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INTRODUCCION.

El presente ensayo tiene como finalidad hacer una comparativa de los análisis críticos que

hacen estos autores en dos de sus publicaciones como son. “El urbanismo como modo de vida”

de (Louis Wirth), y “La metrópolis y la vida mental” de (George Simmel).

Louis Wirth fue un sociólogo americano (1897-1952) miembro de la escuela de Chicago y fue

ahí mismo donde realizó sus estudios universitarios. Dentro de sus enfoques principales estuvo,

el comportamiento humano determinado por estructuras y factores ambientales y el de darle

importancia al ambiente comunitario el cual creía era muy importante al formar nuestro

comportamiento.

Por otro lado, George Simmel, sociólogo alemán, es reconocido por ser uno de los grandes

pensadores de la vida urbana, por formar parte de la primera generación de la sociología alemana

y por tener un enfoque neokantiano que cimentó el anti positivismo a través de la pregunta ¿Qué

es la sociedad?

En este sentido, la gama de autores que influenció a estos pensadores es bastante amplia, y un

poco compleja, ya que son de diferentes escuelas del pensamiento social urbano, pero de mucha

importancia a lo largo del estudio de la sociología urbana, al cual analizaremos en sus diferentes

puntos y trataremos de explicar.


En el modelo de metrópolis de Wirth no existe la dicotomía, sino más bien una totalidad

planteando que la cuidad y el campo forman parte de un único proceso ya que la cuidad pasa a

controlar y a hacer participativa la vida rural en función del modelo metropolitano.

Para comprender la postura de Simmel y su hipótesis nos es indispensable exponer

esencialmente las características principales de las urbes y su diferenciación con las ciudades

pequeñas, características que relata extensamente a lo largo de su texto, de igual modo

atenderemos a entregar una ligera identificación de la actitud de los individuos tanto de las

grandes urbes como de los que llevan una vida tradicional.

Louis Wirth obtiene una de las perspectivas más reveladoras de los cambios actuales de la

naturaleza humana y el orden social mediante su estudio, el cual considera es indispensable para

la comprensión cabal de los más profundos problemas.

El siglo XIX demandó la especialización funcional del hombre y su trabajo lo que convierte a

los individuos en seres indispensables e incomprensibles para el resto. Cualquier análisis sobre el

significado interno de la vida moderna tiene que entender la influencia de estructuras como la

metrópolis en los contenidos individuales de la vida.


DESARROLLO.

Para Simmel, las metrópolis son para el autor el lugar donde la relación entre los individuos es

distante y fría, donde el comercio se efectúa de forma despersonalizada y los productores

generan artículos para el mercado y no para un sujeto específico. Las metrópolis entregan

información constante a los individuos, dejándolos en un estado de agitación y ansiedad

constante la cual se libera en la toma de decisiones a cada segundo, estos variados estímulos

propician el incremento de la intelectualidad. También es característica de las grandes urbes la

distención entre los sujetos que provoca una mayor libertad a los individuos, pero a su vez

provoca soledad. Desde otra mirada, el trabajo en las urbes se vuelve especializado, ya que los

sujetos deben encontrar en el mercado un nicho que les permita surgir y crecer en sus relaciones

económicas.

Louis Wirth relata a la urbanización como una forma de organización dañina para la cultura

primitiva del hombre la cual era su condición original y sostiene que producto de los cambios es

la aislación y menos interacción; y las interrelaciones que existen se vuelven utilitarias. Explica

que la cuidad no solo es la morada y taller del hombre; es el centro político, económico y

cultural.

En el modelo metropolitano de Wirth, existen una serie de proposiciones sociológicas sobre la

relación entre:

a) el número de población o agregación

b) la densidad de asentamiento,
c) la heterogeneidad de los habitantes y la vida del grupo que puede formularse sobre la

base de la observación e información.

Y sostiene que ésta última introduce la fuerza niveladora gracias a la economía monetaria de

las metrópolis y con ella la performatividad del individuo metropolitano frente al todo, como el

equivalente dinero, es el todo y la unidad. Algo muy distinto a la fuerza concentradora que la

ciudad industrial promovía con el sentido de pertenencia de la vida industrial.

Todas las características otorgadas por Simmel para los distintos tipos de vidas afectan en la

personalidad de los individuos, otorgándole características especiales a cada uno. Los

“urbanitas”, por ejemplo, son sujetos que están propicios a optar una actitud blasée, la cual es

desarrollada por los variados estímulos nerviosos a los que se ven sometidos “fiel reflejo de una

economía monetaria completamente internalizada” (Simmel,2004 p4). Esta actitud es de

resguardo, de autoprotección de la personalidad individual la cual se ve opacada en la vida

urbana. A partir de esta actitud de resguardo es posible explicar las demás, las que se desarrollan

tanto a nivel psicológico como práctico.

Según Wirth lo que distingue el estilo de vida rural del urbano son el tamaño, la densidad y la

heterogeneidad y clasifica a las relaciones entre los individuos de la cuidad de carácter

secundario y no primario llevándolas a un plano superficial, transitorias y segmentadas. Su

perspectiva se conjuga en que la cuidad produce una forma de vida y de relaciones sociales de

este modo ya mencionado.


En cuanto al primero, el hombre urbano posee un incremento del intelecto, este se ve limitado

en su práctica a la producción dentro del mercado, aun en las distintas fases económicas. La

necesidad de diferenciarse de los demás lo lleva a una limitante de su personalidad y de sus

actitudes, esta misma situación nos lleva al ámbito psicológico del cual el urbanita en su afán de

protección contra las amenazas lo lleva a un extremo desarrollo de la intelectualidad en

detrimento de los sentimientos, pero que al fin y al cabo acaban por aflorar como una sensación

de soledad dentro de un espacio físico amplio lleno de libertades y despreocupaciones de los

demás individuos.

A continuación, se presentarán ideas generales extraídas de la lectura con el fin de ampliar su

campo de entendimiento.

a) El crecimiento de las ciudades es homólogo a la industrialización.

b) La cuidad no crece por sí sola.

c) La densidad refuerza la acción de la cantidad en punto a diversificar hombres y

actitudes y a aumentar la complejidad de la estructura social.

d) Diversos elementos de la población que habitan en un establecimiento compacto

tienden, así, a segregarse unos a otros en la medida en la que sus requerimientos y

costumbres son incompatibles unos con otros. Se agrupan consciente o

inconscientemente. Así las diferentes partes de la cuidad adquieren funciones

especializadas.
e) La densidad, los valores de la tierra, las rentas, la salubridad, el prestigio, las

consideraciones estéticas, la ausencia de molestias, determinan la deseabilidad de

diversas áreas de la cuidad como lugares para el establecimiento de los diferentes

sectores de la población.

f) La interacción social existente en el medio urbano, entre tal variedad de tipos de

personalidad, tiende a destruir la rapidez de líneas de casta y complicar la estructura de

clases.

g) El rasgo distintivo del modo de vida del hombre en la edad moderna es su

concentración en gigantescos conglomerados alrededor de los cuales se apiñan centros

menores, y de los cuales irradian las ideas y prácticas que solemos llamar civilización.

h) El grado en que puede decirse que el mundo contemporáneo es “urbano” no puede

medirse con justeza por la proporción del total de habitantes de las ciudades.

i) Ciudad y campo pueden considerarse como dos polos, en referencia a uno de los

cuales tienden a organizarse todos los asentamientos humanos. Al considerar la

sociedad urbano-industrial y la rural tradicional como tipos ideales de comunidades,

podemos obtener una perspectiva para el análisis de los modelos básicos de asociación

humana, tal como aparecen en la civilización contemporánea.

El rasgo característico de la metrópoli para Simmel, es la extensión de sus límites más allá de

sus fronteras físicas, se constituye por la suma de los efectos que emanan de ella, donde se

expresa su existencia. En este sentido la libertad individual debe ser entendida como la

particularidad y la incomparabilidad expresada de alguna manera en el estilo de vida de los

individuos.
Las ciudades son ante todo la sede de las divisiones económicas del trabajo. En la medida en

la que el círculo crece, también lo hace la división y la variedad de servicios que ofrece. La vida

urbana transformó la lucha con la naturaleza por la sobre vivencia en una lucha contra los

hombres por la ganancia, pero la especialización no surge sólo de la competencia, sino de la

necesidad del vendedor de encontrar cosas nuevas para atraer clientes, lo que promueve la

especialización y el refinamiento de los servicios que uno otorga.

Una de las causas por las que la metrópoli impulsa la individualidad es que el desarrollo de la

cultura moderna se caracteriza por la preponderancia del "espíritu objetivo". De hecho, si

hacemos una comparación histórica veremos como en algunos casos se notan retrocesos

culturales en cuanto a espiritualidad e idealismo. Por una parte, la vida se hace infinitamente más

fácil, pero por otro la vida se va conformando cada vez más con el desplazamiento de la

individualidad, lo que trae como consecuencia que los individuos deban exagerar al máximo

estas singularidades para poder escucharse a sí mismos.


CONCLUSIONES

Según Wirth lo que distingue el estilo de vida rural del urbano son el tamaño, la densidad y la

heterogeneidad y clasifica a las relaciones entre los individuos de la cuidad de carácter

secundario y no primario llevándolas a un plano superficial, transitorias y segmentadas. Su

perspectiva se conjuga en que la cuidad produce una forma de vida y de relaciones sociales de

este modo ya mencionado.

El urbanismo funciona como una forma de vida y sobre esta debe desarrollarse una

perspectiva de estudio. Las ciudades generan impacto en el comportamiento de quienes las

habitan. El tamaño por sí mismo no habla del urbanismo, ni de la ciudad. Es necesario triangular:

tamaño, densidad y heterogeneidad para poder hablar de ciudad. No son estas características en

sí mismas las que definen un modo de vida, sino las relaciones y dinámicas que generan la

personalidad urbana y el pensamiento colectivo.

Sin lugar a duda George Simmel hace una brillante lectura de las metrópolis modernas,

enlazando conceptos como el dinero, el tiempo y la división del trabajo con la psicología de los

individuos que componen estas grandes ciudades, o su “espíritu” si así quisiera entenderse. El

comentario final que podemos hacer es que los parámetros de comparación pueden ir variando, y

esto complejiza la lectura de la sociedad. Sin embargo, es posible hacer comparaciones

supralocales o nacionales si así se quisiera, pues el texto del autor germánico así lo permiten, y

podrían ser de gran utilidad a la hora de aplicar lo expuesto en la sociedad.

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