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FUEGO Y MANIOBRA

BREVE HISTORIA DEL ARTE TÁCTICO


JORGE ARIEL VIGO

FUEGO Y MANIOBRA
BREVE HISTORIA DEL ARTE TÁCTICO

Folglore Ediciones
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res del copyright, bajo las sanciones establecidas por las leyes, la reproducción
total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendi-
dos la fotocopia y el tratamiento informático.

Primera edición
© 2005, Jorge Ariel Vigo
© 2005, Folglore Ediciones

Segunda edición corregida y aumentada


© 2015, Jorge Ariel Vigo
© 2015, Folglore Ediciones

ISBN

Hecho el depósito que marca la Ley 11.723

Impreso en el mes de abril de 2005 en


Docuprint S.A., Rivadavia 701,
Buenos Aires, Argentina.
“Uno debe entender el mecanismo y el poder del soldado individual,
luego el de una compañía, un batallón, una brigada y así en más, an-
tes de que uno pueda aventurarse a agrupar divisiones y mover un
ejército. Creo que debo mi éxito a la atención que siempre presté a la
parte inferior de la táctica como oficial regimental. Hay muy pocos
oficiales en el ejército que conozcan esos detalles mejor que yo; son la
fundamentación de todo el conocimiento militar”

Mariscal de Campo Arthur Wellesley, Duque de Wellington


F UEGO Y MANIOBRA

I NTRODUCCIÓN
La Estrategia tiene un magnetismo especial para los expertos y el
público en general. Tratados acerca de su evolución, volúmenes ex-
plicativos, desarrollos teóricos y escritos descriptivos acerca de ella se
encuentran por doquier abarcando diversas disciplinas. Estrategia
militar, diplomática, empresarial, legal, comercial son moneda co-
rriente en la literatura académica y en el lenguaje de profesores, polí-
ticos, hombres de armas, periodistas o deportistas.
Su hermana menor, la Táctica goza de un empleo oral semejante
pero no ha recibido un igual trato erudito. Las obras que la estudian
la refieren a períodos o conflictos específicos circunscribiendo el aná-
lisis a su empleo circunstancial sin alegar nada respecto de su genéti-
ca y evolución. De similar manera los documentos técnicos,
esencialmente reglamentos militares, sólo tratan de sus métodos y
procedimientos actuales.
Esta desigualdad se ha traducido en una desventaja operativa.
Cada vez que se plantea un nuevo conflicto se levantan voces estra-
tégicas para explicar la forma de encararlo y arribar a una pronta solu-
ción del mismo; pero nada escuchamos acerca de cómo se realizarán
las tareas que, en conjunto nos llevaran a ese objetivo. Cierto es que
corresponde a la táctica establecer esos procedimientos, ya que la
táctica es acción. Pero la estrategia, que es idea, no debe apartarse
tanto del hacer como para no distinguir lo posibles de lo simplemente
imaginado. Si la estrategia es, como dice Alonso Baquer, “el decir de
un hacer” corresponde que conozca los límites posibles, actuales y

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futuros de los recursos de acción, tanto para acatarlos como para ex-
tenderlos.
Es relativamente sencillo trazar una campaña estratégica de
bombardeo, pero es tácticamente complejo realizarla produciendo el
mínimo daño colateral y previendo el amparo de los cientos de refu-
giados que ella producirá. Una estrategia de armas combinadas puede
llevar a un gran ejército a Bagdad, pero si no se atiende a la respuesta
táctica obvia del enemigo derrotado -la guerrilla y el terror- de nada
valdrá la victoria pues el número de bajas propias será superior des-
pués del cese de fuego.
La Táctica es la disciplina que provee a la estrategia no sólo del
medio de acción, sino también de parte de la información necesaria
para actuar. El problema de los refugiados de guerra es muy antiguo y
los hombres involucrados en los sitios lo conocían: Vercingetórix en
Alesia (52 a.C.) expulsó a los no combatientes de su posición por falta
de alimentos, y en repetidos sitios medievales se registran nubes de
refugiados entre las murallas de los sitiados y las trincheras de los
sitiadores. El recurso del terror y la guerrilla es repetidamente habi-
tual en un vencido, bástenos con recordar los movimientos de resis-
tencia surgidos en Francia, Holanda o Rusia durante la Segunda
Guerra Mundial.
En un estado nacional la política, asociada a la ética, traza los ob-
jetivos nacionales a partir de la identificación de los intereses vitales
de la nación. Nada dice la política acerca de cómo lograr esos objeti-
vos, pues esa es tarea de la estrategia. A ella le corresponde establecer
los caminos de acción para alcanzar las metas fijadas diciendo qué es
lo que hay que hacer. La táctica por su parte es el procedimiento de
la acción que recorre los rumbos trazados por la estrategia. La relación
sistémica de subordinación es entonces evidente.
El conocimiento Táctico resulta imprescindible para la elabora-
ción de una estrategia adecuada. No es aconsejable desarrollar estra-
tegias que empleen procedimientos tácticos poco conocidos o
desconocer los requerimientos operativos y sus consecuencias. Aun-
que es habitual admitir que los errores tácticos tienen solución en el
campo estratégico y que ese remedio no funciona a la inversa, no
podemos desconocer que en nuestra época donde los medios de co-
municación masiva han reducido la dimensión temporal de la estrate-
gia, los alcances y efectos de las acciones tácticas pueden comprender
rápidamente resultados irreversibles. La guerra opera hoy dentro de
la ética que marca el Derecho Internacional Humanitario, su conoci-
miento y manejo es imprescindible para todo militar profesional; en
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ese sentido una acción táctica que afecte los valores protegidos por
esas normas alcanzaría resultados dañosos en el ámbito estratégico
que podrían arruinar una campaña o todo el plan de guerra.
El conocimiento Táctico es entonces indispensable no sólo desde
la necesidad del combate sino también a partir de su manejo concep-
tual integrado al sistema estratégico. Esa integración sólo puede lo-
grarse mediante una cabal comprensión del fenómeno táctico y su
genética evolutiva. Ésta responde al modelo social en que se aplica la
Táctica; modelo que determina a su vez el diseño del instrumento
militar y su empleo Estratégico, lo que permite una apropiada com-
posición sistémica de ambos fenómenos.
Para comprender el fenómeno táctico debemos integrar las con-
diciones sociales, económicas y políticas donde éste se produce, reco-
nocer su manifestación procedimental e identificar las causas que
generaron su creación. Con relación al primer requerimiento hemos
decidido dosificar su análisis a sus más destacadas influencias. En
referencia al resto expondremos en detalle los métodos y formas de
empleo tácticos así como sus organizaciones, siguiendo las causas y
efectos en miras a relacionarlos de forma evolutiva y continuada.
Con este enfoque emprendemos el estudio histórico de la Táctica
a través de su evolución y desarrollo. Antes de avanzar en tal sentido
es conveniente que establezcamos cuáles son los elementos esencia-
les que integran el combate y con qué términos y alcances nos referi-
remos a ellos.

Los Elementos del Combate


Encarar un estudio de historia militar exige previamente un
acuerdo terminológico y conceptual del léxico básico con que se des-
criben las acciones de guerra. En tal sentido palabras como Estrate-
gia, Operacional, Táctica, Logística, Inteligencia, Mando, Comando,
Conducción y Principios de la Conducción requieren una conceptua-
lización operativa.
Las definiciones que a continuación se consignan son esencial-
mente descriptivas y pretenden ser lo suficientemente elásticas como
para poder aplicarse hábilmente a cualquier período histórico. For-
mulamos esta aclaración porque los conceptos técnico-militares han
variado con el tiempo así como su aplicación y emplear la conceptua-
lización actual podría resultar un acto ahistórico.
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Estrategia
Es este uno de los conceptos más difíciles de tratar. En su aplica-
ción más amplia podemos coincidir con Williamson Murray en que la
“…estrategia es un proceso, una constante adaptación a los cambios
de condiciones y circunstancias en un mundo donde el azar, la incer-
tidumbre y la ambigüedad dominan.”1
Focalizándonos en la estrategia militar podemos decir que esta es
“…el arte y ciencia del empleo de las fuerzas armadas de una nación
o alianza para asegurar objetivos políticos mediante la aplicación o
amenaza de la fuerza.”2, definición que coincide con la de Liddell
Hart “el arte de distribuir y aplicar los medios militares para alcanzar
los fines de la política.”3 En igual sentido Clausewitz la definía como
“el arte de emplear las batallas como medios para ganar el objetivo de
guerra.”
La estrategia militar será entonces el arte y ciencia de responder a
los objetivos fijados por el poder político mediante el empleo de las
batallas y más específicamente se referirá a la disposición de los ele-
mentos del instrumento militar antes y después de las batallas. La
estrategia militar será el criterio con que un comandante debe guiar
sus tropas para que alcancen el campo de batalla en la situación más
ventajosa posible.

Operacional
Esta última concepción de la estrategia es de aplicación a un con-
cepto relativamente nuevo que es el del arte operacional. Hasta antes
de la Segunda Guerra Mundial no se distinguían de la estrategia cues-
tiones como la situación que debía producirse en el teatro de guerra
para alcanzar el objetivo estratégico, qué acciones producían esa si-
tuación o con qué recursos se alcanzaba. Después de ese evento béli-
co se creó a instancias de la doctrina soviética la categoría operacional
que en suma consistirá en “…el empleo de las fuerzas militares para
alcanzar objetivos estratégicos en un teatro de guerra o teatro de ope-
raciones a través del diseño, organización, y conducción de campañas
y operaciones mayores.”4

1 Murray, W., 1994 “The Making of Strategy. Rulers, States and War”, pg 1,
New York, Cambridge University Press
2 Department of Army, 1986, FM 100-5 Operations, pg 9, Washington
3 Liddell Hart, B.H., 1954, “Strategy”, pg 321, New York, Meridian
4 Department of Army, 1986, FM 100-5 Operations, pg 10, Washington
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En este sentido el nivel más bajo de la estrategia se confunde con


el nivel operacional pudiendo lograrse su separación sólo en la aplica-
ción a un caso concreto.

Táctica
Por debajo del nivel operacional hace su aparición la táctica como
“…la disposición para, y control de, fuerzas militares y técnicas en el
combate …estrategia es el arte de conducir la guerra, táctica es el arte
de pelear.”5
Antiguamente en Grecia taktika se refería solamente al ordena-
miento de las tropas en batalla. Con el tiempo la evolución y la nece-
sidad ampliaron su alcance orientándola hacia la obtención de
ventajas para explotar las vulnerabilidades del enemigo dentro del
campo de batalla. Así incluye técnicas ofensivas y defensivas, el em-
pleo de las armas, la movilidad y dispocición de las tropas en comba-
te. El Mariscal Marmont la definía como el “arte de manejar las
tropas sobre el campo de batalla, y maniobrarlas sin confusión…es la
ciencia de la aplicación de las maniobras.”6
En la actualidad se reconocen dos niveles tácticos, el superior que
involucra la coordinación de operaciones de grandes unidades y el
inferior que refiere a los métodos de empleo de las unidades en com-
bate. El nivel superior ocupa una zona de definición dinámica con el
operacional.
Los niveles estratégico, operacional y táctico se integran dentro
de un sistema donde los objetivos superiores determinan la identifi-
cación de los objetivos inferiores. Mientras la estrategia identificará el
mejor objetivo para el empleo del instrumento militar en miras a
ganar la guerra en los términos buscados por la política, el nivel ope-
racional establecerá el lugar y el tiempo en que las batallas deban
librarse para lograr las metas estratégicas y la táctica fijará el método
de combate a aplicar en las batallas formuladas por el nivel operacio-
nal. Del mismo modo que los objetivos de cada nivel se hallan entre-
lazados, también deben guardar relación los procedimientos y
métodos de cada categoría.
En el análisis histórico generalmente se ditinguen las situaciones
estratégicas y las tácticas, los restantes niveles corresponden a necesi-

5 Montgomery, B., 1968, “A history of warfare”, pg 14, London, Collins


6 Nosworthy, B., 1996, “With musket, cannon and sword”, pg 23, New York,
Sarpedon
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dades operativas o académicas de enseñanza. Sin perjuicio de que los


niveles intermedios son de aplicación a la historia militar es aconseja-
ble aplicarlos a temas específicos y a épocas asociadas con esos con-
ceptos. Para una obra como la presente el modelo simple estrategia-
táctica resulta más práctico, sin perjudicar la calidad del análisis.

Logística
La logística es el arte de abastecer y transportar a las fuerzas ar-
madas. Es uno de los elementos críticos de la ciencia militar. No es
posible desarrollar ni siquiera un plan bélico de cualquier nivel sin
tener en cuenta los alcances y limitaciones que la logística impone.
Como reza un viejo adagio los aficionados hablan de estrategia, los
profesionales estudian la logística.

Inteligencia
Es el procesamiento, análisis y distribución de la información ne-
cesaria para emprender una operación militar. Comprende los tres
niveles básicos: inteligencia estratégica, operacional y táctica.

Mando
“Es la acción que ejerce el jefe sobre los hombres que le están
subordinados con el objeto de dirigirlos, persuadirlos e influir sobre
ellos de tal manera de obtener su voluntaria obediencia, confianza,
respeto y leal y activa cooperación tanto en el desempeño de una
función como en el cumplimiento de una misión.”7

Comando
“Es el ejercicio de la autoridad y responsabilidades legales sobre
una organización militar. Es una función del grado y cargo que está
prescripta, regulada y limitada taxativamente por las leyes y regla-
mentos militares.” 8

7 Ejército Argentino, 1960, “M-65-1 Ejercicio del mando”, pg II, Argentina


8 Ejército Argentino, 1960, “M-65-1 Ejercicio del mando”, pg II, Argentina
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Conducción
“Es la aplicación del comando a la solución de un problema mili-
tar. La conducción es un arte, una actividad libre y creadora que se
apoya sobre bases científicas. Cada tipo de problema militar a resol-
ver, requerirá la aplicación de técnicas particulares.”9 Tal vez debiera
incluirse en el concepto la gravitación del mando en la conducción.

Principios de la Conducción
“Los principios de la guerra son los que han orientado a los gran-
des Capitanes de quienes la historia nos ha transmitido los grandes
hechos.” (Napoleón).”A causa de la falta de principios firmes y sensa-
tos, se cae en los cambios continuos, sea que se trate de organización,
de formaciones, de maniobras.” (Lloyd).10
Originalmente conocidos como los principios de la guerra y mo-
dernamente llamados de la conducción, consisten en un número de
guías que contienen la esencia de los mejores consejos para la con-
ducción de acciones militares. En nuestro país son once:11

Voluntad de Vencer
Disposición para empeñar todos los recursos disponibles en la
búsqueda del éxito. Implica empeño moral y vocación de sacrificio.

Objetivo
Propósito o finalidad que se persigue alcanzar. Debe estar clara-
mente definido y comunicado. Debe ser decisivo y obtenible con los
medios disponibles

Ofensiva
Disposición para actuar contra el enemigo, buscando destruirlo o
capturarlo en toda circunstancia, aún en la inferioridad numérica o de
condiciones.

9 Ejército Argentino, 1960, “M-65-1 Ejercicio del mando”, pg II, Argentina


10 Foch, F., 1900, “Los Principios de la Guerra”, Biblioteca del Oficial Vol
300, pg 30-31, Buenos Aires, Círculo Militar
11 Ejército Argentino,1992, “ROB-00-01 Reglamento de Conducción para el
Instrumento Militar Terrestre”pg 7-11, Argentina
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Maniobra
Ejecución de un conjunto de actividades mediante las cuales se
buscará colocar en situación ventajosa a las propias tropas frente al
enemigo.

Libertad de Acción
Facultad de aplicar el poder de combate disponible según la pro-
pia intención, sin que el enemigo pueda impedir que así suceda.

Unidad de Comando
Conferir a un único comandante toda la autoridad necesaria para
asegurar la unidad de esfuerzos.

Economía de Fuerzas
Dosificar cuidadosamente el poder de combate disponible.

Masa
Aplicación de un mayor poder de combate relativo en el momen-
to y lugar apropiados para obtener resultados decisivos.

Sorpresa
Actuar contra el enemigo en un momento, lugar, forma y/o me-
dios inesperados.

Seguridad
Conjunto de medidas destinadas a prevenir la sorpresa, preservar
la libertad de acción y negar al enemigo información.

Simplicidad
Evitar todo aquello que resulte complicado y superfluo, tanto en
la concepción como en la ejecución de las operaciones, de modo que
se reduzcan los riesgos de desentendimiento y confusión propios del
combate.
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Otras consideraciones acerca del Combate


El coronel Trevor Dupuy ha producido un interesante elenco de
características operativas acerca del combate, aunque no creo que
deban tomarse como “las verdades eternas de la guerra” como él las
llama, sí considero que deben tenerse en cuenta para planear, ejecu-
tar o analizar una acción bélica. Son ellas:

1. La acción ofensiva es esencial para el resultado positivo del


combate
2. La fuerza defensiva es mayor que la fuerza ofensiva
3. La actitud defensiva es necesaria cuando no es posible atacar
con éxito
4. El ataque de flanco o por la retaguardia tiene más probabili-
dades de éxito que el ataque frontal
5. La iniciativa permite la aplicación de una potencia de com-
bate predominante
6. Las posibilidades de éxito del defensor son directamente
proporcionales a la solidez de su fortificación
7. Un atacante, si está dispuesto a pagar el precio, puede siem-
pre romper las defensas más fuertes
8. La defensa requiere profundidad y reservas para tener éxito
9. La superior potencia de combate vence siempre
10. La sorpresa aumenta sustancialmente la potencia de combate
11. El fuego mata, desorganiza, neutraliza y causa dispersión
12. Las acciones en combate son siempre más lentas, menos
productivas y menos eficientes de lo previsto
13. El combate es demasiado complejo para contenerse en un
simple y único aforismo12

Liddell Hart por su parte considera que los principios que rigen
la guerra se resumen en la palabra ‘concentración’, refiriéndose a la
‘concentración de la fortaleza contra la debilidad’. Del mismo modo
enuncia sus propios axiomas:

12 Dupuy, T.N., 1987, “La Comprensión de la Guerra – Historia y teoría del


combate”, pg 27-36, Madrid, Ediciones Ejército
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1. Positivos
a. Ajuste sus fines a sus medios
b. Tenga su objetivo siempre en mente
c. Elija la línea de menor expectativa
d. Explote la línea de menor resistencia
e. Tome la línea de operaciones que ofrezca objetivos alternativos
f. Asegúrese que tanto el plan como sus disposiciones sean flexi-
bles, adaptables a las circunstancias

2. Negativos
g. No se arroje a la lucha mientras su oponente esta en guardia
h. No renueve un ataque a través de la misma línea o en la misma
forma después de que el primero ha fallado13

Más allá del acuerdo o no con estas consideraciones, las mismas


demuestran que el análisis del combate permite obtener conclusiones
útiles acerca de la actitud que debe asumirse frente a él.
Pero nuestro interés va más allá, lo que buscamos es establecer
una dinámica del combate que complete los conceptos reseñados en
un sistema integrador. Ese sistema mostrará los mecanismos evoluti-
vos de la táctica de combate y nos orientará acerca de los nuevos
adelantos.

L A TÁCTICA EVOLUTIVA
La táctica es un sistema cuyo fin es el de multiplicar la potencia
de combate de una unidad militar.
La táctica consiste en el empleo, despliegue, dirección y coordi-
nación de fuerzas militares con el objeto de derrotar al enemigo. Para
el logro de este cometido se deben considerar algunos elementos
esenciales a su operación. La manera en que las tropas se formen para
combatir, el modo en que una fuerza emplee su potencia de lucha, la
capacidad para desplazarse en el campo de batalla y la habilidad para
detectar al enemigo y en lo posible no ser detectado, conforman estos
componentes fundamentales cuya combinación adecuada hacen de la
táctica un procedimiento óptimo.

13 Liddell Hart, B.H., 1954, “Strategy”, pg 335-337, New York, Meridian


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Todos estos elementos se encuentran interrelacionados y de nada


sirve concentrarse en el empleo táctico de uno solo de ellos sin tener
en cuenta los restantes. Como veremos más adelante un empeño
semejante ha llevado en la historia a repetidos fracasos.
La formación de las tropas depende de la capacidad de fuego del
enemigo, de la mejor habilidad de combate de la propia tropa y de su
defensa disponible, así como también de la movilidad que se requiera
y de la exposición u ocultamiento que deba presentarse al adversario.
Bajo estas condiciones las formaciones tácticas se rigen por el criterio
de dispersión / concentración, el que podemos ejemplificar con dos
modelos opuestos: la falange griega es un patrón de concentración,
mientras que el moderno tirador individual es un arquetipo de dis-
persión.
La potencia de lucha tiene dos manifestaciones esenciales. Por
un lado el combate mediante armas arrojadizas que permiten impac-
tar a distancia sobre el enemigo, que como señala Clausewitz buscan
la destrucción física del mismo y el combate cuerpo a cuerpo cuyo fin
es el de la derrota moral del oponente. Según la manifestación de
potencia que se emplee será también el tipo de formación que se
debe diseñar.
La capacidad para desplazarse en el campo de batalla está en re-
lación con la potencia de lucha del enemigo, su alcance y efectividad.
Si esas características de potencia son altas la movilidad podrá verse
restringida, y seguramente deberá recurrir a formaciones dispersas
para evitar presentar un blanco fácilmente adquirible. En este caso la
elección de una formación deberá equilibrar la movilidad buscada con
los medios de defensa con que pueda contener el ataque enemigo.
La habilidad para detectar al oponente u ocultarse son esenciales
para determinar la formación, la movilidad y la aplicación de la poten-
cia de combate. No será igual el procedimiento táctico para combatir
contra un enemigo virtualmente invisible que para enfrentar a tropas
expuestas. Del mismo modo el no ser detectado permitirá el empleo
de procedimientos tácticos desde una situación más ventajosa.
Los procedimientos de combate están o deben estar siempre
orientados hacia la aplicación de estos elementos de forma que su
potencia actúe con el máximo de eficacia y plenitud. Una formación
de combate debe estar dirigida hacia lograr la mayor concentración de
fuerza posible, equilibrándola con una defensa que permita mantener
esa concentración el mayor tiempo viable y con la capacidad de poder
trasladarse lo más rápido permitido, ofreciendo la menor detección
aceptable.
20 JORGE ARIEL VIGO

En este sentido, la táctica como sistema debe ser sinergizante, es


decir ofrecer "una suma mayor que las partes". Sin embargo no puede
perderse de vista que al mismo tiempo esa suma es inferior a la de
todas las aptitudes individuales, pues la combinación de esfuerzos
obliga a renunciar a algunas características particulares. Cuando el
modelo táctico de la falange sumeria se impone a la horda la suma de
la fuerza individual de cada combatiente concentrada en la formación
compacta es mayor que la adición de la misma fuerza dispuesta en la
horda. Sin embargo para lograr esa sinergia la falange renuncia a la
movilidad y velocidad en el campo de batalla.
La historia de la táctica es la de su evolución a través de la com-
binación de sus componentes principales: la relación Dispersión /
Concentración, el Fuego, la Maniobra y la Detectabilidad. Conocer
este desarrollo es comprender la clave fundamental del problema
táctico, que no se encuentra en axiomas o principios. Mientras que
éstos sólo atienden a la teoría de la táctica, su proceso evolutivo
muestra la dinámica del fenómeno dándole un significado práctico
aplicativo y asignado sentido a los aforismos.
Este sistema táctico tiene por supuesto otros subsistemas compo-
nentes de relevancia entre los que se destacan la calidad del soldado
y el comandante. En este sentido afirmamos que ningún sistema es
mejor que sus operadores. En repetidas ocasiones han sido los hom-
bres los que otorgaron viabilidad al modelo táctico. Admitiendo esta
circunstancia la incluiremos en los casos que resulten prominentes,
pero nuestro punto focal será el sistema mismo.
El tratado de las relaciones de mando, conducción y hombres en
combate exige de una tarea específica que sólo debe intentarse una
vez identificada la evolución de la táctica, pues ella ofrece el escena-
rio donde las acciones humanas adquieren sentido. El complejo man-
do-conducción-obediencia no puede ser tomado en abstracto, sino
circunstanciado a la época y el paradigma táctico en uso. De lo contra-
rio caeríamos en el anacronismo de considerar relevantes acciones
aisladas. Por ejemplo, subrayar que un comandante incluyese en su
unidad médicos y una lavandería para evitar infecciones, es hoy una
cuestión tan elemental que sólo destaca por su ausencia. Sin embargo
si ese mismo hecho lo situamos durante la Tercera Cruzada es un
mayúsculo encomio para el ejercicio del mando de Ricardo Corazón
de León. En interés de un avance metódico y prolijo preferimos es-
tablecer primero el análisis del sistema táctico en esta obra, dejando
el de sus operadores para un trabajo posterior.
FUEGO Y MANIOBRA 21

Finalmente, aunque la evolución táctica reconoce una continui-


dad temporal, sus avances son individualmente desparejos y presen-
tan algunos sincronismos. Trataremos de seguirlos lo más prolijo que
nos sea posible. También en ese sentido debemos tener en cuenta
que ningún avance táctico es realmente reemplazado por otro, lo que
sucede es que el nuevo entra en vigor mientras el viejo se reserva
para cuando resulte útil. Los modelos tácticos así responden no a su
“modernidad”, sino a su “efectividad”, de allí que los veamos repetir-
se y combinarse con tenaz constancia.
L A C ONCENTRACION DE
F UEGO Y M ANIOBRA

L A GUERRA PRIMITIVA
En la vida del hombre prehistórico la guerra tenía un carácter
ocasional. La abundancia de territorios de los cuales obtener recursos
y la escasez de pobladores del planeta hacía que los encuentros entre
individuos fueran esporádicos, y más ocasional aún que se disputasen
la posesión tierras o riquezas.
Cuando estos encuentros ocurrían asumían un formato particular
que estaba íntimamente ligado a las sociedades en conflicto, caracte-
rística ésta permanente en la definición de las guerras. Las sociedades
primitivas, hasta donde se ha podido conocer y especular, no tenían
capacidad para centralizar sus acciones y decisiones, es decir que
podían concentrar sólo alguno de sus recursos en la obtención de un
logro específico e inmediato. La descentralización las privaba de
poder formular políticas que respondieran integralmente a las necesi-
dades de la sociedad, de allí que los intereses involucrados en los
conflictos fuesen generalmente individuales y fragmentarios basados
en principio en la ofensa al jefe o a algún tabú tribal14. La incapacidad
de formular ideas y criterios unificadores impedía la enunciación de
cualquier concepto estratégico o táctico, implicando entonces la im-
posibilidad de determinar objetivos y de establecer los métodos para
alcanzarlos.

14 Ver el, interesante análisis de Dawson, D., 1996, “The origins of western
warfare”, Boulder, Colorado, Westview Press

23
24 JORGE ARIEL VIGO

Para compensar estas falencias dado que se debía actuar de todas


formas, los pueblos primitivos habrían recurrido a la fijación de ritua-
les que determinaban las conductas a seguir en una guerra sin impor-
tar las circunstancias reales que ésta manifestaba. Así se conoce que
habría habido combates regidos por árbitros, luchas que reconocían
etapas de escalada que iban de los gritos a la violencia física, guerras
que concluían una vez alcanzado cierto número de bajas o conflictos
resueltos por la lucha entre campeones.15 Aunque estos rituales pue-
dan parecernos extraños, algunos de ellos y la idea de la ritualización
de la guerra se repiten en la historia de la humanidad.
Mientras la guerra resultó ocasional y las sociedades se mantuvie-
ron en estado primitivo estos procedimientos para hacer la guerra
conservaron su vigencia. No queremos decir con esto que el hombre
primitivo fuese más respetuoso de la vida humana que lo que somos
hoy, pues también sabemos que las emboscadas, las razias sobre pue-
blos indefensos y el asesinato eran moneda corriente, pero el conflicto
elevado al nivel de grupo social, tenía como proceso resolutorio la
aplicación del protocolo ritual.
Cuando estas sociedades prehistóricas evolucionaron al punto de
poder establecer una estructura política y una continuidad en su su-
pervivencia la forma en que enfrentaron la guerra también cambió.
Ahora los objetivos perseguidos estaban íntimamente vinculados con
la subsistencia de la sociedad, se los podía además reconocer por to-
dos y se lograban establecer procedimientos para alcanzarlos. Esto
que tenía validez en la paz, en la guerra dio lugar a la creación de las
primeras organizaciones destinadas estrictamente a ella y a la apari-
ción de la primitiva doctrina de combate.
El cambio se produjo además en el momento en que los aún po-
cos pobladores de la tierra comenzaban a migrar hacia las regiones
más ricas en recursos, como la Mesopotamia Asiática, los Deltas del
Nilo y el Río Amarillo y la Cuenca Noroeste de Sudamérica. La con-
centración de habitantes trajo consigo una convivencia a la que los
distintos grupos no estaban acostumbrados, produciendo inevitables
conflictos sobre el apoderamiento de los recursos de la región y la
guerra entonces se transformó en un fenómeno endémico y, al menos
en principio, en uno de los lenguajes en que los pueblos manejan sus
relaciones exteriores.

15 Ver Keegan, J, 1987, “The mask of command”, New York, Penguin Books
y 1993, “Historia de la Guerra”, Barcelona, Editorial Planeta
FUEGO Y MANIOBRA 25

Al adquirir la guerra un carácter regular se volvió un fenómeno


persistente, complejo y específico. Esta evolución no fue apreciada
de inmediato sino que fue aprendida con la práctica bélica.
Los estados primitivos hicieron la guerra continuando con las
mismas estructuras organizacionales que aplicaban al combate ritual.
Estas organizaciones eran ad hoc y se basaban en el orden social de
forma directa afectando a todos los individuos. Su líder concentraba
sobre sí todos los aspectos de la conducción de la fuerza militar y la
sociedad, sin que se distinguiesen claramente unas funciones de
otras, ni entre combatientes y no combatientes. Como soldados ope-
raban de forma dispersa, con una táctica que podríamos llamar intui-
tiva y con un limitado poder de dañar a distancia. El combate era en
lo que se conoce como en horda, sin formación específica y su resul-
tado era el producto de los combates individuales que se sucedían al
chocar las masa de las fuerzas en conflicto.
Participar en un combate de estas características limita en mucho
la posibilidad de asegurar el éxito mediante la preparación previa,
salvo la de disponer más soldados que el enemigo. Es posible que
esta preocupación haya movido a nuestros ancestros a elaborar algún
cambio en las fuerzas militares.
Para comprender la naturaleza del ciclo de cambios en los ejérci-
tos y su doctrina se debe tener siempre presente que la guerra es un
fenómeno dialéctico, y que como tal plantea necesariamente un in-
tercambio entre dos partes. Las modificaciones y desarrollos militares
aparecen como respuesta a una variación en conducta del otro; a su
vez incorporan una nueva situación que dará lugar a nuevas evolucio-
nes. Cada avance en el arte militar responde a este circuito de allí que
la historia militar sea una de las bases de la comprensión del arte de la
guerra.

L A E VOLUCIÓN DE LA DOCTRINA EN
LA ANTIGÜEDAD
Una de las primeras preocupaciones de los antiguos soldados de-
bió ser cómo enfrentar un evento tan peligroso y constante como la
guerra. La respuesta fue la de tomar en consideración estas caracterís-
ticas, además de su complejidad y especialidad y crear ejércitos per-
manentes. Es decir personal cuya única función fuese la de trabajar
en y para la guerra.
26 JORGE ARIEL VIGO

Con ejércitos de esta categoría en 3370 a.C. Semerkhet, rey de


Egipto, invade por primera vez el Sinaí y años después en 2872 a.C.
Sargón partiendo de Akkad conquista el Elam en oriente y alcanza las
costas del Mediterráneo llegando hasta Chipre en occidente.16 En el
antiguo Egipto, la fijación de un ejército permanente, favoreció el
florecimiento de la profesión militar, sobretodo a partir de la XIX
Dinastía donde el ejército era visto “…como un medio para progresar
social y materialmente, tanto para ricos como para pobres”17. Esta
profesionalización, sin embargo, no alcanzó a una verdadera especiali-
zación debido a lo primitivo del estado del arte de la guerra.
La introducción de los ejércitos permanentes no solucionaba el
desorden del combate. El guerrero de la antigüedad debió entonces
dar por primera vez una respuesta a los problemas recurrentes del arte
de hacer la guerra. Por una parte establecer la relación entre organiza-
ción, fuego y maniobra. Por la otra, pero no ajeno a esta relación, ele-
gir cuál sería la aptitud principal de sus fuerzas la defensa o el ataque.
Estos problemas tienen aún hoy vigencia en razón que no admiten
una respuesta única y permanente, sino que varían y evolucionan con
los cambios sociales, tecnológicos, etc.
La horda presenta una estructura de dispersión de tropas, descen-
tralización en el control de la maniobra y en el empleo del fuego,
resultado de la preeminencia del combate individual. Su aptitud es
ofensiva, pues la defensa exige de cierto orden. Una horda carece
entonces de los mecanismos de guía para conducirla y su dinámica de
desorden puede llevarla a la atomización de su potencia de combate.
La respuesta a enfrentar la horda, pero al mismo tiempo mejorarla
fue la creación de la Falange Sumeria. Esta formación consistía en la
reunión de los soldados en filas hombro con hombro, disponiendo de
varias de ellas en profundidad. Esta falange presentaba entonces un
sólido frente contra el cual la horda se deshacía por no tener una masa
de choque lo suficientemente potente. La falange debía ser muy
lenta para conservar la formación y reconocía como maniobra única el
avance hacia el frente, no podía girar ni retroceder. Poseía una nula
capacidad de fuego, privilegiando la lanza como arma de combate
cercano. Esto permitió el desarrollo de una táctica centralizada: todos

16 Bernard Montgomery, Mariscal, 1975, “A history of Warfare”, Cuarta


Edición pg. 33Ed. London, Collins, St Jame’s Place
17 Healy, Mark, “Qadesh 1300 A.C.”, Ediciones del Prado, España, 1995,
pgs. 29
FUEGO Y MANIOBRA 27

los soldados actúan de la misma manera, en la misma dirección y


ejecutando una única maniobra.
Esta solución de suprimir la dispersión por la concentración física
de las tropas era posible en razón de que la capacidad de daño a dis-
tancia de la horda era reducida, pues la misma carecía de la aptitud de
concentrar el fuego de sus flechas y jabalinas.
La Falange Sumeria otorgó a sus creadores la ventaja en el com-
bate hasta que sus adversarios comenzaron a imitarla. Una vez que
todos los ejércitos de la región combatían en la forma de esta falange
el resultado del combate dependía de la cantidad de soldados dispo-
nible para soportar el choque y el combate entre las dos formaciones.
Nuevamente estamos entonces en que la esperanza de victoria de
basa en la mayor cantidad de medios disponibles.
La Falange Sumeria igualmente tenía dos debilidades una capa-
cidad de fuego nula y su lentitud e incapacidad para realizar giros o
movimientos laterales, pues esto rompía la formación. Para resolver el
problema del fuego los ejércitos primitivos comenzaron a incluir por
delante de las falanges a tropas en formación dispersa, con equipo
liviano y cuya única función era la de emplear sus armas arrojadizas
contra el enemigo y no combatir cuerpo a cuerpo con él. Siendo la
falange un blanco voluminoso estas tropas ligeras podían fácilmente
concentrar su fuego, debilitando a la formación enemiga antes del
choque con la propia tropa. La introducción de este tipo de tropa
constituyó un freno al superioridad de la falange.
Solucionado el fenómeno del fuego la movilidad requirió de la
incorporación de nuevos recursos: la domesticación de animales que
se produce entre el 3.000 y el 2.000 a.C. y la introducción del carro de
guerra. Ambos elementos en distintas épocas actuaron en los flancos
de la falange protegiéndola y también perturbando el movimiento de
las formaciones enemigas por medio del empleo de armas arrojadizas.
Los carros constituían plataformas móviles de fuego, portando lance-
ros y arqueros.
El modelo final se integraba con la falange como núcleo, la infan-
tería ligera por delante para debilitar al enemigo y los cuerpos móvi-
les en los flancos para protección y acciones de desgaste. El concepto
central, desarrollado en Persia, era que las tropas ligeras de caballería
al atacar a la infantería pesada la obligasen a detenerse para poder
efectuar una defensa, debilitándola mientras con arqueros, honderos
y jabalineros. Este estilo se mejoró y perfeccionó en las guerras de los
imperios de medio oriente y Egipto.
28 JORGE ARIEL VIGO

Las tropas ligeras cumplían además una función defensiva que


era la de rechazar a su igual del campo contrario, impidiendo que se
desgastara a la propia falange.
Los ejércitos se componían entonces de cuatro clases de comba-
tientes. La Infantería Pesada, cuyo objeto era el combate cuerpo a
cuerpo y fijar en el campo de batalla una posición en la cual el ejérci-
to podía anclar sus acciones; la Infantería Liviana o Ligera que com-
batía por medio de armas arrojadizas; la Caballería Pesada capaz de
emplearse para el combate de choque; y la Caballería Ligera que
actuaba también en el combate a distancia. Existían además tropas y
equipos de ingenieros, y servicios logísticos bastante avanzados para
la época.
Operativamente cada tropa actuaba por separado es decir no ha-
bía ningún criterio doctrinario para la acción combinada. Así los ejér-
citos de la región confiaron cada vez más en la lucha a distancia por el
fuego, lo que los llevó a reducir las piezas de protección de las tropas
de la falange haciéndolas más ligeras. Igualmente la “…maniobra era
más materia de chance que de plan.”18 Las batallas se decidían por el
desequilibrio en el número de tropas o por la primera fuerza que
entraba en pánico y huía.
La estabilización de esta forma de hacer la guerra daba preemi-
nencia al desgaste por el fuego como método principal de lucha, ya
que con una falange menos protegida el combate cuerpo a cuerpo
podía resultar incierto. Igualmente las batallas aunque sangrientas no
resultaban decisivas pues la lentitud del cuerpo principal y el agota-
miento de la infantería ligera y la caballería durante la lucha prácti-
camente impedían toda persecución. Debemos destacar con relación
a esto que no existe todavía el concepto de reserva, es decir la preser-
vación de una porción de las fuerzas para aplicarse a dar el golpe de
gracia al enemigo, o explotar una oportunidad de combate o para
efectuar su persecución.

18 Trevor N. Dupuy, 1984, “The Evolution of Weapons and Warfare”, pg 6 ,


New York, Da Capo
FUEGO Y MANIOBRA 29
30 JORGE ARIEL VIGO

E L NACIMIENTO DEL ARTE DE LA


GUERRA

La Guerra Helénica
Los guerreros griegos más antiguos, como los de la legendaria
Guerra de Troya, alrededor del 1.200 a.C. poseían ejércitos similares
a los antes descriptos y aún conservaban ciertos rasgos rituales, como
la lucha entre campeones relatada en varios pasajes de la Ilíada de
Homero.
Cuando Grecia devino en una multitud de ciudades-estado, se
atomizaron con ellas los recursos disponibles, no se poseían los gran-
des medios económicos de los que disfrutaban los imperios orienta-
les. Egipto, Persia y otros antes que ellos dominaban grandes
territorios proveedores de recursos para la guerra, entre ellos una gran
población. Las ciudades-estado griegas no gozaban de estos medios y
sus soldados eran los mismos ciudadanos cuyo trabajo sostenía la
economía de la ciudad.
Esta situación aporta dos elementos nuevos sobre la guerra, por
un lado el soldado combatiente es ahora también un decisor de la
política del estado y por el otro la doble función económica y militar
del ciudadano reduce el tiempo disponible para la guerra.
Los griegos combinaron estos elementos en una organización
llamada falange diferente a la falange sumeria. La Falange Griega
formaba igual que su antecesora pero la cohesión de la formación
estaba basada en que sus integrantes eran todos ciudadanos con dere-
chos iguales y que confiaban en el apoyo mutuo que se brindaban. Es
esta la característica fundamental de la falange griega, el soldado
pelea por su sociedad. En cuanto a la restricción temporal los griegos
dejaron de lado la lucha por desgaste y establecieron el criterio de
que la guerra debe ser feroz, rápida y decisiva. El griego no va a lu-
char para hacer huir a su enemigo sino para destruirlo.
El soldado griego se llamaba Hoplita. Contaba con una armadura
de torso de metal o lino, grebas, y casco de metal. Portaba un escudo
redondo capas de cubrirlo desde la barbilla hasta las rodillas, y de
proteger el flanco libre del soldado a su lado. En principio sus armas
FUEGO Y MANIOBRA 31

eran dos lanzas arrojadizas, pero luego se adoptó la lanza larga y la


espada.
Este modelo de una formación concentrada con una alta moral y
espíritu de cuerpo y una doctrina de combate cercano resultó tre-
mendamente eficaz contra las tropas persas venidas de Asia por
ejemplo en las batallas de Marathon en 490 a.C. y Platea en 479 a.C.
Estos combates sucedidos durante las Guerras Médicas coincidie-
ron con la etapa en que Grecia despertaba al pensamiento filosófico y
científico generándose tres disciplinas militares. La Hoplomachia, o
arte del Hoplita, es decir la lucha cuerpo a cuerpo y el uso de las ar-
mas. Esta disciplina comprendía la esgrima que a su vez era una de
las prácticas del Gimnasio Griego. Por encima de la Hoplomachia y
más importante en los estudios militares están la Taktika y la Strate-
gika .La Taktika comprendía el arte de ordenar y formar las tropas,
mientras que la Strategika era el arte del generalato.
Se distinguen en Grecia tres modelos principales de falanges.
Una básica integrada por milicias, lo que limitaba su accionar y que
tenía las restricciones conocidas en cuanto a sus desplazamientos en
el terreno, además mostraba una particularidad. El soldado griego
portando la lanza en su mano derecha y el escudo en su brazo iz-
quierdo tendía a desviar el rumbo de la falange hacia la derecha ofre-
ciendo al enemigo el lado del escudo. Esto hacía que las falanges al
chocar no lo hicieran por todo su frente, pero que además no pudieran
impulsar el envolvimiento por su incapacidad de girar.
La Falange Espartana vino a solucionar este problema. Para tener
mayor flexibilidad de acción se organizó en subunidades dependien-
tes. La menor de 18 soldados se llamaba Enomotia, cuatro de ellas
formaban un Pentekostys, dos agrupados integraban un Lochos y
cuatro Lochos una Mora. Varias Moras integraban un ejército. Con
esta organización y un mejor entrenamiento pues, el ciudadano espar-
tano era durante toda su vida un soldado, se logró establecer una
maniobra en el campo de batalla. Mientras el grueso de la falange
espartana continuaba su desplazamiento desviado hacia la derecha,
una parte se desprendía con frente al flanco derecho propio y avanza-
ba en esa dirección hasta separarse de la fuerza madre. Luego giraba
90 grados a su izquierda y avanzaba hasta ponerse al flanco siniestro
de su adversario, para girar nuevamente en 90 grados y atacarlo.
Esta exitosa maniobra probablemente la primera ejecutada en la
historia dentro del campo de batalla, tuvo su contramedida en al Fa-
lange Tebana. Esta formación fue creada por Epaminondas y em-
pleada por primera vez en la batalla de Leuctra en 371 a.C. consistía
32 JORGE ARIEL VIGO

en formar el ejército adelgazando la profundidad de las falanges del


centro y la derecha, y dándole profundidad a la falange del ala iz-
quierda. Además detrás de ésta se disponía una fuerza de 300 tropas
escogidas denominadas la Banda Sagrada.
En combate el ala izquierda avanzaba con el centro y la derecha
retrasadas, de esta forma aunque se hacía evidente la amenaza por un
ala el defensor no podía concentrar sus fuerzas contra ella pues los
cuerpos retrasados aferraban las tropas propias. Cuando la falange
espartana realizaba su maniobra se encontraba no sólo con una falan-
ge más fuerte y profunda sino que además era contraatacada por el
flanco por la Banda Sagrada.
Este exitoso dispositivo se lo conoce como Orden Oblicuo y tiene
la virtud de aplicar en la acción tres principios de conducción: la eco-
nomía de fuerzas, por la asignación de efectivos; la masa por la con-
centración de fuerzas en el punto decisivo; y la libertad de acción
obtenida por el aferramiento de las fuerzas enemigas.
Como vemos desde la desaparición de la guerra ritual, el combate
fue evolucionando dando distintas respuestas a la combinación de
fuego y maniobra, y a cada solución le surgió una contramedida. Aún
así debemos apreciar que la fuerza principal de lucha reside en el
empleo de la masa concentrada de tropas y que el combate por el
fuego es aún limitado. Aunque los griegos con el tiempo incorporaron
infantería ligera y caballería no desarrollaron una doctrina de armas
combinadas.

Filipo y Alejandro
Los soldados de la antigüedad eran de tres categorías: los Milicia-
nos, reclutados voluntariamente como en Grecia o por la fuerza como
en los antiguos imperios, que prestaban servicio ocasionalmente y
ante la inminencia de un hecho bélico; los Soldados Profesionales que
servían a su estado haciendo de ello su medio de vida y los Mercena-
rios que vendían sus servicios a quien los necesitase. Los tres tipos
combatían en conjunto en los ejércitos de la época pues era raro en-
contrar una fuerza absolutamente pura. Además en la reunión de las
fuerzas combatientes todavía se atendía más a la capacidad y calidad
de lucha que el soldado podía aportar que a los perfiles morales de
cohesión que cada categoría proporcionaba.
Probablemente el primero que comprendió que cada categoría
poseía una fuerza moral propia fue Filipo de Macedonia. Este rey
FUEGO Y MANIOBRA 33

creó un ejército que luego sería el instrumento de conquista de su


hijo Alejandro Magno, eligiendo como base al soldado profesional,
modelo que tomó del ejército Persa. Este soldado podía ser adiestra-
do minuciosamente y generaba un espíritu de cuerpo con cierta rapi-
dez por la continuidad de su permanencia en las filas.
De Persia también tomó la caballería, tanto pesada como ligera,
mejorando la primera en el adiestramiento del uso de la lanza. En
esta época en que el jinete montaba sin estribos el choque de su lanza
podía fácilmente desmontarlo. Filipo entrenó a su caballería pesada
para que soltara la lanza al momento de impactar contra el adversario
retomándola inmediatamente para continuar el combate con ella o
abandonarla desenvainando su espada.
Para su infantería Filipo tomó el modelo de la falange griega me-
jorándola y adaptando el sistema de Epaminondas. El hoplita mace-
donio tenía un equipo protector más liviano y su arma principal era
una lanza de seis metros de alto llamada Sarissa. La falange macedó-
nica tenía una unidad táctica de 256 hoplitas formados en 16 filas por
16 columnas y llamada Syntagma. Las Syntagmas integraban la falan-
ge en un número variable y le permitían a ésta adoptar distintos dis-
positivos sin perder formación; así podían tomar la posición de la línea
tradicional o formar en diagonal al enemigo, en cuña, cuadro o semi-
círculo sin perder la solidez de la falange.
El ejército macedónico formaba de la siguiente manera: en pri-
mera línea la infantería ligera o Psiloi, a sus flancos la caballería ligera.
Por detrás de estas tropas y de izquierda a derecha se disponía un
cuerpo de infantería ligera, la caballería pesada de Tesalia, varias
falanges macedónicas, la infantería pesada de elite o Hypaspistes.
Luego los Compañeros o Hetairoi, que era la caballería pesada mace-
dónica de elite y finalmente otro cuerpo de infantería ligera; por de-
trás de ésta formación se plantaba la infantería ligera aliada. Este
dispositivo en principio no sorprende, plantea como de costumbre la
infantería en el centro y la caballería en las alas, pero su doctrina de
empleo lo hace magnífico.
El ejército macedónico va a amenazar a su enemigo con el centro
y el ala izquierda, mientras las tropas escogidas de su ala derecha van
a rodearlo por el flanco y atacarlo por allí o por su retaguardia, aplas-
tándolo contra el grueso de la propia tropa. Esto es lo que se conoce
como el sistema del Yunque y el Martillo; el primero es el grueso de
las fuerzas que atrae y aferra al enemigo, el segundo la fuerza móvil
que lo golpea por detrás.
34 JORGE ARIEL VIGO

Esta táctica es probablemente la primera de armas combinadas de


la historia pues no espera a que cada categoría de tropas obtenga un
resultado para que luego otro actúe, sino que las acciones de una
facilitan los movimientos simultáneos de la otra. Con esta doctrina
Alejandro estableció su imperio y es fácil identificarla pues invaria-
blemente las fuerzas macedónicas realizan sus operaciones de envol-
vimiento por la derecha.
La falange se constituyó en la formación militar básica de la anti-
güedad, sufriendo algunas modificaciones y adaptaciones según el
pueblo que la emplease. De estas transformaciones tal vez la más
notoria sea la de combinarla además de con las tropas tradicionales,
con elefantes de guerra. Así lo hacía Pyrro que los formaba a su iz-
quierda, Antíoco III que los prefería en las alas o Aníbal que los colo-
caba en el centro de su dispositivo por delante de la infantería pesada.
Indudablemente el arte de la guerra había evolucionado, la com-
binación de las armas, la integración de nuevos sistemas y la tenden-
cia creciente a emplear la maniobra en el campo de batalla son
importantes progresos. Sin embargo el núcleo de las fuerzas, es decir
la falange pese a sus mejoras seguía siendo una organización bastante
rígida y de poca movilidad. Era curiosamente muy sólida y muy frágil,
podía resistir a pie firme fuertes ataques pero ante la más mínima
desorganización de sus filas se quebraba. Estos defectos llevaron a
otro pueblo a crear una nueva formación que fue empleada para con-
quistar el mundo conocido.
FUEGO Y MANIOBRA 35
36 JORGE ARIEL VIGO

Roma
Como decíamos la falange romana había incorporado todo el sis-
tema de armas griego con alguna adaptación local. En primer lugar el
equipamiento del soldado era irregular dependiendo de su fortuna
personal, así las clases altas adineradas nutrieron la caballería, las
clases medias a la infantería pesada y las clases pobres a las tropas
ligeras. Es esto una distinción que viene de la profundidad de la his-
toria, ya en Asiria y Akad existían estas distinciones sociales que per-
durarán por siglos.
Como rasgo particular en busca de facilitar el reclutamiento, el
ejército se organizó en “Centurias” como unidad administrativa y en
“Legiones” como unidad de combate, reuniendo cada legión 40 cen-
turias, es decir unos 4.000 soldados.
Tácticamente operaban como la falange griega, con poca movili-
dad, una capacidad de maniobra casi nula y confiados en que la soli-
dez y cohesión de los soldados era la llave del éxito; el ejército que se
mantuviese unido por más tiempo tenía asegurada la victoria. Esta
formación resultaba útil para combatir contra los enemigos locales,
incluso aquellos que contaban con profusa caballería.
Esta adopción de la falange debe ser comprendida a la luz de una
monarquía donde los ciudadanos tenían una participación importante,
del mismo modo que sucedía en los modelos políticos griegos. No
olvidemos que la cohesión de la falange depende de la fe y la con-
fianza que une a sus integrantes, y eso sólo se consigue contando con
ciudadanos-soldados.
Hacia el 406 a.C. Roma comenzó una guerra contra los etruscos
de la ciudad de Veii. Esta ciudad estaba fortificada lo que obligó a
establecer un sitio que duró por años. Los reclamos plebeyos forzaron
al estado a instaurar un salario para los soldados. Esto constituyó el
primer paso hacia la profesionalización del soldado romano. Además
permitió la estandarización de las armas y equipos, el servicio militar
de largo plazo y, con él, la promoción de rangos sobre la base de la
capacidad y habilidad, y no en la riqueza del soldado.
Este cambio se atribuye a Furius Camillus, responsable también
del cambio de la Falange-Legión a la Legión Manipular. Las guerras
sostenidas por Roma desde sus comienzos se habían librado sobre la
Italia costera, en planicies que favorecían el uso de la falange. Sin
embargo cuando las luchas los llevaron hacia el interior de la penín-
sula, las regiones montañosas restaban eficacia a la rigidez de la falan-
FUEGO Y MANIOBRA 37

ge. Esto se hizo especialmente cierto en las Guerras Samnitas entre


326 y 290 a.C. Para resolver el problema los romanos reformaron la
legión abandonando la rigidez por medio del fraccionamiento en
subunidades dependientes tácticas capaces de desplazarse y actuar
por separado. Estas subunidades se conocen con el nombre de “Ma-
nípulos” y están formadas cada una de ellas por dos Centurias inte-
gradas entre 30 y 60 hombres.
La Legión Manipular estaba constituida por tres categorías de
soldados diferenciados por sus habilidades. En la primera línea se
formaban diez manípulos de 120 “Hastati”, los más jóvenes soldados,
seguidos de una segunda también de diez manípulos iguales integra-
da por los “Principes”, o tropas novatas; en la tercera línea formaban
los “Triarii”, o veteranos reunidos en diez manípulos de 60 soldados.
Acompañaban a estas tropas fuerzas ligeras en número de 1.200 y
caballería formada en diez escuadrones de 80 jinetes.
La infantería pesada estaba equipada con casco, peto espaldar y
grebas de protección y usaban un escudo ovalado de un metro veinte
de largo. El armamento regular de todos los soldados era la espada
corta o “Gladius” de unos 50 centímetros de hoja de doble filo. Mien-
tras que los“Triarii” usaban lanzas largas tipo falange, los “Hastati”y
los “Principes” portaban dos pequeñas lanzas arrojadizas llamadas
“pillum” o “pila”. Esta arma se utilizaba a distancia y era arrojada
contra el enemigo con la idea de que se clavase en su escudo; el “pi-
llum” tenía una larga punta de hierro dulce que se doblaba y quedaba
enganchada en el escudo enemigo, como además en el engarce con-
taba con una pesada pieza de hierro el manejo del escudo se hacía
imposible obligando al enemigo a dejarlo y, junto con él la protección
que brindaba.
Las tres líneas formaban, se cree, en forma de tablero de ajedrez
de manera tal que los espacios entre los manípulos de la primera fila
eran cubiertos por los de la segunda y los de ésta por la tercera. En
combate la lucha comenzaba con el ataque de las tropas ligeras, que
luego marchaban a retaguardia, seguido del lanzamiento de la primera
fila de pillum y el ataque de los Hastati; si este ataque no resultaba, la
primera línea retrocedía para integrarse con la segunda o ésta avanza-
ba para cubrir los claros. Finalmente los Triarii actuaban dando el
golpe final o formando la última línea de resistencia.
La adopción del pillum, pero sobretodo la elección del combate a
espada hizo que la legión adoptase una formación más abierta que la
falange dando a cada soldado un frente de un metro. Esta formación
facilitaba el movimiento, especialmente en terreno difícil, del mismo
38 JORGE ARIEL VIGO

modo que la organización manipular permitía el fraccionamiento de la


Legión para cumplir diversas tareas.
Tratándose de un ejército de milicianos es llamativo que tuviesen
éxito en el uso de una formación compleja como la Legión que exige
de mucho entrenamiento y práctica; pero sucede que las guerras
constantes, la paga y la posibilidad del servicio militar prolongado
proveían a Roma de soldados con experiencia suficiente.
Un ejército para la época de la República se constituía con dos
Legiones regulares y otras dos Auxiliares formadas por aliados pero
bajo el mando de jefes romanos. Esta configuración se lograba gracias
a la expansión constante de Roma sobre la península itálica, lo que le
proveía de una fuente de recluta extraordinaria.
Esa fuente de recursos humanos fue lo que permitió a Roma de-
rrotar a los cartagineses en la Guerras Púnicas. Sin embargo ese cho-
que también puso en duda la validez del ejército de milicias, que
aunque hábil no alcanzaba la calidad de las tropas profesionales que
integraban las falanges de Aníbal.
El ejército enfrentaba en la época un problema particular, no se
hallaban reclutas aptos para el servicio. Esto llama la atención pues a
primera vista Roma se había extendido territorialmente e incorporado
como ciudadanos a muchos de los habitantes de las regiones añadidas,
pero el problema del reclutamiento no se debía a la masa de hombres
disponibles sino a las limitaciones legales para su alistamiento.
Como antes mencionáramos los soldados sufragaban los gastos de
su equipamiento, por ello el pago de la soldada permitió al estado
exigir su uniformidad. Pero la garantía de calidad del equipo, su reno-
vación y mantenimiento residía en la capacidad económica del solda-
do, por ello la ley romana exigía aún que el soldado debía disponer de
un mínimo de recursos. Esta precalificación excluía del servicio a las
clases más pobres y significaba una carga sobre los pequeños terrate-
nientes y agricultores. Éstos habían casi desaparecido como clase
después de los cambios poblacionales generados durante las Guerras
Púnicas, aún así el Senado se resistía a levantar la traba de acceso a la
milicia privando a los despojados agricultores de una opción. Esta
ceguera a la realidad social se vio matizada por sucesivas rebajas del
límite económico y la aceptación del estado de hacerse cargo del
equipamiento de los soldados hacia el 120 a.C.
Esta era la situación cuando Cayo Mario debió reunir tropas para
enfrentar la Guerra Jugurta (111-106 a.C.) y las invasiones Germanas
de los años 102 y 101 a.C. Para resolver el problema de la imposibili-
dad de reclutamiento Mario eliminó el límite económico y el sistema
FUEGO Y MANIOBRA 39

de conscripción, promoviendo el enrolamiento voluntario. De este


modo el servicio militar romano pasaba de ser un deber cívico a una
profesión de largo plazo.
Las reformas de Mario fueron también de organización, adiestra-
miento y logísticas. Había advertido durante las campañas contra los
germanos que los manípulos no poseían la masa de tropa suficiente
para lidiar contra las formaciones bárbaras, decidió entonces introdu-
cir una subunidad diferente en la Legión: la “Cohorte”. Esta nueva
formación estaba integrada por seis centurias oscilando su efectivo
entre los 500 y 600 soldados; diez cohortes conformaban ahora una
Legión. Se eliminaron las tropas ligeras como componente orgánico y
se dejó de lado la formación en tablero.
Aprovechando el perfil profesional que adquiría el ejército, Mario
estableció un régimen de entrenamiento más exigente que no sólo
elevaba los estándares de rendimiento del soldado, sino que también
permitía una selección de los mejores y más experimentados para ser
designados como Centuriones.
El tren de bagajes de los ejércitos romanos era grande y lento, lo
que disminuía, cuando no impedía, el libre movimiento de las tropas.
Mario decidió reducirlo y para ello hizo que cada legionario cargase
con su propia impedimenta, consistente en sus armas, piezas de pro-
tección, capote, manta, marmita y equipo de cocina, raciones, una
canasta para remover tierra, herramientas para atrincheramiento y dos
estacas para la empalizada del campamento que se levantaba todos
los días luego de la marcha. En total la carga era de unos 45 kilos y,
debido a las protestas que generó su aceptación los legionarios fueron
llamados “las mulas de Mario”.
Finalmente Mario se encargó de mejorar el espíritu de cuerpo y
la moral de las tropas otorgando a cada legión un estandarte que pro-
veía de identificación y establecía lazos de pertenencia entre los le-
gionarios.
En su tiempo César introdujo una nueva modificación, prefería
tener en cada legión un cuerpo más fuerte o de élite, por ello la pri-
mera cohorte la integró con seis centurias de 160 hombres cada una,
mientras que las restantes nueve empleaban centurias de 80 soldados.
Esta práctica se consolidó en el Principado estabilizando el número
de cada legión entre 5.200 y 6.000 efectivos. Entre ellos se contaban
además de los legionarios 120 jinetes y los sirvientes de 10 catapultas
y balistas ligeras.
El aporte de Roma al arte de la guerra lo constituye la creación de
la legión que como unidad de combate poseía una flexibilidad tal que
40 JORGE ARIEL VIGO

incluso podía actuar fraccionándose en subunidades autónomas. Con-


servaba así la concentración de la masa pero la podía emplear y com-
binar de manera más versátil.La legión era un pequeño ejército capaz
de ser empleado en la defensa, el ataque y las tareas de sitio.
Con esta herramienta el ejército romano conquistó el mundo co-
nocido, triunfó sobre casi todos sus enemigos, construyó caminos y
fortalezas, sostuvo sitios impensables y mantuvo la Pax Romana por
siglos. Pero al mismo tiempo generó un estancamiento en el arte de al
guerra.
El ejército romano era un ejército de infantería basado en la dis-
ciplina, el duro entrenamiento y el combate en formación. La caballe-
ría era sólo accesoria, ya que las operaciones romanas siempre se
basaron en el empleo de las tropas a pie. Esto echó por tierra el con-
cepto de armas combinadas criterio al que nadie dio importancia en
función del éxito permanente de las armas romanas. Igualmente esto
constituía una debilidad pues cuando debieron enfrentar ejércitos
montados como el de los Parthos las armas romanas siempre salieron
mal paradas.
Esta característica de ejército de infantería, junto con la regulari-
dad del pago a los soldados eran las claves del éxito de las armas ro-
manas pero también una de las causales de su destrucción. Cuando el
modelo económico romano comenzó a decrecer debido al drenaje de
oro hacia India y China y por el comercio con los pueblos bárbaros
que retenían el oro que percibían por las transacciones, en razón que
valoraban más el metal que la moneda acuñada, todo el sistema co-
menzó a resentirse al punto que debieron de reducirse los impuestos
para poder colectarse.19
La base de la profesionalización del ejército romano era la regula-
ridad del pago de soldada. La disminución de moneda del estado hizo
que esa regularidad no pudiera mantenerse y se recurriera a solucio-
nes alternativas. Primero se aplicó el sistema de pagar a los soldados
con tierras en las fronteras. Hacia fines del segundo siglo el Empera-
dor Septimio Severo autorizó que las familias de los soldados viviesen
con ellos concentrando el consumo de la unidad familiar y permitien-
do el desvío de las provisiones del ejército. Veinte años después el
Emperador Alejandro Severo decretaba que las tierras que ocupaban
los soldados de las fronteras para su explotación podían ser legadas a
sus herederos si éstos también entraban en el ejército.

19 Hans Delbrück, “History of the Art of War, Volume II: The Barbarians
Invasions”, University of Nebraska Press, Lincoln, pg. 213
FUEGO Y MANIOBRA 41

Con estas reformas los legionarios que guarnecían las fronteras


imperiales o limes, tornaron de soldados profesionales a milicianos, se
redujo el estado de alerta y los períodos de entrenamiento se adapta-
ron a los tiempos de cosecha; con todo ello las legiones perdieron su
disciplina militar que era su mejor ventaja de combate frente al valor
salvaje de los bárbaros20.
Junto con estas legiones fronterizas o limitanei, subsistieron otras
que aunque mantenían el aspecto tradicional en realidad estaban
formadas por bárbaros romanizados y tropas mercenarias. Esta incor-
poración étnica modificó definitivamente la estructura militar roma-
na; los bárbaros reemplazaron la disciplina militar por su salvajismo y,
en razón de que el estado no tenía recursos para reforzar el modelo
militar tradicional, terminaron imponiendo su forma y organización
en el combate.
El sistema militar que llevó a Roma a ser dueña del mundo occi-
dental fue el mismo que favoreció su desmembramiento y destruc-
ción. Roma confiaba tanto en la profesionalidad del ejército que
nunca se ocupó de generar entusiasmo local por las tradiciones milita-
res, ni en generar milicias regionales; igual sucedía con valores como
el patriotismo o la fidelidad al Emperador que por su excesivo cen-
tralismo nunca fueron más que un lejano concepto que se hacía más
débil cuanto más apartado de la ciudad de Roma se estaba21. Al no
poder sostener ese ejército profesional Roma entregó su defensa a los
bárbaros romanizados quienes con el tiempo impusieron su modelo
de milicia local con fuertes lazos regionales y étnicos; de allí al des-
membramiento del Imperio hubo sólo unos pocos pasos más que dar.
La desaparición de Roma implicó la de su modelo militar, pero
arrastró además todas las concepciones y avances de la falange y sis-
temas militares anteriores. Las nuevas formaciones militares se re-
formularán sobre la base de tradiciones locales, prácticas y
costumbres, rompiéndose la continuidad de evolución que venía
manifestándose desde Sumeria.

20 Hans Delbrück, “History of the Art of War, Volume II: The Barbarians
Invasions”, University of Nebraska Press, Lincoln, pg. 217
21 Jones, Archer, The Art of War in the Western World, Oxford University
Press, Oxford, pg. 93
42 JORGE ARIEL VIGO
FUEGO Y MANIOBRA 43

E VENTOS DESTACABLES

Meggido 1479 a. C.
Tutmosis III, probablemente el primer verdadero Faraón con ap-
titudes de General, comienza campañas de expansión invadiendo
Palestina, Israel y Siria. Crea un Ejército con un adiestramiento más
regular y permanente y lo organiza en cuatro cuerpos con asiento en
cuatro ciudades: el Cuerpo Amón en Tebas; el Cuerpo Re en Helió-
polis; el Cuerpo Ptah en Memphis y el Cuerpo Seth en Pi-Ramsés.
Este ejército permanente tenía capacidades de inteligencia e ingenie-
ros y un sistema de Comando desarrollado. La logística comprendía
almacenes avanzados y el ejército contaban con sus propios medios
de transporte de víveres y materiales22.
En esta época las intenciones estratégicas eran de carácter públi-
co debido a que los gobernantes no ocultaban sus decisiones a sus
gobernados, ni disimulaban sus movimientos militares; por otra parte
esas maniobras hubieran resultado inútiles en razón que los lentos
movimientos y las grandes distancias hacían imposible la ocultación
durante el tiempo necesario de las decisiones estratégicas.
Desplazándose unos 400 kilómetros desde su base por tierras
principalmente áridas Tutmosis III llega a Meggido en el norte de
Israel y descubre anticipadamente la concentración enemiga y los
accesos posibles al campo de batalla La inteligencia táctica se recoge-
ría de las vanguardias del ejército, recordemos que en aquellas épocas
la exploración y el reconocimiento no eran actividades que se desa-
rrollaran con método y en la mayoría de los casos se destacan por su
ausencia. Los ejércitos antiguos habitualmente se “buscan” el uno al
otro sobre vías de comunicación directa y alrededor de ciudades o
lugares considerados importantes para ambos bandos; todo ello armo-
niza con un modelo táctico primitivo y de escasa creatividad. De he-
cho las avanzadas eran innecesarias debido a que los combates eran
casi concertados toda vez que entre el avistamiento del enemigo y la
preparación del dispositivo de combate pasaban horas, lo que impedía
la sorpresa.

22 Étienne Drioton, Jaques Vandier, “Historia de Egipto”, EUDEBA, Bue-


nos Aires 1977, pg 394
44 JORGE ARIEL VIGO

“Cuando se acercaban al enemigo, Tutmosis III reunió a sus ofi-


ciales y realizó un consejo de guerra …Desde Yehem a la planicie de
Meggido podía llegarse a través de tres rutas: una directa pero difícil,
ya que tomaba por un desfiladero estrecho, y dos rutas más largas
pero más cómodas, las que desembocaban una al norte y otra al sur de
Meggido. A pesar de la opinión de su Estado Mayor, el rey decidió
tomar la primera ruta”23 . Tutmosis pudo atravesar el desfiladero,
desplegar su ejército sin ser descubierto y vencer a sus enemigos. La
mención de “Estado Mayor” corresponde a un uso sinónimo equivo-
cado del “Consejo de Guerra”. Así ganará la batalla de Meggido en
1479 a.c., y luego sitiará la ciudad durante siete meses con trabajos de
ingeniería realizados por su ejército.

Qadesh 1300 a. C.
Ramsés III emprendió la campaña de Qadesh con un ejército or-
ganizado como hemos descrito. De esa campaña es interesante apre-
ciar que la información tomada a pasantes y prisioneros fue recogida
por interrogatorios realizados por el propio Faraón.24
El ejército había avanzado en una línea de dirección sur a norte,
según su tradicional división de cuatro cuerpos separados éstos por
una distancia de unos 10 kilómetros. El Faraón acampaba con el pri-
mer cuerpo de marcha, Amón, cuando conoció de la cercanía de las
tropas hititas en Qadesh; en ese momento las avanzadas de carros
enemigas atacaban el flanco y prácticamente desbandaban al segundo
cuerpo Re. La vanguardia de este cuerpo huyó hacia delante para
alcanzar el campo del Faraón; al recibirlos ya se apreciaba hacia el
oeste el avance de los carros hititas reorganizados después del ataque.
En esta situación el Faraón ordena al cuerpo Amón preparase para
recibir el golpe, mientras él mismo se pone al frente de los carros para
contraatacar. Estando en eso ordena que se llame en ayuda a los res-
tantes cuerpos; se envía al Visir, con orden de supervisar la marcha
del tercer cuerpo antes de recurrir al cuarto.25

23 Étienne Drioton, Jaques Vandier, “Historia de Egipto”, EUDEBA, Bue-


nos Aires 1977, pg 347
24 Healy, Mark, “Qadesh 1300 A.C.”, Ediciones del Prado, España, 1995,
pgs. 47 y 51
25 Healy, Mark, “Qadesh 1300 A.C.”, Ediciones del Prado, España, 1995,
pgs. 51 y 52
FUEGO Y MANIOBRA 45

Mientras los hititas se apoderaban del campamento del Faraón y


lo saqueaban, éste salía con sus carros e infantería para contraatacarlos
aprovechando su desorganización. Este asalto y la aproximación de
los restantes cuerpos definieron la batalla.
De estas batallas podemos observar que los itinerarios de Tutmo-
sis y Ramsés en sus avances hacia Medio Oriente que resultan prácti-
camente idénticos, es decir que no había un desarrollo o
preocupación por encubrir los movimientos estratégicos. Coherente-
mente con este pobre desarrollo el planeamiento era también muy
limitado. Con escasa información del enemigo y con fuerzas de lento
alistamiento el planeamiento quedaba restringido a la elección de un
camino u otro, a presentar batalla o retirarse, o levantar un sitio. En
batalla estas debilidades fuerzan la existencia de un comando centra-
lizado donde el único control real es el que se ejerce a la distancia de
la vista y el sonido. Sin perjuicio de ello debemos tener en cuenta
que batallas como las de Meggido o Qadesh son excepciones en cuan-
to a planes, control y dirección.

Marathon 490 a. C.
Durante la Primera Guerra Médica las tropas persas habían con-
seguido ocupar Tracia y Macedonia en el 492 a. C., dos años después
una fuerza al mando de Datis y Artafernes compuesta de 14.000 sol-
dados a pie y 1.000 jinetes desembarcaba en las playas de Marathon a
40km de Atenas. Estas playas están rodeadas de montañas con esca-
sos accesos, lo que facilitaba el desembarco cubriendo cada uno de
ellos con unos pocos arqueros.
Los griegos reunieron 10.000 hoplitas atenienses y 1.000 plateos,
bajo el mando del Polemarca (Comandante en Jefe) Calímaco y diri-
gidas por el Strategos (General) ateniense Milcíades. Alcanzaron la
concentración persa el 12 de septiembre de 490 a. C.
Milcíades sabía que si exponía sus flancos, la caballería persa po-
dría atacarlos y destruir a su ejército mientras los arqueros a pie lo
batían con sus flechas. La debilidad de la falange y la falta de caballe-
ría hizo que buscase en el terreno una posición desde donde combatir
con ventaja. Se aproximó a los persas a través del valle de Vrana que
se interponía en el camino hacia Atenas, y decidió apoyar los flancos
en sus laderas. “El valle era…muy ancho para el pequeño ejército
ateniense, a pesar de los abatíes, Milcíades no podía dar a la falange la
profundidad que deseaba, pero hizo el centro más débil y las dos alas
46 JORGE ARIEL VIGO

más fuertes, con ello, cuando saliese de su posición protegida, las alas
podían oponerse a los posibles ataques de flanco de la caballería per-
sa”26 Desde esta posición decidió esperar los refuerzos solicitados a
Esparta.
Los persas asumieron un dispositivo linear similar pero mante-
niendo equilibrados centro y alas. Bloqueados en las playas los persas
tenían algunas alternativas. Una posibilidad era aprovechar la flota,
reembarcar y buscar otra playa, pero podían ser atacados mientras
subían a los barcos. Otra alternativa era dividir sus fuerzas e intentar
salir por otro paso y luego atacar a los griegos por detrás, era una al-
ternativa interesante pero las fuerzas estaban muy equilibradas y
hubiese sido necesario casi el doble de tropas para evitar los riesgos
de una ataque. La única alternativa viable era atacar frontalmente a
los atenienses, contando que hasta el momento ninguna fuerza griega
había resistido el embate persa..
La mayoría de los soldados asiáticos eran arqueros y los griegos
carecían de ellos, por lo que para aprovechar la ventaja del cuerpo a
cuerpo los atenienses debían atravesar rápidamente el campo de tiro
persa. Milcíades esperó a que los asiáticos se moviesen se pusieran
ambas fuerzas a tiro de flecha, unos 150 metros. Según parece los
griegos avanzaron entonces a paso veloz ya que es dudoso que hayan
corrido pues eso habría desbaratado la formación en falange. El centro
ateniense llevó la peor parte siendo contenido por los persas, pero
ello facilitó la penetración por las alas reforzadas que, luego de desba-
ratar las enemigas se volvieron hacia el centro envolviéndolo. La
caballería persa no alcanzó a reponerse de choque y el centro perma-
neció inmóvil igualmente estremecido.
Las perdidas persas alcanzaron los 6.400 muertos, los griegos per-
dieron unos 1.000 hombres entre ellos Calímaco.
En esta batalla se aprecian los dos sistemas enfrentados: la lucha
por el fuego y el combate cuerpo a cuerpo. El fuego cobró su privile-
gio contra el centro griego más débil, sin embargo las alas más nume-
rosas pudieron soportar las bajas hasta alcanzar el combate a corta
distancia. El atravesar el campo de fuego enemigo es otro de los pro-
blemas fundamentales del arte táctico de la guerra y lo veremos repe-
tirse en la historia con frecuencia.

26 Hans Delbrück, “History of the Art of War, Volume I: Warfare in Antiq-


uity”, 1990, University of Nebraska Press, Lincoln, pg. 77
FUEGO Y MANIOBRA 47

Platea 479 a. C.
Después de Marathon Xerxes, el rey persa, abandonó Grecia de-
jando a Mardonio al mando de un ejército de 80.000 hombres, entre
los que se contaba la caballería pesada y hoplitas mercenarios de gre-
cia, para que lanzase una nueva campaña contra Atenas y el Pelopo-
neso.
Los griegos reunieron una fuerza de 5.000 hopitas espartanos,
8.000 atenienses y 23.500 de otras ciudades acompañados por 35.000
soldados de infantería ligera, en total 68.500 soldados al mando del
general espartano Pausanias. El plan estratégico consistía en llevar
este ejército hasta el monte Cithaeron cerca de Platea al sur de Te-
bas, interponiéndose al avance persa hacia el sur. Una predicción del
oráculo decía que los persas serían derrotados en suelo ateniense por
lo que los plateos removieron las piedras que señalaban el límite
entre las dos ciudades.
Ambos ejércitos se encontraron en el sitio fijado por los griegos
separados por el curso de agua del Asopos. Los griegos contaban con
la ventaja de un terreno difícil para la caballería, pero los persas goza-
ban de la superioridad táctica de poder combatir en campo abierto.
Aprovechando esta ventaja la caballería persa atacó a las fuerzas grie-
gas antes de que alcanzasen a desplegar completamente, pero sin el
apoyo de la infantería debieron retirarse y regresar a su campamento
del otro lado del Asopos. Los ejércitos permanecieron así vigilantes
durante algunos días.
Los griegos estaban cortos de agua por lo que Pausanias decidió
adelantar su posición más cerca del río y apoderarse del pozo de agua
de Gargafia. La maniobra no resultó feliz, los arqueros persas desde el
río dominaban el pozo y la caballería podía lanzar pequeños golpes de
mano para interceptar los suministros provenientes de Atenas.
Pausanias, que mandaba un ejercito formado principalmente por
milicianos que estaban ansiosos de regresar a casa, sabía que no podía
sostenerse en ese lugar por lo que decidió retomar su antiguo lugar de
batalla. Para evitar ser atacado el ejercito griego se replegaría durante
la noche. La marcha se realizaría en tres grupos el ala derecha com-
puesta de espartanos sería la vanguardia, el centro integrado por los
soldados de varias ciudades la seguiría, y los atenienses cerrarían la
marcha. De este modo conservarían sus posiciones de combate.
Al caer la noche el grupo central se extravió terminó frente a los
muros de Platea. Los atenienses no se movieron pues los espartanos
48 JORGE ARIEL VIGO

permanecían en sus puestos. Esto se debió a que uno de sus jefes de


Lochos se negaba a retirarse en la cara del enemigo, solicitaba al me-
nos se le permitiera quedarse a cubrir la retirada del ejército. La dis-
cusión llevó la noche y con las primeras luces Pausanias vio que su
centro había desaparecido, ordenando entonces a los atenienses a
acercarse a él y cerrar la brecha.
Mientras esto ocurría Mardonio podía ver al cuerpo espartano
marchar hacia el monte Cithaeron solo, pues las crestas le impedían
ver a los atenienses. De inmediato envió a su caballería al ataque
aprovechando la oportunidad de hallar al ejército griego dividido y sin
formación.
Pausanias atacado por los jinetes arqueros asiáticos, pidió ayuda
Arístides, jefe de los atenienses, pero éste estaba ya siendo atacado
por la caballería persa y la infantería mercenaria griega. En esta situa-
ción desesperante las tropas de megara del contingente central llega-
ron por la izquierda ateniense y rechazaron a la caballería,
permitiendo a Arístides deshacer alas falanges mercenarias en una
lucha clásica entre hoplitas.
Los espartanos en tanto soportaban una lluvia de flechas sin ata-
car hasta que Pausanias, invocando la diosa Hera de Platea puso en
marcha a la falange. Esta invocación ritual, que tuvo un fuerte impac-
to psicológico en las tropas, no era más que una maniobra bien calcu-
lada. Pausanias necesitaba tener cerca la masa persa para destruirla,
por ello esperó a que se acercase antes de atacarla, aprovechando
además el desorden producido por tener que cruzar el río y trepar por
el terreno ribereño. Se trabó entonces un combate feroz al que se
sumaron los peloponesios del grupo central. Los persas fueron disper-
sados con fuertes bajas entre las que se contaba Mardonio.
Con las alas destruidas, el comandante del centro Persa Artabazos
no participa del combate y se retira. Las bajas alcazaron a uno 10.000
asiáticos y 3.000 griegos.
Los persas lanzaron ataques de oportunidad y sin coordinación
entre las armas lo que les impidió conseguir algún resultado favora-
ble. Los griegos en tanto con su ejército de una sola arma supieron
conservar la calma y aprovechar los errores del enemigo. Es notable
también la invocación ritual al oráculo y a los dioses como acción para
ejercer el control de las tropas.
FUEGO Y MANIOBRA 49

Issus 333 a.C.


En el 334 a.C. Alejandro Magno cruzó el Helesponto invadiendo
el Imperio Persa. En su avance derrotó en Granico y Mileto a las
tropas asiáticas que se oponían a su avance. Para intentar detenerlo el
Rey Darío reunió un ejército numeroso, que algunos estiman en
600.000 soldados y marchó a su encuentro. Es probable que el Rey
Persa apoyase su operación contra Alejandro en la diferencia numéri-
ca de efectivos, pues este ultimo contaba con sólo 40.000 hombres.
Darío pensaba que los macedonios se sentirían aterrorizados con el
poderío Persa y que intentarían huir ante su presencia, por lo que
debía posicionar su ejército en una situación en la que su enemigo
quedase atrapado y no pudiera escapar.
En su avance Alejandro encontró en las Puertas de Cilicia a tro-
pas persas que dispersó sin problemas, alcanzando así la ciudad de
Tarsus. En esta ciudad Alejandro cayó enfermo lo que detuvo la mar-
cha del ejército, señal que Darío interpretó como temor frente a la
posibilidad de una batalla. El Rey Persa reunió sus fuerzas en Sochi y
marchó hacia el norte para encontrar a su enemigo en las planicies
sirias, sin embargo, luego prosiguió su camino más allá de esa región.
En tanto Alejandro había reanudado la marcha alcanzando suce-
sivamente Mallus, Issus y las Puertas Sirias en Myriandros, bordean-
do toda la costa del golfo de Iskanderun.
Darío aprovechó este avance y decidió alcanzar la retaguardia
Macedonia en Issus. Al llegar allí encontró sólo un hospital donde
fueron masacrados los heridos y enfermos. Si bien la maniobra consi-
guió el objetivo de Darío de atravesarse en la línea de retirada mace-
dónica, por otra parte colocaba a su numeroso ejército en un terreno
estrecho flanqueado por el mar y las montañas donde su caballería
tenia poco espacio para maniobrar.
Alejandro, conociendo el movimiento persa comenzó a deshacer
el camino andado para presentar batalla, lo que Darío interpretó como
un intento de huida. Los ejércitos se encontraron frente a frente se-
parados por un torrente de escaso caudal conocido como rió Pinaro.
Darío en la ribera Norte decidió librar una batalla defensiva, pues
su intención era contener la supuesta retirada Macedonica, para ello
fortificó su posición con una estacada. Contaba con 30.000 mercena-
rios griegos de infantería pesada y 60.000 mercenarios persas que
constituían su centro, disponía además de 30.000 jinetes y 20.000
hombres de infantería ligera. La infantería pesada formó en el centro
50 JORGE ARIEL VIGO

en tres formaciones sucesivas y muy densas por falta de espacio, la


mayor parte de la caballería fue colocada en el ala derecha con algu-
nos cuerpos al sur del rió Pinaro, en su ala izquierda colocó pequeñas
formaciones de caballería e infantería ligera en las pendientes de las
montañas para evitar un envolvimiento en ese sector.
Alejandro formó a su izquierda a parte de la caballería y a las fa-
langes en el centro, todo ello al mando de Parmenio, en el ala derecha
dispuso a tropas ligeras y arqueros y en ese mismo sector, él desplegó
la caballería bajo su mando, que incluía las tropas de elite llamadas
Compañeros.
Los macedonios iniciaron su ataque por la izquierda dispersando
el ala derecha persa, que huyó hacia las montañas. Reforzó entonces
con dos escuadrones de Compañeros su ala izquierda suponiendo que
por allí Darío lanzaría su ataque principal, pues el terreno favorecía el
movimiento de la caballería. Así fue como reaccionó Darío mientras
el resto del ejército macedonio lentamente avanzaba atravesando el
Pinaro, cuando se hallaban a distancia de fuego Alejandro se lanzó al
ataque provocando una brecha entre su posición y las falanges del
centro. Por esa brecha se lanzaron los mercenarios griegos de Darío
contra las tropas macedonias.
Una característica del ejército macedonio es su absoluta discipli-
na, control y obediencia, lo que permitió a Alejandro en plena victo-
ria, retener a la caballería y dirigirla contra el flanco de los
mercenarios griegos, obligándolos a retirarse y dando la oportunidad a
sus falanges de lanzarse sobre ellos. El centro persa comenzó a ceder
y a deshacerse. La caballería persa del ala derecha que se hallaba en
un fiero combate, al ver la retirada del resto del ejército, también se
retiró abandonando la batalla. Viendo esto, el propio Darío emprendió
su huída. Se estima que las bajas persas alcanzaron el 70 por ciento de
sus efectivos.
Después de la batalla, Alejandro asistió al entierro de sus hom-
bres caídos y visitó a los heridos, además de felicitar y conferir re-
compensas a los más valientes en batalla. Todo ello antes de atender
sus propias heridas.

Gaugamela – Arbelas 331 a.C.


Luego de ocupar Asia Menor, Siria, Palestina y Egipto, Alejandro
marchó hacia el corazón del Imperio Persa, donde luego de cruzar el
rió Tigris tuvo noticias de la presencia de Darío y su ejército. El nue-
FUEGO Y MANIOBRA 51

vo ejército persa contaba con 40.000 jinetes, 1.000.000 de infantes,


200 carros y 15 elefantes. (revisar los números)
Darío que recordaba el error cometido en Issus de encajonar su
ejército, decidió esta vez combatir en una planicie que lo favoreciera,
para ello avanzó su ejército hasta Gaugamela a 120 kilómetros al este
de Arbela. Allí formó su ejército y estableció su campamento. Dis-
puesto a encontrar esta vez la victoria, ordenó que el campo de batalla
fuera alisado y nivelado para facilitar el movimiento de sus carros de
guerra.
Alejandro al conocer de la presencia del ejército persa detuvo su
marcha para preparar un campamento fortificado que contaba con
empalizada y pozo. Allí bajo una guardia dejó a toda la impedimenta,
animales y no combatientes y emprendió una marcha nocturna con
sus soldados portando sólo su equipo de combate. En este momento
los campamentos se encontraban a 112 kilómetros de distancia, la
marcha nocturna cubrió aproximadamente la mitad desde donde
Alejandro pudo observar las posiciones persas. Decidió allí vivaquear
con su ejército en formación de batalla. Durante la noche con un
cuerpo de Compañeros reconoció el terreno. Celebró a continuación
un consejo de guerra donde Parmenio propuso atacar de inmediato,
pero Alejandro decidió atacar a la luz del día.
Los persas también pasaron la noche en formación de combate,
pero más alertas porque esperaban un ataque nocturno.
Su dispositivo de batalla se desplegaba en tres líneas de la si-
guiente forma: en el ala derecha la caballería en primera y segunda
línea con 50 carros; el centro en primea línea los elefantes, 50 carros y
la caballería de la guardia, detrás los mercenarios griegos y Darío con
su guardia y en tercera línea el resto de la infantería, en el ala izquier-
da una primera línea con 100 carros y caballería pesada y la segunda
con caballería.
Alejandro enfrentaba una difícil situación en la que debía resolver
dos cuestiones, por una parte el peligro que significaba la diferencia
numérica y por la otra, aunque muy ligado a ello la habitual situación
de que su ala derecha, más poderosa y móvil tendía a separarse del
centro generando una brecha. Decidió entonces aceptar el riesgo de
que sus falanges pudieran quedar aisladas para lo cual formó en el
centro a sus unidades principales de infantería pesada. Las falanges
macedónicas en el frente y las de mercenarios y aliados a distancia
detrás de éstas. La idea era que si el aislamiento se producía las fa-
langes de la segunda línea estuvieran en condiciones de dar cara a
retaguardia y proveer así una defensa de 360 grados, la que se com-
52 JORGE ARIEL VIGO

pletaba con dos cuerpos de arqueros curvados en las alas de las tropas
macedónicas.
En las alas propiamente dichas se dispuso, a la derecha los Com-
pañeros, la caballería mercenaria de Menidas y y la de Peonia de
Aretas, bajo el mando directo de Alejandro; a la izquierda formó la
caballería de Tracia y Tesalia a órdenes de Parmenio.
La batalla comenzó con el sol alto, las tropas de Darío sobrepasa-
ban por los flancos la extensión del ejército macedonio. Alejandro con
la intención de flanquear al enemigo comenzó a desplazar su caballe-
ría hacia su derecha, imitada por la caballería persa que moviéndose
en la misma dirección evitaba el envolvimiento. Esta maniobra lleva-
ba a parte del ejército persa fuera del terreno que Darío había prepa-
rado especialmente para el combate. Mientras esto ocurría el resto de
la línea macedonia avanzaba hacia el enemigo.
Al no poder realizar el envolvimiento Alejandro envió al ataque a
su caballería mercenaria, la caballería pesada persa contraatacó obli-
gando a Alejandro a comprometer a la caballería de Peonia con lo que
se estabilizó la situación. Pese a la superioridad del enemigo la caba-
llería de Alejandro se lanzó repetidamente al ataque hasta que logró
quebrar a los jinetes persas.
Mientras esto ocurría, Darío lanzó sus carros contra la derecha del
centro macedonio. Al igual que en la batalla de Cunaxa las tropas
occidentales abrieron filas para dejar pasar los carros mientras los
atacaban con flechas y jabalinas, lo que terminó por deshacer comple-
tamente el ataque.
Al apreciar Darío el fracaso de sus carros y el rechazo de su ala iz-
quierda, lanzó contra ese sector, por donde avanzaba Alejandro, a la
caballería persa del centro. Esta maniobra provocó una brecha en la
línea oriental la que Alejandro aprovechó lanzándose a través de ella
con parte de su caballería, seguido por la infantería macedonia del
centro. La caballería persa era pronto dispersada por los jinetes al
mando de Aretas.
Mientras tanto en el flanco izquierdo Parmenio no había tenido
tanta suerte. El ataque de Alejandro había abierto una brecha entre el
centro y el ala izquierda por la cual la caballería persa se lanzó al ata-
que, una parte se dirigió hacia el campamento macedonio para sa-
quearlo y otra tomó por su flanco interno a Parmenio; este ataque
recibió el apoyo de más caballería oriental que atacaba por el frente.
En esta situación Parmenio solicitó ayuda a Alejandro, el que con su
caballería marchó a través del campo de batalla en su auxilio. En
tanto la segunda línea de infantería pesada macedonia se había divi-
FUEGO Y MANIOBRA 53

dido, una parte en apoyo de Parmenio y otra en dirección al campa-


mento para evitar su saqueo.
En su marcha de auxilio Alejandro se encontró librando una feroz
batalla de caballería en el centro del campo de combate, de la que
salió victorioso y continuó su marcha hacia el norte.
La penetración en la línea persa continuaba exitosamente lo que
provocó que Darío abandonara el combate y a sus tropas. Cuando esto
se supo entre las tropas de Mazaeus, que atacaban a Parmenio , el
asalto perdió fuerza y comenzó a debilitarse, la desmoralización per-
mitió a la caballería de Tesalia contraatacar y poner en fuga a los per-
sas.
La persecución comenzó de inmediato y continuó hasta la me-
dianoche. Las bajas persas se estiman en 300.000, la mayoría durante
la persecución, los macedonios perdieron 500 hombres.

Hydaspes 326 a.C.


Luego de apoderarse del imperio persa, Alejandro marchó hacia
la India donde a orillas del río Hydaspes encontró al ejército del Rey
Porus. Este río es una corriente ancha y profunda que tolera incluso la
navegación, motivo por el cual debía cruzarse antes de dar batalla. Así
ambos ejércitos permanecieron a la vista en orillas opuestas.
El ejército indio contaba con unos 30.000 infantes, 3.000 jinetes,
150 elefantes y 300 carros. Los macedonios disponían de 35.000 in-
fantes y 5.000 jinetes entre los que se contaban arqueros montados.
Los elefantes representaban el mayor inconveniente táctico pues su
presencia aterraba a los caballos haciendo imposible cualquier manio-
bra montada, por lo tanto era imprescindible para el Magno evadir la
confrontación con ellos.
Para el cruce del río hizo transportar en carretas los barcos y gale-
ras que usó para cruzar el Indo. Las naves fueron cortadas en dos y
tres partes para facilitar el traslado. En tanto Alejandro durante sema-
nas movió ostentosamente su ejército amenazando el cruce en diver-
sos sitios, lo que mantuvo en vilo a Porus, quién también se movía
para evitar el cruce. Esta maniobra tenía por fin debilitar el alerta y la
vigilancia de Porus pues en ningún momento Alejandro tenía decidi-
do cruzar en esta etapa. De hecho además de engañar al enemigo
aprovechó el movimiento para reconocer los posibles lugares de cru-
ce. La distracción tuvo tanto éxito que Alejandro pudo cruzar sin ser
molestado.
54 JORGE ARIEL VIGO

En el campamento principal dejó Alejandro a Craterus con 5.000


hombres y órdenes de cruzar el río en caso de que Porus abandonase
la ribera. Con el resto del ejército marchó hacia el norte en busca del
lugar elegido para el cruce. Para no ser visto eligió una ruta alejada
del litoral y cubrió 30 kilómetros durante una noche de fuertes llu-
vias. A medio camino dejó una fuerza similar a la de Craterus al man-
do de Meleager, Attalus y Gorgias con órdenes de cruzar en cuanto
tuvieran oportunidad.
El cruce se realizó en tres etapas y cuando Alejandro se adentró
en lo que suponía era la orilla opuesta del río se apercibió de que en
realidad se hallaba en una isla. Afortunadamente el otro brazo del río
permitía el cruce de los hombres con el agua al cuello. Alejandro
finalmente logró reunir 6.000 infantes, 5.000 jinetes y 1.000 arqueros
montados con los que marchó contra Porus.
Advertido el Rey indio del cruce envió inmediatamente contra
Alejandro a su hijo al mando de 2.000 jinetes y 120 carros. Esta fuerza
fue rechazada por los macedonios, muriendo en combate el joven
príncipe.
Porus dejó una guardia en la ribera y marchó con su ejército hacia
el norte. Avistado por Alejandro, éste ordenó un alto para permitir
descansar a su infantería mientras la caballería ofrecía seguridad al
ejército. En tanto el ejército indio formaba con su caballería y carros
en las alas y su infantería y elefantes en el centro. Alejandro desplegó
su infantería en el centro en cuatro formaciones separadas unas de
otras con arqueros por delante y hacia los extremos, a la izquierda
dispuso un pequeño cuerpo de caballería de escaso valor concentran-
do la principal y a sus arqueros montados en el ala derecha.
Alejandro inició el ataque por su derecha encabezándolo con los
arqueros montados, los que pronto dieron cuenta de los carros indios.
Estos carros portaban seis hombres de los cuales sólo dos llevaban
escudos, por lo que podemos estimar que debían ser lentos, grandes y
vulnerables. Se inició luego una batalla de caballería a la que Porus
pretendió sumar sus jinetes del ala derecha; los envió atravesando el
campo de batalla por delante de su dispositivo para caer sobre el flan-
co de la caballería macedonia. Frente a esta acción una parte de la
caballería de Alejandro se desprendió del combate y marchando por
detrás de su infantería se lanzó contra el nuevo ataque indio. La ca-
ballería de Porus atacada desde dos direcciones no pudo reaccionar y
se retiró hacia sus elefantes en busca de protección. Esta protección
en principio dio resultado pero pronto los paquidermos perdieron el
control y comenzaron a dañar a sus propios hombres.
FUEGO Y MANIOBRA 55

La infantería macedonia alcanzó entonces a su igual india luego


de que la infantería ligera de Alejandro diera cuenta de la fuerza de
elefantes. Los infantes indios privados de su caballería y elefantes
resultaron fácil presa de la falange. Antes de ser cercado Porus logró
mover a su ejército en dirección al sur, sólo para encontrarse con la
fuerza de Craterus que había logrado cruzar el río. Porus luchó hasta
el final y abandonó la lucha después de haber sido herido y reconocer
que nada más tenía por hacer.
Los indios perdieron 3.000 jinetes, 20.000 infantes y todos sus ca-
rros.

Heraclea 280 a. C. y Ascullum 279 a. C.


El rey de Epiro Pyrro alcanzó la península itálica para socorrer a
los tarentinos en su lucha con Roma. Su ejército comprendía 20.000
infantes, 2.000 arqueros, 500 honderos, 3.000 soldados de caballería
pesada, 3.000 de caballería ligera y 20 elefantes.
Marchando de Tarento hacia el norte encontró al ejército romano
del Cónsul Valerio Laevinus cerca de Heraclea formado en la ribera
opuesta del río Siris. Los romanos contaban con uno 40.000 hombres
en un dispositivo que disponía a dos legiones-manipulares en el cen-
tro, una legión auxiliar en cada ala y en sus extremos dos contingentes
de caballería. Para poder formar sus tropas Pyrro lanzó personalmente
un ataque con su caballería.
Habiendo ganado el tiempo necesario formó su ejército con la ca-
ballería a su izquierda adelantada y tres falanges, dos propias y una de
aliados, sesgadas como en orden oblicuo, colocando a sus elefantes
detrás del ala derecha. El combate debió ser tremendo pues Plutarco
señala que por siete veces amabas fuerzas se atacaron y repulsaron.
Finalmente Pyrro lanzó al ataque a su caballería pesada que des-
bandó a la pobre caballería romana y empleo sus elefantes, bestias
nunca antes vistas en Italia, provocando el pánico en la infantería.
Esta batalla muestra cómo el empleo combinado de las armas es
superior a la confianza en una sola de ellas. Además se aprecia cómo
un elemento nuevo y desconocido, el elefante, puede desequilibrar
un combate entre iguales.
Al año siguiente los romanos se prepararon para combatir contra
los elefantes en Ascullum. Construyeron unos carros de cuatro ruedas
empujados por bueyes; por delante contaban con lanzas para herir las
56 JORGE ARIEL VIGO

patas de los paquidermos y además tenían otra larga con una canasta
en llamas que se elevaba la altura de los ojos del elefante.
En esta batalla Pyrro reunió cerca de 70.000 hombres contra un
número igual de romanos al mando de los Cónsules Sulpicius Saverio
y Decius Mus. Poco se conoce de esta batalla con seguridad pero
parece ser que al igual que Heraclea el combate resultó ser parejo
hasta que los infantes de Pyrro lograron cerrar una brecha en su dis-
positivo enviando a los elefantes con los arqueros intercalados entre
ellos. Los carros de bueyes romanos fueron deshechos por la infante-
ría ligera del Epiro,
Aunque triunfante las bajas de Pyrro fueron tan elevadas que ha-
bría señalado que con otra victoria como esta, los romanos ganarían la
guerra.

Bagradas 255 a. C.
Durante la Primera Guerra Púnica los romanos intentaron atacar
Cartago, enviando a Túnez a Marcus Attilius Regulus con cuatro
legiones. Los cartagineses carecían de murallas en la ciudad y envia-
ron a 12.000 infantes, 4.000 jinetes, y 100 elefantes al mando del ge-
neral espartano Xanthipo a rechazar al invasor.
Regulus advirtiendo la presencia de los paquidermos formó los
manípulos de cada línea uno detrás de otro, abandonando la forma-
ción en tablero; de este modo cuando las bestias atacaron atravesaron
las legiones por los pasillos libres dejados por este dispositivo. Sin
embargo la ingeniosa formación permitió que la caballería púnica
penetrase las legiones atacando los manípulos por sus flancos.
Aunque resultase una derrota vemos que las formaciones del pe-
ríodo eran flexibles a sus comandantes y que los mismos se preocu-
paban por dar soluciones tácticas en el campo de batalla. La idea de
Regulus la empleará Escipión el Africano en la batalla de Zama con-
siguiendo una brillante victoria.

Telamon 225 a. C.
En un intento de contener la expansión de Roma las tribus de la
Galia reunieron un ejército de 50.000 hombres e invadieron Etruria.
En su avance destruyeron un ejército romano en Clusium, pero en el
cabo Telamon fueron atrapados entre dos fuerzas romanas.
FUEGO Y MANIOBRA 57

Por el norte Attilius Regulus enfrentaba a los Galos Cisalpinos,


por el sur Lucius Aemilius Papus atacaba a los Gesates. Éstos viéndo-
se rodeados decidieron pelear ritualmente desnudos; cuando los pi-
llum cayeron sobre ellos la matanza fue terrible, y las tropas ligeras
romanas terminaron por aniquilarlos.
Igualmente la batalla fue aterradora. Los bárbaros mataron a Re-
gulus y clavaron su cabeza en una pica buscando elevar la moral gala y
deprimir la romana. Sin embargo la disciplina de los legionarios pudo
más que el ardor de los salvajes que fueron prácticamente extermina-
dos después de una resistencia desesperada.
Este choque de disciplina contra el heroísmo salvaje es la fórmula
madre de las batallas de roma contra los bárbaros.

Cannas 2 de agosto de 216 a. C.


La batalla de Cannas es una de las más famosas de la historia y
responsable de alentar la imaginación de muchos generales que soña-
ron con la aniquilación completa del enemigo.
El ejército cartaginés abandonó en junio de 216 a. C. Sus cuarte-
les de invierno en Gerunium para tomar los depósitos romanos de
grano y aceite en Cannas, a 120 km de su posición actual. La provi-
sión de grano es uno de los factores claves en las guerras púnicas por
lo que el Senado romano resolvió reunir un ejército y enfrentar a
Aníbal en su punto de destino. Aníbal contaba con esta reacción ro-
mana y también esperaba dar batalla.
El ejército salido de Roma, al mando de los Cónsules Gaius Te-
rrentius Varro y Lucius Aemilius Paulus, reunía 20.000 infantes y
1.500 jinetes. Cuando estaban a dos días de marcha de Cannas se
reunieron con las tropas de Geminus.
Los cónsules romanos planearon la batalla comenzando por esco-
ger el terreno, estimaban disponer su ejército entre el río Aufidius y la
loma de Cannas, lo que impediría a los cartagineses emplear su pode-
rosa caballería en una maniobra de envolvimiento. El 2 de agosto
formaron su ejército con la caballería romana sobre el río y a la dere-
cha compuesta de 1.600 jinetes al mando de Paulus, en el centro la
infantería romana y aliada, unos 55.000 bajo la conducción de Gemi-
nius y Minucius, en la izquierda la caballería aliada en número de
4.800 con Varro. Para establecer este dispositivo los romanos debieron
reducir el frente de los manípulos y colocarlos más cerca de lo habi-
58 JORGE ARIEL VIGO

tual unos de otros. El frente romano alcanzaba un total de tres kiló-


metros.
Los cónsules planeaban contener a la caballería enemiga mientras
el número inusual de ocho legiones se lanzaba contra el centro carta-
ginés.
Aníbal también tenía un plan para la batalla sus 40.000 infantes y
10.000 jinetes. Dispuso a su izquierda a la caballería pesada al mando
de Asdrúbal , en el centro situó cerca de 20.000 celtas, numidos y
españoles en forma de arco convexo con las tropas más débiles en el
medio, en el ala izquierda formó a la caballería ligera africana bajo
Maharbal. Detrás de la caballería en cada ala colocó a la infantería
pesada cartaginesa y española, los jefes de fila formaban hacia adentro
del dispositivo para girar la formación en esa dirección. Aníbal pre-
tendía rechazar a la caballería romana, atraer a su infantería y atacarla
luego por ambos flancos; para ello el ritmo de las acciones era esen-
cial.
La batalla se inició con el habitual combate entre las tropas lige-
ras, que en el caso cartaginés cubrían también el frente de la caballe-
ría de Asdrúbal. Éste comenzó luego su avance iniciándose una feroz
lucha en la que parte de la caballería romana combatió a pie. Un hon-
dero balear había herido al Cónsul Paulus por lo que éste cayó o des-
montó del caballo, muchos soldados interpretaron esto como una
orden de combatir a pie y así lo hicieron. Pronto los romanos comen-
zaron a ceder y se produjo una brecha con su centro por donde As-
drúbal logró colarse, esto desbandó el ala derecha romana que se dio a
la fuga. Asdrúbal de inmediato atravesó el dispositivo romano por
retaguardia para atacar el ala opuesta de jinetes.
En tanto en el centro había cesado el combate ligero y los corni-
cern romanos anunciaban el avance de las legiones. El primer contac-
to fue con el saliente de la formación cartaginesa, este dispositivo lo
empleó Aníbal teniendo en cuenta que la mayor parte de los legiona-
rios debería recorrer un trecho mayor de terreno para cubrir toda su
línea, lo que los fatigaría. Lentamente el creciente cartaginés fue
cediendo a órdenes de Aníbal y su hermano Magón hasta alcanzar la
forma inversa, un arco cóncavo. En ese momento se ordenó a las fa-
langes cartaginesas de las alas girar y atacar en dirección al centro. La
sorpresa y la falta de espacio condenaron a los romanos que no podía
maniobrar para enfrentar el nuevo ataque.
La caballería de Varro había sostenido algunas escaramuzas con
Maharbal pero se mantenía íntegra, sin embargo la llegada de Asdrú-
bal a sus espaldas la hizo deshacerse y huir. Asdrúbal ordenó a
FUEGO Y MANIOBRA 59

Maharbal perseguir a los romanos, mientras él se lanzaba contra la


retaguardia de las legiones aferradas en combate. Se dice que los
romanos estaban tan presionados que no podía siquiera esgrimir sus
espadas.
Roma sufrió la muerte de 47.000 infantes, 2.700 jinetes, Paulus,
Geminius y Minucius, tuvieron además 19.300 prisioneros. Aníbal
perdió 8.000 hombres.

Metauro 207 a. C.
Roma se vio enfrentada a dos ejércitos cartagineses. En el sur
Aníbal Barca y en el norte Asdrúbal Barca que acababa de cruzar los
Alpes. El senado romano nombró entonces a dos nuevos Cónsules par
enfrentar la amenaza. Marcus Livius Salinator marcharía al norte y
Gaius Claudius Nero hacia el sur.
Estando ya en posición la fuerzas romanas, Claudius Nero inter-
ceptó un mensaje de Asdrúbal a Aníbal proponiendo la reunión de
sus fuerzas en Ancona al sur del río Metauro. Tomó entoces 7.000
hombres, dejando el resto en vigilancia de Aníbal, y marcho al norte a
reforzar a Livius, en lo que se conoce como la primera operación por
líneas interiores de la historia.
Los romanos reunieron sus fuerzas al sur del río en una línea pa-
ralela al curso de agua, con las tropas de Nero en el ala derecha en
ángulo frente a un barranco que unía el Metauro con la línea de le-
gionarios. Asdrúbal atacó frontalmente comenzó a hacer ceder a Li-
vius, entonces Nero abandonó su posición y marchando por detrás de
la línea romana, la rodeó y ataco a los cartagineses por el flanco dere-
cho. El ejército púnico no pudo sobreponerse al sorpresivo asalto y
cayó derrotado con 10.000 muertos, entre ellos Asdrúbal.

Zama 202 a. C.
En Zama los romanos completaron el modelo intentado en Ba-
gradas. Escipión formó a sus legiones como Regulus para evadir el
ataque de los elefantes, pero aprendiendo de su enemigo refuerza su
caballería con los mejores jinetes númidas africanos para proteger sus
flancos.
Aníbal por su parte despliega a los elefantes por delante, en pri-
mera línea coloca a las tropas aliadas (galos), en segunda línea a los
60 JORGE ARIEL VIGO

reclutas africanos y en tercera a sus veteranos de las campañas de


Italia. La caballería cartaginesa en el ala derecha y la aliada a la iz-
quierda.
El ataque de los elefantes fracasa, al igual que el de la caballería
que es dispersada por la de Escipión. La vieja Falange se enfrenta
ahora a la Legión. Las dos primeras líneas púnicas son derrotadas con
facilidad y sólo la ayuda de la tercera contiene el desbande; pero ya es
tarde los jinetes de Roma se acercan para atacar la retaguardia carta-
ginesa. Aníbal debe reconocer la derrota con la pérdida de más de
20.000 hombres.

Cynoscéfalos 197 a. C.
La batalla final de la Falange la librará Filipo V de Macedonia
contra las Legiones de Titus Quinctius Flaminius, en igualdad numé-
rica de tropas, unas 20.000, con expeción de algunos elefantes en el
campo romano.
Filipo encontrando al ejército romano decide dar batalla creyén-
dose en situación favorable, sin advertir que el terreno no es apto para
la rígida falange. Este inconveniente resulta en que mientra su ala
derecha combate victoriosamente a los romanos, su ala izquierda no
ha terminado de desplegar cuando es atacada por los elefantes y le-
gionarios, y puesta en fuga.
Un hecho hace interesante esta batalla. Un tribuno con 20 maní-
pulos decide girar a la izquierda y atacar el ala derecha de Filipo por
la retaguardia, lo que define el combate. Una muestra clave de la
flexibilidad de la Legión y de la capacidad militar de los conductores
romanos.

Farsalia 48 a. C.27
Las Guerras Civiles de Roma llevaron a enfrentar a la Legión con
ella misma. El campo de Farsalia luchó el ejército de Pompeyo, de
40.000 legionarios y 3.000 jinetes, con las tropas de Julio César,
30.000 infantes y 2.000 jinetes.

27 Tomado de Hans Delbrück, “History of the Art of War, Volume I: War-


fare in Antiquity”, 1990, University of Nebraska Press, Lincoln, pg. 538-542
FUEGO Y MANIOBRA 61

Pompeyo apoyó su flanco derecho en un curso de agua y, esti-


mando seguro ese lugar dispuso a toda su caballería en el flanco iz-
quierdo al mando de Labienus, previendo no sólo que la batalla de
caballería sería en ese sector, sino que además podría emplear a sus
jinetes en envolver y atacar el flanco y retaguardia de César. Con esta
idea en mente ordenó a su infantería no cargar contra el enemigo sino
esperar su ataque. Con esto ponía más a su alcance el flanco enemigo
y las tropas de César se cansarían y perderían formación antes que las
propias.
Por su parte Cesar también dispuso su caballería en el flanco
opuesto al río, pero sabiéndola menos numerosa la reforzó con sus
soldados más jóvenes equipados como infantería ligera, para que
combatiera como hamippen; éste era un concepto nacido en Beocia
que planteaba una táctica conjunta de caballería y soldados ligeros28.
César además retiró 6 cohortes del tercer escalón y las formó en án-
gulo hacia su flanco derecho para apoyar a la caballería; el resto del
tercer escalón lo retiró de la línea de batalla y lo conservó como reser-
va.
Cuando la caballería de Pompeyo ataca, la de César se repliega
llevándolá hasta las seis cohortes que la atacan por el flanco; allí la
caballería de Cásar vuelve grupas y combate y persigue a la de Pom-
peyo. En su carrera las fuerzas de César sobrepasan el ala de Pompe-
yo quien decide retirar tropas de su tercera línea para formar un
ángulo que proteja su flanco. En ese momento los frentes de los ejér-
citos están en contacto y la orden de Pompeyo no puede cumplirse
con la rapidez y el volumen de fuerzas necesarios. César en tanto
lanza su reserva en apoyo del envolvimiento. Lentamente el ejercito
de Pompeyo cede terreno y finalmente con más de 6.000 muertos y
otros tantos prisioneros se rinde. Pompeyo huye hacia la costa para
alcanzar luego Egipto por mar, donde será asesinado.
Es esta la primera vez que un general establece una verdadera re-
serva, separada de la línea de combate. Esto le dio a César la agilidad
de empeñarla a su arbitrio con plena libertad de acción. Pompeyo por
el contrario cuando quiso emplear en su defensa tropas del tercer
escalón, éstas estaban tan comprometidas en la línea que no pudieron
salirse de ella para formar en otra posición.

28 Hans Delbrück, “History of the Art of War, Volume I: Warfare in Antiq-


uity”, 1990, University of Nebraska Press, Lincoln, pg. 152
62 JORGE ARIEL VIGO

L A TÁCTICA EN LA ANTIGÜEDAD
Durante el período hemos observado que las fuerzas han tomado
como elemento central de combate la concentración para aplicar la
masa física de sus fuerzas contra el enemigo, explotando la maniobra,
especialmente el envolvimiento, como multiplicador de esa potencia.
La idea de maniobra además manifiesta una preocupación por la
identificación del punto débil del dispositivo enemigo para emplear
allí la masa de decisión. Con ello también se aprecia cierta intuición
hacia el empleo de las tropas de modo que los resultados obtenidos
sean mayores que el esfuerzo empeñado.
El fuego es aún impreciso y también debe ser empleado por tro-
pas concentradas para alcanzar algún efecto. Nótese que la formación
dispersa o abierta de las tropas ligeras obedece a una mayor comodi-
dad del tirador y a que, agotada la munición, como no tienen capaci-
dad para el combate cuerpo a cuerpo deben escurrirse rápidamente
hacia la retaguardia.
La concentración es entonces la respuesta central táctica al com-
bate y se aplica tanto para el fuego como para la maniobra; la masa es
física al punto que, antes de explotarse la maniobra, sólo el número
de efectivos era una variable a considerar para asegurar por anticipado
la victoria.
Las organizaciones han aparecido como medio de canalizar la
concentración necesaria para combatir, y han tenido una doble fun-
ción. Por una parte cumplieron la tarea administrativa de permitir
contar, equipar y aprovisionar las tropas; por la otra lentamente co-
menzaron a cumplir funciones de unidad táctica dentro del campo de
batalla. Satisfacer la necesidad de la concentración, el poder de fuego
y el combate generó la idea de la táctica lineal; los ejércitos se enfren-
tan en líneas paralelas para disponer de un mejor poder de combate y
evitar ser envueltos.
La introducción del empleo de armas combinadas es un avance
único y, por su caída en desuso, es probable que no haya sido comple-
tamente comprendido. Del mismo que la introducción del concepto
de reserva empleado por César en Farsalia, o el aprovechamiento de
las líneas interiores por Claudio Nerón en la batalla de Metauro en el
207 a.C. durante la Segunda Guerra Púnica.
La búsqueda de una mayor flexibilidad organizacional afectó
también a la conducción pues se distingue entre los conductores una
FUEGO Y MANIOBRA 63

mayor creatividad e ingenio para resolver los combates, tanto durante


la batalla como antes de ella.
La preocupación por el factor moral del combatiente es también
un progreso remarcable que lamentablemente dejará también de ser
una preocupación principal del conductor hasta el siglo XVIII.
G UERRA DE LA E DAD M EDIA

E STANCAMIENTO Y RETROCESO
El ejército del Imperio Romano en los primeros siglos de la Era
Cristiana había evolucionado cambiando su aspecto tradicional de ser
una fuerza de infantería para convertirse en una maquinaria de armas
combinadas “… casi una exacta réplica del sistema Macedonio / Ale-
jandrino …”29 Según el Notitita Dignitatum, “...una tabla organizati-
va del Imerio Romano, Occidental y Oriental, civil y militar...”30,
hacia el 395 el ejército contaba con medio millón de soldados entre
los que se mezclaban muchas categorías y especialidades. Así las
tropas de asalto eran primordialmente galas, y los escaramuzadores y
tropas de caballería resultaban muy reclamadas; al parecer una sexta
parte del ejército lo constituían tropas con hablilidades específicas.
Como antes mencionáramos los limitanei, o tropas de frontera se
convirtieron en poco más que una milicia cuya función era la de dar
alerta ante las invasiones de los bárbaros; ante ese llamado acudían las
tropas llamadas comitatenses que constituían una fuerza móvil para la
defensa del imperio. Este cambio fue, de todas formas paulatino,
todavía hacia el 400 puede verse el intercambio de posiciones entre
limitanei y comitatenses.
Las legiones se habían reducido, las de limitanei podían reunir en
el mejor de los casos unos 2.500 hombres, mientras que las de comita-
tenses eran de 1.000 hombres. Éstas últimas contaban además con

29 Jones, Archer. 1987, “The Art Of War In The Western World” pg.92, New
York, Oxford Unirsity Press.
30 Ferrill A. 1998, “La caída del Imperio Romano”, pg.128, Madrid, EDAF

65
66 JORGE ARIEL VIGO

una fuerza de elite conocida como palatini y un núcleo de caballería


que constituía su mejor arma.
Lo que tradicionalmente llamaríamos el ejército romano lo cons-
tituyen las tropas comitatenses; estos ejércitos eran comandados en
persona por el emperador quien era asistido “… asistido por un ma-
gister militum (maestre de soldados), magister equitum (maestre de
caballería) y un magister peditum (maestre de infantería)”.31
Mientras el emperador estaba con el ejército a éste se lo llamaba
Praesentalis. Los ejércitos de campaña comitatenses eran usualmente
comandados por un comes o conde y en ocasiones por un magister.
Después de que Constantino eliminase la Guardia Pretoriana en 312,
se crearon unidades de guardia del emperador conocidas como scho-
lae, que eran unidades de combate y no meramente ceremoniales.
La infantería romana era de dos categorías. Los legionarios, la
tradicional infantería pesada y los auxilia, que podían pelear en la
doble función de infantería ligera y pesada. Ambos tipos de infantería
actuaban en conjunto y desde el siglo III empleaban el escudo oval,
abandonando el tradicional scutum rectangular y arqueado.
Existía además infantería ligera especializada según sus armas;
los arqueros llamados sagittarii, los lanzadores de jabalinas que se
cree se llamaban exculcatores, los honderos – de los que había una
sola unidad en oriente- conocidos como funditores y los portadores de
ballestas designados balistarii. Estos hombres cumplían la función
tradicional de la infantería ligera recibiendo como apoyo, en caso de
ser necesario, soldados auxilia tomados en grupos destacados de las
filas. El occidente se daba mucha importancia a la exploración por lo
que los exploratores y praeventores destacan más que en oriente.
La caballería romana se había ido incrementando con el tiempo y
muy especialmente por la creación de una reserva de caballería con el
emperador Gallenus en el siglo III, que así había pasado de ser ape-
nas el dos por ciento del ejército en la época de la república para al-
canzar el 30 por ciento hacia el año 250.
Los jinetes romanos eran de tres categorías los ligeros, los pesa-
dos y los catafractas. La caballería ligera se componía de arqueros y
jabalineros montados. La caballería pesada era la clásica, usaba casco,
algún tipo de armadura de cuerpo, llevaba escudo, lanza y jabalinas.
Los catafractas eran jinetes que vestían una pesada armadura de
cuerpo y portaban lanzas dispuestas para el combate por el choque;

31 MacDowall, Simon. 2001, “Adrianople AD 378” pg. 18, Gran Bretaña


Osprey Military.
FUEGO Y MANIOBRA 67

ocasionalmente sus monturas también vestían armadura. Como mues-


tra de la variedad y especialidad de las tropas romanas del período
destacamos los cuerpode de dromedarios (dromedarii) empleados en
Egipto y Palestina.32
La formación de batalla prácticamente no había cambiado. El nú-
cleo y centro del dispositivo lo conformaba la infantería pesada, des-
plegando por delante a la infantería ligera que iniciaba el combate por
el fuego para luego replegarse a retaguardia; los arqueros continuaban
combatiendo desde allí lanzando sus flechas por encima de la infante-
ría pesada. Inmediata a ésta, en las alas formaba la caballería pesada,
mientras que la ligera lo hacía más hacia afuera buscando siempre
perturbar al ejército enemigo en sus flancos y retaguardia.
Flavius Vegetius Renatus explica en “De Re Militari” las posi-
ciones que deben adoptar los comandantes del ejército. El coman-
dante en jefe se situaba a la derecha entre la infantería y la caballería,
el segundo en comando en el centro de la infantería para conducirla y
alentarla, mientras que el tercero al mando se ubicaba en el ala iz-
quierda. Esta disposición de comandantes reafirma la idea de que el
modelo alejandrino seguía vigente.
La ubicación del comandante supremo a la derecha coincide con
la posición tradicional de Alejandro, pues ésa parte del ejército es la
más fuerte ya que al moverse ofrece al enemigo el lado del escudo y
es allí donde Vegetius recomienda realizar las maniobras de ataque.
El centro está al mando del más confiable de los subalternos respon-
sable de conservar su solidez para actuar como yunque o pívot de la
maniobra. El ala izquierda que se encomienda a un “intrépido oficial”
se la considera la más débil y el blanco tradicional del ataque enemi-
go, por lo que su jefe debe ser ágil para responder a las situaciones
que se le presenten y conservar “una buena reserva de caballería e
infantería activa que le permita siempre extender su izquierda de
manera que pueda prever el ser envuelto”33.
El imperio romano había alcanzado este modelo militar de armas
combinadas en el siglo IV, pero al precio de conmover sus raíces mili-
tares tradicionales. El ejército romano original, sostén de la república
y el imperio, era un ejército de infantería lo que implica que su fuerza
está dada por la disciplina, la instrucción, el duro entrenamiento y el

32 Ferrill A. 1998, “La caída del Imperio Romano”, pg.130, Madrid, EDAF
33 Flavius Vegetius Renatus , 390, Ed. 1985 “The Re Militari” en “Roots of
Strategy “ pg.157 a 159, Harrisburg, Stackpole Books.
68 JORGE ARIEL VIGO

trabajo en equipo. Estas herramientas son las que le permitieron a la


legión someter la ferocidad de los pueblos bárbaros.
El ejército legionario dependía de la regularidad de la paga, que
como sabemos fue disminuyendo en los primeros tiempos de la era
cristiana. Esto sumado a la falta de promoción de milicias regionales
hizo que se redujera el número de soldados de infantería tradicional.
Para reemplazarlos se recurrió a la inclusión de tropas bárbaras lo que
implicó también aceptar nuevos estilos de combatir. De este modo la
restauración del modelo alejandrino fue tanto una necesidad como
una imposición.
El sistema funcionó efectivamente, como lo muestra el mante-
nimiento de las fronteras del imperio e incluso su restauración en la
batalla de Argentoratum en 357, donde el ejército al mando de Julia-
no derrotó a las tropas bárbaras de los Alamanni conteniendo un feroz
ataque de su caballería. Aunque las tropas romanas eran como las
veníamos describiendo, en la táctica de Juliano aún se aprecia el em-
pleo de la reserva, de la infantería y caballería ligeras juntas al modo
que lo hiciera Cesar en Farsalia.
La derrota del emperador Juliano en Persia en 363 marcó el co-
mienzo del período de decadencia del ejército romano. Años después,
la batalla de Adrianople en 378 significó una catástrofe para el impe-
rio; la destrucción del ejército del emperador Valeno y su propia
muerte pusieron de manifiesto la debilidad de las fronteras del impe-
rio. Tal situación atrajo los ataques de Francos, Alamanni, Burgun-
dios, Suebos, Vandalos, Sarmatianos, Alanos y Godos.
El emperador Teodosio intentó absorber parte de estas presiones
incorporando a soldados bárbaros al ejército en calidad de Foederati,
federados o confederados. Esta integración contribuirá a la extinción
del modelo militar romano tradicional.
Los pueblos federados comenzaron a instalarse en las fronteras
del imperio y a vivir de manera autónoma, con sus propias leyes y sus
ejércitos. Las tropas bárbaras eran básicamente milicias que aunque
con aptitudes de soldados profesionales, no reconocían en la discipli-
na su valor de cohesión; antes bien los lazos familiares y de tribu eran
lo que los mantenían unidos. La idea de Teodosio ubiese podido
resultar si el gobierno romano recuparaba su poder, sin embargo a su
muerte en 395 la escisión del imperio se hizo permanente y, más
grave aún los emperadores no colaboraban entre sí. Esta desunión
derivó en luchas internas y la aparición de usurpadores que quebraron
el poder de Roma. Los bárbaros aprovecharon la oportunidad de pe-
netrar y apoderarse de las tierras imperiales.
FUEGO Y MANIOBRA 69

Entre el 406 y el 407 la frontera del Rin se perdió, Britania quedó


librada a su suerte frente a la invasión de los sajones y burgundios y
alamanes ocupaban Estrasburgo y Worms; en el 410 Alarico saqueó
Roma por primera vez en su larga historia, y en el 415 los visigodos se
instalaron en Hispania. En el 429 los vándalos de Genserico se apode-
raron del África romana privando al imperio de su principal provisión
de grano. Para el 476 con la pérdida de la Galia el Imperio Occidental
se habrá acabado
Estos sucesivos establecimientos de reinos bárbaros con o sin
acuerdo imperial manifiestan una creciente debilidad del gobierno, la
estrategia y el ejército de Roma. Las derrotas iniciadas en Persia y
Adrianópolis, seguidas por las pérdidas territoriales demolieron la
moral del ejército, que sometido al proceso de barbarización perdió
sus dotes de disciplina y duro entrenemiento que lo habían hecho
invencible. En la batalla de los Campos Catalúnicos, las legiones
romanas eran una sombra de su gloria, su barbarización era tal que
hasta habían incorporado el baritus o grito de guerra germano. Atila
las consideraba tropas despreciables comparadas con las tropas visi-
godas.
Por su parte los bárbaros adquirieron de Roma tierras y estabili-
dad. Sus tropas se equiparon con armas y equipos tomados en batalla
o directamente de los arsenales imperiales. Los ejércitos bárbaros
incorporaron especialistas de diversas categorías y alcanzaron un me-
jor nivel táctico, aunque siempre por debajo del modelo de la legión
tradicional. Incorporaron además las estructuras jerárquicas de los
ejércitos imperiales, dando lugar a la continuidad del uso de designa-
ciones como Dux o Comes. De todas formas consrvaron su brutalidad
y salvajismo como impulsor central de su táctica, lo que resultaba un
obstáculo para ciertas artes; por ejemplo, con excepción de los hunos,
casi ninguna etnia logró dominar el arte del sitio.
Estamos entonces frente a dos modelos militares que se van a
fundir en uno nuevo. La disciplina militar romana se perderá por falta
de recursos y por la sujeción del soldado a puestos fijos donde vive
con su familia y trabaja la tierra, volviéndose un miliciano defensor de
su terruño y no del imperio. Los bárbaros al ingresar al ejército impe-
rial y repartirse Europa perdieron sus lazos familiares, encontrándose
ellos también sujetos a la nueva tierra que ocupan.
Estos milicianos, ex legionarios y ex bárbaros perderán sus apti-
tudes de soldados de infantería pesada por falta de una estructura de
instrucción y disciplina, con ellos morirán la legión y la falange.
70 JORGE ARIEL VIGO

Serán entonces sus habilidades de cazadores, pastores y jinetes


las que se aplicarán a hacer la guerra. El jinete requiere más de su
destreza personal que del trabajo en equipo y siendo el montar a
caballo una destreza natural para la época, la caballería comenzará a
tener preeminencia sobre la infantería. De todas formas estos hom-
bres conservarán la aptitud de pelear montados o a pie, de emplear
armas arrojadizas o combatir cuerpo a cuerpo. La manera en que estas
capacidades se combinarán dependerá de las necesidades de cada
región.
De alguna forma todo esto significará un estancamiento en el arte
de la guerra, el proceso iniciado en Sumeria debrá recomponerse en
un ambiente cultural y tecnológicamente diferente, y con irregularesy
fragmentados recursos. De allí que los ejércitos medievales resulten
variopintos en estilo y capacidad.
Entre la caída del imperio en el 476 y el año 1000 tal vez los mo-
delos militares de más continuidad hyana sido el de Bizancio, una
prolongación agónica de Roma, y el evolotivo de los Francos y Ger-
manos en occidente, nacido al calor de sus luchas por dominar occi-
dente.

B IZANCIO
El Imperio Romano de Oriente conservó las formas alejandrinas
del ejército, incluyendo en ello a los Foederati, que, recordemos, eran
las tribus bárbaras a las que el emperador autorizaba a instalarse den-
tro de sus tierras a cambio de proveer de soldados para la defensa.
Estos soldados mejoraron con sus aptitudes la capacidad del ejército;
los Hunos, Alanos y Avaros elevaron la calidad de la caballería ligera
mientras que los Godos, Hérulos, Vandalos, Gépidos y Lombardos
hicieron lo propio con la pesada. La proporción de bárbaros creció al
punto que bajo Justiniano la mitad de las tropas imperiales eran foe-
derati, los que se integraban en unidades étnicas.
La necesidad de mantener inviolables las fronteras del imperio
hizo que los ejércitos de campaña debieran ser móviles por lo que la
caballería cobró mayor importancia en perjuicio de la infantería. La
defensa de los territorios de la Roma Imperial originalmente había
sido estática confiada a la construcción de fuertes y murallas y al esta-
blecimiento de campos de legionarios inmediatos a ella. Con el tiem-
po se ensayaron otros sistemas defensivos; primero mientras el núcleo
del ejército era la legión y las amenazas eran de baja intensidad se
FUEGO Y MANIOBRA 71

practicó una defensa elástica basada en guarniciones de frontera y en


ofrecer terrenos devastados inmediatos a la misma, que privaban al
invasor de recursos debilitándolo, en tanto que se reunía un ejército
de legionarios para eliminar al agresor. Este sistema ya exigía de mo-
vilidad en las fuerzas imperiales para concentrarse y atacar lo que
comenzó a impulsar el empleo de tropas montadas. Posteriormente
con la llegada de Dioclesiano al poder se estableció una defensa en
profundidad multiplicándose los puestos fijos de defensa sobre la
frontera y en las avenidas de aproximación, asimismo se proveyó de
caballería a las guarniciones de frontera para darles una mayor capaci-
dad de respuesta y las tropas principales de contraataque elevaron su
proporción de jinetes.
A fines del siglo V las legiones dejaron de existir definitivamente,
lo que significaba que ya no existía una formación de infantería capaz
de resistir una carga de jinetes. De todas formas reconociendo la ne-
cesidad de fijar al ejército en un punto del terreno para poder manio-
brar Bizancio conservó tropas de infantería pesada y ligera.
Aunque el ejército imperial llegó a ser numeroso superando el
medio millón de hombres, sólo unos 150.00 estaban disponibles para
su empleo en cualquier parte del imperio y los ejércitos en campaña
rara vez alcanzaron los 30.000 hombres. Esta desproporción entre el
efectivo total del ejército y las tropas realmente empleadas en cam-
paña será una constante para las fuerzas militares hasta el siglo XVIII
y estará determinada por restricciones logísticas, de reclutamiento,
comando y control.
Para un ejército de caballería bizantina la organización de comba-
te consistía en el establecimiento de dos líneas de batalla. La primera
integrada por dos tercios de las tropas disponibles y la segunda por el
tercio restante. En el centro de la primera línea las tropas adoptaban
una formación cerrada, mientras que las alas una abierta. La segunda
línea, formaba a cuatro tiros de flecha a retaguardia unos 500 metros.
Se integraba con dos alas y el centro dividido en dos porciones; los
espacios entre estas cuatro formaciones eran de unos 130 metros cu-
biertos cada uno por 150 jinetes en dos rangos, los que se abrirían
para permitir el repliegue de la primera línea en caso de ser necesario.
La infantería pesada asumía generalmente dos posiciones. El
foulkon que consistía en una formación cerrada que se presentaba
como un muro de escudos y el entaxis que era cuando un cuarto del
efectivo de la unidad de infantería y se constituía con arqueros que le
daban potencia de fuego a los lanceros, que a su vez los protegían de
72 JORGE ARIEL VIGO

la caballería. Este modelo particular se repetirá en las primeras for-


maciones que empleen arcabuces y picas en el siglo XVI.
Sin perjuicio del elevado número de jinetes el ejército bizantino
operaba bajo el criterio de armas combinadas. Para desarrollar ésta
doctrina se requirió la incorporación de tropas no romanas como ya
hemos dicho, pero también se produjo otro fenómeno que mantuvo
un núcleo de soldados profesionales.
Los ejércitos romanos desde la república y durante el imperio,
eran dirigidos por generales producto de una carrera política. La paga,
el reparto del botín, los premios y los retiros eran también resultado
de decisiones políticas, por lo que se producía una simbiosis entre el
general y sus ciudadanos soldados. El general necesitaba de la tropa
para ganar en batalla, adquirir prestigio y ser votado para permanecer
en el poder, los soldados sostenían con su voto y su fuerza al general
para que éste respaldara la soldada y las demás retribuciones econó-
micas provenientes de la guerra.
Esta íntima relación se hizo más fuerte en épocas de anarquía
cuando fueron las tropas legionarias las que eligieron al emperador de
entre sus generales. Con el tiempo los generales romanos se volvieron
verdaderos condotieri, pues las tropas le respondían más a cada uno
de ellos que al poder de Roma. Hacia el siglo IV y especialmente en
el V, los generales del imperio contaban con un núcleo propio de
tropas sobre las cuales y a expensas del tesoro imperial contrataban
los servicios de bárbaros y mercenarios. Esto es ampliamente visible
en la forma en que se constituyeron para cada campaña los ejércitos
de Belisario y Narsés, los más brillantes generales de Bizancio.

L OS REINOS GERMANOS Y F RANCOS


Cuando los bárbaros fueron federados al Imperio y se les autorizó
o se toleró su instalación dentro de las tierras del imperio generaron
dos modelos de reinos, los Germanos y los Francos.
Los reinos germanos se crearon sobre la base de la fuerza militar
puesta al servicio del imperio, el jefe bárbaro elevado al grado de
comes, comites o conde, o mejor a magister militum adquiría un po-
der militar que le permitían fácilmente ejercer el poder político en el
área de asiento de sus fuerzas. Las tribus germanas eran múltiples y
reconocían como gobierno el sistema de monarquía electiva, el mismo
se aplicó con el tiempo a estos jefes militares convirtiéndolos en re-
yes.
FUEGO Y MANIOBRA 73

Este fenómeno del establecimiento de reinos bárbaros en tierras


del imperio se produjo cuando los Hunos los empujaron desde el
centro de Europa hacia el sur del Rhin y el Danubio alrededor del
siglo V. La estructura militar germana se basaba en que todo hombre
libre era un soldado y reconocían como unidad táctica a los Cien que
solían agrupar en organizaciones ad hoc más numerosas. Apareció así
una jerarquía militar encabezada por el rey y seguida por los condes,
debajo de ellos se han identificado algunos líderes designados como
thiuphadi o millenarii, los hunni o centenarii y los decani, también
existían los quingentenarius. Los duques dependían de los condes
pero no formaban parte de la estructura militar. De todos ellos los
únicos con carácter permanente eran los hunii.
Así como reemplazaron la estructura militar imperial por la propia
también sustituyeron la disciplina por la bravura y el botín por el
pillaje como medio esencial de asegurar la subsistencia de la tribu.
Por su parte los francos ocuparon en principio una región entre el
Rhin y el Weser extendiéndose luego hasta el Somme. De entre ellos
Clovis consiguió ser reconocido como rey por las otras tribus, conquis-
tando una porción de territorio perteneciente a Roma. Con esto eli-
minó el elemento militar romano-germano y la posibilidad de la
monarquía electiva estableciendo una dinastía hereditaria. Para el 532
Clovis había sometido prácticamente el territorio actual de Francia.
Los francos eran guerreros de alta calidad y tenían un particular
cuidado por su armamento. Poseían una organización militar como la
descripta para los germanos. Reconocían como primera función del
rey la conducción de la guerra y su primera obligación la de someter
los planes bélicos a la aprobación del ejército.
Uno de los elementos que ayudó a Clovis a establecer, conservar
y expandir su reino fue su temprana conversión al cristianismo ente el
496 y el 499. Ello le aseguró el apoyo de la población galo-romana y
sobretodo el de la iglesia que, desaparecido el gobierno imperial ofre-
cía el único cuadro administrativo para estructurar el poder.
Sostener un ejército profesional como el romano exigía de una
burocracia civil y militar, y de recursos fiscales de los que podía gozar
Bizancio, pero en ningún modo los nuevos reinos bárbaros. Los esca-
sos medios económicos de éstos se consumían en el mantenimiento
de la corte por lo que la paga a los soldados se hacía con tierras toma-
das al enemigo.
Todo hombre libre tenía la obligación militar de servir al rey por
la duración de la guerra, proveyéndose de su propio equipo y subsis-
tencia. Pero existía también el derecho a abstenerse de prestar el
74 JORGE ARIEL VIGO

servicio pagando un impuesto. Con un sistema semejante los hom-


bres más ricos resultaban los mejores equipados e integraban los
cuerpos de elite llamados buccellarii.
Una costumbre franca consistía en el reparto del reino entre los
hijos del rey a la muerte de éste. Esto hizo que los condes se hicieran
más independientes y más poderosos al incrementar sus territorios
con cada guerra, lo que en realidad atomizaba la fuerza del reino.
Clotario II por medio del Edicto de París de 614, reunificó la sobera-
nía eliminando el reparto hereditario de la corona para lo cual obtuvo
el apoyo de los comes o condes, devenidos ahora en clase noble, a
cambio de su compromiso de elegirlos sólo entre los grandes propie-
tarios. Esto fundamentó el derecho de la aristocracia al comando mili-
tar.
Los soldados francos eran preparados para la guerra desde niños,
entrenados en el uso de armas y la lucha cuerpo a cuerpo. Al igual
que todos los bárbaros basaban su táctica en el coraje y el número de
combatientes. La infantería formaba en cuadro o cuña y cargaban
rápidamente sobre el enemigo para no darle tiempo a reaccionar y
utilizar sus armas arrojadizas antes del contacto. El motivo de esta
táctica era buscar la solución rápida por el impacto, debido a que si no
se lograba el éxito con el impulso original la poca maniobrabilidad de
la formación hacía imposible un segundo intento. Hacia el siglo V
incorporaron caballería pesada, sin embargo los hombres desmonta-
ban y peleaban a pie. En general preferían las guerras cortas, emplea-
ban emboscadas, maniobras de diversión y ataques nocturnos. Vivían
del terreno y practicaban el método de la tierra arrasada.
La introducción del estribo alrededor del año 800 cambió la apre-
ciación de los francos sobre la caballería y con ello se reformuló su
ejército. Originalmente se trataba de soldados profesionales descen-
tralizados que se reunían para cada campaña, ahora se aprovecharía la
descentralización política del feudalismo para mantener una porción
centralizada de fuerzas al servicio del rey sostenida por los nobles
guerreros tanto a pie como a caballo. Sobre este núcleo se levaría una
milicia de escaso valor militar para cada campaña.
En tiempos de Carlomagno la caballería pesada había desplazado
a la infantería, no sólo debido al estribo sino también a que la expan-
sión del imperio franco obligaba a contar con fuerzas móviles y de
rápido desplazamiento; asimismo la lenta infantería se había mostrado
inadecuada para luchar contra las incursiones de vikingos, árabes,
ávaros y magyares. La potencia de choque de la caballería pesada,
gracias a la estabilidad que daba el estribo al jinete, la convirtió en el
FUEGO Y MANIOBRA 75

arma decisiva en el campo de batalla. Desde el 890 no se registran


combates en que los francos hayan luchado a pie.
Los jinetes francos utilizaban escudo, casco de hierro y una pro-
tección corporal de cuero o cota de malla; se reunían en grupos o en
unidades llamadas scara y subdividida en grupos de 50 a 100 hombres
llamados cunei. La infantería, cuando se empleaba, portaba escudo,
casco y lanza de dos metros de alto. Caballería e infantería fueron
provistas con el tiempo de arcos y flechas.
La caballería pesada era costosa: ”300 denarios por las armas y la
protección, es decir el equivalente al precio de 20 vacas, 250 denarios
por el destrero sin contar los caballos de recambio y la carreta para las
provisiones”34. Esto hacía que se redujera la base de reclutamiento y
por supuesto la cantidad de efectivos en el ejército. Carlomagno había
extendido su imperio de Nápoles al Canal de la Mancha, de Navarra a
Alemania, alcanzando incluso el norte de los Balcanes. Esta expan-
sión había agotado la posibilidad de realizar campañas de pillaje y
prometer fáciles botines que sirvieran de retribución a los guerreros
montados. Estos hombres de a caballo se convirtieron en una clase de
guerreros profesionales aristocrática, pero relativamente abierta a
todos aquellos que tuvieran capacidades militares; así ofrecieron sus
servicios a todo rey o señor que estuviera dispuesto a pagarles, lo que
les permitía mantenerse equipados como caballeros. En ausencia de
moneda esos pagos se hacían en tierras lo que acrecentaba sus recur-
sos para equiparse militarmente.

L OS OTROS B ÁRBAROS
Mientras Bizancio sostenía el modelo militar clásico y los francos
y germanos afianzaban su estilo de guerra salvaje, otros pueblos cre-
cían y hacían sentir su presencia militar en Europa. En el 793 la aba-
día de Saint Cuthbert fue saqueada por un grupo de bárbaros llegados
por mar conocidos como los vikingos.
Estos guerreros portaban espada larga de doble filo, hacha de dos
manos y escudo. Su unidad táctica era de unos 50 ó 60 hombres que
constituían el equipaje de cada navío conocido como Knörr, vulgar-
mente llamado Drakkar por la figura de dragón que ostentaba en su

34 Sanches D.,1999, “La France des Agees Sambres”pg 20 a 25, París His-
toire Y Collections.
76 JORGE ARIEL VIGO

proa. Raramente utilizaban el arco y sólo al fin del siglo IX emplearon


la cota de mallas.
En las acciones ofensivas además de la clásica formación de línea
los vikingos empleaban la cuña para atravesar el dispositivo enemigo.
En la defensa preparaban un muro de escudos, los soldados formaban
en línea en varios rangos y los escudos de la primera línea se coloca-
ban montados unos con otros para ofrecer mayor resistencia y protec-
ción. El jefe y su guardia personal se situaban en el centro del
dispositivo. En todas las formaciones tanto ofensivas como defensi-
vas, la primera línea estaba integrada por los mejores combatientes.
Esta formación se empleaba aprovechando el terreno, en una posición
elevada o con los flancos protegidos por obstáculos naturales.
En el siglo XIII otros guerreros bárbaros asolaron Europa. Los
mongoles eran un ejército de caballería, tres quintos ligera y dos
quintos pesada. La primera portaba arco y tres aljabas de flechas y por
lo menos un caballo adicional; la segunda marchaba protegida por
armaduras de cuero; ambas operaban en conjunto.35 El ejército mon-
gol se organizaba sobre el sistema decimal siendo sus unidades tácti-
cas de 10, 100, 1.000 y 10.000 hombres. Contaban con un elevado
sistema logístico y un complejo equipamiento de sitio tomado de los
chinos, llegando a emplear para una sola operación 4.000 escaleras de
asalto y 4.000 máquinas de sitio.
En combate formaban en cinco rangos, los dos primeros de caba-
llería pesada y los tres restantes de ligera. Las distancias entre los
cinco permitían fácilmente su maniobra. Contaban con destacamen-
tos ligeros en los flancos con el objetivo de aferrar y rodear al enemi-
go. El combate comenzaba con el asalto de la caballería ligera que
atravesaba los rangos de la caballería pesada. El general comandante
se mantenía detrás de la línea con la reserva y no comprometido en la
lucha.
El asalto de la caballería ligera consistía en lanzar sobre el enemi-
go todas las flechas disponibles por medio de un procedimiento cono-
cido como el Círculo Cantábrico o Caracoleo que consiste en que los
grupos de arqueros forman círculos en movimiento desde los cuales
disparan sus flechas cuando están más cerca del blanco y recargan sus
arcos en la parte del circuito más alejada de él. Acabadas las flechas se
retiraban sin establecer un combate cuerpo a cuerpo.

35 Jones, Archer. 1987, “The Art Of War In The Western World” pg.142,
New York, Oxford Unirsity Press.
FUEGO Y MANIOBRA 77

Si el enemigo luego de esto mostraba signos de desbande, la ca-


ballería pesada cargaba sobre él; de no ser así la caballería ligera re-
comenzaba su ataque. Esta táctica se conocía como mangoudai.
Los mongoles no entraban en combate cuerpo a cuerpo con ejér-
citos que no hubiesen sido desgastados por ellos previamente, em-
pleando incluso la táctica de retiradas simuladas para atraerlos a zonas
de ataque y cansarlos. Estas retiradas podían durar días, en Rusia en
1222 delante del príncipe de Galitch, el repliegue duró nueve días
antes de que los Mongoles se volviesen contra sus perseguidores.
Otra técnica era la de abrir los rangos para dejar pasar la carga
enemiga, cerrándolos luego bruscamente para impedir el paso de
refuerzos mientras la vanguardia atrapada era aniquilada. En la perse-
cución solían formar un círculo de caballería inmenso llamado tcherge
que se iba cerrando progresivamente sobre el enemigo.
Los mongoles conquistaban por el terror aniquilando poblaciones
enteras para asegurar su dominio por el miedo, los prisioneros toma-
dos eran empleados para las tareas de apoyo al ejército y en los asaltos
a posiciones fuertes enemigas de modo que las bajas que en estas
acciones se producían se sostenían con los prisioneros tomados en
otras batallas. De esta forma preservaban sus valiosos soldados de
caballería.
Las armas del guerrero mongol eran la lanza, el arco, la maza y el
sable. La lanza tenía un gancho para desmontar al enemigo; el arco es
el arma mongol por excelencia, se trata de un modelo compuesto con
un alcance eficaz de 200 metros. Sólo si el combate con flechas y
luego lanzas continuaba, recurrían al empleo de la maza y el sable.

L A GUERRA EN LOS S IGLOS XI Y XII


Para el año 1.000 la caballería era el centro de los ejércitos en el
mundo conocido. Desde sus comienzos se había hecho más pesada a
partir de la incorporación de piezas de protección del cuerpo de jinete
y caballo, del mismo modo la espada se hizo más larga y también
creció el costo del jinete que podía alcanzar el precio de una pequeña
granja.
El caballero era el jinete de caballería pesada con armadura com-
pleta y que poseía un robusto destrero capaz de portarlo a él y sus
armas en combate. Cuando no se reunían todos estos equipos el
hombre de caballería pesada era llamado sargento, y aunque servía
del mismo modo que los caballeros era también menos efectivo y
78 JORGE ARIEL VIGO

menos costoso. Prácticamente no existía la caballería ligera y los po-


cos arqueros montados combatían a pie, utilizando la monta sólo para
las marchas.
La infantería ligera iba armada mayormente de arcos o ballestas.
La diferencia entre ambos consiste en lo siguiente: la ballesta es más
cara, tiene una baja cadencia de fuego, un poder de impacto mayor y
es relativamente fácil de entrenar a un hombre en su uso. El arco es
más barato tiene una alta cadencia de fuego, una buena potencia de
impacto pero exige de mucho tiempo entrenar a un buen arquero
hábil. Esto está relacionado con su empleo, se suelen arriesgar menos
las tropas cuyo costo de entrenamiento es más alto.
La infantería pesada es menos regular en su equipamiento que
las dos anteriores. Generalmente portaban casco, cota de malla, escu-
do, espada y pica. Se la empleaba en la defensa y ataque de posicio-
nes fijas como pueblos y castillos. Siendo la defensa de estos lugares
una labor permanente, la misma recaía por lo general en tropas mer-
cenarias. La producción de armas no era muy elevada y en caso de
una movilización general muchos soldados marchaban con sus herra-
mientas de labranza como único armamento.
La obligación militar de servir al rey estaba limitada a un tiempo
anual que durante los siglos osciló desde los 45 días y los 6 meses
independientemente de la duración de la guerra. Superado el plazo
de la obligación, si los soldados permanecían en armas el rey debía
pagarles, por lo que la guerra podría no dar ninguna ganancia. En otro
sentido era posible sustraerse a la obligación militar pagando un im-
puesto a cambio, ello podía producir la situación de que una leva
generara más dinero que soldados y dejara ganancias aún sin ningún
combate.
Todas estas circunstancias hicieron que los ejércitos de la época
fuesen reducidos a unos 15.000 hombres. Sus comandantes peleaban
en las filas donde realmente no ejercían ninguna dirección del com-
bate en general. Tal vez debiera considerarse esto poco relevante
pues pese a los libros de técnica militar escritos y citados en el perío-
do, muy pocos jefes militares los leían y conocían realmente; de allí
que no existiera ninguna doctrina más allá de la de formar el ejército
en tres partes o batallas. Para agravar la situación los combates eran
escasos por lo que tampoco había ni soldados ni comandantes con
gran experiencia.
A esto se sumaba una particular situación política que había co-
menzado a gestarse desde la fundación de los reinos bárbaros. Como
mencionamos, a partir del Edicto de París los condes habían afianza-
FUEGO Y MANIOBRA 79

do su posición militar y sus posesiones en tierras que les aseguraban


recursos para la guerra. Estos condes comenzaron a convertirse en
propietarios de fuerzas militares que empleaban para defender sus
territorios y eventualmente para servir al rey. De este modo el rey
creaba hombres con poderosos recursos económicos y militares que él
mismo no poseía dado que las tierras las aprovechaban otros y los
impuestos representaban un escaso recurso.
Para completar el cuadro de situación no debemos olvidar que el
limes romano proveía hacia el interior del imperio un estado de paz
permanente donde los hombres no necesitaban portar armas a diario.
Al desaparecer la defensa que proporcionaba el limes alrededor del
siglo V, se evapora también la seguridad interior y comienzan las
luchas locales, todo individuo entonces se arma para su protección
personal y comunitaria. Esto también va a impulsar la fortificación de
pueblos y ciudades, apareciendo empalizadas, motas, torres y casti-
llos.
Reuniendo ambas situaciones podemos observar que esta necesi-
dad de protección y la aparición de lugares fijos de defensa exigen
también la presencia permanente de soldados para proveerla. Así los
comes comenzarán a crear infantería mercenaria para defender sus
castillos y propiedades y mantendrán un núcleo de caballeros que,
con el mismo fin, podrá conducir a donde resulte necesario.
Fue así que”…se multiplicaron los ducados, marquesados, con-
dados, baronías o simples señoríos, que constituían otras tantas célu-
las políticas que gozaban de una cuasi autonomía e incluso una cuasi
soberanía…. Cantidades ingentes de principados de todo tamaño
llegaron a convertirse en centros de un sistema militar independiente
(descentralizado), lo que significaba, junto a unos medios específicos
de ataque y defensa, el derecho y el poder de declarar la guerra, lle-
varla a cabo y finalizarla.”36
La descentralización militar explica la multitud de equipamien-
tos y organizaciones de la época y la falta de constancia en la evolu-
ción del arte de la guerra.

36 Contamine.P. 1984, “La Guerra en la Edad Media”, pg39. Barcelona


Editorial Labor.
80 JORGE ARIEL VIGO

E VENTOS DESTACABLES

Atila y Roma
Luego de repetidas incursiones de saqueo, los Hunos establecie-
ron en el 426 un acuerdo por el cual Roma pagaría un tributo anual de
150 kilos de oro. En el 434 el Rey Oktar fue sucedido por sus dos
sobrinos Bleda y Atila, los que reclamaron la duplicación del tributo,
suma que obtuvieron mediante un nuevo acuerdo. En el 443 se re-
clamó un nuevo incremento, mientras que en el 445 Atila se hacía
coronar Rey de los Hunos luego de asesinar a Bleda.
Las relaciones entre Roma y los Hunos no resultaban pacíficas y
cuando en el 447 Atila realizó una nueva invasión, Roma canceló el
pago del tributo y comenzó a buscar aliados para enfrentarlo. En el
450 Atila remitió un ultimátum a Roma que al ser rechazado lo llevó a
cruzar el Rhin al año siguiente.
En su avance Atila enfrentó no sólo a las tropas de Roma sino par-
ticularmente a la Iglesia. En Lutetia, hoy París una niña llamada Ge-
novofa –Santa Genoveva Patrona de París- inspiró a la resistencia por
medio de revelaciones divinas, logrando rechazar los ataques Hunos.
Una situación similar debieron enfrentar en Aureliana (Orleáns),
donde el Obispo Anarius obligó a Atila a poner sitio a la ciudad.
En tanto el Emperador Valentiniano envió al General Aetius a
detener la invasión. Este general logró una alianza con el Rey Teodo-
rico de los visigodos a la que se plegaron también los alanos. La fuer-
za combinada alcanzó la retaguardia del ejército huno el 18 de junio
de 451, Atila decidió entonces aceptar la batalla al día siguiente en
una región llamada Campos Catalúnicos, cerca de la actual ciudad de
Chalons.
La fuerza aliada se desplegó con los romanos a la izquierda junto
con un cuerpo de godos al mando de Torismundo, hijo de Teodorico.
En el ala derecha se posicionaron los visigodos y en el centro los ala-
nos cuya lealtad resultaba dudosa. Por su parte Atila formó con la
caballería huna al centro, sus aliados germanos a la derecha y los os-
trogodos a la izquierda. El campo que separaba ambos ejércitos estaba
limitado a la izquierda romana por el río Marne, en ese mismo sector
se levantaba un promontorio.
FUEGO Y MANIOBRA 81

Al principio ninguno de los generales movió sus tropas para ata-


car, pero por la tarde Torismundo avanzó para apoderarse del pro-
montorio. Atila entonces comenzó a enviar tropas hacia el sector y lo
mismo hicieron los aliados. El combate comenzó a escalar por lo que
Atila ordenó un ataque general. Los alanos rompieron filas y se dieron
a la fuga, esta brecha en el centro de la línea aliada fue aprovechada
por la caballería huna que se lanzó por ella para atacar el flanco inter-
no de los visigodos. Esta tribu resistió los ataques de hunos y ostrogo-
dos aún cuando el Rey Teodorico cayó muerto en combate.
Torismundo logró afirmarse en el promontorio lo que permitió a Ae-
tius lanzar a sus romanos contra la retaguardia de los hunos.
El combate generalizado se prolongó hasta el oscurecer cuando
lentamente comenzó a disminuir en intensidad para concluir por falta
de luz. Al día siguiente los aliados descubrieron que el ejército de
Atila se hallaba íntegro y en posesión de su campamento. Aetius lla-
mó a un consejo de guerra para tratar los posibles cursos de acción.
Torismundo proponía un asalto mientras que los oficiales romanos se
inclinaban hacia un sitio. Aetius por el contrario los convenció de que
permitieran retirarse a Atila. Esto lo hizo en consideración a que la
destrucción de los hunos rompería su alianza con los visigodos y a que
además suprimido el peligro principal, él mismo dejaría de ser útil al
emperador. Atila se retiró sin problemas pero tomó varios días para
asegurarse de que no fuera una trampa.
En el año 452 los hunos practicaron una nueva invasión alcanzan-
do esta vez las puertas de Roma. Le salió a su encuentro el Papa Le-
ón II con quién Atila sostuvo una conferencia, luego de ella el Rey
Huno retiró su ejército conduciéndolo hacia las planicies húngaras.

Daras 530
El ejército bizantino al mando de Belisario contaba con 2.000 ar-
queros, 4.000 lanceros, 6.000 jinetes ligeros y 12.000 pesados; el con-
tingente comprendía tropas imperiales y mercenarios hunos y
hérulos. En su avance se encontró con un ejército persa sasánida de
13.000 infantes, 27.000 jinetes y algunos elefantes, a 100 km al nores-
te de Edesa, en las puertas de la ciudad de Daras.
Belisario estableció su defensa a partir de un foso con lugares de
cruce en el frente de su dispositivo. Colocó en el centro a sus lanceros
de infantería, en las alas a la caballería con excepción de la auxiliar
hérula, a la que ubicó en su extremo flanco izquierdo oculta tras una
82 JORGE ARIEL VIGO

loma, y a los clibanari o coraceros que conservó como reserva a su


mando. Por delante del foso desplegó a su infantería ligera apoyada
por la caballería ligera huna.
Los persas formaron su infantería en el centro en dos líneas, la
primera integrada por arqueros, honderos y jabalineros y la segunda
compuesta de milicias de leva. La caballería formó en las alas tam-
bién en dos líneas, con la ligera al frente y la pesada detrás; en el ala
derecha estaban los Inmortales, la caballería pesada de élite.
Ambas fuerzas emplearon un día completo en escaramuzas y ex-
ploración de sus respectivos dispositivos. En el segundo día los persas
se lanzaron al ataque presionando fuertemente sobre las alas. En la
derecha bizantina lograron franquear el foso pero fueron contraataca-
dos por los jinetes hunos y hérulos ocultos tras la loma; la sorpresa fue
suficiente para desbaratar la embestida y obligar a los persas a retirar-
se.
El ataque sobre el ala derecha de Belisario tuvo en principio un
mayor éxito, pues allí las tropas persas era las mejores, sin embargo
un rápido contraataque de la reserva logró rechazar a los Inmortales
para luego volverse contra el centro persa, provocando 8.000 bajas.
Belisario demostró una gran habilidad táctica en la disposición de
sus fuerzas, donde la infantería de menor valor no fue empeñada y en
el empleo de la reserva. Asimismo determinó la forma del combate al
permitir ser atacado, lo que le dio la ventaja.

Taginae 552
El ejército godo del rey Totila compuesto de 12.000 hombres en-
frentó en los Apeninos a las tropas bizantinas de Narsés. Los impe-
riales contaban con 8.000 infantes, 3.000 caballeros a pie y 4.000
catafractas.
Narsés formó su ejército en un arco cóncavo, con los caballeros a
pie en el centro configurados en falange y los arqueros en las alas.
Detrás de cada cuerpo se dispuso a la caballería pesada en apoyo. Un
grupo de 1.000 catafractas fue colocado en la extrema izquierda oculto
tras una loma. Totila dispuso sus fuerzas en dos líneas, la caballería
pesada en la primera y la infantería en la segunda.
Totila esperaba refuerzos de caballería; para ganar tiempo hizo
que Coccas, un desertor romano, desafiase a una lucha de campeones
al mejor bizantino; el combate se hizo y el traidor cayó muerto. Para
conseguir más tiempo el propio Totila hizo una demostración ecues-
FUEGO Y MANIOBRA 83

tre en el campo de batalla. Estas diversiones le permitieron sumar los


refuerzos esperados.
Con su ejército completo los godos atacaron frontalmente el cen-
tro esperando deshacer a la infantería de Narsés; sin embargo ésta
aguantó a pie firme, mientras los arqueros diezmaban a los jinetes
bárbaros. Cuando éstos se desorganizaron la caballería de las alas
bizantinas atacó en conjunto con los catafractas ocultos que cayeron
sobre la retaguardia de Totila quien murió en combate junto a 6.000
de sus hombres.

Casilinum 554
Luego de invadir Italia los francos dividieron sus fuerzas para
ocupar el territorio. Un cuerpo compuesto de 30.000 infantes al man-
do de Buccelin fue interceptado por Narsés y 18.000 soldados cerca
de Capua.
La formación bizantina comprendía a la infantería pesada y caba-
lleros desmontados en el centro, apoyados por arqueros y un cuerpo
de caballería hérula. En las alas la caballería pesada y oculto en un
bosque a la izquierda un cuerpo de jinetes.
Los francos estaban armados con jabalinas pesadas, lanzas y fran-
ciscas (un hacha arrojadiza). Formaron en tres cuñas, integradas a su
vez en una mayor; su táctica era la tradicional de atacar vigorosamente
sin dar tiempo al enemigo a reaccionar.
El ataque logró quebrar a la infantería de Narsés, pero su caballe-
ría hérula logró contener el asalto. Entonces los catafractas de las alas
los atacaron por los flancos y la caballería emboscada por la retaguar-
dia.

Tours Octubre 732


En el 732 Abd-al-Rahman invadió la Aquitania con 50.000 árabes
con los que atravesó los Pirineos. Este ejército compuesto principal-
mente por Moros y Berberiscos enfrentó y derrotó a Eudo en la bata-
lla de Bordeaux. Eudo decidió entonces acordar la paz con Charles
Martel y solicitar su ayuda para contener a los árabes.
Los musulmanes alcanzaron la ciudad de Poitiers, a la que pusie-
ron sitio con parte de sus fuerzas y continuaron su avance hacia
Tours. Cuando iban a sitiar a esta última, supieron que Eudo y
84 JORGE ARIEL VIGO

Charles avanzaban desde el este amenazando sus líneas de comuni-


cación, por lo que iniciaron su retirada hacia Poitiers, lo que los llevó a
tomar contacto con el enemigo.
Durante seis días ambas fuerzas se midieron a través de escara-
muzas, con las que los árabes intentaban retirar y proteger el tren de
transporte de su botín. Alcanzado el pueblo de Cenon los infieles
decidieron presentar batalla.
Los francos contaban con una fuerza ligeramente superior com-
puesta en proporciones iguales de infantería y caballería. Charles
conocedor del poder de la caballería ligera musulmana y además con-
tando con una caballería aún no desarrollada e indisciplinada, decidió
desmontar a sus jinetes y formarlos junto con la infantería en falange.
Los moros se lanzaron repetidamente contra la formación de Mar-
tel sin lograr debilitarla. Así siguieron hasta el oscurecer cuando se
supo que Abd-al-Rahman había caído en combate lo que generó una
huída general de los infieles, en la que incluso abandonaron su botín.
Esta batalla frenó el avance musulmán en Europa occidental, aunque
los moros permanecieron en España hasta 1492.

Las Cruzadas
En un escenario militar como el descripto se levantaron las voces
que clamaron por la defensa de los lugares sagrados de Jerusalén al
grito de ‘Dios lo quiere’.
Como era de esperarse los ejércitos que marcharon a Medio
Oriente se mostraron bastante incompetentes. Desde el principio al
no tener idea de lo que era la caballería ligera se encontraron con que
los Musulmanes no ofrecían ningún blanco sobre el cual descargar la
poderosa caballería de occidente. Afortunadamente los Turcos tam-
bién se vieron sorprendidos y eso permitió el éxito de la primera cru-
zada de la cual los cristianos tuvieron mucho que aprender.
En primer lugar debieron revalorizar el empleo de la infantería,
particularmente los arqueros que eran su mejor arma para combatir a
la caballería ligera musulmana. Así debieron desarrollar en el terreno
una doctrina de armas combinadas que hiciera que las flechas de la
infantería protegieran a los caballeros y las lanzas de éstos a los solda-
dos a pie. Esto no fue fácil debido a que no existía experiencia ante-
rior en el trabajo conjunto y especialmente a que la infantería
empleada normalmente como guarnición de castillos carecía de sub-
FUEGO Y MANIOBRA 85

divisiones tácticas, espíritu de cuerpo, cadena de comando y una


mínima idea de lo que es una maniobra.
Es probable que quién más haya hecho por combinar sus tropas
en combate fuese el rey Ricardo Corazón de León. Para defenderse
de los ataques de los arqueros montados musulmanes creó una pe-
queña fuerza de infantería que operaba de la siguiente forma. En
primera línea formaban rodilla a tierra piqueros que habían clavado la
pica en la arena de modo tal que la punta se elevase a la altura del
pecho de los caballos, entre los piqueros colocó a sus ballesteros y
detrás de ellos otra línea de ballesteros con la misión de recargar las
armas y pasarlas al frente. Este sistema dio muy buenos resultados
dado que los arqueros montados fueron rechazados repetidas veces.
En la marcha a Jerusalén, Ricardo dividió su caballería e infante-
ría en 12 grupos apareados a los que organizó en cinco divisiones. Su
oponente, Saladino planeaba arrasar la columna cruzada con sus ar-
queros. Ricardo marchó paralelo a la costa disponiendo a las divisio-
nes de caballería del lado del mar y a su división hermana de
infantería del lado de tierra firme formando una columna ininterrum-
pida que sirvió de protección contra los ataques musulmanes.
Estas enseñanzas exitosas no fueron del todo comprendidas y no
alcanzaron a modificar la estructura militar europea en lo inmediato.
Sin embargo las cruzadas marcaron el comienzo del fin de las guerras
dirigidas por la aristocracia. La clase burguesa nacida del florecimien-
to comercial europeo expandido ahora a oriente se va a transformar en
una nueva voz en la mesa de la guerra. Hasta entonces los comercian-
tes se veían obligados a pagar por la defensa de sus rutas a los nobles
propietarios de los feudos por las que éstas pasaban. Esto era costoso
pero el manejo de la violencia estaba en manos de los aristócratas y no
del rey. Cuando los burgueses comprenden que las cruzadas se reali-
zaron con su apoyo y los recursos obtenidos con la apertura de las
rutas a oriente deciden que esos recursos serían mejor empleados si el
pago de la defensa se hacía directamente al rey, pues esto era más
económico y le proveía al rey de medios para crear un ejército propio
y liberarse de la dependencia militar que le imponía la aristocracia.
Este será el comienzo de la integración de los ciudadanos a la guerra
en funciones no directamente militares.
86 JORGE ARIEL VIGO

Hattin 1187
La campaña musulmana en Tierra Santa del año 87 se emprendió
bajo la bandera de la Jihad (Guerra Santa). Saladino con un ejército
de 12.000 mamelucos y 60.000 soldados voluntarios enfrentó a las
tropas cristianas que se encaminaban a levantar el sitio de Tibériades
en las costas del Mar de Galilea.
Los cruzados estaban al mando del rey Guy de Jerusalem y del
Conde Raimundo de Trípoli. Eran 1.000 caballeros, 1.200 caballeros
mercenarios, 4.000 turcoples (caballería ligera), 7.000 mercenarios de
infantería y 25.000 infantes.
Las tropas marcharon directamente hacia Tibériades a través de
una región desértica a la que Saladino había privado de sus pozos de
agua. En el primer día de marcha cubrieron 20 km sin encontrar al
enemigo, y debieron acampar a causa de la extenuada infantería.
Durante la noche los arqueros sarracenos lanzaron incesantes ataques
con flechas encendidas.
Al día siguiente las tropas del rey Guy sufrieron de un constante
hostigamiento, hasta que llegaron a un curso de agua hacia donde la
infantería se lanzó en desorden y sin disciplina; Saladino aprovechó el
momento y lanzó su caballería pesada para separar a los caballeros de
su infantería. Las tropas a pie intentaron reunirse en una loma donde
quedaron aisladas bajo el ataque de la infantería musulmana. Los
caballeros tenían tantos caballos heridos que estaban prácticamente
inmovilizados, pero resistieron los ataques de los mamelucos. Para
vencer la resistencia Saladino hizo incendiar los pastizales, lo que
agravó la sed de los cristianos. Lentamente los caballeros fueron
muertos o capturados, incluido el rey. Existen dos versiones acerca
del final de la batalla: una dice que los caballeros se negaron a esca-
par, otra que Raimundo de Tolosa habría cargado y abierto una bre-
cha en el cerco musulmán y se habría puesto a salvo con unos pocos
jinetes que pudieron seguirle.
Los infantes fueron esclavizados y los caballeros de las órdenes
religiosas ejecutados, especialmente Templarios y Hospitalarios. El
ejército cristiano de Jerusalem había dejado de existir y la ciudad
caería el 20 de septiembre de 1187.
FUEGO Y MANIOBRA 87

Arsouf 1191
La organización de las tropas cruzadas por Ricardo Corazón de
León en grupos de caballería e infantería, como dijimos más arriba,
empleaba cerca de 20.000 hombres; contaba además con un servicio
médico y de lavandería para evitar las epidemias. La columna mar-
chaba hacia Jerusalem desde el norte con los equipajes sobre la costa,
la caballería al centro y del lado de tierra la infantería. Los jinetes
tenían estrictas órdenes de Ricardo de no atacar salvo que les fuera
específicamente ordenado. En cabeza de la columna de marcha de
caballería iban los Templarios, mientras que la cerraban los Hospita-
larios.
Los sarracenos hostigaron a la fuerza cristiana durante tres días
sin conseguir ningún resultado positivo; Saladino planeó entonces
lanzar un ataque general contra la retaguardia de la columna cerca de
los bosques de Arsouf.
El ataque sarraceno fue potente pero desorganizado, lo que apro-
vecho Ricardo para contraatacar. Caballeros e infantes se lanzaron
sobre los infieles dejando 7.000 muertos, entre ellos 32 emires, al
precio de 700 bajas propias. La táctica combinada de hombres a pie y
a caballo dio a los cruzados el mayor triunfo en Tierra Santa.

TÁCTICA MEDIEVAL
La desaparición de los sistemas militares centralizados, donde la
falange y la legión se presentan como los modelos más desarrollados,
agotaron también la continuidad del desarrollo de la doctrina de ar-
mas combinadas.
La imposibilidad de contar con recursos económicos y políticos
para el sostenimiento del ejército impedía el mantenimiento de una
infantería pesada eficaz, la que sabemos sin un entrenamiento per-
manente no tiene posibilidad de existir. La infantería pesada estará
representada ahora mayormente por milicias mal armadas y entrena-
das o tropas mercenarias de escaso valor militar; su empleo principal
será el de la defensa de posiciones fijas.
La caballería por su parte, impulsada por la necesidad de una alta
movilidad estratégica tendrá un gran desarrollo en lo que hace a su
versión pesada. Los europeos confiarán tal vez con exceso en la po-
tencia de choque de los caballeros blindados y harán de ellos el cen-
88 JORGE ARIEL VIGO

tro de sus opciones tácticas, al punto que ocasionalmente se la em-


pleará en combate a pie. Esto además se verá reforzado por la adop-
ción de la aristocracia de esta forma de lucha y de vida.
La infantería ligera va a sobrevivir, particularmente gracias al
empleo de armas arrojadizas y a su gran utilidad en los sitios y en la
defensa contra los ataques de caballería. La caballería ligera práctica-
mente no tendrá desarrollo en occidente aún cuando se registran
casos de arqueros montados.
Los ejércitos continúan empleando una táctica de concentración
a través de formaciones lineales, y de la misma forma concentran
también el fuego contra el enemigo. Salvo casos aislados no se obser-
van empleos combinados de armas, y la maniobra se resume básica-
mente al choque frontal en desorden al estilo de la orda. Esto se debe
a la preponderancia de la caballería pesada y a la ausencia de una
infantería pesada capaz de resistirla. Tal vez las operaciones más
notorias además del ataque frontal serán las emboscadas y los sitios.
El fuego conserva cierto valor pero su empleo es también desordena-
do, no se le aplica con método y resulta absorbido por la vorágine del
combate cercano. La dispersión es confusa y ocasional, no responde a
procedimiento alguno. Las organizaciones militares y sus estructuras
responden como en la antugüedad a razones administrativas y no de
empleo táctico.
Nos encontramos como al comienzo de los siglos con una guerra
omnipresente que alcanza a todos los ciudadanos, al menos como
víctimas y con una pobre versión de la táctica producto de la descen-
tralización política y de la atomización del poder.
E L RENACER DEL A RTE DE
LA G UERRA

E L C ENIT Y NADIR DE LA
C ABALLERÍA MEDIEVAL
La declinación de la caballería no tuvo una causa única ni fue un
suceso que aconteciera rápidamente. Se trató de una suma de causas
que obligaron a la reformulación de la caballería como elemento de
batalla.
La intervención del Papado en las Cruzadas, que comenzó siendo
fundamentalmente religiosa, degeneró en la participación del Sumo
Pontífice en querellas dinásticas seculares que debilitaron su presen-
cia espiritual y con ello una de las columnas elementales del sistema
feudal y la Caballería
Las Cruzadas incrementaron la actividad comercial en Europa
dando lugar a la aparición de una naciente clase burguesa con recur-
sos propios y ciudades comerciales con autonomía económica. Este
potencial gravitó sobre el sostenimiento de la guerra y, en consecuen-
cia, sobre las decisiones políticas de contenido bélico. Ya no será la
aristocracia (nutriente de la caballería feudal) la única en decidir la
guerra, ahora tendrá que compartir la decisión y sus intereses con los
burgueses. Esta nueva clase social favorecerá el crecimiento de las
monarquías, financiando la centralización del poder en el rey en des-
medro de la atomizada aristocracia. Las ciudades comerciales tienen
suficientes recursos para levantar fortificaciones y contratar mercena-

89
90 JORGE ARIEL VIGO

rios o sostener milicias para su defensa sin tener que recurrir ya al


señor feudal.
Las Cruzadas también traen de oriente nuevos y mejores estilos
de fortificación frente a los cuales la caballería resulta inútil. Esto
hace que comience a preferirse disponer de tropas más aptas para
sostener un sitio o realizar tareas de minado, como los tradicionales
infantes.
La caballería feudal fuertemente “blindada” resultaba muy cos-
tosa por lo que muchos caballeros debieron resignar sus lealtades de
origen o de voluntad para vender sus servicios a quien pudiese cos-
tear su mantenimiento. Para el siglo XIII los caballeros contaban con
una armadura completa de placas que los cubrían de pies a cabeza. El
peso de tal equipo alcanzaba entre 30 y 35 kilos, y sumada la armadu-
ra del caballo la carga total de la protección se elevaba a 50 kilos. Con
esta indumentaria los caballeros imponían el terror con su sola pre-
sencia y aparentaban ser virtualmente invulnerables.
El nuevo equipamiento sin embargo había elevado el costo de la
caballería pesada y reducido seriamente su movilidad, pues con se-
mejante peso es difícil para el caballo mantener el galope. Para el
jinete cualquier tipo de maniobra, salvo la carga hacia el frente era
dura de realizar pues la masa puesta en movimiento resultaba casi
ingobernable. Por demás se debe tener en cuenta que los caballeros
debían ser izados a sus monturas pues el sólo hecho de caminar era
difícil, y en caso de caer se hacía prácticamente imposible levantarse
sin ayuda.
Pese a estas observaciones la carga de caballería seguía siendo
una herramienta formidable y continuaba dominando los campos de
batalla europeos. Esta cuasi invencibilidad disminuyó el número de
batallas, pues nadie estaba dispuesto a exponer tan costoso recurso en
una sola acción, así “La guerra consiste…fundamentalmente en pi-
llajes, frecuentes asedios y a veces batallas”37.
Se sumaba a esto la escasez de recursos económicos y humanos
para emprender una guerra; incluso era difícil reunir el material béli-
co necesario y alimentar al ejército durante la campaña. De este modo
la caballería conservó su prestigio pues en los pocos combates en los
que participó tanto a pie como a caballo fue la figura central de la
acción siendo la infantería un mero acompañante.

37 Contamine, P.,1984 “La Guerra en la Edad Media” pg.274 Barcelona


Editorial Labor.
FUEGO Y MANIOBRA 91

En contraposición a esto la infantería resultaba mucho más eco-


nómica, fácil de equipar y más rápida de instruir
Acosados por esta nueva forma de combatir los caballeros debie-
ron evolucionar y convertirse en jinetes. Primero fueron agrupados en
organizaciones como las Compañías de Ordenanza de Carlos el Te-
merario, Duque de Borgoña, lo que significó el principio de fin del
individualismo y el sometimiento al orden de jerárquico de mando.
Junto con ello comenzó la categorización de la caballería según su
aplicación táctica dividiéndose en pesada y ligera; también se inició el
proceso de disminución de la pesada protección y el equipamiento de
armas que facilitasen su acción en el nuevo escenario táctico, las lan-
zas prácticamente desaparecieron y se cambiaron por espadas y sables
más efectivos para la lucha cuerpo a cuerpo y por armas de fuego para
darle alguna ventaja en el combate a distancia.
Las manifestaciones de estos cambios en los campos de batalla
fueron lentas pero continuadas. Diversas batallas lentamente fueron
afirmando el regreso de la infantería al campo de combate como fuer-
za protagónica, pero no única. En realidad lo que la nueva situación
planteó es que la combinación de infantería-caballería –arqueros
ofrecía mejores resultados que el uso primordial de sólo una de ellas.
Ya en la batalla de Hastings en 1066 la infantería normanda jugó un
papel decisivo sobre los caballeros sajones. A principios del siglo XIV
empiezan a aparecer signos de que el reino del caballero blindado
comienza a extinguirse.
En 1302 el condado de Flandes se levantó contra la corona Fran-
cesa, en un caso particular en el que los pobladores y la aristocracia
actuaron en conjunto. Los líderes populares de la rebelión aceptaron
la guía militar de algunos caballeros plegados a la revuelta.
Los flamencos sitiaron las guarniciones francesas de los castillos
de Kassel y Courtrai, acción que movió al Rey Felipe IV, el Hermoso,
a enviar a su Capitán General, Conde de Artois a recuperar las pose-
siones galas. Ante la aproximación de las fuerzas reales, los insurrec-
tos decidieron concentrarse en Courtrai y dar allí batalla.
El castillo y la ciudad de Courtrai descansan sobre la ribera sur
del río Lys, el que despliega un brazo que rodea completamente la
ciudad. Los flamencos decidieron establecer su fuerza con la ciudad a
su derecha y extendiéndose paralelos y de espaldas al río; teniendo
por delante un curso de agua llamado Gröningen que afluía al Lys por
su extremo norte y se conectaba al río frente a al ciudad por el sur,
cerrándose y rodeando el ala izquierda de los rebeldes. Es este enton-
ces un terreno rodeado de aguas, el Lys es un río profundo no vadea-
92 JORGE ARIEL VIGO

ble, mientras que el Gröningen tiene un metro y medio de ancho y


sólo uno de profundidad.
La formación rebelde asemejaba una espesa falange de unos 600
metros de longitud, con hombres armados de lanzas y alabardas entre
los que se mezclaban en primera línea algunos tiradores. Detrás de la
falange se estableció una reserva al mando del caballero Johann von
Renesse y otra pequeña unidad de milicias que vigilaba el castillo
para contener cualquier salida de los sitiados.
El conde de Artois frente a esta formidable posición debió decidir
si someter al resto de la provincia primero y luego regresar a Courtrai
o atacar esta ciudad sin más trámite. Decidió esto último pues no
creía que la guarnición del castillo pudiese resistir mucho tiempo
más, aunque no dejó de sorprenderse de que su enemigo eligiera una
posición sin ruta de retirada.
El ataque francés se inició con el avance de ballesteros genoveses
y jabalineros españoles que pronto empezaron a dañar a la falange
flamenca formada a la orilla del Gröningen. La falange sin perder
cohesión retrocedió tomando distancia de los tiradores, éstos no cru-
zaron el obstáculo pues se hubiesen visto expuestos a un contraata-
que. Artois ordenó su retirada y el avance de la caballería pesada
francesa. Estas maniobras resultaron dificultosas al mezclarse ambas
formaciones, que en el intercambio se desorganizaron. En ese estado
los jinetes cruzaron el curso de agua, y mientras lo estaban haciendo
“…algo nuevo y completamente sin precedentes ocurrió”.38
La falange flamenca comenzó a avanzar y cayó ferozmente sobre
los jinetes franceses que no habían terminado su maniobra de cruce.
Imposibilitados de moverse y emplear su fuerza de choque los caba-
lleros fueron destrozados. En el centro lograron rehacerse y penetrar
la falange, pero la reserva flamenca contraatacó y repuso la situación.
En el sangriento combate el propio conde de Artois cayó derribado
por un monje guerrero.
Mientras tanto los sitiados en el castillo intentaron una salida que
fue contenida, entretanto que la reserva francesa permaneció inmóvil
imposibilitada de ayudar a sus camaradas.
La maniobra de los vencedores es tan difícil de ejecutar que re-
sulta indudable que la falange flamenca recibió un serio entrena-
miento para realizar las dos acciones clave, el retroceso en orden

38 Dellbrück, H. 1990, “ History of the art of war, volume III Medieval War-
fare”, traducido por Walter J. Renfroe Jr., pg.434, Lincoln University of Ne-
braska Press.
FUEGO Y MANIOBRA 93

primero y el ataque después. Este asalto es una rareza en la guerra: la


infantería atacando a la caballería.
Los franceses perdieron 700 caballeros entre ellos 64 nobles, los
vencedores flamencos recogieron sus espuelas como símbolo de vic-
toria por lo que esta batalla es conocida como “La Batalla de las Es-
puelas de Oro”.
Este combate será el primero de muchos a través de los cuales la
infantería recuperará su posición en el campo de batalla. Situaciones
similares se plantearon en Gales, donde los locales enfrentaron a los
ingleses empleado también una falange e introduciendo el arco largo,
un arma formidable de gran alcance y potencia.
Otro tanto sucederá en Escocia en la batalla de Falkirk en 1298
donde la caballería de Eduardo I fue rechazada por una formación de
infantería pesada escocesa, al mando de William Wallace que em-
pleaba picas de tres metros y medio de alto y que establecía una de-
fensa de 360 grados. Eduardo I retiró entonces su caballería y sometió
a los escoceses con sus piqueros galeses y hombres de arco largo de
igual nacionalidad. Con menos suerte Eduardo II enfrentó a Robert
Bruce en Bannockburn en 1314, donde la infantería escocesa atacó a
la caballería inglesa provocándole una derrota humillante. El proce-
dimiento táctico de la infantería escocesa se llamaba “Schiltron”,
proveniente del sajón “scyld-truma” que significa pared de escudos.
Cuando se empleaba a completo consistía en círculos de infantería
combinados con grupos de arqueros entre ellos.
Combates como estos demostraban la posibilidad de derrotar a la
caballería pesada medieval, sin embargo no aparece de momento una
doctrina específica con ese objeto. Faltaba además de la idea del
empleo de picas y de formaciones cerradas un elemento que diese
cohesión a la organización que pretendiese enfrentar a pie una carga
de caballería.
Los suizos cuya geografía los sometió a vivir en comunidades re-
lativamente pequeñas e independientes desarrollaron su fuerza ar-
mada sobre la base de milicias cívicas. No usaban escudo ni armadura
y peleaban a pie con un arma llamada alabarda que es una pica de dos
metros y medio de alto que en su extremo presenta una hoja similar a
la de un hacha y opuesta a ésta un gancho o una púa. Estos hombres
peleaban unidos por lazos comunitarios del mismo modo que los
griegos y los primeros romanos; también de manera similar eran man-
dados por oficiales elegidos entre ellos.
En 1315 enfrentados al duque Leopoldo de Austria, aguardaron a
los 5.000 caballeros de éste en el paso de Morgarten. Es este un ca-
94 JORGE ARIEL VIGO

mino de montaña que pasa entre el bosque de la ladera y la orilla de


un lago. Los suizos aguardaron en el bosque en número de 2.000 y
atacaron la columna de Leopoldo por el flanco poniéndola en fuga.
En 1339 en Laupen repitieron su hazaña pero esta vez en campo
abierto.
Se establece en Suiza entonces una verdadera y simple doctrina
de infantería pesada para responder a la principal arma de batalla de
la época. La falange suiza no repitió exactamente el modelo griego,
en vez de establecer una formación lineal crearon un sólido cuadro de
infantería de 50 rangos por 50 filas comprendiendo entonces 2.500
soldados. El cuadro tenía un frente de 50 metros y una profundidad
de 25. Para garantizar el mantenimiento de la formación cada fila
tenía un líder que formaba al frente del rango lo que permitía fácil-
mente mantener la alineación, siguiendo el hombre de atrás al hom-
bre que tenía adelante. Su arma principal contra el jinete era la
alabarda, con la cual podían desmontarlo, levantarle el yelmo y deca-
pitarlo en un rápido y serial conjunto de movimientos. Sin embargo la
alabarda para facilitar su uso era corta y no superaba los 2.40 mts,
longitud insuficiente para mantener la caballería a distancia mientras
se elimina jinete por jinete. La solución fue combinar las alabardas
con picas de 5.5 mts.;
Decíamos que la falange suiza no aplicaba la táctica lineal por lo
que presentaba el problema de tener que defender sus flancos. Esto
se solucionó por medio de la instrucción de los soldados para poder
proveer a la defensa de los cuatro lados del cuadro, de este modo el
problema de los flancos se solucionaba pues éstos no existían. A dife-
rencia del resto de la infantería medieval que para defenderse debía
hacer alto, los suizos se entrenaron en plantear la defensa con rápidos
movimientos sin importar de donde viniera el ataque. En combate
formaban en tres cuadros dispuestos en escalón. El sistema fue tan
exitoso que con el tiempo se exportó en dos sentidos: por una parte
los suizos se transformaron en los principales mercenarios de Europa
y por la otra todos comenzaron a imitarlos.
Los suizos con la práctica perfeccionaron la formación resultando
una falange de entre 600 y 2.000 hombres donde las filas delanteras,
las traseras y las columnas laterales estaban formadas por piqueros y
el resto, las filas centrales, por alabarderos. Esta nueva organización
permitió a la infantería recuperar su capacidad ofensiva. En la época
los ejércitos se integraban en tres cuerpos o “batallas”, los suizos lo
hacían generalmente en tres falanges de entre 30 a 50 hombres de
frente escalonadas a izquierda o derecha o con ambas alas retrasadas.
FUEGO Y MANIOBRA 95

Con el tiempo se incluyeron ballesteros y arcabuceros pero los suizos


nunca llegaron a comprender la utilidad de las armas de fuego.Es
notable que al reformular la acción de la infantería se haya vuelto al
modelo de la Falange, estructura que vemos en las fuerzas suizas y en
la caballería inglesa a pie. Estas Falanges es más probable que se
asemejasen a las formaciones compactas de los sumerios que a las
organizaciones griegas, aunque con estas últimas mantienen el con-
cepto de que cada soldado tiene un lazo moral común que lo sostiene
en su puesto. En el caso suizo su pertenencia al cantón y en el ingles
su conciencia de clase aristocrática. Aunque el cambio no resultó
inmediato para el 1400 gran parte de la caballería europea combatía a
pie
Estos cambios impulsaron el retorno de la infantería como modo
de restaurar la disciplina militar y la cadena de mando, innecesarias
entre los caballeros que se regían por un código de clase y una ideolo-
gía particular. Las maniobras, el mantenimiento de la cohesión de las
formaciones compactas, y la alineación de arcabuceros, piqueros y
alabarderos exigían de mandos de líneas, grupos y formaciones para
entrenarlos y hacerlos actuar coordinadamente en batalla; para lograr
eso se crearon las funciones para suboficiales y oficiales y se los res-
paldo con un sistema disciplinario para cumplir su cometido.
El cambio no fue tan rápido como podía esperarse pues otras ar-
mas y sistemas de armas se ensayaron en distintos conflictos, el prin-
cipal de ellos la Guerra de los Cien Años.

L A R EVOLUCIÓN MILITAR
Aunque no se vislumbra aún un acuerdo absoluto acerca de los
sucesos que alimentaron los cambios en el campo militar entre el
siglo XV y el XIX, es unánime referirse al período como el de la Re-
volución Militar39.

39 Sobre este tema consultar : Parker, Geoffrey, , Segunda Edición 1996


“The Military Revolution”, Cambridge University Press; Howard, Mi-
chael,1976, “War in European History”, Oxford ; Ayton, Andrew y Price, L.J.
, 1998, “The Medieval Military Revolution”, Barnes & Noble, New York;
Duffy, Michael, 1986, “The Military Revolution and the State 1500-1800”,
University of Exeter.-
96 JORGE ARIEL VIGO

Los hechos que perfilan este período están entrelazados de ma-


nera inextricable por lo que es comprensible que su sinergía haya
cambiado completamente la forma de hacer la guerra.
Los elementos constitutivos de la esencia de esta revolución son
objeto de discusión académica pero pueden resumirse en los siguien-
tes asuntos:

v El reemplazo de la caballería pesadamente protegida por la


infantería como el componente central de los ejércitos.
v Introducción de las armas de fuego de mano, que cambiará la
forma de combate de la infantería, y la artillería, con su in-
fluencia sobre las fortalezas y los sitios primero y en la batalla
después
v El crecimiento en el tamaño de los ejércitos. El relevo de la
caballería por la infantería no sólo cambió la base social del
campo de batalla sino que, al ser la infantería más fácil de en-
trenar y más barata de equipar y contratar hizo que el nume-
ro de tropas se expandiese. De igual modo la complejidad de
los sitios a partir del uso de la artillería requirió de un núme-
ro creciente de tropas.
v La baja de costos de guerra que inicialmente se evidenció
con la reformulación de la infantería pronto se revirtió. Las
armas de fuego de mano, los cañones, las nuevas fortalezas
que debían construirse para alberga a la artillería y defender-
se de ella, y el mayor número de soldados necesarios para
combatir llevaron los presupuestos bélicos más allá del al-
cance de los recursos de los feudos y pequeños estados en
que se repartía el poder en Europa. Ello llevó a la centraliza-
ción del poder y los recursos en la cabeza de la monarquía.
v La expansión del terreno sujeto a operaciones y el desarrollo
de mapas confiables a partir de los trabajos de Mercator pu-
blicados en Duisburgo en 1569 y la publicación del Orbis
Terrarum de Abraham Ortelius en 1570, hicieron de la carto-
grafía una ciencia imprescindible en lo militar.

La pólvora fue uno de sus elementos principales, además de ser


probablemente la innovación tecnológica más importante en el arte
de la guerra. Se inició en China en el siglo IX en demoliciones y ruido
para espantar al enemigo; en 1132 los chinos crearon un mosquete de
bambú. En Europa durante el siglo XIV comienzan los experimentos
de Roger Bacon y Berthold Scwarz. Sus primeros usos militares en
FUEGO Y MANIOBRA 97

occidente en la forma de primitivos cañones se aprecian en Metz


(1324), Algeciras (1342) y Crecý (1346).
Este progreso del arte y ciencia militar aún actualmente influye
sobre la táctica y la doctrina castrense. Sin desmerecer los adelantos
tecnológicos, seguimos sujetos a la pólvora como elemento básico de
potenciación del fuego. Es muy importante comprender este fenó-
meno para poder integrar la idea evolutiva de la táctica. En apoyo de
ello cosideraremos ahora algunos eventos que la integran.

La Artillería
Entre 1482 y 1492 Fernando e Isabel de Castilla emplearon en su
campaña de reconquista un tren de artillería de sitio compuesto de
180 piezas, por su parte Carlos VIII de Francia emprendió la campaña
del norte de Italia con un tren de cuarenta cañones entre 1494 y 1495.
Estas campañas son dos de las muchas manifestaciones de interés
que despertó la aparición y desarrollo de la artillería a pólvora.
Los progresos sobre el cañón durante el siglo XV se deben prin-
cipalmente a los hermanos Bureau. La primera mejora fue sobre la
metalurgia de tubos buscando la fabricación de armas más sólidas y
seguras; luego se mejoró la munición, abandonándose la piedra para
reemplazarse por la bala metálica sólida (contra las murallas) y la me-
tralla (contra personal). Después se mejoraron los afustes, se abando-
nó el cañón de posición fija por los afustes de cuatro ruedas primero y
de dos luego; esto último impactó mucho en las campañas de Carlos
VIII en Italia. Finalmente se le adosaron al tubo dos muñones que le
permitieron pivotear sobre el afuste facilitando la elevación para el
tiro. Con el cañón mejorado comenzó a trabajarse sobre su uso en el
campo de batalla desarrollándose una primitiva maniobra de fuego
que tendrá éxito en Formigny (1450), Castillon (1453), Ravena (1512)
y Marignano (1515). El mayor problema lo presenta la variedad de
calibres –los cañones tienen nombres propios- lo que impide la es-
tandarización en la provisión de municiones.

Las Armas y la Infantería


Terminada la Guerra de los Cien Años los franceses mantuvieron
su interés en el desarrollo de organizaciones militares que pudieran
integrar la nueva tacnología de las armas de fuego, entre ellas la más
98 JORGE ARIEL VIGO

destacada era la del Duque de Borgoña, Carlos el Temerario, llamada


Compañías de Ordenanza.
Esta organización surgió hacia 1470, época en que la caballería
medieval comenzaba a volverse obsoleta pero aún útil. En busca de
imponer orden y disciplina entre los caballeros las Compañías de
Ordenanza reunían a 100 de ellos organizados en cuatro escuadras de
a 25, que a su vez se integraban de cuatro chambres de a seis hombres
y un jefe de escuadra. Era ésta una organización táctica, pero adminis-
trativamente cada compañía se componía de 100 “lanzas”. Una lanza
comprendía: el caballero, un escudero, un armero, tres arqueros a
caballo y tres ballesteros. En combate cada uno de estos especialistas
se agrupaba en formaciones homogéneas. Esta organización integrará
además hombres equipados con armas de fuego llamadas culebrinas y
piezas de artillería.
Es éste uno de los primeros intentos en la época de generar una
organización táctica donde cada arma tuviese un lugar y una función
definida y todas actuasen en conjunto. Además ayudó a impulsar el
restablecimiento de la infantería como arma de batalla alcanzando
una proporción de nueve a uno con la caballería.
Entre las armas de fuego portátiles el arcabuz resultó ser una de
las más prácticas para su empleo inmediato. Esta invención fue acep-
tada rápidamente debido a su fácil uso comparado con el arco o la
ballesta. Mientras que entrenar a un arquero llevaba años, en pocos
días un grupo de hombres bajo un buen sargento se convertía en un
aceptable pelotón de arcabuceros. Una muestra del entusiasmo que
suscitó la nueva invención la dio la República de Venecia que, ya en
1490 ordenó el reemplazo de todas las ballestas por armas de fuego de
mano. Para 1550 el arcabuz cede ante un arma más eficaz: el mosque-
te, más ligero y fácil de manejar hará de la infantería un enemigo
temible.
Los cambios obligaron a desarrollar nuevos conceptos de combate
y táctica. Las nuevas fortalezas requerían de un refinamiento de las
técnicas de sitio y ello demandaba de una nueva organización y disci-
plina de los ejércitos, que por primera vez podían reemplazar en la
lucha la fuerza bruta por el poder de fuego.40
Luego de la derrota de Fornovo en 1495, España decidió enviar a
defender sus intereses un ejército al mando del Gran Capitán Gon-

40 Parker, Geoffrey, Segunda Edición 1996, “The Military Revolution”,


Cambridge University Press, Cap. 1 y Parker, Geoffrey, 1990, “La Revolu-
ción Militar” , Cap. I, Editorial Crítica, Barcelona
FUEGO Y MANIOBRA 99

zalo de Córdoba, quién desembarcó al sur de la península con 100


jinetes de caballería pesada, 500 jabalineros montados llamados gene-
tours y 1.500 infantes, la mayoría armados con espadas y escudos y
algunos ballesteros y arcabuceros. Este ejército enfrentó a los france-
ses en Seminara y fue derrotado por una combinación de caballeros y
piqueros suizos.
La derrota hizo reflexionar a Gonzalo de Córdoba sobre la forma
efectiva de derrotar a los franceses. En lo inmediato recurrió al em-
pleo de sus genetours para atacar las líneas de comunicaciones ene-
migas mientras empleaba atrincheramientos y sitios para hostigar aun
más a los franceses. En tanto pensó que la respuesta a su problema
táctico era incrementar el número de arcabuces en su ejército, cosa
que hizo de inmediato. Aunque reconocía el mérito del arma de fue-
go no perdía de vista que su principal debilidad era el largo tiempo de
recarga, durante el cual el arcabucero se veía expuesto a ser atacado
especialmente por la caballería. Para resolver este problema conservó
a los piqueros para que mezclados con ellos le dieran protección luego
de la descarga de sus armas. Con esta idea comenzó a instruir a sus
hombres y no los empleó en combate hasta 1503 en que derrotó a los
franceses en la batalla de Cerignola, victoria que repitió en Gariglia-
no.
La combinación de armas del Gran Capitán es un punto funda-
mental en la historia de la táctica pues reunirá una serie de ideas que
van a permitir resumir siglos de combate. Por una parte rescatará el
viejo y tradicional procedimiento de la instrucción y la disciplina
como base de la buena infantería, va a restablecer en una misma or-
ganización el concepto de empleo de armas combinadas. Para todo
ello reunirá ideas que comprenden las acciones de Ricardo Corazón
de León en las Cruzadas, las nuevas falanges de infantería de defensa
en 360 grados como las de los escoceses y suizos y los conceptos de
organización táctica como los de la Compañías de Ordenanza. Este
esfuerzo intelectual técnico militar le dará a España la ventaja en la
guerra durante 150 años.Al principio se trató de incorporar las armas
de fuego a las “falanges” del siglo XIV como los tercios españoles,
que reunían 2.500 hombres, en iguales proporciones de piqueros y
arcabuceros, en apretadas formaciones de 50 filas por 50 columnas.
Con este sistema Prospero Colonna puso fin al prestigio de los mer-
cenarios suizos en la batalla de Bicoca en 1522.
Aunque exitosas, estas pesadas formaciones resultaron enormes
blancos desplazándose por el campo de batalla además de cargar con
100 JORGE ARIEL VIGO

un gran número de hombres equipados con picas y alabardas que iban


decreciendo en utilidad.
En 1594 los Nassau, Guillermo Luis, Mauricio y Juan, desarrollan
la idea de cadencia de fuego estableciendo la renovación de la fila del
frente por la siguiente una vez que se había disparado. Esa renova-
ción se realizaba mediante el retiro hacia retaguardia de la fila del
frente, por lo que el batallón retroceía ligeramente al disparar. Me-
diante este sistema ya no se hacía necesario que las unidades se apo-
yasen en la profundidad de su formación, por el contrario la potencia
está en el despliegue en líneas ampliando el frente para explotar el
uso de su capacidad de fuego al máximo.
La nueva disposición requirió de movimientos más armónicos en-
tre las unidades, lo que llevó a mejorar los criterios de entrenamiento
y disciplina, y finalmente a establecer nuevos criterios doctrinarios en
el ámbito táctico. Así los Nassau crearon el Batallón, una organización
táctica básica de unos 500 a 800 hombres equipados con mosquetes y
picas en una proporción de dos a uno, más pequeño que el tercio y
ofreciendo menor blanco. Esta unidad podía cambiar su alineación de
la formación simple a la ofensiva o a la defensiva. Las ideas de Nas-
sau se publicaron de inmediato para ser usadas en la instrucción del
ejército de los Países Bajos, y pronto fueron traducidos y utilizados en
toda Europa. Esto provocó el inicio de la estabilidad de una doctrina
de principios tácticos para la organización de las tropas y el uso de las
armas de fuego.
Estas condiciones afirmaban la dirección en los niveles más bajos,
había ahora que desarrollar los criterios y estructuras de mandos supe-
riores, tanto más cuando los ejércitos crecían en número de manera
sorprendente. Sin perjuicio de los avances señalados no debemos
olvidar que poco diferencia a Gustavo Adolfo de Alejandro Magno o
de César. Los comandantes en jefe ejercían la doble función de diri-
gir el ejército en sus más altas responsabilidades y al mismo tiempo
conducir directamente en batalla una parte de las tropas en combate.
Maquiavello rescata una cuestión esencial en Roma y en los tiempos
modernos: la importancia de los ejércitos de ciudadanos. En su con-
cepto la política y la guerra estaban esencialmente vinculadas; la so-
ciedad civil tiene en el poder militar un elemento fundacional, y un
factor unificador que aporta a la estabilidad y continuidad de la socie-
dad. Las instituciones militares reflejan las de la sociedad civil a la
que pertenecen.
FUEGO Y MANIOBRA 101

Las Fortalezas
Las fortificaciones desde el comienzo de los tiempos se compo-
nían de paredes verticales con una solidez que desafiaba cualquier
ingenio de sitio que pretendiese destruirlas y cuya mayor ventaja la
constituía su altura desde la cual los defensores retaban a los ofenso-
res. Esto cambió con la invención de la pólvora y el cañón.El empleo
cada vez más común del uso de esta nueva arma puso fin a la era de
las fortificaciones de paredes verticales, pues sus muros cedían a los
pocos disparos. Como lo declarara Maquiavello en 1519 “…no existe
pared, por más gruesa que sea, que la artillería no pueda destruir en
unos pocos días.”41
En 1440 un italiano, León Battista Alberti, escribe el libro “De
Re Aedificatoria”, publicado en 1485, es el precursor de los modelos
de fortaleza con salientes en forma de dientes, con él nacerá el estilo
de fortificación conocido como Traza Italiana (trace itelienne). Muros
de baja altura con pronunciada inclinación, salientes en forma de
corona o de cuernos, bastiones y fosos, todo ello para atenuar el efecto
de la artillería, eliminar puntos ciegos y mantener las armas del ene-
migo fuera de alcance. Dos siglos después Sebastien Le Prestre de
Vauban elevará este estilo al nivel de obra de arte.
Las fortalezas de “estilo italiano”, los cañones y los mosquetes
elevaron los costos de la guerra “…hasta el punto de que sólo estados
centralizados podían permitirse el lujo de…”42 afrontarlos. La expan-
sión comercial y productiva europea del siglo XV proveyeron los re-
cursos para sufragar esos gastos.
Los costos se hicieron mayores al comprobarse que los sitios de
las fortalezas a la traza italiana exigían de más tropas. Esto sumado a
la facilidad del entrenamiento y al abaratamiento del equipamiento
del soldado base – un soldado de infantería resultaba sensiblemente
más económico que un jinete con caballo y armadura – hizo que los
ejércitos crecieran en número teniendo como límite sólo los impues-
tos, “…la estructura de comando en una época de malas comunica-

41 Parker, Geoffrey, Segunda Edición 1996, “The Military Revolution” ,


pg.10, Cambridge University Press
42 Parker, Geoffrey, febrero 1997, “Implacables y feroces. Cómo hacen la
guerra los occidentales”, en Historia 16, N°250, pg 70, Ed. Información e
Historia, Madrid.-
102 JORGE ARIEL VIGO

ciones y … la disponibilidad financiera, de abastecimientos y pobla-


ción adecuadas para sostener la expansión de las fuerzas”.43

Los Condottieri
Cuando desapareció el Imperio Romano se llevó consigo todo
vestigio de organización militar institucionalizada. Los cuerpos de
mercenarios integrados primero con los últimos generales romanos y
luego por verdaderos empresarios de la guerra rescataron esas estruc-
turas y las mantuvieron en funcionamiento, es gracias a ellos que
occidente pudo reconstruir su sistema militar y retomar el desarrollo
del arte de la guerra. Aunque los Condottieri abusaron de su posición
hasta hartar a sus contratantes y arruinar la profesión mercenaria, sus
estructuras fueron aprovechadas para sentar las bases de los ejércitos
de los estados surjidos del derrumbamiento del feudalismo. Este
fenómeno tuvo su modelo principal el la Italia del renacimiento.
Mientras que el resto de la Europa feudal desaparecía para inte-
grarse bajo el sistema monárquico, en Italia se presentó un mosaico
de principados, ducados y repúblicas que se mantuvieron en un esta-
do de guerra casi permanente. Para sostener el esfuerzo bélico los
distintos estados italianos abandonaron el sistema de milicias y adop-
taron el de soldados profesionales, pero a diferencia de lo que este
cambio significó en el pasado o significaba en el presente, los italia-
nos no generaron ejércitos profesionales propios sino que los contrata-
ron.
Cuando se requería una fuerza militar se establecía con un líder
mercenario que tenía a su disposición una compañía de soldados, en
un número que iba de la decena a los miles, un contrato o condotta
por el cual el mercenario se comprometía a prestar sus servicios pro-
fesionales militares y el estado contratante a pagar por tales servicios.
En principio estos contratos eran estacionales pero con el tiempo
adquirieron permanencia y llegaron a extenderse por años. Para los
condottiere esto llegó a ser un gran negocio al punto que se encontra-
ban capitanes mercenarios hijos y nietos de hombres de la misma
profesión. Con el tiempo todos terminaron abusando del sistema y se
encontraron casos de estados que contrataban al líder mercenario de
su enemigo para dirigir las fuerzas propias y ejércitos mercenarios que

43 Duffy, Michael, 1986, “The Military Revolution an the State 1500-1800” ,


pg 2, University of Exeter
FUEGO Y MANIOBRA 103

rehuían el combate o luchaban sin provocarse daños a efectos de


prolongar la guerra y el contrato de servicio.
Esto no quiere decir que se tratase de mediocres soldados, por el
contrario resultaron muy buenos en su negocio al que además le pro-
veyeron de una estructura de comando necesaria para cumplir el
servicio y poder cobrar. Tácticamente continuaron centrándose en la
caballería pesada pero los orfebres italianos consiguieron crear arma-
duras de sólo 25 kilos, lo que mejoraba en mucho la movilidad del
guerrero tanto a pie como a caballo. Contaban además con infantería
repartida en tres especialidades: los tradicionales ballesteros, los pi-
queros y los portadores de escudos. Esto últimos llevaban un enorme
escudo que prácticamente los cubría de pies a cabeza y que afirmaban
contra el suelo para brindar protección a las otras dos categorías. Es
esta una infantería de poca movilidad, pero se la empleaba especial-
mente para crear posiciones defensivas detrás de las cuales la caballe-
ría podía reorganizarse para volver al combate.
Un elemento particular se desarrolló en las guerras italianas. En
el siglo XV el mayor movimiento económico de Europa permitía
aprovisionar más fácilmente a una fuerza militar, por lo que no era
ahora necesario mantenerse en movimiento para satisfacer las necesi-
dades de subsistencia. Esto reintrodujo la idea de la fortificación de
campaña, es decir que un ejército podía establecer un campo protegi-
do de fosos y empalizadas al efecto de combatir desde él.
Esta creciente complejidad y refinamiento del combate mantuvo
viva la costumbre de evitar las batallas e incrementó el uso de espías,
traidores, emboscada y sorpresa.
Hacia fines del siglo XV los estados italianos habían comenzado a
incorporar mercenarios como soldados del estado y con ello sus es-
tructuras de comando.
La “Revolución Militar” aprovechó la organización del comando
de las unidades mercenarias redimensionando el número de sus efec-
tivos. Estabilizó la doctrina táctica e incorporó principios disciplina-
rios orientados a la eficacia de la fuerza de combate y no, como antes,
destinadas a asegurar su lealtad. Estas condiciones afirmaban la direc-
ción en los niveles más bajos, había ahora que desarrollar los criterios
y estructuras de mandos superiores, tanto más cuando los ejércitos
crecían en número de manera sorprendente.
104 JORGE ARIEL VIGO
FUEGO Y MANIOBRA 105

E VENTOS DESTACABLES

Bannockburn 24 de junio de 1314


En marzo de 1324 Robert the Bruce, Rey de Escocia puso sitio al
castillo de Stirling cuya guarnición inglesa estaba al mando de Sir
Phillip Mowbray. Como era costumbre en los combates entre caballe-
ros sitiados y sitiadores acordaron que los primeros se rendirían si para
el 24 de junio no eran relevados. Eduardo II de Inglaterra reunió a
ese efecto un ejército de 2.400 caballeros y 21.000 infantes con los
que el 17 de junio invadió Escocia.
Robert se preparó a resistir la invasión. Su ejército de 6.500 hom-
bres y 500 caballeros, estaba integrado solamente por veteranos, se
rechazó en el reclutamiento a todo voluntario inexperto. La infantería
recibió especial adiestramiento para marchar sin romper la línea, evi-
tando así brechas y flancos internos que el enemigo pudiera explotar.
También se los instruyó en el empleo de sus lanzas de cuatro metros
de altura, en caso de combatir contra la caballería debían formar en
círculo, clavar un extremo de la lanza en el suelo e inclinarla en 45
grados hacia el exterior del círculo apuntando al pecho de los caballos.
El ejército escocés estaba dividido en cuatro grupos al mando de
Randolph, Conde de Moray, Edward Bruce, hermano de Robert, Sir
James Douglas y el propio Rey Robert.
El Rey escocés eligió una posición defensiva detrás del arroyo
Bannockburn. El cuerpo a su mando se estableció detrás del arroyo y
atravesado sobre el antiguo camino romano que conducía a Stirling, a
su izquierda y algo atrás se situaba el grupo de su hermano: a la iz-
quierda de éste el de Randolph formando un ángulo recto hacia reta-
guardia y detrás de ambos el grupo de Douglas. Las posiciones
habían sido preparadas, los terrenos aptos para la caballería habían
sido alistados con pozos y trampas y las tropas se hallaban a cubierto
detrás de lomas y árboles.
El 23 de junio Eduardo II se hallaba en las proximidades donde
se encontró con que Mowbray había logrado atravesar las líneas esco-
cesas. Conforme las reglas de la caballería y lo acordado, Eduardo II
debió declarar levantado el sitio y dar a los Escoceses la oportunidad
de retirarse. Sin embargo su deseo de acabar con la rebelión escocesa
le hizo continuar su avance en busca de una batalla decisiva.
106 JORGE ARIEL VIGO

Con la información del despliegue escocés facilitado por


Mowbray, Eduardo II tomó 300 caballeros montados al mando de Sir
Robert Cliffort y los lanzó a través del arroyo para que alcanzaran una
planicie llamada The Carse desde donde atacar las posiciones de
Randolph en la izquierda escocesa. El resto del ejército avanzaría a
través del camino romano.
Se cuenta que bajo el sol del verano la marcha de la caballería in-
glesa fue tan deslumbrante que el propio Randolph quedó impresio-
nado y tardó en reaccionar. Sin embargo compensando el hecho
avanzó con 500 hombres desafiando a los ingleses. En una situación
clásica donde la caballería pesada debía barrer del campo a la infante-
ría, Cliffort se lanzó a la carga. Los entrenados escoceses formaron
círculo con sus lanzas hacia fuera en ángulo de 45° y rechazaron repe-
tidamente a los ingleses, obligándolos a retirarse con severas pérdidas
y habiendo provocado una sola baja. Mientras esto ocurría Douglas
movió sus tropas en apoyo de la acción.
La vanguardia inglesa interpretó este movimiento como una reti-
rada y comenzó su avance al mando de Henry de Bohun. En ese ins-
tante el Rey Robert salió de entre las filas y desafió al jefe inglés a un
combate singular. De Bohun aceptó la invitación y cargó de inmedia-
to, pero erró su golpe, Robert hundió su hacha en la cabeza del inglés
partiéndola por el mango. Esto provocó una conmoción entre las tro-
pas inglesas por lo que Edward tomó sus fuerzas, cruzó el arroyo y se
refugió en le extremo este del Carse donde estableció su campamen-
to. Esta posición se hallaba flanqueada a su izquierda por el arroyo
Bannockburn y a derecha y retaguardia por el río Forth.
Al día siguiente el Rey Robert decidió aniquilar a su encerrado
enemigo, formó sus cuatro grupos en escalón con la derecha avanzada
y se lanzó contra el campamento inglés. Los británicos no tuvieron
tiempo ni siquiera de formarse por lo que hubieron de combatir caba-
lleros e infantes mezclados y en desorden. Fueron cediendo en el
combate hasta terminar en una huída, los escoceses los persiguieron
hasta la noche provocándoles un 75 por ciento de bajas. Esta batalla
aseguró la victoria escocesa en su conflicto con Inglaterra.

Un Siglo de Guerra
La llamada Gurra de los Cien Años comenzó en 1337 y concluyó
en 1453, giró en torno de la pretensión de los reyes ingleses al trono
de Francia y de la alianza francesa con Escocia. Es una muestra de la
FUEGO Y MANIOBRA 107

evolución del arte de la guerra y de su difícil aprendizaje en el campo


de batalla.
El ejército francés era típicamente feudal con un núcleo de caba-
lleros que combatían en pequeños grupos denominados Banderas
dirigidos por un caballero y que se integraban en unidades mayores
denominadas Batallas. La estructura militar francesa seguía el rango y
el protocolo del linaje aristocrático e incluía la tradicional leva esta-
cional.
Los reyes ingleses reclutaban su ejército a modo de cuerpo expe-
dicionario, pidiendo a sus vasallos que proporcionaran contingentes
de hombres de acuerdo a la riqueza que poseían. Se incluían además
numerosos voluntarios y entre la infantería los eficaces hombres de
arco largo. Esto hacía del ejército inglés una fuerza casi profesional.
Durante el conflicto ambos ejércitos evolucionaron, los franceses
generaron un núcleo permanente, nuevas organizaciones y un perfil
más profesional; los ingleses insistieron en su modelo que, mal paga-
do terminó deshaciéndose lentamente.
La táctica en esta guerra también cambió. Los franceses confia-
ron plenamente en el empleo tradicional de la caballería pesada,
mientras que los ingleses se aprovecharon de la introducción del arco
largo y el empleo de sus caballeros a pie. Con el tiempo los franceses
aprenderán parte de la táctica inglesa e introducirán eficazmente el
empleo de armas de fuego alcanzando la victoria.
La mejor manera de apreciar esta evolución es observar las bata-
llas más importantes del conflicto.
Tres tipos de acciones se emplearon en la guerra, las más regula-
res fueron los sitios y las llamadas cabalgadas, que no eran más que
raids de pillaje y devastación. La tercera eran las batallas que no fue-
ron muchas pero marcaron los cambios tácticos más importantes.

Crécy 26 de agosto de 1346


Eduardo III de Inglaterra realizó una cabalgada por el noreste de
Francia con 10.000 hombres, lo que llevó a Felipe VI de Francia a
perseguirlo con un ejército de 8.000 caballeros y 4.000 ballesteros
genoveses.
Eduardo desplegó sus fuerzas entre los pueblos de Crécy y Wadi-
court sobre una pendiente. En primera línea dispuso dos cuerpos de
caballeros a pie, al mando de Northampton y el Príncipe Negro colo-
cando entre ellos y en sus alas a sus hombres de arco largo formando
salientes en dirección a los franceses. Delante de esta línea se habían
108 JORGE ARIEL VIGO

ubicado fosas y estacas para contener a la caballería. Detrás formó una


segunda línea con arqueros y el resto de sus caballeros a pie.
Felipe dispuso una primera línea con sus ballesteros, una segun-
da en tres cuerpos de caballería pesada montada al mando del Conde
d’Alencon y una tercera igual al mando del Duque de Lorena, man-
teniendo en reserva un cuerpo de caballería pesada.
El combate se abrió con el avance de los ballesteros genoveses
que fueron contenidos y severamente dañados por los hombres de
arco largo. La diferencia entre estas dos armas estriba primero en que
el alcance de la ballesta es de 300 metros y el del arco largo de sólo
250, pero mientras la primera tiene una cadencia de un dardo por
minuto, un arquero entrenado puede lanzar diez en el mismo tiempo.
Cuando se hizo evidente que este ataque iba a fracasar la caballe-
ría francesa se lanzó a la carga contra los ingleses llevándose por de-
lante a sus propios ballesteros. Este movimiento la desordenó y en
vez de alcanzar la posición enemiga en masa llegó desordenadamente
y en pequeños grupos; así en vez de lanzar una carga de caballería de
gran volumen se produjeron numerosas en pequeños grupos. Los
relatos de los participantes cuentan que se desencadenaron alrededor
de 17 ataques todos ellos contenidos por los arqueros ingleses. El
ataque principal se lanzó contra el ala derecha inglesa, donde se en-
contraba el Príncipe Negro de 16 años de edad. Para alivianar la pre-
sión Eduardo III le envió 20 caballeros en apoyo, lo que fue
suficiente para contener a los pocos jinetes que llegaron hasta la línea
inglesa.
El Rey Felipe, cuyo caballo fue muerto en combate, reconocien-
do la inutilidad de continuar la lucha ordenó la retirada. Las pérdidas
francesas alcanzaron a 4.000 hombres, de ellos 1.300 eran caballeros
nobles.
En esta batalla los ingleses se mostraron capaces de establecer
una sólida defensa contra la caballería y lograron un prestigio militar
internacional que no tenían antes de la batalla.
En esta batalla los ingleses emplearon algunas piezas de artillería
aunque sin efecto alguno; se considera por elloa esta batalla una de
las primeras en las que esa arma fue empleada.

Poitiers 19 de septiembre de 1356


El Príncipe Negro con 5.000 caballeros y 2.000 arqueros, luego de
realizar una cabalgada en la región de Orleáns se enfrentó al Rey de
Francia Juan II el Bueno y un ejército de 16.000 hombres
FUEGO Y MANIOBRA 109

Los ingleses volvieron a emplear la doctrina de la caballería a pie


apoyada por arqueros en sus alas y en las brechas en la línea. Su flan-
co izquierdo estaba protegido por una depresión y el derecho por un
obstáculo creado por medio de un foso y algunos carromatos. Las alas
de arqueros formaban ángulo hacia adentro con la línea.
El Rey Juan dispuso a su ejército en cuatro divisiones: la primera
montada y las otras tres, una detrás de la otra a pie. Pretendía atacar
con la primera línea a los arqueros y con las otras tres a los caballeros
ingleses.
Iniciado el ataque los jinetes franceses de la primera línea fueron
contenidos fácilmente por los arqueros ingleses. La segunda línea a
pie apoyada por infantería y ballesteros fue derrotada por los caballe-
ros a pie del Príncipe Negro. El combate fue tan violento que se dice
que los ingleses reponían sus armas y flechas tomándolas de los cuer-
pos de los caídos y que con excepción de los 400 hombres manteni-
dos en reserva, no había inglés en combate que no estuviese herido.
La tercera línea francesa abandonó el campo de batalla sin atacar,
entonces el Príncipe Negro decidió tomar la ofensiva y lanzarse con-
tra el último cuerpo francés al mando del Rey Juan II. Para esto avan-
zó toda su línea incluidos los arqueros, devenidos ahora en infantería
pesada por el armamento recogido de entre los caídos, y a su vez en-
vió un destacamento de 200 caballeros montados y arqueros que ro-
deó la línea francesa y cayó sobre su flanco izquierdo. Los franceses
perdieron 2.000 caballeros y otros tantos, incluido el propio Rey, fue-
ron tomados prisioneros.
Pese al fracaso los caballeros franceses comprendieron que a pie
podían enfrentar a los arqueros mejor que a caballo, pues su armadura
los protegía de las flechas, sin embargo todavía era difícil caminar con
ese equipo y toda huida era imposible.

Azincourt 25 de octubre de 1415


En su paso hacia Calais el Rey Enrique V de Inglaterra, con 1.000
caballeros y 5.000 arqueros, vio bloqueada su marcha por un ejército
francés de 3.000 ballesteros, 7.000 caballeros montados y 15.000 des-
montados al mando del Condestable de Francia Charles d’Albret.
Enrique establece una línea apoyándose entre dos bosques. Di-
vide a sus caballeros a pie en tres grupos, coloca a los arqueros en las
alas rebatidas ligeramente hacia adentro y en dos cuñas entre los
cuerpos de caballeros.
110 JORGE ARIEL VIGO

Los franceses formaron en tres líneas sucesivas: la primera a pie


con dos pequeños cuerpos montados en las alas y los ballesteros de-
trás; la segunda también de caballeros a pie con un cuerpo de balles-
teros en su flanco derecho y la tercera de caballeros montados. El
dispositivo nuevamente pretendía emplear a los caballeros montados
para eliminar los arqueros.
Enrique decidió esperar el ataque francés, que cuando empezó se
demostró lento y complicado debido a que la intensa lluvia había
transformado el campo de batalla en un inmenso lodazal. Los peque-
ños grupos montados fueron fácilmente eliminados por los arqueros
mediante la matanza de los caballos. Para ese momento los caballeros
franceses habían alcanzado la línea inglesa; estaban cansados, atrapa-
dos en el barro y seguían recibiendo andanadas de flechas. Enrique
ordenó entonces a sus arqueros atacarlos, los que sin pesada armadura
y descansados aprovecharon su agilidad y destruyeron fácilmente el
ataque francés. La segunda línea francesa corrió la misma suerte.
Enrique se encontraba dueño del campo de batalla habiendo to-
mado un gran número de prisioneros cuando de pronto un grupo de
escuderos franceses que habían rodeado el bosque y alcanzado el tren
de bagajes inglés lo estaban saqueando. El Rey creyendo ser rodeado
ordenó la ejecución de los prisioneros, para obligar a los franceses a
cesar en su ataque. La cruel carnicería finalizó cuando la tercera línea
francesa se retiró sin presentar batalla. Las pérdidas francesas se ele-
varon a 7.000 hombres y las inglesas a 1.500.

Formigny 15 de abril de 1450


Luego de la toma de Rouen el Rey Carlos VII de Francia se lanzó
a la reconquista de Normandía. Los ingleses se vieron entonces ex-
pulsados de cada uno de los pueblos y posiciones de la región.
Thomas Kyriel y Matthew Gough arribaron de Inglaterra con re-
fuerzos y se reunieron con las tropas de la región alcanzando un total
de 5.000 hombres. Contra ellos se lanzó el Conde Jean de Clermont
en Formigny al norte de Caen.
Los ingleses repitieron su formación de Crécy y Azincourt, pero
los franceses esta vez dispusieron de artillería en sus alas con la cual
barrieron a los arqueros ingleses. El ataque subsiguiente francés eli-
minó a casi 4.000 ingleses.
FUEGO Y MANIOBRA 111

Castillon 17 de julio de 1453


Luego de Formigny los ingleses fueron expulsados de toda Fran-
cia con excepción de Calais. Cuando estalló en Aquitania una revuel-
ta contra Carlos VII, el Rey Enrique VI de Inglaterra quiso
aprovechar la oportunidad y envió un ejército al mando de John Tal-
bot, para que vía Bordeaux liberara la guarnición de Castillon sitiada
por los franceses.
Talbot intentó lanzar un ataque frontal con sus 6.000 hombres
contra las líneas de sitio francesas. La artillería gala lo deshizo destru-
yendo su ejército y matando al propio Talbot.
En las primeras batallas de la guerra los ingleses se aprovecharon
no sólo del arco largo y su dispositivo de defensa, sino que también
contaron con la colaboración que les brindó la inclinación francesa por
lanzarse al ataque. Es probable que sin éste último ingrediente las
armas inglesas no hubiesen llevado las de ganar durante la mayor
parte del conflicto. Los franceses aprendieron a luchar a pie como los
ingleses y encontraron su “arco largo”en el cañón, sin perder además
la habilidad para ejecutar cargas a caballo. Irónicamente en Castillon,
la última batalla de la guerra, serán los ingleses los que pretenderán
decidir la acción con una carga de caballería pesada.

Las Guerras en Italia


El Rey Carlos VIII de Francia invadió en 1494 la península itálica
con intención de extender sus dominios apoderándose del reino de
Nápoles. Para ello contaba con un ejército de tropas regulares france-
sas y mercenarios, ballesteros galos, infantería pesada Suiza y además
de la tradicional caballería pesada, un poderoso tren de artillería mon-
tada sobre ruedas. El ejército de invasión alcanzaba los 65.000 hom-
bres, un número notorio para la época.
Con esta formidable fuerza Carlos VIII conquistó Nápoles. Para
lograr esto había contado con la neutralidad o complicidad de la Re-
pública de Venecia, los Ducados de Milán y Florencia y los Estados
Papales, sin embargo su éxito hizo que estos asociados le temiesen y
entonces se volvieron en su contra aunque sin éxito pues fueron de-
rrotados en la batalla de Fornovo.
Esto inició una serie de campañas de la corona francesa para apo-
derarse de Italia en las que debieron enfrentar también al entonces
112 JORGE ARIEL VIGO

poderoso imperio español, trasladando a esa península el foco de las


acciones militares de la época.

Fornovo 6 de julio de 1495


Para oponerse al regreso de Carlos VIII a Francia, Francesco II
Gonzaga de Mantua reunió un ejército de 30.000 hombres superando
a los franceses en una proporción de cuatro a uno.
El plan italiano consistía en atacar la columna de marcha francesa
por el frente esperando que los galos confiaran sus flancos a las estri-
baciones de las lomas circundantes y de un río paralelo al camino. El
marqués sabía que ese río era fácilmente vadeable por lo que una vez
aferrada la vanguardia gala planeaba atacar la columna por el flanco y
retaguardia.
Carlos VIII esperando encontrar resistencia en su camino, colocó
en la vanguardia a la infantería pesada suiza y formó a sus unidades
de forma tal que al dar media vuelta a izquierda o derecha quedara su
ejército formado en línea de batalla. En esto se adelantó a Federico el
Grande en más de dos siglos.
Las tropas italianas que atacaron la vanguardia francesa fueron fá-
cilmente rechazadas por los suizos. La intensa lluvia demoró el ata-
que de flanco italiano por lo que los franceses tuvieron tiempo de
virar sus unidades y recibirlos de frente. Trabada la lucha cerca de la
mitad de las fuerzas de Mantua mantenidas en reserva no intervinie-
ron debido a que su jefe murió en la refriega. Finalmente la caballería
francesa cargó sobre los italianos dejando 3.500 muertos en el campo
de batalla en sólo 15 minutos.

Cerignola 28 de abril de 1503


Los ataques de los genetours españoles a las líneas de comunica-
ción francesas hicieron que las tropas galas se dispersasen en busca de
proteger esas vías y de hallar abastecimientos para el ejército. Apro-
vechando esta dispersión Gonzalo de Córdoba atacó y tomó la base
francesa de Cerignola donde se atrincheró y parapetó. Las acciones
de los genetours impidieron a los franceses reconocer las fortificacio-
nes de la posición española contra la que planearon lanzar un ataque
frontal de sus fuerzas reconcentradas.
El asalto francés que combinaba caballería y piqueros fue conte-
nido primero por el foso que rodeaba la posición española y luego por
las descargas de los arcabuceros afirmados tras el parapeto. Durante
FUEGO Y MANIOBRA 113

los repetidos asaltos franceses su comandante Nemours cayó muerto


de un disparo, poco después las fuerzas francesas dieron muestras de
desorganización, momento que aprovechó Gonzalo de Córdoba para
contraatacar frontalmente mientras su reducida fuerza de caballería
pesada caía sobre los flancos franceses. Los españoles pusieron en
fuga a los galos capturando su tren de artillería, mientras los gene-
tours perseguían a la infantería provocando cuantiosas bajas.

Garigliano 28 de diciembre de 1503


Para restaurar la situación en Italia después de Cerignola Luis
XII envió un poderoso ejército de 23.000 hombres al mando del Mar-
qués de Mantua. Ambas fuerzas se encontraron sobre el río Garigliano
donde Gonzalo de Córdoba había atrincherado su ejército bloquean-
do los cruces del curso de agua.
Las operaciones se mantuvieron detenidas durante seis semanas
en las cuales lluvias torrenciales deterioraron los caminos e hicieron
que se redujera el flujo de alimentos y convirtieran la vida del solda-
do miserable. Aunque las privaciones y sacrificios eran prácticamente
iguales para ambos ejércitos la moral de ambas fuerzas tomó rumbos
diferentes. Mientras las tropas francesas dormían a la intemperie o
bajo pobres cobijos, los oficiales franceses dormían bajo techo en las
casas de los nobles de la región. En campo español los soldados vivían
igual que los franceses, pero sus oficiales con el gran capitán a la ca-
beza compartían el drama con ellos. Esto mantuvo en alto la moral y
espíritu de cuerpo español, mientras ambos valores decaían rápida-
mente en el campo francés.
El deterioro francés comenzó a percibirse en la debilitación de
sus puestos de avanzada. Gonzalo decidió aprovechar la situación y
ordenó la preparación de materiales para construir un puente sobre el
río. Las piezas del puente estaban hechas de manera tal que pudiesen
ser transportadas en mulas y ensambladas fácilmente, su preparación
fue responsabilidad del jefe de artilleros e ingenieros Pedro Navarro.
Para Navidad se estableció una tregua de 48 horas durante la cual
“…tuvo lugar alguna fraternización entre los ejércitos - los soldados
franceses continuaron su celebración por varios días”.44 En tanto el
Marqués de Mantua caía enfermo de fiebre y le entregaba el mando
al Marqués de Saluzzo.

44 Montgomery B., 1968 “A History of Warfare”, pg.220 Londres, Collins.


114 JORGE ARIEL VIGO

El 27 de diciembre el ejército español marchó hacia el norte de-


jando una fuerza defensiva en el puente entre Tragetto y la Torre del
Garigliano, alcanzando la villa de Sujo, donde el Garigliano es más
angosto y el terreno estaba más seco, allí se lanzó el puente de ponto-
nes. El día 29 la vanguardia de caballería española cruzó el río y se
apoderó de las villas de Sujo y Castelforte ocupadas por infantería
Suiza que, tomada por sorpresa, no tuvo tiempo de formar en batalla.
Saluzzo sorprendido por el movimiento de flanco español trató de
reunir a sus fuerzas que se hallaban muy dispersas; con las pocas que
logró congregar lanzó una carga sin ningún éxito. Los españoles per-
siguieron al ejército francés a lo largo de 20 kilómetros hasta el desfi-
ladero de Formia donde hallaron alguna resistencia a la que vencieron
luego de una hora de duros combates. Después de capturar la artille-
ría francesa continuaron hasta ocupar Gaeta a más de 30 kilómetros
del puente de pontones sobre el Garigliano. Esta batalla aseguró el
control del reino de Nápoles para España, a partir de lo cual Fernan-
do V de Castilla, II de Aragón recibía el título de III de Nápoles.

Ravenna 11 de abril de 1512


Las luchas en Italia entre Franceses y Españoles continuaron
ahora en el norte. Las tropas francesas al mando del Duque Nemours
avanzaron desde Milán y le pusieron sitio a Ravenna, donde a su vez
se atrincheraron a la espera de una fuerza de relevo española; ésta se
hallaba al mando del Conde de Alvetto, Pedro Navarro.
Ambos ejércitos confiaron inicialmente su mutua destrucción al
empleo de la artillería, así durante tres horas se bombardearon recí-
procamente. El Duque de Nemours aprovechó la movilidad de su
artillería y desplazó 24 cañones para tomar de enfilada a los españoles
y hacer cesar la lluvia de balas que caía sobre la infantería francesa.
La caballería española intentó cargar contra los cañones franceses a
través de una brecha en el parapeto defensivo. La artillería francesa
actuó con tanta rapidez y efectividad que se dice que una sola bala de
cañón logró derribar a 33 jinetes. Cuando la caballería conmocionada
por el fuego logró alcanzar la brecha, encontró en lugar de la artillería
francesa a su caballería, la que expulsó a los españoles y los puso en
fuga.
Aprovechando el rechazo de los jinetes españoles, piqueros y ba-
llesteros franceses se lanzaron contra la infantería hispana, pero fue-
ron rechazados mediante el fuego de arcabuces. Un nuevo ataque
francés protagonizado por Landsknecht alemanes también fracasó
FUEGO Y MANIOBRA 115

aunque llegó a establecer una lucha cuerpo a cuerpo con las tropas
españolas, en ella los escudos y espadas ibéricos resultaron más efec-
tivos que las picas en la lucha a corta distancia. Sin embargo la triun-
fante caballería francesa llegaba ahora por la retaguardia española lo
que obligó al Conde de Alvetto a retirarse. Esta retirada se hizo en
orden, formando la infantería pesada española cuadros al estilo Suizo
lo que les permitió resistir los ataques de la caballería francesa en uno
de los cuales cayó el Duque de Nemours.

Novara 6 de junio de 1513


Después de Ravenna los franceses debieron abandonar Milán y
enfrentar una guerra contra España, el Sacro Imperio Romano Ger-
mánico, el Papado, los Cantones Suizos, Inglaterra y varias ciudades
italianas. En la ciudad de Novara se hallaba un ejército francés de
10.000 hombres bajo el mando de Louis de Latremoille que fue ata-
cado por sorpresa por 13.000 suizos. Los franceses no tuvieron tiempo
de levantar sus empalizadas portátiles, pero sí atinaron a desplegar su
artillería contra un cuadro de 6.000 suizos al que le provocaron 700
bajas en tres minutos.45Sin embargo los suizos alcanzaron las posicio-
nes francesas capturando los cañones y volviéndolos contra la infante-
ría gala. La victoria fue tan rápida que la caballería francesa no tuvo
tiempo de participar y debió retirarse.

Marignano 15 de septiembre de 1515


El ejército francés de Francisco I hubo de enfrentar en Marigna-
no una fuerza compuesta de infantería suiza con unos 25.000 hom-
bres.
El Rey francés dispuso su ejército en tres líneas, la primera esta-
ba integrada por 64 cañones y 200 piezas ligeras, 10.000 arcabuceros,
10.000 Landsknecht y 5.000 gendarmes de las Compañías de Orde-
nanza. Estas fuerzas se hallaban dispuestas detrás de un parapeto. La
segunda línea la comandaba el Rey y comprendía, 5.500 Landsknecht
y 5.000 jinetes de la Maison du Roi, las Compañías de Ordenanza y la
caballería ligera; tenía además ocho cañones pesados y 100 piezas
ligeras. La tercera línea estaba compuesta por 10.000 Landsknecht
sin ninguna artillería.

45 Jones A., 1987, “ The Art of War in the Western World” pg.187, New
York, Oxford University Press.
116 JORGE ARIEL VIGO

El plan francés era el de hostigar a los suizos por medio de la ca-


ballería para obligarlos a detener su marcha y quedar así expuestos al
fuego de la artillería francesa. El primer día de batalla los suizos fue-
ron rechazados sólo para volver a atacar y conseguir penetrar la prime-
ra línea francesa. El segundo día los ataques se renovaron pero los
helvecios fueron rechazados definitivamente.
Las pérdidas suizas alcanzaron a 9.000 hombres y las francesas a
8.000. La era de la pica y la alabarda había cesado para darle paso a la
época del cañón y el arcabuz.

La Bicocca 27de abril de 1522


Las tropas españolas sitiaban Pavia al mando del Condottiere
Prospero Colonna. El avance de una columna francesa bajo la jefatura
de Lautrec hizo que los ibéricos marcharan hasta la Bicocca donde se
atrincheraron para esperarlos.
El ejército francés era más poderoso que el español y estaba inte-
grado principalmente por mercenarios suizos. Estos hombres no ha-
bían sido pagados debido a que la Duquesa de Angulema, madre del
Rey de Francia había tomado los 400.000 escudos de la soldada para
pagar sus deudas personales. Esta situación hizo que los mercenarios
amenazaran a Lautrec con regresar a Suiza sino les permitían atacar a
los españoles y cobrarse del botín. Lautrec accedió.
Colonna preparó su posición defensiva incluyendo parapetos,
trincheras y bastiones para la artillería, de tal manera que presentaba
cuatro líneas de arcabuceros, respaldados por piqueros. Por delante de
esta posición desfilaba un camino hundido lo que agregaba un obstá-
culo más a la defensa. Lautrec intentó ablandar la fortificación espa-
ñola con artillería pero los impacientes suizos se lanzaron al ataque en
dos cuadros de 4.000 hombres cada uno. Antes de alcanzar el camino
hundido 1.000 suizos yacían en el campo de batalla, el fuego de las
cuatro líneas de arcabuces le sumó 2.000 bajas más, sellando con esto
la victoria y acabando con la fama de invencibilidad de los suizos.

Pavia 24 de febrero de 1525


Francisco I había puesto sitio a Pavia con un ejército Franco-
Suizo de 28.000 hombres y 53 cañones, la ciudad era defendida por
5.000 soldados imperiales al mando del Marqués Del Vasto. Carlos V
envió a levantar el sitio de la ciudad, un ejército de 23.000 alemanes,
españoles e italianos con 17 cañones al mando de Fernando de Ava-
FUEGO Y MANIOBRA 117

los, Marqués de Pescara. Las fuerzas españolas se encontraban al


borde del motín debido a la falta de pago de soldada, por lo que de
Avalos se vería compelido a forzar a los franceses a combatir fuera de
las trincheras de sitio.
Durante la noche del 24 de febrero ocultos por una tormenta los
españoles se desplazaron hacia el norte y practicaron tres brechas a
través de la muralla del parque cerrado de Mirabello, cerca de la Porta
Pescarina. Hacia la madrugada el ejército español había penetrado el
parque y desplegado sus fuerzas de la siguiente manera: la caballería
pesada en su flanco derecho, en el centro tres cuadros de infantería, la
caballería ligera a al izquierda y por delante infantería ligera .
Alertados los franceses de la penetración enviaron hacia las 0600 a
2.000 hombres de caballería ligera acompañados de algunos cañones
livianos detrás de los cuales avanzaba un contingente de 5.000 alabar-
deros alemanes.
Los jinetes ligeros franceses lanzaron un ataque contra una de las
brechas a través de la cual parte de la artillería española aún estaba
cruzando. Simultáneamente los cañones ligeros franceses abrían fue-
go sobre la infantería imperial y la caballería pesada se lanzaba contra
los coraceros españoles. Las alas de Fernando de Avalos estaban ce-
diendo, para recuperar la iniciativa envió a 1.500 arcabuceros apoya-
dos por piqueros desde el centro de su formación contra el flanco de
la caballería pesada francesa. Este ataque detuvo a los jinetes galos y
dio tiempo a los coraceros españoles de reformarse y contraatacar
poniendo en fuga a los francos.
En respuesta Francisco I envió a 5.000 alemanes contra el centro
español los que cayeron envueltos por las alas de infantería de 12.000
alabarderos ibéricos. Un ataque de la infantería suiza francesa terminó
en igual resultado.
Para comprometerse en la batalla los franceses debieron emplear
a la mayor parte de sus tropas de sitio, dejando sólo a un contingente
suizo para sostener el asedio. La guarnición de Pavia aprovechó esta
oportunidad realizando una salida que le permitió vencer al debilita-
do cerco para luego caer a retaguardia del cuerpo principal francés.
En la batalla los imperiales perdieron unos 600 hombres mientras
que los franceses sufrieron 13.000 bajas, unos 6.000 prisioneros entre
los que se incluía Francisco I, quién además perdió toda posibilidad
para Francia de apoderarse del norte de Italia.
118 JORGE ARIEL VIGO

L A E VOLUCIÓN DEL MODELO


MILITAR

Infantería
La introducción de la pólvora y de las armas accionadas por ella
planteó un nuevo medio para dañar al enemigo que exigía del desa-
rrollo de una organización y una doctrina que permitiese emplearlos
con éxito en el campo de batalla. Ello implicaba abandonar los crite-
rios que habían guiado la guerra durante toda la edad media, donde el
empleo de la caballería, el ataque frontal y la resolución por el choque
eran fórmulas centrales. Es así que los primeros intentos de organiza-
ción alrededor de la pólvora mantuvieron los modelos tradicionales
reemplazando solamente el armamento de los soldados, conservando
la mayor parte de un equipo que comenzaba a hacerse obsoleto.
Fue Gonzalo de Córdoba quien halló la primera fórmula organi-
zacional y doctrinaria exitosa. A partir de las formaciones compactas
suizas el Gran Capitán habría organizado una fuerza compuesta de
piqueros, necesarios para la defensa contra la caballería y de arcabuce-
ros que proveían el poder de fuego ofensivo a la unidad. Esta idea dio
la primera fórmula efectiva de combinación de armas de fuego en una
unidad que tenía un buen balance de capacidades defensivas y ofen-
sivas. A partir de estas ideas los españoles desarrollaron las colunellas
en 1505, que eran cuerpos de 1.000 hombres armados con picas, arca-
buces, mosquetes o espadas y escudos. Su jefe era un cabo de colu-
nella, de donde provendrá luego el grado de coronel.
En España desarrollaron hacia 1540 el tercio. Era esta una forma-
ción integrada por 3.000 hombres de los cuales una tercera parte eran
piqueros y el resto arcabuceros o mosqueteros. El volumen de esta
organización le restó movilidad ofensiva pero aún así resultó impo-
nente, lo que le permitió a España convertirse en el primer poder
militar de Europa. Los tercios podían adoptar distintos dispositivos
de combate, ser empleados en atrincheramientos y en sitios.
A pesar de esta versatilidad las organizaciones de infantería eran
demasiado voluminosas y lentas por lo que resultaban más aptas para
la defensa que para el ataque. En Ravenna, Marignano y Bicocca
demostraron el valor de su potencia de fuego, pero al igual que la
táctica inglesa de principios de la Guerra de los Cien Años aún se
FUEGO Y MANIOBRA 119

necesitaba que el enemigo se lanzase al ataque para poder aprovechar


el poder de las nuevas armas. De todas formas la presencia de bocas
de fuego se fue incrementando en todos los ejércitos europeos y para
1650 la proporción con las picas era de cuatro a uno.
Al comienzo de estos cambios los españoles conservaron parte de
su infantería armada con escudos y espadas, lo que le daba la ventaja
al luchar con formaciones de piqueros o alabarderos sin armas de
fuego, pues en el combate cercano de infantería las armas de gran
longitud carecían de efectividad. Cuando las armas de fuego adquirie-
ron mayor difusión los españoles desarrollaron un modelo de infante-
ría ligera que armada con arcabuces actuaba en escaramuza por
delante y en los flancos de las formaciones principales, a estas tropas
los franceses las llamaban enfants perdus y son el antecedente de las
formaciones de tiradores dispersos que comenzaran a desarrollarse a
mediados del siglo XVIII.
Estos adelantos permitieron afianzar el papel de la infantería en
el campo de batalla pero la nueva tecnología de armas los obligó a
realizar otra adaptación. Una formación al estilo de los cuadros suizos
o de los tercios españoles ofrecía a la artillería de la época un blanco
fácil y provechoso, tanto más cuanto los cañones se estaban haciendo
más ligeros y móviles.
Una respuesta fue la creación de unidades integradas por menor
cantidad de soldados que presentasen así un blanco menor al enemi-
go. Pero una organización de menor volumen debía ofrecer además
una habilidad mayor de combate pues la disminución en número era
también una mengua de potencia; la solución vendrá de la familia
Nassau en los Países Bajos.
Los Nassau crearon los batallones hacia 1590 compuestos de 850
hombres organizados en compañías de a 150 hombres. Con el batallón
se había creado una unidad ágil, controlable y que presentaba un
menor blanco a la artillería; faltaba aún resolver el tema de su poten-
cia.
Lo primero que Juan de Nassau desarrolló fue un manual donde
rescataba la tradicional disciplina e instrucción de los tiempos roma-
nos, elemento éste que aún no revestía uniformidad en los ejércitos
de la época. Por supuesto que es cierto que para desplazar un cuadro
suizo o un tercio español los soldados debían recibir previamente
adiestramiento para ello, pero la costumbre de la época hacía que esa
ejercitación no se repitiera una vez aprendida. La innovación de los
Nassau en este punto es la de la práctica continua, lo que le dio a sus
soldados no sólo agilidad y rapidez sino que favoreció su cohesión
120 JORGE ARIEL VIGO

como unidad. Incluyeron también la imposición del silencio de los


soldados durante los ejercicios y el combate para que pudiesen oír
claramente las órdenes o los ritmos de los tambores en la ejecución de
las maniobras. Asimismo “de los antiguos aprendieron y adoptaron la
prescripción de darle a las órdenes un aspecto especial (comando
preparatorio) que precedía al mandato de ejecución (no’vista dere-
cha’sino ‘vista …derecha’), porque de otra manera no podía esperarse
una adecuada ejecución”.46 Estos procedimientos para la instrucción
mejoraron también la posición de los oficiales que siendo responsa-
bles del adiestramiento de la tropa, se convertían luego en líderes en
el campo de batalla con un perfecto conocimiento de la capacidad de
la unidad y con un alto espíritu de cuerpo.
Los batallones holandeses sometidos a entrenamiento constante
proveyeron de una mejor relación de mando y control para la ejecu-
ción de maniobras dentro y fuera del combate al punto que podían
lograr formar en batalla a 2.000 hombres en 22 minutos, mientras que
en otros ejércitos la misma tarea llevaba una hora para sólo 1.000
hombres.
Para aumentar la potencia de estas unidades Mauricio y Guiller-
mo de Nassau desarrollaron la contramarcha que consistía en lo si-
guiente: la primera línea de mosqueteros disparaba y se retiraba a
retaguardia, mientras las siguientes filas avanzaban para repetir el
procedimiento. De esta manera se aumentaba la cadencia de fuego
permitiendo mantener un ritmo constante de hostigamiento al ene-
migo. Estas mejoras en el fuego y la organización hicieron que los
cuerpos formasen en batalla en líneas más delgadas lo que les permi-
tía disponer de más bocas de fuego en cada descarga, llegando a esta-
blecerse que el batallón se desplegaba en sólo diez líneas de
profundidad. El adelgazamiento de la línea extendió el frente de los
campos de batalla por lo que ahora se necesitarían de más hombres en
caso de decidirse por una maniobra de envolvimiento. Esto en princi-
pio no resultará un problema pues la situación económica europea y
el abaratamiento del costo de los soldados, por el abandono de la
caballería blindada, facilitaría el crecimiento de los ejércitos. Esto
coincidirá además con que el incremento en la potencia defensiva de
las fortalezas exigirá también del empleo de más soldados para el
mantenimiento de un sitio.

46 Delbrück, H. 1990, “History of the art of war, volume IV The Dawn of


Modern Warfare”, traducido por Walter J. Renfroe Jr., pg.159, Lincoln Uni-
versity of Nebraska Press.
FUEGO Y MANIOBRA 121

Otras dos modificaciones importantes que introdujeron los Nas-


sau fueron al igual que en Roma, la regularidad del pago y la obligato-
riedad de sus soldados de hacerse cargo del cavado de trincheras y de
la preparación de defensas, y la fundación en 1616 de la Schola Mili-
taris.

Caballería
La tradicional caballería pesada fue abandonando la mayor parte
de su armadura quedando reducida hacia el 1600 a peto, espaldar y
casco en general aunque todavía se observarán algunos jinetes con
mayor equipamiento hasta mediados del siglo XVII. Esto le dio a la
caballería una mayor movilidad y además permitió cambiar su arma-
mento. Los jinetes abandonaron la lanza y la reemplazaron por el
sable e incorporaron el uso de pistolas, las que cargaban en número
de dos o tres. Esta caballería fue conocida bajo el nombre de reiter,
que proviene de las primeras unidades con este formato. Eran éstos
cuerpos alemanes que portaban armadura negra por lo que se los
llamó schwartzreiter o jinetes negros, de donde proviene su apelativo.
La nueva caballería planteaba una novel doctrina de empleo que
se ofrecía en dos alternativas posibles: el combate por el fuego o el
combate por el choque. Para el primero se desarrolló la caracola que
consistía en un procedimiento similar a la contramarcha pero ejecuta-
do por el escuadrón de caballería. La caracola podía ejecutarse de dos
maneras: por extracción, cuando la línea después de tirar marchaba a
retaguardia por el flanco de la unidad; o por introducción, cuando lo
hacía por jinetes individuales atravesando las líneas por dentro de la
unidad. El combate por choque, llamado por los ingleses cold steel,
preconizaba el empleo del sable o espada y planteaba a su vez dos
posibilidades. Por una parte el uso del arma para atravesar al enemigo,
es decir esgrimiendo la espada de punta; por la otra empleando el
arma para cortar.
Las nuevas doctrinas exigieron de una caballería más disciplinada
y entrenada que fue barriendo de los campos de batalla a los ya arcai-
cos caballeros de lanza.
122 JORGE ARIEL VIGO

TÁCTICA EN LOS COMIENZOS DE LA


PÓLVORA
Los ejércitos del período se iniciaron manteniendo densas forma-
ciones tanto a caballo como a pie, confiando en el choque frontal
como maniobra definitoria de la victoria. Entre las armas no se plan-
tea prácticamente acción combinada alguna y el caballero blindado es
la figura central del combate. Entre las armas arrojadizas será el arco
largo inglés el que plantee la primera debilidad de las formaciones
cerradas, como lo demostrarán las primeras batallas de la Guerra de
los Cien Años.
Este modelo también comenzó a conmoverse con la introducción
de formaciones cerradas de infantería equipadas de picas y alabardas,
capaces de resistir el embate de la caballería pesada, lo que revivía la
relación entre ésta y las legiones romanas. Esta nueva y a la vez vieja
circunstancia comenzó a darle su lugar a la infantería y planteó la
necesidad de formular una doctrina de armas combinadas.
En este escenario se desarrolla una táctica lineal de frentes relati-
vamente estrechos y formaciones profundas, se privilegia el movi-
miento hacia delante y el choque frontal y ocasionalmente
operaciones de envolvimiento y ataque por el flanco.
La aparición de la pólvora reforzará la necesidad de hallar una
doctrina combinada que permita una efectiva relación entre las armas,
esto llevará a sucesivos ensayos y prácticas exitosas como el caso del
tercio español. Sin embargo poco había cambiado el formato de las
batallas fuera del hecho de que las armas de fuego hacían más letal el
campo de batalla. Es la preocupación por esta efectividad del fuego la
que llevará a realizar un cambio fundamental en las organizaciones.
Originalmente el combate en la antigüedad había comenzado en
formaciones dispersas, la falange sumeria y la falange greco-
macedónica habían planteado la solución de la concentración. La
legión mantenía en concepto de concentración pero aprovechará la
flexibilidad organizativa para aumentar la movilidad, durante la edad
media las formaciones siguieron aprovechando la receta de la concen-
tración.
Las armas de fuego impulsan un cambio hacia la dispersión que
tímidamente comienza a manifestarse con la aparición de las forma-
ciones tipo batallón de los Nassau. Estas organizaciones no sólo des-
concentrarán las grandes masas de tropas sino que además
recuperarán la antigua agilidad y movilidad de las tropas romanas.
FUEGO Y MANIOBRA 123

La artillería, que durante siglos se redujo a balistas, onagros y tra-


bucos; va a encontrar en el cañón un protagonismo y modo de empleo
diferente y más mortífero.
Los ejércitos se harán más numerosos, presentarán una formación
lineal de un frente más amplio y con unidades de escasa profundidad,
pues ahora la potencia estará centrada en al cantidad de bocas de
fuego y no en la densidad de la formación.
E L DESPERTAR DE LA
G UERRA M ODERNA

L A S OCIEDAD Y LA GUERRA
La guerra siempre estuvo sujeta a los cambios y configuaraciones
de la sociedad, pero durante siglos esos cambios estuvieron mayor-
mente dirigidos, manejados y contenidos por gobiernos de poder
absoluto. Sin desconocer las situaciones de Grcia y Roma, no pode-
mos dejar de considerar el hecho de que el hombre común poco tenía
que ver en la decisión política de la guerra y su relación con el poder
era más bien sumisa y de obligada tolerancia. A partir del siglo XV las
cosas empiezan a cambiar lentamente y el cuerpo social comienza a
tener una presencia tal que no puede ser sometido simplemente y
debe ser integrado de algún modo en las variables de desición del
gobierno. Tanto la incorporación de la clase de ricos comerciantes y
burgueses a la decisión política, como las leyes de reclutamiento y
economía atienden a una sociedad cuya rebeldía no es tolerada pero
tampoco provocada por los monarcas.
En el campo militar vemos que con todos sus adelantos la organi-
zación de los ejércitos se enfrentó con dos problemas. En principio y
sin desmerecer los esfuerzos realizados todavía se trataba de una
organización híbrida entre el modelo mercenario y la organización
clásica resucitadas. Esto quitaba flexibilidad y limitaba al mando y a
las fuerzas mismas, sujetando la lucha a pautas rígidas de formación y
movimiento que respondían a la ética contemporánea pero que cho-
caban con la libertad de acción que se había buscado al estructurar las
legiones en cohortes y manípulos.

125
126 JORGE ARIEL VIGO

El otro problema era ajeno a la voluntad e inventiva militares.


Terminada la Guerra de los Treinta Años en 1648 la destrucción y
ruina dejada por ese conflicto hizo que la población civil se sustrajera
de participar en actos bélicos. Se desarrolla entonces la idea de limitar
la guerra en todo sentido. Se agota el modelo de Condottiere, los
soldados siguen siendo en su mayoría profesionales pero son contra-
tados o reclutados individualmente bajo la dirección del estado.
El racionalismo impone criterios de moderación, racionalidad y
tolerancia, se refuerzan los mecanismos de disciplina y control del
ejército y se humanizan las prácticas bélicas. Juristas como Hugo
Grotius y Thomas Hobbes tratan de encuadrar la guerra dentro de
normas éticas y legales. El mercantilismo de Colbert aporta medidas
de limitación de gastos e inversiones. Se produce también
una“…distinción entre el poder del soldado y los derechos de los
ciudadanos…” ; “…la evolución de las leyes y usos de guerra no hu-
biera tenido lugar sin la creación de ejércitos permanentes…sin su
disciplina hubiera sido imposible humanizar las prácticas bélicas…y
sin ellos no hubiera surgido la importante discriminación entre fuer-
zas armadas y personas privadas”. La barbarie y el terror de la guerra
de tres décadas contribuyeron marcadamente a esta separación del
cuerpo civil de la sociedad y la fuerza militar del rey, pues la guerra
no es ahora una actividad del Estado, sino del Rey.
Los Reyes son diferentes de los monarcas del siglo XV cuyo po-
der residía en la venalidad de las tropas mercenarias. Las monarquías
de la segunda mitad del siglo XVII apoyan su poder en ejércitos pro-
fesionales permanentes dirigidos y organizados por el estado y some-
tidos a la autoridad centralizada del rey, según el modelo francés
establecido por Louvois después de la victoria del Gran Condé sobre
los españoles en Rocroi en 1643.
Todo ello trajo como consecuencia la reducción de los ejércitos y
su perfeccionamiento para servir como instrumento de la política real.
Esta reducción se vio reforzada también por el mediocre estado de las
comunicaciones y el pobre nivel tecnológico de la agricultura. Los
ejércitos de la época se mantienen alrededor de los 40.000 individuos
en campaña, sin perjuicio de que a escala nacional se alcancen cifras
de 200.000 hombres. La racionalización de los ejércitos comenzada
por Louvois, y seguida en toda Europa, estableció el modelo básico
de los modernos ejércitos. Entre 1650 y 1750 se reestructuran las
formaciones de infantería, caballería, artillería e ingenieros conforme
a las nuevas necesidades y aptitudes de cada arma; se generaliza el
uso de grados fijos; se estandarizan uniformes, equipos y armamentos;
FUEGO Y MANIOBRA 127

se estabiliza la doctrina táctica, fijándose formaciones y maniobras


uniformes. Comienza a establecerse una estructura de comando con-
corde con este nuevo modelo de guerra y de organización
La guerra es un negocio costoso tanto por los recursos económi-
cos que insume como por el valor que un soldado bien entrenado
tiene para el Estado. En ese sentido saber hacer la guerra es también
conocer profundamente el manejo de los medios económicos para
sostener el combate.
La desaparición del sistema económico romano trajo aparejada la
disolución de su ejército, la falta de reemplazo de ese sistema mantu-
vo a los ejércitos europeos reducidos en número. Esta situación va a
cambiar a partir del descubrimiento de América que proveerá de oro y
plata a la economía europea y por tanto de recursos económicos para
la creación de ejércitos cada vez más numerosos.
El mantenimiento de los recursos humanos será otra variabla de
la ecuación a manejar para mantener una poderosa fuerza armada. En
este sentido para la época se generará un núcleo de soldados profe-
sionales al servicio del estado que servirá de base para la expansión
del ejército en caso de guerra. Para este último caso se preferirá el
reclutamiento de mercenarios o extranjeros para no disminuir la mano
de obra nacional que sostiene a la economía del reino, como decía el
Cardenal Richelieu: ”un mercenario, es un soldado más para Francia,
uno menos para el enemigo y un paisano disponible para Francia”.
Finalmente la otra cuestión a atender es el abastecimiento de las
tropas que para la época se resuelve en “vivir del terreno”, lo que
significa que la mejor manera de mantener el ejército es combatiendo
en territorio ajeno lo que se suele describir con la expresión “la guerra
alimenta a la guerra.”
En la ecuación económica de la guerra se advierte una constante:
los grandes comandantes y los grandes ejércitos han reconocido la
necesidad de la profesinalización. Asegurarse la completa atención y
tiempo del soldado para su entrenamiento mediante el pago de una
soldada o sueldo que liberase al hombre de sus preocupaciones dine-
rarias y familiares, ha resultado una psolución y preocupación repeti-
da en la historia. Ya los Sumerios, Egipcios y Persas registran este
fenómeno. Filipo lo incorpora a su ejército, lo mismo que los Roma-
nos en Veii. Modernamente los dos comandantes que mencionamos a
continuación, Gustavo Adolfo y Luis XIV, ordenaron primero las
finanzas reales para poder disponer del dinero suficiente para poder
solventar el pago de sus soldados.
128 JORGE ARIEL VIGO

La guerra del siglo XVII va a afirmar la tendencia a considerar los


factores económicos de la guerra, no sólo desde el punto de vista
logístico. Se va aprestar atención a los costos de instrucción y prepara-
ción de los ejércitos, los costos de equipamiento, transporte, alimen-
tación, peor sobretodo se los va a empezar a considerar como
componentes de la economía del estado.

GUSTAVO A DOLFO DE SUECIA


Las ideas de los Nassau tuvieron su aprobación definitiva durante
la Guerra de los Treinta Años en la ejecución del Gustavo Adolfo. El
Rey de Suecia, va a perfeccionar el modelo holandés, que fuera intro-
ducido en el país nórdico por Juan de Nassau.
En una época donde en todos los ejércitos la proporción de mer-
cenarios era muy elevada, el Rey de Suecia va a introducir el In-
delningsverk. Esto consistía en la obligación de cada comuna de
cumplir con una determinada cuota de soldados, los registros de
hombres capaces a partir de los 15 años los realizaban los clérigos,
mientras que los responsables del enlistamiento eran los oficiales
públicos locales. De esta manera el ejército sueco habría sido el pri-
mer ejército nacional. Por supuesto que este era el núcleo del ejército
y que en tiempo de guerra se reclutaba a extranjeros y prisioneros.
Se aplicaron con rigor los temas de instrucción y disciplina, al
punto que se dice que algunas unidades actuaban en batalla como si
estuvieran en un campo de maniobra. El perfeccionamiento en el
adiestramiento permitió reducir la profundidad de las formaciones a
sólo seis rangos y a mejorar el sistema de la contramarcha por otro
similar pero que avanzaba las líneas de tiradores en lugar de retroce-
derlas. Esto le dio a la infantería sueca un mayor poder ofensivo que
se veía reforzado por el empleo de los famosos cañones de cuero.
La infantería sueca se formaba en unidades de 500 hombres lla-
madas escuadrón, tres de éstas unidades se integraban en una brigada
que tenía carácter permanente. Un tercio de los soldados cargaba
picas y el resto mosquetes. La formación del ejército sueco se plantea
más lineal, menos profunda y por doctrina emplea ofensivamente el
fuego para luego lanzarse al ataque.
En cuanto a la caballería se la organizaba en subunidades de 50 a
150 hombres y en regimientos de entre 300 y 1.000 jinetes. Se había
especializado y presentaba cuatro tipos: los coraceros, los arcabuceros
montados, los dragones y la caballería ligera representada entre otros
FUEGO Y MANIOBRA 129

por los húsares húngaros. Gustavo Adolfo renegó del empleo de la


caracola e impulsó el uso del choque sable en mano, formando la
caballería en tres rangos de profundidad. Después de la batalla de
Lützen prácticamente todos los ejércitos abandonaron la caracola y
empleo del fuego desde la montura.
Con la creación de la brigada Gustavo Adolfo completó la organi-
zación táctica de su ejército. Tres escuadrones formaban una brigada
que tenía carácter de unidad permanente con una jerarquía propia.
Estas brigadas mandadas por un coronel son el antecedente directo
de los regimientos. Reforzó los comandos tácticos estableciendo la
plantilla en un coronel, un teniente coronel –jefe de escuadrón-, un
Cuartel Maestre Jefe, dos capellanes, dos jueces, cuatro cirujanos,
cuatro prebostes, y algunos secretarios. El alto comando sueco repro-
ducía el esquema regimental con un Cuartel Maestre General y con
el agregado de jefes de armas, entre ellos Torstenson, Jefe de Artille-
ría y Franz von Traytor, Jefe de Ingenieros. Con esta estructura, muy
similar en sus líneas básicas a la de los tiempos de César o Alejandro,
Gustavo Adolfo comandó un ejército de más de 180.000 hombres, sin
embargo, nunca pudo reunir en una batalla a más de 40.000 como en
Breitenfeld en 1631. La deficiencia no es sólo imputable al rey de
Suecia, todos sus aliados y enemigos sufrían la misma limitación de-
bido a la carencia de redes camineras adecuadas, sistemas de abaste-
cimiento eficientes y provisiones suficientes. Los ejércitos numerosos
son costosos y más si no se puede ejercer sobre ellos un control total.
130 JORGE ARIEL VIGO
FUEGO Y MANIOBRA 131

L UIS XIV
Cuando Luis XIV accedió al trono en 1661 debió hacerse cargo
de un ejército que se hallaba en transición en cuanto a la reducción
de mercenarios al servicio de Francia, pero que además no estaba
realmente bajo el control del Rey. Su verdadero comandante era el
Duque d´Epernon Coronel General de Infantería, quien entre otras
cosas determinaba los destinos de los oficiales. Cuando el duque
murió Luis aprovechó y se hizo cargo del mando del ejército.
Existían en Francia numerosas tropas regionales a disposición de
los gobernadores pero mantenidas por el Rey; Luis decidió cortar su
financiamiento y disponer de guarniciones reales en los lugares real-
mente necesarios y bajo mando centralizado en la corona..
Uno de los problemas del ejército era la corrupción y la falta de
determinación en la uniformidad de organización, armamento, ropas y
soldadas que eran solventadas con el tesoro real. El primer paso fue la
designación de un Ministro de Guerra llamado Michel Le Tellier,
quien fuera sucedido por su hijo el Marqués de Louvois, ambos bri-
llantes sirvientes del Rey.
Se crearon Comisionados de Guerra e Intendentes de Ejército
quienes realizaban inspecciones en busca de controlar el empleo de
los recursos centrados ahora en el Ministerio de Guerra. Las irregula-
ridades encontradas se resolvían con la expulsión de los responsables
del ejército.
A partir de allí con los recursos financieros centralizados se co-
menzó la tarea de uniformar a las unidades, estandarizar su armamen-
to, regularizar el pago y establecer un sistema de rangos militares que
fuese ajeno a las jerarquías de la nobleza. Esto último trajo algunos
inconvenientes pues los nobles no se avinieron con facilidad a las
discrepancias entre las dos categorizaciones. De todas formas el sis-
tema comenzó a funcionar y hacerse eficaz cuando las designaciones
de oficiales de centralizaron en Versalles lo que daba cierta garantía
de equidad además de ser una imposición del Rey. Se otorgó mucha
importancia a la instrucción de las tropas obligando a los oficiales a
participar de los ejercicios. A estos últimos además se los presionó a
través de privilegiar la competencia, a estudiar la teoría militar del
momento, lo que hizo que pronto los oficiales abandonaran las con-
versaciones cortesanas para volcarse a la plática profesional. Aunque
la nobleza continuaba disfrutando de privilegios en la obtención de
132 JORGE ARIEL VIGO

cargos de oficiales a través de su compra, desde 1661 los grados de


Mayor y Teniente Coronel se obtenían solamente por mérito, lo
mismo que el de Brigadier creado en 1667.
La mejor administración del ejército y sus recursos le permitió a
Luis XIV disponer de una fuerza que llegó a alcanzar los 420.000
hombres durante la Guerra de los Nueve Años, un número descono-
cido desde la época del Imperio Romano y que no se volvería a ver
hasta las Guerras Napoleónicas.
Para comienzos del siglo XVIII los batallones de infantería se
constituían de 12 compañías de línea y una de granaderos, teniendo
cada una de ellas unos 50 hombres. Desde fines de la Guerra de los
Treinta Años estas unidades se componían por mitades de piqueros y
mosqueteros formados en ocho rangos de profundidad. En abril
de1653 los piqueros fueron reducidos a un tercio y en 1667 comenza-
ron a desaparecer gracias a la invención de la bayoneta por el Coronel
Martinet. Esta primera bayoneta se armaba fijándola al tubo del mos-
quete lo que impedía dispararlo; pocos años después el General Vau-
ban inventó la bayoneta moderna lo que significó el fin de la pica que
para el 1700 prácticamente había desaparecido de los ejércitos euro-
peos. Los batallones que se habían reducido a seis rangos, con esta
invención se podían formar ahora en sólo tres. Esta formación exten-
dió nuevamente el frente de los ejércitos en batalla, ahora con la clara
intención de evitar el flanqueo.
La caballería se organizaba en escuadrones de 200 hombres divi-
didos en tres compañías que eran comandadas por un Capitán, un
Teniente y un Cornet que desde 1684 recibió la designación oficial
de Subteniente. La caballería se componía de húsares, dragones y
carabineros. Dentro de la Maison du Roi se contaban los Gardes du
Corps, los Mousquetaires de la Garde, los Garde Francaises, los Gar-
des Suisses, los Gendarmes de la Garde, los Chevaux – Legers de la
Garde y los Grenadiers a Cheval de la Garde creados en diciembre
1676.
La artillería francesa que había sido estandarizada por última vez
en 1572, fue regularizada en 1666 en los calibres de cuatro, ocho, 12,
24 y 33 libras.
Este poderoso ejército contaba para su aprovisionamiento con el
llamado sistema de depósitos que le permitía salir de su emplaza-
miento original y cubrir las primeras etapas de marcha bien abasteci-
do para comenzar luego a vivir del terreno enemigo. Contó además
Luis XIV con un brillante ingeniero militar llamado Sebastien Le
Preste, Señor de Vauban. Elevado al rango de Mariscal en 1703 con-
FUEGO Y MANIOBRA 133

dujo 53 sitios, construyó 33 fortalezas y mejoró otras 300. Sus ideas y


diseños respecto de fortificaciones y sitios se mantuvieron vigentes
hasta el siglo XIX.
El más formidable enemigo que enfrentó Luis XIV fue el ejército
inglés al mando de John Churchill, Duque de Marlborough durante la
Guerra de la Sucesión Española.

L A GUERRA A PRINCIPIOS DEL S IGLO


XVIII
Después de la Guerra de los Treinta Años se inicia un período
conocido como el de la Guerra Limitada. El horror y la devastación
que ese conflicto produjeron generó un fuerte rechazo hacia la guerra
que continuó operando bajo el exclusivo designio del Rey con objeti-
vos reducidos. Esto mantuvo la calidad de los soldados, pues se trata-
ba mayormente de profesionales voluntarios o de mercenarios, pero
también obligó a endurecer la disciplina para mantener una cohesión
que poco tenía de patriótica. Curiosamente la ausencia del ciudadano
común en el ejército favoreció la continuidad de los nobles al mando
de las tropas, pues durante algún tiempo evitó los roces entre la aris-
tocracia y el resto de la población. Esta situación general hizo que el
número de soldados en campaña fuese reducido aunque los ejércitos
contasen con cientos de miles en servicio. La doctrina militar que
surgió de la combinación de estos elementos se aplicó desde la Paz de
Ryswick (1697) hasta las guerras de la Revolución Francesa, sin adop-
tar mayores cambios con excepción de las nuevas teorías de 1720 y el
comienzo de su aplicación oficial a partir de 1750.
El racionalismo asentó en el campo militar las virtudes de la mo-
deración, la racionalidad y la tolerancia; virtudes que los abusos de la
Guerra de los Treinta Años ayudaron a cimentar por el rechazo del
exceso y el uso desmedido e inútil de la violencia.
Estos abusos en la Guerra de los Treinta Años, junto con la de-
cepción que significó la transfiguración del conflicto religioso en una
contienda de intereses reales, generó además una cierta repulsión del
común de la gente hacia la actividad militar. Por otra parte los sobera-
nos tenían muy vívidos recuerdos de lo que ocurría cuando los ejérci-
tos se desbocaban.
Las virtudes de la razón y la opinión popular pusieron a los mo-
narcas absolutistas en la situación de limitar el tamaño de las fuerzas;
134 JORGE ARIEL VIGO

estilo que ya era habitual en el conflicto mencionado por razones


económicas, que el mercantilismo de Colbert vino a reforzar. De allí
que los ejércitos de esta guerra limitada sean relativamente pequeños
con un promedio de 30.000 a 40.000 hombres, alcanzando un máximo
de 100.000 hacia mediados del siglo XVIII.
Los ejércitos resultaban costosos en dos sentidos, tanto en el mo-
netario como en el tiempo que se requería para entrenar un recluta y
convertirlo en un soldado eficaz.
El número de efectivos estaba limitado también por el pobre ni-
vel tecnológico de la agricultura de la época, en razón de la cantidad
de alimento que podía cosecharse y ponerse con seguridad y eficacia
a disposición de una fuerza armada.
Pero los límites de los ejércitos no alcanzan sólo a su número,
también su movilidad se encuentra limitada y dos factores principales
actúan de coto.
Por un lado los caminos de la época tienen un estado lamentable,
dificultando el tránsito de todo tipo de unidades militares. Ello así
teniendo en cuenta que cada unidad, cualquiera fuera su especiali-
dad, cuenta con un tren de carros que transporta las carpas de campa-
ña, los víveres de consumo inmediato y las municiones de reserva. Un
regimiento prusiano, dentro del ejército más frugal y controlado de la
época, requería de 60 tiros de caballos solamente para transportar el
equipo de tiendas. El estado de los caminos resulta aún más grave en
el caso de la artillería y los ingenieros cuyos equipos más pesados que
los del resto del ejército se ven terriblemente limitados por la falta de
firmeza de las calzadas.
La otra limitación la constituye el sistema logístico establecido
por el Ministro de Guerra de Luis XIV, Louvois. Estableció un sis-
tema de depósitos repartidos sobre los territorios de Francia alrededor
de los cuales se convocaban las unidades que formarían parte del
ejército de operaciones para ser abastecidas y equipadas. Si bien el
sistema resultó óptimo en cuanto al avituallamiento de las tropas,
resultó una seria limitación operativa; los ejércitos no podían operar
efectivamente a más de unos 80 a 120 kilómetros del depósito más
cercano. A modo de ejemplo podemos decir que para abastecer una
fuerza de 50.000 hombres a una distancia de 25 kilómetros de su
depósito, se requería de 100 carromatos diarios y de marchas de 5 a 7
días.
A todo ello debemos agregar que los procedimientos de acampa-
do eran tan rígidos y protocolares que un ejército sólo disponía de
unas cinco horas diarias para desplazarse de un lugar a otro y era raro
FUEGO Y MANIOBRA 135

que se mantuviese en movimiento por más de cuatro días seguidos


sin hacer alto para un descanso prolongado.
Estos ejércitos de volumen reducido y limitada capacidad de
desplazamiento operativo se enfrentaban a un enemigo particular que
restringía aún más su libertad de acción: el tiempo. Las condiciones
meteorológicas se sufrían de tal forma que una pequeña lluvia podía
transformar los malogrados caminos en lodazales y los campos de
batalla en peligrosas y mortales trampas tácticas; de igual modo una
lluvia fuerte o una nevada ponían fuera de combate todas las armas
de fuego. Esto llevó a considerar militarmente útiles sólo los seis
meses de verano y primavera, permaneciendo en cuarteles de invier-
no las tropas durante el resto del año.
Hasta aquí contamos con ejércitos relativamente pequeños bien
equipados y alimentados, de lento desplazamiento y mediano alcan-
ce, operativos en campañas que no podían exceder los seis meses.
La participación popular en las luchas depende de las necesida-
des económicas y esto influye en el reclutamiento. Aunque la mayoría
de los estados continentales tienen normas de conscripción, las consi-
deraciones financieras hacen que se evite el reclutamiento de ele-
mentos productivos o contribuyentes de impuestos, lo que lleva a que
el contingente de soldados se integre con las clases que social y eco-
nómicamente tengan menos valor: desocupados, labriegos pobres,
vagabundos, criminales y extranjeros reclutados dentro o fuera del
país donde algunas naciones tienen agentes permanentes de recluta.
Es interesante apreciar la vigencia de las ideas de Richelieu al respec-
to.
De este modo los reyes hacen “sus” guerras gastando poco, cal-
culando cada inversión y con un limitado número de personas, moles-
tando poco a sus súbditos; así obtienen el doble efecto de “ahorrar”
población por razones humanitarias y en razón de mantener intacta la
base de contribuyentes impositivos.
Una evolución particular que sufrió la guerra fue que el incre-
mento de las armas de fuego y cierta equiparación doctrinaria en su
empleo volviera a estancar el desarrollo del arte de la guerra y del
mismo modo que en la época de la caballería medieval, la igualdad de
potencia hizo que se rehuyera la batalla campal y que los comandan-
tes se inclinasen más por los sitios.
En un tiempo donde el racionalismo estaba en auge también se
intentó regular la guerra y en el campo táctico los sitios se pautaban
con rendiciones a plazo acordadas entre caballeros. Aunque esta rigi-
dez casi reglamentaria regía para todos los ejércitos, hubo brillante
136 JORGE ARIEL VIGO

comandantes que pudieron sobreponerse a ella y librar batallas que


constituyen hoy piezas de estudio del arte de la guerra.
Para la época aunque no existía una regularidad doctrinaria en el
empleo de la infantería había cinco maniobras principales que un
batallón podía cumplir. La primera consistía en avanzar hacia el ene-
migo realizando descargas entre los 250 y los 60 metros. La segunda
era el fuego estático realizado entre los batallones a 60 metros de
distancia o menos en la espera que uno de ellos se quebrase. En ter-
cer lugar la actitud a tomar luego del fuego estático, avanzar o retirar-
se. En cuarto las acciones defensivas contra la caballería y en quinto
el empleo de defensas y fortificaciones en el terreno.
En Francia la infantería, especialmente a partir del empleo de la
bayoneta, no se daba gran importancia al combate por el fuego, antes
bien lo consideraban un procedimiento previo al asalto. Era precisa-
mente en el choque donde fincaba su principal virtud táctica.
Para el ataque la infantería fijaba bayonetas y marchaba hasta la
posición del asalto, desde allí la primera línea avanzaba acompañada
en general por la caballería preparada espada en mano. La segunda
línea marchaba luego tratando de conservar una distancia de apoyo
con la primera, pero la ausencia del empleo del paso en cadencia
hacía que esa distancia no siempre fuera efectiva y que en ocasiones
la primera línea quedase sola. Los soldados marchaban en silencio, el
coronel era el único autorizado a hablar y la música estaba prohibida.
Cuando se alcanzaba la distancia de disparo con el enemigo se orde-
naba acelerar la marcha para reducir el tiempo de exposición al fuego.
Estaba prohibido también el empleo del fuego propio en el ataque.
El combate se resolvía de dos maneras o el fuego defensor era lo
suficientemente potente como para rechazar el asalto, o los nervios de
los soldados eran lo necesariamente débiles como para desbandarse
ante la acometida. Muy rara vez se llegaba a un combate cuerpo a
cuerpo prolongado en una carga a la bayoneta. Los oficiales franceses
estaban instruidos para explotar cualquier penetración en el dispositi-
vo enemigo, la mitad de las fuerzas atacantes se empleaban para con-
tener cualquier contraataque mientras la otra mitad se lanzaba contra
los flancos abiertos de la brecha.
Los británicos por su parte preferían el combate por el fuego. Sus
batallones avanzaban hasta unos 100 pasos del enemigo donde se
ordenaba el fuego por pelotones. A diferencia de los franceses que
formaban en cuatro líneas que disparaban en salvas, los ingleses frac-
cionaban sus fuegos por pelotones de manera de darle un ritmo cons-
tante de disparos a su ataque. Se buscaba obligar al enemigo a huir
FUEGO Y MANIOBRA 137

por el desgaste y su exposición a las balas. En caso de encontrar sín-


tomas de desbande el batallón se lanzaba al ataque. Estos dos mode-
los predominaban en Europa. El francés era seguido por bávaros y
suecos mientras que el inglés era empleado por prusianos y holande-
ses.
En cuanto a la caballería no se denota el empleo de ninguna doc-
trina oficial, por lo general se emplea la carga sable en mano y las
armas de fuego se reservan para la defensa o la contracarga. Su princi-
pal misión es derrotar a la caballería enemiga. Subsiste aún la discu-
sión del empleo del arma blanca para atravesar o cortar.
La artillería, aunque móvil sigue siendo pesada y difícil de trans-
portar por los malos caminos europeos. Su función en el campo de
batalla es la defensa de la línea del ejército y de ser posible el fuego
de contrabatería o sobre las unidades de caballería e infantería ene-
migas. Se la emplea dispersa en el dispositivo del ejército, aunque el
Mariscal de Luxemburgo abogaba por su utilización en baterías masi-
vas. El mayor problema de la artillería es la disposición de suficientes
caballos para el traslado.

L OS INICIOS DE LA TÁCTICA
MODERNA
La aparición de la pólvora dio inicio a cambios en la forma de ha-
cer la guerra que no alcanzaron estabilidad hasta ya iniciado el siglo
XVIII.
La introducción de cañones había obligado primero al cambio de
la arquitectura militar haciendo desaparecer las paredes verticales
para reemplazarlas por glacis, fosos salientes y bastiones. Estos cam-
bios tuvieron impacto en el costo de las fortificaciones, no sólo por la
necesaria reconstrucción sino por su equipamiento en artillería. Del
mismo modo al hacerse más compleja la defensa requirió mecanismos
de sitio también más sofisticados que precisaban de ejércitos nume-
rosos para su ejecución.
Los cañones habían mejorado, se hicieron más móviles y livianos,
aunque todavía no disponían de una movilidad táctica dentro del
campo de batalla.
Por su parte la caballería abandonó su aspecto medieval indivi-
dualista. Se integraba ahora en unidades de combate con funciones
específicas de empleo y armada con sables, pistolas y mosquetes,
138 JORGE ARIEL VIGO

desechando prácticamente toda su armadura y el uso de la lanza pe-


sada tradicional.
La infantería va a marcar el cambio más fundamental en el perío-
do y en su historia. Desde la antigüedad hemos observado que la
ventaja táctica de batalla estaba unida a un tipo de organización en
particular, así las formaciones persas sucumbieron ante la Falange
Griega, la Falange Griega tuvo que ceder paso a la Legión Romana.
La Legión debilitada estructuralmente fue superada por el empleo
de la caballería pesada; ésta perdió protagonismo frente a los cuadros
suizos los que a su vez cedieron frente a los tercios, que se vieron
desplazados por los batallones holandeses y las brigadas suecas. A
partir de la última mitad del siglo XVII vamos a apreciar que la orga-
nización tipo batallón conjuntamente con sus ideas de disciplina e
instrucción va a ser adoptada por todos los estados europeos. Mientras
que Gustavo Adolfo vencerá a las tropas imperiales por el empleo de
las capacidades tácticas de sus brigadas que aventajaban a los tercios.
Marlborough, Eugenio de Saboya y Villars, combatirán con organiza-
ciones tácticas estructuralmente iguales a las que ellos como coman-
dantes deberán emplear de modo que sus capacidades tácticas
resulten más provechosas.
Este evento es fundamental pues indica un progreso hacia la es-
tabilidad táctica básica de empleo y abrirá el campo para que pensa-
dores y conductores militares elaboren acciones tácticas,
operacionales y estratégicas superiores. Para comprender la importan-
cia de este evento debemos apreciar que en cuanto a la tarea de con-
ducción Alejandro, Cesar, Belisario o Gustavo Adolfo sufrían las
mismas limitaciones y gozaban de las mismas ventajas; todos ellos
estaban sujetos a la labor del despliegue táctico de cada una de las
unidades de sus ejércitos en batalla y la conducción de ésta era de
táctica inferior y focalizada al sector inmediato a su mando. Ahora la
táctica de batallón y su adiestramiento resuelven los problemas tácti-
cos de despliegue, los comandantes se ocupan del posicionamiento
general del ejército atendiendo a la mejor explotación de las capaci-
dades tácticas combinadas de todas las tropas que estaban a su dispo-
sición.
Después de siglos el comandante podrá dirigir a completo sus
fuerzas en batalla, o dicho de otra manera la táctica menor estará a
cargo de los coroneles y la táctica superior a cargo de los generales, y
en breve tiempo la estrategia será la preocupación principal de los
comandantes supremos.
FUEGO Y MANIOBRA 139

Será este cambio el producto fundamental de la Revolución Mili-


tar y el que marcará el perfil de la guerra hasta nuestros días.

La Guerra en el Siglo de las Luces


La doctrina de los ejércitos encuadrados en el esquema logístico
de Louvois, eleva al grado de objetivo estratégico cada depósito y con
ello las pertinentes líneas de comunicación. Esta calificación de obje-
tivos hace que proliferen las fortificaciones y la consecuente expan-
sión de lo que se ha dado en llamar desde antiguo la “Poliorcética”, o
ciencia de la Guerra de Sitio. Para ello el siglo XVII contó con el más
brillante de los ingenieros militares, el incomparable Vauban, quien
crea un modelo de fortificación y un sistema de sitio que tendrá vi-
gencia hasta la segunda mitad del siglo XIX.
Convertidos los depósitos y las líneas de comunicaciones en los
primordiales objetivos estratégicos, encuadrados en un científico
sistema de fortificación-sitio, se genera la adopción de una estrategia
donde todo gira en torno a la defensa, agregando mayor lentitud al
desarrollo de la contienda.
Los sitios llegaron a ser tan importantes que entre 1700 y 1745 se
levantaron no menos de 46 de mayor envergadura, cifra muy alta si
calculamos que en el mismo tiempo se libraron unas veinte batallas
de importancia.
Los generales se concentran en planes estratégicos que combinan
amenazas a las líneas de comunicación enemigas y a los depósitos del
oponente, con el objeto de poner sitio a éstos y como medio de fijar el
punto de batalla. Se utilizan para ello avenidas de aproximación direc-
ta que aseguran la manifestación de la amenaza. Este modo de actuar
por ambos bandos evita el temido azar del encuentro inesperado, con
la consecuente pérdida de costoso e irreemplazable personal entrena-
do y material. Las campañas se montaban con el objetivo de manio-
brar las fuerzas hasta que el enemigo se encontrase en una posición
insostenible y aceptase capitular.
La conducción de la guerra está encuadrada en principio al cál-
culo especulativo exacto de ganancias y pérdidas, tomadas sobre la
base concreta del sitio o defensa de una posición conocida y se some-
te además a procedimientos rituales. Todo está rigurosamente en-
marcado en normas protocolares, desde el uniforme hasta las
complejas maniobras y ningún comandante - en principio - viola tales
reglas. Como ejemplo los sitios se interpretaban de la siguiente for-
140 JORGE ARIEL VIGO

ma: una vez fijadas la posiciones de sitiador y sitiado, se tomaba como


elemento básico de la victoria el relevo de la fortaleza sitiada; si ello
no ocurría dentro de un tiempo razonable el comandante de la plaza
debía aceptar capitular, hecho viable en razón que la rendición no era
considerada como un acto deshonroso, sino más bien como un resul-
tado natural del oficio. Si algún “imprudente” intentaba resistir más
allá de lo protocolarmente aceptado, las tropas sitiadoras tenían dere-
cho al saqueo. Todo ello regido por normas de procedimiento que
hacían de la guerra un vistoso espectáculo al que por otra parte asistía
mucho publico civil en calidad de mero espectador.
Los generales, presionados también por el mantenimiento de un
bajo presupuesto de costos de guerra, están más ocupados en no per-
der que en ganar; más interesados en evadir al enemigo que encon-
trarlo; todo ello bajo la vigilancia estricta del soberano que dejaba
poco lugar a la iniciativa de sus comandantes.
Las batallas se producen sólo cuando no queda otro curso de ac-
ción o cuando el general tiene claras señales de que puede fácilmente
ganar y con pocas pérdidas, dejando fuera de combate al enemigo.
Pese a la escasez de batallas, cuando éstas se producen son muy san-
grientas; en la batalla de Minden de 1759, seis batallones ingleses
victoriosos, sufrieron en conjunto un 30 por ciento de bajas.
El arte de batallar se realiza por medio de un “kit” de maniobras
destinadas a flanquear la fuerza enemiga, cuyo general había sido
instruido para hacer exactamente lo mismo.

Organización y Tácticas
Como reflejo de la estructura social de los tiempos la clase de ofi-
ciales constituye un campo que puede ser considerado como privile-
gio exclusivo de la nobleza. Se incorporaban aristócratas locales o
extranjeros, siendo comunes las transferencias entre servicios. Los
grados superiores estaban reservados a la casa gobernante y a las
grandes familias, para los grados inferiores el nacimiento poco conta-
ba; muchos oficiales pertenecían a la pequeña nobleza y se encontra-
ban también algunos miembros de la burguesía en muchos
regimientos y principalmente en los cuerpos de especialistas como la
artillería y los ingenieros. Estos cuerpos técnicos eran los únicos en
impartir un entrenamiento formal para sus oficiales; en las demás
armas los oficiales aprendían el oficio “de la boca del cañón” con la
FUEGO Y MANIOBRA 141

consecuente falta de uniformidad profesional en el cumplimiento del


servicio.
Consecuencia de las relaciones sociales y de reclutamiento la dis-
ciplina era un serio problema. Tropas integradas por individuos que
desconfiaban de sus mandos, rechazados por la sociedad, de patrias
distintas y sometidos a una vida miserable -el reducido presupuesto
afectaba la alimentación y el alojamiento de las tropas- y finalmente
reclutados coercitivamente, eran mantenidos bajo una estricta y feroz
disciplina. Los castigos físicos estaban a la orden del día, aún la pena
de muerte era un escarmiento regular para cuestiones triviales. El
control de la tropa era tan difícil que hasta estaban prohibidas las
tareas de forraje, tanto para impedir la huida como para evitar los
daños a civiles Sin embargo la deserción que en tiempo de guerra
alcanzaba proporciones escalofriantes y la necesidad de mantener una
fuerza entrenada obligaba a los comandantes a mitigar las normas
disciplinarias a efectos de mantener un buen número de combatien-
tes bajo bandera.
Las diferencias entre el cuerpo de oficiales y la tropa eran muy
pronunciadas no sólo por la forma del reclutamiento, sino que además
los sangrientos abusos cometidos durante la Guerra de los Treinta
Años y el aprovechamiento que los reyes habían hecho de ese conflic-
to, establecían una marcada animosidad entre las clases aristocráticas
y la populares, tanto más que los representantes de estas últimas no
eran de lo mejor de la sociedad.
En cuanto a la organización los regimientos eran permanentes y
sus efectivos constituían la fuerza central que el Rey usaba en tiem-
pos de paz para asegurar su poder y en tiempos de guerra como nú-
cleo sobre el cual se incorporaban los nuevos reclutas que no
alcanzaban a más de un tercio de cada unidad. Este sistema profesio-
nal se debe a que las maniobras de formación y el entrenamiento de
fuego eran complicadas y exigían de dos a cinco años de práctica y
disciplina para ejecutarse con la precisión que el combate exige. Esto
nos lleva a estimar al soldado entrenado como muy valioso y difícil de
obtener, lo que explica que los generales de la época prefiriesen evi-
tar los encuentros sangrientos y de dudoso resultado, aceptando el
combate sólo en condiciones favorables. Era común la ruptura de la
lucha y la retirada inesperada, y aún los comandantes victoriosos no
eran muy dados a la persecución por miedo a las bajas que podían
ocasionarse y a la pérdida del control de las tropas propias. Por otra
parte en ausencia de sentimientos nacionales o ideológicos a ningún
142 JORGE ARIEL VIGO

general se le ocurriría empeñar a sus fuerzas "hasta el último hombre",


ni proponer como objetivo la destrucción total del enemigo.
Lo complicado de la maniobra táctica hacía que las formalidades
se respetaran puntualmente, este ritualismo se extendió a todo el
procedimiento de guerra transformando la actividad en un fenómeno
rígido y predecible. Formar un ejército en batalla lleva complicadas
maniobras y mucho tiempo, téngase en cuenta que se producían fre-
cuentes detenciones durante los cambios de formación a efectos de
alinear las filas. Por ello los combates sólo tienen lugar bajo el mutuo
consentimiento de ambos comandantes.
Todo esto disminuye el ritmo de las operaciones y hace que la
guerra sea un negocio lento, formal e incruento.
En el campo táctico podemos señalar que la introducción del
mosquete puso en primera línea el poder de fuego como factor de
combate, sin embargo su incidencia en la lucha depende de la forma
que se dé a su uso. Así los Ingleses entrenando a sus tropas en el tiro
por grupos obtenían mejores resultados que los países que practica-
ban el tiro por línea, compañía o batallón completo, como era el caso
de Francia y sus aliados. Generalmente con sólo el poder de fuego se
podía obtener un resultado favorable, manteniendo al enemigo bajo
presión hasta quebrar su resistencia. Rara vez en combate se llega a la
lucha cuerpo a cuerpo por lo que la bayoneta tardó un tiempo en
asentarse en el campo de batalla, aunque esto de manera muy irre-
gular.
La aparición de la bayoneta que permite el tiro desplazará total-
mente a la pica. Los Franceses fueron los más reacios a incorporar
este armamento y conservaron las picas más tiempo que ninguno, aún
cuando la mayoría de los ejércitos occidentales las habían descartado
para 1703. Los Suecos y Rusos aún las usaban durante la época de
Poltava en 1709 pero los piqueros apenas alcanzaban el 20 por ciento
de las tropas de infantería. Esta actitud hacia las picas hizo que los
Franceses conservaran por más tiempo las formaciones profundas. La
bayoneta libera al mosquetero de la protección del piquero contra la
caballería, dando a la infantería mayor movilidad.
Las nuevas armas permitieron el desarrollo de nuevas tácticas y
formaciones. El estilo profundo y compacto de la falange o el tercio
no podían sobrevivir a la potencia de fuego de los mosquetes y a la
desaparición de la pica. En su reemplazo comienzan a aparecer for-
maciones lineales y poco profundas, de entre tres y seis líneas y se
desarrolla la táctica del cuadro para contrarrestar a la caballería.
FUEGO Y MANIOBRA 143

Los escuadrones combaten por el fuego y por el choque, según la


doctrina de cada país. Los jinetes van armados de sable, pistola y
carabina y todavía utilizan cierta protección de metal, que con el pro-
greso del siglo se abandonará por obsoleta.
En términos generales los ejércitos forman en batalla en dos lí-
neas paralelas separadas entre sí por 150 ó 200 pasos, con sus escua-
drones de caballería en los flancos. La artillería principal trata de ser
colocada en algún lugar ventajoso, ya que por su peso e poca movili-
dad raramente se desplaza durante el combate; los cañones regimen-
tales se intercalan entre los batallones.
Finalmente aparece una estructura primitiva alrededor del co-
mandante en jefe en la que comienza a dibujarse la figura del Estado
Mayor; aunque no hay funciones claramente delimitadas y en muchos
casos los oficiales cumplen actividades de soporte del comando supe-
rior y retienen sus cargos como comandantes de unidades de comba-
te.

La situación en el Ejército Francés


En 1740 regía el Ejército Francés la Ordenanza Real de 1704,
modificada varias veces, con y sin la firma del Rey, sometida a las
contingencias del momento de aplicación y finalmente adecuada a las
opiniones, experiencia y preferencias de cada jefe de tropa. Esas
preferencias se dividían en dos escuelas diferentes.
Entre las guerras de la Sucesión Española y de la Sucesión Aus-
triaca sobreviene una discusión académica entre dos modelos milita-
res: el Orden Profundo y el Ordre Mince u Orden Delegado.
Los sostenedores del Ordre Mince postulaban la formación tradi-
cional de la época: el despliegue de batallones en cuatro rangos en
dos líneas paralelas, una a continuación de la otra para desarrollar una
ataque a la bayoneta.
Por su parte quienes defendían el Orden Profundo, cuyo paladín
era el Caballero de Foulard, sostenían que la fuerza de un cuerpo
reside en su espesor; proponían intercalar entre las líneas de batalla
columnas de unos seis batallones de profundidad. La idea central
consistía en que este tipo de formaciones maniobrarían mejor y fácil-
mente podrían penetrar las delgadas líneas enemigas
Mientras estas discusiones que afectaban a las formaciones de in-
fantería no encontraban una doctrina oficial que las acallara, en la
144 JORGE ARIEL VIGO

caballería la doctrina oficial estaba totalmente ausente, sin embargo


había una mayor unidad de criterios.
A principios de esta etapa del arte de la guerra la caballería desa-
rrolla una formación de combate consistente en tres líneas paralelas
separadas por unos 50 pasos que avanzan al trote hacia el enemigo
haciendo fuego sobre él, primero la línea del frente, que luego de la
descarga se divide en dos y marcha a retaguardia a formarse por detrás
de la tercera y así sucesivamente las restantes líneas. Una vez reto-
mada la formación podía: repetirse la maniobra de fuego o recibir o
lanzar una carga a espada.
La gran mayoría de los jinetes en 1730 estaba convencida del va-
lor de choque de la carga a velocidad y coincidían en que el fuego no
tenía utilidad si precediendo la carga, también la contenía. La única
controversia consistía en el uso de la espada; unos preferían utilizarla
de punta para atravesar al enemigo y otros, los más experimentados,
daban mayor importancia al filo y su capacidad de cortar, herir y po-
ner fuera de combate al enemigo, aún cuando esta técnica demanda-
ba una mayor habilidad de esgrima.
La caballería carga en tres líneas, salvo la Maison du Roi y Les
Carabiniers que lo hacen en dos, en razón de su reducido número.
Los franceses confiaban además en que la fuerza de la carga provenía
del peso del caballo; lo que no evaluaban era que también traía de-
sorden.
Fuera de estas consideraciones no existe ninguna uniformidad
entre los regimientos de caballería en cuanto a la maniobra y el co-
mando.
La artillería carece también de una regla táctica o de maniobra.
Todas las piezas resultan pesadas e incómodas para su traslado. Las
de menor calibre se colocan entre los batallones para aumentar el
poder de fuego de éstos. Las más pesadas tratan de instalarse en posi-
ciones dominantes desde las cuales poder tomar de enfilada a las
tropas enemigas.

Las Ideas de Maurice de Saxe47


Maurice de Saxe se educó en el arte de la guerra bajo las normas
que surgieron de la combinación del racionalismo del siglo XVII, las
secuelas de la Guerra de los Treinta Años (1618-1648), el mercanti-

47 Se suele traducir como Mauricio de Sajonia


FUEGO Y MANIOBRA 145

lismo de Colbert, las innovaciones de Vauban y Louvois apoyadas por


Luis XIV y el auge del absolutismo.
Las propuestas que surgen principalmente de “Mes Rêveries”
proponen un modelo militar diferente, que el propio Maurice califica
de ideal sin dejar de repetir que es un modelo posible, de hecho sus
ideas provocan cambios en el ejército francés, como más adelante
veremos.
En primer lugar Maurice descree de la forma de reclutamiento de
su tiempo, proponiendo en su lugar la prestación de servicios milita-
res para toda la población en general, sin las excepciones sociales
toleradas en la época. Respecto de este punto no se formula ninguna
proposición en cuanto a la incidencia económica que ello implica. El
servicio propuesto debía extenderse por un período de cinco años.
Le asigna a la maniobra la meta de desmoralizar al enemigo antes
de llegar a la batalla, que si no puede ser evitada debe ser ejecutada
con la mayor astucia y à outrance. Como vemos conserva el estilo
operacional evasivo, pero encara francamente la ejecución de la bata-
lla como una prioridad expectable y no como un objeto que debe ser
evitado. Este cambio de criterio es un primer paso hacia una estrate-
gia de fondo defensivo, pero con la expectativa de poder explotar
cualquier situación ventajosa de carácter ofensivo.
El entrenamiento principal del soldado debe recaer sobre la prác-
tica de marcha. Maurice rescata el paso cadenciado del tiempo de los
romanos y en desuso a principios del siglo XVIII. Esta ausencia de
cadencia provocaba serios inconvenientes y retrasos que podían deri-
var en un desastre. Las formaciones al cambiar de frente o disposición
se alargaban o encogían según el paso libre de los soldados trayendo
dos consecuencias: la necesidad de detenerse y reordenar las filas
constantemente con la consiguiente complicación y derroche de
tiempo y el perjuicio sobre la coordinación de la maniobra y en gene-
ral de la batalla.
Esta propuesta del paso cadenciado parece ser una necesidad no-
toria en esos tiempos. En 1730 Leopoldo I de Anhalt-Dessau intro-
duce la marcha en cadencia logrando que la infantería maniobre en
orden cerrado con cambios de formación columna-línea más rápidos,
sin necesidad de abrir y cerrar las filas. No hemos encontrado eviden-
cia de que la idea haya sido obtenida de las propuestas de Maurice;
no se conocen tratos personales entre ambos personajes y por otra
parte, “Mes Rêveries” fueron publicadas recién en 1757. Sin embargo
ello no enerva la fuerza de la razón y el acierto de la propuesta de de
Saxe.
146 JORGE ARIEL VIGO

Respecto de sus observaciones sobre el uso del fuego de mosque-


tería debemos formular algunas aclaraciones.
Los franceses efectuaban sus descargas por filas, por descarga ge-
neral, por filas en la defensa de un obstáculo o individualmente en
atrincheramientos. El fuego en los dos últimos casos no merecía nin-
guna observación, el infante se encontraba protegido mientras recar-
gaba. Sin embargo en los primeros casos después de la descarga el
batallón se encontraba sin tiros en razón que las líneas no se inter-
cambiaban, dejando a la primera línea sin protección al recargar,
mientras las tres líneas restantes nada hacían. Esto provocó que los
batallones de Guardias franceses tuviesen estrictas órdenes de no
hacer fuego antes que el enemigo.
A raíz de todo ello el fuego de mosquetería no era la forma de
ataque preferida en Francia, ni tampoco la de Maurice.
De Saxe sostiene que el tiro de infantería se debe reservar para
cuando no sea posible entablar la lucha cuerpo a cuerpo, por ejemplo
contra tropas atrincheradas y en ese caso debe ser hecho a voluntad,
cada soldado dispara sin órdenes.
Debido a esta desconfianza en el fuego como elemento de ata-
que, propone la construcción de reductos cada 300 metros y por de-
lante de la línea del frente, con el objeto de romper el impulso del
asalto de la infantería enemiga. Este modelo inspirado en el desplie-
gue ruso durante la batalla de Poltava en 1709, es el que pondrá en
práctica en la batalla de Fontenoy en 1745.
Para Maurice los planes del general en jefe deben ser trazados an-
tes de la batalla y las órdenes cursadas al principio de ésta. Una vez
trabada la lucha el comandante debe desplazarse por el campo de
batalla en busca de los puntos críticos del combate, tomando el man-
do de las tropas a su disposición para corregir, enfrentar o aprovechar
la situación.
Maurice postulaba organizar a la infantería en Legiones de cuatro
regimientos; cada regimiento se componía de cuatro Centurias de
infantería, una Media Centuria de infantería ligera, una Media Cen-
turia de caballería de 70 jinetes y de cuatro amusettes.
Cada Centuria de infantería estaba compuesta por 184 hombres y
los autores postulan dos versiones acerca de como formaban.
Una interpretación señala que los 184 hombres formaban en ocho
filas las 1ª, 2ª, 5ª y 6ª armadas con mosquetes, las restantes con picas.
La otra dice que la formación tenía sólo cuatro filas, las dos pri-
meras con mosquetes y las dos traseras con medias picas.
FUEGO Y MANIOBRA 147

La segunda versión tiene asidero en razón de que la profundidad


de cuatro filas coincide con las regulaciones del ejército francés de la
época y con la escuela del Ordre Mincé que en líneas generales fue
usado con más regularidad. El argumento en favor de la primera está
dado en que Francia conservó formaciones de seis rangos de profun-
didad de la época de Turenne, mientras mantuvo la pica como arma
regular.
Se ha tratado de utilizar la amistad entre de Saxe y de Folard para
decir que ello habría influido en Maurice sobre la elección de una
formación profunda, sin embrago éste criticaba la idea de Folard.
Pese a esa amistad Maurice pensaba que la columna de ataque sería
demasiado profunda para que pudiese maniobrar con la facilidad que
Folard le asignaba, teniendo en cuenta que las filas tienden a mez-
clarse durante los movimientos. Sostenía que la fuerza de choque
provenía de un número hábil de filas y no de un desmedido amonto-
namiento de ellas; sólo una cantidad de hombres puede entrar en
contacto con el enemigo y también un número determinado puede
reemplazarlos. La columna profunda se apoya en la teoría del reem-
plazo de un hombre caído por el que le sigue ad infinitum.
Nos inclinamos por la segunda versión como organización y for-
mación clásica de la Legión. La primera interpretación debe referirse
a la formación de marcha donde una Centuria forma detrás de otra,
obteniéndose así la alternancia de mosquetes y picas, o a la máxima
formación en orden profundo que Maurice toleraba, esto es ocho filas.
Por otra parte esa sucesión de filas alternadas pone en desuso a la 5ª y
6ª de mosqueteros que no tendrían un blanco sobre el cual hacer
fuego; además recordemos que la poca fe sobre el poder de fuego
surge de la falta de protección en la recarga, no del fuego efectivo, por
lo que no habría motivo para “esconder” esas filas. Otro argumento
estaría dado por el sistema de reductos que necesitarían de una po-
tente línea de fuego detrás para explotar el éxito de la ruptura del
asalto enemigo.
Más allá de estas consideraciones lo destacable de esta “Legión”
es que Maurice crea el modelo de estructura de los Cuerpos de Ejér-
cito de Napoleón, donde las armas se reúnen bajo un solo mando para
su aplicación integrada en el campo de batalla.
Esta persistencia en el uso de la pica, aún para 1732 cuando fue
escrita se debe a dos causas: primero la desconfianza hacia el fuego
como lo señalamos antes y segundo debido a que Francia fue la últi-
ma nación en aceptar e incorporar la bayoneta.
148 JORGE ARIEL VIGO

La Media Centuria de infantería ligera se dispersaba en un área


entre 60 y 120 metros al frente de la Legión batiendo con fuego a
voluntad al enemigo a partir de los 200 metros. Este uso también es
un modelo del empleo que se dará en las Guerras Napoleónicas a la
infantería ligera.
La misión de la caballería es la persecución de enemigo batido
por la infantería ligera. Como vemos la prioridad de Maurice es debi-
litar y quebrar al enemigo antes de comprometer el cuerpo principal
de sus fuerzas.
En cuanto a las amusettes la innovación es de alta tecnología para
su época. Esta arma es una especie de fusil-cañón de retrocarga mon-
tado sobre un afuste ligero y atendido por dos sirvientes de pieza. El
reclamo por la utilización de armas de retrocarga es constante en
Maurice, su requerimiento apuntaba a conseguir que un soldado
echado cuerpo a tierra pudiese cargar su arma con facilidad. Esa vi-
sión no se haría realidad hasta la Guerra Franco Prusiana.
En cuanto a la conducción sostenía que la guerra debe hacerse
con seriedad y planearse meticulosamente; no debe dejarse nada al
azar, al menos nada que pueda preverse. El comandante debe crear
las oportunidades y no esperarlas.
Introduce la movilidad como arma fundamental del ejército, “lo
principal depende de las piernas, no de los brazos”, un contraste no-
table con la guerra de su tiempo. Lo mismo que la idea de la búsque-
da del punto débil y crítico de quiebre del equilibrio enemigo y la
persecución hasta su destrucción.
Proponía la explotación de los accidentes del terreno, los que pre-
fería a las fortalezas creadas por el hombre. Este criterio implica
abandonar la idea de la predeterminación de movimientos de la gue-
rra limitada y enfrentar al enemigo en terrenos no elegidos de ante-
mano y en lugares inesperados. Lo que coincide con las críticas que
formulaba al sistema de convenciones protocolares antes de la lucha.
En cuanto al tamaño de los ejércitos entendía que dependía de la
movilidad y que debía establecerse un equilibrio entre la fuerza efec-
tiva y la capacidad de desplazamiento. Este equilibrio lo hallaba en el
número de 46.000 hombres. “Las batallas no las ganan los ejércitos
grandes, sino los buenos”.
Para Maurice, Gustavo Adolfo de Suecia fue el último innovador
en el arte de la guerra, a partir de él todo había declinado.
Tenía un claro conocimiento del factor moral y entendía muy
bien el delicado balance entre la voluntad de avanzar y el instinto de
huir. Proponía el uso de bandas militares, escudos regimentales, ban-
FUEGO Y MANIOBRA 149

deras y que los regimientos tuviesen nombres propios que permane-


ciesen en el tiempo y que ello no dependiese del coronel al mando.
Con igual sentido proponía la promoción estricta por méritos. (“Car-
rière ouverte aux telents”. Napoleón)
Maurice de Saxe fue sin lugar a dudas un valiosísimo pensador
militar y un innovador, que aunque no logró que sus contemporáneos
aceptaran completamente sus ideas, legó un poderoso arsenal concep-
tual a Francia que ésta sabría explotar muy bien a partir de la Revolu-
ción Francesa. Bien merecido tiene el mote de “Mariscal Prodigioso”.

El Ejército Francés después de Maurice


Después de la Guerra de la Sucesión Austriaca es evidente que
las tácticas y el entrenamiento utilizado por Francia son inadecuados
y obsoletos, por ello se encarga al Ministerio de Guerra el estudio de
los métodos prusianos para su eventual adaptación.
En 1749 en presencia de Maurice, pelotones extraídos de gran
número de diferentes regimientos son entrenados en el Hôtel des
Invalides en las prácticas de la marcha en cadencia, el fuego por pelo-
tones y el comando de una fuerza de movimiento acompasado.
El 3 de mayo de 1750 estos ejercicios son presentados a su majes-
tad el Rey Luis XV en el campo de Sablons por los Guardias France-
ses y los Guardias Suizos.
Por decreto del 7 de mayo de 1750 se hacen obligatorias las nue-
vas maniobras y métodos de instrucción. El fuego se realiza por filas,
pelotones o a voluntad.
En los años siguientes la influencia de las ideas de de Saxe y
Foulard pesan más que la inspiración prusiana. Por reglamento del 6
de mayo de 1755 los batallones forman en tres líneas y hace su apari-
ción una nueva formación: la Columna de Ataque, formada por dos
batallones paralelos entre sí y perpendiculares al enemigo, con un
pelotón de frente cada uno.
Maurice de Saxe siembra las ideas de renovación del arte de la
guerra que sólo darán sus frutos con la Revolución Francesa y florece-
rán bajo Napoleón.
Es notable el contraste entre los métodos de guerra de su tiempo
y sus propias propuestas. Hay en ellas una rebelión de la razón contra
la razón creadora de la “Guerra Limitada”.
La velocidad de movimientos, el desgaste previo a la batalla, la
búsqueda del punto crítico, la explotación de las debilidades enemi-
gas, el aprovechamiento del terreno y la persecución, son conceptos
150 JORGE ARIEL VIGO

que Maurice ha rescatado y nos ha legado. A su tiempo otorgaron a la


guerra el carácter de asunto serio para una nación, abandonando el
aspecto protocolar y rígido que por entonces tenía.
En las ideas de de Saxe están la organización de Carnot y los
triunfos de Napoleón.

F EDERICO EL GRANDE
Federico II de Prusia accedió al trono en 1740 después de haber
servido 8 años en el ejército, por lo que conocía de los problemas
castrenses y había recibido una más que adecuada preparación militar
bajo la guía del Príncipe Leopoldo Dessau.
La infantería prusiana estaba constituida por regimientos de
mosqueteros que integraban 1.700 hombres en dos batallones. Cada
batallón comprendía seis compañías y una más de granaderos. En
combate se solían crear batallones de granaderos retirando un total de
cuatro compañías de ellos de los regimientos regulares.
Existía además una Guardia compuesta de tres batallones, el
primero de 1.000 hombres y los otros dos de 700 y un cuarto batallón
de Guardias Granaderos. La Guardia constituía una reserva y sólo se
empleaba para restituir y componer situaciones de peligro o para
definir la victoria.
La buena calidad de la infantería prusiana se debía al padre de
Federico, Federico Guillermo I, el Rey Sargento. Pero la caballería es
su obra particular, después de su mediocre rendimiento en la batalla
de Mollwitz en 1741, Federico le dedicó una especial atención en
cuanto a mejorar su calidad y capacidad. Los regimientos de coraceros
y dragones contaban con 870 hombres. Los de húsares podían alcan-
zar los 1.000 y hasta los 1.500 hombres. Eran muy apreciados por
Federico quién había impulsado la creación de cinco de éstas unida-
des y elevado de tres a seis los escuadrones de Húsares de la Guardia.
Para la misión específica del reconocimiento del terreno por don-
de se cumpliría el itinerario de campaña del ejército se creó el
Feldjäger-Corps Zu Pferde. Originalmente en 1740 comprendía seis
oficiales y 50 soldados, 112 hombres en 1744, 162 en 1786, pero
siempre con seis oficiales al mando.
La artillería no constituía un punto débil en el ejército prusiano.
Esto se debía a que las armas con mayor tecnología, como la artillería
y los ingenieros eran considerados por la aristocracia como de menor
importancia, Federico cumplía con este perfil. La única figura remar-
FUEGO Y MANIOBRA 151

cable del arma y que se ocupó de su mejora y desarrollo fue el Mayor


Georg Friedrich von Tempelhoff.
En 1740 el ejército contaba con un batallón de artillería de seis
compañías, al año siguiente se había creado otro y poco después se los
rebautizaba con el nombre de Regimientos de Artillería de Campaña.
En 1759 se creó la primera batería de artillería a caballo en Lan-
deshut. Cada batería comprendía diez piezas y en el caso de las de 12
libras integraba a cinco oficiales, 210 hombres, 180 caballos y 20 ca-
rros de municiones.
Los ejércitos de la época no habían estandarizado el paso en ca-
dencia lo que dificultaba no tanto la marcha sino la puesta en posición
de batalla de las unidades. En el ejército prusiano este paso había
sido instaurado por influencia de Dessau, y la primera evidencia do-
cumental de ello es una circular del Rey del dos de mayo de 1747. En
ella se recomienda un ritmo de 90 a 95 pasos por minuto. Si recorda-
mos que era costumbre en la época que los ejércitos tuviesen una
formación de marcha y otra de batalla es comprensible que el paso de
una situación a otra, sin ritmo de movimiento se hiciera tan lento y
complejo que hacía prácticamente imposible la sorpresa o el forza-
miento de una batalla. Una de las innovaciones más importantes que
Federico va a introducir es la de solucionar este problema.
Sabemos que en los ejércitos de la época rige el criterio de táctica
lineal y que por lo general se repite el modelo de Gustavo Adolfo de
formación en dos líneas. Federico entonces va a formar sus unidades
para la marcha en dos columnas, conforme debían quedar desplega-
das en combate. Esto quiere decir que encontrado el enemigo el
ejército prusiano sólo necesitará desplazarse para colocarse en la posi-
ción en la cual quiere combatir y girar a izquierda o derecha para dar
frente al enemigo sin necesidad de realizar ninguna reformación del
dispositivo. Prusia tendrá así la ventaja en el campo de batalla y la
posibilidad del empleo de la sorpresa contra sus enemigos.
Como vemos esto se corresponde con el avance señalado de que
la estandarización de la táctica básica habilitó a los comandantes al
desarrollo de la táctica superior. Siguiendo esa línea de razonamiento
Federico mejoró el dispositivo de dos líneas colocando en los extre-
mos de su centro formado por la infantería y entre las líneas de bata-
lla, un batallón dispuesto en columna y capaz de formar en línea
dando frente al flanco del ejército. Se aseguraba así que si las alas de
caballería eran dispersadas, el enemigo no podría penetrar fácilmente
el flanco y tomar por retaguardia la primera línea.
152 JORGE ARIEL VIGO

Federico es famoso también por el empleo del concepto de orden


oblicuo, al que seguramente conoció por sus lecturas acerca de la
Grecia antigua. Esta operación consiste en el envolvimiento o des-
borde del flanco enemigo por un ala propia más poderosa mientras el
centro y la otra ala retrazados al sesgo aferran a las fuerzas enemigas.
Ciertamente que la operación en sí misma no resulta novedosa, pero
lo que si es importante es que en su aplicación Federico devolvió al
arte de la guerra la movilidad y maniobra de las tropas dentro de la
batalla. Hasta entonces todas las maniobras están directamente vin-
culadas al ataque inmediato, en este caso hay una operación previa
cuyo objetivo es colocar a las tropas una vez iniciada la batalla en la
mejor posición que las circunstancias van ofreciendo. Luego desde
allí realizar la maniobra de ataque final. Si bien es cierto que esta
operación funcionó de manera brillante lo hizo en pocas ocasiones y
fue contrarrestada en breve tiempo lo importante sigue siendo no la
operación en sí, sino la idea y el concepto de movilidad.
En cuanto al empleo de la caballería ésta formaba en las alas del
ejército, con los coraceros en primera línea, los dragones en segunda y
los húsares como reserva. Al igual que en épocas anteriores su función
principal era destruir a la caballería enemiga y en caso de éxito vol-
verse contra la infantería. A principios de su reinado Federico insistía
en que la carga de caballería debía realizarse al trote, sin embargo este
método nunca fue aceptado y se continuó con el empleo habitual del
galope. Los coraceros debían romper la línea enemiga para ser segui-
dos luego por los dragones a 300 pasos de distancia. La vieja discusión
acerca de la forma de empleo del sable le hizo decir a Federico frente
a dos generales que sostenían opiniones diferentes “ Caballeros, me
resulta perfectamente indiferente como van a matar a su enemigo si
atravesándolo o cortándolo. Yo concluyo que la mejor clase de espada
es aquella que puede usarse para ambos casos…”48
En cuanto al empleo de la artillería su función principal era la de
apoyar el ataque de la infantería para lo cual cada batallón disponía de
dos piezas ligeras de seis libras y cada brigada de una batería comple-
ta de 12 libras. A partir de la creación de la artillería a caballo con sus
sirvientes montados, también llamada artillería volante, la caballería
se benefició con un apoyo de artillería propio. Federico también prac-
ticó concentraciones de artillería en grupos de hasta 40 piezas.

48 Duffy, C. 1996, “The Army of Frederick The Great”, pg.167, Chicago


The Emperor’s Press.
FUEGO Y MANIOBRA 153

Para el empleo de la infantería, Federico confiaba en el asalto, al


estilo francés más que en el uso del fuego, pero luego comprendió
que este último reportaba mejores resultados. El fuego prusiano ori-
ginalmente estaba organizado al estilo inglés de pelotones, aunque
también podía disparar por líneas y contaba con dos ventajas tecnoló-
gicamente importantes, por un lado su pólvora era de mejor calidad y
en segundo lugar fueron el primer país en estandarizar el uso de la
baqueta de hierro y su anillo de guía lo que aceleraba la velocidad de
fuego.
Además la instrucción de la infantería prusiana aumentaba la po-
tencia de combate por el fuego. Mientras que era generalizada la
táctica de iniciar el fuego a unos 200 metros, la infantería prusiana
nunca lo hizo antes de los 80 metros. Esto que se conseguía con un
durísimo entrenamiento provocaba temor e incluso pánico en el
enemigo que veía avanzar a los prusianos imperturbables bajo el fue-
go. Una vez alcanzada esa corta distancia de disparo las descargas
prusianas se demostraban altamente letales merced también a un
rígido y metódico procedimiento de fuego aprendido en una muy
disciplinada instrucción.
La rigidez disciplinaria y la instrucción constante son también un
legado federicciano. Es bien recordada la idea de que el soldado de-
bía temer más a sus oficiales que al enemigo y aunque hoy nos suene
cruel no debemos olvidar que en la época la mayoría de los soldados
eran reclutados entre las clases más despreciables de la sociedad o
eran mercenarios, una mezcla que obligaba al rigor para obtener resul-
tado positivos. La elección de soldados de tan baja calaña guarda
relación con la idea que expresara oportunamente Richelieu respecto
a nutrir de hombres al ejército sin lesionar la mano de obra de la eco-
nomía.
154 JORGE ARIEL VIGO
FUEGO Y MANIOBRA 155

E VENTOS DESTACABLES

La Guerra de los Treinta Años


Este conflicto inició siendo una guerra de religión entre católicos
y protestantes en Alemania, pero pronto adquirió un perfil político.
Los Ausburgo reinantes en el Sacro Imperio Romano intentaban
controlar Europa rivalizando especialmente con los Borbones en
Francia, contaban para ello con los Príncipes Católicos Alemanes,
Austria y España. En su contra los Príncipes Protestantes Alemanes
tenían el apoyo de Dinamarca y Suecia. Por una cuestión estratégica
la Francia católica se plegó al mando protestante lo que provocó una
reestructuración de alianzas y la multiplicación de conflictos parciales
entre los beligerantes. La mayor parte de la guerra se libró en territo-
rio alemán provocando una devastación en tierras y vidas nunca vista
desde la época de los mongoles.

Breitenfeld 17 de septiembre de 1631


Gustavo Adolfo contaba con un ejército compuesto por 192 es-
cuadrones de infantería, 131 de caballería, 20 cañones de campaña y
52 cañones ligeros, totalizando 26.000 suecos y 16.000 sajones. Frente
a ellos el ejército imperial reunía 21.000 infantes, 11.000 jinetes y 30
cañones al mando del Conde Tilly.
El Rey dispuso sus fuerzas suecas en una línea principal colocan-
do al centro infantería y en las alas infantería y caballería con la arti-
llería ligera, la artillería principal se hallaba frente al centro; en la
extrema ala izquierda formaron los sajones. Una segunda línea se
disponía de manera similar manteniendo además una reserva. Las
tropas suecas tenían estructuralmente la ventaja de la flexibilidad y la
movilidad, mientras que los sajones al igual que las tropas imperiales
empleaban formaciones cerradas y rígidas de complejo movimiento y
control.
Tilly formó sus tercios de infantería en el centro con la artillería
desplegada por delante y hacia la derecha, los cuerpos de caballería
en las alas con excepción de una reserva montada.
156 JORGE ARIEL VIGO

La batalla se inició con una cañonada mutua entre las 1200 y las
1400. A esa hora Pappenheim, comandante de la caballería del ala
izquierda imperial, se lanza contra el ala derecha sueca repitiendo su
ataque siete veces sin éxito, siendo a su vez contraatacado y obligado
a retirarse del campo de batalla hacia las 1800. En el otro extremo la
caballería de la derecha de Tilly había conseguido poner en fuga a los
sajones. La flexibilidad sueca le permitió a Horn, comandante del ala
izquierda de Gustavo, reordenar su línea formando un ángulo frente a
la brecha dejada por los sajones.
Tilly decidió entonces explotar el éxito y concentrar su ataque
sobre la derecha sueca, pero reordenar sus tercios le llevó hasta las
1600 por lo que Gustavo Adolfo pudo emplear parte de su reserva
para reforzar a Horn. Mientras las tropas imperiales avanzaban lenta-
mente hacia su objetivo siendo las 1800 el centro sueco se movió de
manera de poder atacar el flanco del ataque de Tilly. Desde allí la
artillería sueca diezmó los tercios imperiales. Como golpe de gracia el
Rey de Suecia lanzó todas sus fuerzas en un ataque general.
Tilly herido debió retirarse en desorden sufriendo 7.600 bajas y
14.000 prisioneros; los suecos sufrieron 4.000 bajas.

Lützen 16 de noviembre de 1632


El Rey de Suecia contaba con 14.000 infantes, 5.100 jinetes y 60
cañones.
Con esta fuerza se puso en marcha hacia Leipzig con la intención
de sorprender al ejército católico que se hallaba dividido. El coman-
dante de éste Conde Wallenstein decidió presentarle batalla en el
pueblo de Lützen aprovechando un terreno elevado bordeado por un
camino deprimido que asemejaba a un foso de defensa. Contaba en
ese momento con 8.000 infantes organizados en cinco tercios y 4.000
jinetes. En el centro desplegó a cuatro de los tercios con siete caño-
nes pesados por delante, el quinto tercio con algo de caballería y 14
cañones lo dispuso a su derecha sobre la Loma de los Molinos. A su
derecha colocó la mayor parte de la caballería esperando por allí que
el Conde Pappenheim arribase con refuerzos en número de 8.000
soldados.
El Rey sueco se halló frente a la posición imperial el 15 de no-
viembre, luego de vencer algunas avanzadas católicas sobre el río
Rippach. Esta acción retardante la ejecutó Wallenstein en busca del
tiempo necesario para que arribaran sus refuerzos.
FUEGO Y MANIOBRA 157

Al día siguiente los suecos se desplegaron en dos líneas en el cen-


tro de cada una de las cuales se afirmaban cuatro brigadas a pie, las
alas estaban integradas por sendos cuerpos de caballería apoyados por
pequeños destacamentos de mosqueteros. Las 20 piezas pesadas de
artillería se ubicaron al centro, mientras que 40 cañones ligeros regi-
mentales lucían en las alas. Ambos ejércitos presentaban un frente de
unos tres kilómetros de extensión.
A las 1100 del 16 Gustavo Adolfo puso en marcha su ejército con
la intención de envolver el flanco izquierdo imperial que lucía como
el más débil. Luego de una hora de combate los católicos empezaban
a ceder, pero el arribo de Pappenheim y su caballería estabilizó la
situación, sin embargo la muerte de este comandante debilitó la mo-
ral imperial. Los suecos continuaron entonces avanzando y su infan-
tería en el centro atravesó el foso del camino y capturó los siete
cañones enemigos.
En su ala izquierda Wallenstein resistía el ataque sueco que de-
bido a las condiciones del terreno y al fuego que recibía desde Lüt-
zen asumió la forma de un asalto frontal. Para dar impulso a este
ataque Gustavo Adolfo tomó un regimiento de caballería bajo su
mando y se lanzó a la carga junto con el resto de las tropas, cayendo
lamentablemente muerto en esa acción.
El ejército sueco quedó consternado, pero el príncipe Bernardo
de Saxe-Weimar logró reordenar el ala izquierda protestante y conti-
nuar el ataque. En tanto Wallenstein, gracias a sucesivas cargas de
caballería pesada logró rescatar los siete cañones perdidos. Sólo ha-
bían transcurrido tres horas de batalla.
A las 1600 horas los suecos lanzaron un nuevo ataque contra la
Colina de los Molinos logrando capturar la batería imperial con fuer-
tes pérdidas; la resistencia de los tercios impidió la ruptura de la posi-
ción católica.
La infantería de Pappenheim se aproximaba al campo de batalla a
las 1700 horas lo que permitió reequilibrar la batalla, que para ese
momento había agotado los esfuerzos, reservas y municiones de am-
bos bandos. Wallenstein, sufriendo además de un ataque de gota,
decidió retirarse hacia Halle abandonando su artillería y bagajes y con
la pérdida de 10.000 hombres.
El ejército imperial había planteado una buena defensa apoyando
sus flancos en Lützen y un canal, sin embargo la rigidez e inmovili-
dad de sus fuerzas de infantería lo privaron de la flexibilidad necesa-
ria para contrarrestar los repetidos ataques suecos. Por su parte éstos
158 JORGE ARIEL VIGO

reafirmaron las ventajas que organizaciones más pequeñas y ágiles


brindaban en los comienzos de la expansión de las armas de fuego.

Rocroi 19 de mayo de 1643


Las tropas francesas al mando de Louis de Borbón, Duque
d’Enghien, Príncipe de Condé, de 21 años de edad, comprendían 18
batallones, 32 escuadrones y 12 cañones, totalizando 15.000 infantes y
7.000 jinetes. Frente a él las tropas españolas de General Francisco de
Melo alcanzaban 18.000 infantes en 20 tercios, 7.000 jinetes y 28
cañones.
Ambos ejércitos adoptaron un dispositivo similar en dos líneas
con la infantería al centro, la caballería en las alas y la artillería por
delante. Condé dispuso además de una reserva de infantería y caba-
llería. Durante el 18 de mayo se sostuvieron pequeños combates de
resultado incierto.
Al día siguiente Condé lanzó un ataque con su ala derecha con la
intención de envolver la línea española, teniendo éxito en rechazar a
la caballería de Albuquerque que ocupaba ese sector. En tanto la
caballería francesa de la izquierda cargó contra la derecha española,
Melo respondió con un contraataque que alcanzó a la línea gala captu-
rando algunos cañones.
Condé triunfante atravesó el dispositivo hispano por detrás ca-
yendo sobre la retaguardia de la fuerza de ataque de Melo y obligán-
dolo a retirarse. La infantería peninsular sin caballería y
completamente rodeada quedó a merced de la artillería y la fusilería
francesa.
La infantería española sufrió 8.000 bajas y 7.000 prisioneros, per-
diéndose para siempre el prestigio de invencibilidad de los tercios
españoles. El ejército de Condé perdió 4.000 soldados.

La Guerra de la Sucesión Española


Cuando Carlos II Ausburgo de España muere sin dejar descen-
dencia, dos reyes esgrimen su linaje para acceder al trono; por una
parte Luis XIV de Francia y por la otra Leopoldo I Emperador del
Sacro Imperio. Conociendo ambos que Inglaterra y Holanda no per-
mitirían la unificación de España ni con Francia ni con Austria, Luis
XIV reclama el trono para su nieto Felipe de Anjou y Leopoldo hace
lo propio para su segundo hijo el Archiduque Carlos. El primero de
FUEGO Y MANIOBRA 159

noviembre de 1700 el Archiduque Carlos muere, mientras el candida-


to Francés asume la corona de España como Felipe V. Leopoldo
reclama los Países Bajos Españoles para Austria lo que iniciará la
guerra.

Blenheim 13 de agosto de 1704


Las tropas aliadas al mando de Marlborough y el Príncipe Euge-
nio de Saboya reunían 52.000 hombres y 60 cañones, las franco-
bávaras del Mariscal Tallard disponían de 56.000 hombres y 90 caño-
nes.
Los franceses se afirmaron en la ribera sur del río Nebel apoyan-
do su flanco derecho en el Danubio y el izquierdo en unas colinas
arboladas que impedían todo envolvimiento. El frente incluía una
serie de villorrios que podían ser fortificados para reforzar la defensa.
Tallard planeaba atraer a los aliados hacia el centro de su dispositivo
para luego atacarlos por la izquierda y la derecha desde Oberglau y
Blenheim y darle un golpe de gracia con un asalto frontal de su caba-
llería.
Eugenio y Marlborough comprendían que era imposible rodear la
posición francesa pero apreciaban al mismo tiempo que Nebel era
fácilmente franqueable. Planearon entonces aferrar la extrema iz-
quierda francesa con un ataque del Príncipe Eugenio, y mientras que
dos fuerzas de contención atacaban Blenheim y Oberglau el centro
aliado reforzado intentaría atravesar la posición franca entre ambas
localidades.
La batalla comenzó hacia las 1230 con los franceses a la defensiva
esperando la oportunidad de poner en marcha su plan. Hacia las 1530
las tropas en Blenheim y Oberglau se hallaban aferradas por las fuer-
zas de Marlborough; en Blenheim particularmente se había reforzado
el dispositivo retirando 27 batallones del centro francés. En tanto el
Príncipe Eugenio combatía contra los bávaros que lo aventajaban dos
a uno. Hacia las 1630 Marlborough había logrado establecer su supe-
rioridad numérica contra el centro francés, una hora más tarde lanzaba
80 escuadrones y 23 batallones contra los 68 escuadrones y 9 batallo-
nes que le quedaban a Tallard. El centro francés cedió sellando el
resultado de la batalla, el propio Tallard cayó prisionero junto a
14.000 de sus hombres, 21.000 franceses cayeron en el campo de
batalla y otros 5.000 desertaron. Las bajas aliadas alcanzaron a 12.000
hombres.
160 JORGE ARIEL VIGO

Marlborough demostró una brillante habilidad táctica al presumir


el plan francés y conseguir con sus ataques que Tallard debilitara su
centro.

Ramillies 23 de mayo de 1706


Marlborough contaba con 62.000 hombres distribuidos en 74 ba-
tallones, 123 escuadrones y 120 cañones. Los franceses al mando de
Villeroi poseían 60.000 hombres en 70 batallones, 132 escuadrones y
70 cañones.
El ejército francés estaba dispuesto en media luna entre Autre-
Eglise y Taviers con el pueblo de Ramillies en su centro. Su infante-
ría estaba desplegada en el centro y a la izquierda, donde además se
conservaban 50 escuadrones en segunda línea. Los 82 escuadrones
restantes, con algunos batallones intercalados formaban el ala dere-
cha.
Marlborough había dispuesto sus tropas en una media luna para-
lela a la francesa, a su derecha había colocado infantería en la primera
línea y caballería en la segunda, en el centro sólo infantería y en el ala
izquierda principalmente caballería.
La batalla se inició con ataques exploratorios ingleses a izquierda
y derecha. Villeroi desplazó parte de su centro para reforzar su ala
izquierda mientras su caballería rechazaba la caballería aliada en la
derecha. Marlborough aprovechando que el terreno ocultaba sus mo-
vimientos movió la caballería de su derecha hacia su izquierda consi-
guiendo estabilizar la situación en el sector. Detrás de este
desplazamiento de caballería trasladó también algunos batallones.
Con su izquierda reforzada y el centro se lanzó contra los franceses
que tenían su atención fijada en la región de Autre-Eglise. El ataque
fue exitoso y Marlborough logró envolver la línea francesa provocan-
do 3.000 bajas y tomando 3.600 prisioneros al costo de 2.500 muertos
y heridos.

Malplaquet 11 de septiembre de 1709


Después de la toma de Tournai, Marlborough y el Príncipe Eu-
genio marcharon a poner sitio a Mons. Al sur de esta ciudad se encon-
traron con las tropas de los Mariscales Villars y Boufflers. Las tropas
aliadas contaban con 110.000 hombres y 100 cañones, mientras que
los franceses reunían 90.000 hombres y 60 cañones, probablemente
FUEGO Y MANIOBRA 161

las dos fuerzas militares más grandes encontradas en Europa hasta ese
momento.
Durante dos días ambos ejércitos se midieron a través de peque-
ñas escaramuzas. Los franceses aprovecharon para construir empali-
zadas, trincheras y abatís al frente y norte de Malplaquet,
extendiéndose hasta la Folie donde se apoyaba su flanco izquierdo.
Al igual que en Blenheim el comandante inglés comenzó atacan-
do las alas francesas. Después del bombardeo inicial, comenzado a las
0730, hacia las 0900 se trabó un duro combate en el bosque de Tais-
nieres en la izquierda francesa. En el ala derecha gala se sucedían en
tanto, ataques y contraataques sucesivamente contenidos y rechaza-
dos.
El ala izquierda francesa comenzó a ceder a costa de duras pérdi-
das, lo que obligó a Villars a retirar tropas del centro y reforzar ese
sector. Igualmente la presión del Príncipe Eugenio fue tan fuerte que
para las 1200 el centro francés se había desplazado completamente
hacia la izquierda para contenerlo. Esta oportunidad fue aprovechada
por Marlborough para capturar los reductos franceses del centro de la
línea y atravesarla luego con su caballería.
En este punto Villars contraatacando la derecha aliada con 50 ba-
tallones resultó seriamente herido en una pierna, su Mayor General
Puysegur y Boufflers lograron conducir el ejército fuera del campo de
batalla en una retirada ordenada. Los aliados estaban tan exhaustos
que no pudieron ejecutar ninguna persecución.
Las pérdidas francesas alcanzaron los 12.000 y las aliadas los
25.000, lo que le hizo decir a Villars frente a Luis XIV “Si Dios le
concede la gracia de perder otra batalla similar, su majestad puede
contar con que sus enemigos serán destruidos.”La frase del Mariscal
encerraba una verdad, pese a las sucesivas derrotas, el ejército francés
seguía en pie. Esa debía ser la estrategia a seguir en el futuro, no
destruir al enemigo específicamente, sino hacer que al enemigo le sea
imposible destruir a la propia fuerza.

Denain 24 de julio de 1712


En 1711 Marlborough fue separado del comando del ejército
aliado y al año siguiente Inglaterra se retiró de la guerra, sin embargo
Holanda, Prusia y Austria continuaron luchando bajo el mando del
Príncipe Eugenio, quién en 1712 inició una campaña contra las posi-
ciones francesas en los Países Bajos. El Mariscal Villars actuando con
rapidez se lanzó sobre Denain a orillas del Escalda para cortar la línea
162 JORGE ARIEL VIGO

de comunicaciones aliada. En el lugar se hallaba atrincherada la ma-


yor parte del ejército de Eugenio bajo el mando del General holandés
Arnold van Keppel. En una de las más valerosas y violentas cargas a la
bayoneta de la historia, Villars encabezando el ataque derrotó a los
aliados provocando la pérdida de 8.000 hombres, sufriendo él sola-
mente 500 bajas.
Esta fue la última batalla importante de la guerra que concluyó al
año siguiente con el Tratado de Utrecht que reconocía a Felipe V
como Rey de España y afirmaba a los Borbones en ese trono que han
mantenido hasta el presente.

Poltava 8 de julio de 1709


En su guerra con Rusia Carlos XII de Suecia había penetrado
profundamente el territorio de los Zares y en el invierno de 1708-09
se encontraba con menos de 30.000 hombres, habiendo perdido su
columna de abastecimientos y sin esperanzas de recibir refuerzos. En
mayo continuó avanzando hasta alcanzar y sitiar la ciudad de Poltava
al este de Kiev, en la ribera occidental del Vorskla. El Zar Pedro I El
Grande reunió entonces un ejército de 60.000 hombres y se dirigió a
su encuentro. Al llegar a las proximidades de Poltava cruzó el Vorskla
con 50.000 hombres y estableció un campo atrincherado con bastio-
nes de artillería y una avanzada de reductos más cercanos a la ciudad.
Carlos no tenía fuerzas suficientes para soportar un contrasitio y
decidió entonces atacar a los rusos. Herido en un pie días antes mar-
chó a la batalla en una litera. El ataque sueco consiguió rebasar los
reductos rusos y alcanzar el campo atrincherado de Pedro.
El Zar desplegó entonces su ejército frente al campamento apo-
yado por la artillería de sus bastiones. Los suecos formaron en una
línea abierta para compensar con su frente la diferencia numérica de
las fuerzas. Los asaltos suecos hacen retroceder a los rusos, pero éstos
se reagrupan y al atacar desde su ala izquierda separan a la infantería
de Carlos de la caballería de apoyo. La reserva de caballería sueca
intenta reponer la situación pero choca contra la rusa que pretendía
envolver la línea sueca. En tanto la caballería del Zar en la derecha
logra penetrar el dispositivo enemigo y atacar a su infantería por la
retaguardia.
El ejército de Carlos retrocede primero en orden y luego se des-
banda ante la presión rusa. Todos los suecos excepto Carlos y 1.500
FUEGO Y MANIOBRA 163

hombres que lograron escapar resultaron muertos o capturados. Los


rusos sufrieron 4.500 bajas.

Fontenoy 11 de mayo de 1745


Durante la guerra de la Sucesión Austriaca las fuerzas francesas
del Rey Luis XV bajo el mando del Mariscal Maurice de Saxe sitia-
ban la ciudad de Tournai. Los aliados reunieron un ejército de ingle-
ses, holandeses, hannoverianos y austriacos para relevar el sitio.
Advertido de ello, Maurice tomó 52.000 hombres, 70 cañones y salió
al encuentro de los 53.000 soldados y 80 cañones aliados al mando de
William Augustus, Duque de Cumberland, hijo del Rey Jorge II de
Inglaterra.
Los franceses cruzaron el Escalda en inmediaciones del pueblo
de Antoing y establecieron su línea de defensa formando un ángulo
recto que partía desde ese pueblo hasta Fontenoy de forma perpen-
dicular al río y de Fontenoy hasta el bosque de Barry paralelo al curso
de agua. En este bosque que constituía uno de los extremos de la
línea francesa se prepararon dos reductos con cuatro cañones cada
uno; entre Antoing y Fontenoy se prepararon otros tres, dos con cua-
tro cañones y uno con ocho, además ambos pueblos fueron reforzados
con cañones y tropas. Del otro lado del Escalda y a la altura de An-
toing se dispuso una batería de seis piezas. No se fortificó el kilóme-
tro que va desde Fontenoy al bosque de Barry pues lo recorría un
barranco y Maurice de Saxe consideraba que ningún general se aven-
turaría a lanzar un ataque a través de él. La Guardia Francesa fue
colocada en ese lugar.
Las fuerzas aliadas se dispusieron contorneando el ángulo fran-
cés, en el sector de Antoing a Fontenoy se desplegaron las tropas
holandesas cubriendo la línea y ambos pueblos. En la otra porción del
frente se desplegaron las fuerzas inglesas y hannoverianas.
La batalla se inició a las 0530 al dispersarse la niebla matutina.
Los holandeses avanzaron hacia Antoing con una fuerza de dragones
sobre su derecha, cuando la batería del otro lado del río abrió fuego
las tropas holandesas volvieron a sus líneas y se negaron a pelear du-
rante todo el día. En el otro extremo una brigada escocesa intentó
penetrar el bosque de Barry pero fue frenada por una tropa francesa
llamada Grassins, que eran soldados de infantería con grandes habili-
dades tanto para la lucha por el fuego como para el combate cuerpo a
164 JORGE ARIEL VIGO

cuerpo y actuaban en orden disperso como luego lo hará la infantería


ligera.
En el centro el fuego francés había impedido a la guardia inglesa
lanzar cualquier asalto. Luego de tres horas de combate el Duque de
Cumberland reorganizó sus fuerzas para intentar decidir la batalla.
Avanzó parte de su artillería por a través del barranco y movió detrás
de ella un inmenso cuadro hueco de 15.000 infantes. La idea era que
esta formación sería capaz de romper la línea francesa.
Se produjo aquí un hecho que dio fama a esta batalla, tres oficia-
les ingleses de los regimientos de Campbell y el Royal Scottish, Lord
Albemarle, Robert Churchill y Lord Hay avanzaron por delante del
cuadro y saludaron con sus sombreros a los oficiales de la guardia
francesa, quienes respondieron de la misma forma. Lord Hay luego
de practicar un brindis le dijo al Conde d’Auteroche, Teniente de
Granaderos de la Guardia Francesa: dígale a sus hombres que hagan
fuego, a lo que el Conde contesto: “no caballeros, nosotros nunca
disparamos primero, ese honor es vuestro”.
Esto puede tomarse como un gesto de caballerosidad exagerada
en una época en donde el protocolo aristocrático regía hasta para las
acciones de guerra, sin embargo su causa es estrictamente militar.
Durante la batalla de Lens en 1648 la Guardia Francesa abrió
fuego demasiado rápido por lo que no tuvo tiempo de recargar sus
armas cuando el enemigo comenzó su ataque, lo que hizo que se
deshicieran en pánico y huyeran del campo de combate. Desde en-
tonces la Guardia Francesa tenía prohibido disparar primero.
Los ingleses dispararon primero sobre las tropas galas formadas
en terreno abierto lo que provocó grandes bajas y que la línea france-
sa comenzara a ceder. Para la 1000 el cuadro inglés estaba penetrando
el dispositivo de Maurice. El Mariscal de Noailles sugirió a Luis XV
que abandonase el campo de batalla, Maurice de Saxe se opuso e
impedido de montar a causa de su hidropesía, desde su carro se diri-
gió hacia el lugar de la crisis y comenzó a reorganizar sus fuerzas,
El Duque de Richelieu con 68 escuadrones de lo mejor de la ca-
ballería francesa comenzó a cargar el cuadro aliado repetidas veces
para frenar su avance. Esto le dio tiempo a Maurice para preparar el
contraataque. A las 1400 parte de la infantería francesa reagrupada
cerca del bosque de Barry se lanzó contra el flanco derecho del cua-
dro inglés. El ataque fue violento y penetrante lo que decidió a Mau-
rice a aprovechar la oportunidad y lanzar un ataque general en el que
participaron incluso la artillería e infantería personales del Rey de
Francia.
FUEGO Y MANIOBRA 165

El cuadro aliado debió retirarse y recruzar el barranco dejando en


el campo de batalla 7.000 hombres. Los franceses no pudieron lanzar-
se en su persecución debido a que las tropas holandesas, aunque
inactivas aún estaban presentes en el campo de batalla. El Duque de
Cumberland igualmente se vio forzado a retirarse dejando en el te-
rreno la mayor parte de su equipo y un total de 10.000 bajas. Los
franceses perdieron 5.000 hombres incluyendo 46 oficiales y siete
Generales.

Rossbach 5 de noviembre de 1757


El ejército de Federico contaba con 16.600 infantes en 27 bata-
llones, 5.400 jinetes en 45 escuadrones, 23 piezas de artillería pesadas
y 56 ligeras.
El ejército aliado al mando del Mariscal Soubise se componía de
30.200 franceses distribuidos en 49 batallones, 40 escuadrones y 32
cañones pesados y 10.900 austriacos, 42 escuadrones y 13 piezas pe-
sadas.
Los comandantes aliados confiados en su superioridad numérica
planearon envolver la posición prusiana que se desplegaba entre
Rossbach y Bedra. Federico observando este movimiento reordenó su
dispositivo cambiándolo en su orientación de frente al oeste por otra
de cara al sur colocando en su extrema izquierda una batería de 18
cañones pesados sobre la colina de Janus y más allá de ésta hacia el
este, 38 escuadrones de caballería al mando de Friedrich von Se-
ydlitz.
Los aliados al ver movimientos en las líneas prusianas pensaron
que Federico se retiraba por lo que aceleraron el paso. Al llegar a lo
que originalmente debía ser la retaguardia prusiana se encontraron
batidos por la artillería en Janus y atacados por la caballería de Se-
ydlitz cuando aún se encontraban formados en columna de marcha.
En la época esta sola carga hubiese agotado a cualquier fuerza de
caballería, sin embargo Seydlitz la retiró y reformó detrás del pueblo
de Tagewerbem y practicó una segunda carga que terminó por liqui-
dar la caballería aliada y alcanzó a parte de la infantería.
En tanto la infantería prusiana comenzaba a parecer formada en
escalón hasta colocarse al sudoeste de Rossbach formando un ángulo
que abrazaba la cabeza de las columnas aliadas. Los franceses intenta-
ron lanzar una carga a la bayoneta pero la sorpresa y el fuego prusiano
166 JORGE ARIEL VIGO

hicieron flaquear su moral y el ataque terminó en una huída, esto


sucedía mientras Seydlitz realizaba su segunda carga.
Los aliados perdieron más de 13.000 hombres y los prusianos sólo
548.
Esta batalla no resolvía la situación estratégica prusiana pues en
Silesia los austriacos estaban avanzando, esto hizo que Federico mar-
chara inmediatamente a su encuentro en lo que se conoce como una
operación por líneas interiores y que lo llevará a librar la batalla de
Luthen.

Luthen 5 de diciembre de 1757


Luego de marchar más de 300 kilómetros desde Rossbach, Fede-
rico había reunido 21.000 infantes en 45 batallones, 11.000 jinetes en
129 escuadrones y 167 piezas de artillería, con estos 33.000 hombres
pensaba enfrentar al ejército austriaco que estimaba en unos 40.000
soldados. Sin embargo los austriacos presentaron una fuerza de 85
batallones, 125 escuadrones y 210 cañones con un total de 65.000
hombres.
Las fuerzas austriacas al mando del Príncipe Carlos de Lorena y
el Mariscal Daun se hallaban desplegadas entre Nippern y Sagschütz
con el pueblo de Luthen en el centro; adelantado a esta posición
mantenían una fuerza avanzada en el pueblo de Borna.
El ejército de Federico marchando desde el oeste rechazó la po-
sición avanzada austríaca e inició un ataque de diversión contra el ala
derecha de Carlos, mientras que el cuerpo principal prusiano se diri-
gía, oculto por el terreno, hacia el sur en dirección a Lobelnitz para
tomar a los austriacos por el flanco derecho. El ataque de diversión
prusiano hizo que Daun moviese la caballería de reserva de su ala sur
a su ala norte, logrando rechazar con la infantería del General Luc-
chessi el asalto prusiano.
Esto dio tiempo a que el grueso del ejército de Federico se des-
plegara entre Lobelnitz y Schriegwitz. A la derecha de esta formación
la caballería de Ziethen cargó y derrotó a la caballería austriaca en
Sagschütz. Entonces Federico formó a su infantería en orden oblicuo
con la derecha reforzada y adelantada y comenzó a asaltar el flanco
izquierdo austriaco. Carlos intentó reformar su dispositivo para hacer
frente al ataque pero su ejército no era tan ágil ni flexible como el
prusiano y sólo logró establecer una débil defensa de confusos bata-
llones. Parte de la línea intentó esta acción avanzando y girando hacia
FUEGO Y MANIOBRA 167

el sur lo que la expuso a un ataque de la caballería del General Drie-


sen apoyada por artillería, que terminó por poner en fuga el intento
de defensa y a todo el ejército austriaco. La persecución prusiana
alcanzó el pueblo de Lissa donde se cruzó el puente sobre el Weis-
tritz para evitar que los austriacos intentaran restablecerse en su ribe-
ra. Las bajas aliadas alcanzaron a 22.000 hombres y las prusianas a
12.000.

Zorndorf 25 de agosto de 1758


Con un ejército de 25.000 infantes en 38 batallones, 10.500 jine-
tes en 129 escuadrones y 193 piezas de artillería de las cuales 117 eran
pesadas, Federico alcanzó al ejército ruso del General Villim Villimo-
vich Fermor acampado en una región de lomas bajas y valles pantano-
sos al norte de Zorndorf. Los rusos disponían de 36.300 infantes en 55
batallones, 3.300 jinetes en 21 escuadrones, 3.000 soldados irregulares
y 136 piezas de artillería.
Federico que se hallaba al norte de la posición rusa y del otro lado
del río Mietzel decidió realizar una marcha de rodeo de las tropas
enemigas para lanzar un ataque desde el sur. La marcha comprendió
un tramo de cuatro kilómetros a través de bosques en una formación
que, de oeste a este comprendía: una columna de pantalla de 15 es-
cuadrones de húsares, la columna de vanguardia, la primera y segun-
da de infantería y la primera y segunda de caballería. En esa
formación llegaron a terreno abierto a la altura del pueblo de Batzlow.
A partir de allí giraron primero hacia el sur y luego hacia el oeste hasta
alcanzar Zorndorf donde las columnas dieron frente al norte para
convertirse en líneas de batalla. Quedaron dispuestas de izquierda a
derecha: la caballería de Seydlitz, la vanguardia, detrás de ella un
cuerpo de infantería al mando de Kanitz, otro cuerpo a pie al mando
de Dohna y la caballería de Schorlemer.
Los rusos respondieron al movimiento prusiano reordenando su
dispositivo para dar cara a la amenaza proveniente del sur. Quedaron
formados con su izquierda y centro paralelos a los prusianos y su de-
recha cerrándose en ángulo hacia las líneas de Federico.
Federico dispuso su puesto de mando en una elevación al sur de
Zorndorf desde donde dirigió el ataque en formación de orden obli-
cuo. La vanguardia al mando del Teniente General Gerd Heinrich
von Manteuffel lideraba la línea por la izquierda, escalonados a su
derecha le seguían Kanitz y Dohna. El avance se inició a las 1100,
168 JORGE ARIEL VIGO

luego de dos horas de bombardeo artillero. La vanguardia se lanzó


agresivamente contra los rusos perdiendo contacto con el resto del
ejército, en medio de un campo de batalla oscurecido por el humo de
los disparos y los pueblos en llamas, éste cuerpo alcanzó las líneas
rusas sin ningún apoyo. Luego de sufrir un tercio de bajas en su avan-
ce fueron dispersados por una carga de la caballería rusa.
Las tropas de Kanitz alcanzaban ahora la posición central de
Fermor, lo que no cumplía con el plan en orden oblicuo trazado. A
pesar de un triunfo inicial Kanitz tenía ahora su flanco izquierdo al
descubierto, por donde los rusos lo atacaron. Los prusianos comenza-
ban a ceder y se hubiese desbandado todo el ejército si Seydlitz no
interviene con su caballería. Se lanzó contra el expuesto flanco dere-
cho del ataque ruso logrando rechazarlo hasta el otro lado del Mietzel.
El Tte Grl Dohna en su avance se había desplazado hacia la de-
recha alejándose de la zona principal de combate. Federico a las 1330
le ordenó retomar el rumbo inicial, lo que implicaba prácticamente
recomenzar la batalla. Para que pudiera hacer esto, Seydlitz rechazó
varios ataques de la caballería rusa que intentaban caer por el flanco
de la infantería prusiana.
La lucha cesó junto con la llegada de la oscuridad. Los rusos te-
rriblemente golpeados se retiraron al día siguiente dejando el terreno
a los prusianos. Las pérdidas de Fermor alcanzaron los 18.000 hom-
bres y las de Federico los 13.000.

TÁCTICA COMO ARTE


La conducción de Marborough introdujo la posibilidad de esta-
blecer planes de batalla flexibles y adaptables a las condiciones de la
lucha. Hasta entonces los planes se aplicaban de forma rígida, o mejor
como única opción: funcionaban o no y no podían ser alterados duran-
te la lucha. Marlborough va avenir a cambiar esa situación como lo
demuestran sus batallas donde se manifiesta una primera etapa de
acciones que se ejecutan a efectos de generar la situación más favora-
ble para el ataque principal, siendo éste a su vez maleable a las condi-
ciones logradas.
Estos prograsos no van a quedar en la acción personal de duque
sino que sa afianzarán en la Guerra de los Siete Años que reintroduci-
rá definitivamente la maniobra en el arte de hacer la guerra. Las ideas
de Federico el Grande renovaron las prácticas bélicas e incitaron a la
producción de cambios en todo el ambiente militar europeo.
FUEGO Y MANIOBRA 169

Uno de los elementos que cobró fuerza a partir de este conflicto y


especialmente en la guerra de la revolución norteamericana fue la
infantería ligera. Aunque nunca había desaparecido del campo de
batalla, desde la introducción de la armas de fuego no había hallado
una adecuada doctrina de empleo. Los grassins de Maurice de Saxe
en Fontenoy, las tropas croatas y húngaras, los intentos de Federico
de formar cuerpos ligeros y los ejercicios de Moore en las colonias
norteamericanas, empezaron a darle forma a unidades de infantería
ligera que formando en orden abierto o en escaramuza marchaban por
delante de la línea de batalla con la intención de desgastar por el
fuego al enemigo antes de su choque con la fuerza principal. Es decir
que la infantería ligera recuperaba sus funciones tradicionales ya
reconocidas en los ejércitos más antiguos.
El desarrollo de una tropa de este tipo hallaba un obstáculo en el
sistema militar de la época. Con ejércitos nutridos de mercenarios y
paisanos, uniformados a la fuerza, la única manera de mantener el
control era el ejercicio de una estricta y rigurosa disciplina donde los
castigos corporales e incluso la ejecución eran moneda corriente. En
tal situación, una táctica de formaciones abiertas facilitaba la deser-
ción de estos soldados forzados. Es ésta la causa principal por la cual
Federico nunca pudo disponer de una efectiva infantería ligera, más
suerte lograron en este campo los austriacos y los franceses.
Éstos últimos desarrollaron a partir de las ideas del Caballero
Folard el empleo de las columnas. Con el orden oblicuo y con su
rápido cambio de formación, Federico había logrado maniobras más
ágiles y capaces de concentrar sus fuerzas contra los puntos débiles
del enemigo. Los franceses lograron con sus columnas una mayor
velocidad para movilizarse y desplegarse, ventaja a la que se sumaba
el empleo regular de infantería ligera en escaramuza.
En el ejército prusiano las subunidades lograban un rápido cam-
bio de columna (de marcha) a línea (de batalla) mediante el desfile
sucesivo de las tropas y giros en ángulo recto. Los franceses desarro-
llaron para este cambio la marcha en oblicuo, las subunidades se sepa-
raban de la columna marchando directamente hacia sus posiciones
finales.
Esta nueva forma de despliegue presenta la desventaja de provo-
car brechas entre los batallones lo que hasta la guerra de los siete años
era considerado un riesgo mayor, recordemos el despliegue de bata-
llones en el flanco en el ejército de Federico. Pero ahora un mejor
manejo y comprensión de las armas de fuego, además de la generali-
zación del mosquete a pedernal, permitía cubrir con disparos esas
170 JORGE ARIEL VIGO

brechas y contener cualquier infiltración del enemigo. Este empleo


del fuego y las nuevas disposiciones en la formación facilitaba en
mucho la movilidad de los ejércitos en batalla pues la alineación per-
fecta dejaba de ser esencial, y se hacían mucho menores las diferen-
cias entre las formaciones de marcha y las de combate.
Otra mejora en la táctica se completó con la generalización del
empleo de la bayoneta. Esta arma permitió la homogeneización del
soldado de infantería; desaparecerán los piqueros y alabarderos para
dejar solamente en el campo de batalla a fusileros todos de igual ca-
tegoría. Este hecho hacía que las unidades de infantería fuesen igua-
les y por ello perfectamente reemplazables, lo que facilitaba
grandemente el ordenamiento del despliegue en batalla.
El empleo francés de la columna comprendía tanto el avance en
este tipo de formación, como su uso en el ataque, aunque aún conser-
vaban la idea de la batalla lineal, la introducción de la fuerza de cho-
que de la columna le dio mayor velocidad de combate a los ejércitos
galos. Esta nueva habilidad va a marcar un cambio fundamental, co-
lumnas rápidas de infantería podían fácilmente alcanzar el flanco o la
retaguardia de ejércitos formados en línea, maniobra ésta reservada
hasta ese momento a la caballería.
Paralelamente a estas mejoras, en el campo de la artillería se pro-
ducían también importantes desarrollos.”Cuando las investigaciones
revelaron que cargas de pólvora más pequeñas con tubos más cortos y
balas más ajustadas [al calibre], podían producir el mismo alcance, las
fundiciones de cañones podían hacer tubos más delgados y cortos,
reduciendo a la mitad el peso de algunas piezas.”49
Cañones más livianos y el desarrollo de nuevos arreos, permitie-
ron el perfeccionamiento de cureñas y avantrenes más ágiles que le
dieron mayor movilidad a la artillería. Además se mejoraron los me-
canismos de elevación y puntería y se incrementó la cadencia de
fuego. En lo que hace a municiones empezó a emplearse la metralla,
lo que incrementaba el efecto del fuego a corta distancia. Estas mejo-
ras unidas a la idea táctica de la concentración del fuego de artillería,
le dieron a esta arma un carácter ofensivo que hasta entonces no te-
nía, sin disminuir sus virtudes defensivas.
Nos encontramos ahora conque la caballería especializada en lige-
ra y pesada, conserva su característica maniobrabilidad ofensiva,
mientras que la artillería y la infantería incorporan ahora también

49 Jones A., 1987, “The Art Of War in the Western World” pg.311, New
York, Oxford , University Press.
FUEGO Y MANIOBRA 171

habilidades semejantes para el ataque. La cuestión siguiente es cómo


organizarlas para que actúen de forma coordinada.
Durante las guerras francesas en los Alpes, Pierre Bourcet había
advertido que el terreno obligaba a dividir el ejército en distintas
columnas de marcha, dando la imagen de pequeños ejércitos. Esto
impulsó la idea de crear una organización que siendo parte integral
del ejército en campaña pudiese desplazarse, separada de él y con-
centrarse luego en el campo de batalla. Se dio así origen a la División,
que en principio se trataba de cuerpos integrados por unos 16 batallo-
nes y alguna artillería. En 1760 el Mariscal Broglie organizó el ejército
a su mando en cuatro divisiones de infantería y dos de caballería.
Las divisiones que se crearon con la intención de tener un carác-
ter permanente, facilitaban las relaciones entre los generales, los ofi-
ciales y la tropa, precisamente por la continuidad de trabajo en
conjunto. Este sistema permitía además el empleo de más caminos
con lo que, no sólo se facilitaba la movilidad sino que también, al
decir de Bourcet, se lograba desconcertar al enemigo respecto de la
línea principal de ataque. Asimismo señalaba que la multiplicidad de
avenidas de aproximación proveía al comandante de mayores alterna-
tivas para desarrollar su ataque y desplegar a su ejército en el punto
más ventajoso.
El sistema de divisiones completaba además un mecanismo de
control que aseguraba el eficaz empleo de las nuevas formaciones de
infantería. Los batallones, no tan sujetos a la rigidez de la formación
lineal se encuadraban en regimientos, que a su vez integraban briga-
das que componían las divisiones. Se establecía así una cadena de
comando que facilitaba las tareas de coordinación y control.
Tenemos ahora un ejército integrado por armas de capacidad
ofensiva y defensiva en toda circunstancia, con una doctrina táctica de
empleo que integra y aprovecha la mejor tecnología de armas de la
época y que además cuenta con una estructura táctica que favorece su
empleo y que le permite marchar casi en la misma formación en la
que combate.
Para completar el cuadro el Conde Jacques Antoine Hippolyte de
Guibert en 1772 publica el Essai General De Tactique, esta obra
considerada como muy adelantada a su época y que pretendía presen-
tar un sistema definitivo de táctica logró establecer una clara guía de
acción en ese campo. Se trata de un “…soberbio trabajo doctrinal que
influenció grandemente el desarrollo de la guerra futura…Proponía
ideas revolucionarias: movilidad, rapidez y audacia en la conducción
de las operaciones; la solución de los problemas logísticos a través de
172 JORGE ARIEL VIGO

una masiva dependencia del terreno; movimiento a través de forma-


ciones independientes similares al sistema proto-divisional introduci-
do por el Mariscal Broglie; y maniobras flexibles en columnas abiertas
antes de desplegar en la línea de fuego, en lugar de la altamente
compleja y rígida maniobra de formación lineal que había sido em-
pleada y perfeccionada por los prusianos.”50
Guibert va a desarrollar su trabajo analizando y proponiendo solu-
ciones en los niveles que define como de táctica elemental y gran
táctica, cubriendo así tanto el empleo de las armas como la gestión de
los ejércitos en combate. Sus ideas se integrarán en la ordenanza de
1791 que constituirá el reglamento militar básico de Francia y de casi
toda Europa hasta mediados del siglo XIX.
Un elemento más va a advertir Guibert para el perfeccionamiento
de la táctica y el ejército por él imaginado y es la idea de que el sol-
dado debe ser moldeado sobre la imagen ideal de la República Ro-
mana. Este es el individuo que invoca Guibert en el prefacio del
“Essai General de Tactique” como integrante de su modelo de ejér-
cito: el Ciudadano51.
Desde la desaparición del Imperio Romano hemos asistido a ejér-
citos más o menos eficientes pero formados por mercenarios, volunta-
rios, levas forzadas, o reemplazantes venales, provenientes de
distintos estamentos sociales que llevaban sus privilegios de clase al
ejército. Esta desigualdad de trato, que afectaba tanto a la tropa como
al cuerpo de oficiales, perjudicaba el funcionamiento homogéneo del
ejército y distraía energías que en lugar de dirigirse a la destrucción
del enemigo debían reservarse para el rígido control disciplinario de
la propia tropa.

50 Gat. Azar, 1989 “The Oigins of Military Thought from the Englighnment
of Clausewitz” pg.52, Oxford, Clarendon Press.
51 Guibert, Jaques de, “Essai General de Tactique”, Ed Nation Armee, París,
1977, pg.51. En la obra de Liddell Hart “El Espectro de napoleón”, Eudeba,
Buenos Aires, 1969, se encuantra una transcripción de buena parte de ese
prefacio en la páginas 94 y 95
FUEGO Y MANIOBRA 173

El ejército necesitaba nutrirse de ciudadanos para que se integra-


se al concepto de patria y abandonase su carácter de propiedad real.
Para ello habrá que esperar a la revolución Francesa.
L AS G UERRAS DE LA
R EVOLUCION F RANCESA Y
DEL I MPERIO

L A F RANCIA R EVOLUCIONARIA
Como hemos expresado Francia contaba con el diseño militar
más avanzado de su época, modelo que la Revolución Francesa no
alteró, sino que al contrario mejoró. Entre esas mejoras se cuenta la
creación del Estado Mayor General por ley de la Asamblea Constitu-
yente de 1790 y la institución de Jefe de Estado Mayor General en
1792.
Sin embargo el mayor problema que debió enfrentar la revolución
fue el de administrar el personal militar. Por un lado gran parte de los
oficiales aristocráticos habían emigrado a partir del encarcelamiento
de la familia real en agosto de 1792, reduciendo el cuadro de oficiales
a menos de la mitad. Las mayores pérdidas se sufrieron en la caballe-
ría y las menores en la artillería e ingenieros dominadas por la bur-
guesía. Otro problema que afectaba al cuerpo de oficiales era la
dureza con que el gobierno revolucionario trataba a los generales
derrotados. En 1793 fueron ejecutados 17 generales y 67 en 1794, lo
que hacía difícil encontrar oficiales que aceptasen ser promocionados.
Para reemplazar a los oficiales faltantes se recurrió a un sistema
que aunque temerario resultó efectivo. Los soldados elegían a quie-
nes debían ser promovidos como oficiales. El método tuvo sus defi-
ciencias, sin embargo la necesidad de contar con líderes confiables y
militarmente capaces hizo que los soldados eligiesen cada vez mejor.

175
176 JORGE ARIEL VIGO

El sistema consistía en que uno de cada tres tenientes y capitanes era


elegido por la tropa y los otros dos eran promovidos por su antigüe-
dad. Para los mandos superiores el Comité de Salvación Pública tenía
poder absoluto pero reconocía que el ejército del pueblo debía tener
generales populares. Así gradualmente se desplazó del cuerpo de
oficiales a los más viejos y el promedio de edad de los nuevos gene-
rales alcanzó los 33 años, mientras que entre los jefes de batallón y
regimiento la media era de 42. En poco tiempo la renovación de la
oficialidad permitió en abril de 1795 abolir el sistema de elección y
establecer la promoción por antigüedad y sobre todo por capacidad.
El otro inconveniente fue lograr el número de soldados necesario
para enfrentar a los ejércitos enemigos. Se recurrió el 23 de agosto de
1793 a la Levee en Masse. Este reclutamiento tuvo su origen en la
Constitución Republicana del año 1, de fecha 24 de junio de 1793,
que señalaba que las fuerzas de la República se integraban con todo
el pueblo, que todos los franceses eran soldados y debían tomar las
armas en defensa de la patria; es éste el concepto y origen de la Na-
ción en Armas. 52
La levee en masse era un sistema de reclutamiento que se ase-
mejaba a un servicio de conscripción, que no se instauraría realmente
hasta 1798. La primera levee permitió la movilización de 600.000
hombres cuya “…calidad oscilaba desde la eficacia de los primitivos
regimientos de la Guardia Nacional hasta la no instruida y mal equi-
pada gentuza…, cuya principal táctica era acometer impetuosamente,
por ser incapaz de realizar la maniobra más simple.”53
La cuestión era como reunir a este personal inexperto con las tro-
pas ya experimentadas sin que éstas se vieran afectadas por la falta de
disciplina de los novatos. La solución que se encontró fue la siguien-
te, el 21 de febrero de 1793 se dictó la Amalgame que comenzó a
aplicarse el 8 de enero del año siguiente. Esto consistía en tomar un
batallón veterano como núcleo y reunirlo con dos batallones novatos
en una organización denominada Demi-Brigade. Esta designación
reemplazaba al término regimiento que se había eliminado por razo-
nes políticas.
Las demi-brigades resultaron exitosas. Los nuevos soldados apor-
taban un gran entusiasmo y fervor, mientras que los veteranos man-

52 Rothenberg, Gunther. 1977, “The Art of Warfare in the Age of Napoleón”


pg. 100, London B.T. Batsford Ltd.
53 Haythornthwaite Philip, 1983 “Caballería en Infantería Napoleónicas – La
infantería de Línea de Napoleón”,pg.49, Madrid, Ediciones del Prado.
FUEGO Y MANIOBRA 177

tenían la disciplina y facilitaban el entrenamiento. Desde el punto de


vista táctico se planteaba el inconveniente de que la falta de tiempo
hacía que estas unidades debieran ser enviadas a la batalla con escaso
entrenamiento, por lo que los nuevos batallones no alcanzaban el
nivel de instrucción necesario como para combatir en línea, aunque sí
aprendían la más fácil formación de columna. Como sabemos la co-
lumna ofrece un frente menor y por lo tanto menos bocas de fuego, lo
que implica una disminución general de la potencia si todos los bata-
llones estuviesen formados en columna. Para resolver este tema, se
adoptó una formación que consistía en que el batallón veterano des-
plegaba en línea con los batallones novatos en las alas formados en
columna. Se combinaba así una buena maniobrabilidad y velocidad
de avance con una suficiente y eficaz potencia de fuego. Esta forma-
ción se denominó L’ordre mixte y fue tan exitosa que se llegó a em-
plear hasta el nivel de división.
Solucionados todos estos inconvenientes la revolución disfrutó
además de un gran número de tropas ligeras que combatían en orden
abierto. Las mismas se desarrollaron con mayor libertad y resultaron
más eficaces en tanto que ya no era la rígida disciplina lo que daba
cohesión al ejército sino los lazos de patriotismo y fraternidad de los
ciudadanos.
La amalgame alcanzó también a las unidades de caballería, aun-
que en este caso los nuevos reclutas fueron distribuidos entre los
regimientos regulares ya existentes. La caballería francesa era el arma
más débil del ejército y sólo empezó a tener presencia a partir de
1796 gracias a comandantes como Murat, Kellermann y Ney.
La artillería por el contrario gozaba de prestigio en todo Europa y
“…en 1797 le fue acordada la precedencia como el arma decana del
ejército, con mayor jerarquía que la infantería y la caballería.”54 Su
más interesante innovación fue la introducción de las baterías volan-
tes en 1791 por el General Mathieu Dumas, en esa ocasión utilizando
el sistema austriaco de Wurtz que montaba a los artilleros en la cure-
ña. En 1792 Lafayette introdujo la verdadera artillería a caballo con
los sirvientes montados. Otro evento importante fue que a instancias
de Marmont en 1800 se crearon los batallones de tren de artillería
para reemplazar a los conductores y carreros, que hasta ese momento
eran civiles. Hasta la revolución las tropas de ingenieros no tenían
entidad separada y sólo estaban representadas por pequeñas planas

54Rothenberg, Gunther. 1977, “The Art of Warfare in the Age of Napoleón”


pg. 106, London B.T. Batsford Ltd
178 JORGE ARIEL VIGO

mayores formadas por oficiales especialistas, los pocos zapadores y


mineros habían sido convertidos en artilleros, pero el 15 de diciembre
de 1792 se crearon 12 batallones de zapadores como parte de un
cuerpo autónomo de ingenieros.
Los ejércitos de la revolución aprovecharon toda la técnica y teo-
ría militar que desarrollaron los ejércitos reales durante la segunda
mitad del siglo XVIII. Así en marzo de 1796 el General Moreau in-
troducirá la idea del Corps d’Armee, integrando de manera provisio-
nal algunas divisiones en una sola organización.
Podemos observar que aún cuando la expansión del ejército fue
grande, como también lo fueron sus cambios estructurales la Revolu-
ción Francesa pudo controlar este crecimiento y darle forma de una
efectiva fuerza de combate. Este modelo se asemeja al de Roma, en
tanto que los soldados son ciudadanos y responden a una decisión
política republicana. Además de encontrarse en gran número efecti-
vamente bajo las armas y poder ser concentrados y empleados donde
fuera menester. Aunque Luis XIV reunió un número similar de sol-
dados y Gustavo Adolfo llegó a tener cerca de 200.000 bajo su mando,
ninguno de ellos poseía ni la estructura política, ni la organización
militar, ni el apoyo logístico para lograr reunir y poder mantener todas
sus fuerzas listas para la batalla y concentrarlas en un punto o en va-
rios escenarios al mismo tiempo.
Aún así las ideas de Bourcet o Guibert no fueron del todo com-
prendidas en su momento, se necesitará de una mente más abierta y
brillante para integrar esos conceptos en un modelo de acción efecti-
vo, esa figura será Napoleón Bonaparte.

L OS EJÉRCITOS DE LA R EVOLUCIÓN
Durante las primeras guerras que enfrentó la Revolución France-
sa, sus ejércitos aplicaron el Manual de 1791. Según este reglamento
las tropas avanzaban en columna para aproximarse al enemigo y
cuando se hallaban dentro del alcance de fuego, desplegaban en línea
de tres filas de profundidad para combatir con sus mosquetes y asaltar
el dispositivo enemigo. La columna se empleaba también para atacar
a la bayoneta, posiciones preparadas.
Cuando las levas elevaron el número de soldados no experimen-
tados, el Manual comenzó a perder vigencia debido a la falta de tiem-
po para entrenar a los reclutas. Entre 1793 y 1794 se comenzó a
combatir sobre la base de la motivación del soldado, lo que llevó a
FUEGO Y MANIOBRA 179

desarrollar una doctrina de hecho basada en lo que Saint Just llamó


tácticas de choque. Asimismo Carnot emitió el 2 de febrero de 1794
una orden a sus generales que señalaba ”Las instrucciones generales
son siempre maniobrar en masa y ofensivamente; para mantener una
estricta, pero no muy meticulosa disciplina…y usar la bayoneta en
toda ocasión.”55 Será bueno recordar esta expresión pues se asemeja
mucho a las ideas de Foch y la doctrina francesa durante la Primera
Guerra Mundial.
Estas ideas llevaron a que aunque se mantenía la formación de
columna de marcha para aproximarse al enemigo, a distancia de fue-
go, rompían en formación de escaramuza y aprovechando los acciden-
tes del terreno se aprestaban a disparar sobre las líneas enemigas
hasta lograr desmoralizarlas y debilitarlas. En ese punto, se lanzaban
al ataque encabezados por sus oficiales, gritando salvajemente y en-
tonando canciones revolucionarias. Esta táctica tuvo éxito frente a las
compactas formaciones de estilo prusiano acostumbradas a la estricta
disciplina y al silencio. En alguna medida este combate se asemeja al
de la antigua infantería ligera contra las formaciones del tipo falange
de Grecia y Esparta.
La formación de escaramuza, llamada también en debandade, se
aplicó para brigadas enteras exitosamente, con la ventaja de que el
dispositivo abierto disminuía notablemente el efecto de los fuegos de
artillería. Tan generalizado fue su empleo que el General Duhesme
señaló que para fines de 1793 el ejército francés estaba compuesto
sólo de infantería ligera.
La falta de apoyo de caballería y artillería hacía que este tipo de
asaltos fuese muy vulnerable al contraataque o reacción enemiga, sin
embargo los ejércitos revolucionarios del momento carecían de la
suficiente coordinación y control para realizar una operación coordi-
nada. Afortunadamente en 1795 los soldados franceses alcanzaron un
nivel de práctica y veteranía junto con sus oficiales, que permitió
recomponer la doctrina táctica y multiplicar sus opciones. Aunque se
mantenía la distinción entre infantería de línea e infantería ligera
ambas recibían una instrucción igual e integral por lo que en los he-
chos sus capacidades eran idénticas, situación que el Manual de 1791
proyectaba. Siguiendo también las ideas de Guibert se empleó nue-
vamente l’ordre mixte y las formaciones en escaramuza se combina-
ron con la línea y la columna.

55Rothenberg, Gunther. 1977, “The Art of Warfare in the Age of Napoleón”


pg. 115, London B.T. Batsford Ltd
180 JORGE ARIEL VIGO

La caballería en este período sólo prestó un apoyo secundario


pues la infantería definía el combate. En tanto la artillería comenzó a
practicar mayores concentraciones de fuego y a aprovechar su movili-
dad en el campo de batalla asumiendo en el curso de la misma distin-
tas posiciones y siempre en un rol ofensivo.
Una de las grandes ventajas de que gozó el ejército francés del
período fue que el criterio de “vivir del terreno” alcanzó la idea de
“vivir en el terreno”. Por lo que se liberó no sólo de los carros de
abastecimiento y los almacenes, sino también de las tiendas y demás
impedimenta innecesaria, obteniendo así una movilidad muy superior
a la de sus enemigos.

E L A RTE DE LA GUERRA DE
NAPOLEÓN
Durante sus años de formación militar y especialmente el año
que pasó en la escuela de artillería de Auxonne, Napoleón estudió
intensamente las destrezas de su profesión, las campañas y consejos
de los grandes capitanes y teóricos del arte de la guerra. Entre sus
mentores literarios se encontraban Guibert y Federico el Grande. Es
cierto que el sólo estudio no alcanza para formar un comandante, en
el caso de Napoleón se suman una inmensa capacidad de trabajo y
una poderosa mente analítica. Esto tal vez explique cómo o por qué
el más grande militar de todos los tiempos haya iniciado realmente su
carrera desde el puesto de comandante en jefe.
Hasta Tolón la vida militar de Napoleón es casi irrelevante, pero
a partir de allí, donde siendo jefe de artillería actúa como virtual co-
mandante de las tropas de sitio, su desempeño profesional adquiere
una brillantez inusitada.
Es cierto que Bonaparte no fue realmente un innovador o un
creador en el campo militar, sin embargo ha sido quién mejor ha sin-
tetizado las teorías bélicas de su época dándoles una operatividad que
las convirtió en criterios militares de aplicación aún hoy vigentes.
Los ejércitos napoleónicos mantuvieron la separación formal de
infantería de línea y ligera, pero también conservaron su capacidad de
uso dual. Con relación a la infantería el problema que enfrentó Na-
poleón fue que en su época el poder de fuego adquiría cada vez más
relevancia y necesidad en la preparación del asalto, lo que llevó a dos
situaciones. Por una parte se experimentó con la introducción de
FUEGO Y MANIOBRA 181

cañones regimentales, esto es, piezas de pequeño calibre asignadas a


las unidades de infantería; su aplicación fue breve y poco redituable.
Más importante fue la cuestión acerca de si la infantería debía
formar en dos o tres filas. Tradicionalmente en Francia se empleaban
las tres filas, esto tenía la desventaja de disminuir las bocas de fuego
en acción, pues la tercera fila nada hacía o como opinara el Mariscal
Ney actuaba como reserva. En opinión de otros, la tercer fila era una
molestia para el procedimiento de recarga de la primera y segunda;
incluso resultaba peligrosa al punto que el Mariscal St Cyr señalaba
que un cuarto de las bajas las provocaba la tercera fila, a la primera y
segunda. Pese a los estudios y experimentos realizados los ejércitos
napoleónicos especialmente a partir de 1813 adoptaron un perfil mix-
to dependiendo de su comandante inmediato. Esto así porque el 13
de octubre de ese año, Napoleón dio instrucciones al Mariscal Mar-
mont para que dispusiera su infantería en dos filas, aclarando el Em-
perador que pensaba que la tercera resultaba inútil para hacer fuego y
ni siquiera servía para emplear la bayoneta.
En cuanto a la caballería, Napoleón la levvó de ser un arma se-
cundaria a una fuerza de choque capaz de lograr la ruptura del dispo-
sitivo enemigo y definir la batalla, sin perder sus habilidades de
exploración, reconocimiento, explotación y persecución.
En primer lugar se encargó de potenciar la caballería pesada re-
presentada principalmente por los coraceros a los que organizó en
regimientos de 1.000 hombres, los que conservaba como reserva de su
ejército. Estos jinetes llegaron a ser considerados como la mejor ca-
ballería pesada en la Europa de su época.
Le seguían en importancia los dragones que eran empleados en
múltiples funciones. Podían actuar como vanguardia, guarda flancos,
en conjunto con los coraceros e incluso como infantería montada. Sus
regimientos comprendían 1.200 soldados.
La caballería ligera estaba representada por húsares, chasseurs a
cheval y lanceros. Con regimientos que comprendían 1.800 jinetes su
función principal era el reconocimiento, la explotación y brindar se-
guridad al ejército a través del tendido de una pantalla de caballería.
Napoleón organizó su caballería en brigadas y divisiones, según
sus especialidades, que además disponían de artillería para el apoyo
de sus misiones. Incluso creó un Cuerpo de Ejército de Caballería
que conservaba como reserva y que usualmente se hallaba al mando
del Mariscal Murat.
Son bien conocidas las frases del Emperador respecto de su arma
de origen: “es con la artillería con lo que se hace la guerra” o “las
182 JORGE ARIEL VIGO

grandes batallas son ganadas por la artillería.” Así entre 1804 y 1814 la
artillería francesa creció y se afirmó más que las otras armas.
La artillería se organizaba en regimientos a pie, compuestos de
veinte compañías y a caballo con sólo seis. Cada compañía, equivalen-
te a lo que hoy llamamos batería, comprendía seis cañones y dos obu-
ses en las unidades a pie y cuatro y dos respectivamente en las
unidades a caballo.
Los calibres de las piezas se generalizaron en ocho libras para la
artillería a pie y en seis libras para la a caballo, conservándose en re-
serva las piezas de 12 libras a las que cariñosamente se las conocía
como “las hijas del Emperador.”La proporción de piezas en el ejérci-
to varió de dos cada 1.000 hombres en 1804, a tres cada 1.000 en 1807
y a un máximo de 3,5 cada 1.000 en 1809. Napoleón nunca pudo al-
canzar la proporción que consideraba ideal, que era la de cinco piezas
cada 1.000 hombres.56
A partir de 1806 la concentración de artillería se convirtió en lo
que se designa con el nombre de Gran Batería que consiste en dispo-
ner en conjunto un gran número de piezas que puede alcanzar gran-
des agrupaciones como las empleadas en Jena, Aspern-Essling,
Borodino o Wagram, donde se emplearon 100 cañones en conjunto.
Luego de esta batalla Napoleón consideró que el número de piezas
efectivo a concentrar era de 36 o más para obtener un resultado deci-
sivo.57
Para ilustrar el empleo ofensivo de la artillería que hacían los
franceses debemos señalar la acción del General Senarmont en la
batalla de Friedland el 14 de junio de 1807. Este oficial concentró 38
piezas contra las posiciones rusas sobre las que hizo fuego a una dis-
tancia de 400 metros, luego de seis disparos las avanzó para ponerse a
200 metros del enemigo desde donde, apoyado por un batallón de
infantería y cuatro regimientos de dragones, disparó 20 veces sobre
los rusos. Habiendo pasado sólo 30 minutos del inicio de sus acciones,
Senarmont volvió a avanzar sus piezas hasta colocarse a 60 metros e
iniciar desde allí un poderoso fuego de metralla logrando quebrantar a
la infantería rusa.
Napoleón dio estabilidad y permanencia a la organización de
Cuerpos de Ejército que integraban dos o más divisiones de infante-
ría, una o más brigadas de caballería ligera y varias baterías de artille-

56 Wise Terence, 1979,”Artillery Equipments of the Napoleonic Wars”


pg.35, London, Osprey.
57 Griffith,P.,1976 “French Artillery”, pg.36 London, Almark.
FUEGO Y MANIOBRA 183

ría. Estos cuerpos estaban formados sobre la idea de poder enfrentar


enemigos superiores y mantener su posición hasta la llegada de otros
cuerpos de refuerzo para definir la batalla. Para que esto tuviera ope-
ración, el Emperador concibió la formación del Bataillon Carre.
Para Napoleón el primer objetivo de cualquier campaña debía ser
la destrucción de los ejércitos enemigos, luego de ello nada impediría
la ocupación física del territorio y su sumisión. Para lograr tal objetivo
buscaba siempre la batalla decisiva aprovechando la sorpresa, la velo-
cidad y su sistema único de cuerpos de ejército.
El sistema de “vivir del terreno” favorecía los desplazamientos a
velocidad, pero obligaba a los cuerpos a moverse a través de rutas
diferentes y a desarrollar la habilidad de poder concentrarlos rápida-
mente y a tiempo de participar en la batalla principal. Napoleón su-
pervisaba cuidadosamente los movimientos de sus cuerpos lo que le
permitía, al conocer la posición del enemigo, concentrarlos a marcha
forzada para obtener la superioridad numérica en el punto decisivo.
Un cuerpo era una gran unidad compuesta de una equilibrada
combinación de todas las armas, lo que le daba la habilidad de plan-
tear una batalla defensiva frente a un enemigo superior y así dar
tiempo a la concentración del ejército. Son muchos los ejemplos de
comandantes que atacaron a un cuerpo francés pensando que lo ha-
llaban aislado para encontrase luego que la supuesta víctima era re-
forzada por numerosas fuerzas que terminaban por rodear y aniquilar
al atacante.
Mientras la localización e intenciones del enemigo no hubieran
sido descubiertas, el ejército francés marchaba en “Bataillon Carre”
(Cuadro de Batallón). Esta formación aseguraba que los cuerpos se
desplazasen dentro de una distancia que les permitía apoyarse mu-
tuamente, moverse y cambiar de dirección sin interrupciones y sin
alterar el dispositivo. Tan pronto como se localizaba al adversario,
Napoleón comenzaba una maniobra de flanqueo aprovechando el
terreno y una pantalla de caballería para ocultar sus movimientos.
Generalmente se lanzaba una finta para atraer la atención del enemi-
go y aferrarlo mientras se completaba el envolvimiento. Esto se cono-
ce como “manoeuvre sur les derrieres” y usualmente resultaba fatal.
En la batalla, con las fuerzas plantadas frente a frente, Napoleón
lanzaba primero asaltos frontales hasta lograr que el enemigo com-
prometiese sus reservas. Una vez logrado esto una fuerza no envuelta
en la batalla aparecía por el flanco del contrario obligándolo a retirar
tropas de algún punto de su frente para contener el nuevo ataque.
184 JORGE ARIEL VIGO

Cuando esto se producía Napoleón lanzaba sus reservas contra el


punto debilitado del dispositivo adversario.
Junto con esta maniobra Bonaparte practicaba otra conocida como
la Posición Central. Cuando enfrentaba fuerzas enemigas superiores
movía su cuerpo de vanguardia por entre las concentraciones princi-
pales del enemigo para separarlas, luego con una fuerza menor aferra-
ba una de las agrupaciones, empleando el resto de su ejército para
destruir a la otra; una vez hecho esto, se volvía contra las huestes
aferradas.
Una particularidad que presenta el modelo napoleónico es que
sus maniobras y formaciones se repiten en distintos niveles pero con
una fuerte similitud, así por ejemplo el batallón carree es visible tanto
a nivel estratégico como operacional, no siendo siempre fácil distin-
guir un caso de otro. El empleo clásico del cuadro de infantería para
defenderse de la caballería aprovechando su solidez se aprecia tam-
bién por ésta virtud en el cuadro formado en Wagram por el General
Macdonal que se componía de 23 batallones de infantería con 1.200
metros de frente y 750 de profundidad.
Finalmente otras de las grandes virtudes del ejército francés fue
su capacidad de marcha. Con una velocidad regular de 75 pasos por
minuto y una marcha rápida de 120, los ejércitos franceses recorrían
un promedio de unos 18 kilómetros por día. Bajo Napoleón y a mar-
chas forzadas esas distancias diarias podían duplicarse y triplicarse
empleando incluso las horas de la noche.
Esta organización militar tan efectiva presta a heroicos sacrificios
y ciclópeas hazañas alcanzaba esa alta calidad especialmente por la
preocupación que tanto el Emperador como sus mariscales y genera-
les demostraban hacia la motivación y el bienestar de sus soldados.
La disciplina era rígida pero justa, las campañas fueron planeadas
teniendo en cuenta que los soldados recibieran el más adecuado abas-
tecimiento disponible; los oficiales compartían la suerte de sus solda-
dos, como en la desgraciada retirada de Moscú donde oficiales de
todo grado, incluso generales, sin tropas al mando conformaron una
unidad de infantería llamada el Batallón Sagrado bajo el mando del
General Grouchy.
En el campo de batalla Napoleón influenció poco y de hecho se
abstuvo de participar en cuestiones de táctica inferior. Su conducción
en el campo de batalla se dirige a conceptos de gran táctica: la idea de
identificar claramente el objetivo y sostenerlo, conceptualizándolo en
la rápida destrucción del enemigo como clave de la victoria; destacó la
influencia de la superioridad local, el punto de la decisión y con ello
FUEGO Y MANIOBRA 185

el principio de la masa. Impuso en el campo de batalla la rapidez y la


movilidad, asi como la idea del empleo combinado de las armas.
186 JORGE ARIEL VIGO

E VENTOS DESTACABLES

Lodi 10 de mayo de 1796


Después de la derrota de Fombio el 8 de mayo de 1796, el Gene-
ral Beaulieu condujo las tropas austriacas mediante una retirada orde-
nada hacia las riberas del río Adda. Los austriacos establecieron allí
una defensa, en la orilla este había unos pequeños bosques y casas
aisladas, en la ribera opuesta se encontraba el pueblo de Lodi.
Bonaparte arribó al pueblo con sus tropas a las 0900 enviando de
inmediato a la caballería para atacar los puestos de avanzada austria-
cos. Esta fuerza de caballería fue apoyada por cuatro piezas de artille-
ría ligera tiradas por caballos tomados a carros de la aristocracia de la
región. El ataque consiguió capturar un cañón austriaco y dispersar los
puestos avanzados, motivo por el cual Beaulieu ordenó evacuar Lodi
a través del único puente sobre el Adda y bajo la cobertura de dos
escuadrones de caballería y un batallón de infantería. El general aus-
triaco estaba decidido a contener a los franceses en el lugar lo que lo
llevó a no tomar medidas para destruir el puente. Esto puede ser
considerado un error estratégico ya que ese puente era el único cruce
inmediato que podía poner en peligro la situación de todo el ejército
austriaco. Esta falta no fue corregida ni aún después de retirada la
fuerza de cobertura.
Para la defensa de la orilla este, el Mayor Malcamp colocó varios
cañones austriacos sobre el puente y para proveer de fuego cruzado a
su posición emplazó otras piezas a ambos lados del viaducto. En la
orilla opuesta Napoleón empleó su artillería de forma similar encar-
gándose personalmente de la instalación de algunas piezas. Aunque
no se conoce el número exacto de cañones empeñados es probable
que se dispusiera de una treintena de piezas por cada bando, las que
se emplearon en un bombardeo por varias horas.
Cuando los franceses lograron reunir en Lodi un número impor-
tante de tropas, el General Beaumont fue enviado con su caballería y
algunos cañones a cruzar un vado a dos kilómetros al norte del pue-
blo. Esta fuerza debía descender luego contra el flanco de la posición
austriaca; lamentablemente el cruce fue más complejo de lo esperado
y no pudo participar en la definición de la batalla.
FUEGO Y MANIOBRA 187

En Lodi se organizó una fuerza de infantería al mando del Chef


de Bataillon Dupas. La componían un batallón compuesto integrado
por los carabineros de los cuerpos de infantería ligera y otro de grana-
deros de las unidades de línea. Ambos batallones formaron una co-
lumna que se dirigió directamente hacia el puente para cruzarlo. La
artillería austriaca los recibió con un nutrido fuego de metralla. Por
tres veces los franceses atacaron y fueron rechazados.
Bonaparte sabiendo que podía perder el momentum del ataque
organizó un cuarto asalto reforzando la columna y poniéndose él a la
cabeza acompañado por los generales Berthier, Massena, Cervoni,
Dallemagne, el Chef de Brigade Lannes y Chef de Bataillon Dupas.
El continuo fuego de artillería había producido una espesa nube de
humo que cubría el puente lo que permitió a los franceses no ser
descubiertos en el cruce hasta encontrarse casi encima de los austria-
cos, los que sorprendidos entraron en pánico y abandonaron sus posi-
ciones.
La artillería austriaca operó reglamentariamente al emplear la
metralla contra la columna francesa a corta distancia. Sin embargo
esta munición sólo provocaba bajas en la primera línea de las tropas
de ataque permitiendo a las sucesivas continuar su avance. Si los
austriacos hubiesen empleado bala rasa o maciza habrían atravesado
la columna de ataque, provocado cuantiosas bajas y seguramente
contenido el avance francés.
Una vez que la columna francesa alcanzó la ribera opuesta las tro-
pas desbordaron el puente para ocupar un mayor espacio que les
permitiera desplegarse contra la segunda línea de defensa austriaca.
Los carabineros y granaderos mantuvieron su formación de columna
mientras que las tropas venidas de retaguardia comenzaron a comba-
tir por delante de ellos en escaramuza. Los austriacos comenzaron a
ceder y la llegada de Beaumont los decidió a retirarse.

Marengo 14 de julio de 1800

La Campaña
A su regreso de Egipto, Napoleón encontró que las ganancias te-
rritoriales obtenidas sobre el norte de Italia en 1796 se habían perdi-
do. Los austriacos intentaban consolidar esos territorios recuperados,
para ello disponían del siguiente plan. El Grl Kray se mantendría a la
188 JORGE ARIEL VIGO

defensiva sobre el Rhin y el norte de Suiza para evitar cualquier pe-


netración francesa en el sector. En Italia el Grl Melas con 85.000
hombres intentaría cruzar los Apeninos, apoderarse de Génova y
empujar a los franceses hasta el Var. Contaba para ello con que las
nieves de los Apeninos suelen desaparecer seis semanas antes que las
de los Alpes, por lo que durante todo ese tiempo podía confiar en que
ningún ataque francés provendría desde el norte. Igualmente en ese
sector se estimaba realizar operaciones con tropas piamontesas que
apoyaran las acciones de Kray en Alemania.
Por su lado Bonaparte trazó el siguiente plan: el Grl Moreau al
mando del ejército del Rhin debía cruzar este río y concentrarse hacia
su derecha amenazando las comunicaciones de Kray, habilitando para
los franceses los pasos alpinos de St. Gotthard y Simplon. De este
modo Napoleón podría atravesar los Alpes y caer sobre la retaguardia
de los austriacos. Este plan hubo de sufrir una modificación y es que
debido a las disposiciones de las fuerzas enfrentadas, Moreau no po-
día asegurar de inmediato los pasos elegidos, por lo que Napoleón
hubo de recurrir a atravesar el paso St. Bernard. En Génova se hallaba
el Grl Massena con 35.000 hombres al que se le prometió liberarlo de
la presión austriaca para principios de junio. La fecha de inicio de las
operaciones francesas se fijó para la última semana de abril, los aus-
triacos comenzaron a moverse a principios de ese mismo mes.
El avance austriaco que comenzó el 6 de abril logró penetrar las
posiciones francesas y poner sitio a Génova el día 19. Para el 11 de
mayo los franceses se hallaban a la defensiva sobre la orilla oeste del
Var, los austriacos eran dueños de la costa y se desplegaban en un
triángulo cuyos vértices eran Génova, Turín y Niza.
Napoleón con 60.000 hombres inició el cruce de los Alpes a tra-
vés del Gran St. Bernard y el Pequeño St. Bernard. El 28 de mayo
amenazaba Turín desde el nordeste y el oeste, obligando a Melas a
concurrir a su defensa. El 2 de junio ocupaba Milán y Pavía directa-
mente en la retaguardia austriaca.
A partir de allí ambos ejércitos comenzaron a buscarse y se encon-
traron en los campos de Marengo en lo que se conoce como una bata-
lla de vuelta encontrada o frente invertido.

La Batalla
Los austriacos presentaron batalla con 31.000 hombres y 100 ca-
ñones, Napoleón inició la lucha con 23.000, que se elevaron luego a
28.000 y empleó en total unas 29 piezas de artillería.
FUEGO Y MANIOBRA 189

Las fuerzas francesas se hallaban avanzando hacia el oeste en


busca de los austriacos los que se encontraban concentrados en la
ciudad de Alessandria.
Avistadas ambas fuerzas Melas lanzó un ataque contra las van-
guardias francesas alrededor de las 0800. Napoleón confundió los
movimientos austriacos con lo que creía era una fuerza de cobertura
de retaguardia por lo que su ejército no se hallaba concentrado.
El ataque austriaco debía cruzar el río Bormida para alcanzar las
posiciones francesas. Luego del cruce se hallaba reunido y así inició
los combates con amplia superioridad sobre los franceses en el pueblo
de Marengo.
Napoleón intentó contener a Melas con las fuerzas que tenía a
mano, lo que le costó la pérdida de la infantería de la Guardia Con-
sular; ya advertido de su error envió un mensaje al Grl Desaix para
que concurriera en su apoyo. Al no poder sostener las posiciones en
Marengo, Bonaparte comenzó un movimiento retrógrado seguido de
cerca por los austriacos.
En este movimiento los austriacos que iniciaron el combate con-
centrados comienzan a ampliar su frente tratando de cubrir más vías
de aproximación hacia las posiciones francesas. Esto hizo que dismi-
nuyera la masa de tropas directamente comprometidas en combate
con los franceses. Esta masa disminuyó aún más en tanto que los
austriacos confiados en que habían ganado la batalla, iniciaron la per-
secución de manera desordenada.
Inversamente las fuerzas napoleónicas, en su retirada de más de
cuatro kilómetros, se iban concentrando y logrando así la superioridad
numérica en el punto de decisión. Cuando las tropas de Desaix se le
unieron, Napoleón tenía una masa de tropas mayor que la de sus
inmediatos perseguidores.
Frente a la columna de vanguardia austriaca al mando del Grl
Zach, Desaix formó sus tropas escalonadas. El escalón avanzado de la
izquierda lo constituía el RI Ligera 9 formado en orden mixto, el
escalón central con el RI 30 en línea y el RI 59 en orden mixto en el
escalón más retrasado a la derecha. En apoyo contaban con 16 caño-
nes del Grl Marmont que tomaban a los austriacos de enfilada y con
la caballería del Grl Kellerman que los atacó por su flanco izquierdo.
Este ataque combinado le dio a Napoleón la victoria a las 1800 horas
en una batalla que a las 1400 se hallaba perdida.
En esta batalla los franceses perdieron 7.000 hombres y los aus-
triacos alrededor de 14.000.
L A G UERRA EN EL S IGLO
XIX

L A GUERRA DESPUÉS DE NAPOLEÓN


Las Guerras de la Revolución y el Imperio mantuvieron a Europa
bajo las armas durante veinticinco años, después de los cuales sobre-
vino un período de relativa paz con conflictos fuera del continente y
de carácter colonial. Entre ellos se enmarcan las luchas revoluciona-
rias latinoamericanas.
Los ejércitos que enfrentaron en América Latina las ideas repu-
blicanas y monárquicas muestran, en cuanto al arte militar un ejerci-
cio básico del modelo lineal tradicional con innovaciones
provenientes de distintos ámbitos. Por un lado, el levantamiento de
guerrillas locales sujetas a estilos de combate profundamente autóc-
tonos y por el otro, innovaciones técnicas que emulan algunos de los
avances liderados por el modelo francés. Esto supone la existencia de
una táctica híbrida y variada en los ejércitos latinoamericanos lo que
les da un perfil propio en sus luchas contra la monarquía española.
En los treinta años que van de la desaparición del Imperio Na-
poleónico hasta la mitad del siglo, los ejércitos europeos mantuvieron
con ligeras variantes el modelo alcanzado en 1815. La subsistencia de
este modelo se debe por una parte al extenso período de paz conse-
cuencia de las prolongadas guerras y a la tradicional tendencia militar
a mantener vigentes las doctrinas reconocidas como exitosas.
Aunque la paz obligó a la reducción del número de efectivos en
los ejércitos lo que hizo que fueran más eficaces y controlables ejerci-
tándose en una práctica ya conocida y asentada, todas las naciones

191
192 JORGE ARIEL VIGO

retuvieron el sistema de conscripción. Asi Francia reinstaló el sistema


de reclutamiento en 1818 con una duración de seis años, pero afec-
tando solamente al diez por ciento de los ciudadanos capaces de to-
mar las armas. Austria y Rusia practicaron modelos similares, y sólo
Gran Bretaña se abstuvo de emplear la conscripción.
Que los ejércitos europeos mantuviesen la práctica de la guerra
más o menos como en los tiempos de Napoleón, no quiere decir que
tal doctrina haya sido completamente comprendida y que mantuvie-
sen la agilidad y destreza de las mejores campañas napoleónicas; por
el contrario nos encontramos con buenos ejecutores, pero de escasa
imaginación y habilidad, con excepción del Feldmarschall Josef Graf
Radetzky. Es probable que la mayoría de los comandantes haya pre-
tendido copiar el arte militar del emperador y ese haya sido su gran
error, como señalaba el General Grant refiriéndose al Gran Corso: “
Mi impresión es que su primer éxito se debe a que el hizo la guerra a
su propia manera y no en imitación de otros.”58
De todas formas el creciente nacionalismo, los desarrollos eco-
nómicos en la industria y comercio y la práctica de la era napoleónica
donde la movilización del pueblo y sus recursos se aplicaban en con-
junto a apoyar la guerra, obligaban a cambios en la manera de enfren-
tar el fenómeno bélico.
Estos cambios comenzaron a manifestarse primero en el campo
de la teoría militar donde Jomini y Clausewitz marcaron las ideas
rectoras, partiendo del análisis de las guerras dirigidas por Napoleón.
Jomini analizó la guerra desde la idea práctica de cómo hacerla. Des-
tacó y fijó la idea de la victoria decisiva y del empleo de la masa en el
punto de decisión; elaboró principios a los que consideraba funda-
mentales para el logro de la victoria en el combate y puso el acento en
el empleo de la concentración, la movilidad y las líneas de comunica-
ciones. Clausewitz por su parte hizo un análisis más filosófico tratan-
do de comprender el fenómeno de la guerra, destacando que no había
fórmulas para conducirla pues ello depende la naturaleza, condiciones
y motivos del conflicto.
Necesariamente estos cambios fomentaban una mutación en la
manera de hacer la guerra, las innovaciones en la tecnología indicaban
lo mismo, sin embargo habrá que recorrer todo el siglo XIX y entrar
en el XX para encontrar una reorganización significativa de la doctri-
na militar.

58 Doughty, R. 1996 Warfare in the Western World, Vol I, pg. 327, Massachu-
setts, D.C. Heath and Company
FUEGO Y MANIOBRA 193

L ENTOS CAMBIOS Y RÁPIDAS


TECNOLOGÍAS
La más notoria variación que sufrió la doctrina tradicional fue con
relación al empleo de la infantería. Ya hacia fines de las guerras impe-
riales el incremento en el poder de fuego de la infantería, provenien-
te de una mayor práctica, mejor entrenamiento y del empleo de los
batallones en dos filas, había obligado en los hechos a que en repeti-
das ocasiones la infantería recurriese al empleo de formaciones abier-
tas.
Este tipo de combate requería de armamentos más precisos y
confiables que los usados hasta el momento. Aunque las armas se
producían a gran escala conservaban cierto perfil artesanal lo que
hacía engorroso su mantenimiento debido a la individualidad de cada
pieza. La introducción del sistema de producción de partes intercam-
194 JORGE ARIEL VIGO

biables desarrollada en Norteamérica abrió el camino a la verdadera


producción en masa de armas. Esta tecnología dio impulso a la fabri-
cación de fusiles modernos de retrocarga que pronto comenzaron a
remplazar a los viejos mosquetes, con ello y la aparición en 1849 de la
bala conoidal o Minie que aumentaba el poder de fuego del infante,
hizo que en 1859 la doctrina francesa sufriera un importante cambio.
A partir del reconocimiento de que la infantería de línea y la lige-
ra tenían las mismas capacidades, se determinó incrementar el em-
pleo de las formaciones abiertas y en escaramuza. Antes de este
cambio, los escaramuzadores marchaban por delante de las formacio-
nes de ataque, ahora todo el asalto se hacía en formación abierta. Esto
en alguna medida era volver a las tácticas de la revolución, pero no
debemos perder de vista que se trata ahora de soldados entrenados y
de mandos con mucha experiencia, lo que elevaba la categoría del
ejército a un nivel cuasi profesional en todos sus niveles.
En 1860 aparece por primera vez la pólvora sin humo pero no lo-
gra su uso regular debido a ser muy inestable y por ello peligrosa.
Pero en 1884 el francés Paul Vieille desarrolla un producto más esta-
ble que pronto comienza a generalizarse. La pólvora sin humo apor-
taba una importante serie de ventajas, por un lado era más limpia que
la tradicional pólvora negra, lo que facilitaba el mantenimiento y
conservación de las armas. Al no producir humo y sólo gases facilitaba
el ocultamiento del tirador que no era detectado por su disparo y
además no molestaba la visión del campo de combate. Finalmente al
producir una combustión más lenta y energéticamente superior otor-
gaba a los proyectiles mayor alcance y fuerza de impacto.
Otro cambio tecnológico muy importante fue la introducción en-
tre 1848 y 1864 de los fusiles de retrocarga. Esto hizo que el soldado
de infantería incrementase al doble su cadencia de tiro y mejorase su
puntería. Además se producía un efecto completamente nuevo, el
infante ya no era más un blanco individual de 1,80m de altura, pues
ahora podía recargar su arma permaneciendo cuerpo a tierra. Junto a
estas mejoras el alemán Peter Paul Mauser crea el primer cartucho
metálico de empleo práctico dando lugar a un efectio fusil a cerrojo.
Estas características acrecentaban notablemente su poder defen-
sivo: presentaba un blanco pequeño, tenía un alcance mayor, una alta
cadencia de tiro y prácticamente no necesitaba de fortificar el terreno
para defenderse. En 1885 la situación del infante mejorará aún más
cuando el austríaco Ferdinand Ritter von Mannlicher introduzca el
cargador de horquilla en los fusiles, el que podía contener entre cinco
y ocho disparos por carga.
FUEGO Y MANIOBRA 195

Con estas capacidades la infantería nada tenía que temer de la


caballería pues ahora su defensa era el fuego, prescindiendo de for-
maciones especiales y de la bayoneta. Esto comenzó la declinación de
la caballería tradicional.
Del mismo modo la artillería se vio afectada por las mejoras de la
infantería. Antes podía entrar en batería a 300 metros de los infantes y
someterlos desde allí a su poderoso fuego. Ahora el alcance de los
fusiles era de 1.000 metros por lo que su despliegue era imposible a
menos de esa distancia y con blancos echados cuerpo a tierra la po-
tencia de los cañones disminuía vertiginosamente. Cierto es que
existía una munición de fusible que podía hacerse estallar en el aire
por encima de la tropa enemiga, pero aún no contaba con el refina-
miento técnico necesario.
Desde 1850 Alfred Crupp propuso a las autoridades prusianas la
introducción de tubos de acero para la artillería consiguiendo en 1859
que trescientos entraran en servicio. Hacia 1860 se introdujo la artille-
ría de retrocarga, lo que mejoró las prestaciones de los cañones. Al no
tener sistemas de retroceso, después de cada disparo debían ser re-
puestos en posición y apuntados, esto llevó a que hacia fin de siglo
comenzaran a usarse sistemas de retroceso a resorte o a gas, lo que
mantenía la pieza en posición. En 1893 los franceses desarrollaron un
sistema de compensación hidrostático y un aparato recuperador que
dio origen a la famosa pieza de 75mm adoptada en 1897. Estas piezas
podían mantener una cadencia de fuego de seis disparos por minuto,
incrementables hasta veinte y con un alcance de siete kilómetros.
Como igualmente resultaban vulnerables a la infantería, los cañones
comenzaron a portar una coraza detrás de la cual los sirvientes podían
operarlos sin peligro.
Junto con estas armas comenzó el desarrollo de otra cuyo primer
nombre fue mitrailleuse. Desarrollada en Francia bajo la tutela de
Napoleón III, aunque estaba disponible para 1870, no contaba con
una adecuada doctrina de empleo. Considerada un secreto, pocos
sabían de su existencia y los que la conocían no sabían como usarla.
Las primeras ametralladoras contaban con una ayuda mecánica
para la repetición del disparo, como el caso de las manibelas de las
armas Gatling, recién en 1884 Hiram Maxim, un norteamericano
trabajando bajo la tutela económica inglesa desarrollará la primera
ametralladora verdaderamente efectiva que alcanzará los 600 disparos
por minuto.
Rusia fue uno de los primeros paises en incorporar ametralladoras
a su ejército, adquirió cien en 1865, para 1880 contaba con más de
196 JORGE ARIEL VIGO

cuatrocientas y en la guerra ruso – japonesa cada división tenía al


menos una compañía de ametralladoras, mientras que los japoneses
sólo las incorporaron después de ver como su enemigo las empleaba
en batalla. En la Argentina las ametralladoras fueron introducidas por
Domingo Faustino Sarmiento durante su presidencia entre 1868 y
1874.
Todos estos cambios tecnológicos ponían como arma determinan-
te del campo de batalla a la infantería y como su método de combate
el empleo del fuego y la lucha a distancia. La gran perdedora en estos
cambios resulta ser la caballería, presentando un blanco inmenso y
con escasa potencia de fuego. Su maniobrabilidad y velocidad resul-
taban ahora inútiles pues se veían contrarrestadas por la rapidez, po-
tencia y alcance del fuego de fusilería y artillería.
La forma de hacer la guerra cambiará también gracias a dos in-
ventos no militares. Por un lado el ferrocarril facilitará la movilización,
concentración, despliegue y transporte de tropas. Con el tiempo se
aplicará igualmente a la efectiva distribución de abastecimientos. La
telegrafía, alámbrica primero e inalámbrica después brindará a los
ejércitos un medio de comunicación rápido y a grandes distancias
mejorando los sistemas de comando y control.
En el campo militar se introducirán otras mejoras, la más impor-
tante y fundamental es el establecimiento de un efectivo sistema de
Estado Mayor a partir del modelo prusiano. El Estado Mayor perfec-
cionado por Helmuth von Moltke no sólo estableció los métodos y
procedimientos del Estado Mayor moderno para poder conducir
grandes ejércitos a largas distancias, sino que además incluyó en su
evolución las nuevas tecnologías disponibles. El Estado Mayor Pru-
siano introdujo de manera evidente y formal el estudio de la historia
militar y la estrategia como elemento fundamental para desarrollar
una fuerza armada eficiente. El empleo de estas disciplinas como
fuente de preparación y perfeccionamiento profesional militar se
repetirá en el “Ejército de los 100.000” a partir de 1920. La organiza-
ción prusiana fue rápidamente copiada en casi todo el mundo.
La moderna tecnología en armas favorecía notoriamente el ejerci-
cio de la defensa por sobre las operaciones ofensivas. Moltke señala-
ba”Está absolutamente más allá de duda que el hombre que dispara
sin agitación tiene la ventaja sobre quién dispara mientras avanza,
aquel encuentra protección en el terreno, donde el otro halla obstá-
culos, entonces, si al más animoso arrojo se le opone una serena fir-
FUEGO Y MANIOBRA 197

meza esto hace al efecto del fuego, hoy en día tan poderoso, que
determinará el resultado.”59
La innegable verdad enunciada por Moltke, no tuvo la misma au-
tenticidad para todos los militares de fines del siglo XIX. Algunos
expertos opinaban que el aumento del poder de fuego permitía dis-
minuir el número de efectivos reservados a la defensa y que ese so-
brante de personal podía destinarse a engrosar las fuerzas aplicadas a
operaciones ofensivas. Esto proveería de suficientes hombres para las
siempre exigentes maniobras de envolvimiento.
Hubo especialistas que sin despreciar lo dicho, interpretaron que
al mayor poder de fuego potenciaba también a las fuerzas atacantes,
las que empleadas en mayor número que las defensoras podían arro-
llarlas fácilmente. Ninguna de las dos teorías avizoraba el hecho de
que la defensa contaba con un mayor aplomo para hacer puntería e
incluso incrementar la cadencia de fuego, lo que contendría casi cual-
quier ataque. Y que esas características unidas al mayor alcance po-
drían fácilmente inmovilizar cualquier maniobra de envolvimiento.
Estas ideas contrarias a la realidad se sostuvieron aún a través de la
evidencia ofrecida por sucesivas guerras. Es posible admitir con cierta
flexibilidad que los ejemplos de la Guerra de las Seis Semanas (1866)
o de la Guerra Franco Prusiana (1870-1871), no fueran concluyentes.
Más duro de aceptar es el rechazo de las pruebas ofrecidas por la
Guerra Civil Norteamericana (1861-1865) bajo el argumento de que
se trataba de una guerra de aficionados o de “dos turbas armadas”
como dijera Moltke. Lo que sí resulta incomprensible es que se cerra-
ra los ojos a las duras experiencias de las Guerras Anglo-Boer (1899-
1902) y Ruso-Japonesa (1905-1905).
Aunque no hay una explicación directa y única acerca del por qué
de estas ideas, que fueron expuestas bajo una elaboración académica
de relevancia, podemos señalar que la preeminencia que se dio al
valor de la moral de la tropa tuvo una gran influencia sobre ellas. Es
esta la época en que la obra del Coronel Ardant du Picq “Estudios de
Batallas”, cuya primera publicación parcial se hizo en 1868 y su ver-
sión completa en 1880, cobra adeptos en el campo militar bajo la idea
de la fuerza moral, con la deformación de apoyarse casi con exclusivi-
dad en ella.
La resultante fue una especie de reminiscencia medieval donde
la exaltación moral y los valores de valentía, el “elan” francés y la idea

59Jones, Archer.,1987 “The Art of War in the Western World”pg.401,New


York ,Oxford University Press.
198 JORGE ARIEL VIGO

de ataques incontenibles, sumergieron a la táctica en la solución del


ataque frontal para todo problema de batalla. Este pensamiento nutri-
rá en mayor o menor medida las doctrinas militares europeas con las
que sus ejércitos llegarán a la Primera Guerra Mundial.
La ya peligrosa concepción del empleo principal del choque y la
bayoneta se agravó cuando los comandantes comenzaron a preocupar-
se por la falta de control que podían ejercer sobre la masa de escara-
muzadores, lo que llevará a abandonar su doctrina de empleo para
retornar a los ataques en densas líneas y columnas de batallón. Esto
agotará la última protección que tenía la infantería en el ataque con-
sistente en su capacidad de Dispersión.
Por supuesto que para poder emplear semejantes tácticas se ne-
cesitaban muchos hombres, los que dijimos no estaban disponibles
porque luego de las Guerras Napoleónicas los ejércitos se redujeron.
Los prusianos para solucionar este problema desarrollaron la idea de
mantener un ejército profesional que contaba con una masa de cons-
criptos por períodos de tres años a los que instruía en las prácticas
militares, éstos permanecían luego en la reserva durante cinco años;
ambas fuerzas constituían el ejército activo en caso de guerra; que
además contaba con la Landwehr, que era una milicia regional que
también podía movilizarse en apoyo del ejército. El sistema fue apli-
cado por varias naciones europeas.
Aunque el ferrocarril había resuelto el problema del transporte de
semejantes fuerzas, quedaba pendiente el del equipamiento y abas-
tecimiento de las mismas. La respuesta la dio la revolución económi-
ca europea del siglo XIX que afectó la industria, la agricultura y el
comercio. Ella permitió que se pudieran mantener ejércitos equiva-
lentes al diez por ciento de la población nacional, mientras que un
siglo antes apenas se alcanzaba el tres por ciento.
En otro sentido, sin que resulte una novedad aparece un tipo de
guerra que adquiere una personalidad propia dentro de lo que genéri-
camente podemos llamar guerras coloniales; esta es la guerra de gue-
rrillas. Se manifiesta especialmente en Cuba como reacción a la
opresión española y en África del Sur en las primeras reacciones de
los Boers en desafío de Inglaterra.
Estas guerrillas actuaban efectuando razias y golpes de mano con-
tra objetivos de carácter logístico, como ferrocarriles, depósitos de
agua, puentes o establecimientos de carácter económico. La respues-
ta de las potencias colonialistas la inició España por medio del esta-
blecimiento de lo que se conoce con el nombre de la Trocha. Las
guerrillas actuaban en pequeños grupos, eran muy móviles y no fáci-
FUEGO Y MANIOBRA 199

les de identificar, por lo que los españoles para coartar su libertad de


movimiento, dividieron a Cuba en tres segmentos separados por dos
trochas guarnecidas de alambradas de púas y casetas con la idea estra-
tégica de ir acorralando a los insurrectos. Algunos intereses interna-
cionales, especialmente con Estados Unidos, impidieron que se
completara el plan.
Por su parte los ingleses practicaron un sistema similar en África
logrando numerosos fraccionamientos del terreno mediante el em-
pleo de 9.000 casetas y 8.000 kilómetros de alambres de púas.
Estos procedimientos, si bien tenían éxito en la captura de gue-
rrilleros, generaban problemas logísticos a la población, pues cortaban
las líneas de comunicación y transporte, para solucionar esto, se crea-
ron campos donde se reunía a la población amiga para proveerles de
elementos de subsistencia y vivienda, aunque no siempre éstos fue-
ron suficientes, provocando hacinamiento y enfermedad. Hay quie-
nes señalan que estos campos también se emplearon para retener
prisioneros y éste sería el origen de los tristemente conocidos campos
de concentración.

E VENTOS DESTACABLES

Colenso 15 de diciembre de 1899


Las batallas sucedidas durante la mayor parte del siglo XIX resul-
taron en mayor o menor medida una repetición de las de las Guerras
Napoleónicas. Pero hacia fines del siglo el aspecto de los combates
comenzó a cambiar, planteando la Guerra Anglo-Boer uno de los
ejemplos de mayor contraste.
Las luchas entre el Imperio Británico y los colonos holandeses de
África del Sur datan de 1806. Con intermitencias se habían planteado
diversas guerras que culminan con la de 1899. En este conflicto los
gobiernos Boer de Transvaal y el estado libre de Orange enfrentaron
por última vez a las tropas de la Reina Victoria.
Las tropas boer poseían un pequeño núcleo de soldados regulares
alrededor de los cuales se reunían organizaciones bajo un sistema
militar conocido como el “Comando”. Esta consistía en la obligación
de todo hombre entre los 16 y 60 años de prestar servicios al estado,
debiendo asumir la provisión de su armamento y equipo. Los Co-
200 JORGE ARIEL VIGO

mandos podían contener entre 200 y 1.000 hombres, se hallaban bajo


el mando de un jefe militar electivo y de varios veld-kornets que
actuaban como oficiales subalternos. Los jefes y los veld-kornets
carecían de poder legal para obligar a sus soldados a obedecerles, por
lo que ese acatamiento sólo podía lograrse por medio del prestigio y la
personalidad. Es este un curioso caso donde el superior ejerce el
mando y la conducción sin disponer de lo que técnicamente llama-
ríamos comando.
Los soldados boer eran excelentes jinetes, magníficos tiradores
por su habitual práctica de la cacería y estaban acostumbrados a vivir
al aire libre. Esto le daba al Comando una gran movilidad al carecer
de una impedimenta logística compleja. Esto se combinaba con la
preferencia por el combate a distancia por el fuego y el evitar el com-
bate cuerpo a cuerpo, no sólo para explotar sus habilidades de tirado-
res, sino porque la lucha cercana elevaba el número de bajas, lo que
implicaba de familias de colonos quedarían sin un hombre para ayu-
darlas a sobrevivir en la dura tierra africana.
Este ejército contaba además con artillería que en el Estado Li-
bre de Orange había sido organizada por el Mayor Albrecht, un volun-
tario alemán. Ambos estados reunían unas 75 piezas de diverso
calibre, pero en su mayoría se trataba de Creusot y Krupp de 75mm
con 8.000 metros de alcance. En general no eran empleadas en bate-
ría, sino que por piezas individuales. Esto hacía que la artillería se
hiciera muy móvil pudiendo aprovechar con rápidos cambios diversos
campos de tiro y además evitar ser descubierta.
A comienzos de la guerra los boer recibieron el fusil alemán Mau-
ser 1896, con cargador de 5 disparos y un alcance de 1.800 metros.
Este fusil utilizaba pólvora sin humo, lo que hacía virtualmente im-
posible detectar al tirador. Los boer no utilizaban uniformes, pero su
repetida característica es el empleo de bandoleras donde cargaban
unos 60 disparos.
El soldado Boer es fuertemente individualista y carecían del con-
cepto glorioso de la guerra que acompaña desde siempre a los ejérci-
tos occidentales, “…para los boers la guerra era algo necesario, que
debía ejecutarse con la mayor eficacia posible, a un coste mínimo para
ellos mismos.”60
Las tropas inglesas tenían una gran experiencia en la lucha colo-
nial y estaban aferradas al clásico modelo napoleónico de someter al
bombardeo de artillería a la posición enemiga para luego avanzar las

60 Knight I. 1996.”Colenso 1899” pg.14, España, Ediciones del Predo.


FUEGO Y MANIOBRA 201

tropas en orden cerrado haciendo altos para realizar disparos en for-


mación.
La infantería inglesa empleaba los fusiles Lee-Metford y Lee-
Enfield, con un alcance de 2.600 metros y una capacidad de diez tiros
en el cargador, pero que debían ser introducidos uno a uno y no de a
cinco como en el Mauser.
La artillería británica se componía de piezas de 12 y 15 libras em-
pleadas en batería y a tiro directo con un alcance de 4.000 metros.
Al inicio de las hostilidades los boers avanzaron hacia el sur si-
tiando la población de Ladysmith donde quedó atrapado el Teniente
General White y 13.000 soldados. El comandante de las fuerzas britá-
nicas General Redvers Buller inició una operación para levantar el
sitio de Ladysmith.
Para llegar a los sitiados debía cruzar el río Thukela teniendo para
ello la mejor oportunidad capturando la población de Colenso, donde
se encuentran los mejores puentes, uno de carretera y uno de ferroca-
rril. El río describe sucesivas curvas quedando Colenso atrapada por
una de ellas cuyo vértice apunta hacia las líneas boer. Estos se des-
plegaron en la ribera norte estableciendo sus comandos en posiciones
atrincheradas, esperando canalizar el ataque inglés a través de los
puentes y eliminarlo con su artillería dispuesta en las alturas al norte
del río. Contaba para ello con 4.500 hombres.
Buller por su parte planeaba tomar los puentes lanzando directa-
mente contra Colenso a la BRI2 del General Hildyard mientras que
la BRI5 del General Hart buscaría un paso hacia el oeste de la pobla-
ción. Ambas brigadas serían apoyadas por la artillería y Buller man-
tendría en reserva a dos brigadas de infantería y una montada. En
total contaba con 21.000 hombres.
Los ingleses iniciaron el ataque de madrugada. A las 0600 la arti-
llería que debía apoyar a la BRI2 se adelanta, por un retraso de ésta y
alcanza a establecerse al este de Colenso y a unos 100 metros del río.
Estos artilleros al mando del Coronel Long sufrieron un intenso fue-
go de fusilería, recordemos que los cañones carecían de escudos, por
lo que luego de sufrir muchas bajas debieron retirarse a las 0700
abandonando 10 cañones.
Por su parte la brigada de Hart alcanzaba el río a las 0600 formada
en orden cerrado. Al intentar encontrar un lugar vadeable fueron
recibidos por intenso fuego de fusiles y artillería, iniciando su retirada
a las 0700, aunque no pudieron cumplirla hasta las 1000.
A las 0630 la brigada Hildyard inicia su avance y ocupa Colenso
acercándose en orden cerrado y aprovechando el terreno. Al no recibir
202 JORGE ARIEL VIGO

apoyo de la artillería comienza a retirarse librando combates aislados


que durarán todo el día.
Transcurrida sólo una hora de combate Buller comprendió que el
ataque había fracasado y decidió cancelar su asalto. Estaba particu-
larmente impresionado por la pérdida de las baterías del Coronel
Long; aunque esos cañones se perdieron pues los boer los capturaron
al anochecer, el fracaso de Long impidió que los ingleses cayeran en
la trampa preparada por los boer. Las bajas inglesas alcanzaron a 143
muertos, 756 heridos y 220 prisioneros, poco si se tiene en cuenta que
los ingleses desplegaron más de 20.000 hombres. Sin embargo tratán-
dose de un combate de sólo una hora de duración esas 1.100 bajas
revelan la potencia de las nuevas armas de fuego empleadas desde
posiciones preparadas contra formaciones compactas que presentan
un blanco fácil. Este contraste táctico es un avance de lo que sucede-
rá en la Primea Guerra Mundial.
L A P RIMERA G UERRA
M UNDIAL

L A TÁCTICA A COMIENZOS DEL SIGLO


XX
Los niveles de conducción a inicios del siglo aplicaron coceptos
operacionales propios de la táctica a los niveles estratégicos, por ello
en este capítulo se tratarán grandes operaciones que técnicamente
corresponden a ese nivel y sin embargo su criterio de planeamiento y
ejecución responden a un pensamiento de orden táctico. La Primera
Guerra Mundial presenta este aspecto de confusión en que las accio-
nes militares se someten a procesos intelectuales tácticos aunque se
trate de cuestiones propias de los niveles operacional o estratégico.
Siguiendo ese criterio tomaremos bajo análisis grandes operaciones
como si se tratase de hechos de niveles de conducción inferior.
Del mismo modo es oportuno señalar que en esta conflagración
por primera vez se ven claramente diferenciados los niveles de deci-
sión estratégico y político, tanto en cuanto a sus diferentes criterios
como a que se hallan en manos de diferentes personas, ya no aparece
la concentración de la decisión político-estratégica concentrada en un
solo individuo. Esta nueva situación se resolverá de distinta manera
en cada nación beligerante.61

61para mayor abundamiento se recomienda leer a Gordon Craig “The politi-


cal Leader as Strategist” en “Makers of Modern Strategy”, 1986, Princeton
University Press, Princeton, New Jersey.

203
204 JORGE ARIEL VIGO

Es muy importante atender a estas consideraciones pues en parte


explican la confusión en la calidad de las decisiones. El proceso de
esclarecimiento de niveles de conducción y tipo de resolución sólo
comenzará a esclarecerse hasta después de la Segunda Guerra Mun-
dial.
La segunda mitad del siglo XIX se halla plagada de innovaciones
tecnológicas en el campo militar. La aparición del ferrocarril, la pólvo-
ra sin humo, las armas de retrocarga, las ametralladoras, los fusiles de
cargador, la artillería de tiro rápido, las ojivas de alto explosivo, iban a
impactar fuertemente en el campo de batalla y lo cambiarían por
completo. Pero ese cambio no sería ni rápido, ni ordenado, y genera-
ría importantes discusiones y dudas acerca de su potencialidad.
En el campo táctico la potencia de las armas de fuego y su modo
de empleo hacían sentir su influencia desde fines de las guerras na-
poleónicas. En las últimas batallas de esa era podemos apreciar el
comienzo de un fenómeno conocido como el “campo de batalla va-
cío”. Esto consistía en que, debido a la mejor potencia de fuego, la
infantería no podía permanecer expuesta a la vista del enemigo y en
formaciones cerradas, como respuesta las tropas se disponen en gru-
pos abiertos que ofrecen un blanco menor y aprovechan el terreno
para protegerse; por otra parte los fusiles de retrocarga permitían por
primera vez en la historia preparar el arma permaneciendo cuerpo a
tierra.
Se planteaban ahora dos formas posibles de combate en la batalla,
que Clausewitz clasificó como ‘combate por fuego’ y ‘combate cerca-
no’. En esta distinción destacaba que el combate por el fuego busca-
ba la eliminación física del enemigo, mientras que el combate
cercano perseguía su destrucción moral; el primero preparaba la situa-
ción para el segundo cuya coronación tradicional era la carga a la ba-
yoneta.
Aquí corresponde una aclaración los ataques llevados a cabo de
esta última forma pocas veces concluyen en un combate cuerpo a
cuerpo. En general lo que sucede es que, si los asaltos no son deshe-
chos por el fuego, el pánico que producen desmorona la defensa ha-
ciéndola huir desordenadamente.
Esta forma de combate resulta desgastante e incluye ingredientes
que si bien habían sido vislumbrados con anterioridad nunca necesi-
taron de una atención particular. Al tener que combatir en formacio-
nes abiertas o de ‘batidores’, se perdían la cohesión moral y el control
que proveen las formaciones cerradas. Además el constante movi-
miento para evitar el fuego y la búsqueda de terreno adecuado y su
FUEGO Y MANIOBRA 205

preparación implican un desgaste físico mayor. El tirador individual


debe ahora ser más experto, pues de su puntería depende su vida, y
debe ser capaz de tomar sus propias decisiones de tiro por lo que la
iniciativa se hace más relevante. Se exige entonces un soldado con
adecuada educación académica y gimnástica, con una preparación
moral sólida, instrucción militar personalizada y una conciencia social
y política fuerte que impida el abandono de su grupo de pertenencia.
La preparación de este nuevo soldado se tradujo en la multiplica-
ción de las tropas de cazadores, cuyo primer batallón modelo fue el de
Chasseurs a Pied de Francia de 1830. Pronto crecieron y se expandie-
ron por el mundo, sin embargo siempre suscitaron dudas acerca de su
control en batalla y su eficacia. Todavía los oficiales más antiguos
seguían confiando en que una unidad en orden cerrado era capaz de
rechazar al enemigo haciendo fuego bajo órdenes de sus oficiales. Se
estaba abriendo una discusión no sólo acerca de un modelo táctico,
sino también acerca de la influencia de la moral, el espíritu de cuerpo
y la necesidad de un liderazgo diferente.
Entre los que privilegiaban el valor moral estaba el Cnl Bugead,
quien en 1854 sostenía que se podía mantener la cohesión moral, sin
perder la dirección de las tropas, ni aumentar los riesgos de bajas. Su
fórmula consistía en mantener las formaciones cerradas pero en línea
y no en columna, de este modo el poder de fuego de la unidad se
multiplicaba permitiendo un disparo a corta distancia antes del asalto.
Esta idea tuvo cierto predicamento en la Guerra de Crimea donde los
franceses se enfrentaron a densas columnas de rusos equipados con
antiguos fusiles.
Sin embargo, cuando se encontraron con tropas de igual calidad
como los austriacos en Italia en 1859 la situación se hizo diferente.
Hubo de recurrirse entonces a la línea abierta de batidores con la
preocupación de que los soldados se contentaran con un improducti-
vo cruce de fuegos, sin llegar al ataque. Para compensar ello se creó
una fórmula artificial en las instrucciones tácticas de Napoleón III de
1859: “Las nuevas armas son peligrosas sólo a larga distancia; no son
capaces de evitar que la bayoneta, como en el pasado, sea la terrible
arma de la infantería francesa”62. Curiosamente esta falsa promesa
funcionó a la perfección. La campaña de Italia fue ganada por Francia
al filo de la bayoneta y no por el uso del fuego.
Esta actitud se vio favorecida por una situación particular que se
la suele denominar “fuga hacia el frente”. La permanencia de una

62 Griffith, P., 1992 “Forward into Battle” pg 64. California, Presidio Press.
206 JORGE ARIEL VIGO

unidad bajo fuego a distancia provoca un desgaste nervioso y una


tensión que motiva al soldado a lanzarse contra el enemigo lo más
pronto y rápido posible, actuando bajo el supuesto de que esa celeri-
dad disminuiría el número de bajas que sufrirían actuando como
blancos fijos. Estos criterios respecto de la eficacia de las armas, el
uso de la bayoneta y la rapidez en el ataque serán los núcleos centra-
les de la doctrina francesa a comienzos de la Primera Guerra Mundial.
Ardant du Picq profundizó la apreciación de la moral de las tropas
en su libro “Estudios de Batalla”. Comprendía que las formaciones
cerradas eran inadecuadas frente a la potencia de las modernas armas,
pero también entendía que sólo el orden aseguraba el ataque impo-
niendo el terror de la firmeza frente al enemigo. “Nuestra infantería
no tiene más ninguna táctica de batalla; la iniciativa del soldado go-
bierna…”63 debido a ello la cohesión moral y la unión interna entre
los soldados debía ser mayor que en otros tiempos; el orden debía
provenir de un mejor adoctrinamiento y de la suficiente flexibilidad
del comando.
La discusión táctica central, fuego versus bayoneta, continuó du-
rante el final del siglo XIX con diferente suerte. Después de la Gue-
rra Franco Prusiana se afirmó en Francia la prerrogativa del fuego, al
igual que en Inglaterra hacia los primeros años del siglo XX. En am-
bos casos poco después se volvió a la carga a la bayoneta.
Una cuestión esencial pero que resultó derivada del diferendo an-
terior fue la opción de maniobra donde el fuego o la bayoneta debían
emplearse. Prusia en la guerra con Francia, Inglaterra en la Guerra
Anglo Bóer y Japón en la lucha contra Rusia, se inclinaron hacia el
envolvimiento como maniobra táctica preferente. Esta operación
exige de superioridad de tropas, de una cuidadosa seguridad y de un
procedimiento metódico, características que no satisfacían las ideas
francesas por lo que este país se inclinó hacia el ataque frontal, insis-
tiendo en compensar la potencia de fuego con una moral alta y el
espíritu agresivo. En Rusia mientras tanto el Grl Dragomirov impul-
saba los ataques directos a la bayoneta.
La quintaesencia de las ideas militares francesas la representan
las conferencias del Cnl de Grandmaison de 1911. Este oficial soste-
nía que toda fuerza cuenta con una vanguardia, que provee seguridad
en el frente para permitir el despliegue del plan, y guarda flancos para
prevenir envolvimientos. De Grandmaison concluía que esas tropas

63Ardant du Piq, 1987, “Battle Studies”, pg 177, en “Roots of Strategy”,


Book 2, Harrisburg, Stackpole Books.
FUEGO Y MANIOBRA 207

sólo servían para iniciar combates retrógrados, que lentamente absor-


bían tropas del cuerpo principal terminado por consumir toda la po-
tencia ofensiva de la fuerza. Su propuesta consistía en concentrar las
tropas en el frente evitando su escalonamiento, para poder lanzar
rápidamente un ataque en profundidad. Pretendía compensar la se-
guridad física de las tropas adelantadas con la que proveía la dinámica
del ataque. Su criterio se adecuaba a la doctrina alemana que, gracias
al empleo de fuertes vanguardias lograba obtener la iniciativa en el
encuentro con las débiles avanzadas tradicionales francesas. La es-
tructura binaria francesa reforzaba los criterios de Grandmaison, obli-
gando al comandante a tener una exagerada reserva del 50% de sus
tropas o actuar sin ninguna.
Una nota particular dentro de la euforia por la superación siempre
descartada de la potencia de las modernas armas, la presentan el Cnl
Feyler del ejército suizo e I.S. Bloch, un banquero de Varsovia. Am-
bos escribieron hacia fines del siglo XIX profetizando que el poder
destructivo de las armas modernas haría que los ejércitos acabaran
inmóviles y enterrados, y que cada movimiento sería al costo de gran-
des bajas.
A comienzos del siglo XX se presentaban básicamente las si-
guientes posturas tácticas frente al “campo de batalla vacío”. Había
acuerdo en que la respuesta elemental era la de emplear formaciones
abiertas de tiradores apoyadas por pequeños grupos a retaguardia que
proveían de más soldados para alcanzar la superioridad de fuego antes
del asalto. A partir de allí los franceses consideraban que la definición
del combate se alcanzaba por medio de un ataque frontal y rápido
empleando la bayoneta como arma principal. En Alemania se prefería
el ataque envolvente y una mayor presencia del fuego en todo mo-
mento.
Aunque se había reforzado la preparación moral y la educación de
las tropas, subsistían ciertos criterios de diferencia social entre oficia-
les y soldados que se haría sentir durante la Gran Guerra especial-
mente en las huelgas de soldados de 1917. Estas diferencias sociales
serán el obstáculo que impedirá un adecuado desarrollo del liderazgo
militar a comienzos de la última centuria.
208 JORGE ARIEL VIGO

La Doctrina Francesa
La idea estratégica prevaleciente era la de alcanzar la definición
de la guerra a través de una batalla decisiva que llevara a la destruc-
ción de las fuerzas del enemigo. Este concepto surge del reglamento
francés para la Conducción de Grandes Unidades del 28 de octubre
de 1913. Se señala allí que el volumen de las tropas a emplearse, sus
requerimientos logísticos complejos y la alteración de la vida nacional
son causales suficientes para buscar la decisión en el plazo más breve.
Continúa diciendo el reglamento: “ la batalla decisiva, explotada
a fondo, es el único medio de plegar la voluntad del adversario por la
destrucción de sus ejércitos. Ella constituye el acto esencial de la
guerra…Para vencer es necesario romper por la fuerza el dispositivo
de combate del adversario”64
Esta idea acerca de la batalla decisiva por supuesto que no era
nueva pero estaba acompañada de una concepción de acción particu-
lar. Las ideas militares francesas predominantes concebían como
único medio válido para actuar y hallar resultados exitosos a la ofensi-
va. Todo debía supeditarse a ella, al extremo de erradicar práctica-
mente la idea de la defensa. Este es el espíritu estratégico de la
offensive a outrance, que teñirá por completo la doctrina francesa de
combate. Desde el punto de vista de la conducción superior la defen-
sa sólo era concebible como un recurso para economizar fuerzas des-
tinadas a un futuro ataque. Este papel secundario asignado a la
defensa hizo que en todo estudio, ejercicio, maniobra o instrucción,
ésta se hallara totalmente ausente, en perjuicio de su aprendizaje
técnico y profesional. La ignorancia parcial en la que se sumió el
cuerpo de oficiales franceses quedó oculta por la exultante obsesión
que la ofensiva despertaba, a punto tal que era mal vista la sola men-
ción del término defensa.
Si bien los reglamentos tácticos comprendían capítulos referidos a
la defensa, la falta de ejercitación sobre ellos los transformaba en letra
muerta. De todas formas la defensa aún en su concepción teórica
seguía sometida en el nivel táctico a la idea del contraataque, conci-
biéndose a éste como el fin principal.

64 Teniente Coronel Lucas, 1925 “La evolución de las ideas tácticas en Fran-
cia y Alemania durante la guerra 1914-1918”, pg 18. Buenos Aires, Biblioteca
del Oficial Vol. 84. Círculo Militar.
FUEGO Y MANIOBRA 209

El empleo de las tropas en ofensiva implicaba una decisión técni-


ca que consistía en dar preeminencia al combate por el fuego o a la
maniobra que favoreciese el empleo de la bayoneta. El reglamento de
1914 es terminante en su elección cuando dice “ La bayoneta es el
arma suprema del infante ella juega un rol decisivo en el asalto, que
es hacia donde todos los ataques deberían apuntar, y el cual por sí
solo es capaz de poner definitivamente fuera de acción al adversa-
rio”.65
Igualmente el reglamento prescribía que ese asalto sólo debía
lanzarse una vez alcanzada la superioridad de fuego sobre el enemigo.
Sin embargo las consideraciones teóricas acerca de esta superioridad
le daban un perfil particular. La innovación técnica en las armas de
fuego de la infantería les había otorgado mayor alcance, mejor preci-
sión y una alta cadencia de tiro, aptitudes todas estas que obligaban al
atacante a aprovechar el terreno, actuar en formaciones muy abiertas
y ofrecer así un menor blanco presentando el campo de batalla vacío.
Si las ideas francesas pretendían resolver la batalla por medio de
una ofensiva coronada por una carga a la bayoneta se debía hallar un
medio, recurso o procedimiento que permitiese superar la potencia
de fuego de la defensa. Quien planteó una respuesta a este tema fue
el entonces coronel Ferdinand Foch.
En su libro “Los Principios de la Guerra“ Foch sostiene que los
adelantos tecnológicos se incluyen en los factores tangibles de análi-
sis de combate pero que el factor moral es un intangible que potencia
las cuestiones mesurables hasta desequilibrar cualquier ecuación
meramente matemática. Sin embargo aún cuando este factor moral
deba ser cultivado, para Foch la moral es esencial pero no gana bata-
llas por sí sola. Cree que el análisis teórico del combate debe ser ra-
cional y que los reglamentos y regulaciones son importantes para la
instrucción y la preparación, pero que el militar debe aprender a pen-
sar. Es así como introduce el siguiente razonamiento “A cada perfec-
cionamiento sufrido por las armas debe responderse retornando a la
ofensiva… ( pero)… las mimas cuestiones estudiadas con el libro de
historia en la mano reclaman la respuesta inversa …el perfecciona-
miento de las armas de fuego es un incremento aportado a la ofensiva
… si la táctica racional de la ofensiva ha consistido siempre en pre-
sentar en un punto un mayor número de fusiles y cañones que el
adversario, es indiscutible que ella presenta, hoy día mejores fusiles y

65 Griffith, P., 1992 “Forward into Battle” pg 87. California, Presidio Press.
210 JORGE ARIEL VIGO

mejores cañones; por consiguiente sus ventajas aumentan. Si se quie-


re una demostración práctica esta es bien fácil de ofrecer:

Se lanzan 2 batallones contra 1


Se lanzan 2.000 hombres contra 1.000
Tirando un tiro por minuto, 1.000 1.000 proyectiles
defensores tiran
Con el mismo fusil, 2.000 atacantes 2.000 proyectiles
tiran
Ventaja en beneficio del atacante 1.000 proyectiles
Con un fusil, tirando 10 disparos 10.0000 proyectiles
por minuto, 1.000 defensores tiran
Con el mismo fusil, 2.000 atacantes 20.000 proyectiles
tiran
Ventaja 10.000

Como se ve, la superioridad material del fuego crece rápidamen-


te, en provecho del ataque, con el perfeccionamiento de las armas;
tanto más rápidamente crecen, todavía, el ascendiente, la superiori-
dad moral del atacante sobre el defensor”.66
Esta exposición, sin ser la única, es una de las fundadoras de las
ideas ofensivas francesas y de su desprecio por la defensa. El espíritu
francés ofensivo y su élan nutrían el carácter moral del ataque y eran
de un valor tal que se les daba una preeminencia absoluta en el com-
bate. Sobre esta base se estimaba que la rapidez en el ataque consti-
tuía un significativo ahorro en hombres, pues la velocidad y el ímpetu
disminuirían el espacio de campo abierto a recorrer para el asalto final
a corta distancia, donde, se sostenía, las armas de fuego perdían efica-
cia.
Los reglamentos preveían que los ataques de infantería debían
realizarse con la cooperación de la artillería, y asimismo se recomen-
daba una actitud metódica en la ejecución de las operaciones.
En los hechos las cosas resultaban diferentes. Se carecía de me-
dios de comunicación y procedimientos adecuados para el enlace con
los apoyos de fuego. En la hoguera de la rapidez ofensiva se consu-
mieron ataques lanzados sin método; para mantener el control de los
reclutas se los lanzó al combate en formaciones densas; finalmente la

66Foch, F., 1943, “Los Principios de la Guerra”, pg 58 y 59, Buenos Aires,


Biblioteca del Oficial Vol. 300. Círculo Militar.
FUEGO Y MANIOBRA 211

repugnancia por la defensa se tradujo en un desprecio por el aprove-


chamiento del terreno y su fortificación; todo ello a un precio de bajas
nunca antes visto.
Esta exacerbación por la ofensiva que, admitamos transmite cier-
to perfume a gloria y heroicidad, estaba prendida también en la so-
ciedad francesa especialmente sobre la vieja herida de la pérdida de
Alsacia y Lorena en 1870. Una muestra de ello es el incidente de los
uniformes sucedido en 1912. Para la primera década del siglo los in-
gleses ya habían establecido el color ocre para sus uniformes, lo pru-
sianos el verde-gris y el resto de Europa siguió la tendencia de vestir
a sus soldados con colores discretos que los confundieran con el te-
rreno. Francia sin embargo, conservaba la chaqueta azul, y el pantalón
y kepí rojos, lo que transformaba al soldado en un blanco fácil de las
modernas armas de fuego. Para cambiar esto el ministro de guerra
Messimy proyectó un uniforme azul-gris o verde-gris. La propuesta
levantó protestas no sólo en el ámbito militar sino también en el civil
al punto que un ex ministro de guerra exclamó en el parlamento
“…Le pantalón rouge c’est la France”

La Doctrina Alemana
Los alemanes coincidían con los franceses en la importancia de la
batalla decisiva y en la prerrogativa de la ofensiva. También como los
galos privilegiaban el factor moral empleando con asiduidad en sus
reglamentos el término ‘espíritu ofensivo’. En esos mismos reglamen-
tos y como es habitual en la doctrina alemana desde la época de las
Guerras Napoleónicas también se le da un muy importante lugar a la
iniciativa, la cual, “ … ejercida dentro de justos límites es la base de
los grandes éxitos en la guerra”67.
El medio principal para aplicar estos criterios es uno de los pun-
tos que diferencia a germanos y galos. Mientras que los franceses
privilegian la ofensiva ocupándose esencialmente del asalto directo
de la posición enemiga, los alemanes reparan más en el empleo de la
maniobra, especialmente del envolvimiento. Del mismo modo apre-
cian en mayor grado el empleo del fuego, de hecho, para ellos “ atacar
es llevar el fuego hacia delante … la ofensiva consiste en llevar el

67 Teniente Coronel Lucas, 1925 “La evolución de las ideas tácticas en Fran-
cia y Alemania durante la guerra 1914-1918”, pg 42. Buenos Aires, Biblioteca
del Oficial vol 84. Círculo Militar
212 JORGE ARIEL VIGO

fuego hasta el enemigo, en caso necesario, hasta la proximidad inme-


diata; el asalto a la bayoneta confirma la victoria”.
Como vemos los criterios francés y alemán son bastante similares,
sin embargo mientras que en Francia el ataque bajo cualquier cir-
cunstancia llevado impetuosamente y resuelto a la bayoneta era la
fórmula ideal, en Alemania el ataque debía ser producto de una ma-
niobra que lo favoreciera y es el fuego el que define el resultado
mientras que la bayoneta es sólo un aseguramiento del mismo.
En la concepción alemana la defensa era considerada una impor-
tante herramienta para contrarrestar la potencia de fuego de las mo-
dernas armas. De allí que en su instrucción el ejército alemán tuviera
una adecuada combinación de ejercicios ofensivos y defensivos.
Esta inclusión de la maniobra hizo que los alemanes fuesen más
metódicos en sus operaciones y que ello en conjunto produjera una
mejor coordinación entre las armas y un más adecuado empleo del
fuego lo que les dio la ventaja en las primeras semanas de la guerra.
El mayor menoscabo que presentaba la doctrina alemana era su
reticencia al empleo de formaciones abiertas de tiradores. Ello se
debía a la preocupación por la eventual pérdida de control sobre las
tropas. Así el Reglamento de Ejercicio para la Infantería del 29 de
mayo de 1906 señala que “ … a menudo será necesario recurrir al
fraccionamiento en pequeñas unidades y al empleo de las formacio-
nes en orden abierto. Pero debe pensarse que el abandono de las
formaciones en orden cerrado es un mal que se debe evitar todas las
veces que ello sea posible”. La consecuencia de esta recomendación
fue que densas columnas alemanas se ofrecieron como excelentes
blancos para la artillería francesa, especialmente para las ametrallado-
ras inglesas en la batalla de Mons.
FUEGO Y MANIOBRA 213

E VENTOS DESTACABLES

Las Operaciones en el Frente Occidental en


1914

Los Planes Enfrentados

Alemania
A partir del tratado Franco-Ruso de 1894 la situación estratégica
de Alemania quedaba determinada por la necesidad de tener que
luchar con sus enemigos en dos frentes. Los planes alemanes para el
caso de guerra preveían, como solución a ese problema, un rápido
ataque en el oeste con la intención de eliminar a Francia de la con-
tienda para luego volcar todo el esfuerzo bélico contra Rusia.
Las acciones sobre suelo francés integraban el llamado Plan
Schlieffen, concebido en 1899 por el Conde Alfred von Schlieffen en
su calidad de Jefe del Estado Mayor General del Imperio Alemán. La
versión última del plan fue completada en 1906, año en que Schlie-
ffen sería pasado a retiro por el Káiser Wilhelm II aprovechando un
accidente de equitación del conde; en su lugar fue designado el Grl
Helmuth von Moltke, sobrino del famoso mariscal y conocido como
“Moltke el Joven”.
Antes de 1899 los planes estratégicos alemanes determinaban un
planteo inverso, es decir actuar defensivamente en el oeste y concen-
trarse primero en la derrota del ejército ruso. Schlieffen estimó que
ese planteo podía fracasar en función de la clásica estrategia rusa de
ceder terreno para evitar la derrota y desgastar al enemigo llevándolo
al interior del imperio zarista. Por otra parte el conde calculaba que el
ritmo de movilización del ejército ruso era de seis semanas, más lento
que el de Francia y Alemania de sólo 15 días. Estimó entonces que
esa diferencia le daría alguna libertad de acción antes de que el ejér-
cito ruso pudiera representar un peligro inmediato; Schlieffen con-
cluyó que ese mes y medio podía emplearse en derrotar primero a las
fuerzas francesas. Acometer este plan implicaba dejas una tenue línea
de fuerzas en Prusia Oriental vigilando al ejército ruso; esto implicaba
un riesgo muy alto pero como señaló Federico el Grande “Es mejor
214 JORGE ARIEL VIGO

perder una provincia que dividir la fuerzas con las que se puede lo-
grar la victoria” 68.
Este cambio estratégico fundamental obligó a un replanteo de las
operaciones en el oeste. El principal obstáculo para lograr una rápida
victoria era que la frontera común entre Francia y Alemania resultaba
muy estrecha para una operación de envergadura y potencia. A demás
en esa misma frontera entre Verdún y Belfort se concentraba el nú-
cleo de las fortificaciones defensivas francesas. Esas defensas com-
prendían a demás una brecha al sur de Nancy, conocida como la
Trouée des Charmes, creada deliberadamente para canalizar cual-
quier ataque alemán y volverlo vulnerable a contraataques franceses
desde el norte y el sur. Según Schlieffen la región era casi inexpug-
nable.
La alternativa militarmente obvia consistía en evitar las fortalezas
rodeándolas, sin embargo ello planteaba un inconveniente. El camino
del rodeo implicaba desplazar el centro de gravedad de la operación
hacia el norte y, lo que resultaba más grave, atravesar Bélgica y Ho-
landa violando la neutralidad de estos países. Satisfecho con la solu-
ción militar Schlieffen estimaba que el despliegue del ejército
alemán en la frontera de los Países Bajos llevaría a Francia a lanzar
una invasión preventiva sobre Bélgica liberando así a Alemania del
problema diplomático de no respetar a vecinos neutrales.
El plan Schlieffen proponía un despliegue del ejército Alemán
desde el norte de Colonia hasta Colmar. El ala izquierda entre Col-
mar y Metz era la más débil y su función consistía en atraer a las fuer-
zas francesas hacia la región de Alsacia y Lorena y retener allí a la
mayor cantidad de fuerzas enemigas. En tanto el centro entraría en
Francia entre Longwy y Sedan para doblar inmediatamente hacia el
sur constituyendo el pivot del ala derecha. Ésta luego de atravesar
Bélgica y el sur de Holanda entraría en Francia entre Lille y Givet,
penetrando el territorio galo en profundidad suficiente como para
luego girar hacia el sur, rodear Paris por el oeste y atacar la retaguardia
de los ejércitos franceses para aplastarlos contra las fortalezas del
Mosela, las montañas Jura y la frontera Suiza. El plan tenía como
objetivo derrotar a Francia a través de la destrucción de sus ejércitos,
por ello en ningún momento Schlieffen pensó en tomar Paris. El
diseño de esta estrategia era el básico y elemental modelo del yun-
que, el ala izquierda alemana, y el martillo, su ala derecha que realiza-

68Tuchman, B.1962, “The Guns of August”, pg. 35, New York, Bantam
Books
FUEGO Y MANIOBRA 215

ría un gigantesco giro para concluir en una Kesselschlacht o batalla de


envolvimiento.
Esta operación exigía de un escrupuloso respeto del principio de
economía de fuerzas, pues debía hallarse un balance casi perfecto
entre las fuerzas de aferramiento y las tropas de rodeo. Sin embargo
no era sólo este el único inconveniente que el número de tropas pre-
sentaba pues en Alemania no había suficientes soldados regulares
para cubrir las necesidades del plan. Para zanjar este último problema
Schlieffen decidió incluir a las divisiones de la reserva, integradas por
hombres de entre 24 y 32 años, doctrinariamente inadecuados para
una acción ofensiva. Con esta idea revolucionaria casi llegó a alcan-
zarse el número de soldados necesarios. En cuanto a la proporción de
fuerzas Schlieffen estableció que entre las tropas de aferramiento y
las de rodeo debía existir una proporción de 7 a 1 a favor de estas
últimas.
Conceptualmente brillante, el plan adolecía de un defecto prin-
cipal. Debido a que una de las cuestiones centrales era el aprovecha-
miento de las seis semanas de la movilización rusa, los tiempos de
puesta en marcha y operación debían seguir un ajustadísimo crono-
grama. Si para derrotar a Francia se disponía de sólo 42 días, era nece-
sario iniciar el ataque inmediatamente de conocido el comienzo de la
movilización del ejército ruso. La misma rigidez, marcada por el esca-
so tiempo, era de aplicación forzosa para cada etapa del plan; cual-
quier retraso constituía una pérdida de tiempo irrecuperable.

Francia
Los franceses preveían atacar Alemania y destruir sus ejércitos
rápidamente, contando con que sus aliados rusos atacarían al mismo
tiempo obligando a los germanos a dividir sus fuerzas. Esta concep-
ción estratégica preveía que ambos ataques se realizaran al decimo-
quinto día de la movilización ruso-francesa; aunque resultaba obvio
que el oso ruso no alcanzaría su pleno alistamiento en tan breve plazo,
los franceses estimaban que ellos si, y que ese tiempo sería menor
que el de la movilización alemana, lo que les daría la ventaja. La
cuestión central de la decisión militar era cómo emplear esas fuerzas
para alcanzar la victoria.
La doctrina francesa, tanto en el nivel estratégico como en el tác-
tico, privilegiaba la acción ofensiva en todo momento, sintetizada en
la frase offensive a outrance. Se sostenía que el ataque era superior a
la defensa, que la ofensiva proporcionaba resultados positivos y que la
216 JORGE ARIEL VIGO

defensa pasiva sólo llevaba a la derrota. Este criterio afirmaba que las
bajas sufridas en un ataque nunca iban a ser de consideración en ra-
zón de la velocidad y el ímpetu del mismo. A demás se concebía a
estas ideas como las más adecuadas al espíritu del soldado francés, a
su coraje y a su elán.
Uno de los principales promotores de esta doctrina era el Grl
Ferdinand Foch, director de la Ecole Supérieure de la Guerre. Este
brillante oficial sostenía entre otras cosas que “la voluntad de con-
quista es la primera condición de la victoria”, que la “Victoire c’est la
volonté”, y que “una batalla ganada es una batalla en la cual uno no
se confiesa a sí mismo derrotado”. Otro impulsor era el profesor de la
misma escuela Cnl Louise de Grandmaison quien explicaba en sus
conferencias para los jóvenes oficiales que debían cultivarse apasio-
nadamente todas aquellas actitudes y acciones que llevaran la marca
del espíritu ofensivo.
Este espíritu ofensivo había impregnado profundamente no sólo
al cuerpo de oficiales sino también a los soldados y al pueblo francés.
La conciencia ofensiva era tan fuerte que prácticamente no se reali-
zaban instrucciones teóricas ni prácticas que comprendieran acciones
defensivas ni atrincheramientos o preparaciones de fortificación del
terreno.
Pese a estas ideas que inflamaban la pasión del ejército francés
igualmente había oficiales que pensaban que la defensa podía resul-
tar una alternativa de utilidad. Así en 1911 el Grl Michel, comandante
del ejército presentó ante el ministro de guerra un plan que pretendía
contrarrestar el movimiento alemán a través de Bélgica y su ataque
por el norte de Francia. Lo que Michel proponía era enfrentar a los
germanos en la línea Verdún – Namur – Amberes y contenerlos allí.
Este plan presentaba tres obstáculos, por una parte se requería de
más tropas que las regulares; para solucionarlo Michel preveía la in-
corporación de tropas de reserva amalgamadas junto con las regulares.
Esta idea fue rechazada, por los militares porque consideraban que la
mezcla de tropas era para ejércitos decadentes. Los políticos, sobre
todo los de izquierda se oponían porque el crecimiento del ejército
era asociado con un golpe de estado, y porque no estaban dispuestos a
apoyar una ley que aumentara el tiempo del servicio militar para po-
der incorporar las reservas.
El segundo inconveniente era su carácter defensivo, lo que cho-
caba con el espíritu ofensivo reinante en Francia.
El impedimento final era que no todos los responsables de la es-
trategia francesa creían que los alemanes iban a atacar a través de
FUEGO Y MANIOBRA 217

Bélgica. Las líneas generales del plan Schlieffen eran conocidas por la
inteligencia francesa, pero el análisis que de él se hizo concluyó que
el ejército alemán no poseía suficientes soldados como para ejecutar-
lo, y que los germanos jamás pensarían en incorporar reservas para
alcanzar el numero de tropas suficientes.
Como es de comprender el Grl Michel fue considerado un insano
y un peligro nacional, consecuentemente fue removido del cargo de
comandante en jefe. En su reemplazo se designó a Joseph Jacques
Cesaire Joffre, un general de cincuenta y nueve años que había sido
jefe del Cuerpo de Ingenieros, se desempeñaba como jefe de los
Servicios de Retaguardia, y carecía de experiencia en trabajo de esta-
do mayor. Para compensar esa debilidad se le asignó al Grl Castelnau
como segundo, un oficial con experiencia que sería comandante de
un ejército durante la guerra. En los dos años siguientes a su designa-
ción Joffre trabajó en un plan ofensivo cuyo centro de acción era la
región de Alsacia y Lorena, perdidas por Francia durante la guerra
franco prusiana de 1870.
Este plan, conocido como Plan XVII, consistía en un ataque so-
bre Lorena entre Metz y Estrasburgo, la ocupación de Alsacia y un
ataque en dirección al bosque de las Ardenas para amenazar por el
flanco cualquier avance alemán hacia el sur de Namur; el plan conta-
ba además con una reserva para emplearse en una eventual batalla
decisiva. En caso que los alemanes intentasen el envolvimiento por el
norte, allí se dirigirían los franceses entrando a Bélgica por el sur, es
decir a través de las Ardenas, pero esta operación sólo se ejecutaría
por orden del Comandante en Jefe. Este plan carecía de objetivos
estratégicos claros por lo que podemos suponer que, aparentemente,
los franceses pensaban que un ataque victorioso en cualquier lugar
terminaría la guerra.
El plan se completó en abril de 1913 y se distribuyó entre los
mandos de los ejércitos implicados en febrero de 1914, pero sólo se
les entregó la parte del plan que es afectaba específicamente. El plan
en sí no contenía objetivos ni una agenda de operaciones, sólo trataba
del despliegue de fuerzas y algunas directivas sobre eventuales líneas
de ataque en respuesta de una invasión alemana.
La implementación del plan requería de un reordenamiento de
las defensas de Francia, lo que llevó entre otras cosas al abandono de
la fortificación de la ciudad de Lille. El gobernador militar de la ciu-
dad Grl Lebas se presentó ante el Grl Castelnau, jefe del Estado
Mayor General, para reclamar la permanencia de la defensa de la
ciudad en razón de que ésta se encontraba en medio del avance ale-
218 JORGE ARIEL VIGO

mán por el norte. Castelnau le respondió que tal defensa no sería


necesaria, pues los alemanes no tenían tropas suficientes para seme-
jante ataque, por lo cual si lo realizaban “los cortaremos por la mi-
tad…si ellos llegan tan lejos como Lille, mucho mejor para
nosotros.”69
Este aparente exceso de confianza era realmente una temeridad.
El Deuxieme Bureau o Jefatura de Inteligencia de Estado Mayor
Francés tenía información que confirmaba la maniobra a través de
Bélgica que fue confirmada en 1904 por un oficial traidor alemán que
vendió documentos del plan a Francia. Por otra parte en 1909 Schlie-
fen publicó un artículo anónimo en la Deutsche Revue en que criti-
caba, sin dar detalles, las reformas que Moltke había hecho a su plan.
En 1913 esta misma oficina pudo confirmar el empleo de las tropas
de reserva alemana en el frente de combate. Ninguna de estas infor-
maciones fueron consideradas por el alto mando francés.

El Plan Moltke
Como antes dijimos Schlieffen dejó el Estado Mayor en 1906 fe-
cha en que fue reemplazado por el Grl Moltke. Así como el conde
había concebido la posibilidad de una rápida victoria en el oeste a
través de una batalla decisiva, Moltke pensaba que eso no era posible
y que la guerra podía resultar prolongada; aunque algunos oficiales de
estado mayor pensaban igual dentro y fuera de Alemania, ningún
ejército desarrolló planes para enfrentar una guerra de largo plazo.
Con este planteo se presentó Moltke al Káiser al proponer la modifi-
car del plan original.
En primer lugar redujo la amplitud del rodeo renunciando a la in-
vasión de Holanda; ello le obligaba a tomar la fortaleza de Lieja inte-
grada por seis fuertes mayores, seis menores y 400 cañones, para lo
cual constituyó un destacamento especial de 60.000 hombres, inte-
grados en seis Br I y tres DC, bajo el mando del Grl Otto von
Emmick.
Moltke suponía que los franceses atacarían la región de Lorena
por lo que la decisión de la batalla se produciría en el centro del dis-
positivo alemán. Por ello decidió reforzar esa región disminuyendo la
potencia del ala derecha llevando ahora la proporción entre alas a 3 a
1, abandonando la de 7 a 1 como Schlieffen pretendía. Apreciando

69Tuchman, B.1962, “The Guns of August”, pg. 45, New York, Bantam
Books.
FUEGO Y MANIOBRA 219

como seguro el ataque francés a Lorena previó atacar él también para


aferrar a los galos y facilitar la maniobra de rodeo. De esta forma de-
jaba abierta la posibilidad de transformar el envolvimiento de Schlie-
ffen en un doble envolvimiento, con un brazo partiendo de la zona de
Alsacia y Lorena y el otro a través de Bélgica y el norte de Francia.
Para asegurar esta alternativa restringió la amplitud de este último
movimiento obligando al ala derecha a mantenerse en contacto con el
eje de conversión en Metz. De todas formas, pese a la debilitación
del ala derecha aún se mantenía su misión de envolvimiento por el
oeste de París.
Estas alteraciones no cambiaron en nada la rigidez horaria del
plan original por lo que esta debilidad continuaba vigente. La inflexi-
bilidad del plan era tal que se habían calculado los tiempos sobre la
base de no enfrentar ningún revés militar. Los caminos más allá de
Lieja debían estar despejados para “…el duodécimo día de moviliza-
ción, Bruselas sería tomada para el M-19, la frontera francesa se cruza-
ría en M-22, la línea Thionville-St. Quentin se alcanzaría en M-31,
París y la victoria decisiva en M-39.”70
Esta rigidez encerró también a la decisión política del gobierno
alemán. El plan era también único y sólo se presentó al Canciller y al
Ministro de Guerra en 1912 lo que no ofrecía ninguna alternativa al
ataque inmediato en caso de movilización. Cuando por informaciones
erróneas acerca de la neutralidad francesa en las primeras horas de la
guerra el Káiser solicitó que se atacase primero en el este, el ejército
no tuvo ninguna respuesta que ofrecerle.
Otro problema que presentaba el plan era que, al parecer no se
habían tomado a conciencia las posibilidades de su viabilidad logísti-
ca, tema que aún hoy plantea numerosos interrogantes. Nunca antes
se había intentado una maniobra de envolvimiento que implicara a
cinco ejércitos y un millón de hombres.

La situación de Inglaterra
La preocupación central inglesa la constituía Bélgica, la porción
de territorio continental europeo que apunta directamente a las costas
británicas.
Aunque existían conversaciones desde 1905 entre Francia e In-
glaterra acerca de una acción militar conjunta en caso de guerra, no se

70Tuchman, B.1962, “The Guns of August”, pg. 43, New York, Bantam
Books
220 JORGE ARIEL VIGO

había formalizado ningún acuerdo. En 1909 el director del Colegio de


Estado Mayor inglés Grl Henry Wilson decidió hacer una visita a su
par de la Ecole Superieure de la Guerre, Grl Foch. Ambos se hicieron
amigos personales.

El Ataque

Bélgica
El sábado primero de agosto de 1914 a las 1700, el Káiser
Wilhelm II decretó la movilización general de Alemania poniendo en
marcha con ello el plan Schlieffen – Moltke, cuatro días después las
tropas alemanas cruzaban la frontera belga.
Los primeros ataques contra la fortaleza de Lieja, defendida por
40.000 hombres al mando del Grl Gérard Mathieu Leman, fueron
rechazados, al igual que los asaltos realizados el 5 de agosto. Moltke
había enviado como observador del Estado Mayor en esa operación al
Grl Erich Ludendorff quien se hizo cargo de la Br I 14, por muerte de
su comandante. En un ataque lanzado en horas de oscuridad Luden-
dorff logró penetrar entre dos fuertes y alcanzar los suburbios de la
ciudad, aunque quedó aislado del resto de las fuerzas de ataque. Pese
a ello el Grl Leman no supo sacar ventaja de la situación y, preocupa-
do de que la DI 3 belga se perdiera junto con la ciudad el 6 de agosto
la envió a reunirse con el resto del ejército en Bruselas. Finalmente el
7 de agosto rindió la ciudad.
No obstante la rendición los fuertes que rodeaban la ciudad con-
tinuaban combatiendo por lo que el camino de avance del Primero y
Segundo ejércitos alemanes se encontraba bloqueado. Esto implicaba
un retraso en razón de que estas dos grandes unidades constituían el
ala exterior del rodeo; eran las que debían recorrer más distancia y las
que llevaban el paso de la operación.
Para el 12 de agosto los alemanes sólo habían capturado uno de
los fuertes de Lieja, entonces decidieron emplear contra los restantes
fuertes 2 cañones Krupp de sitio de 420mm, que pesaban 98 tonela-
das y requerían de 200 sirvientes, los famosos “Gran Berta”; junto con
ello se emplearon varios morteros Skoda de 305mm. Los fuertes bel-
gas habían sido construidos para resistir impactos de piezas de hasta
210mm por lo que bajo este fuego infernal, el 16 de agosto cayó la
última posición. El plan alemán llevaba ahora un retraso de 96 horas.
FUEGO Y MANIOBRA 221

Ante esta demora Moltke se hallaba ansioso y el 14 de agosto reti-


ró seis divisiones de reemplazo del ala derecha para emplearlas en
Lorena, esperando allí encontrar una más rápida oportunidad.
Con el camino abierto el Ej I alemán el 20 de agosto entró en
Bruselas, los belgas se retiraron al puerto fortificado de Amberes, lo
que obligó al comandante alemán, Grl Alexander von Kluck, a desti-
nar un cuerpo de ejército para vigilarlo. Esta distracción de tropas se
debió a que esa función la iban a cumplir las divisiones recientemen-
te retiradas por Moltke.
Aunque el ejército alemán había forzado el paso por Bélgica esta-
ba lejos de resultarle fácil el avance. Al renunciar a la invasión de
Holanda, Moltke obligaba a sus Iro, IIdo y IIIer Ej a atravesar al
mismo tiempo el estrecho corredor de 80km entre Holanda y las Ar-
denas. Esto trajo aparejados retrasos y superposiciones en el uso de
caminos, vías férreas y bases logísticas. Como coordinar todo ello
resultaba casi imposible desde Coblenza, donde se había instalado el
cuartel general alemán, Moltke colocó a los tres ejércitos bajo el
mando operacional del Grl Bülow, comandante del Ej II. Éste se
ocupó más de su ejército que de la coordinación de los tres y además
prácticamente no se dirigía la palabra con Von Kluck, por lo que la
operación en conjunto se hacía sumamente dificultosa.

Alsacia y Lorena
En tanto en Francia la movilización había comenzado unas horas
antes que en Alemania. El 4 de agosto Joffre estableció el Grand
Quartier General ( GQG ) en Vitry le Francois; tres días después, el
Cpo Ej 7 francés entraba en Lorena alcanzando Mulhouse el 8 de
agosto. Los alemanes contraatacaron esta penetración el 9 de agosto,
el comandante francés Grl Bonneau pensando que había caído en una
trampa decidió replegarse hacia Francia. Ante este hecho el ministro
de guerra le remitió a Joffre un telegrama que decía “cualquier oficial
general que no cumpla con sus deberes con la requerida firmeza de-
berá ser fusilado dentro de las 24 horas“. Aunque menos drástico,
Joffre se comportó igualmente severo e inflexible relevándolo a Bon-
neau y a dos comandantes de división, iniciando una purga que arras-
traría incluso a dos jefes de ejército.
Joffre reunió a siete divisiones bajo la denominación de Ejército
de Alsacia al mando del Grl Paul Pau, que empujó a los alemanes
contra el Rhin; sin embargo para el 20 de agosto los franceses se vie-
ron obligados a retroceder nuevamente. Más al norte, en Lorena los
222 JORGE ARIEL VIGO

Grls Dubail y Castelnau habían atacado al Ej VI alemán del Príncipe


Rupprecht de Bavaria, quien en el plan original debía retroceder
atrayendo a los franceses; en lugar de eso el 17 de agosto se atrincheró
entre Morhange y Sarrebourg. Siguiendo la doctrina de la ofensiva,
los franceses atacando sin adecuado reconocimiento ni artillería de
apoyo se estrellaron contra las defensas alemanas.
Alentado por este éxito Rupprecht y su jefe de estado mayor Grl
Krafft von Dellmensingen, solicitaron al Oberst Heeresleitung (
OHL )71 autorización para contraatacar, aprovechando las seis divi-
siones enviadas por Moltke desde el ala derecha. Este dudaba en
comenzar la operación de doble envolvimiento que había vislumbra-
do originalmente, sin embargo ante el requerimiento de Rupprecht
de que intentaría el ataque a menos que el OHL se lo prohibiera
específicamente, le mandó decir por su adjunto el Grl Hermann von
Stein que no lo obligaría a atacar prohibiendo la operación, “usted
debe tomar la responsabilidad. Tome su decisión según se lo dicte su
conciencia”. Esto significó una abdicación del comando supremo y el
abandono del concepto de Schlieffen.
La punta de lanza del ejército del Grl Castelnau era el Cpo Ej 20
al mando del Grl Foch, quien el 20 de agosto se lanzó al ataque de
Morhrange. De la forma más cruel Foch comprendió que sus teorías
eran incompletas y sólo producían grandes pérdidas. En estos ataques
una división francesa integrada con tropas regulares de la legión ex-
tranjera “ … perdió 11.000 mil de sus 17.000 hombres … “72
El contraataque alemán precedido de una fuerte barrera de arti-
llería penetró profundamente el ala izquierda francesa obligando a
Castelnau a retirarse hacia Nancy para evitar ser envuelto. Este mo-
vimiento arrastró al Grl Dubail quien se retiró hacia Epinal. El éxito
hizo que el OHL decidiera intentar el doble envolvimiento, aunque
para ello le ordenase a Rupprecht atacar la línea de fortificaciones
francesas cuya inexpugnabilidad había dado origen al plan Schlieffen.
El 24 de agosto los alemanes, con veinticinco divisiones atacaron
frontalmente al cuerpo de Foch en la fortificación de Grand Courone.
Los cañones de 75mm de esta posición haciendo fuego directo barrie-
ron con los asaltos germanos dirigiéndolos hacia la brecha de Trouée
des Charmes, donde fueron contraatacados por ambos flancos el 29 de
agosto, siendo obligados a retirarse.

71 Supremo Cuartel General del Ejército


72 Jones A. 1987, “ The Art of War in the Western World, 435, Oxford, Ox-
ford University Press.
FUEGO Y MANIOBRA 223

Las Ardenas
Sin perturbarse por los desastres de Lorena y convencido por la
inteligencia francesa de que los alemanes no usarían sus unidades de
reserva en el frente, Joffre continuaba pensando que poseía la supe-
rioridad numérica sobre los alemanes y que en algún momento éstos
iban a mostrar un punto débil que pudiera explotarse. El 20 de agos-
to, después de la retirada de Castelnau, Joffre ordenó que el IIIro y
IVto ejércitos atacasen el centro alemán en la región de las Ardenas,
mientras el Ej V y la British Expeditionary Force ( BEF ) atacarían el
ala derecha alemana en Namur, con el apoyo del ejército belga. Para
asegurar el sur se creó el Ejército de Lorena como reserva entre Toul
y Verdun. Este plan era absolutamente teórico; los alemanes estaban
aún en Bruselas, los belgas permanecían encerrados en Amberes y los
IIIro y IVto ejércitos eran inferiores en número a los IVto y Vto ejér-
citos alemanes a los que debían atacar.
La penetración en la Ardenas resultó terrible. El terreno quebra-
do cubierto de bosques y surcado de cursos de agua facilitó a los ale-
manes la defensa a través de puntos defensivos pertrechados con
ametralladoras.
El 22 de agosto los IIIer y IVto Ej franceses estaban desmoraliza-
dos y el Grl Ruffey, jefe del IIIro, que se vio obligado a retirarse, casi
huir, le señaló a un observador enviado por Joffre “dígale al generalí-
simo que sus operaciones son peores que las de 1870”. El 30 de agos-
to era reemplazado por el Grl Maurice Sarrail.
El Ej IV del Grl L’angle de Cary atacó desde Sedán hacia Neu-
fchatel. Chocó contra el Ej IV alemán, su CE 17 y el CE Colonial
fueron batidos sufriendo severas bajas. Para el anochecer los ataques
cesaron y ambos ejércitos franceses habían sido duramente derrota-
dos. Joffre culpó de la derrota a la falta de energía de los comandantes
locales y ordenó reiniciar de inmediato los ataques. La retirada conti-
nuó inevitablemente y Joffre tuvo que admitir que su ofensiva había
sido “momentáneamente contenida”.

El Norte de Francia
Mientras sucedían los eventos de las Ardenas y Alsacia la situa-
ción en el norte se hacía más compleja, los alemanes avanzaban por el
norte del Mosa y el Sambre, sin embargo el GQG suponía que la
masa germana se hallaba al sur del primero de estos ríos y hacia allí
dirigió al Ej V del Grl Lanrezac y a la BEF del Mariscal John French.
Mientras los ingleses concentran sus cinco divisiones en Mons, el Ej
224 JORGE ARIEL VIGO

V francés luego de derrotar a los alemanes en Charleroi se disponía a


avanzar hacia el sudeste para apoyar la ofensiva de las Ardenas.
Lanrezac no tenía confianza en Joffre y su plan, ni tampoco en la
cooperación de los ingleses, por lo que su relación con French era de
mutuo rechazo. El 20 de agosto el Ej II alemán del Grl Bülow se
dirigía a atacar a Lanrezac desde el norte mientras el Ej III del Grl
Hausen avanzaba hacia él desde el este por la ribera sur del Mosa.
Lanrezac no tenía alternativa si elegía atacar a uno de ellos el otro lo
flanquearía y rodearía. Más al norte el Ej I alemán amenazaba con
envolver el flanco izquierdo inglés y arrollar todo el frente aliado.
Los alemanes tenían una ventaja de 2 a 1 en el sector, pero care-
cían de adecuada coordinación. El OHL instalado en Coblenza el 16
de agosto tenía un solo receptor inalámbrico para monitorear toda la
operación; los mensajes del ala derecha sufrían un retraso de hasta 8
horas. A demás no se habían previsto formaciones de grupo de ejérci-
tos y las que se aplicaron fueron producto de la improvisación del
momento.
El 21 de agosto Bülow y Lanrezac se encontraron en el Sambre.
El comandante alemán en lugar de aferrar a los franceses para que el
Ej III de Hausen lo atacase por el flanco el día 23, se impacientó y lo
atacó de inmediato. Como resultado de este combate consiguió dos
cruces sobre el Sambre al oeste de Namur pero dejó escapar hacia el
sur al ejército francés. Namur en tanto, una fortaleza similar a Lieja
resistió hasta el 25 de agosto reteniendo a 100.000 soldados alemanes
y 500 piezas de artillería.
Hausen tenía planeado atacar a través de Givet en dirección su-
doeste para colocarse sobre la línea de retirada de Lanrezac. Sin em-
bargo Bülow le ordenó atacar en dirección oeste lo que lo llevó
directamente contra el Cpo 1 del Grl Franchet d’Esperey. Este gene-
ral había decidido atrincherar sus tropas, lo que le permitió resistir
varios asaltos alemanes e incluso lanzar un contraataque liderado por
el Grl Charles Mangin, que logró eliminar la cabeza de puente ale-
mana en Dinant.
A pesar de estos éxitos la situación estratégica aliada empeoraba.
El Ej V se hallaba separado de la BEF por una brecha de unos 20
kilómetros, la caída de Namur dejaba disponibles más fuerzas alema-
nas y la retirada del Ej IV francés de las Ardenas exponía el flanco
derecho de Lanrezac. Sin embargo Joffre no reconocía el fracaso y
consecuentemente no envió órdenes de retirada al Ej V. Aún así y
aunque algunos de sus subordinados insistían en atacar, Lanrezac
FUEGO Y MANIOBRA 225

decidió retirarse hacia el sur para evitar exponerse a una derrota que
dejaría libre el camino de avance a las tropas enemigas.
Al decidir esta retirada no se lo informó al Grl French quién se
enteró del evento a través del teniente Spears, su oficial de enlace.
En tanto la BEF se encontraba bajo ataque del Ej I alemán en Mons.
Este ataque significó una fuerte derrota para los alemanes quienes se
encontraron bajo el fuego de numerosas ametralladoras. Anoticiado
de la retirada francesa French inició también la suya de Mons, des-
preocupándose de la suerte de los galos e incluso pensando en em-
barcar en St. Nazaire y regresar a Inglaterra estimando la guerra como
perdida.
Lo que French no sabía era que el ejército de Kluck había sido
obligado por Bülow a girar hacia el sur en dirección a Mons para pro-
teger el flanco derecho del Ej II alemán. Esta maniobra terminó por
arruinar lo poco que quedaba del plan Schlieffen, pues el giro debía
hacerse el oeste de Lille; al torcer el rumbo antes el Ej I caería frente
a París por el este y no por el oeste como se había previsto original-
mente.

La Situación Logística Alemana


Para fines de agosto los alemanes comenzaron a sentir la presión
logística del plan. Durante la primera etapa habían aprovechado la red
ferroviaria nacional que les sirvió para facilitar tanto el despliegue
como el aprovisionamiento de las tropas. Pero una vez iniciado el
avance sobre Bélgica y Francia, pronto descubrieron que sólo una
pequeña proporción de vías y medios ferroviarios capturados se halla-
ban en condiciones de uso.
Los alemanes debían destinar seis trenes diarios de efectos para
cada ejército en el frente, y éstos se alejaban diariamente de las bases
de abastecimiento principales. Para agravar la situación no había sufi-
cientes terminales de ferrocarril por lo que ejércitos y cuerpos debían
compartirlas con los consecuentes conflictos y confusiones. Estas
complicaciones se deben atribuir especialmente a un evento no cal-
culado.
En toda la historia militar la provisión de municiones nunca había
planteado un serio inconveniente; los ejércitos combatían con la pro-
visión de proyectiles con que marchaban y sólo en contadísimas si-
tuaciones podemos encontrar casos en que esta resultara insuficiente.
En la primera guerra mundial esta situación cambió, comparada con
la guerra Franco–Prusiana de 1870 el consumo de municiones de
226 JORGE ARIEL VIGO

artillería se multiplicó por cuatro y el de armas livianas por doce.73


Los ferrocarriles transportaban la munición hasta los puntos en que
las vías férreas de Francia y Bélgica estaban en estado de uso, desde
allí debían ser descargada y llevada hasta las tropas por medio de
carros tirados por caballos o camiones. Para el tiempo de la batalla del
Marne el sesenta por ciento de los camiones alemanes estaban fuera
de servicio y las caballos habían alcanzado el límite de su utilidad,
entre otras cosas debido a que las tierras de Francia no tenían capaci-
dad para alimentar a la inmensa cantidad de equinos en uso. Estas
consideraciones hacen suponer que el ejército alemán no hubiese
podido completar el plan Schlieffen como fue planeado, sin embargo
esta es una idea meramente especulativa.

París
El Plan XVII había fracasado, la offensive a outrance estaba
muerta, todos los ataques franceses habían sido rechazados sangrien-
tamente. Joffre finalmente admitiendo la gravedad de la situación le
comunicó al Ministro de Guerra Messimy, que se veía obligado a
tomar la defensiva para poder mantener sus posiciones el mayor
tiempo posible y contener a enemigo, hasta poder reasumir la ofensi-
va. Como se puede observar Joffre mantienen la posición doctrinaria
francesa respecto de la utilidad de la defensa.
Joffre de inmediato comenzó a planear su contraataque mientras
reordenaba su línea defensiva. Para ello necesitaba crear un nuevo
ejército en el ala izquierda de la línea aliada, es decir más allá de la
posición de la BEF, en la región de Amiens. En principio esa zona
estaba cubierta por el CE D’Amade insuficiente para cumplir con esa
misión. El GQG tomó entonces al Ej de Lorena del Grl Michel –
Joseph Maunoury, lo renombró Ej VI y lo envió por tren a Amiens
donde llegó el 26 de agosto. Se retiraron de Paris tres divisiones de
reserva dejando la capital con sólo tres divisiones territoriales insufi-
cientes para proteger la capital. El ministro Messimy nombró al Grl
Joseph Gallieni gobernador militar de Paris, quién aceptó el cargo
bajo la condición de que le fueran provistas tropas suficientes. El
ministro le ordenó a Joffre remitir a la ciudad luz tres cuerpos de
ejército regulares. La orden jamás fue cumplida pues no había tropas
disponibles.

73 Jones A. 1987, “ The Art of War in the Western World, 439, Oxford, Ox-
ford University Press.
FUEGO Y MANIOBRA 227

Todas estas medidas apuntaban a fortalecer el ala izquierda alia-


da. Moltke, contrariamente a la idea original de Schlieffen continuaba
debilitando su ala derecha. A demás del cuerpo de ejército destinado
a Amberes otro, del Ej II debió enviarse a sitiar Maubeuge, y un ter-
cero del Ej III a hacer lo mismo en Givet.
Para agravar la situación y en contra de lo previsto los rusos ataca-
ron en el oeste a los 15 días de iniciada la movilización. Este ataque
provocó la decisión apresurada de retirar el Cuerpo de la Guardia de
Reserva del Ej II, el CE 11 del Ej III juntamente con una división de
caballería para enviarlas a Prusia oriental. Estas fuerzas de todas for-
mas llegaron tarde para tener efecto en la inminente batalla de Tan-
nenberg.
El 26 de agosto el Ej I alemán volvía a atacar, esta vez con éxito a
los ingleses en Le Cateau, los aliados continuaban retrocediendo y los
germanos avanzando. En el OHL sólo se recibían partes de victoria,
aunque con una dilación de 24 horas. Pese a ello Moltke vivía ator-
mentado por el fantasma de la derrota. Tal vez esta mezcla de euforia
exterior y temores internos hizo que en lugar de reordenar sus fuerzas
para enmendar el plan de envolvimiento original, se decidiera a lanzar
una ofensiva general en todo el frente.
Esta operación preveía que el Ej I alcanzase el Sena al oeste de
Paris, el Ej II al este de la ciudad, el Ej III en Chateau Thierry, el Ej
IV en Epernay y el Ej V en Vitry; los Ej VI y Ej VII entrarían en
Francia el sur de Toul para enlazar con el Ej V al sudoeste de Ver-
dun.
En busca de retomar la ofensiva Joffre ordenó al Ej V atacar a los
alemanes en St. Quentin de inmediato, sin preocuparse de lo que
hicieran en tanto los ingleses a su izquierda. Esta falta de coordina-
ción entre ingleses y franceses no era sólo responsabilidad de Joffre,
quien luego de dos reuniones no pudo convencer al Grl French de
que apoyara el ataque francés. Por su parte Lanrezac se resistía a
atacar, pero Joffre el 28 de agosto le indicó que si no atacaba lo releva-
ría; con tan persuasivo argumento Lanrezac acató la orden consi-
guiendo 24 horas más para preparase.
El mismo 29 de agosto Bülow inició un asalto hacia Guise contra
el flanco de Lanrezac; este debió suspender su ataque para conte-
nerlo y gracias a que el CE de D’esperey logró tomar de enfilada al
Cuerpo Prusiano de la Guardia, se logró rechazar el ataque con fuer-
tes pérdidas alemanas.
228 JORGE ARIEL VIGO

Esta victoria sirvió de poco, el recién creado Ej VI acababa de ser


batido por Kluck cerca de Amiens; ello obligó a Joffre a ordenar la
retirada dirigiendo al Ej VI hacia Paris y al Ej V al Marne.
Mientras tanto el Grl French continuaba sin plegarse al plan de
operaciones francés. Le envió al Ministro de Guerra inglés Lord
Kitchener el siguiente mensaje “si los franceses continúan con la
presente táctica, que es prácticamente retirarse de mi derecha y
abandonarme, usualmente sin avisar … por supuesto que la brecha en
la línea francesa se mantendrá y las consecuencias deberán ser paga-
das por ellos”. El 1de septiembre Kitchener viajó a Francia y le orde-
nó a French adaptarse al plan de Joffre tanto como le fuera posible.
Ese mismo día Joffre mediante la Instrucción General Nro. 4 fi-
jaba la línea de retirada entre Verdun – Bar le Duc – Vitry- Noguent;
la línea final de resistencia se fijaba en los ríos Aube y Sena. Inten-
tando retomar la ofensiva la orden proponía que tan pronto el Ej V
escapara de sus perseguidores, este junto con el Ej III y Ej IV Ej
atacarían a los alemanes entre Verdun y Paris, contando con el apoyo
de las fuerzas de esta ciudad. Lo que Joffre estaba haciendo era cam-
biar espacio por tiempo debido al fracaso del Plan XVII.
En este punto de la campaña el Ej I alemán de Von Kluck cruza-
ba el Aisne quedando a menos de 100 kilómetros de la última vía de
ferrocarril que unía a Paris con la Francia oriental. Cortar esta línea de
comunicación no sólo dividía al país en dos sino que hubiera hecho
imposible aprovisionar a los ejércitos franceses con los medios nece-
sarios para continuar combatiendo.
Esta magnífica oportunidad se echó a perder cuando Bülow, en
su persecución del Ej V francés le requirió a Kluck que lo apoyara.
Kluck no tenía obligación de cumplir pues había dejado de estar bajo
el mando de Bülow tres días antes, sin embargo aceptó la orden y
dirigió su ejército hacia Compigne, lo que lo llevaría al este de Paris.
De este movimiento no es Kluck el único responsable. De conti-
nuar avanzando hubiese podido aislar Paris por el oeste pero no tenía
fuerzas suficientes como para sitiar la ciudad; esta debilidad se debe
esencialmente al continuo drenaje de fuerzas del ala derecha perpe-
trado por Moltke. Es decir si Kluck continuaba avanzando hacia el
sudoeste, sólo hubiese conseguido quedar aislado.
Sin embargo cumplir el pedido de Bülow también constituyó un
error. Al dirigirse hacia el sudeste exponía su flanco derecho al Ej VI
francés en Paris. Kluck calculaba que estas fuerzas no se atreverían a
salir de las fortificaciones de la ciudad, y por otra parte la BEF se
estaba retirando rápidamente hacia el sur lo que facilitaba su avance.
FUEGO Y MANIOBRA 229

Sí preocupaba a Kluck que su continua persecución desde el 18 de


agosto se había cumplido a marcha forzada por lo que sus tropas se
hallaban exhaustas. Eso le dejaba solamente al CE 4 de Reserva para
el caso de un ataque desde Paris. El giro de Kluck fue aprobado por
Moltke 12 horas después de que comenzó a efectuarse.
Pese a la apariencia de éxito había datos perturbadores para los
alemanes. En Bélgica los ingleses desembarcaron una brigada de
marina en Ostende, los rusos habían actuado antes de lo esperado, el
Ej VI alemán fracasó en el intento de tomar Nancy y sufrió severas
bajas en los contraataques. A pesar de que los informes hablaban del
desastre francés el número de prisioneros y cañones capturados era
alarmantemente bajo; como admitió Moltke “… hemos hecho retro-
ceder a los franceses pero aún no están derrotados”.
Basado en exagerados reportes de éxito en la zona del IVto y Vto
Ej, Moltke decidió realizar su mayor esfuerzo en ese sector. Estas
fuerzas junto con el Ej III atacarían entre Vitry y Verdun, mientras el
Ier y IIdo Ej protegerían su flanco derecho. En este sentido se ordenó
al Ej I continuar su avance escalonándose detrás del Ej II.
Para este momento el OHL había perdido el control y dirección
de la campaña. Cuando Kluck recibió esas órdenes su ejército estaba
a dos días de marcha por delante del Ej II, y no detrás como Moltke
suponía, por lo que ignoró el requerimiento. En su lugar Kluck conti-
nuó intentando envolver y destruir al Ej V francés para lo cual cruzó
el Marne hacia el sureste. Moltke se enteró de esto con cuarenta
horas de atraso.
Lanrezac había cruzado el Marne el 3 de septiembre sin impedir
que el Ej I alemán, a medio día de marcha detrás de él, asegurase una
cabeza de puente al sur del río. Joffre relevó a Lanrezac y designó en
su lugar a Franchet D’Esperey. El Ej V estaba exhausto y desmorali-
zado luego de tan larga retirada; su perseguidor, el Ej I se hallaba
igualmente agotado y hambriento luego de cubrir marchas de 35
kilómetros diarios a paso forzado.
El 4 de septiembre Moltke envió a sus fuerzas un mensaje que
reconocía que los aliados habían evadido el envolvimiento y advertía
que los franceses estaban creando nuevas formaciones para proteger
Paris, amenazando así la derecha alemana. Recomendaba entonces
que el Ier y IIdo Ej tomaran posiciones defensivas con frente a la
capital francesa. Cuando estas órdenes alcanzaron al Ej I al día si-
guiente fueron desoídas, Kluck continuó avanzando hacia el sur más
allá de Montmirail.
230 JORGE ARIEL VIGO

El Marne
El 2 de septiembre el gobierno francés se mudó a Bordeaux, de-
jando a Gallieni quien declaró “he recibido el mandato de defender
Paris contra el invasor. Ese mandato lo cumpliré hasta el final”. Esa
misma tarde el GQG le informaba que el Ej I alemán había cambiado
de dirección, por lo que comenzó a pensar en cambiar la defensa por
un ataque. El flanco derecho alemán estaba en el aire, si Joffre podía
aferrarlo por el frente, el Ej VI desde París estaría en posición de
atacar y arrollar la línea alemana por completo.
En la mañana del 4 de septiembre Gallieni le comunicó a Joffre
esta idea. Al principio se plantearon dudas pero luego de dos llama-
dos telefónicos más Gallieni convenció a Joffre para una ofensiva a
lanzarse el 7 de septiembre. Sin embargo Gallieni que había previsto
convencer a Joffre ya había comenzado el avance del Ej VI, lo que
forzó a Joffre a adelantar la operación en 24 horas.
El fracaso alemán en Nancy le permitió a Joffre reforzar el centro
y la derecha, llevando más trompas a Paris y creando el Ej IX bajo el
mando de Foch.
La ofensiva necesitaba de la cooperación británica para cubrir la
brecha entre Paris y el Ej V; sin embargo French continuaba pensan-
do en una retirada. Joffre mantuvo una reunión con el inglés el 5 de
septiembre donde le dijo que planeaba comprometer hasta el último
hombre en la ofensiva y que no podía creer que el ejército inglés se
rehusara a participar en la crisis agregando que el honor de Inglaterra
estaba en juego. French le contestó, a través del traductor, “maldito
sea … dígale que lo que los hombres puedan hacer los nuestros lo
harán”. Para ese momento la batalla del Marne ya había comenzado
con el avance del Ej VI contra el CE 4 de reserva alemán del Grl
Gronau al que rechazó en Monthyon.
La ofensiva general se inició con ataques simultáneos del Vto y
VIto Ej y la BEF, aunque para el 6 de septiembre aún se encontraban
entre 8 y 30 kilómetros detrás de la línea de partida trazada en el
plan.
Frustrado por las desobediencias Moltke envió al frente a su jefe
de inteligencia Tcnl Richard Hentsch. Este oficial le dijo a Kluck
que su posición era inestable y debería retirarse al norte del Marne.
En ese momento en el cuartel general del Ej I se recibían las noticias
de la retirada de Gronau hacia Meaux; Kluck, no dispuesto a retirarse
envió hacia allí al CE 2 del Grl Alexander von Linsingen para estabi-
lizar la situación y mantener sus posiciones.
FUEGO Y MANIOBRA 231

El ataque del Ej VI francés fue una maniobra frontal que no in-


tentó envolver el flanco derecho alemán, sin embargo consiguió atraer
también el CE 4 del Grl Sixt von Arnim.
Mientras estos ataques alcanzaban el flanco derecho del Ej I ale-
mán al norte del Marne, el Ej V francés asaltaba su izquierda 60 ki-
lómetros al sudeste. Las tropas de ambos contendientes se hallaban
fatigadas y de los cuatro cuerpos franceses que atacaron sin coordina-
ción, solamente la DI 6 del Grl Herni Philippe Petain alcanzó su
objetivo.
La BEF avanzaba con extrema cautela aunque por delante y en
el centro de su avance el Ej I alemán sólo se encontraban tropas de
caballería. En la izquierda y el centro ingleses el 3er y 4to CE no
encontraron oposición; en la derecha el CE 1 del Grl Sir Douglas
Haig chocó contra el Cuerpo de Caballería del Grl Georg von der
Marwitz. Un ataque lanzado con determinación hubiese podido partir
en dos el ejército de Kluck, sin embargo French ordenó un alto a sus
tropas. En compensación la caballería de Marwitz fracasó en su fun-
ción de proveer inteligencia a Kluck, por lo que éste creyó que los
ingleses continuaban retirándose al oeste del Sena.
La batalla del Marne comprende varios episodios separados, aun-
que vinculados entre sí. Por una parte el combate entre el Ej VI fran-
cés y el Ej I alemán al norte del Marne, donde el CE 9 de Ferdinand
von Quast y el CE 3 de Luchow estaban siendo rechazados. Esto
provocó la concentración del Ej I, lo que dio la idea a Kluck de con-
traatacar y destruir a Maunoury frente a Paris. Este contraataque fue
contenido gracias al refuerzo de dos regimientos frescos llegados
desde Paris en taxi. Kluck se movió entonces hacia el norte del Mar-
ne dejando una brecha entre él y el Ej II cubierta sólo por una panta-
lla de caballería. A través de esta brecha y muy lentamente iba
penetrando la BEF, aunque sin aprovechar la ventaja de esta posi-
ción.
Por otra parte el IIdo, IIIer y IVto Ej alemanes combatían contra
el Vto, IXno y IVto Ej franceses intentando separarlos de su flanco en
Verdun. Entre el 6 y el 9 de septiembre los alemanes estuvieron va-
rias veces a punto de lograrlo siendo siempre contenidos por contraa-
taques franceses.
Mientras los ingleses desperdiciaban la oportunidad de quebrar la
línea alemana, el Ej V francés conseguía atacar el flanco expuesto del
Ej II alemán en Montmirail; aunque la operación fracasó, quebró el
espíritu del Grl Bülow quién el 8 de septiembre planeó su retirada
recruzando el Marne.
232 JORGE ARIEL VIGO

El 9 de septiembre el CE 1 británico alcanzó el Marne encon-


trando sus puentes intactos, nuevamente en lugar de aprovechar la
oportunidad, French ordenó un nuevo alto, para esperar que las tro-
pas de D’esperey lo alcanzaran para cubrir su flanco derecho. Esto le
dio la última oportunidad a Kluck de evitar ser atrapado entre la BEF
y el Ej VI francés.
En esos momentos en el Cuartel General del Ej I alemán se reci-
bía la noticia de que el Ej II se estaba retirando hacia el nordeste.
Kluck se hallaba en el frente por lo que su jefe de Estado Mayor Grl
von Kuhll pasó el informe al Tcnl Hentsch. Este oficial había recibi-
do de Moltke el 8 de septiembre la autorización para emitir las órde-
nes necesarias que evitasen el desastre de las fuerzas alemanas.
Nunca en la historia un oficial de tan baja graduación fue investido de
tanta autoridad.
Luego de recibido el mensaje de Bülow, Hentsch le preguntó a
Kuhll si derrotado el Ej VI francés en el día de hoy, el Ej I estaba en
condiciones de apoyar con todas sus fuerzas a Bülow al día siguiente;
Kuhll respondió que no. Hentsch en consecuencia ordenó la retirada
del Ej I a la línea Soissons-Fismes para lograr una mayor cooperación
con el Ej II. A su regreso Kluck estuvo de acuerdo.
Finalmente el 11 de septiembre el OHL se vio forzado a ordenar
la retirada de los ejércitos IIIer, IVto y Vto para adecuarse al movi-
miento retrógrado del Iero y IIdo. Con esta decisión finalizaba la
batalla del Marne.
Moltke se presentó ante el Káiser con esta frase: “ Su majestad, la
guerra esta perdida”.

La Carrera al Mar
La retirada alemana en ningún sentido era una huída y la perse-
cución aliada tampoco fue tan vigorosa como debía serlo. Para el 14
de septiembre el Ej I alemán se hallaba atrincherado al norte del
Aisne; a fin de ese mes fue atacado por la BEF y el Ej VI francés a lo
largo de Chemin des Dames. Este ataque intentó rodear el flanco
derecho alemán, aunque por cierto el Ej I tenía ambos flancos en el
aire, pues la brecha con el Ej II, abierta en el Marne permanecía sin
cerrar. Para solucionar este problema se creó un Ej VII que alcanzó a
contrarrestar los ataques aliados, concluyendo lo que se conoce como
la batalla del Aisne.
El 14 de septiembre el abatido Motke fue reemplazado por el Grl
Erich von Falkenhayn. Este general planeó flanquear la línea aliada y
FUEGO Y MANIOBRA 233

continuar el avance hacia el oeste. Para ello trasladó tropas de la re-


gión de Alsacia y Lorena hacia el flanco derecho y retiró un CE de
cada ejército. El movimiento de estas tropas se prolongó durante casi
un mes.
Joffre por su parte hizo lo mismo retirando tropas de su derecha
para llevarlas hacia el norte. Esta concentración de fuerzas por ambos
lados inició lo que se conoce como la carrera al mar y que realmente
consistió en intentos de envolvimiento de una y otra fuerza que al
final fueron rechazados mutuamente. El resultado de esta carrera fue
una extensión del frente que concluyó en las costas del Canal de la
Mancha. Se estableció así un frente desde allí hasta Suiza con una
extensión de 600 kilómetros que terminó con la etapa de la guerra de
maniobras para iniciar una horrenda guerra de trincheras.
El resultado de esta etapa de la guerra no es fácil de acreditar a
ninguno de sus responsables, ni por sus aciertos ni por sus errores. Sin
embargo podemos destacar que Joffre tuvo la habilidad de reordenar
su estrategia abandonando el Plan XVII original e improvisando nue-
vas operaciones a medida que cambiaban los acontecimientos. Por su
parte Moltke no fue capaz ni de aferrarse a su plan original, ni de
aplicar cambios acertados. Por el contrario todas las alteraciones resul-
taron inadecuadas producto de su constante hesitación y de su terror
por la derrota, lo que lo llevó a prácticamente perder la conducción de
las operaciones.

Las Operaciones en el Frente Oriental en 1914

Los Imperios se preparan

Austria
Es probable que el principal responsable del desencadenamiento
de la primera guerra mundial haya sido el Imperio Austro – Húngaro,
y aún así, esta multiétnica unidad política era la peor preparada para
enfrentar el conflicto. Con tropas de una docena de nacionalidades
distintas que se manejaban sin un idioma común, con la excepción de
un elemental alemán que se empleaba para dar órdenes, las expecta-
tivas de una acción coordinada resultaban poco halagüeñas.
Austria – Hungría basaba su estrategia militar en la expectativa
de tener que luchar en tres frentes. Por una parte los dos mayores
234 JORGE ARIEL VIGO

peligros los representaban Italia y Rusia, el tercer frente era la fronte-


ra con Serbia y Montenegro. Bajo esta concepción el ejército de los
Ausburgo se organizó en tres fuerzas una principal para ser empleada
contra los Rusos o los Italianos, una secundaria a empeñarse contra
Serbia y otra de reserva para apoyar cualquiera de estas dos situacio-
nes. El Jefe del Estado Mayor General austriaco era el Mariscal Franz
Conrad von Hötzendorf. Con una brillante imaginación estratégica,
realmente nunca llegó a trazar planes detallados de operación ni a
concebir cuales eran las capacidades reales de las tropas a su mando.
Por otra parte tampoco pudo establecer planes coordinados con los
alemanes, pues éstos le confiaron los suyos de atacar primero a Fran-
cia y seis semanas después a Rusia recién en mayo de 1914.
Para el comienzo de la guerra Austria podía movilizar de inmedia-
to medio millón de hombres organizados en 49 divisiones; en 30 días
ese número se elevaría a más de 1.000.0000, con 2.000.000 más en
reserva. Sin embargo estos hombres nunca tendrían el equipo sufi-
ciente debido a falta de dinero, a la corrupción administrativa del
imperio y a la ineficiencia de los servicios de abastecimiento.
Por su parte los alemanes contaban con un ejército mejor entre-
nado y equipado, aunque en razón de que la mayoría de sus fuerzas
se encontraban empeñadas en la ejecución del Plan Schlieffen, sólo
disponían al comienzo de la guerra en la Prusia Oriental de un ejérci-
to, el VIIIvo bajo el mando del Grl Maximilian von Prittwitz. Esta
fuerza debía esperar que el ejército ruso actuara a la defensiva según
la errónea información de inteligencia disponible, pese a ello su co-
mandante estaba atento a un ataque ruso.

Rusia
Los ejércitos del Zar contaban con dos planes alternativos. Uno
de ellos era defensivo y partía del supuesto de que los alemanes ata-
carían primero en el este, en ese caso el Gpo Ej Norte desplegaría sus
tres ejércitos del siguiente modo, el Ej IV al sur de Riga, el 1ero en
Kovno y el Ej II en Bialystok; el Gpo Ej Sur dispondría del Ej V en
Kholm, el Ej III al sur de Rovno y el Ej VIII al norte de Mogilev.
Este plan conocido como “A” especificaba que ante un ataque ambos
grupos de ejército se replegarían al interior de Rusia hasta tener la
oportunidad de lanzar una contraofensiva.
El otro plan llamado “G” estimaba que el primer ataque alemán
sería contra Francia por lo que se aprovecharía esa oportunidad para
lanzar una operación ofensiva que se ejecutaría en dos sectores. Por
FUEGO Y MANIOBRA 235

una parte el Gpo Ej Sur atacaría la Galitzia, como preparativo a la


invasión de Silesia. El Gpo Ej Norte invadiría Prusia Oriental para lo
cual trasladaría al Ej IV hasta Brest-Litovsk. Según el acuerdo entre
los rusos y los franceses esta ofensiva debía lanzarse a los 15 días de
iniciada la movilización; aunque ello implicaba que el ejército Ruso
atacaría mucho antes de las seis semanas que necesitaba para comple-
tar su alistamiento, igualmente se accedió al pedido galo.
Los rusos eran capaces de movilizar más de 5.000.000 de hombres
con los que se preveía formar 114 divisiones. Aunque estos números
son impresionantes se trataba de tropas mal entrenadas y peor prepa-
radas. La décima parte de los soldados eran Opolchenia ( Guardias
Nacionales ) de escaso valor combativo y equipados con rifles de un
solo tiro. El resto del ejército igualmente estaba falto de fusiles en
más de un veinte por ciento, lo mismo que de cartuchos, uniformes y
botas. Como referencia en toda Rusia sólo había dos ambulancias
motorizadas.
La artillería rusa no estaba mejor. Aunque contaba con depósitos
de 7.000.000 de ojivas, en el término de un año solamente se recibie-
ron 650.000 más, por lo que pronto la mayoría de las baterías se vieron
limitadas a realizar no más de cuatro disparos al día. Como agravante
las municiones y piezas instaladas en las fortalezas rusas nunca fueron
remitidas al frente para compensar estas fallas, debido a la falta de
transporte y a la prevención de tal medida.
El sistema de comando ruso era igualmente desastroso. El mando
supremo era teóricamente ejercido por el Gran Duque Nicolai Nico-
laievich, un hombre capaz y competente, sin embargo el estilo de
operación ruso hizo que interviniera poco en las decisiones de los
comandantes de los grupos de ejército quienes realmente dirigían la
campaña. Por demás el cuartel general o Stavka se veía vulnerado por
la intervención del Zar Nicolai II un hombre egoísta, cobarde y estú-
pido. En este escenario no era raro encontrar que los generales discu-
tieran las órdenes, se opusieran a cumplirlas, no cooperasen entre sí y
actuasen dirigiendo sus propias guerras.
Finalmente la relación del cuerpo de oficiales con la tropa era de
absoluto desprecio lo que implicaba un insalvable quiebre moral en el
espíritu del ejército.

La campaña de Tannenberg
En cumplimiento de su palabra y en contra de lo esperado por los
alemanes el 15 de agosto de 1914 el Ej I ruso del Grl Pavel Rennen-
236 JORGE ARIEL VIGO

kampf invadió la Prusia Oriental. Esta provincia alemana presentaba


un saliente sobre la Rusia Polaca por lo que el comandante del Frente
del Noroeste74 , Grl Iakov Zhilinski preveía eliminarlo con un ataque
combinado del Ej I desde Kovno por el este y otro desde el sur par-
tiendo desde el río Narew ejecutado por el Ej II del Grl Alexander
Samsonov.
El plan aunque conceptualmente correcto exigía de una cuidado-
sa coordinación de ambos ejércitos y de la cooperación de sus coman-
dantes. La coordinación aunque compleja hubiera podido ejecutarse,
pero la cooperación resultaba virtualmente imposible. Samsonov y
Rennenkampf sostenían una rivalidad y un odio personal que ya
habían manifestado durante la guerra Ruso – Japonesa de 1904-1905,
y para agravar la situación Rennenkampf no se hablaba con Zhilinski.
Teóricamente las fuerzas rusas debían superar a los alemanes por
3 a 1, sin embargo el ataque lanzado antes de completar la moviliza-
ción y la necesidad de asignar tropas para guarnecer las fortalezas
rusas del sector reducía la ventaja a 2 a 1.
La situación del Ej VIII alemán en el saliente hacía obvia la ma-
niobra rusa por lo que debía hallarse una respuesta a ello. El Grl
Prittwitz deseaba abandonar Prusia y establecer una línea defensiva
detrás del río Vístula. Consiente de que esta alternativa no sería acep-
tada por Moltke y que a demás sería ruinosa para su carrera, decidió
seguir el consejo de su Jefe de Operaciones Cnl Carl Adolf Maximi-
lian Hoffmann. Este oficial planeaba atraer al Ej I ruso a una embos-
cada en el oeste de Gumbinnen, una vez derrotada esta fuerza el Ej
VIII alemán se movería al sudoeste para caer sobre el Ej II ruso. Si
este plan no funcionaba aún podrían retirarse al Vistula. Esta opera-
ción exigía de rapidez, Rennenkampf debía caer en la trampa antes
de que Samsonov tuviera tiempo de penetrar el flanco sur alemán.
El ataque del Ej I ruso el 15 de agosto puso en marcha el plan de
Hoffmann, que operó según lo establecido durante las primeras cua-
renta y ocho horas. El 17 de agosto un evento puso en peligro la ma-
niobra alemana.
El comandante del CE 1 alemán Grl Hermann von Francois lan-
zó un ataque contra el avance ruso en Stalluponen, 40 kilómetros al
este de Gumbinnen obteniendo la victoria. Algunos consideran que
este ataque fue un acto de insubordinación, sin embargo von Francois
actuó dentro del sistema alemán de comando que privilegiaba la ini-

74 En la nomenclatura militar Rusa “ Frente “ equivale a lo que los occiden-


tales denominan Grupo de Ejercito
FUEGO Y MANIOBRA 237

ciativa de los oficiales en el frente y el aprovechamiento de las opor-


tunidades que se le presentasen. Lo cierto es que este ataque arruinó
el elemento sorpresa e hizo que Rennenkampf redujese su ritmo de
marcha y se detuviese al este de Gumbinnen, lo que evitó que cayese
en la trampa germana. Esta detención obligó a Prittwitz a atacar las
posiciones del Ej I ruso el 20 de agosto, resultando en una derrota
alemana.
Mientras tanto Samsonov avanzaba en un frente amplio a 100 ki-
lómetros al sudoeste del flanco alemán, protegido solamente por el
CE 20. Esta noticia perturbó tanto a Prittwitz que de inmediato se
comunicó con Moltke para informarle que iniciaba la retirada del Ej
VIII hacia el Vístula. Moltke agitado por los sucesos en Francia resol-
vió retirar de allí dos CE y una DC para enviarlos como refuerzo a
Prusia.
La situación del Ej VIII alemán se complicaba y exigía de una
decisión. Hoffmann sostenía que la retirada se había vuelto imposible
pues el Ej II ruso estaba más cerca del Vistula que el Ej VIII alemán,
y en poco tiempo podría hallarse atravesado en la línea de retirada
germana. Las alternativas del Ej VIII eran atacar a uno u otro ejército
ruso. Prittwitz afectado por el fracaso del ataque en Gumbinnen pre-
firió lanzarse sobre el Ej II ruso. Para ello el CE 1 de ejército se mo-
vería por tren para apoyar al CE 20 en un ataque al frente de
Samsonov, mientras que el CE 17 y el CE 1 de reserva marcharían
hacia el sudoeste para atacar el flanco derecho del Ej II ruso.
Moltke no fue informado de estos movimientos y el 22 de agosto
relevó a Prittwitz para reemplazarlo con el Grl Paul von Hindenburg
quien fue llamado desde su retiro y contaba en su historial el haber
participado en la guerra Franco- Prusiana de 1870. El nombramiento
de este general respondía no sólo a su capacidad profesional sino a su
prestigio personal, sin embargo su avanzada edad recomendaba otro
nombramiento en su apoyo. Por ello se designó como su Jefe de Es-
tado Mayor al Grl Erich Ludendorff, el héroe de Lieja.
Ambos generales arribaron al frente el 23 de agosto donde el Cnl
Hoffmann les informó acerca de los últimos movimientos y del pla-
neado ataque al Ej II ruso; ambos aprobaron de inmediato la opera-
ción.
La única duda o riesgo que presentaba el plan era que el Ej I ruso
reanudara su avance hacia el oeste, pero pronto esas preocupaciones
se disiparon. Las escuchas de radio alemanas interceptaron varios
mensajes de Rennenkampf que exponían que su plan era avanzar
hacia el noroeste para sitiar la fortaleza alemana de Konigsberg en
238 JORGE ARIEL VIGO

lugar de dirigirse al sudoeste para reunirse con Samsonov. Se debe


tener en cuenta que los rusos se comunicaban por medio de mensajes
no cifrados por lo que las escuchas alemanas pudieron prever casi
todos los movimientos rusos a lo largo de la contienda.
Otro hecho fortuito favoreció el despliegue alemán. El 24 de
agosto Samsonov se hallaba combatiendo con las fuerzas alemanas en
Falkenau; la dura batalla se prolongó durante todo el día y, pensando
que los alemanes se retiraban Samsonov comunicó por radio a sus
tropas que el 25 de agosto sería un día de descanso, esa información
fue captada también por los alemanes.
El 26 de agosto el CE 17 y el CE 1 de reserva atacaron el flanco
derecho de Samsonov, en Bischofsburg poniendo en fuga a su CE 6.
Al día siguiente en el otro flanco sucedía lo mismo al atacar von Fran-
cois, en Seeben al CE 1 ruso. El centro de Samsonov constituido por
el CE 13 y CE 15 se encontraba a punto de ser rodeado, sin embargo
el comandante ruso esperó en vano hasta el 29 de septiembre la lle-
gada de Rennenkampf. Al intentar retirarse las unidades rusas se
deshicieron y Samsonov decidió suicidarse.
La batalla de Tannenberg dejó en manos de los alemanes a
92.000 prisioneros rusos y 500 cañones, al precio de 15.000 bajas, los
rusos sufrieron más de 50.000. Quedaba ahora la tarea de eliminar al
Ej I ruso.

La Batalla de los Lagos Masurianos


El 30 de agosto Rennenkampf se enteró del desastre del Ej II por
lo que decidió retirarse y establecer una línea defensiva entre Lobiau
en el mar Báltico y Lotzen en la región de los Lagos Masurianos dis-
poniendo como protección a su izquierda del CE 22 en Lyck.
Zhilinski creyendo que los alemanes avanzarían sobre Varsovia
reforzó allí los restos del diezmado Ej II. Aunque es cierto que los
austriacos reclamaban a los alemanes un ataque a esa ciudad, Hin-
denburg comprendía que primero debía eliminar a Rennenkampf.
Entre el 9 y el 10 de septiembre los alemanes capturaron Lyck y
Augustow amenazando el flanco sur del Ej I ruso. Atacaron también
el desfiladero de Lotzen pero fueron rechazados, aunque le costó a
Rennenkampf el empleo de todas sus reservas. Esto facilitó la pene-
tración del CE 1 alemán por el flanco izquierdo ruso, lo que obligó al
CE 2 eslavo a retroceder dejando libre el camino hacia Gumbinnen.
Temiendo ser envuelto el comandante ruso ordenó la retirada cu-
briéndola con un contraataque entre Nordenburg y Angenburg. Estos
FUEGO Y MANIOBRA 239

ataques de cobertura lograron detener el envolvimiento alemán y


permitieron la retirada del Ej I ruso al precio de 145.000 hombres,
mientras que los alemanes perdieron unos 10.000.
Con esta batalla y la de Tannenberg, Prusia Oriental estaba a sal-
vo y dos ejércitos rusos habían quedado prácticamente destruidos.

Las Operaciones en el Medio Oriente

El Imperio Turco
Turquía se hallaba gobernada desde 1909 por el Sultán Moham-
med V, quien a su vez respondía al Comité de Unión y Progreso, más
conocido como Partido de los Jóvenes Turcos. El cual estaba dirigido
por el poderoso Ministro del Interior Taalat Bey, el Ministro de Ma-
rina Ahmed Cemal y el Ministro de Guerra Enver Pasha.
Los Jóvenes Turcos a pesar de la misión militar alemana dirigida
por el Grl Liman von Sanders no entraron en alianza con las Poten-
cias Centrales. De hecho hasta comienzos de 1914 intentaron esta-
blecer un tratado defensivo con Rusia y eventualmente una alianza
con Rusia y Francia. Afortunadamente para los alemanes las ambicio-
nes francesas sobre Siria impidieron cualquier acuerdo. Esto abrió el
camino para que Enver Pasha impulsara una alianza con Alemania
cuyo primer paso formal se tomó el 2 de agosto de 1914 ( al día si-
guiente de la declaración de guerra germana a Rusia ) cuando el Ba-
ron Hans von Wangenheim, en su calidad de embajador alemán
celebró un tratado secreto con los líderes del Partido de los Jóvenes
Turcos y que terminaría el 5 de noviembre de ese año cuando el
Imperio Otomano le declarase la guerra a Rusia, Francia e Inglaterra.

EL Ejército del Sultan


Al comienzo de las hostilidades el ejército turco poseía treinta y
seis DI y aunque la expectativa de la movilización preveía la incorpo-
ración de otras treinta y cuatro, para septiembre de 1918 el número
máximo de divisiones en campaña fue de cuarenta y ocho.
Las divisiones turcas se clasificaban en activas y de reserva bajo
los criterios doctrinarios europeos. Su efectivo teórico debía alcanzar
entre los 9.000 y los 10.000 hombres organizados en tres regimientos
de infantería y uno de artillería; este comprendía entre 24 y 36 caño-
nes. Debido a un ineficiente sistema de movilización sólo se alcanzó a
240 JORGE ARIEL VIGO

poner bajo las armas unos 2.850.000 hombres. Los índices de deser-
ción eran muy elevados, alcanzando a los 500.000 hombres en 1918;
ello hizo que la mayoría de las divisiones apenas tuvieran un efectivo
de 5.000 soldados.
La mejor arma de que disponían los turcos era la artillería, equi-
pada con cañones Krupp de 75mm, servida por personal entrenado y
perteneciente solamente a unidades activas. El mayor problema que
sufrió la artillería se debió a inconvenientes en la provisión de muni-
ciones, agravado esto por una mezcla de cañones modernos y antiguos
que incluían hasta piezas de avancarga.
En el otro extremo la peor arma disponible era la caballería. Nu-
trida de grupos minoritarios, como los Arabes, que toleraban mal el
creciente nacionalismo turco, siempre generó desconfianza y por
demás se demostró ineficiente. De allí que existiera solamente una
división de caballería en toda la guerra y el resto de los jinetes parti-
cipara en brigadas cuyo efectivo rara vez superaba los mil hombres.
El Partido de los Jóvenes Turcos había alcanzado el poder por
medio de un golpe de estado militar. Para evitar una repetición el
nuevo gobierno seleccionó a sus generales por su lealtad política y no
por su capacidad profesional. Con estas medidas generaron una cú-
pula militar incapaz, que nunca fue plenamente compensada por el
empleo de cerca de 800 oficiales alemanes en los estados mayores
turcos, ni por la participación activa de los generales von Sanders y
Erich von Falkenhayn.
Para agravar la situación el peor comandante turco era el mismí-
simo ministro de guerra Enver Pasha, que aunque bravo era un ab-
soluto ignorante en cuestiones de estrategia y táctica.

Las Acciones Militares

El Cáucaso
Hacia diciembre de 1914 Enver Pasha decidió iniciar las acciones
bélicas contra los rusos. El plan consistía en introducir a su Ej III de
90.000 hombres ente el CE 1 de Cáucauso y el CE 2 del Turquestan
rusos que contaban con 60.000 hombres y luego desde esa posición
central separarlos de sus bases y destruirlos. Esta operación tenía
oportunidades de éxito entre otras cosas en razón de la superioridad
numérica turca que podía acrecentarse debido a que los rusos retira-
ban tropas del Cáucaso para llevarlas al frente principal Austro –
Germano. Sin embargo el plan exigía de un clima favorable y no de-
FUEGO Y MANIOBRA 241

bió montarse en pleno invierno como se hizo. En esa estación las


tropas debían abastecerse del terreno pues los trenes no podían llegar
a la zona de operaciones a causa de la nieve. Con temperaturas que
alcanzaban los 30° bajo cero y fortísimos vientos encontrar recursos de
supervivencia locales era casi imposible.
Los rusos respondieron a los movimientos turcos con un contraa-
taque que destruyó al CE 9 otomano, esto hizo que “El Pequeño
Napoleón”, como llamaban a Enver Pasha, decidiera retirarse hacia
Erzerum, retirada que en las condiciones meteorológicas descriptas se
convirtió en una huída lastimosa donde los soldados turcos morían de
hambre o de frío, reduciendo el efectivo del Ej III a apenas 15.000
hombres.
Los rusos intentaron penetrar el territorio turco pero fueron con-
tenidos por refuerzos otomanos. Las condiciones climáticas y del
terreno infringieron un castigo tan duro a ambos ejércitos enfrentados
que no se realizaron grandes operaciones exitosas hasta enero de
1916.

Gallipoli
Las operaciones en el Cáucaso tuvieron una consecuencia inespe-
rada. El 2 de enero de 1915 el Gran Duque Nicolai le solicitó a Ingla-
terra que realizara alguna operación de distracción contra Turquía
para que retirara tropas del frente del Cáucaso y facilitara así las ope-
raciones rusas. Una vez que los rusos derrotaron a los turcos, supri-
mieron la petición; sin embargo esta idea sumada al fallido ataque
Turco en dirección al Canal de Suez en febrero de 1915 alimentó un
proyecto del Primer Lord del Almirantazgo Inglés, Winston Chur-
chill.
Antes de la guerra Churchill y el Secretario de Guerra, Lord Ho-
race Kitchener discutieron la posibilidad de una expedición que per-
mitiera apoderarse de los Dardanelos. Consultado el Primer Lord del
Mar Almte Fisher se consideró la posibilidad de un desembarco de
tropas griegas en la península de Gallipoli para asegurar la entrada al
mar de Mármara, atacar Constantinopla y abrir la comunicación con el
Mar Negro; incluso se pensó en lanzar un desembarco Franco – Bri-
tánico sobre las costas asiáticas. Se esperaba a demás, como conse-
cuencia estratégica que Bulgaria y Rumania intervinieran en al guerra
a favor de los aliados.
242 JORGE ARIEL VIGO

Este plan ha sido considerado “… como el único concepto estra-


tégico realmente innovador de toda la guerra…”75.
Se estimaba que la sola presencia de la flota podría sacar a Tur-
quía de la guerra, a demás como las dos únicas fábricas de munición
turcas quedaban al alcance de los cañones navales su destrucción
reforzaba la expectativa de un rápido y fácil triunfo.
El plan original se basaba en la idea de forzar el estrecho con bar-
cos de segunda línea que no estaban en condiciones de presentar
batalla contra buques modernos, pero que serían lo suficientemente
poderosos como para acallar las baterías navales turcas a las que se
consideraba como obsoletas. La maniobra contaba con un anteceden-
te negativo, en 1807 el Almte Ducksworth la había intentado sin
ningún éxito; a más de un siglo de distancia los aliados tampoco halla-
rían el triunfo.
En primer lugar el 1 de marzo de 1915, el gobierno griego que
había ofrecido tres DI para la operación fue derrocado al conocerse
este compromiso con los aliados y fue reemplazado por un gobierno
pro alemán. Esto planteó una complicación pues Kitchener no pensa-
ba tener que comprometer tropas británicas en la operación.
Otro inconveniente apareció en el campo naval, a medida que se
sumaban barcos a la expedición empezaban a implicarse unidades
modernas como el acorazado Queen Elizabeth. Esto hizo que el Al-
mte Fisher pusiera objeciones a la operación aunque luego terminaría
apoyándola.
La flota aliada bajo el mando del Almte John de Robeck inició su
ataque el 18 de marzo de 1915 intentando forzar el paso que le permi-
tiría atravesar los Dardanelos. El bombardeo naval se dirigió sobre los
fuertes de Kilid Bahr, en la costa occidental y Chanak Kale en la costa
oriental, ambos distantes unos 25 kilómetros de la boca sur del estre-
cho. Estos fuertes no eran los más poderosos pero respondieron el
fuego acompañados de varias baterías de costa y artillería móvil que
impactaron en la obra muerta de los buques. Sin embargo el peligro
mayor lo constituían las minas que cerraban el paso del estrecho;
estaban dispuestas en diez campos, cinco a la altura de los fuertes
cerraban el punto más angosto del estrecho de un kilómetro de longi-
tud, llamado “The Narrows“, concentrando 190 minas. El otro más al
sur en Kephez disponía de 180 minas. Otro campo, no conocido por

75 Haythornthwaite, P., 1994 “Gallipoli 1915”, pg 9, España Ediciones el


Prado.
FUEGO Y MANIOBRA 243

los aliados había sido tendido sobre la costa asiática y cerca de la boca
sur del estrecho.
El bombardeo naval se organizó en tres oleadas combinando bu-
ques Ingleses y Franceses, hacia las cuatro de la tarde se habían aca-
llado las baterías turcas y se dio paso a una flotilla de seis dragaminas.
Para ese momento el acorazado francés Bouvet chocó contra una mina
y se hundió en menos de dos minutos. Poco después los cruceros de
batalla ingleses Inflexible e Irresistible sufrieron un inconveniente
similar; al intentar rescatarlos el acorazado Ocean embistió una mina
hundiéndose junto al Irresistible.
Aunque Churchill desde Londres y el comodoro Roger Keyes, je-
fe de estado mayor de la flota en operaciones, instaron a de Robeck a
lanzar un nuevo ataque que podría haber abierto el camino a Cons-
tantinopla, este almirante comunicó que la flota sin ayuda del ejército
no podría atravesar los Dardanelos.
En tanto el 12 de marzo Kitchener había autorizado finalmente la
expedición. Esta estaría bajo el mando del Grl Ian Hamilton e inte-
grada por la DI 29 inglesa, el Cuerpo de Ejército de Australia y Nue-
va Zelanda (ANZAC), y la 1ra y 2da Divisiones Metropolitanas
francesas, y la División Naval Real 63. La inmediatez de la constitu-
ción de la fuerza expedicionaria la privó de un debido equipamiento y
aprovisionamiento lo que obligó a Hamilton a realizar esfuerzos de
improvisación que no siempre fueron exitosos. La premura estaba
justificada en razón de que los turcos se hallaban ahora advertidos del
ataque y reforzarían las defensas de la península.
En efecto el Grl von Sanders fue designado comandante del Ej V
que defendería Gallipoli; contaba con seis DI que alcanzaba los
84.000 hombres. Sanders esperaba que los aliados desembarcasen en
las costas asiáticas de los Dardanelos o lo más próximo a The Na-
rrows, por lo que concentró en estos dos sectores a cuatro de sus divi-
siones. Las restantes las dispuso en el norte de la península como
reserva.
El plan del desembarco comprendía una operación de engaño por
la cual los franceses simularían un asalto sobre la costa asiática en
Kunkale, mientras que otra división inglesa haría lo mismo frente a
Bolayir. Las fuerzas principales de desembarco lo harían en Ari Burnu
el ANZAC, y en la zona de Cabo Helles el resto de las fuerzas.
Las operaciones se iniciaron el 25 de abril a las 0730 horas, y las
acciones de decepción estuvieron a punto de tener éxito pues atraje-
ron la atención de von Sanders a la región de Bolayir durante los pri-
meros dos días del desembarco.
244 JORGE ARIEL VIGO

Las fuerzas del ANZAC, por un error de navegación fueron de-


sembarcadas a 2 kilómetros al norte del lugar planeado donde se en-
contraron con un terreno dificultoso, aunque no hallaron resistencia y
pudieron avanzar hacia el interior. El desvío resultó favorable en
razón que alejó a las tropas aliadas de las principales baterías turcas en
el sur de Gaba Tepe.
La DI 29 debía alcanzar tierra en cinco playas “Y”, ”W”, “X”,
“V”, y “S”. El concepto de la operación era el siguiente, las playas
“X”, “W” y “V” debían tomar el extremo sur de la península mien-
tras que las que las playas “Y” y “S” debían aislar las defensas turcas
de la zona y atacarlas por su retaguardia.
En “V” la invasión fue sangrientamente contenida. La falta de
medios anfibios hizo que se convirtiera al buque carbonero River
Clyde en una especie de lanchón blindado que debía encallar en la
playa y desembarcar a los 2.000 soldados que transportaba. El buque
se encontró sometido a un fuego brutal lo que provocó una carnicería,
suerte que también siguieron los botes que lo acompañaban. El de-
sembarco en “Y” debió abandonarse a causa de la confusión y el de-
sorden general que se sucitói en la playa entre las tropas y sus
mandos. En “W” y en “X” la suerte fue dispar; mientras que en “X”
sólo se encontraron 12 defensores turcos que ofrecieron escasa resis-
tencia, en “W” las defensas provocaron bajas fueron elevadas entre
los ingleses. Finalmente en la playa “S” en dos horas y media de
combate se consiguió dominar las defensas turcas.
El fracaso en la playa “Y” impidió la posesión de las alturas de
Krithia y Achi Baba, lo que arruinó el valor estratégico de la opera-
ción. La otra parte importante del desembarco representada por el
ANZAC y que debía apoderarse del terreno elevado de la cordillera
de Sari Bair y el monte Chunuk Bair también se vio frustrada por la
rápida acción del comandante de la DI 19 turca del Grl Mustafa Ke-
mal, quien contraatacó a los australianos y neozelandeses reteniendo
las alturas.
Aunque al finalizar el primer día las operaciones aliadas tenían
aún posibilidades de remontar la situación, Hamilton esperó hasta el
28 de abril para avanzar tierra adentro, encontrándose entonces con
que un día antes von Sanders había reforzado las defensas de la pe-
nínsula y se preparaba para contraatacarlo entre el 1 y el 3 de mayo.
Esto inició al igual que en Europa una etapa de guerra de trincheras
donde ningún ataque alcanzó a provocar cambios sensibles en las
posiciones de ambos ejércitos.
FUEGO Y MANIOBRA 245

En agosto el mando aliado había comprometido en la campaña


120.000 hombres, lo que le permitió intentar un nuevo desembarco
para alcanzar la victoria. El asalto en Bahía Suvla se inició el 6 de
agosto con 25.000 hombres. Esta operación que debió ser un ataque
de ruptura a través de la península que cortara en dos las defensas
turcas terminó siendo una simple operación de apoyo al ANZAC
debido a la inactividad del Grl Stopford a cargo de la acción, quien se
contentó con llevar sus tropas a la playa. Cuando el 9 de agosto se
decidió a lanzar un ataque general, los efectivos de la defensa turca
que originalmente sólo eran 1.500 hombres habían sido ya elevados lo
suficiente como para contener las operaciones inglesas y provocarles
18.000 bajas.
Finalmente y luego de una visita a la península, Kitchener reco-
mendó la evacuación aliada de la región. Las fuerzas del ANZAC
fueron retiradas en diciembre de 1915. Las tropas de la zona de cabo
Helles concluyeron la evacuación el 9 de enero de 1916.
La campaña de Gallipoli comprometió medio millón de hombres
aliados y provocó bajas que alcanzaron la mitad de esa cifra en ambos
bandos. Este equilibrio cuantitativo en los resultados muestra que
esta campaña no sólo fue tácticamente un desastre para los aliados
sino que ni siquiera alcanzó el efecto estratégico de retener fuerzas
turcas.

El Camino a Jerusalem y Damasco


Durante 1915 el ejército británico en Egipto había permanecido a
la defensiva, pero al año siguiente su comandante el Grl Archibald
Murray comenzó a avanzar a través de la península del Sinai alcan-
zando El Arish en diciembre de ese año.
Los británicos se encontraban ahora ante Gaza donde los turcos
resistieron dos ataques en marzo y abril de 1917 que costaron a los
ingleses 10.000 hombres. Esto provocó el relevo de Murray por el Grl
Edmund Allenby, que venía de comandar un cuerpo de caballería y
el Ej III en Francia.
En octubre el ejército inglés reunía a 88.000 efectivos en siete DI
y tres DC. Los turcos bajo el mando del Grl alemán Erich Falkenha-
yn reunían dos ejércitos, el VIImo y el VIIIvo que superaban en nú-
mero a las tropas británicas.
Para evitar otro sangriento ataque contra Gaza el jefe de inteli-
gencia de Allenby, Cnl Richard Meinertzhagen ideó una trampa. El
10 de octubre avanzó sobre la tierra de nadie, se dejó capturar por los
246 JORGE ARIEL VIGO

turcos y luego escapó dejando en manos de sus captores el plan de un


nuevo ataque contra Gaza. Falkenhayn creyó en el engaño y concen-
tró sus fuerzas sobre la costa, por lo que no pudo evitar el sorpresivo
ataque de la caballería inglesa contra Beersheba donde capturaron sus
valiosos pozos de agua. Este ataque debilitó la posición turca, que se
agravó cuando el 6 de noviembre Allenby obligó al Ej VII turco a
retirarse al norte de Hebron. Con el flanco derecho tan profundamen-
te penetrado los turcos decidieron abandonar Gaza perseguidos fir-
memente por Allenby que al ver la oportunidad cambió el eje del
esfuerzo principal de su ejército.
Los turcos intentaron resistir estableciendo una línea defensiva
en la zona de El Ramla con el Ej VIII, manteniendo a su izquierda al
Ej VII en Jerusalem. El 14 de noviembre Allenby atacó esas posicio-
nes obligando a los otomanos a retirarse y establecer su Ej VIII entre
Jaffa y Ras el Ain, perdiendo contacto con Jerusalem. Días después
los ingleses también tomaban el puerto de Jaffa y obligaban a los
turcos a retirarse nuevamente.
Ahora Allenby cambiaba nuevamente de dirección, pero de una
manera menos sorpresiva pues se dirigía a Jerusalem. Falkenhayn
reforzó al Ej VII y las defensas de la ciudad, lanzando a demás algu-
nos ataques contra los británicos que consiguieron detener la ofensiva
de Allenby. Falkenhayn no pudo prolongar la defensa debido a que la
moral turca había caído luego de dos meses de retiradas. Así cuando
Allenby reanudó su ofensiva el 8 de diciembre la ciudad cayó en sus
manos casi de inmediato.
Allenby entró en Jerusalem el 11 de diciembre entregando la
ciudad como un regalo de navidad al pueblo británico, cosa que le
había sido ordenada al tomar el mando del ejército inglés de la región.
Debido a la salida de Rusia de la guerra, los aliados, previendo
que Alemania concentraría sus esfuerzos en Francia, retiraron de
Medio Oriente tres divisiones veteranas del ejército de Allenby y
restringieron sus suministros, aunque en compensación le fueron
entregadas dos DC y dos Divisiones Indias transferidas de Irak. Con
estas fuerzas más una división francesa Allenby disponía de 57.000
infantes, 12.000 jinetes, 550 cañones y el Ejército Arabe del Norte del
rey Feisal, además de la completa superioridad aérea.
Los turcos reunían apenas 32.000 infantes, entre los que se con-
taba una brigada alemana, 2.000 jinetes y 400 cañones al mando ahora
del Grl Leman von Sanders.
FUEGO Y MANIOBRA 247

Esta vez Allenby planeaba invertir la maniobra de Gaza, esperaba


distraer a los turcos por la derecha mientras su ala izquierda avanzaba
por la costa.
Las fuerzas turcas mantenían su línea de abastecimientos a través
del ferrocarril que llegaba a Damasco. Esa vía de comunicación al
alcanzar la ciudad de Deraa se bifurcaba, un ramal corría paralelo al
frente y abastecía al Ej VII y Ej VIII turco, mientras que el otro se
dirigía al sur para proveer al Ej IV en el norte del Mar Muerto. Esto
hacía que la ciudad de Deraa fuera un punto altamente sensible para
el comandante alemán, lo que Allenby aprovechó para lograr su plan.
El 16 de septiembre el general británico envió a los 8.000 hom-
bres del Ejército Arabe del Norte, junto con el Cnl T.E. Lawrence
para que cortaran las líneas férreas en la región de Deraa. Esto obligó
a von Sanders a enviar sus escasas reservas a defender su línea de
comunicaciones.
El 19 de septiembre Allenby lanzó su ofensiva abriéndose paso
por la costa logrando una brecha de 40 kilómetros de profundidad por
20 de ancho, barriendo a los turcos hacia el interior. En tres días las
fuerzas británicas habían envuelto la línea otomana cortando el ferro-
carril, y ocupando el Valle de Jezreel bloqueando la vía de retirada del
Ej VII y Ej VIII Ej turco; sobre la costa tomaron Haifa y Acre. Esta
acción cuyo centro es la batalla de Megiddo, constituye una de las
acciones más móviles de la guerra.
En esta operación se hizo uso del poder aéreo para desorganizar
el comando y las comunicaciones turcas bombardeando su cuartel
general y el centro de telégrafos y teléfonos de Afule. También se
usaron los aviones para atacar las columnas de retirada otomanas y
evitar su huída lo que produjo más de 25.000 prisioneros.
En tanto el Ej IV al intentar retirarse hacia Damasco fue constan-
temente atacado y debilitado por las tropas árabes de Lawrence. Esa
ciudad y sus 20.000 defensores cayó el 1 de octubre luego de una
mínima resistencia.

Las Fuerzas Irregulares


En el teatro de medio oriente participaron tropas que no estaban
enmarcadas en los lineamientos doctrinarios de los beligerantes. Es-
tas fuerzas constituidas por las tribus árabes sojuzgadas por los turcos
lucharon con una combinación de tácticas antiguas y modernos crite-
rios de acción tras las líneas enemigas.
248 JORGE ARIEL VIGO

El 5 de junio de 1916 el Sherif y Emir de la Mecca Ali ibn


Hussein declaró la revuelta árabe contra los turcos. Con un ejército de
50.000 hombres, pero sólo 10.000 rifles, Hussein intentó capturar
Jeddah y Medina fracasando en ambos intentos. Estos iniciales fraca-
sos impidieron que la revuelta se convirtiese en una Jihad contra los
otomanos, lo que constituyó una desilusión para el British Arab Bu-
reau.
En esa oficina inglesa se encontraba destinado un teniente de
veintiocho años que pensaba que organizar a los árabes bajo doctrinas
occidentales sólo haría que los turcos los derrotasen más fácilmente;
entendía que el verdadero potencial árabe estaba en su habilidad para
la guerra de guerrillas. Sobre esta idea Thomas Edward Lawrence
trabajó para conseguir que las tropas árabes se convirtiesen en una
efectiva fuerza de combate.
Con Medina en manos de los turcos el ejército árabe al mando de
Feisal, hijo de Hussein se hallaba encerrado en el sur de la península
arábiga y limitado a realizar algunos raids sobre el ferrocarril de Hejaz.
Estas actividades poco servían para ayudar al avance británico hacia
palestina; era necesario que las tropas árabes pudiesen acercarse hacia
el Sinai para poyar las operaciones aliadas. El mayor inconveniente
para este avance lo presentaba el puerto de Aqaba ubicado sobre el
Mar Rojo en la costa oriental del Sinai. Este puerto contaba con pesa-
dos cañones en prevención de un posible asalto anfibio, sin embargo
las defensas hacia tierra eran menos relevantes. Aprovechando esta
debilidad, los árabes liderados por Auda abu Tayi y Lawrence atrave-
saron el desierto de Nafud acercándose a Aqaba por tierra y capturan-
do el puerto el 6 de julio de 1917.
Con Aqaba como base las tropas de Feisal, lideradas por Lawren-
ce iniciaron una serie de ataques al ferrocarril que unía Medina con
Damasco obligando a los turcos a distraer tropas en su defensa.
Esta actuación de sabotaje a las líneas de comunicación turcas fue
la táctica de empleo constante de lo que se llamó el Ejército Árabe
del Norte. Así apoyaron, aunque con limitado éxito el avance de
Allenby sobre Jerusalem, pero con absoluta efectividad la campaña de
Megiddo y el avance a Damasco.
Aunque no existió una doctrina táctica específica, sí se reconoció
la utilidad de disponer de tropas que con métodos de combate espe-
ciales pudiesen actuar en la profundidad del terreno enemigo debili-
tando su potencial de lucha.
FUEGO Y MANIOBRA 249

E L R EGRESO A LA GUERRA DE
MOVIMIENTO

La Guerra de Trincheras
Como ya vimos al comienzo de la guerra el comando francés fue
sorprendido por el empleo que hicieron los alemanes de sus tropas de
reserva como si se tratara de soldados regulares. Esto le dio a los ger-
manos una ventaja inicial que no pudo evitar que la guerra se convir-
tiera en un verdadero desastre para ambos bandos. Para fines de 1914
los sueños de grandes maniobras como las de Sedan y Metz de 1870
se habían esfumado, ahora ambos bandos se encontraban enterrados
uno frente a otro sin esperanza de movimiento alguno.
La guerra de trincheras no conformaba a nadie y de hecho en
ningún mando superior fue dócilmente aceptada. Tan temprano co-
mo noviembre de 1914 los alemanes intentaron romper el frente en
Ypres para abrir una ruta hacia el Canal de la Mancha. Esta acción
fracasó y es conocida como “La masacre de los Inocentes“ por los
miles de jóvenes estudiantes alemanes que cayeron bajo el fuego de
los soldados ingleses.
Un mes después Joffre lanzó su propio ataque con iguales resul-
tados. Todos los intentos ofensivos aliados y alemanes realizados
entre fines de 1914 y principios de 1917 terminaron en duros reveses
para quienes se lanzaron al asalto; así resultaron las batallas de Ypres
de febrero y marzo de 1915 y la de Verdun de febrero a diciembre de
1916. Fracaso tras fracaso los generales se vieron obligados a com-
prender que los modelos tácticos empleados producían un número
excesivo de bajas y ningún resultado.
En el Frente Oriental y en el Cáucaso el estancamiento era simi-
lar; luego de las primeras ofensivas que desplegaron algunas manio-
bras exitosas, la concentración de tropas y armas acabó con la
movilidad de los ejércitos.

Los Tanques
En Inglaterra y Francia de forma separada pero simultáneamente
se comenzó a pensar en la idea de introducir un arma blindada que
250 JORGE ARIEL VIGO

protegiera a los soldados del fuego de las ametralladoras mientras


atravesaban por la tierra de nadie. En Tcnl Swinton propuso la idea
de un vehículo de cadenas capaz de cruzar las trincheras al Ejército
Británico en tanto que el Almirantazgo inglés impulsaba un proyecto
similar. En Francia hacia fines de 1914 el Crl de artillería Estienne
comenzó a trabajar sobre la idea de que la artillería fuese capaz de
seguir a la infantería en el ataque. Ambas potencias aliadas guardaron
el secreto para que los alemanes no estuvieran alerta, pero también lo
guardaron entre sí, por lo que los primeros tanques y su doctrina de
empleo y se formularon por separado privándose de las ventajas de un
desarrollo conjunto.
El producto de estas ideas fue el tanque empleado por primera
vez en septiembre de 1916 durante la batalla del Somme por el Grl
Haig. El debut del tanque no fue brillante pues empleado bajo las
tácticas convencionales, en escaso número y sin una doctrina que
respondiera a sus capacidades era poco lo que esta nueva arma podía
hacer. Estos vehículos blindados eran tecnológicamente limitados,
muy pesados, lentos, ruidosos, y tan poco blindados que el fuego
enemigo alcanzaba en ocasiones a incendiar sus depósitos de combus-
tible.
El Grl Nivelle, sucesor de Joffre en el GQG, lanzó también una
ofensiva con tanques el 16 de abril de 1917. El encuentro fue alta-
mente costoso en vidas humanas y la mayoría de los tanques fueron
destruidos, sin embargo el asalto alcanzó la tercera línea defensiva
alemana. Esta fue la primera vez que se emplearon masivamente los
tanques, comprometiéndose en la operación 128 vehículos Schnider,
de los 208 disponibles, el 16 de abril de 1917 en Chemin des Dames.
Las tropas que servían en los tanques provenían de todas las armas y
eran enteramente voluntarias.
La agrupación de combate del My Louis Bossut contaba con 80
tanques organizados en los Groupes d’ Artillerie Speciale (AS) 2, 6, 5,
9, y 4 y la agrupación del Cap Chaubes con 48, formados en los AS 8,
7 y 3. La primera agrupación estaba apoyada por la DI 69 y la segunda
por la DI 42.El objetivo era emplear los tanques después de la captu-
ra de la primera línea alemana para explotar el éxito y lograr una pe-
netración completa del frente. Se preveía que la infantería debía
acompañar la penetración blindada para lo cual se fijó el empleo de
cinco compañías para Bossut y de tres para Chaubes. Cada Ca I había
destacado cuatro hombres para acompañar a cada tanque, el grueso de
la subunidad marchaba detrás de este grupo de ataque.
FUEGO Y MANIOBRA 251

La infantería regular asaltó la primera línea defensiva alemana y a


partir de allí los tanques ocuparon sus posiciones de partida. La ope-
ración se hizo difícil desde el comienzo, la barrera de artillería enemi-
ga resultó tan violenta que la infantería no pudo seguir a los tanques,
todo ello con un elevado número de bajas en vehículos y hombres. El
asalto quedó prácticamente agotado al alcanzar sus objetivos en la
tercera línea defensiva, sometido al fuego de artillería y sin tener
potencia para explotar ninguna brecha a través de las trincheras ale-
manas. Esta incapacidad de explotación generó una falsa idea de las
capacidades de los tanque que influenciará nocivamente a la doctrina
blindada francesa.76
Bossut perdió 44 de sus ochenta tanques, del total de 720 hom-
bres empeñados, 180 causaron baja, entre ellos el propio Bossut. El
desastre del 16 de abril le costó la cabeza a Nivelle, quien fue sucedi-
do por el Grl Petain.
El 23 de octubre de 1917 en La Malmaison se montó un nuevo
asalto blindado esta vez con 38 Schneider y 30 Saint–Chamond. La
infantería de acompañamiento fue concentrada previamente en el
campo de Champlieu para ser instruida en el combate junto a los
tanques. El ataque realizado en la zona del Ej 6 resultó un éxito al-
canzando sus objetivos y perdiendo sólo dos tanques. Este combate
fue el resultado del aprendizaje logrado por los aliados en sus fracasos
anteriores y sirvió de molde para las batallas ofensivas libradas en
junio y julio de 1918.
Los grupos de tanques se empleaban acompañados de equipos de
infantería instruidos con ellos lo que aseguraba la mutua fiabilidad
táctica. De esta forma el terreno conquistado por los tanques podía
ser ocupado y mantenido. Debido a las pérdidas de tropas después de
años de guerra, los cuerpos de ejército y las divisiones de infantería
actuaban prácticamente sin reservas, lo que obligó al empleo de los
tanques y sus tropas de acompañamiento para sostener la línea del
frente. Estas fuerzas se empleaban en reducidas fracciones para apo-
yar de inmediato los sectores del frente sometidos a ataque.
Pronto los franceses se dieron cuenta que si bien este expediente
proveía una efectiva defensa, el costo en bajas y fatiga de las fuerzas
blindadas era elevado; se provocaba particularmente la pérdida de
valiosos soldados de infantería entenados para combatir con los tan-

76 Compagnon, J., 1984, “La Chevauchée héroïque de Berry-au-Bac. Le Chef


d’Escadrons Bossut”, en “L’Arme Blindé Cavalerie”, Revue Historique des
Armées, Numéro Spécial 2/1984, pg 61, Chateau de Vincennes, RHA
252 JORGE ARIEL VIGO

ques. El resultado era que el efecto alcanzado con el entrenamiento y


el trabajo conjunto de hombres y máquinas se desperdiciaba, debién-
dose reiniciar el proceso de entrenamiento con nuevos reclutas junto
a los tanques. Como efecto colateral las tropas regulares se acostum-
braron en exceso a la presencia de los tanques lo que produjo que en
ausencia de los mismos la infantería cediera sus posiciones con exce-
siva facilidad. Apreciando esta situación el comando francés abando-
nó esta práctica y retomó el empleo de los equipos tanque-infantería
en operaciones ofensivas.
Con vehículos y tácticas mejoradas los aliados continuaron el em-
pleo del tanque, así en la batalla de Cambrai iniciada el 20 de no-
viembre de 1917, 374 tanques británicos atacaron la línea
Hindenburg, apoyados por 14 escuadrones del Royal Flying Corps. El
asalto fue exitoso aún teniendo en cuenta que esa línea defensiva era
muy poderosa; se penetraron sus defensas en profundidad pero debi-
do al desgaste de las fuerzas británicas a comienzos del año en Ypres
y Arras, se carecía de reservas para explotar el éxito. Aunque momen-
táneamente sorprendidos, los alemanes lograron montar una violenta
contraofensiva que les permitió recuperar el terreno perdido.
Frente al desarrollo aliado para el empleo de tanques los alema-
nes respondieron con una mejor combinación de empleo de la infan-
tería y la artillería. Aunque los germanos desarrollaron su propio
tanque el A7V, era un vehículo muy lento y pesado, y nunca dispusie-
ron de él en número suficiente.
En noviembre de 1916 se tomaron las primeras medidas para la
defensa contra los tanques. En diversas órdenes del día de regimien-
tos y divisiones alemanas se recordaba a las tropas de infantería que
frente a un ataque de tanques debían conservar sus posiciones en la
confianza de que la artillería destruiría los vehículos atacantes. Estas
medidas de orden moral iban acompañadas también con instrucciones
para las unidades de artillería recomendando el reglaje de tiro sobre
las avenidas de aproximación más aptas para el empleo de blindados.
Para 1917 las tropas alemanas ya estaban habituadas a preparar
sus posiciones defensivas con obstáculos contra los tanques, que in-
cluían fosos y campos minados; asimismo se habían desarrollado bate-
rías antitanque. Estas últimas unidades conocidas como
Nahkampfbatterien fueron creadas en enero de 1917 y numeradas a
partir del 200. Cada batería estaba compuesta de seis piezas de 77mm
dividida en tres secciones de a dos. La munición que contaba con
percutores retardantes tenía una camisa de acero llamada Panzerkape
que le daba poder de penetración. Comandada por un teniente con
FUEGO Y MANIOBRA 253

seis suboficiales y cincuenta hombres estas baterías dependían direc-


tamente de los mandos de los ejércitos y eran asignadas por éstos
según la necesidad.
Como complemento de la defensa antitanque en cada Ca I un
grupo de cuatro hombres elegidos había sido sometido a un entrena-
miento de tres semanas en el uso de granadas contra las orugas de los
vehículos blindados. Las granadas se empleaban en racimos de a
cuatro para alcanzar una masa explosiva con poder suficiente para
poder dañar las cadenas de tracción.
Avanzado el año 17 se incluyeron en las baterías cañones de trin-
chera antitanques de 37mm y cañones de 50mm montados sobre
afustes acorazados. Los primeros se empleaban dentro del alcance de
600 a 800 metros, mientras que los segundos entre los 1000 y 1200.
A pesar de que la principal responsabilidad de la defensa antitan-
que correspondía a la artillería, para que esa defensa resultase efecti-
va era necesario que la infantería permaneciese en sus posiciones y
contase con algún elemento de combate inmediato contra los tan-
ques. Estos elementos consistían en munición perforante para las
ametralladoras, fusiles antitanque de 13mm y morteros de trinchera
de 76mm.

Tácticas de Infiltración y Defensa


Las nuevas armas en uno y otro bando obligaron al desarrollo de
adecuadas doctrinas de empleo, en este sentido fueron los alemanes
los que primero consolidaron sus ideas.
La ofensiva del Somme el 21 de marzo de 1918 fue planeada bajo
las tácticas diseñadas por el Cnl Georg Bruchmüller, bajo el padrinaz-
go de Ludendorff. La intención era conservar el efecto sorpresa, pues
la costumbre de prolongados bombardeos de artillería que podían
durar un día o más alertaban a los defensores quienes reforzaban el
sector comprometido. Para salvar este inconveniente se decidió redu-
cir el tiempo de bombardeo a cinco horas empleando 6.473 cañones y
3.522 morteros, con los que lograron descargar sobre las defensas
francesas 1.160.000 obuses; una cifra sorprendente si se considera que
los británicos en su ofensiva del Somme emplearon siete días de pre-
paración y 1.500.000 obuses.
Como complemento a este innovador empleo de la artillería se
utilizó un gas mezcla de fósforo y lacrimógeno en una escala muy
amplia. Esta combinación de gases complicaba la defensa pues las
254 JORGE ARIEL VIGO

máscaras, efectivas contra el fósforo eran inútiles contra el gas lacri-


mógeno; se esperaba que los soldados al quitarse las máscaras para
frotarse los ojos fueran muertos por el otro gas. Contra la artillería
aliada se emplearon 4 obuses de gas por cada obús explosivo.
Este criterio de un bombardeo de artillería breve y de gran inten-
sidad combinando gas y munición explosiva tiene su origen en los
procedimientos empleados por el Grl Oskar von Hutier en el frente
ruso, asimismo en esas acciones se encuentran los principios de la
táctica de infiltración..
Para completar el plan de fuegos, a diferencia de otras oportuni-
dades, en las que la concentración se aplicaba a la primera línea de-
fensiva, se seleccionaron blancos a retaguardia de ésta que incluían
las posiciones de artillería y los puestos de mando.
Una cuestión importante la planteaba la conducción de las opera-
ciones. El comando ejercido desde la retaguardia a través del teléfono
resultaba inútil, pues el jefe de la unidad no podía apreciar la realidad
del combate. Para resolver este inconveniente Ludendorff ordenó a
todos los comandantes de división conducir sus tropas desde la silla
del caballo y en el frente, aprovechando no sólo el rápido golpe de
vista de la situación, sino también el ejemplo personal y la motivación
sobre las tropas.
Más innovadora aún fue la táctica de la infantería alemana. Hasta
ese momento la infantería avanzaba en ataque por detrás de la barrera
rodante de artillería y protegiendo los flancos de su penetración, ase-
gurando cada metro de terreno con la destrucción de las posiciones
enemigas que ese oponían a su paso.
En esta ocasión se ordenó a la infantería germana conservar su di-
rección de ataque sin preocuparse por lo que sucediera en sus flancos,
y sólo atendiendo a mantener el ritmo de la penetración. La primer
ola de asalto la integraban tropas de choque conocidas como Stosstru-
ppen entenadas en tácticas de infiltración. Estas unidades en lugar de
concentrarse en reducir los puntos fuertes que encontraban en su
camino, los evitaban penetrando la profundidad del dispositivo en
busca de puntos débiles del mismo, destruyendo puestos de mando,
centros de comunicación y alcanzando la línea de artillería enemiga,
logrando así desorganizar la defensa. En apoyo de su avance contaban
con una barrera de artillería rodante bautizada como “Feurwalz” que
avanzaba 200 metros cada cuatro minutos. Detrás de las Stosstruppen
avanzaban las tropas regulares encargadas de destruir las bolsas de
resistencia y puntos fuertes que para ese momento se encontraban
aislados.
FUEGO Y MANIOBRA 255

Las unidades de Stosstruppen se crearon en 1916. Se trataba de


tropas selectas por su coraje, competencia e iniciativa, facultades
estas que se potenciaban por medio de un entrenamiento especial.
En el año de su creación se alcanzó a disponer de una sola compañía
de 120 hombres, pero a medida que estos soldados se involucraron en
operaciones ofensivas de envergadura se crearon batallones a razón
de uno por cada ejército del frente occidental. Estas unidades com-
prendía cuatro compañías de infantería de asalto, una batería de arti-
llería, un destacamento Minewerfer, un destacamento de lanzallamas,
una compañía de ametralladoras y una compañía logística. Los bata-
llones sólo operaban en acciones ofensivas especiales, el resto del
tiempo permanecían a retaguardia recibiendo instrucción.
Como decíamos las tropas de asalto alemanas aparecieron en 1916
en acciones de infiltración aprovechando formaciones muy abiertas y
dispersas y explotando la capacidad personal e iniciativa de cada
combatiente individual. Curiosamente no fueron los alemanes quie-
nes crearon este tipo de combate. El 9 de mayo de 1915 en el asalto
del cerro Vimy, el Cap Andre Laffargue empleó la táctica de infiltra-
ción por pequeños grupos para tomar a los alemanes por el flanco. Los
inconvenientes que apreció Laffargue en esa oportunidad se debie-
ron principalmente a la falta de flexibilidad de la artillería para res-
ponder al apoyo de la infantería. Laffargue escribió un informe sobre
su experiencia en este ataque que fue impreso por el cuartel general
francés, aunque sin adoptar el método. Una copia de este documento
cayó en manos alemanas en 1916.
Esta innovación táctica en el ataque tuvo también su influencia
en el desarrollo de la defensa.
Mientras que el ataque se manifestaba ahora como una penetra-
ción en profundidad que buscaba rodear los puntos fuertes para al-
canzar los centros de comunicación, comando y artillería,
aprovechando una rápida, violenta y concentrada barrera de artillería
y de una alta descentralización de las tropas de ataque; la defensa
alemana se estructuró para dar respuesta a este modelo ofensivo.
En primer lugar los alemanes abandonaron el criterio de línea
continua reemplazándolo por una red de puestos defensivos. Estas
posiciones se estructuraban de la siguiente manera, en la primera
línea se asentaban los puestos avanzados cuya función principal era la
de mantenerse durante la mayor parte del tiempo y servir de alerta en
caso de ataque. Detrás de estos se disponían puntos fuertes equipa-
dos con ametralladoras, armas pesadas y reservas para resistir el asalto;
su función era la de obligar al atacante a distribuir sus fuegos primero,
256 JORGE ARIEL VIGO

y luego dividir sus fuerzas de manera que el asalto perdiera potencia.


Una vez canalizado de este modo el avance enemigo las reservas
alemanas contraatacaban destruyendo la ofensiva en progreso. Como
complemento, para minimizar la preparación de artillería enemiga, los
germanos desarrollaron la práctica de retirarse de las posiciones de
primera línea y cobijarse en puestos especialmente preparados para
resistir el bombardeo. De esta forma la mayoría de los obuses caían
sobre blancos vacíos. Las tropas regresaban a sus posiciones para
recibir a los atacantes.
FUEGO Y MANIOBRA 257

L A DOCTRINA AL FINAL DE LA
GUERRA
Estas tácticas de ofensiva y defensiva, que lentamente fueron
adoptadas por todos los beligerantes plantean algunas cuestiones que
debemos destacar. Por una parte las ideas acerca del valor moral del
soldado y el espíritu de cuerpo prevalecientes aún antes del conflicto
no sólo conservan su vigencia sino que se han hecho más necesarias.
Ello así porque el combate en orden disperso, que tantas dudas plan-
teó a comienzos del siglo es ahora la mejor respuesta para resolver la
inmovilidad de la guerra de trincheras.
Ambas tácticas giran alrededor de un mismo problema. El atacan-
te debe hacer que sus soldados atraviesen un terreno difícil cargados
con equipo pesado; retrasados por los primeros signos de resistencia
enemiga y por la interdicción de la artillería. Sin contar con adecuados
sistemas de comunicación la posibilidad de reducir la pérdida de
cohesión y conservar alguna dirección y potencia del asalto disminuye
en proporción al tiempo en combate. Esto provocó que durante la
guerra aunque se lograran penetrar los cinturones defensivos, las
fuerzas de ataque no estuvieran en condiciones de explotar esas bre-
chas.
Del lado de la defensa el contar con medios de comunicación te-
legráfica y ferrocarriles le facilitaba la concentración de fuerzas para
contener y contraatacar a las tropas asaltantes. Por ello la función
principal de la defensa se basaba en contener el ataque, retrasándolo
el tiempo suficiente para poder reunir tropas y contraatacar.
Como vemos el factor central reside en la rapidez del atacante pa-
ra destruir las posiciones clave enemigas antes de ser contraatacado y
para el defensor en su capacidad para ganar el tiempo suficiente que
le permita lanzar un contraataque. Los años subsiguientes a la prime-
ra guerra mundial enfocaron este problema desde distintas ópticas no
siempre con éxito. Será la Segunda Guerra Mundial la que permita
formular una solución posible
Las nuevas tácticas de infantería afirmaban el combate en forma-
ción dispersa y la importancia del combatiente individual. La organi-
zación de las unidades debió adaptarse a estos criterios adquiriendo
los niveles de pelotón, grupo y sección relevancia táctica y no ma-
yormente administrativa como hasta antes de la guerra. En esta nueva
258 JORGE ARIEL VIGO

estructura las subunidades se convertían en las unidades tácticas de


operación ocupando el lugar que hasta entonces correspondía al bata-
llón.
Este criterio reducía el control directo de la batalla por los co-
mandantes superiores y exigía, en compensación, de una mayor com-
petencia, iniciativa y responsabilidad de los oficiales subalternos y de
los suboficiales.
En cuanto al armamento las ametralladoras pesadas y livianas
comenzaron a formar parte del equipamiento regular de la infantería.
Del mismo modo ocurrió las granadas, morteros y lanzallamas, un
invento francés. Igualmente ocurrió con el casco de acero introducido
como respuesta a los proyectiles de metralla.
Las tareas de fortificación quedaron definitivamente incorporadas
a las actividades de las tropas tanto en defensa como en ataque; el
alambrado de púas se integró como pieza fundamental de las posicio-
nes fijas en reemplazo de los antiguos fosos y chevaux-de-frise.
El incremento de la potencia de fuego y de la concentración de
tropas en frentes estrechos desplegadas en profundidad con una den-
sidad de 2.4 hombres por metro, daba a la defensa una potencia ex-
cepcional. Es a partir de esta situación que se comienza a hablar de
fórmulas de relación ataque-defensa, estableciéndose una relación de
tres a uno en hombres, seis a uno en artillería y dieciocho a uno en
municiones77
En cuanto a los adelantos tecnológicos el ferrocarril y el automó-
vil se integraron definitivamente a los problemas logísticos. En el
ejército francés se disponía de casi 90.000 vehículos automotores en
1918. El tanque y el avión aún no tenían un perfil táctico definido y
en las próximas décadas su empleo será objeto de discusión y análisis.

77 Jones A. 1987, “ The Art of War in the Western World, 484, Oxford, Ox-
ford University Press.
FUEGO Y MANIOBRA 259
L A TRAGEDIA DE ENTRE
GUERRAS

E UROPA ENTRE DOS GUERRAS


La victoria aliada de 1918 en el campo de batalla se debe atribuir
principalmente a Francia y a su ejército. Con un millón y medio de
muertos y habiendo soportado sobre su suelo cuatro años de la guerra
más devastadora de la historia, Francia surgió del conflicto como el
garante de la seguridad europea y el instrumento político de ejecu-
ción del Tratado de Versailles. El Ejército Francés era ahora el Gen-
darme de Europa.
La débil paz surgida de la Primera Guerra Mundial necesitaba de
una presencia militar para sostenerse. El temor que despertaba Ale-
mania, aún con su ejército reducido y con una zona de su territorio
desmilitarizada justificaba que esa región estuviese bajo el control
directo francés que ocupaba toda la ribera izquierda de Rhin y una
banda de 50 kilómetros de profundidad sobre la ribera derecha. Esta
ocupación se corporizaba mediante el Armée Francaise du Rhin (
AFR ), cuya verdadera misión era prevenir un ataque por sorpresa.
Estas prevenciones se justificaban en razón que las apreciaciones
de inteligencia sobre Alemania eran ambiguas. Por una parte los ger-
manos se hallaban privados de materiales estratégicos para una guerra
prolongada; pero por otro lado manifestaban un potencial económico
y militar que obligaba a una atención constante.
Después de la guerra, el ejército francés bien podía considerarse
el mejor y más moderno del mundo. El GQG comenzó a trabajar
sobre futuros planes de guerra que incluían el aprovechamiento de la

261
262 JORGE ARIEL VIGO

motorización y la mecanización para impulsar nuevos criterios de


movilidad táctica y estratégica. La manifestación más clara de esto la
presentan la inclusión del tanque y el avión en estos planes. El ejérci-
to francés se transformó en un modelo a imitar y sus oficiales fueron
llamados por naciones extranjeras como asesores militares. Así el Grl
Berthelot actuó en Rumania, el Grl Mittelhauser en Checoslovaquia,
y el Grl Gamelin en Brasil. Del mismo modo los materiales de guerra
galos se exportaban al mundo.
Pronto la presencia militar francesa se multiplicó. A demás de la
guardia del Rhin, participó en la vigilancia de Constantinopla, el res-
tablecimiento del orden en Marruecos contra Abd el Krim, apoyando
la presencia francesa en el Levante y Siria, y asegurando el orden en
Indochina.
Esta manifestación internacional no hizo perder de vista a su ve-
cino enemigo. En 1920 Francia celebró con Bélgica un acuerdo mili-
tar que le permitió concentrar su problema defensivo sobre la frontera
natural con Alemania, representada por las recuperadas provincias de
Alsacia y Lorena.
A comienzos de los años 20 la cohesión de los aliados comenzó a
debilitarse, particularmente porque mientras Alemania parecía inmó-
vil los ingleses juzgaban que la presencia francesa se hacía excesiva.
En la Conferencia de Londres de 1924 comenzó a deshacerse el Tra-
tado de Versailles de 1919. El sistema de seguridad que planteaba
este tratado fue desapareciendo debido a conflictos entre sus signata-
rios principales, particularmente por la cuestión de la deuda de guerra
Alemana y la obligación para Francia de evacuar militarmente la Re-
nania el 30 de julio de 1930, lo que significó levantar la última reja de
la jaula de contención de Alemania.
De todas formas Francia había tejido una red de tratados con Po-
lonia, Checoslovaquia, Rumania y Yugoslavia que pretendía encerrar
a Alemania nuevamente en el dilema de la lucha en dos frentes. Esta
actitud no era más que una pálida copia del acuerdo Franco – Ruso de
1894.
La Europa de esos tiempos sufría además de una fuerte presencia
ideológica, las democracias convivían con regímenes fascistas, comu-
nistas y nazis que hacían compleja la cooperación militar. Pese a ello
cuando el 16 de marzo de 1935 Alemania repuso el servicio militar
obligatorio, dos meses después Francia firmó con la Unión Soviética
un tratado de asistencia. Del mismo modo aunque la Italia de Musso-
lini era percibida como un enemigo, los galos querían asegurar su
neutralidad evitando un acercamiento Germano – Italiano, de allí que
FUEGO Y MANIOBRA 263

finalmente participaran en el levantamiento de las sanciones impues-


tas a Italia por la Sociedad de Naciones en razón de los eventos de
Abisinia.
Los Estados Unidos no participaron de la política mundial de en-
tre guerras. El congreso norteamericano no ratificó el Tratado de
Versailles por lo que esa nación permaneció virtualmente aislado de
la política mundial.
Las relaciones franco – británicas de esos años no fueron las me-
jores. Sucesivos desacuerdos, el abandono del concepto de seguridad
colectiva y acercamientos de una y otra parte hacia Alemania e Italia
hicieron que muchos pensaran en los años 30 que, de estallar una
guerra, los enemigos principales serían Francia e Inglaterra. Sin em-
bargo estas dos naciones se necesitaban mutuamente para contener la
política Alemana de Hitler. El Grl Gamelin insistió repetidamente en
la necesidad de un acercamiento, pero no fue hasta el 18 de marzo de
1939 que el Primer Ministro Chamberlain se decidió a acceder a un
contacto. El tiempo perdido y los años de paz hacían que Inglaterra
no estuviese en condiciones de colaborar en una ofensiva aliada en
menos de doce meses desde el inicio de las hostilidades. Así ingleses
y franceses se pusieron de acuerdo en el bosquejo de un plan estraté-
gico que inicialmente comprendía una etapa defensiva, para revertir
en ofensiva recién en 1941.
Los periódicos acuerdos planteados por Francia si bien presenta-
ban una impresionante fuerza militar, realmente adolecían de serias
debilidades. El acuerdo con Bélgica de 1920 había sido firmado con el
rey Alberto I que murió en 1934, y que consideraba la alianza con
Francia una cuestión sagrada en razón de las acciones vividas en la
Primera Guerra Mundial. Su sucesor Leopoldo III no tenía este con-
cepto tan honorable y en 1936 deshizo la alianza y la reemplazó por
un simple acuerdo de que en caso de ataque Alemán recién iniciaría
acciones conjuntamente con Francia. En mayo de 1940 esto generaría
un retardo estratégicamente irrecuperable.
Los sucesivos fracasos diplomáticos franceses desdibujaron la
presencia lograda después de la guerra e hicieron que sus aliados
menores dudasen de su capacidad protectora. El 26 de enero de 1934
Polonia firmaba con Alemania un tratado de no agresión. Del mismo
modo la supuesta reunión de fuerzas de Polonia, Checoslovaquia,
Rumania y Yugoslavia, que eran una pieza principal de la estrategia
francesa; realmente eran sólo una ilusión. Polonia disputaba a los
checos el territorio silesiano de Teschen. Además Checoslovaquia,
264 JORGE ARIEL VIGO

Rumania y Yugoslavia tenían una animosidad mayor hacia Hungría


que hacia Alemania.
Cuando en septiembre de 1938 Checoslovaquia se vio obligada a
ceder lo Sudetes a Alemania la estrategia Francesa terminó por de-
rrumbarse. Los checos abandonados por occidente en la Conferencia
de Munich terminaron por ser liquidados el 15 de marzo de 1939, con
ellos desaparecían 40 divisiones, las fábricas Skoda y bases estratégi-
cas para la aviación. Asimismo Rumania y Yugoslavia perdieron cohe-
sión, restando sus veinticinco y dieciocho divisiones respectivas de la
estrategia francesa.
Francia intentó reconstruir su estrategia de Europa oriental por
medio de su industria de armamentos, así logró restablecer las posi-
ciones de Polonia, Yugoslavia y Rumania. Sin embargo se necesitaba
un aliado más poderoso para jaquear a Alemania y el único disponible
era la Unión Soviética. Franceses e ingleses intentaron lograr un acer-
camiento con los soviéticos, pero polacos y rumanos se oponían a la
presencia del ejército rojo en sus territorios. Las discusiones termina-
ron cuando el 23 de agosto de 1939 se firmó el pacto germano – sovié-
tico, que dejó a Polonia como el único aliado de occidente y en la
misma situación en la que se pretendía poner a Alemania, en una
guerra de dos frentes, por un lado los germanos y por el otro los rusos.
En el frente interno Francia también sufrirá la presión de una
política antibélica que convertirá al ejército francés de una fuerza
ofensiva a una defensiva. La muestra material más clara de este cam-
bio es la llamada Línea Maginot, un complejo defensivo construido
por Paul Painleve bajo la guía del Ministro de Guerra Andre Maginot.
De acuerdo con esto la ley de organización general del ejército del 13
de julio de 1927 define su rol de la siguiente manera “ El objeto de
nuestra organización militar es el de asegurar la protección de las
fronteras y la defensa de los territorios de ultramar “.
Esta política defensiva y particularmente la Línea Maginot tam-
bién atendía un serio problema de efectivos. El 31 de marzo de 1938
se sancionó una ley que reducía el servicio militar a doce meses lo
que agravaba la capacidad del ejército para cumplir su misión, situa-
ción que se venía complicando desde abril de 1923 en que el servicio
militar se fijó en dieciocho meses. Estas disminuciones dañaron se-
riamente la calidad de las fuerzas militares por la disminución de los
tiempos de entrenamiento. El problema cualitativo no pudo ser repa-
rado cuando el 15 de marzo de 1935 se estableció el servicio militar
obligatorio de dos años como respuesta al rearme alemán.
FUEGO Y MANIOBRA 265

La línea Maginot creada por la ley del 14 de enero de 1930 influ-


yó fuertemente en el diseño de la estrategia francesa. A pesar de la
tendencia ofensiva surgida de la Primera Guerra Mundial, sostenida
aún contra los reveses diplomáticos, fue declinando especialmente a
partir de la protección que la Línea Maginot ofrecía.
Los cinco planes de movilización preparados entre 1931 y 1939
tenían un diseño centralmente defensivo ocupándose de la organiza-
ción del transporte y despliegue de tropas en las fronteras sin ninguna
orientación estratégica ofensiva. El ministro de guerra, Grl Maurin,
sintetizará en una frase, pronunciada en marzo de 1935 la inclinación
hacia la defensa de la república francesa “ Cómo se puede creer que
nosotros soñamos todavía con la ofensiva, cuando hemos gastado
tantos miles para establecer una barrera fortificada?”.
Paralelamente a esta disposición estratégica Francia inició en los
años 20 un proceso de rearme nunca visto antes. Se completaron pro-
gramas de marina, fortificaciones, aviación y equipamiento terrestre
en gran volumen. Estos planes se llevaron adelante sin una economía
nacional estable ni una política financiera que los apoyara, sin embar-
go pudieron desarrollarse e incluso a partir de 1938 comenzaban a
cumplir una función de apoyo a la dañada hacienda francesa.
Esta situación de Francia con una estrategia cambiante y poco
sólida, que nunca se pudo adelantar a los acontecimientos y con un
soporte financiero débil nos muestra que el Gendarme de Europa no
pudo ejercer su papel, volviéndose incapaz política y militarmente, y
estableciendo la inacción como sistema. Con Alemania en pleno
rearme apoyado en una racional economía de guerra, Italia con gestos
amenazadores en el Mediterráneo y España salida de la Guerra Civil
con apoyo de estas dos naciones fascistas, Francia se encontraba vir-
tualmente rodeada; y su situación agravada por la política contempo-
rizadora de Inglaterra y el cambio de su relación con Bélgica.
La postración de Francia podría considerarse transitoria. Aunque
la opinión pública era pacifista y se carecía de una doctrina estratégica
coherente y una fuerza de intervención capaz de ejecutarla, los planes
de rearme estaban dando resultados y el acercamiento con Inglaterra,
después de Munich, también. Lamentablemente esta era la situación
de Francia en septiembre de 1939 cuando el tiempo de la paz euro-
pea se agotaba rápidamente.
266 JORGE ARIEL VIGO

L A E VOLUCIÓN DE LA DOCTRINA
MILITAR
En el campo de las operaciones de combate terrestre se pueden
distinguir ciertos elementos que sin estar siempre presentes, se mani-
fiestan en las operaciones más exitosas y en las acciones ejecutadas
por los grandes capitanes de la historia. Identificar estos elementos es
importante para poder comprender la evolución táctica del combate
desde comienzos del siglo XX y particularmente para captar en pro-
fundidad el valor del elemento blindado.
En casi todas las batallas decisivas de la historia se destacan tres
elementos básicos. En primer lugar, una parte de las tropas disponi-
bles actúa como ‘fuerza de fijación’, es decir con la misión de aferrar
al enemigo y mantenerlo en posición en un lugar determinado. En
segundo término se distingue un ‘elemento de maniobra’, general-
mente integrado por fuerzas muy móviles cuya misión será la de
atraer y entretener a las reservas enemigas. Y en tercer lugar una ‘ma-
sa de ruptura’ formada por elementos móviles pero a la vez fuertes
cuya misión es penetrar el dispositivo enemigo en un punto débil y
alcanzar su flanco o retaguardia para desarticularlo completamente.
Estos tres elementos combinan su actuación de diferentes formas y
generan la oportunidad de éxito cuando conservan su identidad de
rol. Cuando esto no es así, ya sea porque su actividad no está clara-
mente definida o porque los comandantes han fallado en considerarlo
así, las batallas resultan indecisas o una absoluta derrota.
En la Primera Guerra Mundial la fuerza de fijación la constituía la
masa de la infantería que cumplía perfectamente su función aprove-
chando el uso de las ametralladoras. La fuerza de maniobra represen-
tada por la caballería fue incapaz de actuar por la presencia de las
armas automáticas y la moderna artillería de tiro rápido. Estas mismas
condiciones son las que impidieron el desarrollo de la masa de ruptu-
ra, que recién comenzará a perfilarse con la introducción del tanque y
el aprovechamiento del avión.
En los ambientes militares de los años de entre guerra el debate
real, aunque tal vez no declarado, era el de cómo devolver a la masa
de ruptura su capacidad de acción. Las soluciones propuestas fueron
diversas y no siempre exitosas.
FUEGO Y MANIOBRA 267

Francia

La Creación de Estienne
Los tanques nacieron a instancias del coronel, general de división
en 1918, Estienne a quien podemos considerar su verdadero padre.
Aparecieron a cobijo el arma de artillería y así permanecieron hasta
1920 en que fueron puestas bajo la dirección del Inspector General
de Infantería.
Este cambio mereció el reproche de Estienne que reclamaba la
independencia del arma blindada señalando que difería
“…esencialmente (de la infantería) en la paz como en la guerra, en
reposo como en marcha, por sus procedimientos de combate, su ar-
mamento y su organización que necesita de un potente servicio de
reaprovisionamiento y mantenimiento a retaguardia”. Estas diferen-
cias, que no fueron atendidas, resultaron fatalmente proféticas veinte
años más tarde cuando el empleo de blindados a la velocidad del paso
de la infantería resultó desastroso.
En el curso de una conferencia en Bruselas en 1921 Estienne
bosquejó un ataque blindado en el que los tanques irrumpían en el
terreno enemigo, arrasando todo obstáculo, apoyados por unidades de
infantería blindada y artillería de acompañamiento, bajo el apoyo de
la artillería pesada dirigida por observadores aéreos que batían la
retaguardia enemiga, “…las primeras líneas enemigas sorprendidas
son prontamente rotas y entonces aparecen los carros rápidos de ex-
plotación, ‘comme jadis la cavalerie pour achever la victorie’. Perse-
guido por los tanques hasta el riñón (sic) el enemigo no puede
reestablecerse y es derrotado sin remedio como en la tarde de Cannas
o Jena”. Pese a lo criterioso y certero de su pensamiento, sus ideas no
fueron atendidas por la conducción del ejército, sin embargo un joven
oficial llamado Charles De Gaulle atesoraría esos pensamientos y las
repotenciaría años más tarde.
Estienne ocupó hasta 1923 el cargo de Inspector de Carros, fecha
en la que se retiró debido a haber alcanzado la edad límite, permane-
ció sin embargo como asesor y oficiosamente “jefe” de la sección
técnica de tanques sin volver a intervenir en cuestiones de doctrina.
Falleció en 1936.
268 JORGE ARIEL VIGO

Los desarrollos franceses


Durante el período de entre guerras la tendencia de las grandes
naciones sobre los tanques fue la de buscar mayor velocidad en des-
medro del blindaje. En Francia este criterio se invirtió y se buscó el
desarrollo de tanques fuertemente blindados, perdiendo no sólo velo-
cidad sino que disminuyendo también el radio de acción de los vehí-
culos; vemos aquí una primera consecuencia de la incorrecta
asignación de los tanques a la dirección de un arma con doctrina y
requerimientos totalmente diferentes a los necesarios para la evolu-
ción de los blindados. Aunque tal vez resulte exagerado se llamó a
este privilegio hacia el blindaje la “solución francesa”.
En 1921 los tanques fueron categorizados en tres niveles: los
Tanques Pesados, de Ruptura o de Fortaleza, destinados al combate
en terrenos fortificados; los Tanques Ligeros para el acompañamiento
de la infantería, de dimensiones reducidas; estos dos tipos surgieron
del empleo durante la Primera Guerra, el tercero resultaba una inno-
vación teórica y se ubicaba entre ellos: el Tanque de Batalla, que
luego se combinará con la clase de Tanques potentes en 1933 y Tan-
ques medios en 1935.
Los Tanques de Batalla fueron la última creación de Estienne,
originalmente se trataba de un carro ligero al que se le habían inclui-
do aptitudes antitanques, convirtiéndose en un caza Tanques en
1926, de unas 20 toneladas, un cañón de 75mm y radio. En combate
acompañaban a los Tanques ligeros hasta la aparición de los tanques
enemigos, momento en que se desprendían en el intento de flan-
quear y destruir la amenaza blindada. A esta categoría pertenece el
Char B, tal vez el más famoso blindado francés posteriormente en la
Segunda Guerra.
Como vemos el empleo de los blindados estaba fuertemente in-
fluido por los criterios de la infantería que somete a los blindados al
papel de simple acompañamiento y apoyo, negándoles toda posibili-
dad de empleo independiente. Sin embargo el resultado obtenido
con la serie B abrió camino a la idea del empleo de estos tanques
como elemento principal en operaciones de ruptura y ofensiva. Esto
presuponía que los tanques modelo B2 alcanzasen una velocidad de
40 km por hora, sin embargo para 1940 sólo se había desarrollado el
modelo B1 Bis con una velocidad de 29 km por hora, un blindaje de
60mm y un armamento compuesto por un cañón de 37mm en la to-
rreta y otro de 75mm en casamata.
FUEGO Y MANIOBRA 269

También en 1926 se hicieron programas de mejoras en los Tan-


ques ligeros lográndose el Renault D1 armado con un cañón de
47mm y radio. Sin embargo no se impulsó ningún cambio en su doc-
trina de empleo y finalmente tanto el modelo D como los B termina-
ron constituyendo una reserva general a disponibilidad de la
infantería.
Paralelamente a estos programas guiados por la infantería, el arma
de caballería inició sus propios proyectos con vehículos blindados
hacia 1920, comenzando a trabajar sobre el diseño de “auto ametra-
lladoras” para las unidades de exploración de la caballería. Estos
vehículos se apartaron de la “solución francesa” poniendo el énfasis
en la velocidad. Las primeras unidades logradas eran más parecidas a
un tanque ligero que a un automóvil armado, pero tuvieron éxito al
imponer el criterio de la velocidad al menos dentro del arma. Los
proyectos derivaron en los tanques de la serie Hotchkiss H35 y H39 y
de la serie Somua S35 con los que se equiparon las unidades depen-
dientes de la caballería conocidas como División Legere Mecanique
(DLM), sobre las que volveremos más adelante.
En 1932 se realizaron en el campo de Maully ejercicios combina-
dos en busca de apreciar las ideas acerca de disponer de fuerzas ente-
ramente motorizadas. Se presentó allí un Destacamento Mecanizado
de Combate compuesto de:
Un Grupo de Reconocimiento Motorizado. Equipado con Moto-
ciclos y Auto Ametralladoras
Un Grupo de Artillería de tracción todo terreno
Una Brigada Acorazada compuesta de dos batallones de tanques
equipados con los modelos D y B.
Las maniobras resultaron exitosas, salvo para los modelos D que
mostraron ser un fracaso. A partir de allí se intentó asignar una mayor
libertad a las unidades blindadas; el 23 de abril de 1933 una instruc-
ción provisoria admitía la posibilidad del aprovechamiento de la mo-
torización y los tanques para la realización de ataques en profundidad
y sin someterse al ritmo de avance de los escalones posteriores en
miras de acelerar el ritmo de las operaciones. Sin embargo desde el
“dogma” doctrinario, regido por la infantería, para operaciones contra
líneas enemigas preparadas, la instrucción señalaba la necesidad de
que cada escalón apoyase al anterior y que la organización de cada
uno de ellos era el resultado de la combinación de las armas. Como la
infantería no podía alcanzar la velocidad de los tanques, al menos
hasta que tuviese vehículos de transporte de combate, se mantuvo el
criterio de los escalones vinculados y en consecuencia la idea de la
270 JORGE ARIEL VIGO

fijación de objetivos sucesivos. El uso de unidades blindadas para


ataques autónomos se dejó limitado a zonas endebles, que permitie-
sen envolvimientos, y para la explotación; aún en este caso se sometía
el uso de los tanques a su disponibilidad en un número importante.
Para la caballería este criterio era desacertado por lo que produjo
una oposición de ideas que derivaría en la creación de las DLM en
1933, buscando la explotación de velocidad por sobre la potencia.
No debe llamarnos la atención que para resolver un tema de doc-
trina se haya optado por generar una estructura divisionaria que con-
tuviese una de las ideas en pugna y que se mantuviese otra para la
idea más tradicional. De hecho aún los que sostenían la visión del
tanque como fuerza auxiliar de la infantería no podían ponerse de
acuerdo en la estructura divisionaria ideal, como lo demuestra el he-
cho de que siete proyectos de divisiones blindadas fueron presenta-
dos y discutidos en los seis años anteriores a la Segunda Guerra
Mundial.
La instrucción de 1933 contenía además una descripción del
combate muy demostrativa del criterio para el uso de los tanques:
“La banda de terreno de unos mil metros de profundidad desde la
que pueden partir los fuegos de armas automáticas susceptibles de
clavar al suelo a nuestra infantería, será invadida simultáneamente
por las secciones de Tanques escalonadas en profundidad que la
atravesarán y neutralizarán. La infantería a pecho descubierto se infil-
trará entre las mallas de esta red de acero para ocupar su primer obje-
tivo; la conquista de los objetivos ulteriores será luego perseguida
siguiendo el mismo procedimiento”. Del texto surge naturalmente la
imagen del combate con Tanques durante la Primera Guerra, parece
que nada ha cambiado y que el resultado del combate proviene ex-
clusivamente de la acción de la infantería cumpliendo el resto de las
armas y servicios sólo el papel de apoyo.
El argumento central que para la Dirección de Infantería sostiene
el planteo, es que la proliferación y mejora de las armas antitanque y
tanques enemigos indican que el primer escalón deberá estar consti-
tuido por tanques más potentes que los de los otros escalones para
obtener la ventaja en el contacto inicial y abrir paso a la infantería de
inmediato. En este modelo el combate prevé el progreso de la infan-
tería con el apoyo de los Tanques ligeros para eliminar las armas au-
tomáticas enemigas, mientras los Tanques pesados y medios se
encargan de la lucha contra los tanques y armas antitanques adversas
protegiendo a las unidades ligeras y la infantería.
FUEGO Y MANIOBRA 271

Vers l’armee de metier


En 1934 el entonces Tte Cnl Charles De Gaulle publica su famo-
sa obra “Vers l’armee de metier” donde reafirma su idea del “motor
combatiente”. Entre otras cosas proponía la creación de un Cuerpo de
Batalla Mecanizado y Acorazado compuesto de seis Divisiones de
Línea (de Tanques), una División Ligera (en realidad una DLM),
dos Brigadas de Artillería, un Regimiento de ADA, uno de Ingenieros
y uno de Comunicaciones. La idea central reside en su apreciación de
un arma mecanizada y no de una simple estructura divisional blinda-
da. “Este instrumento de elite devendrá, en manos del comando, un
elemento de maniobra y de sorpresa capaz de alcanzar la victoria en
una batalla general. Se trata de un ejército susceptible de una pro-
fundidad, de una articulación que le permite operar en cualquier
clase de aislamiento”. (CDG)
Las vanguardistas ideas de De Gaulle chocaron con dos obstácu-
los políticos. Por una parte era impensable en 1934 que una Repúbli-
ca crease un ejército totalmente profesional, por la otra crear un
ejército tal cuya aptitud principal es ofensiva era contraria a la posi-
ción política francesa del momento.
Pese a ello las ideas de De Gaulle pesaron mucho en la intención
de los sucesivos proyectos de divisiones blindadas aunque no así en
su doctrina de empleo. Se admitieron sí algunas nociones, en primer
lugar se aceptó, como desprendimiento de la doctrina tradicional que
las Divisiones Acorazadas (DCR) eran una fuerza esencialmente de
ruptura o de contraataque, en razón de que concentrarían a los tan-
ques medios y pesados; también se decidió que su disposición como
reserva estratégica sujetaba su traslado a la disponibilidad de vías
férreas. Este impulso movió los primeros proyectos que, como todos
los otros tenían dos deficiencias, las DCR carecían de suficientes
elementos de exploración y reconocimiento, por lo que actuaban a
tientas, y nunca tuvieron un componente propio importante de infan-
tería por lo que la explotación aislada se veía muy reducida por falta
de acompañamiento.
En 1938 una nueva instrucción reiteraba que las DCR tenían por
función prolongar con su apoyo la acción de las DI y penetrar el dis-
positivo enemigo a favor del avance de “le fantassin”. Para una even-
tual explotación estratégica las DCR debían reunirse con las DLM o
las DC y ser reforzadas por los grupos de reconocimiento motorizados
de los CE y DI, más tropas de infantería transportada y artillería a
tracción, todo ello al paso de la infantería.
272 JORGE ARIEL VIGO

La versión de la Caballería
Mientras la infantería se erigía en única rectora en el uso de los
tanques, la caballería no se quedaba quieta y buscaba una solución
más adecuada para el encuadre de los blindados. Con el apoyo del Grl
Weygand en 1930 comenzaron los trabajos de motorización de las
cinco DC existentes.
Cuatro de ellas, las 1ra, 2da, 3ra y 5ta resultaron en un tipo mixto
que familiarmente se conoce bajo el nombre de divisiones “Petrol-
Picotin” haciendo alusión al problema de abastecer a los vehículos
motorizados y a los caballos. La 4ta división se transformó en la pri-
mera división en el mundo en ser totalmente motorizada y parcial-
mente blindada.
En 1922 las DC estaban designadas como D Ligeras y contenían
elementos de caballería, ciclistas y autos blindados, diez años después
redesignadas como DC comprendían dos brigadas de caballería de a
dos regimientos, un grupo de auto ametralladoras (GAM) un batallón
de dragones transportados (BDP), un regimiento de artillería, y un
batallón de ingenieros con una compañía de puentes. El problema de
estas DC es obvio: cómo maniobrar una gran unidad cuya velocidad
se encuentra en el rango que va desde los 8 km/h a los 30 km/h. Esta
deficiencia hacía imposible el uso efectivo de la motorización pues
obligaba a los vehículos motorizados a sujetarse a la velocidad de las
unidades hipomóviles.
Como respuesta en 1935 la 4°DC fue transformada en la 1°DLM
(División Legere Mecanique), un año más tarde se hizo lo propio con
la 5°DC, convirtiéndola en la 2°DLM; para mayo de 1940 otra división
había dado nacimiento a la 3°DLM, y en plena guerra se creó la
4°DLM que fue refundida en la 4°DCR.
Las DLM eran verdaderas divisiones blindadas, estaban com-
puestas por un grupo de reconocimiento con 47 auto ametralladoras
Panhard, una Primera Brigada Ligera Mecanizada de combate com-
puesta por dos regimientos blindados, cada uno con un batallón de
Tanques medios (47 Somua S35) y un batallón de Tanques ligeros
(47 Hotchkiss H-35), una Segunda Brigada Ligera Mecanizada de
Dragones compuesta de tres batallones de infantería transportada y
tres escuadrones con 23 AMR cada uno, dos grupos de artillería de
75mm y uno de 105mm, una batería antiaérea y una antitanque, se
preveía la inclusión de un batallón de ingenieros, uno de comunica-
ciones y un grupo de observación aérea pero nunca fueron incluidos
en la orgánica. Aunque fuertes en 250 vehículos blindados estas divi-
FUEGO Y MANIOBRA 273

siones carecían de tanques potentes para acciones de ruptura, como


los de la serie B; esta falencia pudo haber sido resuelta si no hubiese
subsistido el desacuerdo doctrinario sobre el uso de los tanques y no
se hubiese traducido ello en la creación de dos modelos de unidades
blindadas las DCR y las DLM.
Las DC que no sufrieron la metamorfosis en DLM, quedaron
sometidas no sólo a la controversia doctrinaria sino también a la hos-
tilidad del gabinete militar dirigido por el Grl Gamelin, que detestaba
la caballería, al punto que pretendió suprimir todo vehículo blindado
de ellas y remitirlos a la disposición de la Dirección de Infantería. Los
jinetes franceses fueron afortunados al compartir con los de otras
naciones el problema de qué hacer con las unidades de caballería,
pues ello trajo la solución. Las tendencias europeas coincidieron con
las locales en la creación de unidades rápidas que recibieron el mote
de “ligeras”, se buscaba la creación de unidades de cierta potencia
que fuesen capaces de actuar en terrenos accidentados. En Alemania
se constituyeron las Leichte Divisionen y en Italia las Divisione Ce-
lere.
La “moda de las divisiones ligeras” tuvo su manifestación insti-
tucional en Francia un poco tarde, cuando esa nación era la que más
unidades de caballería clásica tenía, con excepción de la Unión Sovié-
tica. Es así que el 11 de julio de 1939 después de recibir y analizar
varios proyectos el Conseil Superieur de la Guerre aprobó el modelo
que convertiría las DC en divisiones ligeras. Debido a que la guerra
estalló el 1 de septiembre de 1939 las DC fueron movilizadas según
su orgánica original, afortunadamente la “drole de guerra” permitió
que en marzo de 1940 se completara su conversión y se las rebautiza-
ra como División Legeres de Cavalerie (DLC).
La DLC estaba estructurada bajo un modelo binario de brigadas,
una de caballería (BC) y una ligera motorizada (BLM); esta última
contaba con un estado mayor propio que le permitía comandar la
brigada de forma autónoma.
La BC estaba compuesta por dos regimientos de caballería de a
cuatro escuadrones y un escuadrón de apoyo cada uno. Cada escua-
drón de apoyo contaba con 8 ametralladoras, 4 morteros de 60mm y 4
cañones antitanque de 25mm.
Por su parte la BLM estaba integrada por un regimiento de auto
ametralladoras, un regimiento de dragones transportados y una bate-
ría antitanque con 12 cañones de 25mm. El regimiento de auto ame-
tralladoras se integraba con un batallón con 13 AMD y otro batallón
con 13 H35; ambos batallones tenían un escuadrón de motociclistas.
274 JORGE ARIEL VIGO

El Regimiento de dragones estaba formado por dos batallones redu-


cidos de infantería cada uno con una compañía de infantería reforza-
da, una compañía de apoyo y un escuadrón con 11 AMD.
El apoyo divisionario de artillería se componía de un grupo de 12
cañones de 75mm, otro con 12 obuses de 105mm y una batería anti-
tanque de 8 cañones de 47mm.
La división contaba con una compañía de ingenieros, y aunque se
preveía la asignación de una compañía aérea de reconocimiento y una
batería antiaérea, de las cinco DLC sólo dos llegaron a disponer de la
primera y ninguna de la segunda.
Estas divisiones eran poco potentes y continuaban con la promis-
cua e imposible mezcla de caballos y vehículos motorizados. Estos
defectos fueron señalados por el Grl Petiet, comandante de la 3°DLC
desde enero de 1940 cuando aún no estaban completadas las cinco
divisiones de la clase, pero sus críticas aunque fuertes no fueron oí-
das.

Inglaterra
Los pioneros ingleses en el campo de las fuerzas blindadas fueron
el Grl J. F.C. Fuller y el Cap B. H. Liddell Hart. Fuller privilegiaba el
empleo de los tanques, los que consideraba debían ser conducidos
exclusivamente por soldados profesionales; en su criterio las fuerzas
blindadas debían ser integradas sólo por tanques pues opinaba que la
función principal a cumplir era la de penetrar profundamente el dis-
positivo enemigo empleando una gran velocidad, ello obligaba a ha-
cer a un lado a la infantería.
Para Fuller las tropas mecanizadas debían integrarse con fuerzas
de tanques y fuerzas antitanques móviles. La infantería quedaba
relegada a combatir en terrenos donde los tanques no tenían acceso
como áreas montañosas o de bosques. “En batallas entre máquinas
acorazadas la infantería puede no tener un lugar debido al riesgo...”78
Atravesar el campo de batalla vacío sometido a intenso fuego era
trabajo de los tanques. Las modernas armas de fuego impiden el
acercamiento de la infantería, matienen a la artillería a retaguardia y
descartan el poder de choque de la caballería. “El blindaje puede
derrotar a las balas; por lo tanto el tanque puede reemplazar a la in-

78 Fuller, J.F.C., 1932, “Armoured Warfare”, pg. 18, Pennsylvania, The Mili-
tary Service Publishing Company
FUEGO Y MANIOBRA 275

fantería en el ataque, porque puede ignorar el poder de fuego de la


infantería en defensa.Aunque los tanques no pueden ser atacados por
la infantería, la infantería puede fácilmente atacada por los tanques
en todo terreno donde las armas mecanizadas se puedan mover, a
menos que la infantería está ampliamante provista con armas y defen-
sas que los tanques no puedan enfrentar. Esto significa que, cuando
confronta con tanques, la infantería es despojada de su movilidad,
cesa de se tropa de combate y entonces debe ser usada como tropa de
fortaleza”.79
Es interesante seguir el razonamiento de Fuller acerca de los
cambios e influencia del tanque en el campo de batalla: “Aunque el
blindaje puede derrotar a las balas, puede ser derrotado por la mini-
ción de artillería. Esto no quiere decir que el blindaje pierda su valor,
pero si que ese valor es relativo al poder del proyectil empleado. Se-
gún esto se puede descuidar del proyectil menor pero no de los ma-
yores, lo que significa que la artillería será más y más preponderante
sobre la infantería, y como la artillería deberá protegerse de las balas,
los cañones deberán ser blindados. Entonces, la respuesta al tanque
es el tanque; por tanto las actuales (1932) batallas de infantería serán
reemplazadas por batallas de artillería móvil, y aunque en ese caso los
blindados empleados tal vez no tengan protección contra los proyec-
tiles pesados, deberán actuar en consecuencia para prevenirse del
fuego que reciban”80
La batalla debe buscar la sumisión mental y moral del enemigo,
no necesariamente su destrucción física. Fuller fija el objetivo en
ganar, señalando que la “manía destructiva” debe desterrarse progre-
sando del combate físico a la lucha intelectual y moral. Este enfoque
moral de la táctica es primordial para comprender la marcha de la
doctrina moderna. Los procedimientos tácticos son multiplicadores
de potencia para impactar en la mente del soldado y el comando
enemigo en busca de su quiebre espiritual y no para acabarlo física-
mente. En ese sentido planteaba el empleo de los blindados para
desequilibrar al ejército enemigo.
Fuller sostenía que la guerra moderna debía se móvil y que su
centro era la maniobra, sostenida por la iniciativa, flexibilidad de la

79 Fuller, J.F.C., 1932, “Armoured Warfare”, pg. 45-46, Pennsylvania, The


Military Service Publishing Company
80 Fuller, J.F.C., 1932, “Armoured Warfare”, pg. 46, Pennsylvania, The Mili-
tary Service Publishing Company
276 JORGE ARIEL VIGO

organización táctica y el empleo de la sorpresa. Señaló cinco aspectos


del arte militar:
• Desde el punto de vista militar, 1 hora no es 60 minutos,
sino lo que se ha de lograr en 60 minutos.
• La forma de defensa más eficaz es la defensa móvil, que
permite al defensor proteger su potencia combativo y sus
instalaciones sin sacrificar la iniciativa.
• Tanto en la ofensiva como en la defensiva en la guerra de
maniobra, el objetivo principal debe ser la dislocación del
mando y organización enemigos; no sólo la destrucción
de sus tropas de combate, aunque ésta no debe desaten-
derse.
• Todos los planes deben basarse en la defensiva-ofensiva,
la forma más poderosa de guerra. Aun los avances relám-
pagos de la ofensiva deben fundarse en una base segura;
ésta es el pilar principal de todo movimiento hacia ade-
lante.
• La persecución es la acción más importante de la batalla
porque, con tal que sea correctamente organizada y lle-
vada a cabo, garantiza la aniquilación del enemigo y el lo-
gro del objetivo político de la guerra.81
Liddell Hart por su parte consideraba que las fuerzas blindadas
debían aprovechar su movilidad para lograr una penetración profunda
a través del punto de menor expectativa del enemigo acción que
denominó en el campo táctico “torrente en expansión “ y en el estra-
tégico“ aproximación indirecta “. Esta última implicaba el ataque a
las poblaciones civiles enemigas, por aire, tierra y mar. Al enfocar la
cuestión desde el nivel estratégico Liddell Hart proyectó e impacto
moral hacia la profundidad del dispositivo enemigo en una propuesta
que permitía una mejor combinación de las armas, apartámdose del
excluyente criterio de Fuller sobre los tanques.
Aunque ambas visiones no eran del todo opuestas no se llegó a
una adecuada combinación de ellas en Inglaterra. Sin perjuicio de
esto el gobierno inglés creó en 1931 una brigada experimental de

81Reid, B.H., 1990, “J.F.C. Fuller y B.H. Liddell Hart. Una Comparación”,
pg. 32, en Military Review, septiembre-octubre 1990, Fort Leavenworth,
Escuela de Comando y Estado Mayor, Ejército norteamericano
FUEGO Y MANIOBRA 277

tanques al mando del Cnl Groad, la que adquirió carácter permanente


en 1934 bajo la dirección del Grl Hobart.
El criterio del empleo de solamente tanques no resultó del todo
exitoso, aunque los ingleses tardaron mucho en reconocerlo. Los
tanques actuando en soledad se volvían presa fácil de las armas anti-
tanque de la infantería, de la artillería o de los tanques enemigos. Por
otra parte al carecer de doctrina para actuar con la infantería, cuando
esto sucedía los tanques se volvían simples auxiliares de ésta per-
diendo su movilidad y su capacidad de penetración. Esto llevó a los
ingleses a alejarse en parte de las ideas de Fuller y de Liddell Hart y
a caer en el tradicional conflicto acerca de si el tanque era un arma
autónoma o simplemente una auxiliar de las restantes. Poco antes del
comienzo de la guerra los ingleses hallaron una solución de compro-
miso. Por una parte desarrollaron tanques pesados para apoyar a la
infantería y por la otra tanques más livianos y rápidos para utilizar en
ruptura y penetración. Estas ideas se vieron limitadas por la limitada
capacidad industrial británica, lo que que llevó a que principalmente
se fabricasen tanques para infantería y no hubo hasta el fin de la gue-
rra un verdadero tanque principal de batalla.
El precio pagado por no apreciar o comprender parcialmente las
ideas de Fuller y liddell Hart fue alto como lo atestigua el Grl Henry
Wilson en su poaso por la DBl 7 en Egipto entre 1939 y 1940: “...Puse
énfasis en la necesidad de la total cooperación de todas la armas en
batalla. Tuve que contrarrestar la perniciosa doctrina que imperaba
en esos días, ayudada por ciertos escritores civiles, acerca de que las
unidades de tanques eran capaces de triunfar en una acción sin la
asistencia de las otras armas...”82

Alemania
La derrota alemana de la Primera Guerra Mundial no se atribuyó
públicamente al fracaso de sus fuerzas militares, se atribuyó a otros
factores no menos importantes pero que ocultaron el fracaso de las
armas. Este ocultación favoreció en tiempos de postguerra al creci-
miento de falsas ideas en el campo político, sin embargo en el campo
militar no todos se dejaron convencer. La fuerte derrota hizo que
oficiales de valía se ocupasen en desentrañar los errores y acierto

82Wilson, H. “Eight Years Overseas 1939-47”, citado en von Mellethin,


F.W., 1956, “Panzer Battles”, pg XV, New York, Ballantine Books
278 JORGE ARIEL VIGO

cometidos en la guerra para transformarlos en aplicaciones doctrina-


rias.
El General Hans von Seeckt se hizo cargo de la jefatura del ejér-
cito alemán en junio de 1920. Veterano del frente oriental el von
Seeckt estaba horrorizado por la guerra de trincheras y estaba dis-
puesto a hacer lo necesario para salir de ella y recuperar la movilidad
de los ejércitos.
El Tratado de Versailles prohibía a las fuerzas armadas alemanas
la posesión de tanques, artillería pesada, acorazados, submarino y
aviones. Sin estas armas era imposible lograr alguna evolución en la
doctrina, von Seeckt halló la forma de procurarse sino el arma especí-
fica, al menos la información y la experimentación con ella. Logró
establecer una relación de cooperación con el Ejército Rojo que se
tradujo en el establecimiento de campos de instrucción para tanques,
aviones y gases, que resultaron muy provechosos para ambos ejérci-
tos.
Von Seeckt estaba convencido de que una fuerza operacional de
nivel ejército, con gran movilidad y armas modernas sería la protago-
nista central de la batalla. Ella sería capaz de alcanzar la victoria deci-
siva, mientras que la masa de ejército ocupaba roles secundarios. Esto
equivale a revivir el concepto maniobra móvil en el arte de la guerra,
idea descartada por muchos a raíz de las experiencias de la Gran Gue-
rra. Para ello necesitaba no sólo las armas sino una serie de elementos
que no estaban del todo disponibles: industria, motivación ciudadana
y una doctrina completamente nueva. Aunque Alemania era con
mucho la nación más y mejor industrializada de Europa su débil eco-
nomía no permitía un crecimiento inmediato. La ciudadanía se halla-
ba en una crisis absoluta producto de la derrota, la agitación política y
la violencia. El camino de la reconstrucción doctrinaria era entonces
el de mejores perspectivas.
Empezó por abandonar toda posición dogmática respecto de la
práctica militar y a pensar y hacer pensar al cuerpo de oficiales en el
concepto de movilidad. A partir de las ideas de la maniobrabilidad de
la caballeria se incorporaron la motorización, el blindaje y los análisis
de transporte y combate sobre la marcha. Se descartó la idea del ata-
que frontal de caballería y se empezó a desarrollar la idea de una
fuerza capaz de cruzar el “campo de batalla vacío” y alcanzar al ene-
migo con potencia suficiente como para derrotarlo. Para alcanzar estos
niveles von Seeckt alentó las discusiones académicas y técnicas y
fomentó la presentación de ideas nuevas en todo el cuerpo de oficia-
les.
FUEGO Y MANIOBRA 279

El centro de su actividad parace haber sido la mente del cuerpo


de oficiales. Además de ordenar la revisión minuciosa de los registros
de los combates de la guerra, obligó al cuerpo de generales a partici-
par de los ejercicios de instrucción de manera regular y como una de
sus obligaciones principales. Esta presión puesta en el estudio y prác-
tica teórica de la guerra es la que dio a Alemania la formidable má-
quina militar de la Segunda Guerra Mundial. Es interesante ver cómo
se hizo centro en la mente del militar y no en los recursos materiales.
Se consideró acertadamente que primero se necesitaba el conoci-
miento sobre el emp´leo de los medios y recién c´n él los medios en
sí mismos. Una práctica similar la habían realizado ya Scharnhorst,
Gneisenau y Massenbach durante las guerras napoleónicas al formar
la idea del Ejército Prusiano que se materializó en 1813-14. Creo una
enseñanza fundamental este aspecto de la vida militar: no son las
armas ni la tecnología lo que define a un buen ejército, son sus hom-
bres y su capacidad intelectual lo que hacen del ejército una fuerza
eficaz y eficiente.
Entre los oficiales que participaron fervorosamente en este desa-
rrollo estaba el Hauptmann Heinz Guderian, un oficial de infantería
transeferido al arma de comunicaciones. El 1ro de abril de 1922, fue
destinado como de Oficial de Estado Mayor al Departamento de
Transporte Motorizado. Su jefe, el inspector de Transporte, General
von Tschischwitz, estaba dedicado al estudio del problema de mover
tropas en vehículos motorizados e involucró y alentó a Guderian a
que participase de la investigación. Durante estos trabajos Guderian
comprendió que si Alemania entraba en guerra necesitaría una fuerza
de combate con alta movilidad que le permitiese compensar su redu-
cido número, y así poder concurrir a cada punto decisivo y golpear al
enemigo. Si esta fuerza cobraba cuerpo debía necesariamente ser
blindada para asegurar su supervivencia y efectividad.
Dentro del desarrollo intelectual del ejército se creó la Wehrge-
danken des Auslands, una revista pública especializada en temas
militares que incorporaba colaboraciones de toda fuente. Esta publi-
cación aportó el espacio de incorporación de ideas provenientes tanto
del campo militar como civil, nacional y extranjero, así llegaron a la
mente de Guderian las ideas de Fuller, Liddell Hart y Martel. Con su
conocimiento de tranportes, tecnología de blindaje e ideas acerca del
empleo del tanque, Guderian descartó el empleo de este vehículo
como simple apoyo de ingfantería o reemplazo de la caballería. Sus
ideas se publicaron el la Militdr-Wochenblatt.
280 JORGE ARIEL VIGO

Las ideas de Guderian le valieron el reconocimiento de ser nom-


brado instructor de los oficiales de Estado mayor en Táctica e Histo-
ria Militar. La total libertad de cátedra le ofrecióa a Guderian la
oprtunidad de acelerar sus ideas a lo largo de la línea que lo conducía
hacia la Blitzkrieg.
Entre tanto el comando en jefe del ejército publicó un manual
unificado de táctica y conducción que permitió unificar procedimien-
tos y criterios. En 1925 se realizaron las primeras grandes maniobras y
en 1927 se repitieron con el empleo de criterios de movilidad y tan-
ques simulados, esto terminó de convencer a Seeckt sobre el empleo
de blindados. Esto llevó a dar un nuevo impulso a las relaciones mili-
tares con los soviéticos que dio por resultado el campo de ejercitación
de Kazán en 1929.
En esta campo se probaron los primeros prototipos de tanques
alemanes y algunos modelos comprados vía la unión Soviética a otras
naciones. Guderian, Lutz, Halm y Pirner participaron de esta expe-
riencia provechosamente.
Alrededor de 1930 las ideas de Fuller y Liddel Hart habían alcan-
zado la madurez y Guderian la absorvía fervientemente, llevándolas
un paso hacia el futuro. Entendió que los tanques solos no podían
resolver el problema y que se requería de una acción conjunta que
incluyese a todas las armas, las que debían adecuarse en cuanto a la
necesidad de movilidad y protección, esto dio origen a la idea de la
División Panzer.
“En ese año 1929, me convencí que los tanques trabajando por su
cuenta o en conjunción con la infantería nunca podrían alcanzar un
aimportancia decisiva.. Mis estudios históricos, los ejercicios llevados
a cabo en Inglaterra y nuestra propia experiencia con equipos simula-
dos, me persuadieron de que los tanques nunca podrían ser hábiles
para producir su efecto plenamente hasta que las otras armas, en cuyo
apoyo ellos debían sostenerse, alcanzasen los niveles de velocidad y
capacidad a campo traviesa. En esas formaciones de todas la armas,
los tanques podrían cumplir su rol primario, las otras armasestarían
subordinadas a los requerimientos de los blindados. Sería un error
incluir tanques en divisiones de infantería: lo que necesitábamos eran
divisiones blindadas en las que incluir a todas las armas en apoyo para
permitir a los tanques combatir con plena capacidad.”83

83 Guderian, H., 1952, “Panzer Leader”, pg. 24, Washington, Zenger Pub-
lishing
FUEGO Y MANIOBRA 281

Las nuevas divisiones blindadas en esta teoría se integraban con


todas la armas. Su empleo consistía en un ataque en profundidad, por
ello guderian planteaba que debían constituir la reserva del ataque y
la ruptura, para ser empleadas en la explotación del quiebre de las
defensas enemigas.
Junto con Guderian otros oficiales impulsaban ideas de cambio
en el ejército. El General Beck desarrollaba el manual “Truppenfüh-
rung”; von Blomberg y von Reichenau introducían y difundía las
ideas más modernas sobre teroría militar de lengua inglesa; Heinrici
comenzó a elaborar la teoría de relación espacio-fuerza. En el ejército
se mejoró la instrucción y se logró un alto nivel de calidad en el en-
trenamiento de voluntarios. Finalmente en 1931 se creó la primera
unidad motorizada, lo que permitió a Guderian y Lutz desarrollar los
planes para la s Divisiones Panzer.
Estas poderosas formaciones comenzaron en 1931 con un modes-
to batallón compuesto tropas de reconocimiento y tanques y armas
antitanque simuladas puestas bajo el mando de Guderian. El y Lutz a
partir de esta unidad de juguete trabajaron en maniobras en Kazan y
proyectos no sólo de organización sino de diseño de nuevos vehículos
blindados. Los “panzers” alemanes comenzaron con el modesto Pan-
zer I, un vehículo de entrenamiento armado con dos ametralladoras y
un blindaje de 15 milímetros. Poco después le siguió el Pz II armado
con un cañón de 20 milímetros y una protección similar. Nadie pensó
en ese momento que esas máquinas se emplearían en combate. En
estos primeros modelos se aprecia el interés por la velocidad y ma-
niobrabilidad por encima del blindaje.
Los progresos en el desarrollo de un arma blindada tuvieron en
Alemania una mayor constancia que en el resto del mundo lo que dio
a este país la ventaja militar al comienzo de la guerra. El mayor im-
pulso en ese sentido se produjo con el acceso al poder de Adolfo Hi-
tler. Después de presenciar una demostración ejecutada con Pazers I,
motocicletas y armas antitanques dirigida por Guedrian se dice que
hitler dijo “Eso es lo que quiero!”. Bajo la conducción ministerial de
los generales Blomberg y von Reichenau los tanques recibieron una
atención especial viéndose afectados por la triplicación del ejército.
Aunque se cerraron los campos de experimentación y prueba en Ru-
sia debido al nuevo régimen nazi, se realizaron grandes maniobras en
1933 y 1934 que permitieron afianzar y mejorar la técnica en el uso de
tanques.
Ciertamente no todos los oficiales superiores confiaban en el em-
pleo de un “arma blindada”, muchos generales estaban todavía suje-
282 JORGE ARIEL VIGO

tos a la concepción del empleo tradicional del ejército donde, como


en el resto de los países, el tanque sólo era un apoyo de la infantería y
la caballería aún tenía un lugar en el campo de batalla. Además el
tanque debía competir por los recursos de las fuerzas armadas contra
los fuertes requerimientos de las armas tradicionales en un momento
de expansión volumétrica del factor militar alemán. Aún bajo fuertes
críticas Blomber como Ministro de Guerra y von Fritsch como Co-
mandante en Jefe del Ejército hicieron mucho para apoyar a Gude-
rian y aplicar la teoría blindada. En mayo de 1935 en Bad Elster se
realizó un ejercicio del Estado Mayor que estudiaba el uso de un
Cuerpo Panzer completo y cinco meses después se crearon las prime-
ras Divisiones Panzer. Las maniobras de 1936 en Bad Nauhaim, in-
cluyeron operaciones con ejércitos Panzer.
La Primera Brigada Panzer se creó en 1934 con la asignación de
tres regimientos de a dos batallones cada uno y se la equipo con Pan-
zer I. Al mismo tiempo en Inglaterra el Grl Hobart ejercitaba la Pri-
mera brigada de Tanques bajo las teorías de Liddell Hart; el
resultado publicado de las mismas fue empleado por Guderian en la
instrucción de sus hombres y en las maniobras de julio de 1935 donde
se empleó a la Primera División Panzer a la órdenes del Grl von
Weichs. El éxito de estas prácticas llevó a la constitución de otras dos
divisiones panzer en octubre de ese mismo año.
Para ese tiempo la ventaja alemana en el concepto, aplicación y
organización de fuerzas blindadas estaba muy por delante del resto
del mundo. El criterio de empleo profundo, velicidad y maniobra
estaban asentados y se manifestaban en la estructura de las divisiones
panzer que contaban con una brigada panzer que contaba con 561
tanques y una de granaderos panzer (infantería mecanizada) como
núcleo y unidades de reconocimiento, ingenieros, artillería y comuni-
caciones en apoyo. Aunque se preveía que todos los componentes de
la división, incluso el estado mayor, contasen con vehículos motoriza-
dos y blindados, la industria no podía cumplir completamente con
ello por lo que sólo se alcanzó en un principio a cumplir con un trein-
ta por ciento de esa exigencia.
Como comandante de la 2da PzDv, Guderian continuó desarro-
llando la instrucción práctica y teórica de las fuerzas blindadas. Im-
plementó procedimeientos para el empleo del “desborde” sostenido
por Liddell Hart, la utilización del equipo tqnque-infantería, la infan-
tería de asalto, el ataque nocturno y el uso de la aviación táctica de
apoyo. Se aplicó también al estudio del empleo de la masa blindada
en operaciones estratégicas de envergadura. Toda esta evolución
FUEGO Y MANIOBRA 283

chocó contra la resistencia de las ideas tradicionales de la infantería y


la artillería.
Las grandes maniobras de 1936 donde se emplearon más de
80.000 soldados resultaron contrarias a las fuerzas blindadas. Se em-
pleó en ellas una brigada de tanques pero bajo el concepto de apoyo a
la infantería, situación que sólo sirvió para exponer a los vehículos
innecesasriamente al fuego de las armas antitanques más modernas.
De todas formas mientras que los más reaccionarios se apoyaban en
los ejercicios para criticar al tanque, los hombres del arma blindada
los tomaban como ejemplo de lo que no se debía hacer. Una muestra
de la lucha de ideas sobre el empleo de tanques la da el Fall Grün, el
plan para un ataque por sorpresa a Checoslovaquia de 1937, donde se
preveía el empleo de un ejército panzer, que aún ni existía.
La granprueba de los tanque salemanes fue la Guerra Civil Espa-
ñola.Allí se envió al Cnl von Thoma con 180 vehículos para apoyar a
los nacionalistas. Von Thoma tuvo que pelear contra la superioridad
de los vehículos rusos al mando del Grl Konev y contra la tozudez del
Generalísimo Fransico Fanco que pretendía el emple de los tanques
repartidos en apoyo de la infantería. Se aprendió mucho del empleo
táctico inferior, pero no hubo oportunidad de practicar grandes opera-
ciones blindadas.
Para esta época el ejército alemán se vió asaltado por la moda mi-
litar de la época: las divisiones ligeras. Se crearon tres que demostra-
ron muy poca capacidad y utilidad en la campaña de Polonia de 1939
por lo que terminaron transformándose en PsDv entre 1940 y 1941.
El 20 de noviembre de 1938 Hitler creó el puesto de Comandan-
te De Tropas Móviles y designó para ocuparlo a Guderian. Una
muestra del interés de Hitler en los tanques la ofrece el hecho de que
le otorgase a Guderian derecho de acceso directo al Fürher despla-
zando así los controles del OKH y del OKW. Desde este cargo Gude-
rian completó la edición de manuales de instrucción, trató lo
problemas de abastecimientos e impulsó las ideas blindadas contra la
mayoría de los oficiales superiores del ejército alemán.

Blitzkrieg
Se denomina así al cuerpo de doctrina desarrollado por los alema-
nes entre 1918 y 1939 destinado a evitar la repetición del combate
estático de la Primera Guerra Mundial. Soldados como Hans von
Seeckt y Heinz Guderian percibieron mucho más claramente que el
resto de sus colegas europeos el potencial militar de los motores de
284 JORGE ARIEL VIGO

combustión interna combinados con la moderna tecnología de comu-


nicaciones de la época. Grandes formaciones movidas sobre orugas y
ruedas, dirigidas por radio podían lanzarse contra el frente enemigo,
romperlo y alcanzar su retaguardia desorganizando todo a su paso e
impidiendo cualquier contramedida. Su primer empleo fue en la
campaña de Polonia de 1939 y su punto de maduración fue la campa-
ña de Francia de 1940 donde en menos de seis semanas los ejércitos
alemanes derrotaron a las fuerzas combinadas de Holanda, Bélgica,
Francia y Gran Bretaña. Un año después el método de la Blitzkrieg
llevaba a los ejércitos del III Reich a las puertas de Moscú en seis
meses de lucha.
Curiosamente el término Blitzkrieg no es de cuño alemán y no fi-
gura en los manuales o reglamentos y tampoco en las memorias o
correspondencia de generales alemanes. Guderian señala en Panzer
Leader que fue creada por los enemigos de Alemania. EL primer uso
conocido de la palabra es una edición de la revista Time del 25 de
septiembre de 1939 acerca de la campaña en Polonia.
El origen de esta doctrina es complejo. Por una parte surgió del
profuso elenco de soluciones improvisadas que los alemanes debieron
generar para superar las limitaciones del Tratado de Versailles. EL
Alto mando alemán buscó solucionar su futuro inspirándose en el
pasado, especialmente en las ideas de Helmuth von Moltke y Alfred
von Schlieffen. Así tanques, aviones, transporte automotor y moder-
nas comunicaciones fueron vistas como multiplicadores que facilita-
rían el empleo del enfoque operacional tradicional. Tanto durante la
República de Weimar como durante el III Reich los planes alemanes
apuntaron a alcanzar la victoria por medio del envolvimiento del
enemigo, la amenaza a sus comunicaciones y líneas de abastecimien-
to, y forzándolo a combatir en una inesperada dirección. Estos méto-
dos aseguraban el logro de un resultado exitoso y rápido por medio de
batallas decisivas, lo que se acomodaba espléndidamente en una
nación que desde los días de Federico el Grande estaba convencida
de su inhabilidad para ganar una guerra de desgaste.
Sin embargo el concepto de Blitzkrieg sólo alcanzó niveles tácti-
cos y operacionales, en lo estratégico las acciones de Hitler no res-
pondían a esa metodología.
FUEGO Y MANIOBRA 285
L A S EGUNDA G UERRA
M UNDIAL

PERFIL TÁCTICO DE LOS


PRINCIPALES B ELIGERANTES A
C OMIENZOS DEL C ONFLICTO

Alemania
El ejército alemán presentaba ya desde comienzos del conflicto
un perfil operativo de fuerza combinada. Esto es que las acciones de
tanques se realizaban en conjunto con la infantería y la artillería, y
eventualmente con apoyo aéreo, situación esta muy diferente a la
Primera Guerra Mundial y a la actitud de los aliados.
La unidad táctica básica era el Schutzengruppe, equivalente a un
grupo de diez hombres. Esta subunidad operaba bajo un liderazgo
con un alto grado de responsabilidad y autoridad, que puede ser
comparado con los que en Inglaterra y Francia se asignaban a los jefes
de compañía y superiores. Este modelo de mando, inscripto en el
sistema de directivas alemán o de órdenes tipo misión permitía a un
jefe de grupo explotar una oportunidad táctica en cuanto se le presen-
tase, sin necesidad de pedir autorización a sus superiores aunque sí
informándoles para poder recibir apoyo adecuado. En combate esto
dio a los alemanes una gran flexibilidad y agilidad para explotar los

287
288 JORGE ARIEL VIGO

errores y debilidades aliados a través de la iniciativa de los jefes de


subunidades.
El Schutzengruppe se organizaba alrededor de la ametralladora
multipropósito MG34, lo que proveía una potente base de fuego. El
grupo estaba comandado por un sargento, que para 1940 contaba con
seis años de servicio. Se integraba con el ametralladorista, dos carga-
dores y siete fusileros. La función principal de los fusileros era la de
apoyar al ametralladorista para que este proyectara su potencia de
fuego de la mejor manera posible. Esto le permitía a los grupos man-
tener un más prolongado y efectivo fuego sobre sus oponentes, de un
volumen tal que lograba aferrarlos de inmediato, obteniendo de este
modo la iniciativa táctica y con ello la libertad de acción y maniobra.
Esta concepción táctica se repetía en toda la organización militar
alemana. El Schutzenzug o sección se integraba con cuatro grupos y
uno de comando, totalizando cincuenta hombres. Tres secciones y
una o más de apoyo conformaban una compañía o Schutzenkompa-
nie. Las secciones de apoyo que estructuralmente dependen de jefes
de compañía, en la práctica se asignaban y eventualmente fracciona-
ban a los jefes de pelotón haciendo óptimo su empleo.
Los batallones de infantería alemana se integraban con cuatro
compañías, tres de combate y una de apoyo. Al completarse el regi-
miento con tres batallones, las compañías del primero se numeraban
de uno a cuatro, las del segundo de cinco a ocho y las del tercero de
nueve a doce; correspondiéndole los números cuatro, ocho y doce a
las compañías de apoyo. Éstas contaban con morteros y una versión
pesada de la MG34 y, del mismo modo que en el nivel de compañía,
la unidad de apoyo se fraccionaba para asignarse a los jefes de com-
pañía en combate. De allí que los jefes de las compañías de apoyo
fueran los oficiales más modernos del batallón. Durante la campaña
de 1940 también fue usual asignar a los comandantes de batallón una
sección de ingenieros, la que actuaba como potenciadora del batallón
tanto en ataque como en defensa.
En este modelo táctico, es la iniciativa de los líderes de subuni-
dades y la acción de los jefes de compañía y batallón las que determi-
nan la eficiencia de los regimientos y divisiones. Tal concepción se
aplicaba tanto a las unidades de infantería como a las tropas panzer.
Esto es así en razón que unas y otras habían sido entrenadas para
actuar en conjunto, en especial para el caso de la infantería motoriza-
da. El accionar combinado explica la agilidad que tuvieron los jefes
de fuerzas blindadas alemanas para recurrir a los cañones antiaéreos
de 88mm cuando tuvieron que combatir contra los pesados tanques
FUEGO Y MANIOBRA 289

Matilda y Char B, cuyo grueso blindaje no podían perforar los caño-


nes de los tanques alemanes.
En el uso combinado de infantería y tanques el criterio táctico era
que la infantería debía abrir la brecha en el frente enemigo para per-
mitir que los panzers lo atravesaran y atacaran la retaguardia del dis-
positivo enemigo generando terror y desorganización. Así se actuó en
la campaña de 1940 con absoluto éxito aprovechando la velocidad,
sorpresa y maniobra, pero no necesariamente el poder de fuego de los
tanques. Las divisiones panzer estaban concebidas para lanzar ata-
ques rápidos, de flanqueo y explotación. En 1940 comprendían una
brigada panzer con 2 regimientos de tanques; una brigada de tiradores
con 4 batallones, 1 batallón motociclista y 1 batería de artillería; 1
batallón antitanque con 40 piezas; un batallón de reconocimiento
blindado; un regimiento de artillería, un batallón antiaéreo, uno de
comunicaciones y otro de ingenieros.84
Estas unidades tenían un alto grado de mecanización y motoriza-
ción lo que les daba una potente movilidad como clave de su acción.
Además del apoyo de artillería propio actuaban en estrecho enlace
con los aviones de ataque a tierra de la Luftwaffe, lo que facilitaba la
neutralización de objetivos que ofrecían resistencia o que eran deja-
dos atrás en el veloz ataque de los panzers. Los tanques alemanes
portaban doble munición, llevaban tanto perforante para combatir
con otros tanques, como de alto explosivo para blancos no blindados.

Francia
El ejército polaco duramente vencido en la breve campaña de
septiembre de 1939, había sido moldeado sobre el diseño del ejército
francés. Sin embargo los galos, que dispusieron de casi ocho meses
para analizar y aprender de esa derrota, nada hicieron al respecto y
conservaron la doctrina militar emergida de las enseñanzas de la Pri-
mera Guerra. Pese a los planes de renovación y modernización de
armamentos, nunca se ejecutaron proyectos de actualización doctrina-
ria.
La organización francesa no era muy diferente de la alemana, pe-
ro contrastaba en su doctrina. Contrariamente a lo que dijimos sobre
los alemanes, en Francia los equipos, subunidades y unidades de

84Guderian H. 1979, “Panzer Leader” pg. 517 a 523, Washington Zenger


Publishing.
290 JORGE ARIEL VIGO

apoyo realizaban esa función sin fraccionarse, conservando sus jefes el


mando operacional. Esto hacía prevalecer el criterio de que las fuer-
zas de apoyo jugaban un papel secundario frente a las unidades prin-
cipales, lo que les permitía colaborar en el combate pero no siempre
aprovechando el máximo de su eficacia. Tal proceder se aplicaba
también al empleo de los blindados, que resultaban meros auxiliares
de la infantería.
La diferencia final y más importante que debemos destacar es
que en la doctrina francesa la iniciativa se hallaba restringida, espe-
cialmente en los niveles inferiores a batallón. Las oportunidades
descubiertas en combate por jefes de equipo, sección e incluso com-
pañía, debían ser informadas a través de la cadena de mando antes de
ser aprovechadas, lo que significaba virtualmente la pérdida de la
ocasión, en función del tiempo transcurrido entre la comunicación de
la novedad y la autorización para explotarla.
El ejército francés comprendía unidades de distinta calidad. El
núcleo lo constituían las llamadas tropas normales integradas por los
soldados que cumplían con el servicio militar regular. Esta categoría
la completaban 20 RI, 20 RI motorizados, 8 RI Alpinos, 12 RI de
Fortaleza, que prestaban servicio en la Línea Maginot y 7 batallones
Alpinos de Fortaleza integrados en 3 demi-brigades estacionados en
la frontera italiana. Se incluían además 11 batallones de Chasseurs a
Pied, y otros 12 de Chasseurs Alpins; de éstos los numerados 4, 5, 16
y 17 fueron convertidos en batallones motorizados para formar el
componente de infantería de las divisiones blindadas.85
Iniciada la movilización se reclutaban 85 regimientos Tipo A, in-
tegrados por reservistas menores de treinta años y 61 regimientos
Tipo B formados por reservistas de hasta cuarenta años.
Junto a estas fuerzas Francia disponía de tropas coloniales que le
proveían de 14 regimientos de zuavos, 42 regimientos de Tirailleurs
Argelinos, Tunecinos y Marroquíes, 59 regimientos coloniales de
Senegal, Madagascar e Indochina, y 12 regimientos y demi-brigades
de la Legión Extranjera.
Cada compañía de infantería contaba con 4 oficiales y 190 hom-
bres divididos en cuatro secciones y equipados con morteros de
60mm. Tres compañías y una de armas pesadas integraban un bata-
llón de infantería de 20 oficiales y 850 hombres. La compañía de

85 Sumner I.; Vauvillier F y Chappell M. 1998, “The French Army” 1939-45


(I), pg. 6 a 10, London Osprey. Los datos de organización de las fuerzas fran-
cesas han sido tomados de esta obra salvo que se indique lo contrario.
FUEGO Y MANIOBRA 291

armas pesadas se dividía en cuatro secciones de 4 ametralladoras cada


una y una sección con 2 cañones antitanque de 25mm y 2 morteros de
81mm. Tres batallones integraban un regimiento que contaba ade-
más con una compañía de comando, subunidades de servicios y una
compañía de armas pesadas con 6 cañones antitanque de 25mm y 2
morteros de 81mm.
Como lo expresáramos en su oportunidad las unidades blindadas
francesas se integraban en dos categorías, las dirigidas por la infante-
ría y las gobernadas por la caballería. Las primeras hasta enero de
1940 solamente la formaban la 1era y 2da División Cuirassée (DCR),
la 3ra se constituyó en marzo y la 4ta durante los combates de mayo
de ese año bajo el mando de Charles de Gaulle.
Si bien los tanques franceses estaban mejor armados y blindados
que sus contrarios alemanes adolecían de serias deficiencias. Las
torretas, en todos los modelos eran pequeñas y sólo admitían un
hombre por lo que el jefe de tanque era también el operador del ca-
ñón. En general carecían de radios y los reglamentos preveían que los
jefes de sección de autoametralladoras de reconocimiento tenían
prohibido su empleo en presencia del enemigo por seguridad, de-
biendo comunicarse por escrito a través de estafetas. La autonomía de
los blindados era muy reducida, en el caso de Char B sólo de una hora
en combate.
Aún así las DCR eran poderosas contaban con 2 batallones de 68
Char B y otros 2 de Hotchkiss H39 con 90 tanques. Esta poderosa
fuerza blindada vio reducida su potencia debido a la doctrina francesa
que fraccionaba los tanques entre la infantería en vez de emplearlos
en masa. Además los ataques se seguían haciendo al paso de la barrera
rodante de artillería como en la Primera Guerra por lo que los tanques
debían moverse a un ritmo lento.
Los blindados de la caballería estaban constituidos por las 1era,
2da y 3ra División Legere Mecanique (DLM). Contaban con cerca de
300 vehículos blindados lo que las convertía en las verdaderas divi-
siones acorazadas francesas, pero tampoco fueron empleadas en masa.
Existían además 5 divisiones ligeras de caballería que contaban con
animales y vehículos blindados lo que las hacía totalmente inadecua-
das.
La artillería francesa poseía más de 10.000 piezas tiradas por ca-
ballos y tractores pesados lo que limitaba su movilidad. En las divi-
siones de infantería todavía se empleaban los cañones de 75mm
modelo 1897 a razón de 36 piezas por cada una de ellas. Además con-
taban con 24 cañones de 155mm.
292 JORGE ARIEL VIGO

Los ingenieros estaban formados en compañías distribuidas a ra-


zón de 2 por cuerpo de ejército, 2 por división de infantería, 1 por
cada DLC y DCR, y 3 por cada DLM. En cada cuerpo de ejército y
cada DLM se incluía una compañía de puentes.
El arma de comunicaciones prestó servicios dentro del cuerpo de
ingenieros hasta 1942. Cada gran unidad de combate contaba con una
unidad de telégrafo y una de radio.
En su conjunto el ejército francés resulta impresionante, pero el
equipamiento era muchas veces sólo en papel. La munición antiaérea
era escasa y las piezas de defensa contra aviones se dispersaban en
pequeños grupos de cuatro elementos perdiendo así todo poder. Asi-
mismo los cañones antitanque de 25mm no alcanzaron a todas las
divisiones; en las DCR prácticamente no existían y aún la 1ra DI
Marroquí, una unidad de élite, carecía de ellos.
Sin embargo su doctrina de empleo lo haría impotente ante el
poderoso asalto alemán.

Inglaterra
El ejército inglés conservaba su perfil de profesionalidad pero
alineaba su doctrina táctica con las ideas francesas, entonces lo dicho
sobre los galos se ajusta también a los sajones, tal vez con mayor rigi-
dez debido a su tradicional apego al reglamento.
Dentro de la British Expeditionary Force (BEF) de 1940 los in-
gleses remitieron a Francia la 1ra brigada de tanques integrada por el
7mo Royal Tank Regiment (RTR) y el 4to RTR. Entre ambos reu-
nían 77 tanques Matilda A11 débiles y pequeños, armados con ame-
tralladoras de 12,7mm y 23 Matilda A12 más robustos y sólidos con un
buen cañón de 2 libras. Los dos modelos de tanque eran muy lentos,
estaban diseñados para apoyar a la infantería, contaban con un pode-
roso blindaje de entre 60 y 80mm, sin embargo resultaban inadecua-
dos para la lucha blindada y eran fácil blanco hasta para los cañones
más pesados. De los 100 tanques de la primera brigada ninguno re-
gresó a Inglaterra.

Unión Soviética
La doctrina soviética tiene a su teórico más reconocido en el Ma-
riscal Mikhail Nikolaevich Tukhachevsky, quién desarrolló sus ideas
FUEGO Y MANIOBRA 293

entre 1920 y 1930; las mismas constituyen probablemente el primer


cuerpo doctrinario sobre operaciones mecanizadas, y conceptualmen-
te se la conoce como la Batalla en Profundidad.
Tukhachevsky era un oficial de caballería que había actuado en
la Primera Guerra Mundial, en la Guerra Civil Rusa y comandado el
Ejército Rojo en Polonia en 1920. Se cree que su experiencia se con-
solidó cuando en la década del 20 la Unión Soviética le proveyó a la
República de Weimar, lugares secretos de entrenamiento para su
ejército, lo que le permitió trabajar estrechamente con el Grl Hans
von Seeckt. De esta experiencia Tukhachevsky emergió como devo-
to promotor de la guerra móvil.
Conceptualmente estructuraba la ofensiva en cuatro escalones. El
primero a cargo de la fuerza aérea debía ganar la superioridad en el
aire y bombardear las posiciones enemigas. El segundo escalón tenía
como misión lograr una brecha en el frente enemigo contando para
ello con grupos de choque integrados por infantería, tanques y artille-
ría. El tercero, la “piece de resistance” de la batalla en profundidad,
estaba completamente mecanizado y debía lanzarse a través de la
brecha, penetrar profundamente el dispositivo enemigo, desorganizar
sus comunicaciones y rodearlo. El cuarto escalón, integrado por las
reservas debía consolidar los progresos del tercero.
En 1936 escribió las Regulaciones de Campo donde señalaba que
operativamente la batalla implicaba la paralización del enemigo en
toda la profundidad de su dispositivo, su cerco y su destrucción. Poco
después estas ideas se transformaron en la doctrina táctica oficial del
ejército soviético.
Para explotar estos conceptos doctrinarios se crearon cuatro tipos
de grandes unidades móviles. La primera fue el cuerpo motomecani-
zado integrado por alrededor de 500 tanques rápidos y unos 8.000
hombres destinado a actuar como tercer escalón. El núcleo de la fuer-
za de ruptura del segundo escalón la constituían las brigadas de tan-
ques que llevaban 128 vehículos de tipo medio y pesado. Las otras
dos grandes unidades eran las brigadas mecanizadas y motomecani-
zadas que podían actuar con las fuerzas de ruptura o con el tercer
escalón.
La constitución de estas unidades fue absolutamente realizada a
partir de la teoría y su primer test fue la Guerra Civil Española. La-
mentablemente el análisis de esa actuación no pudo ser efectuado por
Tukhachevsky pues fue víctima de la purga de oficiales de 1937.
En el conflicto español los soviéticos comprometieron 700 tan-
ques T26 y BT, participando en las operaciones el Grl Koniev y el
294 JORGE ARIEL VIGO

Grl D. G. Pavlov. En su empleo los tanques soviéticos no respetaron


estrictamente la doctrina de la batalla en profundidad y aunque en los
combates de Esquivas y Jarama lograron grandes penetraciones la
falta de infantería motorizada, les impidió consolidarlas. Aún así estas
experiencias sirvieron para que Pavlov concluyera que no había lugar
para el combate independiente de tanques por lo que afirmó que los
mismos debían actuar como apoyo de la infantería, por ello su reco-
mendación fue la de desarmar los cuerpos motomecanizados y distri-
buir sus vehículos entre las divisiones de infantería.
Otro evento importante puso a prueba el empleo de los blindados
soviéticos el 20 de agosto de 1939. Los rusos se encontraban dispu-
tando con Japón el territorio de la República Popular de Mongolia. Se
envió allí al Grl Georgi Zhukov con un efectivo de 75.000 hombres,
cerca de 500 tanques y otros tantos aviones. Con estas fuerzas se lan-
zó al ataque, envió primero a 150 de sus bombarderos sobre las posi-
ciones japonesas, ordenó al mismo tiempo abrir fuego a su artillería y
finalmente lanzó a sus tropas al asalto. Aunque la mayoría de sus
tanques estaban mezclados con la infantería se reservó una brigada
blindada entera con la cual logró envolver y destruir a la DI 23 y DI 7
japonesas. Zhukov aunque tampoco había empleado los criterios de la
batalla en profundidad apreció la importancia que los tanques tenían
para las operaciones de explotación y persecución.
Las diferentes ideas acerca del empleo de tanques fueron some-
tidas a una comisión especial. Un tercer evento influyó en las deci-
siones de esta comisión cuando el 17 de septiembre de 1939 los
soviéticos invadieron Polonia. Los cuerpos motomecanizados 15 y 25
actuaron desastrosamente. Aunque aparentemente se debió a que sus
comandantes eran nuevos y no tenían experiencia ni en tanques ni en
organizaciones mecanizadas, el fracaso llevó a que la comisión des-
bandara los cuerpos y creara en su lugar cuatro divisiones mecaniza-
das con 275 tanques; los blindados sobrantes se enviaron a las
divisiones de infantería. Doctrinariamente las nuevas divisiones se
emplearían no en masa sino fraccionando sus unidades en apoyo de la
infantería.
Entre noviembre 1939 y marzo de 1940 los soviéticos sostuvieron
la llamada Guerra de Invierno contra Finlandia. En este conflicto los
tanques fueron empleados estrictamente como apoyo de la infantería,
dejando totalmente en el olvido el criterio de la batalla en profundi-
dad.
Pero no todo estaba perdido en el comando supremo del Ejército
Rojo se suscitó una nueva discusión alrededor del empleo de los tan-
FUEGO Y MANIOBRA 295

ques cuando se comparó la utilización de los propios en Finlandia y el


resultado obtenido por los Panzers Alemanes en Polonia y Francia. El
debate se resolvió con el nombramiento de Pavel Rotmistrov como
Mariscal de las Tropas Blindadas, quién pensaba que los tanques
debían ser utilizados en masa y que su función principal era la ofensi-
va. En apoyo de estas ideas el Ministro de Defensa Semen Ti-
moshenko ordenó el 9 de julio de 1940 la nueva constitución de
cuerpos mecanizados. Estos nuevos cuerpos contaban con 36.000
hombres, 1.000 tanques y 250 autos blindados. Se crearon nueve de
ellos en 1940 y otros 20 antes de junio de 1941.
Las nuevas formaciones eran demasiado grandes para permitir un
control efectivo de sus comandantes particularmente debido a la
escasez de radios; su otra debilidad la presentaban la poca experiencia
con tanques de los oficiales subalternos y suboficiales El otro pro-
blema que se presentó es que no había suficientes tanques para equi-
par a los cuerpos por lo que estos debieron obtenerse de los
entregados a las divisiones de infantería, esto llevó a que se perdiera
toda idea de cooperación entre los tanques y los infantes. De todas
formas y aunque había cerca de 24.000 tanques en el Ejército Rojo en
junio de 1941 sólo cuatro cuerpos se hallaban completamente equi-
pados algunos no alcanzaban el diez por ciento de su dotación de
blindados y otros no poseían ni un tanque.

E VENTOS DESTACABLES

Khalkhin – Gol
Después de la ocupación de Manchuria por los japoneses en
1931, la frontera entre esta región y Mongolia se convirtió en un área
de constantes incidentes. Entre 1932 y 1938 ocurrieron al menos 500
encuentros y en 1936 la Unión Soviética y el gobierno de Mongolia
firmaron un pacto de ayuda mutua que llevó al enfrentamiento bélico
entre nipones y rusos en esa región.
En 1938 ambos países se enfrentaron en la batalla del lago Kha-
san que se definió por medio de un asalto frontal. Esta costosa opera-
ción táctica fue impuesta desde Moscú al comandante del sector,
General Shtern, bajo el ambiente de la purga de oficiales del Ejército
296 JORGE ARIEL VIGO

Rojo impuesta por Stalin. El combate favoreció a los soviéticos y llevó


a un acuerdo de cese de fuego en agosto de ese año.
El 14 de enero de 1939 los japoneses invadieron Mongolia en
Nomonhan–Burd–Obo, en la región al este del río Khalkin – Gol. Se
eligió esta área debido a que la fuerza soviética de apoyo más cercana
se hallaba a 500 kilómetros de distancia. Los combates continuaron
durante todo el año estableciéndose la línea del frente siguiendo las
riberas del Khalkhin – Gol, dentro de territorio mongol.
El 5 de junio de 1939 fue designado Comandante de 1er. Grupo
de Ejércitos Soviético–Mongol el General Georgi Zhukov. El mayor
problema que encontró al tomar el mando fue la dificultad logística
de unir las fuerzas en el frente con su base de apoyo en Borziya a 650
kilómetros a retaguardia. Para ello montó una operación de suministro
compuesta de 1.400 camiones tanque y 3.500 de carga común, para
obtener las 50.000 toneladas de municiones, combustible, lubricantes
y demás recursos necesarios para mantener a las fuerzas en pie de
combate. Éstas comprendían en ese tiempo 12.500 hombres defen-
diendo un frente de 75 kilómetros; frente a ellos los japoneses man-
tenían un ejército de 38.000 hombres.
La zona de combate penetraba en la frontera mongol con una
profundidad de unos 8 kilómetros. Dominando el ala izquierda sovié-
tica se encontraba el monte Bain Tsagan, y en el centro las alturas de
Khamar–Daba, hacia la derecha el terreno descendía sin mayores
accidentes. En la orilla este de Khalkin – Gol los japoneses contaban
a su derecha con el monte Fui y hacia el centro la colina de Remisova
y las alturas de Peschanaya y Zelenaya; estos dos últimos puntos es-
taban separados del anterior por el río Khailastyn–Gol que dividía en
dos el frente nipón.
El 2 de julio los japoneses atacaron cruzando el Khalkin–Gol y
ocupando Bain Tsagan a la izquierda del dispositivo soviético amena-
zando con envolverlo. Zhukov no fue sorprendido por esta maniobra
y lanzó un planeado contraataque con tres ejes. El central de infante-
ría contuvo el avance japonés mientras que por el norte y el sur fuer-
zas mecanizadas obligaban a los japoneses a abandonar sus posiciones
y recruzar el río.
Para agosto los japoneses constituyeron el 6to. Ejército al mando
del General Ogisu Rippo, compuesto por cinco divisiones de infante-
ría, 200 tanques y 500 aviones. Rippo planeaba retomar la ofensiva en
el verano.
Para ese mismo mes Zhukov había logrado reunir 3 divisiones de
infantería y 5 regimientos mecanizados con un total de 500 tanques.
FUEGO Y MANIOBRA 297

La operación de abastecimiento le había provisto además de 18.000


toneladas de munición de artillería y 6.500 de bombas de aviación.
Con estos recursos Zhukov montó de inmediato una ofensiva.
Para ello contó con una operación de inteligencia integrada por
las operaciones del famoso Richard Sorge en Tokio, vuelos de reco-
nocimiento intensos y patrullas de exploración que día y noche reco-
rrían el territorio japonés. Hizo repartir entre las tropas un instructivo
sobre acciones defensivas para engañar al enemigio y asimismo, hizo
quitar los silenciadores de algunos vehículos a los que mantuvo en
constante movimiento a lo largo del frente para “adormecer” la aten-
ción y medidas de seguridad japonesas; esto haría que al momento de
iniciarse la ofensiva el ruido de la misma no causara alerta. Esto en
alguna medida recuerda las maniobras de distracción de Alejandro en
Haydaspes.
La operación de ataque consistía básicamente en un doble envol-
vimiento, con una fuerza de aferramiento en el centro y las pinzas en
el norte y en el sur del dispositivo. Zhukov previó una reserva móvil
compuesta de una brigada aerotrasportada, una motorizada y un bata-
llón de tanques, que situó detrás del centro de su dispositivo.
Aplicando las ideas tácticas de Tukhachevsky el ataque se inició
el 20 de agosto de 1939 con un bombardeo de artillería de tres horas,
mientras que la fuerza aérea táctica soviética concentraba sus ataques
en los puestos mando y nudos de comunicaciones en la profundidad
del dispositivo japonés.
En los dos primeros días del ataque la pinza sur había logrado
eliminar el flanco izquierdo nipón desbaratando las bases de fuego de
artillería y consumiendo las reservas japonesas. La pinza norte en
tanto encontró una resistencia mayor particularmente en el monte
Fui, lo que llevó a Zhukov a comprometer allí sus reservas, logrando
capturar ese punto el 23 de agosto.
El frente japonés estaba reducido ahora a las posiciones de Remi-
sova, Peschanaya y Zelenaya desde donde los nipones intentaron
contraatacar sin éxito.
El 27 de agosto la pinza sur atacó Pschanaya y Zelenaya mientras
que la norte se lanzaba sobre Remisova. Nuevamente las fuerzas del
sur tuvieron éxito y las del norte fueron contenidas. Los japoneses en
Remisova contaban con que el pantanoso río Khailastyn–Gol impedi-
ría todo ataque desde el sur. Sin embargo Zhukov envió a sus inge-
nieros que en una operación nocturna consiguieron establecer pasos
en la vía de agua que permitieron lanzar un ataque en ese sector con
298 JORGE ARIEL VIGO

tanques. Esto hizo que el 6to. Ejército japonés virtualmente desapa-


reciera después de sufrir 50.000 bajas; los rusos tuvieron 10.000.
Esta operación puso a prueba exitosamente la teoría de la batalla
en profundidad, pero sin embargo el Stavka no supo ver esta lección y
el Ejército Rojo enfrentó la invasión alemana de 1941 con una doctri-
na mecanizada inadecuada.

La Campaña de Francia de 1940

Los Planes Aliados


Después de la caída de Polonia, Dinamarca y Noruega bajo los
ataques de Hitler, franceses y británicos comenzaron a preparar un
plan básicamente defensivo apoyado en tres supuestos estratégicos:
Alemania podía ser sometida nuevamente por medio de un bloqueo
naval como en 1918; el régimen nazi debía estar expuesto a un golpe
de estado interno y finalmente los Estados Unidos de Norteamérica
podían intervenir en la guerra. Estos supuestos estratégicos requerían
de tiempo para acontecer, por lo que los planes de guerra debían
proveerlo, de allí su perfil defensivo. Por otra parte la doctrina aliada
no ofrecía ningún resultado decisivo a corto plazo.
Partiendo de estos conceptos la base de los planes aliados la cons-
tituyó la Línea Maginot y su ficticio poder defensivo. Contando con
que los alemanes repetirían la maniobra de Schlieffen, los aliados
determinaron que el campo de batalla principal se extendería entre la
Maginot y el Canal de la Mancha. Así primordialmente su idea era
anclar la derecha en los fuertes de la Maginot y sobre este pívot mo-
ver el ala izquierda hacia el este para enfrentar y contener la ofensiva
alemana. Este plan se lo conoce como Plan D, o más corrientemente
Plan Dyle, pues pretendía avanzar a través de Bélgica hasta el río de
ese nombre y establecer allí la línea de defensa y freno del avance
germano.
La principal deficiencia de este plan consistía en que mermaba
poderosamente las reservas aliadas, comprometiendo el grueso de las
fuerzas en el sector norte. El giro aliado apoyando su derecha en Se-
dan, protegida por el 2do Ej, comprendía el movimiento de los ejérci-
tos 9no, 1ro y 7mo franceses y la BEF. Esta maniobra exigía a los
aliados recorrer a partir de la frontera francesa distancias que iban
desde los 60 kilómetros que la separaban de Namur, hasta los 230 que
FUEGO Y MANIOBRA 299

la distanciaban de Tillbourg. La región ofrecía una de las redes fé-


rreas más densas del mundo, con más de 100 kilómetros por cada 100
kilómetros cuadrados86; por lo que la rapidez de desplazamiento es-
taba asegurada. Todo ello requería de una gran coordinación y agili-
dad, virtudes que el comando supremo aliado no podía ofrecer.
El comandante del GQG era el Grl Maurice Gamelin, por debajo
de él se desplegaban dos teatros de operaciones sobre territorio fran-
cés, el del nordeste conocido como TONE, bajo el mando del Grl
Alphonse Georges y el del sudeste o TOSE del Grl Olry. Fuera de
Francia se desplegaban los teatros de África del norte (TOAFN) del
Grl Nogues, y el del Mediterráneo oriental (TOMO) del Grl We-
ygand.
El TONE comprendía tres grupos de ejércitos. El primero del
Grl Billotte que ocupaba desde Dunquerque hasta Verdun , estaba
integrado por el 7mo Ej del Grl Giraud, el 1ro de Blanchard, el 9no
de Corap, el 2do de Huntziger y la BEF. Este grupo de ejército era la
pieza central de la maniobra francesa pero tenía desde las divisiones
hasta el comando supremo una cadena de mandos que integraba 6
generalatos y sus estados mayores, lo que limitaba la agilidad y flexi-
bilidad que el movimiento estratégico exigía.
El segundo grupo de ejércitos del Grl Pretelat estaba desplegado
tras la Línea Maginot entre Verdun y Colmar comprendiendo el 3er
Ej de Condé, el 4to de Réquin y el 5to de Bouret.
El tercer grupo de ejércitos del Grl Beson alcanzaba la frontera
Suiza con el 8vo Ej del Grl Garchery y el 6to de Touchon.
Además de la complejidad estructural de este comando, su insta-
lación física fue equivocada. Gamelin dispuso su puesto de mando en
el Chateau de Vincennes en las afueras de París, totalmente alejado
del frente y con un muy mal equipamiento de comunicaciones. El
cuartel general del TONE se situó a 70 kilómetros de allí en La Fer-
te-sous-Jouarre.
Durante los primeros meses de la guerra el Grl Georges y su jefe
de estado mayor Grl Bineau establecieron desde su comando una
relación muy directa con los ejércitos a su mando, lo que en alguna
medida opacó la conducción de Gamelin. Esta situación desembocó
en una disposición que agravó aún más el sistema de comando fran-
cés. Gamelin relevó a Bineau y le impuso a Georges al Grl Doumenc

86Villate R, 1953 “L’entrée des francais en Belgique et en Ollande en May


1940” en “La champagne de France (may –juin 1940)”pg.71 París, Presses
Universitaires de France.
300 JORGE ARIEL VIGO

como su segundo al mando. Como si no fuera suficiente con desman-


telar el buen equipo que hacían Georges y Bineau, Gamelin ordenó
establecer bajo la dirección de Doumenc un cuartel general de las
fuerzas de tierra en Montry87, tomando elementos del estado mayor
del TONE. Con ello privó a Georges de las oficinas de personal,
operaciones, inteligencia y transportes, dañando así su eficacia para
conducir la campaña.
La orientación general del plan era defensiva, pese al necesario
movimiento de avance sobre el territorio belga, esto hizo que durante
el período de la llamada “drole de guerre” el ejército francés se man-
tuviera prácticamente inmóvil sin efectuar más que superfluos y ais-
lados patrullajes en la frontera. “Esta actitud negativa debió afectar la
moral combativa de sus tropas y se estima que hizo más daño que…”
la propaganda alemana.88.
Por otra parte el plan era demasiado ambicioso. Aún cuando no se
contaba con la autorización belga para entrar en su territorio antes de
la invasión alemana, se pretendía que el 7mo Ej enlazara con las fuer-
zas holandesas del Grl Winkelmann; una pretensión por demás ab-
surda.
La actitud defensiva, con un dejo de indolencia, una doctrina an-
tigua que pretendía luchar en 1940 como si fuera en 1918 y un siste-
ma de comando complejo y tecnológicamente antiguo, son tal vez los
componentes del plan aliado que más colaboraron para el triunfo
alemán. Como muestra de ello el Gpo Ej 1 de Billotte carecía de
medios de comunicación para ejercer la dirección de las operaciones,
llegando a emplear intensivamente palomas mensajeras. Esto hizo
que durante la campaña grandes unidades como la BEF o el Ejército
Belga esperasen inútilmente órdenes que nunca llegaron.89

Los Planes Alemanes


Hitler comenzó a pensar en las operaciones contra Francia apenas
concluida la campaña sobre Polonia dictando las directivas del 9 y 19
de octubre de 1939 que fijaban el plan de operaciones a seguir en el
oeste, denominado Fall Gelb (Plan Amarillo).

87 Horne A., 1974, “La Batalla de Francia”, pg. 132, Barcelona, Editorial
Bruguera
88 Von Mellenthin F., 1971, “ Panzer Battles”, pg. 11 New York, Ballantine
Books.
89 Besida J., 2000 “Le Aut. Commandement Francais”, pg.25 en Vae Victis,
N° 30, París, Histoire & Collections.
FUEGO Y MANIOBRA 301

Según estas directivas el plan consistía en el empleo de cuatro


grupos de ejércitos; el N debía neutralizar Holanda, a su izquierda el
B entraría en Bélgica con la misión de enfrentar allí al núcleo de las
fuerzas Franco-Británicas. Más al sur el grupo de ejércitos A avanzaría
sobre Luxemburgo y Sedan para proteger las operaciones al norte,
mientras que el grupo de ejércitos C actuaría defensivamente detrás
de la Línea Sigfrido frente a la Línea Maginot.
Este plan sufrió algunas alteraciones por medio de directivas de
los días 29, 30 y 31 de octubre, pero ninguna contenía un cambio
sustancial. La idea general era una operación que comprometiera al
grueso principal de las fuerzas aliadas al norte del Somme donde
debían ser aniquiladas mientras que las fuerzas alemanas se estable-
cían sobre Bélgica entre Luxemburgo y el Canal de la Mancha, logra-
do lo cual se decidiría qué hacer. Básicamente se puede decir que se
trataba de una maniobra que comprendía la primera parte del plan
Schlieffen pero que no pretendía alcanzar ningún resultado decisivo.
Entre los generales alemanes se encontraba uno que durante la
campaña de Polonia había actuado como jefe de estado mayor del Cnl
Grl von Rundstedt, el Tte Grl Erich von Manstein. Este brillante
general planteó a su superior una serie de objeciones que este giró al
OKH. Esas objeciones señalaban lo siguiente:
“El objetivo de la ofensiva en el oeste debe ser la obtención de la
decisión en tierra.…La potencia del ejército alemán es para nosotros
en última instancia el factor decisivo en el continente; emplearla en
objetivos parciales no conviene,…
El centro de gravedad de nuestra operación debe ser colocado en
el grupo de ejércitos A y no en el B. El golpe planeado con el grupo
de ejércitos B chocará más o menos frontalmente contra un enemigo
preparado para él. Quizá lleve a lo mejor a un éxito inicial, pero ter-
minará por agotarse, según las circunstancias, en el Somme. La ver-
dadera probabilidad de éxito está en el grupo de ejércitos A,
mediante un avance sorpresivo a través de las Ardenas (donde segu-
ramente no se espera un avance de los blindados debido al terreno)
en dirección al Somme inferior cortando con ello las fuerzas enemigas
que penetraron en Bélgica. Sólo así se puede esperar un aniquila-
miento de todo el ala norte enemiga en ese país, como condición
previa para el logro de una decisión definitiva en Francia.
Así como la probabilidad principal de la ofensiva se encuentra en
el grupo de ejércitos A, así también se encuentra en éste el peligro
principal para la misma.…el adversario… tratará de sustraerse a una
decisión desfavorable en Bélgica, retrocediendo…detrás del Somme.
302 JORGE ARIEL VIGO

A la vez aprestará todas las fuerzas disponibles para una contraofensi-


va de gran envergadura contra nuestro flanco sur, con el objetivo de
encerrar la masa del ejército alemán en Bélgica,…Para evitar esto,
interesa que una concentración enemiga sobre nuestro flanco sur,…a
ambos lados del Mosa o entre el Mosa y el Oise, sea desecha ya du-
rante su formación. La cohesión del frente enemigo debe ser rota en
esta parte desde un principio, para tener más tarde la posibilidad de
rodear la Línea Maginot.
El grupo de ejércitos A…debe recibir tres ejércitos…Un ejército
debe avanzar,…por el sur de Bélgica y a través del Mosa, pero des-
pués en dirección al Somme inferior, para atacar la espalda del ene-
migo en lucha contra el grupo de ejércitos B. Otro ejército debe ser
empeñado más al suroeste, con la misión de destruir ofensivamente
toda reunión de fuerzas enemigas…en la zona al oeste del Mosa con
miras a un contraataque contra nuestro flanco sur. Un tercer ejército
debe cubrir defensivamente el flanco de toda la operación.…En
cuanto al traslado del centro de gravedad…se pidió…fuertes unida-
des blindadas.”90
Estas observaciones eran un plan en sí mismas. Invertía el envol-
vimiento de Schlieffen, irrumpiendo a través de las Ardenas y en
dirección al Canal encerrando a la parte principal de las fuerzas alia-
das para aniquilarlas. Pese a ser brillante despertó más resistencia que
aceptación. Aunque tenía el apoyo de von Rundstedt, Manstein se
reunió en noviembre de 1939 con el My Grl Heinz Guderian, el ma-
yor conocedor de fuerzas blindadas en Alemania, y le expuso sus
ideas; Guderian las apoyó de inmediato con la condición de que se
dispusiera de suficientes divisiones blindadas y motorizadas “…si es
posible todas ellas”.91 Con el apoyo de estos dos altos oficiales se
remitió un memorandum al OKH el 4 de diciembre de 1939. La re-
percusión de estas objeciones e ideas en el OKH fue negativa. Tanto
Brauchitsch, como Halder no lo creían viable, opinión que sustentaba
casi todo el comando en jefe del ejército.
Un evento particular impulsó la aceptación de una alternativa al
plan original. El My Hellmuth Reinberger de los paracaidistas fue
citado a una conferencia en el cuartel general de la 2° Luftfloten en
Colonia. Aunque regían estrictas prohibiciones de vuelo para oficiales

90 Von Manstein E. , 1956 “Victorias Perdidas “ Tomo I, Biblioteca del Ofi-


cial Vol.449, pg.156 a 158. Buenos Aires, Círculo Militar.
91 Guderian H. 1979, “Panzer Leader” pg.89, Washington Zenger Publish-
ing.
FUEGO Y MANIOBRA 303

de estado mayor, el 10 de enero Reinberger embarcó junto a un ma-


yor amigo en un Me-198 llevando consigo una copia del plan original
de invasión de Holanda y Bélgica. Debido al mal clima y una falla en
el motor debieron realizar un aterrizaje forzoso en Mechelen, cerca de
Maastricht. Aunque intentaron destruir la documentación fueron
detenidos por la policía belga y los documentos remitidos al alto
mando flamenco primero y luego a Francia y Holanda. Este desgra-
ciado incidente tuvo importantes repercusiones.
Para los aliados significó una confirmación de que los alemanes
repetirían la maniobra de 1914 y que el Plan D era completamente
adecuado.
Para los alemanes la situación era más compleja. Ese mismo 10 de
enero Hitler había dado la orden de desplegar las tropas para iniciar el
ataque en el oeste el día 17; el incidente de Mechelen obligó a can-
celar la operación. En tanto el 12 de enero Rundstedt firmaba el sexto
memorandum con las ideas de Manstein y lo enviaba al cuartel gene-
ral del Führer
La insistencia de Manstein provocó que fuera removido del cargo
de jefe de estado mayor de Rundstedt y destinado a la comandancia
de un cuerpo de ejército de infantería. Aún así continuó reiterando su
propuesta. El 7 de febrero de 1940 se realizó dentro del comando del
Grupo de Ejércitos A un juego de guerra en Coblenza que resultó
propicio a sus ideas, y que impresionó favorablemente al jefe del
estado mayor general Grl Halder. Sin embargo subsistían las dudas y
el 14 se realizó otro con la presencia de Halder, Rundstedt y Gude-
rian entre otros, en donde se puso de manifiesto que pocos generales
alemanes sabían cómo emplear a los tanques.
El cambio de destino llevaba a Manstein a cumplir una formali-
dad. Todos los oficiales generales en su misma situación eran recibi-
dos por Hitler personalmente en un desayuno para ser puestos en
posesión de sus cargos. El Canciller sabía de las ideas de Manstein,
probablemente por su ayudante Grl Schmundt, aprovechó entonces
la ocasión del 17 de febrero de 1940 y le pidió a Manstein que le
expusiera su plan. “Al día siguiente fueron llamados a la cancillería
Brauchitsch y Halder. Hitler les comunicó el Plan Manstein como si
fuese obra suya, sin mencionar para nada a su autor.”92 El 24 de fe-
brero se emitía la directiva del nuevo plan conteniendo las ideas de
Manstein.

92Horne A., 1974, “La Batalla de Francia”, pg. 165, Barcelona, Editorial
Bruguera
304 JORGE ARIEL VIGO

Aunque el nuevo plan era original, audaz y brillante todavía des-


pertaba resquemores y dudas, pero no era sólo el plan, sino más con-
cretamente la cuestión era acerca de la capacidad y empleo de las
tropas blindadas. En una reunión celebrada en la cancillería donde
concurrieron todos los comandantes de ejército y grupo de ejército
para exponer ante Hitler las misiones a cada uno encomendadas,
sucedió un evento que muestra que no todos confiaban en el empleo
de los blindados. Durante la exposición de Guderian, que estaba al
mando del Panzer Korps XIX, este expresó que en la tarde del quinto
día del ataque establecería una cabeza de puente en el Mosa. Hitler
le pregunto qué haría entonces, pues en el plan original no había
instrucciones más allá de ese punto, Guderian le contestó que a me-
nos que recibiera órdenes en contrario avanzaría hacia el oeste espe-
rando que el comando supremo decidiera el objetivo, Amiens o París,
además dijo que para él la dirección correcta era la costa del Canal.
Hitler asintió con la cabeza y no dijo una palabra, pero el Grl Busch,
en desacuerdo, le espetó a Guderian “Bueno, en primer lugar yo no
pienso que usted llegue a cruzar el río!”; Hitler con la cara en tensión
lo miró a Guderian quien contestó “De cualquier modo esa no será su
decisión”93. Estos desacuerdos de criterio se repetirían durante la
campaña.

Las operaciones
Las acciones alemanas en occidente comenzaron con la puesta en
alerta de las fuerzas en la tarde del 9 de mayo de 1940. A pesar de la
preparación de meses y el planeamiento, muchos de los hombres se
encontraban de franco, en razón de que la seguridad alemana no ha-
bía dejado traslucir, al menos internamente la fecha del comienzo de
las operaciones.
La Campaña de Francia de 1940 presenta una serie de episodios
clave, tanto para el evento mismo como para su análisis militar. Nos
centraremos entonces alrededor de esos hechos, más que en el relato
pormenorizado de la campaña.
En la mañana del 10 de mayo las tripulaciones de la Luftwaffe
abandonaron sus bases poco antes del amanecer para cumplir diversas
misiones de bombardeo entre las que se destaca la de obtener la su-

93 Guderian H. 1979, “Panzer Leader” pg.91 y 92, Washington Zenger Pub-


lishing.
FUEGO Y MANIOBRA 305

perioridad aérea. Por ejemplo en el aeródromo de Conde-Vraux los


bombarderos alemanes destruyeron seis Blenheim y pusieron fuera
de servicio, otros 12 pertenecientes a la RAF. Cincuenta campos de
aviación aliados recibieron visitas similares con diversa suerte.94 El
esfuerzo principal de la aviación alemana se desplegó contra Holanda
para asegurar el desembarco aéreo de los 4.000 paracaidistas de la DI
Aerotransportada 22.
Junto con estas operaciones preparatorias se realizaron otras cua-
tro muy particulares. Días antes un número inusitado de “turistas”
había cruzado la frontera entre Alemania y Luxemburgo sin despertar
sospechas. Se trataba de personal de la Abwehr cuya misión era la de
destruir las comunicaciones luxemburguesas y evitar así que se inten-
tara bloquear o dañar los cruces carreteros locales.
Otra operación menos conspicua fue encargada al Tte Hedderich
y a 125 voluntarios, que transportados en 25 Fieseler Storchs descen-
dieron y se apoderaron del centro de comunicaciones de Esch-sur-
Alzette asegurando el paso de la Panzerdivisionem 1 (PzD 1)95 .
Por delante del Panzerkorps XIX (PzK XIX), al que pertenecía la
PzD 1, se lanzó la Operación Niwi. Esta acción consistía en el de-
sembarco aéreo de un batallón de 400 hombres del regimiento Gross-
deutschland detrás de Witry en el centro del triángulo formado por
las ciudades de Martelange, Bastogne y Neufchateau. Su misión con-
sistía en asegurar el paso del cuerpo blindado y causar alarma y desor-
ganización en las defensas fronterizas. Las tropas fueron enviadas en
98 Fieseler Storchs bajo el mando del Tte Cnl Garski, en tierra en-
frentaron una fuerte resistencia de las tropas belgas que defendían
Witry, pero poco después del medio día ocuparon el pueblo y por la
tarde enlazaron con los blindados alemanes.
La cuarta operación la constituyen una serie de acciones empren-
didas por la Bau-und-Lehr-Kompanie Brandenburg, más conocida
como los Brandenburguers. Estas tropas se infiltraron en las líneas
aliadas vistiendo uniformes de las fuerzas locales para no ser descu-
biertos, actitud ésta poco ética que reprobó el Almte Canaris jefe del
Abwher. Las misiones en general consistieron en el aserguramiento
de puentes en Holanda y las Ardenas, obteniendo resultados dispares.
En Arhem fueron descubiertos y capturados, y en Maastricht hubie-

94 Horne A., 1974, “La Batalla de Francia”, pg.211, Barcelona, Editorial Bru-
guera
95 Horne A., 1974, “La Batalla de Francia”, pg. 214, Barcelona, Editorial
Bruguera
306 JORGE ARIEL VIGO

ron de combatir contra las tropas holandesas y no pudieron desmontar


los dispositivos de destrucción colocados en los tres puentes, que
volaron poco antes de la llegada de las unidades blindadas. En la
ciudad de Gennep lograron tomar el puente lo que permitió su cruce
a la PzD 9 que pudo así impedir el enlace entre el ejército holandés y
el Ej 7 francés del Grl Giraud. Asimismo este puente sirvió para que
las tropas del Ej 6 alemán, bloqueadas en Maastricht, pudieran conti-
nuar su avance. Más al sur los Brandenburguers lograron capturar
intactos tres puentes en la ciudad de St. Vith, en el paso de la PzD 7
del Grl Erwin Rommel.
Con estas acciones se inició la invasión de Holanda, Bélgica y
Francia en ejecución del Plan Amarillo alemán.

El Cruce del Mosa

La 7° Panzerdivisionen
Esta división comandada por el famoso Grl Rommel integraba
junto con la PzD 5, el PzK XV del Grl Hoth. Como dijimos en su
avance atravesó la ciudad de St. Vith y aunque encontró algunos blo-
queos y caminos destrozados pudo mantener un buen ritmo de avan-
ce, gracias a la muy buena coordinación del control de tráfico del
comando de cuerpo que proveyó rápidamente de caminos alternati-
vos.
Rommel cruzó la frontera Germano-Belga desde el Eifel el 10 de
mayo de 1940, día en que alcanzó St. Vith y Vielsalm. Al día siguiente
enfrentaba a las avanzadas de la DLC 4 en los alrededores de Hotton,
para ganar el cruce del río Ourthe. Veinticuatro horas más tarde llega-
ba a Ciney y Leignon a 100 kilómetros de su punto de partida.
De los primeros encuentros con las tropas aliadas Rommel con-
cluyó que era de fundamental importancia abrir fuego rápidamente
pues “…la victoria se inclina del lado de quien haya inmovilizado
primero al adversario con sus armas”96. Observó que el disparar con-
tra el enemigo primero, aunque éste no fuera visible, le permitía
obtener la iniciativa en el combate e imponer su voluntad. Estas ex-
periencias obtenidas por Rommel y que aún hoy en día tienen vali-
dez, tuvieron efectos devastadores sobre las tropas francesas que,

96Rommel E., 1954”Memorias(Los años de victoria)”, Biblioteca del Oficial


Vol.436, pg.52. Buenos Aires, Círculo Militar.
FUEGO Y MANIOBRA 307

como dijéramos anteriormente no disponían de la mejor moral de


combate.
La PzD 7 llevaba la delantera del cuerpo blindado. Como, a dife-
rencia del resto de las divisiones blindadas alemanas, poseía un solo
regimiento panzer, el 25 con 218 tanques, el Grl Hoth decidió en-
viarle en apoyo al PzR 31 del Cnl Werner, desprendiéndolo tempo-
ralmente de la PzD 5. Este refuerzo ampliaba el frente de avance de
Rommel mejorando sus posibilidades de hallar un punto de penetra-
ción en las líneas aliadas.
Rommel alcanzó el Mosa el 12 de mayo, entre Dinant y Houx
encontrando que los puentes sobre el río habían sido volados por los
belgas ante su avance. Frente a él se encontraban las tropas del Ej 9
del Grl Corap quién frente el avance alemán había ordenado ese
mismo día el repliegue de sus fuerzas detrás del Mosa. Al tiempo en
que las avanzadas germanas llegaban a Dinant las defensas francesas
reunían a los restos de la maltrecha DLC 1 y más al norte en Yvor la
DLC 4. Para cuando las fuerzas alemanas se concentraron sobre el río
para preparar el cruce la defensa enemiga contaba frente a Givet con
parte de la DI 22, a la que le faltaban algunos batallones que estaban
en maniobras de práctica, y la DI 18 tipo A que había tenido que
recorrer 90 kilómetros de territorio belga para alcanzar el Mosa frente
a Dinant. Las defensas fijas belgas en el sector ofrecían algunos bun-
kers que en su mayoría carecían de planchas blindadas de protección
por lo que resultaban vulnerables al fuego de los tanques. Como se
puede observar los defensores llegaron al río al mismo tiempo que la
división de Rommel por lo que, pese a sus valientes esfuerzos no
podían ofrecer una defensa firme. Esta es una de las consecuencias
de la posición del gobierno belga de no permitir el avance francés
hasta iniciado el ataque alemán.
Ese mismo día tropas del B Motociclista 7 encontraron frente al
pueblo de Houx una pequeña isla en medio del río, que como descu-
brieron luego se hallaba conectada a ambas orillas por una vieja presa
de piedra, que permitía el paso en fila de a uno a los soldados. Las
presas sobre el Mosa no habían sido voladas debido a la sequía, pues
se temía que pudiera bajar el caudal del río y multiplicarse así los
lugares de vadeo. El batallón alemán aprovechó esta oportunidad y
logró poner varias compañías en la ribera occidental el mismo día de
su llegada y al día siguiente alcanzar el pueblo de Grange a dos kiló-
metros al oeste del Mosa.
El día 13 de mayo las tropas alemanas comenzaron a intentar cru-
zar el río en botes de asalto bajo un nutrido fuego de armas livianas y
308 JORGE ARIEL VIGO

artillería francesa. El mismo Rommel se encontraba entre las tropas


de vanguardia recorriendo los distintos puntos de cruce y en su relato
señala que el fuego recibido era poderoso, pero que no se veía ningún
enemigo. Observamos aquí que el criterio del campo de batalla vacío
continúa vigente. Señala asimismo Rommel que el cruce se podría
haber facilitado por medio de una cortina de humo pero admite que
carecía de ese recurso, por lo que ordenó en su lugar, que se incendia-
ran algunas casas en la ribera. Aún con este medio la resistencia que
se presentaba era fuerte pero se manifestaba mayor al sur de Dinant
que en el norte de allí.
En esa zona se hallaba un pueblo llamado Leffe donde Rommel
decidió intentar el cruce concentrando el fuego de protección de un
grupo de tanques y dos obuses de campaña contra las posiciones fran-
cesas de la orilla opuesta. El método dio resultado acercando los tan-
ques hasta unos 50 metros de la orilla donde marchaban paralelos al
río con sus torres giradas 90 grados. Bajo esa protección se logró el
tendido de un cable que permitió el remolque de pontones y el paso
de botes de goma. Rommel se puso entonces a la cabeza del R de
Fusileros 7 ( RFus 7)y cruzó el río en un bote. Al llegar a la otra orilla
hubo de enfrentar un ataque de tanques franceses. La compañía de
infantería que había logrado cruzar hasta el momento no poseía armas
antitanque, pero igualmente fiel a su aprendizaje Rommel ordenó
abrir fuego de inmediato sobre los blindados, los que retrocedieron a
más de un kilómetro de las posiciones alemanas. Como consecuencia
de ello los soldados franceses ocultos en los alrededores se entregaron
como prisioneros.
Los mandos franceses estaban recibiendo, producto de sus malos
sistemas y medios de comunicación, información poco clara y tardía;
así el Grl Boucher comandante de la DIMot 5 se enteró a la una de la
mañana del 13 de mayo del cruce alemán, mientras que el Grl Martin,
comandante del CE 11 responsable del sector, lo hizo recién a las
cuatro de la mañana; como no pudo comunicarse con el Grl Corap
tuvo que planear por su cuenta un contraataque. Esta operación con-
sistía en retomar Grange por medio de un ataque del RIMot 39 y de
un escuadrón de taques, la hora fijada para el ataque eran las 0730. El
regimiento de infantería informó sucesivamente a las 0630 y a las
0745 que su unidad no estaba lista para el ataque, el cual ya había
sido pospuesto para las 0800 horas. Sin embargo el escuadrón de tan-
ques no fue informado de esto por lo que avanzó en solitario y arrasó
las posiciones alemanas que encontró, capturando ocho prisioneros,
FUEGO Y MANIOBRA 309

pero faltos de infantería para asegurar el terreno, los tanques se vieron


obligados a replegarse.
Algo más al norte el Grl Boucher planeó su propio contraataque
en la intención de tomar el pueblo de Aut.-le-Wastia al noroeste de
Grange. Pensaba hacerlo en la madrugada del 13 de mayo con un
batallón del RI 129que no pudo preparase hasta una hora después de
lo previsto cuando fue dispersado en su zona de reunión por la
Luftwaffe. Boucher decidió emplear entonces un regimiento de dra-
gones motorizados, que no estuvo disponible hasta 24 horas después
en que alcanzó con éxito el objetivo fijado.
En tanto esto sucedía Rommel había logrado hacer cruzar con
éxito a buena parte del RFus 7 por Leffe en dirección a Onhaye,
mientras que al norte la cabeza de puente de Grange estaba siendo
reforzada por el RFus 6 y el batallón antitanque de la división.
El 14 de mayo la situación de la PzD 7 era aún precaria pero aus-
piciosa. El RFus 7 del Cnel Bismarck estaba muy cerca de Onhaye y
Rommel había logrado cruzar 30 tanques vía Leffe, en tanto en el
norte la cabeza de Grange continuaba reforzándose. Sin embargo
estas posiciones habían dejado bolsas de resistencia en su retaguardia
que debían ser eliminadas. La maniobra prevista para asegurar el
cruce había sido estudiada por la división en los ejercicios y prácticas
realizados en Godesberg. Se trataba de avanzar y asegurar Onhaye
para luego torcer hacia el norte y atacar por la retaguardia a las tropas
que defendían el Mosa.
En la mañana del 14 Rommel recibió un súbito mensaje de Bis-
marck comunicándole que estaba rodeado, de inmediato ordenó en-
viar hacia Onhaye los 30 tanques disponibles en la orilla occidental.
Este avance blindado al que se sumó Rommel no encontró resistencia
alguna por lo que parece que Bismarck comunicó que había “llegado”
(eingetroffen), en vez de estar “rodeado”(eingeschlossen)97. Reunido
con Bismarck, Rommel le proveyó cinco tanques para que rodeara
Onhaye y comenzara luego su marcha hacia el norte, mientras que él
y el Cnl Rothenburg con el resto de los blindados bordeaba el bosque
al norte de esa localidad. Mientras realizaban esta operación las co-
lumnas comenzaron a recibir fuego antitanque y de artillería debien-
do refugiarse en el interior del bosque. El fuego era muy preciso y
Rommel pidió el apoyo de la aviación para que con sus Stukas silen-

97Horne A., 1974, “La Batalla de Francia”, pg.306, Barcelona, Editorial Bru-
guera; Rommel E., 1954”Memorias(Los años de victoria)”, Biblioteca del
Oficial Vol.436, pg.61. Buenos Aires, Círculo Militar.
310 JORGE ARIEL VIGO

ciaran las baterías francesas. Poco después las tropas alemanas captu-
raban en una de las casas de la ciudad a un capitán francés de artille-
ría que valientemente había reglado el fuego de los cañones galos.
Por la tarde el pueblo caía en manos alemanas.
Las tropas que intentaron contener a Rommel pertenecían a la
DI Norteafricana 4 (DINA 4), una de las mejores divisiones del ejér-
cito y que hasta el momento había estado en reserva. Esta unidad
debía operar en conjunto con la DCR 1, pero sucedieron algunos
eventos que hicieron fracasar esa acción. La DCR 1 pertenecía a la
reserva del GQG y Gamelin la había destinado originalmente a apo-
yar el Plan D. Para ello el 11 de mayo fue enviada a Charleroi a donde
llegó la noche del 12, durante el día 13 permaneció inmóvil mientras
los Grls Georges, Billotte y Corap se disputaban su empleo. A la me-
dia noche se decidió empeñarla en apoyo del CE 11 del Grl Martin,
pero no fue hasta las 1300 horas del día 14 que se emitieron las órde-
nes. De allí que sólo estuviera disponible para el combate en la región
el día 15.
Estos eventos son los que condujeron al empleo solitario de la
DINA 4 contra Onhaye. Contrariamente a lo que podría suponerse se
dio a esta división un papel defensivo lo que facilitó la afirmación de
la cabeza de puente de Rommel sobre el Mosa.
Mientras esto ocurría la situación empeoraba para los franceses.
Una división de infantería alemana estaba cruzando el Mosa en Yvoir,
en tanto que otra presionaba a la DI 22 (tipoA) en Givet, la que retro-
cede súbitamente debido a que su Jefe de Estado Mayor ordenó un
desatinado repliegue. Preocupado por la inseguridad de la posición de
sus DI 18 y DI 22 a las 1900 horas del día 14, el Grl Martin ordenó su
repliegue tras la línea Florennes-Vodecee. Tras los franceses Rom-
mel avanzaba a paso firme alcanzando su penetración una profundi-
dad de 12 kilómetros.
Mientras Martin intentaba armar una nueva línea de defensa, su
jefe el Grl Corap a las 1400 horas del día 15 informaba al Grl Billotte
que deseaba retirar al Ej 9 a sus líneas originales en la frontera Fran-
cesa. Billotte lo autorizó pero le ordenó detenerse en la línea Wal-
court-Rocroi. El resultado de este repliegue fue desastroso y marcó el
comienzo del fin del Ej 9. Nuevamente las malas comunicaciones
francesas hicieron estragos en la conducción de la batalla, algunas
unidades recibieron las órdenes originales, otras fueron informadas
del repliegue pero a la línea del Grl Martin, y algunas no recibieron
ninguna orden. Hubo unidades que no pudieron siquiera moverse y
muchas se desbandaron y huyeron hacia el oeste. Como muestra de
FUEGO Y MANIOBRA 311

este desorden Corap solicitó apoyo aéreo para proteger la retirada


pero no pudo informar dónde se encontraba la línea del frente de su
ejército.
En tanto Rommel ordenaba al Cnl Rothenburg avanzar el 15 has-
ta Cerfontaine a 13 kilómetros más allá de Philippeville, en su flanco
derecho avanzarían los tanques del Cnl Werner. Estas acciones conta-
rían con el apoyo de los Stukas de la Luftwaffe.
La columna de Rothenburg, en la que viajaba Rommel se encon-
tró con la DCR 1 del Grl Bruneau atrincherada en Flavion. La divi-
sión blindada francesa había llegado al lugar el día anterior y como su
columna de aprovisionamiento de combustible se encontraba a reta-
guardia, su comandante se preparó para repostar el día 15 y operar
después del medio día. Conforme a ello ordenó a su artillería reple-
garse y sólo dejó una batería de seis piezas para apoyar a los tanques
inmovilizados por falta de carburante. Cuando Rommel se encontró
con los blindados franceses alrededor de las 0830 horas, éstos ya ha-
bían sido atacados por los Stukas. Los tanques alemanes atraparon a
los franceses mientras cargaban combustible. La refriega fue terrible
y aunque los cañones alemanes no podían penetrar el blindaje de los
Char B, los artilleros pronto aprendieron que sí podían dañar sus ca-
denas. Rommel decidió flanquear a la división de Bruneau y dirigirse
hacia el sudoeste sabiendo que los tanques del Cnl Werner avanza-
ban directamente contra la DCR 1. Bruneau intentó evitar esta tram-
pa y a las 1400 horas ordenó el repliegue al norte de Florennes, pero
ya era tarde. Las pérdidas en tanques franceses fueron terribles, in-
cluyendo en ello los que fueron incendiados por sus propias tripula-
ciones al quedar inmovilizados. Del BTan 37 sólo quedaron cuatro
tanques, del 28 dos vehículos, el 26 perdió muchos de sus tanques
ligeros y sólo el 25 estaba regularmente completo debido a que llegó
tarde a la batalla por haberse perdido la noche anterior. A partir de
aquí la DCR 1 había virtualmente dejado de existir, esa misma noche
emprendió la retirada hacia la frontera francesa llegando allí con sólo
17 tanques de los 150 de su dotación original.
Para las 1200 horas Rommel había ocupado Philippeville y avan-
zaba hacia Cerfontaine, en el camino había capturado 450 prisioneros
y destruido 75 tanques.
Esta veloz penetración había conseguido en tres días desbaratar al
Ej 9. La DI 18 se disolvió y la DI 22 corrió la misma suerte, con ellas
desaparecía el CE 11 del Grl Martin. La DINA 4 no tuvo mejor des-
tino, barrida por el asalto de tanques e infantería alemana, que llega-
312 JORGE ARIEL VIGO

ron a capturar su puesto de mando en Neuville, se fragmentó y dejó


de ser una fuerza efectiva de combate.
En las operaciones cumplidas alrededor del cruce del Mosa en
Dinant se observa el contraste entre las doctrinas francesa y alemana.
Los galos marchando a ritmo de la infantería y supeditando a esa
velocidad el resto de las armas carecieron de reflejos para poder res-
ponder a los ágiles movimientos alemanes. Una prueba de ello lo da
el repliegue de la artillería de la DCR 1 motivado por el supuesto de
que no iba a ser empleada de inmediato y que para cuando ese mo-
mento llegara habría tiempo para su despliegue. Ese tiempo sólo
existía en los reglamentos franceses que interpretaban la guerra como
si aún estuvieran en 1918. Del mismo modo los sistemas de comuni-
caciones y comando respondían a una época perimida. Aunque los
soldados franceses pelearon valientemente su doctrina, que fraccio-
naba las funciones de las armas, no planteaba su actuar combinado y
necesitaba de una estabilidad en el frente para poder tener tiempo de
lanzar un contraataque, les impidió empeñarse exitosamente contra
los germanos.
Por su parte éstos operaban con sus armas combinadas sobre un
frente completamente móvil y persiguiendo más la desestabilización
del enemigo que la propia estabilidad. Para apoyar esta fluidez opera-
cional contaban con los equipos de comunicaciones, procedimientos y
sistemas de comando necesarios. Así Rommel nos señala que su éxito
en el Mosa estuvo ligado a su movimiento constante dentro del área
de su división y acompañado del equipo de trasmisiones necesario
para emitir órdenes directamente a los jefes en la primera línea de
combate. Señala además que su presencia en estas unidades facilitó la
cursación de las órdenes pues ”…La utilización exclusiva de la radio
desde el puesto de mando no hubiese dado resultado, porque debido
a la necesidad de usar el código se hubiese tardado demasiado en
mandar los partes a la división y en recibir las órdenes de ésta. Sin
embargo se mantuvo constante contacto radiofónico con la sección de
operaciones divisionaria, que se encontraba más atrás y cada mañana,
a primera hora, así como por las tardes, tenía lugar un detallado cam-
bio de impresiones entre el comandante divisionario y su jefe de
operaciones. Este método demostró resultar sumamente eficaz.”98.

98Rommel E., 1954”Memorias(Los años de victoria)”, Biblioteca del Oficial


Vol.436, pg.64. Buenos Aires, Círculo Militar
FUEGO Y MANIOBRA 313

Operaciones Mecanizadas en el Desierto: La


Batalla de Ain-el-Gazala
El comandante en jefe británico para Medio Oriente Mscal Clau-
de Auchinleck se vio presionado por el primer ministro Churchill para
lanzar una ofensiva en el norte de África a comienzos de 1942. Sin
embargo consideró que era imposible hacerlo antes de junio cuando
las unidades enviadas a Siria, Irán e Irak volviesen a África.
Para la misma época, marzo, Rommel discutía con Hitler las futu-
ras operaciones en el teatro. En esas reuniones se le informó a Rom-
mel que no debía esperar refuerzos pues la campaña rusa consumiría
los disponibles en su próxima ofensiva, asimismo la inteligencia ale-
mana le comunicó que en los Estados Unidos de Norteamérica el My
Grl George S. Patton acababa de completar el entrenamiento para
combate en el desierto de un cuerpo de ejército completo.
Entre las operaciones que se planteaban una era la captura de
Malta por medio de un asalto aéreo, ejercicio cuyo nombre en clave
era Hércules. Otra acción llamada Teseo consistía en una ofensiva
limitada en la región de Ain-el-Gazala con el objetivo de destruir las
unidades blindadas inglesas y tomar Tobruk.
La preparación de Hércules implicaba someter a Malta a fuertes
bombardeos aéreos para reducir sus defensas. Los bombardeos obli-
garon a los ingleses a retirar sus buques y submarinos de la isla y a
gran parte de su fuerza aérea. Esto le permitía a Rommel asegurar sus
líneas de abastecimiento a través del Mediterráneo lo que facilitaba el
lanzamiento de la operación Teseo.

Las Fuerzas Enfrentadas

Los Ingleses
El octavo ejército Inglés bajo el mando del Tte Grl Ritchie era
una fuerza experimentada en el teatro africano y con un muy buen
nivel de instrucción, aunque las derrotas sufridas a manos de Rommel
habían deteriorado su moral.
La infantería británica estaba mejor equipada que su contraparte
italiana, pero carecía de la movilidad de las tropas alemanas. Aún así
sus divisiones eran superiores en número y poder de fuego.
En cuanto a la artillería los ingleses desplegaban una superioridad
de ocho a cinco con relación a las piezas dispuestas por el eje.
314 JORGE ARIEL VIGO

Respecto a tanques los ingleses alineaban 167 Grant, 149 Stuart,


257 Crusader, 166 Valentine y 110 Matilda, es decir un total de 849
vehículos contra los 560 que disponía su enemigo. Estos tanques
estaban repartidos de la siguiente forma los Grant, Stuart y Crusader
equipaban a las divisiones blindadas 1 y 7 pertenecientes al CE XXX
del Tte Grl Norrie; los Valentine y Matilda constituían las brigadas
de tanques 1 y 32 dentro del CE XIII del Tte Grl Gott. Los Matilda
y Valentine habían sido diseñados para combatir en apoyo de la infan-
tería por lo que eran lentos e incapaces de participar en un combate
blindado móvil.
La doctrina táctica británica continuaba siendo la misma que a
principios de la guerra, los tanques estaban diseñados principalmente
para apoyar a la infantería, y los modelos ligeros cumplían las funcio-
nes tradicionales de la caballería. Después de tres años de guerra los
ingleses no habían variado su doctrina y continuaban desconociendo
el empleo de armas combinadas. Esta actitud, de por sí inadecuada se
agravaba en el terreno africano debido a que las amplias planicies y la
baja densidad de tropas hacían de esta región un campo ideal para el
empleo de formaciones móviles, combinadas y con alta capacidad de
maniobra.
La inhabilidad para enfrentar una guerra móvil disminuía la apti-
tud ofensiva del ejército británico, aunque favorecía su potencia en la
defensa. La tendencia que marcan estos criterios afectaba asimismo a
los mandos cuya tendencia hacia la conducción lenta, metódica y
rígida de las operaciones los ponía en franca desventaja contra sus
pares germanos. Del mismo modo la doctrina británica no favorecía la
preparación de mandos de brigada y de división y de hecho no con-
templaba instrucción al nivel de cuerpo de ejército.

Los Italianos
Aunque las tropas italianas de la Segunda Guerra Mundial tienen
mala fama, realmente no eran tan ineficientes como se cree.
En esencia el ejército italiano era una fuerza de infantería. Las
divisiones no motorizadas prácticamente sólo podían ser empleadas
para defensas estáticas; el equipo en general estaba pasado de época y
nunca estuvieron bien aprovisionadas; contaban además con insufi-
cientes unidades de apoyo y un pobre equipo de transmisiones. Las
divisiones motorizadas aunque mejores, igualmente nunca dispusie-
ron de suficientes camiones.
FUEGO Y MANIOBRA 315

En cuanto a artillería la mayoría de las piezas databan de la Pri-


mera Guerra Mundial y su alcance no superaba los diez kilómetros.
Los cañones antitanque, entre los que se contaban algunos 88mm
provistos por los alemanes, se concentraban en las divisiones blinda-
das y motorizadas por lo que las divisiones de infantería carecían de
ellos.
Los tanques italianos en África del Norte eran alrededor de 230.
El modelo principal era el M13/40 que al igual que los otros tanques
italianos se basaban en diseños de los años 30 y se hallaban comple-
tamente superados en potencia y blindaje de fuego.
Entre las unidades italianas probablemente la mejor era la divi-
sión blindada Ariete debido a que muchos de sus oficiales habían sido
entrenados en Alemania. El resto de los oficiales del ejército ofrecían
un pobre cuadro de conducción debido a que los mandos superiores
habían alcanzado esa posición en razón de sus conexiones políticas y
no de sus habilidades profesionales. El resto del cuerpo de oficiales
veía dificultada su labor a causa de la discriminación social que se
planteaba frente al personal de tropa.

Los Alemanes
Las fuerzas alemanas al mando de Rommel habían recibido la de-
signación de Panzerarmee Afrika; dentro de él se integraba Panzer-
gruppe Afrika bajo el mando del Grl Cruewell y el tradicional
Deutsches Afrikakorps del Grl Nehring. Este último cuerpo com-
prendía la PzD 15 del Grl von Vaerst, la PzD 21 del Grl von Bis-
marck, que había acompañado a Rommel junto a la PzD 7 en Francia
en 1940, y la División Ligera 90 del Grl Kleeman.
El Panzerarmee Afrika tenía frente al Ej8 inglés la ventaja de una
mejor doctrina, que se veía reforzada por la introducción de la nueva
ametralladora MG 42, pero por lo demás su número y nivel de equi-
pamiento era menor. Las tropas del eje reunían 90.000 soldados fren-
te a los 100.000 ingleses. En tanques además de los italianos contaban
con 50 Pz Mk II, 223 Pz Mk III, 19 Pz Mk III especiales y 40 Pz Mk
IV. Aunque estos tanques eran alrededor del 30 por ciento de los que
podían reunir los ingleses contaban con una mejor velocidad y ma-
niobrabilidad.
En armas antitanque disponían del poderoso cañón de 88mm ca-
paz de detener a cualquier tanque aliado a 3.000 metros de distancia,
también utilizaban el excelente cañón de 76.2mm capturado a los
soviéticos.
316 JORGE ARIEL VIGO

Al igual que en la campaña de Francia la Luftwaffe contaba con


oficiales de enlace en las tropas de vanguardia para proveer de un
inmediato apoyo aéreo táctico.
La mejor cualidad que desplegaba el Panzerarmee Afrika era la
calidad de su liderazgo. Los ascensos se regían por un sistema estricto
de aptitud y talento profesionales. Los oficiales tenían como regla
apoyar, consultar y mantener una excelente relación con la tropa a su
cargo lo que se veía facilitado porque los reemplazos provenían de las
regiones de origen de cada unidad. Además los oficiales en África
desplegaban una gran aptitud para “pelear con lo que hay”, una vieja
costumbre de la Reichwher. Una muestra de esto es el empleo de los
camiones de abastecimiento para transportar a las unidades de infan-
tería, lo que les permitía una gran movilidad para concentrar tropas
frente a un enemigo numéricamente superior.
Una de las críticas que siempre suelen hacerse sobre Rommel es
que su costumbre de dirigir desde el frente lo hacía ausentarse de su
puesto de mando para desesperación de su estado mayor. Esta apa-
rente desprolijidad estaba basada en una estricta preparación y selec-
ción de sus oficiales. Rommel había eliminado de sus fuerzas a todos
aquellos mandos cuyo estilo de liderazgo o conocimiento no se apli-
caban a los principios de la guerra móvil, del mismo modo había pro-
mocionado y apoyado a aquellos que sí tenían esa característica. Esto
hacía que las fuerzas a su mando tuvieran no sólo los mejores oficiales
sino que le otorgaban también un perfecto control y conducción de
las mismas, y la confianza de que sus planes y órdenes se cumplirían
aún en su ausencia.

Los Planes Alemanes


La costa del norte de África presentaban para los combates de las
Segunda Guerra Mundial dos alternativas operacionales, la ruptura o
el envolvimiento. Ambos contendientes disponían sus fuerzas apo-
yando un flanco en las costas del mar Mediterráneo y el otro en el
desierto donde rara vez se encontraban obstáculos naturales en que
apoyarse, como sucederá en El Alamein. Este dispositivo plantea
entonces el empleo de algunas de las dos maniobras mencionadas.
La posición de Ain-el-Gazala apoyaba su flanco derecho en la
costa y se extendía hasta 80 kilómetros hacia el sur donde se encon-
traba la posición fortificada de Bir Hakeim. La línea comprendía
extensos campos minados detrás de los cuales los ingleses habían
construido puntos fuertes rodeados de alambradas de púas y campos
FUEGO Y MANIOBRA 317

minados adicionales. Las posiciones inglesas contaban con emplaza-


mientos de cemento para las armas más pesadas y provisiones para
resistir varios días aún estando cercadas. Cada brigada de infantería
ocupaba un complejo de fortificaciones que se asemejaba a las de la
Primera Guerra Mundial. Estas brigadas operaban además con dos
posiciones defensivas a retaguardia disponibles en caso de tener que
replegarse. Detrás de la línea principal de defensa se encontraban
puntos fuertes como el cruce de caminos de Knightsbridge, el aeró-
dromo de El-Adem, y el puerto de Tobruk. La principal debilidad de
esta formidable zona de defensa era que más allá de Bir Hakeim sólo
se extendía el desierto, por allí pensaba entrar Rommel.
El plan consistía en emplear a los cuerpos X y XXI italianos y a la
Br 15 alemana en un asalto frontal contra la DI 1 sudafricana y la DI
50 inglesa en la zona norte de la línea defensiva. Esta fuerza tendría
la misión de aferrar y atraer a las reservas inglesas. En tanto Rommel
guiaría al Deutsches Afrikakorps y al CE XX italiano hacia el sur para
rodear la línea en una marcha nocturna y alcanzar el pueblo de Acro-
ma atacando a los ingleses por su retaguardia. Se preveía además
realizar un asalto anfibio al mando del Tte Hecker que aislase a las
divisiones aliadas al norte de la línea y enlazase con las tropas blinda-
das. La DILig 90 tendría como misión apoderarse de El-Adem y
cortar la línea de abastecimientos inglesa.
Era este un plan audaz y peligroso especialmente porque la inte-
ligencia alemana no había podido penetrar la seguridad inglesa y la
información acerca de las fuerzas aliadas y la calidad de las defensas
era incompleta. De todas formas se fijó el inicio de la operación para
el 26 de mayo de 1942.

La Situación Aliada
Los aliados habían obtenido la famosa máquina Ultra que utiliza-
ban los alemanes para cifrar sus comunicaciones, gracias a ella pudie-
ron interceptar el 20 de mayo de 1942 una serie de mensajes que
denunciaban el ataque a la línea de Gazala en la las próximas sema-
nas. Esta información le sirvió a Auchinleck y a Ritchie para evadir las
presiones de Churchill acerca de la necesidad de lanzar una ofensiva
en África del Norte. Ambos estaban convencidos de que el Ej 8 no
estaba en condiciones de tal acción y vieron con agrado que Rommel
tomara la iniciativa y atacara primero.
El plan defensivo consistía en resistir el ataque con la infantería
en al línea principal de defensa y en los puntos fuertes y reservar las
318 JORGE ARIEL VIGO

fuerzas blindadas para contraatacar cualquier penetración que pudie-


ran lograr los alemanes.
La línea de Ain-el-Gazala presentaba, pese a su impresionante
despliegue algunas debilidades. En el frente de la DI 50 se abría una
brecha de diez kilómetros sólo cubierta por minas entre la BrI 69 y la
150. Al sur de esta última se presentaba otro hueco de 25 kilómetros
hasta Bir Hakeim donde se encontraba la Br 1 de la Francia Libre.
Aunque estas brechas se patrullaban regularmente, lo cierto es que
los obstáculos estáticos sin tropas de cobertura resultan absolutamen-
te inútiles. En el resto del frente muchos campos minados no estaban
en zonas que pudiera batir la artillería inglesa por lo que tampoco
resultaban útiles.
Otra debilidad la planteaban los depósitos de munición de artille-
ría para los cañones de 25 libras. Aunque los emplazamientos de estas
piezas eran buenos y sus guarniciones contaban con abundantes víve-
res y agua, los depósitos de proyectiles en los reductos resultaban
bastante reducidos lo que disminuía el volumen de fuego de estos
cañones.
Pero el defecto principal lo constituía el hecho de haber sido
construida para cumplir ”…tres funciones distintas: constituir una
base segura y un trampolín de lanzamiento para la inminente ofensiva
del Ejército 8; proteger a Tobruk de cualquier posible ataque y pro-
teger, por lo menos así se esperaba, las posiciones de la frontera egip-
cia más al este. Esta multiplicidad de objetivos condujo a una serie de
conflictos de prioridad, a confusiones y compromisos varios: por
ejemplo, para conseguir la enorme cantidad de minas y de alambre de
espino necesarios para el campo minado situado al oeste, fue preciso
desmantelar otros campos minados y otras alambradas que rodeaban
Tobruk”.99
El comando británico pensaba compensar las debilidades de esta
línea por medio del empleo de sus unidades blindadas, pero para ello
éstas debían estar emplazadas en lugares que permitieran su rápido
desplazamiento y concentración. La fijación de estos sitios dependía
de la apreciación que hicieran los ingleses acerca del punto de esfuer-
zo principal del ataque alemán. Auchinleck y Ritchie creían que el
ataque sería lanzado contra el centro de sus posiciones, conforme a
ello ubicaron a la DBl 1 entre Knightsbridge y Bir Lefa. La DBl 7 fue
colocada más al sur en Bir Buid detrás de Bir Hakeim en previsión de

99
Chandler, D, 1972, “La Batalla de Ain El-Gazala “ en “ Asi fue la Segunda
Guerra Mundial”Vol.3 Pg.112, Milán, Noguer.
FUEGO Y MANIOBRA 319

un eventual envolvimiento, con esta misma intención la BrIMot 3


india fue colocada al sur de esta última posición para formar una pan-
talla de alerta. Ambas divisiones fueron desplegadas de manera frac-
cionada por lo que cuando se inició la batalla no pudieron
concentrarse para actuar en masa. Al separar las unidades integrantes
de las divisiones blindadas se impidió además que actuaran unas en
apoyo de las otras, y por otra parte como se le asignaron posiciones
fijas de defensa limitaron su aptitud de desplegarse para un contraa-
taque.
Para agravar la situación las relaciones de comando británicas no
fueron las mejores. Aunque Ritchie era el comandante efectivo del Ej
8, su superior Auchinleck intervenía en las decisiones operativas de
su subordinado lo que hacía que los jefes de unidades muchas veces
no supieran desde donde se generaba la orden, y como dice un viejo
adagio militar “orden, contraorden, desorden”.

Las Acciones
El 26 de mayo de 1942 las tropas al mando del Grl Crüwell avan-
zaban hacia el sector norte de la línea de Gazala bajo el apoyo de un
fuerte bombardeo de artillería en busca de puntos de penetración del
dispositivo. Mientas tanto el Deutsches Afrikakorps y el CE XX ita-
liano se reunían alrededor de Rotonda Cegnali para comenzar luego
de la caída del sol la Operación Venecia. Esta consistía en una marcha
nocturna de más de 50 kilómetros ejecutada por 10.000 vehículos con
el objetivo de rodear las posiciones inglesas. Para asegurar el éxito de
la operación se habían establecido por anticipado puntos para el rea-
bastecimiento de combustible. A las 0600 del día siguiente las tropas
se encontraban al sur de Bir Hakeim listas para completar la segunda
etapa del envolvimiento, ya dentro del dispositivo inglés. Sólo se
hallaba ausente la División Trieste que al perder el rumbo en la no-
che había tropezado con los campos minados que protegían la zona de
la Br 150 al sudoeste de Rotonda Ualeb.
Aunque Rommel pensaba haber tomado completamente por sor-
presa a los ingleses, éstos estaban siguiendo sus movimientos, aunque
en nada variaron su dispositivo ni se prepararon para contrarrestar el
avance alemán. Esta inactividad es sumamente grave debido a que la
presencia de Rommel en el sur determinaba que el ataque principal
se realizaría por allí y no por el centro como esperaban los ingleses.
A las 0630 la PzD 21 y la Ariete dispersaron a la BrIMot 3 india,
poco tiempo después Rommel se enfrentó con la dispersa DBl 7, la
320 JORGE ARIEL VIGO

DILig 90 puso en fuga a la BrIMot 7 y capturó a su paso el puesto de


mando de la división inglesa; las PzD 15 y PzD 21 trabaron combate
con la BrBl 4 rechazándola aunque con severas pérdidas. La DBl 7
había sufrido una dura derrota y sus restos sólo pudieron reunirse
alrededor de El Adem perseguidos por la DILig 90.
Acudiendo en ayuda de la DBl 7, a las 0845 la DBl 1 envió hacia
el sur a la BrBl 22 que fue batida por un ataque concéntrico de las dos
divisiones blindadas alemanas. Esta victoria resultó costosa debido a
que los tanques Grant se mostraron como una dura competencia para
los blindados alemanes; para compensar Rommel ordenó que los
batallones pesados Flak 18 y 35 actuaran en conjunto con los tanques
de manera ofensiva.
Rommel tuvo aquí un error de percepción de la batalla, conse-
cuencia de la deficiente inteligencia con que inició el combate. Cre-
yendo que la ofensiva estaba decidida ordenó a sus tropas continuar
adelante, como para liquidar el asunto. Sin embargo todavía debía
enfrentar muchas desagradables sorpresas por parte de los ingleses.
Hacia el medio día fue atacado por ambos flancos por la BrBl 2 y
la BrBl 1 al sur de Knightsbridge. El asalto inglés fue descoordinado
aunque logró perturbar el avance alemán. Para la noche del 27 las dos
divisiones panzer se encontraban alrededor de Bir Lefa habiendo
sufrido grandes pérdidas y escasas en combustible y municiones. La
división Ariete había sido rechazada duramente en su ataque a Bir
Hakeim y la DILig 90 fue atacada en Retima por la BrBl 4. Todo esto
terminó por convencer a Rommel de que la batalla iba a ser más
complicada que lo esperado. Comprendió también que haber dejado
atrás Bir Hakeim sin capturarlo dejaba expuesta su línea de abasteci-
mientos por lo que debía someterla o hallar otra salida.
Los ingleses, pese a los reveses iniciales confiaban en poder ganar
la batalla, sin embargo poco hicieron en ese sentido. La BrBl 22 per-
maneció inmóvil durante todo el día 28 vigilando a la PzD 15, y sólo
la BrBl 4 logró provocar algunas bajas en la Ariete, aunque fue conte-
nida por el fuego antitanque de la DILig 90.
Prácticamente sin combustible ni municiones Rommel solicitó
urgente ayuda a Crüwell. Este lanzó nuevos ataques para penetrar la
línea Gazala y alcanzar al cercado DAK, sin embargo sus ataques no
lograron ninguna entrada aunque sí sufrieron duras pérdidas.
En esa situación desesperada la capacidad profesional y el lide-
razgo de Rommel salvaron el momento. Partiendo hacia el oeste co-
menzó a buscar un camino entre los campos minados, no para sacar a
las cercadas tropas alemanas sino para dar paso a las columnas de
FUEGO Y MANIOBRA 321

abastecimiento. Así fue que en la noche del 28 halló la brecha busca-


da y personalmente guió la columna de camiones de suministro. Con
esto reaprovisionó completamente a sus tropas y reinició las acciones.
Ese mismo día fue informado de que el Grl Crüwell había sido captu-
rado al ser derribado su avión de reconocimiento, su reemplazo fue el
Mscal Albert Kesselring, comandante del teatro de operaciones que
se hallaba en visita de inspección.
El día 29 las divisiones Brescia y Pavia estaban logrando lentos
avances en los campos minados de la brecha entre la BrI 150 y la BrI
69. Durante el día las cercadas fuerzas de Rommel se trabaron en un
prolongado combate con las BrBl 2 y 22 que cesó al caer la tarde con
un resultado inconcluso y grandes pérdidas para ambos bandos.
Rommel decidió reagrupar sus fuerzas retirándose ligeramente hacia
el oeste en la zona de Sidi Muftha en la esperanza de enlazar con las
tropas de Hecker, no fueron empleadas en la operación anfibia, y
cuyos ingenieros trataban de estabilizar un paso entre los campos
minados ingleses.
Para poder reagruparse Rommel tendió una pantalla de cañones
de 88mm que efectivamente pudieron contener los asaltos blindados
ingleses del día 30 mientras las fuerzas del DAK intentaban apoderar-
se de Sidi Muftha y desalojar a la BrI 150 que defendía la zona. El
primero de junio Rommel, liderando personalmente una sección de
granaderos panzer tenía éxito en su empresa, capturando 3.000 pri-
sioneros y 124 cañones en la batalla que se conoce como la del He-
xenkessel, el “Caldero”. Esto le permitió al general alemán
establecer contacto con las fuerzas alemanas del otro lado de la línea
de Gazala.
La caída de la BrI 150 cambió la situación de la batalla. Rommel
gracias a su iniciativa y liderazgo logró restablecer el equilibrio perdi-
do luego de haberse encontrado con fuerzas superiores a las espera-
das. Para los ingleses la victoria comenzaba a escapárseles.
Auchinleck presionó a Ritchie para que lanzara un contraataque diri-
gido contra Bir Temrad que constituía el núcleo central de las líneas
de abastecimiento alemanas. Se había planeado empeñar en esta
misión a la DI 5 india perteneciente a la reserva inglesa, pero el co-
mandante del Ej 8 decidió que el ataque hacia el oeste se realizaría
empeñando cada brigada de la línea de defensa una compañía refor-
zada. Toda la operación se disolvió en ataques aislados que no llega-
ron a constituir ninguna amenaza para las tropas del eje.
Ritchie decidió entonces lanzar un ataque contra el Caldero. La
idea era buena pero exigía de una fuerte concentración de tropas y
322 JORGE ARIEL VIGO

una muy buena coordinación, elementos que no se aportaron. El


mando del ataque se dividió entre el CE XIII, a cargo del sector norte
y el CE XXX que atacaría desde el este. El control operacional lo
tendría la DI 5 india hasta la apertura de alguna brecha en que pasaría
a la DBl 7. Ritchie además retrasó el ataque en busca de mejores
avenidas de aproximación. Esto le dio a los alemanes las 24 horas que
necesitaban para prepararse. A las 0250 del 5 de junio comenzó el
ataque inglés bajo la protección de una barrera de artillería en el sec-
tor sudeste del Caldero defendido por la Ariete. El fuego preparatorio
de artillería cayó en una porción vacía de desierto, aún así la BrI 9
india y la BrBl 22 lograron penetrar el Caldero. Rommel respondió
empeñando todos los cañones de 88mm disponibles lo que obligó a
los atacantes a retroceder.
El Zorro del Desierto aprovechó esta oportunidad para contraata-
car con los blindados de la PzD 15 y la Ariete. Los tanques ingleses se
retiraron dejando sola a la infantería que fue arrasada por el ataque
alemán que en una hora dio cuenta de cuatro regimientos de infante-
ría.
Mientras tanto el CE XIII atacaba con 100 tanques pesados a la
PzD 21. Este ataque se realizó sin el apoyo de la infantería por lo que
las baterías antitanque alemanas pronto pusieron fuera de combate a
70 vehículos ingleses.
Estabilizada la situación, por la tarde la PzD 21 comenzó a avan-
zar hacia el oeste en dirección a Knightsbridge mientas la PzD 15 se
dirigía hacia el sur para alcanzar Bir-el-Harmat y atacar desde allí el
flanco sur de las posiciones británicas. En una maniobra perfecta de
movilidad y coordinación ambas divisiones panzer cayeron sobre las
BrI 10 y 9 y la BrBl 22. Durante el día 6 las fuerzas inglesas esperaban
un contraataque que nunca llegó, para el anochecer las brigadas de
infantería habían sido destruidas junto con otros 100 tanques y cuatro
regimientos de artillería ingleses.
Llegado a este punto Rommel decidió tomar Bir Hakeim la que
fue evacuada por los franceses la noche del 10 al 11 de junio.
Los tremendos combates librados habían provocado terribles
pérdidas, al punto que la DILig 90 contaba solamente con 1.000
hombres, los ingleses aún tenían 330 tanques mientras que el eje sólo
disponía de 130. El 11 de junio Rommel decidió conservar la iniciati-
va y lanzó sus fuerzas hacia el este. Mientras la PzD 21 realizaba un
ataque de diversión hacia el norte, la PzD 15, la DILig 90 y la Trieste
se movían hacia el este alcanzando esa noche Naduret y El Adem.
FUEGO Y MANIOBRA 323

El día 12 los ingleses planearon un ataque contra la PzD 15 que


fue descubierto por las escuchas alemanas. Rommel planeó esperar el
golpe y luego tomar a los ingleses por detrás con la PzD 21. El ataque
inglés se retrasó por una discusión entre los comandantes de la BrBl 2
y 4, lo que provocó que el jefe de la PzD 15 los atacara en vez de
esperar ser atacado. Al medio día se empeñó la PzD 21 contra el flan-
co de la DBl 7, provocando el retroceso de las fuerzas inglesas. En su
ayuda concurrió la BrBl 22 sin que mejorase la situación. Las pérdidas
inglesas alcanzaron los 120 vehículos.
El 14 de junio después de discusiones en el comando inglés,
Ritchie decidió abandonar la línea Gazala y retirarse hacia el este. El
terrible desgaste y cansancio sufrido en los días anteriores impidieron
a los alemanes realizar una efectiva persecución que evitase la retira-
da de la mayoría de las tropas inglesas. El 21 de junio Rommel toma-
ba Tobruk
En este combate los ingleses demostraron que nada habían
aprendido de la campaña de Francia de 1940.

L A TÁCTICA A FINES DE LA S EGUNDA


GUERRA MUNDIAL

Alemania
Después de más de cuatro años de guerra el ejército alemán era
sólo un reflejo de las legiones de las épocas de victoria. Ya no estaba
integrado sólo por germanos sino que en sus filas se mezclaban las
ciudadanías de casi toda Europa. Voluntarios auxiliares, ex prisioneros
de guerra soviéticos, etnias germanos parlantes integraban ahora la
máquina militar de Hitler. En las playas de Normandía muchos de-
fensores de primera línea integraban los batallones voluntarios del
este.
Pero no sólo los soldados que vestían el uniforme alemán se dife-
renciaban por su lugar de nacimiento de las tropas de 1940, también
su edad era diferente. Hacia septiembre de 1944 se crearon las
Volksgrenadierdivisionen, las divisiones de granaderos del pueblo
integradas básicamente con jóvenes de 16 y 17 años y personal de la
Luftwaffe y de Kriegsmarine que carecían de aviones y barcos. Aun-
324 JORGE ARIEL VIGO

que en combate las nuevas y viejas divisiones se demostraron capaces


y combativas, esto se debió no sólo a un necesario endurecimiento de
la disciplina sino principalmente a la presencia de una alta moral aún
en las peores circunstancias. El estilo alemán de conducción de fuerte
interacción entre alemanes y soldados ayudó a mantener firme el
espíritu de cuerpo y la camaradería, con el resultado colateral de tener
un nivel de deserción menor al 0,8%.
El entrenamiento de los soldados alemanes tenía una fuerte carga
de tiempo de instrucción sobre el terreno privilegiando estas prácticas
sobre las de orden cerrado, criterio este inverso al practicado por in-
gleses y canadienses. En aliento de la mejora profesional constante
los soldados que demostraban mayor valor y competencia recibían el
reconocimiento de sus pares y del ejército a través de una variada
gama de insignias y condecoraciones, que además reforzaban la moral
de las tropas.
Cada integrante de la Wehrmacht recibía un entrenamiento bási-
co de infantería lo que le permitía, sin importar su lugar de servicio
participar de inmediato en el combate. Esto le daba al ejército alemán
una gran flexibilidad que apoyada por el siempre presente aliento a la
iniciativa permitía incluso a los cuadros reemplazar de inmediato a los
superiores caídos en combate. Esta versatilidad le permitía al ejército
alemán el continuo empleo de tácticas de infiltración en pequeños
grupos que operaban en la retaguardia del adversario.
La disponibilidad de tropas de infantería era mayor que en los
ejércitos aliados. Mientras que las divisiones blindadas americanas o
inglesas contaban con 3.000 infantes, sus pares alemanas disponían de
5.000 y las de la Waffen SS poseían 7.000.
La infantería alemana conservaba el estilo de operar sobre la base
de la maniobra. Esta forma particular de operar consiste en realizar
todas las actividades necesarias para colocar a la propia fuerza en la
posición más ventajosa. Durante el asalto las tropas alemanas estaban
entrenadas para ejecutarlo gritando durante toda su realización a efec-
tos de desconcertar a enemigo en cuanto al volumen de la fuerza
atacante y además servía para embravecer a la tropa.
De sus luchas en Rusia los alemanes incorporaron el uso de fran-
cotiradores, los que se convirtieron en el terror de las tripulaciones de
tanques y de los oficiales aliados, al punto que en mucho documentos
se los menciona como soldados enemigos aislados y no como francoti-
radores.
Aprovechando sus armas pesadas, ametralladoras y morteros, la
infantería alemana tuvo un gran éxito en la contención de los ejércitos
FUEGO Y MANIOBRA 325

aliados hasta 1945. Debido a la escasez de vehículos y combustible


los Volksgrenadier se volvieron una fuerza móvil cargando sobre sí
todos los equipos necesarios, básicamente el fusil de asalto y las ar-
mas antitanque. Asimismo resultaban potentes adversarios en la de-
fensa, como lo muestra el combate del 19 de septiembre de 1944 en
que una compañía del RIParac 505 norteamericana, apoyada por ta-
ques ingleses, no pudo tomar el puente ferroviario de Nimega defen-
dido solamente por personal de la Luftwaffe, soldados
convalecientes, los guardabarreras y algunos infantes. Del mismo
modo las unidades calificadas como integradas por soldados enfermos
con problemas gástricos en muchos casos ofrecían una resistencia
mucho más que simbólica y combatían efectivamente.
La infantería alemana recibió una nueva organización en 1944
que aunque no alcanzó a todas las unidades de alguna manera fue
aprovechada. Las compañías debían integrarse con dos secciones de
asalto o Sturmzüge y una tercera regular. Cada sección de asalto se
componía de dos grupos de 14 hombres equipados con el fusil de
asalto Sturmgewehr 44 y un grupo de apoyo con dos MG42. La com-
pañía integrada por 112 soldados contaba además con 5 francotirado-
res. Esta estructura pretendía hacer más ágiles y móviles a las
compañías e incrementar su potencia de fuego. Los batallones de
infantería contaban orgánicamente con cañones de 74mm como apo-
yo artillero.
Las tropas volksgrenadier contaban a nivel de regimiento con una
compañía de asalto integrada por soldados seleccionados por su expe-
riencia y capacidad. En todos los regimientos de infantería se desple-
gaba una compañía antitanque con 36 Panzerschreck. En las tropas
panzaergrenadier la dotación teórica de estas armas era de a tres por
sección.
Las fuerzas blindadas alemanas debieron adaptarse a los comba-
tes de 1944 en los que la superioridad aliada en medios resultaba
abrumadora. Especialmente dominio aliado del espacio aéreo resintió
las operaciones panzer. Los desplazamientos de unidades blindadas
se debieron restringir a las horas sin luz pero esto no siempre resulta-
ba posible; durante la campaña de Normandía las noches eran cortas y
el movimiento sin luz era más lento por lo que se hicieron igualmente
traslados de día soportando graves pérdidas.100 En ambos casos sí se
mantenía la precaución de ejecutar los movimientos en pequeños

100Liddell Hart B., 1974, “Los Generales Alemanes hablan”, pg. 342, Bue-
nos Aires, Ed Rioplatense
326 JORGE ARIEL VIGO

grupos y manteniendo distancias de seguridad entre ellos. Asimismo


se tomaban otros reparos, no se permitía vivaquear a las tropas blin-
dadas en los pueblos que ofrecían una referencia a los ataques aéreos;
también se restringía el uso de la radio sólo al combate para evitar las
escuchas aliadas que pudieran detectar la posición de las tropas pan-
zer.
En combate los blindados alemanes, siempre acompañados de
sus panzergrenadier, actuaban en pequeños grupos combinados apro-
vechando el camuflaje y las oportunidades del terreno para emboscar
a sus enemigos. Estas tácticas dieron buenos resultados frente a la
inmensa superioridad aliada, registrándose diferencias de un tanque
germano contra cuatro aliados en las pérdidas de combate. Sin em-
bargo el costo era aún muy elevado, las divisiones blindadas teutonas
salieron de Normandía casi deshechas.
Entre los problemas mayores de los tanques se encontraba el del
combustible. En la lucha no sólo se perdían vehículos de combate
sino que también irremplazables camiones de abastecimiento lo que
dificultaba mantener en servicio a los blindados, registrándose casos
en que debieron combatir inmóviles contra los aliados o destruir uni-
dades nuevas por falta de carburante. Para fines de 1944 se llegó a
emplear vehículos hipomóviles en las columnas de abastecimiento
para ahorrar combustible.
La fricción de la guerra deterioró a todo el ejército alemán. Aun-
que conservaba una moral alta y una táctica refinada, las bajas de
personal experimentado eran irreparables. En un vano intento por
compensar esta debilidad entre las tropas blindadas se entregaron los
mejores y más nuevos vehículos Panther a las tropas bisoñas, mientras
que los veteranos debían combatir en los viejos PzKpfw IV.
El apoyo de fuego alemán tenía la ventaja en sus equipos livia-
nos. Cada batallón contaba con seis morteros de 81mm y cuatro de
120mm. Por encima de estas piezas se encontraban los cañones de
75mm y los de 150mm ambos de poca maniobrabilidad y movilidad
en el terreno. Junto a ellos se disponían los lanza cohetes Nebelwe-
fers, que actuaban por tiro de saturación y eran muy efectivos, pero
resultaban fácilmente detectables. Para 1944 la mayoría de estas pie-
zas tenían aptitud para ser motorizadas y en las divisiones mecaniza-
das se empleaban modelos autopropulsados, sin embargo en
Normandía la mitad de las baterías eran hipomóviles y, al avanzar las
hostilidades, ese porcentaje aumentaría.
FUEGO Y MANIOBRA 327

Inglaterra
Pese a los años de guerra transcurridos y la experiencia adquirida
las tropas inglesas seguían utilizando el manual de infantería de 1937.
Esto resultaba particularmente dañino para la eficacia de la fuerza en
especial debido a la costumbre británica de apegarse rígidamente a
las normas reglamentarias, aún en combate.
Esta inflexibilidad poseía sus virtudes. Al aplicarse metódicamen-
te las prescripciones reglamentarias los soldados obedecían casi por
reflejo a sus superiores sin hesitar, logrando focalizar el esfuerzo ex-
clusivamente en vencer al enemigo. Esta forma de actuar donde lo
que se le pide a los hombres es alcanzar un objetivo determinando al
mismo tiempo los medios y modos de hacerlo, excluye la iniciativa
del sistema de mando inglés y privilegia entonces el empleo de la
fuerza bruta para la obtención de un resultado a través de un método
prescriptivo. Esas órdenes pretendían la ejecución de operaciones
surgidas como recetas del manual, lo que restaba toda capacidad de
flexibilidad y adaptación a la situación real de combate.
En correspondencia con esta manera de actuar las operaciones in-
glesas aparecen exitosas en tanto disponen de suficiente volumen de
medios para alcanzar el resultado. Esta reunión de medios y métodos
rígidos se hace muy notable especialmente en la conducción del
Mscal Bernard Montgomery quien reunía ambos perfiles bajo un
mando estrictamente centralizado. Tal vez la mayor virtud de Mont-
gomery haya estado precisamente en la preparación de sus batallas
donde la determinación de los métodos y la acumulación de material
resultan cruciales.
El empleo de una táctica antigua hizo subsistir en el ejército in-
glés la ausencia de cooperación entre la infantería y los blindados. La
falta de acción conjunta era paleada y reemplazada por un poderoso
apoyo de fuego artillero, el que igualmente no alcanzaba a impedir
que la mayoría de las acciones emprendidas por los ingleses fuesen
operaciones de asalto frontal sostenidas por la superioridad material
contra el enemigo.
En el ejército inglés la pertenencia a un regimiento y sus tradi-
ciones es muy fuerte, la mayoría de los integrantes de un cuerpo de-
sarrollan toda su carrera sirviendo en él. Aunque debemos asignar a
esta idiosincrasia un importante aporte a la moral y espíritu de cuer-
po, no podemos desconocer que también ha generado competencias y
328 JORGE ARIEL VIGO

actitudes gregarias que no facilitaron la realización de acciones con-


juntas.
Cuando el ejército inglés entró en el Segunda Guerra Mundial se
trataba de una fuerza profesional que debió incrementar prontamente
su número para actuar en los diversos teatros de guerra. Esto hizo que
se introdujeran muchos oficiales jóvenes que carecían de experiencia
militar, situación que persistió hasta el final de la guerra empujada
por la pérdida de oficiales en combate. Esta falta de experiencia en
los oficiales jóvenes no podía ser paleada con la presencia de subofi-
ciales expertos debido a que en el ejército inglés la relación entre
ellos y los oficiales no era buena y ocupaban la misma posición que el
soldado. Es probablemente debido a esta pobre relación a que la
unidad táctica inglesa sea la sección y no el grupo de combate.
Las tropas blindadas inglesas estaban divididas en dos categorías
los tanques de infantería reunidos en las Brigadas de Tanques del
Ejército y los tanques de combate reunidos en las divisiones blinda-
das; esta división en la práctica no funcionaba estrictamente y las
unidades blindadas terminaron cumpliendo propósitos múltiples.
La mala cooperación entre tanques e infantería debido a la falta
de una doctrina adecuada y a los malos equipos de transmisión provo-
caron grandes pérdidas en los encuentros blindados con los alemanes
especialmente en las operaciones en Normandía. Hacia fines de 1944
los ingleses decidieron mejorar esta situación constituyendo grupos
de batalla integrados por un regimiento de tanques y un batallón de
infantería, lo que ciertamente produjo mejores resultados.
La mejor arma de que disponía el ejército inglés era la Royal Ar-
tillery cada división de infantería contaba con tres regimientos de a
tres baterías totalizando 72 piezas de 25 libras, las divisiones blinda-
das poseían 48 cañones en su mayoría autopropulsados. Pero la mayor
virtud de la artillería inglesa era su agilidad y adaptabilidad. Los ofi-
ciales superiores de artillería actuaban como observadores adelanta-
dos junto a las tropas del frente y podían solicitar el apoyo de fuego
de toda la artillería de un cuerpo de ejército en caso de ser necesario.
Las 24 piezas de un regimiento de artillería podían entrar en acción al
minuto de ser solicitado, y toda la artillería divisionaria en tres minu-
tos, gracias a un excelente sistema de comunicaciones. Esto daba a los
ingleses una gran ventaja sobre la infantería alemana que como apoyo
de fuego inmediato sólo podía contar con sus morteros. El único pun-
to débil de la artillería inglesa era el fuego de contrabatería, que
siempre resultó mediocre en razón a la falta de medios adecuados de
localización.
FUEGO Y MANIOBRA 329

Las debilidades tácticas inglesas se pagaban con un alto precio en


bajas. En la campaña europea la infantería representaba el 76 por
ciento de las bajas sufridas, aún cuando sólo constituía el 14 por cien-
to de los efectivos del ejército. Esta situación sumado a lo dicho ante-
riormente resintió la moral inglesa elevando el porcentaje de
deserciones al cuatro por ciento y llegando los soldados a preferir la
prisión por insubordinación al combate.

Estados Unidos de Norteamérica


El ejército norteamericano contaba al inicio de la guerra con unos
200.000 soldados, que incrementó a partir de la aplicación de la cons-
cripción el 16 de septiembre de 1940 alcanzando a crear 68 divisiones
de infantería.
El mayor problema lo constituía la preparación de los oficiales,
pues los surgidos de los institutos de
formación no eran suficientes. Se establecieron entonces cursos
para instruir a civiles como oficiales en el término de 90 días. Estos
jefes constituyeron la masa de los conductores de las fuerzas nortea-
mericanas durante la guerra. Los soldados por su parte recibían un
muy buen entrenamiento que incluía un cuidadoso servicio de man-
tenimiento de las armas. Junto con los oficiales sufrieron un duro
aprendizaje a través de los combates en África, Sicilia e Italia alcan-
zando los mejores niveles durante la campaña del norte de Europa.
En general las fuerzas americanas no eran buenas en combates pro-
longados ni en acciones de contraataque, pero sí disponían de un
poderoso volumen de fuego sostenido por una logística inagotable.
Uno de los elementos que conspiraba contra el pronto aprendi-
zaje de combate era el sistema centralizado de reemplazos. Éstos eran
reservados a nivel del ejército entrenados y asignados luego directa-
mente a las unidades, lo que restaba cohesión táctica. Al no tener un
tiempo de entrenamiento y práctica dentro de la unidad estos reem-
plazos, si sobrevivían no completaban un circuito de pertenencia con
el cuerpo en el que combatían. Este sistema guardaba relación con el
método de mantener a las divisiones permanentemente en el frente
limitando al máximo su rotación, pues para ello debía haberse tripli-
cado el número de efectivos.
Indudablemente el soldado americano estaba mejor vestido,
equipado, alimentado y transportado que el resto de las tropas de la
Segunda Guerra Mundial. Combatía en un ejército totalmente moto-
330 JORGE ARIEL VIGO

rizado, tecnológicamente moderno en comunicaciones, sistemas,


medios de combate y servicios de apoyo.
Las fuerzas de infantería norteamericana se organizaban en gru-
pos de 12 hombres equipados con fusiles Garand M1 y un fusil auto-
mático Browning. Tres grupos, más uno de apoyo con dos
ametralladoras calibre 0.30, tres morteros de 60mm y una ametralla-
dora de 12,7mm integraban una compañía. Los morteros generalmen-
te se reunían en una especie de compañía de artillería del batallón
empleándose en conjunto. La defensa antitanque la proveían princi-
palmente el Bazooka, disponiéndose 29 en los batallones de infante-
ría a pie y 74 en los batallones mecanizados.
Para contar con una gran flexibilidad táctica los norteamericanos
organizaban sus tropas de forma permanente bajo grupos de combate
cuya estructura se superponía a la organización de la división o el
regimiento. En la infantería se los llamaba Regimental Combat Team
(RCT) y en las divisiones blindadas Combat Command (CC). Los
primeros se formaban sobre la base de un regimiento de infantería al
que se adjuntaba un batallón de artillería y una compañía de ingenie-
ros. Los segundos estaban constituidos por un batallón blindado, un
batallón de infantería mecanizada, uno de artillería y unidades de
ingenieros y otros elementos de apoyo Los CC se subdividían en
Teams compuestos de una compañía de tanques, una de infantería y
unidades de reconocimiento. Todas estas organizaciones adicional-
mente y según la necesidad podían contar con unidades de destructo-
res de tanques, antiaéreas, de tropas especiales, etc.
La doctrina americana impulsaba la cooperación constante entre
infantería y tanques, adoptando generalmente la actuación conjunta
de una sección de infantería y un grupo de tanques. La ayuda mutua
se veía favorecida por el hecho de que los tanques tenían instalado un
teléfono en la parte posterior del casco y porque cada pequeño cam-
bio táctico se difundía rápidamente a través de reportes y folletos
entre la tropa.
El mayor problema que sufrían los norteamericanos era su infe-
rioridad en el combate antitanque. Originalmente los tanques Sher-
man debían ser empleados junto a la infantería mientras que los
destructores de tanques se reservaban para el combate blindado, sin
embargo esta teoría no resultó de aplicación debido a la superioridad
táctica y técnica de los tanques alemanes; se calcula que un Tiger
alemán sólo podía ser derrotado por al menos cinco Sherman.
FUEGO Y MANIOBRA 331

El apoyo aéreo se desarrolló grandemente entrenándose, a partir


de 1943, a los soldados en los procedimientos para la guía de los avio-
nes de ataque a tierra.
La artillería norteamericana contaba con un sistema de empleo
conocido como Time On Target (TOT). A través de un muy buen
sistema de comunicaciones se podían concentrar una gran cantidad
de piezas sobre el mismo blanco y en el momento preciso lo que
producía efectos devastadores.
La fuerza principal del ejército norteamericano residía en el em-
pleo combinado de sus armas de combate y particularmente de su
sistema logístico sostenido por una poderosa maquinaria industrial.

L ORENA 5-8 DE SEPTIEMBRE DE 1944


Para principios de septiembre de 1944 los ejércitos aliados que
habían desembarcado en Normandía el 6 de junio, se hallaban ahora a
las puertas de Bélgica y de la frontera Alemana. Por su parte el 7mo
Ej desembarcado en la región de Tolón avanzaba más allá de Greno-
ble y amenazaba Lyon. Las fuerzas alemanas que venían retroce-
diendo rápidamente trataban de estabilizar el frente pese a las fuertes
pérdidas sufridas en los últimos meses.
Para los aliados la alternativa que se planteaba era la de concen-
trar todo el esfuerzo en un solo eje de avance - como pretendía Mont-
gomery - o avanzar en más de un eje buscando la ruptura del frente y
explotarla luego. Si bien Eisenhower apoyó el plan de “Monty”, el 4
de septiembre autorizó a que el 3er Ej del Grl Patton a reiniciar su
avance en la región de Lorena.
Hitler por su parte pretendía lanzar un ataque blindado que pu-
diera contener el avance aliado y dar espacio a la reorganización del
frente. Pensaba que ese ataque debía lanzarse contra Patton en direc-
ción a Reins, con lo cual detendría la principal amenaza e impediría
que las tropas desembarcadas en Normandía enlazaran con las que
tocaron tierra al sur de Francia. El 3 de septiembre instruyó al Co-
mandante del frente oeste, Mariscal von Rundstedt para que comen-
zara el planeamiento de tal operación. Ésta inicialmente comprendía
las Divisiones de Granaderos Panzer, 3, 15 y 17; la Divisiones Panzer
Lehr, 11 y 21era y las Brigadas Panzer 111, 112 113, 106, 107 y 108.
Para dirigir el asalto blindado se trajo del frente oriental al General
Hasso von Manteuffel y a otros oficiales veteranos del frente ruso.
332 JORGE ARIEL VIGO

Entre el 5 y el 7 de septiembre la DBl 7 norteamericana logró es-


tablecer una cabeza de puente sobre el Mosela al sur de Metz, mien-
tras que al norte de esa ciudad la DI 90 avanzaba hacia el río a través
de Thionville.
Pese a estos ataques el 1er Ej alemán continuaba sosteniéndose
sobre el río, pero su comandante General Otto von Knobelsdorff
deseaba lanzar un ataque para estabilizar el frente. Pidió para ello que
se le permitiera emplear a la PzBr 106, que se mantenía en reserva
para el futuro ataque, por lo cual debía solicitarse autorización de
Hitler. Dicha autorización fue concedida el 7 de septiembre con la
obligación de devolver la unidad en el término de 48 horas.
La PzBr 106 se había constituido sobre los restos de una división
de granaderos panzer destruida en Bielorrusia en julio de 1944. Su
comandante era el Cnl Dr. Franz Bake, un brillante comandante de
blindados condecorado con la Cruz de Hierro con Espadas. La unidad
había recibido sus tanques en agosto y la falta de combustible redujo
al mínimo el entrenamiento. Contaba con 36 Panthers, 11 cazatan-
ques Jagdpanzer IV y 119 semiorugas SdKfz 250 y 251. La mayoría
del personal provenía del frente ruso y carecía de experiencia de
combate con los aliados occidentales.
Frente al ataque germano se encontraba la DI 90 al mando del
Grl Raymond McLain, quién la había transformado en una eficiente y
veterana unidad de combate.
En la noche del 7 de septiembre la PzBr 106 alcanzó el pueblo de
Audun-le-Roman donde se dividió en dos columnas: el Stossgruppe 1
que se dirigió hacia Mont Bonvilliers y el Stossgruppe 2 que se lanzó
sobre Trieus. Los ataques progresaron con muy escaso reconocimien-
to, una práctica que podía ser corriente contra los rusos, pero resulta-
ría muy peligrosa contra los norteamericanos. Hacia las 0200 el
Stossgruppe 1 atravesó Mont Bonvilliers y se dividió en dos columnas
alrededor de los bosques al este de Landres. En ese bosque se encon-
traba el cuartel general de la DI 90, sin embargo no fue hasta las 0300
en que la tripulación de un tanque Sherman descubrió la penetración
alemana y comenzó a disparar. Hizo impacto en el semioruga germa-
no que encabezaba la marcha, lamanetablemente su explosión ilumi-
nó las posiciones americanas facilitando el tiro de los blindados
germanos. Bake continuó su avance pero más cautelosamente. El BBl
712 intentó atacar a la columna alemana pero fue dispersado, entre
otras cosas porque los tanquistas se resistían a disparar por temor de
causar bajas propias. Sin embargo pusieron en alerta a la infantería
cercana.
FUEGO Y MANIOBRA 333

Los alemanes esperaban que el sorpresivo ataque nocturno pro-


vocaría la retirada norteamericana, no obstante éstos se estaban reu-
niendo para cerrarse sobre el ataque teutón. A las 0700 los alemanes
se encontraron en Mairy con un batallón del RI 358 apoyado por ca-
ñones antitanque del BAtan 607. En un intento de rodear la posición
aliada 11 SdKfz 251 se lanzaron a las 0800 sobre el flanco sur enemi-
go. Dos fueron contenidos por la infantería y el fuego de obuses de
105mm, otros dos resultaron destruidos por fuego de bazooka, cuatro
por cañones antitanque y los tres restantes se retiraron. A las 0850 una
columna de tanques Panther intentó penetrar la villa por el camino
principal. El tanque en cabeza fue destruido por infantes norteameri-
canos lo que detuvo la marcha de la columna, eso dio tiempo a que un
observador adelantado del RA 949 solicitara apoyo de artillería. Los
alemanes sufrieron una lluvia de 300 proyectiles de 155mm que des-
truyeron cinco tanques y 20 semiorugas.
Mientras esto ocurría el segundo batallón del RI 359 se posicio-
naba a retaguardia de los alemanes cerrando sus rutas de escape. Para
las 0935 el comandante del Stossgruppe 1 solicitaba y obtenía la auto-
rización para retirarse. Partió entonces hacia el norte sólo para ser
destruido por ataques de infantería y artillería norteamericanos. El
Stossgruppe 2 había alcanzado la localidad de Avril a sólo cinco kiló-
metros al este de Mairy, donde fue contenido por un batallón del RI
357 apoyado por cañones antitanque. Afortunadamente logró desen-
gancharse del combate y retirarse. La PzBr 106 había perdido 21 de
sus tanques y cazatanques, 60 semiorugas y más de 100 vehículos de
apoyo; 764 hombres incluidos los comandantes del regimiento de
Panthers y de los batallones de granaderos panzer habían sido captu-
rados y muchos más muertos.
Las tácticas exitosas del frente oriental demostraban ser inade-
fuadas para encarar al diferente terreno occidental y la doctrina de
armas combinadas del ejército norteamericano.
L A G UERRA Y LA
T ECNOLOGIA EN LA
SEGUNDA MITAD DEL S IGLO
XX

L A POST GUERRA
El fin de la Segunda Guerra Mundial marcó el inicio de una nue-
va era en el mundo. La introducción de las armas nucleares prometía
el desarrollo de un nuevo arte de la guerra nunca antes conocido, el
establecimiento de la política de bloques y la aparición de la Guerra
Fría también seguían ese camino; asimismo lo insinuaban los fuertes
contenidos ideológicos de las guerras de descolonización. Sin embar-
go en el nivel táctico esos cambios no resultaron tan mayúsculos como
prometían. De esa época el rasgo más persistente es tal vez un exceso
de fe sobre las soluciones tecnológicas.
Estados Unidos de Norteamérica gozó del monopolio nuclear
desde 1945 hasta 1949 en que la Unión Soviética detona su primer
arma atómica. El Bloqueo de Berlín en 1948 puso en juego la eficacia
de ese monopolio y cuando éste hubo desaparecido se hizo evidente
que la inmensa potencia de las armas nucleares excedía la idea tradi-
cional de la guerra pues la destrucción mundial no podía ser en nin-
gún sentido “la continuación de la política por otros medios.”
La Guerra Fría estableció como norma la exclusión de la guerra
entre sus principales protagonistas y en sus propios territorios, lo que
llevó a los conflictos bélicos hacia territorios de otros países periféri-

335
336 JORGE ARIEL VIGO

cos a la regiones centrales. Es en estas guerras periféricas en donde el


rastro táctico se hace más vivo.
La Guerra de Corea iniciada en 1950 se libró bajo lo que se carac-
teriza como guerra convencional manteniendo los perfiles tácticos de
la Segunda Guerra. En situación similar actuaron las tropas francesas
en Indochina. Secuela de esta última guerra, Vietnam planteará algu-
nas cuestiones que analizaremos a continuación.

L A GUERRA DE VIETNAM
Esta guerra plantea aún hoy interrogantes, situaciones poco claras
y posiciones encontradas debido a que su componente ideológico es
muy fuerte y en lo que atañe a esta obra hay una mezcla de táctica
tradicional, combate irregular e innovación tecnológica.

El Teatro de Operaciones
Cuatro características principales de Vietnam tienen consecuen-
cias determinantes sobre las operaciones militares.
La topografía es escabrosa, más de la mitad del territorio está cu-
bierto de montañas y montes boscosos, con pasos altos y tapados por
una vegetación de jungla casi infranqueable. En un ámbito semejante
el tránsito por caminos y senderos está expuesto a abundantes em-
boscadas. Las operaciones militares a gran escala se ven disminuidas
por lo estrecho de las líneas de avance y el difícil desarrollo y mante-
nimiento de líneas de comunicación convencionales. En el norte y el
sur del país los deltas del Río Rojo y del Mekong obligan al empleo
de medios fluviales adecuados para el desarrollo de operaciones mili-
tares.
El clima marcadamente subtropical, con humedad alta y sosteni-
da tampoco favorece la guerra. En Vietnam hay tres tipos básicos de
clima; en el norte y sobre todo en el interior, las temperaturas son de
tipo subtropical y la acción de vientos estacionales produce inviernos
secos y veranos húmedos; los sectores central y suroriental se caracte-
rizan por un clima de monzón tropical, con altas temperaturas y fuer-
tes precipitaciones; y en el suroeste se pueden distinguir
perfectamente las épocas secas y húmedas, aunque las temperaturas
son superiores a las del norte. Se suceden dos monzones a lo largo del
año, de mediados de mayo a mediados de octubre el del suroeste, y
FUEGO Y MANIOBRA 337

de septiembre a diciembre el del noreste. Durante la época de mon-


zones las operaciones aéreas se ven muy reducidas y las aerotranspor-
tadas son imposibles de realizar. Los norvietnamitas preferían
suspender las operaciones durante el monzón del suroeste.
La vegetación es de jungla cerrada o moderadamente abierta en
un 80% favoreciendo las tareas de enmascaramiento de instalaciones
y los movimientos encubiertos.
El sistema de vías de comunicación era muy primitivo. Los cami-
nos eran mayormente pistas de difícil tránsito para medios motoriza-
dos, ello y el peligro de las emboscadas haría que los occidentales
recurrieran con cada vez mayor regularidad al abastecimiento y trans-
porte aéreo.
En líneas generales Vietnam es un país con características que fa-
vorecen las operaciones defensivas; con marcada ventaja para el uso
de la infantería a pie y en grupos de reducido tamaño y con altas limi-
taciones para el empleo de medios mecanizados o blindados, forzando
el uso de medios aéreos para el desarrollo de operaciones convencio-
nales.

El Ejército de Vietnam del Norte


La organización de las fuerzas armadas se basaba en tres grupos
especializados: las Unidades Regulares, las Fuerzas Regionales y las
Fuerzas Populares o Guerrillas.
Las Unidades Regulares concentraban a las tropas mejor entre-
nadas, preparadas y equipadas del ejército. Dependían directamente
del Grl Giap y poseían una alta moral y una notable capacidad profe-
sional.
Las Fuerzas Regionales las componían tropas de segunda línea
reclutadas dentro del distrito en el que actuaban. Se dividían en dos
componentes. La Fuerza Provincial del tamaño de un batallón y que
actuaba en cualquier parte de su provincia de origen y la Fuerza Lo-
cal de menor tamaño y de actuación en el distrito de la leva.
Las Fuerzas Populares se reclutaban en cada villa o pueblo. Dos
ramas componían la guerrilla, una que reclutaba a personas sin distin-
ción de sexo o edad, su valor militar era casi nulo pero su mayor éxito
lo constituía el adoctrinamiento y la provisión de información; y otra
que incorporaba sólo hombres de entre 18 y 45 años y los entrenaba
como una milicia; tenía un valor militar propio, actuaba como tropa de
apoyo, portadores de abastecimientos y equipos, y aún como unidad
338 JORGE ARIEL VIGO

de combate. Es de destacar que su mimetización con la población


civil hacía casi imposible detectar a estos milicianos cuya especialidad
eran los atraques nocturnos a puesto avanzados y patrullas aislados.
Estas unidades alcanzaban entonces el nivel máximo de dispersión
logrando mezclarse con el enemigo sin poder ser identificadas.
La carrera militar comenzaba en la guerrilla, de donde se extraían
los mejores elementos para formar las Fuerzas Regionales. Una nueva
selección escogía a las tropas que integrarían las Unidades Regiona-
les. Este sistema trataba de asegurar que las fuerzas regulares conta-
sen con personal capacitado y veterano ; sin embargo la falta de
personal entrenado siempre afectó al ejército en todos sus niveles.
Después de todo Giap no era más que un miliciano.
El Ejército de Vietnam del Norte al principio carecía de medios
mecanizados o blindados, ni tampoco tenía aviación, ni un sistema de
comunicaciones apropiado. De allí que mayormente sus operaciones
fuesen limitadas, y que la unidad estable más grande en uso fuese el
batallón.
Las ventajas de estas fuerzas residían en importantes factores
morales. Luchaban en y por su propio país, perseguían la indepen-
dencia que era una idea soportada por la mayor parte de la población.
Sobre esta base el adoctrinamiento constante lograba mantener altí-
simos niveles morales.
Por otra parte el conocimiento del terreno y las posibilidades que
el país proveía para la guerra de guerrillas eran ventajas incuestiona-
bles.
El tamaño del teatro de operaciones contaba también a favor de
la guerrilla. Quien quisiera controlar todo el país debía dispersar sus
fuerzas al grado de transformarlas en pequeños destacamentos alta-
mente vulnerables; si por el contrario el plan era concentrarse en las
áreas más pobladas, la guerrilla quedaba dueña de las zonas rurales.
Finalmente la situación logística favorecía a los norvietnamitas.
Con sus bases, los Viet Bac, ocultos en el interior y próximos a la
frontera china, al principio y en Laos y Camboya después, tenían
asegurada la provisión de alimento, armas y equipo.

Las Tácticas de Combate


Se suele dividir a las operaciones militares en Vietnam en cinco
categorías: el manejo internacional del conflicto; el bombardeo estra-
tégico; la zona de interdicción sobre Laos y Camboya; el área de
FUEGO Y MANIOBRA 339

combate de las fuerzas militares principales y por último la Guerra de


las Aldeas.
La táctica tradicional se desarrolló en la región de las fuerzas
principales que afectaba la zona entre Quang Tri y Qui Nhon el área
del delta al sur y al oeste de Saigón En esa región las unidades regula-
res occidentales debieron enfrentar el problema de contar con efecti-
vos suficientes. Las tropas norteamericanas apoyadas por un sistema
logístico poderoso y tradicional requerían de tiempo para el desplie-
gue de tropas, entre las que debían incluirse no sólo a tropas comba-
tientes sino también a las no combatientes. El mantenimiento del
número necesario de soldados se vio complicado además por la deci-
sión política de limitar el tiempo en que debían permanecer en cam-
paña. Así se determinó que el plazo máximo a cumplir tenía que ser
de un año, lo que además de complicar el trámite de relevos y reem-
plazos disminuía el nivel de experiencia y eficacia combativa de las
fuerzas. Sin dejar de reconocer la importancia de esta decisión en la
política social en la población norteamericana, desde el punto de vista
táctico tuvo un efecto similar al de las prestaciones limitadas de la
Edad Media donde la falta de práctica bélica hacía imposible encon-
trar soldados con conocimiento y experiencia.
En enero de 1965 se habían empeñado 23.000 hombres en Viet-
nam, para 1968 ese número se había elevado a 549.000.
Las tropas de Vietnam del Norte, con requisitos logísticos mucho
menores lograron comprometer un número de efectivos que se man-
tuvo equiparado al de las fuerzas de occidente, pero con una perma-
nencia continua que les permitía adquirir cierta experiencia, no
siempre pareja en razón del empleo de tropas regulares e irregulares.
De todas formas las fuerzas norteamericanas disponían de am-
plias ventajas sobre sus oponentes. A un intenso poder de fuego y una
amplia movilidad se sumaban un gran adelanto tecnológico y la situa-
ción básica de enfrentar fuerzas mecanizadas a las más simples tropas
de infantería. Se emplearon en Vietnam cerca de 5.000 helicópteros,
una muy importante cantidad de vehículos blindados y tres veces el
tonelaje de bombas empleadas en la Segunda Guerra Mundial. Estos
recursos le permitieron a los norteamericanos establecer una relación
de bajas de entre seis a diez norvietnamitas por cada baja propia. La
pregunta que surge de inmediato es cómo se emplearon estos recur-
sos en atención al resultado de la guerra.
Para el combate, el terreno de Vietnam presenta especialmente
un serio problema de Detectabilidad. La jungla es tan densa que
favorece el ocultamiento de los movimientos aún a muy cortas distan-
340 JORGE ARIEL VIGO

cias. Ese denso follaje aumenta la oscuridad en las horas nocturnas lo


que facilitaba aún más el desplazamiento y el control del terreno por
parte de los norvietnamitas, especialmente a sus fuerzas irregulares.
Para enfrentar este problema se practicaron diversos métodos. Por
un lado se desarrolló un proyecto conocido como “El Muro de
McNamara”, que consistía de un sistema de vigilancia electrónica
integrado por una gran cantidad de sensores automáticos desplegados
en amplias zonas del terreno. En 1967 los sensores fueron lanzados
desde aviones. El efecto que producían era el de presentar blancos al
fuego propio como si la jungla estuviera despejada. El más famoso
caso es el de la Base de Apoyo de Fuego Crook, que entre el 5 y el 7
de junio de 1969 lograron provocar 400 bajas al enemigo al precio de
una sola propia.
Pese a que mejoró la alerta, este tipo de vigilancia electrónica
nunca dejó de ser un elemento secundario pues su confiabilidad era
irregular y en ocasiones no alcanzaron a prevenir acciones masivas de
asalto.
Otro método fue el de la defoliación química cuya peligrosidad
de manejo y secuelas hizo que se empleara limitadamente y fuese
reemplazada por equipos de topadoras empleados principalmente en
la apertura de caminos y despeje de zonas de tiro.
Se desarrolló también el avión OV-1 Mohawk cuya función era
recoger información terrestre mediante el uso del radar y de escaners
infrarrojos. Aunque el proyecto era interesante la necesidad táctica de
recibir, procesar y enviar rápidamente la información, era una destre-
za que este avión nunca pudo cumplir por lo que se lo relegó a fun-
ciones estratégicas.
Con la intención de aprovechar el dominio del espacio aéreo, se
decidió el empleo en función de vigilancia, de aviones a los que se
equipó con armamento para atacar las posiciones enemigas. Los avio-
nes elegidos para esta misión fueron aeronaves de transporte que
pudieran soportar el peso de las armas y que aportaban una velocidad
adecuada para la observación del terreno. Así apareció el (Spooky)
que era un C-47 equipado con ametralladoras laterales y algunas pe-
sadas en su puerta trasera o un cañón Gatling; se equiparon de mane-
ra similar aviones C-130 que en 1972 alcanzaron a portar un obús de
105mm. Aunque contaban con equipos electrónicos de detección y
reflectores para iluminar la superficie de noche, realmente su función
fue más de apoyo de fuego que de detección y alerta.
FUEGO Y MANIOBRA 341

El más efectivo elemento de vigilancia del campo de batalla re-


sultó ser el helicóptero liviano cuya maniobrabilidad permitía acer-
camientos al terreno privados a los otros medios.
Esta guerra es esencialmente una guerra de infantería donde los
grupos y secciones son los protagonistas del combate, sin importar
cuántos batallones o regimientos estén comprometidos en la batalla.
Entre octubre y noviembre de 1965 se desarrolló la campaña de
Plaiku donde la primera división de caballería norteamericana empleó
sus cuatro batallones de infantería aeromóvil contra una división nor-
vietnamita compuesta de tres regimientos de infantería, un batallón
de morteros de 120 y dos de apoyo de fuego. Como resultado los
americanos sufrieron 800 bajas, perdiendo cuatro helicópteros y su-
friendo daños en otros 56, mientras que el vietcong soportó 4.900
bajas, perdiendo 1.000 armas de todo calibre y un hospital de campa-
ña.
Después de esta campaña el General Westmoreland adoptó la
táctica de Búsqueda y Destrucción basada en la movilidad aérea y
actuando bajo la idea de que no existe una línea de frente. Como toda
táctica móvil su mayor dificultad consistía en la ubicación y fijación
del enemigo, se empleaba para ello el método conocido como “reco-
nocimiento por fuego”. Esto consistía en solicitar a la artillería batir
zonas frente a las unidades esperando así detectar posiciones enemi-
gas, también se empleaba por medio de las armas de los helicópteros
batiendo la zona de descenso a ciegas antes de aterrizar. Esta táctica
que a veces resultaba productiva era buena para la moral de la tropa
pues reforzaba su confianza, sin embargo también actuaba como aler-
ta para el enemigo pues indicaba las áreas de acción y le ahorraba sus
propias misiones de reconocimiento.
Así esta alerta del fuego podía volverse en contra de las tropas
americanas pues permitía al vietcong prepararse para emboscarlos,
cuando esto ocurría las tropas occidentales emboscadas debían reunir
todo el apoyo de fuego posible para sostenerse y salir airosos de la
trampa.
Para ello contaban los infantes con fusiles M16, lanzagranadas
M79 y ametralladoras M60, sus contrapartes disponían del fusil de
asalto Kalashnikov AK-47, ametralladoras RPD y lanzacohetes RPG-2
y 7. La distancia promedio del combate de infantería en la jungla
oscilaba entre los 30 y los 10 metros, sin importar el volumen de las
tropas comprometidas resultaban virtualmente invisibles en la jungla
por lo que mayormente, el fuego debía hacerse sin apuntar. Trabado
el combate iniciaba su gestión el apoyo de fuego de morteros y artille-
342 JORGE ARIEL VIGO

ría, que era solicitado por radio y no siempre recibido rápidamente. Se


debe tener en cuenta que las condiciones de la jungla afecta las co-
municaciones radiales y que solicitar apoyo de fuego sobre blancos
que no se ven es un trabajo complejo. Se podía llegar a tardar 20 mi-
nutos para establecer las referencias de fuego, sin que ello asegurase
un buen resultado. En el caso de la artillería se sumaba el hecho de
que antes de disparar se debían identificar las posiciones de la propia
tropa y cumplir con las reglas de empeñamiento que identificaban
áreas protegidas. Ocasionalmente se sumaban limitaciones políticas
respecto del empleo del fuego en determinadas áreas.
Morteros y cañones enfrentaban también una limitación regla-
mentaria y era que no debían emplearse a menos de 100 metros de
unidades propias, con combates a distancias como las que señalamos,
este apoyo sólo podía emplearse en la retaguardia enemiga o sobre
algunos de sus flancos pero no en el frente de contacto. A esto se
suma que los morteros que acompañaban a la infantería debían hallar
posiciones donde el techo del follaje estuviese abierto lo que no
siempre era fácil de encontrar y disminuía su efectividad. Finalmente
la munición de hasta 105mm podía no surtir efecto por explotar sobre
el techo de la jungla, sólo los escasos cañones de 155mm lograban una
penetración completa.
A continuación el apoyo aéreo se iniciaba con los helicópteros.
Estos elementos sufrían una limitación debido a que necesitaban diez
horas de mantenimiento por cada hora de vuelo, lo que significaba
que el número de aeronaves disponibles se hallaba limitado y se tra-
ducía en retrasos de una hora para proveer el apoyo solicitado. El otro
problema que encontraban era el de la identificación de los blancos.
El uso de humo de colores podía encontrarse con la contención del
techo de la jungla y no poder ser observado desde el aire o por el
empleo de humo del mismo color por parte del enemigo.
Finalmente procedía el apoyo de los aviones bombarderos que
pese a tener un mayor poder de fuego, tardaban más en actuar, de-
bían contemplar áreas de seguridad mayores y la identificación de
blancos se hacía más difícil dada su velocidad, por lo que también su
empleo en la línea del frente era limitado.
Se debe tener en cuenta que los soldados de Vietnam del Norte
eran muy hábiles para atrincherarse y fortificar sus posiciones, lo que
disminuía la efectividad del fuego. Bajo estas circunstancias el com-
bate requería del empleo de fuego directo en una potencia superior al
de las armas de infantería y que contase con la protección suficiente
FUEGO Y MANIOBRA 343

para acercarse al enemigo: lo que se necesitaba era el empleo de blin-


dados.
Aunque no lo parezca el territorio de Vietnam ofrece áreas donde
los blindados podían operar, aunque más restrictivas para tanques que
para vehículos acorazados de menor porte. En su empleo se prefirió
comprometerlos en la seguridad de caminos o posiciones estáticas, lo
que llevó a una excesiva dispersión, del mismo modo que se dispersa-
ron los blindados aliados durante la Campaña de Francia de 1940.
Para cuando se advirtió este error y se comprendió que podían em-
plearse en batalla, los americanos ya habían comenzado a retirarse de
Vietnam.
También la doctrina táctica de la infantería sufrió cambios. Pa-
sando del empleo de “fuego y maniobra” al empleo de “maniobra y
fuego”. El primer procedimiento consistía en tomar contacto con el
enemigo, generar una base de fuego para aferrarlo y luego maniobrar
por pequeñas unidades en escaramuza para asaltarlo y aniquilarlo. El
segundo procedimiento tuvo su origen en dos elementos, por un lado
el voluminoso apoyo de fuego de que podían disponer hasta las uni-
dades más pequeñas y en segundo lugar el requerimiento político de
actuar con el menos número de bajas propias. Esto dio la idea de
emplear a la infantería para hallar al enemigo y luego reemplazar la
fase del choque por el sometimiento por el fuego. Esta nueva táctica
establecida en 1967 le asigna a la infantería un rol esencialmente
defensivo. Las unidades de esta arma una vez tomado contacto con el
enemigo, establecían un perímetro de 360 grados y, sin importar si la
operación era móvil o no, dejaban la carga de la maniobra a su opo-
nente. Cuando las tropas del vietcong aceptaban esta invitación, ge-
neralmente eran rechazadas con fuertes bajas.
Las tropas de Vietnam del Norte en consecuencia prefirieron
siempre rodear a la infantería americana lo que no sólo les permitía
mantener la iniciativa, sino que además obligaba a los norteamerica-
nos a realizar costosas operaciones de rescate.
Aún cuando los norteamericanos provocaban un número mayor
de bajas a su enemigo, nunca lograron un verdadero combate de ani-
quilamiento, pues el vietcong rompía el contacto y abandonaba el
campo antes de que ello ocurriera, esto se debía a que consideraban
más importante mantener estructuralmente una unidad de combate,
aunque muy debilitada por las bajas, que perderla completamente.
Bajo un concepto político donde la organización a todo nivel era más
importante que el individuo, las bajas eran un elemento contingente
que se estaba dispuesto a tolerar, mientras la estructura se mantuvie-
344 JORGE ARIEL VIGO

se en funcionamiento. Paradójicamente los norteamericanos conside-


raban estas retiradas como un éxito, sin embargo el “…Éxito, como la
victoria, la derrota y perder están culturalmente condicionados, y es
peligroso asumir una definición … de estos conceptos…”para inter-
pretar eventos donde idiosincrasias distintas se enfrentan.101
Considerando estas retiradas como victorias, los norteamericanos,
sin embargo rara vez ejecutaron una persecución del enemigo, por lo
general se dedicaron a tareas de evacuación de bajas y de patrullaje y
aseguramiento del terreno. Este tipo de combates no deja de resultar
frustrante en tanto que nunca se alcanza la percepción de una victoria
de magnitud sobre el oponente.
Lograr el aniquilamiento del enemigo en batalla requiere de su
completo cerco, lo que en la jungla no resulta tan sencillo. El coman-
do estadounidense concurrió a Vietnam con la intención de practicar
el criterio de batalla decisiva o de aniquilamiento, pero pronto descu-
brió que la teoría clásica del yunque y el martillo no era fácil de apli-
car en una guerra móvil donde la localización del enemigo no resulta
precisa ni permanente.
Una vez entrado en contacto, los occidentales aferraban al ene-
migo y de hecho recurrían para ello a un fuerte a apoyo de fuego. A
partir de allí se iniciaba el procedimiento de ubicar las tropas que
debían completar el cerco del oponente. El tiempo resulta en ese
caso esencial, tanto como la disponibilidad de reservas para la opera-
ción. Si éstas estaban disponibles, su traslado en Vietnam era esen-
cialmente a través de helicópteros. Para llevarlas a destino se requiere
de zonas de aterrizaje despejadas de vegetación y de enemigo y que
además estén cercanas al área de combate. Afianzar estas zonas re-
quiere de tropas adicionales, lo que disminuye las reservas. El em-
pleo de aeronaves resulta también en un alerta para el enemigo que
puede decidir tomar contramedidas.
Las condiciones del terreno selvático no facilitan el acordona-
miento, la espesura del follaje y la consecuente limitada Detectabili-
dad obligan al empleo de grandes cantidades de tropas en una alta
densidad. Por demás las limitaciones relatadas respecto del fuego de
artillería impedían confiar plenamente en él para completar el cerco.
Todas estas limitaciones hacen que las pocas batallas de cerco, gana-
das por los norteamericanos, sean verdadero motivo de orgullo profe-
sional.

101 Black, Jeremy.1999,”War in the Early Modern World 1450-


1815”,pg.1,London, Westview Press.
FUEGO Y MANIOBRA 345

El ejército de los Estados Unidos marchó a la guerra bajo la idea


que la tecnología multiplicaría el poder de fuego de las tropas, y les
proveería de una amplia movilidad. Su enemigo pretendía alcanzar
esas ventajas a través de los procedimientos de combate.
El ejército de Vietnam del Norte “Es un ejército regular que usa
muchos métodos tácticos de la guerrilla…Está en constante movi-
miento y se halla dispuesto a aceptar grandes bajas cuando toma la
iniciativa, combinando el uso del terreno, el camuflaje, la dispersión y
el atrincheramiento para minimizar las bajas en otras ocasiones.”102
La táctica norvietnamita era conocida como “uno lento, cuatro
rápidos” haciendo referencia a sus etapas. La primera consistía en un
cuidadoso planeamiento y preparación del ataque, en esta etapa se
concentraban armas, equipos, suministros médicos y alimentos nece-
sarios para el asalto, los que eran almacenados cercanos al punto de la
acción. A partir de allí se iniciaba un rápido avance en grupos disper-
sos hacia el área de batalla. Procedía luego una fulminante concentra-
ción y un violento ataque sobre el punto de la decisión protegiendo
sus flancos con partidas de emboscada, las que se empleaban también
para impedir el socorro del enemigo. Lograda la victoria, se rastrillaba
el terreno de manera expedita recogiendo armas y bajas. Finalmente
las tropas se retiraban hacia puntos de concentración previamente
establecidos, desapareciendo tan rápidamente como habían apareci-
do.
El procedimiento le aseguraba a los norvietnamitas mantener la
iniciativa, emplear la sorpresa y evitar el desorden y el pánico en sus
acciones. También obligaba a los norteamericanos a comprometer al
límite sus reservas y recursos tecnológicos que no siempre alcanzaban
para responder a esta táctica.
Nos encontramos aquí con un renovado empleo de la dispersión,
donde cada hombre sostiene por sí mismo el frente. Este enfoque
desde ya que no resultaba nuevo en Vietnam, pero es uno de los hitos
que mantiene viva la controversia respecto de la combinación de
tácticas de lucha regular e irregular. Por otra parte a lo largo de los
siglos el criterio de la dispersión ha sido uno de los mecanismos cen-
trales en la definición de la táctica Esta dispersión alcanza también al
empleo de las bases de fuego, las que actuaban de manera autónoma
generando islas defensivas dentro del teatro de operaciones.

102Griffith, Paddy.1990,” Forward into Battle”,pg.160-161, Estados Unidos


de Norteamérica, Presidio.
346 JORGE ARIEL VIGO

Vietnam mostró que el papel de la tecnología en la guerra es im-


portante, pero es riesgoso sobre valorarlo. El exceso de confianza
demostrado por los norteamericanos en su tecnología militar fue de-
fraudado por el hecho de que problemas como la falta de vigilancia,
las limitaciones del poder de fuego y las que alcanzaban a la movili-
dad no tuvieron solución.
Más grave aún fue que la doctrina táctica no incorporaba las in-
competencias tecnológicas, de allí su debilidad. Del mismo modo en
que la aparición de la pólvora requirió de tiempo para hallar una doc-
trina adecuada, deberíamos comprender que la velocidad de la inno-
vación tecnológica no es igual a la de los desarrollos tácticos y que
aquella sin éstos puede resultar peligrosa.

L AS GUERRAS ÁRABE -ISRAELÍES


Mientras los conflictos de Corea y Vietnam integraban el fenó-
meno de la Guerra Fría, las luchas de Medio Oriente tenían una iden-
tidad propia e independiente de la disputa entre los dos grandes
bloques mundiales.
Las fuerzas de los países árabes, que contaban con una impronta
militar esencialmente inglesa y francesa, a partir de la descolonización
FUEGO Y MANIOBRA 347

adoptaron equipos y doctrinas provenientes de la Unión Soviética. Es


así como se observa el empleo de tropas blindadas en ataques en
escalón, un procedimiento típico del ejército rojo.
Por su parte los israelíes incorporaron equipo occidental de Ingla-
terra, Francia y Estados Unidos, pero desarrollaron una doctrina basa-
da en las ideas originales del empleo de armas blindadas. Así en 1967
durante la Guerra de los Seis Días, la Campaña del Sinai se realizó
mediante el empleo de columnas blindadas esencialmente integradas
por tanques y con poco empleo de infantería. Este modelo táctico
recuerda la idea del General Fuller del empleo de “sólo tanques”.
Las luchas entre árabes e israelíes traen a la memoria los comba-
tes de la Segunda Guerra Mundial, aún cuando incluyen tecnología
muy moderna. Por ejemplo las tres acciones más exitosas de la Guerra
de Yom Kippur: el ataque egipcio a la línea Bar Lev, el ataque blin-
dado israelí al Golan y el contraataque judío en el Canal de Suez
presentan el típico aprovechamiento de puntos débiles no preparados
especialmente para la defensa. Confirmando esto, las fortificaciones
bien emplazadas y preparadas de esa guerra, siempre se mantuvieron
victoriosas.
Esta última guerra presenta el empleo de armas de alta tecnología
a las que en principio se les asignó un valor de impacto contra la mo-
vilidad tan fuerte como el que tuvieron las ametralladoras en la Pri-
mera Guerra Mundial. Los ataques sirios en el Golan y el asalto
egipcio al Canal de Suez fueron acompañados de una sombrilla de
mísiles antiaéreos y una pantalla de mísiles antitanques. El empleo
de estas armas en volumen causó un fuerte impacto en los círculos
militares llegando a pensarse que la era de los tanques había desapa-
recido. Sin embargo estas armas resultaron ser menos maravillosas de
lo que se creía.
Uno de los fuertes teóricos de los sistemas de mísiles era su capa-
cidad para eliminar al blanco de un disparo, sin embargo se conoce el
caso de mísiles antiaéreos que lanzados en cantidad de 5.000 sólo
lograron derribar a cuatro aviones. En el caso de los mísiles antitan-
que muchos blindados salieron indemnes de sus ataques, aún cuando
arrastraban en sus torretas manojos de los cables de guía de los pro-
yectiles. La estadística de bajas indica que la mayor parte de los avio-
nes habían sido derribados por sistemas múltiples de ametralladoras o
cañones antiaéreos; en el caso de los tanques, los cañones de los vehí-
348 JORGE ARIEL VIGO

culos y la tradicional bazooka tuvieron una mejor perfomance que


todos los mísiles juntos.103
Pese a que no resultaron decisivos, los mísiles, sí obligaron a una
revisión de la doctrina israelí pues era ahora imposible el empleo de
“sólo tanques”, debiéndose formular una táctica de armas combina-
das que incluyera la artillería y la infantería, volviendo al mejor mo-
delo de la Segunda Guerra Mundial.
Así en la Operación “Paz para Galilea” de 1982 los israelíes em-
plearon junto con sus tanques a la infantería para eliminar los núcleos
de armas antitanque, contra los cuales se practicó también la técnica
de fuego profiláctico. En su ataque al Líbano gracias a esta doctrina y
al empleo de helicópteros antitanque, tanques con blindaje reactivo y
elementos de detección que incluían vehículos piloteados a control
remoto (RPV), los israelíes eliminaron 86 aviones, 350 tanques y to-
das las defensas antiaéreas que les opusieron los sirios y palestinos, al
precio de dos helicópteros y 50 blindados.
En su lucha en la ciudad de Beirut los israelíes, principalmente
debido a la escasez de infantería y a la falta de experiencia en el com-
bate en localidades, decidieron no entrar a batallar en la ciudad sino
someterla por medio de la artillería. Este procedimiento sólo le sirvió
a Israel para recibir serias críticas en el ámbito internacional, pues se
había producido un cambio entre las fuerzas enfrentadas. La ciudad
bombardeada no contenía un ejército regular como en Stalingrado,
sino que se trataba de insurgentes y terroristas de la Organización
para la Liberación de Palestina que se hallaban mezclados con la
población local. Esta metamorfosis del combate será en tiempos mo-
dernos una constante que la táctica deberá atender especialmente y a
la que nosotros nos referiremos más adelante.
El conflicto árabe-israelí ha puesto de manifiesto dos circunstan-
cias de guerra que la presentan como un fenómeno distinto al conoci-
do hasta ahora. Por una parte ha refinado la doctrina de armas
combinadas de la Segunda Guerra Mundial incorporando la nueva
tecnología en ella, es decir que en el campo de la guerra convencional
ha presentado una continuidad evolutiva con relación a la solución
del problema de la movilidad en el campo de batalla. Por otra parte
presenta una etapa posterior a la guerra convencional. En ésta al me-
nos en un bando los ejércitos regulares desaparecen, para ser reem-
plazados por fuerzas irregulares que aprovechan no sólo la movilidad
que su reducido volumen les da, sino que además aplican la disper-

103 Griffith P.,1981 “Forward into Battle” pg.174-175, California Presidio.


FUEGO Y MANIOBRA 349

sión en el más alto grado, confundiéndose entre la población civil


tanto propia como enemiga.
La distinción entre guerra convencional y no convencional no es
ya una calificación que defina a tal o cual conflicto, sino que es un
continuo en la guerra como si se tratara de dos etapas sucesivas o
entrelazadas. El combate no convencional está además hoy presente
en la paz.. El problema táctico más serio es el de resolver el combate
contra fuerzas irregulares pues aunque la guerra pase de lo conven-
cional a lo no convencional rápidamente, el soldado regular no está
instruido para enfrentar ambos tipos de lucha que exigen de diferen-
tes capacidades y aptitudes.

E VENTOS DESTACABLES

Blindados en el Golán

La línea de cese de fuego de 1967 entre Siria e Israel era conoci-


da como la Línea Púrpura y se desplegaba sobre las alturas del Golán.
Esta posición domina todo el norte de Israel exponiéndolo a even-
tuales bombardeos de artillería.
La Línea Púrpura recorría desde la frontera en el Líbano, en la
región del monte Hermón hasta unos sesenta y cinco kilómetros al
sur siguiendo un curso paralelo al río Jodán y el lago Tiberiades a una
distancia de unos treinta kilómetros hacia el este de esos cursos de
agua. Del lado de Israel las avenidas de acceso se fijaban en las ciu-
dades de Bañas al norte, de Kuneitra y Rafid en el centro y el El Al al
sur, todas ellas separadas por unos veinte kilómetros entre si. Del
lado sirio las avenidas de aproximación se anclaban al sur en Nawa,
que se comunicaba directamente con Rafid, y de Sassa al norte co-
nectada con Banias y Kuneitra. Hacia el nordeste Sassa se conectaba
con Damasco teniendo como puntos intermedios Katana y Kiswe que
trazaban una transversal en la ruta de camino a la capital siria.
Para Israel esta línea operaba como alerta y su función consistía
en resistir cualquier ataque sirio hasta que se pudieran movilizar las
reservas. Para ello comprendía una serie de puntos fuertes y puestos
de observación guarnecidos por unos 3.000 soldados y 50 piezas de
artillería. Estos efectivos se integraban en dos brigadas blindadas, la
350 JORGE ARIEL VIGO

7ma. desplegada entre Kuneitra y el frente de Banias con 105 tanques


y la 188va (Barak) desde el sur de Kuneitra hasta el norte de El Al
con su centro en Rafid con 100 tanques.
Los sirios, cuya doctrina emulaba a la soviética, disponían de tres
cinturones defensivos. El primero a dos kilómetros de la Línea Púr-
pura, el segundo frente a las alturas de Sassa y el tercero entre Katana
y Kiswe. Estos cinturones escalonados tenían como objetivo la defen-
sa de Damasco y esta preocupación resultaría decisiva en el curso de
las acciones.
Conforme los planes trazados por las fuerzas árabes para la guerra
del Yom Kippur. Los sirios prepararon una ofensiva a lo largo de la
Línea Púrpura buscando un punto de penetración para luego explo-
tarlo con sus reservas. La primera línea del asalto la comprendían una
Brigada Marroquí al pie del monte Hermon, la 7ma. DIMec entre
Banias y Kuneitra, la 9na. DIMec entre Kuneitra y Rafid, la 5ta. DI-
Mec entre Rafid y El Al, cada una de estas divisiones estaban refor-
zadas por una brigada blindada. La reserva operacional del ataque la
constituían la 3ra. y la 1ra. DBL en Katana y Kiswe respectivamente.
El ejército sirio disponía además de dos brigadas de infantería y una
mecanizada. En el curso de las acciones llegaron a emplearse además
la 3ra DBl iraquí, una BrBl de Arabia Saudita, la 40ma Br Bl jordana y
una brigada de comandos del ejército del Ejército de Liberación
Palestina. Las fuerzas sirias llegaron a alcanzar 60.000 soldados, 1.200
tanques, 600 piezas de artillería y 900 cañones y misiles antiaéreos.104
El plan sirio pretendía alcanzar las riberas de Jordán y en una se-
gunda etapa invadir Galilea. Para ello emplearía su infantería en la
apertura de una brecha en las defensas antitanques israelíes y luego
explotarla rápidamente con el empleo masivo de blindados e infante-
ría mecanizada; esta primera parte de la operación debería cumplirse
en treinta y seis horas y contar con el empleo de la sorpresa para evi-
tar la reacción israelí.
Para la explotación los sirios contaban con las dos divisiones de
reserva antes mencionadas, sin embargo en su preocupación por de-
fender Damasco sólo se preveía el uso de una de ellas. Esto quiere
decir que sin importar cuantas brechas atravesaran el frente israelí, los
sirios estaban en condiciones de explotar sólo una de ellas. Esta limi-
tación del plan se agravaba por el diseño del asalto principal. La 9na.

104Knapp G. 1992 “Antiarmor Operations” en “ Convined Arms in Battle


Since 1939” pag.30 Fort Leavenworth, Kansas U.S. Army Command and
General Staff College Press.
FUEGO Y MANIOBRA 351

DIMec en el centro tenía como objetivos cortar las comunicaciones


del frente israelí ocupando Kuneitra y Rafid, mientras que la 7ma.
DIMec debía penetrar el frente y alcanzar el Jordán en la región de
Gonen. En tanto la 5ta. DIMec debería tomar el puente Arik sobre
ese río inmediatamente al norte del lago Tiberiades.
Como vemos el plan de asalto sirio comprendía dos penetraciones
profundas, pero reservas para explotar sólo una de ellas.
El ataque árabe se inició exitosamente el 6 de octubre de 1973
logrando la sorpresa y presionando las desesperadas defensas israe-
líes. Asimismo se aprovechó una brecha en Rafid para comprometer
una de sus divisiones de reserva. Sin embargo en la zona de Kuneitra
la penetración no pudo realizarse debido a un excesivo empleo de
tanques sin el debido apoyo de artillería e infantería. En muchos
sitios las tropas sirias sobrepasaron puestos defensivos israelíes que
no fueron luego debidamente aniquilados, estas posiciones permitie-
ron a los israelíes cortar las columnas de suministro de las avanzadas
sirias. Otro error cometido por los sirios fue el de no acompañar las
columnas de penetración con suficiente defensa aérea, ello significó
que cuanto más avanzaban más vulnerables se volvían a los ataques
de la fuerza aérea israelí.
Los combates resultaron feroces. Mientras los sirios se lanzaban
masivamente sobre las defensas, los escasos blindados israelíes con
sus jefes de tanque dirigiendo las acciones expuestos al fuego asoma-
dos desde las torretas, cambiaban constantemente de posición bus-
cando los mejores tiros de enfilada. En la primera noche se
registraron combates blindados a distancias menores a los 100 metros.
En el combate blindado los israelíes contaban con la ventaja de
un mejor adiestramiento y de tanques que podían disparar ocultos
tras alturas debido a que sus cañones alcanzaban un ángulo de depre-
sión de diez grados mientras que los tanques enemigos sólo alcanza-
ban cuatro grados. Sin embargo la profusión de misiles antitanque y
lanza cohetes proveyó algún equilibrio en el combate blindado para
los sirios; esto se vio favorecido también por la tendencia israelí de
emplear sus tanques sin adecuado apoyo de infantería.
Un error destacable de la táctica siria es que a pesar de contar con
infantería suficiente para barrer con las posiciones fijas israelíes, la
misma fue empleada montada en sus vehículos blindados de trans-
porte lo que disminuía su efectividad en los asaltos a los puestos ju-
díos y la hacía fácil blanco de las armas antitanque.
Las escasas fuerzas israelíes resistieron el esfuerzo sirio durante
treinta y cinco horas, pero para el 7 de octubre los sirios dominaban la
352 JORGE ARIEL VIGO

región de Galilea. Las fuerzas de Damasco decidieron sostener el


frente norte y explotar la penetración en el sur, aunque siempre sin
comprometer la división blindada que protegía Damasco.
Las reservas israelíes se movilizaron rápidamente y fueron envia-
das al frente con eficacia. El responsable de ello fue el Grl Dan La-
ner, que desde su puesto de mando en el puente Arik envió a las Br
Bl 79na, 14ta, 17ma y 19na escuadrón por escuadron a taponar las
brechas que se producían, especialmente en el frente sur. Para el 9 de
octrubre la 7ma BrBl israelí seguía resistiendo en el norte auque sólo
le quedaban siete tanques, después de haber destruido 460 vehículos
blindados enemigos.
El 8 de octubre los israelíes iniciaron su contraataque. Las reser-
vas israelíes dirigieron su contraataque no hacia el frente de la pene-
tración siria, sino a sus escalones de retaguardia lo que hizo perder
rápidamente fuerza al asalto árabe.Para el 10 de octubre las 7ma y
188va BrBl atacaban al norte de Kuneitra, mientras que 19na, 20ma y
79na lo hacían por el sur de esa localidad. En su asalto empujaron la
línea del frente hasta colocarse a tiro de artillería de Damasco. En
esta ocasión los israelíes no pudieron combatir como era su costum-
bre, empleando grandes masas de tanques, sino que debieron recurrir
a una táctica más conservadora y efectiva. Recurrieron al empleo de
artillería y bombardeoa aéreo, especialmente con Napalm, para
ablandar las posiciones sirias y luego avanzaron con infanter´´ia y
tanques asegurando cada posición conquistada.
El 13 de octubre los israelíes rechazaron el ataque de la 3ra DBl
iraquí que se lanzó al combate sin conocimiento cabal de la situación ,
sin emplear la radio para coordinar y transmitir órdenes; esta incom-
petencia sólo prudujo una desastrosa derrota.
El 16 de octubre la 40ma BrBl jordana lanzó un ataque contra el
flanco sur israelí. Los jordanos basaban su doctrina en la británica así
que recurrieron al empleo de tanques en un frente estrecho, buscan-
do la formación de una brecha para asegurarla y explotarla por la in-
fantería; asimismo los tanquistas conducían asomados por las torteas.
Con 150 tanques, y perdiendo sólo 14 lograron penetrar el frente
judío en treinta minutos de combate. Lamentablemente la artillería
iraquí que debió realizar un bombardeo de apoyo y preparación trein-
ta minutos antes del ataque, inició el fuego en el momento de la rup-
tura y sobre los jordanos. Para agravar la situación los aviones sirios
enviados a apoyar el asalto comenzaron a disparar sobre la infantería
iraquí que debía continuar la explotación jordana. Sobrevino una
anarquía tal que la operación debió ser completamente suspendida.
FUEGO Y MANIOBRA 353

Los combates continuaron hasta el 21 de octubre. Aunque los is-


raelíes rechazaron el ataque árabe, no lograron destruir su ejército,
pero para ese momento ninguna de las dos fuerzas estaba en codicio-
nes de realizar ningún esfuerzo que pudiese cambiar las posiciones
alcanzadas. El 24 de octubre se impuso el cese de las hostilidades

An Loc
En la mañana del 8 de junio de 1966, la Tropa A del Primer Es-
cuadrón del 4to. Regimiento de Caballería, perteneciente a la 1ra.
División de Infantería (1 DI) al mando del My Grl William DePuy
inició una marcha entre Phu y Loi y An Loc. La fuerza al mando del
Capitán Ralph Sturgis comprendía 135 soldados, 9 tanques M48, 22
vehículos de combate para transporte de personal M113, 2 blindados
lanzallamas, 2 portando radares, 2 tipo “Dozer” y 1 de recuperación.
La columna de marcha escalonaba en primer lugar al Tercer Pe-
lotón, en el centro con los tanques al Segundo y al Primero cerrando
la retaguardia. Como apoyo de rutina para una marcha de ese tipo, en
el campo de Lai Khe se encontraba el 2do. Batallón de Infantería del
18vo Regimiento de Infantería (2/18) que actuaría helitransportado a
requerimiento del jefe de columna.
Iniciada la marcha la columna abandonó la ruta provincial Nro 13
que la llevaba directamente a su destino, sospechando que se hallaba
minada; tomó entonces el sendero dejado por un antiguo ferrocarril
francés que corría paralelo a la ruta.
A las 1100 horas se alcanzó Lai Khe donde las tropas racionaron y
los vehículos recibieron combustible y mantenimiento. Luego de
este breve alto continuaron su marcha por la ruta paralela que venían
siguiendo hasta alcanzar Chon Thanh; arribados a este punto el 2/18
fue transportado por aire hasta el aeropuerto de Hon Quan en An
Loc.
El camino transcurría ahora a través de una jungla cerrada lo que
obligó por seguridad a retomar la ruta 13. Hallándose a menos de 6
kilómetros de su objetivo, siendo las 1430 el tanque que lideraba la
columna fue alcanzado por el disparo de un cañón sin retroceso (cñ
s/r), aunque los relatos de la acción señalan que pudo haber sido una
mina o ambas cosas a la vez. La fuerza del Capitan Sturgis había caído
en una emboscada montada por el Regimiento de Infantería 272 de la
9na División de Infantería del Viet Cong.
354 JORGE ARIEL VIGO

Empleando la táctica de “uno lento y cuatro rápidos” el Viet


Cong había instalado sin ser detectado una emboscada sobre la ruta
13. Los batallones 1, 2 y 3 del citado regimiento se desplegaron orde-
nados de norte a sur y del lado oeste de la ruta; formando una ele con
este dispositivo en su extremo sur se hallaba la compañía de recono-
cimiento del regimiento atravesando el camino. Como complemento
pequeños grupos de guerrillas se hallaban apostados al este de la ruta.
Siguiendo la doctrina táctica del Viet Cong esta emboscada se encon-
traba al límite, o algo más del máximo del alcance de la artillería ame-
ricana, el comandante oriental había logrado una notable superioridad
numérica y desplegaba un frente de fuego de 3 kilómetros para ma-
chacar a las tropas norteamericanas.
La Tropa A se vio sometida a un intenso fuego de armas portáti-
les, morteros y cañones sin retroceso, sin embargo el volumen de
fuego retornado al enemigo impidió que este se lanzara al asalto. Esta
circunstancia debió obligar al comandante del Viet Cong a reordenar
su plan de combate, sin embargo teniendo en cuenta que su doctrina
táctica no buscaba una batalla decisiva, el efecto de desgaste aunque
menor redituaría como un resultado positivo de la emboscada.
El Capitán Sturgis movió su vehículo de comando del centro de
la columna hacia el 3er. Pelotón donde se hallaba lo más fuerte del
combate. Fue alcanzado por un impacto de un cñ s/r desde su iz-
quierda pudiendo continuar sin mayores daños; pero pronto recibió
igual fuego desde su derecha, siendo rescatado por un M132 lanza-
llamas que eliminó la posición de guerrillas que intentaba destruir el
vehículo de comando.
Al comienzo del combate el nutrido fuego hizo que norteameri-
canos no distinguieran claramente de donde provenía el ataque ma-
yor, por lo que el 3er Pelotón dispuso sus vehículos en forma de
espinazo de pescado para cubrir ambos lados del camino. Mientras el
2do y el 1er Pelotón se acercaban se pudo identificar que el ataque
principal provenía del oeste a menos de 100 metros del camino, en-
tonces Sturgis ordenó establecer sus vehículos en un perímetro cir-
cular sobre el este de la ruta. Allí pudo pedir apoyo aéreo el que
arribó 11 minutos después.
Formar el perímetro defensivo no fue sencillo con las tropas ex-
tendidas a lo largo de 3 metros y bajo fuego. El 1er pelotón en su
avance hacia el perímetro detectó que el 2do. Batallón del 272 se
movía en paralelo a su curso por lo que aprovechó la oportunidad y
abrió fuego sobre él. Inmediatamente recibió fuego de respuesta
FUEGO Y MANIOBRA 355

perdiendo 2 vehículos a unos 500 metros del perímetro defensivo que


logró alcanzar poco después.
La formación defensiva de la Tropa A permitió concentrar el fue-
go enemigo, aunque a su vez restringió toda maniobra posible. Esto
significaba que el comandante del Viet Cong debía permanecer ba-
tiendo por el fuego a su enemigo o retirarse, lo que indica que con-
servaba su libertad de acción y la iniciativa de la batalla.
Del lado americano la decisión fue la de resistir en el terreno lo
que confirma que la iniciativa la conservaba el Viet Cong. A mayor
abundamiento las otras dos opciones, atacar o retirarse no fueron
intentadas. La primera aparentemente ni siquiera fue considerada y
recibió una crítica en el reporte posterior de la acción. La segunda no
se consideró viable en razón de que la superioridad del enemigo po-
día compensarse por medio del apoyo aéreo y el acercamiento del
2/18 y de la 5ta. DI del ejército de Vietnam del sur. Sin embargo
estos argumentos no resultan consistentes. La 5ta DI se hallaba en
An Loc, a sólo 3 kilómetros del combate pero cuando llegó todo había
terminado. Lo mismo le hubiese ocurrido al 2/18 cuya única zona de
aterrizaje se encontraba a más de 6 kilómetros del sitio de la embos-
cada. Según estas condiciones al comandante americano sólo le que-
daba resistir pues cualquier movimiento hubiese llevado a la
completa destrucción de la Tropa A. En refuerzo de este argumento
se debe tener en cuenta que sólo el 1er y 2do batallones del viet cong
estaban empeñados en el combate mientras que el 3ro se conservó en
reserva, y sólo sostuvo un breve combate con una partida norteameri-
cana hacia el fin de la lucha.
Para el 9 de junio las fuerzas del Viet Cong habían abandonado el
campo de batalla lo que permitió a la Tropa A moverse dentro del
radio de acción de su artillería en Hon Quan.
El saldo del combate fue de 14 norteamericanos muertos y 40 he-
ridos, mientras que el Viet Cong dejó 100 muertos en el campo de
batalla. Se desconoce el número de heridos pero debió ser alto. Aun-
que los números indicarían una victoria americana, la completa liber-
tad de acción del Viet Cong señala lo contrario. Por demás no hay
relatos de empleo de artillería por parte del Viet Cong, mientras que
los norteamericanos tuvieron un escaso empleo de la misma, pero
dispusieron de 17 bombardeos aéreos que emplearon: 27 toneladas de
alto explosivo y napalm, 6 toneladas de bombas de fragmentación y
24 clusters de metralla, Aún con esta diferencia en la potencia de
fuego la doctrina táctica del Viet Cong consiguió determinar la bata-
lla.
L AS N UEVAS D OCTRINAS

TECNOGUERRA : DEL PURGATORIO A


L A TIERRA PROMETIDA
Vietnam trajo la falsa promesa de que la tecnología podía ganar
guerras por sí sola. Esa ilusión llevó al fracaso de la operación militar
norteamericana y abrió la puerta a terribles males morales que daña-
ron seriamente el espíritu de cuerpo del ejército de los Estados Uni-
dos de Norteamérica. Paralelamente a ello mostró que la tecnología
sólo puede ser operada con éxito bajo el dominio de una táctica eficaz
ejecutada por tropas de alta calidad moral e intelectual.
La apreciación y análisis de estos cambios no fueron por cierto
inmediatos. Sus efectos nocivos se observan, por ejemplo en el mal
manejo del incidente del aeropuerto de Beirut del 23 de octubre de
1983. En esa ocasión un camión cargado de explosivos atravesó la
garita de guardia para impactar y explotar en los cuarteles de un bata-
llón de infantería de marina norteamericana que se hallaba estaciona-
do en el lugar. El incidente causó la muerte de 231 soldados y obligó
al gobierno norteamericano a retirarse de la operación de manteni-
miento de la paz en el Líbano. Una comisión de investigación del
Departamento de Defensa señaló que el ataque terrorista tuvo éxito
debido a las siguientes cuestiones: la fuerza de Marines tenía un po-
bre entendimiento acerca de cual era su misión, el batallón estaba
ubicado en una posición errónea, la estructura de comando era inade-
cuada para el escenario de una guerra civil, las distintas fuerzas nor-
teamericanas actuaron sin cooperación entre ellas y el exceso de

357
358 JORGE ARIEL VIGO

volumen de inteligencia privó al comando del batallón de la posibili-


dad de identificar la información que hubiese evitado el atentado.105
De igual modo la operación de Grenada mostró las deficiencias
del sistema militar americano. Para reducir un grupo de enemigos de
entre 50 y 200 efectivos, cuyo armamento consistía en fusiles y ame-
tralladoras, los norteamericanos emplearon siete batallones produ-
ciendo 400 bajas entre los civiles y 80 en la propia tropa. Se perdieron
además seis helicópteros Blackhawks y 12 de otras categorías alcan-
zando el 20 por ciento del total de aeronaves empleadas. En esta
operación seguía vigente la doctrina de maniobra primero y fuego
después.
Esa doctrina, acuñada en Vietnam, le daba preeminencia al des-
gaste del enemigo y al empleo del fuego como solución táctica per-
manente, la persecución no formaba parte del concepto del combate.
El reglamento de operaciones FM100-5 de 1976 planteaba para el
teatro de guerra europeo una defensa activa consistente en ataque de
flancos limitados como único agregado al modelo original. Estos asal-
tos restringidos son consistentes con el empleo blindado que hicieran
los norteamericanos en la Segunda Guerra Mundial contra el ejército
alemán, los que sin dejar de ser exitosos no alcanzaban grandes deci-
siones aún cuando enfrentaban un ejército en pobres condiciones.
El decaimiento del espíritu de cuerpo y este laberinto táctico que
ofrecía resultados costosos hizo que muchos oficiales norteamericanos
comenzaran a preocuparse por hallar una salida que restaurase tanto
la impronta moral del ejército como su eficiencia combativa. En este
último sentido el General Donn Starry, tal vez el más brillante co-
mandante de blindados de Vietnam, fue responsable desde la con-
ducción del TRADOC de establecer la nueva doctrina táctica. Esta
doctrina se desarrolló a partir del estudio de la operación de las fuer-
zas israelíes en el Golan en 1973.
En esa batalla la VII Brigada israelí resistió con 100 tanques el
ataque de más de 500 vehículos sirios, perdiendo 93 blindados. Esa
resistencia permitió la reunión de refuerzos, que el comando israelita
planeó emplear en una de dos alternativas. Una posibilidad era refor-
zar los puntos débiles y resistir futuros ataques, la otra consistía en
pasar a la ofensiva atacando los sucesivos escalones de avance de los
sirios. Los israelíes tomaron esta última alternativa y la ejecutaron
brillantemente eliminando una amenaza de 1.400 tanques enemigos.

105
Shy J. Y Collier T., 1986 “Revolutionary War” en Paret P. y “Makers of
Modern Strategy “pg.820-821Princeton, Princeton University Press.
FUEGO Y MANIOBRA 359

Sin desmerecer la brillantez de la operación ni la inteligencia del


General Starry, no podemos dejar de señalar que el ataque israelí no
era novedoso, repetidas veces en la historia se habían dado situacio-
nes similares, como por ejemplo en Poitiers en 1356 durante la Gue-
rra de los Cien Años o en Bautzen en 1813 durante la guerra
napoleónica. La sorpresa que despierta en Starry la acción del Golan
guarda relación con un error en la política educativa militar norteame-
ricana.
El fin de la Segunda Guerra Mundial y la introducción de las ar-
mas atómicas hizo suponer a los norteamericanos que la nueva guerra
nuclear carecía de antecedentes y por ello era inútil estudiar historia
militar. El desconocimiento histórico mantuvo al ejército estadouni-
dense en la ignorancia de numerosos modelos y ejemplos que pudie-
ron haber mejorado la doctrina mucho antes que las acciones del
Golan. Es sorprendente y triste a la vez descubrir que la estrategia del
General Giap de permanecer en el terreno hasta desgastar y obligar al
enemigo a retirarse de su país, es en esencia la misma estrategia que
George Washington empleó contra los ingleses durante la guerra de la
Revolución Norteamericana.
Superando estas limitaciones Starry y los oficiales del TRADOC
realizaron un elogiable esfuerzo que logró reunir los elementos con-
ceptuales necesarios para establecer una doctrina eficiente y ofensiva
que comprendiese además los adelantos tecnológicos.

L A B ATALLA A EROTERRESTRE :
R EGRESO AL GÉNESIS
La doctrina de la batalla aeroterrestre reconoce como anteceden-
tes a las ideas acerca del empleo de blindados desarrolladas en Euro-
pa en los años 20. Se tomó el empleo de armas combinadas en las que
tanto las armas de combate como las de apoyo y los servicios logísti-
cos operan en conjunto. Se incluyó también la idea del torrente ex-
pansivo de Liddell Hart y especialmente el concepto de la batalla
profunda de Tuchachevsky.
Estas teorías se perfeccionaron mediante el estudio del empleo
que de ellas hicieron los alemanes durante la Segunda Guerra Mun-
dial, revisándose particularmente las campañas de Polonia de 1939,
Francia de 1940, Rusia de 1941 y los envolvimientos de Rommel en
360 JORGE ARIEL VIGO

el norte de África en 1941 y 1942. Asimismo se analizaron las opera-


ciones del Tercer Ejército del General Patton.
De la guerra moderna se tomaron las acciones israelíes de 1956,
1967 y 1973. El empleo de la fuerza aérea táctica y el desarrollo de la
Primera División de Caballería Norteamericana como unidad aero-
móvil, le dieron al campo de batalla una tercera dimensión.
La aplicación de estas ideas debía responder al incremento de la
letalidad del campo de batalla que amenazaba nuevamente a la mo-
vilidad. La solución se encaminó primariamente a darle a las unida-
des móviles un alto poder de fuego propio, incrementándose para ello
sus capacidades antiaéreas, su aptitud para emplear el fuego en la
profundidad del dispositivo enemigo y su facultad de poder soportar
cierto nivel de bajas sin perder potencia de combate. Asimismo se
pensó en procurarles la habilidad de mantener un nivel propio de
abastecimiento, incluyendo munición y combustible.
La Doctrina de la Batalla Aeroterrestre (DBA) se basa entonces
en el desarrollo de unidades con esas características y que sean capa-
ces de contener el asalto enemigo y al mismo tiempo atacar en pro-
fundidad los sucesivos escalones del dispositivo contrario, lo que
tiene su fuente original en el bataillon carre napoleónico. Para ello se
requiere el desarrollo de unidades con capacidades de fuego cercano
y en profundidad, desde plataformas aéreas y terrestres, con la habili-
dad de maniobrar desplazándose por el campo de batalla rápidamen-
te, pudiendo presentarse donde el enemigo no lo espera y ocupar
cualquier terreno clave que sea necesario.
Aunque los conceptos no son nuevos la DBA los presenta dentro
de un cuadro más dinámico, integrador y ágil. La necesidad de actuar
con rapidez en la contención y ataque en el frente y además, en la
profundidad del dispositivo enemigo requieren de un preciso manejo
del tiempo y del espacio, y la coordinación de diversos combates o
batallas dentro de una misma acción estratégica. De allí que se inclu-
ya en la DBA el criterio de arte operacional. Esto facilita la conduc-
ción especialmente porque la unidad de táctica superior de la DBA es
el cuerpo de ejército.
Estas grandes unidades de batalla constituyen el medio principal
de destrucción de las fuerzas enemigas. Están integradas por entre
dos y cinco divisiones blindadas o mecanizadas más ocho o diez uni-
dades de diverso tipo como regimientos de caballería blindada o ae-
romóvil; pueden contener entre dos y cuatro brigadas de artillería,
una de aviación, una de comunicaciones, una de ingenieros y una de
FUEGO Y MANIOBRA 361

defensa aérea. Su constitución definitiva dependerá del teatro de


operaciones y de la misión específica a cumplir.
Uno de los elementos esenciales de la DBA es la profundidad del
campo de batalla. Considerarla resultaba esencial para integrar una
tecnología de armas que las había hecho más precisas y con mayor
alcance. Mayor profundidad significa asimismo mayores espacios y la
posibilidad de tener que atender simultáneamente a más de un com-
bate al mismo tiempo. Para ello el comandante superior debe pensar
sus operaciones en una profundidad de 150 a 200 kilómetros y con
alcance de dos a tres días de anticipación.
Esto implica el desarrollo de una forma particular de ver las ope-
raciones en la que se incluyen no sólo el tradicional golpe de vista del
terreno, sino también el empleo de la perspicacia y la intelección para
poder integrar operaciones de tan largo alcance incluyendo, por su-
puesto, sus requerimientos logísticos.
Uno de los puntos más interesantes de la DBA lo constituye su
mecanismo de planeamiento y conducción conocido como “órdenes y
propósito”.
El “propósito” consiste en la visión que tiene el comandante
acerca de cómo debe desarrollarse la operación. Es una proyección
íntima y personal que lleva su impronta, por lo que generalmente la
desarrolla por escrito y por sí mismo. Pretende establecer los linea-
mientos fundamentales de la operación para que su comprensión
sirva de guía a todos los involucrados especialmente para aquellos
casos en que se planteen situaciones inesperadas.
Las “órdenes” convierten el propósito en un conjunto de instruc-
ciones detalladas para la completa ejecución de la operación. Com-
prenden el análisis de la situación del enemigo y de la propia tropa, la
misión, la operación de la maniobra y el fuego, así como las activida-
des de las diversas unidades y sus puntos de coordinación, la logística
y los requerimientos de comunicaciones. Cuenta con detalles anexos
respecto a inteligencia, ingenieros, defensa aérea, fuerzas especiales,
operaciones psicológicas y acciones de decepción. En los niveles de
brigada, división y cuerpo incluye una matriz de sincronización que
permite armonizar las principales actividades de la batalla. Las órde-
nes de un cuerpo de ejército pueden comprender unas 200 páginas
incluyendo gráficos y esquemas, tardando aproximadamente 72 horas
para pasar del comandante superior a la tripulación de un tanque.
Este sistema pretende evitar errores en la comunicación y asegu-
rar a través de la comprensión de la misión la unidad de esfuerzos de
la organización militar implicada en la operación. En la misma inten-
362 JORGE ARIEL VIGO

ción la doctrina del ejército norteamericano impulsa el empleo de la


iniciativa en todos sus escalones, sujeta a las condiciones locales en
que se actúa. En este último punto este sistema es un poco más limi-
tado que el tradicional sistema de directivas prusiano. La promoción
de la libertad de acción y el empleo de la iniciativa es una muy inteli-
gente medida, pues de otra manera la DBA no podría ser operada.
La DBA es la coronación del empleo de armas combinadas, doc-
trinas blindadas, teorías de maniobra y penetración, y tecnología dis-
ponible a lo largo del siglo XX. Es en algún sentido el resumen de los
conocimientos de occidente acerca del arte de la guerra, al menos en
su concepto tradicional.
En la actualidad las acciones de la Guerra del Golfo II han levan-
tado críticas contra la DBA al punto de considerarla fracasada. Esto
resulta apresurado e injusto. La DBA no se ha probado con un con-
trincante a su medida, empleada con capacidades restringidas puede
resultar a primera vista defectuosa. Por otro lado y más importante, es
más atendible el hecho de que la guerra como fenómeno esté cam-
biando hacia una nueva forma no definida aún, será entonces que no
sólo la DBA, sino toda práctica de guerra actual deba ser revisada y
adaptada.

UN NUEVO MODELO DE GUERRA…?


En la edición de octubre de 1989 de la Marine Corps Gazette,
William S. Lind y un equipo de oficiales desarrolló la idea de que la
evolución de la guerra en los últimos 300 años comprendía tres gene-
raciones y que en la actualidad estaba tomando forma una cuarta.
La Guerra de la Primera Generación se refiere a la época de los
ejércitos de masas, armados con mosquetes y cuya táctica esencial
consiste en un rígido entrenamiento para alcanzar una alta cadencia
de disparo; el uso de la línea para maximizar el fuego y la columna
para resolver el empleo de las nuevas milicias de ciudadanos. Es el
tiempo de las Guerras Napoleónicas, lo que prima aún es la defini-
ción de la batalla y la táctica inferior, sólo Bonaparte practica concep-
tos operacionales. Esta generación ha dejado su impronta en la idea
de la identificación de la línea del frente en el campo de batalla.
La Guerra de la Segunda Generación emplea el fuego masivo
aprovechando las innovaciones tecnológicas de fines del siglo XIX.
Aunque conserva la linearidad, su criterio táctico se basa en el fuego y
el movimiento. El primero desarrollando especialmente el empleo de
FUEGO Y MANIOBRA 363

ametralladoras y el fuego indirecto, el segundo a través de cierta dis-


persión en la formación y de desplazamientos laterales en el campo
de batalla. La necesidad de la suficiente potencia de fuego exigirá de
una economía industrial indispensable para la provisión de armas y el
desarrollo tecnológico. La maniobra obligará a incluir los conceptos
operacionales dentro de las acciones de responsabilidad del coman-
dante.
La Guerra de la Tercera Generación se basa en el uso de la ma-
niobra abandonando la linearidad y buscando la infiltración para pe-
netrar el dispositivo enemigo, dislocarlo y destruirlo. No es ya el
desgaste por el fuego lo que se busca en el empleo táctico, sino el
hacer colapsar a las fuerzas enemigas aún antes de que ese desgaste
se haya producido.
La idea principal que surge como causa de los cambios en las ge-
neraciones es la innovación tecnológica. Sin embargo este solo ele-
mento no alcanza para explicar plenamente los cambios. En la edición
de septiembre de 1994 de la revista antes citada, el Teniente Coronel
Thomas X. Hammes practica esta misma observación señalando que
los sesgos dependen de los giros de la política, las condiciones socia-
les y los factores económicos que a su vez influyen sobre la tecnolo-
gía. Afirma asimismo que existe una correlación entre cada
generación de guerra y la sociedad en la que se desarrolla.
Esta última explicación que coincide con las ideas de Maquiave-
llo acerca de que los ejércitos reproducen las estructuras de las socie-
dades a las que pertenecen es más amplia y correcta que la pretensión
de sujetar la teoría bélica a la tecnología y a unas pocas ideas nacidas
de su empleo.
A partir de aquí ambos artículos se aventuran en la descripción de
una Cuarta Generación de Guerra de la que hablaremos un poco más
adelante, pero antes es conveniente analizar las tres primeras genera-
ciones.
Las mencionadas generaciones constituyen etapas evolutivas de
la guerra y de las sociedades en las que esos modelos bélicos surgie-
ron. La Guerra de la Primera Generación no nace del empleo de
mosquetes y cañones de avancarga cuya existencia data del año 1500.
Es el resultado de esas armas, de las ideas tácticas alrededor de ellas,
de la evolución política de los estados, los avances culturales de la
civilización y la reintroducción del ciudadano-soldado a través de la
Revolución Francesa. Aún antes de todo esto la guerra ha pasado
desde el comienzo de la humanidad por sucesivas generaciones plan-
teando un continuo evolutivo.
364 JORGE ARIEL VIGO

Del mismo modo el avance a la Segunda Generación necesitará


de la impulsión económica de la revolución industrial, de las revolu-
ciones liberales del siglo XIX y de la expansión imperial de los esta-
dos europeos.
El paso a la Tercera Generación fue estimulado por la guerra de
trincheras de la Primera Guerra Mundial, pero la necesidad de resol-
ver el drama social, político, económico y militar de una época agota-
da y en crisis fue el motor principal de la transformación.
Cambios de este tipo pueden reconocerse con facilidad a lo largo
de la historia militar. Un rasgo repetido en todos ellos es que la guerra
ha asumido una situación claramente identificable y distinguible de
la paz. Esa diferencia se ha manifestado en la alteración del ritmo de
vida regular de los pueblos y en la identificación visible entre comba-
tientes y no combatientes, con excepción de los estadíos más primiti-
vos de la civilización humana. La última etapa de la clasificación de
Lindt se orienta hacia una mutación en este aspecto.
La teoría de la Cuarta Generación señala cuatro ideas centrales
acerca del empleo de la dispersión, la logística, la maniobra y el me-
dio de imponerse al enemigo.
La dispersión alcanza en esta etapa su grado máximo pues el
oponente no sólo actúa en grupos muy pequeños sino que además es
capaz de mezclarse entre la población civil propia y enemiga. Este
crecimiento del nivel de dispersión viene ampliándose desde la in-
troducción de la pólvora. El grado máximo que alcanza es semejante
al de las guerras tribales producidas debajo del horizonte militar en
las que el hombre primitivo combatía sin rasgos visibles que lo dis-
tinguiera de entre otros guerreros, ni de la población misma, a excep-
ción de la circunstancia de portar armas y esto, en sociedades de
cazadores tampoco es un rasgo diferenciador.
Gracias a la dispersión y a la posibilidad de mezclarse con el
enemigo sin ser detectado el problema logístico se reduce y en alguna
medida vuelve al procedimiento de “vivir del terreno”. Aún la provi-
sión de armamento es posible bajo este sistema teniendo en cuenta
que los guerreros de la Cuarta Generación han demostrado la capaci-
dad de convertir casi cualquier cosa en un arma. Por otro lado en esta
teoría los medios de comunicación, incluida la Internet constituyen
un recurso válido para dañar al enemigo.
Con un alto grado de dispersión, flexibles recursos logísticos y
una organización pequeña y maleable, la maniobra resulta sumamen-
te importante en el nivel táctico pues todo está dado para que ella
potencie y dirija el ataque hacia el punto débil enemigo.
FUEGO Y MANIOBRA 365

La táctica tradicionalmente tiene un alto contenido de acciones


que buscan la destrucción física del enemigo y algunas destinadas a
su agotamiento psicológico. Así por ejemplo el fuego de artillería es
físicamente destructivo, pero cuenta con un poderoso efecto psicoló-
gico al aislar al soldado por medio de un ruido ensordecedor y grandes
nubes cegadoras de polvo y humo. En la Cuarta Generación son los
efectos no físicos y psicológicos los que cobran mayor valor pues la
clave es el colapso interno del enemigo, por ejemplo atacando su
cultura o el apoyo de la población. En este sentido la inmediatez de
las rápidas comunicaciones del siglo XXI ha reducido el espacio de
tiempo disponible para la estrategia, haciendo cada vez más complejo
el límite entre ésta y la táctica.
Se insiste en que la Guerra de la Cuarta Generación no es sólo el
terrorismo. Aunque no podemos descartar que lo que hoy llamamos
así y tomamos como un evento cuasi militar, cuasi policial y con ribe-
tes políticos, étnicos o religiosos, constituya mañana la estructura
central de un nuevo modelo de guerra.
Si la Guerra de la Cuarta Generación alcanza a constituirse efec-
tivamente en una nueva etapa evolutiva de la guerra, o mantiene un
perfil de conflicto mixto es algo aún no definido ni proyectable. Lo
que sí debemos afirmar es que plantea una forma de lucha para la
cual todavía las fuerzas militares occidentales no están preparadas,
técnica, política, social y espiritualmente.
Para alcanzar esas capacidades será necesario en primer lugar es-
tudiar profundamente el fenómeno y comprenderlo. Desarrollar mo-
delos teóricos, estratégicos y tácticos para enfrentarlo; probar esos
modelos tanto técnicamente como desde el punto de vista político y
social para asegurar que el soldado occidental pueda practicarlos con
éxito. Es decir tener en cuenta la idea de Maquiavello de que las
estructuras militares reflejan a las civiles. Pensar como Guibert que
desarrolló un modelo de táctica enfatizando que se necesitaba un
hombre nuevo para ejecutarlo; actuar finalmente como el ejército
prusiano después de 1806, o el alemán después de 1918, estudiando
profundamente los errores y aciertos practicados, para, a partir de ese
conocimiento crear una fuerza militar eficiente en un nuevo modo de
hacer la guerra.
A MODO DE C ONCLUSIÓN
Desde los comienzos de la guerra el hombre ha buscado consis-
tentemente el establecimiento de procedimientos de combate que le
permitieran emplear su fuerza de lucha de forma óptima y que al
mismo tiempo pudieran ser estandarizados para su instrucción y para
simplificar la conducción general de las tropas.
El establecimiento de los procedimientos de combate se desarro-
lló de forma evolutiva, aunque no necesariamente respetando una
prolija continuidad cronológica. Hemos observado que desde la horda
hasta el establecimiento de la legión romana existe un encadena-
miento de soluciones tácticas que se basan en el empleo de la infan-
tería. En ese desarrollo la infantería asumió dos variedades, pesada y
ligera y se combinó con las dos especies similares de caballería y con
otros equipos como carros, elefantes y primitiva artillería. Aún así sea
cual fuere la solución circunstancial dada, tanto el modelo de armas
combinadas de Alejandro como el ejército de infantería romano, du-
rante este período el núcleo del ejército estuvo basado en el soldado
de a pie. Eso le dio consistencia al desarrollo táctico y nos permite
afirmar que en este período se desarrolló un primer modelo militar
integrado esencialmente por infantería, arma sobre la cual todo el
diseño táctico se desarrolló y creció.
La desaparición de este modelo no implicó necesariamente una
involución, sino que al colocarse en el centro ahora a la caballería
debió desarrollarse un modelo completamente nuevo, cuyas primeras
etapas podrían resultar comparativamente primitivas vistas a través
del modelo anterior. Sin embargo este segundo modelo basado en el
soldado montado también progresó y se desarrolló generando varie-
dades de caballería e incluso presentando la modalidad de guerreros
capaces de pelear tanto a pie como a caballo. Esta segunda instancia
de la táctica también reconoció exitosas ocasiones en las que se em-

367
368 JORGE ARIEL VIGO

pleó el criterio de armas combinadas, como el caso de Ricardo Cora-


zón de León en la Tercera Cruzada. Para cuando fue eclipsado por la
reintroducción de la infantería y las armas de fuego, este modelo
alcanzaba sofisticadas organizaciones como las Compañías de Orde-
nanza de Carlos el Temerario.
La aparición de la pólvora va a generar un tercer modelo en el cu-
al aún hoy nos encontramos inmersos donde ya no prima un arma en
particular sino que el criterio de combinación de ellas es el núcleo
central del sistema. Del mismo modo que en los otros modelos las
formas de combinación han sido variadas pero también evolutivas.
En los tres modelos los que llamamos elementos del combate se
encuentran siempre presentes, pero adquieren distinta relevancia. En
el primer modelo el empleo de la maniobra en todas sus formas ha
resultado más importante que el fuego. La concentración fue el ele-
mento central de las formaciones y el multiplicador básico de la fuer-
za; esto por supuesto se vio favorecido por el escaso poder de fuego
disponible. La Detectabilidad no presentaba un problema serio pues
el despliegue del dispositivo de combate exigía de un tiempo tal que
hacía virtualmente imposible y hasta innecesario buscar ocultarse. De
allí también que se empleasen colores vivos para identificar a unida-
des y fuerzas propias.
En el segundo modelo la maniobra se ve reducida al ataque fron-
tal y a ese solo efecto se concibe la concentración de esfuerzos, pues
no existen mayormente formaciones estables. El fuego adquiere cier-
ta relevancia hacia el final del período pero no alcanzará un gran desa-
rrollo. El problema de la visibilidad y la detección permanecen en el
mismo nivel que el primer modelo.
El tercer modelo ha registrado una fuerte evolución en el criterio
de la maniobra, marcada por una creciente dispersión de tropas mer-
ced al incremento de la potencia de fuego. Es aquí donde los criterios
de maniobra, fuego y dispersión tienen aplicación plena y deben
establecer entonces una dosificación equilibrada para alcanzar resul-
tados exitosos, pues la existencia de cada uno de ellos plantea restric-
ciones a los otros. La visibilidad y detección resultan también ahora
elementos primordiales ya que de ellas depende la supervivencia
propia y la posibilidad de eliminar al enemigo rápidamente.
En todos los modelos y las subespecies de cada uno de ellos, la
relación evolutiva se produce por una mejora del estadío anterior y
por el reconocimiento del fracaso o ineficacia del paradigma táctico
en uso. Esto último es fundamental pues hasta no alcanzar ese reco-
nocimiento ningún cambio es posible, muy especialmente dentro del
FUEGO Y MANIOBRA 369

ambiente conservador de las organizaciones castrenses. Así cuando la


horda resultó costosa e insegura se recurrió a la falange, cuando ésta
resultó inadecuada en terrenos complejos se desarrolló la legión,
cuando el área de operaciones se hizo muy grande la caballería se
presentó como el elemento óptimo en velocidad y alcance, al reducir-
se esa área y resultar muy costosa la caballería, la infantería se le unió
para que, actuando en conjunto, se pudieran explotar las mejores
capacidades necesarias a la obtención de la victoria.
El reconocimiento de esta genética evolutiva de la táctica es en sí
misma una de las armas escenciales de los ejércitos. Un buen ejército
no es definido así por su tecnología de armas, su simple volumen, la
mera sofisticación de procedimientos o la complejidad científica de
su potencia de destrucción. Teniendo en cuenta que ningúnsistema
es mejor que su operador, un buen ejército es definido por la capaci-
dad intelectual, ética y moral de sus integrantes.
El conocimiento es el arma esencial para desarrollar un buen
ejército, con estudio y preparación un ejército escaso de recursos
puede no sólo optimizar los pobres medios con los que cuenta, sino
que en caso de poder adquirir elementos mejores tendrá la capacidad
para poder emplearlos con éxito. La falange, la legión, el caballero, los
tercios, los aracabuces, el cañón, el tanque, el avión y los misiles no
producen victorias por sí mismos, son los hombres que los emplean
con inteligencia los que las obtienen.
Conocer la evolución de la táctica es uno de los componentes de
ese conocimiento militar esencial. A partir de ello se llega a compren-
der y desarrollar una doctrina adecuada a la propia realidad, incluyen-
do en ella su proyección para situaciones futuras.
No existe una solución táctica ideal a todas las situaciones, sólo
hay soluciones tácticas específicas a la acción a realizar. Por ello el
conocimiento de las soluciones tácticas del pasado resulta primordial
para formular la solución adecuada al problema presente, ya sea para
repetir una formula pasada, crear una nueva o combinar procedimien-
tos. Desarrollar esa capacidad constituye la creación de la fuerza prin-
cipal de los ejércitos.
Clausewitz enseña que no hay reglas ni receta para las acciones
militares, que hay principios generales que conforman una teoría del
fenómeno militar. Esa “...teoría no puede equipar la mente con fór-
mulas para resolver problemas...pero puede darle a la mente la visión
de la masa del fenómeno y sus interrelaciones, otorgándole libertad
370 JORGE ARIEL VIGO

para elevarse al reino de la acción...”106. El conocimiento de la teoría


sirve entonces para preparar la mente crítica, analítica y práctica dán-
dole la capacidad de resolver problemas reales circunstanciados. Esa
capacidad sólo puede obtenerse con el estudio y la preparación inte-
lectual.
La táctica efectiva reposa en la mente del conductor, que deberá
cultivar y profundizar sus conocimientos si quiere alcanzar la victoria.
Esta simple verdad está hoy casi oculta, sepultada bajo la fascinación
de la tecnología. Pero no se le escapó a un brillante hombre de armas,
el Grl Luis María Campos quien al fundar la Escuela Superior de
Guerra del Ejército Argentino en 1901, aconsejó “Estudiar es progre-
sar”. Él sabía lo que todo hombre de armas debe saber: no es el sable
el que ganas las batallas, sino el conocimiento el que alcanza la victo-
ria.

106Gat, Azar, 1989, “The Origins of Military Thought”, pg 197, Clarendon


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Í NDICE
FUEGO Y MANIOBRA ............................................................... 9
Introducción ................................................................................... 9
Los Elementos del Combate.................................................. 11
Estrategia............................................................................ 12
Operacional ........................................................................ 12
Táctica ................................................................................ 13
Logística ............................................................................. 14
Inteligencia......................................................................... 14
Mando ................................................................................. 14
Comando............................................................................. 14
Conducción ........................................................................ 15
Principios de la Conducción............................................. 15
Otras consideraciones acerca del Combate........................... 17
La Táctica Evolutiva................................................................... 18

LA CONCENTRACION DE FUEGO Y MANIOBRA ................. 23


La Guerra Primitiva..................................................................... 23
La Evolución de la Doctrina en la Antigüedad ....................... 25
El Nacimiento del Arte de la Guerra ........................................ 29
La Guerra Helénica ................................................................. 30
Filipo y Alejandro..................................................................... 32
Roma.......................................................................................... 36

377
378 JORGE ARIEL VIGO

Eventos destacables.....................................................................43
Meggido 1479 a. C....................................................................43
Qadesh 1300 a. C. .....................................................................44
Marathon 490 a. C.....................................................................45
Platea 479 a. C...........................................................................47
Issus 333 a.C..............................................................................49
Gaugamela – Arbelas 331 a.C..................................................50
Hydaspes 326 a.C. ....................................................................53
Heraclea 280 a. C. y Ascullum 279 a. C. ................................55
Bagradas 255 a. C. .....................................................................56
Telamon 225 a. C. ....................................................................56
Cannas 2 de agosto de 216 a. C...............................................57
Metauro 207 a. C.......................................................................59
Zama 202 a. C............................................................................59
Cynoscéfalos 197 a. C...............................................................60
Farsalia 48 a. C. .........................................................................60
La Táctica en la Antigüedad ......................................................62

GUERRA DE LA EDAD MEDIA ............................................. 65


Estancamiento y Retroceso ........................................................65
Bizancio .........................................................................................70
Los Reinos Germanos y Francos ...............................................72
Los Otros Bárbaros.......................................................................75
La Guerra en los Siglos XI y XII................................................77
Eventos destacables.....................................................................80
Atila y Roma..............................................................................80
Daras 530 ...................................................................................81
Taginae 552...............................................................................82
Casilinum 554 ...........................................................................83
Tours Octubre 732 ...................................................................83
Las Cruzadas .............................................................................84
Hattin 1187................................................................................86
Arsouf 1191................................................................................87
Táctica Medieval .........................................................................87
FUEGO Y MANIOBRA 379

EL RENACER DEL ARTE DE LA GUERRA ............................ 89


El Cenit y Nadir de la Caballería Medieval............................. 89
La Revolución Militar................................................................. 95
La Artillería............................................................................... 97
Las Armas y la Infantería......................................................... 97
Las Fortalezas ......................................................................... 101
Los Condottieri ...................................................................... 102
Eventos destacables .................................................................. 105
Bannockburn 24 de junio de 1314 ....................................... 105
Un Siglo de Guerra ................................................................ 106
Crécy 26 de agosto de 1346............................................ 107
Poitiers 19 de septiembre de 1356 ................................ 108
Azincourt 25 de octubre de 1415 ................................... 109
Formigny 15 de abril de 1450 ........................................ 110
Castillon 17 de julio de 1453.......................................... 111
Las Guerras en Italia.............................................................. 111
Fornovo 6 de julio de 1495............................................. 112
Cerignola 28 de abril de 1503 ........................................ 112
Garigliano 28 de diciembre de 1503 ............................. 113
Ravenna 11 de abril de 1512 .......................................... 114
Novara 6 de junio de 1513.............................................. 115
Marignano 15 de septiembre de 1515........................... 115
La Bicocca 27de abril de 1522 ....................................... 116
Pavia 24 de febrero de 1525 ........................................... 116
La Evolución del Modelo Militar............................................ 118
Infantería ................................................................................. 118
Caballería................................................................................. 121
Táctica en los comienzos de la pólvora................................... 122

EL DESPERTAR DE LA GUERRA MODERNA...................... 125


La Sociedad y la Guerra............................................................ 125
Gustavo Adolfo de Suecia......................................................... 128
Luis XIV ..................................................................................... 130
La Guerra a Principios del Siglo XVIII .................................. 133
380 JORGE ARIEL VIGO

Los inicios de la Táctica Moderna...........................................137


La Guerra en el Siglo de las Luces ......................................139
Organización y Tácticas.........................................................140
La situación en el Ejército Francés......................................143
Las Ideas de Maurice de Saxe........................................144
El Ejército Francés después de Maurice......................149
Federico el Grande ....................................................................150
Eventos destacables...................................................................155
La Guerra de los Treinta Años .............................................155
Breitenfeld 17 de septiembre de 1631 ..........................155
Lützen 16 de noviembre de 1632..................................156
Rocroi 19 de mayo de 1643.............................................158
La Guerra de la Sucesión Española......................................158
Blenheim 13 de agosto de 1704 .....................................159
Ramillies 23 de mayo de 1706........................................160
Malplaquet 11 de septiembre de 1709..........................160
Denain 24 de julio de 1712.............................................161
Poltava 8 de julio de 1709......................................................162
Fontenoy 11 de mayo de 1745..............................................163
Rossbach 5 de noviembre de 1757 .......................................165
Luthen 5 de diciembre de 1757 ...........................................166
Zorndorf 25 de agosto de 1758..............................................167
Táctica como Arte ......................................................................168

LAS GUERRAS DE LA REVOLUCION FRANCESA Y DEL


IMPERIO .............................................................................. 175
La Francia Revolucionaria........................................................175
Los Ejércitos de la Revolución ................................................178
El Arte de la Guerra de Napoleón ...........................................180
Eventos destacables...................................................................186
Lodi 10 de mayo de 1796 ......................................................186
Marengo 14 de julio de 1800.................................................187
La Campaña......................................................................187
La Batalla ..........................................................................188
FUEGO Y MANIOBRA 381

LA GUERRA EN EL SIGLO XIX.......................................... 191


La Guerra después de Napoleón............................................. 191
Lentos cambios y rápidas tecnologías ..................................... 193
Eventos destacables .................................................................. 199
Colenso 15 de diciembre de 1899 ........................................ 199

LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL ...................................... 203


La Táctica a comienzos del siglo XX...................................... 203
La Doctrina Francesa ............................................................ 208
La Doctrina Alemana............................................................. 211
Eventos destacables .................................................................. 213
Las Operaciones en el Frente Occidental en 1914............ 213
Los Planes Enfrentados.................................................. 213
El Ataque.......................................................................... 220
Las Operaciones en el Frente Oriental en 1914 ................ 233
Los Imperios se preparan ............................................... 233
La campaña de Tannenberg .......................................... 235
La Batalla de los Lagos Masurianos.............................. 238
Las Operaciones en el Medio Oriente ................................ 239
El Imperio Turco............................................................. 239
Las Acciones Militares.................................................... 240
El Regreso a la Guerra de Movimiento .................................. 249
La Guerra de Trincheras....................................................... 249
Los Tanques........................................................................... 249
Tácticas de Infiltración y Defensa....................................... 253
La Doctrina al final de la guerra .............................................. 257

LA TRAGEDIA DE ENTRE GUERRAS .................................. 261


Europa entre dos Guerras ......................................................... 261
La Evolución de la Doctrina Militar ....................................... 266
Francia ..................................................................................... 267
La Creación de Estienne................................................ 267
Los desarrollos franceses ................................................ 268
Vers l’armee de metier.................................................... 271
La versión de la Caballería............................................. 272
382 JORGE ARIEL VIGO

Inglaterra..................................................................................274
Alemania ..................................................................................277
Blitzkrieg...........................................................................283

LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL ..................................... 287


Perfil Táctico de los Principales Beligerantes a Comienzos del
Conflicto......................................................................................287
Alemania ..................................................................................287
Francia......................................................................................289
Inglaterra..................................................................................292
Unión Soviética.......................................................................292
Eventos destacables...................................................................295
Khalkhin – Gol........................................................................295
La Campaña de Francia de 1940 ..........................................298
Los Planes Aliados...........................................................298
Los Planes Alemanes ......................................................300
Las operaciones ......................................................................304
El Cruce del Mosa ...........................................................306
Operaciones Mecanizadas en el Desierto: La Batalla de
Ain-el-Gazala ..............................................................................313
Las Fuerzas Enfrentadas ................................................313
Los Planes Alemanes ......................................................316
La Situación Aliada..........................................................317
Las Acciones.....................................................................319
La Táctica a fines de la Segunda Guerra mundial.................323
Alemania ..................................................................................323
Inglaterra..................................................................................327
Estados Unidos de Norteamérica.........................................329
Lorena 5-8 de septiembre de 1944 ..........................................331

LA GUERRA Y LA TECNOLOGIA EN LA SEGUNDA MITAD DEL


SIGLO XX............................................................................ 335
La Post Guerra ...........................................................................335
La Guerra de Vietnam...............................................................336
El Teatro de Operaciones .....................................................336
El Ejército de Vietnam del Norte ........................................337
Las Tácticas de Combate ......................................................338
FUEGO Y MANIOBRA 383

Las Guerras Árabe-Israelíes ..................................................... 346


Eventos destacables .................................................................. 349
Blindados en el Golán............................................................ 349
An Loc ..................................................................................... 353

LAS NUEVAS DOCTRINAS .................................................. 357


Tecnoguerra: Del Purgatorio a La Tierra Prometida ........... 357
La Batalla Aeroterrestre: Regreso al Génesis......................... 359
Un Nuevo Modelo de Guerra…? ............................................ 362

A MODO DE CONCLUSIÓN ................................................. 367

BIBLIOGRAFÍA .................................................................... 371

ÍNDICE ................................................................................ 377

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