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CONCLUSIÓN
Debemos pensar en la muerte como en algo natural que nos sucederá a todos.
No es el final sino el comienzo de una nueva forma de vida.
Solo viviendo con Cristo perdemos el temor a la muerte. En el tenemos fortaleza y consuelo. Esta vida
terrenal que tenemos ahora es una preparación para lo que vendrá.
Cómo y dónde pasaremos la eternida dependerá de cómo vivamos aquí y de las decisiones que tomemos.
Dice la Biblia en el Salmo 23: 4 “Aunque ande en valle de sombra y de muerte no temeré mal alguno, porque
tú estarás conmigo, tu vara y tu cayado me infundirán aliento