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La violencia sexual contra las mujeres es un tema del que estamos al tanto, prácticamente a

diario, con la cantidad de casos que remecen distintas zonas del país donde sujetos abusan o
violan a mujeres, incluso a sus mismas parejas, a veces con resultados fatales.

De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS) la violencia sexual implica todo acto,
tentativa, comentarios o insinuaciones de carácter sexual ejercidos sin el consentimiento de la otra
persona. En este concepto también se incluyen aquellas acciones enmarcadas en la
comercialización o utilización de cualquier otro modo de la sexualidad de una persona mediante la
coacción del otro, independientemente de la relación de éste con la víctima, en cualquier ámbito.

Respecto a la coacción, puede estar determinada por el uso de la fuerza; intimidación psicológica;
extorsión y/o amenazas (daño físico, no obtener un trabajo, una calificación, etc.). En la misma
línea, el Centro Nacional de Recursos sobre la Violencia Sexual (NSVR, por sus siglas en inglés),
indica que el consentimiento de una víctima puede estar ausente ya sea por miedo, edad, alguna
enfermedad que la incapacite mentalmente, influencia del alcohol u otros estupefacientes, o
incluso por estar dormida.

Pese a que estas definiciones pueden ser muy claras para muchos, la verdad es que existen
situaciones en que incluso la propia víctima se confunde al no saber si realmente fue víctima o no
de abuso o violación y, por lo mismo, no se atreven a denunciar.

De acuerdo a la Subsecretaría de Salud Pública de nuestro país, el 2015 se presentaron ante


Carabineros de Chile 1.622 denuncias por violación en todo el país, y 5.254 denuncias por abusos
sexuales, cifras no menores si pensamos en que son muchísimas las víctimas que no lo hacen por
varios motivos, como lo es la exposición social que implica, el desconocimiento de redes de
apoyo, vergüenza, temor a represalias, temor a ser culpadas o a que no les crean, y a ser
socialmente marginadas.

Lo más común a la hora de pensar en una violación, es que imaginemos a una mujer caminando
sola por la calle a oscuras y siento atacada por un desconocido, sin embargo, la realidad indica
todo lo contrario. Esto porque, de acuerdo al NSVRC, un gran porcentaje de victimarios atacan
sexualmente a personas conocidas como amigas, vecinas, compañeras de trabajo o escuela,
familiares e incluso parejas, por lo que a veces resulta mucho más complejo para el entorno
entender los contextos en que se producen estos actos.
En este sentido, existen al menos cinco situaciones en las que las mujeres suelen ser sumamente
cuestionadas, pese a su calidad de víctima, o porque simplemente algunas personas no
consideran tales hechos como un abuso o violación, principalmente porque no existen lesiones
físicas evidentes o la relación con el agresor es ‘engorrosa’.

1.- Cuando la víctima no puede decir que “no” u oponer resistencia porque se queda paralizada

A menudo la visión que se tiene sobre la reacción ante una inminente violación es la lucha o huida
de la víctima para evitar a toda costa que el acto sexual ocurra, sin embargo, el paralizarse o
quedarse pasmada también es una actitud bastante común que experimentan algunas mujeres.

Aún así, hay quienes no entienden esta reacción y creen que el no oponer resistencia se debe a
que realmente no se sentía amenazada o porque quería que el acto ocurriera.

No obstante, para el doctor Martin Antony, profesor de psicología de la Universidad de Ryerson,


Canadá, “paralizarse es una respuesta común a una amenaza que vemos en mamíferos y no sólo
en humanos”, comentó en una entrevista para la revista VICE. Asimismo, agrega que esta
parálisis es breve y ocurre en situaciones de estrés o pánico, y que tendría que ver con la
capacidad que tenemos las personas de analizar las situaciones para evitar tomar decisiones
impulsivas.

Otro punto importante es el que plantea Karlene Moore, terapeuta y abogada del Centro de Crisis
por Violación de Toronto, quien coincide en que generalmente los victimarios son personas que la
víctima conoce y que ese mismo hecho contribuye a la reacción de parálisis.

Por último, Antony explica que esta parálisis también puede funcionar como método de defensa,
pues cuando la víctima ya no puede hacer nada para escapar, prefiere ensimismarse para evitar
exponerse a un riesgo mayor. “Y en ese momento, si no puedes escapar físicamente, puedes
hacerlo mentalmente. Ese escape mental te puede proteger del dolor que experimentas en esa
situación“, agrega.

2.- Cuando una mujer es violada por su pareja mientras duerme


El 2015 se conoció un caso que dio la vuelta al mundo. La irlandesa Niahm Ní Dhomhnaill fue
violada por su pareja, Magnus Meyer Hustveit, mientras dormía durante un año, unas tres o cuatro
veces por semana, según consignó la BBC.

Ambos compartían una casa en Dublín y ella no estaba al tanto de estos ataques hasta que un día
despertó sin los pantalones de su pijama y se dio cuenta que tenía sus partes íntimas un tanto
húmedas. Fue ahí cuando lo enfrentó y él reconoció los ataques, sin dar mayores explicaciones ni
ofrecerle disculpas. De hecho, tras la denuncia y el correspondiente proceso judicial, tampoco fue
sentenciado a cumplir una condena en la cárcel.

Esta situación es más común de lo que se piensa, puesto que muchas veces cuando se está en
pareja estas conductas se naturalizan o son difíciles de denunciar dada la cercana relación con el
victimario. Además, la falta de evidencia en algunos casos y la vergüenza de la víctima también
hacen complejo el comentar este tema con terceros.

3.- Abusar y/o violar a una mujer mientras está ebria, inconsciente o bajos los efectos de otros
estupefacientes

Lo dice la OMS: “También puede haber violencia sexual si la persona no está en condiciones de
dar su consentimiento, por ejemplo cuando está ebria, bajo los efectos de un estupefaciente,
dormida o mentalmente incapacitada”. Eso debería bastar, sin embargo, esta es una de las
excusas más recurrentes de algunos abusadores para desacreditar a la víctima, argumentando
que sí tuvieron consentimiento pero éstas no lo recuerdan porque estaban borrachas, por ejemplo.

Lo importante en este punto es tener claro que ninguna mujer pide ser violentada sexualmente,
independiente de su estado. Que ella esté tan ebria como para negarse, no quiere decir que
consienta una relación sexual.

De acuerdo al Rape Crisis Center del Reino Unido, esta es una de las situaciones más comunes
donde prácticamente la responsabilidad de la violación recae sobre la mujer, dándole más
importancia a su ebriedad que al hecho en sí mismo.

Y es que socialmente sigue siendo condenable cuando una mujer bebe en exceso (no así un
hombre), así como también otra serie de conductas estereotipadas y machistas que desvían el
verdadero foco de atención en una violación. De hecho, hay quienes continúan acusando “falta de
cuidado” o “provocación” a mujeres que han sido víctimas de abuso en un contexto como este.

4.- Quitarse el preservativo durante el acto sexual sin que la pareja lo note o lo consienta

Algunos aún no consideran que esta práctica sea un acto de violencia sexual, sin embargo, lo
cierto es que quitarse un condón en medio de una relación sexual, sin que la pareja lo acepte no
sólo los expone a ambos a una serie de consecuencias como embarazos no deseados, sino que
también a enfermedades de transmisión sexual.

Este comportamiento fue analizado por la investigadora estadounidense Alexandra Brodsky, quien
en un artículo publicado en la revista académica Columbia Journal of Gender and Law, señaló que
es una práctica bastante común y se debería considerar una agresión sexual.

Según Brodsky, este acto, denominado popularmente como ‘stealthing’, es considerado por
algunas mujeres de su estudio, como “una grave violación de su dignidad y la autonomía”. “Esta
eliminación del preservativo puede entenderse como una transformación del sexo consensual en
sexo no consensual”, agregó.

Para esta investigación, Brodsky contactó a varias mujeres que vivieron una experiencia así, y
gracias a sus testimonios, concluyó que el daño a las víctimas tenía que ver principalmente con la
ruptura de la confianza, la traición, y el ser utilizadas y despojadas de su voluntad.

5.- Obligar a tener sexo a la pareja a través del chantaje emocional

En una relación de pareja muchas veces se dan dinámicas que no son correctas pero que no
somos capaces de ver ya sea por el amor o simplemente porque las naturalizamos con tal de
evitar conflictos mayores.

Respecto a las relaciones sexuales, se entiende que éstas deben ser consensuadas por ambas
partes, sin embargo, existen momentos en que sólo uno tiene deseo y el otro debe enfrentarse a
los requerimientos constantes de la pareja.
Lo más seguro es que muchas mujeres hayan vivido alguna vez una experiencia así, donde a
través de chantajes emocionales y manipulación del tipo ‘¿Acaso ya no me quieres?’ o ‘¿Acaso ya
no te gusto?’, tengan que acceder a tener relaciones sexuales pese a decir que no están
interesadas, para así no generar un conflicto que podría terminar peor. Esto también es una
violación.

El hecho de que sea la pareja no lo hace menos grave, al contrario, puesto que existen
sentimientos de por medio y si el episodio se repite en el tiempo, se naturaliza una acción que es
sumamente perjudicial para su salud mental.

Lo más importante para evitar este tipo de situaciones de violencia sexual, es entender que
aunque sean pareja y se deseen, no tiene por qué ser todo el tiempo. En ese sentido, la
comunicación es fundamental, pues a veces la rutina o el estrés provocan desajustes en la pareja
en términos sexuales, que implican volver a encontrarse como tal.

Es importante saber, respecto a todos los puntos anteriormente expuestos, que la actividad sexual
con consentimiento no debe incluir ni amenazas, intimidaciones, fuerza, abuso de poder ni
violencia física; y tener claro que el consentimiento no puede ser dado por una persona menor de
edad, bajo la influencia del alcohol, inconsciente o incapacitada mental o físicamente.

Además, una persona puede cambiar de opinión en pleno acto sexual y quitar el consentimiento si
hay algo que no le parece correcto, detalla el NSVR.

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