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Mi abuelita tiene ruedas

Tener abuelita es, tener mucha suerte. La mayoría de las


abuelitas son muy cariñosas con sus nietos. ¿O no?

Mi abuelita tiene ruedas, pero no es bicicleta, ni patineta, ni patín.


Es mi abuelita, ya lo dije. Se llama Dorotea, aunque sus nietos le
digamos Nina, no sé por qué.
Me mira y le brillan los ojos. Y sé que está feliz porque se ríe.
La verdad, también quiero a mi abuelita por traviesa, por distinta a las
abuelas que conozco y que son tres:
La primera es la de Rosa; gruñe como ogro y se llama Ramona.
Así dicen en casa de Rosa:"Gruñe como ogro". Mi mamá dice que un
ogro es un gigante enojón. ¿Será porque siempre está de mal humor?
¡Qué suerte tengo de que la señora Ramona no sea mi abuela!
La segunda es la abuelita de Luis. Teje todo el tiempo frente a la
televisión; y cuando él le habla, ella lo calla:
–¡Shhhh, niño, que ni te oigo ni me dejas ver!
No sé qué le ve a la televisión porque es sorda como una tapia. Así
dicen en casa de Luis: "Sorda como una tapia".
Dice mi mamá que tapia quiere decir pared. ¿Será porque no contesta?
La tercera es la Nina de Tere. Parece muda. No le sacan una palabra ni
con tirabuzón. Así dicen en casa de Tere: "Ni con tirabuzón". Mi mamá
dice que tirabuzón quiere decir sacacorchos. ¿Será porque aprieta la
boca?
La abuela de Tere se llama Agapita.
Mi abuelita no es como ninguna de las tres. Es alegre, ya lo dije, y
cariñosa.
A mi abuelita la adoptó mi mamá aunque parezca mentira porque,
normalmente, una hija no adopta a sus papás.
Pues mi mamá especificó cuando la iba a traer con nosotros:
–Voy a adoptar a mi mamá. ¿Qué les parece? Ya no puede vivir sola–.
Cuando mi mamá se desespera me manda llamar:
–A ver, María, si tú sabes qué quiere tu Nina.
Y si no le entiendo, la distraigo o le cambio la conversación, y se le
olvida lo que quería.
–¿Qué quieres, Nina? –le pregunto.
–El papelito que se me perdió –contesta muy afligida.
–Voy por él, no me tardo.
Y regreso con un papel. No cualquiera. Le hago uno especial, con un
dibujo. Cuando se lo doy, le explico:
–Mira Nina, aquí está un pajarito que vino a verte.
Y es que los pájaros, el helado de fresa y andar en coche es lo que más
le gusta. Bueno también las flores.
Mi abuelita tiene ruedas porque no puede caminar. Le da miedo caerse.
–¿A dónde vas?
–A la escuela, Nina –le recuerdo y doy un beso.
Me voy contenta porque sé que me estará esperando. Cuando regrese
y haga mi tarea, vamos a divertirnos otra vez.
Las personas cuando ya son muy grandes de edad, pueden tener
problemas para recordar muchas cosas o personas, pero eso no
significa que no nos quieran.

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