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OJOS DE GINEGRA

La pestaña del deseo

21 de Julio en la ciudad de Madrid.

<<AMAR es el más fuerte dolor,


y hoy tengo que decirte adiós,
mi linda flor, pequeño amor,
porque la venganza manda en mí.

Amar es el más fuerte dolor,


y hoy tengo que decirte adiós
a ti, la única rosa de mi jardín,
y tu madre, amordazada, principal espectador.

Amar es el más fuerte dolor,


Y hoy tengo que decirte adiós,
nenita, porque mamá me humilló,
porque mamá a mi me engañó.

Amar es el más fuerte dolor;


y hoy tengo que decirte adiós,
mi cielo, y no importa
lo que después sea de mí,
porque el sufrimiento será peor, eterno.

Amar es el más fuerte dolor,


mi niña.
Sabes que te quiero...

Agente, mi nombre es Abraham Sanz.


He matado a mi hija
de un disparo en la frente
ante los ojos de mi mujer>>.
Vagabundo

LLEVO años buscando


El pañuelo con el que limpiaste mi beso.
De papel, con el sello de tus labios rojos,
es.
Mildeu Mildeu

LENTO el fruto del vino,


el calor posa sus garras
sobre el cuello del carretero
y no fuma.

Vagabundo es su viaje
porque todo lo perdió,
después de haberlo tenido todo,
y su desdicha es su suerte,
y sus zapatos de amor
no palpan los accidentes,
sin besos ya por siempre se quedó.

Olmos blancos, filtros fecales,


lástima de besos oculares
lnfectados por el atrevimiento
de la naturaleza precoz.

En Febrero queman los sarmientos


mientras Cupido dispara
ráfagas de su fusil
a los que están por enamorarse.

El vagabundo bebe su vino


y maldice a su madre
ante el rey sol abrasador del verano,
y se rasca con un pulgar
el culo del corazón.

Mildeu, lasciva enfermedad,


que, como otras, las más tenaces,
por las carreteras de tu amor me llevarán.
Bienvenidas sean viniendo de ti.
Brenda

BRENDA, cruz de tus ojos, labios por amapola.


Suspirar de Brenda; el desierto enmudece.
Mi ventana es estaca para acabar con vampiros,
con vampiros-golondrina
que todas las mañanitas cantan,
porque tu cumpleaños se ha podrido, Brenda.

Voy a averiguar si sobre tu ombligo


eyacularon los putos pájaros cantores
que, como un tocador de compactos,
irrumpen en nuestros privados recuerdos,
proyecto del gobierno, del alcalde meón
que nos corresponde en cada ciudad.
Porque los pájaros “cantores” nos despiertan
y nos recuerdan a los pájaros cantores
que nunca conocimos personalmente,
lo que aparecen en los cuentos,
esas inocentes aves primitivas,
como primitivo es ya 1930.

Y tus besos son un cerdo, Brenda,


y tu vestido objetivo principal
e inmediato de mi pirómano.
¡ Hay Brenda, tu piel es de canela
y mostaza, y en todos los poemas
se habla de la piel, y que puñal
no ha de probar la miel
(en todos los poemas se habla de miel)
de sus extensos labios de mórbido tacto!

Un tequila se derrumba en la habitación de paredes de mirra


de un ex tabernero borracho.
Voy a pedirle a Dios que Brenda
viva el triple de la vida que le corresponde
para que de a luz a su propio padre
y así los pecados se olviden.
Nunca conocí a Brenda,
jamás sabré de ella,
pero la tristeza de su ausencia
hace migas mi respirar.
Amapolas en la cuneta II

HEMORRAGIA de amapolas
en la cuneta de la carretera,
a la vera de la vía del tren:

No se escribe la música
Del odio con sudor,
Sólo con un acto reflejo
De centésimas de segundo,
semejanza del asesinato
oído y no oído.

Hemos llegado al río


que muere en el páramo
del misterio de la niñez
de la literatura basura.
Navegamos por él
sin esperanza de quemar
ningún barco,
sólo las decenas de cigarrillos,
manecillas del reloj
en nuestras vidas
jóvenes y hermosas,
cuchillas de afeitar
besando venas de adolescente enamorado
de profesor de física
plagado de granos de pus
en la nariz y en el glande.

Corto una gran rosa blanca


para la leve y preciosa dama
que me acompaña,
pero el dueño de la flor
me la arrebata de las manos,
y la hace pedazos
antes de guardarla, iracundo,
en su gran cubo de basura.
El tamaño de los cubos de basura
determina el rango de las personas
de una manera indirectamente proporcional.
Mi dama y yo le disparamos
en la cabeza al sujeto
Con una pistola de pis,
mezclado de ambos,
fruto de la pasada noche,
cuando saltamos la barrera
de hacer el amor con sangre y huesos.

Pero el pobre río reza


por llegar alguna vez al mar
y así morir en paz.
Luz de tu culo

DE dormir son los ladrillos


de tu lago de belleza,
y es adicción todo lo que tocas,
y es ficción la mentira
del cemento amor-muerte.
De un latigazo de sueño
estás desecho, muchacho.
De una de tus pestañas
cayó un rascacielos
y provocó el dulce desastre
de encontrarme vivo,
aprendiendo a nadar
en algas de tu lago, verde,
como todos los lagos
que merecen ese premio por nombre.
Y por la luz de tu culo
sonríen las estrellas afiladas;
y por la ajada juventud
de tus dientes
y nace la sirena que me vuelve loco.
No cometer crimen.
Si fuera hoja en otoño
siempre te perseguiría,
aunque muriera
en todas las demás estaciones.
GUANTES

GUANTES de vestir.
Es la noche un arañazo
por donde entra el sol.
Tengo miedo sin las nubes,
pataletas de marzo y abril.
Guantes en las manos
huyendo de la vejez.
Su cuerpo está vestido,
cortinas blancas de piel.

Guantes de desnudar.
Es de día, y mi luz
un estilete de hilo y nuez.
Los dedos encerrados
en tul de libertad.
Sus vapores son flores,
pétalos levitando,
falda hacia el cielo,
viviendo la tarde a besos.
CANTANTES

UN cantante le escupe besos


en las palabras a una cantante.
La cantante guarda esos besos,
y el cantante se une en ella con ellos.
Las cantantes guardan.
Los cantantes se hunden.
Las cantantes acogen.
Los cantantes se ahogan.
Y si canto esta estúpida canción
es para hundirme y ahogarme
en tu voz,
de cantante de otoño violenta.
Canción de cuna para un loco de 100 cm.

ÉL tenía el alma rubia,


finísimos cabellos de cobre
ondulando esa no-materia
implosiva de otoño.

Estoy bien.

Él era roedor de polos,


Sinatra para los perros
y para los niños luz;
su casa era de manzana.

Estoy bien.

¿no es pellizco de polvo de plata


una patada para vivir,
sonrojar las mejillas
en un pícaro perfil?

¿No es caminar una forma


de atar las barreras
que separan el orzuelo
de un palpitar?

Mamá está bien.

Él es un tallo de fantasía
que anda en las gotas de limón
y le habla a un nenúfar,
chulo, sin velas, volador.
Ella es un suero
fluorescente que liba
en las anteras de estambres
de ebrio estar.
ríos y culitos coloreando
la tez del verano natural.
Hoy abandonado

HOY abandonado
como los globos de gas
que no llegan al cielo.
Pobres globos,
elefantes, leones,
perros de colores brillantes,
de gas, que no llegan al cielo
y se quedan en le techo
de una habitación,
donde el niño,
ya cansado de ellos,
los olvidó.
A los amantes les nieva

Y un oxidado cantante
decía que los extraños
sólo hablan de si llueve,
está nublado o hace sol,
y a los amantes les nieva.

Y los hombres se suicidan


con una pistola en la sien.
Y las mujeres con un secador
en el agua de la bañera.
Y los niños con el filo de un gastado caramelo
hacia sus venas,
y a los amantes les nieva.
A los amantes les nieva.
Pétalos de navaja

CENIZA son los ojos


que han llamado a la muerte
de la mujer que dice
que sus besos son puñales.
Rejas de prisión
son sus negras venas
por las que anduvo mi amor.
Gris es el recuerdo
dulce y tortuoso
de los riscos crueles
de su voluntad.
Pero triste era su pelo
la noche en que me hundió
la navaja más larga
en el corazón.
Ya no tengo esclavos
a sus ojos negros,
y ella se llevó los míos
a su sangre eterna
donde nace el amor.
Ya no tengo nada,
sólo este beso que escupo
en mi mano para siempre decir
adiós.
En el estanque de los deseos

LUCES de plata y oro


se elevan desde el fondo del estanque
donde los enamorados van a hacer
que sus deseos se cumplan.

Hay truchas que se tragan los deseos.


Los deseos son redondos
como las ilusiones que brillan.
Los enamorados se acercan
al borde del estanque
e inventan sus deseos.
Los tilos cantan, las ranas se besan.

El dinero se ahoga y se oxida,


monedas olvidadas,
extraños desechos de codicia,
sacrificio humano que acaricia un misterio.
Bailan los deseos y a sus genios llegan
como labios de niño a la piel de los helados.
Flotan al sol que construye el bamboleo
de las copas de los pinos,
esas copas donde se bebe el vino
del ruido roto de la naturaleza,
ese asfalto resbaladizo, miel de luna,
Que al asesino le hace olvidar
toda la sangre que derramó por culpa del amor,
que le hace olvidar que su primer crimen,
el que dejó a su primera esposa decapitada
en un húmedo hotel del sur,
lo cometió meses después de arrojar una moneda
al estanque pidiendo como deseo
una dulce niña que le naciera.
OJOS DE HEROINA
Barrendero

ESCONDO la basura bajo las aceras


Y nunca vacío ninguna papelera,
porque no soy barrendero,
soy un beso que una vez
tiraste al suelo de la calle
donde yo vivo muriendo.
Lluvia

CUANDO llueve detrás de los cristales


estoy solo.
Cuando llueve detrás de los cristales
estoy ronco,
ronco de amor.

Mientras el sacrificio
del iris del precipicio
de la oscura lágrima
leía la biblia del dolor,
yo clavaba espinas en espinas.
Cuando el arco iris
incluye el negro por color,
me ahogo en tu beso,
ronco de beso.
Asesino de niñas

Asesino de niñas,
asesino de pupilas.
Serían ojos lo que la arena se llevó
quizá por un pequeño impulso,
latido enfermo bajo el fruto de un árbol
ni siquiera envenenado,
ni siquiera prohibido,
sólo cansado, sólo fruta
de realidad-motor-adhesivo.
Ser pegamento y manchar
la piel de mi muchacha
y vivir allí, aun ayunando,
sin tener, sin dar,
sólo recibir perpetua densidad
de frágil caramelo epidérmico;
sólo cantar en la playa de un mar
alrededor y por debajo de la hoguera;
sólo soñar que llorar
es un sistema de amordazamiento;
sólo amar, sólo mirar siempre,
aunque arañado, el pelo de mi muchacha.
La cápsula del amor artificial

La cadavérica mano del mediodía


se va posando sobre la frente,
arañada por miles de inviernos,
de la hija del dolor.
La hija del dolor ha lanzado
una flecha de ponzoña
a la boca de mi corazón.
Con la sangre que mana de sus dientes
dibujo tus labios en el desierto de la piel
de mi brazo, al tiempo que el humo
va esculpiendo tu recuerdo,
mal del corazón:

Huellas al atardecer, la muchedumbre del mar,


insultos y susurros de un cristal sucio,
la espuma de su rabia
salpicando el culito desnudo de una niña,
mientras su lengua de nieve,
poco a poco, iniciaba el lamer de nuestras venas,
y los latidos eran coces
que nos partían las costillas,
rejas de la prisión del amor.

Llovíamos en nuestros labios,


y las uñas se rendían
ante la brisa de nuestra voz.
Las olas de tu carne ahorcaban a mis ojos
cuando la noche negra en ellos irrumpió,
reflejo de los tuyos,
oscuros lagos rodeados
por una fina circunferencia de hierva.
La tarde maullaba como un gato de sudor.

Yo caí entre tus muslos,


y una alfombra de saliva de plata
asesinó al invierno,
que con un puñal nos esperaba.
Y las redes de tu pelo me sacaron del infierno
para hacerme presa de los colmillos del cielo.
Dulce caminar, reptando la serpiente.
La hija del dolor ha lanzado
una flecha de ponzoña
a la boca de mi corazón,
caballo herido en la playa,
esperando el beso de tus ojos
en alguna transparente estación
Hoy no mamas

Hoy está granizando


infancia de secuestrador
para herirnos a todos
y acabar de una vez
con nuestros renglones quebrados,
carretera procedente
de la uretra de Dios
jubilado.

Hoy las tripas de los cerdos


están llenas de los cientos
de pájaros volando,
y sólo hay uno en el cielo
escapando.
Almíbar en el culo
porque las sierras mecánicas
entran por tus talones.

Hoy no cantas.
Hoy no lloras.
Hoy no mamas.
Aristas de niebla

Orquídeas automáticas,
claveles transparentes,
zapatos de cristal.

Y ya mis venas son rejas,


y mi pecho es una cárcel
donde me dejaste preso
cuando se fueron tus besos.

Sara pasea descalza


sobre las brasas de mi amor.
Su piel, aristas de niebla
y sus ojos nieve oscura.

Orquídeas automáticas,
claveles transparentes,
zapatos de cristal.
Travesti

23 de Julio de 1992.
Ramón murió
de una sobredosis de esperma.
Mala calle

En la mala calle siempre te querré,


porque en las aceras
yacen los desechos de la heroína,
agujas que descosieron vidas.

En la mala calle siempre te querré,


porque sobre el asfalto
las ratas brillan olor a muerte,
y lo verde es gris,
un recuerdo disecado.

Déjame fumar el humo


de la noche de tus labios.
Déjame besar tu brazo
pintado para la eternidad.

En la mala calle siempre te querré,


porque en el solar-basura
los huesos sujetan la piel que se eleva al cielo,
porque toda la carne se vende.
La carne es el más preciado diamante
en la mala calle.

En la mala calle siempre te querré,


porque en la plateada y afilada mañana
las navajas cantan dulce
sobre el temido danzón del dinero,
y la sangre es adorno
último modelo

Déjame fumar el humo


de la noche de tus labios.
Déjame morir en el valle de tus muslos
como una sonrisa de amor.
Buen efecto

Liebres y halcones muertos


volando sobre
el espejo de una carretera.
Un moro borracho de tocino
y coñac bucea bajo el pavimento
sobre el túnel de un metro.
Las estrellas y relámpagos
en mi cabeza; y amor sin superficie.
El paracaídas diminuto
sin cuerdas esta vacío,
su corazón ya está dentro de mí.
Camarera de mediodía

Rociada de leopardo
camina despacio
arañando una copa
donde se pierde
el misterio de sus ojos
que nunca acaban.

Y la salud está loca,


y va perdiendo amigos.

Hay unas gotas


que no son perlas
en las huellas
de sus inviernos,
y su falda se abraza,
desesperada, a sus caderas
rasgando así muchos
sellados pensamientos.

Y hay quien perderá


su salud por tocar
el pan de su vientre
y la bebida de su insondable
vaso manchado de amor.
Vomitando el alma en las esquinas

Vomitando el alma en las esquinas


va el Marqués, 29 kilos de heroína,
y una puta negra desinfla su celulitis
bajo un árbol de la Casa de Campo
y llueve;
en el lago se hunde una barca
mientras se masturba Lord Byron.
Frankenstein 1993.
Mis heridas están esperando
la sal de las tuyas
y el beso del adiós,
el beso del adiós.
Vomitando el alma en las esquinas
va el Marqués, 29 kilos de heroína,
y ha comprado un muerto
para hacerse pasar por él.
Cuando llegues a Madrid, amor,
estaré durmiendo.
Estilo crónico

Estilo Crónico balbuceaba una canción


hundiéndose en arenas movedizas;
en sus pies, guillotinas de un mundo ínfimo
jugando a decapitar sus dedos.
Entorno de barro odioso de cloaca de hospital
gobernado por los enanos del cieno,
nadadores estropeados, abortos de Namor.

Estilo Crónico no cantaba ningún blues,


ni jazz ni hostias en vinagre,
sólo escupía una rumba con sangre
mientras se hundía más y más
en el martirio de los enanos buceadores.
¡Dios, cómo podían vivir
allí esos enanos!

La trinidad se acercó al ajo


meando agua bendita, intentando un retraso.
Grietas en las nubes,
cantantes partidos en dos,
hígados de boxeador haciendo el ángel,
dientes rojos rubíes desprendiendo ambición
Y Estilo Crónico se ahogó.
Gemelos flamantes

Por la ventana tiro mi basura,


la basura que los de alrededor
me inyectáis.
Porque comer es una rata
y beber una paloma,
y sentir, lo contrario de la libertad.
La libertad es cagar,
tirar la basura por la ventana
para que el viento tenga
una historia de infidelidad
y vomite, vomitar,
eso sí que es libertad.
Pero a nosotros la libertad
no nos importa, porque emigramos
viajando en el esfínter de la gloria
y lamemos la doctrina más lenta
e infame de nuestro sudor
que confundimos con amor.
Y una nube de algodón
es bien escatológica
si has tenido un mal viaje
En tu experimentación psicodélica universitaria,
nena.
¡Que caiga granizo ya de una vez
para aquellos a los que marea
la visión de la sangre,
Que hasta se la tengan que tragar
Y así se hagan hombres de verdad,
Que, incluso, esa vieja de 85 años
se haga un hombre,
que, allí donde el amor se le secó,
entre sus muslos de indigente carne,
le salgan unos flamantes cojones!
OJOS DE PEYOTE
Mundo interior

Una mujer llora,


y sus lágrimas se evaporan
en nubes de gloria
de azules tormentas
que desconcharán las paredes de cal
de los pueblos diminutos
a los que la imaginación vuela.

Las novias van descalzas


sobre el carbón del amor,
a la vez que sus velos
se enganchan en las ramas de los sauces
como nieve en equivocada estación.

Modelado en barro se despierta


el hijo de Eva, un niño diminuto
con voz de pequeño mar.
Diminutos dinosaurios de goma
se muerden en sus manos
contemplados por la caricatura
de una princesa de galletas
en su pecho.

Corren los caballos por la vega del río,


salpicando, formando una película,
presa ideal del arco iris que no está,
porque el sol se fue a pescar
harto de alumbrar al oneroso
estar del invento humano,
borracho de hedor y vanidad.

Tierno es el murmullo de seda


que nace en los labios de lo más joven,
de lo que está por nacer,
flotador de carne, hueso y amor,
pasajero del submarino de la eternidad
que navega por el alma de los besos.
Adolescente enamorada

Miró al cielo
y aplasto un pájaro
con su lindo pie.
Desnaturalización

Ella nació una noche de infección,


arropada por la suave luz
de unos visillos rotos,
estampados con cebras color verde y resentimiento,
frente a una nueva televisión
para echar al petróleo de comer aparte.

Fue engendrada en otra noche de infección,


pero allá donde, lejos, el tiempo
se convierte en un broma, o casi en un cielo.
Emergió en útero
gracias a una especie de batalla
de zurcido amor y sangre roja y blanca,
por ejemplo, mexicana.

Y lleva sin dormir la eternidad.


Y sus ojos son táctiles nubes de tormenta.
Su cuerpo es el más precioso
De mujer arrancada de pesadilla.
O un sueño.
Nadie sabe lo que yo la quiero.

Por el teléfono suena una canción:


<<Te voy a amar como la naturaleza cruel
para que no olvides que soy tu alma,
que soy tu pensamiento.
Voy a cortarte los dientes con mi oxidada navaja
y a rezar al amor para que muera...>>

Y en todo hombre hay escondida nena.


Ella tiene la vela que nuca se consume,
la que el viento no quiere ni ver,
y aunque quisiera no podría.
Son mis armas blandas, señor,
y desnudo mi secreto,
como mirar al estival algodón del cielo
y sentir la inyección del vértigo:
ella es la mujer que llevo yo dentro,
mezclada con mi sangre,
haciéndome el amor y el odio
de manera constante
sin besos.
Ángel Raquel

Y pedía una lima


para escapar de la prisión del cielo;
las grietas de sus labios
volverían a encontrar
la húmeda tormenta del yugo del amor.

Subía del jardín violeta de muerte


un vapor de plomo.
Ascendían llorando de esfuerzo
hacia esa celda vacía de carne y sangre.
El día caía como espada
sobre la noche cansada de estupro,
y guiñaba un ojo infectado de pestañas,
el sol,
cuando la decimaquinta nube
de los dientes de la alegría
era atravesada por el pecho de la luna,
inflado de sombras frescas,
tierno manjar para los colmillos afilados
del Ángel Raquel.
Es la brisa de su tubo de escape
la que respiro hoy.
Castañuelas

El corazón atravesado
por el arco de la noche de la confusión.
Opresión por parte de tu alma
hacia las esquinas de las arterias
que conforman el laberinto
de tu profundo pensamiento
del sufrir bajo el tonelaje estelar
del orgullo.
Sopor que nos da Dios
en la víspera de la madrugada
de la noche de la vergüenza,
y nosotros lo arrugamos
y lo tiramos a la papelera
junto a los desechos
por los que somos esclavos.
Y vuelan las castañuelas
tiritando como tus dientes
ante los martillos-colmillos del miedo
que tiemblan aún mas fuerte
que el holocausto
del más frío invierno.
Conciencia y voluntad

Conciencia y voluntad.
Conciencia es bicicleta
de humilde óxido en la tumba.
Conciencia.
Sus labios de caucho
ruedan hasta el esfínter
de la religión.
Caramelos de filosofía
sin digerir
escapan por las orejas,
como marzo ventoso
por el culo de un profeta auténtico.
Selva. Son tus montes
los pechos de mi chica,
y tu verdor dos faros
en la noche de autopista.
Voluntad es obscena
como piel en proceso de limpieza
y prolijo en su calendario de ayuno.
Todas las mujeres
son venas de belleza
aunque su lado bueno
sea húmedo, y el silogismo
a medio acabar bata sus alas
y susurre un adiós.
Voluntad es límite
entre volar y ser enterrado.

En tu cama de madera y tierra


un comino te importarán
la conciencia y la voluntad.
También hay niños feos y gordos.
Nocturno a Estrebvina

Arrancando estrellas negras


está la niña extraña
que a mis ojos sobrevuela,
responsable de las canciones,
con fondo de patatas friéndose,
que acarician los oídos
en la Barca de Oro;
y Pedro Infante al cantar
le sonreía,
y pobre Javier Solís,
al que las rejas no matan
pero sí un maldito querer

Arrancando estrellas negras


está la niña extraña;
y yo, destrozado en mezcal,
dejo que su querer me construya,
porque largos viajes en tren
son sus ojos
y sus caderas mi vértigo
y el de las nubes-hembra y macho
que con envidia me miran.

Arrancando estrellas negras


está mi niña de endrino,
que besa con su serpiente
de veneno hasta en los huesos,
febrífugo de confusión
y de malditos recuerdos
y por eso yo la quiero.
Sus pechos fuentes de mi pequeño nocturno.
Ligaduras del bienestar

MEDUSA sempiterna, parece que te vas,


con docenas de aguijones incrustados,
sin barlovento, sin eje, parece que giras
removiendo la tierra seductora
de las raíces de las plantas.
Es peor el cuchillo no afilado,
más horrible y descarnado.
Es peor el revólver descargado
que el repleto de balas.
El gusanillo juguetón lame con insidia
la defecación de las moscas,
orbitando un conjuro menstrual
alrededor del concepto del tiempo.
El tiempo se divide en dos:
uno o ninguno.
Salve sea la parte,
la mosca es el ángel
que te despierta cada mañana
quitándote las ligaduras del bienestar
del momento plácido de no hacer nada.
Sarajevo está sitiado y el mundo está situado
en la meada de una pulga,
justo en el fondo de ese charco de líquido
que no va a la peluquería.
Según se nos plantea el asunto
algunos viviremos en coma
mientras los demás se llenan de puntos.
Patines de hielo caminan solos
sobre los espejos retrovisores improvisados
de los coches de más de 100.000 años
de antigüedad.
Mi sonrisa es leve,
se cura con tiritas para negro,
de esas que le hacen a uno millonario.
Comida campestre censurada

La piña arde en la hoguera


lanzando valentía a nuestros ojos,
esperadores-sudadores,
galantes, desoxidados...

El mortero bate el hígado del amor;


las agujas de los pinos apuntan,
están preparadas para clavarse
en el menstruar de todas las mujeres.

El fuego momifica la razón


abstrayendo al espectador,
dejándolo sumido en
una hipnosis leñosa,
aunque el calor del verano
o el frío del invierno
sean temibles.

Las faldas se elevan


como las nubes-columna vertebral
del beso.
Príncipes con collares árabes,
los collares;
ilusión de marfil,
aparece un gitano.

No hay giralda
en mis costillas vituperantes
dañadas de vinos piratas
Realidad

NOSTALGIA de reflejos.
Suena una canción lenta,
dulcemente.

Realidad, como duelen


tus horizontes,
tan cercanos, tan adentro.

Realidad, tu presencia
es un diamante
creciendo en la carne.

Realidad, tu verdad
es ruido de uñas
contra dientes, dulcemente.

Realidad, tus quejidos


de tacón
atraviesan mi corazón.

Realidad, naces
ya matando.
Cerezas en el latido
de un vestido de mujer.

Realidad, de cenizas
es tu piel
y de costillas rotas
tu suelo.

Realidad, tu lengua
es de basura
transparente.

Realidad, tus ojos


se mueren,
se mueven,
dulcemente.
Perfume genital

EL perfume genital
abandera a las tropas
del placer fonético;
abraza y se emborracha,
lacónico, como un hombre
ante un nublado porvenir.

Perfume genital
entre la respiración
del recuerdo del padre
semienfermo.

Flores sentadas
en sillas de ruedas,
con poderes curativos,
embisten a cuentos
sumergibles de bebé.
Y la papilla aguanta,
y aguanta el estómago,
que no soltará la papilla,
porque la papilla
es dolorosa pero promete,
promete algo bueno,
porque el dolor siempre
trae algo bueno para merendar
después.

Cuerdas vegetales, verdes,


definen tu cuerpo
de madura adolescente,
hundida hasta el cuello
en el mar de uñas de la vida.
Dientes de mezcal

Y en nuestro último beso


mordimos el gusano,
punto y final del mezcal,
de la noche,
y recordaremos amargamente
nuestros viejos amores.
Y ya perdidos
en la tiniebla viva del alcohol,
nos abrazamos hasta reconocer
que sin amor todo es nada.
Espejos rotos en olivares,
con luz del sol,
van reflejando
lo triste que resulta
un verano sin un revólver melancólico.
Y en nuestro último beso
mordimos el gusano del mezcal
y después nos suicidamos,
y por eso yo lloro esta canción
desde el trono borracho
del cielo del amor.
El sudor de la pistola

El desaseado muchacho que me habla de amor


tiene los ojos de sur de oriente
y su cabeza ha sido bautizada
por decenas de botellazos;
y su nombre es el que quieras.
Un león lleva tatuado en su pecho
porque en una película mexicana
vio algo parecido,
pero era un águila.
El pelo infierno y oscuro,
como las pupilas del amor más enfermo,
hace el relato de las felaciones
que tuvo que sufrir
en mañanas, tardes y noches
de sucio respirar.
Pequeño pre-adolescente,
que mientras se ahoga
con la férrea leche del diente
la despoja con habilidad
Del contenido de sus bolsillos.
Y nunca llora. Nunca llorará.
Y ahora escucha, o bebe por sus ojos,
pero en la nuca del último cliente
de Armandito (su verdadero nombre),
el niño de más sudamérica,
he vaciado todo mi cargador,
un puro jardín de balas.
¡Y esto si que es estar solo!:
haber matado a mi propio hermano
después de que lo hayan robado,
después de haber pagado unos pesos
por unos minutos de abyecto placer,
y después de haberle extraído
el alma un pobre muchacho
por donde se les va a los hombres.
100 pesos le di a Armandito
por enterrar a mi hermano
y por irme con su madre
a malograr el amor
que, con mis latidos de perro infectado,
me orientó el vivir.
Sigo fumando mientras Armandito
me habla de sus cosas al lado del fogón,
y el vino ya nunca duerme.
Madrid, 12 de Octubre de 1993.

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