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1. Viniendo a las objeciones que se hacen y a las soluciones que se dan, se verá
claramente de cuántas y cuáles especies sean, por las reflexiones siguientes:
Siendo el poeta imitador a manera o de pintor o de cualquier otro autor de retratos,
ha de imitar por precisión una de estas tres cosas, a saber: cuáles fueron o son los
originales; cuáles se dice y piensa que hayan sido, o cuáles debieran ser. Y estas
cosas las expresa con su habla o también con dialectos y metáforas. En el mismo
modo de hablar las diferencias son muchas, ya que a los poetas concedemos esta
licencia. Es de advertir también que no es una misma la norma de la poética que
la de la política, y de otro cualquier arte que sea. En la poética, considerada por sí
sola, se puede pecar de dos maneras: una en la sustancia, otra en algún
accidente. Si eligiese imitar lo que no es imitable, pecaría en la sustancia; mas
tomando al sesgo la cosa, será error accidental, como pintar un caballo que
mueve a un tiempo los dos pies derechos. Asimismo es accidental el yerro
cometido contra cualquier arte; v. g.: la Medicina, u otra, o si se fingen cosas
imposibles. Estos defectos, pues, cualesquiera que sean, no tocan en la sustancia.
Hiciéronse mortales
Las cosas que antes eran inmortales;
Mezcladas antes, luego separadas,
Mudaron de moradas.
Hay también palabras ambiguas, por ejemplo: Ya lo más de la noche era pasado;
el más es ambiguo, y entiéndese Lo más de dos partes, y no Más de las dos
partes. Igualmente se ha de atender al uso de las palabras. Así dicen mezclar el
vino por echarlo, aunque sea puro. De aquí es también el decir: Botín de estaño,
arnés flamante y nuevo, y broncistas a los que trabajaban el hierro. De donde se
dijo también Ganimedes a Júpiter servir copa de vino; no bebiendo vino los dioses,
sino néctar, si bien esto se puede explicar por metáfora.