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PEREGRINOS DE LA PALABRA Guillermo Milovan “Nuestro Adhesion y Homenaje” La Conferencia General de las Naciones Unidas deci- 6 el 9 de noviembre de 1970, por. aclamacion, procla- mar 1972 el Afio Internacional del Libro, En este senti- esta publicacién es una modesta adhesion a tan impor mte hecho que habr4 de tener repercusiones de gran gnificacion en todo el mundo, Sin embargo, pretendemos también dar a estos capi- Wlos un caracter de emocionado homenaje a todos aque- ys PEREGRINOS DE LA PALABRA anénimos, quienes mo nuestros biografiados, dedicaron toda su vida ala fusién del LIBRO POR EXCELENCIA, el Libro Padre ‘todos los libros, como lo calificaran jlustres perso- lidades de Ja literatura universal al referirse a la Bi- lia, y con ella a toda la literatura que ha eontribui do a formacion cultural, moral y espirvitual de la humanidad. x Guillermo Milovan tevideo, 2 de enero de 1972. PRESENTACION Los lectores de la revista internacional de Socieda- des Bfblicas en América Latina conocen ya en forma sintética las tres biograffas que he agrupado en este optisculo bajo el nombre "Peregrinos de la Palabra’. Al publicar estos trabajos queremos en primer lugar reconocer y honrar el ministerio de estos siervos de Dios dando gracias a Dios por lo que en su hora hicie- ron. La Biblia dice: "Acordaos de vuestros pastores, que os hablaron la Palabra de Dios;..." (Hebreos 18:7). La ingratitud y el olvido se convierten en un mal endé- mico en una época como la nuestra donde se miden los éxitos con m&quinas de sumar. Dolorosamente ni las iglesias han escapado de este pecadoy no son pocos los "lideres" que intentan levantar sus propios monumen— tos sobre cimientos ajenos. Es por esto que queremos reccrdar con profunda gratitud a Dios a estos pastores auténticos, que sin tener un pGlpito propio, "hablaron ja Palabra de Dios" de casa encasa, y dejaron el re- sultado al Sefior ... y 2 las iglesias, En segundo lugar, esperamos que estos 'Peregrinos" sirvan de inspiracién a muchos jévenes eristianos de nuestros dias, Muchos de ellos, sofiadores e impacien- tes por lograr un mundo mejor, encontraron en estas figuras apacibles y tiernas el fermento de un estilo de vida y de aecién que va mis all4 de las "declaraciones" y "'manifiestos" modernos. Son ellos en verdad la ""Luz"' y la "Sal" de la tierra. El actual crecimiento de la obra evangélica se debe en gran parte a hombres coro ellos, quienes en su momento, y esto al principio de nuestro siglo, supieron echar pacientemente en el surco la semi lla generosa y poderosa del evangelio. El autor los ha conocido personalmente, En muchas ae

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