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3. Como representantes del mundo docente podemos asegurar que, como norma, no
podemos estar de acuerdo con la expulsión de un alumno del quehacer académico,
menos cuando su proceso educacional aparece como una obligación del Estado. En
caso de una falta gravísima tipificada como tal en el reglamento interno, proponemos
la fórmula expresada en el punto número dos.
5. Llamamos a los poderes del Estado a legislar incorporando a los actores del proceso
educativo, poniendo énfasis particular en el rescate del alumno conflictivo y violento
más que en el proceso punitivo y sancionatorio.