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DEBATIR

I. Reglas básicas para debatir


Hay una serie de normas que siempre debes tener en cuenta en un debate, y que te
permitirán desarrollar adecuadamente tus argumentos y reaccionar ante los de tu
oponente. El éxito de tu intervención estará marcado por todas y cada una de estas reglas:

1. Escucha con atención a tu oponente

Si no estás atento/a entonces no lo escucharás bien. Si no escuchas bien lo que ha dicho no


podrás comprender bien su punto de vista y tampoco podrás criticar lo que ha dicho.

Cuando escuches atentamente entonces debes interpretar lo que ha dicho con generosidad
y con todo rigor, sin cambiar, deformar o ridiculizar sus argumentos. De lo contrario caerás
en la falacia del espantapájaros.

2. Defiende tu punto de vista con argumentos

Cuando defiendas tu punto de vista, debes hacerlo aportando argumentos siempre que te
lo pida tu oponente. Recuerda que al introducir una afirmación nueva estás obligado/a a
llevar la carga de la prueba, es decir, a justificar con argumentos lo que has dicho.

3. Responde a las objeciones de tu oponente

Cuando tu oponente haga objeciones a tu argumentación, debes responderle. Cuando haya


detectado una debilidad en tu argumento, no desprecies lo que objeta. Refuerza con
nuevos argumentos tu postura y no repitas lo que ya has dicho anteriormente. Evita el uso
de falacias como forma de protegerte.

4. Sé relevante defendiendo tu tesis

No te apartes del tema concreto que en cada momento se está discutiendo. Ve al


grano. Busca premisas que apoyen bien la conclusión que quieres defender. Busca
razones de peso para que tus argumentos sean sólidos y no sean fácilmente atacables.
Procura evitar argumentos endebles.

5. Justifica tu postura con suficientes razones

Procura dar una variedad de razones para hacer más aceptable tu conclusión. Tus razones
han de ser variadas en cantidad ( deben ser varias y pertenecer a varios campos diferentes
(economía, psicología, filosofía, ética, historia, política, etc.) ) y también en calidad ( han
de tener la mayor fuerza posible para apoyar tu punto de vista).

6. Sé claro
Procura que se te entienda bien. Trata de evitar expresiones o frases que resulten oscuras
o ambiguas. Define con claridad y precisión el significado de los términos que utilices
cuando tu oponente te lo pide. Sé conciso en la exposición de argumentos, evita irte por las
ramas (¡Lo bueno, si breve, dos veces bueno¡). Procura que tu voz se escuche con claridad
y buen ritmo.

7. Trata de buscar la verdad

Di aquello que creas que es verdad. No aportes ideas que sepas o creas que son falsas. Sé
cuidadosa/o para evitar las falacias o estrategias que contaminen el debate.

8. Juega limpio

Respeta los turnos de palabra. Ten cortesía con tus oponentes. Evita expresiones o gestos
fuera de tono. Sé prudente. Respeta la labor del moderador y de los jueces. Reconoce la
victoria de tu contrincante.

II. Fichas de valoración


1. Modelos para equipos de 2 componentes
Ficha 1
Ficha 2
Ficha 3
Ficha 4
2. Modelo para equipos de 4 componentes
III. Construcción y ordenación de argumentos

1. Construcción de argumentos
Para que tengas éxito en el debate tendrás, en primer lugar, que construir un número
variado de argumentos que defiendan tu postura. Ese número no debe ser muy amplio.
Bastará con unos pocos argumentos, coordinados entre sí, para apoyar tu postura. Podrás
tener, en tu arsenal argumentativo, otros argumentos que quizás no tengas tiempo de
exponer durante el debate. También deberás disponer de argumentos contrarios a la
postura de tu contrincante, con el fin de refutar sus argumentos, atacando así la postura
que tu oponente tenga que defender.
La construcción de argumentos se hará teniendo en cuenta la información que hayas
recopilado.

Tendrás que distinguir entre premisas y conclusión, de forma que las premisas (que son lo
que viene primero) apoyen la conclusión (que viene después). Los pasos a seguir en la
construcción de los argumentos serían los siguientes:

 Establece la conclusión de dicho argumento, y asígnale un número.

 Busca las premisas que apoyan dicha conclusión, y asígnales un número.

 Busca las relaciones de dependencia entre las distintas proposiciones, dibujándolas

mediante el uso de flechas.

 Trata de determinar si faltan premisas explícitas (entimemas). En su caso, tendrás que

redactarlas, estableciendo la correspondiente numeración.

 Completa dichas proposiciones con los correspondientes conectores lingüísticos.


Comprueba que la estructura esquemática responde a uno de los tres modelos
siguientes1 (o una combinación de ellos):

1. Modelo convergente
Las premisas apoyan la conclusión de modo independiente.
 Ejemplo:

2. Modelo divergente
Una premisa apoya dos conclusiones diferentes.

 Ejemplo:

3. Modelo serial
Una premisa apoya una conclusión que, a su vez, es premisa de otra conclusión posterior.
 Ejemplo:

Un aspecto a tener en cuenta2para la construcción de argumentos es que el paso de las


premisas a la conclusión (inferencia) esté garantizado. La pregunta que debes hacerte es:
¿por qué se puede pasar de las premisas a la conclusión? Veamos algunos ejemplos:

Ejemplo 1
 Premisa: Nadie tiene derecho a quitarle la vida a nadie.

 Conclusión: Por tanto, debería suprimirse la pena de muerte.


¿Por qué se puede pasar, en este argumento, de la premisa a la conclusión? Porque al
aplicar la pena de muerte le quitamos al delincuente su derecho a vivir.

Ejemplo 2
 Premisa: La crisis ha bajado la recaudación de impuestos.

 Conclusión: Por tanto, hay que aumentar los impuestos.


¿Por qué se puede pasar, en este argumento, de la premisa a la conclusión? Porque al
aumentar los impuestos se compensa la bajada producida por la crisis.

Ejemplo 3
 Premisa: El uso indiscriminado de antibióticos puede ser perjudicial.

 Conclusión: Por tanto, debe controlarse el uso indiscriminado de antibióticos.


¿Por qué se puede pasar, en este argumento, de la premisa a la conclusión? Porque el
control del uso de los antibióticos evita los perjuicios a los pacientes.

2. Ordenación de argumentos
Después de construir los argumentos, es conveniente que dediques un tiempo para
ordenarlos. Un apoyo gráfico que puedes usar para la ordenación de los
argumentos construidos y en la planificación del debate es el siguiente:
Ejemplo:
IV. El proceso de preparación del debate
Hemos dividido el proceso de debate en varios apartados, reactualizando un viejo modelo
inventado en la antigüedad por Cicerón, uno de los grandes maestros de la Retórica. Este
proceso comienza en el momento en que te dan a conocer el tema que tendrá que ser
debatido y finaliza cuando concluye el debate y evalúas tu participación en él.
Cicerón dividió el proceso de debate en tres grandes apartados, a los que
denominó Inventio (o fase de investigación), Dispositio (u ordenación de los
argumentos) y Elocutio (o expresión de los argumentos en el debate).

INVENTIO

La inventio tiene que ver con aquello que queremos decir.


Para saber qué tienes que decir en el debate tendrás, en primer lugar, que investigar
sobre el tema debatido para llegar a tener conocimientos sobre el mismo. Y, a partir de lo
investigado, tendrás que hacer una recopilación de la información conseguida, reuniendo
de forma sintética todo el material. Es importante que construyas y evalúes bien los
argumentos.
Si no realizas esta fase, es decir, si llegas improvisando a un debate, el público lo notará
y tu participación quedará deslucida.

DISPOSITIO

La dispositio se ocupa del orden que hemos de seguir para expresar lo que queremos
decir.
También es importante que lleves a cabo una buena organización de los mismos, viendo
con que argumentos cuentas para defender tu postura, así como los argumentos que
puedes utilizar para rechazar la postura de tu contrincante en el debate. También es
conveniente que planifiques la intervención en el debate.

ELOCUTIO

La elocutio tiene en cuenta cómo lo decimos.


La forma de decir algo (con claridad, precisión, de forma concisa y elegante) puede ser
tan importante como el contenido de lo que decimos. Los aspectos formales reunidos en
esta tercera fase salen a la luz en el momento en que tiene lugar el debate.
ARGUMENTAR

II. DETECTAR FALACIAS

1. Formales: FAC, FNA

2. Que atentan contra el criterio de claridad:

ambigüedad y vaguedad

3. Que atentan contra el criterio de suficiencia

- Falacia de causa falsa.

- Falacia de apelación a la Ignorancia.

- Composición. División

- Falacia por generalización precipitada

 El pavo inductivista de B. Russell

En una de sus obras, el filósofo inglés B. Russell expresa las limitaciones del razonamiento
inductivo, basadas en que la experiencia que hayamos tenido en el pasado, por muchos
ejemplos similares que se hayan repetido, no sirve para apoyar una conclusión referida a
los acontecimientos del presente. Para explicar esta idea recurre al ejemplo del pavo
inductivista, un pavo que confiaba en la experiencia acumulada para establecer una
conclusión sobre el dueño de la granja. Había acumulado una amplia muestra de datos
acerca de la hora en que recibía el alimento. Cada mañana, a las 9 en punto, el granjero
americano entraba y le daba de comer. Se fijó también en que el dueño de la granja lo
alimentaba a la misma hora en diferentes épocas del año, con independencia del tiempo
que hacía o de si era un día festivo o un día laboral. A partir de estas observaciones de lo
que había ocurrido en el pasado, extrajo la conclusión "Todos los días, a las 9 en punto, me
dan el alimento". Pero un día, el granjero entró y no fue a darle el alimento, sino que lo
sacrificó para celebrar el día de Acción de Gracias.

 La excepción confirma la regla


Es una expresión que se utiliza cuando encontramos un caso que contradice lo que ocurre
la mayoría de las veces. Por eso decimos que ese caso encontrado sería la excepción que
confirma la regla.

Pero hay que tener en cuenta que:1

"La excepción que confirma la regla" es una de las expresiones que menos me gustan.
Como científico, tiendo a pensar que una regla es una regla, y si tiene excepciones lo que
hacen es invalidar la regla, no confirmarla. Según mi humilde opinión, si digo "los coches
Ford son azules" y de repente un Ford rojo cruza la calle, mi hipótesis queda para la
papelera. Ni siquiera una interpretación estricta podría salvar mi norma, porque aun
admitiendo la existencia de un Ford rojo, nada impide que haya más Ford rojos, o
amarillos. Mejor descartar la norma y buscar otra, que aceptar una regla con tantos
contraejemplos caprichosos /.../ recuerde: "la excepción confirma la regla" solamente pone
de manifiesto la existencia de una regla. Ni sabemos qué regla es, ni se confirma la validez
o no de una regla determinada. Lo único honrado sería decir algo así como "la excepción
confirma que hay una regla." Cuál sea esa regla es harina de otro costal. Y por supuesto,
no cuela como argumentación seria. Siguiendo el ejemplo con el que he comenzado,
afirmar que un Ford rojo es una excepción a la regla de que todos los Ford son azules
solamente "demuestra" que hay coches Ford de colores."

 La elección de Roosevelt
Un ejemplo clásico de un razonamiento inductivo que falló porque la muestra utilizada,
aunque muy amplia, no era representativa se produce en 1936, cuando la revista
estadounidense "Literary Digest" fracasó estrepitosamente al determinar el ganador de las
elecciones presidenciales. Hizo una encuesta a gran escala, utilizando una muestra superior
a los 2 millones de votantes, para determinar si el ganador de las elecciones sería Alf
Landon, del partido Republicano, o Franklin D. Roosevelt, del partido Demócrata. Los
nombres de las personas encuestadas se extrajeron, en todo el país, del listín telefónico y
del registro de la propiedad de automóviles. A partir de los resultados de la encuesta se
predijo la victoria de Landon. Sin embargo, el ganador de las elecciones fue Roosevelt. ¿Por
qué falló la encuesta, siendo tan amplía la muestra? El problema era que no se utilizó una
muestra representativa de las diferentes clases sociales del país. En aquella época, el
teléfono y el automóvil no eran accesibles a todas las capas sociales, sino sólo a los
votantes urbanos y ricos (es decir, a una minoría dentro de la población estadounidense del
momento). La encuesta había olvidado a otros grupos sociales mayoritarios: los habitantes
de las zonas rurales y los de las clases empobrecidas por la crisis del 29, cuyos efectos
continuaron hasta años después. Sin embargo, el científico social George Gallup hizo una
encuesta mucho más pequeña, pero utilizando muestras representativas, y acertó en su
predicción de que el ganador de las elecciones sería, por amplia mayoría, Roosevelt.

La falacia por generalización precipitada es aquel error en la argumentación que se


produce cuando se establece una conclusión a partir de de una base insuficiente de datos.
A partir de una serie insuficiente de casos que son similares, establecemos una conclusión
general para todos los casos.
Por ejemplo: "Este curso, he visto a Juan leer cuatro libros y los cuatro eran novelas de
ciencia ficción. Por tanto, todos los libros que ha leído Juan este curso son novelas de
ciencia ficción". La conclusión general que he establecido puede resultar precipitada, ya que
podría ocurrir, sin embargo, que Juan haya leído algunos libros sin que yo lo haya visto, y
que algunos de esos libros sean novelas policíacas, u obras de teatro o de poesía. También
podría darse el caso de que hubiese leído algún libro que no sea de literatura.

Otro ejemplo: "En la encuesta que se ha hecho en la ciudad de Murcia se ha encontrado


que un 30% de su población activa son funcionarios. Por tanto, en España hay un número
excesivo de funcionarios, pues un 30% de la población activa española está formada por
funcionarios". La conclusión general (para el conjunto de España) que establecemos, a
partir de la encuesta realizada en una sola ciudad española (Murcia), resulta precipitada,
pues no tiene en cuenta lo que ocurre en otras ciudades de España ni tiene en cuenta que,
en el mundo rural, no hay tanta proporción de funcionarios.

Este tipo de falacia está relacionada con el razonamiento inductivo, en el que la


conclusión que se establece no se sigue necesariamente de las premisas (como en el caso
del razonamiento deductivo); en la inducción, las premisas sólo sirven para apoyar la
conclusión con un cierto grado de probabilidad.

En el razonamiento inductivo, por tanto, pasamos de una muestra de datos (de un número
particular de casos) al establecimiento de una conclusión referida a todos los casos (como
en el ejemplo de los libros leídos por Juan) o al conjunto total de una población (como en
el ejemplo de los funcionarios que hay en la población española).

Para evitar este tipo de falacia debemos tener en cuenta:

a) Que la muestra utilizada sea suficiente: que tengamos en cuenta más de unos pocos
datos o ejemplos (si a mis tres amigos y a mí no nos gusta la música rap, esto no es
suficiente para decir que la música rap no es del gusto de la mayoría de las personas de
nuestra edad). Si se trata de un conjunto pequeño de casos, entonces es conveniente
analizar cada uno de ellos. (Así, por ejemplo, si estamos analizando la evolución del paro
por meses, conviene tener en cuenta los datos de cada uno de los 12 meses).
b) Que la muestra sea representativa: que los datos que utilicemos sean datos que tengan
en cuenta al conjunto de la población y no a un grupo (o unos pocos grupos) de la misma.
(Por ejemplo, si queremos establecer una conclusión sobre la matriculación de alumnos en
centros públicos o centros concentrados, tendremos que tener en cuenta a las familias
rurales, a las familias de pequeñas ciudades y a las familias de grandes ciudades. También
habremos de tener en cuenta a las familias de clase alta, de clase media y de clase baja.
Teniendo en cuenta muestras de los diferentes subgrupos representativos de una
población, la conclusión será más adecuada).

c) Hay que tener en cuenta la existencia de contraejemplos:

Una generalización es precipitada si no hemos tenido en cuenta ejemplos en contrario. Los


contra-ejemplos impiden que puedan hacerse algunas generalizaciones. Así, por ejemplo,
si, a partir de la genialidad del pintor Van Gogh o de la genialidad del filósofo alemán
Nietzsche, ambos con problemas de salud mental, decimos que "todos los genios sufren
trastorno mental", entonces alguien puede poner bastantes contraejemplos: genios de la
pintura (Picasso, Velázquez, etc.) o genios del conocimiento (Newton, Aristóteles, etc.) no
tenían problemas de salud mental.

Medicina contra esta falacia: Es conveniente tener en cuenta el tamaño de la


muestra, cuando esta es pequeña, para indicar que es una muestra insuficiente.
También conviene que nos fijemos en el tamaño de la población, pues si la
población es grande y la muestra es pequeña en relación a ella, resultará
insuficiente. Por último, se tendrá en cuenta si la muestra es o no representativa,
pues si no lo es, se producirá la falacia.

- Falacia de la pendiente resbaladiza o bola de nieve

 Texto popular inglés


"Por falta de un clavo se perdió una herradura,

por falta de una herradura, se perdió un caballo,

por falta de un caballo, se perdió una batalla,

por falta de una batalla, se perdió un reino,

y todo por falta de un clavo de herradura."

Imagínate una pequeña bola de nieve que cae por la ladera de una montaña nevada. A
medida que va descendiendo por la montaña la bola de nieve se va haciendo más grande,
lo cual la convierte en un peligro cada vez mayor. Si no hubiese habido una pequeña bola
de nieve que descendiese por la montaña, ahora no habría un peligro tan grande. Pero, una
vez la pequeña bola de nieve ha comenzado a rodar montaña abajo, se acrecienta y se
convierte en algo imparable.
Algo similar ocurre en el caso de la falacia de la pendiente resbaladiza (conocida
también como bola de nieve) porque el razonamiento nos lleva (erróneamente, por eso es
una falacia) a un peligro que deseamos evitar y, para detenerlo tenemos que impedir
que la bola descienda por la pendiente resbaladiza.

Esta falacia se basa en la existencia de una cadena de sucesos, conectados entre sí en una
relación de causa a efecto: Si ocurre A1 (causa) ocurrirá A2 (efecto). A su vez, si ocurre
A2 (causa), ocurrirá A3 (efecto) y así sucesivamente, si ocurre An-1 (causa), ocurrirá
A n (efecto). Ahora bien, An es algo que no queremos que ocurra, porque es algo que
representa un gran peligro, similar a la gran bola de nieve que está a punto de
impactarnos. Por tanto, si no queremos que ocurra An lo que no tendría que haber ocurrido
nunca es A1. En este caso, A1 es como una bola de nieve pequeña, que aun tenemos poder
para detener porque no supone ningún problema.

Esquema de la falacia de la pendiente resbaladiza

A1 lleva a A2
A2 lleva a A3
A3 lleva a A4
......................
An-1 lleva a An
Pero An es una consecuencia que no deseamos que ocurra.
Luego, para evitar tal consecuencia negativa, no debe ocurrir A1.

Se trata de una falacia porque cada uno de los pasos del razonamiento no está justificado:
no está totalmente justificado que A1 provoque A2, ni que A2 conduzca necesariamente a A3,
ni tampoco que, sucesivamente, An-1 termine llevando a An, consecuencia que se considera
muy negativa. Es decir, no está suficientemente demostrado que si ocurre A1 se llegue
irremediablemente a An.

 Ejemplo de la falacia de la pendiente resbaladiza:


No estudiar para este examen lleva a suspender la asignatura.

Suspender la asignatura lleva a tener que hacer la recuperación de Septiembre.

Hacer la recuperación de Septiembre lleva a repetir el curso.

Repetir el curso lleva a despreocuparse de los estudios.

Despreocuparse de los estudios lleva a no encontrar trabajo.

No encontrar trabajo lleva a una vida miserable.

Por tanto, si no quieres llevar una vida miserable, estudia para este examen.
La falacia se comete, en el ejemplo anterior, porque no está probado que si uno no estudia
suficientemente para un examen (por ejemplo, si ha estado enfermo) suspenderá la
asignatura (pues el profesor podría hacer la nota media o el alumno podría tener suerte con
las preguntas que se sabía y aprobar por los pelos). Pero, en caso de suspender la
asignatura y hacer la recuperación de Septiembre, eso no conllevaría necesariamente que
tuviese que repetir curso (pues podría estudiar mucho en el verano y aprobar el examen de
Septiembre). Por otra parte, aunque repitiese curso, podría convertirse en un/a alumno/a
modelo/a en el curso siguiente. En todo caso, podría encontrar trabajo (aunque con
mayores dificultades que si tuviera un título) o ser el/la hijo/a de un millonario). Si no
encontrara trabajo, tendría dificultades, pero no tendría, necesariamente, que llevar una
vida miserable (podría tocarle la lotería o casarse con un/a millonario/a). En suma, no
estudiar suficientemente para un examen no tiene que suponer que alguien termine en la
miseria... No obstante, ¡estudia para los exámenes¡

 Otro ejemplo:
La legalización de la eutanasia pasiva lleva a la muerte indeseada de inocentes

Si se legalizara la eutanasia pasiva5 entonces la vida humana perdería valor. Si ocurriera


esto, el siguiente paso sería la legalización de la eutanasia activa6. Si se legaliza la
eutanasia activa no sólo se aplicará a enfermos terminales que, voluntariamente, así lo
decidan. También podrá aplicarse en otros casos en los que los pacientes, por sí mismos,
no lo han decidido. Al final ocurrirá lo que ocurrió en la Alemania nazi: la eliminación de
personas con discapacidad psíquica. Por tanto, es mejor que no se legalice la eutanasia
pasiva.

Medicina contra esta falacia: Trata de mostrar que cada uno (o al menos, algunos)
de los pasos que se dan (que van haciendo que las consecuencias que se siguen
son cada vez más inaceptables) no están justificados. Muestra que la
consecuencia final que expresa este razonamiento falaz no tiene por qué ocurrir
necesariamente a partir de lo indicado en la primera premisa (por ejemplo, que
legalizar la eutanasia pasiva terminará con la muerte de inocentes, o que la
prohibición de fumar en lugares públicos cerrados terminará por llevarnos a la
dictadura).

4. Que atentan contra el criterio de relevancia

- Falacia de ataque al hombre

- Falacia de apelación al pueblo

- Falacia de apelación a la fuerza

- Falacia de apelación a la autoridad


- Falacia del espantapájaros
Lo que ocurre en la falacia del espantapájaros es que en lugar de criticar exactamente lo
que ha dicho nuestro oponente, atacamos una versión más simple, deformada o
caricaturizada de lo que realmente ha dicho. Esta versión más simple resulta así más fácil
de criticar, con lo cual podemos ser más fácilmente ganadores del debate. Ahora bien,
nuestra victoria no tiene el mismo mérito que si nos hubiésemos enfrentado al argumento
realmente defendido por nuestro contrincante.

En un debate entre el obispo Wilberforce, contrario al evolucionismo, y un defensor de las


ideas de Darwin, T.H. Huxley, Wilberforce le pregunto a Huxley si prefería descender de un
simio por parte de abuelo o de abuela. Parte del auditorio pidió entonces que contestara
T.H. Huxley; éste indicó que cuando los evolucionistas hablan de ascendencia lo hacen
teniendo en la mente la herencia a través de miles de generaciones, y no unas pocas
generaciones. Lo cual suponía que se había malinterpretado y ridiculizado la teoría
darwinista con el fin de rechazarla (falacia del espantapájaros) y luego dijo: "Por lo que a
mí respecta, no se me habría ocurrido presentar un asunto de esta naturaleza como motivo
de mi discusión, pero si se me plantea la pregunta de si preferiría tener como abuelo a un
miserable simio o a un hombre altamente dotado por la naturaleza y poseedor de grandes
medios e influencias que utiliza para introducir la ridiculización en un debate científico serio,
afirmaría sin dudar mi preferencia por el simio".

Medicina contra esta falacia: Muestra que tus palabras han sido erróneamente
interpretadas, o que se ha simplificado excesivamente tu punto de vista, o que se
han caricaturizado tus argumentos. Es decir, muestra que tu contrincante ha
atacado un espantapájaros: ha vencido al "argumento de paja" más que al
argumento que habías presentado.

- Falacia del círculo vicioso


El transporte de mi ciudad es un círculo vicioso: como casi nadie lo usa, es muy caro y
como es muy caro, casi nadie lo usa (como veis, es un problema que así, de repente, no
tiene solución porque los dos factores críticos en el transporte, el precio y el volumen de
gente que lo utiliza, están relacionados entre sí)." A veces, podemos presentar un
argumento de forma que su conclusión ya está, total o parcialmente, contenida en las
premisas. Es una argumentación circular, es decir, apoyamos la conclusión en las premisas
pero, a su vez, introducimos unas premisas en las que metemos, de contrabando, la
conclusión a la que queremos llegar. En el fondo, pues, es una argumentación que no
prueba nada. Es una argumentación vacía.

¿Qué fue antes: el huevo o la gallina?8


¿Qué fue primero: el huevo que no puede existir sin la gallina que lo ha puesto, o la gallina
que no puede existir sin haber salido previamente de un huevo?”. Esta cuestión tiene las
implicaciones más profundas de lo que en principio parece y, por ejemplo, se puede
trasladar este enigma al hombre.

De hecho, ya el filósofo griego Aristóteles (Siglo III A.C) lo comparó con la situación del
hombre y dijo que si hubo un primer hombre este existió sin padre ni madre, lo que desde
la naturaleza parece imposible. El interrogante fue abordada por varios científicos
reconocidos, tales como Stephen Hawking, y, evidentemente, Charles Darwin. La
mención de Charles Darwin en este artículo era casi inevitable ya que esta pregunta se
relaciona en gran medida con las principales teorías, sin ir más lejos, la teoría de la
evolución. De acuerdo a ésta, la respuesta sería que primero fue el huevo, pero entendido
este como el huevo en general y no un huevo del que luego nació una gallina (es decir, que
en el mundo existían huevos antes de la existencia de la gallina). Más recientemente, un
estudio científico a cargo de investigadores genéticos así como también de productores
granjeros de gallinas, pareció llegar a una respuesta definitiva. Este grupo de
investigadores llegó a la conclusión de que fue primero el huevo, basados en una simple
razón: el material genético de una especie no puede modificarse durante la vida del animal.

Hay consenso científico, de acuerdo a la teoría de la evolución de Darwin, de que lo que


hoy conocemos como gallina evolucionó desde otra especie de ave y, si como decíamos, la
información genética no puede ser modificada en vida, la mutación necesariamente se tiene
que haber dado en un embrión dentro de un huevo preexistente.

 Ejemplo 1:
A: Si una persona es fiel a su pareja, podemos decir que la ama profundamente. Ese amor
profundo se manifiesta cuando no le es infiel.

(A comete una falacia por circularidad: afirma que si es fiel a su pareja, entonces la ama
profundamente; pero, de forma circular, define el amor profundo en base a la ausencia de
infidelidad, esto es, en base a la fidelidad).

 Ejemplo 2:
A: La Biblia dice que Dios existe, por tanto existe Dios.

B: ¿Esa prueba es suficiente para demostrar la existencia de Dios? A: Sí lo es porque la


Biblia nos dice la verdad ya que ha sido inspirada por Dios.

(A comete la falacia del círculo vicioso al demostrar la existencia de Dios a partir del hecho
de que lo dice la Biblia. Como aclara después, está incluyendo en esa premisa que Dios es
el inspirador de ese texto sagrado, es decir, ya incluye la existencia de Dios como
inspirador de la obra, por lo que construye un argumento circular.)

Medicina contra esta falacia: Demuestra que las premisas (que sirven para apoyar
la conclusión) se apoyan ya en la misma conclusión a la que se quiere llegar.
Señala, por tanto, que no está demostrando realmente nada, sino que se da por
sentado la verdad de lo que había que probar. Indica a tu contrincante que apoye
la conclusión en otras premisas o que sus premisas excluyan la conclusión que
pretende demostrar.

- Falacia de falsa pista


Puede ser que en un debate se haya presentado un argumento fuerte, difícil de rechazar.
Como el adversario no se ve con fuerzas para enfrentarse a este argumento con un contra-
argumento, lo que hace es introducir algo que distraiga. Introduce un nuevo argumento
con la pretensión de desviar la atención. Introduce una falsa pista para evitar luchar
contra el argumento fuerte. Pero hay que tener cuidado, pues la falsa pista ha de tener
cierta relación con el argumento que se ha introducido previamente (por ejemplo: si
estamos hablando de la importancia económica del cine no podemos desviar la atención
hablando de automóviles).

 Ejemplo 1:
A: En el mundo hay millones de personas condenadas a una pobreza extrema, lo que viene
a demostrar que los países con recursos han de cooperar con los países pobres para que el
mundo sea más justo.

B: ¡No hace falta irse tan lejos!. En nuestro país hay también personas que lo están
pasando mal. El gobierno tendría que ayudarlas.

(B introduce una falsa pista, desvía la atención del argumento de A, para evitar hablar de la
cooperación internacional contra la pobreza).

 Ejemplo 2:
A: Para mejorar la seguridad en la conducción de coches hemos de tener en cuenta, sobre
todo, la calidad de los vehículos. Las características técnicas de los coches actuales han
reducido el número de accidentes.

B: ¿Te refieres a coches de importación o a coches fabricados aquí?

(B introduce una falsa pista, pues lo importante es el tema de la seguridad, no el lugar


donde se fabrica el coche).

Medicina contra esta falacia: Debes indicar que el contrincante ha cambiado el


tema que habías introducido con el fin de desviar la atención. Insiste en que no ha
contestado al argumento que habías introducido antes.
III. ESTRATEGIAS RETÓRICAS CONTAMINANTES

1. Humor oportunista

 Las elecciones norteamericanas


Un ejemplo de este uso oportunista del humor lo encontramos en el debate de la campaña
electoral norteamericana del año 2000 entre el entonces Vicepresidente demócrata Al Gore
y el candidato republicano George H. Bush1. El debate se centraba en un tema sensible para
los norteamericanos como es el tema de los seguros médicos. La intervención de Al Gore en
el debate se basó en numerosas fuentes de información y en una exposición exhaustiva de
datos económicos. A la sólida argumentación por parte de Gore respondió Bush
introduciendo el humor oportunista. Bush le dijo a Gore que sabía mucho de números y
que... debía haber inventado hasta la calculadora. Con ello consiguió desviar la atención del
público hacia los argumentos de Gore. Finalmente, Bush fue elegido como el 41 Presidente
de los Estados Unidos.

 El recurso humorístico al fútbol


El político italiano Berlusconi ha sido un maestro en el manejo del humor como medio para
vencer en las elecciones. Berlusconi, que fue presidente del Milán, también ha usado el
tema del fútbol como medio de propaganda política, dado el trasfondo pasional que genera
este deporte. El manejo humorístico del fútbol ha salvado a Berlusconi de numerosas
situaciones de apuro frente a preguntas y a argumentos incómodos. Para salir indemne de
estos apuros apela al fútbol con humor: " ¿Cuántas Copas Intercontinentales ha ganado
usted? ¡Antes de competir conmigo trate al menos de ganar un par de Scudetti!"2.

La seriedad del debate no está reñida con el sentido del humor. El humor es relajante y,
bien usado, puede ayudar a poner de manifiesto las contradicciones y puntos débiles de los
contrincantes, al mostrar las consecuencias absurdas de sus argumentos. El mayor
inconveniente es saber usarlo en dosis adecuadas, no tanto para que pruebes tu punto de
vista sino para criticar el rigor de tu oponente. El humor fino, la ironía inteligente ayuda a
reducir al ridículo los argumentos de tu contrincante; pueden ser críticas punzantes y
certeras, pero que de otra forma más seria revestirían una mayor violencia verbal, por lo
que resultan doblemente útiles: como armas argumentativas y como “lubricantes” que
facilitan la marcha del debate. Pero debes ser cuidadoso y evitar también los extremos. El
humor despectivo y cruel, el sarcasmo destructivo o la ridiculización arrogante del
contrincante puede, al final, volverse contra ti y ser contraproducente.

Sin embargo, hay ocasiones en que se usa el humor con el fin de contaminar el debate. En
este caso, el humor se utiliza para desviar la atención de la audiencia hacia un buen
argumento que ha sido introducido en el debate por el contrincante. En lugar de usar
buenas razones para rebatir dicho argumento, se utiliza el humor de forma oportunista,
para salir airosos ante la falta de argumentos que se tiene.

 Ejemplos de humor oportunista:


A: Sin duda, el cambio climático es preocupante y hay que tomarse en serio la
sostenibilidad del planeta. O cambiamos la economía o el medio ambiente se irá
degradando. Los científicos avalan el cambio climático mostrando, por ejemplo, el avance
del deshielo en el Polo Norte. Por tanto, el modelo económico actual es insostenible.

B: Acabas de dejar helada a la audiencia. ¿Qué va a ocurrir por unos graditos de más? ¡Ya
no necesitaremos tanta calefacción!

(B recurre a esta estrategia contaminante porque, en lugar de contra-argumentar contra lo


expuesto por A, trata de desviar la atención recurriendo al humor con el fin de no entrar a
valorar dicho argumento).

Medicina contra esta estrategia contaminante: Muestra que tu contrincante ha


introducido una broma y que no ha tenido en cuenta tu argumento. Indica que un
comentario divertido no puede ocultar la verdad de lo que has dicho. Usa el humor
en tu réplica.

2. Zigzagueo

 La cortina de humo
La cortina de humo es una antigua herramienta que se utiliza para conseguir el control de
la opinión pública. Consiste en el intento de despistar a la opinión pública cuando hay una
noticia o una situación incómoda. Se trata de tapar dicha noticia o situación creando otra
noticia o situación menos incómoda, que atraiga la atención de la opinión pública y la
mantenga entretenida.

Cuando se quiere ocultar algo incómodo se lanza una cortina de humo que distraiga a la
gente, desviando su atención hacia un tema menos problemático, que pasa ahora a un
segundo plano. Los medios de comunicación suelen cambiar los temas espinosos e
incómodos y lanzan noticias con mayor espectáculo en la sociedad y que no resultan tan
comprometedores.

Un principio básico en la estrategia militar consiste en no exponerse innecesariamente, no


ofrecer “un blanco fácil” al enemigo. No tiene nada de negativo el pertrecharse con aquellos
argumentos que consideramos fuertes y tratar de obviar aquéllos flancos de nuestra
posición que sabemos son más débiles y fácilmente atacables. Por supuesto, nuestro
oponente tratará de encontrarlos y de insistir sobre ellos. Si tratamos simplemente de
escabullirnos una y otra vez de la discusión, el resultado puede ser negativo para nuestra
imagen. Esta táctica retórica consiste en cambiar de tema cuando un participante en el
debate se da cuenta de que el oponente ha refutado el argumento que había introducido o,
al menos, ha logrado mostrar alguna debilidad en el mismo. O también para evitar
contestar a un argumento fuerte introducido por el contrincante.

 Ejemplo:
B: En la fiesta de los toros hay una lucha de poderes: el torero, con su espada, se defiende
de los ataques del toro, que cuenta con el arma de los cuernos. Es un enfrentamiento justo,
donde cada uno puede hacer sufrir al otro.
A: Tu argumento de que en la fiesta de los toros hay una lucha entre el torero y el toro en
igualdad de condiciones no es adecuado: el torero es libre para no provocar sufrimiento al
toro, mientras que el toro solo actuará por instinto cuando ataque al torero.

B: Te olvidas de que la fiesta del toreo es un auténtico arte que debe ser protegido, ¿qué
opinas de ello?

(B incurre en este tipo de estrategia contaminante ya que, ante el buen argumento dado
por A contra el primer argumento de B, cuestionando la igualdad torero-toro, la respuesta
es el cambio de tema, pasando ahora a un argumento diferente: el toreo como un arte que
merece ser protegido).

Medicina contra esta estrategia contaminante: Muestra que tu contrincante ha


cambiado el tema concreto que se estaba discutiendo. Insiste en que tu
contrincante se ha desviado del tema y, antes de pasar a ver ese nuevo tema, ha
de quedar cerrado el asunto anterior. También se podría repetir resumido el
argumento que nuestro adversario trataba de eludir y volver a exigirle una
respuesta a aquél, para hacer más evidente ante el público la estrategia torticera
y la debilidad de nuestro oponente.

3. Inversión de la carga de la prueba

 Existencia de seres fantásticos1


Imagínese que alguien le dice que en algún punto por debajo de la superficie de Plutón, hay
un ser verde diminuto que le envía mensajes psíquicos cada medianoche... Usted pide
pruebas de la veracidad de esta declaración, pero le responden diciendo: ¡Demuéstreme
que es incorrecto!

Investigar esta afirmación estaría más allá de los límites de la tecnología actual, pero
¿significa eso, por tanto, que tenemos buenas razones para tomar esta afirmación en
serio?, ¿qué pasaría si adoptamos este criterio siempre que queramos establecer una
afirmación? Gastaríamos innumerables vidas investigando reclamaciones fantásticas sin
formas prácticas de investigar y despidiendo cualquier escepticismo con un coro monótono
de: 'Usted no puede demostrarme que es incorrecto!

Cuando alguien hace una afirmación, la obligación recae en él para apoyar su afirmación.
No es la obligación del oyente probar que tal afirmación es falsa.

 ¿Y por qué no?


A veces se suele recurrir al uso de la muletilla “¿y por qué no?”. De ser un resorte
adecuado contra las tradiciones vetustas, a favor de las nuevas maneras de vivir y de la
tolerancia, se puede convertir en una coletilla rechazable que evita a la persona que la
pronunciaba el tener que justificar por qué le parecía conveniente hacer esto o lo otro. En
su lugar, lo despacha con un simple ¿y por qué no? Trasladando a la otra persona la pesada
carga de buscar razones en contra.
 Los "juicios de Dios" medievales
El avance histórico hacia un sistema judicial como el que existe en la actualidad ha sido
lento. En otras épocas los sistemas judiciales no garantizaban juicios justos. Tomemos el
ejemplo de las "ordalías" o "juicios de Dios" como pruebas realizadas especialmente en la
Edad Media en Occidente, con el fin de que los acusados probasen su inocencia. El origen
de las ordalías era corriente en los pueblos primitivos, pero fue en la Edad Media cuando
tomó importancia en nuestra civilización.

Varios eran los sistemas que se usaban en las ordalías. En Occidente se preferían las
pruebas a base del combate y del duelo, en los que cada parte elegía un campeón que, con
la fuerza, debía hacer triunfar su buen derecho.

La ordalía por medio del veneno era poco conocida en Europa, probablemente por la falta
de un buen tóxico adecuado a este tipo de justicia, pero se utilizaba a veces la curiosa
prueba del pan y el queso, que ya se practicaba en el siglo II en algunos lugares del
Imperio romano. El acusado, ante el altar, debía comer cierta cantidad de pan y de queso,
y los jueces consideraban que, si el acusado era culpable, Dios enviaría a uno de sus
ángeles para que no pudiese tragar aquello que comía.

La prueba del hierro candente era muy practicada. A veces se sustituía por agua o aceite
hirviendo. El acusado debía coger con las manos un hierro al rojo por cierto tiempo. Luego
se examinaban las manos para descubrir si en ellas había signos de quemaduras que
acusaban al culpable. Si la mano salía sin daño, el acusado era considerado inocente.

El onus probandi (o carga de la prueba) es una expresión latina que se usaba en los
tribunales de justicia. Se consideraba que cuando alguien hace una afirmación nueva que
no está aceptada por todos entonces debe aportar las pruebas que justifican dicha
afirmación. El peso de la prueba recae, pues, sobre aquél que introduce una afirmación
nueva sobre un tema que se está debatiendo. Eso es lo que ocurre en los tribunales: lo que
hacemos es considerar a alguien inocente... mientras no se demuestre que es culpable.
Esto es así porque lo habitual es que las personas no cometan delitos. Por eso mismo,
como el delito no es habitual entonces es necesario probar que la persona acusada ha
hecho algo nuevo: ha cometido un delito. La carga de la prueba la tiene la acusación: ha de
probar que la conducta del acusado no es la habitual, que ha cometido un delito. Sólo
cuando se prueba esto dejará de ser considerado inocente y se le considerará culpable. Por
tanto, como subraya nuestro Derecho nadie es culpable mientras no se haya probado que
lo es.

La estrategia conocida como inversión de la carga de la prueba consiste, por el contrario,


en trasladar al contrincante la obligación de justificar una nueva afirmación: en lugar de
aportar razones para defender el propio punto de vista, se exige al contrincante que sea él
quien aporte razones para mostrar que uno está equivocado. Lo cual viene a equivaler, en
el mundo jurídico, a que sea el acusado (y su defensor) quien demuestre su inocencia.

 Ejemplo:
A: Un sistema político republicano es más estable que uno monárquico.

B: ¿Puedes justificar tu afirmación?


A: ¿Acaso tú puedes probar que estoy equivocado?

(A desplaza la carga de la prueba sobre B. En lugar de aportar razones para mostrar la


mayor estabilidad de los países republicanos, pide a B que aporte razones para mostrar que
está equivocado. B actúa correctamente en el debate al pedir a A que justifique su
afirmación, puesto que A ha olvidado basarla en razones. Por el contrario, A no ha actuado
correctamente al pedir a B que aporte razones en contra, ya que la obligación no le
corresponde a B, porque no ha sido él quien ha introducido dicha afirmación).

Medicina contra esta estrategia contaminante: Indica a tu contrincante que él


tiene la obligación de cargar con la prueba de las ideas nuevas que ha introducido,
es decir, de justificar con razones tales ideas. Señala que te ha trasladado a ti una
obligación que no tienes e insiste en que la pelota está en su tejado, no en el tuyo.

4. Inmunización del punto de vista propio

 Tres ciegos y un elefante (Leyenda Hindú reconstruida)


Esta leyenda hindú nos muestra que nuestro punto de vista acerca de las cosas y de las
cuestiones que discutimos no siempre es acertado. Puede que pensemos que estamos
cargados de razón en aquello que opinamos. Sin embargo, hay otros puntos de vista
diferentes al nuestro que pueden mostrarnos que, aunque tengamos parte de razón,
nuestro punto de vista también puede ser erróneo en otros aspectos. Sólo al escuchar a los
otros podemos descubrir nuestros errores.

"Había una vez tres sabios, muy sabios. Los tres eran ciegos y estaban acostumbrado a
conocer las cosas a través el tacto. Un día llegó al pueblo donde vivían los tres sabios un
circo. En el circo viajaba un gran elefante blanco.

Los tres sabios quisieron conocer al elefante del que tanto se hablaba. Fueron hasta el circo
y pidieron permiso para poder tocarlo.. El primero se acercó y lo tocó en la cabeza. Sintió
sus orejas y los colmillos de marfíl que sobresalían. Se asombró con lo que había tocado y
les dijo a los otros dos sabios:

- El elefante es como un tronco, del cual sobresalen dos grandes lanzas frías, duras y
afiladas.

Después se acercó el segundo sabio, tocando al animal en el vientre. Quiso rodear su


cuerpo abriendo los brazos y no logró hacerlo por las grandes dimensiones del elefante.
Después de intentarlo varias veces, desistió. Entonces dijo a los otros:

- El elefante se parece a un tambor colocado sobre cuatro gruesas patas, y está forrado de
cuero con pelo para afuera.

El último sabio tocó al animal justo por la cola. se colgó de ella y comenzó a balancearse.
Cuando dejó de jugar con el elefante, les dijo:
- Yo sé muy bien lo que es un elefante. Es una cuerda fuerte y gruesa, que tiene un pincel
en la punta. Sirve para balancearse.

Durante el camino de regreso no se pusieron de acuerdo sobre lo que habían conocido. Lo


extraño para ellos era que, a pesar de conocer a un solo elefante, sus puntos de vista sobre
él eran tan diferentes. Siguieron discutiendo sin ponerse de acuerdo.

Para resolver sus diferencias decidieron visitar a otro sabio que había visitado el circo y no
era ciego. El sabio les describió el elefante: un animal con boca y unos largos colmillos, de
grandes dimensiones y con una cola. Fue entonces cuando cada uno de ellos comprendió lo
que había tocado y entonces se dieron cuenta de que, cada uno de ellos, tenía razón
respecto a la parte del elefante que había tocado. También se dieron cuenta de que cada
uno de ellos había cometido un gran error: habían rechazado lo que los otros le habían
dicho que era el elefante. Si hubiesen escuchado a los demás, en lugar de admitir solo lo
que cada uno había tocado, hubieran conocido lo que era el elefante entero."

Si queremos inmunizarnos contra ciertas enfermedades recurrimos a las vacunas. De esta


forma conseguimos fabricar los correspondientes anticuerpos que nos protegen contra los
agentes patógenos que causan tales enfermedades. De modo similar, en un debate puede
que alguien se inmunice contra los argumentos de su oponente. Inmuniza así su punto de
vista y considera que tiene toda la razón y, por tanto, rechace las razones en contra que
tiene su contrincante.

Esta estrategia consiste en considerar que uno mismo no puede estar equivocado y, por
tanto, que no puede someterse a discusión la idea que está expresando. Se pretende, pues,
que dicha idea es inmune a la crítica, impidiendo así el buen desenvolvimiento del debate.
Quien usa esta estrategia pretende ahorrarse el esfuerzo de justificar sus ideas mediante
buenas razones.

 Ejemplo:
A: Como usted sin duda no ignora, el cambio climático ha ocurrido en la Tierra incluso sin la
presencia del ser humano. Por tanto, el cambio climático no se debe a la acción humana.

(A incurre en esta estrategia al usar la expresión "Como usted sin duda no ignora" con la
pretensión de inmunizar su tesis: el contrincante lo aceptará con el fin de no reconocer su
ignorancia. Sin embargo, A no ha dado pruebas que avalen la premisa de que el cambio
climático se produjo anteriormente sin la presencia del ser humano. Ni tampoco justifica la
conclusión de que el presente cambio climático no es producto humano).

 Otro ejemplo:
A: Ninguna persona razonable piensa que1 la fiesta de los toros debe ser suprimida. Se
trata de una tradición cultural que debe ser conservada. Prohibirla es como censurar libros.

(A inmuniza su punto de vista, favorable al mantenimiento de los toros. al usar la expresión


"Ninguna persona razonable piensa..." considera que quien es partidario de la prohibición
de los toros está en el error. Al mismo tiempo A inmuniza su punto de vista contra la
posibilidad de que sea un punto de vista erróneo: si se piensa igual que A entonces es que
A estaba en lo cierto y si se piensa lo contrario que A, entonces es porque el contrincante
no es una persona razonable).
Medicina contra esta estrategia contaminante: Muestra que el contrincante usa
ciertas expresiones (como usted sin duda no ignora, ninguna persona razonable
piensa que, resulta bastante evidente que, es de puro sentido común, etc.) que
tratan de inmunizar su punto de vista. Señala que de ese modo se protege de tus
críticas sin responder a ellas.

5. Retorsión del argumento contrario

 Devolver la pelota
A veces1, en medio de un partido, el tenista puede sentir que simplemente está devolviendo
bolas como si fuera la pared de un frontón y que todos esos golpes en realidad no están
haciendo daño a su rival y por lo tanto no le están aproximando al triunfo. Pero está
equivocado si piensa así, porque cada vez que la pelota sale despedida de su raqueta,
pueden ocurrir cientos de cosas: bien es cierto que la pelota puede quedarse en la red o
salirse fuera de los límites de la pista, pero también es verdad que puede alcanzar un
efecto increíble que deje clavado a su rival, que busque de forma desesperada tocar la línea
para deslizarse por ella hasta donde el otro sea incapaz de llegar... Pueden ocurrir cientos
de cosas, pero lo único seguro es que si no devuelve ese golpe, el punto habrá acabado.

 El maestro de retórica y su alumno


Córax de Siracusa, fue un orador del siglo V a. C. Cuando en Siracusa se sustituyó la
tiranía por la democracia. Sus ciudadanos empezaron a ir a los tribunales para recobrar las
tierras que les había arrebatado el tirano. Necesitaban entonces mejorar su capacidad de
hablar en público para persuadir al jurado y vencer en los juicios que se celebraron.
Algunos, como Córax, se especializaron en el arte de la retórica y empezaron a enseñarlo a
cambio de una compensación económica. Según la leyenda, Córax pidió a su
alumno Tisias que le pagara por sus lecciones, a condición de que ganara su primer pleito.
En caso de perderlo, Córax no cobraría sus honorarios, ya que entonces sus clases se
habrían mostrado ineficaces. Tisias, para no tener que pagar a Córax, no aceptaba la
defensa de ningún cliente, por lo que Córax presentó una demanda contra Tisias, lo que
hizo que ambos fueran a juicio.

Córax dijo: O ganas este pleito o lo pierdes. Si lo pierdes deberás pagarme por haberlo
perdido. Si lo ganas, también deberás pagarme, como prometiste hacerlo al ganar tu
primer pleito.

A lo que Tisias contestó aceptando su premisa, pero variando la conclusión: O gano este
pleito o lo pierdo. Si lo gano, no tendré que pagarte al darme el juez la razón. Si lo pierdo,
no habré ganado aún mi primer juicio, por lo cual tampoco estaré obligado a pagarte.

Esta estrategia retórica consiste en darle la vuelta al argumento introducido por el


contrincante con la finalidad de que se vuelva contra quien lo ha empleado. Es decir, parte
de la aceptación de las premisas aunque termina estableciendo una conclusión diferente.
Se trata de una estrategia que solo constituye un efecto retórico y no llega a refutar
lógicamente el argumento del contrincante.

 Ejemplo:
A: La educación es muy compleja. Tratándose de la educación de los niños habremos de
tener una paciencia infinita.

B: Estoy de acuerdo en que la educación de los niños es muy compleja. Por eso mismo, lo
mejor es una educación basada en normas rigurosas. Como el árbol, el niño ha de ser
enderezado desde los primeros momentos.

(B utiliza la retorsión del argumento de A. Acepta sus premisas (la complejidad de la


educación, la niñez) pero establece una conclusión diferente. El problema es que B no ha
refutado desde el punto de vista lógico el argumento de A (la paciencia como base de la
educación de los niños). No ha mostrado, por ejemplo, las consecuencias negativas de usar
la paciencia como método educativo con los niños. Por otra parte, tampoco aporta razones
para apoyar su punto de vista. El punto de vista de B es un mero ejercicio de estilo para
ganarse a la audiencia, sin recurrir en modo alguno a la lógica).

Medicina contra esta estrategia contaminante: Indica que tu contrincante ha


efectuado un simple efecto retórico y que no ha llegado a refutar el argumento
que le habías presentado. Indica que primero debe refutar tu argumento y
después, si quiere, puede aportar el suyo.
Sería como decir: bueno, tú no has destruido mi tesis, sólo has puesto en pie,
frente a ella, otra tesis que puede tener la misma validez que la mía (en la medida
en que se basa en las mismas premisas). Pero esto no demuestra que lleves
razón, sino que debes seguir buscando razones en contra de mi posición. Busca
razones de peso alternativas, porque tú no las has dado, sólo has demostrado que
se pueden volver mis argumentos contra mí mismo, pero eso no indica que mi
postura sea equivocada. Atácala primero y luego muestra que tu postura es
mejor.
I. RECURSOS PARA ARGUMENTAR

A. Técnicas argumentativas

1. Establecer y discutir las causas


Para conocer cómo son las cosas nos basta con describirlas. Por ejemplo: las estadísticas
muestran que el abandono escolar en España es de los más altos de la OCDE. Ahora bien,
para comprender por qué las cosas son como son, más bien tenemos que explicarlas, es
decir, investigar las causas que han producido esos hechos o esa característica particular:
¿por qué se produce dicho abandono escolar, qué causas lo motivan? Pues bien,
un argumento causal es aquél que explica y conecta determinado hecho (al que llamamos
efecto) como consecuencia de determinadas causas (si el argumento causal es sencillo,
tendrá una sola causa; pero con frecuencia la realidad hace el asunto más complejo,
interviniendo a la vez varias causas). A veces, la causa es remota y entre aquella y el
actual efecto se interpone una cadena de causas intermedias. Escucha la siguiente historia
sobre una causa remota; el autor, Jorge Bucay (Cuentos para pensar), trata de responder a
una pregunta aparentemente sencilla: ¿por qué no se escapa el elefante del circo cuando lo
encadenan a una ridícula estaca clavada en el suelo?

Sobre esta historia se nos ocurren un par de reflexiones que nos parecen interesantes:

1. Preguntar por qué y por qué y por qué, debe ser uno de los instintos inscritos en nuestro
ADN, y es que no hay niño sobre la faz de la tierra que no acribille a sus padres con
semejantes preguntas. Al parecer, un científico no es más que un niño que se niega a
crecer y a dar por obvias las respuestas de los adultos. Bien hecho.

2. Si encontrar buenas respuestas es una ciencia, hacer buenas preguntas debe ser como
la magia o como el arte más difícil e inteligente del mundo. La razón es la siguiente: todos
sabemos que es muy difícil dar una respuesta inteligente a una pregunta estúpida… sin
embargo, ante una pregunta brillante, original y profunda no importa que no haya
(todavía) respuestas, pues su sola presencia produce más luz que una central nuclear.
Alguien de repente levanta la mano y pregunta algo sorprendente. ¿Por qué a nadie se le
ocurrió antes hacer semejante pregunta? Lo dicho: o es un arte o es magia.

Conocer el porqué o conocer las causas de lo que ocurre no tiene simplemente un interés
teórico o científico (claro que nos gusta saber por saber, como decía Aristóteles), sino
también un tremendo interés práctico: ¿cómo podría la medicina curar una enfermedad si
no descubre antes sus causas?

DEFINICIÓN DEL ARGUMENTO CAUSAL


Llamamos argumento causal a aquél que explica determinado fenómeno como efecto o
resultado de la existencia de otro fenómeno que, de forma suficiente y necesaria, regular
y significativa, lo causa o condiciona. Decimos entonces que ambos fenómenos están
correlacionados como causa-efecto.
Dicho con un ejemplo sencillo: si dejo mi coche al sol, se calienta; y cuando no lo dejo al
sol (sino a la sombra), no se calienta tanto; suele calentarse siempre que lo dejo al sol y,
por último, es lógico que ocurra esto, porque el sol emite rayos caloríficos (como los
infrarrojos). Por tanto, los rayos del sol son la causa de que mi coche se caliente.

02. Construir y rebatir argumentos condicionales

¿Qué pasaría si...?


Supongamos que alguien planteara la siguiente cuestión: ¿qué pasaría si una fuerza
imparable chocara contra un objeto inamovible?. La cuestión resulta ser una paradoja
porque: a) Si una fuerza fuese imparable, entonces movería cualquier objeto. Por
tanto, no podría existir, al mismo tiempo, un objeto inamovible. b) Si un objeto fuese
inamovible, entonces ninguna fuerza podría moverlo. Por tanto, no podría existir, al
mismo tiempo, una fuerza imparable. Por tanto la situación es, desde un punto de vista
lógico, una situación imposible. No obstante, por separado, podemos tratar de imaginar que
ocurriría si existiesen fuerzas imparables u objetos inamovibles. Para ello, basta con utilizar
la estructura "Si....entonces" y utilizar verbos en la forma condicional.

Esta estructura es la que utiliza también en situaciones reales, tratando de determinar a


partir de la imaginación cómo podría cambiar la realidad: ¿qué pasaría si un meteorito
impactara sobre la Tierra? ¿qué pasaría si la temperatura de la Tierra siguiese subiendo por
el cambio climático? , etc. A partir de estas cuestiones "Si..." lo que se busca es determinar
lo que ocurriría, es decir, "entonces...". Este ejercicio de la imaginación tiene una gran
utilidad, sin embargo, para su aplicación en el conocimiento y en la vida real.

El "Si... entonces..." en la formulación de hipótesis de la ciencia


Lo que persigue la ciencia es encontrar la conexión entre diferentes fenómenos observados
(conexión causa-efecto) con el fin de descubrir regularidades en la naturaleza que permitan
explicar lo que ocurre en la realidad. Pero, previamente, su trabajo consiste en formular
hipótesis para explicar tales fenómenos y tratar de comprobarlas. Una hipótesis es una
conjetura, una explicación provisional propuesta para explicar por qué se produce un
fenómeno. Después hay que someter tal hipótesis a un proceso de contrastación. El primer
caso es determinar qué sucedería en caso de que la hipótesis fuese verdadera: "Si la
hipótesis es correcta entonces...". De lo que se trata ahora es de determinar las
consecuencias que se seguirían de la corrección de tal hipótesis. Y, posteriormente,
comprobar si tales consecuencias se dan en la realidad. Si se verifican los hechos, la
hipótesis queda contrastada. Si no se producen, la hipótesis queda refutada y hay que
buscar una nueva hipótesis.

El "Si... entonces..." en la novela policiaca


Como todo el mundo sabe, el célebre detective Sherlock Holmes, creado por Sir Arthur
Conan Doyle, destaca por su capacidad de observación y por su habilidad para la deducción
lógica. En un breve pasaje de su novela Estudio en Escarlata1 encontramos una muestra de
tales habilidades deductivas al adivinar la procedencia de su ayudante Watson:
"-Usted pareció sorprenderse cuando le dije, en mi primera entrevista, que había venido de
Afganistan.

-Alguien se lo habría dicho, sin duda alguna.

-¡De ninguna manera! Yo descubrí que usted había venido de Afganistán. /../ El curso de mi
razonamiento fue el siguiente: "He aquí un caballero que responde al tipo del hombre de
Medicina, pero que tiene un aire marcial. Es, por consiguiente, un médico militar con toda
evidencia. Acaba de llegar de países tropicales, porque su cara es de un fuerte color oscuro,
color que no es el natural de su cutis, porque sus muñecas son blancas. Ha pasado por
sufrimiento y enfermedad, como lo pregona su cara macilenta. Ha sufrido una herida en el
brazo izquierdo. Lo mantiene rígido y de una manera forzada... ¿En qué país tropical ha
podido un médico del ejército inglés pasar por duros sufrimientos y resultar herido en un
brazo?. Evidentemente, en Afganistán".

Podemos reconstruir el razonamiento de Holmes aplicando la estructura "Si... entonces..."


del siguiente modo:

1º. Si un caballero tiene aire marcial y responde al tipo del hombre de Medicina, entonces
es un médico militar (si no fuera un médico militar entonces no parecería marcial ni
parecería médico).

2º. Si tiene la cara muy oscura y tiene las muñecas blancas, entonces su cutis no es
natural (Si lo fuera, entonces su cutis y sus muñecas tendrían el mismo color). Si su cutis
no es natural, entonces procede de un país tropical (Si no procediera de un país tropical, su
cara no sería muy oscura).

3º. Si su cara es macilenta, ha pasado por sufrimientos y enfermedades (Si no hubiese


pasado sufrimientos , entonces su cara no sería macilenta).

4º. Si mantiene su brazo rígido y lo mueve forzadamente, ha sufrido una herida en el brazo
(si no tuviera una herida en el brazo, movería el brazo de modo natural).

5º. Por tanto, si es un médico militar procedente de un país tropical en el que ha sufrido y
ha resultado herido, entonces proviene de Afganistán (país tropical en el que hay una
guerra).

El argumento condicional, se aprende a edades muy tempranas, incluso cuando el niño no


usa el lenguaje o lo usa de un modo muy incipiente. El psicólogo Piaget descubrió que en la
primera etapa del desarrollo infantil, denominada etapa sensorio-motriz, los niños y las
niñas han adquirido ya el esquema "Si A, entonces B", incluso aunque no son capaces de
decirlo: si el niño está sentado en la mesa y quiere coger un trozo de pan que está en la
otra parte de la mesa, lo que hace es tirar del mantel para acercarse el trozo de pan. Su
capacidad visual y su capacidad motriz le llevan a aplicar el esquema "Si tiro del mantel,
entonces conseguiré acercar el pan y comérmelo". Un esquema que, con el paso del
tiempo, será capaz de verbalizar y, siguiendo el desarrollo de la inteligencia, usar para
plantear hipótesis e inventar mundos imaginarios.

Este esquema, "Si A entonces B", denominado enunciado condicional, está a la base de
numerosos razonamientos que se producen en la vida cotidiana, en la ciencia, en el mundo
judicial (policía, abogados, jueces, etc.), en el arte (novela policíaca, etc.) o en la reflexión
filosófica (la imaginación de mundos de mejor moralidad o la construcción mental de
utopías sociales, etc.).

DEFINICIÓN DEL CONDICIONAL

Un argumento condicional es aquél que tiene al menos una premisa que es un enunciado
condicional (Si..., entonces...). Mediante este tipo de enunciado se establece una
conexión entre una condición o antecedente (que llueva) y un resultado o consecuente
(que el suelo se moje), de tal modo que el hecho de que ocurra lo primero,
desencadenará lo segundo. A partir de dicho enunciado base, el argumento puede tomar
dos caminos: o bien afirmar que se ha producido la condición (llueve) y por tanto, se ha
de producir la consecuencia (mojarse el suelo); o bien, negar que se esté produciendo la
consecuencia (el suelo no está mojado), por lo que podemos concluir necesariamente que
tampoco se produjo la condición (no ha podido llover –porque cuando llueve, el suelo se
moja-). Estamos ante los clásicos esquemas del Modus Ponens y Modus Tollens,

Este argumento condicional es un tipo de razonamiento deductivo, lo que significa que, si


las premisas son verdaderas y usamos correctamente las reglas lógicas, la conclusión ha de
ser necesariamente verdadera.

De aquí su importancia para comprobar hipótesis científicas (si un cometa pasa junto a la
Tierra, será atraído por ella con una fuerza gravitatoria igual al producto de sus masas e
inversamente proporcional al cuadrado de su distancia) o para establecer y aplicar leyes en
el derecho (si el acusado hubiere matado a la víctima con alevosía y premeditación,
entonces se considerará el delito como asesinato y no simple homicidio), así como para
toda clase de situaciones cotidianas en las que el razonamiento condicional nos permite
concluir la verdad o falsedad de una afirmación o de un hecho (si no hubieras estado con
otra, no olerías a perfume de mujer; ¡sal de mi vida!). Incluso en los discursos políticos
podemos observar su fuerza argumentativa (si seguimos produciendo y consumiendo al
mismo ritmo, nuestro planeta será insostenible y menos aún podremos acabar con la
pobreza).

Hay que tener en cuenta que el esquema básico del condicional (Si A entonces B) permite
establecer distintos tipos de conexiones2 según el contexto y la intención con que lo
queramos usar, lo que da lugar a diferentes tipos de argumentación, que son los
siguientes:3

1º. Argumentos condicionales causa-efecto, en los cuales se conectan dos hechos reales (Si
el agua se calienta a 100 grados centígrados, entonces se evapora. El agua se ha calentado
a 100 grados. Por tanto, el agua se ha evaporado) o posibles ("Si no se toman medida. en
el futuro se agravará el cambio climático. Por tanto, es muy posible que no se tomen
medida. Por tanto, se agravará el cambio climático). La causas son aquello que provoca
necesariamente el efecto. Y el efecto es lo que se deriva de la presencia de la causa.

2º. Argumentos condicionales fines-medios, en los cuales se establece una conexión entre
los fines que se persiguen y los medios para alcanzarlos. Los fines son objetivos o metas
que pretendemos alcanzar. Los medios son los procedimientos o instrumentos que nos
permiten alcanzar los fines.
En este tipo de argumentación se ha de tener en cuenta la valoración de los medios en
relación a tales fines: si son medios suficientes para alcanzar el fin, si son coherentes o
apropiados para alcanzar el fin buscado, etc. Así, por ejemplo: "Si queremos frenar el
cambio climático, entonces debemos utilizar más energías alternativas. Queremos frenar el
cambio climático. Por tanto, debemos utilizar más energías alternativas (las energías
alternativas son un medio adecuado para frenar el cambio climático)".

3º. Argumentos condicionales pragmáticos (acción-consecuencias), que son aquellos en los


que se establece una conexión entre las acciones pretendidas o realizadas y las
consecuencias que se derivarían de la realización de las mismas. Si las consecuencias son
desfavorables, tal acción queda desaconsejada. Si son favorables, entonces la acción queda
recomendada. Su esquema es: "Si se hace A, entonces ocurrirá B. Las consecuencias de
que ocurra B son negativas. Por tanto, debemos evitar A" ("Si comienza la guerra, habrá
muchos muertos. No es deseable la pérdida de vidas humanas. Por tanto, debemos evitar
la guerra"). O, por el contrario, "Si se hace A, entonces ocurrirá B. Las consecuencias de
que ocurra B son positivas. Por tanto, debemos hacer A" ("Si se combate la malaria,
entonces aumentará la esperanza de vida. Es positivo que la esperanza de vida aumente.
Por tanto, debemos combatir la malaria").

En este tipo de argumento hay que tener en cuenta que, de toda acción, se derivan
consecuencias. Algunas consecuencias son positivas y otras son negativas. Habrá que tener
en cuenta si predominan las consecuencias negativas o las positivas

03. Presentar y cuestionar analogías

El honor de una persona hecho trizas


Lee el siguiente cuento del profesor brasileño Malba Tahan, titulado "El peligro de la
palabra": es una buena analogía, que ilustra perfectamente el daño que hacen las personas
que difunden rumores sin fundamentos sobre los demás.

Cuento: El peligro de la palabra

Una mujer tanto fue pregonando que su vecino era un ladrón, que el muchacho acabó
preso. Días después, descubrieron que era inocente; lo soltaron y él denunció a la mujer,
que fue procesada.
-Hacer unos comentarios no es tan grave -se excusó ella ante el juez.
-De acuerdo -respondió el magistrado-. Hoy, al regresar a su casa, escriba todo lo que
habló mal sobre el joven, después rompa el papel y vaya tirando los trocitos por el
camino. Mañana vuelva para escuchar la sentencia.
La mujer obedeció y volvió al día siguiente.
-Está perdonada si me entrega los pedazos de papel que tiró ayer. En caso contrario, será
condenada a un año de prisión- declaró el magistrado.
-¡Pero eso es imposible! ¡El viento ya ha dispersado todo!

-De la misma manera, un simple comentario puede ser esparcido por el viento, destruir el
honor de un hombre y después es imposible arreglar el mal ya hecho y recomponer la
honra perdida.
Y el juez envió a la mujer a la cárcel.

La capacidad de la especie humana para percibir semejanzas y diferencias entre las cosas,
delimitando sus tonalidades y matices, pero también sus armonías y similitudes es
extraordinaria.

Nuestro cerebro también parece estar especializado en inventar y descubrir semejanzas y


diferencias, en hacer comparaciones entre distintos casos, situaciones, personas, actos o
ideas para analizar en qué se parecen o diferencian y extraer conclusiones a partir de ello.
Es más, escudriñamos esas semejanzas pensando que detrás de ellas debe haber algún
significado importante. Si dos cosas se parecen en algún rasgo, extraemos la consecuencia
de que deben tener más rasgos en común o que podemos agruparlos bajo una misma
familia o categoría. “Aunque se trata de una de las habilidades de comparación más
sofisticadas que empleamos los seres humanos, el pensamiento analógico no es más que
uno de los múltiples mecanismos de nuestra tendencia general a buscar patrones de
similitud entre objetos, acontecimientos, situaciones y dominios…”.1 Creemos que lo
desconocido y oscuro puede asemejase a aquello nos resulta cercano y familiar si entre
ellos encontramos alguna similitud. Igualmente, en el terreno de las relaciones humanas
tendemos a pensar que es justo tratar de forma igual a los que son iguales y de forma
diferente a los que son diferentes. Así es como define Aristóteles lo justo, que identifica con
la palabra equidad. Como ves, la analogía puede tener importantes repercusiones.

Aplicaciones del pensamiento analógico


Podemos pensar que el razonamiento analógico no tiene una gran fuerza probatoria en un
debate. De hecho, lo que hacemos en una analogía es simplemente mostrar el parecido
entre un caso particular y otro caso particular, lo cual no nos puede llevar a extraer
conclusiones demasiado generales y contundentes, sino más bien probabilísticas. Sin
embargo, el razonamiento analógico es de los más potentes y usados por el ser humano.
Una buena analogía clarifica e ilustra el pensamiento más abstracto y le da forma definida a
nuestras intuiciones con una gran fuerza evocadora.

1º. En el ámbito educativo, los docentes utilizan constantemente la analogía para explicar a
los alumnos y a las alumnas alguna materia complicada y oscura, a partir de su
comparación con otra experiencia que les resulta más familiar. De hecho el propio
aprendizaje de las reglas del lenguaje se realiza por analogía (los niños dicen “yo sabiba y
yo queriba” por analogía con “yo amaba o cantaba”; aunque es un error, demuestra su
forma de aprender las reglas gramaticales).

2º. Incluso en el ámbito científico, el descubrimiento e investigación de no pocas teorías ha


ido orientado por alguna analogía “iluminadora”: a principios del s. XX los físicos (con más
ingenio que instrumentos de observación) identificaron la estructura de los átomos con la
conocida estructura del sistema solar. Los médicos estudian una infección como una
auténtica batalla entre las bacterias invasoras (el enemigo) y las defensas de nuestro
cuerpo (glóbulos blancos, etc.). Y así, escuchamos a los científicos hablar de “agujeros
negros”, “supercuerdas”, “cadenas o dobles hélices de ADN”, “materia oscura del universo”,
etc., en un ejercicio de pensamiento verdaderamente metafórico (que por supuesto no
impide la posterior verificación científica). Por su parte, la tecnología e invención de
artefactos siempre se ha inspirado en las analogías con la naturaleza para conseguir
avances efectivos y audaces. Pensemos en las máquinas para volar, desde los tiempos de
Leonardo Da Vinci hasta nuestros días.
3º. ¿Y qué sería de la literatura y el arte si no contáramos con esta capacidad de inventar
símiles, metáforas, imágenes y simbolismos para expresar sensaciones, ideas, sentimientos
e intuiciones, a veces tan abstractas o surrealistas que sería imposible expresarlas
directamente (mirad, como ejemplos, las pinturas de Dalí o el Bosco). No hay recurso más
extendido que éste en el mundo de la creación (incluyamos aquí el humor, plagado a veces
de comparaciones felices y, otras veces, obsesionado con analogías machistas, racistas,
etc.).

4º. En el ámbito del Derecho comprobamos la fuerza argumentativa que puede tener la
analogía, pues en este terreno de consecuencias tan graves, se considera aceptable la
comparación entre casos similares a la hora de administrar justicia. El propio Código Civil
español, en su artículo 4.1 dice: “Procederá la aplicación analógica de las normas cuando
estas no contemplen un supuesto específico, pero sí regulen otro semejante entre los que
se aprecie identidad de razón”. Es decir, ante un caso novedoso no previsto por las leyes,
los jueces pueden recurrir a otro caso sí contemplado por la ley y trasladarlo a aquél por
analogía, es decir, porque comparte alguna semejanza relevante para lo que se está
considerando (hay una identidad de razón, al menos en ese aspecto, que justificará la
sentencia del juez). Así ha ocurrido, por ejemplo en ciertas sentencias sobre separaciones o
“divorcios” de parejas de hecho por analogía con las parejas legalmente casadas.

DEFINICIÓN DE ANALOGÍA

EJEMPLO: “La poesía, señor hidalgo, a mi parecer, es como una doncella tierna y de poca
edad, y en todo extremo hermosa, a quien tienen cuidado de enriquecer, pulir y adornar
otras muchas doncellas, que son todas las otras ciencias, y ella se ha de servir de todas,
y todas se han de autorizar con ella; pero esta tal doncella no quiere ser manoseada, ni
traída por las calles, ni publicada por las esquinas de las plazas ni por los rincones de los
palacios. Ella es hecha de una alquimia de tal virtud, que quien la sabe tratar la volverá
en oro purísimo de inestimable precio; hala de tener, el que la tuviere, a raya, no
dejándola correr en torpes sátiras ni en desalmados sonetos; no ha de ser vendible en
ninguna manera, si ya no fuere en poemas heroicos, en lamentables tragedias, o en
comedias alegres y artificiosas; no se ha de dejar tratar de los truhanes, ni del ignorante
vulgo, incapaz de conocer ni estimar los tesoros que en ella se encierran." Don Quijote,
II, 16.2
Una analogía (del griego: correspondencia, proporción) es una comparación entre dos
hechos o situaciones que son distintas (evidentemente, un poema no es una bella
doncella, ni viceversa), pero que se corresponden en algún elemento o propiedad (ambos
son hermosos y delicados), lo cual los hace idénticos “en ese sentido” y nos permite
extraer conclusiones similares (debemos protegerlos de sucios manejos y contactos que
los desvirtúen). Igualmente, en este ejemplo: “3 es a 6, como 10 es a 20”, la proporción
o razón en que coinciden los dos pares de números es la de “ser el doble de“, así que si
dividimos el segundo número por el primero, siempre obtendremos 2. Si nos fijamos bien
son cuatro las partes que aparecen en una analogía: la primera pareja (la doncella es
delicada y hermosa) suele llamarse análogo base y es el que nos sirve de referencia para
saltar a la segunda pareja, el análogo meta, al que aplicamos la comparación (así, el
poema es refinado y bello). El quinto elemento a tener en cuenta es ese punto en común
o razón idéntica que conecta tanto A con B como a C con D (manosearlos sin medida los
estropearía). Hay que tener en cuenta que no siempre aparecen los dos términos de la
comparación: así, decimos un refrán y damos por supuesto con qué aspecto o situación
de la vida queremos compararlo: “tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe” o
“quien a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija”.3

Antes de dar algunos consejos e indicaciones, permítenos aclarar algunos aspectos.


Construir una buena analogía no es fácil; aunque existen algunas comparaciones más
difíciles que otras. Y es que existen distintas clases de analogías. De hecho, se suele
presentar distintas clasificaciones…

…SEGÚN LOS TÉRMINOS DE LA COMPARACIÓN:

 Emparejamos atributos (ej.: la poesía es delicada y hermosa, como una doncella), aquí

simplemente comparamos alguna propiedad determinada compartida por dos objetos,

personas o situaciones. Es la comparación más fácil, aunque también requiere observación

e ingenio.4

 Emparejamos relaciones (ej.: a la doncella le sirven otras mozas, para vestirla y

adornarla, igual que a la poesía le sirven otras disciplinas, como la gramática, la retórica…),

aquí establecemos una comparación más compleja, pues conectamos dos elementos

mediante una relación y decimos que esta relación (análogo base) se parece a una segunda

(análogo meta). Esta relación análoga puede consistir en una acción realizada por un

agente (ladrones y banqueros se quedan con tu dinero), de causa-efecto (el sol quema la

piel como un fuego quema el bosque), de la relación entre una parte y el todo (Murcia es a

España como el Véneto es a Italia), del pasado y el presente (antes hacíamos guateques,

ahora hacen botellones), de oposición de ideas (calor es a frío como blanco es a negro),

etc.

 Emparejamos sistemas (ej.: todo el abuso y deterioro que la poesía sufre al prodigarse en

otros géneros y al divulgarse entre el gran público, igual que el conjunto de daños y

peligros que sufre una doncella que frecuenta lugares públicos y está en boca de todos).

Cuando en una situación son varios los elementos y son complejas las relaciones entre

ellos, nos encontramos ante un sistema; un sistema ordenado, estructurado. Entonces,

podemos saltar de una situación a otra, encontrando múltiples y variadas semejanzas entre

los dos sistemas. Cuantas más semejanzas hallemos, mejor y más sólida será nuestra

comparación. Por supuesto, es la comparación más difícil de alcanzar, pero algunos

especialistas afirman que es a esta clase de operación a la que debemos reservar el

nombre de auténtica analogía.


…SEGÚN EL NIVEL DE COMPARACIÓN:
 Comparación superficial (ej.: algunas rubias son tontas como un simple jarrón decorativo,

la adolescencia es como una enfermedad que se pasa con el tiempo…), nos limitamos a las

semejanzas más evidentes, las que se observan a simple vista. Suelen tener poca

consistencia, porque sólo identificamos elementos sueltos, aunque a veces nos pueden

servir de pistas sugerentes, para rastrear relaciones más profundas.

 Comparación estructural (la estructura del átomo y el sistema solar, o lo que le pasa a

una cosa delicada -una doncella o la poesía- cuando va de mano en mano); bajo las

semejanzas más aparentes (elementos que orbitan alrededor de un núcleo) rastreamos las

relaciones profundas que convierten la estructura en un sistema de fuerzas y leyes

semejantes (hay una fuerza que mantiene “enganchado” al electrón con su núcleo –el

electromagnetismo- igual que la fuerza gravitatoria enlaza los planetas con el sol). Se trata

de un mecanismo innato y bastante adaptativo: pensamos que detrás de ciertas

semejanzas superficiales puede haber otras semejanzas más profundas de las que

podamos aprender algo nuevo y útil.


…DEPENDIENDO DEL CAMPO O DOMINIO EN EL QUE SE HACE LA COMPARACIÓN:

 Intradominio: comparar las similitudes entre el amor y la amistad, dentro del mismo

campo de las “relaciones humanas”. Comparar los personajes y el argumento del Ulises de

James Joyce con la Odisea de Homero, dentro del ámbito de la novela… Aquí suele resultar

más fácil encontrar semejanzas estructurales, pues la búsqueda va más dirigida o enfocada

al tratarse de un mismo dominio. Cuando la comparación es explícita hablamos,

propiamente, de un símil.

 Interdominio: comparar casos que pertenecen a ámbitos diferentes o alejados entre sí,

como comparar la vida humana con un reloj parado a las siete, o percibir la conexión entre

ciertos fenómenos celestes y terrestres (nuestra comparación entre una doncella y la

poesía). Estos saltos cualitativos son una auténtica genialidad, como Aristóteles ya

comprendió.5

04. Argumentar por contrarios y criticarlo


Vivimos en un mundo donde nos escondemos para hacer el amor… aunque la violencia se
practica a plena luz del día.

John Lennon

¿Qué debo hacer para no enfadarme?


"Un joven le preguntó al sabio: ¿qué debo hacer para no enojarme? Algunas personas me
molestan porque hablan demasiado, otras porque son ignorantes, algunas son indiferentes,
siento odio por aquellas que son mentirosas y sufro con aquellas que me calumnian.

-¡Vive como las flores! Aconsejó el maestro.

-¿Vivir igual que las flores? Preguntó el discípulo.

-Mira con atención esas flores, -continuó el sabio anciano, señalando unos lirios que crecían
en el jardín. Ellas nacen en el estiércol, sin embargo son puras y perfumadas. Extraen del
abono maloliente, todo aquello que le es útil y saludable, pero no permiten que lo agrio de
la tierra manche la frescura de sus pétalos.

Es justo angustiarse con las propias culpas, pero no es sabio permitir que los vicios de los
demás te incomoden. Los defectos de ellos son de ellos y no tuyos, y si no son tuyos, no
hay motivo para molestarse. Ejercita la virtud de rechazar todo el mal que viene desde
fuera y perfuma la vida de los demás haciendo el bien. Esto es vivir como las flores. No te
tomes nada personalmente o sufrirás innecesariamente.”

Son muchísimas las ocasiones en que nuestros razonamientos se sirven de contrastes y


oposiciones para alcanzar una conclusión. Decimos así: sólo debes inquietarte por tus
propios vicios y defectos; los vicios y defectos de los demás NO son responsabilidad tuya;
por tanto, no dejes que te alteren. Este simple cuento muestra nuestra capacidad para
establecer oposiciones, diferencias y matices, con la misma facilidad que encontramos las
semejanzas. De hecho en el cuento se hacen las dos cosas a la vez, pues incluye
una analogía entre los sentimientos de la persona hacia los demás y la vida de unos lirios
que nacen entre el estiércol. Semejanzas y diferencias son las dos caras de la misma
moneda: surgen de la capacidad para comparar dos objetos, personas, situaciones o ideas.

De la misma forma que nuestra mente, cuando se encuentra ante un problema de difícil
solución y con insuficientes datos, tiende de manera espontánea a hacerse la pregunta: ¿a
qué se parece esto? (argumentos analógicos), también solemos buscar pistas para resolver
una cuestión haciéndonos la pregunta: ¿qué sería lo contario de esto? Esto se debe a que
las diferencias también nos permiten conocer y definir las cosas, no a través de lo que son,
sino por contraste con lo que no son. Ya decía el viejo filósofo griego Heráclito de Éfeso: “la
enfermedad hace agradable a la salud; el hambre a la saciedad; la fatiga al reposo”. Es
decir, que las cosas se definen también por sus opuestos, en un juego paralelo de
sinónimos y antónimos. Incluso existe una teología negativa, dentro del cristianismo, que
afirma que es imposible conocer a Dios de forma positiva y directa, por lo que no queda
más remedio que hacerlo por contraposición con las cualidades del mundo terrenal (finito,
imperfecto, cambiante…), es decir, saber lo que Dios es, a través de lo que no es.

Puede que la propia realidad, no sólo nuestra mente, sea un poco “ciclotímica”, (recordando
el cuento de Jorge Bucay, El Rey Ciclotímico1) y tan dualista como expresaban las viejas
religiones de Oriente Medio de Zoroastro y el maniqueísmo (la eterna lucha entre el bien y
el mal). Otras religiones orientales más lejanas ven el mundo como formado por opuestos,
pero los considera entrelazados entre sí en armonía, como el yin y el yang:

Si hasta el universo está enredado en dualismos tan complejos, ¿cómo no lo van a estar
nuestras relaciones personales, especialmente el amor? Aquí te dejamos un par de
canciones de ejemplo (el recurso a conceptos y sentimientos contrarios aparece en cientos
de canciones, cuentos, poesías, discursos políticos, etc.):

DEFINICIÓN DE ARGUMENTO EX CONTRARIO

De forma similar a lo que ocurre en las analogías, el argumento ex contrario compara dos
situaciones con el fin de extraer de la primera una conclusión que sea válida para la
segunda. Ahora bien, si en la analogía había una semejanza que nos permitía concluir “lo
mismo” para el segundo caso, ahora nos aprovechamos de la oposición entre ambos
para concluir “lo contrario” de lo primero. Si quien te hace feliz es porque te quiere
bien, el que te hace llorar, por el contrario, será que no te quiere o te quiere de mala
manera (al revés de lo que dice el viejo refrán).
¿Qué conseguimos probar de esta forma? Realmente no mucho2, porque no probamos
directamente que hacer algo es bueno, sino que hacer lo contrario es malo, luego… Se
trata pues de una demostración indirecta, pero ¿puedo asegurar que realmente aquello
producirá los efectos esperados o será más bien inútil (o incluso contraproducente)? A
veces, la contraposición no es adecuada: si sabemos que comer mucho puede ser
perjudicial para nuestro cuerpo, ¿será mejor comer muy poco? Debemos, por tanto,
pensar con prudencia para construir nuestro argumento con contrarios apropiados, sobre
todo si se trata de cuestiones en las que no existen evidencias suficientes y concluyentes
(son precisamente de las que solemos deliberar en los debates). Ante la falta de
evidencias concluyentes, nuestra inferencia siempre será más o menos probable, pero no
segura. Por suerte o por desgracia, no siempre contamos con la unanimidad de los
expertos para dar por buena una idea. ¿Qué harías si de cinco especialistas en cáncer,
cuatro te recomiendan que te operes y uno que no? Seguro que tu nivel de exigencia
racional depende de la gravedad y urgencia de la situación.

05. Proponer y rechazar argumentos disyuntivos y dilemas

¿La joven o la vieja?


¿Conoces la teoría de la Escuela de la Gestalt sobre la percepción humana? Según estos
psicólogos, que trabajaron en Alemania a principios del siglo XX, siempre que percibimos
algo (un sonido extraño en medio de la noche, la cara de la persona que amamos en medio
de la multitud, una palabra escrita sobre la pizarra) se trata siempre de una composición
formada al menos por dos elementos: una figura que destaca sobre un fondo. Lo curioso es
que estos investigadores descubrieron que existen imágenes como las que vemos abajo, en
las que la figura y el fondo pueden alternarse: ¿cuál es la verdadera forma del cubo? ¿es
una copa o dos caras que se miran frente a frente?
Pero más interesante aún resulta comprobar que es imposible ver al mismo tiempo las dos
imágenes: la copa y las caras a la vez. Según un principio gestaltista, esto se debe a que el
cerebro no es capaz de interpretar un objeto como figura y como fondo al mismo tiempo.
Realmente no sabemos por qué ocurre esto. Tampoco sabemos por qué hay
acontecimientos como la vida o el amor que parece tener dos caras, una sufridora y otra
hermosa, exultante. Lo cierto es que también los optimistas y los pesimistas son incapaces
de salir de su particular postura para ponerse en el lugar del otro.

Héroes antiguos y modernos


Como hemos visto, a veces podemos observar la vida desde lados opuestos pero, otras
veces, la vida va más allá y nos coloca ante verdaderos dilemas, ante situaciones en las
que no nos gustaría tener que elegir, porque cualquiera de las dos opciones es igualmente
indeseable. Eso es lo que llamamos un dilema.

 Ulises entre Escila y Caribdis


La Odisea de Homero narra las aventuras de Ulises para regresar a Ítaca, la tierra de la que
es rey y que dejó hace muchos años. En la segunda parte de la obra se narra el encuentro
con la hechicera Circe, quien profetiza el necesario encuentro con dos monstruos
peligrosos, pues ha de atravesar un estrecho canal. Ulises se ha de enfrentar a dos
peligros: o bien a Escila, monstruo de varias cabezas, can de aullidos terribles, a los que
ningún humano se querría enfrentar; o bien a Caribdis, gruta submarina cuyos remolinos
engullen a los barcos que a ella se acercan. A uno de los peligros, pero no a ambos, se
tiene necesariamente que enfrentar. Las consecuencias de enfrentarse a una de las dos
opciones son igualmente negativas, pues en el intento pueden perecer Ulises y los marinos
que lo acompañan. El inteligente Ulises elige enfrentarse a Escila, lo que supone que una
parte de su tripulación encontrará la muerte... aunque el resto podrá seguir el viaje hasta
Ítaca.

La expresión «entre Escila y Caribdis» ha llegado a significar el estado donde uno se


enfrenta a un dilema, pues está entre dos peligros y tiene necesariamente que enfrentarse
a uno de ellos; alejarse de uno supone caer en el otro peligro.
 El falso dilema de Spiderman
Incluso un héroe moderno como Spiderman puede verse enfrentado al dilema de tener que
decidir entre salvar a la chica que ama o a un grupo de niños que están dentro de un
teleférico suspendido a enorme altura, todo al mismo tiempo.1 ¿Encontrará Peter Parker
una solución a este terrible y urgente dilema? Observa el discurso del malévolo Duende
Verde, justo antes de soltar (a la vez) a Mary Jane y a los niños de la cabina del teleférico:

"Por eso sólo son héroes los idiotas. Porque nunca sabes cuándo un lunático puede salir con
una oferta sádica: ¿Dejar morir a la mujer que amas o que sufran los niños? Tú eliges
Spiderman. Somos quienes decidirmos ser. ¡Decide!

Por suerte, este problema sin aparente solución era un falso dilema, una falacia, porque
existían otras salidas que sólo un superhéroe como Spiderman (con la ayuda de los
ciudadanos de Nueva York, claro) podía encontrar. Pero puede que la vida nos tenga
reservados al resto de los mortales unos cuantos dilemas, menos heroicos que los
anteriores pero igual de intrincados y transcendentales: ¿deberíamos robar una medicina e
ir a la cárcel, para salvar la vida de la persona a la que amamos? ¿Y si estuviéramos
pensando en divorciarnos de él o de ella, ya no tendríamos que esforzarnos? ¿Delataríamos
a un amigo que ha cometido un delito horrible o callaríamos para mantener su amistad,
aún sabiendo que ha hecho mucho daño a alguien? ¿Debes decirle a tu pareja que tuviste
una aventura una noche loca, aunque sabes que eso acabará con lo vuestro o mejor sería
ocultar el tema y mentirle?

Plantear dilemas morales tienen mucha utilidad en educación pues facilitan al alumno la
clarificación de su propia escala de valores, así como el desarrollo de su capacidad de
razonamiento moral. El psicólogo L. Kohlberg los utilizó en miles de entrevistas para
intentar medir la madurez de las personas en estos asuntos morales. Muy interesante, sí
señor, pero seguro que no hace ninguna gracia enfrentarse a los cuernos de un dilema real,
en primera persona.

Según lo visto hasta ahora, disyuntivas y dilemas son situaciones que guardan cierta
semejanza entre sí: en ambos se nos empuja a elegir entre dos alternativas: “o haces esto
o haces lo otro”. Sin embargo, las diferencias entre ambos tipos de argumentos también
son acusadas, como veremos a continuación en sus respectivas definiciones.

Argumento disyuntivo

El argumento disyuntivo nos presenta dos opciones y nos asegura que si una es falsa,
la otra debe ser verdadera: o es de día o es de noche. Si pudiera demostrar directamente
que es de día no necesitaría este argumento, pero si soy ciego puedo al menos
demostrarlo indirectamente: no puede ser de noche porque oigo a los niños que van al
colegio; luego, es de día. Esquemáticamente:
A o B; no es B; entonces, es A.

Dilema

El Dilema nos presenta también dos alternativas, pero ambas nos conducen a resultados
igualmente indeseables, como los dos cuernos de un toro, por eso se denominó desde
antiguo como el Argumento Cornudo. “Díjose dilema porque así aprieta y fuerza por los
dos lados… Porque de tal suerte se disponen en él las astas de la argumentación que
quien de la una se libra, cae en la otra. (Fray Luis De Granada). Esquemáticamente:
Sólo cabe hacer A o B; si A entonces X (malo); si B entonces Y (malo);
Por tanto, sólo cabe X o Y.
Ejemplo: O robo la medicina o no la conseguiré de otro modo. Si robo la medicina para mi
mujer, me meterán en la cárcel. Si no la robo, ella morirá. Por tanto: o voy a la cárcel o
mi mujer morirá.

06. Apelar y contradecir a la autoridad

El efecto halo, el marketing y Aristóteles


El efecto halo consiste en la realización de una generalización errónea: a partir de una
característica positiva (o negativa) de una persona consideramos que el resto de sus
características también han de ser positivas (o negativas). Este fenómeno lo descubrió el
psicólogo Edward L. Thorndike, a partir de sus investigaciones con el ejército, cuando
observó que los oficiales atribuían características positivas a sus superiores una vez que
habían descubierto una cualidad positiva. Y, por el contrario, valoraban con características
negativas a sus superiores cuando veían alguna cualidad negativa en ellos.

El efecto halo se manifiesta en la vida cotidiana. Así, por ejemplo, si alguien tiene
belleza física entonces existe la tendencia a atribuirle otra serie de características positivas
sin haber comprobado si las tiene o no, como que es una persona inteligente, seductora,
agradable, etc... También tendemos a categorizar a las personas según su profesión
(médico, albañil, empresario, etc.). Este fenómeno es aprovechado mucho en la publicidad,
con la finalidad de mejorar la imagen de algunos productos favoreciendo su posición en el
mercado. Así, es habitual que se contrate a ídolos del deporte o del mundo del cine para
promocionar ciertos productos ("El mejor portero del mundo tiene un coche de la marca X",
"El número uno del tenis mundial recomienda los seguros Y", "La estrella de cine prefiere
tomar café de la marca Z" etc.). En la política también se usa el efecto halo: si un líder
tiene alguna característica por la que resulta atractivo, entonces la gente tenderá a pensar
que su política también lo es, por lo que tendrá más votantes.

Este efecto puede darse también en el mundo intelectual1, al considerar que los
intelectuales o científicos tienen credibilidad en sus opiniones incluso en materias en las
cuales no son expertos. Este es el caso de Aristóteles, filósofo y científico griego de la
antigüedad, a lo largo de la Edad Media y el Renacimiento. En esta época existía una gran
veneración por las obras de Aristóteles, y sus opiniones sobre diferentes temas eran
utilizadas en numerosos debates intelectuales. Como ejemplo2 referirnos al filósofo italiano
renacentista Pietro Pomponazzi, seguidor del pensamiento aristotélico, quien señalaba,
apoyándose en Aristóteles, que no podía probar la existencia de demonios o ángeles para
explicar fenómenos inexplicables o milagrosos. "Y como personas como nosotros no
podemos, en temas de ciencia natural, compararnos a Aristóteles y a los hombres
mencionados, hay una gran razón para creer que estos fenómenos no prueban eficazmente
la existencia de demonios y ángeles". De hecho, se acuño una expresión para zanjar las
discusiones acudiendo al pensamiento del maestro: “MAGISTER DIXIT”.

La infalibilidad del Papa


Uno de los casos más llamativos de respeto a la autoridad se da en las religiones, de forma
muy especial en el catolicismo: la Iglesia Católica reunida en el Concilio Vaticano I de 1869
proclamó solemnemente la infalibilidad del Papa (se supone que con efectos retroactivos,
no sólo para los siguientes Papas). De manera que el Sumo Pontífice, cuando habla desde
su posición de pastor y maestro supremo de todos los fieles (lo que se denomina hablar ex-
cathedra) acerca de las doctrinas de la fe, sus palabras son infalibles y deben ser aceptadas
por todos los católicos. Dicha infalibilidad no se basa en su inteligencia o en el apoyo de su
Iglesia, sino en la inspiración y asistencia del Espíritu Santo. Además, esa incapacidad para
equivocarse en cuestiones tan trascendentes está legitimada por las propias palabras de
Jesús en la Biblia:

"Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las
puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los
Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra
quedará desatado en los cielos". -Mateo 16:18-19 y también:“El que a vosotros oye, a Mí
me oye”(Lc 10,16).

La promesa de Cristo no puede fallar. Estas verdades requieren de los católicos


el asentimiento de la fe. Es decir, la virtud sobrenatural de la fe, porque tenemos fe en
Cristo y su promesa de enseñar por medio de la Iglesia. Estas verdades obligan a los
católicos bajo pena de romper su comunión con la fe verdadera, es decir, bajo amenaza de
herejía y la consiguiente excomunión. Ejemplos de definiciones ex cathedra
pronunciadas infaliblemente por el Sumo Pontífice han sido:La carta de San León I
sobre la Encarnación de Dios en Jesús, el texto de Benedicto XII referente a la visión
beatifica, el dogma de la Inmaculada Concepción de la Virgen y el dogma de la Asunción de
la Virgen en cuerpo y alma al cielo.3

No obstante, con independencia del efecto halo y los dogmas de fe de las distintas
religiones en los que cada cual es libre de creer o no, podemos utilizar de forma lógica las
opiniones razonadas de los expertos, intelectuales o científicos, para apoyar nuestros
pensamientos, aunque sólo cuando dichas opiniones correspondan a temas en los cuales
son realmente expertos. Esto es lo que ocurre en trabajos científicos o académicos, como
en el caso de tesis doctorales, en donde se recurren a aquellos que anteriormente se han
ocupado del asunto tratado en dichos trabajos.

Definición del argumento de autoridad

Hay personas que, por su formación científica o intelectual, son consideradas expertas en
diferentes materias (economía, política, biología, sociología, etc.) o temas concretos
(energía alternativa, sistema electoral, etc.). Por eso mismo, sus opiniones sobre dichos
temas o materias son opiniones autorizadas (tienen lo que los clásicos
denominaban auctoritas4). Apoyarnos en las opiniones autorizadas y en las razones de
los expertos, cuando nuestros conocimientos sobre esos campos son más limitados (nadie
puede hoy abarcar todos los campos o temas que son discutidos) o cuando no tenemos
tiempo suficiente, es una forma correcta de argumentar, conocida como "argumentos que
apelan a la autoridad". Este tipo de argumento se basa en el sentimiento de respeto que
despierta dicha autoridad, no tanto por los cargos que ocupa o por los premios que haya
recibido, sino por su carácter de experto en el campo o el tema sobre el que se está
debatiendo.
Estructura:
A es un experto y dice que p
Por tanto, debe ser verdad p

Ahora bien, hemos de ser conscientes de que este tipo de argumento no es garantía
absoluta de la verdad de lo que se está afirmando (en este caso, p), ya que dicho experto
podría estar equivocado. Piensa que hasta principios del siglo XX, los mayores expertos en
Física del mundo creían en la existencia de una sustancia material invisible e indetectable
bajo ningún método de observación, a la que llamaban el éter. Luego, se demostró su
inexistencia: es un claro caso de “ceguera profesional” que sólo se resolvió cuando llegó el
amigo Einstein. Mira la historia del éter en los siguientes vídeos:

07. Presentar y objetar propuestas


El fin justifica todos los medios, dijo Maquiavelo.

En política, son los medios los que deben justificar el fin, respondió Albert Camus.

Veamos un fragmento de noticia aparecida en el diario El País1

El País. Ana Carbajosa. Berna. 18 de agosto de 2013

DAVID ROTH Impulsor de la iniciativa 1:12 para reducir la brecha salarial

“La gente tiene cada vez más


claro que los grandes salarios
son un abuso”
El líder de las juventudes socialistas logró que Suiza someta a consulta la diferencia de
sueldos.
David Roth es un chico joven, de 28 años, sonriente y con una determinación capaz de
poner en jaque a la clase política y empresarial de su país, Suiza. Al frente de los jóvenes
socialistas, ha lanzado la polémica iniciativa 1:12, con la que pretende poner coto a los
desorbitados salarios de los ejecutivos en su país. La profundidad democrática del
sistema político suizo tal vez se lo permita.
Cuenta este joven, que ha aparcado sus estudios de historia y filosofía para dedicarse a la
política, que todo empezó en 2009. Al poco de que el gran banco UBS fuera rescatado,
muchos suizos empezaron a preguntarse por qué los directivos de esa empresa cobraban
bonus mientras su banco se hundía. Roth pensó que había que poner un tope; limitar
esos pagos y le pareció razonable que ningún empleado de una empresa ganase en un
mes más que cualquier otro en un año. De ahí el nombre de la iniciativa, 1:12. Luego
recogió las 100.000 firmas necesarias para que su texto llegara al Parlamento.

Hacer propuestas, elaborar y discutir planes de acción económicos y sociales forma parte
intrínseca del mundo de la política. Antes de aprobar una nueva ley, el Parlamento analiza
sus ventajas e inconvenientes, los obstáculos que pueden plantearse para su puesta en
marcha, su utilidad y su ajuste a los principios y valores constitucionales que consideramos
importantes.

No sólo los políticos, todas las personas discutimos a diario lo que consideramos que
debería hacerse o dejarse de hacer “para arreglar el mundo”. Hay miles de blogs con
análisis y propuestas para todos los gustos. Los foros de los periódicos en internet echan
chispas discutiendo la bondad o maldad de la última iniciativa del gobierno. Por suerte, no
todos se toman tan a pecho esto de hacer propuestas, pues se las puede presentar también
con el mejor sentido del humor, como nuestro admirado Goyo Jiménez, quien en el
siguiente monólogo propone, ni más ni menos, que suprimir la emisión en horario infantil
de unos programas que considera muy perjudiciales para los niños: los dibujos animados.

Este tipo de discurso argumentativo que presenta y discute propuestas se denomina desde
Aristóteles deliberación2, palabra que deriva del latín libra, balanza, pues en estas
discusiones es común sopesar en los platillos imaginarios de nuestras mentes los pros y los
contras que conllevaría tomar una determinada decisión. En realidad, cuando analizamos
un acto por sus consecuencias favorables o desfavorables estamos recurriendo a un tipo de
argumento llamado pragmático. Existe incluso una corriente ética en filosofía, el
utilitarismo, que afirma que debemos valorar las acciones como buenas principalmente por
la cantidad de bienestar que produce (o por la cantidad de dolor que evita) al mayor
número posible de personas3. Está muy bien, pero los humanos no sólo nos guiamos por el
criterio de la utilidad, pues en un momento dado, la eliminación física de una minoría étnica
rebelde podría ser útil y beneficiosa para la mayoría de una sociedad, pero nuestro sentido
de la democracia nos dice que no es ético utilizar la violencia, la tortura o el asesinato como
instrumentos políticos. Bastantes dictaduras hemos tenido ya (y algunos todavía se atreven
a justificarlas como útiles para resolver los problemas de la sociedad). Por tanto, muchas
veces recurrimos a principios y valores que consideramos superiores a la utilidad (como la
justicia, la libertad, la vida o algo tan poco práctico como el amor), para justificar por qué
algo debe o no debe hacerse. Esto es lo que se llama el argumento moral o de medios-
fines4.

Definición de liberación

Discurso argumentativo en el que se plantea alguna propuesta de acción o proyecto de


futuro y se intenta convencer al interlocutor de la bondad y utilidad de sus consecuencias.
Con frecuencia, en él se discuten las ventajas y desventajas de tal propuesta, su
necesidad para resolver algún problema, así como su legitimidad moral.
Ejemplo: ¿debería legalizarse la prostitución? ¿Qué pasaría si bajáramos los impuestos?
¿Cómo acabar con la delincuencia juvenil?

Definición de argumento pragmático

Argumento de estructura condicional (si… entonces…) que conecta una acción o puesta en
marcha de un proyecto con la obtención de determinadas consecuencias prácticas, ya
sean positivas o negativas. Dichas consecuencias son las que justifican o desaconsejan la
realización de tal acción o proyecto. Ejemplo: “A Cataluña no le interesa independizarse
de España, porque si lo hiciera, sus empresas perderían gran parte de su negocio”.

Definición de argumento moral o de medios fines

Argumento que justifica nuestro deber de realizar o no una acción o proyecto en base a
determinados valores, derechos o fines que consideramos en sí mismos valiosos. A tal
efecto, puede discutirse si dicho acto o decisión realmente encarna ese pretendido valor o
fin, o bien discutir qué fines o valores deben ser prioritarios frente a otros. “El pueblo
catalán tiene derecho a decidir libremente su futuro en un referéndum. La democracia
debe estar por encima de las leyes escritas”.
08. Proponer y cuestionar definiciones
Lo esencial es indefinible.
¿Cómo definir el color amarillo, el amor, la patria, el sabor del café?
¿Cómo definir a una persona que queremos?
No se puede.

Jorge Luis Borges

Ornwell, 1984 y la Neolengua


En su novela futurista y anti-utópica “1984”, George Orwell nos retrata la, posiblemente,
peor de las dictaduras: aquélla que no sólo ha conseguido controlar las acciones y
conductas de los ciudadanos, sino también su pensamiento. El régimen ha colocado
pantallas que además sirven como cámaras de vigilancia, dentro y fuera de todas las
viviendas, con el doble fin de vigilar a los ciudadanos y de aplicarles una continua
propaganda a favor del partido único gobernante. En este régimen totalitario, una de las
instituciones más importantes es el Ministerio de la Verdad, encargado de crear y distribuir
los mensajes que interesa al gobierno. Para romper la resistencia de los ciudadanos, se les
bombardea con lemas y mensajes que rompían el sentido común:

LA GUERRA ES LA PAZ

LA LIBERTAD ES LA ESCLAVITUD

LA IGNORANCIA ES LA FUERZA

Pero en 1984 el dominio mental llega hasta el extremo de crear e imponer una nueva
forma de nombrar a las cosas: la neolengua. Así, el nuevo lenguaje acabará eliminando
cualquier posibilidad de pensamiento libre, o de cualquier pensamiento en general (al fin y
al cabo, el principal peligro para cualquier dictador es que los ciudadanos se hagan
preguntas y piensen por su cuenta). Bajo la apariencia de objetividad, el fin de la
neolengua es ir reduciendo el diccionario, eliminar los matices y los adjetivos calificativos,
para reducir paralelamente los límites de lo que somos capaces de pensar. Por ello, afirma
Orwell: “En una época de engaño universal, decir la verdad es un acto
revolucionario”. Reproducimos la lectura de un breve pasaje de la obra1:

Ahora bien, el intento de los gobernantes de controlar el pensamiento de los gobernados es


muy antiguo (pensad por ejemplo en la Inquisición), pero alcanzó un nivel diabólico y
exorbitante en pleno siglo XX, con la propaganda que los sistemas totalitarios utilizaron con
gran eficacia (en esto, tanto valen Hitler y los fascismos, como Stalin y los regímenes
comunistas: los nazis llamaron “la solución final” al exterminio de los judíos en los campos
de concentración; por su parte, los comunistas radicales llamaron “repúblicas democráticas
populares” a sus sistemas tiránicos). Por desgracia, los intentos de ganar ganar poder con
esa estrategia de manipular el lenguaje, de maquillar la realidad cambiando las palabras
que usamos para nombrar dicha realidad, han llegado a nuestros días y a nuestros
gobernantes, como ejemplifica claramente el siguiente video. ¿Seremos víctimas del
pensamiento único?
Un caso científico reciente: la definición de planeta
Aunque los científicos pueden conservar algunos conceptos durante cientos de años,
también puede ocurrir que su significado sea impreciso o vago (ver la falacia de la
vaguedad), lo cual puede llevarles a cambiar la definición de dicho concepto.

Un ejemplo histórico reciente de esta dificultad, procedente del campo de la Astronomía, es


el caso de la definición del concepto Planeta. En la antigüedad, los griegos consideraban
que un planeta era un objeto celeste vagabundo (etimológicamente "planeta"
significa errante), que se desplazaba por los cielos, mientras las estrellas parecían fijas. En
esta definición se incluía tanto a Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno (únicos planetas
conocidos entonces), como al Sol y a la Luna. En la época de Galileo, una vez planteada la
hipótesis heliocéntrica (el sol es el centro y los planetas giran a su alrededor) se incluyó en
la lista a la Tierra y se borró de tal lista a la Luna, al descubrirse la existencia de los
satélites de Júpiter con el telescopio. En los siglos XVIII y XIX se descubrieron Urano y
Neptuno. En 1930, a partir de unas irregularidades descubiertas en la órbita de Neptuno, se
descubrió Plutón. Con ello se cerraba la lista de planetas conocidos que orbitan alrededor
del Sol.

A partir de estos descubrimientos se definió el concepto planeta como aquel cuerpo celeste
que gira alrededor de una estrella, no tiene luz propia y refleja la luz de la estrella y es
mayor que un asteroide. Esta es una definición imprecisa que fue revisada a raíz de los
descubrimientos astronómicos. Por eso, en 2006 hubo una reunión de la Unión Astronómica
Internacional (UAI), a la que pertenecen la mayoría de astrónomos, para redefinir el
concepto de "planeta". Por votación mayoritaria, no exenta de polémica, se decidió
definir Planeta como aquel objeto celeste que cumple las siguientes condiciones:

1) tiene una órbita alrededor de una estrella,

2) tiene un tamaño suficiente para poder tener una forma aproximadamente esférica y que

3) tiene despejados los alrededores de su órbita.

Con este nueva definición Plutón se caía de la lista de planetas tradicionales. Para él y para
otros cuerpos de similares características, se inventó el concepto de Planeta
enano, entendido como aquel cuerpo celeste que no es un satélite pero tampoco es un
planeta, ya que, aunque cumple los criterios 1 y 2 antes señalados, no cumple el criterio 3.
Las definiciones no solucionan todos los problemas, pero permiten a los astrónomos seguir
con su trabajo... hasta que aparezca con el tiempo, quizás, una nueva definición.

En el caso de los textos literarios, las definiciones no son menos importantes, aunque suele
sustituirse la precisión y la concisión por una superabundancia de imágenes reveladoras.

Definición del amor


Es hielo abrasador, es fuego helado,

es herida que duele y no se siente,

es un soñado bien, un mal presente,


es un breve descanso muy cansado.

Es un descuido que nos da cuidado,

un cobarde con nombre de valiente,

un andar solitario entre la gente,

un amar solamente ser amado.

Es una libertad encarcelada,

que dura hasta el postrero paroxismo;

enfermedad que crece si es curada.

Éste es el niño Amor, éste es su abismo.

¿Mirad cuál amistad tendrá con nada

el que en todo es contrario de sí mismo!

Francisco de Quevedo

Definición de definición

Una definición es una proposición mediante la cual se trata de exponer de manera


unívoca y con precisión la comprensión de un concepto o término o de una expresión. Se
trata de determinar, de modo claro y exacto, las cualidades esenciales del tema
implicado.2

El uso de la definición en el debate


Las dos historias que acabamos de presentar nos muestran la importancia que tienen las
palabras y su significado. Decía el filósofo contemporáneo Wittgenstein que "los límites de
mi lenguaje son los límites de mi mundo". Las palabras que usamos en el lenguaje definen,
pues, la realidad y también vienen a decir mucho acerca de nosotros mismos. El lenguaje
que tendrás que manejar en el debate acerca de un tema polémico requiere que dediques
un tiempo para aclarar los conceptos fundamentales implicados en el mismo. Por eso
mismo, es conveniente que en el debate, a la hora de defender tu punto de vista, o de
criticar el punto de vista de tus contrincantes, manejes definiciones adecuadas de los
conceptos fundamentales implicados en el mismo.

En el fondo, ten en cuenta que muchos debates se resuelven en el terreno de disputa por la
definición de los conceptos, ya que es difícil contar con conceptos claros, rigurosos y
precisos. A veces por defecto (vaguedad, falta de claridad) y otras por exceso (polisemia,
connotaciones…) lo cierto es que nuestros conceptos presentan una elasticidad, que nos
permite contraer y estirar su significado, entrando así en discusión no los hechos (¿qué
ocurrió?), sino cómo denominamos dicha realidad. Y no es una cuestión baladí: hay una
gran diferencia entre decir “interrupción del embarazo” y “asesinato del futuro ser
humano”, ni es lo mismo negociar con el “movimiento de liberación vasco” (como dijo un
ex presidente español) que negociar con los “terroristas asesinos de ETA”. Como las
palabras encierran valoraciones morales y políticas, su uso y su definición pueden delimitar
el destino final de nuestro debate, convirtiéndose en un arma dialéctica de gran
importancia. Es crucial evitar que nuestro oponente imponga su versión particular,
mostrando que se está utilizando una definición sesgada o interesada de los términos.

El capitalismo: ¿La libertad del que tiene dinero?

Existen diferentes tipos de definición:


1º. Definición etimológica: es aquella que define una palabra remitiéndose al origen de
dicha palabra en el tiempo. Este tipo de definición puede resultar muy útil aunque, a veces,
requiere de más precisiones y puede dar lugar a argumentaciones falaces. Supongamos el
siguiente debate:

A. Vivimos en una época en donde la tiranía ha ido dejando paso, aunque lentamente y con
ciertos retrocesos, a la democracia.

B. Pero esto no es democracia. Porque, dime, ¿en qué país de los que conoces gobierna
realmente el pueblo?

La argumentación de B es una falacia (ver definición general de falacia) porque da la


definición etimológica de "democracia" entendida como "el gobierno del pueblo". Es
necesario precisar que siglos después del origen etimológico en Grecia del término
"democracia", por este término se entiende ahora el "gobierno del pueblo por medio de
representantes"

2º. Definición léxica: es aquel tipo de definición que encontrarás en el diccionario, de


forma que nos da el significado comúnmente utilizado por la comunidad de hablantes.

La definición léxica puede ser intensional, extensional o estipulativa:

 La definición intensional es aquella en la que se hace referencia a las propiedades que ha

de tener una cosa para que pueda ser incluida en el conjunto de cosas que caen bajo la

palabra que se define. Así, por ejemplo: Isla tiene como definición intensional "porción de

tierra rodeada por todas partes por el mar".

 La definición extensional es aquella que enumera todos los objetos que están incluidos en

la clase de objetos a los que se refiere el término. Así, por ejemplo: la definición

extensional de Isla incluye: Canarias, Baleares, Islas Británicas, Islandia, Cerdeña, Malta,

etc.
 La definición estipulativa: es aquella definición en la que, aunque existe ya el término con

un cierto significado, ahora se le da un nuevo significado, con el fin de establecer un cierto

argumento en el contexto de un debate. Así, por ejemplo: "estipulemos ahora que vamos a

entender por libertad la ausencia de obligaciones impuestas desde el exterior". Lo cual vale

si ambos contendientes en el debate aceptan tal definición, aunque sea provisionalmente,

como base de la discusión.

3º. Ten mucho cuidado con las llamadas definiciones persuasivas3, que son aquellas en
las que la definición se construye con el fin exclusivo de beneficiar a quien la hace, sacando
así ventaja en el debate. Aunque tuviera apariencia de ser una buena definición, esconde
un modo de definir a medida de quien ha propuesto la definición. Esto es así porque, como
hemos dicho, las palabras tienen un colorido (una connotación) que inclina la balanza hacia
un lado, rompiendo una cierta neutralidad entre los debatientes.

Estructura de la definición persuasiva

-Afirmamos que A (algo que se desea criticar) es B (una cualidad cargada de negatividad)
Ej.: El aborto es un asesinato de niños (favorece a quienes se oponen al aborto).
-Afirmamos que A (algo que se quiere defender) es o posee B (cualidad considerada
positiva)
Ej.: el aborto es un sistema de control de la natalidad (partidarios del aborto).

09. Invocar y rechazar los precedentes

Los precedentes en el derecho anglosajón


El sistema jurídico anglosajón está basado en la importancia que tienen los precedentes. A
diferencia del Derecho romano-francés, basado en las leyes que emanan del poder
legislativo, el Derecho anglosajón se basa en las decisiones que adoptan los tribunales, de
forma que estas constituyen precedentes jurídicos que han de ser tenidos en cuenta en
adelante por otros tribunales. En ese sentido, cuando llega un caso a un tribunal de justicia,
se busca la semejanza de este caso con otros casos que lo han precedido, de forma que la
solución dada a dicho caso sea semejante a la solución dada a los casos precedentes. Este
es el sistema jurídico conocido como Common Law o sistema de costumbres. Surge
inicialmente en la Inglaterra medieval, en donde las decisiones judiciales se tomaban
apelando a las costumbres conocidas y aceptadas en el Reino, por no haber legislaciones
escritas suficientes. Tal sistema judicial se extendió posteriormente al conjunto del Imperio
Británico, estando actualmente presente en Estados Unidos, India, Canadá, Australia, etc.,
antiguas colonias del Imperio.

El sistema se basa en la existencia de una red piramidal de tribunales, a cuya base se


encuentran los tribunales de primera instancia, que son los que inicialmente deciden sobre
los pleitos. Cuando hay casos semejantes para los que se adoptan decisiones judiciales
diferentes o enfrentadas entonces se puede recurrir ante los tribunales de apelación, que
analizan si las decisiones de los jueces de primera instancia se ajustan a los principios
admitidos en el Derecho o si, una vez probados ciertos hechos, se extraen las conclusiones
adecuadas. Estas decisiones de los tribunales de apelación constituyen los precedentes para
otros casos que guarden semejanza que puedan darse posteriormente.

La dimisión del Papa


El Papa Benedicto XVI renunció recientemente como máximo representante de la Iglesia
Católica, siendo sustituido por el Papa Francisco. ¿Hay precedentes históricos de tal tipo de
decisión? En realidad, de los más de 200 Papas que ha tenido el catolicismo, ha habido 4
Papas que hayan dimitido anteriormente. El Papa Celestino V, coronado en 1294, renunció
por motivos personales, de forma absolutamente libre y por causas espirituales.
Anteriormente, en los siglos II y III, en los orígenes de la Iglesia, también hay renuncias,
como las de Clemente I y Ponciano, aunque entonces la Iglesia era una institución en
formación y los Papas carecían del poder espiritual y material que tienen desde el
Renacimiento a la actualidad. Clemente I abandonó el cargo porque al parecer iba a ser
desterrado. Ponciano abandonó, por su parte, para evitar el enfrentamiento entre los
diferentes bandos en la Iglesia de entonces.

Gregorio XII, que vivió a comienzos del siglo XV, vivió en una época llena de convulsiones
en el seno de la Iglesia, en los enfrentamientos del cisma de Occidente, en el que habían
varios antipapas que luchaban por hacerse con la silla de San Pedro. En ese contexto,
abandonó sus pretensiones.

Celestino V era un monje benedictino que vivía como un ermitaño, en una cueva. Esa
circunstancia y su avanzada edad no le permitían ser el pastor adecuado para la Iglesia. Lo
eligieron tras más de dos años de cónclave. A los pocos meses renunció, aunque fue
encarcelado por su sucesor y murió en prisión.

Aunque escasos, hay precedentes en la decisión de Ratzinger de dimitir como Papa.

El ser humano: un animal de costumbres


Al parecer, a los humanos nos gusta transitar por las sendas que ya habíamos pisado
anteriormente. Un estudio confirma que el hombre es un animal de costumbres:
investigadores de la Northeastern University de Boston (EE.UU.) han confirmado lo que ya
muchos sospechaban: el ser humano es un animal de costumbres en sus movimientos, ya
que se limita a ir y volver de un reducido número de lugares.

El estudio, publicado en el último número de la revista científica británica "Nature", registró


durante seis meses los movimientos de 100.000 personas a través del rastro que dejaban
las señales que emitían sus teléfonos móviles al recibir o enviar mensajes de texto o
llamadas.1

El hombre posee características y facultades que corresponden tanto a la vida vegetativa


como a la vida sensitiva, sin embargo su constitución es más perfecta porque cuenta con la
capacidad de percibirse a si mismo como una entidad y de percibir a los demás seres que
están a su alrededor, es decir el hombre posee la facultad de razonar, cosa que ningún otro
ser vivo posee.

¿Qué tiene que ver todo esto con la frase: "el hombre un animal de costumbre"?, es
muy sencillo, dado que el hombre comparte en cierto grado características que son
inherentes a las plantas y los animales tiende en ese mismo grado a comportarse como
ellos. Tanto los hábitos como los vicios, se encarnan en el hombre a través de la repetición
de actos ya sean buenos o malos, por lo que en uno o en otro sentido tenemos que la
costumbre es inherente a la actuación del hombre orientándolo a su perfección o a su
destrucción.2

Definición de precedente

Los argumentos en los que se apela a los precedentes están basados en la semejanza
entre dos situaciones (por ejemplo, la crisis económica de 1929 y la crisis económica de
2008) o acciones (la dimisión de Benedicto XVI y la anterior de Celestino V). Si dos
acciones o situaciones son similares en muchos aspectos, entonces habrá de aplicarse
para el segundo caso la misma regla que valió para el anterior. Lo que hay que sopesar
es si existe un alto grado de similitud o si existen importantes diferencias entre ambos
casos para justificar dicha decisión.

El esquema general de la argumentación apelando a los precedentes es la


siguiente:3

"En el caso C se decidió hacer X

El caso D es similar al caso C

Por tanto, en el caso D también se debe hacer X"

Ejemplo:

"El Papa Celestino V, tenía una avanzada edad y grandes dificultades para dirigir la Iglesia,
renunció a su pontificado por motivos personales.

El Papa Benedicto XVI también tenía avanzada edad y dificultades para dirigir la Iglesia.

Por tanto, el Papa Benedicto XVI también debió dimitir"

10. Utilizar ejemplos y contraejemplos


-¿Un karaoke? Me niego a ir de nuevo.
-Pero si tú solo has ido una vez.
-Deja, deja. Cuando has visto uno, los has visto todos.

Hay un antiguo refrán, según el cual, “para muestra vale un botón”, es decir, basta una
única prueba o demostración al respecto de una persona o cosa para saber qué se podrá
esperar de ella en general. También se utiliza con el significado de que no es necesario
mostrar o decir todo para dar una idea global de algo. Fijémonos en el siguiente asunto.
Podríamos preguntarnos: ¿es necesario tener estudios para triunfar en los negocios? Parece
que no, y para muestra… te mostramos un botón, la historia del portero del prostíbulo, uno
de esos cuentos de Jorge Bucay, lleno de sabiduría y sensibilidad:
Los cuentos suelen esconder una lección, un mensaje universal, una moraleja. Y es que hay
ejemplos que, por sí solos, se convierten en paradigmáticos, algo así como un modelo a
seguir, como un caso especialmente significativo del que podemos extraer conclusiones de
las que aprender o que se pueden extrapolar a muchos casos semejantes. Ejemplo:
muchos países europeos han reaccionado a la crisis económica de manera similar:
sacrificios, recortes y ayudas a los bancos. Pero hay un país que nos podría servir de
ejemplo de que otra política económica era posible ante el estallido de la burbuja
económica mundial: Islandia.

En el apartado sobre argumentos de generalización decíamos que para dar el salto


inductivo desde un número limitado de casos conocidos hasta el conjunto general de todos
los objetos de la misma clase o categoría (todos los andaluces, todos los seres humanos,
todos los gatos, etc.) era preciso investigar una muestra suficientemente grande y variada
de casos particulares (por algo se le llama inducción enumerativa). Pero ahora, nos
saltamos dicha norma y nos preguntamos: ¿se podría realizar una generalización y extraer
una norma o lección a partir de un solo caso? La respuesta, increíblemente, es sí: YES, WE
CAN!

Definición de argumento basado en ejemplos

Se trata de un argumento en el que concluimos una verdad o norma general a partir del
planteamiento de un caso que se considera ejemplo paradigmático o típico de esa
categoría de hechos o esa clase de objetos. Entonces, decimos que las características que
apreciamos en dicho caso singular son extrapolables a toda la clase o conjunto a los que
pertenece.
Así, decimos que las cruzadas fueron un típico ejemplo de guerra económica ocultada
bajo la apariencia de los valores sagrados (otro ejemplo sería la última guerra de Irak,
donde EE.UU. quería ‘devolver la democracia’ a un país colmado de petróleo). Sin duda,
deberíamos leer la biografía de Bill Gates, el típico ejemplo de multimillonario que
comenzó con un pequeño negocio en el garaje de su casa. También aprenderíamos
mucho estudiando la vida de Joselito, el caso paradigmático de niño prodigio explotado
hasta el extremo y cuya vida se acabó arruinando. Etc.

11. Construir o criticar conclusiones generales

El encuentro entre Ulises y Nausícaa1


Cuando Ulises inicia la odisea de regreso a Ítaca, después de largos años de ausencia y
alejamiento de su esposa Penélope y de su hijo Telémaco, construye una balsa para
navegar por los mares. Poseidón, el dios del Mar, provoca su naufragio, encolerizado contra
Ulises, que ha dejado tuerto a su hijo Polifemo. Fatigado de su lucha contra las olas llega a
la isla habitada por los feacios. La diosa Atenea, protectora de Ulises, provoca el encuentro
de Ulises con la bella Nausícaa, hija de Alcínoo, rey de los feacios. En el encuentro, el
pensamiento de Ulises se dispara temeroso:

"Ay de mí¡ ¿Qué hombres deben de habitar esta tierra a que he llegado? ¿serán violentos,
salvajes e injustos, u hospitalarios y temerosos de los dioses?.

Ulises se pregunta, pues, si los feacios son agresivos o si, por contra, son hospitalarios con
los forasteros. Por tanto, su pensamiento adopta la forma de la generalización: o todos
los feacios son agresivos o todos los feacios son hospitalarios con los que arriban a sus
costas.

Nausícaa ordena a sus esclavas que socorran al agotado Ulises, pues "todos los forasteros y
pobres son de Zeus, y un exiguo don que se les haga les es
grato", otra generalización que viene a mostrar el carácter hospitalario de los feacios.

Los tópicos, ejemplo de generalización injustificada

El Periódico.com - Lunes, 17 de noviembre de 2008

Uno de los tópicos más injustos es pensar que los africanos son vagos y pasivos
Siempre me ha llamado la atención las palizas que la gente se pega a trabajar en África,
y lo poco que recogen a cambio. Probablemente, uno de los tópicos más injustos es
pensar que los africanos son vagos, pasivos, conformados con su destino y cosas
parecidas.
Cuando uno sale de Quelimane, en el norte de Mozambique, a las 5 de la mañana, ve a
cientos de personas yendo a los campos a trabajar. A veces, están a más de una hora de
camino. Cargan un azadón y poco más, y si son mujeres, muchas veces también llevan
un bebé a la espalda. Luego, trabajan durante horas y horas, labrando campos de varias
hectáreas, bajo el sol a 40 grados. La tierra está dura y la única herramienta con la que
cuentan es una azada. Un trabajo físico muy fuerte realizado por personas que, en
muchos casos, cuentan con una alimentación muy limitada.

Casi siempre son las mujeres quienes realizan esta tarea, después de haber acarreado el
agua hasta su casa y preparado la comida para la familia. Cansa solo de verlas trabajar.
A eso de las 8 de la mañana, cuando uno ya no consigue ni andar por la calle debido al
calor tan sofocante, allí están ellas, sin parar, levantando el azadón una y otra vez. Y así
semanas y meses.2

Definición de argumento por generalización

Una generalización3 es un tipo de razonamiento inductivo (el llamado enumerativo) en el


que partimos de premisas que hacen referencia a casos particulares y concretos (este
coche, ese otro coche, aquel coche...) o de ejemplos (el cuadro de la Gioconda) y
llegamos a establecer una conclusión que vale para todos los casos, que vale con
carácter general (por ejemplo: todos los mamíferos se alimentan de leche materna). Lo
que se hace, pues, en una generalización es conseguir información a partir de
una muestra particular (gatos, leones, chimpancés, etc. como muestra de mamíferos) y
se establece una conclusión que se extiende a toda la población (en este caso los
mamíferos) que se está considerando.
Un argumento por generalización, como un tipo de razonamiento inductivo que es,
supone que la verdad de las premisas hace que sea más probable que la conclusión
establecida para todos los casos resulte verdadera. Un ejemplo son las encuestas de
opinión, sobre temas tan diversos como los refrescos preferidos por los jóvenes, el grado
de felicidad de la población española o las intenciones de voto. Como parten de un
número limitado de encuestas (no más de cinco mil) sus predicciones sobre cómo se
comporta la población general siempre serán más o menos probables, pero nunca
seguras. No es extraño que a veces las encuestas electorales fallen.
B. Técnicas para rebatir

1. Las cinco vías de la disputa escolástica


Una de las tareas dialécticas más importantes, además de justificar la posición que uno
defiende en un debate, consiste en la refutación del punto de vista defendido por nuestros
oponentes.1
Puede decirse, con cierta seguridad, que cada argumento del oponente puede tener su
refutación o puede, al menos, ser debilitado. En la crítica, es preferible seguir el mismo
orden que el rival ha presentado, para que así la intervención sea más clara a los oídos del
auditorio. Sin embargo, se dedicará más tiempo a demoler los argumentos más débiles del
oponente, señalando sus errores, falacias y contradicciones con total nitidez y
contundencia. Sólo se atacarán sus argumentos fuertes cuando se tenga a mano algo sólido
y seguro con que refutarlos.

Los filósofos medievales expertos en la disputa escolástica (el enfrentamiento doctrinal


entre distintas escuelas filosóficas o teológicas), hablaron ya de estas cinco maniobras de
respuesta ante una proposición contraria. Veamos dichas maniobras en detalle (Cattani,
2003):

Transeat (paso de largo)


Acepta la proposición contraria, pero déjala pasar de largo, ignórala o despréciala
por considerarla irrelevante. No estamos obligados a replicar a todo lo que afirma
nuestro oponente, si pensamos que la cuestión planteada es marginal, podemos intentar
eludirla por simple indiferencia o con un desplazamiento del problema: "No se trata de
esto…", "la verdadera cuestión es otra…", "está bien, pero vayamos al grano…". Ahora bien,
el contrincante puede insistir en que no se trata de una cuestión marginal, denunciando
que la hemos eludido. Entraríamos así en una cuestión formal o de procedimiento, y ambos
deberían tener argumentos para defender su posición. Muchos políticos tratan de eludir una
crítica o pregunta peliaguda afirmando: "no hemos venido a hablar de ese tema" o "ya
hemos hecho dicho lo que teníamos que decir sobre eso en otro momento..."; con ello,
puede que ganen tiempo, pero es una estrategia poco convincente y manipuladora.

Concedo (la acepto a mi favor)


Aceptar la proposición, si la consideramos útil para nuestra argumentación. No es
una concesión real, sino retórica. Es conceder que lleva razón, con la intención de
contraatacarle, asimilando y reconvirtiendo su proposición para adaptarla a
nuestros fines. Es más inteligente que reaccionar siempre atacando, porque deja
descolocado al rival, que no puede contradecir lo que había sostenido previamente, y le es
devuelto su argumento con una conclusión totalmente contraria. "Tienes razón, la vida es
un derecho, el más importante de todos, pero precisamente por eso, no podemos negarle a
nadie la capacidad de decidir cuándo ponerle punto final… o se convertiría en una
obligación, una condena". El contrincante podría señalar nuestra concesión y podría
contestar "Si aceptas, como decía yo, que es un derecho, entonces debe ser protegido
hasta el final", lo que nos obligaría a justificar mejor nuestro punto de vista.

Distingo (la acepto, pero sólo en parte)


Adoptar sólo una parte de lo que dice el interlocutor, pero adaptándola y
rechazando la otra. "Reducir los costes de la administración sí, pero sólo a costa del
sueldo de los funcionarios, no". Es la estrategia del "sí, pero...". Aceptamos su propuesta
pero introduciendo una distinción que nos permitirá marcar el matiz a nuestro favor. Se
puede hacer de dos formas: integrando la tesis contraria en un marco más amplio ("De
acuerdo: es bueno flexibilizar el mercado laboral, pero dentro de un fuerte sistema de
protección social para los trabajadores") o bien minimizando la aplicación de su propuesta
("Está bien, subamos los impuestos, pero sólo a aquéllos que ganan más de X al año"). Sin
embargo, el contrincante podría remarcar la insuficiencia de la parte que aceptamos,
obligándonos a justificar mejor nuestro punto de vista.

Confirmetur quia dubito (confirmo mis dudas)


Preguntar y solicitar pruebas para sembrar dudas sobre lo que afirma nuestro
oponente. Es factible porque muy pocas cosas resultan demostradas de forma absoluta.
Así que es posible, casi siempre, levantar reservas sobre las razones de nuestro rival. En
vez de negar directamente (lo cual exige pruebas por nuestra parte), interpelamos y
ponemos en duda las razones del adversario, exigiendo pruebas más firmes y definitivas.
Nos permite ganar tiempo y dejar en entredicho a nuestro oponente. ("Tú afirmas que las
torres de telecomunicaciones pueden producir cáncer a los vecinos; yo no voy a negar
dicha posibilidad, pero creo que antes de sembrar el pánico, convendría que aportaras
alguna prueba más sólida de lo que dices. ¿No te parece?"). Ahora bien, el contrincante
podría aportar dichas razones, lo cual exigiría más seriamente nuestra refutación. En todo
caso, nunca debemos caer en la falacia que llamamos ad ignorantiam y pensar que la falta
de pruebas de nuestro oponente nos conduce a demostrar que nuestra postura es la
verdadera, como si no necesitáramos dar argumentos a su favor.

Nego (negar la proposición)


Atacar directamente el argumento de nuestro rival: en realidad no prueba nada,
porque no es coherente, importante, completo o verdadero (o verosímil). Siempre
cabe dos estrategias generales de ataque: si tenemos en cuenta que los argumentos de
nuestro rival son como las premisas que le llevan a la conclusión de su tesis principal, o
bien criticamos las premisas (señalando que son falsas, contradictorias, falaces, etc.) o bien
las damos por verdaderas pero negamos que de ellas se deduzca la conclusión: es decir,
que podría llegarse a una conclusión distinta, luego nuestro rival no ha probado nada.
Veremos estas posibilidades en las secciones que vienen a continuación.

2. Cómo presentar objeciones

La importancia de las refutaciones en el progreso de la ciencia


El verbo criticar no tiene buena prensa en nuestra sociedad y suele interpretarse en un
sentido negativo. La persona “criticona” parece tener una inclinación excesiva y
desmesurada por echar abajo lo que otros han levantado con esfuerzo. ¡Qué fácil es
criticar!, solemos decir. Sin embargo, ¿qué sería de nosotros y de nuestro mundo sin esos
personajes críticos y exigentes que no se dejaron llevar por las creencias y las costumbres
aceptadas comúnmente por tradición? ¿Hablaríamos hoy de democracia y de derechos
humanos? ¿Habríamos progresado técnica y científicamente?

El “falsacionismo” de Karl Popper es una teoría sobre la Ciencia que remarca la importancia
de buscar los fallos de nuestras teorías científicas. Presentarle todo tipo de objeciones,
intentar “falsarlas” por todos los medios, en vez de obsesionarse por probar su verdad
(cosa de la que nunca podemos estar seguros al cien por cien), servirá para demostrar que
dichas teorías son, al menos, las mejores de las que disponemos en este momento. Este
criterio sirve además, según Popper, para distinguir las genuinas teorías científicas
(verdaderas o no) de otras explicaciones pseudocientíficas, ideológicas o religiosas, que ni
siquiera merecen ser discutidas por no alcanzar el mínimo rigor. Nos dice este filósofo
austríaco que para pretender ser científica, una teoría debe ser “falsable”, esto es, que
establezca alguna afirmación o predicción sobre la realidad de tal forma que en caso de que
los hechos demuestren ser diferentes, la teoría sería directamente rechazada. Pero si una
teoría es capaz de explicar un hecho y su contrario, de forma que nada de lo que ocurra en
el mundo real podría servir de objeción contra ella, esa teoría irrefutable, inobjetable e
irrebatible, sencillamente no sería científica (ni siquiera candidata a científica).

Distinguiendo estrategias
Hay muchas formas de criticar una idea (por cierto, el verbo criticar proviene el griego
krinein, que no significa destruir, sino juzgar, analizar, separar, discernir, cribar). Podemos
encontrar dos1 formas básicas de examinar críticamente los argumentos que nuestro
contrincante plantea en el debate: una es la presentación de alguna objeción y la otra
consiste en la refutación de dichos argumentos.

En un sentido amplio, cuando planteamos una objeción no necesariamente estamos


atacando o demoliendo (esto es, demostrando que es falso) el argumento del contrincante.
Presentar alguna objeción puede consistir en plantearle alguna pregunta, solicitar una
aclaración, pedirle más razones que justifiquen su argumentación, etc. No obstante, la
respuesta dada por nuestro contrincante, si no es convincente, puede servirnos para
elaborar más tarde una refutación de su argumento. En todo caso, esta estrategia debilita
los argumentos que el contrario ha presentado a favor de su tesis.

Algunas técnicas para plantear objeciones (preguntas, aclaraciones, etc.) a los


argumentos presentados son las siguientes:2

1. Pedir aclaraciones
Puede que en un debate existan términos importantes sin que se haya aclarado
suficientemente su significado. También puede ocurrir que se maneje una misma palabra y
cada uno de los contrincantes la use con un significado diferente. Cuando eso ocurra, no
basta tampoco con la definición de un diccionario, pues el diccionario recoge varios
significados de gran parte de las palabras. De ahí que resulte conveniente introducir una
pregunta aclaratoria del tipo:

¿Puedes definir la palabra X que acabas de introducir en el debate? o

Has usado la palabra X. ¿Podrías aclarar su significado? ¿Qué entiendes tú por…?

Ejemplo
A: Vivimos en un país libre. Por eso mismo, no debería prohibirse fumar en lugares
públicos.
B: ¿Qué quieres decir cuando dices que este es un país es libre? ¿Acaso significa que es
un país en el que no existen leyes que regulen la convivencia?
(B introduce una objeción al preguntar por el significado de "libre" usado por A.
Ciertamente B detecta que se puede usar la palabra libre con varios significados y
considera importante que A aclare el significado que usa. Si la usa en el sentido de
libre=ausencia de leyes, entonces no habría ningún país libre, pues en todos los países
existen leyes que regulan, de un modo u otro, la convivencia).

2. Señalar incoherencias
Podemos plantear una objeción hacia los argumentos de nuestros contrincantes en el
debate señalando que, en la justificación de sus puntos de vista, han introducido algunas
incoherencias. Es decir, que ha ido cambiando, en algún aspecto, algo que decían. Si, en
dos momentos diferentes, alguien expresa una idea y su contraria entonces la incoherencia
se transforma en contradicción.

Podemos hablar de algunos tipos de incoherencia: incoherencia terminológica, incoherencia


lógica, incoherencia entre los fines perseguidos y los medios elegidos:

 Incoherencia terminológica: El cambio puede consistir en la introducción de alguna

diferencia en el significado de los términos usados (supongamos que alguien utiliza primero

el término mujer para referirse a su condición sexual y, más tarde, utiliza el mismo

término mujer refiriéndose ahora al género o condición cultural).

El modo de señalar esa incoherencia puede ser:

¿Has usado ahora la palabra X en el mismo sentido en que la estabas usando antes
cuando has dicho...?

 Incoherencia lógica: Si alguien expresa una idea y, en una intervención posterior, la idea

contraria ("Debe usarse la energía nuclear porque no afecta tanto al cambio climático" y,

más tarde, expresa que "Por los peligros que conlleva una fuga radioactiva, deberían

cerrarse las centrales nucleares") entonces la incoherencia se transforma en contradicción

(expresar una idea y su contraria a lo largo del debate).

El modo de señalar esa incoherencia puede ser:

Me parece que hay una contradicción en lo que acabas de decir cuando dices. por un lado
que... y, por otro, que...
¿No crees que has incurrido en contradicción al expresar ahora un punto de vista
contrario al que defendías antes, pues ahora dices que... y antes habías dicho que...

 Incoherencia entre medios y fines: alguien pude mostrar una preferencia por alcanzar

un fin (por ejemplo, ahorrar tiempo) y, sin embargo, creer que un medio que permitiría

alcanzar dicho fin resulta inadecuado (por ejemplo, el uso del avión es altamente

peligroso). También puede ocurrir que alguien considere valioso un fin (por ejemplo,

mejorar la salud pública) y, sin embargo, sea partidario de medidas inadecuadas para

alcanzarlo o que conducen a lo contrario (por ejemplo, ser partidario de permitir fumar en

lugares públicos).

El modo de señalar esta incoherencia podría ser:

Si eres partidario de X (un fin dado) ¿cómo es que te opones a Y si resulta que Y es un
medio para conseguir X (el fin dado)?
No crees que te contradices al defender X (un fin dado) y permitir Y, que es inadecuado
para conseguir X (el fin dado).

3. Señalar errores empíricos


Otro tipo de objeciones que pueden plantearse se refieren a los datos empíricos que se
incluían en la justificación de la tesis que se defiende. Puede ocurrir que estos datos
empíricos manejados resulten erróneos. En ese caso, la objeción consistirá en señalar el
error y aportar los datos empíricos correctos. Supongamos que alguien afirmara que la
crisis económica del 29 fue anterior de la I Guerra Mundial. Podríamos indicarle que se trata
de un error, puesto que la I Guerra Mundial terminó en 1918. O supongamos que alguien
dijera que la paz se ha reestablecido en el mundo después de la II Guerra Mundial. Para
sacarle de su error bastaría enumerar la enorme cantidad de guerras que se han dado
posteriormente: guerra de Indochina, Guerra de Corea, Guerra de Vietnam, Guerra de
Yugoslavia...

Podemos señalar estos errores del modo siguiente:

¿No crees que el dato X que aportas es erróneo?


El dato X que aportas es erróneo. Es más correcto... (dato Y)

4. Pedir razones
En un debate tratamos de defender nuestras ideas de modo que la conclusión que
pretendemos establecer venga apoyada en razones. No basta con manifestar lo que uno
cree o lo que uno opina. Lo importante es defender la creencia y la opinión mediante las
correspondientes razones. Supongamos que en un debate alguien plantea que debería
instaurarse la pena de muerte en nuestro país. Si sólo expresa esta idea, se ha olvidado de
justificarla con razones. Le podemos plantear como objeción que aporte las razones que
tenga para apoyar la idea de la reinstauración de la pena de muerte en nuestro país.

Podemos pedirle razones del modo siguiente:


¿Qué razones tienes para defender esta idea?
¿Podrías decir por qué piensas que...?

5. Buscar presuposiciones
A veces lo que afirmamos depende de ciertas suposiciones, las cuales no son siempre
correctas. Al buscar tales supuestos en lo que afirma nuestro contrincante, podemos
encontrar algunos que sean equivocados.

Si en un debate acerca de las características de los buenos gobernantes, tu oponente


preguntara, por ejemplo, ¿qué carrera universitaria tiene el gobernante A? Nosotros
podríamos indicarle que está suponiendo que A tuvo que estudiar una carrera universitaria,
lo cual pudiera ser un supuesto incorrecto. Si preguntara ¿qué carrera universitaria tiene la
persona B para ser gobernante?, entonces podríamos indicarle que está suponiendo que
una persona ha de tener carrera universitaria para ser un gobernante. Por lo cual,
podríamos indicarle también que está suponiendo que quien no tiene carrera universitaria
no podría ser gobernante. Estos supuestos son discutibles por lo que ponerlos en evidencia
puede debilitar la posición de nuestro oponente.

Para detectar los supuestos podríamos indicar:

¿Estás suponiendo que...?


¿Lo que acabas de decir no está presuponiendo que...?

3. Cómo refutar argumentos

a. Cómo conquistar un castillo inexpugnable


En la Edad Media, "tomar una plaza fuerte", ya fuera una ciudad amurallada o un castillo,
resultaba una labor muy difícil. Por lo general, en un primer momento se buscaba una
rendición negociada, que resultaba bastante frecuente, especialmente cuando los
defensores estaban en franca minoría o no tenían la esperanza de recibir ayuda. Después
de ser atacada la fortaleza o iniciado un largo asedio, la negociación se intentaba de nuevo
repetidamente. No olvidemos que el asedio era algo a evitar, porque resultaba muy caro y
requería de enormes recursos militares y mucho tiempo. Si la negociación no funcionaba se
iniciaban las operaciones militares, que en las partidas del rey castellano Alfonso X el Sabio
se dividían en conquista "a furto", "a fuerza" y "por cerco"...1

Para ganar un debate, como para conquistar un castillo o fortaleza, debemos derribar las
defensas que nuestro adversario ha construido con esmero: sus argumentos. La
refutación de un argumento consiste en mostrar mediante un contraargumento que la
tesis defendida por nuestro contrincante está equivocada o es falsa. Puedes entender,
pues, que refutar la tesis de tu adversario en el debate es algo similar a lo que ocurre
cuando hacemos caer un edificio que estaba en pie porque ya no se puede sostener: un
proceso de demolición. Con ello quizás no hayas conseguido aún demostrar que tu tesis es
mejor, más fuerte o verdadera. Pero, al menos, habrás mostrado la debilidad de la
argumentación de tu oponente en el debate y la audiencia (público y jueces) tendrá la
convicción de que tu contrincante ha sido derrotado, por lo que resultarás vencedor en el
debate. De hecho, el público de un debate suele prestar más atención a las críticas de las
dos partes, que a su trabajo de presentación y fundamentación de ideas.
Es importante, pues, que dediques tiempo a preparar tus argumentos pero no puedes
olvidar la necesidad de refutar los argumentos de tus contrincantes. No olvides, pues, que
en el tiempo que dedicas a preparar el debate has de alternar la justificación de tus
argumentos con la refutación de los argumentos de tus oponentes. En cierto modo, tu
trabajo es el de ser un constructor y un destructor de argumentos. No es tan complicado
como parece. Encontrarás que la misma lógica rige en ambos casos, por lo que cambia,
más bien, el objetivo. Eso sí: durante el debate deberás practicar de forma atenta la
escucha activa: no puedes predecir de antemano todos los movimientos que va a realizar la
otra parte, así que te toca escuchar y analizar sobre la marcha sus ideas, con el fin de
buscar una fisura por donde asaltar el castillo.

b. Una técnica de demolición en cuatro pasos2


En primero lugar, debemos advertir que no es necesario derribar uno a uno todos los
argumentos presentados por nuestro adversario. Incluso podemos hacerle alguna concesión
parcial, como hemos visto en la sección de las cinco vías medievales, para enfocar nuestro
ataque sobre aquél argumento del oponente que consideremos central o clave en su
discurso. De la misma forma, tampoco es necesario empezar nuestra intervención
atacando al rival, pues se espera que expliquemos antes cuál va a ser nuestra postura. En
la exposición inicial podemos, eso sí, presentar las líneas fundamentales de lo que será más
tarde nuestra crítica al rival, pero sin desarrollarlas (para esto ya existen normalmente
otros momentos reservados en el debate: turno de réplica, contra-réplica, etc.). Ahora
bien, como nos recomienda el mismísimo Aristóteles en su Retórica3 “en el caso de que
toque hablar después del adversario, hay que referirse en primer término a su discurso,
refutándolo y proponiendo contrasilogismos; y ello, sobre todo, si su discurso ha tenido
buena aceptación (…)”

En todo caso, será bueno ordenar nuestra refutación y presentarla adecuadamente,


siguiendo una serie de pasos preestablecidos, de forma que ésta logre todo su efecto y
brillantez:

Primer Paso: “Ustedes han dicho…”

Es importante que el público (y el jurado) sepa claramente contra qué idea de nuestro
oponente vamos a lanzar la refutación. En una forma breve y concisa, debemos parafrasear
lo dicho anteriormente por el equipo contrario, para lo cual se necesitan dos habilidades
poco practicadas hoy día: saber escuchar y saber tomar notas de lo dicho durante el
debate.

Segundo Paso: “Sin embargo…”

Una vez expuesta la tesis de nuestro contrario, debemos presentar en forma de titular
nuestra refutación (es decir, nuestra contra-tesis o antítesis). En ella expresaremos el
motivo por el que consideramos rechazable el argumento del contrincante: porque no ha
demostrado nada, porque carece de pruebas, o bien lo que dice es irrelevante o incluso
incoherente o contradictorio. En la sección general de los Esquemas Argumentativos,
hemos ido desgranando las posibles críticas a cada uno de ellos. Pero en este paso, nos
limitamos a señalar el fallo o vicio de dicho argumento.

Tercer Paso: “Porque…”


Este es el momento de poner las cartas sobre la mesa, mostrar las razones que nos
respaldan en nuestra crítica al adversario. Al fin y al cabo, una refutación es a su vez un
argumento (un contra-argumento, diríamos mejor), por lo que debe ser igualmente
respaldado en base a datos, ideas, valores o principios que se deben ser explícitamente
comparados con los que presentó la otra parte, de forma que facilitemos al jurado y al
público la tarea de comparar las credenciales de ambos bandos. Por eso, no sólo
explicaremos el error de nuestro adversario, sino también la relevancia de dicho error para
la cuestión o problema que nos ocupa.

Cuarto Paso: “Y, por tanto…”

Presentar la conclusión final de nuestro alegato, aunque pueda parecer repetitivo o


innecesario por darse por sobreentendido, es sin embargo un recurso útil para confirmar al
público y al jurado que somos nosotros quienes llevamos razón (es lo que metafóricamente
suele afirmarse como "rematar la faena"). En dicha conclusión, volvemos a presentar la
tesis original de nuestro adversario poniendo el énfasis en su debilidad o defecto (o
resaltando por el contrario la superioridad de nuestra postura).

EJEMPLO BREVE DE REFUTACIÓN EN CUATRO PASOS

“Ustedes han dicho antes que legalizar las drogas sería un error, ya que produciría un
aumento instantáneo de su consumo. Sin embargo, nosotros creemos que dicha
conclusión carece de fundamento y es más bien una forma catastrofista e ineficaz de
plantear la cuestión; porque, en realidad, nuestros adversarios no desconocen el hecho
de que aquellos países como Holanda, en los que se ha legalizado el consumo de ciertas
drogas, dicho consumo no ha aumentado, ni siquiera es superior al consumo de las
mismas drogas en nuestro país, donde, sin embargo, resultan ser ilegales. Por lo tanto,
es evidente que legalizar las drogas no tiene por qué producir dichos efectos perniciosos
y, más bien al contrario, creemos que nos evitaría algunos de los graves problemas que
provoca actualmente su ilegalización, como demostraremos a continuación…”

c. Atacar los puntos débiles


Dejando a un lado la forma de presentar nuestra refutación y entrando en el meollo de la
cuestión, podemos decir que existen muy diversas estrategias para atacar a nuestro
contrincante. Siempre debemos buscar el eslabón más débil para romper la cadena de su
razonamiento. Dado que un argumento está compuesto típicamente por unas premisas que
nos conducen a una conclusión, el adversario nos ofrece tres flancos sobre los que incidir,
así que existen en principio tres posibles estrategias:

1º Atacar las premisas.

2º Atacar la conclusión.

3º Atacar el paso (la inferencia) desde las premisas hasta la conclusión.

Pero, en todas estas estrategias, de forma casi inevitable, acabaremos luchando cuerpo a
cuerpo con las ideas y argumentos de nuestro oponente, pues no se puede capturar el
botín sin abordar el barco enemigo. Él, presentando de una determinada forma su tesis, ha
escogido las armas y el campo de batalla, y nosotros tendremos que entrar en ese
escenario para derrotar su ejército de razones, datos y juicios de valor.
3.2. Cómo atacar las premisas
Como acabamos de decir, una de las formas de refutar la argumentación de tu oponente
consiste en debilitar su argumento atacando las premisas en que se apoya. Una premisa es
una afirmación que, en caso de ser verdadera, respaldaría a su vez la verdad de la
conclusión o tesis que hemos expuesto. De forma simplificada, todo argumento está
compuesto de tres elementos:

1ª premisa: "Si se legalizan las drogas, será más fácil acceder a ellas"

2ª premisa: "Si se accede más fácil a las drogas, su consumo se dispararía”

Conclusión: "No se deben legalizar las drogas”.

Podemos decir que estas tres partes responden a su vez a estas tres preguntas (aunque
ahora empezaremos por el final):

 La conclusión o tesis defendida por nuestro oponente, responde a la pregunta: ¿Qué se

pretende afirmar? “Que no se deben legalizar las drogas”

 La segunda premisa expresa la razón o el dato que lleva a la conclusión: ¿Por qué afirma

eso? “porque con la legalización de la droga, su consumo se dispararía”

 La primera premisa, expresa el fundamento o garantía última que permite conectar la

segunda premisa con la conclusión. Responde a la pregunta: ¿En qué se basa para

afirmarlo? “en que la legalización haría mucho más fácil el acceso a dicha droga” o dicho

al contrario, “que la prohibición dificulta el acceso y por tanto, el consumo de una droga”.
Si nuestro adversario consigue demostrar que dichas premisas son verdaderas, resultará
muy difícil que la conclusión no se imponga también como verdadera por su propio peso.
Éstos son, por tanto, los barcos que debemos abordar en primer lugar.

Ya en la Edad Media se utilizaba la expresión "Niego la mayor" o "Niego la menor”


refiriéndose a un tipo de argumento (el silogismo) en el que existían 2 premisas (premisa
mayor y premisa menor). Hoy podríamos decir que todo argumento se basa en un principio
general y en la aplicación de dicho principio a la cuestión concreta que estamos tratando. Y
ambas premisas nos conducirían inevitablemente a aceptar la conclusión.

Ejemplo

Premisa mayor: Toda forma de arte merece ser conservada


Premisa menor: La fiesta taurina es un arte
Conclusión: Por tanto, la fiesta taurina merece ser conservada
a. Negar la premisa mayor
(Es falso que toda forma de arte merece ser conservada)

Con esta estrategia, nos olvidamos de la otra premisa y de la conclusión: vamos


directamente al principio general, al fundamento último en el que se basa el razonamiento
de nuestro oponente. Así que desacreditamos todo el razonamiento desde su base: si
demostramos que el argumento se basa en el fondo en una idea equivocada, en un
pensamiento erróneo, entonces el argumento está viciado desde el principio.

Así, en el ejemplo, podríamos indicar que no todas las formas de arte merecen ser
conservadas, en especial aquellas que producen un daño innecesario a los seres vivos.
¿Defenderíamos la permanencia de rituales tan expresivos y con tanta fuerza estética como
un sacrificio humano? Fueron tradiciones bien asentadas en su día. Luego conservar lo
establecido, por muy artístico que pretenda ser, carece de justificación de forma
indiscriminada.

b. Negar la premisa menor


(La fiesta taurina no es una forma de arte)

Aunque demos por buena la idea general o garantía de base (“el arte debe ser
conservado”), consideramos que no se puede aplicar a este caso concreto del que hablamos
(el toreo) debido a que no cumple los requisitos exigidos. Así, por ejemplo, podría decirse
que el auténtico arte genera en quien lo contempla una emoción estética, lo cual no se
produce en las personas a las que les repugna contemplar el sufrimiento animal.
Buscaríamos en un diccionario la definición de arte, analizaríamos varios tipos de arte
comúnmente aceptados y explicaríamos las diferencias con respecto al toreo y lo que sus
defensores proclaman como arte.

En este punto, cuando atacamos la premisa menor y afirmamos que no se puede aplicar el
principio general (la mayor) a este caso concreto que estamos discutiendo (aquí, los toros)
hemos de tener cuidado, ya que a veces incurrimos sin darnos cuenta en la llamada falacia
del “ningún escocés verdadero”4. Esta es la historia:

Una mañana, un escocés está leyendo un periódico y lee sobre un maniático sexual inglés
que ha atacado nuevamente a varias mujeres. Muy indignado, el escocés asegura que
“ningún escocés haría algo así”. Al día siguiente, lee un artículo sobre un escocés que ha
hecho cosas peores que el inglés, y exclama “no será un auténtico escocés, porque ningún
escocés verdadero haría algo así”.

Si nuestro oponente se refugia en este tipo de argumentos para esquivar nuestra crítica a
su premisa menor, podemos acusarle de caer en la falacia del “ningún escocés verdadero”:
“pues sí, fulanito es escocés y sin embargo, mira cómo actúa” (en nuestro caso taurino,
podrían replicarnos: “pues sí, matan al toro, pero aún así es un arte, por esto y por
aquello…”).

Ahora bien, hay casos en que el argumento de “ningún escocés verdadero” no resulta falaz,
como cuando decimos: “ningún verdadero vegetariano come carne”. Esto no es una falacia,
sino una regla general correcta que cuando se aplica a un caso particular (“a Pepe le
encanta el chuletón de buey”) nos permite extraer la conclusión correspondiente (“Pepe no
es un auténtico vegetariano”). La forma de saber si estamos haciendo un uso falaz o
correcto del argumento del escocés, consiste en poner juntos los conceptos que se están
tratando y ver si realmente son incompatibles entre sí (ser vegetariano y comer carne sí es,
lógicamente, incompatible; pero haber nacido en Escocia y ser un maníaco sexual no son
términos lógicamente incompatibles, de hecho, son dos cosas totalmente independientes).
¿Podría ser compatible el carácter artístico del toreo con el hecho de que produzca un
sufrimiento gratuito y cruel al animal?

Para concluir esta sección, recordaremos que no solo podemos atacar las premisas de un
silogismo clásico como los que hemos visto aquí, sino que también pueden atacarse las
premisas (o, al menos, la premisa fundamental) de cualquier tipo de argumento mostrando
que tales premisas son falsas o son dudosas y débiles. El modo de atacar dichas premisas
dependerá del tipo de argumento que tratemos de refutar (causal, analógico, por
generalización, definiciones, dilemas, etc.) como ya hemos mostrado en las distintas
secciones del apartado de Técnicas argumentativas.

3.3. Cómo atacar la conclusión


"El destino mezcla las cartas, pero nosotros las jugamos."

(Atribuido a A. Schopenhauer)

Puede resultar que nuestro oponente tenga en su mano mejores cartas que las nuestras. A
veces, nos encontramos con que los argumentos de nuestro contrincante están muy bien
construidos, “muy bien armados” de razones, datos, ejemplos y matices, citas y pruebas de
todo tipo, de forma que destruir las premisas en que se fundamentan no resulta nada fácil.
Miramos nuestras cartas y parece que la partida está perdida. Pero espera, no tires la toalla
todavía: aún te quedan otras opciones para atacar la credibilidad de su posición. Como
decía el filósofo alemán Arthur Schopenhauer, existen dos vías para derribar el argumento
de nuestro contrincante: “a) la refutación directa y b) la indirecta; la directa ataca la tesis
en sus fundamentos (derribando las premisas que la sustentan para hacerla caer), mientras
que la indirecta ataca a la tesis o conclusión por sus consecuencias5.”

Por ejemplo, sería muy difícil echar abajo la confianza en las medicinas que nos recetan los
médicos intentando derribar su credibilidad (por la investigación de laboratorio que hay
detrás de cada medicamento, por los síntomas presentados por el paciente, la autoridad
científica del doctor, etc.). Pero, aún así, hay una forma de refutar la conveniencia de
algunos de esos fármacos (por ejemplo, los analgésicos, corticoides y antiinflamatorios,
dirigidos a calmar el dolor de nuestro cuerpo o aminorar los síntomas, pero no a curar la
enfermedad), mostrando el efecto pernicioso que éstos producen en nosotros a corto,
medio o largo plazo sobre nuestra salud. Mira el siguiente video y fíjate en cómo razona el
presentador su oposición a esos fármacos.

Básicamente, en esto consiste una refutación indirecta. En definitiva, podemos rechazar


la conclusión de varios modos:

a. Teniendo en cuenta las consecuencias negativas que se seguirían de admitirla y


b. Por medio de la reducción al absurdo, mostrando que nos conduce a una
contradicción.

c. Buscando un contraejemplo que contradiga la tesis o conclusión general.

a. Consecuencias negativas
Una de las formas de rechazar la conclusión de un argumento expuesto por tu oponente es
llevarla hasta el extremo y ver las consecuencias negativas que se derivarían si se
admitiera. Así, por ejemplo, ante el elevado número de accidentes de tráfico de los jóvenes
alguien podría concluir que "debe prohibirse el consumo de alcohol en nuestra sociedad". Si
llevamos a sus consecuencias esta conclusión (¿qué pasaría si el consumo de alcohol fuese
prohibido?), a pesar de parecer en principio una propuesta razonable, podría indicarse sus
efectos negativos en la economía (desastrosos para los productores de vino y miles de
trabajadores, el negativo descenso en recaudación de impuestos, etc.) o incluso en la vida
social (se podría recordar lo que ocurrió en Estados Unidos con la famosa ley seca, que
condujo a un aumento de delitos por parte de la mafia). Evidentemente, si nosotros
rechazamos con estos argumentos la prohibición total del alcohol, entonces nuestro
oponente también puede mostrar las consecuencias negativas del consumo generalizado de
bebidas alcohólicas, como hacía esta publicidad gráfica del siglo XIX:

Por otra parte, habrás de tener cuidado para no abusar de esta estrategia6 porque,
ciertamente, de cualquier creencia o conducta (incluso de aquellas que consideramos
buenas o beneficiosas) se pueden seguir consecuencias negativas: viajar puede significar
exponerse a tener un accidente, amar a alguien puede suponer que nos expongamos a la
infidelidad o perder independencia, ayudar a una ONG como voluntario puede suponer que
descuidemos nuestra familia u otras obligaciones, etc. Sin embargo, esto no quiere decir
que no sea razonable y positivo el poder viajar, amar a alguien o ser voluntario en una
ONG.

Por eso mismo, rechazar un argumento del contrincante apelando a algún riesgo o
consecuencia negativa sólo resultará útil cuando estés seguro de que las consecuencias
negativas sean desproporcionadas (es decir, cuando dichas consecuencias negativas
superen claramente a los beneficios que suponen llevar a cabo tales conductas o defender
esas creencias.) Así, por ejemplo, si nuestro contrincante defendiera que el viaje turístico
en avión es perjudicial, pues se expone uno a sufrir un accidente, puedes poner en una
balanza mental los aspectos positivos (los aviones son un transporte seguro, el avión
ahorra tiempo y abarata los precios, la compañía que fleta el avión revisa los aviones y
contrata a pilotos expertos) y los aspectos negativos (puedo sufrir un accidente). Así
dejarás en evidencia que la postura del contrincante no es razonable y puede quedar
refutada por las consecuencias que se seguirían de no usar el avión, ya que en este caso,
los aspectos positivos superan a los negativos.

De forma esquemática:

(1) Argumento del contrincante:

Si uso el avión puedo sufrir un accidente grave y no sobreviviré


Es terrible sufrir un accidente y no sobrevivir

Por tanto, es mejor no usar el avión

(2) Tu refutación:

Si uso el avión, que es un transporte seguro (al menos más que otros medios de
transporte), con esa compañía que revisa los aviones y contrata pilotos expertos, entonces
muy probablemente no sufriré un accidente y llegaré bien a mi destino.

Por tanto, no es mejor no viajar en avión.

b. Reducción al absurdo
Otra de las formas de atacar la conclusión es usar el procedimiento que se
denomina reducción al absurdo. Este procedimiento consiste en asumir la conclusión pero
mostrando que dicha conclusión encierra una contradicción. Si alguien dijera:

A: No acepto tu opinión sobre este tema, porque es una opinión relativa. Yo defiendo que
"todo es relativo".

Su oponente podría contestar:

B: Si todo es relativo, también es relativo que "todo es relativo". Por tanto, no todo es
relativo.

(En este caso, B ha mostrado que "todo es relativo" encierra una contradicción. Por un lado
se afirma que "todo es relativo" y, si es esto es verdad, entonces "todo es relativo" no es
relativo, lo cual es contradictorio, absurdo).

Usada frecuentemente en las matemáticas, la demostración llamada por reducción al


absurdo se basa en que si a partir de una tesis X llegamos a una contradicción lógica (la
afirmación simultánea de A y de no-A), entonces dicha tesis tiene que ser rechazada
porque nos lleva a una especie de callejón sin salida, a un imposible. Si, de esta forma,
demostramos que X es imposible, es decir, falsa, entonces lo contrario de X debe ser
verdadero.

Con este método demostró hace más de dos mil años el matemático griego Euclides que los
números primos son infinitos, haciendo ver que suponer lo contrario (un número primo
mayor que todos los demás) nos lleva al absurdo de tener que admitir a partir de él la
existencia de otro número primo mayor que él. Aquí va el video de la demostración,
esperamos que la entiendas:
c. Contraejemplos
Presentar contraejemplos que permitan demostrar que la conclusión o tesis general falla en
algún caso relevante o no se corresponde siempre con la realidad. Aunque suele decirse
que la excepción confirma la regla, lo cierto es que un contraejemplo (real, confirmado y
que venga al caso), pone en entredicho la verdad sostenida por nuestro oponente.

Así, por ejemplo, podríamos citar no uno, sino decenas de contraejemplos a la tesis general
que presentábamos más arriba: la necesidad de prohibir el consumo de alcohol, para evitar
los problemas que éste conlleva. Pues bien, hay muchos países en los que el alcohol no
está prohibido y, tomando otras medidas preventivas y educativas, se evita las secuelas
sociales que éste puede provocar entre la juventud. (Ver sección de los esquemas
argumentativos referido al uso de ejemplos)

3.4. Cómo atacar el paso de la premisa a la conclusión


Imagina que afirmamos:

Si una persona nace en Córdoba, entonces es andaluz.

Dalí no nació en Córdoba.

Por tanto, Dalí no era andaluz.

Resulta que las tres proposiciones que forman este argumento son verdaderas si las
miramos por separado. Sin embargo, aunque las premisas y la conclusión sean verdaderas,
resulta que el paso o inferencia desde aquéllas a ésta es ilegítimo. Dicho de otra forma: de
las premisas no se deduce necesariamente la conclusión (puesto que cabe la posibilidad de
que alguien no nazca en Córdoba y, sin embargo, sí sea andaluz, como Antonio Banderas,
por ejemplo).

Así que otra forma de atacar el argumento de tu oponente es mostrar que existe una
desconexión entre las premisas y la conclusión. En ese caso lo que falla es la inferencia o
paso de las premisas a la conclusión. La conclusión se tiene que apoyar en unas premisas.
Pero puede ocurrir que, dadas unas premisas, a partir de ellas no se puede obtener la
conclusión. Podemos recurrir a la expresión latina "non sequitur", que viene a traducirse
por "no se sigue", es decir, la conclusión no puede seguirse de las premisas con las que
contamos. Eso es lo que ocurre generalmente cuando hablamos de falacias7.

Supongamos el siguiente argumento8:

A: Los estudios realizados muestran que los alimentos transgénicos son seguros. Por tanto,
no hay razones para rechazarlos.

(En este caso, de la premisa "Los estudios realizados muestran que los alimentos
transgénicos son alimentos seguros" no se sigue que no haya razones para rechazarlos.
Una cosa es que los alimentos transgénicos se puedan consumir con seguridad y otra cosa,
totalmente desconectada de lo anterior, es que no haya razones distintas a las sanitarias
para rechazarlos. Así, por ejemplo, un ecologista podría rechazarlos por la posible amenaza
al medio ambiente a largo plazo, o por razones económicas (esas semillas podrían ser más
caras), o por otro tipo de razones (pérdida de variedades tradicionales, mercado
monopolístico, explotación del tercer mundo…). En este caso, diríamos que ser unos
alimentos seguros es una condición necesaria, pero no suficiente para aprobar su
producción y consumo.

En el terreno judicial también encontramos algún ejemplo: del hecho de que alguien sea un
ladrón y merodeara por el barrio no se sigue, necesariamente, que sea el delincuente
buscado. Eso es lo que señalaría su abogado. De ahí que se mantenga la presunción de
inocencia. Lo que se tratará de mostrar en el juicio, en caso de ser el principal sospechoso,
es que las pruebas encontradas son evidentes o ciertas y demuestran que dicha conexión
se puede hacer.

En realidad, aunque el número y la variedad de las falacias es apabullante, podemos


resumir tres clases de razones por las que las premisas no sostienen realmente la
conclusión: porque dichas pruebas no están aceptadas (caso del ladrón), porque son
irrelevantes para el caso (caso del no-cordobés Dalí) o porque son premisas insuficientes
para sustentar la conclusión (caso del alimento transgénico). 9 Estos tres criterios (utilizar
pruebas aceptadas, relevantes y suficientes) nos permitirá encontrar los puntos débiles del
argumento de nuestro oponente, señalando entonces que su tesis o conclusión carece de
fundamento.

1º) Porque se basa en pruebas o PREMISAS NO ACEPTADAS:


Esto significa que las pruebas aportadas no tienen la calidad suficiente para ser aceptables,

A) bien porque el fundamento último (ver ejemplos de cómo se niega la mayor,) carece de
la necesaria evidencia. Es dudoso, luego no apoya la conclusión; ejemplo: si alguien opina
que "el Estado debe prohibir todo consumo de alcohol, por sus efectos sobre la salud de los
ciudadanos", se podría negar la mayor diciendo "¿y quién es el gobierno para decidir por mí
sobre mi propia salud?”

B) o bien, porque dichas afirmaciones no gozan del reconocimiento general (ya sabemos
que una afirmación no es más verdadera por el número de personas que creen en ella, eso
sería una falacia “ad populum”, pero es necesario en un debate que nuestras tesis se
apoyen en verdades comúnmente aceptadas por el público, en eso que llamamos el sentido
común); “todo el mundo sabe que eso no es así…”, “eso no es de sentido común…”;

C) o bien, porque las pruebas aportadas carecen de la necesaria validez científica que las
sustentarían; a veces, la opinión pública o el sentido común no son suficientes para
respaldar una tesis dado que la cuestión es más técnica; ejemplo: "mucha gente desconfía
de la instalación de antenas de telefonía cerca de sus viviendas, pero realmente no existen
evidencias científicas que respalde ese temor".

2º) Porque se basa en PREMISAS IRRELEVANTES:


Aquí nos preguntamos si las premisas aportadas por nuestro oponente son relevantes para
la conclusión presentada. Es decir, medimos la calidad de la conexión entre las premisas y
la conclusión. Si las premisas, aún siendo verdaderas, no tienen una conexión directa con la
tesis afirmada, podemos mostrar que el argumento no es concluyente, no prueba nada.

De hecho, no existe una única prueba de relevancia, sino tantas como tipos de argumentos
existen. Te recomendamos que eches un vistazo a la sección de Falacias de Relevancia, así
como los apartados correspondientes a las Técnicas Argumentativas, donde te enseñamos a
construir y a destruir los principales tipos de argumentos. Pero, por si estás un poco escaso
de tiempo, te presentamos aquí un breve resumen:
3º) Porque se basa en PREMISAS INSUFICIENTES:
¿Nos ofrecen las premisas, aun siendo verdaderas, la suficiente base como para afirmar la
conclusión? De no ser así, nuestro argumento será débil y la conclusión injustificada. Como
en el caso anterior, habrá tantos posibles fallos, como tipos de falacias y esquemas
argumentativos relacionados con ellos.
4. Cómo dominar el terreno de juego
En el deporte, como en la guerra, los estrategas saben de la importancia de dominar el
terreno de la contienda, eligiendo las posiciones más favorables para la batalla, y siempre
teniendo en cuenta las fuerzas propias y las del contrincante. Evidentemente, uno no sabe
qué estrategia, qué argumentos o qué tácticas de ataque habrá preparado el contrincante.
En todo caso, aquí ocurre como en el fútbol, quien domina el balón más tiempo tiene más
posibilidades de ganar (aunque aquí, la posesión del balón no representa la posesión de la
palabra, ya que los tiempos suelen estar muy regulados y equilibrados en cualquier debate,
sino que nos referimos, más bien, a conseguir el protagonismo o la iniciativa durante el
transcurso del mismo).
El juego de debatir deja siempre cierto margen de maniobra a quien presenta una tesis o
recibe un ataque, para reaccionar de una u otra manera, sin tener que someterse a la
estrategia del rival. Por supuesto, no nos estamos refiriendo a las estrategias
contaminantes, manipuladoras y sofísticas tan típicas como groseras: interrumpir
continuamente o humillar al contrario burlándose de él, olvidarse del tema tratado y saltar
a otro que nada tiene que ver con la pregunta formulada, inventar hechos o citas falsos,
recurrir patéticamente a la compasión del público o excitar sus emociones y sus miedos,
etc., etc. Basta ver ciertos debates políticos y las tertulias en ciertas cadenas de televisión
para observar magníficos ejemplos de lo que podríamos calificar de “terrorismo dialéctico” o
de simple "basura retórica".
Pero lo cierto es que siempre nos cabe maniobrar hábilmente, usando algunas buenas
estrategias de defensa y contraataque, que pasamos a explicar:

4.1. Conquistar los espacios


La metáfora del juego que enfrenta a dos adversarios resulta interesante porque nos
muestra algunas de las características que debemos tener muy en cuenta si queremos
ganar el enfrentamiento. Jugar un juego nos indica ante todo dinamismo: el juego es un
movimiento continuo y en el caso del debate conlleva el despliegue de ideas y argumentos
en el tiempo que transcurre rápida e inexorablemente. Aprovechar adecuadamente esos
tiempos, que suelen estar nítidamente tasados y controlados, es muy importante; y darle a
cada momento lo que le corresponde (la introducción, el desarrollo, el tiempo de la réplica,
la conclusión) es fundamental. Por eso, no puede haber mayor error que dejarlo todo a la
improvisación y a la incierta visita de las musas inspiradoras. Nuestro debate debe estar
planificado y ensayado previamente si queremos dominar la situación y obtener un
resultado brillante.

Pero la misma idea del movimiento implica que además de un tiempo haya un espacio por
el que moverse, un campo de juego con posiciones diferenciadas1. Y, en efecto, en un
debate, aunque los debatientes se planten detrás de un atril, también podemos hallar
zonas o puntos de fricción diferenciados (mis zonas de defensa, de ataque, de
contraataque...).

La línea imaginaria del centro del campo sería aquélla marcada por la propia pregunta o
tema del debate (por ejemplo, ¿debería legalizarse la venta de marihuana?), que nosotros
normalmente no hemos podido elegir, pero que delimita rotundamente a un lado y otro las
posiciones de ambos bandos: a favor y en contra. La elección del tema o proposición
general a debatir es también crucial porque delimita el perímetro de nuestro campo de
juego, es decir: de qué temas vamos a debatir y qué cuestiones no vienen a cuento porque
quedan fuera del tema de debate. Por todo ello, hay que insistir en la importancia de
redactar la cuestión o tema del debate de una forma precisa y clara, sin ambigüedades ni
vaguedad, para que los contendientes sepan a qué atenerse y cuál es exactamente la
posición que debe defender.
Esta imagen del campo de juego nos permite entender varias ideas: 1º) la importancia de
proteger la retaguardia, preparar nuestra defensa ante los ataques del enemigo; 2º) la
importancia de preparar ataques que lleguen hasta las posiciones enemigas para poder
conquistarlas; y sobre todo, 3º) la importancia crucial de controlar la mayor parte del
campo. Si el debate se juega constantemente en nuestro campo (cuando nos vemos
forzados a defendernos todo el rato) la sensación es que el contrario nos está dominando,
incluso aunque nuestra defensa sea sólida; y a la vez, el riesgo de que nos metan un gol es
más alto. Hay un refrán deportivo según el cual "los partidos se ganan en ataque y se
pierden en defensa". Meter goles y que no te los metan... ¡así de simple! Pero, para ello,
los entrenadores y estrategas disponen de distintas posibilidades. Nosotros vamos a
fijarnos en dos tácticas que nos pueden ser útiles en el debate: a) buscar las zonas en las
que sabemos que tenemos ventaja, y b) ocupar la mayor parte del tiempo el centro del
campo.

A. Ganar posiciones ventajosas.


Igual que en el campo de batalla hay posiciones elevadas o bien protegidas desde las que
resulta más fácil ganar la contienda, en todo tema de debate podemos distinguir asuntos o
aspectos que nos pueden resultar favorables (así como otros resultarán más propicios a
nuestro adversario). En efecto, un tema general como la legalización de la marihuana
presenta diferentes flancos o asuntos más concretos en los que se subdivide la cuestión
general: así, podemos analizar las ventajas e inconvenientes de su legalización desde el
puntos de vista económico (hacer aflorar un negocio que ahora es negro y no contribuye),
o desde el punto de vista legal (¿aumentaría o disminuiría la delincuencia y delitos
asociados a la droga?) o incluso desde la perspectiva de los derechos de las personas
(¿más libertad, menos orden?).

Por tanto, el enfrentamiento general se ha concretado ahora en una serie de asuntos


particulares o frentes de batalla distintos: nuestra misión es conquistar esas posiciones
para que el público y el jurado entienda que nosotros merecemos ganar el debate.
Podemos perder en algún frente, pero ganar en los demás, obteniendo en la mente del
jurado la sensación de haber ganado el debate, al dominar la mayor parte del terreno.

Aquí observamos que la posición a favor gana claramente la mayoría de los asuntos
debatidos. Así, nuestra labor de preparación consistirá en detallar y analizar esos asuntos o
frentes de debate en los que se subdivide el tema general, calculando en cuáles de ellos
tenemos una ventaja comparativa. En ellos incidiremos especialmente durante el debate,
aunque también prepararemos para defendernos en los otros frentes menos propicios.

El orden en que presentamos y discutimos estas cuestiones resulta también muy


importante. Debemos comprender el orden lógico que puede haber entre las cuestiones a
tratar, la prioridad que tienen unas sobre otras: ciertas cuestiones no pueden platearse
(por ejemplo, el modo de dispensar la marihuana, en farmacias o en estancos) sin haber
resuelto antes otras cuestiones previas, en un orden lógico (si el estado debe legalizar su
venta).

Ahora bien, para vencer en un debate no sólo importa la cantidad, el número de frentes
ganados, sino también la relevancia que cada asunto particular pueda tener en él. Si
convencemos al jurado de que uno de los asuntos a tratar es más significativo o relevante
para la cuestión debatida que todos los demás juntos, es posible que ganemos el debate
simplemente imponiéndonos en ese frente, aunque perdamos los demás.

Teniendo en cuenta esto, será muy importante que sepamos presentar nuestros
argumentos ante el jurado para que estos ocupen un mayor espacio en sus mentes, es
decir, para que los jueces aprecien la relevancia significativa del asunto que tratamos y en
el que esperamos poder tener una clara ventaja. Para ello, al público y al jurado debemos
presentarle no sólo el contenido desnudo de los argumentos que hemos preparado, sino
también un comentario de su importancia para el tema tratado, con indicaciones claras del
mensaje principal que queremos trasmitir, así como de la estructura que vamos a seguir en
nuestra argumentación.

Recomendamos para ello2, en primer lugar, escribir y utilizar en varias partes del debate
(desde luego en la Introducción y en la conclusión final) LEMAS o frases cortas en las que
podamos resumir nuestro argumento, con el fin de remarcarlo en la mente del jurado.
Como el eslogan de un anuncio publicitario, el lema puede indicar de forma simple pero
llamativa lo esencial de nuestro argumento, de forma afirmativa (mejor que negativa) y
declarativa (no interrogativa). Un ejemplo:

ARGUMENTO
"Como partidarios de la legalización de la marihuana, consideramos que su ilegalización
actual, además de ser inútil, pues dicha sustancia es fácilmente accesible en nuestro país
a pesar de todo, promueve un mercado negro y el negocio de las mafias que trafican con
ella. Dicho negocio ilegal, base de múltiples delitos, desaparecería inmediatamente en
cuanto la marihuana fuera legalizada."

LEMA

"La marihuana ya es accesible, legalizarla acabará con el narcotráfico."

En segundo lugar, es recomendable seguir ciertas PAUTAS ESTRUCTURALES, ya que el


público y los jueces no tienen a mano el esquema de lo que va a ser nuestra
argumentación, pero nosotros podemos hacérsela llegar y remarcársela por otros medios:

1º. Respetar el orden estructural formado por introducción-cuerpo-conclusión con sus


respectivas funciones: presentar-invitar al auditorio a escuchar nuestra postura, desarrollar
su esencia, resumir lo dicho.

2º. Darle importancia crucial al principio y al final. Las reglas psicológicas de la primacía y
la recencia nos aseguran que el oyente siempre recuerda mejor lo primero que se dijo y lo
último y más reciente que se acaba de decir. Ambos momentos del debate suelen ser
despreciados por muchos debatientes novatos, pensando que la clave está en el medio, en
el cuerpo a cuerpo. No debemos olvidar nunca explicar a la audiencia en nuestra
introducción un anticipo de lo que va a ser nuestra argumentación, y en la conclusión final,
un resumen del mismo esquema argumentativo.

3º. Incluso en el cuerpo central, cuando pasamos de un argumento a otro, debemos


indicarlo explícitamente: "hasta aquí hemos visto este asunto... y ahora trataremos este
otro aspecto del tema..." No debemos sentir miedo de ser redundantes, pues la
redundancia (la repetición de la misma idea a lo largo del enunciado, como en "pude verla
con mis propios ojos") es una buena herramienta para intensificar el significado de dicha
idea y que ésta gane más espacio en la mente de nuestros jueces y público.

En resumen, los argumentos bien estructurados y bien presentados nos permiten ganar
debates por dos razones: porque dan una sensación de control del juego y porque logran
ocupar más espacio en la mente del jurado.

B. Dominar el centro del campo.


En el fútbol moderno, quien domina el centro del campo, domina el juego y la posesión del
balón, teniendo más posibilidades de llegar a la puerta contraria.

Pero nos vamos a referir ahora a un concepto del espacio, a un dominio del terreno de
juego dialéctico, diferente del que hemos hablado en el apartado anterior. Decía el viejo
Aristóteles: In medio virtus est, "en el medio está la virtud", esto es, la rectitud y la fuerza
(para los antiguos, la virtud significaba ambas cosas a la vez). El orador que logre situarse
en ese punto intermedio que huye de los extremismos, en ese lugar imaginario donde
habita el sentido común, alejado de todo fanatismo radical, conquistará probablemente el
corazón del auditorio y de los jueces. De ahí las referencias constantes, en el discurso
político, a expresiones como: "es bien sabido que...", "como todo el mundo sabe...","la
gente no está de acuerdo con....", "resulta de sentido común...", "...hacer las cosas como
Dios manda", "y como siempre se ha dicho...", etc.
El propio Aristóteles nos ofrece otra razón poderosa para echar mano de lo que la gente
suele decir o pensar, lo que llamamos tópicos, a los que el estagirita dedicó incluso una de
sus obras: los temas que solemos presentar a debate no pueden ser resueltos de forma
rotunda mediante argumentos basados en premisas evidentes o demostrables
científicamente (¿es mejor prohibir o legalizar las drogas? ¿es más ético ser de derechas o
de izquierdas? ¿está preparada una chica de 16 años para abortar? etc., etc.), porque en
ese caso no habría nada que debatir, se recurriría a la solución científica y punto. Pero
estos temas éticos y estéticos, sociales o políticos, por su propia naturaleza, no admiten
demostraciones rigurosas y necesarias, por lo que el razonamiento lógico debe ser
sustituido por un recurso a las razones más plausibles que seguras, más verosímiles que
verdaderos, más probables que necesarios. Aristóteles nos define qué es plausible, como
aquello que parece bueno o verdadero "ya para todos los hombres, ya para la mayor parte,
ya para los más sabios; y entre estos, ya para todos ellos, ya para la mayoría".

En conclusión, intentar conquistar esa zona intermedia en la que confluyen la mayoría de


las opiniones o las opiniones más autorizadas, para consolidar tu postura ante el auditorio.
De esta forma, podremos hacerles ver a público y jueces que aquello de lo que queremos
convencerles (nuestra tesis) se sigue claramente de aquello de lo que ya están convencidos
(de esos lugares comunes o tópicos que la gente suele compartir, del aquél ya citado
"sentido común"). La cuestión no es superficial, porque el propio enfoque del debate, tal
como suelen plantearse estos en torneos de estudiantes o en tertulias al uso (no hablemos
de los chats y foros de opinión en internet), se tiende a exacerbar artificialmente las
posturas de los contendientes, presentándolas como polos opuestos e irreconciliables.
Recordemos una vez más a Aristóteles: in medio virtus est. Allí donde no cabe la
demostración matemática, sólo cabe la argumentación razonable y mesurada.

4.2. Cambiar de plano


Esta estrategia consiste en zafarse del ataque enemigo, buscando un nivel diferente de
enfrentamiento, un plano distinto en el que plantear la batalla. Consiste, por ejemplo, en
retomar el tema en cuestión pero pasando del nivel de los ejemplos concretos al nivel más
abstracto de las ideas (o viceversa); o bien cambiar del plano teórico de la discusión a un
plano más práctico y cotidiano; o bien, pasar de los hechos presentados como datos
indiscutibles a los valores y principios morales que andan en juego; o bien del terreno de lo
particular a un campo más amplio de aplicación… y todo esto, por supuesto, sin abandonar
el tema que se está tratando. Por ello, no se debe confundir esta estrategia con el
zigzagueo propio de quien pretende sólo esquivar la cuestión y evitar enfrentarse al
argumento del oponente cambiando de tema, sino como una manera de llevar el asunto al
terreno que le conviene al orador para presentar su propio argumento o su defensa.

Ejemplos de esta estrategia: los partidarios de la pena de muerte suelen hacer


referencia a crímenes concretos especialmente crueles y dramáticos (difíciles de ignorar)
para justificar su postura, pero podemos contestarles cambiando a un plano más abstracto
y responderles con un argumento sobre el derecho a la vida: Un Estado que quita la vida,
en nombre del carácter sagrado de la vida, está contradiciendo y arruinando ese principio.
O bien, como decía Gandhi, “Ojo por ojo, y todos tuertos” (por supuesto, nuestro oponente
puede intentar hacer lo contrario: de los principios generales, pasar a los ejemplos
concretos). También podemos cambiar de un plano particular, nacional (“la delincuencia en
España y lo 'fácil' que se sale de la cárcel aquí”) a un plano más amplio o general en el
ámbito europeo (“pero resulta que las leyes penales españolas son de las más duras de
Europa, y eso que el número de delitos en España es de los más bajos de la Unión”).

O bien, como hemos indicado, podemos pasar del plano de los hechos (“en mi barrio, los
jóvenes hacen botellón y lo dejan todo asqueroso”), al plano de los valores (“la libertad
frente al estado policial, la tolerancia y el derecho a divertirse requiere de espacios
adecuados”). Y, por último, del plano teórico al práctico (el típico reproche: "tú no tienes
los pies en la tierra", “eso que dices suena muy bonito pero, en la realidad, las cosas
funcionan de otra forma”, etc.).

4.3. Divide y vencerás


Ya sabemos lo que significa este lema en la estrategia militar de ataque contra un enemigo
en el frente de batalla; pero cuando se trata de defenderse, también es posible salvar una
parte de nuestras posiciones y acabar venciendo a nuestro rival, realizando una división,
una distinción o una clasificación que separe la parte “tocada” de la que sigue indemne.

La conocida como "política de tierra quemada" o de "tierra arrasada", es una táctica


militar consistente en destruir cualquier cosa que pudiera ser de utilidad al enemigo
cuando una fuerza avanza a través de un territorio o se retira del mismo.
El origen histórico del término tierra quemada proviene seguramente de la práctica de
quemar los campos de cereales durante las guerras y conflictos en la antigüedad. Sin
embargo, no se limita en absoluto a cosechas o víveres, sino que incluye cualquier cosa
que pueda servir de refugio, transporte o suministro al enemigo.
La táctica de la tierra quemada es una acción que vincula los
aspectos militares y económicos o incluso psicológicos de una estrategia militar. Estas
acciones destructivas tienen la ventaja de que no requieren adelantos tecnológicos ni una
especialización particular por parte de los combatientes que la aplican. Cuando se emplea
en territorio enemigo se pretende destruir la voluntad de resistir del mismo mediante la
intimidación, provocando sufrimiento a las poblaciones locales al destruir sus propiedades
y medios de subsistencia. Si se aplica en territorio propio al retirarse, el objetivo es
retrasar o incluso detener el avance enemigo al dejarle sin recursos que aprovechar, o
entorpeciendo su movimiento.
La tierra quemada ha resultado históricamente muy eficaz para facciones que de otra
forma no hubieran sido capaces de resistir el avance de ejércitos mejor organizados y
más poderosos, aunque en la guerra moderna su utilidad es menor, ya que todo
contingente armado suele cargar con sus propios suministros en lugar de vivir del
terreno, como se hacía siglos atrás...3

Puede parecer un atrincheramiento cobarde pero, en ocasiones, matizar permite reforzar la


posición propia original. O sea, haremos hincapié en que hay que señalar diferencias
relevantes dentro de lo que nuestro adversario acaba de criticar, para intentar salvar la
parte que consideramos importante. Por ejemplo, las críticas al poder de la Iglesia suelen
ser contestadas diciendo que los cristianos también están trabajando con los más pobres
(pero así, tácitamente admiten que una cosa es la jerarquía eclesial y otra la base social,
los fieles de a pie). Otro ejemplo: si el sindicato critica al gobierno por implantar unos
míseros contratos por horas, éste puede contestar que si bien puede afectar al sueldo, a
cambio el trabajador tiene más tiempo libre para su familia o para formarse a la vez que
trabaja. Se trata, por tanto, de hacer distinciones dentro de ese todo del que se discute,
que siempre es complejo y poliédrico.

La división del campo de juego tiene la finalidad de eludir la presión de nuestro adversario
en el punto principal que acaba de atacar, refugiándonos en aquellos otros terrenos
(aunque sean parciales y algo más periféricos al tema de debate) en los que nos sentimos
más seguros en el intercambio de golpes. Evidentemente, nuestro rival no quedará
satisfecho con esta táctica, sino molesto y contrariado: “Crea una situación muy
insidiosa para el interlocutor, pues aunque le damos fuera de la diana previamente
establecida, no deja de ser un tiro acertado; es como acertar a un faisán durante la caza
del jabalí. La presa no es la deseada, pero el cazador no vuelve a casa con las manos
vacías.” (CATTANI, 2003, 101). Nuestro adversario, por supuesto, reclamará volver al tema
central, buscando el cuerpo a cuerpo, en el que se siente superior, por lo que esta
estrategia es bastante arriesgada y no siempre aconsejable.

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