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CAPÍTULO II

ORIGEN Y DESARROLLO
HISTÓRICO DEL CELAM
La experiencia episcopal latinoamericana ha sido un campo particularmente
fecundo para el desarrollo de la colegialidad-sinodalidad. En este capítulo
comenzaremos a estudiar en la historia del CELAM, una concreta aplicación del
munus episcopale en colaboración. Pero es importante hacer una aclaración antes
de abordar los inicios del organismo episcopal latinoamericano de modo que
ayude al lector a entender la organización de los contenidos de este capítulo. No
siendo del interés de esta disertación hacer una historia del CELAM cuanto de
analizar su naturaleza sinodal desde una perspectiva canónica, hemos optado por
considerar su desarrollo al ritmo de las cuatro grandes Conferencias Generales
del episcopado del continente, que siendo expresión in actu de la sinodalidad,
han sido de hecho y ante todo, grandes foros de un munus magisteriale conjunto.
Posteriormente, en el capítulo sucesivo, analizaremos esta realidad tal cual se
expresa en los textos jurídicos de los estatutos. Hecha esta aclaración, vayamos a
ver en perspectiva histórica cuál fue el ambiente que vio el nacimiento del
CELAM.

1. La atmósfera preparatoria de la I Conferencia

Como ya se dijo, luego de la conclusión del Concilio Plenario


Latinoamericano, que fue sobre todo un adelanto de codificación de leyes para el
continente, la unidad del episcopado latinoamericano no tuvo grandes
expresiones, ni siquiera a nivel de los nacientes episcopados nacionales1. De

1
“L’azione della Chiesa appare particolarmente insufficiente di fronte ai problemi che si
pongono nell’America Latina, dove la situazione non è certamente migliorata dai tempi in cui
Leone XIII aveva ritenuto necessario convocare un concilio plenario dei vescovi di tutto il
La estructura jurídica y sinodal del CELAM y de la ROIA

hecho, para encontrar otro evento histórico posterior, relacionado con lo que
sería más adelante el CELAM hay que dejar correr los años hasta después de la
Segunda Guerra Mundial.
En efecto, terminado el segundo gran cataclismo bélico del siglo XX, desde
diversos países comienzan a afluir a la Santa Sede sugerencias para que se
incremente la comunicación y la ayuda recíproca entre los países
latinoamericanos. Ya en 1945, la Secretaría de Estado vaticana realizó una
consulta a los obispos sobre la conveniencia de realizar una nueva reunión
episcopal — con el recuerdo del concilio plenario de 1899 — de tipo conciliar o
menos solemne y más ágil, asumiendo la nomenclatura típicamente de la
posguerra, de una conferencia, esto es, una reunión breve de índole operativa. La
respuesta fue positiva2.
Mientras maduraba la decisión definitiva, durante el pontificado de Pío XII
tuvieron lugar varios encuentros que prepararon el terreno. En 1945 en la ciudad
de Bogotá, se celebró el I Congreso Interamericano de Educación Católica. De
allí nació la Confederación Interamericana de Educación Católica, antecedente
de lo que con posterioridad será el departamento de catequesis del CELAM. En
1952, a instancias del nuncio apostólico en Colombia, Mons. Antonio Samoré, se
reunió también en Bogotá, el Congreso Coordinador de Obras Católicas.
Finalmente, en enero de 1955 y en la misma ciudad, se desarrolla la I Semana de
Estudios Apologéticos3. Todas estas reuniones en prospectiva histórica, pueden
ser consideradas como los primeros experimentos concretos que abrirían el paso
a una colaboración institucional del episcopado latinoamericano.

continente. (...) Per di più in una situazione che sembra esigere la piú assoluta unità delle già
escarse forze disponibili, l’azione colletiva dei vescovi è pressoché assente in quanto le
conferenze episcopali o non esistono o si dimostrano scarsamente vitali: i pochi atti colletivi di
una certa rilevanza pubblicati nel periodo che va dall’inizio del pontificato di Pio XII fin verso la
metà degli anni cinquanta sono piú determinati dall’esigenza di difendere la dottrina cattolica e di
tutelare le libertà ecclesiastiche contro ogni attentato, che dalla preoccupazione di una piú
dinamica presenza della Chiesa nel contesto della società latino-americana” (G. FELICIANI Le
conferenze episcopali 285). Para una visión país por país de las Iglesias particulares, cfr.
A. GONZÁLEZ ZUMÁRRAGA El episcopado latinoamericano y las Iglesias locales en Los
últimos cien años, 356-372.
2
Cfr. J. BOTERO RESTREPO El CELAM 9.
3
Cfr. J.D. RESTREPO CELAM 40 años sirviendo e integrando (Santafé de
Bogotá 1995) 10.

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CAP. II: ORIGEN Y DESARROLLO HISTÓRICO DEL CELAM
2. La I Conferencia General del Episcopado
Latinoamericano en Río de Janeiro, Brasil

En 1955 tiene lugar otro relevante paso en el proceso de institucionalización


de la sinodalidad continental. Fue por medio de la carta Ad Ecclesiam Christi4,
del 29 de junio de 1955, dirigida al cardenal Adeodato Giovanni Piazza, que Pío
XII disponía que, aprovechando el viaje de numerosos prelados que se reunirían
en Río de Janeiro con motivo del 36º Congreso Eucarístico Internacional, se
realizara allí una Conferencia General del Episcopado Latinoamericano5.
Conviene recordar, en efecto, que fue Pío XII6 quien apoyó decididamente
varias formas de reuniones episcopales, y no solamente en América Latina.
Aunque la agenda que el Papa propuso para esa Conferencia incluyera problemas
concretos de Latinoamérica7, lo relevante para nuestra disertación es la idea de

4
Cfr. AAS 47 (1955) 539-544.
5
Cfr. J. BOTERO RESTREPO, El CELAM 13.
6
Quien percibiendo la vitalidad del continente, entrevió con suma claridad la necesidad de
potenciar la vida de la Iglesia en nuestras tierras. De allí que decía: “es muy natural que todas
Nuestras miradas se vuelvan con particular insistencia a los numerosos fieles que viven en ese
continente. Ellos constituyen de hecho — aun dentro de la diversidad de patrias —, unidos y
hermanados por la vecindad geográfica, por los vínculos de una común civilización y, sobre todo,
por el gran don recibido de la verdad evangélica, más de la cuarta parte del orbe católico”
(Epistula Ad Ecclesiam Christi AAS 47 [1955] 540).
7
El Papa alude al tema de la formación sacerdotal como el primer y más relevante tema a
tratar. Los obispos de la Conferencia no se quedaron en esta problemática sino que asumieron un
panorama más amplio. Más adelante, Pío XII casi como intuyendo el programa pastoral de fin de
siglo de la nueva evangelización añade: “es, sin embargo, necesario actuar con prontitud, con
generoso empeño, con vigor; no dispersando preciosas energías, sino coordinándolas, de suerte
que lleguen a resultar como multiplicadas, recurriendo, cuando fuere el caso, a nuevas formas y
nuevos métodos de apostolado que, aun dentro de la fidelidad a la tradición eclesiástica,
respondan mejor a las exigencias de los tiempos y aprovechen los medios del progreso moderno,
que, si desgraciadamente sirven con frecuencia para el mal, pueden y deben también, en mano de
los buenos, constituir un entusiasta instrumento para el trabajo intrépido por el triunfo de la
virtud y la difusión de la verdad” (Ad Ecclesiam Christi AAS 47 [1955] 541). Como segundo
tema a estudiar señala el modo de utilizar para el trabajo pastoral los servicios de los religiosos y
religiosas y de los seglares (cfr. ibid. 542-543). Tercera consigna es examinar los métodos de
apostolado tradicionales e incorporar radio y prensa a la obra evangelizadora (cfr. ibid. 543). A
continuación indica la necesidad de combatir las insidias masónicas, la propaganda protestante, el
laicismo, la superstición, el espiritismo, las doctrinas que intentan arrancar de las almas la
religión, en alusión al comunismo. Finalmente, alude al problema de los migrantes y la presencia
de la Iglesia en el campo de lo social (cfr. ibid. 543-544).

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La estructura jurídica y sinodal del CELAM y de la ROIA

una reunión continental que sirviera de primer impulso para una mejor
cooperación entre los obispos8.
La primera Conferencia General del Episcopado Latinoamericano se reunió
definitivamente en la ciudad de Río de Janeiro del 25 de julio al 4 de agosto de
1955. Asistieron, además del Cardenal Legado Piazza, Mons. Antonio Samoré de
la Secretaría de Estado, seis cardenales latinoamericanos y 96 ordinarios
representando al episcopado del continente.
El criterio de representación fue similar al del Concilio Plenario de 1899: la
configuración de la Asamblea seguiría procediendo de las provincias
eclesiásticas9. Lo decía expresamente la Ad Ecclesiam Christi: “Se reunirán, en
fecha próxima, en conferencia general los representantes delegados de las
diversas provincias eclesiásticas y de las circunscripciones misioneras de
América latina, para confrontar en común los resultados del estudio efectuado”10.

8
“Un ruolo tanto determinante attribuito alle conferenze episcopali in una istituzione che la
S. Sede garantisce direttamente con la sua autorità provoca come immediata conseguenza una
loro rapidissima diffusione in tutto il continente. Negli anni successivi alla assemblea di Rio,
mentre si registra una vivace azione collettiva dei vescovi che si esprime in numerose
dichiarazioni comuni e nella celebrazione del concilio plenario dell’Ecuador, tutti gli episcopati
si organizzano in conferenze nazionali che in gran parte vengono dotate di statuti approvati dalla
S. Sede, tanto che all’inizio del 1959 le conferenze latinoamericane sono piú della metà di quelle
che hanno ottenuto l’approvazione pontificia” (G. FELICIANI Le Conferenze Episcopali 290).
El mismo autor hace el elenco de las fechas de aprobación de los estatutos de las diferentes
conferencias episcopales. Llama la atención que solamente la conferencia episcopal mexicana
tenía estatutos aprobados antes de la I Conferencia General de Río de Janeiro. En la actualidad, el
CELAM nuclea a 22 conferencias episcopales: 20 de habla hispana, una portuguesa y una anglo-
francófona (cfr. ibid. 331, nota 156).
9
No estaban aún suficientemente desarrolladas las conferencias episcopales, aunque no por
mucho tiempo, ya que la estrategia de Pío XII operativamente toma como fundamento las
naciones en su definición política, resurgidas con renovado vigor luego de la Segunda Guerra
Mundial: “Mentre i conventus provinciali sono totalmente ignorati, la «nazione» è riconosciuta
como l’ambito no solo piú idoneo ma anche obbligatorio per una organica collaborazione dei
vescovi a livello locale, tanto che la costituzione indispensabile perché gli ordinari possano farsi
rappresentare al consiglio [el CELAM]. Sotto questo aspetto, peraltro, gli statuti del CELAM non
fanno che confermare una tendenza già diffusa da molto tempo e incoraggiata dalla S. Sede,
anche se i pontefici si erano rifiutati di sancirla con una norma di diritto comune. Del tutto
nuovo, invece, il riconoscimento della necessità di inserire le organizzazioni nazionali
dell’episcopato in un piú vasto contesto di collaborazione a livello continentale e
intercontinentale, che, per la prima volta nella storia dei conventus episcoporum, trova
espressione istituzionale” (G. FELICIANI Le Conferenze Episcopali 291).
10
Ad Ecclesiam Christi AAS 47 (1955) 542.

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CAP. II: ORIGEN Y DESARROLLO HISTÓRICO DEL CELAM
Nótese que como por entonces existían territorios pastorales que estaban
bajo la competencia de la Congregación de Propaganda Fide y no de la
Congregación del Concilio (Obispos), no estaban incluidos dentro de ninguna
provincia eclesiástica, tratándose normalmente de jurisdicciones vicarias de tipo
misional; sin embargo, siendo una convocatoria pontificia  con un criterio
sinodal  se incluyó a todas las Iglesias Particulares. Y no solamente de
Latinoamérica, sino que participaron también algunos prelados de Estados
Unidos, Canadá, Portugal y España, como observadores11.
Con una metodología simple, la temática de las ponencias12 de los prelados
fue amplia y variada13. La Conferencia de Río de Janeiro redactó un Documento
final denominado Conclusiones14 a partir de las intervenciones. Estas
Conclusiones15 están organizadas bajo once títulos16. El último título es de

11
Cfr. J. BOTERO RESTREPO El CELAM 15-16.
12
Cfr. una para síntesis esquemática de los temas A.W. BUNGE – L.F. ESCALANTE El
Consejo Episcopal Latinoamericano y sus Estatutos 20-21.
13
Cfr. para la crónica y los participantes que tomaron la palabra J. BOTERO RESTREPO
El CELAM 18-32. Para un estudio más detallado del contenido de las ponencias cfr.
E. CÁRDENAS La Iglesia Latinoamericana en la hora de la creación del CELAM en CELAM
Elementos para su historia, 28-73. Los textos de las intervenciones no han sido publicados pero
pueden encontrarse mecanografiados en Arch.CELAM, Vol. Río (1955) Primero y Segundo.
Están organizados bajo el título genérico de Documento y numerados progresivamente. A esta
numeración hace referencia E. Cárdenas en su comentario.
14
Cfr. la edic. primera: CONFERENCIA GENERAL DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO,
Conclusiones, edic. pro manuscrito (Ciudad del Vaticano 1956); y la reciente edic. conjunta de
los 4 doc. finales: CONFERENCIAS GENERALES DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO, Río de
Janeiro. Medellín. Puebla. Santo Domingo (Santafé de Bogotá 1994) 14-67.
15
Entre las que existe una llamativa continuidad con las que fueran del Concilio Plenario de
1899 y las que serán luego preocupaciones del CELAM: “Algunos temas tratados en ese Concilio
reaparecen nuevamente, cincuenta y seis años más tarde, si bien en una situación diversa y bajo
nuevas ópticas. Tales son, por ejemplo, los siguientes: la unidad continental, la fundación de
seminarios y la preparación del clero, el aprendizaje de las lenguas indígenas y la promoción de
la educación católica, el apoyo a los diarios católicos y la apertura de universidades de la Iglesia,
la vigilancia de la moralidad y la atención al mundo del trabajo, los peligros del indiferentismo
religioso y la estímulo a la participación de los laicos en la vida pública” (E. CARDENAS La
Iglesia Latinoamericana en la hora de la creación del CELAM en CELAM Elementos para su
historia 28).
16
A saber: vocaciones y formación del clero secular, clero no nacional, religiosos y
religiosas (un título casi exclusivamente canónico, notable por la cantidad de remisiones que se
hacen a la legislación universal por entonces en vigencia), auxiliares del clero, organización de la
cura de almas, medios especiales de propaganda, protestantismo y movimientos anticatólicos,
problemas sociales, misiones-indios-gente de color, inmigración y gente de mar, Consejo
Episcopal Latinoamericano. Para un comentario canónico detallado del contenido de estos títulos

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La estructura jurídica y sinodal del CELAM y de la ROIA

nuestro interés, ya que en él, se formula un pedido por unanimidad referido a la


creación de un Consejo Episcopal Latinoamericano sobre las bases de un
representante por cada conferencia episcopal nacional. Se esbozan algunas
funciones y objetivos del Consejo, se piden reuniones anuales, se habla ya de un
Secretariado General con sede fija, se define la Presidencia integrada por un
presidente y dos vicepresidentes, se mencionan los nombres de cuatro
subsecretariados. Igualmente, se habla de la financiación proveniente de fondos
proporcionados por las respectivas naciones. Un texto bastante cuidado como lo
es este Título XI17  un verdadero y propio borrador de Estatutos  hace
sospechar una redacción previa y seguramente ideas en la línea de la integración
continental18. En cuanto a las personas que pueden identificarse como

cfr. A.W. BUNGE – L.F. ESCALANTE El Consejo Episcopal Latinoamericano y sus


Estatutos 22―28.
17
Que para comodidad del lector citamos en su totalidad: “Además de las conclusiones
hasta aquí enumeradas, la Conferencia formuló el siguiente voto referente a la creación de un
Consejo Episcopal Latinoamericano: La Conferencia General del Episcopado Latinoamericano
por unanimidad ha aprobado pedir, y atentamente pide a la Santa Sede Apostólica, la creación de
un Consejo Episcopal Latinoamericano sobre las siguientes bases: 1) El Consejo Episcopal
Latinoamericano estará compuesto por los Representantes de las Conferencias Episcopales
Nacionales de la América Latina, en proporción de un Representante por cada Conferencia
Episcopal, designado por la misma. 2) Serán funciones del Consejo: a) estudiar los asuntos que
interesan a la Iglesia en la América Latina; b) coordinar las actividades; c) promover y ayudar
Obras Católicas; d) preparar nuevas Conferencias del Episcopado Latinoamericano, cuando
fueren convocadas por la Santa Sede. 3) Las reuniones del Consejo serán cada año. 4) El lugar de
las reuniones será normalmente la ciudad donde tenga su sede el Secretariado General; pero el
Consejo podrá fijar ocasionalmente otro lugar. 5) La Presidencia del Consejo estará integrada por
un Presidente y dos Vicepresidentes, elegidos por el propio Consejo, y durará en su cargo dos
años. 6) Dependerá del Consejo Episcopal, y más directamente de su Presidencia, un
Secretariado General, que tendrá además los siguientes Subsecretariados: I. Preservación y
propagación de la Fe Católica, con cuatro secciones: a) Defensa de la Fe, b) Predicación,
Catecismo, Enseñanza religiosa, c) Misiones e Indios, d) Prensa, radio, cine y televisión. II. Clero
e Institutos Religiosos. Vocaciones. III. Educación y Juventud. IV. Apostolado de los laicos. V.
Acción Social. 7) El Secretariado General se ocupará también de las relaciones con la Jerarquía y
los organismos católicos de Estados Unidos, Canadá, España y Portugal. 8) El Secretariado
General residirá en la ciudad que designe la Santa Sede Apostólica. 9) Los Subsecretariados
residirán, en línea general, en la misma sede del Secretariado General; sin embargo, a juicio del
Consejo, podrán tener su sede en otras ciudades. 10) Financiamiento: se hará conforme a una
contribución proporcional de cada Nación Latinoamericana, según normas que serán estudiadas y
fijadas oportunamente” (cfr. Río, Tít. XI, 97; CONFERENCIAS GENERALES 63-64).
18
Respecto de la idea de la conformación de un Consejo Episcopal, comenta J. BOTERO
RESTREPO: “Esta idea ha tenido su proceso de maduración en la mente de los participantes
desde el primer día de las deliberaciones y ha ido tomando cuerpo, a medida que los ponentes de

70
CAP. II: ORIGEN Y DESARROLLO HISTÓRICO DEL CELAM
propiciadores de la idea están los obispos Manuel Larraín Errázuriz19 y sobre
todo Antonio Samoré20.
Por último, en relación con la sede del Secretariado General, se proponen
luego de una consulta cuatro ciudades: Río de Janeiro, Bogotá, Lima y Santiago
de Chile, dejando la resolución final a la Santa Sede. Sin embargo, la votación
secreta arroja en mayoría 32 votos por Roma, que no estaba incluida entre las
propuestas21. La decisión final de Pío XII fue Bogotá, ya que no consideró
oportuno que la sede del nuevo organismo estuviera en Roma para que no se
convirtiera en un nuevo ente curial. El organismo nacía pedido por los obispos
del continente, expresión de la confianza en la sinodalidad, por lo que no tenía
sentido que la sede de la animación estuviera fuera del continente mismo.
Habiendo terminado la Conferencia, se realizó una nueva votación a través de las

los diversos temas han manifestado su angustia al contemplar el trabajo evangelizador disperso e
incoordinado. Por otra parte, en el corazón de los Prelados ha hecho mella la expresión del
Cardenal Piazza en uno de los documentos anteriores a la Conferencia, en el que ha manifestado
textualmente que «no podrá hacerse frente a los problemas de la Iglesia Latinoamericana
aisladamente». A esto se suman los conceptos expuestos por el mismo Cardenal en su discurso
sobre la Unidad de la Iglesia, a la cual contribuye, no solamente la adhesión incondicional del
Episcopado a su cabeza, el Romano Pontífice, sino la estrecha relación horizontal entre los
pastores de las distintas Iglesias Particulares” (El CELAM 32).
19
Obispo de Talca en Chile, quien luego será segundo vicepresidente del CELAM (1956-
1959); primer vicepresidente (1959-1963) y finalmente presidente (1964-1967). “Mons. Manuel
Larraín, uno de los más fervorosos propugnadores de la idea de la creación de un Consejo
Latinoamericano en una de sus intervenciones expresa: «Solamente una América Latina
estrechamente unida, no sólo en la fe y en la caridad, como ya está, sino más que todo en la
acción, podrá dar a la Iglesia la respuesta de esperanza redentora que de ella se espera»” (J.
BOTERO RESTREPO El CELAM 32-33).
20
“A su vez, Mons. Samoré, en cuya mente bulle con fuerza la idea de la integración, desde
que convocó en 1952 el Congreso Colombiano de Obras Católicas, para tratar de coordinar el
apostolado, se encarga de fomentar entre los diversos grupos de Obispos, no sólo la
conveniencia, sino la necesidad inaplazable de organizar el Episcopado de estos países en una
acción conjunta, empezando a nivel de Conferencia Episcopal, para extenderlo luego al ámbito
latinoamericano. De esta manera se ha venido creando un magnífico ambiente para el nacimiento
de un Organismo integrador del Episcopado de los diversos países representados en la Reunión
que va a clausurarse, idea cuya cristalización parece tornarse cada vez más inminente, a medida
que avanzan las deliberaciones. (…) Años más tarde el Cardenal Antonio Samoré manifestará
con razón: «La Primera Conferencia General del Episcopado Latinoamericano ha sido
fructuosísima; ha marcado el comienzo de una época que después resultó ser la época conciliar»”
(J. BOTERO RESTREPO El CELAM 33).
21
Por medio de una votación consultiva, la Conferencia sondeó las posibles ciudades para
la sede del Consejo, siendo el resultado final que Roma obtuvo 32 votos, 30 Bogotá, 16 Río de
Janeiro, 6 Lima y 2 Santiago de Chile (cfr. Río, Tít. XI, 97, Transitorio; CONFERENCIAS
GENERALES 64-65).

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La estructura jurídica y sinodal del CELAM y de la ROIA

nunciaturas del continente, confirmándose Bogotá como el lugar


geográficamente más indicado22.
Y desde Roma, el 24 de septiembre de 1955, el card. Adeodato Piazza
comunicaba que el Romano Pontífice había acogido el pedido de conformación
de un peculiar Consejo, que aprobaba las líneas generales de su estructura y que
oportunamente se darían a conocer los estatutos y los reglamentos23. Con esta
decisión pontificia nacía propiamente el CELAM24, fruto concreto del
episcopado latinoamericano que viéndose reunido, tendió naturalmente a
institucionalizar una sinodalidad que se había empezado a sentir como
conveniente y necesaria.

3. Particularidades canónicas de Conferencias Generales


de carácter no conciliar

Desde un primer momento la Santa Sede planeó a la Asamblea de Río de


Janeiro como un foro sui iuris que en la práctica comenzó a crear derecho,
constituyéndose en una estructura praeter codicem, tal como lo fue en su
momento el Concilio Plenario Latinoamericano de 1899. Del mismo modo, las
siguientes Conferencias Generales tuvieron las mismas características,
afinándose los procedimientos y el reglamento interno para dar mayor
efectividad a asambleas que crecían numéricamente de vez en vez. A nuestro
propósito interesa analizar la génesis de este particular tipo de foro, que por
cierto no se identifica con las RICE, cuya tipología canónica vimos
anteriormente.

22
Cfr. J. BOTERO RESTREPO El CELAM 37-38.
23
Cfr. CONFERENCIAS GENERALES 65-66.
24
“Il CELAM costituisce dunque un’istituzione totalmente nuova, in quanto se in certi
paesi europei vi sono conferenze ristrette ad alcuni ordinari in rappresentanza delle varie regioni
e province, il loro compito istituzionale non è quello di promuovere e coordinare l’attività delle
conferenze infranazionali, ma di preoccuparsi della vita della Chiesa nell’intera nazione, como
risulta inequivocabilmente dagli articoli iniziali del «Reglamento de las Conferencias de
Metropolitas en España» del 1947 e dello statuto della Conferenza Episcopale Italiana del 1954”
(G. FELICIANI Le Conferenze Episcopali 329, nota 145).

72
CAP. II: ORIGEN Y DESARROLLO HISTÓRICO DEL CELAM
Resulta indudable asignar al papa Pío XII la primacía en convocar este tipo
de asamblea25; el cual, ayudado por las peticiones venidas desde Latinoamérica,
decide que el primer encuentro episcopal, “se reuniese para proceder, en
conjunto, al estudio profundo de los problemas y la determinación de los medios
más aptos para resolverlos con la prontitud y la perfección que las actuales
necesidades reclaman”26.
De hecho, el Papa piensa que todo el episcopado debería previamente haber
reflexionado los grandes temas latinoamericanos para luego delegar en sus
representantes la opinión común27, ya que la conferencia, en la acepción común
de la posguerra, es reunión de representantes28.
De modo que desde un punto de vista jurídico, la Conferencia de Río y las
siguientes, no serán legislativas, ni vinculantes, pues no fueron pensadas sobre la
estructura de los concilios particulares, sino sobre el modelo de las conferencias

25
Es a la vez muy probable que en el diseño original de la idea haya participado el card.
Antonio Samoré, en su tiempo nuncio en Colombia y gran conocedor de la realidad
latinoamericana (cfr. J. BOTERO RESTREPO El CELAM 13).
26
Ad Ecclesiam Christi AAS 47 (1955) 541-542.
27
“Después que cada uno de los sagrados Pastores haya realizado el trabajo preparatorio de
examinar el presente estado y estudiar los remedios, se reunirán...” (Ad Ecclesiam Christi AAS 47
[1955] 542).
28
La denominación de conferencia amerita siquiera una breve consideración de orden
histórico, ya que los años finales de la Segunda Guerra Mundial y los inmediatamente posteriores
fueron el momento de la celebración de numerosas reuniones que recibieron el apelativo de
conferencias, herederas de los congresos que en siglo XIX habían redibujado el mapa político de
Europa luego de la caída de Napoleón Bonaparte. En efecto, en la ciudad de El Cairo (22 al 26-
XI-1943) en plena guerra, se tuvo una conferencia de los países aliados para definir las
estrategias contra el Japón. En Teherán, Irán, (28-XI/1-XII-1943) se celebró otra conferencia de
los aliados para discutir el desarrollo de la guerra. La famosa Conferencia de Yalta 
actualmente en territorio de Ucrania  reunió a Churchill, Stalin y Roosevelt. Allí decidieron
dividir Alemania en zonas de ocupación, la incorporación de la URSS en la guerra contra el
Japón y sentaron las bases del establecimiento de las Naciones Unidas. De la Conferencia de
Bretton Woods, New Hampshire, USA (1 al 22-VII-1944), en la que se reunieron 44 naciones,
resultó la creación de la International Monetary Fund y del International Bank for
Reconstruction and Development. Y fue precisamente por la labor de los delegados de 50 países
participantes a la Conferencia de San Francisco (California, USA), que sesionó en esa ciudad
durante dos meses a partir del 25-IV-1945, nació la Organización de las Naciones Unidas. La
Conferencia de Potsdam (cerca de Berlín: 17-VII/2-VIII-1945), reunió a los Jefes de Estado de
USA, URSS y Gran Bretaña, luego de la rendición de Alemania (cfr. Microsoft Encarta 99
Encyclopedia, cd version). Por otra parte, se ha mantenido en la ONU la costumbre de denominar
conferencias a las reuniones de delegados de las naciones para el tratamiento de temas comunes
que luego deben ser refrendados por sus respectivos órganos legislativos. De ellas ha participado
frecuentemente también la Santa Sede, ya como observador, ya como miembro pleno.

73
La estructura jurídica y sinodal del CELAM y de la ROIA

políticas que buscan acuerdos de gran alcance y extensión. Sus conclusiones son
de naturaleza consultiva, sin términos preceptivos29. De hecho, los verbos usados
en los documentos finales son “recuerda”, “recomienda”, “aconseja”, “insiste”.
Sin embargo, estas sugerencias, sustentadas por la autoridad moral de la
asamblea y del convocante, adquieren el valor de programas de dinamismo
pastoral, ordenados a la acción30.
Por lo demás, la vinculación de las Conferencias Generales con la Sede
Apostólica es evidente: es ella la organizadora, es presidida por un cardenal
legado, sus conclusiones se envían a Roma para ser revisadas antes de su
publicación. Veremos más adelante que los estatutos del CELAM indican
claramente esta dependencia. La Conferencia no es autónoma — ni lo serán las
tres siguientes — aunque por la similitud de su metodología de trabajo, se
anticipa lo que luego será la metodología del Sínodo de los Obispos.
Lo que históricamente ocurrió (y por lo cual adquieren un hondo valor
eclesiológico) es que los documentos de las tres siguientes Conferencias
Generales tuvieron una inmediata y amplia acogida por parte del pueblo
latinoamericano. Sumado a esto, la aprobación-presentación que los Romanos
Pontífices dieron a cada uno de los textos conclusivos, los convierte en un claro
ejemplo de amplia recepción de un magisterio colectivo de los obispos de un
continente. En otras palabras, un ejemplo de sinodalidad magisterial31.

4. La II Conferencia General del Episcopado


Latinoamericano en Medellín, Colombia

La iniciativa para la convocación de la segunda Conferencia General la


tomó la Presidencia del CELAM, que sugirió a la Santa Sede la oportunidad de

29
De hecho, se aclara explícitamente en el preámbulo del Doc. de Río: “Los cardenales de
Brasil, Colombia, Cuba, Chile, Ecuador, y los arzobispos y obispos delegados de las provincias
eclesiásticas y territorios de misión de América Latina, (...) reunidos en Conferencia General de
carácter no conciliar,...” (CONFERENCIAS GENERALES 14).
30
Cfr. J. BOTERO RESTREPO El CELAM 17.
31
Que nos recuerda un elemento eclesiológico de primer orden en la Iglesia de los primeros
siglos; esto es, la real importancia de las reuniones episcopales (concilios) no residió tanto en el
número o procedencia de los participantes, cuanto en la recepción que luego tuvieron sus cánones
y decretos.

74
CAP. II: ORIGEN Y DESARROLLO HISTÓRICO DEL CELAM
una nueva reunión. Esta reunión, obtenido el beneplácito del Papa, quedó
convocada para deliberar del 26 de agosto al 7 de septiembre de 1968 en la
ciudad de Medellín bajo el título: “La Iglesia en la actual transformación de
América Latina a la luz del Concilio”32.
La participación a esta Conferencia quedó regulada en el Reglamento
perfeccionado para la ocasión, y cuyos criterios generales se discutieron en la XI
Asamblea Ordinaria que tuvo lugar en Lima, en noviembre de 196733. Este
Reglamento es un muy buen ejemplo de sinodalidad: según él34, los participantes
se dividen en dos categorías: miembros efectivos y miembros participantes,
según tengan o no voto deliberativo. A su vez, entre los miembros efectivos,
algunos lo son por derecho propio: los presidentes de las conferencias
episcopales del continente y los representantes de las mismas, elegidos por los
episcopados en la proporción de uno por cada 25 obispos; la Presidencia del
CELAM y los delegados y sustitutos que participan por derecho en las asambleas
del organismo, los presidentes de los Departamentos y los miembros del comité
económico, los miembros de la Junta Directiva de la CLAR. Los otros miembros
efectivos que participan con voto deliberativo son invitados directamente. Un
15% del total de miembros efectivos es nombrado por el Romano Pontífice.
Además, la Presidencia del CELAM podía proponer nombres a la Santa Sede a
los efectos de que sean invitados especialmente a participar, pero sin voto
deliberativo. Asimismo se autorizaba a la Pontificia Comisión para América
Latina a invitar a presidentes de algunas RICE, a representantes de organismos
de ayuda para América Latina y a los miembros del Consejo General de la
misma Comisión35.
A partir de un Documento inicial de base los participantes36, durante dos
semanas, trabajaron en las 16 secciones temáticas del llamado Documento de
Medellín37. Fuertemente influenciados por la doctrina del reciente Concilio

32
Cfr. J. BOTERO RESTREPO El CELAM 115-122. Para una síntesis de la evolución del
CELAM en los años sesenta cfr. A.W. BUNGE – L.F. ESCALANTE El Consejo Episcopal
Latinoamericano y sus Estatutos 42-44.
33
Cfr. J. BOTERO RESTREPO El CELAM 114.
34
Cuyo Proyecto es presentado a fines de 1967 por el presidente del CELAM al Consejo
General de la Pontificia Comisión para América Latina para su aprobación y cuyo texto parece
no haber sido publicado, pero se encuentra valiosa información al respecto en J. BOTERO
RESTREPO El CELAM 122-123.
35
Cfr. J. BOTERO RESTREPO El CELAM 122-123.
36
Diferenciados de la siguiente manera: 8 cardenales, 45 arzobispos, 92 obispos, 70
sacerdotes y religiosos, 6 religiosas, 19 laicos y 9 observadores no católicos.
37
Cfr. J.D. RESTREPO CELAM 40 años sirviendo e integrando 37. El Documento de
Medellín es en realidad la reunión de 16 documentos elaborados por otras tantas comisiones

75
La estructura jurídica y sinodal del CELAM y de la ROIA

Ecuménico Vaticano II, los obispos latinoamericanos, dieron cabida a la fuerte


inquietud social del final de la década de los sesenta que en América Latina tenía
características propias.
El Papa Pablo VI, que había inaugurado las sesiones de la Conferencia,
siguió muy de cerca sus trabajos, y una vez concluida la conferencia, los textos
fueron enviados a Roma, donde los diversos dicasterios revisaron su contenido
dándoles un rápido tratamiento — básicamente se hicieron observaciones
tendientes a precisar y enriquecer algunas ideas — tanto que el Papa aprobó el
texto definitivo del Documento de Medellín el 24 de octubre de 1968, confiando
al CELAM su publicación38.
En cuanto a la temática de esta disertación, hay que destacar el importante
tratamiento que Medellín da a las conferencias episcopales — muy en contraste
con las contadas alusiones hechas en la Conferencia de Río — poniendo de
manifiesto que por la eficaz labor del CELAM estos organismos episcopales se
habían multiplicado por todo el continente.
En concreto, en el primer número dedicado a las conferencias episcopales,
se alienta el proceso de su organización y funcionamiento: “La conferencia
episcopal ha de constituir en cada país o región la expresión concreta del espíritu
de colegialidad que debe animar a cada obispo. Ha de fortalecer su estructura
interna precisando las respectivas responsabilidades mediante comisiones
formadas por obispos competentes, con asesores especializados. Es
recomendable que se emplee una dinámica de grupo y una técnica de
organización operante, con amplia utilización de los medios de comunicación
social y de opinión pública”39.

bastante heterogéneas desde un punto de vista de las mentalidades. El contenido de los


Documentos, agrupados en tres áreas, es el siguiente: PROMOCIÓN HUMANA: 1. Justicia; 2.
La paz; 3. Familia y demografía; 4. Educación; 5. Juventud. EVANGELIZACIÓN Y
CRECIMIENTO DE LA FE: 6. Pastoral popular; 7. Pastoral de élites; 8. Catequesis; 9. Liturgia.
LA IGLESIA VISIBLE Y SUS ESTRUCTURAS: 10. Movimientos de laicos; 11. Sacerdotes;
12. Religiosos; 13. Formación del clero; 14. La pobreza de la Iglesia; 15. Pastoral de conjunto;
16. Medios de comunicación social.
38
El Documento de Medellín (= Med.) se puede encontrar en CONFERENCIAS GENERALES
71-240. En la citación del Documento de Medellín, el primer n. hace referencia a cada uno de los
16 Documentos; el segundo, al ordinal dentro del mismo.
39
Med. 15,22. Hay otro apartado del Documento que pone de manifiesto el fundamento
teológico de la sinodalidad no sólo dentro del continente, sino también fuera de él: “Para vivir
profundamente el espíritu católico estarán las conferencias episcopales en contacto, no sólo con
el Romano Pontífice y los Organismos de la Santa Sede, sino también con las Iglesias de otros

76
CAP. II: ORIGEN Y DESARROLLO HISTÓRICO DEL CELAM
Cabe destacar que el documento asume con claridad que las conferencias
sean expresión de la colegialidad. En realidad, no hace sino repetir simplemente
la doctrina de Lumen Gentium 23; pero tal vez resulta más relevante el hecho de
que esto no se haya citado con la misma claridad en otros documentos eclesiales,
precisamente por el debate surgido respecto de cómo se debería entender
colegialidad en sentido estricto.
Es también importante la alusión que hace el texto al uso de los medios de
comunicación, típico de América Latina, donde se ha desarrollado un intenso
magisterio episcopal a través de declaraciones oficiales y cartas pastorales
conjuntas, como un modo de guiar al Pueblo de Dios frente a situaciones
concretas, la mayor parte de origen socio-político-económico.
El punto siguiente aplica el título del Documento 15  Pastoral de
conjunto  a la labor que le corresponde hacer a la misma conferencia: “Su
actividad ha de desenvolverse dentro de una auténtica pastoral de conjunto y con
planes de pastoral que responda siempre a la realidad humana y a las necesidades
religiosas del Pueblo de Dios. Debe ser elemento de integración de las diversas
diócesis, y en especial, factor de equilibrio en la distribución de personal y de
medios. Procurarán también una auténtica integración de todo el personal
apostólico que se ofrece al país desde el exterior, en particular mediante el
diálogo con los organismos episcopales que lo ofrecen”40.
Obsérvese que la distribución del personal apostólico — que debe
entenderse sobre todo referido al clero — es una labor confiada a la conferencia
misma no sólo al interno de la nación, sino también para juzgar las ayudas desde
el exterior.
Y alentando a asumir las responsabilidades propias reconocidas por el
Concilio, los obispos latinoamericanos en Medellín dicen todavía: “Las
conferencias episcopales han de asumir decididamente todas las atribuciones que
les ha reconocido o concedido el Concilio, en los campos de su competencia, y
de acuerdo con su conocimiento concreto de la realidad inmediata”41.

continentes, tanto para la mutua edificación de las Iglesias, como para la promoción de la justicia
y de la paz en el mundo” (Med. 15,28).
40
Med. 15,23. Y el Documento 15 no sólo pensó en el clero, sino también en los otros
estados de vida, a las cuales las conferencias, como reunión de pastores responsables de una
nación, deben escuchar: “Procuren las conferencias episcopales que la voz de los respectivos
presbiterios y del laicado del país llegue fielmente hasta ellas. Asimismo, tengan una más
estrecha u operante integración con la Confederación de Superiores Mayores Religiosos,
incorporándolos en el estudio, la elaboración y la ejecución de la pastoral” (Med. 15,25).
41
Med. 15,24.

77
La estructura jurídica y sinodal del CELAM y de la ROIA

Esta asunción de responsabilidades se consolida, casi como una profesión de


fe de sinodalidad continental, con el reconocimiento de que en el continente ya
se venía viviendo el espíritu sinodal: “A nivel continental, el espíritu de
colegialidad de los obispos latinoamericanos en la solución de problemas
comunes, se expresa en la Conferencia General del Episcopado Latinoamericano,
y en el Consejo Episcopal Latinoamericano, si bien de diversas maneras.
Guardada la integridad del CELAM como organismo de índole continental, nada
impide que, para una mejor coordinación de los trabajos pastorales, se organicen
varios países abocados a problemas o situaciones similares”42.
Se debe por ello constatar que ya en 1968 estaba presente la conciencia de
que las Conferencias Generales y el CELAM, aún siendo expresiones de la
colegialidad, no agotaban tampoco la riqueza de la sinodalidad que puede y debe
tener expresiones creativas no necesariamente ligadas a estas estructuras, pero sí
coordinadas por los episcopados nacionales. Es que al hablar de sinodalidad,
subyace bajo este concepto la realidad de que hay un vínculo especial que une a
los obispos entre sí. Vínculo que no siempre se expresa a través de institutos
canónicos, pero que por su naturaleza es permanente y que sí produce efectos
jurídicos, aunque éstos no siempre puedan encuadrarse dentro de los esquemas
canónicos del ejercicio de la sagrada potestad. La sinodalidad, siendo una forma
de ser y actuar, no tiende ante todo a producir estructuras, aunque las acciones
episcopales conjuntas siempre tengan implicaciones jurídicas43.
De hecho, el Documento de Medellín le dedica al mismo CELAM dos
apartados específicos señalando que “como órgano de contacto, colaboración y
servicio, es una irremplazable ayuda para la reflexión y la acción de toda la
Iglesia Latinoamericana”44. Este texto de Medellín anticipa de hecho la
redacción del art. 1 de los nuevos Estatutos del CELAM, que se promulgarían al
año siguiente45. A continuación agrega el documento: “Para la mejor

42
Med. 15, 29.
43
“Alla base di ogni relazione tra i vescovi vi è il vincolo di comunione che ha sempre una
dimensione giuridica e non è soltanto un semplice affetto morale. Secondo le differenti
circonstanze in cui si svolgano le suddette relazioni fra i vescovi dipenderà il concreto contenuto
giuridico del vincolo: tale contenuto sarà ovviamente diverso secondo i termini di ogni rapporto
intersoggetivo, o secondo il quadro istituzionale e la disciplina giuridica nel cui contesto si
instaurino le relazioni collettive” (J.I. ARRIETA. Conferenze episcopale e vincolo di comunione
13).
44
Med. 15,30.
45
En efecto, el citado art. dirá: “El Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) es el
órgano de contacto, colaboración y servicio de las Conferencias Episcopales de América Latina”
(Estatutos 1969 art. 1,1).

78
CAP. II: ORIGEN Y DESARROLLO HISTÓRICO DEL CELAM
consistencia y funcionalidad de este organismo es urgente una mayor
comunicación entre los Departamentos del CELAM y las correspondientes
comisiones de las conferencias episcopales nacionales, en razón de los frentes de
trabajo”46. Hay que ver en esta deliberación una concreción operativa de la
sinodalidad, ya que desde sus inicios el CELAM se organizó según las diversas
áreas de pastoral en “Departamentos”, al mismo tiempo que se pedía a las
conferencias episcopales organizarse internamente en comisiones de trabajo.
Pero obsérvese todavía que siendo la Conferencia General del Episcopado una
asamblea reunida con la autoridad pontificia y sin ejercer una estricta potestad de
régimen, sin embargo, se vuelve referencia obligatoria de la sinodalidad, dejando
a las conferencias episcopales y a los obispos la aplicación de los acuerdos: “Las
conferencias episcopales  dirá el documento  han de ser los órganos de
aplicación de los acuerdos de las Conferencias Generales del Episcopado
Latinoamericano”47. Vemos entonces que la sinodalidad ya había producido en el
continente las estructuras básicas para el desarrollo de vínculos progresivamente
más empeñosos.
Los mayores logros de Medellín fueron probablemente las pistas de acción
pastoral elaboradas sinodalmente, que sin tener estricto valor jurídico48, ni el
estilo deprecativo de la Conferencia de Río, sí tuvieron efectiva influencia en la
vida de la Iglesia latinoamericana, convirtiendo a Medellín en el único ejemplo
de una recepción continental del Vaticano II. Así, la Iglesia en América Latina
logró sacar en limpio directrices esenciales que orientaron su rumbo y
posibilitaron la eficaz puesta al día deseada por el Concilio.

46
Med. 15,31.
47
Med. 15,27.
48
En efecto, los Documentos de Medellín desde un punto de vista canónico reflejan ante
todo el deseo de asimilar las numerosa normativa del Vaticano II. Para una visión más detallada
de las alusiones canónicas en los 16 Documentos, cfr. A.W. BUNGE – L.F. ESCALANTE El
Consejo Episcopal Latinoamericano y sus Estatutos 47-58. Llamativamente, en los Documentos
no se hace alusión al CIC en vigencia. Es más, la palabra “derecho” que es abundantemente
citada, hace siempre referencia a los derechos fundamentales de las personas; nunca al derecho
canónico. Se puede decir que Medellín muestra como testimonio documentario en América
Latina, ese período de eclipse del derecho canónico en la Iglesia. Por otra parte, la abundante
normativa del Concilio y de la legislación reglamentaria de Pablo VI constituían el ordenamiento
legal de fondo, aunque todavía no existiera un texto codificado.

79
La estructura jurídica y sinodal del CELAM y de la ROIA

5. La III Conferencia General del Episcopado


Latinoamericano en Puebla de los Ángeles, México

A mediados de 1976, la Presidencia del CELAM sugirió a la Santa Sede la


realización de una nueva Conferencia General, habida cuenta de que casi se
cumplían diez años de la precedente. Pablo VI acogió con beneplácito la idea, y
dio su aprobación al tema propuesto: “La evangelización en el presente y en el
futuro de América Latina”. La preparación a la Conferencia fue particularmente
cuidada por los materiales que se prepararon y enviaron a los participantes con
antelación: el Documento de trabajo, un libro de estadísticas, otro con las
conclusiones de los encuentros del CELAM de los últimos diez años, un tercer
volumen con los aportes de cada una de las conferencias episcopales, y un cuarto
sobre la visión pastoral del continente preparado por los Departamentos del
CELAM. Postergado el inicio en algo más de tres meses por las sucesivas
muertes de Pablo VI y Juan Pablo I, el mismo Juan Pablo II inauguró la
Conferencia el 27 de enero de 1979, la cual duraría hasta el 13 de febrero,
reuniendo a 187 miembros con voz y voto, a los que se sumaban numerosos
invitados y equipos de secretaría, auxiliares y expertos49. La metodología en la
designación de los participantes fue sustancialmente la misma que en Medellín,
aumentándose considerablemente los invitados especiales y expertos, como así
también los observadores no católicos.
La Conferencia, habiendo trabajado sobre la base del calendario propuesto,
elaboró un Documento final50, que enviado a Roma obtuvo rápidamente
aprobación siendo presentado por el mismo Papa con fecha del 23 de marzo de
197951. Cabe decir que el Documento de Puebla tuvo una recepción más amplia

49
Para conocer las preliminares de la Conferencia, su desarrollo y el contexto social,
histórico e ideológico en que se desarrolló cfr. A.W. BUNGE – L.F. ESCALANTE El Consejo
Episcopal Latinoamericano y sus Estatutos 61-65. Allí se pueden encontrar las fuentes para una
ulterior profundización en textos y autores.
50
Del cual prácticamente cada conferencia episcopal hizo una edición nacional. En la edic.
unificada: CONFERENCIAS GENERALES 243-565; la edic. argentina: La evangelización en el
presente y en el futuro de América Latina. Documento de Puebla (Buenos Aires 1979).
51
El Documento de Puebla (= DP) tiene la siguiente estructura: presentación de Juan Pablo
II, su discurso inaugural, dos homilías también suyas al inicio de la Conferencia, la presentación
firmada por el presidente de la CAL y por la Presidencia del CELAM, el Mensaje a los Pueblos
de América Latina, las Conclusiones, divididas en 5 partes, a saber: 1ª: Visión pastoral de la
realidad latinoamericana. 2ª: Designio de Dios sobre la realidad de América Latina. 3ª: La
evangelización en la Iglesia de América Latina. Comunión y Participación. 4ª: Iglesia misionera

80
CAP. II: ORIGEN Y DESARROLLO HISTÓRICO DEL CELAM
aún que el de Medellín, siendo la cabal síntesis de los pastores de todo un
continente luego de la tormenta de los años sesenta-setenta52. La fuerte
sinodalidad sentida en los dos años que duró la preparación de la Conferencia y
la labor durante la misma, posibilitaron la redacción de un documento que
aparece como expresión de madurez de un episcopado compacto y unido53. La
Conferencia de Puebla como reunión sinodal fue la verdadera primavera del
episcopado latinoamericano54.
Las conferencias episcopales tuvieron un papel primordial en la realización
de la Conferencia. La valoración que de ellas hace el Documento final no puede
ser más positiva: “A nivel nacional, es notable el esfuerzo en pro de un mejor
ejercicio de la colegialidad en el seno de las conferencias episcopales, cada día
mejor organizadas y dotadas de organismos subsidiarios. Mención especial
merece el desarrollo y la eficacia del servicio que el CELAM ofrece a la
comunión eclesial en todo el ámbito de América Latina”55.
La experiencia concreta de la sinodalidad en la vida de las Iglesias del
continente es también reconocida explícitamente en otra parte del Documento:
“En América Latina,  se dirá  desde el Concilio y Medellín, se nota un
cambio grande en el modo de ejercer la autoridad dentro de la Iglesia. Se ha
acentuado su carácter de servicio y sacramento, como también su dimensión de
afecto colegial. Ésta última ha encontrado su expresión, no sólo a nivel del

al servicio de la evangelización en América Latina. 5ª: Bajo el dinamismo del Espíritu: Opciones
Pastorales.
52
En la práctica, el Documento de Puebla cumplió una importante función pedagógica, ya
que tratando sobre la evangelización logró que todos los estratos de la vida de la Iglesia quedaran
implicados. Así, con la estructura ternaria: ver-juzgar-actuar, los obispos tuvieron en cuenta cada
uno de los estados de vida y actividades de los fieles, incluyendo una descripción de la realidad,
una valoración crítica a la luz de la Palabra de Dios y del Magisterio y orientaciones para la
acción. Con su difusión, el Documento de Puebla se constituyó en un auténtico pedagogo de la
pastoral continental.
53
Lo dicen los mismos obispos en el Mensaje inicial: “Hermanos, no os impresionéis con
las noticias de que el Episcopado está dividido. Hay diferencias de mentalidad y de opiniones,
pero vivimos, en verdad, el principio de colegialidad, completándonos los unos a los otros, según
las capacidades dadas por Dios. Solamente así podremos enfrentar el gran desafío de la
Evangelización en el presente y en el futuro de América Latina” (DP Mensaje 4).
54
En efecto, se admite la colegialidad como una realidad presente activa y operante: “La
imagen y la situación del obispo ha cambiado quizás en estos años. Se nota un mayor espíritu de
colegialidad entre ellos y mayor corresponsabilidad con el clero, los religiosos, las religiosas y
los laicos, especialmente a nivel de Iglesia particular, aunque es lamentable que no siempre se
tenga en cuenta la necesaria coordinación regional o nacional” (DP 113. La cursiva es nuestra) .
55
DP 636.

81
La estructura jurídica y sinodal del CELAM y de la ROIA

consejo presbiteral diocesano, sino también a través de las conferencias


episcopales y el CELAM56.
Y como confirmación de que el trabajo en equipo de los obispos es una
necesidad sentida en Latinoamérica, se dice explícitamente: “Se recomienda la
colaboración entre conferencias episcopales para el estudio de problemas
pastorales, especialmente en cuanto a la justicia, que desbordan el nivel
nacional”57.
En el apartado sobre el ministerio jerárquico, los mismos obispos58 expresan
el compromiso de “asumir la colegialidad episcopal en todas sus dimensiones y
consecuencias, a nivel regional y universal”59. La dimensión sinodal continental
es aceptada abiertamente “Por medio de sus pastores, por la colegialidad
episcopal y la unión al Vicario de Cristo, la comunidad diocesana debe
intensificar la estrecha comunión con el centro de unidad de la Iglesia y la
aceptación leal del servicio que ofrece, por su Magisterio, en la fidelidad al
Evangelio y la vivencia de la caridad. En esto se incluye la colaboración en la
acción — a nivel continental — por medio del CELAM y sus programas”60.
A lo largo del Documento de Puebla Se puede apreciar que las remisiones a
los acuerdos que deben surgir en el seno de las conferencias episcopales respecto
de diversas temáticas — la mayoría de las cuales quedará codificada como

56
DP 260.
57
DP 1288.
58
Sobre cuyo ministerio hay un apartado bello y lleno de sabiduría, que se concluye con la
vinculación de cada obispo a sus hermanos en el episcopado: “El Obispo es maestro de la verdad.
En una Iglesia totalmente al servicio de la Palabra, es el primer evangelizador, el primer
catequista; ninguna otra tarea lo puede eximir de esta misión sagrada. Medita religiosamente la
Palabra, se actualiza doctrinalmente, predica personalmente al pueblo; vela porque su comunidad
avance continuamente en el conocimiento y práctica de la Palabra de Dios, alentando y guiando a
todos los que enseñan en la Iglesia (a fin de evitar «magisterios paralelos» de personas o grupos),
y promoviendo la colaboración de los teólogos que ejercitan su carisma específico dentro de la
Iglesia, desde la metodología propia de la teología, para lo cual busca la actualización teológica a
fin de poder discernir la Verdad y mantiene una actitud de diálogo con ellos. Todo esto en
comunión con el Papa y con sus hermanos Obispos, especialmente los de su propia conferencia
episcopal” (DP 687) .
59
DP 702. Ya que antes se había reconocido los buenos vínculos a niveles más reducidos:
“Se vive la comunión intermedia, la de la Iglesia particular o diócesis, que sirve de enlace entre
las bases más pequeñas y la universal. De igual manera, se vive la comunión entre diócesis a
nivel nacional y regional, expresada en las conferencias episcopales y, a nivel latinoamericano,
en el CELAM” (DP 106) .
60
DP 656.

82
CAP. II: ORIGEN Y DESARROLLO HISTÓRICO DEL CELAM
normativa universal en el CIC 1983 — ya se mencionan en el texto61,
convirtiéndose en ejemplos de la intensa labor precodicial que en los años setenta
habían comenzado las conferencias episcopales latinoamericanas.
Y como para no dejar dudas de la conciencia de unidad del episcopado, los
obispos en Puebla expresan un compromiso de evidente clave sinodal: “Nos
empeñamos para que esta colegialidad, de la que Puebla, como las dos
Conferencias Generales que la precedieron, constituye un momento privilegiado,
sea el signo más fuerte de credibilidad del anuncio y servicio del Evangelio, en
favor de la comunión fraterna en toda América Latina”62.
El penúltimo número del Documento, dando una visión esperanzadora sobre
el futuro y de rendida gratitud por el pasado, no deja de incluir dos aspectos que
para nuestro interés demuestran nuevamente la profundidad de la realidad
sinodal viva y activa en el episcopado latinoamericano, tanto como para haber
sido seleccionadas en una lista de ítems no larga pero sí significativa: “A Dios
gracias, actualmente hay mucha vitalidad evangelizadora en nuestro Continente:
(...) La presencia de los Obispos cada vez mayor y más sencilla entre el pueblo.

61
Por ejemplo, situaciones de sacerdotes con militancia política (cfr. DP 527); normas
propias y experiencias nuevas en la formación sacerdotal (cfr. DP 153. 874. 888); discernimiento
de nuevos carismas (cfr. DP 207); acompañamiento de la vocación de los diáconos permanentes
luego del pedido hecho por las conferencias de que se restaure ese orden en las Iglesias
Particulares (cfr. DP 699); pastoral orgánica entre religiosos e Iglesias Particulares (cfr. DP 767);
relaciones institucionalizadas entre las conferencias episcopales y las conferencias nacionales de
superiores religiosos (cfr. DP 768); resultados positivos de la reforma litúrgica, animada por las
conferencias episcopales (cfr. DP 897); celebración de la confirmación en base a las
orientaciones de la conferencia (cfr. DP 1202).
62
DP 657. En Puebla, la Iglesia latinoamericana adquirió ante todo una particular
conciencia de sí. El Documento final de la Conferencia expresa constantemente una afirmación
de su propia identidad y metodológicamente busca siempre concretas opciones pastorales. Entre
éstas, es para destacar un doloroso aspecto muy latinoamericano: la defensa de los derechos
humanos y la condena de las doctrinas y de las acciones políticas que no los respetaban. En este
campo, las actitudes colegiales de numerosos episcopados que como única voz enfrentaron
dictaduras y movimientos revolucionarios, son ejemplos conmovedores y genuinos de la
sinodalidad americana. “Frente a la situación de pecado surge por parte de la Iglesia el deber de
denuncia, que tiene que ser objetiva, valiente y evangélica; que no trata de condenar sino de
salvar al culpable y a la víctima. Una tal denuncia hecha después de previo entendimiento entre
los pastores, llama a la solidaridad interna de la Iglesia y al ejercicio de la colegialidad” (DP
1269). Tal vez sea sobre todo América la cantera de la cual se pueden sacar numerosos ejemplos
del ejercicio conjunto del ministerio profético de los episcopados. De hecho, antes de la
normativa del m. p. Apostolos suos, numerosas conferencias episcopales americanas emitieron
documentos magisteriales conjuntos enseñando y recordando la doctrina católica en particular
referencia a conflictos y sistemas contrarios a la dignidad de la persona humana.

83
La estructura jurídica y sinodal del CELAM y de la ROIA

La colegialidad episcopal más vivida”63. El segundo aspecto es la visión


continental de los obispos que no ha dejado de desear un futuro de mayor
comunión y solidaridad: “Es importante también  dirá el texto  que a nivel
continental, la Iglesia progrese en la realización de signos testimoniales de su
vitalidad interior; entre estos signos están la mayor solidaridad entre las Iglesias
Particulares y la mejor coordinación pastoral a través del CELAM, que debe
seguir sirviendo a la colegialidad episcopal y a la comunión intraeclesial en
América Latina”64.
Concluyamos diciendo que la década de los ochenta que siguió a la
celebración de esta Conferencia, estuvo signada por la consolidación de las
estructuras episcopales y por el inicio del ocaso del CELAM como organismo
coordinador de una pastoral continental que iba madurando. Veremos cómo la
siguiente Conferencia planteó críticas a las estructuras vigentes y deseos de que
surgiera un nuevo estilo episcopal para la colaboración.

6. La IV Conferencia General del Episcopado


Latinoamericano en Santo Domingo, República
Dominicana

La celebración del quinto centenario del inicio de la evangelización en


América fue la oportunidad para celebrar una nueva Conferencia General. Bajo
el tema: “Nueva evangelización, promoción humana, cultura cristiana. Jesucristo
ayer, hoy y siempre”, se reunieron en la capital dominicana 231 obispos con
derecho a voto, 99 sacerdotes, religiosos y laicos con derecho a voz y 25
observadores y peritos. En total, 360 personas que integraron 5 grandes
comisiones mayores y 30 comisiones especializadas de reflexión y trabajo65.

63
DP 1309.
64
DP 976.
65
Esta Conferencia tuvo la particularidad de contar con un Reglamento aprobado
específicamente por el Romano Pontífice según consta en un Oficio del Secretario de Estado de
Su Santidad, card. Angelo Sodano de fecha 10-VII-1992 (N. 308.245). Existe una única
publicación oficial PONTIFICIA COMISIÓN PARA AMÉRICA LATINA IV Conferencia
General del Episcopado Latinoamericano. Reglamento (Ciudad del Vaticano 1992).

84
CAP. II: ORIGEN Y DESARROLLO HISTÓRICO DEL CELAM
Hubo 450 intervenciones personales en el aula66 y luego de diecisiete días de
sesión, el episcopado latinoamericano emitió un Mensaje a los Pueblos de
América Latina y del Caribe, en el que se formulaba una síntesis de las
conclusiones, enviadas a Roma.
El Documento de Santo Domingo67 luego de ser revisado por la Curia
Romana fue autorizado para su difusión por el mismo Juan Pablo II en una carta
a los obispos diocesanos68 de América Latina fechada el 10 de noviembre de
1992. Sobre la base del contenido de esa carta quedó claro que así como el
Documento de Santo Domingo tenía un origen episcopal, serían los obispos y las
conferencias los primeros responsables para su puesta en marcha ya que “un
amplio consenso  escribía el Papa  de los obispos de las Iglesias Particulares
existentes en un mismo país podrá también conducir a fórmulas o planes
pastorales comunes, siempre respetuosos de la identidad de cada diócesis y de la
autoridad pastoral que corresponde al obispo. (...) Como es evidente, las
Conclusiones de la Conferencia de Santo Domingo deberán ser analizadas a la
luz del Magisterio de la Iglesia Universal y deberán ser actuadas en fidelidad a la
disciplina canónica vigente”69.
Como puede verse, el nivel de concreciones del texto tendía a ser diocesano
y nacional70, y fue éste precisamente el alcance que dio la Presidencia del
CELAM, al presentar las conclusiones de la Conferencia: “Las Conclusiones de
Santo Domingo no son fruto de la improvisación. Hay que leerlas a la luz de la
triple temática señalada por el Santo Padre y en el contexto de una larga y

66
Cfr. J.D. RESTREPO CELAM 40 años sirviendo e integrando 281-282. Para una crónica
detallada con participantes y comisiones, cfr. D. CASTRILLÓN HOYOS – J. LOZANO
BARRAGÁN Santo Domingo puerta grande hacia el tercer milenio (Santafé de Bogotá 1994)
25-125. También se puede consultar una relación de los hechos sobresalientes en estilo
periodístico en: J. GARCÍA Santo Domingo en marcha (Santafé de Bogotá 1994) 49-63.
67
El Documento de Santo Domingo (= DST) se puede encontrar en la edic. unificada:
CONFERENCIAS GENERALES 569-743. Está dividido en 3 partes: Primera Parte: Jesucristo,
Evangelio del Padre. (memoria histórica). Segunda Parte: Jesucristo evangelizador viviente en
su Iglesia. Cap. I: La nueva evangelización. Cap. II: La promoción humana. Cap. III: La cultura
cristiana. Tercera Parte: Jesucristo, vida y esperanza de América Latina y el Caribe: líneas
pastorales prioritarias.
68
Cfr. JUAN PABLO II Carta del Santo Padre a los obispos diocesanos de América
Latina, CONFERENCIAS GENERALES 569-570. Llama la atención la específica destinación a los
obispos diocesanos que se repite una vez más en el texto de la carta y que se complementa con
otras referencias a las Iglesias Particulares, presididas por los pastores diocesanos.
69
CONFERENCIAS GENERALES 570.
70
Por ejemplo, se dice en el ámbito de la doctrina social: “Promover la justicia y la
participación en el interior de nuestras naciones, educando en dichos valores, denunciando
situaciones que los contradicen y dando testimonio de una relación fraterna” (DST 209).

85
La estructura jurídica y sinodal del CELAM y de la ROIA

fecunda preparación consignada en los aportes de las conferencias episcopales y


en numerosos libros publicados por el CELAM71. (...) Queda en manos de las
conferencias episcopales y de las Iglesias Particulares de nuestra América este
nuevo instrumento pastoral, con los elementos para un Plan Global de
Evangelización. Allí podrán encontrar los desafíos y las líneas pastorales que
más respondan a sus exigencias concretas”72.
La focalización sobre las diócesis y las conferencias episcopales venía ya
del discurso inaugural de Juan Pablo II, quien no hizo ninguna alusión a una
pastoral continental, sino todo lo contrario, recalcó el vínculo de mutua
interioridad de la Iglesia Universal con las Iglesias Particulares: “la unidad de la
Iglesia local, que tiene origen en la Eucaristía, se encuentra toda en el Colegio
Episcopal con el Sucesor de Pedro a la cabeza, como perteneciendo a la propia
esencia de la Iglesia Particular. En torno al obispo y en perfecta comunión con él,
deben florecer las parroquias y las comunidades cristianas, como células vivas y
pujantes de vida eclesial. Por eso, la nueva evangelización requiere una vigorosa
renovación de toda la vida diocesana”73.
Por otra parte, los obispos en el Documento de Santo Domingo teniendo en
cuenta la dimensión continental de la sinodalidad episcopal confiesan que “el
Concilio nos recordó la dimensión comunitaria de nuestro ministerio:
colegialidad episcopal, comunión presbiteral, unidad entre los diáconos. A nivel
continental y en cada una de nuestras Iglesias Particulares, existen ya organismos
de integración y coordinación”74.
Y asumen como una línea pastoral concreta “fomentar y acompañar los
esfuerzos en pro de la integración latinoamericana como «patria grande», desde
una perspectiva de solidaridad que exige, por lo demás, un nuevo orden

71
Para consultar la abundante bibliografia sobre la Conferencia de Santo Domingo, cfr. la
exhaustiva recopilación de J. GARCÍA Santo Domingo en marcha 191-268, con comentarios
temáticos.
72
CONFERENCIAS GENERALES 595-596.
73
JUAN PABLO II All. ad episcopos totius Americae Latinae, AAS 85 (1993) 827. La
traducción del portugués es nuestra.
74
DST 68. Y más adelante, los obispos reconocen un dato de la realidad mundial que
resultará base necesaria para el desarrollo eclesial: “La experiencia nos ha mostrado que ninguna
nación puede vivir y desarrollarse con solidez de manera aislada. Todos sentimos la urgencia de
integrar lo disperso y de unir esfuerzos para que la interdependencia se haga solidaridad y ésta
pueda transformarse en fraternidad” (DST 204). E incluso esto se da en América: “La necesaria
interdependencia de las personas y la de las naciones para una auténtica solidaridad son
características humanas. También constatamos el dinamismo mundial de naciones, que se
asocian, como signo de los tiempos, aun en América Latina y el Caribe” (DST 205).

86
CAP. II: ORIGEN Y DESARROLLO HISTÓRICO DEL CELAM
internacional”75. Pero a la vez reconocen que hay que crecer en la comunión,
siempre con la visión de fondo de los episcopados nacionales como la mejor
estructura para determinados tipos de pastoral conjunta76: “La misma falta de
comunión entre las Iglesias Particulares de una nación a otra, o entre naciones
vecinas del continente, debilita la fuerza integradora de la misma Iglesia”77.
Y se insiste todavía en valorizar las estructuras canónicas de la organización
eclesiástica, ya que para alcanzar la unidad se propone “mantener las estructuras
que están al servicio de la comunión entre los ministros ordenados, prestando
especial atención a los respectivos papeles subsidiarios y sin desmedro de las
competencias propias, en conformidad al derecho de la Iglesia. Según las
necesidades y lo que enseña la experiencia tales estructuras pueden revisarse y
redimensionarse, precisando su competencia y naturaleza. Entre estas instancias
están las conferencias episcopales, las provincias y regiones eclesiásticas, los
consejos presbiterales y, a nivel continental, el CELAM”78.
Es tan fuerte el énfasis en lo nacional y local que el mismo CELAM, como
estructura convocante y organizativa de la Conferencia General, es mencionado
muy pocas veces y sólo en referencia a sus organismos de servicio79.
Concluyendo nuestro comentario, digamos que la IV Conferencia de Santo
Domingo significó el punto de inflexión de la coordinación pastoral en el
continente. Los participantes se vieron inmersos en un serio problema de
método80 mientras que al mismo tiempo constataron la insuficiencia de
planteamientos eclesiológicos teóricos sin proyecciones eficaces en el pueblo

75
DST 209.
76
Entre éstos, se destaca la pastoral de los migrantes (cfr. DST 188), la comunicación
social (cfr. DST 288), evangelización a través de la red informática eclesial (cfr. DST 285).
77
DST 208.
78
DST 69.
79
Las alusiones son: “Seleccionar y preparar formadores, aprovechando los cursos que
ofrecen el CELAM y otras instituciones” (DST 84); “valorizar la sección de Ecumenismo del
CELAM (SECUM) y colaborar con sus iniciativas” (DST 135); “promover en ámbito continental
(CELAM), nacional y regional, encuentros y cursos sobre evangelización de las grandes
metrópolis” (DST 262); “las Comisiones Episcopales de Comunicación de cada país y el propio
DECOS-CELAM y el SERTAL han de aumentar y mejorar su presencia en este campo
[comunicación social]” (DST 283).
80
Relacionado con la exclusión del llamado “Documento de trabajo”. Para profundizar este
momento de crisis, cfr. A.W. BUNGE – L.F. ESCALANTE El Consejo Episcopal
Latinoamericano y sus Estatutos 74-75.

87
La estructura jurídica y sinodal del CELAM y de la ROIA

creyente81. La IV Conferencia de Santo Domingo muestra el eclipse de


determinado tipo de estructura y de pastoral en el continente82.
Por de pronto, los obispos latinoamericanos en Santo Domingo, expresaron
mucha más preocupación por trabajar al interno de sus diócesis, que por lograr
consensos y programas vinculantes para varias diócesis o agrupaciones de
diócesis. Mientras se tenía en mente todo el continente, se anhelaba descender a
concreciones específicas en los ámbitos diocesanos y parroquiales. Por esto
creemos que esta etapa del continente está signada por la labor de las
conferencias episcopales y sobre todo, por la vida que se expresa en cada una de
las Iglesias Particulares.
Santo Domingo no tuvo la repercusión que en su momento alcanzaron
Medellín y Puebla, con su amplia llegada a todos los ambientes eclesiales. El
interés focalizado en los encuadres diocesanos y nacionales explica el silencio
respecto del CELAM. De todos modos, considerando la inmensa labor realizada
por el organismo en casi medio siglo y teniendo esperanzas en lo que podrá
significar la Reunión de los Obispos de la Iglesia en América como instancia de
animación válida para todo el continente, es que pasamos el estudio
pormenorizado de los Estatutos del CELAM en el que procuraremos identificar
las expresiones de la sinodalidad que dieron vida a su estructura actual y que nos
ayudará a entrever las posibilidades del próximo paso.

81
Y nos referimos a los cuadros y enfoques principalmente eficientistas: primeramente, se
relativizaron y criticaron los métodos pastorales que guiaron la elaboración de los documentos de
trabajo. En segundo lugar, por un deseo de mayor fidelidad a la esencia del Evangelio, se eligió
una visión más teologal y menos basada en la sociología y en las ciencias empíricas.
82
Probablemente sean nuestras mismas culturas de fin de siglo que están en desarrollo y
mutación las que por no estar suficientemente definidas, impiden la planificación de una pastoral
orgánica precisamente en los campos que Santo Domingo se propuso considerar: evangelización,
promoción humana, cultura cristiana. Será nuestro cometido generacional visualizar de a poco la
nueva fase que está apareciendo para poder encontrar los métodos adecuados e ir previendo —
también en el ámbito canónico-jurídico — las nuevas estructuras que deberán expresar una nueva
forma de ser Iglesia en el continente.

88

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