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Democracia en México o ¿Democracia a la mexicana?

Por: Nancy Alejandra Gutiérrez González

La democracia en el
país ha sido juzgada
por los mismos
mexicanos y la
insatisfacción por su
funcionamiento, es un
serio problema, es
entendible que tal vez
países extranjeros
critiquen un sistema de
un país del que no son
parte, pero los mismos
habitantes, incluso los
que no tienen tan presente el tema en su día a día se han dado cuenta del mal
funcionamiento de la democracia en nuestro país, o como bien titulamos… Una
democracia a la mexicana, modificada a conveniencia y en beneficio de los más
poderosos y en desfavorecimiento del pueblo donde ya no se respeta ni la misma
palabra, donde se supone que es “el gobierno del pueblo” (‘démos’, significa
‘pueblo’, y ‘krátos’, que vendría a traducirse como ‘poder’ o ‘gobierno’).
Así, pues, etimológicamente, la palabra democracia significaría ‘el poder del
pueblo’.
Los mexicanos nos hemos acostumbrado a la idea de que cada elección para un
puesto político importante, salimos a votar, sufragar, elegir o como quieran llamarle,
y tenemos esa idea falsa que con eso es más que suficiente para que mi país esté
bien, pensamos que vamos a elegir a esas personas que con unos años en el poder
va a “hacer el cambio”, que con una varita mágica resolverán los problemas
acumulados de años y décadas del país pues son ellos quienes controlarán todo.
Pues no, a los mexicanos se nos ha olvidado que el poder está en nosotros, que
eso es una democracia, donde la mayoría es la que decide y no tendríamos porqué
subordinarnos a aquellos que nosotros hemos escogido.
Por otro lado, para poder tomar ese poder que al pueblo corresponde, debemos
cambiar y hacer el cambio, mejorar y reforzar nuestros valores para así tomar
buenas decisiones para el país. Sin embargo, lo único que hacemos es quejarnos
de la mala forma de gobierno que tenemos, solo veamos un ejemplo:
La encuesta anual de Latinobarómetro sobre el estado de la democracia en América
Latina publicada a finales de 2011 ubica a México en los últimos lugares de los
países latinoamericanos en cuanto a satisfacción con la democracia.
Jean-François Prud’homme en su artículo titulado “La insatisfacción con la
democracia en el México actual” dice: Hablar de un concepto tan amplio y rico como
es el de la democracia constituye un reto en sí y más aún cuando se trata de evaluar
la naturaleza y la calidad de la vida democrática en el México de hoy. Una de las
dificultades que plantea este tema es el hecho de que, además de su amplitud, el
concepto de democracia es una noción dinámica, dado que siempre es posible ser
más democrático o mejorar la calidad de la vida democrática. Por otra parte, evaluar
el estado actual de la democracia mexicana se torna complejo ante la diversidad y
complejidad de las variables asociadas a la calidad de la vida democrática. Existe
también el riesgo de caer en la trampa del particularismo y hacer de problemas
universales de los sistemas políticos democráticos enfermedades exclusivas del
sistema político considerado.
Por otra parte, no todo está mal en el país, es decir, si lo comparamos a la situación
de finales del siglo pasado, podemos darnos cuenta que hemos avanzado un poco
en cuanto al sistema político, por ejemplo: se ha pasado de un régimen autoritario
caracterizado por el predominio de un solo partido político a un régimen
democrático. El cambio ha sido el resultado de una combinación de movilizaciones
sociales y del incremento de la competencia entre partidos políticos reconocidos.
Hubo también muchas reformas de carácter electoral que lograron generar un
sistema político más plural en su representatividad, más competitivo en el proceso
de elección de sus autoridades y representantes, más confiable en la organización
y supervisión de sus elecciones y, probablemente, más equitativo en la participación
en las contiendas electorales.
Volviendo a citar al señor Jean-François Prud’homme en su mismo artículo titulado
“La insatisfacción con la democracia en el México actual” menciona algo muy
importante con respecto a esta insatisfacción departe del pueblo.
Un motivo de desencanto con respecto al funcionamiento de la democracia
es su aparente y relativa ineficacia. Si bien sabemos que las cualidades de los
sistemas democráticas no se valoran únicamente en términos de sus resultados,
esos no dejan de tener un efecto en su evaluación. Desde 1997, el nuevo pluralismo
mexicano ha producido lo que los norteamericanos llaman “gobiernos divididos”, es
decir gobiernos en los cuales el presidente no cuenta con mayoría en el Congreso.
Desde una perspectiva estadística, cuando se considera el conjunto de las
iniciativas aprobadas por el Congreso esa división no ha tenido un efecto mayor
sobre la colaboración legislativa entre fuerzas políticas. Sin embargo, cuando se
toman en consideración las grandes reformas juzgadas esenciales (fiscal, sector
energético, etc.), la falta de acuerdo entre las fuerzas políticas ha dificultado su
adopción o ha propiciado la aprobación de leyes sin grandes efectos en cuanto al
desempeño económico, a la seguridad pública o a la consolidación del Estado de
derecho.
Creo que el sistema que tenemos ahora
es una “Democracia a la mexicana”
donde ya no gobierna el pueblo, donde el
pueblo a pesar de manifestar su
descontento, no es escuchado, pero
tampoco hay un cambio personal, donde
ya nos gobierna nuestro “representante
del pueblo”, y no escucha las
necesidades de su gente y solo hay un
interés por el poder y la adquisición.
La insatisfacción de los mexicanos es comprensible y tal vez es demasiado sencillo
decir que hay que cambiar y hay que cambiar y nadie cambia, pero poco a poco se
hace la diferencia, bien se dice que “el querer es poder” y yo sé que, si mi México
quiere un cambio, puede lograrlo, claro, a través del tiempo y con gran disposición
de sus ciudadanos.

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