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CUIDANDO LA SALUD EN LA

SIERRA DE PUEBLA

TOSEPAN PAJTI
(SALUD PARA
TODOS)
Así me lo platicaron los
compañeros y compañeras de la
Cooperativa Tosepan Titataniske que
trabajan previniendo la enfermedad.

En la zona de la Sierra Norte de


Puebla donde vive la gente
organizada en la Cooperativa, la
situación sanitaria es mala por una
combinación de factores. En primer
lugar, las carencias ancestrales que
padece la población; en segundo, los malos hábitos de consumo adquiridos
recientemente, y en tercero, las grandes deficiencias del sistema de salud
pública: una institución inoperante pues en algunas comunidades hay clínicas
pero sin médicos ni medicinas; el viejo hospital de Cuetzalan no se da abasto
y el nuevo -que según es de especialidades- atiende pocas, pues los médicos
especialistas no quieren trabajar en lugares remontados y con bajos sueldos.

Para la Tosepan, cuya estrategia no es concentrarse en una sola actividad


sino tratar de atender los diversos problemas que tiene la gente, el tema de la
salud era muy importante y estaba incluido en la estrategia que llaman de
Hogar Sustentable, que se ocupa también de la producción de autoabasto,
los servicios domésticos y la vivienda. Sin embargo no se habían desarrollado
acciones específicas para abordar la cuestión sanitaria.

Por otra parte la Cooperativa Topesepantomin, que es de ahorro y préstamo,


había establecido un programa de seguros de vida, que al principio era sólo
para los gastos de la defunción del socio, pero luego se buscó
apalancamiento financiero con otras aseguradoras y hoy es familiar y puede
ser de hasta cien mil pesos. El programa fue muy bien recibido y en poco
tiempo alrededor de la mitad de los socios lo había contratado. Sin embargo,
en las asambleas de ahorradores algunos decían: “Eso del seguro está bien.
Pero es para cuando me muera. Y ahora que estoy vivo, ¿qué?”.

En 2008 la organización decidió entrarle de frente al tema de la


salud, con un enfoque más preventivo que curativo, es decir buscando evitar
las enfermedades mediante un sistema de atención básica. El primer paso
fue la formación de un equipo de promotores y, como es habitual en la
Tosepan, se pidió a las comunidades que propusieran candidatos. A los 26
que salieron inicialmente los entrevistó el Consejo de la Cooperativa y se les
hizo un examen, lo que permitió seleccionar a 18 que tenían el perfil. Llama la
atención que todas eran mujeres, en su mayoría jóvenes pero no
adolescentes, y el 80 por ciento casadas. Para capacitarse, el grupo tomó
diversos cursos, entre otros de primeros auxilios con personal de la Cruz
Roja, pero también de salud comunitaria, siembra de hierbas medicinales y
elaboración de jarabes, pomadas y otros medicamentos, impartidos por un
grupo de mujeres de Minatitlán con experiencia en estos temas. Al final del
trabajo de selección y formación, que duró más de dos años, quedaron ocho
promotoras capacitadas y adecuadas para atender a las familias de una
organización bilingüe, pues de ellas siete son hablantes de náhuatl y una de
totonaco.

En 2011 se seleccionaron seis comunidades, que por concentrar muchos


socios de la cooperativa y ser de ubicación estratégica, sus Casas de Salud
pueden operar como centros de atención. A cada una de ellas se destinó una
promotora con la responsabilidad de encargarse tanto de esa comunidad
como de las de su entorno inmediato. En un primer momento, la promotora
recorrió la región visitando a las familias de los socios afiliados, a cada una
de las cuales le hizo un diagnóstico y le abrió un expediente.

Al principio se atendía sólo al socio afiliado pero pronto quedó claro que
conservar la salud y prevenir la enfermedad es asunto de todo el núcleo
doméstico, de modo que se empezó a afiliar familias enteras. Como se busca
que el sistema sea sostenible, se fijó una cuota de cien pesos anuales a las
familias de tres miembros o menos, de 200 pesos a las de seis, y así.
Además de que las consultas a los no afiliados, los análisis clínicos y las
medicinas se cobran a precios módicos pero suficientes para que haya
recuperación.

Actualmente Tosepanpajti tiene más de tres mil familias asociadas, en


alrededor de cien comunidades. Los centros o Casas regionales que las
atienden están en Zacatipan, Reyes Ojpan, Nauyojpan, Zinacapan, Jonotla y
Nanacatlán, y disponen de lo básico: farmacia en la que se venden
medicamentos a socios y no socios, mesa de auscultación, báscula,
refrigerador y capacidad para tomar muestras para análisis clínicos que se
envían semanalmente al laboratorio de Cuetzalan. Además, en muchas de
las comunidades periféricas hay puntos de atención con un consultorio,
botiquín y huerto de plantas medicinales. En las seis zonas se hacer
regularmente giras con servicios de ginecología y odontología. En cuanto al
personal, además de la promotora, cada Casa es atendida por un médico. Al
principio era solamente uno, que iba una vez por semana, pero ahora ya se
cuenta con atención fija en cada Casa, mediante pasantes de las
universidades Autónoma Metropolitana y de Anáhuac, además de una
médico que está contratada.

Dado que prevenir la enfermedad es asunto de toda la familia, en cada


una se nombra un Guardián de la Salud (y ¿qué creen? casi todos los
elegidos son Guardianas) responsable de darle seguimiento al grupo
doméstico. Pero también recibe cursos de capacitación y ayuda a realizar
diagnósticos de la situación sanitaria de su comunidad, pues el entorno en
que viven las familias es decisivo para mantener la salud o para perderla. Las
Guardianas de cada comunidad nombran a una representante, y el conjunto
de representantes conforma una red responsable de realizar
participativamente los planes anuales de trabajo del sistema, tanto los de
cada comunidad y cada región, como el general. Los planes definen los
problemas prioritarios a abordar y les dan seguimiento hasta su solución,
además de que consideran ejes de atención médica, por ejemplo: prevención
de enfermedades infecciosas, manejo de los padecimientos crónico-
degenerativos y así.

Gracias a los diagnósticos, se descubrió que en la región hay una fuerte


incidencia de diabetes e hipertensión, enfermedades que antes eran más
urbanas que rurales, pero los malos hábitos han llegado al campo. Con el fin
de prevenir a tiempo estos males, con equipo que los propios socios
compraron, se hacen regularmente exámenes para detección temprana.

La Tosepan tiene claro que para manejar bien el problema sanitario se


requiere un sistema de salud pública que la auto organización de la gente
no puede suplir en todas sus funciones. Por eso, al principio buscaron realizar
acciones y campañas conjuntas con el gobierno que, como dije, tiene
instalaciones que no ocupa. Así, con la cooperación del programa, el trabajo
de los socios, un apoyo de la Organización de las Naciones Unidas para la
Alimentación y la Agricultura (FAO) y la participación del gobierno, se habilitó
un centro de atención en Reyes Ojpan. El problema fue que cuando estuvo
terminado las autoridades los desalojaron dizque porque el local -que en
realidad estaba en comodato- pertenecía al Sector Salud. No es que la mula
sea arisca, pero es que así no se puede.

También hay en la región experiencia de proyectos de salud operados por la


cooperación internacional. Programas que fueron buenos mientras duraron,
pero que terminaron cuando dejaron de llegar los fondos.

Por esto los serranos buscan que Tosepanpajti no dependa de recursos


externos. Ha sido de mucha ayuda que algunas comunidades hayan
decidido que parte de las utilidades que reciben de Tosepantomin como
ahorradores, se aporten al sistema de salud. Pero lo más importante es que
la gente está pagando a precios módicos los servicios que recibe: las cuotas
anuales por familia y el cobro por las consultas abiertas, por los análisis y por
las medicinas… Y lo pagan con gusto pues saben que Salud para Todos
ofrece un servicio cálido, responsable y de calidad. Además de que es un
sistema que ellos mismos han puesto en pie.

No es receta. Cada grupo organizado que quiera trabajar el tema de la salud


tendrá que buscar su propio camino. Pero pienso que algo se puede aprender
de lo que han hecho los nahuas y totonacos de Tosepanpajti.

FRANCISCO HERNÁNDEZ, PIONERO EN LA COMPILACIÓN Y ANÁLISIS DE PLANTAS DE


LA NUEVA ESPAÑA

Entre 1571 y 1577 ocurrió en la entonces


denominada Nueva España el primer trabajo con
carácter científico realizado en el mundo de la
edad moderna. Ese trabajo, conducido por
Francisco Hernández (1517-1587), oriundo de la
localidad toledana de Puebla de Montalbán y
quien había sido médico del rey Felipe II, consistió
primero en recorrer los territorios de la Nueva
España y preguntar a todos aquellos, españoles o
indios, que supieran algo de las propiedades
medicinales de las plantas nativas; después,
desde la Ciudad de México, ordenar lo recopilado
y realizar experimentos sobre las propiedades
terapéuticas de éstas, y por último redactar una
historia natural de la región.
Según señala el sitio www.biologia-en-internet.com, en la expedición, que
duró tres años participaron, junto con Hernández, su hijo mayor Juan, el
cosmógrafo Francisco Domínguez, varios dibujantes, escribientes, algunos
curanderos indígenas, mozos de mulas y otros.

La empresa fue ordenada por Felipe II y como resultado “a Su Majestad le


fueron entregadas plantas vivas, simientes, raíces, herbarios, pieles, plumas,
animales disecados, minerales, pinturas de animales y vegetales y 38
volúmenes con textos y dibujos. Hernández quería transcribir toda la
información que poseía sobre toda la naturaleza que había estudiado y por
ello manifestó su disgusto con la idea real, exclusivamente práctica, de
redactar un manual de fármacos”, menciona el sitio.

En la presentación digital de libro Historia de las plantas de la Nueva España


de Francisco Hernández (edición 1942-1946, por el Instituto de Biología de la
UNAM), María Hilda Flores Olvera señaló que Francisco Hernández recopiló
más de tres mil plantas y 500 animales. (Este libro fue fragmentario hasta la
edición de la UNAM titulada Obras Completas de Francisco Hernández, una
serie de siete tomos publicados de 1959 y 1985.)

Según el portal web mencionado, “Hernández dejó sus manuscritos en la


biblioteca de El Escorial: cuatro volúmenes escritos en latín; 11 libros de
láminas coloreadas, algunas de las cuales colgó el monarca en su
habitaciones; varios de herbarios, y un índice. De los cuatro libros escritos,
tres estaban dedicados al mundo vegetal y uno a vegetales y animales. En
total había más de tres mil capítulos, dos mil 911 dedicados a vegetales, 410
a animales y 14 a minerales, y en cada uno de ellos se ocupaba de una
especie vegetal, animal o mineral aunque, en algún caso, describió grupos de
plantas. Francisco Hernández quería que su obra se escribiera en latín, para
los hombres de ciencia europeos, en castellano para sus compatriotas y en
náhuatl para los indígenas americanos”.

Hernández falleció antes de que se publicara su obra. En 1580 sus


manuscritos fueron entregados al napolitano Nardo Antonio Recchi, médico
de cámara de Felipe II para que realizara una selección y recopilación.
Recchi generó así cuatro libros con un total de 516 capítulos; son los “Cuatro
libros sobre temas médicos de la Nueva España, recogidos por mandato de
Felipe II, rey invicto de las Españas y de las Indias, por Francisco Hernández,
primer doctor del Nuevo Mundo, y organizados por el doctor Nardo Antonio
Recchi, médico de su misma Majestad”. Aunque esta sinopsis no se llegó a
publicar nunca, fue responsable de la difusión por Europa del trabajo del
naturalista español, dice el portal web.
“La obra de Hernández fue posteriormente depositada en El Escorial, aunque
él se quedó con las copias y borradores de lo que dejó. Desgraciadamente,
los originales se quemaron en el incendio que afectó a la biblioteca
escurialense en 1671”.

Cuando murió Recchi, sus herederos vendieron su trabajo a un gran


mecenas de la cultura, el príncipe Federico Cesi, uno de los pioneros de la
utilización de la sistemática vegetal (…) Se redactó entonces el Rerum
Medicarum Novae Hispaniae Thesaurus, o lo que es igual, Tesoro de las
cosas medicinales de Nueva España, conocido por el mundo científico, a
partir de entonces, como “El Hernández”. La obra fue editada entre 1630 y
1651, muchos años después de la muerte del médico-naturalista español,
acaecida en 1587.

ENCUENTROS DE TERAPIAS Y RITUALIDADES EN LA ENAH


Miguel Ángel Adame

Por medio del trabajo realizado desde


2010 en un Proyecto de Investigación
Formativa (PIF) de la licenciatura en
antropología social de la Escuela
Nacional de Antropología e Historia
(ENAH), profesores participantes -
María Antonieta González y Miguel
Ángel Adame- y estudiantes abren un
espacio para intercambiar, exponer,
debatir, practicar, demostrar y FOTO: Miguel Ángel Adame

vivenciar las “otras terapias” y ritualidades sanativas.

En este proyecto, denominado Taller de Medicinas y Ritualidades


Bioenergéticas, Alternativas y Tradicionales, desde 2011 se han realizado
cuatro encuentros y un seminario permanente, que implican conferencias,
charlas, carpas, talleres, videos, trueques con economía solidaria,
demostraciones, ceremonias, músicas y diversas prácticas. Y se han dado
encuentros entre académicos y chamanes, curanderos, médicos tradicionales
y alternativos, promotores de la salud, brujos, parteras, etcétera.

Dicho espacio ha resultado no sólo en una feria comercial de la salud, sino en


un espacio de aprendizaje mutuo y colectivo; provenientes de diferentes
lugares, pueblos, tradiciones y saberes, los “especialistas” y el público
asistente (profesores, sanadores, trabajadores y pobladores de la ciudad)
participan de esta construcción de conocimiento, relaciones y redes. Este tipo
de espacios es precisamente lo que se necesita impulsar y promover para
revitalizar y expandir con legitimidad estas otras concepciones y prácticas
médico-salutíferas.

UNA MUY OTRA Y MUY


ACTUAL COSMOGONÍA
Horacio Almanza Alcalde

Más que la desvalorización, una amenaza mayor que enfrentan los sistemas
médicos indígenas es su valoración desde la perspectiva moderna. La
academia los traduce y publica en términos de alta cultura, ya digerida,
procesada y magnificada. La perspectiva utilitarista los registra para su
aplicación en el mundo del “desarrollo” y las políticas públicas. Y las
farmacéuticas privatizan el conocimiento de los recursos terapéuticos
indígenas sometiéndolo al laboratorio y al mercado.

El complejo médico maya-quintanarooense es un claro ejemplo de la


incompatibilidad de racionalidades y de la colonialidad que existe detrás de la
cientifización del saber ambiental y médico maya. Esta terapéutica parte de
una percepción de mundo mucho más amplia que, lejos de limitarse a lo
médico, se vincula a la naturaleza en todas sus dimensiones. Esferas que
ellos no separan, pero sí el mundo occidentalizado: las plantas, el bosque, el
agua, el cielo, el cosmos, los seres materiales e inmateriales que los
gobiernan, así como las relaciones de comunidad.

Agentes del desarrollo y de la ciencia bien pueden trabajar bajo sus normas
con la parte material y lógico-conceptual de los procesos de curación mayas,
pero difícilmente podrán entenderla en su contexto sociocultural. Para
el jmeen, o sacerdote maya-peninsular, más que la planta misma, es el
“dueño” o espíritu de ésta el que cura y es con éste con quien hay que
trabajar. Cada especie vegetal o animal tiene su propio dueño o yumtsil. El
dueño del monte, por ejemplo, es el Yum Balam,quien juega el papel de
guardián de este espacio. Al final, son éstos quienes ayudan a preservar el
orden y son gobernados por Jajal Dios.

Algunos de los especialistas médicos se apoyan sobre todo en un


aprendizaje empírico, pero otros como el jmeen se especializan en los
campos médico, adivinatorio y ritual y, por lo tanto, son intermediarios ante
las divinidades para la restauración del orden de las formas y sistemas de
vida. Son escogidos por revelación y sólo cuando la canica de cristal
llamada sáastun aparece ante ellos. Esta será por el resto de su vida la
herramienta principal de diagnóstico y videncia, utilizada en el plano ritual
adecuado. El aprendizaje y curación en “sueños” pone en cuestión la
narrativa desarrollista de que el saber médico indígena se está “olvidando” y
que hay que registrarlo bajo sistemas de clasificación científicos.

El jmeen y los pobladores en general son profundos conocedores del


monte y de los recursos que ofrece. La disponibilidad de flores, frutos, follaje,
resinas y otros materiales está sujeta a los ciclos de la propia naturaleza,
incluyendo horas del día, días de la semana y ciclos lunares y solares que
ellos bien conocen. La atención médica-ritual, por ejemplo, sólo está
permitida ciertos días de la semana, y a veces sólo en los días “santos”. De la
misma manera hay hojas y raíces que se recolectan de acuerdo con los
puntos cardinales a los que se dirigen. La importancia de atender a los astros
radica en que, como dice don Erasmo, “(…) las piedras de la tierra no
alumbran el cielo, pero las estrellas del cielo sí alumbran la tierra”. Fundida
con la biodiversidad del monte, se encuentra la gran variedad de seres “de
aire” que lo habitan y juegan un papel importante tanto en la enfermedad
como en la curación. Ricas son las narraciones de aluxes, wayes, dueños,
“malos vientos”, cháako’ob, y otros animales habitantes del monte que no
pertenecen al mundo físico.

La conjugación de estos elementos sólo puede tener lugar en la sociedad que


la generó y adaptó bajo sus propias condiciones, necesidades y formas de
pensar. En este sentido, el sistema médico maya es comunal y es en ese
ámbito que se reproduce. A diferencia de la medicina alópata, las recetas no
son de aplicación universal. Por el contrario, el sistema es sensible a la
singularidad del paciente y del origen de sus problemas, por ejemplo, plantas
“calientes” no pueden ser suministradas a personas sometidas a condiciones
“frías”, como los pescadores mestizos de las islas cercanas.

El sistema médico maya parte de un sistema cognitivo diferente y


complejo, y difícilmente se encuentra en riesgo de olvidarse. En todo caso la
cosmogonía indígena estará en riesgo de desaparecer si desaparecen las
condiciones de vida y cohesión comunitaria, algo de lo que la propia lógica
moderna y mercantilista ya se está encargando.
EL VALOR DE LA MEDICINA TRADICIONAL
HOY
Sindy Hernández Bonilla

Además de compartir aspectos sociales, culturales y recursos naturales, la


población mesoamericana presenta similitudes en cuanto a los rezagos
sociales de su población, particularmente la que habita en las periferias de
zonas urbanas y en áreas rurales, así como la indígena. Pobreza,
desnutrición, desempleo, subempleo y exclusión van de la mano. Nuestros
Estados no han sido capaces de voltear su mirada hacia la población más
vulnerable y atender los problemas de la mayoría, y el resultado son
sociedades cada vez más enfermas, consumidoras y en las que prevalece la
desigualdad socioeconómica.

Es contradictorio que países con regiones geográficas ricas en diversidad


biológica y cultural, y que han reconocido ser multiculturales, no valoren la
medicina basada en las plantas medicinales. Al contrario, estos Estados
tienden a la homogenización y hegemonía de las políticas públicas.

En el caso de México, pese a que su Constitución Política reconoce la


medicina tradicional(basada principalmente en el uso de plantas y partes de
éstas, recursos simbólicos y culturales con fines terapéuticos), su práctica,
uso y valoración es marginal. En una región de la Mixteca oaxaqueña, las
comunidades rurales se encuentran en desventaja porque la mayoría de los
servicios de salud están concentrados en el área urbana (ciudad de Tlaxiaco),
y sus habitantes carecen del recurso económico para trasladarse. El acceso a
los servicios de salud también es restringido o nulo por otras razones: la
mayoría de la población no es derechohabiente; el seguro popular es ineficaz;
prácticamente no se cuenta con acceso a los programas de salud
gubernamentales, y se carece de servicios básicos de salud como la red de
agua potable y de saneamiento, lo que provoca persistencia de
enfermedades intestinales.

En la región de Tlaxiaco coexisten dos modelos de atención: por un lado el


sistema médico hegemónico constituido por la medicina alópata pública y
privada; y por otro, el sistema médico tradicional. Estos modelos obedecen a
dos concepciones culturales distintas, a dos ideas de la salud y la
enfermedad. Para los médicos tradicionales, la persona y su cuerpo no sólo
tienen una dimensión físico biológica, sino espiritual y anímica, en la que el
equilibrio entre el calor y el frío, la energía y la relación con la naturaleza y
con las personas es relevante para estar biene o gozar de salud. En cambio
para la medicina alópata, la salud es la ausencia de enfermedad, que se
traduce en todo desequilibrio orgánico y funcional, principalmente físico.

Lamentablemente, la medicina basada en plantas y los médicos


tradicionales carecen de reconocimiento y son descalificados o
desvalorizados por el sistema médico hegemónico. Los médicos tradicionales
y su medicina se encuentran en una posición subordinada, la cual se expresa
en la falta de apoyo económico para desarrollar su conocimiento o pagar su
valioso trabajo en salud. Tampoco hay infraestructura de servicios o
investigación, no sólo en el campo de la salud, sino también en el campo del
conocimiento y conservación de recursos naturales. Claramente hay un
modelo de salud que domina, que pretende tener la verdad y que posee los
recursos materiales y simbólicos para hacer valer su autoridad y ejercer
poder y jerarquía sobre el otro.

La importancia de la herbolaria en la Mixteca, pero también en Mesoamérica,


y de los médicos tradicionales que son los depositarios de estos saberes,
crea expectativas para procesos organizativos. Sin embargo, la escasez de
recursos económicos, el desinterés de la juventud y la carencia de apoyo
gubernamental no permiten ser optimistas. Por ahora, la medicina tradicional
herbolaria tiene la posibilidad de desarrollarse y sobrevivir de manera
atomizada, en cada comunidad donde el médico tradicional, la partera, el
huesero, el sobador y los demás diversos especialistas ejercen su tarea.

La medicina alópata, y la basada en las plantas no deben verse como


competidoras. El reconocimiento de la medicina tradicional y de los médicos
tradicionales contribuye a la construcción de relaciones más horizontales en
el Estado, desde la perspectiva de diálogo intercultural en el terreno médico
de la salud. Puede permitir la creación de un modelo distinto de salud, puede
ser una estrategia para acercar a la población indígena a los servicios de
salud ofrecidos por las instituciones oficiales.

MEDICINA COMUNITARIA
Catalina Eibenschutz
La medicina comunitaria tiene que ver con la atención a la salud de y en la
comunidad, pero ha sido objeto de diferentes interpretaciones teóricas y
prácticas a lo largo de los 60 años recientes.

Se refiere a un tipo de práctica de la atención a la salud muy diversa,


según la época y el país donde se aplica, debido, antes que nada, a la
comprensión de lo que significa “la comunidad”. Las definiciones van desde
población/habitantes de un espacio geográfico limitado, pasando por una
colectividad uniforme y ausente de conflictos, o un proceso social de
identificación en la lucha por la salud, hasta la interacción positiva entre los
miembros de una sociedad.

Sea cual sea la definición adoptada, el objetivo en este artículo es señalar las
características más importantes de la centralidad de la participación en la
medicina comunitaria en México:

-La centralidad de la participación de la comunidad en las decisiones,


entendida como ejercicio de poder radicado en la comunidad, considera el
conocimiento tradicional y las prácticas tradicionales como un saber que
genera salud, además del llamado saber científico que también se usa.

-Está dirigida en su mayoría a poblaciones rurales, implementada por grupos


de la sociedad civil comprometidos con la población en cuestión (aunque
durante un tiempo formó parte de la política sanitaria de México, en el
Programa Coplamar de los años 70’s). Incorpora no sólo a los profesionales
de la salud, sino también a los sanadores de la comunidad.

-Se relaciona estrechamente con algunos modelos de atención primaria a la


salud, pero cada vez difieren más.

Considerar el poder comunitario como elemento principal permite


descartar aquellas prácticas que niegan la participación real de la comunidad
y que entienden como participación la delegación de funciones decididas por
la institución, por ejemplo: la limpieza del centro de salud, el cuidado de los
jardines o la traducción de lenguas indígenas en su caso.

Para lograr una medicina comunitaria real, es necesario considerar que el


poder no se transfiere, ni se delega, el poder se adquiere y se ejerce. Así, los
profesionales de la salud entran en conflicto de poder con la comunidad,
aunque no lo quieran; por ejemplo, la demanda y el interés comunitario por un
servicio de 24 horas al día, frente a lo cual está el derecho y el interés de los
profesionales por el trabajo de ocho horas.
Estos y otros conflictos tienen que tratarse con un proceso de diálogo y
negociación, que resuelva el conflicto de forma tal que la comunidad
desarrolle conscientemente su propio poder y el profesional no pierda el suyo.
Es decir que los conflictos se resuelvan en espacios de discusión que lleven a
consensos. Lo mismo puede suceder con la incorporación de los miembros
de la comunidad como trabajadores de la salud y como portadores de un
conocimiento válido y útil para la salud, frente a los cuales hay una
discriminación por parte de los trabajadores “científicos” que no están
preparados para negociar, y frecuentemente el asunto se resuelve con la
incorporación de chamanes, parteras y médicos tradicionales que trabajan en
el mismo local, pero separados y sin comunicación alguna.

En resumen, desde nuestra perspectiva, la medicina comunitaria está apenas


en construcción y no hay modelos; requiere compromiso, creatividad y trabajo
colectivo.

Por lo anterior, sugerimos los siguientes elementos para repensarla e


innovarla:

-Incorporar la perspectiva epistemológica de la Ecología de


saberes planteada por Boaventura de Sousa Santos,que consiste en crear
espacios de diálogo horizontal entre saberes y culturas diversas, que
permitan la construcción de nuevos saberes y nuevas prácticas de la salud;
con el objeto de evitar la imposición del modelo médico hegemónico
(entendido como el biologicista, hospitalocéntrico y autoritario) y favorecer el
avance de los diferentes saberes y prácticas, al mismo tiempo que se
refuerza un comportamiento democrático, también en la atención a la salud.

-Incorporar conceptos sobre el poder que son facilitadores para la


participación y el ejercicio de poder, como que el poder no es una cosa, sino
una relación social, donde quien parece tener el poder en realidad no lo tiene,
y depende de quien aparentemente no tiene poder para ejercerlo.

Sería necesario, en otra colaboración, ampliar la conceptualización de poder


en el sentido mencionado y ponerlo a discusión en la práctica de la medicina
comunitaria.

NUTRICIÓN PARA LA AUTODETERMINACIÓN


Julieta Ponce Centro de Orientación Alimentaria www.coa-nutricion.com

Los proyectos basados en el derecho


de autodeterminación deben incluir el
acceso a los alimentos sanos, para
lograr la máxima nutrición al mínimo
costo en cada integrante de la
comunidad; esto favorece la
autonomía individual y la procuración
de bienestar colectivo. Más que sólo
asegurar comida para todos y todas,
es lograr el desarrollo de capacidades
humanas por medio del bien comer
de toda la población.

Un proceso autonómico de alimentación y nutrición puede surgir motivado por la


incompetencia del Estado para garantizar el acceso a alimentos sanos, o como resistencia ante
la agresividad devoradora de los monopolios alimentarios. Otras experiencias emergen como
modelos de gobierno alternativo para la procuración del Buen Vivir-Buen Comer, esto es, decidir
el uso de los recursos propios y tener el control de todo el proceso alimentario desde la
producción hasta el consumo.

Producir el total de alimentos de forma local es casi imposible; sin embargo, existe una delgada
línea entre producir para comer y producir para vender. La diferencia radica en responder a las
necesidades nutricionales de las personas o a las comerciales del mercado.

Existen sólidas evidencias para confirmar los beneficios a la salud al comer alimentos locales en
condiciones armónicas con la naturaleza, es decir, el acortamiento de las cadenas productivas
conserva la integridad nutricional de los alimentos cuando se logran con el menor procesamiento
posible y recorren distancias más cortas. Empero, si se descuida la calidad alimentaria de la
comida, se pone en riesgo autonomía alimentaria y nutricional porque se retrocede en el
florecimiento humano.

La mala nutrición enferma a la autonomía, el consumismo la entierra. Cualquier carencia


alimentaria afecta las capacidades físicas, mentales y emocionales en las personas. La decisión
de comer o no comer es un proceso autonómico por sí mismo, donde la corporalidad es el
territorio afectado por el tipo de comida que ingresa al organismo.

Los niños y las niñas con desnutrición son enfermizos, crecen menos y tienen aprendizaje bajo
con anormalidades en el desarrollo. La anemia limita el pensamiento abstracto y la resolución de
problemas en quienes la padecen. Datos oficiales al 2012 reportan 13.6 por ciento de
desnutrición crónica en menores de cinco años y 38 por ciento de anemia en niños de entre uno
y dos años de edad a escala nacional.
La obesidad y el sobrepeso los padecen uno de cada diez preescolares, 34 de cada cien
escolares y adolescentes y siete de cada diez adultos. La acumulación de grasa corporal se
relaciona con diabetes, hipertensión y enfermedades cardiovasculares; enfermedades
incurables, incapacitantes y costosas. La obesidad se presenta de forma generalizada como
resultado de una falla en el sistema global y no de una decisión personal.

El sistema actual descuidó la lactancia. Los bebés amamantados tienen menos riesgo de
morir o enfermar por diarreas e infecciones. La leche materna protege contra la desnutrición,
obesidad, diabetes, asma y leucemia, e incluso aumenta las calificaciones del coeficiente
intelectual. En México, sólo 14 por ciento reciben pecho los primeros meses de vida y en zonas
rurales bajó de 36 a 18 por ciento en sólo un sexenio; así, las leches industrializadas, yogures,
jugos y refrescos se incorporan a la dieta –por la vía del biberón- antes que el maíz, frijol o las
hortalizas. Durante el primer año de vida, el mercado ya ha marcado territorio en la lengua de
millones de futuros consumidores.

El patrón alimentario impuesto por intereses de mercado tiene el paladar secuestrado de quienes
sucumben a la persuasión publicitaria de sabores globalizados como el jarabe de fructosa del
refresco, el glutamato monosódico del consomé en cubos y las grasas trans de las galletas. El
consumo alienado de estas sustancias se transforma en consumismo con daño a la salud, en
condiciones de sometimiento donde se intercambia capital por mercancía basura que enferma y
ensucia el paisaje con los desechos.

Ante la dominación de un modelo económico que desampara la producción alimentaria de


pequeña escala y privilegia patrones de consumo guiados por la invasión publicitaria, surge la
necesidad de recuperar el paladar, el cuerpo, el paisaje y la territorialidad.

Si un sistema alimentario asegura condiciones para la lactancia materna y previene la mala


nutrición con cuidados básicos y comida local, se potencia la construcción de pensamiento nuevo
como insumo para imaginar otra realidad posible y hacerlo por derecho es posible.

DESALIENTO Y FALTA DE POLÍTICAS


PÚBLICAS EN LA MEDICINA
TRADICIONAL: CARLOS ZOLLA
Lourdes Rudiño

No obstante su riqueza y diversidad de plantas medicinales –con un bagaje


de entre cinco mil y diez mil especies, que lo colocan a la vanguardia en
Latinoamérica y entre los primeros lugares del mundo-, México es un país
donde estos recursos curativos se obtienen
fundamentalmente por colecta silvestre, y
están carentes de políticas públicas que
propicien su cultivo, propagación,
valoración, uso, investigación, cuidado y
regulación sensata y desvinculada a
intereses comerciales.

Carlos Zolla Luque, coordinador de


Investigación y docente en el Programa
Universitario México Nación Multicultural
(PUMC) de la UNAM, afirma que no suman
más de 20 especies nativas medicinales
cultivadas en México de forma controlada,
donde haya estabilidad en sus compuestos.
Así, el país está mucho menos desarrollado
que otros donde las plantas medicinales se
producen en determinados hábitats, o
Carlos Zolla FOTO: Lourdes Rudiño
cuando son endémicas, en ciclos de colecta
y reposición. Y es que, “igual que ocurre con los granos básicos, aquí hay un
descuido, una desatención, que va de la indiferencia, la burocracia y el poco
interés a los intereses mezquinos”.

Pero precisa: la medicina tradicional mexicana no es sólo la herbolaria, es


mucho más que eso, y toda la integralidad también está en una condición de
desaliento, aun cuando el “sistema real de salud de los mexicanos” demande
de manera fundamental a esta medicina.

Explica la integralidad de la medicina tradicional: “en primer lugar está el


recurso humano: miles de curanderos, hueseros, hierberos, parteras,
rezanderos, graniceros (controladores de tempestades y lluvias),
ensalmadores… que siempre utilizan plantas medicinales; luego están los
sistemas de clasificación, entre ellos las enfermedades o las causas de
demanda de atención; después los procedimientos y métodos diagnósticos y
terapéuticos, y por último, los recursos terapéuticos materiales o simbólicos”.

Comenta que el PUMC está trabajando con totonacos para crear una una
escuela de medicina tradicional totonaca, “pero los viejos curanderos,
hueseros nos dicen ‘a los jóvenes ya les interesa menos, les interesa más
cruzar la frontera y mandar dólares que ser curanderos’”.
Carlos Zolla dice que el sistema real de salud de los mexicanos implica, junto
con la medicina alópata pública y privada, a la medicina tradicional, sobre
todo la indígena; la doméstica o casera –la cual fortalece a la tradicional en
ámbitos urbanos y rurales-; a la homeopática, y en las décadas recientes y en
claro auge, a las llamadas alternativas o complementarias (acupuntura,
diversas formas de naturismo, hidroterapia, fisioterapia… y algunas muy
exóticas para el país como el Ayurveda de la India).

Y es que las plantas medicinales son el recurso terapéutico más amplio,


abundante, mejor conocido y más accesible. La antiquísima tradición de
mercados, de tianguis, que tiene México, permite la disponibilidad de plantas
medicinales en puntos muy alejados de sus áreas de producción: se puede
encontrar damiana de California en Yucatán o plantas del trópico húmedo en
lugares desérticos o semidesérticos, gracias a los mercados. Además la
medicina doméstica o casera representa un pequeño cuadro básico, “donde
usted puede encontrar algunas mentas, la manzanilla, el epazote, romero, la
canela, el gordolobo, árnica, fenogreco…”.

Carlos Zolla relata que en el pasado hubo intentos por fortalecer la


medicina tradicional, pero se toparon con serios obstáculos. El Instituto
Mexicano para el Estudio de Plantas Medicinales (Imeplan), nacido en 1975,
se transformó posteriormente en la Unidad de Investigación y Medicina
Tradicional del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), y entonces un
médico con autoridad, Bernardo Sepúlveda padre, propuso el plan de saltar -
o someter a protocolos diferentes- los esquemas clínico farmacológicos y
toxicológicos que se utilizan para la medicina alópata, a fin de integrar
fácilmente algunas plantas medicinales en cuadros básicos del IMSS. Ello
considerando, por la grandísima experiencia del consumo diario de la
población, que no eran tóxicas.

Así, se hizo la prueba en 400 unidades médicas de IMSS-Coplamar con hojas


de gordolobo mexicano y de guayaba, puestos a competir con medicamentos
alópatas para aliviar afecciones de las vías respiratorias y gastrointestinales,
respectivamente. Los resultados favorecieron a las plantas, pero no se logró
avanzar con otras plantas o en la línea de integrar la medicina tradicional en
el cuadro básico del IMSS por reticencias de médicos –“¿cómo en mi hospital
voy a recetar gordolobo?, decían”- pero también por la insuficiente producción
disponible para abastecer a las tres mil 25 unidades de IMSS-Coplamar.
Además de que no surgió interés de empresarios por invertir para elevar la
producción de las plantas.
Por otro lado, ha habido intentos aislados por procesar las plantas
medicinales, como ocurre con el laboratorio Mixin, que ofrece extractos, “pero
plantas que claramente tenían un futuro para el desarrollo agroindustrial
yacen en el olvido”.

Todo esto, por supuesto, en el marco, de una presencia de las trasnacionales


que desde hace muchos años saben que la riqueza de la medicina tradicional
puede ser un enorme negocio y no sólo hay una guerra por la información y
por las patentes, hay también estrategias de deterioro de imagen en nombre
de la ciencia; una actitud ambigua de la legislación y de la autoridad sanitaria
mexicana en la conceptualización y/o reconocimiento de medicamentos
herbolarios, remedios herbolarios, tés, medicamento de patente, y hay
también un muy escaso presupuesto público para apoyar la medicina
tradicional.

El experto considera que los frenos y desalientos que sufre la medicina


tradicional tienen que ver con el hecho de que resulta complicada. Por
ejemplo, los químicos o farmacólogos están acostumbrados a trabajar con
principios activos en la medicina alópata, y la tradicional implica mezclar
varias plantas, cada una de ellas “con un montón de compuestos”, y que
además hacen sinergia entre ellas.

Asimismo, los frenos tienen que ver con prejuicios y falta de confianza en el
conocimiento de los pueblos indígenas sobre la medicina tradicional, y con el
rechazo a lo que Zolla considera ideal, la complementariedad: “la medicina
mexicana debe ser con rayos X, espectómetros, resonancias magnéticas,
pero también con epazote, gordolobo, sobadas…”.

“Hay un viejo trabajo publicado por la UNAM: el antropólogo fallecido Luis


Reyes García cuenta el caso de un muchacho al que le pica una víbora, va
con el médico, primero hay fracaso pero luego un tratamiento eficaz,
antiviperino. Pero el joven está asustando y dice ‘no fue sólo la picadura, sino
el terror por la picadura’, y ese trabajo que el hoy laureado doctor Alfredo
López Austin recogió en sus libros de texto de medicina náhuatl, dice que no
se sintió curado hasta que tuvo el tratamiento del curandero para el susto”.

Por último el entrevistado resalta la riqueza inexplorada de la medicina


tradicional. La Biblioteca digital del PUMC, dice, cuenta con unas mil
monografías de plantas medicinales. Pero hay que ver las obras completas
de Francisco Hernández, quien en el siglo XVI colectó, junto con informantes
indígenas, tres mil 75 plantas. Esto demuestra que las políticas públicas
siguen siendo un gran déficit en la valoración de la medicina tradicional.
MAGUEY Y PULQUE PARA CURAR
Blanca Alejandra Velasco Pegueros ENAH /
Colectivo El Tinacal

Desde tiempos inmemoriales, el agave


salmiana (maguey pulquero) ha brindado
diversos productos y beneficios. El pulque y
el aguamiel, particularmente, fueron
apreciados por sus propiedades
nutrimentales y medicinales en las antiguas
culturas, saberes que se encuentran
documentados en los testimonios de los
frailes que llegaron a México, quienes,
asombrados por los vastos usos que los
antiguos mexicanos obtenían de la planta,
llamaron al maguey “el árbol de las
maravillas”” .

En la actualidad, varias investigaciones científicas realizadas por el Instituto


Politécnico Nacional (IPN) han señalado que el pulque contiene nutrientes
como calcio, fósforo, tiamina (vitamina B1), riboflavina (vitamina B2), niacina
(vitamina B3), ácido ascórbico (vitamina C) y proteínas, propiedades que
hacen que la bebida, consumida en ciertas cantidades, sea un remedio para
algunas enfermedades que los tlachiqueros han sabido reconocer: “el pulque
es medicina para la artritis, las reumas, los riñones”” , entre otras
enfermedades.

El pulque, afirman los tlachiqueros, es diurético y laxante: además, la


bebida caliente es recomendada para enfermedades del sistema respiratorio,
y en su temperatura normal el consejo es que lo tomen quienes tienen
problemas en los riñones. La miel de maguey, que se obtiene por medio de la
cocción del aguamiel, es utilizada como remedio para la tos y para fortalecer
los pulmones y en general el sistema respiratorio, además de que es benéfica
para los diabéticos.

Los tres tipos de vitaminas que contiene el pulque cumplen diferentes


funciones en el organismo: la vitamina B1 ayuda a proteger las células ante
altos niveles de glucosa, por lo que consumirla ayuda a prevenir ciertos
efectos de la diabetes. En la Sierra Norte de Puebla, la tlachiquera Marcelina
Hernández prepara un té hirviendo el huevo del maguey con algunas plantas
de la región, y afirma que si el paciente lo bebe durante las mañanas, antes
del desayuno, se curará por completo de la diabetes. De igual manera,
consumir un vaso de pulque “fuerte” (muy fermentado) en ayunas es bueno
para quienes padecen esta enfermedad.

Debido al fósforo y a las vitaminas que el pulque contiene (fuentes


importantes de energía para el cuerpo humano) beber un litro de pulque al
día, específicamente durante la jornada laboral, brinda fuerza y fortalece el
sistema inmunológico: “Fíjese que a veces tenemos hambre y luego me dice
mi esposo ‘le vamos a aventajar para que terminemos antes de comer, así ya
terminamos antes de comer y ya no seguimos trabajando’. Nos tomamos un
vaso cada quien o dos vasitos, pues calma el hambre, como si ya
comiéramos algo y le echamos ganas y terminamos de trabajar para que nos
vayamos a comer pero ya con el pulque como que asienta el estómago y ya
como que no tenemos mucha hambre y aguantamos la lombriz” (Guadalupe
Alvino, tlachiquera Sierra Norte de Puebla).

En Jalisco el pulquero Pedro Contreras exprime las pencas del maguey y el


jugo que obtiene lo utiliza como remedio para curar, en sus propias palabras,
llagas internas del organismo. En otros casos, las pencas asadas son
utilizadas por algunos tlachiqueros para sanar heridas externas: “La penca
asadita es pa’ muchas enfermedades; si usted tiene una úlcera, si tiene un
golpe interno, hasta pa´ los riñones, pa´ todo eso es bueno el mezcal
(maguey pulquero)”.

En cuanto al aguamiel, es recomendado en casos de anemia, pues


aumenta la cantidad de glóbulos rojos, además de que es un buen remedio
para la gastritis: “(…) el aguamiel y el pulque fuerte para los diabéticos
siempre lo ocupan; el pulque fuerte y la aguamiel es para la gastritis (…)
como yo les digo el alcohol, el tequila pues sí es muy sabroso pero no lo
comparen con el pulque, porque el pulque les aumenta la sangre, sin
embargo el alcohol les rebaja la sangre, el pulque es sanguíneo porque
aumenta la sangre” (Jesús Ramírez, tlachiquero de Hidalgo).

Ante el avasallamiento de las empresas farmacéuticas y los males y remedios


que ella misma ha creado para fomentar su industria, los tlachiqueros, con su
conocimiento, nos muestran otras formas de sanar por medio e una bebida
que cura, nutre y además alegra.
LA MEDICINA TRADICIONAL Y
LOS RECURSOS GENÉTICOS EN EL
CONTEXTO JURÍDICO NACIONAL
Patricia Tovar Millán Abogada ambientalista especialista en recursos genéticos y
bioseguridad patov2@yahoo.com.mx

Hace días sufrí uno de


esos aterradores
broncoespasmos que
nos dan a los asmáticos
y acudí a mis servicios
médicos institucionales.
Mientras esperaba en
Urgencias, a mi lado una
anciana se quejaba de la
falta de atención, y de la
inefectividad de los
medicamentos que, al
ser genéricos, carecen
de las fórmulas puras de
los patentados originales.
ILUSTRACIÓN: Códice Mendoza
Me dijo que para la tos,
nada como el té de gordolobo y eucalipto endulzado con miel y propóleo; que
hiciera nebulizaciones con esa agua y que vería cómo el asma era menos
difícil de controlar; a otra persona le recomendó que se aplicara pomada de
tepezcohuite para la quemada que traía en la pierna, que vería como le
curaba la piel y no le dejaría huella.

Fue una mañana muy aleccionadora. Reflexioné que gran parte de los
medicamentos patentados han tenido su origen en recursos biológicos y
genéticos asociados a conocimientos tradicionales y pensé que estábamos
muy lejos de establecer mecanismos de protección y salvaguarda para esos
recursos y conocimientos.

El uso de remedios de origen vegetal se remonta a la prehistoria, y es una de


las formas más extendidas de medicina, que está presente en prácticamente
todas las culturas; la industria farmacéutica actual ha basado en mucho sus
investigaciones en los conocimientos tradicionales para la síntesis y
elaboración de fármacos, y el proceso de verificación científica de estas
tradiciones continúa: constantemente se descubren nuevas aplicaciones.

Muchos de los fármacos que se emplean —como el opio, la quinina, la


aspirina o la digital— replican sintéticamente o aíslan los principios activos de
remedios vegetales tradicionales. Su origen persiste en las etimologías —
como el ácido salicílico, así llamado por extraerse de la corteza del
sauce (Salix spp), o la digital, de la planta del mismo nombre.

Muy raramente la planta entera tiene un valor medicinal; por lo general


los compuestos útiles se concentran en alguna de sus partes: hojas, semillas,
flores, cortezas y raíces, las cuales se utilizan con relativa frecuencia.

Los modos de aplicación son también muy variados; una forma frecuente de
empleo es la infusión, en que el principio activo se disuelve en agua mediante
una cocción más o menos larga. La tisana resultante se bebe; plantas
empleadas de este modo incluyen la tila (Tilia platyphyllos), cuyo principio
activo es el eugenol; la pasionaria (Passiflora edulis), cuyos principios activos
incluyen el harmol y el harmano, o el mismo café (Coffea arabica), cuya
infusión contiene cafeína.

Otras plantas se preparan en tinturas, se comen, se inhala el humo de su


combustión, o se aplican tópicamente como emplastos o cataplasmas, todo
depende de lo que una comunidad generalmente indígena ha observado
como eficaz en su manejo empírico.

Según reporta la Biblioteca Digital de la Medicina Tradicional Mexicana


(http://www.medicinatradicionalmexicana.unam.mx/medicina/introduccion.php
), en 1989-1994 se desarrolló un intenso proceso organizativo de los médicos
indígenas: muchos de ellos se encuentran hoy nucleados en las casi 60
agrupaciones que integran el Consejo Nacional de Médicos Indígenas
Tradicionales (Conamyt). Pero muchos permanecen al margen de las
organizaciones. En casi todos, es constante una preocupación respecto de
cuál será el destino histórico de esta medicina tradicional (y de esta
información) y cuál el interés de los jóvenes por perpetuar las profesiones y
las tradiciones médicas de sus grupos de origen. También se preguntan cuál
es la forma de alimentar la memoria de los médicos tradicionales
(especialmente los analfabetas), y de qué manera se puede mantener vivo un
conocimiento de naturaleza colectiva, en donde no existe un propietario único
y exclusivo y donde la comunidad deberá determinar cómo ha de protegerse
de apropiaciones indebidas o ilegitimas.
Es un hecho que en nuestro país existen patentes y solicitudes de patentes
en que están involucrados conocimientos tradicionales, y recursos genéticos
y biológicos, los cuales pueden provenir de los hábitats (condiciones in
situ como colectas científicas o aprovechamientos) o de colecciones ex situ,
como sería el caso de herbarios o colecciones biológicas.

En México hay diversas autoridades que inciden en el uso y


aprovechamiento de los conocimientos tradicionales y de los recursos
genéticos: la Secretaría de Economía, por medio del Instituto Mexicano de a
Propiedad Intelectual (IMPI), es la autoridad que otorga las patentes. Y a la
Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) le
corresponde la protección, conservación, regulación del uso y
aprovechamiento sustentable de los recursos naturales renovables y no
renovables, de acuerdo con la Ley de la Administración Pública Federal. No
existe una regulación específica en México para el acceso a los recursos
genéticos y los conocimientos tradicionales asociados; existe el Protocolo de
Nagoya sobre Acceso y Participación en los Beneficios, que fue firmado y
ratificado por nuestro país el 16 de mayo de 2012 y que de conformidad con
el artículo 133 de nuestra Constitución Política es Ley Suprema de toda la
Unión, además de que nuestro país es Parte del Convenio sobre Diversidad
Biológica, uno de cuyos objetivos es la distribución justa y equitativa de los
beneficios que se deriven de la utilización de los recursos genéticos y de los
conocimientos tradicionales asociados.

Muchas especies medicinales identificadas científicamente proceden de


biomas amenazados. Existe una preocupación no desdeñable entre los
biólogos acerca del impacto que el crecimiento en el consumo de especies
posiblemente amenazadas produzca sobre la supervivencia de las mismas, y
el estudio del cultivo sostenible de esas especies es un reto importante.

La legislación ambiental tiene disposiciones jurídicas que pueden


ayudar a regular de manera inacabada y parcial algunos aspectos vinculados
a la medicina tradicional y a los recursos genéticos; es necesario que nuestro
país implemente de manera efectiva el Protocolo de Nagoya y que sea
efectivo el respeto a los pueblos y las comunidades indígenas en lo que se
refiere a sus saberes ancestrales, que prestan un importante servicio a la
humanidad en lo que al cuidado de la salud se refiere.

La legislación mencionada es ésta:

-Ley de Propiedad Industrial, artículos 15, 16, 19 y 47.


-Ley General del Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente (LGEEPA):
Regula la colecta científica (artículo 87) y la autorización para utilización en
biotecnología (artículo 87 bis), entendiendo por biotecnología, de acuerdo con
las definiciones de la Ley, toda aplicación tecnológica que utilice recursos
biológicos, organismos vivos o sus derivados para la creación o modificación
de productos o procesos para usos específicos.

-Ley General de Vida Silvestre (LGVS) y su Reglamento.

-NOM-126-ECOL-2000: Esta Norma Oficial Mexicana se deriva de la LGVS y


establece las especificaciones para la colecta científica de material biológico.

-Ley General de Desarrollo Forestal Sustentable (LGDFS) y su Reglamento.

Es mucho lo debe hacerse a fin de proteger y conservar aspectos de nuestra


cultura nacional, como los saberes ancestrales de la medicina tradicional, y
todas las plantas y animales de los cuales nuestro país es depositario, que
nos dan en muchos sentidos la identidad de lo que somos y sobre todo el
sentido de pertenencia de lo que significa ser mexicano.

LAS OTRAS MEDICINAS:


TRADICIONALES Y ALTERNATIVAS
Miguel Ángel Adame Cerón ENAH-
INAH

Al “otro tipo” de médicos se les


conoce como médicos tradicionales,
terapeutas, chamanes, temazcaleros,
parteras, brujos, sanadores o
curanderos, naturistas, homeópatas,
acupunturistas, etcétera. Poseen
ciertos conocimientos ancestrales
(pero constantemente renovados) y
modernos, tanto conceptuales como
prácticos o empíricos relacionados
con el cuerpo y su sanación.

Algunos de esos “especialistas” tienen lo mismo el poder de curar que –


en ciertas ocasiones y bajo determinadas circunstancias– de provocar
enfermedades o malestar. Su conocimiento se funda en saberes profundos
que son resultado de siglos de práctica y de experimentación moderna
basada en concepciones y acciones holísticas. De aciertos y errores
decantados en el uso de plantas, piedras, aromas, sabores, sonidos,
energías, vibraciones y colores, con el objetivo de estimular y equilibrar las
energías vitales del ser humano y su relación con los medios ambientes.

Se estima que actualmente existen más de dos mil métodos de concepción


corporal, de sanación y de diagnóstico/pronóstico médicos alternativos en el
mundo, practicados en su gran mayoría por integrantes de culturas originarias
con una profusa tradición milenaria, aunque también se consideran los
métodos desarrollados en los siglos recientes por sociedades y civilizaciones
occidentales y modernas. En buena parte, son métodos marginados por el
modelo biomédico hegemónico oficial, y contienen algunos de ellos
elementos esotéricos, religiosos y sagrados. Sin embargo, la mayoría de ellos
participan de una visión holista, integral y científica, y se basan en usar
ingredientes naturales o elementos que extraen/modifican de la naturaleza
conservando sus cualidades y fuerzas; buscan fortalecer las propias
capacidades corporales de autocuración. Así, su visión del cuerpo, de la
enfermedad y de la curación integra los diversos niveles físicos, energéticos,
emocionales, mentales, espirituales y sociales.

En México se calcula que más de 700 terapias, técnicas y métodos se


ejercen y practican en clínicas, consultorios, centros, hogares, etcétera, a
nivel de atención/autoatención, prevención, diagnóstico y sanación. Poco más
de la mitad de ellos fueron originados a lo largo de nuestra historia (desde la
época prehispánica hasta el siglo XXI) y el resto provenientes de diversas
regiones del planeta (como Sudamérica, Asía, Norteamérica, Europa y África)
en los 40 años recientes. Es de llamar la atención el fenómeno de
confluencias, transacciones, hibridismo y entrecruzamientos de todas ellas.

La gran importancia que estas prácticas tienen en la cultura médico-salutífera


mexicana se observa en la totalidad de sus pueblos originarios, e incluso en
la sociedad mestiza, cuya característica principal es continuo reacomodo e
integración de elementos culturales con diversos orígenes.

Específicamente las maneras terapéuticas de los grupos originarios o étnicos


como nahuas, wixrárikas, yaquis, otomíes, purépechas, tsotsiles, rarámuris,
zapotecos o mayas podrían ser consideradas indígenas por definición,
aunque quizá la mejor forma de advertir sus orígenes, sea por medio de su
lengua y de la práctica colectiva de elementos culturales que los caracterizan
y al mismo tiempo los diferencian.
Los rituales nahuas de sanación contrastan con la labor de las parteras
tsotsiles de los Altos de Chiapas, o con los masajes practicados por grupos
mayas, a pesar de que el fin último de los tres sea la sanación por medio del
manejo y el equilibrio de la energía y sus manifestaciones sintomatológicas
concentradas en áreas específicas del cuerpo.

Las prácticas y las personas sanadoras de dichas otras medicinas en México


persisten como opción subalterna porque tienen funciones tanto terapéuticas
como sociales, que se expanden al campo de lo simbólico, de lo mágico, al
vínculo directo con lo divino, lo eterno, con las fuerzas del bien, con el lado
luminoso, con Dios o con el universo. Sin embargo no son solamente
místicas, como la visión cientificista hegemónica y oficial las quiere
descalificar, pues su parafernalia curativa y equilibradora hace uso de
elementos materiales, vibracionales, energéticos, morales y
cosmovisionarios; así pues, son a un tiempo terapias físicas, sociales y
emocionales-espirituales.

Podemos señalar que existe un importante sector que busca este tipo de
alternativas paralelas a la estructura médica oficial por motivos netamente
económicos, sectores altamente vulnerables que por su misma condición
marginal se encuentran permanentemente fuera de los servicios formales o
cuentan con servicios de salud básicos y de mala calidad que empeoran sus
condiciones físicas y remarcan su estatus de pobreza.

Las medicinas tradicionales y alternativas cubren un amplio espectro


social, práctica extendida cuya aceptación ha ido fortaleciendo su presencia
y profesionalismo, al grado de ser tomada en cuenta por la propia medicina
alópata como tema de investigación y análisis. Aunque se han desarrollado
junto a ellas prácticas mercantilizantes y charlatanerías.

Todo esto enfatiza la necesidad de construir espacios para la práctica de las


legítimas medicinas tradicionales y alternativas, donde las terapias y las
ritualidades sean ofrecidas por quienes dedican su tiempo y esfuerzo a ello,
no como producto en busca de ganancias, sino como manifestación concreta
de la existencia de la confluencias de esas prácticas holísticas que se basan
en el cultivo del binomio cuerpo-espíritu, cuyo bienestar no radica en uno u
otro polo, sino en la infinita gama de posibilidades que se presentan para
armonizarlos. Así, cada terapia, cada ritual, representa una posibilidad de
lograrlo.
EL BUEN VIVIR Y LA ALEGREMIA:
LA SALUD EN NUESTRAS MANOS
Iliana Amoroz Solaegui Organizaciones
Indias por los Derechos Humanos en Oaxaca
(OIDHO) / Movimiento de Salud de los Pueblos
(MSP)

La mala salud que padece la mayoría


de la población en México y en el
mundo entero es alarmante; viejas y
nuevas enfermedades surgen y
resurgen cada día con mayor
intensidad y en detrimento de la
calidad de vida de las personas y los
colectivos. Sin embargo, esta situación es sólo la punta del iceberg.

Las enfermedades son la máxima manifestación de un problema


global y en la mayoría de los casos tienen relación directa con exposiciones
múltiples, repetidas y crónicas a agentes estresantes de origen químico,
físico, biológico, mental y nutricional que han aumentado significativamente
en el ecosistema humano en las décadas recientes.

Estos diversos agentes estresantes a los que nos exponemos en forma


involuntaria –por las condiciones de vida a las que somos sometidos- y
voluntaria –con el estilo de vida que escogemos o al que somos forzados-
tienen sin duda una relación estrecha con la justicia social, por tanto es un
asunto de derechos humanos y un reto político.

Desde hace más de 4o años en América Latina surgió el paradigma de la


salud colectiva que, por medio de diversos grupos y personas en diferentes
países, se aleja de la medicalización y promueve la salud ofreciendo
garantías a los pueblos y colectivos, como alimento, trabajo, educación y
felicidad. Identifican que en el fondo los determinantes de la salud están
relacionados con la distribución del poder económico, político y cultural, y que
el origen de las desigualdades y de la enfermedad de las poblaciones está en
los sistemas de opresión patriarcal, capitalista y cultural.

Con el auspicio del Movimiento de Salud de los Pueblos (MSP), en el cual


confluyen colectivos y personas que promueven la defensa de la vida,
el buen vivir y la toma de la salud en nuestras propias manos, en días
pasados se dio el encuentro entre una compañera promotora y activista por la
salud en Argentina y un grupo de mujeres indígenas que reflexionaron sobre
la salud desde el concepto de la alegremia, una propuesta que desde hace
más de 15 años impulsa Julio Monsalvo, un médico argentino, y que se ha
extendido a diversos países del sur.

¿Qué es la alegremia? La medicina moderna utiliza la terminación “emia”


para indicar valores de sustancias químicas que se han medido en la sangre
de las personas, como la glucemia y colesterolemia, valores que se han
estandarizado. Su presencia significa enfermedad y su ausencia
“normalidad”, y por tanto salud. Desde la alegremia se propone que la salud
puede ser cada vez más saludable, cuyo indicador es la alegría que fluye por
nuestro torrente circulatorio y se transmite en luminosos rostros y estrellas en
los ojos.

La alegremia es una manera positiva de ver, de estar y de andar en la


vida. En medio de risas, saberes, pensares y sus haceres del día al día, un
grupo de mujeres chatinas de la comunidad de Santa María Magdalena
Tiltepec, en el municipio de Santos Reyes Nopala, reflexionaron en torno a
aquellas cosas que verdaderamente son necesarias para la vida y que no
pueden faltarle a las personas ni a los pueblos para vivir saludable y
dignamente.

Conceptos claves de la alegremia dieron la pauta para la reflexión.

Aire, agua, alimentos sanos, abrigo/albergue, amor, arte y


aprendizaje. Las mujeres compartieron la importancia que tienen el aire no
contaminado para la vida y los árboles en la generación de éste; el agua
como elemento indispensable para la vida; los alimentos sanos para dar
fuerza cada día; la importancia del abrigo, desde la ropa, hasta los árboles
por su sombra, y de la casa, como un espacio de convivencia con nuestras
familias, de protección y de descanso. Sin amor entre las familias y la
comunidad no se puede vivir; desde el arte valoraron las actividades que
disfrutan hacer, como trabajar el barro, tejer y bordar. Finalmente en
aprendizaje compartieron sobre lo que saben hacer, en especial trabajar el
barro, así como los deseos de aprender a hacer nuevas cosas.

La alegremia como propuesta para ejercer el derecho a la salud de los


pueblos. Oaxaca es de los primeros estados con mayor mortalidad materna
y desnutrición en niños y niñas; en el municipio de Nopala las mujeres
constantemente carecen de servicios de salud y atención médica, o están
expuestas al maltrato y discriminación por parte del personal de salud;
Tiltepec es una comunidad históricamente amenazada por cacicazgos que
controlan la región política, social y económicamente, y con serios problemas
de contaminación. La mayor parte del territorio de la región chatina está
concesionada para el desarrollo de la minería a cielo abierto.

Sin duda, las A de la esperanza de la alegremia promueven la salud de las


personas y los colectivos; impulsan a tomar la salud en nuestras propias
manos y abrir alternativas, y abonan a la lucha de estas comunidades por el
reconocimiento y ejercicio de los derechos de los pueblos indígenas y por la
defensa de la tierra y el territorio.

PARTERAS EN LA TRADICIÓN
NAHUA HIDALGUENSE
Fernando de Santiago
Rivero Sánchez

En la cultura macehua o
nahua de la Huasteca
hidalguense hay una
tradición
denominada pilquiza, la
cual se realiza cada vez
que nace un bebé.
Consiste en un baño con
yerbas frescas del
monte, así como
ofrendar y agradecer a
los entes de la FOTO: Fernando de Santiago Rivero

naturaleza y a la tierra
por el nacimiento del infante.

El ritual es realizado por una partera y son invitados todos aquellos que
visitaron a la familia del recién nacido y los familiares cercanos. Primero se
hace el baño purificador tanto para el bebé como para la madre; la idea es
lograr el perfecto equilibrio en la temperatura de ambos ya que durante el
parto se libera mucho calor. Luego, y ya en presencia de todos los invitados,
se ofrece tamal grande o tapataztle el cual se ofrenda a la tierra con copal y
alcohol, vertiendo este último sobre la tierra; cada uno de los invitados hace
este ofrecimiento al tiempo que agradece a la tierra por todos los dones
recibidos, y pide por el bien del recién nacido. Una vez ocurrido esto se
reparte el tamal entre los invitados. El ritual ha de concluir al momento en que
la partera y los padres del bebé siembren una mata de plátano junto con el
ombliguito del infante. De forma resumida en esto consiste una pilquiza, pero
¿por qué se realiza? El principal objetivo es lograr que el niño entre en
armonía con la naturaleza y con la sociedad que le rodea, lo cual le permitirá
tener fuerza vital y salud, en náhuatl chicahualiztli.

La armonía y el perfecto orden de una persona viene dado desde el mismo


instante de su nacimiento, una tradición y cultura le arropa dando sentido a su
existencia, como un mapa o unos lentes especiales que orientan sobre cómo
ha de ser vivido el mundo. A lo largo de su vida, la persona aprenderá aquello
que debe de guiar y normar su existencia, con un eje de normas morales; su
accionar estará marcado por tales conocimientos, afianzados en sus
actitudes hacia los hombres y su entorno. Es así que es posible escuchar
entre personas de la comunidad macehua que cuando se tala un árbol es
bueno ofrecer una ofrenda al árbol y a la tierra, agradeciendo por aquello que
ha de ser tomado. Este tipo de ritual se realiza para que no se moleste la
tierra y evitar accidentes. También es posible escuchar cómo se ve afectada
la salud si no se tiene una correcta relación con la naturaleza; por ejemplo,
que no es bueno que una persona que lava en el río deje la piedra donde lavó
manchada de jabón, porque puede mancharse su piel. Así pues, donde
algunos sólo ven un talador y un árbol o una piedra con jabón, otros ven una
relación con la naturaleza, un diálogo de respeto y hasta enfermedad
potencial, daños que pueden repercutir en su salud o la de su familia si no
hay respeto.

Tomando en cuenta lo anterior, cuando hablamos de medicinas otras o


tradicionales es de vital importancia reconocer el contexto donde surgen y la
particular importancia que cobran para el pueblo que les da forma. Visto así,
es muy factible que la medicina tradicional no entre en conflicto con la
moderna, si es que se le permite mantener su carácter de armonizador
cultural y se recuperan los conocimientos médicos que la componen, entre
ellos los de la herbolaria.

Sin embargo, políticas de salud, posiblemente “bien intencionadas”, al


no entrar en diálogo con la sociedad y al ser impuestas, se convierten en
un instrumento de aculturación antes que de encuentro y colaboración para la
promoción de la salud. Tal el caso en el estado de Hidalgo, donde a fin de
evitar la muerte materno infantil se vive una reducción de funciones de las
parteras tradicionales, lo que ha llevado a su paulatina disminución. Esto se
traduce en cierta forma en un ataque indirecto a una tradición étnica cultural
que va desde el don de ser partera hasta los conocimientos que ellas tienen
en sus manos.

Es en ese sentido que cuando estamos frente a una serie de políticas


gubernamentales que tratan de incidir sobre determinada población, es
importante recuperar la condición fundamental de diálogo que debe de
resaltar por sobre cualquier otra. En otras palabras, no podemos permitir que
una estructura gubernamental se sobreponga a una sociedad y cultura, por el
contrario, las estructuras han de ser instrumentos de servicio, lo cual tendrá
que repercutir en una mejor condición médica y atención para las
comunidades con una tradición médica otra.

ENTRE LA VIDA Y LA MUERTE:


PINA, UNA MUJER HÑAHÑU
Melina González Guzmán

Hay un valle ceñido por montes, algunos de roca volcánica. Es un valle reseco y rocoso en
donde surgen campos de maíz y maguey. Es el Valle del Mezquital. Lo atraviesa el río Tula en el
poniente del estado de Hidalgo. Habitan aquellos suelos los hñahñus, los que hablan con la
nariz. Allí hay cuatro cosas que no se borran y se extienden en cada generación como la sombra
de sus mezquites: el trabajo en el campo; el talento para crear hermosuras con la palma bien
tejida, con la concha de abulón y con los bordados; las voces de pinturas rupestres, y la
herbolaria, que sirve tanto para curar el hambre como otras dolencias.

Ellos, los otomíes, los hñahñus, saben que la planta no muere si se le corta. La reconocen bien y
la hacen doméstica, cotidiana, herencia familiar. Saben cuándo deben recurrir a una sola planta y
cuándo mezclar más de tres. Saben que dura para curar si se hierve y se bebe, si se guarda
sahumada, si se muele, si se frota o si se le reza. Dicen que si a la planta curativa no se le honra
ni se le tiene fe no cumple los favores. También dicen que se niega a obrar bien cuando interfiere
una mano sañosa, como le pasó a una mujer de Tsi hai en Alfajayucan, con su embarazo.

Es de mañana cuando a Pina le viene el dolor afilado de la primera contracción, su suegra y


una cuñada le ven el ceño tan malo que la sacan a caminar. Todavía faltan horas del malestar de
la espera para su segundo parto. Del primero tuvo un varón, de eso hace dos años y a Pina ya
se le había olvidado cuánto duele. Ahora preferiría cambiar aquellas manos que la sostienen y la
amparan por las de su madre. Quisiera sentirse mejor guardada, pero no le toca esa suerte. Son
sus hermanos varones quienes pueden continuar en el hogar de sus padres, son las esposas de
sus hermanos quienes pueden sentir la calma que ella necesita.

Después de una hora de hacer surco por las laderas, la cuñada suelta el brazo de Pina y la deja
sola, se va a alistar lo necesario para el parto. Pina sigue dando tropezones, parece cachanilla.
Espera que algo la aquiete, porque si ella se detiene sola le vuelve el dolor y su enorme miedo a
él. Por eso da pasos despacito, tanteándose, como si fuera la primera vez que caminara. Y
después de tantos giros sobre el mismo círculo, cuando el sol se va vaciando sobre su trenza
negrísima, pierde la cuenta y siente que se cae sobre la barranca. No resbala. Un susto la frena.
Es la boquia, la enorme serpiente negra de las faldas de Coatlicue, la de las pinturas rupestres,
que llega a proteger con tormentas y prosperidad. Sin embargo un ardor le cruza el tobillo,
quemándola de un lado a otro.

Las hñahñus saben curar la mordedura pero temen que a Pina le suba la fiebre y no pueda
parir. Después de un emplaste de vindho la llevan al centro de salud donde la atiende un médico
joven, risueño y apurado. Casi ni la ausculta, quita el emplaste, no encuentra ninguna herida y se
retira durante horas. Se quedan con ella las otras hñahñus y le van untando tuna del cardón
delgado en el tobillo, ya le han dado a beber flor de vindrí para templarla. Nada más faltaba que
pariera, a pesar de que la boquia se había presentado como una bendición. Hasta allí, nada
malo ocurría aún.

Pasadas las seis de la tarde, el único médico y la única enfermera vuelven a observarla en un
descanso de tantas consultas generales y de las poquitas urgencias que vale la pena atender.
Murmuran que ya no hay tiempo para la anestesia raquea. Pina se siente rara con el médico
mirándola. La enfermera no deja de palomear con su dedo el celular. Cuando nació su primer
niño, Pina parió, como toda su casta, en el hogar, en cuclillas. Ahora le disgusta estar recostada
entre cortinas, en la cama de un cuartito del hospital. Siente un dolor más picante. Es la
episiotomía, el corte que siguen practicando sin consentimiento, rasgando en los tejidos del
periné para facilitar la salida del neonato y simplificar el trabajo del médico. El parto dura 20
minutos. Apenas recibe a la niña, el médico se va y atrasito, después de suturar, también huye la
enfermera.

A las siete de la mañana dan de alta a Pina, se requiere su cama. Camino a su casa,
escoltada por mujeres sabias, van dejando un aroma de raíz de huizache y palmilla. Todas van
cargadas de remedios, una lleva los antibióticos, esa medicina que ni van a usar porque la
sábila, la opuntia, el órgano y la alcachofa son mejores. Lo malo es la rajada que no para de
doler ni sangrar. Pina ni se figura lo que viene, va despacito con su niña, entre rezos y murmullos
de las otras hñahñus, le mira y asegura con el pensamiento que a ella le tocará mejor suerte
porque sus hijos siempre serán los suyos. No te irás, le dice, te aliviarás en mis manos. La
imagina ya casada, viviendo en la misma casa a la que vienen llegando.

La episiotomía se complicará, el sangrado será apresurado como el hilo del agua donde corre la
boquia. No habrá quien la atienda, la bendición no llegará a tiempo. Pina resistirá lo más que
pueda con la sábila. Al séptimo día morirá. La infección de un corte innecesario que requiere
consentimiento y cuidados terminará por vencerla.
HOMEOPATÍA Y ACUPUNTURA,
NECESARIAS ANTE CRISIS DE SALUD
EN MÉXICO: CRISÓFORO ORDOÑES
Lourdes Rudiño

Junto con la herbolaria y la quiropraxia, la


homeopatía y la acupuntura son
reconocidas por las secretarías de Salud y
Educación Pública en el concepto de
medicinas alternativas, y hay decisiones de
gobierno, incluso con regulación (con
normas oficiales mexicanas) tendentes a
abrirles camino en hospitales y clínicas.
Pero aún hay renuencias y resistencias que
deberán de vencerse poco a poco.

Crisóforo Ordoñes López, director de la


Escuela Nacional de Medicina y
Homeopatía del Instituto Politécnico
Dr. Crisóforo Ordoñes FOTO: Lourdes Rudiño
Nacional (ENMH-IPN) destaca que esta
escuela, con 118 años de existencia y una de las fundadoras del IPN en
1936, es la única en el mundo que integra la homeopatía y la acupuntura y
que las oferta, la primera como licenciatura médica y como especialidad
médica y la segunda sólo como especialidad.

Gracias a esa trayectoria y a esa característica, fue que en 2011 la ENMH


logró que la Secretaría de Salud (SSa) autorizara que médicos homeópatas
egresados de la Escuela pudieran prescribir homeopatía en sus estancias de
servicio social.

Asimismo, “el ISSTE muestra mucho avance en acupuntura; hay apertura en


institutos de salud de los estados; el gobierno del Distrito Federal tiene un
programa de medicina integrativa donde, en un mismo espacio, están
acupunturistas, médicos homeópatas, médicos que manejan la fitoterapia y
los fitofármacos, especialistas en ginecología, en medicina interna y otras; la
Ley de Salud del Distrito Federal considera a estos métodos terapéuticos
(medicinas alternativas)…”.

Pero, agrega, hay reticencias: hay lugares donde a los egresados de la


ENMH les impiden que prescriban homeopatía; el Seguro Social se muestra
reacio, etcétera. “Esto es entendible, y sabemos que tendremos que avanzar
poco a poco”.

Ordoñez López considera que la acupuntura, la homeopatía, la herbolaria y la


quiropraxia están mal conceptualizadas como “medicinas alternativas”, pues
tienen todo un respaldo filosófico y doctrinario, “y nosotros las denominamos
modelos médico-clínico terapéuticos, pues así entran en un concepto serio
dentro de la medicina y no fuera de ella, no como técnica. No son técnicas,
tienen toda una estructura muy completa”.

Explica que en el primer mundo estos métodos terapéuticos están en auge.


“Hay países donde la gente se trata más con ellos que con la alopatía”.

“En el caso de México, hay una encuesta hecha por la SSa al inicio de la
década del 2000, que indica que 45 por ciento de la población ha utilizado
algún método terapéutico diferente a la alopatía. Eso es poco. A lo mejor hoy
un 15 por ciento de la población ha utilizado o utiliza la acupuntura y un 20
por ciento llega a utilizar la homeopatía, y sigue siendo bajo. Pero cada día
hay más gente que se acerca a estos métodos porque son naturales, muy
económicos, muy efectivos en muchas patologías y están libres de efectos
colaterales. Es muy difícil tener una iatrogenia con ellos”.

De acuerdo con el entrevistado, médico cirujano pero también especialista


tanto en homeopatía como en acupuntura, la crisis de salud que vive México,
con obesidad, diabetes, hipertensión, cáncer y más, y los altos gastos que
implica la alopatía, con medicina cada vez más cara, debería llevar a las
autoridades a impulsar los métodos terapéuticos en cuestión. “La
Organización Mundial de Salud (OMS) lo ha dicho claramente y ha
recomendado a los gobiernos que regresen a sus métodos tradicionales de
tratamiento porque no va a haber dinero que alcance para la cobertura de
salud”. Pero también, agrega, “es muy importante la prevención, y allí
estamos fallando las escuelas. Yo estoy pugnando para que en la
reestructuración de programas de la ENMH se dé énfasis en la prevención; el
médico debe ser un educador y orientar a los pacientes sobre cómo prevenir
enfermedades y cómo preservar la salud”.
Reconoce que la población está ávida por buscar soluciones, y prolifera
la oferta de métodos y técnicas a los que acuden: hay en nuestro país unas
120 terapias alternativas, y la OMS habla de 250 métodos, algunos sólo
técnicas (que no están bien estructuradas), que también se conocen como
medicinas blandas porque muy difícilmente provocan efectos colaterales.
Aquí se cuentan la risoterapia, el reiki, la aromaterapia, el chi kun, el tai chi, la
magnetoterapia, las flores de Bach, etcétera.

El único riesgo que generan estos métodos y técnicas es que el paciente, en


particular con enfermedades serias, como cáncer, se confíe y crea que lo van
a curar y pierda tiempo valioso antes de acudir al especialista médico.
Asimismo, el hecho de que cualquiera tome un cursillo y luego se ostente
como terapeuta hace que mucha gente desconfíe de quienes actúan con
seriedad y de métodos basados en ciencia, como es la acupuntura y la
homeopatía.

Crisóforo Quiñones destaca que en la ENMH es requisito indispensable


contar con formación médica para alcanzar cursar y obtener el grado en
licenciatura en medicina y homeopatía y la especialidad en la propia
homeopatía y acupuntura. Esto es muy estricto.

Y lo dice porque en el país existen instituciones que gradúan a técnicos en


acupuntura, sin estudios de medicina. El entrevistado considera que estos
técnicos sólo debieran ejercer como auxiliares de médicos; la formación
médica, dice, es fundamental “porque vamos a trabajar con seres humanos y
debemos saber y conocer muy bien lo que es el cuerpo humano en su
totalidad, anatómica, fisiológica, patológica, embriológicamente,
histológicamente… o sea todo lo que engloba una formación médica para
entender mejor esto y no hacer de estas terapéuticas, que son efectivas y
muy nobles, una panacea (…) Todo tiene sus límites. Como médico, se
puede tener un criterio y decidir en ciertos casos si el paciente debe acudir a
otro especialista y no hacerlo perder tiempo valioso”.

TETLEICZALIZTLI (EL PISOTEO DE FUEGO)

UN REMEDIO PARA EL DOLOR DE


ESPALDA EN TIEMPOS PREHISPÁNICOS
Patrick Johansson K. Instituto de Investigaciones Históricas, UNAM

La sapiencia de los pueblos


nahuas prehispánicos, en lo que
concierne a la herbolaria y a las
prácticas medicinales para curar
enfermedades y sanar heridas, dejó
atónitos a los frailes españoles a
mediados del siglo XVI, cuando éstos
comenzaron a interesarse en la
cultura de los “vencidos” con el fin de
detectar los síntomas de lo que
consideraban una enfermedad: el
culto a sus dioses y los rituales
correspondientes.

Los capítulos X y XI del Códice florentino; el Libellus Medicinalibus Indorum Herbis o Códice
badiano; la Historia natural de Nueva España, del doctor Francisco Hernández, protomédico del
rey Felipe II, y la Historia medicinal de las cosas que se traen de nuestras Indias Occidentales
que sirven en medicina…, de Nicolás Monardes, entre otros documentos, son testimonios
invaluables y pruebas fehacientes de la pericia de los antiguos mexicanos en materia de
medicina.

Ahora bien, si apreciaban en su justo valor la terapéutica indígena, los frailes fustigaban las
prácticas rituales y los conjuros que la acompañaban. Hermosas metáforas y gestos creaban una
densa opacidad simbólica en la que quedaba atrapado el mal que se quería curar. Para los
frailes, esta parte de la terapia era considerada como diabólica por lo que se perseguía a los
médicos indígenas (ticitl) considerados brujos o hechiceros.

Hernando Ruiz de Alarcón, hermano del célebre dramaturgo Juan Ruiz de Alarcón, dejó un
testimonio de prácticas médico-rituales de los indígenas nahuas de lo que es hoy el estado de
Guerrero en su obra Tratado de las supersticiones de los Naturales de esta Nueva España,
escrita en 1626. En su obra, Ruiz de Alarcón transcribió distintos conjuros en la versión original
en náhuatl y en su versión en castellano.

Entre las prácticas curativas que refiere, figuran las que buscaban aliviar los dolores del
cuerpo. Un masaje enérgico llamado tepapacholiztli, que consistía en apretar vigorosamente las
partes adoloridas bastaba generalmente para aliviar el dolor. Cuando la parte baja de la espalda
se veía afectada como consecuencia de un exceso de trabajo o de un enfriamiento y los masajes
eran insuficientes, los médicos indígenas aplicaban una cura llamada tetleiczaliztli, literalmente
“el pisoteo de fuego”, la cual consistía en “pisotear” la espalda del doliente.

Primero calentaban una piedra o un comal, luego le pedían al paciente que se extendiera de
bruces en el suelo “desnudo todo el cerro”. El médico mojaba un pie “cuyos callos estaban como
las rodillas del camello”. Ponía luego el pie mojado sobre la piedra o el comal muy caliente hasta
que el calor penetrara en la carne viva. Comprimía luego vigorosamente con la planta ardiente, y
más específicamente con los callos del pie, “los lomos y el espinazo” del paciente, apretando
continuamente, y profiriendo las palabras del siguiente conjuro:

Tlacuele, xihualhuia nahui acatl milintica, in tzoncozahuiztica. Tlacuele, xihualhuia, àmo tinech-
elehuiz; nican nic-hualhuican nopozolcac (àmo tinech-elehuiz): ica noconpehuiz xoxouhqui
coacihuiztli, yayauhqui coacihuiztli in ye quipopoloznequi in teteo inpiltzin: nimitzpopoloz,
nimitztlàtlatiz.

“Ea, ya ven acá tú las cuatro cañas que echan llamas y tienes el cabello rubio: ea ya ven y
advierte no me codicies; aquí traigo mi esponjado calcañar o callo, no te emplees en él, porque
contigo, y con él pretendo apartar y quitar de adonde está, el verde dolor el pardo dolor que ya
quiere destruir al hijo de los dioses, y por el contario yo te tengo de destruir y quemar.”

El rubio cuatro cañas era el fuego; el esponjado calcañar: el talón hirviendo que comprimía la
espalda; el dolor inasible se volvía aprehensible mediante sus colores. El curandero afirmaba de
manera perentoria su voluntad de hacer salir la dolencia (no aniquilar el mal) del cuerpo enfermo.

La sesión duraba hasta que el paciente, sintiéndose aliviado, “canonizaba el milagro de la cura”.

ALCANZAR LA CURA, VIABLE CON


LA ACUPUNTURA: TOMÁS ALCOCER
Lourdes Rudiño

Cuando llegó la acupuntura a México, en la década de los 60’s, lo hizo con


un sentido no científico y por ello hubo muchos obstáculos para que
universidades y hospitales la aceptaran. Sin embargo, en las décadas
recientes se ha observado la base científica de esta disciplina médica, que
implica la colocación de puntos acupunturales en las extremidades para
incidir en el interior del cuerpo e incluso en el cerebro de los pacientes, vía los
paquetes de vasos sanguíneos y sus nervios.

Así, ya existe una Norma Oficial Mexicana para la acupuntura, del 7 de mayo
de 2002, que fue revisada en 2007; de parte de la Secretaría de Salud (SSa)
hay cuadros básicos para que los hospitales que requieren la utilización de
acupuntura puedan pedir agujas o electroestimuladores; existen programas
oficiales de estudio de esta disciplina para los estudios superiores, y
universidades importantes han abierto sus puertas para impartir la enseñanza
de esta terapéutica. Hay oferta de especialidades en acupuntura en el
Instituto Politécnico Nacional (IPN), en
algunas secciones de la Universidad
Nacional Autónoma de México (UNAM), la
Universidad Autónoma Metropolitana (UAM)
y la Universidad del Valle de Ecatepec,
además de otras entidades privadas como
el Instituto Alcocer de Medicina Tradicional
China y Acupuntura que da cursos y
diplomados.

Quien comenta esto es Tomás Alcocer


González, médico cirujano egresado de la
UNAM y también graduado en acupuntura y
moxibustión en el Instituto de Medicina
Tradicional China de Beijing; él dirige el
Instituto Alcocer y es presidente de la Unión
Nacional de Asociaciones de Médicos y
Técnicos Acupunturistas, AC.
Dr. Tomás Alcocer FOTO: Lourdes Rudiño

En entrevista, precisa que en el país hay entre tres mil cinco mil estudiosos
de la acupuntura, entre médicos y técnicos, lo cual es insuficiente para las
demanda. El hecho de que haya técnicos (sin una base universitaria en
medicina) es porque todavía muchos médicos desdeñan erróneamente esta
terapéutica; la consideran esotérica o mística.

Tomás Alcocer es traductor de libros de medicina antigua china de hace


tres mil años, tiene traducidos completamente el Libro del emperador
amarillo (Huang Di Nei Jing) y está por publicar en breve el primero de sus
162 capítulos. “Llevo más de 20 años en esta traducción, y tan sólo uno de
sus capítulos defne de todos los vasos sanguíneos con sus nombres; lo más
importante es que habla de dónde inicia la circulación sanguínea y dónde
termina; es un campo científico que en las facultades de medicina no se
enseña, y que brinda respuestas que los médicos alópatas desconocen sobre
el porqué de las cosas. Si preguntamos a un cardiólogo por qué late el
corazón cerca de 180 veces por minuto, no tiene respuesta, y un médico
común desconoce por qué se mueve el intestino o por qué tenemos 20
respiraciones por minuto”.

Ocurre que –y esta es una enseñanza del Libro del emperador amarillo- “para
encontrar esas respuestas tenemos que estudiar el movimiento solar”,
señala: “irnos a los cinco planetas (Mercurio, Venus, Tierra, Marte, Júpiter y
Saturno), porque son los que electromagnéticamente jalan nuestras
extremidades”. Todo esto, además, tiene que ver con el hecho de que los
seres humanos tenemos cinco dedos y cinco grupos de órganos (cabeza y
cuello, tórax, abdomen, pelvis y ubicuos, presentes estos últimos en huesos
músculos y piel) y que en los vasos sanguíneos circule sangres y en el
sistema nervioso circule una energía eléctrica. “Querámoslo o no,
comprendámoslo o no, estamos conectados con el cosmos. Y estos hablando
de astronomía científica, no de astrología o de charlatanería”.

Comenta que parte sustantiva de las bases de la acupuntura, presentes en el


libro mencionado, habían quedado ocultas porque sus primeras traducciones,
al francés o alemán, ocurrieron en la Edad Media, cuando estudiar el cosmos
y voltear al cielo estaba vedado, pues la religión dice que allá está el paraíso.
Y la traducción del chino antiguo al moderno fue bloqueada por el interés de
los médicos orientales hacia la medicina occidental. La traducción de Tomás
Alcocer –que fue animada por un maestro que tuvo en China, “pues en mis
estudios me habían llevado a niveles de conocimiento similares a los de sus
maestros y quería avanzar más”- ha develado aspectos novedosos respecto
de los canales y conexiones que permiten, con agujas, encontrar puntos que
llegan a los órganos internos de los pacientes, y con ello lograr la cura y no
sólo aliviar o atenuar enfermedades graves, como el cáncer, síndromes de
Parkinson y de Alzhaimer, o diabetes.

“En ningún país del mundo se tenía contemplado el recorrido de los


paquetes vasculares y nerviosos; esto fue un descubrimiento mío”.

Lograr la cura. Tomás Alcocer precisa que absolutamente todos los


pacientes que se atienden con acupuntura obtienen resultados positivos.
“Todo depende del grado de enfermedad con que lleguen, pues muchos
vienen con un deterioro grave, como cánceres con metástasis, y entonces lo
que obtenemos es disminución de molestias, de dolores. Pero cuando llegan
a tiempo, detenemos el proceso de la enfermedad y eso ya es una gran
ventaja. Si se trata de enfermedades agudas, rápidamente podemos quitar
una diarrea, un vómito, un dolor, un cólico renal o de vesícula biliar. En
enfermedades crónicas como artritis, o graves como esclerosis múltiple o
Parkinson, necesitamos reparar primeramente los órganos, o en diabetes,
necesitamos un proceso de regeneración celular”.

Explica que en la medicina tradicional china hay dos causas de


enfermedades, que son: una, la parte climática, porque la temperatura
caliente -por ejemplo una insolación- genera coagulación de la sangre, que es
un bloqueo y va a provocar enfermedad, o el frío, que genera congelación y
freno en la circulación de la sangre en ciertas partes del cuerpo. “Lo único
que hacemos es quitar la coagulación para que circule la sangre y se
alimenten bien todas las células, o quitar la congelación (vía la moxibustión),
para activar la circulación sanguínea y permitir que se nutran los órganos. “Es
un principio simple pero real y verdadero para poder hacer curaciones muy
profundas”.

Y dos, la parte anímica. “En nuestro cuerpo tenemos dos sustancias,


adrenalina y acetilcolina. Cuando una persona se enoja, se sueltan estas
sustancias y pueden desordenar la función de un órgano. Por eso en la ira o
bien en la tristeza, estas sustancias se disminuyen y por eso las estructuras
funcionan menos (…). El sentimiento es un causante muy importante de
enfermedad y sobre todo crónico degenerativa. En general casi todos estos
pacientes que tenemos de enfermedades graves tienen un antecedente
emocional muy fuerte”.

Señala que en el Instituto Alcocer llevan una estadística de la evolución


de sus pacientes, donde se observan algunos casos de cura de cáncer o
freno de procesos de insuficiencia renal. “Esto lo tenemos perfectamente bien
documentado, con muestras de laboratorio, radiografías, diversos estudios,
ultrasonografías, resonancias magnéticas que identifican un tumor y que
después ya queda inactivo. Esta experiencia ha dado prestigio al Instituto e
incluso de algunos hospitales nos envían pacientes para que les demos el
método terapéutico acupuntural, y lo hacemos con bastantes beneficios y
buenas expectativas”.

CUERPOS EN DISPUTA: POLÍTICA


COSMOLÓGICA ENTRE MASEUAMEJ
DE LA HUASTECA
Mauricio González González ENAH / ENM-UNAM

En un mundo donde todo lo existente pertenece al fuero de una entidad


suprahumana, es decir, a un “dueño”, en el que la arquitectura del universo
se hereda por genealogía cosmológica que sitúa a mujeres y hombres en
peldaños que necesariamente requieren del “favor” de aquellos cuya potencia
es dada por su fuerza vital (chikaualistli), los maseulamej o nahuas de la
Huasteca despliegan estrategias que hacen de ese mundo indómito uno en el
que, bajo cierta diplomacia –y toda una política–, permiten establecer
relaciones que favorecen a una comunidad compuesta por más que sólo
humanos.

Y si los sueños y rituales son la vía regia de encuentro con los


“dueños”, éstos se permiten corporeizar en formas que se nos revelan
naturales, como cerros, cuerpos de agua o semillas, pero también como
recortes de papel antropomorfo cuando son invitados a un costumbre, al ritual
vernáculo de la Huasteca.

Cuerpos de papel que ofrecen los


curanderos y que constituyen las
condiciones de posibilidad para
entablar relaciones que permitan
intercambios propicios. Así, Tata Félix
explica que los recortes son “su ropa,
de la Tierra, del Agua, de la Mesa, del
Cerro, todos tienen su ropa; por eso
los cortan los muñecos, pa’ la Cruz,
para el Agua para lo que quiera lo
ocupa, y también los cortan de los
malos”.

Los ejekamej o “malos aires” son una


especie de “sombras” o “almas” que
han perdido su cuerpo, como los
Tata Jesús Hernández Hernández, Huexotitla, Ixhuatlán de Madero, muertos, o que habitan este mundo
Veracruz FOTO: Mauricio González
en busca de cuerpos con los cuales
interactuar, haciendo de todo cuerpo vivo un campo en disputa. Si un cuerpo
es tomado por un mal aire, éste se corrompe, enferma y puede morir. La
curandería nahua –y en toda la Huasteca meridional– es una estrategia que
despliega cuerpos sustitutos a los cuales ofrendar, bailar, hacer fiesta e
incluso, para los ejekamej, desechar.

Todos estos seres forman parte de un sistema social muy amplio, mas
tienen la particularidad de prescindir de un solo cuerpo, pues son tonalij o
“sombras” de gran poder, “son el Gobierno”; conciben a las manifestaciones
mundanas y a los propios humanos como elementos a su disposición, y dan
prioridad (“como nosotros”) al bien comer, razón por la cual la mesa
del costumbre y toda ofrenda ensalza alimentos especialmente cocinados y
sazonados para ellos, “¡porque si no, comen hombres!”.
En la Huasteca la constitución de todo sujeto está supeditada a su tonalij o
“sombra”, a su corazón y su cuerpo. En el primero se condensan las
funciones asignadas para lo que en la Sierra Norte de Puebla
llaman yolo y ekauil, pues el tonalij se manifiesta como principio de vida
fundamental, tal como el yolo, que se encuentra bajo influjos de la fuerza
vital y que, como el ekauil, puede desprenderse del cuerpo como efecto de un
“susto” o en sueños. Cada tonalij posee diferentes grados de fuerza que
harán del sujeto un curandero (cuando tiene mucha fuerza), distinguirán a un
niño (casi sin fuerza) o a un enfermo (perdiendo su fuerza).

Los curanderos, gracias al “don” brindado por los “Señores”, cuentan


con mucha fuerza, lo cual les permite establecer tratamientos con ellos y
con los seres contaminantes sin correr tanto riesgo. Un correlato de ello es su
longevidad, como la del querido Tata Jesús Hernández Hernández, de la
comunidad de Huexotitla, en Ixhuatlán de Madero, Veracruz, quien murió
alrededor de los 109 años. Por su parte, los niños son débiles y susceptibles
a la enfermedad, pues tienen un tonalij“tierno” que carece de fuerza para
enfrentar el arribo de ejekamej, quienes derrumban, poseen o despojan a la
“sombra” de su par carnal.

Por último, el yolotl o “corazón” entre los maseualmej si bien puede referir a
esa válvula vital que resuena en el cuerpo de los seres vivos, también es una
instancia anímica portadora de cualidades metafísicas, pues además de
receptáculo de fuerza vital puede pensar. Quien ejerce sus actos
con yolotl no sólo lo hace de forma sincera y afectuosa, también lo hace clara
y serenamente. Entre estos pueblos pensar no sólo requiere de buena
cabeza, se hace también con el corazón. Lo inteligible pasa por una
racionalidad que impone una mente con mucho corazón.

La etiología de las enfermedades que padecen estos pueblos, sus causas, si


bien no descartan aquellas propias de la “medicina de doctor”, la alópata,
incluye elementos imposibles de reducir a ese campo, pues lo vivo en la
Huasteca responde a una compleja espacialidad en que el adentro de un
cuerpo es el afuera de un mundo Otro, donde saber hacer cuerpos de papel
es saber sostener la vida en su más amplio sentido, una en comunidad con
diferentes fuerzas.
LAS ENSEÑANZAS DEL PUEBLO
HUASTECO
Gustavo Omar Meneses Camacho

En 2007 el Instituto Nacional de Salud


Pública (INSP) puso en marcha la
estrategia “Atención integral en salud
reproductiva y violencia familiar en nueve
comunidades indígenas de municipios de
alta marginación”. La prueba piloto consistió
en integrar tres brigadas médicas
interculturales en los estados de Chiapas,
Puebla y Veracruz, mismas que estuvieron
conformadas, cada una, por un médico, una
enfermera, una trabajadora social y un
antropólogo social.
Doña Maria, la partera de Tecomate
El objetivo de esta estrategia fue
fortalecer la atención en salud sexual y reproductiva y en violencia
familiar en población indígena dentro de principios fundamentales como el
respeto, la comprensión y la apertura hacia concepciones culturales
diferentes en un marco intercultural dirigido al intercambio y
complementariedad de los saberes en relación con la salud.

En Veracruz la estrategia logró la conformación de tres comités interculturales


de salud (CIS), ubicados en sendas congregaciones de Tantoyuca, municipio
ubicado al norte del estado. Estos comités estuvieron integrados por mujeres
pertenecientes al pueblo indígena huasteco, y su participación permitió que la
presencia y el trabajo de la brigada tuvieran buena recepción entre la
población. Uno de los temas medulares del proyecto fue informar a hombres
y mujeres de la importancia que tiene la prueba del Papanicolaou para la
prevención del cáncer cérvico uterino, padecimiento que ocasiona la muerte
prematura de mujeres y afecta principalmente a las que viven en situación de
pobreza, siendo que es prevenible casi en un cien por ciento.

Una de las tareas que realizó la brigada fue conocer el procedimiento de


atención de las parteras, para lo cual se desarrollaron entrevistas semi
estructuradas y se participó en las consultas que éstas daban a las
embarazadas. Una forma particular de
consulta fue la que doña María practicaba,
consistente en contar con la presencia del
hombre al momento del parto, pues la
embrazada se sentaba en las piernas del
señor, quedando libre el área en donde el
bebé nace.

Doña María contaba: “yo me siento enfrente


para recibir al bebé, lo agarro con el trapo y
lo limpio y lo pongo en mis pies; luego ya lo
amarro su ombligo. Lo limpio y lo acuesto y
ya después se va a quedar la placenta y lo
sobo, con mi mano despacio estoy
agarrando la tripa, sobando, sobando, Don Juan, el curandero de Zapotal, Tantoyuca
cuando caiga ya no hay problema”. Su
experiencia contribuyó a comprender que los servicios de salud distan mucho
de la forma como la población indígena resuelve los partos en su comunidad,
también ayudó a identificar que la confianza que establece la embarazada
con la partera es algo que los servicios de salud no ofrecen antes ni después
del parto.

Entre las tareas encomendadas está recuperar el conocimiento de los


médicos tradicionales, reconocidos en las comunidades como curanderos. En
recorridos de campo se identificaron 46 plantas medicinales; con ellos se
conocieron los síndromes de filiación cultural como la “envidia”, “el susto” y el
“tlasol”, cada uno de los cuales requiere métodos de atención diferentes.

En el caso de la envidia, se conoce por medio de la limpiacon siete


semillas de maíz y agua bendita, apoyándose en la oración católica. El susto
se le atribuye a una emoción fuerte que alguien ha tenido y que ocasiona que
su sombra quede en el lugar donde vivió la emoción del espanto. Por último,
el “tlasol” es considerado una enfermedad que afecta a los niños del
estómago y sucede cuando se pelean en casa los adultos; el curandero dice
que es “el calor del enojo“.

Uno de los hallazgos más importantes fue conocer que el sector salud
imponía a la población indígena los métodos de planificación familiar, que
condicionaba la entrega del apoyo del programa Oportunidades, que obligaba
a las mujeres a colocarse el dispositivo intrauterino y que la atención médica
se limitaba a la entrega de anticonceptivos, lo que visibilizaba relaciones
asimétricas entre el médico y el paciente.
Este proyecto piloto confirmó que la
medicina intercultural impulsada desde el
gobierno carece de comprensión y apertura
al sistema cultural de la población indígena,
lo que hizo manifiesto que el modelo de
intervención debe incorporar la
sensibilización del personal institucional con
el objeto de comenzar a construir una
sociedad más respetuosa de las culturas
indígenas, sustento de la diversidad cultural
que caracteriza al país.

Santos, el partero de Zapotal


FOTOS: Gustavo O. Meneses Camacho
HERBOLARIA DE
WIRIKUTA
Olivia R. Lara Rodríguez Estudiante de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala

En agosto de 2013 se celebró el


Cuarto Encuentro y Feria Cultural de
Parteras y Médicas Tradicionales del
Altiplano Potosino, Estación Catorce,
Wirikuta. Allí se reunieron
personalidades de todo el país y
buscaron generar un punto de unión
en las prácticas ancestrales
relacionadas con la labor de parto.
Los días transcurrieron en un
intercambio continuo de saberes; las
parteras denunciaron el rechazo por
parte de las instituciones de salud
pública de la herbolaria utilizada en
los meses de gestación y nos hicieron
reflexionar sobre la importancia de
modificar las prácticas gíneco
obstétricas de los hospitales públicos.
A este encuentro asistieron don Aurelio y don Julián, ejidatarios de
Estación Catorce, quienes se han encargado de preservar el conocimiento de
la flora medicinal.

Estación Catorce forma parte del sitio sagrado natural Wirikuta, declarado
Área Natural Protegida en 2001. Wirikuta ofrece una gran riqueza de
especies y un alto grado de endemismos, así como gran diversidad de
ecosistemas. Actualmente está en la mira de varios sectores de la sociedad,
a causa de la concesión de partes de su territorio a empresas trasnacionales
para explotar minerales, sin considerar los costos ambientales asociados y
sin tomar en cuenta que dichos recursos se encuentran enclavados en zonas
en las que residen comunidades originarias. Wirikuta hoy enfrenta
extractivismo.

Detrás de este conflicto está el sentir de los ejidatarios, de los verdaderos


guardianes que buscan cuidar su entorno y las especies vegetales que se
encuentran en sus tierras. Este es el caso de don Aurelio y don Julián,
quienes muestran gran preocupación por la situación actual, lo que les ha
encaminado al estudio de su biodiversidad.

¿Qué es lo que Wirikuta cobija bajo ese suelo en apariencia árido y


carente de vida? La respuesta aparece ante los ojos cuando uno recorre los
matorrales xerófitos. Guiados por don Aurelio, y en compañía de don Julian,
las historias que conocen sobre el uso de las plantas medicinales envuelven;
sus abuelas las utilizaban como remedios de curación para subsistir en este
ecosistema. Pero lo más valioso es el goce que se constata en la mirada de
don Aurelio al compartir este conocimiento ancestral.

Al recorrer los caminos de Wirikuta podemos observar algunas plantas


medicinales como la gobernadora (Larrea tridentata), que es utilizada
principalmente para afecciones de las vías urinarias, como los cálculos
renales, dolor de riñón e inflamación de vejiga. Otra planta muy común es
sangre de grado (Jatropha dióica); masticar su raíz limpia y fortalece los
dientes y las encías, y su jugo cura padecimientos como la gingivitis y el mal
aliento. El estafiate (Artemisa ludoviciana) es recomendado para el
tratamiento del dolor de estómago; corrige la digestión y mejora la circulación
de la sangre. La hierba del negro (Sphaeralcea angustifolia) se utiliza para
golpes, torceduras, para lavar heridas y contra la caída del cabello. La
Hojasen (Flourencia cernua) la utilizan las mujeres cuando no hay presencia
de menstruación. Y, por último, el árnica (Trixis angustifolia), planta especial
para desinflamar, aliviar dolores musculares y ayudar a desinfectar y
cicatrizar heridas internas y externas.
La mayoría de las plantas medicinales aparecen en la época de
lluvias; es así como el desierto de San Luis Potosí nos muestra su diversidad
y la potencia que guarda al contener plantas con tantas propiedades
curativas. Sin embargo, la falta de lluvia en Wirikuta se ha vuelto más aguda
por la modificación del ecosistema -por deforestación, sobrepastoreo y
presión que ejercen algunos malos manejos de la población vinculados al
auge minero-. Esto provoca un desequilibrio ecológico.

Hacer un vínculo con estos pobladores que mantienen vivo el conocimiento


ancestral es fundamental para proteger nuestra diversidad. Es necesario
entablar una relación de ayuda mutua, pues ésta es la base de un
compromiso que involucra a todos.

NACER CON PARTERA…


NACER EN COMUNIDAD
Ana Prado Murrieta Profesora-investigadora, Academia de Salud Comunitaria, UACM

Cada cultura interpreta y da


significado a su propia existencia y al
mundo que la rodea, pensando y
organizando la realidad de una
manera única. Ello se aplica a todos
los eventos de nuestra vida, entre los
que se encuentra el nacimiento, que
en este sentido se ve revestido de
valores culturales, sociales y
afectivos.

En algunos espacios de la ciudad y


en muchas comunidades, las
creencias mitos y tabúes alrededor
del nacimiento se conjugan sobre la Ana Prado Murrieta Profesora-investigadora, Academia de Salud Comunitaria, UACM
figura de una mujer: la partera. FOTO: Museo de la Medicina Maya, Chiapas

Conocidas como “parteras”, “comadres”, “comadronas”, “recibidoras” o “matronas”, estas mujeres


comparten, viven y guían el nacimiento, trabajando de manera conjunta con la embarazada, la
familia y la comunidad.

En Chiapas, las parteras tradicionales tienen un papel importante en la disminución de la


muerte materno-infantil, ya que en comunidades rurales atienden hasta el 90 por ciento de los
partos; son fundamentales en la atención de la salud sexual y reproductiva. Sin lugar a duda, su
trabajo en la prevención de la muerte materno-infantil es de gran relevancia y sobre todo de gran
incidencia, aunque poco reconocida por las instancias oficiales de la salud.

Los nacimientos en comunidad se viven todos los días en el municipio de Tenejapa, Chiapas; las
parteras tradicionales se denominan balal’alal (idioma tseltal), esto es “la que acomoda, acaricia
o abriga al niño”. Para estas mujeres, “una partera es la elegida por el Sol para atender y ayudar
a la comunidad”. Cumplen la función de madres protectoras, en comunión con lo creado; cantan,
invocan y curan, rindiendo culto a los poderes elementales. Son mujeres indígenas-campesinas y
la tierra que habitan es y ha sido explotada enormemente como fuente de energéticos y de
materias primas. Además, son mujeres que viven y sufren las injusticias al campo y en
consecuencia la migración de sus esposos o hijos.

Se considera que las parteras tseltales de Tenejapa son poseedoras de un “don o mandato
divino”; su intuición las ayuda a crear una relación única e íntima con cada madre y recién
nacido. Integran a su conocimiento el uso de hierbas, animales, baños de inmersión, baños de
sudoración (temazcales) y masajes. Utilizan la mínima intervención y conocen las maniobras
especiales para trabajar los partos más difíciles. Las parteras tradicionales conciben el parto
como un evento natural, como una ceremonia de unión con la tierra. En este rito se utilizan
agentes terrenales y sobrenaturales, en donde el nivel espiritual tiene una especial importancia.
Los seres de las montañas vienen a acompañar a la mujer para darle fuerza en el momento del
parto; el Sol como elemento masculino, la Luna como elemento femenino y la Tierra madre
universal, tienen una presencia esencial en el momento del parto.

El nacimiento en comunidad, con la cercanía de la familia, con el acompañamiento de la


partera y en contacto con la tierra trae a la mujer y al niño una concepción renovada del mundo,
a partir de la cual cada familia recreara valores personales y sociales. El nacimiento queda
integrado en la memoria colectiva de los participantes como un conjunto de asociaciones de
ideas que dan como resultado la formación de símbolos de comunidad.

Es así que, con la atención médica institucional, coexisten prácticas médicas tradicionales, que
además de ser una respuesta a los problemas de salud, representan un proceso histórico de
resistencia y de construcción de una identidad en un medio rural en constante cambio. Ser
partera en Chiapas es vivir en un estado permanente de resistencia ante un sistema de salud
que pocas veces reconoce su trabajo, ante un sistema que niega y expropia su conocimiento. Sin
embargo el trabajo de las parteras indígenas y mestizas en el medio rural o urbano continuará
con la labor de dar una atención con calidad y calidez, y los esfuerzos de grupos organizados de
parteras, médicos tradicionales y organizaciones de la sociedad civil serán de gran relevancia
para mantener este saber que ha perdurado y perdurará en el tiempo.

CÓMO PROTEGERSE Y CUIDAR


LA FUERZA ENTRE TLAPANECOS
Danièle Dehouve Directora de Investigaciones en el Centre National de la Recherche Scientifique
(CNRS) y directora de estudios en la Ecole Pratique des Hautes Etudes (EPHE), París.

La Montaña de Guerrero es una región que cuenta con una población


numerosa hablante de tres lenguas indígenas, mixteco, náhuatl y tlapaneco.
Los tlapanecos, también llamados mepha’a, hablan una lengua de la
familia otomanguë y son más de cien mil individuos.

Entre los tlapanecos, antes de llegar a curarse, hay que tratar de evitar
las causas de enfermedad. Esto requiere el respecto de varios rituales. En
los hogares tradicionales, el jefe de familia es el encargado de estos rituales:
los realiza durante todo el ciclo de cultivo del maíz (llegada de las lluvias,
siembra, bienvenida a los primeros frutos, cosecha y puesta en la troje). Al
nacer sus hijos, el padre busca el “animal-lugar” de cada uno. Según esta
variante local de la relación entre un humano y un ser de la naturaleza que ha
recibido el nombre de “nahualismo” en el área mesoamericana, la suerte de
cada persona está ligada a un animal que, se supone, vive en un lugar
preciso del territorio, por ejemplo un jaguar en la cumbre de tal cerro, o una
víbora en tal manantial.

Si la enfermedad pega a algún


miembro de la familia, el hombre
realiza personalmente los rituales de
curación o, si no tiene los
conocimientos suficientes, busca a un
especialista llamado meso. Éste
presta sus servicios a cambio de una
remuneración en productos (frijol,
café, gallina o guajolote) o en dinero.

Para empezar la cura, es preciso


“adivinar” la causa de la
desdicha. Esto se realiza mediante
una “consulta”. Existen varias
técnicas de adivinación y lo
importante es que el especialista
conozca una de ellas. La más
difundida es la “medición del hueso”
que consiste en “medir” el antebrazo
con la cuarta de la mano y permite
El método de adivinacion por "medida del hueso”, municipio de
obtener una respuesta por sí o no a
Acatepec FOTO: Danièle Dehouve una pregunta. Otra es la interrogación
de los difuntos, la cual busca la responsabilidad de uno o varios difuntos en la
enfermedad de alguien. Ambos métodos se realizan delante de la lumbre, “en
la mesa del fuego”. Unos hombres también han aprendido a leer en las
barajas durante alguna estancia fuera de su comarca. El arrojamiento de
semillas de maíz y la lectura en el agua representan procedimientos más
escasos en esta región. Estos métodos de adivinación permiten conocer la
causa de una desdicha con el fin de remediarla.

Ya conociendo la causa de la enfermedad, es posible realizar la curación. La


técnica más común es la “limpia”; sirve para limpiar al enfermo de la envidia
manifestada por los demás, o de sus propios sentimientos, como el coraje,
que, según se supone, le están perjudicando. La “limpia” es una técnica muy
difundida en todo el México rural. Consiste en capturar el mal en la nuca y las
articulaciones del individuo, con un huevo o un ave doméstica envuelta con
hojas. El huevo que ha recogido el mal se arroja a lo lejos y se quiebra,
mientras que el animal se sacrifica o se deja abandonado en el campo. Otro
método común entre los tlapanecos consiste en arrojar las hojas y el huevo
en el fuego, donde se queman. Existen otros métodos, como el soplo, con o
sin aguardiente, supuesto para barrer a lo lejos los elementos que afectan al
enfermo. Durante los días que siguen a la cura, el enfermo y el especialista
observarán una penitencia que consiste en abstenerse de relaciones
sexuales y de algunos condimentos que tienen olor fuerte, como la cebolla, la
hierbabuena y el limón.

En el caso en que la adivinación haga aparecer que la causa de la


enfermedad es un acto de brujería, la cura será más larga y difícil. Habrá que
buscar a qué potencia se ha dirigido el brujo –fuego o tierra–, y en qué lugar
ha realizado ofrendas con finalidades malignas, para poder realizar ahí las
ofrendas y los rezos adecuados y convencer a las potencias de aliviar al
enfermo.

Frecuentemente, las enfermedades se atribuyen a la mala influencia de


un familiar difunto.Cuando una persona “sueña mucho un difunto” es muy
mala señal: empieza a buscar la ayuda de un meso que realice ofrendas a
este difunto en la “mesa del fuego” y pide misas en la iglesia.

Todas estas técnicas rituales giran en torno a la noción de “fuerza”. Se


concibe como una capacidad corporal que reside en un aliento, un espíritu,
un corazón y una voz calificados de “calientes” y “contentos”. Esta “fuerza” es
la vida misma, como opuesta a la muerte y todo lo que se refiere a ella –
enfermedades y accidentes.
La tarea del especialista ritual es mantener la fuerza de la gente y
restablecerla en caso de enfermedad. Para esto, tiene que cuidar su propia
fuerza, porque sus actividades de curación lo necesitan y además, lo ponen
en peligro. Por eso, el especialista se entrega a menudo a la “penitencia”.
Además de la abstinencia sexual y del ayuno (abstenerse de condimentos y
frutas agrias), ésta consiste en bañarse frecuentemente en el agua fría del río
o del manantial, dormir poco y, en ciertas ocasiones, tragar una mezcla de
hojas verdes de tabaco con cal y untarse las coyunturas con la misma pasta.
La “limpia” complementa este complejo cuya finalidad es la purificación y la
protección.

LOS NAHUALES COSTEÑOS


Natalia Gabayet Investigadora del proyecto Dinámicas de Lenguas de Culturas del Norte, CNAN-INAH

En los pueblos negros de la Costa de Guerrero y Oaxaca la gente comparte el destino con
un animal. Hermanados desde tierna edad, gracias a las artes rituales de los nahuales
poderosos, han de caminar esta vida juntos. Lo que suceda a uno, el otro lo siente y lo sufre.
Crecer bien, es decir protegido y convenientemente alimentado, será evidente en un cuerpo y en
el otro. Dos cuerpos, dos materialidades, una suerte, un destino. La enfermedad de monte es la
expresión de este vínculo.

Nahuales los hay de todas las especies, de agua y de tierra, pero hay tres que son los que los
morenos prefieren, el tigre (jaguar-panthera onca), el alagarto (cocodrilo-cocodrylus acutus) y
el onzo león (puma concolor). Estos pueblos de afrodescendientes se formaron culturalmente
rodeados de naciones jaguar. Los gobernantes mitad hombre, mitad jaguar, de los mixtecos
esculpidos en las estelas de Río Grande, Oaxaca, o las batallas de los guerreros tigres de los
nahuas de Zitlala, marcaron profundamente a los recién llegados de tierras lejanas. Tan es así
que en su concepción de cuerpo, y las entidades que lo habitan, incorporaron al jaguar como el
animal más común, el más poderoso, el más bello y feroz. Con esta invención cultural de los
pueblos negros de la Costa Chica la alteridad indígena se introdujo profundamente en la
concepción de las almas. Por eso, aunque los negros se dicen buenos católicos, son a un tiempo
diablos y también nahuales poderosos.

Los tonales, animalitos o nahuales viven en el monte, en esa otra realidad forman ejércitos
comandados por jefes, los cuales a su vez tienen otros jefes superiores que comandan “su
gente”, creando así una especie de gran pirámide. Estos jefes son curanderos, los cuales dirigen
su manada para pelear contra sus enemigos, y así proteger a su grupo, resguardar su territorio y
finalmente apropiarse de los aguajes y de las presas de caza. De hecho, los curanderos jefes de
manada fungen como maestros, por ser fuertes, poderosos y temidos.
Si bien los nahuales crean la fama en ese otro mundo, sus hazañas son un secreto a voces. Los
morenos lo saben, lo dicen, pero no se condecora, ni se instituye. Los curanderos convierten a
los recién nacidos en animalitos, los ponen en una encrucijada de camino y el primer animal que
pase ése será; o colocan una cama de cenizas y las huellas hablarán. A veces con sólo
levantarlo y lamerlo le comparte su esencia y éste será la misma especie que su convertidor,
pues los nahuales no se mezclan, cada especie tiene su grupo, sus costumbres, sus alimentos.

Las gestas de los ejércitos se revelan en la salud de los infantes, y son los curanderos
quienes conocen las enfermedades y los remedios. Por lo común, los síntomas posibilitan el
diagnóstico y es posible conocer la travesía del animal que, en medio de los enfrentamientos,
resulta herido. Así, las calenturas, las diarreas, las infecciones de la piel, o cualquier dolencia
puede ser reconocida como enfermedad de monte; es decir, como la expresión de los sucesos
ocurridos en el mundo de los animales. Aquello que sucede en el mundo paralelo al mundo
ordinario sucede también al interior del cuerpo del enfermo. Un juego en el que el afuera está
adentro y el adentro está afuera. Normalmente, el veredicto es parco: “Estás tirada en el monte.
Regresa mañana que te voy a curar, te voy a poner mano”.Es entonces que se realiza el ritual de
curación.

Aunque las hierbas, así como los complementos que se utilizan cambian de pueblo en pueblo, de
curandero a curandero, el timorreal (pasiflora local) y la saliva son los dos elementos constantes,
luego está la pólvora, el ajo, la mostaza, todos ellos ingredientes que tienen en común el olor
fuerte. Esos ungüentos les dan el olor, y con eso pueden rastrear al animal enfermo en el monte.
Es decir que, en el vínculo de espejo con el animal desdoblado desde su interior hacia ese otro
espacio, se da una trasmutación material, y al untar el cuerpo del enfermo el olor se trasmite al
animal del monte. Así, la cuestión fundamental en la curación de la enfermedad de monte es el
desdoblamiento del curandero, pues al tiempo que se ocupa del paciente en persona, su cuerpo
animal lo busca en el monte.

Finalmente, el curandero expresa así sus dos connotaciones: es humano y es animal, un ser
doble se revela. Y es por medio de esta enfermedad de monte que se expresa esa alteridad
indígena, que asimilada por los morenos de la Costa permitió una creación cultural propia.

¿QUÉ HACE LA UNICAM-SUR?

LA SALUD RURAL, DE MAL EN PEOR


Salomón García Jiménez Director general del Instituto Médico Tao de Investigación
Acupuntural en México, AC, y colaborador de la Unicam-Sur

Las actuales condiciones de salud en el campo mexicano son muy similares


a las de tres décadas atrás. Para muestra, Guerrero, donde la mayoría de
familias campesinas de las zonas serranas y franja costera apenas
sobreviven con niveles elementales de servicios básicos.
Hay comunidades
indígenas de las
regiones Costa Chica y
Montaña en pobreza
extrema y marginación,
prácticamente en el
abandono, sin el apoyo
de los programas
gubernamentales.
Algunos pueblos
originarios se consideran
FOTO: Salomón García Jiménez
entre los más pobres del
mundo, en un país donde también tenemos a personajes y sátrapas de los
más ricos del orbe. Un contraste insultante.

En realidad, a la clase política en el poder no le interesa el bienestar del


pueblo; sólo sirve a los intereses de una minoría ambiciosa.

Los más pobres entre los pobres sufren desnutrición, enfermedades


digestivas, respiratorias y otras complicaciones que ponen en peligro la vida.
Y es el sector materno-infantil el más vulnerable. Datos duros muestran que
Guerrero es el estado en peores condiciones del país. Está documentado que
mueren por causas prevenibles 17 menores de un año de edad por cada mil
que nacen, y han ocurrido cien defunciones de madres por año en la década
reciente. Lo siguen de cerca Oaxaca y Chiapas. En Morelos, los índices de
decesos son 13 niños y diez mujeres, respectivamente.

Muchísimos pueblos carecen de agua potable y drenaje; no tienen ni un


centro de salud con médico, enfermera, buenos medicamentos y materiales
de curación; no se da el adecuado manejo de la basura y existe mucha
contaminación. Sus viviendas son vulnerables a las inclemencias climáticas:
techo de asbesto cancerígeno o con materiales que no protegen de la lluvia,
piso de tierra, sin fosa séptica, sin un escusado salubre, etcétera. Por si fuera
poco, en septiembre pasado el huracán Manuel dejó un saldo en Guerrero de
más de cien muertos y decenas de miles de familias damnificadas. Como
se ve, el panorama de salud es deprimente.

Lo anterior nos sitúa en los más bajos niveles de bienestar en México,


empezando por lo precario de la alimentación en el campo. Ahora, si le
agregamos la devastación de los huracanes y tormentas tropicales, el
deterioro ambiental, las violaciones a los derechos humanos, la pérdida de
identidad social y cultural, el vandalismo e inseguridad en la entidad por la
delincuencia organizada, la corrupción y simulación de “planes emergentes”
por parte del gobierno, el no respeto del voto... ¿A dónde iremos a parar?

Los campesinos que siembran maíz, frijol y calabaza de temporal, apenas


cosechan para el autoconsumo. Los precios de café, maíz, copra, jamaica,
ajonjolí, y de plátano, limón y otros frutales están por los suelos. Los
pequeños productores agropecuarios están en crisis; en los ejidos y las
comunidades priva la incertidumbre, la falta de democracia, el desempleo, el
saqueo de madera y otros bienes comunales, la extorsión, el abigeato, la
violencia...

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), «La salud es un estado


de bienestar físico, mental y social, con capacidad de funcionamiento, y no
sólo la ausencia de afecciones o enfermedades (...), y en armonía con el
medio ambiente». Para la mayoría de habitantes pobres en el medio rural, el
concepto internacional de salud resulta demasiado teórico.

Analicemos la definición en el contexto actual: físicamente, cualquier persona


del campo padece alguna enfermedad o dolencia; en lo psicológico,
diariamente hay zozobra por conseguir alimentos o por la inseguridad y
violencia, y socialmente, no se cuenta con suficientes servicios públicos, el
gobierno tiene abandonado al campo, no hay empleos y se destruye la
naturaleza. Entonces, se concluye que dichos pobladores están muy lejos de
tener una vida saludable o el dichoso “completo bienestar bio-sico-social”.

La Universidad Campesina del Sur (Unicam-Sur) es un interesante


proyecto de educación rural alternativa, para impulsar el colectivismo, la
autonomía, la solidaridad, la equidad de género y la democracia. Su enfoque
es pedagógico, y su metodología, participativa, contrarios a los que fomentan
el Estado y la iniciativa privada, impregnados de discriminación,
individualismo y demás antivalores del neoliberalismo.

La Unicam lleva diez años trabajando las siguientes temáticas: Historia y


cultura, Seguridad humana y salud, Agroecología y participación social,
Desarrollo sustentable, Economía solidaria y organización social y Poder local
y gobernanza participativa. La dirige Plutarco Emilio García y un equipo de
compañeros con larga experiencia de lucha social. Su eslogan es:
“Compartiendo el conocimiento para construir un mundo mejor”.

A esta universidad con sedes itinerantes asisten campesinas y campesinos y


productores, así como directivos y técnicos, todos miembros de
organizaciones que impulsan modelos alternativos de desarrollo regional.
Foros, cursos, talleres,
diplomados, conferencias, AGENDA RURAL
prácticas demostrativas, giras de
intercambio y fiestas son las Evento: Foro Internacional sobre Alimentación
Saludable en las Escuelas. Organiza: Alianza por la
modalidades de la acción Salud Alimentaria. Fecha, hora y lugar: Lunes 17 de
educativa para que “todos febrero a las 09:30 horas, en el Gran Hotel de la
aprendamos de todos”, incluidos Ciudad de México (Gran Salón 2), ubicado en Av. 16
de septiembre número 82, a un costado del Zócalo.
facilitadores que cumplen con un Informes:saludalimentaria@elpoderdelconsumidor.org
perfil científico-social.

Las actividades se realizan en las


mismas comunidades Libro: El maíz en peligro ante los transgénicos: Un
análisis integral sobre el caso de México.
organizadas en la Unión de Coordinadoras: Elena R. Álvarez-Buylla y Alma
Pueblos de Morelos y la Unión de Piñeyro Nelson. Editorial: UNAM / UCCS. Centro de
Pueblos de la Zona Oriente de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y
Humanidades. Colección Debate y Reflexión.
Coyuca de Benítez, Guerrero.
Destacan dos campus para el
trabajo de capacitación:
Atlacholoaya y Monte Grande.

El diplomado en Medicina
Tradicional tiene el objetivo de
introducir a los participantes en el
conocimiento y la práctica de
terapéuticas ancestrales tanto de
México como de Oriente, por
medio de
siete módulos intensivos e
interrelacionados: 1) Diagnóstico
de la salud y masaje tradicional
mexicano, 2) Shiatsu japonés, 3)
Plantas medicinales, 4) Libro: Una teoría sobre el capitalismo global:
Producción, clase y Estado en un mundo
Acupuntura contra el dolor, 5) transnacional. Autor: William I. Robinson. Editorial:
Moxibustión, 6) Salud Siglo XXI Ed itores.
comunitaria y 7) Nutrición e
higiene. Ello, para que los
diplomantes utilicen eficazmente esta medicina alternativa como herramienta
en la prevención y tratamiento de las enfermedades frecuentes detectadas en
sus comunidades rurales.

Es decir, al mismo tiempo que seguir exigiendo las mejoras que se merecen
las comunidades, enfrentar por cuenta propia la problemática de salud,
mediante la formación de
verdaderos promotores
comunitarios, con ideas
progresistas y humanismo.
Retomar los saberes de la
medicina tradicional de México y
de Oriente, como son los
masajes, la acupuntura, la
moxibustión y las hierbas
curativas y alimentarias, entre
otros conocimientos.

El rescate y la reivindicación de
la sabiduría popular se hacen
poniendo especial énfasis en la
práctica, de modo que las y los
participantes inmediatamente después del intercambio de experiencias de
cada módulo se ponen su filipina blanca y realizan una brigada médica. Al
regresar a sus pueblos, ya con las diferentes terapéuticas como
herramientas, comienzan a atender pacientes con seguridad y confianza.

La Unicam incentiva el autodidactismo inter-modular entre sus diplomantes y


trata de no perder el contacto con los egresados, invitándolos a las demás
actividades y proyectos.

PUEBLA

PALABRAS QUE CURAN: LA


TERAPÉUTICA NAHUA DE LA SIERRA
NEGRA DE PUEBLA
Laura Romero Departamento de Antropología, UDLAP

Enclavadas en la selva media de la Sierra Negra de Puebla se hallan las


comunidades nahuas de San Sebastián Tlacotepec, el cual es uno de los cien
municipios con mayor marginación del país. Es decir, los habitantes de
Tlacotepec forman parte de los casi dos millones de poblanos en pobreza
extrema.
Lo anterior ha ocasionado una ola de
migración, definitiva o temporal, a
ciudades como Tehuacán o Puebla,
en las cuales más que solucionar la
pobreza vivida en sus lugares de
origen deben enfrentar otro tipo de
carencias sociales: aquellas que
emergen del trabajo en las
maquiladoras de mezclilla o las
granjas avícolas del Valle de
Tehuacán.

Ante esta situación, el paisaje de las


comunidades serranas cambia de
manera vertiginosa. Sin embargo, en
medio de esta tensión entre lo local y
lo global, la cultura indígena se
reconstituye permanentemente. Lejos
de pensar que hay una pérdida
Don Miguel. Mazatoepan, Puebla evidente de prácticas “nativas”, lo que
vemos es una dinámica distinta,
sobre todo para las nuevas generaciones. Las prácticas terapéuticas no están
exentas de constantes cambios, por lo cual no deben ser pensadas como
joyas de un pasado glorioso, sino más bien como los recursos que por siglos
han puesto en marcha los indígenas para buscar la salud.

Los terapeutas nahuas son también campesinos, albañiles o


migrantes. Su práctica se remite, entonces, a su conocimiento sobre el
mundo, el entorno geográfico y lo sagrado. Sus objetivos terapéuticos cubren
desde una enfermedad originada por la pérdida del tonal –una de las dos
almas nahuas- hasta problemas laborales. Es decir, las estrategias indígenas
para curar son recursos dinámicos que se mantienen vigentes justo por su
cabal adecuación a la realidad actual que viven sus usuarios. Por lo tanto,
lejos están de ser supersticiones de pueblos que se niegan a la civilización.

La gama de especialidades implica no sólo un conocimiento particular, sino


una trayectoria diferente. Así, podemos encontrar parteras, hueseros,
hierberos, curanderos y brujos. Todos ellos han recibido el conocimiento
mediante un sueño, casi siempre durante la infancia. Ahí, un santo, la virgen
o Jesucristo solicitan al futuro ritualista acepte el don de curar. Algunos de
ellos nacen cubiertos de un delgado manto que da cuenta de su poder, pues
si éste sólo cubre las manos o la cabeza, será más débil que cuando cubre el
cuerpo entero. También habrá diferencias si dicha vestimenta es blanca o
negra, pues de ser negra no habrá duda de que el destino del recién nacido
será manejar las fuerzas negativas del cosmos. Un cosmos que no puede
existir en ausencia del mal, el cual, junto con el bien, es fuerza dinamizadora
de todo lo existente.

Alrededor de los 30 años de edad, los ritualistas inician su práctica curativa;


para entonces habrán tenido que desarrollar un triple saber: soñar, ver y
hablar. Soñar y ver son formas específicas de conocimiento que permiten al
terapeuta comprender un aspecto de la realidad velado para el lego. La
realidad indígena difícilmente separa vigilia y sueño. Así, las manifestaciones
sobre el origen de la enfermedad pueden revelarse durante el sueño, por lo
cual será preciso saber soñar. Mientras, saber ver permite al iniciado conocer
la cara oculta de las cosas y decodificar las señales que se desvelan en el
huevo vertido en un vaso con agua, procedimiento diagnóstico por
excelencia.

Saber hablar, por su parte, es la estrategia central del ixtlamatki–“el que


sabe”-, pues sólo él puede, mediante sus palabras, transformar el mundo.
Llamar al alma perdida y convertir el huevo y las plantas curativas en
poderosos aliados que buscarán a esa alma que se ha desprendido del
cuerpo enfermándolo inevitablemente. Convocar a los santos. Solicitar los
favores de la Tierra, misma que se niega cada vez más a escuchar. Hablando
se transforma el mundo y la persona y, entonces, la enfermedad cede paso a
la salud.

Los terapeutas indígenas –por muchos años los únicos encargados de la


salud de sus comunidades- han tenido que ganarse hoy un lugar frente a un
sistema de salud ineficiente pero sumamente excluyente. La práctica curativa
nahua forma parte de complejos rituales que no por ello son extraños
vestigios de épocas pasadas. Su ritualidad nos habla, más bien, de formas
complejas, actuales y legítimas de conocimiento sobre el cuerpo humano y el
cosmos que habitamos.

ENTRE LA EPIDEMIA Y LA
ENFERMEDAD: DIABETES EN CLAVE
TOTONACA
Susana Rebeca Kolb Cadwell Instituto de Investigaciones Antropológicas, UNAM

Ixtepec, Puebla. Hospital IMSS


Oportunidades. El doctor explica a la
paciente, mujer totonaca, que es
imprescindible seguir la dieta, realizar
ejercicio y tomar sus medicamentos,
si quiere evitar perder un pie, la vista
o incluso la vida. La mujer asienta,
toma sus prescripciones y sale por la
puerta. Ya a solas, el doctor me dice
que es probable que ella ignore sus
indicaciones. En su opinión, muchos
pacientes se niegan a cambiar sus
hábitos porque no entienden la urgencia de las medidas de control para la
diabetes.

Fuera del hospital, la realidad es otra. Durante la investigación para mi


tesis de maestría entre los totonacos de Ixtepec, constaté en la angustia de
las personas que son sensibles a las palabras de los médicos. Mas, siendo
de una cultura distinta, los pacientes totonacos traducen estas palabras
desde premisas y experiencias profundamente diferentes, de modo que la
diabetes que se vive y crea en Ixtepec es radicalmente diferente de aquella
que comprenden los médicos.

En Ixtepec, hablar de diabetes es hablar de la historia del lugar y de cada


persona. Los totonacos cuentan que la diabetes apareció tras la llegada de la
carretera con sus carros cargados de fertilizantes químicos y de pollos
repletos de medicinas. Para ellos, estas modificaciones alimenticias dieron
pie a la diabetes, más que la llegada de refrescos y comida chatarra.

Sin embargo, en cada caso específico, la diabetes es causada por tristeza,


coraje o susto, enfermedades en las cuales el espíritu de la persona queda
atrapado fuera del cuerpo. Doña Esperanza, curandera, describe cómo estas
emociones provocan que la sangre se acumule en el corazón, debilitándose y
abriendo la puerta a la diabetes. Doña Amparo comenta: “‘Debes controlarte’,
eso me dicen, pero Dios nos manda cada quién como somos. Yo tengo
mucho sentimiento, los sentimientos me hacen daño. Se quedan las
amarguras en el corazón”. No todos son susceptibles a la diabetes, depende
de la fuerza con que se nace. Don Miguel explica: “somos personas, somos
humanos, pero no todos somos iguales en la sangre. Hay unos que tienen
sangre fuerte, y no les pasa nada, y los que están débil, pues como agua, por
decir así, sangre-agua, y no aguantan”.

El diagnóstico significa interminables citas en el hospital y llevar una


dieta diseñada a partir de una noción de valor calórico y regulación de
carbohidratos y grasas. Para el paciente totonaco esto significa comer menos
tortilla, lo que implica renunciar a la fuente de fuerza que permite al cuerpo
trabajar y estar sano. En la tradición mesoamericana, el maíz provee de
fuerza vital a los hombres, la cual se transmite por medio del trabajo y tiene
implicaciones profundas para la constitución de la vida y persona totonacas.
Los hombres reclaman a la nutrióloga que tienen que trabajar; doña Filomena
cuenta que conoce a alguien que murió por no comer bien y doña Esperanza
es sucinta: “hay que comer para que esté una sana. ¿Qué nos va a
alimentar? ¿Pura medicina?”. No seguir la dieta no es cuestión de hábitos,
sino de vida o muerte.

En el hospital esta realidad de la diabetes está silenciada. Los pacientes se


traducen en cifras y niveles de glucosa que se envían a vigilancia
epidemiológica y los médicos se transforman en portadores de una condena.
Esto es síntoma del problema al que se enfrenta el sector salud de lidiar con
la epidemia de diabetes en un país culturalmente diverso. Los totonacos de
Ixtepec no son más que un ejemplo de los diversos estilos de vida y las
múltiples formas de pensar y vivir la diabetes. La “Norma Oficial Mexicana
Para la prevención, tratamiento y control de la diabetes mellitus”, creada en el
2010 para prevenir y controlar esta enfermedad, subraya la importancia de la
educación, pero no da lugar a la diferencia ni a un diálogo simétrico, ni admite
que diferentes culturas tengan conocimiento propio, diferente (y previo) sobre
la diabetes.

Es un síntoma inherente al problema. ¿Cómo dar lugar a la diferencia en


una política de salud nacional que busca detener una epidemia? No lo sé.
Quizá la pregunta que debería plantearse el Estado no sea cómo hacer
efectivo el método de control y tratamiento de la diabetes en diferentes
culturas, sino cómo re-pensar la norma misma y sus premisas, abriendo paso
a medicinas y formas de creatividad otras. Quizá sea una tarea imposible,
pero es en lo imposible donde vale la pena pensar.
VIDA SALUDABLE:
EL BIEN-ESTAR COMO SALUD
Aldegundo González Álvarez Cooperativa Tosepan Titataniske

En su traducción al español, la lengua maseual define a la palabra salud


como un estado de felicidad o bienestar profundo. Nipaktok (estar bien, estar
alegre) nos introduce al anhelo de una vida saludable desde la
cosmovisión maseual y a la importancia del equilibrio en el propio cuerpo, la
interacción considerada con el otro y las prácticas respetosas sobre el
entorno.

¿Qué elementos intervienen para tener una vida saludable?

1.- Equilibrio en el cuerpo. En nahuat, lo contrario a la salud es tener alguna


enfermedad kokolis o chauis y el antónimo de pakilis (felicidad)
es tayokoyalis (tristeza). La enfermedad puede tener varias causas. Becauge
y el Taller de Tradición Oral (2012) documentan dos energías vitales que en
equilibrio procuran la salud al cuerpo: frío sesek y caliente totonik. Para
contar con una vida saludable, se hace necesario el manejo adecuado de
estos dos elementos. Los alimentos son una de las maneras con la que
regulamos nuestro bienestar, algunos nos brindan calor y otros introducen frio
a nuestro organismo; de acuerdo con nuestra naturaleza, debemos de
orientar nuestra alimentación para encontrar esa armonía.

A inicios de los 80’s Becauge y el TTO realizaron en la región de Cuetzalan la


documentación de plantas medicinales (maseualxiujpajmej). En su primera
investigación hallaron 149 plantas medicinales para curar 63 enfermedades
identificadas, las cuales clasificaron en nueve categorías. En la novena
categoría incorporaron, además de malestares corporales, las dolencias que
tenían carga sobrenatural. En casos muy graves de quebrantamiento del
espíritu se debe seguir un ritual especifico que sólo el
médico maseual conoce.

Para el año de 1987 el grupo Youalxochit (integrado por un grupo de mujeres


que trabajó como parte del TTO) amplió la encuesta a los
médicos maseualmej y encontró 102 enfermedades.

2.- Armonía con el otro y con el entorno. Desde la


cosmovisión maseual, en similitud con otras culturas y pueblos originarios, la
tierra es nuestra madre y en el entorno coexisten los guardianes que
resguardan los elementos como el agua y el fuego. En un taller sobre salud
comunitaria, realizado en el Centro de Formación Kaltaixpetaniloyan en 2013,
con participantes de 59 localidades de la región de Cuetzalan, se hizo un
ejercicio que consistía en dibujar una comunidad en donde se incluyeran
aquellos elementos que nos proveían de salud. Los equipos tuvieron
pequeñas variaciones en sus ilustraciones, y entre los elementos
coincidentes destacaban la milpa, el cafetal diversificado (koujtakiloyan), una
vivienda ordenada y animales de traspatio, entre otros, pero resaltaba para
todos los dibujos la presencia del sol, del agua y de las montañas. Este hecho
permite reconocer que para la comunidad maseual el sol es proveedor de
salud, tanto como el agua y un entorno biodiverso.

En este sentido,
las enfermedades
y los males
pueden ser
colectivos cuando
uno de los
miembros de la
comunidad en
desconsideración
hacia otro le hace
daño o lo lastima.
Atentar contra el
equilibrio del
entorno es también
una manera de
poner en riesgo el
bien-estar.

De esta manera
compartimos un
fragmento de la cosmovisión en la región de Cuetzalan, resaltando aquellos
elementos de la naturaleza que para el ser maseual resultan vitales para
proveer salud, y hacemos hincapié en la importancia que implica vivir en
comunidad para tener una vida saludable… porque si bien la armonía con el
entorno es importante, lo es también la relación con el otro.
“MAL DE OJO” EN LA SIERRA
NORTE DE PUEBLA
Lourdes Baez Cubero Subdirección de Etnografía - Museo Nacional de Antropología

Las sociedades de
tradición indígena han
desarrollado en torno a la
salud-enfermedad
complejas concepciones
sobre la persona, la vida
y la muerte. Y lo han
hecho también en su
relación con la
naturaleza, con la cual
han mantenido una
interacción constante.
Partera en ritual, "Lavado de manos", para los padrinos del niño que trajo al mundo.
Aun en contacto con Naupan, Puebla FOTO: Lourdes Baez Cubero
portadores de culturas
diversas, estas sociedades han configurado modelos autónomos y originales.
Aquí destacan los sistemas médicos empíricos, basados por un lado en el
manejo de la herbolaria y por otro en acciones simbólicas sustentadas en
procedimientos adivinatorios.

En localidades de tradición indígena, la llegada del sistema de salud del


Estado ha sido tardía y presenta muchas limitantes para atender
adecuadamente las enfermedades, en particular las recurrentes en los años
recientes: diabetes, hipertensión arterial y cáncer.

En Naupam, municipio nahua de la Sierra Norte de Puebla, si bien hay


una aceptación cada vez mayor de la medicina científica, prevalecen muchas
de las prácticas tradicionales, existentes desde hace siglos, para el
tratamiento de los desequilibrios físicos y espirituales.

Muchos de los problemas de salud son resueltos desde el propio grupo


doméstico. En la mayoría de las viviendas hay un pequeño huerto con plantas
variadas que las mujeres de la casa identifican y usan como infusiones.
El manejo de plantas
medicinales es
competencia también de
los especialistas rituales,
quienes combinan sus
terapias: hacen
interactuar acciones
simbólicas con las
hierbas, ya sea bebidas
en infusión, maceradas
en refino, masticadas,
untadas en las
coyunturas en forma de
cataplasmas y/o en
baños en temazcal, por mencionar las formas más frecuentes en que son
prescritas y utilizadas.

Uno de los tipos de enfermedad más comunes es el que provocan


aquellas personas que tienen un “corazón fuerte”: el llamado “mal de ojo”
(ilehuilistli). Las víctimas más frecuentes son los niños pequeños por su
vulnerabilidad, tanto física como anímica.

No todas las personas tienen la condición de un “corazón fuerte”; esta


circunstancia es fortuita, es lo que los nahuas llaman “suerte” o destino, y que
algunos individuos traen desde que nacen pero no se les desarrolla hasta que
llegan a la adultez. Son personas que al dirigir su mirada hacia un niño le
provocan daño; lo hacen generalmente de manera involuntaria. Así, cualquier
adulto debe tener mucho cuidado al estar cerca de niños ajenos, pues sin
desearlo puede perjudicarlos en su salud.

Esto es, en apariencia no hay causa del “mal de ojo”, aunque se dice que si
alguien halaga a un niño ajeno, puede ocasionarle el daño. Es por medio de
la vista, que es muy penetrante, como el “aire” del corazón se interna en el
cuerpo de los niños; como éstos son pequeños, su organismo es aún
susceptible de cualquier afectación, no han madurado y enferman
repentinamente.

Los síntomas que se presentan son fiebre alta y sudor, y a consecuencia


de esto, el llanto. Por lo general la terapia es realizada por alguna persona
que no necesariamente es especialista, sino que puede ser alguien capaz de
causar este tipo de daño por tener el “corazón fuerte”; es decir, la premisa es
que quien es capaz de causar mal, es también capaz de eliminarlo de la
víctima. Pero la eliminación del daño no la lleva a cabo el responsable, sino
se le solicita a alguien que sepa cómo curarlo.

Las hierbas y productos que se utilizan son: hinojo, ruda, estafiate, perejil,
toronjil, hierba mora, tomate crudo, tomate asado y peonia. Después de lavar
esto bien, se junta todo y se mastica hasta sacar el jugo que se revuelve con
la saliva de quien va a realizar la terapia. Esta masa se unta en la frente,
pecho, vientre, pies, manos y en todas las coyunturas del cuerpecito del
enfermo. Cuando ocurre un “susto”, estas partes se abren por el impacto y
por ahí se introducen los “aires” que le causarán mal. Esta terapia debe
repetirse durante cuatro días, pero si el niño se alivia en la primera ocasión,
sólo se hace dos veces.

MEDICINA TOTONACA PARA


PREVENIR ENFERMEDADES DE
CUERPO Y ESPÍRITU
Gabriel Sainos Guzmán Médico tradicional de Ixtepec, Puebla

Muchas curaciones
tradicionales se han
usado y se usan para la
prevención de las
enfermedades del cuerpo,
por ejemplo: a una
muchacha se le da de tomar
la primera agua que echan
en la olla nueva de barro
para que no sufra a la hora
de parir ni presente mucha
hemorragia durante su
menstruación; se lava la olla
para tirar la mugre o
microbios, y posteriormente
se echa agua, la que se da
de tomar. De igual forma, a
las niñas se les prohíbe
comer hígado de gallina
para evitar hemorragias
durante su período menstrual.

También se corta la cola de xtan(tlacuache) y se les pega a las niñas en sus caderas y
en sus nalgas; al poner su primer huevo una gallina, se les unta la sangre y deben
lamerla para que no sufran mucho y el parto se lleve de manera fácil. A los niños se les
da carne de zorrillo para que no les dé tosferina, pues actúa como vacuna contra esa
enfermedad; asimismo, el gas de este animal es un preventivo para los alcohólicos,
pero si se le da a un niño pequeño, jamás podrá tomar bebidas embriagantes.

A los varoncitos se les prohíbe jugar listones o fajas para que no se encuentren
serpientes venenosas cuando vayan al campo; tampoco deben masticar chiles y se les
da de comer kiwi’ wana’ (insecto que come madera) para que les sea fácil partir leña;
se les cuelga un gusano llamado sakg wiki’ (gusano leñador) para que encuentren
rápido la leña y no ocurran accidentes. Se les prohíbe a los niños y a las niñas trabajar
con sus pies; si lo hacen, nacerán sus hijos con sus pies. Y no deben comer con los
pies extendidos por delante porque les esperará una víbora en el camino por donde
pasen para enredarse en ellos, lo que provocará que se enfermen de susto y espanto,
lo que propiciará enfermedades como la anemia, el raquitismo y la desnutrición.

Para evitar que se infecten, que se inflamen y que duelan los granos, no se debe comer
lo que queda espeso encima del atole y evitar comer grasa de animal, picante y
huevos.

Los borrachos, la mujer encinta y su marido no deben acercarse a enfermos de


sarampión y de picadura de víboras venenosas, pues el acercamiento les podría
provocar la muerte.

Para que crezca y no se caiga el cabello, las mujeres deben cortarlo al final de la
primavera e inicio de verano, ya que esas estaciones del año son las más fuertes y es
cuando se reproducen y renuevan las plantas y las aves.

Respecto al agua y al manantial, algo que evita que se quede el espíritu ahí, es no
asistir al mediodía, puesto que es una hora sagrada en que las mujeres muertas inician
su acompañamiento en el parto al padre sol. No se debe ir al agua si se está enojado,
de mal gusto o habiendo peleado recientemente con alguien. Al pasar por un manantial
se debe llevar una ofrenda, puede ser una flor o una planta que haya sido cortada, e ir
bien cuidado o cuidada.

En la fogata no se debe jugar, ni pelear con hermanos, con los tizones, ni con las
brasas; se debe guardar respeto. Si alguien se espanta allí, se debe hacer la
ceremonia para no enfermar o dejar el espíritu, así como, si cae un niño o una niña al
suelo, se le debe pegar 12 veces y no enfermará.

Si va alguien al río, al monte o a algún otro lugar, se debe llevar tabaco y ajo para evitar
accidentes causantes de enfermedad y de abandono del espíritu (fragmento del
libro Historia de la medicina tradicional totonaca, Conaculta/Navarra Editores, 2012;
edición a cargo de Ivonne Yáñez).

CHAPINGO Y LA MEDICINA
NATURISTA
Pedro Mendoza Castelán
Director de la Unidad de Medicina Tradicional y Terapeutica Naturista Chapingo www.medicina-
chapingo.com

Desde hace tres décadas


ha venido creciendo el
interés por el potencial
terapéutico de la herbolaria
y las medicinas tradicionales
en México; así, diversas
instancias de gobierno y
académicas y
organizaciones indígenas y
populares han desarrollado
FOTO: Luigi Guarino
programas de investigación
y mecanismos para el reconocimiento y la regulación de esta expresión del saber
ancestral de los pueblos y de la relación de éstos con la salud y el medio ambiente.

Destaca el programa que impulsó el hoy transformado Instituto Nacional Indigenista


para reconocer a los médicos tradicionales de todo el país; el surgimiento de los
hospitales rurales de medicina tradicional e institucional que promovió el Instituto
Mexicano del Seguro Social-Coplamar (IMSS-Coplamar); la creación del Herbario del
IMSS en el Centro Médico Nacional Siglo XXI; la formación del Centro de Investigación
Herbolaria del IMSS en Xochitepec, Morelos; la labor del Jardín Botánico de la
Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y del Instituto de Investigaciones
Biológicas de la máxima casa de estudios; y el nacimiento de cátedras, cursos
seminarios, talleres y diplomados que han promovido la UNAM, el Instituto Politécnico
Nacional y la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), entre otros.

También resalta la labor que la Universidad Autónoma Chapingo (UACh) ha


desarrollado por medio de su Departamento de Investigación Botánica y Etnobotánica
en plantas medicinales, y que hoy se ve enriquecido por el Programa Universitario de
Medicina Tradicional y Terapéutica Naturista, que impulsa diplomados en medicina
tradicional mexicana.
Esta labor de carácter institucional y académico no sería real ni posible sin la activa
participación de las organizaciones de médicos tradicionales indígenas y de las
asociaciones civiles que promueven la medicina tradicional y alternativa.

De lo que hablamos es de alternativas de salud; de terapéuticas para prevenir y


sanar diversos padecimientos de forma natural y con un profundo sentido humano
ligado a una cosmovisión que nos relaciona con las partes esenciales del universo,
expresadas en los cuatro elementos que nos dan la vida -tierra, agua, aire y fuego-, en
los que la medicina tradicional de México y del mundo tienen su relación simbólica con
los ejes de la curación.

El Programa Universitario de Medicina Tradicional y Terapéutica Naturista, próximo a


cumplir 15 años, tiene el objetivo principal de “estudiar la medicina tradicional
mexicana, desde sus bases europeas, negras e indígenas hasta la actualidad, con la
finalidad de contribuir a dilucidar los principios teóricos y metodológicos para la
obtención de conocimientos y su aplicación en el diagnóstico y tratamiento de
enfermedades, y analizar, desde el punto de vista científico, las terapias naturistas,
considerando como base fundamental su aplicación, aceptación y eficacia para los
habitantes de México”.

El Programa ofrece más de 30 cursos y diplomados de medicina tradicional y


alternativa, cada uno con registro ante la autoridad académica de la UACh, lo que
implica que se les da un seguimiento institucional, además de que han sido auditados
académicamente. Esto significa que tiene un rigor académico y metodológico
suficiente.

OAXACA

ARTICULAR LA BIOMEDICINA
CON LA MEDICINA TRADICIONAL
Lourdes Rudiño

Expertos e investigadores del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición


“Salvador Zubirán” (INNSZ) realizan desde hace más de 20 años un esfuerzo de
capacitación de promotores comunitarios para fortalecer las condiciones de salud en
poblados pobres, fundamentalmente indígenas, ubicados en Oaxaca.

Esta tarea, encabezada por el médico Alberto Ysunza Ogazón, jefe de Estudios
Rurales y Experimentales del INNZ, se materializa en el Centro de Capacitación
Integral para Promotores
Comunitarios (Ceciproc),
que nació en 1991 y que
actualmente se concentra
en la región Costa de
Oaxaca.

En entrevista, Alberto
Ysunza señala que el
Ceciproc ha tenido el
objetivo de capacitar gente
local para que se encargue
de resolver la mayoría de
los problemas de salud de
las comunidades, lo cual
implica desde atender serios
problemas de desnutrición Dr. Alberto Ysunza Ogazón FOTO: Lourdes Rudiño
infantil y parasitosis, hasta
promover huertos familiares para mejorar la dieta de las personas, impulsar la
construcción de sanitarios ecológicos para ahorrar agua y aprovechar las excretas
como fertilizante y sustituir estufas de leña dañinas por su generación de humo.

Pero en particular en la atención primaria de la salud, dice que “estamos convencidos


de que se puede resolver localmente” y el principal recurso requerido en las zonas
pobres (con alto contenido indígena) es el humano. “Hemos tratado de hacer un
matrimonio entre esta parte oficial, científica, de la biomedicina –pues es muy
importante introducirla en los sistemas locales de salud- con lo que por muchos años
se había considerado producto de la ignorancia, la medicina tradicional, que es
milenaria. Nuestro trabajo consiste en tratar de identificar ese conocimiento, entenderlo
y articularlo, básicamente con una visión preventiva.

“Vemos que hay una variedad impresionante de formas de ver el proceso salud-
enfermedad, y también de atención, y cómo este tipo de atenciones diferentes se
adaptan a las circunstancias ambientales, ecológicas, sociales e inclusive de
marginación. Encontramos que el ‘susto’ se puede atender con hiertbas, con oraciones,
con temazcal…”

Y es que el susto o el empacho o que al niño se le cayó la moyera forman parte


de “una gama impresionante de enfermedades que tienen su razón de ser y su
lógica, y que además son reales y pueden llegar a matar, y no son producto de la
ignorancia (…) Estos conceptos diferentes de enfermedad y atención se entienden
porque hay una visión muy diferente de la vida, de la salud, de la muerte, de todo esto
que forma al ser humano”.
Comenta que en los lugares donde
trabaja el Ceciproc tienen temazcal (que Testimonio
es una casa o templo de vapor); el hecho
de que no haya desaparecido y que Moisés Sánchez Pérez,
prevalezca indica que tiene una razón
real de ser. promotor del Ceciproc
El médico señala que esta concepción se
enmarca en algo que otros grupos tienen
mejor sistematizado. “Hay un grupo de
canadienses que hablan de una visión
ecosistémica de la salud, que indica que
no hay salud humana si no hay salud del
ecosistema, y eso se observa en todas
partes, desde la Antártida hasta los
países más tropicales; ellos identifican
tres elementos de desarrollo, el
económico, el ambiental y el impacto
social en las comunidades. Hoy vemos lo
que ocurre con el cambio climático, que
está propiciando enfermedades nuevas,
mutaciones de virus que antes no había,
FOTO: Lourdes Rudiño
afectación en los ciclos agrícolas y caída
de producción del campo, y todo eso
incide negativamente en la salud, en las “Soy promotor de salud. Primero
economías, en las dinámicas sociales (…) trabajé en mi comunidad, San
o lo que ocurre con la forma desigual en Francisco Jayacaxtepec (mixe de la
que se desarrollan los mercados, que Sierra Norte de Oaxaca); ahora trabajo
repercute en una falta de equidad social en la Costa como apoyo del equipo del
impresionante, en desaparición de las Ceciproc. La gente acude a la medicina
economías locales, de la autosuficiencia, tradicional cuando no sana. Le dan al
en emigración, y ahora nos quieren niño esto y lo otro, lo desparasitan y no
todavía meter transgénicos que atentan mejora, y entonces dicen ‘tiene susto’ y
contra las semillas nativas y contra la la curandera o el curandero lo ve y lo
milpa y lo que conlleva, quelites, cura con ciertas hierbas, o con su
verdolagas, cultura comunitaria. Todo misma ropa, porque tienen sus
esto afecta la salud, por supuesto”. prácticas. En la Sierra Sur, usan un
trapo nada más, la prenda íntima del
El entrevistado dice que ante estos niño o de la niña; con eso llaman al
grandes problemas, “que nos rebasan no espíritu que se quedó por allí donde se
sólo a nosotros sino a nivel de mega asustó. En otros lugares se usa
economías”, lo que el Ceciproc hace es mezcalito, con huevo, con varias
buscar que la investigación que realiza en cosas, con más elementos. Leen el
pro de la salud de las comunidades huevo y diagnostican el problema.
repercuta en acciones directas, Cuando alguien se empacha o está
resolutivas, inmediatas, y “la participación eructando lo que comió, niño o gente
es muy importante, pero no sólo de
científicos y técnicos. Involucramos a grande, el curandero pregunta ‘¿qué
todos los que saben: médicos comiste?’ y agarra parte de esa
tradicionales, que conocen de plantas; comida, la calienta tantito y empieza a
ancianos; líderes, y todos los que tengan escupirle y se la pone en el estómago o
que tengan algo que decir a propósito de en el pecho, y dice: ‘aquí está tu
la comunidad (…) Así como en la medicina si te hizo daño, y aunque te
biomedicina hay grandes especialidades, haga daño posteriormente lo seguirás
en la tradicional, hay hueseros, comiendo’, y al instante se quita el
curanderos, rezanderos…”. malestar, y uno se asombra. Uno como
ignorante no entiende o no piensa más
En materia de investigación, comenta que a fondo las razones. O igual, cuando
hace unos 15 años los promotores del está el niño empachado, hay que
Ceciproc hicieron una colecta de hierbas buscar la ceniza debajo del comal, la
medicinales y comestibles, y las tienen más fina, sacarla, echarle saliva y
identificadas con toda su descripción ponérsela en el ombligo, al ratito el
científica y de uso. “Esta es una muestra niño comienza a sacar aires y ya se
sólo y la idea es que la gente sepa que curó, cosas raras. A veces no creo,
hay miles de años de conocimiento y pero cuando lo veo allí está.
potencial y que si bien no va a resolver
todos los problemas de nutrición y de “En la Costa hay mucha diversidad
salud sí son un recurso”. de conocimiento, allí está la raza
negra y muchos de la Sierra Sur, y hay
Explica que el Ceciproc investiga de una mezcla: aquellos que curan con
qué se enferma la gente en las barro y los que curan con hierbas, o
comunidades donde trabaja. “Vemos con piedras, con agua, y cosas así,
mucho alcoholismo, y todo lo que genera entonces nos vamos dando cuenta que
la introducción del narcotráfico, algunas plantas que sirven para una
problemas de drogadicción. Uno pensaría cosa en una región, en otro lugar sirven
que éstos no existen en el medio rural, y para otra cosa y se junta el
no sólo eso, sino que son aún más conocimiento (…) Uno a veces se
graves, pues empiezan desde la escuela avergüenza de las curaciones que se
primaria. En la Costa de Oaxaca hay hacen, pero cuando llegan los médicos,
niños que están vendiendo tachas. Esta los biólogos y empiezan a hacer
situación se ha agudizado desde que comentarios sobre la medicina
Estados Unidos limitó la entrada de tradicional, decimos ‘pues no estamos
drogas a su territorio luego de los jodidos; si un médico habla de esto, no
atentados de septiembre de 2001. estábamos tan perdidos. Suena algo
Asimismo, 80 o 90 por ciento de los allá arriba donde hay conocimiento,
adolescentes están teniendo relaciones donde hay escuela’.
sexuales sin protección y hay una gran
cantidad de madres solteras con edades “En la Sierra Norte se instaló una
de 10 años o incluso menos; es farmacia comunitaria mixta, donde se
impresionante”. invitó a médicos tradicionales,
hueseros, parteras, hierberos… y ellos
son los que atienden la farmacia y hay
El médico aclara que habla a título
personal y considera muy difícil que la tanto alopática como tradicional,
visión que ha desarrollado el Ceciproc en hierbas, tinturas, pomadas, jabones,
cuanto a la integración de la biomedicina lociones, jarabes…”
y la medicina tradicional trascienda y se
reconozca institucionalmente en el país, pues “como investigadores, estamos sujetos a
evaluación sistemática con criterios del modelo médico hegemónico, la biomedicina”.
No obstante, afirma, “no partimos de cero. Desde hace tiempo, a partir de la entrada de
China a las Naciones Unidas, la Organización Mundial de la Salud reconoce la
importancia de la medicina tradicional, cuando antes la rechazaba sistemáticamente.

Alberto Ysunza explica que el Ceciproc es apoyado por recursos de fundaciones, los
cuales son cada vez más difíciles de conseguir. Sin embargo, hay ahora una
circunstancia, la reforma fiscal, que hará que el gasto-comprobación de los recursos se
dificulte aún más que la propia obtención, y eso implica un verdadero y gravísimo
obstáculo para el Ceciproc. Señala que el Centro está en una serie crisis; su
permanencia está en riesgo.

opiniones, comentarios y dudas a


jornadadelcampo@gmail.com jornadadelcampo La Jornada del Campo la_jornada_del_campo

https://www.jornada.com.mx/2014/02/15/delcampo.html

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