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I
LA SENTENCIA Y SU EJECUCIÓN. NOCIONES PRELIMINARES. CONCEPTO DE EJECU-
CIÓN DE SENTENCIA. EL TÍTULO Y LA INSTANCIA EN LA EJECUCIÓN DE SENTENCIA.
FASES Y FORMAS DE EJECUCIÓN. SENTENCIAS EJECUTABLES. EL JUEZ DE LA EJE-
CUCIÓN Y SUS PODERES . LA DELEGACIÓN DE LA EJECUCIÓN. FASES DE LA EJECU-
CIÓN. AMPARO CONSTITUCIONAL CONTRA LA EJECUCIÓN.
Es incuestionable que, una vez declarado cierto el derecho discutido del preten-
sor, sea ello por un fallo definitivo y firme, sea por virtud de un laudo arbitral ejecutable,
sea como consecuencia de un título equivalente (convenimiento o transacción homolo-
gados1), sea por cualquier título que apareje ejecución, debe aquél que resulte jurídi-
camente obligado dar cumplimiento a esa obligación de manera espontánea. Mas, pue-
de suceder que, a pesar de todo, el obligado no cumpla voluntariamente, caso en el
cual queda inobservado el mandato que la norma impone al particular obligado por la
condena judicial. En ese supuesto, no puede el Estado ("órgano específico del dere-
cho", como lo denomina Ugo Rocco, profesor de la Univ. de Nápoles, en Tratado de
Derecho Procesal Civil, Vol. IV, Parte Especial, Proceso Ejecutivo, p. 4, Temis-
Depalma, Bogotá-Buenos Aires, 1976) permitir que el ordenamiento jurídico -cuya ob-
servancia por todos los asociados es fundamental para el equilibrio y la paz social- se
vea alterado por una resistencia injusta de parte de quien carece del derecho para ha-
cerlo, con lo cual también, en modo cierto, se afecta el principio de autoridad del Esta-
do.
Esa resistencia de adecuar la conducta a la norma y, desde luego, al mandato
jurisdiccional, fuerza a desembocar en que si no se reprime coactivamente por el Esta-
do mismo esa rebeldía, el derecho del justiciable quedará sin la tutela jurídica que se le
ha garantizado como miembro de la sociedad desde el momento mismo en que se su-
primió la justicia privada como método de composición de los conflictos y asumió el Es-
tado, en su lugar, el deber de resolverlos (reserva estatal de la jurisdicción) a través de
los jueces (órganos especializados investidos por el mismo Estado de facultad jurisdic-
cional). Con la eficacia de la tutela jurisdiccional actuando coactivamente el derecho, se
garantiza la observancia y respeto del derecho objetivo y la tutela jurídica de los dere-
chos subjetivos vulnerados.2
De otra parte, la ejecución de sentencia supone, en términos de instancia prima-
ria, el ejercicio de una acción de condena con remota pretensión a una sentencia de la
misma naturaleza y a la eventualidad, en caso de incumplimiento por parte del conde-
nado, de una subsiguiente actuación jurisdiccional para la obtención coactiva de la sa-
tisfacción de la pretensión insatisfecha del derechohabiente.
CONCEPTO:
1 Como tema de interés, vale comentar una decisión de la Sala Civil de la Corte Suprema de Justicia, de fecha 28 de no-
viembre de 1996, con el voto salvado del Magistrado César Bustamante Pulido (a nuestro juicio con la razón de su lado), en
la cual se consideró como un convenimiento y no como una transacción, en un juicio de resolución de contrato de arren-
damiento, esta expresión del demandado: "Convengo en la demanda en todas y cada una de sus partes..., sin embargo a
los fines de proceder a la entrega del inmueble descrito, solicito de la parte actora le conceda a mi representado un plazo
hasta el 30 de octubre de 1995, contado a partir de la presente fecha...". Convino además la parte demandada en cancelar
una suma de dinero. Ni ese plazo ni el pago indicado fueron parte de la pretensión del actor. Creemos, con el auto del voto
salvado, que en ese caso se dio una transacción, pues el demandado no convino en forma pura y simple, sino que además
de convenir, propuso una modificación a las pretensiones del actor que éste aceptó, con lo cual hizo una concesión distinta
a los pretendido en la demanda. Oscar Pierre Tapia. Jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia. A. 96, T. 11, pp. 377-
381.
2 Sostiene UGO ROCCO que en caso de inobservancia por parte del obligado, "para que se respete y observe aquel todo
armónico que está constituido por el ordenamiento jurídico, sin el cual desaparecería el ordenamiento social mismo, y para
que se actúe prácticamente aquella tutela que, en el caso singular, la norma jurídica, mediante mandatos, prohibiciones o
permisos de carácter abstracto y general, concede a determinado interés, es necesario que el tal Estado, órgano específico
del derecho, intervenga con la fuerza coactiva proveniente de su soberanía, para realizar prácticamente dicho interés, aún
sin la voluntad del obligado o en contra de ella, y frente al cual resulta declarada cierta la tutela que las normas de derecho
objetivo han reconocido al interés de otro sujeto (derechohabiente)". ROCCO, Ugo. Tratado..., Vol. IV, p. 4.
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Ejecutar una sentencia es, pues, el acto jurisdiccional por el cual el Juez
de la causa hace efectivo el mandato de condena contenido en la senten-
cia ejecutoriada.
“Es el proceso de ejecución aquel en el que se pide del órgano jurisdiccio-
nal una manifestación de voluntad, una conducta determinada, distinta de
la declaración que caracteriza los procesos de cognición, para hacer efec-
tiva una pretensión reconocida por una sentencia firme” (Manuel Alonso
Olea y César Miñambres Puig. Derecho Procesal del Trabajo. 9ª ed revi-
sada. Editorial Civitas, S. A., Madrid, 1997, p. 435).
La ejecución de una sentencia “integra el derecho fundamental a la tutela judicial
efectiva” (Olea-Miñambres, p. 435-436). En nuestro ordenamiento jurídico se integra en
lo previsto en el artículo 26 CRBV.
Constituye ella un título ejecutivo a favor del ejecutante, con el cual, generalmen-
te a solicitud suya, se inicia el proceso de ejecución (Cfr. Olea-Miñambres, p. 436).
Derecho comparado en lo laboral.
ESPAÑA: La ley de Procedimiento Laboral 1995 no se remite a la Ley de Enjui-
ciamiento Civil como lo hacía la derogada ley rituaria laboral venezolana y no lo hace
ahora sino para lo no previsto, la Ley Orgánica Procesal del Trabajo, Se crea así un
orden propio de ejecución en la señalada área social: “la acumulación de títulos ejecuti-
vos, la aplicación de los principios de la par conditio creditorum y de proporcionalidad en
el reparto de los bienes ejecutados entre los distintos acreedores, la competencia de un
único órgano para conocer de la ejecución de las sentencias dictadas en una misma
circunscripción, etc.” (Olea Miñambres, p. 437).
¿Es la ejecución de la sentencia una función jurisdiccional o una función adminis-
trativa? Al respecto, en la Exposición de Motivos del Proyecto correspondiente al vigen-
te CPC (redactado por los doctores Arístides Rengel-Romberg, Leopoldo Márquez
Añez, José Andrés Fuenmayor y Luis Mauri C.), se dice:
"Esta última fase del proceso, hace posible que el mandato concreto con-
tenido en la sentencia, pueda ser prácticamente operativo, porque de otro
modo, la finalidad del derecho y la de la jurisdicción misma quedarían frus-
tradas si el Estado no dispusiese de los medios prácticos para hacer cum-
plir el fallo".
"Se mantiene así en el Proyecto, la posición que desde antiguo había to-
mado el legislador venezolano, de considerar la ejecución forzada forman-
do parte del "Officium iudicis" —del oficio del Juez— y comprendida, por
tanto, dentro de la función jurisdiccional".
"Mediante el sistema que se mantiene, la ejecución no es objeto de una
nueva acción (actio iudicati), como en otros derechos, ni da origen a una
nueva relación jurídica procesal, sino que constituye el desenvolvimiento
final de la única relación jurídica procesal que se constituye entre las par-
tes desde el momento mismo en que la demanda judicial es notificada al
demandado".
Lo dicho se concreta en el artículo 523 del CPC, conforme al cual
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3 Artículo 255 CPC: “La transacción tiene entre las partes la misma fuerza que la cosa juzgada”.
Artículo 256: “Las partes pueden terminar el proceso pendiente, mediante la transacción celebrada conforme a las disposi-
ciones del Código Civil. Celebrada la transacción en el juicio, el Juez la homologará si versare sobre materias en las cuales
no estén prohibidas las transacciones, sin lo cual no podrá procederse a su ejecución”.
Artículo 262: “La conciliación pone fin al proceso y tiene entre las partes los mismos efectos que la sentencia definitiva-
mente firme”.
Artículo 263: “En cualquier estado y grado de la causa puede el demandante desistir de la demanda y el demandado con-
venir en ella. El Juez dará por consumado el acto, y se procederá como en sentencia pasada en autoridad de cosa juzgada,
sin necesidad del consentimiento de la parte contraria. El acto por el cual desiste el demandante o conviene el demandado
en la demanda, es irrevocable, aun antes de la homologación del Tribunal”.
Artículo 1.718 CC: “La transacción tiene entre las partes la misma fuerza que la cosa juzgada”.
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Ha dicho la Sala de Casación Civil que el auto que ordena la ejecución de la sen-
tencia no es un auto de mera sustanciación o de mero trámite que puede ser reformado
o revocado por el Tribunal que lo haya pronunciado, pues no constituye un auto de or-
denación del proceso cuya única finalidad es la del impulso procesal sin significar un
pronunciamiento del juez sobre un punto sometido a su decisión. En efecto, en ese auto
el juez hace pronunciamiento expreso sobre la solicitud de la parte interesada de que se
proceda a la ejecución del fallo, para lo cual el Tribunal debe constatar si ciertamente se
ha producido la firmeza de la sentencia, hecho lo cual, de ser procedente lo solicitado,
deberá ordenar la ejecución y fijar el lapso dentro de los límites legales para que se de
cumplimiento voluntario a lo decidido. Se aprecia, entonces, que el decreto de ejecución
de la sentencia contiene decisiones sobre cuestiones planteadas por una de las partes,
siendo susceptible de causar gravamen a la otra. Y siendo así, cabe el recurso de ape-
lación por quien considere que lo decidido lo agravia (v. sent. 11-8-93. A Elite c/ G. Di
Giulio. Exp. 92-458. Ramírez: T. 126. N° 858-93. pp. 461-462).
EJECUCIÓN DE SENTENCIA POR VÍA DE AMPARO.
Existiendo un procedimiento legal expedito para la ejecución de los fallos definiti-
vamente firmes y empero que es consecuencia natural del derecho a la defensa el que
el victorioso en un juicio pueda no solo obtener la declaración de certeza de su derecho,
sino que luego de ello pueda lograr que el Estado le garantice la ejecución de lo decidi-
do, no es por la vía del amparo constitucional que se puede obtener la ejecución de un
fallo. En ello están contestes la doctrina y la jurisprudencia. En cuanto a esta última, v.
sent. Casación Civil como Tribunal Constitucional de 12-7-95. Carlos Enrique Monsalve.
Exp. 95-008. Ponente: Dr. Aníbal Rueda. Pierre: A. 95. T. 7. pp. 68-74)
CONCEPTO DE EJECUCIÓN DE SENTENCIA.
Declarada judicialmente la certeza de un derecho y producida la condena por
medio de la sentencia u otro título equivalente, aquel contra quien obre esa condena
debe cumplir con lo ordenado y si opusiere resistencia deberá procederse a la realiza-
ción coactiva del derecho declarado cierto, ello en virtud de que no cumpliría el Estado
con su deber de tutelar los derechos subjetivos y de velar por la estricta observancia del
ordenamiento jurídico si no tuviere la potestad de lograr que voluntaria o coactivamente
se cumpliera con lo ordenado por el órgano jurisdiccional al hacer su pronunciamiento
sobre la composición de la litis. O, como se dice en la Exposición de Motivos del Pro-
yecto de Código Civil (el vigente), si no se ejecutare la sentencia "la finalidad del dere-
cho y la de la jurisdicción misma quedarían frustradas si el Estado no dispusiese de los
medios prácticos para hacer cumplir el fallo", o como decía Couture, "en el orden del
derecho, ejecución sin conocimiento es arbitrariedad; conocimiento sin posibilidad de
ejecutar la decisión, significa hacer ilusorios los fines de la función jurisdiccional" (Fun-
damentos del Derecho Procesal Civil. Tercera edición póstuma. Ediciones Depalma.
Buenos Aires, 1981, p. 444).
Podemos afirmar entonces que la ejecución de la sentencia es la obliga-
ción jurídica pública del Estado a la cual se corresponde el derecho subje-
tivo público del ciudadano para que, una vez presumida o declarada la
certeza legal del derecho, se proceda a la realización coactiva del derecho
si hubiere resistencia al cumplimiento voluntario.
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les, sino también el lograr la ejecución de los fallos que éstos dicten...' (Sa-
la Político-Administrativa, Sent. de fecha 9-5-81, caso: Servicios Sanitarios
Municipales C.A. vs. Instituto Municipal de Aseo Urbano, Imau)".
"El autor Eduardo García Enterría sobre el particular expresa:
'Un sistema de tutela judicial efectiva no es sólo un sistema que permita
abrir los procesos y en cuyo seno se produzcan sentencias ponderadas y
sabias. Estas sentencias tienen también que ser efectivas ellas mismas y,
por tanto deben necesariamente que poder ejecutarse. El derecho a la tu-
tela judicial efectiva incluye necesariamente el derecho a la ejecución de
las sentencias contra la administración' (García de Enterría, Eduardo, Ha-
cia una Nueva Justicia Administrativa, segunda edición ampliada, Edit. Ci-
vitas, S.A. Madrid, España, 1991).
"Es por esto que la ejecución de las sentencias es de capital importancia
para la efectividad del estado social y democrático de derecho, por ello re-
sulta difícil hablar de un estado de derecho cuando no hay efectividad al
momento de la ejecución de las mismas" (Sent. 18-5-95. Plásticos El Guá-
rico C. A. c/ Corpoindustria. Ponente: Dr. Humberto J. La Roche. Exp.
5.274. Pierre: A. 95. T. 5. pp. 343-348).
LA REALIZACIÓN FORZOSA.
Concluida la fase de cognición ordinaria o la de cognición abreviada —según se
trate de un proceso de cognición o de uno ejecutivo—, proferido y firme que sea el fallo
definitivo o firme que quede la intimación, se procede a la ejecución forzada, también
conocida en doctrina como realización forzosa, la cual se puede conceptuar como la
forma general y ordinaria “de convertir a los bienes embargados en objetos idóneos pa-
ra que el Juez decida del modo que se precisa en una ejecución procesal” (Jaime
Guasp, Derecho Procesal Civil (2 tomos), 3ª ed. corregida, Instituto de Estudios Políti-
cos, Madrid, 1968, t. I, p. 446).
En el Derecho Comparado, esa realización forzosa puede presentarse como una
adjudicación forzosa (se utiliza el bien embargado en sí mismo), como una enajenación
forzosa (se utiliza el bien en su valor de cambio) y como una administración forzosa (se
utiliza el bien en su valor de uso) (Cfr. Guasp, o. c., t. I, p. 440 et alli). La realización for-
zosa y sus tres manifestaciones típicas constituyen actos procesales instructorios de
ejecución, en el sentido que doctrinariamente se les atribuye, genéricamente, a los ac-
tos de esta naturaleza como “aquellos que se proponen, directa o inmediatamente, utili-
zar, de modo específico, los medios necesarios para que la institución procesal consiga
su verdadera finalidad”, y específicamente en el proceso de ejecución, como el medio
específico para que éste cumpla con su fin obteniendo bienes que permitan al Juez lle-
var a cabo las operaciones materiales para lograr satisfacer la pretensión del acreedor,
obtención que se logra incorporándolos al proceso y convirtiéndolos, por realización
procesal, en entes idóneos para que se pueda verificar la decisión procesal. El acto por
el que se incorporan al proceso se llama embargo y el acto por el que se convierten se
llama realización forzosa (adjudicación, enajenación y administración) (Cfr. Guasp, o. c.,
t. I, p. 265).
ADJUDICACIÓN FORZOSA.
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carse las causas y motivos por los cuales se procede a la satisfacción por esa
vía. Siendo la adjudicación forzosa una vía compensatoria con respecto a la sa-
tisfacción de la pretensión del acreedor, y por ende mediata e indirecta, ella se
da usualmente cuando se trata de realización forzosa de créditos embargados
que son entregados al acreedor (art. 1.481 de la LEC española, conforme al
cual “se hará pago inmediatamente... si lo embargado... fueren créditos”) y
cuando han resultado infructuosos los intentos de realización por enajenación
forzosa del bien embargado (art. 1.504 de la LEC española, que lo autoriza
cuando en la subasta no se logra obtener el precio mínimo para satisfacer al
acreedor).
Lugar, tiempo y reglas de la ejecución forzosa.
1. Se verifica ella en el la circunscripción, sede y local del Tribunal que adelanta
la realización forzosa.
2. Se realiza en el tiempo correspondientes a la realización forzosa.
3. Deben cumplirse a cabalidad las reglas de forma comunes al proceso, en el
sentido que las declaraciones de voluntad deben manifestarse por escrito y las
manifestaciones de voluntad de una manera oral o escrita, o de la forma que
la práctica permite en este tipo de realización.
Procedimiento de la adjudicación forzosa.
En el procedimiento se pasará por el que tenga previsto el ordenamiento jurídico
correspondiente, debiendo recordarse que en Venezuela, por lo menos en lo general y
ordinario, la realización por adjudicación forzosa no está positivamente regulada. Sin
embargo, cabría preguntarse, como ejercicio académico, si agotadas que sean las po-
sibilidades de enajenación forzosa característica del sistema venezolano, no podría el
acreedor solicitar la adjudicación directa del bien embargado. En todo caso, a nuestro
juicio, el problema debería manejarse como de lege ferenda.
Efectos de la adjudicación forzosa.
El principal efecto de la adjudicación forzosa —como en los otros dos tipos de
realización forzosa— es la transmisión del derecho de propiedad del bien adjudicado en
favor del adjudicatario, cambiando así, de titular, el dominio del bien, absolutamente
saneado, pues esa transferencia se hace libre de toda posibilidad de evicción, rescisión
o reducción por vicios ocultos (salvo que la ley lo permita), así como libre de posibilidad
que un tercero reclame dominio, el cual sólo es posible antes de la adjudicación.
No obstante, sí van con el bien adjudicado los derechos reales distintos al domi-
nio, desapareciendo los derechos personales del deudor, aunque fueran precedentes al
del adjudicatario, ello por la misma razón por la que se niega la tercería de dominio,
pues la tercería de mejor derecho debe proponerse antes de la adjudicación (Cfr.
Guasp, o. c. t. I, p. 444-445).
ENAJENACIÓN FORZOSA.
Procedimiento en la enajenación forzosa.
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ADMINISTRACIÓN FORZOSA.
Ha dicho la Sala de Casación Civil que la concesión del lapso para el cumpli-
miento voluntario de lo ordenado en la sentencia
"...es de orden público, pues, es el momento en que el vencido puede
cumplir pacíficamente con la sentencia y sin más obligaciones que las im-
puestas por el propio dispositivo del fallo; y, si bien, aun habiendo sido de-
cretada la ejecución forzosa, se puede ejecutar voluntariamente la senten-
cia..." (Sent. 12-12-95. Caso: Agropecuaria C. S. C., C. A., c/ Cristóbal
Santana Pérez Araujo y otros. Ponente: Carlos Trejo Padilla. Exp. 95-158.
Pierre: A. 95. T. 12. pp. 329-331).
dena, sin poder modificar nada de tales extremos. El hacerlo es recurrible inclusive has-
ta Casación.
Puede sí el juez, a nuestro criterio, rectificar errores materiales contenidos en el
dispositivo del fallo, siempre que la corrección se base en elementos que consten en el
propio texto de la sentencia.
LA DELEGACIÓN DE LA EJECUCIÓN.
La ejecución de la sentencia puede verificarse por intermedio de un juez comi-
sionado a tales efectos específicos, quien deberá cumplir la comisión en los términos
exactos que le fueren encomendados.
Pero puede verificarse también por vía de cualquier juez de la República, a quien
el juez de la ejecución le delega por vía de un mandamiento de ejecución en términos
generales todo lo concerniente a los actos de ejecución del embargo y depósito de los
bienes que habrán de ser sustraídos del patrimonio del ejecutado para satisfacer la pre-
tensión insatisfecha del ejecutante. Ese mandamiento de ejecución, que está regulado
en el artículo 527 del CPC, ordenará al juez a quien se le presente:
1. Si se trata de cantidades líquidas de dinero, que se embarguen bienes pro-
piedad del ejecutado en una cantidad que no debe exceder del doble de lo
condenado a pagar, más las costas por las cuales se siga la ejecución.
2. Si se trata de la entrega de un bien mueble o de un inmueble, que se cumpla
con la entrega.
3. Que se depositen los bienes embargados en los términos regulados para el
depósito por el CPC.
4. Que solo a falta de bienes embargables, se embargue cualquier sueldo, sala-
rio o remuneración del ejecutado en las proporciones legalmente autorizadas.
ACCIÓN DE AMPARO PARA IMPEDIR LA EJECUCIÓN.
Acción para impedir la ejecución de una sentencia ejecutoriada de primera ins-
tancia.
En un caso en el que se pretendió impedir la ejecución de una sentencia definiti-
va por vía de amparo, alegando el quejoso que la sentencia definitiva de primera ins-
tancia fue declarada con lugar en su contra por la inacción de su apoderado judicial, la
Sala de Casación Civil declaró inadmisible la acción por considerar que lo denunciado
no es un motivo para ser tramitado por vía de amparo constitucional, habida cuenta que
el quejoso tuvo a su disposición los recursos ordinarios para defenderse (Cfr. sent. 14-
12-95. Caso: Alicia Amelia Manzanilla Tejada. Ponente: Alirio Abreu Burelli. Exp. 91-94.
Pierre: A. 95. T. 12. pp. 98-99).
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II
MODOS DE LA EJECUCIÓN. NOCIÓN PRELIMINAR. SENTENCIAS QUE CONDENAN
A DAR. SENTENCIAS QUE CONDENAN A HACER. SENTENCIAS QUE CONDENAN A
NO HACER. SENTENCIAS QUE CONDENAN A LA ENTREGA ALTERNATIVA DE CO-
SAS. LAS CONDENAS POR OBLIGACIONES DE HACER Y DE NO HACER EN EL
PROYECTO DE CÓDIGO VIGENTE. SANCIONES POR EL INCUMPLIMIENTO DE LO
CONDENADO. EJECUCIÓN DE SENTENCIAS EXTRANJERAS.
go de bienes propiedad del deudor, por darse una cualquiera de las siguientes
razones:
b1. El acreedor opta por no pedir la autorización judicial para hacer ejecutar
él mismo la obligación a costa del deudor.
b2. La naturaleza de la obligación no permite la ejecución en especie.
b3. La naturaleza de la obligación hace que la ejecución en especie resulte
demasiado onerosa.
III
CONTINUIDAD DE LA EJECUCIÓN.
Es de principio (y principium est primus según las escolásticos) que una vez
iniciada la ejecución continúa de derecho y no se interrumpe. Así está recogido en
el artículo 532 del CPC.
Además, el procedimiento de ejecución de sentencia debe ser sumario, en
atención a la finalidad de efectuar el mandato legal.
Causales de interrupción de la ejecución.
1. El mutuo acuerdo de las partes, el cual debe constar en los autos, puede
suspender el curso de la ejecución por un tiempo determinado con exactitud y no
por tiempo indefinido. Así se establece en el artículo 525 del CPC.
2. El alegato por parte del ejecutado de la prescripción de la ejecutoria con-
sumada, lo cual debe evidenciarse de las actas del proceso. Así se dispone en el
ordinal 1° del artículo 532 del CPC, pero si el ejecutante alegare haber interrumpi-
do la prescripción, deberá abrirse una articulación probatoria por 8 días para pro-
mover y evacuar, debiendo el juez decidir el noveno día, decisión contra la cual
cabrá apelación libremente si fuere ordenando la suspensión y en un solo efecto si
fuere lo contrario.
Conforme al único aparte del artículo 1.977 del CC, la acción que nace de
una ejecutoria prescribe a los veinte años.
3. El pago íntegro de todo lo ordenado por la sentencia, siempre que sea
alegado por el ejecutado en su oposición, acompañando en el mismo acto prueba
auténtica que demuestre el pago. De la decisión del juez suspendiendo la ejecu-
ción se oirá apelación libremente y si fuere ordenando la continuación, la apela-
ción será oída en un solo efecto. Así se establece en el ordinal 2° del artículo 532
del CPC.
4. Cuando un tercero se opusiere a la ejecución antes de haberse ejecutado
la sentencia y fundare su tercería en instrumento público ("instrumento público
fehaciente" según la norma, lo que me parece una reiteración innecesaria, pues el
documento público "hace fe") o, cuando sin presentar el requerido instrumento
público, diere caución bastante, a juicio del Tribunal, para suspender la ejecución.
En todo caso, el tercero será responsable por los daños que causare el retardo si
su tercería resultare desestimada. Así está establecido en el artículo 376 del CPC.
5. En el caso del juicio de invalidación, cuando el recurrente diere garantía
de las previstas en el artículo 590 del CPC, a fin de responder del monto de la eje-
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cución y del perjuicio por el retardo en caso de no invalidarse el juicio. Así se pre-
vé en el artículo 333 del CPC.
En la ejecución de la sentencia sólo pueden oponerse defensas que no me-
noscaben la incontrovertibilidad de la cosa juzgada.
La Sala Civil ha sido reiterativa al sostener que en la ejecución de la sen-
tencia sólo pueden ejercerse defensas que no menoscaben la inctrovertibilidad de
la cosa juzgada.
Así, por ejemplo, en la sentencia dictada en fecha 14 de diciembre de 1994,
con ponencia del Magistrado Aníbal Rueda, caso Construcciones y Mantenimiento
Sertec, S. R. L. C/ E. Llovera y otro, en la que, por Casación de oficio, se dijo:
"En fase de ejecución sólo pueden oponerse hechos o circunstancias
que dejen incólume la verdad ya incontrovertible de la res iudicata y
así se infiere del mandato del legislador, contenido en el artículo 532
del Código de Procedimiento Civil, al establecer que, salvo acuerdo
en contrario de las partes, una vez comenzada la ejecución, ésta
continuará sin interrupción, excepto en dos (2) casos: 1°) cuando el
ejecutado alegue haberse consumado la prescripción de la ejecutoria
y así se evidencie de las actas del proceso, y 2°) cuando el ejecutado
alegue haber cumplido íntegramente la sentencia mediante el pago,
consignando en el mismo acto de la oposición documento auténtico
que así lo demuestre".
"Nuestra Ley Procesal no consagra ningún otro recurso en la ejecu-
ción, que el que pudiera resultar de las alteraciones del dispositivo
pronunciado por el Juez ejecutor y dentro de estas características no
encaja una solicitud de reposición de la causa al estado de notifica-
ción de la cónyuge del ejecutado, por cuanto, no se está rematando
la totalidad del bien perteneciente a la comunidad conyugal sino los
derechos pro indivisos del ejecutado en ese bien, por efecto de la
ejecución de la sentencia adversa a sus intereses".
"La ejecución no es un estado del juicio sino una consecuencia de la
terminación del mismo".
"La incorporación del contenido del artículo 532 del Código de Pro-
cedimiento Civil, en la normativa adjetiva pretende evitar la paraliza-
ción injustificada de la ejecución, mediante solicitudes de reposición
por vicios en la intimación o en el trámite de la ejecución".
"Comoquiera que en el asunto examinado no era procedente la repo-
sición de la causa, ni mucho menos la nulidad del acto de remate ni
la de las actuaciones relacionadas con él, el sentenciador de la recu-
rrida infringió los artículos 15 del Código de Procedimiento Civil al
romper el equilibrio procesal y el principio de igualdad de las partes y
el 208 eiusdem por ordenar indebidamente la reposición de la causa
en una etapa del juicio en la cual era improcedente decretarla y el ar-
tículo 532 del mismo Código Procesal, el cual señala los casos taxa-
tivos que harían procedente la interrupción de la ejecución de la sen-
tencia; violaciones que la Sala declara de oficio en uso de la facultad
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proceso (no misma cosa con respecto a la falta de jurisdicción del juez venezolano
con respecto al tercero que sólo se declarará de oficio), y siendo la ejecución de la
sentencia la última parte del proceso, no cabe duda que esta etapa se puede plan-
tear la falta de jurisdicción del juez.
Sin embargo, la Sala Político-Administrativa tiene asumida una posición
contraria, la cual consignó en sentencia de fecha 8 de febrero de 1988. Dijo la Sa-
la entonces:
"...la etapa de ejecución de la sentencia definitivamente firme recaída no es
un 'estado del proceso', porque éste ha concluido en su fase de cognición,
de manera que es la consecuencia de la terminación de la contención o litis,
por lo que es extemporáneo, en tal situación, plantear una falta de jurisdic-
ción" (Ponente: Pedro Alid Zoppi. Caso: Administradora Faisa, C. A. c/
Mercedes González Falagan. Gaceta Forense. Tercera Etapa. Año 1988
(Enero-Marzo). Vol. I. N° 139, pp. 153-156).
Integraban la Sala para aquel entonces los Magistrados René De Sola
(Presidente), Domingo A. Coronil (Vicepresidente), Pedro Alid Zoppi, Josefina Cal-
caño de Temeltas y Luis H. Farías Mata.
En decisión más reciente, de fecha 7 de noviembre de 1996, la Sala (con
otra integración) ratificó el criterio, pero esta vez salvó su voto la Magistrada Hil-
degard Rondón de Sansó, voto salvado con el que coincido plenamente. Este es
el texto del voto salvado:
"...considera la disidente que la interpretación que se dé del artículo
59 del Código de Procedimiento Civil, debe atenerse estrictamente a
su sentido, por lo cual, si el mismo establece que la falta de jurisdic-
ción puede oponerse 'en cualquier estado e instancia del proceso', no
puede excluirse como lo hace el fallo, la fase de ejecución. Se plan-
tea la disidente la hipótesis de que la indicada ejecución hubiese sido
remitida a un Tribunal arbitral, y se discutiese el cumplimiento de la
misma, sí podría plantearse una regulación de jurisdicción. Existen
múltiples hipótesis en las cuales puede valederamente plantearse la
duda sobre la potestad de un órgano jurisdiccional para poner fin en
definitiva a una controversia y satisfacer la pretensión de alguna de
las partes, casos en los cuales debe admitirse que por la vía del re-
curso de regulación de jurisdicción se determine la autoridad que ha
de satisfacer, mediante la ejecución los derechos vencedor en la litis"
(Ponente: Humberto J. La Roche. Caso: Amercoat de Venezuela, S.
A. y otra. Exp. 12.640. Sent. 711. Pierre: A. 96, T. 11, pp. 339-341).
Para ejercer las defensas en la etapa de ejecución no hay plazo alguno,
solo que deben ser promovidas antes de concluirse.
Toda defensa que se plantee en la etapa de ejecución de la sentencia debe
tramitarse y resolverse por el procedimiento sumario previsto en el artículo 607 del
CPC, conforme al cual
42
"Si por resistencia de una parte a alguna medida legal del Juez, por
abuso de algún funcionario, o por alguna necesidad del procedimien-
to, una de las partes reclamare alguna providencia, el Juez ordenará
en el mismo día que la otra parte conteste en el siguiente, y hágalo
ésta o no, resolverá a más tardar dentro del tercer día, lo que consi-
dere justo; a menos que haya necesidad de esclarecer algún hecho,
caso en el cual abrirá una articulación por ocho días sin término de
distancia. Si la resolución de la incidencia debiere influir en la deci-
sión de la causa, el Juez resolverá la articulación en la sentencia de-
finitiva; en caso contrario decidirá al noveno día".
LA TERCERÍA EN LA EJECUCIÓN DE SENTENCIA.
Con respecto al particular, la Sala Civil ha tenido una posición inestable.
Veamos:
Una vez dictado el auto acordando la ejecución no cabe la intervención de
tercero.
Bajo la ponencia del fallecido e ilustrísimo Magistrado Carlos Trejo Padilla y
voto salvado del Magistrado René Plaz Bruzual, en fecha 22 de noviembre de
1990 se produjo un fallo de la Sala de Casación Civil (caso: Promotora Dimay, C.
A., c/ Karoly Menartovics Mihaly. Exp: 89-665. Pierre: A. 90. T. 11. pp. 256-262) en
el cual se fijó la siguiente doctrina:
1. "...la tercería debe proponerse antes que la sentencia quede firme, ya
que al ejecutarse el fallo, se da fin a la causa principal, y no sería dable
que el tercerista pueda afectar una controversia judicial ya resuelta", con
lo cual ratificó la doctrina establecida en sentencia de fecha 21 de marzo
de 1985, cuando aún no estaba en vigencia al actual Código de Proce-
dimiento Civil.
2. Si la demanda de tercería se propone con posterioridad a la fecha en
que se dicte el auto decretando la ejecución de la sentencia (puede ser
al día siguiente, p. ej.), esa tercería es extemporánea, pues ya la sen-
tencia está en trámites de ejecución.
3. El tercerista puede introducirse en la controversia solo hasta un momen-
to antes del decreto de ejecución, pues después de ese momento "sólo
podrá defenderse contra los efectos que le causa ese fallo, intentando la
acción ordinaria común, la cual no producirá efectos suspensivos sobre
la ejecución de la sentencia".
Este fallo, que se ha reiterado, cuenta con el voto salvado del Magistrado
René Plaz Bruzual (cuya posición adherimos plenamente), quien precisó:
"Respecto a las razones aducidas a favor de la inadmisión de la ter-
cería -que no del recurso- considero que son erradas, y se aplica una
doctrina que si bien se reiteró en varias oportunidades, no fue pacífi-
ca, y la cual quedó desvirtuada por la reforma del Código de Proce-
dimiento Civil".
43
necesario, por tanto, que tenga las condiciones que lo hagan idóneo para la vía
ejecutiva" (Sents. de 24-9-69 y 22-11-90. Apud esta última sentencia. Pierre: A.
90. T. 5. p. 260).
2. Caucionando suficientemente a juicio del Tribunal, cuando no se tiene el
instrumento público fehaciente.
En todo caso, como también ocurría en el pasado, el tercerista siempre res-
ponderá por los daños que causare el retardo en la ejecución la tercería resultare
desestimada.
En apoyo a nuestra tesis, Enrico Tullio Liebman:
"No les faltan a los terceros los medios para defender sus derechos
de las repercusiones eventualmente dañosas de las sentencias pro-
nunciadas en procesos en los cuales no han participado. Mientras el
proceso está en curso, pueden, en determinadas condiciones, inter-
venir y hacer valer sus razones (arts, 105, 344). En cambio si el pro-
ceso está terminado y la sentencia ha sido pronunciada, la primera y
fundamental defensa de que disponen está dada por la facultad de
rechazar cualquier efecto de la sentencia en daño suyo por la razón
de que no fue pronunciada respecto de ellos. Res inter alios iudicata
tertio non nocet. Hay terceros, es cierto, a los que la ley no considera
verdaderamente tales, extendiendo a ellos una eficacia de la senten-
cia idéntica a aquella a la que están sujetas las partes (cfr. art. 2009
del Cód. civil). Pero, prescindiendo de estos casos, siempre excep-
cionales, sin embargo, los terceros pueden hacer lo que no pueden
hacer las partes: discutir y rechazar la eficacia de la sentencia en da-
ño suyo" (Manual de Derecho Procesal Civil. Tr. de Santiago Sentís
Melendo. EJEA. Buenos Aires, 1980. pp. 557-558).
Al analizar los terceros que estarían legitimados para oponerse a la ejecu-
ción en su perjuicio de la sentencia, Liebman los clasifica en dos grupos: los que
son "titulares de un derecho incompatible autónomo" y los que son "titulares de un
derecho incompatible conexo por prejudicialidad".
Con respecto a los primeros, sostiene:
"Pero, se entiende, no basta ser tercer: hace falta, además, que la
sentencia ajena pueda originarle perjuicio y esto ocurre en el caso en
que un derecho suyo o, en general, una posición jurídica suya, sea
incompatible con el pronunciamiento de la sentencia, por que éste
implícita o indirectamente lo niega o excluye. Ciertamente, la senten-
cia pronunciada inter alios no puede haber juzgado sobre el derecho
o sobre la relación jurídica del tercero y, si lo hubiese hecho sin que
él haya sido llamado a defenderse, sería, más que nula, inexistente.
Pero puede ocurrir que, al juzgar la controversia surgida entre las
partes, la sentencia tenga un contenido tal que no pueda coexistir
con el derecho, o con la posición jurídica, del tercero: o es errada la
sentencia, o bien el derecho afirmado por el tercero no existe".
(Omissis)
48
Este sería el caso de los terceros que podrían haber intervenido como ad-
hesivos o llamados forzosamente como garantes, p. ej.
Concluye el autor y sostiene:
"La oposición ordinaria es, pues, un arma ofrecida además por la ley
al tercero para su defensa. La misma es en sustancia una acción de
declaración de certeza, pero el hecho de su inserción en el proceso
como impugnación tiene una importante consecuencia porque le
permite alcanzar un resultado que ningún otro medio habría podido
obtener: el de anular la sentencia, al menos en lo que se refiere al
tercero" (O. c. p. 563).
Caso: ¿Podrá un tercerista oponerse a la ejecución de un fallo sobre un in-
mueble fundado en un acta de remate no registrada?.
El Juzgado Superior Cuarto en lo Civil, Mercantil y del Tránsito del Area Me-
tropolitana de Caracas (Sent. 14-3-94. Caso: Inmobiliaria Diecinueve Cero, C. A..
Ramírez: T. 129, N° 4-94, pp. 23-26) resolvió el problema en los siguientes térmi-
nos:
1. El a quo suspendió la ejecución basado en que el tercerista se opuso
con un acta de remate no registrada por virtud de la cual antes, en juicio
contra el hoy ejecutado, se le adjudicó la propiedad del inmueble que se
remataba como de la propiedad de éste.
2. Para justificar su decisión, el a quo consideró que si bien el acta de re-
mate no estaba registrada, en ella concurrían los elementos del artículo
1.357 del Código Civil, convirtiéndose por ello en un instrumento público
sui generis.
3. La Alzada estimó, en su motivación, que el artículo 376 del CPC hace
referencia a un instrumento público y fehaciente, entendiéndose por tal
el que reúna los requisitos de los artículos 1.357, 1.359 y 1.360 del Có-
digo Civil. Consecuentemente, el Juez que presenció el acto de remate y
firmó el acta respectiva, "solo dió fe pública de los hechos contenidos en
ese instrumento sin que pueda atribuírsele por sí mismo, otras conse-
cuencias jurídicas que las en él establecidas".
4. Que la prueba fehaciente legalmente exigida al tercerista no es otra "que
una "prueba" fehaciente de propiedad de la cosa por un acto jurídico vá-
lido es decir, por un instrumento registrado que es el acto por el cual se
transmite la propiedad de los inmuebles (?), naturalmente el documento
registrado donde se hace oposición debe consistir en un título que tenga
por objeto el mismo inmueble que se está ejecutando".
La tercería cuando los bienes embargados sean muebles.
Sala Civil:
"En materia de pruebas, cuando lo embargado son bienes muebles,
la doctrina suele distinguir dos supuestos. Si el tercerista se encon-
traba en posesión de las cosas en el momento del embargo, probada
50
IV
EL EMBARGO. CONCEPTO. EMBARGO PREVENTIVO Y EMBARGO EJECUTIVO.
NATURALEZA JURÍDICA DEL EMBARGO. OBJETO DEL EMBARGO. SUJETOS DEL
EMBARGO. EJECUCIÓN DEL EMBARGO. EMBARGOS SUCESIVOS. MULTIPLICI-
DAD DE EMBARGOS. TRASLADO Y SUSTITUCIÓN. PROPORCIONALIDAD DEL EM-
BARGO. BIENES SUSCEPTIBLES DE EMBARGO. COSAS INEMBARGABLES.
EFECTOS. OPOSICIÓN AL EMBARGO Y SU TRÁMITE.
EL EMBARGO.
“El proceso de ejecución tiene por finalidad, como su concepto ense-
ña, obtener, no una declaración de voluntad, sino una manifestación
de voluntad del Juez, es decir, una operación material que provoque
un cambio real en las situaciones a que el proceso se refiere. Para
llevar a cabo tal mutación de hecho el Juez necesita, como instru-
mento específico, bienes de carácter físico sobre los que o con los
que operar del modo que le exija una decisión auténticamente ejecu-
tiva. Las actividades de instrucción en el proceso de ejecución tien-
den, pues, en primer término, a proporcionar al Juez tales bienes, ya
que sólo contando con ellos es posible terminar normalmente el pro-
ceso de tal clase” (Itálicas de mi autoría. Jaime Guasp, Derecho Pro-
cesal Civil, 3ª Ed. corregida (Dos tomos), Instituto de Estudios Políti-
cos, Madrid, 1968. Tomo I, p. 418).
CONCEPTO.
La necesidad instrumental que tiene el Juez para obtener bienes que permi-
tan —bien por adjudicación forzada directa, bien por realización de los mismos—
la satisfacción de la pretensión del acreedor ejecutante se concreta en la ejecución
a través del acto procesal instructorio conocido como embargo.
Con el embargo se afectan bienes propiedad del deudor a las resultas fina-
les de la ejecución, de modo que quedan ellos estrechamente ligados —sin posibi-
lidad de desvinculación por vía distinta a una composición por las partes o a una
desafectación por pertenencia a tercero— a las resultas de la misma.
“Embargo es, pues, toda afectación de bienes a un proceso con la fi-
nalidad de proporcionar al Juez medios necesarios para llevar a nor-
mal término una ejecución procesal” (Guasp, o. c., t. I, p. 419).
El concepto que precede ajusta perfectamente para su aplicación tanto al
embargo preventivo como al embargo ejecutivo, si tenemos en cuenta que ambos
embargos tienden a garantizar que, en definitiva, el acreedor sea satisfecho en su
pretensión.
Por el embargo se permite la individualización y disponibilidad de un bien
para realizarlo judicialmenete y satisfacer con su producto el interés del acreedor
ejecutante.
54
V
EL DEPÓSITO. EL DEPOSITARIO. DERECHOS, OBLIGACIONES Y RESPONSABILI-
DAD DEL DEPOSITARIO. EL DEPÓSITO PROVISIONAL. EL DEPÓSITO DE CANTI-
DADES DE DINERO.
EL DEPÓSITO.
Código Civil: Depósito consensual
Código de Procedimiento Civil: Depósito judicial.
Ley Orgánica del Poder Judicial. Art. 41.
EL DEPOSITARIO.
Depositario Judicial es “el funcionario público que recibe una cosa para su
guarda y conservación por orden judicial (Duque Sánchez, Procedimientos..., p.
93).
Características del depósito judicial.
1. Es una función pública, de modo que la función del depositario no es
convencional, no deriva de un contrato, nada se asemeja al contrato de
depósito regulado por el Código Civil.
2. Como funcionario público, el depositario responde de acuerdo a lo esta-
blecido en el artículo 121 de la Constitución Nacional, conforme al cual
“el ejercicio del Poder Público acarrea responsabilidad individual por
abuso de poder o por violación de la ley”. Además, responde por daños
y perjuicios conforme lo establecido en el artículo 17 de la Ley de Depó-
sito Judicial.
3. La función pública del depositario judicial no es permanente, sino que
nace al ser designado por el Juez. Es, por consiguiente, una función ac-
cidental, pues no dura más allá de la duración del depósito.
4. Es el depositario judicial un auxiliar de justicia y, como tal, colabora en
su administración.
5. Por ley (arts. 13 de la LDJ y 542, ord. 3º, del CPC), el depósito judicial
es oneroso, estando sujeta la función al arancel que corresponde.
¿Quiénes pueden ser depositarios judiciales?
Quienes hayan sido autorizados por el Ministerio de Justicia en Resolución
mtivada (art. 3 LDJ),
No pueden serlo:
1. Quienes no estén autorizados, con la excepción prevista en el artículo
35 de la Ley de Depósito Judicial.
62
VI
JUSTIPRECIO. PROCEDIMIENTO. EFECTOS. JUSTIPRECIO POR LAS PARTES.
JUSTIPRECIO.
Se justifica el justiprecio por las siguientes razones:
1. Con la enajenación forzosa del bien embargado se va a desapropiar to-
talmente al ejecutado, por ello la justeza del valor de la cosa debe esta-
blecerse de la manera más precisa psosible.
2. El justiprecio permite evitar mayores daños de los que ya va a sufrir en
su patrimonio el ejecutado con la expropiación.
3. Permite concluir el asunto, satisfaciendo plenamente la pretensión del
ejecutante.
4. Permite fijar la base de la puja.
5. Proscribe el precio vil.
PROCEDIMIENTO.
EFECTOS.
VII
LA VENTA DE LO EMBARGADO. PUBLICIDAD. SUBASTA. PROCEDIMIENTO.
POSTORES. LA CAUCIÓN. CONTINUIDAD DEL REMATE. LA CANCELACIÓN DEL
PRECIO. EFECTOS DEL REMATE. PURGA DE LA HIPOTECA. LA COSA HIPOTE-
CADA Y LA NO HIPOTECADA. VENTA ANTICIPADA.
LA VENTA DE LO EMBARGADO.
Para explicar la venta de lo embargado ejecutivamente se han ensayado
varias teoría por la doctrina:
1. Una de ellas sostiene que el órgano jurisdiccional sustituye la voluntad
del acreedor (Rocco), partiendo de la idea que suprimida la justicia pri-
vada, el acreedor ya no actúa directamente sobre los bienes del deudor,
sino que lo hace a través del oficio judicial, quien lo sustituye en su vo-
luntad. De manera que, por esta teoría, el acreedor hace vender el bien
por el Juez.
2. Otra sostiene (la más universal y generalizada) que el órgano jurisdic-
cional sustituye la voluntad del deudor, pues realiza la transformación
del bien para obtener el medio físico de satisfaccion del interés del
acreedor sin la concurrencia de la voluntad del ejecutado quien debió
cumplir voluntariamente con el mandato.
3. Una tercera teoría afirma que la venta la realiza el ejecutado.
4. Y una última sostiene que el Estado expropia al ejecutado y vende el
bien para hacer efectiva la realización del derecho. En ese orden, actúa
un interés público para realizar un interés privado.
PUBLICIDAD.
Es de interés, por los derechos, posiciones e intereses involucrados en la
enajenación forzosa, que la venta del bien se publicite suficientemente, tanto para
permitir a cualquier interesado con derecho sobre la cosa ejercer la defensa de su
derecho, como para traer al acto de la pública almoneda al mayor número de pos-
tores posible.
En la ejecución ordinaria (lo cual deja a salvo, claro está, lo previsto en le-
yes especiales), los carteles deberán indicar:
Los nombres y apellidos, tanto del ejecutante como del ejecutado.
La naturaleza de la cosa, y una breve descripción de ella, y si fuere in-
mueble, su situación y linderos, expresándose si el remate versará sobre
la propiedad o sobre cualquier otro derecho. El requisito de la expresión
de si el remate versará sobre la propiedad abona a favor de la necesi-
dad de titulación del bien a rematar cuando fuere inmueble, que en otras
legislación es una carga impuesta al ejecutado, pero que en la nuestra
parece ser una carga impuesta al ejecutante, como lo podemos deducir
del último aparte del artículo 555 del código ritual civil que pone a cargo
68
del ejecutante las diligencias para obtener los gravámenes que pesen
sobre la cosa en una gestión anticipada a la publicidad que debe desa-
rrollar el Juez por oficio ante el Registrador del lugar donde se encuentre
ubicado el inmueble.
En el último o en el único cartel cuando hubiere supresión de carteles
por convenio de las partes, se indicará el justiprecio, los gravámenes
que pesen sobre la cosa y el lugar día y hora en que se efectuará el re-
mate.
De esas enunciaciones de los carteles, hay acuerdo en la doctrina en con-
siderar como substanciales, y por consiguiente de ineludible inclusión a riesgo de
la nulidad del remate, las siguientes.
El valor de la cosa a rematar, tomando del justiprecio realizado por los
peritos avaluadores.
La naturaleza de la cosa que será objeto del remate.
Los gravámenes que pesen sobre ella, si fuere inmueble.
El lugar, día y hora del remate.
La falta de publicación de uno o de todos los carteles.
Carteles y su publicación. Lapsos.
Corte Suprema de Justicia. Sala de Casación Civil, Mercantil y del Trabajo.
Sentencia de fecha 22 de marzo de 1961:
2Cuando la ley indica que los carteles deben publicarse de
diez en diez días, esos intervalos son mínimos, razón por la
cual pueden publicarse con intervalos de más duración, lo cual
permitiría a las partes y los terceros interesados beneficiarse y
no perjudicarse, pues tienen más tiempo disponible para ver y
examinar el inmueble subastable y prepararse para su adqui-
sición, si es de su interés2 (Itálicas agregadas. Ramírez & Ga-
ray, Jurisprudencia Venezolana,: T. 3, Nº 105-61 b), pp. 358-
360).
SUBASTA.
Con la sentencia ejecutada concluye el proceso.
En sentencia (amparo constitucional) de 27 de junio de 1996, dijo la Sala de
Casación Civil:
El Juzgado Segundo de Primera Instancia en lo Civil y Mercantil de la Cir-
cunscripción Judicial del Estado Zulia había decretado la nulidad de los actos
cumplidos en el proceso a partir de la ejecución de la medida de embargo el 27-
10-94 y repuso la causa al estado de ejecutar nuevamente la medida. El bien ha-
bía sido adjudicado en remate y el adjudicatario planteó el amparo constitucional.
Dijo entonces la Sala:
69
POSTORES.
LA CAUCIÓN.
nica de Amparo, al existir un medio ordinario idóneo para enervar los efectos jurí-
dicos del remate, considera la Sala que la acción de amparo presentada es inad-
misible" (Sent. 5-4-95. Comunidad de Propietarios del Edificio Residencias Mapa-
ra. Ponente: Dr. Alirio Abreu Burelli. Exp. 93-117. Pierre: A. 95. T. 4. pp. 64-67).
PURGA DE LA HIPOTECA.
Sentencia de la Sala Civil casando de oficio un fallo violación del debido
proceso al no aplicar el artículo 1.911 del CC:
"Expresa el artículo 1.911 del Código Civil:
«La cosa hipotecada que se vende en remate judicial, con citación de
los acreedores hipotecarios, pasa al comprador, después que se pa-
gue el precio, libre de todo gravamen de hipoteca sobre ella, repu-
tándose que dicho gravamen se ha trasladado al precio del remate».
"La citación de los acreedores hipotecarios al remate judicial está di-
rigida a dejar sin efecto el derecho de persecución que tiene el titular
del derecho real de hipoteca sobre la cosa hipotecada, el cual permi-
tiría ejecutar la hipoteca, aun cuando el bien se encuentre en manos
de un tercero, garantizando a la vez el derecho del acreedor hipote-
cario, porque al ser citado, éste podrá pujar en el remate evitando
que la cosa se venda a un precio vil, que afectaría sus intereses,
pues de acuerdo a la regla bajo análisis, el gravamen se traslada al
precio del remate".
"El extremo a verificar por el Juez de la ejecución es la existencia de
la hipoteca, constatación que es previa a la citación del tercero, quien
podrá incluso no acudir, sin que por ello deje de producirse el efecto
de purga de la hipoteca y traslado del gravamen al precio".
"En nuestro proceso real con frecuencia las partes interesadas
acuerdan en la ejecución el pago de las cantidades adeudadas al
acreedor hipotecario, pero el presupuesto de tal uso judicial es el
acuerdo, puesto que de oponerse a ello, por cualquier razón el ejecu-
tante o el ejecutado, o no solicitarlo el acreedor hipotecario, el cual,
se reitera, podría no asistir al remate, puesto que nada tiene que de-
mostrar, el juez, sin más aplicará la regla legal y declarará que la ga-
rantía se traslada al precio. Todas las controversias sobre la existen-
cia o monto del crédito garantizado por la hipoteca se dirimirán du-
rante el juicio que deberá iniciar el acreedor que había llamado a la
ejecución, pues resolver la cuestión de la existencia de la deuda en
una breve incidencia viola el derecho del tercero al debido proceso
legal" (Sent. de 21-6-95. Exp. N° 92-153. Ponente: Alirio Abreu Bure-
lli. Caso: Inversora Royese, C. A. c/ Desarrollos Algarven, C. A. Ra-
mírez: T. 134, N° 658-95, pp. 527-528).
LA COSA HIPOTECADA Y LA NO HIPOTECADA.
Subasta con bienes hipotecados: Arts. 582 y 548 CPC.
En la vía ejecutiva: Art. 632 CPC.
VENTA ANTICIPADA.
72
COSAS CORUPTIBLES.
Artículo 538 CPC.
COSAS UTILIZABLES.
Artículo 543 CPC.