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Varela, Julia (1986) “Aproximaciones genealógicas a la moderna percepción social de los

niños” en Historia de la infancia y de la juventud. Revista de Educación, núm. 281. Pp.


155-175.

Julia Varela (1986), Doctora en Ciencias de la Educación realiza un análisis de la infancia


como institución social a través del cual intenta comprender las diferentes percepciones
que han existido en occidente, para interpretar las significaciones actuales. La autora indica
que si bien, el grupo social considerado como infantes ha existido siempre como grupo
etareo, de manera general y principalmente señala que han sido los grupos de poder
quienes han reconocido al grupo de con características subjetivas propias, mientras que
aquellos hijos de familias populares se consideraban dentro de la sociedad de manera
indiferenciada, vistos como mercancía y obligados al ingreso del mercado laboral.

Para la Doctora Varela, la infancia es una figura creada en respuesta a las características de
cada sociedad en relación a su espacio y tiempo. Así menciona que:

“Las figuras de la infancia no son, ni naturales, ni univocas, ni eternas. Las variaciones que
han sufrido en el espacio y en el tiempo son una prueba del carácter socio histórico […]
ligado a los cambios en los modos de socialización. En este sentido se puede afirmar que la
categoría de infancia es una representación colectiva producto de formas de cooperación
entre grupos sociales y también de pugnas, de relaciones de fuerza, de estrategias de
dominio destinadas a triunfar, como si se tratara de las únicas legítimas, las formas de
clasificación de los grupos sociales que aspiran a la hegemonía social “. (174)

Pare el S. XVI la autora señala la conformación de la infancia masculina como aquella


instituida y destinaria de los colegios. Los colegios entonces, funcionaran entonces “como
forma dominante de socialización […] e impondrán poco a poco la separación de los
adultos/niños”(159). Cabe destacar que el modelo de los colegios llevados, era destinado a
los hijos de aquellos quienes en la población figuraban como poderosos, mientras que para
los hijos de familias populares, eran diseñadas “instituciones destinadas en las que se les
enseñara la doctrina cristiana y el aprendizaje de oficios”.
La autora también destaca que el nuevo orden social que se gestado durante este siglo
XVI, “coincide con el despertar del capitalismo primitivo, y entre otras cosas, por
adoctrinamiento religioso moral”. (166)

A partir del Emilio de Rousseau, la autora plantea que se ha considerado al autor como uno
de los portavoces más destacados de la burguesía, el cual “marca muy de cerca las actuales
percepciones que se tienen de los niños”. (170)

Finalmente la autora señala que:

“Las figuras de la infancia no son, ni naturales, ni univocas, ni eternas. Las variaciones que
han sufrido en el espacio y en el tiempo son una prueba del carácter socio histórico […]
ligado a los cambios en los modos de socialización. En este sentido se puede afirmar que la
categoría de infancia es una representación colectiva producto de formas de cooperación
entre grupos sociales y también de pugnas, de relaciones de fuerza, de estrategias de
dominio destinadas a triunfar, como si se tratara de las únicas legítimas, las formas de
clasificación de los grupos sociales que aspiran a la hegemonía social “. (174)

Es importante recuperar de la autora, la mención acerca de la existencia de la infancia


como grupo diferenciado únicamente dentro de las clases dominantes, ya que aquellos
hijos de familias populares se consideraban dentro de la sociedad de manera
indiferenciada, convertidos en mercancía y obligados al ingreso del mercado laboral. Este
hecho dio apertura a la formación de escuelas liberadoras para los niños de la clase
popular.

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