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Antología de poesía latinoamericana

Electivo literatura e identidad III° medio

1) Octavio Paz, “La calle” 3) Mario Benedetti, “Amor de tarde”

Es una calle larga y silenciosa. Es una lástima que no estés conmigo


Ando en tinieblas y tropiezo y caigo cuando miro el reloj y son las cuatro
y me levanto y piso con pies ciegos y acabo la planilla y pienso diez minutos
las piedras mudas y las hojas secas y estiro las piernas como todas las tardes
y alguien detrás de mí también las pisa: y hago así con los hombros para aflojar la espalda
si me detengo, se detiene; y me doblo los dedos y les saco mentiras.
si corro, corre. Vuelvo el rostro: nadie.
Todo está oscuro y sin salida, Es una lástima que no estés conmigo
y doy vueltas y vueltas en esquinas cuando miro el reloj y son las cinco
que dan siempre a la calle y soy una manija que calcula intereses
donde nadie me espera ni me sigue, o dos manos que saltan sobre cuarenta teclas
donde yo sigo a un hombre que tropieza o un oído que escucha como ladra el teléfono
y se levanta y dice al verme: nadie. o un tipo que hace números y les saca verdades.

2) Pablo Neruda, “Alturas de Machu Picchu Es una lástima que no estés conmigo
XII cuando miro el reloj y son las seis.
Sube a nacer conmigo, hermano. Podrías acercarte de sorpresa
Dame la mano desde la profunda y decirme "¿Qué tal?" y quedaríamos
zona de tu dolor diseminado. yo con la mancha roja de tus labios
No volverás del fondo de las rocas. tú con el tizne azul de mi carbónico.
No volverás del tiempo subterráneo.
No volverá tu voz endurecida. 4) César Vallejo, “Los heraldos negros”
No volverán tus ojos taladrados. Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé!
Mírame desde el fondo de la tierra, Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
labrador, tejedor, pastor callado: la resaca de todo lo sufrido
domador de guanacos tutelares: se empozara en el alma… ¡Yo no sé!
albañil del andamio desafiado:
aguador de las lágrimas andinas: Son pocos; pero son… Abren zanjas oscuras
joyero de los dedos machacados: en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
agricultor temblando en la semilla: Serán tal vez los potros de bárbaros Atilas;
alfarero en tu greda derramado: o los heraldos negros que nos manda la Muerte.
traed a la copa de esta nueva vida
vuestros viejos dolores enterrados. Son las caídas hondas de los Cristos del alma
Mostradme vuestra sangre y vuestro surco, de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
decidme: aquí fui castigado, Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
porque la joya no brilló o la tierra de algún pan que en la puerta del horno se nos
no entregó a tiempo la piedra o el grano: quema.
señaladme la piedra en que caísteis
y la madera en que os crucificaron, Y el hombre… Pobre… ¡pobre! Vuelve los ojos, como
encendedme los viejos pedernales, cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
las viejas lámparas, los látigos pegados vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
a través de los siglos en las llagas se empoza, como charco de culpa, en la mirada.
y las hachas de brillo ensangrentado.
Yo vengo a hablar por vuestra boca muerta. Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé!
1
5) Vicente Huidobro, “Altazor” 6) Alfonsina Storni, “Un sol”
CANTO II
Mi corazón es como un dios sin lengua,
Mujer el mundo está amueblado por tus ojos Mudo se está a la espera del milagro,
Se hace más alto el cielo en tu presencia He amado mucho, todo amor fue magro,
La tierra se prolonga de rosa en rosa Que todo amor lo conocí con mengua.
Y el aire se prolonga de paloma en paloma He amado hasta llorar, hasta morirme.
Al irte dejas una estrella en tu sitio Amé hasta odiar, amé hasta la locura,
Pero yo espero algún amor natura
Dejas caer tus luces como el barco que pasa Capaz de renovarme y redimirme.
Mientras te sigue mi canto embrujado Amor que fructifique mi desierto
Como una serpiente fiel y melancólica Y me haga brotar ramas sensitivas,
Y tú vuelves la cabeza detrás de algún astro Soy una selva de raíces vivas,
¿Qué combate se libra en el espacio? Sólo el follaje suele estarse muerto.
¿En dónde está quien mi deseo alienta?
Esas lanzas de luz entre planetas ¿Me empobreció a sus ojos el ramaje?
Reflejo de armaduras despiadadas Vulgar estorbo, pálido follaje
¿Qué estrella sanguinaria no quiere ceder el paso? Distinto al tronco fiel que lo alimenta.
En dónde estás triste noctámbula ¿En dónde está el espíritu sombrío
Dadora de infinito De cuya opacidad brote la llama?
Que pasea en el bosque de los sueños Ah, si mis mundos con su amor inflama
Heme aquí perdido entre mares desiertos Yo seré incontenible como un río.
Solo como la pluma que se cae de un pájaro en la noche ¿En dónde está el que con su amor me envuelva?
Heme aquí en una torre de frío Ha de traer su gran verdad sabida…
Abrigado del recuerdo de tus labios marítimos Hielo y más hielo recogí en la vida:
Yo necesito un sol que me disuelva
Del recuerdo de tus complacencias y de tu cabellera
Luminosa y desatada como los ríos de montaña 7) Oliverio Girondo, “DICOTOMÍA INCRUENTA”
¿Irías a ser ciega que Dios te dio esas manos?
Te pregunto otra vez Siempre llega mi mano
El arco de tus cejas tendido para las armas de los ojos más tarde que otra mano que se mezcla a la mía
y forman una mano.
En la ofensiva alada vencedora segura con orgullos de
flor Cuando voy a sentarme
Te hablan por mí las piedras aporreadas advierto que mi cuerpo
Te hablan por mí las olas de pájaros sin cielo se sienta en otro cuerpo que acaba de sentarse
Te habla por mí el color de los paisajes sin viento adonde yo me siento.
Te habla por mí el rebaño de ovejas taciturnas
Dormido en tu memoria Y en el preciso instante
Te habla por mí el arroyo descubierto de entrar en una casa,
La yerba sobreviviente atada a la aventura descubro que ya estaba
Aventura de luz y sangre de horizonte antes de haber llegado.
Sin más abrigo que una flor que se apaga
Si hay un poco de viento Por eso es muy posible que no asista a mi entierro,
y que mientras me rieguen de lugares comunes,
ya me encuentre en la tumba,
vestido de esqueleto,
bostezando los tópicos y los llantos fingidos.

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