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Master en Psicología Clínica


Prof. Tomás Jesús Carrasco Giménez
TEORÍA DE LA AUTOESTIMA

“Autoestima” es un concepto muy usado hoy día, tanto a nivel popular


como en medios científicos y profesionales. Si analizamos las acepciones con
las que se emplea dicho término comprobaremos que unas veces se utiliza para
designar un comportamiento verbal con una topografía de “auto-elogios” (la
persona se adjudica adjetivos calificativos positivos: “soy inteligente, simpática,
generosa, guapa...”)y otras veces para referirse a un comportamiento verbal con
topografía de auto-atribución del éxito (“todo me sale bien”, “se ha conseguido
gracias a mi”, etc.).

Si analizamos como psicólogos estas acepciones descubriremos que, de hecho,


ambas hacen referencia a una exposición frecuente a estímulos condicionados
e incondicionados positivos relacionada con el propio repertorio
comportamental o la morfología corporal de la persona.

Por tanto, podemos definir operacionalmente “autoestima” como una conducta


verbal que describe la existencia de una relación entre el propio repertorio
comportamental (y/o la propia morfología corporal) y una exposición frecuente
a estímulos condicionados e incondicionados positivos (y la evitación o escape
de estímulos condicionados e incondicionados negativos).

Por contra, definiremos “baja autoestima” como una conducta verbal que
describe la existencia de una relación entre el propio repertorio
comportamental y/o la propia morfología corporal y una exposición frecuente
a estímulos condicionados e incondicionados negativos y/o la privación de
exposición a estímulos condicionados e incondicionados positivos.

En clínica, la primera cuestión que debemos plantearnos ante una persona con
“baja autoestima” es si existe realmente la relación que describe entre su
repertorio comportamental y/o morfología corporal y una exposición frecuente
a estímulos condicionados e incondicionados negativos y/o la privación de
exposición a estímulos condicionados e incondicionados positivos. Es decir,
necesitamos recabar información acerca de tres cuestiones:

• ¿a qué ECs- y EIs- se ve expuesto el paciente? ¿con qué frecuencia


ocurren y qué duración tienen las exposiciones? ¿qué intensidad
alcanzan las respuestas emocionales negativas provocadas por dichos
estímulos?

• ¿de qué ECs+ y EIs+ se encuentra privado? ¿desde cuando dura la


privación?

• ¿qué relación existe realmente entre la conducta del paciente (o entre sus
déficit conductuales) y la exposición a ECs- y EIs- y la privación de ECs+
y EIs+?

Dependiendo de qué respuestas obtengamos, analizando los datos recogidos


a través de la evaluación, nos encontraremos ante una de estas cinco
situaciones:

1. la exposición a ECs- y EIs- (y/o la privación ECs+ y EIs+) descrita no es


real o dichos estímulos deberían provocar respuestas emocionales
negativas de menor intensidad que la manifestada por el paciente,

2. la exposición a ECs- y EIs- descrita por el paciente es real, la magnitud


de las respuestas emocionales que asegura experimentar es proporcional
a las características de dichos estímulos y es cierto que está relacionada
con el propio repertorio y/o morfología corporal del paciente, tal y como
este describe,
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3. la exposición a ECs- y EIs- descrita es real y la magnitud de las


respuestas emocionales negativas es proporcional a dichos estímulos, lo
erróneo es relacionarla con el propio repertorio y/o morfología, ya que no
dependen ni de uno ni de otra,

4. algunas de las exposiciones a ECs- y EIs- que describe el paciente son


reales y otras no / en unas ocasiones la magnitud de las respuestas
emocionales negativas que el paciente describe experimentar son
proporcionales a los estímulos que las provocan y en otras no,

5. la exposición a ciertos ECs- y EIs- está relacionada con el repertorio y/o


morfología corporal del paciente, pero no ocurre así con la exposición a
otros ECs- y EIs-; sin embargo el paciente describe que la totalidad de
las exposiciones a ECs- y EIs- están relacionadas con su
comportamiento y/o morfología.

Vamos a considerar cada una de estas situaciones por separado.

1. La exposición a ECs- y EIs- (y/o la privación ECs+ y EIs+) descrita no es real


o dichos estímulos deberían provocar respuestas emocionales negativas de
menor intensidad que la descrita por el paciente.

Nos encontramos, por tanto, ante pacientes que describen que su repertorio
comportamental y/o morfología corporal están relacionadas con una exposición
a estímulos negativos a los que no se ven expuestos realmente. O bien que
describen experimentar respuestas emocionales negativas muy intensas
cuando las características de los estímulos a los que se ven expuestos no
justificaría tal intensidad. Por tanto, el problema del paciente es llevar a cabo
descripciones de contingencias falsas, o describir (y, eventualmente, sentir)
emociones de una intensidad desproporcionada.

Es importante, antes que nada, describir con detalle las cadenas conductuales
implicadas, es decir, ¿qué es exactamente lo que hacen los pacientes? En unos
Probablemente, en muchos casos, auto-exponerse (privadamente –
“mentalmente”) a ciertos estímulos condicionados o incondicionados negativos
(puede que distintos a aquellos a los que aseguran verse expuestos en su
ambiente). En consecuencia, experimentan unas emociones negativas que
constituyen una condición corporal prerrequisita para poder verbalizar quejas
sin recibir castigo de sí mismos o de otras personas. Expresado en términos no
técnicos: se provocan emociones negativas para poder decirse a si mismos o
decir a otras personas que están sufriendo mucho y que las emociones que
describen sean reales.

Pero, ¿cuál es la función de estas conductas? es decir ¿para qué le sirve al


paciente provocarse emociones negativas? Las consecuencias que identificamos
más a menudo como determinantes de estas topografías son:

• Recibir atención de otras personas.

• Evitar la exposición a ciertos ECs- y EIs- sin recibir castigo por parte de
si mismos o de otras personas. La descripción de las emociones
negativas provocadas por los estímulos a los que el paciente se
autoexpone sirven de excusa ante sí mismo y ante los demás para la
realización de determinadas conductas de evitación. Por ejemplo, un
paciente puede evitar así recibir castigo por no estudiar (una conducta
que se ha condicionado como provocadora de ansiedad), excusar acudir
a un trabajo que le resulta aversivo, rehuir contactos sociales que
generan miedo, eludir unas relaciones sexuales que entrañan malestar,
etc.

• Acceder a un mayor control sobre la conducta de otras personas:


conseguir que los demás se esfuercen por agradar al paciente, siguiendo
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sus indicaciones, atendiendo a sus peticiones, evitando molestarlo.

• Escapar de la monotonía, acceder a las condiciones corporales


resultantes de la activación del sistema nervioso simpático (“activación”,
“placer”).

En estos casos, el que los pacientes relacionen una exposición irreal a ECs- y
EIs- con su repertorio conductual o con su morfología corporal suele
desempeñar la función de hacerla más creíble para sí mismos y para los
demás.

La intervención dependerá, como siempre, de la contingencia o contingencias


que identifiquemos como responsables del mantenimiento de estas conductas.

Recibir atención de otras personas.

La primera cuestión que debemos plantearnos es si el paciente sufre una


privación de ECs+ y EIs+ que actúe como operación de establecimiento,
incrementando la intensidad de las respuestas emocionales positivas que
provoca recibir atención de otras personas (pero que no es descrita por el
paciente1). Si es así, el siguiente paso consiste en determinar qué relación
existe entre el comportamiento del paciente y dicha privación de ECs+ y EIs+.

- Si concluimos que no está relacionada con la conducta del paciente, le


entrenaremos en evitar la auto-exposición privada a conductas verbales de
“queja” o “lamentación” por los ECs+ y EIs+ de los que está privado, y le
instigaremos la realización de conductas que le faciliten la exposición a otros
ECs+ y EIs+ . Estas medidas deben disminuir el valor reforzante de la atención,
es decir, deberían reducir la magnitud de la RI+ provocada por recibir atención
de otras personas. Como resultado, la conducta de describir contingencias de
castigo o extinción que no son reales disminuirá paulatinamente. Además,
cuando hayamos conseguido que el paciente se exponga con frecuencia a ECs+
y EIs+ será el momento de valorar la pertinencia de solicitar a las personas que
refuerzan con atención al paciente que extingan dichas descripciones y
refuercen con atención otras conductas verbales adecuadas del mismo.

- Si resolvemos que la privación a sí está relacionada con la conducta del


paciente, actuaremos de la siguiente forma:

(1 Posiblemente, el paciente no describe la privación de ECs+ y EIs+ y, sin embargo, si


describe contingencias de castigo y extinción inexistentes porque resulta más fácil
identificar las segundas que la primera.)

Primero analizaremos funcionalmente dichas conductas para identificar qué


contingencias explican que ocurran a pesar de propiciar la privación de ECs+
y EIs+.

Si las conductas que dan lugar a la privación de ECs+ y EIs+ no facilitan


también el acceso a ganancias secundarias procederemos a la devolución del
análisis funcional. Lo más probable es que las conductas que como efecto
demorado dan lugar a la privación de ECs+ y EIs+ faciliten, como consecuencia
inmediata, la evitación o el escape de ciertos estímulos aversivos o la exposición
a ECs+ y EIs+ provocadores de respuestas emocionales menos intensas que las
que desencadenarían aquellos otros de los que se ve después privado. En
consecuencia, aplicaremos las medidas necesarias para corregir las
contingencias concretas que hayamos detectado: “debilitar” el control ejercido
por la contingencia al describírla al paciente a través de la devolución del
análisis funcional, extinguir y/o contracondicionar los estímulos aversivos de
los que escapa, entrenar en “autocontrol”, etc. Si el paciente consigue
ganancias secundarias, actuaremos de la misma forma, pero omitiendo la
devolución del análisis funcional. Con todo ello conseguiremos incrementar la
frecuencia y duración de la exposición a ECs+ y EIs+.
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Una vez que hayamos conseguido este objetivo, podemos requerir a las
personas que refuerzan con atención la conducta del paciente que dejen
paulatinamente de hacerlo y que se esfuercen por proporcionarle atención por
la realización de comportamientos apropiados.

También es necesario advertirles sobre el incremento inicial de respuesta que


probablemente ocurrirá al comenzar a extinguir las quejas del paciente,
aunque su magnitud debería ser reducida al haber incrementado previamente
la exposición del paciente a ECs+ y EIs+ y al reforzamiento con atención de
conductas adecuadas.

Al paciente le explicaremos, con mucho “tacto” que es muy importante reducir


la frecuencia con la que habla sobre sus penalidades por dos motivos:

• puede provocar cansancio en quienes le escuchan,

• puede dar lugar a que esas personas le eviten, ya que a la mayoría de la


gente le desagrada encontrarse con que fracasan sus esfuerzos por
ayudar a otra persona.

Evitar la exposición a ciertos ECs- y EIs- sin recibir castigo por parte de si mismos
o de otras personas.

Antes que nada, deberemos verificar si existe una privación de ECs+ y EIs+ que
actúe como operación de establecimiento incrementando la intensidad de las
respuestas emocionales negativas que provocan los ECs- y EIs- que evita el
paciente y en el caso de que así sea, establecer si dicha privación está
relacionada o no con la conducta de este. A partir de aquí continuaremos como
acabamos de describir en el caso de que el reforzador sea recibir atención por
parte de otros.

Si no existe tal privación o pararelamente a la aplicación del procedimiento


descrito previamente para cuando sí esté presente, procederemos a extinguir
y/o contracondicionar los ECs- y EIs- que el paciente evita.

Acceder a un mayor control sobre la conducta de otras personas.

También en este caso lo primero que debemos hacer es valorar si una privación
de ECs+ y EIs+ está potenciando la intensidad de las respuestas emocionales
positivas que provocan los ECs+ y EIs+ a los que accede el paciente a través del
control de la conducta de otras personas. Es importante recordar que “verse
controlando la conducta de otras personas” puede constituir un poderoso EI+
(¿o se trata de un EC+?).

En cualquier caso, tanto si está significativamente privado como si no lo está,


instigaremos al paciente la realización de conductas que le faciliten la
exposición a ECs+ y EIs+. El objetivo es disminuir (contrarrestando la
privación) la intensidad de las respuestas emocionales desencadenadas por los
ECs+ y EIs+ a los que accede el paciente controlando a otras personas. Esta
táctica será impracticable en el caso de que la consecuencia más reforzante sea
“verse controlando la conducta de otras personas”.

Una vez que se haya avanzado en incrementar la exposición a ECs+ y EIs+


podemos solicitar a las personas cuya conducta es controlada por el paciente
que dejen gradualmente de responder a ese control. Es muy importante
proceder con mucho tacto, evitando hacer alusión a dichas personas a que el
paciente controle inadecuadamente su conducta.

También en este caso es conveniente advertirles sobre el incremento inicial de


respuesta que probablemente se dará al comenzar a extinguir las demandas y
quejas del paciente, aunque, como indicamos anteriormente, su magnitud
debería ser reducida al haber incrementado previamente la exposición del
paciente a ECs+ y EIs+ y al reforzamiento con atención de conductas
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adecuadas.

Escapar de la monotonía, acceder a las condiciones corporales resultantes de la


activación del sistema nervioso simpático (“activación”, “placer”).

En estos casos, nuestro objetivo será incrementar la frecuencia y duración de


la exposición a ECs+ y EIs+.

2. La exposición a ECs- y EIs- descrita por el paciente es real, la magnitud de


las respuestas emocionales que asegura experimentar es proporcional a las
características de dichos estímulos y es cierto que está relacionada con el
propio repertorio y/o morfología corporal del paciente.

Si la exposición a ECs- y EIs- está relacionada con la conducta del paciente,


procederemos de forma muy similar a como lo haremos en el caso de que la
privación de ECs+ y EIs+ que actúa como operación de establecimiento para
el reforzador “recibir atención” está vinculada a la conducta de este.

Como en ese caso, en primer lugar analizaremos funcionalmente dichas


conductas para identificar qué contingencias explican que ocurran a pesar de
desencadenar la exposición a ECs- y EIs-.

Si las conductas que dan lugar a la exposición a ECs- y EIs- no facilitan


también el acceso a ganancias secundarias, pasaremos a la devolución del
análisis funcional. También en este caso, lo más seguro es que las conductas
que como efecto demorado dan lugar a la exposición a ECs- y EIs- facilitan,
como consecuencia inmediata, la evitación o el escape de ciertos estímulos
aversivos o la exposición a ECs+ y EIs+. Por tanto, adoptaremos las medidas
necesarias para corregir las contingencias concretas que hayamos detectado:
“debilitar” el control ejercido por la contingencia al describirla al paciente a
través de la devolución del análisis funcional, extinguir y/o contracondicionar
los estímulos aversivos de los que escapa, enseñarle otras conductas que
permitan acceder a los ECs+ y EIs+ que ahora consigue como consecuencia
inmediata, pero que no den pie después a exposición a ECs- y EIs-, etc. Si el
paciente obtiene ganancias secundarias, procederemos de la misma forma,
pero sin la devolución del análisis funcional.

Por otra parte, si la exposición a ECs- y EIs- o la privación de ECs+ y EIs+ se


debe a déficits conductuales, determinaremos por qué el sujeto no lleva a cabo
esas conductas. Los déficits conductuales suelen deberse a alguna de las
siguientes circunstancias:

• la conducta no ha sido aprendida,

• la conducta fue aprendida pero desapareció del repertorio debido a la


extinción o al olvido del reforzador,

• la conducta ha sido aprendida pero la persona sigue reglas de conducta


que instigan que no sea realizada.

En el primer caso, recurriremos al moldeado y al modelado para facilitar la


adquisición de la conducta. En el segundo, instigaremos la conducta
asegurándonos que facilitará efectivamente el acceso al reforzador. Y en el
tercero, aplicaremos el procedimiento establecido para trabajar con reglas de
conducta inadecuadas.

Si la exposición a ECs- y EIs- está relacionada con la morfología corporal del


paciente, lo aconsejable es presentar los contenidos en el epígrafe dedicado a
“Autoestima y aspecto físico” del módulo “Cómo trabajar la autoestima de los
pacientes”.

3. La exposición a ECs- y EIs- descrita es real y la magnitud de las respuestas


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emocionales negativas es proporcional a dichos estímulos, lo erróneo es


relacionarla con el propio repertorio y/o morfología, ya que no dependen ni de
uno ni de otra.

Algunas de las exposiciones a ECs- y EIs- que describe el paciente son reales
y otras no / en unas ocasiones la magnitud de las respuestas emocionales
negativas que el paciente describe experimentar son proporcionales a los
estímulos que las provocan y en otras no.

La forma de actuar ante estas dos situaciones es la misma que explicamos para
el caso de que la exposición a ECs- y EIs- (y/o la privación ECs+ y EIs+)
descrita no sea real o dichos estímulos deberían provocar respuestas
emocionales negativas de menor intensidad que la manifestada por el paciente.

En el segundo caso, el hecho de que ciertas exposiciones a ECs- y EIs- sean


reales y otras no y/o determinadas respuestas emocionales proporcionadas y
otras, por el contrario, desmesuradas, nos ofrece pistas acerca de las funciones
que desempeñan dichas conductas: ¿qué tienen de particular los ECs- y EIsinexistentes
o los que desencadenan respuestas exageradas?

4. La exposición a ciertos ECs- y EIs- está relacionada con el repertorio y/o


morfología corporal del paciente, pero no ocurre así con la exposición a otros
ECs- y EIs-; sin embargo el paciente describe que la totalidad de las
exposiciones a ECs- y EIs- están relacionadas con su comportamiento y/o
morfología.

Sobre las conductas que verdaderamente dan lugar a la exposición a ECs- y


EIs- y/o privación de ECs+ y EIs+ trabajaremos como hemos descrito
anteriormente al referirnos a estas situaciones.

(2 “Desesperanza” es el nombre que empleamos para designar a las conductas y


emociones que se observan en un individuo cuando llega a la conclusión de que los
estímulos aversivos a los que se ve expuesto son inevitables, es decir, cuando
describe que no hay relación entre su conducta y la exposición a dichos ECs- y/o EIs-)

Con respecto a la conducta de afirmar que la exposición a ciertos ECs- y EIs-


(y/o privación de ECs+ y EIs+) está vinculada al propio repertorio o morfología
corporal, cuando ello no es así, el primer paso será analizarla funcionalmente.
La primera contingencia que debemos considerar es que tal descripción sirva
de conducta de escape de la indefensión ocasionada por la exposición a ECsy
EIs-. “Indefensión” es el término que utilizamos para referirnos a no entender
por qué nos ocurren acontecimientos muy aversivos, es decir, no poder
describir qué relación existe entre la exposición a ECs- y EIs- (o la privación de
ECs+ y EIs+) y el propio repertorio o morfología corporal.2 Esta situación suele
provocar emociones intensamente negativas, lo que propicia la “búsqueda” de
conductas de escape. “Atribuirse la culpa” es decir, relacionar la exposición a
los aversivos con el propio repertorio o morfología corporal es una conducta
que, como consecuencia inmediata, proporciona el ansiado escape. Sin
embargo, como efecto demorado, provocará emociones negativas ya que la
conducta verbal que el paciente ha empleado para relacionar su repertorio y/o
su morfología corporal con la exposición a aversivos muy probablemente
contendrá palabras condicionadas como ECs- (“estúpido”, “basura”, “fea”, etc.).
El que el paciente recurra a esta conducta de escape se debe, en la mayoría de
los casos, a que otras personas (padres, maestros, iguales) han relacionado
verbalmente (con fundamento o sin él) la exposición a ciertos ECs- y EIs- con
la conducta o la morfología corporal del paciente (“has suspendido porque eres
tonto”, “no quiero jugar contigo porque eres feo”, “has perdido tu juguete
porque eres torpe”, etc.).

Si los datos recogidos a través de la evaluación nos indican que la descripción


que realiza el paciente acerca de la existencia de una relación entre exposición
a aversivos y su repertorio y/o morfología corporal no es verídica, el paso
siguiente consiste en analizar funcionalmente dicha conducta verbal: ¿para qué
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le sirve, qué consigue el paciente asegurando que su repertorio y/o su


morfología corporal determinan que se vea expuesto a ECs- y/o EIs- cuando
esto no es realmente así?

(2 “Desesperanza” es el nombre que empleamos para designar a las conductas y


emociones que se observan en un individuo cuando llega a la conclusión de que los
estímulos aversivos a los que se ve expuesto son inevitables, es decir, cuando
describe que no hay relación entre su conducta y la exposición a dichos ECs- y/o EIs-)

De entre todos los estímulos condicionados e incondicionados positivos y


negativos cuya exposición o evitación se relaciona con el propio repertorio
comportamental y/o morfología corporal hay unos particularmente relevantes:
el aprecio o rechazo por parte de otros y al elogio o a la recriminación por
nosotros mismos. “Aprecio” por parte de los demás significa exposición a
estímulos verbales condicionados positivos con la topografía de elogios,
expresiones verbales de afecto, etc y exposición a estímulos incondicionados
como proximidad, expresiones físicas de afecto, etc. “Rechazo” por parte de los
demás significa exposición a estímulos verbales condicionados negativos con
la topografía de reproche o censura y a estímulos incondicionados negativos
como el distanciamiento, desinterés, la ausencia de expresiones físicas de
afecto, etc. “Elogio” por parte de nosotros mismos significa auto-exposición a
ECs+ con la topografía de alabanzas o encomios y “recriminación” significa
auto-exposición a ECs- con la topografía de desaprobación o vituperio3.

(2La autoexposición a ECs- verbales provoca respuestas emocionales negativas por dos
razones: en primer lugar, por su misma condición de estímulos condicionados, es
decir, de estímulos que en virtud de su asociación con la respuesta incondicionada
negativa provocada por EIs- o con la respuesta condicionada negativa desencadenada
por ECs- han adquirido la propiedad de provocar una respuesta emocional negativa
por si solos; y, en segundo lugar, por un proceso de equivalencia de estímulos (“soy
estúpida, la gente rechaza a los estúpidos, por tanto me van a rechazar”).

Es frecuente que ciertos aprendizajes actúen como operaciones de


establecimiento intensificando la respuesta emocional negativa que
desencadenarían los EIs- y ECs- a los que nos acabamos de referir en el caso
de que el sujeto, por si mismo, se expusiera a ellos o fueran otras personas las
que lo hicieran. Ejemplos de este tipo de experiencias de aprendizaje serían
haber sufrido rechazo por parte otros en el pasado, haber sido ignorado por los
padres o por otras personas (no haber sido objeto de elogios, no haber recibido
muestras de afecto), haber sido objeto de maltrato (verbal o físico), etc. Este
tipo de experiencias de aprendizaje actúan también a menudo como
operaciones de establecimiento intensificando la respuesta emocional positiva
provocada por los EIs+ y ECs+ a los que nos referimos anteriormente en el caso
de que el sujeto se exponga a ellos o sean otras personas las que lo hagan.

Estas circunstancias pueden dar lugar a que la exposición a “muestras


de interés o valoración” por parte de otras personas hacia uno mismo provoque
respuestas emocionales positivas muy intensas y lo mismo puede ocurrir con
la auto-exposición a los EIs+ y ECs+ a los que nos venimos refiriendo. Y lo
contrario, que las “muestras de desinterés” por parte de otros y la autoexposición
o hetero-exposición a los EIs- y ECs- ya mencionados desencadene
respuestas emocionales muy negativas.

Para conseguir acceder a los EIs+ y ECs+ y evitar la exposición a los EIsy
ECs- los pacientes pueden esforzarse denodadamente por agradar y evitar
molestar a los demás.

(2La autoexposición a ECs- verbales provoca respuestas emocionales negativas por dos
razones: en primer lugar, por su misma condición de estímulos condicionados, es
decir, de estímulos que en virtud de su asociación con la respuesta incondicionada
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negativa provocada por EIs- o con la respuesta condicionada negativa desencadenada


por ECs- han adquirido la propiedad de provocar una respuesta emocional negativa
por si solos; y, en segundo lugar, por un proceso de equivalencia de estímulos (“soy
estúpida, la gente rechaza a los estúpidos, por tanto me van a rechazar”).

Otros pacientes (o también estos mismos) pueden exagerar la magnitud


de las consecuencias positivas de conductas de su repertorio que describen
como asociadas a la exposición a ECs+ y EIs+ o la belleza de ciertas partes de
su cuerpo.

(2Cuando no podemos describir la relación entre nuestra conducta y la exposición a


estímulos aversivos, a las respuestas emocionales provocadas por los estímulos
condicionados o incondicionados negativos se suma la respuesta emocional negativa
desencadenada por la indefensión. Para reducir de forma inmediata dichas emociones
negativas el sujeto se “culpa” de lo que le ha ocurrido. Encontrar una explicación
proporciona un alivio inmediato, aunque luego, de forma demorada, genere malestar.
En la mayoría de los casos, que la conducta de escape adopte esta topografía se debe
a que en el pasado el sujeto ha recibido modelado respecto a este tipo de
descripciones de contingencias (por ejemplo, por parte del maestro que esgrimía como
explicación para un suspenso “que eres tonta”).

Muy a menudo, los pacientes prestan mucha atención a la conducta


verbal y no verbal de las personas con las que se relacionan, para así evitar
una exposición “imprevista” a los estímulos condicionados e incondicionados
negativos a los que nos venimos refiriendo.

En algunos casos, tras verse expuestos a alguna de las experiencias de


aprendizaje que describimos anteriormente, los sujetos incorporan inicialmente
a su repertorio descripciones negativas de su propio repertorio comportamental
y/o de su morfología corporal. En la mayoría de los casos, la función
desempeñada por dichas descripciones es escapar de las respuestas
emocionales negativas provocadas por la indefensión asociada a la exposición
a tales experiencias4. Ahora bien, como dichas descripciones provocan también
emociones negativas, el sujeto aprende a escapar de ese malestar recurriendo
a diversas conductas de escape, por ejemplo, evitando auto-exponerse a dichas
descripciones negativas o describiendo conductas de su repertorio y/o partes
de su morfología corporal como más asociadas a acceso a ECs+ e EIs+ de lo
que lo están realmente (es decir, “exagera” cualidades físicas o intelectuales).
Cuando ocurre esto nos encontramos con pacientes con una conducta verbal
manifiesta que no incluye referencias negativas a su repertorio conductual o
a su morfología corporal pero que presentan respuestas emocionales negativas
muy intensas en el caso de auto-exposición o hetero-exposición a los estímulos
condicionados e incondicionados negativos a los que hemos hecho referencia
(conductas de rechazo, desinterés, verbales negativas, etc. por parte de los
demás).

Para evitar las referidas exposiciones a estímulos condicionados e


incondicionados negativos algunos sujetos llevan a cabo conductas como
“encontrar siempre una justificación para lo que hacen”, “responsabilizar a los
demás de todo lo malo que ocurra”, “no reconocer errores”, “reconocer errores
sólo si la otra persona admite haber cometido otros de mayor envergadura”,
“creerse sus propias mentiras”, castigar severamente a aquellos que les
expongan a los ECs- o EIs- o que contribuyan a dar lugar a situaciones que
propicien la auto-exposición a tales estímulos, etc.

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