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Literatura prehispánica

México es el país con mayor cantidad de hablantes del idioma castellano en el mundo. Sin
embargo, 500 años después del traumático choque cultural que impuso allí la hegemonía
del español, varios millones de individuos preservan en su territorio el uso de 56 lenguas
prehispánicas sobrevivientes. Algunas de ellas van desafortunadamente en camino de
transformarse en lenguas muertas, pero otras muchas incrementan su número de
hablantes en cada nuevo censo. El náhuatl es utilizado actualmente por un millón y medio
de individuos que habitan en 16 diferentes estados mexicanos y algunos sitios de la
vecina República de El Salvador. Las lenguas mayas, como el maya yucateco, quiché,
cackchiquel, tzotzil y tzeltal, tienen unos cuatro millones de hablantes en territorios de
México, Guatemala, Belice y El Salvador. Sólo en el estado mexicano de Oaxaca, por
ejemplo, la mitad de sus pobladores actuales habla alguno de los 16 idiomas nativos
como el zapoteco, mixteco, chinanteco, mixe, etc. En otras regiones son importantes el
idioma otomí (en los Estados de México y Puebla), el totonaco (en Veracruz), o el tarasco
(en Michoacán), por citar sólo algunos ejemplos. Diversos trabajos antropológicos,
etnológicos y lingüísticos desarrollados durante el siglo XX, sobre todo a partir de la
Revolución Mexicana, permitieron que buena parte de la sociedad retomara contacto con
una rica tradición de canciones, poemas y relatos que las comunidades indígenas habían
preservado tenazmente a lo largo de varios siglos. Se volvió entonces absurda la
pretensión de fijar como inicio de la literatura mexicana la aparición de las "Cartas de
Relación" de Hernán Cortés a los monarcas españoles, como solían sostener algunos
tratadistas. La persistencia de las etnias autóctonas a lo largo de la historia del país, y su
presencia en la realidad social y cultural del México actual, obligan con toda justicia a
reconocer que la literatura mexicana abreva en remotas fuentes de la cultura
mesoamericana, muy anteriores a la irrupción del idioma español.

Aquella notable tradición prehispánica fue nutriendo, después del encuentro con los
europeos y a través de varios siglos, una producción literaria indígena transcripta ahora
en alfabeto latino. Esto se manifestó en obras del período colonial y del México
independiente, hasta llegar a la actualidad.Por otra parte, el avance de los estudios
arqueológicos e históricos permitió recuperar e interpretar muchos antiguos textos. Se
conservan actualmente en diferentes lugares del mundo, quince códices prehispánicos y
948 elaborados o copiados con posterioridad a la conquista, cuyo análisis ha permitido
rescatar importantes muestras de la producción literaria autóctona.En México se asiste
actualmente a un renacer de la literatura en lengua indígena, lo que ha propiciado incluso
influencias sobre la obra de grandes autores contemporáneos en lengua española como
Juan Rulfo, Octavio Paz o Carlos Fuentes, por citar sólo algunos de los más afamados.

Por todo ello, consideramos imprescindible iniciar este espacio de nuestra página con una
referencia dedicada a la literatura mexicana prehispánica. La literatura indígena anterior a
la Conquista

La cultura había alcanzado un notable nivel de desarrollo en amplias áreas del actual
territorio mexicano para la época de la invasión española. Lo que podríamos llamar
literatura prehispánica tenía allí importantes manifestaciones sobre todo en lengua náhuatl
y otras del tronco maya. Las composiciones literarias se conservaban de modo oral, pero
en muchos casos se recurría a la interpretación de lo que aparecía pintado en lo que se
denominaba en náhuatl un amoxtli, libro indígena elaborado con largas tiras de papel
amate o cuero de venado plegados, que contenían dibujos picto-glíficos muy
desarrollados y que permitían evocar los cantos y relatos a los que estaban capacitados
para interpretarlos.

Los mayas consiguieron desarrollar una escritura glífica de carácter logosilábico, es decir
que combinaban signos o glifos que representaban un concepto o pensamiento con otros
que fonéticamente registraban sílabas. Con ellos podían escribir textos labrados sobre
piedras, o pintados sobre cerámicas y libros. Lamentablemente, no ha llegado hasta
nosotros evidencia física de ninguno de sus libros aunque se sabe que existieron.
Subsisten en cambio, gran cantidad de textos en piedra labrada y cerámica. Los mayas
desarrollaron también una profusa tradición oral de cantos y relatos. La escritura maya no
ha sido totalmente descifrada aún. Algunos lingüistas como el ruso Yuri Knorosov
sostienen que el sistema comprendía unos 300 signos ideográficos, combinados con otros
fonéticos y los de un tercer tipo que sin ser leídos ayudaban a precisar el sentido de las
palabras.

La escritura de los nahuas y mixtecos, también era logosilábica pero muy inferior a la
maya, por lo que entre ellos la oralidad debe haber alcanzado enorme desarrollo.

Todos acompañaban la escritura de sus símbolos con poderosas imágenes de fuerte


contenido semántico, tanto en los monumentos labrados como en los objetos pintados.

El francés Jacques Soustelle en una obra clásica sobre la cultura mexica sostiene que
"…el náhuatl posee todas las cualidades que exige una lengua culta…Se presta
admirablemente a comunicar todos los matices del pensamiento…Era materia prima de
selección para una literatura". Los habitantes de Tenochtitlán estaban orgullosos de su
idioma y menospreciaban a quienes hablaban otras lenguas.

En la región nahua, era siempre un tlamatini o sabio indígena el encargado de interpretar


los signos del amoxtli o libro de pinturas. Algunos de éstos eran denominados cuicamatl o
libro de cantos. Los "amoxtli" eran elaborados por artesanos especializados conocidos
como tlacuilos y preservados en verdaderas bibliotecas denominadas amoxcalli. El
proceso de lectura e interpretación de lo que estaba pintado en un "amoxtli" se
denominaba amoxohtoca, que suele traducirse como "seguir el camino del libro". Los
"tlamatini" poseían una notable retórica ya que habían sido formados en los calmecac, las
escuelas superiores de nobles y sacerdotes indígenas. Algunos de éstos tenían como
función reunir a los hombres del pueblo o macehuales y enseñarles los cantos que habían
sido elaborados por hombres ilustres de la clase superior o pipiltin. Existen evidencias de
que en la zona nahua, poco antes de la conquista española, había por lo menos cuatro
centros intelectuales con importante producción literaria: México-Tenochtitlán, Tezcoco,
Puebla-Tlaxcala y Chalco-Amecameca.

Los llamados forjadores de cantos que han sido identificados hasta ahora son:

En la región de México-Tenochtitlan: Tochihuitzin Coyolchiuhqui, Axayácatl Moquihuitzin


de Tlatelolco, Macuilxochitzin Teonximac de Tenochtitlan, Temilotzin de Tlatelolco ,
Totoquihuatzin de Tlacopan Tetlepanquezanitzin de Tlacopan y Oquitzin de Azcapotzalco.
El choque de dos culturas

Cuando los conquistadores advirtieron la influencia que sobre la ideología indígena tenían
los "amoxtli" (a los que hoy conocemos como códices), se dedicaron con tenacidad a
destruirlos bajo el argumento de que eran obra del demonio.
Temerosos de la transmisión oral de conocimientos prohibieron también los cantos
indígenas.
Quien poseyera un "amoxtli" arriesgaba entonces su vida. Hay testimonios de la
Inquisición en los cuales la principal acusación de herejía la constituyó la tenencia de un
códice.

Sólo unos pocos funcionarios y religiosos humanistas advirtieron durante el siglo XVI lo
insensato de ésta política e intentaron rescatar algo de la tradición oral y del testimonio
impreso en aquellos valiosos libros. Destacaron en ese empeño los franciscanos
Bernardino de Sahagún y Toribio de Benavente Motolinía, los dominicos Bartolomé de las
Casas y Andrés de Olmos, el Obispo de Michoacán Vasco de Quiroga y el Oídor
(funcionario real) Alonzo de Zurita, entre otros. Como la tarea evangelizadora les exigía
una comunicación fluída con los indígenas, algunos frailes aprendieron los idiomas de
estas tierras y comenzaron a representarlos por escrito adaptando los sonidos al alfabeto
latino. Con este método fueron alfabetizados algunos nobles indígenas y comenzó el
mestizaje cultural. Si bien esta acción quebró la concepción de oralidad e interpretación
de códices, que había regido hasta entonces en la expresión literaria mesoamericana,
permitió al menos la preservación de una parte de los antiguos contenidos aunque
también se produjeron manipulaciones para adaptar aquellas formas a la nueva ideología
dominante. Estos procedimientos han alimentado una vasta polémica.
Algunos estudiosos consideran que toda aquella manifestación literaria cuya autoría o
antigüedad no puede precisarse absolutamente sólo debe considerarse como folklore
literario. Otros cuestionan la validez de los procedimientos de rescate de los textos
orales cuando se los traslada a la palabra escrita. Se sabe que, como forma de
resistencia, muchos recitadores variaban sus cantos en presencia de los españoles. Estos
por su parte hacían esfuerzos por incorporar a los cantos referencias cristianas e incluso
con posterioridad ordenaron componer directamente textos evangelizadores. Es
sintomático lo sucedido, por ejemplo, con los huehuehtlahtolli o "antigua palabra",
conjunto de normas y consejos sobre amplios temas, desde ideales morales hasta
cuestiones prácticas, que los sabios nahuas transmitían verbalmente a sus
descendientes. Esta forma de literatura oral fue muy importante para la preservación de la
cosmovisión y tradiciones en Mesoamérica. Algunos de éstos parlamentos retóricos
fueron transmitidos por notables recitadores, durante el siglo XVI, siendo transcriptos en
idioma náhuatl con ayuda del alfabeto latino aportado por los españoles. Los frailes
comenzaron a usar entonces algunos "huehuehtlahtolli" como instrumento para la
evangelización, al advertir su poderosa fuerza retórica y el contenido moral de su
mensaje, extrapolando las referencias a los antiguos dioses del panteón indígena por la
del dios creador de la nueva religión monoteísta.
Esta acción permitió la sobrevivencia de aquella forma literaria prehispánica.

Literatura Colonial

La literatura de la Nueva España en el siglo XVI, se puede clasificar en dos grandes


narrativas: una indígena y la otra realizada por los conquistadores.Respecto a la primera,
fueron muchos relatos de la conquista de parte de los indígenas, sin duda debemos
resaltar el estudio realizado por el Dr. Miguel León Portilla, con su libro

La Visión de los vencidos donde rescata los testimonios de los indígenas, testigos de la
conquista de México y cómo resistieron el embate, gracias a ello, conocemos sus temores
y su férrea lucha en contra de los vinieron del oriente. La lectura te permitirá entender al
México prehispánico que estaba en declive y cómo esta sociedad se organizó para tratar
de impedir su derrota.

Por otra parte, los frailes que llegaron para realizar la tarea de evangelización,
comenzaron a reunir información valiosa de las distintas culturas de éste territorio.
Muchos fueron las obras editadas por ellos: Catecismos, obras de teatro (pastorelas),
sermones, guías espirituales, entre otras. Dentro de estas obras, la de Fray Bernardino de
Sahagún sobresale, Historia General de las Cosas de la Nueva España donde
encontramos un compendio acerca de la historia de los mexicas escrito por jóvenes
indígenas que dan de sus dioses, sus avances en medicina, su comida, sus usos y
costumbres, convirtiéndose en una de las fuentes más valiosas para estudiar a este
pueblo. Del lado de los españoles, la crónica fue uno de los géneros literarios más usados
en el siglo XVI. Algunos conquistadores plasmaron por medio de sus relatos su visión del
“nuevo mundo”, destacándose el propio Hernán Cortés con sus “Cartas de Relación”
dirigidas a Carlos V, donde entre otras cosas describió la majestuosidad de la ciudad de
México-Tenochtitlan y su participación en tal contienda, dichas cartas tenían por principal
objetivo dar informes de primera mano al monarca y evitar que sus detractores entre los
que se contaba Diego de Velázquez que lo acusaba de traición. Por su parte, Bernal Díaz
del Castillo, con su “Historia verdadera de la conquista de la Nueva España”, describió la
conquista desde su perspectiva, exaltando la acción de los españoles, dejando claro en
su discurso que los que habían participado en la hazaña tenían derechos de recibir tierras
e indios. Los dos escritos señalados son ejemplo de que los escritos realizados por los
conquistadores y que tenían como principal objetivo exaltar su participación en la
conquista, a pesar de que muchas de sus narraciones exageran los acontecimientos, no
por ello los invalidan como fuente histórica para comprender la conquista

Al irse consolidando la sociedad colonial, las corrientes literarias imperantes en Europa se


comenzaron a arraigar en este territorio, de manera tardía se cultivó el estilo renacentista
en la poesía, sus principales representantes fueron: Bernardo Balbuena y Gutierre de
Cetina. Posteriormente, el Barroco (fines del siglo XVI y XVII) adquirió fuerza en el nuevo
continente y aunque en toda Europa se manifestó de diferentes formas, en España y sus
colonias su producción literaria se vio influenciada por el movimiento Contrarreformista y
el Concilio de Trento ( 1545 y el 1563), alentando a los intelectuales a tocar temas
religiosos para consolidar con sus escritos el catolicismo. Los grandes representantes
fueron: Sor Juana Inés de la Cruz, Juan Ruiz de Alarcón y Carlos de Sigüenza y Góngora.
A pesar de ello, los autores novohispanos ampliaron la temática, escribiendo temas
profanos, como el amor carnal, los celos, la envidia e incluso temas de carácter científico;
sin embargo, las cuestiones de fe eran los que prevalecían, así como los relacionados con
la “grandeza” del Imperi Español,
Resultado de imagen para ciudad de méxico época colonialo XVIII las Reformas
Borbónicas y la influencia de la Ilustración, fueron dos procesos históricos que marcaron
la creación literaria en la Nueva España, se abrieron escuelas que estimularon la
investigación de las ciencias y también de las artes, como la de Minería y la Academia de
San Carlos, La Real y Pontificia Universidad de México consolidó su prestigio y en los
colegios jesuitas se conformaron interesantes grupos de intelectuales entre los que
sobresalen, Francisco Javier Clavijero, Francisco Javier Alegre, Rafael Landívar, José
Joaquín Fernández de Lizardi son los más representativos, criollos que con mayor ahínco
utilizaron símbolos como la Virgen de Guadalupe y el pasado indígena, para ir
construyendo una identidad, lo que conocemos como “nacionalismo criollo”.

Literatura Novohispana

El primer periodo abarca desde finales del siglo XV y todo el siglo XVI, donde la literatura
se encuentra vinculada al momento de la conquista y la colonización, la producción más
importante son cartas y crónicas, escritas por los conquistadores y los frailes
evangelizadores.
Hernán Cortés

Hernán Cortés escribió 5 cartas tituladas las Cartas de relación, redactadas entre 1519 y
1526, que contienen informes enviados al Emperador Carlos V, para relatar los sucesos
que vive el conquistador, en ellas describe la expediciones de descubrimiento de México
con Hernández de Córdoba, Grijalva, y la suya, así como los hechos ocurridos en Cuba,
Cozumel, Centla y San Juan de Ulúa, la flora y la fauna de la región, los sacrificios
humanos, la fundación de la Villa Rica de la Vera Cruz y su nombramiento como “Capitán
General y Justicia Mayor”. La carta fue llevada al rey por Francisco de Montejo
(conquistador de Yucatán), junto con la carta se entregó el Quinto real y algunas piezas
de oro, plumas exóticas, pieles, el Códice Troano y el Códice Cortesano conocidos
popularmente bajo el nombre de Códice de Madrid.

Las cuatro siguientes cartas describen las riquezas de los mexicas, su alianza con
totonacos y tlaxcaltecas, la matanza de Cholula, su entrada en Tenochtitlan, la prisión de
Moctezuma, aspectos de la sociedad mexica, el tianguis, los alimentos, y algunas
costumbres. La matanza del Templo Mayor, la Noche triste, La caída de Tenochtitlan, la
toma de Tlaltelolco y la captura de Cuauhtémoc y solicita al rey su autorización para
llamar a los nuevos territorios Nueva España.

Literatura novohispana siglo XVII


El segundo periodo incluye el barroco literario desarrollado a todo lo largo del siglo XVII.
En este periodo encontramos autores notables en la poesía, la lírica, la narrativa y la
dramaturgia. Los representantes más importantes de esta corriente fueron: Juan Ruiz de
Alarcón y Mendoza, Sor Juana Inés de la Cruz, Carlos de Sigüenza y Góngora y Bernardo
de Balbuena, Miguel de Guevara y Francisco Ramón entre otros.

Los rasgos más importantes del barroco literario son: el contraste, la utilización de la tesis
y la antítesis, los juegos literarios con anagramas, emblemas y laberintos, el gusto por la
exageración (hipérbole). Sus temas son variados, en general abordan los contrastes entre
sentimiento y razón, sabiduría e ignorancia, cielo e infierno, pasión y calma, temporalidad,
la vanidad de la vida, lo aparente y lo verdadero, lo divino en todas sus formas, lo
mitológico, lo histórico, lo erudito, lo moral, lo filosófico, lo satírico.En 1593 escribió
Grandeza mexicana, amplio poema en tercetos encadenados en elogio de la capital del
Virreinato. El libro aparece en 1604, dedicado a Doña Isabel de Tobar y Guzmán, de
quien el poeta estaba enamorado. En 1608 publicó su novela Siglo de Oro en las Selvas
de Erífile, en ella figura un pequeño elogio de México. Francisco Cervantes de Salazar
Entre sus obras más destacadas se encuentran Crónica de la Nueva España, también el
Túmulo imperial de la gran ciudad de México, en que se refieren las ceremonias llevadas
a cabo en México en memoria de Carlos V. y Diálogos latinos, de tema mexicano
destinados a la enseñanza del latín.

Literatura novohispana siglo XVIII


El tercer periodo de la literatura novohispana se ubica en el siglo XVIII, donde surgieron
escritores ilustrados y clasicistas como:

Diego José Abad y García (1727- 1779)

Nació en Jiquilpan, Michoacán el 1 de junio de 1727. Fue teólogo, poeta e intelectual.


Estudió filosofía en el Colegio de San Ildefonso en la ciudad de México, maestro
reformador de la enseñanza filosófica, vivió en el siglo XVIII novohispano, heredero del
barroco, y teniendo como influencia las ideas ilustradas, se destacó promoviendo el
espíritu de la “nacionalidad mexicana".

A edad temprana ingresó a la Compañía de Jesús, fue director del Colegio de Querétaro,
participó en el grupo "pleni-ilustrado" de Francisco Javier Alegre, Campoy, Francisco
Javier Clavijero y otros criollos, pero no se sentían ya españoles sino mexicanos, por
derecho de cultura, y así lo proclaman con noble orgullo en la portada de sus obras.
Cuando los jesuitas fueron expulsados en 1767, se exilió en Italia, estableciéndose en
Ferrara, fue dejando en sus trabajos el testimonio de amor entrañable a la patria
mexicana, pleno de sentimiento, nostalgia y tristeza. Dejó algunos apuntes en ciencias
exactas, tradujo algunas églogas (odas, poemas) de Virgilio, escribió en italiano el Tratado
del conocimiento de Dios.Después de su muerte se publicó la edición definitiva de su más
divulgada obra, De Deo deoque homine heroica, recopilación teológica en latín escrita en
verso

El teatro en México

El teatro es una de las ramas del arte escénico y una de las expresiones artísticas más
antiguas. Sin embargo, su relevancia y función social siguen siendo muy importantes en la
actualidad, más especialmente en México, donde reina una cultura y herencia teatral
como en ningún otro país de Latinoamérica.

Una forma artística antigua.

Los orígenes del teatro se remontan a la antigüedad, donde las primeras comunidades
realizaban rituales en torno a la caza o la recolección agrícola, y los hombres mezclaban
música y danza, rindiendo homenaje mediante una representación dramática a los dioses.
Esta mezcla de ritual, sociedad y manifestación sagrada, son factores comunes en la
aparición del teatro en gran parte de las civilizaciones.

El teatro es una de las formas artísticas más antiguas de la humanidad, que con el tiempo
se convirtió en un fenómeno a través del cual la sociedad podría exponer a modo de
tragedia o comedia los sucesos de la vida real. Se basó tanto en historias reales como
ficticias, donde los actores debía representar e interpretar diferentes roles y personajes. A
medida que este arte se fue desarrollando, se perfeccionó su técnica y otros elementos
como los guiones, la escenografía, la música, etc., características que conformaron al
teatro como un arte muy completo pero a la vez complejo, dependiente de muchos
factores. A nivel social, esta expresión artística sirvió como espacio para la catarsis de
actores y espectadores, donde se podían expresar las sensaciones y emociones más
profundas.

Desarrollo del teatro en México.

La llegada del teatro a México tuvo, en un principio, un objetivo evangelizador. Según la


plataforma del Centro Cultural Valle Oriente de Arte, Música y Cultura, el teatro fue dentro
de las artes, el más importante a nivel colectivo, ya que sirvió como herramienta de los
españoles para evangelizar a los indígenas mexicanos. A medida que pasaron los años,
el fin primero, asociado con la fe, quedó en un segundo plano, y de a poco, fue tomando
una inclinación más cultural, al servicio de la sociedad. Los hombres no solo comenzaron
a aprender sobre valores, tradiciones y costumbres a través del teatro, sino también a
tomar este espacio como un momento de recreación e interacción de la comunidad.

Sobre el siglo XIX, el teatro en México se vio afectado por los conflictos en torno a
Independencia, por lo que sufrió de varios años de estancamiento y olvido. Cuando el
clima social y político mejoró, de a poco el teatro fue resurgiendo y con él surgieron varios
personajes como Fernando Calderón y Manuel Eduardo de Gorostiza.

El siglo XX fueron tiempos de auge del teatro mexicano. En 1902 se formó la Sociedad de
Autores Dramáticos, que tenía como objetivo documentar las obras de los autores de
nuestro país, quienes con sus trabajos estaban comenzando a crear toda una revolución
en el mundo del teatro.

Si quieres saber más sobre la historia del teatro en México, consulta el documento
“Desarrollo y florecimiento del teatro mexicano: siglo XX”.

Otro hecho destacado de principios del siglo XX fue la creación de la Unión de Autores
Dramáticos, teniendo como fin el fomento del teatro en México y la cultura en general.
Recién 25 años después, en 1950, México vio nacer su primera carrera profesional
asociada al ramo: la carrera de Literatura Dramática y Teatro en la facultad de Filosofía y
Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México. En la actualidad, el Teatro ha
pasado a ser, además de una arte, un espacio de reflexión y una profesión donde es
necesario desarrollar técnicas y conocimientos.

Teatros mexicanos:

Desde hace varios siglos, el teatro está muy presente en nuestro país y se ha conformado
como un propulsor de ideas, valores y emociones. Por ello, se han creado a lo largo y
ancho del país numerosos recintos que tienen como objetivo ser un espacio para la
representación de las obras. Entre los teatros más importantes de México se encuentran:
Palacio de Bellas Artes: su construcción llevó casi 30 años, paralizada en varias
ocasiones por conflictos políticos y sociales. Se inauguró finalmente en 1934 y hoy es
considerada la casa máxima de la expresión cultural del país. Se ubica en el Centro
Histórico de la ciudad.

Teatro de los Insurgentes: nació a partir de una iniciativa empresarial con espíritu de
rebeldía. Su construcción se terminó en 1953, con más de 1800 metros cuadrados de
superficie. Es un centro cultural muy reconocido por su fachada, la cual fue adornada con
un mural de Diego Rivera.

Teatro de la República en Querétaro: en su origen fue bautizado como Gran Teatro de


Iturbide y se inauguró en 1852. En 1922 cambió su nombre para adoptar el actual y se
convirtió en uno de los sitios de referencias cultural y social más importante del siglo.

Teatro de la Ciudad San Francisco: es uno de los teatros más nuevos e importantes del
país. Fue inaugurado en 1993 y a partir de allí se ha convertido en un espacio
protagonista de las actividades culturales del país por su espacio, su equipamiento
moderno y su acústica inigualable.

Teatro Degollado en Guadalajara: con la premisa de crear un teatro para los habitantes
de la ciudad, se comenzó la construcción de este espacio y se finalizó en 1866. Hoy el
teatro es la sede de actividades nacionales e internacional, además del hogar de
diferentes Ballets de la región y de la Orquesta Filarmónica de Jalisco.

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