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Obesidad

La obesidad es un padecimiento que, a pesar de ser conocido desde la Antigüedad, no se


consideró importante como factor de riesgo para la salud.

Sin embargo, no fue sino hasta principios del siglo XX cuando las compañías de seguros hicieron
notar que los individuos obesos vivían menos que los delgados y, debido a eso, los médicos
comenzaron a investigar y se inició el estudio sistemático de la obesidad y sus consecuencias.

Diabetes

Los antiguos egipcios reconocieron la diabetes por primera vez alrededor del año 1500 a. C. Areteo
de Capadocia, médico griego, entre los años 80 y 138 d. C. fue quien le dio a esta afección el
nombre de diabetes, que en griego significa “correr a través”, en alusión al signo más llamativo del
trastorno, que es la eliminación excesiva de agua, que atribuyó a una falla de los riñones al
expresar que el agua entraba y salía del organismo del diabético sin fijarse en él. Este médico
griego creía que el origen de la enfermedad, “fría y húmeda”, radicaba en una fusión entre la
carne y los músculos que se transformaban en orina.

Por muchos años, los individuos recibían el diagnóstico de diabetes porque perdían peso, orinaban
en exceso, sufrían mucha sed y morían pronto; los tratamientos eran tan sólo sistemáticos.

En 1679, Thomas Willis (1621-1725), médico inglés, le agregó el término de mellitus debido al olor
melífero que tenía la orina de los pacientes. Fue Paul Langerhans (1847-1888), patólogo y analista
alemán, cuando estudió en 1867 las células pancreáticas, quien observó que formaban islotes, por
lo que le dio ese nombre a las células del páncreas.

Aunque ya se relacionaba la diabetes con deficiencias o insuficiencias pancreáticas, no fue sino


hasta el año 1921, cuando los canadienses Frederick G. Bantin y Charles H. Best aislaron por
primera vez la insulina y trataron a la primera paciente, que inició el camino que aún no ha
terminado en el estudio y el tratamiento de esta enfermedad.

Epidemiología

Pocos padecimientos han tenido la vertiginosa evolución de la obesidad y la diabetes en todo el


mundo. La Organización Mundial de la Salud ha considerado que estos dos trastornos crónicos son
la causa de muerte de cientos de millones de individuos en todo el mundo.

México no es la excepción y ya se había confirmado el rápido crecimiento de las enfermedades


más de 10 años antes.

Consecuencias patológicas de la obesidad y la diabetes

Las investigaciones han demostrado que, a medida que aumente el peso hasta alcanzar los niveles
de sobrepeso y obesidad, también lo hacen los riesgos de las siguientes alteraciones: enfermedad
coronaria, diabetes de tipo 2, cáncer (endometrial, mamario y colónico), hipertensión arterial,
dislipidemias, enfermedad cerebrovascular, trastornos hepáticos y vesiculares, apnea del sueño y
problemas respiratorios, artrosis, alteraciones ginecológicas (menstruación anómala,
infecundidad).
Asimismo, la diabetes puede propiciar varias complicaciones: pérdida de la visión o ceguera, daño
o insuficiencia renal, neuropatías periféricas, enfermedad cardiaca y vascular, hipertensión
arterial, problemas dentales, trastornos en las extremidades, en manos, pero en especial en pies.

La realidad actual es que, en cualquier hospital general, se puede comprobar que 3 a 4 camas
están ocupadas por individuos cuya enfermedad es producida o gravada por la obesidad o la
diabetes.

Prevención

Uno de los puntos más importantes para lograr en abatimiento de la obesidad y la diabetes es la
detección temprana y el tratamiento oportuno, cuyo objetivo es prevenir las secuelas de ambos
padecimientos.

Durante muchos años se consideró que el problema era predominante en la población adulta,
pero las Encuestas Nacionales de Salud y Nutrición ya confirmaron que se presenta también en los
niños y, no sólo eso, sino que los estudios llevados a cabo en diversas instituciones señalan que el
problema está presenta desde la primera infancia.

Por ello, los esfuerzos de detección y prevención deben enfocarse en la familia, la escuela y las
clínicas de primer contacto. A este respecto, la interacción de las instituciones de salud y las
autoridades de educación, desarrollo social y otras es fundamental para uniformar las campañas.

Promoción de la salud en obesidad y diabetes

Una de las características de las enfermedades crónicas, como la obesidad y la diabetes, es que, a
diferencia de las agudas, necesitan el autocuidado por toda la vida. Es por ello que el punto más
importante en su atención es la educación adecuada de quienes la padecen para adoptar hábitos
saludables y un estilo de vida que favorezca el control y evite las complicaciones físicas,
metabólicas y psicológicas.

Sin lugar a dudas, el conocimiento y la educación de los hábitos alimenticios es una de las mejores
armas para prevenir tanto la obesidad como la diabetes; todas las campañas y todas las acciones
individuales respecto de la obesidad y la diabetes requieren un análisis cuidadoso de los hábitos
alimenticios de la población o del paciente en particular.

Los programas exitosos en relación con la alimentación suponen la participación activa de padres,
maestros, médicos, enfermeras, trabajadoras sociales, comerciantes, etc., para ofrecer una
alimentación sana, con un adecuado contenido metabólico, que sea suficiente y agradable, y que
prevenga la aparición del sobrepeso, la obesidad o la diabetes.

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