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Misticismo ignaciano y poder eclesiástico

Chapter · September 2018

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Carmen -Isolina Egea


Universidad Francisco de Vitoria
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431

Cristina Gutiérrez-Cortines
y Carmen-Isolina Egea
432
Cristina Gutiérrez-Cortines y Carmen-Isolina Egea

En este artículo se aborda, en primer lugar, una visión de los inicios de la


Compañía de Jesús que justifica el reconocimiento que tuvo en el siglo xx la
figura de san Ignacio de Loyola como un místico frente a la imagen que tra-
dicionalmente se le había atribuido de guerrero y organizador de la orden.
Posteriormente se presentan los Ejercicios espirituales como un documento
elaborado por el santo como un método que facilita el proceso de recogimiento
y unión en Cristo propio del misticismo.
La pregunta que nos hacemos es la posible importancia que han podido
tener los ejercicios por el modo en que se encuentran redactados y determi-
nados los principios que conducen al desarrollo de una relación directa con el
Misterio, en la evolución de la mística de los jesuitas.
Hasta qué punto los principios de encontrar a Dios en todas las co-
sas y la práctica del discernimiento, propios de los ejercicios espirituales de
san Ignacio, han tenido como efecto el desarrollo de una teología que se ha
enfrentado a la jerarquía eclesiástica, en este caso al Santo Oficio y poste-
riormente la Congregación por la doctrina de la fe, de corte más tomista. Nos
adentraremos para ello en el caso de Teilhard de Chardin, S. J., que defendía
una identificación con un entorno en constante evolución como consecuencia 433
de su visión de Dios.
San Ignacio de Loyola nació en 1491 y, tras una vida dedicada a las ar-
mas, es en Manresa durante un periodo de aislamiento donde se dio cuenta de
que quería «seguir a Cristo».
Esta estancia se considera uno de los momentos de exaltación mística
en la cual llegó a tener visiones,1 y así lo recogen en su biografía. De todos es
sabida la originalidad en su momento de la Compañía de Jesús, fundada en
1541 como instituto, y la historia y preparación intelectual del primer grupo de
compañeros que, junto al fundador, definieron la primera estructura de una
orden que tuvo un éxito inmediato, extendiéndose rápidamente por Europa y
el resto del mundo conocido en la época.
La Compañía es una de las órdenes religiosas más importantes de la
Iglesia católica por su implantación mundial incluso al día de hoy en países
como Birmania o en China, por el número de miembros que han pertenecido a
la misma aún en los momentos con menor número de vocaciones como el ac-
tual, por la influencia en el seno de la Iglesia de personalidades como Francis-

1. FANNING, S. Mystics and the Christian tradition. Routledge. New York.


2001quita incluso.
Misticismo ignaciano y poder eclesiástico

co Javier, Francisco de Borja o los discutidos Prepósito General Pedro Arrupe


o el obispo Óscar Romero, contando en la actualidad con el papa Francisco
como figura de referencia; es igualmente reconocida por lo arriesgado de la
posición de sus teólogos o miembros en el campo de la Biología, la Medicina o
la Antropología entre otras ciencias.
San Ignacio de Loyola no era considerado un autor místico en los siglos
xviii y xix,2 identificándose a santa Teresa y san Juan de la Cruz como los úni-
cos autores religiosos del siglo xvi que eran calificados de este modo; es pues
en el siglo xx cuando se vuelve a estudiar la figura del santo,3 dejando atrás su
imagen de guerrero y apreciando otros elementos de su biografía que podían
aportar a la literatura y la práctica religiosa.4 Sus arrebatos místicos se refle-
jan sobre todo en su diario espiritual y en las biografías redactadas por otros
autores, coetáneos suyos.
Durante el siglo xx es una época en la que se deja de asimilar el mis-
ticismo al ascetismo, al aislamiento de la sociedad, o exclusivamente con
los episodios de visiones propios de muchos místicos o beatas. Comienza a
reconocerse como una de las formas de experiencia religiosa, aquella en la
434 que una persona con un sentido de trascendencia se eleva gracias a un camino
para unirse en contacto con Dios5 y a la que se puede llegar de distintos mo-
dos. Este mismo debate se había producido ya en el siglo xvi, cuando se crea la
Compañía de Jesús, en ese momento con los iluminados y los quietistas como
representantes de movimientos en los márgenes teológicos y con prácticas
igualmente límites, que llegan a ser considerados casi heréticos.
De la misma forma la interpretación de la historiografía sobre la cul-
tura de la época, a mediados del siglo xvi, nos permite comprender mejor la
figura de Ignacio de Loyola como un representante evidente del Renacimiento;
vivía en un universo profundamente religioso que tradicionalmente recono-
cía como principal valor la santidad y las virtudes personales. Asumió por lo
tanto dos principios característicos del humanismo renacentista: el hombre era
un ser libre, y precisamente por eso y para que pudiera gestionar esa libertad
era preciso prepararle y educarle en todos los aspectos de la vida; por ello,
un buen cristiano debía ser consciente de la necesidad de formarse para desa-

2. GONZÁLEZ DE CARDELAL, O. Cristianismo y mística. Ed. Trotta. 2015. 4. IGNACIO IPARRAGUIRRE (S.J.) Y DE DALMASES, CANDIDO (S.J.)
3. Resultado de la recuperación de muchos de sus escritos que hasta Obras completas de San Ignacio de Loyola. Ed. Manual. Biblioteca de
ese momento se habían mantenido en los archivos de la compañía, pero Autores Cristianos. Madrid. 1963. M. 8361- 1963.
no habían sido trabajados. Ignacio Iparraguirre (S.J.) y de Dalmases, 5. KÜNG, HANS. Le Christianisme. Ce qu'il est et ce qu'il est devenu
Candido (S.J.) Obras completas de San Ignacio de Loyola. Ed. Manual. dans l'Histoire. Ed. Seuil. Science Humaines. Paris. 1999.
Biblioteca de Autores Cristianos. Madrid. 1963. M. 8361- 1963.
Cristina Gutiérrez-Cortines y Carmen-Isolina Egea

rrollar su propia espiritualidad y fortalecer su personalidad para cumplir su


misión en el mundo.
Es por ello la primera novedad de la Compañía el largo periodo de estu-
dios que precedía y precede a su consagración religiosa, y que siempre ha sido
una de las características de la orden, como complemento de ese esfuerzo por
adquirir una sólida preparación intelectual y científica, pensó y redactó con su
mano un instrumento para guiar a sus miembros en el desarrollo de su persona-
lidad espiritual y en el camino progresivo de unión con Dios. Hemos de enfa-
tizar esa doble vía, los estudios que podrían denominarse convencionales y la
preparación del alma para comprender y crecer en su identificación con Cristo.
Ahora bien, esta concepción que por una parte asume el conocimiento
y la ciencia como pilares básicos para la formación de las personas y la densa
e intensiva preparación en lo espiritual tuvo como resultado, por una parte,
la creación de equipos capaces de enfrentarse a situaciones fronterizas y más
complejas en el ámbito de la Teología y de la evolución de la Iglesia como se
demostró en el Concilio de Trento o en el Concilio Vaticano II, donde miem-
bros de la Compañía tuvieron un lugar destacado y, por otro, al desarrollo de
un fuerte sentido crítico que los acompañará durante toda su historia, siendo 435
muchas veces la punta de lanza en la defensa de temas renovadores y muchas
veces conflictivos.
Este periodo de formación incluye la realización de los ejercicios
espirituales, con la variación propia de la Compañía, que tenían que ser ins-
trumento para el desarrollo de una integración en la sociedad, para llevar a la
sociedad el fruto del proceso de oración y trascendencia. Frente al quietismo,
a una mística quietista, se plantea que con el ejercicio activo en sociedad se po-
día llegar a la más alta santidad con una espiritualidad activa,6 y para ello era
imprescindible estar preparado, pues la exposición al mundo exterior acarrea
riesgos y conforme al pensamiento de la época no son válidas las fórmulas
sino los instrumentos que ayuden a convivir con dicho riesgo.
Se tenía que formar a un ejército que fuera capaz de estar en el límite,
en la sociedad, trascender mientras se estaba en contacto con lo opuesto.

6. IGNACIO IPARRAGUIRRE (S.J.) Estilo espiritual Jesuítico (1540 –


1600). ED. Espiritualidad Ignaciana. El mensajero del corazón de Jesus.
Bilbao. 1964.
Misticismo ignaciano y poder eclesiástico

Los ejercicios espirituales


Si el valor concedido a la educación en el Renacimiento generó la redacción
de numerosos tratados dedicados a las diferentes ramas del conocimiento,
cabría calificar a los Ejercicios espirituales como un tratado de espirituali-
dad, que aporta una metodología sistemática y clara para guiar el proceso de
acercamiento e identificación con Dios. Una guía con una estructura consis-
tente y un profundo conocimiento de la psicología humana que va llevando
a la transformación de su espíritu para identificarse y fundirse en la unión
con Dios, y de este modo salir fortalecido como persona. Los Ejercicios son
un instrumento para una mística que le permitirá al practicante interpretar
el mundo y su misión en la tierra desde su entendimiento de lo divino. Son
reflejo por lo tanto de una época histórica, que se va adaptando a lo largo
del tiempo 7 para poder servir a la causa mayor, son elemento de formación y
apostolado interno y externo.8
Entre los instrumentos con los que cuenta la Compañía se encuentran
436 pues los ejercicios espirituales; se consideran una de las grandes obras de san
Ignacio y, junto con las Constituciones en lo que tiene que ver con la organi-
zación interna, o el diario espiritual, es uno de los textos que lo sitúa junto a
santa Teresa de Ávila y san Juan de la Cruz dentro de la escuela mística espa-
ñola del siglo xvi.9
Su finalidad no es ser leídos, no es un libro de poemas sino un manual
para acercar al practicante al encuentro con Dios,10 junto con otros místicos
propone que en la conversación se produzca la conversión interna11 y en ella
encontrar la libertad en la unión.12 El guía espiritual (acompañante) durante
cuatro semanas acompaña al practicante, el texto se redacta para el guía, cada
una de las semanas tiene como objetivo ir desarrollando esa relación.

7. JOSEPH DE GUIBERT S.J. La spiritualité de la Compagnie de Jésus. 11. MCGINN, B. The essential writings of Christian mysticism. Random
Institutum Historicum. Roma.1953. House. United States of America. 2006.
8. GARCIA VILLOSLADA, R. Manual de historia de la Compañía de Jesús. 12. HANS KÜNG. Le Christianisme. Ce qu'il est et ce qu'il est devenu dans
Ed. Aldecoa, Burgos, 1941. l'Histoire. Ed. Seul. Science Humaines. Paris. 1999.
9. OLEGARIO GONZÁLEZ DE CARDELAL. Cristianismo y mística. Ed.
Trotta. 2015.
10. GARCIA VILLOSLADA, R. Manual de historia de la Compañía de Jesús.
Ed. Aldecoa, Burgos, 1941.
Cristina Gutiérrez-Cortines y Carmen-Isolina Egea

«es, a saber, a la primera, que es la consideración y contemplación


de los pecados; la 2ª, es la vida de Christo nuestro Señor, hasta el día
de ramos inclusive; la 3ª la passion de Christo nuestro Señor; la 4ª la
resurrección y la ascensión» [punto 4.º]».13

Un tratado para ser utilizado por aquellos que quieren formar parte de
la Compañía, para los que están realizando el juniorado, e igualmente obliga-
torio para todos los miembros al menos una vez al año, aunque está abierto a
otros participantes ya sean católicos o no.14 La dirección espiritual se adaptará
a la situación del practicante pues no todos se encuentran en la misma posición
cuando comienzan ni evolucionan de la misma manera.
El padre Acquaviva (1543-1615), considerado uno de los grandes gestores
iniciales de la Compañía,15 fue el que los introdujo como instrumento para
alinear a sus miembros, de forma que fuera obligatoria su realización, utilizán-
dolo hasta cierto punto para crear una cultura corporativa.16 Será por lo tanto
uno de los elementos que une a los miles de nuevos miembros ante una expan-
sión inesperada, bienvenida, pero que era necesario maniobrar en la fase de
crecimiento. Su uso inicialmente era irregular, contando ya en el siglo XVII con 437
algunos centros donde se realizaba de forma regular y otros en los que no. 17

La influencia de los ejercicios sobre la formación de los miembros de


la orden, que hoy llamaríamos formación continuada, se aprecia de distinta
manera según los autores, considerándolo algunos un elemento fundamental
de la formación ignaciana18 y otros que su influencia es limitada;19 nosotros
entendemos que podría influir en el modo en el que los miembros de la Com-
pañía entienden su relación con Dios en el mundo, difiriendo en ocasiones de
la doctrina del momento.
Su influencia podría provenir de uno de los elementos propios de los
ejercicios espirituales ya que llevan al encuentro con Dios en la realidad del
día a día, la confusión entre místico y asceta o místico y quietista que se da a
lo largo de los siglos,20 en este caso, como hemos comentado anteriormente

13. en IPARRAGUIRRE, I. (S.J.) y de Dalmases, Candido (S.J.), Obras 17. JOSEPH DE GUIBERT S.J. La spiritualité de la Compagnie de Jésus.
completas de San Ignacio de Loyola. Ed. Manual. Biblioteca de Autores Institutum Historicum. Roma.1953.
Cristianos. Madrid. 1963. 18. GARCIA VILLOSLADA, R. Manual de historia de la Compañía de Jesús.
14. WRIGHT, J. The Jesuit. Missions, Myths and Histories, Ed. Harper Ed. Aldecoa, Burgos, 1941.
Perennial. London. 2005 ISBN. 0002571803. 19. PHILIP ENDEAN. The spiritual exercises en The Cambridge companion
15. Igualmente, Acquaviva fue el responsable de la introducción del Ratio to the Jesuits. Editor. Thomas Worcester. Cambridge University Press.
Studiorum, como sistema de educación unificado para todos los colegios 2008. (pp. 52- 71).
de la Compañía. 20. MARTIN VELASCO, JUAN. El fenómeno místico. Estudio comparado.
16. PHILIP ENDEAN. The spiritual exercises en The Cambridge companion 3º edición. Ed. Trotta. 2009 ISBN: 978 8481643152.
to the Jesuits. Editor. Thomas Worcester. Cambridge University Press.
2008. (pp. 52- 71).
Misticismo ignaciano y poder eclesiástico

no se da. En el lenguaje popular se diferencia de la realidad propiciada por los


místicos cristianos como Eckhart, que explica la necesidad de permanecer en
el mundo compatible con la actividad mística.21 La primera semana posiciona
al practicante ante el principio y fundamento, las bases de quien es y lo que
cree, su presencia ante Cristo y la de este en todas las cosas de las que partici-
pa, teniendo en cuenta el deseo de contrición ante la humanidad del practican-
te frente a la inmensidad de la bondad divina y preparar al que los realiza para
ser enviado al mundo.22
Otro de los principios es el llamado discernimiento, elemento impres-
cindible si se quiere entender la espiritualidad ignaciana. Consiste en que con
el conocimiento del Misterio23 y la sabiduría que emana de las palabras de
Cristo se debe aprender a gestionar las realidades de la vida, situaciones que
aún nos resultan desconocidas.24 Será por lo tanto «la educación en el uso de la
libertad»25 propia del misticismo.
El practicante tras la primera semana de ejercicios comienza a desarro-
llar una capacidad de diferenciar, discernir, con el conocimiento de lo que pue-
de ser la voluntad de Cristo unido al raciocinio y su responsabilidad. Será él
438 el que tome las decisiones tras un análisis de los efectos de la misma y sabrá si
esta acción es acorde a las enseñanzas o no y se responsabiliza de aquello en lo
que él puede intervenir. Es por lo tanto crecer en libertad en el encuentro.26 El
discernimiento es uno de los elementos más importantes de la práctica de los
ejercicios espirituales, «no es una técnica, una actitud sino una disposición»,27
es una manera que llevará a comportarse de un determinado modo tras haber
terminado los ejercicios, algo que habrá hecho cambiar al practicante. Todo
ello va intrínsecamente unido a la responsabilidad, el debate estará iluminado
pero la respuesta ante las situaciones de la vida será la única responsabilidad
del practicante, aunque siempre bajo la mirada atenta de Dios misericordioso.
Potencia esta técnica la llamada devotio moderna y sobre todo algo
que resultará una de los elementos propios del pensamiento ignaciano, y de

21. ELIADE, MIRCEA. Historia de las creencias y las ideas religiosas III. insinuado en los profetas, manifestado y realizado en Cristo, constituido
De Mahoma a la era de las reformas. 1ªedición en presentación de Paidos por Dios mismo, dándose en él, su Hijo, para salvación de la humanidad,
orientalia. 2011. plenitud del cosmos y consumación de la historia» Olegario González de
22. E LIADE, MIRCEA. Historia de las creencias y las ideas religiosas III. Cardelal. Cristianismo y mística. Ed. Trotta. 2015 (p.10).
De Mahoma a la era de las reformas. 1ªedición en presentación de Paidos 24. PHILIP ENDEAN. The spiritual exercises en The Cambridge companion
orientalia. 2011. (Pp.:318). to the Jesuits. Editor. Thomas Worcester. Cambridge University Press.
23. Si hablamos de la mística en el caso del cristianismo, y en este trabajo, 2008. (pp. 52- 71).
por lo tanto, habrá de pasar, en palabras de Olegario González de Cardelal 25. GOUJON, P. (S.J.), Discerner pour s'affermir dans la liberté, Ed.
por el Misterio «con mayúscula» (sic) Études 2012/7 (Tome 417), p. 63-74. (traducción propia).
«Su sentido deriva de los últimos libros del antiguo testamento y sobre 26. HANS KÜNG. Le Christianisme. Ce qu'il est et ce qu'il est devenu dans
todo de las cartas paulinas, del hecho total de la persona de Jesus con l'Histoire. Ed. Seul. Science Humaines. Paris. 1999.
su mensaje y su destino, de la experiencia del Espíritu Santo y de la vida 27. GOUJON, P. (S.J.), Discerner pour s'affermir dans la liberté, Ed.
de la Iglesia. “Misterio” es el designio salvífico de Dios para los hombres, Études 2012/7 (Tome 417), p. 63-74. (traducción propia).
Cristina Gutiérrez-Cortines y Carmen-Isolina Egea

la Compañía y sus miembros, «la dialéctica específicamente ignaciana entre


la experiencia mística y el saber racional, entre la espontaneidad y la orga-
nización».28 No nos encontramos por lo tanto ante un conjunto de fórmulas a
aplicar sino ante un camino que se recorrerá gracias a la capacidad desarrolla-
da de analizar la situación y en presencia de Dios tomar las decisiones que sean
adecuadas; dejando la responsabilidad en manos del individuo que conoce y ha
tomado la decisión con plena conciencia. No quiere decir que esto sea siempre
del agrado de la Iglesia vaticana preconciliar, que prefería el rezo a la mística.29
Todo ello entendemos que propicia una vocación de conocimiento pro-
pio del humanismo renacentista, una devoción religiosa propia de la época e
imprescindible para aquellos que realizan los ejercicios.
Otro elemento propio de los jesuitas es la obediencia. Porque no hemos
de olvidar que entre los principios fundacionales de la Compañía de Jesús,
como en otras órdenes pero reforzado por el cuarto voto y una relación espe-
cial desde el inicio de la empresa hasta nuestros días es la obediencia al papa,
se produce desde el inicio una vocación de conocimiento y de obediencia.30
Esto ha provocado a veces a una relación tensa con la estructura eclesiástica,
ya desde el inicio de la Compañía en la que Ignacio fue detenido e ingresó en 439
la cárcel acusado de iluminado por el Santo Oficio, como posteriormente mu-
chos de los miembros de la misma.
Son pues estos dos elementos propios de la Compañía de Jesús desde
sus comienzos, herencia directa del fundador: la obediencia y el discernimien-
to, teniendo los ejercicios espirituales como la ayuda en el camino.

28. PEDRO JUAN – TOUS. Ignacio de Loyola voz en Diccionario de la


Mística. Ed. Montecamelo. Burgos. 2000.
29. HANS KÜNG. Le Christianisme. Ce qu'il est et ce qu'il est devenu dans
l'Histoire. Ed. Seul. Science Humaines. Paris. 1999.
30. JEAN LACOUTURE. Los jesuitas. Vol. II. Los continuadores. Ed.Paidos,
Estado y Sociedad. 1993.
Misticismo ignaciano y poder eclesiástico

Relación de la
Compañía de Jesús con
la jerarquía eclesiástica
El influjo de la Compañía ha sido durante siglos reconocido y en algunos casos
denostado, de tal grado que entre las consecuencias se encuentran los procesos de
expulsión de países europeos y sus territorios, empezando por Francia en 1594,
y destacando las del siglo xviii en Portugal (1759), Francia (1762) y España (1767)
y la disolución de la Compañía gracias a la decisión Dominus ac Redemptor y su
posterior restitución, ya en el siglo xix, en 1814. Ha sido tanto el poder civil como
la estructura vaticana con la que ha tenido diferencias desde los comienzos.
La relación entre la jerarquía eclesiástica y la orden religiosa ha sido a
lo largo de su historia de enfrentamiento en algunas ocasiones, de lucha codo
a codo frente a terceros, de dolor en otras muchas entre un sentimiento de
440 pertenencia a la Iglesia católica y obediencia al papado mientras se encontra-
ban sus miembros en los límites y llegaban incluso a mezclarse con el que se
encontraba al otro lado.
Esto contrastaría con la idea fundacional de que la Compañía de Jesús
desde el inicio considera que su posición dentro de la Iglesia católica ha de
ser de servicio a Dios y sus representantes en la Tierra en la figura del Santo
Padre. Esta posición de la orden dentro de la Iglesia Católica, con el principio
de perinde ac cadaver y el concepto de obediencia tanto interna como externa,
que desde el comienzo de la organización refleja san Ignacio en sus cartas a la
comunidad portuguesa:

«Y lo que tengo dicho de la obediencia, tanto se entiende en los parti-


culares para con sus inmediatos Superiores, como en los Rectores y
Prepósitos locales para con los Provinciales, y en estos con el General.
Y en éste para con quien Dios nuestro Señor le dio por Superior, que es
el Vicario suyo en la tierra».31

31. A los padres y hermanos de Portugal. Roma. 26 marzo 1553. (EPP.


4,669 - 681) en IPARRAGUIRRE, I. (S.J.) y de DALMASES, CANDIDO (S.J.),
Obras completas de San Ignacio de Loyola. Ed. Manual. Biblioteca de
Autores Cristianos. Madrid. 1963. M. 8361- 1963.
Cristina Gutiérrez-Cortines y Carmen-Isolina Egea

Todo ello es aplicable al conjunto de la orden y supone un contraste por lo


tanto con los enfrentamientos con el poder político externo e interno a la Iglesia.
Obviamente la relación de la Compañía con la Iglesia de Roma ha varia-
do a lo largo de estos quinientos años, desde el periodo inicial de creación de
la misma en la que la relación entre Pablo III e Ignacio de Loyola era óptima,
aunque tuviera problemas con el Santo Oficio, pasando por el siglo xvii y xviii
en los que como hemos visto se produce la caída en desgracia hasta un turbu-
lento siglo xx, con momentos de colaboración en la primera parte del siglo y
enfrentamiento e incluso intervención durante la época del papa Juan Pablo II
y Pedro Arrupe como General de la Compañía.
Esta relación ha influido igualmente en cómo la organización asumía la
disidencia interna, cómo llegado incluso el momento se crean movimientos de
apoyo a los pensadores o místicos que no eran apreciados por la estructura de
la curia,32 especialmente por el Santo Oficio o posteriormente la Congregación
para la Doctrina de la Fe, grupos que el Prepósito General tiene que gestionar
para conseguir mantener la relación de convivencia amable con el papa, al que
se le debe obediencia directa por expresa voluntad del fundador. 441
Es en este contexto del siglo xx con una sociedad occidental que evolu-
cionaba hacia un lugar indeterminado y claramente poco sabedores de dónde
podría acabar el proceso, con una Iglesia católica que tiene que asumir los
retos que se le presentan, la pérdida de capacidad de influencia política, la
laicización de la sociedad, el cambio de las relaciones familiares y sociales,
todo ello acompañado de una evolución tecnológica y científica incomparable
a épocas anteriores, todo ello suponía tener que plantearse el nuevo sitio que
iban a ocupar dentro de esta sociedad nueva.
Durante este periodo, finales del siglo xix y los años 80 del siglo xx,
la Iglesia católica cambia gracias a dos concilios con distinta influencia y que
provocan cambios internos. En el periodo intermedio la compañía pasa por
un periodo turbulento igualmente, varios miembros de la son reprobados por
el Santo Oficio, el teólogo Karl Rahner, que posteriormente sería rehabilitado
parcialmente, y el místico Theilard de Chardin, cada uno de ellos por distintas
razones, pero en ambos casos en un periodo de convulsión de la Iglesia, que

32. DOUGLAS LETSON Y MICHAEL HIGGINS. The Jesuit mystique. Ed.


Loyola Press. London. 1995.
Misticismo ignaciano y poder eclesiástico

está intentando encontrar una nueva posición en el mundo. Tras los cambios
del Concilio Vaticano II y una vez convertida en el Dicasterio de la Congrega-
ción para la Doctrina de la Fe, igualmente serán censurados, entre otros, Hans
Küng y Anthony de Mello, más allá de la llamada teología de la liberación.
De los casos de reprobación el que presenta un interés especial tanto por
el tiempo en el que todos sus procesos ocurren, previo al Concilio Vaticano II, y
posteriormente, e igualmente por su reacción frente a otros de los anteriormente
nombrados, es el caso del místico Teilhard de Chardin S. J. (1881-1955).
Este autor nació en Francia y realizó su formación escolar en el colegio
de los jesuitas Notre-Dame de Mongré, en la región de Auvernia-Ródano-Alpes.
Posteriormente formó parte del equipo de Paleontología del Museo Nacional de
Historia Natural de Francia, en París,33 y defendió su tesis en la Sorbona en el
año 1922. Transcurrió por lo tanto su etapa formativa inicial, en gran parte fuera
de Francia, al haber sido prohibidas la mayoría de órdenes religiosas, durante el
periodo de 1901 hasta el 1914. Tenemos por lo tanto a una persona que entendía y
había vivido las dificultades de la Compañía dentro de un país como Francia, y lo
que puede suponer un enfrentamiento con el poder político, pues había vivido el
442 enfrentamiento entre el Estado y la orden religiosa durante su periodo formativo.
Tras una temporada de investigación en China, durante la década de
1920, volvió y escribió lo que considera que es una teología que reconoce la
evolución, considera que la cristiandad es un proceso evolutivo, de una comple-
jidad creciente 34 y ha sido criticado por un posible acercamiento al panteísmo y
la puesta en duda de la función redentora de Cristo. Sus escritos en una época
de pensamiento tomista, en el que la Iglesia católica se encuentra en la encruci-
jada de una sociedad cambiante y de descubrimientos científicos que ponen en
duda los principios sobre los que se basa una parte de la teología, provocan que
inicialmente fuera reconvenido para que abandonase sus escritos.
Fue en viaje a Roma, tras la llamada del Prepósito General Janssens,
donde explicó sus ideas ante el Santo Oficio y encontró una oposición directa
por parte de la jerarquía del momento. Algunos consideran que la propia com-
pañía le abandonó en ese debate interno en el que la obediencia se enfrenta al
discernimiento,35 en el que el pensamiento optimista de Chardin36 se enfrenta
a una teología tomista reinante en ese momento que rechaza la evolución como

33. Hemos de destacar que mientras realizada esta formación, fue 35. Jean Lacouture. Los jesuitas. Vol. II. Los continuadores. Ed.Paidos,
llamado a filas durante la Primera Guerra Mundial y recibió la Legión de Estado y Sociedad. 1993.
Honor por su valentía. 36. Douglas Letson y Michael Higgins. The Jesuit mystique. Ed. Loyola
34. Wright, J. The Jesuit. Missions, Myths and Histories. Ed. Harper Press. London. 1995.
Perennial. London. 2005.
Cristina Gutiérrez-Cortines y Carmen-Isolina Egea

una opción y prefiere la seguridad de lo conocido hasta ese momento. Se con-


sidera igualmente como un autor que consiguió gracias a su visión del mundo
que se uniera la ciencia y la religión en un momento de división.37
El proceso de enfrentamiento con la estructura eclesiástica se presen-
ta como un elemento de división dentro de la propia Compañía,38 con grupos
que le apoyan frente a todos los que no lo hacen, de los primeros los editores
de la revista ETUDES, revista católica de la Compañía de Jesús, referente de
las ciencias sociales francesas, que le piden poder publicar sus escritos.39 Fue
tras su muerte, que el Santo Oficio publicó el Monitum en el que expresamente
prohibía el uso de las publicaciones.40
El proceso que sigue la Iglesia católica, sobre todo aquellos relacionados
con la Congregación para la Doctrina de la Fe, con respecto a de Chardin resul-
ta cuando menos interesante, por un lado, se vuelve a emitir una reconvención
en el año 1981, recordando que es un autor que no ha de ser utilizado en la ins-
trucción de los jóvenes, mientras que el Cardenal Ratzinger reconoce de forma
admirativa en sus libros que la influencia del jesuita había sido esencial en los
escritos del Concilio Vaticano II o del papa Juan Pablo II. En el año 2017 el Con-
sejo Pontificio de la Cultura, tras deliberaciones, propuso la rehabilitación del 443
autor, y lo comunicó al papa Francisco. La prensa especializada lo considera un
modo en el cual se acerca a su posible recuperación para la Iglesia católica.41
Nos encontramos por lo tanto ante un autor que abraza al discerni-
miento y la obediencia, el ejercicio de su libertad y la estructura jerárquica. El
ejercicio místico y el encuentro con Dios, en el caso de la Compañía de Jesús
con unas características específicas, y el mantenimiento de unas formas y la
evolución, a la velocidad de la Iglesia, que puede no ser compartida pero que
indudablemente la ha convertido en la única organización que ha superado el
paso del tiempo. Es de Chardin el reflejo del resultado de una formación y un
desarrollo intelectual propiciado por los ejercicios espirituales de san Ignacio,
capaz de escribir textos en los cuales habla de la unión en Dios como elemento
de la experiencia religiosa, y al mismo tiempo el reto por parte de la estructura
de la compañía de la disidencia, y sus efectos en la relación con la Congre-
gación para la Doctrina de la Fe, estructura esencial para poder entender la
evolución de la Iglesia católica y su relación con los místicos.

37. William V. Bangert (S.J.) A history of the Society of Jesus. 2nd ed. 40. 30 de Junio de 1962.
Revised and updated. Ed. The institute of Jesuit resources. St. Louis 1986. 41. Gerard O’Connell. Will Pope Francis remove the Vatican’s’warning’ from
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