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Cuando escuches atentamente entonces debes interpretar lo que ha dicho con generosidad
y con todo rigor, sin cambiar, deformar o ridiculizar sus argumentos. De lo contrario caerás
en la falacia del espantapájaros.
Cuando defiendas tu punto de vista, debes hacerlo aportando argumentos siempre que te
lo pida tu oponente. Recuerda que al introducir una afirmación nueva estás obligado/a a
llevar la carga de la prueba, es decir, a justificar con argumentos lo que has dicho.
Procura dar una variedad de razones para hacer más aceptable tu conclusión. Tus razones
han de ser variadas en cantidad ( deben ser varias y pertenecer a varios campos diferentes
(economía, psicología, filosofía, ética, historia, política, etc.) ) y también en calidad ( han
de tener la mayor fuerza posible para apoyar tu punto de vista).
6. Sé claro
Procura que se te entienda bien. Trata de evitar expresiones o frases que resulten oscuras
o ambiguas. Define con claridad y precisión el significado de los términos que utilices
cuando tu oponente te lo pide. Sé conciso en la exposición de argumentos, evita irte por las
ramas (¡Lo bueno, si breve, dos veces bueno¡). Procura que tu voz se escuche con claridad
y buen ritmo.
Di aquello que creas que es verdad. No aportes ideas que sepas o creas que son falsas. Sé
cuidadosa/o para evitar las falacias o estrategias que contaminen el debate.
8. Juega limpio
Respeta los turnos de palabra. Ten cortesía con tus oponentes. Evita expresiones o gestos
fuera de tono. Sé prudente. Respeta la labor del moderador y de los jueces. Reconoce la
victoria de tu contrincante.
1. Construcción de argumentos
Para que tengas éxito en el debate tendrás, en primer lugar, que construir un número
variado de argumentos que defiendan tu postura. Ese número no debe ser muy amplio.
Bastará con unos pocos argumentos, coordinados entre sí, para apoyar tu postura. Podrás
tener, en tu arsenal argumentativo, otros argumentos que quizás no tengas tiempo de
exponer durante el debate. También deberás disponer de argumentos contrarios a la
postura de tu contrincante, con el fin de refutar sus argumentos, atacando así la postura
que tu oponente tenga que defender.
La construcción de argumentos se hará teniendo en cuenta la información que hayas
recopilado.
Tendrás que distinguir entre premisas y conclusión, de forma que las premisas (que son lo
que viene primero) apoyen la conclusión (que viene después). Los pasos a seguir en la
construcción de los argumentos serían los siguientes:
1. Modelo convergente
Las premisas apoyan la conclusión de modo independiente.
Ejemplo:
2. Modelo divergente
Una premisa apoya dos conclusiones diferentes.
Ejemplo:
3. Modelo serial
Una premisa apoya una conclusión que, a su vez, es premisa de otra conclusión posterior.
Ejemplo:
Ejemplo 1
Premisa: Nadie tiene derecho a quitarle la vida a nadie.
Ejemplo 2
Premisa: La crisis ha bajado la recaudación de impuestos.
Ejemplo 3
Premisa: El uso indiscriminado de antibióticos puede ser perjudicial.
2. Ordenación de argumentos
Después de construir los argumentos, es conveniente que dediques un tiempo para
ordenarlos. Un apoyo gráfico que puedes usar para la ordenación de los
argumentos construidos y en la planificación del debate es el siguiente:
Ejemplo:
IV. El proceso de preparación del debate
Hemos dividido el proceso de debate en varios apartados, reactualizando un viejo modelo
inventado en la antigüedad por Cicerón, uno de los grandes maestros de la Retórica. Este
proceso comienza en el momento en que te dan a conocer el tema que tendrá que ser
debatido y finaliza cuando concluye el debate y evalúas tu participación en él.
Cicerón dividió el proceso de debate en tres grandes apartados, a los que
denominó Inventio (o fase de investigación), Dispositio (u ordenación de los
argumentos) y Elocutio (o expresión de los argumentos en el debate).
INVENTIO
DISPOSITIO
La dispositio se ocupa del orden que hemos de seguir para expresar lo que queremos
decir.
También es importante que lleves a cabo una buena organización de los mismos, viendo
con que argumentos cuentas para defender tu postura, así como los argumentos que
puedes utilizar para rechazar la postura de tu contrincante en el debate. También es
conveniente que planifiques la intervención en el debate.
ELOCUTIO
ambigüedad y vaguedad
- Composición. División
En una de sus obras, el filósofo inglés B. Russell expresa las limitaciones del razonamiento
inductivo, basadas en que la experiencia que hayamos tenido en el pasado, por muchos
ejemplos similares que se hayan repetido, no sirve para apoyar una conclusión referida a
los acontecimientos del presente. Para explicar esta idea recurre al ejemplo del pavo
inductivista, un pavo que confiaba en la experiencia acumulada para establecer una
conclusión sobre el dueño de la granja. Había acumulado una amplia muestra de datos
acerca de la hora en que recibía el alimento. Cada mañana, a las 9 en punto, el granjero
americano entraba y le daba de comer. Se fijó también en que el dueño de la granja lo
alimentaba a la misma hora en diferentes épocas del año, con independencia del tiempo
que hacía o de si era un día festivo o un día laboral. A partir de estas observaciones de lo
que había ocurrido en el pasado, extrajo la conclusión "Todos los días, a las 9 en punto, me
dan el alimento". Pero un día, el granjero entró y no fue a darle el alimento, sino que lo
sacrificó para celebrar el día de Acción de Gracias.
"La excepción que confirma la regla" es una de las expresiones que menos me gustan.
Como científico, tiendo a pensar que una regla es una regla, y si tiene excepciones lo que
hacen es invalidar la regla, no confirmarla. Según mi humilde opinión, si digo "los coches
Ford son azules" y de repente un Ford rojo cruza la calle, mi hipótesis queda para la
papelera. Ni siquiera una interpretación estricta podría salvar mi norma, porque aun
admitiendo la existencia de un Ford rojo, nada impide que haya más Ford rojos, o
amarillos. Mejor descartar la norma y buscar otra, que aceptar una regla con tantos
contraejemplos caprichosos /.../ recuerde: "la excepción confirma la regla" solamente pone
de manifiesto la existencia de una regla. Ni sabemos qué regla es, ni se confirma la validez
o no de una regla determinada. Lo único honrado sería decir algo así como "la excepción
confirma que hay una regla." Cuál sea esa regla es harina de otro costal. Y por supuesto,
no cuela como argumentación seria. Siguiendo el ejemplo con el que he comenzado,
afirmar que un Ford rojo es una excepción a la regla de que todos los Ford son azules
solamente "demuestra" que hay coches Ford de colores."
La elección de Roosevelt
Un ejemplo clásico de un razonamiento inductivo que falló porque la muestra utilizada,
aunque muy amplia, no era representativa se produce en 1936, cuando la revista
estadounidense "Literary Digest" fracasó estrepitosamente al determinar el ganador de las
elecciones presidenciales. Hizo una encuesta a gran escala, utilizando una muestra superior
a los 2 millones de votantes, para determinar si el ganador de las elecciones sería Alf
Landon, del partido Republicano, o Franklin D. Roosevelt, del partido Demócrata. Los
nombres de las personas encuestadas se extrajeron, en todo el país, del listín telefónico y
del registro de la propiedad de automóviles. A partir de los resultados de la encuesta se
predijo la victoria de Landon. Sin embargo, el ganador de las elecciones fue Roosevelt. ¿Por
qué falló la encuesta, siendo tan amplía la muestra? El problema era que no se utilizó una
muestra representativa de las diferentes clases sociales del país. En aquella época, el
teléfono y el automóvil no eran accesibles a todas las capas sociales, sino sólo a los
votantes urbanos y ricos (es decir, a una minoría dentro de la población estadounidense del
momento). La encuesta había olvidado a otros grupos sociales mayoritarios: los habitantes
de las zonas rurales y los de las clases empobrecidas por la crisis del 29, cuyos efectos
continuaron hasta años después. Sin embargo, el científico social George Gallup hizo una
encuesta mucho más pequeña, pero utilizando muestras representativas, y acertó en su
predicción de que el ganador de las elecciones sería, por amplia mayoría, Roosevelt.
En el razonamiento inductivo, por tanto, pasamos de una muestra de datos (de un número
particular de casos) al establecimiento de una conclusión referida a todos los casos (como
en el ejemplo de los libros leídos por Juan) o al conjunto total de una población (como en
el ejemplo de los funcionarios que hay en la población española).
a) Que la muestra utilizada sea suficiente: que tengamos en cuenta más de unos pocos
datos o ejemplos (si a mis tres amigos y a mí no nos gusta la música rap, esto no es
suficiente para decir que la música rap no es del gusto de la mayoría de las personas de
nuestra edad). Si se trata de un conjunto pequeño de casos, entonces es conveniente
analizar cada uno de ellos. (Así, por ejemplo, si estamos analizando la evolución del paro
por meses, conviene tener en cuenta los datos de cada uno de los 12 meses).
b) Que la muestra sea representativa: que los datos que utilicemos sean datos que tengan
en cuenta al conjunto de la población y no a un grupo (o unos pocos grupos) de la misma.
(Por ejemplo, si queremos establecer una conclusión sobre la matriculación de alumnos en
centros públicos o centros concentrados, tendremos que tener en cuenta a las familias
rurales, a las familias de pequeñas ciudades y a las familias de grandes ciudades. También
habremos de tener en cuenta a las familias de clase alta, de clase media y de clase baja.
Teniendo en cuenta muestras de los diferentes subgrupos representativos de una
población, la conclusión será más adecuada).
Imagínate una pequeña bola de nieve que cae por la ladera de una montaña nevada. A
medida que va descendiendo por la montaña la bola de nieve se va haciendo más grande,
lo cual la convierte en un peligro cada vez mayor. Si no hubiese habido una pequeña bola
de nieve que descendiese por la montaña, ahora no habría un peligro tan grande. Pero, una
vez la pequeña bola de nieve ha comenzado a rodar montaña abajo, se acrecienta y se
convierte en algo imparable.
Algo similar ocurre en el caso de la falacia de la pendiente resbaladiza (conocida
también como bola de nieve) porque el razonamiento nos lleva (erróneamente, por eso es
una falacia) a un peligro que deseamos evitar y, para detenerlo tenemos que impedir
que la bola descienda por la pendiente resbaladiza.
Esta falacia se basa en la existencia de una cadena de sucesos, conectados entre sí en una
relación de causa a efecto: Si ocurre A1 (causa) ocurrirá A2 (efecto). A su vez, si ocurre
A2 (causa), ocurrirá A3 (efecto) y así sucesivamente, si ocurre An-1 (causa), ocurrirá
A n (efecto). Ahora bien, An es algo que no queremos que ocurra, porque es algo que
representa un gran peligro, similar a la gran bola de nieve que está a punto de
impactarnos. Por tanto, si no queremos que ocurra An lo que no tendría que haber ocurrido
nunca es A1. En este caso, A1 es como una bola de nieve pequeña, que aun tenemos poder
para detener porque no supone ningún problema.
A1 lleva a A2
A2 lleva a A3
A3 lleva a A4
......................
An-1 lleva a An
Pero An es una consecuencia que no deseamos que ocurra.
Luego, para evitar tal consecuencia negativa, no debe ocurrir A1.
Se trata de una falacia porque cada uno de los pasos del razonamiento no está justificado:
no está totalmente justificado que A1 provoque A2, ni que A2 conduzca necesariamente a A3,
ni tampoco que, sucesivamente, An-1 termine llevando a An, consecuencia que se considera
muy negativa. Es decir, no está suficientemente demostrado que si ocurre A1 se llegue
irremediablemente a An.
Por tanto, si no quieres llevar una vida miserable, estudia para este examen.
La falacia se comete, en el ejemplo anterior, porque no está probado que si uno no estudia
suficientemente para un examen (por ejemplo, si ha estado enfermo) suspenderá la
asignatura (pues el profesor podría hacer la nota media o el alumno podría tener suerte con
las preguntas que se sabía y aprobar por los pelos). Pero, en caso de suspender la
asignatura y hacer la recuperación de Septiembre, eso no conllevaría necesariamente que
tuviese que repetir curso (pues podría estudiar mucho en el verano y aprobar el examen de
Septiembre). Por otra parte, aunque repitiese curso, podría convertirse en un/a alumno/a
modelo/a en el curso siguiente. En todo caso, podría encontrar trabajo (aunque con
mayores dificultades que si tuviera un título) o ser el/la hijo/a de un millonario). Si no
encontrara trabajo, tendría dificultades, pero no tendría, necesariamente, que llevar una
vida miserable (podría tocarle la lotería o casarse con un/a millonario/a). En suma, no
estudiar suficientemente para un examen no tiene que suponer que alguien termine en la
miseria... No obstante, ¡estudia para los exámenes¡
Otro ejemplo:
La legalización de la eutanasia pasiva lleva a la muerte indeseada de inocentes
Medicina contra esta falacia: Trata de mostrar que cada uno (o al menos, algunos)
de los pasos que se dan (que van haciendo que las consecuencias que se siguen
son cada vez más inaceptables) no están justificados. Muestra que la
consecuencia final que expresa este razonamiento falaz no tiene por qué ocurrir
necesariamente a partir de lo indicado en la primera premisa (por ejemplo, que
legalizar la eutanasia pasiva terminará con la muerte de inocentes, o que la
prohibición de fumar en lugares públicos cerrados terminará por llevarnos a la
dictadura).
Medicina contra esta falacia: Muestra que tus palabras han sido erróneamente
interpretadas, o que se ha simplificado excesivamente tu punto de vista, o que se
han caricaturizado tus argumentos. Es decir, muestra que tu contrincante ha
atacado un espantapájaros: ha vencido al "argumento de paja" más que al
argumento que habías presentado.
De hecho, ya el filósofo griego Aristóteles (Siglo III A.C) lo comparó con la situación del
hombre y dijo que si hubo un primer hombre este existió sin padre ni madre, lo que desde
la naturaleza parece imposible. El interrogante fue abordada por varios científicos
reconocidos, tales como Stephen Hawking, y, evidentemente, Charles Darwin. La
mención de Charles Darwin en este artículo era casi inevitable ya que esta pregunta se
relaciona en gran medida con las principales teorías, sin ir más lejos, la teoría de la
evolución. De acuerdo a ésta, la respuesta sería que primero fue el huevo, pero entendido
este como el huevo en general y no un huevo del que luego nació una gallina (es decir, que
en el mundo existían huevos antes de la existencia de la gallina). Más recientemente, un
estudio científico a cargo de investigadores genéticos así como también de productores
granjeros de gallinas, pareció llegar a una respuesta definitiva. Este grupo de
investigadores llegó a la conclusión de que fue primero el huevo, basados en una simple
razón: el material genético de una especie no puede modificarse durante la vida del animal.
Ejemplo 1:
A: Si una persona es fiel a su pareja, podemos decir que la ama profundamente. Ese amor
profundo se manifiesta cuando no le es infiel.
(A comete una falacia por circularidad: afirma que si es fiel a su pareja, entonces la ama
profundamente; pero, de forma circular, define el amor profundo en base a la ausencia de
infidelidad, esto es, en base a la fidelidad).
Ejemplo 2:
A: La Biblia dice que Dios existe, por tanto existe Dios.
(A comete la falacia del círculo vicioso al demostrar la existencia de Dios a partir del hecho
de que lo dice la Biblia. Como aclara después, está incluyendo en esa premisa que Dios es
el inspirador de ese texto sagrado, es decir, ya incluye la existencia de Dios como
inspirador de la obra, por lo que construye un argumento circular.)
Medicina contra esta falacia: Demuestra que las premisas (que sirven para apoyar
la conclusión) se apoyan ya en la misma conclusión a la que se quiere llegar.
Señala, por tanto, que no está demostrando realmente nada, sino que se da por
sentado la verdad de lo que había que probar. Indica a tu contrincante que apoye
la conclusión en otras premisas o que sus premisas excluyan la conclusión que
pretende demostrar.
Ejemplo 1:
A: En el mundo hay millones de personas condenadas a una pobreza extrema, lo que viene
a demostrar que los países con recursos han de cooperar con los países pobres para que el
mundo sea más justo.
B: ¡No hace falta irse tan lejos!. En nuestro país hay también personas que lo están
pasando mal. El gobierno tendría que ayudarlas.
(B introduce una falsa pista, desvía la atención del argumento de A, para evitar hablar de la
cooperación internacional contra la pobreza).
Ejemplo 2:
A: Para mejorar la seguridad en la conducción de coches hemos de tener en cuenta, sobre
todo, la calidad de los vehículos. Las características técnicas de los coches actuales han
reducido el número de accidentes.
1. Humor oportunista
La seriedad del debate no está reñida con el sentido del humor. El humor es relajante y,
bien usado, puede ayudar a poner de manifiesto las contradicciones y puntos débiles de los
contrincantes, al mostrar las consecuencias absurdas de sus argumentos. El mayor
inconveniente es saber usarlo en dosis adecuadas, no tanto para que pruebes tu punto de
vista sino para criticar el rigor de tu oponente. El humor fino, la ironía inteligente ayuda a
reducir al ridículo los argumentos de tu contrincante; pueden ser críticas punzantes y
certeras, pero que de otra forma más seria revestirían una mayor violencia verbal, por lo
que resultan doblemente útiles: como armas argumentativas y como “lubricantes” que
facilitan la marcha del debate. Pero debes ser cuidadoso y evitar también los extremos. El
humor despectivo y cruel, el sarcasmo destructivo o la ridiculización arrogante del
contrincante puede, al final, volverse contra ti y ser contraproducente.
Sin embargo, hay ocasiones en que se usa el humor con el fin de contaminar el debate. En
este caso, el humor se utiliza para desviar la atención de la audiencia hacia un buen
argumento que ha sido introducido en el debate por el contrincante. En lugar de usar
buenas razones para rebatir dicho argumento, se utiliza el humor de forma oportunista,
para salir airosos ante la falta de argumentos que se tiene.
B: Acabas de dejar helada a la audiencia. ¿Qué va a ocurrir por unos graditos de más? ¡Ya
no necesitaremos tanta calefacción!
2. Zigzagueo
La cortina de humo
La cortina de humo es una antigua herramienta que se utiliza para conseguir el control de
la opinión pública. Consiste en el intento de despistar a la opinión pública cuando hay una
noticia o una situación incómoda. Se trata de tapar dicha noticia o situación creando otra
noticia o situación menos incómoda, que atraiga la atención de la opinión pública y la
mantenga entretenida.
Cuando se quiere ocultar algo incómodo se lanza una cortina de humo que distraiga a la
gente, desviando su atención hacia un tema menos problemático, que pasa ahora a un
segundo plano. Los medios de comunicación suelen cambiar los temas espinosos e
incómodos y lanzan noticias con mayor espectáculo en la sociedad y que no resultan tan
comprometedores.
Ejemplo:
B: En la fiesta de los toros hay una lucha de poderes: el torero, con su espada, se defiende
de los ataques del toro, que cuenta con el arma de los cuernos. Es un enfrentamiento justo,
donde cada uno puede hacer sufrir al otro.
A: Tu argumento de que en la fiesta de los toros hay una lucha entre el torero y el toro en
igualdad de condiciones no es adecuado: el torero es libre para no provocar sufrimiento al
toro, mientras que el toro solo actuará por instinto cuando ataque al torero.
B: Te olvidas de que la fiesta del toreo es un auténtico arte que debe ser protegido, ¿qué
opinas de ello?
(B incurre en este tipo de estrategia contaminante ya que, ante el buen argumento dado
por A contra el primer argumento de B, cuestionando la igualdad torero-toro, la respuesta
es el cambio de tema, pasando ahora a un argumento diferente: el toreo como un arte que
merece ser protegido).
Investigar esta afirmación estaría más allá de los límites de la tecnología actual, pero
¿significa eso, por tanto, que tenemos buenas razones para tomar esta afirmación en
serio?, ¿qué pasaría si adoptamos este criterio siempre que queramos establecer una
afirmación? Gastaríamos innumerables vidas investigando reclamaciones fantásticas sin
formas prácticas de investigar y despidiendo cualquier escepticismo con un coro monótono
de: 'Usted no puede demostrarme que es incorrecto!
Cuando alguien hace una afirmación, la obligación recae en él para apoyar su afirmación.
No es la obligación del oyente probar que tal afirmación es falsa.
Varios eran los sistemas que se usaban en las ordalías. En Occidente se preferían las
pruebas a base del combate y del duelo, en los que cada parte elegía un campeón que, con
la fuerza, debía hacer triunfar su buen derecho.
La ordalía por medio del veneno era poco conocida en Europa, probablemente por la falta
de un buen tóxico adecuado a este tipo de justicia, pero se utilizaba a veces la curiosa
prueba del pan y el queso, que ya se practicaba en el siglo II en algunos lugares del
Imperio romano. El acusado, ante el altar, debía comer cierta cantidad de pan y de queso,
y los jueces consideraban que, si el acusado era culpable, Dios enviaría a uno de sus
ángeles para que no pudiese tragar aquello que comía.
La prueba del hierro candente era muy practicada. A veces se sustituía por agua o aceite
hirviendo. El acusado debía coger con las manos un hierro al rojo por cierto tiempo. Luego
se examinaban las manos para descubrir si en ellas había signos de quemaduras que
acusaban al culpable. Si la mano salía sin daño, el acusado era considerado inocente.
El onus probandi (o carga de la prueba) es una expresión latina que se usaba en los
tribunales de justicia. Se consideraba que cuando alguien hace una afirmación nueva que
no está aceptada por todos entonces debe aportar las pruebas que justifican dicha
afirmación. El peso de la prueba recae, pues, sobre aquél que introduce una afirmación
nueva sobre un tema que se está debatiendo. Eso es lo que ocurre en los tribunales: lo que
hacemos es considerar a alguien inocente... mientras no se demuestre que es culpable.
Esto es así porque lo habitual es que las personas no cometan delitos. Por eso mismo,
como el delito no es habitual entonces es necesario probar que la persona acusada ha
hecho algo nuevo: ha cometido un delito. La carga de la prueba la tiene la acusación: ha de
probar que la conducta del acusado no es la habitual, que ha cometido un delito. Sólo
cuando se prueba esto dejará de ser considerado inocente y se le considerará culpable. Por
tanto, como subraya nuestro Derecho nadie es culpable mientras no se haya probado que
lo es.
Ejemplo:
A: Un sistema político republicano es más estable que uno monárquico.
"Había una vez tres sabios, muy sabios. Los tres eran ciegos y estaban acostumbrado a
conocer las cosas a través el tacto. Un día llegó al pueblo donde vivían los tres sabios un
circo. En el circo viajaba un gran elefante blanco.
Los tres sabios quisieron conocer al elefante del que tanto se hablaba. Fueron hasta el circo
y pidieron permiso para poder tocarlo.. El primero se acercó y lo tocó en la cabeza. Sintió
sus orejas y los colmillos de marfíl que sobresalían. Se asombró con lo que había tocado y
les dijo a los otros dos sabios:
- El elefante es como un tronco, del cual sobresalen dos grandes lanzas frías, duras y
afiladas.
- El elefante se parece a un tambor colocado sobre cuatro gruesas patas, y está forrado de
cuero con pelo para afuera.
El último sabio tocó al animal justo por la cola. se colgó de ella y comenzó a balancearse.
Cuando dejó de jugar con el elefante, les dijo:
- Yo sé muy bien lo que es un elefante. Es una cuerda fuerte y gruesa, que tiene un pincel
en la punta. Sirve para balancearse.
Para resolver sus diferencias decidieron visitar a otro sabio que había visitado el circo y no
era ciego. El sabio les describió el elefante: un animal con boca y unos largos colmillos, de
grandes dimensiones y con una cola. Fue entonces cuando cada uno de ellos comprendió lo
que había tocado y entonces se dieron cuenta de que, cada uno de ellos, tenía razón
respecto a la parte del elefante que había tocado. También se dieron cuenta de que cada
uno de ellos había cometido un gran error: habían rechazado lo que los otros le habían
dicho que era el elefante. Si hubiesen escuchado a los demás, en lugar de admitir solo lo
que cada uno había tocado, hubieran conocido lo que era el elefante entero."
Esta estrategia consiste en considerar que uno mismo no puede estar equivocado y, por
tanto, que no puede someterse a discusión la idea que está expresando. Se pretende, pues,
que dicha idea es inmune a la crítica, impidiendo así el buen desenvolvimiento del debate.
Quien usa esta estrategia pretende ahorrarse el esfuerzo de justificar sus ideas mediante
buenas razones.
Ejemplo:
A: Como usted sin duda no ignora, el cambio climático ha ocurrido en la Tierra incluso sin la
presencia del ser humano. Por tanto, el cambio climático no se debe a la acción humana.
(A incurre en esta estrategia al usar la expresión "Como usted sin duda no ignora" con la
pretensión de inmunizar su tesis: el contrincante lo aceptará con el fin de no reconocer su
ignorancia. Sin embargo, A no ha dado pruebas que avalen la premisa de que el cambio
climático se produjo anteriormente sin la presencia del ser humano. Ni tampoco justifica la
conclusión de que el presente cambio climático no es producto humano).
Otro ejemplo:
A: Ninguna persona razonable piensa que1 la fiesta de los toros debe ser suprimida. Se
trata de una tradición cultural que debe ser conservada. Prohibirla es como censurar libros.
Devolver la pelota
A veces1, en medio de un partido, el tenista puede sentir que simplemente está devolviendo
bolas como si fuera la pared de un frontón y que todos esos golpes en realidad no están
haciendo daño a su rival y por lo tanto no le están aproximando al triunfo. Pero está
equivocado si piensa así, porque cada vez que la pelota sale despedida de su raqueta,
pueden ocurrir cientos de cosas: bien es cierto que la pelota puede quedarse en la red o
salirse fuera de los límites de la pista, pero también es verdad que puede alcanzar un
efecto increíble que deje clavado a su rival, que busque de forma desesperada tocar la línea
para deslizarse por ella hasta donde el otro sea incapaz de llegar... Pueden ocurrir cientos
de cosas, pero lo único seguro es que si no devuelve ese golpe, el punto habrá acabado.
Córax dijo: O ganas este pleito o lo pierdes. Si lo pierdes deberás pagarme por haberlo
perdido. Si lo ganas, también deberás pagarme, como prometiste hacerlo al ganar tu
primer pleito.
A lo que Tisias contestó aceptando su premisa, pero variando la conclusión: O gano este
pleito o lo pierdo. Si lo gano, no tendré que pagarte al darme el juez la razón. Si lo pierdo,
no habré ganado aún mi primer juicio, por lo cual tampoco estaré obligado a pagarte.
Ejemplo:
A: La educación es muy compleja. Tratándose de la educación de los niños habremos de
tener una paciencia infinita.
B: Estoy de acuerdo en que la educación de los niños es muy compleja. Por eso mismo, lo
mejor es una educación basada en normas rigurosas. Como el árbol, el niño ha de ser
enderezado desde los primeros momentos.
A. Técnicas argumentativas
Sobre esta historia se nos ocurren un par de reflexiones que nos parecen interesantes:
1. Preguntar por qué y por qué y por qué, debe ser uno de los instintos inscritos en nuestro
ADN, y es que no hay niño sobre la faz de la tierra que no acribille a sus padres con
semejantes preguntas. Al parecer, un científico no es más que un niño que se niega a
crecer y a dar por obvias las respuestas de los adultos. Bien hecho.
2. Si encontrar buenas respuestas es una ciencia, hacer buenas preguntas debe ser como
la magia o como el arte más difícil e inteligente del mundo. La razón es la siguiente: todos
sabemos que es muy difícil dar una respuesta inteligente a una pregunta estúpida… sin
embargo, ante una pregunta brillante, original y profunda no importa que no haya
(todavía) respuestas, pues su sola presencia produce más luz que una central nuclear.
Alguien de repente levanta la mano y pregunta algo sorprendente. ¿Por qué a nadie se le
ocurrió antes hacer semejante pregunta? Lo dicho: o es un arte o es magia.
Conocer el porqué o conocer las causas de lo que ocurre no tiene simplemente un interés
teórico o científico (claro que nos gusta saber por saber, como decía Aristóteles), sino
también un tremendo interés práctico: ¿cómo podría la medicina curar una enfermedad si
no descubre antes sus causas?
-¡De ninguna manera! Yo descubrí que usted había venido de Afganistán. /../ El curso de mi
razonamiento fue el siguiente: "He aquí un caballero que responde al tipo del hombre de
Medicina, pero que tiene un aire marcial. Es, por consiguiente, un médico militar con toda
evidencia. Acaba de llegar de países tropicales, porque su cara es de un fuerte color oscuro,
color que no es el natural de su cutis, porque sus muñecas son blancas. Ha pasado por
sufrimiento y enfermedad, como lo pregona su cara macilenta. Ha sufrido una herida en el
brazo izquierdo. Lo mantiene rígido y de una manera forzada... ¿En qué país tropical ha
podido un médico del ejército inglés pasar por duros sufrimientos y resultar herido en un
brazo?. Evidentemente, en Afganistán".
1º. Si un caballero tiene aire marcial y responde al tipo del hombre de Medicina, entonces
es un médico militar (si no fuera un médico militar entonces no parecería marcial ni
parecería médico).
2º. Si tiene la cara muy oscura y tiene las muñecas blancas, entonces su cutis no es
natural (Si lo fuera, entonces su cutis y sus muñecas tendrían el mismo color). Si su cutis
no es natural, entonces procede de un país tropical (Si no procediera de un país tropical, su
cara no sería muy oscura).
4º. Si mantiene su brazo rígido y lo mueve forzadamente, ha sufrido una herida en el brazo
(si no tuviera una herida en el brazo, movería el brazo de modo natural).
5º. Por tanto, si es un médico militar procedente de un país tropical en el que ha sufrido y
ha resultado herido, entonces proviene de Afganistán (país tropical en el que hay una
guerra).
Este esquema, "Si A entonces B", denominado enunciado condicional, está a la base de
numerosos razonamientos que se producen en la vida cotidiana, en la ciencia, en el mundo
judicial (policía, abogados, jueces, etc.), en el arte (novela policíaca, etc.) o en la reflexión
filosófica (la imaginación de mundos de mejor moralidad o la construcción mental de
utopías sociales, etc.).
Un argumento condicional es aquél que tiene al menos una premisa que es un enunciado
condicional (Si..., entonces...). Mediante este tipo de enunciado se establece una
conexión entre una condición o antecedente (que llueva) y un resultado o consecuente
(que el suelo se moje), de tal modo que el hecho de que ocurra lo primero,
desencadenará lo segundo. A partir de dicho enunciado base, el argumento puede tomar
dos caminos: o bien afirmar que se ha producido la condición (llueve) y por tanto, se ha
de producir la consecuencia (mojarse el suelo); o bien, negar que se esté produciendo la
consecuencia (el suelo no está mojado), por lo que podemos concluir necesariamente que
tampoco se produjo la condición (no ha podido llover –porque cuando llueve, el suelo se
moja-). Estamos ante los clásicos esquemas del Modus Ponens y Modus Tollens,
De aquí su importancia para comprobar hipótesis científicas (si un cometa pasa junto a la
Tierra, será atraído por ella con una fuerza gravitatoria igual al producto de sus masas e
inversamente proporcional al cuadrado de su distancia) o para establecer y aplicar leyes en
el derecho (si el acusado hubiere matado a la víctima con alevosía y premeditación,
entonces se considerará el delito como asesinato y no simple homicidio), así como para
toda clase de situaciones cotidianas en las que el razonamiento condicional nos permite
concluir la verdad o falsedad de una afirmación o de un hecho (si no hubieras estado con
otra, no olerías a perfume de mujer; ¡sal de mi vida!). Incluso en los discursos políticos
podemos observar su fuerza argumentativa (si seguimos produciendo y consumiendo al
mismo ritmo, nuestro planeta será insostenible y menos aún podremos acabar con la
pobreza).
Hay que tener en cuenta que el esquema básico del condicional (Si A entonces B) permite
establecer distintos tipos de conexiones2 según el contexto y la intención con que lo
queramos usar, lo que da lugar a diferentes tipos de argumentación, que son los
siguientes:3
1º. Argumentos condicionales causa-efecto, en los cuales se conectan dos hechos reales (Si
el agua se calienta a 100 grados centígrados, entonces se evapora. El agua se ha calentado
a 100 grados. Por tanto, el agua se ha evaporado) o posibles ("Si no se toman medida. en
el futuro se agravará el cambio climático. Por tanto, es muy posible que no se tomen
medida. Por tanto, se agravará el cambio climático). La causas son aquello que provoca
necesariamente el efecto. Y el efecto es lo que se deriva de la presencia de la causa.
2º. Argumentos condicionales fines-medios, en los cuales se establece una conexión entre
los fines que se persiguen y los medios para alcanzarlos. Los fines son objetivos o metas
que pretendemos alcanzar. Los medios son los procedimientos o instrumentos que nos
permiten alcanzar los fines.
En este tipo de argumentación se ha de tener en cuenta la valoración de los medios en
relación a tales fines: si son medios suficientes para alcanzar el fin, si son coherentes o
apropiados para alcanzar el fin buscado, etc. Así, por ejemplo: "Si queremos frenar el
cambio climático, entonces debemos utilizar más energías alternativas. Queremos frenar el
cambio climático. Por tanto, debemos utilizar más energías alternativas (las energías
alternativas son un medio adecuado para frenar el cambio climático)".
En este tipo de argumento hay que tener en cuenta que, de toda acción, se derivan
consecuencias. Algunas consecuencias son positivas y otras son negativas. Habrá que tener
en cuenta si predominan las consecuencias negativas o las positivas
Una mujer tanto fue pregonando que su vecino era un ladrón, que el muchacho acabó
preso. Días después, descubrieron que era inocente; lo soltaron y él denunció a la mujer,
que fue procesada.
-Hacer unos comentarios no es tan grave -se excusó ella ante el juez.
-De acuerdo -respondió el magistrado-. Hoy, al regresar a su casa, escriba todo lo que
habló mal sobre el joven, después rompa el papel y vaya tirando los trocitos por el
camino. Mañana vuelva para escuchar la sentencia.
La mujer obedeció y volvió al día siguiente.
-Está perdonada si me entrega los pedazos de papel que tiró ayer. En caso contrario, será
condenada a un año de prisión- declaró el magistrado.
-¡Pero eso es imposible! ¡El viento ya ha dispersado todo!
-De la misma manera, un simple comentario puede ser esparcido por el viento, destruir el
honor de un hombre y después es imposible arreglar el mal ya hecho y recomponer la
honra perdida.
Y el juez envió a la mujer a la cárcel.
La capacidad de la especie humana para percibir semejanzas y diferencias entre las cosas,
delimitando sus tonalidades y matices, pero también sus armonías y similitudes es
extraordinaria.
1º. En el ámbito educativo, los docentes utilizan constantemente la analogía para explicar a
los alumnos y a las alumnas alguna materia complicada y oscura, a partir de su
comparación con otra experiencia que les resulta más familiar. De hecho el propio
aprendizaje de las reglas del lenguaje se realiza por analogía (los niños dicen “yo sabiba y
yo queriba” por analogía con “yo amaba o cantaba”; aunque es un error, demuestra su
forma de aprender las reglas gramaticales).
4º. En el ámbito del Derecho comprobamos la fuerza argumentativa que puede tener la
analogía, pues en este terreno de consecuencias tan graves, se considera aceptable la
comparación entre casos similares a la hora de administrar justicia. El propio Código Civil
español, en su artículo 4.1 dice: “Procederá la aplicación analógica de las normas cuando
estas no contemplen un supuesto específico, pero sí regulen otro semejante entre los que
se aprecie identidad de razón”. Es decir, ante un caso novedoso no previsto por las leyes,
los jueces pueden recurrir a otro caso sí contemplado por la ley y trasladarlo a aquél por
analogía, es decir, porque comparte alguna semejanza relevante para lo que se está
considerando (hay una identidad de razón, al menos en ese aspecto, que justificará la
sentencia del juez). Así ha ocurrido, por ejemplo en ciertas sentencias sobre separaciones o
“divorcios” de parejas de hecho por analogía con las parejas legalmente casadas.
DEFINICIÓN DE ANALOGÍA
EJEMPLO: “La poesía, señor hidalgo, a mi parecer, es como una doncella tierna y de poca
edad, y en todo extremo hermosa, a quien tienen cuidado de enriquecer, pulir y adornar
otras muchas doncellas, que son todas las otras ciencias, y ella se ha de servir de todas,
y todas se han de autorizar con ella; pero esta tal doncella no quiere ser manoseada, ni
traída por las calles, ni publicada por las esquinas de las plazas ni por los rincones de los
palacios. Ella es hecha de una alquimia de tal virtud, que quien la sabe tratar la volverá
en oro purísimo de inestimable precio; hala de tener, el que la tuviere, a raya, no
dejándola correr en torpes sátiras ni en desalmados sonetos; no ha de ser vendible en
ninguna manera, si ya no fuere en poemas heroicos, en lamentables tragedias, o en
comedias alegres y artificiosas; no se ha de dejar tratar de los truhanes, ni del ignorante
vulgo, incapaz de conocer ni estimar los tesoros que en ella se encierran." Don Quijote,
II, 16.2
Una analogía (del griego: correspondencia, proporción) es una comparación entre dos
hechos o situaciones que son distintas (evidentemente, un poema no es una bella
doncella, ni viceversa), pero que se corresponden en algún elemento o propiedad (ambos
son hermosos y delicados), lo cual los hace idénticos “en ese sentido” y nos permite
extraer conclusiones similares (debemos protegerlos de sucios manejos y contactos que
los desvirtúen). Igualmente, en este ejemplo: “3 es a 6, como 10 es a 20”, la proporción
o razón en que coinciden los dos pares de números es la de “ser el doble de“, así que si
dividimos el segundo número por el primero, siempre obtendremos 2. Si nos fijamos bien
son cuatro las partes que aparecen en una analogía: la primera pareja (la doncella es
delicada y hermosa) suele llamarse análogo base y es el que nos sirve de referencia para
saltar a la segunda pareja, el análogo meta, al que aplicamos la comparación (así, el
poema es refinado y bello). El quinto elemento a tener en cuenta es ese punto en común
o razón idéntica que conecta tanto A con B como a C con D (manosearlos sin medida los
estropearía). Hay que tener en cuenta que no siempre aparecen los dos términos de la
comparación: así, decimos un refrán y damos por supuesto con qué aspecto o situación
de la vida queremos compararlo: “tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe” o
“quien a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija”.3
Emparejamos atributos (ej.: la poesía es delicada y hermosa, como una doncella), aquí
e ingenio.4
adornarla, igual que a la poesía le sirven otras disciplinas, como la gramática, la retórica…),
aquí establecemos una comparación más compleja, pues conectamos dos elementos
mediante una relación y decimos que esta relación (análogo base) se parece a una segunda
(análogo meta). Esta relación análoga puede consistir en una acción realizada por un
agente (ladrones y banqueros se quedan con tu dinero), de causa-efecto (el sol quema la
piel como un fuego quema el bosque), de la relación entre una parte y el todo (Murcia es a
España como el Véneto es a Italia), del pasado y el presente (antes hacíamos guateques,
ahora hacen botellones), de oposición de ideas (calor es a frío como blanco es a negro),
etc.
Emparejamos sistemas (ej.: todo el abuso y deterioro que la poesía sufre al prodigarse en
otros géneros y al divulgarse entre el gran público, igual que el conjunto de daños y
peligros que sufre una doncella que frecuenta lugares públicos y está en boca de todos).
Cuando en una situación son varios los elementos y son complejas las relaciones entre
podemos saltar de una situación a otra, encontrando múltiples y variadas semejanzas entre
los dos sistemas. Cuantas más semejanzas hallemos, mejor y más sólida será nuestra
la adolescencia es como una enfermedad que se pasa con el tiempo…), nos limitamos a las
semejanzas más evidentes, las que se observan a simple vista. Suelen tener poca
consistencia, porque sólo identificamos elementos sueltos, aunque a veces nos pueden
Comparación estructural (la estructura del átomo y el sistema solar, o lo que le pasa a
una cosa delicada -una doncella o la poesía- cuando va de mano en mano); bajo las
semejanzas más aparentes (elementos que orbitan alrededor de un núcleo) rastreamos las
semejantes (hay una fuerza que mantiene “enganchado” al electrón con su núcleo –el
electromagnetismo- igual que la fuerza gravitatoria enlaza los planetas con el sol). Se trata
semejanzas superficiales puede haber otras semejanzas más profundas de las que
Intradominio: comparar las similitudes entre el amor y la amistad, dentro del mismo
campo de las “relaciones humanas”. Comparar los personajes y el argumento del Ulises de
James Joyce con la Odisea de Homero, dentro del ámbito de la novela… Aquí suele resultar
más fácil encontrar semejanzas estructurales, pues la búsqueda va más dirigida o enfocada
propiamente, de un símil.
Interdominio: comparar casos que pertenecen a ámbitos diferentes o alejados entre sí,
como comparar la vida humana con un reloj parado a las siete, o percibir la conexión entre
poesía). Estos saltos cualitativos son una auténtica genialidad, como Aristóteles ya
comprendió.5
John Lennon
-Mira con atención esas flores, -continuó el sabio anciano, señalando unos lirios que crecían
en el jardín. Ellas nacen en el estiércol, sin embargo son puras y perfumadas. Extraen del
abono maloliente, todo aquello que le es útil y saludable, pero no permiten que lo agrio de
la tierra manche la frescura de sus pétalos.
Es justo angustiarse con las propias culpas, pero no es sabio permitir que los vicios de los
demás te incomoden. Los defectos de ellos son de ellos y no tuyos, y si no son tuyos, no
hay motivo para molestarse. Ejercita la virtud de rechazar todo el mal que viene desde
fuera y perfuma la vida de los demás haciendo el bien. Esto es vivir como las flores. No te
tomes nada personalmente o sufrirás innecesariamente.”
De la misma forma que nuestra mente, cuando se encuentra ante un problema de difícil
solución y con insuficientes datos, tiende de manera espontánea a hacerse la pregunta: ¿a
qué se parece esto? (argumentos analógicos), también solemos buscar pistas para resolver
una cuestión haciéndonos la pregunta: ¿qué sería lo contario de esto? Esto se debe a que
las diferencias también nos permiten conocer y definir las cosas, no a través de lo que son,
sino por contraste con lo que no son. Ya decía el viejo filósofo griego Heráclito de Éfeso: “la
enfermedad hace agradable a la salud; el hambre a la saciedad; la fatiga al reposo”. Es
decir, que las cosas se definen también por sus opuestos, en un juego paralelo de
sinónimos y antónimos. Incluso existe una teología negativa, dentro del cristianismo, que
afirma que es imposible conocer a Dios de forma positiva y directa, por lo que no queda
más remedio que hacerlo por contraposición con las cualidades del mundo terrenal (finito,
imperfecto, cambiante…), es decir, saber lo que Dios es, a través de lo que no es.
Puede que la propia realidad, no sólo nuestra mente, sea un poco “ciclotímica”, (recordando
el cuento de Jorge Bucay, El Rey Ciclotímico1) y tan dualista como expresaban las viejas
religiones de Oriente Medio de Zoroastro y el maniqueísmo (la eterna lucha entre el bien y
el mal). Otras religiones orientales más lejanas ven el mundo como formado por opuestos,
pero los considera entrelazados entre sí en armonía, como el yin y el yang:
Si hasta el universo está enredado en dualismos tan complejos, ¿cómo no lo van a estar
nuestras relaciones personales, especialmente el amor? Aquí te dejamos un par de
canciones de ejemplo (el recurso a conceptos y sentimientos contrarios aparece en cientos
de canciones, cuentos, poesías, discursos políticos, etc.):
De forma similar a lo que ocurre en las analogías, el argumento ex contrario compara dos
situaciones con el fin de extraer de la primera una conclusión que sea válida para la
segunda. Ahora bien, si en la analogía había una semejanza que nos permitía concluir “lo
mismo” para el segundo caso, ahora nos aprovechamos de la oposición entre ambos
para concluir “lo contrario” de lo primero. Si quien te hace feliz es porque te quiere
bien, el que te hace llorar, por el contrario, será que no te quiere o te quiere de mala
manera (al revés de lo que dice el viejo refrán).
¿Qué conseguimos probar de esta forma? Realmente no mucho2, porque no probamos
directamente que hacer algo es bueno, sino que hacer lo contrario es malo, luego… Se
trata pues de una demostración indirecta, pero ¿puedo asegurar que realmente aquello
producirá los efectos esperados o será más bien inútil (o incluso contraproducente)? A
veces, la contraposición no es adecuada: si sabemos que comer mucho puede ser
perjudicial para nuestro cuerpo, ¿será mejor comer muy poco? Debemos, por tanto,
pensar con prudencia para construir nuestro argumento con contrarios apropiados, sobre
todo si se trata de cuestiones en las que no existen evidencias suficientes y concluyentes
(son precisamente de las que solemos deliberar en los debates). Ante la falta de
evidencias concluyentes, nuestra inferencia siempre será más o menos probable, pero no
segura. Por suerte o por desgracia, no siempre contamos con la unanimidad de los
expertos para dar por buena una idea. ¿Qué harías si de cinco especialistas en cáncer,
cuatro te recomiendan que te operes y uno que no? Seguro que tu nivel de exigencia
racional depende de la gravedad y urgencia de la situación.
"Por eso sólo son héroes los idiotas. Porque nunca sabes cuándo un lunático puede salir con
una oferta sádica: ¿Dejar morir a la mujer que amas o que sufran los niños? Tú eliges
Spiderman. Somos quienes decidirmos ser. ¡Decide!
Por suerte, este problema sin aparente solución era un falso dilema, una falacia, porque
existían otras salidas que sólo un superhéroe como Spiderman (con la ayuda de los
ciudadanos de Nueva York, claro) podía encontrar. Pero puede que la vida nos tenga
reservados al resto de los mortales unos cuantos dilemas, menos heroicos que los
anteriores pero igual de intrincados y transcendentales: ¿deberíamos robar una medicina e
ir a la cárcel, para salvar la vida de la persona a la que amamos? ¿Y si estuviéramos
pensando en divorciarnos de él o de ella, ya no tendríamos que esforzarnos? ¿Delataríamos
a un amigo que ha cometido un delito horrible o callaríamos para mantener su amistad,
aún sabiendo que ha hecho mucho daño a alguien? ¿Debes decirle a tu pareja que tuviste
una aventura una noche loca, aunque sabes que eso acabará con lo vuestro o mejor sería
ocultar el tema y mentirle?
Plantear dilemas morales tienen mucha utilidad en educación pues facilitan al alumno la
clarificación de su propia escala de valores, así como el desarrollo de su capacidad de
razonamiento moral. El psicólogo L. Kohlberg los utilizó en miles de entrevistas para
intentar medir la madurez de las personas en estos asuntos morales. Muy interesante, sí
señor, pero seguro que no hace ninguna gracia enfrentarse a los cuernos de un dilema real,
en primera persona.
Según lo visto hasta ahora, disyuntivas y dilemas son situaciones que guardan cierta
semejanza entre sí: en ambos se nos empuja a elegir entre dos alternativas: “o haces esto
o haces lo otro”. Sin embargo, las diferencias entre ambos tipos de argumentos también
son acusadas, como veremos a continuación en sus respectivas definiciones.
Argumento disyuntivo
El argumento disyuntivo nos presenta dos opciones y nos asegura que si una es falsa,
la otra debe ser verdadera: o es de día o es de noche. Si pudiera demostrar directamente
que es de día no necesitaría este argumento, pero si soy ciego puedo al menos
demostrarlo indirectamente: no puede ser de noche porque oigo a los niños que van al
colegio; luego, es de día. Esquemáticamente:
A o B; no es B; entonces, es A.
Dilema
El Dilema nos presenta también dos alternativas, pero ambas nos conducen a resultados
igualmente indeseables, como los dos cuernos de un toro, por eso se denominó desde
antiguo como el Argumento Cornudo. “Díjose dilema porque así aprieta y fuerza por los
dos lados… Porque de tal suerte se disponen en él las astas de la argumentación que
quien de la una se libra, cae en la otra. (Fray Luis De Granada). Esquemáticamente:
Sólo cabe hacer A o B; si A entonces X (malo); si B entonces Y (malo);
Por tanto, sólo cabe X o Y.
Ejemplo: O robo la medicina o no la conseguiré de otro modo. Si robo la medicina para mi
mujer, me meterán en la cárcel. Si no la robo, ella morirá. Por tanto: o voy a la cárcel o
mi mujer morirá.
El efecto halo se manifiesta en la vida cotidiana. Así, por ejemplo, si alguien tiene
belleza física entonces existe la tendencia a atribuirle otra serie de características positivas
sin haber comprobado si las tiene o no, como que es una persona inteligente, seductora,
agradable, etc... También tendemos a categorizar a las personas según su profesión
(médico, albañil, empresario, etc.). Este fenómeno es aprovechado mucho en la publicidad,
con la finalidad de mejorar la imagen de algunos productos favoreciendo su posición en el
mercado. Así, es habitual que se contrate a ídolos del deporte o del mundo del cine para
promocionar ciertos productos ("El mejor portero del mundo tiene un coche de la marca X",
"El número uno del tenis mundial recomienda los seguros Y", "La estrella de cine prefiere
tomar café de la marca Z" etc.). En la política también se usa el efecto halo: si un líder
tiene alguna característica por la que resulta atractivo, entonces la gente tenderá a pensar
que su política también lo es, por lo que tendrá más votantes.
Este efecto puede darse también en el mundo intelectual1, al considerar que los
intelectuales o científicos tienen credibilidad en sus opiniones incluso en materias en las
cuales no son expertos. Este es el caso de Aristóteles, filósofo y científico griego de la
antigüedad, a lo largo de la Edad Media y el Renacimiento. En esta época existía una gran
veneración por las obras de Aristóteles, y sus opiniones sobre diferentes temas eran
utilizadas en numerosos debates intelectuales. Como ejemplo2 referirnos al filósofo italiano
renacentista Pietro Pomponazzi, seguidor del pensamiento aristotélico, quien señalaba,
apoyándose en Aristóteles, que no podía probar la existencia de demonios o ángeles para
explicar fenómenos inexplicables o milagrosos. "Y como personas como nosotros no
podemos, en temas de ciencia natural, compararnos a Aristóteles y a los hombres
mencionados, hay una gran razón para creer que estos fenómenos no prueban eficazmente
la existencia de demonios y ángeles". De hecho, se acuño una expresión para zanjar las
discusiones acudiendo al pensamiento del maestro: “MAGISTER DIXIT”.
"Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las
puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los
Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra
quedará desatado en los cielos". -Mateo 16:18-19 y también:“El que a vosotros oye, a Mí
me oye”(Lc 10,16).
No obstante, con independencia del efecto halo y los dogmas de fe de las distintas
religiones en los que cada cual es libre de creer o no, podemos utilizar de forma lógica las
opiniones razonadas de los expertos, intelectuales o científicos, para apoyar nuestros
pensamientos, aunque sólo cuando dichas opiniones correspondan a temas en los cuales
son realmente expertos. Esto es lo que ocurre en trabajos científicos o académicos, como
en el caso de tesis doctorales, en donde se recurren a aquellos que anteriormente se han
ocupado del asunto tratado en dichos trabajos.
Hay personas que, por su formación científica o intelectual, son consideradas expertas en
diferentes materias (economía, política, biología, sociología, etc.) o temas concretos
(energía alternativa, sistema electoral, etc.). Por eso mismo, sus opiniones sobre dichos
temas o materias son opiniones autorizadas (tienen lo que los clásicos
denominaban auctoritas4). Apoyarnos en las opiniones autorizadas y en las razones de
los expertos, cuando nuestros conocimientos sobre esos campos son más limitados (nadie
puede hoy abarcar todos los campos o temas que son discutidos) o cuando no tenemos
tiempo suficiente, es una forma correcta de argumentar, conocida como "argumentos que
apelan a la autoridad". Este tipo de argumento se basa en el sentimiento de respeto que
despierta dicha autoridad, no tanto por los cargos que ocupa o por los premios que haya
recibido, sino por su carácter de experto en el campo o el tema sobre el que se está
debatiendo.
Estructura:
A es un experto y dice que p
Por tanto, debe ser verdad p
Ahora bien, hemos de ser conscientes de que este tipo de argumento no es garantía
absoluta de la verdad de lo que se está afirmando (en este caso, p), ya que dicho experto
podría estar equivocado. Piensa que hasta principios del siglo XX, los mayores expertos en
Física del mundo creían en la existencia de una sustancia material invisible e indetectable
bajo ningún método de observación, a la que llamaban el éter. Luego, se demostró su
inexistencia: es un claro caso de “ceguera profesional” que sólo se resolvió cuando llegó el
amigo Einstein. Mira la historia del éter en los siguientes vídeos:
En política, son los medios los que deben justificar el fin, respondió Albert Camus.
Hacer propuestas, elaborar y discutir planes de acción económicos y sociales forma parte
intrínseca del mundo de la política. Antes de aprobar una nueva ley, el Parlamento analiza
sus ventajas e inconvenientes, los obstáculos que pueden plantearse para su puesta en
marcha, su utilidad y su ajuste a los principios y valores constitucionales que consideramos
importantes.
No sólo los políticos, todas las personas discutimos a diario lo que consideramos que
debería hacerse o dejarse de hacer “para arreglar el mundo”. Hay miles de blogs con
análisis y propuestas para todos los gustos. Los foros de los periódicos en internet echan
chispas discutiendo la bondad o maldad de la última iniciativa del gobierno. Por suerte, no
todos se toman tan a pecho esto de hacer propuestas, pues se las puede presentar también
con el mejor sentido del humor, como nuestro admirado Goyo Jiménez, quien en el
siguiente monólogo propone, ni más ni menos, que suprimir la emisión en horario infantil
de unos programas que considera muy perjudiciales para los niños: los dibujos animados.
Este tipo de discurso argumentativo que presenta y discute propuestas se denomina desde
Aristóteles deliberación2, palabra que deriva del latín libra, balanza, pues en estas
discusiones es común sopesar en los platillos imaginarios de nuestras mentes los pros y los
contras que conllevaría tomar una determinada decisión. En realidad, cuando analizamos
un acto por sus consecuencias favorables o desfavorables estamos recurriendo a un tipo de
argumento llamado pragmático. Existe incluso una corriente ética en filosofía, el
utilitarismo, que afirma que debemos valorar las acciones como buenas principalmente por
la cantidad de bienestar que produce (o por la cantidad de dolor que evita) al mayor
número posible de personas3. Está muy bien, pero los humanos no sólo nos guiamos por el
criterio de la utilidad, pues en un momento dado, la eliminación física de una minoría étnica
rebelde podría ser útil y beneficiosa para la mayoría de una sociedad, pero nuestro sentido
de la democracia nos dice que no es ético utilizar la violencia, la tortura o el asesinato como
instrumentos políticos. Bastantes dictaduras hemos tenido ya (y algunos todavía se atreven
a justificarlas como útiles para resolver los problemas de la sociedad). Por tanto, muchas
veces recurrimos a principios y valores que consideramos superiores a la utilidad (como la
justicia, la libertad, la vida o algo tan poco práctico como el amor), para justificar por qué
algo debe o no debe hacerse. Esto es lo que se llama el argumento moral o de medios-
fines4.
Definición de liberación
Argumento de estructura condicional (si… entonces…) que conecta una acción o puesta en
marcha de un proyecto con la obtención de determinadas consecuencias prácticas, ya
sean positivas o negativas. Dichas consecuencias son las que justifican o desaconsejan la
realización de tal acción o proyecto. Ejemplo: “A Cataluña no le interesa independizarse
de España, porque si lo hiciera, sus empresas perderían gran parte de su negocio”.
Argumento que justifica nuestro deber de realizar o no una acción o proyecto en base a
determinados valores, derechos o fines que consideramos en sí mismos valiosos. A tal
efecto, puede discutirse si dicho acto o decisión realmente encarna ese pretendido valor o
fin, o bien discutir qué fines o valores deben ser prioritarios frente a otros. “El pueblo
catalán tiene derecho a decidir libremente su futuro en un referéndum. La democracia
debe estar por encima de las leyes escritas”.
08. Proponer y cuestionar definiciones
Lo esencial es indefinible.
¿Cómo definir el color amarillo, el amor, la patria, el sabor del café?
¿Cómo definir a una persona que queremos?
No se puede.
LA GUERRA ES LA PAZ
LA LIBERTAD ES LA ESCLAVITUD
LA IGNORANCIA ES LA FUERZA
Pero en 1984 el dominio mental llega hasta el extremo de crear e imponer una nueva
forma de nombrar a las cosas: la neolengua. Así, el nuevo lenguaje acabará eliminando
cualquier posibilidad de pensamiento libre, o de cualquier pensamiento en general (al fin y
al cabo, el principal peligro para cualquier dictador es que los ciudadanos se hagan
preguntas y piensen por su cuenta). Bajo la apariencia de objetividad, el fin de la
neolengua es ir reduciendo el diccionario, eliminar los matices y los adjetivos calificativos,
para reducir paralelamente los límites de lo que somos capaces de pensar. Por ello, afirma
Orwell: “En una época de engaño universal, decir la verdad es un acto
revolucionario”. Reproducimos la lectura de un breve pasaje de la obra1:
A partir de estos descubrimientos se definió el concepto planeta como aquel cuerpo celeste
que gira alrededor de una estrella, no tiene luz propia y refleja la luz de la estrella y es
mayor que un asteroide. Esta es una definición imprecisa que fue revisada a raíz de los
descubrimientos astronómicos. Por eso, en 2006 hubo una reunión de la Unión Astronómica
Internacional (UAI), a la que pertenecen la mayoría de astrónomos, para redefinir el
concepto de "planeta". Por votación mayoritaria, no exenta de polémica, se decidió
definir Planeta como aquel objeto celeste que cumple las siguientes condiciones:
2) tiene un tamaño suficiente para poder tener una forma aproximadamente esférica y que
Con este nueva definición Plutón se caía de la lista de planetas tradicionales. Para él y para
otros cuerpos de similares características, se inventó el concepto de Planeta
enano, entendido como aquel cuerpo celeste que no es un satélite pero tampoco es un
planeta, ya que, aunque cumple los criterios 1 y 2 antes señalados, no cumple el criterio 3.
Las definiciones no solucionan todos los problemas, pero permiten a los astrónomos seguir
con su trabajo... hasta que aparezca con el tiempo, quizás, una nueva definición.
En el caso de los textos literarios, las definiciones no son menos importantes, aunque suele
sustituirse la precisión y la concisión por una superabundancia de imágenes reveladoras.
Francisco de Quevedo
Definición de definición
En el fondo, ten en cuenta que muchos debates se resuelven en el terreno de disputa por la
definición de los conceptos, ya que es difícil contar con conceptos claros, rigurosos y
precisos. A veces por defecto (vaguedad, falta de claridad) y otras por exceso (polisemia,
connotaciones…) lo cierto es que nuestros conceptos presentan una elasticidad, que nos
permite contraer y estirar su significado, entrando así en discusión no los hechos (¿qué
ocurrió?), sino cómo denominamos dicha realidad. Y no es una cuestión baladí: hay una
gran diferencia entre decir “interrupción del embarazo” y “asesinato del futuro ser
humano”, ni es lo mismo negociar con el “movimiento de liberación vasco” (como dijo un
ex presidente español) que negociar con los “terroristas asesinos de ETA”. Como las
palabras encierran valoraciones morales y políticas, su uso y su definición pueden delimitar
el destino final de nuestro debate, convirtiéndose en un arma dialéctica de gran
importancia. Es crucial evitar que nuestro oponente imponga su versión particular,
mostrando que se está utilizando una definición sesgada o interesada de los términos.
A. Vivimos en una época en donde la tiranía ha ido dejando paso, aunque lentamente y con
ciertos retrocesos, a la democracia.
B. Pero esto no es democracia. Porque, dime, ¿en qué país de los que conoces gobierna
realmente el pueblo?
de tener una cosa para que pueda ser incluida en el conjunto de cosas que caen bajo la
palabra que se define. Así, por ejemplo: Isla tiene como definición intensional "porción de
La definición extensional es aquella que enumera todos los objetos que están incluidos en
la clase de objetos a los que se refiere el término. Así, por ejemplo: la definición
extensional de Isla incluye: Canarias, Baleares, Islas Británicas, Islandia, Cerdeña, Malta,
etc.
La definición estipulativa: es aquella definición en la que, aunque existe ya el término con
argumento en el contexto de un debate. Así, por ejemplo: "estipulemos ahora que vamos a
entender por libertad la ausencia de obligaciones impuestas desde el exterior". Lo cual vale
3º. Ten mucho cuidado con las llamadas definiciones persuasivas3, que son aquellas en
las que la definición se construye con el fin exclusivo de beneficiar a quien la hace, sacando
así ventaja en el debate. Aunque tuviera apariencia de ser una buena definición, esconde
un modo de definir a medida de quien ha propuesto la definición. Esto es así porque, como
hemos dicho, las palabras tienen un colorido (una connotación) que inclina la balanza hacia
un lado, rompiendo una cierta neutralidad entre los debatientes.
-Afirmamos que A (algo que se desea criticar) es B (una cualidad cargada de negatividad)
Ej.: El aborto es un asesinato de niños (favorece a quienes se oponen al aborto).
-Afirmamos que A (algo que se quiere defender) es o posee B (cualidad considerada
positiva)
Ej.: el aborto es un sistema de control de la natalidad (partidarios del aborto).
Gregorio XII, que vivió a comienzos del siglo XV, vivió en una época llena de convulsiones
en el seno de la Iglesia, en los enfrentamientos del cisma de Occidente, en el que habían
varios antipapas que luchaban por hacerse con la silla de San Pedro. En ese contexto,
abandonó sus pretensiones.
Celestino V era un monje benedictino que vivía como un ermitaño, en una cueva. Esa
circunstancia y su avanzada edad no le permitían ser el pastor adecuado para la Iglesia. Lo
eligieron tras más de dos años de cónclave. A los pocos meses renunció, aunque fue
encarcelado por su sucesor y murió en prisión.
¿Qué tiene que ver todo esto con la frase: "el hombre un animal de costumbre"?, es
muy sencillo, dado que el hombre comparte en cierto grado características que son
inherentes a las plantas y los animales tiende en ese mismo grado a comportarse como
ellos. Tanto los hábitos como los vicios, se encarnan en el hombre a través de la repetición
de actos ya sean buenos o malos, por lo que en uno o en otro sentido tenemos que la
costumbre es inherente a la actuación del hombre orientándolo a su perfección o a su
destrucción.2
Definición de precedente
Los argumentos en los que se apela a los precedentes están basados en la semejanza
entre dos situaciones (por ejemplo, la crisis económica de 1929 y la crisis económica de
2008) o acciones (la dimisión de Benedicto XVI y la anterior de Celestino V). Si dos
acciones o situaciones son similares en muchos aspectos, entonces habrá de aplicarse
para el segundo caso la misma regla que valió para el anterior. Lo que hay que sopesar
es si existe un alto grado de similitud o si existen importantes diferencias entre ambos
casos para justificar dicha decisión.
Ejemplo:
"El Papa Celestino V, tenía una avanzada edad y grandes dificultades para dirigir la Iglesia,
renunció a su pontificado por motivos personales.
El Papa Benedicto XVI también tenía avanzada edad y dificultades para dirigir la Iglesia.
Hay un antiguo refrán, según el cual, “para muestra vale un botón”, es decir, basta una
única prueba o demostración al respecto de una persona o cosa para saber qué se podrá
esperar de ella en general. También se utiliza con el significado de que no es necesario
mostrar o decir todo para dar una idea global de algo. Fijémonos en el siguiente asunto.
Podríamos preguntarnos: ¿es necesario tener estudios para triunfar en los negocios? Parece
que no, y para muestra… te mostramos un botón, la historia del portero del prostíbulo, uno
de esos cuentos de Jorge Bucay, lleno de sabiduría y sensibilidad:
Los cuentos suelen esconder una lección, un mensaje universal, una moraleja. Y es que hay
ejemplos que, por sí solos, se convierten en paradigmáticos, algo así como un modelo a
seguir, como un caso especialmente significativo del que podemos extraer conclusiones de
las que aprender o que se pueden extrapolar a muchos casos semejantes. Ejemplo:
muchos países europeos han reaccionado a la crisis económica de manera similar:
sacrificios, recortes y ayudas a los bancos. Pero hay un país que nos podría servir de
ejemplo de que otra política económica era posible ante el estallido de la burbuja
económica mundial: Islandia.
Se trata de un argumento en el que concluimos una verdad o norma general a partir del
planteamiento de un caso que se considera ejemplo paradigmático o típico de esa
categoría de hechos o esa clase de objetos. Entonces, decimos que las características que
apreciamos en dicho caso singular son extrapolables a toda la clase o conjunto a los que
pertenece.
Así, decimos que las cruzadas fueron un típico ejemplo de guerra económica ocultada
bajo la apariencia de los valores sagrados (otro ejemplo sería la última guerra de Irak,
donde EE.UU. quería ‘devolver la democracia’ a un país colmado de petróleo). Sin duda,
deberíamos leer la biografía de Bill Gates, el típico ejemplo de multimillonario que
comenzó con un pequeño negocio en el garaje de su casa. También aprenderíamos
mucho estudiando la vida de Joselito, el caso paradigmático de niño prodigio explotado
hasta el extremo y cuya vida se acabó arruinando. Etc.
"Ay de mí¡ ¿Qué hombres deben de habitar esta tierra a que he llegado? ¿serán violentos,
salvajes e injustos, u hospitalarios y temerosos de los dioses?.
Ulises se pregunta, pues, si los feacios son agresivos o si, por contra, son hospitalarios con
los forasteros. Por tanto, su pensamiento adopta la forma de la generalización: o todos
los feacios son agresivos o todos los feacios son hospitalarios con los que arriban a sus
costas.
Nausícaa ordena a sus esclavas que socorran al agotado Ulises, pues "todos los forasteros y
pobres son de Zeus, y un exiguo don que se les haga les es
grato", otra generalización que viene a mostrar el carácter hospitalario de los feacios.
Uno de los tópicos más injustos es pensar que los africanos son vagos y pasivos
Siempre me ha llamado la atención las palizas que la gente se pega a trabajar en África,
y lo poco que recogen a cambio. Probablemente, uno de los tópicos más injustos es
pensar que los africanos son vagos, pasivos, conformados con su destino y cosas
parecidas.
Cuando uno sale de Quelimane, en el norte de Mozambique, a las 5 de la mañana, ve a
cientos de personas yendo a los campos a trabajar. A veces, están a más de una hora de
camino. Cargan un azadón y poco más, y si son mujeres, muchas veces también llevan
un bebé a la espalda. Luego, trabajan durante horas y horas, labrando campos de varias
hectáreas, bajo el sol a 40 grados. La tierra está dura y la única herramienta con la que
cuentan es una azada. Un trabajo físico muy fuerte realizado por personas que, en
muchos casos, cuentan con una alimentación muy limitada.
Casi siempre son las mujeres quienes realizan esta tarea, después de haber acarreado el
agua hasta su casa y preparado la comida para la familia. Cansa solo de verlas trabajar.
A eso de las 8 de la mañana, cuando uno ya no consigue ni andar por la calle debido al
calor tan sofocante, allí están ellas, sin parar, levantando el azadón una y otra vez. Y así
semanas y meses.2
El “falsacionismo” de Karl Popper es una teoría sobre la Ciencia que remarca la importancia
de buscar los fallos de nuestras teorías científicas. Presentarle todo tipo de objeciones,
intentar “falsarlas” por todos los medios, en vez de obsesionarse por probar su verdad
(cosa de la que nunca podemos estar seguros al cien por cien), servirá para demostrar que
dichas teorías son, al menos, las mejores de las que disponemos en este momento. Este
criterio sirve además, según Popper, para distinguir las genuinas teorías científicas
(verdaderas o no) de otras explicaciones pseudocientíficas, ideológicas o religiosas, que ni
siquiera merecen ser discutidas por no alcanzar el mínimo rigor. Nos dice este filósofo
austríaco que para pretender ser científica, una teoría debe ser “falsable”, esto es, que
establezca alguna afirmación o predicción sobre la realidad de tal forma que en caso de que
los hechos demuestren ser diferentes, la teoría sería directamente rechazada. Pero si una
teoría es capaz de explicar un hecho y su contrario, de forma que nada de lo que ocurra en
el mundo real podría servir de objeción contra ella, esa teoría irrefutable, inobjetable e
irrebatible, sencillamente no sería científica (ni siquiera candidata a científica).
Distinguiendo estrategias
Hay muchas formas de criticar una idea (por cierto, el verbo criticar proviene el griego
krinein, que no significa destruir, sino juzgar, analizar, separar, discernir, cribar). Podemos
encontrar dos1 formas básicas de examinar críticamente los argumentos que nuestro
contrincante plantea en el debate: una es la presentación de alguna objeción y la otra
consiste en la refutación de dichos argumentos.
1. Pedir aclaraciones
Puede que en un debate existan términos importantes sin que se haya aclarado
suficientemente su significado. También puede ocurrir que se maneje una misma palabra y
cada uno de los contrincantes la use con un significado diferente. Cuando eso ocurra, no
basta tampoco con la definición de un diccionario, pues el diccionario recoge varios
significados de gran parte de las palabras. De ahí que resulte conveniente introducir una
pregunta aclaratoria del tipo:
Ejemplo
A: Vivimos en un país libre. Por eso mismo, no debería prohibirse fumar en lugares
públicos.
B: ¿Qué quieres decir cuando dices que este es un país es libre? ¿Acaso significa que es
un país en el que no existen leyes que regulen la convivencia?
(B introduce una objeción al preguntar por el significado de "libre" usado por A.
Ciertamente B detecta que se puede usar la palabra libre con varios significados y
considera importante que A aclare el significado que usa. Si la usa en el sentido de
libre=ausencia de leyes, entonces no habría ningún país libre, pues en todos los países
existen leyes que regulan, de un modo u otro, la convivencia).
2. Señalar incoherencias
Podemos plantear una objeción hacia los argumentos de nuestros contrincantes en el
debate señalando que, en la justificación de sus puntos de vista, han introducido algunas
incoherencias. Es decir, que ha ido cambiando, en algún aspecto, algo que decían. Si, en
dos momentos diferentes, alguien expresa una idea y su contraria entonces la incoherencia
se transforma en contradicción.
diferencia en el significado de los términos usados (supongamos que alguien utiliza primero
el término mujer para referirse a su condición sexual y, más tarde, utiliza el mismo
¿Has usado ahora la palabra X en el mismo sentido en que la estabas usando antes
cuando has dicho...?
Incoherencia lógica: Si alguien expresa una idea y, en una intervención posterior, la idea
contraria ("Debe usarse la energía nuclear porque no afecta tanto al cambio climático" y,
más tarde, expresa que "Por los peligros que conlleva una fuga radioactiva, deberían
Me parece que hay una contradicción en lo que acabas de decir cuando dices. por un lado
que... y, por otro, que...
¿No crees que has incurrido en contradicción al expresar ahora un punto de vista
contrario al que defendías antes, pues ahora dices que... y antes habías dicho que...
Incoherencia entre medios y fines: alguien pude mostrar una preferencia por alcanzar
un fin (por ejemplo, ahorrar tiempo) y, sin embargo, creer que un medio que permitiría
alcanzar dicho fin resulta inadecuado (por ejemplo, el uso del avión es altamente
peligroso). También puede ocurrir que alguien considere valioso un fin (por ejemplo,
mejorar la salud pública) y, sin embargo, sea partidario de medidas inadecuadas para
alcanzarlo o que conducen a lo contrario (por ejemplo, ser partidario de permitir fumar en
lugares públicos).
Si eres partidario de X (un fin dado) ¿cómo es que te opones a Y si resulta que Y es un
medio para conseguir X (el fin dado)?
No crees que te contradices al defender X (un fin dado) y permitir Y, que es inadecuado
para conseguir X (el fin dado).
4. Pedir razones
En un debate tratamos de defender nuestras ideas de modo que la conclusión que
pretendemos establecer venga apoyada en razones. No basta con manifestar lo que uno
cree o lo que uno opina. Lo importante es defender la creencia y la opinión mediante las
correspondientes razones. Supongamos que en un debate alguien plantea que debería
instaurarse la pena de muerte en nuestro país. Si sólo expresa esta idea, se ha olvidado de
justificarla con razones. Le podemos plantear como objeción que aporte las razones que
tenga para apoyar la idea de la reinstauración de la pena de muerte en nuestro país.
5. Buscar presuposiciones
A veces lo que afirmamos depende de ciertas suposiciones, las cuales no son siempre
correctas. Al buscar tales supuestos en lo que afirma nuestro contrincante, podemos
encontrar algunos que sean equivocados.
Para ganar un debate, como para conquistar un castillo o fortaleza, debemos derribar las
defensas que nuestro adversario ha construido con esmero: sus argumentos. La
refutación de un argumento consiste en mostrar mediante un contraargumento que la
tesis defendida por nuestro contrincante está equivocada o es falsa. Puedes entender,
pues, que refutar la tesis de tu adversario en el debate es algo similar a lo que ocurre
cuando hacemos caer un edificio que estaba en pie porque ya no se puede sostener: un
proceso de demolición. Con ello quizás no hayas conseguido aún demostrar que tu tesis es
mejor, más fuerte o verdadera. Pero, al menos, habrás mostrado la debilidad de la
argumentación de tu oponente en el debate y la audiencia (público y jueces) tendrá la
convicción de que tu contrincante ha sido derrotado, por lo que resultarás vencedor en el
debate. De hecho, el público de un debate suele prestar más atención a las críticas de las
dos partes, que a su trabajo de presentación y fundamentación de ideas.
Es importante, pues, que dediques tiempo a preparar tus argumentos pero no puedes
olvidar la necesidad de refutar los argumentos de tus contrincantes. No olvides, pues, que
en el tiempo que dedicas a preparar el debate has de alternar la justificación de tus
argumentos con la refutación de los argumentos de tus oponentes. En cierto modo, tu
trabajo es el de ser un constructor y un destructor de argumentos. No es tan complicado
como parece. Encontrarás que la misma lógica rige en ambos casos, por lo que cambia,
más bien, el objetivo. Eso sí: durante el debate deberás practicar de forma atenta la
escucha activa: no puedes predecir de antemano todos los movimientos que va a realizar la
otra parte, así que te toca escuchar y analizar sobre la marcha sus ideas, con el fin de
buscar una fisura por donde asaltar el castillo.
Es importante que el público (y el jurado) sepa claramente contra qué idea de nuestro
oponente vamos a lanzar la refutación. En una forma breve y concisa, debemos parafrasear
lo dicho anteriormente por el equipo contrario, para lo cual se necesitan dos habilidades
poco practicadas hoy día: saber escuchar y saber tomar notas de lo dicho durante el
debate.
Una vez expuesta la tesis de nuestro contrario, debemos presentar en forma de titular
nuestra refutación (es decir, nuestra contra-tesis o antítesis). En ella expresaremos el
motivo por el que consideramos rechazable el argumento del contrincante: porque no ha
demostrado nada, porque carece de pruebas, o bien lo que dice es irrelevante o incluso
incoherente o contradictorio. En la sección general de los Esquemas Argumentativos,
hemos ido desgranando las posibles críticas a cada uno de ellos. Pero en este paso, nos
limitamos a señalar el fallo o vicio de dicho argumento.
“Ustedes han dicho antes que legalizar las drogas sería un error, ya que produciría un
aumento instantáneo de su consumo. Sin embargo, nosotros creemos que dicha
conclusión carece de fundamento y es más bien una forma catastrofista e ineficaz de
plantear la cuestión; porque, en realidad, nuestros adversarios no desconocen el hecho
de que aquellos países como Holanda, en los que se ha legalizado el consumo de ciertas
drogas, dicho consumo no ha aumentado, ni siquiera es superior al consumo de las
mismas drogas en nuestro país, donde, sin embargo, resultan ser ilegales. Por lo tanto,
es evidente que legalizar las drogas no tiene por qué producir dichos efectos perniciosos
y, más bien al contrario, creemos que nos evitaría algunos de los graves problemas que
provoca actualmente su ilegalización, como demostraremos a continuación…”
2º Atacar la conclusión.
Pero, en todas estas estrategias, de forma casi inevitable, acabaremos luchando cuerpo a
cuerpo con las ideas y argumentos de nuestro oponente, pues no se puede capturar el
botín sin abordar el barco enemigo. Él, presentando de una determinada forma su tesis, ha
escogido las armas y el campo de batalla, y nosotros tendremos que entrar en ese
escenario para derrotar su ejército de razones, datos y juicios de valor.
3.2. Cómo atacar las premisas
Como acabamos de decir, una de las formas de refutar la argumentación de tu oponente
consiste en debilitar su argumento atacando las premisas en que se apoya. Una premisa es
una afirmación que, en caso de ser verdadera, respaldaría a su vez la verdad de la
conclusión o tesis que hemos expuesto. De forma simplificada, todo argumento está
compuesto de tres elementos:
1ª premisa: "Si se legalizan las drogas, será más fácil acceder a ellas"
Podemos decir que estas tres partes responden a su vez a estas tres preguntas (aunque
ahora empezaremos por el final):
La segunda premisa expresa la razón o el dato que lleva a la conclusión: ¿Por qué afirma
segunda premisa con la conclusión. Responde a la pregunta: ¿En qué se basa para
afirmarlo? “en que la legalización haría mucho más fácil el acceso a dicha droga” o dicho
al contrario, “que la prohibición dificulta el acceso y por tanto, el consumo de una droga”.
Si nuestro adversario consigue demostrar que dichas premisas son verdaderas, resultará
muy difícil que la conclusión no se imponga también como verdadera por su propio peso.
Éstos son, por tanto, los barcos que debemos abordar en primer lugar.
Ejemplo
Así, en el ejemplo, podríamos indicar que no todas las formas de arte merecen ser
conservadas, en especial aquellas que producen un daño innecesario a los seres vivos.
¿Defenderíamos la permanencia de rituales tan expresivos y con tanta fuerza estética como
un sacrificio humano? Fueron tradiciones bien asentadas en su día. Luego conservar lo
establecido, por muy artístico que pretenda ser, carece de justificación de forma
indiscriminada.
Aunque demos por buena la idea general o garantía de base (“el arte debe ser
conservado”), consideramos que no se puede aplicar a este caso concreto del que hablamos
(el toreo) debido a que no cumple los requisitos exigidos. Así, por ejemplo, podría decirse
que el auténtico arte genera en quien lo contempla una emoción estética, lo cual no se
produce en las personas a las que les repugna contemplar el sufrimiento animal.
Buscaríamos en un diccionario la definición de arte, analizaríamos varios tipos de arte
comúnmente aceptados y explicaríamos las diferencias con respecto al toreo y lo que sus
defensores proclaman como arte.
En este punto, cuando atacamos la premisa menor y afirmamos que no se puede aplicar el
principio general (la mayor) a este caso concreto que estamos discutiendo (aquí, los toros)
hemos de tener cuidado, ya que a veces incurrimos sin darnos cuenta en la llamada falacia
del “ningún escocés verdadero”4. Esta es la historia:
Una mañana, un escocés está leyendo un periódico y lee sobre un maniático sexual inglés
que ha atacado nuevamente a varias mujeres. Muy indignado, el escocés asegura que
“ningún escocés haría algo así”. Al día siguiente, lee un artículo sobre un escocés que ha
hecho cosas peores que el inglés, y exclama “no será un auténtico escocés, porque ningún
escocés verdadero haría algo así”.
Si nuestro oponente se refugia en este tipo de argumentos para esquivar nuestra crítica a
su premisa menor, podemos acusarle de caer en la falacia del “ningún escocés verdadero”:
“pues sí, fulanito es escocés y sin embargo, mira cómo actúa” (en nuestro caso taurino,
podrían replicarnos: “pues sí, matan al toro, pero aún así es un arte, por esto y por
aquello…”).
Ahora bien, hay casos en que el argumento de “ningún escocés verdadero” no resulta falaz,
como cuando decimos: “ningún verdadero vegetariano come carne”. Esto no es una falacia,
sino una regla general correcta que cuando se aplica a un caso particular (“a Pepe le
encanta el chuletón de buey”) nos permite extraer la conclusión correspondiente (“Pepe no
es un auténtico vegetariano”). La forma de saber si estamos haciendo un uso falaz o
correcto del argumento del escocés, consiste en poner juntos los conceptos que se están
tratando y ver si realmente son incompatibles entre sí (ser vegetariano y comer carne sí es,
lógicamente, incompatible; pero haber nacido en Escocia y ser un maníaco sexual no son
términos lógicamente incompatibles, de hecho, son dos cosas totalmente independientes).
¿Podría ser compatible el carácter artístico del toreo con el hecho de que produzca un
sufrimiento gratuito y cruel al animal?
Para concluir esta sección, recordaremos que no solo podemos atacar las premisas de un
silogismo clásico como los que hemos visto aquí, sino que también pueden atacarse las
premisas (o, al menos, la premisa fundamental) de cualquier tipo de argumento mostrando
que tales premisas son falsas o son dudosas y débiles. El modo de atacar dichas premisas
dependerá del tipo de argumento que tratemos de refutar (causal, analógico, por
generalización, definiciones, dilemas, etc.) como ya hemos mostrado en las distintas
secciones del apartado de Técnicas argumentativas.
(Atribuido a A. Schopenhauer)
Puede resultar que nuestro oponente tenga en su mano mejores cartas que las nuestras. A
veces, nos encontramos con que los argumentos de nuestro contrincante están muy bien
construidos, “muy bien armados” de razones, datos, ejemplos y matices, citas y pruebas de
todo tipo, de forma que destruir las premisas en que se fundamentan no resulta nada fácil.
Miramos nuestras cartas y parece que la partida está perdida. Pero espera, no tires la toalla
todavía: aún te quedan otras opciones para atacar la credibilidad de su posición. Como
decía el filósofo alemán Arthur Schopenhauer, existen dos vías para derribar el argumento
de nuestro contrincante: “a) la refutación directa y b) la indirecta; la directa ataca la tesis
en sus fundamentos (derribando las premisas que la sustentan para hacerla caer), mientras
que la indirecta ataca a la tesis o conclusión por sus consecuencias5.”
Por ejemplo, sería muy difícil echar abajo la confianza en las medicinas que nos recetan los
médicos intentando derribar su credibilidad (por la investigación de laboratorio que hay
detrás de cada medicamento, por los síntomas presentados por el paciente, la autoridad
científica del doctor, etc.). Pero, aún así, hay una forma de refutar la conveniencia de
algunos de esos fármacos (por ejemplo, los analgésicos, corticoides y antiinflamatorios,
dirigidos a calmar el dolor de nuestro cuerpo o aminorar los síntomas, pero no a curar la
enfermedad), mostrando el efecto pernicioso que éstos producen en nosotros a corto,
medio o largo plazo sobre nuestra salud. Mira el siguiente video y fíjate en cómo razona el
presentador su oposición a esos fármacos.
a. Consecuencias negativas
Una de las formas de rechazar la conclusión de un argumento expuesto por tu oponente es
llevarla hasta el extremo y ver las consecuencias negativas que se derivarían si se
admitiera. Así, por ejemplo, ante el elevado número de accidentes de tráfico de los jóvenes
alguien podría concluir que "debe prohibirse el consumo de alcohol en nuestra sociedad". Si
llevamos a sus consecuencias esta conclusión (¿qué pasaría si el consumo de alcohol fuese
prohibido?), a pesar de parecer en principio una propuesta razonable, podría indicarse sus
efectos negativos en la economía (desastrosos para los productores de vino y miles de
trabajadores, el negativo descenso en recaudación de impuestos, etc.) o incluso en la vida
social (se podría recordar lo que ocurrió en Estados Unidos con la famosa ley seca, que
condujo a un aumento de delitos por parte de la mafia). Evidentemente, si nosotros
rechazamos con estos argumentos la prohibición total del alcohol, entonces nuestro
oponente también puede mostrar las consecuencias negativas del consumo generalizado de
bebidas alcohólicas, como hacía esta publicidad gráfica del siglo XIX:
Por otra parte, habrás de tener cuidado para no abusar de esta estrategia6 porque,
ciertamente, de cualquier creencia o conducta (incluso de aquellas que consideramos
buenas o beneficiosas) se pueden seguir consecuencias negativas: viajar puede significar
exponerse a tener un accidente, amar a alguien puede suponer que nos expongamos a la
infidelidad o perder independencia, ayudar a una ONG como voluntario puede suponer que
descuidemos nuestra familia u otras obligaciones, etc. Sin embargo, esto no quiere decir
que no sea razonable y positivo el poder viajar, amar a alguien o ser voluntario en una
ONG.
Por eso mismo, rechazar un argumento del contrincante apelando a algún riesgo o
consecuencia negativa sólo resultará útil cuando estés seguro de que las consecuencias
negativas sean desproporcionadas (es decir, cuando dichas consecuencias negativas
superen claramente a los beneficios que suponen llevar a cabo tales conductas o defender
esas creencias.) Así, por ejemplo, si nuestro contrincante defendiera que el viaje turístico
en avión es perjudicial, pues se expone uno a sufrir un accidente, puedes poner en una
balanza mental los aspectos positivos (los aviones son un transporte seguro, el avión
ahorra tiempo y abarata los precios, la compañía que fleta el avión revisa los aviones y
contrata a pilotos expertos) y los aspectos negativos (puedo sufrir un accidente). Así
dejarás en evidencia que la postura del contrincante no es razonable y puede quedar
refutada por las consecuencias que se seguirían de no usar el avión, ya que en este caso,
los aspectos positivos superan a los negativos.
De forma esquemática:
(2) Tu refutación:
Si uso el avión, que es un transporte seguro (al menos más que otros medios de
transporte), con esa compañía que revisa los aviones y contrata pilotos expertos, entonces
muy probablemente no sufriré un accidente y llegaré bien a mi destino.
b. Reducción al absurdo
Otra de las formas de atacar la conclusión es usar el procedimiento que se
denomina reducción al absurdo. Este procedimiento consiste en asumir la conclusión pero
mostrando que dicha conclusión encierra una contradicción. Si alguien dijera:
A: No acepto tu opinión sobre este tema, porque es una opinión relativa. Yo defiendo que
"todo es relativo".
B: Si todo es relativo, también es relativo que "todo es relativo". Por tanto, no todo es
relativo.
(En este caso, B ha mostrado que "todo es relativo" encierra una contradicción. Por un lado
se afirma que "todo es relativo" y, si es esto es verdad, entonces "todo es relativo" no es
relativo, lo cual es contradictorio, absurdo).
Con este método demostró hace más de dos mil años el matemático griego Euclides que los
números primos son infinitos, haciendo ver que suponer lo contrario (un número primo
mayor que todos los demás) nos lleva al absurdo de tener que admitir a partir de él la
existencia de otro número primo mayor que él. Aquí va el video de la demostración,
esperamos que la entiendas:
c. Contraejemplos
Presentar contraejemplos que permitan demostrar que la conclusión o tesis general falla en
algún caso relevante o no se corresponde siempre con la realidad. Aunque suele decirse
que la excepción confirma la regla, lo cierto es que un contraejemplo (real, confirmado y
que venga al caso), pone en entredicho la verdad sostenida por nuestro oponente.
Así, por ejemplo, podríamos citar no uno, sino decenas de contraejemplos a la tesis general
que presentábamos más arriba: la necesidad de prohibir el consumo de alcohol, para evitar
los problemas que éste conlleva. Pues bien, hay muchos países en los que el alcohol no
está prohibido y, tomando otras medidas preventivas y educativas, se evita las secuelas
sociales que éste puede provocar entre la juventud. (Ver sección de los esquemas
argumentativos referido al uso de ejemplos)
Resulta que las tres proposiciones que forman este argumento son verdaderas si las
miramos por separado. Sin embargo, aunque las premisas y la conclusión sean verdaderas,
resulta que el paso o inferencia desde aquéllas a ésta es ilegítimo. Dicho de otra forma: de
las premisas no se deduce necesariamente la conclusión (puesto que cabe la posibilidad de
que alguien no nazca en Córdoba y, sin embargo, sí sea andaluz, como Antonio Banderas,
por ejemplo).
Así que otra forma de atacar el argumento de tu oponente es mostrar que existe una
desconexión entre las premisas y la conclusión. En ese caso lo que falla es la inferencia o
paso de las premisas a la conclusión. La conclusión se tiene que apoyar en unas premisas.
Pero puede ocurrir que, dadas unas premisas, a partir de ellas no se puede obtener la
conclusión. Podemos recurrir a la expresión latina "non sequitur", que viene a traducirse
por "no se sigue", es decir, la conclusión no puede seguirse de las premisas con las que
contamos. Eso es lo que ocurre generalmente cuando hablamos de falacias7.
A: Los estudios realizados muestran que los alimentos transgénicos son seguros. Por tanto,
no hay razones para rechazarlos.
(En este caso, de la premisa "Los estudios realizados muestran que los alimentos
transgénicos son alimentos seguros" no se sigue que no haya razones para rechazarlos.
Una cosa es que los alimentos transgénicos se puedan consumir con seguridad y otra cosa,
totalmente desconectada de lo anterior, es que no haya razones distintas a las sanitarias
para rechazarlos. Así, por ejemplo, un ecologista podría rechazarlos por la posible amenaza
al medio ambiente a largo plazo, o por razones económicas (esas semillas podrían ser más
caras), o por otro tipo de razones (pérdida de variedades tradicionales, mercado
monopolístico, explotación del tercer mundo…). En este caso, diríamos que ser unos
alimentos seguros es una condición necesaria, pero no suficiente para aprobar su
producción y consumo.
En el terreno judicial también encontramos algún ejemplo: del hecho de que alguien sea un
ladrón y merodeara por el barrio no se sigue, necesariamente, que sea el delincuente
buscado. Eso es lo que señalaría su abogado. De ahí que se mantenga la presunción de
inocencia. Lo que se tratará de mostrar en el juicio, en caso de ser el principal sospechoso,
es que las pruebas encontradas son evidentes o ciertas y demuestran que dicha conexión
se puede hacer.
A) bien porque el fundamento último (ver ejemplos de cómo se niega la mayor,) carece de
la necesaria evidencia. Es dudoso, luego no apoya la conclusión; ejemplo: si alguien opina
que "el Estado debe prohibir todo consumo de alcohol, por sus efectos sobre la salud de los
ciudadanos", se podría negar la mayor diciendo "¿y quién es el gobierno para decidir por mí
sobre mi propia salud?”
B) o bien, porque dichas afirmaciones no gozan del reconocimiento general (ya sabemos
que una afirmación no es más verdadera por el número de personas que creen en ella, eso
sería una falacia “ad populum”, pero es necesario en un debate que nuestras tesis se
apoyen en verdades comúnmente aceptadas por el público, en eso que llamamos el sentido
común); “todo el mundo sabe que eso no es así…”, “eso no es de sentido común…”;
C) o bien, porque las pruebas aportadas carecen de la necesaria validez científica que las
sustentarían; a veces, la opinión pública o el sentido común no son suficientes para
respaldar una tesis dado que la cuestión es más técnica; ejemplo: "mucha gente desconfía
de la instalación de antenas de telefonía cerca de sus viviendas, pero realmente no existen
evidencias científicas que respalde ese temor".
De hecho, no existe una única prueba de relevancia, sino tantas como tipos de argumentos
existen. Te recomendamos que eches un vistazo a la sección de Falacias de Relevancia, así
como los apartados correspondientes a las Técnicas Argumentativas, donde te enseñamos a
construir y a destruir los principales tipos de argumentos. Pero, por si estás un poco escaso
de tiempo, te presentamos aquí un breve resumen:
3º) Porque se basa en PREMISAS INSUFICIENTES:
¿Nos ofrecen las premisas, aun siendo verdaderas, la suficiente base como para afirmar la
conclusión? De no ser así, nuestro argumento será débil y la conclusión injustificada. Como
en el caso anterior, habrá tantos posibles fallos, como tipos de falacias y esquemas
argumentativos relacionados con ellos.
4. Cómo dominar el terreno de juego
En el deporte, como en la guerra, los estrategas saben de la importancia de dominar el
terreno de la contienda, eligiendo las posiciones más favorables para la batalla, y siempre
teniendo en cuenta las fuerzas propias y las del contrincante. Evidentemente, uno no sabe
qué estrategia, qué argumentos o qué tácticas de ataque habrá preparado el contrincante.
En todo caso, aquí ocurre como en el fútbol, quien domina el balón más tiempo tiene más
posibilidades de ganar (aunque aquí, la posesión del balón no representa la posesión de la
palabra, ya que los tiempos suelen estar muy regulados y equilibrados en cualquier debate,
sino que nos referimos, más bien, a conseguir el protagonismo o la iniciativa durante el
transcurso del mismo).
El juego de debatir deja siempre cierto margen de maniobra a quien presenta una tesis o
recibe un ataque, para reaccionar de una u otra manera, sin tener que someterse a la
estrategia del rival. Por supuesto, no nos estamos refiriendo a las estrategias
contaminantes, manipuladoras y sofísticas tan típicas como groseras: interrumpir
continuamente o humillar al contrario burlándose de él, olvidarse del tema tratado y saltar
a otro que nada tiene que ver con la pregunta formulada, inventar hechos o citas falsos,
recurrir patéticamente a la compasión del público o excitar sus emociones y sus miedos,
etc., etc. Basta ver ciertos debates políticos y las tertulias en ciertas cadenas de televisión
para observar magníficos ejemplos de lo que podríamos calificar de “terrorismo dialéctico” o
de simple "basura retórica".
Pero lo cierto es que siempre nos cabe maniobrar hábilmente, usando algunas buenas
estrategias de defensa y contraataque, que pasamos a explicar:
Pero la misma idea del movimiento implica que además de un tiempo haya un espacio por
el que moverse, un campo de juego con posiciones diferenciadas1. Y, en efecto, en un
debate, aunque los debatientes se planten detrás de un atril, también podemos hallar
zonas o puntos de fricción diferenciados (mis zonas de defensa, de ataque, de
contraataque...).
La línea imaginaria del centro del campo sería aquélla marcada por la propia pregunta o
tema del debate (por ejemplo, ¿debería legalizarse la venta de marihuana?), que nosotros
normalmente no hemos podido elegir, pero que delimita rotundamente a un lado y otro las
posiciones de ambos bandos: a favor y en contra. La elección del tema o proposición
general a debatir es también crucial porque delimita el perímetro de nuestro campo de
juego, es decir: de qué temas vamos a debatir y qué cuestiones no vienen a cuento porque
quedan fuera del tema de debate. Por todo ello, hay que insistir en la importancia de
redactar la cuestión o tema del debate de una forma precisa y clara, sin ambigüedades ni
vaguedad, para que los contendientes sepan a qué atenerse y cuál es exactamente la
posición que debe defender.
Esta imagen del campo de juego nos permite entender varias ideas: 1º) la importancia de
proteger la retaguardia, preparar nuestra defensa ante los ataques del enemigo; 2º) la
importancia de preparar ataques que lleguen hasta las posiciones enemigas para poder
conquistarlas; y sobre todo, 3º) la importancia crucial de controlar la mayor parte del
campo. Si el debate se juega constantemente en nuestro campo (cuando nos vemos
forzados a defendernos todo el rato) la sensación es que el contrario nos está dominando,
incluso aunque nuestra defensa sea sólida; y a la vez, el riesgo de que nos metan un gol es
más alto. Hay un refrán deportivo según el cual "los partidos se ganan en ataque y se
pierden en defensa". Meter goles y que no te los metan... ¡así de simple! Pero, para ello,
los entrenadores y estrategas disponen de distintas posibilidades. Nosotros vamos a
fijarnos en dos tácticas que nos pueden ser útiles en el debate: a) buscar las zonas en las
que sabemos que tenemos ventaja, y b) ocupar la mayor parte del tiempo el centro del
campo.
Aquí observamos que la posición a favor gana claramente la mayoría de los asuntos
debatidos. Así, nuestra labor de preparación consistirá en detallar y analizar esos asuntos o
frentes de debate en los que se subdivide el tema general, calculando en cuáles de ellos
tenemos una ventaja comparativa. En ellos incidiremos especialmente durante el debate,
aunque también prepararemos para defendernos en los otros frentes menos propicios.
Ahora bien, para vencer en un debate no sólo importa la cantidad, el número de frentes
ganados, sino también la relevancia que cada asunto particular pueda tener en él. Si
convencemos al jurado de que uno de los asuntos a tratar es más significativo o relevante
para la cuestión debatida que todos los demás juntos, es posible que ganemos el debate
simplemente imponiéndonos en ese frente, aunque perdamos los demás.
Teniendo en cuenta esto, será muy importante que sepamos presentar nuestros
argumentos ante el jurado para que estos ocupen un mayor espacio en sus mentes, es
decir, para que los jueces aprecien la relevancia significativa del asunto que tratamos y en
el que esperamos poder tener una clara ventaja. Para ello, al público y al jurado debemos
presentarle no sólo el contenido desnudo de los argumentos que hemos preparado, sino
también un comentario de su importancia para el tema tratado, con indicaciones claras del
mensaje principal que queremos trasmitir, así como de la estructura que vamos a seguir en
nuestra argumentación.
Recomendamos para ello2, en primer lugar, escribir y utilizar en varias partes del debate
(desde luego en la Introducción y en la conclusión final) LEMAS o frases cortas en las que
podamos resumir nuestro argumento, con el fin de remarcarlo en la mente del jurado.
Como el eslogan de un anuncio publicitario, el lema puede indicar de forma simple pero
llamativa lo esencial de nuestro argumento, de forma afirmativa (mejor que negativa) y
declarativa (no interrogativa). Un ejemplo:
ARGUMENTO
"Como partidarios de la legalización de la marihuana, consideramos que su ilegalización
actual, además de ser inútil, pues dicha sustancia es fácilmente accesible en nuestro país
a pesar de todo, promueve un mercado negro y el negocio de las mafias que trafican con
ella. Dicho negocio ilegal, base de múltiples delitos, desaparecería inmediatamente en
cuanto la marihuana fuera legalizada."
LEMA
2º. Darle importancia crucial al principio y al final. Las reglas psicológicas de la primacía y
la recencia nos aseguran que el oyente siempre recuerda mejor lo primero que se dijo y lo
último y más reciente que se acaba de decir. Ambos momentos del debate suelen ser
despreciados por muchos debatientes novatos, pensando que la clave está en el medio, en
el cuerpo a cuerpo. No debemos olvidar nunca explicar a la audiencia en nuestra
introducción un anticipo de lo que va a ser nuestra argumentación, y en la conclusión final,
un resumen del mismo esquema argumentativo.
En resumen, los argumentos bien estructurados y bien presentados nos permiten ganar
debates por dos razones: porque dan una sensación de control del juego y porque logran
ocupar más espacio en la mente del jurado.
Pero nos vamos a referir ahora a un concepto del espacio, a un dominio del terreno de
juego dialéctico, diferente del que hemos hablado en el apartado anterior. Decía el viejo
Aristóteles: In medio virtus est, "en el medio está la virtud", esto es, la rectitud y la fuerza
(para los antiguos, la virtud significaba ambas cosas a la vez). El orador que logre situarse
en ese punto intermedio que huye de los extremismos, en ese lugar imaginario donde
habita el sentido común, alejado de todo fanatismo radical, conquistará probablemente el
corazón del auditorio y de los jueces. De ahí las referencias constantes, en el discurso
político, a expresiones como: "es bien sabido que...", "como todo el mundo sabe...","la
gente no está de acuerdo con....", "resulta de sentido común...", "...hacer las cosas como
Dios manda", "y como siempre se ha dicho...", etc.
El propio Aristóteles nos ofrece otra razón poderosa para echar mano de lo que la gente
suele decir o pensar, lo que llamamos tópicos, a los que el estagirita dedicó incluso una de
sus obras: los temas que solemos presentar a debate no pueden ser resueltos de forma
rotunda mediante argumentos basados en premisas evidentes o demostrables
científicamente (¿es mejor prohibir o legalizar las drogas? ¿es más ético ser de derechas o
de izquierdas? ¿está preparada una chica de 16 años para abortar? etc., etc.), porque en
ese caso no habría nada que debatir, se recurriría a la solución científica y punto. Pero
estos temas éticos y estéticos, sociales o políticos, por su propia naturaleza, no admiten
demostraciones rigurosas y necesarias, por lo que el razonamiento lógico debe ser
sustituido por un recurso a las razones más plausibles que seguras, más verosímiles que
verdaderos, más probables que necesarios. Aristóteles nos define qué es plausible, como
aquello que parece bueno o verdadero "ya para todos los hombres, ya para la mayor parte,
ya para los más sabios; y entre estos, ya para todos ellos, ya para la mayoría".
O bien, como hemos indicado, podemos pasar del plano de los hechos (“en mi barrio, los
jóvenes hacen botellón y lo dejan todo asqueroso”), al plano de los valores (“la libertad
frente al estado policial, la tolerancia y el derecho a divertirse requiere de espacios
adecuados”). Y, por último, del plano teórico al práctico (el típico reproche: "tú no tienes
los pies en la tierra", “eso que dices suena muy bonito pero, en la realidad, las cosas
funcionan de otra forma”, etc.).
La división del campo de juego tiene la finalidad de eludir la presión de nuestro adversario
en el punto principal que acaba de atacar, refugiándonos en aquellos otros terrenos
(aunque sean parciales y algo más periféricos al tema de debate) en los que nos sentimos
más seguros en el intercambio de golpes. Evidentemente, nuestro rival no quedará
satisfecho con esta táctica, sino molesto y contrariado: “Crea una situación muy
insidiosa para el interlocutor, pues aunque le damos fuera de la diana previamente
establecida, no deja de ser un tiro acertado; es como acertar a un faisán durante la caza
del jabalí. La presa no es la deseada, pero el cazador no vuelve a casa con las manos
vacías.” (CATTANI, 2003, 101). Nuestro adversario, por supuesto, reclamará volver al tema
central, buscando el cuerpo a cuerpo, en el que se siente superior, por lo que esta
estrategia es bastante arriesgada y no siempre aconsejable.