inane
Capitulo $
EL ORDEN EN SOCIEDADES DE MASAS
La década de 1930: crisis y transformaciones en proceso
Encl imaginatio social continental, la década de 1930 exe inevitablemente aso-
ciada ala idea de crisis. Fica, ha observado Jorge Graciarena (1984: 44), "se ha con-
vertido en una especie de comodin que nadie explica porque sut sentido se supone
sobreentendido”. De all, la necesidad de unas breves considetaciones al respecto.
Las criss sorresuachor uatrsitovioss Son parce de un process si-bien no tic.
nen un patrén de duraciéa previsible, tienen un desenlace. Ea una situacién de
crisis se expresan contradicciones, tensiones y rupturas de una intensidad tal que
los sujetos ~individuales y colectivos— vacilan respecto de las acciones a realizar.
Las novmas y las instituciones hasta entonces existentes dejan de ser observadas
y Feconocidas, legando, en el limite, a ser conecbidas como un obstéculo para el
desarrollo de la sociedad Al mismo tiempo, las nuevas propuestas no tetminan
de ser claboradas 0, estindolo, no terminan de ser asumidas como eficaces y/o
pertinentes, Asi, las grandes crists definen momentos histdricas en Jos cules,
como decfa Antonio Gramsci lo vigio no teemina de moriry lo ntievo no termi
nade nacer, Fsta.irtesalncién pone de relieve ese- componente fundamental de
toda crisis que es el tiempo.
Las crisis son fendmenos histéricos usuales, mas la conjuncién de ctisis eco-
‘némica, social, politica y de valores no lo es tanto. Menos usual aun son las crisis
de mayor intensidad, las que Gramsci llamé criss ongdnieas y definid en estos
: “En cierto momento de su vida historia, los grupos saciales se separan,
de sus partidos tradicionales. esto 5, los partidos tradicionales con una forma
‘organizativa dada, con los deterrminados hombres que fos constituyen, los repre
sentan y los dirigen ya no son reconacides como expresién propia de su clase 0
fraccién de clase. Cuando estas crisis se verifican, la situacién inmediata deviene,
delicada y peligrosa, porque el campo queda abierto a las soluciones de fuerza,
ala actividad de potencias oscuras representadas por hombres providenciales o
carisméticos” (Gramsci, 1975: ITI, 1602-1603).121 W. ANSALDIY V. GIORDANO.
La caracteristica esencial de la crisis organica es la de ser criss de begemontia.
Es una crisis de autoridad de Ia clase dirigente, que deviene solo dominante, y
de su ideologla, de la cusl las clases subalternas se escinden. En una sieuacién
tal argumenta Gramsci, los partidos politicos tradicionales se han tornado “ana-
crbnicos" y se encuentran separados de las masas, suspendidos en el vacto. Hay,
pues, una ruptura ene representantes y representados,
Ahora bien, ei una crisis orgénica, la capacidad de reacomodamienco de la
clase dirigente 0 dominante es mayor y ms eSpida que la de las clases subaleer-
lo le permice ~incluso realizando sactificios ylo formulando propuestas
deimagégicas—mantener e! poder, reforzarlo y emplearlo “para destruie al adversa-
rio”, La crisis orginica también puede resolverse, si bien menos frecuentemente,
por la iniciativa politica directa de las clases subaleernas. En ral situacién, la
‘multiplicidad de fuerzas y partidos politicos de tales clases confluye ea tuna sinica
organizacién politica, que es la que mejor representa y resume las necesidades
de toda la clase. Si se produce esta segunda salida, la solucién es “organics”.
Pero jgualmente puede ocurrir que no se genere una soluciéa orginica sino waa
tercera, la del jefe carismatico, Tal salida “significa que existe un equilibrio esté-
tico (cayos Factores pueden ser eliminados, si bien prevalece la inmadurez de las
fuerzas progresistas), que ningtin grupo, ni el conservador ni el progeesista, tiene
bef par ln viceoria, ¥¢ 0 al ge
sidad de un jefe” (Gramsci, 1975: II], 1604). En este caso, existe un equilibrio
estitico en el que ni el grupo progresista ni el grapo conservador puede vencer,
€ incluso este tiene necesidad de un jefe.
En la América Latina de la década cle 1930 hubo erisis econémica, crisis
social, crisis politica y crisis de valores. En los distintos paises, estos tipos de crisis,
se combinaron de modos diversos, ¢ inchiso, en algunos de ellos, derivaron en
luna orsis orgdnica. En general, sin embargo, la crisis politica fue més de domi-
nacién que de hegemonia. Un nuevo pacto de dominacién era necesario, pero
el acuerdo sobre sus términos fue objeto de inestabilidad aun antes y més alld de
fa década de 1930.1
La crisis desarada en Waal Street el jueves 24 de octubre de 1929 no solo arra-
186 con la economia norteamericana sino que afecté el sistema capitalista a escala
‘mundial. El comercio y la produceién cayeron entre 1929 y 1932, al tempo que
cl sistema financiero se detrumbs en 1931. En América Latina, sus efeccos fuse:
ron devastadores, pues aqui se solaparon las cuatro crisis indlicadas. Al respecto,
elsigno més notorio del impacto de la economia en la politica fie la caida, entee
1930y 1933, de la mayorla de las siewaciones politicas consolidadas en el perfodo
precedente, que Tulio Halperin Donghi ha llamado de maducez del orden neoco-
_Tonial y que aqui presentamos como crisis del modelo primario exportador con
1. Tomamos de Ansalal (20089) varios feagmentos.
EL ORDEN EN SOCIEDADES DE MASAS. l3
dominacién politico-social oligirquica y transicién a una sociedad de masas, bien
centendido que en esa transicién la recomposicién de los poderes preexistentes fue
tuna posibilidad cierca y efectiva,
En los afios més severos de la Depresién, en la mayoria de los paises lat:
noamericanos se produjo el acceso al poder de grupos o individuos que no lo
detentaban cuando se desaté la crisis. Sin embargo, esto no significé la consti-
tucién inmediata de ua nuevo orden y la inestabilidad continué, como se ha
dicho, aun més allé de la década de 1930. Asi elafio 1930 es expresién simbélica
de una crisis internacional que en América Lavina fue mileiple y de duracién
variable, Fin efecto, la crisis econémica del centro del sistema capitalisea -la de
1929, se sold en la regién con su propia crisis econémica~la del agotamiento
del modelo primario exportador~ y con las que se produjeron en el plano de ka
politica ~crisis de dominacién- y de la cultura ~en buena medida, de los valores
del liberalismo- Tal como afirma Martin Puchet (2003: 327), en América Latina
“en los afos treinta, el propio caricter exterior de la crisis la vuelve un catalizador
‘o aglutinante de transformaciones en proceso”
En la década de 1930, la dominacién oligirquica estuvo fuertemente cues:
tionada, pero fueron varias las iineas de continnidad —tal como se ha mostrado
en el capitulo 4, Una buena estrategia para discriminar entre casos ¢s aplicar el
concepto crisis de una forma de Fisado, Este concepto pertenece a Graciarena
(1984: 44-45), quien lo distingue de ese otro que denomina crisis bdsica del
Estado. El autor afirma que “[e]n su sentido més estricto, una crisis bdsica de
‘Evtado existe solo cuando Jo que esté en cuestin es la matriz Fundamental de
la dominacién social que le es inherente y sobre la que se constituye. [...] En la
crisis de una forma de Pstado lo que cambia es la figura de este, manteniéndose
como invariante la relacién fundamental de dominacion”.
a disolucién del orden colonial consistié en uh eambio de la relacién bésica
ys en este sentido, puede aplicarse la primera de las acepciones de crisis. En cam-
bio, las vias de disoluciém de la dominacién oligarquica pueden ser interpretadas
como respuestas a la crisis de una forma de Estado y.de articulacién de muevas
formas, variables segsin los paises.
Los conflictos que emergieron a la superficie con el crack de 1929 aleanza-
ron dimensiones extraordinatias, pero, como se dijo al comienzo, se trataba de
tensiones que ya unos afios antes se habjan evidenciado como agoreras de un
derrumbe. Sogtin Patricia Funes (2006a: 12-13), “[eln general la década de 1920
hha quedado deprimida en las periodizaciones clisicas entre "1880 y 1930”, arco
temporal nada caprichoso, por cierto, y eongruente con las dindrnicas econdmi-
cas y politicas de la regién. Otras veces, los afios veince quedan englobados en el
‘periodo de encreguerras’, lo que tampoco contribuye 2 reconstruir fa dinémica
continuidad-cambio, esa: forma de respitacién de ios procesos histSrivos. (...
Los afios veinte son afios de trénsito, de ideas némades, hermafroditas. Todo esté
‘como por sero despidiéndose de lo que era, y esa situacién eclipsa la entidad de14) W. ANSALDIY V. GIORDANO.
las buisquedas y rupturas de esos afios. Algunas de esas preguntas y sis respuestas
se desvanecieron después dela crisis de 1929. Orras, en cambio, adquitieron niti-
ddez en los aios teinta y cuarenta. También las hubo mis discolas, que quedaron
suspendidas y reaparecerin en Ja década de 1960".
No es el caso ahondar en la trama de la década de 1920, cuestién que por su
parce es objeto del enjundioso libro de Funes. Sf, en cambio, queremos sefialar
que la referencia a la crisis de 1930 de algiin modo lleva implicitas otras varias
twansformaciones que la década arrasera de aftos anteriozes. Y esto no colo en el
plano de las ideas y los valores, sino también en el plano econdmico, politico y
social. Hacia fines de la década de 1960, Talio Halperin Donghi (1992: 282) ya
sefialaba que “desde las primeras etapas de su aficmacién, el orden neocolonial
parece revelar a tcavés de [crisis de intensidad creciente] los limites de sus logros;
si no puede decizse que nace viejo [...] nace por lo menos con los signos ya
visibles de un agotamiento que flegar muy pronto”. También, yen esos mismos
aos, Fernando H, Cardoso y Enzo Faletto (1990: 56) agudamente apuntaban
que “sin negas, naturalmente, la importancia de la cusis econémica mundial
para la economia latinoamericana, [...] politicamente el sistema de dominacién
‘oligirquiea’ empeaé a deteriorarse antes de la crisis econémica mundial”
‘Un punco de inflesisn en este proceso histérico de més larga duracién fue
sin duda la Primera Guerta Mundial. En ese contexto, hubo demandas radicales
de transformacién social, culminadas con éxito en el caso ruso y con fracasos en
Hungria, Alemania, Italia... La revolucién soviética comenz6 cuando la Gran
Guerra aiin no habia concluido, mientras los procesos frustrados se desencadena-
son cuando la paz ya haba sido firmada, aunque ella también fue imprescindible
pata los cevolucionatios bolcheviques. Al margen de las precisiones cronolégicas,
1una y otros fueron expresiones de la coyuncura de esta primera posguerra. Mas
temprano que tarde, los diagnésticos de tal eoyuncura sc formulaton en tétminos
de crisis estructural, Dicho de otra manera a crisis coyuntual de la primera pos-
guerra fuc leida como una crisis escructural, esto es, de mayor intensidad. Lo fue
en el plane internacional, donde era planteada como “ctisis de Occidente” o bien
como “crisis del capiralismo, Las interpretaciones podian divergir en aspectos
ssustantivos, pero coincidfan en un punto: elcliagndstico de agotamiento del libe-
ralismo y sus derivaciones en el plano de la economia, la politica y la sociedad.
En América Latina, la Gran Guerra tuvo sus efectos sobre el férreo orden
oligésquico, un orden que, por relacién especular con Europa, las clases domi-
‘nantes homologaban a la “cvilizacién’. En diversos grupos se hizo evidente eso
que con lucidez advertia el argentino José Ingenieros: Europa se “suicidaba’” en
una guerra, Enseguida, la idea de civilizacién comenzé a ser sometida a juicios de
diversa indole, Este momento de ertica coincidié-con el extalido de dos procesos
claves: la Revolucién Mexicana de 1910 y la Refoiia Universitaria de Argentina
en 1918, cayas repercusiones se sintieron en todo el subcontinente. El binomio
“civilzacin” ucbana y “barbarie” rural se invirtié: la ciudad fue entonces denos-
i
i
EL ORDEN EN SOCIEDADES DE MASAS hs
cada por su cosmiopilitismo y lo'fural fue reinterpretado como tana via‘de escape
para los efectos disgregadores de la modernidad. Fue este el espacio ponderado
pata levar adelante la “urgente” redefinicién de América Latina.
‘Asi, la década de 1920 fue de cambios, protestas ¢ impugnaciones en toda la
regién, con matices de acuerdo con la situacién nacional. En términos generales,
el proceso de cambio por el cual atravesd, y evencualmente se disolvi6, el Estado
oligérquico, muestra una aparente paradoja: sociedades estructuralmence agrarias
con disrupciones urbanas. Excepto los casos de México y, mis tarde, Bolivia, en
Jos cuales la destruccidn det Estado oligérquico ocursi por la via revolucionaia
{en México coronada por la emergencia del populismo cardenista), en los otros
casos de dominaci6n oligérquiea, fa rupcura fue menos violenta -c incluso muy
cardia. Mis alld de las similicudes y diferencias, en toda la eegién, para decilo
tuna vec mds, estructurada sobre una mattiz ageatia, surgieron movimientos poli-
sicos, en general, conducidos por las clases medias urbanas.
En la mayorfa de los paises, con estrategias diversas para sorteat la crisis,
hubo un reforeamicnto de las tendencias autoritarias. En Colombia, la liberal
“Revolucién en Marcha” iniciada por et presidente Alfonso Lépez Pamiarejo en
1934 fue frenada casi inmediatamente con “La Pausa”, en 1936. Los cambios
fueron entonces insuficientes para desplazar efecrivamente la dominacién oli-
sérquica, de la. que el misme Lépex fue continuista (durance sus dos mandatos,
1934-1938 y 1942-1946), Algo similar ocurrié en Peri, donde el gobierno de
Augusto B. Legufa asumi una reréria indigenista que parecia dispuesta a apoyar
In organizacién y sindicalizacién de los campesinos. De hecho, en 1923, se formé
la Federacin Obrera Regional Indigena. Pero en la medida que esta organizacién
radicalizé sus demandas, el Gobierno retiré su apoyo y la convirtié en objeto de
ersccuciones y proscripciones. En Bolivia, la derrora en la Guerra del Chaco
(1932-1935) y el trienio militar de David Toro y Geemda Busch (1936-1939)
‘no consiguieron desarticular el poder de la oligarquia, pues “la Rosca’ se impuso
uevamente ¢ incluso obligé a retroceder respecto de las leyes progresistas sancio-
nnadas por los militares reformistas. En Ecuador, singularmente, los afios teeinca
trajeron coitdigo tina exacetbada crisis politica, que fue una genuina situacién de
vacio de poder. En Venenela, el férteo régimen de Juan Vicente Gémez, con el
beneficio del auge petrolero, se prolongé por fo menos hasta la muerte del dic=
tador, en 1935. Y aun después le siguié una década de relativa estabilidad bajo
cl régimen de sus sucesores, los militares Eleazar Lopez Contreras (1936-1941)
« Isafas Medina Angarita (1941-1945) ~significativamente, presidentes milicaces
avalados por elecciones en ef Congreso
En América Central y el Catibe, la crisis se tesolvié por la via de la dicradura
adicional, Los nombres del poder fueron Jorge Ubico Castarieda en Guatemala,
Maxinsiliano Hernéndce Martines er-El Salvador, Tiburcio Carfas-Andino 2a
Honduras, En otros dos paises, las dictaduras tradicionales se dsligaron hacia
focinas sultanisticas: en Nicaragua bajo el gobierno de Anastasio Somoza y en