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INTRODUCCIÓN Y TRASFONDO HISTORICO

Introducción.7
El tema de investigación es “La Demanda en partición de bienes entre

concubinos por ante el Tribuna de Tierras de Jurisdicción Original del

Distrito Judicial de Duarte, año 2015”.

Este capítulo contiene, los antecedentes, planteamiento del problema,

justificación del problema, los objetivos generales y específicos, variables e

indicadores, y definición de términos.

Antecedentes.

Para abordar los antecedentes de esta investigación, fue necesario realizar

una búsqueda profunda en diferentes universidades de la Región, a fin de

constatar algunos estudios que tuviesen relación con este tema. A raíz de

esto, se puede establecer que el tema de la Demanda en partición de

bienes entre concubinos, dentro del cual se enmarca el tema objeto de

estudio, ha sido objeto de decisiones jurisprudenciales y abordado desde

diferentes ópticas por algunos investigadores.

La familia de hecho o consensual no fue concebida por los redactores del

Código Civil francés de 1804, que es el que rige a la República

Dominicana, sin embargo algunas leyes como es el Código de Trabajo de

1
1992, de alguna manera refiere la familia de hecho, la ley NO. 14-94 de

1994(Código del Menor) y posteriormente la Ley No. 136-03, que derogó a

la 14-94, reconocieron la familia de hecho o consensual, y luego la

Constitución dominicana en su reforma de 2010, la estableció y dejó al

legislador ordinario su reglamentación.

Existen dos sentencias importantes relativas a los aspectos económicos del

concubinato: una del 17 de octubre del 2001, de la Suprema Corte de

Justicia, concediendo indemnización a la concubina, por fallecimiento del

concubino en accidente de tránsito; y la sentencia de la Cámara Civil y

Comercial del Juzgado de Primera instancia del Distrito Nacional, del 7 de

mayo del 2004, que ordenó la partición de los bienes entre los concubinos;

En el caso de la primera sentencia del 2001, la Suprema Corte de Justicia,

estableció como criterio que en ausencia de convenio entre concubinos,

la parte perjudicada puede exigir su partición en los bienes adquiridos

conjuntamente en proporción a su aporte

La segunda sentencia de 2004, se basó en la existencia de una relación

sostenida “durante varios años”; fomentaron diferentes bienes, entre ellos

varios negocios; que compraron varios inmuebles, entre ellos solares de

extensión considerable en terrenos valiosos; y que la pareja tenía varias

cuentas (a nombre del concubino).

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García (2007), en su libro Régimen Jurídico Patrimonial del Concubinato,

hace un estudio del concubinato, desde el ámbito legal doctrinal y

jurisprudencial, señala que la unión de hecho no da origen de por sí a la

existencia de una sociedad de hecho, ya que son institutos jurídicos

diferentes, incluso en el concubinato no existe el afecto societatis, lo cual

es propio de las sociedades comerciales.

Sigue señalando el referido autor, que la pareja puede constituir una

sociedad de hecho, pero esta no surge de la convivencia, pues la

sociedad de hecho es un contrato por el cual dos o más personas ponen

una cosa en común con la finalidad de repartir beneficios

En otra investigación realizada por Guillen, Paulino y Castillo (2013), tesis de

grado “Efectos del Patrimonio obtenido del concubinato en la Segunda

Sala Civil y Comercial del Juzgado de Primera Instancia del Juzgado de

Primera Instancia del Distrito Judicial de Duarte, período enero enero-

diciembre 2012”, para optar por el Título de Licenciado en Derecho en la

Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), concluyeron que los

mecanismos utilizados en ante dicho tribunal para distribuir el patrimonio

son adecuados y consideran que los medios de pruebas existentes para

establecer una sociedad de hecho o una unión libre son los testigos.

López y Vargas (2013) en su tesis para optar por el Título de Magister en

Procedimiento Civil, en la Universidad Católica Nordestana (UCNE), San

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Francisco de Macorís, “La acción en partición de la unión singular de

hecho o concubinato y su aplicación en la Cámara Civil, Comercial y de

Trabajo del Juzgado de Primera Instancia del Distrito Judicial de María

Trinidad Sánchez, período 2008-2011”, se determinó que en la República

Dominicana, no existen leyes procesales que permitan llevar un

procedimiento de partición de bienes de una situación de hecho, sin

necesidad de tomar para tales demandas el procedimiento instituido por

la Ley 1306-Bis sobre Divorcio.

Biaggi (2013), en su libro los Regímenes Matrimoniales en el ordenamiento

jurídico dominicano, sostiene las uniones de hecho deben ser asimiladas al

matrimonio, siempre que cumplan con los requisitos establecidos en el

artículo 55 de la Constitución dominicana, y por lo tanto se deben aplicar

las disposiciones que las leyes adjetivas consagran para el matrimonio,

dada la ausencia de una legislación especial que regula dichas

relaciones.

Marco Contextual.

Nagua, cuenta con una Regional de Educación y un Distrito Escolar, el cual

corresponde tanto el sector público como el privado.

Existen 2 universidades: El Centro Universitario Regional Nagua, (CURNA-

UASD), y la Universidad Abierta para Adultos (UAPA).

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Existe un Palacio de Justicia, donde tiene su asiento el Distrito Judicial de

María Trinidad Sánchez.

La presente investigación se desarrolla en el año 2015 y en referencia a la

“La Demanda en partición de bienes entre concubinos por ante el Tribunal

de Tierras de Jurisdicción Original del Distrito Judicial de María Trinidad

Sácnhez, año 2015. Por lo que se trata de un estudio en el tiempo presente.

Planteamiento del Problema.

Durante mucho tiempo la unión consensual (no matrimonial) fue

considerado como una unión ilícita e inmoral, ni siquiera fue contemplada

en el Código Civil Francés, por lo tanto, la doctrina y la jurisprudencia

consideró que esta unión de hecho, no podía generar derechos

semejantes al matrimonio, por tener un carácter inmoral o ilícito, tales

fueron las afirmaciones de Planiol y Ripert, aduciendo que en el derecho

civil lo inmoral se confunde con lo ilícito.

Tales criterios fueron tomados en cuenta por el legislador dominicano al

adoptar el Código Civil francés, por la doctrina y la jurisprudencia, sin

embargo algunas sentencias de los tribunales dominicanos han

considerado la licitud de la relación consensual marital, y han ordenado la

partición de bienes entre parejas unidas fuera del vínculo matrimonial, pero

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que presentan apariencia de matrimonio, y que cumplen con los requisitos

establecidos por la doctrina.

Ese tratamiento que el legislador ha dado al concubinato, presentaba y

sigue presentando grandes dificultades desde el punto de vista probatorio,

especialmente en lo concerniente a la partición de bienes fomentado

entre ambos, debido a la ausencia de formalidades, el no registro de

dicha unión ante algún organismo estatal y la inexistencia de una ley que

regule dicha relación como ocurre con el matrimonio, que siempre ha sido

considerado como el fundamento de la familia por la Constitución

dominicana y las leyes adjetivas. No obstante, la Constitución dominicana,

2010, en su artículo 55 numeral 5 establece que la unión singular y estable

de una mujer y un hombre libre de impedimentos matrimoniales, generará

derechos y deberes personales y matrimoniales de conformidad con la ley.

Probablemente, las demandas en particiones de bienes entre parejas

maritales, no unidas por el matrimonio, ante el Tribunal de Tierras de

Jurisdicción Original del Distrito Judicial de María Trinidad Sánchez,

presentan, dificultades al momento en que si disuelve esa unión de hecho,

por la ausencia de pruebas que demuestren la fecha de inicio de la

relación y los bienes correspondientes a la unión marital, y a las dificultades

que probatorias respecto de los aportes realizados por cada uno de los

concubinos, además que se cuestiona la competencia de dicho tribunal,

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lo que ha motivado el rechazamiento de algunas demandas, dificultad

que no se presenta con la pareja unida por el matrimonio, debido a que se

impone que los bienes sean divididos en partes iguales sin diferenciar quien

hizo los aportes, porque de no ser así se le estaría dando un tratamiento de

una sociedad de hecho y no de una pareja con apariencia de

matrimonio.

Respecto a las condiciones que debe reunir la relación de hecho para que

tenga apariencia de matrimonio y en consecuencia prospere la demanda

en partición, se presentan dificultades, por los criterios que tienen algunos

abogados y jueces, ya que para algunos jueces, la parte demandante

debe demostrar entre otros requisitos, una duración estable de por lo

menos 5 años de convivencia y debe demostrar en que consistió el aporte

a los bienes cuya partición solicita, prueba que a veces resulta difícil.

Para algunos abogados y jueces basta con que la relación tenga

apariencia de matrimonio y por consiguiente la partición de bienes debe

hacerse en partes iguales, independientemente de la persona que hizo el

aporte. De todo modo los jueces gozan de un poder soberano para

establecer la pareja que tiene apariencia de matrimonio.

Esta situación conduce a que sean planteadas las siguientes interrogantes:

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Preguntas de investigación.
1)Cuál es la cantidad de demandas en partición de bienes entre

concubinos admitidas y rechazas ante el Tribunal de Tierra de Jurisdicción

Original, período-2015.

2) Con qué frecuencia es apoderado el Tribunal de Tierra de Jurisdicción

Original, de demanda en partición de bienes de una sociedad de hecho

entre concubinos de inmuebles registrados?

2) Bajo cuáles condiciones son acogidas las demandas en partición de

bienes entre concubinos ante el Tribunal de Tierra de Jurisdicción Original

del Distrito Judicial de María Trinidad Sánchez?

4) En cuáles criterios jurídicos se fundamenta el Tribunal de Tierra de

Jurisdicción Original del Distrito Judicial de María Trinidad Sánchez para

decidir sobre la demanda en partición de bienes entre concubinos?

Justificación.

Si bien es cierto que la Constitución dominicana consagra que el

fundamento de la familia lo constituye el matrimonio, no menos cierto es

que la mayoría de las relaciones de parejas de la República dominicana,

no están viviendo al amparo del matrimonio como instrumento legal para

regir las relaciones de un hombre y una mujer que se unen para la

procreación de hijos y para fomentar un patrimonio común, sino que viven

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en concubinato o unión libre o de hecho, pero que de conformidad con la

misma constitución la misma ha de considerarse familia, siempre que exista

singularidad, estabilidad e impedimentos matrimoniales.

Pero la consagración constitucional de la unión de hecho si bien es un

paso de avance en lo concerniente a la reglamentación familiar, no

menos cierto es que, persisten grandes dificultades en esta relación

familiar, dado la ausencia de una legislación que establezca la

obligatoriedad de algún registro público, que permita establecer el

momento de la unión de la pareja, y de qué manera se regulará la

partición de bienes en caso de disolución de la misma, dificultad que no

ocurre con las personas que están unidas por el vínculo matrimonial, al

consagrarse que automáticamente los bienes deben repartirse en partes

iguales, al disolverse el matrimonio.

De ahí, la importancia que tiene la realización del presente estudio

tendiente a determinar la aplicación que de la demanda en partición

entre concubinos, ante las dos Cámaras Civiles y Comerciales del Juzgado

de Primera Instancia del Distrito Judicial de Duarte, porque podrá servir

como apoyo a estudiantes y abogados que decidan realizar un estudio

más ampliado sobre la temática en cuestión, y también al legislador para

la creación de una ley que regule las relaciones familiares de hecho.

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Objetivo General.

1-Analizar la demanda en partición de bienes entre concubinos por ante el

Tribunal de Tierra de Jurisdicción Original del Distrito Judicial de María

Trinidad Sánchez, período 2015.

Objetivos específicos.

Determinar la cantidad de demandas en partición de bienes entre

concubinos admitidas ante el Tribunal de Tierra de Jurisdicción Original del

Distrito Judicial de María Trinidad Sánchez, período 2015.

2) Identificar la frecuencia con que son introducidas las demandas en

partición de bienes de entre concubinos, ante el Tribunal de Tierra de

Jurisdicción Original del Distrito Judicial de María Trinidad Sánchez, período

2015.

3) Determinar las condiciones para que sean acogidas las demandas en

partición de bienes de las demandas en partición de bienes de entre

concubinos, ante el Tribunal de Tierras de Jurisdicción Original del Distrito

Judicial de María Trinidad Sánchez, período 2015

4) Identificar el fundamento jurídico en que apoya el Tribunal de Tierras de

Jurisdicción Original del Distrito Judicial de María Trinidad Sánchez, período

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2015, para decidir una demanda en partición de bienes entre concubinos,

período 2015.

Variables e Indicadores.

VARIABLES INDICADORES

-Demanda introductiva

-Bienes muebles e inmuebles.

Demanda partición de -Bienes comunes

bienes.
-Inmuebles registrados

-Aportes

-Pruebas.

-Indivisión.

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concubinos -Concubinato

-Singularidad.

-Estabilidad.

-Notoriedad.

-Cohabitación.

-Ausencia de solemnidades.

-Impedimentos matrimoniales.

Definición de términos.
Aporte: bienes que poseen casa uno de los esposos al tiempo de contraer

matrimonio, o que recibe durante este por donación o sucesión.

Pruebas: demostración de las existencia de un hecho material o un acto

jurídico, en las formas admitidas por la ley Indivisión: situación jurídica de

una o varias personas, titulares en común de un derecho sobre un mismo

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bien o conjunto de bienes, sin que exista división material de sus partes.

Notoriedad: estado de lo que generalmente es conocido por abreviatura

el acto de notoriedad.

Impedimentos matrimoniales: todo obstáculo para la celebración del

matrimonio proveniente de la ausencia de cualquiera de las condiciones

impuesta por la ley.

Concubinos: estado resultante de las relaciones sexuales habituales y

continuada entre un hombre y una mujer no unido entre si por el

matrimonio.

Bienes comunes: los que componen el activo de la comunidad formada

entre los esposos. Capitant, 1977).

Estabilidad: permanencia, duración, firmeza. Fijeza en la posición o en el

rumbo (diccionario de lengua española).

Acto de emplazamiento: El acto de emplazamiento es la Formalidad,

establecida en nuestro código de procedimiento civil, que se utiliza para

dar inicio, a cada una de las fases del proceso, en principio el tribunal que

será apoderado de la instancia se encuentra ajeno al conocimiento de

que se ha iniciado un proceso por medio del acto de emplazamiento,

constituye una formalidad que deberá ser valorada a su debido momento

por el juez que deberá dirimir la controversia.

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Bienes muebles: son aquellos que pueden trasladarse fácilmente de un

lugar a otro, manteniendo su integridad y la del inmueble en el que se

hallaran depositados. Los bienes muebles, por oposición a los bienes

inmuebles, son todos aquellos bienes personales depositados en estancias

que son transportables, pero que uno no suele llevar consigo.

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CAPÍTULO II.

REVISION DE LITERATURA

Introducción
Este capítulo abarca la sustentación teórica planteadas por connotados

autores, respecto de la demanda en partición de bienes entre concubinos,

sus elementos constitutivos, las pruebas, la demanda y plazo para la

comparecencia.

El concubinato.

La palabra concubinato proviene del Latín concubinattus, que significa


vida marital del hombre con la mujer.

La enciclopedia española de Derecho y Administración afirma que, el


sentido etimológico del concubinato, no puede ser determinante en la
formación de su concepto jurídico, pues habría concubinato siempre y
cuando hubiere cohabitación, ya fuese entre casados, entre adúlteros o
entre concubinarios, tres clases de acceso carnal muy diferentes.

Julián Bonnecase, citado por García (2007) refiriéndose a la Ley Francesa


de 1912, dice que “el legislador francés olvidó precisar lo que entendía por
Concubinato Notorio” —more uxorio, en latín — y que de aquí las
innumerables dificultades que existen en la Jurisprudencia por el
momento”. Este autor al referirse al concubinato lo llama también “Unión
Libre”, término utilizado también por Planiol.

García (2007), apunta que este vocablo es, sin duda, más amplio que el de
concubinato, ya que la unión libre bien puede ser concubinaria, pero
también puede ser Unión de Casados con solteros (adulterio), o la unión

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entre hermanos (incesto), es decir, unión libre puede aplicarse en algunos
casos refiriéndose al Concubinato más genéricamente. En fin, Unión Libre
implica un pacto de disolución por voluntad unilateral, mientras que el
Concubinato tal como se entiende en su acepción de “more uxorio”
implica, para congraciar la jurisprudencia, el propósito de permanencia
más o menos indefinida.

Biaggi (2013), sostiene que la familia de hecho, puede ser definida como la
situación de personas de diferente sexo, con libertad de estado,
capacidad y legitimación para contraer matrimonio, pero que sin
embargo, no lo contraen.

Belluscio (1977), sostiene la familia de hecho es la situación en que se


encuentran dos personas de diferente sexo que hacen vida marital sin
estar unidos en matrimonio: se trata pues de una unión de hecho con
caracteres de estabilidad y permanencia.

Soto Alvarez, citado por García (2007), sostiene que el Concubinato es la


cohabitación entre un hombre y una mujer solteros que viven en común
prolongada y permanentemente. Cuando la unión sexual existe entre un
hombre y una mujer casados uno u otro configura el delito de adulterio, allí
donde el adulterio continúe siendo delito.

El concubinato en la Constitución dominicana.

El artículo 55 de la Constitución, establece que la familia es el fundamento


de la sociedad y el espacio básico para el desarrollo integral de las
personas. Se constituye por vínculos naturales o jurídicos, por la decisión

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libre de un hombre y una mujer de contraer matrimonio o por la voluntad
responsable de conformarla.

El mismo artículo 55 numeral 5, reconoce la familia de hecho o


concubinato y dice: “La unión singular y estable entre un hombre y una
mujer, libres de impedimento matrimonial, que forman un hogar de hecho,
genera derechos y deberes en sus relaciones personales y patrimoniales,
de conformidad con la ley”.

Elementos que caracterizan el concubinato.

García (2007), refiere, que si bien es cierto que no existe unanimidad en


torno a los elementos que tipifican la unión de hecho, es posible afirmar
que a lo menos deben concurrir los siguientes: cohabitación, permanencia
y estabilidad, singularidad; apariencia de matrimonio o notoriedad;
ausencia de impedimentos matrimoniales o aptitud nupcial; ausencia de
solemnidades. Además de estos elementos, existen otros más discutidos por
los distintos autores y legislaciones comparadas, a saber: heterosexualidad;
affectio; fidelidad entre los integrantes de la pareja y procreación.

Biaggi (2013), señala que las condiciones del concubinato para que tenga
apariencia de matrimonio son las siguientes:
1-Los convivientes han de ser de distintos sexos.
2-Los convientes deben tener capacidad para obligarse.
3-Que no exista un impedimento formal para contraer matrimonio.
4-Que el hogar de hecho que hayan establecido, sea una situación
pública, notoria, revestida de estabilidad y se prolongue en el tiempo.
5-Que esta unión sea estable y permanente.

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La cohabitación.

El Diccionario de la Lengua Española en una primera acepción define


cohabitar como “habitar conjuntamente con otro u otros” para luego en
una segunda acepción definirla como “hacer vida marital el hombre y la
mujer” y por último en una tercera como “realizar el acto sexual”.

De acuerdo a las definiciones señaladas, cohabitar implica llevar una


comunidad de vida; esto quiere decir que la pareja debe participar, en
mayor o menor medida, en sus aspectos íntimos. Como señalan algunos
autores, los sujetos de la unión deben compartir aquellos aspectos
personales que en el ámbito matrimonial comparten los cónyuges. Esto no
significa que la pareja debe tener las mismas actividades individuales, pero
si es necesario que comparta aquellas situaciones que en cierto grado
tienen consecuencias para el derecho.

En una primera acepción, cohabitar significa habitar conjuntamente con


otro, es decir, significa que dos personas habitan o residen habitualmente
en un mismo lugar. Esto podría significar que para poder estar frente a una
unión de hecho, sería necesario que los convivientes compartan un
domicilio común; que la comunidad de vida la lleven a cabo bajo un
mismo techo.

Al respecto, autores como Gustavo Bossert señalan que “si los sujetos
carecen de un domicilio común, no es posible sostener la existencia de un
concubinato para los diversos efectos que éste puede invocarse en el
ámbito jurídico. La comunidad de vida, tan íntegra como debe serlo, no
puede darse sin cohabitación. Aunque faltando ésta, la relación puede
ocasionalmente ser susceptible de producir algunos de los efectos que
específicamente corresponden al concubinato.”
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García (2007), refiere que la referida opinión no es unánimemente
compartida por la doctrina. Existen autores para los cuales la unión de
hecho se caracteriza por la manutención de relaciones continuas sin
importar el domicilio que se utilice. El concubinato no se tipifica por el
hecho de que los concubinos compartan un domicilio, sino más bien por el
hecho de que éstos lleven a cabo una comunidad de vida, compartiendo
los aspectos íntimos en forma estable y permanente. Es decir, lo que
caracteriza una unión de hecho es que los sujetos compartan sus vidas en
forma tal que frente a terceros aparezcan como un verdadero matrimonio.
Sin embargo, esta comunidad de vida no necesariamente debe ir
acompañada de un domicilio común. Cumpliéndose los demás elementos
que tipifican la unión, ésta se entenderá configurada con independencia
de si los convivientes habitan en un mismo lugar.

Por otra parte, la cohabitación lleva implícita la existencia de relaciones


sexuales entre la pareja. La ya mencionada cohabitación debe conllevar
la comunidad de lecho, es decir, la existencia entre los sujetos de
relaciones sexuales; o al menos, la apariencia de ellas, dado el modo
íntimo en que comparten la vida. Careciéndose de este elemento, la
cohabitación puede implicar otras situaciones muy distintas, que frente a
concretos problemas jurídicos, pueden determinar distintas soluciones.

No es necesario que la pareja efectivamente mantenga relaciones


sexuales, sino que basta con que exista una apariencia de ello; mientras
exista comunidad de lecho, la cohabitación implicará que ellos mantienen
relaciones sexuales.

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Permanencia y Estabilidad

De acuerdo con García (2007) y Biaggi (2013), la permanencia y


estabilidad unidas a la comunidad de vida, permiten diferenciar las
uniones de hecho de las simples relaciones accidentales o circunstanciales
sin trascendencia en el ámbito jurídico.

Para estar en presencia de una unión more uxorio, la relación entre los
sujetos no debe ser accidental ni momentánea, sino que debe ser
constante; la relación que da origen a la unión debe ser continua, de
manera que se prolongue en el tiempo. Sin embargo, el hecho de que
existan pequeñas interrupciones, no necesariamente implica que la unión
sea inestable. Toda relación de tipo personal puede verse afectada por
separaciones momentáneas, pero mientras estas respondan al carácter de
interrupciones accidentales, la permanencia como elemento no se verá
afectada.

Sostienen los referidos autores, que la idea de permanencia apunta hacia


la exclusión de todo tipo de relación carnal meramente circunstancial.
Todo encuentro fortuito es ineficaz para configurar una unión de hecho
relevante jurídicamente. Por lo tanto, el énfasis debe ponerse en la
intención de continuidad de los sujetos, más que en el hecho de que
existan pequeñas interrupciones sin consecuencias finales para la relación.

Tanto el concepto de permanencia como el de estabilidad dicen relación


con la duración en el tiempo. Esto ha hecho que tanto la doctrina como la
jurisprudencia y legislación comparada exijan el transcurso de cierto lapso
de tiempo para que la unión produzca los efectos jurídicos que le son
atribuibles.

20
Singularidad

García (2007), refiere que la singularidad como elemento tipificador de las


uniones de hecho tiene relación con la necesidad de que los requisitos
exigidos para estar en presençia de este tipo de uniones, deben darse
solamente entre dos sujetos, es decir entre un hombre y una mujer. Con
esto quedan excluidas las uniones de hecho comunales o grupales.Para
algunos autores, este requisito se cumple en la medida de que exista
fidelidad recíproca entre los concubinos, es decir, en la medida que estos
sean fieles recíprocamente, la unión de hecho se entiende singular.

Refiere el citado autor, que este elemento va más allá de la mera


fidelidad, por cuanto lo esencial es que todos los requisitos de la unión de
hecho, concurran en forma estable sólo respecto de los sujetos integrantes
de dicha unión. Esto significa que la singularidad no se destruye por la sola
circunstancia de que alguno de los elementos tipificadores se dé, en forma
momentánea, fuera de la pareja. Por ejemplo, si uno de los sujetos tiene
una relación accidental con un tercero extraño a la relación, no
necesariamente deja de existir la singularidad en la unión.

Lo que este elemento exige es que la unión de hecho se presente, al


menos en la apariencia, como exclusiva entre dos personas.

Al ser necesaria la mencionada exclusividad, surge el problema de


determinar qué ocurre en aquellos casos en que uno de los concubinos
aún .se encuentra ligado a un tercero por un vínculo matrimonial anterior.

Una posible postura sería estimar que en este caso no existe singularidad
en la unión, puesto que uno de los convivientes mantiene dos vínculos
paralelos, que en la apariencia responden a la misma naturaleza.
21
Apariencia de Matrimonio o Notoriedad

De acuerdo con Biaggi (2013), para estar en presencia de una unión de


hecho es necesario que la comunidad de vida, estabilidad y singularidad
sean de público conocimiento, es decir, que los elementos que tipifican la
unión trasciendan la vida privada de los sujetos.

Es imprescindible que la comunidad de vida presente pública notoriedad,


de manera que se forme una aparente vida conyugal. Esto quiere decir
que los sujetos deben aparecer, frente a terceros, como un verdadero
matrimonio, en que los convivientes tengan un trato de marido y mujer.

Concurriendo este requisito de publicidad, se darán los elementos


constitutivos de posesión de estado, como son el nombre, trato y fama, lo
que creará una verdadera apariencia de matrimonio.

Apunta el autor previamente indicado, que si no concurre el mencionado


elemento, la comunidad de vida llevada por un hombre y una mujer, en
forma estable y duradera, no será reconocida por el ordenamiento jurídico
y, por lo tanto, no será posible que los sujetos reclamen los derechos
atribuibles a este tipo de uniones.

Excepcionalmente, existen algunos autores que sostienen que la


publicidad no es un elemento del concubinato, pero sí debe ser
considerado para la distinción entre el simple concubinato y el
concubinato notorio.

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Ausencia de impedimentos matrimoniales.

García (2007) y Biaggi (2013), refieren que probablemente este sea el


elemento más discutido en la doctrina, ya que se trata de determinar si
para reconocer la existencia de una unión de hecho es necesario que
exista aptitud nupcial entre los convenientes, en el sentido de no
encontrarse afectos a algún impedimento matrimonial contemplado en la
legislación civil.

Básicamente se han entregado dos argumentos para exigir este elemento


en las uniones de hecho:

1-Se sostiene que los impedimentos matrimoniales no se establecen en el


solo interés individual de los contrayentes, sino que también miran el interés
del grupo social, por ejemplo, protegiendo el vínculo matrimonial con la
prohibición de matrimonios simultáneos o impidiendo el matrimonio entre
consanguíneos muy cercanos para evitar descendencia con defectos
físicos.

Si bien es cierto que lo sostenido en e1 párrafo anterior es correcto, no se


puede pasar por alto el hecho de que ante la abstención del legislador en
torno a las uniones de hecho, las soluciones son otorgadas por los jueces
cuando se les presenta un caso concreto, y una vez que esos hechos ya se
han presentado, podría ser indiferente si en la constitución de dicha unión
se presentó o no un impedimento que consideraba el interés social.

2-Se argumenta que en los precedentes históricos romanos y canónicos, la


ausencia de impedimentos matrimoniales era requisito para la constitución
del concubinato.

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Sin embargo, hay que tener en cuenta que muchas instituciones
contempladas en el derecho romano han evolucionado y con ello se han
modificado sus elementos constitutivos o requisitos integrantes, por lo que
bien puede ser que actualmente no sea necesaria la ausencia de
impedimentos matrimoniales para dar porconstituida una unión de hecho.

En cuanto al primer argumento señalado, es necesario señalar que


precisamente una de las principales causas de las uniones de hechos es la
presencia de impedimentos para contraer matrimonio, sobre todo la
existencia de vínculo matrimonial no disuelto.

Alvaro Quintanilla, (2008)sostiene que “una buena parte de las situaciones


de convivencia deriva precisamente de la imposibilidad legal de romper el
vínculo matrimonial anterior, no obstante la situación real de crisis y ruptura
matrimonial.

Martinic y Weinstein, citadas por García (2007), sostienen en orden a


plantear que la exigencia debería variar dependiendo de si el conviviente
ligado a vínculo matrimonial anterior se encuentra separado de hecho o
se ha decretado a su respecto el divorcio no vincular, subsistiendo a su
respecto sólo el vínculo jurídico. En este último caso, sería posible que al
margen de dicho matrimonio, que sólo subsiste jurídicamente, se constituya
una unión de hecho en la medida que se presenten los elementos ya
estudiados.

24
Ausencia de solemnidades.

García (2007, sostiene que este es el elemento que marca la mayor


diferencia entre el matrimonio legítimamente constituido y las uniones de
hecho. En efecto, el matrimonio se encuentra regulado por un conjunto de
normas jurídicas de carácter imperativo, las cuales no pueden ser
modificadas por la sola voluntad de las partes. Dicho estatuto jurídico se
encarga de regular el inicio del matrimonio por el cumplimento de
determinadas formalidades; efectos y consecuencias que se producen a
lo largo de su desarrollo; y por último su disolución, por las causales que
específicamente contempla la legislación.

En cambio, la unión de hecho se caracteriza precisamente por la ausencia


de toda formalidad, ya sea para que se entienda constituida, para
producir efectos o para disolverse. Esto quiere decir, que una unión de
hecho no requiere de solemnidad alguna para entenderse configurada
como tal, por cuanto, lo que tipifica este tipo de unión es precisamente
que los con- vivientes no contraen un vínculo sancionado por la ley en
forma imperativa.

Esto puede traer consecuencias en la estabilidad de la relación, toda vez


que su duración queda entregada a la conciencia y arbitrio de los
concubinos; a diferencia de lo que ocurre en el matrimonio en que las
normas imperativas que lo regulan garantizan la irrevocabilidad del vínculo
matrimonial.

Cabe mencionar que en ciertas legislaciones se han creado registros de


uniones de hecho donde éstas pueden inscribirse y quedar registradas.

25
Sin embargo dicha inscripción no se exige como formalidad de
constitución, sino que sólo tiene el efecto de oficializar y dejar constancia
de la instauración de una comunidad de vida a efectos de hacer valer los
derechos que la legislación le otorga a sus miembros. Tal es el caso del
Registro de Uniones de Hecho creado por el Decreto N° 35 de 1997 de la
Comunidad de Extremadura en España para todas aquellas “uniones no
matrimoniales de convivencia estable entre parejas, con independencia
de su orientación sexual y siempre que sus componentes residan
habitualmente en el territorio de la Comunidad...”.

En la práctica estos registros operan como respaldo de prueba, ya que


una vez practicada la inscripción, la unión de hecho se torna oficial. Esto
no significa que si la unión no se inscribe ésta no se entiende constituida;
sólo habrá que invocar otras pruebas para comprobar su existencia como
tal.

Capacidad para obligarse.

De acuerdo con Biaggi (2013), es necesario que la pareja tenga plena


capacidad para contraer compromisos, por lo que si son menores de
edad, deben contar con la autorización escrita de sus padres o tutores.

Clasificaciones de las uniones de hecho.

García (2007), sostiene que, tradicionalmente, la doctrina ha clasificado las


uniones de hecho de acuerdo a dos criterios, a saber: según si concurren
todos o algunos de sus elementos, y según sea la forma en que se inician.

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a) Atendiendo a la presencia de todos o algunos de los elementos que la
configuran.

Concubinato perfecto o more uxorio.

El concubinato perfecto o more uxorio es aquél en que concurren la


totalidad de los elementos tipificadores de las uniones de hecho.

En sentencia pronunciada por el Tribunal Supremo Español, con fecha 18


de mayo de 1992, se estableció que la convivencia more uxorio “es
aquella que ha de desarrollarse en régimen vivencial de coexistencia
diaria, estable, con permanencia, temporal consolidada a lo largo de los
años, practicada de forma externa y pública con acreditadas actuaciones
conjuntas de los interesados, creándose así una comunidad de vida
amplia, intereses y fines, en el núcleo de un mismo hogar”.

El concubinato perfecto se caracteriza por la vida en común de los


convivientes de forma asidua y permanente, con semejanza tal al
matrimonio, que a los ojos de terceros no hay distinción de importancia. Se
trata de un matrimonio al cual sólo han faltado las normas de constitución
formal, según la ley o religión respectiva. A este tipo de unión se le
atribuyen la totalidad de efectos jurídicos, y para un sector de la doctrina,
sólo ella es jurídicamente relevante.

Hay que hacer presente que algunos autores identifican este tipo de unión
con el “concubinato notorio” en contraposición al simple concubinato,
que no con lleva la apariencia de matrimonio por faltar la comunidad de
vida y la publicidad exigida para el concubinato perfecto.

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Concubinato simple

García (2007), sostiene que el concubinato simples, es aquél que se


identifica con la existencia de relaciones sexuales estables, mantenidas en
forma extramatrimonial. Se diferencia del anterior, por la ausencia de
comunidad de vida; existen relaciones estables, pero cada parte conserva
su propia habitación. Corresponde a la noción de mera comunidad de
lecho, a la etimología de la voz concubinato. No existe comunidad de
vida, ni habitación. No es necesaria la fidelidad recíproca, ni la notoriedad
de la unión. Esta especie de unión de hecho, por regla general, no
produce consecuencias jurídicas.

Sin embargo, la doctrina le reconoce algunos efectos, como por ejemplo:


la nulidad, por causa ilícita, de las donaciones entre concubinos cuando
tienen por objeto mantener o iniciar la relación, y la responsabilidad
extracontractual en que incurre el hombre, respecto de la mujer, cuando
la seduce dolosamente para iniciar relaciones sexuales con él.

Unión accidental o pasajera.

Es la unión sexual extramarital sin estabilidad ni continuidad. Corresponde a


la unión sexual pasajera y desprevenida, sin caracteres de continuidad y
permanencia.

Atendiendo a su forma de inicio el concubinato puede ser directo o


indirecto.

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Concubinato directo.

Es aquél en que la intención de los convivientes es lisa y llanamente


mantener una comunidad de vida estable y permanente, sin sujeción a las
formalidades del matrimonio.

Los convivientes, por su propia voluntad, optan por desarrollar la unión


sexual fuera del marco regulado por el legislador, sea porque no desean
contraer matrimonio o porque no pueden celebrarlo.

Lo que distingue este tipo de concubinato es la intención de los sujetos o su


voluntad inicial de mantenerse fuera del marco legal, compartiendo una
unión de hecho.

Concubinato indirecto.

Es aquél que se forma de manera consecuencial; la voluntad de los


convivientes ha sido adquirir el estado civil de casados, pero no lo
adquieren por defecto de forma o fondo en la celebración del
matrimonio.

Claro ejemplo de lo señalado, es lo que sucedió en Chile con la dictación


de la Ley de Matrimonio Civil, en que muchas parejas, especialmente de
estratos acomodados de la sociedad chilena, contrajeron sólo matrimonio
religioso, como una actitud de rebeldía frente a la nueva legislación.

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Partición por disolución de la unión de hecho

En este punto expondremos el tipo de proceso que deben seguir los


concubinos para liquidar sus bienes. Las soluciones a los problemas
dependen de la actitud y previsión que haya tomado la pareja, ya que
distinta será la situación si la pareja ha constituido una sociedad de hecho,
realizado un contrato, colocado los bienes en condominio, efectuado un
inventario o si no ha realizado ningún tipo de previsión.

El Proceso de Liquidación de Bienes en el supuesto de Sociedad de Hecho.

García (2007), sostiene que en la acción de disolución de la sociedad de


hecho, lo más frecuente es que no se haya realizado pacto sobre la forma
de disolver los bienes al momento de la finalización del concubinato.
Parece irse convirtiendo en norma recurrir al instituto de la “sociedad de
hecho”, sin nombrarla, para resolver problemas. Sin embargo, es necesario
tener en cuenta que la unión de hecho no da origen de por sí a la
existencia de una sociedad de hecho; es más, son institutos jurídicos
completamente diferentes desde el mismo momento, para citar sólo una
característica, que en el concubinato no existe ni puede existir de ninguna
forma el “afectio societatis”, esencial en la formación de sociedades
comerciales cualquiera que sea su forma.

El artículo 1832 del Código Civil lo dice claramente: La sociedad es un


contrato por el cual dos o más personas convienen poner cualquier cosa
en común, con el mero objeto de partir el beneficio que pueda resultar de
ello. ¿Podría decirse que la compra de una casa de vivienda demuestra la
intención de obtener beneficios con una actividad empresarial? ¿Podría
argumentarse válidamente que la instalación de un negocio para la
subsistencia familiar, independientemente de su éxito, indique que el

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concubinato en sí se realizó para obtener beneficios económicos con una
explotación comercial? Los argumentos utilizados hasta el momento para
justificar la partición del concubinato (los argumentos, no la decisión)
parecen ser extraídos de una galería de los tontos. Para finiquitar el asunto,
se trata a continuación lo relativo a la constitución y extinción de
sociedades de hecho.

La pareja puede constituir una sociedad de hecho, pero ésta no surge de


la mera convivencia, sino debe ser demostrada mediante la prueba de
aportes y de la participación en las utilidades y pérdidas. La sociedad de
hecho es un contrato por el cual dos o más personas acuerdan poner en
común alguna cosa con el objeto de repartirse el beneficio que pueda
obtenerse y deben existir tres elementos para que se considere
evidenciada, ellos son: 1) la existencia de aportes; 2) la participación en los
beneficios o en las pérdidas; y 3) la intención de celebrar un contrato de
sociedad.

Las Pruebas necesarias para la Liquidación de una Sociedad de Hecho.

Biaggi (2013) sostiene quela prueba de los aportes puede ser realizada por
cualquier medio, y los aportes a su vez pueden ser de trabajo o de capital.
Doctrinariamente se ha destacado que en el caso de los convivientes, la
aportación en industria o trabajo no puede resultar de una simple
colaboración económica, ni tampoco de una relación de trabajo, de
forma que uno de ellos resulte asalariado del otro, puesto que en este
caso, faltando la igualdad de rango de los convivientes dentro de la
sociedad, faltaría asimismo la affectio societatis.

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Por otra parte no resulta suficiente el aporte realizado al inicio de la
relación, es preciso que este aporte tenga una relación con la actividad
común. Así por ejemplo, si uno de los miembros de la pareja aporta una
importante cifra de dinero para la reparación de la vivienda del otro
donde se desarrollará la vida en común no puede pretender recuperar
este dinero mediante el pedido de disolución de sociedad de hecho, ya
que tal aporte no tiene como fin una actividad en común que vaya a
generar pérdidas o beneficios económicos. Lo mismo acontece con las
tareas domésticas que no guarda relación de causalidad con la
comunidad de trabajo originada por la sociedad de hecho ya que el
objeto de una sociedad consiste en la explotación de un negocio y no en
la atención del hogar.

Participación en los beneficios y en las pérdidas

Este requisito es muy difícil de probar en la sociedad entre convivientes


porque los beneficios están por lo general afectados a la subsistencia de
los socios.

Estos no se distribuyen durante la unión libre y sólo cuando se trata de


conseguir su reparto, después de la disolución de la sociedad, es cuando
se suscitan las discusiones. Las pérdidas reducen proporcionalmente el
“tren de vida” de los concubinos y en esta misma proporción contribuyen
cada uno.
La “affectio societatis”
La affectio societatis es la intención de las partes de constituir una
sociedad. Normalmente esta intención societaria surge del contrato, pero
en el caso de los convivientes las más de las veces el contrato no existe.
Por ende la prueba deberá surgir de hechos externos que permitan

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presumir la intención de constituir una sociedad. Se ..admite cualquier tipo
de prueba, a título ejemplificativo podemos señalar los siguientes
supuestos: cuando los fondos de comercio sean explotados por, los dos
convivientes (aunque los mismos figuren a nombre de uno solo); cuando los
dos contribuyan con su esfuerzo a la actividad común dirigida a la
construcción de un inmueble destinado a negocio (con independencia de
que los préstamos solicitados para ello estén a nombre de uno solo);
cuando hayan arrendado conjunta y solidariamente unos fondos de
comercio o un inmueble; o bien suscriben conjuntamente una póliza de
seguros o compran a los proveedores; pagan juntos los impuestos;
colaboran sobre un pie de igualdad; explotación común de un hotel;
percepción por los terceros de la calidad de asociada de la conviviente;
contribuyen con el trabajo al éxito de la empresa; ejercen ostensiblemente
el comercio juntos o registran el comercio a nombre de los dos miembros
de la unión.
La Doctrina de la Sociedad de Hecho no da solución a la liquidación de la
vivienda en común.

La prueba de la existencia de la sociedad de hecho tiene como efecto la


partición de la misma en proporción a lo que cada socio haya aportado,
debiendo partirse por mitades los bienes comunes de la sociedad, es decir,
los afectados a la actividad negociar. El problema consiste en que la
disolución de la sociedad de hecho no da soluciones para dividir los bienes
que componen el ajuar doméstico, ni la vivienda en común. Por ello se
afirma que en cuanto a la liquidación de la comunidad de vida, la
doctrina de la sociedad de hecho no da soluciones y sus propios
elaboradores reconocen, en consecuencia, que no resuelve todos los
problemas de la liquidación del patrimonio de los compañeros.

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Dificultades atinentes a los Medios de Prueba del concubinato como
sociedad de hecho.

Sobre los medios de prueba tendientes a acreditar la existencia de la


sociedad de hecho, cabe señalar una distinta orientación en los fueros civil
y comercial.
En materia civil ha prevalecido, tradicionalmente, un criterio amplio, que
admite la acreditación de la existencia a través de cualquier medio
probatorio, incluidos testigos y presunciones, sin requerir principio de
prueba por escrito, habiendo considerando desde antaño la Suprema
Corte de Justicia que la prohibición del Art. 1834 del Código Civil respecto
de la prueba del contrato de sociedad no se refiere a. los terceros quienes
pueden establecer la existencia del mismo por cualquier medio de prueba.
(29 junio, 1932. B.J. 263, Pág. 25).

Aspectos económicos del concubinato.

Existen dos sentencias importantes en relativos a los aspectos económicos


del concubinato: la sentencia de la Cámara Civil y Comercial del Juzgado
de Primera instancia del Distrito Nacional, del siete de mayo del 2004,
ordenó la partición de los bienes entre los concubinos; y la sentencia del 17
de octubre del 2001, de la Suprema Corte de Justicia, concediendo
indemnización a la concubina, por fallecimiento del concubino en
accidente de tránsito; recurso contra la decisión de la Cámara Penal de la
Corte de Apelación del Departamento Judicial de La Vega, del 28 de julio
de 1998.

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La partición de los bienes.

El caso de partición decidido por el tribunal de Primera Instancia, número


034-2003- 1138 / 034-2003-1281, se basó en la existencia de una relación
sostenida “durante varios años”; fomentaron diferentes bienes, entre ellos
varios negocios; que compraron varios inmuebles, entre ellos solares de
extensión considerable en terrenos valiosos; y que la pareja tenía varias
cuentas (a nombre del concubino).

Cita la sentencia que, si bien durante años no hubo mención legal del
concubinato, en la actualidad se cuenta con diferentes instrumentos de
derecho positivo que se han ocupado en diversas ocasiones de regular y
proteger no sólo a la persona de los con vivientes y sus bienes, sino también
a la descendencia que esta relación puede generar, como son la ) La Ley
136-03, Código para el Sistema de Protección y los Derechos
Fundamentales de Niños, Niñas y Adolescentes, que reconoce a la unión
consensual como modalidad familiar real; La Ley 24-97, que reconoce las
uniones de hecho al tipificar como infracciones graves los actos de
violencia doméstica, de agresión sexual y de abandono en que pueda
incurrir un conviviente o exconviviente y el artículo 54 del Código de
Trabajo.

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Referencias Bibliográficas.

-Capitant, Henri, Vocabulario Jurídico, Ediciones de Palma, S. A. Buenos

Aires, 6ta. Ed. 1977.

-Biaggi Lama, Juan Alfredo, Los Regímenes Matrimoniales en el


Ordenamiento Jurídico dominicano, Editora Corripio, S.A., Santo Domingo,
D. N. 2013.

-Constitución de la Republica Dominicana, y sus reformas, 2010.

-García, Carlos, Régimen Jurídico-Patrimonial del Concubinato, Editora


Dalis, Moca, 2007

-Ley No. 1306 Bis sobre Divorcio, del 21 de marzo de 1937.

-Nolasco, Daniel, Instituciones de Derecho de Familia, Tomo I, Ediciones

Jurídicas Trajano Potentini, Santo Domingo, D. N., 2006.

Ossorio Manuel, Diccionario de Ciencias Jurídicas, Políticas y Sociales, Edit.

Obra Grande, Montevideo Uruguay, 1963.

-Potentini, Trajano Vidal, Código de Procedimiento Civil y Legislación complementaria, Edit.,

Dalis, Moca, R. D. 3ra. ed. 2000.

-Pérez Méndez, Artagnan, Procedimiento Civil, Tomo I, Impresora Taller,

Santo Domingo, R. D., 1989.

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-Tavarez Hijo, Froilán, Elementos de Derecho Procesal Civil Dominicano, Vol.

II, Edit. Tiempo, S. A., Santo Domingo, D. N., 6ta. ed. 1989.

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