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La mastaba es un tipo de tumba egipcia caracterizada por tener una base rectangular,
techo plano y muros laterales inclinados, construida con bloques de adobe o
con piedra. Estos edificios eran el lugar de entierro de muchos personajes
egipcios arcaicos. Las pirámides son monumentos funerarios con carácter
religiosos de tamaños colosales construidas en piedra. Los hipogeos son
galerías subterráneas o pasajes excavados con funciones funerarias, se les
consideran templos funerarios.
Las pinturas que comentamos pertenecen al arte egipcio, se puede observar el uso de
técnicas arcaicas (perspectiva torcida, colores planos, tendencia a la geometría, fondo
plano...) y la propia función funeraria de la misma.
En este sentido, el mundo después de la muerte constituía una de las principales
creencias del antiguo Egipto que influirá poderosamente en su arte (importancia de la
arquitectura funeraria como mastabas, pirámides e hipogeos; temática habitual de
escultura o pintura). Concretamente en el caso de la pintura, toda su información se
encontraba resumida en el Libro de los Muertos que iba narrando los distintos
episodios que ocurrirían hasta la llegada al Mas Allá.
La pintura que comentamos nos narra dos de ellos: el traslado del cuerpo a través del
Nilo por medio de la Barca de Ra, y la preparación del difunto para el posterior juicio
de Osiris en donde su alma sería pesada en una balanza para confirmar su bondad o
maldad
El protagonista es el propio faraón, verdadero poder de la teocracia egipcia
, que se ayudaba en sus tareas por una serie de privilegiados (escribas, soldados y
sacerdotes). La estética utilizada, bastante arcaica en su forma de plasmar la
realidad, nos recuerda que el fin último de estas pinturas no era crear belleza (como
luego sí harán los griegos), sino (en el caso concreto de la pintura) de narrar el mundo
del Más Allá. Se trata, por tanto, de una estética trascendente, una imagen de lo
sagrado que representa las cosas no desde la pura visión humana, sino de una forma
mental y por completo antinaturalista que reduce las formas naturales o modelos
geométricos y no duda en unir varios puntos de vista o eliminar perspectiva o
claroscuro.
Por último, este arte egipcio (sin apenas influencias anteriores) influirá decisivamente
en otros posteriores, como el bizantino y románico (de nuevo artes sagrados), que
volverán a estas formas sintéticas, lineales y sin fondo ni luz.