antropológica que defina al ser humano como el resultado de un proceso evolutivo
puede sustentarse también con lo provisto por el evidente cambio del entono, además es
extremadamente convincente desde un primer momento (sin recurrir a las pruebas físicas vedadas
por el estudio de la neurociencia) que el cerebro actúa de la manera más conveniente para la
subsistencia del sujeto, busca atajos que hagan más sencilla la relación con el mundo, y mediante
una especie de sistema de recompensas, dispone las condiciones para los cambios de conducta, la
actividad cerebral por tanto es el producto de estímulos con diferentes características que culminan
en la descripción de cada uno de los resultados tanto físicos (los cueles pueden ser meras cuestiones
perceptivas o llegar a las relaciones sociales) como meramente mentales.

***

Uno de los problemas fundamentales de abordar el estudio de la conciencia, en relación a


estructuras mecanicistas concretas que reflejen un funcionamiento de la mente humana, y que
respondan solamente a estructuras funcionales determinadas, es el hecho de que esto representa en
cierta medida una inexistencia del libre albedrio, de la libertad de decisión, esto tiene implicaciones
sociales fuertes y valdría la pena preguntarse por el alcance de los postulados. Algunos ejemplos
de cómo las alteraciones estructurales en el cerebro resultan en la modificación de la conducta y la
percepción de mundo, son enunciados por Oliver Sacks y Patricia Churchland, con base en estos
podemos afirmar que, en efecto, el libre albedrio puede ser fuertemente cuestionado, con una base
neurofisiológica de por medio.

Lo que obtenemos al mirar a la conciencia alejados completamente de las visiones dualistas, o


cualquier otro tipo de apreciación metafísica y remitirnos a alguno de los discursos materialistas es
un arreglo con la difusión de los aspectos culturales, podemos hablar desde el mismo marco de
estudio de problemas infinitamente distintos, desde la relación que existe entre los parásitos que
obligan a algunos animales a adquirir actitudes suicidas, hasta la manera en que determinados
neurotransmisores, interactúan en el cerebro y nos vuelven más o menos confiados del entorno; la
forma de matematizar la conducta o la percepción a través de la separación de las áreas receptoras
y los efectos que en ellas se producen.

Retomando el punto tratado en las primeras líneas de este escrito me parece pertinente
abordar la cuestión de que encontrar un poco de sentido en la situación del mundo, un sentido que
nos libere, podría parecer que esa afirmación emancipadora estaría dada por la neurociencia. No
existe la voluntad. Si todo proceso mental, y por tanto toda representación física parte de la
interpretación que hace nuestro cerebro, a veces de manera totalmente inconsciente, sería válido
decir que una alteración a las estructuras encargadas de realizar toda una serie de procesos mentales
simultáneos, pueden concluir en conductas que no son aceptadas, que incluso pueden estar
relacionadas con conceptos como la sociópatia o psicopatía y que por el hecho de pertenecer a una
cadena causal que se desarrolla en muchos casos, de manera aislada a la toma de decisiones, no le
permite al sujeto actuar de manera diferente.

Patricia Churchland lleva a cabo el estudio de una serie de conceptos relacionados, tanto con las
estructuras cerebrales como con los neurotransmisores4 y algunos aspectos conductuales concretos
que dan pruebas de la semejanza que existe entre mamíferos con una composición fisiológica
relativamente simple y los mecanismos de reacción de los seres humanos al enfrentarse a
situaciones cotidianas, relacionados principalmente con la confianza y la cooperación. Al mismo
tiempo su análisis recorre los terrenos de la religión y otros aspectos conductuales dentro de un
grupo social. Lo que interesa en este contexto es un pequeño apartado, en donde, con base en un
caso determinado en el cual un individuo con un tumor en el cerebro sufre cambios fuertes en su
conducta y que posteriormente, al ser extirpado dicho tumor, regresa a su modo operacional
habitual, solo para recaer cuando el tumor aparece nuevamente, se abre la pregunta por la voluntad
y como esta se encuentra estrechamente ligada con la estructura cerebral, e incluso lo que
podríamos entender como una estructura “normal”, todos estos elementos del estudio actual de la
neurociencia son la prueba de como la manera en que interpretamos el cerebro puede culminar en
la modificación total del aspecto moral de la sociedad. El mismo principio puede ser usado para
explicar la psicopatía.

4
Principalmente con la influencia de la oxitócina y la vasopresina arginina y su influencia, relacionada con la cantidad
presente en el organismo, sobre la conducta de los individuos.
¿Son distintos los cerebros de los psicópatas? Por lo visto, sí. Los datos de los que disponemos
indican diferencias importantes entre los cerebros de los psicópatas y los de los sujetos de
control sanos en las zonas que regulan las emociones, los impulsos y las respuestas sociales.
En concreto, las regiones paralímbicas del cerebro son distintas en los psicópatas tanto a nivel
anatómico (son de un tamaño más reducido) como funcional (registran niveles más bajo de
actividad en el aprendizaje emocional y en las tareas de toma de decisiones). (Churchland, P.S.,
2012, p. 53)

El estudio materialista, que supera a la psicología y nos lleva hacia la comprensión del cerebro,
representa uno de los pasos más grandes en el desarrollo del pensamiento, es justo lo que
necesitamos en una edad de avances en todos los sentidos, una transgresión de los aspectos
negativos que frenan el proceso de la evolución intelectual y que en poco tiempo serán superados
por la teoría neurocientífica, puede concluir en una nueva forma de ver el mundo en todos los
sentidos, quizás represente el salto en pro de una nueva visón de la religión, la comunidad, de los
individuos con patologías, y sobre todo de nosotros mismos, la autoconciencia que será producto
de la divulgación masiva de los nuevos conceptos del estudio del cerebro, permitirá quizás acelerar
el ritmo con el que avanzamos hacia la comprensión total del ser humano, “la respuesta está allá
afuera”, no hay un genio maligno, no hay una fantasma dentro de nosotros que nos dice que hacer,
mucho menos hay un orden divino que dispuso nuestra existencia desde el principio de los tiempos;
hay conciencia, decidimos en base a lo que nos rodea y a nuestras necesidades, la única excepción
que en última instancia nos libraría de la responsabilidad, es una patología, una malformación
aleatoria.
Bibliografía

- Churchland P. S., El cerebro moral, Paidós, Barcelona, 2012


- Churchland, P., Conciencia y materia, 2° ed., Gedisa Barcelona, 1999.
- Dennett, D., La conciencia explicada, Paidós, Barcelona, 1995.
- Héctor Velázquez Fernández. (2014). En torno a la naturalización de la conciencia sugerida por
Daniel Dennett. Naturaleza y Libertad. Revista de estudios interdisciplinares, Vol. 4, 239-251.
- Ryle, G. El concepto de lo mental. Paidós, Barcelona, 2005.

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