Professional Documents
Culture Documents
A simple vista, podría pensarse que Cortés se creía un moderno Leónidas –el Rey
espartano que frenó por unos días al imperio persa en las Termopilas acompañado de solo
300 hombres– y que tenía planeado, como el historiador mexicano Carlos
Pereira describió sobre el aspecto de la expedición, «inmolarse voluntariamente al
espantoso Huichilobos (la principal deidad de los mexicas )». Pero las apariencias suelen
engañar, el extremeño no estaba improvisando: conocía muy bien sus ventajas y había
tomado nota de las debilidades de su gigantesco enemigo.
Los guerreros tlaxcaltecas se incorporaron a las tropas españolas
El Imperio azteca era la formación política más poderosa del continente que, según las
estimaciones, estaba poblada por 15 millones de almas y controlado desde la ciudad-
estado de Tenochtitlan, que floreció en el siglo XIV. Usando la superioridad militar de sus
guerreros, los aztecas y sus aliados establecieron un sistema de dominio a través del pago
de tributos sobre numerosos pueblos, especialmente en el centro de México, la región de
Guerrero y la costa del golfo de México, así como algunas zonas de Oaxaca. Hernán
Cortés no tardó en darse cuenta de que el odio de los pueblos dominados podía ser usado
en beneficio español. En su camino hacia Tenochtitlán, los conquistadores lograron el
apoyo de los nativos totonacas de la ciudad de Cempoala, que de este modo se liberaban
de la opresión azteca. Y tras imponerse militarmente a otro pueblo nativo, los
tlaxcaltecas, los españoles lograron incorporar a sus tropas a miles de guerreros de esta
etnia.
El plan de Cortés para vencer a un ejército que le superaba desproporcion adamente en
número, por tanto, se cimentó en incorporar a sus huestes soldados locales. Así, junto a
los 400 españoles formaban 1.300 guerreros y 1.000 porteadores indios, que se abrieron
camino a la fuerza hasta la capital. Con las alianzas del extremeño, se puede decir que
la conquista de México se convirtió, de algún modo, en una guerra de liberación de los
pueblos mexicanos frente al dominio azteca.
Además del odio común contra el terror sembrado por los aztecas, el conquistador
extremeño percibió otro síntoma de debilidad en el sistema imperial y lo explotó hasta
sus últimas consecuencias. Moctezuma II –considerado un gran monarca debido a su
reforma de la administración central y del sistema tributario– se dejó seducir, como las
serpientes, por Hernán Cortés y fue claudicando ante sus palabras, en muchos casos con
veladas amenazas, hasta terminar cautivo en su propio palacio. La figura del extremeño ha
sido demonizada posteriormente por este doble juego político con el cándido emperador,
pero cabe recordar, así lo hacen las crónicas de Bernal Díazdel Castillo y de López de
Gómara, la difícil situación en la que se encontraban los hispánicos. Estaban en una
exagerada inferioridad numérica, lejos de cualquier base donde refugiarse y tratando con
un pueblo que seguía practicando los sacrificios humanos.
A pesar del malestar creciente por las acciones de los conquistadores españoles,
Moctezuma dirigió a petición de Cortés un discurso conciliador frente a su pueblo
donde se reconoció como vasallo de Carlos I y pidió rendir obediencia a los extranjeros.
No en vano, cuando los invasores planeaban su salida de la ciudad llegó la noticia de que
el gobernador Diego Velázquez, desconociendo que Carlos I había dado su beneplácito
personal a la empresa, confiscó en la isla de Cuba los bienes del extremeño y organizó un
ejército que constaba de 19 embarcaciones, 1.400 hombres, 80 caballos, y veinte piezas de
artillería con la misión de capturar a Cortés. El caudillo español se vio obligado a salir
de la ciudad, junto a 80 hombres, para enfrentarse al grupo enviado por Velázquez.
Moctezuma se dirigió a su pueblo que le respondío con piedras
Tras un ataque sorpresa, Cortés se impuso a sus compatriotas, que también l e superaban
en número por mucho, y pudo regresar meses después con algunos refuerzos a
Tenochtitlán, donde encontró una ciudad sublevada contra los españoles, quienes ante los
rumores de conspiración habían ordenado la muerte de algunos notables aztecas que le
parecieron sospechosos. Durante unos días, los europeos intentaron utilizar a Moctezuma
para calmar los ánimos, pero fue en vano. Díaz del Castillo relata que Moctezuma subió a
uno de los muros del palacio para hablar con su gente y tranquilizarlos; sin embargo, la
multitud enardecida comenzó a arrojar piedras, una de las cuales hirió al líder azteca de
gravedad durante su discurso. El emperador falleció tres días después a causa de la herida
e, invocando la amistad que había entablado con Cortés, le pidió que favoreciese a su hijo
de nombre Chimalpopoca tras su muerte.
En la llamada Noche Triste, el 30 de junio de 1520, Cortés y sus hombres se vieron
obligados a huir desordenadamente de la ciudad, acosados por los aztecas, que les
provocaron centenares de bajas. No obstante, pocos días después se libró la batalla de
Otumba, donde los españoles dieron cuenta de la superioridad militar de las técnicas
europeas.
«Ellos no traen armas ni las conocen»
Si hay que señalar cuáles fueron las principales causas del éxito de la empresa de Cortés,
a su capacidad de aprovechar las divisiones entre los pueblos de la región y de explotar el
carácter dubitativo de Moctezuma hay que añadir la impresión que causaron las armas y
las tácticas europeas sobre los aztecas. «Ellos no traen armas ni las conocen, porque les
mostré espadas y las tomaban por el filo, y se cortaban con ignorancia. No tienen algún
hierro», escribió Cristóbal Colón sobre los nativos que encontró en su primer viaje.
Tampoco los habitantes de la región mexicana conocían el hierro y, además, sus armas
estaban adaptadas a una forma de hacer la guerra que se mostró contraproducente en la
lucha contra los europeos. Como en sus guerras tribales, los aztecas buscaron
inmovilizar o herir, sin matar, a los españoles con armas fabricadas con huesos o de
madera tratada para posteriormente trasladarlos a sus ciudades, donde celebraba n con los
capturados sacrificios humanos en honor a los dioses o los esclavizaban.
La forma de hacer la guerra en Occidente –matar en vez de apresar– y sus avances
tecnológicos –el hierro (en su máxima forma, el acero), la pólvora y el uso de caballos –
suplieron la clara desventaja numérica de los españoles y sus aliados. En la batalla de
Otumba, Hernán Cortés, 400 supervivientes de la huida de Tenochtitlán y 1.000 de aliados
de Tlaxacala se impusieron a 100.000 soldados aztecas seleccionados de entre su élite
militar. Los historiadores militares destacan dos claves de la victoria hispánica: la
actuación de la caballería ligera dirigida por Cortés, empleando tácticas desconocidas por
los mexicas, y que la muerte de un general se consideraba el fin del combate en
Mesoamérica.
Según la narración del cronista Díaz del Castillo, tras invocar a Santiago los jinetes
españoles se abrieron paso entre sus contrincantesy Cortés derribó a Matlatzincatzin, el
líder militar azteca, y el capitán Salamanca lo mató con su lanza, apoderándose del
tocado de plumas y el estandarte de guerra de los mexicas. El ejército mexica rompió
filas al no tener un mando y comenzó la retirada. Tras la contienda, el extremeño
preparó su regreso a Tenochtitlán y a finales de abril de 1521 comenzó el asedio final a
la capital, donde fueron determinantes los cañones de pólvora para someter a una ciudad
de más de 100.000 habitante.
400 españoles y un millar de tlaxcaltecas se impusieron a 100.000 aztecas
Sobre el uso de la pólvora, antes de su primera visita a la capital azteca, Cortés ordenó
una demostración del funcionamiento de los arcabuces frente a los emisarios de
Moctezuma para que dieran fe del potencial de las armas europeas. Lo cual extendió el
miedo entre la población, a quienes el simple estruendo de los arcabuces les causaba
espanto. Aun así, como prueba de que su impacto fue más psicológico que tangible, los
cañones y arcabuces de los soldados españoles de nada sirvieron en la Noche Triste –la
mayor derrota de la Monarquía hispánica en sus primeros 50 años de conquista – ni fueron
claves en la batalla de Otumba.
A raíz del asedio final de Tenochtitlán, el desgaste provocado entre los sitiados por las
enfermedades llegadas del Viejo Mundo supuso el golpe de gracia para los restos de la
estructura imperial. Ciertas enfermedades epidémicas desconocidas hasta entonces en el
continente americano, la viruela, el sarampión, las fiebres tifoideas, el tifus y la gripe,
diezmaron a la población y abrieron la puerta a la conquista de toda Mesoamérica.
Hernán Cortéz tuvo varias alianzas con los pueblos indígenas que del actual México,
dichasalianzas para un hombre diplomático con lo fue Hernán Cortéz no fueron muy
complicadasde lograr por las razones que explicamos anteriormente pero hubo una en especial
que nofue con un pueblo si no con una mujer a la cual Hernán Cortés le robo el corazón,
estamujer se llamaba Doña Marina más conocida como Malinche la cual dominaba
variaslenguas indígenas y muy rápido aprendió el castellano así abriendo las puertas para
laconquista de México a su amado Hernán Cortés.
Una vez finalizada la fase de descubrimiento, en el siglo XVI los españoles procedieron a la
exploración y conquista de las tierras del nuevo continente americano. La mayor parte de esta
tuvo lugar durante el reinado de Carlos I, y fue obra de hidalgos de la baja nobleza y de gente
humilde que esperaba mejorar su fortuna. Fue durante el reinado de Carlos I cuando se logró la
conquista del estado mexica o azteca, y fue lograda por Hernán Cortés.En España ya se tenían
noticias de que en estos territorios había pueblos muy ricos en oro y otros metales preciosos.
Desde la isla Fernandina (Cuba), se proyectaron diversas expediciones promovidas por Diego
Velázquez de Cuéllar. La primera de ellas comenzó a principios de 1517. Al año siguiente el
gobernador organizó una segunda expedición, en la que se fundó San Juan de Ulúa. Durante
esta expedición los españoles tuvieron contacto con embajadores aztecas y se realizaron
intercambios de regalos. Grijalva pudo de esta forma percatarse que los mexicas, dominaban la
región y que eran temidos y odiados por los pueblos sometidos.Velázquez organizó una tercera
expedición a la que asigno como líder al alcalde de Santiago, Hernán Cortés. A última hora el
gobernador decidió destituir a Cortés, pero este decidió marcharse de Santiago evadiendo las
órdenes. Los barcos zarparon de Santiago a finales de 1518. Pararon en el puerto de la Trinidad,
durante casi tres meses, reclutando soldados y abasteciéndose. El gobernador de Cuba realizó un
segundo intento por detenerlo. Como último intento, el gobernador mandó arrestar a Cortés en
La Habana, no obstante los barcos de Cortés abandonaron las costas de Cuba a principios de
1519.
Para los mexicas cuando comenzaron a llegar noticias de las embarcaciones españolas
inmediatamente se relacionó este hecho con el regreso del dios Quetzalcóatl. Dado que los
primeros encuentros con los españoles terminaban en intercambios comerciales, en muchos
pueblos corrió la idea de que la manera de deshacerse de ellos, sin pelear, era entregarles oro o
mujeres y aceptar lo que trajeran. De esta manera, los europeos se marcharían, pero el efecto fue
el contrario al esperado por los aborígenes, pues los europeos creían que había tesoros
inagotables en la zona, despertando su ambición.Cortés se dirigió a la isla de Cozumel donde se
encontraron con los mayas de la isla. Los españoles siguieron hasta Potonchán donde se inició
la batalla de Centla. Los españoles lograron la victoria gracias a la superioridad de armas y en
especial al temor que los nativos tenían a los caballos. Cortés fundó Santa María de la Victoria y
decidió entonces continuar su camino hacia Ulúa dejando a unos pocos españoles en la recién
fundada villa, para pacificar y poblar la región.Los españoles continuaron hacia el norte y
llegaron a San Juan de Ulúa.
Allí Cortés, mostró su poderío militar e impresionó a los embajadores aztecas. De inmediato
salieron mensajeros hacia Tenochtitlán. Moctezuma quedó impresionado y pensó que podría
tratarse Huitzilopochtli. Asustado, envió mensajes con evasivas. Les sugirió marcharse lo antes
posible y envió de nuevo ricos presentes. Esto sólo excitó la codicia de los soldados, pues los
españoles se dieron cuenta de la riqueza del imperio azteca y que los pueblos sometidos
resentían la dominación mexica, por lo que decidió avanzar hacia el interior, pero antes se creó
la Villa Rica de la Vera Cruz. Cortés se dirigió hacia Quiahuiztlán y Cempoala, pueblos
totonacas que eran tributarios de los mexicas. Cortés prometió ayudar a liberarlos de los
mexicas, a cambio de una alianza militar. Un grupo de mexicas atacó a los pueblos totonacas
que dejaron de pagar tributo. Cortés los ayudó y pudo vencerlos rápidamente, lo que convenció
a los totonacas de la efectividad de los españoles y no dudaron en aliarse. Treinta pueblos
totonacas se unieron para sellar la alianza y marchar a la conquista de Tenochtitlán.
Los totonacas aconsejaron a Cortés formar una alianza con los tlaxcaltecas. Cortés, convencido
de la fidelidad de los totonacas lo hizo. Cortés llegó al territorio de Tlaxcala al mando del
ejército. Tlaxcala era una confederación de ciudades-estados unidas en una república gobernada
por un senado. Los tlaxcaltecas, habían resistido a la expansión de los aztecas, pero estaban al
límite de su resistencia. Un grupo tlaxcaltecas emboscó a los españoles, pero los caballos, las
armas y las tácticas militares españolas se impusieron a los tlaxcaltecas. Tras evaluar la nueva
situación, y considerando las repetidas derrotas, el senado de Tlaxcala ordenó detener la guerra
y negociar la paz.Antes de dirigirse hacia Tenochtitlán, Cortés llegó a Cholula, ciudad tributaria
y aliada de los mexicas. Al principio el trato para los recién llegados fue hospitalario, pero
recibieron de forma secreta instrucciones de Moctezuma para atacar a los españoles, pero Cortés
fue alertado. A la mañana siguiente, los españoles realizaron un ataque preventivo, provocando
la llamada matanza de Cholula. Tras la victoria de los españoles, los cholultecas fueron
sometidos y terminaron aliándose con Cortés.
Moctezuma realizó muchos intentos para disuadir a Cortés de avanzar hacia Tenochtitlán con el
envió de regalos y embajadores, pero todo fue inútil. El ejército español y sus aliados entraron a
finales de 1519 a la ciudad de Tenochtitlán. Los españoles fueron alojados en el palacio de
Axayácatl. Moctezuma era un guerrero experimentado, pero como hombre supersticioso,
continuaba con la idea de que posiblemente los visitantes eran semidioses, pero tras un ataque
aztecas en la costa, algunos españoles de la Villa Rica de la Vera Cruz murieron. Desde la costa
los mexicas enviaron a Moctezuma, junto con la noticia de la batalla, la cabeza de un soldado
español como prueba de que eran seres mortales y no dioses. A su vez, los españoles habían
descubierto accidentalmente tesoros escondidos en una de las cámaras del palacio de
Axayácatl.
A pesar del malestar social de los mexicas por las acciones de los conquistadores españoles,
Moctezuma intentó por todos los medios evitar un levantamiento. A petición de Cortés, dirigió
un discurso frente a su pueblo en el que se reconoció como vasallo de Carlos I y pidió rendir
obediencia a los españoles, pues temía que en caso de un enfrentamiento armado su pueblo
fuese masacrado.
Diego Velázquez organizó un ejército para detener a Cortés y designó a Pánfilo de Narváez
como capitán. Las embarcaciones zarparon en marzo de 1520 y llegaron a San Juan de Ulúa en
abril, donde una comitiva de Moctezuma, se puso en contacto con Narváez. Moctezuma albergó
nuevas esperanzas de ser liberado. Ante la noticia, Cortés salió de Tenochtitlán marchando con
parte de su ejército hacia la costa para hacer frente a Narváez, dejando una guarnición al mando
de Pedro de Alvarado. A pesar de que el ejército de Cortés era menos numeroso que el de
Narváez, el ataque sorpresa fue veloz y certero y cuando Narváez se dio cuenta del ataque trató
de reaccionar, pero era tarde. Hubo pocas bajas, la mayor parte de los hombres se rindieron
convencidos de la riqueza de las tierras descubiertas y reconocieron a Cortés como nuevo jefe,
incrementando así la fuerza militar del conquistador. Un mensajero proveniente de Tenochtitlán
informó a Cortés sobre una rebelión en la ciudad, mediante la cual tenían emboscados a la
guarnición que había quedado allí.
Durante la ausencia de Cortés, en Tenochtitlán se debía celebrar la ceremonia en honor del dios
Huitzilopochtli. Pedro de Alvarado ordenó matar a los asistentes a la fiesta lo que provocó una
enorme indignación y el ataque contra ellos. Sitiaron el palacio, donde se atrincheraron llevando
con ellos a Moctezuma. De regreso en la ciudad, Cortés se reunió con sus compañeros en el
palacio desde el que se defendían de los ataques. En un intento por traer la paz, Cortés hizo que
Moctezuma hablara con su gente y los tranquilizara; sin embargo, la multitud enfadada comenzó
a arrojar piedras, una de las cuales hirió a Moctezuma de gravedad, quien falleció días después.
El palacio quedó cercado, sin agua, ni alimentos. En esas circunstancias, Cortés se vio forzado a
abandonar la ciudad. El 30 de junio de 1520 (Noche Triste), durante la noche Cortés salió de
Tenochtitlán pero durante la huida fueron descubiertos y atacados, muriendo muchos españoles
y aliados, además de perder una gran cantidad de material, así como la mayor parte del oro.
Poco después los conquistadores fueron ferozmente atacados en la batalla de Otumba, sin
embargo triunfaron y los perseguidores se dispersaron y huyeron. Los españoles llegaron a
Tlaxcala donde comenzaron a reorganizarse y mientras lo hacían, Cortés decidió emprender una
campaña militar para castigar la región, no sólo para recuperar el honor y el ánimo de sus
hombres, sino también para cortar la vía de suministros de Tenochtitlán. Una vez reorganizados
pusieron rumbo hacia la capital azteca, a la consiguieron sitiar. Cortés dio la orden de cortar los
suministros de agua dulce que llegaban a Tenochtitlán, los mexicas trataron de impedirlo pero
no pudieron. Tras tres meses de sitio la ciudad cayó.
Cortés utilizó a Cuauhtémoc para gobernar a los vencidos, asegurando la colaboración de los
mexicas en los trabajos de limpieza y restauración de la ciudad. La reconstrucción de
Tenochtitlán se realizó al estilo renacentista europeo para convertirla más tarde con el nombre
de México, en la capital de la Nueva España. Entre los conquistadores se realizó la repartición
de oro, pero con el pago a la corona, el porcentaje de Cortés y sus capitanes y los gastos de
expedición, la suma a repartir entre la tropa era mínima. Para conseguir nuevos tesoros y subir
el ánimo de los hombres, Cortés organizó nuevas expediciones y así evitar una rebelión. Se
organizaron campañas en Tuxtepec, Colima, Oaxaca, Tehuantepec… El 11 de octubre de 1522
se nombró a Hernán Cortés como gobernador de Nueva España. En 1529 Carlos I ordenó a
Cortés regresar. El rey ya no le devolvió el cargo de gobernador de Nueva España, pero le
nombró «marqués del Valle de Oaxaca». El 17 de abril de 1535 se creó el Virreinato de Nueva
España y Antonio de Mendoza fue nombrado virrey.
BIBLIOGRAFÍA:
Hernán Cortés nació en Sevilla en 1485. Para entonces, ni siquiera se había descubierto
América, pero unas décadas más tarde él llevaría a cabo la conquista del Imperio Azteca, uno
Cuando Fernando I, Rey de Aragón y León murió, ya se sabía que había tribus en las Américas
que tenían riquezas en oro y otros metales preciosos que iban más allá de la imaginación. El
imperio español, siempre ambicioso, quería poner sus manos en aquel oro para que los
españoles aprueben una ley que se llamó rescate de oro, lo que significaba que cualquier español
podría viajar a América para “comerciar” con los nativos, con la condición de que le dieran
Pero este “comercio” sólo significaba que los conquistadores acabarían subyugando,
expedición fracasó, cuya misión era conseguir más esclavos par llevar a Cuba; la mayoría de sus
hombres murieron después de ser atacados por los nativos mayas en diferentes lugares de la
traducciones o quizás engaños por parte de los prisioneros, se confirmó que había mucho oro en
juego.
La segunda expedición tuvo más éxito, ya que los españoles que zarparon tuvieron un contacto
más amistoso con los nativos y fueron dotados de máscaras adornadas con oro y luego, con
piezas de oro. Cuando el gobernador cubano Diego Velázquez de Cuellar escuchó los relatos del
viaje y vio el oro, envió mensajes de inmediato al rey Carlos I (Carlos V del Sacro Imperio
Hernán Cortés fue elegido como capitán de la tercera expedición. De un total de 11 naves,
contribuyó con 3. Pero poco antes de que la flota zarpara, Velázquez de Cuellar cambió de
opinión y decidió retirar a Cortés de la expedición. Cortés, no contento con la noticia, decidió
salir de Santiago de Cuba, evadiendo órdenes. Sin embargo, en el día señalado, apareció en el
mayoría de los encuentros con nativos eran de naturaleza amistosa. Hasta entonces, la escuela
española de pensamiento no era la ideología avasalladora que luego se haría famosa en todo el
mundo. Los nativos mayas creían que la mejor manera de deshacerse de los europeos era
dándoles oro y mujeres, pensando que una vez que obtuvieran lo que quisieran no regresarían,
sin embargo, produjeron exactamente el resultado opuesto. No sabían que el mensaje que
recibieron los españoles fue que ellos tenían “una fuente inagotable de oro”.
Sin embargo, la primera batalla tuvo lugar en Centla el 14 de marzo de 1419, cuando los nativos
debido a su superioridad en el armamento y la influencia que los caballos les dieron: era la
primera vez que el pueblo maya había visto a hombres montados en caballos y estaban
la primera misa católica en Nueva España. Hernán Cortés fundó Santa María de la Victoria (más
Una vez que fueron derrotados los chontales mayas, entregaron 20 mujeres a los españoles,
entre ellas, Mallinalli Tenépatl (conocida como Doña Marina por los españoles, y como
Malintzin por los nativos), quien una vez aprendió el español y se convirtió en una invaluable
traductora y luego tuvo un hijo con Hernán Cortés, a quien llamó Martín, como el hijo que tuvo
con su esposa española. Martín el mestizo se convertiría en una figura central de la conquista: su
El Imperio Azteca, como cualquier imperio propio, necesitaba expandirse para crecer y
sobrevivir. Durante el siglo XV se habían extendido por vastos territorios, subyugando a varios
pueblos y haciéndolos tributarios. El imperio azteca era temido y odiado por los otros clanes y
tribus nativas que habían conquistado. En 1517, el gobernador mexica, Moctezuma Xocoyotzin
Moctezuma era un ferviente creyente de la mitología religiosa que decía el dios Quetzalcóatl
(serpiente emplumada de plumaje hermoso). Su segunda visita era esperada, de manera muy
similar a la segunda vuelta de Jesús que esperan hoy en día los cristianos. Más importante aún,
una de sus representaciones fue la de un hombre de barba blanca. Moctezuma le había enviado
anteriormente regalos: máscaras de oro y turquesa, todavía convencido de que era Quetzalcóatl.
A su vez, Hernán Cortés les regaló cuentas amarillas y verdes, una silla y un casco. Para los
mexicas, este representaba a Huitzilopochtli, el dios de la guerra. Para colmo, Cortés quería
mostrar su poderío militar para impresionar a los embajadores mexicanos, así que organizó una
Los mensajeros fueron enviados inmediatamente a la capital del imperio azteca: Tenochtitlán.
Tan pronto como Moctezuma recibió la noticia, creyó que no era Quetzalcóatl, sino quizá otras
deidades más oscuras y menos benévolas. Se sentía asustado y envió más mensajes diciéndoles
a los españoles que sería imposible recibirlos en Tenochtitlán e instó a que se fueran lo antes
posible, junto con el envío de más regalos de oro y otros tesoros. Una vez más, esto sólo
despertó la codicia de los conquistadores: Hernán Cortés se dio cuenta de que la riqueza del
imperio azteca era enorme… y también que los pueblos sometidos se resentían de los mexicas.
Cuando se encontró por primera vez con los totonacas, ofreció liberarlos de los mexicas a
cambio de una alianza militar. Así comenzó la estrategia de Hernán Cortés que le permitiría ser
capitán de una rebelión de pueblos subyugados por los mexicas. Si los españoles hubieran
estado solos, es probable que nunca lo hubieran hecho. Fue un golpe de genio.
Mientras Cortés había prometido ayudar a liberar a los totonacas al mismo tiempo, envió
Mientras persuadía a los totonacas de dejar de pagar sus tributos a los mexicas y de encarcelar a
los recaudadores de impuestos del imperio azteca, logró convencerlos de que estaba de su lado.
Al mismo tiempo, convenció a los recaudadores de que era él quien los liberaría para que fueran
Moctezuma
La segunda embajada de Montezuma llegó unos días más tarde, con regalos y agradeciendo a
Cortés por ayudar a mantener a los rebeldes en línea. Luego Cortés habló en secreto con el jefe
totonaca y le dijo que podía considerarse a sí mismo y a su pueblo libre de los aztecas. El jefe
liberó a los otros tres recaudadores de impuestos que estaban presos y los embajadores aztecas
Bueno, un asentamiento azteca se organizó para obligar a los totonacas a continuar pagando los
tributos que habían interrumpido. Cuando la confrontación tuvo lugar, los españoles ayudaron a
los totonacas con la caballería y los golpearon más rápido de lo que los nativos habían creído
posible. Con esa inmensa muestra de poder, unos 30 clanes totonaca decidieron aliarse con
Cortés y sus hombres, contribuyendo con más de 1.300 soldados para la campaña de
Desde la costa hasta Tenochtitlán (donde ahora se encuentra la ciudad de México, con
aquellos tiempos, el único medio de transporte disponible era mediante caballos, y su viaje no se
realizaba en línea recta, sino más bien desviando hacia el norte y el sur para detenerse en
mismo tiempo, fueron difundiendo la lengua española. Los nativos que los acogieron eran
amistosos, pero la mayoría de ellos se negaron a dejar de pagar tributo al azteca por temor a
verano español.
Sin embargo, los tlaxcaltecas adoptaron un enfoque diferente. A diferencia de muchos clanes,
uno de los senadores de Tlaxcala dudaba de que los españoles fueran semidioses, ya que la
desprecio que mostraban por las leyes ancestrales reflejaban el comportamiento de seres
humanos y no de deidades. Después de una reunión del senado, la decisión fue de atacar a los
españoles. Si triunfaban, se llevarían el crédito, si eran derrotados, culparían a una de las otras
etnias que moraban con ellos de desobedecer las órdenes del senado y de haber firmado una
La primera inmersión española en la guerra fue favorable para Cortés, pero se dio cuenta por
primera vez de que había una buena posibilidad de que pudieran ser aniquilados. Los españoles
enían caballos y armas superiores, pero no eran muchos. El envió un mensaje de paz, pero las
respuestas fueron amenazas. Los tlaxcaltecas siguieron atacando, pero de manera desorganizada
y los españoles anotaron nuevas victorias, aunque a gran costo, hasta que decidieron reevaluar la
Tenochtitlán.
Mientras tanto, Montezuma intentó por varios medios disuadir a los españoles de que avanzaran
hacia Tenochtitlán. Envió regalos, embajadores y mensajes, pero fue en vano. Un ejército de
en una isla del lago Texcoco, conectada al continente por tres calzadas.
Fueron recibidos por un gran comité, el cual incluyó a Montezuma y a varios tlatoani
profundamente arraigada en sus creencias, y en su mente aún existía la posibilidad de que estos
hombres barbudos blancos fueran semidioses. En una entrevista privada entre Cortés y
Montezuma, se declaró vasallo del rey de España, Carlos I. Pero al mismo tiempo se daban
otros acontecimientos.
Mientras Cortés era huésped en Tenochtitlán, los totonacas, siguiendo su consejo, dejaron de
pagar tributos. Los mexicas tomaron acciones y hubo una confrontación entre ellos. Los
Tenochtitlán, junto con la cabeza cortada de Juan de Escalante, enviada a Montezuma como
Sin embargo, los tlatoani estaban aterrorizados; prohibieron más acciones militares y
mantuvieron las noticias en secreto. Era desconocido para él que el propio Cortés fuera
informado por mensajeros totonaca. Tomó esto como una excusa para arrestar a Montezuma y
exigió castigo por los autores. Montezuma se sorprendió y juró que no ordenó los ataques. Sin
Bajo custodia española intensiva, Montezuma continuó con su vida. Mostró a Cortés la ciudad y
sus alrededores. Cortés -recordarán lo religiosos que eran los españoles- pidieron a los tlatoani
que abandonaran sus dioses y prohibieran los sacrificios humanos. Para horror y asco de los
sacerdotes mexicas sus estatuas religiosas fueron derrumbadas, para ser reemplazadas
por imágenes cristianas y una misa católica se llevó a cabo en su templo sagrado.
Conquista del Imperio Azteca
Los españoles descubrieron los orígenes del oro y Montezuma le dio a Cortés todo lo que
quería, esperando que una vez que recibieran todos los tesoros que deseaban, finalmente los
dejarían. Cuando el conquistador solicitó que se recolectara el tributo de oro de todas las
Después de un feo episodio cuando uno de los guías aztecas fue ahorcado porque era
enteró le pidió a Cortés que se fuera, pero los españoles se negaron, con la excusa de que no
tenía naves -que era verdad, sólo porque las hundía él mismo para evitar que sus hombres
Ahora mismo, lo que Montezuma más temía era un enfrentamiento militar y trataba de evitarlo a
toda costa. A petición de Cortés, dio un discurso a su pueblo, haciéndoles saber que era un
vasallo del rey español y les pidió obediencia a los españoles. Cortés ordenó ir a algunos de sus
hombres a la costa para construir barcos donde los aztecas pudieran verlos, pero en secreto les
El hecho es que Cortés había ido en la expedición contra las órdenes de sus superiores. Mientras
oportunidad, y escribieron notas para ser enviadas al rey de España. No recibieron ninguna
respuesta, lo que hizo que zarpara una expedición comandada por Pánfilo Narváez.
Desembarcaron en uno de los asentamientos fundados por Cortés, Villa Rica de la Veracruz. El
objetivo de Narváez era arrestar o matar a Hernán Cortés y había una correspondencia
Sin embargo Hernán Cortés se enteró, sin embargo, y después de algunos mensajes enviados de
ida y vuelta decidió atacar. Envió un pequeño batallón de unos 70 hombres bajo el mando de
Diego Pizarro, que fueron victoriosos en parte debido a que su elemento de sorpresa, porque les
dio una ventaja estratégica: Narváez sólo se dio cuenta de que estaban bajo ataque cuando los
hombres de Cortés estaban casi sobre ellos. Es más, Bartolomé de Usagre, el jefe de artillería de
Narváez, había sido sobornado y había puesto cera en los cañones, mientras que los hombres de
Cortés habían cortado las cinchas de la silla. La pólvora también se había mojado y por encima
no sólo que había estado en comunicación con Narváez, sino también que había habido una
rebelión en la ciudad y sus hombres habían sido emboscados y ahora estaban siendo sitiados.
La conquista del Imperio Azteca (también conocida como Mexica) está llena de tristes
episodios, que no hacen otra cosa que mostrar la crueldad y la avaricia de los conquistadores.
Uno de esos episodios fue la matanza de sacerdotes, capitanes y jóvenes guerreros en una
celebración santa, conocida como la Matanza de Tóxcatl o del Templo Mayor, en el año
1520. La ceremonia fue en honor de uno de sus dioses, Huitzilopochtli. El capitán español
Pedro Alvarado pidió permiso para llevarlo a cabo mientras Cortés estaba ausente.
Los hombres estaban cantando y bailando, completamente desarmados. Alvarado ordenó a sus
hombres que bloquearan las salidas del patio sagrado y entonces comenzó la carnicería. Los
españoles atacaron con espadas y lanzas. Se dice que la sangre fluyó como un río y que el patio
Los hombres asesinados eran líderes muy respetados, veteranos de guerra, intérpretes del
códice, señores de la guerra. Habían sido educados en Calmécac (la escuela para los hijos de los
nobles). Los aztecas ya estaban indignados por la intensa presencia española, pero hasta ahora
no habían tomado acción por el respeto que tenían por su huey tlatoani. Pero la Masacre en el
Templo Mayor provocó tales niveles de indignación que no había nada que les impidiera atacar
a los extranjeros.
Asediaron el palacio durante más de 20 días, donde los españoles se atrincheraron, tomando a
Cuando Hernán Cortés regresó a la capital de los aztecas, encontró a sus compañeros soldados
en el palacio Axayácatl, que estaba bajo constante ataque. Cortés había regresado con más de
Alvarado había retenido a Montezuma como rehén. En un débil intento de traer paz, Cortés
pidió a los tlatoani que treparan a las paredes del palacio e intentaron hablar con su gente y
calmarlos. Pero los aztecas se enojaron y comenzaron a lanzar piedras, una de las cuales lo
golpeó y lo hirió gravemente. Fue llevado dentro, pero Montezuma murió tres días
amistad. Se dice que los españoles se entristecieron cuando murió el tlatoani. El consejo de los
comida ni agua, no tuvieron más remedio que huir de Tenochtitlán. Casi no lo lograron. 800
hombres españoles fueron asesinados y además de un gran número de sus aliados. También
perdieron 40 caballos, varios cañones y la mayor parte del oro que habían tomado. No todos los
historiadores están de acuerdo, pero muchos dicen que una vez que habían logrado escapar,
Cortés lloró la mayor parte de la noche, por lo que se la llama “la noche triste”.
Pasó más de un año antes de que los españoles intentaran volver a tomar la capital azteca. Se
refugiaron con sus viejos aliados, los tlaxcaltecas. Después de que se recuperaron pelearon
muchas batallas. Finalmente Cortés controló el este, noreste y sur de Tenochtitlán, y pronto tuvo
la ciudad rodeada. Ahora tenían que coordinar un ataque de todas las entradas a la ciudad, así
como de los bergantines que habían construido para atacar desde el lago.
detener esto, pero perdieron la pelea. Pronto comenzaron sus ataques, golpeando
simultáneamente desde las carreteras, el lago y los puentes. Al principio las bajas sufridas en
hacer imposible que los aztecas repusieran sus provisiones de alimentos y agua. La estrategia de
los aztecas era reconstruir y defender esos puentes. También enviarían tropas para atacar la sede
de los conquistadores. El sitiado duró 93 días. La línea de acción española entró en vigor.
Mientras tanto, los aztecas se alimentaban sólo de raíces, bebían agua estancada, dormían entre
Una vez que Cortés creyó que los mexicas estaban completamente debilitados entraron en la
ciudad. El conquistador mismo fue capturado, pero fue rescatado por uno de sus hombres,
Cristóbal de Guzmán, que fue hecho prisionero, junto con otros soldados españoles. Como era
costumbre de guerra de los aztecas, los prisioneros eran sacrificados a sus dioses.
Cuando terminó el asedio, Pedro de Alvarado tomó la plaza de Tlatelolco. Los españoles vieron
que sus compañeros no sólo habían sido sacrificados y sus corazones arrancados, sino que
también habían sido desollados, y su piel fue utilizada para decorar sus templos en ofrecer al
dios Xipe Tótec. Sólo 56 soldados españoles murieron, frente a las 100.000 pérdidas sufridas
por los aztecas, que murieron o fueron heridos en la batalla, o perecieron por hambre y
pestilencia.
El tormento de Cuauhtémoc
En el asalto final murieron más hombres españoles, así como algunos de los jefes de los
mexicas. Cuauhtémoc (uno de los sobrinos de Montezuma que había estado a cargo durante la
noche de triste y mandó a las fuerzas mexicas durante la expulsión de los españoles de
Tenochtitlán) se reunió con algunos de sus capitanes para discutir su rendición. Salió de la
ya que no había podido defender su ciudad y su pueblo, y prefería morir en manos de los
conquistadores.
pensando que podía aprovecharse de su condición de tlatoani. Fue tratado bien, aunque todavía
El tesorero ordenó la tortura de Cuauhtémoc, para obligarle a confesar el lugar donde estaba
escondido el resto del tesoro de Montezuma. Sus pies fueron sumergidos en aceite y luego
fueron puestos cerca del fuego. Años más tarde, en España, Cortés sería declarado culpable por
Una vez que la ciudad había caído y la conquista del Imperio Azteca había finalizado, Cortés
comenzó a construir Ciudad de México sobre las ruinas. Rápidamente se convirtió en una
ciudad preeminente en las colonias españolas y muchos europeos llegaron a vivir allí. Como
resultado de su éxito, el rey Carlos I de España designó a Cortés como gobernador de Nueva
España.
La expedición de Hernán Cortés había salido de Cuba el 18 de febrero de 1519 y hecho escalas
en Cozumel (febrero), Tabasco (marzo) y Cempoala (junio). Trás unas semanas de preparativos,
partieron de Cempoala el 8 de Agosto hacia Tenochtitlán. Su primer objetivo era llegar
a Tlaxcala y conseguir una nueva alianza como la que ya tenían con los campoaltecas. Habían
dejado a Juan Escalante con 150 hombres en la Villa Rica de la Veracruz con el compromiso
de los señores de Cempoallan y Quiahuiztlan de suministrarles alimento.
La expedición estaba compuesta por 300 soldados de infantería, 150 indios cubanos y 800
totonacas. Llevaba 15 caballos y numerosos perros. Figuraban también en la expedición,
muchos comerciantes, guías y “embajadores” méxicas. Iban a recorrer unos 400 km de terreno
montañoso (hasta 4.000 metros de altitud), con frío y viento cuando ya se habían acostumbrados
al calor y la humedad del Caribe, y supondría un esfuerzo de unos tres meses salpicados de
batallas y muchos, muchísimos problemas que tuvieron que ir solventando como pudieron.
Todo fue bien al principio, entraron en distintos poblados, unos libres y otros sometidos a la
autoridad de Moctezuma II, pero en general el ejército fue bien acogido, por lo menos con
corrección, dándoles alojamiento temporal y algo de alimento. El 17 de agosto llegaron a Jalapa,
luego pasaron por Xicochimalco e Ixguacan. El 24 llegaron a Zautla, donde el cacique
tributario de los méxicas, Olintecle, les dió una calurosa bienvenida, proporcionandoles
alojamiento y víveres. Este cacique tenía 30 esposas y 100 criadas.
Pero los problemas serios comenzaron al llegar a la frontera del estado de Tlaxcala, un duro
pueblo guerrero que no se había dejado dominar por los méxicas, a pesar de estar rodeados por
otros territorios sojuzgados por el emperador Moctezuma II.
Tlaxcala no era un pueblo tributario del imperio azteca, era una confederación de varios
señoríos que luchaban unidos para defenderse de los ataques de los méxicas. Los señoríos
de Tlaxcala eran Tizatlan, Ocotelulco, Tepetícpac y Quiahuixtlan. En ese año de 1519 los
señores más influyentes eran Maxixcatzin, de Ocotelulco, y Xicoténcatl el viejo, de Tizatlan.
La población de la confederación era de unas 150.000 personas aproximadamente.
Según Moctezuma II, los méxicas nunca sometieron a Tlaxcala para que sus guerreros jóvenes
tuvieran un enemigo cercano con el cual combatir. Los tlaxcaltecas vivían en continuo estado de
guerra y con ciertas privaciones, su territorio estaba rodeado por los aliados o tributarios de los
méxicas y no usaban productos como la sal o el algodón, pues les estaba prohibido por los
méxicas comerciar con otros pueblos.
Cuando los españoles iniciaron el ascenso de la costa hacia el altiplano central, habían decidido
(a propuesta de sus primeros aliados, los cempoaltecas), pasar por territorio tlaxcalteca para
tratar de concertar una alianza en contra de los méxicas. Cuando a final de agosto llegaron con
su ejército al territorio de Tlaxcala, contaban ya con una importante experiencia en
enfrentamientos y alianzas con otros pueblos indígenas, concretamente con aquellos que
habitaban entre la costa del golfo y el valle tlaxcalteca.
En Zautla, Cortés había enviado unos mensajeros cempoaltecas con el encargo de comunicar a
los señores de Tlaxcala su deseo de pasar en paz por sus tierras. Les escribió una carta y les
envió un regalo (un sombrero de Flandes). Pasaron los días y los mensajeros no regresaban con
la respuesta. La interpretación lógica era que Tlaxcala negaba la entrada a los españoles. A
pesar de ello, Cortés decidió continuar, hizo una breve estancia en Iztaquimaxtitlan donde
esperó la vuelta de los mensajeros, pero al no producirse, reanudó la marcha hacia el valle.
La propuesta de paz de Hernán Cortés debió resultar sospechosa a los tlaxcaltecas, pues era raro
que un extranjero que se presentaba en son de paz y con una posible propuesta de alianza contra
los méxicas estuviera acompañado precisamente por algunos de sus señores.
El 2 de septiembre de 1519 se produjo la primera batalla entre los guerreros tlaxcaltecas y las
tropas españolas y sus aliados indígenas, mayoritariamente cempoaltecas; se conoce como la
batalla de Tzompantzinco. A la altura del pequeño poblado de Tehuacingo se encontraron con
un fuerte ejército de tlaxcaltecas formado y esperando a los de Cortés. Primero los tlaxcaltecas
enviaron a un contingente otomí, al mando de Xicoténcatl el Joven, haciendo frente a los
españoles. Fue una batalla breve, los nativos atacaron valientemente pero ante las primeras
descargas de los cañones y los mosquetes españoles huyeron despavoridos. Posteriormente
actuó la caballería española que en veloz ataque llegó hasta los capitanes enemigos. Pero como
por la superficie del terreno los caballos de Cortés no podían desempeñarse bien, las fuerzas
de Tlaxcala lograron dar muerte a dos caballos. Al parecer, Xicoténcatl deseaba demostrar que
los caballos (los llamaban venados en su idioma) eran sólo animales domésticos, cosa que logró.
Finalmente el ejercito de Tlaxcala se retiró.
Pero tan solo fue un paréntesis, porque tres días después, el 5 de septiembre, tuvo un lugar un
nuevo enfrentamiento muy similar: multitud de nativos que no tenían ni idea de contra lo que se
enfrentaban; el ejército español formado por cuadros de hombres bien juntos y la caballería
atacando a los principales del otro ejército. Aunque otra vez los tlaxcaltecas consiguieron
atrapar un caballo que luego sacrificarían (junto con el sombrero de regalo), de nuevo quedaron
descabezados dando por terminada la batalla con una nueva huida.
Después de varios días y algunas pequeñas batallas más, el ejército tlaxcalteca se encontraba
diezmado, las pérdidas de vidas y de bienes y el número de poblaciones tomadas por el
enemigo, parecía confirmar la idea de que éste era invencible. Los señores de Tlaxcala se
sentían cada vez más presionados a tomar una decisión, aunque esto mismo los enfrentaba entre
ellos. También en el ejercito español había críticas a lo que estaba pasando, al comprobar que su
adversario era numeroso y tenaz. Según la crónica de Bernal Díaz, los españoles estában
exhaustos y desmoralizados; pasaban frío, tenía poca comida y varios estaban enfermos.
Empezaban a preguntarse por el resultado de tanta batalla.
Entonces, Cortés decidió intentar un pacto con su aguerrido enemigo. Para ello, recurrió a un
elemento especialmente sensible en el ánimo de los tlaxcaltecas; a cambio de la paz, les ofreció
apoyo en contra de los méxicas, sus enemigos mortales. A esta oferta nada desdeñable se
aunaba la versión, difundida entre los totonacas, de que los extranjeros recién llegados eran
dioses y, por tanto, inmortales, versión que los españoles trataban de promocionar, escondiendo
a sus escasos muertos. Si eran invencibles, no tenía sentido seguir luchando contra ellos, pues
eso sólo acarrearía más desgracias. Sin embargo, esta visión sacralizadora no era aceptada por
todos los señores importantes de Tlaxcala, que desconfiaban de cualquier oferta de paz y de
alianza que hicieran los forasteros. Este era el caso de Xicohténcatl Axayacatzin, hijo del
cacique de Tizatlán y a quien, para diferenciarlo de su padre, que poseía igual nombre, los
historiadores denominaron el Joven; proponía continuar la lucha, pues veía posibilidades de
vencer; por el otro lado, los caciques Maxicatzin, de Ocotelulco, y Xicohténcatl padre,
de Tizatlán, se inclinaban a negociar con el enemigo para obtener la paz.
Al mismo tiempo que Cortés negociaba con los tlaxcaltecas, en un doble juego táctico hacía
saber de su impresionante poder bélico a los emisarios de Moctezuma II, y trataba de
engañarlos con la idea de que su ataque a los de Tlaxcala se debía a que eran enemigos de los
méxicas. Cortés captó perfectamente que la clave de su victoria, no sólo sobre las tierras
de Tlaxcala, sino también sobre la capital del imperio méxica estaba en aprovechar, y si era
posible ahondar, la enemistad méxica-tlaxcalteca.
Finalmente por el lado tlaxcalteca se impuso la opción de hacer la paz, porque de lo contrario se
corría el peligro de que los españoles se aliaran con los méxicas, en vez de hacerlo con los
tlaxcaltecas, y de que el sometimiento de Tlaxcala bajo el poder tenochca, evitado durante
mucho tiempo y a un alto precio, sobreviniera de manera irremediable.
Ante esta posibilidad y ante el fracaso de un último intento de ataque sorpresa nocturno por
parte de los tlaxcaltecas, estos decidieron entablar conversaciones con Hernán Cortés. Los
caciques de Tlaxcallan ofrecieron la paz a Cortés, y para demostrarle que su oferta era auténtica
y que sus guerreros eran disciplinados, lo hicieron por embajada del propio Xicoténcatl
Axayacatzin al campamento español, el hombre que más tenázmente los había combatido y por
la que a Cortés se le invitó a entrar en una de las ciudades principales para ser recibido por los
máximos dirigentes de la confederación tlaxcalteca. El hecho de que los españoles no hubieran
tomado las cabeceras de los principales señoríos significaba que la derrota tlaxcalteca no había
sido total, por lo que su rendición no debió ser incondicional. Ofrecieron a Cortés una alianza
amistosa para vencer a los de Tenochtitlan, pero esperaban respeto por aquello por lo que
sentían tanto orgullo: su libertad y su autonomía como nación. Con ello se sembraban los
principios que regirían la futura relación entre la provincia de Tlaxcala y la Corona española.
El 23 de septiembre de 1519, veintiún días después de iniciados los combates, Cortés y sus
tropas se asentaban victoriosos y de manera pacífica en el corazón de Tlaxcala. Su camino
hacia la capital del imperio azteca quedaba allanado, y su dominio sobre él tenía ahora muchas
posibilidades de realizarse. El sueño de los tlaxcaltecas estaba por hacerse realidad. Aunque el
encuentro inicial entre los señoríos de Tlaxcallan y los españoles había sido violento, la alianza
se estableció; es cierto que fué posible después de un desgaste de fuerzas y de una serie de
negociaciones y presiones por ambas partes.
La ciudad de Tizatlan deslumbró a los españoles, allí estuvieron descansando tres semanas.
Cortés envió dos emisarios para entrevistarse con Moctezuma II, Pedro de Alvarado y
Bernardino Vazquez de Tapia. Hicieron el viaje a pié y recorrieron 90 km hasta Tezcoco donde
los méxicas no les dejaron pasar.
mejicanas.http://episodiosdemexico.blogspot.com.es/2011/01/la-relacion-entre-hernan-cortes-
y.html
http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx/sites/estados/libros/tlaxcala/html/sec_9.html
http://www.historiadelnuevomundo.com/index.php/2011/05/la-conquista-de-mexico-el-camino-
a-tenochtitlan-batallas-de-tlaxcala-y-cholula/
http://www.casadellibro.com/libro-la-conquista-de-mexico/9788408073536/1138696
https://laamericaespanyola.wordpress.com/2015/06/14/imperio-contra-imperio/
https://blogs.ua.es/carloshabsburgo/2011/01/09/136/
https://cultura-azteca.com/conquista/